Panteón antiguo de Xalapa 1831-1964 /

Ángel Rafael Martínez Alarcón

En los últimos años en nuestra ciudad de Xalapa durante en las festividades de todos los santos y fieles difuntos 1 y 2 de noviembre se ha puesto de moda los festivales al interior del antiguo cementerio ubicado en la avenida 20 de noviembre y 5 de febrero, por la noche-tarde, con guías especializadas en su mayoría alumnos de la carrera de antropología de la Universidad Veracruzana. La pasada noche del primero al dos de noviembre del presente año por espacio de tres horas de hacer fila para ingresar al nuevo concepto de panteón-museo éramos cientos de personas en la fila, en su mayoría jóvenes; un servidor conocer del dicho camposanto por ser vecino y haber tenido sepultados familiares ahí. Que exhúmanos cuando el presidente municipal Ignacio González Rebolledo y su sindico Armando Méndez de la Luz, tuvieron la brillante idea de reconvertir el predio histórico en un unidad habitacional. Durante esos 180 minutos de esperar venían a mi mejorías muchos recuerdo ligados al panteón antiguo, pues parte de mis antepasados vivieron y yo mismo en la avenida 20 noviembre número 207. Pero ante el agravió que quiso cometer el hoy frustrado magistrado González Rebolledo, un grupo de xalapaleños, encabezado por la historiadora Ofelia Mora Muñoz, el sociólogo José Luis Blanco, iniciaron un lucha para evitar la destrucción de un testigo mudo de la historia de Xalapa del siglo XIX; ya que no conservamos el camposanto del periodo colonial, también hay que recodar que muchos de los casas en las parroquias tenían junto un especio para el panteón o al mismo interior de las iglesia. ¿Que hubiera pasado si los xalapeños se hubieran opuesto al derribo del antiguo convento de San Francisco uno de los primeros del siglo XVI?

Pero volviendo al Panteón antiguo de Xalapa, el cual se funda pocos meses después que la Villa de Xalapa se convierte en ciudad a finales del año de 1830, un grupo de ciudadanos encabezado por Roa Bárcenas solicitan al gobierno del Estado un espacio para el nuevo panteón, eran también los primeros años del México independiente.

Este nuevo concepto de museo panteón ya se viene utilizando en muchos de los panteones en Europa, recuerdo mi visita al panteón en París para visitar la tumba donde yacen los resto del General Porfirio Díaz, presidente de México en tres los años de 1876 a 1911. En nuestro museo panteón es una joya de varios estilos arquitectónicos, y ver el culto hacia la muerte en cada unos de los monumentos que se pueden verse en cada una de las tumbas. Entre los criptas encontramos a de Antonio María de Rivera y su familia, el político cercano al General Antonio López de Santanna, así como de la familia de la señorita Mariana Sayago promotora de varios asilo en Xalapa, Naolinco y Coatepec su hermano Bernardo también socio del presidente Santanna. Las tumbas de varios francmasones con

sus columnas rotas, entre ellas la del fundador de la Escuela Normal Veracruzana don Enrique C. Rebasmen, y el gran monumento funerario para que el Gobernador Juan de l a Luz Enríquez Lara descansara eternamente, primer gobernador porfirista en Veracruz, quien fallece en pleno ejerció del poder en marzo de 1892. El mausoleo de la familia del Gobernador Jorge Cerdán toda una joya para visitarla, así mismo la de familia de don Justo Fernández, el grande. Es el espacio prestado para que en 1938 fuera sepultado el V obispo de Veracruz, el hoy Santo Obispo Rafael Guizar y Valencia. Muchas son las tumbas interesantes que visitar. El guía decía que este panteón sólo lo limpian dos veces al año, en mayo y a finales de octubre, seria una buena propuesta para la nueva administración municipal para que tomar cartas en asuntos, sólo con una súplica que no vayan a pintar de rojo, pues son tan torpes los funcionarios municipales que por quedar bien son superior; para convertirlo un una atractivo turístico no sólo de antros como suelen acostumbrar las administraciones municipales. En la facultad de antropología tiene un par de tesis relativas al museo panteón. Que el 11 de diciembre de 1986, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, lo declaró como patrimonio histórico del país, gracias los xalapeños que evitaron su destrucción.

El panteón antiguo de Xalapa fundado en 1831, nos da cuenta del crecimiento de la ciudad, no es hasta 1910, cuando se funda el panteón de Palo Verde, a principios de los 60, el panteón xalapaleño, siempre los cementerios son fundados a las afueras de las ciudad por medidas sanitarias; al final del gobierno de Dante Delgado se funda el primer panteón privada de la ciudad “Bosques de recuerdos” ya saben los favores políticos siempre se pagan y muy bien. Y en el presente siglo contamos un nuevo panteón municipal, por la misma zona del particular.

http://metropolitanoenlinea.com/?p=10547

Mi primera colaboración en el Metropolitano. 1831-1964.http://bit.ly/92lOQ5.

2008-11-16•Xalapa

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Una ciudad que le rinde culto a sus antepasados. Foto: Víctor Álvarez La historia de Xalapa está enterrada en el Cementerio Antiguo Xalapeño. La clase gobernante, el clero, artistas, ciudadanos ilustres, empresarios destacados, representantes de logias masónicas, generales que lucharon en la invasión norteamericana y hasta mártires del 28 de agosto yacen en el monumento histórico. Los nombres escritos en sus lápidas también son nombres de las calles xalapeñas.

Más que una tumba, el templo más representativo es el que guarda los restos del ex gobernador Juan de la Luz Enríquez. En 1892, la construcción de la gran cúpula sostenida por 16 columnas fue pensada para capillas donde se celebrarían misas de cuerpo presente. Sin embargo, en ese año falleció el ex mandatario y cedieron la capilla para convertirla en su sepulcro. Al centro, la lápida dice: “Homenaje de los veracruzanos a la memoria del general don Juan Enríquez”.

Otro ex gobernador veracruzano que yace en ese lugar desde 1847 es Sebastián Camacho. A pesar de la importancia del personaje, su tumba olvidada pasa desapercibida en ese cementerio, ya que ni el propio administrador de la Unidad de Panteones del Ayuntamiento sabe su ubicación.

En la entrada principal del panteón, una de las primeras tumbas del lado derecho es la del general Juan Morales, quien falleció en Atlixco el 23 de diciembre de 1847 y a quien le tocó vivir la guerra con Estados Unidos, en la que México perdió gran parte de su territorio original.

En el campo santo también se encuentran los restos de los familiares de Salvador Díaz Mirón, Genoveva Acea de Díaz Mirón y Evangelina Díaz Mirón y Acea. La tumba de cuatro paredes amarillas y descarapeladas luce abandonada; su reja, oxidada y vieja, permanece abierta.

Cerca a esa tumba descansa doña Luz Barrios de Rodríguez, quien a mediados del siglo XIX construyó la Iglesia de la Piedad. Murió en 1908.

También en el cementerio se encuentra el aposento de Antonio María de Rivera y Aguilar, quien hizo el Colegio Preparatorio de Xalapa en 1843, conocido actualmente como la “Prepa Juárez”. Vecino a éste permanece Benigio Nogeira, quien ayudó a fundar la Escuela Normal Veracruzana. Así como Concepción Quiroz, fundadora de la Escuela Industrial para Señoritas.

Pantaleón Cerdán fue otro de los xalapeños connotados, un comerciante exitoso y uno de los fundadores de El Dique. Su tumba tiene la apariencia de un palacete. En la parte más alta se observa un busto de Cerdán. Ubicada al

centro del cementerio, la construcción tiene dos pisos y en la parte baja descansan los restos de sus familiares.

Siguiendo el recorrido por el panteón se vislumbra un capitolio estilo griego, de forma cónica, con doce columnas y con una reproducción de un sarcófago al centro. Ahí descansa el licenciado Gonzalo Huesca desde el 2 de enero de 1945. En el pasillo principal del cementerio, desde 1939 se encuentra la tumba de Mario Lara Muñoz. Resalta su pilastra, que está cortada y frente a la lápida se encuentra tirado el capitel. Lleva el símbolo de la masonería; la escuadra y el compás, y dice: “Recuerdo de los masones de Xalapa”.

De los políticos, en el Panteón Xalapeño se encuentra Enrique César Velarde, quien fungió como alcalde de Xalapa de 1930 a 1932; llegó a construir tres de las cuatro virtudes, monumento que se encuentra en el hemiciclo en los bajos del Parque Benito Juárez. César Velarde tenía la posibilidad de lograr de nuevo la presidencia municipal, pero la muerte se le adelantó el 26 de julio de 1946. Su tumba es modesta, pero conservada por sus visitantes frecuentes. A cuatro lápidas a la izquierda permanecen los restos de su esposa, Esperanza Osorio de César, quien fue de las educadoras pioneras en Xalapa, alumna de Berta Von Glumer y una de las fundadoras de los jardines de niños, antes llamados “escuela de amiguitos”, relataron los miembros de sus cuatro generaciones que estuvieron presentes en este Día de Muertos.

Un aposento impecable es del español Justo Fernández. Una edificación azul, que a todos los visitantes del panteón les llama la atención por su estética y el cuidado de su mantenimiento. Junto al sepulcro están sembrados dos árboles pequeños: un naranjo y un cafeto, el origen de su fortuna.

Los orígenes de la Confederación de Trabajadores de Veracruz de la CTM también permanecen enterrados en el fosal; Apolinar Ramírez Muñoz yace bajo el emblema de la agrupación. “Fue un gran convencido revolucionario que entregó su vida entera a los trabajadores”, dice la leyenda lapidaria.

Cerca de este aposento está el sepulcro de los mártires de 28 de agosto, trabajadores de la fábrica de hilados y tejidos de San Bruno. Su lápida dice: “1924-1940, como un recuerdo del sindicato OVS de San Bruno y a los

mártires del 28 de agosto de 1924, Honorio Rodríguez, Francisco Moreno, José María Hernández Viveros, Isidoro Avendaño, Manuel Hernández, Amando Ramírez, Ezequiel Alatriste, Isauro Sánchez, Alberto Calderón y Herón Pérez”. El monumento es grande y en lo más alto de un pilar lleva una antorcha.

En la necrópolis se encuentra también el primer santuario del beato Rafael Guízar y Valencia. Aunque sus restos ya no permanecen ahí, aún hay una imagen de él. Muchas personas han acercado lápidas sueltas al interior de la reja barroca. Finalmente, una de las figuras más importantes que descansan en el panteón de 5 de Febrero es Enrique C. Rébsamen, fundador de la Escuela Normal Veracruzana. A principios del siglo XX cuando estos personajes poblaron poco a poco este cementerio, en el acto fúnebre los cuerpos eran llevados a pie hasta el panteón por cargadores que iban vestidos de blanco y con una cinta elegante en la cintura, recordaron algunos de los visitantes en esta celebración de Día de Muertos. Milenio 2008 http://impreso.milenio.com/node/7141620.

Diario de Xalapa

25 de octubre de 2008

Raymundo León/Diario de Xalapa

Xalapa, Veracruz.- Más de 200 años de historia le han dado al antiguo Panteón Xalapeño el título de Patrimonio Histórico. Por desgracia ese título no lo protege del descuido, del abandono en que se encuentra actualmente.

A pesar de que ahí se encuentran las tumbas de Antonio María de Rivera, Enrique C. Rébsamen, Rafael Guízar y Valencia, Juan de la Luz Enríquez y Manuel Maples Arce, por ejemplo, el panteón no recibe el mantenimiento que muchos de los vecinos y habitantes de la ciudad desearían.

El mencionado cementerio, situado en la calle 5 de Febrero y que hace esquina con la avenida 20 de Noviembre y la calle Poeta Jesús Díaz, fue declarado monumento histórico en 1986 por decreto presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado. Desde entonces, el antiguo Panteón Xalapeño tiene

otra categoría debido a la riqueza en la arquitectura de sus tumbas que lo hace un lugar único en la ciudad.

Sin embargo, la abundancia del hierbazal le resta importancia al lugar. Sólo una pequeña parte de la zona norte del cementerio ha sido chapeada, pero la mayor parte del terreno está lleno de monte que impide la vista de las tumbas y de las placas que contienen los nombres y los restos de quienes ahí descansan.

Una buena parte del cementerio es ahora hogar de gatos, de grillos y de moscos, entre otros muchos animales e insectos. La hierba y los árboles se encargan poco a poco de destruir las losas y los monumentos mortuorios, la mayoría de gran belleza y originalidad. Imposible ver ese tipo de arte en los panteones actuales, pues es obra realizada por artesanos de los años 1800 y principios de 1900.

Desde la entrada se aprecia un edificio importante que los habitantes de Xalapa, y especialmente quienes tienen familiares enterrados ahí, han defendido a capa y espada no obstante los intentos de convertirlo en un terreno para construir ahí un edificio de departamentos.

A la entrada del panteón hay placas con nombres y años. Muchas de esas placas datan de principios de 1800, aunque hay vecinos que afirman que hay tumbas incluso de 1700, "pero muchas de ellas están cubiertas por el monte".

Casi a las puertas del monumento histórico hay grandes tumbas, pensamientos y casi descripciones de la muerte de la persona.

En una de ellas, sin que se logre ver el nombre de la persona que ahí descansa, se lee: "Después de muchos sufrimientos, falleció el 8 de septiembre de 1851 a los 48 años, 4 meses y 15 días de su edad. Su inconsolable hermano que llora sin cesar tan irreparable pérdida, consagra su tierna memoria a este recuerdo".

En otra tumba más, sin perder la solemnidad y seriedad del caso, se puede leer lo siguiente: "A la memoria del joven don Fernando Montes de Oca, que murió a los 15 años 9 meses de edad. Sus desconsolados padres conceden este recinto. Tan joven sus ojos se nublaron/ su bendita misión cumplió en el suelo/ dijo adiós a los seres que le amaron/ y fue a perderse en el inmenso cielo. Agosto 6 de 1869".

Las inscripciones casi están borradas por el paso inclemente del tiempo. Los nombres y las fechas en algunos casos es difícil leerlos y en otros de plano no se ven y sólo se adivina que en las placas o lápidas hubo alguna inscripción.

Sobre el mármol de otra centenaria tumba se lee: "Aquí reposan los restos mortales de José Orduña y Muela. Falleció el 15 de agosto de 1850 a los 16 años y 6 meses de edad. Hijo virtuoso y obediente, sus desconsolados padres lloran su muerte y le dedican este recuerdo a su memoria".

Todos los que están ahí descansando en el sueño eterno, fueron xalapeños que estudiaron, trabajaron y formaron familias en una ciudad muy diferente a la actual. Sus restos descansan ahora en un terreno que estaba a las orillas de la población y tal vez nunca se imaginaron que un día su lugar de reposo quedara atrapado en medio de una bulliciosa ciudad.

Ahí, en el antiguo Panteón Xalapeño, se pueden ver las tumbas de Antonio María de Rivera, fallecido el 23 de octubre de 1874; Enrique C. Rébsamen, muerto en 1904; Manuel Maples Arce, fallecido el 30 de marzo de 1926; Enrique César Velarde (1946), Abraham Bouchez (1941), Justo Fernández López y Rafael Guízar y Valencia (1938); seguramente hay muchos otros hombres y mujeres que pertenecen a la historia xalapeña, pero el hierbazal impide acercarse a sus tumbas.

Entre las muchas tumbas, en placas que hay en el cementerio se distinguen los nombres de Agustín Coquet (1893), Francisco Fernández y Agudo (1851), Dolores Fernández de Morales (1898), Juan Morales (1847), Joaquín Fernández y Agudo (1848), Carlos Bouchez y Frank (1863), Carlos Lenox Kennedy y Esther Bouchez de Canovas (1919).

Los vecinos del cementerio no saben quiénes son, pero seguramente alguien en la ciudad tiene la historia de cada una de esas personas.

"Yo estoy seguro que en algún lugar de la ciudad hay algún papel que nos pueda decir quiénes fueron esas personas, qué hicieron y quiénes incluso son sus descendientes, pero también sé que ésa, es una labor de investigadores y de mucho tiempo y paciencia", comentó Carlos Aguilar, quien vive casi enfrente del cementerio.

LA NIÑA QUE LLORA Y OTROS APARECIDOS

En el antiguo Cementerio Xalapeño Moisés Díaz Téllez va a trabajar cada año por estas fechas.

"Vengo cada vez que se acercan los días de muertos. Hay clientes que ya tengo de muchos años, ¡imagínese, empecé a trabajar aquí limpiando tumbas a los 12 años y ahora tengo 52!", expresó.

El entrevistado refirió que conoce bien cada rincón del panteón y que a él le tocó ver cuándo las familias llevaban a enterrar a sus seres queridos.

"Todavía funcionaba el panteón, había gente que traía a sus muertos aquí y los enterraban y después se llenó y las autoridades dijeron que aquí ya no había más lugar para enterrar", dijo.

--En sus 40 años ¿ha oído de alguna historia sobrenatural?, se le preguntó.

"Yo la he visto. En ese rincón --dijo señalando el lugar-- dicen que todos los días a las 12 del día se ve a una niña vestida de blanco y con el cabello largo a la cintura. Cada vez que sale llora, no sé por qué pero se oye que llora. Yo la he visto dos veces, la primera vez hace 12 años y la segunda vez hace como seis años y ya no la he vuelto a ver, pero hay gente que también la ha visto".

Moisés Díaz Téllez prefirió esquivar el tema ante otra pregunta y sólo comentó: "cada año, el trabajo se pone bueno aquí porque todavía hay gente que tiene a sus muertos enterrados aquí".

Por otro lado, Alberto Antonio Salas, vecino del panteón, aseguró que cuando era niño solía ir a jugar al panteón con varios de sus amigos.

"Un día llegamos a jugar en la tarde y no nos dimos cuenta de que el tiempo pasaba. Ya en la tarde antes de que cerraran el panteón sentimos la presencia de unas personas entre las tumbas y cuando levantamos la vista vimos a gente de negro que andaba caminando sin decir nada, hasta uno de nosotros ya se estaba muriendo del susto", dijo.

Para Laura Vélez, quien vive en las cercanías del panteón, parece que un hombre por las noches vigila el panteón. Señaló que en algunas ocasiones, ya entrada la noche, tanto ella como sus vecinos han visto que un hombre sale del panteón y se pasea por todo 5 de Febrero en un caminar de ida y vuelta hacia las calles Poeta Jesús Díaz y 20 de Noviembre.

"Lo hemos visto como si vigilara el panteón, como que cuida algo y después de hacer su recorrido se vuelve a meter y ya no sale", aseguró.

También se oye la versión de que en algunas noches, una especie de luces verdes y tenues se ven por lo alto de la barda del panteón.

"No sabemos qué es y tampoco nadie se ha atrevido a asomarse a ver qué son esas luces ni qué o quién las provoca, pero sí es verdad que algunas veces las hemos visto, pero no nos gusta hablar de ello porque nosotros vivimos aquí cerca del panteón", aseveró Laura Vélez.

UNA OBRA DE ARTE

Gerardo Rafael Alfaro Cruz, fotógrafo aficionado, busca entre las tumbas la mejor toma, una que exprese el misterio de la muerte y la melancolía de la tarde.

Se pasa horas buscando la mejor toma entre los monumentos de las tumbas.

"Me gustan mucho las luces y las sombras que confluyen en este lugar. A ello hay que sumar el misterio de la muerte y la fragilidad humana. Lo que me gusta de este panteón es que tiene muchos monumentos, muchas esculturas muy hermosas que ya no se ven en los panteones actuales", dijo.

Para el entrevistado, el antiguo Cementerio Xalapeño es una obra de arte que debe conservarse.

"A mí me parece muy atractivo, es un lugar lleno de historia. Solamente hay que ponerse a pensar cuánta gente hay aquí enterrada y que hizo muchas cosas durante su vida. No sabemos qué hizo cada uno de ellos, pero seguramente en su entorno familiar y de la ciudad fueron importantes y ahora todos están aquí juntos a pesar de que vivieron en épocas diferentes", comentó.

Para Gerardo Rafael Alfaro Cruz la equidad de la muerte es patente en el cementerio: "aquí hay ricos y pobres, todos juntos y eso se puede ver en los monumentos y esculturas de las tumbas, hay unas muy sencillas y otras muy fastuosas como la que está al centro y que es del ex gobernador Juan de la Luz Enríquez".

En ese contraste, la tumba del famoso educador Enrique C. Rébsamen apenas si escapa a la invasión del hierbazal y a la inclemencia del tiempo mientras que la de Antonio María de Rivera luce rota la lápida en la que se puede aún leer su nombre.

"Desgraciadamente hay mucho abandono y eso no debería ser en un monumento que es histórico, aquí hay muchas historias que pueden ser contadas, aquí hay mucha riqueza arquitectónica", dijo el entrevistado.

Alberto Antonio Salas, por su parte, indicó que el panteón debería ser un sitio turístico "pero las autoridades no se preocupan por darle mantenimiento y eso hace que se vea feo".

Comentó que da tristeza tener un monumento histórico en tan deplorables condiciones y refirió que muchos turistas suelen visitar los panteones atraídos por la belleza arquitectónica que suelen encontrar en ellos

"Para quienes vivimos en esta ciudad en verdad que es vergonzoso que venga gente de otros lados del país o del extranjero y encuentre un panteón que es patrimonio histórico en condiciones tan descuidadas", dijo.

NO SE SABE QUE HACEN EN EL AYUNTAMIENTO

José Zaydén Domínguez, xalapeño y defensor de la historia y la arquitectura de la capital del Estado, afirmó que al antiguo Panteón Xalapeño es un monumento histórico que debe defenderse en todo momento e impulsarlo turísticamente.

"Fue en la administración municipal de Ignacio González Rebolledo cuando se intentó destruir el panteón y muchas tumbas fueron profanadas y destruidas. Eso demostró que no les importó respetar un legado histórico y que sí le daban importancia al aspecto mercantil ya que querían hacer en el terreno del panteón un centro habitacional", dijo.

El panteón, insistió el entrevistado, es un patrimonio histórico y todos debemos protegerlo: "si la gente que está en Turismo municipal y en Desarrollo Cultural y Educativo tuviera visión lo podrían convertir en un lugar turístico y estoy seguro que mucha gente pagaría por ver la belleza arquitectónica del lugar, ya que ahí hay monumentos de varios estilos y eso no se encuentra fácilmente en níngún otro Estado del país".

Expresó que es tarea de las áreas de Turismo municipal y de Desarrollo Cultural y Educativo impulsar los sitios históricos de la ciudad para bien de sus habitantes, "pero está bien visto que eso no les interesa, si no deja dinero el asunto no les interesa y andan metidos haciendo otras cosas".

El antiguo Panteón Xalapeño es un tesoro de la ciudad y debe incluirse en las promociones turísticas, señaló Zaydén Domínguez y refirió que por

ejemplo en Italia se oferta a los turistas recorridos por los panteones y ello deja buenos ingresos a la autoridad municipal.

"Yo estoy convencido que trabajar en ese sentido sería un gran acierto porque hay tumbas que son una verdadera obra de arte, pero no me explicó por qué nadie en el ayuntamiento se ha preocupado por ello", dijo.

Denunció que en el cementerio, que data de hace más de 200 años, se ha registrado un enorme saqueo.

"Parece ser que ese saqueo que se dio en un tiempo fue consentido por las autoridades municipales porque con él buscaban que la gente pidiera que quitaran el panteón y se trasladaran los restos a otro lugar. Eso dejaría la puerta abierta para poder construir un fraccionamiento en ese lugar, pero todo eso les falló y afortunadamente el panteón todavía existe", apuntó.

Fue declarado monumento histórico en 1986 por decreto presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado.

Más de 200 años de historia le han dado al antiguo Panteón Xalapeño el título de Patrimonio Histórico. Por desgracia ese título no lo protege del descuido, del abandono en que se encuentra actualmente.

A pesar de que ahí se encuentran las tumbas de Antonio María de Rivera, Enrique C. Rébsamen, Rafael Guízar y Valencia, Juan de la Luz Enríquez y Manuel Maples Arce, por ejemplo, el panteón no recibe el mantenimiento que muchos de los vecinos y habitantes de la ciudad desearían.

El mencionado cementerio, situado en la calle 5 de Febrero y que hace esquina con la avenida 20 de Noviembre y la calle Poeta Jesús Díaz, fue declarado monumento histórico en 1986 por decreto presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado. Desde entonces, el antiguo Panteón Xalapeño tiene otra categoría debido a la riqueza en la arquitectura de sus tumbas que lo hace un lugar único en la ciudad.

Imposible ver ese tipo de arte en los panteones actuales, pues es obra realizada por artesanos de los años 1800 y principios de 1900.

Desde la entrada se aprecia un edificio importante que los habitantes de Xalapa, y especialmente quienes tienen familiares enterrados ahí, han defendido a capa y espada no obstante los intentos de convertirlo en un terreno para construir ahí un edificio de departamentos.

A la entrada del panteón hay placas con nombres y años. Muchas de esas placas datan de principios de 1800, aunque hay vecinos que afirman que hay tumbas incluso de 1700, "pero muchas de ellas están cubiertas por el monte".

Casi a las puertas del monumento histórico hay grandes tumbas, pensamientos y casi descripciones de la muerte de la persona.

Todos los que están ahí descansando en el sueño eterno, fueron xalapeños que estudiaron, trabajaron y formaron familias en una ciudad muy diferente a la actual. Ahí, en el antiguo Panteón Xalapeño, se pueden ver las tumbas de Antonio María de Rivera, fallecido el 23 de octubre de 1874; Enrique C. Rébsamen, muerto en 1904; Manuel Maples Arce, fallecido el 30 de marzo de 1926; Enrique César Velarde (1946), Abraham Bouchez (1941), Justo Fernández López y Rafael Guízar y Valencia (1938); seguramente hay muchos otros hombres y mujeres que pertenecen a la historia xalapeña, pero el hierbazal impide acercarse a sus tumbas.

Entre las muchas tumbas, en placas que hay en el cementerio se distinguen los nombres de Agustín Coquet (1893), Francisco Fernández y Agudo (1851), Dolores Fernández de Morales (1898), Juan Morales (1847), Joaquín Fernández y Agudo (1848), Carlos Bouchez y Frank (1863), Carlos Lenox Kennedy y Esther Bouchez de Canovas (1919).

Todo listo en los panteones para celebrar a los muertos

Diario de Xalapa

30 de octubre de 2009

Noé Zavaleta/Diario de Xalapa

Xalapa, Veracruz.- Sin un velador, sin sepulturero, pues hace más de 60 años ya no se entierra a nadie ahí, los gatos son los principales aliados del panteón 5 de Febrero, felinos que tienen a este cementerio libre de culebras, ratas, otras plagas e insectos.

Previó al Día de Muertos, el panteón más viejo de la Atenas Veracruzana, con 189 años de antigüedad (fundado en 1828), se apresta a recibir pocos visitantes, con menos de 4 mil tumbas y criptas, muchas de ellas que datan del siglo XIX; es el cementerio que mayor tranquilidad luce de los cuatro que hay en la capital del Estado.

En el lugar apenas un empleado de medio tiempo es el encargado de dicho panteón, quien asegura que el ayuntamiento de Xalapa ya le dio limpieza.

"Ya lo chapearon y fumigaron, si se ve feo es porque hay varias tumbas en ruinas, o que ya no se les da mantenimiento, limpieza sí, aquí hay tumbas que datan desde 1830, échale cuentas", resume Fausto Hernández, encargado del panteón.

Este cementerio del siglo XIX no puede ser restaurado o modificado, pues Fausto Hernández asegura que está resguardado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, pues por lo vetusto es considerado dentro del grupo de recintos históricos.

"Nombre, aquí si le metemos una modificación o un familiar o particular quiere restaurar una cripta, nos metemos en un pedote", señala.

Cuenta que ante la falta de empleados y las pocas visitas que tiene este viejo cementerio, los gatos que ahí habitan son los principales fumigadores del lugar.

"Se comen las ratas, las culebrillas, las lagartijas, cualquier animalillo que pueda representar una plaga", y es cierto, en el lugar se observó a dos felinos tomando el sol recostados sobre una tumba, a la espera de que algún animalillo hiciera ruido sobre la maleza.

Este viejo cementerio hace varias décadas se ubicó en las afueras de la ciudad y hoy está en pleno corazón de Xalapa.

En el 5 de Febrero, que es la casa de los xalapeños más ilustres de Veracruz y en donde reposan los restos de los ex gobernadores Juan de la Luz Enríquez y Jorge Cerdán, está la tumba original de san Rafael Guízar y Valencia.

De aspecto sencillo pero bien cuidada, es la tumba que más visitas recibe, "viene mucho una señora de avanzada edad, es una maestra, le deja su veladora, ayer le trajo una corona, a veces hasta paga para que le laven su tumba, ha de ser muy católica", cuenta Fausto.

Señala que además de la maestra que periódicamente visita la tumba de Guízar y Valencia, otras personas acuden a visitarlo, todas de avanzada edad.

En el 5 de Febrero se encuentran también Antonio María de Rivera, fundador del Colegio Preparatorio de Xalapa en 1804; Enrique C. Rébsamen, académico que en su tumba se da cuenta que nació en Suiza en 1857, pero fue enterrado en Xalapa en 1904.

También se encuentra en este viejo cementerio el escritor y periodista Sebastián Camacho, cuya tumba marca que nació en 1791 y murió en 1847; también fue diputado federal y canciller de México.

Sin embargo, la tumba que más sobresale en este viejo cementerio es la del ex gobernador de Veracruz Juan de la Luz Enríquez, un mausoleo majestuoso en forma de capilla antigua, que se impone y brilla en el último tercio del panteón.

Es de finos acabados y estado impecable.

El empleado municipal dice que en las visitas guiadas que ha ido escuchando de los historiadores que esporádicamente llevan a turistas, escuchó que Juan de la Luz Enríquez nació en Tlacotalpan en 1836 y murió en Xalapa en 1892, que fue general del Ejército y que murió en pleno ejercicio de sus funciones como Ejecutivo del Estado.

En el resto del cementerio también existen los contrastes, como la tumba del académico Antonio María de Rivera, que es una de las más modestas de todo el panteón y se encuentra replegada en la pared con un centenar más y con un grabado apenas visible.

A pocos años de su bicentenario, este cementerio, que en sus inicios se ubicaba en el último reducto de Xalapa rodeado de naranjales, hoy forma parte del Xalapa antiguo y se encuentra en el corazón de la Atenas Veracruzana.

Cementerio que ha cruzado el umbral de tres siglos y en el cual las tumbas más añejas son las del rincón, que dan a la calle 5 de Febrero, explica Fausto Hernández.

Son "de las que se hacían con piedras resistentes, algunas hasta con mármol y oro, nombre, aquí si se intenta abrir una, por Dios que encontramos restos todavía con formas", resume.

Señala que en el último rincón del panteón hay una centenar de tumbas que datan de 1830, 1840 y 1845, cuyas loas lucen ya carcomidas por el paso de los años.

¿Y si se restauran?, se le preguntó.

"No, cómo crees, nos cae el INAH encima, se tendría que pedir permiso", respondió.

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