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  • QUINCE FALACIAS FUNESTAS DELFUNDAMENTALISMO FINANCIERO

    DISERTACIN SOBRE LA ECONOMA DE LA DEMANDA

    William Vickrey

    Premio Nobel de Economa 1996.El profesor Vickrey concluy este ensayo el5 de octubre de 1996,pocos das antes de que se le concediera el Premio No-bel y de que falleciera. Cuadernos de Economa agradece a Mauricio Prez, De-cano de la Facultad de Economa de la Universidad Externado de Colombia,por la revisin tcnica de la traduccin.

  • Resumen

    Vickrey, william. "Quince falacias funestas del fundamentalismo finan-ciero", Cuadernos de Economa, v. XVIII, n. 30, Bogot, 1999, pginas299-329

    En este artculo, el profesor Vickrey muestra que la poltica econmicaactual se basa en anlisis incompletos, supuestos contrafactuales yanalogas falsas. El artculo examina en detalle quince falacias que,en conjunto, llevan a polticas que, en el mejor de los casos, generanun letargo econmico con tasas de desempleo cercanas al 5 6 por cien-to. Para el profesor Vickrey, esta situacin es perjudicial por cuantoreduce la produccin potencial entre un 10 y un 15 por ciento aun si laprdida se reparte en forma equitativa entre toda la poblacin; perocuando se traduce en un desempleo de 10, 20 Y hasta 40 por ciento paralos grupos desfavorecidos, los perjuicios adicionales en trminos depobreza, ruptura familiar, ausencia y desercin escolar, ilegitimidad,uso de drogas y crmenes llegan a ser muy graves. De modo que estas po-lticas se asemejan a un "incendio. homicida premeditado" y, an peor,cuando se llevan hasta sus l timas consecuencias, en busca de un 'pre-supuesto equilibrado', pueden conducir a una profunda depresin.

    Abstract

    Vickrey, William. "Fifteen Fatal Fallacies of Financial Fundamenta-lism", Cuadernos de Economa, v. XVIII, n. 30, Bogot, 1999, pages299-329

    In this article, Professor Vickrey shows that current economic policyi s based on incomplete analyses, counterfactual assumptions, and falseanalogies. The article examines in detail fifteen fallacies which, ta-ken together, lead to policies which at best generate economic lethargywith unemployment rates close to 5 or 6 percent. For Professor Vickrey,this situation is harmful in that it reduces potential production bet-ween 10 and 15 percent even if the loss is distributed in an equitableway among the population; but when it turns into unemployment of 10, 20,and up to 40 percent for the less favored groups, the additional harm interms of poverty, family breakup, school absence and dropout, illegi-timacy, drug use, and crime becomes very serious. Thus these policiesare like a 'premeditated homicidal fire' and, even worse, when theyarecarried to their ultimate consequences, in search of 'budgetaryequi-librium', they can lead to a deep depression.

  • Buena parte de la sabidura econmica convencional predominante enlos crculos financieros -acogida como fundamento para la poltica delgobierno y usualmente aceptada por la prensa y el pblico- se basa enanlisis incompletos, supuestos contrafactuales y analogas falsas. As,por ejemplo, se defienden los incentivos al ahorro sin considerar que,para la mayora de las personas, alentar el ahorro equivale a desalentar elconsumo y reducir la demanda, que las compras de un consumidor o ungobierno son tambin un ingreso para los vendedores y los proveedores,y que la deuda del gobierno es tambin un activo. Igualmente falaz esafirmar que lo que es posible o deseable para algunos individuos en unmomento dado es posible o deseable para todos o para la economa en suconjunto.

    Yesos anlisis se suelen basar en el supuesto de que la produccin eco-nmica futura est determinada exclusivamente por fuerzas econmi-cas inexorables independientes de la poltica del gobierno, de modo quesi se dedican mayores recursos a un uso dado se reduce inevitablementesu disponibilidad para otro uso. Esto se podra justificar en una econo-ma en condiciones de pleno empleo, o se podra validar en algn senti-do postulando que la Junta de la Reserva Federal seguir y tendr xitoen una poltica que mantenga estrictamente el desempleo en una tasafija' que no acelera la inflacin' o tasa 'natural'. Pero en las condicionesactuales dicho xito no es posible ni deseable.

    A continuacin se analizan algunas de las falacias derivadas de esa for-ma de pensar. Tomadas en conjunto, conducen a polticas que a lo sumonos mantienen en un letargo econmico con tasas totales de desempleoque se mantienen en un rango deIS al 6 por ciento. Esto ya es bastanteperjudicial por la prdida del 10 allS por ciento de nuestra produccinpotencial, aun si se repartiera en forma equitativa; pero cuando se tradu-

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    ce en un desempleo de 10,20 Yhasta 40 por ciento para los grupos desfa-vorecidos, los perjuicios adicionales en trminos de pobreza, rupturafamiliar, ausencia y desercin escolar, ilegitimidad, uso de drogas y cr-menes, llegan a ser muy graves. Y si las polticas se llevan hasta el fin, enbusca de un 'presupuesto equilibrado', pueden conducir a una profun-da depresin.

    FALACIA 1

    Afirmar que los dficit constituyen un gasto perverso y desenfrenadoque va en detrimento de las prximas generaciones, que heredarn unamenor dotacin de capital invertido. Esta falacia proviene de una falsaanaloga con el endeudamiento de los individuos.

    La realidad actual es exactamente la contraria. Los dficit se suman al in-greso neto disponible de los individuos, en la medida en que los desem-bolsos del gobierno que constituyen ingresos para los receptoressuperan lo que se rest del ingreso disponible en impuestos, tasas y otrasobligaciones. Cuando se gasta, este poder de compra adicional generamercados para la produccin privada e induce a que los productores in-viertan en capacidad de planta adicional,la cual forma parte de la heren-cia real que se transmite al futuro. Adems de toda inversin pblica eninfraestructura, educacin, investigacin y similares. Unos dficit mayo-res, suficientes para reciclar los ahorros provenientes de un producto in-terno bruto (Pib) creciente en una cantidad mayor de los que puedereciclar la inversin privada con nimo de lucro no son una perversinsino una necesidad econmica. Los dficit excesivos que generan unabrecha creciente en relacin con el mximo crecimiento posible del pro-ducto real pueden, en efecto, ocasionar problemas, pero an no estamoscerca de ese nivel.

    Incluso la analoga es falsa. Si a General Motors, a AT&T y a las familiasindividuales se les exigiera equilibrar sus presupuestos del mismo modocomo se le exige al Gobierno Federal, no existiran obligaciones empresa-riales ni hipotecas ni prstamos bancarios, y habra muy pocos autom-viles, telfonos y viviendas.

    FALACIA 2

    Afirmar que dar incentivos o incentivar a los individuos para que aho-rren ms alienta la inversin y el crecimiento econmico. Esta falacia sederiva del supuesto de un nivel constante de produccin agregada, de

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    modo que 10que no se usa para consumo se dedica necesaria yautomti-camente a la formacin de capital.

    De nuevo, 10 que ocurre en la realidad es exactamente 10 contrario. Enuna economa monetaria, la decisin de ahorrar ms es -para la mayo-ra de los individuos- una decisin de gastar menos; el menor gasto deun ahorrador significa menos ingreso y menos ahorro para los vendedo-res y los productores, y el ahorro agregado no aumenta sino que dismi-nuye cuando los vendedores, a su vez, reducen sus compras, el ingresonacional disminuye y, con t el ahorro nacional. Un individuo dadopuede incrementar su propio ahorro, pero slo a costa de reducir el in-greso y el ahorro de otras personas en una cantidad mayor.

    Cuando el ahorro consiste en reducir el gasto en servicios no almacena-bles -como un corte de pelo- el efecto sobre el ingreso y el ahorro delvendedor es inmediato y evidente. Cuando se trata de una mercanca al-macenable, puede haber una inversin inmediata y transitoria en inven-tarios, pero sta desaparece tan pronto como el vendedor reduce lospedidos a sus proveedores para restaurar el nivel normal de inventarios,10que eventualmente lleva a recortar produccin, el empleo y elingreso.

    El ahorro no crea 'fondos prestables' a partir de la nada. No se puede pre-suponer que el saldo bancario adicional del ahorrador aumenta la capa-cidad de su banco para extender un crdito mayor de aqul en que sereduce la capacidad crediticia del banco del vendedor. Si algo sucede, 10ms probable es que el vendedor sea ms activo en los mercados burstileso que utilice el crdito reforzado por la venta para invertir en su empresa,en vez de que el ahorrador responda a alicientes tales como las cuentas dejubilacin, la exencin o el aplazamiento de los impuestos sobre las reser-vas de los fondos de pensiones y medidas similares; de modo que el efectoneto de los incentivos al ahorro consiste en reducir la expansin de losprstamos bancarios. Los esfuerzos de ahorro, con la reduccin corres-pondiente del gasto, no aumentan en absoluto la disposicin de los ban-cos y otros prestamistas para financiar adecuadamente los proyectos deinversin promisorios. Si no existen recursos ociosos disponibles, el aho-rro no es un prerrequisito ni un estmulo para la formacin de capital sinosu consecuencia, puesto que el ingreso generado por la formacin de capi-tal constituye una fuente de ahorros adicionales.

    FALACIA 3

    Suponer que el endeudamiento del gobierno 'desplaza' a la inversinprivada.

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    En realidad sucede lo contrario: el gasto de los fondos que se toman enprstamo (a diferencia del gasto de los ingresos tributarios) genera in-greso disponible adicional, aumenta la demanda de productos de la in-dustria privada y hace ms rentable la inversin privada. Cuando hayabundancia de recursos ociosos y las autoridades monetarias obran concordura (en vez de intentar contrarrestar el supuesto efecto inflacionariodel dficit), quienes tienen inversiones rentables en perspectiva puedenllegar a obtener financiacin. En esas circunstancias, cada dlar adicio-nal de dficit inducir, en el mediano plazo, dos o ms dlares adiciona-les de inversin privada. El capital as generado es un incremento de lariqueza de alguien e, ipso facto, un ahorro de alguien. La idea de que "laoferta crea su propia demanda" es errnea cuando se ahorra parte del in-greso generado por la oferta, pero la inversin s crea su propio ahorro, yalgo ms. Cualquier desplazamiento que pueda ocurrir es el resultado,no de la realidad econmica existente, sino de las reacciones restrictivasinadecuadas de la autoridad monetaria en respuesta al dficit.

    FALACIA 4

    Afirmar que la inflacin es" el impuesto ms cruel". sta se deriva de cre-er que basta detener el aumento de los precios para que el ingreso perso-nal aumente, desconociendo las consecuencias para el ingreso.

    Realidad actual: el efecto tributario de la inflacin prevista '-en cuantoganancia para el gobierno y prdida para los tenedores de dinero y ttu-los del gobierno- se limita a la reduccin del valor real del dinero queno devenga intereses (igual al incremento de la tasa de inters de losahorros sobre los prstamos que no devengan intereses con respecto a latasa que habra sin inflacin) ms la ganancia proveniente del incremen-to de la inflacin con respecto a la que se prevea en el momento de fijarla tasa inters sobre la deuda pendiente. Por otra parte, una reduccin dela tasa inflacin por debajo de la prevista generara subsidios inespera-dos para los poseedores de deuda de largo plazo del gobierno y un incre-mento correspondiente en el impacto real de la deuda sobre el fisco.

    En los regmenes anteriores, donde las regulaciones prohiban abonarintereses sobre los depsitos a la vista, el beneficio de seoreaje sobreesos saldos --que refleja la prdida de poder de compra de los deposi-tantes, que habra aumentado con la inflacin- retornaba a los bancos,mientras que en un rgimen de competencia se traslada a los clientes enforma de servicios sin costos. En una economa donde la mayora de lastransacciones se realiza mediante tarjetas de crdito y cuentas bancariassobre las que se pueden cobrar o abonar intereses, el costo es insignifi-cante para la mayora y se limita a la prdida de intereses sobre el dinero

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    que mantienen. Buena parte de las ganancias del gobierno provendr dequienes usan grandes cantidades de dinero para evadir impuestos o rea-lizar actividades ilcitas, adems de la carga sobre aquellos pocos quemantienen efectivo debajo el colchn o en el tarro de galletas.

    En realidad, la principal dificultad de la inflacin no tiene que ver con losefectos de la inflacin en s misma sino con el desempleo que generan losesfuerzos inadecuados por controlarla. Actualmente, la aceleracin noprevista de la inflacin puede reducir el dficit real con respecto al dficitnominal reduciendo el valor real de la deuda pendiente de largo plazo.Si se persiste en la poltica de limitar el dficit presupuestal nominal esprobable que se mantenga un desempleo excesivo debido a la reduccinde la demanda efectiva. La solucin no es reducir el dficit nominal parafrenar la inflacin incrementando el desempleo sino, por el contrario, in-crementar el dficit nominal para mantener el dficit real, controlando lainflacin, de ser necesario, por medios directos que no impliquen un in-cremento del desempleo.

    FALACIAS

    "La tendencia crnica a la inflacin es un reflejo de que vivimos por enci-ma de nuestros medios" [Alfred Kahn, citado en Cornell1993, edicin deverano].

    Realidad: la nica poca en que podemos decir que vivimos por encimade nuestros medios fue en tiempo de guerra, cuando se destrua el capi-tal y no se lo repona. En tiempos de paz, no hemos vivido al tope denuestros medios desde 1926, cuando el desempleo -de acuerdo con ladefinicin de hoy en da- descendi a cerca del 1.5 por ciento. Desdeentonces no nos hemos acercado a este nivel, excepto en la cima de la Se-gunda Guerra Mundial.

    La inflacin se presenta cuando los vendedores aumentan los precios,locual pueden hacer en forma rentable cuando las fuerzas de la competen-cia se debilitan por la diferenciacin de productos, real y ficticia, la publi-cidad engaosa, las artimaas para que se compre a ciegas y enpaquetes, las fusiones y el tiburoneo empresarial, y la creciente impor-tancia de los servicios amarrados, los secretos comerciales, las patentes,los derechos de autor,las economas de escala, los costos fijos generales ylos costos de arranque. La inflacin puede presentarse, y de hecho sepresenta, cuando hay recursos subutilizados, y no necesariamente por-que consumimos nuestro capital debido a fallas para mantenerlo y rem-plazarlo, consumiendo ms de lo que producimos.

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    FALACIA 6

    Pensar que es necesario mantener el desempleo a un nivel' que no acele-ra la inflacin' (non-inflation-accelerating level, 'Niaru' por las siglas en in-gls), en el rango de 4 a 6 por ciento, para impedir que la inflacin seincremente en forma inaceptable.

    Actualmente, la tasa de desempleo -tal como se mide oficialmente- habajado a15.1 por ciento aunque la Oficina de Presupuesto del Congreso(CBO, por su sigla en ingls) fij un Niaru del6 por ciento para 1964 y haoscilado entre 5.5 y 6.3 por ciento desde 1958. Proyecciones recientes dela CBO prevean que el desempleo se mantendra constante en 6 porciento hasta el ao 2005, con una inflacin constante del ndice de pesosal consumidor urbano cercana al 3 por ciento [Economic and BudgetOutlook, mayo de 1996, xv, xvi, 2, 3].

    sta puede ser una previsin optimista de los resultados que se puedenesperar con las tendencias actuales, pero como meta es simplementeinadmisible. Mientras que incluso un 5 por ciento de desempleo puedeser escasamente aceptable si se traduce en dos semanas anuales adicio-nales de licencia no remunerada obligatoria para todos y cada uno, es to-talmente inaceptable si se traduce en 10,20 Y40 por ciento de desempleoentre los grupos desfavorecidos, con sus graves consecuencias de po-breza, falta de vivienda, ruptura familiar, adiccin a las drogas y crme-nes. El malestar que se extiende en nuestras ciudades puede atribuirse,en no pequea medida, a que por primera vez en nuestra historia, msde una generacin ha crecido sin disfrutar de pleno empleo, as sea tran-sitorio. En contraste con otros pases industrializados que hoy sufrenmayores tasas de desempleo que la de Estados Unidos, casi todos elloshan estado cerca del pleno empleo en los perodos recientes. El segurode desempleo y otros programas de bienestar tambin han sido muchoms generosos, de modo que el impacto sociolgico ha sido mucho me-nos desmoralizador.

    El supuesto implcito de que existe un Niaru exgeno que impone unarestriccin inevitable a las posibilidades macroeconmicas est abierto aprofundas crticas desde el punto de vista histrico y analtico. Histrica-mente, los Estados Unidos disfrutaron de una tasa de desempleo de 1.8por ciento en 1926 con un nivel descendente de inflacin. Alemania Oc-cidental disfrut de una tasa de desempleo cercana al 0.6 por ciento du-rante varios aos de la dcada de los sesenta, y la mayora de los pasesdesarrollados han vivido episodios de desempleo inferior al2 por cientosin alta inflacin. Por tanto, si existiera un Niaru, sera altamente variableen tiempo y lugar. No es claro que las estimaciones del Niaru no hayansido contaminadas por la renuencia a admitir el posible impacto de la in-

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    flacin sobre el desempleo y el impacto del desempleo sobre la inflacin.Una interpretacin marxista de la insistencia en el Niaru dira que se tra-ta de vendamos los ojos y suscitar el temor a la inflacin para justificar elmantenimiento del' ejrcito de reserva', arguyendo que se intenta evitarque los salarios inicien una espiral' salarios-precios'. Nunca se oye hablarde una' espiral renta-precios' ni de una' espiral intereses-precios', aunqueesos costos tambin se deben tener en cuenta al fijar los precios. De hecho,cuando la Junta de la Reserva Federal eleva las tasas de inters para dete-ner la inflacin, el incremento de los costos por intereses de los comercian-tes puede desencadenar un pequeo incremento de los precios.

    Desde el punto de vista analtico, sera ms razonable esperar que hayauna tasa mxima de reduccin del desempleo que no acelere la inflacin(Niarru), tal que si se intentara proceder ms rpidamente a reciclar elmayor exceso de ahorros en poder de compra a travs de los dficit delgobierno, los precios empezaran a aumentar ms rpidamente de loque se haba previsto. Esto podra ocurrir porque la oferta no aumenta almismo ritmo en que se incrementa la demanda, lo que genera escasez ydisipa parte del incremento de la demanda en aumentos de precios msrpidos. Este Niarru podra estar determinado por los lmites a las tasas alas que puede contratar trabajadores y emplearlos para satisfacer los in-crementos previstos de la demanda y, quiz, los rezagos en percibir esosincrementos de la demanda e, incluso, para producir, instalar y poner afuncionar rpidamente nuevos medios de produccin. La principal res-triccin tecnolgica para eliminar el desempleo ms rpidamente en elsector privado sera la limitada capacidad de las industrias de bienes decapital: construccin, cemento y mquinas herramientas.

    En todo caso, mucho depender del grado de confianza que se genere al-rededor del incremento anunciado de la demanda. Sera prudente co-menzar lentamente, con una reduccin del desempleo de 0.5 por cientoen el primer ao, por ejemplo, e incrementarla al 1 por ciento anualcuando haya ms confianza. Quiz sea necesario reducir ligeramente latasa de crecimiento cuando se est cerca del pleno empleo, habida cuentade la creciente dificultad para que la oferta de trabajo se ajuste a las carac-tersticas de las vacantes. La capacitacin y el mejoramiento de la organi-zacin del mercado de trabajo pueden llegar a ser necesarios en lasltimas etapas de acercamiento al pleno empleo. En el contexto de unapoltica de mantenimiento de un Niaru fijo, los ajustes a las polticas deasistencia a los pobres y desempleados, condicionando el apoyo econmi-co al entrenamiento laboral y a la bsqueda de empleo (conocido en inglscomo workfare), pueden convertirse en un cruel juego de sillas musicales,en el que siempre hay una silla menos que el nmero de jugadores.

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    Es probable que el Niarru sea ms voltil y difcil de predecir, y en todocaso puede ser deseable llegar al pleno empleo ms rpidamente de loque permitira un Niarru constante. Esto exigira introducir nuevos me-canismos para controlar la inflacin que no requieren del desempleopara que sean efectivos. En efecto, si vamos a controlar las tres principa-les dimensiones macroeconmicas de la economa -la tasa de inflacin,la tasa de desempleo y la tasa de crecimiento- se necesita un tercer con-trol cuyos efectos sean razonablemente no colineales con los de una pol-tica fiscal que opera a travs de la generacin de ingreso disponible, poruna parte, y con los de una poltica monetaria que opera a travs de lastasas de inters, por la otra.

    Lo que se necesita es un mtodo de control directo de la inflacin que nointerfiera en los ajustes de los precios relativos del mercado libre o queno recurra al desempleo para frenar la inflacin. Sin ese mecanismo decontrol,los cambios no previstos en la tasa inflacin, bien sean hacia arri-ba o hacia abajo, seguirn perjudicando la economa y dificultando laplaneacin de la inversin. El intento de controlar una economa en sustres principales dimensiones macroeconmicas con solo dos instrumen-tos es como pilotar un avin nicamente con el elevador y el timn perosin los alerones; con un tiempo calmo y una inclinacin suficiente es po-sible arreglrselas con maniobras cuidadosas, pero tratar de aterrizarcon vientos cruzados puede llevar a una catstrofe.

    Un posible tercer mecanismo de control sera un sistema de derechos ne-gociables al valor agregado (o 'mark-upe brutos') emitidos por las empre-sas de responsabilidad limitada, proporcionales a los factores primariosutilizados --como el trabajo y el capital- con un valor nominal agrega-do correspondiente al valor total de mercado de la produccin a un nivelgeneral de precios programado. Las empresas que cuenten con un mer-cado especialmente favorable pueden obtener un nivel de mrgenes so-bre costos mayor que el normal comprando derechos de las empresassituadas en condiciones menos favorables. El valor de mercado de losderechos variara automticamente, de modo que se pudiera ejercer lapresin adecuada para reducir los mrgenes sobre costos a fin de alcan-zar el nivel general de precios deseado. Se impondra una sancin tribu-taria adecuada a cualquier empresa que tuviera un valor agregadosuperior a las garantas que mantiene.

    En todo caso, es necesario tener presente que las divergencias en la tasade inflacin, bien sean hacia arriba ohacia abajo, con respecto a la que se pre-vea, slo producen una redistribucin arbitraria de un producto totaldado -equivalente, en el peor de los casos, a una malversacin lcita- amenos que las variaciones impredecibles sean tan extremas y rpidasque destruyan la utilidad del dinero como medio de cambio. Por otra

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    parte, el desempleo reduce la produccin total que se va a distribuir; enel mejor de los casos, es equivalente al vandalismo, y cuando induce alcrimen se convierte en el equivalente de un incendio homicida premedi-tado. En Estados Unidos, la disponibilidad general de cajeros automti-cos en los supermercados y en otras partes implica que el costo quehabra que pagar para evitar los efectos de una inflacin alta pero prede-cible sera casi insignificante.

    FALACIA 7

    Sostener -como hacen muchos- que si los gobiernos dejaran de entro-meterse y equilibraran sus presupuestos, la libre operacin de los merca-dos libres de capital generara paulatinamente la prosperidad, quiz conla ayuda de una poltica monetaria I sana'. Esta falacia supone que existeun mecanismo de mercado que ajusta las tasas de inters rpida y auto-mticamente para igualar el ahorro planeado con la inversin planeadaen forma anloga al mercado que fija el precio que equilibra la oferta y lademanda de papas. En la realidad no existe ese mecanismo de mercado;para que se alcance un equilibrio que lleve a la expansin se requiere laintervencin deliberada de las autoridades monetarias.

    En el apogeo de la revolucin industrial quiz habra sido posible que lasautoridades monetarias intervinieran para ajustar la tasa de inters a finde igualar el ahorro agregado planeado y la inversin agregada planea-da con niveles crecientes del Pib de tal forma que se alcanzara y mantu-viera el pleno empleo. Sin embargo, las autoridades monetarias engeneral no reconocieron la necesidad de dicha intervencin y en cambiobuscaron metas tales como la preservacin del patrn oro, o de la tasa decambio, o del valor de los activos financieros en los mercados de capital.El resultado usual fue que los ajustes a los choques se hicieran lenta y pe-nosamente a travs del desempleo o el ciclo de negocios.

    Realidad actual: ya pas la poca en que incluso las tasas de inters mni-mas manejables por los mercados de capital podan estimular una for-macin neta de capital, motivada por expectativas de ganancia,suficiente para absorber y reciclar en ingreso, durante un perodo pro-longado, los ahorros que los individuos desean descontar de su crecien-te nivel de ingreso personal disponible. Las tendencias de la tecnologa,de los patrones de demanda y de la demografa han creado una brechaentre las sumas que el sector privado puede invertir rentablemente enequipo productivo y la sumas cada vez ms altas que los individuos bus-can acumular para pensionarse y otros propsitos. Esta brecha se havuelto demasiado amplia para que la puedan cerrar las autoridades mo-netarias o los ajustes del mercado de capitales.

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    Por una parte, el uso generalizado de innovaciones que ahorran capital-cuyo ejemplo extremo es el de las industrias de telecomunicaciones yelectrnica- genera altas tasas de obsolescencia y depreciacin, y oca-siona un fuerte descenso del valor del capital viejo que debe renovarsecon nueva inversin bruta antes de que se registre un incremento netoen el valor agregado de mercado del capital; y, en conjunto con el despla-zamiento de la industria pesada a la industria liviana y a los servicios,han limitado drsticamente la capacidad del sector privado para encon-trar colocaciones rentables a los nuevos fondos de capital. Durante losltimos cincuenta aos, en los Estados Unidos se ha mantenido la pro-porcin entre el valor de mercado del capital privado y el Pib, a un nivelcasi constante cercano a los 25 meses.

    Por otra parte, se ha incrementado drsticamente la aspiracin de man-tener activos para financiar perodos de pensin ms largos con nivelesde vida ms altos. Al mismo tiempo, la creciente concentracin en la dis-tribucin del ingreso ha incrementado la participacin de quienes tie-nen una alta propensin a ahorrar para otros propsitos, como laadquisicin de ttulos para participar en juegos financieros de alto ries-go,la construccin de imperios industriales, la compra de influencia ad-ministrativa o poltica, la fundacin de una dinasta o la financiacin deuna fundacin filantrpica. Esto ha acentuado an ms la tendencia as-cendente de la demanda individual de activos en relacin con el Pib.

    Como resultado,la brecha entre la oferta privada y la demanda privada deactivos ha llegado a constituir una proporcin creciente del Pib. Esta bre-cha tambin ha sido ampliada por el dficit comercial de la cuenta corrien-te, el cual corresponde a una disminucin de la cantidad de activosdomsticos disponible para los inversionistas domsticos. Para que unaeconoma se equilibre a un nivel dado del Pib se requiere la provisin deactivos adicionales, bien sea en forma de deuda del gobierno o de inver-sin extranjera neta, para llenar esta brecha creciente. Se estima que hoyen da esta brecha es de aproximadamente 13meses del Pib en los EstadosUnidos. Y existen indicios de que en un futuro previsible esa proporcintender a elevarse y no a descender. Esto se aade al papel que puedan ha-ber desempeado los subsidios para la seguridad social y la atencin m-dica en la provisin de un nivel mnimo de seguridad a los ancianos.

    En ausencia de cambios en el flujo de inversin extranjera neta, paramantener el equilibrio de la economa ser necesario que el gobierno re-cicle el ingreso mediante dficits corrientes algo mayores que el creci-miento deseado del Pib nominal. En forma similar, el recorte de losdficit sofocar el crecimiento. Un presupuesto equilibrado tendera enrealidad a frenar totalmente el crecimiento del Pib nominal, y en presen-

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    cia de inflacin llevara a un descenso del Pib real y a un incremento co-rrespondiente del desempleo.

    Dependiendo en parte de lo que suceda en los niveles estatal y local, elefecto de los actuales programas para reducir gradualmente a cero el d-ficit federal en los prximos siete aos sera poner un tope de cerca de 9billones de dlares a la deuda total del gobierno, lo que implica que, enausencia de cambios en la inversin extranjera neta, el Pib convergera aun nivel de cerca de 8 a 9billones, dejando de lado las fluctuaciones ccli-cas de corto plazo. Esto contrasta con un Pib de pleno empleo, despusde 7 aos con 3 por ciento de inflacin, de cerca de 13 trillones. El Pib depresupuesto equilibrado, de apenas el 65 por ciento de aqul, correspon-dera a un nivel de desempleo abierto del 15 por ciento o algo ms, ade-ms del subempleo no reportado. Por consiguiente, si se cumplen lasrestricciones de la enmienda del presupuesto equilibrado, el desempleocontinuara aumentando. Sin embargo, antes de que esto suceda es pro-bable que se haga una concesin a la realidad, aunque no hasta que sehaya padecido demasiado sufrimiento innecesario.

    FALACIA 8

    Creer que si los dficit continan, el servicio de la deuda eventualmentearruinar al fisco.

    Perspectiva real: aunque los observadores alarmados son aficionados ahacer proyecciones que cuentan historias de horror en las que la deudaper cpita se volvera una carga intolerable, el servicio de la deuda absor-bera el recaudo total del impuesto de renta o se perdera la confianza enla capacidad o en la disposicin del gobierno para fijar los impuestos re-queridos de modo que los ttulos de deuda pblica no se podran nego-ciar en trminos razonables, escenarios ms plausibles indican un efectodespreciable o incluso favorable sobre el fisco. Si se mantiene el plenoempleo, de modo que el Pib siga creciendo a16 por ciento, por ejemplo,con un 3 por ciento de inflacin y un 3 por ciento de crecimiento real, ladeuda de equilibrio tendra que crecer a13 por ciento o a una tasa ligera-mente mayor; si la tasa de inters nominal fuera de 8 por ciento, 6 porciento se financiara con el crecimiento de la deuda, dejando slo e12 porciento para que sea cubierto con el presupuesto corriente. Elimpuesto derenta sobre los pagos crecientes de intereses compensara buena parte deeste porcentaje, y los ahorros provenientes de la reduccin del desem-pleo, de los beneficios del seguro y de los costos de bienestar cubriran enexceso la parte restante, incluso dejando de lado los sustanciales incre-mentos del recaudo tributario provenientes de una economa ms prs-pera. Aunque muchas de esas ganancias afluiran a los estados y a los

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    gobiernos locales y no al gobierno federal, esto se podra arreglar modifi-cando las transferencias intergubernamentales. Es ms fcil manejaruna deuda de 15 billones en una economa de pleno empleo con meno-res necesidades de subsidios de desempleo y menores subsidios de asis-tencia social que una deuda de 15billones en una economa en estado desopor cuyo equipo debe ser reparado. Simplemente no existe ningnproblema.

    FALACIA 9

    Sostener que el efecto negativo de considerar la carga excesiva de unadeuda mayor cancela el efecto expansivo del dficit. Esta pretensin ab-soluta depende de la incapacidad para analizar la situacin en detalle.

    Realidad analtica: esta tesis de Iequivalencia ricardiana', que se atribuyea Ricardo, quiz no haya sido suscrita por l. Sea como sea, su validez de-pende esencialmente del sistema de tributacin que se espera utilizarpara financiar el servicio de la deuda.

    En un extremo, en una economa de tipo Henry George que usa exclusi-vamente un 'impuesto nico' sobre el valor de la tierra, y donde se espe-ra que el valor de la tierra evolucione proporcionalmente a travs deltiempo, toda deuda constituira una hipoteca colectiva sobre las parcelasde tierra. Cualquier incremento de la deuda del gobierno para compen-sar la reduccin de los impuestos corrientes reduce el valor de mercadode la tierra en una cantidad igual, sin afectar la riqueza agregada de losindividuos. La equivalencia ricardiana es completa y la poltica fiscalpura es impotente. Y una deuda mayor puede ser incluso deseable paraaprovechar las posiblemente menores tasas de inters disponibles sobre ladeuda del gobierno frente a las de las hipotecas individuales, dotandoefectivamente a la propiedad de una hipoteca intrnseca presunta que fa-cilite la financiacin de las transferencias. Ypuede haber incluso la posibi-lidad de estimular la economa con gastos financiados con impuestos queredistribuyan elingreso hacia quienes tienen mayor propensin a gastar.

    En otro escenario, donde el impuesto principal grava toda propiedadraz, como es usual en los gobiernos locales de los Estados Unidos, elefecto es totalmente diferente. En este caso, todo inversionista que cons-truya un edificio asume, al menos por un tiempo, una parte de la deudadel gobierno, con la posibilidad de que parte de esta carga sea asumidaeventualmente por nuevas construcciones. Esto no slo desalienta laconstruccin, sino que si la deuda pendiente es demasiado grande, la ex-pectativa de que otros asuman parte de la carga puede desaparecer sbi-tamente, y toda la construccin puede llegar a detenerse abruptamente.

  • QUINCE FALACIAS FUNESTAS 313

    La deuda se convierte en un elemento que inhibe el crecimiento. Aun-que este resultado se asemeje al que pretende la teora del' crowding out',el mecanismo no es de desplazamiento sino de desincentivo.

    Con un impuesto a las ventas o al valor agregado como principal fuentede recaudo, un dficit que involucra una reduccin de las tasas impositi-vas en el presente no tendr ningn efecto depresivo sobre el valor delcapital y tendr un efecto totalmente expansivo, mediante el incrementode la oferta agregada de activos, quiz reforzado por los gastos anticipa-dos motivados por la expectativa de que los impuestos sean mayoresms adelante para financiar el servicio de la deuda. No habr ningnefecto de equivalencia ricardiana; si toda previsin de mayores impues-tos futuros estimula el gasto corriente, se aade al estmulo de la ofertacreciente de ttulos.

    En el sistema tributario federal de los Estados Unidos predomina el im-puesto a la renta; por 10 tanto, habr un efecto intermedio entre los im-puestos sobre los ahorros y los impuestos sobre el gasto. En la prctica,pocos individuos tienen una idea clara de los impuestos que probable-mente se impongan en el futuro como resultado de la existencia de unadeuda mayor, y puede decirse con seguridad que no habr ningn fen-meno de equivalencia ricardiana, aunque puede haber un malestar ge-neralizado entre los observadores alarmados, 10que implica una especiede profeca que se cumple parcialmente por s misma.

    FALACIA 10

    Sostener que el valor de la moneda nacional en trminos de divisas (o deoro) es un indicador de la salud econmica y pensar que las medidaspara mantener ese valor contribuyen a esa salud. En algunos lugaresaparece una especie de orgullo chovinista por el valor de su moneda o desatisfaccin por el mayor poder de compra de su moneda cuando se via-ja al extranjero.

    Realidad: las tasas de cambio de flotacin libre son el medio mediante elque se hacen adaptaciones a tendencias diversas de precios en pases di-ferentes y ajustar los desequilibrios comerciales a los flujos de capital re-queridos para incrementar la productividad total del capital. Las tasas decambio fijas o las tasas que varan dentro de una franja limitada slo sepueden mantener mediante polticas fiscales coordinadas entre los pa-ses involucrados, imponiendo aranceles que perjudican la eficiencia uotras restricciones al comercio, o imponiendo disciplinas costosas queimplican tasas de desempleo innecesariamente altas, como sucede en losacuerdos de Mastricht. Los esfuerzos por controlar las tasas de cambio

  • 314 CUADERNOS DE ECONOMA 30

    con manipulaciones financieras cuando se enfrenta un desequilibrio b-sico usualmente fracasan, eventualmente con grandes prdidas para lasagencias que lo intentan y una ganancia correspondiente para los espe-culadores habilidosos. .

    Excepto en una crisis, buena parte de la volatilidad de las tasas de cambiose origina en la especulacin sobre las posibilidades de una intervencindrstica del Banco Central. Las restricciones a la tasa de cambio, como lasque se contemplan en los acuerdos de Mastricht, hacen virtualmenteimposible que una economa abierta pequea, como la de Dinamarca,siga una poltica propia de pleno empleo que sea efectiva. Buena partedel incremento del poder de compra generado por una poltica fiscal ex-pansiva se gastara en importaciones, trasladando el efecto expansivo alresto de la unin monetaria, de modo que la capacidad de endeuda-miento de Dinamarca se agotara mucho antes de alcanzar el pleno em-pleo. Con tasas de cambio flexibles,la demanda creciente de importacionesocasionara un aumento del precio de las divisas, frenando el incrementode las importaciones y estimulando las exportaciones, de modo que la ma-yora de los efectos de una poltica expansionista se mantendran en casa. Elpeligro de las maniobras especulativas salvajes en condiciones de flotacinlibre disminuira grandemente con una poltica de pleno empleo bien fun-damentada, especialmente si se combina con una tercera dimensin decontrol directo del nivel general de precios domsticos.

    En forma similar, la principal razn para que los estados y las localidadesno puedan seguir una poltica de pleno empleo independiente es la deque carecen de una moneda independiente, y se ven obligados a teneruna tasa de cambio fija con el resto del pas.

    FALACIA 11

    Pretender que la exencin del impuesto de renta sobre las ganancias decapital promueve la inversin y el crecimiento.

    Realidad: todo intento de definir una categora especial de ingreso conderecho a un tratamiento diferencial es una invitacin para que losaprendices de brujo del Congreso y de las oficinas del IRS (DirecccinGeneral de Impuestos de los Estados Unidos) comiencen a lanzar encan-tamientos condenados a producir consecuencias inesperadas. El intentode redactar normas manejables que definan fronteras econmicamentesignificativas entre intereses que se abonan a las cuentas pero que no secausan, bonos de cupn cero, apreciacin de acciones provenientes deutilidades no distribuidas, ganancias inflacionarias, beneficios prove-nientes de negociaciones basadas en informacin privilegiada, ganan-

  • QUINCE FALAOAS FUNESTAS 315

    cias de la especulacin en tierras, apuestas en derivados, ganancias oprdidas de aventuras especulativas, etctera, es una tarea de Ssifo. Losasesores tributarios pueden mantenerse ocupados husmeando atajos atravs del laberinto resultante en detrimento del recaudo y de la eficien-cia econmica. Es posible combinar diez disposiciones especiales del c-digo con cualquier otra en ms de cien formas diferentes para producirresultados que sobrepasan la capacidad de previsin de un comit delCongreso.

    Las concesiones a las ganancias deben imponer limitaciones correspon-dientes sobre la deducibilidad de las prdidas, para que no haya oportu-nidades intolerablemente grandes de arbitraje contra el recaudo. Esposible que al intentar contrarrestar la habilidad de los asesores tributa-rios, las normas sobre deducibilidad de las prdidas sean ms severasque tolerantes con respecto a las ganancias, de modo que pueden produ-cirse situaciones en las que el Tesoro juegue con los contribuyentes aljuego de 'con cara gano, con sello pierden'. Aun con normas efectiva-mente imparciales, la menor deducibilidad efectiva de las prdidas pue-de desanimar la inversin especulativa ms que el atractivo de bajosimpuestos sobre las ganancias en caso de xito.

    ,Las inversiones econmicamente ms deseables toman un tiempo consi-derable para que los resultados previstos se reflejen en los mercados decapital, y es probable que la promesa de una concesin tributaria efectivaen un futuro remoto y sujeta a modificaciones en las legislaturas siguien-tes tenga poco peso en el clculo del inversionista. En todo caso, el im-puesto de renta personal sobre las ganancias se aplica una vez elinversionista ha recibido su retorno del mercado de capitales. Su efectoprincipal recae sobre el ingreso disponible del inversionista, y tiene unefecto relativamente pequeo sobre el mercado de capital en que se ob-tienen los fondos para la formacin de capital.

    En la prctica, buena parte de las ganancias de capital provienen de tran-sacciones con poco o dudoso mrito social. Las ganancias de la especula-cin en tierras no agregan nada a la oferta de tierras, y muchas gananciasprovenientes de la negociacin de ttulos basada en informacin confi-dencial, sean o no legalmente negociaciones basadas en informacin pri-vilegiada, no aumentan la productividad o la inversin ms que lasganancias de las apuestas en partidos de baloncesto. Los intentos de ex-cluir las ganancias de la especulacin limitando las concesiones a los activosque se mantienen durante largos perodos no slo introducen nuevas com-plejidades en la determinacin del perodo de mantenimiento en casoscomo los de refinanciaciones, dividendos reinvertidos y otras negociacio-nes, sino que agravan el efecto cerrojo (lock-in effect) cuando la realizacin sedifiere para obtener la concesin, un efecto especialmente grave en el caso

  • 316 CUADERNOS DE ECONOMA 30

    de la exencin total del impuesto de renta a las ganancias sobre la propie-dad que se transfiere por donacin o herencia.

    Es probable que el incremento del ingreso disponible resultante de unamenor tributacin de las ganancias de capital llegue a manos de los indi-viduos con mayor propensin a ahorrar. Si se propone un esquema deeste tipo cuyo efecto sobre los recaudos totales sea neutro, es probableque los nuevos tributos que se creen para compensar las exenciones ten-gan un mayor impacto sobre la demanda de consumo, de modo que elefecto neto total de las concesiones a las ganancias de capital puede ser elde reducir la demanda,las ventas y la inversin en equipo productivo.Una motivacin ms clara para este tipo de propuestas puede ser el inte-rs en generar ganancias ocasionales a personas que contribuyen a cam-paas polticas y pagan comisiones adicionales a los corredores de bolsa.

    Algunos autores defienden la reduccin del impuesto sobre las ganan-cias de capital en vez de la exencin total, teniendo en cuenta los incre-mentos del recaudo derivados de las cascadas de realizaciones' a preciosde quema' que buscan aprovechar los nuevos y quiz transitorios bene-ficios tributarios. Si esto se hiciera buscando que el efecto neto sobre losrecaudos sea neutral, habra un estmulo, por una sola vez, para la eco-noma y la inversin, como resultado de lo que sera un incremento deldficit efectivo considerado desde una perspectiva de ms largo plazo,pero sera pequeo, transitorio y contraproducente en el largo plazo.

    Una medida ms efectiva consistira en reducir o eliminar el impuesto alas utilidades de las empresas, que esencialmente es un impuesto "porencima del mercado" (que se aplica antes de que los rendimientos lle-guen al mercado de capitales) y representa obstculo adicional para lasinversiones futuras financiadas con acciones, en contraste con el impac-to "por debajo o despus del mercado" (o sea, luego de que el inversio-nista ha recibido sus rendimientos del mercado) de las concesiones a lasganancias de capital. Adems de su doble impacto sobre la economa,por el cual los impuestos reducen el ingreso disponible y desalientan lainversin, el impuesto tiene muchos defectos, por cuanto distorsiona laasignacin de las inversiones, desalienta el uso de acciones como fuentede financiacin -aumentando los riesgos de quiebra- y complica lasleyes tributarias. Infortunadamente, es probable que a esta medida seopongan no slo quienes que se ganan la vida con las complejidades tri-butarias sino muchos de quienes confan firmemente en que su carga re-caer sobre otros y no sobre ellos mismos. En realidad, en muchos de losescenarios plausibles la carga recaer sobre los asalariados. Si se conside-rara como un sustituto de otros impuestos neutrales sobre el ingreso, seincrementara el desempleo corriente. Y si se supone que el desempleocorriente debe mantenerse mediante una poltica fiscal adecuada, la

  • QUINCE FALACIAS FUNESTAS 317

    productividad futura del trabajo y los salarios se deprimirn porque eltrabajo tendr menos capital para operar.

    Una excusa que a veces se ofrece para fijar un impuesto a las utilidadesde las empresas es la de que las utilidades retenidas no pagan la parte co-rrespondiente del impuesto de renta individual. En vez de retener unimpuesto sobre todos los ingresos de la empresa, esta consideracin exi-gira un impuesto compensatorio de12 por ciento anual, por ejemplo, so-bre las utilidades retenidas acumuladas, como equivalente aproximadoal cobro de intereses por diferir el impuesto de renta individual de los ac-cionistas. Esto sera a lo sumo muy aproximado, puesto que no tiene encuenta las variaciones de las tasas marginales que deben pagar los accio-nistas individuales ni la posible realizacin de las utilidades retenidasmediante la venta de las acciones, pero sera mucho mejor que los inep-tos y draconianos impuestos sobre las utilidades retenidas transitoria-mente vigentes durante los aos treinta.

    La eliminacin total del efecto distorsionante de los impuestos sobre lainversin real puede lograrse tasando el impuesto de renta individualen forma acumulativa; con este mtodo se calculara el impuesto brutosobre el ingreso acumulado hasta la fecha (incluidos los intereses abona-dos sobre los impuestos anteriores que se pagaron sobre este ingreso)con tablas de referencia que tendran en cuenta todo el perodo cubierto.Del impuesto bruto luego se descontara el valor acumulado, con los in-tereses, de los impuestos pagados previamente sobre este ingreso. Siem-pre que se contabilicen todo los ingresos, la carga tributaria final serindependiente del cronograma de realizacin del ingreso, y cerca de dosterceras partes del cdigo y las regulaciones tributarias se volveran su-perfluas. El campo de juego estara efectivamente nivelado para todos;se dara un tratamiento equitativo tanto a quienes obtienen grandes ga-nancias en un solo ao como a quienes se pensionan luego de una carre-ra muy corta o de obtener ingresos muy elevados, un grupo que no setrata adecuadamente en muchos otros esquemas basados en el prome-dio. Se eliminaran los sesgos contra las inversiones con rendimientosfluctuantes o riesgosos. Las decisiones sobre cundo vender activos pararealizar ganancias o prdidas o cundo distribuir dividendos podran to-marse evaluando nicamente las condiciones del mercado sin tener queconsiderar las consecuencias tributarias. Hordas enteras de asesores tri-butarios podran dedicar su talento a actividades ms productivas.

    El cumplimiento de los contribuyentes se simplificara enormemente. Elclculo actual del impuesto acumulativo y de los impuestos por pagar re-quiere seis entradas adicionales del formularios, tres de las cuales corres-ponden a rubros copiados del formulario del ao anterior. Como medida

  • 318 CUADERNOS DE ECONOMA 30

    preliminar, la tasacin acumulativa podra limitarse a quienes estn suje-tos a tarifas superiores a la ms baja.

    FALACIA 12

    Sostener, como hacen algunos, que la deuda llegar a niveles tales quelos prestamistas se negarn a suministrar ms fondos, mientras que loscontribuyentes amenazan con rebelarse y no pagar las obligaciones.

    Realidad pertinente: este temor proviene, en parte, de haber observadolas crisis donde los pases con escasez de capital han tenido dificultadespara cumplir sus obligaciones en moneda extranjera -que en muchoscasos se contrajeron para financiar importaciones y que en ltimas exi-gen que su servicio y cancelacin se cubran con exportaciones- y don-de las crisis suelen originarse en el colapso de los mercados deexportacin. En el caso que tenemos entre manos, se pretende que ladeuda provea la demanda domstica de activos denominados en mone-da domstica, y en ausencia de una norma tal como la clusula oro, nopuede haber ninguna duda sobre la capacidad del gobierno para saldarsus deudas oportunamente, aunque quiz con una moneda devaluadapor la inflacin. Y tampoco puede haber dudas sobre la renuencia de losprestamistas domsticos, cuando la deuda est limitada a lo que se nece-sita para llenar la brecha creada por un exceso de demanda de activosprivados con respecto a la oferta privada de activos.

    No se pretende que los extranjeros mantengan grandes cantidades dedeuda domstica del gobierno. Pero si los extranjeros desean liquidarsus tenencias de deuda o de otros activos domsticos, slo pueden ha-cerlo en conjunto generando un excedente de exportaciones que facilitela solucin del problema del desempleo, libere activos para suplir la de-manda domstica y lo haga posible manteniendo dficit ms pequeos yun crecimiento ms lento de la deuda del gobierno. Eso mismo sucede silos inversionistas domsticos pasan a invertir en activos extranjeros, con10 cual reducen su presin sobre la oferta de activos domsticos.En un mercado atemorizado, puede ocurrir que el precio de mercado delos activos caiga 10 suficientemente rpido para que tambin caiga el va-lor de los activos disponibles para satisfacer la demanda domstica. Enese caso, 10que est a la orden del da es un incremento temporal del d-ficit del gobierno y no una reduccin. Es difcil resolver este problema sinprevio aviso, y el peligro de una sobrerreaccin o de una mala programa-cin es muy real. Se requiere mucho ms que meras declaraciones piado-sas acerca de las condiciones fundamentalmente sanas de la economa,aunque sean necesarias. No obstante, no se puede excluir totalmente la

  • QUINCE FALAGAS FUNESTAS 319

    posibilidad de que esto se convierta en una profeca generadora de pni-co que se cumple por s misma cuando la atencin se concentra en lossmbolos financieros y no en la realidad humana subyacente. En pala-bras de Roosevelt, lo que ms se debe temer es el temor.

    FALACIA 13

    Afirmar que la autorizacin de dficitpresupuestales que generaningre-so da lugar a gastos del gobierno mayores y posiblemente ms extrava-gantes, intiles y opresivos.

    Realidad: esos dos problemas son bastante independientes, pese a quemuchos anarco-libertarios han utilizado la ideologa del equilibrio pre-supuestal como medio para imponer una camisa de fuerza a la actividaddel gobierno. Ungobierno puede incurrir en dficit sin realizar ningunaactividad distinta de endeudarse emitiendo bonos, pagar las pensionesde los ancianos e imponer impuestos suficientes para cubrir el servicioneto de la deuda. El problema de cules actividades merecen ser realiza-das por el gobierno es totalmente diferente de cul es su contribucin alflujo de ingreso disponible necesario para equilibrar la economa en elnivel de pleno empleo.

    FALACIA 14

    Pensar que la deuda del gobierno es una carga que una generacin trans-mite a sus hijos y a sus nietos.

    Realidad: todo lo contrario; en trminos generacionales (y no en trmi-nos de lapsos de tiempo), la deuda es el medio mediante el cual lascohortes actuales de trabajadores logran acercarse al pleno empleo e in-vertir en una mayor oferta de activos -de la cual forma parte la deuda-para asegurar su propia vejez. En esta forma, se exonera a los hijos y a losnietos de la carga pensional de las generaciones precedentes, bien seacon aportes personales o con programas del gobierno.

    Esta falacia es otro ejemplo del razonamiento de suma cero que ignora laposibilidad de incrementar el empleo y ampliar la produccin. Aunque.es cierto que los bienes que consuman los pensionados tendrn que serproducidos por la poblacin trabajadora de ese momento, el incrementode la deuda del gobierno permitir que una mayor parte de esos bienesse intercambien por activos en vez de que se transfieran mediante el me-canismo de impuestos y transferencias.

  • 320 CUADERNOS DE ECONOMA 30

    En diversas formas, el resultado de dicha financiacin del dficit es an-logo a la ampliacin del sistema de pensiones de la seguridad social paraproporcionar beneficios adicionales a los grupos de ingresos medios yaltos que exceden los topes existentes a los salarios e ingresos sujetos a lacontribucin de la seguridad social y los beneficios correspondientes.Sin embargo, existen notorias diferencias. El sistema de seguridad socialha sido criticado por operar como un esquema tipo Ponzi, en el que losbeneficios para las cohortes iniciales se financian con impuestos a lascohortes posteriores. El esquema se mantiene lejos del colapso en virtudde que es obligatorio, de modo que siempre habr cohortes posteriorespara pagar la cuenta, con mayores o menores tasas tributarias, a diferen-cia de los esquemas privados, que tienden a colapsar cuando se descubreque el emperador no tiene ropas y se alejan los nuevos aportantes.

    Sin embargo, este elemento Ponzi fue necesario para sacar de apuros alprograma durante la depresin. Alas primeros jubilados se les pagabanpensiones superiores a las que haban financiado con sus contribucionesy slo se acumulaba un pequeo fondo de reservas para cubrir las dife-rencias accidentales entre los ingresos y los desembolsos. Aun as, el re-traso relativamente breve entre el inicio del cobro de las contribuciones ala seguridad social sobre la nmina y el comienzo de los pagos a los jubila-dos constituy un recorte del poder de compra, que se agrav por la exclu-sin del recaudo en el clculo del dficit formal, a lo que se aadi lapresin para reducir la adicin neta de los gobiernos al poder de compra,y el pesimismo general derivado de percibir los dficits como sntomas demalestar econmico. Esos impactos acentuaron la cada de la produccinindustrial en el otoo de 1937, la ms aguda que jams se haya registrado.

    Actualmente, la cantidad en que el valor presente de los pagos futurosesperados a los afiliados actuales supera el valor de sus contribucionesfuturas esperadas es una obligacin real del gobierno que en principio estan inevitable como la de la deuda formal. Aunque una ley del Congresopuede alterar el plan de pagos, bien sea modificando la edad de pensin,gravando otros ingresos con elimpuesto de renta o de alguna otra mane-ra, es probable que las presiones polticas exijan al menos algn grado deindexacin por inflacin; de modo que es probable que, en equilibrio, elsaldo de la carga real llegue a ser una obligacin de 'prestaciones' realestan inevitable como la de la deuda formal, la cual est expuesta en mayorgrado a una posible erosin a travs de una inflacin acelerada. Las can-tidades no son pequeas; se ha estimado que el valor de capital de ladeuda pensional, incluidas las pensiones de los militares y del serviciocivil, en ms de tres aos del Pib, aunque esas estimaciones estn sujetasnecesariamente a un amplio rango de incertidumbre.

  • QUINCE FALACIAS FUNESTAS 321

    La situacin se puede regularizar formalmente con un asiento contableque se aadira a los activos del sistema de seguridad social y a las obliga-ciones explcitas del gobierno. Sin embargo, ste sera un paso puramenteformal que en principio tendra muy poca importancia prctica, aunqueun Congreso obsesionado con la reduccin del dficit formal puede utili-zar el reconocimiento de esta obligacin como excusa para un recorte pre-supuestal inadecuado. En todo caso, el impacto macro econmico se mideno por el monto de las obligaciones del gobierno -sin importar cmo secalcule- sino por el valor que los beneficiarios potenciales dan a esas obli-gaciones cuando toman decisiones de ahorro y de consumo.

    Muchos lamentan incluso que la inversin de las pequeas reservas dela seguridad social existentes en ttulos especiales del gobierno contribu-yan a desviar las contribuciones a la seguridad social hacia gastos del go-bierno. Pero la situacin no sera diferente si la administracin de laseguridad social invirtiera en ttulos privados y la industria privada deseguros invirtiera sus fondos en ttulos del gobierno y no en ttulos pri-vados. El nico impacto real de incluir el sistema de seguridad social enel presupuesto sera la reaccin del Congreso ante la ampliacin del dfi-cit nominal ignorando el crecimiento de las reservas de la seguridad so-cial. Si el Congreso intenta compensar este incremento recortando elpresupuesto, el resultado sera un incremento del desempleo ocasiona-do por el intento de evitar que las reservas de la seguridad social se' dila-piden' en gastos del gobierno.

    Dejando de lado -como un hecho pasado e irremediable-los subsi-dios a las cohortes iniciales,la realidad relevante (en oposicin a las con-venciones contables arbitrarias) para quienes actualmente paganimpuestos de nmina es que la relacin entre los impuestos que paganpor o en nombre de un individuo y el valor presente esperado de los be-neficios futuros es extremadamente vaga. En general, si las reglas de loslibros de texto se aplicaran a una situacin demogrfica uniforme, conuna poblacin y una esperanza de vida constantes y un fondo de reser-vas de seguridad social pequeo y constante, el valor presente de laspensiones que se deben pagar a una cohorte dada sera menor que el va-lor presente de los impuestos que pag durante su vida de trabajo, enuna cantidad igual a la diferencia entre el inters que habra recibido unareserva actuarial plena y la menor suma de intereses que se pagaron so-bre la reserva real. Desde este punto de vista, y mirando nicamente ha-cia el futuro, habra entonces una contribucin neta del sistema deseguridad social a los fondos generales del gobierno mucho mayor quela que se desprende de la acusacin de que la pequea reserva nominalactual est siendo desviada para cubrir gastos corrientes de aqul.

  • 322 CUADERNOS DE ECONOMA 30

    En trminos de las tendencias demogrficas reales, un crecimiento de lapoblacin y una ampliacin de la esperanza de vida significan que si elfondo de reservas se mantuviera constante, las cohortes actuales gana-ran en detrimento de las cohortes posteriores. En la prctica, esto se vemodificado ligeramente por los diferenciales entre los ingresos tributa-rios totales actuales de y el pago de las pensiones totales actuales, que seven reflejados en las fluctuaciones del fondo de reservas.

    Dentro de cada cohorte,la arbitraria y caprichosa operacin de las com-plejas frmulas con que se calculan los beneficios lleva a que la relacinentre los impuestos que paga un individuo en un momento dado y el in-cremento consiguiente de los beneficios esperadas eventuales vare am-plia y caprichosamente. En un extremo, muchos de quienes acumulanmenos de 40 trimestres de cotizacin durante su vida de trabajo no llega-rn a ser elegibles para recibir ninguna prestacin; por tanto, sus contri-buciones son un impuesto a sus salarios, bien sea que nominalmente laspaguen ellos mismos o sus empleadores. Ejemplos de ello son las muje-res que empiezan a trabajar a los 18 aos pero que se casan y dejan de tra-bajar a los 25 aos, o las madres que luego de haber criado a sus hijosingresan a la fuerza laboral por vez primera a una edad de 54 o ms aos.Para estas personas, cotizar el cuadragsimo trimestre y obtener el dere-cho a la pensin puede ser muy rentable.

    Aun para la mayora de quienes llegan ser elegibles, la frmula excluyede manera los cinco aos de menores ingresos reales cotizados, de modoque para esos aos las contribuciones son de nuevo un impuesto puro.Esto es particularmente desafortunado por cuanto esos aos de menoresingresos son, en la mayora de los casos, los primeros aos de empleo, aedades en la que las tasas desempleo son mayores y los efectos del im-puesto son ms perjudiciales.

    Las pensiones no se pagan con base en los impuestos pagados sino conbase en el nivel de ingresos sobre el cual se liquidan las cotizaciones, detal manera que quienes estuvieron empleados en aos de bajas tasas tri-butarias obtienen beneficios similares a lo de los aos en que pagaronimpuestos con tasas mayores. Por otra parte,los salarios se indexan paracalcular los beneficios, no con un ndice de precios sino con un factor deinters compuesto, aunque para un salario nacional promedio que hatendido a crecer a un ritmo mucho menor que el de una tasa de intersadecuada. El resultado es que durante un perodo de tasas tributariasconstantes, los impuestos sobre los salarios iniciales compran menospensiones, en valor presente, que los salarios posteriores.

  • QUINCE FALACIAS FUNESTAS 323

    Las pensiones se determinan mediante una escala altamente progresivade aproximadamente 90 por ciento de los primeros 5mil dlares del sala-rio anual indexado promedio de los individuos, 32 por ciento de los sala-rios entre 5mil y 30mil, 15por ciento entre 30mil y 60 mil, y Opor encimade 60 mil. El resultado es una transferencia sustancial de los perceptoresde altos salarios a los de bajos salarios. En la realidad, los perceptores debajos salarios pueden recibir, como grupo, mayores beneficios en valorpresente que los impuestos a la nmina que pagaron por sus ingresos,mientras que una parte relativamente grande de los impuestos a la n-mina que se pagaron por los salarios altos constituira un impuesto y nouna prima.

    Debido a este bajo rendimiento en trminos de los beneficios sobre losimpuestos a los salarios del rango de 30 mil a 60 mil dlares, el hecho deque los salarios mayores de 60 mil dlares no paguen impuestos a la n-mina genera una reduccin anmala de la tasa impositiva marginal efec-tiva ponderada sobre el ingreso cuando los ingresos superan este nivel.Esta reversin de la progresividad no slo es ineficiente en trminos deincentivos, sino que abre la puerta para arreglos en los que el empleadorpaga al empleado 20 mil y 100 mil dlares en aos alternados en vez deuna suma constante de 60mil. Con esto se reducira el pago de impuestospor nmina, mientras que slo habra una reduccin insignificante de losbeneficios esperados; 10que se puede compensado parcialmente median-te incrementos consiguientes en el impuesto de renta individual a menosque se diseen modificaciones compensatorias de otros ingresos.

    El impacto del sistema seguridad social sobre el equilibrio entre deman-da y oferta de activos y sobre el empleo es entonces muy complejo. Sinembargo, no depende tanto de las intrincadas realidades del sistemacomo de la forma en que es percibido por quienes participan en l y porel Congreso. En el Congreso, muchos parecen estar confundidos poruna retrica desatinadamente irrelevante sobre con la supuesta Idesvia-cin' de los excedentes del recaudo de la seguridad social hacia gastosdel gobierno, y por las disputas acerca de si se incluye o no al sistema enel presupuesto. La mayora de quienes pagan el impuesto a la nminaslo tienen una oscura conciencia de la relacin entre sus contribucionesy los beneficios eventuales. La mayora de los asalariados ms jvenesprestan poca atencin a los beneficios que obtendrn varas dcadas des-pus y tienden a considerar que su contribucin es un impuesto, aunquequiz mantengan la ilusin de que el aporte Idel empleador' al pago delimpuesto realmente recae sobre el empleador.

  • 324 CUADERNOS DE ECONOMA 30

    Es mucho ms probable que los asalariados de mayor edad y de bajos sa-larios tomen en cuenta los beneficios futuros cuando definen su actitudante los impuestos sobre la nmina, las expectativas de beneficios y lasdecisiones sobre el nivel de gasto. Es probable que los perceptores de al-tos salarios, por su parte, consideren que sus contribuciones son un im-puesto, inducidos, en muchos casos, por una propaganda que afirmaque si invirtieran individualmente sus aportes en pensiones o anualida-des privadas tendran beneficios sustancialmente mayores, de modoque la seguridad social sera un mal negocio para ellos.

    Otra manera de mirar esto es investigar cul es el equivalente, en trmi-nos de riqueza individual, de los intereses de los afiliados del sistema.Por una parte, el nivel de pensiones futuras no est garantizado sino queest sujeto a modificaciones por parte del Congreso; por ejemplo, gra-vando las pensiones con el impuesto de renta individual, aumentando laedad de jubilacin con la que se calculan las pensiones, incrementandoel rango de salarios sujetos a cotizacin o incluso modificando las frmu-las para calcular las pensiones. Aunque no hay un mnimo garantizadopor debajo del cual no se pueda reducir la pensin, la realidad polticaparece ser que los contribuyentes pueden confiar en una equivalenciagruesa entre la evolucin del valor de su pensin y el de la riqueza de lasociedad. Existe incluso la prctica bastante bien establecida de indexarlos beneficios con el ndice de precios al consumidor, de modo que esmuy probable que la riqueza representada por derechos a la seguridadsocial se vea menos perjudicada por la inflacin que la inversin en ttu-los del gobierno de largo plazo.

    Adems, la riqueza de la seguridad social est mucho menos concentradaen las clases media y alta que la riqueza en general y, por tanto, tiende a te-ner una mayor influencia favorable sobre el nivel de gastos de consumo.

    FALACIA 15

    Afirmar que el desempleo no se debe a la falta de demanda efectiva -demodo que se podra reducir con dficit que incrementen la demanda- sinoque es 'estructural' - el resultado de un desajuste entre las habilidades delos desempleados y los requerimientos de los empleos- o 'regula torio' --elresultado de las leyes sobre salario mnimo, las restricciones al empleo degrupos de individuos en ciertas ocupaciones, las exigencias sobre coberturamdica o las restricciones sobre despidos onerosos- o 'voluntario " en par-te, resultado de unas disposiciones sobre seguridad social excesivamentegenerosas y muy mal diseadas.

  • QUINCE FALACIAS FUNESTAS 325

    Situacin actual: para quien est familiarizado con las condiciones delmercado trabajo, es bastante claro que una gran proporcin de quienesse contabilizan oficialmente como desempleados, as como un inmensonmero de quienes no se registran, estn calificados y dispuestos a to-mar la mayora de los puestos de trabajo que se abriran con un incre-mento de la demanda, cuando no todos. En ausencia de tal incremento,con los niveles actuales de desempleo, los intentos de proporcionar a in-dividuos o grupos selectos de desempleados empleos de entrenamientoo instruccin en tcnicas de bsqueda de empleo, de amenazarlos con elrecorte o la eliminacin de los beneficios, y medida similares, simple-mente los colocan a la cabeza de la cola de desempleados sin reducir sulongitud. El hecho de que un viajero pueda conseguir un cupo en unvuelo si llega al aeropuerto muy temprano no significa que 200 pasajerosque lleguen temprano consigan cupo en un vuelo de 150 cupos.

    Si se crearan empleos especficos para clientes escogidos, facilitando laapertura de nuevas tiendas o negocios, habra un estmulo temporalpara la economa debido a la inversin de capital involucrada, pero enmuchos casos eso simplemente reducira el poder de compra de otros es-tablecimientos, lo que resultara en una reduccin de las ventas, del va-lor del capital y, eventualmente, del empleo en alguna otra parte. Slo sialgunos rubros novedosos tientan a los consumidores para que gastensumas adicionales, en contra de sus ahorros planeados, o si los progra-mas de asistencia pblica mediante la creacin de empleos subsidiados-conocidos como workfare- involucran la produccin de un bien p-blico gratuito o el mejoramiento de un servicio que no compite por el po-der de compra o no sustituye otros empleos pblicos, habr unareduccin neta del desempleo. Pero aunque esos programas de obraspblicas pueden convertir el trabajo desempleado en mejores facilida-des y servicios pblicos de diverso tipo, en la medida en que son finan-ciados con base en un dficit constante, cualquier impacto adicionalsobre la economa en su conjunto estar limitado a la diferencia entre latasa de gasto de quienes derivan su ingreso del programa y la tasa degasto de quienes pagan los impuestos para financiarlo.

    Aparte de esos programas de obras pblicas, el resultado de los intentosde empujar a la gente a que se emplee es simplemente un vasto juego desillas musicales en el que las agencias locales instruyen a sus clientes en elarte de sentarse rpidamente, con burcratas del workfareque amenazanconfiscar las muletas de quienes no tienen xito, mientras que Washing-ton se ocupa de eliminar la sillas recortando el dficit.

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    Igual sucede con el empleo 'voluntario'. Buena parte de este desempleodesaparecera si la demanda y la actividad se incrementaran y los traba-jadores sobre calificados salieran de los empleos poco calificados por lacreciente demanda de calificaciones ms altas, dejando ms vacantespara los trabajadores poco calificados y eliminando el efecto depresivode los altos niveles de desempleo sobre los salarios de baja calificacin.Los salarios de los empleos poco calificados pero necesarios tenderan aincrementarse, sobrepasando el nivel de la red de seguridad para miti-gar los incentivos adversos del Estado de bienestar. Los mayores salarioselevaran los precios de los productos de baja calificacin, incrementan-do la 'productividad' observada de esos empleos y disminuyendo el es-tigma de empleos de 'baja productividad' o 'terminales'. Los precios delos productos intensivos en trabajo de alta calificacin pueden caer paracompensar este aumento, con avances tecnolgicos o economas de es-cala, pero si no sucede as puede haber un pequeo incremento, por unasola vez, del costo de vida. Este sera un precio muy pequeo por los be-neficios del pleno empleo. No se debe suponer que ste sea el comienzode una espiral inflacionaria.

    Es cierto que existen historias horrendas de individuos que, en formabastante racional, se niegan a emplearse debido al efecto combinado delas reducciones de algunos pagos de bienestar social que estn condicio-nados al nivel de ingresos de los recipientes, el incremento de los im-puestos y de la contribucin a la seguridad social, y los costos de traslado,atencin a los hijos, y similares, asociados al empleo. En gran medida,ste es el resultado de disear una variedad de programas de bienestardependientes del ingreso e independientes entre s, sin considerar susinteracciones y efectos combinados. Puesto que cada programa dondelos beneficios estn condicionados a los ingresos del recipiente se esta-blece en forma aislada, los beneficios tienden a ser eliminados gradual-mente o ser dosificados de tal modo que se mantengan bajos los costosdirectos que se atribuyen a ese programa o medida particular. Esas dosiso reducciones graduales pueden parecer razonables cuando se conside-ran aisladamente, pero cuando tienen resultados superpuestos generantasas 'impositivas' marginales efectivas absurdamente altas. Se requie-ren reducciones graduales ms lentas, aunque incrementen el costo pre-supuestado de los programas.

    En muchos casos, no existe una justificacin general para ninguna re-duccin gradual de beneficios. En el caso del crdito de impuestos paratrabajadores de bajos ingresos, por ejemplo, la eliminacin de las reduc-ciones graduales y la recuperacin del recaudo perdido mediante incre-mentos de las tasas marginales para los rangos de ingresos ms altosdara lugar a un patrn ms aplanado de tasas marginales efectivas con

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    menores efectos de desincentivo totales, una considerable simplifica-cin de los formularios tributarios y una reduccin de los costos de cum-plimiento. La ley existente parece haber surgido debido a que el crditode impuestos para las rentas de trabajo reducidas fue aprobado para re-mendar la ley preexistente, sujeta a un tab contra el aumento de las ta-sas marginales nominales, mientras que se aceptaba el aumento de lastasas marginales efectivas mediante la reduccin gradual. La posturapoltica y los mecanismos arcanos del proceso legislativo impidieron elexamen racional de la estructura tributaria en su conjunto.

    La disponibilidad inmediata de empleos con salarios dignos facilitara lasupresin de los beneficios a quienes son demasiado melindrosos encuanto el tipo de empleo que aceptaran, y reducira la necesidad de ce-santasy otras formas de proteccin. El pleno empleo real tambin redu-cira la presin por un mayor proteccionismo,la resistencia a abandonarlas instalaciones militares superfluas y otras actividades obsoletas, y ha-ra que la seguridad en el empleo fuese menos problemtico. El plenoempleo real tambin inducira a los empleadores a competir en la nego-ciacin de planes de trabajo y de condiciones laborales que se ajusten aquienes tienen obligaciones familiares y otras restricciones, y a prestarmayor atencin al mejoramiento de las condiciones de trabajo. Habruna menor necesidad de leyes sobre salario mnimo y otras regulacionesdel gobierno sobre las condiciones de trabajo, y menos dificultades parahacer cumplir las normas existentes.

    ***

    Estas ideas falaces, expuestas en diversas formas por quienes estn cercadel poder econmico, conducen a polticas que no slo son crueles sinoinnecesarias y a la frustracin por el incumplimiento de sus objetivos de-clarados. En algunos trimestres se ha intentado incluso" declarar la pros-peridad" y dar pasos para "impedir que la economa se recaliente" ogenere una mayor tasa de inflacin. De hecho, la Oficina de Presupuestodel Congreso, haciendo eco a la moda prevaleciente en Washington, pa-rece satisfecha con proyecciones que implican tasas de desempleo que semantienen indefinidamente cerca del 6 por ciento. Para quienes tienenun mnimo inters en los apuros de los desempleados y de quienes care-cen de vivienda, tal actitud es demasiado cnica.

    No saldremos del sopor econmico en la medida en que sigamos gober-nados por ideas falaces que se basan en analogas falsas, anlisis unilate-rales y en el supuesto contrafactual de un nivel de desempleo inevitable.An peor, podremos llegar a una situacin comparable a la de 1926,cuando de acuerdo con la ortodoxia de ese momento la deuda acumula-

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    da durante la Primera Guerra Mundial deba ser cancelada lo ms rpi-damente posible. De modo que se redujo el poder de compra de losingresos mediante impuestos y se lo us para cancelar la deuda. Las su-mas pagadas para cancelar los bonos no fueron consideradas por los re-ceptores como un ingreso para gastar, el modo que la demanda de losconsumidores no creci lo suficiente para mantener el nivel de empleo, yel desempleo se increment considerablemente de 1926 a 1928 y a 1929.Por el contrario, los ingresos se utilizaron para aumentar los precios de losactivos. Por un tiempo, esta desaceleracin del crecimiento fue moderadapor la euforia generada por el retorno de las ganancias de capital corres-pondientes y la mayor tasa de gastos resultante. Pero incluso la holgura fi-nanciera proporcionada por la mayor proporcin entre precios e ingresosde las acciones no poda inducir una capacidad de expansin mayor quela capacidad de la demanda para generar ventas rentables, y cuando seentendi que los incrementos adicionales de los precios de los activos nose podan justificar con menores incrementos de la demanda de produc-tos, las ganancias cesaron de retornar y el sistema cay en la depresin delos aos treinta.

    El paralelo con la situacin actual es que aunque realmente no se estcancelando la deuda, en relacin con las condiciones actuales el recortedel dficit es una reduccin comparable en la contribucin neta del go-bierno al ingreso disponible. En sus proyecciones, la CBO parece ignorarcasi totalmente el efecto de una disminucin de este reciclaje sobre el ni-vel de actividad. En cambio, la CBO supone que si este reciclaje se reducean ms, mediante un programa de equilibrio presupuestal, el resultadoser un ligero incremento de la tasa de crecimiento del Pib, de 0.1 porciento anual, en lugar de una reduccin [The Economic and BudgetOutlook, mayo de 1996, 1-3].

    Se supuso, aparentemente, que la reduccin del dficit llevara a la Juntade la Reserva Federal a reducir las tasas de inters, y que esto llevara aun incremento de la actividad de inversin. Pero es improbable que laJunta de la Reserva Federal haga o pueda hacer algo que supere duranteun perodo largo el desestmulo a la inversin inherente a la reduccinde la demanda del mercado resultante de la reduccin del reciclaje delingreso por parte del gobierno. Existe, de hecho, una tendencia a exage-rar el efecto de largo plazo de los cambios de la tasa de inters sobre lastasas de inversin como un resultado de observar las respuestas de cortoa mediano plazo de los flujos de inversin a los cambios de la tasa de in-ters. Una vez que la cantidad de capital instalado alcance el nivel corres-pondiente a una tasa de inters menor, la inversin adicional caer a unnivel cercano a su tasa anterior. Uno puede aumentar el flujo de agua enla corriente que mueve un molino si reduce la altura de su represa; pero

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    pronto o tarde el nivel del agua del reservorio bajar y la corriente volve-r a su magnitud anterior. La accin de la Junta de la Reserva Federalpuede posponer, pero no superar, las consecuencias de un reciclaje ina-decuado de los ahorros en ingresos por parte del gobierno.

    Si realmente se llevara a cabo un programa de equilibrio presupuestal, elanlisis anterior indica que ms temprano que tarde se llegar a unaquiebra comparable a la de 1929. Es cierto que probablemente seramenos grave que la depresin de 1930 debido a lo muchos factoresamortiguadores que se han introducido desde entonces, y el entusiasmopor la bsqueda del Santo Grial de un presupuesto equilibrado puededesvanecerse con la profundizacin de la recesin, pero las consecuenciasde ese intento abortado sern muy graves. Para protegernos de esedesastre y avanzar por la senda de una prosperidad real es necesariodesechar nuestra irrazonable obsesin ideolgica por la reduccin deldficit del gobierno, y reconocer que es la economa y no el presupuestodel gobierno 10 que se debe equilibrar, en trminos de la demanda y laoferta de activos, y proceder a reciclar los ahorros deseados dentro de lacorriente de ingresos a una tasa adecuada, de modo que no se evaporensimplemente en menores ingresos, ventas, produccin y empleo. Dehecho, s existe un almuerzo gratuito, y muy suculento. Pero es necesarioque nos liberemos de los dogmas de los apstoles de la austeridad, lamayora de los cuales no comparte los sacrificios que recomiendan a losdems; Si no lo logramos, estaremos patinando sobre una capa de hielomuy delgada.