Post on 09-Jul-2016
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Cómo hemos visto, el surgimiento del 15-M supuso la irrupción inesperada de un
nuevo actor en la vida política española el cual posee características singulares que
combina tradiciones de la izquierda más libertaria (como el asambleísmo y la
horizontalidad) con elementos que son propios de figurasdel accionar políticoas
contemporáneoas como el su carácter espontáneo y autoconvocado así como el
fundamental uso de las redes sociales. Ahora bien, más allá de estos rasgos
destacados cabe hacerse una pregunta central ¿es posible comprender al 15-M
como un movimiento capaz de impactar profundamente en el escenario español
proponiendo nuevas formas de ciudadanía?
Como en otros casos la respuesta es múltiple. Por una parte, efectivamente el 15-M
ha sido exitoso en introducir cambios en el ambiente político español y sin embargo
(como hemos señalado de forma superficial hasta ahora) ha tenido dificultades para
transformar parte de estos éxitos en efectos concretos en la vida y las condiciones
políticas de los españoles. En segundo lugar es posible sostener que en el seno del
movimiento de los Indignados se han construido o generado prácticas que apuntan
a cuestionar las debilidades de las formas de ciudadanía actuales de corte más
liberal y, no obstante, también el movimiento expresa evidentes dificultades para
pasar de la fase voluntarista y de denuncias a una positiva de creación efectiva de
un nuevo horizonte político, lo cual, es justo decir, que en ningún momento el propio
movimiento (el cual entre otras cosas carece de una vocería clara) ha dicho que
tenga como objetivo aunque a su interior se hayan creado expectativas que
justifican la pregunta.
Éxitos en el escenario español.
Es clara la importancia que desde su aparición ha tenido el 15-M en el escenario
político de los españoles. En primer lugar, habría que señalar que en un contexto en
que todos los espacios de discusión pública estaban cerrados debido al consenso
constituido en torno a las medidas económicas de austeridad, no solo por la élite
política representada en el PSOE y el PP quienes aplicaron, los primeros, y
profundizaron, los segundos, estas políticas que claramente tendían a afectar a los
sectores menos favorecidos de la sociedad española, sino incluso por los sindicatos,
quienes antes ejercían como defensoresanteriores adalides de los derechos de los
trabajadores, y quienes en esta ocasión se decantaron por formar parte del
consenso como lo demuestra el hecho de haber accedido a detener importantes
huelgas iniciadas en 2010 tras una breve negociación. Así que un primer gran logro
de los Indignados fue abrir una alternativa en la sociedad española que tendiese a
colocar en el espacio público demandas que ningún actor político quería oír ni
menos representar.
En líneas generales se puede decir que estas demandas expuestas así como las
propuestas planteadas por los Indignados se enmarcan en viejas reivindicaciones
sociales que solicitan al Estado el cumplimiento de acceso real a los derechos
garantizados exclusivamente en términos formales, sobre todo en un contexto en
que tras los cambios introducidos por la doctrina neoliberal a nivel mundial, el
Estado cada vez se desentiende con mayor legitimidad, basándose en criterios
técnicos impuestos por las leyes económicas, de un número más amplio de sus
funciones. Es decir, que en el contexto de hegemonía discursiva y práctica
neoliberal, si bien las solicitudes de acceso a vivienda digna o trabajo de calidad no
son en lo absoluto nuevas, correspondiéndose a los criterios del conocido Estado de
Bienestar o un Estado social, sí adquieren una perspectiva fresca, otorgándoles
una importancia actualizada que las presenta bajo una nueva luz. La de
cuestionar el orden político e ideológico contemporáneo y disolviendo su
hegemonía.
Esto produjo un efecto que puede ser considerado una segunda victoria en el
contexto español, el movimiento 15-M fue capaz de imponer una agenda política a
las élites de los partidos y a los medios de comunicación que hasta ese momento
parecían estar de acuerdo en ignorar y rehuir la profundidad del impacto de la crisis.
“El movimiento se convirtió por sorpresa en un actor insoslayable en el
sistema político español, en el sentido que ningún otro podía dejar de
referirse a él y a los temas que colocaba en la agenda pública. Marcó las
elecciones locales de mayo, marcó la visita de Benedicto XVI a Madrid,
ha sido una variable fundamental en el pacto del PSOE y PP para
reformar la constitución y es presumible que su presencia haya sido más
que influyente en las elecciones generales del 20 de noviembre de
2011”1
1 ERREJÓN, Íñigo. El 15-M como discurso contrahegemónico. http://cccd.es/wp/wp-content/uploads/2015/02/15M_discurso_contrahegemonico_Encrucijadas_Errejon-libre.pdf
Discusiones y cuestionamientos que evidentemente vivían en el seno de la sociedad
española pero que hasta ese momento no habían encontrado un camino claro para
expresarse el 15-M logró convertirlos en una discusión que alcanzóa a todos,
tranformándola en y se hacía cotidiana. Los profundos problemas generados por un
sistema electoral que tendía a favorecer a unas élites muy acomodadas, el evidente
aumento de la corrupción en las altas esferas de la política que llegó a niveles
insostenibles (como con el caso Nóos que involucraba a la familia real por
intermedio de la Infanta Cristina que fue destapado durante 20112), las condiciones
de vida de un importante porcentaje de la población que iba adquiriendo niveles
cada vez más precarios, etc. Todo esto fue posible discutirlo y cuestionarlo
públicamente en buena medida gracias al efecto que tuvo la aparición del 15-M.
En tercer lugar ha influenciado la vida política española consiguiendo efectos de
reforma al interior de los partidos políticos más cercanos ideológicamente. Al interior
tanto del PSOE como de IU se produjeron procesos de importantes reformas,
impulsados a un tiempo por las derrotas electorales cosechadas en 2011 como por
las nuevas temáticas en agenda impuestas por los Indignados.
2 Como con el caso Nóos que involucraba a la familia real por intermedio de la Infanta Cristina que fue destapado durante 2011. A este se agregarán a los pocos años el descubrimiento de la caza de elefantes por parte del para la fecha rey Juan Carlos y quien en medio de ese contexto se disculpó públicamente y abdicó a favor de su hijo, así como la apertura del caso Bárcenas que puso bajo la lupa mediática las formas de financiamiento ilícitas del Partido Popular.
“Políticos y opinadores oficiales están obligados a tomar posición sobre
muchos temas puestos encima de la mesa por el 15-M. El ala más
socialliberal del PSOE ha sido (temporalmente) acallada y en Izquierda
Unida han salido reforzados los sectores que apostaban por la
refundación frente a los sectores inmobilistas. Ha colocado a la defensiva
a los movimientos independentistas de clase media a los que pilló por
sorpresa con sus argumentos identitarios excluyentes que le interesan
más bien poco a las clases populares en Euskadi y en Cataluña
angustiadas por la crisis.”3
No es de menor importancia este efecto porque generó refundaciones al interior de
las formaciones de la izquierda española las cuales se vieron impulsadas (cuando
no obligadas) a retomar algunos de sus principios y a tratar de recuperar, por medio
de inclusión de sus demandas, a un sector del electorado que se mostraba en clara
situación de orfandad política. Por ejemplo, en Izquierda Unida quien poco tiempo
antes había emprendido una incompleta reestructuración, se aceleró un congreso
de refundación y en el PSOE se comenzaron abrir espacios para las voces críticas
internas y se empezó a apostar por un programa de reformas. Como por ejemplo?
En cuarto lugar, y referido también al sistema de partidos, debe señalarse la
aparición en la escena española de dos formaciones políticas que han tendido a
romper con el bipartidismo y que en las últimas elecciones generales de España
(diciembre 2015) han obtenido resultados con el potencial de profundizar los
3 FERNÁNDEZ STEINKO, Armando. Origen y recorrido del movimiento 15-M español.
cambios que el 15-M inició. Estos nuevos partidos políticos son Podemos y
Ciudadanos. Ambos han salido beneficiados del agotamiento de la élite política
española y ambos reivindican al menos parte de las críticas al sistema político y al
status quo planteadas por los Indignados.
Ciudadanos es una formación más antigua, se fundó en 2006 en Barcelona como
parte de una plataforma conjunta en la que participaban algunos intelectuales y
artistas que se oponían al excesivo “nacionalismo catalán”, lo que sigue siendo uno
de sus principales principios. Su presidente es Albert Rivera quien durante la
campaña para las elecciones generales fue constantemente acusado de provenir
de las filas del PP en su juventud y de que por ello existe cierta afinidad entre la
agrupación que preside y los populares (tomando en cuenta que Ciudadanos es el
único partido político que tras las elecciones generales de diciembre sostiene la
disposición a negociar con ellos puede que no sea del todo falso). En parte debido
a eso, Ciudadanos es percibido como de centro-derecha, aunque desde el propio
partido se ha señalado que más que en el eje izquierda- derecha prefieren
ubicarseentenderse en el como parte del eje libertad-autoritarismo del cual estarían
en el lado de la libertad. Ciudadanos reivindica la necesidad de profundizar la
democracia en el país, de reformar la ley electoral y luchar contra la corrupción
política, lo que en general le ha valido el apoyo de sectores hastiados de las élites
políticas y permitido captar parte de los manifestantes y participantes del 15-M así
como presentarse como una agrupación con imagen fresca que apuesta por el
cambio.
Podemos, en cambio, nace en 2014, formada por varios académicos, intelectuales
y activistas políticos quienes deciden expresamente estructurar en un partido
político la demanda de mayor democracia surgida del 15-M. Liderados por Pablo
Iglesias, secretario general de la formación, obtuvo un inesperado favorable
resultado en las últimas elecciones europeas (siendo el cuarto partido más votado
en España y obteniendo 5 escaños) lo cual catapultó al emergente partido para las
elecciones generales. A diferencia de Ciudadanos, Podemos es percibido como
ubicado ideológicamente mucho más a la izquierda (incluso del mismo PSOE) y ha
sido enfático en promoverse como la única alternativa verdadera al cambio. Sin
embargo, al igual que Ciudadanos, rehúye el eje izquierda-derecha y prefiere el de
“los de abajo-contra los de arriba” que consideran mucho más transversal, los
plebeyos contra las élites. En el programa político de Podemos se defiende una
profunda democratización de la sociedad, su apertura a los inmigrantes, la
necesidad de reformar la ley electoral así como la mayor participación del Estado
en los asuntos económicos. En las elecciones generales han quedado terceros, tras
el PP y el PSOE. En gran medida, Podemos es realmente uno de los efectos más
importantes del 15-M, a quien adjudican directamente su nacimiento, lo cual
además ha generado una importante crisis en el bipartidismo español aún por
resolverse y del cual Podemos es uno de los más incisivo críticos, popularizando la
descripción de PSOE y PP como “La Casta”, en la línea anteriormente descrita de
la élite. Por otra parte, Podemos ha insistido en tratar de llevar prácticas más
democráticas al escenario parlamentario, por ejemplo varios de sus diputados han
manifestado que harán uso de las herramientas web para mantener una
comunicación más activa con su electorado sobre todo en temas que puedan ser
altamente polémicos4, es decir, que tienen la intención de fungir más como
representantes y voceros que como diputados autónomos. Si la práctica llegase a
generalizarse supondría una importante transformación del comportamiento político
habitual clásico.
En resumidas cuentas y analizado desde la perspectiva de Sartori, esta crisis del
bipartidismo español supone la novedosa situación de un escenario de pluralismo
limitado en el país, en que dado que ninguna de las actuales cuatro organizaciones
más votadas importantes son capaces de formar gobierno de manera
independiente y sin llegar a alianzas con las otras. En un país acostumbrado a un
ordinario bipartidismo y que provieneproveniente de una dictadura en la que no
estaba permitida i siquiera era permitida la competencia electoral, este panorama
supone una transformación radical en el sistema político. Si es capaz de
mantenerse y profundizarse, si no es solo la expresión de una crisis momentánea
producto de la situación económica, puede vaticinar un proceso de maduración del
sistema político español aún más cuando por lo visto en la campaña no se ha
generado una radicalización de las posturas y discursos que atente contra la 4 Europarlamentario Pablo Echenique señala: “Eso es algo que vamos a tener que decidir. Las cosas importantes habrá que preguntarlas. En un tema como ese yo creo que sí habría que hacerlo. Todo esto lo tenemos que poner en marcha porque somos algo muy nuevo. Pero no me parece nada descabellado que montemos un buen sistema informático, seguro, ágil, que permita consultar a la población cosas sencillas. Yo vengo pensando en que deberíamos, en temas complejos, explicarlo de forma pedagógica, divulgativa e incluir material didáctico a la votación.”http://www.eldiario.es/politica/izquierda-veces-gente-vuelve-anticientifica_0_265623588.html
estabilidad del sistema a largo plazo. Todos los partidos políticos siguen
disputándose el centro político y reconociendo en esencia los principios que
sostienen el sistema; incluso los integrantes de Podemos, a pesar de las diferencias
y –en ocasiones- el mensaje más radical, no ha dejado de reconocer algunos
puntos vitales como la monarquía parlamentaria y la unidad del Estado español (a
pesar de la defender la posibilidad de la autodeterminación catalana).
En quinto lugar, también el 15-M ha supuesto la activación de la ciudadanía, un
rescate de los principios republicanos de participación cívica y preocupación por los
asuntos comunes. Existe en la toma de la plaza una metáfora que es imposible
eludir. Como se sabe, las plazas son históricamente espacios para el encuentro
común, e históricamente han representado justamente el lugar para la discusión de
los problemas públicos o de realización de festividades que procuran construir lazos
en la comunidad. Es por esto que las acampadas que se produjeron a lo largo de
España, no solo fueron el reflejo del hastío ante los problemas económicos y la
desidia de los políticos, sino que simbolizan la recuperación de los intereses de
todos los ciudadanos en la vida de la polis. Esto supone una resistencia
fundamental a los efectos privatizadores que tanto la hegemonía neoliberal como la
crisis económica han impuesto en la vida de los españoles. Esta resistencia ha
conseguido también efectos objetivos.
“El movimiento ha cosechado algunas victorias concretas: se han
conseguido parar varias decenas de deshaucios, se ha colocado a los
banqueros y a las grandes fortunas contra las cuerdas, se ha despertado
la simpatía de muchos opinadores profesionales y periodistas, se han
creado espacios ciudadanos para el estudio de problemas complejos
como los mercados financieros y la crisis económica. Además ha
generado una sensación de victoria que la izquierda no sentía desde la
transición política.”5
Pero, a pesar de que estos aun no tienen las dimensiones esperadas, no pude
dejar de considerarse fundamental este rescate de la ciudadanía como actor
protagonista y no tanto como observador desesperado de los procesos políticos en
el país.
Por último en España, el movimiento ha sido capaz de poner ha puesto en cuestión
una forma de comprender la política, entre izquierda y derecha. Como hemos
mencionado, dos de las formaciones políticas que se han beneficiado del
desprestigio de las élites españolas, Ciudadanos y Podemos, reivindican el uso de
un eje distinto de interpretación de lo político. Un eje de libertad versus
autoritarismo (Ciudadanos) o un eje vertical, los de abajo contra los de arriba6
(Podemos), esto se hereda visiblemente de los cuestionamiento y el hastío
expresado por los Indignados quienes no solamente criticaban la avaricia e
irresponsabilidad de los banqueros sino el comportamiento de los partidos de
derecha e izquierda (“no nos representan”) y que ha terminado por generar un
nuevo sentido común en la política que ahora debe interpretarse como una disputa
entre el ciudadano común, de a pie (la madre soltera, el inmigrante, el joven sin
5 Ibídem.6 También ejemplificado en frases como “Somos el 99%”.
trabajo, el abuelo pensionado) frente a las élites políticas y económicas del país
quienes son corruptas y se desentienden de los problemas de la inmensa mayoría
del país.
Formas de nueva ciudadanía (el capítulo debería empezar acá, mocha)
Existen razones para considerar que el movimiento 15-M representa una propuesta
de renovación ciudadana y de nueva actuación política de la ciudadanía ,que va
más allá de los profundos y permanentes cambios que parecen haber introducido
en la vida política española., una propuesta de renovación ciudadana y de nueva
.ciudadanía. De hecho, una importante cantidad de autores contemporáneos como
Antonio Negri, Manuel Castells y David Harvey consideran que los Indignados (y
otros movimientos de protesta que han surgido en los últimos años) son la muestra
de una nueva subjetividad política que aparece en respuesta a las condiciones
actuales del sistema económico y político. De un modo similar a como Karl Marx
ubicaba en el proletariado una fuerza social que surgía del propio capitalismo en el
siglo XIX con la potencialidad de transformarlo, estos autores perciben en estos
nuevos movimientos sociales el germen de importantes cambios en la sociedad.
El análisis de estos autores es el resultado de la propia realidad social actual en
que las crisis de deslegitimación política se suman a la lenta recuperación
económica que impacta la vida de amplios sectores de la sociedad, la cual ya se
había visto amenazada por el paulatino aumento de la desigualdad7. Los procesos
de deslegitimación política y crisis económica parecen tener su origen en los
cambios en la estructura social que ha venido ocurriendo desde los 70 y 80 y que
7 Habermas describe la situación de la economía en los 90: “En vez de llevar a cabo una coordinación de políticas comunes para evitar la amenaza de una fuga de capitales, los gobiernos nacionales se ven cada vez más implicados en una carrera de desregulaciones con el fin de rebajar los costes; carrera que conduce a obscenas ganancias y drásticas diferencias de ingresos, a un aumento del paro y a la marginación social de una población pobre cada vez más amplia”
ha sido nombrado de diversas maneras. Capitalismo tardío (Jurgen Habermas),
sociedad de consumo o modernidad líquida (Zygmunt Bauman), sociedad
posinsdutrial (Alain Touraine), posmodernidad (Francoise Lyotard) son algunas de
las conceptualizaciones a través de las cuales se ha intentado comprender la nueva
configuración social caracterizada por un aumento del sector de servicios en
comparación con el industrial, por la extensión del capital financiero, el
revolucionario desarrollo de las tecnologías de información, la creciente complejidad
e importancia de las instituciones supranacionales y el desdibuje de los Estados-
nación. Todo este proceso suele ser conocido también como globalización.
Toda esta nueva configuración social trajo aparejada una disminución de las
capacidades políticas, es decir, la debilidad de los actores e instituciones que
tradicionalmente se trazaban proyectos comunes con el objetivo de mejorar las
condiciones sociales generales. Importantes nociones que habían guiado la acción
conjunta de las fuerzas sociales hasta mediados del siglo XX tales como Estado,
partidos, nación, etc., perdieron credibilidad ante la sociedad. Incluso la propia idea
de democracia se vio deslegitimada, irónicamente cuando una importante cantidad
de países (los que integraban el sistema soviético) la adoptaban como sistema
político.
El conjunto de razones por las cuales a nivel global el proceso de cambio en la
orientación económica y las dificultades para la acción política coincidieron están
tan mezclados que es difícil determinar el comienzo de uno y otro. Sin embargo, es
posible considerar al segundo como el resultado de los cambios en el proceso
productivo y el posterior debilitamiento de los Estado-nación. Los flujos económicos
que cada vez son más esquivos a los controles estatales (empresas trasnacionales
con capacidad de moverse de un lado a otro del globo, el movimiento frenético del
dinero virtual en las bolsas de valores así como el desplazamiento de migrantes
internacionales) han generado una pérdida en la capacidad del Estado para
legitimarse. El declinamiento de la soberanía estatal trajo aparejada el agotamiento
de instituciones y actores (partidos políticos, sindicatos) que se asociaban a ella, es
decir, que planificaban su actuación en el marco de los estados-nación. En este
punto coinciden filósofos tan diferentes como Jurgen Habermas y Antonio Negri.
En “La constelación posnacional y el futuro de la democracia” Habermas dice:
“El lema de «impotencia ante el proceso de globalización» no es, si nuestro análisis es
correcto, una mera fantasía, aunque requiere más precisiones. Los fundamentos
fiscales de una política social son cada vez más escasos mientras, simultáneamente,
decrece la capacidad para dirigir globalmente la economía. Además, la capacidad de
integración de las formas tradicionales de vida disminuye y, en consecuencia, la
relativamente homogénea base de la solidaridad civil resulta afectada. Para un Estado-
nación que ve limitada su capacidad de acción y cada vez se siente menos seguro de su
propia identidad colectiva es muy difícil satisfacer sus necesidades de legitimación.”8
Del mismo modo, Antonio Negri y Michael Hardt en Imperio señalan:
“Necesitamos echar una mirada mucho más cuidadosa sobre cómo ha cambiado la
relación entre el Estado y el capital. Primeramente debemos reconocer la crisis de las
relaciones políticas en el contexto nacional. En la medida que el concepto de soberanía
nacional está perdiendo efectividad, así también decae la denominada autonomía de la
política. La noción actual de la política como una esfera independiente de determinación
del consenso y ámbito de mediación entre las fuerzas sociales en conflicto tiene poco
espacio para subsistir. El consenso está determinado más significativamente por
factores económicos, tales como el equilibrio de los balances comerciales y la
8 Habermas, Jurgen. La constelación posnacional y el futuro de la democracia. Pag. 108
especulación con el valor de las divisas. El control sobre estos movimientos no está en
manos de las fuerzas políticas que fueron concebidas tradicionalmente como
depositarias de la soberanía, y el consenso se determina por mecanismo que no son los
políticos tradicionales”
El Estado se ve sometido a presiones crecientes justo en el momento en que tiene
menos capacidad para responder a ellas. Estas presiones ocasionan el surgimiento
de fuertes protestas sociales y movimientos, que como el 15-M, tienden a escapar a
las instituciones políticas clásicas y que incluso suelen cuestionarlas
Una segunda razón por la cual diversos autores identificados con la izquierda ven
en el 15-M la expresión de una nueva subjetividad política tiene que ver con la
estructura de red que este movimiento ha adoptado en su actuación, similar a la del
capitalismo global contemporáneo o directamente, a la de la sociedad tal y como la
entiende Manuel Castells. Este autor define a la sociedad contemporánea como
una sociedad red
“(…) la sociedad red, la estructura social que caracteriza a la sociedad a principios
del siglo XX1, una estructura social construida alrededor de (pero no determinada
por) las redes digitales de comunicación. Sostengo que el proceso de formación y
ejercicio de las relaciones de poder se transforma radicalmente en el nuevo contexto
organizativo y tecnológico derivado del auge de las redes digitales de comunicación
globales y se erige en el sistema de procesamienro de símbolos fundamental de
nuestra época.”9
En este sentido, el elemento central que define a la sociedad red y al poder en ella
es el manejo de los medios de comunicación y, a través de ellos, la capacidad de
controlar el intercambio simbólico de los individuos pero es, así mismo, un poder
difuso y descentrado.
9 CASTELLS, Manuel. Comunicación y poder. P. 24 y 25.
También Antonio Negri y Michael Hardt coinciden en identificar la estructura de red
como el modelo paradigmático de la sociedad. Pero a diferencia de Castells,
consideran que esto es el resultado de cambios en la producción capitalista. . A
diferencia de la primera fase del capitalismo, que se ha identificado esencialmente
con el modelo fordista y taylorista, es decir, esencialmente jerárquico, de división
clara del trabajo y de disciplinamiento espacial y temporal, el segundo y actual
momento del capitalismo tiende a estar fuertemente desconcentrado, dando
espacios de autonomía al trabajador en búsqueda de una mayor productividad.
“Hoy, en cambio, nosotros vernos redes dondequiera que miramos: en las
organizaciones militares, los movimientos sociales, las formaciones comerciales, las
pautas de migración, los sistemas de comunicaciones, las estructuras psicológicas,
las relaciones lingüísticas, las transmisiones neurales, e incluso las relaciones
personales. No es que las redes no estuvieran antes ahí, ni que haya cambiado la
estructura cerebral. Es que la red se ha convertido en una forma común que tiende a
definir nuestra manera de entender el mundo y de actuar dentro de él.Y lo que es
más importante desde nuestro punto de vista es que las redes son la forma de
organización de las relaciones de cooperación y comunicación que dicta el
paradigma de la producción inmaterial. La tendencia de esa forma común a emerger
y ejercer su hegemonía es lo que define una época.”10
Como explican, Negri y Hardt (siguiendo a Marx), esta tendencia estaba
inscrita ya en el propio capital, sin embargo, solo ahora toma su forma
definitiva.
Ambos elementos, el poder difuso a través del control simbólico de los
medios de comunicación y la forma actual del capitalismo descentralizado,
han tendido a moldear a toda la sociedad en la forma de red que los 10 NEGRI, Antonio y HARD, Michael. Imperio. 174.
estructura a ellos y es por esto que los Indignados resultan ser una
respuesta adecuado, ya que han sido capaces de colonizar esta estructura
para responderle en sus propios términos.
Por último, el 15-M es percibido como una nueva subjetividad en la medida en que
ha tendido a expresar la Esto se debe principalmente al conflicto que ha iniciado y a
la crisis en la que ha sumergido a la mayor parte de las instituciones que dan forma
a la democracia a nivel mundial en España y que puede (y debe) comprenderse
interpretarse como una crisis que aunque local, cuestiona todo el sistema político
contemporáneo, el cual está fuertemente influenciado por los principios de la
política y la ciudadanía tal como el liberalismo las entiende, las cuales han tendido a
convertirse en de corte liberal que es hegemónicoas en el mundo. En este sentido,
las principales instituciones que se ven afectadas descalabradas por el 15M fueron:
1) Los sistemas de mediación de la participación política (partidos políticos), 2) El
sistema de libertad de expresión mediada por grandes medios de comunicación, 3)
El sistema de representación política y la toma de decisiones a través del
legislativo.
El cuestionamiento de estas instituciones no es nuevo ni exclusivo del sistema
político español sino que es actualmente uno de los problemas a revisar en general
en el contexto de una crisis de la ciudadanía que se ha globalizado al mismo tiempo
que las operaciones mercantiles. En el libro “Democracia sin Ciudadanos” se puede
leer en la introducción una explicación sobre la debilidad de la participación
ciudadana a la que se responsabiliza al liberalismo
“La democracia que conocemos y que es posible en nuestras sociedades
complejas y plurales es una democracia representativa en la que los
ciudadanos delegan en sus representantes el oficio de gobernar y se
desentienden del mismo o se refieren a él sólo para criticarlo. Es además
una democracia de partidos, donde los grupos políticos suelen estar más
pendientes de los intereses del partido a que pertenecen que del interés
general. Es asimismo una democracia mediatizada por unos medios de
comunicación que, a la vez que proporcionan información inmediata
sobre todo lo que ocurre y tiene relevancia política, lo hacen con
excesiva premura y poco cuidado, atendiendo a fines más comerciales
que de servicio a los intereses ciudadanos.”11
Las inquietudes planteadas son similares a la que el movimiento de los Indignados
exponía a la ciudadanía. Como se puede observar algunos problemas son comunes
en todas las críticas realizadas, Llos problemas vinculados a una representación
que pasa por un proceso de extrañamiento de sus representados, medios de
comunicación que no cumplen su función de garantizar la libertad de expresión y el
debate público de los asuntos comunes así como mecanismos de decisión que
inhiben la participación y promueven la apatía ciudadana. No por casualidad todos
tópicos cuestionados por el 15-M.
Pero ante este escenario cabe preguntarse a qué nos referimos cuando hablamos
de ciudadanía, qué es este concepto y por qué resulta tan importante para la
11 CAMPS, Victoria. Democracia sin ciudadanos.
construcción de la democracia y de qué forma se ha visto afectado por el contexto
social actual hoy en día. En primer lugar y como ocurre con frecuencia con casi
cualquier noción relacionada al campo político, el concepto de ciudadanía tiene
raíces grecorromanas. Es en Grecia es el lugar en que se forman las primeras
ciudades-Estado y se elabora teóricamente (o al menos se mantienen los registros
mejor conservados) sobre las “buenas formas de gobierno” y el comportamiento
adecuado de su población. Autores como Platón y Aristóteles, influenciados en
diversa medida por las prácticas de ciudades como Atenas y Esparta, empiezan a
concebir formas en que los habitantes deben participar en la vida pública de sus
respectivas ciudades. De Aristóteles se destaca, por ejemplo, la conocida definición
del hombre como zoon politikon, lo que además sirve para evidenciar la importancia
que tenía en la época la “ciudadanía” en tanto una serie de derechos que tenían los
hombres libres que les permitía ser partícipes en la toma de decisiones de los
asuntos que concernían a todos. Es importante destacar que esta libertad se refería
esencialmente a lo referido a los asuntos domésticos y económicos (oikos), es
decir, liberados del mundo de las necesidades materiales, lo que justificaba la
exclusión de mujeres y esclavos, y que representa una diferencia crucial con la
comprensión contemporánea de la ciudadanía. Del mismo modo, Roma le lega
también al mundo occidental diversas concepciones, estas más en el plano jurídico,
de lo que debe ser la participación política además de instituciones y códigos que
son aun estudiados aun hoy en día y que reciben la influencia del “cosmopolitismo”
romano, o sea, de la necesidad de actualizar sus reglamentos jurídicos ante la
constante ampliación poblacional debido a la , vía expansión bélica y así como las
presiones sociales y políticas que se generaban por a las que se veía sometido
debido a ella. En definitiva esta comprensión antigua de la ciudadanía se vincula en
muchos casos a la también antigua conceptualización de la democracia directa,
entendida como participación sin mediaciones de los hombres libres en las
decisiones políticas.
En la actualidad, la ciudadanía tiene una forma de entenderse muy distinta lo cual
se debe esencialmente al surgimiento de la teoría liberal que es de matriz
fundamentalmente moderna. El liberalismo, que aparece como respuesta a la
sociedad estamental y de fuertes controles estatales medieval tiene como núcleo
interpretativo al individuo que se convertirá de aquí en adelante en una figura
histórica central y que difiere mucho del hombre en comunidad que estudian los
griegos. Al tener como pilar al individuo la concepción de ciudadanía que surge del
liberalismo tiende a plantear como punto central la defensa del individuo frente al
poder autoritario del Estado. Es por esto que resulta coherente con ella el modelo
de “ciudadanía negativa”, es decir, como una serie de limitaciones que se imponen
al Estado para evitar que se interponga con las libertades individuales.
De hecho, habría que señalar que el modelo liberal supone siempre la idea de un
Estado limitado, como lo expone Norbert Bobbio.12. Sin embargo, a pesar de haber
alcanzado cierto grado de hegemonía durante el siglo XIX no tardó en entrar en
crisis y ser fuertemente cuestionado por los efectos sociales a los que se vio
asociado, principalmente el incremento desproporcionado de la miseria como
oportunamente señalaron los socialistas de la época. Resulta que la existencia del
12 BOBBIO, Norberto. Liberalismo y democracia. Fondo de Cultura Económica. 1996
Estado feudal por más despotismo que representase, servía también como freno
(débil pero freno al fin y al cabo) a las no menos autoritarias leyes del mercado, a
las cuales el Estado mínimo liberal ya no ponía límites. Esto fue el resultado de la
comprensión doble de ese modelo estatal defendida por los primeros liberales (y
que los actuales neoliberales han intentado reeditar), esto es, la coincidencia no
necesaria entre el Estado limitado en lo político (en sus poderes) y el Estado
limitado en lo social (en sus funciones).
“Ambos son abarcados por la doctrina liberal, aunque pueden ser tratados
separadamente. El liberalismo es una doctrina del Estado limitado tanto con
respecto a sus poderes como a sus funciones. La noción común que sirve
para representar al primero es el estado de derecho; la noción común para
representar el segundo es el estado mínimo. Aunque el liberalismo conciba
al Estado tanto como estado de derecho cuanto como estado mínimo, se
puede dar un estado de derecho que no sea mínimo (por ejemplo, el estado
social contemporáneo) y también se puede concebir un estado mínimo que
no sea un estado de derecho (como el Leviatán hobbesiano respecto a la
esfera económica que al mismo tiempo es absoluto en el más amplio
sentido de la palabra y liberal en economía). Mientras el estado de derecho
se contrapone al Estado absoluto entendido como legibus solutus, el estado
mínimo se contrapone al estado máximo: entonces se debe decir que el
Estado liberal se afirma en la lucha contra el Estado absoluto y contra el
estado máximo en defensa del estado mínimo, si bien los dos movimiento
de emancipación no siempre coinciden histórica y prácticamente”
Pero, tal como se ha mencionado el modelo liberal entró en crisis, La crisis del
Estado liberal que sumada a los movimientos políticos que generó (socialismos,
comunismo y fascismo) obligó a una reformulación de la ciudadanía basada en
principios liberales. Esta surge tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y da paso
al Estado Social que armonizaba el Estado de derecho con un Estado máximo en lo
social, en el que la ciudadanía además del carácter negativo adquiría una
dimensión positiva. Este conflicto entre modelos se ejemplifica con claridad tiene su
ejemplo más claro en la disputa en el seno de la Organización de Naciones Unidas
en que se debatió la primacía entre los derechos civiles y políticos (defendida por
Estados Unidos y sus aliados) frente a los derechos económicos y sociales
(bandera de la Unión Soviética y otros países de corte socialista). La discusión fue
zanjada con la salomónica decisión de otorgar a ambos documentos la misma
importancia y no imponer la firma de ninguno a las diversas naciones. Un epílogo
de estas discusiones puede observarse en la propia constitución española de
1978 en la redacción de la cual se incluyeron artículos referentes a derechos
de carácter social y económico, como los referidos a la vivienda (artículo 47),
la seguridad social (artículo 41), distribución de la renta (artículo 40) y
protección a la tercera edad (artículo 50)13, entre otros.(No me gusta. Sobra)
Todo este proceso dio lugar al mismo tiempo a la coincidencia -considerada por
diversos autores fortuita- entre democracia y liberalismo. Esta eventualidad terminó
13 Constitución española. Páginas XXX.
por crear un régimen político que se basaba fundamentalmente en sistemas de
representación parlamentarios que tienen su base en la soberanía popular ejercida
a través del voto y en que la participación política es mediada por partidos políticos
en el marco de un estado de derecho que es garantía de la libertad de asociación
política y de la libertad de expresión y opinión desarrollada en la práctica a través
de los medios de comunicación. Todos estos elementos deberían asegurar una
democracia saludable que compagine las ideas de libertad de los liberales con las
ansias de igualdad y justicia que modelos de ciudadanía alternativos al liberal
(republicano, socialista) exigen.
No obstante, desde los ochenta se ha venido gestando un movimiento que a pasos
veloces ha ido construyendo un discurso sobre la inviabilidad de este esquema y
donde se señala que en pos de la eficiencia y las “posibilidades reales” de los
Estados deben abandonarse muchas de las funciones que en su perspectiva social
ha ido adquiriendo para transferirlos a otras instituciones (casi siempre de carácter
privado) o a la propia ciudadanía. Es en definitiva lo que nos ha traído a la situación
actual y que ha puesto en cuestión la progresión de derechos que la noción de
ciudadanía había ido adquiriendo durante todo el siglo XX producto de las guerras y
disputas a nivel mundial y que en el caso específico de los Indignados ha supuesto
el enfrentamiento contra diversas instituciones en un proceso que se puede
comprender de renovación de la ciudadanía.
Sistema de mediación de la participación
Uno de los elementos contra los que ha sido más ácida la crítica levantada por los
Indignados es justamente en contra del sistema de partidos que es percibido como
instrumento de dominación con una fuerte tendencia a la corrupción. Esta
percepción es el fin de un largo proceso que ha llevado a los partidos de ser
mecanismos a través de los cuales diversos ciudadanos trataban de instalar en la
sociedad sus ideas para constituirse en máquinas que luchan por obtener el poder
a través del convencimiento y seducción de una “masa” de la población casi
siempre de carácter más o menos anónimo con el fin de gobernar teniendo
difusamente a esa “masa” cuenta.
“En las nuevas condiciones de competición, ningún individuo podría llevar a
cabo un proyecto políticamente relevante sin integrarse en las estructuras
de los partidos. La indiferencia e ignorancia de los electorados, así como el
uso que hacen los políticos de los medios de comunicación, asegurarían el
predominio de los partidos. La falta de democracia interna, la tendencia a la
oligarquización y la tentación de la corrupción en los partidos son algunas
de sus críticas en los partidos estudiados. Al crearse estructuras estables,
los partidos de comienzo del siglo XX se hacían progresivamente más
eficientes que sus antecedentes, más capaces de competir efectivamente y
ganar elecciones. Sin embargo, no conseguían ser partidos internamente
democráticos”14
En líneas generales se conoce de este proceso en el caso español pero lo que
quizá no resulta tan claro es que ha sido un proceso general del sistema de
14 GANGAS, Pilar. Los partidos políticos.
partidos. En la medida en que se consolidaban algunos de ellos como los
principales en sus respectivos países tendían a formarse oligarquías a su interior,
las cuales centraban sus esfuerzos en el mantenimiento de su estatus al interior del
partido restando importancia a los objetivos externos que daban sentido a la
organización. En este esfuerzo el sector dirigente dejaba de vincularse con sus
bases, las cuales cumplían un rol apenas de legitimación de estas oligarquías al
mismo tiempo que se afianzaban estructuras jerárquicas que colaboraban en el
sostenimiento de ellas. Por lo cual la percepción de los partidos era cada vez más
la de estructuras rígidamente jerárquicas que tendían a la corrupción (interna y
externa) afianzando sectores oligárquicos en la sociedad.
A esto debe sumarse que tras el limado de aspereza de las contradicciones
sociales que fue el resultado más importante de la disminución general de la
desigualdad y la pobreza gracias al Estado social, los partidos de masa debieron
transformarse en partidos “catch-all” para ser más efectivos en la competencia
electoral. Este tipo de partidos tienen como rasgo principal la depreciación de la
ideología al interior de ellos.
“Los nuevos partidos deberían convencer a votantes que deciden su voto en
cada convocatoria electoral y que son más homogéneos económica y
educativamente. Con este objeto los partidos catch-all redujeron
drásticamente la importancia de la ideología. Este es el rasgo más conocido
de este tipo de partido, la disminución del contenido ideológico de su
discurso. Como en ocasiones anteriores, parece que el éxito de los partidos
organizados siguiendo estas ideas tuvo un efecto contagio sobre los otros
partidos europeos”15
Esto, por supuesto, tuvo como resultado una mayor desafección por parte de las
bases y de sus electores quienes no solo percibían que sus líderes políticos se
transformaban en élites que hacían uso del partido como fin en sí mismo
(enriquecimiento personal, deseos de poder) y no como medio para la
transformación social sino que además se sentían traicionadas al no ver reflejados
sus propios ideales en los de su partido.
Adicionalmente, el aumento del nivel educativo en amplios sectores de la población
permitía que un número cada vez mayor de personas participase y comprendiese
de política sin necesidad de la mediación partidista y de los procesos de tutelaje a
los que acostumbraba como práctica dicha institución.
Todo esto generó el declive de la militancia
“Tal pérdida no representó, sin embargo, un riesgo para la supervivencia de
los partidos. La espectacular extensión de los medios de comunicación de
masas permitía llegar al electorado sin tener que movilizar a sus bases.
Además, las cuotas de los militantes fueron reemplazadas por las
aportaciones de los grupos de interés y, muy especialmente, las
subvenciones del Estado. Todos estos cambios de la segunda mitad del
siglo XX provocaron que los partidos tuvieran una organización menos
15 Ibdídem.
centrada en la militancia, por lo que poco a poco se fue percibiendo que los
partidos se estaban alejando de sus bases.”16
Y al mismo tiempo acercándose a dichos grupos de interés de los que dependían y
en consecuencia beneficiaban cuando tenían capacidad para ello desde el Estado,
lo que a su vez debilitaba la ya frágil independencia de la representación política y
las instituciones estatales frente a los poderes del capital. Del mismo modo, los
mecanismos de financiación de los partidos a través del Estado (en que reciben
cuotas dependiendo de su importancia en representación) han hecho que el
sistema político se vuelva muy rígido, excluyendo a nuevos actores que pudiesen
representar de mejor manera las nuevas sensibilidades que surgen entre los
electores.
Todo esto ha generado que el comportamiento de los electores a nivel mundial
muestre una clara tendencia a disminuir su participación, no solo evidenciada en la
inscripción en partidos sino incluso en la asistencia a los propios comicios
electorales. En España la situación no ha sido diferente, en una sociedad que
tendía desde los inicios de su historia democrática a una participación más bien
moderada, la crisis de los partidos no ha hecho mejorar dicha participación. Como
hemos visto, el propio sistema bipartidista se ha visto conmovido por la crisis,
todavía hasta el 2008 el PSOE y el PP acumulaban el 91% de los escaños en el
parlamento español pero para el 2011 ya se produce una primera fractura que solo
ha tendido a profundizarse en el 2015.
16 ORRIOLS, Lluís. “No nos representan”. La crisis de los partidos políticos.
Frente a esto el movimiento 15-M y los grupos que han hecho vida en él han
buscado resaltar características radicalmente opuestas a los deslegitimados
partidos políticos. Todas las decisiones se toman en asamblea como fórmula que
evite el alejamiento entre los líderes y la base, los grupos tienen un carácter
fuertemente horizontal, no existen mecanismos de inscripción ni se opta por cargos
de representación.
Tal como explica Manuel Castells
“No hubo una decisión formal, pero en la práctica todo el mundo estuvo de
acuerdo desde el principio del movimiento. No habría líderes, ni locales ni
nacionales. Para el caso, ni siquiera tenían un portavoz reconocido. Cada
uno se representaba a sí mismo y a nadie más. La fuente de este antiguo
principio anarquista, habitualmente traicionado en la historia, no era
ideológica en el caso de este movimiento, aunque se convirtió en un
principio fundamental, respetado por la inmensa mayoría de los actores del
movimiento. (…) El rechazo de los líderes fue también la consecuencia de
las experiencias negativas que algunos activistas veteranos habían sufrido
en el movimiento por la justicia global y en varias organizaciones radicales
de extrema izquierda. Pero también fue un resultado de la profunda
desconfianza hacia cualquier liderazgo político tras observar la corrupción y
el cinismo que caracterizaban a los gobiernos y los partidos tradicionales”17
17 CASTELLS, Manuel. Redes de indignación y esperanza. Alianza Editorial 2012. p. 133
La fórmula a través de la cual funciona el 15-M es principalmente como si se tratase
de una red que es capaz de conectar un punto con cualquier otro sin la necesidad
de un centro. Una ciudadanía así, aun cuando exige una actividad frenética por
parte de sus integrantes, sugiere una nueva forma de entender la participación
política que no es simplemente individual, ni tampoco está ordenada por las
instituciones clásicas modernas y que quizá se adecua a los tiempos en que
también la propia globalización ha disipado los centros de poder mundial.18
El sistema de libertad de expresión mediada por grandes medios de
comunicación.
Tal como señala Castells, la columna vertebral de las protestas fue el espacio de
internet. Lo cual supone varias dimensionesY este enunciado conlleva varias
dimensiones. La primera es la importancia que tiene este medio en sí mismo como
una innovación tecnológica con un profundo impacto social y político aún por definir
“La Internet, que comenzó como un proyecto del DARPA (la Agencia de
Proyectos Avanzados de Investigación del Departamento de Defensa de
los Estados Unidos), pero que se ha expandido actualmente por todo el
planeta, es el ejemplo principal de esta estructura de red democrática.
Un número indeterminado y potencialmente ilimitado de nodos
interconectados se comunican sin ningún punto central de control; todos
los nodos, independientemente de su localización territorial, se conectan
18 NEGRI, Antonio y HARDT, Michael. Imperio. Paidós.
con entre sí a través de una miríada de pasos y relevos. De este modo la
Internet recuerda a la estructura de las redes telefónicas, y de hecho la
suele incorporar como su propio camino de comunicación, del mismo
modo que se basa en la tecnología de la computación para sus puntos
de comunicación. El desarrollo de la telefonía celular y las computadoras
portátiles, desamarrando de un modo aún más radical los puntos
comunicantes de la red, han intensificado el proceso de
deterritorialización. El diseño original de la Internet fue ideado para
resistir un ataque militar. Como no hay un centro y casi cada parte puede
operar como un todo autónomo, la red puede continuar funcionando aun
cuando parte de ella haya sido destruida. Ese mismo elemento de diseño
que asegura la sobrevida, la descentralización, es el que torna tan difícil
del control de la red. Como ningún punto de la red es necesario para la
comunicación entre otros, es dificultoso regular o prohibir su
comunicación. Este modelo es el que Deleuze y Guattari llaman un
rizoma, una estructura en red, no-jerárquica y no-centrada.”19
No es casual que la descripción que se hace del internet tenga tantas
reminiscencias en la descripción del propio movimiento 15-M. Como señala Castells
el movimiento nace en el internet y comparte con él muchas de sus características
esenciales como su carácter descentrado y antijerárquico.
Del mismo modo la utilización del internet como medio de comunicación ha tendido
a debilitar las posiciones de los principales medios de comunicación en España.
19 NEGRI, Antonio y HARDT, Michel. Imperio.
Según las narraciones de muchos de los primeros involucrados en las acampadas
en España, tras decidir quedarse, casi lo que inmediatamente siguió fue una
actividad frenética de comunicación. Se abrieron medios de radio, se grababa, se
diseñaron páginas web a través de las cuales se transmitía en vivo, se instalaron
redes wifi, se abrieron cuentas en Twitter para contar al resto del país lo que ocurría
así como blogs para la discusión y publicación de material, en fin, uno de los
elementos en que fue más productivo el movimiento 15-M fue en su capacidad de
generar contenidos, mensajes, slogans, discursos que tomaron por sorpresa a la
opinión pública pero sobre todo a las instituciónones que tenían por regla general
ser la vía a través de la cual dicha opinión se manifestaba y las más de las veces se
creaba, la prensalos me dios de comunicación de masas.
De esta ya se ha señalado que tuvo una posición conflictiva a la hora de
comprender el significado de lo que ocurría en las diversas plazas del país en que
los Indignados se instalaron para exigir una democracia real. Si como una
diversidad de autores ha señalado, la libertad de expresión es uno de los elementos
esenciales a partir de los cuales se construye una verdadera democracia, el
conflicto abierto entre los manifestantes y la prensa es un síntoma que viene a
señalar un problema de fondo en el ejercicio de este derecho en el país y que se
vincula con la interferencia que el mundo político realiza en el campo de la
comunicación.
Según un informe de 2012 sobre la libertad de expresión en España realizado por la
fundación Ciudadanía y Valores, se califica el estado del derecho en el país con un
puntuación de 7,21 sobre 10, descrita como “Notable bajo”20.
Como todas las democracias europeas, que como ya sabemos tienen un referente
en los principios liberales, es evidente que existe una legislación y una actitud hacia
los medios que tiende a un respeto formal frente a ellos. Sin embargo, eso no
impide que de manera solapada los diversos grupos políticos de interés realicen
esfuerzos a través del Estado para interferir en la práctica profesional, que al igual
como ocurre con los partidos políticos, tiene que ver con la subvención que reciben
por parte de este.
“A partir de ahí, todos los demás aspectos del test muestran problemas para
la libertad de expresión, muchos de ellos provocados por interferencias de
carácter político. La nota más baja es la referida a las ayudas públicas a los
medios (5,3), no tanto por su existencia –a las que no habría nada que
oponer si fueran establecidas con criterios objetivos que fueran
suficientemente conocidos– sino por la opacidad con que son concedidas,
especialmente en el ámbito autonómico. Las ayudas públicas han sido en la
historia de la comunicación uno de los canales que han facilitado la
incursión del poder político en el espacio de producción de los medios y
ahora su falta de transparencia, que convierte en misión imposible una
determinación fiable de su cuantía, permite la sospecha de que algo
anómalo ocurre en algún rincón. Conocer el destino y el importe de las
20Fundación Ciudadanía y Valores. Informe sobre la libertad de expresión en España. 2012
ayudas públicas forma parte del derecho a la información de los ciudadanos
y su ocultación afecta no sólo al prestigio del poder político sino también a la
credibilidad de los medios.”21
Adicionalmente el informe también señala que la interferencia del Estado tiene otras
manifestaciones: imposición de “reglas precisas para el tratamiento de la
información en campaña electoral”, limitaciones legales para la creación de medios
audiovisuales (lo cual ha tenido en el desarrollo de internet nuevamente una línea
de fuga) así como el control político de las televisoras públicas en las comunidades
autónomas.22
También la libertad de expresión en España se había visto amenazada por el
diseño de la Ley Sinde la cual tiene el objetivo de controlar el espacio del internet
dando prioridad a los intereses privados por encima del carácter público de mucha
de la información que circula por las redes. Si bien la discusión en torno a los
derechos de autor no es en lo absoluto sencilla y no puede simplemente soslayarse
a partir de principios morales de una libertad absoluta (la cual puede también
terminar beneficiando a rentables intereses particulares de los promotores de la
“piratería”) tampoco pueden aplicarse simplemente los mismos principios que han
regido hasta ahora en el área jurídica de la producción. No es solo la necesidad de
actualizar leyes que han sido desplazadas por nuevos medios de comunicación y
de producción de ellos sino la propia inviabilidad de aplicación (dadas las
21 Ibídem. P. 15-1622 Ibídem. P 16.
dificultades ya expresadas por Negri para controlar el internet) lo que exige una
discusión profunda y de carácter democrático sobre cuáles deben ser las normas
que rigen este espacio, sobre todo cuando cada vez se alzan más voces solicitando
que éste supere las limitaciones a las que las formas de propiedad privadas y
estatales la someten, y tienda a transformarse en una forma de propiedad común.
Toda esta situación contrasta con el propio alcance del internet que si bien en la
sociedad española alcanza niveles sobresalientes (evaluado en 9,9 sobre 10 por el
informe anteriormente citado) que no son propios de todas las regiones, no es
menos cierto que la tendencia a nivel mundial es que su difusión penetre a mayores
capas de la población, lo cual descoloca y complica la existencia de los medios
tradicionales. ABC, El Mundo y El País acostumbrados a audiencias pasivas y
anónimas no parecían estar preparados para afrontar ni técnica ni conceptualmente
la irrupción de un movimiento que tiene en el uso del internet y la innovación
comunicacional una de sus principales herramientas.
Sin embargo, esto no es solo a nivel local sino que el desarrollo de las protestas
vino a destapar la lentitud con la que algunos medios se han adaptado a la
aparición tanto de las redes sociales como de celulares inteligentes que en
combinación han hecho de cada usuario un potencial periodista con capacidad de
transmisión inmediata de cualquier suceso y de alcance a millones de usuarios, lo
que resulta incluso más “peligroso”. Diversas cadenas de comunicación han tenido
que optar por introducir cambios fundamentales justamente a partir de las protestas
tanto de la “Primavera árabe” como del movimiento de los Indignados con el
objetivo de ser capaces de responder con rapidez e intentando, las más serias, de
mantener un mínimo de rigurosidad ante el desafío planteado.
Al igual que los partidos, aunque con la fortuna de contar con más recursos para
manejar la situación, los medios de comunicación de comunicación tradicionales se
han vuelto estructuras muy rígidas y centralizadas (desconectadas de unas
audiencias cada vez mejor formadas, más activas y sofisticadas) que además han
mostrado tanto en el caso español como nivel global cierta facilidad para
corromperse ya sea por medio de la intervención estatal (como ocurre en España) o
(como sucede en muchos otros países) de forma contrario presionando siendo los
medios el actor que presiona y corrompe las instituciones públicas.
Ante todo este panorama la respuesta del movimiento de los Indignados ha sido
esencialmente la misma dada a los partidos políticos: crear estructurales
horizontales donde los participantes dejan de ser receptores pasivos de la acción
institucional para transformarse en actores que hacen la comunicación. Desde
medios comunitarios que disputan el control de la información a las grandes
empresas de comunicación hasta el uso intensivo de las redes sociales (Facebook,
Twitter) han supuesto los mecanismos a partir de los cuales se democratiza el poder
y se alienta la participación de la ciudadanía indignada.
Manuel Castells cita a Javier Toret, miembro de Democracia Real Ya en torno a
algunos elementos sobre el tema de comunicación
“Lo que ha demostrado el 15-M es que la gente puede superar el bloqueo
de los medios de comunicación. La capacidad de autocomunicación de
masas y de la autoorganización en línea ha permitido que la gente supere el
bloqueo de los medios de comunicación. (…) Esto demuestra que es un tipo
de movimiento postmedios. Es postmedios porque hay una reapropiación
tecnopolítica de las herramientas, tecnologías y medios de participación y
comunicación actuales. (…) El movimiento 15-M se posicionó contra
intermediarios, ya fueran políticos, de los medios o culturales. El movimiento
ataca directamente la idea de que alguien tiene que hacer las cosas por mí.
Éste es el cambio de paradigma en la relación entre ciudadanos y
gobiernos, sindicatos, medios de comunicación”23
El sistema de representación política y la toma de decisiones a través del
legislativo.
Un último pero central asunto en que se puede destacar la importancia que tuvo el
15-M es en lo referente al sistema de representación y la toma de decisiones, lo cual
23 TORET, Javier. Citado en: CASTELLS, Manuel. Redes de indignación y esperanza. P. 124-125.
se vincula con el enunciado en forma de exigencia que dio inicio -no por casualidad-
a la serie de protestas y manifestaciones de los Indignados: Democracia Real Ya.
En este sentido, esta demanda supone un reclamo por una participación más activa
por parte de la ciudadanía en la toma de decisiones que son comunes y afectan a
toda la sociedad. Se ha visto como, además, esta solicitud es coherente con el
comportamiento que ha demostrado el movimiento en lo referido a la organización
política y al ejercicio de la libertad de expresión, aspectos en los cuales los
indignados han realizados evidentes esfuerzos por despertar en la población la
necesidad de una renovada actitud ciudadana que promueva el empoderamiento de
la sociedad sobre todo frente a instituciones como los partidos políticos y los medios
de comunicación que por el contrario han tenido un efecto desmovilizador,
generando apatía en ella.
Sin embargo, uno de los aspectos donde este reclamo supondría cambios
sustanciales es al introducir modificaciones en la concepción de un sistema político
que inhibe la participación de amplios sectores de la ciudadanía al depositar la
responsabilidad de la toma de decisiones exclusivamente en una reducida fracción
de ella que ejerce por el resto aunque la mayor parte del tiempo sin tomarla
realmente en cuenta. Lo que se cuestiona es que los representantes políticos
quienes son un producto de las decisiones tomadas en sociedad se le presentan a
ella posteriormente como agentes externos24 que actúan en función de sus intereses
privados.
24 ¡Es el fetichismo de la representación, Mocha!
Esta situación conduce a pensar que una solución plausible a este estado de cosas
es la introducción de un modelo de democracia directa para la toma de decisiones
en la sociedad. Sin embargo, esta propuesta entra en conflicto con un principio
esencial que ha sido hegemónico hasta hoy en día en la mayor parte de los
sistemas políticos a nivel mundial, el de que la democracia representativa (que en el
caso español se expresa en el Estado parlamentario) es un el único modelo viable
para el ejercicio democrático en las sociedades modernas.
El debate en torno a las formas de democracia representativa y democracia directa
es antiguo, lo cual no evita que se reabra cada cierto tiempo con cierta apariencia
rejuvenecida, sobre todo cuando las limitaciones de la primera son vividas como
crisis del sistema político. En la disputa entre ambas concepciones se destaca su
incompatibilidad, sin embargo, esta incompatibilidad está enmarcada por la
comprensión liberal del mundo, en que -como ya hemos visto- el principio de
libertad individual priva sobre cualquier otro interés. En tal sentido un sistema
político en el que las mayorías tomen las decisiones y todos deban plegarse a ellas,
piensan los liberales, pondría en peligro al individuo que debe someterse a los
designios de la comunidad. De esta forma, solo la democracia representativa tiene
la capacidad de garantizar la soberanía popular resguardando al mismo tiempo la
libertad individual.
No obstante, uno de los pensadores más destacados de la democracia moderna,
Jean Jacques Rousseau, tenía una opinión contraria al respecto. Ya que
consideraba que en la medida en que la voluntad general es una representación de
los intereses de todos los sectores de la sociedad no existía contradicción entre las
decisiones tomadas por dicha voluntad y los intereses de las partes (o de los
individuos).
Por lo demás es esta una de las razones por las que desde la teoría liberal se suele
considerar a Rousseau como el padre de la “democracia totalitaria”.
Otro de los elementos centrales de esta discusión y que representa uno de los
alegatos más recurrentes en el tema, es la inviabilidad práctica de la democracia
directa. En Estados de grandes dimensiones y con poblaciones en crecimiento, en
las que en muchos casos se presentan dramáticas diferencias sociales y culturales,
no resulta factible la idea de que se organicen asambleas para que todos puedan
participar y ejercer su soberanía en los asuntos públicos (por lo demás, el propio
Rousseau que consideraba la democracia directa como el sistema más perfecto,
consideraba también que “no ha existido ni existirá verdadera democracia”25, por las
difíciles condiciones que exige para su desarrollo).
Norberto Bobbio resume en los siguientes párrafos estos inconvenientes:
“Si por democracia directa se entiende estrictamente la participación de
todos los ciudadanos en todas las decisiones que le atañen, ciertamente la
25 Malas noticias para los indignados :’(
propuesta es insensata. Es materialmente imposible que todos decidan todo
en sociedades cada vez más complejas como las sociedades industriales
modernas; y es, desde el punto de vista del desarrollo ético e intelectual de
la humanidad, indeseable. En los escritos de juventud, Marx indicó como
meta del desarrollo civil de la humanidad al hombre total; pero el individuo
roussoniano, llamado a participar desde la mañana hasta la noche para
ejercer sus deberes de ciudadano, no sería el hombre total sino el
ciudadano total (como fue llamado con evidentes intenciones polémicas por
Dahrendorf). Observando con atención, el ciudadano total no es más que la
otra cara, igualmente peligrosa, del Estado total. No por casualidad la
democracia roussoniana frecuentemente ha sido interpretada como la
democracia totalitaria en oposición a la democracia liberal.
El ciudadano total y el Estado total son dos caras de la misma moneda,
porque tienen en común, aunque considerada la una desde el punto de vista
del pueblo, y la otra desde el punto de vista del príncipe, el mismo principio:
"todo es política", es decir, la reducción de todos los intereses humanos a
los intereses de la polis, la politización integral del hombre, la resolución del
hombre en el ciudadano, la eliminación completa de la esfera privada en la
esfera pública.”26
Así las cosas, los sistemas parlamentarios europeos (como el español) son
ejemplos claro del proceso a través del cual en la disputa entre democracia directa y
democracia representativa, los Estados modernos se fueron decantando por la
segunda opción. Tanto la constitución, como el propio sistema electoral español
26 BOBBIO, Norberto. Democracia representativa y democracia directa. En: El futuro de la democracia. Fondo de cultura Económica. p. 33
desarrollado con anterioridad, son muestras de los mecanismos a través de los
cuales los ciudadanos españoles son sustituidos por sus representantes con los
efectos ya conocidos de corrupción e inhibición de la participación.
Sin embargo, las contradicciones patentes entre los deseos de igualdad y de
distribución del poder de la democracia y los principios de defensa de la libertad
representativos de los liberales, obligaron por lo general a introducir cláusulas en las
constituciones que preservaban espacios para la democracia directa, que aunque
limitadas son pequeños resquicios a través de los cuales la soberanía popular tiene
la capacidad de ejercerse sin mediaciones. Ejemplo de esto son los referéndums
pero también las conocidas iniciativas legislativas populares. En el caso español, el
artículo 23.1 señala que “los ciudadanos tienen el derecho a participar en los
asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos
por sufragio universal”, lo que deja una rendija para una participación no mediada
por parte de la ciudadanía, aunque como advierte el investigador Francisco
Astarloa:
“La vía abierta por el artículo 23.1 de la Constitución española a la
democracia directa podría provocar el espejismo de creer que estamos ante
una solución mixta o complementaria entre participación directa y
participación representativa. No es así. Como ya se sabe, y luego se
insistirá, la opción constitucional se sitúa –no podía ser de otra manera- muy
a favor de la segunda forma de participación”27
27 ASTARLOA VILLENA, Francisco. La iniciativa legislativa popular en España. P. 276
Es en este marco en que el movimiento 15-M ha hecho un rescate doble de
principios de la democracia directa que va más allá del célebre esfuerzo
asambleario, a través del cual logró reunir a multitudes que comenzaron a sentirse
parte de una democracia real.
En primer lugar, el uso de internet le ha permitido al movimiento abrir en el país una
discusión sobre las posibilidades de su uso como mecanismo de fortalecer y mejorar
las debilidades que presenta la democracia representativa. Esto es además, un
tópico abierto a nivel mundial en que diversos países han ido asimilando el voto
electrónico como otro medio para su ejercicio. En la propia España se han
empezado a ver algunos de los efectos, cuando algunos diputados de Podemos han
hecho pública la decisión de consultar a través de medios electrónicos a sus
representados sobre temas polémicos en el Parlamento.
En segundo lugar, y de una importancia aún mayor, ha sido sobre todo la voluntad
de hacer uso de los espacios de democracia directa que la propia constitución
española contempla, esencialmente a través de las iniciativas legislativas populares
(el artículo 87.3) y con ellos darles un carácter de práctica real para la democracia
española.
De esta manera el movimiento del 15-M también se propone recuperar para la
ciudadanía en general una de las características fundamentales señaladas por
distintos teóricos políticos para el “poder constituyente”, la de ser el centro del cual
emana el orden jurídico, que es en definitiva el propio ordenamiento de la sociedad.
¿Qué es, desde la perspectiva de la ciencia jurídica, el poder constituyente?
Es la fuente de producción de las normas constitucionales, esto es, el poder
de hacer una constitución y, por lo tanto, de dictar las normas
fundamentales que organizan los poderes del Estado; dicho de otra manera,
el poder de instaurar un nuevo ordenamiento jurídico, es decir, de regular
las relaciones jurídicas en el seno de una nueva comunidad. «El poder
constituyente es un acto imperativo de la nación, que surge de la nada y
organiza la jerarquía de los poderes». Con esta definición nos topamos ante
una paradoja extrema: un poder que surge de la nada y organiza todo el
derecho... Una paradoja que, precisamente por su carácter extremo, resulta
insostenible. De hecho, nunca como en el caso del poder constituyente, la
ciencia jurídica ha practicado el juego de afirmar y negar, de absolutizar y
limitar, que sin embargo es característico de su ajetreo lógico.28
Esta recuperación supone entrar en contradicción con un elemento central de la
democracia representativa moderna, la constitucionalización del poder a la cual por
naturaleza el poder constituyente se opone. Sin embargo, el esfuerzo de los
Indignados apunta justamente a entrar en conflicto con diversos aspectos de la
democracia representativa, sobre todo sus más evidentes limitaciones, con el fin de
ampliar a la ciudadanía la posibilidad de establecer un orden de vida más justo.
28 NEGRI, Antonio. Poder constituyente. Traficantes de sueños. P 28
En este sentido quizá habría que concluir con Negri que “hoy construir derecho
quiere decir construir acampadas, y por ende relaciones, redes e instituciones a
partir de una experimentación política y afectiva, corpórea y cognitiva, cada vez más
abundante de libertad e igualdad. Este parece ser –proyectado en el orden global–
el nuevo destino del poder constituyente.”29
Limitaciones del movimiento 15M
Todo este escenario sin embargo, no impide reconocer que el movimiento de los
indignados tuvo claras limitaciones. Es evidente que el 15M generó un nuevo
escenario político en España que en medio de una fuerte crisis económica parecía
incapaz de rescatar un espíritu ciudadano que le hiciese frente a unas políticas
claramente antipopulares que el PSOE y el PP comenzaron a aplicar en el país tras
el comienzo de la crisis económica. En definitiva el movimiento 15M fue, como lo
describen algunos de sus miembros, un nuevo “clima” que se generó en la política
española.
Al mismo tiempo, el movimiento de los Indignados consiguió convertirse en un
referente mundial no solo como motivador de otras protestas de similar contenido
(Occupy Wall Street, por ejemplo), sino porque en buena medida proponía renovar
criterios ciudadanos que garantizasen una mejora en las democracias.
29 Ibídem. 20
Sin embargo, este movimiento que tenía claramente una intención de cambio y
generó algunas destacadas transformaciones en la percepción general de la gente,
también ha demostrado importantes limitaciones que dificultan y restringen los
efectos deseados en la sociedad española, alguno de ellos se han ido delineando
en la descripción realizada de los Indignados otros no.
Podríamos nombrar esencialmente tres aspectos en que los propios rasgos del
movimiento 15-M han supuesto una limitante a la hora de construir alternativas
Falta de delimitación ideológica que dificulta la dirección del grupo.
Discurso radicalmente libertario que impide la formación de estructuras
estables.
La forma asamblearia. Excluye a los participantes con menos tiempo libre,
compromisos familiares o desempleados que necesitan buscar trabajo.
Sobre el primer punto, habría que destacar algunos elementos. Como se ha dicho el
movimiento en general no tomó partido por posiciones políticas precisas, no se
asimiló a la izquierda (que pudo haber sido su nicho más apropiado) sino que en
cambio prefirió reconocerse como un movimiento del conjunto de la sociedad que
proponía acabar con las élites, frases como “No somos antisistema, el sistema es
contra nosotros” y otras en el mismo tono son un ejemplo claro de cómo el
movimiento se veía así mismo, ciudadanos de a pie que se enfrentaba a los grupos
de poder político y económico que determinaban sus vidas.
Además de no tener liderazgos visibles y que muchos de los participantes eran
nuevos en la actividad política, provenientes en muchos casos de experiencias en
que se involucraron por fuera de los partidos políticos y asociados a una ideología
de compromiso ciudadana sin signos ideológicos marcados, el propio movimiento
quería ser transversal a toda la sociedad y en ese sentido decantarse por una
ideología política determinada le hubiese restado la fuerza que tuvo como corriente
que buscaba una renovación de la democracia para todos.
Sin embargo, estas mismas condiciones las que una vez agotada la fase de
protestas -que tiende a ser siempre más espontánea y basada fundamentalmente
en lo afectivo, la indignación-, se traducen en dificultades para establecer una ruta,
un cronograma específico de a dónde dirigirse con las fuerzas que habían logrado
convocar. Su propia diversidad, imprescindible para las demostraciones de fuerza y
poner en jaque a las intransigentes autoridades españolas restó más que sumar al
momento en que se les solicitaba un proyecto claro de sociedad. Todo lo cual
terminó por agotar y desencantar, cuando las condiciones no sólo no mejoraron sino
que fueron empeorando para los españoles que tuvieron que ocuparse cada vez
más de su sobrevivencia.
Un segundo punto, que es consecuencia del anterior ha sido las limitaciones que se
impusieron así mismo para la posibilidad de estructurar una organización estable, lo
que a la larga les dificultó establecer objetivos y planes específicos. Por supuesto,
como hemos mencionado forma parte del proyecto 15-M la superación de los
partidos políticos y las organizaciones jerárquicas como monopolizadores de la
participación ciudadana pero, esto también se mostró sumamente ineficiente frente
a los actos políticos concretos, como son las elecciones, las cuales se quiera o no
siguen siendo el momento fundamental en que se determina qué fracción de la élite
(y qué ideas que representan) van a hegemonizar las decisiones de la sociedad. En
este sentido, la victoria del Partido Popular en las elecciones generales de ese año
sólo supuso la profundización de los recortes y de unas duras políticas contra la
población, en las que se incluyeron los desahucios pero también una mayor
persecución política a los manifestantes. La aprobación -en solitario por el PP, cabe
destacar- de la Ley de Seguridad Ciudadana o “Ley Mordaza” como se popularizó,
añadió una importante serie de limitaciones a la protesta como por ejemplo colgar
en internet fotografías de policías en acción, impedir la ejecución desahucios (que
como hemos mencionado fue algunos de los logros del 15-M), manifestarse frente a
sedes gubernamentales como el Congreso, el senado y los parlamentos
autonómicos así como en edificios o monumentos, y la resistencia a la autoridad,
todas penadas con fuertes multas . Por lo que la sensación más inmediata es que
tras los meses de activa protesta las condiciones sociales e incluso políticas de la
mayoría de los españoles empeoraron considerablemente.
No está de más reiterar, como se ha mencionado, que sólo con la aparición de un
partido político (Podemos), es que muchas de las demandas del movimiento 15-M,
que en algunos casos pasaban principalmente por cambios legislativos, parece
posible que se hagan efectivas. Y esto ni siquiera porque Podemos sea un mejor
representante sino porque ante la amenaza de este outsider muchos otros partidos
tuvieron que ajustar sus propias agendas volviéndolas más progresistas.
Ahora bien, uno de los problemas a la hora de determinar los efectos que un
movimiento pudo tener en la sociedad es que en muchos casos ellos ocurren a
mediano o largo plazo, el caso español es evidente en eso. En un primer momento,
la victoria del PP y las fuertes medidas económicas y represivas tomadas por la
organización parecían que no habían llevado a nada al movimiento. Sin embargo,
aunque el tema de la crisis económica y sus efectos aún no se ha modificado (el
Partido Popular apenas se puede ufanar de un nimio crecimiento económico que por
lo demás no ha tenido ningún impacto en el desempleo, por lo que si ha beneficiado
a alguien no ha sido a la mayoría de los españoles), es evidente que el paisaje
político bipartidista ha entrado en una crisis de la que es difícil predecir una posible
solución, dependerá quizá en gran medida de la capacidad de negociación de estas
élites políticas, especialmente la representada en el PSOE, de encontrar
mecanismos que permitan su sobrevivencia o si en un su intransigencia abrirán
camino a nuevos esquemas políticos.
Una última limitación, está en las altas demandas que el propio movimiento le exige
a sus participantes. Estas han sido expuestas por Castells
“Sin embargo, el problema más importante al que hizo frente el movimiento
al seguir con la ocupación del espacio público fue que, con el tiempo, solo
los activistas a tiempo completo podían participar en las asambleas y
gestionar las tareas diarias. Normalmente se trataba de jóvenes sin cargas
familiares, sin empleo y dedicados cada vez más exclusivamente al
movimiento. Cuanto más durasen las ocupaciones, más se identificaría el
movimiento con una pequeña minoría de activistas, apenas representativa
de la ciudadanía a la que querían movilizar”30
En líneas generales el lógico agotamiento ante la febril actividad que supone
sostener una “ciudad autónoma” (Acampada Sol), realizar asambleas de decenas y
cientos de personas diariamente, etc., en un contexto (esto no debe olvidarse) de
crisis económica que implica una alta necesidad de tener las condiciones básicas
resueltas (con lo que la libertad expuesta por los liberales no está tan
desencaminada) es quizá la más importante limitantes manifestada por el
movimiento. A pesar de los temores que genera a los liberales el “ciudadano total”
parece verdaderamente difícil que un orden con esas características tan exigentes
para las personas termine por darse.
Quizá en alguna medida la suerte de Ciudad Sol corrió pareja a la de las Ciudades
Estados italianas y antiguas, de carácter mucho más democráticas, que terminaron
por verse asfixiadas ante la fuerza de los Estados-Nación, jerárquicos y
representativos. Sin embargo, el 15-M también puede enorgullecerse de haber
agrietado la sólida estructura representativa y reencontrar a la sociedad con una
figura ciudadana que parecía irremediablemente perdida.
30 CASTELLS, Manuel. Redes de esperanza e indginación. P. 136