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Pilar Cabañas Moreno. Hª del Arte indio y de Asia Oriental
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VISITA A UN TALLER DE LACA:
La laca ha sido considerada durante largo tiempo como el material
más típicamente japonés. El arte de la laca tiene históricamente una
profunda y antiquísima raigambre en archipiélago japonés.
Las lacas bien hechas son muy resistentes no se disuelven con
nada (son resistentes incluso a la radiación atómica). A lo único que la
laca es susceptible es a los rayos ultravioletas. El elemento esencial de
las lacas extremo orientales es la savia natural del árbol Rhus
verniciflua. La laca sin filtrar ni refinar es lechosa y toma un tono
amarillento blanquecino en contacto con el aire. Filtrada y refinada, se
vuelve transparente.
La laca puede aplicarse prácticamente sobre cualquier tipo de
material (madera, bambú, mimbre, tela, papel, metal, cristal, cuero,
cartón, etc.), pero el material más idóneo es la madera (al fin y al cabo
el urushi procede de la madera) porque en ella la laca penetra muy bien
(las primeras capas de capa bruta, sin color penetran perfectamente) y
nunca se dan problemas de desprendimiento de las capas, como ocurre
por ejemplo cuando la laca se aplica sobre cristal o cerámica.
La clave de las cualidades del urushi se encuentra en su
composición en la que el elemento fundamental es el Urushihol
(C21H32O2) más goma, azúcar y agua.
El objeto de madera debe estar perfectamente trabajado y la
madera tiene que estar seca para evitar futuros problemas. Siempre se
aplican unas capas preparatorias para dar fortaleza al objeto, para
disimular o eliminar imperfecciones y para definir y consolidar su
forma. En estas capas preparatorias se usa una mezcla de laca cruda,
almidón de arroz y tierra muy fina (jinoko), muy propia de la laca
Wajima, de tal manera que queda un urushi pastoso, con bastante
cuerpo, que permite modelar y configurar formas, utilizando espátulas
en la aplicación. También como fase previa y como protección se
colocan en las partes delicadas de las piezas (por ejemplo los bordes de
los cuencos) tela de algodón o hilo que se adhiere con el urushi con
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almidón de arroz. Las capas de laca se aplican con espátula, y con
pincel plano a partir de las capas medias. Las capas de laca se
clasifican en inferiores, intermedias y superiores. Suelen aplicarse en
todo el proceso unas 11 capas.
Una vez aplicada cada fina capa de la laca, debe consolidarse en
una cámara especial llamada furo, donde hay un ambiente libre de
polvo y húmedo. Allí permanece el objeto unos días y la savia refinada
se endurece por el proceso de oxidación. Posteriormente el objeto se
somete al proceso de pulido con un objeto abrasivo (en los talleres
tienen gran número de piedras y otros objetos idóneos para pulimentar
o lijar) con el fin de lograr un espesor homogéneo de cada capa. Este
pulimentado homogéneo que se da a cada capa, es el que proporciona
esa luz y reflejo profundo de las lacas japonesas. Si las capas inferiores
no tuvieran espesores homogéneos, la luz produciría una reflexión
irregular y se rompería su brillo.
En una zona del taller, en la que se aplicaban las capas
preparatorias y las capas inferiores a las piezas, nos enseñaron
distintos materiales (laca bruta; laca mezclada con almidón de arroz y
arcilla jinoko); instrumentos (más de cuarenta espátulas para distintos
tipos de trabajos) y el furo donde se depositan las piezas para que se
endurezcan las capas. Vimos a distintos artesanos trabajar en diversas
tareas como la aplicación sobre piezas de la fina tela protectora (con su
trama en diagonal); la elaboración de la pasta, mezcla de laca bruta,
fina arcilla silícea (jinoko) y almidón de arroz, etc. Esta pasta que tiene
un color marrón claro, se aplica en las capas preparatorias y para el
entelado. Con la superposición de esta pasta acompañada de un
proceso de pulido, el objeto va obteniendo la forma definitiva. La laca de
las capas inferiores que van encima de las capas preparatorias no
contiene el almidón de arroz, y por lo tanto es negra. La laca de las
capas intermedias y capas superiores no contiene tampoco jinoko.
Cada capa de laca que se aplica debe dejarse secar, para después
de lijar suavemente con polvos (siendo muy habitual el uso de polvos el
asta de ciervo) aplicar la siguiente capa.
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Cada capa requiere varios días de secado en un lugar húmedo para
que la capa se consolide y evitar así su craquelado.
Había también otra sala del taller donde se procedía a pulir las
piezas. Los artesanos eran mujeres y cada una de ellas estaba
especializada en un tipo de pulido. En la sala encontramos números
instrumentos para pulir desde piedras (más de 300 de diversas formas
adecuadas para cada superficie curva, plana y esquina), carbón vegetal
y papel de lija. Cada una de las artesanas tenía su material específico
para pulir, que a veces elaboraban ellas mismas según la necesidad.
Una de ellas hacía el control de calidad, para garantizar que todas las
labores previas estaban bien realizadas y que el trabajo del pulido era
correcto. Para ello se usaba una muestra parangón. Aquellas piezas que
no alcanzaban la calidad de la muestra, quedaban rechazadas.
Una sala muy interesante que pudimos ver fue aquella en la que se
procedía a lacar piezas de gran tamaño. Desde una pequeña antesala y
a través de un cristal pudimos ver como un artesano estaba lacando
con enorme seguridad y precisión una gran pieza rectangular. No se
podía pasar a esa sala porque cualquiera de nuestros movimientos
haría llegar motas de polvo sobre la superficie de laca fresca.
Los colores empleados más frecuentemente son el negro y el rojo, y
excepcionalmente el verde y el amarillo.
De un modo general las técnicas decorativas de las lacas en Asia
Oriental son muy variadas:
Lacas esculpidas: consideradas por los chinos como las más
nobles. Los operarios aplicaban sobre el alma numerosísimas
capas de laca y el escultor posteriormente tallaba los temas
decorativos. Flores y aves formando un conjunto compacto eran
temas muy habituales.
Lacas en relieve: su decoración se parece a la de las lacas
esculpidas, pero en lugar de ser talladas, la decoración es
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modelada cuando la laca está todavía húmeda, o más
frecuentemente, realizada a parte y luego aplicada.
Lacas grabadas: su técnica consiste en hacer incisiones sobre el
diseño decorativo marcado sobre la laca que después se rellenan
de polvo de oro y plata, y por último se pulen. En China sólo se
conservan algunas representativas del siglo XIV. En el siglo XVII
las islas Ryûkyû producían lacas de este tipo de una calidad
sorprendente.
Lacas Coromandel: se aplica la técnica del esgrafiado, reservada
generalmente para piezas de gran talla, y particularmente
biombos.
Lacas pintadas: empleándose para ello materia pictórica cuyo
aglutinante habitual es la cola. Está excluido utilizar solamente
laca, ya que se oscurecerían los pigmentos.
Lacas pintadas al oro y la plata: conocida por los Ming como “oro
dibujado”. Las lacas negras pintadas en oro fueron exportadas a
Europa en cantidades crecientes después de la primera mitad
del siglo XIX bajo la forma de cajas de té, biombos y pequeños
muebles de estilo europeo.
Lacas con incrustaciones de nácar: esta técnica llegó a China
desde Tailandia. La mayoría combinan pintura, relieves con la
técnica decorativa de incrustaciones de nácar.
En Japón habría que destacar las siguientes técnicas:
Maki-e: consiste en pasar el diseño por medio de calcos a la
superficie a decorar. Colocado boca abajo y con una ligera
presión, el dibujo pasa a la laca. El papel se retira. El lacador
aplica con un pincel la laca fresca, y sobre ella deja caer el polvo
de oro. Se diferencian dentro de ella tres técnicas distintas:
1. Togidashi: consiste en ejecutar el diseño y cubrirlo después
con laca del mismo color que la empleada para el fondo,
generalmente negra, y después pulir la superficie hasta que
aflora el dibujo. Se consigue un efecto tonal muy hermoso.
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2. Hiramaki-e: “flat sprinkled picture”. A diferencia de la
anterior, las capas que se aplican después del dibujo eran
transparentes, y el dibujo queda muy ligeramente elevado con
relación al fondo. Este tipo de técnica se desarrolló
especialmente a principios del siglo XVII, y sobre todo de cara
a piezas para la exportación. Al exigir el mercado escenas más
y más naturalistas de acuerdo con el gusto reinante a fines
del periodo Edo, esta técnica alcanzó su máximo desarrollo en
el siglo XIX.
3. Takamaki-e: con esta técnica se consigue un realce en el
dibujo. Para conseguirlo es necesario aplicar alternativamente
capas de laca y polvo de oro. En ocasiones, con el deseo de
abaratar los costos se empleaban entre otros materiales el
carboncillo y el polvo para pulir como materiales de relleno.
Este método permitía crear un efecto de tres dimensiones.
Nashiji: técnica que simula la apariencia del cuarzo
incorporando virutas o lentejuelas de mica. Para ello se utiliza
polvo de oro, plata u otros metales. Es una técnica que se utiliza
sobre todo para los fondos, para la parte interna de las
tapaderas y de los cajones.
Shibayama: consiste en la aplicación de incrustaciones en realce
con materiales semipreciosos como la madreperla, el nácar, el
asta, el marfil, etc.