6 - Innovar y Como Hacerlo

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Un ensayo reflexivo sobre la innovación dentro del campo de la educación, sus implicaciones y pautas para llevarla a cabo como parte de un proceso dinámico de investigación educativa.

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QUÉ INNOVAR Y CÓMO HACERLO

Gerardo Sánchez Ibarra

21 de Febrero de 2015

La idea de innovar, desde hace mucho tiempo, es una idea que poco a

poco se ha venido fortaleciendo dentro del ámbito educativo, particularmente

dentro de los últimos veinte años. Todos los actores educativos, reconocen lo

importante que es para la educación mexicana “innovar”, sin embargo, aún no nos

encontramos en la misma sintonía, pues aunque es muy difícil hablar de

innovación de manera muy generalizada por la diversidad de necesidades y

características de los centros escolares, sí es posible hacerlo en un marco donde

todos comprendamos a fondo la pronta y constante necesidad de innovar en la

educación, lo que se debe innovar, y cómo hacerlo.

Al dirigir la mirada hacia el camino de la innovación educativa, no es posible

comenzar su recorrido sin antes conocer el significado de esta palabra. El

diccionario enciclopédico Larousse señala que innovar es “introducir novedades”,

lo cual muestra inmediatamente la inclusión de algo “nuevo”. Innovar nos

atrevemos a decir entonces, que son acciones que posibilitan la reconstrucción,

creación e implementación de ideas, es decir, acciones que otorgan la facilidad de

generar una “innovación”. Pero surge entonces una pregunta a este respecto:

¿qué es una innovación? En el ámbito educativo, una innovación es “un

mejoramiento medible o evaluable, que sea fruto de un proceso deliberado y logre

mantenerse durante un cierto tiempo” (Latapí, Olmedo, Villa, Sánchez & Delgado,

1995), esta mejora debe estar centrada en los objetivos del sistema al que

pertenece e implica siempre una manera diferente de organizar y dar uso a los

diversos recursos que se tienen disponibles para realizar este cambio positivo. Las

innovaciones pueden entonces realizarse en una gran variedad de campos

educativos, desde el estructural, hasta el relacionado con los procesos educativos.

Con esta idea más clara de lo que es innovar y al mismo tiempo una innovación,

es posible discutir otros puntos relacionados con la innovación educativa, sin

olvidar un aspecto importante y es el del hecho que todas las innovaciones están

acompañadas por componentes políticos, de actitudes y emociones, que

independientemente de su nivel de influencia, son parte esencial de todo proceso

de mejora en el sistema educativo mexicano.

¿Por qué innovar? Un cuestionamiento realizado por muchos, sobre todo por sus

grandes inversiones de tiempo y recursos (en muchas ocasiones más humanos

que materiales), lo que resulta en un momento de duda sobre hacerlo o no

hacerlo. En este sentido, Antúnez (s.f.) destaca que los centros escolares como

cualquier otra institución, están sometidos a cambios constantes en el entorno y

por ende a requerimientos que justifiquen su existencia. Es aquí cuando “innovar”,

amplía el panorama para adaptarse a este entorno de cambio y responder a las

demandas no solo de la sociedad a la que se pertenece, si no del sistema

educativo que reclama soluciones. Pero no habrá de confundirse el hecho de que

se tenga que innovar solo por hacerlo, pues será necesario un ejercicio de análisis

permanente de la práctica educativa que ayude a orientar en la búsqueda de

soluciones.

Dentro de las soluciones propuestas dentro de un ambiente escolar, existen

muchas de naturaleza innovadora que durante largo tiempo han venido dando

resultado, pero ¿será necesario innovar esto que ha venido funcionando?

Partamos de la frase de Antúnez (s.f.) respecto a que “los cambios son

imprescindibles”; si bien muchas de las grandes ideas aún funcionan, dejan de ser

del todo efectivas precisamente al cambio constante que sufren las sociedades y

que en consecuencia también le ocurre a la educación (¿acaso el entorno

educativo, los contextos, las circunstancias, etc. no han cambiado?). Pero,

nuevamente se debe tener cuidado pues no es cambiar por el simple hecho de

hacerlo, sino porque es verdaderamente necesario.

Aún cuando se tenga la idea clara de innovación y el por qué es importante

realizarla, queda una brecha muy importante entre el “conocer y el hacer”

innovaciones. A este respecto, responder a las preguntas ¿qué innovar? y ¿cómo

innovar? creará un enlace entre esa ruptura poco sana de la teoría y la práctica.

Partamos entonces: ¿qué innovar? Latapí, et al (1995), señalan que existen tres

campos en los que son posibles y necesarias muchas innovaciones, como la

flexibilización del sistema escolar donde pueden realizarse innovaciones

relacionadas con contenidos, organización y funcionamiento de los centros

escolares, así como en actividades y elementos que integran el trabajo en el aula.

También pueden realizarse en el campo de la calidad de la educación sobre todo

las relacionadas con la preparación de los profesores, las que posibiliten un

sistema educativo actualizado y las relacionadas con los procesos de enseñanza.

Además, destacan un campo pocas veces considerado dentro de los procesos de

innovación, el de la participación de la comunidad, especialmente la que involucra

a los padres de familia. De una manera más general, lo que es posible innovar, es

todo aquello que posibilite la adaptación de las formas de intervención, en lo

didáctico, organizativo y en lo relativo a la orientación con el fin de proporcionar

una mejor respuesta a las necesidades de la comunidad educativa. Ahora, si ya se

conoce qué se debe innovar, ¿cómo debe hacerse? Antes de ahondar más en la

respuesta, bien vale la pena considerar que dentro del cambio generado por las

innovaciones, “no hay que esperar que todos se impliquen en él, el progreso se

produce cuando cada vez más personas lo asumen” (Hargreaves, 1996) (Citado

en García, 2003). Para lograr innovar, es indispensable asegurar condiciones de

éxito, donde las que son inherentes a la innovación misma destacan (Latapí, et al,

1995):

La calidad de la innovación.

Riesgo dimensionado.

Claridad en fines, métodos y procedimientos de evaluación.

Comunicabilidad.

Costo asequible.

Entre las condiciones relacionadas con la institución, se manifiestan;

Estructura escolar facilitadora de innovaciones.

Existencia de liderazgo de quienes las proponen y coordinan.

Cooperación.

Apoyo administrativo y político.

Normatividad.

Finalmente, las condiciones de éxito, relativas al ambiente:

Congruencia innovación – microcultura escolar.

Ambiente escolar favorable.

Características personales de quienes participan.

Apoyo de expertos y de maestros experimentados.

Asegurar estas condiciones o la mayor parte de las mismas, presentan una

posibilidad inmejorable de realizar innovaciones dentro de los espacios escolares.

Para lograr innovar, será necesario entonces conocer la percepción que la

sociedad, particularmente la comunidad, tiene acerca de la o las instituciones

escolares que le rodean, pues es solo en este sentido que verdaderamente

existirán propuestas innovadores dirigidas a la satisfacción de necesidades reales

y sentidas de alumnos, padres de familia y por qué no decirlo y expresarlo

abiertamente: de los maestros.

Referencias bibliográficas.

Antúnez, S. (s.f.). ¿Por qué y para qué merece la pena innovar?

García, L.M. (2003). Innovar desde dentro: transformar la enseñanza más allá de

la convergencia europea. Universidad de Alcalá, España.

Latapí, P., Olmedo, J., Villa, L., Sánchez, F. & Delgado, M. A. (1995). ¿Cómo

promover la innovación en las escuelas y entre los maestros? ITESO.