36001 PONTEVEDRA - El Taller del Poeta · algún perro y alguna perra en pleno apareamiento, y...

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1 Número 3 – Periódico mensual editado por EL TALLER DEL POETA –30 de junio de 2005 CL Joaquín Costa, 2-EN-OF. A – 36001 PONTEVEDRA – [email protected] www.eltallerdelpoeta.com Depósito Legal PO-144-05 Los celtas sólo sentían miedo de que sucediera algo extraordinario y el cielo se desplomase sobre sus cabezas. Tal vez fue que en los tiempos pasados se les cayó un meteorito encima y la preparó tan gorda que ya no se les movió el asunto de la memoria. Y cuando pienso en la panda del PP gallego, ahora destronada del poder, llego a la conclusión de que deben estar sintiendo algo parecido a lo de los antiguos celtas: Las elecciones han sido para ellos como una pedrada en la frente. Eran de- masiados los años que llevaban rigiendo nuestro destino como para que no se hubieran creído a pies juntillas que el corral les pertenecía íntegramente, y no era así. Hace ya mucho tiempo cayó en mis manos un tratado sobre los conceptos que representan información y propaganda. Decía que cualquiera que base su estrategia en la información puede mantener su credibilidad durante siglos. No así el que lo hace en la propaganda, pues el ciudadano, al final, no es tan tonto como parece a simple vista, y termina por darse cuenta de quién quiere engañarle y quién no. Y el PP, no lo puede negar nadie, ha estado actuando con un cinismo tremendo en casi todos los últimos acontecimientos de cierta relevancia o, al menos, eso me parece a mí, si se entiende el cinismo como el arte de negar la evidencia. En la comisión del 11-M a poco más que se hubieran esfor- zado nos habrían hecho creer que los terroristas que cometieron el atentado no eran ya no sólo de la 2 ETA sino incluso del PSOE o de las otras formaciones políticas; el suceso del Pres- tige casi lo llevan a los altares concediéndole el calificativo de "una bendición de dios" al manifestar Fraga que a Galicia le convenían varios Prestiges para así reci- bir más ayudas; y no digamos el asunto de la guerra, que todavía siguen defendien- do a ultranza como si el asunto se tratara de una cruzada y no de la vil conquista de un país y un atraco a mano armada a sus reservas de petróleo. Les está bien. Hacía falta un poco de oxígeno en la administración gallega y una renovación en los despachos y, además, así, Fraga podrá retirarse a Perbes a des- cansar y escribir sus memorias, unas memorias que podrían ser extremadamente interesantes si en ellas contara realmente la verdad de los hechos que le tocó vivir a lo largo de su extensa existencia como "animal político", que diría Aristóteles. Aunque a uno aún le asalta la duda de si no lo volverán a presentar en el 2009. Estos son capaces de insertarle una cruz de acero en el esqueleto, subirlo a un Fra- gaMóvil, y pasearlo por toda Galicia a ritmo de ochenta recepciones diarias, en un intento de emular la hazaña del Cid Campeador, que ganó una batalla aún después de muerto. El nuevo ciclo que ahora se inicia es tremendamente importante. Se puede utili- zar para cambiar sólo de inquilinos en los despachos o para hacerle un lavado tanto externo como interno a la realidad. Galicia es una tierra de futuro donde deben volver a crecer los bosques de castaños, carballos y demás maderas nobles, donde la acuicultura debe representar una revolución de efectos mayores a la que significó en su día el descubrimiento de la agricultura, donde la cultura encuentre un terreno abonado para su desarrollo. Y de los nuevos dirigentes depende que todo sea más de lo mismo o realmente soplen nuevos vientos y se produzca ese nuevo amanecer que la mayoría de los ciudadanos de a pie deseamos y no nos veamos obligados a decir una vez más: ¡Galicia, qué gran señora para tan malos vasallos! Junio 2005©Fernando Luis Pérez Poza Pontevedra. España

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Número 3 – Periódico mensual editado por EL TALLER DEL POETA –30 de junio de 2005 CL Joaquín Costa, 2-EN-OF. A – 36001 PONTEVEDRA – [email protected]

www.eltallerdelpoeta.com Depósito Legal PO-144-05

Los celtas sólo sentían miedo de que sucediera algo extraordinario y el cielo se

desplomase sobre sus cabezas. Tal vez fue que en los tiempos pasados se les cayó un meteorito encima y la preparó tan gorda que ya no se les movió el asunto de la memoria. Y cuando pienso en la panda del PP gallego, ahora destronada del poder, llego a la conclusión de que deben estar sintiendo algo parecido a lo de los antiguos celtas: Las elecciones han sido para ellos como una pedrada en la frente. Eran de-masiados los años que llevaban rigiendo nuestro destino como para que no se hubieran creído a pies juntillas que el corral les pertenecía íntegramente, y no era así.

Hace ya mucho tiempo cayó en mis manos un tratado sobre los conceptos que representan información y propaganda. Decía que cualquiera que base su estrategia en la información puede mantener su credibilidad durante siglos. No así el que lo

hace en la propaganda, pues el ciudadano, al final, no es tan tonto como parece a simple vista, y termina por darse cuenta de quién quiere engañarle y quién no. Y el PP, no lo puede negar nadie, ha estado actuando con un cinismo tremendo en casi todos los últimos acontecimientos de cierta relevancia o, al menos, eso me parece a mí, si se entiende el cinismo como el arte de negar la evidencia.

En la comisión del 11-M a poco más que se hubieran esfor-zado nos habrían hecho creer que los terroristas que cometieron el atentado no eran ya no sólo de la

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ETA sino incluso del PSOE o de las otras formaciones políticas; el suceso del Pres-tige casi lo llevan a los altares concediéndole el calificativo de "una bendición de dios" al manifestar Fraga que a Galicia le convenían varios Prestiges para así reci-bir más ayudas; y no digamos el asunto de la guerra, que todavía siguen defendien-do a ultranza como si el asunto se tratara de una cruzada y no de la vil conquista de un país y un atraco a mano armada a sus reservas de petróleo.

Les está bien. Hacía falta un poco de oxígeno en la administración gallega y una renovación en los despachos y, además, así, Fraga podrá retirarse a Perbes a des-cansar y escribir sus memorias, unas memorias que podrían ser extremadamente interesantes si en ellas contara realmente la verdad de los hechos que le tocó vivir a lo largo de su extensa existencia como "animal político", que diría Aristóteles. Aunque a uno aún le asalta la duda de si no lo volverán a presentar en el 2009. Estos son capaces de insertarle una cruz de acero en el esqueleto, subirlo a un Fra-gaMóvil, y pasearlo por toda Galicia a ritmo de ochenta recepciones diarias, en un intento de emular la hazaña del Cid Campeador, que ganó una batalla aún después de muerto.

El nuevo ciclo que ahora se inicia es tremendamente importante. Se puede utili-zar para cambiar sólo de inquilinos en los despachos o para hacerle un lavado tanto externo como interno a la realidad. Galicia es una tierra de futuro donde deben volver a crecer los bosques de castaños, carballos y demás maderas nobles, donde la acuicultura debe representar una revolución de efectos mayores a la que significó en su día el descubrimiento de la agricultura, donde la cultura encuentre un terreno abonado para su desarrollo. Y de los nuevos dirigentes depende que todo sea más de lo mismo o realmente soplen nuevos vientos y se produzca ese nuevo amanecer que la mayoría de los ciudadanos de a pie deseamos y no nos veamos obligados a decir una vez más: ¡Galicia, qué gran señora para tan malos vasallos! Junio 2005©Fernando Luis Pérez Poza Pontevedra. España

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GALLEGO Y CASTELLANO por Andrés de Eiras El GALLEGO, o gallegos –muy entrañable para mí-, es una lengua costumbris-

ta, interesante, respetable, acomodada en una cultura rural en extinción. Ahora, para confusión, y burla a los paisanos, lo están reinventando y adulte-

rando unos SEÑORITANGOS desorientados y mal educados, embadurnados de fanatismo, intereses ilegítimos y contrarios a sí mismos.

Patrioteros hay, escribidores-traductores de ordenador, remedo de etarras, te-rrasllures, galizaceibes, falangerías, etc., que están imponiendo un NUEVO GA-LLEGO ¡Ah! normativizado, y en exclusiva, en comunicaciones e impresos oficia-les de las administraciones públicas y hasta en las ciencias de siempre y modernas.

Mentecatos tenemos que se titulan enseñantes de Geología, de Matemáticas, Biología... en Gallego. Será p’alonxar, entusiasmados co “i”, o entendemento entre mestres e alumnos. Pasamos por querer que el gallego fuera un derecho a que sea una obligación impuesta por los advenedizos.

El CASTELLANO, o ESPAÑOL, está siendo zaherido por muchos majaderos nacidos donde se originó y expandió esta lengua UNIVERSAL.

Esos parlamentarios que pretenden comunicarse en las Cortes Españolas y Par-lamento Europeo con lenguas vernáculas, son acreedores de un buen desprecio por afanarse en que no les entiendan.

Hay un papanatismo que todo lo revuelve y confunde: universidad, aberración, patria, sebo, derechos, obligaciones, justicia, gregarismo, inteligencia, apetito... ¡Una babel!

Nota.- La Bata del Camaleón no se responsabiliza ni se solidariza con las opi-

niones vertidas por su colaboradores.

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PLUMA INVITADA

NADA Voló el mar por los aires, Sopló un desaire Al fondo del mar. Cavaron hondo y frías, llamas Chamuscando el eje. Se coció la tierra. Y a aguardar nos sentamos. Y nos lo creímos. Ver. Luego ya nos topamos en frente. A la tapia. Y nos postramos A su fe. Y ya no hubo porqué Padecer. No nos riñó la pared, No se nos la mostró mal. ¿Cómo va a reñir una pared? Toda la gracia de nada. Y tiene su gracia, todo es esto Sólo. Y así, por nada. Ya sólo aguardamos sentados. Y nos la creemos. Lo es. Y aquí reposamos hasta la vez. En la tapia. Y nos postramos A su fe.

Aquí no hay el deber De padecer. Adolfo González Rodríguez

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Pere

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UN AMOR DEFINITIVO por Fernando Luis Pérez Poza

Fue un flechazo a primera vista. Estaba harto de que las mujeres no le hicieran

caso. Primero lo miraban de arriba abajo, después de abajo arriba y cuando, final-mente, comprobaban el saldo en números rojos de su cuenta bancaria, lo enviaban definitivamente a freír gárgaras. Esa evidencia le había creado cierta impotencia y lo que llevaba colgando entre las piernas se había convertido sencillamente en una cruz que le pesaba cada día más y que no era ya capaz de levantar ni con asistencia médica. Por eso le extrañó lo que sucedió. Algo similar había leído en un relato de Bukowski pero siempre había pensado que un episodio así solamente podía ocurrir en la ficción o en la literatura.

Le echó una mirada y vio que sus ojos se quedaban fijos en él, que se pusiera donde se pusiera ella no apartaba la vista ni un milímetro de los suyos. Las mejillas coloradas, encantadoramente encendidas de rubor. El cuerpo perfecto, noventa, sesenta, noventa, una talla treinta y ocho que ya quisieran para sí algunas modelos. Sí. Aquello era amor a primera vista. La princesa con la que había soñado toda su vida aparecía ahora, de repente, y lo miraba, lo miraba fijamente, como si sólo él existiese en el mundo. Él no necesitaba una mujer que se le distrajese con otro hombre a las primeras de cambio. Estaba dispuesto a serle fiel, a suspirar por ella cada uno de los días que restaban de su vida, pero también exigía fidelidad y una atención constante y aquella prometía todo eso solamente con su mirada. Ni un segundo, desde que entró en el local, apartó la vista de donde él se encontraba. A todas luces se notaba que le gustaba.

Era una tarde atípica, por eso tal vez no se creyó en un principio lo que le suce-día, pero pronto la vorágine de la oportunidad lo desbordó. La miró y la remiró, recorrió con la vista cada átomo de su piel. Perfecta. Ni un grano de pus, ni una roncha, ni un lunar desequilibrando su textura. Se le acercó pero ella se mantuvo tan discreta que no pronunció ni una palabra, no dijo ni mu, aunque notó que tam-

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bién lo miraba, una y otra vez, y a través de su mirada efectuó una conexión eléc-trica con el interior de su alma. Era la hembra que necesitaba, la compañera a la que siempre había aspirado desde que nació, la que el destino le había asignado y, sin duda, los dos se había dado cuenta de la circunstancia al unísono, al mismo tiempo. Su certeza era absoluta.

De repente sintió la necesidad urgente e ineludibe de hacer el amor allí mismo con ella. Sus caderas lo invitaban a que tomase posesión del territorio, su boca parecía un helado de fresa a punto de derretirse, sus pechos lo apuntaban acusado-ramente como diciendo ¿a qué esperas? Él oteó el horizonte a su alrededor y no vio a nadie que pudiera perturbar el momento, aquello parecía un probador. Ansiaba encontrar la ternura de un abrazo, el latido de un corazón tranquilo disfrutando al unísono con el suyo la más pura materialización del amor, el alma gemela que jamás se apropiaría de lo que le pertenecía ni en virtud de una sentencia judicial de separación. Entonces, no pudiendo resistirlo más, se lanzó y la atrapó entre sus brazos y allí mismo la poseyó una y otra vez, y continuó poseyéndola hasta la exte-nuación, sin que ella protestara ni se quejara lo más mínimo. ¡Por fin! ¡Había en-contrado la felicidad!

Inserto y concentrado en la faena como estaba, instalado en aquel rincón, no se percató de que, justo allí cerca, se estacionaba un coche patrulla de la policía. Del mismo se apeaban dos agentes que, acompañados por la propietaria del estableci-miento, se acercaron rápidamente al lugar donde se encontraba él e intentaron sepa-rarlo de la compañera. ¿Pero quien se creían que eran aquellos dos pringados? ¿Acaso iba a permitir que lo alejaran de su media naranja recién encontrada? ¿Pero quien se creían que eran para separarlo de su amor? Allí no molestaba a nadie. No. Una y mil veces, no. Así que opuso toda la resistencia de la que fue capaz, peleó con uñas y dientes, defendió la bandera del amor hasta que, finalmente, sintió un cubo de agua fría derramándose por encima suya, como había visto que hacían con algún perro y alguna perra en pleno apareamiento, y comprendió que no le quedaba más remedio que dejarse reducir por las fuerzas del orden público.

Al salir, esposado, con destino al coche patrulla, se le hizo evidente lo que había sucedido. Había confundido el escaparate, dotado de una luna ahumada a prueba de rayos de sol que impedía ver el exterior, con el probador de la tienda. También se percató de que un nutrido grupo de espectadores se lo debía haber pasado en gran-de, contemplando el espectáculo, a juzgar por algunos gritos que decían: -¡Eres una fiera, chaval!- Pero él no se avergonzó. A pesar de que hubiera sido un flechazo a primera vista, se trataba de un amor dulce, puro, sincero, y se prometió a sí mismo que en cuanto lo soltasen o hubiera pagado la multa por escándalo público que probablemente le impondrían, regresaría a la sex-shop y compraría para toda la eternidad aquella muñeca hinchable que lo había enamorado de una manera tan apasionada.

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por Juan Vidal Fraga

Allí, en el fondo de la noche,

donde la oscuridad se pierde en lo invisible, está el umbral que comuni-ca con el reino del silencio inmenso, a donde sólo se puede llegar desnu-dos como recién nacidos. ¡Pobre de quién lo cruce equipado con el baga-je de la experiencia negativa de la Historia! ¡Nunca podrá regresar, sino a la locura impenetrable y muda! Por eso sabemos tan poco del umbral. Las raras personas que regresaron con capacidad de comunicarnos algo, lo han hecho en un lenguaje herméti-co, simbólico, onírico, casi indesci-frable.

No es el reino de la muerte, ya que ésta es vida que se ha ido a otra parte, es la dimensión sin formas, sin espacio, ni tiempo, donde habita, callada y expectante, la vida aún no vivida, no nacida. Es el mundo que la melancolía siente como ausencia añorada, patética e indigentemente hecha presencia en la soledad, ese radical estado del ser humano en que alzamos a vernos, desnudos de falsas interpretaciones, como seres excin-didos, fragmentados, rotos, por el tiempo-espacio que nos impide asu-mirnos, identificarnos, en la totalidad

de nuestro ser. Por eso la soledad es el momento de la verdad, ese instan-te agónico en que el hombre se en-cuentra cara a cara consigo mismo y se contempla, asombrado y angustio-so, como más-menos de lo que es. Por un lado, pierde la seguridad de un pasado construido sobre una in-mensa mentira y se descubre vacío, inmadura, destrozado, inerte, impo-tente, dividido... Por otro, de las ruinas del falso optimismo que había heredado, renace la esperanza, la evidencia de seguir siendo uno, de estar siendo un impulso de creci-miento, la utópica, lejana, tremenda posibilidad de unir los fragmentos, reconstruir el ser roto y escindido y lograr la plenitud.

A partir de aquí surge el umbral como promesa, como el paso que tenemos que dar hacia el vacío, esa tierra de nadie, ese espacio sin espa-cio, inconsistente, capaz de sostener a quienes lo crucen sin miedo al abismo en el que aún habita el caos primigenio... la senda que tiene que andar el ser que aún no es, para ser el ser que ya es.

Si supieran los ciudadanos cómo los gobernamos se suicidarían.

Winston Churchill

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EXISTENCIALISMO DE UNA VERDAD A veces masticamos oscuridades: la lengua es entonces sorda y late el presagio de un destierro como el de las libélulas que se escapan por los bolsillos agujereados. ¿Dónde entonces el sol si hay moscas en el amanecer y no existen poemas? Tal vez por eso caminamos solos y solos esperamos una verdad: la vida es para amarla. César González Cedillo

LAS MANOS Si las manos sirvieran para contener la exosfera y el viento, si navegaran fábulas de niños dormidos y sembraran granos de sonrisa para ser pan al atardecer, de qué serviría buscarle defectos al horizonte, tejer redes contra la luz si el fuego –entiéndase por fuego la calavera de los tanques- ya sólo sería una arqueología borrosa y derrotada en sombra. César González Cedillo

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por Jorge Etcheverry (Chileno residente en Canadá)

El verano ya se acaba y con él viene

no tan sólo el otoño, con su gama de colores increíbles, pesadilla del pintor y gloria de los fabricantes de postales. Se avecinan ya por la ventana de septiem-bre las actividades comerciales, políti-cas y culturales sobre la ciudad como un enjambre de langostas despertado súbitamente por un hambre insaciable. Así es cómo me había visto de nuevo engatusado, cómo me habían vuelto a hacer pisar el palito. Me había dejado ir con el calor y la humedad, el floreci-miento febril de esta naturaleza siempre a medio pudrir, la frecuentación de terrazas y restaurantes con mi compañe-ra, de bares con mis amigos, hasta la gastroenteritis reiterada, parece que ya no soporto por ejemplo los alimentos lácteos. O será el alcohol, o las frituras, o la cafeína. O sino es que asqueado por la situación a que aludía recién es mi organismo mismo el que se rebela ini-ciando profundas arcadas. Viendo que no sé distinguir bien el nivel de las cosas, que adopto posiciones extremas y me desahogo lo más pronto posible, esos mismos que otrora llegaron que-jándose como cabros chicos para hacerme incurrir en pronunciamientos

públicos, esos quiltros otra vez se apre-suraban a oler el ano de sus maestros luego de que les habían pateado las costillas, por otro lado yo ensimismado en una adrenalina a la vez droga y ve-neno multiplicaba pronunciamientos morales, caldos de cabeza, tomas de posición olvidando que la justicia es la estatua de una mujer madura, de gris y con los ojos vendados, que vadea un charco. Entonces es que he descubierto nuevamente al aire. Hincho mis pulmo-nes, aspiro y expiro, hago que se co-rresponda a mi sístole y mi diástole. Me yergo en la noche antes de dormir para ejercicios de respiración, con los brazos abiertos en cruz frente al espejo, tratan-do de delimitar a mi cuerpo el radio del universo conocido antes de dormirme, pensando en que cuando vaya a ciertas dependencias a buscar el número de una revista llegada del extranjero en que seré poeta invitado me voy a poner una mascarilla. A mediados de octubre voy limpiar mi sistema a la manera Hata yoga según mi abuelo, ingiriendo una cinta de género para luego irla excretando paulatinamente en un proce-so de horas.

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LA PÁGINA DE ALEXANDER VÓRTICE

Eu lera unha historia feliz, unha desas historias de amor con corazóns e frechas, beixos e ideais..., cousas desas.

Non sei se me gustou dabondo. Non sei. Quizáis fora demasiado doce para min, e o certo é que, pensándoo mellor, ata diría que era unha historia ridícula e artificial. Pero o caso é que despois de lela pensei en ti. Non me preguntes o por qué, nin sequera me rifes por ter pensado en ti a estas alturas, pero as cousas son o que son, e eu, pobre mortal, non dou controlado todos os meus pensamentos.

Disque isto pasa cando estás moi namorado; disque non é bo, que amar á muller de outro é algo inaceptable. Pero, ¿qué lle vou facer? Eu teño soños, e nai solteira, e luces de cores vitais no corazón, e catro pesos no peto. Non sei. Que te desexo, que non te desexo, que te bico, que non te podo bicar... O que eu digo: unha loucura.

Pero aínda hai quen di que teño dereito a amarte. ¿Un louco? ¿Un paspán? Hai quen di que teño dereito a pensar en ti sempre que queira, e a espirte co pensamento, e a bicarte con alcumes saídos do vento do norte, sen medo á morte ou a calquera tipo de andrómenas. Hai quen di... ben, supoño que son cousas inaceptables, cousas sen senso.

As veces, na taberna do Abel, pido un café con leite e pregúntome se vai durar moito isto do amor. As veces son tan estúpido como para creer que chegará un día no que sexas miña, que serás dos meus pensamentos de cervexa, que formarás parte do meu esnaquizado mundo interior, mundo caracterizado polas cinzas e a esperanza dun mundo mellor.

E remobo o café con leite. E non quero pensar máis en ti. E leo o xornal de hai dous días, pero non desexo pensar en ti, nunca máis en ti. E o corazón que me bate con forza. E eu que non te quero, que non te teño presente, que nin sequera te coñezo.

Miña nai soía dicir que este tipo de cousas pasan case sempre. Que cando se namorou do meu pai tamén tivo que sufrir e chorar, tivo que axeonllarse ante os seus sentimentos e fitar o seu rostro nun espello a piques de escachar.

¿Sabes? Quizáis isto non sexa amor. Seguramente isto do amor non sexa máis ca unha parvada, e quizáis os teus ollos non sexan estrelas de Nadal ou os faros dun auto que se dirixe a un lugar de ledicia. Non sei, quizais isto sexa todo: que non sei nada, e que nada sei, e nada penso, e nada podo, e nada sinto.

Seica naquela historia había un reino e unha princesa. ¿Qué me vas dicir a min? Tamén había un príncipe con teléfono móvil último modelo e tarxeta Visa ouro con dereito a todo. Disque el falaba con ela e que ela sorría ao escoitar as súas palabras

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tan cheas de vida. Tamén se namoraron, e casaron, e tiveron fillos, e sairon pola noite a tomar algo nun coñecido café-concerto do reino.

E eu amando. Corazón. Loucura. Anxo. Amando... E suspirando mentres morre o sol, alá, entre aquelas dúas montañas verdes coma os teus desexos nunha belida tarde de verán, coma eses ollos que me firen cando lle dou o derradeiro sorbo a este café con leite, café con minutos dun reloxo anterior a todo o imaxinable.

Disque se namoraron. Si. Vaia loucura o asunto do amor nestes tempos. Co ben que estarían os dous nos seus respectivos palacios vendo pola tele o último show dese coñecido pallaso do que todos nos soemos rir para ir perdendo o tempo aos poucos. Pero non, eles loitaron polo seu, e bicáronse. Sempre se bican, coma nos filmes dos anos sesenta. E sempre se din cousas bonitas como “miña flor de outono”, ou, “sinto que hoxe non te poida ver, pero é que teño unha xuntanza en Marrocos, e xa sabes, amor.”

E eu eiquí: submerxido nun mundo de soños e lembranzas, ferido polo que non teño, viaxando cuns sentimentos difíciles de soster polas mans da realidade.

¿Sabes? O certo é que estou seguro de que me esquecerei de ti. Onte recordo que o fixen, e hoxe tamén o farei, e mañá..., mañá Deus dirá, se é que o quere dicir.

Porque isto do amor éche algo absurdo de máis: que te amo, que non te amo, que te teño, que non te teño... Difícil de máis.

E o Abel que me enche a taciña de café quente e leite frío, e eu que leo outra historia feliz, ao tempo que os anxos sorrín por algo que ten gracia, e os demos sorrín por todo iso que nos fai chorar.

COLABORACIÓN DE S.M.

Respiro la fría ausencia de nombres olvidados mientras mi voz se apaga. Como un circo cuando acaba la función y las bestias no son tan fieras y los payasos se olvidan de reír al tiempo que fuman otro cigarro. Y todo crece en la noche mientras se cierran las voces y se apagan los ojos. S.M.

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TORAPIASTORAPIASTORAPIASTORAPIAS

por Elena Saura Ramos

Poesías eclécticas que autoayudan a cerebros endebles.

Americanos franceses que reinventan espacios tan puros, tan imbéciles, que estallan alimentando

a quienes especulan con los labios. Son literaturas multifuncionales de psiquiátrico incompetente.

Cierto vs. CiertoCierto vs. CiertoCierto vs. CiertoCierto vs. Cierto

por Elena Saura Ramos

Cierto vs. Cierto escupiéndote a la cara,

infatigable batalla, queriendo doblarte, arrodillarte a mi frente, coronarme

de laurel para así no olvidarme de que un segundo fue mío; y no te rindes.

Te pierdes entre el bullicio, no sé como encontrarte.

Siempre me engañas con tu silencio y te revuelves;

peleas callado: cierto vs. Cierto.

No, no soporto rendirme a este eco que siempre es el mío

para comenzar de nuevo un juego que nada consigue;

porque el cambio nunca crece y caigo en tus brazos

cansada y rendida a tu ungüento. Me desplomo un día más

bajo tu visión amante, sobre tus brazos que tanto amo.

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Ese niño el de la sonrisa de cometa, el que lleva hasta lo hondo del mundo las preguntas tintineando como piedras preciosas. Ese niño que tirita que espera que se muerde los labios y mira de reojo y habla por lo bajo. Ese que ahora se estira sobre la fila para mirar un pájaro. El que lleva los pies con zapatos prestados. El que escribe despacio para estirar la mañana junto a una estufa. El que se llama Nada y usa lo gastado. El que sale en el carro porque la basura no tiene desperdicio. Ese niño sin rey mago bajo los colores de la esperanza, el que ahora se relame porque dijeron almuerzo. El que ahora ríe porque dijeron almuerzo, el que ahora suspira porque llevará una olla a la casa. Quiero a ese niño para este poema. Para esta aurora que tarda y no debiera. Para esta urgencia de panes que me gana. Quiero a ese niño para el canto que todavía brota como un rumor lejano desde el centro de la tierra. Ese niño el de la cicatriz en el alma, el de las alitas entablilladas por algún de vez en cuando, el de la pelota a veces porque la rutina lo arrastra al último minuto de timbre en timbre. Quiero a ese niño para este poema, para esta voz de alerta que ya es pedido de socorro. Quiero a ese niño el de las piernitas flacas bajo el pantalón cosido con hilo amarillo. Lo quiero para esta bandera que ondeará victoriosa frente a los mármoles del Fondo.

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Ese niño el del dientecito que falta, el de las manos apretadas contra el hambre que hostiga, el de los saltitos porque hace frío. Quiero ese niño para este poema, para esta delegación argentina a las Naciones Unidas, para esta comitiva oficial al Banco Mundial, para esta visita protocolar a Su Señoría Imperial. Ese niño lo quiero para que diga todo lo que se necesita decir sin abrir la boca sin siquiera buen día. Para que los pájaros azules de sus ojos negros llenen los salones de preguntas. Para que las ilustrísimas honorabilidades no puedan sino mirarse entre sí frunciendo la nariz. Para que a alguien se le mueva un pelo de indignación o lo que sea. Ese niño, el de los puños de lana raída, el del noséseñoritaporquemedolíalacabeza. Ese niño quiero para este poema, para esta campana de indignado basta, para esta bandera universal y terminante: Un niño con hambre es el futuro roto. Gabriel Impaglione Nació en Ramos Mejía, Buenos Aires. Es periodista, trabajó como director en

Radio Universidad Nacional de Luján (Argentina). Dirige la revista de poesía Isla Negra. Desde hace unos meses vive en Cerdeña, Italia. Ha publicado Echarle pájaros al mundo (1993). Con la Editorial El Taller del Poeta ha publicado tres libros: “Breviario de Cartografía Mágica”, “Badgag y otros poemas” y “Alala”.

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por Cato

Todo en colores difusos. Pensaba entonces que el amor era algo más que un

permanente estado de latencia; que con el sexo venían los fuegos, y las sinfónicas y el éxtasis, y no había después ni manchas en la sábana, ni sudores, ni frustraciones. Pensaba que la locura era digna – y la adornaba con infiernos, fuego y penas bíbli-cas-, y no una continua sensación de carencia y faltas, de sabor a vacío en la boca, de falta de ilusión por ser consciente de que cada día que pasa me alejo más de aquel chaval que crecía y creía en la felicidad. Los locos, tarados, dementes, idos, chiflados, siempre han tenido alrededor un halo de romanticismo y bohemia. Los de antes, los de las estampas de libros gruesos y amarillentos que levantaban un dedo epicureamente y soltaban una máxima. Los genios, los sabios incomprendi-dos. Los nacidos bajo el signo de Saturno. Cuando la verdad es que alrededor de la locura sólo hay olor a mierda y orines de gato. Cualquier genialidad que sale de la manos es solamente un intento fallido de aferrarse a un mundo que se escapa de esas manos temblorosas y sudorosas que, por las noches frente al espejo, se sujetan la cabeza para evitar que se vaya a quién sabe quien dónde. Vesánicos, orates, mo-chales. Locura. Uno se escapa del mundo y no sabe si lo echará de menos.

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LÁ PÁGINA DE RICHARD PAZOS

NECESARIA ALQUIMIA (A Patri) Para la perpetuación Esta alquimia es necesaria: Libaremos nuestros jugos; Beberemos nuestras savias Pereceremos dos en uno Aunque no mueran las almas. Respiraremos los alientos Que exhala este sentimiento De fusión y de coraza. Nocturnas dádivas, sacrificios… Desenfrenada orgía de sueños Que vulneran el maleficio. Posesiones infernales, exorcismos, Intensos contactos carnales Para encontrarse a uno mismo Más allá de sus umbrales. Hacer de la pasión un vicio Y del vicio esa fundición Que conduce al precipicio, Al infarto o la extenuación.

Hablaremos las mil lenguas Del onírico universo Jadeando, hasta invocando En el tono más perverso. Devoraremos nuestra carne Hasta saciar este anhelo. Ultrajaremos al gozo Privándole de su velo. Y tras el éxtasis y el paroxismo De dos cuerpos hechos trizas Volveremos siendo uno mismo, Resucitando de las cenizas Como un ser ya sin fisuras Capaz de emociones puras. Como una ráfaga de locura Incontrolable, ardiente y Primaria. Para la gran perpetuación Esta alquimia es necesaria. Richard Pazos

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El Taller del Poeta FERNANDO LUIS PÉREZ POZA

EL TALLER DEL POETA

La resemantización

La poesía es una verdadera batalla contra la monotonía o la uniformidad. Es creación y, en ocasiones, hasta un experimento. Se trata de traspasar las fronteras de la lengua y exprimirla como a una naranja hasta sacarle la última gota. Las pala-bras se deforman, se combinan de una manera poco usual para obligarlas a explotar y adquirir significados diferentes o ampliar el que ya poseen.

A ese fenómeno se le denomina “resemantización” y junto al ritmo y al empleo de recursos retóricos constituye una de las bases sobre las que, a mi modesto enten-der, se asienta el género lírico.

Si decimos las cosas de una forma habitual es prosa lo que escribimos y no poe-sía, por mucho que intentemos disfrazar la realidad poniendo las frases en columna o con apariencia de versos. Sin embargo, si empleamos la resemantización, el ritmo y tropos o recursos retóricos estaremos escribiendo poesía, o prosa poética, aunque no coloquemos las frases en versos o columnas.

IN MEMORIAM del poeta JORGE CUÑA CASASBELLAS

Se ha cumplido un año desde tu fallecimiento, Jorge, y en El Taller del Poeta se

te echa de menos. Lo siento, Jorge, me habría gustado que compartieses con noso-tros todos los proyectos que estamos poniendo en marcha. Sé que realmente habrías disfrutado muchísimo viendo como poco a poco nos vamos afianzando. Tal vez por eso tu muerte haya sido más dolorosa. No te olvidamos.

"La poesía no sólo no es comunicación es, antes que nada o

mucho antes de que pueda llegar a ser comunicación, incomuni-cación, cosa para andar en lo oculto, para echar púas de erizo y quedarse en un agujero sin que nadie nos vea, para encontrar un vacío secreto..."

J. A. Valente

CL Joaquín Costa, 2—En. Of. A 36001 PONTEVEDRA (España)

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ANTÍGONA CERVECERÍA, DIFERENTE, DIFERENTE

Describir el Antígona no es fácil; su cuidada, hasta el extremo, decoración sitúa al que penetra en él en un viaje temporal y espacial por el arte de la decoración y las antigüedades. Diez meses le han bastado a Fernando Lubians (Pontevedra 1976) para crear un grupo de amigos músicos, pintores y escultores que son el atractivo ambiente de este local… y no sólo esto, Fernando también representa al grupo “Sofá cama”. Al elaborar esta entrevista suena Radio Head y disfruto con Fernando de varias Maes de barril en este número 10 de la calle Laranxo de Pontevedra, el ambiente es tranquilo y da gusto buscar en las paredes algo que mirar.

¿Porqué Antígona? - Antígona era la hija de Edipo y este nombre con historia y personalidad fue

escogido para mostrar la sensación de fuerza deseable. Antígona demuestra el gusto por la mitología y su historia, macabra, contrasta con la diversión que el local pro-porciona.

¿Otra rubia con la que poder engañar a estas Maes?

- Grimbergen triple, pero tenemos entre 60 y 65 cervezas diferentes y creciendo.

¿Consideras tu local como un centro so-cial?

- Si aquí se celebran reuniones, foros, debates…

¿Se puede hablar de todo? - Si, incluso de política. ¿Consideras que el alcohol ayuda? - Si aunque recomiendo moderación sus

virtudes: sinceridad, sociabilidad… son innegables.

¿Dueño y decorador consideras el Antígona local de autor? - Si las piezas recogidas en diferentes viajes lo acreditan. Aquí tengo desde una

nevera de 1952 comprada en Miami hasta un tapiz indonesio del S XIX pasando por unas butacas Luis XV compradas en París. Arte decoración y antigüedades intervienen dando forma a este local..

¿Cuál es el sentido musical del local? - De los Roling Stones a Juanes, sin limites… a gusto de los amigos. Hablando de amigos: ¿Alguien que te ayudase a montar todo esto? - Jaime Trigo es la persona que con sus ánimos y conocimientos me ayuda a

conseguir piezas –antigüedades- Lo considero un buen amigo. ¿Cuáles son los días grandes? - Viernes y sábados pero abrimos todos los días de10-14 y de 18 a cierre.

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Quero querer e non quero Quero/amo a letra A A-ah (sí, sí) A-ah-ah (aquí está) A-ah-ah-ah (así que sí) A-ah-ah-ah-ah (risa de poeta friki) A-ah-ah-ah-ah-ah (vocablo de mono ou indixena cinematográfico) Quero/amo/desexo ser nai barata e vende-los meus fillos ¡por unha botella de viño! tinto-ojo Quero/amo/desexo/apeteceme cantar para saciar este meu antollo de lobo-lobito-casca-belito aquí-te-espero comiendo-un-huevo la-lá-la-lá Quero/amo/desexo/apetéceme/teño cariño dentro dun saco laranxa ¡que digo! ¡teño moitos sacos! laranxas, naranxas, patacas e castañas A-ah-ah-ah-ah-ah-ah (follando, tamén cinematograficamente) Quero/amo/desexo/apetéceme/ teño cariño/apego ós nenos Tamén os meto en sacos para que afoguen Para que afoguen as penas Porque eles tamén teñen penas ¿sabes? Quero/amo/desexo/apetéceme/ teño cariño/apego/afición-nado amater ou amante Cando durmo de día levántome con él -co día- con él xa non me acosto

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Quero/amo/desexo/apetéceme/ teño cariño/apego/afición/anhelo Nelo estiven pensando está noite na cama E concluín que en posición horizontal non hai cona que pense Que non quero/nen amo/nen desexo/nen me apetece non teño cariño/nen apego/nen afición/nen anhelo E sigo igual pero distinta As veces non sempre sufro Pero ti non podes facer nada para salvarme a menos que sexas bombeiro E queiras/ames/desexes/apetezas/ teñas cariño/apego/afición/anhelo/ aspires: fagas entrar aire nos púlmons, aspires, y no te “las pires” Eva Lúa Das Nosas Mulleres Posuidas Albert Beguin en "El alma romántica y el sueño" dice que no

se lee poesía porque se le tiene miedo. Porque la gran poesía des-nuda las cosas. Es la búsqueda de lo abierto, no de una realidad cercada, estrecha, confortable que ya conocemos, sino un territo-rio que a veces el hombre ignora de sí mismo y en donde surgen, a veces, sus más ricos instantes.

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LA PÁGINA DE BRUNO KAMPEL

LA PREMONICIÓN Los años que fabricamos día y

noche, noche y día los consumimos, como si fueran el epílogo del preám-bulo, y los usufructuamos tan inten-samente como si de ellos fuéramos amantes.

Los años son pétalos de la flor que somos, la cual vamos deshojan-do como si estuviera hecha de cora-zón y sudor, de amor y pasión, de ternura y sensibilidad. Y cada pétalo que cae lleva con él un poco de nues-tro ver y entender, de nuestro sufrir y reír, de nuestro amar y perder, de nuestra esperanza. Pero quedan los otros, esperando la llegada del rocío que el alba borda sin descanso, para saciar nuestra sed de vivir; para ali-mentar nuestro deseo de felicidad; para masticar todas nuestras esperan-zas. Así está escrito entrelíneas en nuestra vida, y también en los titula-res de primera plana de nuestro futu-ro, y, cómo no, en las instrucciones de uso de nuestro alma.

Sí. Llegará el momento en que todas las heridas abiertas cicatrizarán al compás de un poema interminable, que recitaremos a los cuatro vientos -postrados a los pies de las estatuas de los fantasmas que vagan sin rumbo por los callejones de nuestra mitolo-gía interior - para que sus versos se escuchen y sean entendidos por grie-gos y troyanos, por semitas y cami-tas, por serios y dementes, por sabios e ignorantes. Será un poema insono-

ro, un silencio de felicidad, un mu-tismo de alegría, un callar de emo-ción, un discurso sin palabras. Será un cantar sin rima ni verso, sin ton ni son, en el que diremos que sí, que el Amor encontró nuestro camino y finalmente gobierna soberano en el territorio de nuestra emoción, en el ámbito de nuestra sensibilidad, en el universo de nuestro cotidiano.

Recién entonces descubriremos que somos el prólogo del paraíso, los verdugos del desamor. Comproba-remos que, con tan solo quererlo, podemos transformar la lágrima en canción, el dolor en verso, la caren-cia en plenitud, la angustia en risa, la oscuridad en fe. Entenderemos que somos capaces, con apenas desearlo, de transformar la esperanza en reali-dad, el proyecto en resultados, pues somos el lápiz con que la vida escri-be nuestro destino; y también el papel sobre el cual la mano de ese destino dibuja nuestro futuro. Somos, en suma, producto y factor, causa y efecto, todo y nada, mucho y poco, grito y eco, pero, sobre todo, no pasamos de ser lo que un día fuimos, y nada más seremos de lo que somos hoy.

Cuando entendamos que somos lo que somos y no lo que pensamos que somos, entonces, como en un cuento de hadas, viviremos felices para siempre.

© Bruno Kampel

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EL ROSTRO DE DIOS por Jesús Iglesias

Cargaron sus cínicos fusiles de odio y rencor y salieron a la calle para reivindi-

car toda esa apología de la incomprensión con la que ya habían querido atentar contra la locura romántica de unas mentes que alcanzaron la inevitable verdad. Comandados por una urraca de cabellos grises, mirada mentirosa y rostro de fac-ciones gemelas a las del gritón Paco Clavel (bautizado como Rouco en esa región lucense de apellidos tan célebres como la triste historia de España), las sotanas tomaron Madrid para tratar de defender una institución que, a la vista de sus inertes ojos, se desmorona. A la manera de líderes sindicales, presidieron pancartas y pro-clamas y encabezaron una manifestación cuyo heroico objetivo era proteger a la sociedad de esos aires de cambio inspirados en la libertad y materializados en los matrimonios homosexuales (los 'mariconas' de toda la vida, en el argot más íntimo de un fariseo). Adquirieron el protagonismo de esa charanga fúnebre, inconscientes de que su presencia era, al menos en este contexto de sueños democráticos, la única que sobraba.

Pero ellos son así. La empresa de mayor rentabilidad y longevidad creada por el ser humano ha decidido rendir cuentas a sus accionistas más fieles y participar en un debate al que nadie les ha invitado y en el que adoptan un papel que, aunque sólo sea por repetido, interpretan con desbordante talento. La Iglesia se postula como la voluntad general de los que mantienen el sentido común, pero su interven-ción en los actos de protesta 'a favor de la familia' resulta de un irónico casi hirien-te: una aberración masiva y sin credenciales. Curas y cardenales portando la bande-ra de las relaciones personales y la educación de los menores... ¿Cómo se permite alguien opinar de lo que no conoce, definir desviaciones de una ternura que nunca (no de ese modo) han sentido o pautar cuáles son las directrices idóneas para hacer feliz a un menor, que es definitiva, la verdadera razón de ser de una familia? ¿Se puede entender el amor de un padre hacia un hijo o juzgarlo habiendo renunciado a vivirlo?

Salieron a la calle. Esta vez sí. Ni siquiera se les pasó la idea por la cabeza cuando miles de esas familias de las que pretenden erigirse en salvaguarda yacían entre los escombros de una guerra que sólo consiguió derrocar ilusiones que ya no lo eran desde hacía mucho tiempo. Irak, Sierra Leona, Ruanda,... no fueron motivo y, sin embargo, la agresión de esta inquietante revolución del ejército gay a sus intereses sí lo es. Recién gestados de un parto esquizofrénico, los hombres de negro se echaron la manifestación a la grupa y tiraron del carro con la adrenalina de un gato acorralado. Promotores de las uniones basadas en el sacrificio y la indiferen-cia, asesores de un sexo tatuado por el miedo y la sombra del pecado, intérpretes de una sonata de promesas pasada de moda en el seno de una sociedad bañada en prozac y rutina,... Fue como ver a una tribu de masais practicando esquí alpino.

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Lo de Madrid fue el reflejo del terror. Del pánico a una legislación que puede poner las bases del negocio contra la pared y obligar a la divina multinacional a una remodelación interna con la que no contaban. Ellos, que tantos malos tragos han pasado en los últimos tiempos y que enseñan cada día a nuestros niños el significa-do de la virtud y de la igualdad entre hombres y mujeres. Han sabido vender con éxito al mayor de los intangibles, pero no contaban con una sociedad en la que cada vez son más los que ven el rostro de Dios en dos almas que sencillamente se aman. Con un mundo en el que la verdad y la razón son la misma cosa.

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Fin. Se acabó la ley de punto final. Las madres y abuelas de la plaza de Mayo

logran, por fin, vencer al ejército del olvido. Los soldados implicados tienen miedo pues les cambiaron el cuento de la obediencia debida, y así recuperando la memoria que el tiempo no pudo borrar; vuelvo a Galicia como el voto de un argentino contra la dictadura de España.

Él, ex ministro de franco, presidente fundador de la “democrática” derecha española y 16 años presidente de una comunidad que nunca fue autó-noma por su culpa de: “una grande y libre”, de su brazo que no sabe decir otra cosa; por sus hormo-nas de machismo violento; por el caciquismo del dueño del favor. Él, que fue, va a morir sin ser –no como otros -.

Me alegro tanto que desentierro a los muertos y pido la cárcel porque hoy todos somos un poco madres y abuelas de la plaza de Mayo celebrando que se reconozca la descarnada verdad de los que bajo sangrantes dictaduras perdieron; ante este tipo de indignas personas que se revuelcan en el poder hasta que el poder les huele a ellos y se creen poderosos.

Hoy en Galicia murió franco. Hoy perdió fra-ga y yo propongo una cárcel de chapapote. Pro-

pongo poner punto final a la ley de obediencia debida propongo se investigue su culpa en los asesinatos que suponían las sentencias de muerte de aquellos golpistas. Y yo que no he ganado nada lo celebro con el champán de su derrota, brindando con mi memoria por la justicia de un pasado injusto.

Hoy recuerdo el chapapote y dos gritos que se corearon en las manifestaciones: “manolo hai que ir morrendo” que represen0ta la enorme distancia entre el joven Don Manuel y el Manolo de ahora vencido por sí mismo, querido por nadie. Mano-lo el día que te desconecten de la maquina se celebrará aún más. La otra frase que se grabó en mi memoria fue pura literatura, un capricho surrealista de la realidad más auténtica: “Mariano Rajoy, non tes nin puta idea”.

Hoy puedo proponer muchas cosas pero me alegro como las madres y abuelas de la plaza de Mayo en este nuevo punto final.

Brais Ocampo