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2015/2016 Prof. Alberto Herrera Historia de la Filosofía. Unidad 5 76 V. TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) La metafísica de Santo Tomás de Aquino era, y sigue siendo, la culminación de la historia de la teología natural. (GILSON, É. Dios y la filosofía) 1. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL Y FILOSÓFICO DE TOMÁS DE AQUINO 1.1 Aspectos biográficos Tomás de Aquino, Sto. Tomás o Doctor Angelicus, fue hijo del Conde de Aquino, nació en 1224 ó 1225 en el castillo de Rocasseca y entró en el Monasterio de Montecasino a los 5 ó 6 años de edad, donde realizó sus primeros estudios. Con 14 años marchó a la Universidad de Nápoles. Atraído por la vida de los dominicos 1 , entró en esta orden, lo que produjo un conflicto en su familia, que quería que se orientara a la carrera eclesiástica y llegara a obispo o cardenal. Fue raptado por sus hermanos y retenido como prisionero en Aquino, provocando un conflicto con el General de la orden, e incluso el Papa. Al resolverse el conflicto se fue a la Universidad de París. Allí conocerá a Alberto Magno, su gran maestro. Probablemente, la influencia más importante que recibió de éste fue la actitud abierta hacia la ciencia y la filosofía aristotélica, así como haberse impuesto la tarea de hacerlas comprensibles al mundo latino. En París entra en contacto con el averroísmo latino, foco de grandes polémicas en esa época. Tras concluir sus estudios en París, viajó a 1 En realidad la orden se llama orden de predicadores, es una orden mendicante de la Iglesia católica fundada por Domingo de Guzmán durante la Cruzada albigense, y confirmada por el Papa Honorio en 1216 SANDRO BOTTICELLI. Tomás de Aquino (1481)

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V. TOMÁS DE AQUINO (1225-1274)

La metafísica de Santo Tomás de Aquino era, y sigue siendo, la culminación de la historia de la teología

natural.

(GILSON, É. Dios y la filosofía)

1. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL Y FILOSÓFICO DE TOMÁS DE AQUINO

1.1 Aspectos biográficos

Tomás de Aquino, Sto. Tomás o Doctor

Angelicus, fue hijo del Conde de Aquino, nació en 1224 ó 1225 en el castillo de Rocasseca y entró en el

Monasterio de Montecasino a los 5 ó 6 años de edad,

donde realizó sus primeros estudios. Con 14 años

marchó a la Universidad de Nápoles. Atraído por la vida

de los dominicos1, entró en esta orden, lo que produjo

un conflicto en su familia, que quería que se orientara a

la carrera eclesiástica y llegara a obispo o cardenal. Fue

raptado por sus hermanos y retenido como prisionero en

Aquino, provocando un conflicto con el General de la

orden, e incluso el Papa. Al resolverse el conflicto se fue

a la Universidad de París. Allí conocerá a Alberto

Magno, su gran maestro. Probablemente, la influencia

más importante que recibió de éste fue la actitud abierta

hacia la ciencia y la filosofía aristotélica, así como

haberse impuesto la tarea de hacerlas comprensibles al

mundo latino. En París entra en contacto con

el averroísmo latino, foco de grandes polémicas en esa época. Tras concluir sus estudios en París, viajó a

1 En realidad la orden se llama orden de predicadores, es una orden mendicante de la Iglesia católica fundada por

Domingo de Guzmán durante la Cruzada albigense, y confirmada por el Papa Honorio en 1216

SANDROBOTTICELLI.TomásdeAquino(1481)

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Colonia para organizar un studium generale de teología para la orden de los predicadores, a Nápoles para

organizar otro studium generale… Así transcurrió su vida, entre la enseñanza y las tareas religiosas que

cada vez son más importantes. Es llamado en varias ocasiones por distintos Papas para resolver cuestiones

teológicas o de derecho eclesiástico. En 1272 deja París por Nápoles; y en 1274, yendo al concilio de Lyon,

enfermó y murió.

En vida llegó a convertirse en el más importante e influyente teólogo de la cristiandad y su obra abarca 36 obras completas (algunas de varios tomos) y 25 opúsculos 2 (aunque su obra

probablemente sea aún más amplia). Cabe destacar los Comentarios a las Sentencias de Pedro

Lombardo, la Summa Theologica (que quedó incompleta) y la Summa contra gentiles.

1.2 Contexto histórico-cultural

— 1.2.1 Contexto histórico

El siglo XIII es la culminación de una serie de fenómenos económicos y sociales, propios del

sistema feudal, que se inician a finales del siglo X y comienzos del XI. Nos situamos ahora ante una

revolución comercial. Los fenómenos socioeconómicos más destacables son los siguientes:

a) Se da un progreso rural con el aumento de las tierras roturadas3 y el perfeccionamiento

de técnicas de cultivo. Con ello aumenta la producción.

b) Adquiere gran relevancia la figura del mercader, que va a dar un gran impulso a las rutas

comerciales de intercambio (tanto terrestres como marítimas), lo que le permite comerciar

con el mundo bizantino y el islámico, e incluso el asiático.

c) Se motiva que un gran sector de la población rural se traslade a la ciudad o burgo y se

favorezca el florecimiento de la clase artesanal burguesa. Los artesanos se dedican a la

fabricación específica de determinados productos. Cada oficio se organiza como un

gremio en tres niveles: maestros, oficiales y aprendices, siendo los primeros quienes

ostentan el poder burgués.

d) Por tanto, aumenta la población (de unos cuarenta millones a casi el doble) tanto en el

campo como en la ciudad, dada la garantía de subsistencia.

e) El proceso de feudalización consolida una división de la sociedad en tres órdenes: el de

los oratores (obispos y gentes de Iglesia), el de los bellatores (reyes, nobles y

caballeros) y el de los laboratores (siervos, artesanos, etc.). Es un proceso que afecta

tanto a la sociedad rural como a la urbana y se manifiesta en la aplicación de un sistema

jerarquizado de poder, aunque de forma diferente en cada una:

2 Opúsculo: Obra científica o literaria de poca extensión. 3 Roturaciones: Incorporación de más tierras de cultivo para mayor beneficio de señores y vasallos.

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I. En la sociedad urbana el nuevo grupo social, la burguesía, tenía el poder

económico y político, y cierto prestigio social junto a una situación jurídica

privilegiada (no perteneciendo en rigor a ninguno de los tres estamentos sociales

jerarquizados). El urbanita así era más libre, sin contrato de servidumbre ni señor

feudal al que obedecer; se trabajaba para el burgués por un sueldo.

II. La sociedad rural sin embargo se basa en el vasallaje y el feudo, que dará origen

a una estructuración piramidal marcada: rey, nobleza y clero, caballeros y

siervos.

f) También hay que señalar que esta época se caracteriza por los continuos enfrentamientos

entre reyes y sus vasallos, y por las disputas de poder entre Imperio y Papado.

— 1.2.2 Contexto cultural

Uno de los elementos culturales destacables del siglo XIII proviene de las órdenes mendicantes,

que son órdenes religiosas que pretendían en su origen llevar una vida de pobreza estricta. Surgen contra la

corrupción de la Iglesia y contra las herejías sociales. Las dos órdenes más importantes fueron la de los

franciscanos, fundada por Francisco de Asís, y la de los dominicos, fundada por Domingo de Guzmán.

Los franciscanos van a rebatir las herejías de forma práctica, con su testimonio de vida; los dominicos van

a rebatirlas de forma teórica. Otro elemento cultural importante en el siglo XIII es el desarrollo del arte

gótico y su manifestación más característica: la catedral. El arte gótico supone en pintura y escultura un

paso hacia el naturalismo con el abandono progresivo de la rigidez románica. Hay una síntesis en el gótico

entre lo espiritual y lo natural. En la catedral, a esa síntesis, se añade otra entre lo eclesial y lo social.

Pero el elemento cultural más importante de esta época es la creación de las universidades. Su

historia se remonta al comienzo de la Edad Media, cuando el saber y la educación se encontraban

relegados a las escuelas existentes en los monasterios y catedrales (Bolonia, París, Salerno, San Millán,

Córdoba, etc.). Con la reforma de las escuelas carolingias (recuérdese la unidad anterior) estas escuelas

se reestructuran desarrollando un alto nivel de enseñanza. Algunas de estas escuelas comienzan a recibir

una cantidad considerable de alumnos de fuera de sus diócesis a los que concedían títulos con validez

fuera de ellas. Así que se decide otorgar a las mejores el grado de Estudio General a partir del siglo XII. De aquí, un siglo más tarde, surgen las primeras universidades, con profesores agrupados en defensa de la

disciplina escolar y preocupados por la calidad de la enseñanza; del mismo modo, los alumnos comienzan a

crear comunidades para protegerse del profesorado. Cincuenta y dos universidades se fundaron en 200

años desde 1200. Se considera que la primera universidad fue la de Bolonia, a comienzos del siglo XIII. La

siguiente en nacer fue la de París, bajo el nombre de Colegio de Sorbona, unión de las escuelas de Notre

Dame, de San Víctor y de Santa Genoveva. Luego Oxford, la escisión de Cambridge, las de Padua,

Nápoles, Toulouse, Praga, Viena, Heilderberg, Colonia… En España la más antigua fue la de Palencia, y

más tarde apareció la actual Universidad de Salamanca más tarde (1218-9).

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1.3 Contexto filosófico

El siglo XIII mostraba un panorama sumamente variado en cuanto a pensamiento filosófico y

teológico se refiere. Las distintas corrientes de la patrística cristiana (etapa pre-escolástica) convivían en

las mentes de los pensadores con el pensamiento de los clásicos recuperados a través del trabajo de las

escuelas de traductores de Toledo, Palermo o Nápoles apoyados por el trabajo de comentario y la

aportación de su pensamiento original de filósofos árabes y judíos.

En los siglos previos se va conformando la escolástica cuya estructura y cuestiones inunda las

universidades. En las universidades se completa la labor de traducción de obras clásicas, árabes y judías; y

consecuentemente se desarrolla una intensa problemática relativa a la asimilación de la filosofía de

Aristóteles, a la lucha contra las herejías y a las relaciones entre el Papado y el Imperio.

Podemos reconocer en el siglo XIII la existencia de varias corrientes y escuelas. En primer lugar,

tenemos una corriente de pensamiento que se opone al aristotelismo, retomando los planteamientos de

corte platónico realizados por Agustín de Hipona. Destacan en esta corriente autores como Guillermo de

Auvernia y Buenaventura. Por otra parte, también en el ámbito de la tradición agustiniana, pero cercanos al

aristotelismo en su exigencia de partir de la experiencia, están los autores de la escuela de Oxford,

entre los que destacan Roberto Grosseteste y Rogerio Bacon, los cuales prolongan de alguna manera el

interés por la naturaleza de la escuela de Chartres de siglos anteriores.

Como corriente opuesta a las anteriores destaca, por un lado, el averroísmo latino que aceptó el

aristotelismo en una versión de la versión trasmitida por Averroes, quien defendía doctrinas opuestas al

dogma cristiano. Esto les llevó a la defensa de una teoría conocida como de la doble verdad, la cual

plantea la separación radical de razón y fe y la imposibilidad de tomar lo dicho en una como criterio válido

para analizar lo dicho en la otra. Aparte, heredan de Averroes la concepción eterna del mundo y la

negación de la inmortalidad del alma de cada individuo. Por otro lado, destaca la síntesis realizada por los

dominicos, que intenta ser respetuosa con la tradición patrística y agustiniana, al mismo tiempo que toma

de Aristóteles elementos que considera compatibles con el dogma cristiano. Es en esta corriente en la

que estaban ubicados Alberto Magno y su discípulo Tomás de Aquino.

Como podemos observar por el panorama expuesto, el lugar que ocupa la filosofía de Tomás de

Aquino es la de un intento de conciliación entre las distintas tradiciones en pugna y los dogmas de la

teología cristiana. Tomás de Aquino elabora su reflexión tomando sobre todo como base filosófica a

Aristóteles y siempre estuvo preocupado por leer al Aristóteles genuino y no el contaminado por el Islam,

pero Tomás no leía griego ni árabe, y las traducciones de Aristóteles al latín que se manejaban en París

provenían, fundamentalmente, de las traducciones al árabe comentadas por Averroes. Así que la base de

su pensamiento es el aristotelismo renovado de Averroes, aunque con decisivas diferencias. Otra de

las bases fundamentales proviene del Platón reelaborado por Agustín de Hipona. Y en su ánimo de

conciliación tendrá espacio para tratar las fuentes neoplatónicas, patrísticas, escolásticas tanto de autores

precedentes como contemporáneos y, claro está, Alberto Magno y los textos sagrados.

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1.4 Filósofos que influyen en Tomás de Aquino

Como iremos viendo, el pensamiento de Tomás de Aquino está claramente relacionado con

Aristóteles, al que sigue en cuestiones fundamentales, si bien introduciendo modificaciones importantes

debidas a su mentalidad cristiana. Tanta influencia tuvo el estagirita sobre él que su pensamiento ha sido

denominado aristotelismo tomista. A modo de introducción veamos algunos aspectos de esa influencia:

a) Metafísica: Tomás de Aquino asume el organigrama y los conceptos ontológicos de

Aristóteles pero introduce una distinción entre Creador y ser creado. Éste, en cuanto

imperfecto, se compone de potencia y acto; y Dios, perfecto, es acto puro.

b) Teoría de las causas: Para Aristóteles, las causas eran factores explicativos del cambio.

Tomás de Aquino, por su mentalidad cristiana, creacionista, añade al concepto de causa

un sentido productivo: la causa no sólo explica sino produce el cambio. Dios pasará a

ser causa eficiente, no ya sólo causa final como el primer motor inmóvil.

c) Epistemología: Tomás de Aquino coincide con Aristóteles en que el conocimiento natural

se obtiene a través de los sentidos, gracias al entendimiento paciente y al agente. Pero

para el aquinate este último es individual, en cada hombre, y no universal ni separado.

d) Hilemorfismo antropológico: En ambos autores el hombre es una sustancia compuesta

de cuerpo/materia y alma/forma. A su vez, el alma consta de tres funciones: vegetativa,

sensitivo-apetitiva y racional. Tomás de Aquino le añade a esta teoría algunas

modificaciones alrededor de la inmortalidad del alma.

e) Ética: Tomás de Aquino coincide con la ética aristotélica en su carácter teleológico y

eudemonista, y añade, como buen cristiano, que la felicidad perfecta se encuentra en la

visión de Dios. Asimismo, se distinguen virtudes dianoéticas y éticas, a las que se añade

las teologales. Además, Tomás extraerá del sometimiento a la razón de la parte sensitiva

(término medio) el importante concepto de ley natural.

f) Por último, hay otros aspectos coincidentes sin una notoria modificación: la noción de

zoon politikón y la tipología de Estados deseables; la distinción sustancia/accidente…

Además, Tomás de Aquino recoge otras doctrinas de diversas autoridades como es el caso de:

— Platón: doctrina de la participación con la que trata de explicar la relación entre Dios y las criaturas.

— Heráclito y la filosofía estoica: antecedentes de la idea tomista de ley natural.

— Avicena: del que procede la distinción entre esencia y existencia.

— Contra Averroes, Tomás trata de mostrar la compatibilidad de Aristóteles con el cristianismo.

— Contra el averroísmo latino, trata de mostrar la compatibilidad entre verdad de razón y de fe.

— Del cristianismo: la Biblia y los Decretos de los Concilios y los Papas. Servirán de base o límite.

— Agustín de Hipona: ya que casi toda propuesta tomista va a superar o contradecir tesis agustinianas.

— Alberto Magno: quien le inició en el aristotelismo como teoría empírica y compatible con la Iglesia.

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2. RAZÓN Y FE

2.1 El filosofo del orden: las relaciones entre el orden natural y sobrenatural

Para comprender el sistema tomista comenzaremos por las relaciones existentes entre el orden

natural, estudiado por la filosofía, y el sobrenatural, objeto de la teología. Estas relaciones definirán el

estatus del pensamiento filosófico y de la razón frente a la fe y la teología revelada o sagrada. Veremos

después los diversos modos en que la razón humana, según Tomás de Aquino, tiene al orden natural como

objeto. Éstos permitirían distinguir cuatro órdenes dentro del natural: el orden natural en cuanto real, el

lógico, el moral y el artificial.

El primero, el orden natural en cuanto real, es independiente de la razón humana, que se

limita cuando lo estudia a considerar lo que se da en la naturaleza con independencia y anterioridad de la

actividad racional humana. En él se incluyen, al modo aristotélico, el orden físico y el metafísico,

incluyendo éste el ontológico y el teológico. Los otros tres órdenes ya dependen de la actividad racional.

El orden lógico es el que la razón humana introduce en sus propios actos atendiendo a los

conceptos que elabora, con el fin de alcanzar el conocimiento filosófico de manera segura y sencilla.

El orden moral es el que la razón introduce en los actos de la voluntad con el fin de encaminar al hombre

hacia el fin último de toda la vida humana, o sea, la auténtica felicidad tanto objetiva como subjetiva, cosa

que no es posible sin la adquisición y ejercicio de las virtudes morales. Y esto tanto en el individuo como

en la sociedad. El orden artificial es el que la razón humana introduce en las cosas por medio de las artes

y la técnica, para transformarlas en productos humanos útiles y/o bellos, en los que de algún modo está

presente el mismo espíritu humano.

Los estudios de los tres primeros órdenes constituyen por sí mismos las partes de la filosofía: la

filosofía natural (física y metafísica, dividida ésta en ontología y teología natural), la filosofía racional o

lógica, la filosofía moral o ética, y el estudio del último se desarrolla por el conjunto de las artes mecánicas

y técnicas.

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2.2 Razón y fe, filosofía y teología

El natural y el sobrenatural son órdenes distintos pero no opuestos ni contradictorios sino

complementarios: el orden del conocimiento natural procede de la razón humana, da lugar a la filosofía

y posee leyes y métodos propios, con valor demostrativo. Por su parte el orden sobrenatural procede de

la revelación y de la fe y es un conocimiento oscuro por naturaleza. Como dice el mismo Tomás:

Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios

mediante la gracia.

(TOMÁS DE AQUINO. Suma teológica)

Algunas de sus verdades están al alcance de la razón, y otras están más allá. Ambos

conocimientos provienen, en último término, de Dios, por lo que entre ellos no puede haber contradicción.

De esta forma, Tomás rechazará la teoría latino-averroísta de la doble verdad.

Refiriéndonos a los actos de razón y de fe, descubrimos que ambos son actos del

entendimiento humano, pero que el asentimiento4 a lo conocido en dichos actos se realiza de un modo

diferente. En el acto de razón, el asentimiento se deriva de la propia evidencia de lo conocido, de su

verdad, y es realizado por la misma razón necesariamente. En el acto de fe, donde no hay conocimiento

evidente de la verdad de lo conocido, el asentimiento se deriva de la voluntad, movida por la gracia de

Dios. El acto de razón es perfecto en cuanto su objeto es más evidente, el acto de fe es perfecto en cuanto

que surge del mismo Dios y de su autoridad.

Ahora bien, como vimos antes, en el ámbito sobrenatural hay verdades que pueden ser conocidas

no sólo por la fe, sino también mediante la razón, como por ejemplo la existencia de Dios como causa del

mundo. Esto determinará la existencia de tres tipos de verdades:

a) Verdades naturales, cognoscibles por la razón.

b) Preámbulos de la fe, cognoscibles bien por la razón, bien por la fe, así que son a la vez

verdades naturales y reveladas. Tales preámbulos son la existencia de Dios, su

omnipotencia, la inmortalidad del alma y la creación del mundo a partir de la nada.

c) Verdades reveladas, cognoscibles por la fe, como los artículos de fe (misterios).

Este carácter doble de los preámbulos de la fe creaba un problema explicativo: debido a la

definición de razón y fe por la fuente del asentimiento a la verdad de lo conocido, Tomás no podía aceptar

que se pudiese conocer al mismo tiempo una cosa por la razón y por la fe. Dicho de otro modo: lo

conocido racionalmente, al tener su asentimiento en su evidencia, no puede ser objeto de fe, porque para

ello el asentimiento tendría que venir de Dios por la gracia. Los preámbulos, pues, o son creídos, o son

conocidos, pero no las dos cosas al mismo tiempo por el mismo individuo.

Podemos resumir así la concepción de las relaciones entre fe y razón para Tomás de Aquino:

a) La fe y la teología tienen primacía sobre la razón y la filosofía.

4 Asentimiento, que proviene de asentir: Admitir como cierto o conveniente lo que se ha afirmado o propuesto antes.

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b) Es imposible la contradicción entre el contenido de la fe y el de la razón rectamente usada.

c) La razón y la fe tienen objetos diferentes y objetos comunes.

d) La razón ayuda a la fe a desarrollar sus verdades dialécticamente.

e) La fe puede servir de criterio extrínseco y negativo de la razón. Extrínseco porque

funcionan de modo diferente y autónomo; negativo porque, en caso de que la razón llegue

a conclusiones que contradigan los dogmas de fe, ésta puede negar sus resultados.

3. EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL

La teoría epistemológica del aquinate, cuando no depende directamente de la bondad de Dios,

será por tanto empirista ya que sostiene que el conocimiento humano parte de los sentidos. El origen de

nuestro conocimiento está en la experiencia, en el conocimiento sensible. Sin embargo no se queda ahí,

sino que, a partir del conocimiento sensible de los entes particulares y concretos, el entendimiento humano

tiene la capacidad de ir más allá para adquirir un conocimiento intelectual de las esencias universales a

través del proceso de abstracción:

a) A través de los órganos de los sentidos captamos la realidad sensible, los objetos

singulares, particulares y concretos. Obtenemos así una imagen particular que se

almacena en la imaginación o memoria.

b) Sobre esa imagen actúa el entendimiento agente, despojándola de sus elementos

individuales y elaborando una representación general, es decir: su función es abstraer el

elemento universal o esencia.

c) Esta representación general pasa al entendimiento paciente que la recibe produciendo el

concepto. La función del entendimiento paciente es conocer el universal abstraído por el

entendimiento agente.

Esta concepción empirista del conocimiento marca unos límites al conocimiento de los que

carecía la teoría platónica, que a su vez inspiró a San Agustín. Para Platón y sus seguidores la razón es

capaz, a través de la reminiscencia, de captar las realidades inmateriales y las ideas. Para Tomás, que

sigue a Aristóteles, el conocimiento se origina a partir de la experiencia y tiene unos límites que marca la

propia experiencia. Por ello, sobre las realidades inmateriales y Dios sólo se puede tener, racional y

humanamente, un conocimiento imperfecto y analógico elaborado a partir de los datos de los sentidos.

4. LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD

La forma en que Tomás de Aquino concibe la realidad está basada, por una parte, en la

revelación y, por otra, en la filosofía de Aristóteles de quien toma, entre otras teorías, el hilemorfismo

según la cual todas las substancias, salvo Dios, serán un compuesto de materia y forma (forma o esencia).

Y también retoma la aristotélica teoría de la potencia y el acto según la cual todas las substancias, salvo

Dios, serán un compuesto de acto y potencia.

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Pero Tomás negará todas aquellas ideas de Aristóteles que contradigan el dogma cristiano, entre

ellas, la eternidad del mundo. El mundo tomista, tal como exige la revelación, ha de ser creado por Dios a

partir de la nada y existirá una diferencia radical entre Dios y todas las criaturas. Dios es el ser

absolutamente necesario (existe y no puede no existir). Mientras que todos los demás seres son

contingentes (existen pero podrían no existir si, por ejemplo, Dios así lo decidiera). Para ello Tomás añade

a las distinciones que Aristóteles había establecido en los seres, materia-forma, acto-potencia, una

distinción más, la distinción entre esencia y existencia.

La esencia es una potencia que se actualiza cuando el ser existe. Esto se aplica a todo ser,

incluso a Dios, aunque éste es diferente al resto de los seres, dado que es acto puro sin potencialidad. O

sea, en Dios esencia y existencia son una y la misma cosa. Mientras que los demás seres (ángeles,

hombres, animales, plantas y cosas), al ser entes contingentes, no basta con que tengan esencia para

existir, sino que su realidad depende o procede de Dios, el creador. Según esto, Tomás de Aquino

establece la siguiente jerarquía de la estructura de la realidad:

4.1 Las vías de conocimiento de la existencia y la esencia de Dios

Esta reflexión sobre la esencia y la existencia está en relación directa con el argumento

ontológico de Anselmo de Canterbury, argumento que es criticado por Tomás de Aquino porque considera

que aquél no diferencia entre existencia pensada y existencia real. Ello le hace demostrar la existencia de

Dios en el pensamiento, no fuera de él. Así que Tomás de Aquino, partiendo del conocimiento de las cosas

sensibles, que serán consideradas efectos causados, tratará de retrotraerse hasta la causa primera, o

sea Dios. Tomás expuso cinco vías a través de las cuales demostraba la existencia de Dios. Las cinco

presentan la misma estructura:

a) Parten de un hecho de experiencia que debe ser explicado.

b) Se recurre al principio de causalidad: todo lo que sucede posee una causa.

c) Se niega la posibilidad de una serie infinita de causas subordinadas entre sí pues eso

equivaldría a no explicar nada.

d) Se afirma una primera causa incausada y se identifica con el Dios cristiano de la

revelación: así que Dios existe.

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Las cinco vías son:

a) Vía del movimiento: va desde el movimiento que observamos en el mundo hasta el motor

inmóvil, que es Dios.

b) Vía de la causalidad eficiente: va desde las causas productoras subordinadas, que son a

su vez causadas, hasta la primera causa incausada, que es Dios.

c) Vía de la contingencia: va desde la contingencia que observamos en las criaturas

(pueden existir o no existir) hasta el ser necesario (es imposible que no exista), que es

Dios.

d) Vía de los grados de perfección: va desde la mayor o menor perfección que observamos

en las criaturas hasta el ser sumamente perfecto, que es Dios.

e) Vía de la finalidad o del orden cósmico: va desde el orden que observamos en el mundo

(todos los seres, incluso los irracionales, cumplen su finalidad) hasta la suprema

inteligencia ordenadora, que es Dios.

4.2 El ser humano

La psicología de Tomás se basa en la de Aristóteles con las salvedades que exige la fe cristiana,

como la inmortalidad del alma que Aristóteles había negado. Por tanto, el alma tomista asume la

tripartición anímica: es sensitiva, vegetativa y racional, facultad propia del alma humana. Además, la

unión del alma con el cuerpo no sucede de modo traumático ni antinatural como sostenía Platón. Está

unida al cuerpo de modo natural, ya que la materia existe para la forma y sólo gracias a esta unión el alma

puede ejercer todas sus funciones y actualizar sus potencialidades. Por consiguiente, la unión con el cuerpo

es la causante de que el intelecto obtenga conocimiento desde el conocimiento sensible, aunque acabe

por ser un conocimiento de ideas abstractas y universales. Pero al llegar la muerte alma y cuerpo se

separan, haciendo, por un lado, que el cuerpo se corrompa debido a que carece de forma, y, por otro lado,

haciendo que el alma sufra cambios dado que cesan sus operaciones vegetativas y sensitivas, ya que

éstas necesitan del cuerpo para ejercerse. Por el contrario, el alma, separada del cuerpo tras la muerte, sólo

podrá ejercer aquellas funciones que no necesitan de su unión con el cuerpo, como son la intelección o la

voluntad.

5. LA ÉTICA Y LA POLÍTICA EN TOMÁS DE AQUINO

El punto de partida es la libertad como hecho constatable y, por otra parte, verdad de fe revelada

de la propia experiencia que cada hombre tiene de hacer elecciones libres. La negación de este hecho

empírico, evidente por sí mismo, conduciría a la negación de toda ética y toda filosofía moral. La libertad

fundamenta la responsabilidad de los actos, el mérito, la conciencia de culpa… Tomás distingue entre las

cosas naturales, sin libertad alguna; los animales que, al ser irracionales, tienen una facultad semejante

a la libertad aunque en realidad no se trata de la libertad en su sentido propio; y el hombre, quien, por el

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contrario, posee la facultad del libre albedrío, marco natural en el que el ser humano podrá obrar con

libertad al ordenar racionalmente la voluntad de sus acciones hacia el fin último dispuesta por Dios. El libre

albedrío, o libre arbitrio, por tanto, se encuentra indeterminado respecto de cualquier objeto relativo al fin,

excepto del mismo fin último. Y el ser humano actuará con libertad cuando sus acciones concuerden con su

tendencia natural hacia Dios, hacia el bien.

Tomás De Aquino acepta el carácter teleológico de la ética de Aristóteles, así como, aunque

parcialmente, los elementos intelectualistas en la consecución de la felicidad (eudamonía). Así que trata

de encontrar el fin propio de la naturaleza del ser humano para poder especificar un conjunto de normas

morales alrededor de ese telos, y conformar así la ley natural. Así Tomás de Aquino se pregunta cuál es el

fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano (en la senda de Platón y, sobre todo, de Aristóteles).

En este caso, no se trata de saber qué mueve al ser humano a actuar, sino dónde se hallan el

perfeccionamiento y la plenitud humanas según su naturaleza.

En consecuencia, el doctor angelicus atribuye al ser humano, como a toda la naturaleza, la

posesión de tendencias, o sea, de líneas de conducta orientadas a un fin específico. Ahora bien, el hombre

se distingue de los otros seres naturales por su racionalidad, porque solo él es capaz de conocer sus

propias tendencias y, por tanto, solo él puede deducir ciertas normas de conducta encaminadas a darles

el cumplimiento adecuado. De este modo se demuestra, a juicio del aquinate, la existencia de la ley

natural: como ser racional que es, el hombre puede formular ciertas normas de conducta (preceptos) de

acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza.

A continuación vamos a desarrollar la teoría al respecto de Tomás de Aquino que se inscribe en la

tradición iusnaturalista o de derecho natural y, en este caso, de corte teológico. En consecuencia con

todo lo visto hasta el momento, Tomás va a defender la existencia de derechos fundados o determinados en

la naturaleza humana (que es de origen divina), siendo así derechos universales, anteriores, superiores e

independientes al derecho positivo (proveniente de un código escrito y establecido) y al consuetudinario

(normas no escritas pero que se cumplen por uso y costumbre). Por tanto, según Tomás de Aquino, Dios

ha establecido una legislación eterna para el mundo natural (por consiguiente, para el mundo humano), y

eso es lo que conocemos como ley natural.

5.1 Los rasgos principales de la moral tomista

a) Diferencia entre actos del hombre y actos humanos. Los actos del hombre son los

actos reflejos sin connotación moral. Los actos humanos son los actos libres que

proceden de la voluntad y que poseen connotación moral. Pero veamos:

I. En todo acto humano ha de haber un acto interior de la voluntad (puede haber

actos interiores de carácter moral sin su correspondencia exterior).

II. Los actos humanos buenos o malos moralmente son, en realidad, los interiores.

De ahí la importancia de la intencionalidad en la moral tomista.

III. Esto no quiere decir, sin embargo, que la intencionalidad lo sea todo: se puede

actuar desastrosamente en el campo de la moral y tener la mejor intención del

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mundo. Además de la importancia de lo interno en el terreno de la moral, Tomás

de Aquino se refiere a los actos humanos concretos como buenos o malos

moralmente: no es en el terreno abstracto o teórico (actos moralmente

indiferentes) en donde se ve la actualidad moral sino en su aplicación concreta.

b) Los actos humanos, por tanto, proceden de la voluntad y su objeto es el bien. Lo que

sucede es que en los actos humanos particulares la voluntad (libre albedrío) busca el

bien particular. Sin embargo, por naturaleza, la voluntad está orientada al bien

universal. Pero Tomás de Aquino opina que:

I. Tal Bien no consiste en las riquezas, ya que son un medido para un fin más

elevado; ni en el placer, pues sólo afecta al cuerpo; ni tampoco en el poder, pues

no perfecciona el todo humano; ni siquiera la ciencia especulativa, pues no

satisface plenamente ni al intelecto ni a la voluntad. Ni siquiera la fe en esta vida

es el Bien. Consiguientemente, para Tomás de Aquino, el Bien por excelencia

(beatitud) no se encuentra, como para Aristóteles, en el terreno de los primeros

principios y las causas últimas (metafísica). La felicidad y el Bien del que habla

Aristóteles es algo imperfecto para Tomás de Aquino.

II. El Bien y la Felicidad absolutos están en la contemplación directa de Dios en la

otra vida. Al tratar de la moral concreta de Tomás de Aquino para esta vida no se

puede olvidar esta premisa: el verdadero fin y bien de toda acción no debe

situarse en este mundo sino en el otro.

c) La Virtud es el fruto del hábito. Los actos buenos sucesivos dan lugar a la aparición del

hábito y de la virtud. Lo contrario da lugar a la aparición del vicio.

d) En este contexto, Tomás de Aquino acepta la diferencia de Aristóteles entre virtudes

intelectuales (dianoéticas) y virtudes morales (éticas).

I. Las virtudes dianoéticas perfeccionan los poderes racionales del hombre. Es

posible tenerlas sin poseer las morales (a excepción de la prudencia). Las

virtudes intelectuales del entendimiento especulativo son la inteligencia, la ciencia

y la sabiduría; y del entendimiento práctico, el arte y la prudencia.

II. Las virtudes éticas inclinan la parte apetitiva del alma a actuar según razón. Es

posible tenerlas sin tener las dianoéticas, excepto la prudencia y la inteligencia.

Tomás destaca las cardinales (justicia, fortaleza, templanza y prudencia) de las

demás (generosidad, amabilidad, veracidad y afabilidad).

e) Pero, según Tomás de Aquino, el hombre además de ser algo natural tiene un fin

sobrenatural. De ahí que hable de la gracia divina y de las virtudes teologales: fe,

esperanza y caridad.

f) Tomás de Aquino habla de la Virtud como término medio entre el exceso y el defecto,

siguiendo también a Aristóteles. Ello presenta graves dificultades de conciliación con

ciertos ideales de tipo cristiano: castidad, virginidad, pobreza absoluta, etcétera, donde

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parecería pecarse sólo por exceso. La respuesta de Tomás de Aquino a estas dificultades:

el término medio de las virtudes teologales hay que situarlo en su relación con la moral

verdadera, la divina y absoluta bondad. En estos casos, el celibato, la pobreza, son un

término medio.

g) Para Tomás de Aquino, Dios habría creado el universo según una idea de la obra a realizar, así

como con conocimiento de los medios y los fines de su obra. Pues bien, la sabiduría divina aplicada a la

totalidad de su obra es la ley eterna del mundo: razón divina en cuanto dirige (planea) todos los actos y

movimientos del universo. Este plan divino, la ley eterna, persigue un fin perfecto en cuanto divino, y se

encuentra también presente en la criaturas aunque de modo diverso:

I. Los seres inferiores participan de modo inconsciente de la ley eterna ya que no

conocen el fin de su acción. En el terreno de la moral esto significa que no

pueden rebelarse ni ir contra tal ley eterna.

II. Pero el hombre sí que puede conocer los fines de su acción; lo que implica, en el

terreno de la moral, la libertad (en sentido amplio) para poder ir en contra de los

planes de la ley eterna. Esta posibilidad es lo que hace necesario que el hombre

tenga acceso al conocimiento racional de esa ley eterna (no únicamente de fe),

para poder ser libre. Así la raíz de la libertad se encontrará en la razón, o lo que

es lo mismo: no hay libertad sino en la verdad.

Ahora bien: ¿cómo puede conocer el ser humano la verdadera ley eterna?

— No puede ver directamente la mente divina.

— Aunque Dios podría revelar la ley eterna no es

estrictamente necesario. En la revelación no está la ley

eterna en sí sino la ley divino-positiva5.

— Si Dios no reveló directamente la ley eterna se debe a

que el hombre analizándose a sí mismo (su naturaleza)

puede tener acceso a lo esencial de la misma. Del

estudio de las tendencias de la naturaleza humana

puede deducirse un reflejo de la ley eterna, es decir, La

Ley Natural-Moral.

5.2 La ley natural

Según Tomás de Aquino la ley natural es la

participación de la ley eterna en la criatura

racional. Es decir: la verdad grabada en el corazón de

todo ser humano. A su vez integra el derecho natural. De ese modo la ley natural es una ley previa al

5 Verdad revelada mediante intervenciones sucesivas de Dios en la historia humana. Palabra de Dios que concreta

efectiva, o positivamente, momentos de la ley eterna.

ZURBARÁN,F.ApoteosisdeSto.TomásdeAquino(1631)

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hombre mismo, universal e inmutable, accesible mediante la razón. Por tanto, del estudio de la naturaleza

humana y sus tendencias podría deducirse:

a) En tanto que sustancia (y, por tanto, al igual que cualquier otra), el ser humano tiende a

conservar su propia existencia. El cumplimiento de esta tendencia impone el deber

moral de procurar la conservación de la existencia.

b) En tanto que animal (y, por consiguiente, al igual que el resto de los animales), el ser

humano tiende a procrear. De esta tendencia cabe deducir ciertas normas de conducta

relativas a la consecución del fin de la procreación y del cuidado de los hijos.

c) En tanto que ser racional, el hombre tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad.

La sociedad implica la ordenación racional con vistas a la consecución de ciertos

límites y, por tanto, es algo específicamente humano, que no puede confundirse ni

identificarse con la manada o el rebaño. Por ello es imposible que un ser humano sea

bueno y no tenga relación con el bien común. De estas tendencias surgen las obligaciones

morales de buscar la verdad y respetar las exigencias de la justicia.

— 5.2.1 Propiedades de la ley natural

Dado que la ley moral-natural se deduce de las tendencias de la naturaleza misma, su contenido

es evidente, racional, natural, universal, inmutable y verdadero.

a) En primer lugar la evidencia viene exigida por la función que le corresponde cumplir a la

ley natural: como ha de ser norma objetiva orientadora de la conducta para todos los seres

humanos, sus preceptos han de ser fácilmente cognoscibles, de modo que todos los hombres puedan conocerlos.

b) Es racional porque la razón es quien obliga y ordena.

c) Es natural: el fundamento de tal obligación no es externa sino que procede de la misma

naturaleza humana.

d) Universalidad: La obligación no es arbitraria o caprichosa y es entendida como lo común

a todos los seres humanos a pesar de sus diversidades culturales, raciales.

e) Inmutable: la ley natural no puede ser cambiada sino únicamente incrementada (se

pueden promulgar leyes concretas que especifiquen lo general de la ley natural). De todos

modos, Tomás de Aquino diferencia entre:

I. los preceptos6 primarios (inmutables) de la ley natural y

II. los preceptos secundarios: en estos casos podría haber cambios. Pueden

darse circunstancias extraordinarias que hacen que determinados hechos de

ley eterna se sitúen en un ámbito diferente de los preceptos de ley natural. Dichas

6 Precepto: Mandato u orden que el superior hace observar y guardar al inferior o súbdito.

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circunstancias podrán situar dichos hechos fuera del precepto de ley natural la

cual sigue siendo inmutable.

f) Verdadera: no puede ser ignorada aunque pueda no seguirse.

5.3 Teoría política de Tomás de Aquino

— 5.3.1 Ley humana positiva

Tomás de Aquino formula las relaciones entre la ley natural y la ley positiva (las relaciones entre

fisis y nomos) de un modo sistemático y preciso:

a) La ley positiva es una exigencia de la ley natural. En efecto, la ley natural impone la

vida en sociedad y ésta sólo es posible sobre la base de unas normas legales que

regulen la convivencia. La ley positiva es algo exigido por la naturaleza del hombre en

cuanto ser social.

b) La ley positiva constituye una prolongación de la ley natural. Su contenido viene a

concretar las normas naturales que, dadas sus características, no descienden a una

ordenación detallada de la convivencia humana.

c) Las exigencias de la ley natural han de ser respetadas por la legislación positiva. La ley

natural constituye, pues, la norma o marco que señala los límites dentro de los cuales ha

de organizarse moralmente la convivencia humana.

Esta forma de interpretar las relaciones entre la ley natural y la ley positiva pone de manifiesto que

Tomás de Aquino no concibe el mundo del derecho y el mundo de la moral como dos reinos desconectados.

El derecho se halla incardinado en la moral y el punto de incardinación no es otro que la idea de justicia.

En efecto, la justicia, como exigencia de dar a cada uno lo suyo, es una exigencia moral y es también el

fundamento del derecho.

La sociedad-estado es una institución natural fundamentada en la naturaleza humana. Ello

se debe a la existencia de la razón y del lenguaje que nos hacen ver que el fin del hombre es esta vida es

algo colectivo. El gobierno también es una institución natural. Si no existiera se produciría el peligro de

disgregación egoísta por parte del hombre. Tanto la sociedad como el gobierno no son el resultado del

pecado y la maldad humanas (contra Agustín de Hipona). Incluso en estado de inocencia, tanto el gobierno

como la sociedad serían necesarios a partir de las desigualdades naturales del hombre.

— 5.3.2 Relaciones entre el Estado y la Iglesia

En la sociedad o el Estado es necesaria una autoridad, cuya fuente es Dios. Entre las diversas

formas de gobierno justas (democracia, aristocracia y monarquía), y sus respectivas degeneraciones

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(demagogia, oligarquía y tiranía), el ideal del aquinate es la monarquía, que debe emplear su poder

(autoridad) en el mantenimiento de la paz, conduciendo a los ciudadanos a la justicia y a la virtud.

El objetivo del rey es alcanzar en su Estado el bienestar terrenal, sin olvidar que el fin último de

la existencia es la felicidad espiritual. Como esta última es misión de la Iglesia (y especialmente del Papa),

el poder de los reyes ha de estar subordinado al poder supra-temporal, representado en la Iglesia

como comunidad de los cristianos.

a) El Estado: es una sociedad autónoma que posee los medios necesarios para la

consecución del fin a que está destinado: el bien común. Tal bien común exige: paz dentro

del estado; dirección unificada; provisión necesidades de vida; paz con el exterior.

b) La Iglesia tiene un fin sobrenatural y, por tanto, más elevado que el del Estado. Tomás de

Aquino defiende el poder indirecto de la Iglesia sobre el Estado: éste debe subordinarse a

la iglesia en asuntos de carácter sobrenatural.

Ello no implicaría, según Tomás de Aquino, pérdida de autonomía de la función del Estado. Y

no significaría pérdida de autonomía por lo siguiente:

El fin de la vida social es la vida buena según virtud. Ahora bien, la auténtica vida virtuosa no

es la fundamentada en el medio (contra el modo aristotélico), sino la que tiene carácter teologal. En la

práctica esto significa que no está en manos de ningún organismo humano el conseguir el auténtico

hombre virtuoso. De ahí que no deben ser las leyes humanas el fundamento último de la vida social

sino la ley eterna. Y la ley eterna la representa mejor la Iglesia que el Estado. Por consiguiente, en última

instancia, los reyes deben de someterse a los sacerdotes. La función del Estado debe consistir en realizar

sus tareas propias, pero poniendo siempre la atención en que la auténtica felicidad está en la otra vida.

Ahora bien, según Tomás de Aquino, esto no implica que el hombre tenga dos fines: uno natural y otro

sobrenatural. Existe un único fin (el sobrenatural). Y tanto el Estado como la Iglesia deben de contribuir a

la consecución de tal fin. El problema de las relaciones entre la Iglesia-Estado, en Tomás de Aquino, son

muy similares a las relaciones entre razón-fe.

# ESQUEMA GENERAL

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ANEXO I

Texto Para la P.A.U.

— TOMÁS DE AQUINO

SUMA TEOLÓGICA, I-II, cuestión 94 (De

la ley natural), artículo 2

ARTÍCULO 2

La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno solamente?

Objeciones por las que parece que la ley natural no comprende muchos preceptos, sino solamente uno.

1. Como ya vimos (cuestión 92, artículo 2), la ley pertenece al género del precepto. Luego si hubiera muchos preceptos en la ley natural se seguiría que también serían muchas las leyes naturales.

2. La ley natural es algo consiguiente a la naturaleza humana. Mas la naturaleza humana, aunque es una considerada como un todo, es múltiple en sus partes. Por eso, la ley natural, o bien consta de un solo precepto por la unidad de la naturaleza humana como un todo, o bien consta de muchos por la multiplicidad de la naturaleza humana en sus partes. Pero en este caso también las inclinaciones de la parte concupiscible deberían pertenecer a la ley natural.

3. La ley, como ya vimos (cuestión 90, articulo 1) es cosa de la razón. Pero la razón en el hombre es una sola. Luego la ley natural sólo tiene un precepto.

En cambio consta que los preceptos de la ley natural son en el orden práctico lo que son los primeros principios en el orden de la demostración. Pero estos primeros principios son muchos. Luego también son múltiples los preceptos de la ley natural.

Solución. Hay que decir: Como ya dijimos (cuestión 91, artículo 3), los principios de la ley natural son en el orden práctico lo que los primeros principios de la demostración en el orden especulativo, pues unos y otros son evidentes por sí mismos. Ahora bien, esta

evidencia puede entenderse en dos sentidos: en absoluto y en relación a nosotros. De manera absoluta es evidente por sí misma cualquier proposición cuyo predicado pertenece a la esencia del sujeto; pero tal proposición puede no ser evidente para alguno, porque ignora la definición de su sujeto. Así, por ejemplo, la enunciación «el hombre es racional» es evidente por naturaleza, porque el que dice hombre dice racional; sin embargo, no es evidente para quien desconoce lo que es el hombre. De aquí que, según expone Boecio en su obra De hebdomadibus, hay axiomas o proposiciones que son evidentes por sí mismas para todos; y tales son aquellas cuyos términos son de todos conocidos, como «el todo es mayor que la parte» o «dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí».Y hay proposiciones que son evidentes por sí mismas sólo para los sabios, que entienden la significación de sus términos. Por ejemplo, para el que sabe que el ángel no es corpóreo y entiende lo que esto significa, resulta evidente que el ángel no esta circunscrito a un lugar; mas no así para el indocto, que desconoce el sentido estricto de estos términos.

Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un cierto orden. Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión es el ente, cuya noción va incluida en todo lo que el hombre aprehende. Por eso, el primer principio indemostrable es que «no se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa», principio que se funda en las nociones de ente y no-ente y sobre el cual se asientan todos los demás principios, según se dice en IV Metaphysica. Mas así como el ente es la noción absolutamente primera del conocimiento, así el bien es lo primero que se alcanza por la aprehensión de la razón práctica, ordenada a la operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón de bien. De ahí que el primer principio de la razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien, y se formula así: «el bien es lo que todos apetecen». En consecuencia, el primer precepto de la ley es éste: «El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse ».Y sobre éste se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón práctica lo capte naturalmente como bien humano.

Por otra parte, como el bien tiene razón de fin, y el mal, de lo contrario, síguese que todo aquello a lo que el hombre se siente naturalmente inclinado lo aprehende la razón como bueno y, por ende, como algo que debe ser procurado, mientras que su contrario lo aprehende como mal y como vitando. De aquí que el orden de los preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de las inclinaciones naturales. Y así encontramos, ante todo, en el hombre una inclinación que le es

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común con todas las sustancias, consistente en que toda sustancia tiende por naturaleza a conservar su propio ser. Y de acuerdo con esta inclinación pertenece a la ley natural todo aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción. En segundo lugar, encontramos en el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la naturaleza que tiene en común con los demás animales. Y a tenor de esta inclinación se consideran de ley natural las cosas que la naturaleza ha enseñado a todos los animales, tales como la conjunción de los sexos, la educación de los hijos y otras cosas semejantes. En tercer lugar, hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo

demás relacionado con esto.

Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Todos estos preceptos de la ley natural constituyen una ley natural única en cuanto se reducen a un único primer precepto.

2. A la segunda hay que decir: Todas las inclinaciones de cualquiera de las partes de la naturaleza humana, como la concupiscible y la irascible, en la medida en que se someten al orden de la razón, pertenecen a la ley natural y se reducen a un único primer precepto, como acabamos de decir. Y así, los preceptos de la ley natural, considerados en sí mismos, son muchos, pero todos ellos coinciden en la misma raíz.

3. A la tercera hay que decir: Aunque es una en sí misma, la razón ha de poner orden en todos los asuntos que atañen al hombre. Y en este sentido caen bajo la ley de la razón todas las cosas que son susceptibles de una ordenación racional.