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EL USO Y MANEJO SIMBÓLICO DEL ÁGUILA REAL (AQUILA CHRYSAETOS) EN TEOTIHUACAN. Raúl Valadez Azúa 1 , Alicia Blanco Padilla 2 , Gilberto Pérez Roldán 3 , Bernardo Rodríguez Galicia 1 , Nawa Sugiyama 4 y Fabiola Torres Estévez 5 1 Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Circuito Exterior, C.U., Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México D.F. [email protected] 2 Sección de Biología, Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, Puente de Tecamachalco 17, Naucalpan de Juárez, Estado de México 39300 3 Posgrado Facultad de Filosofía y Letras / Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM 4 Posgrado de la Universidad de Harvard, USA 5 Escuela Nacional de Antropología e Historia Resumen.Teotihuacan fue la principal urbe en la cuenca de México (100 al 650 d.C.). Las águilas reales para esta sociedad tuvieron un valor simbólico, religioso y social, que se puede documentar con el hallazgo de varios ejemplares en el entierro 6 de la Pirámide de la Luna. El material faunístico recuperado se llevó al Laboratorio de Paleozoología de la Universidad Nacional Autónoma de México, para ser analizado e interpretado desde el punto de vista de la importancia simbólica de dicha ave. En el análisis se estableció que unas estaban preparadas para ser pieles curtidas que incluían algunos huesos, otras eran aves recién sacrificadas y otras eran animales disecados, posiblemente ataviados como sugieren las representaciones de aves de presa que hay en los murales de Teotihuacan. Los elementos biológicos y culturales vistos tanto en el entierro como en los murales indican que era un ave relacionada con la guerra y la fertilidad. Palabras clave: Águila Real, Aquila chrysaetos, Teotihuacan, arqueozoología, uso, manejo simbólico. Recibido: 14 se septiembre de 2009. Aceptado 7 de diciembre de 2009. El canto del Centzontle 1 (1):89-102, 2010 ARTÍCULO

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Erik Israel Montesinos Pacheco y Greta Cerecedo Palacios

EL USO Y MANEJO SIMBÓLICO DEL ÁGUILA REAL (AQUILA CHRySAETOS) EN TEOTIHUACAN.

Raúl Valadez Azúa1, Alicia Blanco Padilla2, Gilberto Pérez Roldán3, Bernardo Rodríguez Galicia1, Nawa Sugiyama4

y Fabiola Torres Estévez5

1 Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Circuito Exterior, C.U.,

Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México D.F. [email protected] Sección de Biología, Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, Puente de

Tecamachalco 17, Naucalpan de Juárez, Estado de México 393003 Posgrado Facultad de Filosofía y Letras / Instituto de Investigaciones

Antropológicas-UNAM4 Posgrado de la Universidad de Harvard, USA5 Escuela Nacional de Antropología e Historia

resumen.Teotihuacan fue la principal urbe en la cuenca de México (100 al 650 d.C.). Las águilas reales para esta sociedad tuvieron un valor simbólico, religioso y social, que se puede documentar con el hallazgo de varios ejemplares en el entierro 6 de la Pirámide de la Luna. El material faunístico recuperado se llevó al Laboratorio de Paleozoología de la Universidad Nacional Autónoma de México, para ser analizado e interpretado desde el punto de vista de la importancia simbólica de dicha ave. En el análisis se estableció que unas estaban preparadas para ser pieles curtidas que incluían algunos huesos, otras eran aves recién sacrificadas y otras eran animales disecados, posiblemente ataviados como sugieren las representaciones de aves de presa que hay en los murales de Teotihuacan. Los elementos biológicos y culturales vistos tanto en el entierro como en los murales indican que era un ave relacionada con la guerra y la fertilidad.

palabras clave: Águila Real, Aquila chrysaetos, Teotihuacan, arqueozoología, uso, manejo simbólico.

Recibido: 14 se septiembre de 2009. Aceptado 7 de diciembre de 2009.

El canto del Centzontle 1 (1):89-102, 2010 ARTÍCULO

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The use and symbolic management of Golden Eagle in Teotihuacan.

Abstract. Teotihuacan was the principal city in the basin of Mexico (100 to 650 A.D.). The golden eagles for this society had a symbolic, religious and social value, which can receive documents with the find of several individuals in the burial 6 of the Pyramid of the Moon. The faunistic material recovered removed to Paleozoology’s Laboratory of the Universidad Nacional Autónoma de México to be analyzed and in-terpreted from the point of view of the symbolic importance of the above mentioned bird. In the analysis it was found that some were prepared as to be tanning skins with some bones included, others were birds newly sacrificed and others were dissected, possibly decked animals as suggest the representations of birds of prey that exists in Teotihuacan’s murals. The biological and cultural elements seen so much in the burial as in the murals indicate that it was a bird related to the war and the fertility.

Key words: Golden Eagle, Aquila chrysaetos, Teotihuacan, zooarchaeology, use, symbolic management.

iNtroDuCCióN

Teotihuacan se localiza al noroeste de la cuenca de México y es considerada como la primera ciudad de Mesoamérica, cuyo inicio y decadencia se ubica del 100 al 650 d. C. Sus habitantes, con un peculiar modo de expre-sión, plasmaron en murales y vasijas las repre-sentaciones de una gran variedad de animales que manifestaban su particular cosmovisión, aspecto que fue, durante mucho tiempo, la principal fuente de información respecto de la relación hombre-fauna al interior de esta cultura (Sugiyama 1988), siendo sólo hasta los últimos 30 años cuando se ha impulsado la investigación arqueozoológica como fuente de información al respecto (Valadez 1992).

En 1988 se inició el proyecto arqueológico “Pirámide de la Luna”, bajo la dirección de los arqueólogos Saburo Sugiyama y Rubén Cabrera, teniendo como objetivo principal reconocer la evolución del edificio y posibles fases constructivas, tradición común en gran parte del México prehispánico. Gracias a es-tas excavaciones se identificaron siete etapas constructivas llamadas “edificios” (Fig. 1), algunos de los cuales tenían asociados restos humanos y animales, conjuntos a los que se les denominó “entierros-ofrendas” o simple-mente entierros y que quedaron registrados con los números 2, 3, 4, 5 y 6. Según Sugi-yama y Cabrera (2006), la razón de estos eventos fue consagrar el inicio o el término de la construcción de cada edificio.

Raúl Valadez et al.

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En 2004 se realizó la excavación del en-tierro 6, evidenciándose al poco tiempo la presencia de numerosos animales de gran talla. En octubre de ese mismo año se soli-citó apoyo de los autores para recuperar los restos óseos. Su rescate y posterior estudio permitió determinar que incluían un total de 18 águilas (Aquila chrysaetos), 13 felinos (Panthera onca y Puma concolor), 10 cáni-dos (Canis lupus, C. latrans y C. lupus-familiaris), una serpiente no identificada; así como cinco conejos (Sylvilagus floridanus y S. audubonii) y un ave no identificada que aparecieron como parte de los conteni-dos estomacales de algunos de los felinos y águilas.

Aunque la presencia de aves de presa dentro del contexto cultural teotihuacano

Temporalidad atribuida a cada fase constructiva:Edificio 1 (100 d. C.) (no visible en la Figura)Edificio 2 (aproximadamente 150 d.C.) (no visible en la Figura)Edificio 3 (200 d.C.)Edificio 4 (aproximadamente 250 d.C.) Entierro 2 (excavado entre 1998 y 1999).Edificio 5 (300 d. C.) Entierro 3 (excavado en 1999) Entierro 6 (excavado en 2004)Edificio 6 (350 d.C.) Entierro 4 (excavado en 2000) Entierro 5 (excavado en 2001)Edificio 7 (400 d.C.)

Fig. 1. Imagen de la Pirámide de la Luna y fases constructivas (tomado de Sugiyama y Cabrera 2006).

es algo reportado con anterioridad (Sugi-yama 1988, Valadez 1992, Navarijo 1996), hasta ahora no se ha realizado un esfuerzo específico para proponer qué relación exis-tió entre esta cultura y el Águila Real, obje-tivo principal de esta contribución.

Para alcanzar este propósito se cubrieron los siguientes objetivos particulares: (1) pre-sentar los resultados obtenidos hasta ahora, con el estudio de los restos del Águila Real (Aquila chrysaetos) ofrendados en el entierro 6 dentro de la Pirámide de la Luna, (2) de-terminar el posible valor simbólico de esta ave, a partir de representaciones iconográfi-cas y la información obtenida en el entierro 6 de la Pirámide de la Luna, y (3) a partir del aspecto anterior, y junto con la información biológica conocida sobre A. chrysaetos, reco-

Raúl Valadez et al. El uso y manejo simbólico del Águila Real en Teotihuacan

Edificio 7

Edificio 5

Edificio 4Edificio 6

Entierro 5

Entierro 2Entierro 3Entierro 4

Entierro 6

0m 50m

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nocer las razones que llevaron a su empleo como animal de sacrificio en el evento que dio lugar al entierro 6, la forma como se ma-nipularon los organismos descubiertos y por tanto el conocimiento que debieron tener esas personas respecto de esta ave.

métoDoS

Para cubrir con los puntos indicados se rea-lizó el siguiente proceso: (1) elaboración de un paquete de información respecto de las aves descubiertas en el entierro, relacionado con las condiciones en que fue depositado cada ejemplar, así como su número y posición dentro del entierro, (2) reconocimiento de los aspectos biológicos del Águila Real, (3) ubicación dentro de la iconografía teotihua-cana de posibles representaciones del Águila Real a partir de caracteres físicos, observar qué elementos simbólicos están presentes y asociación de dichos elementos con aspectos biológicos de la especie, y (4) reconstrucción paso a paso de los eventos que se dieron con los organismos, desde el momento de su cap-tura y relacionar las razones en que fueron empleadas durante el evento, en función de los aspectos simbólicos determinados con an-terioridad.

reSuLtADoS

Estudio de los restos descubiertos

Desde el inicio de las labores de rescate de los restos fue posible constatar que la mayor

parte de los organismos aparecían comple-tos (Fig. 2), aunque los huesos se convertían en polvo al momento en que se manipula-ban. Una vez que se trasladaron los restos al laboratorio de Paleozoología del Insti-tuto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, se recurrió a la asesoría de la restauradora María Luisa Mainou1 para dis-poner de un sistema de restauración y con-solidación de los huesos (Fig. 3). El procedi-miento a seguir fue: (1) registro fotográfico del material faunístico antes de su extrac-ción en la Pirámide de la Luna y durante su consolidación y estudio, (2) extracción de los huesos de la matriz de suelo, por medio de la aplicación de una solución reminerali-zante (Reconos 110), (3) inmersión de los huesos en el líquido consolidante (Reco-nos 220) durante 24 horas, (4) unión de los fragmentos con un adhesivo óseo, y (5) montaje final del esqueleto en una plancha de sifón para su embalaje.

Fig. 2. Imagen de un águila en el entierro (foto del proyecto Pirámide de la Luna).

1 Investigadora y profesora de Escuela Nacional de Restauración, Conservación y Museografía (ENCRyM).

Raúl Valadez et al.

Elmento 1962

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Una vez que el estado físico de los hue-sos permitía su manejo (Fig. 4), continua-ba una serie de pasos para estudiar los res-tos óseos: (1) se midieron todas las piezas anatómicas para conocer el tamaño del es-pecimen, (2) se identificó la especie, a partir de las características de los huesos y su com-paración con ejemplares de la colección de referencia del laboratorio y con la ayuda de bibliografía especializada (e. g. Olsen 1979, Gilbert et al. 1981), (3) para determinar la edad y sexo de los animales se consultó a los mismos autores, (4) búsqueda de modifica-ciones en la superficie del hueso como hue-llas de corte, fracturas y patologías (Binford 1981, Lyman 2004), (5) estudio del con-tenido estomacal detectado en algunas de las aves sacrificadas (Davis 1989), (6) a par-tir de los resultados, reconstruir los eventos relacionados con el manejo de los organis-mos hasta el momento de su sacrificio, y (7) lograr la unión de los datos arqueozoológi-cos (producto del análisis faunístico) con la información simbólica del Águila Real en Teotihuacan, proveniente de las pinturas murales e iconografía.

Del análisis faunístico en el Laboratorio de Paleozoología, se determinó que todas las aves identificadas pertenecían a la espe-cie A. chrysaetos y, de acuerdo a sus carac-terísticas, se conjuntaron los individuos en dos grupos: (1) individuos completos no alterados (ausencia de huellas de corte o fractura; Fig. 4), algunos con contenido es-tomacal, (2) individuos sometidos a trabajo de manipulación, el cual se manifestó por la ausencia de elementos óseos y la presencia de huellas de corte o fractura y cuyo obje-tivo era mantener la integridad del cuerpo (o parte de él); este manejo se reconoció bajo dos modalidades: completos pero muy manipulados (con huellas de corte o frac-

Fig. 4. Ejemplar completo sin marcas de corte de Águila Real (Aquila chrysaetos), del entierro 6 de la Pirámide de la Luna en Teotihuacan (foto de Nawa Sugiyama).

Raúl Valadez et al. El uso y manejo simbólico del Águila Real en Teotihuacan

Fig. 3. Proceso de remineralización y consolidación de los huesos (foto de Nawa Sugiyama).

Remineralización Consolidación

Elmento 2069

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plares (Fig. 7) que se consideraron produc-to de lesiones derivadas de la fricción del miembro sobre cuerdas (hechas con tiras de piel, fibras vegetales o de algún tejido duro) con los cuales se les sujetaba.

Características biológicas del Águila Real

El Águila Real es un ave que se le clasifica dentro del orden Falconiformes y familia Accipitridae; su género, Aquila, incluye 18 especies, siendo Aquila chrysaetos una de las más abundantes en cuanto al número de subespecies: la extinta A. chrysaetos simurgh habitó durante el Pleistoceno y el Holoce-no; A. chrysaetos homevery existe en la Penín-sula Ibérica y norte de África; A. chrysaetos chrysaetos en Europa, Rusia y hasta Siberia; A. chrysaetos daphanea en Asia central; A. chrysaetos japonica en Corea y Japón; A. chry-saetos kamtschatica en la Siberia oriental y A. chrysaetos canadensis en América del Norte, siendo probable que en época prehispánica, habitara la Cuenca de México (Clements 2007; Fig. 8).

Aunque no hay datos precisos de la dis-tribución histórica de Aquila chrysaetos en el país, diferentes autores indican que ésta ave fue un habitante común de las zonas áridas y montañosas en los bosques de pino-encino, coníferas, encino y matorral espinoso de la Península de Baja California, así como en la Sierra Madre Occidental, Sierra Madre Oriental, diversas zonas de la Altiplanicie Mexicana y del Eje Neovolcánico. En la ac-tualidad únicamente se conoce su presencia en algunos sitios de Baja California (De-sierto de Vizcaíno y en zonas montañosas como Sierra de San Francisco, Sierra de la

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tura) lo equivalente a “aves disecadas” (Fig. 5), y pieles, mismas que se reconocieron por la presencia escasa de elementos óseos, los cuales presentaban huellas de corte o frac-tura, no obstante que la presencia y aco-modo de los huesos presentes, manifestó orden anatómico e interés en que quedaran acomodados como individuos “extendidos sobre la superficie del piso” (Fig. 6).

De ocho águilas analizadas todas eran adultas; desafortunadamente, las condicio-nes del material no permitieron determinar su sexo, salvo en una ocasión (hembra), gra-cias a las dimensiones de los huesos. En dos de los ejemplares fue posible detectar con-tenido estomacal, reconociéndose, en uno de los casos, huesos cocidos de un conejo castellano (Sylvilagus floridanus) y en el otro los de un conejo del desierto (S. audubonii). Por último, se detectaron patologías en las diáfisis de los tarso-metatarsos de dos ejem-

Fig. 5. Ejemplar completo con marcas de corte (aba-jo izquierda) y orificio en el cráneo (abajo a la dere-cha) que indican destazamiento y posterior manejo para constituir un animal “disecado” (foto de Nawa Sugiyama).

Huellas de corte en el tibiotarso izquierdo Fractura en el neurocráneo

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Fig. 6. Ejemplar representado por piel. Nótese la presencia de cráneo y huesos del esqueleto apen-dicular, junto con la ausencia del esqueleto axial, lo cual permite inferir que se trató de una piel (foto de Nawa Sugiyama).

Higuera, Los Picachos de Santa Clara, Si-erra de la Cabra, San Hipólito y la zona del arroyo de San José de Castro) y en Durango (Sierra del Oso, La Candela, Valle del Río, Valle del Río Baluarte y Sierra de Gamón; Howell y Webb 1995, Clements 2007).

Las características del Águila Real en campo indican que llega a medir de 750 a 1025 mm., con una envergadura de 2 a 2.3 m. (Peterson y Chalif 1989); siendo una de las aves rapaces de mayor tamaño. Algunos datos en la red indican que la hembra suele ser más grande que el macho, llegando a medir entre 900 a 1000 mm, mientras que la envergadura de sus alas alcanza dimensio-nes de 2.15 a 2.28 m; su peso oscila entre los 3.8 y 6.5 kg. En el caso de los machos su longitud varía entre los 800 y 880 mm, su envergadura alar va de 1.82 a 2.12 m y su peso de los 3.5 y 6.0 kg. En general la lon-gitud de la cola es de 290 a 330 mm en las hembras y de 267 a 310 mm en los machos (Fig. 9); las garras son de color negro, largas y fuertes, con un largo del dedo posterior de 45.9 a 52.9 mm en el macho, mientras que en la hembra es de 49.8 a 63.4 mm.

Aquila chrysaetos ofrece una imagen majestuosa. Cuando planea lleva sus alas en el plano horizontal y se remonta dando ocasionales aleteos; su enorme tamaño y sus largas alas la distinguen de las otras águilas (Peterson y Chalif 1989). Cuando adulto la parte ventral es uniformemente oscura o un poco clara en la base de la cola, así también cuando el ave sobrevuela se puede observar un tono dorado en la parte posterior del cuello. Cuando es inmaduro, visto en el vuelo por arriba y abajo, tiene en la base de las primarias un blanco refulgente y la cola es blanca con una ancha banda oscura terminal (Peterson y Chalif 1989). El pico es robusto y en forma de gancho; las patas están emplumadas hasta la base de los de-dos, por lo cual se dice que pertenecen al

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Fig. 7. Lesiones en los tarso-metatarsos (zona den-tro del círculo) las cuales fueron interpretadas como “severas rozaduras” sobre el miembro. Su posición permite suponer que en esa región se les sujetaba con cuerdas para tenerlas bajo control (foto de Nawa Sugiyama).

Tarsometatarsoizquierdo

con patologia

Elemento 2069

Elemento 1961

Tarsometatarsoderecho

sin patologia

Tarsometatarsoizquierdo

con patologia

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grupo de las aguilas calzadas, dichos dedos son gruesos y cortos, de color amarillo. El plumaje de las crías es de color gris acero, claro a blanco (Rivera 1998).

El Águila Real es una rapaz que tiene un aleteo muy potente, sin embargo su vuelo es más bien planeado; remonta el vuelo sin esfuerzo, con las alas extendidas hacia arriba, logrando permanecer en el aire por muchas horas. Son de hábitos sedentarios, poseen un instinto territorial muy bien definido y dos formas de cacería: una en círculos concéntricos, con alas entrecerra-das, con velocidades de unos 200 km. por hora y realizando una especie de planeo en-tre unos 10 y 15 metros sobre la superficie del terreno; la segunda es en forma directa, a gran altura localiza a su presa, lanzándose en picada a velocidades de hasta 240 km. por hora. Usualmente es solitaria o en pare-jas (Kaufman 2005).

Regularmente caza presas tan grandes como liebres y marmotas, también se ali-

menta de carroña (Kaufman 2005); aunque algunos datos en la red indican que es un ave sumamente agresiva, pues llega ser dominante inclusive sobre otras aves fal-coniformes de mayor tamaño, lo cierto es que ataca todo tipo de presa, en la tierra o en el aire y puede agredir a otras rapaces, zorras, y hasta coyotes y lobos. Su voz es generalmente silenciosa. A veces un chillón cua-cua-cua-cuá pausado (Kaufman 2005); aunque Sibley (2000) indica que los adultos hacen uso de dos silabas kee-yep o chiup en forma paulatina, mientras que los ju-veniles emiten insistentemente ssseeeeeee o kikikikikikiki-yelp.

A. chrysaetos generalmente se reproduce hasta los cuatro ó cinco años de vida, sin embargo se tienen registros de anidación de individuos subadultos. Lo anterior muy probablemente derivado de la abundancia de presas y a la disminución en la densidad de reproductores, lo cual permite la adqui-sición de territorios a jóvenes individuos

Raúl Valadez et al.

Fig. 8. Distribución probable del Águila Real en México prehispánico y ubicación de Teotihuacan.

Golfo de México

Cerro Gordo

Teotihuacan

Cerro PatlachiqueLago de Texcoco

Tenochtitlan

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que acaban de llegar a la edad reproductiva. El ave construye sus nidos en acantilados o grietas de difícil acceso aunque ante la au-sencia de estos lo hacen también en árboles. El nido alcanza hasta tres metros de diáme-tro y es construido en riscos protegidos por un pequeño techo que los resguarda o en árboles muy altos y solitarios, por lo general arriba y por debajo del límite superior de la vegetación para vigilar un gran territorio, siendo muy importante la disponibilidad de alimento para la elección del nido, donde se han de incubar los huevos y alimentar a los aguiluchos (Rodríguez-Estrella 1991).

La época de cortejo y apareamiento se da entre los meses de noviembre y diciem-bre, la puesta ocurre entre enero y febrero, aunque puede presentarse en marzo, con intervalos de tres a cinco días (Rodríguez-Estrella 1991). Tras el apareamiento la hembra pone uno, dos y en raras ocasiones hasta tres huevos (Howell y Webb 1995), los cuales incuba durante 45 días hasta que salen los aguiluchos recubiertos por

Figura 9. Imagen del Águila Real con sus dimensiones (imagen compuesta y modificada de http://www.mostoalegre.org/aves.htm).

plumón blanco; en los casos en que hay dos crías en el nido, sólo uno, generalmente el que primero rompe el huevo, llega a realizar su primer vuelo hacia los 50 días de vida, mientras que el hermano más joven muere, por desatención de los padres, quienes vuel-can el cuidado en el hermano más fuerte. Los aguiluchos jóvenes son alimentados por sus padres en el nido hasta que se indepen-dizan (Rodríguez-Estrella 1991).

El Águila Real y la iconografía teotihuacana

El estudio del simbolismo del águila a través de la iconografía, debe partir del principio de que los teotihuacanos expresaban en las pinturas murales y en la cerámica policroma que se ha conservado a lo largo del tiempo, su visión del mundo, misma que explicaba su vida religiosa y social (Fig. 10). Por otra parte, las formas que los artesanos trazaron y plasmaron sobre esas superficies nos ayudan a entender la existencia de dos tipos de ele-mentos en una representación: los culturales y los biológicos. El primero se refiere a que los artistas creadores de estas representa-ciones colocaron elementos para transmitir un mensaje, como dardos y escudos que representan la guerra, vírgulas de la palabra que significan la comunicación, símbolos del corazón si se quería hacer referencia al sacrificio (Sugiyama 1988, Navarijo 1996). Respecto de lo biológico, esto se abordó co-locando elementos naturales como colores, formas reales o posiciones que se relacionan con pautas de conducta propias de cada especie. El objetivo era que se supiera con certeza el organismo involucrado.

Raúl Valadez et al. El uso y manejo simbólico del Águila Real en Teotihuacan

Magnitud Hembra Macho

Alzada 90 a 100 cm 80 a 88 cm

Envergadura 215 a 228 cm 182 a 212 cm

Cola 299 a 330 cm 267 a 310 cm

Peso 3.8 a 6,5 kg 3.5 a 6 kg

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La iconografía y simbolismo de los falco-niformes en Teotihuacan ya han sido estu-diados por varios autores (Sugiyama 1988, Valadez 1992, Navarijo 1996). La identi-ficación de las aves de presa parte de cier-tos componentes biológicos diagnósticos tales como: forma y tamaño de los picos, presencia de crestas, forma y tamaño de las alas, colas y garras, las cuales se manifiestan claramente en representaciones de animales completos, aunque también es importante destacar la existencia de representaciones, donde estos animales aparecen como parte de un símbolo o adorno de la vestimenta de personajes como sacerdotes o guerreros, por ejemplo en los tocados y yelmos, donde se aprecia el rostro del individuo que sale del pico del ave (Sugiyama 1988).

A pesar de la gran cantidad de ejemplos de aves de presa en la iconografía teotihua-cana, es notoria la ausencia de estudios par-ticulares. En lo que se refiere al Águila Real, existe una imagen en una vasija encontrada en la unidad residencial de Tetitla (Séjourné 1969) que muy probablemente pertenezca a esta especie; se trata de un ave vista de lado izquierdo donde el pico, las garras, la cola y las extremidades superiores corresponden a un ave de presa, pero lo significativo de esta representación son las plumas que cubren hasta el área de los tobillos de los dos miem-bros inferiores del ave. A consideración de los autores es el Águila Real quien tiene este elemento diagnóstico (Fig. 11). En la ima-gen salen del pico plantas, flores, las cuales se consideran símbolos de la fertilidad.

De la conjunción entre lo biológico y lo cultural podemos decir que al Águila Real es posible asociarla con la fertilidad, mientras que a las aves de presa en general con este aspecto y con la guerra. Es de notar que, de acuerdo con su ciclo reproductivo, los primeros vuelos de los aguiluchos se darían en mayo y junio, justo cuando terminaba la siembra del maíz y se pedía apoyo a los dioses para la lluvia.

DiSCuSióN

El uso y manejo del Águila Real estuvo relacionado con las principales elites teo-tihuacanas, tal y como se ve reflejado en el contexto de ofrenda del entierro 6 de la Pirámide de la Luna. En este estudio lla-ma la atención la presencia de huellas del manejo bajo dos esquemas: marcas de lesio-

Raúl Valadez et al.

Figura 10. Murales teotihuacanos donde se presen-tan imágenes diversas de aves de presa: a) tocado, b) atavío, c) símbolo que forma parte de un atuendo, d) imagen de ave como tal (tomado de De la Fuente 1996).

Zona 11, gran conjunto Zona 5, conjunto del sol

La Ventilla, sector 2 Atetelco, patio 3

a) b)

d)c)

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nes en el hueso y presencia de contenidos estomacales, por un lado, o bien marcas de corte con ausencia de elementos óseos. Las marcas en la superficie del hueso (Fig. 7) infieren que durante un largo periodo estas águilas permanecieron en cautiverio, sujetas con cuerdas a postes; sin embargo, conside-ramos que quizá algunas murieron en ese periodo y para evitar la pérdida del ejem-plar se prepararon como pieles, es decir, se les retiraron los tejidos blandos (cerebro y vísceras) y sólo se conservaron partes del esqueleto (rostro, extremidades superiores e inferiores) para mantener la forma del or-ganismo (Figs. 2, 5 y 6) o bien fueron con-vertidos en pieles. Los que sobrevivieron al encierro, posiblemente fueron narcotizados gracias al consumo de cierta hierba que provoca la somnolencia, la cual habría sido agregada al líquido donde habían cocido los conejos, todo esto con la intención de fa-cilitar su transporte para ser sacrificadas en la ceremonia (Fig. 12). Los antiguos pobla-dores de México conocían bien el manejo de las hierbas con fines medicinales y en tex-tos como Libellus de medicinalibus indorum herbis (De la Cruz 1991) se menciona el uso de la hierba tlazolpahtli (Datura stramonium o D. meteloides; Viesca y Aranda 1996) para atraer el sueño.

El esquema presentado lleva necesaria-mente a la idea de que algunas de las águilas fueron capturadas, transportadas y man-tenidas cautivas en Teotihuacan, quizá por varios meses, actividad documentada para tiempos mexicas (siglo XVI) por Sahagún (2000). A lo largo de dicho periodo de cau-

tividad, algunas murieron y posteriormente fueron preparadas, aunque también debe considerarse la posibilidad de que algunos de los ejemplares, específicamente los que se ofrendaron como pieles, hayan sido caza-dos y preparados con anticipación.

Por último, las águilas (pieles o elemen-tos completos) en el entierro 6 fueron co-locadas de forma específica para derivar esquemas de alto valor simbólico, por ejem-plo: el acomodado en pares, lo cual sugiere conceptos de dualidad, asociada con la fer-tilidad y la guerra; la ubicación de las aves en el trazo de ocho ejes, que aluden a una probable relación con los puntos cardinales, es decir con el ciclo del Sol; el número total de aves: 18, podría estar relacionado con el número de los meses del calendario de las fiestas fijas (18 meses de 20 días cada uno) según Sahagún (2000).

Fig. 11. Imagen del Águila Real en una vasija policro-ma proveniente de la unidad residencial de Tetitla en Teotihuacan (tomado de Séjourné 1969)

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Fig. 12. Probable manejo de las águilas en el periodo previo a su sacrificio y colocación como ofrenda en el entierro-ofrenda descubierto en la Pirámide de la Luna.

CoNCLuSioNeS

La información iconográfica y arqueo-zoológica es de fundamental importancia al momento de tratar de entender la rela-ción que existió entre hombre y animal en tiempos prehispánicos, en este caso en particular, entre la cultura teotihuacana y las águilas reales, partiendo del hallazgo de varios ejemplares dentro del entierro 6 de la Pirámide de la Luna, evento en el cual se de-positaron estas aves con un fin religioso. Los individuos depositados en la ofrenda dedi-cada al edificio incluían animales íntegros, sólo dormidos o que acababan de morir, así como otros preparados. Los pobladores de

Teotihuacan sin duda vieron en el Águila Real tres elementos importantes: (1) su ha-bilidades para la cacería como la sagacidad, certeza, velocidad y oportunidad, cualidades primordiales de un guerrero, (2) la relación ave-Sol, es decir, cuando este falcónido re-monta su vuelo y permanece suspendido en el aire, posiblemente fue relacionado con el astro y su recorrido en la bóveda celeste (de oriente a poniente; Navarijo 1996) y (3) la relación de su ciclo reproductivo con la agricultura. De ahí partieron los teotihua-canos para conjuntar las características bio-lógicas de A. chrysaetos con los conceptos de la guerra y la fertilidad.

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AGrADeCimieNtoS

Expresamos nuestro agradecimiento a los doctores Saburo Sugiyama y Rubén Ca-brera por su invitación a participar en el proyecto. De igual forma damos nuestro agradecimiento a la restauradora Ma Luisa Mainou por su apoyo.

LiterAturA CitADA

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