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Capítulo 2 Tras las huellas de un territorio (1513-1794) Darío G. Barriera UN TERRITORIO, OTRA PROVINCIA Un territorio no es una porción cualquiera de la esfera terrestre; tampo- co es el mero soporte físico sobre el cual se realizan actos o se tejen re- laciones. Un territorio es ante todo el resultado y el estado de una rela- ción histórica de carácter político entre una sociedad, el terreno que organiza y las instituciones con las cuales se ordena esta relación. El conjunto de instrumentos jurídicos, técnicos y simbólicos que intervie- nen en dicha relación, las vivencias que generan y las representaciones de esas vivencias, pueden denominarse la experiencia de la territoriali- dad. La historia de una provincia es, en definitiva, la historia de un te- rritorio tanto como la historia de una sociedad y de todos los elemen- tos involucrados en esta relación. Es la historia de un territorio y de su gente y surge de un compromiso político con el presente: de la necesi- dad de historizar el vínculo entre una población que se reconoce como sociedad y una jurisdicción con la cual se identifica y que ha contribui- do a componer su identidad. Imaginemos una situación: un lector que acomete este libro dice el nombre de una provincia argentina; si se ha educado en el país (y sobre todo en la provincia que ha nombrado), podrá pensar con claridad en una imagen, figurarse que a su provincia le corresponde una forma, e incluso quizás hasta pueda ubicarla –con mayor o menor precisión– en un conjunto mayor que es “el país”. En su mente, juega encastrando unas piezas con otras, como si se tratara de un rompecabezas. El triun- fo de este tipo de imágenes, que Benedict Anderson ha denominado el “mapa logo”, forma parte de un proceso iniciado en la segunda mitad del siglo XIX que contribuye a que los habitantes de una jurisdicción se

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  • Captulo 2

    Tras las huellas de un territorio (1513-1794)

    Daro G. Barriera

    UN TERRITORIO, OTRA PROVINCIA

    Un territorio no es una porcin cualquiera de la esfera terrestre; tampo-co es el mero soporte fsico sobre el cual se realizan actos o se tejen re-laciones. Un territorio es ante todo el resultado y el estado de una rela-cin histrica de carcter poltico entre una sociedad, el terreno queorganiza y las instituciones con las cuales se ordena esta relacin. Elconjunto de instrumentos jurdicos, tcnicos y simblicos que intervie-nen en dicha relacin, las vivencias que generan y las representacionesde esas vivencias, pueden denominarse la experiencia de la territoriali-dad. La historia de una provincia es, en definitiva, la historia de un te-rritorio tanto como la historia de una sociedad y de todos los elemen-tos involucrados en esta relacin. Es la historia de un territorio y de sugente y surge de un compromiso poltico con el presente: de la necesi-dad de historizar el vnculo entre una poblacin que se reconoce comosociedad y una jurisdiccin con la cual se identifica y que ha contribui-do a componer su identidad.

    Imaginemos una situacin: un lector que acomete este libro dice elnombre de una provincia argentina; si se ha educado en el pas (y sobretodo en la provincia que ha nombrado), podr pensar con claridad enuna imagen, figurarse que a su provincia le corresponde una forma, eincluso quizs hasta pueda ubicarla con mayor o menor precisin enun conjunto mayor que es el pas. En su mente, juega encastrandounas piezas con otras, como si se tratara de un rompecabezas. El triun-fo de este tipo de imgenes, que Benedict Anderson ha denominado elmapa logo, forma parte de un proceso iniciado en la segunda mitaddel siglo XIX que contribuye a que los habitantes de una jurisdiccin se

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    sientan contenidos dentro de una especie de recipiente. Esa conten-cin, claro est, es parte de los artilugios de las polticas de produccinde identidad; la historia de este territorio llamado Provincia de BuenosAires est repleta de operaciones de ese y otro tipo, y puede remontar-se varios siglos atrs, cuando todo (incluso las provincias) era muy di-ferente.

    En su Tesoro de la lengua castellana, publicado en 1611, Sebastinde Covarrubias escribi:

    Provincia es una parte de tierra estendida, que antiguamenteacerca de los romanos eran las regiones conquistadas fuera deItalia, latine provincia, quasi procul victa. A estas provincias em-biavan gobernadores, y como aora los llamamos cargos, este mis-mo nombre provincia sinificava cargo. En las religiones tienendivididas sus casas por provincias, y los que las goviernan se lla-man provinciales.

    Las palabras tienen su historia, y esta historia puede ensearnos algosobre aquello que designan. Tres cosas estaban muy claras para Sebas-tin de Covarrubias cuando a comienzos del siglo XVII prepar suTesoro de la lengua castellana basado en los saberes y los consensos dela poca: la primera es que el castellano haba tomado la palabra del la-tn y su uso de los romanos. La segunda, que la palabra provincia ser-va para designar territorios extensos y lejanos subordinados a una au-toridad superior; la tercera, que este vocablo se utilizaba tanto paradesignar jurisdicciones del gobierno de lo civil como del religioso(con esto Covarrubias se refera al gobierno del clero regular, organiza-do en rdenes religiosas, y pensaba sobre todo en los jesuitas).

    Hacia los siglos XVI y XVII, entonces, provincia era una palabra quellegaba al castellano proveniente del latn y que su uso antiguo era tri-butario del lxico militar: se la utilizaba para designar una tierra distan-te (procul, de donde el pro) que ha sido vencida (victa, que mud envincia). Con este nombre los romanos designaban a los territorios leja-nos que sometan a su autoridad, cuya sujecin poltica regulaban a tra-vs de un funcionario encargado de su gobierno. En castellano, el nom-bre del funcionario tom el nombre de su funcin: gobernador, el quehace la accin de gobernar.

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    CASTILLA APRENDE DE ROMA

    Mucho de la herencia romana fue incorporado por Castilla, en el sigloXIII, a travs de la absorcin y reelaboracin del derecho (expresado so-bre todo en las Partidas de Alfonso el Sabio), del vocabulario polticoque aparece muy mezclado con voces rabes, resultado de la presen-cia musulmana en el sur durante casi ocho siglos pero tambin en laadopcin de un modelo castrense aplicado a la organizacin del espa-cio: la cuadrcula o damero, utilizados como dispositivo fsico (urbis, lourbano) correspondiente a un modelo social (civitas, la ciudad).

    Esta traza de tipo castrense, en principio sirvi para organizar pobla-ciones militarmente: sus centros fueron plazas que se llamaron de ar-mas y las parrillas se organizaban a partir de amplios ejes que permi-tan tener una amplia perspectiva visual de cualquier movimientoamenazante as como facilitaban el desplazamiento de tropas de a pie ya caballo. En la Pennsula ibrica este fue uno de los dispositivos clavepara desplazar a los musulmanes del sur, proceso que se conoce, desdeel punto de vista hispnico, como la reconquista. La invasin, conquis-ta y colonizacin de los territorios americanos y de sus poblaciones fuecasi una secuela de dicha reconquista, encarnado por un complejoconjunto de agentes que representaban la bsqueda de soluciones paraun continente (Europa) y un sistema socioeconmico (el feudalismo)que sufran una crisis terminal: los europeos encontraron en la expan-sin hacia el Atlntico mucho ms de lo que buscaban pero tambin ex-portaron ms de lo que tenan previsto.

    La conquista de los territorios americanos se realiz con el uso de lafuerza, la introduccin de cultivos, de animales, de instituciones, decreencias, de imgenes y de palabras que operaban conjuntamente pa-ra garantizar el triunfo de la construccin de estos nuevos territorios entrminos de comunidades catlicas.

    Muchas son las razones que explican el xito de la conquista euro-pea de los trpicos americanos. Entre las materiales y biolgicas, desta-ca un equipaje compuesto por armas de fuego, plantas, animales y bac-terias que no encontraron rivales a que dieran el tono en sus respectivoscampos de batalla; entre las inmateriales fueron fundamentales estaparticular idea de ciudad como dispositivo organizador del espacioeconmico, social y poltico; la imposicin de la religin catlica; la

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  • tades para fundar ciudades, crear cabildos y a su vez delegar funciones,pero (entre otras cosas) conservaban para la monarqua hispnica la ti-tularidad de la soberana sobre lo conquistado, la majestad sobre lossbditos, obligaban a la difusin de la fe catlica y retenan un porcen-taje de la recaudacin que se realizara en nombre de la Real Hacienda.

    El peso reconocido a los agentes que actuaban localmente se advier-te en pequeos gestos y en trasvases institucionales. Entre los primeros,podemos citar que un conquistador andaluz como Pedro de Mendoza,nativo de Guadix, consegua que la tierra sobre la cual se le haba asig-nado el gobierno se denominara Nueva Andaluca, como recreandosu propia patria; aos despus, Juan de Garay fund en esas tierras laciudad de Santa Fe pero, por su procedencia, intent que fuera llama-da Santa Fe de la Nueva Vizcaya, y as lo hizo anotar en el cabildo. Lacosa no prosper ms que por un par de aos, pero la ancdota que sereplica en otros lugares del continente ilustra el argumento. Por otraparte, la importancia concedida a las voluntades locales se adviertetambin en la condescendencia con la cual se trataban un sinfn de si-tuaciones irregulares; en muchos casos no solamente no eran severa-mente reprimidas por la Corona sino que antes bien se haca cuidado-samente la vista gorda porque de los agentes locales dependa laconservacin de aquellos lejanos reinos.

    Otra caracterstica de aquel modo de pensar los territorios, sin du-das para nosotros extrao, era la forma en que se describa la composi-cin de un territorio: para expresar cul era el alcance de una jurisdic-cin, en general se proceda a listar los nombres de las gobernaciones,sus cabeceras, ofrecer listas de pueblos, villas, lugares, pagos y, siempreque fueron de utilidad, se utilizaron referencias geogrficas. Pero el nu-do de la relacin territorial entre un lugar y otro era el que exista entregobernaciones, cabeceras, ciudades sujetas y parajes sujetos a estas ciu-dades. No obstante, una vez conquistado el territorio, el ncleo duro,la unidad primera para componer, agregar o desagregar jurisdiccionesera la ciudad. Y en el principio fue la jurisdiccin que cada ciudad sehaba asignado para s hasta tanto no perjudicara a una tercera. Estedispositivo era el que iniciaba la transformacin de los territorios enverdaderos espacios polticos.

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    modificacin de hbitos de todo tipo en las poblaciones sometidas (des-de los tiempos y sentidos de trabajo hasta la dieta o la organizacin delos vnculos bsicos); la utilizacin de lenguajes simblicos persuasivosy, dicho con mucha generalidad, la subordinacin de los territorios ylas sociedades conquistadas a sus modelos de organizacin poltica.

    Estos ltimos eran altamente sofisticados por dos razones. La prime-ra es que no eran improvisaciones elaboradas para la ocasin: habansufrido ya varios mestizajes (durante la reconquista), su confrontacincon las sociedades islmicas los haba fortalecido y el proceso de con-quista de los territorios americanos mostr que podan continuar refor-mulndose, que eran modelos altamente adaptables a distintas realida-des locales. La segunda, es que estos modelos deban permitir ms delo que podan prohibir: si bien esto iba a contramano de lo que opina-ban los consejeros ms avisados con los cuales contaban los monarcas,en el fondo constitua la caracterstica clave que permiti su duraciny su xito.

    CIRCULACIN Y CONSERVACIN: LA FORTALEZA DEL MODELO HISPNICO

    La monarqua castellana que conquist Amrica desde finales del sigloXV subordin el problema del control de los nuevos territorios al desu conservacin. Una vez impuesto el vnculo poltico, considerprioritario crear circuitos de comunicacin que permitieran mantenerel flujo de los intercambios en trminos convenientes para Castilla, elcentro que haba organizado la expansin. Bajo los Habsburgo, la mo-narqua de los siglos XVI y XVII fue ms fuerte cuando su centro per-miti mayor calidad y cantidad de circulacin. Los agentes que desarro-llaban fsicamente el proceso de la conquista lejos del centro polticodeban gozar de potestades, privilegios y prerrogativas que les permitie-ran resolver en tiempos cortos (y legalmente) una largusima serie decuestiones que no estaban previstas cuando los monarcas castellanosfirmaron contratos con los primeros particulares que realizaron las ex-pediciones de conquista. En dichos contratos, llamados capitulacio-nes, los particulares se obligaban a organizar y financiar la empresa deconquista en todos sus aspectos, los monarcas les daban a cambio ttu-lo de gobernador de las tierras a conquistar y delegaban en ellos potes-

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  • beza del cuerpo y tampoco poda estar en todas partes a la vez. Como laautoridad del rey provena de Dios, l poda delegar la potestad terrenalde hacer presente aquella autoridad en territorios conocidos o por cono-cer a travs de otra persona, que poda legislar, administrar justicia y go-bernar en su nombre. Para los territorios de ultramar, la monarqua his-pnica utiliz inicialmente la capitulacin (un contrato), delegando laautoridad con mixto imperio sobre una nave o una flota en el almirantey, despus de los viajes de Coln, en la figura del adelantado titular dela gobernacin y mxima autoridad militar, gubernativa y judicial del te-rritorio a conquistar. A poco de iniciada la conquista se utilizaron otrasformas de autoridad delegada como las de gobernador, corregidor y, des-de los aos veinte del siglo XVI, la del virrey que a partir de entoncesfue la mxima autoridad en territorios americanos.

    Estos delegados podan y deban organizar todas las acciones de go-bierno, guerra, justicia y hacienda (la recaudacin de tributos u otrascargas fiscales, el pago de los sueldos). Tambin podan delegar en otrosla capacidad de realizar estas acciones sin perder su autoridad. Su obli-gacin era la de dirigir hacia el centro de la administracin monrqui-ca el fruto de la recaudacin en metales preciosos o mercancas, hom-bres y papeles que contenan enormes masas de informacin de todandole, con la cual la Corona esperaba refinar sus modos de explotacinde estos territorios.

    RO DE LA PLATA: BREVE HISTORIA DE UN NOMBRE

    Los primeros escarceos de flotas europeas por las costas del Atlnticosur tuvieron lugar antes de que las huestes de Hernn Corts llegaran aMxico o las de Francisco Pizarro arribaran al Per. Desde 1512, enCastilla estaba bastante claro que no se haba llegado a la tierra de lasespecias y el hallazgo de Balboa en septiembre de 1513 el paso poragua al Mar del Sur (ocano Pacfico) en el estrecho de Panam con-firm que las tierras nuevas eran una enorme masa que obstaculizaba elcamino para llegar a las indias orientales. La pesquisa de otro paso ha-cia las especias por el sur del Pacfico se convirti en una de las prio-ridades que gener proyectos de navegacin que pasaron por el estua-rio platense.

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    LA JURISDICCIN ORIGINARIA: SEOROS, REINOS Y PROVINCIAS

    Tras el primer viaje de Cristbal Coln, las bulas ofrecidas por el papa-do otorgaban a los Reyes de Castilla, Len, Aragn y Granada juris-diccin sobre ...tierras e islas y tambin a sus pobladores y habitan-tes...; el texto de la primera Inter Caetera deca dominio sobre ellas.Los europeos consideraron que estos instrumentos eran la fuente de le-gitimidad jurdica de su dominio sobre las tierras nuevas y sus pobla-dores. Como contraparte, se dijo, los beneficiarios deban instruir en lafe catlica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habi-tantes. Sobre estas bulas se edific la construccin poltica de las tie-rras americanas como reinos de la monarqua castellana. Para sostenereste dominio, imponiendo sus reglas, los conquistadores se valieron dela supremaca que otorg el dominio de la navegacin de altura y de lasarmas de fuego.

    Hasta 1516, los reinos de indias fueron seoros de los ReyesCatlicos. Despus de esa fecha apareci la expresin de islas y pro-vincias de la Corona de Castilla. Aunque la relacin derivada de laconquista militar gener una situacin colonial (desde el punto de vis-ta econmico, poltico, social y cultural es innegable que haba unasubordinacin, que no haba paridad entre los sbditos naturales de losreinos americanos y los naturales de la Pennsula)1 los territorios, jur-dica y jurisdiccionalmente, fueron reinos.

    Durante todo el siglo XVI y el XVII, la voz provincia fue utilizada enel vocabulario poltico y administrativo de la monarqua hispnica pa-ra denominar genricamente a las tierras incorporadas al dominio re-gio. Su significado era tan difuso como los contornos de las realidadesque nombraba grandes y lejanos distritos territoriales sin lmites pre-cisos y de all derivaba precisamente su utilidad. Se trataba de territo-rios polticamente dependientes, lo cual traza una continuidad con elsentido romano que, como lo ha explicado Vctor Tau Anzotegui, lle-va implcita la nocin de distancia, evocando aquellas comarcas aleja-das del centro del poder poltico.

    Esta denominacin convivi con la ms jurdica de reinos pero enambos casos lo insoslayable fue la presencia de personas fsicas en lascuales el rey haba delegado potestad y autoridad. En el esquema de lamonarqua catlica, el rey no poda ni deba ocupar otro lugar que la ca-

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  • Alejo Garca otro de los nufragos de la hueste Sols que haba con-seguido sobrevivir y volver como expedicionario abord esta bsque-da tierra adentro partiendo desde el sur de las costas del Brasil y tam-bin remont el Paran hasta el ro Paraguay; algunas referenciaspermiten suponer que atraves parte del Matto Grosso y la planicie delos Guaycures, llegando muy cerca del cerro que luego se conoci co-mo Potos, en un viaje que le habra demandado alrededor de cincoaos (entre 1524 y 1529). Rumores sobre estos viajes de Garca y rela-tos de los pocos sobrevivientes de la expedicin de Sols integrados alas comunidades locales, que aprendieron su lengua y sirvieron de en-lace con los nuevos expedicionarios, difundieron indicios firmes sobrela existencia de las Sierras del Rey Blanco. Las informaciones queGaboto llev a Lisboa y Sevilla fueron relevantes para las decisionesque se tomaron respecto de la exploracin de estos territorios. La inva-sin y saqueo al Cusco por los espaoles en 1533 favoreci el financia-miento de expediciones que intentaban llegar al corazn minero desdeel sur, pasando por la regin litoral. As, adems, qued sellada la ter-cera e indeleble inflexin sobre el nombre del mar dulce: el mapa ela-borado por Battista Agnese en 1536, ya registraba el topnimo: Ro dela Plata.

    TRAZOS SOBRE UN MAPA: LO EFMERO Y LO DURADERO

    Hacia 1534, las cartografa de las capitulaciones convenidas entre laCorona de Castilla y sus adelantados-gobernadores revela que estas di-visiones ignoraban el modo en que realmente se movan los agentes:mientras que la Corona dibujaba cortes transversales de este a oeste consalida a ambos ocanos, los adelantados organizaban el territorio reco-rrindolo de norte a sur desde el Per, a uno y otro lado de la cordille-ra, y de sur a norte desde el Ro de la Plata. El proceso de reconocimien-to de las extensiones y de imposicin real de la jurisdiccin seorganizaba en torno a las vas de comunicacin y su forma iba trazn-dose en funcin de condiciones de accesibilidad. As, mientras que laCorona describa jurisdicciones con salidas a ambos ocanos, para losagentes estaba claro que la cordillera de los Andes o el sistema hidro-grfico del litoral rioplatense articulaban realidades espaciales muy di-

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    Juan Daz de Sols haba reemplazado al ya clebre Amrico Vespu-cci en el puesto de Piloto Mayor del Reino y, segn una capitulacin ce-lebrada el 24 de noviembre de 1514, deba relevar la cartografa costeradel sur americano a fin de establecer acuerdos claros con la Corona dePortugal. Sols dio al actual Ro de la Plata el nombre de Mar Dulce, yremont sus aguas internndose por un ro que los indgenas llamabanel Paran Guaz2 y que l nombr Santa Mara. En enero de 1516, trasla muerte de Sols, su cuado Francisco de Torres tom el mando y con-sigui regresar a la Pennsula con algunos de los integrantes de la expe-dicin. A partir de sus informes el Mar Dulce fue designado como Rode Sols.

    En 1518, el motivo principal de la capitulacin de la Corona conHernando de Magallanes era hallar el paso del sur (empresa que de-riv en la primera circunnavegacin del orbe concluida por SebastinElcano). En 1525, Carlos V capitul con Garca Jofr de Loaysa y, haciafinales del mismo ao, confirm un acuerdo con Diego Garca deMoguer, participante de las expediciones de Sols. Estos acuerdos tu-vieron sobre todo un propsito mercantil: estaban convencidos de quela especera estaba dentro de la parte hispnica del tratado deTordesillas.

    El veneciano Sebastin Gaboto se convirti en el sucesor de Solscuando en 1518 acept el cargo de Piloto Mayor del Reino. En 1526 pre-par una expedicin para retomar el camino de su predecesor y una vezall, tom contacto con sobrevivientes de las expediciones de Sols yLoayza, primero en Pernambuco y luego en Santa Catalina. Fue enton-ces cuando recibi los primeros comentarios sobre la Sierra del ReyBlanco, rica en metales preciosos, a la que podra llegar remontando elParan y ...otros que a l vienen a dar.... Hacia 1527 atrac en elPuerto de San Lzaro y otro sobreviviente del grupo de Sols le confir-m esas noticias, aunque sin animarlo a remontar el ro, escasamenteprofundo en muchos de sus tramos. No obstante, Gaboto remont untrecho del Paran y, en la confluencia con el Carcara erigi el FuerteSancti Spiritus, desde donde se lanz luego, ro arriba, adentrndosepor el Paran hasta el Paraguay. Ms tarde, en costas del ro Uruguay,Gaboto se encontr con Diego Garca de Moguer y con otros sobrevi-vientes de la expedicin de Sols que haban conseguido integrarse a lascomunidades locales.

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    adminHighlightDESPUS DE confluencia AGREGAR: de uno de sus brazos (el ro Coronda)

    La frase debe quedar: confluencia de uno de sus brazos (el ro Coronda) con el Carcara etc.

  • Este contraste entre una territorialidad imaginada y un territorio vivido(el espacio) involucraba adems otros factores: an cuando existierancaminos buenos, el objeto de la movilizacin, el tipo de recursos movi-lizados o la ponderacin de los riesgos que el recorrido implicaba defi-nan los alcances reales del territorio objeto de la capitulacin. Los con-quistadores fueron fieles a su conducta etnogrfica: utilizaron caminosseguros y probados, por (y para) las relaciones de dominacin polticaindgenas y casi siempre estaban consolidados con anterioridad a sullegada. Los cronistas recomendaron a los jefes de sus huestes la adop-cin de elementos estratgicos que ya funcionaban en las sociedadesoriginarias.

    El camino que conect la cuenca platense con la regin altoperuanafue finalmente terrestre y se consolid tempranamente: todava hoy esconocido como el camino Real, y une puntos extremos distantes en-tre s ms de 600 leguas.

    Carlos V capitul con Pedro de Mendoza en 1534. Por este instru-mento, y con el ttulo de Adelantado, Mendoza estaba autorizado a en-trar por el Ro de la Plata hasta el Pacfico y era el titular de una pro-vincia de doscientas leguas de costa a costa, denominadagobernacin del Ro de la Plata. Por el norte, su territorio comenzaradesde donde se acaba la gobernacin que tenemos encomendada almariscal Don Diego de Almagro y por el sur llegaba hasta el estrechode Magallanes. Mendoza tena derecho y obligacin de conquistar y po-blar esas tierras para la Corona espaola.

    Ya en tierras rioplatenses, a comienzos de febrero de 1536, orden laconstruccin de un fuerte en la margen occidental del ro (en la actua-lidad, inmediaciones del Parque Lezama, ciudad de Buenos Aires). Allfij la sede de su gobierno. La salud del Adelantado era mala (padecasfilis), el asentamiento sufri numerosos problemas y, sobre el final delao, un ataque de los indios querandes decidi al gobernador partir enbusca de refugio remontando el Paran hasta el fuerte Sancti Spirituque ya haba sido despoblado. A partir de all, el proyecto lo condu-jo su teniente, Juan de Ayolas; Mendoza regres a Espaa, y falleci enlas Islas Canarias el 23 de junio de 1537.

    Ayolas remont el Paran hasta el Paraguay; cre el asentamiento dela Candelaria y sigui hacia el noroeste, buscando la sierra de la plata.El 15 de agosto de 1537, Juan de Salazar fund en tierra de guaranes

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    ferentes. Por ltimo, la comunicacin entre esos territorios, que en laficcin del mapa parecan llanos y continuos, tampoco era sencilla.

    Mapa 1. Territorios sudamericanos de la Monarqua hispnicahacia 1540: las primeras gobernaciones

    Fuente: Elaboracin propia, en colaboracin con Ins Rosso, en base al mapa publi-cado por Oscar Nocetti y Lucio Mir, en La disputa por la tierra, Buenos Aires,Sudamericana, 1997, p. 20.Nota: En este mapa, el territorio concedido a Francisco Pizarro (la Gobernacin deNueva Castilla) se ampliaba en 70 leguas y se creaban las gobernaciones de NuevaToledo (concedida a Diego de Almagro), Nueva Len (a Simn de Alcazaba) y delRo de la Plata (capitulada con Pedro de Mendoza).

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    adminHighlightsur (aunque se superpona con otras concesiones)

  • do en 1547 una imagen esquemtica: las gobernaciones eran represen-tadas como rectngulos formados entre paralelos con la lnea deTordesillas al este y el ocano Pacfico al oeste.

    La diferencia entre las jurisdicciones cartografiadas y las experimen-tadas no constitua el nico desajuste: en 1547, la Corona asumi quepoda capitular nuevamente parte del territorio paraguayo y rioplaten-se y lo hizo con Juan de Sanabria motivo por el cual en el territorio rio-platense apareci en algunos mapas como Gobernacin de Sanabria.El mismo ao, en su calidad de Presidente de la Audiencia de Lima,Pedro de La Gasca premi a Diego de Centeno capitn de su partidoen la lucha contra los pizarristas con la titularidad sobre una jurisdic-cin que llevaba su nombre y que ignoraba la existencia de la goberna-cin del Paraguay, los acuerdos emanados de las capitulaciones entre laCorona y Pedro de Mendoza y las capitulaciones que haban rubricadoAlvar Nez Cabeza de Vaca y Juan de Sanabria. La invencin de LaGasca recortaba terreno a las gobernaciones de Pizarro y Almagro, reu-nidas por Real Cdula del 9 de septiembre de 1540 y otro tanto a la queahora se denominaba de Sanabria: Asuncin, todo el Chaco paragua-yo, la regin de los bajos valles calchaques (luego tucumana), Charcas,Cuzco y Potos, quedaban bajo la nueva provincia creada por elLicenciado. La entrada fsica de Diego de Centeno al Paraguay nunca serealiz, tampoco la de Sanabria: la Gobernacin de Paraguay qued enmanos de Irala hasta su deceso en 1557, cuando fue traspasada por tes-tamento a su yerno, Gonzalo de Mendoza, y hasta 1593 el gobierno delParaguay y Ro de la Plata estuvo en manos de Adelantados que capitu-laban directamente con la Corona o de sus tenientes (excepcionalmen-te el virrey del Per pudo nombrar un gobernador provisorio en 1592 apedido de Felipe II, para defender a Buenos Aires).

    Pero el fracaso de las gobernaciones de Centeno y de Sanabriamuestra que haba margen para la creacin de jurisdicciones y queexista un mbito de confrontacin de proyectos. Estos hechos tam-bin demuestran que la Corona creaba poderes que luego no podanejercerse sencillamente (el Presidente de la Audiencia no consiguicrear una gobernacin; el virrey del Per no poda nombrar goberna-dores a su antojo) y que ciertas autoridades menores pero con ascen-diente sobre la poblacin del territorio, como Irala, que era apenas unteniente de adelantado oponindose a sus superiores pudieron resol-

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    (al sur del puesto de la Candelaria) la Casa Fuerte que pronto deven-dra ciudad de Asuncin, madre de ciudades del corredor paranaen-se. Desde entonces, el rea fue conocida como Gobernacin delParaguay y Ro de la Plata.

    Juan de Ayolas no regresaba de su expedicin, pero no se lo dio pormuerto. Domingo de Irala se hizo cargo del gobierno de esta nuevaprovincia de la monarqua como lugarteniente de Ayolas. La Corona,entre tanto, capitul con Alvar Nez Cabeza de Vaca y lo nombrAdelantado Gobernador del Ro de la Plata. El legendario sobrevivien-te de naufragios y cautiverios que haba recorrido buena parte de Am-rica del Norte a pie, se puso al frente de una expedicin que entre 1541y 1542 march 1.600 km a travs del sur del Brasil hasta Asuncin,adonde lleg exhibiendo su ttulo. Irala segua al mando en Asuncincomo teniente de Ayolas, a quien todava se daba por vivo. Nez pu-do desplazarlo temporalmente su ttulo se lo permita, incluso envi aIrala a buscar a Ayolas camino del Per pero no dur demasiado tiem-po. Los apologistas de Nez sostienen que su intencin de poner or-den y frenar los excesos que los europeos cometan contra los indge-nas le gan enemigos. Lo cierto es que gener conflictos y hubo variosintentos de los espaoles por echarlo; una rebelin, posiblemente alen-tada por Irala, envi al adelantado de regreso a la Pennsula en 1544.

    Repuesto como gobernador del Paraguay, Irala haba comprendidoque la subida de hombres desde el Paraguay hacia el Alto Per no erabien recibida: tras la derrota de Diego de Almagro en las guerras civi-les, las gobernaciones de Pizarro y Almagro fueron reunidas. CristbalVaca de Castro (el ltimo gobernador anterior a la Real Cdula de 1542que cre el Virreinato del Per) distribuy como premio entre sus adep-tos tierras y encomiendas promoviendo expediciones que deban abrirlas fronteras hacia el Sur y el Sudeste.

    EL TERRITORIO COMO EXPERIENCIA POLTICA: LA DESCARGA DE LA TIERRA

    La Monarqua haba creado el virreinato del Per a finales de 1542 y, en1544 estableci la Real Audiencia de Lima. Sin embargo, a pesar de laveloz acumulacin de informacin y expansin de los europeos en elterreno, la cartografa poltica de estos territorios continuaba presentan-

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  • escasos, ya que los botines, incluso en el Per, no eran infinitos. Por lotanto, era corriente que los soldados fueran satisfechos con beneficiosque solo podan concretarse lejos del lugar donde haban obtenido el lo-gro militar. Esta purga de hombres con derecho a premios se denomina-ba descargar la tierra.

    El enorme tringulo imaginario que tena por vrtices las ciudadesde La Plata (luego Charcas, hoy Sucre, fundada en 1538) Asuncin(1537) y la arrasada Buenos Aires de Mendoza (1536-1541), constituyuna enorme arena donde los europeos confrontaban con los pueblos in-dgenas, con la naturaleza y donde ponan a prueba su proyecto colo-nial: hacia esa superficie tambin se dirigan las expediciones de con-quista organizadas desde el Per. Pedro de La Gasca estimulabaasentamientos al sur de Charcas pretendiendo articular el comercio en-tre el Per y Asuncin por tierra, pero como se dijo sobre todo por-que despus de las Guerras Civiles, sobraban capitanes y faltaban pre-mios: La Gasca se opona a la subida de gente por el Ro de la Plata, ypromova la descarga de gente del Per hacia las tierras del Tucumn yel Ro de la Plata. Los bandos triunfadores en las guerras civiles delPer premiaban los servicios militares de los jvenes capitanes con tie-rras y con el derecho de recoger tributos de las comunidades indgenas.

    Esta dinmica produjo un consistente avance hacia el sureste, en cu-yo curso se fundaron las ciudades de Barco I (1550), Barco II (1551),Barco III (1552)-Santiago del Estero (1553), Londres (1558), San Miguelde Tucumn (1562), Crdoba de la Nueva Andaluca (1573) y Salta(1582). Estas fundaciones fueron sugeridas y planificadas por las msaltas autoridades de Charcas, utilizando el rea como una vlvula deescape para descargar a quienes aguardaban recompensas por habercombatido contra Gonzalo Pizarro. El Oidor Matienzo pensaba en la re-construccin de Buenos Aires como el camino hacia un sistema de cir-culacin que suplantara el de Portobelo-Panam, y articulara la comu-nicacin econmica entre Lima, Charcas, Chile, Tucumn, el Ro de laPlata y la Metrpoli.

    En 1563 se cre la gobernacin de Tucumn (con sede en la ciudadde Santiago del Estero) y desde 1569, el Virrey Francisco de Toledo con-tinu con la expansin hacia el sur bajo la premisa de que fundandociudades se solucionaran los inconvenientes de circulacin econmi-ca en esa parte del Virreinato, atribuidos a la accin de los grupos ind-

    HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 67

    ver la continuidad del gobierno en nombre de la misma monarquacuyo mandato desobedecan. Es el caso de la rebelin contra el ade-lantado Vaca de Castro, que finalmente garantiz la estabilidad delproyecto asunceo.

    En cuanto a los territorios rioplatenses, es interesante comprenderqu significaban en aquel momento: para los conquistadores del Per,una terra incognita til para premiar a los capitanes ms jvenes (de esemodo, con el premio los alejaban y adems iban jalonndose asenta-mientos hacia el Atlntico); para los conquistadores que haban entra-do por el Ro de la Plata, significaban el largo camino por tierra que losseparaba del rico Per. Para la Corona, una ancha franja indiferenciada,con salida a ambos ocanos. Para los asunceos, a quienes el oeste lesestaba vedado por los conquistadores del Per y el este por los portu-gueses, el nico frente de descarga posible y conocido, ya que podanvolver sobre sus propios pasos.

    Hasta el ltimo cuarto del siglo XVI, el estuario platense configurpara los europeos la geografa de un fracaso repetido: Sols, Gaboto,Garca, Loayza, Mendoza, Ayolas y Nez (entre otros) fueron las pun-tas de lanza de los intentos europeos que no consiguieron instalar nin-gn establecimiento duradero en el rea.

    El primero en afirmarse fue el de Asuncin del Paraguay, en 1537,muy lejos de la boca del ancho ro. Los restos del fuerte de BuenosAires constituan el nico punto de paso bajo jurisdiccin castellanaentre Asuncin y la metrpolis. La destruccin del fuerte de SantaMara del Buen Ayre es coetnea a la creacin del cabildo de Asuncin;desde all y desde entonces se baraj la idea de fundar otra ciudad roabajo, sobre el Paran, con el propsito de conectarse con la salidaatlntica por va fluvial y con el Per por tierra. Esto pudo concretarseen 1573, con la fundacin de Santa Fe a orillas del ro de los Quiloazas(hoy San Javier). En el nterin, los diferentes emprendimientos fueronderrotados por la falta de estmulos, las buenas artes de defensa de lastribus originarias, las bacterias, el clima, problemas con propios y ex-traos o sus propias incapacidades.

    El xito en la conquista de un territorio planteaba sus problemas: lossoldados tenan derecho a parte del botn y, segn su desempeo, tam-bin a algn ascenso de grado militar. En el lugar de los hechos, esto ge-neraba un exceso de capitanes y los premios a mano podan volverse

    TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794)66

    adminHighlighteliminar la palabra "enorme"

  • La fundacin de Buenos Aires en 1580 es parte de este proyecto, ysignifica el triunfo de los Ortiz de Zrate. Aunque el dato parece curio-so, es importante para visualizar el modo en que se organiz el territo-rio: Buenos Aires fue fundada por un vizcano que entr a Amrica porel Per, pero que trabaj para consolidar la gobernacin del Paraguaybajo el control de una familia que haba sido desplazada de los mxi-mos resortes del poder en el Per. Buenos Aires, en el principio, fueuna ciudad paraguaya por jurisdiccin aunque, por definicin, riopla-tense. Los fundadores de las ciudades de Santa Fe, Buenos Aires,Concepcin del Bermejo y San Juan de Vera de las Siete Corrientes (en1573, 1580, 1585 y 1588 respectivamente) acreditan experiencia ante-rior como vecinos o soldados en tierras peruanas lo que permite afirmarque este espacio se articul incluso si fracas el proyecto de Toledocomo el resultado de la experiencia conflictiva entre las corrientes con-quistadoras que ingresaron por el Per y las que, desde Asuncin, in-tentaron recuperar el control del Ro de la Plata.

    BUENOS AIRES, EL GOBIERNO Y LAS JUSTICIASA ESCALA DE MONARQUA (1617-1776)

    Hasta 1593, los adelantados del Ro de la Plata tuvieron funciones ygrado de gobernadores. El descomunal territorio bajo su jurisdiccinera designado como la gobernacin del Paraguay o, utilizando un vo-cablo todava no estabilizado en el lxico administrativo, las provin-cias del Paraguay y Ro de la Plata. Por otra parte, desde 1563 la po-blacin de esta gobernacin y la del Tucumn fueron subordinadasjudicialmente al distrito de la Real Audiencia de Charcas.

    Aquel diseo latitudinal de las gobernaciones trazado sobre el mapaen los aos 1550 estaba hecho aicos: hacia finales de siglo XVI las di-visiones jurisdiccionales del Virreinato del Per cartografiaban el pesolocal de los Adelantados, la resolucin de algunos conflictos entre pro-yectos y, sobre todo, se organizaban en funcin de rutas efectivamentetransitadas entre un puado de ciudades que mantenan entre s rela-ciones de jerarqua y complementariedad.

    La fundacin de ciudades se distingua por la creacin de un cabildo(en Castilla concejo), institucin desde la cual los hombres que tenan

    HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 69

    genas. Su proyecto priorizaba la comunicacin con las tierras del sur ycontaba con hombres que lo haran a su costo; stos, desde luego, reten-dran la conduccin y la capacidad de designar los ms altos oficios delas nuevas jurisdicciones.

    La conquista desde el Per hacia el sureste fue firme, constante yconsistente; pero desde el Paraguay nunca se abandon la idea de po-blar abajo para mejorar la comunicacin con Per y Espaa. Ambasconquistas descargaron la tierra hacia el tringulo rioplatense.

    En 1572, la represin de una nueva rebelin en Asuncin (protago-nizada por jvenes llamados mancebos desordenados) gener la ex-pulsin de una buena cantidad de jvenes mestizos que fueron enrola-dos como hueste para la expedicin de Juan de Garay, quien embarcabacon la misin de fundar una ciudad ro abajo.

    En 1573, la exploracin de Juan de Garay (proveniente de Asuncin)se encontr a orillas del ro Paran, en las inmediaciones de la actualciudad de Coronda, con la de Jernimo Luis de Cabrera (provenientedel Per). Cabrera, gobernador de Tucumn nombrado por Toledo, ha-ba llegado hasta all desobedeciendo las instrucciones que tena. Peroaunque incumpla rdenes explcitas, de todos modos desarrollaba unpropsito del virrey: ensanchar la jurisdiccin del Tucumn hasta elRo de la Plata.

    Juan de Garay encarnaba otro proyecto (el de los Ortiz de Zrate) quecompeta directamente con el de Toledo: el objeto en disputa era, pre-cisamente, la jurisdiccin sobre el territorio tucumano-rioplatense.Garay haba trabajado duro para sostener estos territorios bajo el controlde su familia, la de los Ortiz de Zrate. Durante 1577 viaj a Charcas pa-ra concertar con su pariente Fernando de Zrate el casamiento de Juanahija del recientemente fallecido Adelantado Juan Ortiz de Zrate, tam-bin pariente suyo con el Licenciado Juan de Torres Vera y Aragn:Juana aportaba al matrimonio el ttulo de Adelantado y Gobernador delas Provincias del Ro de la Plata. El trmite fue tortuoso, pero se con-cret y en abril de 1578 Garay fue recompensado por su nuevo parien-te con el cargo de Teniente de Gobernador y Capitn General de lasProvincias del Ro de la Plata. Los movimientos de Garay lesionaban losintereses de la faccin de Mendieta en el Paraguay y a los del virreyToledo sobre el litoral, al tiempo que afianzaban su propia posicin y lade sus familiares.

    TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794)68

    adminHighlightacreditaban

  • Hernando Arias de Saavedra, dos veces teniente de gobernador entre1592 y 1597 y cuatro veces gobernador entre 1598 la primera vez poraclamacin de una asamblea local y 1617).

    Hasta la llegada del gobernador Diego de Gngora en 1618, el cabil-do de Buenos Aires haba sido el escenario de dursimos enfrentamien-tos entre dos facciones polticas que se disputaban el control del gobier-no de la ciudad. Un buen posicionamiento en dicho cabildo significaba,entre otras cosas, decidir sobre el control de las puertas hacia las rutascomerciales, fluviales y terrestres, de las cuales Buenos Aires era la lla-ve. Los que conformaban el grupo de los benemritos as llamados porprovenir de familias de conquistadores antiguos con Hernando Ariasde Saavedra y sus aliados, buscaron mantener sus articulaciones conAsuncin, Crdoba y el Tucumn bajo unas reglas de juego que exclu-an a algunos actores que, como los comerciantes portugueses y holan-deses, ya no podan ser ignorados. El mismo Hernandarias, asentado enSanta Fe, pudo ver cmo, en 1622, casi un tercio de los varones adul-tos de la ciudad eran portugueses y cmo stos eran sistemticamenteelegidos para desposar a las hijas de los hijos de los primeros conquis-tadores. Ellos ofrecan un capital para iniciar una pequea empresa co-mercial y las candidatas santafesinas les proporcionaban una casa y unsuegro (un nombre de familia) espaol y benemrito. Es necesario re-cordar que los portugueses incluso durante el perodo de unin de lasCoronas, entre 1580 y 1640 nunca dejaron de ser considerados extran-jeros, y sus detractores siempre los tildaron de cristianos nuevos, de ju-dos o de judaizantes.

    Hernandarias haba encontrado un modo legal de perseguirlos: co-mo no eran considerados naturales de los reinos de Castilla, para resi-dir en cualquier ciudad de la Monarqua hispnica necesitaban, comocualquier extranjero, una licencia. Por lo tanto, en varias ocasiones dis-puso aplicar la Cdula de 1602 en la que se ordenaba expulsar deBuenos Aires a todos los portugueses que no tuvieran licencia para re-sidir en esa ciudad.

    El inicio del gobierno de Gngora, a los efectos de la historia queaqu se cuenta, sirve para datar la temprana consolidacin de BuenosAires como un puerto que tendra un movimiento comercial ms alldel planificado dentro del monopolio hispnico y el inicio de una ex-periencia poltica diferente, como cabecera de una gobernacin.

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    los privilegios y las obligaciones de la vecindad se reunan a discutir (acabildear) las cuestiones del gobierno de la ciudad. Los cabildos rio-platenses, creados a imagen y semejanza de los hispanoperuanos, esta-ban integrados por dos alcaldes ordinarios (mximas autoridades de go-bierno y administradores de la justicia), regidores (que ocupaban susasientos de regimiento, al comienzo fueron seis en cada ciudad y lasregiduras podan comprarse a la Corona en subastas pblicas) y una se-rie de oficiales y funcionarios que cumplan diferentes roles, como elmayordomo, el procurador, el alfrez real (otro oficio venal, comprable),entre muchos otros, bajo la presidencia del gobernador o de su teniente.Para gobernar los descampados, los cabildos designaban alcaldes de lahermandad (oficiales que deban cumplir funciones de justicia y policaen poblaciones rurales, a veces cercanas, otras bastante lejanas) sujetasa su jurisdiccin y tambin jueces comisionados para resolver cuestio-nes especficas. Si bien en los cabildos cabecera de provincia podan te-ner su sede los gobernadores, esta institucin siempre fue el reducto delas elites locales y el bastin poltico de cada ciudad.

    La diferenciacin jurisdiccional entre el Paraguay y el Ro de la Platase sancion el 16 de diciembre de 1617, cuando Felipe III orden divi-dir en dos la enorme gobernacin paraguayo-rioplatense. Para enton-ces, la ciudad de Buenos Aires haba crecido ms que Asuncin,Corrientes, Concepcin del Bermejo y Santa Fe en todos los rdenes. Suimportancia a escala imperial no derivaba solamente del incrementodel nmero de sus habitantes o del eficaz aprovechamiento del espaciorural ms prximo: su ubicacin y los agentes que la poblaron le dieronpronto el perfil de una ciudad bien comunicada donde podan hacersenegocios legales y tambin los que no estaban permitidos para los cua-les se encontraba la manera.

    La designacin de Buenos Aires como cabecera de la nueva goberna-cin del Ro de la Plata signific esta vez la victoria de un proyecto quecompletaba el de Garay y al mismo tiempo lo liquidaba: Buenos Aireshaba desplazado a Asuncin como centro neurlgico en el mundo rio-platense y se despegaba del lejano gobierno paraguayo. Los grupos deproductores y de comerciantes que controlaban el gobierno del cabildode Buenos Aires dieron por finalizada su dependencia de Asuncin yde las familias que hasta entonces haban intentado mantener el controlpoltico del territorio (cuya figura ms visible fue el yerno de Garay,

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    adminHighlightREEMPLAZAR TODO LO SUBRAYADO POR : controlar

  • grandes jurisdicciones: lo mismo ocurri con las menores, ya que alldonde un cabildo designaba un alcalde de la hermandad pocos mesesdespus se eriga (casi siempre) una parroquia.3 Los gobiernos de lotemporal y de lo espiritual se desarrollaron territorialmente siguiendoritmos muy prximos, mas todo en conjunto era parte de un mismo ynico entramado poltico.

    Mientras Buenos Aires fue ciudad sufragnea de Asuncin, solo de-pendieron de ella algunos pagos sobre los cuales ejerca el gobiernoa travs de dos alcaldes de la hermandad. Pero desde que adquiri lacondicin de cabecera de gobernacin, disfrut de nuevos derechos ycontrajo nuevas obligaciones respecto de las otras ciudades que compo-nan esta nueva provincia: en ese momento (1617) Santa Fe, Concep-cin del Bermejo y Corrientes.

    En primer lugar, el gobernador tena derecho a enviar a cada una deellas un teniente, alguien que estuviera all en nombre suyo (un repre-sentante). Pero hasta entonces, los hombres que haban oficiado de te-nientes del gobierno de Asuncin en las otras ciudades (incluida BuenosAires) siempre haban sido hombres vinculados con familias avecinda-das en la ciudad de destino, incluso de las ms antiguas. Diego deGngora y algunos de sus sucesores intentaron imponer un nuevo esti-lo, designando como sus tenientes a hombres de su confianza pero ex-traos para los vecinos de las ciudades. Esta situacin molest a los ve-cinos de Santa Fe y Corrientes, causando conflictos donde los vecinosresistieron estas designaciones, por ejemplo, sacando a relucir viejas ysiempre incumplidas leyes con las cuales conseguan dilatar la acepta-cin de estos tenientes hasta que provocaban la designacin de algunoque suponan ms adecuado para su propio juego poltico. En otros ca-bildos, como en el de Corrientes, esta mediacin entre el teniente y elcabildo fue asumida en alguna ocasin por un interventor externo.

    Un teniente de gobernador, aparte de presidir el cabildo, se desem-peaba como la justicia mayor en la ciudad y tena tambin la funcinde capitn de guerra: era el mximo responsable a la hora de tomardecisiones sobre las cuestiones ms urgentes. En ciudades que eran b-sicamente fronteras y que estaban en permanente guerra con el in-dio, su condicin de mxima autoridad militar los pona muchas ve-ces frente a situaciones complicadas, durante las cuales tenan quedecidir entre la defensa de la ciudad (cuyo cabildo presidan) o la asis-

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    CABECERA DEL GOBIERNO Y DE LA JUSTICIAPARA LOS CUERPOS Y LAS ALMAS

    Como se explica en el captulo redactado por Fernando Jumar, duranteel siglo XVII la ciudad de Buenos Aires se convirti en la puerta de en-trada de una economa que conectaba a Cuyo y Chile al oeste, Santa Fey Corrientes al norte, pero tambin a todo el camino real hasta las puer-tas de Potos con el mundo atlntico. Este rol articulador que BuenosAires jug entre el mundo europeo y los territorios que se extendanms all de sus trminos puso en juego la idea de que los caminos quesalan desde la cabecera de la gobernacin hacia el Salado, hacia Cuyo,Crdoba o Santa Fe conducan a un interiormientras que el mar, el bor-de ms continental del ocano Atlntico, era el ancho portal que comu-nicaba con el mundo exterior.

    Felipe III orden una nueva divisin territorial para el rea: empla-z la ciudad de Buenos Aires como cabecera de la nueva gobernacindel Ro de la Plata (17 de diciembre de 1617) y atribuy igual nmerode ciudades (cuatro para cada una) y una extensin ms o menos equi-tativa para cada gobernacin. Muy poco despus, y como movimientocorrelativo para acompaar la divisin de la gobernacin temporal pa-raguaya, se hizo lo propio desde lo eclesistico y, dividiendo el deAsuncin, se cre el nuevo obispado de Buenos Aires (1620).

    Uno de los sntomas del temprano xito de Buenos Aires en su rolde sede y centro de gobierno secular y eclesistico es el peso con el cualel nombre de la ciudad se impuso a los territorios que encabezaba: lagobernacin, creada con el nombre de Ro de la Plata, fue conocida e in-cluso nombrada oficialmente como Gobernacin de Buenos Aires; lomismo sucedi con el obispado. La mimesis entre el nombre de la ca-beza (la ciudad) y el resto del cuerpo (la gobernacin) expresa bien elvalor que esta cabeza tena para ese cuerpo y aun el que iba adquirien-do dentro del esquema policntrico de la monarqua.

    A la divisin de esta gobernacin correspondi la del obispado: asse crearon la Gobernacin de Buenos Aires (1617) y obispado homni-mo en 1620. Pero esta simetra entre los gestos territoriales para organi-zar el gobierno de lo civil y de lo religioso haba comenzado en el sigloXVI (el cabildo de Asuncin fue creado en 1541 y el obispado delParaguay, con sede en la misma ciudad, en 1547) y no se limit a las

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    adminHighlightREEMPLAZAR POR : el nombramiento

  • Mapa 2. Audiencias y provincias hacia 1785.

    Fuente: Elaboracin propia en colaboracin con Ins Rosso.

    Las relaciones entre la cabecera y las ciudades sufragneas no tuvieronsolamente contenidos conflictivos; aunque Santa Fe y Buenos Airesmantuvieron un largo pleito por la cuestin del Puerto Preciso, no fueimposible que durante el mismo perodo se produjeran situaciones decolaboracin. Griselda Tarrag ha mostrado la muy buena recepcinque tuvo en los sectores acomodados de Santa Fe el conjunto de medi-das que Bruno Mauricio de Zabala implement desde 1732. De hecho,Zabala se apoy en miembros notables de los clanes ms asentados enSanta Fe a fin de articular mejor la defensa de los distintos frentes quelas ciudades enfrentaban contra las comunidades indgenas, creandonuevas reducciones en el norte y llevando tranquilidad relativa a laspoblaciones a partir de alianzas con jefes mocoves y abipones.

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    tencia a la cabecera de la gobernacin (de cuyo titular era el brazo po-ltico). Por lo tanto, su autoridad para movilizar en una u otra direccina las milicias locales no siempre era mansamente obedecida por los ve-cinos, y era segura fuente de dolores de cabeza.

    En los cabildos sufragneos, las quejas a causa de las exigencias deBuenos Aires eran frecuentes. En septiembre de 1621, es un ejemplo tem-prano, el gobernador Gngora visit la ciudad de Santa Fe y exigi cin-cuenta hombres para que lo acompaaran en su viaje a las otras ciudadesdel norte, Corrientes y Concepcin. El cabildo santafesino los neg argu-mentando escasez de hombres pero tambin que aquellas ciudades nun-ca haban socorrido a la de Santa Fe. En cambio, cuando en 1624 el go-bernador Cspedes reclam la asistencia de vecinos de todas las ciudadesinvocando el peligro que significaba la amenaza holandesa sobre el puer-to de Buenos Aires apenas reiniciada la Guerra de Flandes, todos los ca-bildos sufragneos respondieron inmediatamente enviando sus milicias.

    Pero no todo era mando e imposicin para las ciudades sufragneasde la gobernacin: los vecinos tambin tenan su manera de plantear re-clamos y sugerencias. Los cabildos nombraban procuradores que viaja-ban a la cabecera o incluso a la lejana Real Audiencia de Charcas parapresentar quejas, gestionar recursos, presentar pleitos o solicitar algntipo de exenciones o privilegios. Las licencias para explotar el ganadocimarrn (llamadas de vaquear o para hacer vaqueras), por ejem-plo, deban ser emitidas por el gobernador de Buenos Aires, lo cual mo-tivaba que ciertos vecinos a quienes la representacin del procuradorno les resultaba completamente satisfactoria, se movilizaran personal-mente para obtener estas valiosas habilitaciones y, de paso, realizabanotros negocios en la ciudad portea.

    Cuando la cabecera significaba un obstculo para sus intereses, lasciudades sujetas a ella deban acudir a una autoridad superior: en 1625,por caso, los santafesinos solicitaron ante la Real Audiencia de Charcasla instalacin de una aduana (como la que en 1621 se haba instaladoen Crdoba). En 1726, por citar otro ejemplo, Santa Fe, a travs de con-tactos en la Corte, se dirigi directamente al Rey, de quien obtuvo unaCdula que la designaba Fe como puerto preciso, es decir, paso obli-gado y con derecho a cobrar impuestos sobre todas las mercaderas quebajaban desde Asuncin por ro, lo cual perjudicaba notoriamente aBuenos Aires, sede de la gobernacin.

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    adminHighlightELIMINAR: Fe

  • cerr sus puertas por falta de Jueces letrados y nada de la potica sobrela reunin de las provincias del Paraguay y el Ro de la Plata volvi aser invocado algo que, por supuesto, desde Buenos Aires era percibi-do como una carga.

    Durante el Siglo de las Luces fueron varios los intentos que desdeBuenos Aires se hicieron para obtener su restablecimiento. En 1748,Jos de Andonaegui expresaba al marqus de la Ensenada la necesidadde volver a emplazar en Buenos Aires una Audiencia para que con suRegia representacin corrija los errores y ponga en formalidad y ordenel estilo de los tribunales que corre con lamentable desconcierto por noquerer as jueces, abogados como escribanos desasirse de las malasprcticas y dilatorias en que estn impuestos.4 Estas breves lneas sin-tetizan el argumento ms recurrentemente esgrimido para impulsar sureinstalacin: los jueces (se deca en la poca) sin controles letradoscerca, se desempeaban de manera desordenada o arbitraria, ca-yendo frecuentemente en abusos de autoridad.

    Desde la creacin del virreinato se impuls en Buenos Aires unafuerte embestida contra la justicia lega absolutamente dominante en labaja justicia, pero tambin en la justicia ordinaria, entre alcaldes de ca-bildos y Vrtiz promovi la obligatoriedad de la asistencia de tenien-tes letrados en los cabildos, intencin que se vio confirmada entre 1783y 1784 por sendas medidas de Francisco de Paula Sanz (gobernador-in-tendente de Buenos Aires) y el virrey Loreto. De hecho, una de las preo-cupaciones ms importantes de los primeros oidores fue la de regulari-zar las justicias inferiores y la de asegurar la presencia de asesoresletrados en las ciudades sufragneas.

    En este sentido, alcaldes ordinarios (pero sobre todo jueces provin-ciales y los alcaldes de la hermandad) fueron objeto de lo que AntonioManuel Hespanha ha denominado la violencia dulce con la cual los ma-gistrados de extraccin letrada reconvenan a los prcticos que, en surusticidad, probablemente no dominaban las finezas de los procedi-mientos pero conocan los cdigos culturales de una sociedad que, aun-que bsicamente iletrada, tena una cultura jurdica basada en las cos-tumbres y en la experiencia.

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    Otros cabildos estuvieron bajo la jurisdiccin de la gobernacin deBuenos Aires durante el siglo XVIII. El de Montevideo, ciudad funda-da por Bruno Mauricio de Zabala en 1726, permaneci bajo su gidahasta 1751, cuando fue creado el gobierno poltico y militar deMontevideo. Haba sido organizado tambin en 1730, ao en que secrearon varios pueblos y curatos. Otro de los pagos donde se habacreado un curato en 1730 el de Lujn adquiri la calidad de villacon cabildo en 1756. No obstante el indudable inters que podra re-vestir la ilustracin de conflictos y colaboraciones entre la cabecera yestas ciudades, para terminar la reflexin sobre el tema de este cap-tulo preferimos enfocar algunos episodios polticos del ltimo cuartodel siglo XVIII.

    Buenos Aires tambin fue sede del mximo tribunal de justicia resi-dente en Amrica: la Real Audiencia. Lo fue en dos ocasiones: entre1661 y 1672 y entre 1785 y 1812, cuando el Reglamento de Instituciny Administracin de Justicia del gobierno Superior Provisional de lasProvincias Unidas del Ro de la Plata la reemplaz por una Cmara deApelaciones. La creacin de la primera Real Audiencia respondi a re-clamos y urgencias planteados a la Corona por varios sectores de la so-ciedad rioplatense, que entenda necesario y conveniente asentar unasede del mximo tribunal en Buenos Aires, para evitar los costosos des-plazamientos a la ciudad de La Plata (Chuquisaca, sede de la RealAudiencia de Charcas). Una Real Cdula de 1662, hace referencia aciertos perjuicios que habra acarreado para rioplatenses y paraguayosla divisin del gobierno temporal y espiritual implementado en 1620 yque la creacin de esta Real Audiencia era un gesto que responda a lavoluntad de que se volviesen unir y poner en la forma que antesestaban [] y con volver unir el Gobierno de ellos, en lo espiritual ytemporal, se acudir al remedio de los trabajos que se dice han padeci-do y padecen sus habitadores y se evitarn en lo de adelante.Concretamente, el Rey peda un informe a la Audiencia sobre la posibi-lidad cierta que vean de progresar en esta nueva reunin de ambas pro-vincias.

    Sin embargo, un ambiente cultural poco propicio para la cultura le-trada y un volumen de trabajo que no volva completamente impres-cindible el sostenimiento del Tribunal hizo que en 1671 la situacin re-virtiera a su estado anterior. La Primera Audiencia de Buenos Aires

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  • el final del ao de 1784 y a comienzos del ao siguiente, a instanciasde una orden del gobernador-intendente Francisco de Paula Sanz parareducir la delincuencia en los caminos y las campaas, el cabildo deBuenos Aires design nada menos que nueve alcaldes de la hermandad.Lo hizo para los pagos de Arrecifes (donde haba capilla desde 1730, lomismo que en Merlo y en Areco); Baradero (donde funcionaba la reduc-cin de Santiago Apstol desde 1615); San Nicols (donde haba pue-blo y capilla de San Nicols de Bari desde 1748); Pergamino (donde ha-ba una guardia desde 1749); San Pedro (donde haba pueblo yconvento desde 1751); Morn (donde funcionaba la capilla del BuenViaje desde 1769); Quilmes (donde funcionaba la reduccin de indiosQuilmes y Acalianes desde 1666); San Vicente y Exaltacin de la Cruz.Hacia el final de 1785, la campaa bonaerense estaba dividida en trecepartidos. Cuando en 1786 se restableci el cabildo de Lujn, quedaronbajo su jurisdiccin los pagos de San Antonio de Areco, Pilar yExaltacin o Caada de la Cruz, con sus respectivos alcaldes de la her-mandad. En otras ciudades sufragneas, como en Santa Fe, las divisio-nes en pagos se detuvieron con la creacin de un solo alcalde de la her-mandad (Coronda en 1784), pero desde 1789 stos fueron auxiliadospor jueces pedneos y comisionados a cargo de distritos ms pequeosincluidos dentro de los partidos. Lo que resulta interesante en estos ca-sos es que fueron los vecinos los que solicitaron la creacin de las pe-danas (con los mismos argumentos que utiliz el gobernador intenden-te para crear las alcaldas en Buenos Aires) y el virrey se limit aconfirmar las nuevas judicaturas cada vez que el cabildo santafesino re-mita un informe avalando el pedido.

    Esta modalidad de asignar a los vecinos de los pagos rurales capaci-dades de gobierno y justicia sobre sus convecinos dio lugar a largos y di-versos conflictos donde la disputa de recursos materiales pero tambin(y a lo largo del tiempo, sobre todo), derechos de circulacin de bienesy personas se dirima entre agentes muy prximos, concientes de sus ne-cesidades, de sus relaciones ms inmediatas, de sus realidades concre-tas. Las atribuciones de estos jueces rurales fueron materia de preocupa-cin para las ms altas autoridades de la gobernacin-intendencia y delvirreinato, pero junto a las guardias militares, los fortines y las parro-quias constituyeron la esencia del diseo de un gobierno de los cam-pos. Juan Carlos Garavaglia, en su estudio sobre Areco, seal que una

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    EL GOBIERNO DE LAS CAMPAAS, EL GOBIERNO EN LAS CAMPAAS

    Si el modo de organizar el territorio en los campos sujetos a la jurisdic-cin de la ciudad consista en articular el gobierno de la poblacin a par-tir de varios dispositivos (eclesisticos, militares y de gobierno), existeun momento clave a partir del cual una figura en particular se multipli-ca y a travs de su agencia podemos observar transformaciones en un te-rritorio que se provincializaba al estilo que proponan los borbones.

    En 1778 el Virrey Vrtiz segreg los partidos de Gualeguaych,Gualeguay y Uruguay de la jurisdiccin del cabildo sanfatesino, y crela comandancia de la costa del Uruguay al mando del porteo AgustnWright. Desde entonces, la Otra Banda del Paran (nombre que llevael sello del mirador santafesino) se fractur jurisdiccionalmente en dosgrandes sectores: la costa del ro Paran, todava dependiente del cabil-do santafesino, y la del Uruguay, con autoridades propias pero subordi-nadas directamente a las de Buenos Aires. En 1782, a partir del accio-nar del Ayudante Mayor del regimiento de Dragones de Almanza,Toms de Rocamora, se crearon las villas con cabildo de Concepcindel Uruguay, Gualeguay y Gualeguaych (1783): adems de escindirlasde la administracin santafesina para algunos agentes lejana e inefi-ciente estas campaas protagonizaron un brutal crecimiento duranteel ltimo cuarto del siglo XVIII, y en muy poco tiempo pasaron de serterritorios rurales, sujetos al cabildo bonaerense por un alcalde de lahermandad, a villas con cabildo, vinculadas con la gobernacin. Estava de transformacin del vnculo poltico entre la campaa entrerria-na y la sede del virreinato y la intendencia fue, de cualquier modo bas-tante excepcional.

    Como lo subray hace tiempo Juan Carlos Garavaglia, a comienzosdel siglo XVIII el cabildo de Buenos Aires designaba apenas dos alcal-des de la hermandad, pero en 1815 stos haban llegado a ser 25. El in-cremento de su nmero fue generado por supuesto por un incrementode la poblacin en las campaas; pero tambin expresa una manera deabordar el problema del gobierno de las poblaciones rurales y de plan-tearse la organizacin del territorio.

    En este sentido, un puado de decisiones dejarn una marca de lar-ga duracin en la organizacin poltica del territorio de la gobernacin-intendencia (esto es, de la borbnica provincia) de Buenos Aires: sobre

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    adminHighlightREEMPLAZAR POR: (eclesisticos, seculares y militares)

  • formar y profesionalizar la administracin de las Indias. El intendente(que en Buenos Aires al comienzo fue intendente de ejrcito) estaba alcuidado de todos los ramos de gobierno, hacienda, guerra y justicia. Losconflictos entre intendentes y virreyes no se hicieron esperar y as fue co-mo en Buenos Aires, la intendencia fue asumida desde 1788 por el mis-mo virrey y en 1792 ste tuvo atribuciones para suspender a los subdele-gados de guerra y hacienda que los intendentes hubieran nombrado enlas ciudades (reemplazo de los antiguos tenientes de gobernador).

    La denominacin de Provincia, utilizada muchas veces como uni-dad de resguardo o como sinnimo de gobernacin, devino finalmentedesignacin intercambiable con la de gobernacin-intendencia. En laReal Ordenanza de Intendentes de 1782 se las utiliza indistintamente,y con sendos nombres es la unidad privilegiada de atencin en elnuevo diseo territorial imaginado para la vasta extensin rioplatense.Su uso, frecuente en la Recopilacin de 1680, se generaliz con FelipeV para todos los antiguos reinos integrantes de la monarqua. Las go-bernaciones-intendencias, con capital en una ciudad, fueron los dispo-sitivos clave con los cuales se pens el gobierno del territorio en la RealOrdenanza de Intendentes del ao 1782.

    La provincializacin de Buenos Aires puede explicarse a partir de lapista del nombre, pero la sustancia de esta explicacin no est en lasmutaciones del significante, sino en las transformaciones que fue expe-rimentando el modo en que la ciudad como dispositivo poltico actuen la especializacin de sus entornos inmediatos, en la manera en quese dirimi la comunicacin poltica entre Buenos Aires y otras unida-des territoriales durante su extensa experiencia como cabeza de gobier-no y, sobre todo, en el espacio que disearon las relaciones sociales ylas instituciones (religiosas, militares, polticas y judiciales) que aque-llos hombres y mujeres se dieron para organizarse.

    NOTAS

    1 Juan Carlos Garavaglia, La cuestin colonial, en Nuevo Mundo MundosNuevos, disponible en http://nuevomundo.revues.org/441, puesto en lnea el 8de febrero de 2005.

    2 Que en lengua guaran significa Grande.

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    de las funciones ms importantes y permanentes de estos alcaldes du-rante todo el perodo de vida de la institucin fue la de controlar a la po-blacin flotante de hombres jvenes, migrantes y solteros, que anual-mente llegaban a la campaa para conchabarse en las tareas agrcolas yganaderas, asegurndose, ante la amenaza de la prisin o del recluta-miento forzoso, que efectivamente se enganchen como trabajadores asa-lariados. Este rol, contina Garavaglia, lo pona en contacto (y con fre-cuencia, en abierto conflicto) con el comandante de las milicias locales,otro de los personajes destacados en el mbito local del poder. Tam-bin cumplieron una funcin mediadora, asumiendo un difcil pa-pel de voceros de la sociedad local frente a las exigencias de ese estadoen construccin (exigencias sobre todo de hombres y de recursos parael ejrcito).5 Estas apreciaciones de Garavaglia sobre Areco son perti-nentes tambin para caracterizar el rol de estos agentes a lo largo y a loancho del territorio sobre cuya historia estamos hablando.

    EPLOGO

    A la condicin de cabecera de gobernacin, la ciudad de Buenos Airessum la de capital del flamante virreinato rioplatense (en 1776) y, des-pus de 1784 (cuando se implementaron algunos aspectos de la RealOrdenanza de Intendentes de 1782) cabecera de la gobernacin-inten-dencia del Centro o de Buenos Aires. En 1785, Buenos Aires fue de nue-vo (como en el siglo XVII) sede de Real Audiencia y, entre las primerasmedidas que tom Carlos IV al asumir el trono en 1788, resolvi que lasuperintendencia general de la Intendencia de Buenos Aires fuera asu-mida por el Virrey del Ro de la Plata. Hacia 1788, entonces, BuenosAires era sede de una Real Audiencia, de un obispado, cabecera de unvirreinato, de una gobernacin-intendencia (de una Provincia), esto es,el teatro de una experiencia indita en el rea en lo concerniente a laconcentracin de instituciones de poder poltico en una ciudad cuyapoblacin no superaba los veinticinco mil habitantes. En 1794, refren-dando el potente rol comercial de la ciudad y la preeminencia de loscomerciantes en la misma, fue tambin sede de un consulado.

    El rgimen de Intendencias, experimentado en la Pennsula sobre to-do para la organizacin del sector militar, persegua como propsito uni-

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    adminHighlighta - DEBE DECIR: "espacializacin"

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    3 Remito al captulo que en este mismo libro escribe Mara Elena Barral.4 Jos Mara Mariluz Urquijo, La Real Audiencia de Buenos Aires y el Juzgado deProvincia, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1975, p. 143.

    5 Juan Carlos Garavaglia, San Antonio de Areco (1680-1880). Un pueblo de la cam-paa, del Antiguo Rgimen a la modernidad argentina, Rosario, ProhistoriaEdiciones, 2009, p. 173.

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    adminHighlight - es en portugus, lleva acento en la

  • Captulo 3

    La economa de Buenos Aires, 1580-1820

    Jorge Gelman

    INTRODUCCIN

    Algunas claves para pensarla economa colonial de Buenos Aires

    Escribir sobre la economa de Buenos Aires entre 1580 y 1820 implicaun conjunto de supuestos, que es necesario aclarar de entrada.

    Como se ha visto en los captulos 1 y 2, los territorios que constitu-yen actualmente la provincia de Buenos Aires y la ciudad autnoma delmismo nombre conformaron una provincia nica durante la mayor par-te del siglo XIX, as como durante el perodo colonial formaban partede un territorio cambiante desde el punto de vista institucional.Adems de los cambios de jurisdiccin poltico-administrativa, apenasun pequeo sector de la actual provincia se encontraba bajo dominiocolonial, mientras que la mayor porcin sigui bajo control de gruposindgenas autnomos hasta muy avanzado el siglo XIX. Se trataba de unterritorio relativamente mvil, en disputa, pero que no alcanz a pasarla lnea del ro Salado hasta luego de la revolucin de Mayo.

    Por otro lado, la ciudad de Buenos Aires y tambin la estrecha fran-ja del territorio rural a ella subordinada se vinculaban estrechamentecon un espacio mucho ms vasto, tanto desde el punto de vista admi-nistrativo como econmico. Buenos Aires integr el Virreinato del Perhasta 1776, as como estaba sujeta a la Audiencia de La Plata en el AltoPer, pero a la vez era cabeza de una gobernacin (luego, con la crea-cin del virreinato, de una Intendencia) que inclua a diversos territo-rios del litoral y la Banda Oriental. Y desde el punto de vista econmi-co estaba fuertemente integrada a una economa todava ms dilatadaque abarcaba varios continentes.

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