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    MAS-IPSP: la emergencia del nacionalismo plebeyo Titulo

    Stefanoni, Pablo - Autor/a Autor(es)

    OSAL, Observatorio Social de Amrica Latina (ao IV no. 12 sep-dic 2003) En:

    Buenos Aires Lugar

    CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Editorial/Editor

    2003 Fecha

    Coleccin

    Elite politica; Movimiento popular; Bolivia; Temas

    Artculo Tipo de documento

    http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/osal/20110226122557/6d1stefanoni.pdf URL

    Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genrica

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    MAS-IPSP: la emergencia

    del nacionalismo plebeyo1

    Pablo Stefanoni*

    La recurrente pregunta acerca de qu es Bolivia? ha

    vuelto a desplegar un l i t i g i o (Rancire, 1996); esta

    vez sobre el orden neoliberal sintetizado en el

    Decreto Supremo 21060, firmado por Vctor Pa z

    Estenssoro el 29 de agosto de 1985. Nuevas narra-

    tivas, imaginarios sociales y redes de sentido

    comenzaron a interpelar fuertemente el discursomodernizador impulsado por las lites polticas,

    econmicas e intelectuales del pas, cuyo port a v o z

    carismtico fue hasta hace poco tiempo Gonzalo

    Snchez de Lozada. Y una memoria explosiva con-

    tribuy a transformar el vnculo imaginario con las

    condiciones de existencia (Ansart, 1983), proponer

    reorganizaciones alternativas del pasado y enunciar

    aunque sea aun de forma difusa una reorganiza-

    cin diferente del futuro (Tapia, 2000). O, dicho de

    otra forma, comenz a recuperarse la capacidad de

    autocomprensin y autogobierno que forma part ede la reserva simblica del movimiento popular

    b o l i v i a n o .

    * L i c e n c i a d oe n E c o n o m a ( U B A ) ,

    M a e s t ra n d o

    e n C i e n c i a P o l t i c a

    ( ID A ES - UN SA M ) .

    M i e m b r o d e l a F u nd a c i n

    d e I n v e s t i g a c i o n e s

    S o c i a l e s y P o l t i c a s

    ( F IS yP) y de l

    Gru po de Tra b a j o

    d e C LA C S O

    Tr a n s f o r m a c i o n e s

    e n l a s f o r m a s

    d e h a c e r p o l t i c a

    e n e l r e a A n d i n a .

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    Esta recomposicin identitaria luego del declive del combativo movimiento obrerominero le permiti a la izquierda reconstituir formas de interpelacin eficaces y plura-lizar los centros de irradiacin discursiva (Garca Linera, 2003: 3) luego de ms de unadcada y media de discurso nico neoliberal. Esta vez con rostro indio, por fuera delparaguas del Nacionalismo Revolucionario (NR) y movilizando una fuerza social fun-damentalmente rural: cocaleros del Chapare y los Yungas de La Paz, y comunarios ayma-ras del Altiplano. En esta lnea proponemos leer el nuevo ciclo de accin colectiva quepermiti el desborde electoral de los movimientos sociales y la constitucin de un nacio-nalismo plebeyo, cuya fuerza acaba de desplegarse durante la guerra del gas y una decuyas expresiones es el Movimiento al Socialismo-Instrumento Poltico por la Soberanade los Pueblos.

    Campesinos-cocaleros: repertorio de accin colectiva y construccin

    de sentido

    Las organizaciones cocaleras han logrado convertirse, desde fines de los aos ochenta,en uno de los componentes ms activos de la lucha social en Bolivia y uno de los sec-tores que ms contribuyeron a revitalizar y fortalecer el movimiento sindical campesino.Esta emergencia como movimiento social se vincula principalmente a la intromisin delEstado boliviano (y de Estados Unidos) en el marco de la lucha contra el narcotrfi-co en su actividad productiva, mediante planes de erradicacin forzosa y desarrolloalternativo que restringen la libertad de mercado promovida por la letra del neolibera-lismo.

    Los bloqueos de caminos con capacidad para incomunicar a la regin andina con el

    Oriente boliviano, mediante el bloqueo de la carretera troncal Cochabamba-Chimor-Santa Cruz en el Chapare, o el acceso al Norte de La Paz a travs de los bloqueos enlos Yungas y la confrontacin con las fuerzas policiales y militares erradicadoras, hanresultado en poderosas demostraciones de fuerza y capacidad de movilizacin quedesafan el principio de autoridad y soberana estatal. Pero sin duda, una de las rutinasms eficaces de los cocaleros como mecanismo de sensibilizacin han sido las marchasde grandes grupos poblacionales hasta la sede del gobierno en La Paz, que a travs dela explicitacin del espritu de sacrificio y del cuerpo social en movimiento, junto con laeficacia de su resistencia, han logrado visibilizar un conflicto desarrollado al interior delChapare (y los Yungas) y obtener un fuerte apoyo social.

    Al igual que los mineros a mediados de los ochenta y los indgenas del Oriente, loscocaleros han concebido a la marcha como un recurso desesperado de rev e lac i n delgrupo social en tanto colectividad, que haciendo uso del propio cuerpo y autoimpo-

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    nindose una serie de penalidades busca la congr e ga-cin de la solidaridad ciudadana a travs de dos formasde interpelacin: apelando a los sentimientos humanita-rios de la gente (a partir del deterioro de los marchistaspor los das de marcha o los enfrentamientos con lasfuerzas de seguridad); y al mismo tiempo, a los senti-mientos de solidaridad poltico-ideolgica por medio dela interpelacin discursiva (Camacho Balderrama, 19 99 :15- 17), inscripta desde el nombre mismo con el que esbautizada cada marcha.

    A travs de una operacin hegemnico-discursiva el signi-ficante coca asociado por los gobiernos boliviano y esta-dounidense con narcotrfico y cocana fue progresiva-mente resignificado como hoja milenaria heredada de

    nuestros antepasados y, fundamentalmente, defensa dela dignidad nacional; convirtiendo al discurso en defensade la coca en una superficie de inscripcin para el cre-ciente cuestionamiento a la subordinacin nacional a losmandatos de la embajada estadounidense, cuya abiertaintervencin en los asuntos internos de Bolivia asumecaractersticas imperiales. Por otra parte, la incorporacinde smbolos tradicionales comopututus y wiphalas en lasmovilizaciones cocaleras da cuenta de la andinizacin owiphalizacin de su discurso. A la vez que la coca comorecurso natural de inters estratgico permite una cierta

    recuperacin selectiva de la retrica original del NR(Argandoa, 2002), slo que ya no se trata de la plata oel estao sino de la hoja sagrada.

    De esta forma, los cocaleros han sido capaces de articu-lar una serie de alianzas que pusieron a la defensa de lacoca en el centro de las luchas sociales y polticas del pas,y les permitieron hegemonizar una amplia serie dedemandas contra el modelo neoliberal; al tiempo queincrementaban su participacin en los foros y congresosinternacionales anti-globalizadores (Foro Social Mundial,

    Campaa Continental contra el ALCA, congresos campesi-nos, etctera). Emergi as un movimiento, mezcla deizquierda rural y urbana, sindicalismo y etnia, capaz de

    Emergi

    un movimiento,

    mezcla de izquierda

    rural y urbana,

    sindicalismo y etnia,

    capaz de articular

    un discurso

    anti-neoliberal

    y antiimperialista,

    e incorporar

    una visin

    tnico-cultural

    andina que interpela

    a otros sectoresempobrecidos

    y marginados

    de la sociedad

    boliviana

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    articular un discurso anti-neoliberal y antiimperialista, e incorporar una visin tnico-cul-tural andina que interpela a otros sectores empobrecidos y marginados de la sociedadboliviana (Zegada, 2002).

    Articulando lo social y lo poltico: el Instrumento Poltico

    de las organizaciones sindicales

    Globalmente, la emergencia del MAS-IPSP es difcilmente desligable de la ruptura delequilibrio moral producto de ms de una dcada de neoliberalismo, y de siglos deprcticas coloniales. Asimismo, no es comprensible lo ocurrido desde mediados de losaos noventa sin tomar en cuenta la irradiacin de las formas organizativas e ideolgi-cas del sindicalismo obrero especialmente a partir de la crisis minera a las zonas decolonizacin ms reciente, que transmitieron una experiencia acumulada y contribuye-ron a politizar reivindicaciones de carcter econmico-corporativo.

    Al mismo tiempo, otros factores de carcter ms o menos coyuntural intervinieron enel clima de disponibilidad poltica del que se benefici el MAS (incluso ms all de suspropias expectativas): a) la reinvencin de una narrativa de corte tnico que retoma lastesis del colonialismo interno (cuya difusin se debe en gran medida al liderazgo deFelipe Quispe en la Confederacin Sindical nica de Trabajadores Campesinos deBolivia-CSUTCB); b) el creciente sometimiento del Estado boliviano a los dictados de laembajada estadounidense especialmente en la cuestin de la erradicacin de la cocaque cre un clima antiimperialista que recorri transversalmente a diferentes sectoresde la sociedad; c) el rechazo a los partidos polticos tradicionales, comn a otras nacio-nes del continente, especialmente en la regin andina; d) la prdida de capacidad arti-

    culatoria del NR entre los diferentes grupos sociales; e) el espacio vaco dejado por laprofunda crisis de experiencias neo-populistas como el partido Conciencia de Patria(CONDEPA) y en menor medida la crisis de Unidad Cvica Solidaridad (UCS) espe-cialmente en las ciudades de La Paz y El Alto; f) los efectos poltico-sociales del PlanDignidad; que aument la violencia del conflicto cocalero y golpe duramente a la eco-noma del Chapare, con un efecto multiplicador negativo sobre toda la regin cocha-bambina; g) la Ley de Participacin Popular y la introduccin de las diputaciones unino-minales (reforma del Artculo 60 de la Constitucin Poltica del Estado), que mejor laestructura de oportunidades polticas para el MAS-IPSP, al permitirle acceder a variosgobiernos municipales, especialmente en la regin cocalera del departamento deCochabamba, y cargos legislativos nacionales; y h)last but not least, la irrupcin demo-

    cratizadora de los movimientos sociales, cuyas expresiones iniciales fueron la guerra delagua en Cochabamba en abril de 2000 y el ciclo de bloqueos aymaras del altiplano,entre abril y septiembre del mismo ao.

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    La Tesis del Instrumento Poltico parece insertarse plenamente en una larga tradicin

    de superioridad del sindicato sobre el partido, que ha marcado la lgica organizativadel movimiento popular, especialmente desde los aos cuarenta. Como recuerda

    Zavaleta Mercado (1983) los sectores subalternos bolivianos son en primer lugar cla-

    ses sindicalistas, en la medida en que su acumulacin en el seno de la clase se da

    primariamente a travs de la forma sindicato. De all que esta forma organizativa remi-

    ta a una organizacin ms compleja y extensa que el sentido corriente del trmino. En

    el caso de los campesinos, detrs del nombre sindicato se ocultan institucionesque en muchos casos se superponen con las instituciones originarias (a y l lu s) y

    corrientemente constituyen organismos de poder con funciones estatales en las

    comunidades (ver Gordillo, 2000; Lagos, 19 97), maquinarias territoriales, sociales y

    ahora electorales.

    Luego de una serie de intentos fallidos (entre ellos, la Asamblea de Unidad de lasNaciones Originarias) se constituy la Asamblea por la Soberana de los Pueblos (ASP),

    resultante de la Tesis del Instrumento Poltico aprobada por el Primer Congreso Tie r r a

    y Territorio reunido en marzo de 1995 y que consista en la fundacin de un movi-

    miento organizado como extensin de las instancias sindicales campesinas que venan

    protagonizando grandes movilizaciones en defensa de la tierra, el territorio y contra la

    erradicacin de los cultivos de coca. Se abri as un proceso que luego de una serie de

    divisiones culmin en el Instrumento Poltico por la Soberana de los Pueblos (IPSP),

    liderado por Evo Morales, el cual, al no contar con reconocimiento electoral, utiliz la

    personera jurdica del MAS, un desprendimiento lejano de Falange Socialista Boliviana(FSB), que en los ltimos aos haba girado a la izquierda2.

    Archivo OSAL

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    De esta forma, los partidos emergentes del nuevo ciclo deluchas campesino indgenas han nacido a partir de congre-sos sindicales de los movimientos sociales (cocaleros delChapare y los Yungas, e indgenas del Altiplano) para conse-guir proyeccin poltica y una prolongacin parlamentaria dela accin colectiva (Garca Linera, 2003). Estas gigantescasmaquinarias sindicales y comunitarias han mostrado ser efi-caces fuentes de capital poltico con capacidad para dispu-tarle los votos a los partidos tradicionales y modificar el esce-nario discursivo nacional en un contexto en el que hacerpoltica electoral ha devenido un mandato de asamblea.

    Despus de una dcada y media de hegemona de lospartidos tradicionales, dos figuras surgidas de la resisten-cia social contra el modelo neoliberal Evo Morales y

    Felipe Quispe fueron legitimados con un gran caudal devotos. Y el lder del MAS qued a menos de dos puntosporcentuales del triunfador Gonzalo Snchez de Lozada,del Movimiento Nacional Reformista (MNR) quien fuefinalmente elegido presidente por el Congreso en juniode 20023. Podemos arriesgar que a diferencia de fen-menos previos como el del compadre Carlos Palenque4estos nuevos liderazgos contribuyen a desarrollar un pro-ceso de liberacin cognitiva desde abajo ; en el cual losindios estn a la cabeza de manera autnoma y los lide-razgos son construidos a partir de un largo proceso de

    ocupacin sucesiva de cargos en el sindicato campesino,para luego ocupar posiciones en el Instrumento Poltico(IP) y, eventualmente, en el Parlamento.

    Aunque, al mismo tiempo, la inexistencia real de institucio-nalizacin en el MAS y de mecanismos internos de expre-sin de mayoras y minoras, abona un sistema de toma dedecisiones en las que el lder (y rbitro) se apoya alternati-vamente en coaliciones coyunturales; en cuyo poder ycapacidad de persuasin sobre el lder intervienen capitaleslegtimos variados, que difieren segn la temtica en discu-

    sin: capacidad de movilizacin sindical-corporativa, capaci-dades discursivas, formacin tcnica, etctera. Ms que defracciones se trata de grupos de presin informales (segn

    ... los partidos

    emergentes

    del nuevo ciclo

    de luchas campesino

    indgenas han nacido

    a partir de congresos

    sindicales

    de los movimientos

    sociales (cocaleros

    del Chapare

    y los Yungas,

    e indgenas

    del Altiplano)

    para conseguir

    proyeccin poltica

    y una prolongacin

    parlamentaria

    de la accin

    colectiva

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    proveniencia ideolgica, relaciones personales, tnicas, etc.), que en un escenario gelati-noso, corrientemente no logran solidificarse; todo lo cual reafirma el papel arbitral de EvoMorales como garanta de continuidad del MAS como una empresa poltica comn5.

    De todas formas, no hay que olvidar que cuando se trata de posicionamientos polticosgenerales o acciones como bloqueos, etc. Morales baja a los congresos y ampliadossindicales campesinos, actitud que sin duda encarna mucho ms que una pose y repre-senta una instancia de confirmacin carismtica (Weber, 1998: 195). El encuentrocara a cara con las bases al igual que con sus votantes resulta clave en la construc-cin de liderazgo de Evo Morales; su vestimenta, vocabulario (y su constante victimiza-cin) constituye un eficaz intento de diferenciacin con respecto a los polticos tradi-cionales, presentndose genuinamente como uno ms entre sus compaeros campe-sinos, pese a haber ocupado espacios antes reservados a quienes posean los benefi-cios de la distincin. Este ser uno ms un portavoz privilegiado de los campesinos quesiempre vuelve a sus bases, y que se esfuerza por aprender para responder a sus actua-

    les responsabilidades le ha permitido a Evo Morales la produccin de un poder sim-blico al interior del sindicalismo cocalero (y desde all en el Instrumento Poltico) a par-tir de la credibilidad, la confianza, el reconocimiento y la fidelidad de sus pares; y la cons-titucin de una lgica de inclusin-exclusin sobre sus potenciales competidores inter-nos (Ansart, 1983). La conservacin de este poder simblico es especialmente impor-tante en el contexto de un movimiento concebido como una extensin de estructurassindicales, atravesado por relaciones informales y asimtricos capitales sociales, escola-res, culturales y tnicos entre sus miembros.

    El MAS en su laberinto

    Luego de los favorables resultados electorales, uno de los desafos que afronta el MASes la construccin de una estructura discursiva que, a partir de cierto cierre ideolgico,le permita crear unasntesis coherente entre una relectura del pasado colonial y una pro-puesta de futuro; destinada a atraer el apoyo de las clases medias urbanas, ms vincu-ladas a los procesos de individuacin modernizante y alejadas de las lgicas sindical-cor-porativas predominantes en el MAS. Por el momento, en un contexto de ambigedadideolgica propio de las organizaciones sindicales de las cuales es una extensinprevalece una suerte de murmullo ideolgico (Antezana, 1983) basado en la oposi-cin al neoliberalismo y la defensa de la soberana y la dignidad nacionales.

    Pese a ello puede observarse el intento de articulacin de elementos nacional-demo-crticos (tendiente a recuperar el antagonismo social, corrientemente presentado porlos sectores dominantes como mera diferencia): una idea de nacin plebeya (pueblo

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    sencillo y trabajador, pue-blos originarios, o simple-mente los pobres), ladefensa del territorio y lasoberana (centrada espe-cialmente en los recursosnaturales: gas, petrleo yhoja de coca), combinadacon una fuerte interpela-cin antiimperialista (fun-damentalmente antiesta-dounidense) vinculada a ladefensa de la dignidad.De all que el antagonismo

    pueblo=nacin/oligarqua=antinacin, propio del NR, est presente en el discurso delMAS, aunque el pueblo no sea ya una construccin mestizo-criolla como la imagin a-ron los tericos del NR (Montenegro, Cspedes), sino originaria y anticolonial6.

    En sus interpelaciones discursivas puede observarse que el reclamo del derecho agobernar esta tierra, o que el pueblo sea poder, parte fundamentalmente de una con-tabilizacin numrica, que se expresa en el uso de la propia sigla partidaria en la con-signa Somos pueblo, somos MAS; y difiere de la interpelacin obrero-minera predo-minante hasta 1985, en la que la idea de que su trabajo y esfuerzo sostenan eco-nmicamente al conjunto de la nacin era la que les daba derecho a gobernar, pesea ser un grupo minoritario de la sociedad.

    La reivindicacin de una Asamblea Popular Constituyente representa un eje importante

    en el discurso del MAS, entendida no como una mera reforma constitucional sino comola materializacin de una nueva correlacin de fuerzas (Evo Morales en Pulso, 2002).Sin embargo, la no puesta en prctica de los Comits de Defensa de la Soberana en lasciudades (tal como se haba propuesto en la pasada campaa electoral) y la falta de dis-cusin en las bases de un proyecto de pas alternativo, han hecho que esta propuestahaya perdido cierta fuerza como apuesta de transformacin poltico-social.

    Paralelamente la prematura electoralizacin de la actividad poltica (con vistas a las elec-ciones municipales de 2004, como trampoln para las presidenciales de 2007) puedeinhibir los repertorios de accin colectiva que son los que en el fondo dieron lugar a estenuevo ciclo de resurgimiento de la izquierda (Garca Linera, 2003: 4); lo que puede

    tener un efecto potencialmente negativo en un movimiento que se piensa a s mismocomo una extensin poltica de las pulsiones de los movimientos sociales (incluso en elmbito electoral)7. La combinacin en la prctica de lgica sindical-comunal y lgica

    Archivo OSAL

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    democrtica-liberal y las estrategias que intervienen en cada una no ha resultado fcilpara los parlamentarios del MAS, que en gran parte fueron elegidos y responden asus comunidades y, especialmente, a sus organizaciones sindicales.

    El encuentro de las dos Bolivias no ha resultado exento de conflicto. A las formas de discri-minacin, derivadas del carcter racializado de la construccin del poder en Bolivia, se sumala posesin de capitales sociales, culturales, escolares y simblicos cuya posesin o no deter-mina la eficacia de la accin parlamentaria, el xito o la futilidad de sus interpelaciones dis-cursivas, y su visibilidad o invisibilidad intra y extramuros; que a travs de los medios de comu-nicacin, determinar la capacidad de crear opinin pblica. Como nos recuerda Bourdieu(2001: 29) los locutores desprovistos de la competencia legtima quedan excluidos de losuniversos sociales en que sta se exige o condenados al silencio. Y esto ocurri en gran medi-da con los diputados campesino-indgenas, conspirando contra la transformacin del factor

    indgena en fuerza hegemnica: en sus discursos, en su capacidad interpelatoria en castella-no, e incluso en la forma de ocupacin fsica del espacio parlamentario.

    Ms bien, en el mbito parlamentario parecen invertirse las relaciones de fuerza simbli-cas que priman en el MAS, y son los sectores medios urbanos quienes poseen mayorcapacidad performativa. Resulta claro que la lengua quechua o aymara adquiere un mayorvalor en el mercado rural donde sin duda contribuye a la formacin de capitales polticosque en el medio urbano y especialmente en el Parlamento. No es difcil percibir en la fraseAdnde est entrando, seora?8 ecos sutiles de viejas representaciones acerca de losindgenas y de su inclusin-exclusin en los diferentes espacios de la vida social, cuandolos indios tenan prohibido circular libremente por las plazas y vas principales de las ciu-dades (Rivera Cusicanqui, 1983). Por eso su presencia en los curules y la imposicin deun sistema de traduccin simultnea (que an no se utiliza) crea un escenario de lucha

    simblica entre las prcticas seoriales de las lites blanco-mestizas y la presencia indge-no-plebeya como un otro (portador de alteridad) que ocupa un espacio ajeno.

    Entre lo nacional-popular y lo nacional-estatal

    No hay duda que la tesis del instrumento poltico supone una importante carga de reno-vacin en una historia poltico-sindical campesina subordinada en gran medida al Estadonacionalista. La interpelacin a votar por nosotros mismos plantea una renovada formade articulacin entre las luchas sociales y electorales, luego de largos aos en que obre-ros y campesinos votaban por diversas fracciones del MNR o planteaban el no-juego en

    el terreno electoral; claramentelo indio se ha transformado en una importante fuentede capital poltico, posibilitando que de manera autnoma un campesino de origenaymara como Evo Morales se erija en jefe de la oposicin y de la primera minora par-

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    lamentaria. Por otro lado, las nuevas configuraciones sociales, producto de una dcaday media de reformas estructurales, han posibilitado la emergencia de formas novedosasde interunificacin social, accin colectiva y produccin discursiva.

    Pero no es menos evidente que las nuevas tecnologas puestas en juego por los movi-mientos sociales tienen como condicin material de posibilidad a las antiguas organiza-ciones sindicales corporativas, desde las cuales el movimiento campesino se enfrentcon la oligarqua y luch por la tierra en los primeros aos cincuenta, pact con las fuer-zas armadas restauradoras a mediados de los sesenta, impuso una nueva narrativa anti-colonial y se articul con el movimiento obrero en los setenta, y desafa hoy al truncoproyecto modernizador neoliberal.

    Frente a las polarizadas visiones actuales acerca de cmo cambiar el mundo, el MAS-IPSP plantea sin fisuras la necesidad de transformar el poder conquistado por las organi-zaciones sociales en poder estatal; en el contexto del nuevo ciclo de luchas y transfor-

    macin de la estructura de oportunidades polticas en beneficio de la accin colectiva delos sectores subalternos. Frente a la desidentificacin nacional neoliberal, el MAS emergecomo un nuevo nacionalismo plebeyo que resignifica la lucha nacional como una luchapor la tierra y el territorio, y pone en un lugar destacado la defensa de los recursos natu-rales, cuya dinmica ha dominado los enfrentamientos sociales en Bolivia desde 2000,desde laguerra del agua hasta laguerra del gas . Es, al mismo tiempo, un intento de arti-cular a una multitud de sujetos, organizaciones y movimientos sociales en la que ningnsector es portador de privilegios ontolgicos en la construccin de las nuevas identidades,por lo que las mismas son resultado de las luchas hegemnicas y articulatorias en curso.

    Su agregacin en un sujetopopularpueblo sencillo y trabajador, e incluso empresarios

    nacionales o patriticos como bloque antagnico al orden establecido parece acer-carse ms a una interpelacin de tipo populista que a las frmulas interpelatorias tantode las izquierdas tradicionales sostenidas en la existencia de una clase fundamentalcuya identidad se construye al nivel de la infraestructura econmica como de la NewLeften pases ms institucionalizados. De all que la tensin entre la dimensin nacio-nal-popular (ruptura y confrontacin) y la nacional-estatal (desactivacin de los antago-nismo y homogeneizacin) (Aboy Carls, 2003) acompae el desarrollo del MAS, en uncontexto de crisis donde la implosin delgonismo ha derribado el cerco parlamentarioy la megacoalicin oficialista, y la convocatoria a una futura Asamblea Constituyentepuede transformarse en una importante oportunidad poltica para quienes propugnanalternativas transformadoras. Pero como toda oportunidad ser limitada en el tiempo y

    los resultados dependern de las luchas poltico-ideolgicas, en un escenario creciente-mente radicalizado y dicotmico, entre las fuerzas restauradoras y las empeadas enuna trasformacin radical y progresista de la sociedad.

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  • 7/25/2019 6d1stefanoni- nacionalismo plebeyo

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    Notas

    1 Este trabajo es una sntesis del artculo Conflicto social, cr isis hegemnica e identidadespolticas en Bolivia: la emergencia del MAS-IPSP, elaborado gracias a la contribucin delConsejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), a travs de su ProgramaRegional de Becas. El mencionado artculo forma parte de los resultados del proyecto que

    fue premiado con una beca de investigacin en el Concurso para investigadoresMovimientos sociales y nuevos conflictos en Amrica Latina y el Caribe en el marco delPrograma de Becas CLACSO-Asdi para investigadores jvenes de Amrica Latina y elCaribe, 2002.

    2 El otro movimiento emergente de las luchas campesino-indgenas es el MovimientoIndgena Pachakuti (MIP), fundado por Felipe Quispe el Mallku el 14 de noviembre de2000, el mismo da y en el mismo lugar en el que Tpac Katari el lder indgena que man-tuvo un cerco de La Paz en los aos 1781 y 1782 fuera ejecutado 219 aos antes.

    3 La expulsin de Evo Morales del Parlamento en enero de 2002 (acusado de ser autorintelectual de los violentos choques armados entre militares y cocaleros en Sacaba) y susenfrentamientos con el entonces embajador estadounidense Manuel Rocha constituyendos momentos en los que el antagonismo entre partidos tradicionales-sistema poltico-Embajada estadounidense y Evo Morales-MAS emerge con fuerza en la superficie, con unfuerte carcter simblico que transform su postulacin en una candidatura maldita parael establishmentpoltico boliviano.

    4 Ver Alenda Mary (2002).

    5 Evo Morales ha concentrado una gran cantidad de poder en su persona: es secretarioejecutivo de las seis federaciones del trpico, presidente del MAS, jefe de bancada parla-mentaria y jefe del Estado Mayor del Pueblo.

    6 Con una consigna que tiene grandes similitudes a la opcin Braden o Pern, utilizadapor el peronismo en Argentina en las presidenciales de 1945, el MAS convoc a la ciuda-dana a elegir entre Rocha o Morales en los siguientes trminos: Boliviano: t decidesquin manda Rocha la voz del pueblo?, invocando al pueblo sencillo y trabajador

    como el sujeto y destinatario de las transformaciones propuestas, en favor de la soberanay la dignidad nacional. Y utilizando los colores de la bandera nacional para reforzar el sig-nificante boliviano (Afiche de campaa).

    7 El desempeo del MAS (o por lo menos de sus principales dirigentes) durante la guerradel gas y especialmente en la transicin que condujo al ascenso del vicepresidente CarlosMesa a la primera magistratura ha reforzado la apuesta institucional-electoral como va deacceso al poder estatal (ver declaraciones de Filemn Escbar, citado en Chvez, 2003).

    8 Sin mesura y con un evidente tufillo racista muchos de los funcionarios de planta delCongreso bautizaron sin miramientos a los congresistas indgenas; los adjetivos ms usa-dos fueron: la indiada y los campeches. En la puerta de ingreso una diputada que vestapollera fue examinada de punta a canto por los guardias de seguridad. Adnde estentrando, seora?, cuestionaron inquisitivos (y en tono despectivo) los uniformados. Dicha

    escena no se repiti, sin embargo, cuando algunos individuos de traje y corbata cruzaronla puerta del Hemiciclo (Correo del Sur, 2002).