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    Nios con pataleta,adolescentes

    desafiantes.Cmo manejar los trastornos de conductaen los hijos

    Amanda Cspedes

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    PRESENTACION

    Cuntas veces nos hemos encontrado diciendo: "No doy ms, no s cmocontrolar a este nio". Es en esos casos que la archiconocida frase "nadie nosensea a ser padres" calza perfectamente con nuestra angustia. Si comentamos

    la situacin con amigos, seguramente muchos dirn que se sienten igual, peroeso, evidentemente, no cambia las cosas. Las pataletas y la conducta desafiantede nuestros hijos siguen igual y volvern a repetirse. Entonces nos hacemos unsinfn de preguntas: Qu estoy haciendo mal? Puedo yo, como padre o madre,cambiar este estado de cosas? Son mis hijos un problema sin solucin? Qupasar mas adelante con ellos? Es ste el anticipo de una conducta que seagudizar en el futuro llevando a este nio o nia a enfrentar el mundo conactitudes agresivas, poco tolerantes y desadaptadas? Estoy frente a un hijo conun problema patolgico?

    Como periodistas, tambin nos hemos planteado estas preguntas y en elprograma Diagnstico, de Canal 13, hemos abordado el tema en varios

    reportajes. Las vivencias de familias que conviven con peleas entre hermanos,pataletas que alteran el ambiente, descargas emocionales negativas y, endefinitiva, falta de armonia y control, nos hacen sentir identificados y...esperanzados. Esperanzados porque de la mano de la doctora AmandaCspedes, neuropsiquiatra infantil de amplia experiencia, hemos podidocomprobar en nuestros reportajes que por ms rebeldes que sean nuestrosnios hay maneras de acercarse a ellos y guiarlos con amor y reglas claras.

    Antes tuvimos la experiencia de editar junto a Ediciones B un libro paradejar de fumar, Deja de fumar, ahora!. Hoy continuamos con nuestro objetivode extender los contenidos de nuestros programas televisivos a un pbliconecesitado de mayor profundidad en la informacin. Este libro entrega los

    consejos, las aclaraciones y la gua prctica que muchos necesitamos para sermejores padres y educadores de nuestros hijos.

    Le doy mi ms profundo agradecimiento a la doctora Amanda Cspedespor su generosidad y su dedicada labor profesional expresada en las paginas deeste libro. Es un privilegio para nuestro equipo periodstico y para Canal 13contar con su invaluable aporte medico, su conocimiento cientfico y, sobre todo,su cario por nios y adolescentes. Por muchos aos, ellos y sus padres han sidobeneficiados con la entrega profesional y el consejo teraputico de AmandaCspedes. Este libro, que recoge gran parte de la experiencia de la doctora, nospermite llegar a ustedes, padres y educadores, con un mensaje que nos llena deorgullo y nos estimula a seguir adelante en nuestra labor de difusin periodstica

    orientadora y constructiva. En estas pginas, como padres, nos sentiremosidentificados, aludidos e interpelados con muchas situaciones y ejemplos.Tambin nos sentiremos acogidos en nuestras dudas, conflictos y confusiones.Aprenderemos a conocer mejor a nuestros hijos y su comportamiento, para quecrezcan ayudados por padres cariosos orientadores, firmes y claros, y, sobretodo, acogedoresen el amor.

    Rossana Bontempi Tolosa

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    Productora ejecutiva del programa DiagnsticoCorporacin de TelevisinUniversidad Catlica de Chile

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    INTRODUCCINTiene usted un nio que se muestra sordo a codo llamado de atencin, que envez de pedir algo lo exige a travs de un exasperante lloriqueo, que no obedecey desafa su autoridad poniendo a prueba su paciencia? Es usted aquella mam

    o aquel pap que declara haber probado todas las tcnicas de disciplina y todoslos castigos imaginables sin dar todava con ninguno que lo ayude a controlar laspataletas de su hijo? Convive en casa con un adolescente insufrible, de maltalante, que en vez de hablar grue y se muestra dispuesto a desafiar toda reglade convivencia con el resto de la familia?.

    Ha recibido usted alguna vez sin solicitarlos variadoscontradictorios consejos de parte de parientes o amigas para dominar laspataletas o los malos modos de sus hijos, consejos que no logran sinoconfundirlo ms y le crean una incmoda percepcin de ser demasiado blando,incapaz de disciplinar, una especie de marioneta de nios malcriados ycaprichosos? Tiene en casa hijos que ms que hermanos parecen miembros de

    tribus enemigas, que rivalizan constantemente y resuelven todas las situacionesde conflicto mediante golpes que acaban en desconsolados llantos, seguidos defuribundas protestas cuando usted, agotada, los castiga? Sus hijos parecenignorar la existencia de juegos tranquilos, en armona, v se dedicanincansablemente a perseguirse, golpearse y convertir en proyectil cualquierobjeto pata lanzrselo al hermano ante la ms mnima provocacin? Tienenios que rivalizan por ir de copilotos en el asiento delantero del auto y nopueden sentarse a corner sin darse puntapis por debajo de la mesa v compararel tamao de sus respectivos platos hasta convertir la cena en un campo debatalla? Teme y evita cada situacin que implique tenerlos juncos en espaciosreducidos, como el asiento posterior del auto durante un viaje prolongado?

    Si responde que si, entonces usted tiene nios o adolescentes con untrastorno de conducta y es posible que, cada vez con mayor frecuencia, mirealrededor y envidie a sus amigas, cuyos hijos. cual material de exportacin, semuestran dciles, obedientes, gentiles y capaces de hacerse invisibles cuando lasituacin lo amerita en vez de ocupar todos los espacios con la intensidad de unterremoto. Pero no debe sentirse desconsolado, pues su situacin es msfrecuente de lo que imagina y existen soluciones efectivas para lograr unaalquimia conductual aun en los chicos ms dscolos.

    En la primera parte de este libro analizaremos los factores biolgicos,psicolgicos y ambientales que provocan y mantienen la conducta rebeldeinfantil, mientras que en la segunda parte nos concentraremos en los distintos

    tipos de trastorno de conducta en el nio y el adolescente y en las estrategiasefectivas para abordarlos y solucionarlos.

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    PRIMERA PARTE

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    LA ZONA OCULTA DEL ICEBERGSe estima que entre tres y cinco de cada diez nios y adolescentes muestranconductas oposicionistas ocasionales, las que son abordadas por los adultos enforma intuitiva, aplicando mtodos al azar que algunas veces dan resultados

    favorables, pero que en la mayora de los casos no funcionan y hacen que eladulto acabe confesndose sobrepasado e impotente. Estadsticasinternacionales indican que uno de cada dos nios se muestra porfiado ydesobediente en ms de una oportunidad y que dos de cada diez exhiben unaconducta oposicionista en forma habitual. Pero slo en dos de cada cien nios laconducta oposicionista u oposicionista desafiante obedece a una psicopatologa.

    La mayora de los adultos estima que la conducta oposicionista de niosy adolescentes obedece a una suerte de naturaleza brava innata algo ascomo la condicin de chcaros de ciertos caballos de montar, la cual debe serabordada con las estrategias de control que el sentido comn dicta: esanaturaleza brava, que pugna por expresarse libremente, debe ser subyugada, y

    cuanto antes se apliquen los mtodos de control, mejor ser el resultado entrminos de docilidad socializada. Lamentablemente, este modelo dedomesticacin cumple a cabalidad con una mxima que reza as: "La bsquedade la solucin es lo que contribuye a mantener el problema". En efecto, laexperiencia emprica, apoyada en investigaciones aplicadas llevadas a cabo porprofesionales de la psicologa, ha demostrado que los nicos mtodos efectivospara abordar la conducta desafiante de nios y adolescentes son los que sesustentan en la identificacin de los factores que las facilitan, provocan yempeoran. Hay que ir a la causa.

    En la aparicin de los comportamientos desafiantes confluyennumerosos motivos conjugados en una secuencia que culmina en la conducta

    rebelde, representada por la desobediencia, el negativismo y la pataleta en losnios ms pequeos o en la actitud de abierta confrontacin con el adulto en losms grandes. La paradoja es que alrededor del noventa por ciento de laspataletas o conductas desafiantes obedece a causas externas al nio einherentes al adulto que trata de sofocarlas. Recetas simples del tipo "apliquemano dura" o "no se deje manipular" pueden fracasar totalmente si no seentienden las causas de la pataleta ni se abordan de un modo objetivo vconsistente.

    Pataletas, conductas demandantes, actitudes oposicionistas oconfrontacionales, comportamientos desafiantes y rivalidad constante entrehermanos se pueden describir y clasificar para una comprensin explicativa que

    permite un abordaje efectivo a corto plazo. Con fines didcticos, vamos aentregarles el denominador comn de "conducta rebelde", que dividiremos de lasiguiente manera: Conducta rebelde propia de la edad de desarrollo. Conducta rebelde reactiva. Conducta rebelde como expresin de una psicopatologa.

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    Con el fin de disear estrategias efectivas de abordaje, ingresaremos acontinuacin al mbito explicativo, es decir, nos pondremos un traje de buzo ynos sumergiremos en el misterioso y fascinante mundo mental y emocionalinfantil que se esconde tras estas conductas.

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    CAPITULO IBIOLOGA DEL MUNDO EMOCIONAL INFANTIL

    Para entender y abordar una conducta desafiante es fundamental asomarse almundo emocional infantil, constantemente en evolucin a medida en que el nio

    crece.

    Todo comportamiento o conducta es la expresin observable defenmenos internos que surgen desde lo psquica y lo emocional. En otraspalabras; las ideas, creencias, supuestos, interpretaciones de la realidad y otrasrepresentaciones mentales, unidas a determinados fenmenos que tienen lugaren las estructuras cerebrales donde se lleva a cabo nuestra vida emocional, danorigen a las conductas. Los comportamientos son slo la parte visible, la puntadel iceberg de un fenmeno cuya real dimensin es preciso conocer paramodificar.

    Para ello nos adentraremos en la biologa v la psicologa de la vida

    emocional infantil y luego abordaremos los factores del ambiente que fomentan,desencadenan, mantienen o empeoran los distintos tipos de problemasconductuales frecuentes en nios y adolescentes.

    El temperamento

    El temperamento es la dimensin biolgica de la personalidad. Est escrito enlos genes y es heredado. En l confluyen fenmenos psicofisiolgicos que debenser decodificados, ordenados y regulados, y que se organizan en funcionesbiolgicas con un sustrato anatmico y una expresin conductual. Estas

    funciones biolgicas son la respuesta de ansiedad, las respuestas instintivas oimpulsos, el estado de nimo y la capacidad de disfrutar.

    Ansiedad

    Consiste en una cadena de eventos neuronales que baan el cerebro consustancias qumicas especficas (tales como el cortisol y la noradrenalina) paraenfrentar adecuadamente situaciones desafiantes o amenazantes, ya seanreales o imaginarias. La respuesta de ansiedad nos permite hacerles frente ohuir. Cuando sta es excesiva, provoca una sobre alerta, una especie de luzincandescente que ilumina el cerebro intensamente, bloquea la capacidad de

    discernir y cede paso a un conjunto de conductas inmediatas, primitivas,orientadas a la supervivencia. En cierto sentido, la ansiedad calienta la cabeza yfacilita conductas impulsivas. Si la respuesta es excesiva o los mecanismos deautocontrol son deficitarios, aparecen conductas agresivas y la ansiedad lleva unapellido: ansiedad persecutoria. En algunos nios y adultos, la ansiedad excesivaparaliza.

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    Respuestas instintivas

    Son conductas primitivas orientadas a la supervivencia. Se desencadenan demodo inmediato, no consciente, sin elaboracin reflexiva. Atacar un plato decomida movidos por un hambre de das, asaltar sexualmente a una mujerindefensa o agredir para defenderse son conductas instintivas. Tambin lo es,

    paradjicamente, cierta forma impulsiva de suicidio. El rasgo esencial en todasestas conductas es la rapidez con la que emergen.

    Estado de nimo

    Es una percepcin subjetiva y relativamente estable de bienestar psquico yfsico, que va acompaada de emociones y sentimientos positivos. Sufre levesoscilaciones por influjo de las experiencias: "bajones" y momentos jubilosos.Oscilaciones mayores, fuera de rango, constituyen una psicopatologarelativamente frecuente conocida como desorden bipolar.

    Capacidad de disfrutar

    Es una condicin inherente al ser humano y a los animales superiores. Consisteen un estado de alegra provocado por la cercana de otros seres humanos, lanaturaleza v experiencias estticas y espirituales.

    Las emociones

    Las emociones son estados internos pasajeros que poseen una valencia positivao negativa. Surgen de emociones primarias instaladas en el cerebro humano

    desde el nacimiento: la alegra, la quietud, la rabia y el miedo. En cambio, lossentimientos son estados internos duraderos, estables, permanentes, que seconstruyen a partir de las emociones.

    Las emociones positivas son la alegra, la quietud, el jbilo, la euforia, elxtasis, el gozo. Entre los sentimientos positivos reconocemos el optimismo, laconfianza, la serenidad, la motivacin, la bondad y el altruismo.

    Las emociones negativas son el miedo y la rabia, mientras que entre lossentimientos negativos identificamos el resentimiento, la hostilidad, elpesimismo, el encono, la envidia, el rencor, el deseo de dao.

    Las emociones negativas nacen tal como los ros correntosos en lamontaa: las energas de estas aguas, sin control ni cauce, se despean por lasladeras arrasando sembrados y causando destruccin. Hasta el primer ao ymedio de vida, las emociones son como ros que acaban de nacer y debenbuscar su cauce para no desbordarse. Es la mam o la cuidadora quien ha deconstituir ese cauce al ofrecer una atencin solcita a la rabia que se origina enel hambre o el fro del nio, el miedo que experimenta cuando se siente solo o eldolor que le producen los clicos.

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    Caso de Fabin

    Fabin, de tres aos y cinco meses de edad, ha empezado a tenerpataletas diariamente, pero slo en casa. Pataleta para vestirse,

    pataleta para sentarse a la mesa, pataleta para ponerse el pijama...Fabin era el primer hijo y primer nieto hasta que naci su hermanitoAndrs, hace quince das. Cuando Fabin llega del jardn infantil, lamam no lo deja acercarse al beb porque "puede traer microbios". Laabuela ha comenzado a reprender a Fabin. Dice que grita tanto que elbeb se va a poner nervioso.

    En este breve ejemplo podemos suponer que Fabin est a merced deemociones negativas: el miedo y la rabia que surgen porque se siente solo ydesplazado. Percibe visceralmente que su mam ha dejado de quererlo, que loha reemplazado por un beb permanentemente en brazos y lo priva de lascaricias y atenciones que hasta hace poco le pertenecan a l como hijo nico.

    Adems, Fabin se siente rechazado por una abuela que hasta hace poco sedesviva por atenderlo. En cambio en el jardn infantil se siente regaloneado. Lastas no le han perdido el cario. Con ellas recupera la alegra y la quietud.

    A partir de los ocho o diez meses de edad, el nio desarrolla lenta ygradualmente estrategias efectivas para darles un cauce adecuado a lasemociones que lo desbordan. Cuando las condiciones internas y ambientales sonideales, las estructuras cerebrales van madurando y permitiendo unaautorregulacin relativamente eficiente, automtica, espontnea e inmediata.Gracias a la progresiva maduracin de conexiones entre el mundo subterrneode las emociones y la corteza cerebral, el nio suma estrategias relativamenteconscientes para autorregularse, como echar mano a la fantasa (imaginar que

    es un tigre feroz) o a los objetos transicionales que representan a la madre(alguna cosa que le pertenezca a ella, como una prenda de vestir) o queadquieren el carcter de amuletos que neutralizan el miedo: un paal o "tuto",un peluche, un chupete o un pulgar en la boca (estos dos ltimos son sustitutosdel pezn).

    Caso de Magdalena

    Magdalena tiene diez meses. Regularmente despierta entre lamedianoche y la una de la madrugada y llora desconsoladamente. Sumadre se levanta y mueve suavemente la cuna mientras canta unacancin en voz baja hasta que la pequea retorna su sueo. El pap estcada vez ms irritado y le exige a su esposa que no se levante. "Djalallorar hasta que aprenda que lo mejor que puede hacer es volverse adormir", le dice a su mujer. Estima que est malcriando a Magdalena.

    Esta beb an no puede autorregular el miedo que la invade cuando despiertaen medio de la noche y percibe silencio y oscuridad a su alrededor. La actitud desu mam, que acuna suavemente a Magdalena hasta que la nia cierra

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    nuevamente sus ojitos, es la adecuada. El consejo del pap ser vlido en unosmeses ms, cuando su hija pueda recurrir a sus propias estrategias paraautoconfortarse. En efecto, doce meses ms tarde, Magdalena frota el "tuto"contra su nariz hasta retomar el sueo. Su mam no tiene que levantarse aconfortarla. A los cuatro aos, la nia contina despertando a medianoche, peroahora es un gran len de peluche, regalo de su abuela, el que la tranquiliza.

    Magdalena abraza a su len en la oscuridad y en voz baja le pide que d un granrugido para espantar a los fantasmas. A los pocos minutos, la nia duermenuevamente.

    A partir de los cinco o seis aos de edad, el lenguaje como instrumentopara elaborar la emocin, en sintona con un adulto que conforta, es el cauceque impide el desborde y permite recuperar la serenidad. El adulto se sintonizacon el nio para decodificar, elaborar y entender la emocin infantil, y contieneel desborde a travs de la cercana tierna y afectuosa. El nio se autorregularefugindose entre los brazos acogedores del adulto y replegndose en unaactitud regresiva, necesaria para recuperar el control.

    Desde entonces y hasta la pubertad, el nio autorregula sus emocionesa travs de sus recursos de fantasa y su lenguaje interno, el cual se mueve demodo veloz hacia sus recuerdos para traer a la conciencia experiencias pasadasque le sirvan para serenarse. Los nios ansiosos o inmaduros echan manopreferentemente a la fantasa para aplacar el miedo. En esta fase del desarrollo,los personajes de cuentos y de dibujos animados cumplen un rol muy importanteen la elaboracin del miedo, ya que el nio adopta en su imaginacin el papeldel hroe o del ms poderoso. Pero encauzar la rabia no es fcil para l: siguenecesitando la presencia acogedora y setena de los adultos, cuya actitud, comoantes, ser el cauce para el desborde emocional. Cuando el nio no encuentraese cauce, la rabia y, en ocasiones, el miedo emergen en forma de una pataletao de un comportamiento oposicionista, como veremos ms adelante.

    Caso de Jos Toms

    Jos Toms tiene un gemelo de ocho aos. Ambos acaban de llegar a laciudad, porque su padre se cambi de trabajo. Tras algunos das declases, el hermano gemelo de Jos Toms es intervenidoquirrgicamente en forma urgente, de modo que a partir de la segundasemana escolar Jos Toms debe ir solo a su nuevo colegio. Est muyasustado, aora la presencia tranquilizadora de su hermano y tienemiedo de ser agredido por dos chicos con fama de matones. Cada ciertotiempo, mete la mano al fondo de su mochila, donde tiene escondido su

    juguete preferido, y se aferra a l con fuerza en busca de proteccin,mientras las mariposas en su estmago amenazan transformarse enincontenibles deseos de ir al bao. Plido y tembloroso, permanececomo atornillado al banco cuando suena el timbre del recreo, mientrasel resto de los chicos sale en tropel al patio. De pronto, la profesora seacerca a Jos Toms. Con una voz dulce y clida, lo abraza y lepregunta: "Te gustara ser mi ayudante por dos semanas? Te sentarscerca de mi pupitre y tendrs a cargo varias tareas que yo no puedo

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    hacer sola. Adems, as no echars tanto de menos a tu hermanito.Sabes?, cuando yo tena diez aos tambin me cambiaron de colegio yal comienzo me senta perdida, pero luego tuve muchos amigos". Jos

    Toms respira hondo. Lo invade una oleada de paz. La profesora ser suamiga hasta que vuelva su hermano o encuentre un amigo.

    Durante la pubertad (entre los trece y catorce aos de edad) se desarrollanreas cerebrales que favorecen la reflexin y el autoconocimiento. Eladolescente ya no necesita la mediacin de un adulto para encauzar susemociones; le basta con replegarse mentalmente sobre s mismo (autocontrol) yanalizar de modo flexible a travs de su lenguaje interno, la memoria de susexperiencias y las enseanzas valricas recibidas aquellas circunstancias quele generan ira o miedo. Esto le permite buscar soluciones adecuadas. A menudo,la conversacin con sus pares, un encuentro reflexivo en el cual se produce unintercambio de experiencias y posibles soluciones, es muy efectiva en devolverlela calma. Pero el adolescente protege su intimidad frente a sus padres. Guardasilencio cuando lo interrogan acerca de su mal talante, especialmente si las

    estrategias de comunicacin afectiva en su familia son dbiles. Por principio ydoctrina rechaza los consejos del adulto, sobre todo cuando son entregados conla actitud benevolente de la persona sabia y experimentada que se acongoja alver la ineptitud e inmadurez de los chicos o que pontifica en tono solemneolvidando una regla de oro: escuchar.

    Los pberes y adolescentes experimentan cambios funcionalescerebrales muy particulares que les permiten enfrentar los desafos sociales queestn por venir. Entre estas modificaciones, la bsqueda de riesgo en losvarones y la potenciacin de la impulsividad por influjo grupal en nios y niasdeben ser conocidas por padres y profesores. Es probable que el crecienteinters de los chicos varones entre trece y dieciocho aos por vivir situaciones

    riesgosas, liberadoras de adrenalina, est escrito en clave gentica desde lostiempos en que, cumplida cierta edad, los adolescentes deban salir con loshombres de la tribu a cazar o a pelear contra los enemigos. Sin placer por elriesgo, el miedo los habra paralizado o los habra hecho huir. El deseo de liberaradrenalina fue el motor que les permiti convertirse en hbiles cazadores yguerreros. Esta bsqueda de riesgo se asocio a un incremento de la impulsividady agresividad por influjo del grupo. Podemos imaginar la desazn y el miedo queexperimentaba un adolescente obligado a acompaar a los hombres a cazar o aenfrentar a la tribu rival; pero si al grupo se sumaban otros chicos de similaredad, el miedo era reemplazado por una gozosa excitacin. Los adolescentesmostraban los dientes con ferocidad y hacan gala de arrojo blandiendo suslanzas y garrotes con aullidos amenazantes. Miles de aos ms tarde, un chicoque camina solitario por la calle se muestra inhibido, pero si se le unen amigosse vuelve desenfadado, provocador y dispuesto a agredir a quien lo llame alorden. Su grupo de pares le da valor y decisin a la hora de mostrarseoposicionista y desafiante.

    Miedo y rabia son igual a agresividad

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    Desde los primeros tiempos del hombre en la Tierra, las emociones y lossentimientos negativos primarios como la rabia, el miedo, el rencor, lahostilidad, el resentimiento y el encono estn indisolublemente ligados a laagresividad, una compleja dimensin emocional orientada a la supervivencia y,probablemente, uno de los ms potentes motores evolutivos biolgicos. Laagresividad desencadena comportamientos de dao conocidos como agresin o

    conducta agresiva. En la mayora de los nios y adultos la agresividad es unrasgo normal que se agazapa la mayor parte del tiempo, cual animal salvaje ensu madriguera, silencioso y latente, sin emerger como conducta a menos que lascircunstancias sean propicias. En una minora de nios, adolescentes y adultos,la agresividad no est latente, sino activa y provoca frecuentes conductas dedao inesperadas o injustificadas. Esto ocurre debido a lesiones o a un malfuncionamiento en numerosas estructuras cerebrales especficas y cae en elmbito de la psicopatologa.

    Como la agresividad es una dimensin emocional muy antigua escritaen clave biolgica de supervivencia y adaptacin al medio, se activa en formainstantnea, sbita, sin mediacin de tiempo ni elaboracin consciente en las

    siguientes situaciones:

    Cuando aparece un extrao en nuestro territorio. Cuando percibimos provocacin (real o fantaseada),especialmente si seexpresa como burla o intento de sometimiento por la fuerza (control coercitivo). Cuando no decodificamos adecuadamente las seales amistosas de parte dequien es percibido como extrao o antagonista.

    Cuando aparece un extrao en nuestro territorio

    Entre el nacimiento y los ocho o diez meses de edad, el nio no discrimina entre

    conocidos y desconocidos. Le sonre abiertamente a todo el mundo, tiende susbracitos y acepta con placer las caricias de quien se cruce en su camino. Pero elbeb sociable da paso a uno cauteloso que teme a los desconocidos, esconde surostro contra el cuello de su madre y se aferra a ella como un koala asustadocuando un extrao intenta cogerlo en brazos. A partir de ese momento, y graciasa la maduracin de estructuras cerebrales especficas, el nio y ms adelanteel adulto reaccionar "territorialmente", experimentando intensa agresividadcuando su terreno (su casa, sus juguetes) sea invadido por un extrao. Sern lasreacciones amistosas del otro, como la sonrisa amplia, la mirada transparente yla actitud relajada, que tambin se activan automtica o conscientemente alpercibir una agresin inminente, las que neutralizarn el torrente agresivo queamenaza convertirse en conducta de dao y darn tiempo para organizar unaelaboracin consciente y un inmediato "cambio de programa".

    Pero si en vez de sonrisas y miradas claras el extrao muestra el ceofruncido, los ojos acerados, la boca apretada y la actitud tensa y alerta, laagresividad no ser neutralizada, sino que se potenciar y emerger unrepertorio de conductas de dao dependientes de la edad, el gnero y otrosfactores. Un nio pequeo morder; uno algo mayor dar patadas y golpes depuo; un adolescente varn derribar, patear y dar bofetadas, mientras que

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    una joven araar y repartir manotazos. Sin duda que todo ser ms veloz ydefinitorio si hay un arma blanca, de fuego o un objeto contundente al alcancede la mano.

    Caso de Jos Toms

    Jos Toms y su hermano gemelo llegaron juntos a su nueva escuela elprimer da de clases. Minutos antes de que la profesora entrara a la sala,

    Jos Toms se sent en un pupitre a la espera de que le dijeran dndesentarse. De pronto, el dueo del puesto entr a la sala y al ver a estedesconocido en su pupitre se le acerc con el puo en alto y los ojoschispeantes. "Oye, t, a ver si sales de mi asiento ahora!", le grit. Jos

    Toms lo mir con sus grandes ojos asustados, sonri y le tendi lamano: "Hola, soy el nuevo... y ste es mi hermano Jos Pedro. No teestoy quitando el puesto, slo estoy esperando que me digan en qulugar me tengo que sentar". El rostro pecoso del dueo del pupitre sedistendi. Su actitud agresiva fue reemplazada por una sonrisa y luego,

    por una risa alegre. "Oye, pero si este otro es igual a ti! Es tu clon, es tuclon", exclamaba mientras abrazaba a ambos gemelos. Lejos habaquedado su primera reaccin agresiva. Posiblemente gan dos amigos.

    Es probable que por muchos aos los primeros hombres que habitaron elplaneta hayan deambulado solos intentando sobrevivir hasta que descubrieronque la unin hace la fuerza. Entonces apareci en la evolucin ese conjunto deseales amistosas que constituyen el primer paso de afiliacin. Los chicos que

    juegan en una plaza miran al recin llegado como antagonista. Se ponen enguardia. Son las seales amistosas del que llega las que derriban las actitudesbelicosas y dan paso a una invitacin a formar parte del grupo. As nacen lasamistades, nutridas y sostenidas por potentes sentimientos positivos. El animal

    de la agresividad se oculta nuevamente en su madriguera.

    Cuando percibimos provocacin, especialmente si se expresa como burla ointento de sometimiento por la fuerza

    A partir de los 24 meses, el nio comienza a percibir el alcance de su libertadexploratoria y su poder sobre personas y objetos. Se propone dimensionaractivamente hasta dnde puede llegar en este ejercicio primario del dominio. Deeste modo se van gestando una voluntad y un goce ligados al ejercicio de lalibertad y la manipulacin, trmino este ltimo que alude a la accin de movercon las manos un objeto o una marioneta a voluntad.

    Manipular en la interaccin con un adulto o un nio mayor es, entonces,intentar mover a voluntad al otro, modificando sus conductas, expectativas ydecisiones para comprobar gozosamente que uno tiene poder y lo puede ejercercon alguien que indudablemente posee una facultad de dominio mayor. En este

    juego, el adulto o el nio mayor es un antagonista, de modo que unomoviliza energa agresiva, orientada a ponerse en guardia y atacar si el otro daseales de sometimiento o control. Este juego de poder es mximo durante losprimeros cinco aos de vida, en la edad preescolar, cuando el nio se va

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    haciendo consciente de su pequeez, por una parte, y de su capacidad pataejercer dominio sobre alguien con poder, por otra. Es la llamada "edad de laterquedad".

    Suele ocurrir que el adulto, seguro de su fuerza, reacciona con sorna,burlndose del nio y hacindole ver su pequeez y su carencia de verdadero

    poder. Esa actitud burlona tambin despierta en el nio una intensa agresividadque se moviliza como una energa que se desborda en conductas de dao. Aosms tarde, la edad de la terquedad se reedita en el pber que siente los intentosde control de un adulto (padre, profesor) o de un hermano mayor.

    Caso de Alan y Adolfo

    Alan tiene siete aos. Es el primer hijo de su madre y el cuarto de supadre, quien tiene tres hombres de un primer matrimonio. Alan es unchico alegre, bondadoso y dcil, segn su mam. En pleno febrero llegaa la cabaa de veraneo Adolfo, el menor de los hijos del pap, unadolescente de diecisis aos, algo inmaduro. Adolfo est celoso de

    Alan, a quien ve como un ladrn que lo ha despojado del cetro de hijomenor y favorito de su padre. Desde el primer da, Adolfo se proponemolestar a Alan. Decide que el mejor recurso es zaherirlo hacindolesentir su superioridad: lo apoda "microbio". Disfruta proponindole

    juegos en los cuales Alan carece de destreza o velocidad y lo interrumpecuando est conversando. "Slo hablas estupideces", le dice. En pocosdas, la alegra de Alan se esfuma y da paso a una creciente rabia que semezcla con el agudo dolor de la impotencia. Silenciosamente, en lacabaa de veraneo se incuba una relacin peligrosa que puededesencadenar una agresin de Alan hacia Adolfo. Pero el padre deambos chicos se da cuenta del dominio que ejerce el gato, Adolfo, sobreel ratn, Alan, y decide actuar. Le llama severamente la atencin al

    mayor y lo amenaza con privarlo de salidas con amigos por un semestresi no cambia su actitud con el ms pequeo. Lo vigila, lo somete a uncontrol implacable y en ms de una ocasin, al comprobar que lasdescalificaciones de Adolfo hacia Alan continan, opta por descalificar asu vez al mayor. Le dice "cretino" y le requisa el celular por variassemanas, hasta que aprenda a tratar bien a los ms chicos. Con estareaccin no logra sino confirmar los temores que Adolfo tiene en sucorazn: Alan es el preferido del pap. Acto seguido, Adolfo abandona asu vctima para dirigir todo su encono hacia el padre, a quien confrontacada vez que se presenta la oportunidad. Desobedece, llega tarde acomer, permanece hasta el anochecer en la playa con sus amigos y sepone un piercing en el labio superior, que exhibe en forma desenfadadaante su padre furibundo.

    En este ejemplo, el nio menor puede reaccionar en forma impulsivaante las conductas de mofa y sometimiento del hermano mayor. Podria lanzarlealgn objeto contundente o una taza de leche hirviendo... Tambin podra ocurrirque Alan sintiera a Adolfo como un Goliat invencible y, entonces, su agresividadlatente podra dirigirse contra s mismo, en forma de una repentina lcera

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    gstrica, la cada de manchones de cabello alopecia areata u otro desordende somatizacin.

    Cuando no decodificamos adecuadamente las seales amistosas de quien espercibido como extrao o antagonista

    Hay nios que presentan alteraciones de diverso grado y naturaleza en ciertasregiones cerebrales encargadas de percibir al otro como ser humano, decodificarsus cdigos comunicativos (lenguaje verbal y no verbal, como gestos, tono ytimbre de voz) o interpretar lo implcito en sus conductas. Estas habilidades,esenciales para relacionarse e interactuar con otras personas, en la mayora delos nios estn activas desde antes de nacer. Ellas decodifican e interpretancorrectamente una mirada, una sonrisa, gestos faciales y corporales,desplazamientos, etc. Incitan al nio a inhibir conductas de huida o ataque y aactivar aquellas de acercamiento confiado.

    Caso de Claudio

    Claudio tiene nueve aos, presenta sndrome de Asperger y entr a uncolegio privado en plan de integracin. Varios das despus de iniciadaslas clases, Claudio contina saliendo abruptamente de la sala ante eldesconcierto de la profesora, quien decide intervenir ponindole lmites.Es as como cierta maana intercepta a Claudio antes de que franqueela puerta del aula y lo toma suavemente del brazo mientras le dice convoz gentil, pero firme: "Seor conejito, usted no puede entrar y salir dela sala cuando le d la gana como si estuviera en el bosque!". Al sentir lamano de la profesora sobre su brazo, Claudio gira sobre s mismo, leasesta un violento puntapi a la maestra y escapa por los pasillos paraocultarse en un bao mientras grita: "Yo no soy un conejo, no soy un

    conejo!".

    Los nios y adultos con sndrome de Asperger tienen disfunciones de diversogrado en las estructuras cerebrales que decodifican las seales amistosas y"leen" las metforas que solemos decir en clave cariosa. En este caso, elcontacto con la mano de la profesora fue decodificado por Claudio como controly amenaza a su integridad fsica. El chico no supo descifrar "conejito" como lametfora del animalito que salta por los campos libremente. Su capacidad dediscernir no funciona, est paralizada.

    Discernir si la situacin amerita ponerse en guardia y movilizar energa agresivapara atacar o defenderse exige una cabeza lo suficientemente fra, capaz deseleccionar, evaluar, jerarquizar y decidir antes de actuar. Una cabeza fra esuna mente con eficiencia analtica. El principal enemigo del discernimiento comoestrategia de autocontrol de la agresividad es el estrs excesivo, generador deuna ansiedad igualmente excesiva. Debemos recordar que la ansiedad consisteen una cadena de eventos neuronales que baan el cerebro con sustanciasqumicas especficas. Una ansiedad excesiva es un bao qumico que inunda elcerebro e impide mantener una mente fra y analtica. El resultado es la

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    aparicin inmediata de conductas agresivas extremas que se caracterizan por suelevada connotacin impulsiva, ciega. Son conductas orientadas a lasupervivencia. En sentido metafrico, la ansiedad excesiva traslada velozmenteal nio por el tnel del tiempo y lo deja caer en medio de una selva prehistrica,solo e inerme, a merced de los ms temibles depredadores. Vaga en bsquedade un lugar protegido con los msculos en tensin, los puos apretados, las

    pupilas dilatadas. Su corazn late desbocado como si se le fuera a salir delpecho. Todo le despierta una inmediata reaccin defensiva; mira alertabuscando al enemigo o al depredador. Ms de una vez descarga su machetesobre una rama que cruje o un animal que se desliza tras el follaje. En otraspalabras, la ansiedad le calienta la cabeza, le impide discernir y facilita quesurjan en l conductas agresivas. Esto se llama "ansiedad persecutoria".

    Caso de un nio en un terremoto

    Una ciudad ha sido devastada por un terremoto. Horas despus,mientras continan los derrumbes, un chico emerge sbitamente entre

    los escombros de una casa, corre sin rumbo y se agazapa en un portal,enloquecido de pavor. Un bombero rescatista acude a protegerlo, perocuando el chico lo ve acercarse, coge una piedra enorme y se la lanza alrostro para luego reanudar su loca huida. La ansiedad extrema que loenceguece le ha impedido discernir que el uniforme que viste el hombrees el de un bombero, que su expresin es de solcita amistad y que seha acercado con la intencin de socorrerlo.

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    CAPTULO II

    PSICOLOGA DE LA VIDA EMOCIONAL INFANTIL:PERSONALIDAD Y CONDUCTA

    En los primeros veinte aos de la vida, el ser humano an no es autnomo ydepende del conjunto de normas y lmites que le imponen los padres, la escuelay la sociedad como requisito para lograr ser aceptado como ser social. Duranteestas dos dcadas es fundamental que logre hacerse cargo de las consecuenciasde sus acciones e internalice, es decir, haga suyo, el corpus valrico que padres,escuela y sociedad le imponen, el cual, en trminos muy gruesos, se sustenta en

    la capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto. Esta capacidad es elfundamento psicolgico del desarrollo moral y una condicin bsica para poseerinteligencia emocional, es decir, saber adaptarse creativamente a las exigenciassociales. Esta capacidad se sustenta, entre varios otros factores, en lassiguientes dimensiones psicolgicas:

    Atribucionalidad. Locus de control. Carcter, un motor propulsor.

    Atribucionalidad

    La atribucionalidad interna es la capacidad de asumir las consecuencias propiasde las acciones. Consiste en tomar distancia mental en una determinadasituacin para reflexionar y sacar conclusiones que sean de provecho, con el finde optimizar los recursos de adaptacin, ser objetivo en los juicios, aprender delas experiencias pasadas, reconocer el grado de responsabilidad propia endeterminadas circunstancias y establecer nexos de causalidad entre actos yconsecuencias.

    Caso de Arturo

    Arturo tiene catorce aos. Es el capitn del equipo de ftbol de su

    curso y su pap lo castig privndolo de salir y de entrenar durante unmes, pues el chico cometi una falta grave: sac sin permiso laescopeta de caza de su hermano mayor y dispar a los ventanales dela casa vecina, que est deshabitada. En total, son seis grandescristales los que debern ser rpidamente repuestos. Es sbado yArturo se escapa por la ventana del bao para ir a jugar ftbol,desobedeciendo el castigo. Al ser sorprendido, reacciona en formaairada, argumentando que el castigo es injusto porque l no cometi

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    ninguna falta: "La casa estaba deshabitada, yo no le dispar a nadie",dice.

    En este ejemplo vemos a un chico de catorce aos que an no es capaz deestablecer un nexo entre las consecuencias de una accin y la responsabilidaddirecta que a l le cabe en ella. Arturo suele culpar de sus malas calificaciones a

    la profesora que, segn l, le tiene mala barra o al gato negro que se le atravescamino al colegio. El da que devor la torta de cumpleaos de su hermanitaantes de que llegaran los invitados, culp a su mam por haberla dejado encimade la mesa. Arturo presenta una atribucionalidad externa, la cual le dificulta suoportuno desarrollo moral. Los chicos como l se caracterizan por tener unapobre capacidad reflexiva, mostrarse impulsivos y ofuscarse cuando se les invitaa reconocer su responsabilidad en determinadas acciones.

    Locus de control

    Se denomina "locus de control" al proceso por el cual el nio regula socialmente

    su conducta. Un locus de control interno refleja una adecuada aceptacin de losprincipios valricos, morales y de crianza entregados por el medio. Se podradecir que, a travs de este proceso, el nio deja atrs la libertad primaria, propiadel preescolar, que le permita dar rienda suelta a sus impulsos, y adquiere unasegunda libertad, de tipo social, en la cual se rige por convenciones y acuerdosque acepta como propios.

    Un chico con locus de control externo, en cambio, se queda en la libertadprimaria, sujeto al dictado de sus impulsos, y obedece normas, convenciones ylmites morales slo por temor a ser castigado, pero sin entenderlos ni hacerlossuyos.

    Entre los siete y los diez aos de edad, la familia, la escuela y el entorno social levan entregando al nio un corpus de normas, valores y principios quegradualmente l adopta como propios, y que sern ms o menos slidos segnla consistencia, consecuencia y autenticidad de los agentes formadores. Si aeste corpus valrico se le aade una formacin religiosa, el desarrollo moral yaestar prcticamente completo cuando el nio llegue a la pubertad.

    Caso de Arturo

    Volvamos a Arturo, que ha sido severamente advertido: no puede sacarla escopeta de caza de su hermano hasta tener la edad y el criterio parausarla. Sin embargo, pocas semanas despus del episodio de losventanales, el jardinero lo sorprende al fondo de la parceladisparndoles a unos zorzales. Cuando el jardinero le hace ver que hadesobedecido la orden de su padre, Arturo sonre burlonamente, seencoge de hombros y dice: "No importa, mi pap anda de viaje".

    Este adolescente gua su conducta por el principio de la obediencia impuesta:para l, una accin es reprobable si corre riesgo de ser sorprendido

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    cometindola. Si no existe ese riesgo, la accin deja de ser reprobable. Arturopresenta locus de control externo. Aos ms tarde, ser el joven que violar lasnormas de trnsito, conducir bajo los efectos del alcohol o har compras porinternes con la tarjeta de crdito que le sacar al hermano mayor.

    Carcter, un motor propulsor

    Desde muy temprano, la vida le impone desafos al nio. El grado de xito quetenga en afrontarlos depende de una dimensin de la personalidad humanadenominada "carcter", la cual, a diferencia del temperamento que es ladimensin innata de la personalidad, debe ser modelada a travs de unaformacin sistemtica dirigida especficamente a un objetivo. Poseer carcter esdisponer de un conjunto de destrezas que le otorgan solidez, consistencia yobjetividad a la conducta humana y provoca en los dems una suerte deconfianza y fe. Si los talentos cognitivos y sociales ponen a un nio en la sendadel xito, ser su carcter el que lo conduzca a la meta evitando que abandonesu propsito o se desve a medio camino.

    La formacin del carcter se sustenta en la presencia de un conjunto defunciones cerebrales destinadas a administrar eficientemente los talentoscognitivos y sociales, pero depende de modo muy ntimo de un mediador, uneducador del carcter. Creo firmemente que la evolucin ha elegido a los padres(varones) y a los maestros (varones tambin) como arquitectos del carcterinfantil. A lo largo de muchos aos de trabajo profesional he recibido cientos detestimonios de adultos que reconocen haber llegado muy lejos en sus logrospersonales y profesionales porque desde muy pequeos contaron con lapresencia modeladora de un padre, un abuelo u otro varn que les entreg lasarmas necesarias para triunfar de modo legtimo en la arena de la vida y susdesafos.

    El carcter es una dimensin psicolgica que incluye un conjunto de ideas,conceptos, sentimientos y comportamientos cuyo sello distintivo es la fortalezapara enfrentar los desafos y llegar a la meta. Tener carcter implica:

    Voluntad: una firme determinacin. Tesn: ser perseverante. Sacrificio: saber posponer gratificaciones inmediatas en pos de unobjetivo mediato. Responsabilidad: hacerse cargo de las consecuencias de cada accin. Compromiso: responder ciento por ciento a cada obligacin asumida, sindilaciones ni justificaciones. Objetividad: evaluar la marcha de una determinada conducta en pos deun objetivo con la mxima imparcialidad. Consecuencia en el actuar: no transar en las propias opciones si ellas seafirman en convicciones. Coraje: no arredrar si se tiene una meta. Honestidad: saber detenerse si se comprueba un error, especialmente sipuede ser perjudicial o daino para terceros. Esto significa reconocer el error yasumir sus consecuencias.

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    CAPITULO IIIEDUCACIN EMOCIONAL: EL PAPEL DEL AMBIENTE

    Hemos visto que la conducta oposicionista que en los nios pequeos sepresenta como pataletas y en los ms grandes como comportamientosdesafiantes, confrontacin con el adulto, desobediencia y tendencia a molestardeliberadamente puede tener su origen en factores biolgicos o psicolgicosdel nio. Entre ellos se cuentan la ansiedad, el miedo, la impulsividad odificultad para autorregular las emociones, la tendencia a atribuir a terceros lasconsecuencias de las acciones propias y el acto de obedecer slo por temor alcastigo.

    Sin embargo, en los ejemplos que han ilustrado los prrafos anteriores queda enevidencia que la causa de los problemas de conducta infantil y adolescente esmultifactorial y que dicho comportamiento puede ser favorecido y perpetuado

    por los adultos. Ello ocurre cada vez que los adultos cometen errores en su papelde agentes socializadores del nio.

    Socializar es implantar normas y lmites, educar emocionalmente y acompaaral nio en el cumplimiento de tareas. Es un trabajo complejo, exigente y arduo,que debe llevarse a cabo sistemticamente por varios aos, sin claudicar. Pordesgracia, numerosos factores propios del sistema de vida actual se confabulanpara impedir que los adultos lleven a cabo en forma exitosa sus tareas desocializacin: el estrs crnico y la sobrecarga laboral de los padres (y suconsecuencia inmediata: el dficit en cantidad v calidad de tiempo dedicado alos nios); las salas atestadas de alumnos; los maestros agobiados por el estrs,y la presencia en los hogares de una creciente cantidad de agentes de dudosa

    capacidad formadora que ingresan a travs de la televisin e internet son losfactores ms estudiados. Sin embargo, mi experiencia profesional y mi contactocon padres y profesores me llevan a estimar que la principal causa de lasdeficiencias y serios errores en la educacin emocional de nios y adolescentesse debe a la incapacidad o dificultad de los adultos de usar el sentido comn,empalizar con los ms pequeos y conocer mnimamente la biologa y psicologade la niez.

    No todos los adultos tienen una tarea socializadora. Son aquellos adultosllamados "significativos" quienes llevan sobre sus hombros esta misin: padres,abuelos, profesores, tutores, nanas y, en determinadas circunstancias, tos,padrinos, etc. Ser un adulto significativo en la vida de un nio es una enorme

    responsabilidad y muchos adultos parecen no haberla dimensionado en formacabal.

    A continuacin me referir a las tareas de socializacin que deben cumplir losadultos significativos.

    1. Implantar normas en forma oportuna y sistemtica

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    Las normas son convenciones que se establecen sobre fundamentos slidos debase emprica o cientfica. El adulto fija la norma y el nio la acepta y la cumple,por lo tanto, hay un contrato de obediencia. Inicialmente se trata de unaobediencia impuesta, pero pocos aos despus, una vez que el nio comprendey acepta los fundamentos de la norma, sta se transforma en un principiovalrico. Una vez implantadas en el hogar, las normas adquieren estatus de

    inamovibles. Entre ellas destacaremos algunas que son esenciales en una casa.

    Respeto: consiste en una actitud de consideracin hacia otro y contemplaexigencias de buen trato en la actitud, los modales y el lenguaje. El respetoproscribe toda actitud desconsiderada y procaz (como el empleo de insultos, laspalabras soeces y el trato abusivo) y promueve la gentileza en toda ocasin.Esta norma fundamental se debe inculcar tempranamente, antes de los cincoaos de edad, y tiene que consolidarse a travs del ejemplo.

    Caso de Martn

    Martn tiene cuatro aos. Es el menor de seis varones y el conchito de la

    familia, ya que naci siete aos despus del hermano que lo antecede.Desde que entr al colegio ha adquirido fama de garabatero. Su suciovocabulario (llamado en lenguaje tcnico "coprolalia", que significaliteralmente -excrementos lingsticos") es un compendio de palabrotasque los compaeros aprenden y repiten en sus hogares. La profesora harecibido quejas de los apoderados de los dems nios. Al ver que susreprimendas y amonestaciones se estrellan contra la gozosa coprolaliade Martn, la maestra decide citar a los padres del chico. En laentrevista, ellos se manifiestan escpticos acerca de poder limpiar elvocabulario de su retoo. Explican que, como es el menor de seishombres, ha crecido en la ms eficiente escuela de palabrotas. Losdocentes son sus hermanos. cuyo lenguaje ha sido imposible de

    corregir. El mayor, quien juega ftbol en una liga y es de naturalezaimpulsiva, es, en palabras del pap, el decano de la escuela y quienimplanta cada semana nuevas y cada vez ms filosas palabrotas. Elpadre reconoce que nunca corrigi a sus hijos; ms bien los alent a sergroseros, pues estimaba que el vocabulario refinado era impropio devarones con los pantalones bien puestos. La madre declaraabiertamente que ha dado por perdida la batalla, ya que incluso sumarido es mal hablado. "Hay que optar por ponerse tapones en losodos", se disculpa tmidamente ante la profesora.

    En este ejemplo vemos que el padre no supo implantar una norma bsica en lacasa. No slo valid el lenguaje soez como signo de masculinidad, sino quepermiti que cada nuevo hijo lo incorporara como estilo de comunicacin verbalen la dinmica de interacciones en el hogar. No se detuvo a pensar que aquelloque los chicos aprenden corno modelo en la casa, lo hacen suyo y lo muestrancomo estilos habituales de comportamiento en otros contextos.

    Hbitos de orden y de buen uso del tiempo: la vida en comunidad exigemantener los espacios ordenados, cumplir con reglas sobre los lugaresespecficos donde se deben realizar determinadas actividades cotidianas en la

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    casa (como almorzar y cenar en la mesa y no con una bandeja en la cama), yrespetar horarios para acostarse, levantarse, jugar y recrearse, los que no debeninterferir con los horarios de comida, por ejemplo.

    Caso de Martn

    Nos asomaremos a la casa de nuestro ya conocido Martn y sushermanos. Nos enfrentamos a este escenario: es imposible encontrar unespacio ordenado. Los dormitorios de los hijos mayores parecen camposde batalla en los cuales la ropa tirada por doquier, la batera, la guitarra,los discos, los cuadernos, las zapatillas, la pelota de ftbol y cientos deotros objetos aparecen diseminados por el suelo o apilados sin ordensobre mesas y sillas. El hermano mayor llega al anochecer de launiversidad, apurado para no perderse su serie favorita, Los Simpson, demodo que le exige a la empleada que le suba la bandeja con la cena aldormitorio. Dos adolescentes hacen sus deberes sobre la alfombra delliving mientras beben Coca Cola y, de paso, derraman un vaso y cubrenla mancha con un libro de biologa. El padre, que ha llegado del trabajo,

    quiere leer el diario en su silln favorito, pero no puede, pues losadolescentes que hacen sus deberes sobre la alfombra pelean a gritos.Entonces el padre sube a su dormitorio para ver las noticias en latelevisin, pero all, sobre la cama matrimonial, hay una batalla campalentre Martn y su hermano de doce aos, que se disputan aalmohadazos el control remoto. Bajo los pies de ambos chicos,desparramados. estn los cuadernos del hermano de doce aos, quientodava no hace sus deberes porque se sent a ver televisin cuandolleg del colegio y recin ahora, a las nueve de la noche, quiso empezara escribir su tarea cuando Martn trep a la cama a ver Discovery Kids.En el comedor, la madre dispone la mesa en silencio, resignada.

    En este ejemplo comprobamos que los padres de Martn han sido incapaces deimplantar los hbitos de orden y planificacin responsable del tiempo, queconstituyen normas bsicas. Es probable que, una o dos horas despus, el padredecida enviar a sus hijos a dormir a correazos como nico modo de establecer elorden. Y es muy probable tambin que la madre sea la ltima en irse a la cama,porque se quedar recogiendo cuadernos, ordenando mochilas y limpiando lasmanchas de Coca Cola en la alfombra.

    Rectitud y honestidad: se les debe inculcar tempranamente a los nios elvalor de ser veraz, decir la verdad asumiendo los costos que ello implica yreflexionar cuando se ha cometido un error para evitar repetirlo, en especial sidicho error ha perjudicado a terceros.

    2. Poner lmites claros, consistentes y flexibles

    Los lmites son reglas flexibles que los padres implantan en consonancia con loslogros de autonoma del nio a medida en que ste va creciendo: lmites dehorario para ir a jugar a la plaza, para ir a la casa de un amigo, para ir a unafiesta, etc. Si bien los lmites tienen que ser claros, firmes y consistentes. debenser necesariamente flexibles y acomodarse a variables tales corno la edad y el

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    nivel de madurez de los hijos. Tambin hay que considerar las variables propiasdel entorno, como vivir en la ciudad versus en el campo.

    Caso de Bastin

    Bastin tiene trece aos. Despus de desarmar su bicicleta, dej las

    herramientas tiradas en el cobertizo, la puerta de calle manchada congrasa y partes de la bicicleta en el sendero por el que se entra a la casa.Sin haberse lavado las manos, ahora juega en el computador. Su mamlo reprende. le recuerda que antes de encender el computador debehacer los deberes escolares y preparar su mochila, y le pide que guardetodo lo que dej tirado. Bastin le responde con gritos, amenazas eimproperios. Minutos ms tarde, sale de la casa dando un portazo yregresa casi a la medianoche.

    Este chico desconoce dos normas bsicas: el necesario cuidado de suspertenencias (que implica mantener un mnimo orden en la casa) y el respetohacia su madre. Adems, rompe los lmites relativos a los deberes escolares y

    las salidas. Si bien los chicos suelen tornarse desafiantes durante la pubertad, esmuy probable que Bastin haya sido educado sin clara conciencia de las normasy lmites que debe cumplir y respetar.

    3. Educar emocionalmente

    Los adultos significativos tienen como misin educar las emociones de los niospara que desarrollen una temprana autorregulacin emocional, aprendan a serreflexivos, incorporen gradualmente un corpus valrico, se hagan cargo de modoresponsable de las consecuencias de sus acciones y construyan el carcter. Laeducacin de las emociones y del carcter del nio es una tarea exigente para eladulto; precisa tiempo, paciencia, creatividad, flexibilidad, ternura, convicciones,

    un mnimo conocimiento de la niez y de la adolescencia como etapas del ciclode la vida y, en lo posible, algn grado de cultura y sabidura de vida. Pero, porencima de todo, exige que el adulto que gua al nio haya contado en su propiainfancia con un buen educador emocional.

    Para ser un buen educador emocional es indispensable poseer un conocimientointuitivo o cientfico de las tareas del desarrollo infantojuvenil, denominadas"tareas de cumplimiento". Se trata de objetivos que se deben alcanzar adeterminada edad para acceder a una siguiente etapa de desarrollo sobre unaplataforma suficientemente slida. Constituyen dimensiones del crecimientocognitivo, emocional y social de los nios y son relativamente universales, esdecir, trascienden las diferencias culturales, tnicas, geogrficas e inclusohistricas.

    En otras palabras, durante los primeros veinte aos de la vida, nios yadolescentes deben cumplir de modo sucesivo ciertas tareas para crecer comopersonas y acceder a la prxima etapa de desarrollo. Cada etapa madurativatiene su sello personal en cuanto a la naturaleza de las tareas por cumplir. As,en el plano emocional y social, un beb debe aprender a confiar en sus seresms cercanos y, a travs de ellos, en el ser humano. Es una confianza bsica,

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    fundamental para las vinculaciones. Un preescolar tiene que aprender a regularinternamente su temperamento, adquirir las primeras nociones de autonoma,fortalecer su confianza bsica y aprehender el mundo a travs de la experienciadirecta y concreta. Un pber debe aprender a ser reflexivo y un adolescente, ahacerse cargo de s mismo.

    En cada una de estas tareas es necesaria la presencia de adultos significativos.Lamentablemente, el desconocimiento de estos objetivos o la tendencia de losadultos a aferrarse a prejuicios relativos al desarrollo infantil y a aplicar tcnicasintuitivas sustentadas en su propia experiencia suele podar el desarrollo infantilal impedir que cada tarea de cumplimiento se complete para dar paso a laprxima. Estos errores se pagan caro, ya que facilitan y perpetan un problemade conducta. Abordaremos las tareas de cumplimento en el captulo destinado aconocer la llamada "rebelda normal del desarrollo".

    Indudablemente, los adultos con ciertos rasgos de personalidad, equilibrados yms bien relajados frente a la vida, sin ser permisivos, indolentes o negligentes,son los ms sabios en su papel de educadores emocionales. El primer lugar en el

    ranking de habilidad lo ocupan los abuelos, seguidos por los padres de una prolenumerosa que se estn entendiendo con el benjamn de la familia; los padresalgo mayores (con vocacin de abuelos); las madrinas y los padrinos muycercanos, conscientes de que su tarea no es educar al ahijado; las educadorasde prvulos v profesores en la edad media de la vida, ni tan jvenes como paratemer que su autoridad rambalea, ni tan entrados en aos como para claudicarante la fatiga de educar a chicos difciles; las nieras y nanas encargadas decriar nios, que no son necesariamente madres, pero s profundamente sabias,alegres y ldicas. Tambin he conocido adolescentes, varones y mujeres, quehacen gala de una maravillosa sabidura innata al ayudar a sus madres a formary educar emocionalmente a sus hermanos pequeos. Lamentablemente, son tanvaliosos como escasos.

    Pero otros adultos definitivamente carecen de dedos para el piano comoeducadores emocionales. No es difcil describirlos: son la imagen contraria de losanteriores. Son rgidos, ansiosos, impacientes, convencidos de que educaremocionalmente a un nio es sinnimo de disciplinario. Pueden ser adultos

    jvenes, de mediana edad o mayores, articulados en torno a un denominadorcomn: van por la vida aferrados a una idea fija. "Si no subyugo ahora a estecuervito, maana me sacar los ojos", piensan. Los invaden prejuicios sinfundamento, generalmente alimentados por el miedo a perder el control.Observan conductas infantiles tan inocentes y deliciosas como chapotear en elbarro, correr por los pasillos o trepar un cerco y concluyen enfadados: "Si nocontrolo a este nio ahora, a los quince aos me robar las llaves del auto". Venen toda conducta transgresora de los adolescentes un germen de desorden ycaos social. Son adultos mayores aferrados a su pasado, cuando los nios y losadolescentes no podan hablar en la mesa y saban que toda osada se pagabacon una paliza. Confunden el natural respeto con el control a travs del terror.Son adultos que comparten la rabia, la frustracin, la insatisfaccin, elpesimismo y el desencanto existencial. Se irritan frente a la conducta libre ygozosa de un nio pequeo. Tambin son adolescentes enfadados que ven en latarea de representar a sus padres como educadores emocionales de sus

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    hermanos menores la oportunidad de sacar a la superficie todo su resentimientoy frustracin, mostrndose implacables a la hora de disciplinar.

    Caso de dos nios en el aeropuerto

    Un caluroso da de marzo regresaba a Santiago desde el sur. Al subir al

    bus del aeropuerto que me acercara al terminal, dos nios de unoscuatro y cinco aos de edad treparon en forma traviesa hacia el sectordestinado a las maletas. Ms all estaban la madre, pequea y de aireserio; la abuela, apoyada en bastones ortopdicos, y el padre, fornido yde voluminoso abdomen, quien les llam varias veces la atencin a loschicos con voz estentrea, exigindoles que se acercasen de inmediatoal lugar donde l se hallaba. Al verse ignorado por sus hijos, el padrecogi a la niita de los cabellos y, levantndola en el aire, la atrajo conbrusquedad a su lado. La nia comenz a gimotear y busc refugio en elregazo de la abuela. Clav mis ojos en el padre, quien, sonriendo, buscmi aprobacin. "Se da cuenta de lo porfiados que son? Slo as mehacen caso", coment.

    No vale la pena transcribir el spero dilogo que inici con el padre, sino msbien analizar lo ocurrido: los nios pequeos, probablemente cansados yaburridos, comenzaron a jugar en un bus atestado de pasajeros. El padreconsider que estaban molestando y los reprendi. Los nios se mostraronrebeldes y lo ignoraron en vez de obedecerle. La rebelda les cost caro: fueronmaltratados. Por qu actu as ese padre y, adems, justific' y legitim sutrato abusivo? Sera imposible responder a esta pregunta, por cuanto cadaadulto que "educa" de ese modo a sus nios pequeos obedece a motivacionesdistintas. Pero, sin duda, en su proceder debe estar presente lo que sigue: lavoluntad de disciplinar a toda costa ("hay que criarlos derechitos"), la secretafrustracin generada porque los chicos estn cada vez peor, la ira contra la

    suegra que siempre acaba consolando a los chicos y lo desautoriza con suactitud y el desencanto con su esposa, que tcitamente reprueba la violencia.

    Este ejemplo pone de manifiesto la dificultad para mantener a raya nuestraspropias emociones y sentimientos cuando educamos emocionalmente a losnios. La educacin emocional exige objetividad, una suerte de corte de energacontrariedades de la existencia y nuestro papel de formadores de nios. Esindudable que dicha separacin es imposible; cada una de nuestras conductasest teida por fenmenos afectivos inconscientes y, por lo tanto, imposibles decontrolar. Pero los adultos poseemos la capacidad de programar nuestrasconductas desde la reflexin, lo cual nos permite una razonable e imprescindibleneutralidad.

    Es posible identificar situaciones y actitudes adultas que detonan problemas deconducta en nios y adolescentes? S, es posible. Lo valioso de este ejercicio esque al reconocerlas podemos evitarlas y conquistar con mayor facilidad lanecesaria objetividad en nuestro papel de educadores emocionales. Vamos amencionar aquellas actitudes y situaciones crticas que ms favorecen laspataletas, las conductas desafiantes y las constantes confrontaciones del nio oel adolescente con el adulto.

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    El adulto muestra un intento real de control coercitivo en la aplicacin denormas y de lmites, en su papel de educador emocional o en su rol deacompaante en las tareas de cumplimiento. El control coercitivo surge eninteracciones verticales, es decir, cuando hay un subordinado y un dominador. Elsubordinado, en este caso el nio, no entiende o no est de acuerdo con la

    posicin de quien ejerce el control, de modo que se establece una oposicin depresuposiciones contrapuestas. El adulto considera que debe doblegar al nio,mientras que el nio asume que el adulto lo quiere dominar. Se crea un conflictode poder.

    El nio o adolescente interpreta la conducta del adulto como control coercitivoen los roles anteriormente sealados. Como las relaciones adulto-nio sonverticales por los primeros quince aos de la vida del menor, es natural que elchico atraviese por sucesivos perodos de rebelda. Estas fases no son sino laexpresin de una lucha entre la autoridad que norma y pone lmites y lanaturaleza libre de un nio, que percibe en cada norma un intento de control. Elproblema surge cuando el adulto ejerce la autoridad desde el control y la presin

    y no desde la empata.

    El adulto muestra un comportamiento errtico, inconsistente, que impide queel nio establezca un patrn conductual coherente. Los nios miran a los adultoscomo infalibles, poseedores de la verdad, y esperan de ellos claridad en sus

    juicios, consistencia en sus decisiones y honestidad en su actuar. Cuando se dancuenta de los errores de los mayores, los nios se confunden y aparecen en elloslos comportamientos errticos, la resistencia a aceptar lo que no logranentender y la bsqueda ciega de preservar su libertad y capacidad de decisin.

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    SEGUNDA PARTE

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    LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA Y SU ABORDAJE

    En el primer captulo dividimos los trastornos conductuales de nios yadolescentes en tres grandes grupos:

    Conducta rebelde propia de la edad de desarrollo. Conducta rebelde reactiva. Conducta rebelde como expresin de una psicopatologa.

    La conducta rebelde reactiva y la conducta rebelde como expresin de unapsicopatologa han sido activamente estudiadas por las distintas disciplinas queconforman el rea clnica infantil, descritas profusamente en textos depsicopatologa infantojuvenil y codificadas en el Manual Estadstico y Diagnsticode Enfermedades Mentales, conocido como DSM, el cual agrupa los anlisisinterdisciplinarios de expertos y es actualizado y revisado cada cierto tiempo. Encambio, la conducta rebelde propia de la edad de desarrollo constituye un objeto

    de estudio de la psicologa infantil.En los captulos siguientes conoceremos cada uno de estos tipos de conductarebelde y aprenderemos cmo identificarlos v abordarlos de modo efectivo conestrategias fciles de aplicar en la casa y en la escuela.

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    CAPTULO ICONDUCTA REBELDE PROPIA DE LA EDAD DEDESARROLLO

    El desarrollo neurobiolgico y psicolgico infantil se extiende durante las dosprimeras dcadas de la vida. En estos largos veinte aos, el nio, y luego eladolescente, atraviesa sucesivas crisis del desarrollo, las cuales obedecen a doscausas. La primera radica en las modificaciones cerebrales esculpidas en losgenes por miles de aos de historia evolutiva (filognesis de la especie), durantelos cuales el ambiente fue ejerciendo paulatinas presiones de adaptacin. Lasegunda se relaciona con los escenarios histrico, geogrfico y biogrfico en loscuales cada ser humano vive su guin existencial. Estos escenarios se imbricanntimamente provocando fenmenos conductuales especficos, entre los cualeslas crisis conductuales ocupan un lugar destacado, pero no el nico.

    Los cambios internos que vive el nio a medida que crece, unidos a las distintas

    circunstancias que configuran su escenario biogrfico, explican por qu sesuceden crisis existenciales, cada una de ellas con una expresin propia. Entrelos diez y los doce aos, el nio intuye los cambios que se avecinan, los cualespondrn fin a la niez y traern consigo nuevos desafos. Esta intuicin provocaen l una profunda tristeza, al modo de un duelo por la infancia que empieza aalejarse y de un conflicto entre el miedo a lo que se avecina y la curiosidad portener nuevas experiencias. Lo mismo sucede con el adolescente, quien adquieresbitamente una aguda nocin de las responsabilidades que lo aguardan, de lasexpectativas de sus padres y profesores, a quienes no puede defraudar, y de lainminente prdida de su preciada libertad al tener que asumirresponsabilidades, como entrar a la universidad o al mercado laboral. No es deextraar entonces que los chicos transiten por sucesivos momentos de

    melancola, introversin y miedo que se reflejan en sus conductas y afectannegativamente su disposicin para responder a las exigencias a las que sonsometidos.

    Caso de Andrs

    Andrs tiene once aos y es el menor de tres hermanos. Hasta fines delao anterior era "la alegra del hogar', siempre contento, lleno de unaenerga que canalizaba jugando y practicando hockey en el colegio. Losfines de semana llegaban muchos amigos a la casa, atrados por lapersonalidad clida y expresiva de Andrs. Pero este ao Andresito"parece enfermo", segn su mam. "Anda enrollado", dice el pap.

    Silencioso, con la mirada perdida, pasa horas en su cama observando eltecho y se queja de estar permanentemente cansado. Ya no quiere jugarhockey ni invitar amigos a la casa. En l han reaparecido viejos miedos,que incluso lo han llevado a pasarse a la cama de sus padres en lanoche. y se muestra sensible en extremo, a tal punto que sus doshermanos mayores se burlan de l y lo apodan "Magdaleno". Una ta deprofesin enfermera ha sugerido tmidamente que Andrs podra estardeprimido.

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    En efecto, Andrs no est bien, pero su melancola y desgano no llegan aconfigurar una depresin. Simplemente, el chico ha empezado a experimentar elduelo por una niez que empieza a batirse en retirada. Ms que nuncanecesitar la cercana cariosa de sus padres, quienes no debern presionarlopara que reanude sus actividades mediante amenazas o descalificaciones.Andrs tambin necesitar la comprensin de sus hermanos, ya universitarios,

    quienes parecen haber olvidado que los once aos no siempre son luminosos yconfiados. En unos dieciocho meses ms, Andrs recuperar su natural aplomo,lo invadir nuevamente la energa vital y se mostrar ansioso por ingresar a laextravertida edad puberal.

    Lo que vive Andrs es una crisis existencial. La conducta rebelde durante eldesarrollo es un fenmeno distinto. Es la expresin visible de una pugnasubterrnea entre el nio y el adulto, que se origina en las distintasconcepciones de libertad, autonoma y autodeterminacin que abrigan ydefienden cada uno, pugna similar a la vivida por las colonias americanas almomento de optar por la libertad y luchar por conquistar su autonoma comonacin y su derecho a la autodeterminacin poltica. Bajo esta ptica podemos

    visualizar tres grandes momentos de rebelda como parte del desarrollo: larebelda del prvulo o preescolar, la rebelda puberal y la rebelda adolescente.

    La rebelda del prvulo

    El prvulo o preescolar es una nave lanzada a la conquista de los mares: poseeuna flamante autonoma motriz, adquirida entre los diez y los dieciocho mesesde vida, que le permite desplazarse, trepar, bajar escaleras, abrir puertas yrejas, correr, escabullirse, proyectarse gozosamente cual saeta disparada alblanco y vivir nuevas experiencias a su modo, no al modo determinado por eladulto. se es el ncleo alrededor del cual se articula su conducta: la puesta enprctica de una libertad y una autonoma que pugnan por actualizarse. Esta

    bsqueda de experiencias, esta ansia de conocer el mundo que lo rodea y deactivar su aparato motor, dura los primeros cinco aos de la vida y es una fuerzainterna formidable, similar al gozoso desbocarse de las aguas desprendidas delas nieves en lo alto de una montaa, que parecen ignorar la necesidad de uncauce que las contenga. El nio pequeo parece movido por una energainagotable, a tal punto que si permanece quieto y replegado sobre s mismo oacurrucado en el regazo de la madre mientras el resto de los prvulos juegagozoso en la plaza, ms de alguien comentar preocupado: "Algo le pasa a esenio. Debe estar enfermo".

    Moverse con objetivo exploratorio y de aprendizaje a travs de la experiencia esuna tarea primordial en estos primeros cinco aos de la vida. Por eso es que losabios jugueteros de antao idearon el caballito-balancn, el triciclo, laspequeas ruedas laterales adosadas a la bicicleta v los balones. entre otros

    juguetes.

    En esta primera tarea de cumplimento se oculta el germen de la primigeniarebelda infantil, la cual, si bien es transitoria, en muchos nios se convierte enel captulo inicial de una larga y pedregosa senda de desencuentros con losadultos, desencuentros articulados en torno al gozo de la libertad. Por qu

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    surge, incontenible, la rebelda? Porque ante esta energa de exploracin ydescubrimiento, el papel de los padres y educadoras de prvulos consiste enproteger al nio de los riesgos. Pero este rol de vigilancia a travs de laimposicin de lmites no es la nica causa de la rebelda; ella se potencia porquea esta tarea de cumplimiento del nio se suma una nueva, la cual empieza aimplantarse apenas llega a los dos aos de edad: adquirir las normas bsicas

    para insertarse en una estructura social. Al tener estas dos tareas decumplimento simultneas, se potencia en el nio la percepcin de que el adultointenta someterlo, lo que se opone a su bsqueda infantil de libertad.

    La situacin se torna ms compleja si a este conflicto aadimos doscaractersticas madurativas del preescolar que suelen incidir negativamente eneste proceso: la adquisicin de la autorregulacin emocional, la cual es gradualy, por lo tanto, precaria, y el fuerte egocentrismo propio del prvulo, el cual lolleva a demandar atencin. Describamos entonces a un tpico prvulo: un nio onia que quiere atencin exclusiva, es inquieto o inquieta, desea explorar a sumanera, desconoce an las reglas que rigen la conducta social, se activaemocionalmente en exceso con mucha facilidad y manifiesta intensamente su

    enojo o frustracin. El resultado es un prvulo que se opone a los intentos deprotegerlo de los peligros mediante lmites, dice "no" a todo y tiene como rasgocaracterstico la obstinacin. El nio se resiste en forma activa a los intentos deinculcarle normas y responde con su ms poderosa arma: la pataleta.

    Se denomina pataleta a una expresin conductual de intensa rabia,caracterizada por llanto, gritos y comportamientos primitivos, como lanzarse alsuelo, golpear el piso con los pies y los puos o darse cabezazos contra un muroo el suelo. En casos extremos, la pataleta se acompaa de agresin fsica,generalmente, cuando el adulto intenta controlar al nio coercitivamente.

    El abordaje de las primeras pataletas es crucial para la definicin de las

    siguientes: si se enfrentan adecuadamente se irn extinguiendo con relativafacilidad, dependiendo del temperamento del prvulo. Si son abordadas concontrol coercitivo, es probable que se vuelvan cada vez ms intensas y segeneralicen en muchas y variadas situaciones cotidianas. El adulto seexasperar y sentar las bases para una futura rebelda reactiva. Las primeraspataletas del prvulo desenmascaran al adulto. Muestran de manerainexcusable si posee habilidades innatas para sobrevivir a la tempestadconductual del nio o si cree grave error que al prvulo hay que someterloantes de que sea demasiado tarde.

    La pataleta no debe recibir ningn tipo de refuerzo. Los adultos no deben correra cumplir lo que el nio desea, hacer promesas, rogar ni mostrarse exasperadoso desesperados. Tampoco deben intentar someter al pequeo por la fuerza, yaque de ese modo slo consiguen intensificar la conducta rebelde, lo cualaumenta, a su vez, la exasperacin y la rabia en As se establece un crculovicioso que slo se interrumpe con la agresin del adulto, como zarandear alnio, darle una palmada en el rostro o emplear el clsico correazo. Estoscorrectivos no son inocentes. Al recurrir a ellos para zanjar el problema, el adultova est fuera de s, de modo que es probable que golpee al nio con violenciadescontrolada.

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    Lo que debe hacer el adulto es mantener la calma aguardando sin intervenirhasta que la energa rabiosa se agote y desaparezca. Cuando la pataleta tieneespectadores otros miembros de la familia, transentes, pblico en una tienda, es probable que antes de que se extinga ms de alguien intervengaalterando el normal devenir del proceso. En esos casos hay que sacar al nio de

    la escena, procedimiento denominado "tiempo fuera", y dejarlo en un lugarseguro donde la rabia fluya hasta agotarse. El adulto debe permanecer junto alnio en silencio y en calma. Es necesario que procure mantener una expresinserena; puede continuar realizando la actividad que lo ocupaba momentos anteso simplemente observar al nio en actitud de espera. Lo esencial es nointervenir ni perder los estribos, por cuanto las emociones del nio sonformateadas por las emociones del adulto: la ira genera ira, la violencia provocaagresin, la calma invita a serenarse.

    A los adultos les resulta muy difcil aceptar que su actitud tranquila puedacalmar una rabieta v suelen exasperarse con prontitud, ya que les resulta mslgico creer que la pataleta puede sofocarse. Hemos observado en calles y

    tiendas a mams que miran la rabieta del nio, pero haciendo observacionesirnicas y cargadas de enfado: "No, no me vas a convencer". "Pareces unanimalito ah tirado en el suelo". "Puedes gritar hasta que te canses. No me lasvas a ganar". Comentarios de este tipo atizanel fuego.

    Los adultos que se animan a probar la estrategia de la nointervencin sesorprenden con los resultados. Lo esencial. no obstante, es mantener la calmacon la conviccin de que el nio finalmente se va a serenar. En algunos casos,puede dar resultado provocar un giro abrupto de la situacin que ha generado lapataleta, lo cual resulta mejor cuando interviene un tercero neutral. He aqu unejemplo: en una ocasin, un chico de cuatro aos se neg a entrar a mi consulta.

    Le dio una intensa pataleta en el antejardn. Esto provoc una rpidaexasperacin en la madre, la cual comenz a contar con voz airada: "A la una, alas dos... Te las voy a dar". La pataleta segua. Una abuela que aguardaba a sunieto en la sala de espera apareci en el antejardn con un juguete y, sonriente,le dijo al nio con voz suave: ";Has visto qu lindos juguetes hay ac? Quieresentrar a verlos?". En sus manos, la abuela agitaba un gran dinosaurio que logrsu objetivo. Ces la pataleta y el chico entr a la sala de espera sin presiones. Alos pocos minutos jugaba feliz en la alfombra v su joven mam respirabatranquila.

    Es posible evitar una pataleta? Sin duda que s. La estrategia ms exitosa esanticipar su aparicin, es decir, evitar activamente que se desencadene. Paraello, el adulto debe estar alerta a los factores que suelen provocar esta conductaen el nio. Las madres observadoras se dan cuenta de que el sueo, el hambre,el cansancio, el encierro, el exceso de abrigo, el fro, el aburrimiento lasconductas de control coercitivo son los principales factores desencadenantes delas pataletas en nios pequeos. Por lo tanto, en vez de preguntarse cmoactuar frente a una pataleta se preguntan cmo evitarla en una circunstanciadeterminada. Analizan el da a da de sus hijos pequeos. Descubren a qu horale sobreviene al nio un sueo incontenible y procuran acostarlo antes de esa

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    hora lmite. Calculan cuntas horas pueden transcurrir sin que su hijo sientahambre y suelen llevar en sus bolsos alguna golosina o galletitas para reaccionara tiempo. Observan cules son las situaciones que le provocan intenso tedio o legeneran temor, como las visitas al pediatra, caracterizadas por largas esperasen salas donde las revistas ajadas son el nico juguete y el repiquetearincesante del telfono crispa los nervios. En estos casos, el da de la visita al

    doctor las madres pueden acudir premunidas de hojas de papel, lpices decolores, cuentos, naipes o juguetes. De ese modo acortan la espera y ahuyentanlas pataletas.

    En el hogar, el principal factor generador de pataletas es la ansiedad, la cualhabitualmente se debe a factores ambientalesque a menudo se presentan en forma simultnea potenciando sudevastador efecto:

    Un ambiente de sobreestimulacin permanente: vivir en departamentosubicados en calles con mucho trfico, por cuyas ventanas abiertas ingresa elbullicio catico de la ciudad; la nociva costumbre de mantener encendido el

    televisor o la radio en forma permanente; adultos que suelen elevar el volumende la voz innecesariamente o que se dirigen a los nios a gritos.

    Uno o ms adultos excesivamente ansiosos, impacientes, rgidos eintolerantes, que responden a la obstinacin del nio mediante controlcoercitivo: "Yo tengo el poder y t, nio, debes subordinarte a l".

    Uno o ms adultos que se muestran agobiados, derrotados, que noreaccionan y oponen a la obstinacin del nio una pasividad inamovible. Losnios pequeos necesitan compaa estimulante, ldica, afectuosa y relajada.Ignorarlos es provocarles tedio, el cual, a su vez, es una invitacin a empeorar laconducta.

    Recuerdo un viaje que hice en tren al sur. En el asiento frente a m, dos mujeresjvenes acompaadas por un nio de unos cinco aos y una nia de seis,conversaban animadamente, sin prestarles atencin a los chicos, quienescomenzaron a correr por el pasillo dando agudos gritos de jbilo que irritaban aalgunos pasajeros. Una hora ms tarde, las confidencias de las madrescontinuaban y el alboroto, que no haba menguado ni un instante, haba dadopaso a una ria entre ambos chicos, quienes se daban golpes en el suelotratando de apoderarse de una revista. Las jvenes mujeres los miraban de reojocon expresin vaca un aire de "son as, no hay remedio", sin ofrecerles a losnios aburridos alguna distraccin que diera por zanjada la pelea y les hicierams tolerable el viaje.

    En otras ocasiones no es el aburrimiento, sino la ansiedad del nio lo quedesencadena en l las pataletas. Recordemos que en los pequeos el miedo esmuy potente. La presencia de un extrao en su casa (los padres deben salir atrabajar y el nio se quedar solo con una nueva nana, por ejemplo) le provocaun incontrolable temor que desemboca en una feroz rabieta. Es necesario leer

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    siempre las pataletas en clave de ansiedad. Ello permite descubrir factores delentorno cotidiano que le generan miedo al nio. Abordar dichos factores escrucial para extinguir las pataletas.

    Caso de Raimundo

    Raimundo es hijo nico. tiene tres aos y va al jardn infantil por lastardes. Desde hace cinco das en su casa se instal una cuadrilla dealbailes para hacer una ampliacin. Desde entonces, cada vez que suspadres se prepararan para salir a trabajar. Raimundo tiene intensaspataletas que alcanzan un nivel alarmante una vez que se queda solocon su nana en la casa. El pap est ofuscado y le ha dicho a la mamque "no se deje manipular por este consentido-, advirtindole que si laspataletas continan, le dar unos buenos correctivos. Pero la madre lehace ver a su marido que las pataletas de su hijo se deben a que lesteme a los a los albailes y opta por conversar con la nana. pidindoleque, mientras dure el trabajo de ampliacin, no deje solo al chico. Ledice que juegue con l y mantenga los quehaceres de la casa en un

    segundo plano. La nana reconoce que los das anteriores no tuvo elcuidado de estar permanentemente con Raimundo y lo dej ms dealguna vez solo en el primer piso en medio de albailes, martillos ytaladros. En una semana, el nio recuper su natural espontaneidad ybuen nimo al despedirse de sus padres por las maanas.

    Cmo es el adulto que logra conducir al nio suavemente por varios meseshasta lograr que incorpore normas y hbitos, acepte los lmites y cambie surebelda por una razonable docilidad? La respuesta es simple y compleja a lavez: aquel adulto que conoce, intuitiva o cientficamente, la psicologa y biologadel nio pequeo. Este conocimiento, transmitido a travs de generaciones, yque slo en las ltimas dcadas ha sido codificado cientficamente, le permite al

    adulto tener una sintona intersubjetiva, es decir, una resonancia con el nio, lacual implica comprender sus motivaciones y respetar sus particularescaractersticas de desarrollo. Desde este conocimiento, el adulto es sereno,hbil, creativo, flexible, protector. lisa el buen humor, el juego y la magia. Noteme perder su autoridad, no busca implantar normas o buenos modales aultranza ni considera que la tarea formadora de nios exige "mano dura". Esteconocimiento intuitivo parece esconderse codificado en nuestros genes, porcuanto todo hombre fue algn da un nio pequeo que logr sobrevivir graciasa que fue cuidado, protegido y socializado, pero al mismo tiempo tuvo espaciopara explorar y aprender de la experiencia directa, que le dio alas a suautodeterminacin.

    El adulto que sabe interactuar en sintona emotiva con los pequeos intuye quees l quien formatea las emociones del nio a travs de su mirada, su expresinfacial, su actitud corporal, el tono y volumen de su voz, y que lo esencial estransmitir un mensaje amistoso. Es un adulto que conoce y admite que lo invadeuna emocin particular activada, a su vez, por numerosas claves no verbalesenviadas por el nio, claves de ternura que lo hacen mostrarse amoroso con elpequeo y evitar intimidarlo.

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    Caso de Marcos y Antonia

    Marcos Antonia son hermosos mellizos de tres aos y medio. Hace dossemanas se mudaron desde un departamento a una casa ubicada en unterreno de cinco mil metros cuadrados. Estn vidos por explorar elnuevo entorno v se resisten a entrar a la casa a la hora del bao y de

    acostarse. Han comenzado a escabullirse cada vez que la mam sale abuscarlos al patio. Mientras Marcos corre hacia el antejardn Antonia sepierde al fondo del extenso terreno. La madre no sabe cmo atraparlos.Finalmente, logra llevarlos a la tina en medio de llantos. patadasforcejeos. Cansada de las pataletas para entrar a la casa. das despuscambia de estrategia: compra coloridas embarcaciones de juguete.patos y varios personajes de Disney. Con los nuevos juguetes construyeun improvisado escenario sobre la tina. En la tarde, cuando consigueatrapar a los mellizos. les dice con voz teatral v convincente excitacin:"Hay unos amiguitos que quieren acompaarlos a baarse. pero slovendrn si ustedes corren a la tina cuando Yo los llame. De lo contrario.se marcharn muy tristes-. Los nios acuden al llamado de la madre.

    Ella los desviste suavemente, descorre la cortina y... all estn losnuevos amigos. El primer bao ldico, en el cual participa gozosa unamam cada vez ms mojada, dura el doble que lo habitual, pero a esamam no le preocupa, porque sabe que ya est sembrada la semilla dela magia: maana, los mellizos competirn para ver quin corre msrpido a la tina y luego, a la cama.

    Pero, ;y si esa mam perteneciera al contingente de adultos que considera que alos nios hay que disciplinarios desde pequeos, que educar no es sinnimo dedrselas de payaso y que la hora del juego no debe confundirse con la hora delbao? Si interpretara las conductas rebeldes de sus nios como una afrenta

    personal, una burla a su autoridad, un desacato perversamente elaborado porchicos manipuladores? Tratara en forma vehemente de domar a sus gemelos,situarlos en su lugar, que es el de subordinados que deben acatar, obedecer ymostrar un comportamiento social adecuado. Probablemente, a poco andar, elresultado sera parecido al siguiente:

    Los mellizos se volveran cada vez ms desobedientes, rebeldes y buenos paralas pataletas. Los berrinches comenzaran a generalizarse en otras situaciones:se escaparan a la hora de almuerzo y cuando los atraparan tendran temiblespataletas en serie. La madre comenzara a perder la paciencia y elaborara lasiguiente conclusin: que estos nios son inmanejables. La suegra y la vecinacorroboraran su apreciacin relatndole escalofriantes historias de gemelosdscolos que a los quince aos fueron detenidos por la polica debido a suconducta, lo cual reforzara en la madre la vivir la vergenza de sacarlos delcalabozo con una fianza. Al cabo