Post on 02-Jun-2017
Antes de la Tormenta
Hana Miyoshi
Colección Arcoíris
Tomo I
2nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
Argumento
Keila, Lucero y Dana, tres amigas inseparables con
oficios e intereses diferentes. Para Keila la vida es una
eterna búsqueda de lo que le permita completar sus
novelas. Una escritora que jamás termina lo que
empieza.
Para Keila su vida es clara, un trabajo, estudio,
amigas, noches de diversión y sin complicaciones. El
amor no es lo suyo. Ni le interesa que lo sea.
Camila y Esther son dos nuevas amigas, ambas le
atraen por diferentes razones. Camila es físicamente su
ideal de mujer, y Esther… Esther es un remanso que
como un presagio caerá sobre ella antes de la
tormenta.
Keila descubrirá con sorpresa y horror que el tan
menospreciado amor ha llegado a ella en la figura de
una mujer que es completamente heterosexual.
Para Keila este descubrimiento será un Antes de la
tormenta.
3nueva EDITORA DIGITAL
Capítulo I: Un día de primavera.
La puerta de mi departamento era tocada. Por la forma en que se
hacía, sólo podía corresponder a una persona, y esa persona tenía la llave.
No me preocupé por abrirle.
—¿Qué haces? —preguntó cuando llegó a mi estudio.
—Escribo un libro —contesté.
Siempre quise ser escritora. Desde niña mi mente divagaba creando
historias, que muchas veces no tenían final, me ayudaban a pasar las
horas de soledad que vivía en mi casa y de las aburridas clases del
colegio.
—¿Cuál de los tantos que has dejado por la mitad? —interrogó.
Logré detectar cierta sorna en su voz.
—No los he dejado por la mitad, solo que la inspiración se va en la
parte más importante. Se puede decir que los estoy dejando para
después, cuando tenga la otra parte del argumento.
Era cierto, ésa era mi debilidad a la hora de escribir. Por alguna extraña
razón, mi inspiración se iba cuando estaba en casi la mitad del libro o en
la parte más importante. Ese era uno de los tantos obstáculos que tenía
que superar, si quería, algún día, ser escritora.
—Eso oigo desde que tienes diez años, Keila —contestó mientras se
sentaba en una de las sillas que tenía en mi estudio—.¿No crees que es
hora de que pienses en otra cosa? —preguntó suavemente.
Ella sabía que siempre había querido ser escritora, pero aún insistía en
que debía probar otras cosas, siempre con el mismo argumento: tal vez si
pruebas cosas nuevas, alguna de ellas llegue a gustar más que escribir.
Pero mi respuesta era siempre:
—Sabes que amo hacer esto, Dana —respondí.
4nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
—Lo sé —manifestó pasivamente. Sus ojos negros adquirieron una
mirada amorosa como lo haría una madre—, por eso siempre estoy aquí
contigo apoyándote en todo lo que necesites. —Sonrió.
Su sonrisa cálida y radiante hasta el propio sol la habría envidiado.
—Gracias. —Sonreí.
Ésa era mi manera de darle las gracias por soportarme tanto tiempo,
aguantar mis caprichos, mis malcriadeces y un sinfín de etcéteras que
estaba segura que nunca tendrían fin.
—Vamos a comer —dijo mientras se levantaba de la silla donde estaba
sentada.
Yo, por mi parte, imité su acción, no sin antes apagar mi computadora.
No estaba en buena situación económica como para dejarla prendida y
que el recibo de luz se disparara sin haber hecho un buen uso del servicio.
Salimos de mi departamento y caminamos hasta el ascensor. Éste
estaba desocupado. Una vez estuvimos adentro, Dana marcó el botón del
primer piso. Cuando estábamos en el piso seis, se abrió, mostrando a mi
otra amiga: Lucero.
—¿Adónde van? —interrogó Lucero al ingresar. El ascensor comenzó de
nuevo con el recorrido.
—Vamos a almorzar. ¿Nos acompañas? —Dana la invitó.
—Claro. —Aceptó, sus ojos marrones claros se posaron en mí—. Keila,
¿qué estás haciendo últimamente?
—Qué más puedo hacer que escribir —le contesté.
—¿Por qué no intentas algo nuevo? ¿Por qué no intentas el modelaje?
—sugirió—. Sabes que tienes una buena figura y pagan bien por unas
cuantas horas dando vueltas.
5nueva EDITORA DIGITAL
Otra persona más que me hacía la misma invitación en menos de una
hora. Lucero era modelo, así que conocía muy bien ese mundo.
—También está la actuación —habló Dana animada—. Es muy
interesante, puedes ser varias personas y vivir varias historias. También
hay buena paga.
Ella conocía muy bien el mundo de la actuación porque era actriz.
Muchas veces las acompañaba a alguno que otro casting que tenían, y
alguna que otra vez también había estado presente en sus negociaciones.
Tenía el conocimiento de que se ganaba muy bien.
—Lo sé, pero saben que… —contesté.
—No es lo tuyo —dijeron al unísono.
Eso solo me dio a entender que tantas veces había dicho lo mismo que
ya sabían lo que les iba a contestar.
—Así es. —Una sonrisa apareció en mis labios.
El ascensor se abrió cuando llegamos al primer piso. Pasamos por el
recibidor para luego salir a la calle. El aire fresco acarició nuestras pieles.
Caminamos unas cuantas cuadras hasta llegar a un humilde
restaurante. Nos sentamos en una de las pocas mesas que tenían al aire
libre.
—¿Qué desean ordenar? —La delicada voz de la mesera me sacó de
mis pensamientos.
La miré junto con mis dos acompañantes; era la misma chica que nos
atendía todas las veces que íbamos.
—Yo quiero un ceviche —ordené sin ni siquiera mirar la carta. Ése era
mi antojo del día, era mi plato favorito.
Luego miré a mis dos amigas.
—A mí me traes un lomo saltado. —Dana amaba esa comida.
—Me traes un tallarín saltado. —Por último, ordenó Lucero.
La chica escribió la orden en su libreta y luego de eso se retiró.
6nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
—Aunque sea, disimula —dijo Lucero a Dana que no dejaba de mirar
los muslos de la chica—. No sé por qué la miras tanto, no tiene tan
bonitos muslos. Conozco modelos que en verdad tiene unos bonitos
muslos.
Miró tanto a la pobre chica que creo que, después de un buen tiempo,
se dio cuenta. Fue agradable ver la vergüenza de la mesera por la mirada
insistente de Dana.
—No estoy diciendo que tenga los mejores muslos, pero si puedes ver
algo agradable, míralo —dijo coqueta—. Mira esa minifalda que tiene, deja
mucho a la imaginación. —De nuevo centró su mirada en la corta falda de
la chica.
Lucero miró en la misma dirección que Dana por unos instantes y le
regresó la mirada.
—Está bien, tú ganas. —Aceptó su derrota—. No está nada mal.
—¿Tú qué crees? —preguntó Dana mirándome fijamente.
Creo me distraje del tema. Soy algo despistada, fácilmente pierdo el
horizonte de la conversación y, en esta oportunidad, no fue la excepción.
—¿Qué cosa? —respondí.
No disimulé que no les estaba escuchando.
—¿Acaso no escuchaste lo que dijo? —interrogó Lucero. Su mirada
denotaba enojo.
Al parecer, el tema ya tenía otro calibre.
—No, ¿qué dijo? —interrogué.
—¡Quiere acostarse con la mesera!
Ahora sí, eso captó mi atención y miré fijamente a Dana, quien sonreía.
—¿Es verdad? —pregunté.
7nueva EDITORA DIGITAL
Me estaba cerciorando de que no hubiera sido una broma suya, de esas
que le encantaba jugarle a Lucero, ya que ella todo lo que uno le dice lo
toma en serio.
—No es una broma. Me gustan sus muslos.
Me miraba seria y eso me fue suficiente para saber que hablaba en
serio.
—Haz lo que quieras, ¿pero tú crees que acepte? —interrogué mirando
a la chica.
Dana es lo suficientemente mayor como para saber qué hacer con su
vida, pero en mi opinión no era bonita, ni siquiera para estar unas cuantas
horas con ella. Mis gustos son diferentes; me gustaban las exuberantes.
—Pensé que ibas a estar de mi parte, aunque no sé qué esperaba. —
Lucero estaba enojada y sus ojos marrones expresaron su sentir—. Era de
suponerse que ibas a estar a su favor. Siempre es así.
—No es estar a favor de nadie —contesté—. Es lo suficiente mayor para
saber qué hace con su vida, más si es la sexual.
—¿Ves? —dijo Dana, mirándola con algo de burla—. Ella no hace
escándalo por ese tema.
—¿Por qué ésa? —Miró de mala manera a la pobre mesera que creo
que se daba cuenta de las miradas afiladas de Lucero—. Hay muchas
chicas mejores.
—Sé lo que dirás. No me importan mucho tus amigas modelitos —dijo
Dana sabiendo por donde estaba yendo.
—Son lindas y tienen bonita figura, son perfectas para ti.
—Mencióname algunas de las pocas que conozco —contestó—. Azul es
bonita, pero piensa que tengo que esperar una vida para acostarme con
ella.
—¿Azul? ¿La morena de ojos negros, alta y de figura menuda? —
interrogué. Tenía una vaga idea de quien era.
8nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
—Sí, se la presenté en el desfile de la temporada otoño-invierno —
contestó Lucero—.Pero no pasó nada entre ellas.
—¿Por qué? Es de tu tipo —le pregunté a Dana.
El tipo de Dana eran las chicas de figuras menudas y delgadas. Tipo
modelos.
—Sí, me gusta, pero estuve saliendo con ella tres meses y cuando
estábamos en la habitación de mi departamento me dijo: «No, esperemos
más tiempo») —expresó molesta—. No la obligué a nada, pero estaba
frustrada cuando supe que mis tres meses de salida no sirvieron de nada.
—Nadie te asegura que ella… —Miré a la chica que trataba de bajarse
un poco la minifalda antes de traernos nuestra comida—, sea lesbiana o
bisexual. Además, Lucero te puede presentar chicas a las que sí les gustan
las mujeres, así te evitarías una incómoda situación con ella. —Me referí a
la mesera.
—Azul me pregunta por ti cada vez que nos vemos. No sería mala idea
que pases otro mes con ella, tal vez ahora sí pase algo. Es algo tímida,
entiéndela —dijo Lucero.
—No lo sé —contestó Dana dudosa—. Además, me gusta, pero de allí a
tomarla en serio… sabes que hay mucha diferencia. —Sus ojos negros me
contemplaban—. ¿Hace cuánto tiempo que no tienes sexo?
Esa pregunta no me la esperaba, menos en un lugar público, pero a mí
no me importa lo que digan los demás ni mucho menos me avergüenzo: la
vergüenza no estaba cuando nací.
—Hace mucho —contesté sin ninguna vergüenza—. No encuentro a una
chica que me agrade para pasar la noche, y ni hablar de los chicos. ¿Has
estado alguna vez con un chico? —interrogué a Dana. Esa era la pregunta
que hace un buen tiempo tenía en mente.
9nueva EDITORA DIGITAL
—Sí, hace mucho —respondió.
Lucero y yo nos miramos sorprendidas.
Era la primera vez que Dana hablaba de su experiencia heterosexual,
pero fue esa la puerta para seguir con mi interrogatorio.
—¿Y qué tal fue? —La curiosidad es una de mis tantas debilidades.
—¿Por qué crees que me convertí en lesbiana? —Rió por lo que dijo y
nosotras seguimos esa risa. Y allí fue cuando nos dimos cuenta que la
mesera había llegado con la comida.
—Aquí está el pedido —expresó mientras comenzaba a servir a cada
una lo que habíamos ordenado, pero cuando sirvió el plato de Dana, dejó
ver algo del escote de la blusa que tenía puesto y, conociendo a Dana, sin
ninguna vergüenza miró la pequeña abertura del uniforme de la chica.
—Nada mal —expresó Dana.
Lucero miró a otra dirección. Por mi parte, sabía a qué se refería: el
comentario no fue por la comida. ¿Razón? Aún no comía nada de lo
servido.
La chica, por su parte, se retiró.
—No puedo creer que dijeras eso. —Lucero era la más pudorosa de las
tres.
—¿Qué tiene? No estaba nada mal —dijo Dana—. Me dejó ver la
división de sus senos. No eran muy grandes, pero sí tenía algo.
—¿En serio? —hablé—. Parecía que su talla era muy chica —dije. Luego
miré a Lucero
—Ese tipo de conversaciones no es correcto decirlo en la calle —
manifestó Lucero.
—Eres muy reservada —dije.
—Sí. No me gusta hablar de intimidad en medio de la calle —contestó.
—No estamos en medio de la calle, estamos en un restaurante —habló
Dana—, comiendo. —Se llevó un pequeño bocado de su plato a la boca.
10nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
—De todas maneras, no me gusta que los demás se enteren de
nuestras intimidades —se expresó seriamente, a tal punto que Dana dejó
sus juegos.
—Como quieras —contestó Dana, mirando por todos lados
disimuladamente. Estaba buscando algo—. Miren, creo que le gusto. —
Levantó un pequeño papelito blanco donde tenía escrito un nombre con un
teléfono y una dirección—. Me dejó esto. —Sonrió.
—Nos dimos cuenta —dijo Lucero—; te enseñó los senos. ¿Eso significa
que un día la vas a buscar para acostarte con ella?
—Así es —contestó Dana—. Cuando tenga las ganas de hacerlo. —
Guardó el papel—. Pero por ahora no, primero quiero probar con tu amiga
—respondió mientras Lucero ponía cara de resignación—. Le doy un mes.
Si no pasa nada en ese tiempo, busco a la dueña de esta dirección.
—¿Qué le piensas decir? —pregunté—. A Azul —aclaré—. ¿Qué le vas a
decir para que esta vez acepte acostarse contigo?
—No lo sé, ya se me ocurrirá algo —contestó Dana—, pero quiero
probar con ella una vez más. Si esta vez no pasa nada, la descarto de mi
lista de conquistas —dijo decidida—. Y tú. —Me miró—, ¿cuándo piensas
buscarte a una linda chica o un lindo chico?
—Sabes bien que me gustan los chicos que sean delicados, adorables y
sensibles —respondí.
—Tú estás peor que ella —dijo Lucero mientras Dana la miraba algo
ofendida—. En serio, ¿no piensan en otra cosa que no sea sexo?
—Yo pienso en publicar mis novelas —expresé, y Lucero rodó los ojos
—. ¡Hey! No es broma —dije mientras probaba por primera vez un bocado
de la comida que había ordenado. Sé que estaba algo fría, pero a mí me
gusta comer así, aparte tengo lengua de gato, como se dice—. Algún día
11nueva EDITORA DIGITAL
sé que lo haré y, por mientras, lucharé contra mis malas manías para que
eso suceda.
—Yo algún día seré una actriz reconocida y, como ella —Me miró—,
lucho por ese objetivo. Pero la gran diferencia es que a mí ya me
contratan y veo dinero de eso. —Comió otra porción de su plato.
—¡Hey! Esta vez he llegado más lejos que las veces anteriores —hablé
orgullosa del nuevo logro—, así que eso significa que tengo más
posibilidades de acabar este proyecto. —De nuevo puse atención a mi
tentempié.
—Keila, ¿en qué capítulo vas? —me preguntó Dana, interesada y sin
malicia.
—En el capítulo nueve. —Vi la cara de asombro de mis dos amigas.
Normalmente siempre me quedaba en el cuarto capítulo, pero por
alguna razón las historias que subo al Internet sí logro terminarlas.
—Tienes razón —expresó Dana, comprensiva como una madre.
Siempre fue así conmigo y me gusta ese trato que me da. Solo a mí—.
Has llegado más lejos esta vez.
—Lo sé. —Estaba orgullosa de eso—, por eso estoy más entusiasmada
en terminarlo, pero también quiero encontrar la razón de la falta de
inspiración con mis otras novelas.
—Es cierto. Por alguna extraña razón logras terminar tus historias, las
que subes al internet, gratis, pero las que son proyecto para editorial
siempre las dejas a la mitad —dijo Dana analizando mi pequeño problema
—. La única explicación que encuentro, es que, como te dejan mensajes
de ánimo en esa página, eso te anima a seguir escribiendo. En cambio, en
tus proyectos para editorial, te esfuerzas más, pero no recibes ningún
estímulo. Ésa puede ser la razón.
Para ser sincera nunca me había puesto a pensar en eso, pero me
pareció muy buena hipótesis y, analizándolo mejor, consideré que ésa era
la verdad, porque otra alternativa no encontraba.
12nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
—¿Cuándo empiezas tus clases? —preguntó Lucero.
—¿Clases? —repetí. A los pocos segundos me acordé de qué me estaba
hablando—. Ah —reaccioné—, este lunes —le respondí—. Aún no puedo
creer que sin estudiar ingresé a una universidad —dije feliz—. Estoy algo
emocionada por eso.
—Es bueno saber que estás mirando hacia otros horizontes —manifestó
Dana—. No olvides que siempre estaremos aquí para apoyarte —dijo
amistosamente mientras seguía comiendo.
No me di cuenta que Dana ya casi había terminado. Luego miré el plato
de Lucero y me percaté que estaba casi en el mismo estado. Entonces
miré el mío y noté que aún estaba por la mitad. En serio, ¿en qué
momento habían comido tanto? Como fuera, tenía que apresurarme.
Una vez terminado de comer, pagamos la cuenta de lo consumido y fue
la misma mesera que le entregó el papel con sus datos a Dana, la que
cobró el consumo. Estaba demás decir la sonrisa coqueta que mantenía en
los labios.
Por lo menos sabía algo: Dana iba a estar ocupada por un tiempo.
—Vámonos —dijo Lucero algo enojada. Al parecer no le gustó mucho el
coqueteo de la chica hacia Dana—. Sigo pensando que deberías botar ese
papel. —Se refería al papel que le dio la joven mesera—. Azul es la más
indicada para ti —aseguró convencida—. Además, te gusta, ¿no? —le
preguntó mientras retornábamos al edificio.
—En realidad, me gustan todas las chicas que tengan unos bonitos
atributos —sonrió perversamente.
—¡No hables de eso en la calle! —dijo Lucero algo sonrojada, al parecer
por la vergüenza que alguien escuchara la conversación.
—¿Has tenido sexo alguna vez en tu vida? —pregunté.
13nueva EDITORA DIGITAL
—¡Claro que sí! —respondió Lucero indignada—. Que sea bisexual no
significa que sea muy liberal, ¿sabes? —manifestó—. Además, no ando por
allí diciendo con quién me acuesto y con quién no.
—Entonces, eres muy reservada —expresó Dana, entendiendo más la
forma de pensar de Lucero.
—Exacto —dijo ésta más tranquila, luego me miró—. Keila, hace buen
tiempo que se te ve sola.
—En realidad a mí no me quita el sueño tener o no tener una pareja
estable, prefiero la diversión nocturna —dije—. Me aburre que me estén
llamando cada cinco minutos al móvil para preguntarme: «Amor, ¿dónde
estás?» —expresé en forma muy acaramelada—. Y para que luego me
digan: «Amor, ¿vienes por mí?» —De nuevo volví repetir ese tono de voz
que sacó, en mis dos amigas, sonrisas.
—Tienes razón —concedió Dana—, es aburrido estar en eso. Son
mejores los placeres carnales y de una sola noche.
Lucero suspiró en forma de resignación.
—No puedo con ustedes —dijo del mismo modo.
—Oye, nadie está escuchando —espeté—. No hay nadie cerca nuestro
como para que te avergüences de ese modo. —Y, efectivamente, no había
nadie cerca que oyera nuestra conversación.
—Sabes —expresó seria—, puede que ahora no haya nadie —enfatizó
muy bien—, pero eso no te garantiza que nadie aparezca por allí y
escuche.
—¿Qué te preocupa? —le pregunté con la misma seriedad—. ¿El qué
dirán?
Silencio. Eso fue todo lo que obtuve y no necesité más para aplicar el
dicho: el que calla, otorga.
Sí, eso era muy bien sabido, no solo por mí sino también por Dana.
Lucero era bisexual, pero aparentaba muy bien el no serlo: Ante los
14nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
demás era una heterosexual común y corriente con una prometedora
carrera de modelo que recién estaba iniciando.
Suspiró algo cansada por el mismo tema.
—Está bien, tú ganas. Hablaremos en el departamento —hablé.
Prefería aunque fuera por esa vez darle la razón y no iniciar una
discusión que no tenía sentido. Sí, podíamos solucionarlo sin llegar a ese
extremo.
Las dos me miraron extraño, y es que estaban en su derecho.
Normalmente yo siempre discuto y sin importarme el lugar ni la
circunstancia, pero por esa vez me sentí en la necesidad de ser… ¿algo
complaciente? Sonreí con ese pensamiento. Me miraron aún más
extrañadas de lo normal y sus miradas fijas en mí pedían una explicación.
Por mi parte, mi mente optó por la más conveniente.
—Después se los explico —dije.
Esta es la frase más célebre de mi repertorio cuando no tengo un
argumento válido para esa actitud, y ellas me conocen tan bien que saben
eso.
Caminamos hasta llegar a las puertas del edificio en el que vivimos. Las
puertas automáticas se abrieron ante nosotras y , con pasos aún
calmados, nos internamos dentro del edificio y tomamos el ascensor que
en ese instante estaba en el primer piso. Ahora la pregunta sería: ¿a cuál
departamento íbamos?
—El tuyo es primero —dijo Dana a Lucero.
—Pero está recién ordenado. —Me miró.
Y estaba de más decir que fue una indirecta.
—¿Me parece o me estás diciendo que soy desordenada? —pregunté
aun estando en el ascensor.
15nueva EDITORA DIGITAL
—Me alegra que captes la idea —dijo sarcástica—. Eres muy
desordenada —declaró—. Tan solo basta mirar tu departamento para
darse cuenta —dijo y, automáticamente, vino a mí la imagen del lugar
donde vivo—. Dime, ¿hace cuánto que no lo ordenas?
—Hace dos meses —contesté.
Me pareció poco tiempo, ya que, había temporadas donde pasaba más
tiempo sin limpiarlo ni ordenarlo. Muchos me dicen que ése es uno de mis
males.
—¡Eso es mucho tiempo! —manifestó resaltando el «mucho».
—No es cierto —dije, defendiéndome de la acusación—. No, es poco
tiempo, normalmente lo ordeno cada seis meses y lo limpio una vez al
mes —hablé orgullosa y ella me miró como si hubiera visto a un bicho
raro.
—No tienes remedio y dudo que un día cambies —expresó.
—¿En serio? —hablé algo feliz.
Para mí era un cumplido, pues tengo miedo al cambio. No es por temor
a lo desconocido, sino que cómo decirlo, uno nunca sabe si cambia para
bien o para mal.
De niños somos inocentes: vemos el mundo con pureza y nos
preguntamos por qué los sucesos se desarrollan de esa forma. Al crecer,
nos damos cuenta de las circunstancias, de la envidia, del egoísmo, los
celos y demás sentimientos negativos. Es ahí cuando comenzamos a
cambiar. La inocencia se va al igual que la pureza, y un poco de esos
sentimientos se instalan en uno. Es allí donde comienza la transformación.
La inocencia se va, al igual que la pureza, y un poco de esos sentimientos
se instalan en uno. Es y es allí donde comienza la transformación.
Yo no era la excepción al resto, había tratado de seguir siendo la misma
de cuando era niña, pero el tiempo no pasó en vano.
—Llegamos —anunció Dana.
16nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
Yo, por mi parte, miré donde indicaba el número de piso. Era el número
seis.
—¿Vamos a tu departamento? —pregunté, pero luego repasé lo que
dije y me di cuenta que fue algo tonto preguntar eso, ya que estábamos
en el piso donde ella vivía.
—Así es —habló Dana amablemente, comenzando a caminar—. Cuando
estábamos en el ascensor te pregunté si querías que fuéramos a tu
departamento, pero no me respondiste así que pensé: «mejor vamos al
mío».
—Lo siento —me disculpé por mi falta de atención—. Estaba pensando
en otras cosas. —Qué más podía decirle.
—No te preocupes —respondió Dana mientras Lucero estaba
caminando en silencio oyendo todo—. Sé que estabas pensando en algo
relacionado con tu nuevo libro —me dijo.
Estaba errando, no tenía nada que ver con mi libro. Estaba haciendo
una reflexión.
Caminamos por unos minutos más y por fin llegamos a su
departamento. Dana abrió la puerta de su hogar, prendió las luces y nos
dio el visto bueno para ingresar.
Ordenado, limpio y, sobre todo, con una excelente decoración. Siempre
me gustó su departamento, creo que uno de estos día le voy a pedir la
tarjeta de su diseñador de interiores.
—Siéntense —dijo, y nosotras así lo hicimos—. ¿Qué quieren tomar?
—Yo quiero un whisky —contesté, mientras se acercaba al pequeño bar
que tenía a un costado de su sala. Definitivamente le tengo que pedir la
tarjeta de su diseñador de interiores.
—Para mí vino —dijo Lucero.
17nueva EDITORA DIGITAL
Siempre se me olvida que eso es lo único que ella sabe tomar. Nunca le
he visto ingerir otra cosa, ni siquiera cerveza. Algún día debería probar
otras cosas.
—Aquí está —habló Dana, dándonos nuestras copas con nuestros
respectivos tragos mientras se sentaba—. Bien, ahora sí podemos hablar
de cualquier cosa sin problemas.
—Keila —me llamó Lucero—, ¿por qué desapareciste?
—Es cierto, desapareciste sin más —dijo Dana algo enojada por el
hecho—. ¿Sabes? La próxima deberías avisar que te largas por tiempo
indefinido.
—Lo siento —me disculpé—, pero en verdad fue un viaje no planeado,
sentí la necesidad de hacerlo.
—Como siempre —dijeron las dos al unísono.
—Siempre haces lo mismo. Cada vez que te da la gana, desapareces y
nadie sabe tu paradero —dijo Dana—. Sabemos que ya tienes la edad
para irte dónde quieras, pero ¿sabes? Nosotras nos preocupamos por ti
cada vez que desapareces.
—Lo siento, la próxima vez avisaré cuando llegue a mi destino —hablé
conciliadoramente, pero al parecer mi repuesta no era la indicada—.
Saben que hay ocasiones que quiero irme a otro sitio, tomarme un tiempo
y, bueno, cuando estoy en esos días se me olvida llamarlas.
—Lo sabemos, siempre fuiste así —expresó Lucero—, y nadie te dice
que no lo hagas, hasta pensamos que haces bien en salir unos días de ese
estudio en el que lo único que haces es escribir. Hasta he llegado a pensar
que pasaste ese examen de admisión adivinando. —Sonreí por ese
comentario.
—¿Adónde fuiste esta vez? —preguntó Dana.
—Al interior del país —respondí animada—. No me gusta hacer los
viajes tradicionales donde tienes que tomar un bus para que te lleve a tu
destino. —Hice un gesto de desagrado—. Lo mío es hacer mis maletas,
18nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
tomar mi auto y salir sin rumbo fijo; respondiendo a tu pregunta, me fui a
Ica.
—He oído que allí siempre hace calor —dijo Lucero—, y el Sol sale
prácticamente todo el año.
—Así es —afirmé—. Cuando empaqué, llevé mucha ropa de invierno
pensando que tal vez allí también haría frío, pero mi realidad fue otra:
cuando llegué hacía mucho calor, la gente estaba con ropa de verano
mientras yo era la única que estaba con ropa de invierno. Está de más
decir que cuando me bajé me miraron extraño, como si fuera de otro
planeta. —Reí un poco por el recuerdo—. Fue divertido eso.
—Lo supongo. ¿Y alguna chica linda por allí? —preguntó Lucero.
—Muchas. —Sonreí coqueta—. Nada que no pasara de una noche,
como siempre —dije mientras por primera vez tomaba un poco de mi
bebida.
—¿Nadie te interesa lo suficiente como tratar de conocerla un poco
más? —preguntó Dana.
—Saben bien que lo mío no es el compromiso serio —expresé—. ¿Por
qué comprometerte con alguien si estando sola estás bien? Además,
quiero vivir mi soltería al máximo. —No era necesario que les explicara
qué era lo que les quería decir.
—Está bien, mientras seas feliz —habló Dana.
No me consideraba feliz, pero tampoco me preocupaba tener pareja.
Todo estaba bien mientras me divirtiera y tuviera algo de «cariño
nocturno», tal vez eso podría hacerme feliz unas cuantas horas.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Lucero.
—No te gustaría saber —respondí mientras sonreía esta vez
coquetamente.
19nueva EDITORA DIGITAL
Está de más decir que entendió muy bien el mensaje y lo pude saber
por sus gestos de resignación.
—Bueno. —Me levanté no sin antes tomar el resto de mi bebida de
golpe—. Tengo que irme —anuncié—. Quiero seguir avanzando, ya que al
parecer la inspiración regresó a mí y no quiero que se vuelva a ir sin haber
terminado ese libro.
—Como quieras —dijo Dana—. Solo no te esfuerces mucho.
—Exacto, no queremos que te enfermes y nosotras estar de enfermeras
—expresó Lucero.
Sé perfectamente que ésa era su forma de decirme «te queremos y no
queremos que nada te pase».
—Entiendo —contesté mientras comenzaba a caminar hasta la salida
del departamento.
Una vez estando en el corredor, caminé hasta donde estaba el ascensor
y, ya que demoraba en llegar, supuse que al parecer alguien estaba
ocupándolo.
Esperé por unos minutos hasta que la clásica música del ascensor se
escuchó en el piso donde estaba y al abrirse encontré una linda chica con
ropas algo atrevidas.
Sus cabellos marrones lacios se extendían hasta la cintura, sus ojos
eran negros y su piel era blanca como la leche, su figura era exuberante.
Estaba dentro de mis estándares de chica atractiva.
—¿Va a entrar? —dijo mientras me miraba.
Me gustó la visión de esa minifalda y de ese escote. Entonces la
pregunta que me rondaba por la cabeza era: ¿le gustarán las mujeres?
Porque si la respuesta era sí no iba a descansar hasta hacer que ella
estuviera en mi cama por esa noche.
Pude notar que su mirada se estaba centrando en mis senos. Esa era la
respuesta que buscaba.
—Sí —contesté mientras entraba al pequeño cubículo.
20nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
Se produjo un silencio y yo tenía que romper esa atmósfera como
fuera.
—Disculpe —hablé y ella me miró—, ¿me podría decir su nombre? —
Está demás decir que ella me miró extrañada.
Era la primera vez que iba a conquistar a alguien que no estuviera en
una discoteca.
—¿Por qué tendría que darle mi nombre a una chica? —preguntó. No es
algo normal que una chica le pida su nombre a otra chica y más así como
así y creo que, sin querer, quedé como una idiota. Suspiró, pero justo
cuando me iba a disculpar ella habló de nuevo —. A menos que tus
intenciones no sean nada sanas. —Su sonrisa era coqueta. Eso me dio la
esperanza que comenzaba a perder—. Camila. ¿Y el tuyo?
—Soy Keila. —No me importó decirle mi verdadero nombre.
—Mucho gusto —expresó mientras juguetonamente se acomodaba el
pequeño polo que tenía un gran escote—. Cuando salí hacía mucho calor.
—Entiendo —hablé mirando detenidamente el escote. En verdad esta
chica me gustaba mucho, era mi tipo—, pero me gusta mucho.
Me había tirado a la piscina sin saber si había agua o no.
—¿Te gusta mi escote o lo que te deja ver? —Me miró directamente a
los ojos.
Me gustaba su lenguaje atrevido, pero entonces la pregunta que
rondaba por mi mente era: ¿también será así de atrevida en la cama? Me
moría por saberlo. Sin ser consciente, pasé mi lengua por mis labios y vi
un lindo sonrojo en sus mejillas. De verdad, esa chica sabía provocarme y
ella no se daba cuenta.
21nueva EDITORA DIGITAL
—Me gustan las dos cosas, pero me inclino más por lo que me deja ver.
—Miré la hermosa piel blanca que se exponía por la abertura de la blusa—.
¿Quieres una copa? —pregunté.
—Sí —contestó.
Cuando el ascensor paró en el piso donde vivo, la guie hasta donde
estaba mi departamento y le dije que se pusiera cómoda.
—¿Qué deseas tomar? —pregunté.
Siempre he cuidado que mi bar tenga todo lo necesario.
—¿Tienes vino dulce? —cuestionó
—Claro —dije sirviéndole uno de los mejores que tenía.
Quería impresionarla aunque fuera por ésa vez.
Me acostumbré a tratar bien a mis parejas de turno y tratarlas como
reinas. Después de tener nuestra noche apasionada, me pedían mi
número de celular, pero yo solo se lo entregaba a las que realmente me
interesaban, al resto les daba el número de mi casa ya que a ese casi
nunca lo contestaba.
Le entregué la copa de vino que había pedido. Yo me senté junto a ella,
tomando mi vaso de Vodka.
—¿A qué te dedicas? —preguntó.
Yo sabía bien que siempre pasaba lo mismo, ellas preguntaban y yo
respondía, y viceversa. Yo trataba de ser sincera hasta donde podía, pero
nunca decía más de lo que debía y, para salir bien en esa pregunta muy
personal, sencillamente hacía lo que la gran mayoría hace: mentir.
—Soy vendedora —respondí. Ahí va la primera mentira de la velada—,
¿y tú?
—Soy anfitriona —expresó, y yo por mi parte detallé más su cuerpo.
Tenía todo para ser lo que decía.
—¿Se gana bien? —pregunté.
—Sí, me pagan por día —dijo. Luego vi que ella detallaba mi cuerpo y
noté el sonrojo—. ¿En serio eres vendedora? Es que no lo pareces, tienes
22nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
un buen cuerpo —comentó, haciendo que su sonrojo creciera—. Podrías
ser fácilmente modelo, no solo tienes cuerpo, si no también presencia y
pareces extranjera.
Tengo rasgos extranjeros. Mis cabellos son entre marrones y rubios,
mis ojos azules como el mar y mi piel es blanca. Es por eso que más de
uno me confunde con una extranjera a pesar de ser peruana. Todo eso es
cortesía de mis antepasados.
—Soy de aquí, pero de ascendencia extranjera —dije—. Camila, ¿vives
en este edificio?
—Así es, me acabo de mudar —contestó ella—. Vivo en el siguiente
piso.
—¿Vives sola? —Ya no iba a ser necesario que me pidiera mi número de
celular.
—Sí, recientemente me he independizado de mis padres —contestó—.
¿Y tú?
—Vivo aquí hace dos años —hablé—. Y... ¿tu pareja no se molestará si
se entera que estás aquí? —Ésa era justamente la pregunta que quería
hacerle.
—No tengo —me miró directamente a los ojos—. Ni un hombre o mujer.
Estoy sola.
Sonreí. Cada vez me atraía más.
—Es mejor estar soltera, así puedes divertirte sin lastimar a nadie.
—Ajá —dijo ésta.
Trataba de ser coqueta y… lo lograba.
Me estaba excitando con tan solo algunos gestos. Eso era extraño,
normalmente no pasaba eso, pero creo que la falta de sexo me estaba
comenzando a afectar. Me acerqué más a ella.
23nueva EDITORA DIGITAL
—Ese gesto tuyo me pareció muy excitante —expresé mientras me
acerca a ella.
Estaba casi encima de ella y al parecer no le molestaba la posición en
la que estaba. No pude esperar más así que uní nuestros labios. El beso
fue lento, demasiado suave para mi gusto, pero con el pasar de los
segundos se volvió apasionado y aproveché un jadeo suyo para pasar de
su labios al mentón donde comencé a besarlo.
Esa era la clase de felicidad que buscaba. Una que fuera de unas
cuantas horas, de caricias fingidas, de sonidos obscenos y de un amor
falso. A ese tipo de vida me había acostumbrado.
Escuché salir sonidos de gozo, al parecer estaba que lo disfrutaba y eso
para mí era una pequeña satisfacción, pero yo quería una más grande.
Seguí con mi camino de besos, lamidas y succiones. Ella gemía más fuerte
y cerraba los ojos por las sensaciones producidas.
Sonreí. Eso que recién estaba empezando.
Escuché desde mi propio mundo cómo alguien había osado tocar la
puerta de mi departamento. Por mi parte la ignoré, total en algún
momento se cansaría y se iría, ¿verdad?
De nuevo volví a escuchar el maldito timbre y lo peor del caso es que
mi compañera temporal estaba dándose cuenta.
—Tocan —expresó.
Al parecer ella no se había dado cuenta de que mi intención era dejar
que la persona que estaba al otro lado de la puerta se hartara de molestar
y se marchara.
—No les hagas caso, ya se aburrirán —dije mientras me entretenía
jugando en su ombligo con mi lengua. Escuché un gran suspiro de su
parte, quería que se olvidara de ese maldito sonido.
—¡Keila! —Al parecer mi visitante no deseado no había entendido que
no deseaba atenderlo—. ¡Sé que estás allí! —Esa voz se me hacía
conocida—. Hace meses que te ando buscando. —Si decía eso entonces
24nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
debía de ser la última chica que invité a pasar una noche en mi
departamento. Eso es lo que suponía.
—¿Quién es? —preguntó mi actual compañera.
—No lo sé. —Por lo menos en eso le soy sincera—. Se me hace
conocida la voz, pero no recuerdo quién es.
—Supongo que… —No dejé que continuara porque sabía qué iba a decir
y no la quería dejar ir, no esa noche. Exclamó cuando saqué su minifalda
con mi boca. El roce de su piel con la comisura de mis labios fue exquisito.
Me dedicaba a besar la parte interna de sus piernas mientras ella dejaba
de agarrar con fuerza uno de los cojines que había en el sofá para pasar a
acariciar mis cabellos con tanta suavidad que a veces me adormecía. No
esperé más y bajé la última prenda que ella tenía puesta, subí de nuevo a
sus labios donde los besé con gran pasión. Fue allí donde ella se percató
de algo—. ¿Aún conservas tu ropa? —La repuesta fue más que obvia.
—Así es —aseguré.
Me había dedicado tanto a darle placer que la chica se olvidó por
completo de que esto es mutuo, aunque en realidad a mí no me
importaba si ella me tocaba o no mientras obtuviera lo que quería:
tocarla. ¿Egoísta? Sí, puede ser, pero ésa es mi verdad, además, si ella
quería tocarme estaba en su derecho de quitarme la ropa y al parecer
acababa de leer mi mente ya que vi que estaba comenzando a acercar sus
manos a mi polo.
—Lo siento. —Oigo salir de sus labios, mientras comienza a quitarme el
polo. Me miró y vi que su mirada estaba en mis senos.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunté descaradamente mientras ella
apartaba su mirada.
—Sí —respondió.
25nueva EDITORA DIGITAL
Me gustaba su timidez mientras volvía a mirarme, pero esta vez llevó
sus manos al contorno de mis senos. Sus manos estaban algo calientes,
pero mi cuerpo tenía una temperatura más elevada así que cuando me
tocó un leve escalofrió recorrió mi cuerpo, me estaba impacientando,
estaba haciendo todo muy lento y yo ya quería retomar lo que había
dejado a la mitad. Me acerqué a ella, besé su cuello y la base de éste,
mientras ella por la cercanía pasó sus manos hacia mi espalda,
exactamente donde estaba el enganche del sujetador que llevaba puesto.
Me liberó de esa prenda que cayó al suelo junto con su ropa, sus manos
llegaron hasta la parte más baja de mi espalda, donde pierde el nombre la
misma.
Solté un jadeo cuando pasó sus manos por esa zona. Eso fue una
caricia en verdad suave y placentera, lástima que no pude sentir muy bien
el contacto por culpa del jeans que tenía puesto, pero ése era un
problema que Camila podía solucionar fácilmente, y ella al parecer
entendió lo que pensaba. Sus manos que estaban en la parte trasera de
mis muslos pasaron rápidamente hacia donde estaba el cierre de mi
pantalón. Lo bajó por completo junto con la ropa interior y sin perder
tiempo se deshizo de esas prendas. Quedé desnuda igual que ella. Esta
vez quería retomar lo que había dejado a la mitad. De nuevo comencé mi
recorrido por su cuerpo hasta llegar al punto donde me quedé antes y
bajé la ropa interior que tenía. Ahora sí estaba desnuda frente a mí
mientras ella jugaba con mis cabellos, acariciándolos. Me posicioné entre
sus piernas y ella las abrió un poco más haciéndome espacio entre ellas.
Acerqué mi boca a su vagina y comencé con una suave lamida, tratando
de reconocer el lugar. Ella jadeó para luego suspirar en señal de
satisfacción. Con algo más de seguridad comencé a lamer el contorno,
sabía que eso le iba a gustar mucho y supe que tenía razón cuando vi su
cara.
26nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
Gimió mientras cerraba más fuerte sus ojos, pero entre el placer que le
producía trataba de mantenerlos abiertos. Ahora sí, dejando los juegos de
lado, me acerqué hasta donde sabía que sería su punto de placer máximo.
El clítoris. Sus jadeos y gemidos aumentaron. Yo por mi parte me
dedicaba a tocar todo su cuerpo a mi antojo, cuando de pronto sentí una
mano juguetona cerca de mis senos, acariciándolos con algo de timidez.
Sus manos estaban calientes al igual que mi cuerpo, ya la diferencia de
temperatura no existía, pero todo en la vida llega a su fin y el placer no es
ajeno a esa realidad. Un fuerte gemido por parte de ella dio por finalizada
la pequeña sesión de sexo, pero eso no significaba que ése sería el
término de nuestra noche… La noche recién comenzaba.
27nueva EDITORA DIGITAL
Quieres saber más de está historia. Entra a:
http://hanamiyoshi.blogspot.com/2013/09/el-primer-capitulo-de-antes-de-la.html
Todos los derechos reservados
Estimada/o cliente:Dado el auge de la distribución de obras sin autorización del autor y la vulnerabilidad de sus
derechos de propiedad intelectual, la "nueva Editora Digital" ha establecido un sistema queincorpora MARCA DE AGUA y código de barra personal para cada libro vendido por nuestraempresa. El uso del código nos permitirá: control de material en procesos, control de inventario;control de movimiento y de venta, control de documentos y rastreos de los mismos. El sistemapermite que cada cliente que recibe un libro quede asociado a su código de barras personal. Este
28nueva EDITORA DIGITAL
Hana MiyoshiANTES DE LA TORMENTASerie Arcoíris 01
sistema nos permitirá detectar la distribución ilegal. Le recordamos que se considera distribuciónilegal la entrega de libros para grupos de descargas masivas públicos y privados.
29nueva EDITORA DIGITAL