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255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL Inevitablemente he bosquejado en el capitulo anterior lo que podría ser una historia del poder en la comunidad indígena. En efecto, las limitaciones inherentes a las contadas fuentes a que hicimos referencia,obligan a pintar un cuadro donde lo que sobre % sale es la institución local -la comunidad de indios y su avatar como comunidad agraria- y, más aún, su estructura política for - mal* Antes también me he ocupado de las funciones contemporáneas de Tanaco transformada en comunidad agraria- De una u otra mane ra lo que ha estado presente en mi análisis son jus tamen te las instituciones comunitarias que se han sobrepuesto históricamente a una sociedad local- Queda en pie la cuestión relativa al con - tenido de tales instituciones, que obviamente consta de relacio- nes que no son del todo réductibles solamente a su normativ.idad interna, su autoridad, sus funciones ó su reproducción demográfJL c a - En este apartado cabe una perspectiva internalista que sólo la descripción etnográfica podría facilitar- Aquí la comunidad deja de ser un modelo jurídico hueco,para rellenarse de relacio- nes de comunidad vivasfque hacen de ese modelo una expresión efec tiva. Las instituciones que abordaré a continuación de manera sistemática -la economía doméstica y social, el parentesco y el situai- tienen en común no haber sido reglamentadas por ninguna .institución jurídica- Y sin embargo, son tan actuales como la comunidad agraria que les sirve de receptáculo corporativo y o&n

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CAPITULO IV

TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL

Inevitablemente he bosquejado en el capitulo anterior lo que

podría ser una historia del poder en la comunidad indígena. En

efecto, las limitaciones inherentes a las contadas fuentes a que

hicimos referencia,obligan a pintar un cuadro donde lo que sobre%sale es la institución local -la comunidad de indios y su avatar

como comunidad agraria- y, más aún, su estructura política for­

mal* Antes también me he ocupado de las funciones contemporáneas de Tanaco transformada en comunidad agraria- De una u otra mane ra lo que ha estado presente en mi análisis son jus tamen te las

instituciones comunitarias que se han sobrepuesto históricamente

a una sociedad local- Queda en pie la cuestión relativa al con­

tenido de tales instituciones, que obviamente consta de relacio­

nes que no son del todo réductibles solamente a su normativ.idad

interna, su autoridad, sus funciones ó su reproducción demográfJL

c a -

En este apartado cabe una perspectiva internalista que sólo

la descripción etnográfica podría facilitar- Aquí la comunidad

deja de ser un modelo jurídico hueco,para rellenarse de relacio­

nes de comunidad vivasfque hacen de ese modelo una expresión efec

tiva. Las instituciones que abordaré a continuación de manera sistemática -la economía doméstica y social, el parentesco y el

situai- tienen en común no haber sido reglamentadas por ninguna .institución jurídica- Y sin embargo, son tan actuales como la

comunidad agraria que les sirve de receptáculo corporativo y o&n

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2SÔ

él que interactúan* De hecho, el sustento de las relaciones ju

ridicas de comunidad (propiedad comunal, autoridad, la identidad

corporada, etc), se encuentra en éstas relaciones mucho más suti

les que establecen los comuneros como sociedad. La valoración

misma que entraña toda relación de comunidad ha de desentrañarse

en esta instancia analítica. Por lo demás, si estas relaciones

sociales profundas son ó no de origen prehispañico resulta irre­

levante a este nivel. Su importancia no radica en que puedan ser reliquias del pasado -que no siempre es asi puesto que descu

brimos relaciones de comunidad innovadoras- sino en su funciona­

lidad presente dentro de la estructura de la comunidad agraria.

1. Estructura agraria, clases sociales y economía campesina.

En el contexto del sistema social local se antoja del todo

infundada la disyuntiva planteada por C. Deverre (1980) entre la

condición de indio como antípoda de la de campesino, en particu­

lar si la contrastamos con la estructura agraria de una comuni­

dad real. Resulta por demás dudosa una identidad étnica basada

exclusivamente en cierta "relación de producción agraria" consis_

tente, según ese autor, en el postulado de que el indio es un por

definición un productor de subsistencia; y todavía más incierta

es su deducción de que todo cambio económico que venga a alterar

dicha condición, por fuerza acarreará una "ruptura étnica", sobre viniendo, si bien va, una "anomia étnica" ó, inclusive, "la muerte del indio" (Deverre, 1980: 201-203). (1).

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No deseo desviar mi exposición hacia unaañeja polémica sos­

tenida entre los especialistas en estudios agrarios,originada en

encontradas concepciones del cambio social y sus repercusiones

en la campesinización ó descampesinización del trabajador rural.

Mucho menos me interesa ocuparme de la tesis de Deverre cuando

las comunidades indígenas no parecen extinguirse sino que son creadas y recreadas. Desafortunadamente las ciencias sociales

son un campo extremadamente fértil para todo tipo de ideologiza- ciones, de tal suerte que de tiempo en tiempo aparecen visiones

ccui^pticúo oumo úaLu 4 'ué anuncian .los últimos días del indio

ó del campesino, seguidos de una milénarista alborada roja. Pe­

ro, por razones que nunca se vislumbran, estos personajes socia­

les se obstinan en no desaparecer, pese a la modernización que

traen aparejados los nuevos modos de producción social. Es obvio

que en la individualista concepción de Deverre, toda relación de

comunidad que provea de beneficios a los indígenas es irrealiza­

ble. Aquí están presentes dos incomprensiones básicas que están

bastantes claras para otros especialistas. De una parte lo que

serían las características generales de la economía campesina; y de otra, la sociedad en que esa economía tiene lugar.

Pareciera un ejercicio ocioso puntualizar que ese productor

de autosubs istencia que Deverre define como el tipo ideal de in­

dígena, no es un campesino que viva al margen de su sociedad, si no que siempre lo vemos inmerso en un agrupamiento social denomi

nado comunidad indígena. Conviene entonces enfocarnos a aclarar

el conjunto de relaciones de comunidad que encierra y que la ha­

ce ser una sociedad peculiar. Cabe insistir, en todo caso, en

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que estas relaciones rebasan con mucho los intereses campesinos

de los comuneros indígenas, involucrando a otras clases sociales

de esta sociedad agraria, como podrían ser los jornaleros agrico

las, los obreros del. aserrío y aun los empresarios nativos. El

carácter inclusivo de la institución comunal, junto con la totali­

dad de relaciones establecidas dentro de toda su población, nos

permiten concebirles como un sistema social y nunca corno un pro­

ductor marginal.

Comenzaré por recordar que corresponde a Marx Weber, en su

Historia económica general (publicada póstumamente en 1923, pero

que acaso se remonte a sus estudios sobre la cuestión agraria en

Alemania realizados en 1891), el mostrarnos cómo una forma de

apropiación privada de la tierra, aunada a una forma de explota­

ción igualmente individual, puede determinar una relación de co­

munidad entre intereses aparentemente dispares, de practicarse

un cierto sistema de cultivo que obliga al "hacendado ó propieta

rio aldeano" a compartir una relación de solidaridad e incluso

de autoridad, de donde aparece la "comunidad de hacendados ó pro

pietarios aldeanos". El carácter cerrado de esta istitución su-

pracampesina inducía a que su comunidad sólo incluyera a quienes

poseyeran alguna parcela, surgiendo una división clasista entre

labriegos y el resto de los habitantes, que pertenecían al pueblo

por vivir en él, más no por ser campesinos (Weber, 1964: 23-25).

Coincidentemente, Marx hizo una observación similar para la comu­

na campesina rusa en 1881, pero a diferencia de Weber dedujo su

inexorable decadencia a partir de una tajante dialéctica entre la

propiedad privada y la comunal, que lleva en si los gérmenes de

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su propia descomposición clasista.

Estudios antropológicos especializados en las sociedades

agrarias complejas han venido a enriquecer las aportaciones we-

berianas. En 1955 Wolf generó una discusión sobre una serie de

tipos de diferentes grupos campesinos latinoamericanos, dedicáii

dole especial atención a aquel campesino adscrito a la comunidad

corporada ó comunidad indígena (Wolf, 1968: 366-371). Como se

sabe, buena parte de la construcción de este tipo ideal será la

base de su cuaçi-modelo de "comunidad campesina corporativa ce­

rrada", que conseptualizará dos años después (Wolf, 1 968a). S_e

gún Wolf, este campesinado indígena difiere de otros tipos por

estar integrado a una estructura social de origen colonial, cuya

caracteristica distintiva es que

representa un sistema social limitado con demarcaciones claramen te fijadas en las relaciones entre extraños y miembros. Posee una identidad estructural en el tiempo. Vista desde fuera, la comunidad como totalidad practica una serie de actividades y sos tiene ciertas representaciones colectivas. Vista desde dentro, define los derechos y deberes de sus miembros y prescribe amplios aspectos de su comportamiento (Wolf, 1968: 366).

Otro componente capital es que el Estado patrimonial espa­

ñol le permitió disponer de ciertos recursos como grupo social

corporado, gracias a lo cual retuvo la tierra como propiedad co­

munal para redistribuirla entre sus miembros, siendo bastante co

mún una relación de comunidad como la señalada por Weber en la

Alemania medieval: el pastoreo comunal conviviendo con el culti

vo familiar (Wolf, 1968: 367). Por otra parte, la familia nuclear

juega un papel central como forma de apropiación interna y direc

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ta de la tierra.

La ligazón de economía campesina y comunidad se ha ido gene

ralizando conforme se avanza en él estudio de las sociedades

agrarias complejas. Trabajos comparativos de mayor envergadura

como el de T* Shanin (1976) han inducido a una generalización

sobre un "tipo general de economía campesina", que consta de la

unidad de producción y consumo dentro de la explotación familiar,

su inserción a una aldea vista como organización económica supra

campesina, la presencia de dinero y mercado y determinada econo­

mía política* Así conceptuada, la economía campesina posee sor­

prendentes similitudes, considerando que está de por medio una gran diversidad histórica, política, tecnológica, cultural, etcé

tera. Lo más interesante para mi argumentación, reside justamen

te en su inserción en la estructura de una aldea comunitaria, que

no es -tan sólo un poblado compuesto por la suma de explotaciones

familiares, sino que puede ofrecer el marco más inmediato para desarrollar la cooperación interfámiliar, sin olvidar que en mu­

chos casos la comunidad campesina'aparece como el propietario co

lectivo de la tierra parcelada (Shanin, 1 976: 28), como es el ca_

so de la comunidad indígena en diversas regiones del subcontineri

te latinoamericano*

Desde luego que la actual comunidad indígena en México no

es una calca de la comunidad de indios del periodo colonial* He

mostrado sus cambios e integración a la actual institución jurí­dica de la comunidad.agraria legislada por nuestra reforma agra­

ria* Pero también como institución tiene en común prescribir tjo

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da una serie de relaciones políticas, económicas y de propiedad

en el seno de la población involucrada, a las que es doble consi

derar como relaciones de comunidad de nuevo tipo, puesto que tam

bién motivan un comportamiento corporativo entre sus miembros»

Como institución agraria establece la regla de considerar

sólo como miembros a aquellos comuneros con "pleno goce de sus

derechos comunal.es", esto es, aquellos indígenas con tierra.

Dispone incluso de todo un perfil jurídico sobre el individuo

que ocupe dicho status» Esta distinción entre labriegos y el

resto de los habitantes, entre comuneros y no comuneros, pudie­

ra ser la base de una di vis.i. ó n clasista d é l a sociedad local.

En realidad, si nos ajustamos a los criterios marxistas definito

rios de una estructura de clases (2), veremos que estas distincio

nes no se dan entre labriegos y no labriegos, sino con respecto a la propiedad privada de la tierra y el ganado y por el lugar

ocupado por cada tanaqueño en la producción doméstica y social

de la comunidad» Lo llamativo del caso es que a pesar de tales

divisiones, se conserva el carácter inclusivo de la institución

comunal, que abraza a la sociedad local en su totalidad y no so

lo a un grupo especifico de comuneros. Esto hace factible el de

sarrollo de las relaciones de comunidad, impide que ]os conflic­

tos se expresen como antagonismos de clase (sino como un faccio

nalismo recurrente) y, sobre todo, contribuye a la continuidad

estructural de la sociedad indígena.

El ser en parte una institución patrimonial del Estado mexi

cano moderno explica la visión homogeinizadora con que se trata

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a los indígenas para los asuntos de interés público. Para tales

efectos, la población indígena es reducida a l a ‘’condición de

miembros de tal ó cual comunidad agraria, de tal ó cual grupo éjt

nico, de tal ó cual organización campesina. En esta visión no existen clases sociales ni se admiten fracturas. Ejemplo fiel

de esto son los censos de población comunal aplicados por las au

toridades agrarias centrales para propósitos burocráticos de tra

mitación de la restitución de bienes comunales. En marzo de

1981, la Dirección de Bienes Comunales de la Secretaria de Refor

ma Agraria (SRA),hizo un censo de esta Indole en Tanaco. Sus re

sultados son ilustrativos de la visión gubernamental sobre la economía campesina de la comunidad.

Aparentemente no se repara en contradicciones ostensibles

en la información recogida. Se asienta la existencia de 771 co­

muneros con derechos agrarios y 315 jóvenes sin tierra (3). Sin

embargo, sólo se consignan datos sobre 509 comuneros. De éstos, el 96% declararon disponer de explotaciones agrícolas inferiores

a las 2 hectáreas; pero el 3.5% restante no rebasa las 5 hectá­

reas (ver cuadro 4.1). En síntesis, en la comunidad agraria de

Tanaco la mayoría de los comuneros son verdaderos minifundistas

y conforman toda una "comunidad modelo", como frecuentemente se

les ha calificado. La conciencia de su status jurídico ha impul^

sado a los propios tanaqueños a manipular esta imagen hacia el

exterior. Pero su es truc tura agraria está lejos de ser una re­presentación así de ideal.

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Cuadro 4„1 Tenencia de la tierra en Santa Cruz Tanaco, según-. SRA*

0-2ha 3-5ha

491 1 8

FUENTE.: Censo General de PoblaciónComunal, 1981*

Por experiencia : propia que tuve en una encuesta sobre econo

mia campesina aplicada .-en abril de 1 985 (4)J m:e he podido dar cuenta que el cuadro anterior debe considerársele como indicati­

vo (ideológico diría yo) y de ninguna manera fidedigno de la es­

tructura agraria comunal » A mi mismo me ocurrió que los campesi

nos entrevistados tendieron a facilitar información sólo sobre

la parcela que estaban trabajando en ese ciclo agrícola, en vez

de sobre todas sus unidades en los planes en descanso por deci­

sión comunal, bajo el sistema de cultivo del "año en vez", del

que hablé en el primer capitulo. Además, es posible que hayan

cometido errores de equivalencia debido a que' los campesinos in­

dígenas siguen empleando medidas volumétricas de áridos en lugar

del sistema métrico decimal, lo que puede prestarse a confusio­

nes. Para finalizar, mis observaciones indican una estructura agraria dif erenei-ada, en la que pueden trazarse, de manera teóri­

ca, agrupamien tos de clase.

Conviene recordar que las 1,298ha de superficie agrícola

englobadas en el territorio comunal de Tanaco, están distribuidas

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en seis planes 6 valles aluviales: Vario, Kejpehua, Chindo,

Xorhi Jambo, K'eri Pakua e Ihrapio, el cual está en litigio con

la vecina comunidad agraria de Cheranatzicurin « Los resultados

sobre la tenencia de tierra arrojados por mi encuesta no son muy

diferentes de los recogidos por las autoridades agrarias. Coin­

cidimos en que el productor agrícola medio es un minifundista

con 2.2 ha. Hubo, empero, un 11% de los entrevistados que decía ró trabajar parcelas superiores a las 5 hectáreas. Por referen­

cia de los mismos campesinos .me enteré de propietarios de 85ha.,

en especial de uno, considerado el hombre más rico de Tanaco,

que trabaja sus tierras con asalariados, emplea vaqueros para

cuidar sus hatos y se dá el lujo de cubrir, mediante la venta,

los déficits de maíz de muchos campesinos del lugar. Esta infor

mación coincide con la media productiva de maíz de los campesi­

nos entrevistados, que apenas alcanza las 2.4 toneladas, aunque

en realidad el 33.8% de -ellos no obtenga ni siquiera una tonela­

da (veánse cuadros 4.2 y 4.3).

Estos datos apuntan no hacia una calificación jurídica del-V*

campesinado (comuneros y no comuneros) sino hacia la manera co­

mo se relacionan con la propiedad de la tierra dentro de la pro­

piedad patrimonial de Tanaco como institución agraria.

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Cuadro 4.2 Muestra de la superficie bajo cultivo en el ciclo primavera-verano de 1 985.

Superficie (ha.) No*

0 - 2 372*5-4 1 8

4.5-6 56*5-8 1

8*5-10 1

Cuadro 4*3 Muestra sobre la producción de maíz en el ci­clo primavera-verano de 1985*

Producción (ton*) No*

0 ^ 1 2 1

1*5-2 1 92 * 5 - 3 53*5-4 6

4*5-5 8

5*5-6 1

6*5-7 2

En efecto» en la muestra aplicada me encontré con que de los 62 campesinos entrevistados, la mayoría (35*5%) trabajaba

tierras heredadas por la via paterna y, excepcionalmente, por la

materna; sin embargo, un 24*2% combinaba diversas formas de te­

nencia, a saber, herencia, medieria y compra (que en algunos ca sos incluía empeño)* Le sigue a éste grupo, muy de cerca, con

un 22*5%, el de los medieros y el de aquellos que declararon tra bajar todavía tierras familiares (11*2%)* Sólo en contados ca-

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sos hubo quienes declararon poseer tierras compradas (4.8%), sin

faltar quien dijeta que eran comunales, que sólo ocurrió en un

caso. No obstante estos resultados, podría asegurar que el se­

gundo grupo es más amplio de lo que se cree ya que el sistema de

cultivo practicado obliga al campesino a disponer de parcelas en

cada uno de los planes para asegurarse la subsistencia, al irse

rotando anualmente los valles de cultivo y los de pastoreo comu­

nal, Incluso ciclo a ciclo éstas relaciones de propiedad sufren

cambios como parte de un mercado local de tierras (que funciona,

como dice W$>lf, como una mercancía incompleta, es decir, restriii gida al mercado campesino), sobre todo en lo que se refiere a

los tratos de arrendamiento y compra-venta « Quizás debido a és­

tas relativamente dinámicas relaciones de propiedad, los campesi

nos tanaqueños parecen preocuparse poco por la creciente obstrue;

ción del mecanismo de herencia de la tierra debido a una crecien

te población masculina potencialmente productiva. En su mercado local,cualquier tanaqueño puede acceder a la tierra mediante tra

tos comerciales * Recogí historias de vida de personas que care­

cían de tierras pero pudieron comprarlas. Uno de ellos es un

maestro rural que por su actividad principal ha entregado sus 'pe;

dazos" en mediería. Otro más trabaja como contador en la Empre­

sa Forestal Comunal, donde cuenta con ingresos fijos. Su padre

no lo heredó a él, pero mediante empeño (préstamos en efectivo) se hizo de cuatro parcelas que expIota contratando jornaleros

agrícolas de la misma comunidad(5). Donaciano Alvarez, el hombre

más rico de la comunidad, ha actuado de la misma manera para cori

vertirse hoy por hoy en el propietario más opulento de tierras

y ganados, recurriendo sin falta al trabajo asalariado puro.

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Lo anterior implica que no cualquier comunero puede hacerse

campesino de buenas a primeras. En el ciclo primavera-verano de

1 982 asistí a un hecho significativo al respecto.. En una asam­

blea comunal se tomó ,1a decisión de abrir al cultivo el conflic­

tivo plan de Ihrapio,' cuya disputa con Cheranatzicurin fue la

causa de varias muertes. Si bien esta fue una muestra de compor

tamiento corporativo y afirmación de una relación de comunidad,

me sorprendió que el -jefe de tenencia en turno levantara listas

de los beneficiados con minúsculas parcelas de 17 surcos cada

una .y que se repartieron entre 436 campesinos. A usanza de los

antiguos comuneros, estos campesinos se trasladaban masivamente

al plan a cumplir con-‘su faena comunal, que en este caso consis_

tió en el cultivo de su parcela, organizada como acción coleeti va en previsión de un nuevo enfrentamiento con la comunidad ve­

cina. No obstante, rio fue una respuesta generalizada, ya que

no todos aprovecharon que el reparto fue gratuito, a solicitud

personal ante el jefe de tenencia. Los comuneros sin tierra,

que supuestamente podrían ser los más interesados en obtenerla,

optaron por seguir laborando como obreros en el aserradero, mieii

tras veían pasar a sus coterráneos arriando sus yuntas rumbo a% . 4"La Guitarra". La razón de su actitud económica me la dieron

los mismos desposeídos: no tenía sentido tener tierra cuando

se carecía del "capital" para cultivarla. El arado, las bestias

de tiro, la semilla y otros enseres eran recursos indispensables*

Entre los entrevistados me encontré con casos de asalariados que

por carecer de estos medios de producción campesina, prefirieron deshacerse de alguna tierra que hubiesen heredado* Por esto fue

ron los indígenas con economías campesinas los únicos capacita­

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dos para, aprovechar esta oportunidad económica.

Coni' la encuesta confirmé que sódo un 61-3% de los campesinos

entrevistados disponían de ganado de^ trabajo. El resto dependía*

de la cooperación de parientes y amigos, aunque de esta carencia

se ha desarrollado otra relación inédita de comunidad: la maqui

nización colectiva. La Empresa Forestal Comunal ofrece el serv^i

ció de tres tractores, también de propiedad comunal, cuya renta 1

facilita ciertas actividades culturales-de la economía campesina.

Esta modernización agrícola dentro de las reglas del sistema de ^cultivo;comunitario, desdice las presunciones de que motivaría

la quiebra de la "agricultura tradicional tarasca" (Linck,s.f. :

4-5).

T. Linck se refiere en concreto a la introducción de ferti­

lizante como el principal factor desorganizador del sistema de

cultivo del año en vez. Dá por sentado que el uso de este insu­

mo es un factor constante en la producción agrícola del campesi­

no tarasco, cuyo efecto previsible es aumentar los rendimientos

hasta el punto en que la rotación de descanso de las tierras, bja

se del sistema, sea innecesaria y termine por ser abandonada, lo

que habrá de traducirse en un cuestionamiento de la colectividad

campesina como tal, con la consiguiente agravación de la diferen

ciación social interna, de desarrollarse los excedentes económi­

cos (Linck, s.f.: 6-7).

Su juicio es desproporcionado si lo verificamos en los he­

chos. En el ciclo primavera-verano de 1982, por influencia de

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Aunque me fue imposible verificarlo, los campesinos entrevis

tados me indicaron un creciente agotamiento del recurso agríco­

la -y con él rendimientos decrecientes de la tierra- a causa de

cambios en la ecología regional desde que se ha explotado el bos

que en gran escala, descuidando los problemas de la erosión y la

fertilización aluvial de los valles bajos. No pocos de ellos me

señalaron a Purépero como centro nodal de una red de mercado ya

desaparecida, donde antiguamente ellos iban a vender maíz. Des­

de luego que, aparte de la cuestión ecológica, el índice de tie­

rra arable ha de creeido porque el mismo recurso agrícola ha teni

do que repartirse en una población que crece desmesuradamente.

Como quiera que sea, caso, todas las unidades domésticas padecen

déficits de maíz en su producción. De mis 63 entrevistados, só­

lo nueve obtenían excedentes para su venta en la misma localidad;

el resto debían comprar maíz a Donaciano Alvarez, uno de los po­

cos agricultores con surplus que hay. Lo interesante es que ca­

sos como el de Donaciano no son producto de un cambio económico

reciente, sino que han existido desde siempre en el seno de la

sociedad campesina estratificada. Antes que él, los Tolentino

eran la familia más rica del pueblo. Después, Filomeno Bravo se

enriqueció aprovechando la zozobra de la Revolución; mucha gente

trabajaba para él y hasta poseía un molino. Hoy los ricos son

otros. Nuevas oportunidades económicas han propiciado su apari­

ción. Gentes como Santiago Velázquez, que se hizo de capital

trabajando como administrador de la empresa forestal comunal (hoy es transportista), y que explota sus tierras con asalariados,

a los que emplea por tareas.

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Tampoco descubro una novedad si digo que entre el campesina

do comunal existe un amplio expectro de actividades económicas

interrelacionadas, todas ellas con un nivel relativamente bajo

de especialización, entre las que se pueden contar a la pequeña

ganadería extensiva, la resinación y- corte de madera en los mon­

tes, la manufactura de huanenqos por las mujeres y el trabajo asa

lariado de alguno de los miembros de la unidad familiar, que en

el caso especifico de Tabaco puede ser del mismo padre actuando

como obrero eventual del aserradero comunal, la más moderna de

las relaciones de comunidad de los indígenas del lugar.. Debo

añadir que otros estudios del campesinado tarasco han advertido

que el grupo doméstico se'reproduce socialmente combinando el trabajo asalariado ó migratorio con las antiguas tradiciones cam

pesinas y artesanales (de. la Peña, s«f*: 4). También se ha ob­

servado que el cambio económico (necesidades del consumo familiar, escacez de tierra agrícola, crecimie'nto demográfico) ha compleji

zado la economía doméstica (García, 1983: 14). Era de esperarse

entonces que la muestra recogida reflejara el sentido multifuncio

nal de la economía campesina» El 32.3% de los entrevistados te­

nían por lo menos un miembro de la familia trabajando como asala

riado fuera de Tanaco; otro 35»3% combinaba oficios artesanales,

comercio, albañilería, carpintería y vaquería; un 40% tenía ingre

sos extras derivados de la resinación; un 27»6% laboraba parcial

mente para el aserradero comunal y sólo un 7.6% eran hacheros»

La pequeña ganadería resultó ser una actividad importante para los campesinos, en particular la de ganado bovino, ya que

46.1% de los encuestados disponían de él, lo cual, indirectamente

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es una explicación del porqué no ha menguado el sistema de culti

vo del año en vez: las tierras en descanso sirven p-ara el pasto­

reo extensivo. En cambio, el ganado porcino tiende a ser una ac

tividad limitada a la explotación del ecuaro ; sólo el 33.8% res­

pondió afirmativamente asi respecto. En las especies caprina y

lanar, que también precisan de pastoreo, fueron bastante pocos:

3% y 6.1% respectivamente.

Todo lo anterior no hace sino apuntalar la generalización

de Shanin de que la economía campesina está profundamente articu lada a la estructura comunal y que atibas condicionan, mutuamente

su reproducción. De paso, se advierte que las relaciones de cía

se conviven con las relaciones de comunidad y que las diferen­cias entre comuneros surgen desde la base misma de la sociedad

agraria, la economía campesina. Con todo, la presencia de las

clases sociales en si no es equivalente a una lucha de clases

conscientes de si» Las relaciones de comunidad por razones ob­

jetivas y subjetivas,son mucho más poderosas en este contexto de

un orden instituido que cualquier antagonismo irreconciliable.

Lejos de pensarse en una posible descomposición clasista de la

sociedad e institución locales, vemos que los mecanismos de con­

tinuidad estructural siguen funcionando, elaborando incluso nuevas

relaciones de comunidad (e integración) a partir de la moderniza

ción económica, verbl qratia, la explotación social a escala del

bosque como recurso de toda la sociedad como institución comunal.

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2 * El aserradero comunal y la explotación a escala del bos­

que *

El entronque de la carretera Carapan-Uruapan con la brecha

que conduce sl la comunidad de Tanaco, está guardado por un rótu­

lo peculiar* Se indica: "Tanaco* Empresa Forestal Comunal*

CCI". Esta toponimia se traducirla asi:- el lugar, la actividad económica y su filiación política* Tal es el valor estimativo

que los tanaqueños conceden a su principal relación de comunidad*

De ella nos ocuparemos aquí con cierta profundidad* He de apu­rarme a aclarar cómo abordaré su estudio y descripción* Como

recurso económico que es, el bosque y su explotación social re­

clamarían un tratamiento igualmente económico que no haré, sin

embargo, puesto que mi enfoque no es el de la antropología eco­

nómica sino el de la antropología política* Esto no debe enten­

derse como una evasión del problema^ del que serla el primero en

reconocerlo* La empresa Forestal Comunal de Tanaco lleva trece

años funcionando, luego bien merece ser tomada como objeto de ejs

tudio en s5. misma por un especialista* Digámoslo francamente:

yo no soy tal especialista- Más no puedo ignorar que en primera

instancia la explotación del bosque por los tanaqueños es una ac

tividad productiva mediante la cual el recurso natural se rela­ciona con las necesidades humanas* Pero en vista de que mi enfo

que es otro, me limito a vertir aquí alguna información pertinente

al esclarecimiento de los efectos que tiene dicha relación econjó

mica dentro del sistema social local, donde aparece como relación

de comunidad de nuevo cuño para los tanaqueños modernos* No se

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encontrará entonces una descripción pormenorizada de esta por­

ción de la realidad local, sino aproximaciones a un hecho econó

mico concebido como parte de una totalidad social mayor.

Ya en el capitulo segundo hablé de Tanaco como una organiza

ción económica moderna en cuanto a que el establecimiento del

aserradero comunal se inscribía en un proceso de cambio económi­

co más amplio, que no era otro sino el del auge forestal michoa-

cano. Al respecto conviene hacer una serie de precisiones e in-

terrel aciones con otros hechos sociales.

En un mapa indicativo del trámite de titulación de terrenos

comunales de Tanaco, fechado el 17 de julio de 1953, el entonces

Departamento Agrario dió en posesión provisional a la comunidad

agraria una superficie de 7,098ha., que incluía algunas porcio­

nes en litigio con las comunidades vecinas de Urapicho, Cheranás

tico, Acachuén y Zopoco,que sumaban 1,255ha. (6). Por las carac

teristícas orográficas y de suelos de la región, ésta superficie

patrimonial de la comunidad debe clasificarse en áreas árboladas

explotables, no arboladas (pastos), agrícolas, erosionadas y ar-

boladas no explotables (malpaís), como se muestra en el cuadro

2.14. En él se indica que el 59% de la superficie comunal está

cubierta de bosques comercializables, otro 20% son pastos para

ganadería extensiva y otro 20% aproximadamente es útil para la

actividad agrícola.

Estas cifras hablan de que esta última actividad económica

está seriamente limitada. La tierra de cultivo es un recurso

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finito en Tanaco (y el resto de las comunidades indígenas de la

sierra), como establecí en el capitulo primero* Concretamente

en este lugar consiste de 1,298ha*, cuya frontera es prácticamen

te la misma desde mediados del siglo XVI, en que se introdujo el

cultivo en las superficies bajas. Este es un hecho grave desde

el punto de vista de las necesidades sociales, sobre todo cuando

éstas devienen de una sociedad campesina que encuentra en la

agricultura su principal fuente de subsistencia* Pensemos asi­

mismo que su población crece a una tasa estimada del 3*6%, lo

que le situarla por encima incluso de la tasa de crecimiento de

la población regional, que hemos calculado en un 3.3% para el

periodo 1 950-1 980 (veáse-cuadro 1 ,5) . En el cuadro 4.4 se mues

tra en términos absolutos el cambio demográfico registrado en la

comunidad, explosivo para las últimas décadas*

Cuadro 4*4 Población de Tanaco, 1921-1980 (habitantes).

1 921 1 930 1 940 1 950 1 960 1 970 1 980.768 809 948 1,148 1,616 2,446 3,389 -

FUENTE: Censos generales de población* Para la población de1980 la cifra es preliminar ya que ninguna de las fuen tes consultadas (censos escolares, de salud y de pobla c.i.ón comunal) coincidieron en la misma cifra.

Ahora bien, si de una parte tenemos ona escasez insoluble

de tierras agrícolas y por otra un altísimo Indice de crecimiento

de la población, el resultado es una intensificación de la utili

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285

zación del bosque, que deja de ser un recurso supletorio de las

necesidades de la unidad doméstica campesina en cuanto a la leña,

madera para construcción ó recolección de resina, para convertir se en la principal fujente de ingreso de una población desprovista del recurso agrícola. ; Según el Censo General de Población Comu­

nal, citado antes, habia 315 jóvenes mayores de 16 años carentes de derechos, por lo que habria que considerarlos cabales campesi

nos sin tierras (7). Rees observó el mismo problema en las comun^i dades de Capacuaro y San Lorenzo, sugiriendo corelacionar la po ­

blación con la superficie agrícola, en lo que él da en llamar el "índice de densidad arable". Sus resultados, válidos para el año

de 1968, son asombrosos. En el primer poblado encontró un índice

de 172.4 y en el segundo de 78.9 (Rees, 1 971 : 90 ). Aplicando el

mismo índice el caso de Tanaco en 1980, tenemos que habia 261 ta

naqueños por kilómetro cuadrado de superficie agrícola. Es cla­

ro que, de no existir la actividad forestal, el desempleo sería un problema en extremo grave. En consecuencia, si la economía

doméstica del indígena serrano tenía el uso del bosque como una actividad suplementaria, el incremento de la población desposeí­

da obligó a la intensificación de su explotación y comercializa­

ción. En Capacuaro esta explotación acelerada del bosque termi­nó por agotar el recurso, que se consumió en una incipiente indu^s

tria local del mueble, del aserrío y la manufactura de cajas de

empaque. Tanaco y sus bosques comunales tuvo mejor fortuna debido

a que la explotación en escala se hizo con un carácter social ó

cooperativo.

¿Por qué razón Tanaco no siguió el patrón de cambio económi

co de Capacuaro y la región toda, donde el campesino se mantiene

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287

como productor doméstico integrado a un mercado regional de pe­

queñas industrias de la madera?. Sin ir más lejos, se pueden

adelantar dos causas ostensibles que, conjuntadas, dan lugar a

una producción en escala* Me refiero a la concentración de la

producción forestal en -una sola unidad y a la articulación de es

ta. al mercado nacional* Conviene recordar que entre 1963-1973

hubo en la localidad un aserradero privado explotando los bosques

comunales* Esta empresa capitalista inhibió cualquier brote de

actividad empresarial como se registró en algunas cabeceras y

tenencias indígenas* Más tarde, ésta producción a escala, lejos

de disgregarse, fue acrecentada cuando el Estado, a través de su

agencia FONAFE, moviliza el recurso forestal* En este lustro

(1973-1978) el aserradero aparece como una institución económica

centrada en cuanto a que está articulada administrativamente a

una institución federal de promoción del desarrollo rural* Ulte­

riormente, al ganar autonomía la gestión local a partir de 1979,

el aserradero siguió explotando el bosque de manera ampliada,

con la diferencia de que ahora la organización cooperativa obsta

culizó al pequeño empresario de la madera* Por último, en todas

estas etapas de desarrollo de la empresa hay una creciente inte­

gración al mercado nacional, lo que aleja esta experiencia toda­vía más del estrecho patrón de cambio regional.

Evidentemente la pequeña producción maderable de un hachero

nada tiene que hacer en el mercado de la gran industria* En el

capítulo segundo he dicho que gracias a la forma de producción cooperativa(la comunidad se ha volcado materialmente a satisfacer

la demanda del mercado nacional, hasta el grado en que, desde

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2S8

1983, se ha ido integrando a la industria de celulósicos como

proveedor preferente, aunque no único»

Esta producción modernizada en el seno de la comunidad ex­

plica otros desarrollos locales como la extinción de ciertas

formas de producción ó comercialización en pequeña escala del

bosque.. Asi es como han sucumbido la manufactura de tejamanil,

carbón y hasta los hacheros prefieren trabajar sobre pedido deri

tro del limitado mercado local de madera para trojes. Otro tail

to sucedió.con la leña del monte, que era una función adscrita• •

al status masculino del campesino y que a la postre se convierte

en una carga más para la mujer y los niños en las afueras de las

instalaciones del aserradero, donde se arrojan los desperdicios.

Por último, la manufactura de muebles, cajas de empaque, mangos

de escoba, etc», que en otras partes corresponde al pequeño ta­

ller privado, aquí está integrado a la empresa forestal comunal,

como un sector secundario del aserrío» Hay, en suma, una cierta

concentración de la industria maderable en manos de la comunidad,

que para estos efectos se organiza como empresa social.

Los ideólogos de la etnicidad atribuirían con presteza esta

respuesta organizativa a un metafísico "espíritu comunal" ó, en

el mejor de los casos, a los "valores comunitarios en el traba­

jo" inherentes a la cultura indígena. Si esto tuviera algún vi

so de ser cierto, entonces todas las comunidades de la Meseta

Tarasca serían pujantes empresas cooperativas, que no lo son. El

caso estudiado me hace pensar que la explicación de la explota­

ción social del bosque como una inédita relación de la comunidad,

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precisa de una respuesta que advierta las necesidades de la lo­

calidad, la política centralizadora del Estado al mismo nivel

y, sobre todo, el haber desarrollado una producción a escala con

s u propi a lógica de funcionamiento económico»

Desde luego también influye la presencia de una propiedad

comunal» Pero el razonamiento de queaella corresponde mecánica

mente una explotación comunal es erróneo» Lo diré una vez más

repitiendo a Weber: las formas de apropiación de la tierra son

tan variadas como las forma-s de explotación de la misma» Bajo

una protectora apropiación comunal, concedida patrimonialmente

por el Estado (que hace pensar en una recreación de un régimen de apropiación estamental, análogo al colonial), las formas de

explotación varían ampliamente» Coincido del todo con las obser

vaciones de Rees cuando habla de un "sistema tarasco de clasif

cación y uso de la tierra" en el que se mezclan formas de tenen­

cia originadas en códigos legales nuevos y antiguos, modificados

por otras dictadas por la práctica del campesino serrano (Rees,

1971: 52)» En Tanaco, los campesinos distinguen las siguientes:

el potrero, el derramadero ("redamadero" le dicen algunos), la

ladera, el cuartel, la joya y el monte»

Con la excepción de esta última forma, todos los demás son

de explotación y propiedad individuales» La primera de ellas

deriva su nombre de un terreno dedicado al encierro de ganado, pero es común que se le emplee para el cultivo» Se trata de te­

rrenos muy preciados debido a su proximidad al poblado, lo que

no ocurre con los planes» En seguida, el derramadero, como su

!?39

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290

nombre indica, es un terreno donde se concentra el aluvión de

los montes, por. lo que se les considera muy productivos ("res­

ponden muy bien"). La ladera, por su parte, está colocada en

partes más elevadas de las pendientes de los montes, donde el

campesino ha desbrozado la tierra de su cubierta boscosa. El

cuartel era, hasta no hace mucho, un usufructo del bosque más

que una forma de propiedad, que se distribuía por un "montero" ó

autoridad civil impuesta por las empresas resineras. Este mon­

tero vigilaba y controlaba la explotación resinera, llevando

cuenta de los árboles y número de calas bajo resinacj.ón indivi­

dual. Era él también el que dirimía las disputas entre los re­

sineros. En la actualidad el montero ya no existe y los cuarte

les se han ido terri torializando como "parcelas de bosque" de

propiedad privada. La joya finalmente es un cráter donde el cam

pes.ino establece también un derecho individual.

Queda entonces el monte que más que ser una propiedad comu­

nal es una especie de propiedad natural a la que cualquiera, si

pudiera, podría recurrir, lo cual no es fácil. Los bosques más

altos son también los de más díficil explotación individual, aun

que eventualmente algún hachero incursiona en ellos con ayuda de

algún amigo ó pariente y por lo menos con una muía. Más lo que resulta una desventaja para el individuo aislado, resulta una

ventaja para la organización del trabajo asociado. Aquí es don­

de reside la superioridad de la empresa forestal comunal como unidad productora a escala y con carácter social. Las partes

más escarpadas de las montañas de Tan acó son abiertas a la expío

tación mediante caminos de acceso hechos por cientos de hombres,

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291

la tala sa hace con equipos de fleteros (estibadores) y camiones

pesados, etc»

Ocurre también que la empresa forestal debe tomar al recur­

so como uno solo» En principio es ella la reconocida por las au

toridades forestales como la capacitada legalmente para explotar

las 3,881ha» de bosques comunales» En 1973, luego de cancelarse

el permiso para el aserradero privado, se les concedió una pró­

rroga especial de seisaños, hasta que el 18 de septiembre de

1979 otro estudio dasonómico motivó un nuevo permiso de aprove-3 3chamiento de 7,600m r de pino y 550m r de encino durante diez

anualidades, con áreas de corta de 329ha» cada una, lo que hace un total de 3,290ha», el 85% de la superficie arbolada explota­

ble »

Asi las cosas, para efectos legales y económicos la totali*-

dad de los bosques de Tanaco son comunales» En la práctica el

recurso se distribuye en las diferentes formas de usufructo y no

es raro que el marqueo de árboles por las autoridades forestales

se haga en terrenos privados» Cuando eso ocurre la empresa asu­

me un gasto extra, una especie de renta absoluta que se paga al

dueño del terreno, pero que en los regitros contables se le asien ta como "cooperación a la comunidad"» En términos generales el

propietario del bosque suele acceder a este pago de sus árboles que, por lo demás, difícilmente obtendría dé talarlos él sólo, descontando que en la localidad no existe un mercado atractivo pa

ra el hachero»

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292

La explotación social del bosque crea, además, una curiosa

paradoja legal. La legislación forestal y agraria determinan

el pago de un impuesto conocido como "derecho de monte" que pasa

a engrosar un fondo común, que no obstante ser parte de la estruc

tura de la comunidad agraria, es controlado por el Estado. De

cualquier manera tenemos que una empresa comunal, regida por las

autoridades internas de la comunidad, debe de pagar un impuesto

especial a ella misma. Más aún, el presidente del comisariado,

que es también administrador general de la empresa forestal, de­

be depositar este impuesto en Banamex para después, él mismo, en

representación de la comunidad, solicitar sea reintegrado a ella

en inversiones de fomento económico: una de las bondades del caí

rácter patrimonial de la propiedad comunal, según se podrá ver.

Si recapitulamos lo hasta aqui dicho, tenemos que la explo­

tación a escala del bosque ha contribuido a crear una relación

de comunidad que, tomada en términos estrictamente económicos, está vinculada a un recurso agrícola limitado, una población en

aumento, una concentración de la producción en una sola empresa,

una inserción al mercado nacional, un reconocimiento jurídico de

la corporación agraria y, muy ligada a tal personalidad, una pro

piedad comunal patrimonial adscrita a un grupo social específico.

En términos socioeconómicos esta relación de comunidad se expre­

sa en el control local del recurso, en la generación de empleo,

riqueza y bienestar social. Políticamente hablando, es una reía

ción de comunidad porque hace de la explotación del bosque un

asunto de interés público para la totalidad de la comunidad agra

ria y, por supuesto, de poder para quienes logran dominarlo.

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3. Empleo y organización del trabajo.

No entraré aqui en una descripción detallada del funciona­

miento del aserradero comunal como unidad de producción indus­

trial,, Existen estudios técnicos mejor autorizados a los que

remito para su consulta (Caraveo, 1982: 1-79; Reggiani, 1966: 39-

47). Sin embargo, con apego a mi interés en vincularle con o-

tros aspectos del sistema social, quiero esclarecer cómo la orga

nización del trabajo influye en el empleo y, por ende, en el ni­

vel de vida de los tanaqueños-

Un hecho a considerar en su inserción a la estructura econó

mica es la actuación de algunos obreros como simpatizantes de la

facción opositora, en tanto que la administración de la empresa

forestal es por antonomasia la representante de los intereses co múñales- En un primer acercamiento al problema esto hace pensar

en un conflicto de clases sociales- Sin embargo, la generalidad

de las lealtades al lider opositor se dan en un sentido vertical, englobando indistintamente a obreros, resineros, agricultores,

comerciantes, transportistas, etc- Los asalariados de Tanaco < tán lejos de constituir un grupo de interés sindical- Ello no

implica que no existan enfrentamientos al interior de la empresa-

Y sobre todo es claro que algunos obreros opositores recurren al

lider para elevar sus propias demandas en contra de los adminis­

tradores -

El principal impacto económico de la empresa forestal comu­

nal ha sido en el empleo y una mayor monetarización de la econo-

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294

mi a en la localidad debida a una generalización de las relacio­

nes asalariadas, que hasta ese entonces permanecían difuminadas

dentro de la agricultura y la resinación. Sin embargo, el noto­

rio incremento de la población económica activa no se ha realiza

do como una demanda constante de mano de obra, sino de manera

inestable, con acusados altibajos como podrá observarse a simple

vista en las Gráficas 4A-E, que registran estas fluctuaciones

ocasionadas por varios factores, entre otros el de la división del

trabajo social* Dos son los rubros de mayor actividad: la admi­

nistración y el trabajo propiamente industrial en el aserradero

y su taller secundario (8)* Su funcionamiento, con todo, absorbe

poca mano de obra, de un promedio de ocho empleados en la adminis

tración y de 28 en el aserrío* El resto de las actividades, si

bien generan mucho mayor empleo, son absolutamente eventuales:

apertura de caminos ("camineros"), limpia del monte ("monteros"),

brigadas contra incendios ("lumbreros"), selección de árboles a

talar (marqueo), hechura de cajas de empaque, flete ("fleteros"),

etc* Es asi como año con año nos encontramos con meses especia^!

mente importantes en la demanda de empleo, como en los de enero

y septiembre de 1974, cuando se ocuparon a 1,763 peones en la

apertura de caminos para la extracción de la madera en rollo re­

cién talada*. Este fue un periodo único en los negocios de la em

presa, que no se vuelve a repetir aunque, como dije antes, en to

dos los años las cimas más elevadas se deben invariablemente a

esa actividad*. Cabe pensar que en 1 974 se abrieron caminos troii

cales y posteriormente sólo ramales de ellos*

La contingencia en la mayor parte de los empleos que ofrece

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la empresa comunal, contrasta ampliamente con la permanencia del

equipo administrador, cuya función lo profesionaliza por fuerza*

Mucho más que en la actividad industrial, la administración ha

sido la única que a lo largo de una década (1973-1983), según

las listas de raya que examinamos (9), tuvo un empleo y un ingre so garantizado hasta en los periodos más críticos por los que

atravesó la. empresa de marzo a septiembre de 1 978 (fin de la tu­

tela gubernamental a manos de FONAFE) y de abril de 1982 a junio

de 1983 (reordenamiento político de la facción opositora y del

grupo de interés comunal)* En suma, los administradores, gra­

cias a su función, han elevado su status por encima del comunero

medio de la sociedad local*

Ya bajo la administración tutelada de FONAFE, la administra

ción de la empresa quedó integrada por un administrador, su auxjL

liar, un contador, un auxiliar y su secretaria, un jefe de monte otro de caminos, otro de producción y uno más de patio* A menos

de cuatro meses de iniciarse la empresa, los únicos que recibie­

ron aguinaldo fueron el administrador general, su auxiliar y el

jefe de patio, cargos que recalan en las personas del Ing.

Salvador Rangel, Gregorio Alvarez y Alfredo García (10)* Tres

meses después, el interventor oficial se concedió a si mismo un

préstamo para adquirir un automóvil* Esto sienta un precedente

que habrá de generalizarse dentro de los administradores y sus

allegados, incluyendo al conflictivo párroco del lugar, el P* Francisco Montelongo (11)* Estos préstamos acarrearán más tarde

problemas financieros a la empresa, amén de que se complicarán

con la lucha política en la arena comunal- El simple sueldo se

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; o *I

convierte en un privilegio: mientras todos los trabajadores per

ciben salarios a destajo, siendo raros losque están oc up a d o s más de diez dias (sus ingresos apenas si superan los 200 pesos sema­

nales), el administrador general percibe 2,600 pesos mensuales

y una renta para su automóvil por 750 , en tanto que su auxiliar

y el jefe de patio ganan 1,560 y 840 pesos fijos (12). Al poco

tiempo se les aumenta a 1,920 y 1,680 pesos respectivamente (13).

Rangel, por su parte, se asigna un sueldo de 5 mil pesos mensua­

les hacia fines de 1974, además de su renta de automóvil y agui­

naldo (14). Otros miembros de la administración empiezan a des­

tacar. Tal es el caso de Salvador Zalpa como jefe de monte y

Santiago Velázquez como jefe de caminos, los que, a la postre,

asumirán papeles centrales /en la lucha política local e influirán

•en calidad de transportistas privados al servicio de la empresa, que contrata su servicio de fletes. Su elevación de empleados a

^empresarios está asociada a su cargo de administradores, compar­

tiendo los privilegios de este grupo ocupacional. Como digo,

estas diferencias se agrandan si se les compara con los sueldos

que se pagan a los niños empleados en la manufactura de cajas

limoneras (se llega a ver grupos dé hasta 50 menores ocupados en

esto), y en las "prestaciones'.' que se dan por migajas a los obre

ros. A fines de febrero de 1976, para dar un ejemplo trágico, el

padre del trabajador Samuel Alvárez Merced recibió como "indemi-

zac.ión" la cantidad de mil pesos. Poco antes su hijo se habla

llevado los dedos de una mano al manejar una sierra (15). Estos

accidentes le salen barato a la empresa: el 19 de octubre ocu­

rre otro y de nuevo los dedos de una mano no alcanzan ni el 20%

del salario medio del interventor gubernamental, que por entonces

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asciende a los 5,750 pesos mensuales (16), Pero esta actitud

empresarial de parte de la administración alcanza su climax cuan

do el 17 de febrero de 1977 muere en un accidente uno de los tra

bajadores, Eli seo Tolentino Diego, Su viuda recibe un "donativo1

de 2 mil pesos (17). Por el contrario, cuando el 26 de julio de

ese año perece el Ing, Rangel, sus familiares reciben una indemji

zación de 50 mil pesos ministrados en varios plazos (18).

Después de la administración, es el proceso de producción

en el aserradero y el tallér secundario el que ofrece una deman­

da más ó menos permanente de fuerza de trabajo, pero en una can­

tidad muy limitada, de unos 28 trabajadores a la semana. En las

gráficas de empleo esto no se ve con claridad, pues se pierde en

la suma total de empleos al mes, salvo de la administración, que

dejé de lado en razón de su permanencia excepcional. Sólo en

los primeros meses de puesta en marcha la empresa (septiembre-di

ciembre.de 1 973) se aprecia una desusada demanda del sector indus

trial debido a que se trabajó a dos turnos, lo que hace un prome dio de 135 trabajadores al mes, habiéndose de.reducir a 84 una

vez normalizadas las actividades.

La inestabilidad del empleo industrial está motivada sobre

todo por insuficiencias de la materia prima. El permiso guberna3 3mental para extraer anualmente 7,600m VTA de pino y 550m VTA

de encino es incapaz de mantener funcionando la planta industrial

instalada durante un año. Pende asi una amenaza de desempleo so

bre los obreros, cuya oferta va en aumento dado el crecimiento

poblac.ional, pero en particular de los comuneros sin tierra de

:-o f?

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303

cultivo- De esta contradicción proviene que la facción oposito­

ra haya levantado la demanda de implantar roles de trabajo, me­

diante la rotación de la plantilla de trabajadores, sistema que

supuestamente se aplica sin reservas- La verdad es que el grupo

de interés comunal utiliza el recurso del empleo para atraerse popularidad -

Los administradores han procurado resolver el problema me­

diante la única alternativa posible: actuar en la ilegalidad,

ya sea .comprando madera a comunidades cercanas (Urén Viejo, San­

to Tomás) ó de plano apoderándose de los recursos de sus veci­

nos, todo ello a espaldas de las autoridades forestales centra­

les que no entienden de las necesidades locales que satisface,

aunque sea parcialmente, la explotación en escala del bosque co

munal- En los archivos oficiales están bien documentadas las con

frontaciones por el dominio del bosque, que necesariamente devie

ne en territorial y en disputa entre corporaciones agrarias (19).

Ahora bien, la industria del aserrío en Tanaco no cubre to­

das las fases técnicas recomendadas- No existe la fase de baño

de tratamiento de la madera- Tampoco posee estufa para el seca­do, sino que se hace al aire mediante trabajadores que acomodan

la madera escuadrada- Como dije antes, el aserradero precisa de

28 obreros para trabajar, incluyendo al afilador de las sierras

y que es también el encargado del taller de mantenimiento- Le

siguen ocho obreros ocupados en la labor de descortezado de la

madera en rollo (el manejo de trozo requiere a su vez un número

variable de peones de patio), tres de los cuales son "arrimado-

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dores" que, con sus picos, van rodando los troncos a una po­

sición- adecuada para su primer corte. Interviene entonces el

"volteador" que, también auxiliado de una pica, va girando el

tronco para que reciba tres cortes, longitudinales en la sierra-

cinta. Hecho esto, los troncos se, van montando en un carro que

avanza ó retrocede con el tronco a cuestas, pasándolo a través

de otra sierra- El movimiento y control de la grapa del carro

recae en el "aserrador" ó "palanquero", que dirige todo el pro­

ceso- Lo auxilian el "clavador", que con un garfio fija el troni

co al parro; a su lado está el "medidor", que con un engrane va

empujando al tronco, dando como resultado una serie de cortes

especiales, según su diámetro- Como resultado, el tronco se va

transformando en tablas, tablones, polines, etc- Quedan dos obre

ros más en esta fase: un "cunero", que coloca cuñas a los tron­

cos para facilitar su movimiento y el "aserrinero", que se dedi­

ca a extraer e1 aserrín sobran te con una carretilla.

Después la madera es sometida a cortes mucho más finos- El

"desoril1ador" y su ayudante clasifican la madera y la montan en

los cilindros transportadores de la máquina desorilladora ó la pasan al "tirero", que arroja, la madera de desperdicio- Entran

entonces en acción el "trimer" y su ayudante ó bien el "perdule-

ro" y su ayudante- El "trimer" cabecea la madera aserrada; el

"pendu1ero", con una sierra de péndulo, troza los tablones en

cortes menores para alimentar el taller secundario- Otro tanto

hace el "costenero" que con una sierra-cinta pequeña fabrica la

madera para la manufactura de las cajas de empaque-

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En el secado al aire de la madera intervienen tres "enton-

gadores" que acomodan la producción en los patios. También los

"tableros", usualmente en número de cinco, se ocupan de esta ta­

ñe a, llevando la madera hasta los "entongadores".

Veamos ahora la división del trabajo dentro del taller se­

cundario. Se trata de un taller de pre-carpintería (ahora ha sji

do integrado a una sección de construcción de muebles) donde se

hacen, con cuatro sierras-cinta y otra maquinaria menor, cortes

y acabados para la elaboración de mesa-bancos escolares, tarimas,

puertas y otros muebles solicitados expresamente por los clien­

tes de la empresa. Aquí laboran no menos de 13 obreros y un nú­mero variable de niños ocupados de apilar las tablas de las cajas

de empaque, cuyo armado es también una tarea que absorbe mucha

mano de obra infantil. Hay que hacer notar que si el aserradero

ofrece un empleo industrial inestable, en el taller secundario

es todavía más aleatorio, pues depende de pedidos específicos.

Con todo, cuando esta instalación trabaja a toda su capacidad,

llega a dar ocupación a 26 trabajadores.

En breve diré que en esta istalación existe un "cuarteador"

ó "recortador" que hace las veces del aserrador, aunque sólo úti

liza a cinco obreros con una máquina similar pero de menor tama­

ño que la del descortezado. Aquí se procesan trozos y trocitos,

esto es, troncos de menor envergadura. Intervienen dos "arrima- dores", un "palanquero" y un ayudante y un "arr iinador " . El taller Cuenta además con su propio afilador para dar mantenimiento a las

sierras. Después, cuatro "hojeadores" y sus respectivos ayudan-

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tes, manejando las sierras-cinta, dan a la madera diversos cor­

tes; el acabado lo da el "bocelador" y su ayudante, que cepillan

los bordes y ejecutan otros cortes especiales.

Cuando realizé mi estudio habia una especie de taller ter­

ciario ó de carpintería, donde estaba instalada una máquina para

producir mangos de escoba. A éste estaban integrados los niños

productores de cajas.

¿Qué. implicaciones tiene esta división del trabajo social

para la generación del empleo?. He apuntado que, con la sola ex:

cepción del cuerpo administrativo, todas las demás ocupaciones

están sujetas a una demanda fluctuante, que varia desde el traba

jo industrial hasta el trabajo más simple de apertura de caminos,

que es también el más eventual. Existe, pues, una gama de espe-

cializaciones que va de la más compleja, como la del palanquero,

hasta la más sencilla como la limpia de monte. Obvio es que son

los operadores del aserradero los que, por su experiencia y cono

cimiento, pueden profesionalizar más su actividad y por lo mismo

tener un empleo más estable, lo que no ocurre con el resto de las

actividades, donde cualquiera .puede acceder por la baja califi­

cación demandada. Son estas tareas las que dan lugar a disputas

entre los trabjadores, cuya oferta rebasa la tasa de empleo exis

tente. Sin considerar que la disciplina de trabajo es mermada

por estos problemas, en una historia de vida recogida me encon­tré con un eficiente palaquero cuyo desempeño era obstaculizado por la baja productividad de sus compañeros. Por su capacidad,

él preféría trabajar a destajo para elevar su ingreso personal;

Page 42: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

30?

pero los otros obreros no podían seguir su ritmo, por lo que

preferían recibir un salario de 230 pesos por la jornada de tra

bajo diario. El palanquero en cuestión terminó renunciando a

su puesto, aunque obtuvo empleo como velador.

La baja especialización se refleja ta mb ién en un ausentis­

mo grave. Además, dado que algunos trabajadores combinan el tra

bajo industrial con el agrícola, con la mayor despreocupación se

dan la libertad de faltar al aserradero para atender sus cultivos,

seguros de que el dia ó dias trabajados les serán pagados sin ex

cusa»' El carácter semiproletario de muchos trabajadores ocasio­na también un fenómeno singular. Los lunes han sido instituidos

como el dia de faena comunal, que con algunas excepciones, cuan­

do se emprende alguna obra pública 6 algo por el estibo, reclama

la presencia del comunero en su parcela, en el plan designado

por la autoridad civil para cultivar. Este día el aserradero es

tá parado. Los obreros sin tierra no pueden ponerlo en marcha.

Sólo en el taller secundario es normal encontrarse con plantillas

completas de este tipo de trabajador, cuya actividad no se detie

ne pese a las faenas.

Desde luego, para un campesino cuya principal actividad es

la agricultura de subsistencia, el obtener un trabajo eventual

remunerado, poco especializado y qué no le obliga a desatender su

parcela es una opción que le viene bien a su estrategia domésti­ca, en la que representa una actividad suplementaria. De esta manera, si bien el funcionamiento de la empresa es afectado por

los ciclos de cultivo de los campesinos, también es verdad que

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el trabajo asalariado varia según la época del año. Por fortu­

na los periodos de más demanda de mano de obra son también para

los trabajos menos calificados y en época de secas, cuando se ta

la y se abren caminos de desfogue. En este sentido los trabajos

agrícola e industrial pueden ser articulados sin dificultades a

nivel de las economías domésticas. Dicho en otros términos: la

producción social y la producción doméstica se interrelacionan

con cierta armonía.

4. La explotación del bosque como relación comunal.

Para la mayoría de los tanaqueños la explotación social del

bosque significa empleo -con las características arriba apunta­

das- y, por supuesto, la opción de allegarse numerario con que

satisfacer una serie de necesidades de la economía doméstica ba­jo una situación de relaciones de mercado generalizadas. La mo-

netarización de la economía local es un hecho palpable. Los pe­

queños comercios han proliferado por todo el poblado: tiendas

de comestibles, ropa y pan, se cuentan entre los más comunes.

La celebración de la fiesta d e •San Martín el 11 de noviembre es

medida según la vistosidad del pequeño mercado itinerante que se

instala en el centro del pueblo durante una semana. Durante ese

tiempo la empresa comunal se paraliza, pero procura pagar los

sueldos con anticipación, con el fin de que los obreros y sus fa miliares cuenten con medios para adquirir ropa y otras mercanciás

que sólo una vez al año llegan a Tanaco. Por la misma razón, el

reparto de utilidades se ha convertido en un acto simbólico tras

Page 44: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

cedental para la comunidad, pues supues tamen te refleja la buena

marcha de la empresa forestal e indirectamente sirve a los admi­

nistradores para apuntalar su dominio como grupo de interés cornu

nal *

Visto en términos de derrama económica, éstos repartos son

irrisorios. El 5 de marzo de 1975 se distribuyeron 232 mil pe­

sos por concepto de "utilidades de la venta de madera durante un

año de trabajo" (20)^ que divididos entre 771 jefes de familia resulta en 300 pesos per cáp.ita. Si embargo, por observaciones

directas que hice después, me di cuenta de que estos repartos son menos equitativos de lo que se supondría, porque los miembros de

la facción opositora son excluidos de él, beneficiando sólo a los

seguidores del grupo dominante.. Este comportamiento se repite

cuando el 9 de enero de 1984 la asamblea comunal vota por repar­

tir 1 '0 96,444 pesos. Concluido el acto, el comisari ado se dió a

la tarea de recolectar firmas entre los asambleístas que eran,

claro, los mismos que habían sancionado su ejercicio del poder

local, pues momentos antes de la facción opositora se había retji

rado de la plaza. En total se recogieron 500 firmas, que apenas

arrojan 2 mil pesos para cada-uno.

A decir verdad el impacto más visible de la explotación so

cial del bosque como relación de comunidad, ha sido en el desa­

rrollo de los servicios públicos y las obras de beneficio colec­tivo. Para 1977 la empresa había invertido 1.5 millones de pe­

sos en un camión de pasajeros que comunicaba día a día a Tan acó

con Zamora; dos camiones de redilas para carga de trozo y 3 trac

Page 45: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

tores Massey-Fergurson totalmente equipados para ser rentados a

los campesinos (21 )» Para 1 980 el patrimonio de la empresa su­

maba 3»2 millones de pesos invertidos en bienes inmuebles, maqui^

naria, tractores y vehículos (De la Rosa, 1980:58)- Tres años

más tarde, el costo del capital fijo era de 10 millones.

Por otra parte, desde un principio la empresa comunal se ha

visto obligada, en su calidad de permisionario, a pagar los dere

chos de monte a razón de 350 pesos por miliar de pies de tabla

que salen de su aserradero, por lo que la tasación varia de

acuerdo a la venta realizada. De este impuesto -retenido por Ba- namex a nombre del Fideicomiso del Fondo Nacional de Fomento E j_i

dal ( F IFONAFE ) ■*; provino la inversión original con que se fundó

,el aserradero an 1973» Para enero de 1984 se había reunido por

este concepto 4 » 2 millones que, a solicitud de la misma comunidad,

fueron canalizados a construcción y refacción de una incipiente

industria del mueble, junto al aserradero y su taller secundario»

Desde julio de 1977 la empresa comunal asumió otra responsa

bil.i.dad colectiva: sufragar el impuesto predial rústico de toda

la comunidad, esto es, por las. 7 , 055ha» de su territorio patrimo nial» Este impuesto va a parar a la administración municipal de

la Receptoría de Rentas del Ayuntamiento en Cherán (22)»

Otras inversiones considerables de parte de la empresa han

si-do la construcción y equipamiento de aulas en la escuela prima­

ria, la construcción de tres puentes en el camino de terracería,

la construcción de un edificio comunal para albergar, a la jefatu­

Page 46: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

311

ra de tenencia y otros servicios (tienda CONASUPO, cárcel), per­

foración de un pozo profundo de agua potable, construcción de un

kinder y una telesecundaria, rehabilitación de la tubería que ba

ja de Huécato, etc. En todas estas obras se unen los recursos

financieros de la empresa comunal con los recursos humanos orga­

nizados en faenas por barrios, bajo la dirección de las autorida

des civiles y agrarias locales. En algunos casos la empresa no

sólo ha proporcionado materiales de construcción sino que ha pa­

gado sueldos a los trabajadores, siempre y cuando la obra en cues

tión le beneficie en lo particular, como ocurre con la conserva­

ción del camino y sus puentes. En los demás trabajos el jefe de

tenencia ha llamado a colaborar con la comunidad con trabajo gra

tuito en faenas.

5. La resinación en la reproducción familiar y comunal.

He analizado hasta este punto la explotación del bosque co­

mo una forma de producción social y también como una inédita re­

lación de comunidad. Esto no agota, ni con mucho, la actividad

económica del indígena tarasco, de la sierra en relación a este

recurso. Quedan por examinar aquellas actividades de uso del

bosque que efectuadas a nivel del grupo doméstico, cuyo fin ma­nifiesto se orienta a la reproducción de la estructura familiar,

la que en rasgos generales consiste de una familia extensa de r_e

sidencia patrilocal. Esta estructura, que combina funciones de

producción y consumo, posee una diversificación económica extra­

ordinaria. No sere el primero en advertir en ella la agregación

Page 47: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

312

de actividades tales como la agricultura de subsistencia, la pe­

queña ganadería extensiva, la explotación del bosque, la produc­

ción de artesanía y aún el trabajo asalariado dentro y fuera de

la localidad.

Sobre el tema que ahora nos ocupa hay que establecer que en

el caso particular de Tanaco algunos usos específicos del bosque,

ligados a la producción doméstica, se han ido extinguiendo inexo rablemente de la estructura económica. Eso es lo que ha ocurri-

do con la manufactura de tejamanil y con la madera cortada a ha­cha. La recolección de la resina constituye una excepción, pues

aún se le mantiene dentro de la división del trabajo familiar,

no obstante que su destino es incierto en términos técnicos. La

- aplicación del método francés ó de Hughes por los campesinos re

sineros, tiende a agotar al recurso más allá de su límite repro­

ductivo porque destruye el árbol picado. Como prueba de lo ante

rior en el capítulo segundo mencioné el rendimiento decreciente

de los bosques regionales en cuanto a su producción resinífera,

que en Tanaco se refleja en el hecho de que hacia 1940 sus bos­

ques comunales producían 300 toneladas, mientras que en 1981, a

pesar de una excelente demanda, se habían reducido a 264, no obs

tante que el número de resineros aumenta en estos años de 85 a

176.

Cualquiera que sea el futuro de esta actividad, es claro que por el momento sigue siendo para muchas familias campesinas uno de los recursos que contribuyen a la reproducción del grupo

doméstico, y cuya ventaja estriba en que le reditúa monetario pa

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313

ra satisfacer una serie de necesidades extraordinarias. Con to­

do, seria inexacto reducirle a la sola división del trabajo do­

méstico. A otro nivel de integración, es también una relación

de comunidad en tanto que de nuevo la comunidad agraria es la

que, como institución jurídica, está autorizada por el Estado pja

ra emprender campañas anuales de recolección del escurrimiento

sobre una superficie arbolada de 2,630ha. comunales. Otras face

tas de esta relación las detectamos en la acción de los "comune­

ros resineros" -como se identifican al interior de la comunidad-,

quienes en asamblea deciden el mejor postor al que vender la pro

ducción comunal, conformada por la adición de todas las produc­

ciones domésticas acumuladas. A la vez, la relación económica

formal establecida con la industria resinera la obliga al pago

de derechos de monte (405 pesos por tonelada) y al reparto semes

tral de utilidades, que se ha acordado en el 1% de la producción

total entregada al industrial.

En consecuencia, si se le ve en términos de los niveles de

integración presentes, la producción de resina abarca del nivel

doméstico al comunal y de éste al regional, que es donde dominan

las industrias refinadoras. Ahora bien, aunque la articulación

de estos niveles no está exenta de confrontaciones (las resine­ras ejidales surgen como respuesta al conflicto entre empresarios

y campesinos), re sien temente al menos se observa una peculiar

coordinación de los mismos, que hace funcionales la lógica de re

producción del grupo doméstico con la lógica de maximización de

la ganancia que rige a las industrias que concentran la produc­

ción campesina regional. De paso, la comunidad como corporación

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314

fortalece su función económica de proveedora de mercancías fores

tales maderables y no maderables.

Por lo antes dicho# procederé en mi exposición ateniéndome

a estos tres niveles# comenzando por el doméstico. En él nos

encontramos a 176 comuneros produciendo una media de 583.7kg en

el periodo de enero-junio de 1982. Según los registros de la

empresa Resinas de Michoacán S. de R. L., que opera de manera

exclusiva con Tanaco desde 1980# se recolectaron, siempre en ese

semestre# un total de 97 toneladas que significaron una derrama

de 1'1 64,000 pesos, pues por entonces el kilogramo de resina pues

ta en el depósito de la empresa se pagaba a 12 pesos cada uno#

lo que quiere decir que éstos comuneros recibieron un ingreso de

7,000 pesos per cápita, lo que hace un promedio de 1,167 al mes.

Con semejante ingreso es obvio que la recolección de resina

es y ha sido una actividad suplementaria de la economía domésti­

ca# básicamente centrada en la agricultura parcelaria, que por

este medio se allega metálico. En el cuadro 4.5 muestro un cua­

dro general representativo del comunero resinero tanaqueño.

Sin embargo# en el mismo cuadro nos encontramos con que

existen 27 campesinos (15.3% del total) que rebasan la media con

una producción superior a los mil kilogramos semestrales, lo que

se traduce en un ingreso de por lo menos 2 mil pesos mensuales,

si tomamos el rango más bajo. En una historia de vida hecha al

Sr. Gilberto Romero Baltazar, me encontré que habla logrado dedi^

carse a la resinación de tiempo completo, algo desusado entre

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315

Cuadro 4*5 Producción resinera 1982 ( en kg.)

de Tanaco, enero a junio,

1 * Rango 2. Comuneros 3 . Producción %

0-100 1 3 712 0.7101-200 13 1,797 1 .8201-300 31 7,614 7.8301-400 22 7,716 8.0401-500 23 10,288 1 0.6501-600 24 13,318 13.7601-700 6 3,868 4.0701-800 3 2,356 2.4801-900 9 7,669 7.9901-1000 5 4,696 4.8

1001-2000 25 32,761 33,72001-3000 2 4,204 4.3

176 96,999

FUENTE: Registro de pago de Resinas de Michoacán, S. de R. L.

el resinero medio* Este individuo habla relegado su actividad

agrícola a un segundo plano, puesto que prestaba sus tierras para ser trabajadas en mediería* Esta profesionalización era factible

porque disponía de varios cuarteles con 1,400 calas en explota­ción, de las cuales 1,019 estaban en territorio boscoso de Tanaco;

el resto estaban localizadas en los vecinos bosques de Acachuén,

lugar donde a veces prefería vender su producción* Para atender

eficientemente sus cuarteles, se auxiliaba de uno y ocasionalmen te de dos jornaleros, aunque otros resineros acostumbran llegar

a convenios con sus compañeros, en los que los menos favorecidos

recogen las cargas de los más ricos, pagándoles sus servicios por

carga (un bote de 80 a 90 kg)* En el caso del Sr* Romero Baltzar,

su ingreso ascendía a 3,500 pesos mensuales, lo que muy pocos re

siñeros logran* La mayoría trabajan cuarteles bastante menos pro

ductivos y redituables, de donde deben dar prioridad a la ajricul

Page 51: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

316

tura de autoconsumo para sobrevivir* Por último, ésta minoría

de resineros aporta una cantidad considerable de la producción

comunal semestral; el 38%. No son, empero, los productores más ef icientes *

Para entender esta paradoja hay que hacer ciertas precisio­

nes como las que se deducen en el cuadro 4*6, que registra la pro*

ducción resinera del trimestre agosto-octubre de 1983. De inme­

diato salta a la vista que el número de resineros se ha elevado

de 176 a 228, simultáneamente al incremento de la cotización de

12 a 17 pesos* Lógicamente la media se reduce de 584 a 161*6kg*,

aunque el nivel de ingreso es casi similar, de 915 pesos mensua­

les. A diferencia del cuadro anterior, tenemos que el 54*3% de

la producción reunida has£a ese momento (34*4 ton.) proviene de

los resineros menos productivos, que aportan menos de 300kg. en

ese lapso, mientras que los más productivos son también los me­

nos significativos en la producción total.

Este cuadro nos dá la clave del éxito de la industria, resi­

nera regional. En efecto, en otros países la industria resinera

está en declive debido al altó costo de la mano de obra que ab­

sorbe su extracción* Se trata, por supuesto, de estructuras

agrarias completamente diferentes a la nuestra, donde existe una

relación asalariada entre el jornalero y el dueño del bosque.

En México, en la Meseta Tarasca en especial, tierra y traba

jo coinciden en la persona del comunero resinero, producto carac

teristico de la reforma agraria pos te ardeni s ta * Puesto en térmi_

Page 52: 255 CAPITULO IV TANACO COMO SOCIEDAD ACTUAL ...

317

nos elementales, la explotación resinera es factible porque for­

ma parte de la economía doméstica del campesino.

Cuadro 4.6 Producción resinera de Tanaco, agosto-octubre, 1 98 3 (en kcf. )

1. Rango 2• Comuneros 3. Producción 4. Promedio %

0-100 1 25 4,801 38.4 13.9101-200 46 6,488 141 18.8201-300 29 7,459 257 21 .6301-400 8 2,715 339 7.8401-500 7 3,151 450 9.1501-600 4 2,236 559 6.4601-700 3 1,994 648 5.7701-800 2 1 , 522 761 4.4801-900 1 803 803 2.3901-1000 1 917 917 2.6

1001-2000 2 2,343 1,171 6.8TOTALES 228 34,429

FUENTE: Registro de pago de Resinas de Michoacán, S. de R. L.

En segundo lugar, sabemos que esta economía posee una baja

productividad. Esta desventaja se ve compensada por el enorme

número de campesinos que eventualmente, según el ritmo del ciclo

agrícola del maíz de temporal, se dedican a ella. Esto no debe

interpretarse como un obstácülo insoluble. Téngase en cuenta que el trimestre agosto-septiembre es también cuando el campesino

y su familia se ocupan de cortar el rastrojo y levantar la cose­

cha. Ello no representa un impedimento para irse al monte, lim­

piar los cacharros y recolectar unos cuantos kilos de escurrimien

to natural. Estos kilos podrán aparecer despreciables considera

dos aisladamente. No lo son más sumados a la producción comunal.

A este nivel las cosas se ven distintas. El contenedor de cinco

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318

toneladas, propiedad de la empresa resinera, se va colmando una

y otra vez, gracias a estas pequeñas pero repetidas producciones

domésticas* Entonces ocurre un suceso asombroso: las 34*4 tone

ladas recabadas este trimestre representan el 28% de la cantidad

autorizada a Tanaco por la Delegación Forestal para 1983, que

fue de 122 toneladas*

También en el nivel comunal se aprecia con exactitud la

coordinación establecida entre industria y campesinos, mediada

por la institución local* En el capitulo segundo mencioné que

en los planes gubernamentales de centralización económica de la

Meseta Tarasca (tomada como región forestal), fue la producción

de resina uno de los rubros más eficientes* En 1 980 , como indji

ca el cuadro 2*13, de 8,463ton* proyectadas se obtuvo el 91%

propuesto* En concreto, en Tanaco se autorizó, para 1981, un

aprovechamiento del orden de las 176.2ton*, extrayéndose casi

un 50% más de lo proyectado, esto es, 264ton*, de ahi que para

el año siguiente se les autorizará extraer 293ton* Si tenemos

en mente mi análisis, es evidente que los administradores esta­

ban equivocados al suponer que esos incrementos se debieron a

su política forestal* Creo, por el contrario, que se debieron

a una respuesta campesina masiva a la demanda industrial* El

incremento del precio unitario de la resina de uno a doce pesos influyó de manera determinante en el superávit de 1981, lo mismo

que en el mayor número de campesinos que decidieron participar

en la campaña de 1983* Las variaciones en el número de resine­

ros indican que aparte de suplementaria, la resinación es una

opción campesina medida en términos de costo de esfuerzo y redi-

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319

tuabilidad económica.

Dije asimismo que el ritmo de funcionamiento de las unidades

domésticas no afecta seriamente el funcionamiento de las plantas

resinadoras. Aquí es donde resalta la eficiencia de la economía doméstica a pesar de su baja productividad. Prueba de esta afi£

mación es que una empresa competidora de Resinas de Michoacán,

conocida bajo el rubro de Joaquin Arreola Estrada, S. de R. L.,

y que también opera en la Meseta Tarasca, llegó en 1981 a obtener

un aprovechamiento óptimo del 99.9%, ya que de 176,264kg. autori

zados, obtuvo 176,200. Arreola, a diferencia de Resinas de Mi-

choacan, opera preferentemente con campesinos individuales en vez

de con comunidades y ejidos.

Para las resinadoras, la eficiencia de su sector extractivo

ó primario, se alcanza combinando dos rangos productivos básicos

ubicados a dos plazos también. A corto plazo, la eficiencia no

se funda en los resineros más productivos -cuyas entregas osci­lan entre los 800 y 1000 kg. trimestrales-, sino en los menos

productivos, pero que son los más. En contrapartida, para este

periodo corto, los más productivos, al ser una minoría de los productores domésticos, por fuerza representan una producción

conjunta menor. No obstante, si ampliamos los plazos semestral

o anualmente, esta minoría cobra fuerza dentro de la producción

comunal, influyendo en ella en forma importante. Por alguna rja

zón que se me escapadlos resineros profesionales tienen un com­

portamiento productivo peculiar: su excesiva fluctuación. Creo

que esta característica es común a los grandes y pequeños resina-

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320

dores, simplemente que en estos últimos no se nota por su baja

productividad, que en ellos consiste en la más de las veces en

una 6 dos entregas trimestrales* En cambio, en una producción

sostenida si se advierten fluctuaciones exageradas. En la Gráf¿

ca 4-F he tomado a los cuatro resineros más productivos del tri­

mestre estudiado, notándose de inmediato tal inestabilidad en su

esfuerzo constante pero fluctuante. Lo más probable es que el

grado de profesionalización es menor del que supongo, de tal

suerte que aun los más prósperos siguieron ocupándose de la agri cultura ó de cualquier otra actividad económica, lo que explica­

ría que este comportamiento errático fuera común a cualquier re-

sinador. Con todo, retomando el caso de los más productivos, es

obvio que ninguna empresa industrial podría depender siempre de

este tipo de productor que, de acuerdo al ritmo de procesamiento

industrial, puede resultar ineficiente para maximizar la ganan­

cia. En cambio, los resineros menos productivos, muchos de los

cuales se limitan a aportar unos cuantos kilos, aparecen como

los maá eficientes gracias a su número, lo que, por otro lado,

elimina la desventaja de las marcadas fluctuaciones productivas de los "profesionales" ó semiprofesionales.

La notable eficiencia capitalista de Joaquin Arreola se ba

sa además en una estrategia consciente de excluir tratos con los

resineros organizados como institución ejidal ó comunal, lo que

evita pérdidas en reparto de utilidades ó pago de derecho de morí

te. Aun así, tanto Resinas de Michoacán como Arreola Estrada

aprovechan los ritmos y productividad de las unidades domésticas

para operar exitosamente.

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322

Los comuneros resineros de Tanaco han opotado por negociar

con la empresa privada de manera colectiva, a través de su auto

ridad interna. Hay que referir que esta relación de comunidad

es tradicional. Desde 1 938 han tenido tres clientes, según a coii

venido a sus intereses corporativos. La suplantación de la Aso­

ciación Resinera Ejidal "Adolfo López Mateos" por Resinas de Mi-

choacán, no estuvo influida sólo por la mejor cotización de la

resina, sino también porque esa industria no eludió el pago de

utilidades y derechos de monte desde 1978, cuando entró en compe­

tencia con la resinera ejidal, cuya corrupción interna la terminó

por liquidar. Estos recursos van a engrosar en su mayor parte

el fondo comunal de la comunidad agraria, lo que se revierte, junto con los apartados por la Empresa Forestal Comunal, en obras

públicas, servicios ó desarrollo económico. Existe la costumbre también de que las utilidades de la resina se dividan en un par

de remesas semestrales, la primera para ser repartida individual­

mente entre los resineros, según su productividad, y la segunda,

para ser aplicada al beneficio colectivo, como ya se ha hecho con

el remozamiento de la plaza central del pueblo. La pérgola ahí

construida,podrá ser todo lo chocante estéticamente que se quie­

ra, pero ostenta una honrosa placa alusiva a las utilidades obte

nidas en 1979. Las bancas también resaltan este éxito económico

de la comunidad, si bien son "obsequio de los comuneros resine­

ros de Santa Cruz Tanaco". Como se ve, la economía de prestigio

sigue dando expresiones comunales bajo la economía capitalista...

y campesina adaptada a ella.

Tal comportamiento comunal demuestra que el hecho de que la

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323

industria resinadora sea de propiedad privada 6 ejidal no deter

mina el debilitamiento 6 la vigorización de un supuesto "espiri

tu comunal", como proponen algunos estudiosos (Maturana y Sánchez

1970: 72-75), para quienes las resineras ejidales han disminuido

la presión en favor de la privatización de los bosques, que es

achacado a la acción de las resinadoras privadas. Las bondades

ideológicas de las resineras ejidales, surgidas en un momento de

enfrentamiento entre los niveles aquí descritos, son perfectamen

te atribuibles también a Resinas de Michoacán: pagos de dere­

chos de monte, respeto a la integridad comunal, reparto de util¿

dades sociales, etc.

Desde luego se antoja herético sostener el punto de vista

opuesto, es decir, que una industria capitalista favorezca un comportamiento corporativo y comunal. Pero este planteamiento

es incluso extensivo también al papel que juega la Empresa Fore¿

tal Comunal en el proceso de modernización regional, que es indvi

dablemente de corte capitalista y, sin embargo, comunal en la ljo

calidad. Debemos convenir entonces en que lo que nos interesa

aquí no es la pureza doctrinal 6 un süpuesto cambio sociocultural

lineal. Lo que requiere nuestra atención, nuestro esfuerzo teó-

cico, es la comprensión de cómo pueden articularse tres niveles

sin dificultades, de cómo tres economías -doméstica, comunal e

industrial- pueden operar en consonancia•

Resumiendo, como unidad de producción y consumo el grupo do

méstico tarasco de la sierra encuentra en la recolección de resi

na un sustento adicional para reproducirse como estructura fami-

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324

% 'liar. Su esfuerzo no es aislado, sino enmarcado socialmente en

la comunidad. Lo comunitario surge de dos fuentes: de la ins­

titución mediadora y del conjunto de campesinos ocupados como re

sineros temporalmente. Su actividad eventual no depende del ti­

po de propiedad industrial, sino de los beneficios que ésta les

reditúa como agrupación doméstica y como agrupación comunal, es­

to es, como individuos o familias y como miembros de la corpora­

ción .

Cierto.es que los tanaqueños en particular han encontrado en

la institución comunal un medio jurídico -un recurso en cierta forma- para arribar a determinadas oportunidades y recompensas

que no obtendrían en el nivel doméstico. Justo aquí es donde se

produce la coordinación del nivel comunal con el regional, enteri

dido como industria resinadora. Es la comunidad agraria de Tana

co la que negocia con los industriales y con las autoridades fo­

restales. La comunidad es, para los campesinos, un recurso para

obtener el mejor provecho del trabajo doméstico invertido. Por

ello es que no existe una confrontación de dominios a cada nivel,

sino que prevalece una coordinación entre las necesidades de re­

producción de las estructuras familiar y comunal y, por qué no,

industrial, cuya lógica de maximización de la ganancia no contra­

dice la lógica de subsistencia familiar y la lógica de continui­

dad de la comunidad. Cinco décadas de actividad resinera regio­

nal confirman esta apreciación.

6 Parentesco ritual y reciprocidad

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325

La respetable cantidad y calidad de las contribuciones espe

cializadas hechas en los últimos treinta años en relación a la cultura y sociedad tarascas (Lameiras, s*f*) no es sinónimo, co­mo pudiera creerse, de una supuesta saturación del conocimiento

sobre tal objeto de estudio* Hasta ahora, la búsqueda de respues tas no ha cesado y, si admitimos cierta lógica dubitativa del co

nocimiento cinetifico, es improbable que suceda algún día en el

futuro* Como quiera que ocurra, la incipiente discusión en tor­

no a la organización social tarasca demuestra que está muy lejos de formularse la última palabra al respecto, ya que aún prevale­cen importantes interrogantes por despejar (de la Peña, s.f*: 6-

8)* Una de estas cuestiones es medular: a pesar del conoci­miento antropológico acumulado, no se ha descifrado con razona­

ble exactitud el enigma que sigue siendo el sistema de parentesco tarasco, tanto antiguo como moderno* Sobre él las posiciones va rían ampliamente, si bien destacan dos polos extremos* De una parte, hay quien asegura que entre los tarascos contemporáneos subsiste una estructura social consistente en patrilinajes exogá micos, sin contar otros agrupamientos igualmente dudosos, como

grupos por edades y una especie de barrios prehispánicos denomi­

nados wapanekwecha (Van Zantwijk, 1974: 95-98, 100 y 112-113)*

Esta atrevida tesis no es compartida por ningún otro etnógrafo que haya trabajado en la región, por lo que su verificación es

problemática en grado extremo* Se trata* pues, de una postura exagerada *

En el otro extremo campea la simplicidad* Aqui hay quien re

duce el parentesco entre los tarascos a la familia nuclear y, muy,

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326

pero muy eventualmente, a la familia extensa* Según Beals, quien personifica ésta postura: "La unidad básica del parentesco (ta­rasco) es la familia nuclear..." (1969: 766). Esta aseveración

nos recuerda un curso básico de teoría del parentesco donde el alumno aprende el principio de que esta agrupación es la institu­

ción humana más distintiva por lo que no es sorprendente que sir­va de matriz a instituciones más complejas, con la consabida excep

ción de la sociedad nayar, que carece de ella. Desde luego menti,

ría si dijera que Beals no afirma más que eso. También advierte

una ocasional virilocalidad, una especial relación entre tio pa­

terno y sobrino, asi como un creciente olvido de la terminología de parentesco original y la preeminencia de la española (Beals,

1 969:766) .

A diferencia de lo qué ocurre con las desmesuradas observa­ciones de Van Zantwijk, ningún etnógrafo podría disentir del tra bajo de Beals. Cabe preguntarse, sin embargo, si esa coinciden­cia no esta fundada más en la ignorancia que en nuestro conoci­miento cabal de la cuestión. Decir que el parentesco tarasco se basa en la familia nuclear no es decir gran cosa, pues lo mismo podría decirse de infinidad de sociedades humanas. Por lo tanto,

la superficialidad del análisis de parentesco no es lo más apro­

piada tampoco.

No es mi intención dar la idea de que la antropología socio cultural está atascada en éste acertijo. Solamente quiero decir que aún no esta resuelto por una serie de razones. Tampoco mis

observaciones no son tan pretenciosas como para argüir que he re

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327

suelto el problema, pero es innegable que hacia allá están efocai

das* Por cierto que no partimos de cero. Aunque el estudioso se ve obligado a navegar cuidadosamente entre la Escila de la

exageración y el Caribdis de la superficialidad, hay que recordar que ya en 1889 Nicolás León advirtió, a través del estudio etno- histórico, cómo la institución del matrimonio servia de alianza matrimonial a la nobleza precolombina. Asi también que la viri

localidad era un obstáculo a la colonización porque impedia la or

denanza real de fomentar la familia nuclear al establecer que a cada indio correspondiese un solar "en que haga su casilla y tie­

rra en que siembre" (León, 1982:77).

En general existe consenso entre los especialistas en que

durante el periodo prehispánico la organización social consistia de una estructura de linajes, más exactamente de "una organiza­

ción paternal de sibs", deducida a partir de la Relación de Mi- choacán (Beals, 1982: 103). Hasta donde sé, solo Van Zantwijkse ha aventurado a proponer que tal estructura de parentesco so­brevive hasta nuestros dias. Desafortunadamente, ningún otro observador ha corroborado su hipótesis, lo que le ha acarreado

duras criticas (de la Peña, s-f.: 6). En efecto, es claro que

este autor confunde la terminología de parentesco con la genealo

gia propiamente dicha. Su error estriba en su equivoca concep­ción de linaje: "Todos los miembros del mismo patrilinaje lle­van el mismo apellido", sostiene él (Van Zantwijk, 1974: 95).Si éstos fueran los linajes, las familias de nuestra sociedad

formarían linajes. Se sigue que infiere los linajes por la ex* tensión consanguínea de un) mismo apellido dentro de un poblado

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328

pequeño: como Ihuatzio. Ningún antropólogo se atreverla a hablar de linaje con semejante desparpajo. Que sepamos, Van Zantwijk no

provee una reconstrucción genealógica a partir de un ancestro co­mún; la exogamia de que habla es la exogamia prescrita por la mo­ralidad católica y sobre todo no aparece por ningún lado el com­

portamiento corporativo que acompaña al linaje unilineal. En su­ma, que los 56 linajes encontrados por él no pasan de ser familias

nucleares emparentadas bajo el sistema de parentesco hispánico.Tan colosal error arroja dudas sobre los grupos de edades y los

wapanekwecha que apunta, lo que se agrava cuando confiesa sus pro

pias limitantes: "Se pudo hacer poca investigación genealógicay los datos sobre las relaciones de parentesco en este estudio no

tienen el debido fundamento" (Van Zantwijk, 1974: 128).

Pese a todo, valdría la pena concederle el beneficio de la <luda, pues seguramente no todo es fruto de su imaginación como

ha dicho un critico. Digo esto preocupado por las terminologías de parentesco reportadas por otros estudiosos de la cultura ta­rasca. Hay que aclarar de inmediato que estas terminologías no son funcionalmente operativas en la mayoría de los casos, ni su­ponen necesariamente un comportamiento basado en derechos y obli gaciones prescritos por la relación de parentesco. Sin embargo, tampoco creo que sean meras curiosidades etnográficas ni super­vivencias de un pasado remoto En Capacuaro, Sicuicho, San Felipe y Tanaco nos hemos topado con una terminología que es, al menos,

indicativa del sistema de parentesco tarasco, cualquiera que este sea (Valentlnez, 1982: 36-40; Sepúlveda, 1974: 40-125; Solomieu,

.1982:212-213). Por desgracia, en ningún caso se ha recogido esta

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terminología de manera exhaustiva lo que confirma la idea de

Beals de que se estáT extinguiendo,. Se trata, como dice Solomieu, de un “parentesco ideal1*, cuya evolución cronológica resulta de

difícil determinación. Empero, es permisible conjeturar que hubo un sistema de parentesco tarasco que sufrió la influencia deter­minante del sistema de parentesco español (Solomieu propone un parentesco mixto), pero subsisten dudas sobre si la nueva termi­nología provocó cambios en el comportamiento de los parientes o

«i se desarrolló una terminología adecuada a los cambios induci­dos (Solomieu, 1982:217). En lo personal me inclino por esta tQ tima alternativa, como explicaré más adelante,.

La determinación definitiva del sistema de parentesco taras­

co exige la colaboración de etnólogos y etnohistoriadores« Las

terminologías recolectadas hasta ahora no solo son incompletas sino propensas a caer en el error de suponer que asi fueron en el pasado. La investigación etnohistórica es del todo inconsisten­

te frente a esta temática. No existen para ella trabajos equiva lentes a los de Carrasco para el Altiplano Central, donde el aná lisis minucioso de las fuentes documentales ha demostrado ser de inestimable valía en el esclarecimiento de la estructura familiar en una comunidad indígena o para las formas matrimoniales practi cadas por la nobleza mexica (Carrasco, 1982; 1984).

Esta necesaria confluencia no es una mera petición de prin­cipios. Daré un ejemplo pertinente, relacionado con mi ulterior

argumentación, Varios estudiosos coinciden en señalar un fenóme nó de extensión del parentesco, generalmente achacado al parentes

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co ritual dentro de la teoría del; parentesco# El trato prefereii

cial dispensado por el tio paterno a su sobrino es atribuido por

Beals a una desviación de la terminología de parentesco español?, expresada por la extensión del termino '•padre'» a los tíos mater­nos y paternos (Beals,. 1969:766)~ Es obvio que los críticos de

Van Zantwijk, para apuntalar su propia postura, no ven en ello la prueba de un linaje en extinción, sino un fenómeno que puede ex­plicarse por la importancia de la familia extensa patrilocal deii tro del ciclo de desarrollo y reproducción del grupo doméstico (de la Peña s.f. : 7 ) „ Van Zantwijk, por su parte, apunta tam­

bién una extensión del parentesco referida al parentesco ritual, que abarca incluso a los parientes de los compadres "y en esta forma todo el mundo es pariente de todo el mundo" (Van Zantwijk,

1974: 99-100). Finalmente tenemos otra evidencia anómala que nos

proporciona una etnoh.istoriadora que se ha ocupado de reconstruir

la vida de la nobleza indígena de Pátzcuaro en la época colonial

(López, 1965)* Al momento de reconstruir la "sucesión legítima" del último cazonci, siguiendo los cánones de parentesco hispáni­cos en vez de los genealógicos, se encontró con que Tzintzicha de

nominaba "tio" a quien no lo era; "tío" también se usaba para designar a algún pariente o persona mayor y que, en ocasiones,

sustituye al «abuelos (López; 185). También Antonio Huitziménga

ri llamaba "padres*’ a sus criados y los consultaba en asuntos de conciencia y de gobierno (López, 1 965: 174) „ Se sabe tambiénpor fuentes documentales que Constantino Huitziméngari considera

ba hermanos a sus primos, de donde López Sarrelangue infiere que

“podemos concluir que la expresión 'hija, nieta y descendiente'

equivale simplemente a 'nieta' y que 'hermano entero" a 'hermano

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politico'1» (López j 1 965: 186), todo lo cual es sumamente confuso..En el mismo sentido, otra etnohistoriadora, al examinar la terrai

nologia de parentesco recogida por el fraile Maturino Gilbert!,

aprecia que no habla distinción entre primos paralelos y primos cruzados, pero si entre tios paralelos y tios cruzados, pero no va más allá en sus análisis (Sepúlveda^ 1 974 : 40).

El cuadro bosquejado es sin duda confuso, prueba el estado

del conocimiento disponible sobre .el sistema de parentesco taras

co. De lo antes dicho se deducen tres proposiciones, a saber:1) que la etnografía se ha encontrado con un fenómeno de exten­

sión del parentesco al que ha menospreciado; 2) que la etnohisto

ria del parentesco tarasco está áün más extraviada que la etno­

grafía; 3) que hubo un sistema de parentesco prístino que desde

los dias de la colonia se confundió con el sistema hispánico, haciendo todavía más difícil su elucidación.

7. FuncionalIdad y disfuncionalidad del parentesco tarasco.

La manera como yo mismo me tropecé (y eso ocurrió en m sejn tido figurado) con el parentesco ideal y real de los tarascos

refleja el derrotero equivocado que hemos seguido los antropólo gos para abordar el problema. Cuando emprendí su estudio me di

a la tarea, a todas luces limitada, de recabar la terminología de parentesco en desuso. Conocía de los otros trabajos etnográ

ficos sobre el mismo tópico, de manera que me pareció apropiado

ocuparme de la formulación de un diagrama terminológico al que supuse más original, más apegado al ser y la dis tintiv.idad taras

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cas# Aparte de que cometí el error de desdeñar la información

genealógica (no obstante que la hechura de numerosos diagramas genealógicos es imprescincible para hacer inteligibles diagramas mucho más analíticos como el terminológico y el prescriptivo, por lo que no es fortuito se les considere como una “obligación minima* del etnógrafo) (Barnes*. 1 979: 1 21 ), no me percate del positivo esfuerzo que hicieron mis informantes para recordar solo algunos de los términos usados por los antiguos El resultado,

como era de esperarse (eso lo digo a posteriori, teniendo a la vista mis deficientes notas), fue poco fructífero, de la misma

manera que lo han sido todas las terminologías recogidas por

otros.estudiosos.

A partir de la teminologia de parentesco recogida por Solo- mieu en San Felipe se puede pensar en un posible cambio de un

sistema de parentesco cognaticio -esto es, que no enfatiza las conexiones matrilineales o patrilineales del linaje- y generación

nal, al impreciso sistema esquimal propio del mundo occidental (Solomieu, 1 982: 21 6-217). En efecto,, el hecho de que los lexe- mas sean idénticos para el abuelo paterno y materno (tatak1erl ó tatlta)y para el tio paterno y materno (tatati) aumenta las du­das sobre la operatividad de un sistema de linajes precedente (déla Peña s.f.: 7) Sin embargo, entre mis informantes me en­contré con ciertas distinciones de los parientes (markuinché) de la linea paterna ( kukutan ) y materna ( Hundo ) , de donde resul^

tan los markuecha tatl y markuecha nandi. El hecho de que esta terminología este en desuso desde hace siglos, con la subsecuen­

te nuclearización del sistema familiar a raíz de la campesiniza-

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ción del indígena por las políticas centrales, pudo haber traído

como consecuencia el olvido de las distinciones de la descenden­

cia unilineal. Esto explicaría la confusión que existe entre términos que aparentemente designan a la misma persona como m i m 1emba (FaSi) y uaua (MoSi?) o bien a la inversa, pues uauatzi

sirve también para designar a la nani ta ó nana-sa'pichu, la madre

del padre (FaMo), Lo que si es claro es que se distingue entre

las generaciones de los hermanas (mimicha) de Ego con lexemas

que llevan el sufijo de los, hermanos del padre. Obsérvese de pa­so la escasa profundidad de. las generaciones recordadas, lo cual demuestra una vez más la irreal- operatividad de los linajes en la actualidad*

Figura 4-G Ego y sus ancestros

U réti

Piremba

Terácueri

Ingunek'emba

S apichu

Sapichu

Ego

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El haberme enfrascado en esta numenclatura no muy clara que

digamos, me indujo a ignorar la manera como los tanaqueños usan la terminología histânica. Este descuido no es casual, El etnó grafo nacional tiende a desdeñar esta información cuanto que es

la de su propio sistema de parentesco. No reparé en su importai!

cia sino por accidente, a raíz de la entrevista que hacía a un

informante que en varias ocasiones denominó hermano a otra perso

na que yo conocía y sabía perfectamente que no era su consanguí­neo# Fue hasta dias después-, en que revisando este material, me

percaté del "error11 ■ asi que procedí a verificarlo» Al inqui­rirle me contestó,; levantando los hombros: " Mi padre nos dijo que era mi hermano*. También su padrino lo obligó (textual, lo que denota autoridad y jerarquía) a llamar tíos a sus hermanos,

A poco constaté la veracidad de su información: se dirigía como’‘tíos" a dos personas que no estaban ligados a él por la vía

consanguínea. Fue así como tropecé con este fenómeno de exten­sión del parentesco, que tomé como ilustrativo de las confusio­

nes que existen en este campo de investigación. Ocurre que el

supuesto hermano de mi entrevistado era hijo de su padrino, a quien dispensaba un trato análogo al de un hermano efectivo, lo mismo que a sus “ tíos" y “primos**. Solomieu encontró también que

el elaborado parentesco ritual existente entre los tarascos de San Felipe no solo involucraba a padres y padrinos, como siempre se ha enfatizado en los estudios del compadrazgo, sino que la re lación padrino-ahijado obligaba a un comportamiento recíproco no solo entre ambos, sino también con el resto de los familiares del padrino, a los que se extendía los mismos lexemas que se em­

pleaba para sus propios ascendentes y colaterales. A su vez,

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para los hijos del padrino -visto como un segundo padre- el ahija. do es un nuevo hermano (Solomieu, 1982: 229)„ Aunque Solomieu

limita esta relación al padrinazgo de bautismo, en Tanaco me en­contré que está presente también en el de matrimonio: al padrino los novios lo llaman •papá* y a la madrina •mamá"; sus hermanos son ,!tios“ e incluso sus hijos son '•primos". Lo más llamativo del caso es que existen términos tarascos equivalentes, que fueron fácilmente recordados por mis informantes: pipi designa al herma,

no de mi padrino, pipa a la hermana de mi padrino y mimi a los hi jos de mi padrino. Aparentemente estos términos están relaciona­dos con mimi • (hermano) ,. mimicha (plural) y mimecha (siblings del

hermano del padre).. Gomo dije antes, estos lexemas, en su gran mayoría, han caído en desuso. Son.acaso, disfuncionales. Pero

no habría que apresurar conclusiones, El tanaqueño moderno pre­

fiere usar la nomenclatura española de forma equivalente. Este uso no implica la funcionalidad de un sistema de parentesco desa­parecido, pero es obvio que estamos ante relaciones de parentesco

distintas de las prescritas por el parentesco español, al que am­plían, complementan y acaso .sustituyen, No me parece ilógico peri sar que. esta, extensión se originó de la superposición de un siste ma de parentesco dominante sobre otro recesivo, que supuestamente se diluye con el transcurrir -del tiempo. La alusión genética no esvaf or tunada, como ¡podrá apreciarse. Aquí, tenemos más bien una mezcla, probablemente un sistema “mixto" como propone Solomieu.Y como e.lía, me pregunto a qué ritmo, cómo y bajo qué cbndiciones

ocurrió, esta fusión. Tampoco sabemos nada de su evolución. La única c.p.nclusión fiable es que no hay ni una continuidad estructu

ral del sistema de linajes como creía Van Zantwijk, ni todo se re

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duce a un cambio radical hacia la nuclearizaciôn de la familia ta_ rasca como establecía Beals.

Una vez llegados a este punto nos planteamos otro problema*

La extensión del parentesco entre los tanaqueños se da por medios rituales. Para abordarlo debo hacer una digresión obligatoria so bre el estado teórico que guarda el estudio del parentesco ritual,

para después aplicarlo al cambio sociocultural sufrido por la es­tructura social local, más concretamente a la estructuración de

relaciones de reciprocidad en una sociedad constreñida al trabajo

campesino basado en familias nucleares

La mayor parte d.e las aproximaciones al parentesco ritual se

han enfocado hacia la institución del compadrazgo, en especial a

su variante sacramental del bautismo (Wolf & Mintz, 1977: 1)*Este, empero, es solo una forma del parentesco ritual., cuyo estu­dio comparativo está en ciernes (Nuttini & Bell, 1 980: 428) * Añjá dase a esta insuficiencia el que la terminología antropológica usada para describirlo no ha sido la adecuada. Se le ha nombrado indistintamente como "parentesco ficticio", "espiritual" y hasta “seudoparentesco*, término este último que bien puede interpretar se como "falso parentesco" o, por lo menos, "supuesto parentesco" (Schusky, 1972: 8) En lo personal me inclino por seguirle lla­

mando parentesco ritual en tanto que es establecido y estructura­do por medios rituales, de la misma manera que llamamos parentes­

co afinal al contraído por matrimonio entre individuos y grupos afines ó politicamente dispuestos a ello. Pitt-Rivers arguye que

en vista del complejo de ideas en que se sustenta -religiosas y

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honoríficas-, es mejor denominarle parentesco espiritual* Aún asi, creo como él que este parentesco no tiene nada de ficticio,

mucho menos falso, y que solo tiene sentido como una institución social inscrita en el “marco de parentesco en que va incluido"(Pitt-Rivers, 1979: 84), Este postulado es de importancia capi­

tal para entender lo que acaece en Tanaco.

En su estudio del Kums tvo balcánico -especie de compadrazgo de la zona-, E. Hammel advirtió la analogía existente entre el

compadrazgo y el parentesco natural, de donde infiere que esta

institución es una estructura social alternativa del parentesco, que la coloca junto a las relaciones de descendencia y afinidad

(Hammel, cit. Uribe, 1982: 83-84) S, Gudeman por su parte de­

sarrolló la tesis clásica de Benjamin Paul (quien desde 1 942 cori

cibió al compadrazgo como una extensión del parentesco, mostran­do su similitud con el parentesco afinal), para examinar al com­padrazgo en relación a los sistemas de parentesco, puesto que no

circunscribe a los individuos sino que une grupos familiares: “situado en su contexto, el compadrazgo debe examinarse en rela­ción a los sistemas de parentesco y afinidad, puesto que dicha

institución social sigue la pauta de la familia1* (Gudeman, cit, Uribef 1982: 19)« En esta linea de análisis tenemos también a

J, Pitt-Rivers* quien habla en.general de “instituciones de la afinidad espiritual” y cuya morfología social representa varian­tes del parentesco afinal (Pitt-Rivers, 1979: 80-90), Finalmen

te Nuttini y Bell señalan que las nomenclaturas de compadrazgo se limitan ordinariamente a los actores primarios, pero rara vez se

identifica a los siblings (hijos del padrino); igual ocurre con

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los registros del comportamiento, que nunca se indaga mas allá

de los compadres (Nuttini & Bell, 1980: 422)» Estos autoressostienen que el estudio comparativo de la institución, con por

lo menos diez análisis estructural-funcionales, arrojará luz so­

bre éste y otros aspectos descuidados hasta ahora (Nuttini & Bell

1980: 419)

Este es un avance que supera con mucho la tradicional apro­ximación funcionalista, demasiado preocupada en hallarle una fun/ ción material a la institución, al tiempo que descuida indagar una serie de relaciones teóricamente, desde su posición paradig­mática, incidentales respecto a la relación sostenida por los

compadres (padres-padrinos) , de donde surge un análisis esencial

mente egocéntrico. Así, para algunos funcionalistas se trata de una relación diádica entre adultos, para la que los ahijados son

el medio para establecerla, en tanto que la relación entre ahija­

dos y padrino 'es evidentemente de menor importancia’ (Uribe, 1982: 12). Esta conclusión no sólo se basa en una forma particu­

lar de parentesco ritual (el bautismo), sino que encuentra su explicación en la función vertical sugerida por Mintz y Wolf, don de el compadrazgo sirve de alianza política más que de parentesco entre individuos de estratos disímbolos. Para otros estudiosos que comparten este enfoque, la presencia del ahijado no es igno­rada, pues en todo caso da lugar a una relación triádica (Davila

1971: 396; Wolf & Mintz, 1977: 1). Una versión sofisticada lle­ga a establecer un par de diadas; compadre-compadre y padrino-

ahijado (Nuttini & Bell, 1980: 419).

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El quid de la cuestión es que este enfoque tiende a concen­

trarse en los individuos ritualmente involucrados, tomándoloíal

margen de las redes de parentesco en que se hayan inmersos, lo que desde cualquier punto en que se le vea es una falacia inobje

table. Expresión velada de tal concepción la constituye el he­

cho de que Ralph Beals y George Foster reportaran para los taras

eos de Cherán y de Tzintzuntzan un parentesco ritual sumamente elaborado donde, al igual que en Tanaco> el compadrazgo involucra tratos especiales a los hermanos y primos de ambos lados, así como el hecho de que los padrinos esperan un trato similar al que su ahijado o ahijados dispensan a sus propios padres». Para üribe este fenómeno no pasa de ser una "interesante dicotomía entre amistad y parentesco *1 (Uribe, 1 982: 23; Beals, 1 969: 767). Esta

interpretación no puede sino calificarse como un confinamiento

del análisis a sus aspectos más obvios y superficiales t

Desde luego hay que convenir en que el funcionalismo ha con­

tribuido a aclarar hasta cierto punto la función y, aunque parez­

ca increíble, el origen de esta institución. Benjamin Paul fue

el primero en postular que el compadrazgo llena funcionalmente el vacío dejado por la obliteración colonial practicada sobre las instituciones de parentesco extenso de las sociedades prehispáni­

cas. Después, Foster demostró que era una institución medieval

transplantada de Andalucía a América, donde adquirió un vigor inusitado debido a que se inscribió en sociedades que habían per­dido su organización ciánica, pero que retenían la necesidad fun­cional de ayuda mutua y sostén de la integración comunal (Foster cit. Weckman, 1984: 583-584; Gibson, 1977: 234; Uribe, 1982; 47-

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52; Dâvila, 1971: 401). Con Mintz y Wolf el análisis funciona-

lista alcanza un punto culminante. Aparte de que sus anteceden­tes históricos sobre la institución no han sido superados hasta la fecha, encontramos una especie de funcionalidad histórica refe

rida a las cambiantes estructuras sociales donde se ubica y se le

desarrolla: se le relaciona con la estructura de la tenencia feu

dal de la tierra, con su permanencia en regiones atrasadas y con la estructura de clases imperante (Wolf & Mintz, 1977). Otras aportaciones posteriores han añadido poco al conocimiento. Dávila

ha subrayado con ahinco la función del compadrazgo como mecanismo para concertar alianzas dfadicas y poliádicas (Dávila, 1971: 401) Uribe sostiene en cambio que el compadrazgo es un sustituto de

algunas funciones del parentesco, básicamente prácticas y materia, les (Uribe, 1982: 18-19 y 85).

La funcionalidad del parentesco ritual nos remite a nuestra

exposición central: las relaciones del parentesco prevalecientes entre los tarascos modernos. He dicho que el sistema de parentes

co tarasco es un misterio por desentrañar; que no hay evidencias

de una actual estructura de linajes , como la pudo haber habido antes de la Conquista; que, por el contrario, hay pruebas de una

extensión del parentesco por mediosri tuaies y que, por lo tanto, el actual sistema de parentesco si bien es formalmente similar al español, es empleado de una manera peculiar que, hipotética­mente, reproduce relaciones no prescritas nominalmente. Si óstas son de origen prehispánico O colonial no lo puedo decir con cer­

teza, pero no creo que la investigación avance demasiado por esa

senda. Sin embargo, no condenaría de antemano un esfuerzo en ese

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sentido. Quizás Van Zantwijk se enfrentó al mismo problema.. Ciertamente sus linajes son entelequiast pero sus grupos de eda­

des me recuerdan las distinciones generacionales de Tanaco y San Felipe (Van Zantwijk, 1974: 100; Solomieu, 1982: 214). Los

wapanekwecha, si no son obra de su imaginación O restos de las

antiguas cofradías, como se ha sugerido también (de la Peña, s wf fc

8), pudieran ser manifestaciones territoriales de los antiguos gru

pos de parentesco. No hay que perder de vista que Ihuatzio.fue cabecera del Estado tarasco y como tal, sede de uno de los lina­jes dominantes en la civilización prehispánica.

8. Influencia de las familias extensa y nuclear.

La siguiente explicación que doy al fenómeno de extensión

ritual del parentesco en Tanaco esta inspirada en parte en los trabajos de Pitt-Rivers (1979) y Solomieu (1982), pero deriva

también de mis observaciones sobre terreno.

La interpretación que ofrece el primer autor a la yuxtapo­sición de parentesco consaguíneo y parentesco espiritual en Các<2

res entra en el dominio de la estructura social, Pitt-Rivers muestra que la familia nuclear en esa sociedad carece tanto de las bases morales como económicas para su extensión. Una familia andaluza consta de cónyuges e hijos en crecimiento y existen ten­siones en la transición de la adultez de los hijos. Incluso se puede decir que una nueva familia se forma mediante la disolución

de la familia de los padres Y se destruye mediante la formación

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de la familia de los hijos. El padrinazgo en esa condiciones

ofrece una evitación institucional del conflicto potencial entre padres e hijos. Se percibe aqui una cierta analogía entre el pa.

pel del padrino y el del hermano de la madre en ciertas socieda­

des patrilineales, ya que la persona ideal para desempeñar el pa pel de padrino es uno de los parientes prdximos a los padres.

Las propias relaciones entre hermanos son de rivalidad a causa

de la herencia. El compadrazgo» en cambio, gracias al honor im­

plicado, impone el deber de cooperación de un modo que no impone el parentesco. Por él se crea un vinculo entre parientes afines

cuya relación sale fortalecida con el nacimiento del niño: unhermano mayor que bautiza a su sobrino preserva el parentesco na­

tural de sus consecuencias connaturales (Pitt-Rivers, 1969: 106-

109). En breve., esta es la interpretación del compadrazgo anda­luz. Veamos ahora lo que Solomieu nos dice del "sistema mixto"

tarasco.

En un contexto social por completo diferente se di<5 la evo­

lución yuxtapuesta del parentesco nativo y español. El proceso de desintegración sufrido por el primero y su subsecuente restric

ción al grupo doméstico tuvo mucho que ver con las variaciones

introducidas en la propiedad de la tierra, que dejó de ser un re­

curso adscrito al grupo de parentesco extenso (los linajes cita­dos en el capitulo anterior) , para fijarse al grupo doméstico.

En seguida, aunque reconoce que este grupo tiene una configura­ción muy variable y muchas veces truncada , se inclina por postii larle como una familia extensa plurifuncional (unidad de consumo,

residencia y producción) (solomieu, 1982: 218-222). Otros auto-

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res han advertido que el grupo doméstico entre los tarascos esta compuesto por la familia nuclear que se convierte en familia ex­tensa patrilocal al casarse los hijos, para, en un ciclo posterior, disgregarse en nuevas familias nucleares (de la Peña, s (f,: 4),

Esto plantea un proceso compuesto de ciclos dialécticos fusión- fisión-fusión ad perpetuam, donde la herencia de la tierra tiene

un papel fundamental. Solomieu ha señalado con razón que el padre sigue la estrategia de retrasar lo más posible el reparto de sus tierras , lo que explicaría la necesidad de fusionar familias nij

cleares:, el proceso de producción agrícola y otros menos tradicio nales pero que igualmente coadyuvan a mantener integrado al grupo

doméstico durante algún tiempo. En teoría, durante este periodo la familia extensa -unidad compuesta por dos o más familias nu­

cleares ligadas por lazos consanguíneos- adquiere su expresión más acabada como unidad de producción 9 consumo y residencia. Es imprescindible, sin embargo, aclarar bajo qué condiciones ésto es posible. En principio, la familia extensa no es la organiza­ción social más difundida en Tanaco. En una muestra sobre econo­mía doméstica que apliqué, de 65 casos sólo el 32,3% vivían como

familia extensa; la mayoría, el 64.6%, pertenecían a familias to­talmente nucleares y el 3% restante eran personas que vivían so­

las

Tuve ocasión de estudiar de cerca dos de las unidades más complejas. Ambas fincaban su persistencia en el trabajo extra­

agrícola de los hijos casados y hasta en el de las esposas de los hijos, que también contribuían a la unidad doméstica. Dos hijos y una hija laboraban como maestros y sus cónyuges, dos eran maes

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tros también y otra enfermera. Hecho sintomático es que el h.i jo mayor, como su padre, vivía aparte con su familia, empleándose ocasionalmente como obrero o como chofer del aserradero comunal, Gracias a la cercanía de sus centros de enseñanza , los hijos maes tros y los estudiantes podían los fines de semana ayudar a su pa- ^dre en las labores del culti vo. Lo mi smo observe' en el otro caso -estudiado, excepto que la unidad domestica era mas reducida (la f_a jnilia del padre y del hijo casado), pero igualmente requería del cjdel salario como profesor del hijo. Esta simbiosis que se estable ce .entre la profesión del maestro rural y economía domestica es bastante común, y no sería extraño que a ello responda su prol.i.fje

ración en la localidad (23) (vease figura 4rH).

F.i.gura 4*H. Diagrama de una familia extensa de Tanaco,

____ A Luis, estudiante

Felipe, campesino propietario 'A.

Chuy o

-A Tranquilino,estudiante

.A Albino, maestro en Brísenos

a -Q EisaÀdôTTÎna, enfermero en Tanaco

A Humberto, maestro en Caltzontzin^ [ A Mnnn

GHugo

O ,rer‘Luz, maestro en Uruapgn -Q--------- Maribel, maestra

O Neridesús, moestro

OA .

E»*h»ra Juan GustavoGregorio, obrero en Lazaro Cardenas £ Nestor^campesino y obrero del aserradero

-A

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De lo anterior podría deducirse que el ciclo de fusión en

familia extensa depende de op,clones económicas concretas, como podría ser el trabajo asalariado de los hijos fuera de la locali

dad Ó en el aserradero comunal.* con todas las limitantes que tiene como fuente de empleo remunerado* De no existir estas op­

ciones, seguramente aparecerá una causa de inestabilidad dentro

del grupo doméstico, como lo reflejan los conflictos familiares en torno.a la herencia de la tierra. Cuando estudié la institu­

ción política de la jefatura de tenencia me encontró con que;ser vía, para, dirimir una gran cantidad de disputas originadas por la propiedad agraria entre los campesinos, Parte de esas disputas eran de origen familiar. Se pelea tanto por la propiedad de los solares de residencia patrilocal (ecuaros), como por las parcelas dispersas en los planes de cultivo. Estas diferencias ponen en

entredicho la persistencia del grupo doméstico* llevándolo a fi­sionarse, Algunos son de .tal magnitud que rápidamente rebasan

la autoridad del ¿efe de tenencia para dirimirlas a nivel comu­nal, pasando a competencia de las autoridades judiciales de Cherán

y de Zamora, resultando en no pocas veces en el encarcelamiento de parientes a manos de otros ,parientes, en una especie de pugna_ concertada entre familias nucleares versus familias nucleares,

A falta de tierras y empleo no sólo irán en aumento este ti

po de conflictos de manera previsible, sino que el ciclo de fu­sión en familia extensa es absolutamente problemático. Además, existe una condicionante ecológica en la región que hace de la tierra de cultivo un recurso limitado que hace tiempo se agotó

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(recuérdese el índice de tierra arable: 261 personas por kiló­

metro cuadrado de esta tierra). No es fortuito entonces el que las familias extensas estudiadas dependieran del trabajo asala­

riado combinado con el agrícola. A mi juicio, el momento en que

el crecimiento demográfico obstruya el mecanismo de herencia ha llegado ya. La única opción que queda a aquellas unidades fami­

liares sin entradas extras a su actividad agrícola básica ,«y por

lo tanto .sin posibilidades de ampliarse como grupo cloméstico-,

es la circunscripción a la tierra poseída para asegurar el magro

sustento del grupo nuclear, con la consecuente expulsión de mano de obra familiar. En suma , sugieroaque la familia nuclear se ha convertido por necesidad en la organización básica de las comuni dades indígenas de la sierra y, por ,ende, en su unidad básica de

parentesco, aunque no la única, En realidad, para solventar sus gastos extraordinarios, particularmente los motivados por casa­

mientos y cargos religiosos» el campesino y su familia no están solos. Siempre pueden apelar a sus compadres, padrinos y toda

esa red .de parentesco artificial hilvanada entre familias nuclea

res que ;acuden en su ayuda por ¡estar enlazadas de manera ritual,.Así, el parentesco ritual es creado y crea relaciones rituales»

______Su manifestación más clara está por ello plasmada en la organiza­

ción del sistema de cargos religiosos y su actual lógica de riva lidad de status , que hace doblemente necesario la reciprocidad entre parientes que naturalmente no lo son.

9. Función valoratlva e integrativa del ritual religioso»

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En la literatura antropológica es un lugar comdn el hablar de la economía de las comunidades indígenas como una "economía de prestigio’* basada en el "consumo conspicuo", esto es, dirigida hacia el “despilfarro institucionalM (Aguirre, 1981: 103), Estosrasgos se han tomado como signos de un atraso social, legitimando la acción indigenista de modernización económica. Enfoques menos practicistas de este comportamiento económico supuestamente dis­tintivo, lo han elevado a uno de los componentes más importantes del cuasi-modelo conceptual de la “comunidad corporativa campesi­n a ” . Para efectos de mi exposición, me limitará a repetir que,

para su autor f el núcleo de dicha comunidad se localiza en un sij3

tema politico-religioso, consistente en una jerarquía de oficios personales cuya devoción obliga al individuo a costear rituales onerosos, verdaderamente conspicuos, pero que a cambio lo retri­buyen en prestigio social dentro de su comunidad y de forma cori comitante, lo califican para ejercer el poder local. Es por esto que los “principales de gobierno” son aquellos individuos que, mediante tales gastos, se elevan a través de la jerarquía de car­gos hasta arribar al status de autoridad tradicional, amén de ser los más próximos al estado de gracia, con sus años a cuestas. Semejante organización del culto tiene sienipre, según este autor,

una función reguladora de la estructura social; sirve para inhi­bir el desarrollo de las distinciones de clase basadas en la ri­

queza acumulada^ que al ser redistribuida, apuntala la continui­dad estructural de la organización comunal como totalidad social; dicho en los utilitarios términos funcionalistas, mantiene el equilibrio existente, haciendo social la pobreza, como una utópica democracia de los pobres (Wolf, 1959. 214-21 9; 1 968a; 294'*- 295.)

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Débo añadir por último, que para Wolf la base corporativa de e 6

ta comunidad esta asentada en la propiedad comunal de la tierra,

esto es, posee un sustento territorial en vez del parentesco, co> mo en otras formas comunitarias « Esto no niega el papel del pa­

rentesco como componente comunal, pero si queda relativizado en un afán por resaltar el corporativism© de la organización social

(Wolf # 1 968a ; 295 ).

Desde que en 1957 Wolf propuso este cuasi-modelo conceptual

se ha comporbado su potencial explicativo, pero también se han hecho visibles sus debilidades. No deseo enzarzarme de momento

en una crítica general hacia este esfuerzo pionero, que postergo para el capítulo siguiente, Pero en lo que al sistema de cargos cívico-religiosos se refiere, no puedo evitar hacer ciertas pre­cisiones convenientes al hilo de mis ideas sobre la relación del parentesco ritual y la vida ritual en general.

Fue David Kaplan el primero en reparar que los signos de de

bilitamiento ó de fortalecimiento del sistema de cargos era un movimiento cíclico que correspondía a las fases ya de expansión, ya de contracción del sistema económico global (Kaplan, cit. Bonfil» 1970: 179), Está visto que el cambio económico global

influye profundamente en esta organización religiosa del nivel local, de donde su cambio o persistencia está en función del modo en que la comunidad está integrada a la sociedad nacional (Smith, 1981:205), Los críticos mas radicales del funcionalismo han re­

marcado que el proceso de cambio se orienta hacia su desaparición

o en todo caso, hacia su reemplazo por formas rituales distintas,

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cada vez mas secularizadas por la sj.mbología proyectada por el Es­tado nacional (Friedlander , 1981). Contra esta postura progresi­va unilineal se levanta la valiosa contribución de Guillermo Bon­fil sobre el sistema de cargos en Cholula., en la que demuestra que puede coexistir con una localidad mestiza^ urbana e industria

lizada , sin que presente signo alguno de una previsible desapari­ción . No son tampoco 0 supervivencias* de un pasado indígena, da­

da la magnitud , gente y recursos que movilizan en la Cholula mo­derna (Bonfil , 1 973: 256-257 ).

Las consecuencias que este hallazgo tiene para el modelo de

Wolf son graves ya que hasta entonces se tenía a la institución como exclusiva de la comunidad indígena corporada. No voy a dis­cutirlas exhaustivamente, como ya establecí. Solo quiero llamar

la atención sobre un punto; la cambiante función del ritual reli­gioso. Bonfil mismo ha señalado que el corporativismo pudiera tener cierto grado de maleabilidad, ajustable a las condiciones siempre cambiantes de la sociedad global (Bonfil: 1970; 172)* En

lo personal no creo que debamos remontarnos hasta el distante ni­vel nacional para darnos cuenta de que el sistema de cargos es una institución maleable en su función histórica. Discrepo, empe ro j de seguirla concibiendo con una función homeostática,cuyo

principal efecto es el redistribuir la riqueza. Mi argumento es otro. A partir del patrón de rivalidad por la concesión del ho­nor entre cargueros ricos y pobres que prevalece en Tanaco, sugie

ro que su función es la de engendrar unidad más allá de las dife­rencias de clase existentes, a las que antes que disminuirlas las realza; no obstante, el tratarse de una pugna establecida en te­

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rrenos ceremoniales permite validar las realidades de la riqueza

y la pobreza como p^rte de un mismo orden social, que así gana en permanencia., pero no necesariamente en estabilidad ni homogei

nización. En rigor» la función del ritual, tal como lo planteo, sigue siendo la de integrar la vida en sociedad, como sugerían los estructural-funcionalistas• Pero a diferencia de ellos, no

entiendo esta integración homologada a un equilibrio estático( si

no también, y sobre todo» como un desequilibrio dinámico genera­

do por grupos e individuos en posiciones encontradas, perto que re

quieren de un mecanismo reintegrativo para hacer posible su so­

ciedad (24). Rechazo asimismo la exclusión del parentesco en fa­

vor de la territorialidad. Ambas entidades se expresan en dife­rentes órdenes, luego no hay que jerarquizarlas. Por lo demás,

no seré el primero en advertir que los individuos que sufragan las onerosas fiestas religiosas recurren sin falta a la ayuda re­cíproca de sus amigos , compadres y parientes. Esta colaboración es obligatoria para los parientes rituales y resulta tanto mas necesaria cuanto el sistema ritual de Tanaco está regido por el don de rivalidad entre ricos y pobres e (indirectamente,por la tendencia del grupo doméstico a quedar reducido a la sola energía de la familia nuclear, como ya he analizado.

La rivalidad para obetener honor por medio del cargo reli­gioso me sorprendió la primera vez que lo vi. Suponía hasta en­tonces que actitudes de despilfarro ostentoso estaban confinadas

a la sociedad y cultura kwakiutl de la costa noroeste de Norte­américa. Ahora pienso que el propósito valorativo del sistema de cargos es tan antiguo como el sistema mismo, esto es, data

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del siglo XVIII , habiendo sufrido una evolución análoga a la ins­

titución del potlach „ que de institución redistributiva caracte­rística de una jefatura se tornó, a partir del contacto europeo, en otra donde el antiguo patrón económico se refuncionalizó como un don de rivalidad,abierto a quien quiera que tuviera la riqueza suf iciente para emular al " gran hombreM , que originalmente era el

único que lo ofrecía.

Al esforzarme por encontrar explicación a la concesión d - hq

ñor que ofrece el .desempeño como servidor de los santos, sufrí una, segunda sorpresa, no menos ¿importante por ser de carácter tejó

rico. Descubrí que los antropólogos usamos frases como ''consumo

ostensible" f 14 derroche ostensible", o "emulación pecuniaria" para describir este comportamiento económico , pero sin reparar en sus implicaciones. Mi asombro fue mayúsculo cuando me enteré que fueron acuñadas por Thopstein V.gblen en 1 899 , que las empleó es­

pecíficamente para iluminar el comportamiento de la clase social mas poderosa de la época; la opulenta clase ociosa norteamerica­na de finales del siglo pasado. ; En. otras palabras , lo que hace­

mos es describir un fenómeno supuestamente homogeinizador de la estructura social de la comunidad indígena con categorías pensa­das para describir la- es tr.atif ioación en clases sociales de la estructura social de una sociedad burguesa. Pero no se detiene

aquí mi asombro. Aunque no me inclino hacia una postura formalis

ta en materia de antropología económica, sino al contrario, me llamó la atención que Veblen estableció una generalización etno­lógica (son sus propias palabras) entre las clases ociosas de d¿

ferentes niveles evolutivos, haciendo de sus categorías un comen

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e intemporal sobre la conducta de quienes concentran de tal suerte que el potlach kwakiutl pude ser compa- baile del caballero ocioso moderno. Como dice Gal-

respecto nada diferencia a Whitney, Vandelbilt O cacique papú o de lo que “ ofrecen las tribus de los Los .atuendos , festivales o ritos y artefactos de los

Vanderbilt o los Whitney son más complejos, pero eso no significa que su móvil sea distinto , en modo alguno, del de sus equivalen­tes bárbaros (Galbraith, 1 974 *. XXIV).

Parte de -esta generalización consiste en postular que para producir una buena reputación se precisa de un consumo derrocha­dor, ofreciéndolo a amigos y competidores como fiestas y. regalos

valiosos. El consumo ostensible obviamente no hace menos ricos

a los ricos; .por el contrario > resalta su posición social, hacieri do más ostensibles sus diferencias. Los conceptos de dignidad,

honor y valor juegan aquí, un papel de primer orden en el desarro- lio de l_as clases y de las distinciones de clase. Este plantea­miento difiere radicalmente del orden de status planteado por

Weber, Tal orden derivaba de la forma en que estaba distribuido

el honor social , a diferencia del orden económico de carácter clasista. Ambos órdenes no coincidían, de ahí que diferenciara entre clase social y .grupo de status o estamento. Mientras las clases sociales estaban determinadas por una situación de merca­

do , el grupo de status dependía de una situación estamental de­terminada por una específica apreciación social del honor. Even­tualmente ambas situaciones podían yuxtaponerse y aun enlazarse. Pero el movimiento racionalista de la democracia moderna era en el sentido de deshacerse de los grupos de status , si bien no des­

tario vasto la riqueza,

rado con el braith;

A este Astor de unnn am a n o Q

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carto que resucitara la importancia del honor social* En tal sen

tido, Weber percibió que ciertas estructuras de poder, como la

de los burócratas modernos , eran propicias a una proliferación

de cargos., privilegios y sobre todo un honor comparable a un or­den por status, pero asociado aquí al ejercicio del poder, de don,

de deduce que: " La búsqueda del prestigio es propia de todas

las estructuras de poder específicas y , por tanto, de todas las estructuras políticas" (Weber, 1972: 196).

Si seguimos este orden de ideas pronto desembocaremos en el problema de distinguir entre las variantes existentes en los gru pos de status, verb! gratia: ¿que es lo que distingue a la cas­

ta hindú del estamento feudal europeo?. Para Weber la casta es un

grupo de. status cerrado en grado extremo, pero aún esto resulta insuficiente para identificarle. No facilita una definición de

casta, pero a partir de sus atributos negativos -lo que no es una casta- determina la existencia de una complejidad extraordina

ria en sus relaciones :de rango, orientadas de. un modo religioso y ritual , que en con junto . conforman un estilo de vida peculiar (Madan, 1984: 129-130) (25)- Este hallazgo lo induce a puntua­lizar que la cualidad ,de honor social (o la ausencia de éste)

está condicionado y expresado por un modo de vida especifico íun "estilo de vida".)., lo mismo que por una monopolización de bienes u oportunidades ideales y materiales, privilegios, consu­mo de bienes, ote. (.Weber-., ' .1 97 2 : 221 -240 y -483-506). En estascondiciones,el estamento aparece como un grupo organizado por un

derecho consuetudinario vó estatuario que, en un sistema social,

lo hace un estrato con un status jurídico propio, que lo delimi-

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ta del resto de los estamentos (Dahrendorf, 1979: 21-22).

La teoría de la estratificación moderna) más allá de sus eri

foques paradigmáticos singulares, se ha percatado de la diversi­

dad imperante en los sistemas de estratificación social, retoman

do la distinción weberiana entre clase y status a partir del es­

tudio de la interrelación entre los grupos organizados en senti­do económico y los grupos estructurados por su prestigio social. Por ello es que las observaciones sociológicas y antropológicas de Veblen ponen de relieve un caso peculiar de correspondencia de clase y honor reunidas en la persona del rico y su conducta.

Desde luego que en Veblen no hay una oposición entre la filia­ción de clase y la adscripción del honor, como podría ser el ca­

so de la Alemania weberiana, donde burgueses y aristócratas per­tenecían a órdenes distintos. Por el contrario, los industria­

les norteamericanos descritos por Veblen se comportan de forma

no muy distinta del Biq-man de la Melanesia y la Polinesia. Sus

fiestas y bailes demuestran que existe un sentido valorativo equi valente: obtener honor por el dispendio. Y con esa virtud, re­

saltar su poderío económico.

Veblen hace notar otro elemento que me parece importante

para nuestro análisis. Anota que ninguna clase social, ni siquie ra la más pobre, abandona el consumo conspicuo sino bajo el impe­rio de la necesidad más extrema. "Para ser estrictamente exac­tos , no deberíamos incluir bajo el epígrafe de derroche ostensi­

ble más que aquellos gastos realizados a base de una comparación pecuniaria hecha con propósito valorativo" (Veblen, 1974: 105).

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¿Por qué rivalizan los tanaqueños pobres con los cargueros ricos,

celebrando fiestas paralelas que ¡no hacen sino demostrar el pode­rlo de unos y la debilidad de otros, que no es más que una reafijr

mación de una poisición dentro de la estructura social?. Visto el fenómeno en términos weberianos la respuesta seria política: por

que los ricos de la localidad concentran poder y honor. Más no estoy seguro que eso ocurra en el Tanaco contemporáneo ya que el poder politico no recae inevitablemente en los cargueros ricos,

cuya presencia en este terreno se antoja escasa, cuando no ina-

xiste,nte.- Si la respuesta no parece ser política, entonces ha­bría que rastrearla en la misma lógica del ritual de rivalidad, en la "comparación pecuniaria" que apunta Veblen. Aquí nos aden­

tramos en un campo estrictamente honorífico de un orden de status

que lejos de desaparecer se ha venido reproduciendo con cada

fiesta religiosa* Lo que está en juego es la forma especifica de

apreciación social del honor y cómo está distribuido éste entre personas y grupos. Si la rivalidad ritual ha obligado a brindar

dones para acceder a una cuota de honor, cualquier tanaqueño de­be de recurrir a este recurso para obtenerlo. Naturalmente, los ricos están mejor dispuestos para ofrecer dones que les reditúen mayores honores. Pero eso no excluye al tanaqueño pebre para el cual es una necesidad espiritual mantener una apariencia decoro­

sa, un cierto valor social, por escaso que pueda ser en términos

honoríficos, y que se expresa mejor como contraste, como logro ypor ende como rivalidad. A mi juicio la rivalidad por una conce_sión social del honor, utilizando un mecanismo ritual, es un exce

lente mecanismo para distribuir el prestigio de manera desigual.

Probablemente, en sus inicios, las mayordomlas sirvieron como are

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na pol5.tica de un conflicto entre los ricos por tradición y los

nuevos ricos, lo que en la época se llamaban los "principales de sangre" y los "principales de gobierno"* Mientras los primeros

era un grupo con un status heredado a causa de su origen noble,

los segundos eran oficiales de república que, con la expansión monetaria de los mercados coloniales, tuvieron la oportunidad de acumular y, llegado el momento, demandar un status adecuado a su

nueva posición social* En la medida en que la mayordomia era una institución abierta, con una estructura de transición del orden de status al orden de clase, y que disponía de una serie de car­gos honoríficos jerarquizados, auspició la rivalidad para acce­

der a ellos* En el caso del honor por concesión, el honor no se concede a los virtuosos, sino a los suficientemente poderosos p«i

ra conseguirlo, como indica Pitt-Rivers (1979a: 22)* Con el tiem

po, la rivalidad de status como objeto mismo de toda la institu­

ción terminó por servir como recurso para aliviar tensiones en

una sociedad estratificada no entre nobleza y común, sino entre ricos y pobres, permitiendo legitimar el orden surgido durante el siglo XIX cuando la función religiosa se separó de la política en los gobiernos indios y sobre todo cuando el municipio consti-

tucional .hizo inútiles a los nobles como intermediarios políti­

cos, igualando a los indios ante la ley.

Estudios sobre la antropología del honor indican además que un inferior en rango no puede agraviarse por la afrenta de un su­perior, pero que en toda rivalidad la reputación es realzada por

la humillación del vencido (Pitt-Rivers, 1979a: 21 y 30)* En

Tanaco los cargueros ricos son pródigos en su donación: mientras

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más invitados concurran a su fiesta, mayor es su esplendor. Aun­que no detecté una sensación de agravio entre los encargados del

barrio, si observé una resistencia y desprecio a participar en la

"fiesta de los ricos"^ siquiera como asistentes. Incluso me uti­lizaron a mi para enterarse de algunos detalles de una fiesta a

la que ellos mismos se impidieron asistir. Se sigue de ésto que

la rivalidad posee elementos de un intercambio por donación lo que sienta las bases de una rivalidad obligada, que de antemano se sabe tendrá un despilfarro ostentatorio muy diferente. Lo im portante para los tanaqueños pobres es devolver el don. Al ac­

tuar asi hacen posible la vida en comunidad, pues ricos y pobres

adquieren, con sus respectivos y desiguales dones, derecho a una posición social dentro de un orden en parte clasista y en parte

es tamentario.

De todo esto surge la siguiente reflexión: todo el sistema

ritual local contribuye a darle unidad al sistema social, impi­diendo que las potenciales tensiones entre tanaqueños ricos y po

bres se transformen en un conflicto entre clases antagónicas. Justo como ha postulado Pitt-Rivers, el honor (y el orden y com­

portamiento impulsado por la noción de orgullo) logra algo que la filosofía nunca podrá: derivar un deber ser de un ser, recon­ciliando el orden societal tal como es con un orden que compróme te a los hombres a actuar como deben, legitimando de esta manera las realidades del poder (Pitt-Rivers, 1979a: 38-39). Existe,

insisto, una función de integración social, si, pero obtenida a través de un desafio de honor a escala social.

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1 0 Sistema ritual» rivalidad y parentesco espiritual

La primera evidencia que tuve de estas interrelaciones la

descubrí al momento de recabar la historia de vida de un colega

etnolingüista, el Prof* Sinforoso Elias Ruiz,■que aún vive en Tana.coj como muchos otros .maestros rurales adscritos al Departa­mento de Educación Indigena> de la descentralizada Secretaria de Educación Pública de Michoacán (26). El dia que lo conocí era un

dia muy especial para él. Escaso un mes atrás habla concluido con éxito sus estudios de licenciatura en Pátzcuaro (Elias, 1982)

y tan pronto como se reintegró a su trabajo -ostentando un nuevo status en el DEI-, decidió hacerse carguero de la efigie del "San

Juan Grande" que, a diferencia ,del "San Juan Chico", obliga a un desembolso personal por parte del carguero, en tanto que el según

do representa un gasto mucho menor que es encarado por todo el ba.

rrio de San Juan y sus cuatro comisionados. El sistema ritual de Tanaco dispone de otras cuatro fiestas en que una persona con po­

sibilidades puede desempeñar el honorable papel de carguero (27).

Esta decisión representa uná~especie de regreso triunfal pa­ra él. Sinforoso fue maestro aqui durante varios años. Según me

enteré por los comentarios que suscitó su dispendiosa fiesta, hu­bo de abandonar su plaza a causa de un comportamiento poco edifi­cante, que le acarreó la sanción pública y su desprestigio subse­

cuente.

De aqui se trasladó al plantel de Ichán, de donde salió a

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Pátzcuaro para prepararse como etnolingüista. Ahora, su nuevo

status social le exige recobrar el prestigio perdido, asi que no escatima en gastos para solventar cuatro dias de fiesta en los

que materialmente "echa la casa por la ventana". No es un hombre

rico, pero si acomodado. Su ascenso social depende de su traba­jo dentro de la administración pública. Cuenta además con un po co de tierra ("dos pedazos'? indefinibles) que trabaja en medie- ria. Nadie más trabaja en su familia; su hijo mayor ya no vive

en Tanaco.

Para empezar Sinforoso se hizo construir un troje enorme don de albergar a la orquesta y los danzantes | su casa es un pándeme)

nium de albañiles y mujeres preparando el festin de varios dias. No menos de quince mujeres se han juntado a amasar y hornear pan

zoomorfo; otras tantas preparan la comida hasta la madrugada del

23. Ese dia, con el tiempo encima, Sinforoso hizo trasmitir un mensaje por el altavoz más cercano (Tanaco, en ocasiones, sufre

de contaminación sonora cuando los servicios de sonido funcionan simultáneamente), llamando a parientes, compadres, amigos y voluri

tarios del barrio a apersonarse en su domicilio para brindar su ayuda. Este es un mensaje que, a fuerza de repetirse en cada

fiesta, recuerda más bien una letanía popular. De cualquier for ma, la respuesta del barrio fue pobre: menos de diez comuneros, acompañados de sus esposas, se presentaron con cestos rellenos de mazorcas, cigarros y dinero en efectivo. Aunque el padrino del matrimonio se retrasó un poco -Sinforoso y su mujer le dan el tratamiento de tata y nana a su madrina-, fue él quien se en­

cargó del protocolo en la recepción de la cooperación de compa-

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dres yanigos. La madrina, por su parte, fue la encargada de re­

partir las raciones a los invitados.

Sinforoso y su esposa no son originarios de Tanaco. El na-

ció en Cocucho y su e spos a en El Pino, cerca de Nahuatzen. Aparte de sus hijos * no tienen má s parientes a quien acudir. Todos

ellos vienen desde Cocucho. Una hermana de Sinforoso se hace cargo de la preparación del atole de tamarindo gracias a su expe

riencia para cocinar en las descomunales ollas que hacen en Cocu cho. A los hermanos del padrino, según su edad, Sinforoso los llama tata-keri y tata-zapichu y a sus hermanas wawa» Con su

ayuda, Sinforoso sale airoso del reto.

El no es el único que espera ansioso el dia de San Juan.

La semana anterior hubo una reunión de los encargados del barrio.

Hacen cuentas y deciden que cada familia debe cooperar con 250 pe

sos para contratar a la banda de Ichán (que cobra diez mil pesos por dos dias) y para pagar las obligadas misas del señor cura,

quien evita interferir en la organización de todo este ritual del catolicismo popular de los tarascos, concretándose, como si fuera un prestador de servicios espirituales, a oficiarlas (28).A decir verdad, hasta ésta función está cuestionada, ya que en las fiestas de los barrios el tata prioste ejerce una autoridad religiosa paralela a la del cura, al grado de permitirse oficiar una especie de misa sincrética : en un altar del antiguo hospi­

tal, a espaldas de la casa parroquial.

La rivalidad está presente desde el momento de elegir al

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carguero de San Juan . Ha habido años en que, por su elevado eosto, no hay quien llene el status , pero también es cierto que hahabido casos en que se pr e s e n te n doa o tres solicitantes ante el

jefe de tenencia. Sinforoso no fue el único interesado en ser al carguero, pero de inmediato desalentó a sus contrincantes al

ofrecer que contratarla a una de las mejores orquestas tradicio­

nales de la región, la originaria de Quinceo. Por esa razón todo

el mundo se enteró que le ha costado 26 mil pesos, mucho más que

lo que todo el barrio puede reunir colectivamente*' El éxito de

su fiesta pronto comienza a advertirse. No bien se pone el enta rimado del troje, gran cantidad de mujeres de todo Tanaco acuden

con sus hijas a poner sus "cuelgas" en las vigas. Simbólicamen­te, estos atados de frutas, pan, tejidos y colmenas significan ofrendas para el santo; pero también dan la impresión de ser unaespecie de pases de entrada al baile de esa noche, al que asisti­rán sus hijas a flirtear con los jóvenes. Se dan casos en que los novios comprómetidos hacen su .propia cuelga para también par­ticipar en el baile. En este aspecto la fiesta de San Juan (como

la del Corpus) tiene elementos de un ritual de pasaje, donde las jovencitas muestran a ojos de todos su disposición como parejas

(29).

La competencia entre los músicos del carguero y los del ba­rrio es pública, se instalan en la pérgola, unos junto a otros, y tocan alternativamente sin descanso. Esta competencia musical se da en todas las fiestas, incluidas las comunales, donde dos barrios pueden contratar sus propias orquestas. El barrio en su conjunto se prestigia con la mejor orquesta. Volviendo a la fie_s

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ta que nos ocupa, una vez que los músicos de Quinceo demuestran

su superioridad sobre los de Ichán, se retiran a las casas del carguero y de uno de los comisionados, donde se les da de cenar antes de iniciarse el baile. La ubicuidad es un don del que ca­

rezco por lo que tuve dificultades para asistir a dos lugares a la vez. El jefe de tenencia, hijo dé uno de los comisionados, bastante alcoholizado a e s a s horas, me arrastró a lo que llamó "la fiesta de los pobres" de donde, por oposición, se desprende que la otra era "la fiesta de los ricos". Y tenia razón: él

troje que visité servia de habitación, la comida sólo alcanzó pa ra los músicos, las cuelgas eran pacas y su baile incluyó a ni­

ños y adultos. La fiesta del San Juan Grande, en ese mismo ins­tante, era una algarabía juvenil concurridísima, pródiga en comí

da y "caliente" (un ponche liquidador, mezcla de piloncillo, al­

cohol de caña y té de canela). : Debo añadir que esa madrugada los jóvenes que asisten al baile acostumbran zambullirse en el ja­

güey, a orillas del pueblo. Todos fueron acompañados de las dos

orquestas y una tercera que habla sido contratada por un apagado carguero del barrio de San Antonio, que hizo su propio, aunque muy limitado, don de rivalidad.

Hay que agregar que esta fiesta no es la única ocasión para el carguero de demostrar sus recursos ostentosamente. Tengo la impresión de que la custodia del santo durante todo el año, en

un pequeño altar en su casa, llena de numinosidad su actuación económica, haciéndola más próspera. Así que será pródigo en cada

una de las ocho "visitas" que recibirá. En cada una de ellas de

be ofrecer abundante comida y trago a los otros cargueros en sus

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respectivas fiestas» e incluso a los danzantes» como la wananche-

cha que baila en el Corpus 6 las pastorelas navideñas» que llegan

a contar hasta ochenta danzantes a los que hay que obsequiar con frutas y la inevitable bebida. Asi las cosas» durante los cua­

tro días en que se desarrolla el ritual de San Juan» Sinforoso» sus familiares reales y artificiales» acompañados de la orquesta

visitan, desde ya, al tata-prioste y sus oficiales (queri, fis- cal » cararis , etcétera) y al carguero del Santo Niño, Donaciano Alvárez, considerado por todos como-el hombre má& rico de Tanaco, pues es el único c ap a 3 de despilfarrar un millón de pesos para

ostentar ante los pobres su poderlo económico.

La actuación de los—hombres ricos como."servidores de los

santos" (y acaso, antes que ellos,:; los descendientes de la noble

za .indígena) es una evidencia de que el sistema ritual es, más que nada, una cuestión de rivalidad y recursos. Apuntaré, para

reforzar mi juicio» que Donaciano es comerciante, el principal comerciante de. Tanaco. Se sabe que cuenta con muchas tierras y que las hace producir mediante trabajo asalariado. Antes de ocii par el status de carguero era reticente, como el resto del cli­

qué de la facción de Wenceslao Bravo, a colaborar con la comuni^ dad y mucho menos en su vida ritual. Al fragmentarse la facción,

y reordenarse el sistema politico, dual, Donaciano volvió a las filas del grupo dominante. Bajo la nueva situación social, era

casi una obligación asumir un cargo religioso que le redituara honor, haciendo ostensible su superioridad. Bataille ha llamado

muy acertadamente a esto "la mentira de los ricos": ofrecen un don para adquirir poder y prestigio. No existe la "democracia de

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n o .

3 m

. riqueza. Es , en to­

tes, pero que no ait e -

>naci ano corno empre s a-

ilación pr ivada de es ta

• no sea una pérdid a

complejo ritual 1ocal j

o y * por lo tanto, el

i al común para su admi^

¡e pr olong a durante dos

ior es to e 1 desafio 1 anLes ta en un pálido ri-» tie ne la oportun idad

'ara los campe s inos po-

; ar án ♦ Só lo les qu eday el tris te reto de la

: 1 ) . Asi que Donac i anoLombre poderoso. Casual

mente, el año siguiente, en la c ircularidad infinita del ritual

no hay quien asuma el reto. Esto también ha ocurrido con otros "Santos Grandes".

A veces la rivalidad toma caracteres patéticos. El 10 de

junio de 1982 se celebró el rito del Corpus, que no siempre im- cluye cargueros en su realización, reduciéndose al baile de las "señoritas wananchas", especie de cargueras púberes, casi niñas,

que le dan a toda la fiesta un tono cercano a un ritual de pasaje

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a la adolescencia* En ésta ocasión* hubo la presencia de dos car; güeros del barrio de San Isidro, Santiago Velázquez y Eduardo Alvarez* el primero transportista e innovador agricultor y el se gundo resinero, campesino y asalariado aventual en el aserradero. Cada uno hizo contratar a su orquesta y con ellas se instalan en la pérgola, rodeados de amigos y parientes. Eduardo los obsequia

con una reja de refrescos que el mismo llevó cargando. Santiago

en cambio comparte botellas de tequila que rápidamente consume su

numerosa clientela. Tomando, se albóroza, saca a cada rato un fajo de billetes para encargar una botella tras otra. Es osten­

sible su superioridad, hasta para Eduardo quien, solo, se sienta en los escalones de la pérgola a tomar una amargamente azucarada Mirinda de piña.

A poco, el rito cambia de foco. Es hora de la procesión de la Virgen de la Asunción y del baile de las wananchitas, un grupo

de diez y seis jovençitas.que, ataviadas como la virgen, la pa­sean a cuestas por el pueblo, luego de haber cumplido con su de­ber de mantener limpia a la iglesia durante un año. Tras de e- llas, el tata-prioste y su séquito cargan a San Isidro Labrador. Ambas imágenes están adornadas de piezas de pan zoomorfo y peque

ñas mantillas bordadas, relucientes en su blancura. A diferencia de los otros cargos, no es un deber voluntario ni desead^. Mu­

chas familias se rehúsan a aceptarlo cuando el párroco se los pro pone, pues el gasto en el traje y en el obsequio les es excesivo. El pago de la banda, misa y castillo pirotécnico corre por cuentade los barrios

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Después de la procesión, se colocan las imágenes en el cen

tro del atrio para comenzar el baile, que no pasa de ser un mo­vimiento mecánico, sin complicación alguna. Entonces, las ma­dres de cada wanancha les llenan sus atados de pan, dulces y bor

dados que ellas lanzan al público, lo que crea gran animación,

en los niños sobre todo, que se arremolinan de un lado a otro, en

pos del obsequio aéreo. Este baile' de dones es repetido en las

casas de los cargueros, la parroquia y el jefe de tenencia, quien

retribuye a los presentes con bebida y cigarros. Todo lo ceremo nioso del intercambio está a cargo del tata-prioste, cuyos fami­liares han preparado un festín comunal. No es la única expresión redistributiva . Tan pronto como se da por terminado el baile en el atrio, un grupo de comerciantes llevan sus camiones con frutas para obsequiar a todos. Los agricultores de San Isidro arrojan

mazorcas también. .Se dice que el ritual ha variado pues antes, como en gremios, los cazadoresj tejedores y resineros obsequiaban

también.

Existen otros rituales mucho más comunales, que acentúan la

reciprocidad social. La fiesta de San Martín Caballero no admi­te la actuación del carguero individual ya que son los cuatro ba

rrios los. que la realizan, distribuyéndose las tareas y los gas­tos. Cierta rivalidad puede aparecer en la contratación de dos orquestas por barrios diferentes, pero no va más allá la pugna.La principal razón de ésta fiesta es el mercado itinerante que por única vez en el año se asienta en là plaza central de Tanaco, Por eso esta ocasión recuerda las fiestas-mercado patronales de

otros pueblos serranos,, que conforman todo un sistema de mercado

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regional ligado a la liturgia cristiana y el santo patrón de ca­da uno. Aparte del mercadot se instalan unos modestos juegos me

pánicos que hacen la delicia de los niños. Para la mayoría de la población es una oportunidadxúnica de adquirir ropa y otros

enseresr de manera que tanto la; empresa resinera como la empresa forestal comunal procuran pagar con puntualidad a sus clientes

y trabajadores para que dispongan de numerario que hagan posible la fiesta-mercado. Además, en cada: hogar se prepara churipo para convidar a parientes y amigos. Como en las otras -f iestas, se

estila pasear en procesión por todo el pueblo a San Martín, se­guido ahora de la Virgen de la Asunción, que a duras penas sos­tienen las wananchas, Es una fiesta religiosa si, pero la gente mide su éxito por la cantidad de puestos y vendimia que viene a Tanaco.

Quedan por mencionar el día de muertos y el almuerzo comunal en la cumbre del Tarejuata que coincide, en la liturgia, con el día de la Virgen de la Magdalena. He incluido el día de muertos dentro de los rituales comunales porque contra lo que se cree,

no expresa un prehispánico culto a los muertos (Van Zantwijk, citt Carrasco, 1970: 8 ) sino un profano intercambio simbólico entre

parientes y amigos de los muertos. Desde el día primero de no­viembre, las mujeres tanaqueñas empiezan a limpiar y adornar las

tumbas de sus deudos. En la mañana del día siguiente el cura c e ­lebra una misa de difuntos en un rústico templete construido a faenas en el centro del camposanto. Al ritual sólo asisten muje res y niños y rara vez algún hombre adulto. Cada mujer carga un chiqulhuite con frutas, dulces y pan , procurando no olvidar un

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plato • La comida no es un alimento espiritual para los muertos sino para los vivos. Al terminar la misa , comienza un intercam bio recíproco! se pone en el plato una ración de comida y, con algún niño» se le .envía a una persona determinada, generalmente

pariente; el niño aguarda que le regresen el plato» que será re­

bozado nuevamente antes de retornarlo. Los muertos» y quizás de2

bido a su parentesco con ellos, dan motivo para hacer del cemen­terio un simbólico ritual de intercambio recíproco. Durante él,

las mujeres se.conduelen de aquellos muertos sin parientes pre­sentes, sobre todo cuando viven en el pueblo. En cambio, se elo

gia a varios hermanos que h,an venido desde Tijuana a visitar las tumbas de sus padres , reafirmando un parentesco actual.

El masivo ascenso al Tarejuata es el ritual más insólito de los tanaqueños, Me recuerda uno muy parecido que se celebra el 4 de diciembre en San Juan Nuevo Parangaricutiro, en que el cura los cargueros y tpdo el pueblo, se encaminan a Panzingo -un asen­tamiento prehispánico donde, según un mito local, la Virgen de la Concepción le mostró a un leñador donde estaba un ojo de agua

para después de una caminata de cinco horas, hacer un banquete

comunal (Plá, 1983: 429-432), En Pichataro existe algo parecido 1 os in dig enas se trasladan a alguno de los manantiales (hay dos) para festinar con atole y pan (Medina et al, 1986: 76) En

Tanaco el mito del agua es, distinto (30) » ni hay un milagro cris tiano que motive a los tanaqueños a un extenuante ascenso al mon te. Tiene en común con el ritual de Panzingo el que en el Tare- juata existen restos de un adoratorio prehispánico, que no sería raro que hubiese sido centro de peregrinaje en los días de las

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comunidades aldeanas esparcidas por las montañas de la región (31). En la actualidadTéstá bien documentada la continuidad de ciertos santuarios y peregrinaciones prehispánicas con el sincre tismo religioso del catolicismo popular. Podría ser el caso^de

este ritual*

11, Parentesco ritual por la via matrimonial.

Hasta aquí he dicho bién poco del parentesco ritual en sí ,si bien he adelantado en Su sentido tras ico: expandir el parentes

co de las familias nucleares campesinas bajo la tensión de los

gastos extraordinarios -a que fuerza un sistema ritual basado enla rivalidad de status. Principiará por criticar el unilateral

interés de los antropólogos en una sola forma del compadrazgosacramental, el bautismo, que ha oscurecido la importancia delparentesco ritual establecido por la vía afinal. Inclusive den-

»tro de esta deformación de enfoque, advertimos un análisis ego­

céntrico, centrado en lá relación diádica entre compadres, de don de resulta el condicionamiento de qüe únicamente en caso de muer

te.del padre del ahijado es factible que el padrino asuma el rol del padre. Bajo un análisis así es imposible concebir funcionan do una red de parentesco compleja, compuesta tanto de relaciones

de parentesco consanguíneas como artificiales. En su comparación

sinóptica del compadrazgo en Latinoamérica , Nuttini y Bell han

reconocido que;

Estamos razonablemente ciertos que el compadrazgo por matr monio es frecuentemente mas importante que el bautismal, pues e IC

O jH-

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tâ mejor expresado en derechos y obligaciones que perduran des­pués de concluida» las principales ceremonias. Con pocas excepe clones, la relación que comúnmente existe entre los tipos sacra­mentales | en especial entre el bautismo y el matrimonio, no es puesta en claro . La situación de los tipos no sacramentales es aún más confusa y. dentro de ese contexto el carácter prescrip- tivo, preferencia! y opcional del patrocinio ritual pierde su seii tido . La más grave omisión es la importancia de los aspectos jú­rales del compadrazgo/ lo que hace imposible evaluar su significja cion en términos de bus dimensiones permanentes y temporales (Nuttini & Bell, 1980; 421).

En el casa de la sociedad taaaqueña , todos los tipos sacra­mentales (bautismo íc.o nfirmac!ó¡n cycrmatrimonio) producen redacio­

nes de parentesco. ritual entre los grupos familiares» Con todo,

ha de juzgarse al emparentamiento por matrimonio como el más im­

portante, ya que es -el ritual que prescribe mayores y mas durade

ras obligaciones para los ¡involucrados directa e indirectamente*

El empadrinamiento de una pareja de recién casados rebasa

los usuales límites del patrocinio económico del acto ritual,.En él , todos los actores son personas adultas , lo que excluye la supuesta imposibilidad de quie el padrino no pueda asumir e! pa­pel del padre biológico. De ser así, se rompería cualquier reci probidad para con la pareja esposada. Tampoco existe el simbo­lismo de un niño que renace dentro .de la comunidad religiosa cris

tiana a trave's del bautismo pibr. un padre espiritual (Wolf &Mintz , 1 97 7 : 2). En fin, el apadrinamiento de una pareja esposa­da obliga a asumir desde un principio el status de un padre arti­

ficial, pudiendo apelarse a él y sus parientes en caso de necesi­

dad

Y la primera obligación esta presente en el mismo acto de

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relacionarse con el padrino y su esposaf en una primera instan­

cia, y con los familiares del él y de ella, en una segunda Ins­tancia. El ritual matrimonial es un presagio de lo que será la relación una vez formalizada junto a la es tableeida_por la misma pareja. No hay un patrocinio único como fuera de esperarse de parte del .padrino , sino lo que ocurre es que entran en acción

tres y acaso más familias nucleares. La familia del novio es la

encargada de alquilar la orquesta que amenizará la fiesta; con ella .acompañan a su hijo a la casa de la novia, donde se les une' isu familia, ofreciéndoles comida y trago; De ahí se dirigen a

lavnecesaria misa en la ciglesia siempre anunciada con música y

cohetes. Mientras tanto , en la casa del padrino ocurre algo pa- -;recido a lo de un díe ede fiesta en la casa de un carguero. Des­

de un día antes > las mujeres del grupo del padrino se han dedicai do a la preparación del -festín. Digo grupo porque no involucra solamente^ a su ma.dre o a: sus hermanas , sino a las mujeres rela­

cionadas con todos los padrinos del padrino ; bautismo, confirma, ción y matrimonio. Aun antes de que lleguen los novios y sus fa millas, aquí da comienzo un almuerzo con chocolate y pan prepara do con leña traída por el padre de la novia.

La esperada llegada de los novios es recibida con un compli. )cado protocolo a cargo de todos los padrinos del padrinot forma­dos en fila e incluyendo al nuevo padrino. Después f todos se co

locan frente a un pequeño altar donde el padrino de nacimiento

del padrino oficia una especie de misa para establecer sin lugar a dudas la alianza entre familias emparentadas ritualmente. Con,

^ ■ i* ,ieluj.da la misa profana , el costumbre es una borrachera colecti

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va de dos dias, Lo interesante es cómo se inicia; los padrinos

vuelven a colocarse en fila* pertrechados cada uno de una garra­

fa con ’caliente** o cualquier otra marranilla mezclada con alco­hol# Esta f ila recorre ., una y otra v e z , a rcada uno de las asis­tentes -haciéndoles beber un trago servido con un vaso que porta

cada padrino. A la primera ronda, la cantidad de copas ingerida es desastrosa para los espectadores , He llegado a contar filas de 7 u <8 patrocinadores .* .que no tan solo incluyen a los padrinos

del padrino, sipo. también a los compadresuny los respectivos padri*’ nos sacramentales de la novia y del novio (32)

Para afianzar .el nuevo parentesco se estila que la pareja

-permanezca una o dos noches -en ría- casa del padrino» A partir de ahí f se; .obligan a emplear la.M confusa M terminología de parentes­

co que llama "padres " , " hermanos *' t "tíos* y "abuelos" a quienes

no lo son en las reglas del parentesco consanguíneo español^

Gracias a tal " conf usión ", .las f amilias nucleares pueden estable cer una red de parentesco artificial que les facilita recursos que de otra manerajina ofetendrían estar constreñidas a sus

propias fuerzas como unidades campesinas.

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12. Notas ».

j t ) En* rigor, el quid del planteamiento de Deverre es una rela- e i.ôn , meçânica que -.eatablece entire una base -económica y una s-uperes truc tura cultural*, ¿ A travée de é sita óptica f analiZ a elproçeso de migración y colonización de la selva lacandona por indígenas tzeltales que.» según su- decir, en sus común id a. des de origen pose e n una identidad como productores minifun- distas semiproletarios» condición que les permite retener una forma cultural esp^cXfica;:en cambio, en los nuevos centros de ; población e jidal, £ic,on .una ¡-agricultura mas dinámica y espe cializada en. ..función del mercado., debe haber, por fuerza, una tras tocamiento de .. •au. o1rgari.tzación social y, por ende, de sú indianidad. Contra esta visión uni-lineal del cambio sociocul^ tur al otro estudio, .debido a George .Collier (qué estudió una cTQlonia zinacanteq^ en el. Grijalva),- nos indica que estos co­lonos indígenas tienden a reproducir la comunidad de la que se desprenden. Por su parte, los conflietos religiosos estu­diados por Henri Favre, en Ch amu la y Teñe japa hacen pensar que la segmentación comunitaria es , como en los Andes peruanos, una causa de la creación de nuevas .comunidades indígenas gracias' a que la colonización ofrece la oportunidad de disgregarse de la comunidad original. Esta perspectiva no ha sido trabajada todavía ; Favre prefiere ver en estos conflictos comunitarios únicamente una lucha de clases, sin hacer referencia alguna a la ecología, la economía , el crecimiento demográfico y sobre todo los sistemas políticos de las comunidades escindidas (Deverre, 1980; Favre, 1985).

(2) El lugar ocupado dentro de un sistema productivo -básico para el análisis marxista-, está determinado por: 1 )la relación que se guarda con los medios d e .producción a manera de rela­ción de propiedad; 2 ) el papel desempeñado en la organización del trabajo; 3) proporción y modo en que se percibe la rique­za producida (Lenin, 1966: 232),

(3 ) Censo General de Población Comunal, f, 118 (AEFC).

(4) Se trata de una muestra descriptiva de la economía campesina tomada de un universo de 692 familias censadas con anteriori­dad; se , obtuvieron 65 casos al azar, de los cuales tres resul taron ser comuneros sin tierra.

(5) Me refiero al caso de Norberto Alvarez, quien' amablemente,,., me mostró uno de sus "contratados de arrendamientoM, mejor cg nocidos por "minutas", El 16 de abril de 1982 Norberto firmó uno de estos contratos con Guadalupe Bravo; a su vez Salvador Bravo y Alfonso Chávez sirvieron de testigos, Según este do­cumento, Norberto arrienda un terreno conocido como "Sirangoo de la Cueva", con una extensión de 20 litros, a cambio de un préstamo por 5 mil pesos, que Guadalupe necesitaba para cos­tear la fiesta de recepción de un hijo ingeniero,. Norberto se compromete a trabajar y cosechar la tierra, "desquitando" en cada "zafra" la cantidad de 500 pesos. Se añade en lo es-

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tipulado que es un contrato indefinido hasta que el deudor reintegre el resto d e ■la renta» Cabe mencionar que Norberto proviene de una familia de cinco hermanos, tres varones y dos mujeres. Su padre poseía tierras, lo que no impidió que de niño trabajara como güeyero y resinero* Parte de las tie­rras paternas se empeñaron y vendieron para solventar gastos extraordinarios de la enfermedad de su madre, hasta que la herencia acabó con lo que quedaba de ellas. Norberto sólo alcanzo un ecuaro » donde ahora reside con su familia nuclear.

(6 ) AEFC.

(7) AEFC.(8) Tiempo después de mi estancia en Tanac

su actividad industrial con un taller bles, lo que seguramente incremento el industrial . Este incremento no está c

o, la empresa amplio de manufactura de mue- empleo en su sector

onsignado en mi estudio.

(9) AEFC .( 1 0 ) Lista de raya , noviembre( 1 1 ) Lista de raya, marzo 1 1 - 2

( 1 2 ) Lista de raya. junio 3^15

( 1 3) Lista de raya # septiembre

( 1 4) Lista de raya , noviembre

( 1 5) Lista de raya , febrero 23

27-diciembre 8 , 1 973 (AEFC).

3 a abril 8-20, 1 974 (AEFC).

a julio 15-27, 1 974 (AEFC).

2 3-oc tubre 5, 1 974 (AEFC).

18-30, 1974 (AEFC).

-28, 1976 (AEFC).

(16) Ibidem(17) Lista de raya, enero 24-29, 1977 (AEFC).(18) Listas de raya, mayo 22-27 y junio 12-17, 1978 (AEFC).(19) Citaré algunas a tftulo.de ilustración. En mayo de 1981 teñe

- mos una disputa por el p'araje “ Ladera de la Cruz * , en el ce­rro Tamadjuata , Primero cheranatzicurín denuncia, por voz de sus autoridades comunales, que Tanaco ha invadido su predio "Cruz Zirimuta" , lugar donde las autoridades forestales des­cubren un aprovechamiento ilegal de la empresa comunal, propjl ciado por la indefinición de linderos. A su vez, Tanaco hizo denuncias similares contra otras comunidades circundantes a su territorio. A fines de 1981, el representante de Tanaco recurre a un argumento insostenible para justificar la compra de madera ilegal . Según su versión , el control que ejerce Huócato sobre Tanaco -el manantial que suministra agua esta en territorio opuesto— facilita su extorsión, debiendo com­prarles madera no resgistrada si desean seguir recibiendo agua potable; Comunicación del Delegado Forestal en Uruapan al Jefe del Programa Forestal en Morelia, mayo 3, 1981 (ADF);

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Comunicación del Representante de Tanaco al Delegado Forestal en Uruapanf diciembre 23, 1981 y Comunicación del Jefe del Programa Forestal en Morelia al Representante de Cheranatzi- ccurín ; diciembre 21, 1981 (AUAF).

(20) Lista de raya, febrero 24*marzo 8 , 1975 (AEFC).(21) Lista de r a y a , agosto 29-septiembre 3 , 1 97 7 (AEFC),(22) Lista de raya, julio 25-30, 1977 (AEFC).

(23) Pude censar un total de 65 personas con estudios a nivel pro» fesional, contándose entre los más numerosos el grupo de los maestros rurales (77%) y en menor medida el de los ingenieros, técnicos y medicos. Este ultimo se distingue del primer gru­po profesional porque una vez concluidos sus estudios.se van de Tanaco, asentándose en ciudades como Zamora, Uruapan y Mo­relia* Los maestros, en cambio, con contadas excepciones, y debido a las características de s u empleo, tienden a ubicarse en la región, incluso en poblaciones cercanas o, cuando son muy afortunados, en el propio Tanaco. De todas formas i hay rasgos de su empleo que recuerda ral trabajo asalariado de los comuneros en el aserradero, al que combinan con la actividad agrícola . Los maestros rurales hacen lo mismo# con la dife­rencia de que la atención del cultivo es secundaria, dejándo-

: ,1a para los fines de semana. Del total de maestros rurales censados (50), un 30% . por su lejanía con su poblado de ori­gen j visitaban Tanaco ocasionalmente; el resto iba y venía a su plantel semanal o diariamente, según les conviniera. Para terminar, la profesión de maestro rural debe también su popu­laridad a que es una carrera relativamente corta, que da moví lidad social a los hijos de campesinos con algunos recursos para costearla. Esta inversión reditúa en ingresos monetarios luego de un tiempo de esfuerzo, contribuyendo a darle vigor a la familia extendida# como veremos adelante.

(24) Esta concepción de los sistemas rituales esta influida por aquella escuela de antropología social para la que un sistema social aparece como un campo de tensiones, lleno de ambiva­lencia, de lucha contrastante y de cooperación" (Gluckman, cit, por Turner, 1 957 : xxii-xxiii ) ,. Para esta escuela, el sis­tema social no es un modelo estático y armonioso, sino un sijs tema donde los conflictos son compensados con relaciones de contrapeso. Gluckman mismo sugirió la existencia de ciertos rituales de rebeldía para sociedades donde hay una disputa debida a una distribución particular del poder, y no tantode la estructura de poder en sí; tal peculiaridad facilita la protesta instituida, ya que el ritual mantiene dentro del orden los sentimientos de rebeldía, dando por resultado mayor unidad social (Gluckman. 1971). Victor Turner por su parte ha examinado el conflicto perenne que experimenta la sociedad

ndembu en su estructura social.al estar en contradiceion la des­cendencia matrilineal con el matrimonio virilocal, que genera procesos de fisión al interior de linajes y aldeas que, fal-

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tos de una estructura política central cohesionadora, expe­rimentan verdaderas cismas* Sin embargo» el complejo eistje ma ritual remedia este conflicto estructural, puesto que las asociaciones que los efectúan rebasan los limites de los linajes, aldeas y aun las jefaturas adyacentes. La profu­sión de tipos rituales, su recurrencia, son confesiones de la incapacidad de los mecanismos de poder secular para ab­sorber el conflicto entre los grupos locales y de parentes­co (Turner, 1957).

(2,5) Weber se ocupó del sistema social hindú de la misma manera que del capitalismo occidental en relación a la ética pro­testante; en este caso, le interesaba esclarecer cómo afec­taba la religión y su ética económica al desarrollo del ca­pitalismo en la India y su peculiar estratificación social.El volumen segundo de sus Ensayos sobre sociología de la re lición está dedicado a la religión en la India bajo este en foque, demostrando en ól que religión y cultura no son ajenos al sistema de castas (Madan,;v 1 984 : 1 21 -1 47 ; Parsons, 1968: 683-695).

(26) Este Departamento equivale a la Dirección General de Educa­ción Indígena del nivel nacional. Cuando inicié mi investi- gación, en junio de 1982, el Departamento de Educación Indí­gena contaba con 398 maestros de primaria y 199 de pre-esco- lar. i En la actualidad (1986) consta de 125 planteles, 665 maestros y 19,144 alumnos distribuidos en las tres regiones étnicas de Michoacán (^Gobierno del estado, 1986‘: 268).

(27) Podríamos distinguir dos tipos de fiestas religiosas: lashonórificas y las comunales. Las primeras ofrecen la posibi^ lidad de manifestar la riqueza acumulada por medio de su os tentación ritual; son estas donde rige la lógica de rivali­dad con los santos pobres, a través de un patrón ritual dual, en que el carguero rico sufraga los gastos del santo grande al tiempo que su barrio devuelve el don al costear la cele­bración del santo chico. Entre éstas fiestas contamos lasde San Isidro Labrador (mayo 15), el Jueves de Corpus (opcio nal, junio 10), San Antonio (junio 13), San Juan (junio 24), y sobre todo, por ser la más onerosa, la del Santo Niño (di­ciembre 24). Por otro lado, están las fiestas comunales, que son costeadas (con dificultades y hasta riñáis entre los representantes por los mane jos.del dinero) por cuotas de los habitantes de cada barrio. Estas no ameritan competencia, pero puede darse el caso de disputas por el sostén de la me­jor orquesta por parte de los mismos barrios o de cargueros espóradicos. Se podría citar como fiestas comunales la de Santa Cruz (mayo 3), la de San Martin Caballero (noviembre 11), el Día de Muertos (noviembre 2), la del empobrecido ba­rrio de Guadalupe (diciembre 12) y la del ascenso a la cumbre del Tarejuata (julio 21 ), que al parecer no corresponde a la li turgia cristiana (ver también Medina et al., 1986: 87-90).

(28) Al inquirirle sobre estas costumbres ajenas hasta cierto pun to el catolicismo teológico-clerical, el P. Jacinto Maclas Romero fue lacónico: esa es cosa de los indios. La especie

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377

(29)

(3 0 )

de reclusión monacal en que vive en la casa parroquial, juii to a lo que fue el antiguo hospital de indios , no solo esta determinada por sus diferencias con el catolicismo popular, sino también es una herencia que carga involuntariamente,.El anterior párroco, el P< Francisco Montelongo Orozco, da­ñó definitivamente la imagen del clero en la comunidad a causa de su despotismo } corrupción e intolerancia. Todavía en, sus dias era costumbre tr ah a jar en faenas las tierras de la iglesia para el sostenimiento del culto. Eso se aca­bó* Ahora el P. MacJTas. se ocupa personalmente de su culti­v o , contratando jornaleros para ello . Por otra parte, se acostumbra que sea el jefe de tenecia el que sancione el status del carguero* Ocurre que cuando de manera volunta­ria alguien desea hacerse cargo del santo durante un año, el jefe de. tenencia llama a una reunión a los encargados del barrio y discute con ellos ¡la ¡conveniencia de su aceptación* De aceptársele, se le hace responsable de los daños que pue da sufrir la imagen bajo su custodia# pues se le considera propiedad del barrio ? El .cura no es consultado para la vida ritual*. La línioa participación que tiene es en la elección de la wananchecha que es un carago femenino heredado de la an­tigua cofradía hospitalaria , refuncionalizado como las jóve­nes encargadas de la limpieza del templo durante un año y que cada 8 de diciembre, día de la Virgen de la Concepción, son reemplazadas. Sobre la simbologxa y sincretismo propia­mente religiosos remito al lector a la polémica entre Pedro Carrasco y Van Zantwijk parra mejor comprensión de la religion como sistema ideológico (Carrasco 1970 y 1976).

Al parecer este sentido ritual era más acusado en el pasado, cuando se estilaba que el novio bajara del cerro el panal, que era adornado por su familia; entonces lo llevaba a casa de la novia donde los padres de ella realizaban un ritual de recepción del don, implicando el permiso para la hija de asistir sola con su novio a un baile que se prolonga hasta la madrugada. Es muy probable que este comportamiento sig­nificara una formalizacion, del compromiso matrimonial. Otro aspecto del rito lo protagonizan las ^señoritas wananchas*', que se presentan a degollar simbólicamente al santo. Se concibe a los panes zoomorfos comb su cabsza • Estos panes son suspendidos a manera de piñatas . Entonces hombres y mu­jeres de todo el barrio de San Juan se reúnen ante la casa del carguero ; algunos montan cañas de maíz, enmedio de la hilaridad general, pues el alcohol los derriba en su "cabal­gata" , Se dice tambián que las cuelgas simbolizan la cabeza del santo,. Teda esta simbologxa queda fuera de mi presente análisis.Prácticamente cada pueblo de la Meseta Tarasca cuenta con un mito sobre el origen del agua, lo que bien merece un estudio estructuralista a fondo en vista de qi e estos mismos pueblos padecen de una crónica escacez de líquido (zalpa et al, s.f.* 29-52). Según narra la leyenda en Tanaco, hubo una huerfani ta de nombre Antonia Lupita Cachaeha, que iba como todas la's mujeres, a acarrear agua en cantaros hasta el manantial de

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378

En una

que de alguna manera traía ag idieron espiarla . âescubr

ocasión se dur decirle al

pie de una a las otras mu

(31 )

Huícato en tiempos de la gentilidad» __mi<í camino a la fuente •» viniendo u*1 ,oído donde había otro manantial ma rzurumuta (cruz). -Egoísta* guardo e ____ __ ^__ _______, , f j finiera» pero que terminaronjeres t que se burlaban de su floj® ' /_ __ ^por darse cuentata Huecato • Decidieron espnantial , pero al acercarse aadornada de plátanos.

. . . , . _e religiosas prehispánicas noReminiscencias de las creencias re ~ Av . , . _ j , . . no pasan de ser an a log asBe-tan extinguido del todo # pero n ^, . . . j i „ -ri«n o inos del sur de Europa.laTs supersticiones de los campesu*^ „ . . . v 'c nara con determinados animato se advierte en ciertos tabus

agua sin ir has ieron otro ma

él encontraron una culebra

aEs

tos tabus para con determinados ani s y un reptil llamado achoque, que 1 en quien lo ve. Se expresa símil ar

de víbora sufre una que áse­

les como.las serpientes produce un asco inusua^prohibición cuando se relata que ex y produce un envenenamiento peculiar en a persona, fiebre que obliga a contorsionarse con movimientos mejan ai del ofidio. Otro campesino me di^o, de manera muy reservada que había encontrado ^en su potrero una piedra gra­bada con un animal que él . suponía era. una deidad antigua, una especie de vaca sagrada. Lo volvio a enterrar porque creía que tenía una influencia benéfica sobre su ganado, ha­ciendo fertiles a sus vacas.

(32) Medina (1986: 80-82) describe un ritual matrimonial en Picha^taro, donde se incluye la donación de presentes a la novia por parte de los hermanos , primos y parientes colaterales del novio , de donde se deduce una red de parentesco que invo lucra a más de tres familias nucleares (novio, novia y padri^ no),,. Todos los acompañantes se hacen compadres , añade el. Como en Tanaco j lo.s novios viven una temporada en el hogar -del padrino, quien luego los entrega a los padres del novio, donde fijan su residencia.

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379

CAPITULO V

POLITICA Y FACCIONALISMO COMUNITARIOS

¿Dónde termina la sociedad indígena y dónde comienza la

institución de la comunidad agraria? En el capitulo anterior describí algunos segmentos de esa sociedad, quedando pendiente el relativo a su estructura política* Esto porque el análisis de la estructura y proceso político dentro de la comunidad agra

ria me plantea sin cortapisa la cuestión de definir las fronte­ras entre la sociedad descrita y la institución intermediaria generada por el Estado para dominarla» Semejante delimitación

es problemática desde cualquier ángulo en que se le aborde, in­

cluso en su expresión abstracta, según la he venido aplicando a

lo largo de la tesis, cuando introduje,sin diligencia alguna, la distinción entre sociedad e institución indígenas» Pero llega­do a este punto de mi reflexión, y como si no fuera suficiente,

he de admitir de inmediato que la cuestión es más complicada de lo hasta aquí manifestado, ya que en la realidad ambas enti­dades se identifican plenamente, haciendo difusos sus limites, lo que pone en duda sü existencia misma» Sin embargo, por esto es que debo postular enfáticamente la necesidad de recurrir a dicha distinción para hacer inteligibles diferentes aspectos de

una misma realidad.

De la confusión que acarrean tan esquivas fronteras surge

la impresión de que la centralización política domina absoluta­

mente a la sociedad local, la que aparece encapsulada dentro de

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un ordenamiento corporativo y cuya vida social pareciera entona

ces subsumirse en el proceso estatal. Esto es cierto en parte,

sí es que nuestra percepción adopta sin reparos la perspectiva

del poder central para con la comunidad. Coincidentemente, se trata de una impresión ampliamente compartida, que se repite

una y otra vez como una constante de la historia de la comunidad indígena,puesto que ésta es, en esencia, una historia institucio

nal confeccionada desde fuera: en ella se documenta lo que re­sulta de interés al Estado o a la sociedad nacional, pero no ne cesariamente su registro refleja la vida social de los actores. Es por esta razón que la comunidad indigena sea situada dentro del gran "problema nacional" de la cuestión de la tierra, es de cir, relacionada con hechos sociales que representan problemas

para el ejercicio del poder central.

Los estudios sociológicos no son ajenos a esta visión par­

cial de la sociedad indígena. Su presentismo no es impedimento

para compartir la perspectiva externalis ta. Suele ocurrir en este campo, que se dé por descontada la supervivencia de la corrm nidad tan pronto se descubre el menor indicio de que la tierra patrimonial comunal ha sido privatizada, sin percatarse que al razonar así se, confunde a la realidad con lo que debería ser la institución en términos estrictamente jurídicos. La explicación

no podría ser más teleológica: la divergencia entre institucióny sociedad es interpretada como un resquebrajamiento de las re­laciones de comunidad y hasta se prevé su disolución. Asi las

cosas(resulta ininteligible que la privatización de la tierra

date de hace un siglo ó, más extraño aún, que exista simultánea

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381

mente a una revigorización de la propiedad comunal patrimonial,

como ocurre ahora. Precisamente en el capitulo tercero he pro­

curado demostrar que si bien la institución comunal ha llegado a desaparecer en su devenir histórico, la sociedad subyacente

se ha reproducido durante más de cuatro siglos, con sus propias continuidades y cambios. Esta sociedad, que a veces se pierde

en los registros oficiales de .ciertos periodos (los mismos en

que se ha puesto en entredicho a la institución jurídica), ha sido siempre la base de su resurgimiento institucional.

La efectiva trabazón con que aparecen las dos entidades dee jan de ser intuitivamente incompatibles si atendemos a la manera

como la institución política de la comunidad es adoptada por sus actores indios. Puesta en esos términos, la realidad se

enriquece sensiblemente, pues no basta con esclarecer cómo el Estado organiza a la sociedad local para tal ó cual fin. Ya en

el capitulo segundo dejé claro la función económica que se le

ha asignado a la comunidad indígena de la Meseta Tarasca. Tam­poco es suficiente advertir que la comunidad agraria posee una estructura política modelada legalmente por el orden jurídico

dominante. Cabe introducir la perspectiva contraria, interna- lista diría yo, en la que los actores, lejos de satisfacer las funciones asignadas, toman a la institución política como un re curso para poder actuar con apego a sus propios fines, que pue­den coincidir ó no con los del nivel central. Radica en esta encrucijada la importancia de considerarle también como proceso, como interacción de niveles, no sólo como una estructura polity

ca aislada.

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382

El estudio de la estructura y proceso politico dentro de

la comunidad agraria es particularmente revelador. En principio

resalta la inserción de la institución jurídica en la estructu­ra y organización política como una identidad arraigada, defin^i

tivamente influyente en el comportamiento de los indígenas hasta el punto en que es discernible un patrón de conducta. Pero lo que me interesa destacar es que no es el único que demuestran.

Hay otros como los descritos para sus relaciones de parentesco ó para la consecución de prestigio. Y aunque parezca trivial recordar la clara distinción entre "sociedad política" y "socie dad civil" establecida por filósofos historicistas como Adam Fer

guson y Georg Hegel., debemos considerar que la institución jurjL dico-política de la comunidad consiste de un segmento de la or­

ganización estatal a nivel de las localidades, apropiada por lo

tanto para ordenar la conducta de los indígenas en tanto miem­

bros de él. Simultáneamente, la sociedad indígena existe como

instituciones (y otros agrupamientos menos formales) dotados de mayor ó menor autonomía respecto a la institución política su­

perpuesta. En consecuencia, un programa de investigación indi­cado, debería dar cuenta del automovimiento de las instituciones no intermediarias ó, en todo caso, desentrañar indirectamente su autonomía de la interacción que sostengan con las institucio

nes nacionales o las claramente políticas emanadas del mismo nji vel.

1. La institución de la comunidad agraria.

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303

Con la moderna legislación de reforma agraria, específica­mente gracias a una serie de preceptos jurídicos introducidos

al sistema legal hacia los años de 1958 y 1971, la comunidad de indios colonial resurge metamorfoseada en una nueva y mucho más

comprensiva institución, que hoy conocemos con la figura de co­munidad agraria. En principio se trata de una forma de propie­

dad rural. De acuerdo a la Ley Federal de Reforma Agraria,exis ten tres formas básicas de propiedad: ejidal, comunal y

privada. A diferencia de esta última, las dos primeras son for mas emanadas directamente del poder legal del Estado para impo­

ner a las relaciones de propiedad las modificaciones que dicte el interés público, supuestamente asumido a nombre de la socie­dad civil toda. La correlación de fuerzas resultante de la gue

rra civil de 1910-1917 obligó al Estado post-revolucionario a establecer compromisos con diversos grupos sociales, en un es­fuerzo por equilibrar sus intereses. De este proceso surge la

noción de garantías sociales expresadas como leyes especiales y, para el caso de los campesinos e indígenas desposeídos, de

la instauración de formas patrimoniales de propiedad, que ter­minarán erigiéndose en sendas instituciones en el sentido antro

pológico del término (1), no obstante su sentido jurídico-polí- tico primordial. Ejido y comunidad agraria aparecen entonces

como agrupamientos donde los individuos involucrados están suje tos a un conjunto de arreglos estatuidos para poseer tierras» que les son asignadas como patrimonio colectivo por el Estado.

La propiedad comunal entonces (como la ejidal)^ no existe por sí misma., sino como una relación más de la institución comunita

r ía .

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384

Es característico de nuestra legislación agraria el sentido social de sus preceptos. Ejido y comunidad consisten en dere­

chos y obligaciones otorgados por el Estado hacia un núcleo de poblaci6n > esto esy grupos sociales que mediante ciertos proce­dimientos (dotación y restitución de tierras según se trate) ad

quieren un dominio sobre determinado recurso. En suma, un régi men de bienes de comunales consiste de aquellos recursos (tie­

rras, bosques y aguas) "que pertenecen a los núcleos de pobla­ción que de hecho ó por derecho guarden el estado comunal" (2).

No tendría mayor interés discutir aquí lo tautológico que

resulta un precepto así. Lo que sí me parece relevante para mi

análisis^es el carácter inclusivo que se confiere a la institu­

ción legal, al superponerla al grupo social, cualquiera que sea su contenido real de relaciones sociales. Por lo demás, si com

paramos a la comunidad agraria con su equivalente en la legislja ción colonial -la comunidad y república de indios- advertimos

de inmediato que se ha extraviado la dicotomía que se establecía al discriminar entre pueblo y comunidad como corporaciones dife_ renteSj desde el momento en que se puntualizaba en "la comunidad de indios del pueblo de Tanaco". La comunidad indiana era una

corporación de alcance restringido y sentido económico, que in­volucraba aquellos indígenas tributarios de extracción baja ("del común"), mientras que el pueblo de indios englobaba a grupos que, como los nobles, no eran participes de las relacio­nes económicas de comunidad, pues disponían de sus recursos como

propiedad privada. Por el contrario, la comunidad agraria mo­

derna es exhaustiva y diluye los limites entre institución y so

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ciedad. Podemos afirmar que en nuestra época la "comunidad agra ria de Tanaco"> como legado de un cambio social repetitivo que

oscila entre la extinción de la comunidad colonial y su resurg¿ miento bajo la reforma agraria moderna, involucra como corpora­ción a todo un sistema de relaciones sociales formales e informa les, una sola de las cuales es la propiedad comunal, pero no es

la única. Con ella no se agotan la institución legal^ni las re laciones de propiedad y todavía menos el agrupamiento social,

con sus costumbres y representaciones más caras.

Acaso sea imposible no advertir la ambigüedad jurídica a

que da lugar el orden normativo dominante. Varios estudiosos

han caído en el error de confundir institución y sociedad por

esta causa, juzgando a la comunidad indígena del presente única mente por la persistencia de la propiedad comunal, a la que su­

ponen de origen prehispánico, (García, 1981 : 7; Maturana ySánchez, 1970: 14; Reyes Osorio etal, 1974: 540). Su silogismoes muy simple: toda comunidad indígena está compuesta por tie­

rras comunales; ésta comunidad carece de ellas, luego no es co­munidad. Con semejante simpleza lógica es imposible explicarse que los comuneros indígenas sigan identificándose como tales ari

te la ley, pero de espaldas a ésta se comporten como verdaderos

propietarios individuales.

Más que proponerse un proceso evolutivo conjetural, lo que genera la confusión es justamente la idea jurídica de la comuni

dad indígena, a la que se toma como la sociedad en sí. En la

práctica ocurre que institución legal y sociedad pueden funcio­

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38S

nar sin confrontaciones y un indígena puede ser al mismo tiempo comunero para efectos legales y propietario para empeñar su par

cela.

Un postulado básico en mi argumentación consiste en la cori sideración de la comunidad agraria como una institución emanada del poder central, que regula las manifestaciones políticas y económicas de una sociedad, para las que el orden jurídico es más puntual. Contra lo que pudiera pensarse a...simple vista, la

inclusividad de esta forma corporativa no implica una más pro­

funda regimentación de la vida del indígena. La actual legislja ción que se ocupa del indígena es pobre si la contrastamos con

la legislación colonial equivalente, la cual ubicaba nítidamente

sus corporaciones política', económica, benéfica y territorial, entre otras. La corporación agraria es bastante menos cerrada

al momento de definir a sus miembros y sus relaciones internas. Es muy probable que el carácter inclusivo a que he hecho referen cia no se deba a un propósito manifiesto de la ley, sino haya que atribuirlo a cierta imprecisión y laxitud, acaso influida todavía por la mentalidad liberal. Como quiera que esto sea, desde hace tiempo la antropología jurídica ha mostrado la necesi

dad de interrelacionar la ley y el conflicto político en el aná lisis del orden social y el manejo de las disputas (Roberts, 1979: 9, 11 y 38). En efecto, el proceso político de Tanaco es

incomprensible sin hacer referencia a la estructura política subyacente. Tal estructura deriva a su vez de dos institucio­

nes legales, a saber, la comunidad agraria y el municipio. La

organización faccional de este proceso no impide advertir que

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387

conforma patrones de comportamiento politico, ajustados a conduc

tas prescritas jurídicamente. Además, el conflicto no sólo se da dentro de una corporación, sino que tiene como foco la dispu ta por el control de la autoridad interna de la misma, que son

nada menos que el Comisariado de Bienes Comunales y la Jefatura de Tenencia, que son, en esencia, autoridades legales en un seri

tido weberiano. En la comunidad agraria el ejercicio del poder

se hace por medios legales. Para entender su lógica hay que re

ferirse primero a la comunidad agraria como modelo jurídico de comportamiento.

2. Estructura y proceso político de la comunidad agraria.

¿Qué tipo de grupo corporado es la comunidad agraria? (3). La clave está en su autoridad y el estatuto que prescribe el comportamiento político de sus miembros. La ley define clara­mente la estructura política comunal al moldear la distribución

interna del poder en una asamblea general, un comisariado de bienes comunales y un consejo de vigilancia. Esta estructura

de poder no es enteramente autónoma, por más que las autorida­des internas sean elegidas por votación mayoritaria (4). Desde 1925, en que se conformaron los primeros comisariados de bienes

ejidales, éstas autoridades internas han poseído un carácter "mixto". De una parte son autoridades para el núcleo de pobla­ción, de otra son su representante ante niveles de articulación más amplios. Hay que recordar que tanto ejidos como comunida­

des poseen una personalidad jurídica que, para hacerse efectiva,

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precisa de este tipo de intermediarios institucionales (la ley

expresamente habla "de la representación y autoridades internas

de los núcleos agrarios"). Por ello es que la elección de los mismos necesita) además del voto mayoritario interno, de la le­

gitimación que da a cualquier asamblea la presencia de un dele­

gado del poder central. En consecuencia, la comunidad agraria

es una institución semiautónoma, cuyas reglas estatutarias son impuestas por el sistema legal mayor, pero con capacidad para autogobernarse por sus propias autoridades, que no son impuestas

desde fuera, sino que son objeto de la acción política de los miembros del grupo ó comuneros.

La representación y autoridad del grupo recae en un comisa riado conformado por un presidente, un secretario y un tesorero,

con sus respectivos suplentes. A partir de 1942, se ideó la

creación de un consejo de vigilancia, también con tres miembros propietarios y tres suplentes, con la intención de dar cabida a

la oposición minoritaria. Después se estableció que este conse

jo estaría integrado por miembros de la planilla que ocupase el

segundo lugar en la elección del comisariado. Como su nombre indica, este consejo de vigilancia tiene por función la de su­pervisar los actos del comisariado, revisar sus cuentas, infor­

mar a las autoridades superiores sobre anomalías en la explota­ción de los bienes comunales y aun suplir automáticamente al co­misariado cuando rebase su periodo de gobierno trianual (5).

Las autoridades agrarias tienen también una serie de facul_

tades y obligaciones, entre las que destacan: representar al

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389

núcleo de población, respetar y hacer respetar los derechos agrarios del núcleo, administrar los bienes comunales, formando parte de los consejos de administración de las sociedades crea­

das para su explotación, cumplir y hacer cumplir los acuerdos

de asamblea, etc (6 ).

Si bien la ley regula el acceso a la institución, restrin­

giéndolo mediante una serie de obligaciones (trabajar personal­

mente la tierra o con su familia, no destinar su derecho agra­rio a fines ilícitos, no acaparar otras unidades, ser mayor de 16 años, no poseer un título de tierras en extensión mayor ó igual al mínimo establecido, no poseer capital ó industria ma­yor a diez mil pesos, residir en el poblado, etc.), la elección de las autoridades internas es considerablemente abierta, si se

le compara a otras instituciones legales donde las decisiones públicas se toman por condenso, como es el caso de los p ancha- ^atjs en la India (Bailey, 1 969). Para la comunidad agraria^ la

asamblea general de comuneros es la máxima autoridad interna, por encima del comisariado de bienes comunales. Obviamente es­

tá integrada por todos los comuneros "en pleno goce de sus dere

chos" (7).

La asamblea general introduce elementos democráticos pro­

pios de una sociedad abierta al interior de la corporación agra

ria, de ahí que las autoridades internas sean elegidas mediante

el voto mayoritario ó nominal, en caso de ser una asamblea ex­traordinaria. La ley distingue además tres tipos de asamblea

comunal: las ordinarias, las extraordinarias y las de halance

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y programación» Las primeras quedan constituidas con la asis­

tencia de la mitad de comuneros empadronados más uno, esto es, en caso de tomar alguna decisión se hará mediante una "votación

económica", que sin ser la mayoría, sus acuerdos devienen obli­

gatorios para todos los miembros, incluyendo a los ausentes (8).

En las extraordinarias el voto es nominal y todo acuerdo se to­

ma por mayoría de votos, luego es obligación de todos los miem­

bros de la comunidad asistir a ellas. Finalmente,las asambleas

de balance y programación son convocadas al término de cada ci­clo productivo para informar a los comuneros los resultados de

su organización económica. Esta última es factible porque el concedérsele personalidad jurídica a la comunidad-agraria se le capacita para organizarse como empresa social de producción.

La marcha de estas empresas es motivo de escrutinio durante las asambleas de balance y programación.

La descripción estructural de la comunidad agraria estaría

incompleta si dejara de lado la presencia de otra institución legal, el municipio. Ocurre,.en la región bajo estudio, que en

las cabeceras municipales las instituciones del ayuntamiento y

el comisariado de bienes comunales coexisten como poderes para

lelos y generalmente opuestos. No es este el caso de Tanaco, que es una tenencia de la municipalidad de Cherán. No referiré aquí los conflictos que se dan al interior de las cabeceras re­

gionales, como ya he hecho en otro lugar (Vázquez, 1986, 1986a)Pero si nos enfocamos hacia el nivel de política local, la si­tuación cambia. E n ’él, la Jefatura de Tenencia, que es el apéii

dice la estructura municipal a este nivel, coexiste sin proble

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mas con la institución agraria* observándose entre ambas relacio

nes de coordinación antes que confrontación como si se dan, di­gamos, entre las tenencias y las cabeceras. Hay que tener pre­sente que la institución muncipal está fundada en la Ley Orgánj^

ca Municipal promulgada por el congreso del estado de Michoacán en 1962, reformulando la de 1941, siendo todas reglamentaciones

específicas del articulo 115 constitucional. Pues bien, según

esta ley, el poder ejecutivo esta integrado jerárquicamente por

la gubernatura estatal, los ayuntamientos, las tenencias y las

encargaturas de orden. En teoria debe existir una separación de poderes, por lo que estos órganos de intermediación entre la sociedad y el gobierno estatal no pueden inmiscuirse en asuntos

de carácter judicial ó en la administración de la comunidad in­

dígena (9). Es claro que no se reconoce tampoco la interven­ción de la asamblea comunal en la elección del jefe de tenencia y sus auxiliares. Lo cierto es que cada dos años se celebran elecciones para ocupar estos cargos mediante una asamblea simi­

lar a la de la comunidad agraria, lo que constituye una prácti ca común en la Meseta Tarasca, como observan unos autores (Fuentes y Rossel, 1982: 52). Sobre esta práctica(la legisla­

ción municipal es menos puntillosa que la agraria. Se advierte solamente que en caso de descontento con el nombramiento de las

autoridades municipales, a solicitud de cincuenta ciudadanos^se convocará a un plebiscito para obtener una votación mayoritaria.

La jetatura de tenencia generalmente está constituida por

un jefe de tenencia, propieterio y suplente, pero la ley no pun­

tualiza cuántos encargados del orden puede incluir la jefatura.

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En general sus funciones son análogas a las del ayuntamiento y

sus representantes. Se especifica, si, que debe en primer tér­mino "mantener el orden", comunicando a sus superiores 6 a las autoridades apropiadas, cualquier alteración del orden público. También es de su responsabilidad el administrar el patrimonio

municipal,constituido por bienes de uso común ó servicios (cami

nos, obras y edificios públicos).

Una vez descrita da estructura política a que da lugar la legislación agraria y municipal dentro de la población indígena, hay que referirse a las interrelaciones entre las normas reales

e ideales. Para ello analizaré el proceso político local. An­

tes, empero, debo puntualizar una cuestión a la que hice mención

al principio: el carácter inclusivo de la institución de la comunidad agraria.

Como he asentado ya, las fronteras entre institución y so­

ciedad están difuminadas. Ya no se distingue entre el pueblo de Tanaco y la comunidad de Tanaco. Los mismos tanaqueños ha­blan de "la comunidad indígena de Santa Cruz Tanaco" para des­

cribir a su sociedad. Es usual en nuestro lenguaje referirse a ésta u otra comunidad para aludir a un pueblo y su gente. En

la ley, la comunidad es un núcleo de población para el que se prescriben una serie de normas jurídicas a las que deben de su­jetarse sus pobladores. Producto de esto es que la estructura

política local este compuesta de un comisariado y de una jefatu ra de tenencia, autoridades que extienden su dominio sobre todo

el pueblo y su gente, independientemente de las actividades pro

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ductivas 6 las inclinaciones políticas que posean.

Este carácter corporativo globalizante de la institución

la convierte obligadamente en una arena ó campo político donde

entran en conflicto grupos de interés y facciones. Usando la distinción de Gluckman entre lucha, conflicto y contradicción

(10)? diremos que el proceso político que tiene lugar dentro

de la estructura política comunal,nunca llega a desembocar en abierta contradicción que ponga en entredicho la estructura toda,

sino que la lucha política es mantenida dentro de los limites del orden jurídico institucional, que hace -las veces de regula­dor del proceso, sin llegar a una alteración de las posiciones sociales de los actores. Más aún, el comportamiento político demuestra seguir un patrón de cambio cíclico, que se repite ca­

da renovación de las autoridades internas de la comunidad. En rigor, este condicionamiento genera un sistema político donde un grupo de interés dominante ó comunal (que efectivamente, por

votación popular, representa a la mayoría de los habitantes de

la comunidad), pero que es asediado en su poder por una facción

colocada en continua oposición, no obstante que en los periodos críticos del proceso ocurra una segmentación y reorganización de las alianzas con miras al proceso electoral bianual (jefatu­

ra de tenencia) ó trianual (comisariado de bienes comunales) . Este sistema posee relativa permanencia en Tanaco, pues viene funcionando desde hace catorce años. Lo singular del mismo es que la facción opositora luche por medios legales con la inten­ción última de fundirse con la corporación que dice criti­

car, como su única vía de acceso al control del principal recur

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so de la comunidad: la explotación social del bosque.

3. El proceso politico en la comunidad de Tanaco»

Los orígenes del patrón recurrente de lucha política en Ta

naco se remonta al año de 1959, en que la Secretaria de Agricul

tura y Ganadería (SAG) autorizó un aprovechamiento de madera de pino en mal estado^on el fin de usarlo como leña. Poco des­pués, en 1962, el Ing. Francisco Carreón, aprovechando esta co­yuntura -téngase en cuenta que en todo Michoacán estaba implan­tada la veda forestal- propuso explotar comercialmente la made-

3ra muerta, mediante diez anualidades del orden de los 10,255m3de pino y de 980m de encino. Su proposición fue aceptada por

la SAG el 16 de agosto de 1963, aunque la autorización oficial3 3fue ligeramente inferior a la sugerida (de 10 mil m r y 586m r

respectivamente) (Sánchez, 1977). Como por entonces la comuni­dad agraria carecía de personalidad jurídica, lo mismo de recur

sos financieros para explotar por si:.misma su recurso, se vió

en la ineludible necesidad de establecer, por medio de sus re­

presentantes, un convenio de participación con un empresario

privado, Antonio Martinez Camacho, quien aportó el capital para establecer un aserradero en la localidad, a cambio de brindar­les utilidades, derechos de monte y trabajo a los tanaqueños.

Esta empresa funcionó exactamente una década, es decir, el pe­riodo justo concedido por su permiso de aprovechamiento fores­tal (de la Rosa, 1980: 29-30).

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¿Cuál fue el papel de las autoridades comunales en todo es

to? Sabemos que puntualmente, cada tres años, se cambiaron di­

rigentes. Para el tercer periodo trianualjlos cargos de presi­dente, secretario y tesorero recayeron en las personas de

Wenceslao Bravo Morales, Gilberto Tolentino Garcia y Donaciano

Alvarez Tolentino. Hasta entonces la principal acción política

desplegada era la defensa de Tanaco como grupo corporado terri­

torial en contra de las acechanzas externas. En el capitulo tercero cité el éxito de la comunidad agraria para lograr que

la Suprema Corte de Justicia revocara la resolución presidencial favorable a la comunidad de Cheranatzicurin, en la que le recono cían y titulaban 2,754 ha, incluyendo el llamado Plan de Irhapio con 618 ha*; que está en disputa con Tanaco desde el siglo pasa­do por lo menos. El artifice de esta acción legal fue

Wenceslao Bravo, quien desde 1969 interpuso la demanda en contra

del poder ejecutivo nacional, hasta que el 14 de febrero de 1974 la Suprema Corte falló a favor de Tanaco, amparándoles contra

los actos del presidente. Hay que añadir que la defensa legal

del territorio de la comunidad es y ha sido uno de los principja

les medios de legitimación de las autoridades comunales, que

asamblea tras asamblea repiten el estado que guardan los trámi­tes agrarios y la consecusión de su propia resolución presiden- dencial. Así resulta que un conflicto externo genera una rela­ción de comunidad entre los comuneros y sus autoridades.

Esto no es raro. Por varios siglos Tanaco ha sido una co­munidad de campesinos cuyo interés básico es el control del re­

curso agrícola para subsistir. Tras la defensa colectiva del

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territorio de la corporación podemos percibir una relación de comunidad en cuanto a productores agrícolas regidos por la ló­

gica de reproducción de la unidad doméstica. El control insti­tucional de los cinco planes que conforman el patrimonio terri­torial de Tanaco,es también una garantía de que la reproducción

familiar quede asegurada. Por lo tanto, aunque estos campesi­

nos se relacionen con la tierra como propietarios privados, hci cia el exterior aparecen como un grupo compacto de comuneros

para defender un interés común: la tierra de Tanaco como instjl

tución. No hay contradicción entre la propiedad privada y la

propiedad comunal si entendemos la función del grupo corporado.

Y mucho menos podemos suponer que la propiedad privada se está

imponiendo sobre la comunal.

Esta disgresión no es gratuita, como demostraré después.

Sobre todo aclara la aparente ambivalencia en el comportamiento de algunos comuneros que desde la oposición critican acremente a la comunidad y sus representantes, plantean alternativas y acciones contrapuestas a las relaciones de comunidad, oponiendo

a ellas la actividad privada, para después asumir, una vez que

acceden a las posiciones dominantes, la defensa del patrimonio' comunal. Este ha sido el caso de Wenceslao Bravo que por mu­

chos años encabezó a una facción opositora, actuando lo mismo como líder con destellos empresariales que como comunero respe­

tuoso de la voluntad colectiva. Otro elemento de este comporta

miento rebelde, es que quienes se alejan de la estructura comu­nal suelen negarse a participar en los rituales religiosos ó co

laborar en el trabajo comunal (faena) por barrios. En las en-

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trevistascon los líderes faccionales^me encontré incluso con actitudes adversas hacia el catolicismo popular practicado, al

que califican de oneroso ó retrógrado* Y al menos durante la fase en que cuestionan las relaciones de comunidad no se les ve

fungir como cargueros* Consecuentemente, estos individuos co­

mienzan a actuar como empresarios, pero seria arriesgado defi­nirlos como promotores de la propiedad privada a ultranza, por­

que en realidad lo comunal y lo privado no están en contradic­

ción y tan propietarios son ellos como el resto de los comune­

ros* Más bien se les sanciona como los "ricos", que es una

identidad forzada por las circunstancias^ en vista de que entre los partidarios de la comunidad también hay individuos con re­

cursos económicos considerables*

El alejamiento de Wenceslao Bravo de la estructura comunal estuvo relacionado con la presencia del aserradero privado y sus resultados. Cuando Wenceslao arribó al cargo de comisaria- do (llamado también "representante" como en el siglo pasado) hja bían signos de descontento dentro de la comunidad, pues las

anunciadas utilidades nunca llegaron* La empresa aducía pérdi­das continuas. Tampoco los obreros obtuvieron una respuesta sa tisfactoria a sus exigencias de mejoría salarial. Wenceslao

fue entonces objeto de presiones por sus representados.

Se dice que no hizo nada a favor de lá comunidad porque el

contratista lo sobornaba* También se dice que comenzó a actuar en beneficio propio, quedándose para sí, de forma ilegal, con un

tractor y un taller de sierra-cinta, que eran bienes de la cornu

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nidad; pero que él hizo pasar como su propiedad* Ciertas 6 no,

éstas acusaciones (jamás elevadas al rango de acusaciones forma­les) demuestran el dis tañeiamiento de Wenceslao de la estructu­

ra comunal*

Mientras tanto, entre los .obreros del aserradero comenzó

a organizarse la deposición del comisariado. Aprovechando la

organización en barrios, los obreros se reunieron en torno al naciente liderazgo de Gregorio Alvarez Tolentino* De sus reu­niones con los representantes de cada uno de los cuatro barrios

-antes reservadas para el culto a los santos- salieron plani­

llas para, tomar primero la jefatura de tenencia y después el comisariado. En efecto, en 1972 Patricio Alvarez Pablo resultó electo como jefe de tenencia con 212 votos a favor y 179 en con

tra (de la Rosa, 1980: 34). A poco, también se impuso la mayo­ría en la elección del comisariado, que recayó en Alfredo Aguilar

García, Gregorio Alvarez Tolentino y Moisés Chávez Béjar como

presidente, secretario y tesorero respectivamente*

Contraviniendo lo expresado en la ley en relación a la ree

lección de la autoridad comunal por una sola vez, Alfredo Aguilar fue presidente del comisariado durante tres periodos seguidos,

hasta que finalmente fue sustituido en 1982* Durante estos diez años hubo una incesante lucha entre las autoridades internas y

la facción de Wenceslao, que siempre mantuvo un cuestionamiento

de las nuevas relaciones de comunidad desarrolladas en Tanaco,disputando el control del nuevo recurso económico: el bosque

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Estos cambios politicos a nivel local coincidieron a nivel

nacional con cambios en la legislación y política agrarias. El

22 de marzo de 1971 fue promulgada la actual Ley Federal de Re­forma Agraria donde, repito, los ejidos y comunidades agrarias ganar» dominio sobre sus recursos^ al estimularse su organización

económica mediante el fomento de ejidos colectivos y empresas forestales cooperativas. Fue Gregorio Alvárez quien, habiendo trabajado en la administración de la empresa privada, se puso

contacto con Celestino Salcedo Monteón, líder nacional de la CNC, que a su vez turnó el caso al Fondo Nacional de Fomento Ejidal

(FONAFE)., estando ya por concluir el permiso de aprovechamiento concedido al empresario Antonio Martinez.

El FONAFE había reunido alrededor de 800 mil pesos de los

fondos comunales de Tanaco, que provenían de los "derechos de monte" pagados por el contratista como impuesto forestal adici_o

nal (11). Con este fondo común, las autoridades centrales y lo cales deciden organizar la Empresa Forestal Comunal en una asam­blea general efectuada el 10 de abril de 1973, asamblea a la que sólo asisten 275 comuneros de los 771 registrados, pero que se autonombran ser la comunidad. La manera como se estructuró el

consejo de administración de la nueva institución económica, tie ne mucho que ver con las carácteristicas que asumirá el proceso

político.

Por principio de cuentas el manejo social del bosque hizo

de él un asunto de intéres público para la comunidad agraria. Este

cambio ya se venía gestando bajo la empresa privada y la res puesta comunal asi lo demuestra. Sin embargo, el que fuera

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la comunidad la entidad reconocida para explotar el bosque en gran escala» hizo de( la empresa forestal comunal el foco de la

lucha por el poder» en tanto que es el más importante recurso

económico existente, lo que.fue algo sin.precedentes, puesto

que bajo el dominio de los empresarios (Santiago Slade y Antonio Martinez) los campesinos habían utilizado el bosque co­

mo tradicionalmente acostumbraban, satisfaciendo sus necesidades

domésticas (extracción de leña, tejamanil y madera para la cons trucción de sus trojes) ó, en todo caso, recolectando resina. Ahora era distinto. Ahora se añadía a sus relaciones de comuni dad el control y beneficio del bosque. En seguida, dado que por ley el comisariado debe participar en el consejo de adminis tración de estas empresas sociales, entonces la institución po­

lítica cobra una importancia clave para el control directo del

recurso, de ahí que la lucha política se enfocara hacia ella.

En los siguientes seis años, la empresa forestal comunal fun

cionó como una institución económica centralizada, debido a que

FONAFE designó un administrador general que fungia en la prácti ca como gerente. Formalmente^la administración recayó sobre los mismos individuos que componían el comisariado. No obstan­te, Gregorio Alvarez, gracias a su experiencia, fue nombrado au xiliar del admi;nistrador general, mientras que Alfredo García, siendo presidente del comisariado, tuvo que fungir como jefe de

patio. Con el tiempo este consejo de administración gano en complejidad,al desarrollarse la división del trabajo. Pero so­

bre todo, este grupo rector se fue profesionalizando en su fun­

ción, lo que los distinguió del resto de los trabajadores y del

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común de los campesinos de Tanaco.

Mientras que muchos campesinos accedieron al trabajo asala

riado como una actividad suplementaria y por ende no profesio­nal, los administradores obtuvieron ingresos fijos y prebendas.

Se dice que el administrador general y su auxiliar desviaron

recursos de la empresa para su propio beneficio, lo cual es di­fícil de probar,.dado que la contabilidad era una prerrogativa del FONAFE. Pese a todo,en las listas de raya hechas entre

1973-1983, se advierte que la corrupción abierta pudo no ser ne cesaria, pues bastaba con disfrutar con privilegios tales como salarios más altos y regulares, préstamos personales, avales,

viáticos, etc. El Ing. Salvador Rangel, su primer administra­

dor, el 25 de marzo de 1974 obtuvo un préstamo de la empresa

para adquirir un autómovil, arguyendo que no residía en la comu

nidad* Después, a principios de agosto, se fijó una renta men­sual para el mantenimiento del mismo automóvil, además de per­

cibir el sueldo más alto de la administración. De paso, añadió a los egresos de la empresa sus gastos en afinaciones, alinea­ciones, compra de aditamentos, composturas y demás. Sin excep­ción, todos los miembros de la administración obtuvieron también préstamos personales. A Gregorio Alvárez se le imputa ahora un desfalco por 8 millones de pesos y actualmente está detenido ba jo la acusación de abuso de confianza. Por su parte

Salvador Zalpa y Santiago Velázquez, que en otra época fungie­ron como jefes de monte, recibieron avales para adquirir un par

de camiones de carga, convirtiéndose después en transportistas.

Ahora se les cuenta dentro de las familias acomodadas de Tanaco.

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Por último, Alfredo Garcia, aunque también gozó privilegios una

vez que FONAFE cesó su intervención sobre empresa en 1979, no

demostró aptitudes empresariales, siguió siendo músico de la banda de la localidad y campesino dueño de una parcela de tres

hectáreas•

Estos hechos no pasaron inadvertidos en la comunidad» Los

beneficios colectivos de la explotación social del bosque eran

innegables, como se vio en el capitulo anterior. En parte ello

explica que Alfredo ’Garcia haya sido reelecto como representan­te comunal durante tres periodos de gobierno continuos» Su po­pularidad estuvo también condicionada por su papel decidido en

el conflicto limítrofe con la comunidad de Cheranatzicurin, que

tuvo una fase crítica en 1980. Pero al mismo tiempo, cada una de las fallas, en la emp'resa dieron armas a Wenceslao Bravo y

su grupo.

Alrededor del liderazgo de Wenceslao se nucleó el descon­

tento contra los administradores. Durante el cambio de autor¿ dades en 1982, en que Alfredo García fue sustituido por Salvador Merced, se exigió en la asamblea comunal el cambio de la plantilla de obreros del aserradero que se habían ido hacieri do permanentes como parte de una especie de clientismo ejercido por las autoridades. El trabajo asalariado se había convertido

en un recurso limitado en medio de una oferta de trabajo crecien te y como tal daba un cierto poder al grupo dominante.

Ya en la elección de 1976 se veía que el grupo dominante

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no las tenia todas consigo* La asamblea general extraordinaria en que fue reelecto Alfredo García apenas obtuvo 177 votos, que le aseguraron la mayoría* Sin embargo, Wenceslao contaba entori

ces con unos 160 seguidores, entre quienes habían tanto comune­

ros ricos como pobres, en especial algunos dedicados a la resi­

na, lo que tiene que ver con el hecho de que él controlaba el depósito de resina, y consecuentemente la compra de la misma, co

mo representante que era de la Asociación de Sociedades Locales de Crédito Ejidal "Adolfo López Mateos", mejor conocida como la Resinera Ejidal de Cherán, que operó en Tanaco durante una décja

da *

Tanto Wenceslao como sus más cercanos seguidores eran juz­

gados por el común de los tanaqueños como los ricos de la comu­nidad. Eran y son, en efecto, agentes innovadores cuyas acti­

vidades económicas tienden a distanciarse de la economía campe­

sina de los comuneros,para aproximarse al tipo empresarial* Destacaban siete de ellos: Crecencio Zalpa Reyes, socio-delegado de un grupo solidario de crédito agrícola (12); Eliodoro Morales,

encargado de un depósito de resina "ejidal", en realidad propie dad del Banco de Crédito Rural; Felipe Romero y Arturo Tolentino, dueños de camionetas de transporte público que dan servicio en­tre Tanaco y el entronque con la carretera Carapan-Uruapan; Crespin Jerónimo y Donaciano Alvarez, dueños de las tiendas me­jor surtidas del pueblo; y Moisés Bravo Maya, medio hermano de Wenceslao, ingeniero agrónomo y empleado de la Delegación Fores tal en Uruapan, que habría de convertirse en el segundo de abor do,gracias a sus filiaciones y conocimientos*

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Wenceslao mismo* una vez que abandonó el cargo de presideri te del comisariado, no retorno a la agricultura, aunque en los registros oficiales (me refiero expresamente al Censo General

de Población Comunal levantado por la Secretaria de la Reforma

Agraria en 1981) aparece como un humilde comunero que trabaja

cuatro hectáreas. También se hizo transportista, por lo que su relación con la tierra es secundaria. Con todo, su familia es

reconocida ampliamente por su riqueza en tierras. Se dice que

su abuelo, don Filomeno Bravo, se hizo de mucha tierra aprove­chando la confusión de la Revolución. En la actualidad sus nie

tos: Rutilo, Juventino, Victoriano y Moisés aún cuentan con 85ha, distribuidas en 20 pore iones tque suelen trabajaren mede- ría con los campesinos o contratando jornaleros que pagan en ejs

pecie. De hecho, el 4 de noviembre de 1981, los hermanos Bravo se presentaron ante el juez menor del ayuntamiento de Cherán pa ra registrar sus propiedades, temerosos de transgredir la ley agraria (13), nombrado como albacea a Juventino Bravo. Igualmen

te poseen 5 predios en terrenos forestales de extensión indefi­

nida.

Durante once años Wenceslao fue el representante en Tanaco de la Resinera Ejidal de Cherán, financiada por el entonces Ban

co Agrario de Michoacán (filial del Banco Ejidal), lo que le dió autoridad sobre los comuneros dedicados a la resina, a los que

controlaba a través de Eliodoro Morales. En 1978 perdió esta influencia cuando la empresa Resinas de Michoacán empezó a com­petir en condiciones ventajosas con la Resinera Ejidal, mejoran

do su precio y otras regalías, como repartir utilidades y pagar

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puntualmente los derechos de monte. Esto motivó que el 28 de abril de 1980 tuviera lugar una asamblea de 108 comuneros. En ella se acordó cancelar las transacciones con la Resinera Eji-

dal por no haber informado nunca del pago de derechos de monte, ni repartir utilidad alguna, votándose a favor de "liberar" el depósito privado por convenir más al "comunero resinero" y a "nuestros montes comunales", según reza el acta levantada (14).

Aunque la lucha por el control de la resina no quedó ahi,

Wenceslao se vió obligado a buscar recursos alternativos si

quería conservar a su grupo, cada vez más debilitado. Muchos de sus seguidores se pasaron al bando contrario para conseguir trabajo en el aserradero. Este seguía siendo el botín más dis­

putado, pero en la medida en que el grupo dominante se conserva ba en las instituciones políticas locales, era imposible alcan­

zarle. Fue entonces cuando Moisés Bravo regreso a Tanaco, lue­go de haber hecho estudios en Chapingo, con especialidad en bos

ques. Bien pronto ganó influencia dentro del núcleo de seguido res de Wenceslao.

Así las cosas, el 20 de enero de 1981 él propuso como pro­

yecto de tesis el tema "Aplicación de tres tipos de regeneración

en bosques de Santa Cruz Tanaco, Michoacán", donde sugiere lle­var a cabo experimentos de cortas de regeneración en matarraza, combinadas a la selección y protección de árboles-padre, todo

ello en "los bosques particulares de coniferas de Santa Cruz

Tanaco, Michoacán". Antes de finalizar ese año, Juventino Bravo

solicita al delegado forestal en Uruapan un permiso para insta­

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lar un "pequeño aserradero y taller de carpintería en general"

e "industrializar la madera, ya que contamos en nuestra familia

con terrenos forestales de nuestra propiedad". La solicitud

fue apuntalada con la propuesta de estudio de Moisés Bravo, es

decir, sería un "aprovechamiento con fines de investigación" de 5 predios (Andachurín, Jachurín, Camino de Purépero, San Nicolás

Puentiro y otro sin nombre) para su tala durante 8 años.

Al principio las cosas marcharon bien para Wenceslao y sucliqué. Aprovechando las conexiones de Moisés en la DelegaciónForestal, lográronla aprobación directa del Ing. Avelino B.

Villasalas, a la sazón subsecretario forestal, el 24 de abrilde 1981. Se les autorizó 8 anualidades con un volumen de

3 3263m r de pino y 180m r de encino. El 3 ,de julio del mismo año,

personal de la Unidad de Administración Forestal No. 6 procede a hacer los trabajos de marqueo en dos de los predios foresta­

les ( U A F , 1981c). Estaba a punto de hacerse realidad la apertii

ra de un aserradero privado capaz de competir con el de la comu nidad. De pronto, todo se complicó y el proyecto terminó por

fracasar.

Al principio, Wenceslao intentó organizar con su gente una sociedad local de crédito agrícola, como precondición para obte ner un crédito refaccionario del Banco Rural. No tuvieron éxito

en sus gestiones. En marzo de 1982 solicitaron también un cré­dito de Banamex, con idénticos resultados. Por si eso no basta

ra, sufren una reacción adversa de las autoridades estatales.

El 21 de agosto de 1981, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, en su ca-

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lidad de presidente de la Comisión Forestal del Estado de Michoja

cán, condiciona el "experimento" a una supervisión estrecha por la Unidad de Administración y el Centro de Investigaciones Fores

tales* durante un mínimo de 2 años. Bajo esas condiciones,el

subsecretario forestal se ve obligado a reconsiderar su autori­

zación* aceptando los términos de la CFEM, pero va más allá: fija la fecha del 13 de noviembre de 1983 como limite para apra

vechar el permiso concedido, en los términos dictados por el go bernador.

Esta situación, desesperada para Wenceslao, tornó más agu­da la lucha por el poder. Desde enero de 1 982 comenzó la agitía ción para atraerse popularidad con vistas a ocupar la jefatura

de tenencia. Por los numerosos altavoces que hay esparcidos por todo el pueblo, hicieron vocear su "Programa de trabajo de los condidatos a jefe de tenencia", documento donde acusan el grupo dominante de corrupción en el manejo del aserradero comunal.

Proclaman la honradez para gobernar. Su programa, si puede lija mársele así, incluía diez metas, a saber: construir una secunda

ria, dar habitación a los maestros que vienen a trabajar de fue ra, establecer un rol de trabajo semanal en el aserradero que diera oportunidad a todos, pavimentar la brecha que comunica Tanaco con la carretera, entregar utilidades anuales por parte de Empresa Forestal Comunal, acondicionar el cementerio, ofrecer conciertos semanales, empedrar las principales calles del pue­blo, tramitar la perforación de un pozo de agua potable para terminar con el conflicto de Huécato y construir un centro re­

creativo

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El pueblo de Tanaco re públicamente se acusó a las En.la memoria de la gente s cho votar a las mujeres de

sar la votación. Y es que to masculino, propio de los bidamente reconocidos" por

cuerda con viveza este suceso porque

autoridades locales de ladrones, e les sanciona también por haber he- sus seguidores con el fin de engro- considera que la política es un asuri

"comuneros con derechos agrarios d<a las autoridades agrarias centrales.

La derrota no amilanó a claro que iba debilitándose.

Tanaco tuve ocasión de asisti

decir, a su segmentación y al

lideres, pero al mismo tiempo

y una nueva facción, que les sistema político tanaqueño.

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El 19 de mayo se apersonaron en las oficinas de la empresa

forestal comunal las autoridades del servicio de vigilancia fo­restal, que habían recibido la denuncia de un aprovechamiento ilegal por parte de la comunidad. Todos Rabian que el delator

había sido Moisés Bravo, quien también se apersonó armado, al igual que el resto de los "forestales", como los llaman. A pe­

sar de la tensión reinante, se procedió a levantar una acta por el derribo de 21 árboles del cerro Tamajuata, sin permiso de la

Unidad de Administración Forestal, cuyo director, el Ing.

Agustín Sánchez Espinoza, siempre simpatizó con las autoridades del lugar. La denuncia, como se demostró, era cierta. Las auto ridades comunales no tuvieron más salida que aceptarlo y como

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último recurso el jefe de monte de la empresa asumió toda la

responsabilidad, aduciendo que era madera destinada para usos domésticos.

En el alegato, el grupo comunal hizo una contraacusación.

Alfredo García, no obstante haber sido reemplazado por Salvador Merced desde el 3 de abril, influyó para levantar una

segunda acta, ésta en contra de Wenceslao Bravo y el mismo

Moisés. Los acusó de poseer un taller donde trabajaban madera

ilegal, la que vendían al señor Miguel García de Alba, conocido concesionario de la Ford Motor Company en la ciudad de Zamora.

El personal de vigilancia se trasladó con los querellantes al

taller y ahí fue Moisés Bravo el acusado. Aunque por suerte no se encontró madera recién cortada en el lugar (la casa de Jesús Bravo), si se descubrió una sierra-cinta y un cepillo, que Moisés se apresuró a manifestar eran de propiedad de la co­munidad, lo que, por otra parte, era toda una confesión de frail de. Salvador Merced aprovechó la ocasión para asentar que esta maquinaria eran bienes comunales adquiridos cuando Wenceslao Bravo fue representante de la comunidad, pero que fueron privatizados

por la familia Bravo, aprovechando el encubrimiento de Moisés en la Dirección Técnica de la Delegación Forestal (15). Aunque

no hubo pruebas fehacientes para sustentar la acusación, si se

probó que el taller carecía de documentación legal, por lo que

se procedió a clausurarlo.

La reacción de Wenceslao no se hizo esperar. De nueva

cuenta Moiáes aprovechó su cargo administrativo para clausurar

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el depósito de resina de Resinas de Michoacán, con la intención

de recuperar el dominio sobre éste recurso con la reapertura

del depósito ejidal. Además, era un golpe dirigido expresamen te contra el nuevo representante comunal, Salvador Merced, que hasta poco antes de su elección había sido empleado de la resi- nadora, ocupándose de las labores de pago y pesado de la resina

bajada por los tanaqueños de los montes.

El 26 de mayo se colocaron sellos, al depósito, impidiéndo­

se la compra de resina. Esta acción legal fue posible porque Resinas de Michoacán había emprendido una campaña de intensifi­

cación en la captación del producto, para lo que había hecho am pliar su depósito en Tanaco, que tuvo una capacidad de 5 tonela

das a partir de entonces. Dado que la recolección de resina también requiere de un permiso de aprovechamiento gubernamental,

la expansión de la actividad resinera pudo ser sancionada.

La suspensión de la actividad resinera fue temporal. Bajs

tó con que la familia Dodoli, dueña de Resinas de Michoacán, obtuviera el permiso indicado para que todo volviese a la nor­

malidad. Además, Salvador Merced retuvo en su poder las llama­das "guías de transporte" de la resina, unos permisos necesarios para transportar los productos forestales $in problemas con la

vigilancia forestal que hay en las carreteras del estado. Así

las cosas, el 17 de junio fue reabierto el depósito y con él se

restableció la relación económica entre la comunidad (y en su interior, los campesinos resineros) y la empresa industrial.

En otras palabras, Wenceslao y su facción encararon una nueva

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derrota política.

Mientras tanto» el grupo dominante enfrentaba serios pro­

blemas administrativos, que a la postre acarrearán cambios ineja perados en la oposición. Resulta que desde 1978 la Empresa Fo­restal Comunal había comenzado a autogestionarse por varias caía

sas coyunturales. El 26 de julio de 1977 se efectúo el funeral del administrador impuesto por FONAFE, el Ing. Salvador Rangel, quien perece, ironías de la vida, en un accidente automovilísti co. De inmediato se nombra al Ing. Manuel Medina Bravo en su

lugar, pero su gestión tendrá corta duración,pues el FONAFE se­

ría eliminado con la reforma administrativa, quedando sólo como fideicomiso de Nacional Financiera, donde todavía se depositan

los fondos comunales de las comunidades agrarias de todo el país

Poco a poco Alfredo García se fue haciendo cargo de la adminis­tración con grandes dificultades por su escaso conocimiento con table, hasta que en mayo de 1978 se contrata un contador profe­sional para llevar estos asuntos. Sin embargo, luego de cinco años de funcionamiento, se había acumulado un fuerte déficit de­bido a los préstamos personales con que se sangraba a la empresa. La resolución de este problema se fue postergando hasta que rea

pareció en 1982, al dejar^ el cargo Alfredo García.

Durante el interregno suscitado por el cambio de autorida­

des comunales, la empresa forestal quedó prácticamente paraliza da. En la asamblea general del 3 deabril se había exigido a

Alfredo Aguilar un informe contable pormenarizado del estado fi

nanciero de la empresa^como condición para una entrega total de

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poder a Salvador Merced, la nueva autoridad agraria. El direc­

tor de la UAF, Ing. Agustín Sánchez, q u e vlleg6 a arrogarse el papel de responsable de la conducción técnica de la cooperativa

forestal, intervino para asegurar la continuidad de la explota­

ción social. Hizo notar al consejo de administración la preci­

pitación con que se llevo a cabo el cambio de autoridad y la

falta de preparación con que se llegó a él, considerando la pre

sencia de un grupo antagónico. Más aún, le preocupa que este grupo se haya incrustado en la nueva administración. Obviamente se refiere a Santiago Velázquez, reconocido simpatizante de Wenceslao e íntimo amigo de Gregorio Alvárez (16).

Tal como mencioné con anterioridad, la situación en la que

se dió este cambio de personal dentro del comisariado de bienes comunales fue de una creciente pérdida de la autoridad de parte de Alfredo García, tras de haber permanecido en el cargo duran­

te nueve años. Sin duda siempre pudo salir airoso de los en­

frentamientos con sus rivales, pero el hecho de que se le de­

mandaran cuentas claras y una reglamentación del trabajo, demues

tran su desprestigio hacia el final de la gestión. Con todo, Salvador Merced lo conservó como asesor del consejo de adminis­tración en turno y de él en lo particular. Merced asciende a autoridad sin ninguna experiencia administrativa. De joven fue bracero; su empleo como agente de Resinas de Michoacán le satis­facía plenamente y siempre, cada vez que enfrentó un problema grave, quería renunciar para volver a su antiguo trabajo. Tenia además un carácter débil, que era fácil blanco de Santiago Velazquez

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La inactividad del aserradero y su taller secundario com­

plican las cosas para Merced. No sólo no se pueden organizar

tandas de trabajadores, sino que no hay trabajo. Incluso se les deben salarios a los obreros en paro, lo que incrementa el

descontento en contra de las autoridades y los antiguos adminij^

tradores. En términos financieros, los errores administrativos originales se han transformado en considerables deudas banca-

rias y hacendarlas. Por si no fuera suficiente, el cambio de autoridades genera problemas de comercialización de la madera,

lo que repercute sobre el problema financiero y lo torna en un círculo vicioso. El estancamiento seria roto por un grupo de obreros que acusa a Alfredo García de quererse eternizar en el

puesto, en complicidad con el contador, que sigue postergando

su informe.

No es la única presión que sufre Salvador Merced. El opii

so como pretexto que la anterior administración no le había rendido cuentas claras del estado económico de la empresa, por lo que no podía asumir la responsabilidad. Esto era un argu­mento útil ante los obreros, pero para los intereses de Gregorio Alvarez era un presagio funesto, pues Alfredo García confesaría que el informe estaba estancado a causa de los adeu­dos de mucha gente, pero en especial de Gregorio, que había aprovechado su puesto de auxiliar del administrador de FONAFE para allegarse fondos comunales.

Fue así como Gregorio fue perfilándose como el futuro lí­

der faccional. A través de Santiago Velázquez,presionó a

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414

Salvador Merced para ser readmitido en el consejo administrati­

vo como asesor, al parejo con Alfredo* En las reuniones de cori

s e j o s e estaban delineando dos bandos políticos que hacen tamba

lear el precario equilibrio en que sustenta Salvador Merced,

que insiste en renunciar a su representación comunal. Esto crea

rá un vacio de poder, que abre un periodo de realineamientos en

la arena política de la comunidad.

En primer lugar tenemos una segmentación del grupo dominan

te, que se autodefine como "la comunidad" en tanto que la repre senta por medios legales. En esta fase comienza a actuar como

facción en torno a un nuevo líder, Salvador Zalpa, otro trans­portista del pueblo. Para esta facción, identificada con la idea jurídica de la comunidad, Salvador Merced es ineficiente

y poco interesado por el destino de la colectividad. Lo califi_

can de irresponsable porque se negaba atender sus obligaciones

en la empresa forestal. Le achacan también el descontento de

los obreros en paro. Entre los más activos de este grupo desta

can Felipe Alvarez y Alfredo Aguilar, que se desliga de Salvador Merced.

Por otra parte, en las filas de la facción opositora tam­

bién cunde el divisionismo . Hasta en tone e s , en tr e Wenceslao Bravo y Gregorio Alvarez había existido una alianza en contra de las autoridades comunales. Esta alianza se rompe cuando MoisésBravo entra en pláticas con Felipe Alvarez y Salvador Zalpa, de donde surge la actual distribución del poder ën Tanaco. A su vez, Gregorio Alvarez se pone a la cabeza de la oposición.

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415

La recomposición del sistema politico fue visible desde la

asamblea del 12 de agosto de 1982, en que Gregorio reaparece en

la escena, encabezando a 118 comuneros, muchos de ellos trabaja

dores del aserradero. En esa ocasión se impugnó a Salvador Merced

por su incapacidad para pagar puntualmente los salarios. De

paso, acusan a Alfredo de encubrir los malos manejos de la empre sa, a lo que él responde que su informe depende de que Gregorio

devuelva lo que debe a la empresa. Desesperados, los opositores se vuelven contra Wenceslao, al que ven en el estrado. Deman­dan que pague entonces el tractor que pertenecía a la comunidad, a lo que Moisés Bravo responde que se consiguió mediante un

préstamo refaccionario solicitado por el grupo solidario de Crescencio Zalpa. Por último, el representante oficial de la

Secretaría de la Reforma Agraria niega que se vaya a destituir a Merced, pese a lo cual se hace un conteo en el que 372 comune

ros sostiene a las autoridades y 118 se les oponen. Empero,

los realineamientos políticos, las nuevas alianzas concertadas

y la nueva situación que se ha generado llegan a un climax ha­cia junio de 1983, en que Merced es removido de su cargo en una

asamblea extraordinaria. En esa ocasión la coalición de Salvador Zalpa y Moisés Bravo sale triunfante con 280 votos coii tra 150 de la planilla de Gregorio Alvarez. Desde entonces Zalpa es el presidente del comisariado, Moisés Bravo el secre­

tario y Felipe Alvarez el tesorero. No se nombra consejo de vi_ g i1anciatdada la costumbre de que los opositores se retiren de la plaza del pueblo, visiblemente descontentos con el sufragio,

en tanto que el grupo dominante, para completar el ritual de

rebelión, festeja con un banquete y borrachera en la casa del

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comisariado comunal.

Con la nueva redistribución del poder, el sistema politico

volvió a su estado normal, con la diferencia de que los actores

habían cambiado. Ya no era Wenceslao Bravo sosteniendo su ce­

rrada oposición a la comunidad representada por Alfredo García.Se trata ahora de Gregorio Alvarez asediando sin descanso a

Salvador Zalpa. Los actores del anterior drama cambian de ubi­cación, sin alterar este patrón. Alfredo García sigue fungiendo como asesor de la empresa, aunque nominalmente es suplente;

Wenceslao Bravo colabora con la comunidad a través de los comi­tés de obras públicas de la jefatura de tenencia; Donaciano Alvarez se distingue como uno de los cargueros más prestigiados al sufra gar una de las fiestas religiosas más costosas; y Moisés Bravo

se convierte en un fervoroso defensor de los intereses de su co­munidad a todos los niveles: frente a los opositores, frente a

las autoridades municipales (donde funge como regidor) y frente

a las autoridades forestales y agrarias.

Fue muy interesante observar su desempeño como secretario del comisariado durante la asamblea de balance del 9 de enero de

1 984, en la cual Salvador Zalpa presentó su "Informe de actividja des de 1983". Su lectura, sin embargo, la hizo Moisés Bravo.En términos generales se informó sobre el trámite agrario de titulación de los bienes comunales de Tanaco; sobre una serie de mejoras sociales, algunas efectivas, otras en proyecto (fun­

dación de una telesecundaria, inicios de perforación de un pozo

profundo, pavimentación, ampliación de las fuentes de trabajo

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41?

en.el aserradero con un taller de muebles); saneamiento del es­

tado financiero de la empresa forestal comunal, que se caracte­riza por su autogestión y obtención de utilidades (poco más de un millón de pesos) . En su elocución, Moisés delinea una "cornil nidad progresista" basada en el trabajo organizado para benefi­

cio colectivo.. Por aclamación se decide proceder al reparto de las utilidades y que los 4 millones de fondos comunales adminis_

trados por FIFONAFE, sean reintegrados a la comunidad para las

obras de ampliación de la planta industrial.

El sonado éxito obtenido por el nuevo grupo dominante fue,

en realidad, la antesala de otro drama: la elección del jefe

de tenencia a celebrarse una' semana después. De nueva cuenta son dos bandos contendientes: Néstor Alvarez Páramo por la cornu nidad y Eliseo Ramirez Sebastián por la facción opositora. El ritual politico de cambio de autoridades civiles fue presidido por el presidente municipal de Cherán. La disputa arrojó resul tados bastante equilibrados, de 412 votos vs 390. Realizado el conteo, el presidente municipal hizo entrega de una bandera na­cional a las autoridades entrantes como simbolo de trasmisión

de poder, de la misma manera que en el ritual-seculat de trasmi­sión de la autoridad agraria se hace entrega de un sello comunal

con el cual se certifica cualquier documentación expedida por la comunidad agraria como afirmación de su personalidad jurídi­ca.

El coyuntural fortalecimiento de la facción opositora to­

mó desprevenidos a sus rivales, que creían tener bajo total con

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trol la situación* Para éstos, la copiosa votación obtenida por sus enemigos se debió al apoyo exterior obtenido por Gregorio de parte del presidente municipal de Cherán, Prof. Froylán Velázquez, que es su compadre. A decir verdad las rel_a

ciones entre el ayuntamiento y su tenencia son tensas, plagadas de confrontaciones pues se basan en una asimetría estructural

entre ambos niveles de articulación (Vázquez, 1986a). Fuera co mo haya sido, los alineamientos externos de Gregorio Alvarez no

fueron lo suficientemente poderosos para impedir que el 10 de

abril de 1986 fuese detenido por la policía judicial bajo la acu sación de abuso de confianza cuando era auxiliar del administra dor del FONAFE, haciéndolo responsable de un cuantioso desfalco

de 8 millones de pesos. ¿Supone esto la aniquilación de su fac ción? Sí el modelo jurídico de comportamiento que postularé

adelante es exacto, seria previsible la aparición de un nuevo líder faccional en la arena política comunal.

Antes de pasar a examinar teóricamente la información fác- tica aquí vertida, conviene añadir algunas observaciones relati vas a las lealtades de los tanaqueños en su lucha por el poder,

que demuestran que aun los alineamientos con individuos o ins­tituciones externas están en función del sistema político local.

De la misma manera que Gregorio Alvárez recurrió al poder

del ayuntamiento de Cherán para fortalecer su posición en la arena comunal, el conjunto de los actores han hecho lo mismo y con el mismo sentido: ganar dominio dentro de la localidad.

Cuando Wenceslao Bravo dirigió la oposición procuró, a través

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de su medio hermano, obtener apoyo de otros niveles a cambio de

su clientismo* Moisés Bravo no sólo influía dentro de la Dele­gación Forestal de Uruapan, sino que era miembro activo del Co­mité Ejecutivo Estatal del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM)* En la Delegación, Moisés era asistente de un alto funcionario, el Ing* Roberto Peregrina Sánchez, que por sju

gerencia de Moisés, fue postulado como candidato del PARM a la diputación federal del estado* En medio de la lucha faccional

de Tanaco, era difícil saber si era Moisés el que sostenía a Peregrina ó a la inversa* Se diría entonces que ambos, a sus propios niveles, obtenían beneficios mutuos*

El grupo dominante tampoco desdeñó estos alineamientos ex­

ternos* Desde el último choque violento con la comunidad de

Cheranatzicurín en 1980 (la cual contaba con el apoyo de la UCEZ), se acercaron al diputado Virgilio Hernández de la Confe­deración Campesina Independiente (CCI), afiliada al PRI* De he

cho, como comunidad agraria, eran clientes de esa organización oficialista* Con su apoyo lograron desbaratar algunos de los

ataques de sus opositores internos y externos.

La aparición de la facción de Gregorio Alvárez coincidió

con la muerte de Virgilio Hernández y con la extinción temporal del PARM* Los nuevos dirigentes de la comunidad se vieron en

la urgencia de encontrar un nuevo punto de sustentación* Este

lo ofreció el diputado y secretario general de la Liga de Coriru nidades de la CNC, Tariácuri Cano Soria, que se apersonó al

frente de una numerosa comitiva el 3 de abril de 1984 en la pía

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za de Tanaco, para sellar la adhesión de la institución agraria

dentro de sus filas. Durante la asamblea que tuvo lugar, se ma nifestaron dos lenguajes y dos posiciones enteramente distintas.

Tariácuri y sus oradores sólo estaban interesados en ganar un

cliente para su organización. Todas sus intervenciones se redu

jeron a demostrar las bondades de integrarse a la CNC. En todo

caso, Tariácuri hizo llamados a la unidad de los campesinos cuari

do se dió cuenta de que éstos tenían otros intereses y que se estaba utilizando su presencia para dirimir una lucha local.

En efecto, Gregorio Alvárez arremetió contra Salvador Zalpa, acusándolo de impedir el acceso al empleo en el aserradero cornu mal, lo que fue rechazado por el representante, recordando que

cuando él era jefe de monte se negó a obedecer al consejo de administración que le ordenó rechazar a la gente de Wenceslao. Repuso también que ellos nunca colaboraban con las faenas ó cua^L

quier otra acción colectiva. Entonces Moisés Bravo pasó a la ofensiva, pidiendo a Tariácuri su apoyo para demandar judicial­

mente a Gregorio por malversación de fondos comunales. De paso,

atacó al presidente municipal de Cherán, presente entre la comí

tiva visitante, por apoyar a Gregorio en vez de la comunidad, la "mayoría del pueblo de Tanaco". Al final de la asamblea, p_o

co antes de que Gregorio se retirara de la plaza seguido de sus simpatizantes, Tariácuri intentó una suerte de malabarismo. Di_ jo que apoyaría a..las autoridades comunales -recién convertidas

en comité local de su central- en su gestión judicial, pero que

también ayudaría a los "compañeros" involucrados en ese lio. De

todas maneras, fue inevitable que el grupo dominante considera­

se la asamblea como un triunfo sobre sus rivales, por lo que pa

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saron a celebrarlo con una opípara barbacoa, olvidándose de los tabúes de la Semana Santa.

4. Teoría y práctica del faccionalismo en Tanaco.

El haber subrayado al inicio del capitulo el carácter in­

clusivo de la institución jurídica de la comunidad agraria tie­ne para mí una enorme importancia analítica. En parte la enun­

cié al considerar a esta abigarrada mezcla del ser y el deber ser -léase sociedad e institución comunales- como una arena po

lítica, lo que aparentemente rompe con ciertas concepciones. Nicholas, por citar una de las más aceptadas, concibe a la are­na política como organizada por el conflicto faccionalj . si

bien reconoce que no en todas las arenas donde existen facciones son éstas las que la organizan (Nicholas, 1966: 52). Al postu­lar aquí que una institución ó grupo corporado hace las veces de arena estoy discrepando abiertamente de Nicholas. Ni que

decir de Bailey, para quien la noción de arena ó campo político deriva directamente de su concepción de cambio político (17).

Esta diferencia se hace más tajante si traemos a discusión

el modelo estructural conceptual de facción sugerido por Nicholas (1969). Para este autor, el fenómeno de faccionalismo pertene­ce al orden de los procesos politicos no-institucionales, debido a que la facción es un modo de organizar las relaciones políti­cas en condiciones de rápido cambio social. De su comparación induce cinco características abstractas para estos grupos, que

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constituyen, desde entonces, un modelo. Expresadas someramente, tales componentes son: 1) las facciones son grupos que sólo apa

recen en condiciones de conflicto; 2) son grupos esencialmente politicos cuyo fin es el de obtener el poder; 3) son grupos no

corporados, por lo que carecen de permanencia, no obstante que puedan existir por largos periodos; 4) son organizadas por un líder con más poder politico que cualquiera de sus seguidores;5) los miembros de la facción son reclutados por los medios más

diversos, pues el líder apela a cualquier recurso (parentesco,

religión, relaciones patrón-cliente, etc.) para atraerse apoyo

(Nicholas, 1969: 27-29).

Otros estudios de caso han venido a modificar este modelo

conceptual. El estudio de Spirp (1968) en una aldea birmana en­contró que algunas de estas características estaban presentes en

sus conflictos, pero al mismo tiempo mostraban rasgos no identi­ficados por Nicholas, sobre los que había que preguntarse si eran

genéricos ó propios de faccionalismo local. Entre otras varian­tes, Spiro encontró un faccionalismo restringido a una arena muy

limitada -el honor adscrito al sostén de las actividades rituales y recreativas-; tenia una expresión encubierta -raramente se da­ba en confrontaciones abiertas- y tendía a amoldarse a una lucha en el interior de la clase poderosa, ya que sus núcleos facciona

les eran los nuevos ricos vs . la élite tradicional. Por lo tan­

to, para él resulta imprescindible el tratamiento tanto de las

variables estructurales como culturales y caracteríológicas en el análisis genérico del faccionalismo (Spiro, 1968: 420).

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Boissevain por su parte, se ocupó del proceso politico en

la isla de Malta (Boissevain, 1974, 1977)* En este caso el faccionalismo reviste caracteres religiosos, pero estrictamente hja

blando de Índole política en tanto que se da como rivalidad de

dones a los santos y preponderancia de la fiesta por parte de cada facción. Este conflicto, empero, se remonta al año de 1B77

con lo que al paso del tiempo se ha hecho permanente y estable,

lo que le fue dando caracteres corporativos (permanencia, pro­

piedad común, elección de lideres, la membrecía heredada y endo gamía). La culminación de este "ciclo evolutivo de la coali­ción" fue la transformación de la facción en partido. Boissevain utiliza esta categoría en un sentido amplio para contrastarla con aquellos grupos no corporados, temporales, donde los segui­

dores de un líder son reclutados personalmente, etc. A diferen­cia de Nicholas, Boissevain introduce tanto la noción de proceso

como la contextualización de los principios estructurales. Así, percibe que "las facciones son unidades conflictivas formadas den

tro de una unidad social mayor que las encapsúla, tal como una

villa ó incluso otra coalición, que previamente las ha unificado "(Boissevain, 1974: 195). Aunque no lo dice explícitamente, esevidente que la presencia de ciertas instituciones en la arena

(iglesia católica, partido laborista) contribuyen a que el cam­bio político sea repetitivo -cada año se reproduce el proceso de disputa- bajo límites corporados.

Otras contribuciones han rechazado el supuesto de Nicholas de que la política faccional este ligada a situaciones de cambio

social exclusivamente. En Birmania el faccionalismo es un fenó-

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meno endémico (Spiro, 1968: 403). Para las aldeas campesinas pa

quistanís, A-l>avi reporta su asociación con situaciones de estabi^

lidad (Alavi, 1976: 96). En Tailandia el faccionalismo está in­merso en las instituciones burocrática y militar (se trata de dijs putas entre camarillas burocrático-militares)> cuyo proceso se da como una competencia política restringida a una élite, pero que no altera la estabilidad del sistema político thai (Scott, 1972: 56-76). Por último, Graham (1968), nos habla de una suce­sión de sistemas facciónales al interior de una esrtructura corpo

rada, el Partid? del Congreso, es una región de la India. Bajo esta estructura corporada, las facciones son ilegitimas -los va­

lores del partido no sancionan su actividad- e igualmente son iri formales, provisorias y nucleadas en torno a un líder que, con

todo, debe sujetarse ,a los limites formales de su arena. Signi­ficativamente, al igual que en Malta ó en Tanaco, su proceso tie^

ne lugar sobre patrones de comportamiento que Graham conceptúa

como "ciclo del conflicto". En él distingue entre varios tipos de sistemas faccionales, según su número y función, a saber: el bifaccionalismo, el de facción dominante, el trifaccional y el multifaccional (Graham, 1968: 324). Son estas regularidades enlas pautas de comportamiento y . organización sociales, aunadas al

tipo de cambio social recurrente, las que hacen pensar que su causa reside en las características que les impone el contexto donde el proceso ocurre, es decir, que no sea el conflicto faccio nal el que organiza la arena, sino justo al revés.

Hay que añadir que en un trabajo posterior, Nicholas (1966)

se ocupó brevemente del estudio de los sistemas faccionales den­

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tro de algunas sociedades segmentarias, tomando como arenas a los linajes, las castas, los clanes y otros grupos corporados.A su modelo estructural añadió tres características más. Según se desprende de este análisis, tales sistemas son exhaustivos

(involucran a toda una sociedad), exclusivos (ningún miembro pue de estar afiliado a ambas facciones a la vez) y funcionalmente

indiferenciados (existe una igualdad estructural entre los dos segmentos, pues ambas facciones son equivalentes en estructura y función). Estos nuevos principios no dejan de ser abstracción

nes, sin embargo. Otros autores han enfatizado la importancia

ya del proceso, ya del contexto. ?Para Bujra la equivalencia fuii cional-estructural depende de las tendencias dinámicas a largo

plazo, de donde ambos grupos pueden resultar disimiles (Bujra,

1973:135). Se ha sugerido también que los sistemas faccionales segmentarios son un fenómeno transicional entre las rivalidades tradicionales y la política formalizada en partidos políticos; pueden tener una larga vida, pero que no resisten las fuerzas del industrialismo, la urbanización y la mayor división del tra bajo (Swartz, Turner & Tunden, 1966: 44).

Desde un enfoque decididamente procesualista, Bujra ha de­mostrado que las facciones inevitablemente cambian y que en tal proceso son apreciables grados de insti tucionalización que depeii den de tres variables: el contexto oposicional, el contexto so­

cioeconómico local y e l contexto político externo (Bujra, 1 973: 149-150). Propone, con propósitos heurísticos, un "continuum de posibilidades lógicas", esto es, un espectro político' que va

desde los grupos más informales hasta los más institucionaliza-

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dos, en otros términos, desde la facción hasta el partido (18),

a los que toma como polos de comparación en cuanto a estructura, liderazgo, reclutamiento, temporalidad, proceso de competencia y

relación con sistemas politicos y sociales mayores. La aplica­ción. de este continuum lógico al examen de las regularidades ejt

nográficas es por demás esclarecedor en muchos sentidos.

A la luz del "estado del arte" en materia del faccionalis- m o , pasaré a analizar la información etnográfica vertida en el

apartado anterior.

Destacaré en primer término, el carácter corporado de la co

munidad agraria. Ya asenté que se trata de una institución ju­rídica, semiautónoma politicamente (sus autoridades son funcio­nalmente intermediarias), con un patrimonio exclusivo (los bie nes comunales) y con un comportamiento normado para sus miem­bros. Este orden normativo es mucho más exhaustivo en lo que

hace a las relaciones políticas, de propiedad y económicas. De

tal orden legal devienen instituciones tales como el comisaria- do de bienes comunales, la propiedad patrimonial comunal y la

explotación social de ciertos recursos. Los tres atañen al coji junto de miembros (comuneros) e incluso a la sociedad entera (núcleo de población) por lo que los asuntos públicos son patri_ monio de todos los pobladores. En este sentido la comunidad agraria, al ser exhaustiva, encapsula a la sociedad local den­tro del orden jurídico dominante, la hace corporativa y sobre todo, la hace arena de la lucha por el poder. Es por esto que

los alineamientos externos de los grupos rivales sean instrumen

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tados con arreglo a sus propios fines. Esto, claro, desde la

perspectiva del nivel comunal. Para las instituciones supraco- munales el clientismo comunal puede asumir un sentido enteramen

te distinto, en función de su propia estructura. Para los tana queños es indiferente afiliarse a la CCI ó a la CNC, siempre y

cuando esta alianza implique*beneficios tangibles ó ventajas po

líticas, Pero la CCI ó la CNC pertenecen a los niveles estatal

y nacional de la política y es ahí donde miden su fuerza obteni_ da en los niveles locales de .ejidos y comunidades agrarias.

La lucha por el control del comisariado y la jefatura es

lógica desde el punto de vista jurídico. En ambas instituciones el Estado ha delegado cierta cuota :de poder y cierto patrimonio y recursos. En el caso de la comunidad agraria de Tanaco, la legislación induce a una concentración de los principales re­cursos en manos de la corporación y su autoridad interna. Este

hecho tiende a reducir el campo politico a dos grupos en pugna e impide la proliferación de cuasi-grupos en sistemas políticos muítifacciónales. ¿Se trata entonces de un sistema bifaccional

con una facción dominante? Esto pareciera a primera vista, pe­ro no es así.

Ante todo no hay que perder de vista que la autoridad de la comunidad agraria es una autoridad legal cuyo poder deriva, lo mismo que los recursos, del poder central. Aquí, la legiti­midad es debida a un orden impersonal del sistema jurídico y po litico en su conjunto, no a la tradición ni al carisma personal.

Los individuos que ejercen la autoridad pueden arribar a este

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status conservando lealtades personales 6 ayudados por su caris

ma, pero en esta posición deben constreñirse a cumplir y hacer cumplir un estatutoimpuesto a otro nivel. No hay lugar para ha­blar de una facción dominante. Se percibe entonces por qué, a lo largo de mi descripción, evité cuidadosamente calificar al

grupo dominante en las instituciones políticas locales como una

facción, sino que apliqué este concepto sólo a la facción oposi tora. Seré ahora más explícito: observo en el caso estudiado

diferencias de estructura y función entre ambos grupos.

Visto como proceso;/ lo que ocurre es lo siguiente; En la dialéctica política cíclica, los segmentos difieren ampliamente. De un lado encontramos a un cuerpo administrativo establecido por medios legales y por otro un grupo no corporado cuyo fin úl

timo es sustituirle en los status de poder y ser él mismo la

autoridad legal. Es significativo que este grupo informal aca te las reglas jurídicas del proceso, sin llegar a su fusión pie

na. Esto es, la ley agraria prescribe normas para alcanzar el poder local y hasta trata de institucionalizar la oposición, in tegrándole a un.consejo de vigilancia. Lo llamativo del caso

es,que tal consejo nunca ha funcionado como tal, sino que -los

opositores se siguen organizando en torno a lideres más ó menos

poderosos. Es claro que este grupo (o grupos cuando se ha seg­mentado en la fase previa al periodo electoral) reúne las carac­terísticas clásicas de la facción, según el modelo general.

Su estructura es muy simple: el líder, su núcleo y sus se­

guidores. En las varias facciones registradas en mi estudio, se

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trata de lideres espontáneos que han aparecido en momentos coyuii turales: durante la expulsión del empresario privado ó durantela crisis de empresa forestal comiinal, Desde luego siempre se ha tratado de individuos con: un cierto poder y con un cierto in terós en el control político de la comunidad* La gente que han reunido varía también en intereses y clase social, si bien en las situaciones críticas tienden a organizarse los obreros del

aserradero lo que por otra parte haría pensar en un conflicto de cíese entre asalariados y.empresa# Contrariamente, el conf lie to nuri ca ha sido así de puro* Incluso cuando los obreros se opusieron al empresario; privadoj prefirieron organizarse en torno a sus barrios, dirigiendo su acción política hacia las instituciones locales. Nunca se han apreciado esfuerzos tendientes a crear un sindicato ó alguna coalición meramente clasista* Lo mismo po

dría decirse de los campesinos pobres o cualquier otro grupo defj^

nido por su acceso a los medios de producción. Sin embargo, esto no quieredecir que bajo la estructura faccionalcarezcan de inte­rés y que eJLlos. miamos usen al líder, para sus fines particulares. En ese sentido la facción funciona a manera de un amplio frente de intereses disímbolos, urdidos por un líder } pero también por la concentración del poder local en manos de una autoridad intermedia.

A partir de aquí empezamos a descubrir peculiaridades. Co­mo cualquier facción pretende hacerse del poder local. Ocurre entonces que ese poder no es efímero sino que está legalizado y está concentrado en una empresa institucionalizada. De no ser asi, el faccionalismo en Tanaco seria disperso y de poca duración.

No es asi. Como estructura política tiende a reducirse a un gru

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po dominante y a una facción ávida de poder legal. Mencioné, por cierto, que a fines de. 1982 hubo un temporal proceso de seg mentación tanto de la facción como del grupo domiante. Fue un br.ev,e periodo de muítifaccionalismo que precedió al restableci­miento del sistema bifocal- Se notará que este fenómeno no res

ponde a una dispersión del poder, sino a un reajuste en el pro­

ceso de competencia entre los dos grupos básicos. Pienso que las peculiaridades de la estructura corporada que sirve de are­

na permiten este juego. Por razones de insuficiencia-normativa,

ni la legislación ¿agraria ni la munieipal: reglamentan la acción de más de una facción compitiendo por el poder asignado. Lo que si puntualiza la ley agraria es que el consejo de vigilan­cia se integre con. los miembros de. la planilla que ocupe el se­

gundo lugar, en la votación, lo que deja abierta la posibilidad para que participen dos, ó más agrupaciones. En todo caso, aun­que la facción opositora permanece informal en su estructura, (pues nunca llena las funciones del consejo de vigilancia), la estructura política más amplia de la corporación crea un siste­ma politico bifocal de carácter permanente, donde necesariamente

existe un grupo en posesión del poder legitimo y otro excluido de él: las autoridades civiles y comunales de un lado y losopositores y su líder de otro.

La cuestión que emerge a partir de esta tesis es por qué el grupo dominado permanece siendo informal* cuando la propia ley le da la opción de formalizarse como supervisor del comisariado. La respuesta está en la posición y función que mantienen ambosgrupos dentro del sistema.

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Enfoquemos ahora nuestra atención sobre el grupo que hasta

aquí he llamado dominante. El estudio de las votaciones duran­

te las asambleas -e incluso el porcentaje de individuos que par

ticipan en ellas y que se ostentan como la mayoría- hace pensar de inmediato que las autoridades de la comunidad constituyen a lo más un grupo dentro de ella -su representación más genuina-, cuya presencia en los puestos clave depende de su constante le­gitimación como representantes de la institución y la sociedad toda. La estructura de este grupo difiere radicalmente de la facción justo porque adopta la jerarquía de status y funciones relativas a las autoridades internas de la institución comunal.Su acción es por fuerza de índole legal, se organiza de acuerdo

al estatuto que rige a la institución en su conjunto, su ideolo^

gía es comunal (su visión de la comunidad es la jurídica) y sus objetivos son los de preservar el statu quo, que se convierte

en su función esencial. Se trata, en suma, de un grupo corpora- do , al que bien podríamos caracterizar como un grupo de interés comunal (19), dado que su objetivo manifiesto es la preservación de la comunidad como institución jurídico-económica. Obviamen­te su relación con el sistema político mayor es formal e institii

icionalizáda: su cuota de autoridad desciende de la cúspide deinstituciones centradas como la Secretaría de Reforma Agraria y

otras similares.

Lo que se desprende de esto es un par lógico definido tanto en términos de relaciones de autoridad como jurídicas. De una parte resulta un grupo de interés comunal en posición de dominio

gracias a que concentra la cuota de poder que recibe el Estado,

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asi como por el control que ejerce sobre un recurso fundamental,

la explotación social del bosque. En el punto opuesto, hay un cuasigrupo excluido del poder legitimo, sujeto a cauces legales

pero sin llegarse a formalizar, a no ser que él mismo asuma las posiciones de autoridad interna de la comunidad agraria. Tene­mos asi a una facción permanentemente colocada en oposición al

grupo contrario, al que desearla suplantar para elevarse al ran­

go dominante, con lo que automáticamente negarla su existencia.

Veámoslo ahora procesualmente, en su movimiento cíclico ca

racteristico. En efecto, el proceso se repite a cada elección de los miembros tanto del comisariado como de la jefatura. De acuerdo con mis observaciones, se compone de tres momentos bien

diferenciados. En el primero de ellos es la fase pre-eleetoral,

donde se pueden dar situaciones coyunturales de segmentación y

recomposición de las coaliciones, por lo que no es raro ver ac­tuando a más de dos facciones contrapuestas. Incluso el grupo

de interés comunal puede experimentar una regresión organizati­va hacia el cuasi-grupo, con el fin de asegurar el control del poder legitimo. Pero esta fase no es muy dilatada. En un según do momento, determinado por la elección en si, los actores se alinean en sólo dos campos opositores y miden sus fuerzas en la asamblea. En ella, gracias al sufragio mayoritario aunado a la aprobación de las autoridades superiores, uno de ellos pasa a convertirse en el representante de la institución y sociedad lo­

cales, al tiempo que es la autoridad intermediaria ante niveles de articulación más altos. Por su organización, es una fase

breve también, pero ya en ella se perfila el sistema politico

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433

bifocal» Este se conforma en el tercer momento» El grupo de *

interés comunal se hace dominante en las instituciones políticas

y. por su investidura jurídica -en ellas recae la personalidad jurídica reconocida a toda la institución-, concentra el poder sobre ciertos recursos humanos y materiales (faenas, bosques,

bienestar social)» Esta distribución del poder político exclu-:-7 -

ye a los opositores del orden legal que concentra el poder en

un solo grupo. Como consecuencia, el grupo opositor se mantie­ne un estado de permanente informalidad faccional en tanto que existe una correspondencia entre poder y normatividad jurídica»

Por último, la duración de este momento se prolonga más allá de los ciclos bianuales ó trianuales de cambio de autoridades, y habrá de reproducirse mientras la institución comunal permanez­

ca bajo la tutoría legal del Estado moderno, deviniendo en un

sistema político sujeto a una dinámica repetitiva indefinida bja

jo estas condiciones.

Lo anterior constituye un modelo conceptual deducido del comportamiento político observado por los integrantes de la ins­titución jurídica denominada comunidad agraria, de ahí que lo postule como un "modelo jurídico de comportamiento". Con arre­glo a éste, he afirmado que el aniquilamiento de la facción opo sitora a raíz de la eliminación de su líder de la arena políti­

ca comunal es una pérdida temporal,análoga a otras situaciones criticas experimentadas por la institución en su proceso politi co. Dicho explícitamente, estoy sugiriendo que, por las carac­terísticas de la estructura y proceso antes analizados, habrá

de surgir un nuevo líder que aglutine a una nueva facción opos_i

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tora a su alrededor, para seguir asediando al grupo de interés

comunal dominante sobre la institución y sus recursos. Esta predicción, y ulterior verificación del modelo, es una tarea a futuro para una indagación antropológica de largo plazo, que cori traste la pertinencia del modelo en ésta y otras comunidades indigenas de la región. Sabremos entonces si entraña cierta utilidad teórica su deducción.

5. Critica del modelo de comunidad corporativa cerrada.

Sobrevienen entonces un par de interrogantes cardinales al

respecto. ¿Cómo puede un modelo de comportamiento inferido de las normas jurídicas que estructuran a la institución comunal

dar cuenta del comportamiento de los miembros de la misma, habí, da cuenta de que conforman una sociedad?. En seguida, ¿qué reía

ción guarda este modelo con el denominado "modelo-tipo" de comu nidad corporativa cerrada formulado por Eric Wolf (20)?

En principio debo enfatizar que se trata de un modelo ex­

clusivamente diseñado., para ..esclarecer el comportamiento politi­co de un agrupamiento moderno indudablemente moldeado por los

códigos jurídicos. No es un modelo de amplio rango sino, por el contrario, limitado a cierta área del comportamiento social. Cabe otra puntualización en seguida. Al inicio de este capitu­lo, introduje una distinción para hacer inteligibles dos aspec­tos de un mismo fenómeno: institución y sociedad. En la reali

dad no existe tal separabilidad, sino están fundidos. Mi dis­tinción es estrictamente teórica. Su razón de ser responde en

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definitiva a la lógica interna del modelo, para la cual resulta

indispensable contrastar continuamente el comportamiento polítjL

co de los actores tal como.es observado por el antropólogo, con el comportamiento politico de la institución tal como está dic­

tado por los estatutos jurídicos. Justo en este diálogo -compa ración a decir verdad- estriba el valor de un modelo jurídico

de comportamiento.

Agregaré que se trata de un modelo inspirado en los modelos estructurales que suponen a la estructura social como una estruc tura lógica en vez de empírica (21). Esto se pone de relieve

cuando establezco la oposición entre el comportamiento real e ideal, entre sociedad e institución, con lo que difiero de con­

cepciones como la de Radeliffe-Brown, para quien la estructura

social era un arreglo ordenado de personas y sus relaciones mu­tuas, vistas como realmente existentes. Para él, estructura y

realidad empírica eran unívocas, de la misma manera que se supo ne debe haber una correspondencia absoluta entre sensaciones y percepciones (Rade 1iffe-Brown, 1 965: 9-1 1; 1 966: 1 66-1 77;Lévi-Strauss, 1970: 251). El racionalismo estructuralista con­temporáneo ha hecho notar que la noción de estructura no depen­de de una definición inductiva ni existe una identidad con la realidad empírica. La estructura es un modelo teórico parecido a la realidad. Y dicho parecido se puede restringir a ciertos aspectos postulados esenciales mediante su deducción. La defini

ción del concepto de estructura depende asi de nuestros objeti­

vos teóricos, de los que deviene el valor que le atribuyamos.

Esta estructura, como observa Udy, sirve de enlace entre el ob-

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jeto de investigación y

el investigador, de ahi

el

436

enfoque y filosofía sostenidas por

la falta de una definición incontesta­ble del concepto (Udy, 1977: 598). Sin embargo, siguiendo esta

senda abstracta^ se ha arribado al extremo de interesarse sólo

en una clase especial de estructuras modelo generadas por el ce

rebro humano, ora como estructuras lógicas, ora como patrones de

ordenamiento abstracto -matemático incluso- donde la significa­ción real parece esfumarse del todo (22). En comparación, el

modelo que propongo es bastante pretende es comprender cómo se c nos inmersos en una institución

terminada: la comunidad agrariable que como modelo posea un car trucción abstracta diseñada paradel camb io p olí ti co . As imi smo ,

última en tr e comp ortami en to rea 1

tropólog os ac ep tamos como mon eda

la propu sier a. Si recurrie r a a

diría, sin embarg o, que me in ter

bros de la comuni dad indíge na ha

esto qui ero impli c ar que pr op ong

co (dedu cido de m is observa c ione

c iente, que lejos de buscar una

miento indíg en a (como podrí a ene

a sus normas concientes de expre logia políticas, en el contexto consecuencia, guarda una relació

los conceptuales, racionalistas

más modesto pues lo único que omporta un grupo de seres huma- especifica e históricamente de- . Resulta entonces incuestiona

ácter lógico en tanto que cons- emprender el análisis teórico

porque deviene de una oposición e ideal, dicotomía que los an­corriente desde que B. Malinowski

la teminologia de Lévi-Strauss,

esa lo mismo lo que los miem- cen como lo que piensan. Con o un modelo mécánico ó isomórfi

s directas) pero de índole con- estructura profunda del pensa- ontrarse en sus mitos), atiende sión legal, a su acción e ideo- de una istitución jurídica. En n más próxima con ciertos mode-

en estilo, pero ajustados a la

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observación etnográfica, como los sugeridos por Leach (1954) pa

ra la ideología política y estructura social de los shan y kachin de Birmania, ó el de Lloyd (1969) para el proceso polí­

tico de las élites dirigentes en los reinos yoruba, bénin y hausa-fulani de Nigeria (23).

El uso de modelos estructurales conceptuales es desusado entre los anericanistas, con la sobresaliente excepción de Wolf, de la que me ocuparé más detenidamente. Por alguna razón, los antropólogos mexicanos y peruanos han eludido adentrarse en el análisis de la estructura comunitaria, probablemente porque el modelo jurídico se les ha impuesto como una realidad cotidiana. En Perú, por ejemplo, todavía se discute si la comunidad andina

es una continuación del ay1lu prehispánico ó un mero trasplante institucional del feudalismo europeo (Fonseca, 1983: 49); ó bien

si el status legal del "teniente gobernador" se opone a la autori

dad tradicional del varayoc (24). Aunque en estas discusiones se ha advertido la relación exixtente entre el Estado y la comu nidad indígena, poco se ha avanzado hacia la consideración del status legal de la comunidad y su influencia determinante sobre la estructura comunal, especialmente visible en Perú, donde de¿ de 1925 se dictaron disposiciones jurídicas para tales agrupado nes. Así, para 1 955 el Ministerio del Trabajo y Asuntos Indíge^ ñas había reconocido formalmente a 1518 comunidades (Vázquez et

al., 1958: 17); en 1980 eran ya 3030 (Fonseca, 1983: 56), lo quesignifica que el 85% de las comunidades indígenas peruanas fue­ron organizadas en las últimas dos décadas.

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En México la situación difiere poco de la peruana. Apenas

estamos descubriendo la importancia de la organización en comu­nidad agraria como expresión clasista del campesinado indígena,

según lo ha sugerido Arturo Warmab (1985: 18-19). En medio deeste panorama desolador son destacables las contribuciones de

Gonzalo Aguirre Beltrán ÍÍ981a) y Fernando Fuenzalida (1970), como las únicas que trascendieron las descripción etnográfica en pos de la estructura social de la comunidad indígena. De acuerdo al primero, tal estructura es segmentaria, compuesta

tanto de unidades de parentesco (que van desde la familia nu­clear hasta el clan ó calpul) como territoriales (desde la par­

cela ó tlalmilpa hasta la tenencia ejidal y el pueblo). Su ca­rácter segmentario no admite la estratificación en clases socia

les, y si en cambio favorece las relaciones de cooperación y

ayuda mutua. Es interesante que Aguirre Beltrán haya advertido que la legislación agraria imperante suministre la base de esta estructura, pese a que concibe a la tenencia comunal como una

reminiscencia prehispánica, que necesariamente ha de modificarse como tenencia ejidal moderna (Aguirre Beltrán, 1981a: 54), locual era válido para el momento en que el autor escribía, en el

año de 1954, época en que la comunidad agraria apenas despunta­ba en el sistema legal nacional.

Fuenzalida por su parte concibió una estructura social apro ximada a la de Aguilre Beltrán. Como él, percibe una asociación artificial de unidades corporadas de base parental que existen

dentro de una matriz colonial. La comunidad indígena tradicio­

nal, dice Fuenzalida, es un producto de la conquista, que subsis

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te como producto de un .desarrollo retardado- Hay entonces una

"artificialidad de la comunidad", que genera una estructura de unidades yuxtapuestas, de origen español e indígena: el ayllu,

el barrio y la cofradía, entre otras. Su integración es el re­sultado de la identificación de los segmentos con la unidad bá:-

sica de parentesco, que se transforma en un "pseudolinaje corpo rado" (Fuenzalida, 1970: 100).

Con el cuasi-modelo de Wolf se llega a la cima de un esfuer zo comparativo para esclarecer ciertos rasgos recurrentes en la

organización del campesino mesoamericano y javanés. No es el suyo un modelo estructural, sino un tipo ideal que, como los

que Weber creó, está inferido -de un tratamiento histórico-compa

rativo muy sugerente (25). De hecho, en la actualidad su con­tribución seminal en este campo está considerada por la comuni­

dad científica como un aporte a la vez histórico y antropológi­co. Wolf mismo ha criticado la excesiva especialización de las

ciencias sociales por menospreciar la historia. No podemos se­guir pensando a las sociedades como totalidades separadas y autocontenidas y, más que nada, como extrañas a la historia.

Rara él,la humanidad exhibe desde el año de 1400 un proceso úni_ co, múltiple, interconectado y mundial, que relativiza nuestras categorías de cultura, sociedad y nación, cuyo manipulación

aislada da lugar a modelos falsos de una realidad en extremo compleja (Wolf, 1982).

Quizás por su enfoque macrohistórico, Wolf pasó por alto procesos de menor envergadura, como podría ser la influencia de

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la historia regional sobre el proceso mundial. Es por demás sintomático que las principales criticas que se enderezaron con

tra su tipo ideal de comunidad, provienen de omisiones signifi­

cativas de indole histórica tales como la problemática identi­dad estructural de la comunidad indígena en los Altos de Morelos

(de la Peña, 1980; 61-65), lo mismo que en otras regiones monta­ñosas de Latinoamérica (Harris, 1 973. 46-74)* Para ambos crítjieos j el problema no consiste en la insuficiente correspondencia

del tipo a la realidad histórica (que era de esperarse, tratán­dose de un tipo ideal que no implica isomorfismo como un modelo predictivo o uno posdictivo) -lo que supondría que puede ser co rregido- sino que, al no hacer una clara distinción entre el ti po y la realidad, se cuestiona a la comunidad corporativa cerra

da como una estructura social empírica que fracasa en sus prin­cipios sustanciales Por ello es que para de la Peña y Harris, la continuidad de esta estructura dependió de las circunstancias

cambiantes de la sociedad mayor, habiendo ocasiones en que las

condiciones favorecieron a la comunidad de indios, pero igual­mente hubo otras en que se le disloca profundamente,. (de la Peña, 1980: 64)* Parte de sus criticas están orientadas también a lo

que Wolf llama el "núcleo de la comunidad" (Wolf, 1959: 215),esto es, su sistema político-religioso, al cual da una interpre

tación típicamente funeionalis ta : sirve de mecanismo de homogei

nización social y por lo tanto mantiene el estado de equilibrio de la sociedad en su conjunto* Para de la Peña este enfoque es teleológico y extrapolativo, que ignora las posibles variacio­nes regionales y diacrónicas (de la Peña, 1980: 65). Marvin Harris

por su parte lo achaca a personas que no pueden concebir como

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racionales los gastos religiosos indígenas porque sufren de una

ética protestante. Por lo demás, estos gastos no impiden la formación de diferencias socioeconómicas, sino que se adaptan a

ellas: para un cacique ó un principal los gastos no eran lofatales que se cree, mientras que a un comunero pobre lo indu­cían a engancharse como peón de las haciendas (Harris, 1973: 52-

59) (26).

No hay evidencia de que fuera una intención explicita en Wolf el crear un modelo de comportamiento social. Si considera

mos la ostensible influencia de la teoría de los tipos ideales de Weber,, es muy factible que haya adoptado también su metodolo gia. Se comprende así que haya exagerado ciertos aspectos de la realidad concreta cron el fin de crear, en forma pura y lógica, un tipo genérico de comunidad.. a.p lie able al análisis de infinidad de casos concretos, con la intención última de descubrir leyes

regulares 6 causales. Por eso, como Weber, pretende instrumen­tar comparaciones de gran escala. Su interés en las comunidades

javanesas responde a esta estrategia (27).

En breve diré cuáles son los componentes del tipo ideado

por Wolf, como condición para iniciar su replanteamiento como modelo, en el entendido de que, como dijera el bioquímico Linus Pauling, "el máximo valor de los modelos estriba en que contribuyen al proceso de originar nuevas ideas".

La primera característica que resalta es que se trata de un tipo comprensivo que no distingue entre sociedad e institu­

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ción. De, hecho, aunque Wolf ve la comunidad corporada como hija

de la conquista colonial y como una respuesta organizativa a las necesidades de la sociedad mayor -lo que conceptúa como su "fuii

ción externa"-, la concibe, ante todo, como una sociedad cuya "función interna" es la de servir a los intereses de sus miembros, igualando entre ellos los riesgos y las expectativas de vida (la pobreza es compartida y la riqueza distribuida)* De esta función primordial, definitivamente actual, se desprende el res to de su construcción lógica* Los componentes del tipo serian

los siguientes cinco:

1) Propiedad comunal de la tierra, que genera una jurisdic­

ción territorial y que es su base corporada;2) Esta base se sobrepone a las relaciones de parentesco

previas, que .pierden vigenc.i.a bajo la reconstituida comunidad

colonial ;3) Membresia restringida de tipo corporado ó cerrado;4) Núcleo compuesto por un sistema politico-religioso inti­

mamente ligado a una economía de prestigio cuyo funcionamiento inhibe la concentración de riqueza y homogeiniza a sus miembros,

equilibrando a la sociedad toda;5) Gobierno relativamente autónomo, propio de una función

de intermediación.

A partir de nuestra distinción teórica entre sociedad e institución hemos dejado de lado varios de estos componentes (independientemente de que discordemos en su interpretación),

por considerarlos exclusivos de la sociedad indigena, mientras

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qué nos hemos concentrado en los de indole juridico-politica pa

ra la postulación de un modelo de comportamiento legal. Aqui aparece un elemento diacrónico que es preciso retomar de las críticas hechas con anterioridad al tipo de comunidad corporatif va cerrada. Me refiero al dilatado alcance histórico del tipo e, inversamente, la circunscripción histórica del modelo pro­

puesto.

Ya se ha apuntado que Wolf, ignora las variaciones diacróni.

cas y regionales. Pudiera ser, sin embargo, que el método de Wolf lo indujera a generalizar las características histórico-re

gionales de una sola área, lo que para sus críticos pone en eii

tredicho su "modelo". Pero lo que convendría hacer seria con- textualizar lo diacrónicamen.te . Recordemos que Wolf estaba f ami.

liarizado con la literatura sobre Java, pero a la sazón su ex­periencia provenía de trabajos desempeñados en algunas comunida des guatemaltecas y mexicanas, precisamente en regiones donde estas estructuras sociales demostraron una continuidad prodigies sa. Para nadie es un secreto que las comunidades en Guatemala no fueron dislocadas por la expansión de las haciendas, ni por

la política liberal, sino que- el desconcierto fue obra, hace po eos años, de la contrainsurgenci.a que, para "quitarle el agua

al pez" (quitarle su base de sustento a la insurgencia que había ganado el apoyo de los indígenas mayances), no vaciló en desar­ticularlas para reubicar a sus pobladores en las "aldeas estra­tégicas". Sin ser este el caso de las comunidades indígenas en Chiapas, es evidente que exhiben también características distiri

tivas que las distinguen de otros desarrollos regionales, como

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los que se dieron en los Altos de Morelos 6 en la Meseta Taras

ca.

En otro orden, el modelo de comunidad agraria es una abs4; tracción de carácter histórico que no puede aplicarse más allá del año de 1 940 , donde ya encontraría dificultades para aprehender

el comportamiento político de los indígenas. Su expresión más pura coincide con las últimas dos decadas. Por lo demás, su deducción está afincada en el desarrollo regional de una sola

área, por lo que el estudio sistemático de ésta sirve como con­trol del modelo, de la misma manera; como Schapera y Eggan utilji

zaron los estudios regionales para llevar a cabo comparaciones limitadas (Eggan, 1968: 62). El análisis del desarrollo regio­

nal nos indica que la comunidad corporativa cerrada, tal como Wolf la concibió, ha transitado a lo largo de cuatro siglos y medio por una serie de cambios en todos y cada uno de los com­ponentes por él establecidos. Por mencionar los más importan­tes: la propiedad comunal colonial, luego de extinguirse durante el siglo pasado, resurge lentamente con la reforma agraria a partir de 1930; el núcleo político-religioso alteró radicalmente su función redistributiva para convertirse en un don de rivali­dad de status; el sistema de parentesco pierde sus linajes,

adaptándose al sistema español del que, sin embargo, redefine al parentesco espiritual; las relaciones cerradas tienden a dis tenderse, para volverse a cerrar en la década pasada; su gobier

nosemiautónomo se diluye en un sistema de cargos religiosos y representaciones no corporadas, para recrearse como comisariado

de bienes comunales-bajo la comunidad agraria.

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Æbdos estos cambios.(y continuidades que se advierten en las relaciones .de parentesco 6 de intermediación hacia el Esta­do). antes que llevarnos á desechar del todo el tipo de comunidad corporativa cerrada * nos plantea su redefinición como modelos hijs torico-regionales de alcance limitado, politicos en nuestro caso. Aparte del modelo de comportamiento como comunidad agraria, me atrevería a sugerir un segundo modelo para la etapa colonial, que podríamos denominar por ahora como modelo de comportamiento como comunidad y república de indios. Al igual que el primero,

estaría basado en un análisis de antropología jurídica de la co­

munidad indiana, inspirada en la copiosa literatura legada por

la obsesión normativa de I q s conquistadores. Para su formulación podríamos remitirnos a los -textos De la Política Indiana del ju­

rista Juan de Solórzano y P'ereyra, la Recopilación de leyes de los Reinos de Indias y algunas otras de factura más especifica, como la visitación de Antonio de Ulloa ó las ordenanzas del vi­rrey Toledo para el caso del Perú. Ahora bien, mediante el uso de ambos modelos se podrían emprender dos tipos de análisis según

su enfoque, a saber}uno abiertamente sincrónico ó estructural y otro explícitamente diacrónico ó histórico. Bajo su aspecto siii crónico, su pretendida utilidad residiría en su capacidad para esclarecer una parte del comportamiento político de los miembros de la comunidad corporada, es decir, su manifestación juridico-

ihstitucional. Esto en un sentido predictivo (caso del modelo de comunidad agraria) como posdictivo (modelo de comunidad y re­pública de indios). La tarea del antropólogo sociocultural y del etnohistoriador seria verificar el modelo con sus observaciones directas ó con la documentación primaria disponible sobre el com

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portamiento real de la sociedad bajo estudio. Por el contrario, tomados bajo su aspecto diacrónico, podrían ayudar a la compren­

sión del cambio sociocultural, lo mismo de la institución que de la sociedad en cuestión, apreciando su ritmo y particularidades, entre una etapa (la colonia) y otra (el presente).

Dicho concisamente, el modelo conceptual del proceso y es­tructura política de la comunidad agraria, tal como lo postulo,

es modelo pare ial *.„■ produc to de normas reales e ideales que han sido abstraídas con la intención de’ sugerir regularidades en el

comportamiento politico, que se. nos ofrece de cárácter cíclico debido a las interacciones que se establecen entre la institución comunitaria y la sociedad ,que contiene. En el diagrama siguieri

te esquematizo mi modelo corporado, según la denominación pro­

puesta por Tiffany (1979). Será tarea de una reinvestigación como la hecha por Lewis en Tepoztlán (1986: 65-87) ó de un estu

dio de larga duración el verificarlo, contrastarlo en su exacti tud, corregirlo en el mejor de los casos ó, en su defecto, desecharlo en el atiborrado basurero de la historia.

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MODELO CORPORADO DE LA ESTRUCTURA Y PROCESO POLITICO DE LA COMUNIDAD AGRARIA

ESTRUCTURA POLITICABECURSOS COMUNALES ASAMBLEA GENERALCOMISARIADO DE BIENES JEFATURA DE TENENCIA

FASE I

PRE- ELECTORALRE ORDENAMIENTO DE LA ORGANIZACION

P O LITIC A .COMPETENCIA DE DOS O MAS AORUPAMIEN

INFORMALAS PARA ACCEDER A L PODER M * A L .

FASE 2

PERIODO ELECTORALENFRENTAMIENTO DE SOLO

DOS CAMPOS COMO PLANILLAS CONTENDIENTE

PERIODOFASE 3

NORMALSTRUCTURA DE UN SISTEM A P OLITIC O BIFOCAL CON UN GRUPO DE INTERES COMUN

OMO LA AUTORIDAD LEO

Y EL CUASI-* GRUPO FACCIONAL EN UN A OPOSICION ESTRUCTURAL

O R G A N IZ A C IO N POLITICAGRUPO DE INTERES COMUN

FACCION OPOSITORA

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6. NOTAS.

(1) La institución, vista socioculturalmente, no sólo comprendeal conjunto de arreglos acostumbrados, sino también al perso nal involucrado en ellos, los recursos y técnicas en sus ac­ciones y el "estatuto mítico" que da justificación a la exis tencia y perpetuación de la institución (Leach, 1982: 234).

(2) Art. 52 de la Ley Federal de la Reforma Agraria (Chávez,1982: 96-97).

(3) En general es correcta la apreciación de Leach al tomar comoconceptos análogos la idea de institución en B. Malinowski y la de grupo corporado de M. Weber. Con todo, subsisten dife^ rencias. En Weber encontramos un mayor énfasis en la forma de autoridad y el comportamiento de los miembros del grupo. Para él son una precondición ambos para clasificar a un gru­po como corporado. Otro elemento importante son las regula­ciones que gobiernan el comportamiento, que asi refuerzan la ejecución de la autoridad. Añádase también el carácter ce­rrado que restringe la admisión de extraños y tendremos al tipo ideal de grupo corporado. En la antropología social fue .Radcliffe-Brown quien adopto la concepción weberiana sin ambages: analizó a los clanes según su acción colectiva,por disponer de un jefe ó consejo de dirigentes y por contro lar una propiedad (Weber, 1980: 207-210; Drucker-Brown, 1982,31; Rade lif f e-Brown , I 960 :- 41 ).

(4) Analizando la multiplicidad institucional prevaleciente en el poder local y regional, Guillermo de la Peña introduce una clasificación en la que distingue entre las institucio­nes centradas ó federales, las semiindependientes y las ind<3 pendientes. En las primeras, su cuota de poder deriva de ins­tancias superiores; en las segundas también reciben cierto poder de la cúspide para mediar con los grupos sociales; y en las últimas su poder depende de la elección popular. Ll<2 vado esto a los niveles regionales y locales, sugiere quelos comisariados ejidales (y por extensión los comunales) son semiindependientes pues cumplen funciones de broker ó inter­mediario. Los municipios en cambio serian de tipo indepen­diente por controlar sus recursos. Sobre esta última afirma ción tengo dudas pues no me parece que la estructura munici­pal sea tan independiente, si bien con las últimas reformas constitucionales es evidente que ha expandido su poder. Pero lo mismo podria decirse de la comunidad agraria desde 1972, al concedérsele personalidad jurídica para explotar sus pro­pios recursos. Además, tanto las autoridades agrarias como las municipales son designadas por votación electoral. Y tampoco podemos ignorar que la estructura municipal forma parte del poder ejecutivo estatal, como instancias regiona­les y locales de éste (De la Peña, comunicación personal).

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(5) Arts* 37, 40 y 49 (Chávez, 1 982 : 82, 85 y 94).

(6) Art*48 (ibid*: 91-93)*

(7) Art. 23 (ibid*: 74)*(8) Arts* 28 y 34 (ibid*: 77 y 80)*(9) Inciso VI, Art* 41 de la Ley Orgánica Municipal*

(10) Para los disturbios superficiales M. Gluckman propone se em­pleen palabras como competencia, disputa, disensión, etc* Lucha ha de reservarse para sucesos más significativos; con­flicto cuando las discrepancias compelen la estructura de la organización social, creando:alteraciones en las posiciones sociales, aunque sin alterar su patrón; y la palabras contra dicción se usará cuando aparezcan procesos ó principios dis­crepantes con la estructura social, que induzcan a cambios rja dicales en las relaciones^ estructurales (Gluckman cit. en Swartz, Turner & Tuden, 1966: 43).

(11) El FONAFE fue concebido originalmente hacia 1959 como un fi­deicomiso público para manejar los fondos comunes ejidalesy comunales depositados en el Banco de México* Estos fondos forman parte de la estructura económica de las instituciones ejidales y comunales, procedentes generalmente del arrenda­miento de bosques y su instauración data del código agrario de 1934* Después, en la ley agraria de 1971, se prohibe ter minantemente su empleo con fines políticos ó religiosos y se les canaliza hacia inversiones de carácter productivo ó de beneficio social. Por ello es que FONAFE se dió a la tarea de impulsar la industrialización rural mediante la creación de ingenios azucareros, plantas resinadoras, despepitadoras de algodón, etc* A mediados de 1972 el poder ejecutivo lo dotó de una personalidad jurídica como organismo público des centralizado con recursos propios, aparte de los fondos cornu nes que siguió controlando* Fue entonces cuando se multiply carón las empresas ejidales y comunales agropecuarias, fores tales, turísticas, de construcción y otras, ya que FONAFE pu do financiar crediticiamente a ejidatarios y comuneros. Ha­cia 1 970 manejaba los. fondos comunes de 3,235 ejidos y comu­nidades agrarias (Esparza, 1976; Esparza y Pedreguera, 1976; Solís et al., 1976).

(12) Según la Ley General de Cíédito Rural sólo existe un sujetolegal de crédito: la comunidad de Tanaco* Por ello, el re­curso financiero ha de canalizarse a través de su comisaria- do, que de nueva cuenta debe fungir como intermediario. En 1982, estando vigente el Sistema Alimentario Mexicano, el Banco de Crédito Rural concedió un crédito de avío para el cultivo de maíz de temporal en una superficie de 102 ha, pro piedad de 69 comuneros* Hasta aquí la ley y su agrupamiento formal* En realidad las campesinos acreditados estaban div^i didos verticalmente por el faccionalismo* El comisariado

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tenia que vérselas con dos socios-delegados, Javier Tadeo Márquez,por los seguidores del grupo comunal dominante,y con Crescencio Zalpa,por los seguidores de Wenceslao.

(13) La legislación agraria reciente declara inexistentes lasoperaciones, actos 6 contratos que enajenen la propiedad comunal. Empero, en el "Reglamento para la Tramitación de los Expedientes de Confirmación y Titulación de Bienes co­munales" de 1958, se concedía el derecho para titular com­ino propiedad privada terrenos enclavados dentro del territo rio comunal, siempre que no rebasaron las 50 ha y cuya adju dicación fuera reconocida por la comunidad agraria (Reves Osorio, 1974: 539).

(14) Acta de asamblea, abril 28, 1980. AEFC.(1.5) Actas de denuncia, mayo 19, 1 982. Exp. Sección Maderable,

Comunidad Indígena de Santa Cruz Tanaco, AUAF.(16) Misivas del Ing. Agustín Sánchez a los directivos de la Em­

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(17) - En breve, Bailey pretendía poner las estructuras socialesen acción para romper el análisis estático de la tradicio­nal descripción estructura.!. Para él, el cambio ó acción social se da como "acciones puente" entre dos ó más estruc turas. En consecuencia, su análisis dinámico consisté en la elucidación de esa área de la acción social, a la que considera como "la exploración de un campo social" ó arena (Bailey, 1 971 : 248) .

(18) No puedo dejar de advertir, su coincidencia con la transicióndel cuasi-grupo al grupo de interés sustentado por R.' Daherendorf (1979: 220-232).

(19) La categoría de grupo de interés es, como establece Dahrendorf, una categoría de Indole general. A este nivel analítico lo contrapone al cuasi-grupo, resaltando así su estructura, su forma de organización t su programa y objetivos y su personal. Ahora bien, dentro de una teoría de la estratificación más comprensiva, las clases sociales son formuladas como gruposde interés que descansan e.n una estructura de dominación, lo que significa que la 'posición de clase" depende de la participación ó exclusión .del poder, más que respecto a la propiedad de los medios de producción como sostienen los marxistas (Dahrendorf: 211 y 222; Appelbaum: 96-97). En nuestro caso, empleo la categoría de grupo de interés apli­cándolo a un grupo dentro de la comunidad agraria (sociedad e institución) en posesión del poder local conferido por el Estado, cuyo, interés expreso es la preservación de la insti tución juridica y cuya organización es por fuerza de tipo corporado

(20) Hacia 1955 Wolf propuso una tipología de grupos campesinos

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latinoamericanos* Uno de éstos fue aquél campesinado aso­ciado a la comunidad corporativa cerrada* Como toda tipolo^ gia, su caracterización es esencialmente descriptiva, de donde se explica el fuerte ingrediente de reconstrucción histórica del tipo* A poco, Wolf formuló un cuasi-modelo, que tiende a rebasar el carácter descriptivo del tipo para encaminarse hacia un modelo predictivo, que no se llega a explicitar como tal.* No es fortuito que su autor se refie­ra a él como •modelo-tipon (model type), formulado con el propósito de comparar rasgos recurrentes de dos grupos cam­pesinos (Mesoamérica y Java Central) y, ulteriormente, con­tribuir al establecimiento de leyes culturales (Wolf, 1968: 373; 1968a: 294)e

(21) Como se ve, la vetusta polémica filosófica entre las concegciones empiristas y racionalistas está en el fondo de las concepciones antropológicas de estructura social* Como ad­vierten Leach y Lévi-Strauss, el funcionalismo supone a la estructura social como directamente observable, mientras que ellos tienden a interesarse más en lo que se dice que en lo que se hace* La estructura asi vista es una estructura lógji ca inferida de las ideas sociales* Esta concepción raciona­lista es especialmente apropiada para el estudio de manifes­taciones mentales como el mito, la religión ó el parentesco como deberia ser* Los mismo} modelos conscientes de una so­ciedad -sus normas y estructura manifiesta- son menosprecia­dos en aras de aprehender las estructuras profundas e incons cientes (Leach 1976, 1977 y 1985; Lévi-Strauss, 1970: 2 5 3-254 y 1 979 : 79) .

(22) El desarrollo de modelos estructurales aplicados al estudio de sistemas de intercambio, de alianza y parentesco, jerar­quías políticas, actividades productivas, mitos y perpetua­ción de sistemas simbólicos rempleando modelos matemáticos- invariablemente parecen alejarse del empirismo etnográfico, el cual termina por carecer de significación (White, 1963; Hage & Harary, 1983)*

(23) Leach explica el cambio político cíclico de la Alta Birma­nia mediante dos modelos conscientes -el aristocrático gumsa y el segmentado qumlao- derivados de la manerá como la gente supone que debe estar organizada su sociedad real, pero en la práctica ambos se superponen predominando uno y otro se­gún las actitudes e ideas de individuos concretos en situa­ciones concretas, por lo que es necesario registrar tanto el comportamiento real como el ideal* Pero para Leach los pa­trones ideales -las relaciones sociales consideradas correc­tas— están expresadas en el modelo lógico, que provee la des­cripción estructural del sistema social, y representa una hi pótesis de cómo el sistema trabaja. En cualquier caso, son modelos que conciernen al comportamiento político observable* Idénticamente, Lloyd mantiene presentes las observaciones etnográficas dentro de su modelo, diseñado para ilustrar los procesos políticos que ocurren en diferentes formas de reinos africanos (Leach, 1954; Lloyd, 1969).

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(24) Comunidad campesina: ¿una reliquia con futuro?’», 3 0 dí as,No, 2 (enero), Lima, 1984: 18-20*

(25) .Mediante el uso del tipo ideal, Weber pretendía aclarar c í í t

cunstancias históricas únicas y específicas con fines expli­cativos causales. Según Talcott Parsons, su tratamiento del tipo ideal no fue del todo satisfactorio, pero es evidente que Weber exageró ciertos aspectos de la realidad bajo estu- dio.para formular sus construcciones en forma pura y lógica, por lo que su verificación exacta es imposible, Weber fue al menos claro en lo que no era un tipo ideal. Sobre esto estableció que no era una hipótesis contrastable en la realji dad, sino que su sentido era abstracto; no era tampoco una descripción de la realidad, de ahi su idealización y pureza; mucho menos podia vérsele como un promedio de un conjuntode casos reales y, por ende, no era una formulación de ras­gos comunes. Dado que para._Weber la conducta humana era cía. ramente intencional^ el uso del tipo ideal apunta hacia la comprensión del comportamiento probable, en vez del necesa­riamente posible Como han señalado Gerth y Mills, la clave está en su metodología comprensiva 6 interpretativa, filosé ficamente nominalista (Parsons, 196-8: 739-749; Secher, 1 980: 7-23; Gerth &Mills, 1967: 56-61)*

(26) Como elogio a la sofística clásica,diré que Wolf es muy cla­ro cuando establece que no es posible entender a la comuni­dad en sus propios términos* Al respecto advierte que respoii

de más a las fuerzas de la sociedad mayor: en Mesoamérica,dice él, ésta comunidad "es una criatura de la conquista es­pañola” (Wolf, 1968a:297). Por otra parte, se aprecia cier­ta evolución en sus planteamientos sobre el sistema político- religioso como mecanismo homeostático• En 1955 decía que es te mecanismo no impedia la desigualdad social, sino que "la estructura de clase debe encontrar expresión dentro de los límites puestos por la comunidad. La estructura corporada actúa para impedir la movilización de capital y riqueza den­tro de la comunidad en términos del mundo exterior, que em­plea la riqueza c ap i tal i s tamen te 11 (Wolf, 1 968: 367 )* Dosaños después, da por hecho la desaparición de las distincio­nes de status entre nobles y comuneros, aunque sigue aceptajn do no se elimina del todo las desigualdades (Wolf, 1968a: 300)* Sin embargo^ su apego a la teoría funcional lo hace introducir en su tipo la idea de que la pobreza es comparti­da, en una especie de “democracia de los pobres", como la llamó Manning Nash (Wolf, 1959: 218).

(27) Sus criticas han soslayado la contraparte de su tipo: lacomparación que Wolf entabla con las comunidades campesinas de la Java Central,de dominio holandés bajo la República de Batavia. Tal comparación no podia ser más sugerente porque efectivamente los comuneros estuvieron también sujetos a re­laciones de tributación y desarrollo segregado, visible en la organización parlamentaria y política. Todavía antes del cruento golpe de Estado contra Sukarno en 1965, los comuneros estaban afiliados al Partido Comunista Indonesio (PKI). (Worsley, 1971: 27). Aunque nuestros conocimientos sean po-

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bres al respecto, la complicada s re de un tratamiento cuidadoso ba nal. Esto se percibe con clarida rante la segunda mitad del siglo landesa favoreció el individualis que no fue recobrado sino hasta c (Wolf* 1968a: 298). Esta politic con el desarrollo de la economía ra, que subsiste en la estructura Wolf pasa de largo. Como veremos de asimilar ésta y otras v a r i a d o tear el tipo de comunidad de Wolf predictivos y posdictivos.

ocie dad ind ones ado en el desd cu and o Wo lfXIX , la adm inimo y re legó e 1omie nzo s de 1 sa os c i 1ator iade p 1 an taci <5nagr ari a in donade lan te , la

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LISTA DE MAPAS Y FIGURAS

Mapa 1. Provincia Eje Neovolcánico y Subprovincia Neovolcánico Ta;rasca 35Mapa 2. Municipios de la Meseta Tarasca 36Mapa 3. Relieve de la Meseta Tarasca 37Mapa 4. Macisos boscosas de Michoacán 39

Traza de Santa Cruz Tanaco,Mpio.de Cherán ^6Gráfica 4-A. Empleo industrial 1973-1974 395Gráfica 4-B. Empleo industrial 1975-1976 396Gráfica 4-C. Empleo industrial 1977-1978 397Gráfica 4-D. Empleo industrial 1979-1980 398Gráfica 4-E. Empleo industrial 1981-1983 399Gráfica 4-F. Producción trimestral de los cuatro ’.resineros más

productivos de Tanaco,enero-agosto de 1983 321Fig.4-G.Ego y sus ancestros 333Fig.4-H. Diagrama de una familia extensa en Tanaco 344Modelo corporado de la estructura y proceso político de la comuni dad agrariá. 44?

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480LISTA DE CUADROS

1.1. PEA de la Meseta Tarasca,1970 481.2. PEA regional según tipo de labor predominante,1980 481.3. Hablantes bilingües y monolingues de la Meseta Tarascp,1940-

1970 551.4. Población total y hablante comparadas en la Meseta Tarasca,

1940-1980 551.5. Evolución de la población de la Meseta Tarasca por munici­

pios, 1910-1980 621.6. Población total y hablante a nivel municipal de la Meseta

Tarasca,1980 641.7. Sistema de conflictos intercomunitáriós en la Meseta Tarasca,

1981-1984 841.8. Evolución de la población indígena en México,1930-1980 1662.1. Empleo,plantas y capital invertido en las indusrtias fores­

tales, 1950-1983 1302.2. Producción,consumo e importación de celulósicos,1962-1983 I3 3

2.3. Producción,consumo e importación de papel,1962-1983 I3 3

2.4. Metas y resultados de la producción maderable nacional,1978-1983 139

2.5. Destino de la producción forestal maderable,1976-1983 I39

2.6. Producción forestal maderable por entidades más productivas,1970-1981 145

<2.7. Destino de la producción maderable en Michoacán,1970-1977 1452.8. Producción de resina,1960-1983.2.9. Superficie forestal y arbolada de Michoacán y la Meseta

Tarasca 1642.10. Superficie arbolada y agrícola de la Meseta Tarasca 1642.11. Superficie arbolada y agrícola en los municipios de

Nahuatzen y Cherán 1642.12. Aprovechamientos forestales autorizados y proyectados

en la Meseta Tarasca,1980-1981 165

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481

2.1'3. Producción forestal real y programada en la Meseta Tarasca, 1980 *362.14. Clasificación de la tierra de Tanaco,Mpio.de Cherán 353.1. Población de la Meseta Tarasca en los siglos XVII y XVIII 2023.2. Población de la Meseta Tarasca y de Tanaco en el s.XIX 2374.1. Tenencia de la tierra en Santa Cruz Tanaco,según SRA 2734.2. Muestra de la superficie bajo cultivo en el ciclo primavera-

verano de 1985 2754.3. Muestra de la producción de maíz en el ciclo primavera—vera­

no de 1985 2754.4. Población de Tanaco,1921-1980 2854.5. Producción resinera de Tanaco,enero a junio de 1982 3154.6. Producción resinera de Tanaco,agosto—octubre de 1983 317