Fallecimientos en la familia, ser despedido del trabajo, una mudanza, son más situaciones cuyos efectos merman la libido.
Más factores son las secuelas de abuso sexual (conlleva la difi cul-tad para confi ar en otra persona y el sexo se puede convertir en algo desagradable) o bien enfermedades que producen trastornos de la perso-nalidad o desajustes hormonales. El consumo crónico de alcohol o drogas también llega a fomentar la pereza sensual.
SOLUCIONES
La pérdida del interés pues, no es un acontecimiento azaroso o espontá-neo sino el resultado de un proceso en el que infl uyen las interacciones con el entorno.
Si la cita sensual se posterga en demasía y las razones son el can-sancio y las preocupaciones, una so-lución básica es diseñar un plan de relajación, una atmósfera íntima pa-sada por un baño con agua caliente, velas aromáticas, música tranquila.
Que el deseo estuviera encen-dido no era resultado de alguna alineación cósmica o evento casual, las dinámicas al interior de la pare-ja mantenían abierta la puerta a las
relaciones. Recobrar el placer per-dido puede ser cuestión de quererlo y hacer un esfuerzo personal en ese sentido.
Una señal de alerta es el abu-rrimiento. Su presencia representa un declive de la libido. Combatirlo requiere saber qué es lo que pide el cuerpo, identifi car contextos ca-paces de infl uir, de buen modo, en la excitación y los despertadores de la acción. A la par de la disposición al encuentro, se recomiendan las ac-tividades excitantes, por ejemplo, bailar, o esencialmente conjuntas,
salir a dar un paseo o acudir a un espectáculo, para tender puentes, hablar sobre lo hecho y retomar el hábito de compartir. Comunicarse es un paso esencial a la hora de po-ner manos a la obra y recuperar el ejercicio amoroso.
No está de más buscar noveda-des e introducirlas en la rutina: usar lencería, recurrir a la literatura eró-tica o abrir el álbum de las fantasías.
La inercia sexual se rige por una ley de la física: un cuerpo en repo-so permanece así a menos que una fuerza externa actúe. De ahí se des-prende la necesidad de que uno de los dos tome las riendas y corrija el rumbo.
Un riesgo inherente a la pereza carnal es confundir una simple mala costumbre, la falta de sexo, con algo más profundo.
No obstante, siempre es bueno saber identifi car en qué lugar se ubi-ca la relación. En ocasiones, algunas parejas se convierten en excelentes amigos y nada más. Conservan el es-tatus de compañeros, o de confi den-tes, pero sin el deseo de conectar en la intimidad.
Redacción S. N.
18 • S I G L O N U E V O
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