Santos NaturalismosyAcumulaciónPorDesposesión

27
 331 Horizontes Antropológicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014  Naturalismos y acumulación por desposesió n NATURALISMOS Y ACUMULAC IÓN PO R DESPOSESIÓN: PARADOJAS DEL DESARROLLO SUSTENTABLE * Carlos Santos Universidad de la República – Uruguay  Resumen: Este artículo analiza la manera en que dos procesos globales (el acapara- miento de tierras y las políticas de conservación de la naturaleza) intervienen en las dinámicas de reproducción social de los habitantes del entorno de un parque natu- ral en Uruguay. Ambas escalas permiten poner en juego los diferentes naturalismos categorizados por Descola. La idea de acumulación por desposesión, de Harvey da cuenta de esta fase de expansión del capitalismo sobre los “bienes comunes”, cuya característica central es la degradación y depredación de los recursos naturales. Por su parte la implementación de políticas públicas de conservación en este contexto consolida paisajes duales (unos dedicados a la preservación de la naturaleza y otros a su explotación indiscriminada). El análisis permite discutir la insustentabilidad de las relaciones sociales dominantes, así como las diferentes dimensiones y escalas de análisis complejizan la comprensión de los efectos locales y combinados de estos dos  fenómenos globales.  Palabras clave: acumulación por desposesión, antropolog ía ambiental, conservación, sustentabilidad.  Abstract: This paper examines how two global processes (land grabbing and conser- vation policies) are involved in the dynamics of social repr oduction of the inhabitants of a national park in Uruguay. Both scales can be brought into play the different natu- ralisms categorized by Descola. Harvey’s idea of accumulation by dispossession, re- alizes this phase of e xpansion of capitalism on the “ commons” whose central feature is the degradation and natural resour ce depletion. Meanwhile the implementation of * Una versión inicial de este trabajo fue e xpuesta en el panel Problemas globais e con  fl itos locais del Seminario Internacional de Ciencias Sociales-Ciencia Política “Buscando o sul”  de la Unipampa (Universidad Federal do Pampa), Campus de São Borja. Agradezco al Prof. Daniel Etcheverry y a los colegas participantes por la invitación y los comentarios recibidos. http://dx.doi.org/10.1590/S0104-71832014000100012

description

Acumulación por desposesión

Transcript of Santos NaturalismosyAcumulaciónPorDesposesión

  • 331

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    NATURALISMOS Y ACUMULACIN POR DESPOSESIN: PARADOJAS DEL DESARROLLO SUSTENTABLE*

    Carlos SantosUniversidad de la Repblica Uruguay

    Resumen: Este artculo analiza la manera en que dos procesos globales (el acapara-miento de tierras y las polticas de conservacin de la naturaleza) intervienen en las dinmicas de reproduccin social de los habitantes del entorno de un parque natu-ral en Uruguay. Ambas escalas permiten poner en juego los diferentes naturalismos categorizados por Descola. La idea de acumulacin por desposesin, de Harvey da cuenta de esta fase de expansin del capitalismo sobre los bienes comunes, cuya caracterstica central es la degradacin y depredacin de los recursos naturales. Por su parte la implementacin de polticas pblicas de conservacin en este contexto consolida paisajes duales (unos dedicados a la preservacin de la naturaleza y otros a su explotacin indiscriminada). El anlisis permite discutir la insustentabilidad de las relaciones sociales dominantes, as como las diferentes dimensiones y escalas de anlisis complejizan la comprensin de los efectos locales y combinados de estos dos fenmenos globales.

    Palabras clave: acumulacin por desposesin, antropologa ambiental, conservacin, sustentabilidad.

    Abstract: This paper examines how two global processes (land grabbing and conser-vation policies) are involved in the dynamics of social reproduction of the inhabitants of a national park in Uruguay. Both scales can be brought into play the different natu-ralisms categorized by Descola. Harveys idea of accumulation by dispossession, re-alizes this phase of expansion of capitalism on the commons whose central feature is the degradation and natural resource depletion. Meanwhile the implementation of

    * Una versin inicial de este trabajo fue expuesta en el panel Problemas globais e confl itos locais del Seminario Internacional de Ciencias Sociales-Ciencia Poltica Buscando o sul de la Unipampa (Universidad Federal do Pampa), Campus de So Borja. Agradezco al Prof. Daniel Etcheverry y a los colegas participantes por la invitacin y los comentarios recibidos.

    http://dx.doi.org/10.1590/S0104-71832014000100012

  • 332

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    conservation policies in this context consolidates dual landscapes (some dedicated to the preservation of nature and others to indiscriminate exploitation). The analysis allows us to discuss the unsustainability of the dominant social relations, as well as various sizes and scales of analysis bring complexity of the understanding of local and combined effects of these two global phenomena.

    Keywords: accumulation by dispossession, conservation, environmental anthropology, sustainability.

    Introduccin: la escala local del acaparamiento de tierras y el conservacionismo

    Los albores del siglo XXI han sido acompaados por dos procesos de apa-riencia contradictoria: el aumento global de la produccin de bienes y la preocu-pacin por la conservacin de los recursos naturales. Sin embargo los efectos de estos procesos se retroalimentan en detrimento de las condiciones de reproduc-cin social de sectores subalternos, replegados a zonas que hasta ahora haban sido consideradas marginales para el desarrollo de los sistemas productivos.

    Los efectos ms evidentes de estos procesos son el acaparamiento de tier-ras por un lado (conocido en ingls como land grabbing), y el avance de las polticas de conservacin de la naturaleza (como el establecimiento formal de reas protegidas), por otro. Ambos son exponentes de lo que Philippe Descola ha denominado naturalismo, o sea expresiones de la relacin alienada de la naturaleza propias de las sociedades occidentales. La primera bajo la forma de un naturalismo depredador y la otra bajo un naturalismo conservacionista.

    En este artculo se analizan los impactos que estos dos procesos de escala global producen en un espacio en particular. A partir de la implementacin del Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay1 y del anlisis del proceso de expansin del agronegocio2 en el departamento de Ro Negro

    1 El anlisis del proceso de implantacin de esta poltica de conservacin surge de la tesis de maestra del autor (Santos, 2011) en el marco del programa de posgrado en Ciencias Sociales de UNGS-IDES, Beca Naturaleza, sociedad y territorio del Programa Regional de Becas del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO-ASDI 2008 para Amrica Latina y el Caribe).

    2 Este anlisis tiene como antecedente el trabajo La expansin del agronegocio agrcola en Uruguay: im-pactos, disputas y discursos en coautora con Gabriel Oyhantabal e Ignacio Narbondo, discutido en el panel Family farming and agribussines: Territorial disputes and symbolic struggles del Latin America Studies Association (LASA) Congress (San Francisco, 2012).

  • 333

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    (litoral oeste de Uruguay), se pudo apreciar el proceso de deterioro en las condiciones de vida de los pescadores, apicultores, cazadores y productores familiares del entorno de esta rea protegida.

    La preocupacin global por la proteccin de la naturaleza

    La expansin de las reas protegidas en los ltimos aos puede enten-derse como parte del proceso de globalizacin; la cuestin ambiental es una de las primeras preocupaciones necesariamente no locales de la sociedad, los estados y la institucionalidad internacional lo que ha tenido como contraparte la identifi cacin de la biodiversidad como uno de los primeros objetos de la preocupacin global sobre la naturaleza.

    En los ltimos cuarenta aos a lo largo y ancho de todo el mundo se ha producido una verdadera explosin de reas naturales protegidas establecidas formalmente. Mientras que en la dcada del sesenta en todo el planeta haba poco ms de 1.000 reas protegidas ofi ciales, en 2006 el nmero llegaba a ms de 108.000. Esta expansin tuvo su punto de infl exin en la Convencin sobre Biodiversidad de Naciones Unidas (que form parte de los acuerdos de la Cumbre de la Tierra). All se estableci el acuerdo de proteger al menos un 10% de la superfi cie global, habindose superado el 12%, ms de 30 millones de kilmetros cuadrados (Dowie, 2006).

    Las reas protegidas o parques naturales existen en Uruguay desde me-diados del siglo XX, pero su incorporacin dentro de un Sistema Nacional de reas Protegidas (SNAP), gestionado desde el Estado central es una novedad de comienzos del siglo XXI.

    Entendidas como parte de una estrategia de desarrollo sustentable, las reas naturales protegidas implican la opcin por un determinado modelo de desarrollo. Esta opcin es vlida tanto cuando la declaracin de rea protegida para un territorio determinado es adoptada por las autoridades ambientales, por las comunidades que viven en el territorio o en su entorno, o an en la defi nicin de actores acadmicos o no gubernamentales aplicados a la conser-vacin de recursos naturales. Sin embargo tal opcin no siempre es explcita ni manifi esta en el mismo grado para todos los actores involucrados.

    Las reas naturales protegidas tienen implicaciones sociales, entre otras, la aparicin de nociones sobre ambiente y naturaleza, en lugares donde no ne-cesariamente existan como tales hasta hace muy poco tiempo. Por otra parte,

  • 334

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    la participacin social, recomendada, reclamada y asumida, muchas veces es vista como un fi n en s misma, como una etapa necesaria en la implementacin de las reas protegidas, sin cuestionar sus procesos, criterios u objetivos.

    La presin global sobre la tierra

    El proceso defi nido como acaparmiento mundial de tierras es en tr-minos concretos el nombre que recibe la actual explosin de operaciones comerciales (trans)nacionales de tierras que giran en torno a la produccin y venta de alimentos y biocombustibles (Borras Jr.; Franco, 2010, p. 2). Este trmino ha sido acuado para denunciar los impactos de este proceso global sobre la vida de los campesinos y agricultores familiares, quienes sufren en concreto los efectos de esta dinmica global de concentracin.

    Esta nueva fase de expansin del capital conducida por el capital fi -nanciero a nivel trasnacional es una suerte de respuesta o salida a las crisis generadas por la especulacin, a partir de una necesidad de anclar la riqueza en los recursos naturales. En trminos de Borras Jr. y Franco (2010, p. 4) la confl uencia de las diversas crisis ha desembocado en una revaloracin de la tierra, que apunta hacia un incremento signifi cativo de su valor econmico. Solamente en el perodo comprendido entre 1990 y 2005, la tierra cultivada de todo el planeta aument 2,7 millones de hectreas al ao (The World Bank, 2010, p. x). El propio Banco Mundial responsable de las polticas fi nancieras y de desarrollo que han desencadenado estas dinmicas en las ltimas dcadas ha advertido la disparidad de este aumento en los pases del Tercer Mundo:

    el deterioro en los pases industrializados y de transicin (de -0,9 y -2 millones de hectreas, respectivamente) fue ms que compensado por incrementos de 5,5 millones de hectreas por ao en los pases en desarrollo. La expansin de la tierra cultivable, que habra sido mucho ms amplia sin los aumentos en produc-tividad, se concentr en el frica subsahariana, Amrica Latina y el sudeste de Asia. (The World Bank, 2010, p. x, traduccin ma).

    Los conductores de del acaparamiento de tierras, han sido la produccin de aceites vegetales, la caa de azcar, el arroz, el maz y las plantaciones forestales. Particularmente sobre Amrica Latina, el cultivo de soja desde la dcada del 90 y ms recientemente los cultivos de rboles han dinamizado una

  • 335

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    reforma agraria al revs, que ha conducido a la concentracin de la propiedad de la tierra en detrimento de campesinos y agricultores familiares.

    El avance sobre las tierras cultivables de los pases del Tercer Mundo ha implicado no solamente una modifi cacin de los rubros de accin del capital fi nanciero, sino un aprovechamiento diferencial de las capacidades producti-vas de estos pases, en benefi cio de los inversionistas.

    Es necesario identifi car los actores que estn detrs de este proceso de acaparamiento de tierras. Oyhantabal y Narbondo (2011, p. 113) sostienen que

    Los inversores provienen de todas parte del mundo, aunque es cada vez ms re-levante el inters de las potencias emergentes asiticas China e India, que hasta 2009 acumulaba inversiones en Latinoamrica por U$S 22.000 millones en toda su historia, creci exponencialmente durante 2010 con el anuncio de nueves grandes operaciones por casi U$S 17.000 millones. Por su parte, de las dieci-nueve inversiones chinas en Latinoamerica desde 2005, quince se destinaron a la produccin de materias primas.

    En el caso de Amrica del Sur, algunas empresas de origen brasileo han reproducido est dinmica global de acaparamiento sobre los dems pases de la regin, lo que obliga a pensar no solamente en la nacionalidad de los apro-piadores sino en el papel que juegan en la cadena global de un agrocomplejo de produccin de alimentos y energa.

    De lo global a lo local: un rea protegida en un enclave de agronegocio

    El espacio local donde pretendemos aterrizar estas discusiones (la con-fl uencia de las polticas de conservacin y el acaparamiento de tierras) es el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay, ubicado en el departamento de Ro Negro, en el litoral oeste de Uruguay. Uno de los princi-pales elementos a tomar en cuenta para la eleccin de esta rea como objeto de estudio es el hecho de que se trata de una de las pocas reas nuevas en el proceso de incorporacin al SNAP, ya que la mayora de las que se encuentran proyectadas o han ingresado ya contaban con un carcter previo de conserva-cin o proteccin (por ejemplo a nivel municipal). Por otra parte, Farrapos es un rea que ingres al SNAP a fi nes de 2008 y an se encuentra en proceso de implementacin. El rea se puede caracterizar como un humedal con islas fl uviales que se ubica en ambas mrgenes del Ro Uruguay. Este humedal se

  • 336

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    extiende desde la ciudad de Concepcin (en la margen argentina), mientras que a la altura de la localidad de San Javier el humedal cruza a la margen uruguaya, extendindose en ambas mrgenes hasta la altura de la ciudad de Fray Bentos.

    El rea delimitada como protegida abarca una superfi cie de 6.327 hectre-as, que actualmente son propiedad del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (desde agosto de 2001, mientras que su anterior propietario era el Ministerio de Ganadera, Agricultura y Pesca, a cargo del Instituto Nacional de Colonizacin). Como plantea Diegues (2005, p. 39) para el caso de Brasil, el rea de Farrapos fue delimitada estrictamente en base a criterios cientfi cos; los denominados atributos naturales de los ecosistemas defi nidos por la biologa, ecologa no humana, son considerados los nicos criterios cientfi camente vlidos para administrar el espacio y los recursos naturales.

    El inters para la conservacin de estos esteros es su carcter de repre-sentatividad de los humedales de zonas transicionales entre reas tropicales y hmedas, su papel en la regulacin hidrolgica del ro Uruguay y su carcter transfronterizo (con Argentina), adems de una serie de especies particulares de fl ora y fauna.

    La produccin (global) de un rea protegida (local)

    Siempre los eventos que se suceden en un determinado espacio estn afectados por dinmicas que le trascienden. Pero este escenario de la ruralidad y la conservacin globalizadas plantea ejemplos particulares de cmo la vida cotidiana de un territorio especfi co est limitada por eventos transnacionales. Por ejemplo, qu tienen en comn la ciudad iran de Ramsar, a orillas del Mar Caspio, con la ciudad suiza de Montreax a orillas del lago del lago Lemn, con los Esteros de Farrapos, a orillas del ro Uruguay? En principio, claro, las tres estn ubicadas sobre importantes cursos de agua. Pero ms all de esta evidente y rebuscada conexin, algunos de los procesos por los que ha pasado la zona de Farrapos estn directamente vinculados con acontecimientos que sucedieron en Ramsar y Montreux, como veremos a continuacin.

    En el ao 2000, el Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente adquiri un predio de 6.327 hectreas en el Departamento de Ro Negro, que comprende la zona de los llamados Esteros de Farrapos.

  • 337

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    Anteriormente el predio perteneca al Ministerio de Ganadera, Agricultura y Pesca y era gestionado por el Instituto Nacional de Colonizacin. El objetivo de este traspaso fue la incorporacin de Farrapos a al Sistema Nacional de reas Protegidas que haba sido aprobado por ley ese mismo ao.

    En el ao 2004 a iniciativa de la Direccin General de Recursos Naturales Renovables del Ministerio de Ganadera, Agricultura y Pesca (DGRNR), los Esteros de Farrapos y dos islas del Ro Uruguay ubicadas al sur de los Esteros, fueron presentadas como sitio a ser incluido en la Convencin Ramsar, la Convencin de Naciones Unidas para la proteccin de humedales. Precisamente la DGRNR era en ese entonces el punto focal del Estado uru-guayo para esta Convencin.

    El sitio Ramsar tiene una extensin de 17.496 hectreas, 6.917 corres-ponden a islas del Ro Uruguay, 6.972 corresponden al Estero de Farrapos y 3.607 corresponden a la superfi cie del espejo de agua del Ro Uruguay (DGRNR-MGAP, 2004).

    Adems del propio valor para la conservacin que presentan los Esteros de Farrapos, otra situacin incidi en que el Estado uruguayo los postulara para su inclusin en la Convencin Ramsar, y esto tiene que ver con el llama-do Registro de Montreax.

    Este registro es una suerte de lista negra de todos aquellos pases que habiendo ratifi cado el Convenio e incluido sitios bajo su amparo no han cum-plido con las pautas de conservacin establecidas como compromiso.

    Uruguay ratifi c el Convenio de Ramsar en 1971. A fi nes de la dictadura militar (en 1984) el Estado uruguayo incluy los Baados del Este como sitio a ser contemplado dentro del Convenio. Sin embargo, tambin como herencia de la dictadura, se permiti la existencia de reas de humedales intervenidas y abocadas a agricultura bajo riego (arroz) (DGRNR-MGAP, 2008, p. 29), lo que hizo que en 1990 la Conferencia de las Partes del Convenio de Ramsar pu-siera en marcha este Registro de Montreux y los Baados del Este de Uruguay quedaran incluidos en l. La intervencin que el gobierno militar permiti sobre los Baados del Este, afect a una casi la cuarta parte del sitio Ramsar (o sea, unas 100.000 hectreas del sitio total de 400.000). Para salir del Registro de Montreux, el Estado uruguayo debe incluir sitios por una superfi cie equi-valente a esas 100.000 hectreas.

    La importancia del Registro de Montreaux no tiene que ver solamente con una cuestin de imagen del Estado: quienes estn en este registro ven

  • 338

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    estrictamente limitada su aspiracin a la postulacin de fondos internacionales para la conservacin de estos sitios.

    La estrategia nacional para sacar el Sitio Baados del Este y Franja Costera del Registro de Montreux consiste en tomar las medidas necesarias para revertir la situacin de la superfi cie que decidi la ubicacin del sitio en el Registro y paralelamente, compensar esa superfi cie (aproximadamente 96 mil hectreas) con la creacin de nuevos sitios (DGRNR-MGAP, 2008, p. 29).

    Dentro de esos nuevos sitios, estn los Esteros de Farrapos: un sitio compensatorio de la zona de los Baados del Este, humedales que fueron incluidos en la Convencin pero cuya conservacin no fue debidamente aten-dida por el Estado (que se haba comprometido a ello al ponerlos al amparo de la Convencin).

    En el ao 2008, se realiz la audiencia pblica y se incorpor Esteros de Farrapos al SNAP, bajo la categora de Parque Nacional, constituyndose en la segunda rea en ingresar al sistema (la primera haba sido unos meses antes Quebrada de los Cuervos en el departamento de Treinta y Tres). El rea que se declara como rea protegida e ingresa al SNAP corresponde a los Esteros de Farrapos, la regin continental del sitio Ramsar y no incluye al menos en esta etapa las islas del ro Uruguay, las que ingresaran en una etapa pos-terior. En el ao 2009 el SNAP design un encargado del rea y en 2010 se ha conformado un equipo con tres trabajadores de campo para el rea (guar-daparques y guarda-islas) al tiempo que comenz a funcionar la Comisin Asesora Especfi ca (CAE) de Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay (Boletn SNAP, 2010). En 2103 an contina en proceso de elaboracin el Plan de Manejo del rea que establecer los lmites del rea de amortiguacin as como las actividades permitidas y su distribucin dentro del parque nacio-nal y su entorno.

    Sobre intensificacin agrcola y desigualdades sociales

    Por otro lado, hemos sostenido previamente que la tendencia histrica hacia la concentracin de los medios de produccin (particularmente, la tierra) ha afectado las condiciones de reproduccin social de los habitantes del cam-po. Esto no es una novedad de los procesos novedosos como el acaparamiento de tierras. Lo novedoso es la intensidad del fenmeno y el carcter central

  • 339

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    que ocupa la dimensin ambiental en el establecimiento de las desigualdades sociales: los excluidos de la tierra son tambin ahora perjudicados en las con-diciones del entorno al cual fueron marginados para subsistir.

    A partir de la intensifi cacin y la transformacin de la produccin agr-cola desde la dcada del sesenta ha habido un proceso de concentracin de poblacin en los centros urbanos en detrimento de la zona rural. La poblacin que ha migrado a los centros urbanos ha transformado sus dinmicas de re-produccin social. En muchos casos, trabajadores rurales provenientes de la ganadera o la agricultura han adaptado sus dinmicas a la realizacin de acti-vidades extractivas, como la pesca, la recoleccin o la caza, o la especializaci-n en actividades productivas como la apicultura. Las dos localidades urbanas ubicadas en el entorno del rea protegida son San Javier (al norte) y Nuevo Berln (al sur) ambas en el departamento de Ro Negro. La mayor parte de los habitantes de estas dos localidades alternan entre sus actividades entre la pes-ca, apicultura y caza, de forma complementaria y estacional. La temporada de mayor concentracin de la actividad de pesca se da entre los meses de abril a octubre, mientras que la apcola se concentra entre los meses de noviembre a marzo. La caza se realiza a lo largo de todo el ao. Slo en Nuevo Berln, ac-tualmente unas 300 familias alternan entre estas actividades, lo que les otorga un carcter fundamental para la reproduccin social.

    Particularmente en la zona que tiene como epicentro la localidad de San Javier y se extiende en la zona norte del Estero, la actividad que se realiza primordialmente es la cra de ganado, que podemos clasifi car en dos modali-dades de acuerdo al rgimen de tenencia de la tierra: un grupo est integrado por quienes poseen establecimientos rurales en la zona y que utilizan el Estero como zona de pastoreo, mientras que el otro est conformado por ganaderos sin tierra, que realizan otras actividades (asalariados rurales, empleados) y complementan sus ingresos con la cra de ganado. La situacin de estos pro-ductores ganaderos sin tierra es una consecuencia directa del aumento en el precio de la tierra (en este caso, del arrendamiento) debido al proceso de con-centracin conducido por la intensifi cacin de los cultivos de soja y forestales. En el predio de Esteros de Farrapos existe un nmero aproximado de 3.000 cabezas de ganado vacuno, en las condiciones descriptas.

    La intensifi cacin de la produccin agrcola y su impacto en el precio de la tierra (tanto en la venta como en el arrendamiento) ha tenido una inci-dencia directa en las formas de subsistencia de estos amplios sectores de las

  • 340

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    localidades de Nuevo Berln y San Javier, al tiempo que ha implicado profun-dos cambios en el mundo del trabajo rural.

    El territorio que actualmente ocupa el rea protegida y su rea adyacente tiene una larga historia de usos, que van desde la ocupacin estacional para la caza, la pesca y la recoleccin en los tiempos anteriores a la conquista, a una creciente intensifi cacin de la agricultura.

    Tambin en un lugar muy prximo a esta zona que ahora conocemos como Esteros de Farrapos, dio inicio el proceso de colonizacin a comienzos del siglo XVII con la introduccin del ganado vacuno, que ocupara el ter-ritorio al norte del Ro Negro antes que los propios colonizadores europeos.

    Gestionada como una de las vaqueras de las Misiones Jesuticas, una de las formas iniciales de apropiacin tiene que ver con el reclamo de propiedad privada de estos territorios, que tuvo lugar a mediados del siglo XVIII. La defi nicin de la propiedad privada de la tierra ha sido el organizador de la vida social y productiva de Uruguay desde entonces.

    Algunos se establecieron como dueos de la tierra y otros como trabaja-dores de las grandes estancias ganaderas. A fi nes del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX la zona comenz a orientarse hacia la produccin agrcola, a par-tir de la llegada de colonos europeos pero esta vez procedentes de Alemania o el Cucaso. A partir de aqu, a lo largo del siglo XX se dara un proceso de intensifi cacin agrcola en todo el departamento de Ro Negro. A fi nales del siglo XX y en los primeros aos del siglo XXI, este proceso se intensifi cara an ms a partir del auge de la produccin forestal y sobre todo de la produc-cin de soja.

    Veamos en detalle algunos elementos de los procesos desencadenados en los ltimos aos. Macadar y Domnguez (2008, p. 84) sostienen que la con-solidacin del modelo productivo agroexportador condujo a la concentracin de la poblacin en el sur y litoral oeste del pas haciendo que stas reas fueran las ms dinmicas por su continua atraccin de capital y mano de obra en detrimento del centro y norte del pas. A nivel interno del departamento de Ro Negro, el proceso de consolidacin de este modelo productivo condu-jo a la concentracin de la propiedad de la tierra y al desplazamiento de los pequeos productores agropecuarios (en general, de carcter familiar, algunos propietarios otros arrendatarios) desde el medio rural a las pequeas ciudades.

    En trminos de evolucin de la poblacin, en el ao 1956 el departamen-to de Ro Negro tena una poblacin rural de 14.729 personas, mientras que en

  • 341

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    1966 ascenda a 10.640. En ese mismo perodo se redujo a la mitad el nmero de trabajadores rurales, pasando de un promedio de 6 trabajadores por predio en 1956 a 3,2 trabajadores por predio en 1966 (Nuestra Tierra, 1970).

    De acuerdo al censo de 1963, la poblacin rural representaba el 34,4% de la poblacin del departamento, mientras que las localidades de Nuevo Berln y San Javier tenan una poblacin de 1.912 (Nuevo Berln) y 1.178 habitantes (San Javier). En 2004 el peso de la poblacin rural se redujo a 12,5%, el peso relativo de las localidades de Nuevo Berln y San Javier se mantuvo, mien-tras que el peso de la capital departamental (Fray Bentos) aument de 37,4% en 1963 a 42,8%. En trminos de migracin interdepartamental, Macadar y Domnguez (2008) ubican a Ro Negro como uno de los departamentos expul-sores de poblacin entre 1996 y 2001.3

    El protagonismo del agronegocio

    La zona donde se encuentran los Esteros de Farrapos no ha sido ajena al avance de la frontera agrcola ni a las recientes transformaciones que ese avance ha implicado, ante la consolidacin del agronegocio como actor funda-mental en la produccin rural, lo que Hernndez (2009, p. 39) ha denominado ruralidad globalizada. El concepto de agronegocio supone una superacin de la visin de la produccin agrcola acotada a la explotacin, postulando la integracin horizontal y vertical de la produccin agrcola e industrial, para lo cual es necesario superar tambin la idea de las fronteras nacionales (Hernndez, 2009).

    Lo que se denomina rea de amortiguacin (rea prxima al rea prote-gida, pero no incluida dentro de sus lmites4) incluye una zona de intensa pro-duccin agrcola y forestal (ya que la ganadera ha ido cediendo paso a estas otras producciones). En este proceso, la principal transformacin ha sido la transnacionalizacin de la produccin agrcola con la emergencia de empresas

    3 Segn los autores, el saldo migratorio negativo que presenta el departamento de Ro Negro en ese per-odo (sobre todo en relacin con el vecino departamento de Paysand) se revierte a partir del ao 2003 cuando empieza el proceso de construccin de la actual fbrica de celulosa de UPM/Botnia en Fray Bentos (que segn diferentes estimaciones, ocup unas 3.000 personas durante el proceso de construcci-n de la planta).

    4 Hasta ahora slo se conoce la delimitacin del rea protegida y no la del rea de amortiguacin o rea buffer.

  • 342

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    que compran tierras (en el caso de la forestacin) o las arriendan (en el caso de la soja) en grandes extensiones, aplicando paquetes tecnolgicos de diseo, cuyo ejemplo paradigmtico es el de la soja transgnica rr5 y el glifosato de la mano de la siembra directa, la combinacin de una semilla de laboratorio que es resistente a un herbicida especfi co, ambos producidos por la misma empresa transnacional (en este caso la empresa Monsanto, cuya expresin rioplatense es la empresa Nidera).

    Trabajando con informacin relativa a todo el departamento de Ro Negro,6 se puede ver claramente el aumento de la superfi cie destinada a la pro-duccin forestal (eucalyptus y pino). Mientras entre 1975 y 1989 la superfi cie departamental destinada a esta produccin era de 3.494 hectreas, en 2008 la superfi cie total forestada llegaba a 104.217 hectreas.7 En lo que respecta a los actores de este proceso de expansin, dos empresas concentran la mayor can-tidad de superfi cie: Forestal Oriental (propiedad de los capitales fi nlandeses que tambin son dueos de la Planta de Celulosa de UPM/Botnia en la ciudad de Fray Bentos, tambin en el departamento de Ro Negro) y EUFORES (pro-piedad hasta el ao 2009 de la espaola ENCE, desde entonces ha pasado a manos de una asociacin entre la chilena Arauco y la sueco-fi nlandesa Stora Enso, bajo el nombre de Montes del Plata).

    En lo que respecta a la produccin de soja la superfi cie cultivada en el departamento de Ro Negro prcticamente se ha triplicado desde la zafra 2003/2004 (55.218 hectreas) a la zafra 2009/2010 (151.812 hectreas).8 En este rubro es ms difusa la identifi cacin de los actores detrs de la expansi-n del cultivo, pero las empresas que ha tenido una mayor proyeccin en la produccin sojera en el litoral oeste de Uruguay son las empresas de capitales

    5 RR es la denominacin de esta semilla, precisamente por su resistencia al glifosato, o sea RoundUpnombre comercial de este producto Ready.

    6 Existen importantes difi cultades para analizar procesos de transformacin como este que ha sucedido en el medio rural uruguayo, entre otras cosas por la difi cultar de desagregar la informacin disponible a la escala de un rea protegida o an de su zona de amortiguacin. El ltimo Censo General Agropecuario fue realizado en el ao 2000 y precisamente ha sido en el perodo posterior al censo donde se han pro-fundizado estas grandes transformaciones en el agro uruguayo. La informacin disponible es relativa a encuestas sectoriales realizadas por el Ministerio de Ganadera, Agricultura y Pesca, cuyos datos no pueden ser desagregados ms all de la escala departamental (que es precisamente la que usaremos aqu para reconstruir en lneas generales este proceso).

    7 Informacin estadstica de la Direccin Forestal del MGAP (www.mgap.gub.uy).8 Datos de IICA (2009) y Paolino, Lanzilotta y Perera (2009).

  • 343

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    argentinos El Tejar y Agronegocios Del Plata (Oyhantabal; Narbondo, 2011). En este caso, adems del aumento de la superfi cie cultivada ha sido signifi ca-tivo el cambio en la relacin entre cultivos de invierno y cultivos de verano y una disminucin de la rotacin agricultura/ganadera, en favor de una se-cuencia agricultura/agricultura, lo que tendencialmente permite preveer una especializacin agrcola de la zona:

    El destino inmediato posterior a los cultivos de verano son cultivos de invierno y barbecho para futuros cultivos de verano en la prxima campaa. [] en 2009 se cuantifi c que el destino inmediato posterior a la cosecha de los culti-vos de verano, fue que el 66% de la superfi cie se destina a cultivos de invierno 2009/2010 y 30,6% se destina a barbecho para un prximo cultivo de verano. (Paolino; Lanzilotta; Perera, 2009, p. 25).

    Se ha procesado un cambio en los actores empresariales, con protagonis-mo directo de conglomerados empresariales transnacionales, cambios tecno-lgicos que a su vez permiten (o provocan) signifi cativos cambios en la escala de produccin. Este proceso a su vez se refl eja en la tenencia y de control de la tierra.

    En la primera dcada del siglo XXI un equivalente al 52% de la super-fi cie total del departamento de Ro Negro cambi de dueo, mientras que los arrendamientos acumulados son equivalentes al 42% de la superfi cie depar-tamental. Como se puede apreciar, estos no son apenas cambios productivos, sino que afectan la estructura agraria del pas,9 y profundamente la del depar-tamento de Ro Negro (Santos, 2011).

    Las transformaciones recientes y el impacto ambiental

    Empezando por estas ltimas situaciones, las transformaciones produc-tivas de la primera dcada del siglo XXI han generado un desplazamiento de la mano de obra tradicionalmente rural (peones de baja califi cacin) a estas

    9 Segn sostienen Oyhantabal y Narbondo (2011, p. 63) en Uruguay los nuevos agricultores pasaron de no existir en 2000 a representar el 12% de los productores y controlar el 54% de la superfi cie de los cultivos agrcolas en 2007. Su principal rubro es el cultivo de soja, del cual controlan la mayor parte de la superfi cie, de modo que al 2007, de los 800 productores de soja, cerca del 1% (11 empresas) controla-ba el 37% de la superfi cie.

  • 344

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    pequeas localidades, donde han basado su subsistencia en actividades de caza, pesca y recoleccin. Esto ha implicado un claro aumento en la presin sobre los recursos naturales, ya que ha aumentado la cantidad de personas que subsisten en relacin a estas actividades.

    Al mismo tiempo, como veremos a continuacin, esta intensifi cacin de la produccin agrcola ha generado un aumento en el uso de agrotxicos, lo que ha tenido su consecuente impacto ambiental, precisamente en relacin a las ac-tividades que realizan estos sectores, bsicamente en lo que tiene que ver con la pesca y la apicultura (incluimos en esta amplia denominacin no slo la produc-cin de miel con destino a la comercializacin, sino a la captura de enjambres, tarea que podra colocarse en el inicio de la cadena productiva de la apicultura, con la recoleccin de enjambres silvestres para destinarlos a la produccin).

    En Uruguay no existen relevamientos directos de los impactos de la apli-cacin de agrotxicos en la agricultura. Los nicos momentos en que se rea-lizan mediciones en los niveles de estas sustancias en el ambiente tienen que ver con eventos de mortandades masivas de animales (peces, abejas y en zonas prximas en el vecino departamento de Paysand, incluso de vacas y terneros).

    Un estudio de la organizacin Vida Silvestre10 a lo largo del ao 2009, detect la presencia de residuos de plaguicidas altamente txicos en peces de valor comercial y consumidos a nivel local (Vida Silvestre, 2010, p. 6) como tarariras, bagres, sbalos y bogas. Con respecto a la agricultura, el estudio constat que los insecticidas utilizados en los sistemas agrcolas estudiados, tiene un elevado impacto sobre la apicultura, generando entre otras cosas, una clara disminucin de la produccin de miel (Vida Silvestre, 2010, p. 6).

    En lo que respecta a los momentos en que se registraron mortandades masiva de peces y abejas, el estudio permiti constatar altas concentracio-nes de plaguicidas, as como en suelos productivos tiempo despus de su aplicacin (hasta 3 aos en suelos de uso forestal y un ao despus en suelo de uso sojero) y su presencia en suelos de ambientes naturales, incluyendo el rea protegida (Vida Silvestre, 2010, p. 6).

    10 El proyecto llevado adelante por Vida Silvestre cont con fi nanciamiento de la UICN (Unin Internacional para la Conservacin de la Naturaleza) e involucr a equipos de investigadores de las Facultad de Qumica y Ciencias de la Universidad de la Repblica y del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA). Los anlisis de las muestras fueron realizados en laboratorios de Alemania, en virtud de la difi cultad de encontrar tcnicas de medicin ajustadas en laboratorios de la regin.

  • 345

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    La acumulacin por desposesin vivida desde abajo

    Los actores locales han vivido desde adentro los diferentes efectos de la intensifi cacin de la agricultura en la zona. Primero por el aumento en el precio de la tierra y el desplazamiento de productores rurales (ya sea arren-datarios o pequeos propietarios), sustituidos por empresas transnacionales, alguna de ellas identifi cables como las forestales, que sealan sus campos con carteles e incluso tienen fundaciones de vnculo con las comunidades y otras muy difusas, como las del agronegocio.

    Una de las primeras difi cultades las vivieron los apicultores. Por su sis-tema productivo, se puede decir que su produccin es trashumante: las colme-nas se mueven y se ubican en diferentes lugares. Por lo general, los apicultores no son dueos de la tierra, por lo que dependen de conocimiento previo o vn-culos de confi anza para acceder a los lugares dnde colocar sus colmenas. En el caso de la forestacin, este vnculo se ha institucionalizado al punto de tener que pagar un arrendamiento (por colmena) para poder acceder al derecho de colocar las colmenas dentro de las plantaciones forestales.

    Aqu reside uno de los motivos principales al hecho de porqu los apicul-tores en general no han hecho pblicas las denuncias de mortandad de abejas que se vienen registrando desde que se ha intensifi cado el uso de agrotxicos en la zona, a travs de las fumigaciones para la agricultura (bsicamente, para la soja, sobre todo y en niveles nunca antes conocidos, desde el 2003). Los apicultores se ven enfrentados al dilema de no denunciar la mortandad de abejas para no se expulsados del lugar donde les han permitido instalar sus colmenas o perder el lugar donde se encuentran por un reclamo de justicia pro-ductiva, antes que ambiental. Aqu juega mucho la relacin entre los apiculto-res y los responsables de los campos o an de los propietarios que arriendan para la soja (y a quienes indirectamente perjudicaran, al realizar la denuncia).

    En el caso de los pescadores, hay una percepcin directa del aumento de las mortandades de peces. Sin embargo no es directa la asociacin o por lo menos, no lo era hasta la presentacin del estudio sobre impactos de los agrotxicos en la regin entre estos fenmenos y la intensifi cacin de la pro-duccin agrcola.

    Por ello, seguramente, el confl icto entre actividades como la pesca o la apicultura y el agronegocio ha tenido hasta ahora mucho de silencioso, y slo

  • 346

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    recientemente con la presentacin del estudio de Vida Silvestre se ha hecho pblico.

    Algunos de los pescadores de Nuevo Berln coloca el problema de la contaminacin de los peces en clave de una situacin de subsistencia de toda la poblacin local y de la de su propia familia, ya no s para dnde disparar era una frase recurrente, no slo en referencia al lugar sino a la bsqueda de fuentes alimenticias seguras.

    Por su parte en alguno de los discursos de los apicultores entra en juego la existencia del rea protegida, en un carcter instrumental, que reafi rma la defensa de su propio punto de vista:

    La verdad es que la situacin es desesperante para los apicultores; se dice que en Uruguay se ha perdido la mitad de las colmenas, y ac tenemos un rea protegi-da se da una contradiccin por la mortandad masiva de abejas que hemos tenido. Queremos que el gobierno tome carta en el asunto rpidamente, los apicultores pensamos y analizamos que si el gobierno no realiza una accin rpida, el sector se termina en cuatro o cinco aos en la zona. No pretendemos que el agro se corte ni que no se siembre ms soja, pero s que haya un control muy estricto. (Muoz, 2010, p. 9).

    Pero, hasta dnde este es un confl icto redistributivo ambiental? Podemos hablar aqu de demandas de justicia ambiental o estamos ante un confl icto productivo? Ms all de los argumentos en juego, es claro que hay un grupo de actores (bsicamente pescadores y apicultores, con fundamentos a partir de su vnculo con una organizacin ambientalista) que colocan este confl icto en trminos de redistribucin de la contaminacin poniendo en cues-tin los impactos de la utilizacin incontrolada de agrotxicos.

    Naturaleza, sustentabilidad y conflictos econmicos

    La manera de percibir y representar las relaciones entre la sociedad y la naturaleza es producto de procesos histricos y sociales y por ello, la manera en que el ser humano se ha pensado y representado en relacin con la naturale-za es diversa a lo largo de la historia y a travs de los diferentes contextos so-ciales. Cada grupo humano (cada sociedad, cada cultura) tiene una particular percepcin de un entorno inmediato que en muchas ocasiones es defi nido como natural aunque sea producto de modifi caciones antrpicas tambin

  • 347

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    histricas y acumulativas. En cierto modo, lo que se defi na por conservacin y por produccin depender del contexto de signifi cacin en que esta idea est inscripta, o sea, depender de cmo se plantee la relacin entre naturaleza y sociedad o entre cultura y ambiente. Es as que debemos enfocarnos en lo que se defi ne como natural o naturaleza en cada momento histrico y en cada lugar geogrfi co para discutir en ese contexto si el hombre est dentro o fuera de esa nocin de naturaleza (West; Igoe; Brockington, 2006).

    La idea de rea protegida, heredera de la nocin de parque implica una posicin externa, una posicin de observador, de admirador de una natu-raleza que est fuera de ella. Pero muchas veces esa naturaleza o esos paisa-jes propios de los parques no son un producto solamente natural ya que, por ejemplo, la vegetacin ha sufrido importantes transformaciones producto de la intervencin humana. Por otra parte, la idea de establecer un rea que se debe proteger tambin implica una cierta concepcin que denota el carcter externo del ser humano con respecto a la naturaleza, ya que se plantea la responsabilidad de los seres humanos como tales de conservar o proteger un determinado espacio, sin intervenir como postulan muchos exponentes del conservacionismo.

    En un principio la coexistencia entre conservacin y produccin se con-sideraba a partir de criterios de ordenamiento territorial: era necesario estable-cer la reas de exclusin en las cules solamente se iban a realizar actividades de conservacin. Un resguardo del avance de la frontera agrcola, una especie de generacin de islas de naturaleza en un campo de avanzada modifi cacin humana. Pero a partir de la segunda mitad del Siglo XX, la idea de Parques Naturales como santuarios se fue transformando y complejizando, tendiendo a una idea que incluye a la conservacin como estrategia de desarrollo susten-table y, al mismo tiempo, a la visualizacin de determinadas prcticas produc-tivas (que podramos llamar de amigables con el ambiente) como otras formas de conservacin. Los datos analizados para el departamento de Ro Negro y particularmente el entorno del rea protegida Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay claramente cuestionan esta posible coexistencia. El avance de los sistemas productivos del agronegocio implica el proceso de extraccin de riqueza a partir de los recursos naturales conduciendo al agotamiento de recursos tales como el suelo o a la degradacin de recursos como el agua y el aire a partir del uso de agrotxicos, que por otra parte son los medios de vida de la mayor parte de la poblacin.

  • 348

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    Naturalismos

    Existen muchos fundamentos para abordar desde las ciencias sociales las polticas, discursos y prcticas de la conservacin de la naturaleza. Procederemos aqu a plantear algunas de ellas. En el plano terico/epistemo-lgico, las ideas de conservacin de la naturaleza son una de las expresiones centrales del pensamiento moderno en relacin a lo que provisoriamente po-demos llamar lo natural. Como ha planteado Philippe Descola (2004, p. 88, traduccin ma), la nocin de naturaleza es construida socialmente y su visin dicotmica en relacin a lo social es propia de la cosmologa occidental, que ha construido una suerte de fetichizacin de la naturaleza:

    Tpico de las cosmologas occidentales desde Platn y Aristteles, el naturalis-mo cre un dominio ontolgico especfi co, un lugar de orden y necesidad, donde nada sucede sin una razn o una causa, ya estn originadas stas en Dios [] o sean inmanentes a la fbrica del mundo (las leyes de la naturaleza).11

    Este modo de identifi cacin que Descola (2004, p. 88, traduccin ma) reconoce como naturalismo es la creencia de que la naturaleza simplemen-te existe, y de que algunas cosas deben su existencia y desarrollo a un princi-pio ajeno tanto al azar como los efectos de la voluntad humana y que acta como un supuesto que estructura nuestra epistemologa.12

    Este naturalismo tiene dos expresiones en la relacin entre la sociedad y la naturaleza en la cosmologa occidental y moderna. Una es el naturalismo depredador y otra el naturalismo conservacionista.

    En cuanto al naturalismo depredador, es menos un valor que una prctica de la vieja Europa, nacida en la Edad Media cuando grandes extensiones de bosques fueron despejadas para cultivar; una prctica que adquiri legitimidad con la fi losofa cartesiana, y su expresin plena con la mecanizacin del mundo, tan-to en lo fsico como en el sentido tcnico de la expresin; una prctica que se

    11 En el original: Typical of western cosmologies since Plato and Aristotle, naturalism creates a specifi c ontological domain, a place of order and necessity where nothing happens without a reason or a cause, whether originating in God [...] or immanent to the fabric of the world (the laws of nature).

    12 En el original: Naturalism is simply the belief that nature does exist, that certain things owe their exis-tence and development to a principle extraneous both to chance and to the effects of human will.

  • 349

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    transformara en el destino histrico de Europa, bajo el nombre de produccin, cuando la sociedad burguesa se las arregl para autoconcebirse como la encar-nacin de un orden natural. (Descola, 2004, p. 97, traduccin ma).13

    En este sentido, la proteccin de la naturaleza no es ms que la contraca-ra de esta relacin de depredacin con el entorno:

    en los movimientos conservacionistas contemporneos, la proteccin de los no humanos no est desprovista de autogratifi cacin. Se transfi ere el dominio carte-siano y la propiedad de la naturaleza a otro plano, un pequeo enclave en donde se alivia la culpa y la dominacin paternalista eufemsticamente transmutado en la preservacin protectora y la apreciacin esttica. (Descola, 2004, p. 91, traduccin ma).14

    Desde este punto de vista, procesos de depredacin ambiental y de con-servacin de la vida silvestre responden a una misma lgica: una lgica que ubica a la sociedad por fuera de la naturaleza. Esto es algo que tambin a advertido Ingold (2002), en relacin a la utilizacin de los conceptos de natu-raleza y ambiente.

    La distincin entre ambiente y naturaleza corresponde a la diferencia de pers-pectiva entre vernos a nosotros mismos como seres dentro del mundo y como seres fuera de l. Por otra parte, tendemos a pensar la naturaleza como externa, no slo a la humanidad [] sino tambin externo a la historia, como si el mundo natural proveyera un teln de fondo permanente para la realizacin de los asun-tos humanos. (Ingold, 2002, p. 20, traduccin ma).15

    13 En el original: As for predatory naturalism, it is less a value than an old European practice, born in the Middle Ages when large tracts of forest where cleared for cultivation; a practice which acquired its legitimacy with Cartesian philosophy, and its full expression with the mechanisation of the worldin the physical as well as in the technical sense of the expression; a practice which then transformed into the historical destiny of Europe, under the name of production, when bourgeois society managed to conceive itself as the embodiment of a natural order.

    14 En el original: in contemporary conservationist movements, the protection of non-humans is not de-void of selfgratifi cation. It transfers the Cartesian mastery and ownership of nature to another plane, a small enclave where guilt is alleviated and domination euphemistically transmuted into patronising preservation and aesthetic entertainment.

    15 En el original: Thus the distinction between environment and nature corresponds to the difference in perspective between seeing ourselves as beings within a world and as beings without it. Moreover we tend to think of nature as external not only to humanity, as I have already observed, but also to history, as though the natural world provided an enduring backdrop to the conduct of human affairs.

  • 350

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    El metabolismo sociedad-naturaleza

    Un concepto que es til para trabajar la relacin sociedad-naturaleza des-de la discusin en torno a la sustentabilidad es el de metabolismo que aparece en Marx (desarrollado por Foster, 2000). Esta nocin de metabolismo est anclada directamente en la idea de trabajo, que en el pensamiento de Marx (1987, p. 215) es la mediacin entre la sociedad y la naturaleza:

    el trabajo es un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movi-miento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fi n de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma til para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a l y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza.

    En el caso de Farrapos, es claro que el acceso a la tierra es uno de los factores determinantes en el proceso de exclusin de los trabajadores rurales, as como de los pequeos productores familiares (arrendatarios o propietarios, aunque stos ltimos se vean en parte benefi ciados del proceso). Esta es la contracara del proceso de concentracin de la tierra.

    Pero la discusin instalada a partir de la afectacin de los sistemas pro-ductivos que dependen en mucho mayor grado de la calidad ambiental (la pesca, la apicultura) tiene que ver con las formas de apropiacin/expropiacin en relacin al bien comn que podemos denominar provisoriamente ambiente.

    El acceso al agua y al aire sin contaminacin, la posibilidad de que los servicios ambientales (polinizacin, el cumplimiento del ciclo reproductivo de peces y abejas, en este caso) se lleven a cabo son factores crticos, y aunque nadie se apropie directamente de ellos, si podemos dar cuenta de procesos de acumulacin por desposesin, como los caracteriza Harvey. Dentro de estos procesos se encuentra

    La reciente depredacin de los bienes ambientales globales (tierra, aire, agua) y la proliferacin de la degradacin ambiental, que impide cualquier cosa menos los modos capital-intensivos de produccin agrcola, han resultado de la total transformacin de la naturaleza en mercanca. (Harvey, 2007, p. 114).

  • 351

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    En cierto sentido podemos pensar, a partir de los planteos de Tilly (2000) hasta dnde un proceso como la expansin del agronegocio en un territorio concreto no genera una forma de desigualdad categorial en relacin a la po-sesin o no de un recurso bsico para la reproduccin social, como es la tierra. Una visin que incluyera los impactos de este tipo de sistemas productivas nos obligara a ampliar esa idea de tierra como recurso a la tierra como sustento de procesos ecosistmicos, lo que nos llevara a incluir al agua, el aire o el hbitat de especies fundamentales para la las dinmicas ecolgicas pero al mismo tiempo fundamentales para la reproduccin social. El mecanismo de exclusin podra operar en relacin al criterio bsico (acceso o no a la tierra en tanto que recurso) mientras que el acaparamiento de oportunidades se mar-ca en la imposibilidad de coexistencia de estos sistemas productivos en un contexto de escasa regulacin con otros (como por ejemplo, los que hemos discutido aqu de la pesca o la apicultura). En la situacin de acceso a la tier-ra, es necesario tomar en cuenta lo novedoso de la expansin de la soja, en relacin a las amplias superfi cies de tierra que son controladas no por la va de la propiedad, sino por la del arrendamiento. Si bien la exclusin operara a travs del mercado, no pasa necesariamente por la propiedad de la tierra, sino por la capacidad de tener o captar recursos hacia el pago del arrendamiento de la tierra. Una nueva modalidad, en el marco de un viejo mecanismo de dife-renciacin social en el campo.

    La escala global de la reproduccin social: apuntes sobre naturaleza y sociedad

    Los datos que hemos analizado para el departamento de Ro Negro y particularmente el entorno del rea protegida Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay claramente confi rman la tendencia general de la produccin en un marco capitalista, que es, necesariamente, la degradacin de los recursos naturales. El acaparamiento de tierras a travs del avance del agronegocio implica el proceso de extraccin de riqueza a partir de los recursos naturales conduciendo como quizs no haba sucedido antes al agotamiento de recur-sos tales como el suelo o a la degradacin de recursos como el agua y el aire a partir del uso de agrotxicos. Esto ocurre en un espacio que tambin es objeto de polticas globales de conservacin, como la Convencin RAMSAR o la Convencin sobre Diversidad Biolgica de Naciones Unidas.

  • 352

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    En el plano local, los usos de los recursos naturales que los habitantes del rea realizan para su reproduccin social nos plantean un debate an mayor: que pasa si consideramos esas actividades de subsistencia (caza, pesca, re-coleccin de enjambres de abejas) como actividades productivas? en tanto transformacin de la naturaleza que viabiliza una determinada reproduccin social (Narotzky, 2004). En este sentido s podramos plantear una coexisten-cia entre conservacin y produccin, pero evidentemente estas dinmicas no son las hegemnicas y deben ser evaluadas en su propio contexto. Las trans-formaciones en el uso y propiedad de la tierra han determinado que un nmero mayor de personas resida en las zonas urbanas, despojadas de sus habituales medios de produccin y reproduccin. Por ende, la presin sobre las activida-des de subsistencia tambin ha aumentado y su carcter no antagnico con la conservacin.

    Esta situacin anula la premisa de Marx acerca del metabolismo de la sociedad con la naturaleza, segn la cual lo que requiere explicacin

    no es la unidad del ser humano con la naturaleza, esto es parte de la naturaleza fsica y qumica. Lo que requiere explicacin es el proceso histrico a travs del cual se separa se aliena la existencia humana de las condiciones naturales para reproducirse. (Foladori, 2001, p. 77).

    Parece claro entonces que la generacin de reas protegidas de ningn modo supone lmites al avance de la expansin del capitalismo sobre el campo, sobre la naturaleza. La preocupacin que viven los actores locales de las reas cobran mayor vigencia en este contexto de discusin: por qu se prohben actividades extractivas de subsistencia y a pocos metros de distancia el agro-negocio de desarrolla a escalas histricas nunca antes registradas generando una serie de benefi cios que no son distribuidos, por lo menos en el nivel local?

    Evidentemente la tensin conservacin/produccin no ser resuelta en el entorno del rea protegida Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay. Ser necesario que la implementacin de esta poltica pblica de conservacin tome en cuenta las dinmicas propias de las poblaciones afi ncadas en el espa-cio que ocupar el rea as como los procesos socioeconmicos que se vienen registrando en la regin, para poder minimizar los confl ictos que se produci-rn a la hora de tratar de acompasar la proteccin ambiental con la generacin de riqueza a partir de la explotacin de los recursos naturales.

  • 353

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    En cierto sentido, la idea de naturaleza que orienta la implementacin de reas protegidas parece tener mucho ms en comn con la visin desde arriba que tiene el agronegocio. No es otra cosa que lo que ha planteado Horacio Machado Araz; una ecologa poltica de la modernidad debe desentraar la articulacin Ciencia-Estado-Capital con el fi n de desnaturalizar la naturaleza (Machado Araz, 2009).

    Las diferentes territorialidades en juego se evidencian en las prcticas de los actores y en sus discursos, discursos que como se redefi nen los conceptos de pertenencia y ciudadana en la poscolonialidad. En este marco, tambin es crtico entender si el establecimiento de reas protegidas forma parte de una estrategia de mitigacin de los impactos del desarrollo o de la superacin de las limitantes que el avance de las relaciones capitalistas de produccin genera sobre la relacin sociedad-naturaleza. En este sentido, la idea de superacin de las nociones tradicionales de desarrollo an las de desarrollo sustentable debe ser contemplada. Esto es lo que Arturo Escobar (1996) ha denominado posdesarrollo.

    Entendida como parte del proceso de globalizacin, la expansin de las reas protegidas es la contracara de la expansin del capitalismo sobre los bienes de la naturaleza. La institucionalidad ambiental transnacional y mul-tiescalar es el contrapeso de la consolidacin del agronegocio en el campo en lugar de la produccin campesina y de la produccin familiar y del avance de industrias extractivas sobre la naturaleza (como la minera o an la propia intensifi cacin de procesos de produccin agrcola).

    A pesar del aumento sostenido en la superfi cie bajo condiciones de pro-teccin, de ninguna manera esto implica la consolidacin de contratenden-cias a la tendencia general de la produccin en un marco capitalista que es, necesariamente, la degradacin de los recursos naturales. Si se alcanzase la meta de asegurar la proteccin de el 12% de la superfi cie del plantea, en el casi 90% restante del planeta las lgicas de produccin capitalista sern las predominantes, las impulsadas por las dinmicas de avances de la frontera agrcola y de intensifi cacin del sistema industrial de produccin aplicado a la agricultura.

  • 354

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    Referencias

    BOLETN SNAP. Montevideo, n. 6, otoo 2010.

    BORRAS Jr., S.; FRANCO, J. La poltica del acaparamiento mundial de tierras: Replanteando las cuestiones de tierras, redefi niendo la resistencia. Rotterdam: TNI; LDPI; ICAS; ICCO, 2010. (ICAS Working Paper Series, n. 001). Disponible en: http://www.tni.org/sites/www.tni.org/fi les/La%20pol%C3%ADtica%20del%20acaparamiento%20mundial%20de%20tierras.pdf>. Acceso: 2 nov 2011.

    DESCOLA, P. Constructing natures: symbolic ecology and social practice. In: DESCOLA, P.; PLSSON, G. (Comp.). Nature and society: anthropological perspectivas. London: Routledge, 2004. p. 82-102.

    DGRNR-MGAP. Ficha informativa Ramsar Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay. Montevideo: Ministerio de Ganadera, Agricultura y Pesca, Repblica Oriental del Uruguay, 2004.

    DGRNR-MGAP. Informe nacional sobre la aplicacin de la Convencin de Ramsar sobre los humedales. Presentado a la 10 Reunin de la Conferencia de las Partes Contratantes, Repblica de Corea, 2008.

    DIEGUES, A. C. El mito moderno de la naturaleza intocada. So Paulo: Ncleo de Apoio Pesquisa sobre Populaes Humanas e reas midas Brasileiras/Universidade de So Paulo, 2005.

    DOWIE, M. Los refugiados del conservacionismo. Cuando la conservacin implica desterrar a la gente. Revista Biodiversidad, sustento y culturas, Montevideo, n. 49, p. 1-6, 2006.

    ESCOBAR, A. La invencin del Tercer Mundo: construccin y reconstruccin del desarrollo. Bogot: Norma, 1996.

    FOLADORI, G. El metabolismo con la naturaleza. Herramienta, Buenos Aires, ao 6, n. 16, p. 75-88, 2001.

    FOSTER, J. La ecologa de Marx: materialismo y naturaleza. Barcelona: El Viejo Topo, 2000.

  • 355

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Naturalismos y acumulacin por desposesin

    HARVEY, D. El nuevo imperialismo. Buenos Aires: Akal, 2007.

    HERNNDEZ, V. La ruralidad globalizada y el paradigma del agronegocio en las pampas gringas. In: GRAS, C.; HERNNDEZ, V. (Coord.). La Argentina rural: de la agricultura familiar a los agronegocios. Buenos Aires: Biblos, 2009. p. 15-37.

    IICA. Evolucin y situacin de la cadena agroalimentaria sojera. Montevideo, 2009.

    INGOLD, T. The perception of the environment. London: Routledge, 2002.

    MACADAR D.; DOMNGUEZ, P. Migracin interna. In: VARELA PETITO, C. (Coord.). Demografa de una sociedad en transicin: la poblacin uruguaya a inicios del Siglo XXI. Montevideo: UNPFA; Trilce, 2008. p. 83-113.

    MACHADO AROZ, H. Ecologa poltica de la modernidad. Una mirada desde Nuestra Amrica. In: CONGRESO ALAS, 27., Buenos Aires, 2009. Anales Buenos Aires: Asociacin Latinoamericana de Sociologa, 2009. p. 1-13.

    MARX, K. El capital: tomo I: El proceso de produccin del capital. Mxico: Siglo XXI, 1987.

    MUOZ, A. Jaque: apicultores solicitan que el gobierno mejore el control de agrotxicos. La Diaria, Montevideo, p. 9, 23 jun. 2010.

    NAROTZKY, S. Antropologa econmica: nuevas tendencias. Barcelona: Melusina, 2004.

    NUESTRA TIERRA. Ro Negro. Montevideo: Editorial Nuestra Tierra, 1970. (Coleccin Los departamentos, n. 6)

    OYHANTABAL, G.; NARBONDO, I. Radiografa del agronegocio sojero: descripcin de los principales actores y los impactos socioeconmicos en Uruguay. Montevideo: REDES-AT, 2011.

    PAOLINO, C.; LANZILOTTA, B.; PERERA, M. Tendencias productivas en Uruguay: los sectores agroindustriales, turismo y minera. Montevideo: Proyecto SNAP, 2009.

  • 356

    Horizontes Antropolgicos, Porto Alegre, ano 20, n. 41, p. 331-356, jan./jun. 2014

    Carlos Santos

    SANTOS, C. Qu protegen las reas protegidas?: conservacin, produccin, Estado y sociedad en la implementacin del Sistema Nacional de reas Protegidas. Montevideo: Trilce, 2011.

    THE WORLD BANK. Rising global interest in farmland: can it yield sustainable and equitable benefi ts? Washington, 2010. Disponible en: . Acceso: 2 nov. 2011.

    TILLY, C. La desigualdad persistente. Buenos Aires: Manantial, 2000.

    VIDA SILVESTRE. Plaguicidas en la cuenca del Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Ro Uruguay: resumen ejecutivo. Montevideo, 2010.

    WEST, P.; IGOE, J.; BROCKINGTON, D. Parks and peoples: the social impact of protected areas. Annual Review of Anthropology, Palo Alto, v. 35, p. 251-277, 2006.

    Recebido em: 27/08/2013Aprovado em: 19/12/2013