Transcript of Evangelios apocrifos (todos completos)
- 1. EVANGELIOS APCRIFOS EL EVANGELIO DE SANTO TOMS (Redaccin
griega) Prembulo I 1.Yo, Toms Israelita, vengo a anunciaros a todos
vosotros, mis hermanos entre los gentiles, para que los conozcis,
los actos de la infancia y los prodigios de Nuestro Seor
Jesucristo, cumplidos por l despus de su nacimiento en nuestro pas.
2.Y he aqu cul fue su comienzo. Gorriones hechos con barro II 1.El
nio Jess, de cinco aos de edad, jugaba en el vado de un arroyo, y
traa las aguas corrientes a posar, y las tornaba puras en seguida,
y con una simple palabra las mandaba. 2. Y, amasando barro, form
doce gorriones, e hizo esto un da de sbado. Y haba all otros muchos
nios, que jugaban con l. 3. Y un judo, que haba notado lo que haca
Jess, fue acto seguido, a comunicrselo a su padre Jos, dicindole:
He aqu que tu hijo est cerca del arroyo, y, habiendo cogido barro,
ha compuesto con l doce gorriones, y ha profanado el sbado. 4. Y
Jos se dirigi al lugar que estaba Jess, lo vio, y le grit: Por qu
haces, en da de sbado, lo que no est permitido hacer? Pero Jess,
dando una palmada, y dirigindose a los gorriones, exclam: Volad. Y
los pjaros abrieron sus alas, y volaron, piando con estruendo. 5.Y
los judos quedaron atnitos ante este espectculo, y fueron a contar
a sus jefes lo que haban visto hacer a Jess. Muerte del hijo de Ans
III 1.Y el hijo de Ans el escriba se encontraba all, y, con una
rama de sauce, dispersaba las aguas que Jess haba reunido. 2. Y
Jess, viendo lo que ocurra, se encoleriz, y le dijo: Insensato,
injusto e impo, qu mal te han hecho estas fosas y estas aguas? He
aqu que ahora te secars como un
- 2. rbol, y no tendrs ni raz, ni hojas, ni fruto. 3. E
inmediatamente aquel nio se sec por entero. Y Jess se fue de all, y
volvi a la casa de Jos. Pero los padres del muchacho muerto lo
tomaron en sus brazos, llorando su juventud, y lo llevaron a Jos, a
quien reprocharon tener un hijo que haca tales cosas. Castigo
infligido por Jess a un nio IV 1.Otra vez, Jess atravesaba la
aldea, y un nio que corra, choc en su espalda. Y Jess, irritado,
exclam: No continuars tu camino. Y, acto seguido, el nio cay
muerto. Y algunas personas, que haban visto lo ocurrido, se
preguntaron: De dnde procede este nio, que cada una de sus palabras
se realiza tan pronto? 2. Y los padres del nio muerto fueron a
encontrar a Jos, y se le quejaron, diciendo: Con semejante hijo no
puedes habitar con nosotros en la aldea, donde debes ensearle a
bendecir, y no a maldecir, porque mata a nuestros hijos. Jos
reprende a Jess V 1.Y Jos tom a su hijo aparte, y lo reprendi,
diciendo: Por qu obras as? Estas gentes sufren, y nos odian, y nos
persiguen. Y Jess respondi: S que las palabras que pronuncias no
son tuyas. Sin embargo, me callar a causa de ti. Pero ellos sufrirn
su castigo. Y, sin demora, los que lo acusaban, quedaron ciegos. 2.
Y los que vieron esto, vacilantes y atnitos, decan de Jess que toda
palabra que pronunciaba, buena o mala, se cumpla, y produca un
milagro. Y, cuando hubieron visto que Jess haca cosas semejantes,
Jos se levant, lo agarr por la oreja, y se la estir con fuerza. 3.
Pero el nio se enfad, y le dijo: Bien fcil te es buscar sin
encontrar, y acabas de obrar como un insensato. Ignoras que te
pertenezco? No me hagas dao. Exposicin del alfabeto VI 1. Y un
maestro de escuela, llamado Zaqueo, que se encontraba all, oy a
Jess hablar as a su padre, y lo sorprendi mucho que un nio se
expresase de aquella manera. 2. Y, algunos das despus, se acerc a
Jos, y le dijo: Tienes un hijo dotado de buen sentido e
inteligencia. Confalo a mi cuidado, para que aprenda las letras, y,
con las letras, le ensear toda ciencia. Y tambin le ensear a
saludar a los mayores, a honrarlos como antepasados, a respetarlos
como padres, y a amar a los de su edad. 3. Y le escribi todas las
letras del alfabeto desde Alpha hasta Omega muy puntualmente y con
toda claridad. Mas Jess, mirando a Zaqueo, le dijo: T, que no
conoces la naturaleza del Alpha, cmo quieres ensear a los dems la
Beta? Hipcrita, ensea primero el Alpha, si sabes, y despus te
creeremos respecto a la Beta. Luego se puso a discutir con el
maestro de escuela sobre las primeras letras, y
- 3. Zaqueo no pudo contestarle. 4. Y, en presencia de muchas
personas, el nio dijo a Zaqueo: Observa, maestro, la disposicin de
la primera letra, y nota cmo hay lneas y un rasgo mediano que
atraviesa las lneas que t ves comunes y reunidas, y cmo la parte
superior avanza y las rene de nuevo, triples y homogneas,
principales y subordinadas, de igual medida. Tales son las lneas
del Alpha. Perplejidad de Zaqueo VII 1. Y, cuando Zaqueo, el
maestro de escuela, oy al nio exponer las alegoras tan numerosas y
tan grandes de la primera letra, qued perplejo ante tal respuesta y
ante tal enseanza, y dijo a los asistentes: Desventurado de m, a qu
extremo me veo reducido! Me he cubierto de vergenza, al traer a mi
escuela a este muchacho. 2. As, pues, hermano Jos, te ruego que lo
lleves contigo, porque no puedo soportar la severidad de su mirada,
ni penetrar el sentido de su palabra en modo alguno. Este nio no ha
nacido en la tierra, es capaz de domar el fuego mismo, y quiz ha
sido engendrado antes de la creacin del mundo. Qu vientre lo ha
llevado? Qu pecho lo ha nutrido? Lo ignoro. Ay, amigo mo, tu hijo
me pone fuera de m, y no puedo seguir su pensamiento! Me he
equivocado en absoluto. Yo quera tener en l un discpulo, y me he
encontrado con que tengo en l un maestro. 3. Me doy cuenta de mi
oprobio, amigos mos, porque yo, que soy un viejo, he sido vencido
por un nio. Y no me queda sino abandonarme al desaliento o a la
muerte, a causa de este nio, ya que no puedo, en este momento,
mirarlo cara a cara. Qu responder, cuando digan todos que he sido
derrotado por un pequeuelo? Y qu podr explicar acerca de lo que l
me ha dicho de las lneas de la primera raya? No lo s, amigos mos,
por cuanto no conozco, ni el comienzo, ni el fin, de este nio. 4.
As, pues, hermano Jos, te ruego que lo lleves contigo a tu casa. Es
algo muy grande, sin duda: un dios, un ngel o algo parecido.
Conclusin de la historia de Zaqueo VIII 1. Y, mientras los judos
daban consejos a Zaqueo, el nio rompi a rer, y dijo: Ahora que tu
aventura produce sus frutos, y que los ciegos de corazn ven, he aqu
que yo vengo de lo alto para maldecirlos, y para llamarlos a lo
alto, como me lo orden el que me ha enviado a causa de vosotros. 2.
Y, cuando el nio hubo acabado de hablar, pronto todos los que haban
cado antes bajo su maldicin, quedaron curados. Y nadie, desde
entonces, se atrevi a provocar nunca su clera, por miedo a que los
maldijese, y los hiriese de enfermedad. Nio cado de una terraza IX
1. Algunos das despus, Jess jugaba en una terraza, sobre lo alto de
una casa, y uno de los nios que jugaba con l, cay de la terraza, y
muri. Y, Viendo esto, los
- 4. dems nios huyeron, y Jess qued solo. 2. Y, habiendo llegado
los padres del nio muerto, acusaron a Jess de haberlo hecho caer.
(Jess les dijo: Yo no hice tal.) Y lanzaron invectivas contra l. 3.
Mas Jess se tir de la terraza abajo, se detuvo cerca del cuerpo del
nio cado, y grit a gran voz, diciendo: Zenn (porque tal era su
nombre), levntate, y dime: Soy yo quien te hizo caer? Y, habindose
levantado inmediatamente, el nio repuso: No, Seor, t no me has
hecho caer, sino que me has resucitado. Y los espectadores del
lance quedaron conmovidos de asombro. Y los padres del nio
glorificaron a Dios por el milagro cumplido, y adoraron a Jess.
Resurreccin de un joven X 1.Pasados otros cuantos das, un joven
cortaba lea en las proximidades del pueblo. Y he aqu que su hacha
le hendi la planta del pie, y muri, por haber perdido toda su
sangre. 2. Y, como ello produjera una aglomeracin y un tumulto de
gentes, el nio Jess corri tambin all, y, hacindose sitio, atraves
la multitud, y tom el pie herido del joven, que en seguida qued
curado. Y dijo al joven: Levntate, sigue cortando lea, y acurdate
de m. Y la multitud, al ver lo que haba pasado, ador al nio,
diciendo: Verdaderamente, el espritu de Dios reside en ti. Jess en
la fuente XI 1.Y, cuando tena seis aos, su madre le dio un cntaro,
y lo envi a tomar agua, para llevarla a casa. Pero, habiendo
tropezado el nio con la multitud, el cntaro se rompi. 2. Entonces
Jess, extendiendo la tnica que lo cubra, la llen de agua, y la llev
a su madre. Y su madre, reconociendo milagro tal, lo abraz, y guard
en su corazn los misterios que vea cumplidos. Milagro del grano de
trigo XII 1.Otra vez, en la poca de la siembra, el nio sali con su
padre para sembrar trigo en su campo, y, mientras su padre
sembraba, el nio Jess sembr tambin un grano de trigo. 2. Y, una vez
lo hubo recolectado y molido, obtuvo cien medidas y, llamando a la
granja a todos los pobres de la aldea, les distribuy el trigo, y
Jos se qued con lo que an restaba. Y Jess tena ocho aos cuando hizo
este milagro. Milagro de las dos piezas de un lecho XIII 1. Y su
padre era carpintero, y haca en aquel tiempo carretas y yugos. Y
un
- 5. hombre rico le encarg que le hiciese un lecho. Mas, habiendo
cortado una de las piezas ms pequea que la otra, no saba qu partido
tomar. Entonces el nio Jess dijo a su padre Jos: Pon las dos piezas
en el suelo, e igulalas por tu lado. 2. Y Jos procedi como el nio
le haba indicado. Y Jess se puso al otro lado, tir de la pieza ms
corta, y la tom igual a la otra. Y su padre Jos, viendo tal, qued
admirado, y abraz a Jess, diciendo: Felicitarme puedo de que Dios
me haya dado este nio. Relaciones con un segundo maestro XIV
1.Viendo Jos que el nio creca en edad y en inteligencia, y no
queriendo que permaneciese iletrado, lo llev a un segundo maestro.
Y este maestro dijo a Jos: Le ensear primero las letras griegas, y
luego las hebraicas. Porque el maestro conoca la inteligencia del
nio. Sin embargo, despus de haber escrito el alfabeto, se ocup
largamente de l, y Jess no le respondi, hasta que le advirti: 2. Si
eres verdaderamente un maestro, y conoces bien el alfabeto, dime
primero el valor de Alpha y yo te dir luego el de Beta. Pero el
maestro, irritado, le peg en la cabeza. Y el nio, en su dolor, lo
maldijo, y aqul cay exnime, con la faz contra tierra. 3. Y el nio
volvi a casa de Jos, que qued muy afligido, y recomend a su madre:
No le dejes pasar la puerta, porque cuantos lo encolerizan, quedan
heridos de muerte. Jess confunde a un tercer maestro XV 1.Y, algn
tiempo despus, otro maestro que era pariente y amigo de Jos, le
dijo: Treme al nio a la escuela, que quiz podr por la dulzura
ensearle las letras. Y Jos le contest: Si tienes valor, hermano,
llvalo contigo. Y lo llev con temor y repugnancia, y el nio iba con
placer. 2. Y, entrando decididamente en la escuela, encontr un
libro sobre un pupitre, y, tomndolo, no lea los caracteres que en l
se encontraban, sino que, abriendo la boca, hablaba conforme a la
inspiracin del Espritu Santo. Y ense la Ley a los presentes. Y,
juntndose una gran multitud, lo rodeaba, lo escuchaba, y se
admiraba de la belleza de sus descripciones, de lo justo de sus
discursos, y de que un nio como l se expresase de tal manera. 3. Al
or esto, Jos, espantado, fue a la escuela, temiendo por la salud
del profesor. Y el maestro dijo a Jos: Sabe, hermano, que yo he
tomado al nio por discpulo, pero est lleno de sabidura y de gracia.
Condcelo, yo te lo ruego, a tu domicilio. 4. Y, cuando el nio hubo
odo estas palabras, sonri. y le dijo: Puesto que has hablado bien,
y has dado un buen testimonio, sea por tu causa curado quien fue
herido. Y en seguida el otro maestro fue curado. Y Jos volvi con el
nio a su casa. Jacobo, curado de una mordedura de vbora
- 6. XVI 1.Y Jos envi a su hijo Jacobo a cortar madera, el nio
Jess lo segua. Y, mientras Jacobo trabajaba, una vbora le mordi en
la mano. 2. Y, como sufra y pareca herido de muerte, Jess se
aproxim, y le sopl en la mordedura, y en seguida ces el dolor, y
muri el reptil, y, al instante, Jacobo qued sano y salvo.
Resurreccin de un nio XVII 1.Ms tarde, muri un nio en la vecindad,
y su madre lloraba mucho. Y Jess oy el clamor de su gran pena y se
apresur a acudir. Y, hallando al nio muerto, le toc el pecho, y
dijo: Yo te mando, nio, que no mueras, sino que vivas, y que te
quedes con tu madre. Y en seguida el nio abri los ojos, y sonri. Y
Jess dijo a la mujer: Tmalo, y dale leche, y acurdate de m. 2. Y,
viendo esto, la gente se llen de admiracin, y deca: En verdad, este
nio es un Dios o un ngel de Dios, porque toda palabra suya se
convierte en un hecho. Y Jess se fue a jugar con los dems nios.
Resurreccin de un hombre XVIII 1. Algn tiempo ms tarde, habindose
producido en una casa que se construa un gran tumulto, Jess se
levant, y acudi al lugar. Y, viendo a un hombre que yaca sin vida,
le tom la mano y dijo: Levntate, hombre, y contina laborando en tu
obra, pues yo te lo ordeno. Y el hombre se levant, y lo ador. 2.
Viendo lo cual, qued la gente admirada, y deca: Este nio viene del
cielo, porque ha salvado almas de la muerte, y las salvar durante
toda su vida. Jess en medio de los doctores XIX 1.Cuando tuvo la
edad de doce aos, sus padres, siguiendo la costumbre, fueron a
Jerusaln por las fiestas de Pascua con otros compaeros de viaje, y,
despus de las fiestas, regresaron a su morada. Y, mientras ellos
volvan, el nio Jess qued en Jerusaln, y sus padres pensaron que
estaba entre sus compaeros de viaje. 2. Mas, tras una jornada de
camino, buscaron entre sus deudos, y, no hallndolo, se afligieron,
y tomaron a la ciudad para buscarlo. Y, tres das despus, lo
hallaron en el templo, sentado entre los doctores, escuchndolos e
interrogndolos. Y todos estaban atentos y sorprendidos de que un
nio redujese al silencio a los ancianos del templo y a los doctores
del pueblo, explicando los puntos principales de la Ley y las
parbolas de los profetas. 3. Y su madre Mara, aproximndose, le
dijo: Por qu nos has hecho esto, hijo mo? He aqu que estbamos
afligidos, y que te buscbamos. Pero Jess les dijo: Por qu me
buscabais? No sabis que es preciso que yo atienda a las cosas que
afectan a mi Padre?
- 7. 4. Y los escribas y los fariseos dijeron a Mara: T eres
madre de este nio? Ella respondi: Lo soy. Y ellos dijeron: Feliz
eres entre las mujeres, porque Dios ha bendecido el fruto de tus
entraas. Nunca hemos visto ni odo tanta gloria, tanta virtud, tanta
sabidura. 5. Y Jess, levantndose, sigui a su madre, y estaba
sometido a su familia. Y su madre guardaba estas cosas en su
corazn. Y Jess creca en sabidura, en edad y en gracia. Gloria a l
por los siglos de los siglos. Amn. Fuente: Evangelios Apcrifos, por
Edmundo Gonzlez Blanco HISTORIA DE LA INFANCIA DE JESUS SEGN SANTO
TOMS (Redaccin latina) De cmo Maria y Jos huyeron con Jess a Egipto
I 1.Cuando Herodes hizo buscar a Jess, para matarlo, el ngel dijo a
Jos: 2. Toma a Mara y a su hijo, y huye a Egipto, lejos de los que
quieren matar al nio. 3. Y Jess tena dos aos cuando entr en Egipto.
4. Y ocurri que, como cruzasen un sembrado, recogi espigas, y las
puso al fuego, y las as, y las comi. 5. Y, llegados a Egipto,
fueron admitidos en la casa de una viuda. 6. Y pasaron un ao all.
7. Y Jess cumpli los tres aos. Y, viendo jugar a los nios, comenz a
tomar parte en sus diversiones. 8. Y, encontrando un pez seco, lo
puso en un plato, y le orden que palpitase. 9. Y el pez comenz a
palpitar. 10. Y Jess le dijo: Qutate la sal que has tomado, y ve al
agua. 11. Y fue as. Mas los vecinos, viendo lo que haba hecho,
llevaron la noticia a la casa de la viuda en que viva Mara, la
madre de Jess. 12. Y aquella mujer, al saber lo ocurrido, los arroj
de su casa. Jess y los doce pajarillos II 1.Y Jess, paseando con su
madre Mara por la plaza de la poblacin, vio a un maestro que
enseaba a sus discpulos. 2.Y he aqu que doce pajarillos
descendieron sobre donde estaban los discpulos con el maestro.
- 8. 3. Y Jess, al observar esto, se par, y se puso a rer. 4. Y,
vindolo rer, el maestro se encoleriz. 5. Y dijo a sus discpulos: Id
y tradmelo. 6. Y cuando se lo llevaron, el maestro lo agarr de una
oreja. 7. Y le pregunt: Qu has visto que te haya hecho rer? 8. Y
Jess le contest: Maestro, he aqu mi mano llena de trigo. 9. Yo lo
he mostrado a esos pjaros, y he esparcido este grano, y ellos se
han apresurado a venir por l. 10. Y Jess estuvo all hasta que los
pjaros se repartieron el trigo. 11. Mas el maestro lo ech de la
ciudad, con su madre. Jess vuelve de Egipto a Judea III 1.Y he aqu
que el ngel del Seor se apareci a Mara. 2. Y le dijo: Toma el nio,
y vuelve a la tierra de los judos. 3. Porque los que queran su
vida, han muerto. 4. Y Mara se levant y se llev a Jess. 5. Y fueron
a la ciudad de Nazareth, donde estaba la hacienda de su padre. 6. Y
cuando Jos sali de Egipto, despus de la muerte de Herodes, condujo
a Jess al desierto, hasta que los que queran la vida del nio no
turbasen a Jerusaln. 7. Y dio gracias al Altsimo, porque le haba
dado la inteligencia. 8. Y porque haba hallado gracia ante el Seor
Dios. Amn. Cosas que hizo Jess en la villa de Nazareth IV
1.Glorioso es para Toms Israelita, apstol del Seor, contar las
obras de Jess, cuando estaba en Nazareth, de regreso de Egipto. 2.
Od atentamente, hermanos queridos, lo que hizo el Seor Jess en la
ciudad de Nazareth. 3. Jess tena cinco aos, cuando una gran lluvia
cay sobre la tierra. 4. Y el Seor Jess andaba bajo la lluvia. 5. Y
era espantosa, mas l la reuni en una cisterna y le orden ser clara.
Y ella lo fue. 6. Y, tomando el barro de aquel pozo, lo model, y le
dio forma de doce pajaritos. 7. Y Jess haca estas cosas un da de
sbado, en medio de los hijos de los judos. 8. Y los hijos de los
judos fueron a Jos, padre de Jess, y le dijeron: 9. He aqu que tu
hijo jugaba con nosotros. 10. Y ha tomado barro, y ha modelado doce
pjaros, y ha violado el sbado. 11.Y Jos vino al nio Jess, y le
dijo: Por qu has hecho lo que no est permitido hacer en da de
sbado? 12. Mas Jess, abriendo las manos, dijo a los pjaros:
Levantaos y volad. 13. Porque nadie ha de daros muerte. 14. Y
ponindose a volar, alababan con sus gritos a Dios Todopoderoso. 15.
Y, al ver esto, los judos, maravillronse, y empezaron a divulgar
los milagros de
- 9. Jess. 16. Y un fariseo, que estaba con el nio, tom un ramo
de oliva, y destruy la fuente que haba hecho Jess. 17. Y, cuando
Jess lo vio, se enoj, y dijo: Sodomita impo e ignorante, qu te
haban hecho estas fuentes, que son obra ma? 18. Quedars como un
rbol seco, sin races, sin hojas ni frutos. 19. Y el fariseo se sec,
y cay a tierra, y muri. 20. Y sus padres llevaron su cuerpo, y se
enojaron con Jos. 21. Y le decan: He aqu la obra de tu hijo. Ensale
a orar, y no a maldecir. Los nazarenos se irritan contra Jos por
las cosas que obra Jess V 1.Y, unos das despus, yendo Jess con Jos
por la ciudad, un nio corri ante ellos, y, tropezando
intencionadamente con Jess, lo lastim mucho en un costado. 2. Mas
Jess le dijo: No acabars el camino que has comenzado a recorrer. 3.
Y el nio cay a tierra, y muri. 4. Y los que vieron tal milagro,
exclamaron: De dnde es este nio? 5. Y dijeron a Jos: No conviene
que semejante nio est entre nosotros. Aljalo de aqu. 6. Mas si es
preciso que t ests entre nosotros, ensale a orar, y no a maldecir,
porque nuestros hijos han perdido la razn. 7. Y Jos llam a Jess y
le dijo: Por qu maldices? 8. He aqu que los habitantes de esta
ciudad nos odian. 9. Mas Jess dijo: Yo s que a ti, y no a m,
afectan esos discursos. 10. Y me callar por ti, mas que ellos vean
lo que hacen, segn su discrecin. 11. Y todos los que hablaban
contra Jess, quedaron ciegos. 12. Y se fueron diciendo: Todas las
palabras que salen de su boca tienen una potencia fatal. 13. Y
viendo Jos lo que haba hecho Jess, se enfureci, y le agarr de una
oreja. 14. Y Jess se enoj, y dijo a Jos: Bstete mirarme, mas no me
toques. 15. T no sabes quin soy. Y si lo supieras, no me
contrariaras. Porque, aunque estoy aqu contigo, he sido creado
antes que t. De cmo fue tratado Jess por un maestro de escuela VI
1. Y un hombre llamado Zaqueo escuchaba lo que Jess deca a Jos. 2.
Y lleno de admiracin por Jess, dijo: Nunca he visto un nio que
hablase as. 3. Y se acerc a Jos y le dijo: Tienes un hijo muy
inteligente. Envamelo, para que le ensee las letras. 4. Y luego que
las sepa, yo lo instruir con esmero, para que no permanezca en la
ignorancia. 5. Y Jos contest: Nadie puede ensearle, sino Dios.
Crees que este nio es como los dems?
- 10. 6. Y oyendo Jess lo que Zaqueo hablaba a Jos, le dijo:
Maestro, todas las palabras que salen de mi boca son verdaderas. 7.
Y yo he sido el Seor antes que todos los hombres, y la gloria de
los siglos me ha sido dada. Mas nada se os ha dado a vosotros. 8.
Porque yo soy antes que los siglos, y s cul ser el nmero de los aos
de tu vida, y que sers desterrado. 9. Y t debes comprender lo que
ha dicho mi padre, porque cuantas palabras salen de mi boca son
verdaderas. 10. Y oyendo los judos lo que deca Jess, se
maravillaban. 11. Y decan: Estamos escuchando de este nio discursos
que no hemos odo nunca, y que no oiremos jams de nadie. 12. Ni aun
de los prncipes de los sacerdotes, ni de los doctores de la Ley, ni
de los fariseos. 13. Y Jess les contest: De qu os maravillis? 14.
Miris como increble lo que os he dicho, y he aqu que os he dicho la
verdad. 15. Porque yo s cundo habis nacido vosotros y vuestros
padres, y os puedo decir cmo fue hecho el mundo, y conozco a quien
me ha enviado a vosotros. 16. Y los judos estaban tan asombrados
que no acertaban a responder. 17. Y el nio, recogindose en s mismo,
se goz, y dijo: Os he hablado en parbola, porque s que sois dbiles
e ignorantes. 18. Y el maestro dijo a Jos: Tremelo, para que le
ensee las letras. 19. Y Jos llev a Jess a la casa del maestro,
donde haba otros nios instruyndose. 20. Y el maestro, hablndole con
dulzura, se puso a ensearle las letras. 21. Mas l escribi el primer
versculo, que va desde A a T, y se puso a instruirlo. 22. Y el
maestro peg al nio en la cabeza, y el nio le dijo: Conviene que yo
te instruya a ti, y no t a mi. 23. Porque yo conozco las letras que
quieres ensearme, y s que nada puede salir de ti, ms que palabras,
y no sabidura. 24. Y comenzando el versculo, recit desde A hasta F
muy rpidamente. Y mirando al maestro dijo: T no sabes explicar lo
que es A ni lo que es B. Cmo quieres ensear las otras letras? 25.
Hipcrita, dime qu es A, y te dir que es B. Y queriendo aquel doctor
explicar la A, no pudo dar ninguna respuesta. 26. Y Jess dijo a
Zaqueo. Escucha, doctor, y comprende la primera letra. 27. Nota que
tiene dos trazos que se unen, se separan y engruesan, y que son el
smbolo de la permanencia, de la dispersin y de la variedad. 28. Y
viendo Zaqueo explicar as la primera letra, se asombr de que un nio
tuviera ciencia tan profunda, y exclam: Malhaya yo! 29. Porque he
trado sobre m una gran vergenza por causa de este nio, y estoy
lleno de estupefaccin. 30. Y dijo a Jos: Yo te ruego, hermano, que
te lo lleves, pues no puedo mirarlo a la cara, ni escuchar sus
discursos asombrosos. 31. Porque este nio puede dominar el fuego y
encadenar la mar, por haber nacido antes que los siglos.
- 11. 32. Y yo no s qu vientre lo ha engendrado niqu pecho lo ha
nutrido. 33. He aqu que quedo abatido en espritu, porque ser objeto
de irrisin. Yo lo crea discpulo, y resulta ser maestro. 34. Y no
puedo sobrellevar mi oprobio porque soy viejo, y, sin embargo, nada
hallo que responderle. 35. Y quiero caer enfermo, y dejar este
mundo, o, a lo menos, abandonar esta ciudad, donde todos han visto
mi afrenta de ser confundido por un nio. 36. Qu podr ya decir a los
otros? Qu discursos har, si l me ha vencido ya en la primera letra?
37. Estoy estupefacto, oh amigos!, y no hallo ni el principio ni el
fin de la contestacin que habra de darle. 38. Y ahora, hermano Jos,
llvate al nio a casa, porque es un maestro, y un Seor, o un ngel.
39. Y volvindose Jess a los judos que estaban con Zaqueo, les dijo:
Que los que no crean, crean, y que los que no comprendan,
comprendan, y que los sordos oigan y que los muertos resuciten. 40.
Y cuando hubo callado el nio Jess, todos los que haban sido heridos
por su palabra, curaron. Jess resucita a un nio VII 1.Subiendo un
da Jess con unos nios a la azotea de una casa, se puso a jugar con
ellos. 2. Y uno cay al patio y muri. Y todos los nios huyeron, mas
Jess se qued. 3. Y, habiendo llegado los padres del nio muerto,
decan a Jess: T eres quien lo has tirado. Y lo amenazaban. 4. Y
Jess, saliendo de la casa. se puso en pie ante el nio muerto, y le
dijo en voz alta: Simn, Simn, levntate y di si yo te he hecho caer.
5. Y el nio se levant, y dijo: No, Seor. Y viendo sus padres el
gran milagro que haba hecho Jess, lo adoraron y glorificaron a
Dios. Jess cura el pie de un nio VIII 1.Y un nio parta madera, y se
hiri un pie. 2. Y, sobreviniendo all mucha gente, Jess se acerc
tambin al nio, y le toc el pie, y cur. 3. Y djole Jess: Levntate, y
parte tu lea, y acurdate de mi. 4. Y la gente, al ver este milagro,
ador a Jess, diciendo: Verdaderamente, creemos que es Dios. Jess
lleva el agua en su ropa IX 1. Y tena Jess seis aos. Y su madre lo
envi a buscar agua.
- 12. 2. Y como llegase Jess a la fuente, haba mucha multitud, y
se rompi su cntaro. 3. Y en la ropa que vesta, recogi agua y la
llev a Mara, su madre. 4. Y viendo ella el milagro que haba hecho
Jess, lo abraz, y dijo: Seor, yeme, y salva a mi hijo. Jess siembra
trigo X 1. Y, al advenir la sementera, Jos fue a sembrar, y Jess
iba con l. 2. Y cuando empez a sembrar Jos, Jess tom un puado de
trigo, y lo esparci por el suelo. 3. Y llegado el tiempo de la
siega, Jos fue a recolectar. 4. Y Jess recogi las espigas del trigo
que haba sembrado, e hizo cien haces de buen grano, y lo reparti a
los pobres, a las viudas y a los hurfanos. Jess iguala dos maderos
desiguales XI 1.Y Jess cumpli la edad de ocho aos. 2. Y Jos era
carpintero, y haca carretas y yugos para los bueyes. 3. Y un rico
dijo a Jos: Maestro, hazme un lecho grande y hermoso. 4. Y Jos
estaba afligido, porque uno de los maderos que iba a emplear era ms
corto que el otro. 5. Mas le dijo Jess: No te aflijas. Toma el
madero de un lado, yo lo tomar del otro, y tiremos. 6. Y, hacindolo
as, el madero adquiri la longitud precisa. Y Jess dijo a Jos:
Trabaja. He ah el madero que necesitabas. 7. Y, al ver Jos lo que
haba hecho Jess, lo abraz, diciendo: Bendito sea Dios, que me ha
dado tal hijo. Jess es llevado a otro maestro para aprender las
letras XII 1.Y viendo Jos el poder de Jess, y que creca, pens
enviarlo a un maestro que le ensease las letras, y lo llev a un
doctor. 2. Y este doctor dijo a Jos: Qu letras quieres que aprenda
tu hijo? 3. Y Jos le contest: Ensale primero las letras extranjeras
y luego las hebreas. Porque estaba informado de que aquel doctor
era muy sabio. 4. Y cuando el doctor escribi el primer versculo,
que es A y B, se lo explic a Jess varias horas. 5. Mas Jess callaba
y nada responda. 6. Y dijo luego al doctor: Si eres verdaderamente
un maestro, y sabes las letras, dime la potencia de la letra A, y
yo te dir la potencia de la letra B. 7. Mas el maestro, colrico, le
peg en la cabeza. Y Jess, irritado, lo maldijo, y el maestro cay al
suelo, y muri. 8. Y Jess volvi a su casa, mas Jos prohibi a Mara
que lo dejase pasar el umbral.
- 13. Jess es llevado por tercera vez a un maestro XIII 1.Mas,
transcurridos pocos das, vino un doctor, amigo de Jos. 2. Y dijo:
Llvame el nio, y yo le ensear las letra tratndolo con mucha
dulzura. 3. Y Jos contest: Si puedes conseguirlo, instryelo. 4. Y
recibiendo el doctor a Jess, lo llev con alegra. 5. Y llegado Jess
a la morada del doctor, encontr un libro en un rincn, y tomndolo,
lo abri. 6. Mas no lea lo que estaba escrito en l, sino que abra la
boca y hablaba por inspiracin del Espritu Santo, y enseaba la Ley.
7. Y todos los asistentes lo escuchaban atentos, y el maestro lo oa
con placer, y le pidi que ensease con ms extensin. 8. Y mucha gente
se reuni para escuchar los discursos que salan de su boca. 9.Mas
Jos, sabiendo esto, se espant. Y el maestro le dijo: Hermano, yo he
recibido a tu hijo para instruiro. 10. Empero, he aqu que l est
lleno de sabidura. Llvalo a tu casa con gozo, porque la sabidura
que tiene es un don del Seor. 11. Y oyendo Jess hablar as al
maestro, se regocij y dijo: T ahora, maestro, has dicho la verdad.
12. Y por ti, el que es muerto, debe resucitar. Y Jos lo llev a
casa. Jess cura a Jacobo de la mordedura de una vibora XIV 1. Jos
envi a Jacobo a recoger paja, y Jess iba con l. 2. Y mientras
Jacobo recoga la paja, una vbora lo mordi, y cay al suelo como
muerto. 3. Y viendo esto Jess, sopl sobre la herida, y Jacoboqued
curado, y la vbora muri. Jess resucita a otro nio XV 1.Y habiendo
muerto el hijo de un vecino, su madre se entreg a un gran dolor 2.
Y sabindolo Jess, llegse al cadver del nio, y se inclin sobre l, y
sopl sobre su pecho. 3. Y le dijo: Nio, yo te ordeno no morir, sino
vivir. 4. Y el nio resucit. Y Jess dijo a la madre: Toma a tu hijo,
y dale de mamar, y acurdate de m. 5. Y viendo este milagro, deca la
gente: En verdad, este nio es del cielo. 6. Porque ha librado
varias vidas de la muerte, y cura a todos los que esperan en l. 7.
Y los escribas y los fariseos se llegaron a Mara, y le preguntaron:
Eres t la madre de este nio? Y ella dijo: En verdad que lo soy. 8.
Y ellos le dijeron: Dichosa eres t entre todas las mujeres. 9.
Porque Dios ha bendecido el fruto de tu vientre, pues que te ha
dado un hijo tan
- 14. glorioso y dotado de una sabidura como nunca hemos visto ni
odo. 10. Y Jess se levant, y segua a su madre. Y Mara conservaba en
su corazn todos los milagros que haba hecho entre el pueblo,
curando a muchos que haban enfermado. 11. Y Jess creca en talla y
en sapiencia, y todos los que lo vean, glorificaban a Dios, el
Padre Todopoderoso, que bendito sea por los siglos de los siglos.
Amn. Fuente: Los Evangelios Apcrifos, por Edmundo Gonzlez Blanco EL
EVANGELIO RABE DE LA INFANCIA Palabras pronunciadas por Jess en la
cuna I 1. Hemos encontrado estas palabras en el libro de Josefo, el
Gran Sacerdote que exista en tiempo del Cristo, y que algunos han
dicho que era Caifs. 2. El cual afirma que Jess habl, estando en la
cuna, y que dijo a su madre: Yo soy el Verbo, hijo de Dios, que t
has parido, como te lo haba anunciado el ngel Gabriel, y mi Padre
me ha enviado para salvar al mundo. Viaje de Mara y de Jos a
Bethlehem II 1. El ao 309 de Alejandro, orden Augusto que cada
individuo fuese empadronado en su pas. Y Jos se aprest a ello, y,
llevando consigo a Mara, su esposa, parti para Bethlehem, su aldea
natal. 2. Y, mientras caminaban, Jos advirti que el semblante de su
esposa se ensombreca por momentos, y que por momentos se iluminaba.
E, intrigado, tom la palabra, y pregunt: Qu tienes, Mara? Y ella
respondi: Veo, oh Jos, alternar dos espectculos sorprendentes. Veo
al pueblo de Israel, que llora y se lamenta, y que, estando en la
luz, semeja a un ciego, que no percibe el sol. Y veo al pueblo de
los incircuncisos, que habitan en las tinieblas, y que una nueva
claridad se levanta para ellos y sobre ellos, y que ellos se
regocijan llenos de alegra, como el ciego cuyos ojos se abren para
ver la luz. 3. Y Jos lleg a Bethlehem para instalarse en su aldea
natal, con toda su familia. Y, cuando llegaron a una gruta prxima a
Bethlehem, Mara dijo a Jos: He aqu que el tiempo de mi
alumbramiento ha llegado, y que me es imposible ir hasta la aldea.
Entremos, pues, en esta gruta. Y, en aquel momento, el sol se pona.
Y Jos parti de all presuroso para traer a Mara una mujer que la
asistiese. Y hall por acaso a una anciana de raza hebraica y
originaria de Jerusaln, a quien dijo: Ven aqu, bendita
- 15. mujer, y entra en esta gruta, donde hay una joven que est a
punto de parir. La partera de Jerusaln III 1. Y la anciana,
acompaada de Jos, lleg a la caverna, cuando el sol se haba puesto
ya. Y penetraron en la caverna, y vieron que todo faltaba all, pero
que el recinto estaba alumbrado por luces ms bellas que las de
todos los candelabros y las de todas las lmparas, y ms intensas que
la claridad del sol. Y el nio, a quien Mara haba envuelto en
paales, mamaba la leche de su madre. Y, cuando sta acab de darle le
pecho, lo deposit en el pesebre que en la caverna haba. 2. Y la
anciana dijo a Santa Mara: Eres la madre de este recin nacido? Y
Santa Mara dijo: S. Y la anciana dijo: No te pareces a (las dems)
hijas de Eva. Y Santa Mara dijo: Como mi hijo es incomparable entre
los nios, as su madre es incomparable entre las mujeres... Y la
anciana respondi en estos trminos: Oh, seora, yo vine sin segunda
intencin, para obtener una recompensa. Nuestra Seora Santa Mara le
dijo: Pon tu mano sobre el nio. Y ella la puso, y al punto qued
curada. Y sali diciendo: Ser la esclava y la sierva de este nio
durante todos los das de mi vida. Adoracin de los pastores IV 1. Y,
en aquel momento, llegaron unos pastores, y encendieron una gran
hoguera, y se entregaron a ruidosas manifestaciones de alegra. Y
aparecieron unas legiones anglicas, que empezaron a alabar a Dios.
Y los pastores tambin lo glorificaron. 2. Y, en aquel momento, la
gruta pareca un templo sublime, porque las voces celestes y
terrestres a coro celebraban y magnificaban el nacimiento de
Nuestro Seor Jesucristo. Cuanto a la anciana israelita, al ver
tamaos milagros, dio gracias a Dios, diciendo: Yo te agradezco, oh
Dios de Israel, que mis ojos hayan visto el nacimiento del Salvador
del mundo. Circuncisin V 1. Y, cuando fueron cumplidos los das de
la circuncisin, es decir, al octavo da, la ley obligaba c
circuncidar al nio. Se lo circuncid en la caverna, y la anciana
israelita tom el trozo de piel (otros dicen que tom el cordn
umbilical), y lo puso en una redomita de aceite de nardo viejo. Y
tena un hijo perfumista, a quien se la entreg, dicindole: Gurdate
de vender esta redomita de nardo perfumado, aunque te ofrecieran
trescientos denarios por ella. Y aquella redomita fue la que Mara
la pecadora compr y con cuyo nardo espique ungi la cabeza de
Nuestro Seor Jesucristo y sus pies, que enjug en seguida con los
cabellos de su propia cabeza.
- 16. 2. Y, habiendo transcurrido diez das, llevaron al nio a
Jerusaln. Y, cuarenta das despus de su nacimiento, un sbado, lo
condujeron al templo a presencia del Seor, y ofrecieron, para
rescatarlo, los sacrificios previstos por la ley de Moiss, a quien
Dios dijo: Todo primognito varn me ser consagrado. Presentacin de
Jess en el templo VI 1. Y, cuando Mara franque la puerta del atrio
del templo, el viejo Simen vio, con ojos del Espritu Santo, que
aquella mujer pareca una columna de luz, y que llevaba en brazos un
nio prodigioso. Y, semejantes a la guardia de honor que rodea a un
rey, los ngeles rodearon en crculo al nio, y lo glorificaron. Y
Simen se dirigi, presuroso, hacia Santa Mara, y, extendiendo los
brazos hacia ella, le dijo: Dame el nio. Y tomndolo en sus brazos,
exclam: Ahora, Seor, despide a tu siervo en paz, conforme a tu
palabra. Porque mis ojos han visto la obra de tu clemencia, que has
preparado para la salvacin de todas las razas, para servir de luz a
todas las naciones, y para la gloria de tu pueblo, Israel. 2. Y Ana
la profetisa fue testigo de este espectculo, y se acerc para dar
gracias a Dios, y para proclamar bienaventurada a Santa Mara.
Llegada de los magos VII 1. Y la noche misma en que el Seor Jess
naci en Bethlehem de Judea, en la poca del rey Herodes, un ngel
guardin fue enviado a Persia. Y apareci a las gentes del pas bajo
la forma de una estrella muy brillante, que iluminaba toda la
tierra de los persas. Y, como el 25 dcl primer kanun (fiesta de la
Natividad del Cristo) haba gran fiesta entre todos los persas,
adoradores del fuego y de las estrellas, todos los magos, en
pomposo aparato, celebraban magnficamente su solemnidad, cuando de
sbito una luz vivsima brill sobre sus cabezas. Y, dejando sus
reyes, sus festines, todas sus diversiones y abandonando sus
moradas, salieron a gozar del espectculo inslito. Y vieron que una
estrella ardiente se haba levantado sobre Persia, y que, por su
claridad, se pareca a un gran sol. Y los reyes dijeron a los
sacerdotes en su lengua: Qu es este signo que observamos? Y, como
por adivinacin, contestaron, sin quererlo: Ha nacido el rey de los
reyes, el dios de los dioses, la luz emanada de la luz. Y he aqu
que uno de los dioses ha venido a anunciarnos su nacimiento, para
que vayamos a ofrecerle presentes, y a adorarlo. Ante cuya
revelacin, todos, jefes, magistrados, capitanes, se levantaron, y
preguntaron a sus sacerdotes: Qu presentes conviene que le
llevemos? Y los sacerdotes contestaron: Oro, incienso y mirra.
Entonces tres reyes, hijos de los reyes de Persia, tomaron, como
por una disposicin misteriosa, uno tres libras de oro, otro tres
libras de incienso y el tercero tres libras de mirra. Y se
revistieron de sus ornamentos preciosos, ponindose la tiara en la
cabeza, y portando su tesoro en las manos. Y, al primer canto del
gallo, abandonaron su pas, con nueve hombres que los acompaaban, y
se pusieron en marcha, guiados por la estrella que les haba
aparecido.
- 17. Y el ngel que haba arrebatado de Jerusaln al profeta
Habacuc, y que haba suministrado alimento a Daniel, recluido en la
cueva de los leones, en Babilonia, aquel mismo ngel, por la virtud
del Espritu Santo, condujo a los reyes de Persia a Jerusaln, segn
que Zoroastro lo haba predicho. Partidos de Persia al primer canto
del gallo, llegaron a Jerusaln al rayar el da, e interrogaron a las
gentes de la ciudad, diciendo: Dnde ha nacido el rey que venimos a
visitar? Y, a esta pregunta, los habitantes de Jerusaln se
agitaron, temerosos, y respondieron que el rey de Judea era
Herodes. 2. Sabedor del caso, Herodes mand a buscar a los reyes de
Persia, y, habindolos hecho comparecer ante l, les pregunt: Quines
sois? De dnde vens? Qu buscis? Y ellos respondieron: Somos hijos de
los reyes de Persia, venimos de nuestra nacin, y buscamos al rey
que ha nacido en Judea, en el pas de Jerusaln. Uno de los dioses
nos ha informado del nacimiento de ese rey, para que acudisemos a
presentarle nuestras ofrendas y nuestra adoracin. Y se apoder el
miedo de Herodes y de su corte, al ver a aquellos hijos de los
reyes de Persia, con la tiara en la cabeza y con su tesoro en las
manos, en busca del rey nacido en Judea. Muy particularmente se
alarm Herodes, porque los persas no reconocan su autoridad. Y se
dijo: El que, al nacer, ha sometido a los persas a la ley del
tributo, con mayor razn nos someter a nosotros. Y, dirigindose a
los reyes, expuso: Grande es, sin duda, el poder del rey que os ha
obligado a llegar hasta aqu a rendirle homenaje. En verdad, es un
rey, el rey de los reyes. Id, enteraos de dnde se halla, y, cuando
lo hayis encontrado, venid a hacrmelo saber, para que yo tambin
vaya a adorarlo. Pero Herodes, habiendo formado en su corazn el
perverso designio de matar al nio, todava de poca edad, y a los
reyes con l, se dijo: Despus de eso, me quedar sometida toda la
creacin. 3. Y los magos abandonaron la audiencia de Herodes, y
vieron la estrella, que iba delante de ellos, y que se detuvo por
encima de la caverna en que naciera el nio Jess. En seguida
cambiando de forma, la estrella se torn semejante a una columna de
fuego y de luz, que iba de la tierra al cielo. Y penetraron en la
caverna, donde encontraron a Mara, a Jos y al nio envuelto en
paales y recostado en el pesebre. Y, ofrecindole sus presentes, lo
adoraron. Luego saludaron a sus padres, los cuales estaban
estupefactos, contemplando a aquellos tres hijos de reyes, con la
tiara en la cabeza y arrodillados en adoracin ante el recin nacido,
sin plantear ninguna cuestin a su respecto. Y Mara y Jos les
preguntaron: De dnde sois? Y ellos les contestaron: Somos de
Persia. Y Mara y Jos insistieron: Cundo habis salido de all? Y
ellos dijeron: Ayer tarde haba fiesta en nuestra nacin. Y, despus
del festn, uno de nuestros dioses nos advirti: Levantaos, e id a
presentar vuestras ofrendas al rey que ha nacido en Judea. Y,
partidos de Persia al primer canto del gallo, hemos llegado hoy a
vosotros, a la hora tercera del da. 4. Y Mara, agarrando uno de los
paales de Jess, se lo dio a manera de eulogio. Y
- 18. ellos lo recibieron de sus manos de muy buen grado,
aceptndolo, con fe, como un presente valiossimo. Y, cuando lleg la
noche del quinto da de la semana posterior a la natividad, el ngel
que les haba servido antes de gua, se les present de nuevo bajo
forma de estrella. Y lo siguieron, conducidos por su luz, hasta su
llegada a su pas. Vuelta de los magos a su tierra VIII 1. Los magos
llegaron a su pas a la hora de comer. Y Persia entera se regocij, y
se maravill de su vuelta. 2. Y, al crepsculo matutino del da
siguiente, los reyes y los jefes se reunieron alrededor de los
magos, y les dijeron: Cmo os ha ido en vuestro viaje y en vuestro
retorno? Qu habis visto, qu habis hecho, qu nuevas nos trais? Y a
quin habis rendido homenaje? Y ellos les mostraron el paal que les
haba dado Mara. A cuyo propsito celebraron una fiesta, a uso de los
magos, encendiendo un gran fuego, y adorndolo. Y arrojaron a l el
paal, que se tom en apariencia fuego. Pero, cuando ste se hubo
extinguido, sacaron de l el paal, y vieron que se conservaba
intacto, blanco como la nieve y ms slido que antes, como si el
fuego no lo hubiera tocado. Y, tomndolo, lo miraron bien, lo
besaron, y dijeron: He aqu un gran prodigio, sin duda alguna. Este
paal es el vestido del dios de los dioses, puesto que el fuego de
los dioses no ha podido consumirlo, ni deteriorarlo siquiera. Y lo
guardaron preciosamente consigo, con fe ardiente y con veneracin
profunda. Clera de Herodes. La huida a Egipto IX 1. Cuando Herodes
vio que haba sido burlado por los magos, y que stos no volvan,
convoc a los sacerdotes y a los sabios, y les pregunt: Dnde nacer
el Mesas? Ellos le respondieron: En Bethlehem de Jud. Y l se puso a
pensar en el medio de matar a Nuestro Seor Jesucristo. 2. Entonces
el ngel de Dios apareci en sueos a Jos, y le dijo: Levntate, toma
al nio y a su madre, y parte para la tierra de Egipto. Se levant,
pues, al canto del gallo, y se puso en camino. Llegada de la
Sagrada Familia a Egipto. Cada de los dolos X 1. Y, mientras
pensaba entre s cmo realizara su viaje, sobrevino la aurora, y se
encontr haber recorrido la mitad del camino. Y, al despuntar el da,
estaba prximo a una gran aldea, donde, entre los dems dolos y
divinidades de los egipcios, haba un dolo en el cual resida un
espritu rebelde, y los egipcios le hacan sacrificios, le
- 19. presentaban ofrendas, y le consagraban libaciones. Y haba
tambin un sacerdote, que habitaba cerca del dolo, para servirlo, y
a quien el demonio hablaba desde dentro de la estatua. Y, cada vez
que los egipcios queran interrogar a sus dioses por ministerio de
aquel dolo, se dirigan al sacerdote., quien daba la respuesta, y
transmita el orculo divino al pueblo de Egipto y a sus diferentes
provincias. Este sacerdote tena un bijo de treinta aos, que estaba
poseido por varios demonios, y que peroraba sobre todo gnero de
cosas. Cuando los demonios se apoderaban de l, rasgaba sus
vestiduras, se mostraba desnudo a todos, y acometa a la gente a
pedradas. Y, en la aldea, haba un asilo, puesto bajo la advocacin
de dicho dolo. 2. Y, cuando Santa Mara y Jos llegaron a la aldea, y
se acercaron al asilo, se apoder de los habitantes del pas un
terror extremo. Y se produjo un temblor en el asilo y una sacudida
en toda la tierra de Egipto, y todos los dolos cayeron de sus
pedestales, y se rompieron. Todos los grandes de Egipto y todos los
sacerdotes de los dolos se congregaron junto al sacerdote del dolo
en cuestidn, y le preguntaron: Qu significan este trastorno y este
terremoto que se han producido en nuestro pas? Y el sacerdote les
respondi, diciendo: Presente est aqu un dios invisible y
misterioso, que posee, oculto en l, un hijo semejante a s mismo, y
el paso de este hijo ha estremecido nuestro suelo. A su llegada, la
tierra ha temblado ante su poder y ante el aparato terrible de su
majestad gloriosa. Temamos, pues, en extremo, la violencia de u
ataque. En este momento, el dolo de la aldea se abati tambin al
suelo, hecho aicos, y su desplome hizo reunirse a lodos los
egipcios cerca del clebre sacerdote, el cual les dijo: Debemos
adoptar el culto de este dios invisible y misterioso. l es el Dios
verdadero, y no hay otro a quien servir, porque es realmente el
hijo del Altsimo. Curacin del hijo del sacerdote idlatra XI 1. Y el
hijo del sacerdote fue acometido de su accidente habitual. Y entr
en el asilo en que Santa Mara y Jos se encontraban, y a quienes
todo el mundo haba abandonado, huyendo. Y nuestra Seora Santa Mara
acababa de lavar los paales de Nuestro Seor Jesucristo, y los haba
puesto sobre la pared del muro. Y el joven posedo sobrevino, y
agarr uno de los paales, y lo puso sobre su cabeza. Y, en el mismo
instante, los demonios, bajo forma de cuervos y de serpientes,
comenzaron a salir y a escapar de su boca. Y el posedo qued curado
por orden de Nuestro Seor Jesucristo. Y empez a alabar y a dar
gracias a Dios, que le haba devuelto la salud. 2. Y, como su padre
lo hubo encontrado libre de su enfermedad, le pregunt: Qu te ha
ocurrido, hijo mo, y cmo es que has sanado? Y l le contest: Cuando
el demonio se apoder por ensima vez de mi persona, fui al asilo. Y
all encontr a una noble mujer, con un nio. Acababa sta de lavar los
paales de su hijo, y de depositarlos en la pared del muro. Tom uno
de ellos, lo puse sobre mi cabeza, y los demonios me abandonaron, y
huyeron despavoridos. Y su padre, transportado de jbilo, le
advirti: Hijo mo, es posible que ese pequeuelo sea el hijo del Dios
vivo, que ha creado los cielos y la tierra. Porque, en el momento
en que ese hijo de Dios se introdujo en
- 20. Egipto, todas nuestras divinidades han sido desplomadas y
aniquiladas por la fuerza de su poder. Temores de Mara y de Jos XII
1. Y se cumpli la profeca que deca: De Egipto llam a mi hijo. 2. Y,
como Mara y Jos supiesen la cada y el aniquilamiento del dolo,
fueron presa de temor y de espanto, y se dijeron: Cuando estbamos
en tierra de Israel, Herodes proyectaba matar a Jess, y, por su
causa, mat a todos los nios pequeos de Bethlehem y de sus
alrededores. No hay duda sino que los egipcios, al enterarse de por
qu accidente se rompi ese dolo, nos entregarn a las llamas. 3. Y,
en efecto, el rumor lleg hasta el Faran, el cual mand buscar al
nio, pero no lo encontr. Y orden que todos los habitantes de su
ciudad, cada uno de por s, se pusiesen en campaa para proceder a la
bsqueda, hallazgo y captura del nio. Y, cuando Nuestro Seor se
acerc a la puerta de la ciudad, dos autmatas, que estaban fijados a
cada lado de la puerta, se pusieron a gritar: He aqu el rey de los
reyes, el hijo del Dios invisible y misterioso! Y el Faran procur
matarlo. Pero Lzaro sali fiador por l, y Mara y Jos se escaparon, y
partieron de all. Liberacin de viajeros capturados por bandidos
XIII 1. Y, despus que de all partieron, llegaron a un paraje, donde
se hallaban unos bandidos, que haban robado a una caravana de
viajeros, los haban despojado de sus vestiduras, y los haban atado.
Y aquellos bandidos oyeron un tumulto inmenso, semejante al causado
por un rey poderoso, que saliese de su capital, acompaado de
caballeros, de soldados, de tambores y de clarines. Y los bandidos,
acometidos de miedo y de pavor, abandonaron todo aquello de que se
haban apoderado. 2. Entonces los secuestrados se levantaron, se
desataron mutuamente las ligaduras, recobraron su caudal, y se
marcharon. Y, viendo aproximarse a Mara y a Jos, les dijeron: Dnde
est el rey y seor, cuyo tren brillante y tumultuoso oyeron
acercarse los bandidos, y a consecuencia de lo cual nos
abandonaron, y nos dejaron libres? Y Jos repuso: El va a llegar
sobre nuestros pasos. Curacin de una poseda XIV 1. Y alcanzaron
otra aldea, donde haba una pobre mujer poseda, la cual, habiendo
salido de su casa por la noche en busca de agua, vio al Maligno
bajo la figura de un joven. Y puso la mano sobre l, para agarrarlo,
no pudo ni aun tocarlo. Y el rebelde maldito haba entrado en el
cuerpo de la mujer, establecindose as, y
- 21. mantenindola en el estado de naturaleza, como en el da de
su nacimiento. 2. Y la poseda no poda soportar sobre s vestido
alguno, ni residir en los lugares habitados. Cuantas veces se la
sujetaba con cadenas o con trabas, otras tantas las rompa, y se
escapaba desnuda al desierto. Y se colocaba en las encrucijadas de
los caminos y en las tumbas, y tiraba piedras sobre cuantos
pasaban, causando mucho enojo a las gentes de la localidad, las
cuales deseaban su muerte, y su familia estaba tambin muy afligida.
3. Cuando Mara y Jos entraron en aquella aldea, vieron a la
infeliz, sentada, desnuda y ocupada en reunir piedras. Y Mara tuvo
piedad de su estado, y, tomando uno de los paales de Jess, lo ech
sobre ella. Y, en el mismo instante, el demonio la abandon
precipitadamente bajo la figura de un joven, maldiciendo y
gritando: Malhaya yo, a causa tuya, Mara, y de tu hijo! Y aquella
mujer qued libre de su azote. Vuelta en s, confusa de su desnudez,
y evitando las gentes, se cubri con el paal de Jess, corri a su
casa, se visti, e hizo a los suyos un relato detallado del hecho. Y
los suyos, que eran los personajes ms importantes de la aldea,
dieron hospitalidad a Mara y a Jos, con magnificencia generosa.
Curacin de una joven muda XV 1. Al da siguiente, Mara y Jos se
despidieron de sus huspedes, bien provistos por stos de vituallas
para el camino. Y, por la tarde de aquel da, al ponerse el sol,
entraron en otra aldea, donde se celebraban unas nupcias. Y vieron
una multitud de gentes reunidas, y, en medio de ellas, una
desposada herida de mutismo por la astucia del demonio y la accin
de encantadores perversos. Paralizados sus odos y su lengua, la
desposada no habla vuelto a recobrar el uso de la palabra. 2.
Cuando Mara entr en la aldea, llevando en sus brazos a su hijo, la
joven muda, que la vio, tom a Jess, lo bes, y lo apret contra su
pecho. Y un efluvio del cuerpo del nio se exhal sobre ella, cuyos
odos se abrieron, y cuya lengua se movi, para agradecer a Dios, con
alabanzas, la recuperacin de su salud. Y aquella noche hubo gran
alegra entre los habitantes de la aldea, que creyeron que Dios y
sus ngeles hablan descendido hasta ellos. Curacin de otra poseda
XVI 1. Tres das permanecieron alli Mara y Jos, rodeados de honores
y suntuosamente tratados por los novios y por las familias de stos.
Y se separaron de sus huspedes, bien provistos por ellos de cosas
tiles para el viaje, y llegaron a otra aldea, donde contaban pasar
la noche, por hallarse poblada por numerosos y distinguidos
habitantes. En aquella aldea, viva una mujer de fama muy honrosa.
Un
- 22. da, haba ido al ro a lavar sus vestidos. Y, en tanto que
haca su colada, vio que no compareca nadie por los alrededores, se
despoj de su traje, y empez a baarse. Y el Maligno, bajo forma de
serpiente, la asalt, enlaz su cintura, se enrosc alrededor de su
vientre, y todos los das, a la cada de la noche, se extenda sobre
ella. 2. Cuando Mara se le acerc, al ver el nio que sta llevaba en
sus brazos, corri a su encuentro, y le dijo: Oh, seora, dame a este
nio, para que lo alce, y lo abrace. Mara se lo dio. Y, tan pronto
el nio estuvo en sus brazos, el demonio respir los espritus de
Jess, y, bajo las miradas de todos, la serpiente huy, y la posea no
la vio ms. Y todos los asistentes alabaron al Altsimo, y aquella
mujer trat esplndidamente a Mara y a Jos. Curacin de una leprosa
XVII 1. Cuando la maana vino, la mujer verti agua perfumada, para
baar en ella al nio Jess. Y, despus de haberlo lavado, conserv el
agua del bao. Y haba all una joven, cuyo cuerpo estaba blanco de
lepra. Y, como hubiese sido testigo de la curacin de aquella mujer,
quiso, con fe, tomar el agua que haba servido para lavar a Jess. Y,
vertiendo sobre su cuerpo un poco de aquel agua, qued purificada de
su lepra. Y todos los habitantes de la aldea exclamaron:
Indudablemente, Mara, Jos y el nio son dioses, y no hombres. 2. Y,
en el momento en que Mara y Jos se disponan a abandonar la casa, la
joven que haba sido leprosa, se arrodill ante ellos, y les dijo: Os
mego, padres y seores mos, que me otorguis ser vuestra hija y
vuestra sierva, y acompaaros, porque no tengo padre, ni madre.
Curacin de un nio leproso XVIII 1. Y ellos consintieron, y la joven
parti en su compaa. Y llegaron a una aldea, en cuyos contrminos
estaba enclavado un castillo perteneciente a un jefe ilustre, y que
tena un pabelln exterior, destinado a recibir a los huspedes. En l
entraron Mara y Jos, y la joven pas a ver a la esposa del seor. Y,
como la encontrase lacrimosa y entristecida, le pregunt: Por qu
lloras? Y ella repuso: No te extraen mis lgrimas, porque sufro un
gran dolor, que a nadie puedo revelar. Mas la joven le dijo: Si me
lo indicas, y me lo descubres, quiz le encuentre yo un remedio. 2.
La mujer del jefe le dijo: Guarda bien este secreto, y no lo
manifiestes a nadie. Estoy casada con este jefe, cuyo poder se
extiende sobre un vasto territorio. Con l he vivido mucho tiempo,
sin darle hijos, y, cuando, al fin, tuve uno, ste naci leproso. Y,
as que l lo vio, se neg a reconocerlo, y me dijo: O lo matas, o lo
entregas a una nodriza de un pas lejano, para que nunca ms sepa de
l. Donde no, rompo toda relacin contigo, y en la vida volver a
verte. No s qu partido tomar, y mi disgusto es
- 23. infinito. Ah, hijo mo! Ah, esposo mo! Mas la joven repuso:
He encontrado a tu mal un remedio, que voy a exponerte. Porque yo
tambin soy leprosa, y me vi purificada por Dios, que no es otro que
Jess, el hijo de Maria. La mujer le dijo: Dnde est ese Dios, de que
acabas de hablarme? La joven dijo: Est aqu, en tu casa. Ella dijo:
Cmo? Aqu se encuentra? La joven dijo: Aqu se hallan Mara y su
esposo Jos, y ese nio que viaja con ellos, es el que se llama Jess,
y el que me ha curado de mi mal y de mi tormento. La otra le dijo:
Puedo saber cmo te ha curado de tu lepra? Ella le dijo: Con mucho
gusto te complacer. La madre del nio me dio el agua que haba
servido para baarlo, agua que ech sobre mi cuerpo, y que purific mi
lepra. 3. Entonces la esposa del jefe se levant, y rog a Mara y a
Jos, con todo encarecimiento, que fuesen huspedes suyos. E invit a
Jos a un gran festn, al cual fueron convidados buen golpe de
hombres. Y, al da siguiente, a punto de amanecer, se levant, y tom
agua perfumada, para baar en ella a Jess. Y, tomando a su hijo, lo
ba en el agua que acababa de emplear, e, instantneamente, el nio
qued purificado de su lepra. Y ella glorific a Dios, dicindole:
Dichosa tu madre, oh Jess! Cmo, con el agua en que te has baado,
purificas de la lepra a los hombres, que son de la misma raza que
t? E hizo a Mara presentes magnficos, y la despidi con los mayores
honores. El joven esposo librado de un sortilegio XIX 1. De all se
dirigieron a otra aldea, en la que quisieron pasar la noche. Y
entraron en el hogar de un recin casado, a quien un maleficio tena
alejado de su espcsa. Y, apenas se hubieron albergado en la casa
aquella noche, ces el maleficio. 2. Y, llegada la maana, decidieron
partir. Pero el recin casado los detuvo, y les ofreci un festn
esplndido. El joven convertido en mulo XX 1. Al da siguiente, se
pusieron en camino. Y, al acercarse a otra aldea, vieron a tres
mujeres que volvan a pie del cementerio, llorando. Y Mara dijo a la
joven que los acompaaba: Pregntales qu les ha ocurrido, y qu mal
aflige su alma. La joven les transmiti la pregunta, y ellas, sin
responderle, dijeron: De dnde sois, y adnde vais? Porque el da ha
transcurrido, y la noche ha llegado. La joven repuso: Somos
viajeros, y buscamos un asilo donde pasar la noche. Y las mujeres
le dijeron: Venid con nosotras, y pasaris la noche en nuestra casa.
2. Y, habindolas acompaado, vieron que posean una casa nueva, bien
adornada y ricamente amueblada, en la cual los introdujeron. Y era
invierno, y entonces la joven entr tambin, y vio a las mujeres
gimiendo y llorando. Cerca de ellas haba un mulo
- 24. abierto de una funda de brocado, y ante el que se haba
colocado ssamo. Y lo abrazaron, y le dieron de comer. La joven les
pregunt: Mis seoras, qu hace aqu este mulo?. Y ellas, deshechas en
lgrimas, le respondieron: Este mulo que ves ha sido nuestro
hermano, hijo de nuestra madre, que est presente. Nuestro padre nos
ha dejado una gran fortuna. No tenamos ms hermano que ste, y
pensbamos encontrarle una mujer, y casarlo segn las leyes de la
humanidad. Empero algunas perversas mujeres dadas a la hechiceda,
lanzaron sobre l un sortilegio. 3. Y ello ocurri una noche, poco
antes de amanecer, mientras dormamos, y mientras las puertas de
nuestro corazn y de nuestra casa estaban cerradas. Cuando la maana
vino, miramos y reconocimos que nuestro hermano no estaba cerca de
nosotras. Se haba metamorfoseado en este mulo, que sabemos es l. Y,
como no tenemos ya padre que nos consuele en tan acerbo disgusto,
nos hallamos en la afliccin de que eres testigo. No hay sabio, mago
o encantador, que no hayamos consultado. Pero esto de nada nos ha
servido. Y, cuantas veces el corazn nos oprime con ms fuerza que
otras, vamos con nuestra madre a florar sobre la tumba de nuestro
padre, y despus volvemos. El mulo transformado en hombre XXI 1. Al
or el relato de aquellas mujeres, la joven les dijo: Consolaos, y
no lloris. El remedio a vuestro mal est prximo, puesto que est bien
cerca de vuestra misma casa. Porque yo misma en persona he sido
leprosa. Pero, habiendo visto a una mujer llamada Mara con su
pequeuelo, llamado Jess, un da que su madre acababa de baarlo, tom
agua de su bao, la derram sobre mi cuerpo, y qued curada. S, por
consiguiente, que posee el poder de remediar vuestro mal.
Levantaos, pues, id al encuentro de Nuestra Seora Santa Mara,
traedla a vuestra casa, descubridle vuestro secreto, y suplicadle
que tenga piedad de vosotras. 2. Cuando las mujeres hubieron
escuchado el discurso de la joven, salieron presurosas al encuentro
de Nuestra Seora Santa Mara, la llevaron a su casa, y, arrodilladas
en su presencia, le dijeron, llorando: Oh Nuestra Seora Santa Mara,
compadcete de tus siervas! No tenemos ningn pariente de edad, ni
jefe de familia, ni padre, ni hermano, que nos proteja. Este mulo
que ves, es nuestro hermano, y no un animal. Malvadas brujas lo han
reducido con sus maleficios al estado en que hoy se encuentra. Te
rogamos que tengas compasin de nosotras. Y Nuestra Seora Santa
Mara, conmovida ante su desgracia, tom a Jess, y lo puso sobre el
lomo del mulo. Ella lloraba, y las mujeres tambin. Y Mara dijo:
Jess, hijo mo, haz que la poderosa virtud oculta en ti obre sobre
este mulo, y le devuelva la naturaleza humana que tena otrora. 3.
Y, en el mismo instante, el mulo cambi de forma, recobr su figura
prstina, y se convirti en el joven exento de toda enfermedad, que
antes era. Entonces l, su madre
- 25. y sus hermanas, se prosternaron ante Mara, pusieron el nio
sobre sus cabezas, y lo abrazaron, diciendo: Dichosa tu madre, oh
Jess, salvador del mundo! Bienaventurados los ojos que han
alcanzado el favor de mirarte! Unin de dos jvenes curados por Jess
XXII 1. Y las dos hermanas dijeron a su madre: He aqu que nuestro
hermano ha vuelto al estado normal, por el socorro de Jess, y
gracias a esta joven que nos ha hecho conocer a Mara y a su hijo.
Ahora bien: nuestro hermano no est casado, y el mejor partido que
podemos tomar con l es unirlo a esta joven, que est al servicio de
esta familia. E interrogaron a Mara sobre el asunto, y ella accedi
a su demanda. Y celebrronse con magnificencia las bodas de la
joven, y la alegra de las tres mujeres ocup el lugar de su anterior
angustia. Y convirtieron sus lamentaciones en cnticos de fiesta. Y
dijeron, gozosas: Jess, el hijo de Mara, ha transformado el duelo
en jbilo. 2. Mara y Jos permanecieron all diez das. Y despus se
alejaron, colmados de testimonios de respeto y de veneracin por
aquellas personas, que los despidieron con pesar, y que, tras los
adioses, volvieron a su casa deshechas en lgrimas, sobre todo la
joven. Los dos bandidos XXIII 1. Partidos de all, llegaron a una
tierra desierta, y oyeron decir que no era segura, porque haba en
ella bandidos. Sin embargo, Mara y Jos se decidieron a atravesar
aquel pas durante la noche. Y, mientras marchaban, advirtieron que,
al borde del camino, comparecan dos bandidos, apostados y
destacados por sus compaeros, que dorman un poco ms all, para
guardar el camino. Estos dos bandidos que acababan de encontrar se
llamaban Tito y Dumaco. Y el primero dijo al segundo: Djales el
camino libre, para que pasen, y que nuestros compaeros no lo noten.
Dumaco no consinti en ello. Entonces Tito le dijo: Te dar mi parte
de cuarenta dracmas si me complaces. Y le present su cinturn como
garanta, para decidirlo a callarse. 2. Y, cuando Mara vio la noble
conducta de aquel bandido hacia ellos, le dijo: El Seor Dios te
proteger con su diestra, y te conceder el perdn de tus pecados. Y
Jess tom la palabra, y dijo a Mara: Oh madre ma, dentro de treinta
aos, los judos me crucificarn en la ciudad de Jerusaln, y, conmigo,
crucificarn a estos dos bandidos, Tito a mi derecha, y Dumaco a mi
izquierda! Y, en el da aquel, Tito me preceder en el paraso. Y Mara
repuso: Esto os sea recompensado, hijo mo! 3. De all se dirigieron
a la ciudad de los dolos. Y, cuando se aproximaron a ella, la
ciudad fue vctima de un terremoto y convertida en colinas de
arena.
- 26. La Sagrada Familia en Matarieh XXIV 1. De all se dirigieron
al sicmoro que se llama hoy da Matarieh. 2. Y, en Matarieh, el Seor
Jess hizo brotar una fuente, en que Santa Maria le lav su tnica. Y
el sudor del Seor Jess, que ella escurri en aquel lugar, hizo nacer
all blsamo. La Sagrada Familia en Misr XXV 1. De all pasaron a
Misr. Y vieron al Faran, y habitaron en el pas de Misr durante tres
aos. 2. Y el Seor Jess realiz, en el pas de Misr, numerosos
milagros, que no figuran en los Evangelios de la infancia, ni en
los Evangelios completos. Regreso a Nazareth XXVI 1. Al cabo de
tres aos, volvieron a Misr. Y, cuando ganaron la tierra de Judea,
Jos tema pasar adelante, por haber sabido que Herodes haba muerto,
y que su hijo Arquelao lo haba sucedido como rey del pas. Entonces
el ngel del Seor le apareci, y le dijo: Jos, vete a la villa de
Nazareth, y permanece all. 2. Oh sorprendente milagro, que haya
sido llevado y paseado a travs de los pases, como quien no tiene
morada, ni albergue, el dueo de todos los pases y el pacificador de
los mundos y de las criaturas! Epidemia en Bethlehem. Curacin de un
nio XXVII 1. Y, cuando entraron en la villa de Bethlehem, haba all
numerosos casos de una enfermedad grave, que atacaba a los nios en
los ojos, y de la que moran. 2. Y una mujer, que tena un hijo
enfermo y prximo ya a la muerte, lo llev a Santa Mara, a quien vio
ocupada en baar a Jess, y a quien dijo: Oh Mara, mi seora, mira cun
cruelmente sufre este fruto de mis entraas! No tendr el Seor
misericordia de l? 3. Y, una vez hubo Mara retirada a Jess del agua
en que lo haba lavado, respondi a la mujer en estos trminos: Toma
un poco de este agua en que acabo de baar a mi hijo, y chala sobre
el tuyo. Y la mujer lo hizo as, y lav con aquella agua a su hijo,
que ces de agitarse, y lo envolvi en su vestidito, y lo adormeci. Y
el nio se despert en plena y perfecta salud. Y aquella mujer
glorific a Dios y a Jess, y, llena
- 27. de jbilo, llev a su hijo a la Virgen, que le dijo: Da
gracias al Seor, que te ha curado este nio. Curacin de otro nio
XXVIII 1. Y haba all otra mujer, vecina de aquella cuyo hijo haba
sido curado, y que tena tambin un hijo atacado de la misma
enfermedad. Sus ojos haban dejado de ver, y, con vivo dolor y sin
interrupcin alguna, gritaba de noche y da. Y la madre del nio
curado dijo a la otra: Por qu no lo llevas a casa de Mara, como yo
llev al mo, que estaba muy enfermo, y ms cerca de la muerte que de
la vida? En casa de Mara, tom agua de las abluciones de su hijo
Jess, lav con ella al mo, lo adormec, y, despus del sueo, despert
curado. Helo aqu: mralo. 2. La vecina que tal oy, march asimismo a
casa de Mara, y con fe tom el agua, lav con ella a su hijo, y
pronto cesaron los vivos dolores que senta, y se durmi, quedando
como un muerto, porque haca muchsimos das que no dorma. Al
despertar, se levant sano, y sus ojos haban recobrado la vista. La
madre, henchida de gozo, alab al Seor, tom a su hijo, y lo llev a
Mara, a quien descubri todo lo que acababa de suceder. Y Mara le
dijo: Da gracias a Dios, por haberlo restablecido, y no hables de
este caso a nadie. Curacin de Cleopas. Rivalidad de dos madres XXIX
1. Y haba tambin, en aquel lugar, dos mujeres casadas con un mismo
hombre. Cada una de ellas tena un hijo, y los dos nios sufran
mucho. Y una de aquellas dos mujeres se llamaba Mara, y su hijo
Cleopas. Y, tomando a su hijo, fue a casa de la madre de Jess, y le
regal un hermoso velo, dicindole: Oh Mara, mi Seora, recibe este
velo, y dame, en cambio, uno solo de los paales de tu hijo. Y Mara
lo hizo, y la madre de Cleopas march, y, de aquel paal, hizo una
tnica, con la que visti a su hijo, el cual qued inmediatamente
libre de su mal. Y el hijo de su rival, llamada Azrami, muri, lo
que produjo enemistad entre ambas. Porque Azrami cobr aversin y
horror a Mara, viendo que el hijo de sta estaba vivo y sano,
mientras que el suyo habla muerto. 2. Y las dos mujeres tenan la
costumbre de hacer el menaje de la casa alternativamente, cada una
durante una semana. Y, cuando le toc el turno a Mara, se aprest a
cocer el pan. Y encendi el horno, y march a buscar la masa. Azrami,
advirtiendo que nadie la vea, corri a buscar al nio, que estaba
solo en aquel momento, y lo arroj al horno, y se alej de all. Y,
cuando Mara volvi, hall a su hijo, riendo en medio del horno a que
se le haba echado, y al horno fro ya como la nieve, cual si no se
hubiese puesto en l fuego alguno. Entonces la madre del nio
comprendi que era su rival quien lo haba lanzado a las llamas. Y,
sacando a Cleopas
- 28. del horno, fue a casa de la Virgen, a quien cont el caso. Y
la Virgen le dijo: Tranquilzate, porque esto redundar en ventaja
tuya, y no hables del caso a nadie. El no callarlo no te servir de
nada, y aun temo por ti, si se divulga. 3. Y ocurri a poco que,
yendo Azrami al pozo a buscar agua, vio a Cleopas, que jugaba por
all cerca. Nadie compareca por los contornos. Y, tomando al nio, lo
precipit al pozo, y regres a su casa. Cuando otras gentes llegaron
al pozo a hacer su provisin de lquido, vieron al muchacho, que se
recreaba, daba vagidos, y se rea, sentado sobre el agua. Y bajaron
al pozo, y lo sacaron de l. Y, posedos de admiracin extremada por
el pequeuelo, glorificaron a Dios. Mas su madre, que sobrevino, lo
tom, y lo llev, llorando, a la Virgen, a quien dijo: Ve, madre ma,
lo que mi rival ha hecho con mi hijo, y cmo lo ha precipitado al
pozo. Es inevitable que acabe por hacerlo perecer. Pero la Virgen
le contest: Clmate, porque muy pronto Dios te librar de ella, te
har justicia, y te vengar. Y, en efecto, como a los pocos das,
Azrami, fuese a tomar agua del pozo, sus pies se enredaron en la
cuerda, y cay al fondo. Y las gentes que llegaron a sacarla, la
encontraron con la cabeza triturada y los huesos rotos. As muri de
mala muerte, y en ella se cumpli lo que habla escrito David: Han
cavado un pozo, lo han hecho profundo, y han cado en el hoyo que
ellos mismos han abierto. Curacin de Toms Ddimo (o de Bartolom) XXX
1. Y haba all otra mujer, que tena dos hijos gemelos. Ambos a dos
contrajeron una enfermedad. El uno haba muerto, y el otro
agonizaba. Y la madre tom al ltimo florando, y lo llev a Nuestra
Seora Santa Mara, a quien dijo: Oh Mara, mi Seora, ven en mi ayuda,
y socrreme! Yo tena dos hijos gemelos y, en la hora de ahora, he
enterrado al uno, y el otro est a punto de morir. Escucha la
plegaria y la splica que voy a dirigir a Dios. Y, deshecha en
lgrimas, tom a su hijo en sus brazos, y se puso a decir: Oh Seor, t
que eres tierno para los hombres y no implacable, bueno y no
inflexible! Oh Seor, amante de los hombres, clemente,
misericordioso y santo, haz justicia a tu sierva! T me has dado dos
hijos, y me has quitado uno. Djame, al menos, el que me queda. 2. A
la vista de aquel ardiente llanto, Santa Mara tuvo piedad de ella,
y le dijo: Deposita a tu hijo sobre el lecho del mo, y cbrelo con
los vestidos de este ltimo. Y ella lo deposit sobre el lecho en que
estaba el Cristo. El nio tena ya los ojos cerrados, como para
abandonar la vida. Mas, cuando el olor de los efluvios que emanaban
de los vestidos del Cristo hubo llegado al pequeuelo, ste aspir un
espritu de vida nueva, abri los ojos y, dando un gran grito,
exclam: Madre, dame el pecho! Y ella se lo dio, y el nio lo chup. Y
su madre dijo a Nuestra Seora Santa Mara: Yo s ahora que la virtud
de Dios reside en ti hasta punto tal, que tu hijo tiene el poder de
curar a sus semejantes por el simple contacto con sus vestidos. Y
el nio curado de aquel modo era el que el Evangelio llama Toms,
apodado Ddimo por los dems apstoles.
- 29. Curacin de una leprosa XXXI 1. Y haba all tambin una mujer
atacada de la lepra y de la sarna. Y fue a casa de Mara, y le dijo:
Oh Mara, mi Seora, ven en mi ayuda! Mara le dijo: Qu socorro
necesitas? Plata? Oro? O que tu cuerpo sea purificado de la lepra y
de la sarna? La mujer le dijo: Y quin tiene el poder de darme esto?
Mara le dijo: Ten la paciencia de esperar a que mi hijo Jess haya
salido del bao. 2. Y la mujer esper pacientemente, como Mara le
haba dicho. Y, cuando Jess fue sacado del bao, en que se lo haba
lavado, Mara lo faj, y lo coloc en su cuna. Y dijo a la mujer: Toma
un poco de este agua, y virtela sobre tu cuerpo. Y, habindolo
hecho, al instante qued libre de su azote, y rindi a Dios alabanzas
y acciones de gracias. Curacin de otra leprosa XXXII 1. Despus de
haber permanecido tres das con Mara, la mujer regres a su aldea,
donde haba un seor, que tena una hija casada con otro seor de otro
pas. Y, al poco tiempo de las bodas, el marido not en su esposa
huellas de lepra semejantes a una estrella. Y el matrimonio fue
roto y declarado nulo, a causa de la seal morbosa que apareciera en
la cuitada. Y su madre empez a llorar con amargura, y la joven
lloraba tambin. Cuando aquella mujer las vio en tal situacin,
abrumadas de pena y vertiendo lgrimas les pregunt: Cul es la causa
de vuestro llanto? Y ellas respondieron: No nos interrogues sobre
nuestra situacin. Nuestro disgusto es algo de que no podemos hablar
a nadie, y que debe quedar entre nosotras. La mujer repiti su
pregunta con insistencia, y les dijo: Descubrdmelo, que quiz os
indicar el remedio. Y ellas le mostraron las huellas de lepra que
se advertan en el cuerpo de la joven. 2. Habiendo odo y visto todo
esto, la mujer les dijo: Yo tambin era leprosa, y habiendo ido a
Bethlehem para un asunto, entr en casa de una mujer llamada Mara,
que tiene un hijo llamado Jess, el cual es hijo de Dios. Y, como
notase que era leprosa, se compadeci de mi suerte, y me dio el agua
que haba servido para baar a su hijo, agua que vert sobre mi
cuerpo, quedando en seguida curada de mi mal. Y ellas le dijeron:
Ests dispuesta a partir con nosotras, y ponernos en relacin con
Mara? Ella repuso: De buen grado. Y las tres mujeres se levantaron,
y fueron a ver a Mara, llevando consigo ricos presentes. 3. Y,
llegado que hubieron a Bethelehem, ofrecieron sus presentes a Mara,
y le mostraron la leprosa que las acompaaba. Y Mara les dijo:
Descienda sobre vosotras la misericordia de Jesucristo! Y dio a la
hija del seor el agua de las abluciones de Jess. Y la joven se lav
con ella, y, tomando un espejo, se mir, y vio que estaba
- 30. completamente curada. Y las favorecidas y los dems
asistentes al milagro dieron gracias a Dios. Despus, las dos
mujeres volvieron gozosas a su pas, glorificando al Altsimo, por el
beneficio que les concediera. Y, cuando el marido supo que su
esposa estaba completamente curada, la hizo volver a l, celebr por
segunda vez sus nupcias, y alab al Seor por la merced recibida. La
joven obsesionada por el demonio XXXIII 1. Y haba asimismo all una
joven, de padres nobles, de cuyo ser el demonio se haba
posesionado. El maldito le apareca en todo momento, bajo la forma
de un dragn enorme, y marcaba la mueca de que iba a devorarla. Y
chupaba toda su sangre, y pona su cuerpo como tostado, y la dejaba
como muerta. Cuando l se le aproximaba, ella juntaba sus manos
sobre su cabeza, y gritaba, diciendo: Malhaya yo! Quin me librar de
este dragn perverso? Sus padres lloraban en su presencia misma.
Cuantos oan sus gritos dolorosos, se apiadaban de su desgracia.
Numerosas personas se agrupaban en torno suyo, lamentando su pena,
sobre todo al orla decir, entre lgrimas: Padres, hermanos, amigos,
no hay nadie que pueda sacarme de las garras de este enemigo
verdugo? 2. Y, cuando la hija del seor, la que haba sido curada de
la lepra, oy la voz de aquella muchacha, subi a la terraza de su
castillo, y la vio con las manos juntas sobre la cabeza, y
llorando, y, a la multitud que la rodeaba, llorando tambin. Y la
hija del seor tom la palabra, y pregunt a su marido: Cul es la
historia de esa joven? Y el marido le respondi, explicndole el caso
de la infeliz. Y su esposa le pregunt: Tiene todava padres? l
respondi: Ciertamente, tiene todava padre y madre. Y ella dijo: Por
el Dios vivo te conjuro a que enves a buscar a su madre. Y l se la
trajo. Cuando la hubo visto, la hija del seor la interrog diciendo:
Es tu hija esta joven obsesionada por el demonio? La pobre le
contest con tristeza y llorando: S, seora, es mi hija. Y la otra le
dijo: Quieres que tu hija sane? La madre de la joven dijo: Lo
quiero. Y la hija del seor le dijo: Gurdame el secreto. Has de
saber que yo tambin he sido leprosa, y que logr mi curacin por
intermedio de una mujer llamada Mara, madre de Jess, que es el
Cristo. Ve a Bethlehem, la aldea de David, el gran rey, y
entrevstate con Mara, y expnle tu caso. Ella curar a tu hija, y
estte segura de que volvers de la visita llena de jbilo. 3. Y la
madre de la joven se despidi de la hija del seor, y fue a Bethlehem
con la suya. All encontr a Mara, y le hizo conocer el estado de la
joven. Despus de haberla odo, Mara le dio el agua de las abluciones
de Jess, y le orden que lavase con ella el cuerpo de su hija. Y
tambin le dio uno de los paales de Jess, dicindole: Toma este paal,
y cada vez que tu hija vea a su enemigo, mostrdselo. Y las despidi
amistosamente. Liberacin de la poseda
- 31. XXXIV 1. Y las dos mujeres regresaron a su aldea. Y lleg el
instante en que la joven estaba sujeta a su visin, y en que el
demonio se dispona a acometerla. Y el maldito se present a sus ojos
bajo su figura habitual de dragn, y la joven sinti pavor, y dijo:
Madre, he aqu mi malvado enemigo, que va a asaltarme. Tengo mucho
miedo. Su madre le dijo: No temas sus araazos, hija ma. Espera a
que se acerque, mustrale el paal que nos ha dado Santa Mara, y
sabremos lo que ocurre. 2. Y la joven, viendo que su enemigo se
aproximaba bajo la forma de un dragn enorme y de aspecto horrible,
empez a temblar con todos sus miembros. Y, cuando ms cerca estaba
de ella, despleg el paal, y, habindolo puesto sobre su cabeza, vio
salir de l llamas ardientes y carbones abrasados, que se
proyectaban sobre el dragn. Oh prodigio brillante el que entonces
se produjo! En el momento mismo en que el dragn dirigi su mirada al
paal de Jess, sali de ste el fuego, que lo hiri en la cabeza, en
los ojos y en la faz, hacindolo aullar y dar alaridos terribles. Y,
con voz estridente, grit diciendo: Qu quieres, Jess, hijo de Mara?
Cmo podr escapar de ti? Y tom la fuga, desapareci, y no se lo vio
ms. Y la joven recobr la paz de su espritu, y pas de la angustia al
jbilo. Y, a partir de aquel da, no volvi a visitarla la visin
horrorosa. El demonio expulsado de Judas Iscariotes XXXV 1. Cuando
Jess tena tres aos de edad, haba, en aquel pas, una mujer, cuyo
hijo, llamado Judas, estaba posedo del demonio. Y, cada vez que ste
lo asaltaba, Judas morda a cuantos se acercaban a l, y, si no
encontraba a nadie a su alcance, se morda las manos y los dems
miembros de su cuerpo. Cuando la madre de este desventurado supo
que Jess haba curado muchos enfermos, llev su hijo a Mara. Pero, en
aquel momento, Jess no estaba en casa, por haber salido, con sus
hermanos, a jugar con los otros nios. 2. Y, as que estuvieron en la
calle, se sentaron todos, y Jess con ellos. Judas, el posedo,
sobrevino, y se sent a la derecha de Nuestro Seor. Su obsesin lo
invadi de nuevo, y quiso morder a Jess. No pudo, pero lo golpe en
el costado derecho. Jess se puso a llorar, y, en el mismo instante
y ante los ojos de varios testigos, el demonio que obsesionaba a
Judas lo abandon bajo la forma de un perro rabioso. Y aquel
muchacho que peg a Jess, y de quien sali el demonio, era el
discpulo llamado Judas Iscariotes, el que entreg a Nuestro Seor a
los tormentos de los judos. Y el costado en que Judas lo golpe fue
el mismo que los judos atravesaron con una lanza. Las figurillas de
barro XXXVI 1. Un da, cuando Jess haba cumplido los siete aos,
jugaba con sus
- 32. pequeos amigos, es decir, con nios de su edad. Y se
entretenan todos en el barro, haciendo con l figurillas, que
representaban pjaros, asnos, caballos, bueyes, y otros animales. Y
cada uno de ellos se mostraba orgulloso de su habilidad, y elogiaba
su obra, diciendo: Mi figurilla es mejor que la vuestra. Mas Jess
les dijo: Mis figurillas marcharn, si yo se lo ordeno. Y sus
pequeos camaradas le dijeron: Eres quiz el hijo del Creador? 2. Y
Jess mand a sus figurillas marchar, y en seguida se pusieron a dar
saltos. Despus, las llam, y volvieron. Y haba hecho figurillas que
representaban gorriones. Y les orden volar, y volaron, y posarse, y
se posaron en sus manos. Y les dio de comer, y comieron, y de
beber, y bebieron. Y, ante unos jumentos que hiciera, puso paja,
cebada y agua. Y ellos comieron y bebieron. Los nios fueron a
contar a sus padres todo lo que haba hecho Jess. Y sus padres les
prohibieron para en adelante jugar con el hijo de Mara, dicindoles
que era un mago, y que convena guardarse de l. Jess en casa del
tintorero XXXVII 1. Otro da en que Jess se paseaba y se diverta con
varios nios de su edad, pas por el taller de un tintorero llamado
Salem. Y este tintorero tena, en su taller, muchos trajes que
pertenecan a las gentes de la poblacin, y que se propona teir. 2.
Y, habiendo entrado en el taller del tintorero, tom todos aquellos
trajes, y los ech en una tina de ndigo. Cuando Salem el tintorero
volvi, y vio todos aquellos trajes deteriorados, se puso a gritar
con voz estentrea, y, agarrando a Jess, le dijo: Qu me has hecho,
hijo de Mara? Me afrentars ante todas las gentes de la poblacin.
Cada uno desea un color a su gusto, y t has venido a estropear la
obra. Y Jess le dijo: Cambiar a cada traje el color que quieras
darle. Y, acto seguido, Jess se puso a sacar de la tina los trajes,
cada uno, hasta el ltimo, con el color que deseaba el tintorero. Y
los judos, a la vista de prodigio tamao, glorificaron a Dios. Jess
en el taller de Jos XXXVIII 1. A veces, Jos llevaba a Jess consigo,
y circulaba por toda la poblacin. Porque ocurra que las gentes, a
causa de su arte, lo llamaban, para que les hiciera puertas, cubos
para ordear, asientos o cofres. Y Jess lo acompaaba por doquiera
iba. 2. Y, cada vez que se necesitaba prolongar o recortar algn
objeto, alargarlo o restringirlo, fuese en un codo o en un palmo,
Jess extenda su mano hacia el objeto, y la cosa quedaba hecha como
deseaba Jos, sin que ste tuviese que poner la mano en ello. Porque
Jos no era hbil en el oficio de carpintero.
- 33. El trozo de madera alargado XXXIX 1. En cierta ocasin, el
rey de Jerusaln llam a Jos, y le dijo: Jos, quiero que me hagas un
lecho suntuoso, cuyas dimensiones sean exactamente iguales a las
del saln en que tengo mis asambleas. Jos repuso: A tus rdenes! E,
inmediatamente, se puso a fabricar el lecho, y permaneci dos aos en
el palacio del rey, antes de terminarlo. Mas, cuando quiso
colocarlo en su sitio, se encontr con que una de las piezas era dos
palmos ms corta, en todos los sentidos, que la pieza simtrica. A la
vista de esto, el rey mont en clera contra l. Y Jos, en el exceso
de temor que el rey le inspiraba, pas la noche en ayuno, sin tomar
ningun alimento. 2. Y Jess le pregunt: De qu tienes miedo? Jos
contest: He aqu que he perdido todo el trabajo de dos aos. Jess le
dijo: No te empavorezcas, ni te espantes. Y, tomando uno de los
extremos de la pieza, aadi: Toma t el otro extremo. Y Jess suspendi
la pieza, y la hizo igual a la pieza gemela, diciendo a Jos: Haz
ahora lo que te plazca. Y Jos comprob que el lecho se hallaba en
buen estado y a medida del local. Ante cuyo prodigio los asistentes
quedaron llenos de estupor, y alabaron a Dios. 3. Y la madera que
sirvi para hacer aquel lecho, era madera de esencias y de
cualidades diferentes, como la empleada en la construccin del
templo, por el rey Salomn, hijo de David. Los nios convertidos en
machos cabros XL 1. En otra ocasin, Jess haba salido por las
calles. Y, habiendo visto a algunos nios, que se haban reunido para
jugar, se dirigi a ellos. Pero los nios, al advertir que se les
acercaba, huyeron de l, y se ocultaron en un horno. Jess los sigui,
se detuvo a la puerta de la casa, y, viendo a unas mujeres, les
pregunt dnde haban ido los nios. Y las mujeres respondieron: No hay
aqu uno solo. l les dijo: Y los que estn en el horno, quines son?
Las mujeres le dijeron: Son machos cabros de tres aos. Y Jess
exclam: Salgan afuera, cerca de su pastor, los machos cabros que en
el horno estn. Y del horno salieron cabritillos, que saltaban y
brincaban, jugueteando, alrededor de Jess. Testigos de este
espectculo, las mujeres, presa de admiracin y de pavor, corrieron a
prosternarse en splica ante Jess, dicindole: Oh Seor Nuestro, Jess,
hijo de Mara! T eres, en verdad, el buen pastor de Israel. Ten
piedad de tus siervas, que estn en tu presencia, y que no dudan de
ti. Oh Seor nuestro, t has venido a curar, y no a hacer perecer! 2.
Y Jess les respondi: Los hijos de Israel estn colocados, entre los
pueblos, en el mismo rango que los negros. Porque los negros
merodean por los flancos de los rebaos descarriados, e importunan a
los pastores, y lo mismo hace el pueblo de Israel. Y las mujeres
dijeron: Seor, t sabes todas las cosas, y nada te est oculto. Pero
los
- 34. hijos de Israel nunca ms te huirn, ni se escondern de ti,
ni te importunarn. Rogmoste, y esperamos de tu bondad, que tornes a
esos nios, servidores tuyos, a su condicin primera. Y Jess grit:
Corred aqu, nios, y vamos a jugar. Y, en el mismo instante, los
cabritillos recobraron su forma, y se convirtieron en muchachos,
ante los ojos de aquellas mujeres. Y, a partir de aquel da, no les
fue ya posible a los nios huir de Jess. Y sus padres les
advirtieron de ello, dicindoles: Cuidad de hacer todo lo que os
diga el hijo de Mara. Jess en papel de rey XLI 1. Cuando lleg el
mes de adar, Jess congreg a los nios alrededor suyo, y les dijo:
Dmonos un rey. Y los apost sobre el camino grande. Y ellos
extendieron sus vestidos en el suelo, y Jess se sent encima. Y
tejieron una corona de flores, y la pusieron sobre su cabeza, a
guisa de diadema. Y se colocaron junto a l, formados en dos grupos,
a derecha e izquierda, como chambelanes que se mantienen a ambos
lados del monarca. 2. Y a quienquiera pasaba por el camino, los
nios lo atraan a la fuerza, y le decan: Prostrnate ante el rey, ve
lo que desea, y despus prosigue tu marcha. Curacin de Simn, mordido
por una serpiente. Dos prodigios ms XLII 1. Mientras tanto, he aqu
que se aproximaron a aquel sitio varias personas, que transportaban
a un nio de quince aos, llamado Simn. Este nio haba ido con otros a
la montaa para recoger lea. Y, en la montaa, encontr un nido de
gorriones, y extendi la mano para coger los huevos. Y una serpiente
venenosa, que se encontraba en el nido, lo mordi. Y pidi socorro,
y, cuando sus compaeros llegaron, lo vieron yacente en tierra como
un muerto. Y sus padres lo llevaban para conducirlo a Jerusaln a
que lo viese un mdico. 2. Al pasar frente al grupo de nios, en que
Jess se encontraba ejerciendo su papel de rey, con sus compaeros en
torno suyo, semejantes a servidores, stos dijeron a los portadores
del nio: Venid a ver lo que el rey desea de vosotros, y saludadlo.
Pero ellos se negaron a ir, a causa del disgusto que
experimentaban. Entonces los nios los arrastraron violentamente y a
pesar suyo. 3. Los padres de Simn lloraban, porque el nio andaba
muy mal de su mordedura, y tena el brazo inflamado y tumefacto.
Cuando llegaron cerca de Jess, ste les pregunt: Por qu lloris? Y
ellos respondieron: A causa de este nuestro hijo, que, habiendo ido
a buscar nidos de gorriones, fue mordido por una serpiente. Y Jess
dijo a todos: Venid conmigo a matar la serpiente. Mas los padres
del nio dijeron: Djanos
- 35. marchar, porque nuestro hijo est a punto de morir. Los
camaradas de Jess replicaron: Os negis a obedecer, despus de haber
odo lo que el rey ha ordenado? Vamos a matar la serpiente. Y, sin
otro permiso, emprendieron la subida a la montaa. 4. Cuando lleg
cerca del nido, Jess pregunt a los pad