2014 Márquez - La resistencia al Programa Fuerte de SSK

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Revista Mexicana de Ciencias Políticas y SocialesµUniversidad Nacional Autónoma de México Nueva Época, Año LIX, núm. 221 µ mayo-agosto de 2014 µ pp. 77-98µ ISSN-0185-1918 LA RESISTENCIA AL PROGRAMA FUERTE µ 77 1 Agradecemos los comentarios de dos árbitros anónimos que nos permitieron aclarar algunos puntos metodológicos y situar con mayor precisión la discusión que aquí presentamos. Licenciada en Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay. Maestra en Estudios Políticos y Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Mé- xico. Candidata a Doctora en Ciencia Social con especialidad en Sociología, El Colegio de México, (México). Sus líneas de investigación son: mercados laborales, desigualdad en el mercado de trabajo y desempleo. Entre sus últimas publicaciones destacan: “Del monismo al pluralismo en los estudios sobre la desocupación en América Latina. Hacia una conceptuación alternativa” (2013) e “Inequidades de género y patrones de uso del tiempo: exploración a partir del desempleo encubierto” (en prensa). Correo electrónico: [email protected] Licenciado en Filosofía, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República, Uruguay. Maestro en Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Candidato a Doctor en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, (México). Sus líneas de investigación son: filosofía del lenguaje, epistemología y teoría de la argumentación. Entre sus últimas publicaciones destacan: “Una definición pragmática de la falacia de petición de principio” (2010) y Reseña a “Modos de significar. Una introducción temática a la filosofía del lenguaje” (2013). Correo electrónico: [email protected] La resistencia al programa fuerte en la sociología del conocimiento: la asepsia científica y la amenaza del relativismo 1 Resistance to the Strong Program in the Sociology of Knowledge: Scientific Asepsis and the reat of Relativism Clara Márquez Scotti Ignacio Vilaró Luna Recibido el 21 de mayo de 2013 Aceptado el 25 de septiembre de 2013 RESUMEN En este artículo se defiende la plausibilidad de un Programa Fuerte en Sociología del Conocimien- to. Se analizan críticamente varias objeciones de las que éste es centro. En particular, se demuestra que el cargo según el cual es un programa que se autorrefuta, no es concluyente. Se presenta la hipótesis mertoniana sobre la razón por la cual el Programa Fuerte, siendo un programa atractivo y en sintonía con la epistemología contemporá- ABSTRACT In this article we defend the plausibility of adopting a Strong Program in the Sociology of Knowledge. We critically analyze various ob- jections against it; in particular, we show that the auto-refutation charge is not decisive. We offer a Mertonian hypothesis to explain the re- ason why the Strong Program continues to be the target of very passionate attacks and moc- kery, despite its prima facie attractiveness and Documento descargado de http://www.elsevier.es el 09/06/2015. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.

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Sociología del conocimiento científico

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    1 Agradecemos los comentarios de dos rbitros annimos que nos permitieron aclarar algunos puntos metodolgicos y situar con mayor precisin la discusin que aqu presentamos. Licenciada en Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la Repblica, Uruguay. Maestra en Estudios Polticos y Sociales, Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de M-xico. Candidata a Doctora en Ciencia Social con especialidad en Sociologa, El Colegio de Mxico, (Mxico).Sus lneas de investigacin son: mercados laborales, desigualdad en el mercado de trabajo y desempleo. Entre sus ltimas publicaciones destacan: Del monismo al pluralismo en los estudios sobre la desocupacin en Amrica Latina. Hacia una conceptuacin alternativa (2013) e Inequidades de gnero y patrones de uso del tiempo: exploracin a partir del desempleo encubierto (en prensa). Correo electrnico: [email protected] Licenciado en Filosofa, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, Universidad de la Repblica, Uruguay. Maestro en Filosofa, Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Candidato a Doctor en Filosofa por la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, (Mxico).Sus lneas de investigacin son: filosofa del lenguaje, epistemologa y teora de la argumentacin.Entre sus ltimas publicaciones destacan: Una definicin pragmtica de la falacia de peticin de principio (2010) y Resea aModos de significar. Una introduccin temtica a la filosofa del lenguaje(2013). Correo electrnico: [email protected]

    La resistencia al programa fuerte en la sociologa del conocimiento:

    la asepsia cientfica y la amenaza del relativismo1 Resistance to the Strong Program in the Sociology of Knowledge:

    Scientific Asepsis and the Threat of RelativismClara Mrquez ScottiIgnacio Vilar Luna

    Recibido el 21 de mayo de 2013Aceptado el 25 de septiembre de 2013

    RESUMEN

    En este artculo se defiende la plausibilidad de un Programa Fuerte en Sociologa del Conocimien-to. Se analizan crticamente varias objeciones de las que ste es centro. En particular, se demuestra que el cargo segn el cual es un programa que se autorrefuta, no es concluyente. Se presenta la hiptesis mertoniana sobre la razn por la cual el Programa Fuerte, siendo un programa atractivo y en sintona con la epistemologa contempor-

    ABSTRACT

    In this article we defend the plausibility of adopting a Strong Program in the Sociology of Knowledge. We critically analyze various ob-jections against it; in particular, we show that the auto-refutation charge is not decisive. We offer a Mertonian hypothesis to explain the re-ason why the Strong Program continues to be the target of very passionate attacks and moc-kery, despite its prima facie attractiveness and

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    nea, no deja de ser objeto de apasionados ataques y ridiculizaciones. Dicha hiptesis sostiene que al menos algunas de las crticas apasionadas de las que es objeto, estn motivadas por la indigna-cin que provoca la violacin de un valor central de la prctica cientfica.

    Palabras clave: sociologa del conocimiento; programa fuerte; relativismo; Merton; Sokal; Bricmont.

    its affinity with contemporary epistemology. Such hypothesis suggests that at least some of the passionate arguments against the Strong Program are motivated by outrage occurring as a result of the violation of a central value of scientific endeavor.

    Keywords: sociology of knowledge; strong pro-gram; relativism; Merton; Sokal; Bricmont.

    En la actualidad nadie niega la importancia social que tiene el conocimiento en nuestras vidas. En especial el conocimiento cientfico. Casi cualquier actividad cotidiana

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    la ciencia, sin intentar jams una explicacin social del producto de la actividad cientfica (Merton, 1985a, 1985b y 2002 [1949]).2

    Esto ltimo

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    En la tercera seccin nos concentramos en estudiar un breve e interesante pasaje de Merton en el que discute la hostilidad hacia la actitud iconoclasta y desmitificadora del cientfico. Cuando dicha actitud choca con lo sagrado se producen rispideces y se genera cierta hostilidad hacia la ciencia en general. De modo interesante, Merton seala que la propia ciencia requiere del apego emocional a ciertos valores, pero no extrae la conclusin natural de que la actitud cientfica respecto a la propia actividad cientfica puede generar el mismo tipo de friccin cuando se pretende ingresar en el terreno sagrado de la ciencia. En la cuarta seccin estudiamos brevemente las crticas de Sokal y Bricmont al relativismo epistmico, incluidas en su famoso y polmico libro Imposturas Intelectuales (Sokal y Bricmont, 1999). Esta seccin pretende ilustrar la indignacin moral que produce en los cientficos el intento de los socilogos y de algunos filsofos de irrumpir en el sacrosanto mbito de la ciencia. Si bien dadas las limitaciones de espacio es imposible resear todos los detalles, sugerimos que el tono de indignacin en el que est escrito el libro (incluso el tercer captulo que es seguramente de los ms cuidadosos), podra verse como una in-dicacin indirecta de que se ha violado un valor central de la prctica cientfica. Ninguno de los valores reseados por Merton sirve para explicar este fenmeno de modo evidente y directo. No obstante, siguiendo su inspiracin

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    delicados juegos de poder entre el Estado, las universidades y el mercado. Ahora bien, el pd reconoce este tipo de influencia externa sobre la ciencia pero niega que los aspectos sociales puedan incidir en la validacin del conocimiento cientfico. De acuerdo al pd, la sociologa de la ciencia puede estudiar en qu medida inciden las configuraciones sociales sobre el ritmo de desarrollo y el foco de inters de la investigacin. Aqu termina su competencia. En todo caso, la sociologa puede explicar por qu ciertas reas de conocimiento se retrasan de modo espectacular en determinadas pocas, como puede ser el caso vergonzoso de la poltica de Lysenko que retras considerablemente el avance de la teora gentica en Rusia.

    La lectura de varios pasajes de Merton muestra su discrepancia profunda con este tipo de enfoque. Uno de los ms interesantes es el siguiente:

    La revolucin copernicana en esta zona de investigacin consiste en la hiptesis de que no slo el error, la ilusin o la creencia falsificada estaban socialmente (histricamente) condicionados, sino que lo estaba tambin el descubrimiento de la verdad. Mientras la atencin estuvo centrada sobre los determinantes sociales de la ideologa, la ilusin, el mito y las normas morales, no poda aparecer la sociologa del conocimiento. Estaba bastante claro que en la explicacin del error o de la opinin no certificada se hallaban implcitos algunos factores extra-tericos, que se necesitaba una explicacin especial, ya que la realidad del objeto no poda explicar el error. Pero en el caso del conocimiento confirmado o certificado se supuso durante mucho tiempo que poda ser ade-cuadamente explicado en trminos de una relacin directa objeto-intrprete. La sociologa del conocimiento naci con la notable hiptesis de que aun las verdades tenan que ser socialmente explicables, que haba que ponerlas en relacin con la sociedad histrica en la que aparecan (Merton, 2002[1949]: 544-545).

    Al leer este pasaje uno tiene la fuerte impresin de que Merton suscribira una de las tesis centrales del pf, la tesis de simetra, que exige que se apele al mismo tipo de causas para ex-plicar las creencias verdaderas y las falsas, los aciertos y los errores. No obstante, en otros pasajes es ms cauto:

    Pero si las consecuencias de la ciencia para la sociedad se han percibido hace mucho tiempo, las consecuencias de diferentes estructuras sociales para la ciencia no lo fueron. Muy pocos fsicos y no muchos cientficos sociales han prestado atencin a las diversas influencias de la estructura social sobre el ritmo de desarrollo, los focos de inters y, quizs, sobre el contenido mismo de la ciencia (Merton, 2002[1949]: 617, cursivas agregadas).

    Cabe precisar que la lectura completa de la obra de Merton, deja claro que l quiere llevar adelante un pd. Basta leer el pasaje inmediatamente posterior al recin citado para perca-tarse de ello:

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    Es difcil decir por qu existe esta resistencia a explotar los efectos de su ambiente social so-bre la ciencia. La resistencia puede proceder de la errnea creencia de que admitir el hecho sociolgico sera comprometer la autonoma de la ciencia. Quizs se crea que la objetividad, valor tan fundamental en el ethos de la ciencia, es amenazada por el hecho de que la ciencia es una actividad social organizada, que presupone el apoyo de la sociedad, que la cantidad de ese apoyo y los tipos de investigacin para los que se da difieren en estructuras sociales dife-rentes, lo mismo que el reclutamiento de talentos cientficos (Merton, 2002[1949]: 617-618, cursivas agregadas).

    Parece claro que Merton adhiere a un pd. En esto sus silencios son tan significativos como sus palabras. Sus estudios se remiten casi exclusivamente a estudiar el ethos cientfico y cmo ste impulsa y posibilita la actividad cientfica. Es claro que Merton vislumbr la po-sibilidad de un programa ms ambicioso, pero en definitiva no lo llev adelante. Hay dos razones que ayudan a explicar esta situacin. Una es el positivismo que reinaba en la episte-mologa de su tiempo y la otra, la amenaza de un relativismo extremo que se autosocavara irremediablemente. Merton utiliza este argumento en reiteradas ocasiones en contra de algunas teoras alternativas. El intento de solucin de Scheler le parece contrarrelativismo por un fiat (Merton, 2002[1949]: 557); respecto de Sorokin dice: puede decirse, aunque se necesitara para documentarlo un extenso estudio, que Sorokin no resuelve nunca este problema (Merton, 2002[1949]: 560). Al problema del relativismo en Manheim le dedica una seccin entera (unas siete pginas) y concluye: parece, pues, que al sacar consecuencias epistemolgicas de la sociologa del conocimiento, Manheim fue llevado a varias antinomias no resueltas (Merton, 2002[1949]: 593).

    Podra argumentarse que del hecho de que Merton se percat del problema y consider que las teoras previas no lo solucionaban satisfactoriamente, no se sigue que este problema fuera una de las razones que lo llevaran a abstenerse de dar un paso decidido hacia un pf. No obstante, dada la fuerza del pasaje que menciona la revolucin copernicana y la existencia de frases como quizs sobre el contenido mismo de la ciencia (del segundo pasaje citado) es difcil pensar que Merton no vislumbr la posibilidad de un programa ms ambicioso que el pd. Tal desconsideracin pudo ser motivada por la actitud natural de cualquier cientfico que intenta explicar la mayor cantidad de fenmenos con el menor nmero de hiptesis posibles. Por eso resulta plausible hipotetizar que una de las razones por las cuales Merton se mantiene siempre dentro de un pd sea su precaucin de no caer en los excesos del re-lativismo. No obstante, su propia actitud termin limitando el alcance de sus reflexiones

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    acerca del aspecto social de la ciencia,4 situacin que uno podra lamentar pero que pronto se ira a subsanar en la historia del pensamiento sociolgico y epistemolgico occidental.5 Mencionemos brevemente las ideas de Merton respecto a cul es el ethos de la ciencia. En sus propias palabras:

    El ethos de la ciencia es ese complejo de valores y normas afectivamente templados que se consi-deran obligatorios para el hombre de ciencia. Las normas se expresan en forma de prescripciones, proscripciones, preferencias y autorizaciones. Se legitiman en relacin con valores instituciona-les. Estos imperativos, transmitidos por el precepto y el ejemplo y reforzados por sanciones, son interiorizados en grados variables por el cientfico, formando as su conciencia cientfica (). Aunque el ethos de la ciencia no fue codificado, puede ser inferido del consenso moral de los cientficos expresado en el uso y la costumbre, en innumerables escritos sobre el espritu cientfico y en la indignacin moral que suscitan las contravenciones del ethos (Merton, 2002[1949]: 637).

    Es importante subrayar el carcter afectivo del ethos. Para que regule eficazmente la accin de los individuos debe ser interiorizado (algo anlogo al supery freudiano) y debe ser posible apelar a sus normas y preceptos, tanto para elogiar el comportamiento virtuoso de algn cientfico (lo que puede ser una manera de lograr, en etapas tempranas de escolari-zacin, que el ethos se arraigue en la conciencia), como para criticar el comportamiento no

    4 Un pasaje que ilustra la limitacin del alcance de sus estudios es el siguiente: Aqu nos interesamos de una manera preliminar por la estructura cultural de la ciencia, es decir, por un aspecto limitado de la ciencia como institucin. As, pues, examinaremos, no los mtodos de la ciencia, sino las costumbres que los circundan. Indudablemente, los cnones metodolgicos son con frecuencia expedientes tcnicos y a la vez obligaciones morales, pero es slo eso ltimo lo que nos interesa (Merton, 2002[1949]: 637). Salvo por de una manera preliminar, esta es la declaracin de un socilogo que trabaja dentro del pd. 5 Bourdieu critica fuertemente al pf al que etiqueta de nihilismo subjetivista (Bourdieu, 1997: 87). Seala acerta-damente que Merton ya haba sealado en 1945 la importancia de ofrecer explicaciones simtricas: Acaso no deca Merton, ya en 1945, que la revolucin copernicana consiste en la hiptesis de que no slo el error, la ilusin o la creencia sin fundamento sino el propio descubrimiento de la verdad estn condicionados por la sociedad y por la historia?(Ibd., 1997: 85). No obstante, como esperamos haber mostrado, mencionar pasajes como este no hace sino distorsionar el propio pensamiento de Merton, que sin duda era ms complejo y que sera malinterpretado como un precursor

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    virtuoso de algn otro cientfico. Es claro que el surgimiento del ethos cientfico puede ser explicado mostrando de qu modo favorece la realizacin efectiva de la tarea cientfica, esto es, bsicamente, aumentar los conocimientos. Pero su obligatoriedad reside en su aspecto afectivo para los individuos y su eficacia depende de que se logre un apego afectivo ade-cuado a sus valores o, cuando menos, que se tema la sancin de los pares cuando se violan sus preceptos (Merton, 2002[1949]: 638).

    Cules son para Merton las caractersticas centrales del ethos cientfico? El Universalismo, el Comunitarismo, el Desinters, y el Escepticismo organizado. El Universalismo dice que la pre-tensin de verdad de las afirmaciones debe ser sometida a pruebas empricas impersonales, universales. La repetibilidad de los experimentos como norma metodolgica obliga a descartar los personalismos o los nacionalismos. El valor de las afirmaciones cientficas depende de su repetibilidad. Como dice Merton: la objetividad excluye el particularismo (2002[1949]: 639). El Comunitarismo dice que los productos de la actividad cientfica pertenecen a la comuni-dad y que nadie debe reclamar su propiedad privada. El ocultamiento niega la validacin de la produccin y hace retroceder el avance de la tarea. El Desinters dicta que los cientficos deben buscar el aumento del conocimiento de modo desinteresado. Indirectamente sern premiados con el reconocimiento personal. Finalmente, el Escepticismo organizado prescribe que los cientficos deben estar dispuestos a dudar del valor de cualquier afirmacin o hiptesis

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    propuesta del pf dejando en claro las principales diferencias entre ambos programas de investigacin. El pf de sociologa del conocimiento puede definirse en cuatro tesis, que se exigen para cualquier explicacin en este dominio. La explicacin:1. Debe ser causal, es decir, ocuparse de las condiciones que dan lugar a las creencias o a

    los estados de conocimiento. Naturalmente, habr otros tipos de causas adems de las sociales que contribuyan a dar lugar a una creencia.

    2. Debe ser imparcial con respecto a la verdad y la falsedad, la racionalidad y la irraciona-lidad, el xito o el fracaso. Ambos lados de estas dicotomas exigen explicacin.

    3. Debe ser simtrica en su estilo de explicacin. Los mismos tipos de causas deben ex-plicar, digamos, las creencias falsas y las verdaderas.

    4. Debe ser reflexiva. En principio, sus patrones de explicacin deberan ser aplicables a la sociologa misma. Como el requisito de simetra, sta es una respuesta a la necesi-dad de buscar explicaciones generales. Se trata de un requerimiento obvio de principio porque, de otro modo, la sociologa sera una refutacin viva de sus propias teoras (Bloor, 1998: 38).

    La importancia que tuvo el desarrollo del pensamiento epistemolgico en el correr del siglo XX para entender este programa es indiscutible. Ese desarrollo explica en parte por qu Merton se asoma a la puerta del pf pero nunca da un paso decidido hacia l. El positivismo reinante en su poca no le permiti tal cosa. Resear tal historia es, a la vez, una tarea com-pleja y apasionante. No obstante, hacerlo aqu es imposible.7 Vale mencionar, sin embargo, algunas de las principales conclusiones a las que llegaron muchos investigadores del rea. Estas conclusiones constituyen los cimientos del pensamiento postpositivista.1. No es posible derivar el significado de la ciencia emprica de un conjunto de observa-

    ciones neutrales (no verificacionismo) (Hempel, 2005).2. La unidad mnima de significado emprico son las teoras enteras, no las oraciones

    (Quine, 1951).3. La observacin siempre est cargada de teora. Siempre es necesario interpretar los

    datos que nos proporcionan los sentidos; no hay algo as como el acceso directo e in-contaminado a la realidad (Hanson, 1958).

    4. En algunos casos

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    No queremos implicar, ni por un momento, que exista consenso en la comunidad acad-mica acerca de la verdad de estas conclusiones. No es arriesgado decir que las tres primeras son quizs las ms aceptadas por los especialistas. La cuarta es mucho ms polmica que las anteriores. No obstante, una lectura plausible y defendible de la historia de la epistemologa desde el principio del siglo XX hasta los aos setenta, nos lleva a concluir que los epistem-logos (o, al menos, una buena parte de ellos) dejaron de creer en la existencia de un conjunto de criterios de racionalidad objetivos, universales y ahistricos y comenzaron a preocuparse ms y ms por estudiar la historia real de la ciencia y no la historia de los manuales de ins-truccin, con los que corrientemente se introduce a los nefitos en las respectivas disciplinas cientficas. La obra de Kuhn fue sin duda un mojn en esa historia. En algn sentido, el pf puede verse como una continuacin del trabajo emprico empezado por Kuhn.

    Una tesis central del pf, y que lo distingue del pd, es la exigencia de explicaciones si-mtricas, esto es, la tesis que exige que busquemos los mismos tipos de causas para las creencias verdaderas y las falsas. Para comprender la importancia de este requerimiento pensemos en cul es el enfoque alternativo obvio al hacer historia o sociologa de la ciencia. Como seala Bloor tal enfoque es, por ejemplo, el de Lakatos (1970). La idea bsica es la siguiente. Primero el historiador debe elegir una filosofa o una metodologa de la ciencia. Tal metodologa nos dir qu debera ser la ciencia o qu procedimientos son racionales y cules no, de acuerdo a una norma de pretendido valor universal y ahistrico. Luego, el historiador debe reconstruir la mayor cantidad posible de la historia real de la ciencia, de modo que esa historia cuadre con los principios y la metodologa preferidos. Cuanto mayor cantidad de historia real sea posible explicar basados en nuestra metodologa, mejor nos habr ido en nuestra empresa. Obviamente no ser posible hacer cuadrar toda la historia real de la ciencia con nuestra metodologa preferida. Es aqu en donde puede intervenir el socilogo, explicando las desviaciones de la norma de racionalidad, que se toma como autoimpulsada y auto explicadora. Obviamente, existe una fuerte analoga entre esta idea y la de la razn que profes el Iluminismo, que tenda a pensar que los retrocesos,

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    bien proporciona una explicacin no racional de la velocidad, localizacin, selectividad, etc. de los acontecimientos histricos tal y como se los interpreta en trminos de la historia interna, o bien, cuando la historia difiere de su reconstruccin racional, ofrece una explicacin emprica de por qu difiere. Pero el aspecto racional del crecimiento cientfico queda completamente explicado por la propia lgica del descubrimiento cientfico (Lakatos, 1970: 9).

    Ante esta imagen de las cosas, Bloor se pregunta retricamente (y con toda razn) qu puede querer decir que no haya nada que provoque que la gente haga o crea cosas que son racionales o correctas? (Bloor, 1998: 42). La imagen metafsica que est detrs de esta idea es teleolgica: la racionalidad, la verdad y el acierto son nuestra meta. Es esa meta la que gua el proceso y las desviaciones se explican apelando a las fricciones sociales.8 Si bien Bloor seala lo extraa que es esta posicin metafsica teleolgica para la imagen que nos ofrece la ciencia contempornea del mundo, es cuidadoso en no intentar simplemente descartar esta posicin por argumentos de principio, metafsicos. La apuesta final y decisiva es la apuesta a la plausibilidad histrica. El pf cree que una sociologa y una historia de la ciencia basadas en sus principios metodolgicos ser superior a una sociologa y a una historia de la ciencia positivistas. Las cartas estn echadas. Hagan sus apuestas.

    Merton y la hostilidad hacia el escepticismo organizado

    Quisiramos analizar brevemente un interesantsimo pasaje en el que Merton discute una de las fuentes de hostilidad hacia la ciencia: la actitud crtica e iconoclasta con la que el cientfico analiza las creencias y concepciones de los miembros de la sociedad. La idea cen-tral es que, si leemos el pasaje de Merton basados en los principios metodolgicos del pf se nos revelar inmediatamente la existencia de un espacio de lo sagrado en la ciencia. En la seccin siguiente referiremos a sta y a otras ideas de Merton

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    de los procedimientos establecidos y de la esfera de lo sagrado en general. Es verdad que lgi-camente, mostrar la gnesis emprica de las creencias y los valores no es negar su validez, pero ste es con frecuencia el efecto psicolgico sobre las mentes ingenuas. Los smbolos y los valores institucionalizados exigen actitudes de lealtad, adhesin y respeto. La ciencia que plantea cues-tiones de hecho relativas a todos los aspectos de la naturaleza y de la sociedad entra en conflicto psicolgico, no lgico, con otras actitudes hacia los mismos datos que fueron cristalizadas y fre-cuentemente ritualizadas por otras instituciones. La mayor parte de las instituciones exigen una fe ilimitada; pero la institucin de la ciencia hace del escepticismo una virtud. Toda institucin comprende, en este sentido, una zona sagrada, que hace resistencia al examen profano en trmi-nos de observacin y lgica cientficas. La institucin de la ciencia misma implica la adhesin emocional a ciertos valores. Pero ya se trate de la sagrada esfera de las convicciones polticas, o de la fe religiosa, o de los hechos econmicos, el investigador cientfico no se conduce en la forma acrtica y ritualista prescrita. No guarda la distancia entre lo sagrado y lo profano, entre lo que exige un respeto acrtico y lo que puede ser objetivamente analizado (Merton, 2002[1949]: 633).

    Si Merton hubiera aplicado sus propios razonamientos a las concepciones que tienen los cientficos de s mismos (incluida su propia concepcin de la tarea sociolgica), hubiera concluido con toda seguridad que la ciencia misma posee un espacio sagrado, que expresa las ms firmes convicciones de sus practicantes

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    intentar hipotetizar qu valor del ethos cientfico ha sido vulnerado, explicar la indignacin moral que produce el pf siguiendo los pasos de Merton. Recurdese el pasaje ya citado en el que Merton afirma que el ethos de la ciencia puede ser inferido de la indignacin moral que suscitan sus contravenciones (Merton, 2002[1949]: 637).

    Sokal y Bricmont en contra del relativismo

    Como un primer, aunque an insuficiente, intento de documentar la existencia de esa in-dignacin moral presentaremos algunos pasajes del famoso y polmico libro de Alan Sokal y Jean Bricmont, Imposturas Intelectuales.9 El libro surgi de una ancdota conocida. Sokal, un fsico norteamericano, present un artculo para su consideracin en la revista Social Text titulado Transgredir las fronteras: hacia una hermenutica transformadora de la gra-vedad cuntica. El artculo fue aceptado si bien no era ms que un conjunto de afirmaciones pretenciosamente innovadoras, las ms de las veces confusas y, muchas otras, directamente equivocadas (Sokal y Bricmont, 1999: 231-293). Para Sokal y Bricmont esto muestra la pro-funda confusin intelectual de la que son vctimas las humanidades, incluidos los socilogos del conocimiento y los epistemlogos. El propio ttulo del libro nos muestra el enojo que les produce a sus autores las posturas relativistas, constructivistas y escpticas. Es verdad que Sokal y Bricmont se cuidan de aclarar que su objetivo no es atacar a la filosofa, las humanidades o las ciencias sociales en general () (Ibd., 1999: 23).

    No obstante, es interesante intentar aclarar cules son sus blancos de ataque. Se trata o bien de autores que a su juicio utilizan errneamente ciertos conceptos cientficos o de autores que critican cierta imagen que a ellos les resulta natural de la actividad cientfica: los relativistas:

    En primer lugar, est la recopilacin de abusos ms extremos, descubiertos, de manera un tanto azarosa, por Sokal: son las imposturas de nuestro ttulo. En segundo lugar, est nuestra crtica del relativismo epistmico y de las errneas concepciones sobre la ciencia posmoderna; estos otros anlisis son considerablemente ms sutiles. El nexo entre esas dos crticas es principalmente sociolgico: los autores franceses de las imposturas estn de moda en muchos de aquellos mis-

    9 El libro de Sokal y Bricmont parte de uno de los episodios ms famosos de las llamadas guerras de la ciencia, conocido como el caso Sokal, y se ha constituido en una obra de referencia sobre el tema. La eleccin de esta obra para este artculo se basa en una razn adicional y es que representa de buena manera el tipo de indignacin moral que queremos mostrar. Para una reconstruccin de las discusiones en torno a las guerras de la ciencia y del momento histrico en el que surge, ver Blanco (2001), Ross (1996), Fujimura (1998). Para un panorama de la repercusin en el mbito acadmico y en los medios de comunicacin del caso Sokal, ver la pgina web de Alan Sokal . El lector no dejar de notar el lenguaje blico en torno a esta polmica. Esto debe alertarnos acerca de la existencia de aspectos extra-acadmicos en juego.

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    mos crculos acadmicos de habla inglesa en donde el relativismo epistmico es moneda corriente. Existe tambin un nexo lgico: si uno acepta el relativismo epistmico, tiene menos razones para indignarse por la torcida representacin de las ideas cientficas, que en todo caso no son ms que otro discurso (Sokal y Bricmont, 1999: 15).

    Este pasaje podra leerse como una muestra de prudencia por parte de los autores. Las crti-cas al relativismo epistmico (la idea de que no existen criterios universales y ahistricos de racionalidad) son ms sutiles y difciles. No obstante, el alegato prudente se desliza rpida-mente hacia el juicio no argumentado (o deberamos decir, incorrectamente argumentado). El nexo entre ambas crticas sera el siguiente: si uno es relativista entonces no tiene razones para indignarse por los errores y despropsitos que han cometido varios autores, correcta-mente sealados en su libro. De algn modo, esto es parte de la famosa argumentacin que apela a la autorrefutacin en contra del relativismo

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    y difciles de la filosofa. Claro est, su propio desdn y su sospecha acerca de la utilidad o inteligibilidad de la tarea hacen que sus argumentos sean toscos. Esto sucede, por ejemplo, respecto del problema humeano de cmo justificar racionalmente la induccin. Recorde-mos: un argumento inductivo no puede ser justificado deductivamente porque slo aporta credibilidad (un cierto grado de probabilidad) a su conclusin. Como para Hume todo conocimiento que no fuera producto de relaciones de ideas deba venir de la experiencia, queda abierta la posibilidad de justificar empricamente la induccin; pero naturalmente este camino no sirve porque para conocer algo empricamente tenemos que usar el mismo principio que pretendemos justificar, por lo que (i) o bien terminamos cayendo en un cr-culo vicioso

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    sus supuestas consecuencias prcticas es un movimiento muy delicado. Pero ms all de eso, lo que nos interesa es sealar el tono subido del captulo (y del libro todo) tratndose de una publicacin acadmica.

    Se objetar que la crtica se desarrolla a veces con un tono de indignacin, sobre todo cuando los autores creen que se han cometido errores muy graves o que se ha jugado sucio. El libro de Sokal y Bricmont sera uno de esos casos, por lo que sera inadecuado inferir una indignacin especial, que reclamara una explicacin particular. Pero lo que resulta realmente llamativo es la cantidad de argumentos filosficos claramente insatisfactorios que pueblan el tercer captulo unido a la intencin permanente de los autores de imponer una lgica bipo-lar radical: apoyas a los relativistas y los posmodernos o apoyas a la razn y la ciencia.11 Tal actitud es completamente inadecuada cuando se trata de posiciones filosficas sutiles, que tratan de problemas difciles. Las fronteras no son las que nos quieren imponer los autores.Vale la pena citar otros excesos antifilosficos en los que incurren Sokal y Bricmont. Dis-cutiendo las consideraciones que hace Kuhn respecto de la eleccin entre diversas teoras cientficas (bsicamente, que la eleccin entre teoras rivales involucra valores y que esos va-lores pueden ser inconmensurables (incomparables) entre s, por lo que, en ltimo trmino, no hay ninguna norma superior a la aprobacin de la comunidad de especialistas) reconocen que el historiador de la ciencia no puede justificar la racionalidad de una eleccin terica basndose en resultados de la ciencia posterior, no disponibles para los cientficos que to-maron efectivamente las decisiones tericas. Hacerlo supone un error histrico bsico, como reconocen en la nota 40. Sin embargo, contradiciendo lo que acaban de reconocer, sealan que () no hay que confundir esta actitud razonable con otra proscripcin metodolgica bastante dudosa: la negativa a utilizar toda la informacin disponible hoy en da, incluidos los conocimientos cientficos, para hacer las mejores inferencias posibles acerca de la his-toria, con el pretexto de que dicha informacin no estaba disponible en el pasado (Sokal y Bricmont, 1999: 85). El lector atento se preguntar cul es la diferencia entre estas dos ideas. La nica razn que se nos ofrece es la siguiente: despus de todo, los historiadores del arte usan la qumica y la fsica contemporneas para determinar el origen y la autenticidad y es-tas tcnicas son tiles para el conocimiento de la historia del arte, pese a que no existan en la poca estudiada (Sokal y Bricmont, 1999:85). Los casos que se pretenden anlogos son muy diferentes entre s. El ejemplo de historia del arte involucra una discusin de hecho.

    11 Como muestra Ross (1996) en la introduccin a Science Wars, esta lgica bipolar es la tendencia impuesta por los defensores de la ciencia en este debate, quienes en primer lugar identifican a un enemigo que ser luego caricaturizado. En el caso analizado por Ross, esta lgica bipolar se basa en la construccin de un enemigo anticiencia que incluye las ms variadas posiciones como el creacionismo, el new age, los estudios sobre ovnis, la astrologa, el posmodernismo y los estudios crticos de la ciencia. Este dispar conjunto es caricaturizado y desacreditado en los medios de comunica-cin (Ross, 1996: ver especialmente pginas 8-11). De acuerdo a Blanco (2001) las posturas prociencia se caracterizan por ser fustigadoras y malintencionadas.

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    Lo que le preocupa a Kuhn, como saben perfectamente Sokal y Bricmont, es comprender la racionalidad de la eleccin cientfica entre teoras en las pocas de crisis. Los desarrollos cientficos ulteriores son irrelevantes para responder esa pregunta. Algunos de los excesos involucran la crtica de enemigos de paja. Por ejemplo, el relativismo epistemolgico no se tiene por qu comprometer (ni se compromete) con la idea de que los conocimientos cien-tficos no son fiables. Sin embargo, Sokal y Bricmont sienten la necesidad de defender a la ciencia de dicho cargo relativista (Sokal y Bricmont, 1999: 88). El lector interesado puede comprobar por s mismo la cantidad sorprendente de errores argumentales que pueblan la discusin de Sokal y Bricmont acerca de las discusiones filosficas ms acaloradas en la filosofa de la ciencia.

    Ahora bien, dada la inteligencia innegable de estos autores, por qu cometer estos ex-cesos? Por qu opinar de modo apresurado acerca de cuestiones tan sutiles? Si uno asume su buena intencin, una posible explicacin del apresuramiento es la existencia de un in-volucramiento afectivo muy fuerte de los autores con el tpico en cuestin. Simplemente no quieren ver la complejidad epistemolgica. Si se acepta esto, debe reconocerse que la indignacin en cuestin requiere a su vez de una explicacin. Siguiendo a Merton podemos hipotetizar la existencia de algn valor del ethos profesional, del ethos cientfico. Dicho valor, interiorizado afectivamente en el proceso de formacin profesional, explicara

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    que merece ser explicado, a saber, que el pf goza de psima prensa entre muchos cientficos y esto ha sido as sin una buena base argumental.

    La amenaza del relativismo

    Resta considerar la crtica ms importante que hacen Sokal y Bricmont al relativismo, la de que es un programa de investigacin que se autorrefuta (1999: 96).13 Como seala Bloor, sta ya es una objecin estndar ante cualquier programa relativista, por lo que resulta na-tural que sea una de las crticas usuales al pf (Bloor, 1998: 52).14 La objecin en su forma ms general es la siguiente: si todo juicio de conocimiento es relativo (a un determinado contexto terico o social), entonces pierde su valor. Pero si no todo conocimiento es rela-tivo (a un determinado contexto terico o social), entonces el relativismo es falso ya que hay al menos un conocimiento que no es relativo (a un determinado contexto terico o social). Por lo tanto, el relativismo es incorrecto. La solucin que debe dar el relativista a esta dificultad consiste en aceptar que no hay ningn conocimiento que no sea relativo (a un determinado contexto terico o social) pero rechazar que una condicin necesaria para que un conocimiento o juicio tenga valor, es que no sea relativo (a un determinado con-texto terico o social). Asumir lo contrario, esto es, asumir que si un conocimiento o juicio es relativo a un contexto social pierde consiguientemente su valor, es asumir precisamente lo que se quiere demostrar, esto es, la verdad del absolutismo. Por lo tanto, este argumento es intil para desacreditar la posicin relativista y para ir en contra del pf. Los absolutistas suelen afirmar que si el conocimiento es relativo a una prctica social entonces no es ms que la expresin de ciertos prejuicios e intereses, por lo que carecer de valor (ni siquiera le llamaramos conocimiento). Pero el relativista no tiene por qu ser reductivista; en par-ticular ya vimos que el pf nunca lo fue (recurdese el primer requisito que impone el pf al tipo de explicacin adecuada, donde se reconoce desde el inicio el factor causal que juegan los objetos del mundo en la generacin de creencias). Justamente, el pf pretende investigar de qu modo el valor o la significatividad del conocimiento depende de su contexto social.15

    13 No estamos diciendo que sea imposible idear buenas crticas de principio a las consecuencias relativistas del pf. Nos parece importante referirnos a esta porque se la utiliza como caballito de batalla para desechar rpidamente cualquier hiptesis epistemolgica que tenga alguna consecuencia relativista. En este artculo la hemos visto como una importante preocupacin para Merton (2002[1949]), Bourdieu (1997) y Sokal y Bricmont (1999).14 Sokal y Bricmont la usan para ir en contra de Kuhn y de Feyerabend, adems del pf; la objecin es ya una suerte de lugar comn entre los antirrelativistas. 15 Bloor (2011) se ocupa de combatir algunos malentendidos recurrentes, a la hora de criticar la posicin relativista. En particular, muestra cmo se suele confundir el relativismo con el idealismo, con el subjetivismo y con el particu-larismo.

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    Consideraciones finales

    Prima facie, el pf es una hiptesis natural en la Sociologa del Conocimiento dado el prin-cipio de simetra que suscribe. Como ya sugera ambivalentemente Merton, el padre de este campo, este es un principio digno de atencin. Recordemos que de acuerdo a este precepto, que es una de las tesis centrales del pf, se exige que se apele al mismo tipo de causas para explicar las creencias verdaderas y las falsas, los aciertos y los errores. Hemos mostrado como, una vez que renunciamos a una metafsica iluminista injustificada, es difcil negar dicho precepto. Con base en lo anterior, hemos asentado la plausibilidad del pf.

    No obstante, el pf ha sido frecuentemente demonizado. Se lo ve, antes que nada, como una influencia negativa, no ya como un proyecto ms o menos prometedor. Hemos apelado a algunos pasajes del influyente libro de Sokal y Bricmont para mostrar uno de los ataques ms famosos a este programa. Con base en cierta evidencia textual hemos mostrado como este ataque deviene en indignacin moral. El hecho de que ciertos pensadores, competentes y racionales, se vean en la necesidad de apelar a muy malos argumentos, y que lo hagan de modo exaltado, merece una explicacin. La nuestra apela a la nocin de Merton acerca del ethos cientfico, a partir del cual hipotetizamos la existencia de un valor moral de la actividad cientfica, la asepsia cientfica. Proponemos que esta exaltacin moral est causada por la violacin del valor de la asepsia cientfica. Esta explicacin tiene el carcter de una hiptesis preliminar y merece ser tratada con ms cuidado en futuros trabajos.

    Finalmente, mostramos la incorreccin del cargo de auto-refutacin, que se ha con-vertido en el caballito de batalla de los antirelativistas. El pretendido dilema destructivo en contra del pf no es ms que la reiteracin dogmtica de la correccin del absolutismo, refutado hasta el hartazgo por los propios positivistas contemporneos. El resultado de esas sucesivas y reiteradas refutaciones fue un giro social, ejemplificado notablemente por el pf. Lamentablemente, ciertas actitudes retrgradas impiden tanto la correcta apreciacin de las virtudes del programa como de sus lmites y problemas reales.

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