50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE Fray Leopoldo … · 50 DE LA CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS DEVOTOS...

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Fray Leopoldo de Alpandeire 50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE 1956 - 2006

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Fray Leopoldo de Alpandeire50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE

1956 - 2006

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4 PRESENTACIÓN6 PERFIL BIOGRÁFICO DE FRAY LEOPOLDO

Fray Alfonso Ramírez Peralbo32 GRAFOANÁLISIS DE FRAY LEOPOLDO

Dr. Francisco Viñals Carrera35 PAGINAS POETICAS 38 ASI VEO YO A FRAY LEOPOLDO

Fray Carlos Cañete 40 REGALOS DE FRAY LEOPOLDO: ALEGRÍA Y FRATERNIDAD

Monseñor Carlos Amigo Vallejo44 MI OFRENDA AL SEPULCRO DE FRAY LEOPOLDO

Fray Sebastián de Villaciosa48 CAPUCHINOS COMO FRAY LEOPOLDO

Fray Fernando Linares 50 DE LA CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS DEVOTOS DE FRAY LEOPOLDO

Ignacio de Montaño52 EN EL 50 ANIVERSARIO DEL A MUERTE DEL SIERVO DE DIOS

H. John Corrivea, Ministro General OFMCap.56 SEMBLANZA ESPIRITUAL Y HUMANA DE FRAY LEOPOLDO

Fray Ángel de León60 FRAY LEOPOLDO, JUGLAR Y CABALLERO DE LA VIRGEN

Fray Gil de Pedroche62 FRAY LEOPOLDO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

José Luis Kastillo66 UN HOMBRE QUE SUPO VIVIR EL EVANGELIO

Fray Serafín de Ausejo67 EL SEPULCRO DE FRAY LEOPOLDO

Fray Justo de Berja68 UN SANTO LLENO DE AMOR, UN EVANGELIO VIVO, EL QUINTO EVANGELIO

Fray Esteban de Puente Genil70 LA FIGURA DEL VICEPOSTULADOR EN UNA CAUSA DE BEATIFICACION72 LA HUELLA DE FRAY LEOPOLDO. TESTIMONIOS DE AMIGOS, COMPAÑEROS...82 PROPAGANDISTAS DE FRAY LEOPOLDO90 EL HOGAR-RESIDENCIA FRAY LEOPOLDO94 UN DÍA PARA EL RECUERDO98 TESTIMONIOS102 UN RETRATO PINTADO CON EL CORAZÓN104 PREGÓN DE TICO MEDINA110 CONFERENCIA DE JAVIERRE122 ORGANIGRAMA DE LOS CAPUCHINOS ANDALUCES124 PÁGINA WEB DE FRAY LEOPOLDO126 UN FENÓMENO MEDIÁTICO136 PUBLICACIONES138 GRACIAS GRANADA140 MI MÁS SINCERO AGRADECIMIENTO141 IMÁGENES PARA EL RECUERDO

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Dirección:Fray Rafael Pozo Bascón

Consejo editorial:Fray Alfonso Ramírez Peralbo

Fray Mariano Ibáñez VelázquezFray José Antonio Márquez

Coordinación:Juan Pedro Bernáldez

Marta OsesFrancisco J. MolinaJosé Luis Kastillo

Diseño y maquetación:Rafael Rodríguez

Fotografía:Encarni Marín, Federico Luque

y Archivo de la Provincia

Impresión:Talleres El Adalid Seráfico, S.L.L.

Edita:Vicepostulación Fray Leopoldo

Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía

Avd. Divina Pastora, 11. 18012Granada. Telf.: 958 275352

Tirada: 100.000 ejemplaresDistribución gratuita

Depósito Legal: SE-3042-06

Las ideas expresadas en estarevista son responsabilidad

exclusiva de sus autores

¡AUN VIVE,NO HA MUERTO!

Cal y sombra de ciprés en el atrio capuchino. Silencio monacal en la tarde de febrero...Va cayendo la noche mansamente...Sólo habla -porque lIora- el agua de la fuente. Mudo está el campanario y escalado el sendero. Ya está encendida la aurora en el camino.La tórtola en la enramada entona ya su trino. Llora la luna en la veleta, mustia, alada.IQué dulce paz. de noche, en tu madrugadalLas dos al filo esperan su destino...-¡Como Cristo! se irguió tu vuelo. Se quebró la lira. Rompióse el arpa. Se deshizo el lazo...El dulce remanso perfuma los lirios.Entonan los salmos, se encienden los cirios... Hacia el infinito te pierdes en estrecho abrazo... Yacen marchitas las rosas de tus manos.Frío el alabastro de tus pies desnudos.Y las ascuas de tu amor, Fray Leopoldo,Quedan envueltas en cenizas de rescoldo.Aún palpitan tres plegarias en tus labios mudos. ¡Que no doblen, Granada, que no ha muerto!Pon su nombre en los anales de tu historia.Y espera que en las torres vaticanasVuelen alegres, floridas las campanasEn la aurora del triunfo de su gloria...

Fray Alejandro de MálagaHermano Capuchino

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migo lector: Tienes entre tusmanos una publicación dedicadaa un “fraile del pueblo”, como

popularmente eran conocidos los capuchi-nos, como lo fue Fr. Leopoldo, por su con-tacto diario con la gente en medio delruido y del bullicio callejero; se trata deuna publicación dedicada a Fr. Leopoldoen el 50º aniversario de su muerte; unapublicación dedicada a la figura de un her-mano capuchino anciano, que no gozabade méritos por haber realizado obras cla-morosas en beneficio de la ciudad, que nopertenecía a dinastías locales, que jamáshabía hablado desde cátedras o púlpitos,que no brillaba por su ciencia, no erasacerdote, ni tampoco había dejado suconvento para hacerse misionero en tie-rras lejanas. De él dijo un sacerdote que loconoció íntimamente: “No era un hombrede letras, no tenía estudios de teología,pero sobrepasaba a todos porque poseía elgran secreto del conocimiento y del amorde Dios”. El gran maestro de FrayLeopoldo fue el Espíritu Santo. Él fue sóloun humilde fraile capuchino, limosnerodurante 50 años seguidos en Granada. Latrayectoria de su vida siguió la mística delanonadamiento, la mística de Jesús. Es lamística de las personas que no se sobrevaloran humanamente, de ellas se sirveDios para realizar sus obras, para realizaruna historia mucho más importante que lahistoria que cada día pasa ante nuestrosojos, la historia de la salvación.

En todas las épocas de la historia humana,han existido hombres que, como los postesde alta tensión, han mantenido a Diosconectado con la humanidad. Por ellospasa ese canal vivo de la gracia que se trans-forma en vida, amor, verdad, compasión,consuelo, misericordia, alegría, bondad, sal-vación y liberación. Fray Leopoldo era unode ellos, uno de esos hombres que obligan aDios a mantener su alianza, su compromisode amor con la humanidad herida de muer-te por el pecado. En cada tiempo surgenpersonalidades geniales que, por la fidelidada un principio superior, rompen los márge-nes del espacio y del tiempo. Esto sucedióexcepcionalmente con Jesucristo, que vivió

y sigue vivo por la fuerza salvadora de supalabra. De un modo semejante, salvandoabismos, ha sucedido con algunos de sus

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Fray Leopoldo

Presentación50 Aniversario de la muerte de Fray Leopoldo

Fray Leopoldo de Alpandeire.

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seguidores y amigos a través de los siglos.

La vida de todo seguidor de Jesús, la deFray Leopoldo, en sí misma considerada,es una auténtica protesta contra la socie-dad de su tiempo: contra el orgullo domi-

nador de unos pocos frente a la pobreza ymarginación de los desheredados de siem-pre. Fray Leopoldo no era un visionario,tenía los pies en el suelo. Él fue simple-mente un hombre sencillo e íntegro quesupo fiarse de Dios. Su vida estaba susten-tada en una profunda vida de oración.Cuando alguien ama verdaderamente alSeñor, encuentra tiempo para dedicarse alo que ama, es decir a la caridad apostólica,a hacer el bien a los demás. Y los demás lopercibían, sus virtudes y su santidad erannotorias. Un célebre predicador jesuitadecía de él: “Tenemos un santo en nuestras

calles”. Otro, agustino, afirmó: “Esto sí quees predicar, sin abrir la boca obtiene másfruto que todos nosotros juntos”.

La santidad de Fray Leopoldo era notoriay evidente, saltaba a simple vista, es unasantidad clara, diáfana, transparente, cris-talina, como el agua de un riachuelo,siempre en deshielo de primavera, quenace en las nevadas cumbres de la sierra ybaja serpenteando oculto por las laderasde los montes, cubierto entre adelfas,romero, tomillo, mastranzo, espliego yjuncos, hasta alcanzar sereno el esplendory la llanura del valle.

Ojeando estas páginas dedicadas a FrayLeopoldo, lector amigo, encontrarás exce-lentes plumas, con palabras bruñidas y cin-celadas, primorosos artículos y, aún más,vivos testimonios de personas que lo cono-cieron, que convivieron con él o que se hanhecho amigos suyos gracias a los "favores"obtenidos por su intercesión; en estas pági-nas vibra todo el esfuerzo intelectual yhumano de un grupo de escritores queintentan hurgar en algo siempre inaccesibleal hombre: la santidad. Porque, como dicela Biblia, "Dios habita en una luz inaccesi-ble". Sean estas páginas como un ramo debellas, olorosas y hermosas flores que, todoun pueblo de admiradores/as pone a los piesde su ídolo, con los más bellos piropos y sumás hermosa oración.

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“No era un hombre de letras, no tenía estudios de teología, pero

sobrepasaba a todos porque poseía el gran secreto del conoci-

miento y del amor de Dios”

Mural de la cripta de Fray Leopoldo.

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Perfil biografico

imensión social de la santidad: “El amor no pasa nunca”. El contacto con el dolor, con lapobreza, con el sufrimiento no les ha quitado nunca el sueño a los santos. Más aún, si se loha quitado ha sido para mejor servir al que sufre o consolar al afligido, para dar posada al

peregrino, acompañar al que está aislado, vestir al desnudo… Todas estas obras de misericordia lascondensó san Pablo en una breve frase: “El amor no pasa nunca”. Esa célebre frase de Pablo, que sanAgustín traduciría más tarde por "ama y haz lo que quieras”, fue actualizada en las últimas décadaspor un gran teólogo de nuestro tiempo en esta lacónica expresión: “Sólo el amor es digno de fe”,que sería como el eco de aquella otra de san Pablo: “Séde quien me he fiado”. Mirando en lontananza, la plu-risecular historia de la Iglesia es toda ella una larga einmensa historia de amor. Una infinita hilera de hom-bres y mujeres, santos y santas de todo tipo, edad y con-dición, que, fiándose del Amor, se han entregado y con-sagrado totalmente a él. Lazaretos, hospitales, clínicas,ambulatorios, leproserías, orfanatos, escuelas-hogar,residencias para huérfanos, enfermos de sida, madressolteras, minusválidos, tuberculosos, ancianos, enfer-mos psíquicos, enfermos terminales, personas sin hogar,disminuidos físicos y psíquicos… y así podríamos seguirenumerando hasta el infinito; obras que han florecidopor doquier y han sido el campo de trabajo y de acciónde quienes han hecho del amor el centro de toda suvida, sabiendo, como escribió Santo Tomás, que “labienaventuranza consistirá en un acto permanente decaridad”. Toda esta infinita labor es un canto primorosoal Amor de Dios. Un precioso himno de la Liturgia delas Horas, expresa así esta rica e intensa historia deamor: A fuerza de amor humano / me abraso en amor divi-no. La santidad es camino / que va de mí hacia mi hermano. Me di sin tender la mano / para cobrar el favor;me di en salud y en dolor / a todos y de tal suerte / que me ha encontrado la muerte / sin nada más que elamor. Una nube de amor rodea y empapa la existencia. Quien más ama tiene la razón. Los santos sonla gente que amó.

En ello los grandes expertos fueron los santos. Por eso, la historia de la Iglesia es, ante todo, unahistoria de santos. De los conocidos y de los desconocidos. Ellos se lo jugaron todo a una carta y consu osadía se convirtieron en nítidos espejos, reflejan la luz, en rico espectro, sobre nuestras oscurida-des. Ellos constituyen la magna historia exegética del evangelio, más auténtica y de una mayor vir-tud demostrativa que todas las demás hermenéuticas. Ellos son la demostración tanto de la plenitudcomo de la presencia. Mucho se habla y se escribe hoy de los condicionamientos históricos de la mun-

DFray Alfonso Ramírez Peralbo, OFMCap.

Roma - Vicepostulador de la Causa

Fray Leopoldo, acompañado de algunos hermanos.

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dovisión de los santos, y no todo es falso. Pero ello no nos ahorra el conato de situarnos, como ellosy con ellos, en la instancia central: en la seriedad incondicional con que tomaron el amor de Dios enCristo y con que -a partir de la expropiación por el amor absoluto- se enajenaron por amor a loshombres. Así, en este orden, no al revés. Jamás el amor del prójimo fue para ellos un sucedáneo delamor a Dios y a Cristo. El amor de los santos se inflama al saberse absolutamente amados y al querercorresponder con toda su existencia al amor absoluto.

Y ese amor se hacía presente en el medio en el que el santo actuaba. Toda Granada se sentía bene-ficiada del amor de Dios en Fray Leopoldo. La santidad influye socialmente en el mundo. Si “el amorde Dios ha sido derramado en nuestros corazones”, los santos han sido los canales a través de los cua-les el amor de Dios se ha expandido por el mundo. Un hospital, un asilo, una guardería, una residen-cia, un orfanato son los brazos de la caridad de Dios en los santos. Su santidad cumple una funciónsocial en el mundo. Ellos han aportado riquezas: bondad, caridad, sencillez, limpieza, al fatigoso dis-currir de la caravana que somos los hombres en la tierra. Por eso su historia importa y, por eso, suejemplo y su doctrina pesan en nuestra vida.

FRAY LEOPOLDO: “El gemido de un pobre evangélico”

I. DIOS HA ELEGIDO LO DÉBIL DEL MUNDO

Las experiencias de vida consagrada, inspiradas en el Evangelio y realizadas a lo largo de la historia porlos más distintos Institutos religiosos, han favorecido el cultivo de una espiritualidad donde han florecidopersonalidades singulares que han planteado interrogativas sobre el sentido de la existencia humana a todala humanidad y en particular a los creyentes, incluso a los más sensibles a la acción de Dios que salva.

La vida -tanto en su aspecto físico e individual, como también a nivel social y cultural- es siempreun acontecimiento inédito, que sorprende y necesita interpretaciones. Esto es cierto sobre todo enlas formas de vida consagradas que expresan carismáticamente, distintas tomas sobre el misterio deaquel Dios que nos ha creado como individuos y como pueblos artífices de historia, que alcanza sig-nificado sólo cuando se remonta al sacro del que trae origen.

La hagiografía es aquel sector de la historiografía que expresa los significados más profundos y másauténticos de la existencia humana, elevada al orden sobrenatural.

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Algunos Santos, como por ejemplo Santa Verónica Giuliani y elP. Pío de Pietrelcina, plantean el problema (mejor el misterio) deldolor como valor. Un valor desconcertante para el laico, pero siem-pre innegable, tanto para el que lo alivia como para el que losobrelleva, es decir para toda persona que está atenta al misteriodel hombre. Un valor aún más desconcertante para algunas figu-ras sugestivas que en la propia vida, en vez de eliminar el dolor,han vivido en la espiritualidad como elemento esencial, junto aotros, la mística del dolor, inspirada en la Cruz. Piénsese sólo enMadre Teresa de Calcuta, cuya desaparición ha tenido tal reso-nancia mundial, que ha dado que pensar a hombres y mujeres detodas las culturas.

Tales figuras, son testimonios decisivos de la presencia de Diosque salva a la humanidad de nuestro tiempo, totalmente sumergi-da en lo pasajero, en la realidad más inmediata que no conduce anada y que se afronta según el estilo de usar y tirar.

Figuras como las de Santa Verónica, Madre Teresa, P. Pío, antes que comenzasen su aventura de fedan que pensar en toda una serie de “personas que no son nada” que han testimoniado la presenciade Dios en una historia que alcanza su sentido pleno en cuanto es historia de la salvación.

1. “Humanamente no dotado”

El 9 de febrero de 1956, en el corazón de la noche, se extinguía en Granada Fray Leopoldo deAlpandeire. Moría pasada la media noche a las 1'45 de la madrugada, pero con las primeras luces delalba la noticia ya estaba en boca de todos y comenzaba un peregrinar incesante para venerar sus res-

tos, de gente de toda clase y condición queculminaría en un multitudinario funeral. Eratodo un plebiscito de afecto, amor y vene-ración.

Objetivamente hablando, había muertoun anciano noventón, ya enfermo, que nogozaba de méritos por haber realizado obrasclamorosas en beneficio de la ciudad, que nopertenecía a dinastías locales, que jamáshabía hablado desde cátedras o púlpitos,porque no brillaba por su ciencia, no sehabía siquiera ordenado sacerdote, ni tam-poco había dejado su convento para hacersemisionero en tierras lejanas. Había sido sóloun humilde fraile capuchino que había reco-rrido las calles de Granada todos los días pi-diendo la “limosna” de puerta en puertadurante 50 años.

La sorpresa que suscitó la afluencia detanta gente sin haber sido convocada porningún tipo de propaganda, contiene implí-citamente al menos, una duda en quien la haexperimentado. La sorpresa nace cuandosucede algo que no se esperaba y escondecierta duda que llevamos dentro.

La historia de laIglesia es, ante

todo, una histo-ria de santos.

De los conoci-dos y de los

desconocidos.

Crucifijo del antiguo patio de entrada a la Iglesia de Capuchinos.

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Según manifestaciones de muchas personas que conocieron de cerca al Siervo de Dios, se encuen-tran indicios de ese tipo de duda en las personas que vivieron junto a Fray Leopoldo. A estas dudashay que darle importancia no por las personas que las probaron y las manifestaron, sino porque estasdudas expresan el estado de ánimo y el punto de partida para entrar en la perspectiva específica dela santidad de Fray Leopoldo.

La duda, con la ambivalencia que contiene, es el hilo conductor para llegar a otro componente dela espiritualidad cristiana, emparentado en cierto sentido con la mística del dolor y que podríamosdefinir como la mística del aniquilamiento, típica de algunas personas que, como Jesús, quisieron pasarpor “nada”.

Vacilaron en la ambivalencia entre sorpresa y duda incluso muchos contemporáneos de Jesús,comenzando por sus propios paisanos que “admirados de sus palabras”, comentaban: “¿Pero no es ésteel Hijo de José, el carpintero? Y su madre ¿no se llama María?” (Luc. 4, 22).

Es la mística de las personas que no se sobre valoran humanamente, de ellos se sirve Dios para rea-lizar su obra.

Divina Pastora.Fray Leopoldo (1864-1956)

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La figura de Fray Leopoldo de Alpandeire debe colocarse en este filón de la espiritualidad evangé-lica, puesta de relieve de manera particular por el franciscanismo.

2. “¿Por qué todo el mundo va detrás de ti?”

Es clásica la escena de cuanto venimos diciendo y que se encuentra en el capítulo X de LasFlorecillas, en el que Fray Maseo y Francisco, de manera “casi proverbial”, se plantean el problema delas opciones de Dios: -”¿Por qué a ti, por qué a ti, por qué a ti?” interpela Fray Maseo. Y Francisco,también él, de manera proverbial, pide una mayor clarificación del problema: -“¿Qué quieres decircon eso?”. Fray Maseo entonces precisó: -”Me pregunto ¿por qué todo el mundo va detrás de ti y noparece sino que todos quieren verte, oírte y obedecerte? Tu no eres hermoso de cuerpo, no sobresa-les por tu ciencia, no eres noble, y, entonces, ¿por qué todo el mundo va en pos de ti?”

Y siempre de manera “casi proverbial”, Francisco sintetiza así su carisma: -“¿Quieres saber por quéa mí? ¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué todo el mundo viene en pos de mí? Estome viene de los ojos del Dios Altísimo… y esos ojos santísimos no han visto, entre los pecadores, nin-guno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otracriatura más vil para realizar la obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mí”(Florecillas, cap. X).

Este página de las Florecillas traduce,casi como en una escena de representa-ción sagrada, un concepto bíblico queestá presente en el Magnificat y en laprimera Carta a los Corintios.

En el Magnificat María reconoce en síel estilo de la actuación de Dios que “hamirado la humillación de su esclava”(Luc. 1, 47). En la primera Carta a losCorintios, Pablo individualiza el mismoestilo de actuación: “Dios ha escogido lonecio del mundo para humillar a lossabios, lo débil del mundo para confun-dir a los fuertes, lo plebeyo y desprecia-do del mundo, lo que no vale nada paraanular a los que son algo para que na-die pueda gloriarse ante Dios” (1 Cor. 1,27-29).

En esta perspectiva el carisma francis-cano ha creado sugestivos testimoniosde formidables personas “simples”. Bastepensar en Fray Juan “hombre simplicísi-mo”, que san Francisco llamaba “SanJuan” en lugar de "Fray Juan”, que “imi-taba rápidamente todos los gestos y pos-turas que san Francisco hacía. Si elsanto escupía, él escupía; si tosía, éltosía; unía suspiros a suspiros y llanto a llanto; cuando el Santo levantaba las manos al cielo, levan-taba también él las suyas, mirando con atención como modelo y reproduciendo en sí cuanto él hacía”(2 Cel, 190). Era de una simplicidad tal que se creía obligado a hacer todo lo que hiciese Francisco.Hay que recordar también a Fray Junípero, el cocinero de las primeras fraternidades en los orígenesy que el propio san Francisco señalaba como uno de los frailes modelo, que “llegó al grado perfecto

La humildad caracterizó profundamente la vida de Fray Leopoldo.

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de paciencia por el perfecto conocimiento de su propia vileza,que tenía siempre ante sus ojos, y por el supremo deseo de imitara Cristo en el camino de la cruz” (Espejo de perfección, 85).Entre otros, las Florecillas narran un episodio que describe, poruna parte, la ingenuidad y, por otra el espíritu de oración de FrayJunípero. Este, habiendo recibido un día la orden del Superior depreparar un poco de comida, preparó comida para quince días, afin de disponer de más tiempo para la oración.

Entre los capuchinos es célebre san Félix de Cantalicio quien,a diferencia de su brillante amigo san Felipe Neri, conocía sólocinco letras del alfabeto, las cinco llagas de Cristo crucificado. Esgrande el número de hermanos, limosneros o porteros capuchi-nos; ellos sabían sobre todo vivir entre los últimos, como perso-nas de poca categoría. Entre ellos Dios ha escogido a muchos desus colaboradores, comenzando por los apóstoles, y de los quesale, a lo largo de los siglos -aún hoy- la reivindicación de aque-

llos valores que el poder, y a veces el saber, han olvidado

La mística del anonadamiento o de la identificación con los más pequeños, trae sus orígenes de laEncarnación del Hijo de Dios, que se ha “anonadado”: “se despojó de sí mismo tomando la condi-ción de esclavo pasando por uno de tantos” (Filp. 2, 7).

Una atención totalmente particular merece la figura de Fray Leopoldo de Alpandeire, en cuanto secoloca entre los últimos ejemplares de esta hilera siete veces secu-lar de hermanos limosneros, esto es de aquellos pobres con unnivel de mendicidad por elección, que la sociedad civil le ha per-mitido sobrevivir.

El presente es un momento importante para la puesta a puntode un carisma que el cristianismo proclama no tanto con la fuer-za de una motivación teológica cuanto con el testimonio exis-tencial, ascético: el carisma que reivindica al hombre comovalor altísimo del universo en cuanto existe, prescindiendo desu rango, misión, actividad, origen y de la identidad socialque representa.

En la sociedad del Welfare, del bienestar, ¿habrá todavíasitio para ejemplares de esta larga generación -que vadesde Fray Junípero a Fray Leopoldo- de personas enlas que la ascética no destruyó la ingenuidad y la sen-cillez humana que sólo los humildes consiguen con-servar?

Fray Leopoldo hablaba poco. Muchas veces selimitaba a responder con frases hechas refranes,especie de aforismos, al más puro estilo de sanFélix de Cantalicio. El silencio ha sido el lenguajeen la larga tradición de los capuchinos según elestilo de san Francisco que recomendaba a los frai-les “estar en silencio” (Regla no bulada, XI); él“quería que sus hermanos observaran el silencioevangélico, es decir, que se abstuvieran siempre solí-citamente de toda palabra ociosa, teniendo concien-

El silencio hasido el lenguajede los capuchi-

nos según elestilo de San

Francisco, quelo recomendaba

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cia de que de ello se ha de rendir cuenta en el día del juicio” (S. Buenaventura, Ley. may., VIII, 9).Por lo demás también María y José vivieron en silencio junto a Jesús en los años decisivos de su cre-cimiento. En semejantes casos se trata, sin embargo, de un silencio que no cubre una insignificancia,sino que más bien expresa la inefabilidad de valores que las palabras no pueden contener y que poreso es necesario descubrir.

Vista de la entrada al Convento de Capuchinos de Sevilla, donde vivió durante algunos años el Siervo de Dios.

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Fray Leopoldo

Toda la vida de Fray Leopoldo se desarrolló bajo este clima. Su biografía no presenta ninguna cir-cunstancia de particular relieve. Él era demasiado reservado, parco en palabras. Siempre tenía a Diosen los labios. Caminaba con la cabeza inclinada, con los ojos en el suelo y el corazón en el cielo. Eradifícil encontrarse con sus ojos. Se le veía siempre, desde hacía años, por las calles llenas de gente o

solitarias, en el tranvía o en la iglesia, sin cambiar su comportamiento aunque mudase de ambiente.En todas partes era el mismo: Fray Leopoldo; el Fray Leopoldo amado y venerado por toda Gra-nada.No miraba a ninguno y todos lo miraban; no buscaba a ninguno y todos lo buscaban; no se ocupabade ninguno, y todos se ocupaban de él. Envuelto en un silencio continuo y arropado tras breves fra-

Iglesia de los Capuchinos de la ciudad de los cármenes, donde los 9 de cada mes se celebra una misa por Fray Leopodo.

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ses y palabras bajas, se le veía así, como el hombre que no pertenece al mundo del ruido y de la publi-cidad, sino como el hombre que hablaba sólo con Dios y de Dios sin poder darse a cualquier otro tipode conversación, no ofreciendo su mirada a fáciles divagaciones perjudiciales para su continuo colo-quio interior.

3. ¿Por qué se hizo religioso?

Por espacio de treinta y cinco años, Fray Leopoldo se llamó Francisco Tomás. De él nos queda lapartida de nacimiento registrada en la parroquia. Fue el primogénito del matrimonio Diego Márquezy Jerónima Sánchez. Tras él vendrían tres hermanos: Diego, único que ha dejado descendencia, JuanMiguel que morirá soldado en la guerra de Cuba y María Teresa, la menor, soltera, que morirá enRonda a edad avanzada.

De su infancia y juventud nos han llegado noticias fragmentarias.En la escuela del pueblo aprendió las primeras letras. Sus

compañeros de infancia lo han descrito siempre como unniño afectuoso, virtuoso, de proceder juicioso y, sobre

todo, caritativo, era sensible a los valores humanosy a los valores de la naturaleza. Comenzó a traba-jar en las faenas del campo, primero de pastor ydespués en la labranza, pero tenía tiempo parasus rezos y visitas a la iglesia. Al llegar a la ado-lescencia, la edad del nuevo nacimiento, delnacimiento a la vida social, la edad de las opcio-nes de vida, de los sueños venideros ¿qué pensa-

ba Francisco Tomás para su futuro? Por lo pocoque sabemos es que cuando sus vecinos supieron

que se iba de fraile, lo vieron como la cosa más nor-mal del mundo. Hasta ese momento, 35 años, su vida

se desarrolló por encima de todo gesto o estilo de vidaque se saliese de lo que era el ritmo normal de las personas

más temerosas de Dios en su ambiente tradicional.

Ciertas negligencias y olvido, por parte de los capuchinos en cuya orden había solicitado ingre-sar, motivaron que el joven Francisco Tomás se echase otras cuentas, sin abandonar aún su inten-ción de hacerse religioso. Se enamoró de Antonia Medinilla, una joven del pueblo con la queentabló relaciones, decidido a formar un hogar. No fue la suya una vocación fruto de la exalta-ción juvenil o de temor ante el futuro, la suya fue una vocación madurada en varios años, culmende su recogimiento y reflexión. Sus vecinos veían que era un joven muy distinto a los demás y, poreso, cuando se marchó de capuchino todos veían que había encontrado lo que verdaderamentequería.

4. Tipología de una personalidad.

A los treinta y cinco años la personalidad de un hombre está más o menos definida, es decir estádefinido el comportamiento de un sujeto ante la vida, con las condiciones en las que ha venido almundo y en medio de las cuales ha crecido.

Interpretar dicho acontecimiento cuando éste tiene lugar es lo propio de toda persona comprome-tida. El compromiso puede tener distintas formas. Existe la persona que todo lo sopesa y valora a laluz del beneficio personal o del poder. Y existe la persona que todo lo vive y valora bajo la luz de lafe. La vivencia de este hecho, según las distintas perspectivas, ofrece un sólido fundamento a la afir-mación de la persona, la sustrae de las tendencias de la moda, de las circunstancias ocasionales y dela explotación.

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Francisco Tomás es una persona que va al grano, que quiere lo concreto, que tiene la fuerza devoluntad de un campesino de la serranía de Ronda y la sabiduría natural de un pueblerino adornadade una prudencia dirigida por motivos sobrenaturales. En esta prudencia está inspirada toda su vida.Sobre la planta “selvática” de la naturaleza humana se injerta la acción de la gracia, de la vocación.

La planta “selvática” de Francisco Tomás, que se convierte en el soporte de su vida de fe, estabafuertemente arraigada en la realidad humana de su tierra. En todas las cosas se conducía con un gran

equilibrio. Su prudencia estaba siempre iluminada por el deseo deagradar en todo a Dios.

Era enormemente realista. Su bondad fue adquirida a base deesfuerzo, de violencia evangélica. Antes de hacerse religioso,Francisco Tomás vive su vida diaria en analogía a como Jesús vivíacada día en Nazaret. A través de lo que sucede diariamente enAlpandeire, el va regulando su respuesta a su propia vocación. Enel tejido de los acontecimientos diarios entrelaza y desarrolla eldiseño de su vida buscando vivir la voluntad de Dios.

Sus paisanos lo admiraban porque no se valoraba a sí mismosegún el estilo de su condición humilde; trabajaba, ayudando a sufamilia, como un campesino de su tiempo; medía los ritmos devida según la tradición cristiana heredada: el rezo del Angelus porla mañana, al medio día y por la tarde, el rezo del rosario en fami-lia o en la iglesia, la asistencia a las fiestas parroquiales.

La “filosofía de la vida” que Fray Leopoldo, mucho antes de hacerse religioso, había intuido, esta-ba calcada en el modelo de Jesús, en el pueblecito de Alpandeire que no era ciertamente más impor-tante que Nazaret. Cuando Felipe con gran entusiasmo dijo a Natanael: “Hemos encontrado a aqueldel que escribió Moisés en la Ley y en los Profetas, Jesús, hijo de José de Nazaret, Natanael exclamócon gran sorpresa: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?”

Estamos habituados a hacer la historia del lado de aquellos que han corrido el riesgo, desde el puntode vista humano, de parte de los vencedores (o considerados como tales), estableciendo dificultadespara comprenderla por parte de los últimos que suelen ser los más numerosos, que no han destacadonunca por parte de los vencidos, o considerados como tales.

La historia es, sobre todo, el relato de lo que ha sucedido. Sin embargo, es mucho más importanteser que hacer o tener. La gente de Alpandeire percibía que Francisco Tomás no era como los demás,pero a todos les resultaba difícil comprender en qué consistía ese algo de extraordinario que tenía por-que lo que hacía o tenía era bien poca cosa.

La importancia de Francisco Tomás, o sea lo que de extraordinario poseía no derivaba de lo que éltenía ni de lo que hacía como algo relevante, sino de lo que era. Bajo la apariencia de lo insignifican-te se ocultaba el secreto de lo atractivo de su persona; la gente veía que él era distinto a los demás.Su diversidad no provenía de una sabiduría, incluso natural y que han puesto de relieve célebres per-sonajes de escasa cultura a lo largo de su historia, sino de su personal asimilación de la humanidadde Cristo humilde y sufriente.

La diversidad de Francisco Tomás, incluso antes de llamarse Fray Leopoldo, denota claras eintencionadas “alusiones” del humilde, pobre, paciente y sufriente Jesús de Nazaret.

Cuando en su quehacer diario de limosnero, en los crudos inviernos de Granada, recorría sus callescon los talones sangrantes y llenos de grietas, al Hermano que trataba de curarlo le decía: “Déjameque sufra un poco por nuestro Señor”

Según el testimonio de cuantos lo conocieron no parece que Fray Leopoldo fuera un flagelante de otrostiempos. Más bien él aceptaba serenamente el trabajo diario con las asperezas que la vida conlleva.

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Fray Leopoldo

Sus paisanos loadmiraban por-que no se valo-raba a sí mismo.Trabajaba comoun campesinode su tiempo

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Una tal presencia, dentro de la comunidad parroquial de Alpandeire constituía un testimonio quetodos constataban y sentían como genuina expresión de fe. Don Antonio López Gil, párroco deAlpandeire, en el Certificado de buena conducta que hizo al ingreso de Francisco Tomás en la vidareligiosa en 1899, escribió: “Desde su infancia hasta hace aproximadamente cuatro años en que seausentó con sus padres para la ciudad de Ronda, ha observado una conducta irreprensible y digna delmayor elogio”. Y Don Vicente Castaño, párroco del Espíritu Santo de Ronda, escribió: “Ha observa-do una conducta ejemplar y digna del alto estado a que aspira”.

II. FRANCISCO TOMÁS SE CONVIERTE EN FRAYLEOPOLDO DE ALPANDEIRE

¿Por qué Francisco Tomás entró en la Orden Capuchina? Por aquellos inhóspitos parajes de la sie-rra de Jarastapar, al pie de la serranía rondeña, donde estaba situado Alpandeire, lugar de difícil acce-so, era raro ver a algún religioso de la congregación que fuese.

Hacia 1890, Diego Márquez, padre de Francisco Tomás había arrendado una finca cerca de Ronda,a donde se trasladó a vivir con la familia.

Por aquellas fechas, el 22 de abril de 1894, es beatificado el capuchino andaluz Fray Diego José deCádiz. Con este motivo se celebraron en la ciudad del Tajo, donde está sepultado, solemnes cultos enhonor del nuevo beato. El P. Diego José de Ronda y otro capuchino predicaron los cultos a los queasistió el joven Francisco Tomás. En su ancianidad, Fray Leopoldo, haría de los dos frailes este comen-tario: “Me llamaron la atención por lo recogidos que iban y lo bien que hablaban del Señor”. Al tér-mino de aquellas predicaciones Francisco Tomás manifestó al P. Diego. “Yo quiero ser capuchinocomo el beato Diego José de Cádiz, yo quiero ser capuchino”.

Al poco tiempo llegaron a Francisco Tomás unosimpresos que, una vez cumplimentados, devolvió aSevilla a la Curia provincial de los capuchinos. Pero larespuesta nunca llegó y los años pasaron. Hasta que unsacerdote amigo escribió directamente al P. Provincial,Ambrosio de Valencina, y pronto llegó la respuesta quellenó de alegría al joven de Alpandeire. El comentariogeneral de la gente, fue este: “Todo el pueblo vio muynatural que Francisco Tomás se metiera a fraile”.

Francisco Tomás se despidió de los suyos, en Agostode 1899, y el 16 de noviembre vestiría el hábito capu-chino en el noviciado de Sevilla, cambiando el nombrede pila por el de Fray Leopoldo, todo un símbolo quesuponía el hombre nuevo que Francisco Tomás adquiríaal hacerse capuchino. “El nombre -diría años más tarde-me cayó como un jarro de agua”.

Una vez entrado en la Orden Capuchina, FrayLeopoldo tendría la oportunidad de realizar el injerto,en su humanidad profunda, de los principios provenien-tes de toda una dinastía de figuras como Félix deCantalicio, Francisco de Camporroso, Ignacio deLáconi, Crispín de Viterbo, Félix de Nicosia, Conrado

de Parzham, Serafín de Montegranario, Bernardo de Corleón o Nicolás de Gésturi.

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El fraile iba por la calle con la mano en el Rosario.

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1. El injerto en la vida religiosa capuchina.

¿Por qué el treintañero Francisco Tomás eligió la dinastía de los Hermanos laicos Capuchinos?Quizá sea más exacto decir, ¿por qué Dios lo guió por este camino?

¿Cómo tomó semejante decisión? Por lo que sabemos, no parece que en ella le hubieran ayudadodirectores espirituales determinados. El gran maestro de Fray Leopoldo fue siempre el Espíritu Santo.Fue la suya una decisión largamente meditada. Luego vendría el año de noviciado en el que esa deci-sión sería probada antes de hacer la profesión temporal, primer paso de la incardinación a la OrdenCapuchina.

¿Cómo veía él el futuro aquel día de agosto de 1899 cuando llamó con la campana al conventocapuchino de Sevilla?

Quizá en el joven campesino que llamaba a la puerta del convento de los capuchinos de Sevilla paraser acogido, había más una inquietud de búsqueda que un proyecto de vida. Francisco Tomás era unapersona que buscaba, como había hecho siempre, hacia dónde lo llamaba Dios, porque de la únicacosa que estaba seguro era que Dios lo llamaba.

Probablemente en un proceso semejante, planteado sobre una relación entre el hombre y Dios,un director vocacional no habría comprendido nada; quizá habría terminado por entorpecer elcamino hacia Dios, si hubiese tratado de leer en los acontecimientos la llamada. Era el EspírituSanto el maestro de Francisco Tomás quien había aprendido el difícil arte de comprender a Dios yseguir sus llamadas. “Comprender a Dios” es la relación del místico. Captar la llamada de Dios enla vida diaria, en las cosas “banales” de cada día, era lo específico de la mística del futuro FrayLeopoldo. Tal había sido el estilo de vida de Jesús en los años de vida oculta en Nazaret, cuandobajo las apariencias de una vida diaria semejante en todo a la de sus contemporáneos, cumplíacomo Hijo de Dios, la voluntad del Padre. Efectivamente, la acción salvífica de Dios, realizada porJesús en la tierra, no pasa necesariamente por acontecimientos que hieran fuertemente la sensibi-lidad más inmediata de los hombres.

2. Los primeros años del convento.

El convento de los capuchinos de Sevilla abrió sus puertas al postulante Francisco Tomás. Antes devestir el hábito pasó unos meses ejercitándose en los trabajos propios de los hermanos. Era necesarioexperimentar la vida religiosa y que los frailes vieran cómo se movía en el convento.

El 16 de noviembre de 1899 vistió el hábito capuchino en Sevilla, de manos del P. Diego deValencina, su guardián y maestro de novicios. Dios le había preparado un maestro de novicios ade-cuado. Y Fray Leopoldo fue un novicio puntual, incluso hasta en los más insignificantes detalles,observante hasta en la más mínima prescripción, teniendo detrás un P. Maestro, que había quehaber conocido para comprender qué clase de paño tenía. Muchas veces se ha escrito que tiposcomo el P. Diego parecen creados expresamente por Dios para encontrar una aguja en un pajar.Fray Leopoldo supo ver en el P. Maestro un ángel del Señor: escuchó sus consejos y los puso enpráctica.

Emitida su profesión simple el 16 de noviembre de 1900, Fray Leopoldo pasó sucesivamente porGranada, Antequera y Sevilla, ocupado en los oficios de hortelano, ayudante de cocina o portero. El23 de noviembre de 1903 hizo su profesión solemne en Granada en manos del P. Francisco deMendieta. EL 21 de febrero de 1914 es trasladado a Granada donde permanecerá el resto de su vida.

Durante sus primeros años de vida de convento, Fray Leopoldo fue ajustando su vida al querer deDios. Se había hecho religioso para “ser santo”. Por la Santa Provincia de Andalucía, bien prontocomenzó a extenderse su fama de santidad, comenzando a destacar por su vida de oración, trabajo,austeridad y pobreza. Dice el P. Serafín de Ausejo, seminarista seráfico en Antequera por estos años,que hasta allí comenzó a llegar el aroma de las virtudes y santidad de este hombre de Dios.

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Poco a poco fue aprendiendo a sublimar el trabajo y a transformarlo en oración y en servicio a loshermanos, convirtiéndose en un contemplativo tras el agua de las acequias, las hortalizas, los fruta-les y los bancales de flores para el altar de la Virgen.

En los primeros años de vida conventual, Fray Leopoldo fue, a veces, ayudante de cocina y hastacocinero incluso. Esta anécdota revela un poco su entrega al trabajo, su buena disposición conjuga-

Reproducción de la celda del limosnero. Iglesia del antiguo Convento de Capuchinos.

Vista de Alpandeire, pueblo natal de F.Leopoldo.

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da con su falta de conocimientos culinarios. Había un religioso que estaba enfermo y necesitabatomar comidas ligeras, Fray Leopoldo, apenas salía del coro por la tarde, ponía al fuego un cazo conagua y un huevo que servía con cortesía al religioso enfermo por la noche. Este, al observar que esta-ba duro, hacía ver al hermano cocinero -- ¡nunca las vio más gordas! -- que así no lo podía tomarsino sólo pasado por agua. Fray Leopoldo, en su admirable candidez le respondía: “No sé cómo suce-den estas cosas, Padre, ya que lo he tenido toda la tarde cociendo”.

El P. Ramón de Gines, secretario provincial en aquellos primeros años de vida religiosa de FrayLeopoldo, repetía: “Donde Fray Leopoldo está llueven las bendiciones del Señor”. Debido a ello, elSiervo de Dios pasó temporadas de meses y años en los conventos de Sevilla y Antequera, ocupadoen la huerta, la portería y la sacristía, hasta que en 1914 llegaría a Granada donde, junto al oficio desacristán, ejercería el resto de su vida el de limosnero por el que sería conocido en vida.

III. “EL BUSCADOR BUSCADO”

La limosna ha sido hasta no hace muchos años la “mesa del Señor”, como la llama S. Francisco ensu Testamento, cuando para prepararla no bastaba la recompensa del trabajo. Y así, como tal recom-pensa, en el pasado, especialmente para el que trabaja con y a favor de los pobres, no era suficiente,la Orden franciscana vivía sustancialmente de la limosna. De aquí la importancia de los hermanoslimosneros, o “rebuscadores”, como la gente los llamaba.

Para Fray Leopoldo la limosna fue una situación existencial en la que tuvo que vivir su experienciade fe, en contacto con el pueblo, sobre todo con los más humildes. El vivió durante 50 años en el

ejercicio de la limosna como ocasión diaria y silenciosa de ascética y de mística y la gente lo recibiócomo un testimonio convincente de valores humanos y de fe.

1. Un fraile limosnero.

Es necesario precisar el sentido de la pregunta. El término “obediencia” en el lenguaje capuchinosignifica encargo. De ahí que la pregunta tenga este sentido: ¿Cómo aceptó Fray Leopoldo el encar-go de hacerse limosnero? Ciertamente que no lo pidió, como no había solicitado ninguno de los otrosoficios que había desempeñado en los catorce primeros años de vida religiosa. Quizá ni siquiera lodeseaba, tal vez sólo lo imaginaba. Se encontró así, lo mismo que se había encontrado en otras situa-ciones en las que, una vez dentro, comprendía que eran queridas por Dios y había tratado de seguirsu voluntad. Quienes lo conocieron, han manifestado, sobre todo, lo que del Siervo de Dios hanpodido colegir en los largos años de su vida de madurez.

Fray Leopoldo, que se había hecho religioso para llevar una vida contemplativa, fue lanzado por laobediencia a librar en la calle la dura batalla del evangelio. Los rincones, las plazas y las calles de lospueblos y ciudades de Andalucía, se convirtieron para él en el claustro de su vida silenciosa y de suoración silenciosa y recogida. Los frailes vieron siempre en este encargo una buena elección ya que

Fray Leopoldo, que se había hecho religioso para llevar unavida contemplativa fue lanzado por la obediencia a librar en

la calle la dura batalla del evangelio. Las plazas y las calles delos pueblos y ciudades de Andalucía se convirtieron en el

claustro de su vida silenciosa y de su oración recogida.

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Fray Leopoldo se reveló verdaderamente apto para pedir la limosna. En el cumplimiento de su oficiode limosnero tenía siempre una actitud de humildad tanto con la gente de la calle, como con los delconvento. Jamás hablaba del éxito o fracaso de la limosna, ni se lamentaba del estado del tiempo…

Una persona, que no pertenecía al circulo de los capuchinos, pero que observaba atenta la fascina-ción de Fray Leopoldo, manifiesta el influjo que, en su humildad, el limosnero capuchino ejercíasobre la gente: su actitud reservada no alejaba a las personas, sino que le confería cierto atractivo porel que las madres con sus hijos, padres de familia, profesionales y trabajadores, personas de toda clasey condición social, se le acercaban con respeto, pidiendo oraciones y él aceptaba posando con fre-cuencia su mano, especialmente sobre los niños en actitud de bendición. La gente que va por la callecon tanta prisa, se paraba para observar, edificados, estos gestos de caridad.

Una actitud reservada, que no alejaba sino que creaba una especie de espacio psicológico y acaba-ba por establecer un influjo que maduraba, con el paso de los años, en una aureola de santidad entorno a una persona que vivía en una relación habitual con Dios.

Limosnero en Granada durante cincuenta años. Así Dios había llevado hacia delante un “extraño”carisma, el del hombre “insignificante”, el del hombre que vale no por lo que significa, sino por lo quees, en su ingenuidad más pura de hombre entre los hombres. Durante cincuenta años fue limosneroen Granada, siendo un hombre “humanamente no dotado”.

2. ¿Un místico?

Fray Leopoldo, ¿fue un místico por las calles de una ciudad? Tal vez todo santo es siempre un mís-tico. Pero la figura de hermano limosnero ha representado una figura original de místico totalmentepor descubrir, cercana y, al mismo tiempo, distante de la gente entre la que ha vivido y por la que eramirada con veneración, como un testimonio de Dios creíble y abordable.

Fray Leopoldo es una de las más recientes imágenes de aquellas misteriosas personas que encantany hacen tangible la presencia de Dios. Más que un buscador fue un buscado en el sentido de que lagente, al verlo pasar por las calles, corrían a su encuentro o mandaba a sus niños a darle, espontá-

Tampoco aparecía en él nin-gún espíritu de evasión de lavida conventual por encon-trarse sumergido en medio delmundo. Pedir la limosna dia-riamente presentaba, con fre-cuencia, graves dificultades,tanto por lo trabajoso del ir yvenir por las calles como porlos cambios climáticos segúnlas distintas estaciones mete-orológicas.

Las personas que lo cono-cieron en su oficio de limos-nero, vieron siempre en éluna característica que lo dis-tinguía de los demás herma-nos limosneros, o sea deaquellos que pedían, busca-ban y rebuscaban la limosna.Muchas veces la gente veía

pasar por las calles a FrayLeopoldo, en actitud devota yrecogida y se paraban sólopara verlo pasar, recibiendocon ello gran edificación.Otras veces la gente, al verlo,se acercaban a él para contar-le sus problemas, rezar con él,besar su cuerda… otras, lagente cruzaba la calle deacera a acera para depositaren sus manos la limosna.

Este es el testimonio unáni-me de la gente que lo veía undía tras otro y que lo confir-maba, una y otra vez, trasobservarlo significativamen-te: en este su oficio de limos-nero, Fray Leopoldo más queir en busca de la gente, pasa-ba por entre la gente.Limosnero durante 50 años.

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neamente, la limosna; incluso cuando llegaba a las casas, le bastaba con hacer sonar el timbre, paraque la gente saliese a la puerta y le diese la limosna.

Son comportamientos sugestivos que tienen la simplicidad y la solemnidad del rito, a través del cualel hombre se pone en contacto con lo divino, cómo Fray Leopoldo mediaba como místico.

Muchas veces la presencia de Fray Leopoldo tenía el aspec-to de una aparición; no estaba precedida de ruidos de pasos.Sus toscas y gastadas sandalias parecía que ni tocaban el sueloy su hábito tan remendado y usado era ágil como el viento.Había en él algo insólito e incorpóreo, de irreal o mejor desobrenatural en el modo de encontrarse cercano aquel prodi-gioso mendigo capuchino. ¿Por qué él estaba allí en ese deter-minado momento y por qué uno estaba cerca de él? Si FrayLeopoldo estaba allí, era porque tenía que estar. Su presenciaera todo un signo.

Era un signo, un testimonio de la presencia de aquel Dios conel que él vivía en contacto y que él hacía de mediador paraaquella gente que creía en Dios.

El espacio psicológico -o distancia, si se quiere- entre el limos-nero y la multitud que lo veía diariamente - podremos decir quelo “expiaba” - constituía la premisa de una relación que todossentían tranquilizadora y fundamental hasta el punto de soste-ner con él confidencias que se hacen sólo a personas de absolu-ta confianza. Dicen de él que era prudentísimo. No se entrometía en las cosas que sobrepasaban sucompetencia. Cuando era requerido para dar una opinión, era muy parco en palabras y muy ponde-rado en su juicio.

Tantos años utilizando las mismas expresiones son más que suficientes para establecer confidenciasy para traer y llevar habladurías, sin embargo, Fray Leopoldo era muy prudente en el hablar y en darconsejos. No se sobrepasaba, sabiendo de sus propias limitaciones.

Más que de un programa de vida ascética, su prudencia provenía de un estilo de vida que había adquirido en surelación con las personas antes de hacerse religioso; era fruto de una madurez humana hecha carácter.

Fray Leopoldo estaba convencido de deber respeto a todos y todos sus interlocutores se sentían res-petados por él sea de la condición social que fuesen. Hay anécdotas en su vida que nos muestran susufrimiento en su quehacer de limosnero, pero la “mística de la vida diaria”, o sea vivir cada peque-ño acontecimiento únicamente a la luz de Dios, es el estilo del testimonio de Fray Leopoldo, que elpueblo percibía como una prueba de proclamación del mensaje evangélico. Este modo suyo de sersobresale, en la calle, en el tranvía…, sin embargo, no siempre lo conseguía, la gente la señalaba conel dedo mientras se decía: “¡El Santo, el Santo!”. “Es Fray Leopoldo”.

Se repiten hasta el infinito las manifestaciones de veneración en las relaciones con el Siervo deDios, en particular cuando más fatigosa se hacía su presencia sobre todo en los crudos inviernos deGranada, por motivos de edad, o debido a sus condiciones de salud: El pedir la limosna conllevabacon frecuencia graves dificultades, debido a lo largo de la jornada, a las inclemencias del tiempo - fríoo calor, según las diversas estaciones-. Las condiciones de edad y de salud de Fray Leopoldo no fue-ron demasiado floridas y por eso hacían más pesado su trabajo de limosnero. Pero él lo superó todopor amor a Dios. Otras dificultades procedentes de personas, o sea hostilidades, que también se die-ron en su vida, también supo sobrellevarlas con gran amor y caridad.

Se sabe que todas las mañanas cuando salía del convento por la portería y cuando regresaba amediodía y lo mismo por la tarde, nunca faltaba un grupo de personas que lo esperaba. Muchos lo

Un hombre dedicado a los más necesitados.

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veían por las calles y plazas de Granada, siempre iba en actitud recogida con los ojos bajos… y siem-pre venían los niños, mandados por los mayores, para darle la limosna.

Son escenas que no evocan la idea de un aislamiento sino, más bien, el perpetuarse de un rito, talvez hoy definitivamente extinguido, pero que, durante siglos, los “últimos” entre los hijos deFrancisco de Asís han celebrado en nuestra sociedad. Un rito que desde un punto de vista celebrabael acontecimiento de la Encarnación, cuando el Hijo de Dios abrazó la condición humana de los“últimos” para poder hablarles de aquello que “había oído del Padre”.

Una especie de mística en lo banal o, como un compañero la llama, una “santidad silenciosa”. La figu-ra de Fray Leopoldo no es de las que producen “ruido” y llaman la atención con “un no sé qué extraor-dinario”. Su vida fue una vida ordinaria semejante a aquella -al menos en apariencia- de todo buen reli-gioso capuchino, más que vivida en la caridad y en la humildad. No hacía nada que pudiese llamar laatención de los demás, y, sin embargo, se distinguía de todos los demás religiosos. Nadie le oyó hablar malde nadie. Nunca se lamentaba. Mucha gente en un continuo peregrinaje acudían al convento en su bús-queda. Otras veces lo esperaban a la vuelta de la limosna. Era reacio a este tipo de publicidad, sobre todosi la gente, indiscreta, lo llamaban “santo”, él a todos acogía y escuchaba paciente y caritativamente. Lagente regresaba a sus casas consolada con sus palabras de aliento y el rezo de sus tres Avemarías.

El no sabía hacer largos discursos, pronunciaba pocas y significativas palabras, breves y cortas,aprendidas de la sabiduría popular. Ante las dificultades que un juicio presentaba y que le comunica-ron al Siervo de Dios, éste dijo: “Que no entable juicio, que los juicios son como los pozos, que cuan-ta más tierra se saca más grandes se hacen”.

3. Un taumaturgo.

El estereotipo que empuja a la gente hacia los santos es la persuasión de que gozan de una ciertafacilidad, por decirlo de alguna manera, para hacer milagros.

La fama de taumaturgo envolvía la figura de Fray Leopoldo. La gente acudía a él con todo tipo deproblemas y demandas: falta de trabajo, enfermedades…Ante estas últimas Fray Leopoldo tenía una doble respuesta:si decía hay que confiar en Dios, vamos a rezar… la cosasalía adelante; si decía: hay que aceptar la voluntad de Dios,la cosa no tenía remedio.

Casi siempre, los hechos prodigiosos que se conocen envida de Fray Leopoldo hacen referencia a una particularcapacidad para leer los corazones. Un día Fray Leopoldollamaba a casa de una mujer de mala fama. Las vecinastrataron de disuadirle de que no llamara a aquella puerta.Fray Leopoldo insistió hasta que le abrieron. Aquellamujer, tras la visita, cambió de vida. Se arrepintió de sumala vida pasada, confesó y en adelante llevó una vida vir-tuosa.

Ejemplos de levitación también fueron frecuentes en suvida. Algunas personas lo vieron levitado en el conventode san Antón de las MM. Capuchinas de Granada, mien-tras en la Iglesia adoraba al Santísimo; el mismo fenómenose repitió en la iglesia de la Magdalena, mientras tambiénde visita adoraba a la Eucaristía. E incluso en el Sanatoriode la Salud fue visto en levitación sobre su propio lecho,cuando estuvo ingresado tras su fractura de fémur. Testigode este último fue la religiosa enfermera que lo asistía.

Escultura del monumento levantado a FrayLeopoldo en los jardines del Triunfo de Granada.

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IV. EL HOMBRE Y EL RELIGIOSO

Podrá parecer extraño, tras lo dicho, hablar ahora del hombre-Fray Leopoldo. Y, sin embargo, teo-lógicamente hablando, el hombre en el momento de su nacimiento es un herido recogido, al final deuna batalla perdida, sobre el campo de combate: él nace herido por el pecado original.

La religión cristiana se diferencia de las otras religiones, entre otras cosas, en cuanto enseña que elhombre es un ser redimido, y que, consiguientemente, en él se realiza un proceso que lo devuelve alproyecto originario de la creación y de la elevación al orden sobrenatural.

El santo es un ejemplo de hombre restablecido a la perfección sobre el modelo original, sobre elarquetipo del Creador, y es tanto más plenamente hombre, cuanto más, mediante la gracia, subli-ma las mismas realidades constitutivas del hombre como tal. Quizá en nuestra cultura se ha lle-gado a pensar en el santo como en un “producto” según el estilo de aquellos que la sociedadmoderna construye, como un divo en la ola de la fama, un atleta fuera de serie o un profesionalcabal. Fray Leopoldo, ha sido un hombre como todos; de religioso ha querido recuperar la pleni-tud humana que en él, originariamente, era sólo virtual y ha hecho de todo para no ser un “divo”ascético.

1. La dificultad de comprender a Fray Leopoldo.

Existe una dificultad poco menos que invencible para comprender el mensaje franciscano, especial-mente en la acepción de san Francisco de Asís que hizo exclamar a Fray Maseo: -“¿Por qué todo elmundo viene detrás de ti? Tú no eres bello, ni noble, ni hombre de ciencia”. Sí, es verdad; peroFrancisco era, genuinamente, hombre y en la fe había recuperado aquella plenitud humana que todosa lo largo de la historia han redescubierto acercándose a él.

Quien conoce a los santos a través de los panegíricos y las hagiogra-fías a veces no se percata de ellos si los encuentra por la calle. En FrayLeopoldo el pueblo vivía la memoria histórica de tantos y tantos tes-timonios cristianos y franciscanos, entre los que sobresalen los herma-nos limosneros que han recorrido los pueblos y ciudades de tantos paí-ses.

Fray Leopoldo era uno de éstos y la fama de santidad lo precedíadonde quiera que fuese. Apenas llegaba o pasaba la gente lo buscaba,corría a su encuentro. Él iba siempre absorto en sus coloquios íntimoscon Dios. Muchas veces, al cruzarse con él en la calle o al encontrar-lo de frente, había que tirarle del manto para que se percatara.

El limosnero andariego por las calles de Granada, había aprendido a sublimar su trabajo diario, ahacer de las calles su lugar preferido de cita y encuentro con el Señor, a tener su corazón abierto alas angustias y problemas de los hombres de su tiempo. Con su ejemplo de vida evangélico enseñabaa la gente a transformar la muerte en vida y la tristeza en gozo.

2. La humanidad de Fray Leopoldo.

La santidad del Siervo de Dios tenía como soporte la humanidad del viejo Francisco Tomás, den-tro del clima y ambiente cultural en el que había nacido y crecido antes de hacerse capuchino. Esimportante ponerlo de relieve enseguida: Fray Leopoldo ha conservado la identidad del campesinode Alpandeire incluso en su camino hacia la santidad.

Es difícil descender a la intimidad de aquella identidad, pero se pueden extraer rasgos de aquel supatrimonio originario que ha permanecido incólume. El P. General, Pascual Riwalski, en la homilíade la misa de inauguración del Hogar, lo describió así:

“Hombresimple, naturaly sin artificio,

sincero y recti-líneo, evangéli-camente pobre”

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

“Hombre simple, natural y sin artificio, sincero y rectilíneo, evangélicamente pobre; un pobrecrédulo y candoroso, sencillo y discreto, que sabe situarse siempre en segundo plano y trata de ser-vir en el anonimato y la humildad; un hombre con un corazón de niño, noble y franco, cometidoy sobrio, de campesino honrado…; un hombre extremadamente reservado y modesto respecto atodo lo bueno que el Señor obra por medio suyo, que se turba ante las alabanzas de los hombres,que se goza con las humillaciones y que mantiene una conciencia viva de sus límites y de su peque-ñez… ‘Soy un gran pecador’. Estoy engañando a la gente, era su autodefinición habitual”.

Una de sus características es la dulce ironía con la que él sabía salir de tan difíciles, a veces, situa-ciones.

Al P. Serafín de Ausejo, Provincial, que le preguntaba un día por cierto religioso, que faltaba concierta asiduidad al coro, le respondió: “Pobrecito, Padre, cuanto sufrirá por no poder estar con sushermanos en el coro”.

Salidas airosas, que revelan una inteligencia contenida en la misma expresión, pero vivaz en la per-cepción que Fray Leopoldo usaba incluso en situaciones ordinarias.

Ante comportamientos poco respetuosos que algún trabajador se permitía a su paso, respondía conafable ironía: “A mí me podéis insultar, pero no blasfeméis el santo nombre de Dios”.

El mismo estilo tenía también con sus hermanos religiosos en sus relaciones diarias, debido a loscelos habituales que también se dan en conventos. Tras haber sembrado unas plantas para obtenermariposas para la lámpara del Santísimo, un religioso, hermano también, se las arrancó. Al ver lo

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Fray Leopoldo50 aniversario de su muerte

sucedido, Fray Leopoldo podía haber montado en cólera, sin embargo, respondió así a aquel religio-so: “Hermano, el demonio quiere que nos peleemos tú y yo, pero no será así”. Y, como si nada hubie-ra pasado. Como se ve en los conventos, también suceden episodios no precisamente edificantes,pero ante los males vale más una sonrisa que un reproche.

Esta cierta ironía amable que manifiesta sensibilidad e inteligencia, no es la única característica dela humanidad de Fray Leopoldo. Hay otros, insospechados en una figura tan alejada del mundo y delas criaturas.

El contacto con el dolor, con la pobreza, con el sufrimiento no le había quitado ni disminuido lasensibilidad hacia los sentimientos y las expresiones llenas de alegría de dos corazones que se aman,ni tampoco ante la fascinación que ejerce la naturaleza en flor, flores que, transformadas en amor ydevoción a la Virgen, no faltaban nunca en sus altares.

El Siervo de Dios tenía unas características físicas muy definidas, aunque los rasgos de su cara que-daban ocultos tras su barba desarreglada, era bajo de estatura pero de constitución física vigorosa, sufrente era despejada y surcada por las arrugas del paso de los años, un rostro luminoso irradiaba todosu ser, llamando poderosamente la atención sus ojos, ojos vivos, transparentes eran reflejo de su sere-nidad interior y que comunicaban paz y bienandanza, de sus pupilas emanaban una belleza insólita,limpia como el azul del cielo y espejo de su candor interior.

sencilla, semejante a la -al menos en apariencia- de todo buen religioso capuchino, sólo que vividaen la caridad y en la humildad.

Quienes lo conocieron de cerca llaman la atención sobre su delicadeza de lenguaje, diciendo porejemplo que él más que “ir entre la gente, pasaba entre la gente”; más que hablar, decía; más quemirar, veía en el corazón de las personas que se le acercaban; más que pobre, “era la pobreza vivien-te”; no fue un timorato, sino siempre un dispensador del santo temor de Dios. Son matices y precisio-nes esenciales, si se quiere tener la exacta imagen de Fray Leopoldo, que por debajo de una superfi-cial apariencia de rudeza campesina, se escondía una fina personalidad, en cierto sentido conseguidatras un largo aprendizaje ascético en la escuela del Espíritu.

No era fácil ver sus ojos. FrayLeopoldo, acostumbrado comosan Félix de Cantalicio, a ircon los ojos en el suelo y elcorazón en el cielo, tenía unosojos de niño, puros y penetran-tes, serenos y limpios, su mira-da era recogida, tranquila, quetransmitía su pureza de cora-zón.

En resumen, para captar lafisonomía humana de FrayLeopoldo, que servía de sopor-te a su santidad, es necesarioevitar dos extremos, el de ide-alizarla, como sucede tantasveces en la literatura hagiográ-

fica, y el de banalizarla en un“diario vivir”, que para nos-otros de hecho es fatídico, peropara las almas grandes es sere-nidad de comportamientos, degestos, de pensamientos, depalabras que florecen, puntua-les, en su camino.

Él tenía un singular ascen-dente con todos los queencontraba a través de suhumildad y su disponibilidad.Su figura no era de las quehacen ruido y llaman la aten-ción por considerarlo comoalgo extraordinario, sino que lade Fray Leopoldo fue una vida Fray Leopoldo tuvo un vida sencilla.

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

3. El capuchino.

Sólo la espiritualidad capuchina, quizá, podía cultivar de manera genuina la identidad de FranciscoTomás que se convierte en Fray Leopoldo de Alpandeire sin estropear a través de métodos sofistica-dos su propia especificidad.

Su vocación no nace de lecturas de santos o de espiritualidad (tales libros no existían ni en su casani probablemente en Alpandeire). Su formación no pasó por el Seminario, como la de los aspirantesal sacerdocio, ni a través de rigurosos periodos de aspirantazo, como sucede hoy.

Es el momento de preguntarse si Fray Leopoldo limosnero, tan comprometido, progresaba con eltiempo y el oficio humano y espiritual en la “vida regular”, esto es, en la vida ordinaria de conventocon su rutina diaria y nocturna. La respuesta de un religioso, compañero de comunidad, era que elejercicio de limosnero no le impedía estar puntualísimo en los actos de comunidad, porque estabasiempre presente en el coro, en el refectorio y en otros actos de la vida común, tanto ordinarios comoextraordinarios. Fray Leopoldo, con la limosna, no trataba de evadirse de la vida común, respetabalos horarios de salida y entrada, y antes de salir dejaba todo recogido y en orden en la sacristía cum-pliendo también con su oficio de sacristán.

El Siervo de Dios, por tanto,no contraponía, sino que másbien integraba su vida delimosnero por las calles de laciudad con la del religioso enla tranquilidad de su convento.

Es importante hacer notar elespacio físico privado dondeha vivido el Siervo de Dios: sucelda. Su celda era pobrísima.Era el santuario inexpugnablede la altísima pobreza. Su celdase componía de una cama debanquillos y tres tablas, un jer-gón de paja, una silla, variasestampitas en las paredes, unamesa, una jofaina, hilo, aguja y

botones, una imagen pequeñitade la Divina Pastora, de barrococido, y un crucifijo. Aún hoy,con tales enseres, puede versesu celda reconstruida en la salamuseo que antecede a la cripta.Y como escribió el P. Esteban dePuente Genil: “Se podía decirque el Hermano no había ape-gado su corazón a ninguna cosaterrena. Era el pobre rico quebuscaba alegremente los pro-fundos tesoros de Dios…Seguramente había hecho elpropósito de no buscar en latierra otra riqueza sino la deDios”.

Su “director espiritual”, en elsentido técnico del términofue el Espíritu. El Gran maes-tro de Fray Leopoldo, confesa-ba Don Manuel CasaresHervás, obispo de Almería,fue el Espíritu. Los modelosconcretos de Fray Leopoldoeran los Hermanos laicos ca-puchinos que pedían limosnapor nuestras ciudades y pue-blos. Tales figuras han dejadohuella profunda en la tradi-ción y en la memoria del pue-

blo: piénsese en san Félíx deCantalicio por las calles deRoma, san Ignacio de Láconien Cerdeña, san Francisco Mªde Camporroso en Génova,san Crispín de Viterbo enViterbo, beato Bernardo deOfida en Ofida y, contemporá-neo a Fray Leopoldo, el beatoNicolás de Gésturi también enCerdeña. Con figuras semejan-tes, Francisco Tomás se sentíaa gusto, ya que, en cierto sen-tido, podía emularlos.

Hermanos menores capuchinos

Tuvo gran amor a la Virgen.

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Fray Leopoldo50 aniversario de su muerte

¿Qué motivos hay detrás de esta opción? Los que lo conocieron afirman unánimemente que razónde aquella elección era la penitencia. Era un motivo razonable y que ninguna persona de letras habríaaducido para describir el estilo de vida del Siervo de Dios.

El espíritu de penitencia constituye un filón importante en la espiritualidad cristiana y, sobre todo,en las diferentes formas de vida consagrada.

La aceptación del sufrimiento como una realidad que no puede ser eliminada de la existencia huma-na puede tener su justificación, pero la búsqueda del sufrimiento no tiene justificaciones meramenteracionales. También los grandes místicos que han florecido fuera del cristianismo han aceptado inclu-so el desapego de los placeres y las vicisitudes, incluso dolorosas, como medios de purificación. Eldolor no tiene un valor fuera del cristianismo. Es la humanidad de Cristo el vehículo hacia la místi-ca de un dolor no sólo aceptado, sino también buscado, como lo había buscado el Hijo de Dios, pri-mero encarnándose y después muriendo en la cruz. A través de su humanidad, Cristo ha expiado elpecado del hombre y ha redimido al género humano.

Francisco Tomás no había ido a la escuela de la teología de la cruz. No había leído libros de místi-ca, ya que era un campesino. Ni siquiera ha tenido un padre espiritual que lo guiara por este cami-no. El concepto le venía a través de la tradición cristiana, como a los demás, y a través de él habíallegado a conocer a Francisco de Asís, que apareció a los ojos de sus contemporáneos, como “otroCristo”.

Los testimonios de una vida de sufrimientos abrazada por Fray Leopoldo para ser en todo semejan-te a Jesús son muy abundantes. Siendo de naturaleza y carácter fuerte, adquirió, mediante la prácti-ca de la virtud, un perfecto dominio de sí mismo. “Su tenor de vida -- decía de él el P. Benito -erauna continua mortificación, tanto al exterior, como en su interior”. “Todo era en él -decía el P.

El limosnero también se dedicó a la huerta del Convento como el hermano de la imagen.

En el museo se pueden ver múltiples objetos personales de Fray Leopoldo

“SOY UN CAMPESINOCOMO

VOSOTROS”

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Fray Leopoldo

Esteban -fruto de una incondicional negación interior, sin bajar nunca la guardia. Sus ojos, sus pies,su olfato, su gusto, todo su cuerpo estaba transido y crucificado por una descarnada negación. Eraimpresionante en él la renuncia al yo”.

Era admirable el modo sobrenatural como supo llevarsus enfermedades durante su vida, que no fueron pocasy ciertamente muy dolorosas. Era una estampa viva delSeñor crucificado. Cuando algún religioso le advertíade que usara calcetines debido a las grietas de los pies,que le sangraban con el intenso frío de los inviernosdecía: “Déjalo, hermano, esto es lo poquito que puedosufrir por nuestro Señor”. Se comprende, en esta pers-pectiva, la predilección del Siervo de Dios por los sufri-mientos humanos en todo lo que respecta a la comida,el vestido, la cama, la celda, los pobres, los enfermos. Y,¿qué decir de sus sufrimientos, cuando, por causa de laretención de orina de sus últimos años, tenía que sersondado? Al verse expuesto a las miradas de los demás,repetía una y otra vez: “Como nuestro Señor Jesucristo,desnudo, en la Cruz”.

Fray Leopoldo era un místico de la cruz. El pueblo lohabía intuido, cuando aún no era capuchino, y vién-dolo procurarse sufrimientos voluntarios, había dichoque lo hacía por sacrificio, a través del dolor que salva.

Autodidacta de la mística se podría llamar a FrayLeopoldo. “Era su oficio”, podremos decir también hoynosotros, cuando vemos su trayectoria religiosa, lomismo que a sus paisanos no les produjo extrañezacuando supieron que Francisco Tomás se iba de capuchino, lo consideraron como la cosa más natu-ral del mundo, como el culmen de una vida piadosa y austera, que no podía tener otro final distinto.

En alguna estantería de la biblioteca conventual, como apasionado autodidacta, él había encontra-do libros que leía y releía y meditaba en las noches y días de fiesta. Además de los libros de devoción,tenía alguno que otro de naturaleza ascético-mística. De su pobre celda no faltaban unos pocos,pobrísimos libros: La Regla, un Catecismo explicado, el Kempis, según testimonio del P. Benito deIllora. Eran libros habitualmente usados por el Siervo de Dios y que constituyen una importante fuen-te para conocer mejor la espiritualidad de Fray Leopoldo.

Su hábito “tosco”, con el que aparecía externamente la personalidad del Siervo de Dios, defendíaen cierta manera, su más pura autenticidad. A simple vista él podía parecer humanamente poco dota-do, pero si él hubiese tenido una educación y una formación refinada, tal vez habría perdido aquellainmediación de fe de la que habla Jesús en su oración: “Te doy gracias, Padre, porque has escondidoestas cosas a los sabios y se las has dado a conocer a los pequeños” (Mat. 11, 21).

Todos sus gestos son como palabras que, al menos por un instante, alzan el velo sobre la humildee intensa actividad de un alma mística, que como autodidacta en la escucha de la voz del EspírituSanto había alcanzado la atmósfera del sobrenatural y vivía, habitualmente, en la atmósfera de la mís-tica de la cruz.

4. Al Paraíso.

Cuantos conocieron a Fray Leopoldo como limosnero en Granada piensan que él estaba hecho parael cielo. El Siervo de Dios parecía que sólo vivía con la esperanza de estar con Cristo Jesús, y que todo

Las alforjas del limosnero estuvieron llenas de caridad.

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lo demás era para él nada y pérdida en comparación de estar un día con Dios. En todas sus activida-des se esperaba el hombre que esperaba el cielo, teniendo una gran confianza en el Señor. Su norteera el Señor y la vida eterna a la que aspiraba con todos los medios de santificación cristiana y religiosa.

Los religiosos cuando lo veían cansado y agotado, le decían: ‘Descanse, Fray Leopoldo, descanse’.Invariablemente respondía: ‘Ya llegará el tiempo de descansar, ya llegará el tiempo de descansar’,como indicando que ya le daría el Señor el descanso en el cielo, pero que, por entonces, no había quedescansar.

Fray Leopoldo era consciente de que al cielo se llegaba caminando por la senda estrecha. Esperabaalcanzar su propia salvación y santificación por el cumplimiento de la voluntad de Dios y de la SantaRegla. Sabía que era una empresa ardua, por eso repetía: “Hermano, para ganar el cielo hay que tra-gar mucha saliva”, aludiendo con esta frase al vencimiento propio.

En todas las situaciones difíciles mantenía siempre una gran calma. Siempre tenía el mismo carác-ter y la misma paz. Cualquier sufrimiento que pudiera experimentar, lo sobrellevaba sobreponiéndo-se siempre con la misma ecuanimidad de ánimo.

Tres años antes de su muerte, el Siervo de Dios sufrió una fractura de fémur, tras recuperarse en laclínica de la Salud de Granada, regresó al convento pero ya no volvió a salir a la calle. Pudo enton-ces dedicarse a la vida contemplativa, a Dios y a pedir por sus hermanos, que había sido el gran anhe-lo de su vida.

Durante esta última enfermedad, el Siervo de Dios había sido trasladado a una habitación más sole-ada, pero que estaba más cerca del coro y así estaba más cerca de su Señor. Fray Leopoldo no teníamiedo a la muerte. Dice de él el P. Juan Bta. García Sánchez que pensaba en la muerte “más conten-to que unas castañuelas”. Y su sobrino, Diego Márquez, repetía que no tenía miedo a la muerte, quela deseaba para estar con Dios.

En sus últimos días repetía: “¡Señor, dispón de mi. Ya estoy muy deseoso de estar contigo!”. Estemismo deseo, lo repetía el Siervo de Dios, en una de sus últimas cartas a sus sobrinos: “De mi vidanada de particular tengo que deciros, salvo que estoy preparado para el momento en que el Señorquiera llevarme. Yo, sólo le pido que sea cuando Él quiera”.

Aureolado con el aroma de la santidad que envuelve a los hombres de Dios, Fray Leopoldo se dur-mió en el Señor, a la una y cuarenta minutos, del día 9 de febrero de 1956. La fama de santidad quele rodeó en vida, le siguió en muerte. Hoy, desde su sepulcro, continúa derramando gracias y favoresa cuantos piden su intercesión.

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Fray Leopoldo50 aniversario de su muerte

“¡Señor, dispónde mi. Ya estoymuy deseoso deestar contigo!”

Inculcaba a todos una granconfianza en el Señor, ense-ñando siempre la virtud de laesperanza sobrenatural, la con-fianza en la Santísima Virgen.Él, que era de pocas palabras,insistía, una y otra vez:“Tenemos que ganar el cielo.El diablo procura engañarnos,pero no hay que hacerle caso.Tenemos que ganar el Cielo”.

Cuando estaba enfermo,repetía: "Yo quiero lo que Diosquiere. Esto es un regalillo deDios. Cuando Dios quierapuede llevarme. Yo estoy pre-parado. Estoy en sus manos".En sus aflicciones, en susenfermedades, en todomomento, acudía confiada-mente al Señor.

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Fray Leopoldo

Grafoanálisis de Fray Leopoldo

rancisco ViñalsCarrera, cuandoera profesor del

Instituto de Criminología dela Universidad Complutense(1993), impresionado por lapersonalidad de FrayLeopoldo de Alpandeire,solicitó a la Orden de losFranciscanos a la cual estámuy vinculado, le dejaranexaminar los manuscritos de este Hermano Menor, casianalfabeto pero con una “sabiduría” propia del mayor delos estudiosos, y una “humildad” que le hizo ganarse elafecto y agradecimiento del pueblo de Granada. Elanálisis fue muy dificultoso ya que apenas había unasdiez cartas y además con la escritura muy castigada porlas graves dolencias que aquejaban a esta persona,pero a pesar de dicho reto quiso realizar el estudio queconstituye un testimonio más sobre la grandeza espiri-tual de Fray Leopoldo.

CARACTERÍSTICASPSICOSOMÁTICAS(Psico-biología y Temperamento)

Desde el punto de vista psicofísico y, aunque seobservan las alteraciones propias de la edad, por afec-ciones físicas, que merman el sistema circulatorio, engeneral existe una lograda armonización de fuerzas queconsiguen dominar el temperamento.

Refleja todo lo contrario de la impulsividad y la preci-pitación. Existe un completo dominio de los instintos,incluso podría hablarse de libido en regresión; llega asublimar la energía instintiva hacia la esfera del espíritu.

Demuestra haber tenido una gran capacidad laboral,por la intensidad, continuidad y concentración en el

trabajo, a ritmo mesu-rado pero constante,también se apreciahabilidad manual.

La resistencia a lafrustración es muynotable, existiendo unimportante potencialde reacción ante lasadversidades.

Sus cualidades imprimen fortaleza a su personalidady, aunque tiende a la introversión, se descubre como larazón reflexiva e inspirada guía principalmente en élsus acciones, observando estabilidad emocional y unreflejo de serenidad que le caracterizan.

La fuerza del Yo le concede en su caso una notableestabilidad, firmeza y decisión en el modo de actuar,conciencia responsable y digna.

Cierto también que, por su predisposición tempera-mental fuerte, Fray Leopoldo tuvo que pasar por algu-nos trances de lucha interna o conflictos entre las ten-dencias naturales y la actitud del yo o entre las tenden-cias individuales y las del ambiente, si bien consigueuna perfecta socialización o sublimación de los propiosproblemas internos, insisto la emotividad está canaliza-da hacia la esfera propia del espíritu.

CARACTERÍSTICASVOLITIVO-MORALES(Carácter)

Su composición caracterológica destaca un acusadosentido de la responsabilidad.

Tal como se ha expuesto, no existe imprudencia, niosadía, nuestro analizado es incapaz de sobrepasar loslímites establecidos pues enseguida se sentiría invadido

F

Prof. Dr. Francisco Viñals Carrera

Director del Instituto de Ciencias del Grafismo

Su afectividad es serena o secundaria, estátambién sublimada al terreno del espíritu,podría afirmarse que es un ascético y en la

vida material su tendencia sería la depocos pero buenos amigos, pero por su

sublimación socializada consigue un buennivel de tacto que convierte su carácter en

dulcificado y atractivo.

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

por la culpabilidad o la abordarían sensaciones dehaber hecho algo malo. Fácil autocrítica y escrúpulospropios de una conciencia muy afinada que le predis-ponen al fácil arrepentimiento y reconciliación.

En su interior existe una cierta ansiedad, pero única-mente como temor a obrar mal y su forma de paliaresta preocupación está aceptando la plena obedienciadentro de la Orden, llegando, si es preciso, a convertir-se en esclavo del “deber”, de las obligaciones, del orden(su búsqueda del perfeccionismo podría llevarle aintrapuniciones autoexpiatorias; también podríapotenciarle un cierto conservadurismo).

Su autocontrol podría confundirse en alguna ocasióny causar una falsa apariencia o sensación exterior defrialdad. Cierto que Fray Leopoldo tiene una predispo-sición caracterológica fuerte, propia del que se sacrificay también exige sacrificio, la voluntad imperante quepodría propiciar en otro una carrera hacia puestos deresponsabilidad o bien la independencia de criteriospor confiar más en las propias posibilidades que en lasajenas; en Fray Leopoldo se convierte en abnegación yactitud de servicio a sus creencias de forma incondicio-nal, sin someterse a la posibilidad de vacilación o duda.Claro está que esta circunstancia puede limitar la capa-cidad de relación social, pues acepta a los demás desdesu prisma espiritual, pero no aceptará de ningunamanera cualquier criterio o corriente social si chocacon sus creencias, ahora bien, el no aceptarlo no quie-re decir que actúe con agresividad, en todo caso lucha-rá con la oración, la penitencia y el sacrificio; si hay quecastigar a alguien prefiere castigarse él para beneficiode los demás.

Su afectividad es pues serena o secundaria, está tam-bién sublimada al terreno del espíritu, podría afirmarseque es un ascético y en la vida material su tendenciasería la de pocos pero buenos amigos, pero por su subli-mación socializada consigue un buen nivel de tactoincluso de simpatía que convierte su carácter en dulci-ficado y atractivo.

Hasta en los pequeños signos queda patente el idea-lismo; la sensibilidad espiritual hasta el misticismo.

C A R A C T E R Í S T I C A SINTELECTUALES Y MENTALES

Desde el punto de vista intelectual y a pesar de suslimitaciones observadas únicamente por su precario

nivel cultural, destaca un gran sentido de la realidad yponderación que le facilitan su objetividad y concedenmayor importancia a su actitud meditativa.

Cierto, sabe exponer las situaciones con realismo yclaridad, aún con cierta ansiedad de hacerse entendermejor, teme que no comprendan lo que quiere dar aentender y se esfuerza por conseguirlo.

Entre sus cualidades mentales destaca la intuición yel pensamiento inductivo.

Se aprecia riqueza psíquica y también se descubreuna cierta capacidad imaginativa, especialmente dirigi-da a la evocación, aunque ello en ocasiones le podríaprovocar recuerdos insistentes, incluso a veces tortu-rantes, de lo que “debería haber hecho” y de lo que“debería hacer”, como un sentimiento culpabilizantede las oportunidades desaprovechadas y la búsqueda derecursos en sí para afrontar mejor el futuro.

En la escritura de Fray Leopoldo se ve claramentecómo la inteligencia y la sensopercepción se armoni-zan.

Refleja una inteligencia observadora y reflexiva, queno se limita sólo a recoger datos y clasificarlos, sino quesiente la necesidad de intervenir en las cosas y en loshechos para adaptarlos a las necesidades reales propiaso a las de los demás.

No se puede hablar de una gran inventiva y origina-lidad de pensamiento, pero sí de cierta imaginaciónrealista, de capacidad para lleva a cabo tareas de medi-da y de cierta profundidad, e incluso de aportacionesnuevas al conocimiento y solución a muchos proble-mas. Juicio sano y sensato.

Tiene bastante presencia de ánimo, sobriedad y pre-cisión.

SÍNTESIS DE LOS RASGOSBÁSICOS DE LA PERSONALIDAD

Es austero y autocrítico. Se controla por la necesidadde exactitud detallista que le conduce a la verificaciónde los hechos y a la precisión de su actividad.

Por las afecciones físicas y su avanzada edad, en susúltimos tiempos más que fuerza se detecta resistencia,ello le permite continuar a pesar de las oposiciones ycontrariedades, ya que sabe que persistiendo logrará suloable propósito.

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

Es pues constante, concéntrico, cauteloso y a vecesincluso defensivo (contra todo lo que pueda entorpe-cer el camino de la fe). Rechaza las vulgaridades ycorrientes que atentan a su ideal de perfección espiri-tual.

Dirige su energía a la búsqueda del éxito espiritual,por ello supera los obstáculos y sabe tomar sus propiasdecisiones una vez meditadas. Persigue sus objetivoscon la tenacidad, no es persona que se satisfaga conpoca cosa, ni que abandone una tarea a medio hacer.

No le gustan las decisiones demasiado rápidas, pre-fiere reflexionar para acertar la mejor solución y enconsecuencia lanzarse a fondo con plena seguridad.

Su nivel de voluntad es muy alto, es perseverante yconsecuente en sus acciones. En general es extraordi-nariamente resignado y sabe sufrir en silencio.

Dispone de temperancia, paciencia y demás cualida-des de orden espiritual.

Incluso a veces puede aparecer en él la nostalgialatente por un ideal de perfección, llegando fácilmente

al escrúpulo. Es persona de ideales sociales y humanos.

No cabe la menor duda de que es persona muyinfluenciada por el mundo del espíritu y ello le marcainconscientemente su conducta, tanto para sentirsefeliz como para sufrir con el escrúpulo de conciencia.

También habría que insistir en que está dotado dedisposición para comprender por intuición, esto es, dis-pone de un modo de conocimiento inconsciente, dejuicio instantáneo que le facilita o revela lo que lascosas, situaciones, hechos o personas puedan ser, loque puedan tener de oculto, la finalidad que persiguen,las posibilidades que encierran, la dirección haciadonde apuntan.

Experimenta vivamente la necesidad de adaptarse al

mundo de lo sobrenatural con una espiritualidad ejemplar.

Así pues y elaborando ya un retrato caracterológico

de Fray Leopoldo, deberíamos destacar que su pensa-

miento está inmerso en el mundo sobrenatural y solo

en éste considera que vale la pena dedicarse; su aspira-

ción está exclusivamente dirigida a la espiritualización

de su ser y el de los demás, para encontrarse él y, a la

vez, sugerir a los demás una más íntima comunicación

con Dios.

No es de extrañar que incluso llegue a despreciar los

goces sensuales, ya que su único objetivo es conquistar

el Cielo. Su alma ha descubierto lo que realmente vale

la pena, incluso es capaz de soportar el máximo sufri-

miento como forma superior de renuncia y entrega en

la existencia, que le acerca todavía más a ese ideal de

santificación al que aspira (el sufrimiento es para él un

vehículo para negar lo más material de sí mismo, sus

debilidades y encauzarse a un estado superior, un pago

para conseguir la mejor recompensa, por ello es capaz

de inflingirse penitencias y mortificaciones). Todo pla-

cer fuera de la armoniosa Comunión con Dios le pare-

ce una especie de degradación; ciertamente, es muy

escrupuloso, examina su conciencia constantemente y

con un gran rigor.

Su renuncia a los bienes materiales denota su gran-

deza, es el instrumento de su perfección.

Uno de los manuscritos que se conservan de Fray Leopoldo.

Estos documentos están expuestos en el museo del limosnero.

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

TU DULCE SENCILLEZ

Candor de niño en su sayal austero.

Voz de cielo en tu boca sonriente.

Sobre el hombro la alforja penitente

caída, en humildad de limosnero.

Pleno de Gracia tu vivir señero,

con el sello de Dios sobre tu frente.

¡Toda Granada apasionadamente

suyo te quiso con fervor sincero!

Tu espíritu, hecho sol de claridades,

miniaba tu misión de franciscano

en oro y luz de Amor… Sobre tu mano

prodigaban su don tus caridades.

¡Qué bien supiste ungir en santidades

esa tu dulce sencillez de Hermano!

Fray Eugenio de Sevilla

¡ROSAS!

Rosas, por el pan que Granada a ti te diera

En olor de milagros, le das tú.

¡Cuántas rosas en tu alforja limosnera!

Esa alforja, que en el hombro fue tu cruz,

del rosal de tu eterna primavera

la desborda tu encendida gratitud.

Rosas, por el pan que Granada a ti te diera,

En olor de milagros, le das tú.

¡Oh limosna que su mano recibiera

por tus calles caminando haría la luz!

¡Ay Granada! Qué lluvia sin frontera

las rosas que sembrara su virtud.

Rosas, por el pan que Granada a ti te diera,

En olor de milagros, le das tú.

Fray Alejandro de Málaga

ASÍ VIO EL POETA A FRAYLEOPOLDO EN LA BELLEZA DE SU

ANCIANIDAD SANTIFICADA

Atrayente es su figura;

que sus bondades sencillas,

de evangelio y florecillas

tienen la gracia y finura.

Sembrar virtud es su oficio,

y en la flor de su inocencia

maduran frutos de ciencia

y espinas de sacrificio.

Su vivir -grano de incienso,

luz de cirio, salmo intenso-

ágil hacia Dios camina…

¡Y tanto a Dios se ha acercado

que de presencia divina

los ojos se le han llenado!

Fray Gonzalo de Córdoba

Fray Alejandro de MálagaFray Eugenio de Sevilla

Fray Gonzalo de Córdoba

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A FRAY

LEOPOLDO DE ALPANDEIRE

¡Fray Leopoldo, mi santo connovicio,

fiel Siervo de Jesús y de María,

envuelto en santidad y poesía:

muéstrame a Dios propicio

y ayúdame con mano franciscana

en mi muerte cercana!

¿Recuerda, Hermano mío,

mi visita y adiós en un estío?

Conservo tu retrato en que, atrayente,

parece que aún me hablas santamente...

Yo admiro tu virtud desde mi infancia

en incontables años:

tu caridad de mística fragancia

con los propios y extraños:

tu caridad que imploran a millares

llorosos pobrecitos,

víctimas de quebrantos infinitos,

a través de los pueblos y los mares:

tu amable caridad sólida y pura

que por bien de los prójimos perdura...

¡Fray Leopoldo, mi santo connovicio,

Hermano de Viterbo y Cantalicio,

fiel siervo de Jesús y de María,

envuelto en santidad y poesía:

tú que a enfermos les cortas sus dolores

y a infelices concede mil favores,

confórtame con mano franciscana

en mi mano cercana!

Fray Fulgencio Mª de Écija. Desde lamisión de Santo Domingo, 1963.

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EL CAMINO DE

FRAY LEOPOLDO

Dí, Fray Leopoldo ¿cómo has conseguido,

en la tiniebla de este bajo suelo,

andar ligero y escalar el cielo?

¿Cómo y de quién, Hermano,

te has valido?

No de repente y sin luchar ha sido:

Paso a paso -¡difícil fue mi vuelo!-

Cumpliendo la obediencia con gran celo

Humilde, silencioso, inadvertido,

Mis pasos alumbraba y dirigía

La Madre de Jesús y Madre mía…

¡Qué buena era conmigo! Me llevaba,

con suave empuje su potente mano,

haciéndome el camino fácil, llano…

¡Me amaba mucho Ella y yo la amaba!

Con este amor, mis pasos se trocaron

En alas, y hasta Dios se remontaron.

Fray Jesús de Pedro Abad

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muchas felicidades a ti, querido herma-no, pues, antes de la creación delmundo, el Señor te conoció y te amó, te

eligió y predestinó, te justificó y glorificó... y undía, de honrado y leal campesino, te llamó aHermano Menor Capuchino.

Y qué bien y con qué generosa entregaseguiste a Jesús, Manso, Pobre y Humilde. Poreso, hermano de sencilla condición, has venidoa ser gloria y tesoro -muy querido y atractivo-de la Orden Franciscana Capuchina. Tú,limosnero andariego, has venido a ser muchomás que generoso donante.

Yo no lo conocí personalmente, sino pormedio de hermanos capuchinos que convivie-ron con él, por sus biógrafos y por el testimoniopermanente de numerosas personas que, aquíen Granada, te hablan de él tras haberlo cono-cido o tras haber experimentado la ayuda de suintercesión.

¿Quién fue, quién es Fray Leopoldo?

Fue un hombre de oración y de entrega fra-terna, capuchino austero y penitente, parco enpalabras, pobre de cosas materiales, pero muyrico en virtudes y buenas obras; hermano muylaborioso en las diversas tareas que le fueronencomendadas: fue hortelano con un amorfranciscano a la hermana madre tierra..., cum-plió con especial esmero su cargo casi “angeli-cal” de sacristán, tan cercano a las Cosas másSantas..., y durante cincuenta años, llevó ade-

lante su nada fácil oficio de limosnero “calleje-ro”...

Fue la sencillez personificada. Y, en este sen-tido, vale recordar una anécdota muy expresi-

va: cuando en este Convento de Granada secelebraron las Bodas de oro de su ProfesiónReligiosa, Fray Leopoldo recibió un documen-

Así veo yo a Fray Leopodo“Hermano, yo entré en la Orden de los Hermanos Capuchinos paravivir en el silencio, y ahora salgo hasta en los papeles”.

Loado seas, mi Señor,

por nuestro hermano Fray Leopoldo,

humilde de corazón,

precioso en su candor,

obra prodigiosa de tu Amor.

Y

Cuadro pintado por Fray Alejandro de Málaga.

Fray Carlos Cañete CastroCapuchino

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to con la Bendición del Papa,un telegrama de la Secretaríade Estado Vaticano, artículosy fotografías del periódico,etc. Cuando él vio todo estodijo:

“Hermano, yo entré en laOrden para vivir en el silen-cio, y ahora salgo hasta en lospapeles” (entiéndase: periódi-cos).

¿A qué compararé yo a FrayLeopoldo? Es como un pocode arcilla en Manos de DiosAlfarero, que hizo de estebarro una valiosa obra deartesanía espiritual.

Es como un saquito llenode Dios, que por todos susporos lo rezuma..., o como unvaso que rebosa de Dios, y, asu paso por el mundo, lo fuederramando, y hoy siguehaciendo lo mismo.

Es como una luz suave, comoun arroyo silencioso, que manay corre sin ruido, beneficiando amuchos corazones que sufrenoscuridad o sequía.

Es como un imán que atraea mucha gente de aquí y deallá; no se impone, sino que seentrega, ofreciéndonos elejemplo de su vida y la ayudade su intercesión en el Cielo.

Hoy, Fray Leopoldo es unhermano casi universal, uncompasivo samaritano, quesigue pasando por el mundohaciendo el bien, extendiendosin fronteras su quehacer cari-tativo a favor de personas detoda clase y condición, desde laFamilia Real -así nos consta-hasta a un niño aún no nacido.

Los Hermanos Capuchinos

de Granada escuchamos sincesar y podemos contar lostestimonios de tantas perso-nas agraciadas y agradecidas.

¡Dios mío! ¿Qué tiene esteFray Leopoldo para que tantagente lo busque e invoque,lleve su medalla al cuello, suestampa en la cartera o la ten-gan en sus casas..., o para quevengan de todas partes a orarante su tumba?

Entre los visitantes diariosabundan los jóvenes universi-tarios y otros, personas mayo-res, matrimonios con sus

niños de la mano, en brazos oen carrito, abundan inmigran-tes de color sudamericano...En este sentido, hay ejemplossencillamente increíbles,como es el caso de un hombreque, sólo por rezar ante los

restos de Fray Leopoldo, cadaaño viene un día desde losEstados Unidos, regresandoallá en el mismo día.

En verdad, la oración antesu tumba es como una lámpa-ra permanentemente encen-dida, que no conoce el ocaso.

Si, evidentemente, para elmundo culto, Granada sedefine e identifica con LaAlhambra, parece que, paramucha gente sencilla,Granada es igual a FrayLeopoldo. No en vano, elAyuntamiento lo ha declara-do Hijo Adoptivo de estaNoble Ciudad.

Fenómeno tan sorprendentey entrañable se explica por loanteriormente mencionado:Fray Leopoldo rebosa de Dios ylo reparte, encarna en sí e irra-dia lo que nuestro mundoactual tanto necesita: paz, bon-dad, gozo, esperanza y unamirada limpia, casi de niño,acogedora.

Y termino. ¡Qué bien nosviene contemplar el ejemplode su vida y experimentar laayuda de su intercesión! Puesya sólo nos falta o nos quedauna cosa sumamente impor-tante: suplicar, esperar, anhe-lar la participación en sumismo destino en la Vidaeterna con Cristo.

Bendito hermano, ruega pornosotros... Ruega por nosotrosahora y en la hora de nuestramuerte, como María y José deNazaret... Ruega por nosotrospara que, ya hoy, podamos decircon san Francisco de Asís:“Tanto es el Bien que espero,que hasta las penas me dan con-suelo”.

Estatua del primer monumentolevantado a Fray Leopoldo, de

Antonio López Burgos.

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l pasado 9 de mayo salió del Convento de los Capuchinos de Sevilla, a las 8.00 horas, un auto-bús con un grupo de devotos sevillanos de Fray Leopoldo. El viaje fue amenizado con las can-ciones de la Coral Divina Pastora y con los rezos al humilde frailecico. A las 10.30 horas, el

autobús realizó una parada para que los ocupantes desayunaran en La Roda, el último pueblo de laprovincia de Sevilla, antes de llegar a la de Málaga. La comitiva llegó a Granada una hora y mediamás tarde. Pocos minutos después de la llegada, concretamente a las 12.10 horas, el CardenalArzobispo de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, celebraba una misa en la iglesia del Conventode los Capuchinos de Granada, acompañado por Fray Mariano Ibáñez, Ministro Provincial de laOrden de los Capuchinos en Andalucía, y por Fray José Antonio Márquez, recién llegado deGuatemala.

Amigo Vallejo habló durante la homilía de los regalos que Fray Leopoldo le hace a sus propios devo-tos. Uno de ellos, el de ver las cosas con los ojos de la humildad y la sencillez, dos virtudes que des-tacó en todo momento de este fraile. Habló también de la alegría del humilde limosnero y de la queregala a quien le reza, y dijo que esa alegría es una consecuencia directa de la cercanía a Dios, “¡Québien se está cerca de Dios!”, repetía.

Regalos de Fray Leopoldo:ALEGRÍA Y FRATERNIDAD

E

El Cardenal Arzobispo de Sevilla ofreció una sentida homilía el día 9 de mayo en la Iglesia de los Capuchino de Granada.

Visita del Cardenal Monseñor Amigo Vallejo a la cripta del fraile

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Fray Leopoldo

El otro regalo al que se refería Amigo Vallejo era el de la fraternidad: “nos ha regalado una especiede alianza, un anillo, que nos une a todos los hombres en una sola familia”. Esta fraternidad -apun-tó- posee “una particularidad, un precepto muy importante que es el de la obediencia”. Pero habló deobediencia en el sentido de darse cuenta de cuál es la necesidad del hermano, y puso de ejemplo aFray Leopoldo, que “se rompía el alma para llevarle comida al que pasaba hambre”. “Cuanto máspobre es la persona, mejor es el regalo que nos puede hacer -comentaba el Cardenal-. Fray Leopoldotenía el Amor a Jesucristo y se lo daba a los demás, y en Jesucristo está la salvación”.

La homilía la finalizó Fray Carlos con la mirada puesta en la Virgen, en la imagen de la PastoraDivina de las almas: “Dichosa tú que has creído, Madre nuestra, y dichoso tú, Fray Leopoldo, que tehas fiado de Jesucristo. ¡Hay que ver lo que es capaz de hacer Dios cuando una persona se pone enmanos de Jesucristo! La Virgen María se puso en sus manos y se convirtió nada más y nada menosque en la Madre de Dios. El pan nuestro de cada día, cuando se pone en las manos de Dios, se con-vierte en Eucaristía… Lo que es capaz de hacer Dios cuando alguien se pone en sus manos…”.

Una vez terminada la celebración de la Eucaristía, y tras el saludo del Cardenal a los miembros dela Coral Divina Pastora y a su director, Fray Eloy, Amigo Vallejo realizó una visita a la cripta dondese encuentran los restos mortales del fraile y rezó ante su tumba. Allí mismo, decenas de fieles queguardaban su turno en la cola que les conduciría al sepulcro de Fray Leopoldo aprovecharon parabesarle la mano al Cardenal y pedirle su bendición. Por su parte, Fray Mariano Ibáñez se encargó deexplicarle a Fray Carlos los murales de las paredes de la cripta, pintados en su tiempo por un capu-chino italiano, y los distintos elementos del museo del futuro beato, donde -ente otras cosas- se ubicauna réplica de la habitación o celda donde viviera Fray Leopoldo.

Una vez finalizada la visita del Cardenal, los fieles se dispersaron. Unos fueron a la Catedral, otrosal Hogar Fray Leopoldo -donde algunos tienen a sus familiares- y otros en busca de una buena som-bra o un bar para comer. A las 17.30 horas estaba prevista la salida. En la esquina de la calle Anchade Capuchinos con la calle Divina Pastora, el grupo intercambiaba opiniones sobre las últimas horas

La Coral Divina Pastora, de los capuchinos de Granada, dirigida por Fray Eloy, amenizó la misa que celebró el cardenal.

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y sobre la homilía del Cardenal. “Preciosa. La homilía ha sido preciosa, es que el Cardenal esFranciscano y se le nota que esto le tira mucho…” explica María, una de las devotas sevillanas mien-tras sube por las escaleras del autobús.

Concepción Bernáldez hacía un año que no visitaba la cripta de Fray Leopoldo, y este viaje orga-nizado por los Capuchinos de Sevilla le venía como anillo al dedo. Asegura que viene a rezarle cadavez que puede y que se apunta a todas las excursiones que se organizan en su parroquia: “Si vengo aGranada voy a ver a Fray Leopoldo, es una visita obligada”. Esta sevillana vivió en la ciudad de losCármenes un año después de la muerte del humilde limosnero y desde entonces es devota del capu-chino. Además, esta devoción se ha extendido a toda la familia, ya que su yerno estudió enAntequera y tuvo mucha relación con la Orden de los Capuchinos.

Loli Fernández no puede estar más contenta. Es la primera vez que viene a Granada expresamentepara rezar ante la tumba de Fray Leopoldo de Alpandeire. Ya conocía la cripta de alguna otra vez,pero en esta ocasión la mira con otros ojos. “Le tengo devoción a Fray Leopoldo desde niña. He vivi-do siempre muy cerca de la Capillita de San José -atendida por capuchinos- y he leído el libro de FrayLeopoldo. Me ha parecido siempre una figura muy cercana, y aunque no sea yo una persona muy san-tera, Fray Leopoldo me ha atraído”. Loli viene acompañada de su amiga Carmen y asegura que estetipo de viajes le gustan mucho porque se trata de hacer un 'parón' en la rutina diaria y dedicarle tiem-po a la amistad y a los temas espirituales. “Es un viaje para rezar, reflexionar, descansar y hacer ami-gos”, explica esta devota, miembro además del grupo Vida Ascendente de Sevilla.

TESTIMONIOS:

El Cardenal rezó ante la tumba de Fray Leopoldo, acompañado por Fray José Antonio Márquez, recién llegado de Guatemala.

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A Carmen Segura lo que más le ha gustado del viaje ha sido ver la reconstrucción de la celda de FrayLeopoldo, que está ubicada en el museo del fraile. “Es impresionante la humildad y la sencillez de FrayLeopoldo y lo poco que necesita una persona para ser feliz y para hacer feliz a los demás”, indica.Carmen dice que le reza a este capuchino todos los días, todas las noches, y que lo que más le pide essalud, pero asegura que Fray Leopoldo hace milagros y que soluciona, sobre todo, problemas morales.

Teresa García pertenece a la Orden Franciscana Seglar y está totalmente involucrada en la parroquiade la Ronda de Capuchinos. Forma parte del equipo de liturgia y atiende a enfermos. Lleva 32 añosyendo a Granada, a la cripta de Fray Leopoldo a rezar. Esta vez viene acompañada por varias amigas,todas de la parroquia, y resalta del viaje la homilía del Cardenal Arzobispo de Sevilla, Carlos AmigoVallejo: “Ha sido preciosa. Es que es franciscano, como nosotras, y a mí me encanta cómo predica”.

Quizá uno de los últimos favores que ha concedido Fray Leopoldo en estos días del mes de mayo loconoce de primera mano Rosario Domínguez. Un día antes del viaje, Teresa y una amiga fueron vícti-mas de un robo. Una mujer le quitó a su amiga el monedero y a ella sus gafas y los dos billetes del viaje.“Cuando me di cuenta, la mujer se había escapado y se había llevado mis gafas de sol graduadas, queme habían costado un dineral, y mi billete de autobús. Fui al convento a ver si me los había dejado allí yme vieron tan preocupada que incluso uno de los frailes me dijo que si no encontraba mis gafas él me laspagaba. Fui con mi amiga a buscar a la mujer, porque nos habíamos quedado con la cara. Dimos un par devueltas por el barrio y cuál fue mi sorpresa cuando en una de las calles encontré los dos billetes y mis gafas.Eso tiene que ser un milagro. Yo iba buscando a la mujer, no las gafas. ¿Y si no hubiera pasado por esa calle?No las habría visto… ese ha sido Fray Leopoldo, seguro”, cuenta Rosario totalmente emocionada.

Adelaida Delgado es extremeña pero lleva toda la vida viviendo en Sevilla. “Me casé con un sevi-llano y aquí me quedé, ya llevo 33 años en Sevilla”. Adelaida es -como sus compañeras de autobús-franciscana seglar y, por tanto, hermana de Fray Leopoldo de Alpandeire, algo que lleva con orgullo,y “siempre” que hay una excursión “de este tipo”, se apunta, asegura. “En los últimos años he veni-do unas cuatro o cinco veces, pero la verdad es que siempre me encomiendo a Fray Leopoldo, todoslos días, y ojalá lo proclamen, muy pronto, beato y luego santo”.

Cientos de sevillanos acompañaron al Cardenal en la misa que celebró en conmemoración del humilde limosnero de Granada.

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Fray Leopoldo

l destino de las cosas saltó a la vida con tan luminosas etiquetas, que supieron leerlas hastalos ciegos. Las rosas vinieron a la vida para curar, los cardos para herir. También, por lo visto,las plantas tienen una suerte. Todas las rosas nacen con estrellas de capitán general, bajo el

signo de la más pura belleza, y por sus respetos campan en el puro querer de los hombres. Vienen almundo, arrolladoras de todas las clases sociales, no faltando nunca a la cita que le dan los poetas ape-nas el invierno cerró sus frías puertas, y la señorita primavera abrió de par en par la cancela de supatio andaluz.

Pero los pobres cardos nacieron estrellados, -ni siquiera con galones de suboficiales-, anarquistasempedernidos del espacio, inquisidores generales del aire, agresivos a la mano del hombre, y hastaverdugos de la boca del burro. Aparecen sin que nadie los llame ni los desee apenas las primeras aguasllamaron a las puertas del otoño, agazapados primero, y después retadores y sepultureros de cuantasplantas tuvieron la mala suerte de nacer a su mala sombra. Un minuto nada más los hombres consa-gran su atención de belleza a los cardos: cuando los toman como motivo ornamental, y allá que vanbordados en oro sobre el manto azul de una Virgen sevillana; pero que va llorando la muerte de suHijo, por lo que del todo no consiguen echar a un lado su mala suerte.

Mi ofrenda al sepulcro de

FRAY LEOPOLDOen el tercer aniversario de su muerte

A mi modo de ver, hermana-da la rosa con el cardo son elsímbolo de la santidad de frayLeopoldo. La santidad es tras-torno del sentido general, que-branto de las leyes ordinarias,un romper los moldes corrien-tes que tiene la naturaleza parahacer criaturas humanas de subarro. El santo se cuece en unalto horno a cien sobre cero. Elhombre ordinario se formacomo en el horno de un peóncaminero; como el calor pasede los cuarenta, ya lo tieneusted resquebrajado y no sir-viendo para nada. Por lo quebien podemos figurarnos a lasantidad, en símbolo, camaherida y desgarrada, marchan-do animosa por un caminoagreste, olvidada en aparien-cias de los guijarros que destro-zan sus pies, y de las zarzas quearañan sus manos.

La santidad de fray Leopoldofue dureza de cardo con atrac-tivo de rosa, a fuerza de un sal-tar y desbordar el alma labarrera del cuerpo, hastahacerla sombra de sutil blan-cura con perfume de nardo. Yolo conocí ya viejecito, con labarba blanca, blanca y enrisca-da, el pelo cano y liso, arruga-das sus manos y su cara, enjutosu cuerpo en perfecto juegocon el hábito pardo y duro,componiendo una estampa tancabal a la de aquel sanCantalicio, famoso cuadro deMurillo, que para la perfectasemejanza sólo le faltaba laVirgen arriba y el Niño en losbrazos, que las alforjas limos-neras las llevaba en los hom-bros, muy bien llevadas.

EFray Sebastián de Villaviciosa

La tumba de Fray Leopoldo cuandoestuvo en el cementerio de Granada.

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Fray Leopoldo

Fray Leopoldo fue dulzura que desbordó lo áspero a fuerza decaridad y pobreza franciscanas. Para él fue Granada cruz y cla-veles: Cruz, por lo penoso de su cargo en la vejez: limosneropor sus calles en cuesta y sus pisos en alto. Claveles, por la fecon que los granadinos le dieron su limosna de pan y de amor.

A Granada le concedió el Señor un alto y real privilegio: elque sus sueños divinos y humanos cuajaran en tierra y sehicieran carne. Digo yo que será esto, al aire nevado de susierra y al querer sin mancha de su Virgen de las Angustias.Verás si no. Para su vida humana Granada soñó con un barriopara vivir, con un palacio para soñar, con unos jardines pararecrearse, con un monte para rezar en su cumbre y bailar ensu falda. Y como por encanto... el Albaicín, la Alhambra, losCármenes y el Sacro Monte; aparte de todos los barrios, pala-cios, jardines y montes del universo mundo. Para Granadavivir su vida divina, no soñó con el cura a secas; ella quisosantos para que la bendijeran y le hablaran de Dios. Tambiénel Señor dijo a esto que sí, y a su enorme empeño de santi-dad, espaciados por las diversas épocas de su historia, comopara que le fueran santificando además su perímetro urbanoa medida que lo ensanchaba, le fueron llegando: primero, sanCecilio, bandera de martirio y amor en aquella Ilíberis paga-na, que santifica el Sacro Monte ese con rumores de cabildoy afanes de universidad. Después le vinieron los beatos fran-ciscanos Pedro y Juan, dos gritos de fe al aire de la herejíamora, que al caer martirizados en la Alhambra la santificaronpara siempre. Más tarde, san Juan de Dios, que abrasa laGranada imperial con el fuego de aquella caridad tan únicaen el mundo. Después, aquel santo don Andrés Manjón, elarcángel san Gabriel granadino, que con sus escuelas del AveMaría santifica el Albaicín y tu Sacro Monte ese con reflejosde cobre y zumbidos de zambra gitana. Y por último, FrayLeopoldo, el de la paz de Dios siempre en los labios en aque-lla época de terrores marxistas, que bendice lo nuevo yanchuroso de Granada, al viento ya del triunfo nacional. Silos cinco últimos no nacieron en ella, es lo de menos; lo demenos en la vida de un hombre es el pueblo donde nace; lode más será siempre el querer y el soñar, el sentir y el cantarcon el pueblo que nos hizo suyos a fuerza de querernos. FrayLeopoldo es granadino, porque sintió y soñó bajo el manto dela Virgen de las Angustias, que es donde Granada tiene supulso y su agonía.

Antes de que Granada soñara con su paisaje y con sus san-tos soñó con la Virgen, y a fuerza de acariciar tan bello sueñose la trajo viviendo todavía en la tierra. Me lo dijo FrayLeopoldo un día, con esa certidumbre de la fe sencilla, y conaquel ceceo tan suyo, certificado de su origen malagueño yreliquia de su natal Alpandeire: Padre -me dijo- por si quieredecirlo en sus sermones, antes que en Zaragoza, la Santísima

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Virgen se apareció a Santiago aquí en Granada.

Tan han llegado a ser las florecillas de san Francisco, sello inconfundible de popularidad en los san-tos, que en un intento inútil por hacerlos populares después de su muerte, les han buscado florecillas,sin conseguirlo, a santos tan severos de carácter como un san Ignacio de Loyola, y un beato Diego J. deCádiz. Fray Leopoldo tiene sus florecillas de pura cepa, con su gracia sencilla y su perfume delicado. Ensu vejez tranquila iba perdiendo la memoria y hubo días en que pasó tres veces por el mismo sitio, alhabérsele olvidado llamar una puerta bienhechora, sin embargo de que llamó a la de junto. Porque erael caso de que si no llamaba... Una vez recibí yo el recado por teléfono: Mire, padre, que esta semanano ha venido el Hermano Leopoldo por la limosna. (Y con esa cadencia tan armoniosa que los grana-dinos saben dar a sus preguntas...) ¿Es que está enfermo?

Una vez tuvo suerte en aquellos olvidos. En el caso del conde del Padul hacer a veces sus “prome-sas” con el cargo de darle un duro a fray Leopoldo cuantas veces se lo encontrara tal día, y uno, eldel cumplimiento de la promesa, encontrárselo cinco veces, sin buscarlo naturalmente. Como al díasiguiente pasara a su lado, le dijo: Vaya usted con Dios, hermano, hoy no tengo promesa.

Otra vez fueron unos novios que se le acercan, y le dice ella:

-Mire usted, hermano, este muchacho es mi novio.

Educado fray Leopoldo por la más fina educadora del mundo, que es la caridad, se deshacía en cum-plidos que le salían del alma.

-¿Cómo está usted? ¿Y la familia? Tanto gusto en conocerlo. ¿En qué puedo servirlo?

-Pues verá usted. Está trabajando en Fargue; tiene que estudiar de noche, porque a su padre se lomataron; ahora tiene que examinarse... de eso de los curas (de latín), dice que no se lo sabe. Que loencomiende usted al Señor.

-Vaya por Dios. Vamos a rezarle las tres Avemarías a la Virgen.

Supe de esto porque me tocó buscarlo cuando los dos vinieron al convento para darle las gracias.Al mocito que sabía poco de latín, le habían dado sobresaliente.

En su apasionado buscar la gloria de Dios, fray Leopoldo repartía sus milagros enviando siempre en eldelicado perfume de las tres avemarías. Una vez lo llamaron nada menos que de Barcelona, para enco-mendarle a un enfermo, y por teléfono las rezó. El que lo contó me dijo ser cosa de verlo con el auricu-lar en una mano, la cara levantada en un gesto muy suyo, y rezando con aquel gesto de pausa y devo-ción que tanto edificaba. Como buen anciano huía de hacer el ridículo. En sus últimos días de limos-nero lo acompañaba un hermano joven. Como una vez al atravesar la Gran Vía se le viniera encima uncoche, y fray Alfácar lo cogió del brazo, vacilando un instante en sacarle del apuro, le dijo después unpoco serio: Hermano nos hemos hecho los títeres.

La fe pura y sencilla de fray Leopoldo, apuntaba con certeza de dogma los más bellos detalles de lavida de la Virgen. Como dijeran en un sermón, ser lástima el que no supiéramos el oficio que tuvosan Joaquín, le dijo después: Padre, yo he leído en un libro que me prestó doña Isabel Abril, que lamañana aquella cuando nació la Santísima Virgen, los corderitos se la pasaron triscando de alegría.

El febrero frío de Granada dio a fray Leopoldo el espaldarazo para la gloria y lo ha constituido parasiempre caballero de Cristo y de la pobreza.

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Fray Leopoldo

DE CÓMO FRAY LEOPOLDO HABÍA APRENDIDOLA LECCIÓN DE LA PERFECTA ALEGRÍA

ra un día de crudo invierno. Llovía intensamente. Ateridos de frío y empapados por la llu-via, Francisco y fray León hacían el camino desde Peruggia a Santa María de los Ángeles. ElSanto quería explicar a su “ovejuela de Dios” en qué consistía la perfecta alegría: -¿Sabes,hermano León, en qué consiste la perfecta alegría?.. -¡Oh, no!, tampoco en eso está la per-fecta alegría.

l calor de este diálogo entre San Francisco y fray León, largamente meditado y asimiladodurante su dilatada vida religiosa, fray Leopoldo había aprendido la lección de la perfectaalegría. Y había descubierto también cómo la perfecta alegría no estaba en saber todas las

lenguas, ni en el poder dar vista a los ciegos o resucitar a los muertos, ni tampoco en hablar la len-gua de los ángeles o en conocer el curso de las estrellas o las virtudes de las hierbas o la naturalezade las aves, piedras, raíces o aguas. Su vida, la vida de este mendigo por Dios, ejerciendo su oficio delimosnero, transcurría gran parte del día fuera del convento y, de puerta en puerta, había llegado adescubrir cómo en la paciencia está la perfecta alegría. Al socaire de Sierra Nevada donde la nievees perpetua, por las empinadas y estrechas cuestas de las calles de Granada, fray Leopoldo conociócómo el frío agrio se cuela dentro, hasta el corazón, que se pone a temblar con desamparo. Cuandoaterido de frío, regresaba en solitario al convento, después de mendigar la limosna del Señor para sushermanos, fray Leopoldo durante aquellos días enteros grises, cuando la nieve cubre los montes querodean también la ciudad de Granada, releía con su pensamiento aquella página de las florecillas enque san Francisco explicaba a fray León, en qué consistía la perfecta alegría. Y así, un día de crudoinvierno, viéndole el hermano portero la cara descompuesta de frío, le dijo: - Fray Leopoldo, ¿tienefrío? “Hermano, le respondió, calor no tengo”. Y es que bien había aprendido la lección de la perfec-ta alegría que decir que no tenía frío sería mentira, cosa que detestaba como uno de los peores malesy lamentarse de las inclemencias del tiempo le parecía como quejarse de la Providencia. En la cruzde las atribulaciones y aflicciones podemos gloriarnos porque es cosa nuestra -repetía con Pablo-.

A Jesús sea siempre honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

A

e

florecillasde

Fray Leopoldo

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Fray Leopoldo

ray Felipe es el fraile de Melilla como Fray Leopoldo lo es de Granada. Y los dos fueron limos-neros que dejaron su testimonio en las calles, el granadino con su aroma de santidad, el meli-llense con su simpatía y su amistad universal. Cuando este hermano vistió en nuestro conven-

to de Sevilla el santo hábito el 1 de mayo de 1910, Fray Leopoldo ya estaba en Granada desde hacíasiete años. Ambos se conocerían más adelante, y de este conocimiento Fray Felipe consigna en susmemorias una anécdota de Fray Leopoldo que es inédita.

Aunque natural de Coín, a los 11 o 12 años, sus padres lo enviaron a Melilla con un tío suyo que seencargó de su educación, y, desde entonces estará vinculado a nuestra Ciudad rifeña. Después de suingreso en la Orden Capuchina, la obediencia hizo que volviera a la ciudad de su infancia, y con cor-tos paréntesis en conventos de la Península, pasó el resto de su vida en nuestro convento de “El Pueblo”,que así empezó a llamarse Melilla “la vieja” cuando empezó a extenderse “la nueva” al pie de sus cen-

tenarias murallas. Fray Felipe fue sacristán, limosnero,consejero espiritual, defensor del patrimonio de aquellaiglesia, y todo lo que fuera necesario para el servicio de sushermanos, frailes o seglares.

Fraile temperamental, dinámico y creativo, su figurafue popular en las calles de Melilla, hablando con todo elmundo: cristiano, judío, hindú o musulmán. Hábito,cuerda, sandalias, manto... y su canasto al brazo, quenunca llegaba vacío al convento, y cuando lo vaciaba porel camino para socorrer a alguien, lo cubría con unamentira “piadosa” (“Hoy no me han echado nada”) quenadie creía, ni el superior, ni él mismo. Con cristianoshablaba español y con musulmanes “chelja”, forma des-pectiva con la que los árabe parlantes denominan al idio-ma “tamazigh” o bereber.

Voy a recoger algunas anécdotas de este singular her-mano, empezando por una que parece sacada de “LasFlorecillas”. Los frailes apreciaban los consejos de FrayFelipe, llenos de sabiduría y sentido común, aunque aveces los consejos eran “de obligado cumplimiento”,¡Menudo carácter tenía!, como sucedió aquella vez que

fue destinado a Melilla un fraile muy joven recién ordenado de sacerdote; éste era un buen religiosolleno de fervor, bondad y sencillez, pero un día lo sorprendió Fray Felipe mirando desde el coro a unachica guapa que estaba en la iglesia orando. La reacción del hermano fue de profeta bíblico: lo llamóa la cocina, que era la sede de sus juicios sumarísimos, le echó un buen Réspice y lo castigó a pan yagua durante un día. Fray Felipe se excedió en la corrección fraterna, pues no tenía ningún derechoa imponer un castigo a nadie. Sin embargo el angelical joven recibió humildísimamente la reprimen-da, cumplió su ayuno como si fuera un eremita del desierto y agradeció al hermano el interés quemanifestaba por su bien espiritual.

Capuchinos comoFRAY LEOPOLDO

FFray Fernando Linares

En la imagen, Fray Felipe de Coín.

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Fray Leopoldo

Hubo dos carpinteros arreglando unos muebles en la sacristía. De pronto... “¡Milagro! ¿Esto qué es?”.Descubrieron la botella del vino de misa y no tuvieron más remedio que comprobar su calidad. FrayFelipe fue el que comprobó al día siguiente que le faltaba vino para la celebración eucarística; y no tuvoque investigar demasiado pues el cuerpo del delito estaba claro y los coautores también; así que convo-có en la cocina a los carpinteros y los puso como chupa de dómine. Ellos, que no habían discernido la“gravedad” de su delito, esperaban que cesara la tormenta y que el fraile los pusiera de patitas en la calleMiguel Acosta, pero se encontraron con la sentencia: en la mesa había dos vasos y una botella de vino,esta vez vino blanco y acompañado con unas tapas. Así era Fray Felipe, decía uno de los carpinteros,“como la gaseosa” que “estallaba pero luego no era nadie”.

La relación de Fray Felipe con la infancia era famosa. Se buscaban las cosquillas mutuamente el frai-le y los niños del barrio; en verano iban éstos a jugar debajo de su ventana y precisamente a la hora dela siesta: ¡De tres a cuatro de las calurosas tardes melillenses! Pues bien, si uno esperaba la llegada dela tropa infantil con un cubo de agua, los otros ya esperaban la consabida ducha. Por su parte, los mona-guillos procuraban comportarse debidamente en el altar y en la sacristía, porque de lo contrario teníanque darle explicaciones al Sacristán antes de que él les diera una buena explicación del ritual con laescoba en el trasero.

Hay un Fray Felipe espiritual, del que también hay un buen recuerdo. Una tarde, una testigo invo-luntaria, aprovechando la serena penumbra de la iglesia, fue a rezar el rosario mientras que él arre-glaba el altar de la Dolorosa y creía estar solo. Al mismo tiempo que ponía velas y flores, iba inven-tando y recitando a fuerte voz una letanía de piropos hermosísimos destinados a la Virgen. La testi-go, emocionada, no quiso interrumpir aquella intimidad y procuróse sin que el fraile descubriera suespionaje. La misma “espía” anterior nos contaba los postreros días de Fray Felipe cuando ella iba avisitarlo al hospital de la Cruz Roja durante su última enfermedad; refería con emoción la impresiónque le causaba ver en cama, calladito y con su rosario en la mano, “a aquel pedazo de fraile, con uncorpachón tan grande como su corazón, y con un corazón tan grande como su carácter”.Y es queforma parte del retrato espiritual de nuestro protagonista, su reciedumbre de hombre de fe, que sabeenfrentarse tanto a la vida como a la hermana muerte.

Pero hay algo muy curioso que no puede dejarse en el olvido y es que la gente lo llamaba "padre" y éllo aceptaba, cosa muy rara en un hermano capuchino de corte tradicional; y conste que la explicaciónno está en que tuviera añoranza de la ordenación sacerdotal, muy al contrario, pues se pasó la vida ufa-nándose de su condición de laico; en el fondo lo que había era una relación muy familiar entre él y lagente del Pueblo, que a él recurrían como a un padre; por eso cuando en verano de 1931 se quiso asal-tar la iglesia, algunos revolucionarios, que eran del barrio, no esperaban la figura valiente y agigantadade Fray Felipe en la puerta del templo gritando como él sabía hacerlo: “¡Entrad, pero mirándome a lacara, si sois capaces!”; este gesto hizo que cada componente de la turba se quitara de en medio rehu-yéndole la mirada, porque, como comentó alguien después del hecho, “ya se sabe, con la familia no sepuede, y el padre Felipe gritando quita hasta los malos pensamientos”. Se salvó la iglesia.

Melilla de sus amores le otorgó la Medalla de Plata de la Ciudad poco tiempo antes de morir enSemana Santa de 1968. Desde diciembre de 2004, sus cenizas reposan muy cerquita de la imagen deAquélla a la que él llamaba “su Niña”: Nuestra Señora de la Victoria, Patrona de Melilla.

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Fray Leopoldo

Ignacio Montaño.

Como un sincero y humilde homenaje a la figura profunda y afable de Fray Leopoldo, el autorde esta glosa se ha permitido tomar la Palabra de Dios de la Sagrada Escritura- reflejo del len-guaje más auténtico de los que, desde el principio, pusieron su fe en Cristo y en Cristo crucifi-cado- para que nos esforcemos en vivir nuestra pobreza con la plenitud del que siendo el Hijode Dios vino a servimos.

De la Carta del Apóstol Pablo alos devotos de FRAY LEOPOLDOen el aniversario de su muerte

ermanos, fijaos a quie-nes llamó Dios a com-partir esta confrater-

nidad. Entre vosotros haypocos hombres cultos según lamanera común de pensar;pocos hombres poderosos o quevienen de familias famosas.Bien se puede decir que Dios haelegido lo que el mundo tienepor necio, con el fin de aver-gonzar a los sabios; y ha escogi-do lo que el mundo tiene pordébil, para avergonzar a losfuertes. Dios ha elegido a lagente común; ha elegido lo queno es nada para rebajar a lo quees, y así nadie se podrá alabar así mismo delante de Dios.

Vosotros mismos, por gracia deDios, estáis con el Señor, el cualha llegado a ser vuestra sabidu-ría, venida de Dios, y os hahecho agradables a Dios, limpiosy libres. Así, pues, vale lo quedice la Escritura: “Nadie se sien-

ta orgulloso; más bien siéntaseorgullo del Señor. (Jer. 9,24)". (ICORINTIOS 1,26 al 31).

“Llenadme, pues, de gozo imi-tando a Cristo como FrayLeopoldo, teniendo todos unmismo pensar, un mismo amor,una sola alma y unos mismossentimientos. No hagáis cosaalguna por espíritu de rivalidado de vanagloria; sed humildes ytened a los demás por superio-res a vosotros, preocupándoosno sólo de vuestras cosas, sinotambién de las cosas de losdemás”. (FILIPENSES 2,1 al 4).

Estos cincuenta años han sig-nificado mucho para nuestraAsamblea de seguidores delSeñor. Sed fieles continuadoresde quienes os precedió en la fey de vuestro propio testimoniode vida cristiana. “Dios no esinjusto como para olvidar loque habéis hecho, el amor que

le habéis demostrado ayudandoa los demás como hacéis toda-vía. Solamente deseamos quetodos demostréis hasta el fin elmismo entusiasmo por alcanzarlo que esperasteis. No queremosque os volváis indolentes sinoque imitéis a aquel que por su fey su constancia consiguió laspromesas de Dios”. (HEBRE-OS, 6, 10 al 12).

“Acerquémonos, pues, concorazón sincero con plena fe,limpios interiormente de todolo que mancha la concien-cia...Sigamos profesando nues-tra esperanza sin que nada nospueda conmover, ya que esdigno de confianza aquel quese comprometió con nosotros.Que cada uno descubra en elejemplo de Fray Leopoldo nue-vos motivos de amar y de hacerel bien. No abandoneis el espí-ritu de hermandad como algu-nos suelen hacer, sino más bien

H

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Fray Leopoldo

animaos unos a otros...”.(HEBREOS, 10,22 al 25).

“¿No es cierto que cuandohay una carrera en el estadiomuchos corren pero uno sólorecibe el premio? Corred, pues,de manera que lo consigáis. Losatletas se imponen un régimenmuy estricto, por una corona delaureles que se marchita.¿Cuanto más nosotros, por unacorona que no se marchita?

Así, pues, yo corro sabiendoadonde voy. Doy golpes, no enel vacío. Castigo mi cuerpo y losometo, no sea que habiendopredicado yo a otros sea yo eli-minado”. (I CORINTIOS 9, 2)

Y poned vuestra confianza enel Evangelio que alimenta elejemplo de Fray Leopoldo, por-que “la palabra de Dios es vivay eficaz, más penetrante que

espada de doble filo. Penetrahasta la raíz del alma y del espí-ritu, sondeando los huesos y lostuétanos para probar los deseosy los pensamientos más ínti-mos; todo queda desnudo y aldescubierto a los ojos del aquélal que debemos dar cuentas”.(HEBREOS 4,12 a 13).

“Yo mismo, hermanos, al ir avosotros no llegué con palabrasy discursos elevados para anun-ciaros el mensaje de Dios. Mepropuse no saber otra cosaentre vosotros más que a CristoJesús, y a éste crucificado.

Me presenté débil, inquieto ycon mucho temor, de maneraque no tenía el lenguaje ni losdiscursos de los que sabenhablar y conquistar a sus oyen-tes. Pero al igual que habéisvisto con Fray Leopoldo, sí se

manifestó el Espíritu con supoder, para que creyérais no yapor la sabiduría de un hombre,sino por el poder de Dios”.

(I CORINTIOS 2, 1 al 5).

Porque “enseñamos una cosamisteriosa y escondida; la sabi-duría de Dios, lo que Él proyec-tó desde el principio delmundo para llevarnos a laGloria”. (I CORINTIOS 2, 7).

La Gloria desde la que ruegapor todos vosotros la santidadcumplida de un hombre humil-de, de un hombre de Dios alservicio de los demás: nuestrovenerable hermano FrayLeopoldo de Alpandeire.

La gracia del SeñorJesucristo, y la caridad de Diosy la comunicación del EspírituSanto sean con todos vosotros.

Sepulcro donde descansan los restos mortales de Fray Leopoldo, en el Convento de Capuchinos de Granada.

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Fray Leopoldo

Al H. Mariano Ibáñez, Ministro Provincial, y a todos los hermanos de la Provincia de Andalucía:

Queridos Hermanos: ¡El Señor os dé la paz!

eseo congratularme con todos vosotros con ocasión de la gozosa celebración del 50 aniver-sario de la muerte del Siervo de Dios Fr. Leopoldo de Alpandeire, especialmente hijo y her-mano de vuestra Provincial He querido acompañaros con mi presencia, pero mi agenda de

trabajo no lo permite. En mi nombre estará con vosotros el H. Aurelio Laita, Vicario General, quienes portador de mi afecto y estima hacia todos y cada uno de vosotros y de mi seráfica bendición, conmotivo de tan feliz acontecimiento.

El hecho en sí es excepcional y, por consiguiente, nos compromete a todo, ya que en él encontra-mos motivos de verdadera alegría y sobre todo de agradecimiento a Dios, modelo y fuente de todasantidad. Los “santos” son aquellos que, después de haber pasado por la “gran tribulación”, ahoraestán inmersos en el amor total de Dios. Personas como nosotros que han tomado en serio el evan-gelio, que han escogido seguir a Jesús sin miedo, concoherente fidelidad y, día tras día, han caminado por lavía segura del amor. Ahora son nuestros amigos e inter-cesores ante Dios, modelos de vida cristiana y, como enel caso presente, también de vida religiosa.

Es maravilloso, y curioso al mismo tiempo, constatarcómo con frecuencia en nuestra historia “los santoshacen a los santos”, los santos “engendran” a otros san-tos, los santos se dan la mano unos a otros. El caso que seestá verificando en vuestra Provincia es sintomático yejemplar: después del Beato Diego José de Cádiz, he aquíahora un nuevo testigo, Fr. Leopoldo de Alpandeire. Losdos han vivido el mismo estilo y forma de vida, cumplidoy realizado los mismos actos de la fraternidad capuchina.Cuando en la ciudad de Ronda se apagaba la voz de Fr.Diego, el “nuevo apóstol Santiago”, en frase de León XIIIy su memoria estaba viva en el recuerdo y en la memoriade sus gentes, 60 años más tarde y a pocos kilómetros dedistancia, en un pequeño pueblecito de la serranía ronde-ña, venía al mundo Francisco Tomás, nuestro futuro Fr.Leopoldo, que, años más tarde, seguiría los pasos de Fr.

En el 50 aniversario de la

m u e r t e d e l s i e r v o d e D i o s

F. LEOPOLDO deA L P A N D E I R E

D

H. John Corriveau

Ministro General OFMCap.

Beato Diego José de Cádiz.

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Fray Leopoldo

Diego. Serían precisamente los actos religiosos, organizados en la memorable ciudad del Tajo, conocasión de la beatificación de Fr. Diego, el punto de arranque y el origen de la vocación capuchinade Fr. Leopoldo, quien años más tarde confesaría que “el Beato Diego fue el origen de su vocacióncapuchina”. Y sería en Ronda, escuchando la predicación de los capuchinos que cantaban las gloriasdel Beato Diego, donde Francisco Tomás decidió “ser un fraile como aquellos”.

Amable figura de “hermano” capuchino, Fr. Leopoldo, fue un fiel seguidor del Seráfico Padre y, poreso mismo, un auténtico discípulo de Cristo, incluso en las exigencias más incómodas y radicales delEvangelio. Es la suya una santidad exquisitamente franciscana que lleva el sello de la humildad, dela sencillez, de la pobreza, de la fraternidad, de la minoridad, típicas del carisma franciscano; en suma,un carisma vivido al contacto con la gente, a la que encontraba diariamente en las calles de Granaday en el trato íntimo y permanente con Dios.

Por espacio de 50 años cumplió con el humilde servicio de limosnero. Con razón se ha dicho de élque “más que un hombre que pedía” era una “persona que daba”, porque era “más lo que daba quelo que recibía”. Cuantos lo encontraban quedaban verdaderamente convencidos de la autenticidadde su santidad y, por eso, solicitaban su intercesión ante el Señor. En todas partes dejaba excelenteimpresión, sobre todo con el testimonio del buen ejemplo de su vida, visiblemente encarnada en susvirtudes características y en todo su comportamiento. Quienes lo conocieron decían de él que era un“hombre bueno, verdaderamente bueno”, que tenía un “corazón de oro”, que era un “hombre deDios”. “Toda su preocupación - dijo de él un Ministro Provincial de Andalucía - fue hacer la volun-tad de Dios”. Su lema era “hagamos siempre lo que está mandado”. “Con esta fe de fondo - diría deél Fr. Pascual Riwalski, Ministro General - se comprende el porqué de su visión profundamente reli-giosa de las cosas, la aceptación de todo acontecimiento desde Dios, su actitud de absoluta paz y con-fianza en El. 'Bendito sea Dios’, ‘Sea por el amor de Dios’, ‘Tenemos que aceptar siempre la voluntadde Dios’. ‘El hace siempre lo mejor’, ‘Dios sabe mejor lo que nos conviene’, ... ‘Lo que el Señor envíahay que aceptarlo’... Pocas palabras, pero reiterativas de un estribillo, expresión de una fe espontáneay de una absoluta confianza en la Providencia".

Fray Leopoldo había comprendido que de lo que verdaderamente se trataba era de “ser bueno”, Oaunque “bueno sólo es Dios”; se trataba por tanto de imitar a Dios. El fue un humilde campesino quevivió a caballo entre dos siglos. De religioso pasó 50 años pidiendo por las calles de Granada.Caminaba “con los pies en el suelo y con el corazón en el cielo” y el rosario entre las manos, desgra-nando Ave Marías. Sus pocas palabras eran palabras auténticas, verdaderas, que brotaban de un cora-zón habituado a usarlas en los coloquios con Dios. Fue la suya “una vida hecha de pocas cosas”; peroen la modestia de esa vida de Fr. Leopoldo pueden descubrirse las cosas grandes que Dios realizó enél. Muchos milagros florecieron a su paso. Milagros relacionados con las cosas sencillas y humildes dela vida de la gente que Fr. Leopoldo encontraba. Pero el milagro más auténtico era él mismo: pordonde pasaba dejaba que todo quedase traspasado por el toque creador y sanante de Dios. Las puer-tas de su corazón se abrían y cerraban a las miles de personas que, diariamente, llamaban a ellas: pere-grinos, gente de paso y, sobre todo, pobres, indigentes...; encarnación de una humanidad herida ynecesitada, que recobraba la vida ante una escudilla de sopa y un trozo de pan, o ante una buenapalabra, un buen consejo y una sonrisa. Fr. Leopoldo ofrecerá a Granada, por espacio de cincuentaaños, toda su bondadosa cercanía y atención. Su caridad no conocerá tregua ni descanso.

La clave de ese secreto, misteriosamente vivo durante tantos años, estaba en la intensa, prolongada yrecogida vida de oración. Muchas veces, sobre todo durante las noches, sus hermanos, lo vieron inmó-vil y arrodillado delante del sagrario. Allí, delante del tabernáculo, pasaba horas y horas en diálogo conel Señor. Otras veces lo vieron levitado en profunda adoración; no parecía hombre. La caridad y la ora-ción eran el verdadero secreto del humilde Fr. Leopoldo. Era, en fin, un “hombre de Dios” que, con suvida silenciosa, se transformó en un mensaje elocuente del amor misericordioso de nuestro Señor.

En esta humanidad nuestra, convulsionada y caracterizada por rápidas transformaciones, detenernos

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Fray Leopoldo

ante la figura de este pobre y humilde capuchino puede producir sorpresa. Pero hay que añadir ensegui-da “pobre y humilde como Cristo”. La sola referencia a Cristo puede permitir que no envejezcan nuncalas personas y sus experiencias. Esto hace joven y actual a Fr. Leopoldo, a quien muchos aún conocie-ron, y nos permite traspasar los límites del tiempo para encontrar el manantial de una fuente fresca decuya agua todos tenemos tanta necesidad. Esta agua es la bondad sencilla, la humildad verdadera, lapobreza compartida con los más pequeños y los más necesitados, la intimidad total con Dios. Son pala-bras sencillas. Pero es precisamente de éstas de las que hoy tenemos tanta necesidad. Son ellas las másverdaderas y las más valiosas para conducirnos a lo que es esencial para nuestra vida, encontrando aDios, como los sencillos del Evangelio, en las cosas pequeñas de la propia existencia.

Fray Leopoldo siguió el ejemplo de san Francisco, el cual invitaba a todos a seguir el camino delbien “más con el ejemplo que con las palabras” y deseaba que sus hermanos hiciesen lo mismo. Su

muerte, acaecida el 9 de febrero de 1956, consagrótoda una vida de obediencia incondicional a Dios,que se manifestaba a través de la Regla francisca-na, de las órdenes de los superiores, de los aconte-cimientos de la vida diaria.

Y es ahora, cuando Fr. Diego, el que con su pre-dicación llenaba calles y plazas enfervorizando agrandes multitudes, calla en su tumba, mientras Fr.Leopoldo el religioso del silencio, habla elocuente-mente y predica con el testimonio ejemplar de suvida desde su tumba en la cripta de capuchinos deGranada, cubierta de flores y, sobre todo, de tantafe, de tantas lágrimas y de tanta esperanza.

El Papa Gregorio IX, el amigo y protector de losHermanos menores franciscanos, queriendo sinte-tizar la vida de San Francisco escribió con gransabiduría e intuición sobre su tumba este epitafio:“Muerto antes de morir, vivo después de muerto”.

Efectivamente, este fue Francisco a partir de suconversión: muerto antes de morir, o sea muerto alhombre viejo según san Pablo, al mundo según sanJuan y vivo después de muerto, esto es un hombre

nuevo, perennemente actual en los ideales, valores y alternativas evangélicas que vivió y proclamópara la humanidad de todos los tiempos.

“¡Vivo después de muerto!” He aquí el mensaje de Fray Leopoldo que hoy, a los cincuenta años desu muerte, se mantiene vivo, hecho fe y oración en todos sus devotos, que lo recuerdan desde lejoso acuden, peregrinos de esperanza, a su tumba en la cripta de la iglesia de capuchinos de Granada.

Roma, 6 de enero de 2006

En la fiesta de la Epifanía del Señor

Fray Leopoldo con una antigua imagen de Granada al fondo.

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Fray Leopoldo

DE CÓMO FRAY LEOPOLDO HABÍA APRENDIDO LALECCIÓN DE LA PERFECTA ALEGRÍA

rancisco de Asís tenía en alta estima la “pura simplicidad” y alababa a Dios, SupremaSabiduría, junto con la santa simplicidad. Fray Leopoldo estuvo también adornado de esasanta y pura simplicidad que tanto alababa san Francisco de Asís. Y no otra cosa que esa pura

y santa simplicidad es la causa y el motivo de esta florecilla.

n los primeros años de vida religiosa a nuestro limosnero se le encomendó, por obediencia,la tarea de hacerse cargo de la cocina. Ni remota idea de cocina tenía fray Leopoldo cuan-do le encargaron este menester, pero aceptó de buen grado pensando en servir a sus herma-

nos lo mejor posible. Y cumpliendo con su quehacer de cocinero, vino a suceder que el superior delconvento se puso algo enfermo y le pidió que le pusiera en la cena, durante algunos días, un huevopasado por agua. Al observar el religioso que cada día llegaba a la mesa el huevo más duro le dio lasquejas al cocinero con cierto malhumor. Fray Leopoldo aceptó la reprimenda prometiendo ser másdiligente en lo sucesivo. Pero al día siguiente volvieron a repetirse los hechos a la hora de la cena. Elsuperior, viéndose de nuevo contrariado, se subió de tono y volvió a llamar la atención al cocineropor su reiterada negligencia y descuido. Pero fray Leopoldo seguía sin conturbarse y sin comprendercómo podía suceder aquello; sumergido en la más pura simplicidad le dijo al religioso enfermo conbastante serenidad: “¡por Dios, Padre! ¡No se ponga así! Yo no comprendo cómo puede suceder esto,porque tengo puesto el huevo a cocer desde el mediodía”.

En alabanza de Cristo y del pobrecillo Francisco. Amén.

ef

florecillasde

Fray Leopoldo

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Fray Leopoldo

sí lo copiaron, en sudeambular cotidianopor las calles de

Granada por espacio de mediosiglo, los pulidos mármoles oespejos de los grandes estableci-mientos, y las retinas de lostranseúntes, unas veces extra-ñadas, indiferentes otras y, másfrecuentemente, con destellosde admiración: muy pardo elhábito y muy blancas las austeras barbas. Sosegadoel caminar de sus pies desnudos que, de modo noinfrecuente, teñían de sangre el asfalto. El rosarioen la mano amoratada de frío, la mirada absorta enun mundo sólo visible para él, y el cuerpo un tantovencido por el peso de la alforja, las penitencias ylos años. Diríase una parda viñeta arrancada dellibro de las Florecillas.

Vino a la luz de la vida y de la gracia en unavilla de apretado y albo caserío enclavada en elcorazón de la Serranía de Ronda. A los 33 años,abandonando la tierra que le vio nacer y habíacultivado con cariño en sus años mozos, y que-brando el idilio de un amor puro, vistió el auste-ro sayal de los hijos de san Francisco.

Llevó al convento, además de su breve equipaje,un carácter noble y bondadoso, un cuerpo vigoro-so y sano, y una indomable voluntad de santificar-se en la que no cedió jamás. Llevóse también suacento malagueño, con el característico ceceo de laserranía, y que conservó hasta las postreras jacula-torias en su lecho de muerte. Acento que inspirabauna particular simpatía, pues era un exponente desu sincera naturalidad -una de sus grandes virtudesque le revelaba tal cual era, sin estudiados refina-mientos a posterior. Unido éste, su acento, al tonode su voz algún tanto opaca, y que parecía proce-

derle, más que de la garganta,del corazón, sus Benditos seaDios, sus joviales conversacio-nes en el recreo, sus entrañablesfrases de consuelo y consejo, y elrezo de aquellas inolvidablesavemarías, estremecedoras deunción, tenían un grato sello deoriginalidad. De su tierra meri-dional heredó también un buensentido del humor que le dejaba

airoso en muchas ocasiones, ya fuera cuando algu-nos frailes jóvenes lo ponían a prueba, ya cuando ladevoción de las gentes rayaba y aún superaba laimprudencia.

Físicamente tenía un notable parecido al tam-bién limosnero y patrón de los hermanos capu-chinos, san Félix de Cantalicio, al menos talcomo lo realizó el pincel de Murillo: De estaturamás bien baja, menudo, pero de contextura robli-za y resistente. Pues aunque es verdad que por suvirtud soportaba trabajos y, ya entrado en años,padecimientos que pasman, hubiera sucumbido aellos por grande que fuera su virtud, de no teneren su haber una naturaleza tal, de sana herenciay curtida en su juventud por el deporte de lasduras faenas campesinas.

De sus dones naturales el más sorprendente erasu mirada. Transparente y gozosa como los arro-yuelos de la serranía. Expresión genuina del can-dor de su alma. A sus noventa años -lo comenta-ban todos- su mirada se abría al mundo -ingenua ymística- con la nitidez de los años infantiles. A elloalude el P. Gonzalo de Córdoba en una de sus ins-piradas poesías al conocerlo ya en su ancianidad:

iY tanto a Dios se ha acercado que de presen-cia divina los ojos se le han llenado!

Semblanza espiritualy humana deFRAY LEOPOLODOde ALPANDEIRE

Fray Ángel de León

¡Y tanto a Dios se haacercado que de pre-sencia divina los ojos

se le han llenado!

A

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Fray Leopoldo

Y ese algo indefinible de su mirar ha quedado enparte, sólo en parte, prendido en alguna de susfotografías. Un anciano de pueblo me detiene, ydespués de interrogarme si pertenecía a la orden deFrav Leopoldo me dice en tonoadmirativo y ponderando cadasílaba: “Tengo yo un retrato deél en mi casa que me va miran-do por dondequiera que voy”.

Como capuchino llevabasiempre barba, que en su juven-tud era rubicunda, pero queencaneció presto, siendo yapopular desde muchos añosatrás su blanca barba. El hábitocasi siempre descolorido y remendado, pero lle-vando con esmerada pulcritud su pobreza capu-china. Pulcro el venerable rostro, aunque sin com-postura la barba, ya que nunca usó espejo, sinonaturalmente austera y venerable; y pulcra, aun-que burda, la remendada estameña de sus hábitos.

* * *

Fueron sus propósitos al vestir el hábito, huir dela vaciedad de la vida del siglo para santificarse ala sombra del santuario, en clausura y trabajomonástico. Intento en el que fracasó pues lanzadoa la calle por la obediencia pudo disfrutar como elque menos de la dichosa soledad del claustro. Pero

siendo la obediencia una de sus más característicasvirtudes, jamás se permitió insinuar nada quefuera más de su agrado, sino con admirable capa-cidad, cultivó la deleitosa soledumbre del corazóne íntimo coloquio con el Creador aún entre elbullicio de las calles y trato de gentes. No obstan-te, su amor al retiro era sociable y proverbial sudelicadeza y cortesía, nacida de su enorme capaci-dad de amor a los prójimos, en la que antes peca-ba por exceso que por defecto. No era su conduc-ta la de esos santos que dicen "pala el cielo y losaltares" por resultar inadecuados o poco gratospara vivir en sociedad. Muy al contrario todo elmundo se sentía a gusto junto a él, pues aún sien-do parco en palabras tenía ese inexplicable don dehacer grata su presencia. Por todos era solicitado,para todos tenía una palabra amable o confortan-te y a todos hacía partícipes de la envidiable sere-nidad de su espíritu.

Sin embargo, la fama de santo tiene tambiénsus inconvenientes. Era observado con excesopor los frailes jóvenes, solícitos de penetrar en elmisterio de su vida, de sorprenderle en el goce dealgún don celeste o tal vez de descubrir algún

detalle impropio de su fama,resultando en este último casoinútil toda pesquisa, pues suvida era tan diáfana y de unafidelidad tal cual si fuera untexto viviente de la regla,constituciones y costumbres dela Orden.

Junto a sus extraordinariasvirtudes y fama de santo, con-firmada por Dios con algunoshechos extraordinarios que

corrían de boca en boca, poseía la virtud de prac-ticar lo heroico con discreción y naturalidadsumas y ocultar todo carisma con rara solicitud,por lo que no era fácil apreciar toda la virtud queatesoraba. Nada más lejos de él que el gesto espec-tacular. Su actitud en el coro e iglesia era la delhumilde publicano. Aún en el rezo de aquellas sustaumatúrgicas tres avemarías, pródigamente des-granadas por todos los rincones de la ciudad, ypedidas y contestadas por teléfono desde centena-res de leguas de Granada, y que al decir de muchostestigos, el oírselas producía escalofríos de emo-ción, causaban esa impresión únicamente por la

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Su barba blanca, muy popular desde siempre.

Junto a sus extraordi-narias virtudes y

fama de santo poseíala virtud de practicarlo heroico con dis-

creción y naturalidad

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unción y espíritu de fe con que las recitaba, nuncapor actitudes o entonaciones teatrales.

Con una inimitable habilidad para velar suintervención, daba sus consejos -poseía este donen alto grado- o profería sus vaticinios. Y sé deintelectuales de altura que disfrutaban en gran-de al observar cómo escurría en la conversacióntoda alusión personal en su favor, por más quecon disimulo o sin él, trataran de forzarle ahacerlas.

* * *Así, enamorado de Dios, sencillo y cordial, aro-

matizó el mundo con la fragancia de su vida estapostrera florecilla del Jardín seráfico. Pero Dioscuya palabra no ha de quedar incumplida, diría-mos que se propone exaltar al humilde FrayLeopoldo. Sin propaganda alguna, a la noticia desu muerte, Granada entera y pueblos cercanoscorrieron a venerar su cadáver, despojándole trozoa trozo y a hurtadillas de su pobre sayal para con-servarlo como preciada reliquia. Sus muchosdevotos y favorecidos contribuyeron con celeridada la construcción de un artístico sepulcro concapilla-cripta, que los días nueve de cada mes ve

desfilar, a veces tras lenta espera, multitud de per-sonas de todas las clases sociales.

Hoy, en el sexto aniversario de su muerte, elignorado Fray Leopoldo que nunca vio sobre sucabeza otro cielo que el de Andalucía, es invoca-do, -y narran sus innúmeros favores- en todas lasprovincias españolas, en muchas naciones deEuropa, de Atrica y de la lejana América.

Su Proceso ha sido iniciado con el aplauso de lajerarquía eclesiástica, y el Ayuntamiento deGranada ha dado su nombre a una espaciosa ave-nida, como testimonio de veneración al que supollevar la paz de Dios por todas las calles y plazasde la ciudad.

Así de incompleja al exterior fue la vida de estevarón de Dios, del que podemos pensar que, trassubir tantas escaleras -mendigo por Dios- bienmereció hallarse vecino a las estrellas. Y ni tendríade extraño que habiendo llamado a tantas puertascon un encendido Ave María Purísima en loslabios, hallara ya de par en par las del paraíso.

Bello y logrado dibujo del capuchino italiano Hugolino de Belluno de los murales de la cripta de Fray Leopoldo.

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l día 9 de febrero de 1956 moría santamenteen Granada fray Leopoldo de Alpandeire.En estos cinco años la devoción a fray

Leopoldo ha crecido de manera gigante. De todospuntos de España acuden a este humilde hermanocapuchino andaluz pidiendo su protección.

Es difícil decir cómo era. Juglar de la Virgen: ya hehablado de las tres avemarías de fray Leopoldo enotra ocasión. Quiero insistir. Porque esas tres ave-marías eran el poema y el canto ininterrumpido deeste juglar de la Virgen a su Señora. Con ellas, frayLeopoldo descargaba un tanto el incendio de amormariano de su corazón. Podemos reírnos de esosamores humanos que dicen morirse de amor si no seles socorre. No es para tanto, no hay peligro. Peroeste amor divino de los santos es ya otra cosa, es másdifícil de llevar. Este amor enciende y quema comoel corazón de fuego de un volcán y amenaza la frá-gil envoltura del cuerpo del santo. Fray Leopoldotenía que aliviarle. Por eso reza reiteradamente antela imagen de la Divina Pastorade su iglesia, ante el azulejo de lafachada del convento y antes lasVírgenes que los siglos pusieronen las paredes de las casas grana-dinas. Estas avemarías de frayLeopoldo remontaban comopalomas blancas muy voladoras,recorriendo las torres delAlbaicín y las cimas blancas deSierra Nevada, hasta llegar alcorazón de la Virgen. Sólo así seexplica que este anciano recorradiariamente Granada sin clausu-rar nunca su sonrisa a pesar desus pies terriblemente grieteadosy descalzos, de sus años y deotras cosas. Algunos tienenideas equivocadas de los santos.Se los figuran insensibles al

dolor, sin sufrimientos, como si fueran de plástico. Yno es así. Fray Leopoldo sufrió mucho física y moral-mente. Era un temperamento ardiente y tuvo quesoportar las judiadas de los hombres. En cierta oca-sión me decía: “hermano, para ser santo hay que tra-gar mucha saliva”. Fray Leopoldo recogió durante suvida una alforja de sufrimientos más grandes y másllena que la que llevaba a la limosna. Pero envolviósus cruces en avemarías y se las ofreció a la Virgen.Por eso su sonrisa no se marchitó nunca.

Las tres avemarías tenían también otra misión: cam-biar el agua de la tristeza de sus correzadores en vinode alegría; el temido suspenso del estudiante en unaprobado, la enfermedad en salud o resignacióncristiana. Esta era la razón de ver a fray Leopoldorodeado con frecuencia de estudiantes, albañiles ochicas, como esos cuadros en que san Antonio estárepartiendo pan a los pobre. El que rezaba una vezlas tres avemarías con fray Leopoldo, repetía. Aveces la distancia pone dificultades, pero ahí está el

teléfono. Rin, rin, riiin... precisa-mente cogí yo el teléfono.Conferencia de Jaén. Quierohablar con fray Leopoldo. FrayLeopoldo coge el auricular. Unavoz femenina le cuenta un asun-to difícil pidiéndole consejo. Portoda la respuesta, fray Leopoldole invitará a rezar con él tres ave-marías a la Virgen. Del lado deacá fray Leopoldo reza pausada-mente. Desde Jaén, la señoraresponde. Nos consta que aque-llas tres avemarías hicieron másfruto que veinte consejos decuras y cien consultas de aboga-dos. ¡Así eran las tres avemaríasde fray Leopoldo!

Caballero de la Virgen: las cam-panas de la catedral de Granada

FRAY LEOPOLDO, juglary caballero de la Virgen

Fray Gil de Pedroche

Fray Leopoldo con estandarte del Vía Crucis.

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dan las doce, hora de María. Fray Leopoldo está en una tienda recibiendo un poco de calderilla. Empiezaa rezar el Angelus en voz alta. Se deja de vender y a un lado y otro del mostrador responden a las avema-rías. Fray Leopoldo comprueba que el dueño no se ha quitado el sombrero. Interrumpe su rezo y le dice:hermano, también usted es hijo de la Virgen, haga el favor de descubrirse. Las palabras del santo son ama-bles, delicadas, tumbativas. El comerciante se quitó el sombrero y rezó con todos. Vamos a contar un últi-mo caso. Frente a nuestro convento de Granada se alza el monumento más antiguo de España a laInmaculada, el monumento del Triunfo. Fray Leopoldo me contó que, durante su vida, habían tratadovarias veces de quitarlo de allí y trasladarlo. No le hacía gracia el traslado. Temía que fuese un pretextopara dejar a Granada sin ese monumento a la Virgen. Fray Leopoldo removió cielo y tierra. Después deexponerle su temor al Superior, se fue a hablar con D. Andrés Manjón para que trabajase con su influen-cia y autoridad y no se llevara a cabo tal propósito. No pararon aquí las andanzas del santo, sino que, ensu sencillez, habló con el Gobernador Civil, con el Presidente de la Diputación y con el Sr. Alcalde.

Sr. Alcalde, le dijo, me he enterado que quieren trasladar el monumento de la Inmaculada. Se trata de unaestratagema de unos pobres hombres, a los que tiene engañados el diablo, para dejar a Granada sin la Virgen.Vd. no puede consentir eso como católico y granadino. El Alcalde le dijo al buen hermano que se fuera tran-quilo, que no trasladarían el monumento. Pero fray Leopoldo no se fiaba mucho de las palabras de los hom-bres, porque, decía él, el diablo tiene cogidos a algunos pobrecitos. Por eso fray Leopoldo salió delAyuntamiento, remachando su petición con tres avemarías rezadas pausada y angelicalmente. Creo poderafirmar que hoy Granada conserva este monumento a la Virgen, el monumento del Triunfo, con su nuevafuente y sus nuevos jardines, gracias a este juglar y caballero de la Virgen.

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or una sencilla cuestión de calendario tuve la fortuna de conocer la figura menuda y frágil enlo físico, enorme y recia en los espiritual, de Fray Leopoldo. Lo recuerdo con su incansablecaminar de puerta en puerta, de piso en piso, cabizbajo por el peso de sus muchos años, como

si mirase más a la tierra que lo iba a recibir pocos años más tarde, que al cielo abierto que lo espera-ba con sus brazos de par en par. Cuando se desplazaba, entonces penosamente, por el adoquín y elasfalto, las veredas y los caminos polvorientos, con sus viejas sandalias que apenas podían abarcar suspies tan cansados.

Digo que conocí al frailecillo capuchino, medio siglo limosnero de toda Granada, de la urbana y larural, de la cercana y la más alejada. Pero no tuve la fortuna de Fray Balbino de Hornachuelos, quelo acompañó y acogió física y espiritualmente hasta sus últimas palabras, hasta su última mirada ilu-minada, consciente de que volvía a la Casa del Señor. Nunca hablé con él, nunca pude rezar a su ladoalguna de las decenas de miles de veces que repitiera aquellas tres Avemarías que fueron su santo yseña. Sin embargo, desde los días del cincuentenario me siento más cerca del Fray Leopoldo vivo por-que tuve la fortuna de hacerle mil preguntas a quien fue su último consuelo en el convento capuchi-no de Granada, desde dos años antes de aquella madrugada del 9 de febrero de 1956, cuando el san-tico Leopoldo entregó su alma a Dios. Mil preguntas a Fray Balbino sobre cómo era, qué decía, cómose expresaba, qué pensaba de la santidad que el pueblo le reconocía en vida. Una santidad que surotunda sencillez humana, su sincera humildad le hubiese creado un serio problema de conciencia, sihubiese adivinado que en el Reino de Dios le aguardaba el lugar de privilegio que desde entoncesocupa. Y estuve más cerca aún cuando apreté en mis manos el mismo rosario grande de madera queFray Leopoldo tomaba cada día entre sus dedos, el mismo crucifijo que besara poco antes de morir, yque aún cuelga del hábito de Fr. Balbino.

“Todo entero parece unareliquia...”Fray Leopoldo en losmedios de comunicación

José Luís Kastillo

P

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Fray Leopoldo

Con motivo del cincuentenario todos hemos conocido mejor a Fray Leopoldo, porque se ha escri-to mucho y bien de su santidad, porque se ha hablado con pasión -ahí está la profundidad en el decirdel P. José María Javierre, ahí la emoción hecha palabra del periodista Tico Medina- y se ha escritode nuevo acerca de los relatos de santidad renovada que nos volvió a acercar el emocionado docu-mento de cuanto vivió -cuando se moría- Ileana Martínez, estremecedora historia que tantos y tanbuenos testigos presenta, como una de las curaciones extraordinarias que por su intercesión se lereconocen.

Pero también me he aproximado a la prensa de hace cincuenta años. A la prensa que publicó laesquela de su fallecimiento el mismo día 9, en que se elevó su alma al Cielo. A la nota apresurada deun redactor desconocido, que en la urgente madrugada periodística no quiso ocultar a sus lectores eltitular de la noticia que nadie quería leer: “Ha muerto el venerable Fray Leopoldo, religioso francis-cano. Su figura era popular en la provincia en donde ha sido limosnero más de 50 años”, titulaba

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Fray Leopoldo

Ideal de Granada en su portada.

Quien ha ejercido el periodismo de provincias durante muchos años sabe muy bien lo complicadoque resulta, cuando la madrugada ya ha avanzado, “levantar” una primera página cerrada con lasnoticias de mayor interés de la jornada. Pero esta que aludía a la muerte, a la Nueva Vida de FrayLeopoldo obligaba a remodelar los contenidos de algunas páginas del periódico. De nuevo habría desonar el clic, clic de las linotipias “de guardia”, se exigía repetir las “tejas” de plomo de esa primerapágina y cambiarlas sobre la rotativa que ya imprimía los primeros ejemplares de aquel 9 de febrero.La noticia manda, aunque sea a deshora. Sin embargo, el redactor anónimo, el redactor “de cierre”de aquel día, tuvo el sosiego de escribir en el cuerpo de la noticia que “sus virtudes y anécdotas hancorrido de boca en boca y la ciudad le ha admirado y venerado en vida. No necesitaba pedir; a supaso por las calles se le acercaban personas que tras besar su cordón franciscano depositaban unalimosna. En más de una ocasión, en la misma calle -sigue relatando el periodista- le pedían una ora-ción para un enfermo. Y el bueno del Hermano Leopoldo, con un edificante fervor, rezaba con supeticionario en el mismo momento”.

Hablaba el periódico un día más tarde del “desfile de granadinos ante el cadáver de Fray Leopoldo,tocándose sus restos con rosarios, medallas y estampas. Más que unas honras fúnebres, el sepelio delcadáver del religioso franciscano Fray Leopoldo María de Alpandeire parece que se trataba ayer deun jubileo, al que se asociaron personas de toda clase y condición social, asociaciones, sacerdotes,religiosas...”.

Se hablaba del gran gentío que asistió a su sepelio en el cementerio y del “considerable número de

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fieles que pugnaban por acercarse al cadáver”. En la seccióndiaria que se titulaba “El día en Granada", el redactor que glo-saba los temas más sobresalientes de la jornada anterior dejóescrito: “Todo entero parece una reliquia guardada en el negroataúd. El Hermano Leopoldo casi parece que sonríe. Ese es ungesto ya muerto. Pero allá arriba, ¡claro que sonreirá! No loolvidaremos y él tampoco nos olvidará”.

Aquella frase periodística era, en realidad, una premonición.Fray Leopoldo sigue con nosotros. Más vivo que nunca surecuerdo, su hálito de santidad; su presencia en este valle delágrimas se ha agigantado durante los actos del cincuentenariode su fallecimiento. Si hace medio siglo la referencia en laprensa local acerca de la muerte de Fray Leopoldo fue muyexpresiva, no es comparable en la intensidad y en la amplitudcon la respuesta ofrecida por los medios informativos actuales,mucho más poderosos en número y en tecnología. Los periódi-cos locales, regionales y nacionales se ocuparon del aconteci-miento de un 9 de febrero muy especial. No sólo en sus espa-cios de información general, también en los suplementos quededicaron numerosas páginas a glosar el significado espiritualde una figura como Fray Leopoldo, para quien su pequeñezhumana y su gigantesca humildad fueron signos decisivos quele insertaron en el corazón de muchas gentes, incluso de las nocreyentes en la Fe de Cristo que con tanto ardor y convenci-miento profesaba el frailecillo.

Mas si la actitud de los medios informativos escritos fue elo-cuente y generosa, la respuesta de los medios audiovisualesresultó igualmente ejemplar y confortante, sobre todo si pensa-mos en los tiempos que corren, de descreimiento y hedonismo.Si el tiempo es oro siempre, en la radio y sobre todo en la tele-visión el tiempo es una fortuna. Por eso debe quedar reflejadala gratitud a todos los medios informativos que acogieron con tanto desprendimiento el acontecer delos días en los que se conmemoraba el cincuenta aniversario de la muerte de Fray Leopoldo. Imágenesde las inacabables colas de fieles que acudieron a la cripta, del oficio de las misas, sobre todo de lapresidida por el Cardenal José Saraiba Martins, Prefecto de la Congregación de las Causas de losSantos, llegado expresamente a Granada para bendecir los sucesivos actos programados. Imágenes,en fin, del respaldo popular y el apoyo a la obra social de los Franciscanos Capuchinos, que enGranada acoge a un centenar de ancianos, muchos de ellos desfavorecidos en el arraigo social, fami-liar y económico, pero que gozan ahora de una atención preferente de amor, cuido cercano y servi-cios, al tiempo que disfrutan de la inmensa fortuna de residir a muy pocos metros de la cripta dondereposan los restos de Fray Leopoldo. El frailecico de Alpandeire, estamos seguros, intercederá paraque esa atención a quienes tanto lo necesitan se redoble en cantidad y en calidad para sus actualesbeneficiarios y para muchos más que lo precisen en el futuro.

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oy es corriente entre escritores, predi-cadores, conferenciantes y aún políticosreferirse al Evangelio, pero sin citar

nada en concreto. Yo pienso, a veces, que ningu-no de ellos lo han leído y mucho menos medita-do, y menos aún lo han hecho jugo de su vida.

Fray Leopoldo sí. Lo hizo jugo de su vida. Nome atrevo a decir que fuera un lector asiduo ydiario del Evangelio, aunque tal vez fuera así.Pero en sus lecturas espirituales y en sus medita-ciones era el Evangelio el trasfondo de toda suvida. Para mí, creo que él tenía tres libros impres-cindibles y continuamente consultados: el cruci-fijo; el Sagrario y el altar de María.

Don Pedro Manjón, ilustre sacerdote granadi-no, que lo trató durante muchos años, escribió deél, de fray Leopoldo: “No era hombre de letras,no tenía estudios teológicos; pero nos aventajabaa todos, porque poseía el gran secreto del conoci-miento y del amor de Dios. Era todo un hombrede Dios”.

Cuando yo iba a Granada, con gusto tenía unbuen rato de conversación con él. Yo recuerdoque, si en nuestra conversación salía a reluciralgún pasaje evangélico, él siempre lo citaba conreverencia y con toda exactitud. No era fruto desu estudio. Era fruto de sus constantes meditacio-nes. En la práctica de su vida se veía que elEvangelio era el alma de todo su vivir. Pero, comodigo, el Evangelio aprendido, más que en libros,en su diario meditar.

En cuanto a la Eucaristía, a su reverencia, a surespeto, a su entrega amorosa y cordial, no quie-ro omitir lo que una vez me sucedió con él.Estaba yo recién operado de estómago y sufría defrecuentes vómitos. Una mañana celebraba yo lamisa en un altar lateral de nuestra antigua iglesia

de Granada. El altar estaba dedicado a las TresAvemarías de la Virgen. Me ayudaba en la misafray Leopoldo, ya muy anciano. Hacia elPaternoster y antes de la comunión me sobrevinoun fuerte vómito. Fray Leopoldo, a pesar de susmuchos años, corrió hacia la sacristía e inmedia-tamente me trajo una palangana, en la que seguíarrojando el vómito. En seguida me preparó unsillón para que me repusiera. Y además, llamó aun Padre para que, en caso de no poder terminaryo mi misa, consumiera las sagradas especies yaconsagradas. Cómo aquel viejo, ya decrépito,pudo realizar estos servicios tan rápidamente,nunca me lo expliqué. Un ángel, volando, no lohubiera hecho todo con más prontitud.

UN HOMBREque supo vivir elEvangelio Fray Serafín de Ausejo

H

Fachada de la Iglesia del Convento Capuchino de Granada.

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EL SEPULCROde Fray Leopoldo

Fray Justo de Berja

l 9 de mayo fui a Granada con el propósi-to de comprobar, con mis propios ojos, loque me habían dicho y que no había

visto. Sabía que el 9 de cada mes se dan cita enla cripta que guarda los venerados restos de frayLeopoldo de Alpandeire, miles de peregrinos, lle-gados de todos los rincones de Granada y de dis-tintos lugares de España. Con frecuencia se vendevotos que vienen de distintos países delmundo, ya que el Siervo de Dios es conocido entodas partes.

Un día 9, el de febrero de 1956, moría frayLeopoldo en el convento de Granada. Tres añosantes, justamente el 9 de febrero, había dejado sumisión de limosnero. Su pregón constante deAvemarías lo continuaría desde el recogimientodel claustro. Me parece que ahora, a los 19 añosde haberse ido con Cristo, el bendito Hermanodebe sonreír desde el cielo al ver a sus devotosjunto a su tumba, el día 9 de cualquier mes.Desde el amanecer hasta bien entrada la nochehe visto un constante y apretado desfile de cris-tianos, que llegaban, con prisas en sus ojos y sedirigían, escaleras abajo, hasta la cripta, dondereposan los huesos de aquel hombre de Dios, quedurante más de 50 años cruzó las calles deGranada, con sus notas vivas y alegres de hijo delEvangelio.

Mi admiración aumentaba por momentos.Había oído algo de lo que era el día 9 en la igle-sia de Capuchinos de Granada, pero mi perma-nencia en América, desde 1950, me había impe-dido comprobarlo.

Claveles rojos, abundantes, en plena primave-ra, sobre el sepulcro y fervorosos que tratan dellevárselos, para conservarlos como reliquias...Una mujer llora en la cripta: llora de alegría, por-

que Dios, por mediación de su siervo frayLeopoldo, ha salvado de la muerte a dos de susnietecitos. Es un milagro, dice ella, y quiere quelo escriban, para que conste en el proceso de bea-tificación. Como este testimonio se sucedenotros, muchos, que no se pueden escribir, porqueya están grabados en los corazones de almas agra-decidas. Y así todo el día, sin descanso en la horade la siesta, con ansia permanente de ver y tocaraquello que consideran sagrado.

Espectáculo maravilloso el del día 9, junto a lascenizas de fray Leopoldo. Parecía encontrarmeen la Gruta de Lourdes; en Fátima el 13 de mayo;en San Giovanni Rotondo, junto a la tumba delpadre Pío, el capuchino estigmatizado... Olor demuchedumbres enfervorizadas y silenciosas,como abejas hacendosas que van en busca de lacolmena, para enriquecerla de haces de fe y quereciben la miel del consuelo y de la misericordia.

¡Qué prueba tan bella de piedad, ante los des-pojos de un hijo de la Iglesia, que se santificó ysupo santificar a muchos con el ejemplo de suvida! Después de mi visita, ante la contempla-ción de aquel panorama de fe recia y viril, quedéconvencido de lo que ya creía: Que frayLeopoldo, siervo de Dios, que siempre quisoocultar sus virtudes a los ojos de los hombres, hasido elevado por Dios a las alturas de la santidady honrado, reverentemente, por las criaturas, sushermanas.

E

El sepulcro del fraile, siempre con flores.

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Fray Leopoldo

“UN SANTO LLENO DE

AMOR, un evangelio vivo... El quinto evangelio”

Fray Esteban de Puente Genil

a devoción a Fray Leopoldo deAlpandeire se ha extendido a lo largo deestos últimos cincuenta años por todo el

mundo. Ante su sepulcro han rezado ya millonesde personas, unas 10.000 cada mes. Los 9 defebrero -día de la muerte de este fraile capuchi-no- se forman inmensas colas de almas que espe-ran visitar al que muchos ya lo reconocen comoun santo. Vienen de pueblos de Granada y detoda Andalucía. Pero también proceden de luga-res más remotos como Tarragona de donde hanllegado a salir 70 autobuses. Miles de devotos, lamayoría de ellos latinoamericanos y europeoshan contado por escrito los favores que le atribu-yen a este Siervo de Dios.

Fray Leopoldo, que nació en un pueblecito deMálaga -Alpandeire- y vivió la mayor parte de suvida en Granada -de donde es Hijo Adoptivo-.Allí, como en otros tantos sitios, ha dejado unahuella difícil de borrar. Esa huella la tienen gra-bada en el alma muchos de los que le trataron envida. Fray Esteban de Puentegenil conoció a frayLeopoldo pocos años antes de la muerte del frai-lecito, a principios de la década de los cincuenta.Quizá la juventud y la ilusión recién estrenadadel padre Esteban por vivir de forma plena suentrega a Dios, hizo que la humildad y la senci-llez de fray Leopoldo se fijaran a fuego en sumemoria. De hecho, cuando se le pregunta sobrela forma de ser de este hermano capuchino queestá en proceso de beatificación, no duda en larespuesta. “Su forma de ser se puede resumir encuatro palabras: sencillo, pobre, humilde y llenode caridad”.

Aún en vida, fray Leopoldo gozó de fama desantidad. Los superiores lo ponían de ejemplo alos estudiantes. “Me acuerdo que el padre Serafín

nos hablaba de que lo tenían todos como unhombre extraordinariamente entregado a Dios,era la figura del hombre endiosado. Iba por lacalle con el pensamiento unido a Dios”, cuenta elpadre Esteban. Y es que al mismo fray Leopoldole gustaba decir que recorría la ciudad de los cár-menes “con la mirada en el suelo, el corazón enel cielo y la mano en el rosario”. Esta presencia deDios durante toda la jornada la mantuvo frayLeopoldo hasta el final de su vida.

Fray Leopoldo se caracterizó por ser el limosnero

convento. Vestido con su hábito color pardo yuna alforja al hombro salía a las calles deGranada y a sus pueblos a pedir limosna. “Aveces, ya anciano, llegaba al convento después detodo un día pidiendo -iba siempre a pie y enmuchas ocasiones tenía que subir andando hastaun tercer o cuarto piso- y el superior le decía quehabía que echar una carta al correo… y él a pesarde su cansancio, no decía nada, no se quejaba, yvolvía a salir. Su obediencia era ejemplar”, expli-ca.

Otro de los aspectos que destaca el padreEsteban de fray Leopoldo es la sencillez y humil-dad. “Cuando yo estaba recién ordenado, él -ensu ancianidad- me pedía permiso para salir delconvento y le consultaba al superior incluso sipodía descansar un rato en su habitación. Pero

“Una de las cosas quemás le dolían era que

no saliera bien el culto,le gustaba el cuidado

del orden en la liturgia”

L

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Fray Leopoldo

antes de eso iba a la cocina, por si podía ayudaren algo”, expone. “Su confesor, el padre Benito,decía que fray Leopoldo no era un hombre demilagros ni de grandes misticismos, de éxtasis oarrobamientos, sino que era como Santa Teresitadel Niño Jesús: sencillez, nada extraordinario,santidad humilde, santidad sencilla, santidadfranciscana", continúa narrando.

Fray Leopoldo tenía carácter y temperamento,pero se dominaba siempre ante los demás, “inclu-so ante todos aquellos ignorantes que se burlabande él”, apunta el padre Esteban. Tenía un granrespeto y una gran devoción al Santísimo, “sequedaba de rodillas ante el sagrario como si fueraun hombre de otro mundo”, asegura. “Una de lascosas que más le dolían es que no saliera bien elculto, le gustaba que se cuidase mucho el ordende la liturgia, y si había algún fallo por falta deorden o de lo que fuese, se quejaba”, afirma.

“A Leopoldo le conocimos por sus obras, por-que no tuvo nunca una palabra extraordinaria.Además, hablaba y comía muy poco”. Este frailecapuchino, al igual que todos los santos, fueheroico en el sufrimiento, aceptó siempre lavoluntad de Dios y a ella hacía referencia enmuchas ocasiones. Cuenta este hermano francis-

cano que, una vez, fray Leopoldo se rompió unapierna y fue a verlo al hospital y cuando le pre-guntó cómo se encontraba le contestó: “Estoymuy bien, como Dios quiere que esté”.

En resumen, el padre Esteban explica que frayLeopoldo fue un hombre que tuvo muchas face-tas a lo largo de su vida pero todas ellas se resu-men en santidad, heroísmo en la virtud, entregaa Dios y en una devoción profundamente tiernaa la Virgen.

En la imagen, Fray Leopoldo con hermanos del Convento de Granada de los años 1950.

Al mismo FrayLeopoldo le gustabadecir que iba con la

mirada en el suelo, elcorazón en el cielo yla mano en el rosario

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ice el Papa: "es evidente que no se podráiniciar una causa de beatificación y canoni-zación si no se ha comprobado la fama de

santidad, aunque se trate de personas que se distin-guieron por su coherencia evangélica y por particu-lares méritos eclesiales y sociales". El Papa deseacomprometer aún más a los Obispos diocesanos aquienes corresponde la aceptación o no de iniciaren su diócesis un Proceso de Beatificación. Paraello anuncia que la Congregación vaticana estáredactando una "Instrucción para el desarrollo dela investigación diocesana en las causas de los san-tos". Se trata de un documento que se dirigirá prin-

cipalmente a los obispos diocesanos "para salvaguar-dar la seriedad de las investigaciones que se llevan acabo en los procesos diocesanos sobre las virtudesde los siervos de Dios, sobre los casos de martirioafirmado o sobre los eventuales milagros".

"De acuerdo con estas indicaciones -- añade elPapa Benedicto XVI --, una vez elegido a laCátedra de Pedro, he cumplido de buen grado estedeseo generalizado de que en la modalidad de lascelebraciones se subraye más la diferencia sustan-cial entre la beatificación y la canonización, y queen los ritos de beatificación se implique más visi-blemente a las Iglesias particulares, quedando claro

D

Para que pueda abrirse un Proceso es necesario que el candidato a los altares haya gozado de "famade santidad" en vida, en su muerte y después de muerto. Precisamente este punto ha quedado bienremarcado en la reciente Carta que Benedicto XVI dirigía al Cardenal José Saraiva Martins, Prefectode la Congregación de las Causas de los Santos y a todos sus miembros, con ocasión de la sesión ple-naria que el pasado 24 de abril celebraba la Congregación.

Apertura del Proceso de Beatificación de Fray Leopoldo en el año 1983.

La figura delVicepostulador

en una Causa de Beatifiación

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que sólo al Romano Pontífice le compete concederel culto a un siervo de Dios". Benedicto XVI haquerido retomar la vieja tradición de que las beati-ficaciones se diferencien notablemente de lascanonizaciones, dejando que las primeras sean pre-sididas por el Prefecto de la Congregación o elObispo diocesano y las canonizaciones son de com-petencia exclusiva del Papa por tratarse de un actodel magisterio pontificio.

Una vez vista y presupuesta la fama de santidad,el ACTOR o promotor de una Causa deCanonización es la persona física y jurídica que lapromueve y que asume la obligación de llevarlaadelante corriendo con los gastos que la Causaconlleva. El Actor de una Causa de Canonizaciónpuede actuar sólo a través del Postulador, que es lapersona física, legítimamente nombrada por elActor y aprobada por el Obispo. Postulador puedeser no sólo un sacerdote o un religioso, sino tam-bién una religiosa o un laico, siempre que tengauna sólida preparación teológica y jurídica segúnrequiere el caso. El P. Romualdo Rodrigo, O.A.R.,en su Manual para instruir los procesos deCanonización, define así la figura polifacética delPostulador: "La persona física que, provista de legí-timo mandato, aprobado por la autoridad eclesiás-tica competente, representa al Actor; trata lacausa ante el tribunal diocesano y / o ante laCongregación para las Causas de los Santos;defiende personalmente o por medio de otros losintereses de la misma; y colabora con la autoridadeclesiástica en la búsqueda de la verdad".

Las Órdenes religiosas y los institutos de vidaconsagrada pueden nombrar un PostuladorGeneral para todas las Causas de dichasCongregaciones. Este Postulador General tiene susede oficial en Roma y es el encargado de llevartodos los trámites de las relativas Causas ante laCongregación. Finalizada la encuesta diocesana, laCausa viene transferida a Roma.

Al Vicepostulador corresponde: cuidar de latumba o altar del Siervo de Dios y de su embelle-cimiento u ornamentación, así como de los objetosusados o pertenecientes al Siervo de Dios y de susreliquias; examinar previamente la vida y la obradel candidato a la canonización, de valorar y sope-sar la consistencia de la fama de santidad delmismo y examinar la relevancia eclesial de la

Causa; debe redactar y firmar todas las instanciasal tribunal diocesano o a la Congregación; aportartodos los elementos de prueba a su alcance, esti-mular a los que trabajan en la instrucción delProceso para que se agilice la tramitación de laCausa; administrar los bienes de la Causa; exami-nar las actas del Proceso; difundir la fama de santi-dad a través de la distribución de estampas, reli-quias, boletines, calendarios, publicaciones, biogra-fías, medallas, y toda clase de objetos y de artículosreligiosos, siempre en base a la imaginación delmismo…

En la Carta de Benedicto XVI a la Congregacióndel pasado 24 de abril, el Papa analiza en segundolugar, tras la fama de santidad, la cuestión del mila-gro atribuido a la intercesión de un siervo de Diosque es requerido para su beatificación (a no ser quesea mártir) y, en todo caso, para su canonización."Además de asegurarnos de que el siervo de Diosvive en el cielo en comunión con Dios, los milagrosconstituyen la confirmación divina del juicio expre-sado por la autoridad eclesiástica sobre su vida vir-tuosa", explica el Papa. En este sentido, afirma que"hay que tener presente claramente que la prácticaininterrumpida de la Iglesia establece la necesidad deun milagro físico, pues no basta un milagro moral".

En el caso de un "milagro" es el Vicepostulador elencargado de recoger la documentación y el histo-rial clínico, hacerlo valorar de uno o más peritosmédicos y, en base a las relaciones de estos peritos,solicitar o no la apertura del "Proceso sobre elMilagro", que de ir bien abre el camino a laBeatificación.

El Padre Serafín de Ausejo con el Padre Jesús de Lorido en el Vaticano, Roma.

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La huella de

Fray Leopoldo de Alpandeire gozaba, ya en vida, de fama de santidad. No dejó indiferente aninguno de los que le conocieron ya que pudieron ver en él a un fiel seguidor de Jesucristo.Existen en el archivo de la vicepostulación innumerables testimonios de personas que conocie-ron, convivieron y trataron a Fray Leopoldo. En estas páginas reproducimos algunas de las anéc-dotas más interesantes que dejaron escritas en su momento los amigos y las personas que se cru-zaron en la vida de este capuchino, entre ellos el Padre Benito de Íllora; el médico del Conventode Granada, Alberto Capilla; el mandadero Juan Martín; el sacristán Zacarías Martínez; susobrino Diego Márquez o el que fuera Guardián del convento, Manuel de Pedrera.

FRAY BENITO DE ILLORA, SU CONFESOR ESPIRITUALEl Padre Benito de Illora convivió con Fray Leopoldo de Alpandeire más de treinta años.

Conoció al humilde limosnero cuando lo veía pedir limosna por las calles de Illora, su pueblo.Luego lo conoció siendo estudiante capuchino y después muchos años en la Orden.

El Padre Benito recuerda que, ejerciendo su cargo de limosnero del Convento, Fray Leopoldosufrió muchas veces injurias, burlas e improperios, pero asegura que, generalmente, le respeta-ban y la gente buena le recibía bien. Cuenta, que una vez, en una fábrica de Pinos Puente, losobreros, al verle, comenzaron a injuriarle y a blasfemar. Fray Leopoldo se acercó con serenidady energía y les dijo: “Yo soy fraile, podéis injuriarme y decirme lo que queráis, pero a Dios, no:

No pronunciéis su nombre si no es para bendecirlo y alabarlo”. Cuando llegaba al convento siempre ocultabaque le hubieran insultado.

El Padre Benito asegura que toda la vida de Fray Leopoldo de Alpandeire fue una prueba continua de suamor para con Dios. “Todo lo hacía por este amor y en todos los momentos de su vida. También tuvo esta cari-dad sobrenatural para con el prójimo, ya que se interesaba de modo sobrenatural por sus problemas, sus penasy sus necesidades, y aprovechaba cualquier circunstancia para mover al prójimo a la oración y a la confianzaen el Señor”.

Al Padre Benito le consta también que Fray Leopoldo se esforzaba y se sacrificaba por ayudar en lo posiblea los hermanos jóvenes dedicados al estudio. En su cargo de limosnero pedía las cosas que veía que le podíanhacer falta a estos hermanos. También les ayudaba con sus consejos. De hecho, el Superior, conociendo la vir-tud de Fray Leopoldo, lo enviaba con los estudiantes para enseñarles a tener gran estima y a cumplir escrupu-losamente la Santa Regla. Además, Fray Leopoldo era un fraile muy laborioso y trabajador ya que -muchasveces- aunque no le tocara, hacía trabajos como limpiar una celda, ayudar al cocinero…

Fray Leopoldo

Testimonios de amigos, personas y compañeros que convivieron con ‘su santidad’

Fray Leopoldo50 aniversario de su muerte

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Fray Leopoldo, cuenta el Padre Benito, procuró en la medida de sus posibilidades el consuelo, la salud delprójimo. A veces, le socorría con algún dinero de sus limosnas recogidas con la licencia del superior. A FrayLeopoldo le pedían sobre todo oraciones. El Siervo de Dios ofrecía enseguida la devoción de las tres AveMarías. Las rezaba con la persona o con la familia que le pedía sus oraciones. Muchas veces, volvían para darlelas gracias y él siempre respondía humildemente: “Cosas de Dios, cosas de Dios, dale gracias a Dios que se loha concedido”.

Fray Leopoldo tenía mucha devoción por el Ángelus. Y llegado el momento lo rezaba con caridad y discre-ción donde estuviese. Si estaba en una tienda, les decía a los que hubiera allí: "El toque del Ave María, ¿quie-ren que lo recemos?". Y le solían decir que sí.

Con los hermanos enfermos siempre tuvo mucha caridad. El PadreBenito recuerda el caso de un hermano, de Écija, que tenía peritonitis.Le asistía Fray Leopoldo en el Hospital de San Juan de Dios. El enfermopedía el Viático, pero tenía continuos vómitos y el capellán no juzgabaprudente dar al enfermo el viático. El enfermo insistía, e intercedía FrayLeopoldo en vano. Al fin, Fray Leopoldo le dijo al capellán: “Deje quetome el viático, que si después lo arroja, aquí estoy yo para tomarlo…”.El capellán hizo caso y dio de comulgar al enfermo. El enfermo ensegui-da se puso a dar gracias a Dios y pasados diez minutos falleció santamen-te sin haber vomitado el Viático.

Fray Leopoldo ponía gran interés en cumplir la Santa Regla y no pidió nunca dispensa acerca del calzado oel vestido. De hecho, cuando llegaba el invierno, a Fray Leopoldo se le llenaban los pies de llagas y los herma-nos querían que fuera calzado, pero él decía: "Padre, es muy molesto llevar calcetines. Luego se rompen por eltalón y por la punta y no tiene uno quien se los cosa". No los calzó nunca. A veces sí usó alpargatas de pañoo botas de paño porque se lo mandó el superior, pero por temporadas muy cortas.

EZEQUIEL VALVERDE, CONOCIDO DEL FRAILEEzequiel Valverde conoció a Fray Leopoldo porque con su madre y sus hermanos frecuentaba la iglesia de

los capuchinos de Granada y, además, Fray Leopoldo iba a pedir limosna a su casa. Ezequiel tuvo la suerte depoder ir a ver a Fray Leopoldo varias veces en su última enfermedad y asegura que siempre lo vio apacible,amable, sonriente y conforme a la Voluntad de Dios. “Su comportamiento ante la enfermedad fue maravillo-so”, explicaba Ezequiel. “Siempre, cuando llegaba alguien a visitarle, lo primero que hacía era preguntarle porsu salud y por la de sus familiares”.

Ezequiel ha destacado alguna vez de Fray Leopoldo su amor a la Orden y a su Regla. Le oyó decir muchasveces que si él no hubiera sido capuchino hubiera sido al menos terciario. Ese amor a su Regla lo mantuvohasta su muerte. Fray Leopoldo vivió heroicamente la virtud de la Esperanza. Sobre todo se notaba en suheroica paciencia ante la enfermedad y aflicciones, ya que nunca tuvo un gesto duro y nunca se quejó. Cuandose le preguntaba cómo estaba, él respondía: “Estoy bien, estoy bien”. Y si se le decía, pero cómo dice estar biensi está muy mal. Él respondía: “Estando como Dios quiere, estamos bien”.

ALBERTO CAPILLA, MÉDICO DEL CONVENTOAlberto Capilla Guirado fue durante muchos años el médico del convento de los capu-

chinos de Granada, por lo que trató en varias ocasiones a Fray Leopoldo de Alpandeire.Alberto oyó contar a José Sánchez de Molina que un día entró Fray Leopoldo en el cafésuizo, se acercó a una mesa a pedir limosna y uno de los señores de la mesa le insultó, legolpeó y le tiró al suelo. Fray Leopoldo se levantó del suelo y, con humildad, le dijo: “Yame has pegado y me has tirado al suelo, ahora dame una limosna para mi convento, ¡poramor de Dios!”.

Este médico también cuenta que, en una ocasión, su mujer, que estaba embarazada, tuvo la tosferina y leproducía muchas molestias, tenía edemas incluso en los ojos de los esfuerzos de la tos. Su mujer y su suegra

Fray Leopoldo, cuentael Padre Benito, procu-ró en la medida de susposibilidades el consue-lo, la salud del prójimo.

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fueron entonces al convento para rogar a Fray Leopoldo que intercediera por la enferma y le dieron algunalimosna.

Capilla asegura que los dolores que debió pasar Fray Leopoldo son incalculables. Ya en los últimos años devida, Fray Leopoldo sufrió una fractura de fémur y cuando este médico le reconoció encontró además uncolapso de recto. "Creo que humanamente pensando debió sufrir muchos dolores y molestias con aquellaenfermedad, que debía datar de muchísimo tiempo", pero Fray Leopoldo siempre dijo: "Estoy como Dios quie-re, y no se quejaba". En su ministerio de limosnero tenía que andar mucho y subir y bajar escaleras. Podía tenerincluso más dolor al sentarse, así que a veces comía de pie. Esta dolencia la tenía Fray Leopoldo desde hacíamucho tiempo ya que los hermanos habían visto en el suelo del convento, y desde hacía tiempo, gotas de san-gre, que eran de Fray Leopoldo. A Alberto Capilla le consta también que padeció insuficiencia circulatoria enambas piernas. Por eso se les enfriaban mucho y se le ponían moradas. Tuvo también una bronconeumoníadurante la fractura de fémur y ya en su último año sufrió trastornos de orina, con lo que sufrió muchísimosdolores. Capilla cuenta también la pena que le causaba verse desnudo ante otras personas y solía decir: "ComoNuestro Señor, como Nuestro Señor".

Este médico cuenta que la devoción de Fray Leopoldo a la SagradaEucaristía era muy grande. Capilla visitaba frecuentemente el convento ymuchas veces se iba al coro a rezar tranquilamente y allí se encontraba aFray Leopoldo, arrodillado frente al Altar Mayor haciendo oración.También apunta Capilla que Fray Leopoldo, durante sus visitas para pedirlimosna, visitaba en las distintas iglesias a Jesús Sacramentado. Una vez lecontó el organista de los jesuitas que estando él con un sacerdote hacien-do la visita al Señor, vieron a Fray Leopoldo delante suya arrodillado rezan-do ante el sagrario. De improviso, aquel sacerdote dijo al organista: "Fray Leopoldo no está en el suelo, estáde rodillas en el aire".Y salió poco después de la iglesia algo turbado diciendo: "yo con estas cosas sobrenatu-rales…"

EMILIO GONZÁLEZ, TERCIARIO CAPUCHINOEmilio González tuvo trato frecuente con Fray Leopoldo por ser terciario capuchino. Lo veía en el conven-

to y también en su casa porque iba a allí a pedir limosna. Escuchó de Fray Leopoldo que el diablo le tentódesde que decidió hacerse religioso. "Desde que llegamos a Ronda para tomar el tren -Alpandeire no tieneestación- el diablo comenzó a tentarme. Mis padres lloraban al despedirme. Un señor que pasaba por allícomenzó a decirle que si no le daba pena dejar a sus padres ya ancianos para marchar al convento. Al final,terminó bendiciendo a Dios porque lo llamaba por aquel camino, y le dijo que con sus padres quedaban otroshermanos, que no se preocupara…

Fray Leopoldo sufrió muchas veces injurias e insultos como limosnero. Cuando ya era anciano y no podíasalir a pedir limosna, el superior designó a jóvenes para que fueran a pedirla. Fueron una vez a Maracena. Allíles insultaron y se burlaron de ellos. Así que cogieron el primer tranvía que pasó y regresaron al convento. Enla portería se encontraron a Fray Leopoldo, que extrañado les preguntó: "¿Cómo vuelven tan pronto?". Le con-taron todo lo sucedido y Fray Leopoldo les dijo: "Eso no es nada. A mí me apedreaban, entonces comenzabaa pasar las cuentas del rosario. Y si las piedras llegaban muy cerca, me ponía de rodillas, en cruz, en medio dela calle…"

Fray Leopoldo siempre tenía conciencia de la presencia de Dios. Tenía el nombre de Dios en su boca, "ala-bado sea Dios", "bendito sea el nombre de Dios". Emilio cuenta que para Fray Leopoldo lo más grande era loreferido al culto divino y a la Casa de Dios. Cuando pasaba delante de unaiglesia, si estaba cerrada, se volvía mirando de cara a la puerta y allí hacíasu reverencia. Durante algún tiempo, Fray Leopoldo estuvo encargado dela sacristía, tenía gran cuidado con todas las cosas del altar y del culto, ycuidaba con esmero de la lámpara del sagrario, incluso se levantaba por lanoche para ver si hacía falta encenderla. En las procesiones eucarísticas,Fray Leopoldo solía llevar el incensario y nunca volvía la espalda alSantísimo.

Capilla asegura que losdolores y molestias que

debió pasar FrayLeopoldo son incalculables.

En las procesiones,Fray Leopoldo solía

llevar el incensario ynunca volvía la espalda

al Santísimo.

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Cuenta Emilio que Fray Leopoldo tenía gran respeto a los sacerdotes, obispos y al Papa. En tiempos de laRepública, en un sermón en la Catedral predicado por el Padre Payan dijo de Fray Leopoldo: "Tenemos unsanto andando por las calles. Cuando yo venía ahora para la iglesia, un sacerdote se dirigía al PalacioArzobispal. Pasaba por la plaza Fray Leopoldo. Vio al sacerdote y se apresuró para alcanzarlo. En la misma esca-lera de la Curia le dio alcance. El sacerdote le preguntó: “¿Quiere usted algo Fray Leopoldo?”. “Solamentevenía a besarle la mano”, le contestó el Siervo de Dios.

Tenía gran respeto por los superiores y no hacía nada sin su permiso. Antes de comenzar sus trabajos le pedíasu bendición. A veces, por su cargo de limosnero llegaba tarde al comedor, entonces, en medio del comedorse arrodillaba frente al superior y con mucha veneración pedía su bendición.

Fray Leopoldo sufría cuando tenía que salir a la calle vestido de paisano, sin su hábito. Pero en tiempos dela república, su superior le obligó a hacerlo e incluso a quitarse la barba. El comentario de Fray Leopoldo alenterarse de las atrocidades de los revolucionarios era "el diablo anda suelto"... y al presentarse penas y difi-cultades decía: "estos son regalitos que nos manda el Señor". Cuenta Emilio que Fray Leopoldo le aconsejabahumildemente: "¿Para qué se preocupa Don Emilio? Lo único que de verdad nos interesa es salvarnos. Lodemás no vale nada", le decía.

JUAN MARTÍN, MANDADERO DEL CONVENTOFray Leopoldo le tenía verdadero odio al pecado y, en lo posible, procu-

raba que se evitaran. Así, Juan Martín, que fue durante años mandaderodel convento de Granada, asegura que lo vio muchas veces cortando mur-muraciones y críticas y cuando veía que alguna cosa no estaba en orden,con caridad y prudencia manifestaba su disconformidad y si era posibleaconsejaba lo conveniente. También tuvo verdadero odio a las blasfemias.Juan Martín recuerda una vez que oyó blasfemar a un hombre porque se lehabía atascado su carro y las mulas no podían tirar del él. Fray Leopoldo seacercó y le dijo que no ofendiera al Señor. Fray Leopoldo animó a las bes-tias, las calmó y al poco tiempo el carro salió con tal facilidad que causó laextrañeza del hombre.

Juan cuenta que una vez cuando salía del convento, encontró en la puerta a una señora que le preguntó porFray Leopoldo. Le contestó que ya no volvería hasta la noche. Aquella mujer que iba acompañada de una niñade diez años, le refirió su caso. Resultó que tenía una sobrina mayor, de 14 años, y que no había crecido a causade una enfermedad. Un día vio pasar a Fray Leopoldo y le rogó que subiera a ver a la niña. Fray Leopoldo secompadeció, puso el cordón sobre la cama, y rezó con la familia tres Ave María. La niña se puso buena pron-to, mientras los médicos le habían dicho que no podían hacer nada más para mejorar su salud. Recordandoaquella curación, volvía la señora con otra niña para que intercediera Fray Leopoldo por ella. La buena mujeresperó en el recibidor hasta la noche a Fray Leopoldo porque había hecho un viaje en tranvía desde un pue-blo y no quería volver sin ver a Fray Leopoldo.

ZACARÍAS MARTÍNEZ, SACRISTÁN DEL CONVENTO Zacarías Martínez era el sacristán del convento de los Capuchinos de Granada y encar-

gado de la capilla de la Adoración Nocturna cuando Fray Leopoldo vivió en la ciudad delos cármenes. Zacarías recuerda que por 1910 los alrededores del monumento a laInmaculada en la plaza del triunfo estaban muy descuidados de modo que Fray Leopoldofue a visitar al alcalde para rogarle que ordenara el arreglo de los jardines del pie de la esta-tua y que se buscara un ángel en mármol blanco para colocarlo en la base del monumento

junto a otros tres que ya había. El alcalde no sólo arregló los jardines sino que mandó colocar una verja de hie-rro con farolas alrededor del monumento.

Zacarías también recuerda que una vez fue atropellado por un coche. Fray Leopoldo a pesar de estar muyajetreado iba todos los días a verlo, por la mañana y por la tarde, y le solía llevar alguna cosa que sabía que le

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agradaría. El atropello fue el 15 de noviembre de 1948 y Fray Leopoldo le decía: "Para el día de la Inmaculadaestarás en el convento”. Así sucedió, los médicos le dijeron que seguro que había hecho alguna trampa conalgún santo para sanar en tan breve plazo.

Fray Leopoldo hacía mucha oración por los bienhechores. Cuando iba a alguna casa a pedir limosna y veíaque se acercaba a ella también otro religioso o algún mendigo, él se retiraba y no llegaba a la casa para no per-judicar a otros necesitados. Zacarías cuenta que una vez que él mismo acompañaba a Fray Leopoldo una seño-ra intentó darle 50 pesetas, que entonces tenían mucho valor, y Fray Leopoldo le dijo: "Señora, usted no puededarme esta limosna, es demasiado para usted". Y solo aceptó de aquella señora 2 pesetas.

Zacarías afirma que, allá por 1920, hubo en el convento un Padre quesintió que había perdido la vocación e intentó salirse de la Orden. Antesde que se marchara, Fray Leopoldo lo llevó al refectorio y allí mismo hablócon él y lo aconsejó para que no se saliera de la Orden, y que si quería salirque estuviese unos días en su casa pero que luego volviera al convento. Sefue a su casa el Padre y a los ocho o diez días volvió al convento y FrayLeopoldo dio muchas gracias a Dios y pidió al Señor que si había de pen-sar nuevamente en salirse, se lo llevara antes al Cielo. Seis u ocho días mástarde moría el padre santamente. Falleció en la noche de navidad mientras se cantaba el Gloria de la Misa.

Zacarías tuvo la oportunidad de acompañar alguna vez a Fray Leopoldo a pedir limosna. Una vez llegaron ala casa de un señor de mucho relieve social. La criada abrió la puerta y le preguntamos por el dueño. Pudimosdarnos cuenta por un espejo en la pared que el dueño le hacía gestos con la mano diciéndole que no. La cria-da entonces dijo que no estaba y nos marchamos. Al salir, Fray Leopoldo, refiriéndose a la muchacha dijo:"Pobrecita ella que no ha hecho más que cumplir lo que le han mandado".

En otra ocasión, fue una señora a ver a Fray Leopoldo y le dijo que iba a pedirle sus oraciones porque le habí-an dicho que era un santo. Inmediatamente, Fray Leopoldo quedó confundido y le dijo: "Señora, señora, esoes ofender a Dios. Están muy equivocados. Yo no soy un santo, soy un pecador".

Zacarías presenció una vez que acabado de llegar Fray Leopoldo de cumplir su ministerio, otro religiosocomenzó a insultarle muy duramente y repetidamente porque creía que Fray Leopoldo lo había denunciado alsuperior por una falta que había cometido. Así las cosa, se presentó el padre Calixto de Goizueta, ya mayor, yle dijo al que insultaba que dejara tranquilo a ese pobre viejo: "¡No ha sido él el que te ha acusado al superior,he sido yo!", gritó. Fray Leopoldo al ver que el padre se había sobresaltado le dijo: "No se excite, padre, quepuede ser perjudicial. No tiene importancia". Acto seguido, Fray Leopoldo alabó las cualidades del religiosoque lo había insultado y destacó que era muy trabajador y muy listo.

Zacarías cuenta que Fray Leopoldo entregaba todo lo que la gente le regalaba. Algunas veces le daban cho-colate y Fray Leopoldo se lo daba al padre guardián para que lo diera a la comunidad. A veces, el guardián ledecía que se lo quedase y entonces Fray Leopoldo se lo dejaba en el cajón de algún padre que estuviese enfer-mo o delicado.

MANUEL PEDRERA, GUARDIÁN DEL CONVENTOManuel Pedrera fue el Guardián del convento de los Capuchinos de

Granada viviendo Fray Leopoldo. Convivió con Fray Leopoldo durante losúltimos cuatro años de vida del humilde limosnero, aunque lo conocía deantes. Pedrera cuenta que Fray Leopoldo era un hombre virtuoso y que des-tacaba sobre todo por su humildad y su sencillez. Cuenta que una noche,el superior le dijo lo esperase en la puerta del coro porque tenía que darleun recado. El superior se olvidó y Fray Leopoldo se quedó toda la nocheesperando en la puerta del coro. A la mañana siguiente, todos se extraña-ron al verle allí, cuando el superior se acordó, se excusó ante FrayLeopoldo, lleno de admiración.

También cuenta que una vez se le estropeó el reloj con el que despertaba a la comunidad. El superior, enton-

Zacarías cuenta queFray Leopoldo

entregaba todo lo quela gente y amigos le

regalaba.

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ces, le pidió que no volviera al convento sin un reloj. Ante aquella orden, Fray Leopoldo -muy apurado- acu-dió a los padres de la Compañía de Jesús. El superior le recibió con alegría y al saber su problema le dio parala comunidad un reloj de mesa de bastante valor. Fray Leopoldo lo llevó al convento y el superior de los capu-chinos, sorprendido y pensando que era un reloj de mucho valor, le dijo que lo devolviera. Sin replicar, FrayLeopoldo emprendió de nuevo el camino para devolver el reloj, pero el rector no se lo quiso admitir y tuvoque volver con él al convento.

Manuel de Pedrera estaba presente el día en que Fray Leopoldo sufrió una fractura de fémur. Estando con elpadre Salvador de Montefrío llegaron dos señores que traían a Fray Leopoldo en su coche. Ante la indecisiónsobre lo que sería más conveniente hacer, determinaron no bajarlo delcoche. Pedrera subió al coche con él y con su cabeza recostada en su hom-bro fueron a al sanatorio de Nuestra Señora de la Salud. Fue entoncescuando descubrieron que se había roto el fémur. Durante esta dolencia,Manuel cuenta que todos quedaron admirados de su virtud, al soportarlaen su lecho sin una queja y dando ejemplo de piedad y de fortaleza cristia-na. Durante el mes que estuvo ingresado en el sanatorio lo iban a visitarmuchísimas personas y le llevaban regalos. El Siervo de Dios daba a todoslas gracias y siempre decía que no merecía todas esas atenciones.

La habitación donde pasó muchas horas de descanso Fray Leopoldo era -según Manuel de Pedrera- unacelda orientada hacia el noreste, fría y casi sin sol, con una ventana sobre un tejadillo. Su cama eran dos ban-quillos, tres tablas y un jergón vegetal. Completaban los muebles de la celda una vieja mesilla, un banquillode madera y sobre la mesa unos libros muy usados de piedad y un ejemplar de la Santa Regla. En las paredes,una cruz a la cabecera de la cama y sobre la mesa unas pobres imágenes de la Divina Pastora y de San Franciscode Asís.

Manuel de Pedrera asegura que Fray Leopoldo tenía el don de profecía sobrenatural, especialmente respec-to a la salud de no pocos enfermos. En algunos casos, al pedirle oraciones por la salud de algún enfermo reza-ba las tres Ave Marías y decía “Tengan mucha confianza en el Señor; verán como el Señor hace que mejoreel enfermo”. Otras veces, decía: “Hay que conformarse siempre con lo que el Señor dispone, hay que confor-marse con la voluntad de Dios”. “En el primer caso, cuenta Pedrera, era seguro que el enfermo sanaba; en elsegundo, podía contarse con lo peor. Era cosa segura”.

DIEGO MARTÍNEZ, SOBRINO DE FRAY LEOPOLDO Diego Márquez es sobrino de Fray Leopoldo, hijo de un hermano suyo. También cuenta anécdotas referidas

al don sobrenatural de la profecía. De hecho, afirma que el 26 de mayo de 1946 fue sorprendido por hombresfuera de la ley, que estaban merodeando por la sierra. Le dieron un sobresalto y estaba oscureciendo. A lamañana siguiente fue al convento y al verle, Fray Leopoldo le dijo “¿Qué te pasa sobrino, qué te pasa?”. Se locontó y Fray Leopoldo le dijo que no había podido pegar ojo esa noche pensando que le había ocurrido algo asu familia. También dice que una vez, en la sacristía del convento, guardando los ornamentos de la misa y elcáliz estaba allí un niño, que luego fue Fray Diego de Benalúa, y Fray Leopoldo le dijo: “Aprende para que sepashacerlo cuando seas sacerdote”.

Su cama eran dos banquillos, tres tablas y

un jergón vegetal, yuna cruz sobre la

cabecera.

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Fray Leopoldo

DE CÓMO FRAY LEOPOLDO AYUDÓ A UNHERMANO A SER MÁS FELIZ EN SU ANCIANIDAD

iempre los franciscanos han querido e intentado ser fieles imitadores de su fundador SanFrancisco, aun en aquellas cosas más insignificantes de las que se cuentan en su vida. Unavez para aliviar el hambre de uno de sus compañeros, que deliraba en altas horas de la noche,

al parecer por esa natural necesidad, no obstante la hora, ordenó que todos los frailes se reunierande nuevo para la cena pudiendo así satisfacer a aquél, sin que nadie se diera cuenta de su naturaldeseo.

ambién en la vida de Fray Leopoldo de AIpandeire se dio el caso de que uno de sus compa-ñeros en la comunidad, se quejaba frecuentemente, ya en su ancianidad, de horribles dolo-res de muelas y de cabeza. No encontraba mejor remedio a sus males sino con una copita de

anís, que pedía inocentemente como si de una pastilla de aspirina se tratase. Como este específico,naturalmente, no figuraba en el botiquín del convento, siempre Fray Leopoldo se desalentaba al nopoder atenderlo. Por otra parte, consideraba que al tratarse, según él, de un artículo de lujo por noser necesario, no se debía solicitar al Superior. Pero porque su caridad era grande, supo ingeniárselade forma que, sin menoscabo de la economía de la casa, el hermano pudiera tener su apetecido reme-dio. Sucedía que muchas veces, visitando las casas para pedir la limosna, en algunas de ellas, por estarcelebrándose una fiesta doméstica, se le invitaba espontáneamente y con gusto a unirse a la celebra-ción ofreciéndole una copita de anís. Y halló aquí la solución de aquel caso que tanto le dolía. "Mireusted -solía decir con cierta vergüenza y premiosidad - yo no puedo beber, no me cae bien... Perotenemos en casa un hermanito anciano que sufre mucho con las muelas y siente alivio cuando tomauna copita de este licor. Si usted quiere, yo me llevaría algo para él". Y de su alforja sacaba una peque-ña botellita que, sin duda, siempre se la llenaban. De este modo, aquel hermanito gracias a la cari-dad de Fray Leopoldo pudo sobrellevar con mayor optimismo los achaques de sus últimos días.

En alabanza de Cristo y del caritativo Francisco. Amén.

s

t

florecillasde

Fray Leopoldo

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el pueblo conFray Leopoldoel pueblo conFray Leopoldo

A los cuatro años de la muerte de FrayLeopoldo, su devoción era ya casi impensable. Comodemuestra la fotografía en blanco y negro, a finales de los años60, miles de personas visitaban la cripta del humilde limosnero. La imagen superiorrefleja que 50 años más tarde la devoción aún es mayor. Hoy por hoy, la devoción aFray Leopoldo supera fronteras, como puede comprobarse en las visitas a su páginaweb: www.frayleopoldo.org

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Fray Leopoldo

Fueron muchos los hermanos que convivieron y compartieron su vida con 'su santidad'Fray Leopoldo de Alpandeire durante los años en los que desarrolló su labor social enGranada y en su Málaga de origen. Todos estos hermanos, superiores provinciales y locales-muchos de ellos-, han dejado sus testimonios, vivencias y experiencias vividas con elhumilde limosnero en una larga lista de escritos que por motivos de espacio sería imposiblereproducirla de forma íntegra. Dichos escritos se encuentran en la actualidad en el ArchivoProvincial de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía y en la Vicepostulación deFray Leopoldo de Alpandeire.

De entre todos estos escritores y propagandistas de la figura del frailecillo, hoy por hoy alas puertas de convertirse en Santo, habría que destacar un total de seis hermanos que for-marían parte de un cuadro de honor:

Propagandistas deCUADRO DE HONOR

Fue el primer biógrafo de Fray Leopoldo, promotor y creador del boletín que cada dosmeses se publica en El Adalid Seráfico y, sin duda alguna, el gran propagandista de lafigura del humilde limosnero. Con su entusiasmo por el espíritu franciscano capuchinoy con su popularidad alcanzada como orador se convirtió en el mejor predicador deAndalucía durante los años 60. Con sus predicaciones y sus escritos en El AdalidSeráfico -en un sección muy aplaudida y comentada, Perfil Seráfico- dio a conocer deuna forma extraordinaria la figura de Fray Leopoldo.

FRAY ESTEBAN DE PUENTE GENIL

Autor del libro ‘Mendigo por Dios, vida de Fray Leopoldo de Alpandeire’. El PadreÁngel sintetizó en el título lo que fue en realidad el hermano: imitador de Cristo y deMaría Virgen, y tal como san Francisco de Asís los presenta en la Carta que dirigiera atodos los fieles: “Siendo Él (Cristo) sobremanera rico, quiso, junto con la bienaventura-da Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza” (2Ctaf 6).

Paralelamente a su labor como Vicepostulador -fue el primero- también suya fue laidea y realización, con un equipo de seglares comprometidos en el empeño, del Hogar Fray Leopoldo, laResidencia de ancianos, que continúa la acción caritativa del Hermano de Alpandeire.

FRAY ÁNGEL DE LEÓN

En la década de los 70 fue responsable de El Adalid Seráfico consolidando todo unequipo de corresponsales repartidos por toda la geografía nacional. Durante sus añoscomo director de la publicación y gracias a el Boletín de Fray Leopoldo el número desuscriptores creció de forma considerable. Un hermano con gran experiencia misioneraen la República Dominicana, animador de masas y gran entusiasta de la figura de FrayLeopoldo. Con sus escritos a los corresponsales de El Adalid Seráfico hizo posible quese multiplicase por miles los devotos de Fray Leopoldo.

FRAY JUSTO DE BERJA

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

LOcupó el cargo de Ministro Provincial durante los años de máximo esplendor de la

difusión de Fray Leopoldo. Con el Padre Ángel de León constituyó la Fundación conmiras a la creación de una obra social destinada a la atención de las personas mayores,especialmente los más necesitados. Con él realizó diversas gestiones para que Roma ayu-dase con los fondos destinados a la Causa de Beatificación y Canonización de FrayLeopoldo a la construcción del Hogar para ancianos de Granada, animándole siempreen su labor de Vicepostulador.

FRAY MARIANO IBÁÑEZ VELÁZQUEZ

Conoció en vida a Fray Leopoldo durante su periodo de noviciado en el convento deGranada. A través de su papel como corresponsal de El Adalid Seráfico y de sus corre-rías como limosnero contribuyó a difundir por todos los pueblos de Andalucía la laborsocial y religiosa realizada por nuestro Hermano Capuchino.

Sin duda alguna, ha sido el fraile que más estampitas ha repartido de Fray Leopoldo ygracias a su mensaje lleno de entusiasmo ha hecho posible que se multiplicara el núme-

ro de sus devotos, sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria.

FRAY DAMIÁN DE LA RAMBLA

Fue el enfermero de la residencia granadina de los capuchinos cuando Fray Leopoldosufrió el accidente -se cayó por unas escaleras- y se fracturó el fémur. Fray Alejandro deMálaga es escritor, un fino poeta, que dedicó varios poemas al humilde limosnero. Perotambién fue el primero en esculpir su figura en una pequeña estatua, cuando acababade morir nuestro hermano, siendo ésta una de las primeras referencias artísticas e ico-nográficas de Fray Leopoldo de Alpandeire.

FRAY ALEJANDRO DE MÁLAGA

Fue una gran devota de Fray Leopoldo. Desde la muerte del humilde fraile se dedicócon gran entusiasmo a propagar su figura como santo vendiendo estampitas, reliquias,rosarios… los días 9 de cada mes y los domingos antes y después de la misa que se cele-bra en la iglesia de capuchinos. Gracias a esta mujer, en 1971 tuvo inicio la tienda quehoy forma parte del Museo ubicado junto al convento de los capuchinos en Granada.Carmen Morales ha sido la más entusiasta mujer y una de las que más ha trabajado porla causa de Fray Leopoldo.

CARMEN MORALES

Fray eopoldo

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Fray Leopoldo

A continuación reproducimos una lista de hermanos fallecidos que con sus entusiastas descripcio-nes, escritos y obras, especialmente publicados en El Adalid, han contribuido a difundir de forma uni-versal la figura de Fray Leopoldo. Por motivos de espacio sería imposible reproducir esta larga lista depoesías, artículos... Toda esta documentación se encuentra en la actualidad en el Archivo de laVicepostulación de Fray Leopoldo de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía.

LPropagandistas de Fray eopoldo

Fray Joaquín de AntequeraFray Félix de Lopera Fray Jacinto de Chucena Fray J.Mª de Pozoblanco

Fray Jerónimo de MálagaFray Claudio de Trigueros Fray Faustino de Sanlúcar Fray Romualdo Galdácano

Fray Juan B. de ArdalesFray Marcelo de C. del Río Fray Joaquín de Antequera Fray Diego de Valencina

Fray Rafael M. de AntequeraFray Silvestre de Melilla Fray Julián de Montefrío Fray Agustín de Antequera

Fray Andrés de MálagaFray Luis A. de Sevilla Fray Sebastián de Ubrique Fray Diego de Guadix

Fray Pastor de CañasFray Buenaventura de C. Vega Fray Salvador de Montefrío Fray Fco. J. de Villanueva

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El ExcelentísimoAyuntamiento de Granada,

con ocasión del cincuentenario de la muerte de Fray Lepoldo,

nombró Hijo Adoptivo de la Ciudad

al popular frailecillo limosnerode la Orden Capuchina

23 de junio de 2006

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HORARIO DE VISITAS A LA CRIPTA DE FRAY LEOPOLDOTODOS LOS DIAS DE 9:30 A 13:15 HORAS Y

DE 16:30 A 20:00 HORAS

MISAS EN LA CRIPTA DE FRAY LEOPOLDOTODOS LOS DIAS, A LAS 8 Y 9 DE LA MAÑANA, EXCEPTO

DOMINGOS, FESTIVOS Y EL DIA 10 DE CADA MES.LOS DIAS 9 EL HORARIO DE MISAS ES EL SIGUIENTE:

8, 9:30, 10:30, 12:00, 19:00 Y 20:00

A LOS GRUPOS QUE DESEEN VISITAR SU TUMBA Y A LOS QUE ORGANIZAN ESTAS PEREGRINACIONES

Para atenderles como merecen y para que su visita termine con una oración comúndentro de la cripta donde está la tumba del siervo de Dios, avisen con tiempo el díay la hora, lo más aproximada posible, de su llegada así como el lugar de donde vie-nen. Llamen para ello a uno de estos teléfonos:

958 202317 - 958 275352

www.frayleopoldo.org

Fueron con otros de los primeros trabajado-res de la Tienda Propaganda FrayLeopoldo.

(Avda. Divina Pastora, 11. Granada). José Antonio Navarro Muñoz y JuanManuel Navarro Muñoz.

Desde estas líneas, gracias por el trabajodesempeñado durante todos estos años.

Para venta de libros, medallas, almanaques,estampas, vídeos, rosarios, etc.Telf.: 958 275352

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DE CÓMO FRAY LEOPOLDO INTERCEDIÓPOR SUS PERSEGUIDORES

na de las bienaventuranzas evangélicas dice "Bienaventurados los perseguidos por el nombrede Cristo porque su recompensa será grande en el reino de los cielos". San Francisco de Asísacepta y recibe para su vida y la de sus frailes este lema poniendo la perfecta alegría en saber

soportar con paciencia, sin alterarse y sin murmurar las injurias, crueldades y rechazos.

l ambiente creado en Granada, a raíz de la instauración de la segunda república en España,no era nada favorable ni a la religión ni a los que por su condición de religiosos se mostra-ban ante el mundo en lo que era. Fray Leopoldo en circunstancias tales toma, en cierta oca-

sión, uno de los tranvías de cercanía. No creía que su presencia podía ser provocativa para ciertoselementos, quienes apenas lo vieron la emprende contra él diciéndole: "So vago, a trabajar". Comosi con él no fuera, seguía en su asiento desgranando las cuentas de su rosario. Tan indignante llegó aresultar el escarnio, que el cobrador solicita la intervención de la guardia municipal, que obliga a losperturbadores abandonen el tranvía, a lo que se resisten. Sólo entonces se oye la voz de FrayLeopoldo para interceder ante aquellas fuerzas del orden público por sus ofensores, lo que, no cabeduda, desconcertaría a aquellos revolucionarios de tan cortas miras.

En alabanza de Cristo y de su pacientísimo siervo Francisco. Amén.

u

e

florecillas

de

Fray Leopoldo

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La Granada de Fray Leopoldo

IINNIICCIIOOSS DDEELL SSIIGGLLOO XXXX..Antigua vista de la zona del Triunfo en Granada.

Puede verse a la derecha el Hospital Real, el antiguo convento de

Capuchinos con la huerta (que conoció Fr. Leopoldo), la antigua plaza de

toros, en esa zona, y la avenida de la parte baja que era el Camino Real

de Santa Fe. La edificación grande en primer plano era el convento de la

Merced.

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Fray Leopoldo

E L H O G A R - R E S I D E N CU N A O B R A I N S P I R A D A E N

n animoso grupo de seglares y una representación de losFrailes Capuchinos, aglutinados por el ejemplo dehumildad y amor al prójimo de Fray Leopoldo, se habían

constituido en Patronato de una Fundación que se marcó comoúnico objetivo el de brindar un hogar confortable a un centenarde ancianos afectados por dos de las más graves dolencias de lasociedad actual: la soledad y las dificultades económicas, la ausen-cia de amor y la carencia de medios. Aquel 9 de febrero de 1981el entonces P. General de la Orden Capuchina Fr. PascualRywalski, quien bendijo las instalaciones, el Vicepostulador de laCausa Fr. Ángel de León, así como el Presidente del Patronato dela Fundación Feliciano García, resaltaron los objetivos señaladospara un proyecto rebosante de ilusiones que se materializaba en laque era, y sigue siendo, la única residencia-hogar de ancianos delos Franciscanos Capuchinos en todo el mundo, una obra ubicadafísicamente en el mismo solar del antiguo convento capuchino deGranada, apenas a unos metros de la humildísima celda del Frailepedigüeño, al calor amoroso de la cripta en la que reposan y serinde fervor a sus restos.

Aquellos objetivos se vienen cumpliendo desde la inauguración.Calladamente, pero con una dedicación total por parte de estagavilla de buenos profesionales, ejemplares cristianos, y de los frai-les que representan a la Orden Capuchina, la tarea emprendida semantiene de manera permanente para un centenar de ancianos,procedentes a lo largo del tiempo de muy diversos puntos deEspaña, desde Zaragoza a Valladolid, desde Valencia a Murcia y,por supuesto, desde todas las provincias andaluzas.

De esos casi 100 residentes, cerca de la mitad están impedidos,aunque todos ingresaron con salud suficiente como para des-arrollar una vida familiar que no les exigía, como ahora, unaasistencia tan experta como constante. Esta situación afectamuy crudamente a los aspectos financieros de la Fundación,pues ha sido preciso incrementar notablemente el número yespecialización del personal que con tanto mimo como entregaatiende a los residentes. Esta situación, lógica por otra parte, sematerializa en un incremento más que notable de los costos demantenimiento del Hogar. La “Ley de vida” nos recuerda cadadía que aquellos primeros residentes de hace 25 años y quieneslos han sustituido, crecen en edad al tiempo que se incrementansus dificultades físicas. Sin embargo, los miembros de laFundación que rige este entrañable hogar-residencia tienen elpleno convencimiento de que con su persistencia y la voluntadde Dios, muy pronto será posible una residencia más amplia,mejor dotada, aún más acogedora.

El cincuentenario de la fecha de la murecordarnos a todos una realidad en marcio de la Orden Capuchina. Nos referimuna obra de singular calado social surgidadiciones de los Hermanos Menores CapUn hogar-residencia que hubo de superantes de ver alzados sus muros y poder provenían de unas instalaciones cedCapuchina] días después de la inauguracde febrero de 1981, con motivo del XXVejemplar limosnero.

U

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Fray Leopoldo

Fundación Fray Leopoldo y Capuchinos andaluces,unidos por una misma causa

La colaboración entre los Hermanos Menores Capuchinos deAndalucía y la Fundación Fray Leopoldo se ha hecho cada vezmás estrecha gracias a los actos celebrados con motivo del 50 ani-versario de la muerte de Fray Leopoldo de Alpandeire.

Ambas instituciones se han marcado como objetivo potenciar almáximo la Fundación, alcanzando una proyección social con elfin de ampliar la obra social creada gracias a los donativos de losdevotos a Fray Leopoldo.

Se trata de ofrecer respuestas para los nuevos colectivos ensituación de exclusión social, mejorando y ampliando los serviciosexistentes para las personas mayores más necesitadas.

Hace ya un año que comenzó dicha colaboración entre losCapuchinos y la Fundación Fray Leopoldo, aportando ésta últimaun equipo humano maravilloso, con un cariño excepcional alhumilde frailecico, y, sobre todo, en constante actitud positiva decara a apoyar cualquier proyecto que suponga ampliar la cobertu-ra de ayuda para los más desfavorecidos.

Los mayores suelen hacer a diario sesiones de gimnasia en el Hogar.

C I A F R A Y L E O P O L D O , E L E S P I R I T U D E L F R A I L E

uerte de nuestro Siervo de Dios viene archa en la incansable vocación de servi-

mos al Hogar-Residencia Fray Leopoldo,a de la iniciativa, el patrocinio y las ben-puchinos de la Provincia de Andalucía.rar numerosas dificultades de todo tipo recibir a sus primeros residentes, [queidas provisionalmente por la Ordención de sus modélicas instalaciones el 9

V aniversario de la muerte del humilde y

por José Luís Kastiyo

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Fray Leopoldo

Aprovechamos este espacio para dar a conocer a los miembros delPatronato y agradecerles públicamente la confianza que han deposi-tado en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos de Andalucía.

En proyecto, un innovador centro de mayoresEntre los actos organizados por los Capuchinos con motivo del 50

aniversario de la muerte de Fray Leopoldo cabría destacar la aperturade un centro de servicios especializados para mayores, que se cons-truirá en la zona del Serrallo, en Granada.

El complejo se construirá utilizando las más modernas tecnologías.Además contará con viviendas inteligentes adaptadas al uso de las per-sonas con discapacidad.

El centro estará dividido en zonas determinadas para responder a lademanda de cada beneficiario, existiendo estancias individuales, depareja, para personas válidas y para asistidas. Tendrá también un pro-grama de atención diurna, una zona para estancias cortas y servicioscomunes como comedor o lavandería, que servirán para apoyar los pro-gramas del Ayuntamiento o la Junta de Andalucía. Para su construc-ción, el Consistorio granadino ha cedido un solar de 8.000 metros cua-drados junto al Serrallo.

Fray Mariano Ibáñez

Fray Antonio Ruiz

Fray Rafael Pozo

Fray José Antonio Márquez

Fray Francisco Luzón Garrido

A la derecha: Hermanos Capuchinos que son vocales en el Patronato de la

Fundación Fray Leopoldo; a la izquierda: todos los patronos de la

Instituación cuyo Presidentees Feliciano García

Presentación del proyecto del centro en el Ayuntamiento de Granada

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

Santiago Benavides Mateo Torres Mariano Luján

Juan Antonio Torres José Luis Kastiyo Francisco Benavides

Feliciano García

Agustín Laborde. Uno de lospatronos fundadores de la

institución, hoy ya fallecido, sinduda alguna dejó una

huella imborrable tras su trabajo para la creación delhogar. Asimismo, también

escribió el libro ‘Testigo de paz’,sobre Fray Leopoldo.

Antonio Robles Francisco Pérez

Colocación de la primera piedra del Hogar Fray Leopoldo para personas mayores.Año:1978En la imagen aparece Fray Mariano Ibáñez, Fray Andrés de Málaga, Fray Ángel de León,Fray Buenaventura de Cogollos Vega, Fray Salvador de Montefrío, religiosas del Rebañode María y seglares que constituirían luego el Patronato de la Fundación Hogar FrayLeopoldo.

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

a celebración del 50 aniversario de lamuerte de Fray Leopoldo de Alpandeiretuvo lugar en Granada los días 8 y 9 de

febrero, y fueron presididos por el CardenalSaraiva, Prefecto de la Congregación de laCausa de los Santos. A losactos acudieron miles de per-sonas llegadas de todas partesde España, que guardaronhoras de cola para rezar antela tumba del Siervo de Dios.Dos de los momentos másseñalados fueron, sin duda, elsentido pregón de TicoMedina y la entrañable confe-rencia de José María Javierre.

Durante los días 8 y 9 delpasado mes de febrero, loscapuchinos andaluces cele-braron en Granada el 50 ani-versario de la muerte delSiervo de Dios Fray Leopoldode Alpandeire. Exceptuadala provincia de Cataluña,todos los demás hermanosministros provinciales de la Península asistieronpresididos por el hermano Vicario General,Aurelio Laita, que también traía la representa-ción del Ministro General.

Los actos comenzaron en la tarde del día 8 enel Aula Magna de la Facultad de Medicina de laUniversidad de Granada, bajo la presidencia delEmmo. Sr. Cardenal Saraiva, Prefecto de laCongregación de las Causas de los Santos. Sehabía desplazado desde Roma, precisamentepara inaugurar e iniciar los actos conmemorati-vos de este cincuentenario.

PALBRAS DE ADMIRACIÓN

Todos los que le acompañaron en la mesatuvieron palabras de adhesión y exaltación de lafigura de nuestro hermano: el Sr. Alcalde de

Granada, José TorresHurtado, nos comunicó queel Bando que declara a FrayLeopoldo hijo adoptivo deGranada se había tomado porunanimidad en la corporaciónmunicipal; la alcaldesa deAlpandeire, Raquel Mena -perteneciente a IU- pidió lapronta beatificación de su pai-sano, ya que tratándose de élno hay ideología que losupere; fray Rafael Pozo,comisario de los actos del cin-cuentenario, nos llenó deesperanza con la presentacióndel nuevo Centro FrayLeopoldo, que va a comenzara construirse; D. FelicianoGarcía, presidente del

Patronato Fray Leopoldo, nos transmitió susdeseos de que ese nuevo Centro nos haga máscercana su figura benefactora; el mismo Mons.José Saraiva ensalzó a Fray Leopoldo; el Sr.Arzobispo de Granada, Francisco JavierMartínez, mostró su admiración por los muchoscomentarios que desde su llegada a Granada hatenido del mismo y, finalmente, Fray MarianoIbáñez, Ministro Provincial de la Provincia deAndalucía, agradeció -en nombre de todos loscapuchinos- la presencia de tantas e ilustres per-sonas que se sumaron a estos actos.

U n d í a p a r a Miles de personas rezaron el 9 de feb

La celebración del 50 aniversariode la muerte de Fray Leopoldo deAlpandeire tuvo lugar enGranada los días 8 y 9 de febrero,y fueron presididos por elCardenal Saraiva, Prefecto de laCongregación de la Causa de losSantos. A los actos acudieronmiles de personas llegadas detodas partes de España, que guar-daron horas de cola para rezarante la tumba del Siervo de Dios.Dos de los momentos más señala-dos fueron, sin duda, el sentidopregón de Tico Medina y laentrañable conferencia de JoséMaría Javierre.

L

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UN PREGÓN MUY SENTIDO

Si todos correspondieron a las expectativasesperadas, mención especial aparte ha dehacerse, sin embargo, al pregón que de estosactos tuvo el gran devoto y admirador de nues-tro hermano, el periodista Tico Medina. Lo ini-ció recitando el verso de Icaza, que modificapara la ocasión: "Dale limos-na, mujer, que no hay en mivida nada, como la alegría dehablar de Fray Leopoldo enGranada". El admirado perio-dista supo hacerlo comonadie y de la forma que sabe,llegando al corazón del audi-torio. En varios momentos desu discurso se llevó el aplausodel público que abarrotabaaquella Aula Magna, deseosasiempre de que le hablarandel hermano. No defraudónunca en sus afirmacionesvertidas a lo largo de su dis-curso, por lo que el aplausofinal fue largo, sincero y sen-tido. Por eso, se mereció, enconsecuencia, lo que a conti-nuación se le concedió pormedio del hermano AlfonsoRamírez Peralbo, actual vice-postulador de la causa. Ennombre del Ministro Generalde los Hermanos MenoresCapuchinos, John Corriveau,le hizo entrega de un bonito y muy bien diseña-do pergamino concediéndole el privilegio de ser

asociado a nuestra Orden Capuchina gozandode todos los privilegios como un religioso más.Tico lo recogió con emoción y sentido agrade-cimiento.

Al día siguiente, 9 de febrero, a las ocho de lamañana, se celebró la Eucaristía de apertura delAño Jubilar en la hermosa y gran iglesia con-ventual. La presidió Mons. Saraiva juntamente

con el Sr. Arzobispo deGranada y el Vicario Generalde la archidiócesis, a quienesacompañaban cinco de losministros provinciales de laCIC, con sus acompañantes yotros capuchinos y sacerdo-tes. La iglesia estaba total-mente llena de fieles -a pesardel frío y lo temprano de lahora- que se habían desplaza-do hasta allá para visitar sutumba. La homilía del Sr.Cardenal fue sentida, y refle-jó una precisa catequesis enconsonancia con la celebra-ción y el motivo del día. Porotra parte, merece destacarque durante todo el día latumba de Fray Leopoldo sevio siempre repleta de fielesque, en largas colas, espera-ban en la calle su hora parapoder pasar por ella y besarla.Asimismo, se debe anotarque todas las misas oficiadasen la iglesia estuvieron total-

mente concurridas de fieles, formándose ade-más largas esperas ante los confesonarios.

Tico Medina con Fray Alfonso Ramírez.

e l r e c u e r d obrero ante la tumba de Fray Leopoldo

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50 aniversario de su muerte

Fray Leopoldo

CONFERENCIA DE JAVIERRE

La conclusión de los actos de la apertura de esteAño Cincuentenario tuvo lugar por la tarde deldicho día 9, también en la misma Aula Magna dela Facultad de Medicina de Granada, con unaclara y convincente conferencia del ilustre sacer-dote y periodista José Mª Javierre, quien expuso,con su conocida maestría, arte, amenidad y com-petencia la sencilla y humilde figura de nuestrohermano Fray Leopoldo, recorriendo los diversosestadios de su larga y fecunda vida. También enesta ocasión la referida Aula estuvo repleta degente ávida de conocer al Siervo de Dios, y atraí-da, asimismo, sin duda, por la personalidad delconferenciante.

Los actos de Granada finalizaron con un bro-che de oro en Madrid, la tarde del 20 de febrero.Ese día, a las 7 de la tarde, en la cripta de laIglesia de Jesús de Medinaceli, tenía lugar laconstitución del Tribunal, por Decreto del Sr.Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio MaríaRouco Varela, que ha de presidir las sesiones delProceso sobre un milagro, acaecido en Madrid yatribuido a la intercesión del Siervo de Dios Fr.Leopoldo, en orden a su beatificación.Hermanos Capuchinos de Andalucía, de laProvincia de Castilla, los testigos del Proceso,familiares y amigos de Fray Leopoldo se dieroncita en un acto que, de por sí, mantuvo el alien-to y la emoción en todos los participantes.

Intervenciones. A la izqda.: Fray Rafael Pozo (Comisario del 50 Aniversario). Arriba: Fray Mariano de Sanlúcar, Ministro Provincial.

A la izquierda: Fco. Javier Martínez, Arzobispo de Granada. Raquel Mena, Alcaldesa de Alpandeire, pueblo natal de Fray Leopoldo.

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Monseñor Saraiva saludando y recogiendo un cuadro de manos de Fray Mariano. Arriba: El Coro dirigido por Fray Eloy Rivas.

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odos los días 9 de cada mes acuden a visitar el sepulcro de Fray Leopoldo decenas de devo-tos de todas partes del mundo. El 9 de febrero de este año no podía ser distinto. Las expec-tativas no sólo se cumplieron, sino que se desbordaron. Fueron cientos, miles, las personas

que pasaron por la cripta del limosnero capuchino, y cada uno de ellos traía a cuestas una histo-ria, un ruego y mucho agradecimiento.

Las calles adyacentes a la entrada del convento de los frailes menores capuchinos de Granada seabarrotan de puestos y kioscos donde se podían comprar estampitas, rosarios, recuerdos del fraile yflores. Uno de esos puestos lo administra desde hace años una granadina, que ha vivido siempre enel mismo barrio que Fray Leopoldo.

Testimonios

Puesto de flores regentado por una mujer que lleva años y que incluso llegó a conocer a Fray Leopoldo.

“Aún me acuerdo de verlo pasear por estas calles, con sus pies medio descalzos, pidiendo limosna.Yo me acercaba y le besaba el cordón. Le tengo mucha devoción y los días 9 de febrero siempre vendoclaveles para él aquí, a la entrada del convento, y como cada año viene más gente, yo lo visito cual-quier otro día, como vivo al lado…”, afirmaba el pasado mes de febrero.

1.- Nieves Medina (El Morche, Málaga)

La devoción a Fray Leopoldo le viene por tradición familiar, ya que vivían en Granada y conocie-ron al Siervo de Dios en vida. Lleva más de 20 años visitando los 9 de febrero la tumba del limosne-ro, y a él le atribuye la curación de un allegado, a quien no le dieron más de tres meses de vida, yquien, después de quince años, sigue trabajando. “Cuando se llega aquí, no sabe uno decir lo quesiente”, explica.

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2.- Arturo viene de Almería acompañado por su madre. Apenas ha cumplido los 10 años y no esla primera vez que viene a ver la cripta de Fray Leopoldo. Su madre asegura que tiene múltiples cosasque pedirle al humilde limosnero, y el niño tiene clara su petición: “Soy hijo único y vengo a pedirlea Fray Leopoldo un hermanito”, dice mientras mira a su madre con ojos suplicantes.

A la izquierda: una devota de Málaga; a la drcha: un niño ya admirador del humilde frailecillo de Alpandeire.

3.- También llegan devotos de Córdoba y suprovincia. Eli viene concretamente de Baena conun ramo de flores blancas para entregarle al fraile-cito. “Me han pasado cosas y por eso vengo”,apunta en un primer momento, tras romper elsilencio del que no quería salir. Poco a poco, mien-tras le contamos que recogemos testimonios parala revista de Fray Leopoldo, no duda en aclararnosesas “cosas”: “Hace un tiempo tuvieron que ope-rarme, era una situación complicada y ahora, fíja-te, no tengo nada, estoy curada”.

4.- De Cádiz también proceden algunos devo-tos que hacen cola desde altas horas de lamañana en la entrada de la Cripta de FrayLeopoldo. Juan, María, Cristina y Ana son deUbrique y Benaocaz. Algunos de ellos es la pri-mera vez que visitan a Fray Leopoldo y lo hanconocido a través de amigos que les han habla-do de él. “A ver si me hace caso, a ver qué sien-to cuando esté junto a su sepulcro”, explica unode ellos un tanto escéptico a los favores delSiervo de Dios.

Esta devota, tras una grave operación hoy está perfectamente.

Ese día pasaron familias enteras y grupos de amigos.

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5.- Esta familia viene de Barcelona, concreta-mente de Castelldefels. “Yo tengo una tía monjaque conoció a Fray Leopoldo y fue ella quien nosinició en la devoción”, comenta Manuel. “Nosdaba estampas del fraile, y ahora vengo con mimujer y mi hijo a visitarlo, y a pasar esas estam-pas por su tumba”, prosigue.

6.- Fali viene de Cartaya (Huelva) con ungrupo de devotas de Fray Leopoldo. Hace siete uocho años que viene a rezar ante la tumba dellimosnero. Esta devoción se la transmitió sumadre, que todos los meses le regalaba estampasy almanaques de este fraile capuchino. “Le tengomucho cariño, es alguien especial, e intento cui-dar este fervor como me enseñó mi madre”,declara.

7.- María Yedra Cordero viene de Jaén conNisa Cobo. Hace años que tiene como tradiciónvisitar el 9 de febrero la cripta de Fray Leopoldo.“¿Qué si me ha hecho favores Fray Leopoldo? Tevoy a contar uno”, dice entusiasmada. “Hace ya18 años, me encontré en el hospital de Jaén a lahija de una vecina mía de Baeza. Y me dijo quesu madre, Francisca, estaba muy mal y que losmédicos le daban 9 días de vida. Yo, entonces,pensando en Fray Leopoldo le dije que aquí ledaban esos días, pero que arriba (en el Cielo) ledaban más de 9 años. Fui a visitar a la médico yle pedí que cuando viera a la enferma le pasarala estampa de Fray Leopoldo. La médico me dijoque ya le había pasado la de Josemaría Escrivá deBalaguer, pero que estaba muy mal e iba a servirde poco. Yo le dije que aunque sabía que ese eraotro santo muy bueno, yo quería confiarle estacuración a Fray Leopoldo, que seguro que me laconcedía. Así lo hizo, y ya hace más de 18 añosque pasó aquello y Francisca sigue viva”.

8.- Isabel Martínez es de Horcajo de Santiago(Cuenca). A Isabel, que no había fumado nibebido nunca, le detectaron hace ya unos añosun cáncer y le tuvieron que estirpar un pulmón.La operación duró siete horas, y recuerda, mien-tras estaba en la mesa de operaciones, cómo FrayLeopoldo le daba la mano. Hace ya seis años deaquello y ahora está plenamente curada. Losmédicos aún siguen sorprendidos de su totalcuración.

Esta familia se trasladó desde Barcelona a Granada.

Este grupo de amigas acude a la tumba desde hace años.

Tras una enfermedad, estas amigas vienen a la cripta.

Otro ejemplo de un posible favor del Siervo de Dios.

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DE CÓMO FRAY LEOPOLDO SABÍA TRATAR A LOSDEMÁS CON DELICADEZA Y CORTESIA

elatan las crónicas franciscanas que cierto día, Francisco y un compañero llegaron al atarde-cer a casa de un hombre cortés e hidalgo que les recibió y hospedó con grandísima devocióny cortesía, como a ángeles del cielo. Aquel gentil hombre los había abrazado y besado ami-

gablemente, les había lavado los pies, se los había enjugado y besado humildemente, había encendi-do el fuego y preparado la mesa con muchos y buenos manjares y los había servido con alegre sem-blante.

na vez que repusieron fuerzas, Francisco y su compañero, abandonaron la casa y retomaronel camino polvoriento y, por el angosto sendero que se hundía en el bosque, se fueron aden-trando en la espesura de la arboleda bajo la luz de la luna llena. Y en un lugar donde el sen-

dero se hacía más difícil, se sentaron ambos al borde del camino sobre unas rocosas piedras que seencontraron. Francisco no salía de su asombro ante tanta cortesía, amabilidad y generoso ofrecimien-to y comentó a su compañero: “En verdad que este hombre era bueno para nuestra compañía. ¡Estan agradable y reconocido a Dios, y tan amable y cortés, hermano carísimo, que la cortesía es unade las propiedades de Dios, que por cortesía da el sol y la lluvia a justos e injustos y es hermana de lacaridad, que apaga el odio y fomenta el amor”.

e natural rudo, Fray Leopoldo se había dejado pulir por la gracia, dejando que Dios refinarasu espíritu. Y el calor de este relato franciscano y las palabras de Francisco sobre la cortesíade aquel gentil hombre, al calor también de las palabras de Pablo en su primera Carta a los

Corintios: "El amor es paciente, es afable, no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero nibusca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal". Fray Leopoldo había descubierto el verdade-ro sentido de la delicadeza y de la cortesía para con los demás. Su finura social es digna de admirar.Resulta asombroso verlo tratar con finísima educación con las personas más distinguidas de la socie-dad. Dicen, los que lo conocieron, que su conversación era de una finura tan exquisita que dabagusto tratar con él. Había que verlo a sus años, apoyado en su bastón, subir penosamente las escale-ras de un bloque de pisos, llamar a la puerta y preguntar: ¿Cómo está su esposo? o ¿cómo está su seño-ra? Bien, Fray Leopoldo, ¿y su hija mayor? ¿Y sus hijos pequeños? ¿Y la muchacha?

e dio el caso de preguntar al Gobernador Civil de Granada por su señora siendo éste solte-ro. Su cortesía no era otra cosa que el fruto de su exquisita caridad para con los demás. Enlos años del "hambre", pasó por el convento de Granada el religioso que en los últimos años

de su vida sería su enfermero. En aquellos años tenían los religiosos racionados el pan y el azúcar enel desayuno. Un día, sin embargo, nadie reparó en que el religioso huésped sólo tenía para el desayu-no un poco de café de cebada. Bueno, alguien se había percatado de ello, era Fray Leopoldo que consu fina sensibilidad y exquisita caridad se había dado cuenta. Y durante aquellos días, a la hora deldesayuno, iba a buscar a aquel huésped para compartir con él su pequeña porción de pan y azúcar.

En alabanza de Cristo y de Francisco. Amén.

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n el convento de Capuchinos de laRonda, en Sevilla, se celebró el pasadomes de enero un acto

en el que fue presentado elcuadro de fray Leopoldo reali-zado por el pintor extremeñoJuan Valdés dentro de la pro-gramación general conmemo-rativa del aniversario de lamuerte del siervo Dios.Después de breves palabras depresentación de fray RafaelPozo Bascón, habló el provin-cial de la Orden, fray MarianoIbáñez, quien, a su vez, pre-sentó al profesor de Historiadel Arte Joaquín ManuelÁlvarez Cruz. Éste describióla ejecutoria vital y artística de Juan Valdés, uncreador que se ha hecho a sí mismo en medio de

constantes y serias adversidades y que, contraviento y marea, ha logrado hacerse un nombre

de alto prestigio en el mundono siempre fácil de la pintura.

Discípulo de EugenioHermoso en Madrid, Valdésrecató en Sevilla, donde enta-bló una estrecha amistad conel profesor AntonioZambrana. Fue profesor enMorón y en Las Palmas y, trasparticipar en 1975 en la IIIBienal de “Blanco y Negro”,obtuvo la beca “DiegoVelázquez” de la Diputaciónde Sevilla, que le permitióampliar estudios en Italia.Expuso en Tokio y creó el

retrato de los reyes Juan Carlos y Sofía para laExposición Universal de 1992.

Un retrato pintad

La presentación del cuadro queconmemora el 50 aniversario dela muerte del Siervo de Dios FrayLeopoldo de Alpandeire, obradel reconocido pintor extreme-ño-sevillano Juan Valdés, tuvolugar en el convento de losCapuchinos de Sevilla a finalesdel mes de enero. El historiadorJoaquín Manuel Álvarez Cruzhizo un breve recorrido por latrayectoria profesional y personaldel artista.

Presentación del cuadro conmemorativo del 50 Aniversario en el Convento de Capuchinos de Sevilla.

El cuadro de Fray Leopoldo es obra

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UN HOMBRE DE FE

Juan Valdés fue víctima de un gravísimo acci-dente de tráfico que lo mantuvo en silla de rue-das. Con voluntad férrea, se recuperó hastapoder abandonar la silla y se entregó con fuerzarenovada a la creación pictórica. El profesorÁlvarez Cruz se refirió finalmente a la actividadde Juan Valdés como autor de retratos y lo defi-nió como "uno de los mejores retratistas de lapintura sevillana actual".

Valdés, por su parte, se refirió durante su inter-

vención a los que él describió como sus "altiba-jos en la fe" y dijo que la fe recibida en la infan-cia fue siempre un referente en su vida.Aludiendo al cuadro de fray Leopoldo, el artistadijo que, sobre todo, está hecho con el corazón.

Fray Rafael Pozo ofreció, finalmente, detallesde las conmemoraciones del cincuentenario defray Leopoldo. Algunas ellas se celebrarán enGranada, que guarda la tumba de popular limos-nero. Y algunas contarán con la presencia delCardenal Saraiva Martíns, prefecto de laCongregación para las Causas de los Santos.

El autor del cuadro realizado para celebrar el 50 Aniversario: Juan Valdés.

do con el corazóna del reconocido pintor Juan Valdés

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ardenal, Arzobispo, Alcalde, Rector,Fray Mariano, Feliciano, Alcaldesa deAlpandeire, Hermanos Capuchinos a los

que he tenido siempre la suerte de encontrar portantos lugares del mundo -hace un momento un fraile deaquí cerquita me decía: ¿teacuerdas cuando nos vimosen Bangkok y yo iba aFilipinas y tú ibas a Vietnam,en el año 72? Rafael, con elque hablábamos no hacemucho de la tierra de Petén,del Petén de arriba, cálido, húmedo, y tremendo,de Guatemala. Capuchinos del Mundo, queridoPadre Javierre, que te han encomendado elhacer el retrato -tú que eres un admirable retra-tista de Dios- de Fray Leopoldo, AutoridadesMilitares, Civiles, Pueblo de Granada.

Esta tarde, tan cerca de donde en su día habi-tó con humildad, generosidad y eficacia estearcángel solidario que fue Fray Leopoldo deAlpandeire, se consigue y se consuma el milagro

de que el Cronista Oficial dela Ciudad de Granada se con-vierta en el Cronista espiri-tual, sentimental, tradicionalincluso, de lo que podemosllamar la lealtad de Granada.

Señor Cardenal, estamosrecordando a un hombre divi-no, a un obrero de Dios, a un

campesino de la solidaridad, como fue nuestroFraile al que en hoy en parte -y sólo en parte-quiero y vengo a agradecerle los servicios presta-dos a toda una vida, como la mía, de contador dehistorias en la que la suya siempre fue para mí lamás hermosa, la más sencilla, la más verdadera

P r e g ó n d e T

Dale limosna, mujer,

Que no hay en la vida nada,

Que no hay en mi vida nada

Como la alegría de hablar

De Fray Leopoldo en Granada.

C

La intervención de Tico Medina fue una de las más emotivas del acto conmemorativo.

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de cuantas conté y canté hasta el día de la fecha.Este Hijo Adoptivo de Granada, del cual hacealgunos días se hizo eso tan hermoso como es unBando Municipal, formidable. Viene usted en suraíz, Cardenal, Príncipe de la Iglesia, de un pue-blo hermano y sureño de Europa, como el nues-tro, como el del Fraile. Y este es el retrato de uncampesino inolvidable y cercano, que conmemo-ra, en su propia carne, en su propia vida, y en supropia muerte el documento bellísimo y actualde hoy mismo del Papa Benedicto, al que el otrodía hacía alusión el Arzobispo en la fiesta de SanCecilio: Dios es Amor.

Fray Leopoldo fue el Amor, el Desprendimiento,la más hermosa sonrisa que yo he visto en mi vida,yo que soy un detector y un narrador de las sonri-sas más fascinantes del planeta. Porque yo, deniño -y toda Granada lo sabe desde hace muchosaños- yo he visto en persona, en carne y hueso,

con estos ojos que se ha de comer la tierra, la son-risa y el destello, la luminosidad no de este mundode aquel Fraile, pobre, con lo puesto, que camina-ba a saltos como los olímpicos de la vieja Iglesiaeritrea, aquel huertano del hábito marrón, aquelprofesor analfabeto; y aquel niño Escolástico quese asomaba, a ver si lo veía, camino de su oficio deartista y artesano, a pedir sin pedir, sobre sus durospies desnudos, los sabañones de Dios, como aque-llos otros pies, terribles, de tierra y barro, de laMadre Teresa de Calcuta, que se le parece tantoen tantas cosas a nuestro Fraile, y a la que yo subía ver un día a aquel galpón de la muerte deCalcuta, donde, bajo una corona de buitres,Madre Teresa repartía la única medicina de lacual podía disponer: una caricia sobre la piel delos pobres moribundos, una brizna de amor sobrelas heridas de los que nunca nada recibieron denadie.

Ese día, sin duda alguna, el Aula Magna de la Facultad de Medicina estaba abarrotada.

T i c o M e d i n a

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Como Fray Leopoldo. Al que llevo siempreconmigo, y yo soy un detector de metales precio-sos, soy un buscador de oro en la basura de lavida. Y lo llevo siempre conmigo, como quienlleva de verdad en el tiempo de la mentira, comoquien lleva todo lo que tiene, al hombre que lodaba todo aunque nada tuviera. Y lo llevo en mimedalla al cuello. Cada día. Junto a mi Cristo delos Balleneros, o quizá, probablemente, junto ami Cruz de Belén, junto a mi Virgen deGuadalupe, y junto a mi grupo de sangre, con minombre, por si algún día encuentran mi cuerposin cabeza en una cuneta. Y lo tengo en mi casa,y en mi vida, y en la vida de mis hijos, de mimujer y de mis nietos. Y lo tengo en bronce,como el pie de una lámpara a cuyo pie escribo. Ylo tengo en sepia, como estampa. Y lo tengo enbarro, entre mis trofeos de cazador, a veces depieza. Y lo tengo en plata, en mi llavero, en elllavero por ejemplo de mi casa. Y lo tengo tam-bién en el de mi coche. Y sobre todo lo llevoaquí, aquí dentro, como un ascua, vivo, cada díamás vivo, en el forro de mi alma.

Y lo hago por egoísmo, por necesidad, porquecuando lo llamo está. Porque cuando le pido, me

da. Y porque cuando se le llama su telefonillo degalena no está nunca, nunca descolgado. Y lodigo en el tiempo de los móviles, porque siempreque le llamo, mi querido Fray Leopoldo, nuncaestá usted comunicando. Y sobre todo porque lohe visto en miles de gentes: en la Gran Murallade la China, en las tierras lejanas de Usuaya, enArgentina, concretamente en los barcos de hielode la Antártida. Y lo he visto en la Patagonia, yen el Sahara. Y lo he visto en Mindanao, y cerca

de donde ayer mismo los aventureros de la cien-cia encontraron un mundo nuevo y fascinante, ylejísimos, yo encontré siempre la paz y la cruz, yla mano abierta, su presencia y su nombre, comoalgo que está ahí, como el aire para respirar o elagua para beber, el pan necesario para podercontinuar.

Fray Leopoldo tenía resplandor. Y se lo dice austedes quien, como decía Picasso, dice "yo nobusco: encuentro". El resplandor de la MadreTeresa, el raro resplandor de Ché Guevara. Y asítengo que decirlo. O el de Hemingway, o el delPapa Juan XXIII. O el de Fray Leopoldo. Y lorecuerdo ahora mismo, entornando los ojos, consu hábito de tierra. Sus manos de panadero, col-gada al cinto junto al cordón de su orden aque-lla talega, aquel costal de Dios con el que seacercaba a los bautizos de pueblo en un carro demulas, a las bodas cortijeras de las familiaspudientes, a los tratantes de ganado en busca delos reales de plata o de oro. Y sin pedir. Mudo.Movía el vientre de su saco y se instituía en elfielato de Dios. Sin perder su sonrisa.Acariciando y sonriendo. Sonriendo y señalandopara los demás, siendo el limosnero de Dios, elmendigo de Dios, el obrero de Dios. Pero tam-bién haciéndose el cobrador de la contribucióndel rico para con el pobre. Una asombrosa yconstante y cotidiana lección de serenidad, dedignidad -y lo digo en el tiempo de los indignos-de humildad.

¿Qué era Fray Leopoldo? Era la Verdad.¡Cuánto se ha escrito de él en la distancia, cuán-to se ha dicho de él en la necesidad! Pero es queyo lo he visto y lo he sentido, y he notado comoun viento distinto a su paso. Y luego, en su vida,en su obra, ha sido capaz de tanto tantas veces,contra viento y marea, a contracorriente, inclu-so de la propia condición humana -en su sopa de

Momento de la intervención de Tico Medina.

Fco. Javier Martínez junto a Monseñor Saraiva.

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ajo, en las llagas de sus pies trabajados, en el rin-cón de ese huerto en que había coles y rosas. Deél que tantas cosas se ha escrito, y él que ha sidocapaz de escribir el más hermoso de los librospero con faltas de ortografía. Este analfabeto deDios, este malagueño de Alpandeire al que hoyotra vez, aunque sólo sea por agradecimiento,que es una condición humana, Granada quieredarle las gracias, como se las dio hace sólo unosdías haciéndolo Hijo Predilecto. No sólo que-riéndolo. O no sólo nombrándolo hijo querido,hijo preferido, hijo brillante y deseado, que ya loes, sino queriéndolo hacer su padre, su tutor, suhermanico, su abuelo, su médico de cabecera, ysé que lo digo en este sitio histórico que es laFacultad de Medicina. Porque además de ser ungurú, un sanador, un consejero de guardia, esnuestro ángel tutelar. Y se llama Fray Leopoldo.

Yo he sido en efecto pregonero en Granada, aymi Granada, de su Patrona la Virgen de lasAngustias, de la Navidad, del Albaicín, delCristo de los Favores, del Corpus, de losCaseteros, y les juro que en este como pregón dehoy noto el brillo, voraz y feraz, de sus ojos sobremis hombros y su sonrisa fija en mi ya débil nucay sus manos tendidas, o su mano tendida, paraayudarme, es verdad, pero también para pedir-me, y para pedirme para los demás. ¡A cuántasbocas alimentó! Y cuántos espíritus hoy hace

crecer. ¡Qué color el de su hábito! Ya de lamisma forma que no hay azul como el de laMadre Teresa, no hay marrón como el marrón desu traje de faena. Tan pequeño pero tan grande,tan fuerte. Perdone usted, frailecico, que estéhablando tanto rato tan bien de usted.

Tan humano y tan divino. Una vez le llamé elsablazo de Dios. Nunca olvidaré el día en que secruzaron sus ojos y los míos. Yo era un niñoentonces, sorprendido, que veía pasar cerca,como una figura de fuego y de ternura, en laacera del Casino, a aquel enviado especial deCristo, a aquel Apóstol del Sur. Y yo aquel día,en la noche, en la mesilla de mi cama, Moral dela Magdalena, 12, donde tienen ustedes su casa,apunté con mi mano de niño, esa mano que sólohabía escrito algún que otro poema de amor,escribí: “Hoy vi pasar un ángel”.

Este es mi Fraile. Este es nuestro Fraile. Sin otrapeana que la de cientos y miles de seres humanosatormentados, sufridos, ricos y pobres, heridos demuerte… Este es. Este es este hombre al que yoacudo siempre con mi apedreada y golpeada saluddel cuerpo y del alma. Y que siempre necesito. Ysi os puedo dar, si me exigís que cuente en alta vozun milagro importante en mi vida, aquí estoy yoen mi palabra y en mi voz, para que conste en elacta de los prodigios. A cada hora, en cadamomento, en mis cimas -pocas- en mis simas -

Acto institucional presidido por autoridades religiosas y políticas, como el Alcalde de Granada.

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muchas-: a cada caída, en cada una de sus resu-rrecciones, él está ahí. Con su raro resplandor, consu sotana corta, con su constante presencia deherrero prodigioso. Y me mira. Y me ayuda, enesta mierda de mundo en que vivimos, y en el quetengo que ser cronista y multiplicar la mentira, lamiseria humana. Y él me obliga a seguir adelante,sin que me tiemble el pulso. Y me cura de la leprade la palabra falsa, del cáncer de la mentira, de lapelagra de la fama. Y yo me siento más puro sólocon verle, solo con recordarle, en aquel olor depan duro y caldo de cunetaque iba dejando a su paso.

Esta misma mañana, uno delos médicos de Rocío Jurado,el Doctor Mariscal, el médicoque presentó a Rocío y aOrtega, su marido -que losdos hacían espera para curarsus depresiones en la antesala de su consulta- mellamó por teléfono y me leía, sacando una estam-pa del fondo de su cartera de bolsillo, la oraciónincluida de Fray Leopoldo de Alpandeire, paracuando ya no hubiera más remedio. Y yo le pre-guntaba: ¿Es una estampa con reliquia? Y elmedico me respondía: ¡con reliquia de su hábitocapuchino!

Eso quiero que sea esta confesión mía para suproceso de canonización, si vale para algo, de mipuño y letra, esta misma tarde, en la habitaciónde donde en su día sacaron a Federico para lamuerte. Esta es la confesión de este contador dehistorias, de este coleccionista de asombros, que

hoy puede dar fe del milagro diario que en micuerpo y en mi alma hace aquel que, hace másde sesenta años, ya me hizo caer a mí del caballodel niño incrédulo.

Os diré, hermanos míos, que este Paco, Paquito,malagueño nuestro, este cabrero y soñador, estáhecho con la misma materia con que estánhechos los Pacos, los grandes Franciscos de laIglesia: de Borja, de Asís, de Sales, de FranciscoJavier. De todos tiene, pero, sobre todo, para mí,que pienso que el periodista debe contar lo que

vio, tiene algo excepcional,que le vi, que le he visto: queme ha mirado, de paso, perome ha mirado y tiene algoexcepcional, como una luz enla oscuridad cada vez que lonecesito, o sea, que está con-migo a todas las horas de mi

vida, siempre que lo necesito.El Cronista Oficial de Granada ha querido

hacer hoy la crónica en vivo y en directo dequien sé que hoy, como siempre, está ayudando,dando, pidiendo, alimentando, sosteniendo,curando y haciendo creer entre nosotros. "Dioses Amor", insisto, ha dicho el Papa Benedicto.Fray Leopoldo es un repartidor de Amor. Desdeel Internet a la cueva no hay mayor verdad quela Verdad de su vida. Y mañana, no es que hagacincuenta años de su muerte, sino que hacecincuenta años que volvió a nacer. Porque hoyFray Leopoldo está más vivo que nunca.Muchas Gracias.

Fray Leopoldo es un repartidorde amor.

Desde el Internet a la cuevano hay mayor verdad que laVerdad de su vida.

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DE CÓMO FRAY LEOPOLDO NO DESAPROVECHABAOCASIÓN PARA AYUDAR A LOS DEMAS

ecía San Francisco que la cortesía es una de las propiedades de Dios, que es hermana de lacaridad y que apaga el odio y fomenta el amor. Así debería entenderlo fray Leopoldo que nodesaprovechaba ocasión alguna, a pesar de sus años, para servir y ayudar en todo a sus her-

manos. Nos cuenta su enfermero cómo cierto día estando ya la iglesia del convento cerrada al públi-co, entró él en el coro alto para hacer un rato de oración. y estando recogido en silencio, oía un extra-ño ruido que parecía provenir de una de las naves laterales de la iglesia conventual. Pensó el devotoreligioso que sería algún ratero que con sus consabidas artimañas estaría “limpiando” los cepillos dela iglesia y bajó sigilosamente para sorprender in fraganti al ladrón. Pero cual no sería su sorpresacuando, con la penumbra de la iglesia, sorprendió a fray Leopoldo que trabajosamente, apoyado ensu bastón e inclinado sobre el suelo estaba con un cuchillo raspando la cera de las baldosas de la sole-ría de la iglesia. Su enfermero intentó disuadirlo de mil modos de aquel penoso trabajo que, con tantaincomodidad, estaba realizando a sus 92 años, pero fray Leopoldo le dio esta respuesta: “No, herma-no, pobrecita la mujer que limpia la iglesia y hace estos duros trabajos; hay que ayudarle”.

En alabanza de Cristo. Amén.

d

florecillasde

Fray Leopoldo

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ara mí, encontrar a Fray Leopoldo hasido un acto de admiración y ademásuna sorpresa. La culpa la tiene el padre

que me sorprendió con la llamada para trataresta biografía de una persona que yo conocía,pero relativamente. Saben ustedes que los quevivimos en Sevilla, las cosas de Granada… ah,no, pero para mí Granada ha sido siempre unacosa muy seria. No voy a dedicarme a echar piro-pos a esta ciudad, que además no los necesita. AGranada ya le han dedicado bastantes. He teni-do mi alma en Granada en muchas ocasiones yhoy he recorrido sus calles con ojos humildes, hevisto otra realidad y he estado preguntándomecuál era la Granada de Fray Leopoldo.

Ahora tengo el compromiso de acertar, sí esverdad, llevo muchos escritos pero con tantogusto como comienzo este, no me ha tocado nin-guno. Voy a contar los motivos de mi causa deFray Leopoldo y el haberme entregado a estatarea, la historia de un capuchino que fue fraile-

cito generoso en el monasterio de Granada. EnSevilla tenemos también un monasterio impor-tante pero el de Granada para ellos significamucho, cuántos por el mundo entero… la histo-ria de los capuchinos. La historia de los herma-nos legos, dentro de la organización capuchina,tengo que investigar y contarles.

Fray Leopoldo me ha hecho pensar en unacuestión que los andaluces tenemos pendiente yno sé si tenemos muchas ganas de resolverla, meparece que no. Y es que nos falta amistad, cari-ño y ternura entre las capitales de Andalucía.Ustedes saben que los luchadores de aquellaépoca, cuando comenzó el movimiento andalu-cista en plena transición democrática se pensóincluso en partir Andalucía en dos, la orientalpresidida por Granada y la occidental presididapor Sevilla. Afortunadamente no se hizo, porquesi ya nos queremos poco siendo todos uno, ima-gínense si nos llegamos a dividir… Pero hay unacosa y es que yo creí que, bueno, mientras tení-an ustedes aquí el mando militar pues bueno,pero ya luego… Si miras Granada, quizá notascómo muchos granadinos miran a Sevilla.

Yo tengo muchos amigos en ambas partes, yalguno de ellos me ha dicho “¿por qué no te dedi-cas a crear puentes?”. Hay en Sevilla una magní-fica persona que es Historiador del Arte, que hasido Director del Museo de Bellas Artes deSevilla, que es un gran amigo, total, pero al mismotiempo un gran alumno que conoce Sevilla mejorque yo. Hubo un pintor, alguno de ustedes lorecordarán, granadino hasta el tuétano, que nopodía ver Sevilla, yo he estado en su casita delAlbaicín y ahí trabajaba y yo le preguntaba: ¿Quéhaces, que pintas que escribes en Granada? Yatengo cuadros nuevos y le dije, ah, pues muy bien,quiero verlos, y me dijo, no, no puede verlos, y ledije por qué, dónde los tiene, y él me dijo, no, lostengo en casa, pero son todos de señoras en pelo-

“Seré, si Dios quiere, un propagan

Conferencia del periodista y escritor José María Javierre en

José María Javierre.

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tas. Pues este, que era una persona extraordinaria,se enfadaba cuando yo le pregunté una vez la cer-canía entre Granada y Sevilla.

Pues miren ustedes por dónde, Fray Leopoldonos ha dado un signo un muy bueno de cercaníaa Sevilla, porque aunque toda Andalucía, y todaEspaña conoce la figura de Fray Leopoldo, ha sidoen Granada donde ustedes (los granadinos) lohan tenido, lo han vivido, lo han querido y losiguen venerando. En cambio, en Andalucía occi-dental, sí, sí se le quiere, ¿eh? Hay un barrio enSevilla, que es el barrio de las Letanías, donde elotro día contaba el cura que los chiquillos delbarrio le dijeron un día que le encendían velas aFray Leopoldo cuando su padre se iba a trabajar.Bueno, pues en AndalucíaOccidental tenemos a SorÁngela de la Cruz. Hay unparalelismo entre los dos que amí me está impresionandomucho, y si me deja el padrecapuchino lo contaré de algu-na manera en el libro, FrayLeopoldo y Sor Ángela de laCruz, que además por cierto son de la mismaépoca. Sor Ángela se muere un poco antes, reciénllegada la república a España, y Fray Leopoldovivió bastante más. Pero tienen un estilo espiritualy una dedicatoria al ejercicio de la Misericordia,del evangelio, como quería Francisco de Asís: singlosas, sin comentarios, el evangelio. Pues los dos,Fray Leopoldo y Sor Ángela vienen a ser evange-lio, y claro, se entregan a atender a los pobres, arepartir amor… yo seré, si Dios quiere, un propa-gandista de Fray Leopoldo en Sevilla. Aunque yales digo, es conocido.

He visto en los periódicos estos últimos días,que ha sido elegido como uno de los granadinosdel Siglo XX. Habría que llevarlos a todos esos aSevilla y hablar de todos ellos, porque… ¿recuer-

dan ustedes aquella escena bíblica en que laReina de Saba conoció al rey Salomón? Puescuando conoció al rey Salomón, y debió expli-carle las cosas, ella se quedó atónita y le dijo:“Ahora sé que no he encontrado más que lamitad de lo que realmente eres”. Pues con FrayLeopoldo, cuando se empieza a remover la tierra,que es lo que me está pasando a mí ahora con ladocumentación recibida de los capuchinos, com-prende uno que sí, que podemos pensar que FrayLeopoldo es un hombre extraordinario, vamos allamarlo santo, con permiso del señor cardenalque estuvo ayer presidiendo nuestra reunión.

Hay un libro así de gordo que hay que dar enRoma para que los estudien los peritos de la con-

gregación que preside el car-denal que estuvo ayer aquícon nosotros en los que serecogen todas las declaracio-nes. Lo del proceso de santi-dad, no consientan ustedesque se lo hagan, procurenhacer alguna fechoría, unafechoría que no sea aparatosa,

claro, tampoco tienen ustedes que convertirseen demonios. Pero que no le hagan el proceso desantidad, porque es que rebuscan baldosa a bal-dosa, la existencia, los escritos, las relaciones, lasamistades, la intimidad de esas personas.

Hay un jesuita malagueño, que tiene la causa, yun valenciano, que estuvo por toda España, ycontaban de ellos cosas admirables. Pues cuandoiban a los pueblos, hacían agujeritos en las puer-tas para ver si era verdad que no se acostaban, siera verdad que hacían disciplinas… y sobre FrayLeopoldo hay un tomo de esos, hay dos procesosdistintos, uno que digamos es diocesano y otroque es más reducido y que le falta frescura, porqueel primero es una recopilación de testimonios detodos los que le conocieron, de todos los frailes de

Fray Leopoldo me ha hechopensar en una cuestión que losandaluces tenemos pendiente: yes que nos falta amistad, cariño yternura entre las capitales deAndalucía.

ndista de Fray Leopoldo en Sevilla”

la celebración del acto que conmemoraba el 50 aniversario

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los conventos, de gente del pueblo, de pequeñosmilagros que se le atribuyen. Escritos hay pocos deellos, Sor Ángela también era iletrada, tampocosabía escribir, llegó a aprender a escribir un poqui-to mejor que Fray Leopoldo, las cartas fotocopia-das de Fray Leopoldo, que son muchísimas, que sepublican en el proceso, están llenas de faltas deortografía que se ven con ingenuidad.

La serranía de Ronda es un paraje agreste, difí-cil, ahora ya no tanto. En el pueblo de FrayLeopoldo, Alpandeire, está a 17 kilómetros deRonda, bajando hacia el mar, no había carrete-ras, había un camino de mulas ahora es tan her-mosa, vale tanto la pena, Ronda es una de lasciudades más asombrosas del mundo, pues asíestaba la serranía.

Alpandeire es un pequeño pueblo que va atener ahora el gran honor de saltar a las páginasde los periódicos del mundo y que todos lo lleve-mos en el corazón. Son así de buena gente. A míme sorprendió ayer conocer a la alcaldesa deAlpandeire porque es muy joven, y eso es muybonito. También los curas de los pueblos hansido muy distinto a los sacerdotes y párrocos delas ciudades, ahora, con la televisión, nos hace atodos iguales. Pero no, no somos iguales. Ni loshabitantes, ni los sacerdotes. Los curas de mi tie-rra, un pueblo del pirineo tenían historias fabu-

losas. Me he acordado porque entre las muchascosas que he leído de Fray Leopoldo, hay unmomento que en que recuerdan que está aquelcarromato que se ha salido del camino y tieneuna rueda abajo, y están los responsables delcarro blasfemando y Fray Leopoldo les dice,“Pero así no vais a remediar nada”, se baja y aga-rra la rueda, no dice los padrenuestros que leshizo rezar pero el carro salió corriendo y FrayLeopoldo sabía que eso iba a ocurrir.

Un cura, que va rezando el breviario por elcamino se encuentra a un señor que tenía unamoto, de los primeros tiempos de motos, y se lehabía parado y no conseguía arrancarla y estabadesesperado, entonces el cura se acerca y le dice:“Oiga, es que blasfemando no se le va a arreglarla moto”, y le dice el otro: “qué le importa a Dioslo que me pasa con mi moto, ¿qué quiere ustedque recemos un Padre Nuestro? Y dice el cura:“¡Vamos a rezarlo a ver qué pasa!” Se pusieron arezar el Padre Nuestro, el mozo se sube a la motoy sale corriendo la moto. El cura se queda miran-do y dice: “Si no lo veo no lo creo”.

A veces cuesta distinguir entre los favores deFray Leopoldo. Tantos favores… Yo diría enRoma que en los procesos, una vez que se hainvestigado baldosa a baldosa, y que se sabecómo se portado ese hombre o esa mujer a lo

Primera línea del público. A la drcha.: Fray Balbino, llegado de Sto. Domingo hasta Granada.

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largo de toda su existencia, no pidan ya milagros.Un médico tiene que firmar el milagro, y lo másque puede firmar un médico es que no ve unaexplicación científica para el caso. A un napoli-tano que era obispo, después cardenal, le dije alfinal de una conversación: “¿por qué nos compli-can con los milagros?” Y dijo: “porque en elfondo necesitamos algún tipo de aviso desdearriba”. Surgen historias y leyendas, y a mí megustaría saber si la de los zapatos del jovenLeopoldo que cuando vuelven de trabajar con suhermano, habían ganado algo de dinero, resultaque se encuentran a unospobres por el camino y avisa-ron al hermano de Leopoldoque Leopoldo iba a repartir eldinero que habían ganado.Entonces, su hermano se loprohibió, y como no podíadarle ese dinero pues le diosus zapatos al pobre.

Los recuerdos de Fray Leopoldo están todosentre la historia y la leyenda, es un poema, unpoema maravilloso. Se hizo fraile, se hizo fraileoyendo la predicación de un capuchino. Habíafiestas en Ronda dedicadas a Fray Diego, estabael que luego fuera arzobispo de Sevilla DonMarcelo Spínola, y recibió un aviso del Vaticanode que presidiera esas fiestas. Dicen que Fray

Diego hacía muchos milagros, y que el guardiánde su convento le decía que no hiciera ningunosin su permiso, porque si no era muy escandalo-so. Así que cuentan que yendo Fray Diego por lacalle se cayó un albañil de un cuarto piso en unaobra que estaban haciendo y dice la leyenda quedijo mientras caía, “Fray Diego ¡sálvame!”. YFray Diego vio que caía y le dijo: “Espérate quevoy a pedir permiso al guardián del convento”.Es maravilloso que tengamos esas historias, esasleyendas.

En Sevilla tenemos dos cosas admirables por labelleza de su estampa, laGiralda y el cardenal. Yo ledije cuando lo hicieron arzo-bispo “señor arzobispo, ustedsiendo franciscano estas cosasde los honores eclesiásticos nole gustarán”, y me dijo “Yo soyfranciscano pero soy arzobispode Sevilla”. Pues querrá el

padre Alfonso convencernos de que no sonleyendas, que son historias, y la verdad es que lascosas de Fray Leopoldo son impresionantes. Esbonito pensar en Don Marcelo Spínola y FrayLeopoldo, es un santo extraordinario. Y para míuna de las cosas que voy a contar fue la más sor-prendente. Yo estaba revolviendo la documenta-ción recogida en el archivo de las monjas, que

Intevención del Coro de Capuchinos de Granada, dirigido por Fray Eloy Rivas.

Alpandeire es un pequeñopueblo que va a tener ahora elgran honor de saltar a las pági-nas de los periódicos del mundoy que todos lo llevaremos ennuestro corazón.

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está perfecto, y leía que éste era un santo queveía a su madre como una hermana. Pero es quequería a su madre y a su hermana tan intensa-mente que visitaba su casa, cuando estaba devisita pastoral, cada dos días. Además, en las car-tas que yo veía se quejaba de que ya no tenía ropalimpia, hasta que un día estaba por la serranía deRonda de visita pastoral y le decía a su madre:“Vengo a que me lavéis la ropa porque la ropainterior la tengo completamente manchada”. Yoconsulté con la señora de mi casa y le dije:“Marisa, fíjate tú que cosa más extraña”, y medijo: “tenía hemorroides”. Yo le pregunté esto a lasmonjas, y me dijeron: ¡uy, por Dios, usted no lo iráa contar! Le dije: “Madre, yo no sé si lo contaré ono lo contaré pero tengo que saber la verdad”. Yle dije: “No se da cuenta que sólo por el hecho deir en mula por esos riscos de la serranía de Ronda,que hizo la visita pastoral…”. Y me dijo: “Perousted no lo cuente”. Y yo le dije que tenía quecontar la verdad.

El señor de mi casa, un abogado andaluz, comoson ustedes, de abajo de Despeñaperros, cadasemana escribía un pequeño poema. Así que undomingo vino con el papelito correspondiente alpoema de la semana en los que contaba mis dia-bluras escribiendo la vida del santo. Y era un diá-logo entre la archivera, que ya estaba de miparte, y la superiora que se quejaba de las maní-

as del escritor. Entonces en aquel diálogo ledecía la superiora a la archivera: “¿Qué es estode las almorranas, expuesto sin disimulo?” Y lecontestaba la archivera: “Hasta en miserias delculo caben virtudes cristianas”.

Hay cosas muy bonitas de Fray Leopoldo. FrayLeopoldo pasó por Sevilla, Antequera, Granada.Ha cambiado de oficio varias veces, ha sido coci-nero, verdad, ha sido hortelano y en Granadafue limosnero. La portería y la limosna eran dostareas de la Orden Capuchina para la gente depueblo. El portero tenía que recibir a todas laspersonas, y el limosnero tenía que pedir limosnapara el convento y para los pobres. Yo esta maña-na que he estado recorriendo Granada con ojosde Fray Leopoldo… pero si pudiera reconstruirlos lugares por los que pasaba… he preguntadoesta mañana a la gente, en la calle, qué recuer-dos tenían de Fray Leopoldo. Bueno, no es quelo queráis, es que lo adoráis. Y los mayores,muchos, lo recuerdan y lo transmiten a la fami-lia. En resumen he llegado a la conclusión que elretrato de Fray Leopoldo -ya llevamos casi unahora, padre, y esta gente tendrá que ir a cenar…os advierto que no me voy a alargar-.

Sí hay una cosa que creo que resume cómo eraFray Leopoldo. He leído en unos documentos dela orden de los capuchinos que para ser un buenlimosnero capuchino debe tener los pies en el

Monseñor Saraiva junto con el Padre Alfonso y el Padre Mariano en la tumba de Fray Leopoldo.

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suelo y los ojos en el Cielo. Así recorría GranadaFray Leopoldo. Los pies en el suelo, pedía limos-na, daba limosna, era cariñoso, si le iban lascosas mal las soportaba, decía que le pasaba por-que Dios lo quiere y además tenía también… letocó vivir una etapa en España muy difícil, contantos cambios, y si le decían que le ayudabanporque era un santo, él contestaba que santo essolo Dios. Y si les maltrataba, él decía a sus com-pañeros, “esto va bien”, y si le decían este es unsanto, él decía “esto va mal”. Porque él era unmuchacho auténtico, también fue duro con losque mandan.

Tenían ustedes en Granada un cardenal, el car-denal Parrado, que estuvo primero de obispo enValencia. Como Fray Leopoldo era un personajelo mandaban con un acompañante a la fiesta delcardenal. Y en una de esas fiestas se acercó al car-denal y le dijo: “Señor cardenal, ahora tiene ustedque tener cuidado, porque como no sea bueno secondenará”. El cardenal primero se enfadó unpoco y luego él añadió -como se había dado cuen-ta de que había metido la pata- “yo rezaré porvuestra eminencia”, entonces se suavizó la cosa.

Era responsable, con los pies en el suelo peroverdadero, auténtico, porque al mismo tiempotenía los ojos en el Cielo. ¿Qué significa tener losojos en el Cielo para nosotros, para los creyen-tes…? Pues tener fe, pero una fe viva, dense

cuenta ustedes que el tener fe, queridos amigos,significa en este mundo, en esta vida, que esta-mos locos, pero cómo podemos doblar la rodillaante la Eucaristía, en medio de la misa o comul-gar con devoción, ¡estás loco! Eso no puedeser… en el mundo científico contemporáneo,literario y político y periodístico, eso no puedeser, no puede ser. Es que estamos locos, es quetener fe es estar loco. Pero tenemos referencias aese Señor, a ese Jesús que pasó por la tierra y nosdejó el evangelio. Nosotros somos gentes conreferencias, queridos amigos, nos pueden suce-der muchas desgracias, nos pueden apedrear,como a Fray Leopoldo, pero tenemos en quiénpensar, tenemos a quien dirigirnos.

Una muchacha que trabajó conmigo en televi-sión en Madrid, ella no era creyente, pero cuan-do me comprometí con ella a que presentara, erauna chica resuelta y muy guapa, se llamabaMaría Casanova, yo le dije bueno, no tienes fe,pero ¿qué es no tener fe? Yo tengo fe y no sé quées tener fe. Hay que poner un poco por partenuestra y yo te puedo poner, mira, a la VirgenMaría se lo vamos a pedir. Rézale tres avemaríastodas las noches… me ha dicho hace poco, que lallamé un día por teléfono, que sigue rezando lastres avemarías…. Pues ésta, un día, en el plató detelevisión, trabajar en un plató era muy complica-do, ahora es más fácil, pero antes había que espe-

Don Juan Pablo de Haro, director del coro Federico García Lorca, recoge una placa de agradecimiento.

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rar mucho y teníamos mucho tiempo antes decomenzar, así que hablábamos los dos ahí, y loschicos de televisión, lógicamente eran gentedivertida, pero que mientras estábamos hablandoen vez de cortar el sonido iban grabando todas lascosas que se decían y luego publicaron un vídeocon unas cuantas conversaciones divertidas. Y enuna de esas me decía: “los creyentes no tenéisderecho a poneros serios. No. Porque qué más osda, vosotros tenéis alguien que os escucha, podéishablarle, nosotros los que no creemos no”.Cuántas veces he recordado esta frase de MaríaCasanova. Recibíamos muchísimas cartas. Es quepor aquel entonces, los curas llevábamos una cor-bata negra como distintivo, cuando llegué a latelevisión yo hacía lo que me daba la gana. Y lainmensa mayoría de las cartas que llegaban erapara decirme cómo era posible que un sacerdotesaliera en televisión sin ir vestido de sacerdote,póngase el clerigman por lo menos.

Una vez le decía a un taxista en Sevilla que yopara ir a ver a las hermanas de la Cruz siempreme pongo el clerigman, para las hermanas y parael Papa, para el señor arzobispo no, ya le hedicho que yo me pongo un jersey negro y voy tantranquilo, pero para las hermanas no, así vistenellas, ¿no? Hay que tener un poco de respeto…pues un día del mes de agosto que iba a ver a lashermanas de la Cruz en Sevilla, al salir, como

hacía tantísimo calor, cogí un taxi en la calleImagen y le dije, lléveme al Paseo Colon -que esdonde yo vivo- y a mí me gusta hablar muchocon los taxistas porque te cuentan muchas cosas.Unas se las inventan, otras son verdad. Siemprerajan del alcalde y de los concejales. Y comohacía tanto calor él me miraba por el retrovisore íbamos charlando de cosas. Yo primero mequité la chaqueta y me quedé en camisa porque-repito- hacía mucho calor. Y después me quitéla tirilla que llevaba en el clerigman. Y entonces,me vio que me quitaba eso y me dijo: “Padre,quíteselo que con el tiempo que hace no sé cómopuede aguantar usted. ¡Quítese el celibato deuna vez!”. Y yo le dije que el celibato no se quitaasí como así…

En otras cartas, la gente me decía que cómoera posible que presentara con esa chica queenseña las piernas y que eso no está bien para unreligioso. Entonces María me decía: “escríbelesdiciéndoles que en vez de mirar a los muslos dela chica que miren al cura que está al lado”.

Si cada uno de nosotros creyera y practicara lafe, ya está, ya tendríamos resueltos los problemaspersonales como cristiano. Pero tenemos una fevacilante. Él, Fray Leopoldo, fue un hombre con-sagrado por Dios, honesto con Dios, consecuentecon su fe, y para mí es el rasgo más importante de

El Cardenal Saraiva atendiendo a los medios que se dieron cita el pasado 9 de febrero en Granada.

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la existencia de Fray Leopoldo.¿Milagros? ¿Qué son los milagros? Si uno está

muy enfermo va al médico que es su obligación,claro, pero reza también a la Virgen de lasAngustias o a Fray Leopoldo. ¿Qué son los mila-gros? ¿Quién sabe lo que son los milagros?Milagro es la vida de este hombre. Fray Leopoldoes un santo de milagros de calderilla, de milagrospequeños, de milagros de andar por casa y SorÁngela era así también, pero quieren milagrossonantes, que sorprendan a los médicos y a losmonseñores de Roma, así que para declarar unsanto hace falta eso, así que Fray Leopoldo ten-drá que hacer algún milagro.

Ayer hubo dos milagros en Granada. ¿Cuáles?Uno es el de Tico Medina, el contemplar a eseperiodista que es Tico Medina, que ha dadomiles de vueltas por el mundo, hablando de FrayLeopoldo emocionado como nunca le he visto,toda su vida confiando en Fray Leopoldo, desdeniño, con diez años, hasta ahora, eso es un mila-gro, eso es impensable.

El otro milagro les confieso que con un poco deayuda del padre Alfonso, que ha hecho su tram-pa, está muy calladito y es muy sensato pero esasí. Yo no recuerdo en todos los procesos que heconocido que vengan de Roma, yo no recuerdonunca que el cardenal responsable de laCongregación de Santos, que tiene que afirmarla santidad de esa persona, haya ido a un sitiodonde lo quieren, vamos. La presencia ayer delcardenal Saraiva aquí es un milagro, con trampadel padre Alfonso. El cardenal tiene que estar pen-sándolo ahora mismo, después de comprobar lasinquietudes directas de los devotos de FrayLeopoldo. Ya no les entretengo más. Tengo quedecirles, que los señores del coro, cuando acabaroncon el himno de Fray Leopoldo, una cosa tan sen-cilla, muy de Fray Leopoldo, muy de Alpandeire,les he pedido por favor me dieran la letra y me lahe traído. Decían cosas tan sencillas, tan hermo-sas, quiero acabar con ese espíritu: "Hermano,querido hermano, míranos, mira Granada". FrayLeopoldo, míranos, mira Granada.

Javierre terminó su intervención diciendo -como su himno- “míranos Fray Leopoldo”.

Así recorría Granada FrayLeopoldo. Los pies en el suelo,pedía limosna, daba limosna, eracariño, si le iban mal las cosas lasoportaba, decía que le pasabaporque Dios lo quiere...

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BANDOJosé Torres Hurtado, Alcalde Presidente del Excelentísimo

Ayuntamiento de la Ciudad de Granada, a quienes este BANDO leyeren, oyeren y entendieren.

HAGO SSABER

Que el pr6ximo miércoles, día 9 de febrero, se cumplen 50 años del fallecimiento en Granadade Fray Leopoldo de Alpandeire aquel sencillo campesino, Frasquito Márquez Sánchez, que aban-donó las tareas agrícolas en su pueblo de la Serranía de Ronda para vestir el austero, pero dignohábito Capuchino, y convertirse en el más popular frailecillo limosnero de la orden religiosa ennuestra ciudad.

Probablemente, en la historia de Andalucía no existe un personaje como este AndaluzUniversal, que haya alcanzado un respaldo popular como el de este hermano lego Capuchino,pedigüeño de puerta en puerta, respetuoso, insignificante, tímido, generoso y de bondad admira-ble que entregó su vida, hasta el último momento a favor de los más necesitados, a favor de lospobres, a quienes ofrecía sus propias viandas y su palabra, siempre escueta, pero llena de amor ysolidaridad.

Aún viven muchos granadinos que le trataron personalmente y que por eso mantienen comorecuerdo la devoción a su figura, pero cada día se incrementa el número de quienes, sin haberloconocido, acuden a su recuerdo en demanda de ayuda de todo tipo, sobre todo de mejoría para lasalud física y espiritual. Lo prodigioso del fraile de la barba blanca es que dejó una evidente prue-ba de santidad sólo con su actitud personal que hoy le permite "vivir" entre gentes no sólo anda-luzas, sino de toda España y de muchos países del mundo.

El Ayuntamiento de Granada, con ocasión del cincuentenario de su muerte, le nombrará HijoAdoptivo de la Ciudad y como Alcalde y en nombre de tantos granadinos que respetan, admirany veneran su calidad humana y el ejemplo de vida del incansable limosnero, doy la bienvenida acuantos se desplacen a Granada desde otros lugares y animo a todos los granadinos a que sesumen a los distintos actos que, con motivo del cincuentenario de su muerte, tendrán lugar ennuestra ciudad a lo largo de este año.

Lo que hago público para general conocimiento de la ciudadanía, en Granada a cinco defebrero, del año dos mil seis.

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Fray Leopoldo

DE CÓMO FRAY LEOPOLDO ESTUVO A PUNTODE SER LINCHADO POR SUS PROPIOS HERMANOS

ceptaban las antiguas Constituciones de los Capuchinos tener en todos sus conventos unahuerta de cuyos frutos pudieran beneficiarse, no sólo los religiosos, sino cuantos pobres vení-an a sus puertas solicitando ayuda. Asimismo, recomendaban las mismas Constituciones,

que dentro de la huerta, hubiera un bosque para poder proveerse de leña y servir al mismo tiempo delugar de oración a aquellos frailes que desearan este contacto con la naturaleza. También permitíany aconsejaban la construcción de capillas oratorios en donde pudieran retirarse los hermanos duran-te los tiempos libres. El cuidado de estas huertas corría siempre bajo la responsabilidad de uno de loshermanos no clérigos de la comunidad, quien, de ordinario, tanto las mimaba que eran verdaderosvergeles en donde todos los hermanos encontraban descanso y sosiego para su espíritu.

na vez que fray Leopoldo había concluido el año de noviciado y había hecho sus primerosvotos, fue trasladado al convento de Antequera. El Superior le da el encargo del cuidado dela huerta. A nuestro protagonista no le fue difícil adaptarse a este oficio de hortelano.

Provenía de gentes del campo y este trabajo, consecuentemente, no le era desconocido. Satisfecho ygozoso estaría fray Leopoldo de poder prestar este servicio que, no cabe duda, tenía que agradarle. Aél se entregó de lleno, poniendo toda su atención para seguir la tradición de tantos beneméritos her-manos, que le habían precedido en el cargo, y para conseguir que la huerta continuara teniendo lamisma atracción producida por la belleza de sus cultivos, arboledas y productos. Seguro que aprove-charía todos sus momentos libres del día, e incluso de la noche, para no decepcionar nunca a los reli-giosos que en la huerta intentaban encontrar su recreación y reposo junto a la tranquilidad del lugar.

ue precisamente esta preocupación la que le obligó, en cierta ocasión, a regar la huertadurante la noche, aprovechando así el agua que se escapaba de la alberca por no poderla,dada su poca capacidad, retener. Por otra parte, seguramente, la que le correspondía era más

bien menos que más. Ignorantes los religiosos del quehacer nocturno de fray Leopoldo, cuando selevantaron a media noche para el rezo de los Maitines, alguien oyó ruido en la huerta y dio precipi-tadamente la consabida voz de alarma: ¡ladrones! Cada fraile se aprestó a hacer lo que creyó más delcaso de acuerdo con su aguerrido valor. Y fue el Superior quien, tal vez con arrestos de capitán, aso-mando por una ventana el mango de una escoba, a modo de escopeta, intimó a la rendición a los pre-suntos salteadores. Se oyó entonces, la voz de nuestro fray Leopoldo, en un tono de entre respetuo-sa y divertida, que decía: "Padre Guardián, soy yo, fray Leopoldo, que estoy regando la huerta".

En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.

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florecillasde Fray Leopoldo

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Fray Leopoldo

DE CÓMO FRAY LEOPOLDO SABÍA SIEMPRE

EXCUSAR LOS FALLOS HUMANOS

uando San Francisco habla en su Regla del comporta-miento de los hermanos entre sí, dice que no discutan niprofieran malas palabras, mostrándose siempre como fie-

les seguidores de Jesucristo, expandiendo por doquier el buen olorde discípulos suyos. Seguro que nada produce mayor impactonegativo entre los hombres que una crítica destructiva y un llevara unos y otros los defectos y deficiencias de los propios hermanos.Además de ser algo contra la caridad evangélica, va minando lasbases de toda convivencia y destruyendo, poco a poco, los princi-pios en los que toda institución, religiosa o no, se fundamenta.

ray Leopoldo, que sabía mucho de desplantes por su tareade mendigar, y conoció la triste sensación del desaire deaquellos que no lo comprendían, quiso siempre mante-

nerse en un espíritu ecuánime, esforzándose en tener los nerviosbajo control, a pesar de que no fueron pocas las veces que a él serecurrían con lo que podríamos calificar de impertinencias y, enocasiones incluso, con ánimo de tirarle de la lengua.

n hecho cualquiera sucedido en los conventos, comopudiera acaecer en cualquier otro sitio, nos confirma suactitud. No son raros los fallos de la cocina. En muchas

ocasiones la comida - porque los garbanzos necesitan dos horasmás de cocción o porque le han puesto la sal dos veces- va ente-ra a los animalitos. En semejantes circunstancias la protesta y mal-humor de los frailes es manifiesta y, si se quiere, justificada. Perono era así Fray Leopoldo. Apuraba él cuanto le presentaba para sucondumio. Si alguien le llegaba con ánimo exaltado para darleautoridad a su malestar, la respuesta del mismo lo desalentaba aldecirle que de eso no se debía hablar, sino más bien ofrecerlo alSeñor. Y, añadía: el hermano cocinero lo ha preparado con lamejor buena voluntad y si no le salió como deseaba: "¡pobrecito!,¿qué se le va a hacer?".

En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.

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Organigrama de los Capuchinos andalucesn el pasado Capítulo Provincial (junio de 2005) una de las propuestas que se le enconmendó a los nue-vos superiores provinciales y locales fue la celebración del 50 Aniversario de la muerte de Fray Leopoldocon el máximo esplendor, pensando en acelerar la beatificación del hermano limosnero.

Desde estas líneas agradecemos a todos los hermanos de la Provincia Capuchina de Andalucía, capitaneados porsus respectivos superiores provinciales y locales el trabajo desempeñado en esta gloriosa causa.

E

Vicario Provincial yEcónomo provincial

Definidor y Guardián delConvento de Jerez de la Frontera

Fray MiguelSalmoral Nieto.

Fray RafaelPozo Bascón.

Fray MarianoIbáñezVelázquez.

Fray AntonioRuiz deCastroviejo.

Ex Ministro Provincial y miembrode la Comisión de Patrimonio

Fray Alfonso Ramírez PedrajasAsistente de la O.F.S.

Fray Fernando Linares Fdez. dela Comisión de Patrimonio

Fray José Antonio MárquezObra Social Fray Leopoldo

Fray Ricardo del Olmo López.Guardián del Convento de Sevilla

Definidor y Guardián del Convento de Sanlúcar de Barrameda

Guardián delConvento de Antequera

Fray FranciscoMartínez Melero

Fray José MartínGonzález.

Fray José Cejudo. Guardián de laCapilla San José (Sevilla)

Fray Fernando Rodríguez Muñoz.Guardián del Convento de Córdoba

Fray Alfonso Ramírez Peralbo.Vicepostulador Fray Leopoldo.

Fray Fco. Luzón Garrido.Guardián Conv. de Granada

Ministro Provincial yCoordinador Causa de los Santos

Definidor y miembro de laComisión de Patrimonio

Fray Juan JesúsLinares.

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600.000personas han testimoniado haber recibido favores del Siervo de Dios

52millones de estampas y recuerdos repartidos en estos 50 años

10.000personas visitan todos los mesesla tumba de Fray Leopoldo de Alpandeire.

Desde los 5 continentes llegan cartas solicitando biografías y reliquias.

Son muchos los medios de comunicación, nacionales e internacionales, que solicitan información.

Sus devotos pertenecen a todos los extractossociales y contínuamente se escuchan testimonios de artistas, cantantes, empresarios, famosos, etc.

Todos aquellos que lo conocieron dan testimonio de su vida ejemplar, de humildad, llena de sencillez y sobre todo,amor a los demás.

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w w w . f r a y l eR e c o r d d e v i s i t a s a l a

a nueva página Web de Fray Leopoldo de Alpandeire(www.frayleopoldo.org) se creó el pasado 11 de enerocon motivo de la conmemoración del 50 aniversario de

la muerte del humilde limosnero. Esta Web surgió para dar res-puesta a la continua demanda de información que solicitanpersonas procedentes de todos los rincones del mundo en rela-ción a este capuchino de la serranía de Ronda y a los actos con-memorativas del cincuentenario de su muerte

L

Desde el primer mes, la página Web de Fray Leopoldo no sólo ha cumplido las expectativas sino queha marcado días tras días todo un récord en cuanto al número de visitas se refiere. Cuando aún nohabían pasado apenas cuatro meses desde que se pusiera en marcha la Web, la página ya se habíavisualizado en miles de ocasiones. Uno de los días de mayor actividad fue el viernes 2 de junio, cuan-do recibió 123 visitas) y la gran mayoría de las visitas que recibe -concretamente el 58,2 por ciento-proceden de España. Italia es el segundo país de procedencia de visitas de la Web, con un 34,5 porciento, pero se han registrado también entradas desde otros países como México (1,3 por ciento),Estados Unidos (1,2 por ciento), Uruguay (0,6 por ciento), Chile (0,6 por ciento), Venezuela (0,5 porciento), Argentina (0,4 por ciento), Alemania (0,4 por ciento) y Brasil (0,3 por ciento).

Ofrece frayleopoldo.org toda la información más actual sobre los actos del 50 aniversario y sobre elProceso de Beatificación del capuchino, que se encuentra en una de sus últimas etapas, a la esperade que el Vaticano admita alguno de los favores y milagros que el Siervo de Dios ha otorgado a susbenefactores. Asimismo, la página Web completa sus contenidos con la historia de la cripta y susmurales -obra del padre capuchino italiano Hugolino de Belluno-, con el museo de Fray Leopoldo -ubicado en el Convento de Granada-, y con las oraciones y jaculatorias del humilde limosnero, tra-ducidas al italiano, francés, inglés, alemán y portugués.

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Fray Leopoldo

La página principal defrayleopoldo.org cuenta con un espaciodedicado al calendario litúrgico, que seactualiza todos los días. Además, estaWeb ofrece un sitio donde encontrartodas las novedades, los documentos ylos favores que Fray Leopoldo concedea sus fieles devotos.

Alpandeire

e o p o l d o . o r g We b d e F r a y L e o p o l d o

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Alrededor de Fray Leopoldo de Alpandeire ha surgido todo un fenómeno. Su figura y su mensajese propagaron por los cinco continentes nada más morir en el año 1956. Pero ya en vida, este limos-nero capuchino gozó de fama de santidad no sólo en Granada y Andalucía, sino también en regionesde toda la geografía española, de Europa y, sobre todo, de América Latina.

Todavía nos sigue sorprendiendo la inmensa difusión que ha experimentado Fray Leopoldo a lolargo de estos 50 años. Lo conocen personas de toda ideología y condición, y le rezan gentes de todaslas razas, de todos los pueblos y de todas las lenguas. Y es que apenas transcurridos cuatro años de sufallecimiento, Fray Leopoldo ya había ocupado las portadas de la mayoría de los periódicos españolesy ya se podían encontrar artículos sobre su persona y sus virtudes en la prensa internacional.

Con el fenómeno Fray Leopoldo ha pasado como ocurrió con el Evangelio. Antes de escribirlo fuefundamental la transmisiónoral, el boca a boca de las per-sonas que lo conocieron envida y que escucharon hablarde él a sus familiares, amigos yvecinos. Granada ha sido, sinduda, la ciudad que ha abande-rado este fenómeno. Granadaha sido el motor de esta difu-sión, el trampolín que lanzó lafama de santidad de FrayLeopoldo a todos los rinconesdel mundo. Y los granadinos seconvirtieron desde el primermomento en los mensajeros desu santidad.

También ha jugado un papelmuy importante, siendo la pri-mera que lo dio a conocer a suslectores a lo largo de estos lus-tros, la revista de los HermanosMenores Capuchinos de laProvincia de Andalucía El

Adalid Seráfico, donde cada año, desde 1960, se ha insertado el Boletín Fray Leopoldo deAlpandeire, además de entrevistas, reportajes, florecillas y artículos escritos por hermanos que loconocieron y que convivieron con él en el Seminario de Antequera o en el Convento de Capuchinosde Granada.

Repercusión de Fray Leopoldo en los medios de comunicación

Un fenómeno mediático

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DE CÓMO FRAY LEOPOLDO FUEPROFUNDAMENTE ANDALUZ

l andaluz es una persona que, a pesar de sus manifestaciones alegres y chistosas que causa, aveces, se le tenga en un concepto equivocado, tiene muy desarrollado el sentido del ridícu-lo. Teme siempre caer o dar esta sensación, por lo que evita, en sus expresiones y actuacio-

nes, cuanto pueda favorecerlo. Ciertamente, nos encontraremos con andaluces de espontáneas sali-das y de comentarios con filosofía realista, que unas veces nos causará hilaridad y otras nos llevará auna meditación intensa. Nunca el verdadero andaluz es chabacano con sus dichos o hechos. Se loimpedirá aquel su desarrollado sentido.

n la vida de fray Leopoldo se cuenta que una vez, anciano ya y acompañado del hermanoque le servía de ayudante y lazarillo, hubo de pasar de una acera de la calle a la otra, para locual debería saltear peligrosamente los muchos coches que se sucedían. Conducido por el

hermano, apenas iniciaba su tránsito de aceras, de inmediato, temiendo éste lo atropellara cualquie-ra de los vehículos que se presentaba, le tiraba del brazo, haciéndole volver al mismo punto de par-tida. Así varias veces, hasta que, por fin, consiguieron la deseada meta. Ya tranquilo, pero serio -esta-ba avergonzado de aquel tira y afloja sufrido-, mira a su preocupado lazarillo y le dice: “¡Hermano!,hemos hecho el circo”. Estaba convencido de haber hecho el ridículo y éste fue su inmediato desaho-go que incluía, al mismo tiempo, una advertencia. Su identidad andaluza se manifestó en este comen-tario tan espontáneo como profundo.

En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.

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PP SSUBLICACIONE ffrraayylleeooppffrraayylleeooppffrraayylleeooppffrraayylleeooppffrraayylleeoopp

Pedidos de libros u objetos religiosos. Vicepostulación Fray Leopoldo. Avda. Divina Pastora, 11. 18012.

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Granada. Teléfono: 958 275352. www.frayleopoldo.org

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Gracias a la ciudad de Granada, testigode la fama de santidad de nuestro her-mano Fray Leopoldo. Gracias a los gra-nadinos, que han transmitido de genera-ción en generación la devoción delhumilde limosnero.

Y gracias a todas aquellas personas debuena voluntad que han sido benefacto-ras de los Hermanos MenoresCapuchinos y que se han convertido enlos principales difusores e impulsores dela Causa de Beatificación del Siervo deDios, hoy conocido a nivel mundial.

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A la hora de terminar esta publicación, en la que hemos depositado todo nuestro esfuerzo eilusión, me siento en la obligación de proclamar a los cuatro vientos mi más sincero agradeci-miento a tantas y tantas personas e instituciones que han dado ejemplo de su convencidaadmiración y respeto por la figura de Fray Leopoldo de Alpandeire.

Reproducir la lista de agradecimientos sería interminable, pero permitidme que como refe-rente de todas ellas manifieste mi gratitud al Ayuntamiento de Málaga y al de Alpandeire,pueblo natal de Fray Leopoldo; al Ayuntamiento de Granada, que recientemente ha cedidounos terrenos para ampliar la obra social del Hogar de Fray Leopoldo; a todo los grupos polí-ticos del consistorio granadino, que han acordado por unanimidad proclamar a Fray LeopoldoHijo Adoptivo de la ciudad de los cármenes; a la Junta de Andalucía; a la Universidad deGranada, que nos ha cedido sus instalaciones para los distintos actos que hemos celebrado conocasión del 50 aniversario de la muerte de Fray Leopoldo; a todos los medios de comunicaciónsocial (prensa, radio y televisión) por su constante labor informativa y por su amplia cobertu-ra durante todo este año jubilar; al Patronato de la Fundación Fray Leopoldo; a la empresa gra-nadina Aires Publicidad, que ha realizado su trabajo en esta publicación de forma totalmentegratuita y desinteresada; a todos los anunciantes, gracias a los cuales ha sido posible la finan-ciación de esta publicación extraordinaria; a las Congregaciones Religiosas, por su apoyoincondicional a Fray Leopoldo de Alpandeire, y a los corresponsales de El Adalid Seráfico, porsu valiosísima colaboración en la difusión de la figura del Siervo de Dios; al equipo de redac-ción de El Adalid Seráfico por el arduo y meticuloso trabajo para conseguir toda la documen-tación que podrá encontrar en esta publicación; y a tantas personas anónimas que han difun-dido la figura de nuestro hermano por los cinco continentes.

Mi más sincero agradecimiento

Fray Rafael Pozo Bascón

Comisario del 50 Aniversario

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Vista aérea de Alpandeire.

Casa natal de Fray Leopoldo. Un azulejo recuerda que en ella nació.

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Mesa y demás objetos usados por Fray Leopoldo en su celda conventual de Granada.

Alforja que usó cuando salía a pedir limosna para el convento.

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A la izquierda, pila bautismal de la Parroquiade Alpandeire en donde fue bautizado FrayLeopoldo. Abajo, D. Diego Márquez y Dña.María Teresa Márquez, padre y hermana de

Fray Leopoldo de Alpandeire.

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Hermosa cruz de mármol que aún puede contemplarse desde la ventana de su reconstruida celda sita en el museo.Esta cruz se encontraba en el patio de entrada -en la parte izquierda- al antiguo convento e iglesia de Capuchinos

en Granada.Uno de los murales pintados por el capuchino italiano Hugolino de Belluno en la cripta donde reposanlos venerados restos de Fray Leopoldo de Alpandeire.

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Capilla ardiente ante el cadáver de Fray Leopoldo el día de su obitu el 9 de febrero de 1956

Grupo de fieles que bajan a la cripta parabesar la tumba de Fray Leopoldo y venerarsus restos un 9 cualquiera de cada mes del

año.

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Fotografía de Fray Leopoldo realizada en los añoscincuenta.

Sepulcro levantado a Fray Leopoldo en la antiguaiglesia de los capuchinos de Granada.

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Primer monumento levantado a FrayLeopoldo en los jardines interioresdel Hogar Fray Leopoldo. El autorfue el escultor granadino Antonio

López Burgos.

Vista de la iglesia capuchina granadina en un día culaquiera 9 de cada mes del año.

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Vista completa de la celda recons-truida de Fray Leopoldo que se

encuentra en el Museo del conventocapuchino de Granada.

Puestos de ventas callejeros que se ponen ante el convento de los capuchinos de Granada enlos días 9 de cada mes del año.

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