4.Delgado Mahecha

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libro de referecia geografica para la universidad introduccion a la geografia

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  • Debates sobre el espacio en la geografa contempornea

  • O V I D I O D E L G A D O M A H E C H A

    Debates sobre el espacio en la geografa contempornea

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA Red de Estudios de Espacio y Territorio, RET

  • Delgado Mahecha, Ovidio

    Debates sobre el espacio en la geografa contempornea / Ovidio Delgado Mahecha Bogot : Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos, 2003

    254 p .

    ISBN : 958-701-309-3

    1. Geografa 2. Geogi'afa fsica 3. Geografa humana I. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas . Depar tamento de Geografa

    9 1 0 . 0 1 - d c 2 1

    Catalogacin Divisin dc Bibliotecas Universidad Nacional de Colombia

    Debates sobre el espacio en la geograf a con tempornea

    Univers idad Nacional d e Colombia Red d e Es tud ios d e Espacio y Ter r i to r io , R E T

    Ovidio De lgado M a h e c h a Profesor, Universidad Nacional de Colombia

    Facultad de Ciencias Humanas , Departamento de Geografa

    Primera edicin: 2003 Tiraje: 1.000 ejemplares

    ISBN: 958-701-309-3

    Correccin de estilo Martha Elena Reyes

    Diseo de cartula Camilo Umaa Caro

    Diagramacin electrnica Ana Rita Rodrguez, UNIBIBLOS

    Preparacin edilonal Universidad Nacional de Colombia

    U N I B I B L O S

    Correo electrnico: [email protected] Bogot, D.E., Colombia

    Comit editorial Gustavo Montaiez Gmez Julio Carrizosa Umaiia Normando Surez Fernndez Ovidio Delgado Mahecha Julin Arturo Lucio

    Foto portada Ttulo: Homo Geographiciis Autor: Christian Delgado Bejarano

  • CONTENIDO

    PRESENTACIN 9 PRLOGO 13 INTRODUCCIN

    GEOGRAFA, ESPACIO Y TEORA SOCIAL 17 CAPTULO I

    L A GEOGRAFA REGIONAL: PAISAJES, LUGARES, REAS Y REGIONES EN VEZ DE ESPACIO 23

    CAPTULO II LA GEOGRAFA COMO CIENCIA ESPACIAL 33 Los fundamentos de un nuevo paradigma 33 Los contenidos del nuevo discurso geogrfico 41 Los modelos de interaccin espacial 50 Movimiento, estructuras espaciales y geometra del movimiento. . . 52 Anlisis de redes y flujos 53 La localizacin de las actividades humanas, el problema

    locacional y la teora locacional 57 El caso de la geografa econmica como "ciencia espacial" 65 Crtica 69

    CAPTULO III LA GEOGRAFA RADICAL: LA PRODUCCIN SOCIAL DEL ESPACIO SOCIAL. . . . 79 Los fundamentos del discurso radical 79 Richard Peet: el espacio como entorno natural 82 David Harvey: el espacio como un producto social 83 Edward Soja: la produccin de la espacialidad de la vida social. . . . 94 Milton Santos: el espacio como estructura de la sociedad 97

  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    Las crticas a la geografa radical 100

    CAPTULO IV LA GEOGRAFA HUMANSTICA Y LA EXPERIENCIA DEL ESPACIO 103 Los fundamentos discursivos de la geografa humanstica 103 La experiencia del espacio 111 El lugar, el espacio y la experiencia 111 Sobre el cuerpo, las relaciones personales y los valores espaciales. . 114 La geografa humanstica contempornea 119 Crtica 119

    CAPTULO V GEOGRAFAS POSMODERNISTAS; LA REIVINDICACIN DEL ESPACIO Y DEL LUGAR 123 Introduccin 123 El discurso del posmodernismo 124 Posmodernismo y geografas posmodernistas 130 Posmodernismo, feminismo y geografa de gnero 134 Geografas modernistas de la posmodernidad 138 Conclusin 141

    CAPTULO VI " L A TERCERA VA": EL ESPACIO GEOGRFICO DESDE LA TEORA DE LA ESTRUCTURACIN 143

    EPLOGO 151 REFERENCIAS 153

    NDICE DE ILUSTRACIONES

    Figura 1. Estadios en el anlisis de los sistemas regionales 46 Figura 2. Transformacin de un mapa de una red

    de transportes (a) en un grafo (b) 54 Figura 3. Formas topolgicas derivadas del grafo de la figura 2 55 Figura 4. Matriz de conectividad basada en el grafo de la figura 2 55 Figura 5. Uso de la tierra en el modelo de Von Thnen 58 Figura 6. Tringulo de la ubicacin industrial en el modelo

    de Alfred Weber 60 Figura 7. Isodapanes en el modelo de Alfred Weber 61 Figura 8. Jerarqua de lugares centrales en el modelo

    de W Christaller 62

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  • PRESENTACIN

    Hace apenas un poco ms de una dcada, a finales de los aos ochenta del si-glo que acaba de finalizar, en el pas eran contados los cursos que sobre tenden-cias del pensamiento geogrfico se ofrecan en el nivel de pregrado. Una de las razones para esa abstinencia de teora geogrfica en nuestro medio era el bajo nmero de profesores y estudiosos del tema con una formacin slida para em-prender esa faena. Otra circunstancia adversa, relacionada con la anterior, se de-rivaba de la escasa disponibilidad de publicaciones en espaol para impulsar y apoyar la reflexin en el desarrollo de los primeros cursos universitarios sobre esta temtica. Al fin y al cabo no exista una carrera de geografa en el pas.

    Desde entonces, las condiciones han venido modificndose, aunque no lo su-ficiente. Hay ahora un mayor nmero de profesores universitarios formados en estas lides y al mismo tiempo la literatura geogrfica no tiene la connotacin de rareza de aquellos tiempos. Sin embargo, los textos que circulan ahora, traduci-dos del ingls o del francs, e incluso del portugus, pocas veces presentan el ma-terial de la manera integral, organizada y analtica, como debera ocurrir para atraer el inters y la atencin de los estudiantes. En mi opinin, ese es el principal mrito de este texto de Ovidio Delgado, Profesor Asociado del Departamento de Geografa de la Universidad Nacional de Colombia, fruto de una concienzuda reelaboracin de las notas, apuntes y materiales desarrollados en sus cursos de la carrera de geografa.

    Con evidente prolijidad bibliogrfica y rigurosidad analtica, el profesor Del-gado expone de manera clara y sencilla el pensamiento de las principales pers-pectivas tericas de la geografa, destacando los debates ms candentes presentes entre los gegrafos contemporneos. De ah el apropiado ttulo del texto que la Red de estudios de Espacio y Territorio, RET, publica en esta oportunidad. Este

  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    trabajo agrega un nuevo libro a la coleccin de la RET, con el cual la Universidad espera estar contribuyendo de manera singular y significativa no slo a la forma-cin de gegrafos, sino tambin de urbanistas, arquitectos, socilogos y otros profesionales interesados en las complejidades de la teora espacial. Este libro rescata, por sus caractersticas, el valor del texto universitario en la formacin acadmica y profesional. Sabemos que por diversas razones, incluyendo el carc-ter polmico y controversial de los discursos y las teoras sociales, el texto, medio pedaggico efectivo y frecuente en las ciencias naturales, cay hace varias dca-das en descrdito en los procesos de formacin disciplinaria y profesional del mbito de las ciencias humanas y sociales de nuestro medio. Algunos crculos acadmicos incluso lo estigmatizaron hasta casi proscribirlo como elemento de la prctica universitaria. Las consecuencias negativas de esa actitud de prevencin ex-trema no han sido evaluadas con la ponderacin y objetividad que los procesos pe-daggicos debieran merecer. No obstante, al mismo tiempo, con frecuencia se reclama la necesidad de disponer de un material fundamental, organizado y articu-lado, que sirva de referencia indiscutible en la estructuracin conceptual bsica de diferentes campos del conocimiento dentro de las disciplinas sociales y humanas.

    A la luz de la cotidianidad universitaria, el texto se constituye en un vehculo peculiar de apoyo para el desarrollo de ciertos cursos bsicos en la formacin de estudiantes de pregrado. En su ausencia, convertida en necesidad, se concreta una dlas razones objetivas que tiene el profesor consumado para emprender la generosa tarea de reelaborar su material de trabajo y entregarlo en la forma ms apropiada a sus estudiantes, para que entre las crticas y las alabanzas, se formen y transformen, e incidan en el resto de las nuevas generaciones.

    Por ello, el texto universitario sintetiza un intenso trajn acadmico. l es al mismo tiempo la expresin de un estilo particular del docente, de su fortaleza disciplinaria y de su experiencia pedaggica. Es algo as como la fotografa del curtido profesor. Tiene el sello personal de su constructor y maestro, quin lo es-culpe y valida en medio de la implacable y saludable crtica de sus alumnos. En l se registran las respuestas, provisionales o duraderas, a tantas inquietudes com-partidas en el aula y en los pasillos de la universidad. Es un instrumento porttil para hilvanar y precisar un tejido de conceptos con el cual se intenta comprender una parte del la complejo mundo en que vivimos.

    Esta publicacin muestra cmo un texto universitario puede ser un canal in-mejorable para la exposicin sencilla y comparada sobre diferentes perspectivas filosficas y metodolgicas para comprender un mismo problema. O, en sentido inverso, sirve tambin para contribuir a discriminar con la pausa propia de la ra-zn, cmo diferentes interrogantes que suscitan nuestra atencin, contienen en s mismos variados retos metodolgicos para construir respuestas satisfactorias. Y

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  • PRESENTACIN

    cmo la naturaleza de los diferentes problemas nos invita a aproximarnos a ellos desde enfoques tambin diversos. Estas inquietudes fundamentales subyacen en el trabajo del profesor Delgado y fueron ellas las que concitaron su inters y dedi-cacin para elaborar con nitidez una trama conformada por los elementos claves, las principales tensiones tericas y la filigrana de las discusiones ms relevantes en la geografa actual. Los estudiantes, los profesores y el pblico lector sern los grandes beneficiados con esta publicacin.

    Gustavo Montaez Gmez Coordinador RET

    Universidad Nacional de Colombia

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  • PROLOGO

    Este texto tiene como destinatarios principales a mis alumnos de la Universi-dad Nacional de Colombia. Sus orgenes se remontan al ao de 1993 cuando, al ingresar como docente al Departamento de Geografa de la Universidad, asum la tarea de guiar a los estudiantes por los laberintos tericos y metodolgicos de la geografa contempornea. Desde entonces fui explorando y recolectando ma-teriales, la mayora de ellos en ingls y en portugus, y muy pocos en espaol, pues la produccin terica en nuestra lengua materna es escasa, y las traduccio-nes no van al mismo ritmo de las publicaciones en libros y revistas, que en otros idiomas sirven de medios de circulacin de las ideas geogrficas.

    Con el transcurrir del tiempo creci la necesidad de profundizar en temas clave de la teora geogrfica. Uno de esos temas es el del espacio, que da a da co-bra importancia en la teora social, y en la geografa, por supuesto. Muchos aos de lectura de libros y artculos provenientes de varias disciplinas -entre ellas la geografa, la sociologa, la filosofa, la economa y la antropologa-, me dejaron en claro que el concepto de espacio ha sido permanentemente reconstituido y re-definido segn el inters que jalonee en un momento dado la produccin de co-nocimiento. La existencia de varias aproximaciones al concepto, unas coincidentes, otras con algo en comn y otras francamente contradictorias, deja ver que el espacio es, tal vez, el tema de discusin ms importante, tanto en la geografa como en las ciencias sociales contemporneas, pero tambin que, al mismo tiempo, su discusin es una de las cosas ms confusas y contradictorias. Como Foucault lo haba advertido, los aos que corren y los que vendrn sern los de la revaloracin justa del espacio como variable de primer orden en la es-tructuracin de la sociedad.

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    Los materiales acumulados y ledos en estos aos, las dificultades de una ta-rea docente apasionada pero no siempre de buenos resultados, y, sobre todo, una emergencia pedaggica, fueron los motivos que me llevaron a hacer una sntesis didctica para facilitar a los estudiantes una aproximacin general a las ideas ms actualizadas, salvando as, de manera parcial, las dificultades de tiempo y de idio-ma que ellos tienen para acceder a la teora.

    Entiendo la sntesis didctica como la pens y la expuso Vladimir Kourganoff en su libro La cara oculta de la universidad, es decir, como la disposicin de los conocimientos

    en un orden que permita a los no especialistas asimilarlos con facilidad y que los haga utilizables en las aplicaciones prcticas. La sntesis didctica implica, evi-dentemente, la desestimacin de los detalles de importancia secundaria, la pues-ta en evidencia de las grandes perspectivas, y la necesidad de podar a hachazos en el matorral creado por la actividad cada vez ms febril de los especialistas (Kourganoff, 1973: 174).

    Esta sntesis didctica es un trabajo de un docente ms que el de un investiga-dor. Asumo el papel del maestro como traductor y recontextualizador de saberes, oficio que considero una tarea acadmica digna y por dems necesaria. Al fin y al cabo se trata de buscar las mejores estrategias para tener xito en la formacin de los nuevos gegrafos. Ellos no estn exentos de leer lo que yo he ledo sobre el asunto; en efecto, este material didctico no tiene semejantes pretensiones, pero aspiro a que esta sntesis con cara de manual, de texto escolar o de cuaderno de trabajo en clase, sea la puerta de entrada a los espinosos debates tericos que se dan hoy entre algunos gegrafos, y en los que espero se enreden mis alumnos.

    Qu se ha dicho y qu se dice en geografa sobre el espacio? Aqu se intentan poner en escena los principales elementos que caracterizan el discurso geogrfi-co sobre este tema, desde de los aos cincuenta del siglo XX. A partir de una revi-sin de la bibliografa ms reciente y reconocida sobre el asunto, se dar al lector la informacin bsica que le permita comprender cmo los conceptos de espacio y los discursos elaborados en torno al mismo han estado cambiando al ritmo de la metamorfosis paradigmtica de la geografa a travs de su historia.

    Pues bien, lo que result es un texto que muestra en puntadas largas las meta-morfosis del concepto de espacio en la geografa, durante los ltimos cincuenta aos. Con el propsito de resear y analizar estos cambios discursivos, este escri-to se organiza en seis captulos. En el primero se trata el espacio en la tradicin de la geografa regional clsica. En el segundo se explora el concepto de espacio y los discursos espaciales que caracterizaron a la "Nueva geografa" o "Geografa cuantitativa". En el tercero se tratan la produccin del espacio social y la

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  • PRLOGO

    espacialidad en las geografas radicales de corte estructuralista y marxista. En el cuarto se exploran los discursos sobre el espacio en algunas de las corrientes de la geografa humanstica. En el quinto se hace una exposicin de las denominadas geografas posmodernistas, con nfasis en la geografa de gnero, y de sus consi-deraciones sobre el carcter y el significado del espacio y del lugar. En el sexto se resean los aportes de la teora de la estructuracin al entendimiento de la pro-duccin del espacio social, como alternativa o "tercera va" entre los extremos del estructuralismo y el posestructuralismo.

    No sobra advertir, una vez ms, que lo que se persigue en este trabajo es po-ner sobre la mesa, y en conjunto, estos elementos discursivos que deben ser cono-cidos y asimilados por los estudiantes de geografa como requisitos previos para iniciarse en el debate. El escrito, repito, tiene el carcter de una sntesis didctica, lo cual lo coloca muy cerca de los manuales o textos de enseanza, y bastante lejos de los escritos polmicos que caracterizan la presentacin de teoras propias o la defensa de una corriente particular. Yo mismo escrib este texto para aprender y para enterarme mejor de lo que est ocurriendo en la geografa contempornea.

    Todas las partes del texto tienen continuidad y en algunos aspectos se sola-pan, pero se escribieron por separado y en tiempos distintos, aunque con los mis-mos fines. En otros formatos y de manera desarticulada, han sido expuestas todas estas cosas en clases, congresos y seminarios, y a veces en charlas informales con colegas gegrafos, y con amigos que ejercen como profesores de filosofa, de so-ciologa y de antropologa. Todo eso me ayud a entenderlas mejor, aunque no totalmente, y a veces creo que estoy ms confundido que al principio. Ahora, gra-cias al ao sabtico que me concedi la Universidad Nacional de Colombia, las pude rescribir y poner juntas, y tambin las cos con el gancho titulado "Debates sobre el espacio en la geografa contempornea". Y como el que expone se expo-ne, espero los comentarios crticos de quienes se aventuren a leer estas notas.

    Ovidio Delgado Mahecha

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  • INTRODUCCIN

    Geografa, espacio y teora social

    Entonces, frente a esas soledades, el topoanalista interroga: "Era grande la habitacin? Estaba muy atiborrada de objetos la buhardilla? Era caliente el rincn? De dnde vena la luz? Cmo se saboreaban los silencios, tan especiales, de los diversos albergues del ensueo solitario?".

    Aqu el espacio lo es todo, porque el tiempo no anima ya la memoria. La memoria -cosa extraa!- no registra la duracin concreta, la duracin en el sentido bergsoniano. No se pueden revivir las duraciones abolidas. Slo es posible pensarlas, pensarlas sobre la lnea de un tiempo abstracto privado de todo espesor. Es por el espacio, es en el espacio donde encontramos esos bellos fsiles de duracin, concretados por largas estancias. (Gastn Bachelard. La potica del espacio).

    Algo comn en las ciencias sociales de nuestro tiempo es el reconocimiento de la importancia del espacio y la espacialidad de todos los fenmenos, sistemas y procesos sociales. La teora social y sus practicantes celebran su descubrimiento del espacio (Santos, 1998; Wallerstein, 1998). Y es as como historiadores, antro-plogos, socilogos, economistas, filsofos, entre otros, aseveran que no es posi-ble la comprensin de la sociedad y sus procesos sin considerar el espacio, o en versiones ms refinadas, sin tener en cuenta los diferentes espacio-tiempos en que se estructura la sociedad. Santos (1998: 150), por ejemplo, asegura que "dis-tingo cuatro espacios en las sociedades capitalistas (que tambin son cuatro tiem-pos) estructurales: el espacio domstico, el espacio de la produccin, el espacio de la ciudadana y el espacio mundial".

    Pero el espacio no siempre fue importante en la teora social, y esos mismos tericos denuncian con vehemencia el marcado acento historicista que caracteriz a todas las teoras sociales hasta finales del siglo XX (Fals, 2000; Giddens, 1995; Ja-meson, 1991; Lefebvre, 1991; Santos, 1998; Soja, 1993). Giddens (1995: 143), por

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    ejemplo, seala que, con excepcin de los trabajos de algunos gegrafos, como en el caso de Hgerstrand, "los especialistas en ciencia social han omitido construir su pensamiento en torno de los modos en que los sistemas sociales se constituyen por un espacio-tiempo".

    Segn Foucault (1980: 70, citado por Soja, 1993), la obsesin modernista por la historia produjo una ciencia social en la que "el espacio fue tratado como lo muerto, lo fijo, lo no dialctico, lo inmvil. El tiempo, al contrario, era la riqueza, la fecundidad, la vida y la dialctica". Soja (1993: 27-28) cita la siguiente ancdo-ta contada por Foucault en una entrevista en 1984:

    Haciendo una observacin entre parntesis, recuerdo haber sido convidado por un grupo de arquitectos, en 1966, para hacer un estudio del espacio, de algo, que en la poca, yo llamaba "heterotopas", esos espacios singulares encontrados en determinados espacios sociales, cuyas funciones son diferentes o aun opuestas. Los arquitectos trabajaban en eso y, al final del estudio, se levant una voz -de un psiclogo sartreano- que me bombarde, diciendo que el espacio era reacciona-rio y capitalista, pero que la historia y el devenir eran revolucionarios. Ese discur-so absurdo no era nada fuera de lo comn en esa ocasin. Hoy en da, todos estallaran en carcajadas frente a un pronunciamiento de ese estilo, pero no en aquella poca.

    Pero hoy en da, diferente a lo que ocurra en los tiempos referidos por Fou-cault, la discusin sobre el espacio es importante e intensa, aunque todava insufi-ciente, y no exclusivamente en el campo de la geografa. Los ms recientes movimientos de la teora social hacen nfasis en la importancia de los aspectos es-paciales de los fenmenos sociales, se interesan en el anlisis de la naturaleza es-pacial de la realidad social, e insisten en la necesidad de construir una nueva ontologia espacial que permita dar un tratamiento terico adecuado a estas nue-vas problemticas. A la vez, se busca aclarar la confusin creada por la fragmenta-cin terica que nos ha puesto a divagar sobre la naturaleza del espacio y a tratar de remplazar una nocin por otra. Son comunes las afirmaciones de gegrafos en torno a que el espacio no es absoluto sino relativo y social, o las de socilogos que declaran equivocada y obsoleta la nocin de espacio absoluto (Fals, 2000).

    Segn Schatzki (1991), una nueva ontologia del espacio debe adicionar - e n lugar de remplazar- la nocin de espacio objetivo con la nocin de espacio social, por lo que considera pertinente distinguir entre espacio objetivo y espacio social, y entre sociedad y espacio. Agrega que existen dos clases de espacio objetivo, el absoluto y el relacional, y que hay un espacio social y una espacialidad social onto-lgicamente diferentes, pero complementarios. En su versin absoluta -dice Schatzki-, el espacio tiene existencia propia e independiente, es homogneo y es el medio isotrpico en el que existen o se localizan los objetos, incluidos los

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  • INTRODUCCIN

    cuerpos humanos y los objetos construidos. En su versin relacional-argumenta-, el espacio es un sistema de relaciones entre objetos, y su existencia depende necesa-riamente de la de los objetos. La idea del espacio objetivo se aplica sobre todo, al es-pacio fsico; pero en tanto que la realidad social contiene toda clase de objetos o cuerpos, seres humanos, herramientas y edificios, entre otros, esta realidad tiene ca-ractersticas de espacio objetivo, que se pueden analizar como distribuciones, locali-zaciones relativas e interacciones, las cuales constituyen la espacialidad.

    Pero ocurre -nos recuerda Schatzki- que la realidad social no es de ninguna manera un conjunto de objetos situados en el espacio objetivo, sino que esta reali-dad es, ante todo, relacin social de vidas humanas. Por esta razn, la realidad so-cial no se puede explicar con referencia al espacio objetivo, aunque no se puede desligar de ste, dentro del cual existe. Como cuerpos, los seres humanos ocupan espacio y existe entre ellos atraccin gravitatoria; esto es una realidad fsica y de inters para la ciencia, pero no constituye la base de la preocupacin de la teora social. La espacialidad social tiene una segunda dimensin denominada espacio social, que solamente existe en la medida en que existen los seres humanos en in-teraccin social. Es el tejido social el que crea dicha espacialidad.

    El espacio social (Schatzki, 1991) es una realidad relacional concreta surgida de las relaciones sociales que se dan ms all de las puras relaciones entre indivi-duos. El espacio social no se refiere al espacio de la experiencia individual, ni se puede caracterizar como mental o subjetivo. La espacialidad de la vida social es la espacialidad de esa realidad social, constituida por seres humanos socialmente relacionados y existentes en un mundo interconectado. Es necesario explicar y comprender tanto el espacio social como realidad relacional en s misma, al igual que las relaciones entre este espacio social y el espacio objetivo como marco real de su existencia.

    Todos estos elementos considerados por la teora social contempornea ali-mentan los debates sobre el espacio, tanto los de naturaleza disciplinaria como los de carcter interdisciplinario y transdisciplinario. Mencin especial merece el trabajo del filsofo francs Henry Lefebvre, cuya obra sobre la produccin social del espacio comentaremos ms adelante. Mucho de lo que tiene que ver con estos planteamientos est afectando -aunque a menudo con poca intensidad- el pen-samiento geogrfico y sus discursos sobre el espacio.

    Una primera conclusin permitira afirmar que la poca importancia dada al espacio es la causa del escaso inters que se le concedi a la geografa, y de la mala reputacin de que gozaban los gegrafos en comparacin con otros cientficos so-ciales (Glick, 1985). Y en concordancia con lo anterior, la importancia dada al es-pacio en la poca posmoderna podra significar una reivindicacin y un nuevo aire para la geografa; al menos, si se tiene en cuenta que las miradas de los

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    cientficos sociales se han dirigido muchas veces a explorar lo que los gegrafos han dicho o tienen que decir sobre el asunto. Giddens (1995: 143) desde la socio-loga celebra que:

    Por fortuna, no tenemos que abordar estas cuestiones de novo. En los ltimos aos se ha producido una convergencia notable entre la geografa y las otras ciencias so-ciales, con el resultado de que los gegrafos, inspirados en las diversas tradiciones establecidas de teora social, hicieran aportes importantes al pensamiento social.

    Una mirada somera a la historia del pensamiento geogrfico revela cosas in-teresantes, como la de que, hasta hace pocos aos, tampoco la geografa se haba preocupado lo suficiente por el espacio y que, por consiguiente, no era la ciencia espacial par excellence. Por ejemplo, se sabe que hasta los comienzos de la "revolu-cin cuantitativa" el espacio no fue una categora central para la geografa, ni mucho menos su objeto de investigacin reconocido (Harvey, 1983; Santos, 1990). Los gegrafos de la tradicin regional, que domin el panorama acadmi-co hasta mediados del siglo XX, y de la incipiente "Nueva geografa" de los sesen-ta, basaron su trabajo en la idea de espacio absoluto, como contenedor de paisajes o de objetos en interaccin, pero el espacio mismo no era objeto de refle-xin (Gregory, 1984).

    Se puede decir tambin que la geografa, paradjicamente, tiene una saga como ciencia aespacial e historicista. Por lo menos, a finales de los aos sesenta, las cuestiones tericas relacionadas con el espacio eran poco importantes y, sobre todo, nada claras, como lo afirma David Harvey. En efecto, Harvey (1983: 204) seala que: "En su mayora, los gegrafos aceptan que un determinado lenguaje espacial es el apropiado, sin examinar la razn de esta eleccin". Y no deja duda de la pobreza del discurso geogrfico sobre el espacio cuando indica (Harvey, 1983: 222)que:

    Por el momento ser suficiente sealar que gran parte de la geografa todava descansa en el concepto kantiano del espacio absoluto, un concepto que lleva de-sacreditado un siglo o ms, mientras que por otro lado gran parte del trabajo prctico realizado por gegrafos recurre a concepciones relativistas del espacio. Estas concepciones estn en abierto conflicto. La oposicin entre Hartshorne y Bunge, por ejemplo, puede interpretarse casi directamente como la oposicin entre un concepto de espacio absoluto y uno relativo. El espacio bien pudiera ser el concepto central con que cuenta la geografa para su coherencia interna como disciplina. Pero la propia naturaleza del espacio y las diferentes inter-pretaciones del concepto no se han tenido casi en cuenta [nfasis agregado].

    Milton Santos (1990: 107) es an ms contundente al hacer notar el poco o el nulo inters reflexivo de la geografa por el espacio:

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  • INTRODUCCIN

    ... los gegrafos callan con relacin al espacio. Algunas veces se callan tambin al trabajo innovador de otros gegrafos y de otros espacilogos. La geografa es viuda del espacio. Su base de la enseanza y de la investigacin es la historia de los historiadores, la naturaleza "natural" y la economa neoclsi-ca, y las tres tienden a sustituir el espacio real, el de las sociedades en su devenir, por cualquier cosa esttica o simplemente no existente, ideolgica.

    Por eso muchos gegrafos discuten tanto sobre la geografa -una palabra cada vez ms vaca de contenido- y casi nunca del espacio como objeto o contenido de la disciplina geogrfica. Por consiguiente, la definicin de este objeto, el espacio, se hace difcil y el de la geografa, imposible [nfasis agregado].

    Desde los aos setenta, se ha emprendido en la geografa una tarea terica de gran importancia y productividad en torno al espacio. Hoy es abundante la li-teratura sobre el tema, aunque mucha de ella sigue ignorada por los tericos so-ciales, y lo que tal vez es ms grave, desconocida por muchos gegrafos, que nutren su concepcin espacial en otras fuentes. Pero es necesario resaltar que la discusin terica sobre el espacio es tanto o ms reciente en la geografa que en las ciencias sociales en general. Esto posiblemente permita entender el hecho de que las disciplinas de las ciencias sociales traten de llenar por su cuenta y riesgo sus propios vacos en lo que se refiere al espacio, y no precisamente mediante una fructfera relacin interdisciplinaria con la geografa.

    En la geografa se vive actualmente un intenso debate sobre concepciones es-paciales con fundamentos filosficos y polticos divergentes. Positivismo, marxis-mo, existencialismo, posestructuralismo, posmodernismo y otros "ismos" sustentan una variopinta teora geogrfica sobre el espacio, no exenta siempre de un enmaraamiento conceptual que se excusa en la reconocida complejidad del asunto. Espacio no ha significado siempre lo mismo en la historia de la geografa; las ideas contemporneas sobre el espacio de una tradicin o paradigma no son compatibles con las de otras escuelas geogrficas, y as por el estilo.

    De todas maneras, aunque la geografa lleg tarde a la cita con el espacio, los esfuerzos tericos que se iniciaron en los aos sesenta han tenido buenos frutos. As se colige de la relativa abundancia de publicaciones y de la importancia cre-ciente que la teora social le concede al trabajo de varios gegrafos (Harvey, 1989, 1996, 2000; Soja, 1989; Massey, 1994), por sus aportes a la comprensin de la ex-periencia del espacio y del tiempo en las sociedades posmodernas.

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  • CAPITULO I

    La geografa regional: paisajes, lugares, reas y regiones en vez de espacio

    Como ya se dijo en otro lugar de este escrito, la geografa no siempre se de-fini disciplinariamente como una ciencia espacial, es decir, que tuviera al espa-cio mismo como objeto de estudio. La referencia geogrfica al espacio se dio fundamentalmente desde el punto de vista de la localizacin de objetos en con-tenedores espaciales, pero la geografa deba ocuparse del contenido y no del contenedor en s mismo.

    Por supuesto, la existencia del espacio como algo independiente de los obje-tos no es una idea geogrfica; la geografa tom prestado el concepto de espacio absoluto que formaba parte del discurso de las ciencias fsicas. Se dio por sentado que el espado absoluto era una verdad slida sobre la que el desarrollo de la geo-grafa poda consolidarse, sin necesidad de participar en las discusiones filosfi-cas o cientficas sobre su naturaleza. En el mejor de los casos, cuando la geografa se defina como el estudio del "espacio geogrfico", se delimitaba su campo dife-rencindolo de otras disciplinas como la fsica, las matemticas o la geometra, aclarando que el espacio geogrfico era la superficie de la tierra transformada por el hombre.

    Se puede afirmar que casi siempre, los gegrafos regionales utilizaron indis-tintamente los trminos "espacio", "lugar", "regin" y "territorio" como sinni-mos, es decir, como porciones de la superficie terrestre. En los prrafos siguientes trataremos de mostrar ms en detalle los fundamentos de estas primeras aseveraciones.

    Comencemos nuestra orimera anroximacin al concepto de esoacio, utili-zando como fuente un diccionario de trminos geogrficos de amplia circulacin entre las comunidades geogrficas anglosajonas e hispanas durante los aos se-senta, en el que las dos nicas acepciones sobre el trmino espacio (Monkhouse, 1978: 179), dicen lo siguiente:

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    Espacio muerto; zona oculta.

    Espacio vital: expresin en otros tiempos usada por los geopolticos alemanes para justificar la agresin y la expansin de su Estado, especialmente en la poca hitleriana. Se usa a veces la forma original alemana "lebesnsraum".

    La cita del diccionario se puede interpretar como reveladora de que el con-cepto de espacio, por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX, no era parte esencial del cuerpo terico de la disciplina geogrfica. La geografa tena su inte-rs en los fenmenos localizados en un contenedor con existencia propia e inde-pendiente, y no en el contenedor en s mismo (Claval, 1974; Capel, 1981).

    El contenedor era el espacio absoluto ajeno por su naturaleza al objeto pro-pio de los estudios geogrficos. En consonancia con los principios de la ciencia positiva definida por Comte, los ojos de los gegrafos eran educados para ver y estudiar los paisajes y sus significados, y no para buscar estructuras abstractas o posibles causalidades ocultas. Gregory (1984: 43) ilustra el caso de la siguiente manera:

    Cari Sauer, en su ensayo clsico sobre La morfologa del paisaje, publicado en 1925, representaba a la geografa como "una ciencia que encuentra su campo en-tero en el paisaje". Segn l, "la organizacin sistemtica del contenido del paisa-je avanza mediante la represin de las teoras apriorsticas que a l se refieren", de modo que la geografa se basa en "un sistema puramente evidencial, sin pre-juicios sobre el significado de su evidencia"... "La geografa causal" declar, que-daba ya atrs y haba llegado el momento de establecer la geografa como "ciencia positiva". No hay duda de que esto lo entenda en un sentido comteano, puesto que afirmaba como Goethe, que "no es preciso buscar algo ms all de los fenmenos; ellos mismos son el saber (Lehre) [las leyes]".

    Hartshorne (1978: 22) reafirma en los aos sesenta que "la geografa tiene por objeto proporcionar la descripcin y la interpretacin, de manera precisa, or-denada y racional, del carcter variable de la superficie de la tierra", y recuerda la advertencia de Hettner en el sentido de considerar como una exageracin de Ratzel su intencin de concebir las relaciones espaciales como parte esencial de la geografa, en detrimento de las diferencias de contenido de las reas. La interac-cin espacial, afirma, "slo puede significar relaciones entre fenmenos de luga-res diferentes".

    Hartshorne consider a la geografa como una ciencia regional y singular cuyo objeto era el anlisis y la sntesis de los fenmenos contenidos en el espacio y no el espacio mismo. Como Sauer, Hartshorne le asign a la geografa la funcin de estudiar lugares o regiones, y su geografa regional monogrfica, al decir de

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  • LA GEOGRAFA REGIONAL

    Unwin (1995: 149), "suministr la visin estndar y generalmente aceptada de la disciplina hasta los aos 1950".

    Un genuino estudio de geografa regional parta de delimitar una porcin de la superficie terrestre para luego describir sus caractersticas fsicas, humanas y culturales, de modo que dicha descripcin llegara a reflejar la personalidad de esa porcin de tierra denominada regin. Esta descripcin haca posible la com-paracin de similitudes y diferencias con otras regiones. Lo que se estudiaba era el contenido visible en el paisaje y las posibles relaciones que se lograran estable-cer entre todos los elementos, como por ejemplo entre el suelo, el clima y la vege-tacin, o entre las caractersticas del medio fsico y las formas de uso del suelo por parte de las comunidades habitantes del lugar. Desde luego, se parta de la consi-deracin de que la geografa deba tener una dimensin histrica que pudiera re-velar el significado del origen y el desarrollo de las caractersticas geogrficas de la regin.

    Este carcter de los estudios geogrficos se logra comprender mejor si acudi-mos a una exposicin detallada que hace Broek (1967: 42) sobre la metodologa empleada en su estudio histrico-geogrfico del Valle de Santa Clara (California):

    Mi intencin principal era comprender los cambios en la configuracin de ese valle, inmediato al sur de la baha de San Francisco. All, diferentes culturas y fa-ses econmicas se haban sucedido unas a otras rpidamente en menos de 200 aos: el perodo de los indios antes de la llegada del hombre blanco; el espaol, de misiones y ranchos ganaderos, correspondiente a la primera mitad del siglo XIX; la primera fase del perodo de economa norteamericana de ganado y tri-go, que dur hasta la dcada de 1870-1880, cuando empezaron los cambios que transformaron el valle en un distrito de horticultura. Si el estudio se hiciera ahora, habra que agregar otra fase: la urbanizacin del valle, que provino en mayor grado despus de la segunda guerra mundial. Cada perodo hasta el "presente", era un pasado geogrfico. El artificio, un tanto original que us, fue dividir el estudio de cada perodo en dos partes. La primera era aclaratoria, ya que analizaba las fuerzas y funciones que dieron forma al modo de vida en el va-lle. La segunda describa la estructuracin cultural resultante de los determi-nantes sociales y econmicos. En esta forma el "proceso" recibi la atencin debida, pero su amplitud fue conducida y restringida por la importancia de sus fuerzas y el propsito del estudio, es decir, comprender la panormica del te-rreno [nfasis agregado].

    Como ya se indic, la preocupacin de la geografa regional, con o sin los matices histricos, se centra en las cosas y en los procesos de transformacin de los paisajes, pero su referencia al espacio apenas tiene que ver con el lugar donde estn las cosas en la superficie terrestre. Para la geografa, el "dnde" constituye

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    la referencia espacial bsica y fundamental, de la que se derivan los trminos "ubicacin", "situacin", "sitio", "distribucin" y "colocacin", que son los de ms frecuente uso en el lenguaje geogrfico (Broek, 1967).

    El uso del trmino "espacio" por el gegrafo francs Jacques Dupuis (1975), se revela como sinnimo de regin, objeto primario del anlisis geogrfico. Al menos es lo que se indica en su obra sobre Asia Meridional (1975: 169), en la que al referirse al espacio indio expresa que: "El espacio indio est considerado como una entidad geogrfica desde los tiempos ms antiguos: su nombre deriva del de la regin que los occidentales conocieron en primer lugar: el ro Indo". Con la misma connotacin se refiere al espacio indochino y al espacio malayo. Estos es-pacios a su vez son subdivididos en regiones o subespacios, que constituyen las unidades bsicas que se describen segn sus caractersticas fsicas, el poblamiento y la poblacin, y los aspectos econmicos, a partir de las cuales se establecen las diferencias y se revela la diversidad entre unos espacios y otros. Como descrip-cin y anlisis del espacio, esta geografa se refiere a porciones de la superficie te-rrestre delimitadas con algn criterio de homogeneidad que permita diferenciarlas de otras. Es a estas unidades a las que Dupuis denomina espacios o regiones.

    Pierre George, otro conspicuo representante de la geografa regional france-sa, considera el espacio como sinnimo de la superficie terrestre, y como espacios o regiones las divisiones de esta superficie. Cuando se refiere al espacio geogrfi-co, es evidente que alude a la superficie terrestre o a una parte de sta ocupada y transformada por el hombre; de ah su afirmacin de que la geografa comparte con las otras ciencias del espacio el espacio mismo, pero que se diferencia de ellas en que slo se interesa por lo que este espacio representa para los hombres que en l viven.

    George utiliza con la misma connotacin espacio, regin y medio geogrfico (George, 1967: 20), pero deja en claro que el "objeto de estudio de la geografa es el espacio terrestre, en la medida en que es, bajo cualquier aspecto, un medio de vida o una fuente de vida, o bien, un paso indispensable para alcanzar un medio de vida o una fuente de vida". Es esta condicin de la disciplina la que le permite asegurar su carcter de una ciencia humana.

    Sin duda, cuando George se refiere al espacio, lo hace a la superficie terrestre como marco de la existencia humana, o a una porcin o regin de dicha superfi-cie; pero como gegrafo slo se interesa por dicho espacio en la medida en que ste es el sustento o medio de vida de una poblacin, es decir, como marco en el que se dan y se desarrollan las relaciones de produccin y de consumo. George (1967: 38) plantea entonces que:

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  • LA GEOGRAFA REGIONAL

    El problema especfico de la geografa es el de estudiar, en el interior de un es-pacio definido, todas las relaciones de causalidad entre los fenmenos de con-sumo, entendidos en el ms amplio sentido de la palabra -incluyendo en ello la ocupacin de las viviendas y la utilizacin de los servicios- y los fenmenos de produccin, el de determinar los grupos homogneos de evolucin sincrnica y correlativa, aislados de los simples haces de coincidencias circunstanciales, y poner de relieve las contradicciones y las supervivencias inhibidoras.

    El espacio geogrfico conceptualizado por George como espacio terrestre humanizado se puede clasificar segn sus usos, ya sean industriales, mineros o agrcolas, entre otros, a la vez que permite definir la geografa como el estudio del espacio humanizado. En un caso como el del espacio agrcola, ste se define segn George (1970: 31), "simplemente como la superficie utilizada por las di-versas formas de explotacin agrcola. Por esta razn se divide en... el espacio de pastoreo y el espacio de cultivo". Lo que le interesa a la geografa, en esta pers-pectiva, es una regin o porcin de espacio delimitada con algn rasgo fsico o histrico que permita diferenciarla claramente de otras y revelar al mismo tiem-po su carcter nico.

    La regin segn George es una porcin de espacio o de territorio, es decir, de superficie terrestre. Esto nos permite afirmar que para este autor los trminos "espacio", "regin" y "territorio" son intercambiables, pues los tres se refieren a toda o a una porcin de la superficie terrestre. La siguiente alusin de George (1970: 169) corrobora esta consideracin:

    El trmino "regin" es de esencia geogrfica en la medida en que designa una porcin de espacio caracterizada por una o ms realidades definidas por el califi-cativo aadido a la palabra regin. Pero slo existe regin propiamente geogrfi-ca cuando la porcin de espacio considerada se presenta en el mayor nmero posible de sus particularidades como conjunto sinttico. Es natural que encontre-mos, en la bsqueda de definiciones de la regin como realidad geogrfica, todos los problemas epistemolgicos de la geografa, puesto que la regin es precisa-mente el tema de representacin geogrfica del espacio y, por tanto, el tema fun-damental de la misma geografa. Pero, sin dejar de estar caracterizada por una visin sinttica, la regin, como representacin geogrfica, puede ser definida partiendo de distintos sistemas de convergencia y de correlacin de factores. Se afrontan dos elaboraciones principales, la de la "regin natural" y la de la "regin histrica".

    La geografa regional en todas sus versiones se defini como una ciencia sin-gular, en la que las conclusiones obtenidas sobre una regin no podan extrapo-larse a otras, de modo que se proclamaba sin rodeos que no existan leyes en geografa, y no slo en geografa humana, sino en la geografa en general, pues

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    incluso se reivindicaba el carcter zonal de la geografa fsica (George, 1967). Haggett (1976: 7-8) nos recuerda que en el ambiente de mediados del siglo XX rondaba la idea de que no era necesario formular leyes generales en geografa. Agrega que el papel convencional atribuido a esta disciplina se limitaba a "dife-renciar la superficie de la tierra, entresacar y separar en ella sus reas de caracte-rsticas semejantes", y remata su juicio contra el enfoque singularista afirmando que "la diferenciacin por reas ha dominado la geografa en detrimento de la integracin de superficies".

    La geografa regional no se interes por el espacio ms que como un conte-nedor, con existencia absoluta e independiente de los fenmenos contenidos en l, o como superficie terrestre modificada por el hombre, y en este caso espacio, regin y territorio eran objetos idnticos de descripcin y anlisis geogrfico. El espacio en s mismo no form parte del objeto de investigacin o de reflexin, y por tal razn los gegrafos no se interesaron en participar en los debates filosfi-cos y cientficos relacionados con su naturaleza.

    Es en este sentido que se puede calificar a esta geografa como aespacial, o "viuda del espacio", al decir de Milton Santos. Esta caracterstica le trajo serias consecuencias para su desarrollo terico, pues, por una parte, la construccin de la geografa como ciencia espacial durante los sesenta asumi sin crtica las ideas de la fsica, de la astronoma o de la economa neoclsica, y por otra, cuando los tericos sociales, en los ochenta, descubrieron la importancia del espacio en las sociedades modernas, los gegrafos poco o nada podan aportar. As, su depen-dencia conceptual de otras disciplinas se hizo ms evidente. No se poda esperar otra cosa de una disciplina rica en datos pero pobre en teora, como la calific Da-vid Harvey.

    Esa misma pobreza terica, el poco o nulo inters de los gegrafos por la teo-ra y su aficin por lo concreto, y las definiciones poco rigurosas en el sentido epistemolgico, llevaron al gegrafo francs Yves Lacoste (1982: 219) a formular sus crticas en los siguientes trminos:

    Por lo dems, la mayora de los gegrafos teorizan lo menos posible y se conten-tan con afirmar, sin ambages, que "la geografa es la ciencia de la sntesis", convi-niendo, sin duda, en que "la geografa no puede definirse ni por su objeto ni por sus mtodos, sino nicamente por su punto de vista". Tales declaraciones revelan a la vez un desconocimiento total de los caracteres no menos sintticos de las dis-ciplinas a las que recurren los gegrafos, su aislamiento (pues tales declaraciones deberan haber provocado un grito de indignacin) y un cierto afn de proble-mas tericos, incluso los ms fundamentales que han debido abordar todas las ciencias, y ello hace tal vez mucho tiempo. Adems muchos gegrafos no ocultan su menosprecio por las "consideraciones abstractas" (en especial las de los

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  • LA GEOGRAFA REGIONAL

    economistas y los socilogos) y se glorian afirmando su predileccin por lo "con-creto", Algunos proclaman "la geografa, ciencia de lo concreto", sin presentir las sonrisas que tal declaracin provoca, al menos cuando se pronuncia fuera del crculo de los gegrafos.

    A mediados del siglo XX, las nuevas realidades de la industrializacin y la ur-banizacin, lo mismo que la emergencia de un sistema mundo ms complejo, hi-cieron parecer obsoleta y nada til la geografa regional, que se empeaba en compartimentar el espacio terrestre en unidades fsicas, histricas o polti-co-administrativas, ya fueran comarcas, pases o continentes. En el nuevo contex-to, la regin no parece expresar ya en su "personalidad" la realidad de las nuevas relaciones de poder, ni las complejidades de las relaciones entre los hechos fsicos y los hechos humanos. Como lo expresa Lacoste (1982), esa "personalidad" de la regin se convirti en un concepto-obstculo que bloque la reflexin sobre las escalas, pues bien sabido es que los fenmenos de inters para la geografa no ocurren todos a la misma escala regional que imponen los gegrafos en sus estu-dios, a veces macro o micro segn sus preferencias.

    Por otra parte, el mismo Lacoste hace notar el poco inters que los episte-mlogos y los filsofos, en general, han mostrado por el espacio. En tanto que en sus anlisis, unos y otros han privilegiado el tiempo, el espacio aparece como algo neutral, inocente y descargado de cualquier significacin poltica; por esa misma razn considera necesario, y cada vez ms indispensable, "emprender la elaboracin metodolgica del utillaje conceptual que permita captar el espacio, lugar donde se entremezclan las mltiples contradicciones que originan las cri-sis" (Lacoste, 1982: 271), pues de lo contrario, agrega, sera imposible, por ejemplo, comprender la forma como el capitalismo y el imperialismo organizan el mundo.

    Pero para Lacoste, el espacio no puede ser concebido simplemente como un objeto real, es decir, como la superficie terrestre, sino que deben considerarse los distintos espacios de conceptualizacin que nos permitan comprender que vivi-mos en una espacialidad diferencial, que se percibe de forma diferente segn las clases sociales. Y as como no deben confundirse los diferentes tiempos del histo-riador, afirma que es necesario diferenciar los espacios de conceptualizacin y es-tablecer las relaciones entre ellos, lo que podra lograrse mediante un trabajo terico que diferencie el espacio en cuanto objeto real, y el espacio en cuanto ob-je to de conocimiento.

    La verdadera crisis del concepto de espacio absoluto que domin en la geo-grafa regional tuvo que ver fundamentalmente con la crisis de la propia geogra-fa regional. Sus productos monogrficos, amn de su poca valoracin cientfica, tenan poca demanda social, pues los requerimientos de la economa, de la

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    poltica o de la planificacin del desarrollo, iban ms all de lo que una ciencia descriptiva y singular poda ofrecer en un ambiente cientfico vido de teoras y modelos de prediccin.

    La prctica de la geografa a mediados del siglo XX se encontraba restringi-da a los crculos universitarios relacionados con las humanidades o con la docen-cia, y all mismo, su desprestigio, asociado con su inutilidad y con el poco reconocimiento de la comunidad cientfica, era de tal magnitud que su perma-nencia como disciplina acadmica fue puesta en entredicho. Esta situacin es bien ilustrada por Glick (1985: 9), quien narr as las penurias de la geografa re-gional en los Estados Unidos:

    La revolucin en la geografa humana norteamericana, de la que result el rem-plazo de la geografa regional por una "ciencia espacial" de orientacin cuantita-tiva -que alcanzara una posicin de preeminencia intelectual y dominancia poltica en la mayor parte de los departamentos norteamericanos hacia finales de los aos sesenta- disfrut de un ascenso al poder relativamente fcil. Este hecho fue posible por la debilidad de los fundamentos intelectuales, la falta de visin y el escaso prestigio que caracterizaba entonces a la geografa regional. La medio-cridad de este campo de estudio, tal como era percibida por otros acadmicos, dio como resultado la extincin del programa de geografa de Harvard en 1948. El intento de resucitar las enseanzas en geografa en 1949-1950 (...) fracas, en buena medida, porque los destacados gegrafos que fueron llamados como ex-pertos periciales por el "Comit de Geografa" de Harvard fueron incapaces de convencer a los miembros de dicho comit del valor intrnseco del campo geo-grfico, o incluso de proveer una descripcin coherente de la naturaleza de este campo.

    Situacin parecida viva la geografa regional y del paisaje en Alemania. En 1969 algunos representantes de la Asociacin Estudiantil de Gegrafos denun-ciaban que "el lamento sobre la miseria de la geografa escolar y universitaria ale-mana se ha convertido ya en tema obligatorio en las asambleas de gegrafos" (Gmez, 1978: 22), al tiempo que los resultados de las consultas avanzadas entre los estudiantes mostraban que la geografa era considerada como la peor entre las ciencias naturales, y la candidatizaban para ser excluida de los planes de estudio.

    En el congreso alemn de geografa celebrado en 1969 se discuti el tema de la permanencia de la geografa regional, y uno de los participantes en el evento expuso su insatisfaccin, en los trminos que seala Gmez (1978: 10):

    En una primera intervencin posterior a la lectura de la ponencia, un estudiante (Kloche), manifest que "la cuestin de la eliminacin de la geografa regional como materia de enseanza no deba causar ningn problema, ya que podra

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  • LA GEOGRAFA REGIONAL

    llegarse a un consenso rpido" debido a la poca utilidad del tipo de conocimiento proporcionado por dicha disciplina, proponiendo a continuacin como tema b-sico para la discusin el problema de la formacin de teoras. Al mismo tiempo rogaba a los profesores que diariamente daban sus clases sin tener en cuenta ese problema, "que expresen su opinin sobre la formacin de teoras y su concep-cin sobre la ciencia".

    Y nuevas formas de hacer geografa comenzaron a emerger en el seno de la comunidad geogrfica. De una de esas nuevas formas, de la denominada "ciencia espacial", nos ocuparemos en la siguiente seccin.

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  • CAPITULO II

    La geografa como ciencia espacial

    Una forma de tratar con problemas complejos consiste en simplificarlos... Nuestra tierra es casi infinitamente compleja... La forma ms fcil de simplificar este problema para que empecemos a ver su naturaleza consiste en imaginar una tierra ideal poblada por personas hipotticas.

    Crter, George, 1975. Man and Land: A Cultural Geography, New York, Holt Rinehart and Winston, p. 34 (citado por Butler, 1986: 89).

    El problema de la ubicacin real puede distinguirse respecto a la ubicacin racional. No es necesario que ambas coincidan

    (Lsch, August, 1954. TVie Economics of Location, New Have, Yale University Press (citado por Butler, 1986: 123).

    LOS FUNDAMENTOS DE UN NUEVO PARADIGMA

    A mediados del siglo XX, la geografa entr en una etapa de cambio de para-digma, y una revolucin cientfica socav los cimientos de la geografa regional. De dicha revolucin surgi una geografa distinta que se conoce en la historia de la disciplina como la "Ciencia espacial", "Geografa cuantitativa" o "Nueva geo-grafa", cuyo proceso de consolidacin como ciencia normal fue realmente de corta duracin. En 1963, el gegrafo lan Burton escribi que la revolucin cient-fica iniciada por la geografa a finales de los cuarenta y comienzos de los cincuen-ta, ya se haba consumado en 1960, pues "una revolucin intelectual se ha realizado cuando las ideas aceptadas se descartan o se modifican para incluir nuevas ideas" (Burton, 1982: 414).

    La revolucin cientfica reseada por Burton constituye la primera aproxi-macin de los gegrafos al campo formal de la teorizacin epistemolgica (Bar-nes, 2001) y tuvo su inicio en los Estados Unidos de Amrica, en la Universidad

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    de Washington bajo la direccin de William Garrison y Edward Ullman, y en la Universidad de lowa de la mano de Harold McCarthy. En Europa fueron perso-najes clave Peter Haggett y Richard Chorley en el Reino Unido, y Torsten Hgerstrand en Suecia.

    Las nuevas ideas o ideas revolucionarias, que ya en los sesenta formaban par-te del conocimiento convencional de la geografa, provenan de la filosofa, de las matemticas, de la fsica, y desde dominios vecinos como la economa. Pero, sobre todo, fue el inters de los gegrafos por la teora lo que constituy el rasgo funda-mental de la metamorfosis disciplinaria, pues, como lo reconoci el mismo Bur-ton (1982: 418), la revolucin "se inspir en una necesidad genuina de hacer la geografa ms cientfica y en un inters por desarrollar un cuerpo terico. En las races de la revolucin cuantitativa se encuentra la insatisfaccin respecto a la geografa idiogrfica".

    Barnes (2001) sostiene que la denominada "revolucin cuantitativa" introdu-j o por primera vez en el mbito de la geografa econmica anglo-americana -tra-dicionalmente pobre o carente de teora- la verdadera idea de teorizacin "epistemolgica", cuya tarea central era "desarrollar vocabularios abstractos que reflejaran -aunque parcialmente- una realidad externa e independiente" (Bar-nes, 2001: 546). Esos vocabularios abstractos, formales y racionalistas formaliza-dos en hiptesis, leyes, modelos y representaciones cartogrficas constituyeron el ncleo de la teora para producir explicaciones de fenmenos geogrficos obser-vados en el mundo real. El mismo Barnes (2001) recalca que el lenguaje de la teo-rizacin "epistemolgica" de la geografa provino, inicialmente, de las ciencias naturales y de las ciencias sociales modeladas a su imagen -una especie de "fsica social"-, e ilustra su comentario con el ejemplo de la introduccin del vocabulario de la fsica en la geografa econmica durante los cincuenta, por parte de William Warntz, quien, a partir de la descripcin de los lugares como puntos dentro de un campo gravitacional, desarroll los modelos de gravedad y de potencial, en coo-peracin con gegrafos, astrnomos y fsicos.

    Los fundamentos epistemolgicos para la construccin terica de la nueva geografa como una ciencia esencialmente espacial fueron encontrados en las ideas del "positivismo lgico", "empirismo lgico" o "neopositivismo", movi-miento intelectual asociado con los filsofos pertenecientes al "Crculo de Viena", y cuyos objetivos y caractersticas estaban claramente definidos hacia 1930. Sin embargo, Barnes (2001) argumenta que en un principio los gegrafos compro-metidos con el nuevo paradigma no fueron conscientes de su vnculo con el neo-positivismo, aunque desde el comienzo sus formulaciones tericas tuvieron el carcter fundacional y cerrado propio de ese marco epistemolgico.

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  • LA GEOGRAFA COMO CIENCIA ESPACIAL

    El positivismo lgico afirma que la ciencia se ocupa de las proposiciones con sentido, es decir, de las proposiciones empricas que deben ser sometidas al rigor del anlisis lgico y a los mtodos ms refinados de verificacin. Busca alcanzar una visin unificada del mundo y de la ciencia, y propende a un lenguaje neutral para expresar proposiciones y resultados libres de la subjetividad de los lenguajes comunes.

    Uno de los postulados bsicos del positivismo lgico es el de la unidad de la ciencia. Con un lenguaje fisicalista y de pretensiones universalistas, la ciencia uni-ficada es un sistema no contradictorio de protocolos y de leyes; es una actividad normativa, aunque no rigurosamente determinista, que ni hace demarcaciones entre ciencias naturales y ciencias sociales, ni reconoce la posibilidad de hacer jui-cios axiolgicos o de valor, ratificando as su neutralidad.

    El positivismo lgico no establece diferencias metodolgicas sustanciales en-tre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Como indica Capel (1981: 376), "se abord el estudio del hombre y de la realidad social postulando que stos per-tenecen plenamente al mundo fsico y que como tales han de ser estudiados, y aceptando que las regularidades que se encuentran en la naturaleza aparecern tambin en las diversas esferas de la realidad sociocultural". Esta afirmacin ga-rantizaba de hecho la unidad metodolgica de toda la ciencia, unidad que se ex-presaba en el uso comn del mtodo cientfico hipottico y deductivo, cuyos refinamientos se alcanzaron en las ciencias naturales y se extendieron a buena parte de las ciencias sociales.

    La geografa no fue la excepcin, y la revolucin que se est glosando incur-sion tambin en el campo metodolgico, pues los gegrafos deban proceder en adelante resolviendo los problemas geogrficos con la misma metodologa co-mn a toda la ciencia. Parte de la conversin a la nueva ciencia geogrfica consis-ti en aprender el mtodo cientfico positivista, por lo que a partir de entonces los cursos de metodologa cientfica constituyeron un elemento central en los programas de formacin y entrenamiento de los gegrafos.

    La discusin metodolgica sobre el problema de la induccin y la deduccin constituye una de las disputas internas ms fuertes dentro del movimiento neo-positivista, pero la ascendencia de las corrientes deductivistas llev a la mayora de los cientficos a tomar partido por una va metodolgica hipottico-deductiva, muy cercana a las propuestas de Popper (Capel, 1981).

    Las crticas a la geografa del paisaje, o de la tradicin regional, se hicieron corrientes en los aos cincuenta y se incrementaron a medida en que las ideas del positivismo lgico fueron acogidas, en buena parte sin tener conciencia del he-cho, por las nuevas generaciones de gegrafos (Barnes, 2001). A mediados del si-glo XX, Schaefer "abri la puerta a la admisin formal del positivismo lgico

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    dentro de la geografa" (Gregory, 1984: 48) y sta se transforma paulatinamente en una "ciencia espacial" terica y emprica, con nfasis en el orden espacial y en la bsqueda de las leyes generales de la organizacin espacial, mediante un mto-do cientfico naturalista.

    En el nuevo paradigma, el espacio es considerado, por una parte, como espa-cio concreto referido a la actual superficie de la tierra con toda la variedad del mundo real, y por otra, como espacio abstracto referido a la estructura espacial no visible. Peet (1998: 32) se refiere as a esta transformacin disciplinar:

    En los 1940s la geografa se sinti de nuevo segura internamente como descrip-cin regional pero vulnerable externamente en razn de las crticas a su naturale-za cientfica y a su utilidad prctica. El perodo de la posguerra conoci una geografa redefinida como la ciencia del espacio -el espacio no en los trminos de la escuela de Berkeley como la superficie de la tierra transformada por la accin humana en un paisaje cultural, sino del espacio a imagen de la fsica, espacio re-ducido a la distancia entre puntos-, con la conducta espacial como minimizacin de la distancia, y la geometra como lenguaje disciplinar. Con tal espacio se pudo emplear el moderno mtodo cientfico, inicialmente midiendo regularidades es-tadsticas en forma inductiva, eventualmente con la lgica matemtica como una ciencia deductiva.

    Pero lo esencial no era la cuantificacin en s misma, como pudiera creerse si nos atenemos al remoquete de "Revolucin cuantitativa" con el que fue califica-da, o al hecho de que muchos gegrafos creyeran ingenuamente en el aserto po-sitivista de que "sin calcular es imposible razonar"; se trat, ante todo, de una forma distinta de ver las cosas en geografa. Como resultado de esta revolucin, la geografa abandon sus pretensiones de ciencia singular, se torn abstracta, y el paisaje, como objeto principal de estudio, cedi su puesto al espacio (Yeates, 1972; Holt-Jensen, 1980; Stoddard, 1982; Butler, 1986; Haggett, 1994). En pala-bras de Unwin (1995: 173), "los intereses centrales giraban en torno al espacio, a la cuantificacin y a la elaboracin de teoras".

    La nueva definicin de la geografa como la ciencia que busca "explicar la va-riacin espacial de los fenmenos sobre la superficie terrestre" (Stoddard, 1982), pone en claro que el mbito de la "Nueva geografa" se reduce a la superficie de la tierra como espacio concreto, y que los problemas que debe formular el gegrafo tienen que ver con la distribucin de todo tipo de fenmenos sobre dicho espacio. As que cualquier fenmeno, si su distribucin es cartografiable, es decir, si se puede hacer un mapa de ella, es susceptible de ser estudiado geogrficamente, y su distribucin espacial se puede explicar en relacin con otras distribuciones es-paciales de fenmenos asociados, por medio de una teora abstracta que refleje como un espejo su ocurrencia en el mundo real.

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  • LA GEOGRAFA COMO CIENCIA ESPACIAL

    El resultado de esta nueva definicin del objeto fue una variedad de geogra-fas, tantas como distribuciones espaciales de fenmenos de todo orden se pue-dan cartografiar, tales como geografas de las enfermedades, geografas electorales, geografas de los precios del suelo, geografas de la vegetacin, etc. Queda tambin sentado que tales distribuciones constituyen una estructura espa-cial abstracta y ordenada cuyo orden se debe explicar en trminos cientficos.

    Como ejemplo, y para ilustrar lo expuesto en el prrafo anterior, a partir de un mapa que muestre la distribucin espacial de las carreteras que comunican lu-gares en un espacio determinado, se pueden identificar patrones de densidad vial; pero al mismo tiempo, los lugares se pueden identificar como nodos; las ca-rreteras se pueden transformar en una red abstracta analizable en trminos loca-cionales, para detectar el estado de desorden de la misma y proponer los correctivos que eleven su grado de ordenacin, teniendo como referencia un mo-delo ideal o normativo de redes. En las mismas condiciones, el trfico de perso-nas, mercancas e informacin se puede conceptualizar como movimiento; las ciudades, lugares centrales, pueblos o conglomerados de poblacin se pueden identificar como nodos de una red, es decir como puntos de cruzamiento o vrti-ces de la red.

    El nuevo discurso geogrfico se expresa con claridad en la siguiente cita (G-mir, et al., 1995: 91) de un manual sobre anlisis espacial:

    En el anlisis espacial, los nodos o vrtices de la red pueden venir constituidos por los puntos de origen y destino de los intercambios (ciudades, puertos, aero-puertos o centros de zona -denominados centroides, si trabajamos a escala urba-na, a los que se atribuyen las caractersticas del rea que representan-). Los arcos o aristas se identifican con las rutas, tanto si tienen una estructura fsica o soporte (rutas terrestres) como si no cuentan con ella (rutas martimas, areas, o referidas a teleflujos), o con los flujos (pasajeros, mercancas, flujos telemticos...) que por ellas circulan, cuando se trata de redes valorizadas. En las redes urbanas de trans-porte pblico, como puede ser, por ejemplo, una red de metro, los nodos pueden venir constituidos por las paradas de las lneas de la red (o de forma ms simple, por los puntos de origen y destino de las mismas) y las aristas pueden identificar-se con los recorridos de las lneas... Los resultados de este tipo de anlisis de cara a la planificacin permiten potenciar nodos a travs de las mejoras en las cone-xiones de la red.

    Es evidente oue este tioo de trabaio imolica oue el gegrafo tenea un conoc-miento profundo de la geometra de las redes y la teora de los grafos, las cuales le permiten hacer comparaciones precisas entre la conectividad y la configuracin de las redes (Haggett, 1976), lo mismo que un dominio de medidas de centrali-dad, dispersin de reas y puntos, anlisis de vecindad, de las tcnicas de anlisis

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  • DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFA CONTEMPORNEA

    de interaccin espacial, y de correlacin y autocorrelacin espacial (Gmir, et al., 1995).

    En los trminos de un nuevo paradigma, la geografa como ciencia espacial debera tener las mismas finalidades de prediccin de toda la ciencia positiva. Pero esta transformacin de la disciplina no constituye un hecho aislado y mucho menos autnomo, pues como lo seala Unwin (1995: 172):

    Un inters por modelar la organizacin espacial de la sociedad y por elaborar descripciones matemticas y geomtricas de las relaciones sociales qued as per-fectamente establecido en diferentes disciplinas en los Estados Unidos en los aos 1940 y 1950... No obstante, fue en el campo de la geografa donde este nue-vo enfoque alcanz una posicin de preeminencia, pues ofreci a los gegrafos una justificacin fundamental de su disciplina. La conceptualizacin de la geo-grafa como ciencia del espacio abri una alternativa marcadamente diferente a la tradicin cada vez ms desacreditada de la geografa regional.

    Aunque en un principio algunos gegrafos regionales pusieron en duda la emergencia de una "Nueva geografa", alegando que todas las geografas ante-riores haban sido nuevas, o que la geografa siempre haba utilizado estadsticas (Vil, 1983), lo cierto es que la ruptura epistemolgica -pa ra usar los trminos de Bachelard- con la geografa regional, no slo fue clara sino definitiva.

    Como lo expresa Chisholm (1975), una comparacin entre la obra de Hart-shorne, The Nature of Geography (1939) y la de Harvey, Explanation in Geography (1969), permite captar la esencia del cambio. Chisholm anota que en la obra de Hartshorne la aproximacin es explcitamente inductiva y la geografa es una ciencia corogrfica, relacionada con la naturaleza de los diferentes lugares, de modo que los fenmenos que interactan en cada una de las reas crean la dife-renciacin de las mismas. En esta situacin, el papel del gegrafo es integrar y sintetizar conocimientos producidos por otras disciplinas que tienen visiones particulares y parciales de la realidad. En la obra de Harvey, en cambio, se persi-gue una meta diferente de la propuesta por Hartshorne, que identifica a la geo-grafa como una ciencia que difiere de la simple acumulacin de hechos, que debe aplicar el mtodo cientfico hipottico-deductivo para alcanzar el carcter explicativo, de manera que la geografa se pueda definir como una explicacin positiva de la forma como funcionan el mundo o segmentos de ste. En la pro-puesta de Harvey, los objetos de investigacin geogrfica son problemas de carc-ter espacial que reclaman una explicacin en los trminos de la ciencia positiva, por lo que la tarea de la geografa tiene que ver con la formulacin de leyes gene-rales, ms que con el estudio de casos nicos.

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  • LA GEOGRAFA COMO CIENCIA ESPACIAL

    Para Chisholm (1975), Hartshorne y Harvey representan la anttesis entre una visin mstica o romntica de la geografa, asociada con la tradicin filosfica alemana del siglo XIX, y una aproximacin ms analtica basada en la aceptacin de los cnones del mtodo cientfico naturalista e inspirada en el pensamiento de los filsofos del positivismo lgico y del racionalismo. As que la "Nueva geogra-fa" es un nuevo paradigma en el que la obra de Hartshorne representa el fin y la de Harvey el comienzo del mismo.

    Treinta aos despus de la publicacin de The Explanation in Geography en 1969, Harvey responde en entrevista a los editores de New Left Review (Harvey, 2001: 4, en traduccin) que:

    En Explanation in Geography trataba de buscar una respuesta a lo que consideraba un problema central de la disciplina. Tradicionalmente, el conocimiento geogr-fico haba estado extremadamente fragmentado, orientado a enfatizar en gran medida lo que se denominaba "excepcionalidad". De acuerdo con la doctrina es-tablecida, el conocimiento adquirido mediante la investigacin geogrfica es di-ferente a cualquier otro tipo de conocimiento. No es posible establecer generalizaciones o sistematizarlo. No existen leyes geogrficas; no existen princi-pios generales a los que se pueda apelar; lo nico que se puede hacer es salir ah afuera y estudiar, pongamos por caso, la zona seca de Sri Lanka, y pasarse toda la vida tratando de comprenderla. Quera hacer frente a esta concepcin de la geo-grafa insistiendo en la necesidad de comprender el conocimiento geogrfico de un modo algo ms sistemtico. En aquel momento me pareca evidente que haba que recurrir a la tradicin filosfica del positivismo que, en la dcada de 1960, continuaba incorporando como parte de s un poderoso sentimiento, provenien-te de Carnap, acerca de la unidad de la ciencia. Este es el motivo por el que me tom a Hempel y a Popper tan en serio; pens que deba existir algn modo de usar su filosofa de la ciencia para contribuir a la construccin de un conocimien-to geogrfico ms unitario. Se trataba de un momento en el que, en el seno de la disciplina, exista un fuerte movimiento que apostaba por la introduccin de tc-nicas estadsticas y nuevos mtodos cuantitativos a la investigacin. Se podra de-cir que mi proyecto consista en desarrollar la vertiente filosfica de esta revolucin cuantitativa.

    La ruptura con la geografa regional se not en la adopcin de nuevas formas de organizar y analizar la informacin, especialmente mediante el uso creciente de modelos. Chorley y Haggett publicaron en 1971 una antologa titulada La geo-grafa y los modelos socioeconmicos, en la que varios autores dan cuenta del uso as-cendente de modelos de distinta clase en varias ramas de la geografa terica y aplicada, al mismo tiempo que exponen las razones que justifican su adopcin. En la introduccin de esta obra se argumenta que:

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    1. La informacin geogrfica se puede tratar en los trminos de la teora general de la informacin, de manera que la relevancia de un dato se es-tablece nicamente dentro de un marco terico, y la informacin se or-ganiza en varias escalas, puesto que la regularidad de la misma puede darse o desaparecer al cambiar de escala.

    2. La organizacin y el anlisis de la informacin requieren una seleccin previa que separe la regional de la local y elimine todas las formas de rui-do informativo.

    3. Es normal que se intente establecer los tipos de regularidad que se pre-sentan en la informacin geogrfica en las correspondientes escalas es-paciales y temporales. Es necesario buscar el orden en la realidad en funcin de las caractersticas del conjunto, en vez de concentrarse en las diferencias especficas.

    Los modelos geogrficos, agregan Chorley y Haggett (1971), pueden ser una teora, una ley, una hiptesis o una idea estructurada; pueden ser una funcin, una relacin, una ecuacin o una sntesis de datos. En todos los casos, deben ser-vir para razonar sobre el mundo real. La construccin y aplicacin de modelos obedece a una necesidad de idealizacin y de simplificacin de la realidad, que facilite su entendimiento. Tales modelos se asumen como estructuraciones sim-plificadas de la realidad que presentan en forma generalizada, facetas y relacio-nes simplificadas de la misma; son aproximaciones inexactas, altamente selectivas y subjetivas, pero realzan los aspectos fundamentales y desechan los de-talles sin importancia. Por contera, los modelos deben ser de carcter especulati-vo y sugestivo, y lo bastante simples para que se puedan manejar y comprender con facilidad.

    Los modelos geogrficos, insisten Chorley y Haggett (1971), son necesarios para salvar las diferencias entre la observacin y la teora, y por supuesto, deben satisfacer las demandas de simplificacin, reduccin, concrecin, experimenta-cin, accin, extensin, establecimiento y explicacin de teoras. Y agregan que entre las funciones que ellos pueden cumplir se pueden sealar las siguientes:

    a) Funcin psicolgica, pues permiten comprender y abarcar grupos de fe-nmenos que por su complejidad sera imposible abordar de otra forma.

    b) Funcin adquisitiva y organizativa, porque proporcionan una base para definir, recoger y ordenar la informacin.

    c) Funcin de fertilidad, porque permiten la extraccin del mximo de informacin.

    d) Funcin lgica, que facilita la explicacin de la aparicin de un fenme-no particular, y explicar los sistemas complejos por medio de sistemas simples.

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  • LA GEOGRAFA COMO CIENCIA ESPACIAL

    e) Funcin normativa, que hace posible la comparacin de ciertos fenme-nos con algunos ms conocidos.

    f) Funcin sistemtica, porque la construccin sucesiva de modelos permi-te la exploracin y comprobacin de los sistemas.

    g) Funcin constructiva, como elementos bsicos en la construccin de teo-ras y leyes de alta probabilidad, y

    h) Funcin cognoscitiva, porque pueden promover la difusin de las ideas cientficas.

    Bunge (1982) tambin haba sugerido en los comienzos de los sesenta la ne-cesidad de asumir un paradigma basado en modelos, que sustituyendo los cam-pos de especializacin temtica del tipo climatologa, geografa de la poblacin o morfologa del suelo, se especializara en campos tericos espaciales relacionados con puntos, zonas y descripcin de superficies matemticas, problemas de luga-res centrales, etc.

    Harvey (1983) reconoce que a finales de los setenta, los modelos geogrficos ya formaban parte del saber geogrfico institucionalizado, y comenta que su uso no dejaba de ser problemtico y hasta peligroso, amn de la dificultad misma de construirlos. Y agrega que la insistencia en su utilizacin se debi a que dado el escaso desarrollo de la teora geogrfica, no se tena otra alternativa que acudir a ellos. Sin embargo, l mismo pone en guardia a los gegrafos frente al peligro ge-nerado por la tentacin de usar indiscriminadamente los modelos, sugestionados por su variada funcionalidad, y sentencia que no se debe pasar por alto "que en trminos de investigacin bsica, la funcin principal de la modelizacin en geo-grafa debe apuntar a la creacin de teora geogrfica" (Harvey, 1983: 181).

    El cambio ya aludido implic asumir el espacio como elemento articulador de la disciplina y como objeto mismo de teorizacin. Esto trajo como consecuen-cia un viraje en los mtodos, en el lenguaje, en las formas de representacin y en las relaciones tericas con ciencias poco exploradas por los gegrafos, como la matemtica, la estadstica, la teora econmica neoclsica y la teora de sistemas, entre otras. Con nuevos problemas, nuevos marcos tericos y nuevas metodolo-gas y tcnicas, se reconstruy el discurso geogrfico (Lounsbury y Aldrich, 1979).

    LOS CONTENIDOS DEL NUEVO DISCURSO GEOGRFICO

    El nuevo discurso espacial (Gregory, 1994) se present como un entramado metafrico emparentado con los discursos de la economa neoclsica y lleno de modelos lgicos y analogas de la ciencia fsica. El inters mayor se centr en la formulacin de hiptesis y en la construccin de teoras acerca de la organizacin

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    del espacio. En este escenario floreci la teora locacional, como un intento de in-tegrar la dimensin espacial con la teora econmica clsica, para explicar y pre-decir las decisiones geogrficas resultantes del agregado de decisiones individuales. Esto explica el inters de los gegrafos por los trabajos pioneros de Von Thnen, Christaller y Weber, entre otros, en los que se encontraron las bases para la construccin de modelos normativos de interaccin y difusin espacial. Tales modelos hacen nfasis en la racionalidad econmica de agentes maximiza-dores de beneficios con el mnimo esfuerzo, y en el papel determinante de la fric-cin de la distancia como restriccin espacial en la oferta y demanda de bienes y servicios.

    El nuevo discurso geogrfico pone su mayor inters en los asuntos relaciona-dos con la organizacin espacial (De Souza, 1992), es decir, con la forma como los individuos y las sociedades organizan el espacio para ajustarlo a sus necesidades. Este concepto provee una estructura apropiada para analizar e interpretar las de-cisiones de localizacin y de movimiento, al igual que las estructuras espaciales relacionadas con patrones de uso del suelo, localizacin industrial, asentamien-tos humanos, etc. Las agencias del gobierno encargadas de la planificacin, o las empresas privadas interesadas en optimizar los rendimientos del capital, deman-daban conocimientos de esta naturaleza, y la geografa trat de responder con es-tudios que se apoyaron en la cuantificacin y la experimentacin con un amplio rango de tcnicas estadsticas.

    La idea central de este nuevo discurso es que lo real es una estructura espa-cial abstracta y ordenada, cuyo orden es posible revelar y representar a partir de teoras, leyes y modelos generales, como elementos constitutivos de la nueva ciencia espacial.

    Esta forma de abordar el estudio del espacio trajo nuevas demandas, pues en adelante los gegrafos tuvieron que tratar con los asuntos de los mtodos de an-lisis locacional, relacionados con la recoleccin y anlisis de los datos; con la des-cripcin de las localizaciones absolutas y relativas y con el problema de su represen-tacin; con la construccin y delimitacin de las regiones, y con la formulacin y verificacin de las hiptesis mediante analogas y mtodos estadsticos.

    En los primeros aos de la dcada de los setenta, el discurso de la "ciencia es-pacial" ya se encontraba bien sistematizado y expuesto en textos y manuales utili-zados en la formacin de gegrafos (Harvey, 1969; Abler, Adams y Gould, 1972; Haggett, 1976; Lounsbury y Aldrich, 1979). Uno de esos textos es el publicado en 1972 por Ronald Abler y Peter Gould, de la Universidad de Pensilvania, y por

    John S. Adams de la Universidad de Minnesota, que se titula Spatial Organization: The Geographer's View ofthe World, y cuyo objetivo principal es "introducir a los es-tudiantes a la forma como los gegrafos piensan acerca del mundo". Este libro,

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    que hace una profunda exposicin de los elementos constitutivos del discurso cientfico predominante en la comunidad geogrfica de la poca, es la fuente principal de la exposicin que sigue sobre este tema, aunque en la misma se utili-zan otras obras cuya referencia se har oportunamente; por tanto se advierte al lector que, en ausencia de otras referencias, debe entenderse que lo expuesto proviene de la fuente en comentario.

    Abler, Adams y Gould (1972) consideran que la geografa humana es una ciencia social y del comportamiento que analiza las actividades humanas en el es-pacio terrestre. El carcter cientfico de la geografa no difiere del de otras cien-cias, y por tanto su esencia debe ser un conjunto de problemas y un mtodo para resolverlos; el mtodo cientfico es universal, es decir comn, y lo que distingue a unas ciencias de otras es el tipo de problemas o preguntas no resueltas que tratan de explicar. El mtodo de la geografa es igual al de todas las ciencias, pero su pregunta fundamental y que la distingue de otras prcticas cientficas es: Por qu las distribuciones espaciales estn estructuradas en la forma en que ellas es-tn? De modo que los gegrafos tienen que ver ante todo con distribuciones espa-ciales y con procesos espaciales.

    Una distribucin espacial se refiere a la frecuencia con que un fenmeno su-cede en el espacio, y su naturaleza depende de la escala en que tal distribucin es observada, pues una distribucin puede presentar, por ejemplo, un patrn de aglomeracin en una escala de observacin, o un patrn disperso en otra. Pero, aunque la distribucin de un fenmeno en el espacio es el punto de partida para el anlisis geogrfico, es necesario tener en cuenta que las distribuciones en s mismas no son el objetivo para el gegrafo, sino que lo que a ste le interesa es por qu las distribuciones varan en patrn e intensidad de un lugar a otro. Por otra parte, el inters tradicional por la descripcin exacta de la localizacin abso-luta de las distribuciones se ha abandonado para centrarse principalmente en la localizacin relativa de unos fenmenos con respecto a otros, la cual se puede ex-presar en unidades relativas de distancia medidas en tiempo o de costos de trans-porte, por ejemplo. Estas localizaciones relativas pueden cambiar a travs del tiempo, aunque sus localizaciones absolutas, es decir, sus posiciones en un siste-ma convencional de coordenadas, permanezcan constantes, como ocurre con las medidas de latitud y longitud que sirven para localizar un lugar en la superficie terrestre.

    Del concepto de distribucin espacial se derivan los conceptos de "estructura espacial" y de "procesos espaciales". La estructura espacial es la organizacin in-terna de una distribucin, y se refiere tanto a la localizacin de cada elemento con relacin a cada uno de los otros, como a la localizacin de cada elemento con rela-cin a todos los otros tomados en conjunto. Como ejemplos pueden darse la

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    estructura espacial de la distribucin de los hospitales en una determinada re-gin, o la estructura espacial de la distribucin de los centros comerciales u otros centros de servicios en una ciudad. Si tomamos el caso de los hospitales, la estruc-tura espacial tiene en cuenta tanto la localizacin de cada hospital con relacin a cada uno de los otros hospitales, como la localizacin de cada hospital con rela-cin al conjunto de los hospitales de la regin.

    Los procesos espaciales se refieren a los mecanismos que producen las estruc-turas espaciales de las distribuciones espaciales. Procesos y estructuras espaciales son circularmente causales y se determinan mutuamente. Los procesos son espa-cialmente variables y tienen distribuciones como fenmenos concretos, de donde se deriva que la estructura espacial es un concepto aplicable tanto a la distribu-cin esttica como a los procesos dinmicos. Se puede decir que procesos y es-tructuras son "la misma cosa", pero que veamos procesos o estructuras depende de la perspectiva de tiempo que adoptemos y de la rapidez con que transcurren los procesos. As, por ejemplo, los movimientos de personas en vehculos o a pie son procesos espaciales que se estructuran en objetos como redes de carreteras, caminos, ferrocarriles, aeropuertos sobre la superficie terrestre. O de forma simi-lar, las decisiones por una actividad econmica como la agricultura, la industria o el comercio, se expresan en estructuras econmicas espaciales de uso de la tierra. Aunque en los mapas las estructuras se presentan estticas, es obvio que las distri-buciones y sus estructuras estn en constante cambio y debemos asumirlas como muy dinmicas. Esto ltimo no es obstculo para que tomando intervalos de t iempo tales estructuras se consideren estticas y como un ndice del estado pre-sente de un proceso en marcha.

    Los problemas o preguntas sobre procesos y estructuras espaciales del tipo cul es la estructura espacial de los eventos, y cmo la estructura espacial y los procesos interactan, son las que diferencian a la geografa de otras ciencias, pues ninguna otra disciplina cientfica se interesa en forma consistente por los procesos y las estructuras espaciales, ni hace ni resuelve preguntas acerca de la lo-calizacin, aunque localice sus objetos de anlisis y reconozca su ocurrencia en el espacio.

    Tambin es propio del nuevo discurso un contexto espacial distinto, que se fundamenta en la naturaleza relativa del espacio. Hasta la mitad del siglo XX, los gegrafos pensaron y elaboraron hiptesis acerca de distancia y espacio en trmi-nos absolutos, como ya se indic cuando nos referimos a la geografa regional; pero a partir de entonces se inici el cambio progresivo hacia un contexto espa-cial relativo, cambio considerado como el ms fundamental en la historia de la geografa, pues abri un nmero casi infinito de nuevos mundos para explorar y cartografiar. La utilizacin del concepto de distancia relativa como base del

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    espacio relativo conllev a la incorporacin de geometras no euclidianas y gene-r nuevas posibilidades de anlisis espacial. As, por ejemplo, mientras en el es-pacio euclidiano la distancia ms corta entre dos puntos es una lnea recta, en el espacio de Riemann la distancia ms corta entre dos puntos es una lnea curva, lo cual resulta ms apropiado para describir y explicar la conducta espacial de los seres humanos, caracterizada por las percepciones y valoraciones psicolgicas de los factores de la relacin costo-tiempo-espacio.

    Las representaciones del espacio relativo se desvan de las tcnicas tradicio-nales de representacin de las relaciones espaciales, y surgen nuevas formas que superan los mapas de localizacin absoluta. Las nuevas formas de representacin incluyen, entre otras, los cartogramas rcales de Erwin Raisz, popularizados en los aos treinta; las proyecciones logartmicas de Edgar Kant, que Hgerstrand utiliz en estudios de migracin en Suecia; los mapas de iscronas y las matrices. Las matrices se consideran muy tiles cuando se trabaja con distancias que no son simtricas, y son muy eficientes a la hora de presentar redes complejas que se tor-nan confusas cuando se dibujan en mapas. Adems, su simplicidad facilita el tra-tamiento mediante ordenadores.

    Es preciso sealar que el nuevo discurso mantiene las preguntas tradiciona-les de la geografa, pero las replantea en el nuevo contexto espacial relativista. Aun la pregunta por el dnde se mantiene, considerando que la accin del hom-bre cambia permanentemente la localizacin y que, incluso, las cosas que siempre se consideraron fijas, como el fondo de los ocanos o las masas continentales, es-tn localizadas en un espacio relativo si se consideran largos perodos de tiempo, como puede colegirse de las explicaciones cientficas de procesos como la deriva continental, la tectnica de placas o la expansin de los fondos ocenicos.

    El concepto de convergencia espacio-tiempo desarrollado por Donald G. Ja-nelle, expresado en lenguaje comn como "encogimiento" o "compresin" del mundo, se constituy en una herramienta til en el seguimiento o monitoreo de los cambios locacionales en el espacio relativo, puesto que es posible medir la rata a la que los lugares localizados sobre la superficie terrestre se aproximan o se separan unos de otros en distancia-tiempo. Este concepto, que tiene efectos significativos en el comportamiento humano, fue utilizado en los aos 80s por David Harvey, para explicar la experiencia del