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www.elsolcuernavaca.com.mx / www.elsolcuautla.com.mx Viernes 30 de agosto de 2019 29 No. 897 RAÚL FRANCISCO GONZÁLEZ QUEZADA LA PARADOJA DE UN FENÓMENO QUE CONSERVA PARCIALMENTE Y DESTRUYE DEFINITIVAMENTE Las colecciones de objetos muebles que son efecto del saqueo de yacimien- tos arqueológicos rescatan una parcialidad formal del fenómeno arqueológi- co, que de haber sido atendido con método y técnicas que nos brinda la ciencia arqueológica, habríamos podido describir, interpretar y explicar pro- cesos sociales pretéritos con mayor grado de complejidad. La destrucción del contexto arqueológico en busca del objeto unitario relevante no sustituye la magnitud de una pérdida irreparable de información arqueológica. De coleccionismo y saqueo arqueológico Colección en posesión de un particular, de múltiples artefactos cerámicos pertenecientes a un período que va desde el Preclásico Temprano (1400-800 antes de nuestra era), hasta el período Virreinal (1521- 1821 n.e.) de la región de Tlayacapan, Morelos.

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www.elsolcuernavaca.com.mx / www.elsolcuautla.com.mx

Viernes30 de agosto

de 2019

29No. 897

RAÚL FRANCISCO GONZÁLEZ QUEZADA

LA PARADOJA DE UN FENÓMENO QUE CONSERVA PARCIALMENTE Y DESTRUYEDEFINITIVAMENTE

Las colecciones de objetos muebles que son efecto del saqueo de yacimien-tos arqueológicos rescatan una parcialidad formal del fenómeno arqueológi-co, que de haber sido atendido con método y técnicas que nos brinda laciencia arqueológica, habríamos podido describir, interpretar y explicar pro-cesos sociales pretéritos con mayor grado de complejidad. La destrucción delcontexto arqueológico en busca del objeto unitario relevante no sustituye lamagnitud de una pérdida irreparable de información arqueológica.

De coleccionismo ysaqueo arqueológico

Colección en posesión de un particular, de múltiples artefactos cerámicos pertenecientes a un período que va desde el Preclásico Temprano (1400-800 antes de nuestra era),hasta el período Virreinal (1521- 1821 n.e.) de la región de Tlayacapan, Morelos.

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30 Tlacuache Viernes 30 de agosto de 2019 www.elsoldecuernavaca.com.mx / www.elsoldecuautla.com.mx Viernes 30 de agosto de 2019 Tlacuache 31www.elsoldecuernavaca.com.mx / www.elsoldecuautla.com.mx

El objeto antiguo es un fenómenoque mueve las pasiones de lahumanidad quizá desde losprocesos primigenios de homi-nización, el desarrollo privile-

giado en nuestra especie de los lóbulostemporales del cerebro donde reside elproceso de la memoria, nos permiten con-siderar lo relevante de este proceso en eldesarrollo del homo sapiens. (Rosales etal. 2018:257)

Con la memoria, se tiene acceso a laperspectiva de la comparación temporal yla diacronía, y surge así, la noción de lahistoria. El vínculo sígnico con el pasado,la posesión del objeto que representa mo-mentos pasados afianza al sujeto o grupode ellos, como los poseedores de frag-mentos que los enlaza con el hecho acae-cido, o incluso, con el hecho imaginadodel pasado.

Para producir una colección se requie-re de la identificación de una serie de ob-jetos muebles y su posterior acopio. La

existencia de la colección tiene en parte,la pretensión del ordenamiento de porcio-nes de la realidad ante la astucia de la ra-zón y las emociones, se ponderan recu-rrencias de rasgos entre los objetos colec-tados, se proyectan posibles patrones enfuturos objetos aún no encontrados, pero,sobre todo, se logra conservar prueba ma-terial con que se evoca el pasado.

El coleccionismo como acopio de obje-tos que comparten algún rasgo, resultaparte de la condición humana y se trata deuna de sus estrategias para escudriñar elmundo de los objetos muebles en su al-cance perceptual. Para los anticuarios delos siglos XVIII y XIX, precedentes de laciencia arqueológica moderna, resultabanecesaria la consolidación de los llama-dos gabinetes de antigüedades, espaciosdonde se ordenaban y acumulaban obje-tos antiguos. En estos espacios no sola-mente se afianzaba el prestigio del pro-pietario de las piezas, también se demos-

traba, con la prueba material de los obje-tos colocados en vitrinas que biencuidaban de mostrar los objetos, perotambién de impedir la cercanía al tactoinmediato, piezas que eran prueba delavance en el conocimiento de ciertos te-mas históricos.

Los estados nacionales consolidadosen el capitalismo se han arrogado la pro-piedad particular de los objetos arqueoló-gicos en nombre de la nación y en ocasio-nes han argumentado hacerlo incluso, ennombre de la humanidad. Los estados na-cionales son sin lugar a dudas, los princi-pales coleccionistas arqueológicos. Son,además, los encargados de promover unabuena parte de la ciencia moderna comolabor formal, en torno a la cual, se cons-truyen aparatos institucionales que tra-bajan sobre las áreas de interés propias delos grupos nacionales fundamentalmente,aunque no de manera exclusiva. Por loque las colecciones arqueológicas se or-denan en torno a instituciones con intere-ses nacionales en gran medida.

En el mundo, la circunstancia del co-leccionismo arqueológico varía depen-diendo de sus propias legislaciones. En elcaso de México, la Ley Federal sobre Mo-numentos y Zonas Arqueológicos, Artísti-cos e Históricos considera en los artículos27 y 28, que los monumentos arqueológi-cos muebles e inmuebles son propiedad

inalienable e imprescriptible de la nación,y son definidos como aquellos que fueronproducto de culturas anteriores a la his-pánica.

El contexto arqueológico es aquel quesurge de la desvinculación orgánica deuna sociedad determinada con el conjun-to de artefactos y elementos que se pro-dujeron mientras se encontraba vigente.Es decir, como ejemplo, la sociedad feudalvirreinal en el caso de Nueva España, alencontrarse actualmente orgánicamentedesvinculada de lo que durante ese perío-do se produjo por haber desaparecido, to-do ello es ahora, de carácter arqueológico,así lo son sus conventos, capillas, puentes,acueductos, y todos sus artefactos asocia-dos, incluyendo por enumerar algo, un cá-liz aún en funciones dentro de una sacris-tía.

Cada estado-nacional, pese a las con-venciones y tratados internacionales,muestra matices diferentes sobre lo queconsidera arqueológico. Todo ello deberíaser irrelevante si nos ceñimos a una defi-nición como la anteriormente planteadaacerca del contexto arqueológico. Es decir,no importaría lo que los estados-naciona-les consideren al respecto, en caso de queen sus naciones existan sujetos o institu-ciones que coleccionen objetos de socie-dades orgánicamente desaparecidas, en-tonces lo que hacen es coleccionismo ar-

queológico.La ciencia arqueológica y sus practi-

cantes al interior de los estados naciona-les, además, se encuentran íntimamentevinculados al tipo de ejercicio político decada grupo nacional determinado. La rea-lización de colecciones arqueológicas,ejecución de museos, proyectos científi-cos de exploración arqueológica de yaci-mientos altamente relevantes para lashistorias nacionales y para la humanidadtoda, y la forma de resolverlos en los aná-lisis y en la difusión de las informacionesque de ello ha derivado, ha dependido enmucho de las academias en particular, pe-ro también del filtro político de los estadosnacionales donde se efectúan estos pro-cesos.

Que sea la nación quien se apropie delos bienes muebles arqueológicos comosucede en nuestro país, tiene un sentidopositivo, pues los protege jurídicamentede la propiedad privada, porque no en to-dos los estados nacionales se ha logradoeste avance, y se permiten las colecciones

privadas de objetos arqueológicos mue-bles sin sanción colegiada alguna de cuer-pos académicos científicos arqueológicos.

La mejor forma de enfrentar la investi-gación y conservación de objetos arqueo-lógicos muebles es a través de la dilucida-ción y ejecución de técnicas y métodosefecto de la investigación científica quenos permita establecer los procedimien-tos más idóneos para asegurar la pervi-vencia de estos objetos. En un Estado-na-ción democrático plural y permanente-mente crítico, con pretensión de simetríaparticipativa, donde los grupos hegemó-nicos, pero también los subalternos parti-cipen en la discusión sobre la historia y laheredad arqueológica, la gestión estataldebería organizar la riqueza socialmenteproducida para destinarla a institucionesque diseñen estrategias para la investiga-ción crítica de estos objetos, y, además, secoleccionen, es decir, se sometan a proce-sos de curaduría, se les destinen embala-jes, y se almacenen para mantener la po-sibilidad futura de continuar con los pro-cesos de descubrimiento en nuevos análi-sis, así como para su inclusión en procesosde difusión científica simétrica. Si esto selograra, entonces el coleccionismo de pie-zas arqueológicas por parte de particula-res sin sanción institucional, no solo demanera positiva se vuelve ilegal cuandoestá asociado al saqueo y al tráfico, sinotambién sería claramente ilegítimo, por-que existirían instancias democráticascríticas e incluyentes que resolverían esopor toda la sociedad democráticamenterepresentada.

Como se sabe, no todaslas colecciones de piezas ar-

queológicas las realizan lasinstituciones preparadas por

aquellos estados nacionalesque cuentan con éstas instan-

cias, existe un amplio espectro decolecciones producidas al margen de lasinstituciones estatales. Están los particu-lares que las coleccionan, algunos para elgoce, prestigio y disfrute personal, paraposeer estos objetos con los matices síg-nicos que ya antes hemos mencionado.Pero también están aquellos que los in-cluyen en el mundo de las mercancías yderivan en tráfico. El tráfico de piezas ar-queológicas es moneda común en todo elmundo, y es un fenómeno que va desde laventa de piezas entre particulares de pe-queñas localidades, hasta las grandestiendas de subasta de arte del mundo, in-cluidos además y tristemente, muchosmuseos tanto particulares, como univer-sitarios en todo el planeta, con mayor in-cidencia en los países hegemónicos quejuegan discursos contradictorios al con-denar la destrucción del patrimonio,mientras compran bienes arqueológicosde países en guerra donde los objetos ar-queológicos financian en parte procesosbélicos locales.

El coleccionismo arqueológico presen-ta una condición paradójica, porque al re-cuperar objetos y resguardarlos los con-serva, pero al extraerlos del contexto ar-queológico, éste se desarticula de manerairreversible. El contexto arqueológico de-pende para su existencia, de que sus com-ponentes mantengan un orden relacional.Cada capa de tierra, cada muro o piso ha-bitacional, cada disposición de cada arte-facto, de los entierros, ofrendas, áreas deactividad, etc., y la relación entre elloscomponen al contexto arqueológico. Sola-mente si durante el proceso de excavaciónes descrito como un sistema, es que sepueden construir discursos científicos so-

bre los procesos sociales del pasado infe-ridos desde la complejidad de los descu-brimientos en el orden en que fueron ex-cavados y posteriormente analizados. Lascolecciones de artefactos arqueológicosque cuentan con el registro del contextoarqueológico del que fueron extraídas,permiten acercarnos con mayor precisióna la complejidad social a la que pertene-cieron. En la ciencia arqueológica tene-mos permanentemente presente que alexcavar un yacimiento arqueológico va-mos a alterar el estado en el que se en-cuentra tras muchos años de un procesode transformación y degradación, perosabemos que conserva en determinadasmedidas, información relevante que esnecesario que sea registrada técnicamen-te bajo estrategias arqueológicas para po-der avanzar en inferencias sobre funcio-nalidades de los espacios y de los mismosobjetos que se extraen de manera unita-ria. Para la ciencia arqueológica el contex-to del que derivan los objetos muebles esfundamental para describir, interpretar yexplicar procesos sociales pretéritos aso-ciados a los objetos muebles extraídos, yen ausencia del registro arqueológico y delas técnicas de obtención de la informa-ción adecuadas, se abaten considerable-mente, e incluso en muchos casos, se cie-rran para siempre las posibilidades de lo-grarlo.

Por ello, cuando las colecciones ar-queológicas que derivan de procesos desaqueo intencional o no, al carecer de téc-nica arqueológica de registro del contextoen que se localizaban y del que fueron ex-traídas, pierden una porción altamenterelevante de su calidad como elemento deanálisis para la ciencia arqueológica y pa-ra el conocimiento humano. Queda claroque las características implícitas de lapieza pueden arrojar una cantidad consi-derable de información, pero nunca supli-rá la información del contexto que se per-dió al ser fruto del saqueo.

Colección de fragmentos de artefactos cerámicos y líticos en una colección particular quemuestra objetos pertenecientes a un período que va desde el Preclásico Temprano (1400-800 antes de nuestra era), hasta el período Virreinal (1521- 1821 n.e.) de la región de Tlayaca-pan, Morelos. Los objetos fueron adheridos a una tabla de madera para su exhibición, con laasistencia de adhesivo de cianoacrilato, ocurriendo un daño irreversible en los objetos.

Figurita cerámica femeninadel período Preclásico delCentro de México, pertenece alTipo D2 (1000-800 años antesde nuestra era), pertenecientea un coleccionista de la locali-dad de Xochitlan, en Yecapix-tla, Morelos.

Figurita cerámica masculina que representa quizá unguerrero en algún gesto ritual, dada la solución del rostrocon la lengua de fuera. Pertenece al período Preclásicodel Centro de México (1000-800 años antes de nuestraera), perteneciente a un coleccionista de la localidad deXochitlán, en Yecapixtla, Morelos.

LEGISLACIÓN

EN MÉXICO, la Ley Federal sobreMonumentos y Zonas Arqueológi-cos, Artísticos e Históricos consi-dera en los artículos 27 y 28, quelos monumentos arqueológicosmuebles e inmuebles son propie-dad inalienable e imprescriptible dela nación

Saqueoprofundo alinterior deuna estruc-tura ar-queológicadel sitio deMesa de losTepalcates,Tlaquilte-nango,Morelos.

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32 Tlacuache Viernes 30 de agosto de 2019 www.elsoldecuernavaca.com.mx / www.elsoldecuautla.com.mx

Al intentar opinar sobre un fenómeno pa-radójico, se suele cursar la balanza e incli-narse a definirlo como un acto con pre-tensión de bondad o de maldad depen-diendo de las circunstancias del sujetoque emite su opinión. Sin embargo, lo queresulta del saqueo, más allá de las inten-ciones y emociones particulares del co-leccionista, es la destrucción irremediabledel contexto arqueológico, del cual de-pende cualquier artefacto para ser com-prendido hasta donde la conservación delcontexto nos lo hubiera permitido.

La herencia arqueológica es una y de-pende del contexto. Las calidades com-pletas de lo que guardan los yacimientosarqueológicos no se puede entender ni re-ducir a unas cuantas piezas completasque el saqueador arrebata del lugar y quedécadas después alabamos en una sala demueso. Tras cada pieza de museo que haderivado del saqueo, se encuentra unamagnitud inconmensurable de destruc-ción y pérdida total de posibilidades deacceder a procesos sociales pretéritos, estanto como quemar una biblioteca y solorescatar algunas páginas de un libro lla-mativo.

Por otro lado, además, sabemos que noes factible realizar suficientes coleccionesarqueológicas que abarquen la totalidadde lo arqueológico, siempre estaremosenfrentándonos a unas cuantas muestrasen cada cado determinado, pues no existe

la posibilidad de abarcar la totalidad deluniverso arqueológico. Sin embargo, estacondición no puede apartarnos de la pre-tensión permanente de analizar estos ma-teriales desde la perspectiva científica yen comunidad de comunicación para ladifusión y discusión de los aprendizajesque la investigación arroja. Así que, de porsí es limitada nuestra capacidad paraatender científicamente la gran magnitudde contextos arqueológicos hasta ahoraacumulados, para agregar a esto, la canti-dad de contextos que se pierden por efec-to de los ímpetus del coleccionismo.

La colección arqueológica, de cual-quier forma, para todos los casos, nuncaestará completa, su existencia genera unaconstante ansiedad en el sujeto o grupo decoleccionistas vinculados al saqueo,mientras que para las colecciones cientí-ficas siempre es un reto atender con pre-cisión las mismas para asegurar su con-servación. En la mente del coleccionista yel saqueador siempre es factible que exis-ta la posibilidad de buscar un objeto más,un quimérico artefacto que tienda siem-pre al orden superlativo en la obsesión,pensado como el más extraño, el más an-tiguo, el más colorido, el más pequeño, elmás grande, el coleccionista ansía y per-manece en incertidumbre por ajustar susactos en una meta que se aleja al ritmoque se avanza hacia ella.

La colección sobrepasa en múltiples

ocasiones a las capacidades del propio co-leccionista, ya sea éste un sujeto o unainstitución, la colección le exige accionessistemáticas de curaduría, de orden, man-tenimiento, embalaje, almacenaje. Antela mirada vehemente del coleccionista,las piezas se deterioran ante la incapaci-dad de dotar de lo suficiente a la colecciónpara su mantenimiento y perduración. Lapreocupación incluye por supuesto, lamanutención de la posesión, y aterra elmiedo a que las autoridades se presenten,a que el vecino o el familiar denuncie. Unabuena cantidad de casos de localizaciónde piezas arqueológicas efecto de saqueoy tráfico son localizadas por denuncias desujetos que lo que pretendían era dañar ovengarse del coleccionista por temas per-sonales, y no por la preocupación de laconservación de las piezas que nos fueronheredadas por sociedades pretéritas.

Como muchas heredades temporales,en las vidas de los coleccionistas de piezasarqueológicas procedentes de saqueos,los objetos arqueológicos pasan de ser po-sesión, a convertirse en un problema,existen múltiples ejemplos de grandes co-leccionistas que cercanos al final de su vi-da entregan a las instituciones sus colec-ciones porque las capacidades del sujetoestán superadas por las necesidades deconservación de la colección, han existidoincluso casos de suicidio y destrucción delas colecciones.

Es paradójico que un acto tan prima-rio del humano como es la proclividadpor averiguar sobre el mundo de los ob-jetos que le rodean, de acopiar objetospara entenderlos, se transforme en obse-sión y destrucción cuando de saqueo,tráfico y acopio de artefactos arqueológi-cos se trata. El reto para una práctica ar-queológica crítica sería el de avanzar enla cobertura lo más simétricamente posi-ble de espacios y temas arqueológicospara que en comunidad de vida el sujetono especializado en estos temas pudierainvolucrarse con su herencia arqueológi-ca al grado de entender la importancia delos contextos arqueológicos, convertirseen vigilante de lo suyo y no en destructorde los mismos.

BIBLIOGRAFÍA

ROSALES REYNOSO, M. A.; JuárezVázquez, C.I. y Barros Núñez,P.2018, Evolución y genómica delcerebro humano. Neurología. Vol.33, No. 4:254-265.

Colección en posesión de un particular, de múltiples artefactos cerámicos y líticos pertenecientes a un período que va desde el Preclási-co Temprano (1400-800 antes de nuestra era), hasta el período Virreinal (1521- 1821 n.e.) de la región de Tlayacapan, Morelos.

Aspecto de un saqueo en una gran estructura arqui-tectónica del período Posclásico Tardío (1538-1521n.e.), ubicada en la comunidad de Zahuatlán El Viejo,Yecapixtla, Morelos.