Miguel Hernández

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Vida de Miguel Hernández para niños.

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rimer libro sobre

iguelrnández

José Luis FerrisIlustraciones

de Max Hierro

chos años, mi maestro deI don José, nos habló de un

ue muchos habían olvidado ....algunos de sus versos y yo

___ el corazón se me llenabaente de mariposas:

En cuclillos, ordeñoa cabrita y un sueño ...

El poeta del que os hablo se llamabaMiguel Hernández, y era de Orihuela,un pueblo situado al sur de Alicantey a pocos kilómetros del mar.

Nació en el otoño de 1910. Teníaun padre serio y mandón, una madretierna y buena, un hermano mayor,Vicente, y dos hermanitas a las quequería y cuidaba: Elvira y Encarnación.

it¡

La casa donde vivían los cincoera grande y soleada.

Estaba iunto a la sierra y tenía ungran corral para el rebaño de cabras.

No eran pobres, pero tampocoles sobraba nada para vivir.

Al pequeño Miguel le gustabaobservar y encontrar la explicaciónde todas las cosas:

-¿Qué es aquello que brilla entrelas hojos, padre?-¡La luna, qué otra cosa iba a ser!-¿Y esa voz que se escucha más

allá de los árboles, madre?-El viento que silba entre las ramas.

Pronto aprendió a leer, pero paranuestro poeta, la naturaleza erael mejor libro de todos.

Su primera escuela fue el mundo quele rodeaba: los animales, las plantas,el verano, los campos y los montes,el agua y el cielo.

Con solo siete años, Miguelya conocía los principales secretosde la vida, incluso cómo veníanal mundo los animales.

De hecho, no se perdióel espectáculo de ver nacera Lucera, su cabra favorita.

Cuando cumplió siete años, a Miguello llevaron a la escuela.

Don Ignacio, el maestro, pronto fiiósu atención en él, un niño de grandesojos y de tanta inteligencia que eracapaz de aprenderse de memoriatodo lo que leía y escuchaba a sualrededor.

-Miguel es sensible, tiene talentoy lee y escribe muy bien. Podría serun gran poeta -pensó más deuna vez don Ignacio.

Como era un buen muchacho,cumplió con obediencia los deseosde su padre y se hizo pastor decabras.

Pero no abandonó su sueño de serpoeta y de escribir versos para todos:para los niños y niñas sin escuela,para los hombres sin pan, paralos campesinos pobres del mundo.

Le animaban y apoyaban susamigos, sobre todo Carlitos Fenoll,Ramón Si¡é y el pequeño Efrén.

Un día de primavera, radiante de sol,se fueron los cuatro a disfrutar de lamontaña.

Miguel iba delante, con la miradaverde, alta, clarísima, silbando ycantando.

Tras un largo camino, alcanzaron laCruz de la Muela, el cerro que protegela ciudad de los vientos del norte.

Desde allí, los cuatro amigosparecían tocar el cielo, las nubesy las mariposas que rizaban el airecon sus vuelos de papel.

Entonces, Miguel, mirando lainmensidad del valle, no tuvo másdeseo que volverse hacia Carlos,Ramón y Efrén, y decirles:

-¿Queréis ver vuestra vozen un espejo?

-¿Existe un espejo donde se mirela voz? -preguntó Carlos asombrado.

-Desde luego -respondió Miguel.y dicho esto, hinchó los pulmones

y gritó con todas sus fuerzas unapalabra que lanzó a las montañas.

Solo unos segundos después, el eco,por tres veces, la devolvía con otra voz:-¡Libertad ~¡Libertad ~iLibertad ~

Miguel Hernández fue el gran poetade la vida. Los versos que ponía en sucuaderno salían de su cabeza, pero

sobre todo brotaban de su alma.Su poesía atrae a los lectores

de cualquier edad, de cualquiercolor, de cualquier familia

y de cualquier país.Miguel Hernández se marchó

hace muchos años, pero gracias a ti,a lectores como tú, su voz se escucha,

nueva y limpia, cada día.