Domingo 27º del tiempo ordinario

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Domingo 27º del tiempo ordinario. Ciclo B. Día 7 de Octubre de 2012. Hoy el evangelio habla:. sobre la unión en el matrimonio. y sobre la relación de los niños con Jesús. Mc 10, 2-16. - PowerPoint PPT Presentation

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Mc 10, 2-16

La parte final, sobre los niños, lo tratamos en otras ocasiones. Hoy nos vamos a fijar en la

parte más amplia en que Jesús habla del matrimonio y específicamente sobre el divorcio.

Mc 10, 2-12

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?” Él les replicó: “¿Qué

os ha mandado Moisés?” Contestaron: “Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.” Jesús les dijo: “Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este

precepto. Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su

madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios

ha unido, que no lo separe el hombre.” En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: “Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra,

comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.”

Dice el evangelio que unos fariseos fueron a preguntarle a Jesús. Fueron con mala voluntad, “para ponerlo a prueba”.

Pues había fariseos que pensaban que podían divorciarse por pequeñas cosas, como el hecho de que la comida estuviera mal guisada.

Jesús responde: ni poco ni mucho, sino nada, porque Dios desde el principio

Hoy en la 1ª lectura se expone, a modo de parábola, lo que significó para el hombre la

presencia de la mujer en su vida.

Génesis 2, 18-24

El Señor Dios se dijo: "No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude." Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros

del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales

domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el

Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre,

haciendo una mujer, y se la presento al hombre. El hombre dijo: "¡Ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los

dos una sola carne."

Los cristianos comenzaron en una sociedad en la que estaba permitido el divorcio, incluso en el judaísmo tradicional fundado en Moisés. El divor-cio se aceptaba como algo normal y cotidiano.

Para Jesús el divorcio en el matrimonio es una ruptura de los planes de Dios. Según Jesús el

divorcio no es una ley que se debe aceptar o no, sino que era una concesión a la fragilidad humana

y a la terquedad del corazón.

El ideal es lo que salió de las manos de Dios. Para un cristiano lo más perfecto y deseable no es el divorcio, sino el empeño por reconstruir la unidad matrimonial hasta ser “una sola carne”.

Esta expresión, una sola carne, en la Biblia significa una unión total: en cuerpo, alma y

espíritu. Hacia esa meta deben encaminar las parejas cristianas su vida matrimonial.

Ya sabemos que eso es difícil, como toda la perfección.

Y ello es muy difícil, porque muchos sólo se fijan, al pensar en el matrimonio, en la parte

sexual o corporal. Y porque no van hacia Dios. Y reconstruir un matrimonio que nunca ha sido

una sola carne, una sola alma y un solo espíritu, es muy difícil o imposible.

Jesús termina diciendo:

Especial-mente si ha sido bendecido con el Sacra-mento del Matrimo-nio.

¡Qué hermoso cuando los esposos se sienten como dos mitades que se funden en un solo amor!

Eres amor en mi vida,

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la mitad de mi camino.

Juntos seremos tu y yo

dos mitades de un amor que por siempre ya nos une.

Tu suerte será mi suerte,

dos mitades que se funden,

dos mitades de un amor que por siempre ya nos une.

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Entonces ¿Porqué hay tantísimos matrimonios que no progresan hacia ese ideal? Es sobre todo

porque han fundamentado su unión sólo en la unión corporal, en lo sexual, como si ello fuese

el único ingrediente del amor.

Eso es una parte en cuanto al tiempo y en cuanto al valor de la persona.

El amor es algo muy serio.

Y lo que muchas veces comienza como un juego, puede terminar en el desastre del adulterio.

Querer al esposo o a la esposa es ver la otra mitad, el otro yo, alguien con quien se comparte todo: el dinero, el tiempo, las ilusiones, la intimidad física y espiritual.

Por eso no sólo se casan los cuerpos, sino las almas y los corazones.

Para eso hay que prepararse. ¿Qué preparación van a tener los matrimonios que sólo buscan el placer corporal, y no saben lo que es unir las almas, los criterios, los valores religiosos y morales?

Muchos hablan de amor y no saben lo que dicen.

Por eso la Iglesia, cuando bendice un matrimonio en presencia de Jesús, que eso es un sacramento, declara que es para siempre, porque supone que

hay verdadero amor.

Si no es para siempre, no es verdadero amor.

Y en ese acto sagrado los nuevos esposos se comprometen a estar unidos en la salud y en la

enfermedad, en la abundancia y en la escasez, en la alegría y en la adversidad.

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en la alegría y en la

adversidad.

en la juventud y en la vejez,

yo me entrego a ti.

Igual que a los mares los ríos se entregan,

Viviremos juntos una vida nueva, yo te quiero a ti.

y los dos sere-mos una misma cosa.

Una misma cosa y una misma tierra.

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Hay algo muy hermoso en el evangelio de este día sobre Jesús como defensor de las mujeres. Siempre Jesús es defensor de los pequeños y los débiles. Y en aquel tiempo entre los débiles estaban las mujeres.

El divorcio, al menos entre los judíos, era como una especie de condena para la mujer. El divorcio la solía acarrear pobreza y desprecio. El que se divorciaba era el hombre, retirando a una mujer de su vida. Y se quedaba tan tranquilo.

Hoy el evangelio es de san Marcos, que parece ser escribió el evangelio en medio de otra cultura, entre los romanos. Y recuerda algo que dijo Jesús, quizá “por lo bajito”: que el divorcio no sólo se da cuando un hombre deja una mujer, sino también cuando una mujer deja a un hombre.

Esto era casi impensable entre los judíos.

Jesús está rehabilitando a la mujer, no por lo del divorcio, sino porque manifiesta que en el

matrimonio los dos tienen las mismas oportunidades y que los dos están llamados a

formar “una sola carne”.

Para llegar ahí, el camino es largo y la tarea debe ser continua. Hay quienes se creen que el llegar a la celebración del matrimonio es como el fin.

Más bien podemos decir que es el principio de una tarea o un sÍ de cada día.

Que no sea sólo hoy cuando nos demos el sí.

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Y que sea una tarea que día a día hay que construir,

haciendo de los detalles un sacramento para vivir.

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El matrimonio, como todas las cosas vivas que tenemos, como la misma vida y la gracia, deben ser cultivadas. Y en la tierra la vida se cultiva muchas veces con sacrificio. El amor, como hay que construirlo día a día, también se puede destruir día a día, si no se cultiva o se descuida.

Para cultivarla, entre otros consejos, decimos que hay que saber dialogar. Para ello hay que saber escuchar, estar atentos a los detalles y

estar por encima de los sentimientos.

Si ese amor está bendecido con la presencia de Dios en el sacramento, debe acrecentarse esa

presencia con la oración y la presencia de Jesús en la Eucaristía.

El amor matrimonial, como la vida, para crecer debe alimentarse.

Y como el ideal de unión no es fácil y estamos mezclados con egoísmos y otras faltas, hay que saberse perdonar. Con la gracia de Dios el amor deteriorado puede restablecerse.

Algunas veces la Iglesia declara nulo algún matrimonio. Es cuando, consideradas todas las

razones, opina que no hubo amor en el momento de la celebración del acto.

Normalmente tampoco se ha dado pleno después el amor.

Si hay buena voluntad y hay fe en Dios y confianza entre vosotros, !ÁNIMO¡ Parejas

matrimoniales, seguid con entusiasmo hasta el final y hasta la eternidad, pues el Señor camina

a vuestro lado.

De aquí hasta el final contigo,

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de hoy hasta la eternidad.

y su amor será nuestra razón.

Para ti yo seré luz

Trataré para ti de ser cada vez mejor

Será el Señor nuestro camino

y su amor será nuestra razón.

Que María, por su entrega a Dios, interceda por los esposos en su caminar matrimonial.

AMÉN