2. Weinberg. Cuadernos Americanos

14
Historia de los intelectuales en América Latina 11 Director: Carlos Altamirano 11.Los avatares de la "ciudad letrada" en el siglo XX Editor del volumen: Carlos Altamirano

Transcript of 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

Page 1: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

Historia de los intelectualesen América Latina 11

Director: Carlos Altamirano

11.Los avatares de la "ciudad letrada" en el siglo XXEditor del volumen: Carlos Altamirano

Page 2: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

Cuadernos Americanos:la política editorialcomo política culturalLiliana Weinberg

La revista mexicana Cuadernos Americanos, una de las publicaciones demayor tradición y continuidad de nuestro continente -su primer n˙meroapareció en el primer bimestre de 1942 y sigue publicándose en la actuali-dad-, surgió como pieza fundamental en el engranaje de una empresa edi-torial a la vez que cultural, en cuyo montaje confluyeron destacados repre-sentantes de la vida intelectual y literaria mexicana y del exilio español,pues ya desde sus comienzos se la concibió como profundamente ligada adistintas zonas y circuitos de lectura en América Latina e incorporó cola-boradores de diversos países del nuevo y del viejo continente.

Elegir el momento fundacional de una revista nos permite contar conun mirador privilegiado para observar la relación entre esas instancias queRaymond Williams denomina "formaciones" y las "producciones forma-tivas" que derivan de ellas, un mirador clave para entender de qué maneralos procesos de la vida intelectual y artística de un período determinadose traducen en proyectos con mayor o menor grado de estabilidad. Esaaventura de las ideas que llevó el nombre de Cuadernos Americanos repre-senta la articulación de un proyecto político de reorganización del Estadoen el México posrevolucionario, un modo de insertarse en la coyunturade la Segunda Guerra Mundial en uno de sus momentos más tormento-sos, un modo de reacomodamiento de la política exterior mexicana enAmérica y en el mundo, un modo de repensar el campo de las letras y susactores, el ámbito del libro y de la educación -como herencia pero a la vezcomo ruptura con el modelo vasconceliano-, un modo "culturalista" derepensar la literatura y la economía política y un modo de reconfigurar latradición a partir de la selección de nuevos recortes y la incorporación denuevos temas (liberalismo social y evolucionismo, por ejemplo). Cuader-nos Americanos es una respuesta geopoética ofrecida por un sector de lainteligencia crítica mexicana y del exilio español ante las graves circuns-,

Page 3: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

tancias internacionales y las demandas de alineación de los Estados Uni-dos. También resulta sintomático que la revista se gestara en el momentodel surgimiento de la antropología y la historia de las ideas como discipli-nas autónomas, a la vez que se difunde el nuevo concepto de cultura.

El momento de su fundación, desde el principio revestido por su primerdirector -Jes˙s SilvaHerzog- y por sus colaboradores de un sentido heroico,como aventura de la inteligencia, dio la marca al proyecto y constituyó uncom˙n denominador cultural y americanista que logró vincular a los par-ticipantes independientemente de las diferencias, más o menos pronuncia-das. El detonante inmediato de la publicación fue la necesidad de plantearla toma de posición de todo un sector de la inteligencia crítica de México,de América y del exilio con respecto a los sucesos de la Guerra Civil Espa-ñola y de la Segunda Guerra Mundial, a la vez que insertar esas preocupa-ciones inmediatas en una reflexión sobre el tiempo largo de la culturahispanoamericana, en un tipo de intervención que permitiera validar sim-bólicamente el papel de liderazgo de dicho sector.

El propio formato de Cuadernos Americanos, que corresponde al de unarevista cultural integrada por un tipo de artículos y notas en una prosa deideas asimilable al ensayo de interpretación, resultó la solución a la vez edi-torial, estructural y estratégica para este nuevo proyecto. Más allá de las dife-rencias en las trayectorias de sus colaboradores (servidores p˙blicos, hom-bres de letras, artistas, científicos), el programa intelectual de la publicaciónse tradujo simbólicamente en un programa editorial, de modo tal que lasdecisiones de este ˙ltimo tipo dicen mucho sobre la revista, en tanto repre-sentación y puesta en práctica de un proyecto de intervención cultural.

Se trataba de consolidar una red intelectual y de sociabilidad capaz degenerar una agenda para esa difícil hora y de nuclear las posturas antito-talitarias y pacifistas, a la vez que un espacio de confluencia y desplieguede un programa de conciliación hispanoamericana de largo plazo quetuviera como centro una política de la cultura. Como se ha observado, lasrevistas constituyen "uno de los soportes esenciales del campo intelectual"y "pueden ser consideradas como una estructura elemental de sociabili-dad, espacios muy valiosos para analizar la evolución de las ideas en tantoque lugares de fermentación intelectual y de relaciones afectivas" (Dosse,2007: 51). A esta observación debemos añadir que ese clima de sociabili-dad intelectual se traduce en la posibilidad de retomar redes previas yvolver a trazar los circuitos y las modalidades de circulación de una revista.En este caso, Cuadernos Americanos retomará viejos y nuevos canales decirculación de publicaciones (las revistas modernistas, por ejemplo), a lavez que recuperará aquellos vínculos más o menos formalizados trazados

CUAOERNOS AlaRICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 237

por la política de propaganda de la Revolución Mexicana y los circuitosligados al arielismo, el juvenilismo, el reformismo universitario, el unio-nismo, el aprismo, el anticolonialismo y el temprano antiirnperialismo,muchos de ellos a su vez traducidos en publicaciones, como las corrientesrepublicanas, a la vez que apelará a los nuevos contactos intelectuales y edi-toriales de la hora, como es el caso de la revista Sur.

El americanismo de los Cuadernos se ve alimentado así por diversoscomponentes, muchos de ellos a esa altura contradictorios, que el propiodiscurso de la revista intentará superar: ¿cómo articular el discurso sobrelo nacional con el discurso sobre lo regional? ¿Cómo conciliar el discursoantihispanista de herencia liberal con las nuevas condiciones que acerca-ban a nuestros intelectuales a la España progresista representada por loshombres del exilio? ¿Cómo repensar la herencia arielista y reformista, o eldiscurso antiimperialista de línea unionista, a la luz de las nuevas deman-das de una alianza estratégica con los Estados Unidos ante la situación dela Segunda Guerra? Y,conforme pasaran los años, ¿cómo consolidar unanueva línea latinoamericanista que superara el hispanoamericanismo dela primera hora y cómo reformular el discurso sobre la política nortea-mericana a partir de la Guerra Fría y los comienzos de una nueva etapa deintervencionismo en América Latina? La respuesta fue adoptar la defensade la política de la cultura desde una postura progresista en una amplia yheterogénea gama, que iba desde el liberalismo social, el antiautoritarismoyel antitotalitarismo hasta distintas posiciones de izquierda, y vinculadassobre todo por el interés en alcanzar un nuevo humanismo incluyente detodas las esferas del quehacer social, que nunca rompió con la improntaintelectual de la alta modernidad ni discutió el papel rector de los artistasy los hombres de ideas, a la vez que manifestó una particular preocupa-ción por las ciencias y por las ciencias sociales como motoras del progreso,en una perspectiva evolucionista y evolucionista-marxista. Es de destacarque estas tomas de posición se tradujeron en un determinado modelo depublicación inserto a su vez en un complejo cultural y editorial de largoalcance, al que en un principio se ligaron intelectuales y artistas de las dosAméricas y de la España del exilio unidos contra la amenaza totalitaria. Silos fundadores hicieron de conceptos como "lo humano", "la cultura" y"lo americano" su santo y seña, y si tuvieron una preponderante matrizhistórica para la interpretación de los procesos, con el correr de los añosla revista tendió a ser reconocida como una publicación cultural de cortesociológico en la que de todos modos nunca dejó de ser llamativa la altaproporción de trabajos provenientes del ámbito de la historia, la historiade las ideas, el arte y la critica literaria.

Page 4: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

Cuadernos Americanos se vincula con un complejo de formaciones e ins-tituciones ligadas a una nueva política de la cultura, cuyas manifestacio-nes más visibles son El Colegio de México, el Fondo de Cultura Económica(FCE) y la Escuela de Economía de la Universidad Nacional Autónoma deMéxico (UNAM). La revista logra articular un proyecto intelectual yedito-rial de enormes proporciones y se constituye así en un punto nodal clavepara el relevamiento de esa etapa constituida por el despegue cultural yeditorial modernizador de la década de 1940 ligado al fortalecimiento delEstado. Representa también un mirador privilegiado para observar unmomento de normalización de la revista cultural.

La publicación reafirma además un particular tipo de intervención polí-tico-cultural, que se apoyará y será a su vez apoyada por una forma de laprosa característica: el ensayo. Revista y ensayo se retroalimentan en unespacio simbólico en el que lo cultural se piensa con dimensión históricay donde se representa la tensión entre dos pulsiones características de lahora: incidir en el largo plazo de la cultura, y, simultáneamente, hacerloen el corto plazo de la coyuntura. Las secciones en que se divide la publi-cación ("Nuestro tiempo", "Aventura del pensamiento", "Presencia delpasado", "Dimensión imaginaria"), así como la posterior apertura de unacolección de libros de ese mismo sello editorial, darán cuenta de esa ten-sión entre "perdurabilidad" y "urgencia" (Grarnuglio, 1999: 258-259).

El esfuerzo interpretativo de cada ensayo-artículo individual que com-pone Cuadernos Americanos se inserta en el conjunto del volumen, ya su vezse retroalimenta con las frecuentes declaraciones programáticas explícitas ylos permanentes esfuerzos de valoración y "suma y sigue" por parte del direc-tor y de los principales colaboradores, así como por el significado implícitode su articulación con todo un programa cultural y editorial de largo plazoque da sentido al conjunto y fundamenta el lugar social que ocupa ese sec-tor de la inteligencia crítica en el México de los años cuarenta: Cuadernospiensa el mundo a la vez que tematiza con alta frecuencia el papel que la inte-ligencia americana habrá de cumplir para pensarlo, y traduce su programaen una intervención editorial en la vida cultural, que a su vez habrá de vali-dar la inserción de sus animadores en la vida mexicana.

Revista y ensayo se instalan a su vez en un momento clave para la con-solidación de distintas empresas culturales y editoriales en México yen unproyecto educativo y cultural que retoma críticamente, renovándola, la cru-zada del libro vasconceliana al enlazar el viejo interés por la difusión de losclásicos con una nueva forma de política de la cultura centrada en el libro,aunque vinculada ahora a una nueva oleada de estudios en las áreas deeconomía, política, sociología, antropología, historia, critica literaria y cien-

CUAOERNOS AMERICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 239

cia, a la vez que inscrita en nuevos sentidos de biblioteca y de colección.Cuadernos es también escenario de las tensiones entre la representacióndel "hombre de letras", que fue clave en la autodefinición de las élites tra-dicionales, y la del intelectual moderno, y nos permite trazar en particularel itinerario de esa figura de singular importancia para el modelo de con-solidación del Estado en elMéxico posrevolucionario: la del servidor p˙blicodedicado a una empresa cultural.

La primera época de la revista, señalada por la dirección de Jes˙s SilvaHerzog (1892-1985) y sostenida bajo la figura del fideicomiso, abarca unlargo período que se extiende desde enero-febrero de 1942 hasta julio-agostode 1985,siempre con periodicidad bimestral y organizada en vol˙menes deun formato asimilable al de un libro. El sistema de suscripción, inaugu-rado ya en 1942, sumado al de intercambio de ejemplares y al de anun-cios, permite que la revista llegue regularmente a distintos puntos de lec-tura en América Latina e incremente su presencia en medios académicosnorteamericanos, como sucede en la actualidad. A partir de 1987, de acuerdocon la ˙ltima voluntad del propio Silva Herzog, la revista se incorporó ala UNAM, y quedó bajo la dirección de Leopoldo Zea (1912-2003). Desde lamuerte del filósofo mexicano la dirección de la revista estará a cargo deEstela Morales, directora del Centro Coordinador y Difusor de EstudiosLatinoamericanos de la UNAM.

En su etapa inaugural, la publicación contó con una "junta de gobierno"que tradujo la confluencia de las distintas redes, integrada por Pedro BoschGimpera (1891-1974), arqueólogo, historiador y ex rector de la Universidadde Barcelona; Daniel Cosío Villegas (1898-1976), entonces director gene-ral del FCE;Mario de la Cueva (1901-1981), especialista en derecho del tra-bajo y derecho constitucional y rector de la Universidad Nacional de México;Eugenio lmaz (1900-1951), filósofo del exilio, profesor de la Universidad deMéxico y además gran traductor; Juan Larrea (1895-1980), escritor, editory ex secretario del Archivo Nacional Histórico de Madrid; Manuel Már-quez (1872-1962), académico y ex decano de la Universidad de Madrid;Manuel Martínez Báez (1894-1987), especialista en salud p˙blica y enton-ces presidente de la Academia de Medicina de México; Agustín MillaresCarIo (1893-1980), paleógrafo y latinista, ex catedrático y secretario de laUniversidad de Madrid e integrado hacia 1939 como académico a la Facul-tad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional en México; BernardoOrtiz de Montellano (1899-1949), periodista y escritor mexicano que repre-sentó el enlace con las figuras vinculadas a la Secretaría de Educación P˙blicay con revistas literarias como Contemporáneos y El hijo pródigo; AlfonsoReyes (1889-1959), por entonces ya presidente de El Colegio de México, y

Page 5: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

Jes˙s Silva Herzog, su director-gerente, que en ese momento tambiéndirigía la Escuela Nacional de Economía.

Otro curioso dato de continuidad editorial es que desde su primern˙mero hasta nuestros días las tareas de cuidado de la edición y la impre-sión de la revista han estado a cargo de la misma familia de editores, ya quecomenzó a producirse en los talleres gráficos de la entonces editorial Cvltvra,empresa mexicana fundada en 1916 por Agustín Loera y Chávez, y su impre-sión sigue estando a cargo de sus descendientes. Cvltvra, una de las edito-riales privadas más importantes de principios de siglo, contaba con suspropios talleres gráficos: esta independencia en los medios de producciónpermitió que años después, con la llegada de los exiliados españoles, seimprimieran en sus talleres las obras de distintas editoriales, como Séneca.

Las nutridas entregas bimestrales de la publicación -cuyos vol˙menessuperan en muchos casos las doscientas cincuenta páginas-, el tamaño decaja, su amplia tirada, el cuidado de la edición y la buena calidad de laimpresión en papel cultural de alto gramaje, así como la diagramación yel tipo de encabezados y cornisas, hacen que su formato se acerque muchoal del libro y sostenga en su materialidad este esfuerzo por captar inter-pretativamente las cuestiones de actualidad y colocarlas en el tiempo largode la historia y de la cultura. Otras tantas decisiones de política editorial,como la división en secciones fijas, la clasificación de la revista por año,volumen y n˙mero y el esfuerzo de organización de nutridos índices con-firman el sentido de continuidad y se corresponden con el formato de losartículos, en general extensos y de despliegue ensayístico, que demandanuna lectura en todo diferente de los textos de actualidad y de opinión.

SERVICIO PÚBLICO Y "AMERICANERfA ANDANTE"

Confluyen en la fundación de la revista varias "redes intelectuales" y "redesde sociabilidad" (Dosse, 2007) previas, en las cuales cumplen una funciónclave ciertas figuras nucleares. Por una parte, Jes˙s Silva Herzog y DanielCosío Villegas, quienes representan a una nueva generación de intelec-tuales mexicanos que se alejan del ejercicio de una carrera tradicional paradedicarse a las ciencias económicas y a la historia y asimilarse a la figura del"servidor p˙blico': Silva Herzog, que había estudiado en la Escuela de AltosEstudios de la UNAM, se formó como economista y tuvo una larga carreraen la docencia, la investigación y el servicio p˙blico en la materia: impar-tió cursos sobre economía política, historia económica y sociología. Se

CUAOERNOS AMERICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 241

lo considera uno de los grandes teóricos del desarrollo económico apo-yado en la sustitución de importaciones y estuvo estrechamente ligadoal proceso de nacionalización del petróleo en México durante el gobiernode Lázaro Cárdenas -fue nombrado gerente general de la Distribuidora dePetróleos Mexicanos-. Fue también subsecretario de Educación (1933-1934)y de Hacienda y Crédito P˙blico (1947-1948), a la vez que un activo pro-motor culturaL El capítulo de sus memorias dedicado a la fundación deCuadernos Americanos lleva el sugestivo título de "Al servicio de la cul-tura". Pocas expresiones más elocuentes para mostrar el perfil de estoshombres p˙blicos y empresarios culturales tempranos que se sentían máscómodos, como afirma el propio Silva Herzog, trabajando como consul-tores y como asesores del gobierno que como funcionarios sostenidospor el erario p˙blico.

Daniel Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM,

fundador y director del FCE y de El trimestre económico y presidente de ElColegio de México. Ya en 1933 había viajado a Madrid y entablado rela-ción con intelectuales republicanos interesados en difundir el estudio dela economía y en conocer detalles sobre la reforma agraria. Dados estosprimeros antecedentes de sociabilidad, una vez que estalla la guerra, en1936, Cosío hace gestiones para llevar a México a un grupo de hombres decultura españoles, entre los que llegarán Enrique Díez-Canedo, José MorenoVilla y un poco más tarde José Gaos. En 1938 se crea la Casa de España enMéxico, y el primer n˙cleo a ella ligado también se dedicará a la ediciónde libros y revistas, como España peregrina. El FCE, fundado en 1934, encon-tró en los representantes del exilio a personas capacitadas para contribuiral despegue editorial y, en palabras perfectamente aplicables a CuadernosAmericanos, "llegó a ser una de las bases de la nueva cultura (económica,social y literaria) hispanoamericana" (M. Aub, 1980: 139)·

La preocupación por la economía política permitió trazar redes de socia-bilidad y se convirtió en uno de los elementos clave que animaron la reno-vación de distintas dependencias del gobierno y de instituciones acadé-micas. Además, representó la posibilidad de generar un nuevo modelo derelación -el servicio p˙blico- entre hombres como Silva Herzog, Cosí oVillegas, Manuel Sierra (1882-1970), Eduardo Villaseñor (1896-1978), Nar-ciso Bassols (1897-1959) y las esferas de gobierno. La vida de todos ellos esun difícil equilibrio entre compromiso institucional y libertad crítica. Tales el caso de Eduardo Villaseñor, economista vinculado a las secretaríasde Relaciones Exteriores, Hacienda y Crédito P˙blico y a la banca nacio-nal y también ligado al grupo que propiciará la fundación de la EscuelaNacional de Economía, la Revista Mexicana de Economía yEl Trimestre Eco-

,

Page 6: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

nómico, y que además, como Silva Herzog, mantuvo su interés por la lite-ratura. En 1921participó del Primer Congreso Internacional de Estudian-tes convocado por la Federación Universitaria Argentina (FUA), reunidoen la Ciudad de México, en el que también se encontraban Cosío Villegasy Arnaldo Orfila ReynaL

Otra valiosa red de sociabilidad previa es la que se le debe a AlfonsoReyes (1889-1959), figura nuclear capaz de lograr la confluencia entre varioscircuitos. Por una parte, su temprano VÍnculo con los ateneístas y con losmodernistas se vio enriquecido por su viaje a Francia y a España, dondeestableció relación con los hombres de letras españoles, con el Centro deEstudios Históricos de Madrid y con la escuela de filología y estilística, loque le permitió insertarse en una primera red de estudiosos y de institu-ciones que sería más tarde una de las grandes plataformas para el tránsitode los hombres del exilio español a México. Por otra parte, en su carácter de"embajador letrado", el mexicano logró hacer uso del capital de relacio-nes p˙blicas que venía atesorando desde 1914, cuando, muy joven a˙n, sevinculó con los García Calderón y con la Revista de América y comenzó apreocuparse por las relaciones entre España y América. Por fin, Reyes logrófortalecer VÍnculos con sectores intelectuales de la Argentina y el Brasil apartir del ejercicio diplomático y cultural de la "americanería andante': quehabía comenzado a construir ya en su juventud en España, y más tardesobre la base de su desempeño en las legaciones diplomáticas de Europa,y luego en Buenos Aires y en el Brasil, en un fenómeno que se ha dado enllamar "la diplomacia de las letras" (Martínez Carrizales, 2007)· Es pre-ciso recordar que en la Argentina residía otro personaje nuclear, que ope-raba como VÍnculo entre proyectos: su gran amigo Pedro Henríquez Ureña,cuya presencia contribuirá a facilitar y a fortalecer el establecimiento dela relación de Reyes tanto con escritores y con el mundo editorial de laépoca -colaboró en Nosotros y en Sur, y a la vez en los circuitos de socia-bilidad entre escritores de los que participaban Victoria Ocarnpo, EduardoMallea o Jorge Luis Borges- como con el grupo de estudiosos que, comoAmado Alonso (1896-1952) y Raimundo Lida (1908-1979), estaban ligadosal Instituto de Filología en Buenos Aires, fundado en 1923· Estos VÍnculosse traducen en la publicación de autores estrechamente relacionados conesas revistas, como Waldo Frank, así como en algunos aspectos progra-máticos, ya que Cuadernos retomará, y completará críticamente, la estafetade Sur ante los sucesos de la Segunda Guerra Mundial y del franquismo.

En cuanto al exilio español, uno de sus representantes, Juan Larrea (1895-

1980), será secretario de la revista entre 1942 y 1949. Él se hará cargo de laestrategia editorial desde una línea peculiar dentro del exilio ya que, si

CUAOERNOS AMERICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 243

por una parte ocupó un lugar clave como editor y tuvo particular interésen los grandes poetas latinoamericanos como Daría y Vallejo y -comomuchos hombres de la vanguardia- en temas como la prehistoria ameri-cana, al mismo tiempo representaba una posición milenarista-mundo-novista católica que lo distinguía de su generación (Bary, 1979).

El amplio espectro de figuras del exilio que participará en CuadernosAmericanos comprende pensadores, científicos y creadores que a su vez seinsertarán en el mundo mexicano como escritores, críticos y animadoresculturales, como académicos y comentaristas, pero fundamentalmentecomo participantes activos en el mundo editorial de la época.

Esas primeras redes de sociabilidad y las formaciones intelectuales pro-cedentes del exilio, que habían comenzado a cuajar en la fundación de casasde la cultura, en la organización de programas intelectuales y editorialescomunes pero inestables, pronto se consolidarían en instituciones de enormepresencia. Se entretejen así con distinta densidad las redes provenientesde la España Peregrina, elAteneo de laJuventud, la Casa de España- El Cole-gio de México, el FCE y la universidad, y se expanden para dar lugar a suvez a una nueva malla de alcance continental sostenida por la puntual apa-rición bimestral de esa publicación que, paradójicamente, a los efectos deuna mejor y más barata circulación, será clasificada y distribuida por elcorreo como "articulo de segunda clase", aunque este formato se combinacon la política de intercambio y distribución (pronto logrará ser distri-buida por el FCE en su filial Buenos Aires).

UNA POLíTICA DE LA CULTURA

La primerísima etapa de Cuadernos Americanos corresponde al momentoen que ciertos proyectos intelectuales de mayor o menor nivel de estruc-turación cristalizan en una serie de instituciones de cultura y empresas edi-toriales en las que participan en buena medida los mismos actores. Asis-timos además a un momento de recambio generacional en la conducciónde México, con la figura de profesionales al servicio del Estado en una etapade modernización e ingreso de nuevos cuadros ligados fundamentalmenteal derecho y a la economía (Silva Herzog, Villaseñor), a la filosofía, la his-toria y la naciente antropología (Alfonso y Antonio Caso), con la presen-cia de los hombres del exilio en campos como el de la sociología (MedinaEchavarría), la historia (Bosch Gimpera) o la filosofía (Xirau y Gaos), asícomo la crítica y la creación artística y literaria (León Felipe, Emilio Pra-

Page 7: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

dos, Manuel Altolaguirre, Juan José Domenchina, Max Aub, Enrique Díez-Canedo, Francisco Giner de los Ríos, etc.), a la vez que capaces de animarempresas culturales también vinculadas al Estado pero que guardan ciertaindependencia respecto de él (Silva Herzog y Reyes).

Asistimos así a la génesis de nuevos proyectos educativos y editorialesmodernizadores que se suman, aunque con sustanciales cambios, a lo hechopor el proyecto vasconcelista, en un momento en que nuevos sectores de lainteligencia comienzan a concentrarse en nuevas instituciones: El Colegiode México, el FCE y el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

conforman n˙cleos duros muy pronto consolidados como tales, vincula-dos además a revistas como El Trimestre Económico y la propia Cuadernos.Cuadros procedentes de formaciones culturales diversas de las tradiciona-les elaboran un proyecto que pronto habrá de consolidarse, gracias ademása la contribución de la inteligencia del exilio español y latinoamericano, comoel peruano Haya de la Torre (1895-1979) yel guatemalteco Cardoza y Ara-gón (1901-1992), que permiten alcanzar la masa crítica necesaria para esecambio y la recuperación de una tradición progresista de pensamiento enque el interés por la educación y la ciencia cumplen un papel central.

De este modo, en muy pocos años los esfuerzos dispersos y en vías deuna primera estructuración por parte de distintos grupos académicos, lite-rarios y profesionales -interesados además en llevar a cabo una "sustitu-ción de importaciones" de productos intelectuales y en traducir sus saberesen prácticas estables que permitieran impulsar un proyecto modernizadorde la cultura al tiempo que ganarse la vida-, contribuyeron a generar unclima propicio para la fundación de empresas culturales y editoriales de largoaliento: pensemos en ese espacio social abierto por jóvenes profesionales enel área del derecho, la historia y la economía, la filología y los estudios lite-rarios, verdadera ventana de oportunidad para la inserción de todo un sec-tor de la inteligencia mexicana y de los hombres del exilio español, vincu-lado con el magisterio, la docencia universitaria, la investigación científica yhumanística. Y pensemos también en el mundo de imprentas y editoriales,librerías y bibliotecas, así como en la creciente demanda de correctores, tra-ductores, diseñadores, ilustradores, linotipistas, en un momento de despe-gue editorial al que concurren sectores del libro mexicano y hombres del exi-lio español (proverbiales son aquí los nombres deWenceslao Roces y Eugeniolmaz). En rigor, la guerra española, que había interrumpido varios de esosprocesos en VÍasde formalización, resultó, paradójicamente, a la vez el cata-lizador y el agente de la génesis de los nuevos proyectos americanos.

En resumen: a un clima cultural heredero del arielismo, el juvenilismo,el reformismo universitario y parcialmente el unionismo, el aprismo y el

CUADERNOS AMERICANOS: LA pOlITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 245

socialismo, que se combina con los proyectos que vinculan a las revistasdel modernismo, así como al primer hispanoamericanismo y a las tempra-nas manifestaciones antiimperialistas y espiritualistas anteriores a los añostreinta, se deben añadir ahora los profundos cambios que traen apareja-dos el estallido de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mun-dial, con la reconfiguración del viejo panamericanismo y de la agresivapolítica exterior norteamericana en favor de una política de buena vecin-dad, que busca además constituir una alianza con las otras naciones ame-ricanas en vistas de las demandas de la guerra, difícil equilibrio que serompe apenas ella concluye.

Cuadernos Americanos es así un medio privilegiado que permite la con-fluencia de varias hiladas y capas conformadas por aquello que PrancoisDosse denomina "redes de sociabilidad", que permiten complementar elestudio de las "redes intelectuales" al procurar la restitución "de los micro-climas singulares", y que en nuestro caso comprenden una amplia gamaque va desde la red de los especialistas en economía política, ligados a suvez al medio académico y editorial (Silva Herzog y Cosío Villegas, entreotros), pasando por el ámbito de los estudios literarios y filológicos ensus m˙ltiples vertientes (y aquí es Alfonso Reyes sin lugar a duda la figuracentral, que vincula además a la revista con el FCE y El Colegio de México,usí como con otros circuitos literarios e intelectuales, como es el caso delos autores que participan en Sur yen Nosotros), los propios representan-les de la creación y la crítica literaria y artística, hasta la red de escritoresy académicos del exilio español (Juan Larrea, Irnaz y León Felipe resultanaquí figuras clave; pero también filósofos como Gaos y Xirau, historiado-res como Bosch Gimpera o sociólogos como Medina Echavarría), en pro-yectos y redes que, a la vez que propician la aparición de una revista,resultan reanudadas, retejidas y reconfiguradas por ella. Pero además elvinculo editorial fortalecido por el sistema de distribución e intercambiol on Repertorio Americano, Losada, etc. Nos encontramos en presencia deun medio que ha sido en el momento mismo de su fundación un alto expo-ncnte de fenómenos de "sociabilidad intelectual": especie de campo mag-net ico donde confluyen y se consolidan grupos y asociaciones voluntarias.

I MI'RESA CULTURAL y PROYECTO EDITORIAL

EII varias ocasiones Jes˙s Silva Herzog evocó el momento fundacional deCuadernos Americanos. En el "Primer prefacio" a los In dices de 1942-1952,

Page 8: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

con clara conciencia de que se trataba de una empresa cultural, y con reno-vado interés por recuperar la "historia" y los "propósitos" de la misma,escribe:

La revista nació al calor de tres conversaciones de sobremesa entre lospoetas Juan Larrea, León-Felipe, Bernardo Ortiz de Montellano y el queesto escribe. Resolvimos en nuestro entusiasmo editar una revista deámbito continental, ante la urgencia de enfrentarnos con los proble-mas que reclamaba la continuidad de la cultura en aquellos años dra-máticos de la Segunda Guerra Mundial. Pero ninguno de los cuatro tenía-mos recursos para tamaña empresa. Entonces acudimos a un buenn˙mero de amigos, de mediana y buena posición económica, solicitandosu ayuda financiera. Tuvimos éxito completo, puesto que así reunimosla suma de treinta mil pesos. Todos cooperaron sin pedir nada en cam-bio, con desinterés y generosidad que cumplidamente agradecimos. Poreso yo he dicho muchas veces, siempre que viene a cuento, que Cua-dernos Americanos es un milagro de la amistad (p. v).

En el capítulo de Una vida en la vida de México dedicado a "La revista delNuevo Mundo" complementará estos recuerdos: en cuanto a los recursoseconómicos, consideró que no convenía buscar al apoyo exclusivo de unasola persona acaudalada o de una institución poderosa, "porque los mece-nas suelen ser exigentes e imponen sus opiniones. Creí que era mejor bus-car muchos mecenitas dispersos, solicitando de cada uno la suma de 500

pesos por una sola vez ... ".El nacimiento de la revista es saludado en un banquete, en una forma

de sociabilidad altamente frecuentada para la época y que se repetirá añotras año:

El 29 de diciembre de 1941, apareció el primer n˙mero de la publica-ción correspondiente a enero-febrero de 1942. Celebramos el suceso reu-niéndonos a cenar unos sesenta amigos, intelectuales de España, deMéxico y de otros países de la América Latina. En la cena reinó la ale-gría y el optimismo. Alfonso Reyes y León-Felipe dijeron hermososdiscursos alusivos al acto. El nombre de la revista fue sugestión (sic)del mismo Alfonso, padrino ilustre y amable colaborador (pp. V-VI).

La elección del adjetivo "americanos': decidida luego de una discusión detres horas tras la cual se impuso la propuesta de Reyes, tendría su explica-ción en la necesidad de enfatizar un tono de alianza continental ante la

CUAOERNOS AMERICANOS: LA POL!TICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 247

guerra europea, así como el acercamiento de México a los Estados Uni-dos como respuesta a la virulencia del nazismo, el fascismo, el franquismo(algo que quedará confirmado más adelante cuando veamos la organiza-ción de la Conferencia de Escritores). La decisión se enlaza además conuna tradición de larga data: "americano" es el término que escogen Belloy más tarde García Monge para su respectivo proyecto editorial, así comoel que elige Francisco García Calderón para su Revista de América.

Cuadernos Americanos debe a Reyes su propio nombre y uno de susprimeros artículos programáticos, "América y los Cuadernos Americanos",así como algunos de los nombres de los primeros colaboradores y el apoyopara que la revista pudiera ser parte de una vasta empresa cultural. Por sitodo esto fuera poco, es deudora de Reyes la concepción misma del ensayocomo forma clave, que traduce una política cultural que es a la vez unapolítica editorial. He estudiado con mayor detenimiento estos temas (Wein-berg, 2006), donde afirmo que con Alfonso Reyes el ensayo hispanoame-ricano alcanza su "Tierra Firme" y encuentra un momento de normaliza-ción y estandarización formal como prosa de la inteligencia mediadoraentre distintas esferas del saber y escenario simbólico de la reflexión sobrela cultura (ibid.: 291-321). El ensayo puede llevar a cabo -y tal es el caso demuchos de los textos que integran los primeros años de Cuadernos Ame-ricanos- una interpretación simbólica de la cultura como una práctica edi-torial: pensarla y traducirla bajo la especie de colecciones y bibliotecas. Elproyecto cultural americanista de la revista se alimenta y es alimentado porun proceso de selección temática y de simbolización donde el propio que-hacer editorial se constituye en "vector intertextual" (Angenot, 1982), estoes, act˙a como marco, filtro y principio organizador del conjunto.

PRIMEROS PASOS DE UN PROYECTO

La revista logra articular así un proyecto, no sólo intelectual sino tambiéneditorial, de enormes proporciones. En efecto, tanto en el régimen temá-tico como en la estrategia discursiva adoptada en los primeros textos pro-gramáticos y en sus artículos se apunta a registrar como origen de la publi-cación ese difícil momento en el que América -término que tanto en eltítulo de la revista como en distintos artículos tiende a preferirse a Hispa-noamérica o Latinoamérica- habría de retomar la estafeta cultural e his-tórica que una Europa en plena guerra no podía ya seguir asumiendo. Peroel orden simbólico encuentra su correspondencia en peculiares condicio-

Page 9: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

nes históricas y materiales que dan sustento a ese programa: la llegada delos hombres del exilio español habría de potenciar la masa crítica necesa-ria para un despegue de esa magnitud y otorgar una mayor densidad a lasredes intelectuales; nos encontramos así ante un momento particularmentepropicio de despegue de la era del libro, de la revista cultural y literaria,no sólo en México sino en otros países de América Latina, y muy particu-larmente en ese nuevo mapa que comenzarán a trazar las revistas (Reper-torio Americano, Sur, Nosotros, Amauta), los grandes emprendimientos edi-toriales (FCE, Losada, Claridad), así como la refundación de instanciasinstitucionales (particularmente las ligadas a las universidades nacionalesa partir de la Reforma Universitaria o la apertura de nuevos centros e ins-titutos de investigación dentro de las mismas casas de estudio, o de nue-vos centros como El Colegio de México), y nuevas formaciones culturales(cursos y conferencias, centros de estudio, universidades populares y nue-vas redes de alcance educativo: la red tejida en torno de la mexicana RevistadelMaestro, por ejemplo, y la nueva jerarquía social que por entonces alcan-zan la escuela p˙blica y la figura misma del docente).

Pocas son las revistas que ya desde su primer n˙mero manifiestan demanera tan abierta y programática sus propósitos, a la vez que toman deci-siones editoriales que traducen una clara autoconciencia del tipo de polí-tica cultural que habrán de llevar a cabo. Así, en el primer n˙mero apa-

rece la siguiente leyenda:

En los actuales días críticos un grupo de intelectuales mexicanos Yespa-ñoles, resueltos a enfrentarse con los problemas que plantea la continui-dad de la cultura, se ha sentido obligado a publicar Cuadernos Ameri-canos, revista bimestral dividida en cuatro secciones tituladas: NuestroTiempo, Aventura del Pensamiento, Presencia del Pasado, Dimensión

Imaginaria.

En la solapa se anuncia que se trata de una publicación bimestral y se añadeentre paréntesis "La revista del Nuevo Mundo": un dato de la mayor impor-tancia en tanto esta expresión recubre sentidos dispares que a la larga entra-rán en colisión: el mundonovismo mesiánico de Larrea, el sentido utópicoracionalista y laico de Reyes y el sentido más fuertemente ideológico yenfá-ticamente político que le atribuirá Silva Herzog. Tras el fin de la SegundaGuerra Mundial, el alejamiento de Larrea y la temprana muerte de Reyes,se difuminarán los alcances de la expresión "Nuevo Mundo" y la miradahasta cierto punto estetizante de las relaciones sociales y la historia, y serácreciente la preocupación por dotar a la revista de un tinte latinoameri-

CUAOERNOS AMERI(ANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 249

canista mucho más fuerte y de un mayor vuelco hacia la discusión de cues-tiones políticas propias de América Latina, con especial énfasis en las cien-cias sociales y en el problema del imperialismo. Cabe destacar también supermanente interés por la ciencia como motor del progreso social a la vezque una gran presencia de textos dedicados al arte y a la literatura (conparticular preocupación por cuestiones prehispánicas y etnográficas). Estoquedará confirmado cuando, al cumplirse los primeros treinta años de vidade la publicación, se recojan los testimonios preponderantemente proce-dentes de otros países de nuestra región, quienes la consideran una biblio-teca fundamental para el estudio de la cultura latinoamericana y para elanálisis intelectual de alto nivel de los grandes temas y problemas de Amé-rica Latina y que tendrá un carácter netamente vinculante de los países quela conforman. Aun cuando sea marcado el n˙mero de intelectuales y escri-tores mexicanos y sea todavía notorio el n˙mero de representantes de laEspaña progresista, a partir de 1947 será proporcionalmente mayor eln˙mero de colaboradores latinoamericanos y aparecerán nuevos nombresde figuras independientes del ámbito norteamericano.

Es preciso resaltar lo que significó explícita y programáticamente lanoción de "cultura" para los intelectuales de Cuadernos, que, junto con elconcepto de lo "humano", la convirtieron en un santo y seña para la mili-tancia de la inteligencia y la política del libro. "Lo humano, problema esen-cial" es el título del artículo inaugural con que Silva Herzog (CuadernosAmericanos, N° 1, 1942) anticipa su proyecto. Bajo este amplio lema encon-traron cabida las preocupaciones políticas a corto y a largo plazo, y tam-bién el amplio espectro de temas y problemas que ingresarán a la revista.El tema del vínculo entre lo humano y lo cultural, lo espiritual y lo mate-rial, se plantea desde el inicio y atravesará toda la primera época de la revista,en la que se mantendrá un sentido amplio de cultura, ligado a otro com-ponente fundamental: la noción de que corresponde a ese sector pen-sante y esclarecido difundir los altos valores de la cultura superior, paraque nuestros pueblos no queden marginados en los avances de la civiliza-ción, Silva Herzog adopta allí una perspectiva histórica de largo plazo, pasarevista a los modelos capitalista y socialista, recupera principios como elde libertad política para las mayorías y aboga por libertad y democracia'\'11 lo económico, en lo político y en lo social [ ... 1 que abarcaran todoslos horizontes de la cultura y cubriesen todos los ámbitos materiales de laexistencia" Plantea entonces algo que reiterará una y otra vez a lo largo delos años: el hombre es lo fundamental (ibid., P.14). Y añade que en esa horaintensamente trágica de la historia es necesario que se oiga un grito salva-dor, que sólo puede provenir de" laAmérica Nuestra" (ibid., p. 15)· Se encuen-

Page 10: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

tra aquí una clave del vínculo que se establecerá entre muchas líneas dedefensa del hombre, la vocación americana, la crítica a los sistemas tota-litarios y a los modelos democráticos que pecan a˙n de excluyentes. Abogapor la b˙squeda de "un nuevo humanismo" y plantea que los "iberoame-ricanos" deben prepararse para el fin de la guerra:

Nosotros debemos defendernos, debemos defender nuestra tradicióncultural en lo que tiene de valioso, debemos vaciarnos en moldes pro-pios, sin que por supuesto nos neguemos a aceptar corrientes ideológi-cas de fuera, cuando ellas se adapten a nuestra realidad y sean ventajo-sas para nuestro desenvolvimiento. Tengamos conciencia de nuestrasanalogías históricas, de las semejanzas en varios de nuestros problemas;tengamos conciencia de nuestra personalidad como naciones que tie-nen características privativas, porque unidos los de lberoamérica enun propósito com˙n, con la eficaz cooperación intelectual de los espa-ñoles ilustres que han encontrado asilo en nuestras patrias después deldesastre de la Rep˙blica, nos será posible actualizar el sueño de Bolívare influir por vez primera en forma decisiva en e! drama de la historiauniversal (Cuadernos Americanos, N° 1, 1942, p. 16).

Muchas de estas ideas confluyen con el discurso inaugural de Reyes quese publica en el segundo n˙mero de Cuadernos Americanos bajo el título"América y los Cuadernos Americanos", donde se refiere al "imperativomoral" que representa "la salvación de la cultura", a la que define así:

La cultura no es, en efecto, un mero adorno o cosa adjetiva, un ingre-diente, sino un elemento consustancial del hombre, y acaso su mismasustancia. Es el acarreo de conquistas a través de las cuales el hombrepuede ser lo que es, y mejor a˙n lo que ha de llegar a ser, luchando mile-nariamente contra el primitivo esquema zoológico en que vino al mundocomo enjaulado. La cultura es e! repertorio del hombre. Conservarla ycontinuarla es conservar y continuar al hombre.

Recordemos que tanto Alfonso Reyes como Pedro Henríquez Ureña habíanretomado críticamente la vieja concepción de la cultura entendida comoforma de literatura de élite y la habían repensado, a partir de las nocionesque aportaban la filosofía alemana y la antropología cultural norteameri-cana (Boas), como "modo de vida" de un pueblo, un período, un grupo ola humanidad en generaL Pensada además desde el modelo de la filolo-gía, la literatura evidencia su cariz cultural y acent˙a su vínculo con la

CUAOERNOS A/>lERICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 251

historia y con el modo de vida de un pueblo. Emplear el término en sen-tido antropológico permitió a estos intelectuales encontrar un punto devista abarcador, un mirador por encima de lo político, así como lograr unasintonía, una alianza ideológica, entre el programa de Cuadernos Ameri-canos y las otras instituciones de la hora.

No debemos olvidar el activo papel que le cupo a Reyes en la organi-zación de la Conferencia Interamericana de Escritores (1942), iniciativaen principio independiente del Estado pero que pronto interesó a las auto-ridades, pues se consideró que ella permitiría fortalecer la posición de!gobierno mexicano frente a la Segunda Guerra Mundial: contar con unaproyección continental y una organización hemisférica avaladas por undiscurso eficaz que permitiera dar una cobertura intelectual a la políticade apoyo a los Estados Unidos en ese critico año 1942, que fue e! del ingresode México y de los propios Estados Unidos en el conflicto europeo. De allíque Reyes insistiera en que al caer "los pueblos magistrales" toca a los ame-ricanos, de manera prematura tal vez, preservar esa cultura a la vez queinscribir la presencia de América en esa historia universal comandada poruna Europa entonces en crisis: nueva relación entre centros y márgenes.

El concepto de "cultura" permite a Reyes, en suma, diseñar el espaciosimbólico al que todos pertenecemos y que pertenece a los propios hom-bres de letras. Se da así un rizo: el ensayista está en la cultura y ésta es a lavez su objeto de meditación. El término act˙a como principio autorizadorde su palabra a la vez que como principio interpretativo de su ensayo. Larecurrencia en el artículo de otro término, el de "representación", es sin-tomática, y denota la preocupación por la representatividad de las repre-sentaciones del intelectual a la que también se refirió Edward Said.

En el final del texto regresa a la presentación de Cuadernos Americanos.La empresa cultural se traduce como el empeño de "un puñado de hom-bres de buena voluntad" -el interés del desinterés, el desinterés del inte-rés-: también Cosío Villegas dirá que "cuando se unen desinteresadamentevarias personas interesadas en la cultura, pueden crear una empresa inclusosuperior a la que es capaz de crear un comerciante': De este modo, el idealutópico y universalista de Reyes se toca con el modelo contante y sonantede operación de las empresas culturales, cuyas ganancias se reinvierten ensu totalidad para la expansión de sus alcances. Y el ideal espiritual de asun-ción del destino de la humanidad traduce el modo en que México aspiraa retomar la estafeta cultural y editorial española. (Recordemos que losinfructuosos esfuerzos de Cosío Villegas, poco antes de la guerra española,por interesar a Espasa Cal pe o a Aguilar en un vasto proyecto editorial,sufrieron el rechazo de Ortega y Gasset, director de Revista de Occidente.)

Page 11: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

UNA GENERACIÓN FUNDACIONAL

Si atendemos a la "manía" fundadora de archivos históricos en el ramo dehacienda y crédito p˙blico, bibliotecas especializadas, publicaciones, cen-tros de investigación y docencia económica, etc., veremos que desde el grupode la economía política se trataba de incidir modélicamente en la consoli-dación de un México moderno: sacar la política de la coyuntura y proyec-tarla en el largo plazo, a la vez que encontrar en ese nuevo ámbito un campode competencia que autorizara la práctica, en un contexto de apertura deespacios y de expansión cultural entre amplias capas de la población, here-dero en ˙ltima instancia del clima reformista. A la vez, todo un sector dehombres de letras ligados a revistas literarias vinculadas con la tradiciónmodernista y con la línea de sus contemporáneos se enlazará con el pro-yecto editorial y de inserción académica que alimentan los hombres del exi-lio español. Muchos de estos grandes intelectuales habían participado enproyectos modernizadores y dinamizadores de la vida académica en suspropios países de origen, y algunos, además, no tenían allí un lugar cómodo,pues se trataba de una estructura académica organizada sobre la base deun modelo autoritario y excluyente que impedía la renovación de cuadrosy arrojaba a muchos hombres brillantes a la precariedad laboral.

Desde esta perspectiva, resulta clave considerar la relación tan plástica yactiva entre formaciones e instituciones como las representadas por elFCE, El Colegio de México, el Instituto de Investigaciones Económicas dela UNAM, El Trimestre Económico, Cuadernos Americanos, la Biblioteca Lerdode Tejada -resulta muy difícil pensarlos de manera aislada, porque los uneeste "lugar" simbólico en que se encontraban, insisto, formaciones e insti-tuciones: ligadas, a su vez, nada menos que a la reinvención del Partido (elPRI) Ydel Banco de México-. Si algo caracterizó a este "proyecto" -no siem-pre tan nítido ni exento de contradicciones o de conflictos personales- fueprecisamente la apertura de espacios de renovación de los cuadros diri-gentes del gobierno, en los que una formación intenta consolidarse a tra-vés del modelo de la "empresa cultural" y renovar la institución sin rom-per con ella, a la vez que autorizar su propia práctica contemplada comofunción p˙blica: llevar la cultura a sectores más amplios de la sociedad.

Uno de los sentidos de la idea de servicio p˙blico se tradujo en que setrató de una generación notablemente fundacional. Al mismo tiempo,muchos de los intelectuales que participaron en Cuadernos Americanosno tenían una adscripción partidaria estricta, sino que "militaron" en dis-tintas áreas del gobierno como servidores p˙blicos leales, generosos, cul-tos y de gran solvencia en su área (además de los ya mencionados, Arturo

CUAOERNOS AHERICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 253

Arnáiz y Freg, Antonio Carrillo Flores, Edmundo Flores, Javier Márquez,Gustavo Martínez Cabañas, Jorge 1.Tamayo, entre otros).

(A propósito, agrego entre paréntesis un comentario: desde muy tem-prano, la posibilidad de sacar económicamente adelante y hacer reditua-ble un proyecto primeramente ligado con la cultura -el libro, la editorial,la revista, la institución universitaria-, a través de la b˙squeda de figurascomo el "fideicomiso", calcado del modelo británico para el caso del FCE

yde Cuadernos Americanos, o del College de France, para el caso de El Cole-gio de México, permitió también conciliar la relación entre el Estado y elámbito privado). Fundar una revista, un centro de estudios, una editoriales hacer política de la cultura y es también encontrar, de manera audaz,una forma de traducir lo cultural y lo académico en inversión a largo plazo.La práctica intelectual realizada por estos hombres hizo del concepto decultura su propio santo y seña, y dio solución simbólica al modo en quetoda una generación habría de insertarse en un proyecto político del Estadoposrevolucionario, a través de la propuesta de instituciones complejamenteligadas con él, y que mediante figuras como el fideicomiso o la integra-ción de juntas de gobierno combinaron el apoyo estatal y la b˙squeda deinversores privados de partida para que, a largo plazo, lectores y suscrip-lores permitieran, con sus aportes, el avance final hacia la independenciaeconómica -un modelo microscópico del proyecto económico macros-cópico de los años cuarenta y el cardenismo-.

Los fundadores de este proyecto cultural resuelven y traducen simbóli-camente cuestiones relacionadas con la nueva modalidad de inserción dela intelectualidad crítica en un modelo de Estado-nación fuerte, con mani-fiestos estímulos al agro y a la industria nacional (así lo confirman muchosde los anuncios incluidos en la revista, como los de la "Asociación Nacio-nal de Fabricantes de Cerveza", o los que se dedican a promocionar laproducción de ron, cigarros, café, az˙car, lubricantes mexicanos, así comoempresas del tipo "Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monte-rrey","Ferrocarriles Mexicanos", "Crédito mexicano", "Nafinsa"), respalda-das por una fuerte política de dirección estatal centralista con apoyo popu-lar, que había comenzado a gestarse a partir del México posrevolucionario.

AIRES DE FAMILIA

I)istintos "aires de familia" permiten asociar a Cuadernos Americanos con01 ras publicaciones legendarias de América Latina y con la concepción

Page 12: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

novedosa de "revista cultural". Por una parte, con Repertorio Americano-revista costarricense fundada por Joaquín García Monge en 1919 y queprecisamente hacia 1943 atravesará una redefinición editorial con la adop-ción de un nuevo subtítulo: "Cuadernos de cultura hispánica- comparteun sentido culturalista y americanista amplio, que en el caso de Reperto-rio se afilia al programa de Andrés Bello; comparte también la preocupa-ción por el liderazgo intelectual que toca cumplir a los nuevos represen-tantes de la inteligencia americana, en un debate que se alimenta y a lavez se apoya en la existencia de redes de sociabilidad, lectura y circulaciónde ideas que expanden ese sentido entre los lectores, vinculado a su vez conel discurso americanista. Nos parece evidente que las revistas cumplieronun pape! central, no sólo en la difusión de este ideario, sino también en suconstitución, en tanto tradujeron además redes de sociabilidad que retro-alimentaban estas discusiones, desde el arielismo hasta el temprano antiim-perialismo. Esa fuerte red de sociabilidad americanista apoyará de maneraimportante ciertos circuitos de circulación de libros, consolidado poruna red de colaboraciones periódicas y de suscripciones.

Cuadernos Americanos se dedicará, para usar una certera expresión, aplantear una interpretación no tradicionalista de nuestra tradición. Con talobjetivo, desde sus primeros n˙meros abordará algunos de los grandes tópi-cos a revisar: tal es el caso del arielismo. En el tercer n˙mero, el escritor yacadémico mexicano Francisco Monterde (1894-1985) se refiere en una notaa una nueva edición del Ariel, de amplia tirada (doce mil ejemplares), dedistribución gratuita entre estudiantes, financiada por la Universidad ypro-logada por el entonces rector, Mario de la Cueva. Este Ariel revisitado "anun-cia una transformación en los sentimientos de los pueblos de América haciaEspaña", confirma el papel de la juventud en el conocimiento y previenecontra el utilitarismo de corto plazo en favor de la necesidad de no olvidarnunca "los fines eternos de la cultura, ni los grandes ideales de la humani-dad': Próspero abraza ahora la "democracia social" en nueva conciliaciónde las dos Américas. En esta interesantísima reinterpretación del arielismose encuentra contenido, como en una nuez, e! programa de la propia revista.

Se han descuidado los importantes lazos de la primera etapa de Cuader-nosAmericanos con la revista argentina Sur, ya que ambas aparecen en plenaépoca de la guerra con una postura antifascista, vinculadas con la llegadade representantes del exilio español, y son además componentes funda-mentales en un momento de consolidación de la industria editorial en lasrespectivas naciones (nombres clave al respecto serán los de Alfonso Reyes,Waldo Frank y Roger Caillois) que constituyen presencias "puente" entrerevistas y circuitos intelectuales. Si bien Sur integra voces europeas, ame-

CUAOERNOS AMERICANOS: LA POLITICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 255

ricanas y del exilio español críticas a los acontecimientos de la guerra, suapuesta cultural se irá cerrando progresivamente respecto de América Latinay confirmando su afiliación con la cultura europea, a la vez que incluyendoalgunas estrategias de negociación con ciertos sectores moderados quesobrevivirán durante el franquismo.

Se trata de revistas que no rompen con la alta modernidad ni discutenla posibilidad de interpretación de los nuevos fenómenos desde el patróndel pensamiento occidental, y que intentan así normalizar los aportes delas vanguardias a la vez que no cejan en un esfuerzo de enlace de la cul-tura de este lado del Atlántico con la universal de matriz europea, auncuando, por supuesto, habrá también marcadas diferencias en lo que res-pecta a la relación entre literatura y cultura, entre lo nacional y lo ameri-cano, que se harán más pronunciadas aun tras e! fin de la segunda confla-gración mundial y el comienzo de la Guerra Fría. A partir del parteaguasde la Revolución Cubana se acentuarán las diferencias ideológicas de Cua-dernos Americanos con Sur y las afinidades con las tomas de posición deotras revistas, como Marcha, conforme se evidencie un más pronunciadogiro hacia ellatinoamericanismo, e! antiimperialismo y la crítica a lasti ictaduras. En cuanto a la posible relación con Amauta, dada la mayor pre-sencia de Haya de la Torre en los primeros años de Cuadernos Americanos,la recuperación de la obra de Mariátegui será más tardía.

La etapa fundacional de Cuadernos Americanos deja así fuerte improntaen la revista y se constituye en permanente referente a lo largo de los años,•iun cuando las primeras condiciones de urgente intervención que le die-ron origen concluyeran con el fin de la Segunda Guerra para abrirse unnuevo capítulo de toma de posición ante la Guerra Fría, en una críticacada vez más abierta a la política norteamericana y una toma de distan-cia cada vez más pronunciada respecto de la política soviética, catalizadospor los sucesos de la región. Por otra parte, las diferentes líneas de los inte-lectuales del exilio se darán una tregua al advertir que el reacomodo de1.1 política en la posguerra hace imposible el regreso a España en el cortoplazo, lo que los obligará tanto a repensar su inserción vital y laboral enMéxico como a replantear sus debates ideológicos.

AI:rA DENSIDAD

Fn los primeros n˙meros de la revista se da un fenómeno que llamare-mos de "alta densidad" o "saturación" en los diversos planos discursivos,

Page 13: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

y que se manifiesta tanto respecto de los propios textos ensayísticos y losvectores temáticos que los atraviesan como en la compleja red de reen-víos textuales y paratextuales, esto es, en un sistema de correspondenciastemáticas y en una interrelación a un alto punto colmada entre los distin-tos componentes de la revista -desde los artículos y las notas propia-mente dichos hasta los anuncios pagados o de intercambio, desde la líneaprogramática declarada y las inn˙meras referencias cruzadas explícitas eimplícitas, desde la oferta de temas, problemas, autores, hasta el sentido im-plícito del proceso de selección de los mismos para la articulación de unaverdadera política cultural-, que confirma en otro nivel el mensaje explí-cito yel contenido mismo de los artículos.

Revista, ensayo y prosa resultan mucho más que un mero soporte, moldeo vehículo para volcar una serie de temas de interés y debate: la "historiade la cultura" act˙a tanto en lo que hace a la selección y a la combinación delos contenidos como a la adopción de un orden discursivo y de modali-dades enunciativas cuyo eje medular es un tipo de argumentación gober-nada por un sentido de inteligibilidad dado por la historia y por la cultura.Éstas ofrecen así no sólo el modelo y la estructura para el análisis, sinoque también constituyen ciertas "restricciones de absorción" en lo que serefiere a la organización discursiva y temática.

Observamos entonces en los primeros n˙meros un efecto de concen-tración de referencias y reenvíos al mundo intelectual y editorial. Así, porejemplo, en su n˙mero inaugural no sólo aparecen ensayos, notas y tex-tos programáticos como "Lo humano, problema esencial", de Silva Her-zog, o "Nuestra alba de oro", de Larrea, sino también artículos dedicadosa temas específicos, como la discusión de Sierra Partida sobre las distintasetapas de la política exterior norteamericana, el ensayo que Reyes dedicaa Waldo Frank y la utopía de América, la reinterpretación de la historia deEspaña de Bosch Gimpera o la recuperación contemporánea del huma-nismo español por parte de Joaquín Xirau, que a la vez encierran verda-deras claves del sentido de la publicación que se inicia. Notas y reseñasreenvían también a discusiones de la mayor importancia, como es el casodel rol de los intelectuales (lmaz) o el análisis del papel de Weber (MedinaEchavarría), que conducen a una discusión mayor sobre historia y cul-tura y la posibilidad de pensar en una configuración cultural hispánica.Incluso los anuncios con dicen con la línea de Cuadernos, que dedicará rese-ñas a distintas novedades de Editorial Losada, del FCE, Letras de México,Revista Hispánica Moderna o Repertorio Americano: se da así un notablecaso de referencias cruzadas. En esta etapa fundacional de la revista 110 que-dan cabos sueltos, no sólo en lo que se refiere a las grandes lineas temáti-

CUAOERNOS AMERICANOS: LA POLlTICA EDITORIAL COMO POLITICA CULTURAL I 257

cas y de discusión, a su orientación ideológica y a su vertebración histó-rico-cultural, sino también a las m˙ltiples referencias cruzadas que la atra-viesan en sus distintas secciones e instancias textuales y para textuales.

En suma: Cuadernos Americanos logra enlazar una política editorial conuna política cultural en la que también participan otras institucionesque hacen de esas actividades un modelo de intervención en la sociedad.La imagen de una "cultura universal" que América reasume vale enton-ces por sí misma a la vez que como traducción de lo que estaba sucediendoen el mundo de la letra impresa. La práctica escritural, la política edito-rial y el proyecto cultural de la revista presentan importantes analogías,incluso estructurales. "Cultura': "libro", "revista" act˙an como metáforay metonimia que permiten nombrar y enlazar los distintos planos de inter-vención. Traducir el complejo mundo de las relaciones sociales y mate-riales al ámbito simbólico denominado cultura, y en él colocar, como clavedel sistema, el libro, la revista, la política editorial, permite a la vez vali-dar los unos y los otros. Decir que América ha retomado la estafeta quedeja Europa es así plantear un programa de alta política cultural y de altapolítica editoriaL

BIBLIOGRAFíA

Angenot, M. (1982), La parole pamphlétaire. TypoJogie des discours modernes, París,

Payot.Aub, M. (1980), "Los españoles del Fondo", en VV.AA., Libro conmemorativo

deJ45 aniversario, México, Fondo de Cultura Económica.Bary, D. (1979), Poesía y transfiguración, Valencia, Pretextos.Corral, R. y J. Valender (eds.) (1994), Poesía y exilio. Los poetas del exilio español

en México, México, El Colegio de México.Cuadernos Americanos (México), revista bimestral, año 1, vol. 1, enero-febrero de

1942; vols.r-as, No 1-266, 1942-1986 [no se publicó entre julio-diciembre de 1986].Nueva época, año 1, N° 1, enero-febrero de 1987-año 21, N° 121, 2007·

Dosse, F. (2007), La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales, historiaintelectual, trad. de Rafael F. Tomás, Valencia, Universitát de Valencia.

Enriquez Perea, A. (comp.) (2001), Vidas de cultura y pasión mexicanas:correspondencia Alfonso Reyes/Jes˙s Silva Herzog, 1939-1959, México, El Colegiode México/El Colegio de San Luis Potosi.

Gramuglio, M. T. (1999), "Sur': en Sa˙l Sosnowski (ed.) (1999), La cultura de un siglo.América latina en sus revistas, Madrid/Buenos Aires, Alianza.

lndices de Cuadernos Americanos; materias y autores, 1942-1971 (1973), México,Cuadernos Americanos.

Krauze, E. (1991) [1980], Daniel Casio Villegas: una biografía intelectual, 2" ed.,México, pello

Page 14: 2. Weinberg. Cuadernos Americanos

258 I REVISTAS

Lida, C. E. (1988), La Casa de España en México [con la colaboración de J. A.Matesanz y la participación de B. Morán Gortari], México, El Colegio de México.

Lida, C. E. y J. A. Matesanz (1990), El Colegio de México: una hazaña cultural.1940-1962, México, El Colegio de México [con la participación de A. Alatorre,F. Calderón y M. González Navarro l.

Martínez CarrizaJes, 1. (2007), "La conversación literaria: París y Madrid",en Héctor Perea (ed.), Alfonso Reyes. El sendero entre la vida y la ficción, Madrid,Instituto Cervantes/Fondo Editorial de Nuevo León, pp. 41-69.

Matesanz, J. A. (1999), Las raíces del exilio. México ante la guerra civil española1936-1939, México, El Colegio de México/Instituto de Estudios Históricos,Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

Rey Romay, B. y G. Naufal Tuena (comps.) (1994),Jes˙s Silva Herzog: universitarioejemplar. Homenaje en el centenario de su natalicio, México, Instituto deInvestigaciones Económicas, UNAM/FCE.

Silva Herzog, J. (1986), Una vida en la vida de México, México, SEP.Sosnowski, S. (ed.) (1999), La cultura de un siglo. América latina en sus revistas,

Madrid/Buenos Aires, Alianza.Weinberg,1. (1992), "Cuadernos Americanos como empresa de cultura",

en Cuadernos Americanos, N° 31, pp. 89-93.- (1995), "Cuadernos Americanos: entre la memoria y la imaginación';

en Cuadernos Americanos, N° 50, pp. 13-22.- (2006), Situación del ensayo, México, CCyDEL/UNAM.Williams, R. (1997), Marxismo y literatura, prólogo de J. M. Castellet,

trad. de Pablo di Masso, Barcelona, Península.