Post on 20-Feb-2016
MISTERIOS DE
CRISTO Y DE
MARÍA Mira y escucha con amor
Darío López
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INTRODUCCIÓN
Son muchos los libros que presentan el sentido literal y
espiritual del Evangelio a la meditación religiosa del
creyente. Esta oración reflexivo-afectiva ilumina y
dinamiza sólidamente la vida del cristiano, ya que éste no
tiene otro fundamento para su existencia que la Palabra de
Dios, encarnada en la persona, el mensaje y la vida de Jesús.
Mas el propósito del que ora y del que le propone "modo y
orden para meditar o contemplar" [2], no puede quedarse
aquí. Tiene que preparar el camino para una oración más
simplificada y honda, en la que es Dios el que ilumina "los
ojos del corazón" (Ef 1,18), "abre los ojos" (Lc 24, 31) del
creyente para que conozca internamente y experimente
sabrosamente al Señor. "Porque no el mucho saber harta y
satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas
internamente" [2]. Es lo que busco al proponer estos
misterios en forma de leves pinceladas y de indicaciones
sugerentes, que ayuden a disponerse para la contemplación,
tal como la describe San Ignacio de Loyola en sus
"Ejercicios Espirituales", SL partir del misterio de la
Encarnación [101-109].
Esta contemplación ignaciana ni es necesariamente de
naturaleza mística, ni se reduce al mero ejercicio evocador
o creativo de una rica imaginación. Este ejercicio de oración
se apoya en la "historia de la cosa que tengo de contemplar"
[102], en "el fundamento verdadero de la historia" [2], sin
concesiones a una fantasía exuberante, aunque con su-
ficiente libertad para reconstrucciones elementales que
favorezcan la devoción personal [47, 112]. Se trata, en esta
contemplación, de hacerme afectivamente presente al
Misterio salvífico de Cristo, que se refracta en cada uno de
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los hechos que, a impulso del Espíritu Santo, El vivió con
amor obediente al Padre y amor inmolado a los hombres.
Cristo me tuvo muy presente en cada uno de sus misterios.
Yo puedo y debo decir con San Pablo: "Vivo creyendo en
el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí" (Ga 2, 20;
cf. Ef 5, 2). Por la fe, soy "contemporáneo de Jesús"
(KIERKEGAARD).
Al hacerse hombre, Jesucristo se autolimitó en el tiempo
y en el espacio, en sus condiciones y estado de vida. Pero Él
quiere prolongar y actualizar su vida en mí, miembro de su
Cuerpo Místico. Yo soy un capítulo inédito de la biografía
de Jesús; y estoy llamado a hacerlo presente en cada una de
las circunstancias, personales y sociales, de mi vida
irrepetible. Y esto lo haré no por simple mimetismo, es
decir, por la imitación externa de sus comportamientos y
gestos; sino por la asimilación vital de las gracias que Él me
mereció en cada uno de sus misterios vivificantes y que, por
medio de su Espíritu, me comunica no sólo en sus
sacramentos, sino en todos mis encuentros con Él por la fe,
la esperanza y la caridad.
Momento privilegiado para ese contacto interpersonal,
para esa comunión configuradora, para esa transfusión de
vida eterna, es la oración. Sobre todo, la contemplativa, que
convierte en acontecimiento salvífico personal, lo que hasta
entonces era para mí sólo historia general de la salvación.
La contemplación, cuando es lograda, desemboca en un
"conocimiento interno del Señor..., para que más le ame y
le siga" [104], en un nutritivo y transformador "sentir y
gustar de las cosas internamente" [2], en una vivencia
profunda de "los sentimientos que corresponden a quienes
están unidos a Cristo Jesús" (Flp 2, 5). La "contemplación",
a diferencia de la simple meditación, no habla al hombre por
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conceptos, sino por connaturalidad sobrenatural, por
sintonía vital y cordial, por trasvase espontáneo de
sentimientos íntimos y de actitudes profundas.
Uno puede disponerse a la contemplación, siguiendo el
sencillo esquema de San Ignacio -"ver las personas, oír lo
que dicen, mirar lo que hacen" [106-108]-, ayudado quizás
por unas breves indicaciones iniciales, como las que ofrezco
en este libro. Pero todo esto no es sino un intento de
aproximación al Misterio, de exposición y apertura a la
acción gratuita de Dios. Porque la contemplación no se hace
a base de esfuerzo humano, sino que se recibe
graciosamente en libertad. Cuando el Señor se me haga así
cercano, debo dejarme trabajar e inundar por Él con esa paz
y alegría, que es el lenguaje de un Dios amigo y consolador
[224, 316]. Y todo esto, en silencio adorante y acogedor, en
respuesta sincera y agradecida, sin pretender dirigir yo la
contemplación por caminos preestablecidos o caprichosos;
sin obstaculizarla con actos superfluos de entendimiento o
voluntad; sin ahogarla con un soliloquio estéril o con un
monólogo a dos voces.
Así se comprende la necesidad o la conveniencia, según
los casos:
- de comenzar la oración haciéndome presente a Dios
siempre presente [75] y de mantener siempre viva y
reverente esa conciencia de su presencia, suplicada y
acogida;
- de pedir gracia para que, en todo mi proceder en la
oración, busque sólo el "servicio y alabanza de su divina
majestad" [46];
- de componer imaginativamente el marco [47] en el que
voy a situar a los protagonistas del Misterio, para llegar con
mayor realismo y eficacia a sus actitudes vitales más
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profundas, captadas a través de su presencia y gestos,
palabras y silencios, acciones y pasiones;
- de "demandar a Dios nuestro Señor lo que quiero y
deseo" [48, 104];
- de hacer pausa asimilativa allí donde Dios se me
comunique [76, 227, 254];
- de "reflectir para sacar provecho" [106]: no se trata aquí
de una mera reflexión intelectual sobre el ejemplo
contemplado, para deducir de él actitudes y propósitos
concretos; sino de proyectar la luz del misterio sobre mi
disposición personal, dejándome traspasar e interpelar por
él, para así implicarme en él e irradiarlo en toda mi vida; se
trata también de preguntarme -como en toda lectura
espiritual de la Palabra de Dios- qué es lo que Dios quiere
manifestarme, darme y pedirme;
- de insistir en los coloquios oportunos, sobre todo al final
de la oración [53, 54].
Quiero recalcar la importancia singular que tienen el
examen del ejercicio oracional [77], y la repetición y la
aplicación de sentidos sobre la contemplación ya realizada
[118-126]:
El examen de la oración no es una simple evaluación
moral de mi conducta en la oración, de mi fidelidad a las
adiciones [73-90]. Consiste en examinar, en diálogo con
Dios, "cómo me ha ido en la contemplación o meditación"
[77]. Si "me ha ido bien", es decir, si Dios se me ha
comunicado concediéndome la gracia demandada [48,104]
u otra gracia, se la agradeceré y procuraré hacerla
fructificar. Si "me ha ido mal, miraré la causa" y, si me veo
culpable, me arrepentiré y procuraré enmendarme [77]. Este
examen bien hecho es una escuela práctica de oración y de
discernimiento espiritual.
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La repetición ignaciana [62,118] es un ejercicio de
oración, en el que se evocan reposadamente los
sentimientos anteriores de consolación y desolación, para
discernirlos con cierta perspectiva e interiorizar las gracias
de Dios que me ha visitado y se me ha entrañado. Es,
inicialmente, la técnica de la "pausa" o parada, hecha
método, para que, bajo el influjo de la gracia contemplativa:
los principios sobrenaturales se encarnen en mi vida
emotiva; y se sedimenten las luces y mociones en mi
espíritu, para así ser impregnado más profundamente del
conocimiento interno de Cristo [104], que es el fruto último
de toda contemplación.
La aplicación de los cinco sentidos es un ejercicio de
oración, en el que se aplican los sentidos interiores a las
personas centrales y a las circunstancias personales de la
escena evangélica: ver, oír, oler y gustar, tocar [121-125].
Este ejercicio, sensible-espiritual al menos en sus
comienzos, conduce, sin violencia, a una percepción cada
vez más simplificada e intensa del misterio. El sentido
preciso de esos inconcretos "cinco sentidos de la
imaginación" dependerá de la gracia de Dios y de la
colaboración del hombre: podrán ser o meros sentidos
imaginarios o sentidos espirituales o sentidos místicos. Esta
forma de oración acaba en reverencia y adoración
transformantes, porque las personas así contempladas se me
hacen muy íntimas y amigables.
Las introducciones a algunos misterios, lo mismo que ciertas
aclaraciones geográficas o exegéticas, van en un recuadro y
con letra más pequeña.
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Y, sin más, paso a exponer una selección, abundante y
orientadora, de "100 MISTERIOS DE CRISTO Y DE MARÍA",
siguiendo un orden expositivo razonable y, ocasionalmente,
reuniendo varios episodios afines o dividiendo los más
amplios. Aunque sólo al principio desarrollo el proceso de
mirar y escuchar con amor, siempre lo doy por supuesto.
Con la lectura orante, previa y reposada, de las reflexiones,
tengo que disponerme activamente, para que Dios me
levante, si esa es su voluntad, a la contemplación amorosa
del Misterio.
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I. INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESÚS
El género literario de los dos evangelios de la Infancia
(Mt-Lc) se caracteriza por estas notas:
1.a son narraciones sustancialmente históricas
(procedentes de tradiciones diversas; muchas de ellas,
originalmente, de María);
2.a construidas de un modo artístico (con selección
cuidada de materiales y construcción de cuadros paralelos);
3.allenas de alusiones bíblicas, que desvelan su sentido
profundo implícito. En todo caso, no es un interés
puramente biográfico o anecdótico, sino catequético y
dogmático, el que mueve a los evangelistas a reconstruir,
con memoria histórica y creyente, la Infancia de Jesús.
Toda la actividad profética y taumatúrgica de Jesús
enfrenta a sus oyentes con tres cuestiones fundamentales:
su persona, su origen y su destino (Jn 4,14—28). También,
los dos evangelios de la Infancia proponen, implícitamente,
esas tres cuestiones a sus lectores.
Mensaje del Evangelio de la Infancia:
1. º Jesús tiene una preparación histórica y un origen
trascendente;
2. º supremacía de su persona;
3. ° anticipo del misterio pascual (humillación y
gloria);
4. ° alcance universal de su venida;
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5. º valor cristológico y soteriológico (no sólo se ponen
las bases de nuestra redención, sino que ésta se inaugura ya);
6. º las dos indicaciones sobre la actitud meditativa de
María son una invitación a buscar en ella y a contemplar con
ella estos misterios.
1. El anuncio a María (Lc 1, 26-38)
Nazaret... Aldea de la baja Galilea, distante 157 kilómetros
de Jerusalén. A 5 kilómetros al noroeste de Nazaret, se
encuentra la gran ciudad de Séforis, reconstruida por Herodes
Antipas y convertida en capital de Galilea y Perea hasta el año
18/19, en que se traslada a Tiberíades. El pueblecito de Nazaret
está enclavado en un pequeño y fértil valle, dentro de un
anfiteatro de colinas más altas, desde las que se pueden
contemplar extensas y bellas panorámicas.
Composición de lugar: Para la oración, me sitúo
imaginativamente en la pequeña colina sobre la que estuvo
asentada la antigua aldea, de sólo unos 200 por 150 metros de
superficie. La recorro con reverencia y cariño. Examino sus
viviendas, más dormitorio que morada. La mayoría de ellas,
donde el declive y el tipo de roca lo permite, están formadas por
una cueva natural, un poco retocada, y un muro que la cierra y
forma como una segunda habitación, con su puerta y una pe-
queña ventana. En estas casas se ora y se duerme sobre las
esteras de esparto; en las noches frías, cada uno se abriga con
su manto. Los animales, propiedad de la familia, se estabulan
al fondo de la cueva. Algunas de las casas están abiertas sobre
un pequeño patio, común para varios vecinos, en el que juegan
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los niños, trabajan los hombres, cocinan y tejen las mujeres, se
charla y descansa, se reza y canta.
Una advertencia preliminar importante: Todo judío, desde
muy niño, aprende a estimar y amar la Escritura, Palabra de
Dios a su Pueblo Israel. Es su único libro de piedad y de estudio.
La escucha y lee, la memoriza y ora. Especialmente, en la
sinagoga. Esta indicación nos ayudará a vislumbrar la
sensibilidad especial de María, José y Jesús hacia la Palabra
de Dios.
-. ¡Aquí está! ¡Ésta es la casa de María! Me presento, ella
me invita a pasar, entro con emoción y respeto. No hay otra
luz que la que entra por su estrecha puerta y por un
ventanuco alargado. No veo otro mobiliario que una sencilla
arca. En un rincón está el hornillo de barro. Las ollas y la
lamparita de aceite cuelgan de unos clavos. Medio
empotradas en la pared se guardan las tinajas con aceite,
trigo y frutos secos, y el cántaro con agua. Todo muy
humilde, limpio y ordenado.
* María... La contemplo en su oración, en su trabajo, en
sus relaciones de familia y vecindad... Tiene unos 13 ó 14
años. Es esbelta, con una belleza natural y recatada, que se
irradia desde el interior. Muchacha sencilla, pero no vulgar;
singular, mas no rara. Profundamente inteligente y sensible.
Alegre, con una sonrisa abierta o sólo insinuada. Todos la
respetan, aunque nadie sospecha su secreto profundo.
Porque esta mujer, insignificante para el mundo, está llena
de Dios, que siempre la ha prevenido con su gracia
sobreabundante, singular; y la rige por su Espíritu, que le
va marcando sus caminos y sus pasos. Con fe iluminada y
deseo ardiente, María escucha, retiene, relaciona, asimila y
ora la Escritura. María resulta un enigma para sí e ignora el
destino concreto de su vida. Ella experimenta que Dios la
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mira, ama y bendice. Ella sabe que sólo puede vivir para Él;
y que en su corazón bulle, con fuerza y sin cesar, un ansia
creciente de la venida del Mesías: "¡Ven y no tardes!". Ella
es la mujer que sólo mira a Dios, que lo busca y halla en
todas las cosas.
-. María, se amolda, sin violencia, a esta vida pueblerina;
aunque no pueda compartir algunos criterios y
comportamientos de sus gentes. En un entorno tan vulgar,
¿cómo se compagina tanta riqueza interior con tanta
sencillez externa? ¿Cómo nadie atisba, al menos, algún
reflejo de esta grandeza? Aunque "virgen" consagrada a
Dios, está "desposada con un hombre llamado José, de la
estirpe de David". ¿Tiene sentido esta aparente doble
pertenencia, con sus exigencias de amor total, exclusivo y
perpetuo"? Yo la miro con cariño respetuoso y no me canso
de mirarla en silencio. Sus ojos grandes brillan con luz de
eternidad; y en su corazón, como en lago cristalino, Dios se
refleja. Yo le pido a Jesús sus ojos y su corazón para
anegarme en este misterio.
Inopinadamente, Dios irrumpe en la tierra, por medio de
su ángel. Escucho el saludo de Gabriel: "Alégrate, la llena
de gracia, el Señor está contigo". Observo la turbación
humilde de María, que no acaba de entender saludo tan
nuevo y elogioso: ¿ella, la siempre y toda agraciada y
asistida del Señor? Escucho el mensaje del ángel, en el que
le anuncia el propósito de Dios de hacerla Madre del Mesías
davídico. Oigo la discreta pregunta de María, que inquiere
cómo debe comportarse para responder a esa doble voluntad
de Dios: virgen del Señor y madre del Mesías. María no
puede ni quiere conocer maritalmente varón, porque ella,
por vocación divina, desde siempre y para siempre sólo
conoce virginalmente a Dios. Escucho la aclaración del
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ángel, que tranquiliza la humildad de María y conforta su
espíritu, y que le explica cómo el Espíritu creador
descenderá sobre ella -Arca de la Nueva Alianza-, para que,
sin la intervención natural del varón, conciba y engendre al
mismo Hijo de Dios. Para Dios "nada hay imposible": ni
hacer maritalmente fecundo el seno de una anciana y estéril
como Isabel, ni hacer florecer divinamente el vientre de una
virgen. Dios se complace en elegir lo pequeño, para realizar
lo grande (2Co 12,10). El conocimiento inicial que, en fe,
tiene María del Misterio de Jesús, Mesías e Hijo de Dios, se
irá haciendo cada día más claro y profundo; y la
resurrección de Jesús lo iluminará con una luz nueva.
Una aclaración: El amor de María y José, verdaderos
esposos, no es marital y, como tal, afectivamente divisorio y
completivo. Es un amor virginal de dos corazones, plenificados
por Dios para converger misteriosamente en Jesús, Hijo de
Dios e Hijo de María, la esposa de José. Con ellos amanece
sobre la tierra la virginidad cristiana.
-. Sólo falta la aceptación explícita de María. Dios y el
universo están expectantes. La respuesta de María estaba ya
dada en su corazón, desde el primer momento: "¿ Cómo
será esto... ? Pero ahora brota de sus labios, con palabras de
obediencia humilde y deseosa: "Aquí está la esclava del
Señor. Que me suceda según dices". La historia de la
salvación comienza con la obediencia de Abraham (Gn
12,1-4). Previa la aceptación obediente de María, Jesús
entra en el mundo con un acto de obediencia (Hb 10,5-7); y
sale de él con otro acto de obediencia. El hombre sólo puede
ser salvado por su obediencia (Mt 7, 21), injertada en la de
Cristo.
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-. "Yel ángel la dejó". Porque sólo Dios puede realizar lo
que su mensajero ha anunciado. María siente que su alma se
dilata y colma, y queda envuelta en la gloria de Dios.
Mientras rezuma embriagador, de su corazón a sus labios,
un Nombre y un deseo: "¡Ven, Señor Jesús!" (Ap 22, 20).
Y yo adoro a este Dios, Hijo de Dios e Hijo de María. Beso
el suelo de esta cueva, y miro a esta joven Madre, sintonizo
con el Hijo a través de la Madre, y guardo silencio...
2. La Encarnación del Verbo (Jn 1, 1-18)
"Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su
propio Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la Ley,
para liberarnos de la sujeción a la Ley y hacer que
recibiéramos la condición de hijos adoptivos de Dios" (Ga
4,4).
Esa "plenitud de los tiempos" es: coronamiento de una larga
historia de preparación y promesa, principio de algo
esencialmente nuevo, inauguración de la etapa última y
definitiva de salvación. La iniciativa del Padre (origen primero
y absoluto del Hijo y del Espíritu Santo y de sus misiones o
envíos respectivos) es: libre, gratuita (esencialmente
inmerecida e históricamente desmerecida) y amorosa. El signo
del envío del Hijo por el Padre es la maternidad virginal de
María, acogida voluntariamente por María y José. La actitud
filial de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, es: receptiva Él
mismo confiesa reiteradamente que todo lo que es y tiene lo está
recibiendo del Padre), respetuosa (en toda su vida: oración,
agonía...), obediente hasta la muerte, confiada y amorosa.
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Petición:
"Conocimiento interno del Señor,
que por mí se ha hecho hombre,
para que más le ame y le siga" [104].
-. "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". "El
Verbo": la Palabra creadora, la Sabiduría ordenadora, la Luz
y la Vida; el Hijo de Dios, el Señor, el Santo, el Eterno, el
Omnipotente, el Omnisciente, el Omnipresente, el Creador;
el Rey del universo, la Cabeza de ángeles y hombres, el
Dios de la Alianza, el Salvador... Éste es el que se hace
hombre pasible y mortal, en el seno virginal y con el
consentimiento pleno de esta joven nazarena; y el que se
somete al proceso ordinario de desarrollo de todo hombre.
El Inmenso se reduce a límites tan angostos, el Eterno se
confina en el tiempo, Dios se hace uno de nosotros. Dime,
María, ¿cómo fue esa nueva y especial oleada de Dios en
ti?, ¿cómo fue ese primer aroma de Jesús, que desde
entonces impregnó todo tu ser y se desprendía de ti?
-. Señor Jesús, desde tu feliz y compartida eternidad, tú
sabes cuál va a ser la respuesta ingrata del hombre, hecho a
tu "imagen y semejanza", creado y redimido por ti. ¿Por
qué, entonces, te embarcas en esta aventura, si ves con
nitidez la Cruz en el término de tu vida? A través de la fe Tú
me respondes: "¡Porque quiero y porque os quiero! ¡Porque
soy el Amor, el Don total, el Dios-con-vosotros-para-
salvaros!".
-. Y tú, María, ¿qué sientes al saberte Madre del Hijo de
Dios? ¿Qué dones recibiste del que es "el lleno de gracia y
de verdad", tú, "la llena de gracia", la Hija predilecta del
Padre, la Madre santa y virginal del Hijo, la Esposa fiel y
Sagrario precioso del Espíritu Santo? Cuando apareciste en
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nuestro mundo, como aurora de la Vida, comenzó ya para
él la transfiguración prometida. Pero ahora has sido hecha
la Nueva Arca del Señor, el Cielo de Dios en la tierra, el
lugar insustituible de nuestro encuentro con Cristo.
-. Con la Elevación de la SANTA ISABEL DE DA SANTÍ-
SIMA TRINIDAD, quiero renovar mi entrega al Padre, por el
Hijo, en el Espíritu Santo, en unión contigo, Madre de
Cristo y Madre mía:
"¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a
olvidarme totalmente de mí, para establecerme en ti,
inmóvil y tranquilo, como si mi alma estuviera ya en la
eternidad... ¡Oh mi Cristo amado...! Te pido ser revestido
de ti mismo, identificar mi alma con todos los
sentimientos de tu alma... ¡Oh Fuego abrasador, Espíritu
de amor! Ven a mí para que se realice en mi alma como
una encarnación del Verbo. Quiero ser para Él una
humanidad suplementaria, donde renueve todo su
misterio... Y Tú, ¡oh Padre!, protege a tu pobre criatura,
cúbrela con tu sombra, contempla en ella sólo al Amado
en quien has puesto todas tus complacencias. ¡Oh mis
Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza,... Inmensidad donde
me pierdo! Me entrego a ti como presa de tu amor.
Sumérgete en mí para que yo me sumerja en ti, hasta que
vaya a contemplar en tu luz el abismo de tus grandezas."
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3. El anuncio a José (Mt 1, 18-25)
Las relaciones sexuales entre "desposados", ya auténticos
esposos, se consideraban en Israel -sobre todo, en Galilea-,
si no ilícitas, sí indecorosas. Así pues, para salvar el decoro
de la Sagrada Familia, y sin forzar los textos evangélicos,
proponemos como probable esta secuencia de los hechos:
1.° Anuncio de la concepción virginal y Nacimiento de
Jesús (Lc 1,26-38; Mt 1, 16.18. 23. 25). Muy poco antes del
día señalado para que José llevara a su casa a María Virgen,
su prometida, el ángel le anuncia a ésta la concepción
virginal y el nacimiento de Jesús; y, tras la aceptación
incondicional de María, ella concibe virginalmente por obra
del Espíritu Santo.
2.° María comunica a su prometido lo que le había
sucedido, y éste la cree. José tenía derecho a saberlo, y
María cumple este su deber. Así parece indicarlo, también,
la partícula “gar” (en Mt 1, 20c), que aquí significaría
"pues, efectivamente", es decir, "como tú bien sabes".
3.° Dudas de José (Mt 1, 19). Éstas se refieren, no a lo que
ha podido hacer María (infidelidad) o a lo que ha podido
sucederle (violación), sino a la postura de José frente al
misterio divino que lo envuelve. Para ser "justo" (y no
simplemente, "bueno": Mt 1, 19) con Dios, con María y el
Niño, él no puede:
a) ni atribuirse, sin más, aquella sobrenatural
paternidad;
b) ni calumniar a María;
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c) ni descubrir el misterio; así hay que traducir: "no
queriendo descubrirla"; y no: "no queriendo denunciarla",
lo que presupondría la infidelidad de María: Mt 1, 19). Por
ello, decide repudiarla "en secreto", es decir, dejarla libre sin
indicar la causa de esa ruptura tan dolorosa para los dos e
incomprensible para la gente.
4. º El sueño de José y su obediencia a Dios (Mt 1, 20-24).
El ángel le comunica en sueños que Dios le ha asignado un
papel insustituible: a) "recibir a María como esposa suya"; b)
imponer al Niño el nombre de Jesús y, al aceptarlo así
legalmente como hijo suyo, hacerlo "Hijo de David" (en Israel,
los derechos se trasmitían sólo por vía paterna, física o legal);
c) cuidar de la vida y honra del Niño y de la Madre. José
obedece puntual y gozosamente, y recibe a María en su casa...
5. ° Visita de María a Isabel (Lc 1, 30-56)...
6.° Nacimiento virginal del Niño en Belén, e imposición del
nombre de Jesús por parte de José (Mt 1, 25; Lc 2, 1-21)...
-. Ante la concepción milagrosa de María y el silencio de
Dios sobre su misión respecto a su esposa y el Niño, José
se debate en un conflicto religioso-afectivo, que lo sume en
una dolorosa perplejidad. Para ser "justo" con Dios, con
María y con el Niño, ¿qué debe hacer? ¿Recibir a María en
su casa, -que es lo que le pide el corazón-, atribuyéndose la
paternidad de aquel Hijo, o dejar que la familia asista a
María en aquella delicada situación y desaparecer él en
silencio, cargando con el inmenso dolor de la separación y
con la presumible incomprensión y críticas de la gente? Él
no puede apropiarse aquella paternidad; ni puede desvelar
el misterio de María {"no queriendo descubrirla" o
manifestar su secreto). Por ello, decide "dejarla
secretamente", es decir, sin indicar la causa de la separación
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y de su marcha. Ésta parece ser la solución más justa para
con Dios, menos humillante para María y más dolorosa para
él.
-. Cuando ya ha tomado esta decisión, el ángel le
comunica en sueños que no es impedimento para que lleve
a María a su casa el que el Hijo que ella espera venga del
Espíritu Santo; y que Dios le ha asignado a él un papel
insustituible:
a) "recibir a María como esposa suya";
b) "imponer al Niño el nombre de Jesús";
c) y, al aceptarlo así legalmente como hijo suyo,
concebido dentro de su desposorio con María y nacido
dentro de su matrimonio con ella, hacerlo "Hijo de David"
(en Israel, los derechos se transmitían sólo por vía paterna,
física o legal);
d) y, por último, cuidar de la vida y de la honra del Niño
y de la Madre. José obedece con presteza y gozo, y recibe a
María en su casa.
-. Quiero contemplarte, Señor, y adorar tus misteriosos
designios: tu primer silencio respecto a José acerca de su
misión respecto a Jesús y a María; tu sentido indescifrable
sobre el momento y modo oportunos, las pruebas a que
sometes a tus mejores amigos.
-. Quiero, María, con inmenso y agradecido cariño,
mirarte y oírte en tu diálogo con Dios y con José, tu
prometido.
-. Quiero admirarte, José, "el justo": justo con Dios, a
quien respetas en su obra, sin querer asumir otro papel que
el que Dios quiera asignarte; y justo con María, a quien por
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nada del mundo quieres, no ya difamar (tú sabes que no hay
motivo alguno), pero ni poner siquiera en evidencia
revelando indiscretamente su misterio. José es el hombre
siempre sumiso a Dios, santo, servicial, silencioso.
-. Admiro vuestra delicadeza, vuestro sufrimiento intenso
y contenido, vuestra obediencia fiel a Dios. Señor, ¡cómo
hiciste crecer en los dos su mutua estima y respeto, su amor
tiernamente virginal, orientado del todo y para siempre
hacia Jesús y su obra!
4. Encuentro de María con Isabel (Lc 1, 39-56)
-. Porque vive María totalmente descentrada de sí y
centrada en Jesús y en su misión salvadora, lejos de
replegarse para saborear su gozo entrañable, fiel al impulso
del Espíritu que la proyecta hacia los demás, "se puso en
camino y se fue de prisa a la montaña " de Judea, para
compartir su alegría con la de su pariente Isabel, y atenderla
en su venturosa e inesperada maternidad... Permíteme,
María, que te acompañe en este tu primer viaje de virgen,
esposa y madre, de portadora y dadora de Cristo; y
acompáñame tú, Virgen-Madre del Camino, en todas las
rutas de mi vida.
-. Isabel, la anciana y estéril florecida, vive en Ain Karin,
en un valle sonriente, a 6 kilómetros de Jerusalén y 163 de
Nazaret. Son unas seis jornadas de viaje, formando parte de
una caravana que marcha hacia el sur. María avanza con su
manto al viento, el saludo y la sonrisa en los labios, las
manos abiertas para el servicio, silenciosa y dialogante,
atenta a lo interior y amando sólo al Amado.
21
-. Fatigada y sudorosa, llega a la casa de Zacarías, a cuya
puerta encuentra radiante a Isabel. La saluda con un jovial
y luminoso "Shalóm!" (¡La paz contigo!). Esa sola palabra,
salida de su corazón cristificado, hace saltar de gozo al
futuro Precursor y "llena de Espíritu Santo" al hijo y a la
madre (Lc 1,15.41). Isabel, a grandes voces, llama
"benditos" a María y a su Hijo; agradece, humildemente
asombrada, la visita de la "madre de mi Señor" y la
proclama "bienaventurada por haber creído". Al oír el
saludo iluminador de María, Isabel interpreta el movimiento
natural del niño en su seno como señal de su gozo ante la
presencia del Mesías. Veo, en María, su gesto de sorpresa y
la cálida alegría de sus ojos. Las dos se funden en un tierno
abrazo; y sus hijos juntan cordialmente sus vidas y destinos
por medio de sus madres.
-. Y brota del corazón de María, "poeta y profeta de la
redención... el himno más fuerte y renovador, que jamás se
ha pronunciado" (PABLO VI, 24-4-1970). Cántico jubiloso
de acción de gracias, con letra del Antiguo Testamento y
música del Nuevo. Himno profundamente subversivo y
pacífico, como el mismo Jesús. En Él glorifica al Señor y se
alegra en Dios, su Salvador, "porque ha mirado la pequeñez
de su sierva": porque ha posado, complacido, su mirada
amorosamente gratuita y creadora sobre su nada original y
nativa, que María gozosamente reconoce, acepta y ofrece,
para que Él se glorifique en ella y por medio de ella.
-. El Poderoso, el Santo y Misericordioso, el Fiel, ha hecho
cosas grandes en ella, en Israel y en los pobres y desvalidos
que confían humildemente en Él; mientras que a los
poderosos soberbios y a los ricos autosuficientes los ha
abandonado a sí mismos.
22
-. María permanece con Isabel "unos tres meses", en
diálogo con Dios y con los hombres, en servicio generoso y
humilde. "Después volvió a su casa", donde comparte con
José esta singular experiencia, tan divina y tan humana.
-. Que María me visite, y que yo busque en ella a Jesús.
Que nunca olvide que ser apóstol como María es dar a
Cristo a quien se posee y darse por Cristo por quien se es
poseído. Para ser María de la Visitación hay que ser antes
María de le Encarnación. ¡Entra en mi casa, María, y hazme
entrar en tu Corazón y en el de tu Hijo! "Que en todos resida
el alma de María, para glorificar al Señor; que en todos esté
el espíritu de María, para alegrarse en Dios" (SAN
AMBROSIO).
5. Nacimiento de Jesús (Lc 2, 1-7)
La escuela francesa de espiritualidad ha destacado los cuatro
abajamientos o humillaciones de todo infante: pequeñez de
cuerpo, indigencia y dependencia de los demás, sumisión e
inutilidad. Estas son, también, los "abajamientos" de este Niño,
que, desde el primer momento de su existencia y antes de toda
actividad, vive totalmente entregado a su Padre, en un servicio
obediente, callado, humillado e inmolado [116]. El Padre
acepta, complacido, la oblación de su Hijo y comienza ya a
glorificarlo (ángeles, pastores, magos). Este Niño, que vamos a
contemplar, desde María y con María, nos invita a seguirle en
su total anonadamiento, superando ahora el escándalo de la
cuna, para poder superar después el escándalo de la cruz. "Quien
quisiere venir conmigo ha de trabajar conmigo, porque,
siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria" [95].
23
La virginidad de María antes del parto está atestiguada por
la Escritura. Su virginidad en el parto y su virginidad después
del parto se hallan confirmadas por la gran Tradición de la
Iglesia, y el Magisterio las propone infaliblemente a la fe de los
fieles.
-. "María, estaba encinta " por obra y gracia del Espíritu
Santo. La humilde esclava ciñe, con abrazo entrañablemente
materno, al Infinito; la virgen, grávida de Dios, lleva en su
seno al que sostiene el Universo. Cuando falta poco para su
alumbramiento, se anuncia el decreto del emperador. María
y José aceptan, en fe, los designios misteriosos de Dios.
Hacen unos sencillos preparativos. José la coloca a lomos
de un borriquillo y, por estrechas y pedregosas veredas, se
dirigen hacia Belén, cuna de David, pequeña aldea de casas
apiñadas sobre un cerro, a unos 8 kilómetros al sur de
Jerusalén y a unos 165 de Nazaret. Permitidme, "mis tres",
que os acompañe y que os atienda como siervo reverente de
amor [114].
-. Al llegar, rendidos, a su meta, comprueban que en la
posada no hay un lugar adecuado para María, en vísperas de
dar a luz. Y se refugian en una cueva cercana, de paredes
ennegrecidas, de suelo sucio y maloliente, con un establo
desvencijado. José adecenta un poco el lugar y enciende un
fuego a la entrada de la cueva... Y yo os contemplo en este
albergue, que para sí y para vosotros ha querido Dios...
-. Y cuando llega el momento, José se retira discretamente.
Muy pronto, María lo llama con voz emocionada y alegre. Sin
dolor y sin desgarro para ella, derramando gozo y santidad,
el Niño acaba de nacer como rayo de sol que atraviesa un
claro cristal, como fruta madura que sin esfuerzo se
desprende del árbol. El asombro y la emoción los
24
embargan. Y el Hijo de Dios comienza a "habitar entre
nosotros" (Jn 1, 14). Nuestros ojos mortales pueden ya ver
en este Niño al Dios a quien "nadie vio jamás" (Jn 1,18).
Con la ayuda amorosa y torpe de José, María seca y faja al
Niño; lo abrazan con devoción y ternura, lo depositan con
mimo en el pesebre y se quedan en adoración silenciosa,
mientras las lágrimas fluyen suavemente de sus ojos
deslumhrados.
TERTULIANO contestó al hereje Marción, escandalizado
por los modestos empadronamientos, los pañales
despreciables y los duros pesebres: "Déjame gozar en la
ignominia de mi Maestro y en el deshonor necesario de
nuestra fe. Yo creo, porque ello es [humanamente] absurdo;
yo estoy cierto, porque [para la sabiduría y fuerza de los
hombres] es imposible". "Yo amo la pobreza porque
Jesucristo la amó" (PASCAL).
El P. LA PUENTE, en sus Meditaciones (II, 19, 3.°), habla
"de cuatro personas que había en Belén": 1) los indiferentes
(oyen, pero no van); 2) los curiosos (van, pero no entienden
y se vuelven); 3) los pastores (van, entienden, ofrecen, se
retiran y hablan del Niño con fe y amor); 4) María y José
(están siempre con Jesús, con fe y amor virginalmente
perfectos). "Es rico quien posee a Dios; pero es mucho más
rico quien sólo posee a Dios" (FÁBER)... ¡Qué ricos sois,
María y José, en esta vuestra soledad virginal, en esta vuestra
pobreza enriquecida!
25
6. Anuncio a los pastores (Lc 2, 8-20)
Era corriente en Palestina que el ganado de pasto estuviera
al aire libre, día y noche, desde la fiesta de la Pascua hasta
el comienzo de los fríos otoñales; y, aun a veces, en el
mismo invierno. Al anochecer, se guardaban los animales
en un redil, como protección contra los ladrones y los
animales de presa. Los pastores se hacían con ramaje unas
chozas para el descanso nocturno y para protegerse de las
inclemencias del tiempo.
El Nacimiento de Jesús fue, primero, acontecimiento;
después, anuncio, creencia, experiencia y testimonio. Este
mismo es el camino de toda fe adulta.
- Cuando Jesús nace, en los campos próximos unos
pastores están velando sus rebaños. La "gloria del Señor"
los envuelve con su luz. Y un ángel, tras pacificarlos, les
anuncia la alegre noticia: "Os ha nacido hoy, en la ciudad
de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor". Para
todos; pero especialmente para ellos, los pobres y
despreciados, que sólo tienen un gran vacío cargado de
esperanza (ICo 1, 28 s). Y les ofrece como señal estos tres
rasgos de pobreza: "Encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre". Y en el cielo resuena
jubiloso el primer villancico, entonado por un nutrido coro
de ángeles, en el que se entrecruzan dos temas para formar
una sola melodía: "¡Gloria a Dios en las alturas y en la
tierra paz a los hombres que gozan de su amor!"... ¡Cómo
nos desconciertas, Señor, con tu amor gratuito y universal,
con tu forma extraña de glorificarte, con tu humillación en
favor del hombre, con tus preferencias por los pobres y
sencillos!
26
- Los pastores "fueron de prisa y encontraron a María, a
José y al niño acostado en el pesebre". Reconocen y adoran
al Niño, cuentan lo del ángel y se retiran pregonando por
caminos, campos y casas lo que han visto y oído; alabando
a Dios porque también ellos son amados por Dios. Los que
los escuchaban "se quedaban admirados" ante estas
noticias. "María, por su parte, guardaba todos estos
recuerdos y los meditaba en su corazón".
*"Quien busca el buen grano, | lo encuentra en la espiga. | Quien
quiere oro fino, | lo busca en la mina. | Quien quiera a Jesús, |
que busque a María" (JACINTO VERAGUER).
*Quien quiera conocer a Jesús, que acuda al Corazón de María,
archivo viviente de Cristo. Con SAN IGNACIO, te digo: "Madre,
ponme con tu Hijo". Padre, revela en mí, en mi interior, a tu
Hijo (Lc 10, 22; Jn 6, 44; Ga 1,15-16).
7. Circuncisión e imposición del nombre de Jesús (Lc 2,
21; Mt 1,21. 25)
Para los israelitas, la circuncisión tenía un triple efecto:
incorporación al Pueblo de Dios, destinación al culto y
participación en las promesas hechas a Israel. Para Jesús
significa su incorporación al Pueblo de Dios como hijo de
Abrahán y de David, para dar cumplimiento pleno a aquellas
promesas mediante su sangre. Para el cristiano, su circuncisión
espiritual es el Bautismo (Col 2,11s), que lo incorpora a Cristo
en la Iglesia y lo hace partícipe del sacerdocio de Jesús y
coheredero con Él.
-. Pasadas las aglomeraciones del censo, se instalan en
una "casa" (oikía) sencilla, quizás antigua propiedad de la
27
familia de José, a la espera de la Purificación de María y de
la Presentación del Niño en el Templo, que tendrá lugar
cuando transcurran los cuarenta días prescritos después del
parto. Pero antes, debe realizarse el doble rito de la
circuncisión y de la imposición del nombre. Al atardecer del
día séptimo, vienen a su casa unos pocos parientes y amigos,
para, juntos, cantar salmos, comentar la Ley y celebrar a
medianoche una cena frugal. Al amanecer el día octavo,
vuelven los invitados y el experto (mohel) que ha de
practicar la sencilla operación. El mohel dice: "Alabado sea
el que nos santificó y nos ordenó la circuncisión". Y José
prosigue: "Y nos ordenó introducir a este hijo en la alianza
de nuestro padre Abrahán". Y el mohel corta la fina
membrana con un cuchillo de sílex, seca la sangre y aplica
a la herida un ungüento hecho a base de vino, aceite y
comino.
-. ¿Qué tendrá el nombre de Jesús, que, la primera y la
última vez que se pronuncia y escribe (Le 23,42), va teñido
de sangre...? ¿Qué sentisteis al ver correr aquella primera
sangre? Sentimientos, a un tiempo, de dolor y gozo, de
temor y esperanza... Este rito ancestral es señal de la
inserción de Jesús en la descendencia de Abrahán y en el
pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley y de su
consagración al culto de Israel; y prefigura "la circuncisión
de Cristo" (Col 2,11), que es el Bautismo. ¡Jesús, nuestro
Dios, el Salvador del mundo, el Hermano universal, es para
siempre judíol
- El mohel le pregunta a José cómo va a llamar al niño; y
él le responde que "Jesús", como se lo había dicho el ángel
a María y a él. Y piensa, quizás, el mohel: "¿No será
pretencioso este nombre, 'Dios-salva', para este niño
forastero, tan pobre y nacido en un establo?". Sin embargo,
28
nunca nadie había llevado ni llevaría jamás este nombre con
tanta verdad. Y cuando José impone el nombre de Jesús al
Niño y lo toma en sus brazos, lo hace hijo suyo según la Ley
y la Promesa; en este caso, "Hijo de David", como estaba
profetizado. Para los judíos, el nombre es la misma persona
en su relación con Dios y la comunidad. ¿A qué os sabe,
María y José, ese nombre, que no dejáis de repetirlo en la
oración, en el trabajo y hasta en sueños? Termina la
ceremonia con un canto de bendición y un sencillo banquete,
en el que se funden la alegría humana y la religiosa... El
nombre de todo bautizado es: "Salvado por Jesús y salvador
con Jesús". En cada acontecimiento de mi vida, Dios me irá
revelando los matices más personales de este mi nombre...
"¡Jesús, sé para mí Jesús y sálvame!".
8. Purificación de María y Presentación del Niño en el
Templo (Lc 2, 22-39)
En Israel, el parto, al igual que otros fenómenos sexuales, "es
considerado como una pérdida de vitalidad para el individuo;
el cual, por medio de ciertos ritos, debe restablecer su integridad
y, con ellos, su unión con Dios, fuente de la vida" (BJ).
+ Purificación de María
-. Aunque el parto de María fue en todo virginal, ella, en
obediencia a Dios, que quiere liberarnos por Cristo de la
servidumbre de la Ley y ocultar a los ojos del mundo la
singularidad de su parto milagroso, se somete al rito común
y se dispone para, así "purificada", ofrecer a su Hijo y
ofrecerse con Él por medio del sacerdote.
29
-. Desde Belén, los tres suben al Templo, que bulle de
devotos, mendigos y curiosos. María deja al Niño en brazos
de José y, con otras madres recientes, entra en el atrio de las
mujeres. Entrega la ofrenda de los pobres: "un par de
tórtolas o dos pichones". Los levitas rocían a las madres con
agua lustral y oran sobre ellas y por sus hijos. Luego el
oficiante toma una de las aves ofrecidas, de un tajo le deja
colgando el cuello, y con su sangre rocía el pie del altar;
después arroja su cuerpo exangüe sobre las brasas del altar
de bronce.
-. El rito de la purificación no purifica a la Virgen María,
como tampoco el Bautismo purifica a Jesús, "el Santo de
Dios". Pero así como el agua bautismal es santificada por
Cristo, la maternidad humana es santificada por Cristo y
liberada de la maldición de Eva (Gn 3, 16), mediante la
maternidad santa y virginal de María. La pureza integral de
María -ausencia de todo pecado y desorden, plenitud de
toda gracia- que irradia este misterio, es el paradigma de
toda pureza cristiana... María, no; pero yo sí necesito una
constante purificación espiritual para adentrarme en Cristo,
nuestro Templo. Sólo Él, "el Cordero de Dios", puede
limpiarme.
"La. pureza, en el gran sentido de la palabra, no es sólo
ausencia de faltas..., ni siquiera castidad... Es la recti-
tud y el impulso que en nuestras vidas suscita el amor
de Dios, buscado por encima de todo y en cualquier
parte... Nada vive ni actúa más intensamente en el
mundo, que la Pureza y la Plegaria, suspendidas como
una luz impasible entre el universo y Dios. A través de
su serena transparencia, se despliega la onda
creadora, cargada de virtud natural y de gracia. Y
30
¿qué otra cosa es la Virgen María?" (TEILHARD DE
CHARDIN).
+ Presentación del Niño en el Templo
Con el rito de la presentación del primogénito y con su
posterior rescate mediante cinco siclos de plata, del
santuario (Nm 3, 47; 8,16.18), el equivalente a veinte días
de trabajo de un obrero, Israel reconoce, en memorial
agradecido, que Dios se ha reservado los primogénitos de
hombres y animales, como señal de su soberanía absoluta
sobre la vida (Ex 22, 28s) y como memorial de la salvación
de los primogénitos de los israelitas al paso del ángel
exterminador en Egipto (Ex 13, 15).
- Después de ser purificada, María regresa al lugar donde
la espera José con el Niño, para realizar algo mucho más
importante. Aunque no es obligatorio ni presentar al
primogénito ni pagar su rescate en el Templo, María y José
quieren hacerlo en la Casa de Dios, aprovechando la
proximidad de Jerusalén a Belén. Al "presentar" al Niño,
"como prescribe la Ley del Señor", reconocen que Jesús no
es propiedad suya, sino que pertenece a Dios y a la
humanidad; que ellos sólo lo tienen en depósito. Y se
ofrecen con Él, en una entrega que nunca será desmentida.
-. Como cristiano, soy un consagrado a la Trinidad por el
Bautismo, que es una inserción creciente en la muerte y vida
de Jesús. ¡Cuántas veces he olvidado esa mi consagración!
+ Encuentro de Jesús con el Israel fiel
-. Jesús es presentado en el Templo para cumplir la Ley;
pero, sobre todo, para encontrarse con el pueblo creyente
de Israel, representado por Simeón y Ana. Estos ancianos,
de fe y esperanza inconmovibles, no se ven defraudados en
31
su larga espera. Simeón descubre en Jesús al Mesías
sufriente, enviado por Dios para salvar no sólo a Israel, sino
a todos los hombres que acepten convertirse y ser salvados;
y anuncia a María que su suerte está unida a la de Jesús
perseguido. Ana proclama que el rescate del Pueblo de Dios
empieza ya a realizarse; en clara alusión al rescate de la
esclavitud de Egipto, conmemorado en el rito que acaban
de realizar.
-. Toda mi vida cristiana es un encuentro personal con
Jesús, que viene a mí en su Palabra, en sus sacramentos, en
el hermano; hasta que, por Él y en el Espíritu, me encuentre
con Dios cara a cara en los cielos. Y es, al mismo tiempo,
un encuentro personal de Jesús, a través de mi vida
cristificada, con los hermanos. El Bautismo y la
Confirmación me hacen, como a María, portador y dador de
Jesús.
9. Adoración de los Magos (Mt 2, 1-12)
En este pasaje, Mateo se propone responder a la doble
cuestión que atormenta a sus destinatarios, judíos conversos:
cómo conciliar su fidelidad a Cristo, con su fidelidad a la
antigua Alianza; y cómo explicar que se hayan convertido a
Cristo tan pocos miembros del Pueblo de Dios. Su respuesta se
reduce a hacerles comprender que Jesús es el cumplimiento de
todas las promesas hechas a los Padres; que la fe es un don de
Dios, que reclama la correspondencia del hombre; y que ésta
se ha dado más entre los gentiles que entre los judíos.
-. Mira a estos extraños personajes, a estos "Magos " o
sabios de Oriente, que, con los ojos fijos en el cielo, llegan
32
a Jerusalén preguntando, no por el hijo del edomita
Herodes, sino por "el rey de los judíos que acaba de nacer".
Como expertos en astrología y partícipes de las esperanzas
judías, han creído reconocer "su estrella " en aquel meteoro
luminoso extraordinario, y quieren adorarlo.
-. ¿Quiénes y cuántos son? ¿De qué país de Oriente
proceden? ¿Qué fuerza y qué luz los impulsa, sostiene y
guía, día y noche? Son hombres siempre en espera y en
camino, abiertos a la verdad, sedientos de salvación,
buscadores infatigables de Dios. ¿Por qué sólo ellos parecen
haberse enterado de algo que afecta sobre todo a los judíos?
-. "Al oír esto, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda
Jerusalén". Herodes se preocupa por su trono, y Jerusalén
teme las iras del tirano. Herodes, decidido a eliminar a su
rival, consulta a los jefes de los sacerdotes y a los maestros
de la Ley sobre dónde ha de nacer el Mesías, según las
Escrituras. Éstos, sin vacilar, le responden que "en Belén de
Judea". El sanguinario y astuto Herodes les transmite el
informe a los magos, con la cínica observación de que, una
vez localizado el niño, le avisen para que también él pueda ir
a adorarlo.
-. Nadie se alegra por el anuncio de los Magos. Israel se
desentiende de su Mesías. Sólo unos gentiles lo buscan con
tesón. Empiezan su camino a la vista de una estrella; cuando
esta se oculta preguntan a Herodes y obedecen a las
Escrituras judías; y, al salir de la ciudad, ven gozosos
reaparecer la estrella, que los conduce hasta la ansiada
meta... Cuando se escucha la orden de marcha, como
Abrahán hay que ponerse en camino y dejarse conducir por
el Invisible hacia lo desconocido, sin exigir otra luz ni otras
seguridades que su Palabra.
33
-. "Entraron en la casa, vieron al Niño con su madre
María". Lejos de escandalizarse a la vista de tanta sencillez
y pobreza, "lo adoraron postrados en tierra " y le
obsequiaron con simbólicos presentes: "oro, incienso y mirra
"... Yo también te adoro, Señor y Dios mío, y te pido
transformes mi pobre vida, para que pueda ofrecértela hecha
amor, oración y sacrificio.
-. ¡Qué sorpresa la de María y José, ante la presencia, el
comportamiento y las noticias de estos extranjeros, que
llegan casi de incógnito! Alaban a Dios, que ama a todos sin
exclusiones; agradecen a los Magos sus gestos de piedad y
amistad, les ofrecen lo poco que tienen y les preparan un
sencillo y discreto cobijo. Y así ven confirmado el alcance
universal de la misión salvadora de este su pequeño y gran
Jesús.
-. Los Magos de Oriente son las primicias de los pueblos
gentiles que acogerán la Buena Nueva de la salvación. Su
venida significa que Jesús es el Salvador de todos los
hombres; y al que no podemos descubrir y reconocer, sino
recibiendo de los judíos las Escrituras con su promesa
mesiánica. También nos enseña que para encontrar a Dios,
hay que buscarlo con humildad y deseo, sin exigencias, a
partir de las huellas que Él va imprimiendo delante de
nuestros pasos. "Porque el Señor se manifiesta a quienes no
exigen pruebas, se revela a quienes no desconfían" (Sb
1,2).
-. Y, "advertidos en sueños de que no volvieran donde
estaba Herodes, regresaron a su país por otro camino". Sin
otra luz y guía sino la que en sus corazones ardía,
convertidos en testigos, comprometidos y gozosos, de todo
lo que habían visto y oído en un pueblecito de Judea.
34
10. Huida a Egipto, muerte de los inocentes y regreso
de Egipto a Nazaret (Mt 2, 13-23)
-. Noche agitada para todos: Magos, vecinos de Jerusalén,
Herodes, Jesús, María y José. Apenas se han cerrado los
ojos de María y José, tras la salida precipitada de los Magos,
cuando el ángel del Señor se le aparece en sueños a José, le
manifiesta las intenciones homicidas de Herodes y le ordena
levantarse, tomar al Niño y a su Madre, huir a Egipto y
permanecer allí hasta nuevo aviso. Su orden de huida es
alarmante, humillante y perentoria; y su orden de vuelta,
indeterminada. José realiza, punto por punto, todo lo ordena-
do. Y emprenden este duro y peligroso viaje hacia lo
desconocido, apoyados sólo en Dios... Acompáñalos y
sírvelos con amor...
-. Tras mil angustias y penalidades, llegan a su destino y
se instalan como pueden. ¿Por qué, Señor, por qué? ¿El
Salvador del mundo no podía salvarse a sí mismo y a sus
padres de una forma menos humillante y dolorosa? Siempre
nos desconcierta el misterio incomprensible de un Dios que
ha elegido para sí lo más costoso, para convencernos de su
amor ilimitado; que quiere salvarnos desde nuestra debilidad
compartida...
-. La astucia, el odio y la violencia son incapaces de
impedir el triunfo final de la Providencia. La fe, la sencillez
y el amor terminan siempre triunfando. En este Jesús que
huye encontrarán luz y consuelo los millones de
emigrantes, desplazados y exiliados por los huracanes de la
violencia y del hambre.
35
-. Mientras tanto Herodes, burlado, temeroso y enfurecido,
manda asesinar sin piedad a todos los niños nacidos en
Belén y en su contorno en los dos últimos años. "¿Por qué,
por qué?", gritan las madres de aquellos corderitos
degollados. Y nosotros preguntamos: "¿Por qué huiste tú y
dejaste morir a esos pequeños?". Huyó para poder morir más
despacio y con mayor dolor, después de dejarnos su vida,
su Palabra, sus milagros, su muerte y resurrección. Los dejó
morir, para hacerlos sus primeros mártires o testigos y re-
galarles así su vida eterna. El martirio, al igual que el
bautismo, es don gratuito de Dios (LG 42b). "Con razón
pueden llamarse primicias de los mártires los que, cual
tiernos brotes, se helaron al primer soplo de la persecución,
ya que perdieron la vida no sólo por Cristo, sino en lugar de
Cristo" (SAN AGUSTÍN).
-. Caminan durante la noche y parte de la mañana, y se
esconden y duermen en las horas más tórridas del día. Van
a la deriva por aquel mar, abrasador y helado, de guijarros y
arenas. Camino larguísimo y apenas sin medios. Y cuando
llegan a las fronteras de Egipto, todos son dificultades para
justificar su presencia, y problemas para encontrar trabajo y
vivienda entre la colonia judía. Todo allí les resulta extraño.
Pero Jesús es, también, el Salvador de estas gentes.
-. Simeón no había precisado en que consistiría aquella
"contradicción" y aquella "espada"; ni tampoco el ángel
había fijado el tiempo de permanencia en el exilio. Siempre
viviendo en la oscuridad de la fe: sin evidencias, sin
seguridades palpables, sin fáciles consuelos. En marzo o
abril del año 750 de la fundación de Roma, muere
HERODES, devorado por una dolorosa y hedionda
enfermedad; y es enterrado pomposamente en el Herodion,
fortaleza que había construido para sí sobre una colina
36
artificial, precisamente al sureste de Belén. El ángel se
aparece a José mientras duerme y le ordena volver. Y, una
vez más, el obediente y silencioso José inicia el regreso con
el Niño y María, unidos a una caravana de hebreos que
vuelven a su tierra. En principio, tienen intención de
quedarse en Belén; pero, avisados de nuevo por el ángel en
sueños, por miedo al sanguinario ARQUELAO, hijo mayor de
Herodes, deciden instalarse en Nazaret. ¿Por cuánto tiempo
y con qué perspectivas? Dios dirá. Pero el Niño está con ellos
y ellos con Él, compartiendo su suerte.
11. Vida oculta en Nazaret (Lc 2, 40. 51-52)
¿Por qué los evangelistas apenas nos cuentan nada de los
treinta años de vida escondida de Jesús en Nazaret?
Seguramente porque lo único extraordinario que allí ocurrió
es que todo fue ordinario, común y hasta vulgar. Ésta fue, en
realidad, su "vida verdadera" [139], la que después explicará
con su predicación y milagros, con su muerte y resurrección.
Su larga estancia en Nazaret fue oscura, pero no estéril. Ella
nos ayuda a comprender que su economía o plan de salvación
no es de mera eficiencia humana, sino de expiación redentora;
que, en su Reino, el más valioso no es el que más se mueve o
el que mejor habla, sino el que más y mejor obedece, ama y
sigue a Jesús con su cruz de cada día.
Contemplemos esta oscura y larga etapa de la vida de Jesús,
en una selección de imágenes y vivencias, que nos ayuden a
conocerlo internamente, a amarlo y a seguirlo con fidelidad.
Veamos a los tres en profundidad, oigamos y tratemos de
37
entender sus palabras, miremos y gustemos todo lo que hacen;
en una palabra asimilemos sus lecciones.
+ Oración
- Ante todo, quiero contemplar su oración: personal,
familiar y comunitaria. La convivencia con sus vecinos es
de contacto permanente, inevitable. El ruido y las voces los
envuelven sin distraerlos; aunque procuran evitar el
parloteo insustancial y la curiosidad vana. Todos saben que
nunca encontrarán en ellos cómplices para sus críticas y
groserías. Deseo adentrarme en sus corazones, siempre en
comunión con el Padre.
La oración personal es la atmósfera que aspiran y
respiran. En su vida todo es oración, bendición a Dios: todo
se convierte en materia de ese intercambio de amor, que
siempre adora, alaba, agradece y pide. A Jesús le agrada
mucho salir al descampado para, sin ruidos ni testigos, orar
largamente con la mirada puesta en el cielo.
Su oración familiar abarca toda su vida, tejida de
bendiciones sinceras a Dios. A Jesús le enseñaron a rezar
sus padres con sus ejemplos y palabras. Ellos sonríen y se
emocionan cuando lo ven rezar.
Observan con fidelidad el espíritu del sábado y las
prescripciones de la Ley. Asisten siempre y con devoción al
culto, aunque incompleto, de su humilde sinagoga, en
cuyas lecturas participa Jesús después de cumplir los trece
años. Cuando escucha o lee la Escritura, siente que está viva
y le habla. Ella le ayuda a elaborar y expresar en lenguaje
humano su experiencia de Dios, el misterio de su persona y
el sentido de su misión. Celebran con intensidad creyente
las fiestas religiosas de Israel; especialmente la Pascua, en
38
Jerusalén. ¡Con qué ilusión esperan ese día, con qué alegría
realizan ese viaje y con qué fervor toman parte en ese culto
del Templo, que lo seduce e inquieta... Y yo ¿cómo, dónde
y cuánto oro? ¿Mi oración se hace más sencilla y profunda,
más intensa y abierta, más humilde y confiada, más
desprendida y entregada?
+ Vida de familia
-. ¡Cuánto se estiman, respetan y aman; y con qué cariño
se anticipan en el servicio] En su casa, todo es concordia,
alegría, colaboración... ¡Cuánto sufrieron con la muerte de
José! Muerte, muy santa y dulce para él, y muy dolorosa y
serena para María y Jesús... ¡Qué hermosa es la familia si,
con la gracia, se forma y se vive según el proyecto de Dios!
¿Es así mi convivencia, en los diversos círculos en que se
desarrolla mi existencia?
+ Trabajo
-. Muy sencillo, fatigoso y prolongado... José y Jesús
ayudan a María en algunas de sus faenas, reparan la casa,
trabajan la madera, cultivan la tierra, se ajustan como
obreros eventuales. María limpia la casa, muele, amasa y
cuece el pan de cebada, cocina las verduras o legumbres,
asa o sala el pescado del lago, trae el agua de la fuente y
recoge leña en el monte, lava y cose, hila y teje, ayuda a su
esposo y a su Hijo en sus trabajos. Y todo esto, a conciencia,
con orden, paz y alegría, abiertos a Dios y a los hombres. Y
cuando se acaba el trabajo propio, echan una mano a los
demás... Yo estoy llamado a ser colaborador de Dios en la
gran tarea de completar la creación y de instaurar el Reino de
los cielos en el mundo. ¿Lo soy...?
39
+ Crecimiento humano integral de Jesús
-. Como todo niño, adolescente y joven, va creciendo
integralmente, y manifestando progresivamente su
"plenitud de gracia y de verdad" (Jn 1, 14), ante los ojos
complacidos de Dios y de sus padres. ¡Qué ansia tiene, Él,
que es la Vida, de vivir y de hacer vivir en plenitud! ¡Qué
hambre de comprender la Escritura, de aumentar los
conocimientos de la historia patria, de las lenguas más
usuales (arameo, hebreo, algo de griego)...! ¡Qué deseos de
conocer de cerca la naturaleza y las diversas faenas de casa
y del campo, de experimentar lo bueno y lo bello, de amar
y servir a todos, de comunicarse con todos! Se siente el
Dios-hombre para los demás. Sus ojos descubren y adoran
la presencia de su Padre en todas las cosas. Y, sin casi darse
cuenta, va haciendo acopio de todo aquello que después
utilizará en sus enseñanzas. El mandamiento primigenio de
"crecer" afecta a todo hombre, en todas las dimensiones y
etapas de su vida.
-. Señor, que crezca siempre como hombre y como
cristiano, sin desalentarme nunca por mis retrasos y caídas.
Y que, con amor respetuoso, ayude a crecer así a los demás,
respetando su sagrada singularidad...
40
12. Jesús encontrado en el Templo (Lc 2, 41-50)
Según la Ley, todo varón israelita -a excepción de los
menores de edad, ancianos, enfermos y esclavos-está obligado
a visitar el Templo tres veces al año, para celebrar en él las
fiestas de la Pascua, Pentecostés y las Tiendas (Dt 16, 1-17).
Como la práctica literal de este precepto no es posible a todos
los judíos en cada una de las tres fiestas, la costumbre excusa de
asistir a las dos últimas a los que viven lejos. A los doce años,
comienza a obligar la Pascua a todo adolescente, con cuya ce-
lebración entrará oficialmente en la vida religiosa de Israel. A
los trece años, queda constituido miembro de pleno derecho
del pueblo sacerdotal.
- Jesús ha cumplido "doce años". Suben los tres a
Jerusalén y entran en el Templo. Los vecinos y peregrinos,
los sacerdotes y levitas, los vendedores y mendigos, los
soldados romanos, los pastores con sus rebaños de ovejas
colman y desbordan la Ciudad Santa y sus arrabales,
llenándola de trasiego, sudor y ruido.
- ¿Qué siente Jesús al pisar hoy las losas del Templo, al
presenciar los sacrificios de los corderos, al ver el grupo de
los maestros de la Ley? Esta subida a Jerusalén es presagio
misterioso de su elevación pascual. Porque Él no se pierde
en Jerusalén. Se queda voluntariamente en el Templo, pues
se sabe atado a él por una Ley superior a la de Moisés o a la
de una piadosa costumbre. Pero, al menos ¿por qué no
previene a sus padres, ahorrándoles a ellos y a sí mismo una
buena parte de sufrimiento? Sin duda, para que yo aprenda
a ser libre, a depender sólo de Dios y de su voluntad.
-. Una vez más, María y José, unidos indisolublemente a
su Hijo, experimentan cómo la espada profetizada por
41
Simeón se va hundiendo más y más en sus corazones. Al
tercer día de una búsqueda angustiosa, humilde y confiada,
en una especie de resurrección anticipada, encuentran al
Niño, que, en el corro de los maestros de la Ley, escucha y
pregunta... Jesús, que yo te busque, con María y José, sin
desconfianzas ni descuidos, sin fijarte exigencias ni plazos.
- Ante el desahogo dolorido de María y de José, Jesús, con
clara conciencia de su singular filiación divina, les reprocha
que lo hayan buscado, angustiados, por otros sitios, cuando
deberían saber que Él no podía estar en otro lugar ni en otra
ocupación que "en la casa " y "en las cosas de mi Padre ",
cumpliendo sus designios salvíficos. Y, consciente de sus
deberes para con su Padre, reclama independencia absoluta
para cumplirlos, anticipando así su conducta durante su
ministerio público y su Pasión. "Es preciso" (Lc 24, 26) que
Él cumpla la voluntad de su Padre, consignada en la
Escritura, y que lo conduce inexorablemente hacia su
muerte y resurrección... Cuando las criaturas traten de
retenerme, apartándome de la misión que mi Padre me ha
confiado, les responderé como Tú: "¿Es que no sabéis que
yo, como Jesús, debo estar siempre con mi Padre, ocupado
sólo en sus asuntos?..."
- Aunque, entonces, ellos no comprenden todo el alcance
de la respuesta de Jesús, la respetan en fe, aceptando el
comportamiento de este muchacho, que, en esta su primera
Pascua, casi de repente, ha madurado tanto. Reemprenden
la vuelta. Esta vez, Jesús no se quedó en el Templo, sino que
"bajó con ellos a Nazaret, y vivió bajo su tutela". "Su Madre
guardaba todos estos recuerdos en su corazón", como en la
fuente manadera, abundante y limpia de la que beberá
siempre la Iglesia.
42
43
II. MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS
Ya desde el seno de su Madre y durante toda su Infancia,
Jesús se muestra siempre en camino hacia el cumplimiento
total de la voluntad salvífica de su Padre; y, con su ejemplo
silencioso, me invita a seguirle en este su servicio de amor
obediente a Dios y de amor sacrificado a los hombres. A partir
de su ministerio público, me propone y ofrece a mí, pecador
perdonado y amado por Dios, con su gracia transformante, este
su ejemplo e invitación, en cada una de sus obras y palabras.
Por eso, le pido gracia "para que no sea sordo a su llamamiento,
mas presto y diligente para cumplir su santísima voluntad"
[91].
13. Bautismo de Jesús (Jn 1, 29-34pp)
El Bautismo de Jesús es: inauguración de su ministerio
profético (Is 63,11; 42, ls), anticipo de su misterio pascual (Is
53, 4-11), figura y anticipo del Bautismo del cristiano (Mc 10,
38s; Lc 12, 50; Jn 19, 34).
-. Jesús tiene unos treinta años. Desde la muerte de José,
es el cabeza de familia y sigue viviendo con María en
Nazaret. Todos lo aprecian. Pero, quizá, se preguntan: "¿Por
qué no se casa como los demás? O, si no quiere hacerlo,
¿por qué no se retira a Qumram? ¿Qué planes son los
suyos?". Él y María se miran, sonríen y callan. En su
momento, Dios hablará.
44
-. Junto a la orilla oriental del Jordán, frente a Je-ricó y a
unos 35 kilómetros de Jerusalén, ha surgido un personaje
extraño, que reúne multitudes y despierta expectación. Es
Juan, el último profeta, aquel a quien María cuidó en Ain
Karin, y que, casi adolescente, se retiró al desierto, para más
tarde revelarse como Precursor del Mesías... Míralo, enjuto,
envuelto en una piel de camello. Escúchalo mientras predi-
ca conversión, amenaza con juicio terrible y fuego
inextinguible, bautiza con agua a los conversos para el
perdón de los pecados; y anuncia la presencia, en medio de
ellos, del Mesías esperado y desconocido, el más fuerte y
digno, que viene a bautizar con Espíritu Santo.
-. Estas noticias llegan a Nazaret y suscitan discusiones
acaloradas. En el corazón de Jesús resuena la orden de
partida. Se lo comunica a María, y ella asiente en silencio
y con lágrimas en los ojos. Él, antes de partir, se ocupa de
la situación de su Madre. Se desprende de sus herramientas,
toma su manto y un poco de pan, se ata las sandalias, le pide
la bendición a su Madre y se despide de ella con un fuerte
abrazo. María lo acompaña hasta las afueras del pueblo y lo
sigue con su mirada. Jesús se vuelve, agita su brazo para
darle su último adiós y desaparece en la lejanía. ¡Qué sola
se queda ella, y qué solo se va El!... ¡Yo, Jesús, contigo y
como Tú!
-. Después de haber hecho los 185 kilómetros, en unas
cinco o seis jornadas, llega a su meta en el Jordán, con los
pies ardientes y el alma en ascuas. Se despoja de la túnica y
se enrola en la fila de los penitentes. Al llegar a la presencia
de Juan, éste, iluminado de lo alto, lo reconoce como el
Elegido y se niega a bautizarlo. Jesús vence su humilde re-
sistencia, apelando a la voluntad de Dios, que los dos deben
cumplir. Y se sumerge en las aguas del río sagrado,
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putrefacto por el pecado del mundo, para descontaminar y
santificar sus aguas con su santidad inocente, con su amor
obediente y reparador... ¡Adéntrate, Señor, en mi corazón
de aguas turbias, y sánalo desde su misma raíz!
- Emerge del río, como nuevo Moisés y nuevo Israel. Y,
mientras está orando, se abren y rasgan los cielos; el
Espíritu Santo desciende y se posa sobre Él en forma de
pacífica paloma; y se escucha la voz, cálida y solemne, del
Padre: "¡Tú eres mi Hijo Amado, en ti me complazco!". Tras
la humillación, la exaltación, como anticipo de su misterio
de muerte y resurrección. Es la unción oficial para su misión
profética, sacerdotal y real. Él ya conocía su identidad y
misión. Pero ahora las experimenta y entiende con claridad
y fuerza nuevas; y el Padre lo proclama solemnemente ante
el Precursor. El Bautismo de Jesús es figura y anticipo de
nuestro Bautismo cristiano, en el que, lavados de nuestros
pecados en agua y en Espíritu, somos consagrados a la
Trinidad... ¡Que siempre, Señor, profundice en tu muerte y
vida resucitada, y me renueve en ti!
14. Tentaciones en el desierto (Mt 4, 1-11 pp)
Comienzo haciendo, con la Iglesia, un acto de fe: "Creo que
existe el demonio como un ser espiritual, pervertido y
pervertidor; y creo que el resultado del primer enfrentamiento
de Jesús con Satanás fue la derrota de éste para siempre, que
Jesús ratificará con las posteriores expulsiones".
- "Lleno del Espíritu Santo", desde las orillas del Jordán,
Jesús se encamina a la montaña cercana, desierta e
inhóspita, llena de piedras y horadada de cuevas. El Espíritu
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lo conduce allá arriba y lo asiste "para ser tentado por el
Diablo", tras cuarenta días de oración y ayuno total... Y yo
voy con Jesús y lo observo... Como las demás tentaciones o
pruebas, estas tres del "Monte de la Tentación" no son
ficticias o aparentes, ni lo dejan insensible; sino que son
muy reales y le afectan dolorosamente. Aunque nunca
encuentran en Él complicidad o connivencia alguna.
- Dios nunca tienta para el mal. Pero sí tantea, pone a
prueba al hombre, lo descubre a sus ojos y lo purifica, al
permitir que sus pasiones, azuzadas por el mundo y el
Diablo, le tiendan lazos y asechanzas para inducirlo al
pecado. El hombre debe velar y orar, no para que Dios lo
libre de toda tentación, sino para que lo sostenga con su
gracia y no sucumba en ella; y para que, si así le parece bien,
lo preserve de las tentaciones más fuertes e insidiosas.
-.¡Qué repugnancia la de Jesús cuando siente la presencia
de Satán y escucha sus propuestas arteras y malvadas!
¿Cómo ha sospechado que es el Mesías?
Y ¿por qué lo teme y trata de que cambie su estilo de vida?
A lo largo de la historia de Israel, el Enemigo ha visto surgir
a muchos iluminados que se proclamaban el Mesías,
mientras, engreídos, enarbolaban banderas de
independencia violenta y de glorias nacionales, y hacían
promesas de abundancias terrenas. Éstos nunca le
preocuparon al Tentador. Pero ahora ve llegar a este hombre
singular desde Nazaret, para someterse con humildad al
bautismo de Juan, subir a la montaña y comenzar un largo
retiro de oración y penitencia. Todo esto comienza a
preocuparle; y decide averiguar si es el Mesías, para, en el
caso de que vea confirmados sus temores, desviarlo del
camino trazado por Dios.
- Éstas no son vulgares tentaciones de codicia, vanidad y
47
soberbia [136-147]; sino tentaciones mesiánicas. Satán le
sugiere unos tipos de mesianismo espurio, contrarios a los
del Siervo Paciente, que el Padre ha elegido y que lo
conducen inexorablemente al fracaso y a la muerte más
ignominiosa. Satán le propone un mesianismo más acorde
con las expectativas de la mayoría de los judíos; y, además,
con todas las garantías de éxito. Le brinda, en definitiva,
unos atajos para lograr el Reino mesiánico universal, sin
pasar por la cruz. Y todo ello, envuelto en palabras,
manipuladas, de la Escritura.
+ En la primera tentación, y bajo la propuesta, en
apariencia inocente, de que utilice sus poderes para
socorrerse en su perentoria necesidad, pretende que
prescinda de Dios, que sea para Sí su propio Moisés y
Providencia; que inicie ya ese mesianismo temporalista, con
abundancia de bienes materiales, tan ansiado por el pueblo.
- En su respuesta, Jesús ratifica su confianza en el Padre,
su decisión de vivir sólo de su Palabra, asumiendo el
mesianismo pobre del Siervo. Así nos ayuda a vencer la sed
de codicia de los humanos, que miden la valía de una
persona más por lo que tiene que por lo que es. Como dirá
más tarde: "Mi sustento es hacer la voluntad del que me ha
enviado hasta llevar a cabo su obra de salvación" (Jn 4,
34).
+ En la segunda tentación, lo anima a renunciar al me-
sianismo humilde del Siervo y a suplantarlo con un me-
sianismo triunfal y milagrero (Jn 7, 3-5; Mt 27, 41-44),
desafiando la ayuda de Dios y encauzándola hacia sus
propios intereses.
- En su respuesta, Jesús se niega a poner a prueba a Dios
(Dt 6, 16; Ex 17, 2) y confiesa su actitud inconmovible de
48
abrazarse confiadamente al querer de su Padre, que lo ama
y cuida, y que le ha trazado caminos de sencillez y
humillación, para vencer la vanidad y orgullo de los
hombres.
+ En la tercera tentación. Satán se manifiesta como el
soberbio primordial e impenitente, que, al no poder ser como
Dios, se negó a depender siempre de Él, a recibirlo todo de
su Bondad; y se lanzó, ya desde el principio, a arrebatar a
Dios sus siervos de amor e hijos de adopción para
convertirlos en esclavos suyos. Ahora le ofrece a Jesús, al
margen de Dios, el reinado político sobre todos los pueblos,
a cambio de que se postre ante él y lo reconozca como señor
absoluto del universo.
La respuesta de Jesús es un rechazo tajante del Tentador,
una aceptación incondicional del único Señor, su Dios y
Padre, del que se declara su Siervo obediente hasta la muerte,
cuya sola gloria busca a través de su inmolación total, en un
Reinado espiritual que se va realizando en este mundo, pero
que no es de este mundo (Jn 6,15; 18,36; Hb 5,8). Así nos
merece gracias de humildad, que es andar en verdad y en
amor (Ef 4,15) delante de Dios, de nosotros mismos y de
los demás...
+ "Cuando terminó de poner a prueba a Jesús, el diablo
se alejó de Él hasta el momento oportuno " (Lc 4, 13). Ese
"momento oportuno" fueron, en realidad, muchas
situaciones de su vida: las palabras disuasorias de Pedro
para que renuncie a la Pasión, las incomprensiones y
cerrazón de sus discípulos, la traición de Judas y la huida de
los Once, las negaciones de Pedro, las persecuciones de sus
enemigos, el rechazo de su Pueblo, la soledad angustiosa
del Huerto, la agonía y las mofas del Calvario, la muerte en
el abandono de la Cruz.
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- "Padre nuestro,... no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del Mal" (Mt 6, 13; cf. ICo 10,12s; St 1, 12). ¡Jesús,
ven a mi hosco desierto interior, ardiente de pasiones y
poblado de demonios, y véncelos por medio de tu Espíritu
y con mi cooperación humilde y confiada!
15. Primeras vocaciones junto al Jordán (Jn 1, 35-51)
Tras ser probado y confirmado en su mesianismo de Siervo,
Jesús vuelve a la orilla del Jordán y comienza a bautizar a
aquellas gentes con un bautismo de penitencia, semejante al de
Juan. Allí va conociendo a los discípulos más fieles del
Precursor; aunque ellos poco o nada saben de aquel nazareno.
Hasta ahora ha actuado en solitario. Pero en su corazón siente
que, para dar continuidad al encargo recibido, es voluntad de su
Padre que busque para esa tarea cooperadores a tiempo
completo y de corazón entero. El estilo de magisterio que va a
iniciar es el de un predicador ambulante, rodeado de discípulos
que no sólo escuchan y aceptan su doctrina, sino que "están con
Él" noche y día, comparten su vida y misión y gozan de su
amistad. Él nunca los llamará ni "compañeros" ni
"camaradas"; pero sí "amigos" (Jn 15, 14s); y como a tales los
tratará ya desde ahora.
En la convocación de estos discípulos, Jesús procede con tres
llamamientos progresivos e integrados:
1.° a un seguimiento ocasional y provisional;
2.° a un discipulado total y definitivo;
3.° a formar parte del grupo apostólico de "los Doce".
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-.Al día siguiente de que el Bautista confesará la
mesianidad de Jesús ante una comisión de sacerdotes y
levitas, al verlo, Juan lo señala a sus seguidores: "Este es el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Yo he visto
que el Espíritu bajaba desde el cielo como una paloma y
permanecía sobre Él...". Al día siguiente, lo ve pasar cerca
y vuelve a insistir ante dos de sus discípulos: "Este es el
Cordero de Dios...".
-. Los dos, Andrés y, a lo que parece, Juan, lo siguen a una
discreta distancia. Él lo advierte; y, para facilitarles el
encuentro con Él, se vuelve y, con voz amable y mirada
penetrante, les pregunta: "¿Qué buscáis?". Pregunta clave,
que, con significados y tonos distintos, volverá a hacer en
el Huerto y junto al Sepulcro. Pero ellos -Él ya lo sabe- no
buscan algo (una cosa, una información). Buscan a Alguien
a quien conocer y con quien convivir íntimamente:
"Maestro, ¿dónde vives?". Y, con palabras de Maestro y
Amigo que invita y se ofrece, les responde: "Venid y lo
veréis". Se van con Él, y comparten amistosamente toda
aquella tarde, en la cueva o en la choza de ramas donde se
guarece estos días. Nunca podrán olvidar la hora de aquel
primer encuentro: "Eran como las cuatro de la tarde". Solo
después de su Resurrección comprenderán que el verdadero
lugar donde Jesús vive y hay que buscarlo es el Padre.
-. Como más adelante la samaritana, ya no creen sólo por
el testimonio de Juan, sino por lo que han visto y oído. Y,
como todo aquel que se ha encontrado profundamente con
Jesús, van corriendo a comunicar a sus hermanos, paisanos
y amigos: "¡Hemos encontrado al Mesías!". Andrés es "el
primero" en hallar "a su hermano Simón" y en llevarlo a su
presencia. ("El segundo" sería Juan, a su hermano
Santiago). Jesús lo mira profundamente y le anuncia su
51
cambio de nombre y destino: "Te llamarás Cefas (es decir,
Piedra, Roca)". Al día siguiente, salen para Galilea, y
encuentra y llama a Felipe, de Betsaida: "Sigúeme ".
Felipe se lo dice a Natanael, de Cana, que pone en duda
que de Nazaret pueda salir algo bueno. Felipe repite las
palabras de Jesús: "Ven y lo verás". Y Jesús le demuestra que
su vida está patente a su mirada. Y garantiza que sus
discípulos lo descubrirán como "Hijo del hombre"; es decir,
como camino hacia el Padre, como punto de unión entre el
cielo y la tierra.
-. Señor, renuévame tu invitación a seguirte, a estar
siempre contigo, a compartir tu vida y misión, a hacer mías
tus actitudes más profundas. Que se ahonde siempre mi
encuentro contigo, mi visión de ti y mi transformación en ti,
para que pueda así ser tu testigo convencido y convincente.
Jesús, muéstrame al Padre (Jn 14, 8) y hazme vivir, ya desde
ahora, en Él.
16. La boda en Cana (Jn 2, 1-11)
Las celebraciones de una boda judía duraban varios días. Las
gentes ordinarias tenían las comidas en el patio comunal,
sentados en corros, con separación de hombres y mujeres. El
vino era parte muy importante de toda la celebración.
-. "Tres días después, hubo una boda en Cana de Galilea.
La madre de Jesús estaba invitada. También lo estaban Jesús
y sus discípulos". Y acuden a la invitación sincera de
aquellos parientes o amigos. Hacía varias semanas que
Jesús había abandonado Nazaret y dejado sola a su Madre,
52
sin concretarle el día de su regreso. ¡Qué alegría para María,
cuando lo ve llegar alegre -aunque más delgado y quemado
por el sol-, en compañía de aquellos hombres jóvenes y
abiertos, que lo rodean y tratan deferentemente como a su
Maestro! ¡Qué gozo para los dos cuando se abrazan y
cambian unas palabras de cariño! No hay tiempo ahora para
intercambios más amplios. Se colocan en sus respectivos
grupos, y participan alegremente en aquella comida familiar
y festiva, que tanto significado comienza a tener para Jesús.
María, mientras come y ayuda a servir, no deja de
contemplar a su Hijo y de mirar como a hijos a aquellos sus
primeros discípulos.
-. De pronto, María advierte que algo extraño está
ocurriendo en las proximidades de la cocina. Se informa, y
se lo comunica discretamente a Jesús: "No les queda vino".
Esta falta podía suponer un gran bochorno para los esposos
y sus familias. María presiente que ésta es una buena
ocasión para que su Hijo los saque de aquel apuro y
comience a darse a conocer ante aquellas gentes. Su exponer
sencillamente la necesidad, su pedir sin pedir, provoca en
Jesús una respuesta, a primera vista desconcertante: "Mujer,
déjame; mi hora aún no ha llegado". Ella la interpreta como
lo que es, como un rechazo; pero intuye que éste no afecta
al fondo de la súplica. Por eso, se acerca a los que sirven y
les dice en voz baja y persuasiva: "Haced lo que Él os diga".
Son las últimas palabras de María que los Evangelios nos
transmiten y que deben resonar siempre en nuestros
corazones de discípulos y hermanos de Jesús.
-. Y, como siempre, María acierta. Jesús manda a los
sirvientes que llenen con agua las seis amplias hidrias o
tinajas, "de unos cien litros cada una", y queden a probar
aquel líquido al maestresala. Éste queda sorprendido de que
53
hayan reservado "el vino de mejor calidad" para el final.
Los criados hacen correr la noticia de lo que en realidad ha
sucedido. "Éste fue el primer signo realizado por Jesús. Así
manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él".
-. Sólo tras la Resurrección, fue capaz el evangelista de
entender el sentido de la respuesta de Jesús a María y del
signo realizado después, y de sugerirlo en su narración. La
llama "mujer", lo mismo que desde la cruz, porque ella es la
nueva Eva, la verdadera Madre de los vivientes, de los
creyentes en Él. Lo que Jesús quiere indicarle, al decirle
"déjame, mi hora aún no ha llegado ", es que, en su
ministerio palestinense, sólo depende de su Padre; pero que
cuenta con ella en "su hora " de glorificación por la muerte
y resurrección.
-. Si Jesús cumple sobradamente lo que le sugiere María,
no es porque ella sea simplemente la Madre que lo ha
engendrado y cuidado, sino porque ella es la Madre de la
Redención. Lo que va a realizar no es un simple prodigio
para socorrer en su apuro a aquellos esposos y familias, sino
un "signo " de los bienes de la Redención que, "en su hora",
brotarán, bajo la figura de "sangre y agua", de su costado
traspasado. Este vino, por su abundancia, es signo de la
restauración mesiánica anunciada; por su "mejor calidad",
es signo de la Nueva Alianza; y, como vino, es signo de la
Palabra de Dios y de la Eucaristía.
-. "Después, Jesús bajó a Cafarnaún, acompañado de su
madre, sus hermanos [o parientes] y sus discípulos, y se
quedaron allí varios días". ¿Por qué sólo los discípulos han
creído en Jesús, confirmando su fe en Él? Porque, para
descubrir al Mesías en sus signos, hace falta o tener
previamente la fe o una disposición abierta al don de la fe.
María es la que mejor ha percibido el fulgor de la gloria
54
mesiánica contenida en el signo. Como siempre, guarda y
medita todas estas cosas en su corazón; y baja a Cafarnaún
con hondos sentimientos maternales que envuelven no sólo
a Jesús, sino también a aquel primer grupo de discípulos.
-. ¡Ay, si las familias cristianas, si todos sus miembros
invitáramos sinceramente a Jesús y a María a entrar en
nuestra casa y a tomar posesión de nuestro corazón! ¡Ay, si
nos dejáramos conducir y plasmar por el Espíritu de Jesús!
¡Todo se renovaría, sin peligro de cansancio o ruptura!
¡Nuestras vidas serían un anticipo en fe de la vida celeste de
los hijos de Dios!
17. Vocación definitiva de los primeros discípulos
(Lc 5, 1-ll pp)
El lago de Genesaret -o Mar de Galilea o de Tiberíades-, en
cuyas limpias aguas se miran no menos de diez poblaciones
(hoy desaparecidas), es el escenario principal de las
predicaciones y milagros de Jesús. Lago singular y hermoso,
situado a 210 metros bajo el nivel del Mediterráneo. Clima
suave en invierno, un paraíso en primavera y un horno muchos
días de verano. En sus riberas crece una vegetación subtropical.
Tiene 21 kilómetros de longitud y una anchura máxima de 11
kilómetros. Su superficie es de 166 km2 ; y su profundidad, de
45 metros.
Como Jesús comienza ya a anunciar la llegada del Reino
de Dios, adelantaré aquí la explicación de esta realidad
evangélica fundamental. Tras el pecado de Adán, Dios hace
una promesa de salvación. El tiempo de la espera se ha
cumplido con Jesucristo, el cual inaugura en sí mismo el
55
Reino o Reinado de Dios sobre los hombres, que nos salva
del pecado y de la muerte, nos libera de toda esclavitud y
nos introduce en el Reino de los santos. El Reino o Reinado
de Dios (que Mateo llama treinta y tres veces "Reino de los
cielos"; y dos veces, "Reino del Padre") consta de un movi-
miento descendente y de otro ascendente. En Cristo y por
su Espíritu, Dios sale al encuentro del hombre caído para
perdonarlo y hacerlo hijo suyo; y el hombre se abre a este
don. Así pues, el Reino o Reinado de Dios es la acción
salvífica, gratuita y universal, de Dios y su aceptación libre
por parte del hombre.
Esta salvación, que comienza en este mundo y se consuma
en el mundo futuro y eterno, es el objeto de la esperanza
activa del hombre y, por medio del hombre, de toda la
creación. La inminencia del Reino exige una conversión
total del hombre, un cambio radical de su corazón y de su
vida (Ef 4, 23s); es decir, de su mentalidad, orientación,
amor, comportamientos. Y se realiza por la/e o adhesión de
todo el ser al Evangelio, personificado en Jesucristo, el
único Salvador, que vive y actúa misteriosamente en todos
los hombres de todos los tiempos, por su Espíritu y mediante
su Iglesia, "sacramento universal de salvación" (LG 48b).
-. Tras el encarcelamiento de Juan, Jesús vuelve a Galilea,
deja Nazaret y se va a vivir a Cafarnaún. Y comienza a
"proclamar la buena noticia de Dios...: 'El plazo se ha
cumplido. El Reino de Dios está llegando. Convertíos y
creed en el Evangelio'..." (Mc 1, 15).
-. Hoy, Jesús se acerca a la orilla del lago, mientras la
multitud se agolpa "para oír la Palabra de Dios". Para
evitar la presión de un gentío en aumento, sube a la barca
de Simón, que, como los compañeros de la otra barca,
disgustado por el fracaso de todo el esfuerzo nocturno,
56
acaba de recoger las redes. Jesús pide a Pedro que separe la
barca un poco de la orilla; y, sentado, comienza a enseñar a
la gente, teniendo como acompañamiento de fondo el rumor
de las olas que rompen suavemente contra las piedras o
mueren mansas en la orilla.
-. Después manda a Simón que se adentre en el lago y
que eche las redes para pescar. Sorprendido ante la petición
de Jesús, que carece de toda experiencia de pesca, Simón
alega: "Maestro, hemos estado toda la noche faenando sin
pescar nada. Pero, puesto que tú lo dices, echaré las
redes". Así lo hacen: por complacerle y porque se fían de
El. Y capturan tal cantidad de peces que las redes amenazan
romperse, y tienen que pedir ayuda a sus socios de la otra
barca. Son tantos los peces, que las dos barcas se llenan, con
peligro de hundirse. Simón Pedro, asombrado y
confundido, cae a los pies de Jesús y le dice: "Apártate de
mí, Señor, que soy un pecador". Todo el grupo, entre ellos
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, están "sobrecogidos de
estupor".
-. Él, entonces, se dirige a Simón, a quien ya distingue con
cierta primacía y representación, y le dice a él y a sus
acompañantes: "No temas. Desde ahora serás pescador de
hombres" (Lc). "Veníos detrás de mí y os haré pescadores
de hombres" (Mt-Mc). Y, al instante, las dos binas de
hermanos, lo dejan todo -su familia, su profesión y sus
bienes- y siguen a Jesús del todo y para siempre.
-. Jesús, tú eres quien, libremente y por amor, me llamas
y creas en mí la decisión libre de seguirte. A pesar de mis
infidelidades, tú me sigues llamando. Pero, sólo si siento tu
brazo sobre mi hombro, sólo si veo tu rostro y escucho tu
voz, podré darte y mantenerte una respuesta generosa y
siempre fiel, podrán los hombres descubrirte a ti en mí.
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Jesús, tu enviado nunca debe olvidar que, sin ti, todo
esfuerzo apostólico es estéril; y que, contigo, los esfuerzos
de tu instrumento pueden verse coronados, en un instante y
en el tiempo aparentemente menos propicio, con el fruto
más inesperado y espléndido... ¡Sin ti, nada; contigo, todo!
¡Jesús, yo siempre contigo y como Tú!
18. Jesús y Nicodemo (Jn 3, 1-21)
-. Nicodemo es un escriba, afiliado al partido de los
fariseos, miembro del Sanedrín; y simpatizante de Jesús.
Pero teme comprometerse ante sus colegas. Por eso, va al
encuentro de Jesús "de noche". Él cree "saber" quién es
Jesús; y así se lo manifiesta: un rabino cualificado, un
maestro enviado por Dios para instruir al pueblo en la Ley y
acreditado con milagros. Aunque es hombre de buena
voluntad, su fe es crepuscular, esencialmente incompleta...
También yo me acerco a ti, Jesús, con mi fe desvaída y
medrosa. Tengo miedo a entregarme del todo a ti, por si "te
aprovechas" de mi disponibilidad para estropear mis planes,
para acibarar mis alegrías.
-. El le da a entender que ese reconocimiento es in-
suficiente; que se necesita mucho más: "Yo te aseguro que
el que no nazca de nuevo [o "de arriba"] no puede ver el
Reino de Dios". A la pregunta irónica de Nicodemo sobre la
imposibilidad de volver al seno materno para nacer otra vez,
Jesús le responde que se trata de un nacimiento espiritual y
misterioso, de un nacimiento "del agua y del Espíritu"; es
decir, por el agua del Bautismo, fecundada por el Espíritu
que suscita en el hombre la fe. En esto consiste nacer "de
58
nuevo ": en nacer "de arriba ", es decir, de Dios, por el
Bautismo y la fe. Este nacimiento "de arriba " ha sido
posible porque "El de arriba" ha venido a la tierra, para que
los que crean en el verdadero Hijo de Dios lleguen a ser
hijos de Dios por participación.
-. Nicodemo no entiende estas palabras enigmáticas. Por
eso le pregunta, desconcertado, "cómo puede ser eso". Jesús
se maravilla de la incomprensión de un maestro distinguido
de Israel, como es él. Después de todo, no es más que la
enseñanza de los profetas acerca de la transformación de los
corazones por la efusión del Espíritu, en la era mesiánica. Y
comienza a explicarle cómo acontece la salvación: la
iniciativa salvadora procede del Padre, que envía al Hijo; se
realiza por medio del Hijo, muerto y resucitado; se consuma
en el Espíritu Santo; y el hombre se la apropia por la fe
(aunque puede también rechazarla por su incredulidad).
- Nicodemo siente que una luz suave alborea en su alma,
disipando prejuicios, destruyendo presunciones, abriendo
horizontes de vida nueva. Y se marcha, entre aturdido y
gozoso, rumiando aquellas palabras, que resuenan con
fuerza en su corazón: "El Hijo del hombre tiene que ser
levantado en alto, para que todo el que crea en Él tenga vida
eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que
tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para
condenarlo, sino para salvarlo por medio de Él".
-. ¡Jesús, Hijo y Enviado del Padre, creo en ti, pero
aumenta mi fe! Que nunca peque contra la luz. Que,
"obrando la verdad en la caridad" (Ef 4, 15), me convierta
en un reflejo de tu Luz que se irradia sobre el mundo. Sé Tú
mi único Maestro y Señor. Hazme renacer cada día a esa
vida nueva, filial y fraterna, que me has ganado con tu
59
Muerte y que me comunicas con tu Resurrección. ¡Salvador
del mundo, sálvame, sálvanos!
19. Jesús y la samaritana (Jn 4, 1-42)
Sicar es la antigua Siquem, hoy Nablús, al pie del monte
Ebal, a unos 63 kilómetros al norte de Jerasalén. El pozo de
Jacob, que, aunque modificado, se conserva hoy, se encuentra a
unos mil metros del pueblo, y tiene actualmente unos 32 metros
de profundidad.
-. Huyendo de las insidias de los fariseos, que predominan
en el sur, Jesús, con sus discípulos, abandona Judea y vuelve
a Galilea. Para acortar su viaje y, sobre todo, para enderezar
el camino de unos samaritanos extraviados, se decide a
pasar por la cismática y hostil Samaría, mezcla impura de
sangres, razas y religiones, que ha edificado a Yahveh en el
monte Garizín un santuario, rival del Templo de Jerusalén.
-. Llegan a Sicar, al pozo de Jacob. "Fatigado por la
caminata, se sentó junto al pozo ", a la espera de sus
discípulos que han ido al pueblo a comprar alimentos. "Era
la hora de sexta" (mediodía): precisamente la hora en que,
de su costado traspasado en la cruz, brotarán las aguas de la
salvación... Tú te fatigas, Jesús, para ser alivio de fatigados;
te sientas para esperarme y para invitarme a descansar
contigo. Yo me acerco a ti, te contemplo y trato de hacer
míos los sentimientos de tu Corazón.
-. En esto, llega una mujer samaritana, con su cántaro
vacío y su corazón insatisfecho. Ella no saluda al judío
desconocido. Pero Jesús la sorprende con una petición, que
60
es un ofrecimiento: "Dame de beber"... Tú, Jesús, siempre
pides lo que es tuyo, para dar más, para darte del todo.
-. La mujer se sorprende ante la petición humilde y liberal
de un judío a una mujer samaritana, y así se lo hace saber.
Jesús le responde con tono bondadoso: "Si conocieras el don
de Dios y quién es el que te pide de beber, sin duda que tú
misma me pedirías a mí y yo te daría agua viva"... ¡Si
conociera yo mejor el Don del Padrel ¡Si te conociera
internamente a ti, que te me ofreces en persona y gratis! "Si
alguno tiene sed, venga y beba de balde, si quiere, del agua
de la vida " (Ap 22, 17)... ¡Señor, dame más sed de ti y tu
agua viva y abundante para aplacarla!
-. Ella no entiende a qué "agua viva" se puede referir, ya
que allí no hay otra que la del pozo; y para ésta Él no tiene
pozal propio con que sacarla. Una sospecha aflora en su
alma, entre deseosa e incrédula: "¿Será este judío un zahori
prodigioso, capaz de alumbrar ricos manantiales ocultos?".
Porque ella sólo sabe de aguas, preciosas y escasas, para
tierras y cuerpos sedientos.
-. Él, entonces, le promete un agua que calma para
siempre la sed, un agua que "se convertirá en su interior en
un manantial del que surge la vida eterna". Ahora es ella la
que le suplica esa agua maravillosa que le ahorraría sus
cotidianas y penosas idas y venidas en busca del agua que
beben hombres y ganados. Con razón dice san Pablo: "El
hombre mundano no capta las cosas del Espíritu de Dios"
(ICo 2,14s)... Las criaturas, Jesús, no pueden saciar mi sed
de Infinito. Sólo Tú, Agua viva, eres capaz de colmar y
calmar todas mis ansias.
-. Jesús no insiste más y da a la conversación un nuevo
giro, al pedir a la mujer que le presente a su marido. Cuando
61
ella le responde que no tiene marido, Él le replica que ya ha
tenido cinco y que el hombre con el que ahora vive no es su
marido. La mujer deduce de esta clarividencia que es un
"profeta", conocedor de lo oculto; y le propone la vieja
cuestión, que dividía a judíos y a samaritanos: ¿Hay que
adorar a Dios sólo en el Templo de Jerusalén o también
puede ser adorado en el santuario de Garizín? Jesús le pide
que acoja la manifestación que está a punto de hacerle sobre
el verdadero culto de los tiempos mesiánicos. Un culto
espiritual y universal, realizado "en Espíritu y en Verdad",
es decir, a la luz de su revelación y bajo la acción de su
Espíritu, por la inserción vital en Jesús, el nuevo y definitivo
Templo de Dios (Jn 2, 19-22).
-. El interés de la mujer se orienta ahora hacia el Mesías,
que traerá todas las respuestas. Jesús no necesita más, y le
hace la declaración definitiva: "Soy Yo, el que está hablando
contigo"... ¡Señor, muéstrate a mí y a todos los hombres...!
En este preciso momento llegan sus discípulos y se
sorprenden de que esté hablando con una mujer... Y ¿yo no
me asombro de que, después de tantos desprecios y olvidos,
te dignes hablar conmigo?
-. La mujer abandona su cántaro a los pies de Jesús,
vuelve corriendo a su pueblo, comunica a todos lo que le ha
ocurrido, los invita a ponerse en contacto con Él y deja en
el aire esta intencionada pregunta: "¿Será el Mesías?".
Aquellos samaritanos, superando prejuicios y sin exigir
evidencias, corren a verlo... Todo el que se ha encontrado
íntimamente contigo, Jesús, siente la necesidad de
comunicar a otros su venturoso hallazgo. Y todo el que
busca la Verdad sigue los rastros que ésta va dejando en el
camino, sin esperar pruebas evidentes.
62
-. Los discípulos le animan a comer algo. Él les responde
con esta respuesta enigmática: "Yo tengo un alimento que
vosotros no conocéis". Y, ante la extrañeza de sus discípulos
que se preguntan si alguien le habrá traído de comer, Él les
explica abiertamente: "Mi sustento es hacer la voluntad del
que me ha enviado hasta llevar a cabo su obra " de
revelación y de salvación... La voluntad salvífica universal
del Padre debe ser el único alimento y sentido de toda vida
verdaderamente cristiana. Éste es el "Pan del Mañana " (Mt
6, ll p), que tú, Jesús, nos mandas pedir en el Padrenuestro.
-. Y continúa diciendo a sus discípulos que, en contra de
lo' que ellos piensan, los campos están ya maduros para
comenzar la cosecha mesiánica. Los samaritanos que se
acercan representan sus primicias... Tú, Jesús, eres el
Sembrador y tu Palabra es la Semilla. Tus discípulos son
sembradores y segadores a tus órdenes, con otros muchos
que los han precedido y que los seguirán. Las almas sólo
para Dios; el provecho para los sembradores y segadores
abnegados y fieles; y también para el grano que se ha dejado
sembrar, cultivar y segar.
-. Gracias al testimonio de la mujer, muchos de los
habitantes de aquel pueblo, desde el primer momento, creen
en Jesús y le insisten para que se quede con ellos. Él accede,
y se queda dos días con aquellos sinceros samaritanos. Al
verlo y oírle personalmente, son muchos más los que creen
en Él, y dicen a la mujer: "Ya no creemos en Él por lo que
tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos le hemos oído y
estamos convencidos de que Él es verdaderamente el
Salvador del mundo"... "La fe [que] surge de la
proclamación" de tu Palabra (Rm 10, 17) es, en definitiva,
un encuentro personal contigo, una adhesión integral al
Dios que revela y salva en ti, nuestro Señor Jesucristo.
63
20. Curaciones: del hijo del funcionario real, en Cana;
y del paralítico, en Jerusalén (Jn 4, 43-5,47)
+ Curación del hijo del funcionario real (4, 43-54)
-. De Sicar Jesús se dirige de nuevo a Cana de Galilea.
Allí se encuentra un funcionario de Herodes Antipas, que
tiene un hijo enfermo en Cafarnaún. Es "la una de la tarde".
Al enterarse de que Jesús se acerca, sale a su encuentro para
suplicarle que vaya a su casa para curar a su hijo, que está
a punto de morir. Jesús lamenta, con dolor, la incapacidad,
casi general, para creer sin ver signos y prodigios. Pero el
padre insiste: "Señor, ven pronto, antes de que muera mi
hijo". Jesús se compadece, acepta su fe imperfecta y le dice:
"Vuelve a tu casa; tu hijo ya está bien". El hombre cree que
la palabra de Jesús puede obrar a distancia, sale corriendo
y, al encontrarse con sus criados que vienen en su busca,
comprueba que la mejoría de su hijo ha comenzado
precisamente "a la una de la tarde". Este signo espléndido
aumenta la fe en Jesús del funcionario real y suscita la de
todos los suyos.
-. Señor, ya que tu amor desborda siempre mis méritos, y
que para tu palabra sanadora no hay distancias, sana mi
cuerpo, mi mente,- mi corazón y mi espíritu, para que mi
vida de hombre salvado y sanado por ti sea un signo
manifiesto de tu amor todopoderoso ante los hombres, y así
te glorifiquemos.
+ Curación del paralítico (5, 1-18)
El estanque de Betesda se encuentra en un arrabal que está
formándose fuera de las murallas, al norte de la ciudad. En esta
gran piscina se recogen, como en la de Siloé, las aguas de una
64
fuente intermitente. En torno a la piscina, ha crecido un edificio
de cinco pórticos (redescubiertos recientemente) -medio
hospital, medio templo-, objeto de superstición y dedicado a
divinidades paganas. En realidad, parece ser un depósito de
agua mineral a la que se atribuyen propiedades mila-
grosamente curativas.
-. Desde Cana Jesús vuelve a Jerusalén, para celebrar
una de las fiestas religiosas. Se acerca al estanque de
Betesda, en cuyos soportales ve echados a muchos
enfermos, que esperan el movimiento de las aguas
prodigiosas. Entre ellos, le llama la atención un hombre que
lleva inválido treinta y ocho años. Jesús lo sabe y,
compadecido, se acerca a él y le pregunta: "¿Quieres
curarte?". El alega que no tiene a nadie que lo introduzca
en la piscina cuando las aguas se mueven. Entonces, con
voz imperativa, le ordena: "Levántate, coge tu camilla y
vete". En aquel mismo instante, el enfermo queda curado,
carga con sus miserables parihuelas y echa a andar,
mientras Jesús desaparece entre la muchedumbre.
-. "Es sábado". Los "judíos" -los dirigentes del judaismo,
enemigos de Jesús- le echan en cara al hasta hoy paralítico
que, en sábado, lleve al hombro la camilla. Él se remite a la
orden del que lo ha curado. Pero, cuando le preguntan quién
es ese hombre, les responde que lo ignora. Más tarde, Jesús
se hace el encontradizo con él en el Templo, y le previene:
"Has sido curado; no vuelvas a pecar más, pues podría
sucederte algo peor". El hombre, ingenuo, va a informar a
los judíos que ha sido Jesús quien lo ha curado. Esto provoca
una abierta persecución contra Jesús, por parte de los
"judíos". Él justifica su modo de actuar con el ejemplo del
Padre: "Mi Padre no cesa nunca de trabajar. Por eso, Yo
trabajo también en todo tiempo". Es lo mismo que
65
hermosamente enseñaba FILÓN: "Así como la traza del
fuego es quemar y la de la nieve enfriar, así es propio de
Dios obrar". Este proceder suyo y su neta afirmación de que
Dios es su Padre y de que Él es igual al Padre, aumenta en
ellos el deseo de matarlo. Jesús no encaja en sus ideas
preconcebidas sobre Dios ni en sus intereses corporativos.
A toda costa tienen que eliminarlo.
- Señor, yo creo que tú eres el Hijo verdadero de Dios,
Señor del tiempo y de la eternidad: mírame y compadécete
de mí, que no tengo a nadie que pueda curarme de mis
inveterados males. Que quiera de verdad ser curado por ti, y
crea de verdad en tu palabra. Levántame de mi postración,
para que comience a andar en pos de ti, junto a ti, sin volverte
nunca la espalda.
+ Discurso sobre la autoridad del Hijo (5, 19-47)
La autoridad de Jesús se apoya:
1.° en el testimonio del Padre, cuya voluntad siempre cumple
y cuya sola gloria busca;
2.° en el testimonio del Bautista, cuya autoridad ellos
reconocen;
3.° en la obra salvífica que, en fidelidad al encargo recibido
del Padre, lleva a cabo no sólo con sus signos, sino con toda su
actividad reveladora;
4.° en el testimonio del mismo Moisés en las Escrituras.-
Jesús los acusa de que, al rechazar a su Enviado, no acogen la
palabra del Padre; de que no aman a Dios y de que sólo buscan
los honores de los hombres.
-. En este discurso, Jesús desvela el sentido de estos dos
signos. Comienza por explicar la perfecta unidad de acción
66
entre el Padre y Él, su Hijo: "Lo que hace el Padre, eso
también lo hace el Hijo". El ha recibido del Padre el poder
sobre la vida y la muerte, que lo convierte en Juez supremo,
en Vida que da la vida eterna, en Salvador que salva a todo
el que cree en Él. "Los que hicieron el bien, resucitarán
para la vida eterna; pero los que hicieron el mal,
resucitarán para su condenación".
-. Qué verdad es que, para creer, hace falta pedir la
gracia de creer -que nunca se niega al que busca
sinceramente la Verdad- y querer creer... Señor Jesús, creo
en ti, el Hijo y el Enviado del Padre, Señor de la vida y de
la muerte. De corazón reconozco tu autoridad y creo en tu
Palabra, que es la del Padre. Hazla fructificar en toda mi
vida, sana mis enfermedades, infúndeme tu vida eterna
siempre creciente; transfórmame en ti, divinízame.
21. El paralítico perdonado y curado (Mc 2, l-12pp)
-. Después de algunos días de predicación, curación y
expulsión de demonios por distintos pueblos de Galilea,
asediado por la multitud, Jesús vuelve de nuevo a
Cafarnaún. Al extenderse la noticia de que está "en una
casa", de un amigo desconocido, acuden tantos a escuchar
su palabra que no caben en el recinto y bloquean la puerta.
-. Entonces llegan cuatro hombres portando a un
paralítico en sus angarillas. Ante la imposibilidad de abrirse
paso entre el gentío, se deciden a subir al terrado por la
escalera exterior; levantan la endeble techumbre de cañas,
ramaje y arcilla; descuelgan al paralítico en su camilla y lo
colocan a los pies de Jesús. Las caras del paralítico y de sus
67
porteadores manifiestan ilusionada expectación; las de los
dueños de la casa y las de los presentes, asombro y enojo.
Los ojos de Jesús reflejan la alegría de su Corazón.
Admirado de tanta fe, mira hasta el fondo de su espíritu a
aquel paralítico, asustado y suplicante, y le dice con
inmenso cariño: "Hijo, tus pecados te son perdonados"... El
pecado es mi mal profundo, la raíz última de todos mis
males. Y la misión de Jesús es perdonarme todos mis
pecados, y sanar sus raíces y secuelas. Soy pecador, llamado
siempre a convertirme en penitente: en pecador que se sabe
perdonado y amado por Dios, y que quiere amar
agradecidamente a Dios y, por Dios, amar a todos con amor
perdonador y servicial.
-. Unos maestros de la Ley, allí presentes, piensan:
"¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo
Dios?". Él lee sus pensamientos y les lanza esta
comprometida pregunta: "Qué es más fácil, decir: 'Tus
pecados te son perdonados', o decir: 'Levántate, carga con
tu camilla y vete'? Pues vais a ver que el Hijo del hombre
tiene en la tierra poder para perdonar los pecados"..., se
dirige al paralítico y le dice: "¡Levántate, toma tu camilla y
vete a casa!".
-. Un Dios, Ser-Supremo, podría perdonar cómoda-
mente, pasando por alto los pecados de los hombres. Pero
sólo un Dios-Amor, puede perdonar los pecados recreando
una nueva vida filial, por medio de su Hijo, crucificado y
resucitado, y con la contrición humilde y confiada del
pecador. Perdonar así es más difícil que crear... Y tú, Jesús,
eres el Amor encarnado, el Hijo de Dios Padre, "que
manifiestas tu poder especialmente con el perdón y la
misericordia".
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-. El paralítico se pone en pie, carga con su camilla y sale
renacido y gozoso; mientras los testigos sinceros glorifican
maravillados a Dios: "Nunca hemos visto cosa igual"... Y
este milagro, Jesús, lo sigues realizando por medio de tu
Iglesia, que, en tu nombre y en tu persona, perdona los
pecados (Jn 20, 22s). Y yo acojo el don de tu perdón con
gratitud, y trato de adentrarme en tu Corazón
misericordioso, mientras te digo: "Ten piedad de mí, oh
Dios, por tu amor; por tu inmensa compasión, borra mi
culpa... Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, renueva
dentro de mí un espíritu firme... Abre, Señor, mis labios y
mi boca proclamará tu alabanza" (Sal 51,3. 12. 17).
22. Vocación de Leví o Mateo (Lc 5, 27-32pp)
-. Al salir de aquella casa, escenario del perdón y de la
curación del paralítico, Jesús ve a un "publicano " -o
recaudador de impuestos-, llamado "Leví, sentado en su
oficina de impuestos", y le dice: "Sígueme". Llamamiento,
inesperado e inmerecido, a un seguimiento total inmediato.
¿Quién puede llamar así sino sólo Dios?... Así me has
llamado a mí, y yo te agradezco tanta bondad y
misericordia.
-. Leví, dejándolo todo, se levanta y lo sigue... ¡Qué fuerza
tienen la mirada y la voz de Jesús! Y, para celebrar tanta
suerte, le obsequia con "un gran banquete en su casa", al
que invita también a los discípulos de Jesús, a muchos
publícanos y pecadores, y a otros muchos. Banquete
espléndido y festivo... Y es que, cuando uno es encontrado
por Jesús y es invitado a seguirlo, la renuncia a todo por
69
amor no es fuente de tristeza, sino de alegría desprendida,
incontenible y contagiosa.
-. Los mezquinos fariseos y maestros de la Ley no se
atreven a enfrentarse con Jesús, y reprochan a sus discípulos
el que coman y beban con publícanos y pecadores. Al oírlo,
Jesús les contesta: "No necesitan médico los sanos, sino los
enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores, para que se conviertan"... Y es que ningún
hombre es "justo", irreprensible; y menos, si se atribuye esa
"justicia" y desprecia a los demás. Sólo existen
"pecadores", a los que Jesús quiere convertir y perdonar.
Que me reconozca pecador, necesitado siempre de tu
perdón. Hazme instrumento y reflejo de tu Corazón, compa-
sivo y misericordioso, para con todos los necesitados de ese
tu perdón.
23. Elección de los Doce (Mc 3,13-19; Lc 6,12-16)
"Se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios.
Al hacerse de día, reunió a sus discípulos y eligió de entre ellos
a Doce, a quienes dio el nombre de Apóstoles" (Lc). "Llamó a
los que quiso y se acercaron a Él. Designó [hizo] entonces a
Doce, a los que llamó Apóstoles, para que lo acompañaran y
para enviarlos a predicar con poder de expulsar a los demonios"
(Mc) y de "curar toda dolencia" (Mt). Y, con ligeras variantes
en el orden, siguen los nombres de los Doce: siempre "el
primero, Simón, llamado Pedro"; y el último, "Judas Iscariote,
el que lo entregó" (Mt).
- A Jesús le agrada orar en lugares solitarios, en
descampados, tanto por la mañana como por la noche (Me
70
1,35; Lc 5,16). Éste es un día muy trascendental para el
Reino de Dios. He aquí las respuestas a una serie de
cuestiones implícitas, que pueden orientar mi oración
personal:
* Jesús, especialmente en esta oración, ora en favor de
esos Apóstoles que va elegir y de todos cuantos por su
medio creerán en Él (Jn 17)... Entre éstos me encuentro yo.
* Hace a los Doce, porque representan a las doce tribus
de Israel y son las columnas del nuevo Pueblo de Dios. Y
los elige e instituye a ellos y a sus sucesores y colaboradores,
porque libremente "quiso"... Y, entre ellos, a mí.
* Elige a Judas, no para que se convierta en un traidor
obstinado; sino para que sea, como los demás, un gran
Apóstol. Pero Jesús ha querido correr también con Él el
riesgo de su libertad, para que con ella pueda libremente
amarlo y colaborar con Él... No permitas, Jesús que yo te
traicione y me pierda.
* Quiere que lo acompañen, para que, conviviendo
siempre con Él, puedan ser testigos de cuanto hace y dice,
y vayan haciéndose a su forma de pensar, sentir, hablar,
obrar y ser. Ellos son los amigos predilectos de Jesús y en
Jesús... Sólo si vivo en ti y contigo, y me dejo enviar por ti
y mover por tu Espíritu, podré ser verdadero apóstol tuyo.
* Él los envía a proclamar lo que han visto y oído, a
proseguir su lucha contra el demonio y el mal en todas sus
formas. Y les asegura que siempre estará con ellos y en
ellos, por medio de su Espíritu... Señor, cuenta conmigo...
-. Éste es el paradigma de toda vocación cristiana;
singularmente, de toda vocación de especial consagración;
y, en concreto, de la mía. Gracias, Jesús, porque me has
71
elegido y llamado, y porque nunca me has retirado tu
llamada.
24. Bienaventuranzas y malaventuranzas (Lc 6, 17-26;
Mt 5, 1-12)
-. Después, Jesús baja con sus Apóstoles y se detiene en
el rellano medio (Lc) de un monte (Mt), donde lo esperan,
junto a muchos de sus discípulos, un gran gentío, ávido de
su palabra y de su poder curativo y liberador, "porque salía
de Él una fuerza que los curaba a todos".
+ Bienaventuranzas
-. Comienza un extenso discurso (Mt 5, 1-7, 29), cuyo
prólogo y síntesis son las Bienaventuranzas. Mirando,
primero, a sus discípulos, Jesús, el Profeta de la Paz y de la
Alegría, levanta su voz, clara y poderosa, y proclama el
mensaje más revolucionario y subversivo: el "camino
angosto", pero liberador, de la felicidad integral para los
que lo aceptan y viven; contrapuesto al "camino espacioso",
pero esclavizados de la infelicidad total para los que lo
rechazan (Mt 7, 13s).
-. Esta dicha no está en poseer mucho y codiciar más, ni
en dominar y triunfar sobre los otros, ni en gozar
egoístamente; sino en dejarse amar por Dios y en Dios por
los hermanos, y en amar a Dios y por Dios a los demás,
compartiendo con ellos cuanto se es y se tiene, asumiendo
como propios los sufrimientos y privaciones de los más
necesitados.
72
-. Los que oyen a Jesús con buena voluntad, sienten arder
su corazón y amanecer en ellos una esperanza nueva. Los
que le oyen con prejuicios, sienten que el rencor los invade
y que la tiniebla los envuelve, pues intuyen el peligro que
se encierra para ellos en esas sentencias, en apariencia tan
suaves e inofensivas. Jesús es consciente de que está
brindando a sus enemigos nuevos argumentos para que lo
condenen, pues no puede predicarse impunemente algo tan
contrario a la sabiduría de este mundo y a los intereses de
los poderosos.
-. En realidad, todas las bienaventuranzas pueden
reducirse a dos: la pobreza -con su secuela de manse-
dumbre, lágrimas, hambre y sed, misericordia, pureza y paz-
y la persecución por la justicia, por cumplir la voluntad de
Dios. En todas ellas el premio, bajo diversas imágenes, es
siempre el mismo: el Reino de los cielos, incoado aquí en el
Reino de Jesús. Porque Jesús es, al tiempo que el profeta de
la felicidad, la encarnación ejemplar de ese ideal
sobrehumano, la ayuda eficaz para ir realizándolo y la
recompensa espléndida que nos promete... ¡Señor, que
entienda y viva!
-. Según su programa, son bienaventurados, felices,
plenamente sólo en el Reino de los cielos:
* los que tienen alma de pobre, desprendida de los bienes
de esta vida y apegada sólo a Dios y a su voluntad siempre
amorosa; los que nada suyo consideran como propiedad
exclusiva;
* los mansos, los afligidos, los pacientes ante la ad-
versidad, los tolerantes ante la contradicción, lo no
violentos ante la agresión; los fuertes ante la injusticia,
73
porque se apoyan sólo en Dios (Mt ll,29s; 21,4s; Col 3,12-
15);
* los que, por males verdaderos propios y ajenos, lloran
lágrimas sinceras y serenas de conformidad y compasión,
poniendo en solo Dios su confianza; los que tratan de aliviar
los sufrimientos de los hermanos;
* los que tienen hambre y sed de Dios y de su salvación, y
procuran aplacar en los hermanos toda hambre y sed
legítimas;
* los que, con humilde misericordia, saben irradiar el
amor de Dios, comprender y disculpar, compadecer y
perdonar, vencer el mal con sobreabundancia de bien; los
que, con limpieza de corazón, con rectitud transparente de
miras, buscan a Dios en todas las cosas y todas las cosas en
Dios;
* los que, pacificados en Dios, construyen la paz,
serenando corazones, disipando recelos, conciliando
voluntades, aunando esfuerzos, promoviendo la fraternidad
universal; los que aman la concordia sin claudicaciones,-la
confrontación sin altercados, la exposición sin
imposiciones, la unidad en libertad y caridad;
* los que, por su fidelidad a Dios y a los hombres, por
"llevar una vida digna de Jesucristo " (2Tm 3,12; 1P 4, 14-
16), son insultados, calumniados, perseguidos.
+ Malaventuranzas
- Por el contrario, son malaventurados, desgraciados,
con desgracia total e irreversible en el más allá:
* los que tienen alma de rico, los despreciadores de Dios
e idólatras de los bienes de esta vida;
74
* los que, hartos de sí y vacíos de Dios, "enemigos de la
cruz de Cristo" (Flp 3, 18s), buscan en vano calmar su
hambre y sed de Infinito con "las cosas de la tierra";
* los que, olvidados de Dios y del prójimo, ríen con el
placer rastrero y egoísta, con la burla hiriente del sarcasmo
y la impiedad;
* los que son aceptados y aplaudidos por el mundo
mundano (Mt 10, 33; Ga 1, 10; St 4, 4), los que se
avergüenzan de su condición de cristianos, los que evitan el
rechazo o rehuyen la persecución a base de claudicaciones
y conformismos, los que con sus silencios y abstenciones
dejan el campo libre a los sembradores de cizaña o
injusticia.
-. Gracias, Jesús, por este tu programa, que es la Carta
Magna del Reino de Dios, el núcleo del Sermón del Monte,
el código seguro de la felicidad plena contra la absoluta
infelicidad, el resumen de tu predicación; en una palabra, la
síntesis de tu vida pobre, mansa, paciente y compasiva,
hambrienta y sedienta, misericordiosa, limpia, pacífica y
pacificadora, perseguida hasta la muerte. Y Tú nos dices:
"Sabiendo esto, seréis dichosos si lo ponéis en práctica" (Jn
13, 17). Ayúdame a seguirte e imitarte en la vivencia de este
ideal sobrehumano. Tú quieres hacerme feliz contigo, e
instrumento de tu felicidad (Jn 15, 11; 16, 22. 24; 17, 13; Flp
4, 4; lTs 5, 16). Cuando el Espíritu Santo actúa sus "dones"
al modo divino, éstos fructifican en los llamados "frutos del
Espíritu Santo" y en las "bienaventuranzas", que, en este
nivel, son caridad perfecta, vida mística, anticipo gozoso y
fecundo de la vida celeste.
75
25. Sal de la tierra y luz del mundo. Jesús y la Ley
antigua (Mt 5,13-48 pp)
-. Los cristianos, al encarnar en sus vidas las bien-
aventuranzas, se convierten en "la sal de la tierra " y en "la
luz del mundo", en fermento vigoroso de una nueva
humanidad... ¡Hazme, Señor, así!
+ Sal y luz del mundo (v. 13-16)
-. Jesús es la Sal que preserva, purifica y sazona todas las
cosas con sabor divino. Sus discípulos fieles, salados por Él,
salan la tierra con su virtud divina. Sus existencias, puras y
purificadoras, son el vigor interno de la humanidad. Mas
esta vocación sublime puede malograrse. Y "si la sal se
desvirtúa, ¿con qué se salará?". No hay sal para la sal; ni
hay para el hombre otra Sal que Cristo. ¡Qué difícil es salar
al discípulo privilegiado que un día perdió su sazón primera!
Esta sal desalada es insípida e ineficaz: sin valor actual para
el Reino y despreciada por los hombres... Con una vida
limpia y cristificada, ¿me esfuerzo en purificar mi ambiente
y en comunicarle un fuerte sabor a Cristo?
-. Jesús es "la Luz de los hombres" (Jn 1, 4s. 9), "la Luz
del mundo" (Jn 8, 12; 9, 5) que lo ilumina y vivifica, que
resplandece en medio de las tinieblas, sin que éstas puedan
sofocarla (Jn 1, 5). Sus discípulos fieles son "hijos de la
Luz" (Lc 16, 8), antorchas encendidas en su Fuego luminoso
e inextinguible... ¡Deja de maldecir inútilmente a las
tinieblas, enciende tu candela en Cristo, tu Cirio pascual, y
ahuyenta la oscuridad de la noche con su luz!
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+ Jesús y la Ley antigua (v. 17-20)
-. Las enseñanzas de Jesús no vienen a abrogar las de la
Ley y los Profetas, sino a llevarlas a su plenitud, dándoles su
nueva y definitiva forma, sublimándolas con el espíritu del
Evangelio. El reconoce la Ley y los Profetas como Escritura
Santa, aunque sólo Él es la clave que la explica y le da
cumplimiento. Él consuma la Ley y los Profetas: al
depurarlos, radicalizarlos, interiorizarlos y unificarlos en el
precepto del amor. Su economía salvífica nunca pasará.
-. Jesús acepta de corazón y cumple con esmero esa Ley
de Dios. Pero rechaza las interpretaciones abusivas de los
rabinos: sus rigorismos, sus exterioridades, sus mitigaciones
y aun deformaciones del querer divino. Sus discípulos
deben ahondar en la letra de la Ley cristiana, para ser fieles
al Espíritu que la anima; renovar siempre sus vidas y
costumbres en un proceso constante de depuración,
profundización y adaptación evangélicas, "obrando la
verdad en la caridad" (Ef 4,15), "bajo el impulso del
Espíritu Santo y la dirección de la Iglesia" (PC 2). Sólo así
podrán ser "mejores que los maestros de la Ley y los
fariseos"... ¡Que entienda, viva y proclame así tu Ley!
+ Seis ejemplos (v. 21-48)
-. En seis antítesis luminosas, Jesús aclara esa afirmación
general. En ellas se manifiesta, con fuerza especial, su
conciencia mesiánica:
* Frente a una interpretación literalista de la Ley, que
prohíbe y condena sólo la realización física del homicidio,
Jesús persigue su raíz en el corazón del hombre,
condenando el rencor y la injuria, exigiendo la
reconciliación antes de presentar la ofrenda ante el altar.
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* Frente al Decálogo antiguo, que condena sólo el
adulterio de obra de la mujer casada o prometida o con ellas
(Ex 20, 14), consideradas propiedad del marido o del
prometido, Jesús prohíbe también el adulterio del corazón:
"mirar con malos deseos a una mujer". Según la mentalidad
del tiempo, los contemporáneos de Jesús sólo podían
entender esta prohibición referida a la mujer casada o
prometida. Pero, según el espíritu de Jesús, se refiere a todo
hombre, mujer o varón. Estas miradas codiciosas, al
considerar a la persona -mujer o varón- como mero objeto
de satisfacción sexual, la cosifican y despersonalizan,
profanando la "imagen y semejanza de Dios".
* Frente a la permisión mosaica, que consiente el divorcio
del marido por un motivo tan banal y ambiguo como el que
encuentre en su mujer "algo indecoroso y [por ello] deja de
agradarle" (Dt 24, 1), Él proclama la indisolubilidad del
matrimonio, restituyéndolo, así a su pureza primitiva. "Salvo
en caso de unión ilegítima" (Mt 5, 32; 19, 9), es decir, o
concubinaria o incestuosa (Lv 18).
* Frente a la Ley, que prohíbe sólo el juramento falso, Él
rechaza también el juramento vano (explícito o implícito),
es decir, el no necesario o conveniente; y exige la absoluta
veracidad y transparencia en las palabras (St 5, 12), a
imitación suya, que es la Palabra personal del Padre en la
que "todo ha sido sí" (2Co 1, 19).
* Frente a la Ley, que trata de poner límite a la venganza
con la vieja ley del talión {"ojo por ojo y diente por diente
"), Jesús prohíbe tomar cualquier tipo de represalia
vengativa, y manda al individuo vencer el mal con
sobreabundancia de bien, sin que ello suponga la renuncia
sistemática al derecho y honra propios.
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* Frente a la Ley, que manda amar sólo al prójimo
compatriota y, en la práctica, odiar a los enemigos, Jesús
manda amar también a los enemigos y orar por ellos, para ser
"perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt),
para ser "misericordiosos, como vuestro Padre es
misericordioso" (Lc 6, 36).
26. Piedad sencilla y sincera (Mt 6, 1-8. 16-18p)
+ Piedad sencilla y sincera (v. 1-8. 16-18)
-. Partiendo de las tres principales obligaciones religiosas
de los fariseos -limosna, oración y ayuno-, Jesús nos enseña
que los que viven según su programa deben hacerlo con
humilde sencillez ("en secreto"), sin alardes ni ostentación,
con intención recta de agradar a Dios, testigo y meta de todas
nuestras acciones: "No hagáis el bien para que os vean los
hombres, porque entonces vuestro Padre celestial no os
recompensará"... ¡Señor, quiero ser como Tú!
Altero el orden entre ayuno y oración, para dedicar más
espacio al comentario-súplica del Padrenuestro.
* La limosna, supuesta la justicia, es una obligación
social. Pero hay una limosna hipócrita: la que se realiza con
vanidad y ostentación; y es rechazada por Dios. Y hay una
limosna sincera: la que no se exhibe, porque sólo busca
agradar a Dios; y es recompensada gratuitamente por Dios.
* El ayuno privado es hipócrita cuando busca darse a
conocer por ciertas señales externas de penitencia,
convirtiendo lo que debía ser humillación del alma en una
vana exhibición. El ayuno sincero es el que se hace sólo
79
para reparar, interior y exteriormente, nuestros pecados, en
unión confiada con la expiación perfecta de Jesús ante el
Padre, y con espíritu de humilde servicio a sus pobres.
* La oración, o diálogo con Dios, es falsa e inútil cuando,
con sus poses, busca atraer la atención de los demás; o
cuando pretende influir sobre Dios con palabrería inútil. Y
es auténtica y eficaz, cuando sólo busca glorificar a Dios en
un encuentro amistoso con Él; y se expresa con sobriedad,
en la firme convicción de que la oración de súplica no es
para informar o doblegar a Dios, sino para, con su gracia,
tomar conciencia de nuestra indigencia radical y
disponernos a recibir en libertad los dones del Padre
omnisciente, omnipotente e infinitamente bueno.
27. El Padrenuestro (Mt 6, 9-15; Lc 11,1-4)
Al terminar Jesús su oración retirada cerca de sus
discípulos, uno de ellos le suplica: "Señor, enséñanos a
orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Él, entonces, les
dice: "Cuando oréis, decid..." (Lc 11, ls). Y, en el contexto
de todo el Sermón de la Montaña, les enseña y prescribe el
Padrenuestro, contenido central de nuestra fe, síntesis de
todo el Evangelio, modelo de toda plegaria auténticamente
cristiana, manifestación de la oración más íntima de Jesús.
Son tres deseos y tres peticiones: las dos últimas, ex-
presadas negativa y positivamente. Los tres deseos, se
refieren al plan absoluto de Dios (su glorificación, mediante
el advenimiento de su Reino, por la realización de su
voluntad salvífica), que Él va realizando y que nadie podrá
impedir en los demás. Las tres peticiones versan sobre
80
necesidades fundamentales del hombre (en orden al
cumplimiento personal de ese plan), que Dios atiende según
su beneplácito. Unos y otras se refieren directamente a su
consumación final; e indirectamente, a su incoación en esta
vida, con la colaboración comprometida del orante.
* "Padre nuestro, que estás en el cielo": En la invocación
inicial, Jesús nos recuerda quién es Dios para nosotros
(nuestro Abbá) y quiénes somos nosotros para Dios (sus
hijos) y para los demás (hermanos en Cristo). - Al mismo
tiempo, nos sugiere el clima espiritual de toda oración
cristiana: reverencia humilde (ante el Dios santo y
trascendente) y amor confiado (al Dios cercano y bueno); y
todo ello, por medio de Jesucristo y en sintonía con Él.
La palabra aramea subyacente a Padre es Abbá (Me 14,
36; Rm 8, 15; Ga 4, 6): expresión privativa de un hijito
cuando se dirige a su "papá" o de un miembro de la familia,
con un sentido de intimidad y respeto. Pocas veces, Israel
invoca y llama a Dios Padre. Pero nunca con la palabra
Abbá, que hubiera supuesto considerarse miembro de la
misma familia de Dios; sino con las palabras (Abinu, Padre
nuestro; y Abí, Padre mío). En el texto original arameo
subyacente, Jesús siempre se dirige a su Padre con la palabra
entrañable Abbá; y nos manda invocarlo como Él. Aunque
distingue perfectamente entre su filiación divina por
naturaleza y nuestra filiación divina por participación (Jn
20, 17).
La invocación inicial "Padre nuestro, que estás en el
cielo" se corresponde con la de "Padre celestial". Es típica
de Mateo (dos veces se la aplica Jesús a sí mismo, y cinco
veces a los cristianos); y subraya la trascendencia esencial
de esa paternidad divina, que desciende hasta el hombre.
81
Expresaré en forma de oración el significado y el
compromiso de los deseos y peticiones.
* "Santificado sea tu Nombre": Padre, tú que eres "el
Santo" (Os 11, 9; Jn 17, 11; 1P 1, 15s) y Santificador,
haznos dignos de participar gozosamente en la plena
manifestación de tu gloria bienaventurada al final de los
tiempos. - Y para ello, santifícanos ahora: ayúdanos a ser
imágenes, conscientes y crecientes, de tu gloria, de tu amor
universal de Padre; a trabajar, con Cristo y como Cristo, en
su misión de salvar y santificar a todos los hombres (Ez 36,
23).
En el ambiente cultural bíblico, el "nombre " manifiesta lo
que es la persona en relación a Dios y a la comunidad; y
sólo es comprensible en el ámbito de la persona.
"Santo" ('agios) no ha de confundirse con "sagrado"
(hieros), que designa una realidad de este mundo que ha
sido apartada del uso profano para ser dedicada a la
divinidad. La santidad se refiere estrictamente a la
divinidad, e indica lo que es propio y típico de Dios. Dios
"santifica " a una persona o una cosa estableciendo con ella
una nueva relación. Más en concreto, Dios "santifica" al
hombre haciéndolo semejante a Él; y el hombre "es
santificado " por Dios cuando acoge, activa y
agradecidamente, ese don gratuito de Dios, haciendo que
sus actitudes y comportamientos se asimilen más y más a los
de Dios (Mt 5, 48).
* "Venga a nosotros tu Reino": Padre, que, cuando venga
Jesucristo para entregarte el Reino, seamos testigos gozosos
de la realización plena de este tu Reino de Vida, Amor y
Paz: de la consumación gloriosa de la Familia de los hijos
de Dios. - Y para ello, que nos esforcemos, con Cristo y
82
como Cristo, en implantar en nosotros y en el mundo entero
el reinado espiritual de tu Hijo.
Como ya he explicado, el Reino o Reinado de Dios (que
Mateo llama treinta y tres veces "Reino de los cielos ", y dos
veces "Reino del Padre ") consta de un movimiento
descendente y de otro ascendente. En Cristo y por su
Espíritu, Dios sale gratuitamente al encuentro del hombre
caído para perdonarlo y hacerlo hijo suyo, y el hombre se
abre libremente a este don. A partir de aquí, Dios y el
hombre profundizan en esta Alianza nueva y definitiva, en
este encuentro de amor divinizador y humanizador, hasta su
consumación plena en el cielo. Así pues, el Reino o Reinado
de Dios es la acción salvífica de Dios y su aceptación por
parte del hombre. Esta salvación afecta inmediatamente al
hombre y, por medio de él, a toda la creación.
* "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo":
Padre, que, en la venida gloriosa de Cristo Rey, asistamos
gozosamente al cumplimiento perfecto de tu Plan de
salvación. - Y para ello, "que tu santísima voluntad
sintamos y aquélla perfectamente cumplamos " (SAN
IGNACIO DE LOYOLA).
* "Danos hoy nuestro pan de cada día" o "del Mañana"
[griego: epioúsios; arameo: mahar]: Padre bueno,
concédenos hoy el Pan de Vida que esperamos comer con tu
Hijo Mañana, en el banquete del Reino de los cielos.
Concédenos -con los bienes temporales, necesarios o
convenientes para servirte- abundancia de bienes
espirituales (Mt 6, 33). - Y para ello, acrecienta nuestra
hambre de ese Pan que todos necesitamos, para que siempre
te lo pidamos con humilde confianza, lo recibamos con
83
agradecimiento y lo compartamos generosamente con
nuestros hermanos.
* "Perdona nuestras ofensas, \ como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden": Padre misericordioso,
te suplicamos que, en el día de nuestra rendición de cuentas,
nos veamos libres, ante ti y por ti, de todo pecado. - Y para
ello, perdónanos plenamente todas nuestras ofensas contra ti
y contra nuestros hermanos; sana las raíces, pecaminosas o
desordenadas, de nuestro ser; limpia las secuelas u orín de
nuestros pecados y desórdenes; cancela todas nuestras
deudas (o reatos de pena) por nuestros pecados no
suficientemente reparados. - Y que desbordemos, sobre los
que nos ofenden, el perdón que recibimos de ti y sin el que
no podemos vivir (Mt 5, 44; 6, 14s; 18, 21-35pp); a ejemplo
de tu Hijo, que, siendo inocente, muere perdonando y
disculpando a sus enemigos.
* "No nos dejes caer en la tentación, | y líbranos del Mal":
Padre Santo, no permitas que, en la lucha o prueba final, nos
apartemos definitivamente de ti, sucumbiendo a la apostasía
o a la impenitencia. - Líbranos del Mal supremo, que es la
pérdida de ti; y del Maligno, que quiere alejarnos para
siempre de ti. Y para ello, no nos dejes caer en las
tentaciones cotidianas, líbranos de las tentaciones
especialmente peligrosas, asístenos siempre con tu gracia
poderosa, cuídanos para que no te pongamos a prueba (Mt
4, 7) metiéndonos imprudentemente en el peligro. Te lo
pedimos por medio de tu Hijo Jesucristo, que venció a Satán
por nosotros; y en unión con María, la vencedora de la
Serpiente, Madre de tu Hijo y Madre nuestra. Amén.
-. ¡Jesucristo, gracias por el regalo y ejemplo de "tu
oración"! ¡Enséñame a rezar y a vivir, en toda ocasión y
como Tú, el Padrenuestro!
84
28. Una decisión necesaria (Mt 6, 19-24pp)
-. ¡Señor, ilumina los ojos de mi corazón, para que sepa
valorar, elegir y vivir con autenticidad sólo para ti, al
servicio de tu Reino!
+ Tesoros falsos y tesoros verdaderos
- Como el hombre mundano se consume en la búsqueda
frenética y en el acopio estéril de tesoros falsos, el discípulo
de Jesús se compromete en la búsqueda fecunda de los
tesoros verdaderos que Él le brinda. Son tesoros falsos los
bienes terrenos, buscados con ansia absorbente y
esclavizadora: son efímeros y fuente de constantes y
angustiosas preocupaciones. – Son tesoros verdaderos la
vida eterna y cuanto la prepara. Lo que se hace por Dios
retiene su valor de eternidad. "Donde está tu tesoro, allí está
también tu corazón": el hombre pone su amor en lo que
considera su bien y corre la suerte de éste. "Amas la tierra,
tierra eres. Amas el cielo, cielo eres" (SAN AGUSTÍN).
+ Ojos sanos y ojos enfermos
- Los ojos son para ver y orientarnos. Están
espiritualmente sanos los ojos del corazón, cuando dirigen
limpiamente su mirada hacia Dios; cuando, libres de toda
codicia y prejuicio, están abiertos a la Luz, que es Cristo.
¡Qué vida tan luminosa y llena de sentido la del que no tiene
otra luz que la del Evangelio! – Están espiritualmente
enfermos los ojos del corazón, cuando, cegados por los
bienes ilusorios de esta vida, no perciben, valoran y buscan
los del cielo; cuando, deslumbrados por las codicias y
prejuicios ofuscadores, se cierran a Cristo, el Camino, la
85
Verdad y la Vida. ¡Qué oscura y depravada la vida de quien
culpablemente se ha privado de esta Luz!
+ "No podéis servir a Dios y al Dinero"
-. Dios y la Riqueza idolátrica son señores irrecon-
ciliables, con exigencias totalizantes sobre sus adoradores.
Dios merece y exige la entrega, total, libre y liberadora, del
hombre, su criatura e hijo. Servir a Dios es reinar.
-. La Riqueza idolátrica, injustamente adquirida o
insolidariamente poseída, es un tirano avasallador; un poder
seductor -casi demoníaco-, que ahoga la Palabra y dificulta
enormemente la entrada en el Reino de los cielos. Servir al
Dinero es hacerse esclavo y esclavizados "Los que quieren
enriquecerse [a cualquier precio] caen en trampas y
tentaciones, y se dejan dominar por muchos deseos
insensatos y funestos, que hunden a los hombres en la ruina
y en la perdición. Porque el amor al dinero es la raíz de
todos los males; algunos, por codiciarlo, se han apartado
de la fe y se han acarreado a sí mismos muchos sinsabores
" (l Tm 6, 9s).
29. Buscar lo esencial: confianza en la Providencia
(Mt 6, 25-34p)
-. El creyente no debe inquietarse afanosamente por los
bienes de esta vida, descuidando los bienes celestes, ya que
Dios, nuestro Padre, cuida con solicitud de todos sus hijos.
El que nos ha dado lo más, la vida y el cuerpo, ¿no nos dará
lo menos, el alimento y el vestido? El que cuida de lo menos
valioso, pájaros y lirios, ¿no cuidará de lo más precioso, sus
hijos? Jesús censura no el cuidado ordenado, orientado a
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Dios y abierto a los demás, sino la solicitud excesiva por las
cosas terrenas, el esfuerzo febril, el celo angustioso, el afán
egoísta, que desplaza a Dios y al hermano de su horizonte.
Esta inquietud, fruto de la poca fe, es inútil y perjudicial.
-. Para el discípulo de Jesús sólo debe existir una solicitud
verdaderamente importante, que unifica y vivifica toda otra
solicitud: la solicitud por el Reino de Dios y por su santísima
y benéfica voluntad. "Buscad ante todo [en todo y por
encima de todo] el Reino de Dios y lo que es propio de él, y
Dios os dará todo lo demás". Tomar en serio a Dios es
confiar siempre y plenamente en Él: también en los
acontecimientos desconcertantes de la vida, en la oración
aparentemente desatendida.
- La fe en la Providencia no es un seguro contra toda
desgracia natural. Sólo me asegura que, pase lo que pase,
todo estará bajo el control del Dios Amor, todo vendrá
filtrado por el Corazón de mi Padre Dios, todo servirá para
la mayor gloria de Dios, todo redundará en mi mayor y
mejor provecho. "Sabemos que todo contribuye al bien de
los que aman a Dios " (Rm 8, 28)... La Providencia es una
verdad de fe. "Hay que creer en la Providencia porque se
cree en Dios, y no creer en Dios porque se cree en la
Providencia" (CHARLES MOELLER). TU Providencia, Señor,
no siempre es constatable, evidente, sino misteriosa. Yo soy
para el prójimo las manos del Dios Providente. Mis
acciones y omisiones egoístas suscitan, muchas veces, el
escándalo, la queja rebelde y aun las blasfemias contra
Dios.
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30. Amor discreto al prójimo (Mt 7, l-6pp)
+ Si Jesús, que conoce nuestros pecados, nos disculpa y
perdona siempre, también nosotros debemos ser
comprensivos con nuestros hermanos, evitando juicios
malévolos y sospechas temerarias contra ellos. Estos juicios
y estas sospechas quedan reprobados por imprudentes y
entrometidos.
- La manía de querer mejorar a los demás es, en el fondo,
una acusación hiriente y una hipócrita presunción.
Inconformistas; sí; pero inconformistas humildes y
reformados, discretamente exigentes con nosotros mismos
y comprensivos con los demás. "No juzguéis, para que Dios
no os juzgue; porque Dios os juzgará del mismo modo que
vosotros hayáis juzgado y os medirá con la medida con que
hayáis medido a los demás". Se trata de una medida no de
igualdad, sino de proporcionalidad: Magnanimidad
desbordante de Dios, ante la medida generosa del hombre;
Justicia estricta de Dios, ante la medida inmisericorde o
tacaña del hombre.
+ Esta comprensión del prójimo reclama también que, por
un celo indiscreto y ligero, no se entregue la doctrina del
Reino a quienes de momento no pueden o no quieren
comprenderla y acogerla. Sólo serviría para provocar
altercados, desprecios y profanaciones. Cristo nos manda
predicar el Evangelio a todos "con libertad y valentía" (Hch
4, 29-31), aun a costa de persecuciones. Pero, también, con
prudencia sobrenatural, sin provocar a los oyentes con
nuestra falta de tacto o con proselitismos sectarios (2Tm 4,
1-5) y sin aumentar su responsabilidad porque está cerrado
o en actitud de rechazo (Mt 7, 6).
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- Para dar "lo santo " con respeto y oportunidad, debemos
comenzar por respetarlo con amor reverencial, ya que
nosotros no somos propietarios, sino simples
administradores de los misterios de Dios... Señor, que sepa
servir a mis hermanos con "discreta caridad", como enseña
SAN IGNACIO DE LOYOLA, buscando siempre hacerles el
mayor bien, y no simplemente agradarles o congraciarme
con ellos.
31. Confianza y perseverancia en la oración. Regla de
oro (Mt 7, 7-13pp; Lc 18, 1-8)
+ Confianza y perseverancia en la oración
-. La oración de petición no es optativa o discrecional,
sino necesaria y obligatoria: condición normal para que
nosotros, criaturas e hijos de Dios esencialmente indigentes,
recibamos gratuita y libremente sus bienes. Por eso, Jesús
nos urge: "Pedid, buscad, llamad...".
-. La oración de quien vive para Dios y en Él confía, de
quien busca en todo su Reino y espera de Él todo lo demás;
la oración realizada "en el nombre de Jesús" (Jn 14, 13s; 15,
7.16; 16, 23s. 26s), es decir, en comunión vital con Él y en
unión amorosa con los hermanos, es siempre eficaz.
Siempre es escuchada por el Padre infinitamente bueno,
sabio y poderoso. Aunque a su tiempo y a su modo, que son
siempre los mejores para nosotros. Él dará, a los que se lo
pidan, "cosas buenas" (Mt), "el Espíritu Santo" (Lc), ya
que, en definitiva, lo que el verdadero orante pide, directa o
indirectamente es, en definitiva, al mismo Dios: "Dadme
89
vuestro amor y gracia, que ésta me basta" (SAN IGNACIO DE
LOYOLA).
-. Cuando el hombre no tiene otra voluntad que la de Dios,
Él, con delicadeza de Padre, Esposo y Amigo, suscita los
deseos grandes que generosamente quiere conceder. SANTA
TERESA DEL NIÑO JESÚS así lo reconoce: "Siempre me ha
dado [el Señor] lo que he deseado; o, mejor, siempre me ha
hecho desear lo que quería darme". La oración por los
demás les obtendrá ciertamente gracias especiales, que
reclaman, para ser eficaces, su aceptación.
-. Además de la confianza y del espíritu filial, condiciones
esenciales de la oración eficaz, se requiere la humilde y
confiada perseverancia, insinuada en la insistencia del
mandato de Jesús y explicitada en la parábola del amigo
importuno (Lc 11, 5-13). Esta insistencia en la oración no
se debe a que Dios sea duro o tacaño de corazón y sólo se
doblegue a fuerza de súplicas porfiadas; sino a que nosotros
necesitamos crear un espacio de libertad confiada y de
humilde deseo para que Dios pueda dársenos en plenitud...
-. ¡Señor, aumenta mi fe y mi confianza en ti! ¡Que no me
canse de estar contigo, con las manos elevadas y abiertas,
pidiéndote que se cumpla en todo tu voluntad salvífica!
+ Regla de oro
"Así pues, tratad a los demás como queráis que ellos os
traten a vosotros, porque en esto consisten la Ley y los
Profetas". Esta conclusión hace referencia al comienzo de
la instrucción de Jesús sobre las enseñanzas de la Ley y los
Profetas (Mt 5,17); y establece la llamada regla de oro del
comportamiento cristiano (Rm 13, 8. 10). Este
mandamiento natural de "amar al prójimo como a sí
90
mismo", con una formulación similar, se encuentra también
en el judaismo (Tb 4, 15; Si 31, 15) y en otros ámbitos
culturales. Pero, para los discípulos de Jesús es una norma:
positiva, universal, sobrenatural y profundamente humana.
-. Aunque debe ser completada por "el mandamiento
nuevo, mi mandamiento" (Jn 13, 1. 34s; 15, 12s; 17, lis. 21.
26): amar al prójimo como a Cristo y como Cristo, como el
Padre y el Hijo se aman en el Espíritu Santo. Con razón,
este mandamiento ha sido llamado el mandamiento
imposible: imposible para las solas fuerzas humanas. Pero,
"para Dios nada hay imposible" (Lc 1, 37): para Cristo,
que, en nosotros y con nosotros, ama al Padre y a los her-
manos...
-. ¡Jesús, arranca mi "corazón de piedra", rebelde y duro,
y dame tu "corazón de carne" (Ez 11, 19), obediente y
compasivo, para que pueda amar a Dios y a los hombres
contigo y como Tú!
32. Dos clases de caminos, profetas, discípulos y casas
(Mt 7, 13-29pp)
+ Dos caminos
-. Con esta sentencia sobre los dos caminos Jesús quiere
poner de relieve las dificultades que entraña la práctica de
sus enseñanzas (Mt 7, 13s), y responde prácticamente a la
pregunta teórica de si son pocos los que se salvan (Lc 13,
24). Esta "perdición" y esta "vida" son la exclusión del
Reino o el ingreso en él, por el rechazo o por la aceptación
de sus enseñanzas y, en último término, del mismo Jesús.
91
Los "muchos " y los "pocos " se refieren a los judíos
contemporáneos de Jesús. Pero no, al número de los que se
salvarán, sino al número de los que ahora se deciden a entrar
por Jesús, que es "la Puerta" (Jn 10, 9), "el Camino, la
Verdad y la Vida" (Jn 14,6). Con esta sentencia condena,
implícitamente y con alcance general, toda tibieza y
mediocridad, todo laxismo y optimismo ilusorio.
-. Señor, que no pretendamos ensanchar la puerta y
espaciar el camino, con mitigaciones abusivas o re- bajas
complacientes en el dogma y la moral. Que no marchemos,
en caravana conformista, arrastrados por la masa
despreocupada y ruidosa. Que hagamos una plena opción
personal por ti, para, con la minoría responsable y
silenciosa, buscar esforzadamente, hasta "encontrar", ese
Camino que se recorre paso a paso, mientras se va uno
adentrando en la Puerta, sin rebasarla nunca.
+ Falsos profetas y verdaderos profetas
-. Jesús nos previene contra "los falsos profetas", contra
los que engañosamente dicen hablar en su nombre. Y nos
advierte que tanto a los falsos profetas como a los
verdaderos profetas "por sus frutos los conoceréis": por su
vida, por los resultados reales y consistentes de sus palabras
y esfuerzos. Claro que, para descubrir a sus comienzos o, al
menos, cuanto antes la falsedad, se requiere prudencia y un
fino sentido de discernimiento espiritual... ¿Los tengo yo?
¿Los pido?
-. Si estos árboles sin frutos o con frutos envenenados no
se convierten, serán cortados por el hacha del Juicio y
echados al fuego inextinguible del Infierno. "¡Ay de quienes
son ocasión de pecados en el mundo!" (Mt 18,6s). También
hoy pululan pseudoprofetas altaneros, que pregonan los
92
criterios del mundo como si fueran los de Cristo; que, bajo
capa de autenticidad evangélica, sólo denuncian los
defectos de la Iglesia, pero no los suyos ni los de su bando;
que alardean de pretendidos carismas, sin someterlos al
discernimiento autorizado de la Iglesia; que corren en
manada detrás de quien enarbola bandera de novedad,
rebeldía y poder... Profeta es el que habla en nombre de
Otro, de Dios. ¿Cómo hablo yo del Reino de Cristo? ¿Cómo
Él: movido de su Espíritu y buscando la gloria de Dios, en
el bien integral de mis hermanos?
+ Discípulos falsos y discípulos verdaderos
-. Son discípulos falsos los que confiesan a Jesús con los
labios, los que profetizan y aun hacen milagros en su
Nombre, pero son desmentidos por sus obras. Ellos verán en
el día del Juicio cómo ellos mismos se auto-excluyen del
Reino de los cielos; cómo Cristo no los reconoce como
suyos, sino que confirma definitivamente su apartamiento
real de Él.
-. Sólo son sus verdaderos discípulos los que creen en
Dios y cumplen su voluntad. Ellos verán cómo Jesús, con
rostro alegre y palabra acogedora, los abraza e introduce en
el Reino de su Padre... ¡Hágase en mí!
+ Dos casas
-. Con esta parábola de las dos casas, con que remata su
largo discurso, Jesús quiere dejar bien clara la autoridad
absoluta de su doctrina y su carácter obligatorio. El hombre
sensato es el que escucha y cumple las palabras de Jesús. El
Juicio no hará sino constatar, fijar y premiar la solidez de su
vida, la cordura de su fe operante. Como el temporal
93
demuestra la solidez de la casa edificada sobre roca, sobre
cimientos roqueños.
-. El hombre necio es el que escucha las palabras de Cristo,
pero no las cumple. El Juicio no hará sino mostrar la
inconsistencia de su vida insensata y arrasarla para siempre.
Como el temporal arruina y arrastra la casa edificada sobre
arena, a ras de tierra, sin cimientos... ¡Señor, Tú eres mi
Roca! ¡Edifica mi vida y mis obras sobre ti! ¡Que tu Espíritu
actúe en mí, al modo divino, los dones de sabiduría e
inteligencia, todos su "dones santísimos"!
+ "Les enseñaba con autoridad, y no como sus maestros
de la Ley"
-. Al terminar Jesús este discurso, la gente se queda
admirada del modo como propone su enseñanza. Jesús, que
no ha sido discípulo de ningún rabí, ni ha sido autorizado
oficialmente para enseñar en Israel, se presenta como
verdadero Maestro, con discípulos que lo siguen y
comparten su vida. Y enseña apoyándose no en la autoridad
de la tradición, sino en su propia autoridad mesiánica. Lo
que confiere a sus palabras todo su peso no es sólo su
contenido; sino, sobre todo, la persona que las proclama y
encarna. Su Palabra es un llamamiento total, insoslayable y
urgente, ante el que hay tomar partido total y definitivo: "El
que no está conmigo, está contra mí" (Mt 12, 30)... Una vez
más te digo: "¡Yo contigo y como Tú!".
94
33. Curaciones: leproso, criado del centurión, suegra de
Pedro y otros (Mt 8, 1-17p)
+ Curación del leproso
-. El corazón de Jesús vibra de amor al Padre y a los
hombres, cuando, seguido por un gran gentío, desciende del
Monte. Entonces, se le acerca un leproso, impuro y
marginado por la Ley. Se postra a sus pies y le dice con fe
humilde y confiada: "Señor, si quieres, puedes limpiarme".
Es el momento de confirmar con obras el Evangelio del
Reino, que acaba de proclamar con palabras. Extiende la
mano, lo toca y le dice: "Quiero, queda limpio". Al instante,
desaparece la lepra y queda incorporado a la comunidad
mesiánica. Jesús le advierte que no se lo diga a nadie y que
observe lo prescrito, presentándose al sacerdote con la
ofrenda.
-. ¡Señor, pronuncia sobre mí esa tu eficaz palabra
sanadora! ¡Sana mi cuerpo, mi mente, mi corazón y mi
espíritu! ¡Sólo para tu gloria! ¡Cuando quieras y como
quieras! ¡Que mi voluntad sintonice siempre con la tuya!
+ Curación del criado del centurión
-. Al entrar en Cafarnaún, se le acerca el centurión
romano de aquel puesto (o en persona o por medio de unos
ancianos y amigos judíos: Lc); y le expone la situación:
"Señor, tengo en casa un criado paralítico que sufre
terriblemente " ("está muy enfermo, a punto de morir": Lc).
Ante sentimientos tan compasivos, Jesús le responde: "Yo
iré a curarlo". Él replica con humildad sincera y confianza
ilimitada: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa;
pero di una sola palabra y mi criado quedará sano...". Jesús
95
se admira de tanta fe en un pagano, -que anuncia la
conversión de muchos gentiles y el rechazo de muchos
judíos-, y dice al centurión: "Vete y que suceda según tu fe".
Y, en aquel momento, el criado queda sano; el centurión,
creyente; y Jesús, gozoso.
- Todos los días, antes de recibirte en la Comunión, repito
con la Iglesia esas mismas palabras del centurión. ¡Que las
pronuncie, al menos, con la fe y confianza de ese pagano!
+ Curación de la suegra de Pedro
-. De allí va a la casa de Pedro, donde encuentra a su
suegra acostada con fiebre. Toma amablemente su mano, y
la fiebre desaparece. Ella se levanta y se pone a servirle.
-. ¡Levántame hasta tu Corazón, y hazme, como a SAN
CLAUDIO DE LA COLOMBIERE, "tu siervo fiel y tu perfecto
amigo"!
+ Curaciones múltiples
-. "Al atardecer le trajeron muchos endemoniados; expulsó
a los espíritus con su palabra y curó a todos los enfermos".
Así cumple lo anunciado por Isaías (Is 53,4). Y así
manifiesta la bondad y poder de su Corazón, y nos anima a
ser transmisores generosos de esos poderes salvíficos y
sanadores que Él comunica a su Iglesia.... ¡Sáname y hazme
sanador integral!
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34. Curación de una mujer enferma. Resurrección de la
hija de Jairo y del hijo de una viuda en Naín
(Mc 5, 21-43p; Lc 7,11-17)
+ Petición de Jairo
- Jesús se encuentra junto al lago, rodeado de mucha
gente. Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, se acerca, se
echa a sus pies y le suplica con insistencia: "Mi niña está
agonizando; ven a poner las manos sobre ella para que se
cure y viva". Jesús se va con él. (El evangelista interrumpe
aquí esta escena, para proseguirla después).
+ Curación de una mujer enferma
-. Mucha gente sigue y asedia a Jesús hasta estrujarlo.
Una mujer que, desde hace doce años, padece hemorragias,
-sin que los médicos hayan conseguido otra cosa que
aumentar sus sufrimientos y sus males, y consumir sus
bienes-, convencida de que con el simple contacto con los
vestidos del Maestro quedaría curada, se le acerca por detrás,
toca delicadamente el manto de Jesús y, en ese mismo
instante, siente que está curada.
-. Jesús advierte la fuerza sanadora que El ha dejado
brotar, se vuelve y pregunta quién ha tocado su ropa. Sus
discípulos, extrañados, replican: "Ves que la gente te está
estrujando, y preguntas ¿quién te ha tocado?". Jesús pasea
su mirada a su alrededor, y la detiene en la mujer. Ella,
asustada y temblorosa, se echa a sus pies y le cuenta lo que
ha sucedido. Él le dice con bondad: "Hija, tu fe te ha
salvado; vete en paz y queda curada de tu mal".
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-. La gente te estruja, Jesús, y no se cura; la mujer te toca
y queda curada. Muchos te comemos en la Comunión, y
seguimos con los mismos o mayores males (I Co 11,30). Y
es que "a Cristo se le toca con la fe" (SAN AGUSTÍN).
¡Aumenta nuestra fe!
+ Resurrección de la hija de Jairo
-. (Volvemos a Jairo.) Está todavía hablando Jesús con la
mujer curada, cuando llegan unos de la casa del jefe de la
sinagoga y le dicen a Jairo: "Tu hija ha muerto; no sigas
molestando al Maestro". Jesús lo oye, y le dice al afligido
padre: "No temas; basta con que tengas fe". Acompañado
de Pedro, Santiago y Juan, llega a la casa de Jairo. Al ver el
alboroto reinante y escuchar los lloros y alaridos, dice: "La
niña no ha muerto; está dormida". Ellos se burlan de Jesús.
-. Él los echa fuera a todos, toma con Él a los padres de la
niña y a los tres discípulos, entra en la habitación de la niña
y, tomándola de la mano, le dice: "Talitha kum", que quiere
decir: "Niña, a ti te hablo; levántate". La niña, de doce años,
se levanta al instante y echa a andar. Todos se quedan
atónitos. Jesús les insiste mucho en que no se lo cuenten a
nadie; y les dice a los padres que den de comer a la niña.
-. ¡Cuánto poder y bondad! Para ti, Jesús, la muerte es
como un sueño. Señor, levánteme de mis caídas y
postraciones, de mis tibiezas y mediocridades. Infúndeme
con abundancia tu Vida, para que pueda andar, correr, volar
por tus caminos. No hay tiempo que perder; pues el sol de
mi vida camina hacia su ocaso y, quizá, se está ya poniendo.
+ Resurrección del hijo de la viuda de Naín
-. Poco después, marcha a Naín, pequeña aldea a unos
doce kilómetros al sureste de Nazaret. Lo acompañan sus
98
discípulos y mucha gente. Cerca de la entrada del pueblo,
se topa con un cortejo numeroso, que lleva a enterrar al hijo
único de una viuda. Al ver llorar a la madre, compadecido
de ella, le dice: "No llores". Se acerca y toca el féretro. Se
detienen los portadores; y, con imperio, se dirige al muerto:
"Muchacho, a ti te lo digo: ¡Levántate!". Ante el asombro
de todos, el muerto se incorpora y se pone a hablar. Él se lo
entrega a la madre, transfigurada de gozo. El llanto de la
madre y del hijo que se abrazan es ahogado por los gritos de
la gente, que alaba a Dios: "¡Un gran profeta ha surgido
entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo!".
-. Jesús, que yo sepa y quiera reconocer "el momento de
tu visita salvadora" (Lc 19, 44); que confíe en ti y te ame
con todo mi corazón, Señor de la vida y de la muerte.
35. Jesús comienza su ministerio en Nazaret
(Mt 13, 53-58pp)
A diferencia de Marcos (6,1-6) y de Mateo (13,53-58), que
sitúan la visita a Nazaret a continuación del discurso
parabólico, Lucas inicia la misión de Galilea en Nazaret, en el
marco de la sinagoga, inmediatamente después de las
tentaciones, como el anticipo de todo el ministerio de Jesús y
de la Iglesia. Jesús anuncia, con palabras y obras, la salvación
para todos, especialmente para los más necesitados. Los
incrédulos piden nuevos signos; el pueblo judío rechaza su
predicación e intenta matarlo. Pero Él termina venciendo a sus
enemigos con su Muerte y Resurrección. Y la evangelización
sigue su camino, sin que las tinieblas sean capaces de sofocar
la Luz.
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-. "Lleno de la fuerza del Espíritu Santo" (Lc), Jesús
regresa a Galilea, y su enseñanza en las sinagogas despierta
una oleada de aprobación. Comienza por Nazaret, su aldea.
Un sábado acude a la sinagoga y se levanta para hacer la
lectura, que resulta ser la de Isaías: "El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena
noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la
liberación a los cautivos y dar la vista a los ciegos, a
libertar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del
Señor... "(Lc). Palabras proféticas, que la mayoría de los
judíos interpretan en un sentido parecido al de las ten-
taciones de Satán; y cuyo final condenatorio -como en su
respuesta a la pregunta de Juan encarcelado (Lc 7,22)- Jesús
ha silenciado: "...y un día de venganza para nuestro Dios"
(Is 61, 2b).
-. Las miradas de todos están fijas en Jesús. Son mo-
mentos de silencio tenso y de expectación inquieta. Él se
sienta, los mira a todos con bondad; y, con sencilla
solemnidad, comenta: "Hoy se ha cumplido el pasaje de la
Escritura que acabáis de escuchar" (Lc)... ¡Tú, Jesús, eres
el cumplimiento, el Sí del Padre a todos los anuncios y
promesas de la Escritura!
-. Ellos, en un primer momento, asienten complacidos a
sus palabras de gracia. Después, extrañados y molestos de
que un aldeano, que siempre ha vivido con ellos, tenga esa
sabiduría, y de que no realice en su pueblo los prodigios que
dicen que acaba de hacer en Cafarnaún, lo miran
despreciativos y desafiantes. En Él no ven más que al "hijo
del carpintero", al "carpintero".
-. ¡Una vez más, la exigencia de signos para creer (Sb 1,
lb-2)! La salvación es gracia; aunque no, arbitrariedad
divina. Dios ama a todos; pero reparte libremente sus dones,
100
según sus designios misericordiosos. Acepta a Jesús en la
sencillez de su vida y en el misterio humilde de su Iglesia.
No te revuelvas contra este Dios, que te desconcierta
precisamente porque respeta tu libertad y quiere superar
todas tus expectativas.
Sólo Marcos llama aquí a Jesús "el hijo de María" (6, 3): lo
cual puede entenderse o como un testimonio implícito de la
concepción virginal de Jesús o como un indicio de que José, su
padre legal, ya había muerto.'
-. Sus paisanos son incapaces de descubrir en el carpintero
del pueblo al Mesías e Hijo de Dios. En sus miradas y
gestos, en sus duros corazones, Jesús percibe su rechazo
frontal y hosco, y con pena les echa en cara sus prejuicios
enquistados y su permanente resistencia a Dios, en contraste
con la actitud humilde y acogedora de muchos paganos.
Ellos, entonces, reaccionan violentamente e intentan
precipitarlo desde un gran peñasco, a las afueras de Nazaret
(Lc). "La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no
la sofocaron... Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron"
(Jn 1,5. 11).
-. Pero, como no ha llegado la hora señalada por el Padre,
con autoridad se abre paso entre gente tan querida y tan
mezquina (Lc). Y, "sorprendido de su falta de fe" (Mc 6, 6),
se marcha apesadumbrado, sin apenas hacer milagros. Y
¡son sus paisanos! Pero, "un profeta sólo es despreciado en
su pueblo y en su casa". ¡Qué dolor para Él y para su Madre!
Sus otros parientes, presumiblemente, quedan
decepcionados, avergonzados y preocupados.
-. Él se dirige a Cafarnaún, que será en adelante el punto
de partida de su actividad apostólica, y donde libera a un
endemoniado, sana a la suegra de Simón, realiza curaciones
101
de todo tipo y expulsa demonios. Después, sigue su camino
evangelizador: "recorría las aldeas del contorno
enseñando" (Mc).
-. ¡Jesús, Salvador del mundo: que los hombres no
intentemos imponerte nuestros prejuicios e intereses; que
nunca te apartemos de nuestra vida; que no tengamos miedo
de abrirte de par en par las puertas de nuestro corazón!
36. Simeón el fariseo y la mujer perdonada (Lc 7, 36-50)
Esta mujer anónima no parece ser ni María Magdalena, ni
María de Betania, la hermana de Lázaro. Sus psicologías, las
situaciones y el sentido de sus gestos son muy diferentes; los
puntos de contacto, sólo circunstanciales. De hecho, la Iglesia
griega las recuerda en tres fiestas litúrgicas distintas.
-. Un fariseo, llamado Simón, invita insistentemente a Jesús
para que se siente a su mesa. Él acepta, aunque sabe que no
lo hace por amistad, sino para examinarlo de cerca. Por eso,
el fariseo lo recibe con frialdad, reduciendo al mínimo las
atenciones con su huésped. Jesús cae en la cuenta de una
serie de indelicadezas intencionadas, con las que trata de
marcar distancia. Pero calla; se recuesta en el diván junto a
la mesa, apoyando el torso sobre el codo izquierdo y
dejando los pies descalzos hacia fuera.
-. Inesperadamente, una "pecadora pública ", enterada de
su presencia allí, irrumpe en el banquete, "con un frasco de
alabastro lleno de perfume". Antes de que nadie pueda
reaccionar, "se puso detrás de Jesús junto a sus pies y,
llorando, comenzó a bañar con sus lágrimas los pies de
102
Jesús y a enjugárselos con los cabellos de la cabeza,
mientras se los besaba y se los ungía con el perfume". Él la
mira en silencio y con indisimulado afecto, mientras el
fariseo piensa para sus adentros: "Si éste fuera profeta,
sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando: una
pecadora".
-. Jesús, que hasta ahora ha callado ante las desatenciones
notorias del fariseo para con Él, habla ahora para justificar
el proceder de la mujer e, indirectamente, también el suyo.
Y lo hace sirviéndose de una pequeña parábola: la del
prestamista que tenía un gran deudor (quinientos denarios)
y un pequeño deudor (cincuenta denarios), a los que, por
insolventes, perdona generosamente su respectiva deuda.
Después le propone al fariseo esta pregunta para que
deduzca por sí mismo la conclusión: "¿Quién de ellos lo
amará más?". La respuesta del fariseo es categórica: "Su-
pongo que aquel a quien le perdonó más".
-. Jesús aprueba su respuesta. Y, volviéndose hacia la
mujer y hablando con el fariseo, va contraponiendo a cada
uno de sus comportamientos groseros (negación del agua
para los pies, del beso de paz y del aceite para la cabeza) las
finezas generosas de aquella mujer, que, en aquel su humilde
gesto de amor contrito y agradecido, emplea lo que antes
había utilizado para el pecado. Y termina diciendo al fariseo:
"Te aseguro que si da tales muestras de amor es que [tiene
conciencia de que] se le han perdonado sus muchos
pecados. En cambio, al que [el que cree que] se le perdona
poco, mostrará poco amor".
-. SAN AGUSTÍN, apoyándose en esta conclusión de Jesús,
aconseja a las vírgenes cristianas -y a todos-que consideren
como perdonados a ellas también aquellos pecados que, a
103
pesar de los desmerecimientos propios y sólo por la
misericordia de Dios, no han llegado a cometer.
-. Después se dirige a la mujer, cuyo rostro se ha ido
llenando de lágrimas de dolor sereno y gozo profundo, y le
dice: "Tus pecados quedan perdonados". Los comensales se
preguntan para sus adentros: "¿Quién es éste que hasta
perdona los pecados?" Pero Jesús despide a la mujer con
estas reconfortantes palabras: "Tu fe te ha salvado; vete en
paz".
-. ¡Bendita seas, mujer! Desconocemos tu nombre; pero
tu gesto pervivirá siempre en la Iglesia como modelo eximio
de contrición humilde, confiada, amorosa y reparadora.
¡Bendito seas, Jesús, Hijo de Dios y encarnación de la
misericordia de tu Padre! Tu Corazón, misericordioso y
perdonador, resplandece frente a la ruindad y dureza
humana. Pronuncia sobre mí las palabras eficaces que, como
un bálsamo, dejaste caer sobre el alma, rota y agradecida, de
aquella mujer.
37. Sermón de las parábolas [I] (Mtl3, l-23pp; Mc 4, 26)
Hay en los evangelios tres bloques de ocho, catorce y seis
parábolas respectivamente:
a) el primero, centrado en el tema del Reino de los cielos,
es pronunciado en el ambiente campesino de Galilea y
dentro del primer período del ministerio de Jesús; y son las
que aquí comentaré;
b) el segundo, el más abundante y elaborado, tiene como
tema predominante la misericordia, tan querido para Lucas;
104
y son: el buen samaritano, el amigo que llega a media noche,
el criado sin compasión, el rico insensato, la higuera estéril,
el gran convite, la oveja extraviada, la dracma perdida, el hijo
pródigo, el mayordomo sagaz, el rico avaro y el pobre
Lázaro, el juez inicuo, el fariseo y el publicano, los obreros
enviados a la viña;
c) el tercero, el más dramático, perteneciente a la época
más tardía de la vida de Cristo y a un ambiente típico de
Judea, se refiere a la actividad vigilante; y son: los diez
talentos, los dos hijos, los viñadores homicidas, las bodas
reales, las vírgenes prudentes y necias, las minas.
Las parábolas de Mateo son siete: el sembrador, el trigo y
la cizaña, el grano de mostaza, la levadura, el trigo y la
cizaña, el tesoro y la perla, la red. Reunidas en este capítulo,
explican plásticamente el misterio del Reino de Dios, que se
ha manifestado en las palabras y milagros de Jesús. En los
otros evangelistas hay, además, otras. Aquí añadimos una
octava, exclusiva de Marcos: el grano que crece por sí solo,
y que complementa a la del sembrador.
La Junción de las parábolas es facilitar su comprensión
inicial a los que las escuchan con buena disposición, y no
aumentar la responsabilidad de los que no quieren entender
su Palabra (Mt 13, 10-17. 34s). Sus discípulos encarnan la
postura de los que la acogen y a los que su Padre revela los
misterios del Reino. En cambio, los que la rechazan no
entienden nada, porque sus ojos y sus oídos están
voluntariamente cerrados, como ya anunció Isaías (Is 6, 9s).
-. Hoy, al salir de casa, Jesús se dirige al lago y se sienta
cerca de la orilla. La gente se va agolpando en torno a Él.
Es tan numerosa que se ve obligado a subir a una barca. Se
sienta en ella, mientras la gente, expectante, permanece de
105
pie en la orilla. "Y les expuso muchas cosas por medio de
parábolas". Y comienza así: "Con el Reino de los cielos
sucede lo que con...":
+ El sembrador
-. Un sembrador salió a sembrar. Parte de la semilla cayó
al borde del camino endurecido; pero, al quedar al
descubierto, fue comida por las aves. Parte cayó en terreno
pedregoso y con poca tierra, y brotó enseguida; pero se
agostó y secó porque apenas tenía raíz. Parte cayó entre
cardos; pero éstos crecieron y la ahogaron. Y parte cayó en
tierra buena; y dio fruto abundante, según la riqueza de
cada parcela: el ciento, el sesenta o el treinta por uno. "El
que quiera entender que entienda".
-. Sus discípulos le preguntan después por el sentido de la
parábola. Él, amablemente, se lo explica. La semilla caída
junto al borde del camino representa a quienes oyen, sin
entender, el mensaje del Reino; y el Maligno la arranca de
sus corazones. La semilla caída en terreno pedregoso
representa a quienes, en un primer momento, lo oyen y
reciben con alegría; pero, por su superficialidad e
inconstancia, sucumben ante la primera tribulación o
persecución a causa del mensaje. La semilla caída entre
cardos representa a los que oyen el mensaje; pero las
preocupaciones del mundo y la seducción del dinero asfixian
y esterilizan el mensaje. La semilla caída en tierra buena
representa al que oye y entiende el mensaje; y fructifica más
o menos, según el designio de Dios y según su disposición
inicial y colaboración posterior.
-. Enseñanza muy útil tanto para los que lo escuchan como
para los que lo proclaman. La Palabra de Dios es, en sí
misma, eficaz; pero no produce fruto automáticamente, sino
106
que humildemente acepta las diversas respuestas de los
oyentes, que pueden rechazarla o hacerla estéril con la huida
de la cruz, la superficialidad y las excesivas preocupaciones
temporales... ¡Señor, dispón mi corazón, y siémbrate y
fructifica copiosamente en él!
+ El grano que crece por sí solo
-. Esta parábola de Marcos (4, 26-29) es el contrapunto
de la precedente. Aquí se dice que la Palabra "da fruto por
sí misma" (v. 28). El Reino de Dios lleva dentro de sí el
principio de su crecimiento hasta llegar al término previsto
por Dios; tiene un ritmo propio, que es necesario respetar.
-. Los discípulos, a imitación del Maestro, deben sembrar
la Palabra con entusiasmo, confianza y paciencia, a pesar
de todas las dificultades, seguros de que la Palabra
sembrada lleva el poder fecundante en ella misma; aunque
el hombre debe disponerse y cooperar convenientemente.
Ellos deben respetar los tiempos misteriosos de la Palabra.
"Ni el que planta ni el que riega son nada. Dios, que hace
crecer, es el que cuenta... Nosotros somos colaboradores de
Dios; vosotros, campo que Dios cultiva..." (I Co 3, 7-9).
Con sus parábolas, Jesús corta de raíz tanto la presunción
pelagiana (el hombre se salva por sus fuerzas) como la
pasividad quietista (Dios salva al hombre sin el hombre).
107
38. Sermón de las parábolas [II] (Mt 13, 24-52pp)
+ El trigo y la cizaña
-. Un hombre sembró trigo en su campo. Mientras todos
dormían, su enemigo sembró cizaña entre el trigo recién
sembrado. A su tiempo comenzó a aparecer junto al trigo.
Los siervos le proponen al amo arrancar la cizaña; pero,
dado su parecido y para no exponerse a arrancar con ella el
trigo, les ordena esperar hasta la siega. Entonces podrán, sin
peligro, separar la cizaña y quemarla en gavillas; y
amontonar, intacto y limpio, el trigo en el granero.
-. Ya en casa, sus discípulos le piden que les explique esta
parábola. Y Él les aclara cada uno de los pormenores: el
sembrador es el Hijo del hombre; el campo, el mundo; el
trigo, los hijos del Reino; la cizaña, los hijos del Maligno,
que ponen tropiezos a sus hermanos; la siega, el fin del
mundo; los segadores, los ángeles; el fuego, el Infierno. "El
que quiera entender, que entienda".
-. También yo, Jesús, debo ser paciente con mis
hermanos, pecadores como yo, a los que tú amas y quieres
salvar, y de quienes esperas activamente su conversión. Y,
en último término, debo remitirme al discernimiento que Tú
harás en el Juicio final, en el que las obras de amor serán el
criterio decisivo. Señor, tú que sabes distinguir entre el trigo
y la cizaña, arranca ésta de mi corazón antes de que llegue
el día definitivo de la siega.
+ El grano de mostaza. La levadura
-. El grano de mostaza es muy pequeño; pero cuando crece
se hace un arbusto alto, donde anidan las aves. También es
108
pequeño el trozo de levadura que una mujer mezcla con una
gran cantidad de harina; pero hace fermentar toda la masa (I
Co 5, 6; Ga 5, 9). Algo parecido sucede con el Reino de los
cielos. Comienzos insignificantes y final espléndido.
Aspecto humilde, pero fuerza transformadora, que ha
prendido de forma irreversible en la historia. Crecimiento
silencioso, pero eficaz: "Ni el bien hace ruido, ni el ruido
hace bien" (TORRAS Y BAGES).
-. Tú me invitas, Jesús, a injertarme más hondamente
en ti, que eres la Vid; a confiar sólo en ti; a conceder
preferencia a "los medios que juntan el instrumento con
Dios y le disponen para que se rija bien de su divina mano"
(SAN IGNACIO DE LOYOLA).
+ El tesoro. La perla
-. Sucede con el Reino de los cielos lo que con un tesoro
escondido y con una perla preciosa. Quienes los
encuentran, "llenos de alegría", venden cuanto tienen y los
compran.
-. Los que han descubierto el Reino de Dios, el bien
supremo y unificador, deben vivir su opción cristiana con
alegre radicalidad. Para poder dejarlo todo, con alegría y sin
arrepentimiento, hay que encontrar antes el gran tesoro y la
rica perla del Reino, que es Cristo Jesús. Es lo que les
aconteció a Leví, a Zaqueo, a Saulo y a todo verdadero
converso. Y lo que, por desgracia, no le sucedió al joven
rico, porque no supo apreciar que Jesús es el único Valor
absoluto.
-. ¿Mis desprendimientos y renuncias son alegres y
sostenidos, como fruto del amor que ha encontrado y
gustado el gran tesoro del Reino'? O ¿son propósitos
109
cerebrales, frías decisiones voluntaristas, en respuesta a las
exigencias agobiantes de una ley impersonal, de un "super-
yo" tiránico?
+ La red
-. La parábola de la red es semejante a la del trigo y la
cizaña que crecen juntos. La red recoge toda clase de peces,
que los pescadores seleccionan en la playa, quedándose con
los buenos y tirando los malos. Es lo mismo que harán los
ángeles en el fin del mundo: separar a los malos de los
buenos y arrojarlos a la soledad del Infierno:
automarginación total, quemante y desesperada.
-. Señor, que no me erija en separador de buenos y malos;
que trate, más bien, de discernir el bien y el mal que
coexisten en mi corazón, y de ayudar espiritualmente a mis
hermanos. Tú sólo eres capaz de juzgarnos, con justicia
misericordiosa, en el último Día. Yo ahora te repito: "No
permitas que me aparte de ti, | en la hora de mi muerte
llámame, \ y mándame ir a ti, | para que con tus santos te
alabe \ por los siglos de los siglos. Amén".
39. Señor de los vientos y de las olas
(Mc 4, 35-41pp; Mt 14, 22-36pp)
El lago de Genesaret está situado en una hondonada, a 208
metros bajo el nivel del Mediterráneo. En torno a él, se levanta
un círculo de montañas, abiertas por estrechos desfiladeros y
gargantas, a través de los cuales los vientos fríos, procedentes
del Hermón, se lanzan violentamente de norte a sur y, en pocos
110
minutos, convierten la tranquila superficie del lago en un
hervidero de olas amenazantes.
He visto ya a Jesús mostrar su señorío sobre el mar, en aquella
pesca milagrosa que precedió a la vocación definitiva de sus
primeros discípulos (Lc 5, 1-1 lpp). Voy a verlo ahora dominar
al mar y al viento embravecidos, en dos ocasiones distintas, que
en esta contemplación junto y relaciono.
+ Tempestad calmada
-. Llegado el atardecer, y ante el acoso de las multitudes,
Jesús manda a sus discípulos embarcar y pasar a la otra
orilla. Agotado, se pone a dormir sobre un cabezal. De
repente, se levanta una fuerte tempestad. Las olas
comienzan a anegar la barca y amenazan con hundirla,
mientras Jesús sigue durmiendo. Sus discípulos, que han
esperado hasta el último momento, lo despiertan a gritos:
"¡Maestro, Señor, sálvanos, que nos perdemos!". Él, con
serenidad, se incorpora y, con imperio, -lo mismo que a los
demonios (Mc 1, 25; 3, 12; 9, 25)-, increpa al viento y al
lago: "¡Cállate! ¡Enmudece!". Al instante, el viento amaina
y sobreviene una gran calma. Después, pregunta a sus
asombrados discípulos: "¿Por qué sois tan cobardes?
¿Todavía no tenéis fe?". Ellos comienzan a darse cuenta de
que está entre ellos el Señor de la naturaleza; y, temerosos,
se dicen unos a otros: "¿Quién es éste, que hasta el viento y
el lago le obedecen?".
-. Tú, Jesús, permites que nosotros, tus amigos, nos
encontremos en situaciones-límite, para poner en evidencia
nuestra debilidad y tu amor poderoso; y así, purificar y
acrecentar nuestra fe. Aunque, en ocasiones, parezca que
duermes, no es que no te importemos: significamos mucho
para ti y Tú siempre cuidas de nosotros. Las fuerzas del Mal
111
tratan de obstaculizar, por todos los medios, la difusión de
tu Evangelio. Nuestra fe en ti, "Maestro" y "Señor", debe
infundirnos fuerza y paz, incluso en los momentos de más
violenta oposición, para no renunciar a proseguir con
valentía la tarea que nos has confiado. Increpa a nuestras
pasiones y a esos demonios que las atizan, pacifica y
señorea nuestro alborotado corazón.
+ Marcha sobre las aguas
-. Tras la primera multiplicación de los panes, Jesús
manda a sus discípulos que suban a la barca y se le
adelanten a la otra orilla, en dirección a Betsaida, mientras
Él despide a la gente. Después sube "al monte para orar".
Al anochecer, la barca está en medio del lago, frenada por
un fuerte viento contrario. Él sigue orando por ellos. Ellos
saben que Jesús, desde el monte, ve y oye la tempestad; y no
acaban de comprender por qué no los ayuda. Hacia el final
de la noche, cuando los ve ya rendidos y desalentados por
tanto esfuerzo inútil, se acerca a ellos caminando sobre las
aguas. Hace ademán de pasar de largo. Ellos lo toman por un
fantasma y, asustados, se ponen a gritar de miedo. Entonces,
Él les dice: "¡Ánimo! Yo soy. No temáis".
-. Pedro, entusiasmado, le dice: "Señor, si eres tú,
mándame ir hacia ti sobre las aguas ". Jesús lo anima:
"Ven". Él salta de la barca y comienza a andar sobre la
superficie agitada. Pero, al sentir la violencia del viento y
del oleaje, se asusta, comienza a hundirse y grita: "¡Señor,
sálvame!". Jesús le tiende la mano, lo sujeta y le dice:
"¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?". Suben a la
barca, y el viento se calma.
-. Tras un primer momento de asombro y desconcierto,
ya que no habían entendido el signo de los panes, los que
112
están en la barca se postran ante Él y le dicen:
"Verdaderamente eres Hijo de Dios". "Y, al instante, la
barca toca tierra en el lugar al que se dirigen" (Jn 6, 21).
Genesaret lo acoge calurosamente. Y todos los enfermos y
posesos que lo tocan con fe quedan curados.
-. Tu paso, Jesús, sobre el lago es una revelación de tu
poder divino y una promesa de protección y salvación para
nosotros, tus discípulos. En nuestras dificultades,
oscuridades, tentaciones y desamparos, no estamos solos.
Tu presencia entre nosotros es garantía segura de que la
barca de tu Iglesia -y, en ella, cada uno de los tuyos-, aunque
acosada en la noche por vientos contrarios y sacudida por
terribles olas, llegará felizmente al puerto del Reino de los
cielos.
40. Envío de los discípulos. El Reino anunciado
(Mt 9, 36-11,1)
+ Envío de los discípulos
-. "Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque
estaban cansados y abatidos como ovejas sin pastor". Jesús
no puede disimular que tiene un corazón bueno, sensible a
todas nuestras necesidades. No es un funcionario celeste,
que baja periódicamente a repartir, con fría profesionalidad,
palabras y milagros. Se ha abajado y se ha hecho uno más,
en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado. Es el
Buen Pastor, que se duele del abandono en que los pastores
de Israel tienen a sus ovejas; el Dueño del campo, que
reclama sembradores, cultivadores y segadores diligentes.
113
-. Estas carencias tan deplorables sólo Dios las puede
remediar. Por eso, dice a sus discípulos: "La mies es
abundante, pero los obreros son pocos. Rogad, por tanto,
al dueño de la mies que envíe obreros a su mies"
-. Envía, Señor, pastores y obreros suficientes y fieles, que
trabajen bajo tu mirada y dependencia, para la gloria de tu
Padre, en el bien de todos los hombres. ¡Señor, aquí me
tienes, hazme tuyo, envíame donde quieras y para lo que
quieras!
+ El Reino anunciado
-. Después de elegir a los Doce, los envía con ins-
trucciones concretas para esta misión, en la que habrán de
vivir, como Él, en continua itinerancia y dependencia del
Padre. Su ámbito: de momento sólo las ovejas perdidas de
Israel. Su único contenido: la proclamación del Reino ya
cercano, atestiguado con palabras y signos (curaciones,
resurrecciones, expulsiones de demonios y gratuidad en los
servicios). Los requisitos en los mensajeros: desinterés
absoluto (pobreza) y confianza en los evangelizados. Su
modo de realización: hospitalidad de personas dignas; y
saludo de paz para todos, que será eficaz sólo para quien
quiera recibir el mensaje de la paz, exigente y liberador...
¿Es éste el estilo de mi evangelización?
-. Les anuncia claramente persecuciones. Y les indica
cómo deben proceder ante ellas: con prudencia y sencillez,
dejando que sea el Espíritu quien hable en ellos, cambiando
a su tiempo de lugar. "Todos os odiarán por causa mía;
pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará... El
discípulo no es más que su maestro; ni el siervo, más que
su señor...". Por tres veces, les dice: "¿No temáis!". Y les
da tres motivos de confianza: la fuerza del Evangelio es
114
imparable; cualquier pérdida sólo puede ser parcial; Dios
cuidará de ellos. Esto debe animarlos a dar siempre
testimonio valiente de Él, para que también Él pueda
declarar a su favor ante su Padre... Jesús, ¿soy perseguido
por ser tu amigo y mensajero fiel? ¿Te busco sólo a ti, y
confío sólo en ti?
-. Cuando el Evangelio provoca divisiones en el seno de
la propia familia, hay que preferirle a Él y seguirlo
incondicionalmente con la cruz. Esto supone morir a sí
mismo, a lo suyo y a los suyos. Aparecen, una vez más, las
paradojas evangélicas: Jesús es la Paz, y, con su Paz, trae
la discordia por su causa; manda amar especialmente a la
familia propia, y hay que estar dispuesto a la separación y
aun a la ruptura por Él; el que quiera conservar egoístamente
la vida temporal, perderá la eterna; quien pierda la vida
temporal por Él, ganará la vida eterna con Él... ¿He
experimentado en mi carne esas paradojas dolorosas y
fecundas, nacidas de la fidelidad a ti, Jesús?
-. Jesús cierra su discurso de misión con la promesa de
una espléndida recompensa para aquellos que acojan y
ayuden a sus mensajeros. Después, sigue enseñando y
proclamando, incansablemente, su mensaje de salvación en
los pueblos de la región... Jesús, ¡quiero acompañarte y
compartir tu cansancio y persecuciones por el Reino!
41. El Reino revelado a los pequeños. "Venid a Mí” (Mt
11, 25-30; Lc 10, 21-22)
-. Las palabras que, por su riqueza, voy a exponer con
cierta amplitud, hay que escuchárselas, una y otra vez, al
115
mismo Cristo, cuyo Corazón desborda amor y alegría
espiritual. Después, hay que tomarlas una a una, como un
precioso tesoro o un rico manjar; y, como María, guardarlas
en el corazón, rumiarlas, contemplarlas en Cristo, para que,
como un delicado perfume, vayan impregnando nuestro
espíritu; y para que, como una invitación amigable, resuenen
siempre en nuestra vida.
-. Jesús se ha visto forzado a lanzar una dura invectiva
contra las ciudades de Corozaín y Betsaida, que, a pesar de
haber sido testigos de la mayoría de sus milagros, no han
querido convertirse. Después, "lleno de alegría en el
Espíritu Santo " (Lc), exclama:
+ "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has
dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido
bien. \ Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo sino el Padre; y al Padre no lo conoce más que el Hijo y
aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar".
-. La oposición de sus enemigos, la cerrazón de las
ciudades impenitentes, no son capaces de sofocar su alegría
cordial e indefectible. La alegría y la alabanza gozosa a su
Padre es la melodía constante de la oración que envuelve
toda su vida. Siente con dolor la ofuscación soberbia de los
sabios y prudentes según el mundo: de aquellos que, para
creer, exigen a Dios evidencias y concesiones. Pero goza
intensamente con la acogida sincera de los sencillos: de los
que, humildes y agradecidos, reciben como un don la fe que
el Padre les brinda por su medio... Hazme sencillo, para que
sepa acoger, en fe y amor agradecido, la revelación del Padre.
Que mi corazón sea, como el tuyo, una permanente
adoración, alabanza y acción de gracias.
116
-. El objeto esencial de esa revelación es "el Padre ", en su
relación con Él y con los hombres. Jesús confiesa
gozosamente que Él es: a) el Hijo que todo lo está recibiendo
del Padre -su ser divino y filial, su misión salvadora, sus
poderes mesiánicos y sus miembros redimidos- (Mt 28,18; Jn
3, 35; 13, 3; 17,2); b) y, porque son Uno con el Espíritu Santo,
es el único a quien y en quien el Padre conoce amorosamente,
y el único que conoce así al Padre -sólo en Jesús puede
amarnos el Padre y podemos nosotros amar al Padre-; c) y,
por lo mismo, el único que puede revelarnos al Padre (Jn
1,18; 10,15).
-. María, "muéstrame a Jesús, fruto bendito de tu
vientre", "ponme con tu Hijo" (SAN IGNACIO DE LOYOLA).
Padre, "atráeme" hacia tu Hijo (Jn 6,44). Jesús, "muéstrame
al Padre" (Jn 14,8).
+ "Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo
os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de Mí, que soy
manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para
vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera".
-. "Venid a Mí...": No se trata sólo de "ir detrás de Él"
como meros oyentes, sino también de "ir a Él", de allegarnos
a Él como verdaderos amigos. "Creer" en plenitud comporta
no sólo "creer a Jesús", sino también "creer en Jesús": no
sólo aceptar sus enseñanzas, sino también entregarse a Él sin
reservas. "A vosotros os he llamado amigos, porque os hice
conocer todo lo que oí a mi Padre" (Jn 15, 15)... Yo he sido
llamado a una especial intimidad con Jesús y a una especial
participación en su misión salvífica.
-. "... todos los que estáis fatigados y agobiados...":
"Fatigados" con los trabajos de la vida, con el peso de la
propia miseria y la de los demás; "agobiados" bajo el fardo
117
de una Ley que exige desde fuera pero no da fuerzas para
cumplir sus demandas. Jesús se refiere inmediatamente a la
Ley mosaica; pero, mediatamente, a todo precepto que no
nazca y de fuerzas desde el interior. Los mismos
mandamientos de Dios y de la Iglesia no son meras
exigencias exteriores, que prohíben y coartan; sino
expresiones parciales de la Ley interior de la libertad, que el
Espíritu Santo ha escrito en nuestros corazones, y cuyo
observancia Él mismo hace posible con su gracia. Ésta es la
única forma de seguir e imitar a Cristo, "el Camino, la
Verdad y la Vida" (Jn 14,6)... Jesús, Tú nos invitas a abrazar
voluntariamente el yugo suave de tu Amor y asumir la carga
ligera de tu Gratuidad, que se da sin interés mezquino y que
debe recibirse con amor agradecido.
-. "... y Yo os aliviaré...": Jesús alivia el peso de la cruz,
unas veces suavizándola; y otras, dando energías para
llevarla. Estas gracias de pura fuerza en fe son las que
forjan la madurez cristiana. En Getsema-ní, el ángel no
consoló a Jesús, sino que "lo confortó [enisjyón]" (Lc
22,43) con el amor del Padre que quiere salvar a todos los
hombres.
-. "... Cargad con mi yugo...": La Cruz se nos hace
llevadera, no cuando tratamos de sacudírnosla o cuando la
arrastramos a regañadientes, sino cuando la aceptamos
cordialmente de manos de Cristo y la compartimos con Él,
en reparación de nuestros pecados y de los pecados del
mundo. "Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie
a sí mismo, cargue con su cruz [cada día: Lc 9, 23], y me
siga" (Mt 16, 24).
-. "... y aprended de Mí...": Jesús nos invita a entrar en su
escuela, en la que Él es el Enseñante y la Enseñanza, "el
Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6). "La vida eterna es
118
ésta: conocerte a ti, el único verdadero Dios, y al que
enviaste, Jesucristo" (Jn 17, 3). Pero no basta conocer
experimentalmente al que es "la Verdad". Hay que
evangelizar también la inteligencia con "las verdades de
Jesús": las que Él enseñó y la Iglesia, en su nombre,
interpreta y proclama... ¿Estudio, pido, vivo, celebro,
comparto, testimonio mi fe? ¿Siento cordialmente con la
Iglesia y en la Iglesia: como miembro vivo e hijo amante y
obediente?
-. "... que soy manso y humilde de corazón...": No
temamos a este Maestro de "Corazón manso y humilde".
"Manso", sufrido para comprender a todos y no irritarse
contra nadie; y "humilde", sumiso a la voluntad del Padre,
en su servicio hasta la muerte por todos los hombres. Ésta
es la única vez en que Jesús habla de ese centro condensador
de todo cuanto es y hace, bajo la palabra "corazón". El
"venid a Mí" se convierte así en "entrad, instalaos en mi
Corazón", en "permaneced en Mí, en mi amor" (Jn 15, 4-
11).
-. "... y hallaréis descanso para vuestras vidas": Su
Corazón es ese "lugar retirado" al que el Maestro invita a
sus discípulos fatigados (Mc 6, 31) para que descansen
junto a Él escuchándolo y conociéndolo mejor, dejándose
vivir por Él (Ga 2, 20)... Si busco otros arrimos, al margen
de Jesús, me sentiré siempre defraudado y vacío.
-. "... Pues mi yugo es suave, y mi carga ligera": Porque,
como dijo JUAN PABLO II a los religiosos, en Madrid (2-11-
1982), "su yugo es el amor, y su carga es carga de amores".
Los únicos que pueden hablar de esto con conocimiento de
causa son: Jesús y los santos (Mt 5, 1-12; Lc 6, 20-23)...
119
42. La familia de Jesús (Mc 3, 20-35pp)
El hebreo o arameo -que es el que subyace al texto griego de
los Evangelios- es particularmente pobre para expresar los
grados de parentesco. La palabra hebrea ah se aplica, no sólo al
hermano propiamente dicho, sino también al sobrino, primo,
marido... (Gn 14,16; 19,12; Nm 16, 10; 20, 14; Est 15, 12; Jb 6,
15; IR 9, 13...). El sentido concreto hay que deducirlo del
contexto. La expresión evangélica "los hermanos de Jesús"
significa "los parientes de Jesús"; más en concreto, quizás, "los
primos".
La incomprensión de algunos de sus parientes demuestra que
Jesús y su programa mesiánico no son fruto espontáneo del
ambiente en que se crió. Con más razón que san Pablo, puede
decir Jesús: "El Evangelio anunciado por mí no es una
invención de los hombres, ni lo aprendí de hombre alguno" (Ga
1, 11). Pablo confiesa que "Jesucristo es quien me lo ha
revelado". Jesucristo proclama, repetidas veces, que Él solo es,
tiene, dice y hace lo que el Padre le comunica.
-. Después de una larga jornada de predicación y de oración
en el monte, Jesús regresa a casa, en Cafarnaún, con intención
de descansar un poco. Pero la gente lo asedia, y no le deja
tiempo ni para comer. Enterados sus parientes, se le acercan
para llevárselo con ellos; pues dicen que "está trastornado".
Pero la actividad de Jesús no es agitación alocada, activismo
descontrolado; sino celo ardiente, amor total a su Padre y a
sus hermanos los hombres... Jesús, ¿es mi celo ardiente,
sereno y puro como el tuyo; o, por el contrario, es un celo
demasiado frío, comedido y sensato?
120
-. Los maestros de la Ley, recién llegados de Jerusalén,
aprovechan la oportunidad para afirmar que Jesús es un
agente de Satanás, con cuyo poder expulsa los demonios. Él,
sirviéndose de una parábola, les demuestra que es superior a
Satanás, cuyo poder reprime con las fuerzas divinas, de las
que es depositario y administrador. Y les hace una terrible
advertencia: "El que blasfeme contra el Espíritu Santo no
tendrá perdón jamás; será reo de pecado eterno". Porque, al
atribuir obstinadamente a Satanás la acción salvadora que
realiza por medio de su Espíritu, renuncia al único Salvador.
"Nadie más que Él puede salvarnos, pues sólo a través de Él
nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra"
(Hch 4, 12)... ¡Jesús, sé para mí Jesús y sálvame! ¡Tú eres el
único y universal Salvador!
-. En esto, llegan su Madre y sus parientes buscándolo;
y, desde fuera, lo mandan llamar. La gente próxima a Él le
transmite el recado. Él los desconcierta al decirles:
"¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?". Y, mirando a
los que lo rodean y escuchan, añade: "Éstos son mi madre y
mis hermanos: El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi
hermano, mi hermana y mi madre".
-. Tu familia verdadera, la que has venido a formar por
voluntad del Padre, no es la que se recibe por ley de
naturaleza, la que se apoya en vínculos de carne y sangre o
de ley; sino la que se recibe por gracia, la que va ligada a la
escucha atenta de la Palabra de Dios y al cumplimiento de su
voluntad. María pertenece como nadie a esta familia de
Jesús: como Madre que lo engendró y dio a luz con libertad
virginal; como primera discípulo, que, por la fe obediente y
amorosa, lo engendró e hizo crecer en su corazón; y como
Madre de la Iglesia, que, bajo la dependencia de Jesús y en
121
unión con El, sigue haciendo nacer y crecer, en y por la
Iglesia, a todos los miembros de su Cuerpo místico.
-. Una puntualización parecida volverá a hacer Jesús
cuando una mujer del pueblo, para alabarle a Él, alabe a su
Madre: "Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
amamantaron". Él matiza: "Más bien, dichosos los que
escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica" (Lc 11,
26s). Con razón afirma SAN AGUSTÍN que María es más feliz
por ser Discípula fiel de Jesús que por ser simplemente su
Madre. Aunque, en María, la santa Madre de Dios, ambos
aspectos son indisociables.
-. Jesús, introdúceme, más y más, en la intimidad de tu
familia. Que, con autenticidad y en forma creciente, viva
siempre lo que soy: hijo de Dios, por Jesucristo, en el
Espíritu Santo, mediante María y la Iglesia. "¡Madre,
ponme con tu Hijo!".
43. Jesús, el Pan de Vida (Jn 6, 22-71)
A este discurso precede la multiplicación de los panes y la
marcha sobre las aguas (Jn 6, 1-21). La multiplicación de los
panes recuerda la experiencia del maná en el desierto, sugiere la
comida prometida por Dios a los pobres, manifiesta la identidad
de Jesús, significa el banquete eucarístico y alude a la Iglesia
edificada sobre los Doce. La marcha sobre las aguas revela al
Señor de la naturaleza.
+ Jesús, el Pan de Vida (v. 22-51 b)
-. Jesús y sus discípulos se dirigen en barca a Cafarnaún,
desde la ribera oriental del lago. Al día siguiente, la gente,
122
que se ha apercibido de su marcha, se embarca en su busca.
Al encontrarlo en la sinagoga de Cafarnaún (v.59), le
preguntan cuándo ha llegado allí. Él, sabedor de sus
verdaderas intenciones, les dice abiertamente que, si lo
buscan, no es porque hayan comprendido el signo del pan y
creído en Él, sino porque sospechan que Él es el Mesías
temporal que ellos esperan. Y los exhorta -como antes a la
samaritana (Jn 4, 13s)- a buscar el alimento espiritual
permanente, que da la vida eterna: el que les dará el Hijo
del hombre, marcado por su Padre Dios con el sello del
Espíritu e investido de su poder para realizar las señales del
Reino.
-. Al preguntarle ellos "qué debemos hacer para actuar
como Dios quiere", les responde que "lo que Dios espera
de vosotros es que creáis en aquél que Él ha enviado" (cf.
Rm 3, 28). Ellos le exigen que demuestre que es el tal
Enviado, con una señal no inferior a la del maná de Moisés.
Él les replica que el verdadero pan del cielo no fue aquél,
sino el que su Padre Dios quiere darles: "El pan de Dios
viene del cielo y da la vida al mundo". Con la misma
ignorancia y codicia que la samaritana (Jn 4, 15), le piden
que les dé siempre de ese pan maravilloso, que remediaría,
para siempre y sin cansancio, su necesidad de alimento...
Jesús, también hoy, muchos tratan de secularizar y
temporalizar el cristianismo, privándolo de su dimensión
sobrenatural y eterna. Que yo sepa unir armónicamente, sin
confundirlos, cielo y tierra, espíritu y materia, eternidad y
tiempo, fe y justicia.
-. En vista de que han entendido mal sus palabras, Jesús
les declara sin rodeos, como a la samaritana (Jn 4,26), que
el Pan que ellos necesitan y Él les ofrece es Él mismo: "Yo
soy el Pan de Vida ". Jesús es el Pan de Vida, que
123
definitivamente calma el hambre y aplaca la sed espiritual de
los que creen en Él. Les recrimina su incredulidad, a pesar
de ser testigos de sus múltiples signos. Y asegura a todos
que Él no rechazará a ninguno de los que el Padre le dé o
atraiga, ya que Él bajó del cielo para dar cumplimiento a la
voluntad salvífica universal de su Padre (lTm 2, 4. 6; 4, 10).
-. Los "judíos comenzaron a murmurar de Él" por lo que
acaba de decir sobre su origen divino, ya que conocen a sus
padres. Él ataja sus murmuraciones, y les explica que su
comportamiento se debe a que no quieren dejarse enseñar
por Dios. Y reitera su afirmación: "Yo soy el Pan de la
Vida... Yo soy el Pan vivo bajado del cielo". Él es el Pan de
vida eterna, inmortal. Los prejuicios, la consideración
superficial de las apariencias, la fría mirada racionalista
impiden al hombre captar la realidad profunda, el misterio
de Dios. Con el deseo humilde, la búsqueda de Verdad y la
fidelidad a las luces y mociones de lo alto, el hombre debe
disponerse para creer a Dios y en Dios, que por amor quiere
darse al hombre.
+ Jesús, el Pan de la Eucaristía (v. 51c-59)
-. Sin transición alguna, comienza a hablar del Pan de su
Carne, que entregará cruentamente en la cruz para la vida
del mundo, y sacramentalmente en la Eucaristía (como
sacrificio, banquete y presencia sustancial permanente).
-. Esta vez los "judíos" no pueden dudar de que, para
vivir esa vida eterna, les está exigiendo que coman su
Carne; y consideran absurda su pretensión. En su respuesta,
vuelve a insistir en la necesidad de que realmente coman su
Carne y beban su Sangre, para que así tengan ya vida eterna
y sean resucitados por Él en el último día. Esa comida y
bebida real-sacramental (no sólo espiritual, por la fe) es
124
fuente de una mutua inmanencia vital, de una comunión
vital con Él: participación de la comunión que existe entre
su Padre y Él. El fruto de la Eucaristía es la participación
en la vida filial y fraterna de Cristo, bajo el influjo vivificante
del Espíritu Santo y la acción ministerial de la Iglesia.
+ Reacción ante las palabras de Vida eterna (v. 60-71)
-. Sus reiteradas afirmaciones sobre la necesidad de comer
su Carne y de beber su Sangre, provocan en "muchos de sus
discípulos" un enorme escándalo y un claro murmullo de
desaprobación. Él, conociendo el motivo de esas críticas, se
dirige a ellos, no para retractar o atenuar sus palabras, sino
para reprocharles el que las hayan interpretado tan
burdamente. Su Ascensión, meta final de su subida a la
cruz, pondrá término al escándalo, cuando los creyentes lo
vean en su gloria y comprendan su intención de darse a ellos
como alimento en su estado glorificado. Su Carne, comida
sacramentalmente, y su Palabra, asimilada por la fe, serán
el vehículo de su Espíritu vivificador.
-. Pero ellos no quieren creer, no quieren aceptar el don
de la fe que el Padre les ofrece; y "se retiraron y ya no iban
con Él". ¡Qué golpe para Jesús, que, aun conociendo desde
el principio el desenlace trágico de sus mezquinas
disposiciones, su abandono final e incluso la traición de
Judas, los ha elegido y les ha mantenido la elección, hasta
que ellos la rechazan ahora definitivamente!
-. A la vista de estas defecciones, insta a los Doce a que
ratifiquen o retracten su opción por Él: "¿También vosotros
queréis marcharos?". Simón Pedro, en nombre del grupo,
responde apasionadamente: "Señor, ¿a quién iríamos? Tus
palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que
Tú eres el Santo de Dios". Les recuerda que fue Él el que
125
los eligió a los Doce. Y les anuncia veladamente la traición
de Judas Iscariote, que es un "diablo" o desunidor (12, 4-6),
sembrador de la cizaña de la duda y de la discordia entre los
discípulos.
-. Jesús, tú eres el Mesías pobre y humilde, que rechazas
el reino temporal que te ofrece la multitud (6, 15); que no
quieres reducir tu misión a solucionarles sus problemas
materiales (6,26s); que no accedes a su exigencia de un
prodigio espectacular (6, 30s). Lo que les ofreces a ellos y a
todos es el verdadero Pan del cielo, el Pan de la vida eterna:
tu Palabra asimilada por la fe, tu Carne comida y tu Sangre
bebida sacramentalmente en la Eucaristía, con sus efectos
divinizantes y humanizadores. Jesús, dame siempre ese Pan
y esa Agua de vida eterna, para que, con su fuerza, te siga
hasta el fin: a ti, que eres "el Camino, la Verdad y la Vida".
44. La mujer cananea o pagana (Mt 15, 21-28p)
Aunque Israel es el Pueblo elegido y la misión de Jesús se
desarrolla casi exclusivamente en Palestina, Él quiere mostrar
que Dios es el Padre de todos los hombres, y que Él es el
Salvador del mundo. Por eso, de vez en cuando, hace una breve
incursión por tierras paganas. Como en esta ocasión, por Tiro y
Sidón: antiguos puertos de Fenicia (hoy, Líbano).
-. Está ahora en una casa de Tiro, país pagano, tratando de
pasar inadvertido. Pero una mujer cananea, enterada de su
presencia, lo aborda con angustia y esperanza: "Ten piedad
de mí, Señor, Hijo de David; mi hija vive maltratada por un
demonio". Pide por su hija y por ella, porque su hija es su vida.
Jesús calla. Sus discípulos lo apremian con razones muy poco
126
altruistas: "Atiéndela, porque viene gritando detrás de
nosotros".
-. Él les responde: "Dios me ha enviado sólo a las ovejas
perdidas del pueblo de Israel". Entonces la mujer se echa a
sus pies y le apremia: "¡Señor, socórreme!". Él, para
probarla y aprobarla, le responde con palabras frías,
inusuales en Él: "No está bien tomar [ahora] el pan de los
hijos [los israelitas] para echárselo a los perrillos [los
paganos]". Ella, lejos de sentirse despreciada, replica con fe
humilde y perseverante: "Eso es cierto, Señor. Pero
también los perrillos comen las migajas que caen de la
mesa de sus amos".
-. Jesús, admirado y gozoso, exclama: "Mujer, ¡qué grande
es tu fe! Que te suceda lo que pides". Dios pone a prueba su
fe, para aumentarla y atender con creces su petición... Jesús,
la súplica humilde, apoyada en la fe, es la única arma del
hombre, pobre e indigente esencial, que todo lo espera de la
bondad de tu Padre, que es también el nuestro.
45. Confesión mesiánica y primado de Pedro, en
Cesárea de Filipo (Mt 16, 13-20pp)
Esta escena tiene lugar en Banias, llamada
posteriormente Cesárea de Filipo, a los pies del monte
Hermón. El nombre de Banias alude al culto que, desde la
ocupación helenística, se rindió al dios Pan en la cueva que
aún se conserva. A sus pies fluye la cuarta y más oriental de
las fuentes del Jordán; y en su entorno crece una exuberante
vegetación. El nombre de Cesárea de Filipo se refiere al
templo que el tetrarca Filipo había construido, junto a la
127
enorme roca oscura, en honor de César Augusto y para
atraerse sus favores. Pudo ser la visión de esta roca lo que
sugirió a Jesús el tema de Pedro (Kefas, Roca).
-. Israel, el Pueblo de Dios, en la mayoría de sus
representantes religiosos, ha rechazado al Mesías. En
apariencia, la misión de Jesús ha fracasado. En este
momento de su vida, tiene lugar esta escena trascendental.
De camino hacia la región de Cesárea de Filipo, Jesús
pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy
Yo?" (Mc-Lc). Ellos responden enumerando varias
opiniones: Juan Bautista, Elías, Jeremías, un profeta (Dt 18,
18).
-. Entonces, les pregunta directamente: "Y vosotros,
¿quién decís que soy Yo?". Una vez más, Pedro responde
en nombre de los Doce y de los discípulos de todos los
tiempos: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le
responde con esta bienaventuranza y esta promesa:
+ "Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha
revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en los
cielos. Yo te digo: 'Tú eres Pedro [Roca], y sobre esta
piedra [Roca] edificaré mi Iglesia, y el poder del Abismo no
la hará perecer. Te daré las llaves del Reino de los cielos;
lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo'".
-. Jesús declara "dichoso" a Simón, no por sus méritos,
sino porque el Padre le ha concedido el don de reconocerlo
como Mesías. Aunque, muy pronto, tendrá que reprenderlo
duramente por rechazar su condición de Mesías Paciente.
El cambio de nombre -ya prometido (Jn 1, 42)- indica el
nuevo encargo que le confiere: ser "piedra", cimiento
roqueño, para el nuevo Israel, para "mi Iglesia", que
128
comienza a ser convocada y congregada, y cuya misión
consistirá en arrancar a los hombres del imperio de la
muerte.
-. A través de su Iglesia y por caminos misteriosos,
vendrá el Reino de Dios, semejante a una ciudad, y cuyas
llaves entregará a Pedro. Él recibe el encargo permanente
de ser su mayordomo y supervisor (cf. Is 22, 19-22), con
autoridad divina para fielmente enseñar la verdad salvífica
y condenar los errores; para declarar lo que es moralmente
obligatorio, permitido o prohibido. Y esto, durante todo el
tiempo de su Iglesia indestructible y perenne. Las sentencias
de Pedro abrirán o cerrarán el acceso al Reino, y serán
ratificadas por Dios. Y para no suscitar entusiasmos prema-
turos y desenfocados, les ordena que, por el momento, no
digan a nadie que Él es el Mesías.
Unos treinta años después de Jesús, el rabí NECHONYA solía
iniciar sus lecciones con esta oración: "Haz, oh Yahvé, que no
declaremos impuro lo que es puro, y puro lo que es impuro;
que no atemos lo que está suelto, ni desatemos lo que está
atado".
-. Gracias, Jesús, por el regalo, que haces a tu Iglesia, de
Pedro y de sus sucesores, los Romanos Pontífices. Ellos no
son tus sucesores; ni, propiamente, hacen tus veces: ya que
tú siempre estás con nosotros. Pero, sí te representan,
sacramentalizan tu presencia (la significan y realizan),
cuando pastorean tu rebaño (Jn 21, 15-17). Que sepamos
reconocerte, acogerte, obedecerte y amarte en la persona del
Papa y de los Obispos. "Quien os escucha a vosotros, a Mí
me escucha; quien os rechaza a vosotros, a Mí me rechaza;
y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me ha enviado"
(Lc 10, 16)... Quien se desinteresa de las enseñanzas del
129
Papa y de los Obispos no demuestra tener mucho amor ni a
Cristo ni a su Esposa, nuestra santa Madre la Iglesia.
46. Tres anuncios de la Pasión
(Mt 16, 21-28; 17, 22-23; 20, 17-19pp)
Uniré, en esta contemplación, los tres anuncios de la Pasión,
ya próxima, hechos en momentos y lugares distintos, durante
la subida a Jerusalén.
+ 1." Después de la confesión de Pedro, en Cesárea de
Filipo
-. Jesús comienza a manifestar abiertamente a sus dis-
cípulos que tiene que subir a Jerusalén, para sufrir mucho por
causa de los sanedritas, que terminarán por darle muerte;
aunque les promete resucitar al tercer día. Esta revelación
inesperada desconcierta y espanta a todos, pero
especialmente a Pedro, que, tomándolo aparte, se pone a
recriminarlo fuertemente, con un cariño poco lúcido: "¡Dios
no lo quiera, Señor; no te ocurrirá eso!".
-. Él se vuelve a Pedro y le dice ante todos: "¡Ponte detrás
de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus
pensamientos no son [ahora] como los de Dios, sino como
los de los hombres". Palabras durísimas, que coinciden, en
su arranque, con las que había dirigido al Tentador en el
desierto: "¡Márchate, Satanás...!". Y es que, aunque con
intenciones muy diversas, los dos pretenden apartarlo del
Mesianismo paciente, querido por el Padre y por Él. Sin
pretenderlo, Pedro se ha hecho cómplice inconsciente de
Satanás. No es misión de Pedro ni de nadie preceder a Jesús,
130
trazarle la ruta; sino seguirle por el camino que el Padre le
ha trazado, y que desemboca por la Cruz en la Resurrección.
-. Después se dirige a sus discípulos y añade: "Si alguno
quiere venir detrás de Mí, que renuncie a sí mismo, cargue
con su cruz y me siga...". Ser cristiano es mucho más que
profesar unos dogmas, aceptar unas normas de moral o
practicar unas formas de culto. Supone, sobre todo, morir a
sí mismo, para vivir con Cristo y como Él: siguiéndolo
fielmente, en su servicio a Dios y a los hombres, con la cruz
de los desprecios del mundo y de los sufrimientos diarios,
dispuesto a perder la vida temporal por Él, para así
conservarla eternamente.
-. Y les advierte que su muerte ignominiosa no es señal
de impotencia, como podrán comprobar algunos de los allí
presentes, que serán testigos de su venida poderosa "como
Rey", antes del último Juicio, en la destrucción de Jerusalén
(Mt 10, 23; 24).
+ 2.° Después de su Transfiguración gloriosa en el monte
-. En ella habla con Moisés y Elías del "éxodo [partida] que
había de consumar en Jerusalén" (Lc 9,31). Sigue la
curación del muchacho epiléptico. De paso por Galilea,
advierte a sus discípulos: "El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres, y le darán muerte;
pero al tercer día resucitará". Ellos no entienden y se
entristecen mucho; pero temen preguntarle el sentido de su
predicción.
+ 3.° En las inmediaciones de Jerusalén y ya a las puertas
de su Pasión
- Él va por delante con paso ligero y firme. Sus discípulos,
que presienten el peligro, lo siguen a distancia, "admirados
131
y asustados". Toma aparte a los Doce y les anuncia
concretamente lo que le espera: "El Hijo del hombre va a
ser entregado a los jefes de los sacerdotes y maestros de la
Ley, que lo condenarán a muerte, y lo entregarán a los
paganos, para que se burlen de Él, lo azoten y lo crucifiquen;
pero al tercer día resucitará". Una vez más, ellos no
entienden su palabra de cruz y muerte. Prueba, notoria y
dolo-rosa, de esa incomprensión es la escena siguiente: la
petición, ambiciosa y egoísta, de la madre de los Zebedeos,
a instancia de sus hijos. Sólo la resurrección de Jesús les
hará comprender y aceptar el misterio de su muerte y
resurrección.
- En la práctica, y con referencia especial a mí, a los míos,
a la Iglesia, ¿lo acabo yo de entender? Señor, temo el
sufrimiento, la humillación y, sobre todo, la muerte. Pero yo
creo en tu amor para conmigo. Tú me amas porque eres
Amor. Sé que no soy digno de tu Amor. Pero sé, también,
que amarme a mí tal cual soy es digno de tu Amor,
esencialmente gratuito. Creo que la muerte para los tuyos
será descubrir y palpar tu ternura y misericordia infinitas.
No me glorío de mis méritos; pero sí me gozo de haber
creído en tu bondad. Permíteme que haga mía la oración de
SANTA GERTRUDIS:
* "¡Oh, Jesús, amor mío, amor del atardecer de mi vida!
Alégrame con tu vista en la hora de mi partida. ¡Oh, Jesús del
atardecer! Haz que duerma en ti un sueño tranquilo y que
saboree el descanso que tú has preparado para los que te
aman".
132
47. Transfiguración de Jesús (Mc 9, 2-10pp)
Ya Orígenes y Eusebio de Cesárea, en el siglo III, y otros
muchos (san Cirilo de Jerusalén, san Jerónimo...) localizan la
Transfiguración en el monte Tabor, distante unos diez
kilómetros de Nazaret; y elevado unos 588 metros sobre el
Mediterráneo, 780 sobre el nivel del lago de Genesaret y 300
de la llanura). Es éste uno de los montes con más personalidad
en toda Palestina. Surge solo, simétrico, verdeante, en medio
de una región llana y fértil.
-. Seis u ocho días después de su primer anuncio de la
Pasión, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y sube
con ellos a un monte, alto y apartado, "para orar". Quiere
prepararlos para el escándalo de la cruz, prefigurando su
resurrección y anunciando su Venida en gloria (2P 1, 17s).
Y, "mientras oraba" (Lc), se transfigura delante de ellos: su
rostro brilla como el sol y sus vestidos relampaguean con una
blancura cegadora. Aparecen junto a Él, resplandecientes de
gloria, Moisés y Elías, personificación de la Ley y los
Profetas, que hablan con Él del "éxodo [partida] que había
de consumar en Jerusalén".
-. Los tres discípulos, aunque cargados de sueño, asisten
arrobados a esta escena. Cuando Pedro advierte que van a
retirarse Moisés y Elías, sin saber bien lo que dice, para
prolongar aquella gloria gozosa, le propone a Jesús: "Señor,
¡qué bien estamos aquí! Si quieres, hago tres tiendas: una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
-. Aún está hablando, cuando una nube luminosa -la
"sublime Gloria", señal visible de la presencia de Dios (2P 1,
17)- los cubre y llena de temor. Desde la nube, se oye una
133
voz: "Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco;
escuchadlo". Voz, que se dirige a ellos y a nosotros, y que
nos manda reconocer a Jesús como al nuevo Isaac (Gn 22,
2), al Hijo amado del Padre; y escucharle siempre; también
cuando nos hable de compartir su muerte y resurrección.
-. Al oír esta voz, los tres caen de bruces, aterrados de
espanto. Finalizada la Transfiguración, Él se acerca a ellos,
los toca y los invita a levantarse sin miedo. Alzan la vista y
lo ven a Él solo. Mientras bajan del monte, "les ordenó que
no contaran a nadie esta visión hasta que el Hijo del
hombre hubiera resucitado de entre los muertos". A su
pregunta sobre la venida de Elías, les responde que ya ha
venido en la persona de Juan el Bautista, el cual fue
perseguido como lo será Él. Tras su resurrección,
comprenderán y gustarán en fe el misterio pascual (2P 1,
16ss).
-. Jesús, que también yo lo experimente, cuando me visite
tu Cruz y tu Gloria. No se puede gustar profundamente el
gozo de tu Resurrección, sin haber compartido a fondo el
vaciamiento de tu Pasión y Muerte. Pero, tampoco se puede
participar de tu transfiguración dolorosa en Getsemaní y en
el Calvario, sin haber sido antes testigo y copartícipe
cercano de tu transfiguración gloriosa en tu Resurrección.
En nuestro "éxodo" hacia ti, en nuestro caminar hacia la
caridad perfecta -vocación de todo cristiano-, ¡qué bien
sabes, Señor, ir alternando y combinando desolación y
consolación, oscuridad y luz, pasión y gloria! Que no
renuncie a tu designio pleno de amor sobre mí, por miedo a
las renuncias. No estoy solo; Tú, mi Dios Amigo, estas
conmigo. Ayúdame a "redimir", con gracias
extraordinarias, el tiempo desaprovechado y las gracias
perdidas.
134
-. No hay transformación total en ti, sin purificación total
en mí: de los sentidos y del espíritu, activa y pasiva. Si no
"satisfacemos" plenamente aquí por nuestros pecados y
desórdenes -con mérito y a menor coste-, tendremos que
"satispadecer" en el Purgatorio -sin mérito alguno y a
mayor coste-. El Purgatorio no es el castigo, extrínseco y
mecánico, reclamado por un Dios justiciero, sino la
exigencia íntima del pecado -que exige reparación- y de la
vida celeste -que no admite en la presencia del Dios Santo
nada manchado-. El Purgatorio no es un terrible Infierno
temporal, sino un invento maravilloso de Dios-Amor, que
viene a equivaler a las purificaciones místicas que sufren en
esta vida sus mejores amigos, los santos. Su fuego
purificador no es otro que el Amor misericordioso de Dios,
en cuyas "llamas" las almas se purifican con un dolor-gozo
amoroso, el más intenso, puro y agradecido.
48. Instrucciones sobre la vida de la comunidad
cristiana (Mt 18, l-35pp)
Este cuarto discurso va dirigido al grupo de los discípulos.
Pero refleja una comunidad cristiana en la que existen
problemas de convivencia. Mateo intenta responder a esta
situación diseñando un modelo de comunidad en la que los
discípulos, atentos a la voluntad de Dios, viven la fraternidad
desde el perdón y la acogida a los más pequeños.
+ El mayor en el Reino (v. 1-5)
-. Poco después del segundo anuncio de la Pasión, los
discípulos, mientras caminan detrás de Jesús, confrontan sus
méritos personales para reclamar la primacía: discuten
135
sobre "quién es el más importante en el Reino de los cielos".
Al término del viaje y ya sentados, Él les pregunta sobre el
tema de su acalorada discusión. Ante su silencio encogido
y delator, Él llama a un niño, lo coloca en medio de ellos y
les dice: "Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como
los niños no entraréis en el Reino de los cielos. El que se
haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino
de los cielos".
-. El niño, no en cuanto inocente, sino en cuanto
expresión de indigencia, debilidad y desamparo, encarna la
actitud humilde y servicial que deben tener los discípulos
de Jesús ante Dios y con los hermanos. El niño, en la
mentalidad de entonces, es el ser que, al estar privado de
derechos personales legal y social-mente reconocidos, no
puede exigirlos; el ser insignificante, que todo lo tiene que
recibir del amor gratuito de sus padres. Por ello, "el que
acoge a un niño como éste en mi nombre, a Mime acoge":
es decir, el que lo acoge, no sólo por sus gracias o por sus
derechos, sino porque representa a Jesús en su actitud de
pobreza. La conclusión equivale a la de una pequeña
parábola: "Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que
teníamos que hacer" (Lc 17, 7-10).
+ El escándalo de los pequeños (v. 6-7)
-. Después, previene contra el escándalo a otros, a los
"pequeños" o creyentes débiles en la fe... Jesús, ¡qué
actualidad tienen, especialmente hoy, estas terribles
amenazas, ante los ataques contra la fe y valores cristianos:
ante la des-educación programada, la pornografía y
prostitución, la droga y el alcoholismo, la explotación
laboral y tantas otras lacras, de las que son sus primeras
víctimas los más jóvenes e inexpertos, los más
desprotegidos!
136
+ El autoescándalo (v.8-9)
-. Después, avisa contra la exposición temeraria a las
ocasiones próximas y graves de pecado. Hay que estar
dispuesto a amputarse la mano, el pie o el ojo, es decir, a
hacer las renuncias más costosas, antes que exponerse a ser
arrojado al "fuego eterno"... Ésta, y otras muchas
advertencias semejantes de Jesús, no son meras "amenazas
pedagógicas", sino avisos acuciantes y amorosos ante un
peligro real, muy serio, de condenación. ¡Ni el Amor de
Dios ni el Infierno son una broma! Y, si me obstino en el
mal, despreciando la gracia de la conversión, ¡yo puedo
condenarme! Mi reacción ante el peligro de pecar es la
medida de mi aborrecimiento al pecado; y mi atención y
docilidad a la gracia es el índice de mi aprecio real a Dios.
Sólo se salva el que ama, de verdad, a Dios con todo su ser,
sobre todas las cosas, y todas las cosas, en El y por Él.
+ Respeto a los pequeños y solicitud por ellos (v. 10-14)
-. Lejos de menospreciar y escandalizar a estos
pequeños, hay que buscarlos, cuando se extravían. Como
el pastor que, dejando en el monte a noventa y nueve ovejas,
busca a la oveja que se ha descarriado, hasta que con
inmensa alegría la encuentra. Eso mismo es lo que hace el
Padre celestial, que "no quiere que se pierda ni uno solo de
estos pequeños".
+ ¿Cómo hay que tratar a los hermanos pecadores? (v. 15-
20)
-. Primero, corrigiéndolos fraternalmente: con discreta
caridad, agotando progresivamente todos los recursos: a solas,
con uno o dos testigos, en presencia de la comunidad (v. 15-
137
17). Esta corrección está llamada a culminar en el perdón y
en la oración eclesial (v. 18-20).
-. Muchas veces, para no enfrentarse o malquistarse con
uno o con unos pocos culpables, se guarda un silencio
cobarde y consentidor, que es un atropello hiriente de los
derechos cristianos del culpable y de los otros. ¡No se trata,
ante todo, de evitar a toda costa el disgustar a algunos, sino
de buscar el bien verdadero de todos, fundado en la justicia
y la caridad! Sin una corrección oportuna, justa y amorosa,
ofrecida sin prepotencia y con bondad, y recibida con
humilde gratitud, no es posible una convivencia
constructiva, humana y cristiana... Así es como Tú, Jesús,
me corriges: con amor delicado y paciente.
+ Además, hay que perdonar siempre y de corazón (v.21-
35)
-. Sin una actitud permanente de perdón -pedido,
ofrecido y aceptado- no es posible una vida comunitaria
auténtica. Así nos lo enseña Jesús con la expresiva parábola
de los dos siervos deudores. En ella compara dos deudas
muy desiguales (algo así como cincuenta millones,
comparados con diez mil pesetas). El rey representa al Padre
que, siempre y gratuitamente, nos perdona toda nuestra
deuda. Ésa es la deuda que pedimos que nos perdone en el
Padrenuestro, y la que confesamos en el acto penitencial de
la Misa. El siervo malvado representa a quien, habiendo
sido perdonado por Dios en lo mucho, se niega a perdonar a
su hermano en lo poco.
-. La enseñanza final es diáfana y inapelable: "Lo mismo
hará con vosotros mi Padre celestial, si no os perdonáis de
corazón unos a otros". La suerte final de éstos es el castigo
eterno... Tus discípulos, Jesús, debemos perdonar a todos,
138
sin límites y de corazón. Ya que todos vivimos de tu perdón
gratuito e ilimitado, constantemente renovado, debemos
comunicarlo a todos los que nos ofenden, con una
proporcionalidad semejante (generosidad con el prójimo,
ante la Magnanimidad de Dios conmigo). El perdón que
otorgamos al prójimo no es ni la razón ni la medida del
perdón que recibimos de Dios, siempre gratuito e
inconmensurable. Señor, injértanos en tu Corazón
perdonador.
49. Las dos primeras parábolas de la Misericordia: la
oveja extraviada y la moneda perdida (Lc 15, l-10p)
Los "publícanos" son los recaudadores de impuestos, odiados
por colaboracionistas con los romanos y, muchas veces
también, por injustos. Los "pecadores" son aquellos israelitas
que, según los representantes del poder religioso, viven al
margen de la Ley, por su situación inmoral o por razón de su
oficio indigno o deshonroso.
-. Entre la muchedumbre que se acerca a Jesús para oírle,
se encuentran "numerosos publícanos y pecadores". Para la
mentalidad farisea, el pecador, en cuanto tal, es sólo objeto
de la ira divina; y Dios lo ama sólo cuando se ha convertido.
Por eso, los fariseos y la generalidad del pueblo los rehuyen.
Pero Jesús los acoge con amor; incluso acepta, complacido,
sus invitaciones. Esto provoca la crítica escandalizada y
mordaz de quienes "presumían de ser justos y despreciaban
a los demás" (Le 18, 9); de esos santones autosuficientes y,
con frecuencia, hipócritas: "Éste anda con pecadores y
come con ellos".
139
-. La respuesta de Jesús son tres parábolas, con las que
justifica su comportamiento y en las que se remite al
proceder misericordioso de Dios con los pecadores, que
encuentra su alegría en perdonarlos. Porque Dios-Amor,
que es el protagonista principal de estas parábolas
(representado por el pastor, la mujer y el padre), siempre
ama al pecador; y, porque lo ama, lo busca, lo encuentra o
recibe con cariño, y lo celebra o agasaja con júbilo. Las dos
primeras parábolas son gemelas: tienen una misma
estructura, un mismo sentido y una misma limitación, ya
que consideran el proceso de conversión sólo del lado de
Dios. Cambia únicamente el sujeto de comparación: un
pastor, una mujer. En la tercera parábola se recalca
también la parte del pecador en su vuelta a Dios.
+ La oveja extraviada
-. El pastor de la parábola es dueño de un rebaño de cien
ovejas, que apacienta personalmente. Al atardecer, hace
recuento y advierte que le falta una. Preocupado por su
suerte, deja las otras noventa y nueve "en el desierto", sale
en su busca y no descansa hasta encontrarla. Como la oveja
está asustada y fatigada, la coloca cariñosamente sobre sus
hombros y, llegado a casa, comunica gozosamente a sus
amigos y vecinos su venturoso hallazgo, para que se
congratulen con él.
-. La conclusión es la misma en las tres parábolas, aunque
sólo en las dos primeras se explicita así: "Os aseguro que
también en Dios [en el cielo o entre los ángeles] habrá más
alegría por un pecador que se convierta que por noventa y
nueve justos que no necesitan convertirse". Esta expresión,
tan hiperbólica como humana, manifiesta la complacencia
extraordinaria de Dios por la conversión del pecador. Mas
no supone un amor mayor al pecador convertido que al hijo
140
verdaderamente fiel. Dios se complace con los hijos fieles,
que cumplen su voluntad. Y no se agrada con las obras de
los pecadores; ni tampoco con las de los justos
presuntuosos, como son estos difamadores (Lc 5, 31s; 19,
10). Pero Dios ama a todos sus hijos. También a los
pecadores -y todos lo somos-, que, muy lejos de ser odiosos
o indiferentes para Él, son siempre objeto de su amor
misericordioso, y también de su amor complacido o
benevolente cuando de verdad se arrepienten... ¡Todos
somos, Jesús, esa oveja tuya extraviada, que sólo tú puedes
buscar, encontrar y salvar!
+ La moneda perdida
Dado el interés y la alegría grandes de la mujer, estas diez
dracmas bien podrían pertenecer al tocado femenino,
guarnecido de monedas, que forma parte de la dote de la mujer
y del que no se desprende ni para dormir. La dracma griega
equivalente a un denario romano, el salario de un día.
-. Ahora se trata de una mujer pobre, que pierde una de sus
diez dracmas. La mujer busca con todo cuidado la moneda,
en su pequeña y oscura casa. Enciende una lámpara y barre
cuidadosamente con un ramo de palma el suelo de tierra
endurecida para oír su tintineo. Cuando la encuentra, su
gozo es tan intenso que siente necesidad de compartir su
alegría con sus amigas y vecinas. La conclusión es la misma
de la parábola anterior...
141
50. La tercera parábola de la Misericordia: el hijo
pródigo (Lc 15, 11-32)
Ésta es la perla de las parábolas, el autorretrato más fiel del
Corazón de Jesús y de su Padre, que es el verdadero
protagonista de la parábola: parábola que "ha quedado
plantada en el corazón del pecador como un clavo de
ternura" (CHARLES PÉGUY). Ella explica, con trazos tiernos
y vigorosos, la huida y la vuelta del pecador, la acogida
misericordiosa por parte de Dios (primera parte) y la
reacción mezquina de los fariseos y la comprensión paciente
de Dios también para con ellos (segunda parte). La parábola
es una justificación de la Buena Nueva, frente a los que la
critican. Algunos datos sobre los dos hermanos los deduzco
de la legislación judía o de la misma parábola.
JUAN PABLO II, en el capítulo IV de su encíclica Dives in
misericordia, nos ofrece uno de los más profundos y
originales comentarios que se han escrito sobre esta
parábola; y la clave de su más exacta interpretación a través
de tres conceptos fundamentales que subyacen a lo largo de
toda ella: justicia, amor y verdad.
La genialidad artística de REMBRAND ha plasmado con
singular maestría esta parábola en ese cuadro incomparable,
en el que ha concentrado toda su inspiración en la figura del
padre. H. NOUWEN, en su libro El regreso del hijo pródigo
(PPC, Madrid 1994), nos ha ofrecido una preciosa y
sugerente glosa a esta majestuosa obra de arte pictórico.
Según el derecho sucesorio judío (Dt 21,17), a la muerte
del padre debía el primogénito, como heredero principal,
recibir el doble de los bienes muebles(o trasladables) que
142
los demás hijos; mientras que los bienes inmuebles (como
fincas y casas) no podían, en principio, ser vendidos (Lv 25,
23ss). No obstante, si el padre, ya durante su vida, quería
repartir él mismo su hacienda, no estaba sometido de manera
estricta a tales disposiciones. Este procedimiento de
repartición de los bienes no era insólito (Si 32, 20-24). Pero,
también en este caso, el padre, mientras vivía, tenía el
derecho de usufructo de la hacienda familiar inmueble, que
era inalienable (Lc 15,31). Así pues, al volver arrepentido a
la casa paterna, el hijo menor tenía aún derecho al disfrute en
común de la hacienda familiar inalienable; sólo le estaba
vedada la obtención de patrimonio privado.
La actitud de Jesús ante el publicano Zaqueo, ante la mujer
adúltera y ante la pecadora que unge sus pies, no hace sino
confirmar su enseñanza en esta parábola del hijo pródigo,
que debería llamarse, mejor, "del padre del hijo pródigo",
que es su referente esencial y constante.
+ La marcha del hijo menor
-. El padre es un labrador hacendado y de gran corazón,
que tiene dos hijos jóvenes y muchos criados y jornaleros.
El hijo menor, el que menos ha aportado a la hacienda
familiar, ruega a su padre que le entregue "la parte de la
herencia que me corresponde"; es decir, la propiedad y el
usufructo de los bienes muebles que le corresponden por ley
(una tercera parte). El padre -que representa a Dios-, aunque
no está obligado a hacerlo en vida, afronta el riesgo y
accede plenamente, con dolor y preocupación, a la petición
del hijo menor: y "les repartió el patrimonio". El hijo
mayor queda como único destinatario futuro de los bienes
muebles restantes (v. 31).
143
-. La vida en familia, con sus obligaciones, ha venido a
ser una carga insoportable para el hijo menor, que aspira a
la plena autonomía y sueña con placeres depravados lejos
de la casa paterna. Poco después, marcha a un país lejano y
pagano, donde despilfarra toda su fortuna, viviendo
libertinamente. Bien pronto, su falta de dinero y la carestía
reinante lo hunden en una necesidad extrema, que le obliga
a aceptar de un amo pagano la guarda de una piara de
cerdos. Al cuidar animales impuros, reniega de su religión
judía y queda excomulgado. La comida que se le da es tan
escasa que devoraría las algarrobas que comen los cerdos;
pero no se le permite hacerlo.
-. Hasta aquí la imagen con que Jesús describe o sugiere
el proceso y las consecuencias del pecado. ¿Cuál es la
realidad, siempre actual? La falta de intimidad con Dios y
la desgana en su servicio producen frustración y exacerban
el ansia egoísta de una libertad sin freno, el hambre
acuciante de placeres egoístas compensadores. Al fin, el
hombre se rinde a la tentación, alzándose con el don de la
libertad, rompiendo con Dios, alejándose de Él, dilapidando
los bienes sobrenaturales, tratando de saciar su hambre de
felicidad con manjares inmundos y decepcionantes. Este
cristiano estaba cansado del cariño de Dios y de su trato,
hastiado de su Palabra y de su Eucaristía, molesto en su
servicio a la Iglesia, en la que sólo advierte defectos,
despegado de sus mejores hermanos en la fe. Y ahora se ve
solo, hambriento, desesperado, esclavo de Satanás y de sus
pasiones ciegas. ¡Qué diferente es la triste realidad, en
contraste con los sueños de su imaginación febril!
+ El retorno del hijo menor
-. El grado sumo de humillación y de necesidad en que
se encuentra, le hacen recapacitar. Compara su situación
144
actual con la de los jornaleros de su padre, y hambrea el pan
que ellos comen en abundancia. Pero pronto su mirada se
eleva a su padre y a Dios, a los que ha ofendido; y,
arrepentido y confiado, decide volver a su casa con esta
confesión en el corazón y en los labios: "Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo
tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros". No piensa
alegar su derecho filial a los bienes inmuebles, inalienables.
Sólo le pide que le permita trabajar para él, como un
jornalero más; sólo quiere vivir cerca de su padre. Sin
demora, se levanta y emprende la vuelta a la casa de su
padre. Como escribe RAINER M.a RILKE, al salir de la casa
del padre, ha salido de la casa del amor; y a ella debe volver,
porque todo corazón, antes o después, necesita regresar al
manantial de la ternura.
-. Con fuerza y claridad, Jesús describe el proceso de la
conversión: experiencia de la propia miseria, soledad y
reflexión, recuerdo de los bienes perdidos, añoranza de la
casa del Padre, reconocimiento humilde y dolorido del
propio pecado, propósito confiado de enmienda, ruptura
con la vida pasada, retorno a Dios... Hablando en términos
teológicos: por la atrición imperfecta, a la contrición
perfecta; por la miseria reconocida, al deseo humilde de
Dios; por el olvido del Padre, a un nuevo conocimiento del
Padre. Y todo, bajo la luz y moción del Dios
misericordioso: invisible, pero siempre presente y actuante
por medio de su Espíritu.
+ La acogida del padre
-. El relato se vuelve hacia la figura del padre, personaje
central de la parábola. Desde lejos reconoce a su hijo
menor, a pesar de su aspecto famélico y harapiento. No lo
rechaza con un gesto irritado o despectivo; ni espera, en
145
actitud fría y reservada, a que se acerque y se humille.
Olvidado de la injuria recibida, de su condición y edad,
profundamente conmovido, corre a su encuentro, lo abraza
y cubre de besos. Él nunca ha dejado de pensar en aquel
pobre hijo y de amarlo. La acogida calurosa del padre no
hace sino acrecentar en el hijo su conciencia de pecado y la
calidad de su arrepentimiento, que se manifiesta en la
humilde y sentida confesión de su culpa. Pero el padre no le
deja terminarla; y, en lugar de tratarlo como a un jornalero,
lo acoge como a huésped de honor, como a hijo muy
querido. El padre no pronuncia palabras de perdón, sino que
realiza obras de amor, restituyendo al hijo pródigo todas sus
prerrogativas de hijo, simbolizadas en el vestido mejor, en el
anillo y sandalias, en el banquete festivo.
-. Así procede mi Padre Dios conmigo, pecador. Y así
debo proceder yo con mis hermanos pecadores: invitarlos,
esperarlos, salir a su encuentro, no reprocharles con
amargura, abrazarlos, restituirles mi estima y confianza,
agasajarlos gozosamente, sentarlos a mi mesa. Así nos salva
Dios de la muerte y nos da la vida nueva, eterna.
+ La indignación del hijo mayor y la invitación del padre
-. Al ser informado sobre la razón de aquella fiesta, el hijo
mayor (trabajador y honrado, pero ruin, celoso y egoísta),
monta en cólera y se niega a entrar en el banquete. El padre
sale de la estancia y, con buenas palabras, trata de persuadir
al hijo soberbio para que participe en la fiesta. El hijo mayor
le replica con rabia. Su ira está movida más por la acogida
del padre que por el comportamiento de "ese hijo tuyo " (le
niega el título de hermano), cuyas infamias recuerda
crudamente para más herir al padre y para recriminarle un
proceder que, a sus ojos, es un premio al libertinaje y una
muestra incomprensible de preferencia por el hijo malo, con
146
menosprecio del hijo bueno que siempre ha dado pruebas de
fiel laboriosidad. El padre trata de hacerle comprender la
distinta situación de los dos, que explica el proceder distinto
del padre: "Hijito [teknon], tú estás siempre conmigo, y todo
lo mío es tuyo. Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta,
porque 'este hermano tuyo' estaba muerto y ha vuelto a la
vida; estaba perdido y ha sido encontrado".
-. La parábola se interrumpe sin darnos a conocer el
desenlace final de este diálogo, porque éste depende de la
respuesta que quieran dar los fariseos, representados por el
hijo mayor. Jesús, representado en este padre, no discute a
los fariseos su cumplimiento de la letra de la Ley; pero les
reprocha delicadamente su autosuficiencia y dureza de
corazón, y los invita a compartir la alegría de Dios por la
vuelta de los pecadores. Deben comprender que Dios es
Amor perdonador y que la esencia de la Ley es el amor
misericordioso.
-. Tienen que optar o por hacer suya la alegría de Dios por
la vuelta de los pecadores o por quedarse fuera del banquete
del Reino.
-. En esta parábola se menciona tres veces el banquete
festivo. Cuando la comunidad se congrega para celebrar el
banquete eucarístico, hace memoria de la acción salvadora
y perdonadora de Dios, por medio de Jesús, en el júbilo de
la salvación. En todo templo católico se podría escribir la
frase con que los fariseos acusan a Jesús. Sobre el
confesionario: "Éste acoge a los pecadores"; y ante el altar:
"Éste come con ellos", o mejor: "Éste se da en comida a
ellos".
147
+ Prolongación de la parábola
-. Me atrevo sólo a sugerir un pequeño, pero útil
complemento a esta parábola evangélica. Teniendo en
cuenta todo lo que precede, ¿cuál debería ser, a partir de
ahora, el comportamiento del hijo menor? Propongo tres
conductas posibles, para que cada uno vea cuál está más en
consonancia con el amor del padre misericordioso, y cuál
se corresponde mejor con su reacción personal habitual tras
el perdón divino de sus pecados:
1.a hijo huidizo y desconfiado, que no se atreve a levantar
sus ojos, a hablar con el padre, a sentarse a la mesa, a
descansar, a pedir nada; que tiembla ante un posible
descuido;
2.a hijo ingrato y cínico, que, olvidado de cuanto ha
sucedido, vuelve a sus desganas, exigencias, olvidos y
omisiones;
3.a hijo humildemente agradecido y amorosamente fiel,
que, habiendo experimentado el amor del padre, quiere
agradarlo y servirlo en todo con libertad filial, y desea darlo
a conocer a todos...
51. El buen samaritano (Lc 10, 25-37)
Jericó, al nordeste de Jerusalén, está comunicada con la
capital, a través del desierto, por una ruta escarpada de 39
kilómetros, tristemente famosa por los ataques de los
bandidos.
148
Con esta parábola, Jesús nos enseña que sólo el hombre que
se aproxima a los demás con amor es su verdadero prójimo,
aunque éste sea un extranjero.
- Un maestro de la Ley, para tender una trampa a Jesús, le
pregunta: "Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida
eterna?". Él lo remite a la Ley; y el escriba recita el doble
precepto del amor a Dios y al prójimo (Dt 6,5; Lv 19,18).
Jesús le replica: "Has respondido correctamente. Haz eso y
vivirás". El escriba, queriendo justificar su consulta, le
pregunta: "Y ¿quién es mi prójimo?". Para un judío la
respuesta estaba bien clara: todo miembro del Pueblo de
Dios (Ex 20, 16s; Lv 19,13-18). Jesús le responde con esta
parábola.
- "Un hombre" baja solo de Jerusalén a Jericó y cae en
manos de unos salteadores, que le arrebatan las ropas, lo
golpean sin piedad y lo abandonan medio muerto junto al
camino. Por allí mismo y procedentes de Jerusalén, bajan
sucesivamente tres personas: primero, un sacerdote;
después, un levita; y, por último, un samaritano.
- Los dos primeros, judíos y ligados al Templo, al ver al
malherido, para no contraer impureza legal y evitarse
posibles peligros y complicaciones ciertas, se desvían y
pasan de largo. Sus conocimientos religiosos manipulados
sólo les sirven para no responder a la necesidad concreta que
se les presenta, porque su corazón no está convertido al Dios
de la misericordia.
- El tercero, el cismático samaritano, interrumpe su viaje,
se acerca, lo cura y venda sus heridas, lo monta en su
cabalgadura, lo traslada al mesón, lo cuida personalmente;
y, al día siguiente, no pudiendo detenerse más, le da dos
denarios al mesonero para que lo atienda hasta que él vuelva
de su viaje, prometiendo pagarle entonces todo cuanto haya
149
gastado de más en el herido.
- Después, Jesús pregunta al escriba: "¿Quién de los tres
te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los
salteadores?". Él contesta sin dudar: "El que tuvo
compasión". Jesús le dice: "Vete y haz tú lo mismo".
- El problema no está en conocer quién es mi prójimo, sino
en saber cómo puedo yo hacerme próximo del necesitado.
La misión de la Iglesia es levantar y atender a todos los
hombres y mujeres caídos en los caminos de la historia. La
verdadera santidad es la caridad afectiva y efectiva. Déjate
sanar por el Buen Samaritano, y préstale tu corazón, tus
manos, tus labios y tus bienes (materiales, personales y
espirituales), para que siga curando, por tu medio, a los
heridos de la vida.
Meditación
* Pasaje único de Lucas y que forma una unidad con el de
Marta y María.
* “Un letrado se acerca a Jesús para ponerlo a prueba”
- ¿Cuáles son las motivaciones de nuestras preguntas a
Jesús?
- Debe de haber una: ¿Señor cuál es tu voluntad sobre
mi vida?
* La pregunta: “¿Qué tengo que hacer para heredar la
vida eterna?”
- Una pregunta sobre el “hacer”, y que nos evoca la
pregunta del joven rico.
- Jesús le dice: “¿qué lees?”
150
- Fórmula rabínica para mandar recitar un texto
de la Escritura.
- Le remite a la ley.
* El letrado contestó con el doble precepto (Dt. 6,5; Lev.
19,18)
- “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y
con toda tu alma
y con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y al
prójimo como a ti mismo”
* Y ahora “queriendo aparecer como justo” pregunta:
* Y “¿quién es mi prójimo?”
- Para un judío la respuesta estaba bien clara: todo
miembro del Pueblo de Dios.
(Ex. 20,16 ss; Lv. 19, 13-18).
* Jesús le responde con esta parábola.
- "Un hombre" baja solo de Jerusalén a Jericó y cae en
manos de unos salteadores, que le arrebatan las ropas, lo
golpean sin piedad y lo abandonan medio muerto junto al
camino. Por allí mismo y procedentes de Jerusalén, bajan
sucesivamente tres personas: primero, un sacerdote;
después, un levita; y, por último, un samaritano.
- Los dos primeros, no son dos hombres cualesquiera,
sino que están al servicio de Dios; están consagrados a Él;
son dos judíos ligados al Templo y que probablemente
vendrían de él. Son los que han dicho lo que hay que hacer,
pero no hacen lo que dicen. Son incoherentes en su vida y
en su testimonio. Son los teóricos de la vida religiosa.
151
Tienen un punto en común: al ver al malherido, para no
contraer impureza legal y evitarse posibles peligros y
complicaciones ciertas, se desvían y “pasan de largo”. Sus
conocimientos religiosos manipulados sólo les sirven para
no responder a la necesidad concreta que se les presenta,
porque su corazón no está convertido al Dios de la
misericordia.
- El tercero, el cismático samaritano, interrumpe su viaje,
“al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas,
echándolas aceite y vino y, montándolo en su propia
cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó” lo cuida
personalmente; y, al día siguiente, no pudiendo detenerse
más, le da dos denarios al mesonero para que lo atienda
hasta que él vuelva de su viaje, prometiendo pagarle
entonces todo cuanto haya gastado de más en el herido.
* San Lucas nos presenta acciones personales donde queda
implicado el samaritano, y que nos evocan las acciones del
Padre bueno de la parábola del hijo pródigo: “al verlo,
corrió hacia él, lo abrazó y lo besó efusivamente”
Este Samaritano no evoca a Cristo Buen Samaritano.
Cristo también bajó del Templo, ese Templo que es el seno
del Padre en donde vive en comunión con el Padre y el
Espíritu. Y al ver, por un lado, al hombre en situación de
pecado, y por otro, al Padre ofendido por ese pecado; Él al
verlo, se compadece y se acerca por la encarnación, y le
venda la heridas, echándolas “sangre y agua”, echándolas
espíritu y vida; y lo llevó a una posada (la Iglesia) y lo cuidó
(sacramentos).
* “Te lo pagaré” Aspecto interesante que nos puede hablar
para nuestra vida sacerdotal del reparar. Cuando a San
Francisco Javier se le convierte un navegante le pone muy
poca penitencia, pero luego él “se fue a pagar lo que
152
faltaba”. El sacerdote también debe de pagar lo que falta a
sus fieles.
* La respuesta a la pregunta ¿quién es mi prójimo?, la da él
mismo, “el que hizo misericordia”.
* La pregunta de Jesús era muy sugerente: ¿Quién te parece
que se portó como prójimo? El prójimo no es una idea sino
una acción misericordiosa que nos trae a la memoria: “Cada
vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes
hermanos conmigo lo hicisteis”.
- ¿Cómo vivo la realidad del Cuerpo Místico?
52. Marta y María (Lc 10, 38-42)
De camino, Jesús entra en un pueblo, frecuentado por Él y
sus discípulos porque en él viven tres hermanos, íntimos
amigos suyos: Lázaro, Marta y María. El pueblo se llama
Betania: aldea a tres kilómetros al este de Jerusalén, en el
camino de Jericó, en la vertiente oriental del monte de los
Olivos.
- Marta, el ama de casa, lo recibe con gozo y se afana por
prepararles una buena comida. Jesús la observa con gratitud
por tanto amor solícito. Mientras, "María, sentada a sus pies,
escuchaba su palabra ", que bebe de sus labios con gozosa
avidez. Marta, "atareada con los muchos quehaceres del
servicio ", se le acerca y, con cariño y confianza, le hace esta
observación: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje
sola en la tarea? Dile que me ayude". Él, sonriente, le
contesta: "Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por
muchas cosas, cuando en realidad una sola es necesaria.
153
María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará".
- Jesús no reprocha a Marta su trabajo, necesario y
esmerado, en preparar la comida; sino su inquietud y
preocupación; tanto más que Él con poco se conforma. "La
parte mejor", "la única cosa necesaria", que nada ni "nadie
se la quitará", que ni siquiera la muerte podrá interrumpir,
es la que ha elegido María: la escucha amorosa de su
Palabra. Esta escucha, en el Reino de los cielos, se
transformará en visión facial del Padre, en su Palabra que
es Cristo.
-. Debo y quiero vivir en diálogo permanente contigo,
Cristo: escuchando y contemplando tu Palabra en el retiro
de la oración, trabajando siempre bajo tu mirada y
dependencia, buscando a Dios en todas las cosas y todas las
cosas en Dios. Que sepa siempre orar con los ojos y los
oídos contemplativos de María, y trabajar con las manos
hacendosas de Marta. Concédeme, Jesús, la gracia de la
oración continua, aun en medio de las más absorbentes
actividades realizadas por amor a ti y al prójimo.
53. La mujer adúltera (Jn 8, 1-11)
Este texto, probablemente, no perteneció originalmente a este
evangelio, pero sí a la antigua tradición evangélica; y, por tanto,
es canónico o inspirado.
-. Jesús está en Jerusalén participando en la Fiesta de las
Tiendas. Los "judíos " se niegan a admitir que su doctrina
venga de Dios. El último día de la fiesta, Jesús promete ríos
de agua viva, el Espíritu Santo, a los que crean en Él. Al
atardecer, se retira al monte de los Olivos. Por la mañana
154
temprano, vuelve al Templo y la gente se reúne en torno a
Él. Él se sienta y les enseña con calma.
-. En esto, los maestros de la Ley y los fariseos se presentan
ante Jesús arrastrando a una mujer sorprendida en adulterio.
Sin la menor compasión, la arrojan a los pies del Maestro
como un trofeo y una trampa mortal. Refieren crudamente su
pecado, le recuerdan cómo la ley de Moisés manda dar
muerte por lapidación a este tipo de mujeres; y terminan
preguntándole con perversa intención: "¿Tú qué dices?".
Conocen su fama de acogedor y perdonador de pecadores, y
buscan encontrar un motivo para acusarlo como despreciador
de la Ley o para desprestigiarlo como hombre hipócrita y
cruel.
-. Él se inclina y, en silencio, se pone a escribir en el suelo,
con su dedo, no sabemos qué letras o garabatos. Ellos lo
presionan para que conteste. Entonces, se incorpora con digna
sencillez y, mirándolos a la cara, les dice: "Aquel de vosotros
que no tenga pecado, puede tirarle la primera piedra" (cf. Dt
13,10; 17,7). Jesús se eleva por encima de la Ley y plantea un
problema más hondo a las conciencias: "¿Qué hombre es
suficientemente sabio y limpio para juzgar y condenar a otro
hombre?". Después, se inclina de nuevo y sigue escribiendo
en la tierra.
-. Al escuchar sus palabras comprometedoras y sentir su
limpia mirada que desnuda sus conciencias, se van
marchando uno tras otro, "comenzando por los más viejos",
dejándolo solo con ella, que, confusa y agradecida, continúa
allí delante de Él, con los ojos clavados en el suelo. Jesús se
incorpora de nuevo, la mira con bondad y le pregunta:
"¿Dónde están? ¿Ninguno de ellos se ha atrevido a
condenarte?". Ella, con profunda humillación y respeto, le
155
contesta: "Ninguno, Señor". Él añade: "Tampoco yo te
condeno. Puedes irte, y no vuelvas a pecar".
-. Tú, Jesús, no la condenas, aunque tampoco disculpas su
pecado. Porque tú no has venido a condenar al mundo
justicieramente, sino a salvarlo misericordiosamente (Jn 3,
17; 12,47). Tampoco yo debo emitir juicios severos sobre
la culpabilidad de los demás (Lc 9, 54s), ya que, al juzgar
así, me hago ciertamente culpable; o, mejor, descubro más
mi pecaminosidad que la del otro; y me expongo a caer más
hondo (I Co 10, 12) y a ser juzgado por Dios con esa medida
estricta (Mt 7, ls). ¡Qué exigencias de acogida bondadosa y
compasiva para todos los miembros de la Iglesia,
especialmente para los que administran el sacramento de la
reconciliación! Y ¡qué motivos de confianza y enmienda
para los que se sienten acogidos con amor por Cristo, en la
comunidad de los hermanos o en el sacramento de la
penitencia!
54. Curación del ciego de nacimiento (Jn 9,1-41)
Es un hecho digno de atención el que, en este pasaje,
Jesús se muestra sólo al principio y al final de la escena.
Después de haber dado al ciego la orden de lavarse en la
piscina de Siloé, al sudeste de Jerusalén, desaparece; y sólo
vuelve a aparecer, para suscitar y recibir el acto del fe del
neovidente. Entre estos dos momentos, asistimos al proceso de
Jesús. Los presentes se ven obligados a tomar postura frente al
"signo", que demuestra que Jesús es "la Luz del mundo"; y a :
manifestar lo que llevan en el corazón.
156
Aquí aparecen tres clases de hombres, tres tipos de voluntad
respecto a Cristo:
1.° los que dicen no al signo, por prejuicios y autosuficiencia
(algunos fariseos);
2° los que no dicen no, pero no quieren comprometerse (sus
vecinos, los que lo habían visto antes pidiendo limosna y sus
padres);
3.° los que optan por Él (algunos fariseos y, sobre todo, el
ciego curado).
-. Es sábado. Mientras camina, Jesús repara en un ciego
de nacimiento. También sus discípulos, que preguntan a
Jesús por la causa de su ceguera: "¿Fue por el pecado suyo
o de sus padres?". Él les responde que no fue ésa la causa;
sino que "nació así para que el poder de Dios pueda
manifestarse en él", por medio de su Enviado: "Mientras
estoy en el mundo, yo soy la Luz del mundo".
-. Dicho esto, hace un poco de barro con el polvo y su
saliva, lo extiende delicadamente sobre los ojos del ciego y
le ordena: "Ahora ve a lavarte a la piscina de Siloé (que
significa 'Enviado')". El ciego va, se lava y regresa con
vista.
+ Reacción de sus vecinos y de los que lo habían visto
antes pidiendo limosna
-. Éstos, tras una primera vacilación, se convencen de que
es el mismo que ellos conocían como ciego de nacimiento.
Otros siguen dudando, hasta que el ciego les asegura que es
el mismo. A su pregunta sobre cómo ha conseguido ver, él
les cuenta con detalle todo lo sucedido. Y, cuando de nuevo
le interrogan dónde está ahora ese hombre que lo ha curado,
157
él les contesta que no lo sabe. Dado que Jesús había
realizado la curación en sábado, lo llevan a la presencia de
los fariseos para que juzguen el hecho; pero se quedan
totalmente al margen.
+ Reacción de los fariseos
-. Los fariseos vuelven a repetirle la pregunta sobre cómo
había obtenido la vista; y él vuelve a repetir la respuesta,
que provoca opiniones discordantes: "algunos" no admiten
que pueda ser "un hombre de Dios" quien quebranta el
sábado; pero "otros" se preguntan cómo puede "un hombre
pecador" hacer estos signos. Ellos le preguntan su opinión
sobre el que le ha dado la vista. Sin vacilar responde: "Que
es un profeta".
+ Reacción de sus padres
-. Como no se fían del relato de aquel pordiosero, los
fariseos llaman a sus padres para interrogarlos: "¿Es éste
vuestro hijo, de quien decís que nació ciego? ¿Cómo es que
ahora ve?". Los padres, rehuyen toda responsabilidad y se
limitan a admitir la realidad de unos hechos innegables; pero
desentendiéndose de toda explicación comprometedora y
remitiéndolos a su hijo, con edad suficiente para responder
por sí mismo. Proceden así "por miedo a los judíos, pues
éstos habían tomado la decisión de expulsar de la sinagoga
a todos los que reconocieran que Jesús era el Mesías".
+ De nuevo los fariseos
-. Entonces vuelven a llamar al exciego y le conminan
presionándolo: "Dinos la verdad delante de Dios. Sabemos
que este hombre es un pecador". Él honradamente
responde: "Yo no sé si es un pecador o no. Lo único que sé
es que yo antes estaba ciego y ahora veo". Ellos, para
158
comprobar si incurre en contradicción, insisten en que les
cuente otra vez lo sucedido. El les contesta con ironía que
para qué quieren oírlo otra vez, si antes no le han hecho
caso: "O ¿es que queréis también vosotros haceros
discípulos suyos?". Ellos montan en cólera y se ponen a
insultarlo: "¡Discípulo de ese hombre lo serás tú; nosotros
somos discípulos de Moisés! ¡Nosotros sabemos muy bien
que Dios habló a Moisés; en cuanto a éste, ni siquiera
sabemos de dónde es!".
-. Él les replica con audacia y lógica aplastante: "Esto es
lo sorprendente. Resulta que a mí me ha dado la vista y
vosotros ni siquiera sabéis de dónde es. Sabemos que Dios
no escucha a los pecadores; en cambio, escucha a todo
aquél que le honra y cumple su voluntad. Jamás se ha oído
decir que alguien haya dado la vista a un ciego de
nacimiento. Si este hombre no viniese de Dios, no habría
podido hacer nada". Ellos lo tachan de presuntuoso y
pecador, y lo arrojan fuera. ¡Qué reacción tan distinta ésta
de la de aquel paralítico que fue espontáneamente a los
fariseos para informar (o ¿para delatar?) que había sido Jesús
el que lo había curado en sábado!
+ Jesús, el ciego curado y los fariseos
-. Entonces Jesús, enterado de que lo han excomulgado,
se hace el encontradizo con él y le pregunta: "¿Crees en el
Hijo del hombre?". Él, con voluntad sincera, le pregunta:
"Y ¿quién es, Señor, para que pueda creer en Él?". Jesús le
contesta: "Ya lo has visto. Es el que está hablando contigo".
Entonces él, postrándose a sus pies, confiesa: "Creo,
Señor". Y, mirando a todos los presentes, Jesús hace esta
solemne declaración: "Yo he venido a este mundo para un
juicio: para dar la vista a los ciegos y para privar de ella a
los que creen ver".
159
-. Algunos fariseos lo oyen, se sienten aludidos y le
preguntan a Jesús si también ellos están ciegos. Él les
responde con pena: "Si estuvieseis ciegos, no seríais
culpables; pero, como decís que veis, vuestro pecado
permanece".
-. Señor, líbranos de la ceguera culpable y de la cobardía
descomprometida. Otórganos la fe y la valentía que diste a
aquel admirable y simpático ciego de nacimiento.
55. Jesús, la Puerta del redil (Jn 10, 1-10)
Tras su abierta manifestación en el Templo (Jn 7,37-8, 59) y
su revelación como Luz del mundo (9, 1—41), Jesús se presenta
ahora como el Buen Pastor, en un discurso enigmático
(paroimía), que interpreta por medio de otro discurso de
significado perfectamente claro (v. 7-21). Esta enseñanza tiene
lugar cerca del Templo, en la solemne conclusión de la fiesta de
las Tiendas, a continuación de la curación del ciego de
nacimiento.
+ El discurso enigmático (v. 1-6)
-. En contraposición a los zelotes y falsos mesías de su
tiempo ("ladrones y salteadores "), que, con sus violencias
y embustes, han intentado hacerse con el dominio del
Templo, Jesús ha entrado en él (el "recinto de las ovejas")
por su camino normal (la "puerta" del Templo):
presentándose legítimamente al pueblo judío como su
Pastor, su verdadero Mesías, y proclamando abiertamente su
mensaje de salvación, avalado con signos divinos.
160
-. Aunque todos los judíos han podido conocer su doctrina
(18,20s), sólo algunos son "mis ovejas": aquéllas que le han
sido dadas por el Padre (10, 29). A éstas Él las llama
personalmente "por su nombre" y "las saca fuera del
recinto" religioso de Israel (9, 34), que sigue ciego para la
Luz verdadera de los tiempos mesiánicos. De esta forma, la
llamada de Jesús a sus ovejas para que salgan del ámbito
religioso judío, se convierte en el primer paso de una
separación radical, que pondrá en contraposición al
judaísmo con la Iglesia.
-. Al presentarse como el nuevo Moisés, que camina
delante de las ovejas, se revela como el nuevo Jefe del
Pueblo de Dios. Sus ovejas o discípulos lo "siguen"
dócilmente, porque "conocen mi voz"', mientras que huyen
de quien trata de suplantarlo, "porque su voz les resulta
desconocida". "Jesús les puso esta comparación
[paroimía], pero ellos no comprenden su significado".
+ "Yo soy la Puerta por la que deben entrar las ovejas" (v.
7-10)
-. Esta fórmula de revelación "Yo soy" (v. 7. 9. 11. 14)
tiene, en labios de Jesús, un claro significado mesiánico y
divino. Las ovejas, una vez salidas del recinto religioso de
Israel, deben "entrar" ahora, a través de "la Puerta", que es
Él, en un nuevo Templo o espacio vital, que también es Él,
en el que sus ovejas encuentran los bienes mesiánicos de la
salvación y vida eterna... Jesús, ábreme la puerta de tu
Corazón, para que en él pueda comer el Pan de Vida y beber
el Agua Viva.
-. En claro contraste con Él, que es la única verdadera
Puerta de las ovejas, "todos los que vinieron antes que Yo
[al margen de Mí] eran ladrones y salteadores", falsos
161
mesías, que sólo buscaban "robar, matar y destruir", y a los
que las ovejas "no hicieron caso".
-. Y vuelve a afirmar solemnemente: "Yo soy la Puerta.
Todo el que entre en el redil [en comunión conmigo] por
esta puerta [por la fe en Mí], estará a salvo y sus esfuerzos
por buscar el sustento [de vida eterna] no serán en vano...
Yo he venido para dar la vida a los hombres y para que la
tengan en plenitud"... Jesús, quiero adentrarme más y más
en ti, para recibir de ti esa tu vida divina sobreabundante; y
adorar al Padre, contigo y en ti, "en espíritu y en verdad" (Jn
4, 23s).
56. Jesús, el Buen Pastor (Jn 10, 11-21)
+ "Yo soy el Buen Pastor" (v. 11-18)
-. Jesús es "el Buen Pastor" porque "doy la vida por las
ovejas": la entrega libremente en favor de ellas,
manifestando así su amor y el amor del Padre por ellas.
-. El asalariado, porque no es el verdadero pastor ni el
propietario de las ovejas, cuando ve venir al lobo, las
abandona, dando lugar a que el lobo haga presa en ellas y
las disperse. Y se comporta así porque sólo trabaja por el
salario, sin interés alguno por las ovejas. La conducta,
motivos y efectos del asalariado son diametralmente
opuestos a los del Buen Pastor.
-. Jesús y sus ovejas se conocen amorosamente, como el
Padre y Él se conocen y aman en el Espíritu Santo. Este
conocimiento mutuo implica la comunión vital con Cristo y
162
con el Padre. Jesús insiste: "Y, como Buen Pastor, Yo doy mi
vida por las ovejas".
-. Junto a las ovejas que provienen del judaísmo, El tiene
también otras, a las que "tengo que atraer" y que escucharán
dócilmente su voz. Los dos grupos están llamados a
constituir, en Él y después de su muerte y resurrección, "un
rebaño único, bajo la guía de un solo Pastor". Respecto a
los dos grupos, ejercita una función idéntica: conducir a las
ovejas a una relación personal con Él, caminando delante de
ellas hacia las "fuentes de aguas vivas" (Ap 7, 17)... Jesús,
quiero profundizar mi unión vital y amorosa contigo y con
los hermanos, para colaborar así eficazmente en la
formación progresiva de ese único rebaño.
-. El Padre ama a su Hijo, porque Jesús está dispuesto a
entregar libremente su vida por las ovejas y a "recuperarla
de nuevo " de manos del Padre con su resurrección: para
reunirías en un rebaño único, cumpliendo así la obra de
salvación que el Padre le ha confiado. Si su vida concluyera
con su muerte, todo habría sido un rotundo fracaso.
-. Sus palabras, como antes en el caso de la curación del
ciego de nacimiento, provocan opiniones dispares entre los
judíos. Mientras unos se niegan a escucharlo porque dicen
que está "poseído de un espíritu malo", otros afirman que ni
sus palabras ni sus obras son las de un endemoniado.
163
57. Matrimonio y divorcio. Virginidad cristiana
(Mt 19, 1-9; Mc 10, 1-12)
+ Matrimonio y divorcio
Separarse, divorciarse o repudiar, son aquí equivalentes.
En Israel, el derecho a dar libelo de repudio es sólo del
marido. La expresión "por un motivo cualquiera" parece
aludir al 'erwat dabar' (Dt 24, ls), tal como era interpretado
por la escuela laxista de HILLEL ("algo que le
desagrada"); frente a la rigorista de SAMMAÍ, que sólo
permitía el divorcio en caso de adulterio. Probablemente, lo
que los fariseos buscan es: acusarlo de laxista, si Jesús
aprueba la interpretación hillelista; y enfrentarlo a la
poderosa escuela de los sammaístas, si la reprueba.
-. Jesús deja Galilea y va a la región de Judea, a la otra
orilla del Jordán. La gente lo rodea; y Él, una vez más, se
pone a enseñarlos y curarlos. En esto, se le acercan unos
fariseos; y, para ponerlo a prueba, le preguntan: "¿Puede
uno separarse de su mujer por cualquier motivo?" Jesús los
desconcierta apelando al designio creador de Dios: el
matrimonio uno e indisoluble. Y concluye: "Por tanto, lo
que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Ellos
replican recordando la prescripción (Mc) o, mejor,
permisión (Mt) de Moisés sobre el acta de divorcio. Él les
aclara que esa permisión fue sólo por "su dureza de cora-
zón" o incapacidad para comprender; pero que "al principio
no era así". Por ello, les advierte que "el que se separa de
su mujer, excepto en caso de unión ilegítima [me epi
porneía], y se casa con otra, comete adulterio [moijátai]".
164
Esa aparente excepción, que sólo aparece en Mateo (5,32;
10,9), responde a una problemática particular del judaismo,
y parece referirse a las uniones consideradas como
incestuosas por Lv 18 (los llamados matrimonios zanuth); o,
sencillamente, a las uniones concubinarias. En todo caso,
nulas. Marcos, que escribe para paganos, entre los que se le
reconoce también a la mujer el derecho de divorciarse,
añade: "...y si ella se separa de su marido y se casa con otro,
comete adulterio".
+ Virginidad cristiana
- Ya en casa, los discípulos, asombrados por estas
exigencias, exclaman: "Si tal es la situación del hombre con
respecto a su mujer, no tiene cuenta el casarse". Jesús
aprovecha su salida espontánea y nada altruista para
proclamar abiertamente, con términos realistas, una nueva
forma, típicamente cristiana, de vivir el amor: "No todos
pueden hacer esto, sino sólo aquellos a quienes Dios se lo
concede. Algunos no se casan porque nacieron
incapacitados para ello; otros, porque los hombres los
incapacitaron; y otros eligen no casarse por causa del
Reino de los cielos. Quien pueda poner esto en práctica,
que lo haga".
Ésta es la virginidad cristiana, don de Cristo a su Iglesia,
que se inspira en su ejemplo y en el de María. Después la
vivirán, consciente y gozosamente, sus Apóstoles, seguidos
por innumerables varones y mujeres de todos los tiempos.
Virginidad, que no es simple integridad física sexual, como la
virginidad sacral pagana; sino integridad de un corazón
(voluntad y afecto), que, atraído y polarizado por Cristo, se
siente existencial-mente incapaz de amar maritalmente, si ha de
ser fiel a ese dinamismo de amor totalizante que el Espíritu Santo
165
ha injertado en él. Virginidad, que es consagración (donación
total, exclusiva y perpetua) del amor indiviso a Cristo, que vive
en su Iglesia; y que es, por Cristo y en El, entrega ilimitada a
todos los hijos de Dios.
-. Más adelante, y con ocasión de la consulta irónica de
unos saduceos -que rechazaban la resurrección- sobre la
suerte final de una mujer casada sucesivamente con siete
hermanos (Mt 22, 23-33), les responderá que, "cuando
resuciten, ni ellos ni ellas se casarán, sino que serán como
ángeles en el cielo". Consumado el ciclo terrestre, la función
sexual, en su doble faceta de complementación afectiva y
procreadora, quedará transfigurada en una vida -plenamente
sexuada- colmada plenamente por el Dios Amor, que será
"todo en todas las cosas" (I Co 15, 28). El amor virginal en
la tierra significa y realiza, en fe, la virginidad fecunda de
Cristo y de la Iglesia; y, también en fe, prefigura y pregusta
el amor virginal del Reino de los cielos.
-. Jesús, concede a tu Iglesia que los matrimonios de sus
hijos sean santamente fieles y fecundos; y que los llamados
con vocación de especial consagración (sacerdotes,
religiosos y laicos), sean suficientes en número, y vivan
indivisamente consagrados a ti y entregados a sus
hermanos. Que todos comprendamos, en la teoría y en la
práctica, que matrimonio y virginidad, lejos de ser
vocaciones antagónicas, son vocaciones complementarias,
que deben iluminarse y ayudarse mutuamente.
166
58. El hombre importante y el desprendimiento de las
riquezas (Mt 19, 16-30pp)
-. Jesús se dispone a ponerse en camino, cuando "uno "
(Mt-Mc), "un hombre importante " (Lc), insatisfecho con la
piedad habitual de la Ley, se le acerca corriendo, se arrodilla
ante Él y le pregunta: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer
para heredar la vida eterna?". Él le contesta: "¿Por qué me
llamas bueno? Sólo Dios es Bueno... Si quieres entrar en la
vida, guarda los mandamientos". Y le recuerda los man-
damientos que se refieren al prójimo... Jesús, que yo
descubra y viva la dimensión positiva y cristiana de todos
tus mandamientos y voluntades.
-. Aquel hombre le responde: "Maestro, todo eso lo he
cumplido desde joven... ¿Qué me falta aún?". Él,
"mirándolo fijamente con cariño " (Mc), le dice: "Aún te
falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y dáselo a los
pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y
sígueme". Lo invita a un discipulado de seguimiento total,
exclusivo y perpetuo... Jesús, que tus elegidos nunca
olvidemos tu mirada de amor y tu llamamiento gratuito a
seguirte.
-. Ante estas palabras tan exigentes y desconcertantes, él
frunce el ceño y se marcha muy triste, porque posee muchos
bienes: bienes, que todos consideran como una bendición de
Dios y un claro signo de su beneplácito. Pero este hombre,
fiel cumplidor material de los mandamientos, en realidad
está atado a sus riquezas, que esclavizan su corazón y que,
al menos a la larga, ponen en peligro su misma salvación:
"El amor al dinero es la raíz de todos los males; algunos,
por codiciarlo, se han apartado de la fe y se han acarreado
167
a sí mismos muchos sinsabores" (l Tm 6, 10). Después de
haber sido mirado por Jesús con tanto cariño e invitado a
seguirlo, ¿podría ese rico-pobre olvidarse de Él y ser feliz
con sus riquezas?... Jesús, hazme pobre contigo y como tú.
Libera mi corazón de todo apego desordenado a cuanto se
cotiza en el mercado engañoso del mundo.
-. Mirando a su alrededor, Jesús advierte a sus discípulos:
"¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que
tienen riquezas!". Ante la reacción de asombro de los suyos,
insiste: "Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de
Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una
aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". Sus
discípulos, fuertemente impresionados, le preguntan:
"Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Mirándolos con
seriedad, les responde: "Para los hombres es imposible;
pero no para Dios, porque para Dios todo es posible". Unas
palabras semejantes aparecen en la Escritura referidas
aAbrahán (Gn 18, 14) y a María (Lc 1, 37)... Jesús, estas
tus palabras son para mí, hombre débil, un motivo de
inconmovible y esforzada esperanza.
-. Entonces Pedro, en nombre de todos, le recuerda y
pregunta: "Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos
seguido... ¿Qué nos espera?" (Mt). El les contesta: "Os
aseguro que vosotros, los que me habéis seguido, cuando
todo se haga nuevo y el hijo del hombre se siente en su trono
de gloria, os sentaréis también en doce tronos, para juzgar
a las doce tribus de Israel..." (Mt). "Os aseguro que todo
aquel que haya dejado casa [o mujer: Lc] o hermanos o
hermanas o madre o padre o hijos o tierras por mí y por la
Buena Noticia [por el Reino de Dios: Lc], recibirá en el
tiempo presente cien veces más en casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos y tierras [como símbolos de los
168
bienes del Reino], aunque junto con persecuciones, y en el
mundo futuro la vida eterna. Hay muchos [que fueron
llamados los] primeros que serán últimos, y muchos [que
fueron llamados los] últimos que serán primeros" (Mc)...
Ayúdame, Jesús, a mantener hasta el fin mis renuncias por
ti; y concédeme una creciente intimidad contigo y una más
profunda participación en tu suerte.
59. El leproso agradecido (Lc 17, 11-19)
Jesús baja de Galilea y pasa por Samaría, en camino
hacia Jerusalén. Al entrar en una aldea, salen a su encuentro
diez leprosos, excluidos de la comunidad por su impureza
cultual, y que, ateniéndose a lo prescrito, se detienen a
distancia y comienzan a gritar: "¡Jesús, Maestro, ten piedad
de nosotros!".
-. Al verlos, se compadece de ellos y, sin más, les dice: "Id
a presentaros a los sacerdotes". Así debían proceder los
leprosos ya curados, para que los sacerdotes comprobaran su
curación y, después de purificados ritualmente, los
reintegraran a la comunidad. Ellos no han sido todavía
curados, pero se fían de su palabra y "mientras iban de
camino quedaron limpios".
-. "Uno de ellos, al verse curado, volvió alabando a Dios
en voz alta, y se postró a los pies de Jesús dándole gracias.
Era un samaritano". Jesús, extrañado de ver sólo a uno, le
pregunta: "¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están
los otros nueve? ¿Tan sólo ha vuelto a dar gracias a Dios
este extranjero?" Después se dirige a él con amor y le dice:
"Levántate, vete; tu fe te ha salvado".
169
-. Todo aquel que es agraciado por Dios, debe ser
agradecido con Él de palabra y obra. El elogio que Jesús
hace de este samaritano se convierte en un reproche para
los hijos de Israel, los hijos privilegiados de Dios; y en un
anuncio de la entrada de los paganos en la Iglesia.
-. ¿Por qué, Jesús, somos tan prontos para pedir y recibir,
y tan tardos para agradecer? ¿Por qué los más beneficiados
somos, muchas veces, los más desagradecidos, como si todo
se nos debiera? Esto es una clara muestra de nuestra
mezquina autosuficiencia y de nuestra estupidez, ya que
nuestra ingratitud, aunque no es capaz de secar el manantial
de los dones de Dios, sí puede cerrarnos a nuevas y mayores
gracias [322]. Con la Iglesia, en el Prefacio de la Misa,
proclamamos, agradecidos: "En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro..."
60. El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14)
Esta parábola tiene como destinatarios directos a "unos, que
presumían de ser justos y despreciaban a los demás". Actitud
típica de los fariseos, que, con su esfuerzo en realizar muchas
obras buenas, piensan conquistar así la salvación; mientras que
desprecian a todos los que no cumplen, como ellos,
estrictamente la Ley y sus interpretaciones minuciosas y
rigoristas.
-. Jesús presenta a dos hombres que suben a un tiempo a
orar en el Templo: un fariseo y un publicano. El fariseo se
coloca en un lugar adelantado y bien visible; y, erguido, ora
170
interiormente dando gracias a Dios por no ser como los
demás hombres -ladrones, injustos, adúlteros-; y, en
concreto, como aquel despreciable publicano. Y enumera,
complacido, sus frecuentes ayunos y sus diezmos generosos.
Más que orar dando gracias, este hombre exhibe sus méritos
ante Dios, le presenta la factura de sus buenas obras y
menosprecia a todos los demás, especialmente al publicano.
-. Por el contrario, el publicano, o recaudador de
impuestos, se mantiene a distancia; y, sin atreverse a
levantar sus ojos al cielo, se golpea, compungido, el pecho,
mientras repite esta breve y humilde súplica: "Dios mío, ten
compasión de mí, que soy un pecador".
-. Al final, Jesús saca la conclusión: "Os digo que éste
bajó a su casa reconciliado con Dios, y el otro no. Porque
el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será
ensalzado". El santón presuntuoso sale más empecatado; y
el pecador, contrito y confiado, vuelve justificado:
reconciliado con Dios, consigo y con los demás.
* "Ten piedad de mí, oh Dios, por tu amor; por tu inmensa
compasión borra mi culpa... El sacrificio que Dios quiere es
un espíritu contrito: un corazón contrito y humillado Tú, oh
Dios, no lo desprecias..." (Sal 51,3. 19).
61. Jesús y Zaqueo (Lc 19, 1-10)
-. Jesús entra en Jericó y atraviesa "la ciudad de las
palmeras" (Dt 34, 3). En ella vive un hombre llamado
Zaqueo, rico, jefe de los recaudadores de impuestos, que
siente curiosidad por conocerlo. Pero es bajo de estatura y
171
el gentío le impide ver a Jesús. Entonces, venciendo todo
respeto humano, se adelanta corriendo y se encarama a una
higuera, porque Jesús va a pasar por allí. Cuando Jesús llega
a aquel lugar, "levantó los ojos " y le dice con llaneza y
confianza: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que
alojarme en tu casa".
-. "Él bajó a toda prisa y lo recibió muy contento". Y,
generosamente, organiza para Él y sus discípulos un
espléndido banquete. Sus enemigos, que ya decían de Él:
"Éste anda con pecadores y come con ellos" (Lc 15, 2),
tienen ahora un nuevo motivo para difamarlo: "Se ha
alojado en casa de un pecador".
-. El banquete se desarrolla en un ambiente alegre y
cordial. Jesús no le exige nada, ni le hace reconvención
alguna. Pero toda la persona de Jesús y todo su
comportamiento han iluminado y conquistado el corazón de
Zaqueo, que exulta con un gozo desconocido. De repente,
se pone en pie delante de Jesús y, con voz firme, le dice:
"Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y, si
engañé a alguno, le devolveré cuatro veces más". También
este hombre ha encontrado el tesoro escondido y la perla
preciosa (Mt 13, 44-46). Por eso, como aquellos
afortunados, "lleno de alegría", se desprende, si no de todos
sus bienes, sí de una buena parte de ellos.
-. Jesús escucha complacido esta resolución, y comenta
después ante todos: "Hoy ha llegado la salvación a esta
casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del
hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".
Clara alusión a las tres parábolas de la misericordia (Lc 15),
verificadas ahora en el caso de Zaqueo.
172
-. Jesús, tú no necesitas una nueva invitación mía para
entrar en mi casa, ya que es toda tuya y muchas veces te la
he ofrecido. Conquista mi corazón, para que, como fruta
madura, mi decisión de renuncia y entrega plenas se
desprenda sin violencia y sin retorno, con la espontaneidad
y el gozo de un corazón enamorado.
173
III. PRELUDIOS DE LA PASIÓN
Al acercarse "su hora", Jesús exprime su Corazón para
proclamar, con obras poderosas y palabras de amor, la
voluntad del Padre, que quiere salvar a todos los hombres
por medio de su Hijo; y para prevenirlos contra el peligro
de rechazar al Enviado o desoír su llamamiento de gracia.
62. Resurrección de Lázaro (Jn 11,1-54; 12, 9-11)
Betania está situada en la falda este del monte de los
Olivos, frente al desierto de Judea, a algo más de tres
kilómetros de Jerusalén. En los tiempos de Jesús, era sólo
un racimo de casas, rodeadas de almendros, algarrobos,
olivos e higueras.
El silencio de los sinópticos acerca de esta resurrección
podría encontrar su explicación en esta indicación de Juan,
que escribe su evangelio después de la destrucción de
Jerusalén: "Los jefes de los sacerdotes tomaron entonces la
decisión de eliminar también a Lázaro, porque, por su causa,
muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús." (Jn
12,10). Es comprensible que los tres evangelios sinópticos,
escritos cuando los fariseos eran dueños de Jerusalén,
omitieran una escena que podía poner en peligro la vida de
Lázaro y de sus hermanas.
Este séptimo signo de Juan es el más importante de
todos, ya que en él todos los demás alcanzan su plenitud: él
muestra cómo Jesús es la Resurrección que da la Vida. Ofreceré,
174
siguiendo especialmente a SAN AGUSTÍN (S Ag), las lecciones
teológicas y espirituales que se encierran en esta densa y
delicada narración, exclusiva del cuarto evangelista.
A partir de aquí y por lo general, ofreceré los datos
evangélicos en densas enumeraciones, acompañadas de
breves comentarios.
+ Enfermedad y muerte de Lázaro (Jn 11, 1-16)
1)Situación de Jesús (10, 22-40): Se ha refugiado "al otro
lado del Jordán", huyendo de sus enemigos que quieren
prenderlo porque se ha declarado "Hijo de Dios".
2)Los tres hermanos (11, ls): Son sus íntimos amigos...
También nosotros, Jesús, queremos ser tus amigos, tus
discípulos amados: "Nosotros hemos conocido y creído en el
amor que Dios nos tiene" (Jn 4, 16).
3)Recado de las hermanas (v. 3): Breve, delicado, confiado:
"Señor, tu amigo está enfermo". "Basta con que lo sepas,
pues no abandonas a los que amas" (S Ag). Este modo de
orar por insinuación es el que practicó María en Cana; y
supone confianza y abandono.
4)Respuesta de Jesús (v. 4): Interpreta el milagro próximo
como el reconocimiento de la acción de Dios a través de Él,
su Hijo. "Y dice que [esta enfermedad] no es de muerte, sino
para dar ocasión a un milagro, por el cual los hombres
creyeran en Cristo y evitaran la muerte verdadera" (SAN
AGUSTÍN [S Ag]). En los planes de Dios, ni el dolor ni la
muerte son "terminación" o acabamiento (v. 4), sino
principio de vida nueva. "Sabemos que todo contribuye al
bien de los que aman a Dios " (Rm 8, 28).
5)Dilación de Jesús (v. 5s): "Él, enfermo; ellas, tristes;
todos, amados. Pero los amaba el Salvador de los enfermos,
el que resucitaba los muertos, el consolador de los tristes" (S
Ag)... ¡Cómo nos desconciertan tus aparentes dilaciones]
175
Pero tú nunca te retrasas.
6)Viaje a Betania (v. 7-16): "Notad el espanto de los
discípulos... Intentaron dar un consejo al Señor, para
evitarle la muerte a Él, que había venido a morir para que
ellos no muriesen" (S Ag). Ante la incomprensión y la
implícita disuasión de sus discípulos, declara abiertamente el
sentido de sus palabras y su firme decisión de ir a Betania.
En su alma coexisten el dolor por el sufrimiento de los tres
hermanos, y la alegría por el aumento de su fe gracias a la
resurrección.
+ Perspectivas de resurrección (v. 17-37)
1)Llegada a Betania (v. 17-19): Los hombres, que no
comprendemos los planes de Dios ni los secretos del
corazón humano, con mucha frecuencia confundimos los
pésames y los plácemes justificados. "Sea mil veces bendito
el sufrimiento que me ha acercado a Dios" (F. COPPEE).
2)Diálogo con Marta (v. 20-27): Desahogo dolorido y
confiado, fe en la eficacia de la oración de Jesús (14, 13s;
16, 26). Marta no interpreta correctamente sus primeras
palabras: "Yo soy la Resurrección y la Vida". Se trata de la
Resurrección total, que es la Vida eterna; o de la Vida eterna,
que es la Resurrección total. Éste es el sentido último de la
misión de Jesús: comunicar plenamente a los hombres que
creen en Él la Vida misma de Dios (10,10; 5,24). "La gloria
de Dios consiste en que el hombre viva; y la vida del
hombre, en ver a Dios" (SAN IRENEO). La muerte, en su
aspecto de fin-destrucción-aniquilación, ha sido superada
por la Vida (11, 25). La esperanza de futuro es ya, en la vida
creyente, una realidad participada.
3)Encuentro con María (v. 28-32): María se postra a los pies
de Jesús y derrama su alma, dolorida y confiada.
4)Llanto de Jesús, y comentario de los judíos (v. 33-38a):
176
"¿Por qué lloró Cristo, sino para enseñar al hombre a llorar?...
Quien no quiso hacer que no muriese, ha de hacer mucho
más, haciendo que el muerto resucite" (S Ag). Reacciones
diversas entre los presentes.
+ El milagro (v. 38b-44)
1)Preliminares (v. 38b-42): Marta imagina que Jesús sólo
quiere ver el cadáver, ya en vías de descomposición, de su
amigo muerto. Él le recuerda su promesa para todo el que
cree. Y, elevando los ojos al cielo, ante todos los presentes
agradece al Padre el que siempre haya escuchado a su
Enviado, su Hijo (10, 30). También ahora, en su oración en
favor de la resurrección de Lázaro.
2)Resurrección de Lázaro (v. 43 s): Anticipo y figura de la
resurrección de Jesús (20, lss) y de la nuestra (Rm8, 11).
+ Reacción de los judíos (v. 45-57)
1)Muchos creen (v. 45): Se dejan iluminar y vivificar por
Jesús.
2)Algunos lo denuncian: Ciegos voluntarios, cómplices de
sus enemigos.
3)El Sanedrín decide su muerte (v. 47-53): Temores e
indecisiones de los sanedritas. Caifas les reprocha su falta
de visión política y religiosa. "Pero no decían: 'Creamos'.
Pues aquellos hombres perdidos pensaban más en cómo le
habían de atacar para perderle, que en mirar por ellos para
no perecer" (S Ag). Decisión de dar muerte a Jesús.
4)Jesús se oculta (v. 54): Porque todavía no ha llegado "mi
hora". No dejemos sólo a Jesús.
5)Los peregrinos discuten (v. 55-57): Lo buscan y discuten
sobre Él, por vana curiosidad. Neutrales curiosos, que no
toman partido. La abstención deliberada es una manera
culpable de comprometerse. "Cristiano, tú tendrás que dar
177
cuenta del mundo entero" (SAN JUAN CRISÓSTOMO).
- Jesús, ¿quién podrá dudar de un Amigo, como tú, tan
bueno, sabio y poderoso? "Jesucristo... ha destruido la
muerte y ha hecho irradiar la vida y la inmortalidad gracias
al anuncio del Evangelio... Sé en quién he puesto mi
confianza" (2Tm 1, 10. 12b).
63. La unción en Betania (Jn 12, 1-11)
La unción de María de Betania es materialmente similar al
de la pecadora anónima (Lc 7,36-50); pero ante unos
comensales y con un significado muy distintos. Allí la
unción expresaba la gratitud de aquella anónima pecadora
convertida. Aquí, en la intención de María, la unción era una
muestra del amor agradecido de los tres hermanos; aunque,
en realidad, -como explicará enigmáticamente el mismo
Jesús-, no hace sino anticipar la unción preparada para su
cadáver y que no llegará a realizarse a causa de su resurrección
imprevista.
- Seis días antes de la Pascua, Jesús llega a Betania, donde
viven Marta, María y Lázaro, a quien acaba de resucitar.
Éstos, sus amigos íntimos, profundamente agradecidos,
ofrecen una cena en su honor. Como siempre, Marta sirve,
Lázaro asiste en silencio (redaccional) y María unge los pies
de Jesús con un perfume delicado y abundante. Aquel medio
litro de nardo puro, derramado sobre los pies de Jesús, llena
con su delicioso aroma toda la casa y toda la Iglesia.
- "Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo iba a
entregar, protestó, diciendo: ¿Por qué no se vendió este
perfume en trescientos denarios para repartirlo entre los
178
pobres?'". El evangelista, molesto por esta crítica, -dirigida,
en el fondo, contra Jesús, que consiente complacido aquella
unción-, comenta: "Si dijo esto, no fue porque le importaran
los pobres, sino porque era ladrón; y, como tenía a su cargo
la bolsa del dinero común, robaba de lo que echaban en
ella".
- ¡Qué pena, Jesús! ¡Qué lejos de ti se encuentra ya este
pobre discípulo, que, una vez más, intenta sembrar
discordia con su comentario hipócrita y envenenado!
Aparenta interés por los pobres; pero sólo le interesa ya el
dinero, para con él intentar compensar su miseria espiritual
y llenar su vacío interior.
- Jesús le dice: "¡Déjala en paz! Esto que ha hecho
anticipa el día de mi sepultura. Además, a los pobres los
tenéis siempre con vosotros; a Mí, en cambio, no siempre
me tendréis".
Jesús constata, no justifica, la existencia de los pobres,
debida a causas muy diversas. Una de ellas, la más frecuente
e hiriente, anatematizada muchas veces por Él, es la codicia
insaciable de quienes, teniendo mucho, ambicionan cada
vez más, empobreciendo así, más y más, a los que tienen ya
poco y aun muy poco. El mundo de los ricos es cada vez más
rico, y el mundo de los pobres es cada vez más pobre. Ungir
a estos pobres, con nuestro amor justo y generoso, es ungir
al mismo Cristo (Mt 25,40).
- Un gran número de judíos, enterados de la presencia de
Jesús en Betania, se acercan "no sólo para ver a Jesús, sino
también a Lázaro " resucitado. Los jefes de los sacerdotes,
obcecados con su egoísmo soberbio y su odio visceral,
deciden "eliminar también a Lázaro, porque, por su causa,
muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús" (Lc
12, 9-11). No todos, pero ¡cuántos ateos, agnósticos,
179
infieles a Dios y a los hombres, intentan racionalizar sus
actitudes y comportamientos, alegando motivos que ellos
saben que no son los verdaderos!
64. Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
(Lc 19, 29-44pp)
Es uno de los pocos hechos de la vida de Cristo, narrados
por los cuatro evangelistas. Con esta entrada concluye su
progresiva subida a Jerusalén. Su sentido es múltiple:
1.° mesiánico: es la entronización del Mesías Rey,
pacífico, pobre y humilde;
2.º escatológico: su entrada es juicio, que discierne y
separa (Jn);
3.° sacral: la marcha de Cristo (Lc) sugiere la entrada
del Sumo Sacerdote en el Santísimo, en el gran día de la
Expiación;
4.° sacrificial: la indicación "seis días antes déla fiesta
judía de la Pascua" (Jn) subraya la estrecha relación entre la
muerte de Cristo y su realeza espiritual.
Las perspectivas teológicas de cada evangelista son
parcialmente distintas y complementarias:
1) para Mateo, Jesús encarna el papel del Mesías
humilde (Za 9,9), que va a instaurar un nuevo señorío como
defensor de los pobres y desvalidos; la reacción de la ciudad,
como cuando los sabios de Oriente, es de recelo y turbación;
180
2) para Marcos, Jesús se muestra como el Mesías-Rey
esperado, modesto y pacífico;
3) para Lucas, Jesús aparece también como el Mesías-
Rey, pacífico y humilde; pero, en medio de su triunfo,
pronunciará palabras de condena contra Jerusalén, que no ha
sabido reconocer la salvación de Dios;
4) para Juan, Jesús es el Rey mesiánico.
- Jesús sale de Betania hacia Jerusalén. Al llegar a la altura
de Betfagé (aldea situada en la vertiente oriental del monte
de los Olivos), envía a dos de sus discípulos a pedir un
pollino (que está atado junto a su madre y sobre el que nadie
ha montado aún), para hacer públicamente su entrada,
pacífica y humilde, en la Ciudad Santa, conforme a lo
profetizado por Zacarías (9, 9). Los discípulos lo hallan
todo tal como les ha indicado Jesús. El dueño accede, y
llevan el pollino a Jesús. Ponen sus mantos sobre el animal,
hacen que Jesús monte en él, y el singular cortejo se pone
en marcha.
- Cuando se van acercando a la bajada del monte de los
Olivos, los discípulos de Jesús -que son muchos-, llenos de
alegría, estallan en gritos de alabanza a Dios por todos los
milagros que han visto; especialmente, por la resurrección
de Lázaro. Enterados de la llegada de Jesús, se les unen
muchos peregrinos, entre ellos muchos niños, presentes ya
para la fiesta de Pascua, que salen a recibirlo agitando en
sus manos ramos de olivo y palmera, extendiendo en el
camino sus mantos y ramaje del campo. Todos gritan, con
fe entusiasta: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el Rey
que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Rey de Is-
rael! ¡En el cielo paz, y gloria en las alturas!".
- Jesús contempla y oye, agradecido, la reacción de la
181
gente sencilla. Él es consciente de que con ello está
firmando su sentencia de muerte. Algunos de los fariseos le
dicen a Jesús: "Maestro, reprende a tus discípulos". Él les
responde: "Os digo que si éstos callaran, empezarían a
gritar las piedras".
- Lo que los tres discípulos habían visto y oído en el monte
de la Transfiguración, y entonces debieron callar sin
haberlo entendido, ahora Jesús lo proclama solemnemente
con su entrada en Jerusalén. Los discípulos no
comprenderán el sentido de esta escena y de las palabras de
Jesús, hasta después de su glorificación por su muerte-
resurrección (Jn).
+ "Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella,
y dijo: '¡Si en este día comprendieras tú también los
caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados. Llegará
un día en que tus enemigos te rodearán con trincheras, te
cercarán y te acosarán por todas partes; te pisotearán a ti y
a tus hijos dentro de tus murallas.
No dejarán piedra sobre piedra en tu recinto, por no haber
reconocido el momento en que Dios ha venido a salvarte'".
- Subamos con Cristo a Jerusalén, a la cruz, con fe de
victoria. Él marcha delante, seguro del triunfo. Sólo quien
cree que el Siervo de Dios es el Señor glorioso, puede
compartir la pasión de Jesús con segura esperanza. Y sólo
quien ha comulgado con su cruz, puede participar de su vida
y gloria... Jesús, que tus lágrimas ablanden mi corazón, para
que comprenda y reconozca a tiempo el día de tu visita
pacífica y salvadora.
182
65. Primera Pascua y purificación del Templo
(Jn2, 13-25pp)
Los evangelios sinópticos sitúan este relato en la última
semana de la vida de Jesús, tras su entrada como Mesías-
Rey en Jerusalén. Juan lo anticipa al comienzo de su
evangelio (tras la boda en Cana), por su carácter
programático. Con devoción gozosa, Jesús sube, en
compañía de sus discípulos, a Jerusalén, para participar en
la fiesta de la Pascua. Se dirige al grandioso y suntuoso
Templo, edificado por HERODES EL GRANDE. El Templo tiene
ocho monumentales puertas y cuatro patios (atrios o
pórticos). El patio de los gentiles: mitad templo, mitad
mercado y banco; con dos pórticos, el Real y el de Salomón;
el patio de los judíos: dividido en zona de varones y en zona
de mujeres; el patio de Israel: sólo para varones; y el patio
de los sacerdotes. Detrás se alza el Santuario propiamente
dicho, de mármol y oro, con dos amplias salas; la segunda,
santificada en tiempos por el Arca de la Alianza, no contiene
ahora más que una piedra informe, especie de trono del Dios
invisible. TITO incendiará el Templo en el año 70. Del Templo
hoy sólo queda una parte de los muros de sostenimiento: el
llamado "muro de las lamentaciones".
- La impresión al entrar en el patio de los gentiles es muy
desagradable e hiriente: animales para los sacrificios,
tenderetes para las ofrendas sagradas, cambistas que canjean
la moneda romana en curso por siclos del Santuario. Todo
ello, en medio de un ruido ensordecedor y un hedor
pestilente; y, lo que es más triste, con la complicidad
interesada de los sacerdotes.
183
Todo esto lo ha visto Jesús en otras muchas ocasiones. Pero
ahora su corazón de Hijo, que anuncia el Reino de Dios, no
soporta tanta profanación en la Casa de su Padre y,
consumido de celo por ella, estalla en una santa ira
controlada, que centellea en sus ojos y tensa dolorosamente
su rostro. Enarbolando unas cuerdas anudadas, echa del
patio a los dueños de ovejas y bueyes con su ganado, y a los
cambistas les vuelca sus mesas. A los pobres vendedores de
palomas los invita a retirar de allí su mercancía. Y recuerda
a todos: "No convirtáis la Casa de mi Padre en un mercado
", "en cueva de ladrones" (Jn). Él ve en todo aquel espectá-
culo mucho más que un mercadeo indigno. Descubre la
miseria de un Templo estrecho, que segrega a los gentiles
(confinados allí entre animales); de un Templo mentiroso,
que bajo la tapadera del culto oculta mil injusticias, ya que
es un "mercado " de traficantes y una "cueva de ladrones "
en la que se refugian éstos después de cometidas sus
fechorías.
- Los judíos no salen de su asombro, y le exigen pruebas
de su autoridad para hacer esto. Él les replica: "Destruid este
Templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo". Ellos lo
creen loco. Pero Él no se refiere a este Templo de Jerusalén,
sino al Templo de "su propio cuerpo", muerto y resucitado.
La única violencia cristiana es la del mártir: la del que se
deja matar por fidelidad a Dios y a los hombres; no la del
que mata por ideologías sin alma.
- Sus discípulos asisten atónitos y medrosos a toda esta
escena. No entienden ni su gesto ni sus palabras. Lo
entenderán después de su resurrección, y creerán en la
Escritura y en Él, su único objeto y clave de interpretación.
De esta manera nos enseña Jesús que Él ha reemplazado el
Templo antiguo, representativo de todo el judaísmo con su
Ley, por el nuevo y definitivo Templo de su Cuerpo, de su
184
humanidad glorificada, el único lugar de encuentro del
hombre con Dios.
- ¡Señor, introdúceme muy dentro de tu Corazón, "Casa
de Dios y Puerta del cielo" (Gn 28, 17); e in-fúndeme más
respeto a tus templos, donde actualizas tu único sacrificio
de la cruz; donde permaneces, sacramentado, con todo tu ser
de Dios y Hombre verdadero; donde tus discípulos oran al
Padre por medio de ti, su Hermano Mayor!
-Aquellos días, al ver los signos que hace, "muchos
creyeron en Él". "Pero Jesús no se fiaba de ellos": no cree
en ellos porque ve en ellos más avidez por lo extraordinario,
que hambre de su palabra e interés verdadero por su
persona... ¡Señor, purifica y aumenta mi fe, y dame deseos
sólo de ti!
66. Cristo anuncia su glorificación por su muerte
(Jn 12, 20-36)
El llamado "episodio de los griegos" es totalmente
desconocido por los sinópticos, y refleja una situación posterior
a la partida de Jesús, en la cual el Evangelio se abre al mundo
griego. En esta apertura juegan un papel decisivo Felipe (Hch 8)
y Andrés, nombres griegos.
- Unos griegos, que habían venido a Jerusalén para
participar en la fiesta de Pascua, se acercan a Felipe y piden
su mediación: "Señor, quisiéramos ver a Jesús". Felipe se
lo dice a Andrés, y los dos se lo hacen saber a Jesús... María,
muéstrame a tu Hijo. Jesús, que yo te vea, para que pueda
ser tu mediador y testigo.
- Jesús, consciente del significado que encierra este deseo,
185
lo trasciende y, refiriéndose a Él mismo, proclama que "ha
llegado ya la hora en que el Hijo del hombre va ser
glorificado" por su muerte-resurrección (Jn 13, 31s); y
asegura que "el grano de trigo seguirá siendo un único
grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo
entonces producirá fruto abundante".
Después vuelve a repetir, para todos, aquella paradoja
sobre el "gana-pierde" evangélico: "Quien vive preocupado
por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferré
excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la
vida eterna". Y reitera las consecuencias de seguirle
fielmente: "Si alguien quiere servirme, que me siga;
correrá la misma suerte que Yo. Todo aquel que me sirva
será honrado por mi Padre"... Tú, Jesús, no engañas a tus
seguidores, ni les escamoteas la cruz con el triunfo final. A
diferencia de tantos líderes, que, para provocar adhesiones,
hacen promesas que o no pueden o no piensan cumplir.
El cuarto Evangelio, fiel a su idea teológica de presentar a
Jesús como Señor que, con su autoridad, domina plenamente la
situación, no narrará el abatimiento de Jesús en Getsemaní,
sino que lo anticipa ya aquí, dejando que la gloria del Padre se
filtre a través de su dolor. Como en la agonía del Huerto, Jesús
se angustia por la proximidad de su Pasión redentora; pero está
totalmente sometido al Padre que lo ha enviado y que ahora
hace oír su voz.
- Después desahoga su corazón afligido y esperanzado:
"Me encuentro profundamente abatido. Pero, ¿qué es lo
que puedo decir? ¿Padre, sálvame de lo que se me viene
encima en esta hora? ¡De ningún modo; porque he venido
precisamente para aceptar esta hora! ¡Padre, glorifica tu
Nombre! "
186
Entonces se oye esta voz venida del cielo: "Yo lo he
glorificado y volveré a glorificarlo". Lo ha glorificado
durante toda su vida y ahora especialmente en la Pasión,
haciendo que manifieste su amor inmolado al Padre y a los
hombres. Y lo glorificará por la resurrección. Padre,
glorifica a tu Hijo; Hijo, glorifica a tu Padre: también en mí
y, por medio de mí, en los demás.
- Los allí presentes oyen algo, pero no saben qué ha sido
(un trueno, un ángel). Jesús les explica que esa voz se ha
dejado oír por ellos: para que sepan que ha llegado la hora
en que el mundo, su enemigo, va a ser juzgado y condenado,
y en que el demonio, que tiraniza a los hombres, va a ser
arrojado fuera.
- Y anuncia: "Y yo, una vez que haya sido elevado sobre la
tierra, atraeré a todos hacia mí". Será elevado por su
muerte en cruz y su resurrección-ascensión; y atraerá a
todos, en fe y amor, por el Espíritu. El evangelista comenta:
"Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma
en que iba a morir". La gente le replica que, según la Ley,
"el Mesías no morirá nunca". Él les advierte que todavía,
aunque por poco tiempo, la Luz está entre ellos; que
caminen a esta Luz, para no verse sorprendidos por las
tinieblas; que crean en Él, para ser hijos de la Luz. Después,
"se retiró escondiéndose de ellos". Atráeme, "mándame ir
a ti", Señor, para que me deje iluminar y transformar por la
Luz. No te escondas de mí, y "no permitas que me aparte de
ti".
187
67. El primer mandamiento
(Mt 22, 34-40; Mc 12, 28-34)
La Ley contenía, además del Decálogo, otros muchos
preceptos. Los rabinos los habían aumentado hasta un número
increíble: 248 positivos ("harás") y 365 negativos ("no harás");
y trataban de establecer el mandamiento "padre" o "raíz", del
que pudieran deducirse todos los demás. Todo judío
reconocía la primacía del amor a Dios (Dt 6, 4s; Lv 19, 18)
y la importancia del amor al prójimo.
No obstante, las limitaciones reales de esta concepción
judía eran grandes:
1) la "justicia" o santidad consistía en el cumplimiento
de una multitud agobiante de preceptos particulares, en su
mayoría de carácter ritual;
2) el "prójimo" era sólo el compatriota o, a lo más, el
forastero afincado en Israel;
3) el "amor" se reducía, más bien, a prohibiciones o a
meras obras de beneficiencia.
-. Jesús acaba de tapar la boca a los saduceos con su
respuesta sobre la vida futura (v. 22s). Los fariseos se
reúnen para planear su ataque. Según Mateo, uno de ellos,
"experto en la Ley" y como portavoz del grupo, le propone
para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cual es el mandamiento
más importante de la Ley?". Le piden no la simple
designación, sino la valoración de ese mandamiento.
188
Según Marcos, el escriba se acerca atraído por la respuesta
tan acertada de Jesús a los saduceos, pregunta de buena fe,
ratifica la respuesta de Jesús y merece su alabanza y
estímulo.
-. Jesús le recuerda el conocido mandamiento del amor
totalizante a Dios; y comenta: "Éste es el primer
mandamiento y el más importante". El "primero", en cuanto
que da significación a todos los demás. Las palabras
introductorias de Marcos (12, 29 = Dt 6, 4) son la
justificación de este mandamiento del amor total a Dios...
¿Cuál es mi amor estimativo, afectivo y efectivo a Dios (Jn
14, 15; 1Jn 2, 3)?
-. Y añade algo que el fariseo no le ha preguntado: "El
segundo es semejante a éste: 'Amarás al prójimo como a ti
mismo'. En estos dos mandamientos se basa toda la Ley y
los Profetas". "Semejante" significa que es tan importante
y tan urgente como el primero, porque en el fondo son un
mismo mandamiento: amar a Dios por Dios y amar al
prójimo en Dios y por Dios (1 Jn 4, 8. 20; 5, 2).
Estos dos preceptos no se pueden ni identificar (el prójimo no
es Dios), ni separar (respecto a mí, Dios y el prójimo son
equidistantes: no estoy más cerca o más lejos del uno que del
otro). SAN IGNACIO nos da la fórmula perfecta: "Amar a Dios
en todas las cosas, y todas las cosas en Dios". PABLO VI nos
recuerda "la dependencia de la caridad para con el prójimo de
la caridad para con Dios" (24-8-1968); y que "la orientación
principal de mi vida, el eje central y director de mi humanismo
sigue siendo el teológico [la caridad a Dios]" (26-7-1972).
- La esencia de la voluntad divina, revelada en las
Escrituras, encuentra en estos dos mandamientos no sólo su
culminación, sino su expresión decisiva, su sentido último:
189
el espíritu de amor es la suma de la religión y de la
moralidad. Jesús no sólo sintetiza la Ley; sino que la
radicaliza, excluyendo toda obediencia legal que no sea una
sumisión total a Dios y una entrega al servicio del prójimo;
la interioriza, por el Espíritu que habita en nosotros; y la
personaliza: Él es el modelo atrayente y perfecto, y la
fuerza que hace posible su cumplimiento.
68. La venida del Hijo del hombre: llamada a la
vigilancia (Mt 24, 1-25, 30pp)
En el discurso escatológico de Marcos se distinguen tres
partes: la señal de la tribulación, la Venida del Hijo del
hombre y la cercanía e incertidumbre del tiempo. En él,
Jesús llama a la fidelidad, al coraje y a la vigilancia. - Mateo
utiliza este discurso, en el que introduce algunas
modificaciones y añade una serie de parábolas y la
descripción del Juicio. - Lucas presenta la historia de la
salvación en tres momentos: destrucción de Jerusalén,
tiempo de la misión de la Iglesia y Venida del Hijo del
hombre, que traerá la plenitud del Reino de Dios; e invita a
poner en práctica las enseñanzas de Jesús y a dar testimonio
de Él.
En este comentario, me voy a ceñir a Mateo. Los capítulos
24 y 25 constituyen el quinto y último discurso de su
Evangelio. Su intención es salir al paso de la situación de
abandono, dejadez y rutina en que viven bastantes
miembros de su comunidad, por el retraso aparente de la
190
Venida del Señor. (Reservo el Juicio final para la siguiente
contemplación).
+ Certeza de la venida del Señor (Mt 24, 1-35)
- Al salir del templo, los discípulos, orgullosos, le
muestran sus magníficas construcciones. Jesús les anuncia
su destracción total. Sentados ya en el monte de los Olivos,
los discípulos le preguntan "cuándo ocurrirá esto, y cuál
será la señal de tu Venida y del fin del mundo". Jesús los
invita a mantener la calma y la firmeza ante las dificultades
que les vendrán desde fuera y desde dentro de la comunidad.
Y, con lenguaje apocalíptico, les describe la situación de
caos y confusión que precederá a la Venida del Hijo del
hombre, uno de cuyos últimos signos será la profanación de
lo Sagrado. Sin embargo, la historia seguirá bajo el control
de Dios, que acortará aquellos días en atención a los
elegidos. La gran tribulación terminará cuando Jesús, el
Hijo del hombre, se manifieste como Juez Salvador en toda
su gloria y esplendor. Y los exhorta a vivir en actitud de
discernimiento, tratando de descifrar los signos de los
tiempos, ya que, de igual modo que los brotes de la higuera
anuncian la llegada del verano, así la gran tribulación
anunciará la Vuelta de Jesús (Cf. "Casa de la Biblia"),
+ Preparados para la Venida del Señor (Mt 24, 36-25, 30)
- El momento de esta Venida es incierto, y llegará en
medio de la normal cotidianidad. Por eso, la actitud más
adecuada es la vigilancia. Como desarrollo de la invitación
final "¡Estad preparados!", Mateo ha colocado aquí tres
comparaciones: el criado fiel, las jóvenes previsoras y las
descuidadas, y los talentos. La primera parece una alusión
a los dirigentes de la comunidad, que deben ser los primeros
vigilantes. La segunda insiste en la necesidad de la
191
vigilancia y previsión para todos, ya que el Señor puede
llegar en cualquier momento; y hay cosas que no se pueden
improvisar a última hora. La tercera enseña que la espera,
además de vigilante, debe ser activa. En conjunto, estas tres
parábolas son una exhortación, dirigida a los cristianos de
todos los tiempos, a vivir con seriedad este tiempo que
media entre la Partida de Jesús y su Segunda Venida. El
discurso sobre la Venida del Hijo del hombre concluye con
la impresionante visión del Juicio, que tendrá lugar al final
de los tiempos. Es el tema de la siguiente contemplación.
- Vigilancia, previsión, fructificación, seriedad: actitudes
profundas, que no podemos soslayar, porque tú, Cristo,
viniste, estás siempre viniendo y vendrás. ¡Prepárame para
que me encuentres siempre preparado!
69. El Juicio definitivo (Mt 25, 31-46)
- En su vida terrena, Jesús, el Hijo del hombre, en todo
semejante a sus hermanos los hombres menos en el pecado,
vino a ellos en la humildad de una carne pasible y mortal.
Se rodeó de gente sencilla (padres, vecinos, discípulos,
oyentes); y se sentó a la mesa de los humildes y pecadores.
Pero en el último Día, cuando venga "en su gloria con todos
sus ángeles, se sentará en su trono de gloria ", como Juez
de vivos y muertos.
-. En su vida terrena, Jesús llamó personalmente a muchos,
sin excluir a ninguno. Tras su vuelta al Padre, sigue llamando
por medio de su Espíritu y de su Iglesia. Y son muchos los
que desoyeron y desoyen su invitación. Pero en el último
Día, nadie podrá ignorar su llamada y eludir su presencia:
192
"Todas las naciones se reunirán delante de Él", todos
comparecerán ante Él. -Ahora, en nuestra vida terrena, los
hombres somos muy proclives a hacer clasificaciones y
separaciones de buenos y malos, con peligro serio de
equivocarnos. En el último Día, Jesús hará la separación
definitiva o, mejor, manifestará la posición que cada uno ha
elegido junto a Él o contra Él: a su lado como amigo, o
frente a Él como enemigo.
- En su vida terrena y en tiempo de la Iglesia, Jesús pasó y
pasa invitando incansablemente: "Si alguno quiere venir
detrás de Mí...". Las respuestas se reducen a dos:
+ Primera respuesta
- Los que lo hayan seguido fielmente hasta el fin, oirán
cómo, en el último Día, el Mesías-Rey les dice a ellos, a los
que están a su lado: "Venid, benditos de mi Padre, tomad
posesión del Reino preparado para vosotros desde la
creación del mundo". El Cielo es la vida amistosa con Dios,
vivida gozosamente en el cara a cara de la visión inmediata:
un entrar con Cristo en el corazón del Padre, un reinar
gloriosamente con Cristo y como Cristo, el Hijo Amado del
Padre.
- En su vida terrena, Jesús, que, "siendo rico, se hizo pobre
por vosotros, para enriqueceros con su pobreza" (2 Co 8, 9),
nos mostró su predilección por los pobres, y nos invitó a
compartir con Él su pobreza y con los pobres nuestra
riqueza (cuanto somos y tenemos). En el Último Día, sus
amigos escucharán por qué han sido felizmente elegidos:
"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me
disteis de beber; era forastero, y me alojasteis; estaba
193
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y fuisteis a verme".
- Y cuando la mayoría de estos justos le digan que ellos no
recuerdan haberle visto y socorrido, escucharán estas
hermosas palabras: "Os aseguro que cuando lo hicisteis con
uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo
hicisteis". En definitiva, porque me amasteis afectiva y
efectivamente a mí, presente en estos mis hermanos
necesitados. Todo el que reconoce con sinceridad en
cualquier hombre un valor absoluto, está reconociendo,
explícita o implícitamente, a Dios y a su Enviado.
+ Segunda respuesta
La existencia y eternidad del Infierno, como realidad para
los demonios y como siempre posible para el hombre viador,
es dogma de fe (Mt 7, 23; 13,49s; 25,12. 30. 41. 46; Lc 14,24;
Jn 3, 36; I Co 6,9s; Ga 5,19-21; Ef 5,5...
Véase: DENZINGER - SHÓNMETZER, Ench. Simbolorum...
[DzS], n. 76; 801; 858; 1000,1002; Lumen Gentium 48d;
PABLO VI, Profesión de fe 28...
La insistencia apremiante con que Jesús y los autores
inspirados nos advierten del peligro del Infierno, y la
seriedad con que hablan del peso de las obras en la hora del
Juicio (Mt 7, 21; 16, 27; 2Co 5, 10; 11, 15; Ap 20, 12s; 22,
12), abonan la conclusión de que estas palabras no son una
mera amenaza pedagógica, ni la realidad del Infierno una
remotísima posibilidad, rayana en la imposibilidad. Aunque
no sepamos de la condenación cierta de ningún hombre
concreto.
- Los que, obstinadamente hasta el fin, hayan rechazado la
invitación de Jesús, oirán cómo, en el Último Día, el Mesías-
194
Rey les dice a ellos, a los del otro lado: "Apartaos de mí,
malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus
ángeles". El Infierno es el total apartamiento de Dios, que
ellos han elegido libremente para siempre; y que Dios,
respetuoso de la libertad humana, confirma. Son "malditos
" porque se cerraron a la bendición eficaz de Dios (Ef 1, 3).
Ese "fuego " es la expresión del rechazo "quemante" que
sufrirán de parte de la creación liberada, cuando, huyendo
de Dios al que odian, traten de refugiarse en las criaturas, a
las que, en su vida de pecado, prostituyeron al usarlas contra
ellos mismos, contra los demás y, en último término, contra
Dios.
Así pues, el Infierno no lo hace Dios, sino ¿[pecador
obstinado. El Infierno es el mismo pecado mortal en sus
últimas, manifiestas y trágicas consecuencias. El Infierno es el
pleno fracaso existencial de quien, habiendo sido creado y
redimido para la felicidad integral en el Dios-Amor, ha elegido
definitivamente la absoluta soledad egoísta y
despersonalizadora, despreciando a Dios, que le ha dado a su
Hijo y que hasta el último momento lo ha asediado
amorosamente.
- Y cuando la mayoría de estos "desgraciados" (porque
han rechazado la gracia de Dios) le digan que ellos no
recuerdan haberle visto y desatendido, escucharán estas
terribles palabras: "Os aseguro que cuando dejasteis de
hacerlo con uno de estos pequeños, conmigo dejasteis de
hacerlo". En definitiva, porque dejasteis de amarme
afectiva y efectivamente a mí, presente en estos mis
hermanos necesitados.
- La conclusión de Jesús es estremecedora: "E irán éstos al
castigo eterno, y los justos a la vida eterna". Tan cierto y
eterno es el Infierno como el Cielo. Y son ambos eternos,
195
porque las decisiones humanas cristalizan en la muerte.
Acabado el tiempo de la prueba, no cabe ya cambio alguno.
Ni los condenados ni los bienaventurados pueden ni quieren
cambiar.
- ¡El Amor de Dios no es una broma, ni su Cielo una lotería
ciega o un aguinaldo impuesto! Yo ciertamente seré salvo,
si, con oración confiada y perseverante y con sincera
voluntad operativa, me dejo salvar por Dios, que, al darme
a su Hijo (Jn 3, 16s) para que se entregara por mí, me
demostró con qué seriedad "quiere que todos los hombres se
salven" (l Tm 2, 4. 6), que "todos se conviertan" (2 P 3, 9).
"Nosotros hemos de dar las gracias a Dios, que nos da la
victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (I Co 15,
57).
70. Visión panorámica del ministerio público de Jesús
[I]
Podemos sintetizar todo este ministerio en tres frases de su
oración-síntesis al Padre, referidas a su oración, a su trabajo
apostólico y a su sacrificio (Jn 17,9.14. 19).
+ "Yo te ruego por ellos": Oración
1)Antes de los hechos principales: Antes de comenzar su
vida pública, tras sumergirse en las aguas del Jordán,
"mientras Jesús oraba se abrió el cielo" (Lc 4, 21). En el
desierto, durante aquellos cuarenta días y noches de ayuno,
sin duda ora (Mt 4, ls). Antes de la elección de los Apóstoles,
"se retiró al monte para orar y pasó la noche en oración"
(Lc 6,12). Antes del anuncio de la Eucaristía, "fue al monte
para orar" (Mc 6, 46; Jn 6, 51ss). Antes de la promesa del
196
primado, "estaba orando a solas " (Lc 9,18). Antes de la
Transfiguración, "subió al monte para orar, y mientras
oraba...". (Lc 9, 28s). Antes de enseñar el Padrenuestro,
"estaba orando en cierto lugar" (Lc 11, 1). Antes de
resucitar a Lázaro, "mirando al cielo exclamó: 'Padre, te doy
gracias porque me has escuchado...'" (Jn 11,41). En la
Ultima Cena, antes de instituir la Eucaristía, ora largamente
con la oraciones propias de esta solemnidad judía (Mt 26,
17-35pp); y advierte a Pedro, que lo va a negar: "Simón,
Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos
como al trigo. Yo he rogado por ti, para que tu fe no decaiga;
y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,
32). Antes de comenzar su Pasión, en su oración-síntesis al
Padre, ora por sí, por los discípulos y por los futuros
creyentes (Jn 17). Antes de entregarse en manos de sus
enemigos, en Getsemaní, derrama su corazón ante el Padre,
en una oración agónica de tres horas (Mt 26, 36-46pp).
2)En el trabajo ordinario: En Cafarnaún, "antes del
amanecer, se levantó, salió, se fue a un lugar solitario y allí
se puso a orar" (Mc 1, 35). Antes y después de realizar
muchos milagros (Lc 5, 16). Durante su estancia en
Jerusalén, su refugio y lugar de oración es Getsemaní: "fue,
como de costumbre, al monte de los Olivos" (Lc 21, 37; 22,
39; Jn 8, 1).
3)Después del éxito: Después de la primera multiplicación
de los panes, "se fue al monte para orar" (Mc 6, 46). Al
regreso radiante de los setenta y dos discípulos, "el Espíritu
Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo: 'Yo te alabo,
Padre...'" (Lc 21s).
4)En la tribulación: En sus contradicciones y persecuciones.
En su agonía en el Huerto (Mt 26, 36-46pp) y en la cruz (Mt
27, 46pp; Lc 23, 46).' Todas las oraciones de Jesús han sido
un preludio de su gran oración pascual en su muerte, en la
197
que todo su ser se convierte en oración.
- Jesús, contigo y como tú, en unión con María y con toda
la Iglesia, quiero orar en todo tiempo y lugar (Lc 18, 1; 21,
36; Ef 6, 18; lTs 5, 17; lTm 2, 8); convertir todos los
acontecimientos de mi vida en materia de diálogo amoroso
contigo; sentir que siempre me miras, amas y hablas, y que
esperas mi respuesta de amor.
71. Visión panorámica del ministerio público de Jesús
[II]
+ "Yo les he comunicado tu mensaje": Trabajo apostólico
1)Celo ardiente: "He venido a prender fuego a la tierra; y
¡cómo desearía que estuviese ya ardiendo!" (Lc 12, 49).
Enseña en todas partes: ciudad, campo, monte, orilla del
mar, sinagoga, Templo, casas particulares. Enseña a uno, a
pocos, a multitudes. Enseña a doctos e ignorantes, a pobres
y ricos, a autoridades y pueblo. Enseña con autoridad, con
libertad y firmeza, con claridad y sencillez, con unción.
2)Bondad y misericordia: "Él pasó haciendo el bien y
curando a los oprimidos por el demonio, porque Dios
estaba con Él" (Hch 10, 38). Su amor misericordioso y
sanador se extiende a todos los que quieren acogerlo:
pecadores, enfermos, afligidos, pobres, niños, viudas.
Siempre tiene una palabra de aliento y se compadece hasta
las lágrimas: "Me da lástima esta gente" (Mt 15, 32).
3)Por la gloria de su Padre: "Yo hago siempre lo que le
agrada... Yo no vivo preocupado por mi honor..." (Jn 8, 29.
50). Los resultados visibles de sus esfuerzos son, por lo
común: fruto escaso, entusiasmos terrenos y pasajeros,
198
fracaso final a los ojos de los hombres. Pero, "Cristo no
buscó complacerse a sí mismo" (Rm 15, 3).
¿Cuál es la calidad de mi celo apostólico: sus destinatarios,
su intensidad, sus motivaciones, su unción contagiosa...?
+ "Por ellos yo me ofrezco enteramente": Sacrificio
1)Nos sacrifica su tiempo: "Eran tantos los que iban y
venían, que no tenían ni tiempo para comer" (Mc 6, 31).
2)Nos sacrifica sus comodidades: Los Evangelios nos
atestiguan que pasa hambre, sed, fatiga, sueño, falta de
cobijo, desnudez (en la cruz). Se somete a un trabajo duro y
continuado. La gente se le echa encima y lo estruja (Mc
3,10; 5, 31).
3)Nos sacrifica su honra: Es tenido por embaucador, por
"un comilón y un borracho, amigo de publícanos y
pecadores" (Mt 11, 19), "está trastornado" (Mc 3, 26),
blasfemo, quebrantador del sábado, endemoniado, tiene
pacto con Belcebú, malhechor, loco, reo de la muerte más
afrentosa y cruel.
4)Nos sacrifica su vida: Le tienden asechanzas, le quieren
despeñar y apedrear... Pero, "el Padre me ama, porque doy
mi vida para tomarla de nuevo. Nadie tiene poder para
quitármela; soy Yo quien la doy por mi propia voluntad"
(Jn 10, 17s).
- Jesús, Tú, que te ofreces enteramente por los tuyos,
ruegas al Padre "para que también ellos se ofrezcan
enteramente a ti [a Él], por medio de la Verdad" (Jn 17, 19):
para que nos consagremos sacrificialmente, contigo y como
tú, al servicio del Reino de Dios.
199
IV. ÚLTIMA CENA. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
La finalidad de estas contemplaciones es profundizar,
mediante la compasión amorosa, mi conocimiento interno,
mi amor entrañable y seguimiento fiel de Jesucristo en su
Pasión y Muerte; identificarme más con El y seguirle en una
vida pobre, humillada y sacrificada como la suya. En el
Misterio Pascual de Jesús, se da el paso significativo de la
actividad creativa del Ministerio público a la sufrida
pasividad e impotencia de la Pasión, en aras de un amor
obediente e inmolado, que es la razón y explicación de todo.
Una vez que he confesado ser pecador perdonado y amado
por Dios, y que he decidido seguir la llamada de Jesucristo
a servirle en pobreza, desprecios y humildad servicial, estas
contemplaciones, lejos de ser una forma de
sentimentalización de mi adhesión a Cristo y una simple
confirmación de mi deseo de servirle fielmente, constituyen
una asimilación personal del Señor crucificado y
resucitado. Mi intención al comenzar estas
contemplaciones quiere ser de amor desinteresado; con
humildad agradecida, deseo recibir de Jesucristo mi cruz de
cada día y su ayuda para llevarla, ser su cirineo en su
camino ascendente hacia el Árbol de la Vida.
200
72. Traición y muerte de Judas
(Mt 26, 3-5. 14-16. 20-25. 47-50; 27, 3-7pp; Jn 13, 21-30)
* "Entonces se reunieron los jefes de los sacerdotes y los
ancianos del pueblo [y los maestros de la Ley: Mc-Lc] en el
palacio de Caifas, que era el Sumo Sacerdote, y acordaron
en consejo prender a Jesús con engaño y darle muerte. Pero
decían: 'Durante la fiesta, no; pues podría alborotarse el
pueblo'" (Mt-Mc).
* "Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que
era uno de los doce, y..." (Lc).
* "...fue a ver a los jefes de los sacerdotes, y les dijo: '¿Qué
me dais, si os lo entrego?'" (Mt).
* "Ellos se alegraron" (Lc), y "le ofrecieron treinta
monedas de plata" (Mt).
* "Y, desde ese momento, andaba buscando ocasión para
entregarlo" (Mt), "a espaldas de la gente" (Lc).
+ Vilezas de Judas
- Además de las hasta aquí narradas o supuestas,
cometidas contra Cristo, por parte de los sanedritas y del
desgraciado Judas, se dan otras aún mayores. Nos referimos
ahora a las de Judas, especialmente dolorosas para Jesús:
1) Jesús lava los pies también a Judas, y advierte a sus
discípulos que están limpios, "aunque no todos" (Jn 13, 10).
2) "Profundamente conmovido", les asegura que "uno de
vosotros me va a entregar" (Jn 13, 21); y declara que "más
le valdría a ese hombre no haber nacido" (Mt).
3)En respuesta a la pregunta de Juan sobre el traidor, lo
señala discretamente dándole a éste un trozo de pan untado
en la salsa; y "cuando Judas recibió aquel trozo de pan
201
mojado, Satanás entró en él. Jesús le dijo: 'Lo que vas a
hacer, hazlo cuanto antes'... Salió inmediatamente. Era de
noche". Noche de luna llena, en el cielo; y noche cerrada, en
el corazón entenebrecido de Judas. Al marcharse, no pudo
participar sacrílegamente en la Eucaristía.
4)Judas va al frente de los que se acercan a prender a Jesús
en el Huerto. Y, sin vacilación ni sonrojo, "nada más llegar,
se acercó a Jesús y le dijo: '¡Hola, Maestro!'. Y le dio un
fuerte beso. Jesús le dijo: 'Compañero [etaire], /[un beso]
para lo que vienes [a hacer]/'".
5)Y, cuando ve que es inminente la muerte de Jesús,
ahogado por un complejo morboso de culpabilidad,
confiesa a los jefes de los sacerdotes y ancianos que ha
pecado al entregar a un inocente, e intenta deshacer el trato
inicuo devolviéndoles el dinero. Ante el rechazo displicente
de éstos, en lugar de abrirse a la misericordia de Jesús, se
cerró en sí mismo, "arrojó en el Templo las monedas, se
marchó y se ahorcó..." (Mt-Hch 1, 15-20). Esto es, sin duda,
lo que más dolió a Jesús, que siempre amó a Judas y lo
esperó con su Corazón abierto al perdón. También Judas, al
menos al principio y durante algún tiempo, amó a Jesús;
aunque con un corazón mezquino y envidioso, cuyo
misterio último sólo Dios conoce.
+ ¿Cómo se explica esta tragedia de Judas, "el hijo de
perdición"?
La "Casa de la Biblia" traduce este versículo así: "Ninguno
de ellos se ha perdido, fuera del que tenía que perderse
para que se cumpliera lo que dice la Escritura"; es decir,
"fuera del que tenía que perderse conforme a lo que dice la
Escritura". Lo que no está claro es si el alcance de esta
"perdición" es sólo temporal o eterno. Lo que sí es
202
manifiesta la relación entre la perdición de Judas (temporal
o eterna) y el anuncio de la Escritura (Jn 13,18s).
Dios sabe, desde toda la eternidad, que Judas se va a
"perder" libremente. Por eso, la Escritura y Jesús pueden
anunciarlo con anticipación. La traición y muerte de Judas
no harán sino confirmar lo escrito por el autor inspirado y
anunciado por Jesús. Por tanto, Judas no se pierde porque así
esté predeterminado por Dios, antes de prever la acción del
traidor, ni porque así lo anuncie la Escritura; sino que Dios
lo conoce y la Escritura lo predice, porque de hecho Judas
se va a perder libremente. Esta misma es la respuesta al
problema de la posible condenación eterna de cualquier
hombre.
Detrás de Judas se entrevé el rostro del diablo, actuante en
la Pasión (Jn 8, 44; 12, 31; 13, 3; Ap 12, 4. 17; Lc 22, 3).
+ ¿Por qué pasos se deslizó hasta su ruina este
Apóstol,"uno de los Doce"?
1)En Betania, censura a María -e indirectamente a Jesús-
por el despilfarro de aquella unción. Juan nos dirá que el
motivo verdadero de esta crítica fue su preocupación no por
los pobres, sino por sus intereses, ya que, como "era ladrón
y tenía a su cargo la bolsa común, robaba de lo que
echaban en ella". Jesús le ordena secamente: "¡Déjala en
paz!" (Jn 12, 5-8).
2)Y, cuando advierte que el peligro para Jesús y sus
discípulos se agrava por momentos, decide adelantarse a
entregarlo a sus enemigos, para así ponerse a salvo y sacar
algún provecho de esa vil transacción.
3)Después, le falta contrición verdadera, humildad y
confianza, para reconocer su pecado ante Jesús y pedirle
perdón. No da, como lo hará Pedro, el paso de pecador a
203
penitente. De haberlo hecho así, hoy sería venerado como
uno de los Doce Apóstoles santos.
Las expectativas mesiánicas de Judas, como las de los
otros, estaban teñidas de tintes políticos y egoístas. Pero, a
diferencia de sus compañeros, cuando advierte que las
enseñanzas, comportamientos y anuncios de Jesús no se
ajustan a estas esperanzas temporalistas, comienza a
distanciarse afectivamente de Jesús. Se siente defraudado y
vislumbra el peligro que lo amenaza. Por eso, participa en
las críticas contra las pretensiones de Jesús sobre comer su
Cuerpo y beber su Sangre, mereciendo ser tildado por Jesús
de "diablo" o desunidor (Jn 6, 71).
Si fue elegido personalmente por Jesús como discípulo y
Apóstol, es porque Jesús lo amaba con amor de predilección
y porque, con su gracia, podía ser un gran Apóstol. Jesús
sabía, ciertamente, que lo iba a entregar. No obstante, lo
eligió, porque quiso correr en él el riesgo de la libertad, que
es la condición esencial del amor. Apostó por él, lo cuidó,
lo corrigió, nunca lo arrinconó; ni lo abandonó, hasta que fue
abandonado definitivamente por él. Con la ayuda de Jesús,
siempre estuvo en su mano el serle fiel o el convertirse; y, en ese
caso, así lo habría visto Dios desde toda la eternidad. ¡Misterio
de iniquidad! ¡Dios, libremente "impotente" ante la
obstinación del hombre!
No podemos dar un paso más, porque nos encontramos frente
al misterio insondable de Dios y del hombre: de la
predeterminación divina (tras prever los méritos o deméritos del
hombre) y la libertad humana, de la concurrencia entre la gracia
de Dios y la libertad del hombre. Aunque nosotros seamos
esencialmente incapaces de comprenderlo, Dios siempre es, en
204
simplicidad infinita, Santidad, Sabiduría, Amor, Justicia, Poder
y Libertad, que el hombre debe adorar, alabar, agradecer, amar
y servir con fidelidad, -reverente y gozosa- de criatura y de
hijo.
- Jesús, "no permitas que me aparte de ti; del Enemigo
malo defiéndeme". "Madre, ponme con tu Hijo". Y, si alguna
vez, por mi culpa, me aparto de ti, Pastor Bueno, ven en mi
busca, encuéntrame, abrázame, ponme sobre tus hombros y
devuélveme al redil de tus ovejas fieles. Y esto, hazlo
también con todas tus ovejas descarriadas. Cualquiera de
nosotros es potencialmente un Judas. Todos hemos
participado en la infame tarea de reunir aquel dinero por el
que te vendió Judas. ¿Yo nunca te he vendido, incluso por
menos de treinta monedas de plata?
73. Jesús lava los pies a sus discípulos (Jn 13,1-20)
Al contemplar la Última Cena de Jesús con sus discípulos,
voy a conceder especial atención a Juan, en sus capítulos
13 al 17 inclusive, y a Pablo. En algún caso, reuniré los
datos dispersos sobre algún tema. Dividiré la materia en
cuatro apartados; aunque, en realidad, el cuarto forma parte
del tercero:
1.° el signo del Lavatorio de los pies (Jn 13,1-30), la Cena
pascual y la institución de la Eucaristía (I Co 11, 23-25; Mc-
Mt-Lc);
2.° el gran discurso de despedida: traición y muerte de
Judas, cinco anuncios del Espíritu Santo, anuncio de las
205
negaciones de Pedro, partida y vuelta de Jesús, síntesis (Jn
13,31-14,31);
3.° instrucciones: la Vid y los sarmientos, el odio y
persecuciones del mundo, la tristeza y el gozo, la oración en
el nombre de Jesús (Jn 15-16);
4.° Jesús ora al Padre por sí, por sus discípulos y por los
futuros creyentes (Jn 17).
+ "Era la víspera de la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que
le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al
Padre. Y El, que había amado a los suyos, que estaban en
el mundo, llevó su amor hasta el fin".
- Este preámbulo solemne da el tono a todo lo que
sigue. Jesús "sabía" que esta Pascua señalaba "su hora", en
la que iba a dar cumplimiento a su amor entregado. El amor
hasta el no va más es lo más nuclear de su ser filial y el
móvil de toda su obra. La escena del Lavatorio constituye
el pórtico solemne de esa "hora" y el signo revelatorio y
ejemplar de ese amor... Jesús, que, con amor entrañable, me
acerque a la contemplación eficaz de estos misterios; y a la
celebración de la Eucaristía, que sacramentalmente los
presencializa; y la cual reclama, antes y después, el amor
servicial a Dios y a los hermanos, y lo aumenta.
+ "Estaban cenando, y ya el diablo había metido en el
corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de
traicionar a Jesús. Entonces Jesús, sabiendo que el Padre
le había entregado todo y que de Dios había venido y a Dios
volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una
toalla y se la ciñó a la cintura. Después, echó agua en una
palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a
secárselos con la toalla que llevaba a la cintura".
206
- La previsión de la traición no enfría ni deseca el Corazón
de Cristo. Se enfrenta al diablo y a sus servidores -los
sanedritas y Judas-, con las únicas armas de su amor
humilde y servicial. Jesús se dispone a realizar el Lavatorio,
con plena conciencia de su dignidad divina, de su misión
salvadora y de la importancia de este rito singular. El
evangelista describe sus detalles principales: el momento
("estaban cenando ") y el sujeto ("el Maestro y el Señor").
Con esto, ya insinúa que no se trata de una purificación
material y ritual (que se hace antes de ponerse a la mesa),
sino de un signo que define su misión y la de sus discípulos.
+ Por un respeto y afecto mal entendidos, y, sobre todo,
por una incomprensión del signo, Pedro rechaza el gesto de
Jesús: "Señor, ¿lavarme los pies Tú a mí?" Jesús excusa, en
cierta medida, la incapacidad de Pedro para comprenderlo
"ahora ", ya que se trata de un misterio, que sólo lo podrá
comprender "después", tras su muerte-resurrección y
gracias al Espíritu.
- Pedro se obstina. Entonces Jesús lo amenaza con
excluirlo de su amistad y gloria: "Si no te lavo los pies, no
podrás contarte entre los míos". Este diálogo revela el
sentido profundo del Lavatorio. Jesús realiza una acción
simbólica, preparatoria de la Pascua, que significa el
descenso del Hijo del hombre al ínfimo lugar, para servir a
los hombres hasta dar la vida por ellos (Is 52, 13; 53, lis).
Así se entiende la gravedad, aparentemente
desproporcionada, de esta amenaza. Quien voluntariamente
rechaza ser lavado con la sangre de Cristo, no puede
pertenecerle. Ciertamente, no es éste el caso de Pedro; pero
lo representa en figura. La reacción extremosa de Pedro da
ocasión a Jesús para declarar que todos, menos el que lo va
entregar, están espiritualmente limpios. Este gesto tuyo,
207
Jesús, destruye muchos prejuicios de los hombres. Tú eres
Mesías Paciente; Dios es Señor y Amor; la autoridad es
servicio; el amor, inmolación.
+ Después, se pone el manto y se vuelve a sentar. Y les
explica cómo ellos, enviados por Él y por su Padre (Jn 13,
20), deben "hacer lo mismo unos con otros", con un amor
servicial (l Tm 5, 10), dispuesto a dar la vida por los
hermanos. Y les da dos motivos eficaces: la imitación de su
"Maestro y Señor" y el gozo de esta entrega: "Sabiendo esto,
seréis dichosos si lo ponéis en práctica"... La experiencia,
Jesús, lo atestigua. Al servir a los demás por amor a ti, tus
discípulos nada pierden de su legítima autoridad y pregustan
la felicidad que les tienes reservada en los cielos. Toda auto-
ridad, sobre todo la del cristiano, es servicio; y todo servicio
por amor es alegría.
74. La Cena pascual y la institución de la Eucaristía (I Co 11, 23-25; Mc 14, 12-31pp;)
La fiesta judía de la Pascua o de los Ázimos es memorial
del Éxodo. La víspera, viernes, los levitas y sacerdotes
inmolan las víctimas pascuales y rocían con su sangre el altar
(2Cr 35, 11). Al celebrar la Pascua, los judíos no sólo
recuerdan el pasado liberador de Israel y actualizan sus
exigencias, sino que miran al futuro de un Cordero
verdaderamente salvador, de un Ázimo verdaderamente
purificador, de una Unidad verdaderamente profunda y
estable.
208
Según los cálculos de J. JEREMÍAS, en tiempos de Jesús, los
peregrinos de todo el Imperio que acudían a Jerusalén para
celebrar la Pascua eran entre 80.000 y 125.000.
Tres textos de los sinópticos y uno de Pablo refieren la
institución de la Eucaristía. La intención inmediata de sus
autores es describir la celebración eucarística en la Iglesia a
base de lo que Jesús hizo; y ofrecer las claves de solución
para ciertos problemas de convivencia en la comunidad
cristiana.
Ofrezco, en síntesis, las dimensiones de la Eucaristía, para
facilitar la lectura contemplativa y sabrosa de los textos
inspirados.
Y animo a leer la encíclica "La Iglesia vive de la Eucaristía"
(17-4-2003), de JUAN PABLO U, en unión con María, la que es
"mujer eucarística con toda su vida" (n.53).
a) La Eucaristía es el mismo y único Sacrificio de la
Cruz, el Memorial eficaz de su Muerte y Resurrección
- Cristo anticipó este Sacrificio y la Iglesia lo presencializa
y perpetúa sacramentalmente:
+ "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros; haced esto en
memoria mía... Este cáliz es la nueva alianza en mi Sangre;
cuantas veces bebáis de él, hacedlo en memoria mía. Así
pues, siempre que coméis de este Pan y bebéis de este Cáliz,
anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva" (I Co 11,
23-26).
209
El Sacrificio es actual y el Memorial es eficaz:
1) porque en él está sustancialmente presente todo Cristo,
que se entregó a la muerte en favor de los hombres; y lo está
con aquella misma actitud de amor obediente a Dios y amor
sacrificado a los hombres con que entonces se inmoló, y que
ahora pervive eternamente en su Corazón glorificado;
2) porque se hace también sacramentalmente presente la
aceptación eterna del Padre, manifestada en la
Resurrección-Ascensión del Hijo Amado; porque
eficazmente rememora por la fe el acto redentor de Je-
sucristo o, mejor, lo hace presente al recuerdo de Dios, como
una ofrenda incesantemente renovada por Cristo y por la
Iglesia, y aceptada por el Padre;
3) porque con Cristo, Sacerdote y Víctima que se inmola, la
Iglesia, por medio de sus sacerdotes ministeriales, consagra
a Cristo y lo ofrece al Padre; y, por medio de cada uno de
sus hijos, lo ofrece y se ofrece con Él.
b) La Eucaristía es Banquete sacrificial, que anticipa el
Banquete del Reino
- En los sacrificios de comunión, al consumir la víctima,
los israelitas se unían a la ofrenda y a Dios que la aceptaba
(ICo 10, 18-21). Los fieles de Jesús, comiendo su Cuerpo
inmolado y bebiendo su Sangre derramada, hacen suya su
ofrenda de amor salvífico; se incorporan, con mayor
plenitud vital y amorosa, a Cristo y a los hermanos; y
pregustan en fe el banquete del Reino de los cielos, en el
que el mismo Cristo se nos dará, sin velos, en alimento de
vida eterna glorificada.
Al presentar a los fieles el Pan consagrado antes de la
Comunión, el sacerdote dice estas palabras, compuestas con
210
un texto del Evangelio (Jn 1, 29) y otro del Apocalipsis (19,
9), y que se suele traducir así: "Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
Cena del Señor". Por esta Cena se entiende, y así se explicita
en ocasiones, la Cena eucarística. Pero el texto del
Apocalipsis -como reconoce el cardenal RATZINGER-
habría que traducirlo, del griego original y del latín (Vulgata
y Misal), así: "Dichosos los invitados al banquete de bodas
del Cordero ". Así pues, se trata del Banquete escatológico
(cf. Mt 22, 3; Lc 14,6), del que es anticipo el Banquete
eucarístico.
- La Eucaristía es sacramento que presupone la unión vital
y amorosa con Cristo y con los hermanos, y la incrementa:
+ "Por eso, quien coma el Pan o beba el Cáliz del Señor
indignamente, se hace culpable de profanar el Cuerpo del
Señor. Examínese, pues, cada uno a sí mismo antes de comer
el Pan y beber el Cáliz, porque quien come y bebe sin
discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo..." (I Co
11, 27-32).
- Antes de sentarse a la mesa de los hijos de Dios, el
bautizado que ha roto su unión vital con Dios y con los
hermanos por medio del pecado grave o mortal, debe
reconciliarse con Dios y con la Iglesia mediante el
sacramento de la penitencia, en una confesión individual,
íntegra y contrita (la confesión y absolución generales sólo
están permitidas en circunstancias excepcionales, que la
Iglesia ha concretado).
- Gracias, Jesús, por tu Eucaristía, por este regalo supremo
de tu Corazón; por esta maravilla de tu Sabiduría, Poder y
Amor, que es "el culmen y la fuente de todo el culto y de
toda la vida cristiana" {Código de Derecho Canónico
[CDC] 897). Que el Espíritu Santo, me infunda una honda
211
piedad eucarística, para que viva intensamente este tu Don,
en su triple dimensión de Sacrificio, Comida y Presencia
sustancial permanente; como misterio de fe, prenda de
esperanza y fuente de caridad. Aumenta mi fe, mi
esperanza y mi caridad, con las que deseo identificarme
contigo en tu Eucaristía; y repararte por los que la profanan
o menosprecian. Que mi adoración y amor nunca decaigan,
porque tampoco se apaga tu amor ni cesan los sacrilegios,
frialdades y olvidos... María, "Mujer eucarística", préstame
tu Corazón para que, en las Eucaristías que celebro, pueda
unirme a tu Hijo con unas disposiciones semejantes a las
tuyas, cuando lo acogiste en la Encarnación, lo acompañaste
en el Calvario y lo recibías en la Comunión.
75. Discurso de despedida (Jn 13, 31-14, 31)
Saborea y asimila despacio, con actitud contemplativa,
cada una de estas enseñanzas, promesas y ejemplos de
Jesús, antes de que se adentrara en la espesura de su Pasión.
+ Enseñanzas varias
"Nada más salir Judas", Jesús expansiona su Corazón:
1) dice a lo suyos que la gloria del Padre y del Hijo reside
en la obediencia de Éste hasta la muerte; y les anuncia su
próxima partida (13, 31-35);
2)predice la triple negación del presuntuoso Pedro (13, 36-
38);
3)los previene contra la inquietud y la desconfianza por su
partida: "Una vez que me haya ido y os haya preparado el
lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que podáis estar
212
donde voy a estar Yo" (14, 1-4);
4)a Tomás, que le pregunta sobre el camino para ir
adonde va Él, le responde: "Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida. Nadie puede llegar hasta el Padre, sino por Mí"
(14, 5-7). Jesús-Camino lleva al Padre, como único
Mediador; Jesús-Verdad enseña y encarna la realidad del
Padre; Jesús-Vida comunica la vida eterna del Padre;
5)y, cuando Felipe le pide que le muestre al Padre,
contesta: "El que me ve a Mí, ve al Padre... Es el Padre, que
vive en Mí, el que está realizando su obra... Os aseguro que
el que cree en Mí, hará también las obras que Yo hago, e
incluso otras mayores, porque Yo me voy al Padre" (14, 8-
12);
6)con insistencia les promete atender las peticiones que
hagan en comunión vital con Él y en unión amorosa con los
hermanos: "Cualquier cosa que pidáis al Padre en mi
nombre, os lo concederé, para que el Padre sea glorificado
en el Hijo" (14, 13; 15, 12s.l7; 16, 23b-24);
+ Cinco anuncios del Paráclito
Paráclito, en griego, significa literalmente "aquel que es
llamado junto a uno" (para-kletos, ad-vocatus), para
defenderlo, ayudarlo, consolarlo (consolación =
paraklesis). Esta función es ejercida por el Espíritu Santo
en favor de Cristo en el corazón de los discípulos (Jn 14,
16) o por Cristo ante el Padre en favor de éstos (1Jn 2,1). El
Paráclito designa tres aspectos de la actividad del Espíritu
Santo: presencia de Jesús (Jn 14, 15-17), defensa de Jesús
(Jn 15, 26; 16, 7) y memoria viviente de la Iglesia, que le
permite actualizar lo que dijo Jesús (Jn 14, 16).
213
1.° El Espíritu Santo será "otro Paráclito ", pero en la
misma línea de Jesús, que es el primer Paráclito; será "el
Espíritu de la Verdad" (14, 15-17);
2° "el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, hará que recordéis lo que Yo os he enseñado y os
lo explicará todo" (14, 25);
3.° "Él dará testimonio sobre Mí" y "vosotros mismos
seréis mis testigos, porque habéis estado conmigo desde el
principio" (15, 26s);
4° "os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el
Paráclito no vendrá a vosotros...". Cuando Él venga,
aparecerá con claridad que eran ellos quienes estaban en la
Verdad; que Jesús era el Enviado del Padre, y que el
Príncipe de este mundo, que ha rechazado a Jesús, ha sido
ya condenado (16,4b-ll);
5.° "cuando venga el Espíritu de la Verdad, os iluminará
para que podáis entender la Verdad completa... Él me
glorificará, porque todo lo que os dé a conocer, lo recibirá
de Mí...". (16, 12-15).
- Espíritu Santo, corazón de la Iglesia y alma de mi alma.
Tú y el Verbo sois "las dos manos" con las que el Padre
realiza su obra creadora y recreadora. Yo os adoro y os amo.
Ilumíname, guíame, confórtame, consuélame, cristifícame.
Que, con tu ayuda, Espíritu de Amor y Santidad, conozca
internamente y cumpla perfectamente la voluntad salvadora
del Padre y de Jesús; que me someta siempre a ella con
humilde y filial confianza. Amén.
+ La vuelta de Jesús, su paz y su amor obediente al Padre
1)Después del primer anuncio del Espíritu Santo, les
214
anuncia su vuelta próxima (cuando resucite de entre los
muertos); entonces la presencia del Padre y de Jesús será
plena en los que lo aman;
2)y sintetiza su discurso de despedida, dejándoles "su
paz", una paz que el mundo no puede dar; los anima a no
tener inquietud ni miedo, porque Él volverá pronto a ellos;
su partida debe ser motivo de alegría para los discípulos,
pues los ayudará a comprender mejor sus enseñanzas;
3)a impulsos de su amor de Hijo y Hermano, Él marcha
hacia la muerte, "para demostrar al mundo que amo al
Padre y que cumplo fielmente la misión que me encomendó.
Vámonos de aquí".
76. Instrucciones: la Vid y los sarmientos (Jn 15-17)
- Jesús, quiero escucharte con oídos de discípulo, ya que
me hablas personalmente a mí. María, que, como tú,
escuche, contemple y guarde las palabras y gestos de tu Hijo
en mi corazón creyente.
Israel fue la Viña siempre amada de Dios. Y la obstina-
damente infiel a Dios (Jr 2,21; Is 5; 27, 2-5; Sal 80,9-17),
cuyos arrendatarios maltrataron a sus profetas y terminarán
dando muerte a su Hijo. Dios, entonces, "arrendará la Viña
a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo...
Por eso os digo que se os quitará el Reino de Dios y se
entregará a un Pueblo que dé a tiempo los frutos que al Reino
corresponden" (Mt 21,41.43).
Ese nuevo Israel es la Iglesia de Jesucristo, el cual ha elegido
a cada uno de sus miembros personalmente: "No me elegisteis
vosotros a Mí; fui Yo quien os elegía vosotros".
215
+ El verdadero discipulado o la Vid y los sarmientos (Jn 15,
1-17)
- "Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el Viñador. El
Padre corta todos los sarmientos improductivos y poda los
que dan fruto, para que den más fruto... ". La Vid es Cristo;
y la Iglesia, unida a Cristo, es sacramento de Cristo-Vid
{Lumen Gentium 6c). A los discípulos fieles a la palabra de
su Hijo, el Padre los purificará de todo lo que no es cristiano
(por la Palabra, por el ejercicio de la virtud cristiana, por el
sacramento de la Penitencia y por las pruebas), para que sea
sólo Jesús quien viva en ellos.
- La unión vital y amorosa con Cristo y con los hermanos,
unida al cumplimiento fiel de sus mandamientos, es
requisito esencial para ser realmente de Jesús (en el tiempo
y en la eternidad); y para dar fruto, a la gloria del Padre, en
proporción a esa unión: "Porque sin Mí no podéis hacer
nada". De ahí se deduce la necesidad absoluta de la gracia
santificante y actual, para toda obra sobrenatural. Ese
influjo de la savia de Cristo tiende a expansionarse, con la
libre y meritoria cooperación del hombre, hasta la caridad
perfecta. Y es fuente inexhausta de un "gozo completo",
espiritual y contagioso. (Más adelante, comentaré el man-
damiento nuevo).
- La suerte final del que obstinadamente no se deja injertar
en Cristo o se desgaja de Él, es ser "arrojado fuera" en el
Juicio final, como los sarmientos separados "son arrojados
al fuego para ser quemados" (Mt 13, 40-42; Jn 5, 29).
* "Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del
Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la
vida al mundo, líbrame... de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y no
216
permitas que jamás me aparte de ti" (Oración antes de la
Comunión).
77. Instrucciones: persecuciones, tristeza y gozo
(Jn 15, 18-16, 24)
+ Odio y persecuciones del Mundo (Jn 15, 18-25; 16, 1-4)
- Jesús, encarnación personal del amor del Padre, viene a
implantar el amor entre los hombres, a constituir la
comunidad de los que se aman como Él los ama. Pero la
respuesta que recibe del Mundo es el rechazo y la
persecución, porque no quieren conocer y amar ni a Él ni a
su Padre.
- A sus seguidores les espera, como a su Maestro, el odio
y la persecución por parte del Mundo, "por mi causa", es
decir, porque no pertenecen al mundo sino a Jesús. Más
adelante, les repite lo mismo, "para que vuestra fe no
sucumba en la prueba..., para que, cuando llegue la hora,
recordéis que ya os lo había anunciado Yo".
+ La tristeza y el gozo (Jn 16, 16-24)
- "Dentro de poco dejaréis de verme; pero, dentro de otro
poco, volveréis a verme... Porque me voy al Padre". Los
discípulos se preguntan por el sentido de estas dos frases.
Jesús se las aclara, aludiendo a su próxima muerte y
resurrección: "De momento estáis tristes; pero volveré a
veros y de nuevo os alegraréis con una alegría que nadie os
podrá quitar". A partir de ese día, el Padre se lo irá haciendo
entender todo por medio de su Espíritu.
217
- Se trata de una alegría espiritual, actual y permanente.
Porque, aunque coexistirá con luchas y persecuciones,
nadie podrá anular la victoria que ya ha tenido lugar en la
cruz de Cristo. Es la paradoja del "ya, pero todavía no": ya
tenemos las sabrosas y prometedoras primicias de esa
victoria alcanzada por El; pero todavía no, la plena y
granada cose cha.
78. Oración-síntesis de Jesús al Padre (Jn 17)
El contenido de esta oración, síntesis de los grandes temas de
la teología de Juan, está centrado en la unidad de Jesús, el
Enviado, con su Padre celeste, al que retorna después de
cumplir su misión. Esta unidad se extiende a los creyentes. La
gloria de Dios es la manifestación de Dios en su actividad
salvadora. Aceptar la manifestación de esta gloria en Jesús,
creyendo en su palabra, es participar de la misma vida de Dios.
Y esta participación es la que pide Jesús para sí mismo, para
los discípulos y para los futuros creyentes (cf. "Casa de la
Biblia").
- Quiero, Jesús, sintonizar mi corazón con el tuyo, orar
contigo y como Tú, abrirlo a tus horizontes.
+ Jesús ora por Sí (Jn 17, 1-5)
* "Jesús levantó los ojos y exclamó: 'Padre, ha llegado la
hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a
ti'".
- El Padre glorificará al Hijo al levantarlo por la muerte
en cruz a la gloria de la resurrección, que comparte con Él
desde toda la eternidad. Así quedará manifiesto el amor del
218
Hijo al Padre y a los hombres, en su vida tanto mortal como
glorificada.
- El Hijo ha glorificado siempre al Padre, cumpliendo
fielmente la obra salvadora que Él le ha encomendado; y lo
glorificará ahora entregando su vida y retomándola
libremente por amor. Así quedará manifiesto el amor del
Padre a los hombres al darles a su Hijo (Jn 3, 16), para que
Él les comunique "la vida eterna", que consiste "en que te
conozcan [amorosamente] a ti, el único Dios verdadero, y
a Jesucristo, tu Enviado".
+ Jesús ora por sus discípulos (Jn 17, 6-19)
- Comienza con un reconocimiento gozoso y agradecido:
* "Yo te he dado a conocer a aquellos que Tú me diste de
entre el mundo..., y ellos han aceptado mi palabra...Ahora
saben... que Yo he venido de Ti..." (cf. v.25).
- Sigue con una súplica encendida por ellos:
* "Yo te ruego por ellos... Padre santo, guarda en tu
nombre a los que me has dado para que sean uno, como Tú
y Yo somos uno... No te pido que los saques del mundo, sino
que los defiendas del Maligno...".
-Jesús se consagra sacrificialmente, para que también sus
discípulos sean "consagrados", es decir, plenamente
separados y enviados al servicio de su misión salvadora y
del culto verdadero ("en Espíritu y en Verdad"), instaurado
por su sacrificio:
* "Haz que ellos sean completamente tuyos por medio de la
Verdad; tu Palabra es la Verdad... Por ellos Yo me ofrezco
enteramente a Ti, para que también ellos se ofrezcan
enteramente a Ti, por medio de la Verdad".
219
+ Jesús ora por los creyentes futuros (Jn 17, 20-26)
- Confiesa que el Padre los ama, en el Hijo, con el mismo
amor con que lo ama a Él; y que Él desea tenerlos consigo
participando de su gloria:
* "Padre, yo deseo que todos estos que Tú me has dado
puedan estar conmigo donde esté Yo, para que contemplen
la gloria que me has dado... Les he dado a conocer quién
eres, y continuaré dándote a conocer, para que el amor con
que me amaste pueda estar también en ellos, y Yo mismo
esté en ellos" (Jn 17, 24—26).
- Tanto en el capítulo 13 como en el 17, Jesús recalca con
fuerza el mandamiento del amor mutuo, hasta la unidad
perfecta. Pide, insistentemente, para ellos la perfecta unión
vital y amorosa con el Padre y el Hijo, en el Espíritu Santo;
y también entre todos ellos, como prolongación que es de la
primera o fontal, de la que es su mejor garantía y distintivo:
* "Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado
para que sean uno, como Tú y Yo somos uno... Te pido que
todos sean uno. Padre, lo mismo que Tú estás en Mí y Yo en
Ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo,
el mundo podrá creer que Tú me has enviado... Yo en ellos
y Tú en Mí, para que lleguen a la unión perfecta, y el mundo
pueda reconocer así que Tú me has enviado, y que los amas a
ellos como me amas a Mí" (Jn 17,11b. 21-23).
- Llama a este mandamiento "nuevo" y distintivo de sus
discípulos; y propone como su modelo y fuerza inspiradora
el mismo amor que Él les tiene (13, 34s).
220
Por tanto, cuatro son los grados del amor cristiano:
1.° amar al prójimo como a sí mismo (Mt 22,39);
2° amarlo como a Cristo (Mt 25, 40);
3.° amarlo como Cristo nos ama (Jn 13, 34);
4.° amarlo como el Padre y el Hijo se aman en el Espíritu
Santo (Jn 17,23. 26).
- Jesús, concédeme la gracia de gustar interna y
sabrosamente estos tus gestos y palabras, en los que me
ofreces, concentrado, tu mensaje y tu vida; y proyectarlos
en todas las dimensiones de mi vida: oración retirada y
oración de todas las horas, celebración eucarística, acción
apostólica, convivencia fraterna, trabajo, alegrías y
sufrimientos de la vida.
79. Oración agónica en Getsemaní (Mt 26, 36-46pp)
Es la medianoche, iluminada por una esplendorosa luna llena.
Las ventanas resplandecen con las luces de la cena pascual. El
vocerío alegre de los peregrinos que la celebran al aire libre,
junto al fuego, inunda el ambiente. Jesús y los suyos salen del
Cenáculo, bajan al torrente Cedrón, al este de Jerusalén,
cruzan la zona de tumbas mal cuidadas, suben la pendiente del
Monte de los Olivos y penetran en el huerto de Getsemaní
("Prensa de aceite"), donde todo el ser de Jesús va a ser
"prensado" por el Amor divino y el desamor humano.
La escena, dramática y desconcertante, que aquí acontece es
narrada por los tres sinópticos. Es éste el tiempo anunciado por
221
Lucas, después de las tres tentaciones: "El diablo se alejó de El
hasta el momento oportuno" (Lc 4, 13). Juan alude sólo a la
entrada de Jesús y los suyos en el Huerto y al cáliz que el Padre
le ha preparado (18, 1. 11); y sustituye antes esta escena por la
de los gentiles deseosos de ver a Jesús, que en más de un rasgo
evoca la de Getsemaní (12,27s). Tomo a Mateo como base del
comentario, completándolo con un detalle exclusivo de
Lucas.
+ Llegada al Huerto
- Compañía y lugar: Del Cenáculo, y "como de costumbre"
(Lc 22, 39; cf. 21, 37), Jesús va con los Once al Monte de
los Olivos, lugar conocido por Judas (Jn 18, 2). Ha llegado
"su hora", y quiere derramar su Corazón afligido en el
acatamiento de su Padre, antes de dejarse apresar por sus
enemigos.
- Advertencia e invitación a sus discípulos: El escándalo
de la cruz los acecha y nos acecha. Sólo la oración con Jesús
puede librarnos de sucumbir.
- Elección de los tres predilectos: Sólo los tres más íntimos,
testigos de la resurrección de la hija de Jairo y de su propia
transfiguración gloriosa (Mc 5,37; 9,2), serán los testigos de
su transfiguración dolorosa.
+ Angustia mortal
-La Pasión del Corazón: Los sinópticos nos hablan de tres
sentimientos dolorosos de Jesús en el Huerto: "tristeza"
(lypeíthai: Mt), "terror" {ekthambeísthai: Mc) y "tedio"
{ademoneín: Mc-Mt). Honda tristeza mortal, que ora se
exalta hasta el terror, ora se aplana hasta el tedio. (El miedo
no es necesariamente cobardía).
- Causas de su aflicción: Para mi contemplación personal,
222
puedo atribuir especialmente la "tristeza" a su visión actual
de nuestros pecados, cuya satisfacción vicaria ha asumido;
el "terror", a la previsión cierta de su Pasión terrible,
inminente e inevitable; el "tedio" o hastío, al conocimiento
de la ingratitud de muchos de sus redimidos... Jesús, yo
también experimento estos sentimientos, tan
profundamente humanos, y debo purificarlos y santificarlos
sumergiéndolos en tu Corazón afligido.
+ Oración de Jesús
- Invitación a los tres: A una oración vigilante, para
prevenir el escándalo; y a una presencia de amistad, para su
compasión afectiva y su testimonio efectivo.
- Entrada en oración: Quiere estar solo, con la soledad del
Siervo sufriente y del Hijo amado; y cerca de los suyos, con
la cercanía del Redentor y del Amigo.
- Oración: Tres espacios, de una hora aproximadamente
cada uno, en los que Jesús reza, condensado, su
Padrenuestro, manifestando a "su Abbá" (Me), junto a su
repugnancia natural a beber el cáliz de la ira divina contra el
pecado, su plena conformidad con Su voluntad salvífica
(Mc-Mt; Hb 2, 10. 17-18; 5, 7-10). Tres horas, agónicas,
"repitiendo las mismas palabras" (Mt)... ¿Me atreveré a
justificar el abandono o recorte de mi oración, alegando que
no se me ocurre nada, que no siento nada?
- Reproches a los discípulos: Los encuentra dormidos; y,
con ironía triste y tierna, los apremia, especialmente a Pedro
(Mc 14,37), a la vigilancia orante: "¿ Conque no habéis
podido estar en vela conmigo ni siquiera una hora? Velad
y orad...". Escribe PASCAL: "Jesús estará en agonía hasta
el fin del mundo: no hay que dormirse durante ese tiempo".
Jesús, tengo todo el tiempo del mundo para mis caprichos,
pero me falta una hora para ti.
223
+ Agonía (Lc 22, 44)
- "Un ángel del cielo lo estuvo confortando": No dice
"consolando". Hay gracias de consuelo, que suavizan y aun
suprimen la cruz; y gracias de pura fuerza en fe, gracias de
madurez y heroísmo, que no mitigan la cruz, pero dan
fuerzas para llevarla.
- La agonía sangrienta: Su lucha interior desgarradora, el
verse convertido por Dios en "pecado" (2Co 5, 21; 2P 2, 22.
24), es decir, en expiación de todos los pecados del mundo,
le provoca un sudor copioso, viscoso, sanguinolento
(hematidrosis).
- Oración más intensa: A los discípulos la tristeza los
adormece y les impide orar; a Jesús le hace orar "más
intensamente" (Lc), "repitiendo las mismas palabras"
(Mt)... Jesús, nada puede impedirme orar, abrirme a Dios y
hacer mía Tu voluntad, compartir tu sufrimiento. La que ora
no es la inteligencia ni la sensibilidad, sino la voluntad,
asistida por tu gracia.
+ Fin de la oración en el Huerto
- Reproche: Dolorido y compasivo.
- "Ha llegado la hora " (Mc-Mt): La hora señalada para ser
"entregado" por el amor del Padre, por la traición de Judas
y por el odio de sus enemigos, instrumentos de Satanás
(Mc-Mt).
"¡Vamos!" (Mc-Mt): Contraste entre las angustias
temblorosas de su oración y la firme calma que ahora y
después muestra el Salvador... Jesús, éste ha de ser el criterio
seguro del valor de mi oración: no sus consuelos, sino sus
frutos de adhesión a la voluntad de Dios.
224
80. Arresto de Jesús. Proceso ante Anas y Caifas.
Negaciones de Pedro (Mt 26, 47-75pp)
En los anuncios de la Pasión se habla insistentemente de la
"entrega" de Jesús en manos de los jefes del pueblo (Mt 1, 22s;
20, 18s). Su Pasión es una cadena de sucesivas "entregas" (Mt
26, 15. 21; 27, 2. 26). El arresto de Jesús es el primer eslabón
de esa cadena. Queda bien claro que Jesús acepta
voluntariamente su destino de muerte, y que éste responde al
designio de Dios manifestado en las Escrituras (Mt 26, 54. 56).
Todo tiene el sello de lo conocido y anunciado. Jesús exhorta a
sus discípulos a no recurrir a la violencia. Su camino es el del
amor y la misericordia.
+ Arresto de Jesús, tras un conato de defensa
- Se acerca el ejército del miedo, dirigido por "Judas, uno
de los Doce, el traidor". Un fuerte beso (señal de
discipulado y amistad) es la contraseña identificadora que
utiliza el traidor. Jesús le descubre y se queja, dolorido, de
su falsedad: "Compañero [etaire], /[un beso] para lo que
vienes [a hacer]/ " (Mt). El "Yo-soy" poderoso, que
pronuncia Jesús (Jn) y que derriba en tierra a sus enemigos,
sugiere su dignidad divina. Cuando Pedro intenta defender
a Jesús hiriendo al criado del Sumo Sacerdote, Jesús rechaza
la violencia bienintencionada de su discípulo y restituye al
criado su oreja amputada. "¿Es que no debo beber esta copa
de amargura que el Padre me ha preparado?" (Jn). A Jesús
nadie lo sorprende ni fuerza; sino que, habiendo llegado la
hora señalada por el Padre, Él se entrega al "poder de las
tinieblas" (Lc)... ¿Atribuiré mis males a la mala voluntad de
los demás, para justificar mi rechazo de ciertas cruces? ¡En
225
último término, es siempre permisión amorosa del Padre
bueno!
+ Comparecencia ante Anas
- La comparecencia nocturna de Jesús ante Anas (Jn) no es
propiamente un proceso, sino un careo personal, totalmente
ilegal e injusto: por falta de autoridad, por nocturnidad, por
los falsos testigos, por constantes presiones y violencias
contra Jesús. En medio de tanta infamia, ¡cómo destaca la
dignidad, humildad y amor de Jesús!
- Juan escribe: "Entonces Anas lo envió, atado, a Caifas,
el sumo sacerdote" (Jn 18, 24). Y omite el proceso contra
Jesús, porque en realidad ha ocupado todo su evangelio (Jn
1, 19; 5, 31; 10, 25; 11, 49-53; 12, 31; 16, 8).
+ Primera negación de Pedro
- Tras haber huido como todos, Pedro se recobra de su
desconcierto y, en compañía de otro discípulo, sigue a Jesús
hasta el patio del Sumo Sacerdote. Éstas son las variantes de
su negación: "No sé ni entiendo de qué hablas" (Me), "No
sé de qué hablas" (Mt), "No lo conozco, mujer" (Le), "No,
no lo soy" ["uno de los discípulos de ese hombre"] (Jn).
+ Segunda y tercera negaciones de Pedro, y sus lágrimas
- Sólo reseñaré la cobardía reincidente del presuntuoso
Pedro, el cumplimiento de la predicción de Jesús en la Cena
y de sus advertencias en el Huerto, las imprecaciones y
perjurios de Pedro (Mc-Mt), la mirada dolorida y acogedora
de Jesús (Le), las lágrimas amargas y confiadas de Pedro
(Mc-Mt-Lc). Frente a los tres "Yo-soy" de Jesús, los tres "no
soy" de Pedro. Cuando el hombre reniega de Dios, en
realidad se niega a sí mismo. Jesús, que no abandone la
vigilancia y la oración, que no presuma de mis fuerzas. Y,
226
si te niego, detente junto a mí y mírame con amor compa-
sivo y transformante.
+ Ultrajes
- Los evangelistas hablan de: bofetada (Jn), bofetadas,
puñetazos, escupitajos (Mc-Mt), burlas, malos tratos,
insultos (Lc). Los que lo tienen preso se divierten a costa de
Jesús-Profeta, con un juego de adivinanza (Lc).
Probablemente, después, lo descuelgan a uno de aquellos
pozos profundos y oscuros, viejas cisternas convertidas en
mazmorras, similares a las descubiertas recientemente entre
los restos del palacio del Sumo Sacerdote, y donde hoy día
los peregrinos rezan el salmo 69: "¡Sálvame, oh Dios, que
estoy con el agua al cuello! Estoy hundido en un cenagal
sin fondo...". Y ellos, Jesús, son instrumentos inmediatos -
más o menos responsables- de mis pecados.
81. Primera parte del proceso ante Pilato y
comparecencia ante Herodes
(Jn 18, 28-40pp; Lc 23, 8-12; Hch 4, 27)
Ofrezco, en síntesis, la orientación de cada una de las
cuatro narraciones evangélicas, para que cada uno lea y
contemple la que entonces más le ayude. El proceso ante
Herodes es exclusivo de Lucas.
I PRIMERA PARTE DEL PROCESO ANTE PILATO (Jn 18,28-
19,16pp)
+ Narración de Marcos (15. 1-20)
- Es la más simple, detallada y verosímil. En el relato se
227
aprecian dos fases, separadas por un intermedio. La primera
fase trae un encuentro entre Pilato y los jefes judíos (v. 2-
5). En el intermedio, la turba viene a pedir gracia para un
preso, por la Pascua (v. 6s). En una segunda fase, se
continúa el proceso en audiencia pública, a la cual asiste la
turba, para terminar con la sentencia condenatoria. (Después
expondré la flagelación y los ultrajes: v. 15-20)
- Desde el comienzo, se subraya el carácter político del
debate (sólo aparentemente, por parte de los judíos) y de la
condena. Silencio de Jesús ante las acusaciones de los
judíos y la pregunta insistente de Pilato. Pilato ve en la
amnistía pascual una excelente ocasión para no condenar a
Jesús. Pero la gente, incitada y excitada por los sanedritas,
pide vociferante la amnistía para un terrorista asesino.
Pilato se rinde y, en lugar de soltar a Jesús, el inocente, deja
libre a Barrabás, el asesino.
- ¡Cuánto prejuicio, odio e injusticia en los sumos
sacerdotes y sanedritas! ¡Cuánto gregarismo e ingratitud en
la turba vociferante! ¡Cuánta artimaña, inconsecuencia y
cobardía en Pilato! Y ¿en mí..?
+ Narración de Mateo (27, 1-31)
- Mateo añade a la narración de Marcos estos detalles: el
suicidio de Judas (v. 3-10), la intervención de la mujer de
Pilato (v. 19), el gesto de lavarse Pilato las manos (v. 24s),
la culpabilidad especial de las autoridades judías.
+ Narración de Lucas (23, 1-25)
- De los tres motivos de acusación que aducen las
autoridades judías (alborotador del pueblo, enemigo del
tributo imperial y pretensión real: v. 2), los dos primeros
son totalmente falsos; y, en el tercero, el sentido de "Rey"
228
está deformado. Con la triple declaración de inocencia por
parte de Pilato, Lucas –lo mismo que Juan- quiere
convencer a los romanos de que nada tienen que temer del
cristianismo. ¡Qué fácil es, Jesús, deformar ciertos detalles
de la verdad, hasta convertirla en una calumnia! ¿No he
procedido alguna vez así?
+ Narración de Juan
- El juego escénico entre fuera del Pretorio y dentro del
Pretorio preside todo el diálogo: hasta siete salidas y
entradas, perfectamente dispuestas. Juan explica por qué
Jesús fue crucificado y no lapidado. Con el segundo diálogo
de Pilato y Jesús (v. 33-38), Juan explica el sentido legítimo
del título "Rey de los judíos". Después introduce en el
proceso el auténtico motivo de la condena para los judíos, que
es de carácter religioso (v. 6-11). Pilato cede sólo por la
intimidación de los judíos.
IGNACIO DE LA POTTERIE defiende como más probable esta
lectura: "y sentó [a Jesús] pro tribunali", es decir, en actitud de
juez (ironía joánica).
En "la hora sexta" comenzaban los preparativos de la Pascua,
con el sacrificio del cordero pascual.
II. COMPARECENCIA ANTE HERODES (Lc 23,6-12; Hch 4,27)
- Pilato lo envía a Herodes, bajo cuya jurisdicción Jesús
vive e inició su predicación (3, 1; 23, 5). Se trata de un gesto
de cortesía y, quizás, de búsqueda de un consejo o de un
gesto que le permita salvar a Jesús. Sabemos que Herodes,
por simple curiosidad, quería ver a aquel profeta, hacedor
de grandes prodigios (9, 8s). Sin embargo, las múltiples
preguntas del cruel y adúltero asesino de Juan Bautista,
encuentran como respuesta el silencio de Jesús (Is 53, 7).
229
Herodes, mortificado en su orgullo, se burla de Él haciendo
una parodia con un vestido llamativo, como si invistiera a
Jesús de ornamentos reales que evocan su acusación (23, 2).
La enemistad que existía entre Herodes y Pilato, y que
confirman los historiadores de la época como Flavio Josefo,
desaparece a partir de aquel momento... Jesús, tu silencio
ante nuestras súplicas ¿no se deberá, con frecuencia, a los
desórdenes de nuestro corazón, sordo a Dios y a los
hermanos?
Al igual que Jesús comparece sucesivamente ante el
Sanedrín, ante Pilato y ante Herodes, también Pablo
comparecerá ante el Sanedrín, ante Festo y ante Agripa (cf. Mc
13, 9).
82. Segunda parte del proceso ante Pilato
(Jn 19, l-16pp; Hch 4, 27)
I. "ECCE HOMO"
- La escena del "Ecce Homo", narrada por Juan en medio
del proceso (19, 1-5), parece ser la misma que Mc-Mt nos
ofrecen al final. Ya que la flagelación era el preludio
inmediato de la crucifixión, parece ser que Mc-Mt tienen
razón al colocarla después de la sentencia, inmediatamente
antes de la salida hacia el Calvario. Por el contrario, la
escena de los ultrajes, en torno a la coronación de espinas,
cuadra bien en medio del proceso. En Mc-Mt, los ultrajes a
Jesús Rey siguen a la comparecencia de Jesús ante Pilato,
como los ultrajes a Jesús-Profeta seguían al proceso de
230
Jesús ante el Sanedrín. En Juan, esta escena es la parte
central de la comparecencia de Jesús ante Pilato. Lucas ha
separado sus elementos, asignando unos a la escena ante
Herodes y otros a la de la Cruz...
II. FLAGELACIÓN Y CORONACIÓN DE ESPINAS
- Los evangelistas se limitan a enunciar la flagelación de
Jesús; mientras que dan algún detalle al narrar su coronación
con ramas de fuertes y largas espinas. Todos conocían el
terrible y humillante tormento de la. flagelación, infligido con
instrumentos crueles. El látigo estaba hecho de cuerdas
entrelazadas con huesecillos o bolas de metal (flagrum) o de
finas tiras de cuero o con nervios (flagellum): el primero
machacaba, el segundo rasgaba. El suplicio romano se
aplicaba sólo a los esclavos y a los no ciudadanos romanos,
después de la condena a muerte. Jesús sale mortalmente
herido de la flagelación, como se deduce de que no pudiera
llevar el palo transversal de su cruz, y de que muriera en la
cruz en unas tres horas, con asombro de Pilato. La muerte del
crucificado acaecía no por hemorragia, sino por asfixia...
- Jesús, mucho es lo que tenías reparar con tu cuerpo y alma
virginales, triturados y desgarrados por los pecados con que
los hombres se degradan al profanarse a sí mismos y a los
demás, imágenes y templos de Dios...
83. Silencio de Jesús en la Pasión (Mc 15, 4s; Jn 19, 9)
Los tres sinópticos subrayan el silencio sorprendente de Jesús
en su Pasión (Mc 14, 60s; 15,4-5pp; Jn 19, 9). Me fijaré,
principalmente, en el silencio de Jesús frente a Pilato: "Pero
231
Jesús no respondió nada más, de modo que Pilato se quedó
extrañado" (Mc15,4s; cf. Jn 19,9).
+ Mirada a Jesucristo
- Durante su vida, Jesucristo confundió siempre a sus
enemigos, cuando lo acusaban o argüían (Mt 21-22). En el
tribunal religioso y civil, es llamado ahora blasfemo,
embaucador, alborotador, enemigo de Roma. Sus enemigos
buscan acusadores y testigos falsos: lo acusan con
vehemencia (Me 15, 3; Lc 23, 10), gritan desaforadamente
pidiendo su muerte (Lc23,18. 21. 23pp).
- Y Jesús calla. Es el Rey de Israel, y lo niegan; la Verdad,
y lo calumnian; la Bondad infinita, y le ofenden. Y Jesús calla.
Calla, aun poniendo en peligro su autoridad, su honra y su
influencia con el pueblo. Calla, aun sabiendo las
consecuencias de su silencio. Sus enemigos temen que hable:
lee en sus corazones, nadie puede probarle pecado alguno,
nadie puede convencerle de error, nadie puede hacerle perder
el autocontrol. Y Jesús calla.
- ¿Qué pensarían sus amigos? ¡Señor, habla! El mismo
Pilato lo incita: "¿No respondes nada? Mira de cuántas
cosas te acusan" (Mc 15,4). "¿Te niegas a contestarme?
¿Es que no sabes que yo tengo autoridad tanto para dejarte
en libertad como para ordenar que te crucifiquen?" (Jn
19,10).
- Pero Jesús no se defiende. Calla. Calla sin despecho, sin
altivez; modestamente, humildemente. Calla. Calla el que
siempre habló "con autoridad" (Mt 7, 29), "como nadie ha
hablado jamás" (Jn 7, 46). Una palabra le hubiera bastado,
y calla. Es verdad: nadie habló nunca como Él, pero nadie
calló jamás como Él. "Acosado a calumnias, respondió con
un silencio triunfal" (SAN AMBROSIO). "¡Oh Cristo, que
callas para hablarnos!" (M. DE UNAMUNO). SU silencio
232
elocuente se hace total con su muerte...
+ Mirada a mí mismo
- Jesús, callas por mí: para expiar mis palabras de queja
amarga, de excusa innecesaria; para curar mi sensibilidad
orgullosa, mi amor propio herido, mi corazón alborotado.
Callas, para enseñarme a callar: ante palabras
descompuestas, ofensivas, injustas; ante palabras que me
contradicen, me hieren, me desprecian; ante la ingratitud, el
desdén, las órdenes secas y tajantes, los juicios
apasionados. Callas, para que aprenda a recibir con
humildad los avisos y correcciones; las reprensiones
infundadas. ¡Señor, no calles! Hazme oír tu voz. ¡Habla,
Señor, que tu siervo escucha! Habíame al corazón, y
enséñame esta doctrina que tanto me cuesta. Cuando yo, por
soberbia, me defiendo, tú callas; cuando yo, por tu amor,
callo, tú hablas por mí. Que tu silencio me enseñe, que tu
silencio me defienda. ¡Señor, enséñame a callar: a no
quejarme de nada, ni de nadie, ni de mí mismo, ni por fuera
ni por dentro! "La verdad padece, pero no perece" (SANTA
TERESA).
84. Crucifixión y muerte de Jesús (Jn 19, 16b-24pp)
En un acto supremo de obediencia y confianza, Jesús
entrega libremente su vida en las manos del Padre, revelando
así su amor "hasta el fin" a su Padre y a sus hermanos, los
hombres. El Padre entrega a su Hijo a la muerte, como rescate
generoso y expiación reparadora de los pecados del mundo. El
sacrificio santo del Hijo es el rescate, "el precio", que el Padre
paga y la expiación santificadora que el Padre nos regala y que
233
"nos vuelve gratos" en su presencia. Así se glorifican
mutuamente el Padre y el Hijo, en la salvación de los hombres.
El Gólgota (Calvario o Calavera) era una región de huertos y
tumbas, fuera de las murallas de la ciudad, al noroeste de
Jerusalén. Incluía una pequeña elevación ! de unos cinco
metros. Este es el lugar de la crucifixión y muerte de Cristo. Se
encuentra dentro de la Basílica del Santo Sepulcro; y sobre su
autenticidad no cabe duda razonable.
+ Crucifixión
- Pilato sucumbe a las presiones de los judíos y les "entregó
a Jesús para que fuera crucificado" (Mc-Mt-Jn), "para que
hicieran con Él lo que quisieran" (Lc).
- Según el Evangelio, y contra la costumbre romana, "le
vistieron con sus ropas y le sacaron para crucificarle" (Mc-
Mt). Los romanos requisan a Simón de Cirene (cf. Gn 22,
6. 9), obligándole a llevar el travesaño de la cruz "detrás de
Jesús" (Lc 23, 26; 14, 27), exhausto después de tanto
tormento. Lucas resalta la compasión de las multitudes y de
las mujeres. La respuesta de Jesús a las mujeres es una
censura, llena de misericordia, sobre los verdaderos
culpables.
- Resuenen, Jesús, en mi corazón tus palabras y las de san
Pablo: "El que quiera venir en pos de Mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga" (Lc
9, 23; cf. 14, 27). "Vivo creyendo en el Hijo de Dios, que
me amó y se entregó por mí" (Ga 2,20;cf.Ef5,2.25).
- La crucifixión era un suplicio infamante y cruel,
reservado a los esclavos y a los que no eran ciudadanos
romanos. Jesús rehusa aquella bebida enervante que le
ofrecen para mitigar sus dolores (Mc-Mt). Los evangelistas
no describen la crucifixión. Se limitan a referir toda una
234
serie de detalles significativos por sus reminiscencias
veterotestamentarias: reparto de los vestidos (Sal 22, 19),
colocación entre dos ladrones (Is 53, 12); vino mezclado
con hiél (Sal 69, 21), sorteo de los vestidos (Sal 22, 19),
escena de las burlas (Is 53, 12; Sal 22, 7-9).
+ Fenómenos que acompañan a la muerte de Jesús, el
gran Día de Yahvé
- Las tinieblas: Evocan, quizás, las de Egipto (Ex 10,22);
para insinuar que, con la muerte de Jesús, se inicia el Éxodo
hacia la nueva tierra y los nuevos cielos.
- El velo rasgado del Templo: Probablemente se trata del
velo que sirve de separación "entre el lugar santo y el lugar
santísimo" (Ex 26, 33). Rasgar este velo era suprimir el
secreto y la exclusividad del culto judío. Por la muerte de
Cristo quedó abolido el culto judío; la religión se hace
universal; y Jesús, penetrando en el santuario de los cielos,
abre los accesos de la salvación a todos los hombres.
+ Las burlas de los transeúntes y sanedritas
- Son un eco de las tentaciones de Jesús en el desierto (Mt
4, 1-11) y de los cargos contra Él en el proceso; pero se
centran en el "¡Sálvate a ti mismo, bajando de la cruz!" Él
se salvará y nos salvará, no bajando de la cruz, sino con su
obediencia al Padre hasta la muerte en cruz y con su
resurrección.
+ Confesión del centurión y resurrección de algunos
muertos
- La confesión del centurión es la aurora del acceso de los
paganos a la salvación cristiana. Y la resurrección de
algunos muertos (Mt 27, 51b-53) puede ser la dramatización
del dogma del descenso de Jesús a los infiernos, con la
235
resurrección final anticipada.
+ La transfixión del costado de Cristo (Jn 19, 31-37)
- Le dedicaré una contemplación especial...
+ Reflectir sobre mí mismo
- Señor, tu amor no fue una broma. Que, lejos de renovar
tu crucifixión y las burlas contra ti con mis pecados
reiterados (Hb 6, 6), crucifique mi yo egoísta y pecador en
tu cruz redentora (Ga 5,5; Rm 6,6). Que pueda decir, con
san Pablo: "Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo,
sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20). "En cuanto
a mí, jamás presumo de algo que no sea la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para
mí y yo para el mundo" (Ga 6, 14). Jesús, que, a semejanza
tuya, espere y abrace mi muerte como la consumación de
mi condición filial, sabiendo que ella sólo es el comienzo
de mi eterno nacer, para vivir siempre en Dios contigo.
85. Traspasamiento del costado de Cristo
(Jn 19, 31-37; cf. 7, 37-39)
+ Las figuras y profecías mesiánicas sobre el agua, en el
AT
- El agua milagrosa que, en Refidim, Moisés hace brotar
de la roca, golpeada por su cayado (Ex 17,1-7; Nm 20, 7-
13), es figura de los bienes de la salvación que brotarán del
costado de Cristo en la cruz (ICo 10,4). Las profecías que
utilizan el agua como símbolo de los bienes mesiánicas, son
muy abundantes (Is 41, 17-19; 44, 1-4...; Ez 11, 19s; 36, 25-
28...; Za 13, 1; 14, 8...).
236
+ La promesa de Jesús
- Cristo, que había prometido a la samaritana un agua
saciativa, que se convertiría en el interior del creyente "en un
manantial del que surge la vida eterna " (Jn 4,14), en la
fiesta de las Tiendas, "el último día, el más importante de la
fiesta, Jesús puesto en pie ante la muchedumbre, afirmó
solemnemente: 'Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba
el que cree en Mí. Como dice la Escritura: 'De su seno [de
lo más profundo de su ser] brotarán ríos de agua viva'" (Jn
7, 37s).
- Esta agua abundante no es otra que el agua mesiánica,
figurada y profetizada en el Antiguo Testamento, como
explica a continuación el evangelista. "Decía esto
refiriéndose al Espíritu que recibirían los que creyeran en
Él. Y es que aún no había [sido comunicado el] Espíritu,
porque Jesús no había sido glorificado [por su muerte-
resurrección]" (Jn 7, 39).
+ El cumplimiento (Jn 19, 33-37)
* "Cuando se acercaron a Jesús, se dieron cuenta de que ya
había muerto; por eso no le rompieron las piernas. Pero
uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y, al
punto, brotó de su costado sangre y agua. El que vio estas
cosas da testimonio de ellas, y su testimonio es verdadero.
Él sabe que dice la verdad, para que también vosotros
creáis. Esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: 'No
le quebrarán [al cordero pascual] ningún hueso' [Ex 12,
46]. La Escritura dice también en otro pasaje: 'Mirarán al
[primogénito] que traspasaron' [Za 12, 10]" (Jn 17, 33-37).
- ¿Qué es lo que hemos de creer? Que Cristo es "el
237
Cordero que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29) e
inaugura la nueva Pascua; el Primogénito "a quien
traspasaron " sus hermanos y "a quien llorarán " contritos;
la fuente de todos los bienes mesiánicos, simbolizados en
esa sangre y esa agua que brotan de su Corazón traspasado.
El Corazón de Cristo (es decir, Cristo en su centro más
profundo y condensador de toda su persona) es la fuente de
todos los bienes mesiánicos: del Espíritu Santo, Don
supremo; de la Iglesia que, como esposa de Cristo, nace del
costado del nuevo Adán dormido en la cruz, y que es
congregada y vivificada por el Espíritu; del Bautismo y de
la Eucaristía, que, simbolizados por el agua y la sangre,
hace la Iglesia y hacen a la Iglesia; de María, que, redimida
por Cristo con redención preventiva, colabora con Él y bajo
Él en la misma obra de la redención; de todos los dones de
la salvación...
Ese Corazón, es decir, Cristo en su centro más profundo,
es:
1) sólo Amor al Padre y a los hombres (amor
simbolizado naturalmente en su corazón físico), que
reclama el amor consagrado de sus redimidos;
2) Amor ofendido, que exige amor reparador;
3) Amor universal, que pide a sus amigos un amor
apostólico que lo proclame e irradie a todos los hombres.
Éstos son los tres elementos esenciales del culto al Corazón
de Jesús: consagración, reparación y apostolado.
238
86. Contemplación de Cristo crucificado
Esta contemplación es un resumen de toda la Pasión, y
se inspira en estas palabras de un sermón de SAN BERNARDO:
"Vide pendentem, audi clamantem, considera morientem:
Mira al que cuelga, escucha al que clama, contempla al que
muere". Esta división se ajusta perfectamente al esquema de
la contemplación ignaciana: ver, oír, mirar. Ofrece materia
para muchos ratos de contemplación amorosa.
+ Mira al que cuelga de la cruz
- Examina, con mucha calma y amor, ese retablo de
dolores. Contempla su cuerpo destrozado, recorriendo sus
miembros y recordando dónde y cuándo le hicieron esas
heridas. No hay en Él parte sana. - Penetra en su Corazón,
desgarrado por todas las penas: traición de Judas,
negaciones de Pedro, abandono de sus discípulos, odio de
las autoridades religiosas, agonía ultrajada, dolor de su
Madre y de sus amigos, ingratitudes y ofensas pasadas y
futuras...
- Parece que Dios se ha eclipsado: "Ésta es vuestra hora:
la hora del poder de las tinieblas" (Lc 22, 53b).
Desamparado (entregado por su Padre a una Pasión sin
calmantes), condenado por la autoridad religiosa y civil,
colgado entre ladrones, fracasado en su obra, no puede
salvarse, no baja de la cruz.
- Y todo, Jesús, por mí y para mí: a causa de mis pecados
y para mi salvación. Señor, dame luz para conocer
internamente el misterio de la Cruz en ti, en mí y en mis
hermanos...
239
+ Escucha al que clama
Estas siete palabras son el testamento de Jesús moribundo.
En él nos lo deja todo: su perdón, su cielo, su Madre, su
compañía, su alivio, su obra, su Espíritu. Quiero escuchar cada
una de estas palabras, refiriéndolas a Jesús, a María y a mí
mismo...
1.a "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,
34)
- Tú, Jesús, perdonas y disculpas a tus enemigos; y, en
ellos, a nosotros, pobres ignorantes de Dios y de nosotros
mismos... - Y, contigo, María... - Yo, Señor, quiero
perdonar y pedir perdón, disculpar y pedir disculpas. En el
día de mi juicio, mídeme con medida de misericordia...
2a. 'Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lc 23,
43)
- Tú, Jesús, respondes con una promesa de generosidad
inaudita a la confesión admirable del malhechor
convertido... - Y María envuelve, con mirada maternal, al
hijo recobrado... - Yo, Señor, reconozco mis injusticias,
confieso tu santidad, confío en tu misericordia y espero
escuchar de tus labios esas mismas palabras en la hora de
mi muerte...
3a. "Mujer, ahí tienes a tu hijo"... "Ahí tienes a tu Madre"
(Jn 19, 26s)
- Tú, Jesús, nos confías a los cuidados maternales de
María; y nos invitas a acogerla filialmente entre nuestras
pertenencias esenciales de discípulos tuyos... - María acepta
y vive, con callado amor, tan sagrada encomienda... - Yo,
Señor, quiero vivir profundamente mis relaciones filiales
240
con María, persuadido de que, "si queremos ser cristianos,
debemos ser marianos" (PABLO VI); convencido de que, en
la vida y en la muerte, María me cuidará como a hijo suyo
predilecto...
4a. "Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt
27, 46; Mc15, 34; Sal 22, 2. 23-32)
- Tú, Jesús, sufres, sin consuelo, tu pasión y muerte, para
rescatarnos de nuestros alejamientos de Dios y restituirnos
a la casa del Padre... - María, refugio de pecadores, comparte
tu abandono y tu tarea de convertirnos a Dios... - Yo, Señor,
quiero llorar contigo mis abandonos de Dios, confiar en su
bondad de Padre, acudir filialmente a María, acompañar en
sus soledades a los solitarios de la vida y en su vuelta penosa
a los alejados de Dios...
5a. "Tengo sed" (Jn 19, 28)
- Tú, Jesús, sufres una sed fisiológica crudelísima, figura
de tu sed insaciable de la voluntad salvífica del Padre... -
María participa de esa sed espiritual... - Yo, Señor, te pido
sed de Dios y de la salvación plena de mis hermanos. Sé tú
mi fuente saciadora, y hazme regato en el que mis hermanos
sedientos puedan, con tu agua, saciar su sed de Infinito...
6a. "Todo está cumplido" (Jn 19, 30)
- Tú, Jesús, ves al fin saciada tu hambre de hacer la
voluntad del Padre, llevando a cabo su obra de salvación...
- María, la fiel esclava del Señor, ratifica, al pie de la cruz,
su "sí" inicial... - Yo, Señor, quiero cumplir y acatar siempre
tu voluntad amorosa, a la espera de pronunciar, en la hora
de mi muerte, el "sí" eterno y feliz...
7a. "Padre, a tus manos confío mi espíritu" (Lc 23,46)
241
- Tú, Jesús, mueres con un grito de esperanza suprema, que
penetra victorioso en el corazón del Padre...
- María vive confiada en las manos de Dios; y, cuando le
llega la hora de su muerte, repite tu gesto de confiada
entrega: "Hijo, a tus manos confío mi espíritu"...
- Yo, Señor, desde ahora, acepto mi muerte imprevisible; y
la uno, con la de María, a la tuya, en la segura confianza de
ser acogido en tu Corazón. Amén...
+ Contempla al que muere
* "E inclinando la cabeza, entregó el espíritu" (Jn 19, 30b). "Yo
doy mi vida por las ovejas... Yo soy quien la doy por mi propia
voluntad. Yo tengo poder para darla y para recuperarla de
nuevo" (Jn 10, 15. 18).
- Tú, Jesús, mi Dios y mi hermano, mueres por mi amor y
por mis pecados. En mi nombre y en nombre de todos mis
hermanos, me apropio las palabras de san Pablo: "Nos
apremia el amor de Cristo, al pensar que, si uno ha muerto
por todos, todos por consiguiente han muerto. Y Cristo ha
muerto por todos, para que los que viven no vivan para ellos,
sino para el que ha muerto y resucitado por ellos" (ICo 5,
14s).
87. Sepultura de Jesús y custodia del sepulcro. Soledad
de María (Mt 27, 57-66pp)
+ Descendimiento
- José de Arimatea, discípulo vergonzante de Jesús,
pertenece, sin duda, a la categoría de los grandes pro-
pietarios que forman parte del Sanedrín. Gracias a su
242
intervención providencial ante Pilato, el cadáver de Jesús
no va a parar a la fosa común.
+ Unción y sepultura
- Nicodemo, "miembro de la secta de los fariseos y
principal entre los judíos " y simpatizante oculto de Jesús
(Jn 3, l s), llega "con unos treinta kilos de una mezcla de
mirra y áloe" (Jn 19, 39).
El cadáver de Jesús es desclavado de la cruz, ungido
precipitadamente, envuelto en una sábana nueva y,
seguramente, depositado en brazos de su Madre. María besa
sus llagas y su frente yerta. ¡Cuánto dolor, María, al
contemplar aquel retablo de sufrimientos; al ver apagada la
luz de aquellos ojos que encendieron el sol y las estrellas,
que deslumbraron tu corazón y que iluminaron los caminos
de todos los hombres!
- Nicodemo y José de Arimatea intervienen en la sepultura
de Jesús. Ninguno de los Doce aparece en ella. Algunas de
las mujeres observan. Nadie, fuera de María, espera la
Resurrección. ¡Cuánto dolor, Señora, al ver desaparecer el
cadáver de tu Hijo, en la oscuridad de la cueva sepulcral; al
escuchar el chirrido y el golpe siniestro de la piedra redonda
que la cierra! En compañía de aquel pequeño grupo de
discípulos, te arrancas de aquel sagrado relicario; y vuelves
a la ciudad, para cumplir el descanso sabático, a la espera -
sólo tú- de la Resurrección.
+ El sepulcro custodiado
- Este episodio, exclusivo de Mateo, refleja una polémica,
que se deja adivinar en el relato siguiente de la resurrección.
El evangelista trata de refutar la calumnia de los judíos, que
aseguraban que los discípulos de Jesús habían robado y
243
ocultado el cuerpo de Jesús.
+ Soledad de María
- Después de escuchar los desahogos de todos y de
consolar a todos, sin que nadie pueda consolarte a ti, Madre,
te retiras a tu sola Soledad. Todos, menos tú, han perdido su
fe en la mesianidad de Jesús. Sólo tú crees en su divinidad.
Toda la fe y toda la esperanza cristianas de la humanidad se
concentran, en estos tres días, en tu Corazón. Esta seguridad
en el cumplimiento de las promesas de Jesús, en nada
suaviza tu Soledad; pero la sostiene, confortándola con la
presencia vivificante del Espíritu de Jesús. Quiero
acompañarte, María, en tu Soledad de corredentora; y
aprender de ti a ser fiel a Dios en mis pruebas, con una fe
inconmovible, con una esperanza inquebrantable y con una
caridad indeficiente.
244
245
V. APARICIONES. ASCENSIÓN. PENTECOSTÉS
La contemplación de las manifestaciones de Cristo
resucitado a sus discípulos y testigos elegidos se orienta
hacia una participación amorosa en el gozo de Cristo
resucitado, por la realización de su proyecto salvífico sobre
la historia. Estas contemplaciones disponen para recibir el
consuelo pascual de Jesucristo, en un aumento palpable de
la fe, esperanza y caridad; y orientan hacia la Iglesia,
tipificada en María, Madre del Cristo total, donde el
cristiano, como miembro suyo, ha de recibir y vivir con
plenitud el don de Dios. La identificación amorosa con
Jesucristo se extiende a la solidaridad con las criaturas, a
las que alcanza la resurrección de Jesucristo, en las que El
vive y a través de las cuales debe ser encontrado.
Jesucristo -que siempre fue plenamente el Hijo de Dios-
es "constituido, por su resurrección de los muertos, Hijo
poderoso de Dios según el Espíritu santificador" (Rm 1, 4).
Por la resurrección, realizada por el Espíritu (Rm 8, 11), el
Dios que resucita a los muertos recibe a Jesús en su regazo
creador de Padre, haciéndole "renacer" como Señor de la
vida y Salvador glorioso de todos los hombres.
El hombre es un ser programado, en Cristo, para la
resurrección plena (Rm 8, 29). La resurrección universal es
la culminación del amor paternal de Dios en Cristo (I Co
15,13; 2Co 5,15; GS 8b). También la creación "será
liberada de la servidumbre de la corrupción y participará
así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios" (Rm 8, 20-
22; LG 48; GS 39).
246
88. Aparición a su Madre
Los Evangelios sólo recogen las apariciones de Jesús a los
discípulos, que necesitaban confirmar su fe imperfecta en Él
y comenzar a creer en su resurrección, para ser después los
testigos inmediatos y fidedignos de Jesucristo muerto y
resucitado. La aparición a María es para hacerla crecer en la
fe, esperanza y caridad pascuales. María es dichosa porque
cree en su Hijo, Mesías-Dios, antes de haberlo visto
Resucitado (Jn 21, 29).
Aunque la Escritura silencia la aparición a María, la está
exigiendo. Cuando, en Cana, Jesús le dice que "mi hora aún
no ha llegado" (Jn 2, 4), la está emplazando para la hora de
su plena glorificación por su muerte (Jn 19, 25-27),
resurrección y envío del Espíritu Santo (Hch 1, 14; 2, l ss).
Si María es la santa y virginal Madre de Jesucristo y, en el
orden de la gracia, la Madre de la Iglesia por su fiel
cooperación en la obra de la redención, tiene que ser
también la primera beneficiaria de la gracia pascual y, como
tal, su primera y universal testigo y prototipo, la puerta
general para entrar en las alegrías pascuales. Ella es el
ejemplo más excelente y cercano de lo que significa
contemplar y aplicar los sentidos a Cristo resucitado e
irradiarlo en la vida. Que ella interceda ante su Hijo para
que Él, por su Espíritu, me conceda "gracia para me alegrar
y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo
nuestro Señor" [221] y reflejarlo en todo mi ser y actividad.
"Díjome [el Señor] que, en resucitando, había visto a nuestra
Señora, porque estaba ya con gran necesidad; que la pena la
tenía tan absorta y traspasada, que aun no tornaba luego en sí
para gozar de aquel gozo;... y que había estado mucho con ella,
247
porque había sido menester, hasta consolarla" (SANTA TERESA,
Cuenta de conciencia 13.a, abril 1571).
- La aparición a María es primordial, original y
transformante. Jesús se muestra "a su bendita Madre" [117],
la abraza, la consuela [224] y le comunica a raudales la
gracia pascual. Ella ve y mira a su Hijo resucitado, lo oye y
escucha, lo huele y aspira, lo toca y palpa: con los sentidos
exteriores e interiores, con la fe más pura y la experiencia
más honda, con el amor gozoso más entrañable y
desinteresado, con la confianza más firme e inquebrantable.
Con la presencia y el contacto con Jesús, se le disipan todas
las tristezas, le brota abundosamente una alegría nueva y
jubilosa, se le esclarecen aún más los hechos y palabras de
Jesús, se le acrecientan todas las virtudes, se le otorgan
gracias muy especiales que la desbordan. Experimenta que
su Corazón de Madre se le ensancha hasta abarcar el mundo
entero y quedar convertido en el seno virginal de la nueva
humanidad.
- Deja que te mire, María, para, con tus ojos y tu corazón,
ver y sentir gozosamente a Jesús resucitado...
89. Aparición a María Magdalena y a otras mujeres
(Jn 20, 1-18; Mc 28, l-10pp)
+ Tumba vacía y mensaje del ángel
Los cuatro evangelistas hablan de la visita de las mujeres al
sepulcro para completar, tras el reposo sabático, el apresurado
embalsamamiento del viernes anterior.
- Al llegar junto al sepulcro, estas tres mujeres, fieles y
248
madrugadoras, oyen resonar, con asombro, el mensaje
angélico de la Resurrección de Jesús: "¡Ha resucitado; no
está aquí!". Se afirma la Resurrección antes de cualquier
alusión a la ausencia del cadáver. La tumba vacía no es la
explicación, sino un efecto constatable y necesario de la
Resurrección. Las mujeres reciben el encargo de anunciar
la Resurrección de Jesús a los discípulos, para que se reúnan
con Él en Galilea.
- Si del discípulo amado se dice que, al contemplar la
disposición de los lienzos [ozoníoi] (o sábana) y del
sudario, "vio y creyó" (Jn 20, 6-9), es sólo para significar
que los discípulos ideales son aquellos que "creen sin haber
visto " (Jn 20, 29). El lienzo y el sudario, bajo la iluminación
del Espíritu, no le hacen creer, sino tan sólo recordar las
palabras de la Escritura y de Jesús sobre su próxima
resurrección; y sólo por ellas comienza a creer.
La carrera de Pedro y del discípulo amado y el com-
portamiento de ambos al llegar al sepulcro responden quizás a
la problemática de la comunidades joánicas, que defendían la
igualdad de su maestro Juan respecto a Pedro e incluso la
supremacía en ciertos aspectos, como su clarividencia
espiritual. El amor, personificado en el discípulo amado, es el
primero en llegar y comenzar a creer; pero el ministerio
petrino, representado en Simón, tiene preeminencia a la hora
de entrar, constatar y confirmar. Los dos carismas se
complementan; aunque es el segundo el que está al servicio
del primero.
+ Aparición de Jesús a María Magdalena
Este episodio, tan ampliamente narrado por Juan, es exclusivo
de él. Marcos lo sintetiza en dos versículos, y los otros dos
sinópticos no aluden a él.
249
- María Magdalena, la mujer de amor ardiente y solícito,
se preocupa y llora amargamente porque ha desaparecido lo
único que, junto con el recuerdo amoroso, le quedaba: el
cadáver de Jesús. Pero sólo la fe puede encontrar al
Resucitado. Antes de darse a conocer mediante un signo,
Jesús la prepara: dos ángeles la interrogan sobre el motivo
de sus lágrimas, Él se le acerca en forma irreconocible y le
pregunta: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?"...
Déjate preguntar por Jesús. "¿Cuál es, habitualmente, el
motivo de tus lágrimas, el objeto de tus deseos, la meta de
tu búsqueda?"...
- Cuando Jesús pronuncia eficazmente el nombre de
"María", -éste es el signo-, ella lo reconoce y, seguramente,
se abraza a sus pies (Mt 28, 9). El v. 17 puede traducirse:
"No me retengas más" o "Deja ya de tocarme". La
explicación que da Jesús es: "Porque todavía no he subido
[para vuestra comprensión actual] a mi Padre". Comienza
un nuevo tipo de relación con Jesús resucitado: "Yo, en
vosotros; y vosotros, en Mí" (Jn 15, 4ss; 17,2 1-23). Y esto,
mediante el Espíritu, que vivifica a la Iglesia. Jesús,
llámame eficazmente con ese nombre mío, que sólo tú
conoces y que expresa mi vocación personal; y haz que yo
permanezca siempre en ti por el amor, presto a escuchar,
acoger y secundar tu llamada.
- El encargo dado a la Magdalena consiste en que
comunique a sus hermanos que sube, glorioso, al Padre y al
Dios común. Jesús es el mismo, pero no lo mismo: cambia
de estado. Él vendrá siempre en ese estado nuevo,
glorificado, espiritualizado, para introducir a los discípulos,
por medio de su Espíritu, en una relación nueva con el Padre
(Jn 1, 12). Todo encuentro profundo con Jesús termina en
identificación personal con Jesús y en misión con Él y como
Él.
250
+ Aparición a las mujeres
La mayoría de los exegetas están acordes en ver, en el relato
anterior y en éste, dos presentaciones de una misma aparición
a las mujeres; sin que sea necesario recurrir a una forzada
armonización. Se trata de un caso de personalización (cf. Jn
20, 2: "no sabemos"), como en Lc 24,12. 24.
- Cuando las mujeres van de camino para cumplir el
encargo del ángel, el mismo Jesús les sale al encuentro para
confirmar las palabras y el encargo del ángel. El gesto de
echarse y abrazarse a los pies de Jesús (Mt 28, 9) justifica
las palabras a María Magdalena: "No me retengas más".
90. Aparición a solo Pedro (Lc 24, 34; ICo 15, 5)
-. Después de negar a Jesús y de ser mirado por Él en el
palacio del Sumo Sacerdote, Pedro llora amargamente,
vuelve a María y al grupo de los discípulos, y les confiesa,
compungido, su triple negación. Ellos tratan de consolarlo.
Durante aquellos tres días incompletos, no deja de pensar
en el Rabí amado, en las atenciones de Jesús para con él y
en su cobardía. Ante el anuncio de las mujeres sobre la
tumba vacía, "se levantó y fue corriendo al sepulcro. Al
asomarse, sólo vio los lienzos, y regresó a casa admirado
de lo sucedido" (Lc 24, 12).
-. Los discípulos reunidos testifican a los de Emaús: "Es
verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón".
Y san Pablo afirma: "... se apareció a Pedro, y luego a los
Doce". Aparición de carácter singular y privado. No
sabemos cuándo ni dónde ni cómo. Pero podemos suponer
251
cómo se desarrolló este encuentro, conociendo a Jesús y a
Pedro. Al ver a Jesús resucitado, Pedro, como después de la
primera pesca milagrosa, caería a sus pies y le diría, confun-
dido y afligido: "Apártate de mí, Señor, que soy un
pecador" (Lc 5, 8). La actitud de Jesús la podemos deducir
de su Bondad incondicional e ilimitada y de su
comportamiento con Pedro después de la última pesca
milagrosa (Jn 21). Jesús mira con cariño al discípulo débil
que le ha negado, pero no abandonado ni dejado de amar; y
al que le asegura su perdón y confirma sus promesas.
- Pedro sale de esta aparición confortado y alegre, con un
amor más humilde, confiado y entregado. La presunción,
que lo llevó a las negaciones, desaparece para siempre de
su vida; y se convierte en el testigo más convincente de la
bondad misericordiosa de Jesús, en su seguidor fiel hasta la
muerte en cruz... ¿Es así cómo salgo de mis reencuentros
con Jesús perdonados en el sacramento de la
reconciliación?
91. Aparición a dos discípulos, camino de Emaús
(Lc 24, 13-35p)
Emaús, la aldea de la que habla Lucas, estaba a 60 estadios
(11 kilómetros) de Jerusalén. Es la misma distancia que hay en
relación a la actual Qubeibeh, situada al noroeste de Jerusalén y
que, con más garantía que ningún otro lugar, reclama el honor
de la visita de Jesús resucitado.
La "situación vital" (o contexto ambiental), en el que surge
la predicación que dará lugar más tarde al correspondiente
relato evangélico, pudo ser la siguiente. Muchos de los fieles
252
de esas comunidades no han conocido a Jesús, pero saben de
su promesa de estar siempre presente en medio de su Iglesia.
Sin embargo, ya han surgido graves escándalos, herejías,
divisiones internas y persecuciones externas. Y ellos,
desconcertados, preguntan al discípulo que preside la
celebración eucarística: "¿Dónde está Jesús? ¿Por qué no
actúa?". Él recuerda y dice: "A vosotros os sucede algo
parecido a lo que sucedió a dos discípulos que se dirigían a
Emaús..". Y, después de narrarles todo el acontecimiento,
concluye con lo que expondré al final de este comentario. Este
relato resume y describe el camino catequético-litúrgico de la
comunidad lucana (Hch 8, 26-40).
- Lucas presenta a dos discípulos que han perdido la fe en
Jesús-Mesías por el escándalo de la cruz; y que, al atardecer
del primer día de la semana, vuelven defraudados y tristes a
su casa de Emaús. Ellos están enterados de la tumba vacía
y de la aparición de los ángeles a las mujeres y del anuncio
de éstas sobre que Jesús "está vivo". "Pero a Él nadie lo ha
visto". Si hubieran esperado un poco más, habrían
escuchado a María Magdalena proclamar que ella sí lo
había visto y que era la portadora de un mensaje de Jesús
resucitado para sus discípulos... ¡Cuántas veces, Jesús, me
canso de esperarte y abandono, cuando tú estabas ya a mi
puerta con tus gracias pascuales!
- Jesús se les hace el encontradizo en su camino de
decepción y miedo; y ellos no lo reconocen, porque "sus
ojos estaban ofuscados". Él les pregunta por el tema de su
conversación; les pide que le cuenten lo que ha pasado esos
días en Jerusalén. Ellos reconocen que Jesús "fue un profeta
poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el
pueblo". Pero ellos esperaban un Mesías también político,
libertador. Jesús les echa en cara su torpeza para
comprender y su cerrazón para creer; y les explica lo que
253
las Escrituras enseñan sobre el Mesías paciente y glorioso:
"¿No era preciso que el Mesías sufriera todo esto para en-
trar en la gloria?".
- "Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de
seguir adelante". Ellos le insisten para que se quede aquella
noche con ellos. ¿Qué habría pasado si, con palabras
corteses y falsas, se hubieran desentendido egoístamente de
aquel extraño caminante? Cuantas veces rehuyo o rechazo
al prójimo, lo hago contigo, Cristo, y me pierdo tus gracias.
Al verlo partir el pan, -éste es el signo, que evoca la
Eucaristía (Hch 2, 42. 46; 20, 7. 11)- "se les abrieron los
ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado".
Entonces caen en la cuenta de que su corazón les ardía,
mientras le escuchaban por el camino explicar las Escritu-
ras... ¡Cuántas veces, Jesús, me ocurre algo parecido
cuando, en medio de una opresiva tiniebla, acepto tu
invitación a orar, me abrazo a la cruz o te sirvo en el
prójimo!
- "En aquel mismo instante se pusieron en camino y
regresaron a Jerusalén, donde encontraron a los Once
reunidos y a todos los demás". Éstos les comunican que el
Señor ha resucitado y que se ha aparecido a Simón; y los dos
les cuentan "lo que les había ocurrido cuando iban de
camino y cómo lo había reconocido al partir el pan".
- He de creer en ti, mi Mesías-Dios, que, por el
sufrimiento, abriste para ti y para nosotros el camino de la
Gloria (Lc 24, 26). Quiero seguir tus huellas y reconocerte,
en todos los caminos limpios de la vida, en los gestos de
servicio a los más necesitados, en la lectura eclesial de las
Escrituras y en la Eucaristía.
Con la Iglesia (PE V), oramos así:
254
* "Te glorificamos, Padre santo, porque está siempre con
nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando Cristo,
tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de su Amor.
Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, Él
nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan ".
92. Aparición a los discípulos, estando ausente Tomás
(Jn 20, 19-23pp)
En el relato-resumen de Lucas (24, 36-49), los discípulos
-que ya habían recibido el testimonio de Pedro y creían en
el Señor (24, 34)- entran en la plenitud del mensaje pascual
gracias al encuentro con el Resucitado. Jesús les descubre
el sentido profundo de la Escritura, y, bajo la asistencia del
Espíritu Santo, los envía como testigos suyos ante todos los
hombres: a anunciar al Señor que murió y vive resucitado,
a predicar la conversión y el perdón de los pecados. Una
expriencia personal análoga, vinculada al testimonio de los
Apóstoles, es el fundamento de la fe y de la misión de los
creyentes de todos los tiempos.
El relato de Juan, materia de esta contemplación (20,19-
23), está pensado desde el cumplimiento de las promesas de
Jesús: presencia de Jesús en medio de los suyos (14, 18 y
20, 19), visión de Jesús resucitado (16, 16ss y 20, 20), envío
del Espíritu Santo y donación de la paz pascual (14, 26; 15,
26; 16, 7ss. 33 y 20, 21ss), vuelta al Padre (14, 12 y 20, 17).
Los discípulos, lejos de estar predispuestos para aceptar esta
resurrección de Jesús, como judíos de su tiempo sólo creían
en la resurrección del último día (cf. Jn 11, 24; 20,2.13.15; Lc
24,22s;Mcl6, 11. 13).
255
La resurrección gloriosa de Jesús es un acontecimiento real,
con huellas inequívocas en la historia; pero suprahistórico. No
pueden ser aducidas pruebas racionales de esta resurrección,
que lleven a una evidencia natural. Sólo es aceptable desde la
revelación sobrenatural; sólo puede ser creída con fe
sobrenatural.
Hazte presente a la escena y déjate visitar, sanar y
transformar por Cristo Resucitado: oye, mira, palpa, cree,
confía, ama...
- En esta escena y en la siguiente, se habla de "las puertas
cerradas" (Jn 20, 19. 26), "por miedo a los judíos" (v. 19).
Jesús "viene" (v.19, 24; cf. Ap 22, 20) y se pone "en medio
de ellos" (v. 19. 26). Se introduce en el mundo de sus
temores y dudas, como antes en la tristeza de Magdalena y
en la decepción de los discípulos de Emaús. Se sitúa como
centro vital y unificante de los que están reunidos en su
nombre (Mt 18, 20). Su presencia es real, perceptible y
vivificante.
- Los saluda con el saludo ordinario de "la paz". "Y les
mostró las manos y el costado", para borrar toda duda sobre
la realidad de su aparición y para subrayar la identidad del
Resucitado con el Crucificado en el Calvario. El don del
Espíritu Santo (v. 22) y la fe en Jesucristo (v. 20. 27-28)
aparecen aquí asociados a la revelación del "costado" o
Corazón de Cristo, como Juan lo había ya indicado al
interpretar su traspasamiento en la Cruz (19, 34-37). El
Corazón traspasado de Cristo, su Amor obediente e
inmolado, es la fuente de todos los bienes mesiánicos y la
meta de la respuesta amorosa y reparadora del hombre.
- "Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor":
al verlo vivo y creer que vive resucitado y que es el Señor
vencedor de la muerte, presente en medio de ellos. La paz
256
y la alegría espiritual son características de la existencia
cristiana postpascual: dones del Resucitado, prometidos por
Jesús en el sermón de la Cena (Jn 14, 27s; 15, 11; 16, 20-
24. 33; 17, 13).
- A estos hombres, deshechos por el temor y rehechos por
la fe, pacificados y alegres, es a los que Jesús transmite su
misma misión (17,18; 20, 21) y les comunica el Espíritu
Santo para realizarla (20, 22; cf. Hch 2, 1-4). Al exhalar
sobre ellos su espíritu o aliento vital, reproduce el gesto
creador primordial (Gn 2, 7; Sb 15, 11) y les concede el
Espíritu Santo, en orden al perdón sacramental de los
pecados.
93. Aparición a los discípulos, estando presente Tomás
(Jn 20, 24-29)
Según esta narración de Juan, el testimonio de los
ángeles, las apariciones de Jesús y los encuentros con El y, en
especial, las exigencias de comprobación por parte de Tomás,
aceptadas por Jesús, muestran que el Resucitado y el
Crucificado son el mismo; aunque su forma de vida no sea la
misma. A diferencia de las resurrecciones realizadas por Jesús,
la suya no es una simple reviviscencia, la vuelta de un cadáver
a la vida; sino la plena participación de la vida divina por un ser
humano. El evangelista pone de relieve la confesión auténtica
de la fe cristiana, al citar las palabras de Tomás, que forman
una inclusión con las del prólogo (1, 14 y 20, 28). Tomás es
presentado como la representación de los que no quieren creer
sin antes haber visto. Desahoga tu corazón con el Resucitado,
con este Jesús de manos, pies (Lc 24, 39) y costado abiertos,
tan divino y tan humano. Pídele una fe, esperanza y caridad
257
hacia Él más vivas, y un mayor amor a la Iglesia, su esposa y
Madre nuestra. Fomenta, en ti y en los demás, el culto
verdadero al Corazón de Jesús...
- Cuando los demás discípulos comunican a Tomás:
"Hemos visto al Señor", se refieren a una visión no sólo
material, sino sobre todo espiritual por la fe. Pero él se
resiste a creer por el testimonio de sus compañeros, y exige
ver y tocar materialmente, poniendo condiciones a Dios.
- Jesús se compadece de Tomás y de nosotros, creyentes
de poca fe, y, "ocho días después", se vuelve a aparecer al
grupo, estando presente Tomás. Y, tras el saludo de paz, se
dirige a Tomás, le obliga a tocar con los dedos las cicatrices
de sus manos y a meter la mano en la abertura de su Costado;
y lo anima a no ser incrédulo, sino creyente. Tomás,
iluminado por la luz que brota de aquel Corazón, se rinde a
tanta condescendencia y confiesa su fe en el Resucitado:
"¡Señor mío y Dios mío".
Jesús le responde: "¿Crees porque me has visto? Dichosos
los que creen sin haber visto". Esta respuesta de Jesús no es
sólo una censura a Tomás. Es, sobre todo, una instrucción
y una bienaventuranza para los futuros discípulos, que, sin
haber visto a Jesús, creerán en Él y lo amarán (I P 1, 8s),
por la palabra de los Apóstoles (Jn 17, 20; 20, 31). La fe
pascual es "comunión " en la fe de los Apóstoles, en el seno
de la comunidad eclesial (1 Jn 1, 3s). Jesús, que nunca te
ponga condiciones para creer, que no te exija más pruebas
que las que ya me has dado en abundancia.
258
94. Aparición a siete discípulos, junto al lago [I] (Jn 21,
1-14)
El último capítulo de Juan consta de dos partes. En la
primera parte (21, 1-14), con lenguaje simbólico nos
describe la misión evangelizadora de toda la Iglesia,
realizada con la presencia viva y vivificante del Resucitado,
bajo el pastoreo universal de Pedro y teniendo como centro
de convergencia e irradiación la Eucaristía. En la segunda
parte (21, 15-23), Pedro, en reparación de su triple
negación, es invitado a confesar tres veces su amor al Señor;
y recibe el cuidado supremo de todo el rebaño (Mt 16, 17-
19; Lc 22, 32), que debe realizar en nombre y a imitación
de Jesús (Jn 10, 10-18) y con la cooperación de todas las
comunidades cristianas, dotadas de sus especiales carismas.
El objetivo de este capítulo, como el del anterior (Jn 20, 1-
10), sería, según algunos, ratificar el primado de Pedro y de
sus sucesores, frente a la pretensión de algunos discípulos de
Juan, que, como a único superviviente de los Doce y
apoyándose en las palabras de Jesús a Pedro sobre Juan (Jn
21, 20-23), lo consideraban el legítimo sucesor de Pedro.
El escenario de esta aparición es la ribera del lago de
Tiberíades, probablemente al oeste de Cafarnaún. "Ésta fue la
tercera vez que Jesús se apareció a su discípulos [al grupo],
después de haber resucitado" (Jn 21, 14).
+ Aparición de Jesús y pesca milagrosa (v. 1-8)
- La circunstancia de que sea Pedro quien toma la
iniciativa y dirige el grupo es la primera indicación de su
primacía real, reconocida por sus compañeros. A pesar de
ser siete expertos pescadores y de haber elegido la hora y
259
los lugares más favorables, "aquella noche no pescaron
nada". Una experiencia, frecuente y desagradable, en el
oficio de la pesca y también en el del apostolado.
- "Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago,
pero los discípulos no lo reconocieron". A su pregunta sobre
si tienen pescado que comer, ellos responden con un escueto
y malhumorado "No". Jesús los invita a echar la red al lado
derecho de la barca, y les asegura que encontrarán pesca.
Ellos no saben resistir la invitación, sorprendente y gravosa,
de aquel desconocido; y son tantos los peces que recogen
que, a duras penas, pueden arrastrar la red repleta. Éste es
el signo.
-.Esta sobreabundancia es una característica de los bienes
que nos ofrece Jesús (Jn 2, 6; 3, 34; 4, 14; 6, lis; 10, 10).
Aquí parece significar el crecido número de discípulos que
la predicación apostólica conquistará entre todos los
pueblos. Sin ti, Jesús, nada; contigo, todo (Jn 15, 5. 16). Que
no encoja mi corazón ni mis deseos, para recibir tus dones
copiosos. La pesca milagrosa, realizada por orden de Jesús,
simboliza la misión apostólica, dirigida por Pedro (Mc 1,
16-20pp).
- Una vez más, es el discípulo amado el que primero
entiende el signo y tiene la intuición de fe: "¡Es el Señor!".
Y se lo comunica a Pedro, que, tras ponerse y ceñirse el
vestido exterior o sayal (Is 20,2), se lanza al agua para ganar
a nado la orilla, que está a unos doscientos metros. Gesto de
respeto y de amor confiado, y nueva indicación de primacía
real. Los demás discípulos continúan en la barca,
arrastrando la red hacia la orilla.
+ Comida en la ribera del lago (v. 9-14)
- Al bajar a tierra, ven unas brasas, con peces colocados
260
sobre ellas y pan. Jesús les manda traer algunos peces de los
que han pescado... Tú, Jesús, siempre nos pides lo que antes
nos has dado; y lo haces para darnos más... Pedro sube a la
barca y saca a tierra la red con su abundante captura: "ciento
cincuenta y tres peces grandes".
- Mientras que, en la pesca milagrosa de Lucas (5, 6), "las
redes se rompían", Juan subraya aquí que, "a pesar de ser
tantos, la red no se rompió". Puede verse aquí la imagen de
la unidad de la Iglesia (lo mismo que lo era la túnica sin
costuras de Jn 19, 23); y servirá de introducción a la misión
jerárquica unificadora que se confiará a Pedro.
Jesús, como una madre, los invita a comer. "Ninguno de los
discípulos se atrevió a preguntarle: '¿Quién era?', porque
sabían muy bien que era el Señor"; aunque lo ven distinto.
En vista de que nadie se decide a alargar el brazo, "Jesús se
acercó, tomó el pan en sus manos y se lo repartió; y lo mismo
hizo con los peces". Esta frugal comida festiva, presidida por
Cristo e iluminada por la fe y el amor, es figura de la Iglesia
en torno a su Señor, y representa la Eucaristía.
95. Aparición a siete discípulos, junto al lago [II]
(Jn 21, 15-23)
+ Rehabilitación pública de Pedro (v. 15-17)
- Jesús, en su triple pregunta a Pedro, lo va acorralando
cariñosamente, recordándole veladamente su primer
encuentro, sus protestas de fidelidad y sus negaciones.
- En sus dos primeras respuestas, Pedro, seguro de lo que
afirma, apela a la ciencia sobrenatural de Cristo. Por lo
demás, Pedro no habla del mismo amor que Cristo. Éste le
261
pregunta, por dos veces: "¿Me amas?" (se entiende con
amor religioso o ágape). Mas Pedro le responde que siente
hacía El cariño o apego (filia). El cariño se encuentra
ciertamente en el amor; pero la caridad es participación del
mismo amor divino y supone la fidelidad en el servicio
exclusivo al Señor resucitado y la entrega total a Dios.
-. En su tercera pregunta: "¿Me quieres?", Jesús le
interroga sobre ese mismo "cariño". Este cambio repentino
desconcierta y entristece a Pedro, que, en su tercera
respuesta, duda y se remite de forma general al
conocimiento universal de Jesús: "Señor, tú lo sabes todo.
Tú debes saber que yo te amo".Apariciones. Ascensión.
Pentecostés
- A la triple confesión de adhesión afectuosa, Jesús
contesta con una triple investidura, en la que le confía el
pastoreo, por amor a Él, de todo su rebaño: el gobierno y
cuidado de todos sus fieles. Basándose en estos versículos
y en la Tradición viva de la Iglesia, el CONCILIO VATICANO
I definió la potestad plena y suprema de jurisdicción, de
Pedro y de sus sucesores, sobre la Iglesia universal (FIC
686, 689, 695), instituyendo en Pedro "para siempre el
principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de
la fe y de la comunión" (LG 18b)... Gracias, Jesús, por el
don del Primado de Pedro y de sus sucesores; y aumenta
nuestro amor, reverencia y obediencia fiel al Romano
Pontífice.
+ Anuncio del martirio de Pedro y porvenir del discípulo
amado (v. 18-23)
- Pedro participará en la misión del Buen Pastor,
compartiendo también su sacrificio. Pedro morirá con la
muerte violenta del martirio, "siguiendo" a Jesús hasta ese
262
extremo de amor. La gloria de Pedro consistirá, mas que en
la preeminencia de su dignidad, en "correr la misma suerte"
que Jesús. Así es como Pedro, representante del Buen
Pastor, y la Iglesia, Esposa crucificada del Crucificado,
glorificarán a Dios.
- Pedro quiere conocer la suerte futura del discípulo
amado, su compañero de apostolado. Jesús no accede a esta
curiosidad. El discípulo amado tendrá su papel propio en la
Iglesia y su manera peculiar de "seguir" a Jesús. Pero eso
pertenece al secreto del Señor. El discípulo amado vivirá,
de hecho, hasta una edad avanzada. Esta longevidad y la
declaración de Jesús llevaron a algunos a creer que no
moriría y que podría presenciar el Retorno último de Cristo.
El discípulo amado debía escapar a una muerte próxima,
mas no para relevar a Pedro. Él estará presente en aquella
Venida del Señor que comenzó después de la Resurrección
y de la caída de Jerusalén. Así cancela el Evangelio la
controversia entre joanistas y petristas.
- La vocación de cada cristiano es un misterio irrepetible.
Debo, pues, Jesús, respetar los caminos singulares que tú
nos señalas, sin adelantarme ni retrasarme a tu acción, y sin
imponer a los demás mis preferencias personales.
-. El cuarto evangelio termina con una alusión a la espera
de la Venida del Señor, que, si comenzó con su Venida
humilde a este mundo y con su Resurrección gloriosa, se
consumará al final de los tiempos con su Venida de Esposo
para llevarse a la Esposa consigo a su Casa celeste. La
Iglesia vive en la espera, confiada y amorosa, de esta Venida
(Ap 22, 17. 20).
263
96. Otras apariciones (Hch 1, 3-8; I Co 15, 6-9)
+ "Después de su Pasión, Jesús se les presentó con muchas
y evidentes pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles
durante cuarenta días y habiéndoles del Reino de Dios. Un
día, mientras comían juntos, les ordenó: 'No salgáis de
Jerusalén; aguardad, más bien, la promesa que os hice de
parte del Padre; porque Juan bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de
pocos días... Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,
que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra"'
(Hch 1,3-8).
- Dios, que tiene en cuenta nuestra temporalidad, aplica a
los suyos una pedagogía de progresividad y
condescendencia, para facilitarles la asimilación de su
estado nuevo y de sus enseñanzas plenas. Por eso, las
apariciones e instrucciones del Resucitado se prolongan
simbólicamente durante cuarenta días. También yo, Jesús, he
de ejercitar esa paciencia exponiéndome sin prisas a tu
acción por medio de tu Espíritu, aceptando en fe tus
aparentes silencios, inactividades y dilaciones.
- Lucas resume estas instrucciones en el anuncio de la
venida del Espíritu Santo, que, como les había dicho Jesús,
estará siempre con ellos, les recordará y explicará todo lo
que Él les ha enseñado, dará testimonio de Él como Espíritu
de la Verdad, pondrá de manifiesto el error del Mundo, los
iluminará para que puedan entender la verdad completa (Jn
14, 15-17. 25-26; 15, 26-27; 16,4b-15).
- El mismo Espíritu Santo ensanchará la estrecha
perspectiva de los Apóstoles: el reino de Israel; y les abrirá
un nuevo horizonte para la misión: los confines de la tierra,
264
representados, en los Hechos, por la ciudad de Roma.
+ "Luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez,
de los que la mayor parte viven todavía, si bien algunos han
muerto. Luego se apareció a Santiago, y más tarde a todos los
apóstoles. Y, después de todos, se me apareció a mí, como si de
un hijo nacido a destiempo se tratara. Yo, que soy el menor de
los apóstoles, indigno de llamarme apóstol por haber
perseguido a la Iglesia de Dios. Pero, por la gracia de Dios,
soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en
mí..." (I Co 15, 6-10a).
- De las primeras apariciones no tenemos más que esta
alusión de Pablo. Sólo de la última tenemos información,
concreta y amplia, de parte del mismo Apóstol. En sus
Cartas y en los Hechos, PABLO reitera con detalle esta
aparición, tan decisiva para su vida y la de la Iglesia (Ga 1,
12-17; I Co 9, 1; 15, 8; Hch 9, 3-30; 22, 5-21; 26, 9-23); y
con la que tiene notables coincidencias la conversión de
ÍÑIGO en Loyola (Autobiografía, 1-12). En ambos casos, el
origen de la conversión es la experiencia extraordinaria de
Cristo; aunque la de Saulo fue del todo singular, como insi-
núa el mismo Apóstol.
- Se impone una lectura contemplativa de las distintas y
complementarias versiones de la aparición a Saulo, el
perseguidor de Cristo en los cristianos. En ella destaca el
desmerecimiento e impreparación de Saulo, la iniciativa
gratuita y benevolente de Jesús, la iluminación liberadora y
transformante de Saulo, su entrega total e incondicional, la
mediación eclesial, el anuncio por Cristo de su misión y
sufrimientos, su largo retiro en el desierto de Arabia, su
profundo conocimiento del misterio de Cristo, sus primeras
y asombrosas predicaciones en Damasco, las primeras
persecuciones, su visita a los Apóstoles en Jerusalén...
265
97. Ascensión de Jesús (Lc 24,50-53; Hch 1,9-11)
Para algunos, la Ascensión esencial e invisible es más una
dimensión de la misma Resurrección, que un
acontecimiento diferente. Consistió en el retorno corporal
de Cristo al mundo celestial de donde había venido (Jn 3, 13;
6, 62; Ef 4, 9s; Flp 2, 6-11); y en su exaltación y sesión
gloriosa a la derecha del Padre, como Señor de la Iglesia y
del universo, Cabeza de la Iglesia y Recapitulador de todas
las cosas. Esta elevación y glorificación de Jesús fue
invisible; y sólo por revelación del mismo Jesús la
conocieron los discípulos.
La Ascensión visible es un acontecimiento de la historia de
la salud, ligado al tiempo y al espacio, que originalmente
sólo menciona Lucas (Lc 24, 50s; Hch 1, 2-3. 9-12), ya que
el relato del evangelio de Marcos es en esto dependiente del
de Lucas. Esta Ascensión visible es sólo la manifestación
sensible y teofánica de aquella otra Ascensión, esencial e
invisible, del día de Pascua; y la clausura solemne del
período de las apariciones (Lc 25, 50s; Mc 16, 19; Hch 1,
3).
Para otros, se trata de dos acontecimientos distintos y
complementarios: la Resurrección y la Ascensión. La
secuencia completa sería ésta:
1.° en el mismo momento de la Muerte, tiene lugar el
triunfo celeste del alma de Cristo, su plena glorificación
divina;
2.° en la Resurrección, al tercer día de su Muerte, esa
vida divina glorificadora irrumpe también en el cuerpo de
Cristo;
266
3.° en la Ascensión, a los cuarenta días de la Resurrec-
ción, Cristo entra en posesión del poder divino para co-
municar, por medio de su Espíritu, esa vida espiritual y
divina, que inunda su alma y su cuerpo.
San Lucas nos ofrece dos relatos complementarios (Lc-
Hch) de un acontecimiento con que finaliza la presencia
visible de Cristo con los suyos; y con que comienza su
presencia invisible en la Iglesia por medio de su Espíritu y
el tiempo de la Iglesia como sacramento universal de
salvación por el Resucitado y en el Espíritu.
+ Los dos relatos
* "Después los llevó fuera de la ciudad hasta un lugar
cercano a Betania, y, alzando las manos, los bendijo. Y,
mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al
cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a
Jerusalén rebosantes de alegría. Y estaban continuamente
en el Templo bendiciendo a Dios " (Lc 24, 50-53).
- Durante aquellos cuarenta días y, de un modo especial,
antes de subir a los cielos, Jesús habla con María de su
Iglesia, de su misión en ella y de su destino final. Si te
ayudan, puedes hacer tuya esta verosímil despedida de
Jesús, y completarla con la respuesta de María:
* "Madre, no me voy. Siempre permaneceré contigo y con
ellos. Cuídamelos. Son mis hermanos y tus hijos. ¡Cuánto
los hemos amado y cuánto nos han costado! Ilumínalos,
anímalos, confórtalos con esos 'recuerdos' que guardas en
tu Corazón. Que se quieran y vivan unidos con nosotros y
entre ellos. Que sean fieles. Que no descuiden la labor que
les he confiado. Que vivan vigilantes, descubriéndome en
todos los acontecimientos y esperando siempre mi Vuelta.
267
Y, cuando termines, en la tierra, tu quehacer de Madre con
esta Iglesia niña, volveré para llevarte conmigo; y subirás,
como yo retorno ahora, a nuestro Hogar celeste, para que sigas
conmigo esa misma tarea con mis hermanos. Madre, te amo; y
gracias por todo".
- El gozo, el gran signo mesiánico y escatológico que llena
en Lucas todo el Evangelio de la Infancia, alcanza a los
Apóstoles que, lejos de sentirse tristes por la "des-aparición
" visible de Jesús, se sienten rebosantes de alegría y se
reúnen, por algún tiempo, en el Templo para bendecir a
Dios y orar a la espera del envío del Espíritu, que impulsará
la misión de la Iglesia. Lo que empieza en el Templo (Lc 1,
8-10) termina en él. Con su Ascensión, los discípulos no
sienten a Jesús ausente o distante, sino más presente y
cercano que nunca. Porque Jesús no se ha ido, sino que
permanece con los suyos en el Espíritu Santo.
* "Después de decir esto, lo vieron elevarse, hasta que una nube
lo ocultó de su vista. Mientras estaban mirando atentamente al
cielo viendo cómo se marchaba, se acercaron dos hombres con
vestidos blancos [dos ángeles] y les dijeron: 'Galileos, ¿por
qué seguís mirando al cielo? Este Jesús que acaba de subir de
vuestro lado al cielo, vendrá como lo habéis visto marcharse'"
(Hch 1, 9-11).
- Es el comienzo del tiempo de la Iglesia, que tiene su
espacio entre la partida de Jesús y su regreso al final de los
tiempos. Mientras tanto, los discípulos no pueden quedarse
inactivos contemplando la victoria de Jesús, sino que han
de ser testigos de su Resurrección en medio del mundo (Hch
1, 8). La espera de su Vuelta, la esperanza en los nuevos
cielos y en la tierra nueva (Is 65, 17; 2 P 3, 13), lejos de
adormecerlos y alienarlos, los ha de estimular a cumplir la
misión recibida, con fidelidad entusiasta: con las manos en
268
la masa, los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
+ Espiritualidad de la Ascensión
- Ya desde ahora, resucitados y hasta sentados con Cristo
en los cielos (Ef 2, 6; 2Tm 2,1 1-12), los cristianos debemos
buscar "las cosas de arriba"; pues nuestra verdadera "vida
está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, Iss; cf. Flp 3,
20s; 2Co 5, I ss), lejos de todo estancamiento terrestre y de
todo vano espiritualismo (GS 38a).
- El contacto sacramental con el Señor glorificado, sobre
todo en la Eucaristía, es una prenda de esta esperanza y una
ayuda para este camino y transformación (GS 38b), que nos
capacita para ser testigos fidedignos de su triunfo y de su
reino universal (GS 45).
98. Pentecostés (Hch 1, 12-14; 2, 1-6. 14. 33. 38)
El Pentecostés judío:
1) era inicialmente la fiesta de la cosecha, con su ofrenda
de primicias (Ex 23, 16), en reconocimiento a Dios por la tierra
prometida y concedida (Dt 26, 1-11); y fijada en el tercer mes,
en recuerdo de la llegada del pueblo al Sinaí en ese mes (Ex
19, 1-4), en el día cincuenta después de Pascua (Dt 16,9-12;
Lv 23,15-22);
2) los autores judíos y los monjes de Qumrán se apoyaron
en esta coincidencia para hacer de Pentecostés la fiesta de la
Ley y de la asamblea del Sinaí, institucionalizando así el
acontecimiento pascual;
269
3) en el lenguaje de Palestina se la llamaba "fiesta de
las semanas" (Tb 2, 1) o "fiesta de la clausura" del tiempo
pascual, y era una de las tres grandes fiestas, en las que
estaba prescrita la visita al Templo (Ex 23,16s; Hch 20, 16).
El Pentecostés cristiano es:
1) la efusión escatoló-gica del Espíritu, prometida en el
Antiguo Testamento y por Cristo (Ez 36, 27; Jl 2, 28-32;
Mc 1, 8; Jn 7, 37-39; 14,16-17; 16, 7-15; Lc 24,49; Hch 1,4-
5. 8);
2) el coronamiento de la Pascua de Cristo, que acaba su
obra redentora derramando el Espíritu sobre la comunidad
apostólica;
3) la inauguración de la Nueva , Alianza y la
promulgación de la Nueva Ley, grabada en los corazones
por el Espíritu Santo (Ez 11, 19; 36, 26);
4) la reunión de la comunidad mesiánica, formada
inicialmente por judíos y prosélitos, dócil a las enseñanzas
de los Apóstoles, unida en el amor fraterno por la
Eucaristía;
5) la apertura de la comunidad eclesial a todos los
pueblos de la tierra (Hch 1, 8; 2, 5-11; 10, 44ss), en una
clara antítesis de la división operada en Babel (Gn 11, 1-9).
+ A la espera del Espíritu (Hch 1, 12-14)
* "Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte
llamado de los Olivos... Cuando llegaron, subieron al piso
superior donde se alojaban. Eran Pedro y Juan, Santiago y
Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el
hijo de Alfeo, Simón el Zelota y Judas el hijo de Santiago.
Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas
270
mujeres, con María la Madre de Jesús y con los hermanos
[parientes] de éste".
- Los allí reunidos son: los Once, algunas mujeres, María
la Madre de Jesús y algunos parientes de éste. Todos, en
torno a los Apóstoles y con María, en comunión con Cristo
y con los hermanos, unánimes (una misma alma) y
perseverantes en una misma oración (cf. Hch 2, 42-47), a la
espera del Espíritu prometido por Jesús. Aquí está ya,
germinalmente, la comunidad eclesial. Sólo falta que
descienda el Espíritu sobre ella, para que la sane, la vivifique
y la lance en misión... Así debo prepararme, Jesús, para
recibir el Espíritu Santo: en comunión amorosa y orante con
María, con la Iglesia y con todos los hermanos.
+ La venida del Espíritu (Hch 2, 1-6. 14. 33. 38)
* "Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en
el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido,
semejante a un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde
se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de
fuego, que se repartían y posaban sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a
hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo los
movía a expresarse. Se hallaban por entonces en Jerusalén
judíos piadosos venidos de todas las naciones de la tierra.
Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron estupefactos,
porque cada uno los oía hablar en su propia lengua...
Entonces Pedro, en pie con los Once, levantó la voz y
declaró solemnemente: '...A este Jesús Dios lo ha
resucitado, y de ello somos testigos todos nosotros. El
poder de Dios lo ha exaltado; y El, habiendo recibido del
Padre el Espíritu Santo prometido, lo ha derramado, como
estáis viendo y oyendo... Arrepentíos y bautizaos cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo, para que queden
271
perdonados vuestros pecados. Entonces recibiréis el don
del Espíritu Santo'...".
- "Todos juntos en un mismo lugar". Y en medio de ellos,
como lo había prometido, Jesús (Mt 18,20). Ese ruido y ese
fuego, que evoca la teofanía del Sinaí, significa la presencia
de Dios. "Las lenguas como de fuego se repartían y posaban
sobre cada uno de ellos... Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo...". Son dones personales sanantes,
cristificantes, unificantes, al servicio de la comunidad
eclesial. El Espíritu los hace hablar en lenguas extrañas,
nuevas, que entienden como propias cada uno de los
oyentes. Pedro comienza a ejercer el primado que Jesús le
otorgó, anunciando, en nombre de todos, a Jesús muerto y
resucitado; invitando a cada uno a la conversión y al
Bautismo; y prometiendo el don del Espíritu de Jesús.
- Pentecostés inaugura el tiempo de la Iglesia, que, en su
peregrinación al encuentro del Señor, recibe
constantemente de Él el Espíritu que la reúne en la fe y en la
caridad, la santifica y la envía en misión. Los Hechos, "el
Evangelio del Espíritu Santo", manifiestan la actualidad
permanente de este Don por excelencia, que se nos infunde
en el Bautismo y en la Confirmación, y que nos guía en todo
momento (Rm 8,14), alienta nuestra esperanza (Rm 5, 5; 8,
22-27), nos comunica todos los carismas (I Co 12, 3-13),
nos envía en misión y nos acompaña y sostiene en ella.
Ven, Espíritu divino, \ manda tu luz desde el cielo. \ Padre
amoroso del pobre; \ don, en tus dones espléndido; | luz que
penetra las almas, \ fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce Huésped del alma, \ descanso de nuestro
esfuerzo, \ tregua en el duro trabajo, \ brisa en las horas de
fuego, \ gozo que enjuga las lágrimas \ y reconforta en los
duelos.
272
Entra hasta el fondo del alma, | divina luz, y enriquécenos.
| Mira el vacío del hombre \ si tú le faltas por dentro; | mira
el poder del pecado \ cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, | sana el corazón enfermo, | lava
las manchas, infunde \ calor de vida en el hielo, | doma el
espíritu indómito, \ guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones \ según la fe de tus siervos. \ Por
tu bondad y tu gracia \ dale al esfuerzo su mérito; | salva al
que busca salvarse \ y danos tu gozo eterno. Amén.
273
VI. MUERTE, ASUNCIÓN Y CORONACIÓN DE
MARÍA REINA
Aunque PÍO XII no definiera dogmáticamente que María
murió previamente a su Asunción, la muerte de María está
claramente atestiguada por la Tradición de muchos siglos.
Por su Asunción, María, en su plenitud existencial de
espíritu encarnado, se encuentra anticipadamente en la
situación propia de los justos gloriosamente resucitados,
"hecha semejante a su Hijo, que resucitó de los muertos"
(PABLO VI, Prof. de fe, n.15). Todos los privilegios de María
reclaman como remate el de su Asunción "en cuerpo y alma
a la gloria celeste" (l.c). En su Bula definitoria, Pío XII
presentó un argumento mixto de Escritura y Tradición, en el
que expone las relaciones entre los diversos privilegios
marianos.
Como Madre de Cristo Rey y Madre de la Iglesia "en el
orden de la gracia", María, en dependencia esencial de
Cristo y en unión con El, intercede eficazmente en favor de
todos sus hijos. Ésta es su cooperación celeste de "Madre-
Reina" para el reinado de Dios por su Hijo.
99. Muerte y Asunción de María
+ Muerte de María
-Por lo que explicaré después, a María no podía afectarle
ni la muerte-castigo del pecado, ni la muerte-penalidad,
subsiguiente a la redención del pecado por parte de Cristo.
Para María, la muerte no pudo ser efecto, sino remedio del
274
pecado; no pudo ser caída, sino principio de elevación.
Como la de Cristo, bajo El y con Él, su muerte fue
participación en la del Redentor y último paso terrestre hacia
su plena glorificación celeste.
- Ni la gloria de Dios Padre, que había elegido y
preparado a María, su "hija predilecta" (LG 53), para que
fuese la Madre, santa y libre, de su Hijo Jesús; ni la honra
de Dios Hijo, "nacido de mujer... para hacer que
recibiéramos la condición de hijos de Dios " (Ga 4, 4); ni el
honor del Espíritu Santo, que de forma tan maravillosa había
santificado a este su "sagrario" vivo (LG 53), podían
permitir que el cuerpo de "la siempre y toda agraciada", de
la Madre santa y virginal del Hijo de Dios, de la asociada a
la misma obra de la redención, se convirtiera en pasto de
gusanos y en polvo (ni siquiera "enamorado", como cantara
QUEVEDO), O permaneciera incorrupto en el sepulcro hasta
el final de los tiempos (cf. Pío XII, Munificentissimus Deus,
1-11-1950; Prefacio de la Asunción).
- No tenemos ningún testimonio inmediato de la muerte
de María. Pero podemos deducir que fue una muerte
singularmente santa y hermosa. Muerte de amor, en ansias
de ver siempre y cara a cara al Hijo, que la acompaña y
sostiene en su tránsito -con san José-, y en cuyas manos
pone ella su espíritu y su cuerpo. La vida eterna -con la que
fue plenificada desde el primer instante de su ser y que se
acrecentó siempre a lo largo de su vida- al morir se
despliega en una glorificación inmediata de su alma...
¡Como quisiera, Jesús, escuchar las palabras de despedida
de María a los que la rodeaban; y, sobre todo, sus palabras
a ti, su Hijo, que la asistes en aquel trance!
+ Asunción de María
- A los pocos días de su muerte, -quizás también al tercer
275
día-, Jesús resucita a su Madre, espiritualizando su cuerpo,
glorificándolo con una gloria que es participación singular
de la suya. El traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén,
rodeado de gloria y gozo, evoca en la Liturgia la Asunción
de María a la Jerusalén celeste, donde la contempla,
gloriosa, el vidente de Patmos: "Se abrió entonces en el
cielo el Templo de Dios y dentro apareció el Arca de su
Alianza..." (Ap 11, 19).
- La Asunción es: exaltación de la humildad (Lc. 1,38. 48.
52), glorificación del cuerpo humano (Rm 12,1; Flp 3,21; I
Co 15, 44. 49), comienzo de la liberación del cosmos en su
más representativa y pura criatura (Rm 8, 19-22; 2P 3, 13;
Ap 21, 1; LG 48c; GS 39a), signo de que el fin último de la
historia y del mundo están más allá de la historia y del
mundo.
- Levanta tus ojos para contemplar a María, el Arca de la
Nueva Alianza (Lc 1, 35. A2-A3), resplandeciente de belleza
incorruptible, revestida del oro de sus perfecciones
admirables, rodeada de los bienaventurados, reflejando la
luz que irradia su Hijo glorioso. Y no olvides que el que vive
en Cristo, vive ya resucitado en Él y sentado junto a Él en
los cielos (Ef 2,4-6; Col 2, 12; 3, 1-4); que, para el amigo de
Jesús, la muerte temporal no es sino tránsito a la vida eterna
plena: primero, del alma y, al final de los tiempos, también
del cuerpo (Jn 11, 25; Rm 6, 3-11; 8, 11. 17-18).
+ "Nada manchado entrará en la Jerusalén del cielo" (Ap21,27)
- Al contemplar a Cristo y a María, siempre llenos de
gracia y gloriosamente resucitados, no podemos obviar un
tema del que hoy apenas se habla y que es de transcendencia
suma para cada cristiano y para la Iglesia: la purificación
del pecado y de sus secuelas o herrumbre, en esta vida o en
276
la otra.
- Existe una absoluta incompatibilidad entre la Santidad de
Dios y la mancha moral del hombre. Esta incompatibilidad
impide la plena comunión con Dios, del hombre moralmente
manchado. La Iglesia enseña que, recibida la gracia de la
justificación, puede perdurar lo que se llama reato de pena
temporal, del que hay que liberarse por actos de penitencia
(interior y exterior) en esta vida, o del que hay que
purificarse en una situación posterior a la muerte. La
primera se llama satisfacción, y es meritoria (aumento de
gracia y de cielo); la segunda recibe el nombre de
satispasión, y sólo es purificatoria.
- La herrumbre del pecado es todo residuo de pecado o de
desorden moral. No sólo el consciente, sino también el
inconsciente, que, agazapado en lo más lo profundo del ser,
existe incluso en almas muy allegadas a Dios, y que el
Espíritu Santo en persona ha de purificar con sus
purificaciones pasivas del sentido y del espíritu.
* "Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna
salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del Cielo"
(CIgC 1030).
- El tormento esencial del Purgatorio, o "pena de daño", es
la privación temporal o retraso de la visión inmediata de
Dios. Mientras que la "pena de sentido" es la dislocación
dolorosa entre el alma herrumbrosa y la creación, espejo e
instrumento de la gloria de Dios, cuya clara ordenación a
Dios el pecador en parte torció, y cuya diáfana tersura
empañó; desviación y suciedad, que la Santidad y Justicia
de Dios tiene que rectificar y limpiar.
- Por lo general, estas dos penas -y, sobre todo, la privación
277
temporal de la visión del Amor Infinito- son más terribles
que cualquier sufrimiento de esta vida, incluidas las
purgaciones místicas.
- Lo más nuclear del Purgatorio es el amor definitivo,
aunque en purificación, y como tal reconocido por el alma.
Por el contrario, lo más central del Infierno es el odio total y
definitivo: el rechazo absoluto de Dios y de su misericordia,
la ruptura con todos los hombres y con toda la creación, el
hundimiento en la soledad y negación integral. Estas
situaciones antagónicas no admiten planteamientos
teológicos análogos. Así pues, el afirmar que el Purgatorio
es un Infierno temporal, es no sólo una gravísima
incorrección teológica, sino un agravamiento innecesario de
las dificultades ya existentes en el diálogo con los cristianos
orientales.
* "La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final
[postmortal] de los elegidos, que es completamente distinta del
castigo de los condenados..." (CIgC 1031).
- El Purgatorio no es el castigo postmortal de un Dios
justiciero, sino la purificación postmortal del amor humano
por el fuego del Amor divino. Esta purificación espiritual es
voluntariamente deseada y amada por el alma. JUAN PABLO
II hace suya la explicación de SAN JUAN DE LA CRUZ -que, a
su vez, se inspira en el Tratado sobre el Purgatorio, de SANTA
CATALINA DE GENOVA- sobre la analogía entre las
purificaciones pasivas (del sentido y del espíritu) de los
místicos en esta vida, y las del Purgatorio. La pena del
Purgatorio consiste en el contraste desgarrador entre la
certeza gozosa de su plena y próxima posesión de Dios y la
conciencia de su dilación, culpable y dolorosa, a causa de la
purificación necesaria. Así pues, en las almas del Purgatorio
se da una mezcla, misteriosa y admirable, de dolor y de
278
gozo, de amor definitivo y de amor en purificación creciente,
de negación de sí y de afirmación de sólo Dios, de certeza
pacífica de su eterna salvación y de ansia abrasadora de
visión de Dios. El Purgatorio, más que un castigo, es "una
maravillosa invención del Amor divino" (ARINTERO).
- Que la contemplación de Jesús, de María y de los
bienaventurados nos estimulen en esta vida a amar más y
mejor a Dios, a nosotros mismos y a todos los hombres; a
buscar en todo el mayor agrado de Dios; a purificarnos a
fondo de todo pecado y egoísmo bajo la acción del Espíritu
Santo, que nos quiere cristificar plenamente, hasta que
podamos decir con san Pablo: "No vivo yo, sino que es
Cristo quien vive en mí. Y la vida terrena de ahora, la vivo
en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí"
(Ga 2, 20).
100. Coronación de María Reina
-. María es Reina, bajo Cristo Rey y unida a Él. Y loes
tanto en un sentido amplio, como en un sentido más propio.
En un sentido amplio, es Reina del universo, porque
sobresale sobre todas las demás puras criaturas en toda
clase de perfecciones, naturales y sobrenaturales (Pío XII,
Ad coeli Reginam, 11-10-1954; LG 59). Y, en un sentido
más propio, es Reina de la Iglesia, porque es la Madre de
Cristo Rey, "la Madre de mi Señor" (Lc 1,43), asociada a su
Hijo en su tarea de implantar en todos los corazones el
Reino de Dios (Mt 4, 17), cuyo comienzo en la tierra es el
Reino de Cristo (Jn 18, 36-37).
- Contenido bíblico de este último título mariano: En la
279
corte de David aparece, por primera vez, el título de "Reina-
Madre" {Gebirá = la Gran Dama), con categoría
institucional, a diferencia del título de "Reina-Esposa", que
no goza de este rango oficial (IR 1,16-17.31; 2,19-20).
María, la Madre de Jesucristo Rey, es la Gebirá mesiánica,
cuya misión, a la derecha de su Hijo, no es gobernar, sino
interceder eficazmente, "en Jesús", por la Iglesia. Casi diez
años después que PABLO VI declarara a María "Madre de la
Iglesia" (21-11-1964), en el número 6 de su exhortación
apostólica Marialis cultus (2-2-1974), nos presenta a María,
que, "sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como
Reina e intercede como Madre".
- María, Reina y Madre de misericordia, con tu intercesión
maternal, ayúdame a conquistar, para Jesucristo Rey, mi
propio reino interior y el de todos los hombres: a
consagrarle mi mundo y el mundo entero. María, profetisa
inspirada de la bondad compasiva de Dios, tú eres reflejo -
pálido, pero el más hermoso y atractivo- de la ternura
infinita de Jesús, encarnación personal de la del Padre
celeste.
- Al instituir Pío XII la fiesta de María Reina, dispuso que,
en "dicho día, se renueve la consagración del género
humano al Corazón Inmaculado de la bienaventurada
Virgen María". Esta consagración puede revestir el carácter
de esclavitud filial, como la han vivido tantas generaciones
cristianas, sobre todo en España. Si servir a Dios es reinar,
servir filialmente a María, que nos invita y ayuda a obedecer
a su Hijo, es reinar con Cristo y como ella. En esta vida,
marchando en pos de Cristo, que reinó desde la cruz; en la
otra, gozando del triunfo de Cristo, que está sentado a la
derecha del Padre, acompañado de María, la Reina-Madre
de la Iglesia y Reina del universo.
280
Todo tuyo soy, María,
y mis cosas tuyas son:
tú mi Madre, tú mi Reina,
Ideal de perfección.
Todo tuyo soy, María:
por amor a ti me doy,
para ser esclavo tuyo
y, por ti, serlo de Dios.
281
282
283
INTRODUCCIÓN 3
I. INFANCIA Y VIDA OCULTA 9
1. El anuncio a María
2. La Encarnación del Verbo
3. El anuncio a José
4. Encuentro de María con Isabel
5. Nacimiento de Jesús
6. Anuncio a los pastores
7. Circuncisión e imposición del nombre de
Jesús
8. Purificación de María y Presentación del Niño
en el Templo
9. Adoración de los Magos
10. Huida a Egipto, muerte de inocentes y
regreso de Egipto a Nazaret
11. Vida oculta en Nazaret
12. Jesús encontrado en el Templo
10
14
17
20
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25
26
28
31
34
36
40
II. MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 43
13. Bautismo de Jesús
14. Tentaciones en el desierto
15. Primeras vocaciones junto al Jordán
16. La boda en Cana
17. Vocación definitiva de los primeros
discípulos
18. Jesús y Nicodemo
19. Jesús y la samaritana
20. Curaciones: del hijo del funcionario real,
en Cana; y del paralítico, en Jerusalén
21. El paralítico perdonado y curado
22. Vocación de Leví o Mateo
23. Elección de los Doce
24. Bienaventuranzas y malaventuranzas
43
45
49
50
54
57
59
63
66
68
69
71
284
25. Sal de la tierra y luz del mundo Jesús y la
Ley antigua
26. Piedad sencilla y sincera
27. El Padrenuestro
28. Una decisión necesaria
29. Buscar lo esencial: confianza en la
Providencia
30. Amor discreto al prójimo
31. Confianza y perseverancia en la oración.
Regla de oro
32. Dos clases de caminos, profetas,
discípulos y casas
33. Curaciones: leproso, criado del
centurión, suegra de Pedro y otros
34. Curación: mujer. Resurrección de la hija
de Jairo: Hijo viuda en
35. Jesús comienza su ministerio en Nazaret
36. Simeón el fariseo y la mujer perdonada
37. Sermón de las parábolas [I]
38. Sermón de las parábolas [II]
39. Señor de los vientos y de las olas
40. Envío de los discípulos. El Reino
anunciado
41. El Reino revelado a los pequeños. Venid
a Mí"
42. La familia de Jesús
43. Jesús, el Pan de Vida
44. La mujer cananea o pagana
45. Confesión mesiánica y primado de
Pedro, en Cesárea de Filipo
46. Tres anuncios de la Pasión
47. Transfiguración de Jesús
75
78
79
84
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125
126
129
132
285
48. Instrucciones sobre la vida de la
comunidad cristiana
49. La oveja extraviada y la moneda perdida
50. La tercera parábola de la Misericordia: el
hijo pródigo
51. El buen samaritano
52. Marta y María
53. La mujer adúltera
54. Curación del ciego de nacimiento
55. Jesús, la Puerta del redil
56. Jesús, el Buen Pastor
57. Matrimonio y divorcio. Virginidad
cristiana
58. El hombre importante y el
desprendimiento de las riquezas
59. El leproso agradecido
60. El fariseo y el publicano
61. Jesús y Zaqueo
134
138
141
147
152
153
155
159
161
163
166
168
169
170
III. PRELUDIOS DE LA PASIÓN 173
62. Resurrección de Lázaro
63. La unción en Betania
64. Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
65. Primera Pascua y purificación del
Templo
66. Cristo anuncia su glorificación por su
muerte
67. El primer mandamiento
68. La venida del Hijo del hombre: llamada a
la vigilancia
69. El Juicio definitivo
70. Visión panorámica del ministerio
público de Jesús [I]
173
177
179
182
184
187
189
191
195
286
71. Visión panorámica del ministerio
público de Jesús [II]
197
IV. ÚLTIMA CENA. PASIÓN Y MUERTE
DE JESÚS
199
72. Traición y muerte de Judas
73. Jesús lava los pies a sus discípulos
74. La Cena pascual y la institución de la
Eucaristía
75. Discurso de despedida
76. Instrucciones: la Vid y los sarmientos
77. Instrucciones: persecuciones, tristeza y
gozo
78. Oración-síntesis de Jesús al Padre
79. Oración agónica en Getsemaní
80. Arresto de Jesús. Proceso ante Anas y
Caifas. Negaciones de Pedro
81. Primera parte proceso ante Pilato y ante
Herodes
82. Segunda parte del proceso ante Pilato
83. Silencio de Jesús en la Pasión
84. Crucifixión y muerte de Jesús
85. Traspasamiento del costado de Cristo
86. Contemplación de Cristo crucificado
87. Sepultura de Jesús y custodia del
sepulcro. Soledad de María
200
204
207
211
214
216
217
220
224
226
229
230
232
235
238
241
V. APARICIONES. ASCENSIÓN.
PENTECOSTÉS
245
88. Aparición a su Madre
89. Aparición a María Magdalena y a otras
mujeres
90. Aparición a solo Pedro
91. Aparición a dos discípulos, camino de
Emaús
246
247
250
251
287
92. Aparición a los discípulos, estando
ausente Tomás
93. Aparición a los discípulos, estando
presente Tomás
94. Aparición a siete discípulos, junto al lago
[I]
95. Aparición a siete discípulos, junto al lago
[II]
96. Otras apariciones
97. Ascensión de Jesús
98. Pentecostés
254
256
258
260
263
265
268
VI. MUERTE, ASCENSIÓN Y
CORONACIÓN DE MARÍA REINA
273
99. Muerte y Asunción de María
100. Coronación de María Reina
273
278