III Domingo ordinario ciclo A

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Día 22 de Enero de 2017

Ciclo A

En los domingos del tiempo ordinario la Iglesia desea que conozcamos lo mejor posible a la persona de Jesús y sus mensajes, para mejor seguirle.

Hoy el evangelio tiene dos partes. En la primera parte nos da Jesús su primer mensaje. Dice así:

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló." Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."

Mt 4, 12-17

Comienza describiendo dos circunstancias externas de aquella predicación. La primera es que Juan Bautista había sido encarcelado.

Jesús no viene a competir, sino a continuar, ampliar y mejorar.

Se trata de Cafarnaún, cerca de Nazaret. Es el pueblo de Pedro y Andrés, los dos primeros discípulos que llamará de forma definitiva.

La otra circunstancia es el lugar donde comienza a predicar. Nos dice el pueblo o la ciudad.

Al territorio de Zabulón y Neptalí llamaban “Galilea de los gentiles”. Esto se debía a que hacía mucho tiempo lo había conquistado el rey de Persia y se había casi despoblado. Por lo cual vinieron muchos gentiles que no tenían la religión de los israelitas, aunque seguía habiendo muchos y buenos religiosos. En ese ambiente iba Jesús a comenzar su predicación.

Y en ese ambiente de medio oscuridad iba a aparecer la verdadera “luz del mundo”. Esta circunstancia aparecía entre las profecías mesiánicas. Por eso hoy la primera lectura es del profeta Isaías refiriéndose a esa luz que iba a brillar en esa región. Isaías 8,23b-9,3

En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí; ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

Estas palabras del profeta Isaías las recogió el evangelista san Mateo como una predicción, señalando que al venir Jesús, nos iba a liberar de todas las tinieblas. Cristo es la verdadera luz que da sentido a la vida y la llena de felicidad y de paz.

Para que Jesús pueda ser nuestra luz, debemos reconocer que estamos en tinieblas, reconocer que somos pecadores y que necesitamos esa luz que es la gracia de Dios. Por eso la misa, que es efusión de Dios a nuestra alma,

comienza con acto de arrepenti-miento, para que la luz del Señor nos inunde.

Pedir perdón al Señor es abrir las puertas y ventanas del alma para que entre la luz de Cristo, saliendo al mismo tiempo el vacío, la muerte, la inconsistencia.

Si estamos persuadidos de que Jesús es la luz en mi vida, tiene que venir el optimismo, porque «ya no camino en tinieblas».

Es la firmeza de creer, como nos dice hoy el salmo responsorial, meditación de la primera lectura, que el Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz

y mi salvación.

Automático

Yo no camino

en tinieblas.

El Señor es mi luz y mi salvación.

Yo no camino en tinieblas.

El Señor es mi luz y mi salvación.

Yo no camino

en tinieblas.

Hacer CLIK

Para que verdaderamente sintamos que Dios es nuestra luz y salvación, mucho tendremos que cambiar. Para ello escuchemos en el corazón el primer mensaje de Jesús, que hoy nos trae el evangelio: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."

Seguramente que nuestra orientación de vida y los criterios no son del todo según el plan de Dios. Adecuarlos del todo o lo más posible es acercarnos a vivir según es el Reino de los cielos.

Todos necesitamos convertirnos,

cambiar nuestra

mentalidad.

Con palabras parecidas había predicado san Juan Bautista. Jesús lo expresa de manera más concreta. Y el evangelio de san Mateo nos irá diciendo en próximos domingos en qué consiste este vivir según el Reino de los cielos, que es reino de amor, de bondad: Es el reino de las bienaventuranzas.

Vivir en el Reino de Dios es vivir y sentir el hecho de que Dios nos ama, que Dios está cerca de nosotros y que debemos vivir unidos a Él. Para ello comencemos una vez más por sentir bien dentro de nosotros la palabra de Jesús que nos llama a una sincera conversión.

Hay personas que, cuando se les habla de conversión creen que es algo muy serio o muy triste. Nuestra religión es alegre. Convertirse es llenarse más la vida. Es dar el primer paso o un paso más para poder estar alegres en el Señor. Es sentir la vida más llena, es sentirla de otra manera viviendo más con Dios.

Esta conversión para algunos debe ser más fundamental, más desde el fondo del alma. Para otros será un paso más decisivo para acercarnos más al verdadero Reino de los cielos. Es quitar más esta tendencia materialista de ir unos en contra de otros para vivir más la paz, la unidad, el amor.

Como Jesús no quiso ser un superman, sino un hombre con todas sus limitaciones, para esta gran tarea de buscar la conversión en todos los estratos sociales buscó colaboradores, que empleasen su vida en esta tarea. Hoy la segunda parte del evangelio nos habla de la llamada definitiva a los 4 primeros colaboradores. Dice así:

Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Mt 4, 18-23

Hasta ahora estos colaboradores habían seguido a Jesús un poco a medias, le escuchaban y volvían a su trabajo. Hoy les pide seguirle del todo. Son dos parejas de hermanos. Primero Simón, a quien ya llamaría Pedro para significar la “roca” firme de la Iglesia, y su hermano Andrés.

Luego serían los dos hijos de Zebedeo: Santiago y Juan, quien sería evangelista.

Hoy todos debemos sentir en nuestro corazón la llamada de Jesús para ser colaboradores suyos.

Alguno sentirá la llamada de una manera total; pero a todos nos llama para ser cristianos, que significa discípulos de Cristo. Esto conlleva el ayudarle para que otros puedan conocer más y mejor a Dios y amarle de verdad.

Lo mismo que a Andrés nos dices hoy:

Automático

Lo mismo que a Andrés nos dices hoy:

déjalo todo y ven.

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A algunos Jesús les llama de una manera especial porque nosotros no somos ángeles ni solo espíritu, sino que tenemos cuerpo, realidad humana y social Y por eso necesitamos de una organización social que nos vaya ayudando a caminar hacia Dios. Jesús llama a personas que con su esfuerzo humilde sostenga la Iglesia cuanto más unida, mejor.

San Pablo se encontró con un problema muy serio en Corinto, después de que él y otros habían predicado con entusiasmo en esa ciudad. No era un cisma, en sentido teológico, sino grandes divisiones y partidismos entre los cristianos. En la 1ª carta que les escribió se lo hizo saber. Hoy es la 2ª lectura que dice así:

1Corintios 1,10-13.17

Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos, diciendo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo." ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo? Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

El cristianismo no es una escuela filosófica, capitaneada por un sabio, sino una religión basada en Cristo, cuyo lema principal es el amor. Por eso es esencial el vivir sin discordias. Cristo no puede estar dividido.

A veces en nuestras iglesias cristianas estamos divididos como si no fuese el mismo Jesucristo quien nos debe guiar. En la historia se han metido por medio muchos intereses materiales, dando a veces la impresión como si el jefe supremo fuese alguna persona terrena y no Cristo que se hizo hombre para salvarnos.

Y a veces se han dado

hasta guerras

materiales con muchas

muertes.

Hoy nos invita sobre todo a estar en su

Reino. En otros domingos nos irá enseñando qué

debemos hacer para vivir en ese reino, de paz, de unidad y de

amor. Especialmente lo pedimos en este tiempo, cuando

pedimos por la unidad en la Iglesia.

Todos debemos tener una fe única, porque único es nuestro señor y único el bautismo con el que nos incorporamos a Cristo. Jesús mismo pidió al Padre la unidad, cuando estaba con los apóstoles en la Última cena. Pidió por todos los cristianos para que todos sean uno y el mundo pueda creer en Él.

En este mundo descristianizado sólo en la unidad podremos los cristianos predicar de verdad el Evangelio, que es de paz, unidad y amor. Muchas cosas se están haciendo desde las diferentes iglesias; pero se deben hacer más y mejor.

Ciertamente que el

camino ha comenzado,

pero falta mucho hasta el

final.

El camino ha comenzado para ti.

Automático

Va muy lejos, pon tus ojos mas allá,

que aun es mucho lo que queda hasta

el final.

con el llanto,

con las

penas y el

dolor.

Pero sea la esperanza nuestra luz

Que María, la Madre, interceda por este gran ideal de unidad.

AMÉN