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Representaciones culturales de la desnutrición en una muestra de trabajadores de la salud y madres de La Paz – Bolivia Nelly Rosa Alarcón 1 Resumen Tengo que empezar señalando que el problema de la desnutrición en Bolivia, también es afrontado por medio de estructuras de pensamientos, visiones y valores tradicionales inherentes a la población indígena originaria de este país. Si bien el estado boliviano ha procurado que el problema no sea mayor, la cotidianidad rebela que la lucha contra la pobreza no es efectiva y no ha logrado mejorar el acceso al mercado laboral, la provisión de servicios básicos y garantizar la seguridad alimentaria. En este contexto la investigación sobre representaciones culturales de la desnutrición en una muestra de trabajadores de la salud y madres de La Paz, patrocinada por la Sociedad Paceña de Pediatría, permitió comprender las visiones, estrategias, prácticas y valores que utiliza la población más pobre, en su lucha diaria contra esta enfermedad; consiguientemente se trata de comprender, a partir de su cosmovisión tradicional, cómo los elementos culturales se hacen eficientes, se concatenan con otros elementos culturales y confrontan los efectos de la pobreza. Son representaciones culturales que superan las barreras del pensamiento dual que propone que existen diferencias y hasta antagonismos entre el conocimiento occidental y el tradicional; aunque existen diferencias en la concepción del 1 Sociedad Paceña de Pediatría, E-mail: [email protected] 1

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Entrevista

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Representaciones culturales de la desnutrición en una muestra de

trabajadores de la salud y madres de La Paz – Bolivia

Nelly Rosa Alarcón1

Resumen

Tengo que empezar señalando que el problema de la desnutrición en Bolivia,

también es afrontado por medio de estructuras de pensamientos, visiones y valores

tradicionales inherentes a la población indígena originaria de este país. Si bien el

estado boliviano ha procurado que el problema no sea mayor, la cotidianidad rebela

que la lucha contra la pobreza no es efectiva y no ha logrado mejorar el acceso al

mercado laboral, la provisión de servicios básicos y garantizar la seguridad

alimentaria.

En este contexto la investigación sobre representaciones culturales de la

desnutrición en una muestra de trabajadores de la salud y madres de La Paz,

patrocinada por la Sociedad Paceña de Pediatría, permitió comprender las visiones,

estrategias, prácticas y valores que utiliza la población más pobre, en su lucha diaria

contra esta enfermedad; consiguientemente se trata de comprender, a partir de su

cosmovisión tradicional, cómo los elementos culturales se hacen eficientes, se

concatenan con otros elementos culturales y confrontan los efectos de la pobreza.

Son representaciones culturales que superan las barreras del pensamiento

dual que propone que existen diferencias y hasta antagonismos entre el

conocimiento occidental y el tradicional; aunque existen diferencias en la concepción

del mundo y el ser, a la hora de la búsqueda de soluciones para la desnutrición

estas diferencias desaparecen porque desde la perspectiva andina ambos

conocimientos y prácticas son complementarias e igual de funcionales.

No obstante este criterio, se pudo evidenciar que existen grados importantes

de rigidez en las representaciones culturales del personal de salud que se presentan

con contenidos de pensamientos basados en enfoques científicos que privilegian los

hechos comprobables, esta situación interfiere en el reconocimiento, aprobación y

valoración del saber andino. Lo negativo es que esta forma de pensar y concebir el

problema de la desnutrición, influye en la relación con los familiares del niño

desnutrido e indirectamente en el tratamiento que se le provee. La investigación

sirvió para establecer que las representaciones culturales de las familias de los niños

desnutridos son altamente flexibles y están dispuestas a ser negociadas, siempre y

1 Sociedad Paceña de Pediatría, E-mail: [email protected]

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cuando el propósito sea encontrar soluciones al terrible mal de la desnutrición

severa.

Introducción

A diferencia de lo que consideren muchos o pocos, la diversidad cultural,

desde la perspectiva indígena, también trae beneficios al igual que problemas; y es

que el razonamiento práctico andino concluye que no existen polaridades

inconciliables entre conocimientos científicos fácticos occidentales modernos y

conocimientos ancestrales locales autóctonos, por lo tanto no entienden la razón ni

encuentran causas por las que ambos deban ser antagónicos. Consiguientemente el

problema de las polaridades no se encuentra necesariamente en las mentes locales

porque sus saberes admiten la posibilidad de la existencia de otros conocimientos

que coadyuvan con en bienestar de la humanidad y el resto del mundo.

Esta interrelación de saberes se manifiesta en la realidad cotidiana de los más

pobres, donde la utilización de conocimientos ajenos al saber local es utilizada

frecuentemente con el propósito de alivianar conflictos presentados en cualquier

esfera de la vida, y es que para estos grupos humanos lo funcional es más

importante que la jerarquía del conocimiento.

Un ejemplo de esta afirmación lo constituye el abordaje de la salud practicado

por los pobladores marginales de la ciudad de La Paz y el Alto donde, gracias a una

investigación patrocinada por la Sociedad Paceña de Pediatría, se pudo evidenciar

un interesante entrecruzamiento de diversos conocimientos en su lucha contra la

desnutrición severa.

Ahora bien, el asunto de los saberes tiene que ver con las representaciones

culturales entendidas como las maneras de ver e interpretar el mundo, estas

representaciones son manifestadas por actores sociales inmersos en complicadas

tramas de relaciones sociales donde convergen con otros tipos de representaciones,

para el caso de la población estudiada donde encontramos que prima el criterio de

funcionalidad de las cosas, el encuentro con conocimientos ajenos construye la

posibilidad de estructurar nuevos significados sociales que pueden ser utilizados

positivamente. Por lo mismo el propósito de la investigación fue: Caracterizar las

representaciones culturales de la desnutrición en una muestra de madres y

trabajadores en salud de La Paz, para encontrar los puntos de conflicto donde

actuar, para mejorar el sistema de referencia y contra referencia.

Metodológicamente, las unidades de estudio estuvieron conformadas por tres

grupos de personas que sumaron un total de 53 entrevistas: 18 madres o familiares

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cercanos de niños con desnutrición severa; 14 madres o familiares cercanos de

niños eutróficos y 21 profesionales en salud. La cantidad de casos que formaron las

muestras estuvo definido por el criterio de saturación teórica, es decir que se

seguían incluyendo casos mientras que los diferentes temas a investigar

presentaran variaciones.

Trabajamos con muestreo teórico, no estadístico, sin conocer de antemano en

número de casos a estudiar buscando deliberadamente máxima variación de datos y

mayor heterogeneidad. La recolección de datos fue realizada por 3 antropólogas

quechua y aymara parlantes de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz,

Bolivia, así mismo debo resaltar la participación de la Dra. Patricia Aguirre2 y la

colaboración de la Dra. Ana María Aguilar3. La interpretación de datos se realizó en

base al análisis del discurso con vaciado de datos y construcción de ejes temáticos,

el trabajo fue enteramente manual. Debido a que la investigación abordó

muchísimos aspectos del problema, en el presente simposio presentaré solo seis

aspectos de los resultados.

1. Principales características económicas y socioculturales

En las familias estudiadas, la búsqueda de la salud no se limita únicamente al

logro de la restitución física sino a la búsqueda de un bien integral a pesar de las

vicisitudes de las circunstancias, por esta razón desarrollan estrategias que les sirve

para batallar contra la carencia económica; de manera general acuden a dos formas

de economías distintas entre sí, una basada en la convivencia y valores de raíces

tradicionales como el intercambio y la reciprocidad, mientras que la otra se basa en

las formas de mercado.

Este resultado revela que para estas familias la cultura ancestral se ha

convertido en el principal aliado para desafiar los conflictos económicos, por lo

mismo crean redes a todo nivel con el objetivo de contar con varias vías de

provisión, por esta razón mantienen vínculos estrechos con el área rural que además

refuerzan entablando los lazos afectivos con familiares no consanguíneos.

Para mantener esta maniobra, las familias organizan una especie de

calendario económico basado en el calendario agrícola de la región de donde

provienen; garantizan su derecho a la tierra negociando con sus familiares y

entablando acuerdos por el que los que permanecen en el campo se comprometen a

2 La Dra. Aguirre es Antropóloga Argentina especializada en el área de la alimentación y dirigió todo el proceso de investigación.3 La Dra. Aguilar es Médico Pediatra, Boliviana y constituyó pieza clave en la identificación de los informantes.

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cuidar del terreno y los sembradíos además de representarlos ante la comunidad y

las autoridades.

Por su parte los emigrantes se comprometen a proveerles de artículos

urbanos faltantes en su región, de esta manera entran en juego los valores andinos

que permiten la sobre vivencia tanto en el área rural como en el área urbana. En

este punto es importante remarcar que las familias de origen rural asentados en las

periferies urbanas, prefieren la ciudad al campo debido a que la situación rural,

muchas veces, es peor que la citadina. El mecanismo que acopla ciudad – campo,

constituye una estrategia de sobre vivencia alrededor del cual giran las otras más

coyunturales aunque no es suficiente, cuando una familia ha logrado establecer una

estrategia económica, es más probable que resista el impacto de la crisis, ocurre lo

contrario cuando este no existe.

Otras formas consisten en establecer reciprocidades por medio del

ofrecimiento de dones y servicios, esta práctica es ejecutada no solo con los

familiares consanguíneos o espirituales sino también con el resto de la comunidad

urbana, el dinamismo de esta espiral es estimulada y garantizada por tiempos de

humilde bonanza, es decir que cuando la familia cuenta con recursos sobrantes los

comparte con los demás. No obstante si es que no tuviera para compartir, ofrece sus

servicios en cualquier actividad.

En el área urbana viven en zonas marginales de difícil acceso, en casas de

alquiler o cedidas por algún familiar o conocido con una o dos habitaciones de un

promedio de 3 x 4 mt2 con pisos de tierra y no cuentan con servicios básicos

suficientes. El nivel de ingresos económicos oscila entre un promedio de 43. 3 $us a

62 $us dólares americanos al mes para una familia de 6 a 8 personas en las que

todos trabajan, en general los trabajos de los padres son eventuales en el sector de

la construcción o fábricas pequeñas, otros son trabajadores por cuenta propia y se

dedican al comercio informal en puestos fijos o ambulantes, algunos son chóferes

asalariados.

Por su parte las madres se dedican a la venta de productos al detalle en

puesto fijos o ambulantes, alternan este trabajo con el lavado de ropa, costura o

trabajando como empleadas del hogar, las que no cuentan con un pequeño capital

para negociar solo se dedican a lavar ropa ajena o buscan acomodarse como

empleadas domésticas o ejecutan trabajos de cualquier especie. A pesar de la

fusión de mano de obra y con ayuda eventual del trabajo de los hijos, la cantidad de

ingresos no logra cubrir las necesidades más mínimas de la familia por lo que la

ingesta de alimentos nutritivos es poco probable de tal manera que las madres optan

por la saciedad de la familia antes que la calidad.

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2. La manifestación de la desnutrición y las visiones diferentes respecto a sus

causas

Al iniciar la investigación, descubrimos que un grupo importante de

entrevistados se referían frecuentemente a conceptos aymaras para describir a la

enfermedad, estos discursos tendían a relacionar la desnutrición con factores

espirituales que requerían la celebración de rituales. Este hallazgo nos motivó a

indagar con mayor profundidad estas ideas, por lo que vale la pena mostrar las

diferencias entre la cosmovisión andina y la visión médica científica.

Los estudios de ciencia médica actuales, demostraron que el problema de la

desnutrición constituye un síndrome que proviene de un desequilibrio del aporte de

nutrientes a los tejidos, que puede tener origen en una dieta inapropiada o en la

utilización defectuosa por parte del organismo, además puede estar acompañada

por la ausencia de estimulación psico-afectiva que se manifiesta por el retraso

pondo-estatural, distinto a los valores esperados para la edad. (Sfeir y Aguayo,

2000)

A estos datos la perspectiva social aporta reconociendo multiplicidad de

factores concomitantes con ella aunque la pobreza viene a ser la causa estructural,

esto implica que las familias no pueden disponer de alimentos apropiados debido a

dificultades sociales que los excluyen de esta posibilidad. Consiguientemente la

carencia constituye factor condicionante en la manifestación de la desnutrición.

Estas conclusiones así como otras fueron corroboradas y ampliadas por otras

disciplinas dedicadas al estudio de la desnutrición, por lo que son datos científicos

fuera de discusión en virtud a que se apoyan en trabajos plenamente certificados y

forman parte de las percepciones de la mayoría los actores sociales en todas partes

del mundo.

Veamos ahora como estos conocimientos científicos acerca de la desnutrición

han sido aceptados y utilizados por las representaciones de los actores locales de la

ciudad de La Paz y el Alto. Para la población local con herencia y tendencias a

formas de vida tradicionales y con conexiones rurales, la desnutrición constituye una

entidad clínica estructurada a partir de un tipo de paradigma distinto al que utilizan

las disciplinas científicas al que consideran incompleto pero no por ello poco

valedero, este paradigma parte de la concepción de que las alteraciones orgánicas

son producto de un desequilibrio en la esfera espiritual del ser que se halla

directamente conectado con el cuerpo y este con el mundo, de tal manera que cada

una se influye porque cada una es parte constitutiva de la otra. (Albó, 1990)

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En este paradigma el concepto de enfermedad incorpora una realidad no

material pero interconectada con lo material, por eso la desnutrición es concebida

como la consecuencia de un desequilibrio entre el primero con el otro, en este

modelo la búsqueda del equilibrio total (sanidad material - sanidad espiritual -

armonía con el mundo) es más importante que el abordaje de un solo elemento

porque sería parcial e insuficiente, el concepto aymara que utilizaban los

entrevistados para designar a la desnutrición era “larpha” que quiere decir contraído,

seco, esquelético. (Flores, 1999)

Si bien durante proceso de investigación no se tenía un panorama completo

del contenido de la categoría “larpha”, porque las madres y los padres habían

olvidado algunos elementos importantes, tiempo después los abuelos de uno de los

niños que había superado la desnutrición severa nos ayudaron a comprenderlo.

Según esta lógica la enfermedad es consecuencia de una imprudencia

materna durante el proceso de gestación. Según las reglas del embarazo andino la

madre esta prohibida de acercarse, ver o peor aún, tocar cadáveres tanto de

humanos como de animales debido a que del cuerpo de un muerto no enterrado,

emana un elemento especial que es posible percibir con el olfato pues posee un

aroma nauseabundo y propio de los cuerpos inertes a punto de entrar en estado de

descomposición, este “olor” reúne en sí lo último de un humor comúnmente malo

que experimento el fallecido en el proceso de transición de la vida a la muerte y de

su traslación al otro mundo y que desaparece cuando es enterrado pues la tierra

representa a la “pacha” quien termina de purificar el nuevo estado del fallecido y

facilita su nueva vida.

Este humor es una especie de energía que tiene la propiedad de caracterizar

el aspecto del muerto (rigidez cadavérica, palidez, piel flácida, ojos sin vida, etc.) y

lleva en sí la presencia de la muerte, en esta convicción a veces el alma del muerto

todavía encuentra motivos para quedarse en el mundo de los vivos situación que le

genera sufrimiento y retarda su traslado al otro mundo, por esta razón y como

muestra de respeto al fallecido la familia busca personas fuera de la parentela

consanguínea para que preparen el cuerpo de tal modo que no tenga motivos para

quedarse, también suele sacudirse, lavarse y quemar la ropa del difunto para que no

quede algo de su espíritu.

Según esta interpretación la muerte implica la culminación de un estado de

vida, mientras que el embarazo el comienzo de otra, por esta razón y las

implicancias que tiene un entierro, las mujeres embarazadas no pueden aproximarse

demasiado a los cadáveres; porque esta separación, según los informantes, es

momentánea y tiene propósitos positivos tanto para el muerto como para el nuevo

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ser ya que para el primero no habrá posibilidad de perder algo de si y alcanzará más

fácilmente la plenitud con la tierra e ingresará al mundo de las almas sin dificultad,

mientras que el nuevo ser estará protegido de adquirir elementos extraños que

perjudiquen su desarrollo físico y espiritual.

Consiguientemente la prohibición tiene el propósito de asegurar la vida del

gestante y la madre pero también de asegurar el bienestar del muerto en su

recorrido al nuevo mundo. En esta lógica tanto la energía de la vida, denominada

“Qamasa”, como la de la muerte “Jakasa”, se encuentran interrelacionados, por eso

es preciso que en la muerte ambas energías queden libres para gozar del nuevo

estado. (Torres en FAM – BOLIVIA, 2001)

No obstante cuando una mujer embarazada se aproxima demasiado a un

cuerpo inerte, es posible que una parte de esta energía quede impresa en el

gestante como un pretexto para quedarse en el mundo de los vivos, esta situación

es considerada negativa porque implican problemas tanto para el niño como para el

muerto.

Según los testimonios, para la familia y la mujer embarazada, es difícil

establecer el grado de exposición y peligro que corre el niño durante el período de

gestación, aunque hacen todo lo posible por evitar contactos perjudiciales, por esta

situación se sorprenden cuando el diagnóstico del médico tradicional les refiere que

el niño se encuentra con “lapha”, otro aspecto que es difícil establecer son los

tiempos de manifestación de la enfermedad porque aparece en un rango muy largo,

aproximadamente de tres meses a tres años de edad.

Los signos y síntomas básicos que sirven para diagnosticar “larpha” son

similares a los utilizados por la ciencia médica en el diagnóstico de la desnutrición,

estos se refieren a retardo en el desarrollo general del niño manifestado por peso y

estatura inferior al de otros niños de la misma edad, aplanamiento afectivo y

presencia de infecciones principalmente gastrointestinales, un síntoma que apremia

la búsqueda médica sea cual fuere, es el excesivo enflaquecimiento del niño. La

similitud en la identificación de signos y síntomas en ambos paradigmas, no

garantiza la correlación entre los dos porque devienen de enfoques diferentes, uno

es más fáctico y le da mayor énfasis al cuerpo, en cambio el otro es integral y

siempre toma en cuenta el cuerpo y el alma.

El dato referido al enflaquecimiento del niño es muy útil y ayuda a entender

que la categoría clínica aymara “larpha” sirve principalmente para designar el tipo de

desnutrición conocido en el ámbito médico científico como marasmo con su

respectiva forma clínica, consiguientemente cuando se habla de “larpha” es muy

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probable que se refiera al cuadro clínico marasmático. Sin embargo es necesario

efectuar investigaciones más profundas sobre este tema.

Siendo el enflaquecimiento y el aplanamiento afectivo los principales

indicadores de enfermedad, para las familias estudiadas fue difícil aceptar que los

niños con aparente peso adecuado e incluso mayor, sean susceptibles de estar

desnutridos. Aquí es preciso remarcar la sorpresa familiar al conocer que la causa

de la enfermedad de sus niños era la carencia alimenticia, lo cierto es que siguiendo

las pautas de su cosmovisión atribuían el mal a factores espirituales principalmente,

más que a los materiales, el descubrimiento de este conocimiento provocaba una

sensación de sorpresa y complacencia al mismo tiempo debido a que existirían

mayores probabilidades de ayudar al niño.

Para las madres saber que la enfermedad de sus niños no se debió a un

descuido personal, implicaba una especie de liberación de culpa y responsabilidad,

puesto que lo primero significaba recibir sanción social, en cambio de la otra manera

el problema se tornaba más familiar y comunal.

Otro grupo menor de familias consideraban que la desnutrición era efecto de

situaciones de marginación y exclusión de las esferas económicas y sociales

pujantes, esta situación, decían ellos, genera padres que carecen de trabajos

estables y adecuadamente remunerados lo que resulta en una provisión escasa de

alimentos nutritivos para los hijos, en esta percepción el paradigma es concomitante

con el planteado por las ciencias sociales.

No obstante después de priorizar los factores materiales también se

consideraban las posibilidades sobrenaturales, por lo mismo constituían familias que

ubicaban los orígenes de la desnutrición en ambos planos, es decir científicos y

espirituales, en estos casos la búsqueda de cura médica científica era simultánea a

la espiritual, consiguientemente alternaban ambas hasta conseguir resultados

favorables. En estas familias se pudo evidenciar un profundo desasosiego por las

condiciones materiales en las que viven y de las que responsabilizan a los gobiernos

de turno, en estas mentalidades la exclusión es asumida como desarraigo, es decir

que las familias sentían que habían sido seccionadas por la fuerza de las

posibilidades laborales, por lo que resentían las medidas económicas y el modelo

resaltando que el problema de la desnutrición era el resultado del egoísmo. No

obstante se encontró que en estas familias la posibilidad de acudir a un centro

médico es más rápido que en las anteriores.

También se encontraron familias cuyas representaciones descartaban las

probabilidades espirituales y se orientaban exclusivamente por paradigmas médico

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científicos, no obstante a pesar de tener en mente el paradigma científico, la

búsqueda de ayuda médica depende de otras variables.

3. Tratamientos iniciales de la desnutrición antes de la internación

La reacción de las familias estudiadas ante la desnutrición es pausada pero

de acuerdo al criterio de gravedad que consideren, todas sus acciones tendientes a

procurar agotar todas las posibilidades de cura existentes siempre en función de las

representaciones que tengan de ella. De este modo las familias con mayor tendencia

tradicional acuden al conocimiento ancestral acumulado y transmitido por

generaciones, este viene a ser el primer paso en el proceso de búsqueda de cura

para el niño; los tratamientos consisten en la aplicación de yerbas, rituales

especiales, sahumerios, libaciones, adivinaciones, etc., comúnmente predomina el

uso de diversas yerbas algunas de olor muy fragante, situación que hace suponer

que el lavado sirve también para contrarrestar el mal olor aspirado por la madre

durante el embarazo y transmitido al niño involuntariamente.

Las primeras curas tradicionales son efectuadas por los padres del niño, si se

considera que estos no son efectivos comienza a buscarse mayor precisión de

conocimientos siempre dentro del contexto familiar sea consanguíneo o espiritual,

para esto se hacen diversas consultas internas que resultan en la identificación de

alguien con mayor experiencia, este es el segundo paso en la búsqueda de cura.

Una vez evaluado el segundo paso y si los resultados siguen siendo negativos, se

procede a socializar el problema en la comunidad con el objetivo de indagar acerca

de la existencia de algún médico tradicional confiable, estos pasos se repiten hasta

agotar la esperanza de cura tradicional.

El valor de la cura familiar tiene el mismo nivel que el aplicado por un

especialista debido a que el acto de curar, en estas mentalidades, no es atribución

específica de personas especiales sino que proviene de vivencias personales, una

persona sabe curar porque también alguna vez se ha enfermado o atendió a algún

enfermo. (Sáenz, 2003) El secreto de la cura doméstica, dicen, esta en el cariño y

compromiso que brinda la familia al enfermo porque la responsabilidad del

reestablecimiento del equilibrio físico y espiritual es responsabilidad de todos.

Los otros grupos familiares con menor tendencia ancestral, si bien no

priorizan el tratamiento espiritual, inician las curas por medio del uso de yerbas

medicinales y otros tratamientos caseros, esta práctica también es asesorada por la

familia y continúa ensayándose otras alternativas semejantes a las practicadas por

las familias más tradicionales. En todos los casos, la búsqueda de la medicina

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científica ocurre cuando todos los métodos tradicionales o domésticos han sido

agotados y el niño empeora.

4. Las familias de niños desnutridos en el escenario de los centros

hospitalarios

Como se mencionó, la opción por la medicina científica ocurre después de

haber agotado las posibilidades familiares en las que también se hacen

consideraciones de tipo económico. Una vez discutido el estado del niño, se

considera el acceso a la posibilidad médica moderna, el resultado es que a pesar de

las grandes limitaciones la familia encomienda a la madre llevar al niño a un centro

médico.

Ahora bien, el estudio demostró que la elección de Centros de asistencia

médica no depende tan solo de la cercanía o el bajo costo, sino también de otros

factores más relacionados con la calidad de ser de las madres y familias de los niños

enfermos. Para comprender este aspecto del pensar, sentir y actuar de las madres,

es necesario explicar que la mentalidad andina es básicamente afectiva, lo que

quiere decir que la estructuración de pensamientos se elabora con ideas y

conceptos basados en la calidad del tono afectivo de los mensajes. (Cussy, 2003)

Esto quiere decir que interpretan señales del interlocutor, atribuyéndoles

determinadas cargas afectivas sean positivas o negativas, por esta característica

interpretan miradas, actitudes, tonos de vos, gestos, modos de caminar y hablar, etc.

que les sirven para emitir juicios acerca de la calidad de interlocutores que tienen.

Esta forma de pensar dice Cussy, es consecuencia del carácter colectivista que

permanece en la población de origen principalmente rural.

Consiguientemente, se encontró que la elección del Centro Médico depende:

de la calidad de trato, del grado de confianza que inspiran, de la puntualidad con que

atienden, de la afectividad y efectividad en los tratamientos, del prestigio

comprobado del Centro, del reconocimiento del Personal médico, de la sociabilidad

del personal, de la calidad de explicación que se da acerca de la enfermedad y la

cura, de la cobertura amplia de los servicios y también de la cercanía y cantidad de

costo que tienen. Esta distinción se la hace en función de la calidad de las variables

mencionadas en el párrafo anterior, por esta razón cuando la calificación tiende a

acumular puntos negativos para cada una de las situaciones, existen menores

posibilidades de recurrir a ese Centro médico.

En todo esto, el primer encuentro con el personal del Centro médico, muchas

veces es determinante o por lo menos influyente en la opinión, la confianza y la

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elección que se hace respecto a la opción médica. Por ejemplo, encontramos casos

donde las madres fueron tratadas despectivamente y con mucha descortesía, esta

situación motivó a que abandonaran los tratamientos y la posibilidad de volver a

acceder a un Centro médico.

El factor negativo en este asunto, es que estas dificultades son socializadas

muy rápidamente entre la comunidad de tal manera que se construyen estereotipos

que interfieren en el adecuado abordaje de la atención de la salud. No obstante

también sirve para diferenciar la calidad de atención que brindan los Centros de

asistencia médica. Debe recordarse que las valoraciones que se hacen de los

Centros de Salud, son confeccionadas en comparación con la calidad de atención

que otorga la cura tradicional, donde prima la afectividad, el respeto, la participación,

la socialización y la inclusión de la familia en el tratamiento.

Cuando la madre del niño desnutrido acude a un Centro de Salud, lo hace

saturada con todo este bagaje de información, en este escenario la madre constituye

en representante del grupo familiar con limitaciones en la toma de decisiones, por

esta razón muchas mujeres aceptan la internación de sus hijos, no sin previa

resistencia a pesar del alto riesgo que corre su niño, la resistencia a la internación

casi nunca es comprendido por el personal de salud porque ellos priorizan el

concepto de paciente de alto riesgo, por lo que las madres son criticadas,

sancionadas e incluso agredidas verbalmente. El tipo de tratamiento, proceso de

cura y desenlace que experimenta el niño, significa mucho para la familia y la

comunidad puesto que les sirve para fortalecer o no la efectividad de los

tratamientos que se dan en los centros hospitalarios, cuando estos son positivos

aumentan las posibilidades de tomarlos en cuenta para la atención de la salud.

5. El encuentro entre las representaciones culturales de la desnutrición de las

familias afectadas y el personal de salud

El contexto hospitalario es el espacio donde convergen las representaciones

de ambos tipos de actores, personal de salud y familias de niños desnutridos, el

estudio demostró que los segundos acuden a él dispuestos a negociar y colaborar

con sus representaciones en cambio los primeros compiten, desprecian y procuran

imponer las suyas. Por eso el trato es vertical y el diálogo unilateral, situación que

desconcierta a las familias quienes no logran comprender el por qué de los

reproches acerca de los tratamientos tradicionales previos aplicados a sus niños.

Otra situación relevante fue encontrar que la esperanza de encontrar cura por

medio de otra opción médica, funciona como mecanismo ablandador de

representaciones culturales ancestrales, puesto que se flexibilizaban para reconocer

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y dar lugar a otro tipo de representaciones aunque no sin previas evaluaciones. De

esta manera se construye otro esquema que coloca en una misma línea a ambos

tipos de medicinas procurando el equilibrio entre uno y otro, no obstante la exclusión

de alguno es posible pero se hace difícil mucho más cuando existen experiencias

positivas de por medio, lo que cuenta coyunturalmente para estas familias es que

ambos paradigmas pueden explicar la naturaleza de la enfermedad y ensayar sus

soluciones.

Debe entenderse que las curas médicas científicas, para los usuarios andinos

constituyen “ensayos” y no soluciones taxativas, sobre este punto Sáenz, (2003)

menciona que la medicina andina, vive en cada familia y comunidad, es local y

circunstancial y lo que es bueno para una persona no necesariamente lo es para

otra porque cada persona es diferente, porque el saber médico deviene de las

experiencias de la vida pero también de la particularidad del ser.

Lo anterior sirve para reforzar la idea de que la aceptación de las

representaciones médico científicas no garantizan la exclusión de las ancestrales,

porque las aceptaciones son circunstanciales, puede ser que en otro momento la

representación ancestral explique mejor el problema por lo que se volverá a retomar

los métodos tradicionales o viceversa.

Lo cierto es que para estas familias no existe medicina mejor ni peor porque

no existe conocimiento mejor ni peor, si cada uno de ellos tiene propósitos benéficos

es natural que ambas converjan a la hora de cumplir con sus objetivos; por esta

razón consideran que una es complementaria de la otra en un momento dado, no en

todos los casos, debido a esta forma de pensar fácilmente pueden acudir tanto a la

una como la otra, si una falla buscan la otra y si consideran que una no completó el

trabajo, buscaran hacerlo utilizando la otra.

Y es que en la mentalidad andina prevalece el criterio de una funcionalidad

coyuntural para que logre reestablecer el equilibrio, por esta razón sus

representaciones son flexibles a la adopción momentánea o permanente de

conceptos y métodos distintos a los tradicionales, la incorporación de un concepto

depende de la calidad de identidad que en el sujeto predomina, por lo mismo sus

representaciones culturales sobre la desnutrición no descartan etiologías científicas

ni sus tratamientos porque en su criterio nada es absoluto en sí mismo.

En la relación de las representaciones, existen juicios a-priori principalmente

por parte del personal de salud que no solo critica o desconfía del estilo de cuidado

que proporciona la familia al niño, sino que también juzga a la madre y la

responsabiliza por la situación del menor, en ocasiones este juicio se extiende al

grupo social al que pertenece la madre menospreciando los métodos de cura. La

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mayoría de las veces, la idea que tiene el personal de salud acerca de la madre y la

familia del niño desnutrido, se fundamenta en conclusiones erradas, por una parte

consideran que la madre carece de conocimientos adecuados acerca de la calidad

de los alimentos por lo que todo el tiempo se pasan repitiendo qué alimentos son

nutritivos y qué alimentos no, sin dejar de aprovechar los momentos para reprochar

la baja calidad de alimentos que se suministra al niño.

Así mismo, se cree que la madre y la familia no valorizan al niño de tal

manera que les es fácil descuidarlo, también imaginan que la situación conyugal de

las madres es dudosa y muy poco estable, toda esta situación es atribuida a la falta

de grados significativos de escolaridad por lo que la ignorancia sería el principal

factor influyente en la desnutrición de los niños. Lo cierto es que encontramos

madres que poseen grados aceptables de educación, existiendo incluso niveles

técnicos entre ellas, en cuanto a la situación conyugal este se caracteriza por contar

con parejas estables y añosas cuyos conflictos ocasionales devienen principalmente

de necesidades económicas más que de desavenencias de pareja.

6. Calidad de conocimiento nutricional de las madres de niños desnutridos

El tema del conocimiento de los alimentos también forma parte de las

discrepancias entre personal de salud y familia de los niños desnutridos, para los

primeros las madres carecen de información adecuada acerca del tema, esta

ignorancia les llevaría a elegir alimentos con escaso valor nutritivo.

Lo cierto es que las madres cuentan con información suficiente aunque difícil

de ser utilizable; ahora bien este conocimiento tiene diferentes niveles, unas

conocen más y con más exactitud, mientras que otras conocen menos y lo general,

no obstante a despecho de su saber, los alimentos considerados mejores, son

justamente los de mayor valor en los mercado locales (carnes, lácteos) o los que

brindan menor capacidad de saciar (frutas, verduras) por lo tanto se ven en la

necesidad de elegir entre lo que saben y lo que pueden alcanzar a comprar.

Esta triste elección es conciente y a sabiendas del riesgo que significa, son

familias que saben que los alimentos nutritivos no siempre logran saciar a sus hijos

como lo hacen aquellos de bajo poder nutritivo, pero como no cuentan con recursos

para variar la alimentación, deben conformarse con consumir alimentos poco

nutritivos que si logran llenar el estomago. Este panorama refleja la difícil situación

por la que atraviesan las familias bolivianas donde los problemas de desnutrición

obedecen básicamente a cuestiones económicas

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En cuanto al conocimiento sobre los alimentos, fue notable encontrar que las

madres tenían conocimientos semejantes a los del personal de salud, el siguiente

cuadro explica visiblemente lo mencionado:

Alimentos considerados nutritivos Alimentos considerados no nutritivos

Vegetales

Cereales

Leche

Derivados de los

lácteos

Frutas

Pescados

Carne

Huevo

Queso

Arroz blanco

Chuño (por su

valor energético)

Pan vitamin

ado (integral)

Papa

Pan

Fideo

Arroz

Dulces

Salchipapas

Hamburguesas

Ají

Alimentos enlatados

Carne en

proporciones elevadas

Chuño (ya es hecho

de papa muerta)

Refrescos

(gaseosas)

La repetición de algunos alimentos en ambas columnas obedece a dos tipos

de explicaciones, por una parte se menciona que un exceso de estos (pan, chuño,

arroz, carne) produce daños a la salud, por otra se los considera alimentos porque

logran nutrir el organismo y saciar el hambre.

Debo reiterar que el estudio demostró que las familias de los niños

desnutridos no comen alimentos saturados de carbohidratos porque así lo prefieren,

sino por que sus limitaciones económicas no les permiten balancear el menú

adquiriendo alimentos de mayor valor nutritivo, de todos modos las madres

reportaron que en ocasiones procuran que la familia consuma algunos alimentos

nutritivos.

Conclusiones

Las familias estudiadas viven con un ingreso mensual que oscila entre 43.3 u$s a

63 u$s para un promedio de 6 a 8 personas; para sobrevivir acuden a elementos

culturales ancestrales como la economía de intercambio que no es suficiente y que

interrelacionan con la economía de mercado.

Existen diferencias en los criterios utilizados para describir el origen de la

desnutrición, la visión médica señala que los factores son múltiples, en sus

tratamientos separan la mente del cuerpo por lo que dedica todos sus esfuerzos a la

cura del cuerpo, en cambio en la visión comunal la vida del ser comprende también

aspectos espirituales cuya alteración puede generar dificultades de salud que se

manifiestan en el cuerpo.

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Las familias no sabían que sus niños se encontraban desnutridos, pensaban que

sus males de debían a problemas espirituales, por lo que les fue difícil aceptar que

los niños con aparente peso normal, también podían estar desnutridos con

severidad.

Los primeros tratamientos son efectuados por la familia mediante la aplicación de

medicina casera porque en su idea el acto de curar no es propio de personales

especializados, la búsqueda de medicina científica se efectúa cuando todas estas

posibilidades han sido agotadas. Las posibilidades económicas también influyen en

este tipo de tratamiento.

La opción por la medicina científica también se relaciona con la visión que se

tenga de ella, por esta razón la elección de un determinado Centro Médico no

depende tan solo de la cercanía o el costo, sino de elementos que hacen a la calidad

de relaciones sociales, respeto y valoración adecuada de los usuarios. Los

medidores para valorar la efectividad de un Centro de Salud son reflejo de los que

se utilizan en el tratamiento tradicional, afectividad, respeto, socialización,

incorporación, participación familia, etc.

Las representaciones culturales que tienen las familias son altamente flexibles y

no dudan en retrotraerse, concatenarse o acoplarse a otras especialmente cuando

se trata de buscar el equilibrio en la salud. En estos esquemas ambos conocimientos

son colocados en una misma línea porque en su visión no existen jerarquías en los

conocimientos.

La aplicación de terapias constituyen ensayos, sean científicos o tradicionales

porque las enfermedades dependen de las circunstancias y las personas, por eso no

existen tratamientos taxativos.

En los centros de atención médica, las relaciones entre ambos actores, personal

de salud y madres y/o familiares de niños desnutridos, se encuentran saturados de

suposiciones y pre-juicios, situación que influye negativamente en el tratamiento del

niño.

Existe conocimiento adecuado respecto al valor nutritivo de los alimentos. El

consumo de alimentos saturados de carbohidratos es una elección obligada por la

carencia económica y la necesidad de buscar saciedad para la familia.

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