157812408 Ziegler Jean El Odio a Occidente OCR

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  • El odio a Occidente

    ATALAYA

    _)

  • JEAN ZIEGLER

    El odio a Occident(~

    TRADUCCIN DE JORDI TERR

    19 EDICIONES PENNSULA

    BARCEI,ONA

  • Ttulo original: La baine de L'Occidmt Jean Ziegler, 2008

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyri~t, baJo las sanciones establecidas

    en las leyes, la reproduccrn total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa

    y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Primera edicin: septiembre de 2010 de esta traduccin,Jordi Terr, 2010

    de esta edicin: Grup Editorial62, S.L.U., 2010 Ediciones Pennsula,

    Peu de la Creu 4, o8o01-Barcelona. [email protected] www.edicionespeninsula.com

    VCTOR IGUAL fotocomposicin LIBEJIDPLEX, S.L. impresin

    DEPSITO LEGAL: B. 31.537-2010 ISBN: 978-84-9942-048-6

  • Este libro est dedicado a la memoria de

    Jaime Vargas, L 'Abb Pi erre,

    Franco Bettoli y Andreas Malacorda.

  • NDICE

    Agradecimientos Prefacio a la nueva edicin Prlogo

    PRIMERA PARTE LOS ORGENES DEL ODIO

    9 11

    23

    1. La razn y la locura 3 7 2. Los meandros de la memoria 4 3 3. La caza del esclavo 55 4 Las masacres coloniales 61 5. Durban, o cuando el odio a Occidente obstaculiza

    el dilogo 73 6. Sarkozy en frica 83

    SEGUNDA PARTE LA FILIACIN ABOMINABLE

    l. Del esclavista al predador omnvoro 97 2. En la India y en China 109

    TERCERA PARTE LA ESQUIZOFRENIA DE OCCIDENTE

    l. Los derechos humanos 119 2. Cinismo, arrogancia y doble lenguaje 133

    7

  • NDICE

    CUARTA PARTE NIGERIA: LA FBRICA DEL OD10

    1. Los padrinos de Abuja 2. En la poca de la guerra de Biafra 3. La mascarada electoral 4- La corrupcin como medio de control 5. Reguero de sangre en el delta 6. Lagos, el basurero de Occidente 7 La hipocresa del Banco Mundial 8. Los nios esclavos de Wuze 9 Cuando Angela Merkel abofete a Wole Soyinka

    QUINTA PARTE BOLIVIA: LA RUPTURA

    1. Cuando los cerdos estaban hambrientos 2. Un indio en la presidencia 3 El orgullo recuperado 4 La reapropiacin de las riquezas 5. Vencer la miseria 6. El Estado nacional 7 La fiesta 8. Los ustachis estn de vuelta

    Eplogo. -

  • AGRADECIMIENTOS

    De tanto amar y andar salen los lib1os y si no tienen besos o regiones

    y si no tienen hombre a manos limas, si no tienen muje1 en cada gottt, hamb1e, deseo, clem, caminos,

    no sirven para escttdo ni camptma: estn sin ojos y no podrn ab1'irlos,

    tend1n la boca muerta del p1ecepto.

    PABLO NERUDA,

    Memmial de la Isla Neg1a.

    En los altiplanos andinos de Bolivia, las comunidades aymara y quechua me acogieron calurosamente y con generosidad. En el delta del Nger, en la sierra de Chocotn en Guatemala, en las sabanas de Mal, en las tierras bajas de Etiopa, en el corazn de los bosques de Madhya Pradesh, en las costas de Orissa a orillas del golfo de Bengala, y tambin en Nueva York, en Gaza-City, en La Paz, en Caracas, en Jerusaln, en Bayamo en el Oriente cubano, en Madrid, en El Cairo, en Lima, en Nueva Delhi, en Selenge, en Peshawar y en muchos otros lugares del planeta, mujeres y hombres de condiciones, estatus sociales, culturas, religiones y opiniones polticas diferentes me hablaron con la mayor franqueza, contestaron a mis preguntas y compartieron conmigo sus saberes, sus angustias y sus esperanzas.

    Mi libro se ha nutrido en abundancia de todos esos encuen-tros.

    ( :omo siempre, con una atencin crtica rigurosa, tm ta-lento de l'ditor impresionante y un:1 amistad sin tacha, Olivicr

    ()

  • AECIMIENTOS

    lktournc fue d asiduo acompaante en cada etapa de elabora-ci' )n de este libro. Con una gran exigencia analtica y terica, Erica Deuber-Ziegler reley todas y cada una de las lneas que escrib. Dominique Ziegler reley tambin las pruebas. Les debo gran cantidad de ideas, intuiciones e hiptesis fecundas.

    El dilogo con mis colaboradores prximos, Christophe Golay, Sally-Ann Way y Claire Mahon, su erudicin y sus re-cursos documentales, fueron indispensables para m. Ingrid Bu-cher tambin me aport su ayuda.

    Arlette Sallin se hizo cargo de las versiones sucesivas del texto con una minuciosa competencia. Tambin me vi favore-cido por los juiciosos consejos y el amistoso apoyo de Sabine Ihach, de Mary Kling y de Gloria Guiterrez.

    Manuel Femndez-Cuesta me sugiri la redaccin de un nuevo prefacio. Y supervis con una amistosa e indesmayable atencin la elaboracin de la edicin espaola. Sus consejos y su amistad han sido preciosos para m.

    Jordi Terr realiz una traduccin de una excepcional ca-lidad, que refleja cada matiz de mi pensamiento y domina de forma admirable una eventualidad narrativa de gran comple-jidad.

    Mi reconocimiento para todas y todos, ms all de lo que las palabras pueden expresar.

    lO

  • PRE:FACIO A LA NUEVA EDICIN

    El da era fro. Un sol tmido atravesaba las nubes. Pennsyl-vania Avenue estaba abarrotada de gente. Ante la fachada occi-dental del Capitolio, se haba levantado un estrado decorado con los colores de la bandera estadounidense.

    Un hombre esbelto de cuarenta y ocho aos, con la tez morena y la mirada clara, vestido con un abrigo azul oscuro, se coloc en el centro del estrado.

    El presidente de la Corte Suprema ley la frmula del ju-ramento.

    Barack Obama la repiti. A su lado, estaban su mujer Michelle y sus dos hijas peque-

    as, Sasha y Malia. El bisabuelo de Michclle se llamaba Dolphus Shields. Ha-

    ba nacido esclavo en una plantacin de algodn de Carolina del Sur, en 1859'

    Entre la inmensa muchedumbre que se apretujaba delante del Capitolio y a lo largo de toda la Pennsylvania Avenue, ha-ba mucha gente con lgrimas en los ojos. Era el martes zo de enero de 2009.

    Desde la primera publicacin de este libro en septiembre de zoo8, la eleccin de Barack Obama como el 44 presidente de Estados Unidos ha constituido el acontecimiento sin duda ms sorprendente que ha sucedido en nuestro planeta. Fruto, ante todo, del desvelo y la movilizacin de la memoria herida de decenas de lll i llnnes de descendientes de a tiica nos deporta-

    1 1

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    dos y de personas procedentes de otras minoras, esta victoria provoc en el mundo entero, pero sobre todo en el hemisferio sur, una vtva esperanza.

    Esperanza en la actualidad desvanecida. Los agentes de los servicios de seguridad estadounidenses

    siguen torturando a sus prisioneros en la mayor prisin militar del mundo, en Bagram, Mganistn. No han dejado de estar vigentes las Comisiones militares y se niega a los detenidos, combatientes hostiles o simples sospechosos, la aplicacin de las Convenciones de Ginebra.

    La abogada neoyorquina Tina Forster, que se ocupa en Bagram, por cuenta de la lnternational Justice Network, de tres detenidos -dos yemenitas y un tunecino-, confirma: No existe ninguna diferencia entre las administraciones Oba-ma yBush!

    Obama est llevando a cabo dos guerras simultneas ... y recibe el Premio Nobel de la Paz!

    En el gueto de Gaza, donde se amontona en 365 km2 un milln y medio de palestinos, la desnutricin y las epidemias causan estragos. El bloqueo israel priva a los hospitales de me-dicamentos. Tras las matanzas y los bombardeos israeles de enero de 2009, no es posible llevar a cabo ninguna reconstruc-cin. El castigo colectivo infligido a la poblacin civil sitiada impide la llegada de materiales de construccin. En la Cisjor-dania y el Jerusaln Este ocupados, el robo de tierras, de agua y de casas palestinas contina su marcha sin impedimentos.

    Comisionado por las Naciones Unidas, el juez surafricano Richard Goldstone investig durante seis meses la agresin israel contra el gueto de Gaza de enero de 2009: un total de mil cuatrocientos muertos palestinos y ms de seis mil mutila-dos y abrasados entre los cuales se encontraban numerosas mujeres y nios. Y lleg a la conclusin de que se trataba de crmenes de guerra cometidos por el gobierno israel (pero tambin por el gobierno de Hams). Solicit el traslado de los culpables a la Corte Penal Internacional. En el Consejo de

    12

  • PREl''ACIO A LA NUEVA EDICIN

    Seguridad y en el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Estados Unidos rebati vigorosamente las conclusiones del informe Goldstone.3

    Entre los aliados estratgicos de Estados Unidos, siguen figurando algunos de los Estados -Uzbekistn, Arabia Saud, Israel, Nigeria, Colombia, Kuwait- que, en la lista de Amnis-ta Internacional, estn registrados como los peores violadores de los derechos humanos.4

    El Washington Post escribe:

  • I'IWIACIO A LA NUEVA EDICIN

    gobierno de Washington a establecer a travs del mundo alianzas estratgicas con algunos de los Estados ms despre-ciativos del mundo con respecto a los derechos de los pueblos que controlan.

    sta es la paradoja con la que nos enfrentamos. Tras la eleccin para la presidencia de Estados Unidos de

    un afroamericano, el odio de los pueblos del Sur hacia Occi-dente ha aumentado an ms.

    Rgis Debray escribe: Hoy ms que nunca, la memoria es revolucionaria. 6 El segundo fenmeno ms importante ob-servado desde la primera edicin de este libro es la rpida pro-gresin y consolidacin de la revolucin india de los Andes.

    En las interminables y ridas cordilleras, en el fondo de los valles y en las frondosas selvas de las tierras bajas de la Amazo-nia, la memoria herida de los pueblos indios est viviendo un fulgurante renacimiento. Esta memoria se transforma en con-ciencia poltica, voluntad de insurreccin, fuerza de resisten-cia e indmito movimiento social.

    Mayo de 2009: los indios de la Amaronia peruana se rebelan. El gobierno de Lima acababa de conceder a las sociedades pe-troleras occidentales los derechos de exploracin que amenaza-ban con arruinar las tierras y los cursos de agua de las comuni-dades autctonas. Bajo la direccin de la AIDESEP (Asociacin Intertnica de Desarrollo de la Selva Peruana), las comunida-des organizaron la resistencia, y bloquearon las carreteras y los ros de la regin. Presionado por las compaas extranjeras, el presidente Alan Garca decret el estado de excepcin.

    La represin se desat sobre las comunidades indgenas. Los asesinatos de indios se sucedieron. Durante la matanza de Ea-gua, el ejrcito abati, a quemarropa, a treinta y cuatro mani-festantes, entre los cuales se encontraban mujeres y nios. Pero la resistencia no cej.

    El mircoles 17 de junio de 2009, Alan Garca compare-

    l.f

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    ci ante el Congreso, en Lima, para solicitar la anulacin de los decretos que prevean la expropiacin de las tierras ama-znicas.

    En Bolivia, la revolucin silenciosa iniciada con la recep-cin en el Palacio Quemado de Evo Morales Ayma, primer presidente indio elegido en Amrica del Sur a lo largo de 500 aos, se desenvuelve de un modo tormentoso.

    Los contratos negociados con ms de doscientas socieda-des petroleras, gaseras y mineras extranjeras, al transformarlas en simples sociedades de servicios, reportan al Estado bolivia-no, ao tras ao, unos ingresos de decenas de Iniles de millo-nes de dlares. Evo Morales utiliza este man para transfor-mar radicalmente la situacin material de las clases ms pobres. Lentamente, el pueblo boliviano va saliendo de su miseria se-cular. Desde 2009, cualquier persona con ms de sesenta aos, sin ingresos, recibe doscientos bolivianos al mes. 7

    El bono madre-nio es otra reforma general instaurada a partir de 2009. Otorga el derecho a un control mdico gratuito durante todo el embarazo. El beb se beneficia del mismo ser-vicio. Durante todo el periodo de embarazo y hasta que el beb cumple la edad de dos aos, la madre percibe doscientos boli-vianos al mes. Otro bono se propone mantener la escolarizacin de los hijos de las familias ms pobres. Al concluir su quinto ao escolar, el nio recibe una prima de doscientos bolivianos, o sea, de aproximadamente treinta dlares. Tal suma podra pa-recemos ridculamente baja, pero hay que tener en cuenta que con frecuencia las fainilias tienen entre seis y ocho hijos.

    Tambin se producen avances en la lucha contra el trabajo esclavizado. En el Alto Parapeti, provincia de Santa Cruz, los agentes del INCRA descubrieron, en 2009, diez latifundios pertenecientes a cinco familias y que abarcaban en conjunto una superficie de 36.ooo hectreas. Varios cientos de fainilias guaranes se encontraban retenidas all a la fuerza, obligadas a tlahajar sin sa1ario ni compensacin de ningn tipo. Las tie--ras que :1lhcrgah:m :1 estos esdavos fueron entonces expropia-

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    das. El 14 de marzo de 2009, Evo Morales se traslad en per-sona al Alto Parapeti para devolver a los Ancianos de las comunidades guaranes sus ttulos de propiedad.

    Pero el enemigo no depone las armas. Peridicamente, se producen matanzas de campesinos. Leopoldo F ernndez, go-bernador en 2009 de la provincia de Pando, en el Oriente amaznico vecino a Brasil, es cmplice y amigo de los grandes terratenientes de la regin. Sus policas y sus milicias privadas persiguen a los agentes del INCRA., 8 a los agrnomos proce-dentes de La Paz y a los cartgrafos encargados de preparar la reforma agraria. Como protesta, Iniles de campesinos sin tierra, acompaados por mujeres y nios, organizaron una marcha en direccin a la capital provincial. A la altura del pueblo de Catchuela-Esperanza, los pistoleros de Femndez les tendie-ron una emboscada. Diecisiete manifestantes, entre los cuales haba mujeres y nios, fueron fusilados a quemarropa. Ms de seiscientos resultaron heridos. Y hubo decenas de desapareci-dos. Algunos supervivientes relataron el hecho de que algunos de los agresores no hablaban espaol, sino que se expresaban en una lengua desconocida.

    En abril de 2009, se reuni en Trinidad y Tobago, Estado ca-ribeo de la costa de Venezuela, la Quinta Cumbre de las Amricas, cumbre de jefes de Estado americanos.

    Barack Obama se encontr all por primera vez con Evo Morales. Su conversacin fue breve.

    Durante este tiempo, la campaa de sabotaje llevada a cabo contra el gobierno legtimo de Bolivia por parte de la oligar-qua de Santa Cruz y sus mercenarios croatas, bajo la direccin de agentes de los servicios secretos estadounidenses, prose-gua con una extrema violencia.

    Dos das despus del apretn de manos de '11-ini.l:td, las unidades especiales de la polica boliviana cercaron en Santa Cruz el hotel Las Amricas.

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    En el cuarto piso del establecimiento, cinco veteranos de las guerras de los Balcanes de origen croata y hngaro haban establecido un almacn de armas y explosivos. El asalto se pro-dujo a las cinco de la madrugada.

    Segn las notas encontradas en el lugar, los mercenarios haban previsto asesinar a Evo Morales, al vicepresidente Gar-ca Linera y a cuatro de los principales ministros del gobierno. Durante el ataque, murieron tres mercenarios y dos fueron hechos prisioneros.

    Las maquinaciones para cometer asesinatos y sabotajes no son los nicos peligros que acechan a la revolucin silenciosa de Bolivia. EJ rbol de la nueva Bolivia que, lentamente, va emergiendo de la tierra exhibe un follaje endeble y tiene ra-mas podridas. Un ejemplo: Santos Ramrez, cofundador del MAS (Movimiento al Socialismo) que llev a Morales al poder. Era el tercer hombre ms poderoso del Estado, tras Evo Mo-rales y Garca Linera. Antiguo abogado de los sindicatos cam-pesinos, se convirti en el director general del YPFB,9 la so-ciedad petrolera nacional. La polica lo arrest en su domicilio en febrero de 2009.

    Encontr en su casa 45o.ooo dlares en metlico, un re-galo -segn el juez de instruccin- de la empresa esta-dounidense Castler Uniservice. sta recibi del YPFB el con-trato de construccin de una fbrica de licuefaccin del gas natural.

    Evo Morales expuls a Ramrez y lo reemplaz por Carlos Villegas... sexto director general del YPFB desde la entrada en funciones del presidente!

    Pero ni las intrigas internacionales, ni la difamacin de la prensa europea, ni los sabotajes han conseguido hasta ahora aplastar c1 extraordinario movimiento identitario indio, la cons-t rucci6n de1 Kc;tado nacional y la revolucin silenciosa dirigida pe 11 el MAS. 1 ,a nueva Constitucin fue adoptada de un modo ll'mocr:tico. l:n didl'mhre de 2009, Evo Morales Ayma acaba clt ser rt'l'llgiclo triunl:1lnwnll' prl'sidente de la Repblica.

    7

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    La tercera circunstancia novedosa que se ha producido tras la primera edicin de este libro fue que, en otoo de zoo8, un tsunami financiero barri el planeta: los predadores del capital financiero globalizado, mediante sus dementes especulaciones y su codicia obsesiva, destruyeron en pocos meses billones de valores patrimoniales.

    Alphonse Allais escribi: Cuando los ricos adelgazan, los pobres se mueren. El salvajismo bancario crea millones de parados en Occidente. Pero, en los pases del Sur, mata. Segn el Banco Mundial, tras el estallido de la crisis burstil, varios cientos de millones de personas ms fueron arrojados al abis-mo de la extrema pobreza y el hambre.

    El 2 2 de octubre de 2oo8, se reunieron en el palacio del Elseo, en Pars, los diecisis jefes de Estado y de gobierno de los pases que comparten el euro. Estaban presentes, especial-mente, Jos Luis Rodrguez Zapatero, Angela Merkel y Nico-las Sarkozy. Qu decisin tomaron? Los Estados de la zona euro iban a liberar un billn setecientos mil millones de euros para reactivar el crdito interbancario y aumentar del 3 al 5 por 100 el nivel de autofinanciacin de sus bancos.

    En los dos meses que siguieron a la reunin de Pars, los pases industrializados redujeron masivamente sus pagos a las agencias internacionales de ayuda humanitaria y los crditos destinados a los pases ms pobres.

    Encargado de la ayuda alimentaria de urgencia, el PMA (Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas) po-see un presupuesto normal de seis mil millones de dlares. En 2oo8, tena a su cargo a setenta y un millones de personas, vc-timas de guerra, de catstrofes naturales y de migraciones forza-das. En la actualidad, los fondos de que dispone no son ms que cuatro mil millones de dlares. En algunos meses, el PMA per-di as ms de un tercio de sus medios. Con qu resultados?

    En Bangladesh, el PMA tuvo que anular las comidas esco-lares de un milln de nios desnutridos. Actualmente, en los campos de refugiados en suelo keniano, trescientos mil so-

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    males reciben tan slo una racin diaria de I. soo caloras. La Organizacin Mundial de la Salud fija el mnimo vital en 2.200 caloras por adulto y da. En tales campos, sobre los que ondea la bandera azul y blanca, la propia ONU se encarga de organizar la subalimentacin de seres humanos a los que con-duce a la agona y la muerte.

    Dnde reside nuestra esperanza? En la construccin, por parte de los pueblos del Sur, de

    naciones soberanas, pluritnicas, democrticas, dueas de las riquezas de sus subsuelos y de sus tierras, que vivan bajo el imperio del derecho y sean capaces de negociar en el futuro de igual a igual con las potencias occidentales.

    En 1799, Simn Bolvar, con diecisis aos, llegaba por primera vez a Pars. El espectculo de los cambios revolucio-narios alimentaba su aborrecimiento del despotismo espaol en las Amricas. Las ideas de Robespierre y Saint-Just estimu-laron asimismo a otros jvenes que, pronto, iban a dirigir los ejrcitos liberadores a travs de los Andes.

    Antonio Jos Sucre,Jos San Martn, Bernardo O'Higgins y otros muchos insurrectos extrajeron su inspiracin de los es-critos y las luchas de los revolucionarios franceses.

    Pero en la actualidad la luz ya no viene de Europa. Maurice Duverger ha previsto la decadencia de las nacio-

    nes europeas. Dotadas de un modo de produccin de un dina-mismo y una fuerza creadora admirables, pero sometidas a la voluntad de conquista de sus clases dirigentes y a su obsesin por el beneficio financiero inmediato, dejaron morir la llus-t racin que les haba dado vida.

    Los Estados occidentales practican lo que Duverger llama d fitscismo exterior. 10 En el interior de su territorio, constitu-yen autnticas democracias. Pero los valores democrticos que fiujan el fundamento de sus Constituciones se detienen en sus fronteras.

    lC)

  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    Frente a los pueblos del Sur, practican la ley de la jungla, la ley del ms fuerte, y el aplastamiento de aquel que les planta resistencia.

    La obsesin patolgica por el beneficio de sus respectivas oligarquas gua sus polticas exteriores.

    Insensible a los sufrimientos de los pueblos del Sur, a sus memorias heridas, a sus reivindicaciones de excusas y repara-cin, Occidente permanece ciego y sordo, empeado en su et-nocentrismo.

    En Europa, la voluntad de justicia y la esperanza de una aventura colectiva portadora de sentido estn aquejadas de anemia. El veneno del individualismo hedonista, destilado con esmero por los amos del capital financiero mundializado, pro-duce su efecto. La palabra misma de revuelta provoca sarcas-mo. El cncer capitalista carcome a Occidente.

    En el umbral de este nuevo milenio, la esperanza nos llega de las selvas amaznicas de Ecuador y de Per, de los altipla-nos de Bolivia, de los Llanos de Venezuela y, en menor medi-da, de las megalpolis de Brasil.

    Abonado a varios peridicos revolucionarios, y especialmente -a partir de julio de 1789- a L 'Ami du Peuple, Immanuel Kant segua desde Konigsberg los acontecimientos de Pars. Contrariamente a sus colegas,Johann Wolfgang Goethe y Frie-drich Schiller -no obstante reputados -, comprendi intuitiva, profundamente, esta ruptura de los tiempos, su grandeza y su significacin universal. Con sus amigos del albergue Zum Ewigen Frieden ('Sobre la paz perpetua'), comentaba cotidianamente y con pasin las con-tradicciones, convulsiones e iluminaciones de la revolucin en curso.

    Poco despus del Terror y la desaparicin de Saint-Just y Robespierre, Kant escribi en 1798: Un fenmeno semejan-te nunca ser olvidado en la historia del mundo, porque ha

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  • PREFACIO A LA NUEVA EDICIN

    descubierto en el fondo de la naturaleza humana una posibili-dad de progreso moral que ningn hombre haba sospechado hasta ese momento. Aun cuando no se alcanzara la meta per-seguida [ ... ] estas primeras horas de libertad no pierden un pice de su valor. Porque este acontecimiento es tan inmenso, est tan entreverado con los intereses de la humanidad y tiene una influencia tan excesiva en todas las partes del mundo como para que los pueblos, en circunstancias diferentes, no puedan acordarse de l y no se vean llevados a reiniciar su experiencia. II

    En manos de los occidentales, aquejados por un trgico desfallecimiento, la antorcha de la Revolucin se ha apagado. Actualmente, la rebelin del hombre al que se le ha negado su dignidad ruge en los Llanos, en el corazn de los Andes. Son los pueblos de Amrica del Sur y del Caribe los que vuel-ven a encender la llama. Quiz pronto sta abarque el mundo entero.

    El gran movimiento de la emancipacin del hombre, de la humanizacin gradual de la historia, avanza rpidamente en todo el hemisferio sur, especialmente entre los pueblos musul-manes, indios y criollos.

    Son los pueblos del hemisferio sur, y particularmente de Amrica Latina, los que vuelven a comenzar esa experiencia inolvidable, que Kant describi con una elocuencia tan precisa y tan certera.

    Pero, en el corazn mismo de este extraordinario renaci-miento identitario, del deseo de vivir juntos -en la igualdad, la libertad y la fraternidad- que constituye el fundamento de toda construccin nacional, existe un peligro mortal, un vene-no: la tentacin permanente del repliegue tribal, el fanatismo identitario y la singularidad, que se transforman en rechazo del otro, en racismo y, en definitiva, en odio patolgico.

    Felipe Quispe, Ollanda Humala y los profetas de la raza cobriza" encarnan este peligro en los Andes; los salafistas y los talihanes, en el Sl'llo dd universo musulmn.

    ! 1

  • I'IUWACIO A LA NUEVA EDICIN

    Si ( kddcntc persistiera en su ceguera, los profetas racistas y los fanticos tribalistas acabaran consiguiendo la victoria. Destruiran el movimiento de emancipacin y, con l, la espe-ranza de un triunfo sobre el actual orden canbal del mundo.

    Depende de nuestra solidaridad como occidentales con las nuevas naciones soberanas de Amrica Latina y otros lugares del hemisferio sur, el que pueda llegar a ver la luz un mundo ms vivible, ms digno, consagrado a la equidad y a la razn.

    JEAN ZIEGLER

    Ginebra, mayo de 2010.

  • PRLOGO

    Vivo en una herida sag;rada Vivo en ancestros imaginarios

    Vivo en un querer oscuro Vivo en un largo silencio

    Vivo en una sed irremediable Vivo en un viaje de mil aos

    Vivo en una guerra de trescientos aos [. . .].

    AIM CSAIRE, Calendario lagunar, Moi, laminaire.

    Las tormentas de marzo se desataban sobre los rboles cente-narios del camino entre Ermitage y Ginebra. Una fina capa de nieve hmeda cubra los rojos fulgores de los arbustos de mag-nolias, el rosa de los cerezos de Japn y las ramas de oro de las forsitias.

    Se acercaba la medianoche y haca un fro polar. Caminaba al lado de una mujer elegante, vestida con un

    sari blanco y ocre, cubierto con un abrigo de lana. Era Sarala Fernando, la embajadora de Sri Lanka en las

    Naciones Unidas, en Ginebra. Salamos de una cena de diplomticos europeos, asiticos y

    africanos organizada en la residencia del embajador de Irlanda, Paul Kavanagh. Durante toda la velada, habamos debatido las medidas a tomar para atajar el espantoso genocidio emprendido desde enero de 2003 por el dictador de Sudn, el general Ornar Bachir, en los macizos montaosos y las sabanas de Darfur.

    llomhres, mujeres y ni'os masalit, fur y zaghawa caan a

  • PRLOGO

    miles bajo los bombardeos de los aviones Antonov y las lanza-das de las milicias ecuestres rabes, los yanyauids. Como los ji-netes del Apocalipsis, estos asesinos se arrojaban sobre los pue-blos africanos, violando, mutilando y degollando a mujeres y jovencitas, arrojando a los nios vivos a las brasas de las casas en llamas, y degollando a los hombres, viejos y adolescentes.

    Los yanyauids mataban por orden de los generales en el poder enJartn, que a su vez estaban teleguiados por los

  • PRLOGO

    del NAM (Non-Aligned Movement, 'Movimiento de los No Alineados'). Progresivamente -y se es el caso especialmen-te en el asunto de Darfur-, el Consejo de los Derechos Hu-manos va adquiriendo el estatuto de un anti-Consejo de Seguridad.

    El proyecto de resolucin prevea la apertura, a travs del Chad, de corredores humanitarios para el suministro de ali-mentos, agua y medicamentos a las vctimas, y la prohibicin del espacio areo de Darfur a todo avin que no fuera admiti-do por la ONU.

    En el viento glido, Sarala Fernando avanzaba con dificul-tad. Es una mujer de edad madura, con hermosos ojos negros y con una penetrante inteligencia que, entre los diplomticos asiticos acreditados en Ginebra, goza de una influencia y un prestigio deslumbrantes.

    De pronto, a mitad de camino, se detuvo. 11Vhy are they attacking us all' the time? ... We are civilised ...

    But sometimes it is vny difficult to control ourselves, not to speak out ... ('Por qu nos atacan sin tregua? ... Somos personas ci-vilizadas ... Pero a veces nos resulta muy difcil controlarnos, no decir clara y abiertamente nuestra opinin ... '):

    A Sarala Fernando le costaba dominar su clera. La propo-sicin, avanzada por los representantes de la Unin Europea, de condenar con una dura resolucin al rgimen islamista de Sudn, la sacaba de quicio. En la mesa del embajador de Irlan-da, se haba callado. Y ahora explotaba.

    And the Germans, what did they do not so long ago?>> ('Y qu hicieron los alemanes no hace tanto tiempo?'). La alusin iba dirigida contra el embajador alemn Michael Steiner que, en l'Se mes de marzo de 2007, presida el grupo de embajadores de la Unin Europea.'

    Y los ingleses? Recuerda usted lo que les hicieron a los lejedon:s indios? Pan1 destruir la industria textil de la India e irnponer su monopolio, les rompieron los dedos a los tejedores, hornhres, rnujeres y nir1os ... Y en mi pas, en Sri L:mka, cuando

  • PRLOGO

    llegaron los ingleses, declararon waste lands -tierras sin due-o- cientos de miles de hectreas de tierras de cultivo en las que trabajaban y vivan nuestros campesinos. Los campesinos fueron expulsados. El hambre extermin a cientos de miles de lugareos. Los ingleses establecieron sus plantaciones de t so-bre los osarios repletos de cadveres de nuestros campesinos.

    En la noche glacial, se apoder de m la sorpresa. Esta in-telectual de origen budista, indiscutiblemente cultivada y per-fectamente informada de los horrores de Darfur, consideraba entonces toda condena por parte de los occidentales de la dic-tadura de Ornar Bachir como un ataque insoportable contra los pueblos del hemisferio sur.

    Evidentemente, Sarala Fernando no estaba ciega ante los sufrimientos que soportan las poblaciones de las tres provin-cias del Sudn occidental. Como cualquier ser humano, estaba horrorizada por la violacin a gran escala de las mujeres afri-canas, las mutilaciones infligidas a los nios y el degello de los padres ante los ojos de sus familias reunidas que llevan a cabo los yanyauids.

    Sin embargo, niega cualquier forma de colaboracin con los Estados europeos miembros del Consejo de los Derechos Humanos.

    Este rechazo acarrea consecuencias. Para evacuar a los he-ridos, enterrar dignamente a los muertos y proteger a las po-blaciones que an conservan la vida, es necesario poner en marcha un mecanismo propio de la ONU, que slo puede fun-cionar con el apoyo de los principales Estados, y por tanto tam-bin con el de los pases del Sur. Este mecanismo se denomina Responsibility to protect ('la responsabilidad de proteger').

    En Nueva York, el 6 de octubre de 2oo6, el Consejo de Seguridad haba votado una resolucin que prevea el envo de veinte mil cascos azules encargados de poner fin a la des-truccin de las poblaciones africanas de Darfur. Ahora bien, la puesta en marcha de esta resolucin slo era posible, en virtud de la Responsibility to protect, con el soporte de los principales

    2

  • PRLOGO

    Estados. La negativa a colaborar con los occidentales, en este caso, equivala a dejar las manos libres a los genocidas.

    Sarala Fernando es el arquetipo del gran diplomtico for-mado en el hemisferio sur. Habida cuenta de los crmenes, presentes y pasados, cometidos por Occidente, considera per-fectamente indecente la invocacin de los Derechos Humanos por parte de un embajador occidental, cualesquiera que sean las cirigmnos lo qu(' clwt' l~(;gis 1 >ehray: No entended nada

    1'7

  • PRLOGO

    del siglo xx1 quien no capte en la actualidad, una aliado de la otra, dentro del gnero humano, dos especies, una de las cua-les no ve a la otra: los que humillan y los humillados. [ ... ] La dificultad procede de que los que humillan no se perciben a s mismos en el acto de humillar. Les gusta cruzar la espada, pero raras veces la mirada con los humillados.z

    Y contina Debray: Se han quitado el casco, pero debajo su cabeza sigue siendo colonial.

    En su artculo

  • PRLOGO

    La segunda explicacin est basada en una contradiccin insoportable entre demografa y poder: desde hace ms de qui-nientos aos, los occidentales dominan el planeta. Ahora bien, los blancos nunca representaron ms del 23,8 por 100 de la poblacin mundial, y en la actualidad apenas el 13 por 100.

    Por ese motivo, la mayora de las mujeres y de los hombres que viven en el hemisferio sur considera el actual orden eco-nmico del mundo impuesto por las oligarquas del capital fi-nanciero occidental como el producto de los sistemas de opre-sin anteriores, especialmente de la trata y de la explotacin colonial. Este orden del mundo genera indecibles sufrimien-tos y nuevas humillaciones para una gran cantidad de hom-bres, mujeres y nios del Sur. Y alimenta tambin el odio a Occidente.

    La segunda parte del libro examina los fundamentos de este orden cambal y sus efectos sobre la conciencia.

    Desde hace siglos, Occidente intenta confiscar en su ni-co provecho la palabra humanidad. En su obra magistral L'Universalisme europen. De la colonisation au droit d'ingrence, Immanuel Wallerstein reconstruye las etapas histricas de la constitucin de esta

  • PRLOGO

    del Oeste contra los peligros mortales que, sin embargo, ame-nazan a ambos.

    Basada en varios ejemplos recientes, la tercera parte de este libro analiza tales peligros y las responsabilidades de la conducta esquizofrnica de Occidente.

    La cuarta parte explora el destino sintomtico de Nigeria. En efecto, el pas ms poblado de frica, y uno de los ms ricos del mundo, se encuentra actualmente sometido a la ex-plotacin de los seores occidentales de la guerra econmica mundial.

    Primer productor de petrleo en frica y octavo ms im-portante del mundo, Nigeria est gobernada desde 1965 por sucesivas juntas militares. El pas nunca disfrut de una sobe-rana real. En este momento, es vctima impotente de Shell, BP, Total, E:xxon, Texaco y otros predadores. Y el7o por 100 de su poblacin sobrevive en una miseria insondable. Natural-mente, el odio a Occidente florece sobre esta realidad.

    Desde enero de zoo6, en Bolivia un campesino aymara, Evo Morales Ayma, est instalado en el Palacio Quemado. Es el primer presidente indio de un pas de Amrica del Sur desde la devastacin espaola del siglo xv.

    Morales ha provocado una ruptura telrica con el orden del mundo, infligiendo a Occidente una derrota cruel. Es as como la resurreccin identitaria de los pueblos aymara, que-chua, moxo y guaran moviliza fuerzas de combate, de resis-tencia y de creacin inusitadas. En la quinta parte, analizare-mos la irradiacin continental del renacimiento boliviano. Trataremos tambin de dar exacta cuenta de ella: la valoriza-cin permanente de la poltica y de la cultura indigenistas, efecto del odio a Occidente, es acaso compatible con los prin-cipios universales del derecho?

    l(l

  • PRLOGO

    Atenazada entre el doble lenguaje de Occidente, por un lado, y, por otro, el odio de los pueblos del Sur, la comunidad inter-nacional no consigue imponerse en la actualidad. Es la ruina para las Naciones Unidas. Y esta ausencia de dilogo pone al planeta en peligro de muerte.

    La Conferencia Mundial para el Desarme se encuentra as totalmente paralizada desde hace cuarenta y dos aos. Y se incrementa la proliferacin de armas nucleares cada vez ms mortferas.

    En septiembre de zooo, ciento noventa y dos jefes de Es-tado y de gobierno se reunieron en Nueva York. Fijaron las metas del Milenio>> (Millennium goals), que aspiran a la elimi-nacin gradual de la desnutricin y el hambre, las epidemias y la miseria extrema que padecen dos mil doscientos millones de seres humanos. Pero, hasta el momento, no se ha produci-do ningn progreso en esta va.

    Al comienzo de este milenio, en un planeta que nada en la abundancia, muere un nio menor de diez aos cada cinco segundos. Por hambre o por enfermedad.

    La guerra econmica es devastadora. La humillacin, la exclusin y la angustia por el da de ma-

    ana son el patrimonio de cientos de millones de seres huma-nos. Sobre todo en el hemisferio sur. Para ellos, la Declaracin Universal de los Derechos Humanos y la Carta de las Nacio-nes Unidas no son otra cosa que palabras vacas.

    Cmo obligar a Occidente a que se haga responsable y a que respete sus propios valores? Cmo desarmar el odio del Sur? En qu condiciones concretas podra establecerse el di-logo?

    Cmo construir una sociedad planetaria reconciliada, jus-ta y respetuosa para con las identidades, las memorias y el de-recho a la vida de todo el mundo?

    Mi libro querra movilizar fuerzas para contribuir a la re-solucin de estas cuestiones e intentar poner trmino a la tra-gcdi:l.

  • EL ODIO A OCCIDENTE

  • PRIMERA PARTE

    LOS ORGENES DEL ODIO

  • I

    LA RAZN Y LA LOCURA

    Jean-Paul Sartre escriba: Para amar a los hombres, es nece-sario detestar enrgicamente eso que los oprime.

    En esta frase hay una palabra crucial. La palabra eso. Si la quitis, incitaris a detestar a las personas o las naciones. Ahora bien, son las estructuras de opresin, tanto mentales como materiales, las que son odiosas.

    El orden occidental del mundo responde a una violencia estructural. Occidente se afirma portador de valores universa-les, de una moral, de una civilizacin y de normas en virtud de las cuales se invita a todos los pueblos del mundo a hacerse cargo de su destino.

    Pero actualmente esta pretensin secular de Occidente la impugnan radicalmente la inmensa mayora de los pueblos del Sur. Ven en ella una insoportable manifestacin de arrogancia, una violacin de su identidad, una denegacin de su singulari-dad y de su memoria.

    Qu es lo que abarca el trmino Occidente? La palabra deriva del latn occidere, caer. En la Antige-

    dad, designaba la regin de la tierra donde se pona el sol (el Poniente), por contraste con aquella otra en que se levanta, el Oriente (el Levante). El alemn retom este sentido en Morgenland, el pas de la maana, y Abendland, el pas del atar-uecer.

    Occidente es pues, en primer lugar, un territorio. Pero sus fronteras cambiaron con el paso de los siglos. Primero pura-mente europeo, se volvi euroatlntico con el descubrimien-to de Amrica.

    37

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    Occidente, adems, se define a la vez por quienes procla-man pertenecer a l y por quienes lo rechazan.

    Las crnicas rabes que cuentan la batalla ganada en 1187 por Saladino ante Jerusaln designan a los caballeros de Euro-pa -ingleses, franceses, alemanes- como infieles, cris-tianos y occidentales. Occidente y Cristiandad habran de ser trminos equivalentes durante todo el periodo de las cru-zadas, hasta el siglo XIV. Ya no lo son en la actualidad, en la medida en que Europa se ha descristianizado profundamente. El nico continente en que los cristianos son verdaderamente numerosos, donde el cristianismo est realmente vivo, es Am-rica (y especialmente Amrica del Sur).

    Entre el siglo XVI y el XIX, durante el periodo de la con-quista colonial (europea) de frica, Asia y Oceana, los oc-cidentales eran los blancos. Blancos y occidentales apa-recen as como trminos sinnimos en los libros escolares de la primera mitad del siglo xx. Actualmente, la referencia a la raza, desacreditada en el plano cientfico, se ha des-terrado oficialmente del vocabulario. Adems, otros blan-cos distintos a los procedentes del mundo euroatlntico de-sempean en adelante un papel poltico, econmico y militar crucial: los persas, los turcos, los bereberes de Libia, etc.

    Cul es en la actualidad la acepcin corriente de la pala-bra Occidente?

    Femand Braudel, en sus conferencias en la Universidad Johns Hopkins, aventuraba una respuesta: Occidente se define esencialmente por su modo de produccin, el capitalismo. Ms que nunca, ste permanece clavado a su sueo de con-quista planetario. Se basa en monopolios de derecho o de he-cho, aun cuando no ocupe todo el espacio social, ni en las tie-rras conquistadas ni en sus tierras de origen. r

    Principal representante de la escuela braudeliana en Estados Unidos, Immanuel Wallerstein ha desarrollado el pensamiento de su maestro. Identifica varias aplk-aciones de la voluntad de conquista y de la pretensin univcrsalista de Occidente.

  • LA RAZN Y LA LOCURA

    En virtud de la primera, los dirigentes del mundo euro-adntico pretenden defender y, segn los casos, imponer en toda la superficie del globo los

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    Francisco de C'TOya fue testigo, en el Madrid ocupado, de las torturas y ejecuciones practicadas por los soldados de Na-polen, pero tambin de los actos horripilantes perpetrados por los insurgentes espaoles sobre los cuerpos indefensos de los prisioneros franceses. En sus pinturas negras, serie de cua-dros de pesadilla, pintadas entre 1819 y 1823 en las paredes de su casa, la Quinta del Sordo, Goya da vida a esta patologa social. Pinsese, por ejemplo, en la extraordinaria representa-cin de Saturno devorando a uno de sus hijos. Los frescos de la Quinta fueron desmontados y se conservan ahora en el Museo del Prado, en Madrid. Uno de estos cuadros se pre-senta as actualmente: El sueo de la razn engendra mons-truos.

    Una manifestacin ejemplar de este odio monstruoso tuvo lugar la maana del I 1 de septiembre de 2001 en Nueva York, Washington y el cielo de Pennsylvania. Hoy da se sabe que diecinueve jvenes, la mayora originarios de Arabia Saud, utilizaron dos aviones de lfuea llenos de pasajeros para des-truir los dos rascacielos del World Trade Center situados en la punta sur de la isla de Manhattan. Un tercer avin se estrell contra el ala este del edificio central del Ministerio de Defen-sa en Washington. Destinado a incendiar la Casa Blanca, un cuarto avin se desplom en una pradera de Pennsylvania, despus de que los pasajeros -informados a travs de sus te-lfonos mviles de los ataques de Nueva York y Washington-hubieran intentado neutralizar a los terroristas en el interior del aparato.

    2.973 personas (incluidos los piratas), pertenecientes a se-senta y dos nacionalidades diferentes, encontraron la muerte.

    La matanza fue especialmente horrible en Nueva York. La primera torre ardi durante cincuenta y seis minutos, y

    la segunda durante ciento dos minutos. Rodeados por las lla-mas, centenares de hombres y de mujeres saltaron al vaco desde lo alto de los pisos situados ms arriba de los puntos de impacto de los dos aviones, o sea de los pisos den y ciento

  • LA RAZN Y LA LOCURA

    diecisis respectivamente. Mientras caan, parejas y amigos se cogan de la mano, antes de estrellarse contra la acera.

    Otros cientos de vctimas murieron asfixiadas en las cajas de las escaleras, donde asimismo perecieron cerca de cuatro-cientos bomberos, guardias municipales y policas que inten-taban prestar ayuda a los sitiados.

    Las dos torres se desmoronaron casi en el mismo momen-to. El tiempo que dur la cada fue de doce segundos. En la cada de un edificio vecino (Cantor Fitzgerald), murieron asi-mismo 658 mujeres y hombres.

    El Informe de investigacin de la New York Port Authority (de noviembre de 2001), del que se extraen estas cifras, establece tres categoras igualmente macabras: 1. -

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    reclutamientos cuyo anlisis an est por hacer.4 El odio razo-nado ha nacido del mismo sufrimiento. Ahora bien, el odio razonado que oponen en la actualidad numerosos pueblos del Sur al magisterio moral de Occidente y a su sistema de explo-tacin econmica planetaria se encuentra en las antpodas de las explosiones recurrentes del odio patolgico.

    S, tenemos que insistir en ello desde el comienzo: aos luz separan a Nabil Sahraoui, alias Mustapha Abu Ibrahim, a Amara Saif, llamado Abderrazak El Para, y a Abdelaziz Abi, llamado Okada El Para, los difuntos jefes del Movimiento Sa-lafista para la Predicacin en el Magreb, o incluso a Abdelaziz al-Murkin, jefe de Al Qaeda en la pennsula arbiga, de un Evo Morales Ayma o de un Wole Soyinka, de quienes tratare-mos ampliamente ms adelante.

    Vivimos en la poca del retorno de la memoria. Los pueblos, bruscamente, recuerdan las humillaciones y los horrores pade-cidos en el pasado. Y han decidido pedir cuentas a Occidente.

    La memoria herida de los pueblos antao colonizados se ha convertido en la actualidad en una poderosa fuerza his-trica. Pero por qu estas reivindicaciones de justicia repara-dora y de arrepentimiento dirigidas por el Sur a Occidente no han surgido hasta hoy, es decir, hasta ms de un siglo despus de la abolicin de la trata y cincuenta aos despus del final de la ocupacin colonial?

    .1'

  • 2

    LOSMlliANDROSDELAMEMOruA

    La memoria colectiva obedece a ritmos que ninguna razn ana-ltica consigue explicar por completo. De todas las estructuras sociales, es probablemente la ms enigmtica.

    Hay un socilogo cuya obra est casi enteramente consa-grada a la exploracin de la morfologa y las etapas del devenir de la conciencia colectiva: se trata de Maurice Halbwachs. Dos de sus libros son especialmente ilustrativos para nuestras in-tenciones: Les Cadres sociaux de la mmoire' y La memoria colec-tiva, un libro pstumo aparecido en 1950!

    Maurice Halbwachs muri en Buchenwald, poco antes de la liberacin del campo de exterminio, en I945

    Halbwachs formula una teora empricamente verificable: al igual que los individuos, las sociedades humanas pueden experimentar el estado de conmocin, el desasosiego parali-zante provocado por una agresin exterior, padecida sin pre-vio aviso, y que manifiesta una violencia inaudita que nin-guna categora preexistente del pensamiento social consigue aclarar.

    Ahora bien, cmo reacciona una sociedad en estado de

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    conciencia colectiva debe entonces domesticar lentamente el horror vivido. Slo despus de un largo periodo de madura-cin podr hacerse posible la comunicacin, y el horror vivido transformarse en objeto de anlisis.

    En Todos los ros van al mar, primer volumen de su autobio-grafa, Elie Wiesel analiza estos ritmos misteriosos.4 Los su-pervivientes de la Shoah se negaron durante mucho tiempo a hablar: ya porque no se sintieran capaces -tan horribles eran los recuerdos que arrastraba su memoria-, ya porque tuvie-ran miedo -en razn de la monstruosidad de los crmenes cometidos- de no ser credos.

    En Pars, los supervivientes franceses (o de otras nacionalida-des) de los campos de concentracin nazis fueron, como es sa-bido, acogidos y atendidos por la Cruz Roja en el hotel Lutetia, en el bulevar Raspail. Pero apenas se les interrog. Como seala amargamente Marguerite Duras, nadie quera escucharlos.

    Robert Antelme era el marido de Marguerite Duras. Gran resistente, haba pertenecido a la misma red que Fran~ois Mit-terrand. Fue arrestado por la Gestapo, torturado y deportado a Buchenwald.

    Ante el avance del Ejrcito Rojo, las SS desplazaban hacia el Oeste a los detenidos supervivientes a lo largo de intermi-nables marchas de la muerte. Aquejado de disentera, conver-tido casi en un esqueleto irreconocible, Antelme form parte de la ltima columna que abandon Buchenwald.

    Fran~ois Mitterrand, que se haba convertido, en el gobier-no de De Gaulle, en responsable de la repatriacin de los prisio-neros de guerra y deportados, descubri a Antelme en Dachau.

    Y se lo llev a Pars. Marguerite Duras describe este regreso en su libro El dolor. Robert Antelme era tambin un poeta sutil y un escritor de

    gran talento. En 194 7, public La especie humana, un libro de-dicado a lo que l mismo haba vivido en el campo de Bu-chenwald y en el kommando de Gandersheim, una sucursal de Buchenwald.

    ++

  • LOS MEANDROS DE LA MEMORIA

    Fran~ois Mitterrand consideraba que L'Espece humaine era uno de los libros ms importantes sobre los campos de con-centracin, y aada: Fue poco ledo y cay casi enseguida en el olvido.s

    En Le Square, de Marguerite Duras, aparecido en 1955, se puede leer todava esta frase: Se les obligaba a regresar en silencio.

    Pars quera liberarse de la pesadilla de la Ocupacin, olvi-dar los horrores nazis, tanto los que haban sido cometidos en su propio territorio como los que se haban infligido a los de-portados en los campos de concentracin del Este.

    Ahora bien, como Elie Wtesel seala con vigor, nadie en la poca de la cada del III Reich poda pretenderse ignorante de los crmenes cometidos por los asesinos hitlerianos.

    A partir de octubre de 1945, ante el Tribunal Internacional de Nuremberg, el procurador general estadounidense, Robert Jackson,6 y su adjunto, el procurador Robert Kempner, soste-nan la acusacin por crmenes contra la humanidad. Lo hicie-ron con un mximo de rigor, pero tambin -y con acierto-con un mximo de publicidad.

    Ms de quinientos periodistas del mundo entero siguieron as los debates.

    Los verdugos nazis eran hombres concienzudos y laborio-sos. Cientos de miles de documentos que probaban sus crme-nes cayeron en manos de los aliados. Jackson contrat a dece-nas de juristas para seleccionarlos y extraer de ellos los ms espantosos. Adems, tena a su disposicin las pelculas roda-das por los cineastas de los ejrcitos aliados en el momento de la liberacin de los campos.

    J ackson hizo proyectar esas pelculas. Finalmente, se cit a varios testigos oculares. Claude Vaillant-Couturier, deportada por actividades de re-

    sistencia, prest as testimonio de los horrores que haba pade-cido en Auschwitz.

    Vassili ( ;rossman fue el primer corresponsal sovitico en

    45

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    entrar en las ruinas del campo de exterminio de Treblinka. Tam-bin l prest testimonio.

    En resumen: a partir de noviembre de 1945, nadie en Eu-ropa o en el mundo poda ignorar el externnio de cerca de seis millones de seres humanos, judos, gitanos, enfermos men-tales, etc., y la deportacin en masa de comunistas, homo-sexuales, soviticos, etc., por los nazis.

    Y sin embargo, la Shoah cay casi en el olvido durante ms de dos generaciones. La consciencia universal la reprimi en lo ms profundo de s misma.

    El destino de Raul Hilberg es revelador. Actualmente con-siderado como uno de los ms importantes historiadores de la Shoah, sabio de reputacin mundial, desarroll la mayor parte de sus investigaciones en medio de una indiferencia casi ge-neral. Disecando con una precisin extrema un proceso que implicaba prcticamente la totalidad de la sociedad alemana -ferroviarios, qumicos, arquitectos, mdicos, burcratas-, fue l quien desmont el mecanismo del genocidio.

    Judo austraco refugiado en Estados Unidos, concluy su tesis doctoral, titulada La Bureaucratie de I'Allemagne Nazie ['La burocracia de la Alemania nazi'], en 1955 pero no consi-gui que se publicara.

    En 196r, apareci en una edicin confidencial su obra mo-numental: La destruccin de los judos de Europa. La obra no tuvo prcticamente ningn eco.

    Profesor agregado en la oscura Universidad del Estado de Vennont, en Burlington, Hilberg no dej por ello de desarro-llar sus investigaciones ni de publicar artculos ... en un anoni-mato casi total.

    La situacin slo cambi para l -y de un modo radical, hay que reconocerlcr- veinticinco aos ms tarde, cuando apareci la segunda edicin de La destruccin de los judos de Eu-ropa, en 1985. En tal ocasin, la publicacin tuvo un eco ex-traordinario. Y la autoridad cientfica de Hilberg fue mundial-mente reconocida.7

    4.6

  • LOS MEANDROS DE LA MEMORIA

    Tras haber avanzado con un ritmo misterioso, la concien-cia colectiva estaba por fin preparada para acoger la espantosa realidad de la Shoah.

    En la actualidad, asistimos a la irrupcin de otra memoria en-terrada, la de los pueblos antiguamente colonizados del he-misferio sur. Vivo en un largo silencio, vivo en una sed irreme-diable,8 escribi Aim Csaire. Al igual que la memoria juda, la de los antiguos pueblos colonizados conoci un largo silen-cio, seguido por un brusco despertar.

    Al oeste de la isla indonesia de Java, en Bandung, se reunie-ron, del 18 al24 de abril de 1955, los dirigentes y las dirigen-tes de veintisiete pases del Sur: quince procedan de Asia, nueve de Oriente Medio y tres de frica. La conferencia ha-ba sido preparada por un comit restringido compuesto por la India, Birmania, Sri Lanka,9 Pakistn e Indonesia. Para ellos, se trataba de definir una poltica militar, cultural y eco-nmica comn para hacer frente a las potencias coloniales occidentales y afirmar una identidad cultural y poltica propia de los pases del Sur.

    La conferencia de Bandung dio nacimiento a un movi-miento estructurado y poderoso, dotado de una presidencia por turnos, un secretariado permanente y comits de coordi-nacin continental. Cada tres aos deban celebrarse congre-sos generales. De este encuentro de capital importancia surgi el Movimiento de los No Alineados.

    Bandung marc un momento decisivo en la recuperacin por parte los pueblos del Sur de su memoria y la reconstruc-cin de su identidad frente al imperialismo occidental.

    En Jos tres continentes, cientos de millones de personas seguan viviendo todava bajo el yugo colonial o bajo el de las dictaduras satlites implantadas por 1as metrpo1is.

    47

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    Pero Bandung era ante todo un movimiento identitario. A travs de la voz de algunos de sus lderes ms prestigiosos, los pueblos del Sur afirmaban, por el contenido mismo de esta cumbre, su singularidad cultural, poltica e histrica.

    Escuchemos aJawaharlal Nehru, jefe del partido del Con-greso y primer ministro de la India: .'0

    Cuando se releen los documentos y las actas de la confe-rencia de Bandung, uno se sorprende de la importancia capital que en ella ocupan los temas identitarios, la reivindicacin de la singularidad cultural.

    Un joven coronel de treinta y siete aos y mirada oscura, con la tez mate y exaltada voz, caus una impresin especial.

    Alzado al poder por un golpe de Estado, II Gamal Abdel Nasser conceba su misin como la de un unificador, un liberador, un redentor del pueblo de Egipto. La caravana necesitaba un gua, y l iba a ser ese gua.

    La liberacin del pueblo pasa por el redescubrimiento de la comunidad histrica precolonial, dijo Nasser: Siempre he dicho que el mejor medio para resolver un problema era re-montarse a su origen, ir hasta la raz del mal. En mi opinin, no se puede desdear el Egipto faranico ni la interaccin de la cultura griega con la nuestra. La invasin romana y la con-

  • LOS MEANDROS DE LA MEMORIA

    quista islmica, as como las olas de inmigracin rabes que les siguieron, marcaron profundamente a nuestro pas[ ... ].

    Y ms adelante: Si las cruzadas marcaron los primeros res-plandores del Renacimiento en Europa, anunciaron tambin el inicio de la poca oscura de nuestro pas. Solitariamente sopor-t nuestro pueblo el choque de estas batallas, que lo dejaron completamente empobrecido y sin proteccin alguna [ ... ].

    Y Nasser concluy:

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    En la declaracin final, se puede leer: Asia y frica fueron la cuna de grandes religiones y grandes civilizaciones que en-riquecieron a otras culturas y otras civilizaciones. Las culturas asiticas y africanas estn basadas en fundamentos espirituales universales. [ ... ] La conferencia condena el racismo en tanto que medio de opresin cultural.

    A continuacin, las conferencias del Movimiento de los No Alineados se sucedieron a un ritmo de una cada tres aos: en El Cairo, Yakarta, Colombo, Lusaka, Argel, Nueva Delhi, Harare, Cartagena de Indias y Kuala Lumpur.

    Pero, muy pronto, ya nadie concedi verdadera atencin a las decisiones que se haban tomado. Ritualizados al extremo, asfixiados por la retrica, estos encuentros no daban ya lugar a consecuencia alguna. El Movimiento de los No Alineados se hundi en el olvido.

    Otros movimientos, ms regionales, recogieron por un tiempo la herencia de Bandung. Fue as como en las vetustas oficinas instaladas en Helipolis, en El Cairo, se domicili du-rante decenios el secretariado de la Organizacin de Solidari-dad Afroasitica. Pero tambin, como en enero de 1966, se inaugur en La Habana la Conferencia Tricontinental, cuyo nombre oficial era: Conferencia Internacional de Solidaridad con los Pueblos en Lucha. Estaban all representados los mo-vimientos de liberacin nacional procedentes de sesenta y dos pases de frica, de Amrica Latina y de Asia. Al multiplicar los frentes de resistencia antiimperialista, se trataba, para los iniciadores del movimiento, de obligar a que se dispersaran las fuerzas de opresin occidentales. Y al coordinar, en un segun-do momento, todos estos frentes mediante una estrategia co-mn, la Tricontinental tena la ambicin de preparar la victo-ria decisiva del Sur sobre Occidente.

    La creacin de la Tricontinental haba sido preparada con celo durante dos aos. Tres secretarios ejecutivos animaban su Comit preparatorio: Mehdi Ben Barka, Ernesto Che Gueva-ra y Arm1car Cabral.

  • LOS MEANDROS DE LA MEMORIA

    Anlcar Cabral, fundador y dirigente del Partido Africano da Independencia de Guinea e do Cabo Verde (PAIGC), resu-me as el proyecto de la Tricontinental: [ ... ]porque la historia de las guerras coloniales -y tambin nuestra propia experien-cia de diez aos de lucha- nos ensean que los agresores co-lonialistas no comprenden ms que un nico lenguaje, el de la fuerza, y no valoran ms que una sola realidad, el nmero de sus cadveres. ' 3

    A pesar de la extraordinaria minuciosidad con la que el contenido de la reunin haba sido preparado, a pesar del en-tusiasmo que presidi los debates, la organizacin integrada de lucha que deba nacer de todos esos proyectos de resolu-cin nunca lleg a ver la luz.

    En La Habana, en un modesto inmueble de la Quinta Ave-nida, el secretariado de la Tricontinental veget durante dece-nios. Atraa a los visitantes extranjeros nicamente porque estaba dirigido por la radiante y valerosa Hayde Santamara, una su-perviviente del ataque de La Moneada del26 de julio de 1953

    Me acuerdo de un fin de jornada de noviembre de 2005, en Nueva York. La lechosa luz del atardecer penetraba por los ventanales de la planta baja del rascacielos de la ONU, a ori-llas del East River. En el flujo pardo del ro, las ltimas embar-caciones se alejaban perezosamente hacia Brooklyn.

    Acababa de defender mi informe sobre el derecho a la ali-mentacin ante la tercera comisin de la Asamblea General. El debate era intenso porque gran cantidad de embajadoras y embajadores de los Estados occidentales se mostraban hostiles a mis recomendaciones.

    Me apresuraba a volver al Helmsley Hotel, y luego al Ken-nedy Airport.

    Un ayudante me tendi entonces un papel. Lakhtar Brahi-mi deseaba verme con urgencia.

    Brahimi l'S 1111 diplom:tico influyente y especialmente in-

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    teligente, uno de los que ms han marcado la historia de las Na-ciones Unidas. Antiguo ministro de Asuntos Exteriores de Ar-gelia, fue l quien negoci los acuerdos de Taef, que ponan fin a quince aos de guerra civil libanesa. En 2004, fue tambin l quien redact y luego impuso tanto a los pastunes como a los tayicos la nueva Constitucin de Mganistn.

    En su temprana juventud de estudiante en Francia, haba ingresado en El Cairo en los servicios exteriores del FLN.

    En Bandung, haba representado al pueblo argelino en lucha. Tom el ascensor hasta el piso 38, donde se distribuyen los

    despachos adornados con madera oscura del secretario gene-ral y de los subsecretarios.

    Caluroso, discreto y amistoso como siempre, Brahimi me recibi con esta pregunta que yo no me esperaba: Qu sabe usted de Bandung? Qu es lo que piensa? Qu dicen sus estudiantes? Todava hay alguien que sepa lo que sucedi en esa ciudad en 1955?.

    Al percatarse de mi sorpresa, aadi: Dentro de algunas horas deber subirme al avin hacia Pars. Debo tomar la pa-labra en el coloquio Ben Barka. Mansour'4 me pidi que ha-blara de Bandung ... A decir verdad, no s si eso sigue intere-sando todava a alguien. Pens que quizs usted podra ponerme un poco al tanto.

    Ayudar y aconsejar a este diplomtico excepcional? La idea me pareci extravagante. Y adems, en la percepcin que tena de ello entonces, Bandung estaba muerto, enterrado y olvidado desde haca decenios.

    Craso error! Falsa percepcin de la historia! Descuidaba el trabajo mis-

    terioso, subterrneo, lento e imprevisible de la memoria co-lectiva de los pueblos agredidos.

    La decimocuarta cumbre del Movimiento de los No Ali-neados se celebr en La Habana del I I al 16 de septiembre de 2006. Y all, extrema sorpresa!, el Movimiento, declarado mo-ribundo, vivi su resurreccin.

  • LOS MEANDROS DE LA MEMORIA

    De los ciento dieciocho Estados miembros, estaban pre-sentes ciento diecisis. Otros dos (Hait y Santa Luca) se unieron a ellos durante la cumbre. Cincuenta y cinco jefes de Estado o de gobierno tomaron all la palabra.

    Ral Castro Ruz, primer vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, que sustituy a su hermano enfermo, no ocult tampoco su profundo asombro: Habiendo atravesado diferentes etapas a lo largo de la historia, el Movimiento tuvo que arrastrar el fardo de la indiferencia y de la inaccin. Du-rante la dcada de 1990, estaba amenazado de extincin ... .

    En La Habana, se adoptaron cuatro documentos: el docu-mento final de la cumbre, el plan de accin del Movimiento, la declaracin poltica y el documento sobre Palestina. Estos cuatro textos forman a partir de entonces el armazn norma-tivo del Movimiento de los N o Alineados.

    En el seno de la Asamblea General de las Naciones Uni-das, ciento veinte de los ciento noventa y dos Estados miem-bros pertenecen al Movimiento. ste coordina su accin con la de los Estados miembros de otra organizacin interestatal poderosa y eficaz, la Organizacin de la Conferencia Islmica (OCI). sta est formada por cincuenta y tres miembros. En 2oo8, la presidencia de la OCI pas de Pakistn a Senegal.

    El poder poltico y diplomtico del Movimiento de los No Alineados es impresionante. Pongamos un ejemplo. En marzo de 2006, la Asamblea General de la ONU cre el Consejo de los Derechos Humanos, encargado de velar por el respeto de la Declaracin Universal de los susodichos derechos por parte de los Estados miembros. Este Consejo est formado por cuarenta y siete Estados elegidos por un periodo renova-ble de tres aos. El Movimiento de los No Alineados encarg a una troika compuesta por Egipto, Malasia y Cuba la prepa-racin de esas elecciones. Resultado: de cuarenta y siete Esta-dos miembros, el Consejo cuenta actualmente con veintisiete Estados pertenecientes al Movimiento de los No Alineados.

    5 .l

  • 3 LA CAZA DEL ESCLAVO

    En Les Cadres sociaux de la mmoire, Maurice Halbwachs cons-tata:

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    de los supervivientes no poda abandonar el barco sin ayuda. Cadveres ambulantes, piel griscea y miradas ciegas, gran cantidad de ellos no consegua dar ms que algunos pasos en la playa, antes de desmoronarse. Poco despus se los enterraba arrojando sobre ellos algunas paladas de tierra americana. En todas las ciudades portuarias de la costa atlntica de Amrica Latina, haba -conservada a menudo en la actualidad- una cafuna, una casa-fortaleza donde se encerraba a los supervivien-tes del transporte transatlntico para que se recuperaran.

    Al cabo de algunas semanas, cuando los supervivientes, es-quelticos, se haban repuesto, los amos abran las puertas de la cafuna y los negros eran conducidos a la plaza del mercado: all los vendan, separando al hombre de su mujer y a los hijos de su madre.

    La duracin media de la vida de un esclavo agrcola de la regin azucarera del Reconcavo de Baha, en Brasil, era de siete aos. 4

    Si se desea conocer con precisin las condiciones de vida de los esclavos agrcolas en Brasil, habr que remitirse a-los sermones del jesuita Antonio Vieira, en especial al que pro-nunci en 1663, ante los esclavos de una plantacin del Re-concavo llamada Torcular:

  • LA CAZA DEL ESCLAVO

    to tena hambre y vosotros estis hambrientos. Cristo fue tor-turado. Y vosotros tambin sois torturados. Se os humilla lla-mndoos con nombres vergonzosos [ ... ]. En todo esto estis hechos a imitacin de Cristo. Sois unos mrtires.5

    En esta noche de la esclavitud, milagrosamente, el pueblo deportado continu viviendo, creando y resistiendo. Apenas soy capaz de encontrar otro ejemplo en la Historia de tal fuer-za de carcter, tal coraje y tal fe como esos de los que dieron prueba los pueblos que, vctimas de una opresin tan comple-tamente inhumana, no slo salvaguardaron, sino que profun-dizaron su cultura en tierras extraas.

    Un paralelo posible: los chtede judos de Transilvania y de Polonia, quienes, entre dos pogromos, dieron nacimiento a algunos de los ms grandes msicos y escritores de la Historia. En la noche de Baha, de Alagoas, de Per, o en las orillas del Orinoco, el Mississipp y el Magdalena, las yawalorixs, las grandes sacerdotisas-reinas de los orixs yoruba, de los jejs fons, despliegan todava en la actualidad sus misterios. Los buzios caen, se consulta el collar de Ha. Los orixs hablan, los eguns regresan. Entre el Aye (la tierra) y el Orun (el cielo), la vida circula interminablemente.

    Un hecho concreto explica el poder de la cultura de la dispora africana en las Amricas. Los amos blancos de las plantaciones, sus capataces, sus curas y sus guardias disponan en principio del cuerpo y de la vida de los esclavos negros. Pero, en esas plantaciones, los blancos no eran ms que un puado. La angustia, por eso, los atenazaba. El oscuro temor a la rebelin les produca escalofros. La insurreccin de sus bestias de carga era su pesadilla. Para conjurar el peligro, los propietarios recurran a un mtodo simple: fomentar las divi-siones entre los pueblos deportados para enfrentarlos mejor unos contra otros. Por eso el dueo de una fbrica de azcar compraba contingentes de esclavos procedentes de un pas y una cultura cspedfieos. En su plantacin, alentaba la celehra-dc)n clt todos loo; ritos vineul:~elos :l l'S:l tradicin. Los calcnda-

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    rios litrgicos de cada uno de los pueblos presentes en la sen-zala6 se respetaban as escrupulosamente.

    Es una paradoja con enormes consecuencias histricas: fue en la noche de la esclavitud donde se forjaron las ms slidas identidades africanas. Jams, durante los siglos de la esclavi-tud, se extingui el fuego de las creaciones culturales, artsti-cas y polticas de los africanos.

    En la actualidad, un tercio de toda la poblacin africana vive en la dispora, fundamentalmente en las Amricas. Ms all de los mares, la trata dio nacimiento a sociedades que, como las de los candombls de Baha, la santera cubana, el vud haitiano, los cabildos de la costa del Pacfico de Colom-bia o los xangs de Jamaica o Venezuela, son hoy da verdade-ros viveros de culturas, privilegiados lugares irradiantes de la identidad africana.

    Vivo en una guerra de trescientos aos, 7 escribi Aim Csaire. Jams, en el curso de los tres siglos de esclavitud, de-cay la resistencia armada. Las insurrecciones de esclavos, que ritmaron los siglos xvn, XVIII y XIX, son otra poderosa razn por la cual la trata ocupa un lugar tan privilegiado en la re-construccin memorial.

    En el virreinato espaol de Nueva Granada, el de Per, la Hispaniola,8 el estado lusitano del Gran-Par9 o el virreinato portugus de Brasil, xo se produjeron rebeliones de esclavos que pusieron en jaque al poder metropolitano mismo.

    Actualmente, tres repblicas cimarrones alimentan prin-cipalmente el imaginario de los africanos: las de Palenque en Colombia, Cockpit en Jamaica y Palmars en Brasil.

    El negro cimarrn es el hombre que se rebela contra la opresin o huye de un castigo. Rompe sus cadenas, se escapa de la plantacin y lleva, en el interior del continente, o de sus islas, una vida autnoma como cazador o L'llltivador. 11 Ahora bien, en aquel continente americano tan escasamente pohla-

  • LA CAZA DEL ESCLAVO

    do, no faltaban refugios: tupidos bosques, abruptas montaas, desfiladeros o profundos valles.

    En Brasil, las comunidades paraestatales formadas por los cimarrones>> y sus familias se llamaban Quilombo, y, en el imperio espaol, Palenque.

    En 1794, una asombrosa noticia lleg de Pars al Caribe: la esclavitud quedaba abolida, se proclamaba la igualdad de todos los hombres y los amos recalcitrantes seran guillotinados.

    Pero, el 20 de mayo de 18oz, Bonaparte restableci la es-clavitud. Otro decreto, el deis de julio del mismo ao, prohi-ba la entrada en Francia de cualquier hombre de color. Bona-parte crea que ya haba demasiados -

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    ba sido uno de los promotores ms enrgicos del decreto de abolicin de I794 Comisario en las colonias, mand guilloti-nar a los plantadores recalcitrantes. En la Convencin, haba declarado: La muerte es un llamamiento a la igualdad, que un pueblo libre debe consagrar mediante un acto pblico ca-paz de servirle sin cesar de necesaria advertencia.

    Tras el 9 Thermidor, mientras Robespierre y Saint-Just eran ejecutados, Billaud-Varenne logr escapar al cadalso. Fue deportado a la Guyana. A su llegada all, se lo confin en el presidio de Sinnamary. El Consulado lo liber.

    Tras el restablecimiento de la esclavitud, compr una plan-tacin en Orvilliers, en la costa de Guyana. Se procur escla-vos y se enriqueci enormemente.

    Otro ejemplo de traicin a sus propios ideales es el de Vic-tor Hughes, tambin comisario de la Convencin en las Anti-llas. Alejo Carpentier, en la novela El Siglo de las Luces, esboz su retrato. 13

    En Puerto Prncipe, en Fort-de-France, en la isla de Ma-rie-Galante, y en todas partes donde los plantadores se nega-ron a someterse a la Convencin y a liberar a sus esclavos, Hughes los hizo detener, juzgar sumariamente y ejecutar. Una vez finiquitada la Revolucin en Francia, se restaur la escla-vitud en las colonias, y Hughes cambi de chaqueta.

    Regres a Guadalupe, pero esta vez para comprar tierras y esclavos. Muri en su lecho, como esclavista y plantador riqu-simo, pero deshonrado por sus antiguos amigos y abandonado por la mujer a quien amaba. l4

    6o

  • 4 LAS MASACRES COLONIALES

    Lon Bloy: La historia de nuestras colonias, sobre todo en Extremo Oriente y en frica, no es ms que dolor, ferocidad desmedida e indecible infamia.

    El segundo objeto privilegiado2 de la reconstruccin memorial de los pueblos del Sur es la conquista armada de sus tierras por parte de Occidente. Por razones de claridad y de economa de espacio, me limitar aqu a recordar las campaas militares francesas. Pero no ser necesario decir que la misma violencia y la misma crueldad presidieron tambin las con-quistas inglesas, holandesas, alemanas, belgas, italianas, espao-las y portuguesas.

    En 183o, Francia comenz la conquista de Argelia. En 1853, se apoder de Nueva Caledonia. Un ao despus,

    Faidherbe emprendi la conquista de Senegal. El estableci-miento de Saint Louis fue adquirido tras el Congreso de Viena (I815). En 1857 tuvo lugar la fundacin de Dakar. La campaa de Faidherbe fue larga y sangrienta: no concluy hasta 1898.

    En 1858, el ejrcito colonial francs ocup Turana, en An-nam; un ao despus, tom Sai~n.

    En 1862, nuevo empuje en Africa, esta vez en las orillas del ocano ndico: Francia tom posesin de Obock, en Somalia (actualmente Yibuti).

    1863: el gobierno de Pars, como consecuencia de un habi-lidoso chantaje, obtuvo la sumisin del rey de Camboya, que, mediante un tratado, reconoca libremente el protectorado francs. En tH7, d emperador Tu Duc, para preservar sus poblaciones, cc

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    As es como se desarroll la conquista francesa de .Annam, Tonkn y la Cochinchina. Cedo la palabra aqu a un testigo privilegiado, poco sospechoso de simpatas annamitas. Repor-tero mayor para el Fgaro, oficial de marina en la escuadra del Extremo Oriente, Pierre Loti describi la toma de Hu: -

  • LAS MASACRES COLONIALES

    Octubre de 1 88o: en la orilla derecha del ro Congo, el gobierno francs instaur un protectorado; se fund Brazzavi-lle frente a los rpidos del ro.

    De 188o a 1895, Gallieni devast extensos territorios de frica occidental. Sus tropas conquistaron el Sudn francs (en la actualidad Mah), a pesar de la resistencia encarnizada de Samory Tour y numerosos jefes autctonos.

    1881: nueva insurreccin en Argelia, que era

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    El 19 de mayo, el valeroso comandante Riviere fue hecho pri-sionero y decapitado. El gobierno francs reaccion con el envo masivo de tropas que provocaron una carnicera entre la poblacin civil.

    Nombres, que Occidente ha olvidado ya hace tiempo, persi-guen la memoria de los magrebes y los habitantes del frica negra: Bugeaud, Grard, Gallieni, Voulet; Chanoine, etc.

    El general Thomas Robert Bugeaud haba sido goberna-dor general de Argelia a partir de 1840. Fue el inventor de las Enfumadas. Esta nueva tcnica le confiri un gran prestigio en Pars. En Argelia, su nombre es sinnimo de pesadilla.

    La tcnica consista en encerrar a la poblacin de pueblos enteros en unas grutas ante las cuales se prenda fuego. Mien-tras que los soldados coman contemplando las llamas, los au-llidos de las mujeres y los nios prisioneros de la fogata se elevaban desde el interior de la gruta. Cuando el ltimo ester-tor del ltimo agonizante se haba apagado, los soldados tapia-ban la entrada de la gruta.

    Por su parte, Gallieni y Grard conquistaron el reino de Madagascar, situado en el ocano ndico. Dirigieron sus cam-paas militares con una brutalidad absolutamente ejemplar.

    En su famoso discurso pronunciado ante la UNESCO en I9JI, Claude Lvi-Strauss defini as el racismo: Una doc-trina que pretende ver en los caracteres intelectuales y morales atribuidos a un conjunto de individuos, de cualquier forma que se los defina, el efecto necesario de un comn patrimonio gentico. 4

    El racismo, segn esta definicin, es la esencia Inisma del colonialismo. Niega la humanidad del colonizado. Excluye de antemano cualquier relacin de reciprocidad y de complemen-tariedad con el colono. Pero el racismo no slo destruye al co-lonizado. Arrasa tambin al colono. hnmanuel Kant dice:

  • LAS MASACRES COLONIALES

    Ahora bien, sin racismo, no habra conquista colonial. So-meter a su yugo a un ser humano presupone la negacin de su humanidad. En efecto, si el amo (el conquistador) percibiera como su semejante y su igual a aquel o a aquella a quienes es-claviza, no podra ni justificar, ni siquiera soportar mentalmen-te, su crimen.

    Por eso colonialismo y enfermedad mental van unidos. El curioso destino del capitn Voulet es una ilustracin de mis pa-labras.

    En Pars, una maana de mayo de 1898, el ministro de las Colonias, Andr Lebon, convoc en su despacho al capitn de infantera de marina Voulet y al teniente de los cipayos Cha-noine. Y les confi la siguiente misin: Visitar todos los pa-ses situados entre el Sudn francs y el lago Chad, al norte de la lnea Say-Barrua, y entrar en relacin con los jefes de los principales pases del Sudn central.6

    El proyecto tena la mayor importancia, ya que se trataba de alcanzar, antes de que lo hicieran las columnas inglesas, las orillas del lago Chad, para establecer un puente territorial en-tre las posesiones francesas del Magreb y los territorios ocupa-dos por Francia en Nger, Dahomey y el Congo. Tambin se necesitaba sofocar, antes de que se extendiera por la regin, la rebelin fomentada en Chad por la secta de los senusis (cuyo jefe resida en Trpoli) contra la presencia de

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    da, su columna (compuesta por varios cientos de soldados y otros tantos porteadores), para subsistir, necesitaba dos tone-ladas de mijo, cientos de litros de agua y una decena de bue-yes. Pero los pases que atravesaban eran pobres y estaban exanges. Una terrible sequa causaba estragos en la regin del norte del Sokoto desde haca dos aos. Voulet, Chanoine y sus soldados exigieron sin embargo a las poblaciones que encontraron que les entregaran sus provisiones. Los campesi-nos, pastores y nmadas, medio muertos de hambre, con fre-cuencia se negaron a hacerlo. Entonces fueron torturados y asesinados; sus casas y sus tiendas quemadas, sus mujeres vio-ladas y sus hijos mutilados.

    A veces, con el valor de la desesperacin, los lugareos in-tentaron ofrecer resistencia al pillaje. En un informe, Voulet escribe: Los tres pueblos de Ouel, Bore y Gassam que, a lo largo de esta marcha en territorio samo, nos atacaron, fueron enteramente destruidos y arrasados.7

    A comienzos de mayo de 1899, la poblacin de la ciudad de Birni N'Konni, al borde de la hambruna, se neg a entregar sus provisiones y ocult sus escasas reservas de mijo. Un infor-me, llegado a Pars, cuenta lo siguiente: Hubo que ocuparse de enterrar todos los cadveres que, bajo la influencia de una temperatura muy elevada, se descomponan inmediatamente. [ ... ]Los cadveres fueron arrojados en grandes fosas, el pueblo fue a continuacin sistemticamente destruido, por orden de Voulet>>.8

    El comandante segundo de la expedicin, el teniente Cha-noine, compaero coetneo de Voulet, comparti los mtodos de su jefe: a sus rdenes, los tiradores senegaleses arrancaban sistemticamente las plantas de mijo y quemaban las cosechas de las aldeas por las que cruzaban y que se consideraban poco seguras.

    Chanoine escribi a su padre, que era general y ministro de Defensa, lo siguiente: Basta de diplomacia y de concilia-cin con estos brbaros que slo entienden d lenguaje de la

  • LAS MASACRES COLONIALES

    fuerza! [ ... ] No hay que titubear en imponerles cargas a los habitantes, en forzarlos, en definitiva, a trabajar>>.9

    Voulet y los suyos mataron con la bayoneta y la lanza, in-cendiaron y saquearon. Su ruta estuvo jalonada por montones de cadveres.

    El ministro Andr Lebon se propuso retirar a Voulet y sus-tituirlo por un coronel alsaciano de nombre Klobb. Pero Voulet se neg a ceder su mando, mat a Klobb e hizo disparar sobre su escolta.

    Con el coronel muerto a sus pies y los heridos gimiendo entre las races gigantescas de un baobab, Voulet reuni a sus hombres. Con los ojos brillantes, el uniforme cuidadosamente ajustado y el sable desenvainado, les lanz este discurso: Aho-ra soy un fuera de la ley. Reniego de mi familia y de mi pas. Ya no soy francs. Soy un jefe negro. [ ... ]Vamos a crear un impe-rio fuerte, inexpugnable. Lo rodear por una extensa broza sin agua[ ... ]. Para capturarme, necesitaran diez mil hombres. Si estuviera en Pars, hoy da sera el amo de Francia>>. 10

    El jefe tan admirado, al que haban obedecido al dedillo y sin rechistar ante el crimen, sembr la disconformidad entre los oficiales y suboficiales blancos que lo observaban. Preocupados por su carrera, dudaban en comprometerse en la construccin de ese imperio rodeado por una extensa broza sin agua>>.

    Por su parte, los tiradores senegaleses se amotinaron y se negaron todos, con apenas seis excepciones, a obedecer a Vou-let. Cientos de porteadores se desperdigaron y desaparecieron en la sabana. Voulet se qued solo con seis acompaantes y se hizo necesario que levantara pronto el campamento y prosi-guiera, sin provisiones, con muy poca agua, su marcha obs-tinada hacia el lago Chad.

    El 17 de julio de 1899, de madrugada, un centinela de los tiradores senegaleses apostado cerca de la aldea de Maygiri vio salir de la bruma a un hombre en andrajos y titubeante; los harapos de un uniforme de oficial francs colgaban de su cuer-po descarnado. El afril':mo reconoci a Voulct y lo mat.

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    Se comprende fcilmente el lugar que ocupa Voulet en la memoria africana. Encarna, en efecto, y de una forma para-digmtica, toda la crueldad, el cinismo y la dimensin patol-gica ligada a la conquista colonial.

    POST-SCRIPTUM

    Sin entrar demasiado en los detalles, sealemos sin embargo que los ingleses desarrollaron mtodos originales para exter-minar a las poblaciones autctonas recalcitrantes. Tomemos el ejemplo de Tasmania.

    Tasmania es una isla de cerca de 70.000 km2 que pertenece al continente australiano. Est situada en el estrecho de Bass, que separa el ocano ndico del Pacfico. Propiedad de la coro-na britnica desde finales del siglo XVIII, esta isla de tierra frtil y clima templado atraa a numerosos colonos blancos. Pero un problema obstaculizaba su plena expansin: los palawah, gana-deros seminmadas, cultivadores, pescadores y cazadores. Es-tos ltimos habitaban la isla desde haca dos milenios. Pueblo misterioso y sin relacin aparente con ninguna etnia conocida (melanesia u otra), sus miembros eran de gran tamao y esbel-tos, y se movan con elegancia. Tenan la tez cobriza y sus ras-gos eran finos. Las mujeres posean una belleza deslumbrante.

    Para expulsarlos de sus residencias, los ingleses utilizaron primeramente los mtodos que solan utilizar en Australia: quemaron las aldeas, envenenaron las fuentes de agua y los pozos, y organizaron batidas.

    Este mtodo ya haba dado resultados convincentes, espe-cialmente en Queensland, otro territorio frtil del continente. Aterrorizados, los supervivientes kalkadoon haban huido para refugiarse en las altas mesetas ridas de la cordillera martima.

    Pero con los palawah no haba nada que hacer. Ya podan los soldados ingleses incendiar sus aldeas, matar a las fami1ias, destruir las cosechas y los campos, y envenenar los pozos,

  • LAS MASACRES COLONIALES

    los guerreros palawah volvan sin cesar para atacar a los colo-nos atrincherados tras sus empalizadas. Pertrechados con sus arcos y sus espadas.

    Desde finales de la dcada de 182o, el teniente gobernador George Arthur11 reinaba en Tasmania. Era originario de Sus-sexy un apasionado de la caza de montera. rz Como es sabido, en la caza de montera, los cazadores se disponen en una larga lnea llamada Black Line. Precedidos por perros, encargados de hacer salir la caza de sus escondites, avanzan concertadamente a caballo o a pie, y tiran al blanco sobre todo lo que se mueve entre los matorrales.

    George Arthur decidi organizar una Black Line para lim-piar Tasmania de palawah.

    Su decreto moviliz a todos los hombres blancos capaces de llevar un arma. Fue as como miles de colonos se unieron a los soldados. Pero Tasmania acoga tambin importantes co-lonias penitenciarias donde estaban desterrados condenados de todo el Imperio. Pues bien, se liber a los detenidos blan-cos para que se sumaran a la Black Line.

    La lnea se organiz segn las reglas del arte: se manda-ba avanzar a paso regular a varios miles de cazadores, y cada seccin estaba bajo el mando de un maestro de caza. Cientos de cuernos dieron pronto la seal de partida; por delante de la lnea, cientos de perros adiestrados se precipitaron en la lla-nura.

    La Black Line de Arthur se estiraba a lo largo de 120 kil-metros. Y se desplaz durante seis semanas. Todo estaba per-fectamente planificado.

    George Arthur se sinti muy orgulloso de su Black Line. El historiador australiano Nick Beams, 13 que examin los infor-mes dirigidos al Colonial Office y conservados en los archivos britnicos, aport la prueba.

    El argumento de Arthur era astuto. Las tierras de los colo-nos retomadas a los palawah eran settled areas, explicaba, 'luga-res de residencia civilizada'. 1 ,os pabwah, por su parte, no eran

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    ms que black savages, 'salvajes negros', que invadan peridi-camente las tierras de la civilizacin. Haba entonces que ex-pulsarlos. Cmo hacerlo? Simplemente llevando a cabo 'una guerra de exterminio', a war of extirpation.

    El exterminio de los palawah era 'una necesidad absoluta', an absolute and inescapabk necessity.

    Tras las black wars emprendidas por George Arthur, no so-brevivi en Tasmania ms que un puado de palawah.

    Por sus servicios como genocida, George Arthur fue eleva-do a la nobleza por la reina Victoria. En adelante, luci orgu-llosamente el ttulo de sir.

    En cuanto a James Stephen, desempe las nobles funcio-nes de subsecretario de Estado en el Colonial Office, de 1836 a I 84 7. Escribi:

  • LAS MASACRES COLONIALES

    Esta poltica del rapto de nios autctonos no se aboli hasta I 969. '4

    Pero el Colonial Office haba emprendido la erradicacin de las culturas autctonas en todo el Imperio.

    Fue as como James Stephen extendi a Canad la poltica del rapto que tan buenos resultados haba dado en Australia. Hasta la dcada de 1960, los nios nacidos en Canad en una de las comunidades indias, salvadas del genocidio, fueron arrancados a sus familias. Estos nios mrtires desaparecieron y fueron con frecuencia encerrados en conventos e institucio-nes catlicos. Stephen Harper, primer ministro de Canad, present el IO de junio de 2008 las excusas de su pas a los pueblos autctonos por las sevicias padecidas en los pensio-nados canadienses durante un siglo. Escuchemos a Harper: Desde finales del siglo XIX, y hasta 1969, cerca de I 50.000 ni-os autctonos fueron arrebatados a sus padres y conducidos a orfelinatos religiosos donde padecieron agresiones sexuales y psicolgicas. '5

    Siempre y en todas partes, la obsesin de los occidentales fue la destruccin de la cultura, la identidad singular, la memoria y los lazos afectivos del dominado.

    7'

  • 5 DURBAN, O CUANDO EL ODIO A OCCIDENTE

    OBSTACULIZA EL DILOGO

    En la actualidad, las memorias de los pueblos del Sur estn en guerra abierta contra Occidente. Las memorias de los natura-les de Amrica Latina y del Caribe, del frica negra, de Arabia y de Asia son memorias heridas.

    Occidente, al contrario, da muestras de una memoria triun-fante, arrogante e impermeable a la duda.

    Dos dirigentes de una excepcional lucidez comprendieron el peligro que envolva esta guerra de las memorias, Mary Robinson y Kofi Annan. Ambos tomaron conciencia de que el odio, aunque fuera razonado, a Occidente por parte de los pue-blos del Sur destrua lentamente la comunidad internacional, arruinaba toda esperanza de ver a las Naciones Unidas ocupar finalmente el lugar que le corresponda en la escena interna-cional y volva imposible la solucin de prcticamente todos los problemas comunes a la humanidad: la carrera de arma-mentos, la amenaza nuclear, el hambre, el sida, la falta de agua, la desertificacin progresiva, las guerras regionales endmicas y la monopolizacin de la mayora de los recursos por parte de unas pocas oligarquas que escapan a todo tipo de control.

    Sin embargo, es difcil imaginar a dos personalidades ms distintas. Caluroso, intuitivo y discreto, Kofi Annan procede de una familia de jefes del pueblo de los fante, en la alta selva ashanti del centro de Ghana. Gran burguesa rgida en sus principios, obstinada hasta el extremo, Mary Robinson fue presidenta de Irlanda de 1990 a 1997.

    En 2001, Kofi Annan era secretario general de las Nacio-nes Unidas, y Mary Rohinson, alto comisario de los Derechos

  • LOS ORGENES DEL ODIO

    Humanos. Juntos, convocaron para los meses de agosto y sep-tiembre de zoor, en Sudfrica, en Durban, la famosa confe-rencia mundial contra el racismo.1

    La conferencia se desarroll en dos tiempos. Del z 8 agosto al 2 de septiembre se reunieron los representantes de ms de tres mil organizaciones y movimientos no gubernamentales procedentes de los cinco continentes. En cuanto a los jefes de Estado y de gobierno, se reunieron para debatir del 3 1 de agos-to al 7 de septiembre.

    Se eligi Durban porque se trata de una ciudad de tamao medio, capaz por consiguiente de favorecer los contactos hu-manos fuera de las salas de conferencia. Por otra parte, se en-cuentra situada a orillas del ocano ndico, al pie de las mon-taas de Kwa-Zulu, el clima all es suave y su poblacin cosmopolita: una mezcla de indios, tamiles, chinos, afrikaan-ders, xosa, zules, makonds (de Mozambique), etc.

    Un viento ligero agita permanentemente las esplndidas palmeras del paseo martimo. A un centenar de metros de las playas, redes de acero estn sumergidas en el mar. Se supone que protegen a los baistas contra los tiburones blancos que merodean a lo lejos. Proteccin poco eficaz ya que, durante mi estancia de una semana, frente a la playa central, dos nadado-res perdieron uno un brazo y el otro una pierna ...

    Para qu deba servir esta conferencia? En su discurso de inauguracin, Kofi Annan respondi a la pregunta: Por me-diacin de sus descendientes, los muertos reclaman que se haga justicia[ ... ]. El dolor y la clera todava estn presentes. La comunidad internacional debe dar respuesta a las expecta-tivas de todo el mundo.2 Se trataba, sigui explicando, de desterrar la violencia nacida de los demonios identitarios.

    En cuanto a Mary Robinson, fijaba as el horizonte de los trabajos de la conferencia: Es la primera vez que se afirma una voluntad comn de escribir la historia sobre temas difci-les. En algunos pases, se considera el colonialismo como un periodo glorioso. En otros, es sin6nimo dt devastaci6n. Dur-

  • DURBAN,