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Una solución práctica al hambre en el

mundo.

Pobreza Mundial

Más de mil millones de personas en el mundo viven en

la pobreza. Más pobreza significa más malnutrición.

En el continente africano, casi uno de cada cuatro

seres humanos está malnutrido. En Latinoamérica,

casi una de cada ocho personas se va a dormir

hambrienta cada noche. En Asia y en el Pacífico, el

28% de la población está a punto de morirse de

hambre, sufriendo por el perpetuo dolor del hambre.

En el Oriente cercano, una de cada diez personas

está insuficientemente alimentado.

En Somalia, la mayoría de la población rural ya ha

agotado sus provisiones de alimento y está limitado a

comer solamente una comida insuficiente al día. En la

región arrasada por la guerra de Kosovo, decenas de

miles de refugiados todavía bregan con raciones

escasas.

El hambre mundial es un problema muy serio. Aquí

hay solamente un pequeño resumen de esta tragedia

humana. La verdad es que jamás en la historia

humana ha habido tantas personas malnutridas -casi

el 20% de la populación. Entre 40 y 60 millones de

personas mueren cada año en el mundo debido al

hambre y las enfermedades relacionadas.

Desgraciadamente, la mayoría son niños.

Malnutrición

Una buena nutrición puede cambiar las vidas de los

niños, mejorar su desarrollo físico y mental,

proteger su salud y formar una base firme para su

productividad futura. Más de 200 millones de niños

en naciones del Tercer Mundo con menos de cinco

años están malnutridos. Para ellos y para el mundo

entero, este mensaje es especialmente apremiante.

La malnutrición causa la muerte de más del 50% de

los 12 millones de muertes de niños con menos de

cinco años en países subdesarrollados cada año. Los

niños malnutridos a menudo pierden valiosas

capacidades mentales.

Se ha determinado que la malnutrición detiene el

crecimiento de niños y adolescentes, y resulta

mortal en bebés que pesan menos de lo que debieran

y no pueden resistir a las enfermedades.

El Derecho de los niños a una buena Nutrición

Por mucho que se vea la necesidad de la nutrición,

asegurar una buena nutrición es hoy en día una

cuestión de ley internacional. Todo el mundo el

mundo reconoce el derecho de todos niños de poder

obtener los mayores niveles de salud posibles -

incluyendo específicamente el derecho de tener una

buena nutrición.

Los seres humanos debemos adoptar medidas

adecuadas para disminuir la mortalidad infantil, y

combatir la enfermedad y la malnutrición mediante

el uso de la tecnología disponible y la provisión de

adecuada comida nutritiva y agua potable.

Todo ser humano está obligado a aliviar la

malnutrición infantil en base a la legislación

internacional, al conocimiento científico, a la

experiencia práctica y a la ética humana básica.

El vegetariano y la crisis de alimentos

La mayor parte de los expertos en política

alimentaria proponen una reducción drástica de la

producción y del consumo global de carne. Se ha

estimado que la población del planeta puede alcanzar

los 7.000 millones en los próximos 25 años y que su

alimentación no puede depender de la carne. Pero no

es necesario esperar para ver los efectos del

hambre, pues en la actualidad dos terceras partes

de la humanidad estén subalimentadas.

¿Qué sucedería si todos fuéramos vegetarianos? A

algunos les podría parecer un desastre. Pero

hagamos números. Si dividimos toda la tierra arable

del mundo entre el número total de habitantes, a

cada persona le correspondería media hectárea de

tierra cultivable.

Imaginemos que hemos de decidir el uso que le

vamos a dar a nuestra media hectárea. Podemos

dejar crecer hierba o plantar forraje con el que

alimentar a un buey, pero en ese caso utilizaríamos

toda nuestra tierra para este propósito, sin poder

cultivar nada más. También podemos plantar

cereales para alimentar ganado y reservar una

pequeña parte para nuestra propia alimentación.

Acabaríamos comprobando que los animales

consumen muchos kilos de grano para darnos un solo

kilo de su carne.

Las proporciones de conversión alimento/carne

varían en cada animal. Para conseguir un Kilo de

carne necesitaremos 16 de alimento si se trata de un

buey, 6 si es un cerdo, 4 kilos si es un pavo y 3 si es

un pollo. La producción de leche requiere

aproximadamente un kilo de pienso por litro. Si en la

media hectárea hemos decidido criar un buey de 400

kilos de peso, conseguiremos 160 kilos de carne,

pero sin poder plantar nada más en el terreno

mientras viva el buey.

La persona que centra su dieta en la carne para

conseguir las 2.500 calorías diarias requiere una

hectárea y media de terreno destinada a ganado. Si

la misma persona basa su dieta en trigo, podrá

alimentarse con la octava parte de una hectárea.

Media hectárea cultivada con arroz y legumbres

puede dar de comer a seis personas.

Las personas que viven en países subdesarrollados no

pueden permitirse el lujo de alimentar ganado con

los cereales que cosechan. En Estados Unidos, en

cambio, el 90% de la cosecha de cereales se destina

a consumo animal. El consumidor de carnes

norteamericano utiliza en promedio cinco veces más

recursos alimenticios que el colombiano, el indio o el

nigeriano medio.

La producción de la mitad del suelo cultivable de los

Estados Unidos se destina a consumo animal. Los

Estados Unidos y otros países desarrollados, con

sólo un tercio de la población mundial, utilizan el

75% del pescado capturado en el mundo. La mayor

parte sirve para fabricar piensos para ganado. El

90% de la producción norteamericana de maíz,

centeno, avena y soja (descartando las

exportaciones) se emplea para alimentar animales.

Las naciones desarrolladas importan proteínas de

países tercermundistas que posteriormente destinan

a la fabricación de piensos. Un tercio de la

producción africana de cacahuetes se utiliza para

alimentar ganado en los países europeos del Este.

Los Estados Unidos importan carne de vacuno, que

proviene fundamentalmente de América Central, en

cantidades equivalentes al consumo anual total de

muchos países subdesarrollados, aunque la cifra

total de estas importaciones constituye tan sólo la

séptima parte del consumo de carne de vacuno en

Estados Unidos.

La persona omnívora, que ingiere carne, debería

sentarse ante un filete de 150 gramos e imaginar

que en el comedor hay 50 personas, cada una de ellas

con una taza vacía. Esta debe saber que el coste

alimenticio de su filete hubiera podido llenar las

cincuenta tazas con cereales.

La desequilibrada distribución de alimentos no es el

único problema desencadenado por las industrias

cárnicas. Tres recursos básicos están disminuyendo

en todo el planeta: tierra, abonos y agua. La

producción de carne no sólo esquilma los dos

primeros, sino que despilfarra grandes cantidades

de agua. Un huerto utiliza 1.300 litros de agua

diariamente para producir el alimento de una

persona vegetaliana. La dieta occidental media

consume en cambio 10.000 litros diarios para

alimentar únicamente a una persona. Producir un kilo

de carne nos cuesta veinticinco veces más en re-

cursos que el mismo kilo de vegetales.

La producción comercial de carne agota los recursos

hídricos. Además, los desperdicios de las granjas

animales son vertidos directamente a los ríos. La

producción de carne crea, así, diez veces más

contaminación que las zonas residenciales y tres

veces más que las industriales.

Si todas las reservas mundiales de petróleo se

destinasen a la producción de alimentos, y no se

gastara nada en transporte ni en calefacción, para

alimentar a todos los habitantes con la dieta típica

occidental nos quedaríamos sin petróleo en trece

años.

También hemos de tener en cuenta que se consumen

grandes cantidades de gas natural y petróleo para

producir los fertilizantes empleados en la

producción de los cereales para pienso. Cultivar una

hectárea de maíz puede consumir más de 600 litros

de gasoil. Si utilizamos abono orgánico en lugar del

químico, se ahorra más de la mitad. Si este maíz se

destina a consumo animal, el despilfarro es evidente.

La conclusión es que podemos ahorrar mucha energía

desde nuestro comedor.

Algunos expertos opinan que se debe aumentar la

producción de carne en los países subdesarrollados.

Estos aumentos de producción no significan

obligatoriamente un aumento de consumo por los

hambrientos del país. Por ejemplo, la producción de

carne en América Central es actualmente mayor que

nunca, pero la mayor parte de esta carne se consume

en restaurantes de los Estados Unidos. Brasil es el

tercer país ganadero del mundo con 97 millones de

cabezas de ganado (los dos primeros productores

son Estados Unidos y la antigua URSS), pero la

mayor parte de su carne se exporta, mientras sus

habitantes la compran a unos precios altísimos, ase-

quibles tan sólo a los ricos.

La publicidad de la industria cárnica defiende la

ganadería arguyendo que las vacas pastan en

terrenos que de otra forma serían improductivos.

Pero incluso estas vacas (una parte muy pequeña de

la producción ganadera) acaban siendo engordadas

con piensos a fin de producir mayores beneficios en

menos tiempo.