La experiencia de los Santos reafirma nuestra fe en el purgatorio.docx

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La experiencia de los Santos reafirma nuestra fe en el purgatorio, sobre su existencia y sobre cmo podemos hacer los vivientes para ayudar a las almas que estn atrapadas all.

TERTULIANOEn las Actas del martirio de Santa Felicidad y Perpetua cuenta lo que le sucedi a Santa Perpetua hacia el ao 202. Una noche, mientras estaba en la crcel, vio a su hermano Dinocrates, que haba muerto a los siete aos de un tumor en el rostro. Ella dice as: Vi salir a Dinocrates de un lugar tenebroso, donde estaban encerrados muchos otros que eran atormentados por el calor y la sed. Estaba muy plido. En el lugar donde estaba mi hermano haba una piscina llena de agua, pero tena una altura superior a un nio y mi hermano no poda beber Comprend que mi hermano sufra. Por eso, orando con fervor da y noche, peda que fuera aliviado Una tarde vi de nuevo a Dinocrates, muy limpio, bien vestido y totalmente restablecido. Su herida del rostro estaba cicatrizada. Ahora s poda beber del agua de la piscina y beba con alegra. Cuando se saci, comenz a jugar con el agua. Me despert y comprend que haba sido sacado de aquel lugar de sufrimientos (VII,3-VIII,4)

SAN AGUSTNEn el siglo V, afirma: La Iglesia universal mantiene la tradicin de los Padres de que se ore por aquellos que murieron en la comunin del cuerpo y la sangre de Cristo (Sermo 172,1). Opongan los herejes lo que quieran, es un uso antiguo de la Iglesia orar y ofrecer sacrificios por los difuntos (libro de herejas, cap 53). Su madre Santa Mnica antes de morir dice: Sepulten mi cuerpo donde quieran, pero les pido que, dondequiera que estn, se acuerden de m ante el altar del Seor (Confesiones IX,11). Y l dice: Seor, te pido por los pecados de mi madre (Conf IX,13). Seor, que todos cuantos lean estas palabras se acuerden ante tu altar de Mnica tu sierva y de Patricio, en otro tiempo su marido, por los cuales no s cmo me trajiste a este mundo. Que se acuerden con piadoso afecto de quienes fueron mis padres en la tierra para que lo que mi madre me pidi en el ltimo instante, le sea concedido ms abundantemente por las oraciones de muchos, provocadas por estas Confesiones y no por mis solas oraciones (Conf IX,13). Y afirmaba que el sufrimiento del purgatorio es mucho ms penoso que todo lo que se puede sufrir en este mundo (In Ps. 37, 3 PL 36).

Algo parecido deca Santa Magdalena de Pazzi, quien pudo una vez contemplar a su hermano difunto y dijo: Todos los tormentos de los mrtires son como un jardn de delicias en comparacin de lo que se sufre en el purgatorio.

SANTA CATALINA DE GNOVALlamada la doctora del purgatorio, escribi un tratado sobre el purgatorio, que en 1666 recibi la aprobacin de la Universidad de Pars, y dice que en el purgatorio se sufre unos tormentos tan crueles que ni el lenguaje puede expresar ni se puede entender su dimensin."

SAN NICOLS DE TOLENTINOQue vivi en el siglo XIII, tuvo una experiencia mstica que lo hizo patrono de las almas del purgatorio. Un sbado en la noche, despus de prolongada oracin, estaba en su lecho, queriendo dormirse, cuando escuch una voz lastimera que le deca: Nicols, Nicols, mrame si todava me reconoces. Yo soy tu hermano y compaero Fray Peregrino. Hace largo tiempo que sufro grandes penas en el purgatorio. Por eso, te pido que ofrezcas maana por m la santa misa para verme por fin libre y volar a los cielos Ven conmigo y mira. El santo lo sigui y vio una llanura inmensa cubierta de innumerables almas, entre los torbellinos de purificadoras llamas, que le tendan sus manos, llamndolo por su nombre y le pedan ayuda.

Conmocionado por esta visin, Nicols la refiri al Superior que le dio permiso para aplicar la misa durante varios das por las almas del purgatorio. A los siete das, se le apareci de nuevo Fray Peregrino, ahora resplandeciente y glorioso, con otras almas para agradecerle y demostrarle la eficacia de sus splicas. De aqu tiene su origen la devocin del septenario de San Nicols en favor de las almas del purgatorio, es decir, mandar celebrar siete das seguidos la misa por las almas del purgatorio.

SAN GREGORIO MAGNOAlgo parecido podemos decir de las 30 misas gregorianas. Cuenta el gran Papa y Doctor de la Iglesia San Gregorio Magno (+604) que, siendo todava abad de un monasterio, antes de ser Papa, haba un monje llamado Justo, que ejerca con su permiso la medicina. Una vez, haba aceptado sin su permiso una moneda de tres escudos de oro, faltando gravemente as al voto de pobreza. Despus se arrepinti y tanto le doli este pecado que se enferm y muri al poco tiempo, pero eh paz con Dios. Sin embargo, San Gregorio, para inculcar en sus religiosos un gran horror a este pecado, lo hizo sepultar fuera de las tapias del cementerio, en un basural, donde tambin ech la moneda de oro, haciendo repetir a los religiosos las palabras de San Pedro a Simn mago: Que tu dinero perezca contigo . A los pocos das, pens que quizs haba sido demasiado fuerte en su castigo y encarg al ecnomo mandar celebrar treinta misas seguidas, sin dejar ningn da, por el alma del difunto.

El ecnomo obedeci y el mismo da que terminaron de celebrar las treinta misas, se apareci Justo a otro monje, Copioso, dicindole que suba al cielo, libre de las penas del purgatorio, por las treinta misas celebradas por l. Estas misas, se llaman ahora, en honor de San Gregorio Magno, misas gregorianas. Estas treinta misas seguidas, celebradas por los difuntos, todava se acostumbra celebrarlas y, segn revelaciones privadas, son muy agradables a Dios.

SAN ESTANISLAOEl ao 1070 sucedi un suceso extraordinario en la vida de San Estanislao, obispo de Cracovia, en Polonia. Un cierto Pedro Miles le haba regalado antes de morir algunas tierras de su propiedad para la Iglesia. Sus herederos, conscientes del apoyo del rey a su favor, sobornaron a algunos testigos y consiguieron que el santo fuese condenado a devolver esos terrenos.

Entonces, San Estanislao les dijo que acudira al difunto, muerto tres aos antes, para que diera testimonio de la autenticidad de su donacin. Despus de tres das de ayuno y oracin, se dirigi con el clero y gran cantidad de fieles hacia la tumba de Pedro Miles y orden que fuera abierta. Slo encontraron los huesos y poco ms.

Entonces, el santo le pidi al difunto en nombre de Dios que diera testimonio y ste, por milagro de Dios, se levant de la tumba y dio testimonio ante el prncipe Boleslao, que estaba presente, de la veracidad de su donacin. Solamente el difunto le pidi al santo obispo y a todos los presentes que hicieran muchas oraciones por l para estar libre de los sufrimientos que padeca en el purgatorio. Este hecho, absolutamente histrico, fue atestiguado por muchas personas que lo vieron.

SAN PEDRO DAMIANO (1007-1072), cardenal y doctor de la Iglesia, cuenta que, en su tiempo, era costumbre que los habitantes de Roma visitaran las iglesias con velas encendidas la noche de la Vigilia de la Asuncin. Un ao sucedi que una noble seora estaba rezando en la baslica Mara in Aracoeli, cuando vio delante de s a una dama que ella conoca bien y que se haba muerto haca un ao, se llamaba Marozia y era su madrina de bautismo. Ella le dijo que estaba todava sumergida en el purgatorio por los pecados de vanidad de su juventud y que, al da siguiente, iba a ser liberada con muchos miles de almas en la fiesta de la Asuncin. Dijo: Cada ao la Virgen Mara renueva este milagro de misericordia y libera a un nmero tan grande como la poblacin de Roma (en aquel tiempo de 200.000 habitantes). Nosotras, las almas purgantes, nos acercamos en esta noche a estos santuarios consagrados a Ella. Si pudieras vei veras a una gran multitud que estn conmigo. En prueba de la verdad de cuanto te digo, te anuncio que t morirs de aqu a un ao en esta fiesta. San Pedro Damiano refiere que, ciertamente, esta piadosa mujer muri al ao siguiente y que se haba preparado bien para ir al cielo el da de la fiesta de Mara.

Entre los santos que han tenido mucha devocin a las almas benditas est la Beata Sor Ana de los ngeles y Monteagudo, religiosa dominica peruana del siglo XVI. Cuenta Sor Juana de Santo Domingo que un da tena hambre y no haba nada que comer en el convento. La santa le dijo que le trajera el breviario para rezar juntas a las almas del purgatorio para que les enviaran alimentos. Pues bien, antes de terminar de rezar el Oficio de difuntos, mandaron llamar a la portera a Sor Ana y sta le dijo a Sor Juana: No te he dicho que las almas mandaran de comer? Vete t misma a la portera y recibe lo que traen . All se present un joven de buen aspecto que les traa panes, quesos, harina y mantequilla.

SANTA TERESA DE JESS (1515-1582), hablando de la fundacin del convento de Valladolid dice as: Tratando conmigo un caballero principal, me dijo que si quera hacer un monasterio en Valladolid, que l dara una casa que tena con una huerta muy buena. A los dos meses, poco ms o menos, le dio un mal tan acelerado que le quit el habla y no se pudo bien confesar aunque tuvo muchas seales de pedir perdn al Seor Muy en breve muri y djome el Seor que haba estado su salvacin en harta aventura y que haba tenido misericordia de l por aquel servicio que haba hecho a su Madre en aquella casa que haba dado para hacer un monasterio de su Orden y que no saldra del purgatorio hasta la primera misa que all se dijese, que entonces saldra Estando un da en oracin (en Medina del Campo), me dijo el Seor que me diese prisa, que padeca mucho aquella alma No se pudo hacer tan presto, pero nos dieron la licencia para decir la misa, adonde tenamos para Iglesia y as nos la dijeron Viniendo el sacerdote adonde habamos de comulgar, llegando a recibirle, junto al sacerdote se me present el caballero que he dicho, con el rostro resplandeciente y alegre. Me agradeci lo que haba hecho por l para que saliese del purgatorio y fuese su alma al cielo Gran cosa es lo que agrada a nuestro Seor cualquier servicio que se haga a su Madre y grande es su misericordia (Fundaciones 10).

Veamos otras de sus experiencias: Haba muerto un provincial Estando pidiendo por l al Seor lo mejor que poda, me pareci sala del profundo de la tierra a mi lado derecho y vile subir al cielo con grandsima alegra. l era ya bien viejo, mas vile de edad de treinta aos y an menos me pareci, y con resplandor en el rostro (Vida 38,26). Otra vez habase muerto una monja en casa, haca poco ms de da y medio. Estando diciendo una leccin de difuntos, la vi que se iba al cielo. Otra monja tambin se muri en mi misma casa. Ella, de hasta dieciocho o veinte aos siempre haba sido enferma y muy sierva de Dios. Estando en las Horas, antes que la enterrasen, haran cuatro horas que era muerta, entend salir del mismo lugar e irse al cielo (Vida 38,29). En otra ocasin, habase muerto un hermano de la Compaa de Jess y estando encomendndole a Dios y oyendo misa de otro Padre de la Compaa por l, dime un gran recogimiento y vile subir al cielo con mucha gloria y al Seor con l (Vida 38,30).

Un fraile de nuestra Orden (Fray Diego Matas), harto buen fraile, estaba muy mal y estando yo en misa me dio un recogimiento y vi cmo era muerto y subir al cielo sin entrar en el purgatorio. Yo me espant de que no haba entrado en el purgatorio De todos los que he visto, ninguno ha dejado de entrar en el purgatorio, si no es este Padre, el santo Fray Pedro de Alcntara y otro Padre dominico que queda dicho. De algunos ha sido el Seor servido que vea los grados que tienen de gloria. Es grande la diferencia que hay de unos a otros (Vida 38,3 1-32).

SANTA CATALINA DE RICCI (1522-1590) se dice que el 19 de octubre de 1587, muri Francisco, gran duque de Toscana y gran bienhechor de la santa y de su monasterio. Ella le pidi a Dios tomar sobre s todas las penas que l debera sufrir en el purgatorio. Durante cuarenta das ocurri un fenmeno inexplicable para los mdicos. Su cuerpo pareca como de fuego, no podan tocarla sin quemarse, hasta el punto que su celda pareca que estuviera en llamas. Era un sufrimiento verla sufrir sin poderla ayudar. Cuando pasaron los cuarenta das y todas las penas le fueron descontadas al duque, Catalina volvi a ser la persona normal de siempre. Y el duque se le apareci, glorioso y resplandeciente, porque ya iba al cielo. Este caso, al igual que el de otros santos, es un caso extraordinario de expiacin vicaria a favor de las almas del purgatorio.

P. DOMINGO DE JESS Y MARAEn los documentos del proceso de beatificacin del P. Domingo de Jess y Mara, carmelita, muerto en 1630, se cuenta que, cuando lo mandaron sus superiores a Roma, en la habitacin del convento encontr una calavera, que segn la costumbre de entonces le ayudara a pensar en la muerte. Una noche oy una voz que sala de la calavera: Nadie se acuerda de m. Se puso a orar, ech agua bendita y escuch: Agua, agua, misericordia, misericordia.

Y de nuevo la voz del difunto le dijo que era un alemn, que haba muerto al llegar a Roma a visitar los santos lugares, que estaba enterrado en el cementerio, pero estaba en el purgatorio y nadie se acordaba de l. El P. Domingo rez mucho por l y a los pocos das se le apareci lleno de belleza esplendorosa para agradecerle por su liberacin.

VBLE. MARA DE JESS AGREDA (1602-1665) fue varias veces al purgatorio a visitar a las almas. En una ocasin oy que le decan: Mara de Jess, acurdate de m y conoci a una mujer de la villa de Agreda, que se llamaba Mara Lapiedra y que haba muerto en Murcia.

Cuando muri la reina Isabel de Borbn, el 6 de octubre de 1644, se le apareci varias veces para pedirle oraciones. Dice en sus escritos: El da de las nimas, dos de noviembre de este ao de mil seiscientos y cuarenta y cinco, estando en los maitines y oficio que hace la iglesia por los difuntos, se me manifest el purgatorio con grande multitud de almas, que estaban padeciendo y me pedan las socorriese. Conoc muchas, incluida la de la reina y otra de una persona que yo haba tratado y conocido antes. Yo me admir de que el alma de la reina, despus de tantos sufragios y misas como se haban ofrecido por ella, estaba todava en el purgatorio, aunque slo haba pasado un ao y veintisis das de su muerte Llegada la noche vi algunos ngeles en la celda con grande hermosura y me dijeron que iban al purgatorio a sacar el alma de la reina por quien yo haba pedido Y los ngeles la llevaron al eterno descanso, que gozar mientras Dios fuere Dios.

Tambin se le apareci el prncipe heredero Don Baltasar Carlos, que muri el nueve de octubre de 1646. Dice ella: Para consolarme, el Altsimo me manifest que el prncipe se haba salvado, aunque era menester ayudarle mucho, porque tena grandes penas en el purgatorio. A los siete u ocho das despus de su muerte, estando en el coro, se me apareci su alma y me dijo: Sor Mara, el ngel santo de mi guarda, que es el que me ha consolado desde que se apart mi alma del cuerpo, me ha declarado cmo ayudaste a mi madre la reina en el purgatorio y me ha encaminado por voluntad divina y trado a tu presencia para que te pida oraciones Estos aparecimientos del alma de su Alteza se me fueron continuando otras veces El alma del prncipe estuvo en el purgatorio ochenta y tres das, que hay desde el nueve de octubre de 1646 hasta el primero de enero de 1647, pero he conocido que, por particulares socorros y por la especialsima misericordia del todopoderoso, se le aliviaron mucho las penas .

Del proceso apostlico sobre su beatificacin tomamos el siguiente suceso extraordinario, de un muerto que resucita para confesarse Veamos lo que dice al respecto el testigo Padre Arriola en su declaracin jurada: Llevaron al convento de la sierva de Dios un arca grande sin noticia del convento ni de la Madre ni de ninguna otra religiosa. Pidieron al sacristn menor que les abriese la puerta de la iglesia para poner en custodia aquella arca que era de mercadera Estando en oracin, la sierva oy unos gemidos tristes y profundos lamentos. Atenta hacia el lugar de donde salan, le pareci que los despeda la boca de algn sepulcro Y le fue revelado que aquellos lamentables suspiros eran de un alma que acab impenitente la mortal vida y que su cuerpo estaba en un arca que haban puesto en la iglesia Y le dijo el mismo Dios a su sierva que, con toda prudencia y brevedad, dispusiese llamar a un confesor para que oyese en confesin al miserable infeliz en quien resplandeci la mayor misericordia Mand llamar al Padre Francisco Coronel En llegando l, le dijo todo el suceso referido. Y ste se lleg adonde estaba el arca, de la cual se levant el difunto. Y despus de haber hecho humildsima postracin y adoracin al Santsimo sacramento del altar y haber estado un breve rato en cruz, vino a los pies del confesor e hizo una confesin dolorosa y verdadera. Dile la absolucin y muy inmediatamente el difunto volvi al arca con imponderables demostraciones de rendimiento y agradecimiento Y los mismos que haban llevado el cadver se lo llevaron.

SAN ALFONSO MARA DE LIGORIO

Otro caso parecido lo cuenta San Alfonso Mara de Ligorio en su obra Las glorias de Mara. Haba una joven, llamada Alejandra, que era pretendida por dos jvenes. Ambos vinieron un da a las manos y quedaron muertos los dos en medio de la calle. Por haber sido ella la causa de la muerte de los dos jvenes, sus parientes la degollaron y echaron su cabeza en un pozo. A los pocos das, pas por all Santo Domingo de Guzmn e, inspirado por Dios, mir hacia el pozo y dijo: Alejandra, sal fuera. Y Alejandra apareci viva, pidiendo confesin. El santo la confes y le dio la comunin en presencia de mucha gente que pudo atestiguar el hecho. Dice San Alfonso Mara de Ligorio: La joven dijo que, cuando le cortaron la cabeza, estaba en pecado mortal, pero la Virgen le haba dado esta oportunidad de confesarse, porque haba rezado el rosario todos los das. Despus de esto, fue su alma al purgatorio. Al cabo de otros quince das, se apareci al mismo Santo Domingo ms hermosa y resplandeciente que el mismo sol y le declar que uno de los sufragios ms eficaces, que tienen las benditas almas del purgatorio, es el santo rosario. Dicho esto, vio el glorioso Santo Domingo entrar su alma llena de alegra en la mansin de la bienaventuranza eterna

SANTA MARGARITA MARA DE ALACOQUE

(1647-1690), en su Autobiografa, dice que encontrndome delante del Santsimo Sacramento el da de la fiesta del Corpus Christi se me apareci de repente una persona envuelta en fuego. Su estado lamentable me hizo entender que estaba en el purgatorio. Me dijo que era el alma de un benedictino que, una vez, me haba confesado y dado la comunin. Por esto, el Seor le haba concedido el favor de poder dirigirse a m para conseguir una reduccin de sus penas. Me pidi de ofrecer por l por tres meses, todos mis sufrimientos y todas mis acciones. Al fin de los tres meses, lo vi lleno de alegra y de esplendor, cmo iba a gozar de la felicidad eterna y me agradeci dicindome que velara sobre m junto a Dios.

Nuestra madre me permiti en favor de las almas del purgatorio pasar la noche del jueves santo (15 abril 1683) delante del Santsimo Sacramento y all estuve una parte del tiempo toda como rodeada de estas pobres almas con las que he contrado una estrecha amistad. Me dijo el Seor que l me pona a disposicin de ellas durante este ao para que les hiciere todo el bien que pudiese. Estn frecuentemente conmigo y las llamo mis amigas pacientes (carta 22 a la Madre Saumaise).

Esta maana, domingo del Buen pastor (2 de mayo 1683), dos de mis buenas amigas pacientes han venido a decirme adis en el momento de despertarme y que ste era el da en el que el soberano pastor las reciba en su redil eterno, con ms de un milln de otras almas, en cuya compaa marchaban con cnticos de alegra inexplicable. Una es la buena madre Monthoux y la otra mi hermana Juana Catalina Gascon, que me repeta sin cesar estas palabras: El amor triunfa, el amor goza. El amor en Dios se regocija. La otra deca: Qu bienaventurados son los muertos que mueren en el Seor y las religiosas que viven y mueren en la exacta observancia de su Regla Como yo les rogara que se acordasen de nosotras, me han dicho, al despedirse, que la ingratitud jams ha entrado en el cielo (carta XXIII a Madre Saumaise del 2 de mayo de 1683).

La primera vez que vi a la hermana J.F. despus de su muerte me pidi misas y varias otras cosas. Le ofrec seis meses cuanto hiciera y padeciera y no me han faltado sufrimientos. Me dijo: Hay tres cosas que me hacen sufrir ms que todo lo dems. La primera es el voto de obediencia que he observado tan mal, pues no obedeca ms que en aquello que me agradaba. La segunda, el voto de pobreza, pues no quera que nada me faltase, proporcionando varios alivios a mi cuerpo Ah, qu odiosas son a los ojos de Dios las religiosas que quieren tener ms de lo que es verdaderamente necesario y que no son completamente pobres. La tercera es la falta de caridad y haber sido causa de desunin y haberla tenido con las otras (carta 31 a Madre Saumaise del 20-4-1685).

SUSANA MARA DE RIANTS

(1639-1724), religiosa visitandina del convento de LAntiquaille de Lyon (Francia), tena el carisma de ser visitada, frecuentemente, por las almas del purgatorio. Ella escribe: Un da, al comenzar la oracin de la tarde, Jess me present un alma que haba muerto haca dieciocho aos. Era madre de varias religiosas. Ese mismo da yo haba tenido el fuerte deseo de orar por ella. Se me present y me habl de la bondad de Dios y cmo era muy importante cumplir en todo la voluntad de Dios. El Seor la liber en ese mismo momento y fue resplandeciente y gloriosa con l al cielo.

El 16 de marzo de 1686, en la oracin de la tarde, vi interiormente a Jesucristo que, muy contento, me presentaba el alma de una de mis parientes muerta haca nueve o diez aos. Ella haba vivido viuda durante treinta aos y me dijo que la mayor pena que tenan las almas del purgatorio era haber perdido muchas ocasiones de sufrir por Dios Si un alma pudiera venir de nuevo a la tierra, aceptara con amor todos los sufrimientos que el Seor quisiera enviarle. Me dijo: No pierdas ninguna ocasin de sufrir por Dios Y se fue al cielo resplandeciente de gloria .

Un da, durante la misa, tuve la fuerte inspiracin de pedir por el alma de uno de mis amigos y bienhechores del monasterio, que haba muerto haca diez aos y algunos meses. Cuando el sacerdote elevaba la hostia, vi a Jess que oraba por l al Padre. El difunto estaba presente en la misa y estaba prosternado con profundo agradecimiento ante el Salvador Por la tarde, a las cuatro o cinco, vino a decirme que iba a la gloria del cielo y me daba las gracias por mis oraciones.

BEATA CRESCENCIA DE HOSS

(1682-1794) se cuenta que, cuando muri su director espiritual el P. Ignacio Vagener, jesuita, el 19 de octubre de 1716, ella lo vio en el coro junto a ella como un fantasma blanco. Ella rez por l, sin saber quin era, aunque s que era un alma purgante. El da 21 se le apareci de nuevo y lo reconoci. Ella rez mucho por l y el da 23 se le apareci otra vez lleno de esplendor para agradecerle sus oraciones.

SANTA VERNICA GIULIANI

(1660-1727) escribe en su Diario: Mi ngel me obtuvo que una de estas almas del purgatorio me hablase y me dijo: Tened compasin de m. No hay criatura viva que pueda entenderlo atroces que son estas penas. Tened compasin de m. La encomend a la Virgen y me pareci ver la dicha de esa alma que me dijo: Ahora he sabido que pronto saldr de aqu por vuestra caridad. GRACIAS. Al poco tiempo, la vi libre de las penas, toda bella y gloriosa con un grandsimo resplandor Pareca un nuevo sol y puesta junto al sol natural, ella habra sido ms luminosa, y el sol mismo, junto a ella, pareca tinieblas.

VBLE. ANA CATALINA EMMERICK

(1774-1824) dice que, siendo nia, fue conducida por su ngel al purgatorio. vi all muchas almas que sufran vivos dolores y que me suplicaban orara por ellas. Pareca un profundo abismo All vi hombres silenciosos y tristes en cuyo rostro se conoca, sin embargo, que en su corazn se alegraban como si pensaran en la misericordia de Dios. Conoc que aquellas pobres almas padecan interiormente grandes penas. Cuando oraba con fervor por las benditas nimas oa muchas veces al odo voces que me decan: Gracias, gracias Siendo mayor iba a misa a Koesfeld. Para orar mejor por las nimas benditas tomaba un camino solitario. Si todava no haba amanecido, las vea de dos en dos oscilar delante de m como brillantes perlas. El camino se me haca claro y yo me alegraba de que las nimas estuvieran en torno mo, porque las conoca y las amaba mucho, pues tambin por la noche venan a m y me pedan auxilio Dios me ha dado la gracia, muchas veces, de ver subir al cielo con infinita alegra a muchas almas del purgatorio.

Cuntas gracias he recibido de las benditas almas! Cunto se las olvida, mientras que ellas suspiran ardientemente por ayuda!

Todo lo que hacemos por ellas les causa una inmensa alegra All en el purgatorio he visto a protestantes que han vivido piadosamente en su ignorancia. Estn abandonados, porque carecen de oraciones Tambin me he dado cuenta de que el poder aparecerse para pedir auxilio y sufragios es una gracia sealada que Dios da a algunas almas Triste cosa es que las almas benditas sean ahora tan pocas veces socorridas. Es tan grande su desdicha que no pueden hacer nada por s mismas. Pero, cuando uno ruega por ellas o sufre por ellas o da una limosna por ellas, en ese mismo momento se ponen tan contentas como aquel a quien dan de beber agua fresca, cuando est a punto de desfallecer de sed Los santos del cielo no pueden hacer nada por ellas. Todo lo tienen que esperar de nosotros El sacerdote que rece devotamente las horas, con intencin de satisfacer por las negligencias de estas almas, puede procurarles un indecible consuelo. Adems, la bendicin sacerdotal penetra hasta el purgatorio y consuela como roco del cielo a las almas a quienes con fe firme bendice el sacerdote .

He visto a un sacerdote muy piadoso y caritativo que muri anoche a las nueve. Ha pasado tres horas en el purgatorio por haber perdido el tiempo en hacer bromas. Este sacerdote tena que haber permanecido varios aos en el purgatorio, pero ha sido socorrido con muchas misas y oraciones. A este sacerdote lo he conocido mucho (3 1-12-1820).

Hoy he visto un jabal muy grande y espantoso que sala asomando de un lugar profundo y maloliente. Yo temblaba y me estremeca. Era el alma de una dama de Pars. Me dijo que yo no poda rogar por ella, puesto que no haba posibilidad de ayudarla, ya que deba permanecer en el purgatorio hasta el fin del mundo, pero que deba rogar por su hija para que se convirtiese y no cometiera pecados como ella (13-7-1821).

No puedo explicar la compasin que me causa ver a las almas del purgatorio. Pero nada hay ms consolador que contemplar su paciencia y ver cmo se alegran las unas de la salvacin de las otras. He visto nios tambin en ese lugar (2-11-1822).

BEATA ISABEL CANOURA

(1774-1825) escribe en su Diario: El 17 de junio de 1814 se me present el Papa Po VI (muerto en 1799) y me pidi que rogara por l, porque todava estaba en el purgatorio Me dijo: Vete a tu padre espiritual y l te manifestar lo que debes hacer para obtenerme esta gracia. Te prometo no abandonarte nunca y ser tu protector desde el cielo Mi padre espiritual me pidi ir cinco veces a la iglesia de Santa Mara la Mayor a visitar el altar de San Po V y rezarle por la libe racin de su sucesor Al da siguiente, a la hora de vsperas, me fue asegurado que entraba en el paraso El 19 de junio, en la comunin, vi a este santo pontfice delante del trono de Dios .

El 8 de noviembre de 1819, despus de la comunin, se me apareci el alma del cardenal Scotti y me dijo: La divina justicia me haba condenado al purgatorio por espacio de 30 aos y el Seor me ibera ahora Tus penitencias, ayunos y oraciones, han dado compensacin a la justicia divina, por los mritos infinitos del divino Redentor, a cuyos mritos uniste tu penitencia, ayunos y oraciones a favor mo. Ahora me voy al cielo a gozar del inmenso bien por toda una interminable eternidad.

El 2 de noviembre de 1822 record que comenzaba el octavario por los fieles difuntos y or al Seor con fervor por ellos. Le dije: Dame la llave de esta horrible crcel, como otras veces te has dignado darme, porque siento un gran deseo de sacar del purgatorio a aquellas almas santas. Os suplico esta gracia por los mritos infinitos de vuestra pasin y muerte.., el Seor me dijo: Presntate a aquella crcel y dales la consoladora noticia de que pronto estarn conmigo en el paraso. En aquel momento, aparecieron tres ngeles, que me acompaaron a la crcel del purgatorio No me es posible decir la alegra y consolacin de aquellas almas y cunto fue su agradecimiento y alabanza a la infinita misericordia de Dios. Al da siguiente, fu a la iglesia y estuve ms de tres horas orando por las almas del purgatorio y el Seor se dign mostrarme el triunfo de su misericordia y vi a aquellas almas que en filas, acompaadas de sus ngeles custodios, entraban gloriosas y triunfantes en el cielo. Todos los das del octavario ocurri lo mismo y as por nueve das Se puede decir que en nueve enormes hileras (una cada da) se despobl el purgatorio. No puede haber vista ms bella que sta y que demuestra la infinita misericordia de Dios y el gran triunfo de los infinitos mritos de la preciossima sangre de Jesucristo .

BEATA ANA MARA TAIGI

(1769-1837) asisti al funeral del cardenal Doria y el Seor le hizo entender que los cientos de misas que el purpurado haba dejado encargadas no le serviran a l sino a los pobres, porque durante su vida no haba rezado por las almas del purgatorio.

Esto tambin nos podra suceder a nosotros, si en vida, no nos preocupamos de ellas. Al fin de cuentas, Dios es el que distribuye los sufragios ofrecidos por nosotros y no basta con dejar dinero para misas. Ms vale or una misa en vida que cien despus muertos.

VNBLE. LUIS ORIONE

Escribi una carta a Don De Filippi el 25 de setiembre de 1897 en la que escribi: No hace ni 10 minutos que ha estado, en esta habitacin en que te escribo, tu sobrino De Filippi Felice. He estado conversando con l durante media hora, para mi alegra y consolacin. Saba que estaba hablando con un muerto y me he quedado con mucha paz. l rezar por nosotros, pero nosotros debemos rezar por l. Oh, estoy muy contento de haberlo visto. Tena los ojos bellos como los ojos de uno que es inocente. Recemos por l.

SANTA GEMA GALGANI

(1878-1903) tena hecho el voto de nimas a favor de las almas del purgatorio y todos los das peda especialmente por ellas. Cuando muri la religiosa pasionista Madre Mara Teresa, el 16 de julio de 1900, ella rez mucho por su alma. Dice en su Diario: Hoy el ngel de la guarda me ha dicho que Jess quera que sufriera esta noche unas dos horas por un alma del purgatorio. Sufr, de hecho, dos horas como quera Jess por la Madre Mara Teresa (9-8-1900). El da de la Asuncin de Mara me pareci que me tocaban en la espalda. Me di media vuelta y vi a mi lado una persona vestida de blanco. Esta persona me pregunt: Me conoces? Yo soy la Madre Mara Teresa. He venido para darte gracias por lo que me has ayudado. Prosigue an. Unos das ms y estar eternamente feliz Finalmente, ayer por la maana, despus de la santa comunin, Jess me dijo que hoy, despus de medianoche volara al cielo 1 efectivamente, as fue Vi llegar a la Virgen acompaada de su ngel de la guarda. Me dijo que su purgatorio haba terminado y que se iba al cielo Estaba muy contenta Si la hubiera visto! Vinieron a buscarla Jess y su ngel de la guarda. Y Jess al recibirla le dijo: Ven, oh alma, que me has sido tan querida. Y se la llev (Cartas a Mons. Volpi, 10-8-1900).

Gema rezaba cada da cien rquiem por las almas del purgatorio. Su ngel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un da le dijo: Cunto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la maana no haba rogado por ellas. Me dijo que le gustara que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeo sufrimiento las alivia, s, hija, todo sacrificio por pequeo que sea, las alivia (Diario, 6-8-1900).

Sor Luca, en la primera aparicin de Ftima del 13-5- 1917, dice en sus Memorias que le pregunt a la Virgen:

Est Mara Nieves en el cielo?

S, est. (Me parece que deba tener unos diecisis aos).

Y Amelia?

Estar en el purgatorio hasta el fin del mundo (Me parece que deba tener de dieciocho a veinte aos).

Qu pecado podra haber cometido para estar en el purgatorio hasta el fin del mundo? El aborto?

TERESA NEUMANN

(1898-1962), la estigmatizada alemana, se cuenta que, muchas veces, se le aparecan las almas del purgatorio para pedirle ayuda.

Un da se le apareci el prroco de su infancia, que la haba bautizado y dado la primera comunin. El 23 de noviembre de 1928 ayud a salir al ltimo prroco catlico de Arzberg antes de que se introdujera all el protestantismo. La noche del Corpus Christi de 1931, se le apareci su madrina Forster, muerta recientemente, Teresa rez por ella y la vio brillante subiendo al cielo.

VNBLE P. PO

(1887-1968) un da de otoo de 1917, estando solo, rezando el rosario, se adormil junto al fogn del convento y, al despertar, vio junto a s a un anciano envuelto en un capote. Al preguntarle qu haca all y quin era, le respondi que haba muerto quemado en ese convento y quera descontar all su purgatorio. El P. Po le prometi rezar por l. Un da le cont este suceso al P. Paolino y ste fue al municipio a ver los registros y encontr que, efectivamente, estaba registrado el nombre de un anciano, que haba muerto quemado en aquel convento. El muerto era Mauro Pietro (1831-1908).

Otro suceso lo refiere el cronista provincial de los Padres capuchinos de la Provincia de Foggia con fecha 29 de febrero de 1937. Dice as: El da 29 de diciembre de 1936, el P. Jacinto de 5. Elas se acerc a San Giovanni Rotondo para visitar al R Po y le recomend que rezara por el P. Giuseppantonio, porque estaba muy grave. El da 30 a las 2 p.m. el P Po vio en su habitacin al P. Giuseppantonio y le dice. Me han dicho que ests gravemente enfermo y ests aqu? Entonces el P. Giuseppantonio, haciendo un gesto le dice: Eh, ahora ya se me han pasado todas mis enfermedades. Y desapareci . Esto se lo cont el P. Po al Padre provincial P. Bernardo, quien firma esta crnica junto con el cronista, P. Fernando de San Marcos in Lamis.

SANTA MARA MAGDALENA DE PAZZI

(1566-1607) Monja carmelita, gran mstica que frecuentemente caa en xtasis. Fue objeto de los ms extraordinarios fenmenos msticos y dones recibidos de Nuestro Seor. Brill en ella la prctica de las virtudes. Mortificaba su cuerpo con frecuentes sacrificios. Comulgaba diariamente sintindose muy unida a Jesucristo. Fue maestra de novicias. Muri llena de mritos en el ao 1607 y al ao de su muerte se abri su sepulcro y su cuerpo se hall fresco, entero y flexible.

Durante un xtasis previo a su muerte Santa Magdalena de Pazzi tuvo la gracia de ver y visitar el Purgatorio. Recorriendo las diversas estancias preparadas por la Misericordia y Justicia divinas, la santa de la pureza comprendi la Santidad de Dios, la maldad del pecado y del porque Dios le haba revelado los sufrimientos del Purgatorio.

He aqu cmo nos describe este santo lugar.

Contar un suceso que aconteci a Santa Magdalena de Pazzi tal como fue relatado por el Padre Cepari en la historia de la vida de la Santa.

Un tiempo antes de su muerte, que tuvo lugar en 1607, la sierva de Dios, Magdalena de Pazzi, se encontraba una noche con varias religiosas en el jardn del convento, cuando entr en xtasis y vio el Purgatorio abierto ente ella. Al mismo tiempo, como ella cont despus, una voz la invit a visitar todas las prisiones de la Justicia Divina, y a ver cuan merecedoras de compasin son esas almas all detenidas.

En ese momento se la oy decir: Si, ir. Consinti as a llevar a cabo el penoso viaje. De hecho a partir de entonces camin durante dos horas alrededor del jardn, que era muy grande, parando de tiempo en tiempo. Cada vez que interrumpa su caminata, contemplaba atentamente los sufrimientos que le mostraban. Las religiosas vieron entonces que, compadecida, retorca sus manos, su rostro se volvi plido y su cuerpo se arque bajo el peso del sufrimiento, en presencia del terrible espectculo al que se hallaba confrontada.

Entonces comenz a lamentarse en voz alta, Misericordia, Dios mo, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisin. Pobres almas! Sufren tan cruelmente, y an as estn contentas y alegres. Los calabozos de los mrtires en comparacin con esto eran jardines de delicias. Aunque hay otras en mayores profundidades. Cuan feliz debo estimarme al no estar obligada a bajar hasta all.

Sin embargo descendi despus, porque se vio forzada a continuar su camino. Cuando hubo dado algunos pasos, par aterrorizada y, suspirando profundamente, exclam Qu! Religiosos tambin en esta horrenda morada! Buen Dios! Como son atormentados! Oh, Seor!. Ella no explic la naturaleza de sus sufrimientos, pero el horror que manifest en contemplarles le causaba suspiros a cada paso. Pas de all a lugares menos tristes. Eran calabozos de las almas simples y de los nios que haban cado en muchas faltas por ignorancia. Sus tormentos le parecieron a la santa mucho ms soportables que los anteriores. All solo haba hielo y fuego. Y not que las almas tenan a sus ngeles guardianes con ellas, pero vio tambin demonios de horribles formas que acrecentaban sus sufrimientos.

Avanzando unos pocos pasos, vio almas todava ms desafortunadas que las pasadas, y entonces se oy su lamento, Oh! Cun horrible es este lugar; est lleno de espantosos demonios y horribles tormentos! Quines, oh Dios mo, son las victimas de estas torturas? Estn siendo atravesadas por afiladas espadas, y son cortadas en pedazos. A esto se le respondi que eran almas cuya conducta haba estado manchada por la hipocresa.

Avanzando un poquito ms, vio una gran multitud de almas que eran golpeadas y aplastadas bajo una gran presin, y entendi que eran aquellas almas que haban sido impacientes y desobedientes en sus vidas. Mientras las contemplaba, su mirada, sus suspiros, todo en su actitud estaba cargada de compasin y terror.

Un momento despus de su agitacin aument, y pronunci una dolorosa exclamacin. Era el calabozo de las mentiras el que se abra ante ella. Despus de haberlo considerado atentamente, dijo, Los mentirosos estn confinados a este lugar de vecindad del Infierno, y sus sufrimientos son excesivamente grandes. Plomo fundido es vertido en sus bocas, los veo quemarse, y al mismo tiempo, temblar de fro.

Luego fue a la prisin de aquellas almas que haban pecado por debilidad, y se le oy decir: Haba pensado encontrarlas entre aquellas que pecaron por ignorancia, pero estaba equivocada: ustedes se queman en un fuego ms intenso.

Mas adelante, ella percibi almas que haban estado demasiado apegadas a los bienes de este mundo, y haban pecado de avaricia.

Que ceguera, dijo, las de aquellos que buscan ansiosamente la fortuna perecedera! Aquellos cuyas antiguas riquezas no podan saciarlos suficientemente, estn ahora atracados en los tormentos. Son derretidos como un metal en un horno.

De all pas a un lugar donde las almas prisioneras eran las que se haban manchado de impureza. Ella las vio en tan sucio y pestilente calabozo, que la visin le produjo nuseas. Se volvi rpidamente para no ver tan horrible espectculo.

Viendo a los ambiciosos y a los orgullosos, dijo Contemplo a aquellos que deseaban brillar ante los hombres; ahora estn condenados a vivir en esta espantosa oscuridad.Entonces le fueron mostradas las almas que tenan la culpa de ingratitud hacia Dios. Estas eran presas de innombrables tormentos y se encontraban ahogadas en un lago de plomo fundido, por haber secado con su ingratitud la fuente de la piedad.

Finalmente, en el ltimo calabozo, ella vio aquellos que no se haban dado a un vicio en particular, sino que, por falta de vigilancia apropiada sobre si mismos, haban cometido faltas triviales. All observ que estas almas tenan que compartir el castigo de todos los vicios, en un grado moderado, porque esas faltas cometidas solo alguna vez las hacen menos culpables que aquellas que se cometen por hbito.

Despus de esta ltima estacin, la santa dej el jardn, rogando a Dios nunca tener que volver a presenciar tan horrible espectculo: ella senta que no tendra fuerza para soportarlo. Su xtasis continu un poco mas y conversando con Jess, se le oy decir: Dime, Seor, el porqu de tu designio de descubrirme esas terribles prisiones, de las cuales saba tan poco y comprenda aun menos Ah! ahora entiendo; deseaste darme el conocimiento de Tu infinita Santidad, para hacerme detestar mas y mas la menor mancha de pecado, que es tan abominable ante tus ojos.

SAN PASCASIO

(x 512) Pascasio, dicono de Roma, fue varn de mucha santidad, grande limosnero, favorecedor de pobres, humilde y muy penitente. Sucedi que, pretendiendo el Pontificado Simaco, y Pascasio favoreci ms de lo justo las partes de Laurencio contra Simaco, sin que le bastase quedar Simaco con la dignidad en boz de los ms electores, tuvo con l sus repuntas, hasta que muri el mismo Pascasio.

Llevaron a enterrar su cuerpo, y sobre las andas iva su dalmtica y vestido de dicono, la cual tocando un endemoniado, qued sano. Pas mucho tiempo, y sucedi que Germano, obispo de Capua, por consejo de mdicos, estando enfermo, fue a se lavar a unas termas o baos, en los cuales vido y conoci al Pascasio Dicono difunto, que serva all a los que entravan a baarse. Admirse de verle, y pregunt la causa por que tan insigne varn estuviesse en semejante lugar, y respondi:

-No por otra causa estoy en este lugar penoso, sino porque segu las partes de Laurencio, que pretenda ser Papa contra Simaco. Rugote que ruegues a Dios por m, y hazindolo entenders que te ha odo si, volviendo aqu, no me vieres.

El obispo Germano hizo lo que le fue pedido, y bolviendo desde algunos das, vido que no estava all. Escrive este caso San Gregorio, en el libro cuarto de sus Dilogos, captulo cuarenta, y dize que por no aver pecado Pascasio por malicia, sino por ignorancia, que le pareca que acertava, padeci solamente aquella pena. Y infirese de lo dicho que aunque ay lugar proprio y diputado para Purgatorio de las almas, que es uno de cuatro senos del Infierno, porque uno, y el ms profundo y mayor es el de los condenados, otro, donde estn los nios que mueren sin Baptismo, donde no ay pena de sentido, sino privacin de la vista buena de Dios, y el tercero, el Purgatorio de que hablamos, | donde se purgan las almas de los que murieron en gracia de Dios, mas llevaron culpas veniales o penas devidas por los mortales ya perdonados, y el cuarto, donde estuvieron las almas de los justos y amigos de Dios antes que su Magestad muriesse y las sacasse de all, y resuscitando y subiendo a los Cielos las llevasse consigo; sin este Purgatorio, digo, que se infiere de lo que aqu dize San Gregorio que algunas almas le padecen y son purgadas en otros lugares particulares. Y el aver hecho Dios milagro por medio de la dalmtica de Pascasio, dize el mismo San Gregorio que fue en aprobacin y abono de las muchas limosnas que hizo en vida, y para corresponder con el crdito de santidad que dl tenan todos, aunque convino y fue necessario que primero que entrasse en el Cielo purgasse lo merecido por la culpa que por ignorancia ava dexado de llorar.

SAN ALBERTO MAGNO

(1200-1280) Diversas personas oyeron decir, no una, sino muchas vezes, a Alberto Magno, Ministro General que fue de Predicadores, de cierto hombre cuya vida era de buen exemplo, y en los ojos de todos, buena y santa, que, estando enfermo, y de enfermedad muy penosa, que rog a Dios con lgrimas que con la muerte pusiesse fin a tanto mal y tormento como padeca en aquella enfermedad.

Aparecisele un ngel, y dxole que Dios ava odo su oracin, y que le dava a escoger, o que estuviesse tres das en Purgatorio, o un ao la enfermedad que tena, y que, cumplido, ira luego al Cielo. El enfermo, que senta la pena presente y no tena experiencia de la ausente, dixo:

-Yo quiero morir luego, y no slo tres das, sino cuanto ms fuere la voluntad de Dios ser atormentado en el Purgatorio.

-Sea como dices -dixo el ngel.

Y en la misma hora muri, y su alma fue a Purgatorio. Pass un da, y visitle el ngel en su tormento, dizindole:

-Cmo te va, alma que escogiste tres das de Purgatorio por no padecer un ao de enfermedad?

Respondile la alma:

-Y vs sois ngel? No devis serlo, que los ngeles no engaan. Dixstesme que estara tres das en estas penas, y han passado muchos aos y no me veo libre dellas.

El ngel le dixo:

-No los muchos aos, sino la terribilidad del tormento te fuera a dezir lo que dizes, porque de los tres das slo uno has estado en Purgatorio. Mas si te agrada hazer nueva eleccin, tu cuerpo | no est an sepultado, puedes bolver a l, y por un ao padecer la enfermedad que tenas.

Respondi la alma:

-No slo un ao, sino hasta la fin del mundo quiero ms padecer el tormento y pena de la enfermedad que los dos das que quedan de Purgatorio.

Fue buelta la alma al cuerpo, y no slo padeci con paciencia la enfermedad, sino que refiriendo a muchos lo que le ava sucedido, los exort a penitencia. Lo dicho es de Gulielmo, en el libro De Apibus.

SANTA VIVIANA PERPETUA

(300-360) Que de la Sinagoga el rito de rogar por los difuntos haya pasado a la Iglesia de Jesucristo dan fe, entre otras, las Actas de los Mrtires, cuya autenticidad es indiscutible, y entre stas las de Santa Viviana Perpetua, escritas en gran parte por la misma Santa durante su prisin: actas que se remontan al siglo III y en las cuales hallamos expresadas taxativamente la fe en el Purgatorio y la eficacia de las oraciones por los difuntos.

Acusada esta santa mujer como cristiana, fue condenada a muerte. Mientras se hallaba en la crcel esperando el da de su combate final, le vino al pensamiento Dincrato, un hermanito suyo, muerto mucho antes, a la edad de siete aos, de un cncer que haba acabado con su vida. A este recuerdo psose orar por el alma del difunto, y poco despus, por disposicin divina, tuvo una celeste visin. Vio al nio Dincrato que sala de un lugar tenebroso y lejano, en donde haba sufriendo una gran multitud de almas. El nio tena el rostro melanclico y contrahecho, y sintindose devorado por ardiente sed se acerc a un estanque buscando refrigerio; pero no pudo conseguirlo a causa de la mucha altura del parapeto que lo rodeaba. Viviana comprendi que su hermanito padeca y necesitaba ayuda, y psose a orar por l con ms fervor para que fuese libertado de sus padecimientos. Su oracin fue escuchada. Poco despus la Santa vio el mismo lugar de antes, pero no ya cubierto de tinieblas; sino resplandeciente de blanqusima luz y a su hermanito antes triste y apenado, lo vio lleno de gozo y cubierto con hermossima vestidura, que alegremente beba del estanque por de una concha que nunca se agotaba, y despus de haberse saciado recrebase alegremente, como suelen hacerlo los nios de aquella edad. Por donde ella comprendi que su hermanito haba sido librado de sus sufrimientos, y experiment un gozo inexplicable. Tal fue la visin de Santa Viviana Perpetua. En la cual claramente se ve representado el Purgatorio por aquel lugar tenebroso, las penas que en l las almas padecen, y la eficacia de la oracin para obtener la libertad de las mismas, en una palabra, toda la doctrina catlica acerca del Purgatorio.

Pues si consideramos que esta visin no slo no fue desechada por sus contemporneos, sino que fue acogida con gran veneracin y respeto, no slo por los simples fieles, sino hasta por Tertuliano, San Cipriano, San Agustn y por muchos otros conspicuos personajes, conoceremos que ella constituye una buena prueba de la fe que aquellos antiqusimos cristianos tenan en el Purgatorio puesto que sin esta fe, o hubiesen rechazado esta visin, como una novedad peligrosa, de la cual deban guardarse, o a lo menos no la hubieran recibido sin alguna dificultad, tanto ms cuanto que los cristianos de aquellos tiempos eran continuamente amonestados para que huyesen de todo aquello que oliese a innovacin, a fin de que no corrieran el riesgo de caer en las nacientes herejas.

BEATO JUAN MACIAS

(1585-1645) Abogado de las Animas del Purgatorio. Naci Juan en Ribera del Fresno, provincia de Badajoz, en 1585. Sus padres, Pedro de Arcas e Ins Snchez, modestos labradores, eran muy buenos cristianos, y dejaron en l una profunda huella cristiana. Contaba Juan poco ms de cuatro aos cuando la peste que asolaba Castilla seg la vida de sus padres, que eran unos modestos labradores. Unos tos de los nios, Mateos Snchez e Ins Salguero, tutelaron a estos dos nios hurfanos.

odava nio, su to le encomienda a Juan un pequeo rebao de ovejas. Un da en que apacentaba el rebao vio un resplandor que se le acercaba. El mismo narra su encuentro con aquel personaje misterioso que le salud diciendo: Juan, ests de enhorabuena. Yo le respond del mismo modo y l: Yo soy Juan Evangelista, que vengo del cielo y me enva Dios, para que te acompae, porque mir tu humildad. No lo dudes. Y yo le dije: Pues, quin es ese San Juan Evangelista? Y l contest: El querido discpulo del Seor, uno de los doce apstoles. Y vengo a acompaarte de buena gana porque te tiene escogido para S. Tengo que llevarte a unas tierras muy remotas y lejanas en donde habrs de levantar templos. Y te doy por seal de esto que tu madre, Ins Snchez, cuando muri, de la cama subi al cielo y tu padre, Pedro Arcas, que muri primero que ella, estuvo algn tiempo en el purgatorio pero ya tiene el premio de sus trabajos en la gloria. Cuando supe de mi amigo San Juan la buena noticia de mis padres y la buena dicha ma, le respond lleno de gozo: Hgase en m la voluntad de Dios.

En 1622, Juan Arcas Snchez recibi el hbito en el convento dominico de la Magdalena, en Lima. Se convirti as en fray Juan Macas, y toda su vida la pas como portero del convento. Hombre de mucha oracin, al estilo de San Martn, tambin l fue visto en varias ocasiones orando al Seor elevado sobre el suelo. Estando una noche en la iglesia oy unas voces, procedentes del Purgatorio, que solicitaban que intercediera por ellas con oraciones y sacrificios. A esto se dedic en adelante, toda su vida. Sus bigrafos acertadamente le han llamado el ladrn del purgatorio.

Juan tena la costumbre de rezar todas las noches, de rodillas, el Rosario completo. Una parte la ofreca por las almas del Purgatorio, otra por los religiosos, y la tercera, por sus parientes, amigos y benefactores.

Oraba el Santo en la capilla de Nuestra Seora del Rosario, cuando de pronto una mano dio un golpe sobre el altar. Sobresaltado, vio a su lado una sombra rodeada de llamas que le dijo: Soy Fray Juan Sayago, que acabo de morir y necesito muchsimo de tus oraciones y auxilios; para que, satisfaciendo con ellos a la divina justicia, salga de estas penas expiatorias, con lo cual desapareci. Vivi este fraile en el Convento del Santsimo Rosario, contiguo a la Iglesia de Santo Domingo, habiendo expirado a la misma hora en que se le apareci a nuestro Santo. A la cuarta noche, hallndose Juan postrado en el mismo altar, se le volvi a aparecer el alma de aquel fraile, ahora luminosa, para decirle que gracias a sus oraciones y penitencias la Virgen lo haba sacado del Purgatorio y llevado a gozar de la bienaventuranza eterna.

A la hora de su muerte le revel al prior del convento: Por la misericordia de Dios, con el rezo del santo Rosario, he sacado del purgatorio un milln cuatrocientas mil almas. Cuando oraba en el templo, con frecuencia oa el rumor suplicante de personas que le hablaban y no alcanzaba a ver pero perciba claramente sus voces. Fray Juan hasta cuando estaremos privada de ver a Dios? Aydanos. Quines son Uds.? Preguntaba Fray Juan, Somos las almas del purgatorio les respondan. Acurdate de nosotras. Socrrenos con tus oraciones, para que salgamos de esta terrible soledad.

En atencin a estas frecuentes visitas y splicas, fray Juan rezaba incansablemente el santo Rosario. Visitaba con frecuencia a Jess Sacramentado; participaba en la santa misa y haca muchas obras de caridad, con esta intencin.Orar por los muertos es cosa buena y santa. (2 Mc.12, 45) Porque, dice el Seor: nada manchado entrar en el reino de los cielos. En la vida del hombre, hay muchas imperfecciones, negligencias e indiferencias que purificar.

Una noche estaba rezando en la iglesia, y oye voces misteriosas: -Somos almas del Purgatorio. Socrrenos! No necesit ms el Hermano. En adelante, rezar y sacrificarse por las almas benditas fue para Juan Macas una verdadera vocacin. Y Dios le revel las muchas y muchas almas que por su oracin haban acelerado su purificacin y salido del Purgatorio libres para el Cielo. As, tan sencillamente, pero con enorme fama de santo en Lima, lleg Juan Macas a los sesenta aos de vida. En el lecho de muerte, exclam alborozado: -Miren, miren quines estn aqu! Nuestro Seor Jesucristo, su Madre la Virgen, el apstol y evangelista San Juan, otros Santos y muchos ngeles. Con ellos me voy al Cielo!

SANTA GERTRUDIS DE HELFTA

(1256- 1301) Santa Gertrudis de Helfta, llamada la grande, naci en Eisleben (Turingia) en 1256. Entr al monasterio a los 5 aos con las monjas Cistercienses de Helfta (Sajonia). La abadesa Gertrudis de Hackerbon la acogi de nia porque haba quedado hurfana. A los 25 aos, en 1281, tiene su primera manifestacin divina. Empezar a escribir en latn por un impulso interior y escuchando la voz de Jess que quiere hacer conocer sus escritos. Hacia el 1284 recibe los estigmas invisibles. A los 45 aos, poco antes de morir recibe tambin el regalo de la herida, o flecha de amor, en el corazn.

Recorri en modo maravilloso el camino de la perfeccin, dedicndose a la oracin y contemplacin, empleando su cultura para la redaccin de sus textos de fe, entre ellos el clebre Exercitia y el que es tal vez uno de sus libros ms famosos, las Revelaciones. Es recordada entre las iniciadoras de la devocin al Sagrado Corazn, la primera en trazar una teologa, pero sin el tema de las reparaciones que luego ser dominante. Ejerci una gran influencia en su tiempo porque la fama de su Santidad y de sus visiones atraa a muchos para pedir consejo y consuelo.

Experiencias con las nimas:

A Santa Gertrudis se le aparece la santa abadesa Gertrudis en la gloria mientras ella ofrece la misa y ve que el Seor la recibe en su corazn. En estas visiones, Gertrudis ve la conexin entre el Sagrado Corazn, la misa y las almas de los difuntos.Gertrudis tambin asiste en la muerte de Matilde, cantora del monasterio, y ve que Jess acerca los labios de la agonizante a la herida del Divino Corazn.

Gertrudis rogaba un da por el hermano F. que haba muerto haca poco y vio su alma con el aspecto de un sapo repugnante, quemado interiormente en forma horrible y atormentado de varias penas a causa de sus pecados. Pareca que tena algo malo debajo de su brazo y un peso enorme lo obligaba a estar curvado hasta el suelo, sin poderse enderezar.

Gertrudis comprendi que apareca encorvado y con forma de sapo porque durante su vida religiosa haba descuidado elevar su mente a las cosas divinas. Adems entendi que el dolor que llevaba debajo de su brazo era debido al hecho de que haba trabajado con el permiso del Superior para adquirir bienes temporales y haba escondido la ganancia.

Tena que pagar por su desobediencia. Gertrudis habiendo recitado los salmos prescritos por aquella misma alma, pregunt al Seor si tendra alguna ventaja: ciertamente respondi Jess las almas purgantes vienen y levantan tales sufragios, incluso tambin las oraciones breves pero dichas con fervor son de mucho provecho para ellas.

Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espritu demonaco nos reserva una peligrosa y sutil tentacin para nuestros ltimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, pens en molestar su beatfica paz sugirindole que iba a pasar largusimo tiempo en el Purgatorio puesto que haba desperdiciado sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. Pero Nuestro Seor, no contento con enviar Sus ngeles y las miles de amas que ella haba liberado, fue en Persona para alejar a Satans y confortar a su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella haba hecho por las nimas benditas, la llevara directo al Cielo y multiplicara cientos de veces todos sus mritos.

Muri una monja del Orden de Cistel, moa de poca edad, llamada Getrudis. Tena una grande amiga, la cual, estando en el coro assitiendo a las horas, vido entrar la muerta y ponerse a una parte, muy triste, y la cabea, baxa. La otra, que la vido y conoci, alborotse mucho, y hizo tal sentimiento que la abadessa lo ech de ver, y acabadas las horas, llamla y preguntle la causa de su sentimiento y alboroto.

Respondi:

-Sabed, madre seora, que vi entrar a Getrudis y estar en el coro todo el tiempo que se deza el oficio.

La abadessa dixo:

-Son ilusiones del demonio. Si otra vez la vieres, dirsle: Benedicite, y mira si te responde.

Hzolo ass la monja; entr la muerta, su amiga, lleg a ella, y dxole: Benedicite. Respondi la muerta: Dominum. Tom la otra nimo y preguntle:

-A qu vienes?

La muerta respondi:

-A assistir en el oficio y a satisfazer lo que contigo parl estando en l, porque me ha Dios sealado Purgatorio adonde comet el pecado. Y avsote que si t no te enmiendas, que ser lo mismo de ti que de m.

Por cuatro vezes se vido la muerta venir al oficio y assistir en l, siendo su amiga la que la vea, y porque haza tal sentimiento que todo el coro se turbava, en especial sabindose ya la causa, la abadessa hizo celebrar Missas y hazer oracin por la difunta, y no fue vista ms. Lo dicho es de Cesario.

Santa Gertrudis amaba, por las excelentes cualidades de que estaba en abundancia dotada, a una jovencita que al Seor plugo llamarla a S en la flor de su vida. Ocurri, pues, que mientras, despus de su trnsito, la Santa la recomendaba con gran fervor a Dios, arrebatada en espritu, la vio que estaba en la presencia del Salvador, adornada con preciosas vestiduras y radiante de luz, pero con rostro triste y medrosa de presentarse a su divino Esposo Jess. Maravillada la Santa, primeramente se dirigi suplicante al Redentor, rogndole se dignara invitar dulcemente a aquella su amada jovencita, a fin de que avanzara confiada hacia l. El amoroso Redentor volvi benigno su mirada a la humilde doncellita, hacindole seal de que se aproximara a l; pero ella, en lugar de acercarse ms, ms avergonzada todava, humildemente se alejaba. Entonces Gertrudis, dirigindose a ella: Es sa la manera, le dice, de corresponder a la gracia del celeste Esposo, o ms bien de hacerse indigna de l?. A lo que la prudente virgen respondi: Perdona, Madre, es que mi estado no me permite todava tomar entre mis manos aquella diestra, ni besar aquella mano que me invita. Estoy, es cierto, confirmada en gracia, como destinada a ser esposa del Cordero Inmaculado, pero es preciso purgar toda suerte de defectos antes de unirse en eterno abrazo con l. Todava hay en m algn defectillo que me afea y ofende su pursima mirada, y hasta que yo no me vea tal cual l me desea, no osar jams entrar en aquel celestial gozo, que no sufre mancha de imperfeccin. Y podremos nosotros esperar obtenerlo si no nos enmendamos perfectamente de nuestras culpas? Pero cundo lo haremos? El tiempo vuela rpidamente, y si nuestros das pasan, no lo hare haremos, no lo podremos hacer jams.

Un da, Santa Gertrudis, habindose puesto en oracin suplicando por el eterno descanso de un alma por la que ella particularmente se interesaba, el Seor le hizo or estas palabras: Yo experimento un placer especial cuando se me dirigen oraciones por los difuntos, sobre todo cuando veo que la compasin natural va unida con la buena voluntad que la hace meritoria. Oh, entonces ambas cosas juntas concurren admirablemente para dar a esta buena obra la plenitud y perfeccin de que es capaz! Las oraciones de los fieles descienden cada instante sobre las pobrecitas almas cual lluvia benfica, cual blsamo saludable que no solamente endulza y calma sus dolores, sino que con el tiempo lbralas tambin de aquella crcel ms o menos rpidamente, segn sea el fervor y devocin con que sean hechas. En otra ocasin, suplicando esta misma Santa al Seor se dignase aceptar las splicas que le diriga en favor de los difuntos, recibi esta respuesta: Y cmo podra ser de otro modo? Yo soy como un prncipe lleno de afecto para con algunos sbditos suyos, a quienes por su propia autoridad y por justos motivos tiene encerrados en lbrega crcel; y no queriendo hacerles gracia, como podra, en virtud de su poder soberano, para que su justicia no quedase malparada, no obstante, estara enteramente dispuesto a perdonarles y librarlos de la crcel si algn personaje de su corte intercediera y suplicase por ellos. Del mismo modo me son altamente agradables las splicas que se me hacen en favor de las almas del Purgatorio, y tomo ocasin de ellas para librarlas de sus penas y llevarlas a la posesin de la eterna gloria.

En cunto provecho redunde para nosotros, delante de Dios y de las almas del Purgatorio, este acto heroico de caridad, vmoslo confirmado por el siguiente hecho, referido por Dionisio Cartujano. Una doncella, llamada Gertrudis, educada en la escuela de la caridad, haba acostumbrado, desde sus ms tiernos aos, ofrecer en sufragio de las almas del Purgatorio la satisfaccin de todas las buenas obras que haca. Era tan del agrado del Purgatorio y del Cielo tan devota prctica, que con frecuencia complacase el Seor en indicarle las almas ms necesitadas a las cuales convena la aplicase; y aquellas mismas almas que por su mediacin eran liberadas de aquellas penas aparecansele gloriosas para darle ms gracias y prometerle su correspondencia desde el cielo. Haba empleado siempre su vida en este santo ejercicio, y llena de santa confianza acercbase a la muerte cuando el enemigo infernal trat de perturbarla, acometindola con el pensamiento de haber ella liberado en su vida muchas almas del Purgatorio para ir ella ahora a ocupar su lugar y sufrir por ellas, hallndose despojada del mrito de todas sus buenas obras. Cun necia y presuntuosa fuiste, le deca, al despojarte de tantos merecimientos para cederlos en provecho de otros! Pronto te arrepentirs, cuando te veas acometida y rodeada de los ms crueles suplicios, rindome yo entretanto de tus padecimientos. Qu necesidad tenias t de prodigar de ese modo tus mritos en beneficio de quien era para ti un extrao? El orgullo fue el que te ceg; mas, bien caro lo pagars!. Ante tales insinuaciones, aquella alma piadosa, gimiendo y desolada, lamentbase diciendo: Ay, infeliz de mi, infeliz de m! Dentro de breves instantes ir a dar cuenta a Dios de todas mis acciones, sin haberme reservado ninguna buena para m! Oh, qu terrible Purgatorio me espera, sin esperanza de alivio ni consuelo!. Pero el Seor, no queriendo que pasara tanta angustia su fiel sierva, aparecindosele lleno de majestad y de dulzura, le dice: Por qu ests tan desolada, hija ma? Has de saber que tu caridad me ha sido tan grata, que desde este momento Yo te perdono todas las penas que te estaban reservadas, y como Yo he prometido recompensar con el ciento por uno a los que se olvidaran de s mismos por amor de sus hermanos, as con el ciento por uno aumentar tu recompensa en el cielo. Sepas que todas las almas salvadas por ti vendrn en breve a tu encuentro para acompaarte e introducirte en la celestial Jerusaln. Ante tan consoladora seguridad la piadosa doncella sinti disiparse toda tristeza, y referido lo acaecido a los circunstantes, con la sonrisa de los predestinados en los labios, fue a recibir la recompensa de su caridad heroica. Enfervorcese tambin nuestro deseo de procurar ayuda a las benditas almas, pues esplndida ser la celestial recompensa.

Fuente: Varios sitios de Internet