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  • [ BIBLIOTECA DE RECURSOS ELECTRNICOS DE HUMANIDADESE-excellence Liceus.com

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    Tema 39. ISCRATES

    ISBN 84-9822-464-0

    Manuel Prez Lpez.

    [email protected]

    Thesaurus: Iscrates, gnero deliberativo, epidctico, sofstica, filosofa, escuela, paideia, panhelenismo, periodo, estilo.

    Otros artculos relacionados con el tema: Tema 38. La oratoria en los siglos V-IV: caractersticas generales. 40. Lisias. 41. Demstenes. 42. Esquines y otros oradores.

    Resumen : Iscrates representa sobre todo la cima del gnero llamado epidctico o de aparato. Comenz su carrera como orador escribiendo discursos judiciales, pero su

    xito lo llev a la fundacin de una escuela retrica en Atenas que goz de gran

    prestigio. Fue, ante todo, un maestro de retrica de filosofa, como a l le gustaba

    decir-, pero entendida esta en el sentido que la entenda la sofstica del s. V, como un

    medio de persuasin tendente a la consecucin de una verdad relativa. La paideia o

    ideal de cultura isocrtico es un ideal fundamentalmente prctico, que Iscrates opone

    a la enseanza de otras escuelas filosficas de su tiempo (siempre se ha entendido

    que polemiza con Platn), que engloba en general bajo la denominacin de ersticas,

    y que se ocupan de cosas perfectamente intiles para la vida prctica. La actividad de

    Iscrates deriv hacia un intento de influencia en la gran poltica de su tiempo,

    trabajando con vistas a un panhelenismo que refleja la gran crisis de la polis del s. IV,

    en la que se mueven tambin, grandes figuras como Demstenes o Esquines. Tuvo

    una enorme influencia en el campo educativo, como inspirador de la importancia de la

    formacin literaria en la cultura occidental.

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    1. VIDA DE ISCRATES

    Las fuentes para la vida de Iscrates son, aparte de los datos que se extraen de sus

    propias obras, la biografa antepuesta por Dionisio de Halicarnaso a su tratado Sobre

    Iscrates, la Vida de Iscrates correspondiente a la Vida de los diez oradores del

    Pseudo-Plutarco, y una Vida annima, transmitida en muchos de sus manuscritos.

    Nacido el 436 a. C., y muerto en el 338, a los 98 aos, representa uno de los ejemplos

    ms sorprendentes de longevidad lcida y fecunda de la Antigedad. Todava hoy

    leemos con incredulidad la confesin de su edad al comenzar a redactar el ltimo de

    sus enormes discursos, el Panatenaico: Pues creo que no encaja bien con mis

    noventa y cuatro aos, los que yo casualmente tengo, ni en general con quien ya slo

    peina canas, hablar de aquella manera (XII 3). Volver al tema de su vejez y

    enfermedad al final del discurso (266-68), como haba hecho ya en el Filipo (V 10).

    Son frecuentes en su obra (cf. tambin Panatenaico (XII) 230, Ep. I 1 y VI 2) las

    alusiones a su avanzada edad, insistencia que es un indicio de una incorregible

    vanidad de la que hace gala constantemente. Hijo de un propietario de una fbrica de

    flautas, Teodoro de Erquia, pudo tener una esmerada educacin, con maestros como

    el siracusano Tisias, Termenes, el orador y poltico, Prdico y, con toda probabilidad,

    el propio Scrates, por el que mostrar una indudable admiracin que se trasluce en

    su obra, por ms que l tenga muy poco de socrtico. En el 415, al comienzo de la

    guerra declica, se traslada a Tesalia, donde tiene como maestro a Gorgias, y donde

    prolongar su estancia hasta el fin de la guerra, aunque no es seguro que fuera testigo

    de los acontecimientos del 404/3, dada la poca precisin y sinceridad con la que hace

    alusin a ellos en su obra. La guerra arruin a su familia e Iscrates, bien formado ya

    en el arte del discurso, se ganar la vida como loggrafo, esto es, como escritor de

    discursos forenses por encargo de clientes, dado que su timidez personal y una

    especial debilidad de su voz le impiden dedicarse a la poltica activa, como nos

    recordar ms de una vez, Fil. (V) 81 y Panat. (XII) 10. Pasado algn tiempo, sin

    embargo, abandona este oficio, del que renegar decididamente ms tarde, aunque

    conservamos seis discursos judiciales suyos. Seguramente convencido de que sus

    dotes lo llamaban a alcanzar xito en otros campos y deseoso de expresar su

    pensamiento y convertirse en un personaje influyente, fund una escuela de retrica

    en Atenas en torno al 393 a. C. La noticia del Ps. Plutarco de su enseanza en Quos

    no puede tenerse por cierta y se debe seguramente a un error de la transmisin

    escrita.

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    La escuela de Iscrates, que rivalizar con la Academia platnica, tuvo un indudable

    xito, (Cicern De Oratore II 94,1 la compara con el caballo de Troya, del que salieron

    genuinos hroes), atrayendo a personajes renombrados de su generacin, polticos

    como Timoteo, hijo de Conn, historiadores, como Teopompo y foro, oradores como

    Licurgo, Iseo e Hiperides y nobles extranjeros, como Nicocles, hijo de Evgoras, rey

    de Chipre. La escuela dio a Iscrates ocasin de dar publicidad a sus ideas, influyendo

    sobre un pblico amplio y contribuyendo decisivamente tambin al desarrollo de la

    prosa griega, sin olvidar los suculentos ingresos que le report.

    Con la apertura de su escuela, Iscrates se dedicar a la enseanza y redaccin de

    discursos del gnero epidctico, dedicados a un pblico amplio, siguiendo el ejemplo

    de los Discursos Olmpicos de Gorgias y Lisias. As comienza a divulgar sus ideales

    polticos y educativos. Su vida, a partir de este momento ser la de su actividad

    literaria. En tiempos de la segunda confederacin ateniense, entre el 376 y el 374,

    acompa a su discpulo Timoteo en una de sus expediciones y le ayud con su

    propaganda poltica.

    El resto de su vida lo pas Iscrates dedicado a la enseanza y a la redaccin de

    discursos en los que trataba de que triunfara su idea de que la prosperidad y la paz no

    seran posibles si no era mediante la reconciliacin y la colaboracin de todos los

    griegos. En torno al 356 un tal Megaclides entabl contra l un proceso de intercambio

    de bienes antidosis a propsito de una trierarqua. Iscrates perdi el proceso, en el

    que estuvo representado por su hijo adoptivo Afareo (hasta ese punto llegaba su

    timidez para actuar en pblico). La importancia de este asunto reside en que fue el

    origen de una de sus obras ms conocidas e influyentes: Sobre el cambio de fortunas

    o Antdosis (XV), por ms que se trate de la ms artificial de las que compuso: un

    discurso ficticio en el que simula defenderse de la acusacin de un tal Lismaco. Sin

    duda el proceso real aviv los enfrentamientos que sostuvo toda su vida con diferentes

    sofistas, filsofos e intelectuales de su tiempo, Polcrates, Alcidamente, Antstenes,

    Platn y Aristteles. Los intentos de Iscrates de aparecer como un nuevo Scrates

    son ms que evidentes.

    En el 342, a los 94 aos, comenz a trabajar en el que sera su ltimo discurso, el

    Panatenaico, que tuvo que interrumpir, segn nos confiesa l mismo, por una larga

    enfermedad de tres aos Panatenaico (XII) 267. Pese a todo, Iscrates logr

    terminarlo en el 339. Un ao ms tarde, el 338 tuvo lugar la derrota griega ante Filipo II

    en Queronea. Iscrates muri, segn leemos en la Vida de los diez oradores 338B,

    dejndose morir de hambre unos das despus y coincidiendo con los funerales por los

    cados en dicha batalla. La noticia, que los autores de poca romana, como Dionisio

    de Halicarnaso, interpretan como un suicidio patritico, Sobre Isc. 2, es poco

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    verosmil tras lo que leemos en su Carta III dirigida a Filipo tras la batalla, y, sobre

    todo, porque ello supona la posibilidad del cumplimiento de las esperanzas que

    Iscrates haba acariciado y por las que vena trabajando desde muchos aos atrs,

    depositadas finalmente en la figura de Filipo. Todo procede, seguramente de una falsa

    interpretacin de los datos de Afareo y Demetrio, debiendo pensar ms bien en una

    consecuencia natural de la enfermedad, como seala Mathieu, I iv y IV 183.

    2. OBRAS DE ISCRATES

    La coleccin de obras de Iscrates que ha llegado hasta nosotros incluye un total de

    21 discursos y de 9 cartas, aparte de algunos fragmentos. Este nmero parece muy

    antiguo, pues muy pronto debieron de desaparecer obras que los antiguos tenan por

    apcrifas. De los 60 que se le atribuan, ya Dionisio de Halicarnaso conoca slo 25 y

    Cecilio de Caleacte 28. Es posible que nuestra coleccin remonte a una edicin

    realizada por Calmaco. De los 21 discursos, el nico que es puesto seriamente en

    duda modernamente como obra de Iscrates es la exhortacin A Demonico (I).

    Tradicionalmente los discursos se numeran con romanos siguiendo la clasificacin

    hecha por J. Wolf, Basilea 1570. En general, sin embargo, las referencias a los

    discursos de Iscrates se hacen por los nombres respectivos. Nosotros, como ya se

    ha visto en el apartado anterior, vamos a hacer una enumeracin de los mismos por su

    nombre, seguido de la numeracin en romanos, agrupndolos por gneros. La

    datacin es la proporcionada por B. Mandilaras en su edicin teubneriana.

    Discursos parenticos o exhortaciones: A Demonico (I) s. IV; A Nicocles (II) 374;

    Nicocles (III) ca. 370.

    Discursos deliberativos: Panegrico (IV) ca. 380; Filipo (V) 346; Arquidamo (VI) 366;

    Areopagtico (VII) 357; Sobre la paz (VIII) 355.

    Discursos epidcticos: Evgoras (IX) 365-362; Elogio de Helena (X) 390-380; Busiris

    (XI) ca. 385; Panatenaico (XII) 342-339; Contra los sofistas (XIII) ca. 390.

    Discursos forenses: Plataico (XIV) 371; Sobre el cambio de fortunas (XV) 354-353;

    Sobre el tronco de caballos (XVI) 396-395; Sobre un asunto bancario (XVII) 393-391;

    Contra Calmaco (XVIII) 402-401; Egintico (XIX) 391-390; Contra Loquites (XX) 400-

    396; Contra Eutino (XXI) 402.

    Cartas: A Dionisio (I) 368/7; A Filipo (II) 344; A Filipo (III) 338; A Antpatro (IV) 344-

    342; A Alejandro (V) 342-341; A los hijos de Jasn (VI) 359/8; A Timoteo (VII) 346-345;

    A los magistrados de Mitilene (VIII) 353-352/349-348; A Arquidamo (IX) 356.

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    3. ISCRATES: ORADOR, MAESTRO DE RETRICA, FILSOFO, TERICO DE LA POLTICA, EDUCADOR? Es el orador Iscrates, ms bien que el terico de la poltica, el que aqu nos interesa

    principalmente, aunque la teora poltica es a menudo el tema de su oratoria y no

    puede ignorarse por completo. Tampoco nos interesa el educador, aunque fue la

    escuela de Iscrates la que contribuy a fortalecer la tradicin que hizo que la retrica

    fuese aceptada como base de la educacin. Estas palabras de G. Kennedy (1963:

    174) en un libro ya clsico sobre la oratoria griega, dejan bien clara la diversidad de

    puntos de vista desde los que puede enfocarse la figura de Iscrates. Efectivamente,

    este orador plantea singularidades que no suelen presentar otros oradores ticos. Es

    verdad que p. e. Lisias, que triunf como loggrafo, hubiera dado seguramente todo su

    xito por ser reconocido ms bien como orador poltico, y no dej de hacer sus

    incursiones en el gnero deliberativo y epidctico, y que el ms grande de los oradores

    griegos, Demstenes, brill en la oratoria poltica sin descuidar los discursos judiciales.

    Pero el caso de Iscrates es especialmente complejo. Ya hemos hecho alusin a su

    vanidad personal, fruto seguramente de una considerable autoestima. Esa vanidad es

    seguramente una de las causas de esa dispersin a la que tiende por insatisfaccin

    radical ante gneros que lleg a despreciar claramente, como el judicial, o que critica

    speramente, como el deliberativo de los polticos o demagogos de su tiempo. Se

    senta, seguramente, llamado a ms altos destinos. De ah su insistencia en llamar a

    su actividad filosofa y sus aspiraciones a influir en la poltica decisiva de su tiempo -

    ya que no lo poda hacer personalmente por sus limitaciones fsicas y psicolgicas-, a

    travs de sus obras. Llamamos a estas normalmente discursos e Iscrates es

    designado tradicionalmente como orador, pero aquellos no slo no estaban destinados

    a ser pronunciados por l, por supuesto, sino que difcilmente podemos pensar que

    fueron pronunciados alguna vez por alguien. Eran modelos de su escuela,

    enormemente extensos muchos de ellos, escritos a lo largo de muchos aos,

    exquisitamente pulidos y corregidos en su estilo por su autor. Eran publicados y

    posteriormente ledos en alta voz ante pblicos ms o menos reducidos, como

    modelos retricos o panfletos polticos, o en lecturas privadas. As trataba Iscrates de

    influir decisivamente en los crculos de poder de su tiempo. Eso explica tambin el

    amplio abanico de intereses que abarcan muchos de ellos y el carcter mixto que,

    desde el punto de vista retrico, a veces contienen.

    En cualquier caso y pese a todos sus esfuerzos, Iscrates sigue fiel a su formacin

    retrico-sofstica que arranca de los grandes maestros del s. V, fundamentalmente

    Gorgias. Es verdad que no tiene empacho en mantener sus distancias e incluye

    claramente a su maestro en una crtica general si bien de sus afirmaciones

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    metafsicas-, cf. Helena (X), 3 y Sobre el cambio de fortunas (XV), 268, y es cierto

    tambin, como insistiremos en su momento, que reacciona claramente contra el estilo

    gorgiano, pero ello no quiere decir que no siga participando bsicamente de su

    concepcin de la retrica como actividad principal por ms que l se empee en

    llamarla filosofa y clamar contra los sofistas-, y que, todo lo revestida del ropaje

    filosfico socrtico que se quiera-, sigue anclada en el fin que buscaban sus creadores

    y cultivadores, los sofistas del s. V: alcanzar una verdad relativa con el manejo y

    desarrollo de casos y argumentaciones decisivas, en palabras de Kennedy, o lo que es

    lo mismo, el pragmatismo ms descarado con vistas al xito inmediato. Es natural que,

    obligado a competir con Platn, sobre todo dado su empeo en representar la filosofa,

    el resultado sea una imagen suya ms bien trivial y que a duras penas puede ser

    tomada en serio.

    Vemos a Iscrates, por lo tanto, como un perfeccionador de la retrica, iniciada como

    tchne en el s. V, sobre todo en lo que tiene que ver con la utilizacin de una prosa

    y un estilo influyentes, as como un terico de la educacin y de la cultura, en algunos

    casos singularmente perspicaz respecto a la importancia del lenguaje lgos, de una

    parte, y de otra, excelentemente informado y atento a los grandes cambios polticos,

    inevitables, que se avecinaban, como el panhelenismo.

    4. ISCRATES LOGGRAFO

    Desde el 403 aproximadamente, hasta fines de la dcada de los 90 del s. IV, Iscrates

    se dedic a la logografa, esto es, a escribir discursos judiciales por encargo. Aos

    ms tarde, cuando el xito como director de su escuela le sonrea, reneg de aquella

    dedicacin Paneg. (IV) 11, 188; Sobre el cambio de fortunas 36, 49. Su hijo adoptivo,

    Afareo, segn leemos en Dionisio de Halicarnaso Sobre Iscrates 18, afirmaba que no

    haba escrito ningn discurso de esta clase, pero Dionisio aade con sorna que

    Aristteles afirmaba que montones de paquetes de discursos judiciales de Iscrates

    circulan por doquier en manos de los vendedores de libros.

    De ellos slo seis han llegado hasta nosotros y no todos completos, y ello porque de

    estos discursos slo se publicaban los que el autor quera- era convencin del gnero

    que tales discursos eran annimos y propiedad del litigante-. As pues, solamente eran

    publicados los que el autor consideraba de especial importancia. Los conservados

    presentan considerables diferencias, tanto de fondo como de composicin y estilo,

    pero ello no es de extraar, dada la identificacin terica con el litigante (en lo que

    Lisias fue un maestro). Hemos de tener en cuenta tambin que por el momento, el

    estilo y las reglas retricas de la escuela de Iscrates no estaban fijados todava. En

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    cuanto al estilo de estos discursos leemos en Dionisio de Halicarnaso (l.c.) que es

    exacto y verdadero, y muy cercano en sus rasgos al de Lisias, si bien en la

    composicin de las palabras en d te i synthsei tn onomto n alcanza en menor

    medida que en los dems discursos aquella simplicidad y distincin t leon ekeno ka

    eupreps, aunque no puede decirse que no la tenga. Los discursos interesan, como

    seala Mathieu, ms que por su valor judicial, por su utilizacin de los lugares

    comunes y las ideas generales. Su objetivo fundamental es servir de ejemplos en la

    enseanza de la retrica. Ninguno de estos discursos, en efecto, hace relacin a

    temas de especial importancia, pero son los asuntos de fondo los que podan interesar

    a los atenienses y ya se advierte en ellos esa bsqueda de la actualidad que preside la

    publicacin de las obras de Iscrates. Est presente en ellos, utilizado con cierta

    inteligencia, el sentimiento democrtico, que era fuerte en Atenas tras la derrota de los

    Treinta. El Contra Calmaco (XVIII), si hemos de creer al orador, es el primer discurso

    en el que se hace uso de la paragraphe , y se defienden los principios de la amnista.

    El Sobre el tronco de caballos (XVI) refleja las luchas polticas del momento y es uno

    ms de los testimonios de la literatura polmica de los aos del cambio de siglo en

    torno a la figura de Alcibades. Se ha conservado slo la segunda parte de la obra y

    como encomio de Alcibades, al que responder Lisias con su furibundo ataque en su

    discurso XIV. Aqu puede advertirse ya el oportunismo poltico de Iscrates: Alcibades

    es glorificado ahora como un hroe popular, mientras que ms tarde en el Filipo (V) 58

    es presentado como el principal responsable de las desgracias de Atenas. El Contra

    Loquites (XX) fue escrito para alguien humilde enfrentado con un joven aristcrata y al

    que se trata de presentar como un oligarca, del tipo de los que haban derribado por

    dos veces la democracia. El Egintico es una muestra de la fama de Iscrates como

    loggrafo, pues en l un Sifnio se defiende ante un tribunal de Egina en un asunto de

    sucesin, tan del gusto de los loggrafos, presentando el inters aadido de tratarse

    de una cuestin de derecho internacional.

    El xito de Iscrates como loggrafo no le satisfaca. Consideraba y menospreciaba

    como asuntos de escasa importancia los contratos privados to n idio n

    symbolaio n, cf. Sobre el cambio de fortunas (XV) 3, 46; Panat. (XII) 11, y a los que a

    ellos se dedicaban, como gente insoportable y despreciable, Sobre el cambio de

    fortunas (XV) 48-50. Deseoso de fama y gloria buscar ocuparse de asuntos ms

    dignos, que no le obliguen a esconderse tras su cliente, esto es, discursos relativos a

    los griegos, a los ciudadanos y a sus asambleas solemnes helle nikous kai

    politikous kai pane gyrikous, Sobre el cambio de fortunas (XV) 46, que se

    transforman ms tarde en asuntos que ataen a los griegos, a los reyes, y a los

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    ciudadanos helle niko n kai basiliko n kai politiko n pragmato n Panat. (XII)

    11, cuando Filipo ha aparecido en el horizonte.

    5. ISCRATES MAESTRO DE ELOCUENCIA. RETRICA Y FILOSOFA. Poco antes del 390, Iscrates abre una escuela de retrica en Atenas. Pero necesita

    distanciarse de otros, y, para atacar a posibles rivales, as como para hacerse

    publicidad, escribe su obra Contra los sofistas (XIII), que hay que considerar como una

    verdadera introduccin a su curso de retrica. Gran parte de la misma la dedica a la

    crtica de sus competidores, a los que denomina genricamente sofistas en el sentido

    amplio y peyorativo que la palabra haba ido adquiriendo a lo largo del s. V, en parte

    por obra de los cmicos. En el primer pargrafo de la obra establece claramente la

    distincin entre los dems educadores, gentes que prometen ms de lo que pueden

    cumplir, y los que se dedican a la filosofa, esto es, su escuela. El resto de la obra es

    un desarrollo de su crtica, dejando para otras la caracterizacin de lo que entiende

    por filosofa, limitndose aqu a decirnos lo que cree que no es filosofa. Dos son los

    grupos a los que se dirige su crtica: los que se dedican a las discusiones o ersticos

    (contra los que arremete en varios pasajes de sus obras) y los maestros de elocuencia

    poltica, quienes ensean la tcnica de los discursos como si de las letras se tratase

    (9-10). En el primer grupo incluye claramente, entre otros, a los socrticos como

    Platn. En 8 hace Iscrates una clara oposicin entre los que usan de las opiniones

    tas dxais y los que se jactan de poseer la ciencia te n epist me n. Los

    primeros son ms capaces de ponerse de acuerdo y tener xito que los segundos. No

    es extrao que el pblico los desprecie y considere que su enseanza no es ms que

    charlatanera. Tenemos aqu ya in nuce toda la concepcin isocrtica de la filosofa: un

    asunto eminentemente pragmtico, con el objetivo del xito. La oposicin dxa/

    epist me no deja lugar a dudas respecto al blanco al que se dirigen sus

    primeras crticas. En el Elogio de Helena, un discurso de aparato, como el Busiris, con

    los que Iscrates intenta demostrar que puede superar a los sofistas en un gnero

    predilecto para ellos, como eran los elogios de personajes u objetos paradjicos, un

    pagnion, arremete de nuevo contra dos grupos: la escuela de Antstenes y Platn y

    sus discpulos. Reconocemos claramente a estos ltimos por el ataque a los que

    defienden la unidad de la virtud y su enseanza, como leemos en el Protgoras. La

    insistencia en el ataque de Iscrates se ha pensado que responde a la publicacin del

    Fedro platnico, en el que Iscrates no tendra dificultad en reconocer las crticas a su

    empirismo poltico por debajo de la fina irona. El pargrafo 5 es significativo: Ms les

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    valdra prescindir de esa charlatanera que hace como que confunde al interlocutor con

    palabras, pero que, en realidad lleva mucho tiempo confundida, y buscar la verdad, y

    educar a los discpulos en los asuntos en los que se mueve nuestra vida poltica, y

    ejercitarlos en la prctica de los mismos, sabedores de que es mucho mejor opinar

    doxzein de forma conveniente sobre asuntos tiles, que tener conocimientos precisos

    akribo s epstasthai sobre asuntos intiles.

    De modo que la filosofa isocrtica no es ni ms ni menos que una versin renovada

    de la retrica gorgiana, eso s, tratando de salvarla del duro ataque platnico del

    Gorgias, esto es, su amoralidad, su indiferencia tica. A defender su concepcin de la

    retrica, que l llama siempre filosofa, y su sistema de enseanza dedic Iscrates la

    ms extensa de sus obras: Sobre el cambio de fortunas o Antdosis (XV). En torno al

    356 un tal Megaclides sobre el que pesaba una trierarqua, interpuso proceso contra l

    por antdosis o intercambio de bienes. Como el propio Iscrates nos dice (5),

    calumniando la influencia de mis discursos y exagerando mis riquezas y el nmero de

    mis discpulos, decidieron que la liturgia me corresponda. Iscrates, ya octogenario e

    incapaz de defenderse pblicamente, se hizo representar por su hijo Afareo, y,

    evidentemente, perdi el proceso. Aparte de la penosa impresin que el asunto nos da

    del patriotismo de Iscrates, en claro contraste con las ideas polticas de que hace

    gala en sus discursos, -indudablemente haba ganado una gran fortuna con su

    escuela, por ms que intente minimizarlo, cf. 156-158-, parece que el proceso aviv

    enfrentamientos e Iscrates se vio obligado a tratar de salvar su reputacin y la de su

    escuela. Aprovech, pues, el incidente para componer un discurso totalmente ficticio

    en el que pretende defenderse de las acusaciones de un tal Lismaco que habra

    presentado contra l una acusacin pblica graph , acusndolo de corromper a los

    jvenes y enriquecerse demasiado con su escuela de retrica. El proceso no responde

    a realidad alguna y el lector moderno sonre ante las falacias retricas, sus

    apelaciones a los jueces, testigos, etc., y sus alusiones al grave riesgo de muerte. Por

    lo dicho es ms que evidente la pretensin de Iscrates de aparecer como un nuevo

    Scrates. Es innegable que el discurso intenta en muchos pasajes imitar la Apologa

    platnica y mucho de su lenguaje. Pero, como seala Kennedy (1963:197) la

    artificialidad de la ocasin, la enorme extensin del discurso en el que se desarrolla al

    mximo toda vanidad, el hasto que produce su pretensin de ser el nico que no se

    presta a malentendidos, su orgullo al citarse por extenso a s mismo y su catlogo de

    discpulos, todo ello es antisocrtico. Y antiplatnica es su concepcin de las ciencias

    y la filosofa, entendida esta en el sentido platnico. Una buena prueba la tenemos en

    la coincidencia entre los puntos de vista de Iscrates y los del Calicles del Gorgias

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    platnico. La filosofa (y las ciencias en general, como geometra, astronoma, clculo)

    llegan a tener una cierta consideracin quiz por influencia platnica- para Iscrates,

    pero siempre meramente propedutica, de preparacin para lo que l entiende por

    filosofa, y limitada a la juventud, permaneciendo totalmente ausentes del programa de

    su escuela, mientras que constituan una etapa fundamental en el programa de

    estudios de la Academia (Massaracchia,45). Es muy significativa la comparacin entre

    Platn Gorgias 484c-485e e Iscrates Antdosis (XV) 261-268, o Panatenaico (XII) 28.

    Afirma Calicles en Pl. Gorgias 484c: Pues la filosofa, ciertamente, es algo gracioso

    charien, siempre que se tenga contacto con ella moderadamente a su debida edad en

    the i e likia i (sc. en la juventud), pero si se entretiene endiatripse i uno en

    ella ms de lo necesario, es la perdicin de las personas. Iscrates Antdosis (XV)

    266: De modo que no creo yo que haya que llamar filosofa a la que en nada

    aprovecha en el momento presente ni para hablar ni para actuar; una gimnasia, eso s,

    del alma y una preparacin para la filosofa llamo yo a un entretenimiento diatribe n

    como ese 268: Yo aconsejara, pues, a los jvenes entretenerse diatripsai

    algn tiempo en esas disciplinas, siempre y cuando, eso s, no permitan que sus

    facultades se les esclerosen en ellas ni naufraguen entre los razonamientos de los

    antiguos sofistas.

    Es seguro, pues, que Iscrates tiene en mente la Academia cuando se expresa de

    este modo, pues se advierte toda la acritud del jefe de escuela rival. Pero, como

    observa Dodds, 272s., probablemente no todos los puntos de vista de Calicles

    apuntan aqu a Iscrates, sino que reflejan el punto de vista pragmtico del hombre

    corriente, tan importante para Iscrates, y que, seguramente, estaba ampliamente

    extendido.

    As pues, la caracterizacin de su filosofa se hace con claridad por oposicin a la

    concepcin platnica, cf. Antdosis (XV) 271 ss.: Sobre esto mi opinin es muy

    simple: puesto que no existe en la naturaleza humana posibilidad de aprehender una

    ciencia epist me n con cuya posesin seamos capaces de saber lo que hay que

    hacer o decir, de los dems saberes yo considero sabios a los que con sus opiniones

    dxais son capaces de alcanzar lo mejor en cada una de las ocasiones, y filsofos a

    los que se ocupan de estas cosas, de las que podrn obtener tal perspicacia Yo

    creo que ni antes ni ahora ha existido un arte tchne n capaz de inculcar en quien no

    est dotado naturalmente para la virtud aret, templanza y justicia so phrosne n ka

    dikaiosne n No obstante, (creo) que podran hacerse mejores y adquirir ms valor

    si tienen la ambicin de hablar bien y ansan ser capaces de persuadir a sus oyentes y

    aspiran a la supremaca pleonexas, pero no a la propia del criterio de los insensatos,

    - 10 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    sino a la que tiene de verdad esa fuerza. La prctica de la retrica con vistas a la

    persuasin y a la supremaca es la mejor definicin de su filosofa, en coincidencia

    con la definicin que hacan Gorgias y sus discpulos en el Gorgias platnico, si bien

    aqu se adivina un aderezo de moralidad en el hacerse mejores y adquirir ms valor,

    que despus se completar ms adelante en 278: Ciertamente, el que quiera

    persuadir no descuidar la virtud, sino que pondr toda su atencin al mximo en

    ganarse la ms conveniente reputacin dxan entre sus conciudadanos Esta es la

    moralidad a la que aspira Iscrates, la fama. No es casual que utilice la misma palabra

    dxa que, significando tambin mera y relativa opinin, resume, frente a la

    epist me platnica, la ocupacin verdadera del filsofo tal y como l lo entiende.

    El aprendizaje y la prctica de la retrica, del hablar bien, resume toda su filosofa.

    Pero exige tres condiciones: dotes naturales, un buen maestro y mucha prctica. Toda

    la fe de Iscrates est puesta en su elogio de la palabra, del lgos, y en este discurso

    nos ha dejado, ciertamente, una reflexin profunda sobre su poder, 253-257, que

    reproduce Nicocles (III) 5-9, y que nos recuerda el mito del Protgoras. Enlaza as

    Iscrates con las reflexiones de los primeros sofistas sobre los orgenes de la cultura

    humana. La palabra permiti al hombre abandonar la vida salvaje, construir ciudades,

    darse leyes, descubrir las artes y los inventos, as como llevarlos a buen fin. La

    palabra ha permitido al hombre fijar los lmites legales de lo justo y lo injusto, el mal y

    el bien, pues el hablar como es debido lo tenemos por la seal ms grande del recto

    pensamiento.

    As es como considera Iscrates salvada la retrica del duro reproche platnico

    respecto a su indiferencia tica. Basta el uso inteligente de la palabra para

    proporcionar ese fundamento moral. Este es el ideal del hombre honesto, cultivado,

    pepaideumnos, buen ciudadano e inteligente consejero, ideal que, recogido por

    Cicern y Quintiliano, llegar hasta el clasicismo moderno. Tal filosofa no es extrao

    que haya suscitado tradicionalmente el escepticismo en el campo de la filosofa, en la

    que el dominio platnico fue aplastante. Como seala Schiappa (1999:164), la filosofa

    o simplemente ha ignorado la pretensin de Iscrates de estar haciendo realmente

    filosofa, o bien lo ha considerado como un intelectual simpln half-blooded, intellectual

    mutt, dando la razn a Platn en la crtica que le hace en el Eutidemo 306c (aunque

    sin citarlo): En realidad esos que estn de los dos lados (sc. la poltica y la filosofa)

    estn por debajo de las dos en lo que hace que ambas, la filosofa y la poltica, sean

    estimables, y aunque estn en tercer lugar, buscan parecer los primeros. La obra de

    Scchiappa, sin embargo, representa un intento de reinterpretacin de Iscrates como

    filsofo, de la mano, como l dice, del renovado inters a lo largo del siglo XX por los

    sofistas, la teora retrica y el Pragmatismo americano, inters que provendra del

    - 11 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    desencanto producido tanto por la metafsica trascendental de Platn, como por el

    tosco empirismo del positivismo (op. cit.p.162).

    6. ISCRATES Y LA POLTICA. EL PANHELENISMO Tras los primeros discursos comentados en el apartado anterior, concebidos en y para

    su escuela, aborda Iscrates con su Panegrico (IV) del ao 380 un nuevo intento de

    proporcionar materiales para su nueva retrica, pero ahora combinando los gneros

    epidctico y deliberativo. Se trata de intervenir de forma solemne y grandiosa en el

    debate de la poltica exterior ateniense y del resto de las poleis griegas en un asunto

    que considera importante e inaplazable: conseguir la concordia entre las ciudades

    griegas y unir esfuerzos para lo que debe ser la gran empresa panhelnica, la lucha

    contra el brbaro por antonomasia, el imperio persa y conseguir as el objetivo de

    liberar a los griegos de Asia, que desde la paz de Antlcidas, o Paz del Rey del ao

    386, haban quedado de nuevo sometidos al emperador persa. Los dos objetivos del

    discurso son enunciados al comienzo mismo (3), y en un orden que se invertir ms

    tarde en el desarrollo del discurso: He venido aqu para daros mi consejo acerca de la

    guerra contra los brbaros y la concordia entre nosotros he ko symbouleuso n

    peri te tou polemou tou pros tous barbarous kai te s homonoia s te s pros

    he mas autous. Sin embargo, en el discurso, el tema de la concordia es el primero

    que se desarrolla, y es importante observar que merece un espacio mucho mayor que

    el segundo: 113 frente a 57 pargrafos. Este dato es sin duda importante para el

    significado del discurso.

    Como se ve, Iscrates lo concibe tambin como discurso ficticio. Imagina estarse

    dirigiendo a una pan gyris o asamblea festiva panhelnica en la lnea de los

    discursos olmpicos de sus predecesores Gorgias y Lisias (si bien estos pronunciaron,

    el segundo al menos con seguridad, estos discursos). Es seguro que Iscrates no lo

    pronunci, como ha demostrado Blass, pues ello contradice los hbitos del autor,

    como sabemos, y adems, l siempre se refiere posteriormente a esta obra con

    expresiones que aluden a la escritura y a la publicacin. l mismo nos dice (14) que

    la obra le ocup muchos aos de trabajo y ms tarde el annimo Sobre lo sublime

    atribuye a Timeo (FGrHist 566F, en Subl. 4,2) el dicho de que Alejandro conquist toda

    Asia en menos tiempo del que Iscrates emple para escribir el Panegrico para tratar

    de la guerra contra los Persas.

    Iscrates utiliza ahora un modelo mixto: el de los discursos olmpicos anteriores, como

    decamos, y el de los discursos fnebres, o epitafios, como el pronunciado por Pericles

    - 12 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    en Tucdides 2,35-46, o los compuestos tambin por Gorgias y Lisias. El discurso,

    manteniendo la ficcin de su ejecucin en el marco olmpico, maneja constantemente

    las imgenes de la competicin y la lucha; su final, significativamente, propone la

    continuacin de la competicin retrica y anima a otros oradores a continuarla y

    mejorarla.

    El objetivo es dirigirse a todos los griegos y, aunque en algunos momentos parece

    abogar por la hegemona conjunta de Atenas y Esparta (cf. 17 y 185), es en realidad

    un canto a la superioridad de Atenas y su mayor derecho a tal hegemona. Dos son los

    recursos utilizados por Iscrates para justificar la superioridad ateniense: primero, el

    pasado mtico e histrico de la ciudad (un lugar comn de los discursos fnebres), en

    el que destacan, entre otros gloriosos momentos de anteriores enfrentamientos con

    los brbaros, precisamente las guerras Mdicas (cf. 68 ss.), despus, los mritos de

    Atenas como creadora de cultura o paideia. Lo caracterstico de Iscrates, como

    seala W. Jger, es que el primero de los recursos no constituye la materia

    fundamental, como lo era tradicionalmente, sino que coloca estos hechos a la sombra

    de la grandeza espiritual de la ciudad. A Jger corresponde tambin el mrito de

    haber reconocido la ascendencia tuciddea del cuadro que traza Iscrates de la cultura

    ateniense y de su contribucin a la civilizacin, (Massaracchia, 74 ss.)

    Significativamente, en efecto, ya Tucdides pona en boca de Pericles un discurso en

    el que se destacaba ante todo la importancia cultural de Atenas. Justamente la idea de

    la cultura ateniense que Iscrates traza en su Panegrico es una variante del relato de

    Pericles. Hay un eco evidente del famoso philosophoumen aneu malakas Tuc. 2, 40,

    en su filosofa o amor por la cultura, como obra caracterstica y peculiar de Atenas

    (Panegrico (XII) 47-50). Gracias a esa filosofa, como l llama a la obra espiritual de

    Atenas, y que coincide bsicamente con los ideales de su escuela, esta no es ya slo,

    como haba dicho Tucdides, la escuela de Grecia, lego te n te pa san polin

    te s hellados paideusin einai Tucid. 2, 41, sino que nuestra ciudad ha aventajado

    tanto en el pensar phronein y en el decir legein a los dems hombres, que sus

    discpulos se han convertido en los maestros de los dems y ha hecho que se

    considere el nombre de los griegos no ya el de la raza genous sino el del pensamiento

    dianoia s, y que se llame griegos ms bien a los que participan de nuestra

    educacin paideuseo s te s he metera s que de nuestra comn naturaleza te s

    koine s phseo s (50). Dos aspectos interesantes se prestan al comentario en este

    famoso pasaje. En primer lugar: hemos de entender en ese los dems hombres una

    unin civil universal, la humanidad entera, o bien simplemente los dems griegos? La

    primera interpretacin es la clsica de Jger (Paideia:865), la segunda, la de Jthner

    - 13 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    (1923, p. 132 n. 92) y Buchner (1958, p. 59 ss.). En cuanto a Jger, l mismo reconoce

    que es una aparente paradoja que esta idea aparezca en una obra que es una

    manifestacin entusiasta del orgullo nacional. La explicacin, segn el propio Jger, se

    halla en que esa paideia de mbito nacional se pone en relacin con la meta poltica

    de la conquista y colonizacin de Asia por los griegos. La idea encierra la alta

    legitimacin de este nuevo imperialismo de base nacional, al equiparar lo

    especficamente griego con lo humano en general. Pero un estudio detallado del

    contexto del pasaje permite deducir que Jger hace una extrapolacin ilcita del cuadro

    histrico. Iscrates est hablando aqu de una relacin entre griegos y griegos, no

    entre griegos y brbaros. En segundo lugar podemos plantear hasta qu punto se

    puede interpretar el pasaje como un manifiesto panhelnico. Todo parece indicar que

    Iscrates apunta a que para ser un autntico heleno no basta el nacimiento griego, se

    tiene que disponer de la paideia, la cultura y la civilizacin l la llama filosofa- ticas.

    Con ello se est poniendo el acento en el patriotismo ateniense, ms que en el

    panhelnico. El pargrafo 50 es el resumen y la culminacin del elogio de Atenas y su

    defensa de la primaca de esta a la hegemona. En cuanto a que Iscrates haya

    dejado abierta la posibilidad de que un brbaro pueda convertirse en un griego de este

    tipo, como puede deducirse del Evgoras (IX) 66, es una fantasa proyectada al

    futuro en palabras de Massaracchia (op. cit. p. 77). Tanto el Evgoras como el Filipo

    (V) representan una nueva visin de las relaciones de los griegos con los brbaros que

    resulta extraa todava al Panegrico. Aqu todava la filosofa de Iscrates representa

    la enseanza de su propia escuela de retrica. Atenas se ha convertido en una

    escuela de los dems griegos (hasta aqu Tucdides), pero esta educacin/escuela

    paideusis es ahora la suya.

    Iscrates no abandon nunca su idea panhelnica, pero esta tendr que esperar

    tiempos ms favorables, obstaculizada ahora seguramente por el ascenso de Tebas

    tras su victoria sobre Esparta en Leuctra en el 371 (Kennedy (1963:190). En obras

    como los llamados discursos chipriotas: A Demonico (I), A Nicocles (II), Nicocles (III) ),

    y Evgoras (IX), Iscrates experimenta con un tipo de oratoria gnmica, que recuerda

    a los antiguos poetas elegacos. En cualquier caso, estas obras estaban llamadas a

    ejercer una gran influencia. La primera, obra del s. IV atribuida muy pronto a Iscrates,

    fue muy apreciada en poca bizantina. La Edad Media latina se interes por ella y,

    finalmente, el renacimiento de las humanidades desde el s. XV le asegur una amplia

    difusin en traducciones latinas. Obra de escaso inters para el lector moderno, al que

    se le antoja generalmente de estilo aburrido y montono, ha sido siempre una mina de

    sentencias y proverbios. Al grupo de las exhortaciones pertenece tambin el A

    Nicocles, que desde el Renacimiento italiano los humanistas traducen y dedican con

    - 14 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    frecuencia a sus protectores. Hasta el s. XVII fue un texto clsico de valor pedaggico

    indiscutible. Con el Nicocles y el Evgoras realiza Iscrates el elogio de estas dos

    figuras de la dinasta chipriota. En el Evgoras afirma claramente que los elogios en

    prosa no deben irle a la zaga a los elogios en verso (11). Con ello y con sus consejos

    a los prncipes creaba Iscrates en realidad nuevos gneros literarios en prosa con

    sus correspondientes leyes retricas que estaban llamados sobrevivir hasta la poca

    de la literatura barroca. No resulta extrao, pues, que el A Demonico fuese incluido

    entre sus obras.

    A los discursos chipriotas les sigui el Plataico (XIV). Hacia fines del invierno del 374/3

    los tebanos se apoderaron por sorpresa de Tebas y la destruyeron. Los

    superviviventes se refugiaron en Atenas. El discurso es de nuevo un discurso ficticio

    que supuestamente pronuncia un plateense ante la asamblea de Atenas rogando a los

    atenienses el restablecimiento de su ciudad. Es, ante todo, una obra de propaganda a

    favor de la hegemona ateniense. Al tiempo que se recuerda a los aliados de Atenas

    que nada tienen que temer de esta, sino ms bien que deben acogerse a su

    proteccin, se hace un ataque directo a los tebanos, a los que Iscrates detesta

    especialmente como enemigos encarnizados de Atenas y antiguos aliados de Persia

    en el 480. Iscrates, pese a todo, sigue trabajando y abogando por la concordia entre

    todos los griegos, apelando a una Paz del Rey (10), la del 374, que no haca ms

    que reproducir en algunos detalles, la del 387. Aunque es un discurso de propaganda

    poltica, Iscrates usa en l procedimientos de tipo judicial (56 ss.).

    Que Iscrates no olvidaba su acariciado proyecto panhelnico lo refleja una carta

    fragmentaria (I) a Dionisio de Siracusa, que hay que fechar hacia el 368, y en la que se

    decide, como luego har con Filipo de Macedonia, a darle sus consejos a favor de la

    salvacin de los griegos hyper te s to n helle no n sote ria s pareskeuasmai

    symbouleuein (7). Hay que ver aqu una nueva prueba de su rivalidad con Platn

    como jefe de escuela, dado que precisamente Platn haba fracasado ante Dionisio?

    En todo caso, este recurso a Dionisio, uno de los grandes tiranos del momento, (ya

    haba recurrido antes al tesalio Jasn de Feras, cf. Carta VI a sus hijos), as como las

    alabanzas a los monarcas chipriotas, y las llamadas que reproducir, tras la muerte de

    los anteriores, al espartano Arquidamo y, finalmente, a Filipo de Macedonia,

    demuestran que, tras su desengao respecto a la capacidad de Atenas para liderar tal

    empresa, Iscrates ve la solucin en alguna de las figuras individuales emergentes

    del momento. Sus elogios a la monarqua, cf. p.e. Nicocles (III) 25-26, no deben

    sorprender demasiado, recurdese el desprecio general de los intelectuales griegos

    del s. IV por el funcionamiento de la democracia, no hay ms que pensar en Jenofonte

    - 15 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    o Platn, cf. Mathieu (1966:131 ss.), para el que Iscrates debe ser considerado un

    demcrata moderado.

    Pero, como decamos, Dionisio muri antes de cumplir las esperanzas de Iscrates en

    la primavera del 367 e Iscrates produjo algunas obras ms que, aunque no tenan

    como primer objetivo su ideal panhelnico, s intentaban favorecerlo. En discursos

    como el Areopagtico (VII), o Sobre la paz (VIII) se ocupa de asuntos de poltica

    interior ateniense, pero en tanto que importan a la idea de conciliacin griega. El

    primero propone una reforma de la constitucin que facilite esa poltica helnica, y el

    segundo reconoce los abusos que Atenas ha cometido con sus aliados y propone la

    conciliacin y las reformas necesarias en su poltica para conseguirlo. En el 356 dirige,

    sin embargo, una carta al rey espartano Arquidamo, hijo de Agesilao (Carta IX) de la

    que conservamos slo el exordio. Ya en el 366 Iscrates haba puesto en su boca un

    nuevo discurso ficticio, el Arquidamo, en el que, un tanto sorprendentemente, al

    tratarse de un rey espartano, prosegua con su programa poltico y de educacin de la

    opinin pblica. Ahora se trata de nuevo de su lucha por la unidad helnica, a la que

    no favorecera, tras la derrota espartana en Leuctra, un fortalecimiento de la

    hegemona tebana y la autonoma de Mesenia. En todo caso, el Arquidamo representa

    un buen ejemplo del relativismo retrico de Iscrates. Resulta bastante increble su

    defensa de la poltica de expansin espartana en el Peloponeso sabiendo que todo

    ello sale de la pluma de Iscrates. No hay nada ms que comparar lo que leemos

    aqu, p.e. en 16 ss., con la versin crtica que se da en el Panatenaico (XII) 46 ss. o las

    escalofriantes afirmaciones que se ponen en boca de Arquidamo en 28 y 96 a

    propsito de los hilotas (los espartanos no podran sufrir la humillacin de ver a estos

    instalados en sus fronteras como griegos libres), comparadas con la formidable crtica

    que Iscrates har a la constitucin espartana en el Panatenaico 207 ss., basada

    precisamente en el trato salvaje e inhumano a que esta poblacin estaba sometida por

    los espartanos. Es verdad que Iscrates, por otro lado, sabe dar a su discurso un tono

    patritico enrgico y un espritu guerrero dignos de la mejor tradicin espartana, como

    seala Mathieu (1966:105), sin detenerse incluso ante alguna cita de Tirteo.

    La carta a Arquidamo, a la que antes nos referamos y en la que lo invita a su vieja

    propuesta de emprender la iniciativa de la unin entre los griegos y la lucha contra los

    brbaros, refleja por un lado la admiracin que Iscrates senta por este rey espartano,

    y por otro, ese resurgimiento sbito de su viejo ideal, pero encarnado de nuevo en una

    figura individual. Su sueo de que fuese Atenas la que liderase el proyecto cada vez

    se haca ms difcil, y ms en estos momentos en que estaba envuelta en la guerra

    social. Seguramente Iscrates no termin su carta debido a la paz que puso fin a esta

    guerra y que haca de nuevo al Rey persa el rbitro de los asuntos griegos, bien al

    - 16 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    contrario de lo que era su deseo. Nuevamente tena que poner sus planes en

    cuarentena. Pero Iscrates conserv su prembulo y diez aos ms tarde aprovech

    sus ideas en su Filipo (V).

    Filipo II de Macedonia es la ltima figura monrquica emergente en la que Iscrates

    pone de nuevo sus esperanzas. El estado de guerra entre Atenas y Filipo, que duraba

    desde el 357 a propsito de Anfpolis hizo que nuestro autor guardara silencio durante

    algn tiempo. Pero la paz de Filcrates, en la que intervinieron como embajadores

    Demstenes y Esquines, ratificada por la Asamblea ateniense en el 346, as como el

    aparente respeto de Filipo por Atenas,-una situacin, por tanto, que permita que no se

    viera como demasiado traidor el elogio del macedonio- ofreci a Iscrates una

    oportunidad an ms tentadora que las que haba intentado con Dionisio o Arquidamo.

    Compuso as un discurso formal a Filipo en la lnea de sus ms grandes discursos,

    urgindolo a asumir el liderazgo de Grecia, la reconciliacin de los estados griegos y la

    expedicin contra Persia, su viejo sueo. No duda en convertir a Filipo, manipulando

    para ello mito e historia griega, en un griego legtimo, descendiente de Heracles (32),

    aunque previamente haba restringido esta ascendencia a los reyes de Esparta (Carta

    a Arquidamo (IX) 3, admitiendo la incapacidad de Atenas para liderar tal empresa, por

    ms que ello no le ahorrar crticas, pero nadie podr decir que no recurri a ella antes

    que a nadie (128). En realidad, su proyecto no es ms que el que haba emprendido

    en su Panegrico: la lucha contra el Persa, y en las coincidencias con aquel discurso

    insiste a menudo, Filipo 9, 11, 84, 93, pero su experiencia desde entonces le ha

    enseado que antes es precisa la reconciliacin entre las ciudades griegas, y eso slo

    lo podr conseguir un jefe y un rbitro como Filipo. No tenemos razones para pensar

    que el Filipo caus efecto alguno sobre el rey, al menos de forma inmediata, pues

    pasaron muchos aos antes de que Filipo mostrara inters en la campaa de Asia.

    Los efectos fueron sobre todo literarios. Espeusipo lo critic violentamente, mientras

    los discpulos de Iscrates trataron de influir sobre la corte de Macedonia. Iscrates

    mismo no interrumpi su actividad en este sentido y conservamos una carta de esta

    poca de paz, la II, en la que vuelve a recordar al rey su esencial misin.

    La interpretacin de su ltima gran obra, el Panatenaico (XII) es controvertida. Para

    unos (Kennedy, 194 ss.) representa una demostracin de su amor por Atenas, ya que

    sus sentimientos seran inevitablemente vistos como pro-macedonios despus del

    Filipo. El ataque a Esparta pretende hacer ver que este es el verdadero enemigo de

    Atenas y no Macedonia. Para otros (Massaracchia, 81 ss.) es la ltima obra con la que

    Iscrates intenta influir en la poltica con su filosofa prctica y sus consejos, en la lnea

    de sus grandes obras anteriores: Panegrico, Areopagtico y Filipo, slo que sujeta a

    una clara reelaboracin, obligada por la larga enfermedad de tres aos sufrida

    - 17 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

    mientras trabajaba en ella y el cambio radical de las circunstancias polticas que se

    produjo en ese intervalo. El destinatario de la primera redaccin de la obra es Filipo,

    en el 342, cuando an era creble un entendimiento de Atenas con l e Iscrates trata

    de demostrarle al rey macedonio que el aliado que le conviene es Atenas y no

    Esparta. Con el cambio de las circunstancias (imposibilidad de acuerdo y esfuerzos de

    Demstenes por lograr una alianza panhelnica), ese propsito inicial tendr que

    enmascararse. Iscrates no podr, por ms que contraren sus puntos de vista,

    oponerse a los intereses superiores de su ciudad. El discurso se transforma as, por la

    va de la clave de lectura propuesta por el ex-discpulo (249-263), en un ejercicio

    retrico en el que tanto Atenas como Esparta son tomadas como modelo, la primera

    explcito, la segunda implcito, de los ideales polticos de Iscrates. Una opinin

    diferente, y en cierto modo coincidente con la de Kennedy, sostiene Signes Codoer,

    para el que Iscrates pretenda reafirmar su posicin como patriota y su prestigio

    como educadory escogi como tema la alabanza de su ciudad natal, Atenas (1998:

    93).

    Es muy posible que Iscrates mantuviera siempre vivas, incluso despus de

    Queronea, las esperanzas que haba depositado en Filipo. Segn las noticias

    biogrficas antiguas, sin embargo, la derrota le produjo tal consternacin que se dej

    morir por inanicin. Pero ello est en clara contradiccin con los trminos de la Carta

    III a Filipo, cuya autenticidad hoy ya no se discute. La carta debe ser fechada despus

    de Queronea, ya que Iscrates hace mencin del combate ago na que acaba de

    tener lugar, y como consecuencia del cual, todos estamos obligados a ser sensatos

    (2). Iscrates anima al rey a proseguir la misma poltica de reconciliacin entre las

    principales ciudades griegas para dirigir luego la campaa contra Asia que le haba

    aconsejado en el Filipo en el 346. Tras la exitosa campaa slo te faltar convertirte

    en dios ouden gar estai loipon eti ple n theon genesthai, (5, cf. Filipo 113). Los que

    no pueden aceptar que Iscrates pueda felicitar de esta forma a Filipo y seguir

    manteniendo sus esperanzas puestas en l en estos momentos, como Signes

    Codoer (2001) tienen que forzar demasiado, en nuestra opinin, la interpretacin de

    los trminos de la carta para poder anticipar su redaccin a finales del 346, pocos

    meses despus del Filipo, y no dudar de la veracidad de las fuentes antiguas sobre la

    versin del suicidio patritico para dar significado poltico, seguramente, a una

    muerte que se explicara mucho mejor por causas naturales. Pero Iscrates no sera el

    nico ejemplo histrico de hasta dnde puede llegarse en poltica con tal de ver

    realizada una ilusin largamente acariciada, como seala Mathieu (IV 181). Si bien es

    cierto que resulta dura de aceptar su actitud ante Filipo tras la derrota de su patria,

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    esta abra definitivamente las puertas para la realizacin del ideal por el que tanto

    haba luchado no hay que olvidar que ya en el Filipo haba sacrificado a su patria

    ante el ideal panhelnico-, y siempre podemos pensar que con su actitud trataba de

    influir en Filipo para que este no actuara con excesivo rigor con la vencida Atenas,

    como, por cierto, as ocurri.

    Resulta difcil expresar un juicio sobre la actitud poltica de Iscrates. Sus enemigos le

    reprocharon su oportunismo a la hora de vender su idea panhelnica anti-brbara al

    candidato de moda, p.e. Espeusipo en una carta a Filipo del 343/2. Modernamente las

    opiniones van desde los que piensan que sus opiniones influyeron de algn modo en

    el desarrollo de acontecimientos polticos (cf. Mathieu 19662:208ss.) y J. de Romilly

    (1992:10ss.) ) como la Segunda Confederacin Ateniense en el 377 (que sigue alguna

    de las sugerencias de su Panegrico), o la Liga de Corinto del 338, liderada por Filipo

    tras la batalla de Queronea, pero que se trunc por la temprana muerte del rey, si bien

    la influencia de las ideas de Iscrates tambin se ven en la obra de Alejandro, hasta

    los que creen que su influencia fue muy escasa o nula (Kennedy 1963:197, n.101;

    Hammond-Griffith, 1997:645 n.3).

    7. EL ESTILO ISOCRTICO Iscrates es un purista del estilo. Recordemos que dedicaba largos aos a componer

    sus obras y discursos que, en su mayor parte, hemos de ver como modelos de su

    enseanza retrica. Uno de sus mritos indudables consiste en su aportacin a la

    prosa griega como creador del periodo oratorio hasta el ltimo detalle. Es

    precisamente por su tcnica literaria, ms que por sus enseanzas o sus ideas

    polticas, por lo que ejerci una influencia ms duradera. Sus discursos han

    constituido, por s mismos o por intermedio de Cicern, un modelo de arte oratoria.

    En primer lugar cuidaba Iscrates de dar unidad a sus obras, pese a su, a veces,

    desmesurada extensin. Pero en no menor medida se preocupa del estilo y de los

    detalles. Cuida especialmente el lxico, evitando rarezas y trminos extraos al tico,

    buscando la exactitud y la pureza, cf. Filipo 4: te n lexin akribo s kai katharo s

    ekhousan. Es parco tambin en los poetismos. Conoce, como buen discpulo suyo,

    las figuras gorgianas y en Panatenaico 2 nos dice que las ha usado en su momento:

    anttesis, parisosis y otras figuras que brillan en los procedimientos retricos, pero,

    en general, no abusa de ellas. Trata de rivalizar con los poetas, como Gorgias, pero

    buscando la armona. Una de sus obsesiones es la evitacin del hiato, una de las

    reglas esenciales de su estilo y que se convertir tras l en un uso casi general.

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    Trabaj especialmente en la constitucin del periodo, construido de forma que nos

    produzca una impresin anloga a la de la estrofa lrica: se trata de una prosa

    organizada en la que la idea principal se ve acompaada de forma armoniosa por

    todos sus elementos accesorios (Mathieu I xix). Cicern lo elogi: No slo entendi lo

    dems mejor que sus predecesores, sino que fue el primero que se dio cuenta de que

    tambin en la prosa in soluta oratione conviene observar pese a todo una cierta

    medida y cadencia modum et numerum , con tal de que se evite el verso (Brutus 32).

    Con todo, estas virtudes que Cicern elogi contrastan con defectos evidentes. En

    sus discursos se manifiesta aquella vaciedad y anquilosamiento que afect a toda la

    literatura griega en el transcurso del siglo ponindola en trance de muerte bajo el signo

    de la retrica leemos en Lesky (1968:621). Su prosa, seala A. Lpez Eire

    (1988:764) se antoja avejentada y sin vigor, muy lejos de la pujanza y variedad de

    Demstenes. O, como leemos en el duro juicio de Kennedy (1963:203): Era aburrido,

    interminable y, sobre todo, superficial. Su estilo es tpico suyo. Dice, con el mayor

    nmero de palabras posible, lo menos que pueda imaginarse (Panatenaico 84). Al

    tiempo que desarrolla cada posible argumento, desarrolla tambin cada anttesis

    gramatical posible. No es comunicacin, sino ornamentacin; no es persuasin, sino

    confusin.

    8.SIGNIFICACIN DE ISCRATES Sobre la significacin de Iscrates para la posteridad ya se han ido aportando

    reflexiones a los largo de la exposicin. En general puede decirse que depende del

    mbito del que se trate, pues diversos son los mbitos en los que se desenvolvi su

    actividad. No hay, en cualquier caso, unanimidad en el juicio, como hemos ido viendo.

    Las crticas del periodo grecorromano, como vemos en Dionisio de Halicarnaso,

    tienden a ver en sus discursos obras de considerable importancia poltica y siempre

    actual. Fue, asimismo, modelo de los sofistas del s. II d.C. Elio Arstides compuso un

    Panatenaico que se inspira sobre todo en la primera parte del Panegrico.

    Modernamente, Iscrates generalmente ha llevado la peor parte en su comparacin

    con Demstenes en su visin histrica y poltica, si bien las opiniones han sido

    bastante opuestas: desde la ingenuidad y la nulidad con que se le vio hasta el siglo

    XIX, hasta la clarividencia que se le alab, sobre todo en Alemania a comienzos del s.

    XX, viendo en su panhelenismo un precedente del pangermanismo. En cualquier caso

    y a pesar de ese relativismo que hemos sealado, ha de reconocerse que mostr una

    considerable tenacidad en la bsqueda de todo aquello que pudiera favorecer lo ms

    esencial de sus proyectos. Si bien su plan no se realiz como el lo haba concebido,

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    sus resultados inmediatos son superiores a los de otros filsofos u oradores de su

    tiempo, que experimentaron un completo fracaso (cf. Mathieu:19662:223).

    Su impacto en el campo educativo y literario, sin embargo, fue enorme. Constituy una

    de las columnas, (la otra es Platn) como seala Marrou (1985:124s.), que simbolizan

    los dos tipos fundamentales de educacin, el de la retrica y el de la filosofa, aspectos

    complementarios e inseparables, ms que contradictorios y que experimentaron

    influencias mutuas. En el campo literario, como seala Dihle (1994:209), supo

    trasladar las leyes del discurso a la literatura pensada para ser leda, as como

    enriquecer esta ltima con nuevos gneros. Mostr as cmo cualquier gnero de

    prosa estilizada podra componerse de acuerdo con categoras exclusivamente

    retricas y, lo que no es menos importante, ser valorado conforme a ellas. Lo que para

    el lector moderno constituye el oscuro carcter retrico de toda la literatura griega en

    prosa desde el s. IV en adelante, hunde sus races en la obra de Iscrates.

    Ms arriba se hizo mencin ya del intento de recuperacin contempornea de

    Iscrates en el campo de la filosofa pragmtica contempornea. Recientemente

    tambin se ha visto a Iscrates como un autor europeo (De Romilly:1992). Iscrates

    fue ledo, estudiado y estrechamente imitado por Cicern. Generaciones de

    estudiantes aprendieron de memoria sus obras y las tradujeron a todas las lenguas

    europeas. Constituye as la verdadera imagen de esos autores que han contribuido a

    forjar la mentalidad de la juventud europea durante siglos. Pero ello no se debi,

    seala Romilly (1992:12) a sus ideas o ideal poltico. Se debi a su visin de la

    retrica, a sus amplias y claras sentencias, a su rectitud moral (aqu nosotros ponemos

    nuestras dudas), siendo todo eso parte de nuestra cultura europea.

    (N.B. Las traducciones de las citas de obras de Iscrates son nuestras.)

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  • Manuel Prez Lpez - Iscrates

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