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El vaso del dolor 1 de 15
El vaso del dolor 05 diciembre 2010
Lucas 22:39-44 Juan Carlos Hoy
San Mateo
Lucas 22:39-44 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los
Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando llegó a
aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41 Y él se
apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de
rodillas oró, 42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta
copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Y se le
apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44 Y estando en
agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes
gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Angustiantes y conmovedoras palabras de nuestro Señor
Jesucristo quedaron registradas en este pasaje, pasaje que nos
habla acerca del dolor, del sufrimiento, de la angustia y agonía en
que se puede ver sumergida cualquier persona.
Es tan devastador el sufrimiento, que aun incluso el Señor oraba:
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.
(CST-IBS) diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa de
amargura. Pero hágase tu voluntad, y no la mía.
(BLS) "Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento! Pero
que no suceda lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
Ese dolor, ese sufrimiento, esa angustia, esa agonía, nadie la
queremos sufrir, aun el Señor pedía ser librado de ello.
Su ruego, su oración, su súplica, su clamor, fue contestado con un
rotundo ¡NO! No vas a evadir esa copa de amargura, de dolor, de
sufrimiento, ni de muerte, ¡Tienes que beberla!
Y Jesús de manera humilde, pero valiente, bebió cada gota de ese
vaso de amargura y sufrimiento, y no lo bebió de un trago.
Lo bebió lentamente hasta mirar la muerte en el fondo.
Si él no la hubiere bebido, usted y yo no estaríamos en este lugar,
dándole gloria, honor y alabanzas al Rey.
Nadie queremos pasar por el sufrimiento, nadie queremos beber la
copa del dolor, con esa copa nadie quiere brindar, nadie quiere
beberla hasta el fondo, es más nadie quiere probarla, nadie
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quiere que tan solo esté cerca, esa copa de dolor la llegamos a
mirar cómo una maldición, como una plaga, como algo que quiere
acabar con nosotros, ¡le huimos! Nadie dice: denme un trago.
Sin embargo, esa copa de dolor, de sufrimiento para Jesús,
cuando él la bebió, se convirtió en una copa no de maldición, sino
de bendición para nosotros.
Cada trago que el bebía y le causaba la agonía y al final la muerte,
a su vez iba produciendo en nosotros vida y vida y más vida y
¡vida eterna! Y con esa vida la esperanza.
Su sufrimiento, su muerte, nos abrió la puerta de par en par para
entrar a su misma presencia.
El sufrimiento, siempre va a producir en nosotros algo bueno, algo
que tal vez no alcancemos a comprender en esta vida, aun incluso
la misma muerte que todos queremos evadir, es el vehículo que
Dios si no viene antes, utilizará para llevarnos a la Nueva
Jerusalén, vehículo (carroza) al cual nadie quiere subirse.
Se para en nuestra puerta y le decimos: Pase primero a recoger
al vecino. Yo todavía no estoy listo, pero a veces el chofer
(muerte) se tiene que bajar para llevarnos a fuerzas.
Y mientras nuestra mente carnal se espanta con la muerte, los
ojos divinos se llenan de alegría y de gozo, porque para Él, la
muerte ha sido derrotada en la cruz del calvario, y por ese hecho
cuando nosotros morimos en Cristo, nos espera una resurrección
gloriosa, una resurrección sin más dolor, ni penas, ni carencias, ni
sufrimientos, ni injusticias, ni angustias, una resurrección sin un
cuerpo enfermo, doliente, sino con un cuerpo transformado y
glorioso 1era. Corintios 15:51-58 He aquí, os digo un misterio:
No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52 en
un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta;
porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53 Porque es
necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto
mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se
haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte en victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 Ya que el aguijón de
la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Más
gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de
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nuestro Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos míos amados,
estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
¿Queremos un cuerpo nuevo, sin enfermedades, sin dolencias?
¡Tenemos que morir! Pero antes, tenemos que beber el vaso del
dolor, un vaso que nadie pide y que sin embargo se nos hace llegar.
¿Tiene un vaso de dolor en sus manos? ¿Tiene un vaso de dolor
pegado a sus labios? ¡Bébalo, pero bébalo lentamente! Porque ese
vaso aunque amargo, al final bendecirá su vida.
No me pregunte cómo, ni cuándo, pero Dios es fiel y el ha
prometido que todo le ayudará para bien, aunque por el momento
no lo comprenda.
Ese vaso de dolor puede contener, la enfermedad, el abandono, la
traición, el desempleo, la injusticia, la calumnia, el desprestigio,
la persecución, la soledad, el desamor, el rechazo o incluso el
dolor de la muerte.
Confucio, el famoso filósofo chino, fue llamado por una madre que
acababa de perder a su hijo:
- “Maestro”, le rogó ella entre lágrimas, “consuélame en mi pena.
¡Si tu sabiduría pudiera devolverme a mi querido hijo!”
- “Sí, puedo, si sólo me traes una hierba del huerto de una
familia que no haya conocido el sufrimiento”, contestó el filósofo.
La mujer vagó por muchas tierras, visitó centenares de hogares y
al fin volvió al filósofo y le dijo:
- “Señor, ya estoy consolada. En todas las familias he hallado
lágrimas. ¿Quién en esta vida no ha pasado por sufrimientos?”
No importa nuestra condición social, o el color de nuestra piel,
nuestra profesión, etc. En algún momento de nuestra vida el
sufrimiento llegará. El vaso nos será servido.
Pero nosotros los cristianos sabemos que los sufrimientos forman
parte del glorioso plan de Dios para nuestras vidas Romanos 8:28
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Y esos sufrimientos no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse Romanos 8:18 Pues tengo por
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cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables
con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
BLS Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora
pasamos no son nada, si los comparamos con la gloriosa vida que
Dios nos dará junto a él.
En estos precisos momentos y por todo lugar algún hermano o
hermana está bebiendo el vaso del dolor:
1era Pedro 5:9-10 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que
los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos
en todo el mundo. 10 Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a
su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca.
Todo el dolor y sufrimiento inició cuando Adán y Eva pecaron.
Ellos tuvieron que beber el vaso del dolor, al verse desterrados de
la presencia de Dios, al saber cómo Caín mata a su hermano Abel.
Noé y su familia bebieron el vaso del dolor, al ser testigos de la
destrucción de todo ser humano y bestias que había en la tierra,
cuando sobrevino el diluvio.
Abraham también bebió el vaso del sufrimiento, al mirar la
destrucción de Sodoma y Gomorra, o cuando Dios le pide que
ofrezca a su hijo Isaac sobre el altar.
No digamos de José a él le tocó doble porción, sufrió tanto de
parte de su familia como de la ajena.
Y podemos irnos en orden cronológico, hablando del Pueblo de
Israel que fue sometido a 400 años de sufrimiento:
Génesis 15:13 Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que
tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y
será oprimida cuatrocientos años.
A ellos hasta pilón les tocó, les sirvieron un poquito más a su vaso
del dolor, treinta añitos más de sufrimiento:
Éxodo 12:40-41 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en
Egipto fue cuatrocientos treinta años. 41 Y pasados los
cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de
Jehová salieron de la tierra de Egipto.
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Y luego podemos hablar de Sansón, David, Samuel, Elías, Eliseo,
no podemos olvidar a Job, que a él en lugar de vaso, parece que
le tocó el garrafón completo.
Luego podríamos citar a Jeremías, a Habacuc, luego podríamos
nombrar a Juan el Bautista quien murió decapitado, a los
discípulos de Cristo, a Bernabé, quién murió apedreado, Pedro
crucificado de cabeza, Pablo decapitado.
Algunos acerrados, otros mutilados, otros desollados, otros
tragados por las fieras, otros hervidos en aceite, y no nada más
ha habido dolor en los tiempos bíblicos, ahora mismo hay dolor en
todas partes del mundo, hay lugares que todavía están sufriendo
las secuelas de la bomba atómica:
218-vol II
En los nueve años posteriores a la explosión de la bomba atómica
de Nagasaki, de los 30150 niños nacidos en la ciudad japonesa,
un quince por ciento (4282 niños) fueron anormales, 471 nacieron
muertos, 1346 tenían deformaciones óseas, musculares y
nerviosas, 429 con deformaciones en los ojos y en los oídos, 254
en los labios o en la lengua, 47 con el cerebro deforme, 25 sin
cerebro y 8 sin orbitas.
En la India, alrededor de cinco millones de personas viven sin
hogar.
Nacen y mueren sin haber conocido nunca lo que es un hogar.
Para otros 48 millones de habitantes, el hogar consiste en una
sola habitación, en donde cocinan, duermen, y comen las familias
compuestas por término medio de cinco miembros.
Redundo en ello, en estos momentos en todas partes alguien está
bebiendo el vaso del dolor, simplemente aquí en la iglesia,
nuestros hermanos Zavala Berriel, lo acaban de beber, nuestro
hermano José igual, Claudia lo está bebiendo, nuestra hermana
Oliva, Felipe, y no sé cuantos más.
La Biblia, la historia, los hechos actuales, nos hacen saber y ver
que el dolor ha estado, y seguirá estando.
Yo no sé de dónde sacan tanta mentira esos predicadores o
pastores modernos, que dicen que un cristiano no tiene porque
sufrir, no tiene porque enfermarse, no tiene porque angustiarse,
no tiene porque llorar.
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Si aun el apóstol Pablo enfermó: 2da Corintios 11:23-29 ¿Son
ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en
trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más;
en peligros de muerte muchas veces. 24 De los judíos cinco veces
he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido
azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido
naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta
mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de
ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles,
peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar,
peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos
desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en
desnudez; 28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa
cada día, la preocupación por todas las iglesias. 29 ¿Quién
enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no
me indigno?
¿Pablo, a eso le llama maldición? 2da Corintios 4:17-18 Porque
esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando nosotros las
cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se
ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
BAD Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos,
producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo
sufrimiento.
BLS Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar
siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que
dura para siempre: una gloria grande y maravillosa.
De manera que ese dolor, dará paso a algo maravilloso:
Un maestro en la metáfora cuenta que un día la cera se quejaba:
-¡Esto es insoportable! -dijo la cera mientras la llama la hacía
caer derretida sobre el papel que había dejado.
-No te preocupes - le dijo el papel-, estoy seguro que todo nos
va a salir bien. Recuerda que yo también sufro cuando te vierten
sobre mí.
-¡Jamás había sufrido tanto como ahora! - exclamó la cera
mientras seguía derritiéndose.
-Esto no ocurre por casualidad, hay un buen propósito detrás todo
esto, y ya verás que vamos a tener un buen fin -replicó el papel.
La cera no pudo responder de inmediato, pero cuando había
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quedado impregnada en el papel, alguien le dio un fuerte golpe,
entonces miró hacia arriba y vio que tenía una hermosa impresión
en el rostro: El sello real que se le había aplicado.
-¡Ah, ahora entiendo! -dijo la cera-. Me derritieron para que
pudiera recibir esta hermosa y duradera impresión. Si, dijo el
papel, ahora tú y yo después de este pequeño proceso de dolor,
quedaremos en manos de la realeza.
Sus sufrimientos ya habían terminado.
No es bueno maldecir, ni quejarse, es tan fácil regocijarse.
Cuando Dios la lluvia envía pienso, ¡esta lluvia es mía!
Dios usa la aflicción en la misma forma que usa la lluvia para el
pasto verde.
C.H. Spurgeon. Dijo: Debemos ir a la gloria por el camino de la
doliente cruz. En ninguna parte se nos ha prometido que
volaríamos al cielo en un colchón de plumas, por lo que no debemos
desalentarnos cuando el camino se nos presenta áspero, tal como
lo transitaron nuestros padres antes que nosotros.
1era de Pedro 4:12-13 Amados, no os sorprendáis del fuego de
prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os
aconteciese, 13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los
padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su
gloria os gocéis con gran alegría.
El propósito del dolor es sacar lo mejor de nosotros, el dolor nos
fortalece, ¿acaso no dice el dicho, que lo que no nos mata, nos
hace fuertes? Mary Tyler Moore expresó: El dolor alimenta el
valor. No podemos ser valientes si tan sólo nos han pasado cosas
maravillosas.
De las personas que han quedado registradas en la Biblia, miramos
que el dolor y el sufrimiento fueron recompensados con
bendiciones divinas:
Génesis 15:14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré
yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Salieron con ovejas, vacas, piedras preciosas, pieles y gran
cantidad de oro.
¿Qué decir de José? Después de trece años de sufrimiento, llegó
a ser el segundo después de Faraón, gozando 80 años de
prosperidad, y luego Moisés. David, después de andar a salto de
mata por muchos años llegó a ser rey, Job aunque lo perdió todo,
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fue recompensado al doble, Daniel aunque fue puesto en el foso
de los leones, llegó a ser uno de los principales de Nabucodonosor.
Después del sufrimiento la gente de una o de otra manera fue
enriquecida, fortalecida, bendecida, todo lo contrario de lo que
anuncian los pare de sufrir, de manera que en la Biblia
encontramos que primero tenemos que sufrir, para luego recibir,
habrá cosas que nos duelan, pero permitamos que Dios trabajé con
ello.
27-ilust-selec Tomo I
La perla que se forma dentro del caparazón de las ostras, es otro
ejemplo de la grandeza nacida de la adversidad.
¿De dónde proviene esa magnífica joya? Comienza cuando un
irritante granito de arena se mete entre los pliegues de una
ostra, está cierra su caparazón al sentirse herida y empieza a
segregar un líquido llamado nácar con el que envuelve el granito de
arena que la mortifica.
La perla se forma por la reacción de la ostra contra ese factor
irritante.
Así que usted puede decir, una perla es una ostra que ha sido
lastimada y lo que la hirió, terminó por ser su corona y su gloria.
El placer, la comodidad, y la vida fácil jamás enriquecieron a los
hombres como lo hizo la ansiedad. De las lágrimas y el sufrimiento
nacieron los más grandes espíritus y las vidas más bendecidas.
Algunos quisiéramos que esto fuera automático, que en un abrir y
cerrar de ojos, pasará este trago amargo, pero una perla no se
forja en un día, las cosas grandes no se hacen en instantes,
cuando venga el dolor, hay que saber esperar, no nos centremos
tanto en el día de la crucifixión, sino en el día de la resurrección:
Aflicción esperar tres días Selah
La vendedora de flores sonreía; su arrugado rostro resplandecía
de gozo. Por impulso, tomé una de sus flores. Se ve usted muy
feliz esta mañana, le dije. ¡Claro!, exclamó. Sobran los motivos.
Aquella mujer vestía tan pobremente y se veía tan frágil, que su
actitud me intrigó. Sobrelleva sus problemas admirablemente, la
elogié.
El vaso del dolor 9 de 15
Ella me explicó entonces:
Cuando crucificaron a Cristo, el Viernes Santo, fue el día más
triste de la historia.
Pero, tres días después, Él resucitó.
Por eso he aprendido a esperar tres días siempre que algo me
aflige.
Las cosas siempre se arreglan de una u otra manera en ese tiempo.
Seguía sonriendo al despedirse de mí. Sus palabras me vienen a la
mente cada vez que estoy en dificultades. Hay que esperar tres
días.
Sí, pero yo ya llevó treinta años, pues hay personas que llevan
toda la vida, por ejemplo el bebé que nace con discapacidad, que
ha quedado confinado a pasar el resto de su vida en una silla de
ruedas, o aquel que nace ciego, sordo y mudo, o el que nace sin
piernas, sin brazos.
Valió la pena
Cuando trajeron al joven soldado a la sala de cirugía, el doctor
Kenneth Swan movió la cabeza. Dudaba sinceramente que valiera
la pena tratar de salvarle la vida.
Tenía ambas piernas destrozadas. El pecho lo tenía hundido.
Había perdido un ojo, y el otro estaba mal herido. «Si vive —
pensó el médico—, será infeliz toda su vida.» ¿Valdrá la pena
operarlo? Sin embargo, lo operó.
Veintitrés años después se encontraron el doctor Swan y Kenneth,
el joven que había sido herido en el campo de batalla. Sucedió en
Fort Benning, Georgia, cuando el gobierno le otorgaba cuatro
condecoraciones al veterano de Vietnam.
El médico y el veterano se dieron la mano. Kenneth estaba lisiado
y, además, ciego. Pero había cursado estudios de universidad, se
había casado, tenía dos hijos y tocaba magistralmente el piano.
Kenneth era un hombre entero, feliz y útil a la sociedad. «He
aprendido una gran lección —dijo el doctor Kenneth Swan—. Nunca
debo dudar de la validez de una operación.»
Este caso tiene dos capítulos. El primero fue la explosión de una
bomba que destrozó a Kenneth en la guerra de Vietnam, y el
médico que lo operó porque algo, como quiera, había que hacer. El
El vaso del dolor 10 de 15
segundo capítulo tuvo lugar veintitrés años después, cuando el
médico pudo contemplar el valor de su decisión.
¿Valía la pena hacer todo lo posible por poner en orden el cuerpo
destrozado de ese joven? ¡Seguro que sí! Hubo que amputarle
ambas piernas. Hubo que extraerle los dos ojos. Hubo que coserlo
por todas partes, y reacondicionar pecho, rostro, brazos y manos.
Pero valió la pena. Tras veintitrés años de lucha tenaz, Kenneth
llegó a ser un hombre completo y feliz.
2da. Corintios 4:8-9 que estamos atribulados en todo, mas no
angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas
no desamparados; derribados, pero no destruidos;
¿Y, no puedo evadir el vaso del dolor? No, y no es que lo pidamos,
nuestro vaso ya está servido, a lo mejor algunos ya lo estamos
bebiendo, nada más espero que ninguno de nosotros lo estemos
sirviendo, porque hay vasos de dolor, que jamás deberían servirse,
esos vasos son la esposa peleonera, pendenciera, el esposo
maldiciente, irresponsable o golpeador, el hijo alcohólico o
drogadicto.
El esposo o esposa que abandona, lo mismo que los hijos que dan
la espalda a sus padres para ir tras el pecado, el hijo que se
asocia a alguna pandilla o que se junta con malvivientes, esos
vasos deberían vaciarse, que digo vaciarse jamás servirse, los
vasos del dolor, son la enfermedad no buscada, el desempleo no
buscado, lo mismo que las injusticias, el accidente no provocado,
el dolor no pedido.
Ese vaso de dolor es indispensable, para alcanzar la gloria
venidera: Hechos 14:22 confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es
necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios.
BAD fortaleciendo a los discípulos y animándolos a perseverar en
la fe. «Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en
el reino de Dios», les decían.
BLS Allí visitaron a los que habían creído en Jesús, y les
recomendaron que siguieran confiando en él. También les dijeron:
"Debemos sufrir mucho antes de entrar en el reino de Dios".
El vaso del dolor 11 de 15
Un escritor para un periódico local entrevistaba a un granjero
sobre los efectos del tiempo reciente en sus cultivos. La lluvia
abundante y las cosechas de soja y maíz del granjero estaban
altas y lozanas.
Mis cultivos son muy vulnerables ahora, dijo el granjero.
Esta declaración sorprendió al periodista. Había planeado enfocar
su artículo en la buena cosecha que se esperaba y la prosperidad
económica que le traería a la ciudad.
El granjero continuó: Hasta una sequía corta tendría efectos
devastadores.
¿Por qué?, le preguntó el reportero.
El granjero le explicó que, mientras vemos la lluvia
frecuentemente como un beneficio, durante tiempos de lluvia las
plantas no se ven obligadas a empujar sus raíces a lo profundo en
busca de agua. Las raíces permanecen cerca de la superficie,
dejando a las plantas sin preparación para la sequía.
Su cultivo también corría peligro de vientos fuertes y tormentosos.
De nuevo, debido a la estructura de raíces superficiales, un viento
fuerte le haría perder toda su cosecha en unos pocos minutos.
Algunos creyentes disfrutan una abundancia de lluvias de bendición
que vienen en la forma de reunión de alabanza, comunión con otros
creyentes y tiempos de enseñanza bíblica. Sin embargo, cuando el
dolor entra a sus vidas, estos mismos creyentes se desaniman,
abandonan a Dios o creen que Él es infiel. ¿Por qué? Sus raíces
nunca crecieron más allá de la superficie.
Su vida espiritual es fuerte en la superficie, pero endeble en la
realidad. Son sobre todo vulnerables a los fuertes vientos de la
adversidad o al sufrimiento intenso del dolor.
Solo las raíces que crecen profundas en Dios nos ayudarán a
soportar los tiempos difíciles. Hagamos que nuestras raíces se
profundicen más hoy. Y eso sólo se logra bebiendo del vaso del
dolor.
¿Queremos que haya fruto en nuestra vida? Tenemos que pagar el
precio.
¿Queremos ser consolados por Dios? ¡Tenemos que sufrir!
¿Queremos un cuerpo nuevo, sin enfermedades, sin dolor?
¿Queremos un cuerpo glorioso? ¡Tenemos que morir!
El vaso del dolor 12 de 15
Juan 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo
no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto.
BLS Ustedes saben que si un grano de trigo cae en la tierra y no
muere, no produce nada. Pero si muere, da una cosecha abundante. Jesús dijo esto refiriéndose a su muerte, era necesario que el
muriese para dar esa abundante cosecha que aun a más de dos mil
años de distancia todavía está recogiendo, en esa cosecha
estamos usted y yo.
Pero primero tuvo que haber angustia, tristeza, dolor, sufrimiento
y muerte, ¿en qué etapa vamos? ¿Cuánto nos queda por beber del
vaso del dolor? ¿Ya lo estamos bebiendo o lo estamos evadiendo?
Quienes ya lo están tomando, están más cerca de recibir mayor
bendición, como mirábamos en una enseñanza anterior, el Señor
restituirá al doble. Si está bebiendo del vaso del dolor, no lo tire
por muy amargo que esto sea, beba hasta el fondo, Jesús los hizo,
y en medio de su dolor ángeles de Dios bajaron a fortalecerle,
Lucas 22:41-44 Y él se apartó de ellos a distancia como de un
tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42 diciendo: Padre, si
quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino
la tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor
como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
A lo mejor usted ya está escurriendo gotas de sangre, pero
poderoso es Dios para consolarle, alentarle, animarle y sobre todo
que Él no nos dejará solos con nuestro dolor, esos ángeles bien
pueden ser las personas que nos atienden en nuestra enfermedad,
dolor o necesidad.
Ese ángel puede ser su esposo, su esposa, sus cuñados, sus
hermanos o hermanas de sangre, sus padres, sus hijos, sus
abuelos, o aun los hermanos en Cristo. Ese ángel a lo mejor no le
quita su dolencia, pero le regalará su apoyo, una caricia, un beso,
y sobre todo su tiempo.
¿Lo agradecerá? A Jesús en el momento de beber el vaso del
dolor lo dejaron solo ¿a usted lo han dejado solo? Hay dolor que
vale la pena:
Medite en lo siguiente:
El vaso del dolor 13 de 15
Valió la pena, sufrir dolores de parto,
cuando al final se sostiene entre las manos
una nueva vida que el existir de la Madre
ha transformado...
Y el dolor que se experimenta en las pequeñas caídas,
cuando se dan los primeros pasos, se convierte en triunfo,
al lograr afianzar el caminar, luego poder correr,
y quizás hasta en sueños volar...
Un fracaso, asumido con madurez, puede en un principio doler;
pero al superarlo, el alma se logra fortalecer;
y más valiente se hace el ser humano,
ante cualquier reto que se le presente
o ante los diferentes momentos que en su vida pueda tener...
Los padres que tienen un hijo especial, desde un primer momento,
es tan grande el dolor que pueden llegar a pensar,
que se sienten frustrados y no lo podrán superar;
pero con el tiempo y asumido desde la fe,
ese ser que en un principio causó dolor,
se llegará a convertir en el más grande amor,
y les enseñará a descubrir lo que realmente en la vida tiene
valor...
El perder un ser querido, deja el corazón destruido...
hasta que se logra ver la muerte desde los ojos de Dios,
y se transforma en esperanza ese dolor;
esta tristeza que deja el vacío,
nos enseña a valorar a quienes a nuestro lado han quedado,
y que también son seres amados...
Si llegas a sentir hambre,
aprendes a valorar el pan que comes cada día...
Si superas una enfermedad, vives más intensamente la vida;
Si pierdes un amor por un error;
te esfuerzas por dar de ahora en adelante, de ti lo mejor...
Así es el dolor, te hace fuerte, transforma el corazón...
Es necesario asumirlo desde la fe, porque así,
aunque sea demasiado fuerte ese dolor, no te detiene,
te enseña a ver el mundo con otros ojos,
y te ayuda a vivir mucho mejor...
El vaso del dolor 14 de 15
Si careces de algo, valoras más lo que tienes...
Si sufres por alguien, llegas a amarlo más...
Si escoges el camino difícil, te haces más fuerte.
Si experimentas de cerca la muerte, aprendes a amar más la
vida...
Si caes, adquieres destreza en levantarte...
El dolor no deforma, sino que transforma...
Hay quienes se quejan del dolor y el sufrimiento;
y otros que se van al extremo,
les gusta ser masoquistas y quedarse en ello...
El dolor no es un castigo, tampoco un estilo de vida;
no se trata de renunciar a vivir, ni de estancarse en él,
para decir que se ha de sufrir...
El dolor es un verbo más que se conjuga en el ser humano,
pero que debe ser asumido en paz,
enfrentarlo como un reto o como ese peldaño, que al superarlo,
te hace fuerte, te enseña a valorar lo que tienes,
te asemeja a Aquél que por Amor,
su vida entregó e hizo del dolor, una bella e invaluable
Redención...
El dolor no deforma, transforma... es una gran verdad...
Y eso lo sustentan, quienes al sufrir,
sienten que han crecido y se han fortalecido aún más...
aquello que alguna vez te hace sufrir, al superarlo,
te hará feliz de verdad;
te enseñará a ver la vida con nuevos ojos,
y podrás experimentar en tu corazón una gran paz,
que se hará presente en cualquier momento que vivas,
ya sea al reír o al llorar...
Todo esto define, esa gran verdad:
El dolor no deforma, transforma
¡Con dolor se nace...pero Dios te ama!,
¡Con dolor se crece... Pero Dios te calma!
¡Con dolor se muere...pero Dios te espera!
No deje que nadie lo separe del amor de Dios, Romanos 8:35-39
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia,
El vaso del dolor 15 de 15
o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36
Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas
estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.
Hermano mío, hermana mía, ya pronto se vaciará nuestro vaso.
Más pronto de lo que muchos creen.
No pensemos que el vaso que nos tocó es un vaso más grande que
los otros.
Hay en el mundo tanto dolor, que toca mucho a cada alma; la suya
recibió su porción bien servida; pero tenemos a alguien que nos
espera en la eternidad, para quitar todo dolor, para enjugar toda
lagrima de nuestros ojos, para darnos un cuerpo glorioso y vida
eterna.
¿Lo creemos?
El dolor a nadie nos gusta, pero tenemos promesas de ser
confortados por Dios mismo: Jeremías 31:12-14 Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de
Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al
ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto
de riego, y nunca más tendrán dolor. 13 Entonces la virgen se
alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y
cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su
dolor. 14 Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi
pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová.
Pastor: Juan Carlos Hoy Romero
jctoday_1@hotmail.com