En el transitorio paso del hombre a través de los tiempos en busca de suplir la necesidad de
educarse, ha recreado, implementado, impuesto, sugerido y transformado diversos usos y
recursos para una buena educación (para no decir la mejor) a través de intransigencias
dogmáticas religiosas, políticas, neoliberales, etc., con indefinidos valores, principios y
prejuicios que contempla la razón humana ―en su facultad de un “deseo irrestricto de saber”―
para orientar al hombre a un modelo propio del “ser” y “saber ser”, desde luego, en efecto en
pos, de una transformación de un determinado contexto. En su faena heurística (de búsqueda)
que el hombre se ha trazado con frenesí al desmayo de interpretar los saberes educativos desde
distintas disciplinas investigativas (desde la antropología, sociología, psicología, etc.) ha trazado
una línea divisoria en lo que se concibe hoy día por “educar para saber” y “educar para ser”; en
donde la primera fomenta el impulso marxista por el hombre competitivo y racional, el hombre
eximio desde lo intelectual; y la segunda, un hombre deliberativo y comprometido con la
sociedad, un hombre libre y más humano, con virtudes para transformar un mundo tan secular.
En esta última trayectoria López (2006) en su libro “Una Filosofía humanista de la
educación” concibe la idea de una educación sin restricciones ni limitaciones para una educación
más fácil de emerger para la vida comunitaria, que propicie la reflexión y el compromiso de
actuar en pos de una mejor sociedad más humanizante y progresiva. Asimismo, transmite la idea
de un agente facilitador (el docente) de esos aprendizajes y cambios deliberativos, que parten de
una premisa reflexiva de una noción heurística que pueda aportar elementos trascendentales
hacia el discernimiento, para el desarrollo de una mejor educación y autoapropiación de la
consciencia humana.
El autor es consciente que aquella educación “tradicional”, de “rituales” y “dogmas”, con sus
virtudes y vicios, son elementos que se transforman con la emancipación reflexiva inteligente y
razonable del hombre en compromiso responsable de un cambio, que debe descansar en los
cauces de un auténtico trabajo de larga duración. Pero, de hecho, es una educación que por ser
tradicional no deja de ser relevante en ciertos aspectos educativos, aunque este proceso se haya
encaminado vehementemente y de forma heterónoma ―por hegemonía de esas mismas fuerzas
exteriores de rituales y dogmas, en especial clérigos, más que todo―a una rutinaria obtención de
acreditaciones sociales con vacíos intelectuales y sin significados humanos reales, que
lamentablemente sigue vigente en la educación actual.
Como el cambio no se logra de afuera hacia dentro sino de adentro hacia afuera, el autor no se
centra puntualmente en los problemas de la educación de manera externa, aunque lo expone
tácitamente, sino en los miembros que la componen: maestro y estudiante. He aquí el eje central
de la obra de López. Pues; ¿Quién puede transformar la educación actual centralizada en el
“saber” más que el “ser” que los docentes y maestros en formación? ¿Cómo lograr una
educación más humanizante si no se parte de la premisa de una TRANS-formación del “ser”
como agente social y, del educador como facilitador de esos principios y virtudes que
caracterizan al ser humano? ¿Cómo lograr una educación más humanizante si los docentes no se
comprometen a reflexionar consciente y responsablemente de su práctica educativa para la
TRANS-formación del mundo académico y social en el cual conviven y por ello coexisten?
¿Cómo lograr un aprendizaje más significativo y deliberante si no se parte de la experiencia
empírica del niño a la teórica-científica utilizando las diferentes disciplinas académicas
―teniendo en consideración su desarrollo biológico-sensitivo― en pos del crecimiento de su
ser?
López recrea una idea clara didáctica, estratégica y dialéctica que orienta el paso a la
consecución de esa mejor educación y que noción la llama: “educación personalizante”. Lopez
(2006) afirma:
El trabajo educativo, entendido desde la perspectiva de la educación personalizante es, pues, un
trabajo con la persona individual y con ‘la persona de personas’ que es el grupo escolar o
universitario, en el marco concreto de una institución y de un contexto historicosiocial concreto. (p.
10)
La concepción de la educación personalizante que propone el autor no es igual a una
educación individualizante o la educación del sujeto personal aislado, sino un proceso formativo
pedagógico que tiene relación con la educación en valores, que entiende la dimensión
deliberativa de los actores (estudiantes) como parte integral constitutiva de las demás
dimensiones integrales humanas y que se aborda en espacios curriculares y extracurriculares.
Partiendo de esta idea, para lograr con efectividad esta formación integral de los estudiantes, es
necesario e indispensable que, en su mayoría, los profesores asuman críticamente la manera de
entender y asumir su práctica docente y la “cultura educativa”. De aquí parte la idea
complementaria de una TRANS-formación docente que el autor describe como “condición
imprescindible para una educación personalizante”.
Desde mi punto de vista, esta noción complementaria aporta una visión integradora de los esfuerzos
de formación docente presentes y futuros que puede reorientar sus metas hacia un esfuerzo menos
centrado en la capacitación técnica y más preocupado por el cambio profundo del profesor en los
significados, convicciones y valores acerca de su tarea; menos orientado hacia la búsqueda de un perfil
ideal de los maestros y más ocupado en facilitar la búsqueda de autenticidad de cada uno de los
docentes. (López, 2006, p. 12)
El cambio en la educación, desde la perspectiva del autor, debe darse partiendo de las
implicaciones curriculares que se plantean y recrean en la escuela, abriendo posibilidad al:
“sustrato bilógico-sensitivo de los seres humanos, su desahogo y liberación creativa de la
dimensión lúdico-estética, su posibilidad de desarrollo y realización inteligente y crítica en la
dimensión cognoscitiva de todos los sujetos, y su concreta actualización humanizante y alienante en la
dimensión deliberativa y valorativa que nos hace emerger como sujetos existenciales en búsqueda de
autotrascendencia moral”. (López, 2006, p. 12)
López considera más explícitamente la comprensión de esta premisa en el currículo educativo
para el desarrollo de la persona partiendo de los cuatro niveles de conciencia: el nivel empírico,
el nivel de la inteligencia, es nivel de la razonabilidad y el nivel de la responsabilidad. El
educador debe convertirse en un agente facilitador de información, conceptos, juicios y valores
trascendiendo la mera memoria, debe tratar de propiciar espacios de dialogo y facilitador de
experiencias, de procesos de comprensión y reflexión crítica, partiendo del ideal humano
producto del amor sin importar el tema que se trate.
La noción de López en su trabajo abre el panorama a las necesidades educativas existentes en
la actualidad: la despreocupación por una educación personalizante y humanizante. En esta obra
educativa el horizonte se centra en una educación en la interacción humana para el desarrollo,
donde el docente juega un papel importante en esta TRANS-formación y contagiarse de
humanidad para la reconstrucción de significados yendo más allá hasta encontrar el calor del
amor humano y del compromiso con la construcción y renovación de la humanidad en la historia.
La educación actual, entonces, debe reorientarse hacia la verdadera educación, la educación
personalizante, redireccionando su caudal de paradigmas centralizados en los contenidos más
bien que hacia la inteligencia, pasando de los modelos repetitivos a la deliberación libre de la
creatividad humana, de las tendencias lineales y heterónomas a una educación consciente del
cambio, de la ritualidad y tradicionalidad de los actos pedagógicos hacia una pedagogía
humanizante y responsable en la búsqueda de un ser de amor, de la instrucción a la formación y
la conversión de la educación a la educación personalizante con una noción heurística
reorientadora de los esfuerzos, en las aulas y en las instituciones.
BIBLIGRAFÍA
López, C. M. (2006). Una filosofía humanista de la educación. México: Trillas.
UNA EDUCACIÓN PERSONALIZANTE PARA UNA EDUCACIÓN DESHUMANIZA
(MARTÍN LÓPEZ CALVA)
FARID ABDALA
JENIFER ARIZA
ERIC DIARTT
Presentado a:
GABRIELA VELEZ GALLEGO
En el área de:
ANTROPOLOGÍA CULTURAL
UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO
FACULTAD DE EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN ARTÍSTICA
2014-2
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