Título de la investigación
La violencia social delincuencial asociada a la salud mental en los salvadoreños
Investigador:
José Ricardo Gutiérrez Quintanilla
Participación:
Arely Villalta de Parada (Decana de la facultad de CC.SS) Francisco Armando Zepeda (Director del CIOPS)
Edgardo Chacón Andrade (Director Escuela de Psicología) Julio Cesar Martínez (Director Escuela de Antropología)
La presente investigación fue subvencionada por la Universidad Tecnológica de El
Salvador. Las solicitudes de información, separatas y otros documentos relativos al presente
estudio pueden hacerse a la dirección postal: calle Arce, 1020, Universidad Tecnológica de El
Salvador; Vicerrectoría de Investigación, Dirección de Investigaciones, Calle Arce y 17. Avenida
Norte, edificio José Martí, 2 nivel, o al correo electrónico: [email protected]
San Salvador, 2011
Derechos Reservados
© Copyright
Universidad Tecnológica de El Salvador
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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Resumen
El presente estudio tenía como objetivo general determinar si existe una relación de la violencia social delincuencial con la salud mental en la población salvadoreña. Para ello, se operacionalizó y construyó un instrumento que midiese el estrés y la ansiedad delincuencial, como indicadores de afectación de la salud mental en la población víctima de la violencia delincuencial. En el estudio, se utilizó un muestreo probabilístico por conglomerados a escala nacional en una muestra de 1.143 personas, de estas 605 (52,8%) son mujeres y 538 (47,1%) son hombres. El grupo de edad mayoritario está entre 26 a 35 años (26,8%). Es un estudio que puede ser tipificado como multimodal (Hernández, Fernández y Baptista, 2006). También podría nominarse expos facto (Montero y León, 2007), con un diseño retrospectivo y
transeccional. Las técnicas utilizadas para la recolección de información fueron la encuesta y la entrevista en profundidad. Se construyeron y validaron para medir las variables del estudio la Escala de estrés y ansiedad delincuencia (ESAD) y la Escala de ambiente familiar (ESAF); se adaptó el Cuestionario de salud general, GHQ-12 (Golbert, 1970). Todos estos instrumentos gozan de fiabilidad y validez en El Salvador. El estudio revela que existe mayor incidencia de estrés y ansiedad delincuencial, y pobre salud mental, en las mujeres y en los residentes urbanos. El modelo de regresión logística demuestra que la ansiedad
delincuencial en la población salvadoreña es explicada en un porcentaje importante por las variables: estresor delincuencial, violencia sociocultural, deterioro de la salud mental y el sexo de la muestra.
Palabras claves: violencia social delincuencial, estrés-ansiedad delincuencial, funcionamiento familiar y salud mental.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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Índice
1 Introducción 5 2 La violencia general 8 3 La familia 15 4 Epidemiología de la violencia en la región en El Salvador 20 5 La violencia y la salud mental 30 6 Estrés general 34 7 La ansiedad 42 8 El método 53
8.1 Participantes 53 8.2 La encuesta 56 8.3 Los instrumentos 56
8.3.1 Escala de estrés social delincuencial (ESAD) 57 8.3.2 Cuestionario de salud general GHQ-12 59 8.3.3 Escala de ambiente familiar (ESAF) 60
9 Entrevista en profundidad 62 10 Procedimiento 62 11 Análisis de resultados 65
11.1 Análisis descriptivos cuantitativos 66 11.1.1 Factores socioculturales de la violencia delincuencial 78 11.1.2 Consumo de alcohol y drogas como indicador de salud mental 81 11.1.3 El funcionamiento familiar como indicador de salud mental 84 11.2 Análisis descriptivo cualitativo 87
11.2.1 Efectos de la violencia delincuencial 93 11.2.2 Impacto emocional 95 11.2.3 Incitadores de la violencia delincuencial 96 11.2.4 Influencia de la falta de oportunidades 97 11.2.5 Violencia delincuencial y violencia familiar 99 11.2.6 Los medios de comunicación y la violencia 101
12 Análisis inferencial de resultados 108 13 Modelo explicativo de la ansiedad delincuencial 123 14 Discusión de resultados (cuantitativos) 126
14.1 Discusión cualitativa 135 14.2 Discusión inferencial 139 15 Estrategias de solución o recomendaciones 147 16 Referencias 150 17 Apéndices (1,2,3) 162
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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Notas del autor
Agradecimientos y reconocimientos
Francisco Armando Zepeda, director ejecutivo del Ciops de la Utec, por su empeño, actitud positiva y proactiva, y sus valiosos aportes técnicos en el
cálculo del muestreo, la planificación y ejecución operativa en la recolección de la información a escala nacional. También, un reconocimiento especial a
los profesionales y profesores de Utec que se desempeñaron excepcionalmente como coordinadores y supervisores los días del trabajo de
campo.
Arely Villalta de Parada, decana de la Facultad de Ciencias Sociales; Edgardo
Chacón Andrade, director de la escuela de Psicología, y Julio Martínez, director de la escuela de Antropología, por sus valiosos aportes en la fase de
planificación del proyecto. Asimismo, por sus contribuciones en la selección de los estudiantes de psicología que fueron parte esencial en el proyecto. Por
ello, mi reconocimiento y gratitud sincera.
Noris Isabel López de Castaneda, vicerrectora de Investigación, y Blanca Ruth
Orantes, directora de Investigación de la Utec, por la confianza depositada en este servidor, por su comprensión y el apoyo decidido durante el
desarrollo del proyecto. Sin este soporte fundamental, el proyecto no hubiere sido posible. Por todo ello, muchas gracias.
Camila Calles Minero, profesora e investigadora de la Utec, por su atenta y valiosa colaboración en la revisión de la redacción de los resultados del
informe final. Muchas gracias.
Un reconocimiento especial a los 77 estudiantes de psicología que con mucho empeño y dedicación participaron en la administración de la batería
de pruebas en las diferentes ciudades y departamentos del país. También, mi gratitud a los estudiantes de las otras carreras que eficientemente
trabajaron en el procesamiento de la información recolectada a escala nacional.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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La violencia social delincuencial relacionada con la salud mental en los salvadoreños
1. Introducción
La violencia social delincuencial es definida como el contexto
comunitario donde vive una sociedad, caracterizado por la frecuente
presencia de diferentes tipos de delitos como: homicidios, lesionados,
extorsiones, robos, asaltos y secuestros, cometidos por grupos
delincuenciales, por ejemplo: las pandillas, los narcotraficantes, grupos
de sicarios, etc. En general, estos tipos de delito son cometidos en las
colonias, los barrios, en los autobuses, en las calles, en las plazas y
parques; eventos que con el paso del tiempo van afectando la
estabilidad emocional y mental de las personas que los experimentan.
Sus efectos pueden manifestarse en temor, fobias, insomnio, estrés,
ansiedad, depresión, y en algunos casos puede llegar a un estrés pos
traumático, y a otras alteraciones mentales.
En el año 2009 ocurrieron 4.382 homicidios, mientras que en el
2010 hubo 3.985 (Policía Nacional Civil, PNC, 2010), siendo la
población general salvadoreña víctima constante del acecho de estos
grupos delincuenciales. Es por ello que el equipo de investigadores se
ha trazado como objetivo general determinar si el contexto social
delincuencial en que viven los salvadoreños está relacionado con la
salud mental y otras variables como el ambiente, familiar, el consumo
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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de drogas y alcohol. Es este contexto de violencia social delincuencial
en que vive permanentemente la población salvadoreña el que ha
motivado al equipo a formularse algunas hipótesis generales sobre el
problema. Entre estas se tienen: “la violencia social delincuencial es un
factor que está asociado a la sensación de inseguridad y a la pérdida de
confianza en el sistema”, “El contexto de violencia social delincuencial está
relacionado con los niveles de estrés social de la población”, “El estrés social
delincuencial está asociado con la ansiedad, la salud mental, la estabilidad
emocional familiar y comunitaria de la población salvadoreña”.
En estudios realizados en la población salvadoreña se ha
encontrado alta incidencia (arriba del 50%) de alteraciones mentales,
como ansiedad, disfunciones sociales y trastornos psicosomáticos
(Gutiérrez, 2010). Estos problemas mentales fueron asociados con
variables sociodemográficas como la edad, el sexo, lugar de residencia
(urbano o rural), nivel educativo, entre otras. En este miso sentido, en
los últimos cinco años El Salvador ha vivido en un contexto de
violencia social delincuencial que, de alguna forma, podría estar
relacionado con los problemas y la falta de salud mental que presenta
la población. El estrés social que experimenta la población resultante de
factores psicosociales como el desempleo, la falta de oportunidades, la
violencia delincuencial y la insatisfacción de sus necesidades básicas,
son variables que están vinculadas a la salud mental. En consecuencia,
los resultados de la violencia delincuencial se observan en la población
mediante alteraciones como ansiedad generalizada, temor, fobias,
signos de depresión e insomnio; síntomas que son el resultado de la
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exposición constante a un estrés social delincuencial. En este estudio se
pretende establecer si existe el estrés social delincuencial, y si este está
asociado con indicadores de problemas de salud mental en la
población salvadoreña.
Existen diversos estudios que explican la relación de las
conductas violentas del victimario con su salud mental. Sin embargo,
no existen estudios que expliquen los efectos de un contexto de
violencia delincuencial como los antes mencionados en la salud mental
de la comunidad y de las personas que son víctimas directas o
indirectas del contexto de violencia social delincuencial. Espinoza
(2009) expresa que la violencia se presenta en diferentes formas y tipos:
autoinfligida, interpersonal y colectivo-estructural; cada una con
distintos subtipos cuya naturaleza es diferente, y que puede ser física,
psicológica, sexual, o por negligencia, abandono u omisión (OMS, 2003), lo
que significa que no se pueden generalizar los actos violentos como si
fueran iguales.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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2. La violencia general
Según Ostrosky (2009), existen dos tipos de violencia: primaria y
secundaria. La primaria es producto de una causa biológica aunada a un
medio adverso que crea una personalidad antisocial, personas que son
cometen crímenes, sin remordimiento. En esta categoría entrarían los
secuestradores, los narcotraficantes, asesinos seriales, los sicarios, los
extorsionistas, los delincuentes comunes y los miembros de pandillas.
La profesora Ramírez, psicoanalista, explica que la violencia es uno de
los instintos más primitivos del hombre, que le ha permitido sobrevivir
cuando el ambiente es hostil y adverso; en estos casos es adaptativa. El
problema es cuando la violencia es resultado de una falta de control de
impulsos, una respuesta desesperada por cumplir nuestros objetivos y
necesidades, entonces se dispara ante la frustración. Esto ocurre,
principalmente, cuando se vive en sociedades y familias agresivas. La
violencia secundaria es consecuencia de una enfermedad neurológica
como la depresión, esquizofrenia, epilepsia del lóbulo temporal o bien
alguna secuela provocada por un golpe, tumor o por consumo de
drogas. Si a esto le sumamos un ambiente adverso con elementos que
disparan la agresividad de las personas como: crisis, estrés, falta de
oportunidades, desigualdad, inseguridad, estas personas estallan en
conductas violentas contra quien sea o contra aquello que les genere
frustración. Desde esta perfectiva, tanto la violencia primaria como la
secundaria serían factores desencadenantes de conductas (violentas)
antisociales, como las cometidas por la delincuencia común y el crimen
organizado: las pandillas delincuenciales y el narcotráfico,
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
9
respectivamente Lo esencial de este contexto de violencia son las
consecuencias que genera la criminalidad (ejemplos: México,
Guatemala y El Salvador); son los efectos emocionales y mentales que
producen en la comunidad y en las personas que los viven, observan y
experimentan frecuentemente, y que, en la mayoría de veces, son
víctimas de la violencia delincuencial.
En el estudio MacArthur (1998), se observaron dos predictores
de la conducta violenta: uno, la psicopatía, y dos, el haber sido víctima
de malos tratos durante la infancia. Este mismo estudio encontró que la
tasa de violencia fue significativamente superior en los esquizofrénicos
y en aquellos que eran consumidores de sustancias psicoactivas y/o
alcohol. Muñoz-Zafra (2009) plantea que la personalidad psicopática
posee dos grandes factores disfuncionales: el afectivo y el conductual. En
lo afectivo destaca su insensibilidad, fuerte narcisismo y frialdad
emocional. Las características de sus disfunciones conductuales
coinciden con los síntomas recogidos en el trastorno antisocial de la
personalidad. Por tanto, la mayoría de los psicópatas serán considerados
como poseedores de un trastorno antisocial; pero no todos los
diagnosticados con este último deberán ser considerados como
psicópatas. Uno de los autores más relevantes en el tema es Hare,
(1999). Él establece la siguiente clasificación de individuos psicópatas:
primarios, secundarios y sociópatas. El secundario se ve afectado por
ansiedad, remordimientos e introversión; el sociópata se caracteriza por
una socialización adecuada, carece de una figura parental correcta; este
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ha crecido en un ambiente pobre y hostil. Pero los que llaman la
atención son los psicópatas primarios. A diferencia del anterior, han
recibido una educación correcta, no tiene una afectividad sincera o
auténtica, y no temen al castigo. Se descartan en estos individuos los
trastornos del pensamiento, son extrovertidos y no padecen ansiedad;
son narcisistas y egocéntricos; no les importa utilizar a los demás para
su propio beneficio. Estos últimos no tienen capacidad para la
autocrítica, son impulsivos y al no temer al castigo; no aprenden de las
experiencias previas. Según hare (1999), los psicópatas no sienten
ninguna angustia personal ni tienen problema alguno; el problema lo
tienen quienes tienen que tratar con ellos.
Taveras (2010), en su enfoque de la etiología de la violencia,
menciona la base biológica, donde expresa que hay una serie de
pacientes, personas con problemas mentales, que son proclives a
manifestar conductas violentas (ej: ansiedad, depresión, paranoidismo,
esquizofrenia). El componente psicológico, de amplio manejo y estudio,
es en el desarrollo psicológico del individuo en contacto con su
entorno; el que mejor explica, entiende y responde etiológicamente al
problema de delincuencial. El componente social es cómo la sociedad va
impactando y configurando al individuo. Es en este vínculo, entre lo
biológico, lo psicológico y el contexto social, que se desarrolla y
conforma el individuo con una personalidad con rasgos o
características individuales con capacidad de expresar violencia social.
Por otra parte, este mismo autor plantea quela pobreza no es un gestor
de la violencia y explica que la pobreza por sí misma no es la gestora
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de la delincuencia. Pero afirma que en la conducta delincuencial el
incentivo económico es el factor más importante: el robo, los asaltos y
secuestros con violencia o sin ella. Es bastante reconocido que la
pobreza en sí misma no genera la violencia; sin embargo, el estado de
pobreza puede empujar como un factor catalizador para cometer
acciones violentas. Desde el punto de vista social, también existen
factores de riesgo desde el contexto familiar, social y comunitario.
Espinoza (2009) expresa que la violencia se presenta en diferentes
formas y tipos: autoinfligida, interpersonal y colectivo-estructural,
cada una con distintos subtipos, cuya naturaleza es diferente; puede
ser física, psicológica y sexual, o por negligencia, abandono u omisión
(OMS, 2003), lo que significa que no se pueden generalizar los actos
violentos como si fueran iguales. Por ejemplo, un solo acto puede estar
dentro de la violencia colectivo-estructural y en el subtipo de la
violencia política, la cual puede ser ejercida tanto desde el Estado
(mediante la policía o las fuerzas armadas). Una de las consecuencias
de la violencia social e individual es su impacto en la salud mental de
las víctimas, la que se puede manifestar de múltiples formas, entre
ellas la ansiedad fóbica, la depresión, trastornos del sueño y
alteraciones psicosomáticas, entre otras. Como evidencia se pueden
señalar los efectos psicológicos del abuso doméstico en la mujer.
González-Arenas (2006) indica que las mujeres maltratadas
experimentan enorme sufrimiento psicológico debido a la violencia;
muchas están gravemente deprimidas o ansiosas, mientras otras
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muestran síntomas del trastorno de estrés postraumático. Es posible
que estén fatigadas de forma crónica, y que no puedan conciliar el
sueño. Estas víctimas pueden tener pesadillas o trastornos de los
hábitos alimentarios, recurrir al alcohol y las drogas para disfrazar su
dolor, o aislarse y retraerse, sin percatarse que se están metidas en
otros problemas menos graves, pero dañinos igualmente.
El comportamiento violento cruza constantemente las fronteras
entre el individuo, la familia, la comunidad y sociedad (Malvaceda-
Espinoza, 2009). A su vez, sus consecuencias abarcan estos ámbitos
(Unicef, 2006). Por tanto, teniendo en cuenta que la violencia no puede
ser explicada por factores aislados, debido a que es el resultado de un
sistema, se considera importante el aporte de Bronfrenbrenner (1987)
quien afirma que “la violencia es el resultado de la acción recíproca de
factores individuales, relacionales, comunitarios, sociales y
temporales” (enfoque ecológico), enfoque asumido por la OMS (2003).
Bronfrenbrenner (1987), plantea el enfoque ecológico para
comprender los diferentes niveles de relación de la violencia, los cuales
se mencionan a continuación. El nivel individual, son los factores del
neurodesarrollo y la historia personal que influye en el
comportamiento; el nivel relacional, que incluye las relaciones sociales,
las existentes en la escuela, la familia y el trabajo; el nivel comunitario,
son los determinados ámbitos que favorecen la violencia más que
otros; por ejemplo, el cambio continuo de domicilio, la heterogeneidad
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de los ingresos, la densidad poblacional y las comunidades
consideradas en alto riesgo están asociados a un tipo de violencia; el
nivel social, aquí se mencionan los factores macroestructurales: se debe
tratar necesariamente de la profunda disparidad socioeconómica que
genera la violencia, diferencias que se consideran naturales; la pobreza
y la riqueza como categorías estáticas en la sociedad, llegando a la
institucionalización de la violencia, lo cual implica hacerla formal dentro
de la estructura social, es decir, establecer la violencia como algo
cotidiano, normal, hasta su justificación por quienes tienen el poder en
un país; y el nivel histórico (cronosistema): el tiempo específico en el cual
se ejecuta un acto de violencia resulta importante para su análisis, ya
que toma en cuenta también las motivaciones históricas de las
personas, los grupos o los colectivos para efectuar actos de violencia.
Como puede apreciarse, el modelo ecológico tiene un gran poder
explicativo, ya que permite entender las múltiples causas de la
violencia y la interacción de los factores de riesgo que operan desde
dentro de las personas, sus relaciones, en la comunidad y en los
ámbitos social, cultural e histórico.
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española (RAE
2001), la violencia es la cualidad de violento, acción y efecto de violentar o
violentarse; así mismo, es algo que está fuera de su natural estado y que
obra con ímpetu o fuerza. Por otra parte, la agresión es definida como
el acto de acometer contra alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño. Se
deberá entender que la agresión es una expresión extrema de la
violencia, en la cual se atenta contra la persona y que es intencional, ya
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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que constituye un acto para hacer daño. Mientras que la violencia
presenta un carácter general que implica sacar algo de su natural estado.
Frecuentemente encontramos confusión en relación con estos dos
términos, sobre todo con el segundo. Algunos autores se refieren a la
violencia como forma extrema de la agresión (Alarcón, 1986), confusión que
conduce al uso inadecuado y muchas veces malintencionado de los
términos, los cuales pueden ser manipulados por el emisor. Lesionar a
otra persona no constituye un acto de agresión por sí mismo; lo será
siempre y cuando tenga el carácter de intencionalidad, aunque es difícil
establecer que existe o no intención. Moreno (2001) señala que hay
cientos de actos en los que se aplica un exceso de fuerza, y que son
considerados lícitos, correctos y necesarios (empujar a un niño que va a
ser atropellado, sacar una muela, abandonar la casa materna, etc.). Pero
la mayor parte de actos violentos son considerados como no necesarios
por quienes los sufren, y se interpretan como algo negativo atribuible a
la voluntad de quien aplica la fuerza. En estos casos hablamos de
agresión: empujar violentamente a un niño cuando nos pregunta
insistentemente algo, sacar una muela en una sesión de tortura o
abandonar a su suerte a unos padres enfermos y desvalidos (Moreno,
2001).
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3. La familia
En el tema de la familia está el reconocimiento de que esta es la
unidad o “célula” básica de la sociedad. Gubbins et al. (1999)
argumentan que los aportes de la antropología han permitido
demostrar que la familia, como institución social, aparece en todas las
sociedades conocidas. Con el paso del tiempo, va perdiendo el carácter
permanente por necesidades propias del desarrollo vital, que conlleva
la asociatividad con otros individuos y sistemas sociales externos al
grupo familiar, pero siempre se pertenece a una familia a lo largo de la
vida. La familia pasa por un conjunto de situaciones desequilibrantes,
tales como violencia, separación (D’Antoni&Koller, 2000; Mora, 2005 y
Campo-Redondo et al., 2003), ausencia paterna (Miguel & Vargas,
2001), intento de suicidio (Valadez et al., 2005) entre otras alteraciones
que se alejan del estado de bienestar. De ahí, que la salud familiar es
vista como una dimensión biopsicosocial (Graça y Edward, 2006).
Desde la perspectiva de Silva et al. (2000), se comprende la salud
familiar como la estabilidad de la dinámica interna del cumplimiento
de las funciones como familia. En tal sentido, Barcelata y Álvarez
(2005) señalan que los patrones de interacción familiar generan
distorsiones y violencia hacia algunos de sus miembros. Ejemplos: los
niños, las esposas. Así, el núcleo familiar busca el desarrollo de sus
integrantes y tiene la capacidad de enfrentar los cambios del medio
social y de su propio grupo, propiciando el desarrollo y crecimiento
individual según las exigencias de cada etapa de la vida.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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Dentro de este marco, se comprende que la relación en el núcleo
familiar es fundamental para su salud. Se observa en la escala de
satisfacción de Barraca y López (1997) la presencia preponderante de la
mediación de la interacción en el proceso. Quiroga y Sánchez (1997)
plantean que un ambiente considerado importante para explicar su
satisfacción global es la familia, o espacio intersubjetivo de mayor
grado de relación en la vida de un ser vivo. En efecto, en lo que
enfatiza Silva et al. (2000), es en el fundamento de la relación. En este
orden de ideas, Carrasquilla (1994) explicita que la persona es, en
esencia, un ser de relación. Se realiza en la medida en que se relaciona
con el otro, y se frustra en la medida en que no lo logre.
La importancia de la alteridad familiar radica en que gran parte
de los recursos dispuestos por el individuo para definir sus relaciones
humanas y sociales derivan, en primera instancia, de las vinculaciones
establecidas con los miembros y los distintos subsistemas de su hábitat
de origen. Gubbins et al. (1999) señalan que dentro de estos recursos se
encuentran las personas, parientes o aquellos percibidos como tales
por el individuo, y aquellos de carácter simbólico expresados por
derechos, obligaciones, historias y vivencias compartidas; patrones
morales y cognitivos. Estos recursos contribuirían en gran medida a la
satisfacción de necesidades biológicas, psicológicas y sociales;
requisitos relevantes para el desarrollo integral del ser humano. A su
vez, influirían en la formación de creencias, hábitos e indicadores de
riesgo para definir actitudes y conductas frente a la alimentación, las
relaciones interpersonales, el entorno social y ambiental, la enfermedad
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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y la muerte. Es por ello que Vielma (2003) presenta la familia desde su
papel socializador, y termina influyendo en la promoción de las
patologías y de los desequilibrios. Es desde esta última perspectiva que
estudiar la dinámica familiar de la población salvadoreña recobra
mayor relevancia debido a que en El Salvador existen muchos hogares
desintegrados por múltiples razones; entre ellas, la migración, madres
solteras, embarazos prematuros (14 a 18 años); también, se afirma que
en cerca del 40% de los hogares salvadoreños la cabeza de hogar es una
mujer. En este contexto, surgen muchas preguntas; por ejemplo:
¿Cómo este fenómeno afecta a los hijos de estas familias?, ¿qué
problemas emocionales y psicológicos han desarrollado?, ¿existe la
adecuada supervisión y control de estos niños?, ¿qué tipo de relaciones
sociales y afectivas existen entre los miembros de la familia?
En este sentido, se comprende que a través de la socialización
todos los individuos quedan sumergidos en un mundo que deja
huellas. En efecto, Gubbins et al. (1999) advierten que la familia está
implicada en las situaciones de salud y enfermedad de sus integrantes,
no solo debido a la transmisión de pautas culturales al respecto, sino
por el proceso de influencia recíproca que acontece en la dinámica
interna familiar. Plantea bases para decir que si, por ejemplo, un
integrante de la familia se enferma, su estado afecta en mayor o menor
medida al resto de los integrantes del grupo. El grado en que se vea
afectada por la enfermedad de uno de sus miembros dependerá de
múltiples factores. Entre ellos podemos destacar el grado de cohesión
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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interna del sistema y en el ámbito de cada uno de sus subsistemas;
autoconocimiento y significados socioculturales atribuidos al malestar
experimentado, información de la relación entre malestar y
enfermedad. En este sentido, la socialización constituye la base para la
salud familiar.
La familia es la unidad social, y se la considera como una
organización social primaria que se caracteriza por sus vínculos y por
las relaciones afectivas que en su interior se dan, constituyendo un
subsistema de la organización social. Los miembros del grupo familiar
cumplen papeles y funciones al interior de esta; funciones y papeles
que son los que permiten relacionarse con otros sistemas externos, tales
como el barrio, el trabajo, la escuela, etc. Es dentro del grupo familiar
en donde se aprenden los valores y se transmite la cultura, la cual será
filtrada y orientada por cada sistema. La ubicación geográfica de este
sistema familiar (rural o urbano) determina también ciertas
características de la organización y los papeles que en ella se dan.
El concepto de ecosistema (Bronfenbrenner, 1979) postula que la
conducta individual se puede explicar mejor al comprender el contexto
ambiental en el que se presenta. En este sentido, el ambiente humano
es en extremo complejo, pues se incluyen dimensiones físicas,
estructuras sociales, económicas y políticas. No es fácil ni sería
consistente postular un modelo de familia normal y patológica, por lo
que nuestra atención deberá estar centrada en la funcionalidad o
disfuncionalidad familiar, fijándonos en cuáles son las estructuras,
procesos y paradigmas que permiten a la familia cumplir sus funciones
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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esenciales, que las podemos resumir en: lograr un desarrollo integral
de las personas en el contexto familiar, en sus diferentes etapas del
ciclo evolutivo, y favorecer el proceso de socialización. El modelo
estructural se define como "el conjunto invisible de demandas
funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros
de una familia" (Minuchin, 1977). Estas pautas establecen cómo,
cuándo, y con quién cada miembro de la familia se relaciona,
regulando la conducta de sus miembros.
En este estudio nos interesa analizar la dinámica familiar como
unos de los factores esenciales en la promoción y protección de la salud
general; pero también interesa evaluar la posible existencia de
disfunciones familiares (mala comunicación, diferentes tipos de
maltrato, el apoyo social, emocional y psicológico) que pueden
terminar conformando factores desencadenantes de diversas
psicopatologías como el estrés, la ansiedad, la depresión, entre otros
problemas de naturaleza física y mental. Referente al contexto familiar,
estudios previos señalan (EstévezLópez, Musitu y Herrero, 2005), por
ejemplo, que el ambiente familiar negativo, caracterizado por los
problemas de comunicación entre padres e hijos adolescentes,
constituye uno de los factores familiares de riesgo más estrechamente
vinculado con el desarrollo de problemas de salud mental en los hijos,
tales como la presencia de síntomas depresivos, ansiedad y estrés (Field
y Diego, 2001;Garber, 1996; Musitu, García y Gutiérrez, 1991; Liu, 2003).
Como contrapartida, la comunicación familiar abierta y fluida, es decir,
el intercambio de puntos de vista de manera clara, respetuosa, afectiva
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y empática entre padres e hijos (Maganto y Bartau, 2004) ejerce un fuerte
efecto protector ante los problemas de salud mental, e influye
positivamente en el bienestar psicológico del adolescente (Cava, 2003;
Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001). El modelo propuesto sugiere que los
problemas de comunicación familiar se convierten en malestar
psicológico en el hijo; también sería posible que el malestar psicológico
del hijo influya negativamente en el clima familiar y provoque
problemas de comunicación entre padres e hijos. De hecho, en estudios
longitudinales recientes se ha mostrado esta bidireccionalidad en la
asociación entre el clima familiar negativo y los problemas de ajuste
psicológico en los hijos adolescentes, como en la sintomatología
depresiva (Begotti, Borca, Calandri, Cattelino e Ingoglia, 2004; Murphy y
Reiser, 1999).
4. Epidemiología de la violencia en la región y El Salvador
El fenómeno de la violencia, concretamente la violencia
delincuencial en la región de Centroamérica, está relacionado con
diferentes factores políticos, económicos y psicosociales. Dentro de
estos factores se podría mencionar la falta de oportunidades, el
desempleo, el pobre nivel educativo, la inexistencia de incentivos a la
pequeña y mediana empresa, la falta de apoyo a los agricultores, una
pobre política social; pensiones, salud, educación, etc. La situación
generalizada antes señalada presiona a muchos salvadoreños a buscar
mecanismos de sobrevivencia, entre ellos la migración y la
delincuencia. Estos factores estructurales están asociados con la
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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existencia de organizaciones criminales: narcotráfico, crimen
organizado y las pandillas, encontrando en este tipo de actividad la
oportunidad de conseguir dinero mediante el tráfico de drogas, las
extorsiones, el sicariato, el robo y el hurto en general. El factor
psicosocial se refiere a que las personas que conforman estas
estructuras criminales las impactan y determinan sus propios estilos de
vida, su personalidad y, en muchos casos, presentan alteraciones en su
estabilidad mental normal. Ejemplo: el trastorno disocial de
personalidad, la depresión, la ansiedad, el paranoidismo, las fobias y el
consumo de drogas y alcohol. Así mismo, estas afectan la estabilidad
emocional, psicológica y mental de las personas que son víctimas
directas o indirectas de la delincuencia. Estos efectos se ven expresados
en la persona como inquietud, miedo, temor, fobias, estrés, ansiedad,
depresión, nerviosismos, falta de sueño, entre otros problemas
mentales.
De los países de Centroamérica, Guatemala, El Salvador y
Honduras, son los que representan los mayores índices de violencia
delincuencial de Latinoamérica. El crimen y la violencia conllevan
costos económicos abrumadores a escala nacional. Dichos costos son
estimados en cerca 8% del producto interno bruto (PIB) regional,
incluyéndose la seguridad de los ciudadanos (Banco Mundial 2011), los
procesos judiciales y el gasto del sistema de salud. El crimen y la
violencia también debilitan el crecimiento económico no solamente por
los salarios perdidos, sino porque contaminan el clima de las
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
22
inversiones y desvían los escasos recursos gubernamentales para
fortalecer la aplicación de justicia; recursos que bien podrían utilizarse
en promover la actividad económica, generando más empleo y
oportunidades a la población, mejorando su estilo de vida.
Previniendo, de esta forma, el incremento de la violencia social y
delincuencial en el país.
Según el BM (2011), las tres causas principales de la violencia en
la región son: el tráfico de drogas, la violencia juvenil y las maras, y la
disponibilidad de armas de fuego. La violencia juvenil y las maras son
una preocupación fundamental en Centroamérica. Los hombres de
entre 15 y 34 años de edad constituyen la abrumadora mayoría de las
víctimas de homicidio, y también forman parte de las maras juveniles.
Existen más de 900 maras que operan en Centroamérica hoy en día,
con un estimado de 70 mil miembros. Mientras que las maras, sin
duda, contribuyen a la violencia en El Salvador, Guatemala y
Honduras, estudios independientes indican que aproximadamente 4.5
millones de armas pequeñas se encontraban en la región en 2007, la
gran mayoría de las cuales eran ilegales. Debido a lo anterior, las armas
a menudo se utilizan en los crímenes violentos. Un estudio de 2008 del
Small Arms Survey, con sede en Ginebra, reveló que las armas de fuego
estaban presentes de manera abrumadora en incidentes reportados
como crímenes violentos en Guatemala y El Salvador.
Por otra parte, los costos económicos que la violencia impone
sobre El Salvador (Acevedo, 2008) abarcan una amplia variedad de
categorías, que van desde los costos preventivos en que la sociedad
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
23
incurre para minimizar el riesgo de la violencia y amortiguar su
eventual impacto (por ejemplo, el gasto en seguridad privada y los
seguros de vida o contra robos) hasta los costos incurridos como
resultado de la ocurrencia de hechos de violencia; como los costos
médico hospitalarios de las víctimas; costo de oportunidad de las vidas
perdidas y de la pérdida de producción, costos intangibles derivados
del daño psicológico, entre otros; pasando por los costos institucionales
(legales, judiciales y policiales) incurridos para prevenir y/o combatir
la violencia.
La violencia, la delincuencia y la inseguridad constituyen uno de
los temas de mayor preocupación de la sociedad salvadoreña. Con
tasas de homicidios superiores a 60 muertes por cada 100 mil
habitantes y altos índices de otras expresiones de violencia, tales como
lesiones, robos, hurtos, extorsiones, violencia de género e intrafamiliar.
El Salvador se coloca a la cabeza de los países más violentos de
Latinoamérica y del mundo (ver tabla 1). El auge de la violencia, y la
elevada percepción de inseguridad que acompaña en la mayoría de la
población, afecta la vida cotidiana y la calidad de vida de las personas
e incide negativamente en el desarrollo humano.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
24
Tabla 1. Tasa de homicidios en Latinoamérica (homicidios por cada 100 mil habitantes).
No. País/región Tasa 1 Mundo 9,0 2 Europa 8,0 3 América Latina (2003-2006) 24,8 4 Centroamérica (2006) 36,6 5 México (2003) 28,7 6 Belice (2006) 33,0 7 Guatemala (2006) 45,2 8 El Salvador (2006) 67,8 9 Honduras (2006) 42,9 10 Nicaragua (2006) 12,5 11 Costa Rica (2006) 7,7 12 Panamá (2006) 11,3 13 Republica Dominicana (2006) 23,6 14 Sudamérica (2003-2006) 22,6 15 Países Andinos (2003-2006) 29,4 16 Colombia (2005) 42,0 17 Ecuador (2005) 16,8 18 Bolivia (2003) 18,1 19 Perú (2003) 5,1 20 Venezuela (2005) 41,2 21 Cono Sur (2005) 4,7 22 Argentina (2005) 5,7 23 Chile (2005) 2,0 24 Uruguay (2005) 5,6 25 Brasil (2005) 24,0 26 Paraguay (2005) 16,1
Fuente:” Los costos económicos de la violencia en El Salvador” (Acevedo,2008). América Latina Hoy.
El Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop, 2007), de la
Universidad Centroamericana (UCA), señalaba que «la situación de
crimen e inseguridad sigue siendo motivo de enorme preocupación
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
25
ciudadana». Consultados sobre la situación delincuencial en el país, a
finales de 2007, más de la mitad de las personas encuestadas (52,4%)
expresaron que la violencia aumentó respecto al año anterior. Por otra
parte, el 19,4% de la ciudadanía declaró haber sido víctima de un
hecho delincuencial en forma directa. Según información de la base de
datos conjunta del Instituto de Medicina Legal (IML), la Fiscalía
General de la República (FGR) y la Policía Nacional Civil (PNC), en
2006 se registraron 3.928 homicidios a escala nacional, lo cual
implicaría una tasa de casi 68 homicidios por cada 100 mil habitantes,
esto es 6.8 veces la tasa considerada epidémica por la Organización
Panamericana de la Salud (OPS). De acuerdo con la OPS, un índice
«normal» de criminalidad es el que se halla entre 0 y 5 homicidios por
cada 100 mil habitantes por año. Cuando el índice de homicidios
excede de 10, una sociedad se enfrenta a un cuadro de criminalidad
“epidémica”. Esta es la situación de El Salvador y de la mayoría de
países de América Latina. En 2007, el número de homicidios había
disminuido a 3.497, con lo cual la tasa correspondiente también se
habría reducido a poco más de 61 homicidios por cada 100 mil
habitantes. En el 2010 el número de homicidios fue de 3.987, con una
tasa de 69.9 homicidios por cada 100 mil habitantes. Observándose un
incremento con relación al 2007, hay que destacar que, en el año 2009,
estas cifras se dispararon con una incidencia de 4.382 homicidios y una
tasa de de 76.9 homicidios por cada 100 mil habitantes. En estos datos
se puede apreciar que hay una leve disminución en el año 2010 en
comparación con el año 2009 (ver tabla 3).
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
26
Tabla 2. Tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes por país y
año en la región de Centroamérica.
Fuente: PNUD. Informe de Desarrollo Humano para América Central, 2009-2010
La etiología de la violencia en El Salvador (Acevedo, 2008) es un
fenómeno multicausal arraigado en una diversidad de factores, y en el
cual confluyen diversas dinámicas. No obstante las dificultades
metodológicas para lograr una categorización adecuada de las
variables generadoras de violencia, estas pueden agruparse en cuatro
categorías: 1) variables relacionadas con las condiciones generales de
pobreza e inequidad; 2) dificultades de acceso a educación y falta de
oportunidades laborales, particularmente para la inserción de la
población joven en el mercado de trabajo (tasas de desocupación y
subempleo juvenil); 3) factores asociados con la expansión del crimen
organizado y el fenómeno de las pandillas o maras; y 4) debilidades
del marco institucional para enfrentar el problema de la violencia con
un enfoque preventivo efectivo.
País 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Belice 19 25 30 24 27 28 31 30 32
Costa Rica 6 6 6 7 7 8 8 8 11
El Salvador 45 40 39 40 49 62 65 57 52
Guatemala 28 30 32 37 38 44 47 45 48
Honduras 69 65 35 37 46 50 58
Nicaragua 9 10 10 12 12 13 13 13 13
Panamá 10 10 12 11 10 11 11 13 19
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
27
Tabla 3.Frecuencias y porcentajes de delitos cometidos en El Salvador del año 2007 a 2010
TIPOS DE DELITO
2007 2008 2009 2010 Fx % Fx % Fx % Fx % Hurto 9.643 19,85 9.830 21,45 9.869 19,54 9.629 19,83
Robo 6.674 13,74 6.278 13,70 6.301 12,48 5.366 11,05
Lesiones 3.879 7,98 3.807 8,31 3.811 7,55 3.964 8,17
Homicidio 3.497 7,20(61.5a) 3.179 6,94(55.7a) 4.382 8,68(76.9a) 3.987a 8,21(69.9a)
Extorsión 2.497 5,14 2.729 5,95 4.528 8,97 3.992 8,22
Hurto de vehículo 1.998 4,11 2.031 4,43 2.159 4,28 2.312 4,76
Robo de vehículo 1.421 2,93 1.179 2,57 1.215 2,41 999 2,06
Violación 725 1,49 599 1,31 660 1,31 681 1,40
Homicidio culp. acc. tto. 1.206 2,48 1.206 2,63 1.118 2,21 1.044 2,15
Robo y hurto de veh. (merc.) 468 0,96 334 0,73 331 0,66 239 0,49
Secuestros 15 0,03 10 0,02 6 0,01 29 0,06
Otros delitos (*) 16.557 34,08 14.650 31,96 16.121 31,92 16.305 33,59
TOTAL 48.580 100,00 45.832 100,00 50.501 100,00 48.547 100,00
Fuente: Policía Nacional Civil, PNC, 2011; (a) = Tasa de homicidios por cada 100. mil habitantes; (*) En otros delitos se incluyen: violencia
intrafamiliar, daños, privación de libertad, amenazas, disparos con arma de fuego, otros abusos sexuales, inducción al abandono, maltrato infantil,
resistencia, etc.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
28
En un informe la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (UnitedStates Agency for International Development,
Usaid), en el que se evalúa la magnitud del fenómeno de la violencia
en cinco países de la región (México, Guatemala, El Salvador,
Honduras y Nicaragua), se ha estimado que el número de miembros
de maras en dichos países podría alcanzar más de 300 mil y que está
ascendiendo (Usaid, 2006). En dicho informe, El Salvador registra una
tasa de 180 pandilleros por cada 100 mil personas.
Entre los costos de la violencia más difíciles de cuantificar están
los “intangibles”, que derivan del dolor y sufrimiento de las víctimas y
sus familiares; de los efectos de largo plazo del abuso infantil y de la
violencia contra las mujeres; de la disrupción de la vida familiar, el
mayor temor e inseguridad por el clima de violencia, los estilos de vida
cambiados, la pérdida de confianza en la comunidad o la ciudad, el
alejamiento de las familias y de los negocios de las zonas de alta
criminalidad, y otros similares. El sufrimiento emocional de una
persona que debe permanecer en su casa, en la noche, por el clima de
violencia imperante en su vecindario, o el hecho de que los niños y
niñas en una comunidad vean limitadas sus capacidades de desarrollo
social, cultural y deportivo y la posibilidad de construir capital social
debido a las condiciones de violencia prevalecientes en su entorno, son
situaciones a las que no puede asignarse fácilmente un valor
monetario, pero que tienen un costo de oportunidad implícito, que en
principio podría ser también expresado en términos económicos.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
29
Los costos en atención médico hospitalaria debido a diferentes
tipos de violencias cometidos contra las personas en El Salvador,
ascendieron a 34.5 millones de dólares, estos solo en el 2007. Al igual
que en otros estudios empíricos sobre los costos de la violencia, en este
trabajo se utiliza el indicador de “Años de vida saludables ajustados
por discapacidad”(Avisa), para estimar los costos indirectos de la
violencia en términos de la producción perdida debido a la
discapacidad temporal o permanente y la mortalidad prematura. El
costo correspondiente se obtiene multiplicando el número de Avisas
por el PIB per cápita, lo cual equivale aproximadamente al valor
presente de los flujos de ingreso monetario que hubiese generado cada
víctima de haber vivido saludablemente los años perdidos por un
hecho de violencia. (El PIB per cápita de El Salvador en 2007 fue,
aproximadamente, 3.513 dólares corrientes). El total de costos de la
violencia en sus diferentes dimensiones ascienden a 416.4 millones de
dólares (2% del PIB) en términos de producción perdida.
Uno de los componentes más difíciles de cuantificar en la
contabilidad de los costos de la violencia lo constituyen los llamados
costos “intangibles” (Acevedo, 2008), los cuales intentan capturar el
daño psicológico o emocional causado a las víctimas de la violencia
(Hornick, Paetsch y Bertrand, 2002). El cálculo de los costos
psicológicos ha sido una práctica común en los casos legales que
buscan establecer el valor monetario de la indemnización debida a las
víctimas de la violencia. Por lo general, tales costos son
significativamente mayores que los costos económicos directos en que
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
30
incurren las víctimas (Miller, Cohen y Rossman, 1993). Los costos del
daño emocional, causado por la violencia contra las personas (2007) es
de 516.2 millones de dólares. (2,5% del PIB). Al calcular las pérdidas
materiales de los hogares y empresas debido a la delincuencia, se
utilizaron los costos unitarios estimados en el estudio del PNUD (2005)
para los diferentes tipos de delito contra la propiedad, ajustados por la
inflación y por la variación registrada por el número de esos delitos
entre 2003 y 2007. De acuerdo con tales cálculos, las pérdidas
materiales debidas a delitos contra la propiedad sufridos por los
hogares y las empresas, en El Salvador en 2007, habrían alcanzado
unos 416 millones de dólares (2% del PIB). De acuerdo con las
estimaciones efectuadas en este trabajo, los costos económicos de la
violencia en El Salvador alcanzaron un total de aproximadamente
$2.225 millones de dólares (10,9% del PIB) en 2007 (Acevedo, 2008).
Esta es una cifra menor que el costo de 11,5% del PIB reportado en el
estudio previo del PNUD (2005). Mientras que los costos totales en
salud debido a la violencia en El Salvador fueron de 4,7% del PIB en el
año 2007.
5. La violencia y la salud mental
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2003), la
prevención de la violencia ha sido un tema prioritario en los últimos
años, de tal manera que debe ser abordada desde el enfoque de la
salud pública, lo que implica un tratamiento desde diversos ámbitos
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
31
para reducir sus niveles de incidencia. Cada año, en el mundo, más de
1.6 millones de personas pierden la vida en forma violenta y muchas
otras sufren lesiones no mortales como resultado de la violencia, sea
esta autoinfligida, interpersonal o colectiva.
Las modernas concepciones de salud fueron reunidas en la
década de los setenta a través de la OMS y formuladas a raíz de la
Conferencia de Alma-Atá. A partir de este momento, se define la salud
como una yuxtaposición de grados de bienestar en los campos
psíquico, físico y social, y no solo como ausencia de enfermedad. Los
diferentes grados de salud permanecen vinculados a variables
biológicas, psicológicas y del entorno. Se podría pensar que la atención
a la salud y a la enfermedad mental sigue centrada en la patología del
cerebro y del sistema nervioso. Sin embargo, existen grades aportes de
la psicología en sus diferentes especialidades y de la sociología. Reyes,
(2007), en su estudio, considera que tener una enfermedad mental es
un hecho que influye en las reacciones violentas. Resulta interesante
que los pacientes, familiares y los vecinos allegados, expresan que sí
influye la condición de estar enfermos en la aparición de la violencia.
Esto surge por la dificultad que presenta la persona en la represión de
sus impulsos; pero señalan que paradójicamente son más agredidos los
enfermos que lo que ellos son capaces de agredir. Estos se reconocen
como víctimas porque, a pesar de estar enfermos, tienen que seguir
interactuando en la sociedad con sus limitaciones. En el estudio
MacArthur (1998), se observaron dos predoctores de la conducta
violenta: uno, la psicopatía, y dos, el haber sido víctima de malos tratos
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
32
durante la infancia. Este mismo estudio encontró que la tasa de violencia
fue significativamente superior en los esquizofrénicos y en aquellos que
eran consumidores de sustancias psicoactivas y/o alcohol.
La enfermedad mental ha sido un factor asociado
tradicionalmente a la delincuencia (Núñez y López, 2009), pues existen
determinados comportamientos criminales que pueden relacionarse o
atribuirse a anomalías mentales. Es preciso tener en cuenta que no todo
criminal o delincuente es un enfermo mental, ni todo enfermo mental
comete actos delictivos. Aunque exista un diagnóstico clínico, debe
existir una relación de causalidad con el acto (Sánchez Gutiérrez, 2000).
O, como afirman Garrido y López (2006), el que alguien desafíe los
principios esenciales que regulan nuestra vida social, forjados a lo
largo de siglos, no es una prueba o una razón suficiente para pensar
que sean locos, enfermos o degenerados. A pesar de los numerosos
estudios llevados a cabo para relacionar la delincuencia y los trastornos
psicopatológicos, no pueden extraerse conclusiones definitivas debido
a que muchas de estas investigaciones se han realizado con
delincuentes privados de libertad, circunstancia que puede favorecer la
aparición de ciertos trastornos mentales, como alteraciones
emocionales, trastorno límite de la personalidad y trastornos
disociativos (Luberto, Zavatti y Gualandri, 1997). La mayor parte de
personas con alguna alteración psicopatológica no comete delitos o su
comportamiento no es violento pero la probabilidad de que esta
circunstancia se produzca es mayor entre las personas con problemas
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
33
de salud mental que entre aquellos que no los tienen (Silver, Felson y
Vaneseltine, 2008).
El porcentaje de psicóticos no es más alto en la población
encarcelada que entre la población no encarcelada, si bien es cierto que
suelen ser más violentos los que se hallan en la primera situación
(Laajasalo y Häkkänen, 2006; Walsh, Buchanan y Fahy, 2002). Existen
algunas alteraciones psicopatológicas frecuentemente diagnosticadas
en los delincuentes presos. Entre estas alteraciones se tienen:
trastornos de conducta y trastorno por déficit de atención con
hiperactividad (Sheerin, 2004; Van Wijk, Blokland, Duits, Vermeiren y
Harkink 2007), los trastornos de personalidad (trastorno de la
personalidad antisocial y/o psicopatía) y estrés postraumático. Estos
últimos son más frecuentes entre la población reclusa que entre la
población general (Goff, Rose, Rose y Purves, 2007). Los trastornos del
estado de ánimo también son más frecuentes entre la población reclusa
(estrés, ansiedad, depresión), con una morbilidad mayor en las
mujeres; aunque el porcentaje más alto de trastornos mentales en la
población ingresada en prisión son aquellos relacionados con el
consumo de drogas (Brink, 2005; Esbec y Gómez-Jarabo, 1999). Por otra
parte, y según Sánchez Bursón (2001), un gran número de enfermos
mentales crónicos terminan en prisión porque no acuden a centros
asistenciales para que les proporcionen la asistencia adecuada.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
34
6. Estrés general
El estrés supone un hecho habitual de la vida del ser humano, ya
que cualquier individuo, con mayor o menor frecuencia, lo ha
experimentado en algún momento de su existencia. El más mínimo
cambio al que se expone una persona es susceptible de provocárselo.
Tener estrés es estar sometido a una gran presión, sentirse frustrado,
aburrido, encontrarse en situaciones en las que no es fácil su control,
tener problemas conyugales, etc. El origen del término estrés se
encuentra en el vocablo distres, que significa en inglés antiguo “pena o
aflicción”; con el uso frecuente se ha perdido la primera sílaba. El
vocablo ya era usado en física por Selye (1936), aludiendo a la fuerza
que actúa sobre un objeto, produciendo su destrucción al superar una
determinada magnitud. En 1936, Hans Seyle introdujo el término estrés
como un síndrome específico constituido por cambios inespecíficos del
organismo, inducidos por las demandas del entorno. Para este autor,
el estrés es una respuesta inespecífica del organismo ante una
diversidad de exigencias. Se trata de un proceso adaptativo y de
emergencia, siendo imprescindible para la supervivencia de la persona;
este no se considera una emoción en sí mismo, sino que es el agente
generador de las emociones. En todo caso, el estrés es una relación
entre la persona y el ambiente, en la que el sujeto percibe en qué
medida las demandas ambientales constituyen un peligro para su
bienestar, si exceden o igualan sus recursos para enfrentarse a ellas
(Lazarus y Folkman, 1984). Bajo esta perspectiva, los autores manejan
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
35
diversos datos; unos se relacionan más con la rama de la fisiología, y
otros, con la Psicología, siendo esta última la que engloba un mayor
número de manifestaciones en el sujeto, dado que los individuos
responden a cualquier demanda del entorno, incluyendo las de
naturaleza psicosocial. Si el sentimiento de carácter negativo aparece
de forma constante en el sujeto, y no es tratado adecuadamente, puede
conducir a un bajo rendimiento en la vida cotidiana, debilitando la
salud (Olga y Terry, 1997). Casi todas las personas han oído hablar del
estrés, pues es este un término que utilizan por igual profesionales de
la salud y profanos en la materia; para unos es sinónimo de sobresalto,
para otros hace referencia a malestar, y, para la mayoría, un generador
de tensión para el sujeto. No obstante, en todos estos casos, el estrés es
entendido como algo negativo, perjudicial o nocivo para el ser
humano, ya que produce dolores de cabeza, indigestión, resfriados
frecuentes, dolor de cuello y espalda e infelicidad en las relaciones
personales más cercanas (Olga y Terry, 1997); además, el estrés puede
incapacitar al individuo en el ámbito laboral, provocar crisis nerviosas
recurrentes, depresión, ansiedad o incluso dar lugar a la muerte por un
ataque al corazón. La vivencia del estrés como positivo o negativo va a
depender de la valoración que realiza el individuo de las demandas de
la situación y de sus propias capacidades para hacerles frente. Según
esto, el ser humano se enfrenta continuamente a las modificaciones que
va sufriendo el ambiente, percibiendo y reinterpretándolas con el
objeto de poner en marcha conductas en función de dicha
interpretación. Hay ocasiones en las que la demanda del ambiente es
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
36
excesiva para el individuo, por lo que su repertorio conductual para
hacer frente a la situación generadora de estrés es insuficiente, al igual
que cuando se enfrenta a una situación nueva para él (Olga y Terry,
1997).
Las amenazas procedentes del ambiente producen en el cuerpo
cambios concretos, las que se refieren a la adaptación, ya que con ellas
el ser humano se ve obligado a mantener horarios rígidos en su vida
diaria; a aguantar las exigencias de las relaciones sociales; a soportar el
ruido, la contaminación y las aglomeraciones de la gran ciudad,
influyendo negativamente en su seguridad y su autoestima. Folkman
(1984) dice que el estrés no pertenece a la persona o al entorno, ni
tampoco es un estímulo o una respuesta, más bien se trata de una
relación dinámica, particular y bidireccional entre el sujeto y el
entorno, actuando uno sobre el otro. Por su parte, Lazarus (1981)
afirma que los seres humanos no son víctimas del estrés, sino que es
una forma de apreciar los acontecimientos estresantes (interpretación
primaria) y sus propios recursos y posibilidades de afrontamiento
(interpretación secundaria) para determinar su naturaleza.
El concepto de estrés nace en 1936 con los estudios de Selye. No
obstante, desde su aparición han sido tres los enfoques predominantes
en torno a este fenómeno. El primero habla del estrés como estímulo,
donde el propósito principal gira en torno a la elaboración de listados
de situaciones o eventos estresantes (Holmes y Rahe, 1967). El segundo
enfoque lo considera una respuesta, con Selye como principal propulsor
al hablar del síndrome general de adaptación como respuesta a las
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
37
situaciones que generan algún tipo de demanda. Y por último, el
enfoque interactivo, basado en el modelo transaccional de Lazarus y
Folkman (1986), donde el estrés es una relación entre el individuo y su
entorno, que es evaluado por éste como amenazante y que pone en
peligro su bienestar. De todas ellas, esta última puede ser la más
adecuada, ya que, además de integrar las dos anteriores e implicar
necesariamente la evaluación de la situación por parte del sujeto, se ha
encontrado en algunos estudios que el desarrollo del estrés depende de
disposiciones individuales y de la evaluación cognitiva (Scheier y
Carver, 1985, citados en Chan, 2002). Tal y como propone McGrath
(1970), el estrés puede generarse cuando no hay un equilibrio entre la
demanda y las posibilidades de respuestas del individuo, que percibe,
desde mucho antes, las consecuencias de un fracaso en su adaptación.
Los habitantes de la ciudad, a diferencia de otras personas,
tienen más probabilidades de sufrir más estrés y enfermedades
mentales (Lederbogen, Kirsch, Haddad, Streit, Schuch, Tost… Meyer-
Lindenberg, 2011). Estos resultados se basan en la investigación
alemana que compara patrones de actividad cerebral en respuesta al
estrés social de los habitantes urbanos y rurales. Los autores plantean
que estudios anteriores han demostrado que los problemas de salud
mental, tales como esquizofrenia, ansiedad y trastornos del humor, son
generalmente más común en personas que viven o crecen en las
ciudades.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
38
El estudio encontró que los habitantes de las ciudades tenían una
mayor actividad en ciertas áreas del cerebro cuando los participantes
en el estudio se exponían a situaciones de estrés y estados de ánimo
negativos, esto afectaba la corteza anterior y la corteza cingulada, que es
una región clave para la regulación de la actividad de la amígdala,
responsable del procesamiento y almacenamiento de las reacciones
emocionales, funciones cognitivas, el aprendizaje, la memoria, la
atención y el criterio de opinión o reflexión. Sin embargo, el estudio no
evaluó la felicidad de los participantes o los niveles de estrés general;
la actividad cerebral observada no equivale necesariamente a un
mayor riesgo de enfermedad mental, y los mensajes negativos que se
usaron no necesariamente representan situaciones reales. Es necesario
hacer más investigaciones para descubrir los mecanismos cerebrales
precisos que demuestren claramente que la vida urbana podría
desencadenar trastornos mentales. En las conclusiones, el diseño de
este estudio no es capaz de demostrar las relaciones causales, solo
puede describir asociaciones entre diversos factores estresantes y la
actividad cerebral de algunas regiones. Se encontraron diferencias en la
actividad cerebral entre los habitantes de zonas rurales y urbanas.
Indicando un mayor riesgo de problemas mentales en los residentes
urbanos; en el estudio no se midieron niveles de estrés social en las
personas que residían en lugares urbanos y rurales, y ninguno de los
participantes del estudio tenía una enfermedad mental. Tampoco el
estudio evaluó los niveles de felicidades en la población urbana y rural,
para expresar que los habitantes de zona rurales fueran más felices que
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
39
los urbanos, como lo expresaron algunos medios, debido a que el
estudio no puede demostrar causalidad entre estas variables.
El equipo investigador informó que anteriores estudios
epidemiológicos han demostrado que los residentes urbanos tienen un
riesgo mucho mayor de trastornos psicológicos, incluyendo los
trastornos de ansiedad, depresión y esquizofrenia. Esta serie de
pequeños estudios transversales exploró esta teoría comparando el
impacto que tiene el estrés social sobre la actividad cerebral de los
residentes urbanos y rurales. Mientras, varias características de la
relación entre la vida urbana y la prevalencia de la enfermedad mental
apoyan la teoría de que la vida en la ciudad puede influir directamente
en salud mental. Por ejemplo, no se entiende aún cómo la vida urbana
podría tener un efecto en la actividad cerebral y mental de las
personas.
Un equipo de investigadores (Pawlak¸ McEwen, Chattarji, y
Strickland, 2011) descubrió el mecanismo molecular que causa los
estados de ansiedad. Los hallazgos explican los procesos químicos del
cerebro que disparan la respuesta de nuestro organismo en las
situaciones estresantes. Partiendo de que todas las personas reaccionan
de forma diferente a los acontecimientos traumáticos, el trabajo fue
motivado por la voluntad de buscar los factores que influyen en el
comportamiento humano del estrés. “Se sabía que ciertos individuos
son más susceptibles de padecer los efectos negativos del estrés.
Aunque la mayoría de nosotros experimentamos acontecimientos
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
40
traumáticos, solo algunas personas llegan a padecer trastornos
psiquiátricos relacionados con ellos, como depresión, ansiedad o
síndromes postraumáticos, por razones que no están claras.” Para
resolver el problema, los científicos tuvieron que combinar técnicas
genéticas, moleculares, electrofisiológicas y de comportamiento,
partiendo del centro emocional del cerebro: la amígdala cerebral. La
investigación mostró que la amígdala reacciona al estrés
incrementando la producción de una proteína denominada neuropsina,
que, por su parte, pone en funcionamiento un gen que determina la
respuesta a nivel celular y del comportamiento. “Los estudios en
ratones revelaron que, al sentirse estresados, evitaban zonas del
laberinto donde se sentían especialmente inseguros, espacios abiertos e
iluminados a los que no entran cuando sienten ansiedad”, explica
Pawlak. Pero cuando los investigadores bloqueaban la producción de
la proteína clave en la amígdala con fármacos, o con manipulaciones
genéticas, los ratones abandonaban ese comportamiento motivado por
el estrés. “El equipo concluye que la actividad de los mecanismos
neurofisiológicos de la neuropsina y otros factores asociados pueden
determinar la vulnerabilidad a la ansiedad y el estrés.” Ahora que se
ha descubierto el mecanismo del estrés, se puede encontrar los medios
para controlarlo. Los científicos esperan que su hallazgo ayude a los
médicos a desarrollar terapias preventivas y curativas de los
desórdenes psiquiátricos asociados al estrés.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
41
La influencia del contexto social sobre la salud no se limita al influjo de
variables como el sexo, la educación, la edad, el nivel de ingresos, etc.,
sino que incluye otras variables menos estratificadas, tales como los
estilos y hábitos de vida; por ejemplo: fumar, consumir alcohol y
drogas, hacer poco ejercicio físico, seguir una dieta poco saludable. Así
mismo, estas variables pueden estar afectadas por el estrés social, como
el nivel elevado de estrés laboral que puede incrementar la práctica de
hábitos insanos como fumar y abusar del alcohol, o reducir la práctica
de hábitos saludables como la frecuencia del ejercicio físico, lo cual
sugiere que el estrés social no solo puede inducir efectos directos sobre
la salud, sino también efectos indirectos a través de la modificación de
los estilos de vida. El estrés se desarrolla como concepto novedoso y
relevante en el ámbito de la medicina a partir de los trabajos pioneros
de Selye (1936, 1960, 1974). Peterson (2007) reporta que las situaciones
de estrés social acentuado favorecen a la depresión al matar las células
nerviosas del hipocampo, la zona cerebral encargada de procesar el
aprendizaje, la memoria y las emociones. Un estudio de Slavich
(2010) determinó recientemente que la exposición a grandes cantidades
de estrés social podría cambiar la forma en que responde el sistema
inmune a las amenazas exteriores. Estos cambios pueden abrir el
camino a muchas enfermedades o infecciones, y es por eso que
eliminar el estrés social debería convertirse en una prioridad para
mucha gente. El estrés social aparece en situaciones como: antes de dar
un discurso, asistir a una entrevista de trabajo, previo a un examen,
incapacidad para interrelacionarse en una fiesta, vivir o transitar en
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
42
ciudades con alta incidencia delictiva. Estos estresores sociales
(factores de estrés) tienen una gran influencia sobre el cerebro humano,
que se refleja en el sistema inmune, y, en consecuencia, desencadenan
una variedad de enfermedades físicas y mentales. Algunos de los
efectos psicológicos de la exposición constante a situaciones de estrés
social, como resultado del ambiente general de inseguridad: las
vivencias personales, experiencias y conocimientos cercanos de la
violencia delincuencial como: los asesinatos múltiples e individuales,
los lesionados, los robos, hurtos, asaltos, secuestros, la extorciones y las
amenazas de muerte, son factores que podrían estar desencadenando
una variedad de alteraciones mentales, como ansiedad generalizada
(fobias), nerviosismos, insomnio, depresión, alteraciones
psicosomáticas y, en algunos casos, trastornos de personalidad
paranoide y estrés pos traumático, entre otros.
7. La ansiedad
Los estudios sobre la ansiedad se han desarrollado a lo largo de
la historia con dos problemas fundamentales: la ambigüedad
conceptual del constructo de ansiedad y las dificultades metodológicas
para abordarlo. Estos problemas dieron lugar a que las distintas
corrientes psicológicas (psicodinámica, humanista, existencial,
conductista, psicométrica y la cognitiva-conductual) se ocuparan del
abordaje de la ansiedad y de las similitudes y diferencias con otros
conceptos, dada la gran confusión terminológica con la angustia, el
estrés, el temor, el miedo, la tensión arousal, entre otros. Esta confusión
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
43
conceptual ha sido objeto de diversos estudios (Ansorena, Cobo y
Romero, 1983; Bermúdez y Luna, 1980; Borkovek, Weerts y Berstein,
1977; Casado, 1994; Cattell, 1973; Lazarus, 1966; Miguel-Tobal, 1985).
Sin embargo, en la práctica actual, dichos términos se siguen utilizando
indistintamente.
El intento de diferenciar entre los conceptos de ansiedad y angustia
es un ejemplo claro de dicha problemática. La utilización de ambos
términos dio lugar a confusión en el siglo pasado, dado que en algunas
ocasiones eran usados como sinónimos y, en otras, como vocablos de
distinto significado. En esta línea, López-Ibor (1969) realiza una
distinción entre ansiedad y angustia; en la angustia existe un
predominio de los síntomas físicos, la reacción del organismo es de
paralización, de sobrecogimiento y la nitidez con la que el individuo
capta el fenómeno se atenúa; mientras que en la ansiedad cobran
mayor presencia los síntomas psíquicos, la sensación de ahogo y de
peligro inminente, se presenta una reacción de sobresalto, mayor
intento de buscar soluciones eficaces para afrontar la amenaza que en
el caso de la angustia; el fenómeno es percibido con mayor nitidez. En
la actualidad, es difícil mantener dichas diferencias, ya que dentro del
concepto de ansiedad agrupamos tanto los síntomas psíquicos, o
cognitivos, como los conductuales y físicos. Además, en el DSM-IV
(Manual de clasificación de trastornos psicopatológicos) el trastorno de
ansiedad se denomina trastorno de angustia, resaltando, entre otras
características, la presencia de crisis de angustia recidivantes e
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
44
inesperadas (American Psychiatric Association, 1994). Durante la
década de los años cincuenta, y posteriormente en los sesenta, la
investigación psicológica estaba centrada en el trastorno mental de la
esquizofrenia; mientras que en los años setenta el interés se dirigió a la
evaluación de los estados de ánimo, especialmente la depresión. Sin
embargo, en 1985 dos psicólogos norteamericanos, Husain y Maser,
afirmaron que la década de los años ochenta pasaría a la historia como
la década de la ansiedad; y es a partir de entonces cuando esta pasa a
ocupar un lugar preferente que perdura hasta nuestros días. En esta
época, las neurosis de ansiedad se caracterizan por una preocupación
ansiosa exagerada que llega hasta el pánico y va acompañada a
menudo por síntomas somáticos. La neurosis de ansiedad (al contrario
que la neurosis fóbica) puede producirse en cualquier circunstancia, y
no está limitada a situaciones u objetos específicos (DSM II, 1986).
Actualmente, los trastornos de ansiedad ocupan el primer lugar a
escala mundial entre los trastornos del comportamiento más
prevalentes.
Las relaciones entre ansiedad y salud mental parecen estar
bastante bien establecidas, sobre todo en la adolescencia (por ejemplo,
Axelsson y Ejlertsson, 2002; Bagley y Mallick, 2001; Chamberlain y
Haaga, 2001). Los autores coinciden en señalar que la ansiedad afecta
de modo directo a la salud mental de las personas que la sufren. Se han
encontrado relaciones entre la ansiedad y los estilos de vida que
promocionan la salud (Johnson, 2002). Además, la ansiedad se ha
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
45
revelado asociada al riesgo de desarrollar ciertas patologías, como, por
ejemplo, la hipertensión en las mujeres (Adler y Matthews, 1994), o
como factor de riesgo de la sobremortalidad cardiovascular (Hansen,
2003). Las puntuaciones altas en ansiedad predicen igualmente los
problemas emocionales que siguen y/o acompañan a ciertas patologías
(traumatismo medular, lumbalgia, infección por VIH…). Se asocia a
menudo con otros rasgos patógenos (alexitimia, conductas adictivas,
tendencia a la depresión, locus de control externo). Esta comorbilidad
sugiere un patrón conocido como “afectividad negativa”. La ansiedad
rasgo y la depresión, clásicamente son consideradas como un claro
indicador de la falta de ajuste emocional a una enfermedad crónica. Se
ha constatado que la intensidad del dolor está ligada a la ansiedad
como rasgo en los sujetos aquejados de lumbalgia crónica (Murphy,
Thompson y Morris, 1997), y que las personas diabéticas tienen niveles
mayores de ansiedad (Friedman, Vila, Timsit, Boitard y Mouren-
Simeoni, 1998). Los autores Hudd, Dumlao, Erdmann-Sager, Murray,
Phan, Soukas y Yokozuka (2000), también encontraron que los
estudiantes con niveles más altos de estrés mostraban peores hábitos
de salud, autoestima más baja y mala percepción de su estado de
salud.
En el presente estudio nos interesa estudiar el estrés y la ansiedad
delincuencial, como indicadores de falta de salud mental (bienestar
psicológico y emocional), relacionados con el contexto de violencia
social delincuencial que vive la población salvadoreña. Este esfuerzo
surge debido a que se ha encontrado en otros estudios, y en los
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
46
registros que lleva la PNC, altos índices (ronda el 30%) de personas
que han sido víctimas de algún tipo de delito. Así mismo, existen
algunas evidencias que demuestran que las personas que son víctimas
de la violencia delincuencial, como por robos, hurtos, asaltos, lesiones,
homicidio de parientes, podrían presentar una variedad de síntomas
relacionados con el estrés, la ansiedad, la depresión, estrés
postraumático, etc. En este mismo sentido, una proporción importante
de la población salvadoreña está siendo víctima de una buena cantidad
de otros delitos, como amenazas, extorsiones y control territorial de las
pandillas. Eventos que en su conjunto están incidiendo en la
estabilidad física, psíquica, emocional y social de los salvadoreños. En
este estudio no se evaluarán los efectos físicos (taquicardia,
hipertensión) de vivir en un contexto de violencia delincuencial,
debido a que el trabajo está centrado en la relación o asociación de la
violencia social delincuencial con el bienestar mental y emocional de la
población.
Estrés postraumático. Los académicos están de acuerdo con la
descripción aportada por el Manual estadístico y diagnóstico de los
desordenes mentales (por sus siglas en inglés: DSM IV-TR Asociación
Americana de Psiquiatría, APA, 1994), cuya caracterización de los
síntomas es aceptada (Keane, Wolfe y Taylor, 1987; Yehuda y
McFarlane, 1995). De acuerdo con el estrés postraumático (TEPT), este es
una reacción patológica caracterizada por ansiedad, que ocurre
posteriormente a la exposición de un evento anormal, sorpresivo, y
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
47
cuyo ingrediente principal es el de implicar peligro de muerte o daño
físico o psicológico serio, capaz de inducir intenso temor o pánico,
disociación y sentimientos evitativos. Los síntomas que caracterizan
este estado son: el recuerdo insistente del hecho traumatizante:
pesadillas repetidas o pensar continuamente en el hecho, ilusiones
como si el evento estuviera viviéndose de nuevo, evitación de
pensamientos, personas o lugares que recuerden el hecho (Cervantes,
Salgadode-Zinder y Padilla, 1989); aplanamiento emocional,
incapacidad para expresar emociones, aislamiento social; síntomas de
hiperactividad neurovegetativa: palidez, sudor, taquicardia,
hiperactivación; estar siempre alerta o temeroso de algo; incapacidad
para recordar hechos (memoria expresiva), síntomas disociativos
(escaparse de la situación, despersonalización). Los estudios y las
extrapolaciones al estudio del trastorno de estrés postraumático (Tept)
en poblaciones traumatizadas (Kulka, 1990), como los veteranos de
guerra, los sobrevivientes de desastres; las víctimas de abuso sexual,
asaltos, homicidios, robos y secuestros, así como aquellas víctimas con
serios daños físicos y psicológicos, sugieren un estudio por sus efectos
de estrés postraumático. Friedman y Jarason (Punamaki, 1989)
proponen el modelo de TPET, y argumentan que este parece ser una
aproximación útil en la conceptualización del impacto psicológico de
las vivencias traumáticas apropiado para la comprensión de la
fenomenología ligada al trauma (físico, psicológico y sexual), y debe
ser analizado en el contexto de las demás problemáticas asociadas. Las
múltiples experiencias que impliquen daño físico, psicológico y sexual,
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
48
pueden determinar politraumas, y en consecuencia, sintomatología de
Tept en relación con varios tipos de experiencias dañinas para la salud
general (Alejo, 2005).
La policía Nacional Civil (PNC) de El Salvador, para el año 2010
reportó un total de 3.985 homicidios, con una tasa de 69.9 homicidios
por cada 100 mil habitantes, mientras que para el año 2009 hubo 4.382
homicidios, con una tasa de 76.9 homicidios por cada 100 mil
habitantes (PNC, 2011). Al comparar los dos últimos años, se observa
una leve disminución de homicidios en el año 2010. Según la última
encuesta del Centro de Investigación de la Opinión Pública
Salvadoreña (Ciops, 2011), informó que la organización criminal y los
tipos de delitos que se cometen en el lugar de residencia por la
delincuencia juvenil (pandillas) es de 30,9%; los tipos de delitos que
expresan son 23,5% hurtos y robos; y el 18,8% dijo que era la extorsión.
Así mismo, 36,1% manifestó haber sido víctima de robo en la calle.
Mientras 47,6% de la población salvadoreña tiene la percepción de que
la delincuencia ha aumentado en el país. En el mismo estudio, se
encontró que 82,3% de la población tiene la percepción de que la
sociedad salvadoreña está dominada por la delincuencia. Ante este
problema, surge la pregunta: ¿De qué manera el contexto de violencia
social delincuencial está relacionado con la salud mental de los salvadoreños?
Al observar cambios de comportamientos en los estilos de vida
cotidiana, se escuchan frecuentemente comentarios y experiencias
personales sobre la violencia social delincuencial, expresiones de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
49
estrés, temor y ansiedad, como resultado de vivir en un contexto
comunitario de violencia delincuencial. Eventos que han motivado el
diseño e implantación de un estudio que pretende “determinar si existe
alguna relación empírica entre el estrés (ansiedad) social delincuencial con la
salud mental de la población salvadoreña”. Es, desde esta perspectiva, que
surge la necesidad e importancia de estudiar y analizar esta
problemática de naturaleza psicosocial en El Salvador, debido a que no
existen estudios sobre la posible relación de estos factores
fundamentales con la vida saludable y armoniosa de la población
salvadoreña.
El estrés social, la ansiedad, el temor, las fobias sociales y la
violencia delincuencial son factores que podrían tener una asociación
con la salud y, en especial, con la salud mental de las víctimas de la
violencia delincuencial en El Salvador. La salud mental es el bienestar
psicológico o mental, físico-fisiológico y social de la persona (OMS,
1946). Sin embargo, es necesario mencionar que el informe de salud
mental (OMS, 2001) plantea que entre 25 a 50% de la población
mundial ha presentado alguna vez en su vida un trastorno de tipo
mental. Periago (OPS, 2005) informó que las estadísticas indican que
los trastornos mentales representan una proporción cada vez mayor de
la carga de morbilidad en América Latina y el Caribe. Se calcula que
para el año 2010 habría más de 176 millones. Así mismo, señaló que en
muchos lugares del continente americano sucede a menudo que el
tratamiento no está al alcance de quienes lo necesitan. El Ministerio de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
50
Salud (Misal, 2010) informó de 1.287 suicidios y de 31.200 intentos de
suicidio registrados en El Salvador en el año 2009. Estos datos son
indicadores reveladores de los problemas de salud mental que
prevalecen en la población salvadoreña. En estudio realizado
recientemente a escala nacional (Gutiérrez, 2010), se encontró
prevalencia de ansiedad de 53,6% y alteraciones psicosomáticas de
60,0%. También, el mismo estudio revela la existencia de casos de
psicopatología en 35,1% de la población general. Son estos hallazgos, y
demás factores psicosociales, los que han motivado al estudio de las
variables predictoras de la falta de salud mental; entre estas se pueden
mencionar: el estrés social, la ansiedad, la violencia delincuencial, el
ambiente familiar, el contexto sociocultural, el consumo de drogas y
alcohol y la salud mental de la población. Ante los potenciales efectos
psicológicos y emocionales de la violencia delincuencial en la salud
mental de los salvadoreños, surgen los interrogantes: ¿Existirá una
relación del contexto de violencia social delincuencial con la salud
mental de la población salvadoreña? ¿Qué tipos de violencia
delincuencial afectan más la salud mental de los salvadoreños? ¿Habrá
algún tipo de relación de las variables socioculturales con la salud
mental de los salvadoreños? ¿Existirá alguna asociación de las
variables sociodemográficas con la estabilidad mental y emocional de
los salvadoreños? Con la finalidad de sistematizar el desarrollo del
presente estudio y responder algunas de las preguntas antes señaladas,
se platean los siguientes objetivos de investigación:
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
51
1. Elaborar un análisis descriptivo cuantitativo de los indicadores
de estrés-ansiedad delincuencial, la salud mental, indicadores
socioculturales, consumo de drogas/alcohol y de la variables
vinculadas con la violencia social delincuencial.
2. Elaborar un análisis descriptivo cualitativo de los factores o
nodos problemáticos expresados por los expertos sobre la
violencia social delincuencial y la salud mental de los
salvadoreños.
3. Determinar si existe una asociación del estrés y la ansiedad
delincuencial con la salud mental de los salvadoreños.
4. Determinar si existen diferencias significativas al comparar el
estrés-ansiedad delincuencial, la salud mental en función del
sexo de la población.
5. Establecer si hay diferencias estadísticas en estrés-ansiedad
delincuencial y salud mental en función de las variables
sociodemográficas, como edad, sexo, nivel educativo, lugar de
residencia, estado familiar, si trabaja o no, en la población
salvadoreña.
6. Establecer un modelo de regresión logística (modelo predictivo)
donde las variables predictoras (VI) serán: nivel educativo, sexo,
edad, consumo de drogas y alcohol; ambiente familiar, violencia
estructural, estrés delincuencial, y como variable criterio (VD)
será la ansiedad delincuencial y la salud mental.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
52
En relación con los objetivos antes mencionados, se plantean las
siguientes hipótesis:
1. El estrés y la ansiedad delincuencial, y la violencia sociocultural
están relacionados con la salud mental de la población
salvadoreña.
2. Existen diferencias estadísticamente significativas en salud
mental/bienestar psicológico, estresor delincuencial, ansiedad
delincuencial, violencia estructural, maltrato familiar en función
de si fue víctima de violencia delincuencial.
3. Existen diferencias estadísticamente significativas del estrés-
ansiedad delincuencial y la salud mental en función del sexo de
la población.
4. Existen diferencias estadísticamente significativasen estrés-
ansiedad delincuencial, la salud mental, violencia sociocultural,
maltrato familiar, en función de las variables sociodemográficas
como edad, nivel educativo, estado familiar y lugar de
residencia.
5. Un porcentaje importante del estrés-ansiedad delincuencial
(salud mental) de la población salvadoreña se explica mediante
el modelo de regresión logística (modelo predictivo), donde las
variables predictoras (VI) son: sexo, nivel educativo, edad,
estado familiar, violencia estructural, estrés delincuencial
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
53
ambiente familiar, y como variable criterio (VD) será la ansiedad
delincuencial/salud mental/bienestar psicológico.
8. El método
8.1 Participantes
En el presente estudio se seleccionó una muestra
probabilística representativa de las ciudades más importantes del
país. Para ello, se adoptó una estimación de error del 3% y un nivel
de confianza del 95%, obteniéndose una muestra de 1.143 personas a
escala nacional. La muestra fue distribuida de forma proporcional al
número de habitantes en cada departamento. El presente estudio es
de tipo multimodal (Hernández, Fernández y Baptista, 2006); también
podría nominarse expos facto (Montero y León, 2007), con un diseño
retrospectivo y transeccional. Entre las técnicas para la recolección de
información fueron utilizadas: la encuesta y la entrevista en
profundidad. En el estudio fueron encuestados 538 (47,1%) hombres
y 605 (52,9%) mujeres, siendo esta una muestra que está en sintonía
con el universo de la población salvadoreña. En cuanto a la edad, el
mayor porcentaje está entre 25 a 36 años (26,8%). En relación con la
variable lugar de residencia, 807 (70,6%) fueron urbanas y 336 (29,4%)
rurales. Las variables como el nivel educativo, estado civil, lugar de
residencia, entre otras se pueden ver en la tabla 4.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
54
Tabla 4. Frecuencias y porcentajes de las características sociodemográficas de la muestra
Características sociodemográficas
Población general (n = 1.143)
Porcentajes
Genero Femeninos (n = 605) Masculinos (n = 538)
52,8 47,1
Estado civil Soltero (n = 410) Casado (n = 438) Acompañado (n = 216) Divorciado/a (n = 31) Viudo/a (n = 44) No responde (n = 8)
35,9 38,0 18,9 2,7 3,8 0,7
Escolaridad De 1º.-3º .Grado(n = 123) De 4º.-6º. Grado(n = 192) De 7º.-9º. Grado(n = 241) Bachiller (n = 348) Técnico(n = 27) Universitario (n = 101) Analfabeta (n = 91) No responde(n = 20)
10,8 16,8 21,1 30,4 2,4 8,8 8,0 1,7
dad De 17 a 25 años (n = 262) De 26 a 35 años (n = 306) De 36 a 45 años (n = 224) De 46 a 55 años (n = 166) Más de 56 años (n = 177) No responde (n = 8)
22,9 26,8 19,6 14,5 15,5 0,7
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
55
El presente estudio multimodal se planificó desarrollar un
estudio cualitativo mediante la entrevista en profundidad, que
reforzará o matizará los hallazgos cuantitativos. Para ello, se
planificó un perfil de los informantes claves para el estudio. Entre
sus características se tienen: profesionales relacionados y que
laboren en campos vinculados con la violencia delincuencial y la
salud mental de la población salvadoreña, que fueran mayores de
edad; debería incluirse a lideres comunitarios y empresarios. En este
sentido, fueron seleccionados por especialidad y región del país a
treinta informantes profesionales claves, quedando conformada la
muestra así: psicólogos (4), sociólogos (2), abogados, fiscales y
jueces (6), jefes policiales (4), líderes comunitarios (4), empresarios
Lugar de residencia Urbana (n = 807) Rural (n = 336)
70,6 29,4
Trabaja Sí (n = 732) No (n = 399) No responde (n = 12)
64,0 34,9 1,0
Sector en que trabaja Público (n = 306) Privada (n = 426) No aplica (n = 411)
26,8 37,3 36,0
Es cotizante Sí (n = 246) No (n = 689) No responde (n = 205)
21,8 60,3 17,9
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
56
(4), educadores (4), y antropólogos (2). Estos fueron distribuidos por
regiones del país así: región occidental (8), gran San Salvador (18) y
región oriental (8). Las entrevistas fueron realizadas a los
profesionales en su región y área de trabajo, según la distribución
antes señalada.
8.2.La encuesta
Tras la aplicación de las técnicas estadísticas de muestreo
probabilístico, se procedió a la construcción y el desarrollo de dos
estudios psicométricos de tres instrumentos que midiesen las
variables de los objetivos y las hipótesis antes planteadas. Así
mismo, se seleccionó el GHQ-12 para medir la salud mental o
bienestar psicológico de la población. Finalmente la batería de
pruebas que fueron aplicadas quedó conformada por los
instrumentos: cuestionario de elaboración propia, Escala de estrés y
ansiedad (Esad) delincuencial, Cuestionario de salud general, GHQ-
12, Escala de ambiente familiar (Esad). Tanto los resultados de los
estudios psicométricos como los instrumentos se describen a
continuación.
8.3.Instrumentos
Cuestionario de elaboración propia. Que contiene las variables
sociodemográficas, un grupo de ítems que evalúan la violencia
sociocultural, el consumo de alcohol y drogas, y algunas variables
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
57
relacionadas con la violencia delincuencial que experimenta la
población salvadoreña.
8.3.1. Escala de estrés y ansiedad delincuencial (Esad).
Para el desarrollo del presente estudio se realizó una búsqueda y
revisión sistemática de la literatura disponible, tanto en la biblioteca
como en diferentes bases de datos especializadas sobre la existencia de
estudios relacionados con la influencia de la violencia social
delincuencial en el bienestar psicológico y emocional (salud mental) de
una población que vive en un contexto social de violencia
delincuencial y que constantemente es víctima de diferentes tipos de
violencia de delincuencial, como robos, hurtos, extorsiones, lesiones,
homicidios, etc., y de cómo la exposición directa o indirecta a estas
experiencias traumáticas y estresantes van afectando la salud mental
de la población. Tras este proceso, nos encontramos ante la inexistencia
de estudios de esta naturaleza, y con los mismos resultados en cuanto a
la existencia de instrumentos (pruebas, escalas, test) que midieran la
relación de la violencia social delincuencial con indicadores empíricos
de bienestar psicológico y emocional (salud mental). Con la intensión
de construir un instrumento que midiese estas variables, se inició una
búsqueda de modelos teóricos consistente para ello. Tras este proceso
se adoptó el modelo transaccional de Lazarus y Folkman (1986), quienes
plantean que el estrés es el resultado de una relación entre el individuo
y su entorno, que es evaluado por la persona como amenazante y que
pone en peligro su bienestar. Una situación o experiencia considerada
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
58
como mala o negativa por un individuo depende de sus propias
interpretaciones, debido a que el mismo evento experimentado por
otra persona puede producir una reacción o respuesta considerada
como normal, no dañina, ni negativa; esto sucede debido a que cada
individuo tiene sus propias percepciones de su entorno y sus propios
mecanismos de adaptación a esas circunstancias estresantes.
Considerando el concepto y definición del estrés, y otros postulados de
Lazarus y Folkman (1986), se procedió a construir una escala (Esad)
que evaluara objetivamente el estresor delincuencial y el nivel de
ansiedad delincuencial de la población que ha experimentado, o ha sido
víctima de la violencia social delincuencial. Así mismo, serán
indicadores empíricos de falta de bienestar psicológico y emocional en
la población salvadoreña.
Tras la construcción de la escala, se procedió a administrar la
prueba a una muestra de 300 personas, siendo este el primer estudio de
cara a los análisis psicométricos de la prueba. Originalmente la escala
quedó integrada por diecisiete (17) ítems, tras las pruebas
psicométricas mediante el Análisis factorial exploratorio (AFE); este
arrojó dos factores integrados por: el estresor delincuencial y ansiedad
delincuencial. El primero era evaluado con los primeros cinco ítems (1,
2, 3, 4, 5) y el segundo, con los ocho ítems siguientes (6, 7, 8, 9, 10, 11,
12, 13). También se aplicó el análisis de consistencia interna, sus Alfa
de Cronbach fueron superiores a 0,75, indicando adecuados criterios
de fiabilidad y validez de constructo en ambas dimensiones, quedando
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
59
un instrumento con buenas propiedades psicométricas para evaluar el
estrés y ansiedad delincuencial en una población salvadoreña.
Posterior al estudio dos realizado a escala nacional, se procedió a
repetir los mismos análisis psicométricos, encontrándose los resultados
siguientes: en el Análisis factorial exploratorio mediante el análisis
Kaiser-Maye-Olkin(KMO = 0,86) con la prueba de esferidad de Bartlett
(X278 = 5235; p = 0,000) indicaron la adecuación de los datos para este
tipo de análisis. Siguiendo el procedimiento prefijado en dos factores
con rotación Varimax, resultando una solución de dos factores que
explican el 49,99% de la varianza total explicada, presentando todos los
ítems valores de saturación superiores a 0,40; siendo el primer factor:
Estresor delincuencial con seis ítems (1, 2, 3, 4, 5, 6), su alfa de Cronbach
es de 0,77; y el segundo factor: ansiedad delincuencial con siete ítems (7,
8, 9, 10, 11, 12, 13), el alfa de Cronbach es de 0,82. Indicando que la
prueba posee adecuadas propiedades psicométricas para evaluar este
constructo o variable latente.
8.3.2. Cuestionario de salud general, GHQ-12 (Golbert, 1970)
Este es un instrumento de screning (filtrado), o de tamizaje, de
salud mental en la población que evalúe salud mental y bienestar
psicológico. La prueba posee adecuadas propiedades psicométricas de
fiabilidad y validez. En el estudio cubano se obtuvieron los indicadores
de consistencia interna alfa de Cronbach de 0,89 para las dos escalas;
en el estudio en muestra española se obtuvieron índices de consistencia
interna de 0,82 y 0,85. En el estudio cubano, la validez se logró
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
60
mediante la correlación con la escala de depresión de Beck, y esta fue
de 0,92; y con el Idare de 0,85. Similares resultados se encontraron en
países como Japón, EE. UU. e Inglaterra. Lo anterior indica que la
prueba posee adecuadas propiedades psicométricas para evaluar
bienestar psicológico (salud mental) y funcionamiento social. En el
presente estudio, las pruebas de consistencia interna Alfa de Cronbach
obtenidas fueron superiores a 0,77 en ambas dimensiones, indicando
que la prueba posee adecuadas propiedades psicométricas en El
Salvador.
8.3.3. Escala de Ambiente familiar (Esaf)
Tras una búsqueda y revisión bastante exhaustiva sobre la
existencia de instrumentos psicométricos que evalúen el
funcionamiento y la dinámica de la estructura familiar, se encontró un
par de cuestionarios que no cubrían los propósitos del presente
estudio, por lo que se procedió al diseño y estudio de una escala que
fuera consistente con los objetivos y fines de la presente investigación,
debido a que se pretendía medir el funcionamiento y la dinámica de la
estructura de la familia salvadoreña, como indicador empírico del
estado de salud de la familia, debido a que existe suficiente evidencia
de que una familia disfuncional es un factor precipitante de múltiples
problemas de carácter mental, entre ellas: estrés, ansiedad, depresión,
conflictos emocionales, malas relaciones interpersonales, agresividad,
baja autoestima, etc. Ante la necesidad de medir el funcionamiento y la
dinámica familiar desde un modelo consistente, se operacionalizó el
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
61
concepto del modelo de ecosistemas (Bronfenbrenner, 1979), que
postula que la conducta individual se puede explicar mejor al
comprender el contexto ambiental en el que se presenta. En este
sentido, el ambiente humano es en extremo complejo, pues se incluyen
dimensiones físicas, psicológicas, estructuras sociales, económicas y
políticas. No sería consistente postular un modelo de familia normal y
patológica, por lo que nuestra atención deberá estar centrada en la
funcionalidad o disfuncionalidad familiar, fijándonos en las
estructuras, procesos y paradigmas que permiten a la familia cumplir
sus funciones esenciales.
Inicialmente se construyó un instrumento (Esaf) que fue
administrado a 350 personas para evaluar el funcionamiento familiar y
el abuso o maltrato familiar. En su primera versión, la prueba fue
construida con doce (12) reactivos o ítems. El Análisis factorial
exploratorio (AFE) del estudio indicó dos factores, tal como fue
previsto en su diseño original. El factor uno: funcionamiento familiar,
integrado por nueve ítems (1, 2, 3, 7, 8, 9, 10, 11, 12), y el factor dos:
abuso o maltrato familiar, formado por tres ítems (4, 5, 6 ). El KMO fue de
0,901; p = 0,000, el análisis de consistencia interna Alfa de Cronbach
para el primer factor fue de 0,92; y para el segundo factor, de 0,66.
Todos los ítems obtuvieron una correlación ítems total superior a 0,30,
y la carga factorial fue superior a 0,40. Los resultados anteriores
indican unas buenas propiedades psicométricas para evaluar el
funcionamiento familiar y el maltrato familiar, como indicadores de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
62
estabilidad psicológica y emocional (salud mental) en la familia
salvadoreña.
9.Entrevista en profundidad
Tras la construcción de una guía de entrevista que contenía
veinticinco temas o tópicos de interés para el estudio cualitativo. El
objetivo de la entrevista en profundidad fue evaluar cualitativamente
aquellos factores o dimensiones psicosociales relacionados con la
violencia delincuencial y la salud mental de los salvadoreños, con la
finalidad de reforzar, profundizar y matizar los resultados
cuantitativos. Como un primer esfuerzo en esta dirección, se procedió
a elaborar el perfil profesional de los informantes claves, quienes
debían trabajar y tener experiencia en temas relacionados con la
violencia delincuencial y la salud mental. La guía de entrevista en
profundidad se puede encontrar en los apéndices del estudio.
10. Procedimiento
En la fase del estudio cuantitativo, en un primer momento, se procedió
a seleccionar los estudiantes de psicología que hubieren cursado el
segundo año de su carrera, para que formaran parte del equipo que
administraría una batería de pruebas cortas que buscaban medir las
variables de los objetivos formulados. En un segundo momento, se
capacitó a los evaluadores en el manejo de las pruebas y sobre las
generalidades del proyecto, la dinámica y la organización del trabajo
de campo. En un tercer momento, se tuvo varias reuniones de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
63
coordinación con el señor director ejecutivo del Ciops, con la intención
de revisar los instrumentos (en esta fase colaboraron la decana dela
Facultad de Ciencias Sociales, el director de la escuela de Psicología y
el de Antropología de la Utec), la planificación del trabajo de campo y
obtención de la muestra a escala nacional. Como cuarto punto, se
elaboró una planificación operativa que organizaba el trabajo de
campo en cinco rutas, para cubrirse en dos días completos. Tanto en el
primer día como el segundo día, se incluían diferentes rutas y
departamentos de las cuatro zonas (ver apéndice 3). Para los días de
trabajo de campo, fue asignado un profesional responsable
(coordinador y supervisor) a cada ruta, con un número de estudiantes
(entre diez y catorce), según el tamaño de las ciudades y el número de
instrumentos por aplicar. Estando en las ciudades, los estudiantes
fueron distribuidos en puntos estratégicos de cada ciudad con la
intención de abordar a las personas y solicitarles su colaboración
voluntaria en responder un conjunto de preguntas relacionadas con la
violencia social delincuencial y la salud mental. Habiéndose finalizado
el trabajo de recolección de los datos, se inició el procesamiento de la
información en el paquete estadístico SPSS, versión 19, para Windows.
Finalizada esta fase, se hizo una revisión minuciosa de la base de datos
para detectar errores o inconsistencias. Seguidamente, se inicio el
proceso de filtrado de datos, de cara a los análisis de salida, con la
intención de que estos estuviesen en sintonía con los objetivos e
hipótesis del estudio. Como punto final, se elaboraron los análisis
descriptivos e inferenciales (salidas), se imprimieron y se comenzó el
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
64
proceso de análisis descriptivos e inferencial de los hallazgos más
relevantes.
Para la fase del estudio cualitativo, mediante la entrevista en
profundidad, inicialmente se diseñó con el equipo una guía de
entrevista que contenía un conjunto de temas o nodos problemáticos
relacionados con la violencia delincuencial y la salud mental. En un
segundo momento, se subcontrató un profesional especializado en
estudios cualitativos, a quien se le entregó la guía de entrevista, el
perfil profesional de los entrevistados (informantes claves), y cómo se
les instruyó deberían distribuirse en el país. En un tercer momento, el
especialista hizo los contactos con los profesionales, o informante, para
solicitar y concertar una entrevista para recolectar las opiniones y
experiencia de cada uno, relativas al tema en estudio. Estas entrevistas
fueron grabadas y luego transcritas; la información fue organizada y
sistematizada según un conjunto de nodos problemáticos que estaban
previamente considerados en la guía de entrevista, generando, de esta
manera, un informe con dos apartados esenciales: resultados
cualitativos y síntesis de resultados.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
65
11. Análisis de resultados
En análisis de los resultados del presente estudio se seguirá
atendiendo el orden de presentación de los objetivos y las hipótesis de
investigación. Asi mismo, este orden responde a la naturaleza del
estudio que fue diseñado con un enfoque multimodal (modelo mixto)o
enfoque cuanti-cualitativo. El análisis se hará en las siguientes fases:
análisis descriptivo cuantitativo, análisis descriptivo cualitativo y
análisis inferencial.
En paso previo al análisis cuantitativo se aplicó la prueba de
bondad de ajuste de Kolmogorov Smirnov, para las variables criterio
(VD), con el propósito de conocer la normalidad o la anormalidad de
los datos. Esta técnica estadística brindó resultados significativos (P =
0,001), indicando que las variables no se distribuyen de manera
normal, sugiriendo que se deberían utilizar pruebas no paramétricas
en las comparaciones de medias. Sin embargo, por tratarse de una
muestra grande, se decidió aplicar pruebas paramétricas en un primer
momento y confirmarse o rechazarse los resultados con pruebas no
paramétricas. Cabe mencionar que, cuando se trata de muestras
grandes a escala nacional, es poco relevante utilizar pruebas no
paramétricas.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
66
11.1. Análisis descriptivo cuantitativo
El análisis descriptivo se desarrollará, en un primer momento,
con una descripción del estrés-ansiedad delincuencial resultado de la
violencia delincuencial en relación con el sexo y el lugar de residencia
(urbano, rural) de la muestra; en un segundo momento, se hará un
análisis descriptivo de los indicadores de salud mental/bienestar
psicológico, comparado por sexo y lugar de residencia. Asi mismo, en
función de si ha sido víctima de violencia delincuencial o no.
Posteriormente se presentarán las incidencias de víctimas de violencia,
lugar de cometimiento del delito, el contexto sociocultural de la
violencia; el consumo de drogas y alcohol, las razones y motivaciones
del consumo, la frecuencia y tipos de drogas, entre otras variables
relacionadas.
En el comienzo de esta fase, se presentan las frecuencias y
porcentajes de la muestra que frecuentemente presentan estrés y
ansiedad delincuencial comparándose por sexo. En este primer momento,
se enfatiza en aquellos indicadores que revelaron diferencias
estadísticamente significativas entre hombres y mujeres.
En relación con la pregunta si en el último año un pariente suyo
fue víctima de la violencia delincuencial: lesión u homicidio, 409
personas (36,0%) expresaron que frecuentemente; de estos, 174(42,5%)
son hombres, mientras 235 (57,5%) son mujeres, indicando diferencias
significativas. En cuanto a si consideran que las noticias que se
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
67
transmiten por televisión, prensa escrita y radio sobre la violencia
delincuencial (lesionados, muertos, extorsiones), afectan su estado
emocional y mental, 868 (76,5%) manifestaron que frecuentemente; de
este total, 387 (44,6%) son masculinos y 481 (55,4%) son femeninos.
Se preguntó si siente temor de transitar por algunas calles o
zonas de la ciudad (colonias, barrios o pueblo): 922(81,3%) expresaron
que frecuentemente; de estos 415 (45,0%) son masculinos y 507 (55,0%)
son femeninos. En relación con sí el contexto de violencia social
delincuencial en que viven los salvadoreños le produce ansiedad y estrés
(pánico, miedo, agitación, boca seca, inquietud, taquicardia), 866
(76,4%) manifestaron que frecuentemente; de este total, 392 (45,3%) son
masculinos y 474 (54,7%) son femeninos, encontrándose diferencias
significativas entre ambos grupos, presentando mayores dificultades
de salud mental las mujeres que los hombres (ver tabla 5).
Referente a sí el ambiente de violencia social delincuencial que
viven los salvadoreños le produce nerviosismo e inseguridad, 961 (84,8%)
dicen que frecuentemente; del total, 436 (45,4%) son masculinos y
525(54,6) son femeninos. Al preguntarle a la población si considera
usted que la situación de violencia delincuencial que vive el país le
afecta el sueño, 751 (65,9%) refieren que frecuentemente; de estos, 326
(43,4%) son del sexo masculino y 425 (56,6%) son femeninos. Si hay
diferencias significativas entre ambos grupos, siendo más afectadas las
mujeres.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
68
En cuanto a sí el contexto de violencia social delincuencial que se
vive en El Salvador está afectando su estabilidad emocional y mental, 807
(70,7%) expresan que frecuentemente; de estos, 347 (43,0%) son
masculinos y 460 (57,0%) son femeninos. En los indicadores restantes,
si bien no hay diferencias estadísticamente significativas entre hombres
y mujeres, la prevalencia de estrés y ansiedad delincuencial siempre es
mayor en las mujeres.
Tabla 5.Frecuencias y porcentajes de la muestra que frecuentemente presentan
estrés y ansiedad delincuencial, comparados por sexo
No. Ítems
Total (%)
Hombres (%)
Mujeres (%)
Χ²
1 ¿En el último año, algún pariente suyo fue víctima
de la delincuencia (Ej.: robo, hurto, extorsión)? 498(43,8) 233(46,8) 265(53,2) 0,017
2 ¿En el último año, algún amigo o conocido suyo fue víctima de la delincuencia (Ej.: robo, hurto, extorsión)?
656(57,5) 324(49,4) 332(50,6) 3,756†
3 ¿En el último año, algún pariente suyo fue víctima de la violencia delincuencial (Ej. lesión u homicidio)?
409(36,0) 174(42,5) 235(57,5) 5,316*
4 ¿Usted ha pensado en cambiar su lugar de residencia, como producto de la violencia delincuencial?
427(37,9) 191(44,7) 236(55,3) 1,812
5 ¿Algún familiar, amigo o conocido ha cambiado su lugar de residencia, como resultado de la violencia?
574(50,9) 274(47,9) 299(52,1) 0,233
6 ¿En su casa, se han implantado algunas medidas de seguridad? (Ej.: cerrar temprano la puerta, no estar en la calle.)
859(76,4) 399 46,4) 460 53,6) 0,639
7 ¿Considera usted que las noticias que transmiten por televisión, prensa escrita y radio sobre la violencia delincuencial (Ej.: lesionados, muertos, extorsiones) afectan su estado emocional y mental?
868(76,5) 387(44,6) 481(55,4) 9,317**
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
69
8 ¿En el último año, ha modificado su vida cotidiana debido a la violencia delincuencial? (Ej.: llegar temprano a casa, no salir de noche.)
855(75,6) 397(46,4) 458(53,6) 0,376
9 ¿Siente temor de transitar por algunas calles o zonas de la ciudad (colonias, barrios o pueblo)?
922(81,3) 415(45,0) 507(55,0) 7,848**
10 ¿El contexto de violencia delincuencial que se vive en El Salvador le produce ansiedad y estrés (pánico, miedo, agitación, boca seca, inquietud, taquicardia)?
866(76,4) 392(45,3) 474(54,7) 5,135*
11 ¿El ambiente de violencia delincuencial que se vive en El Salvador le produce nerviosismo e inseguridad?
961(84,8) 436(45,4) 525(54,6) 7,119**
12 ¿Considera usted que la situación de violencia delincuencial que vive el país le afecta el sueño?
751(65,9) 326(43,4) 425(56,6) 11,506**
13 ¿El contexto de violencia delincuencial que se vive en El Salvador afecta su estabilidad emocional y mental?
807(70,7) 347(43,0) 460(57,0) 17,511***
*p < 0,05; ** p< 0,01; *** p< 0,001
Con respecto a las frecuencias y porcentajes de la muestra que
manifestaron que frecuentemente presentan estrés y ansiedad
delincuencial en función del lugar de residencia (urbano, rural), en el
presente análisis, se considerarán aquellos indicadores que su
prevalencia total encontrada fue superior al 75%. En cuanto uno de los
primeros indicadores: en su casa se han implantado algunas medidas
de seguridad, como cerrar temprano la puerta, no estar en la calle, 859
(76,4%) expresaron que frecuentemente lo hacen; de estos, 613 (71,4%)
son urbanos y 246 (28,6%) son rurales.
En relación con sí consideran que las noticias que se transmiten
por televisión, prensa escrita y radio sobre la violencia delincuencial
(lesionados, muertos, extorsiones) afectan su estado emocional y
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
70
mental, 868 (76,5%) del total manifestaron que frecuentemente; de este
total, 614 (70,7%) son urbanos y 254 (29,3%) son rurales. También se
preguntó si en el último año ha modificado su vida cotidiana debido al
contexto de violencia delincuencial, Ej.: llegar temprano a casa, no salir
de noche, 855 (75,6%) refieren que frecuentemente lo hacen; de estos,
599 (70,1%) son urbanos y 256 (29,9%) son rurales (ver tabla 6). Por otra
parte, 866 (76,4%) de la muestra del estudio expresaron que el contexto
de violencia social delincuencial que se vive en El Salvador les produce
ansiedad, estrés, pánico, miedo, agitación, boca seca, inquietud y
taquicardia; de este total, 614 (70,9%) son urbanos y 252 (29,1%) son
rurales. Asi mismo, 961 (84,8%) consideran que el ambiente de
violencia delincuencial que se vive en El Salvador les produce
nerviosismo e inseguridad; de estos, 674 (70,1%) son urbanos y 287
(29,9%) son rurales.
Todos los indicadores de estrés y ansiedad delincuencial, tanto los
antes señalados como el resto no mencionados, presentan una rotunda
mayoría de prevalencia en la personas que residen en las ciudades en
contraste con las personas que residen en las zonas rurales, indicando
claramente que los efectos directos de la violencia social delincuencial
son los problemas de salud mental y bienestar psicológico en la
población salvadoreña, con mayor significancia en los residentes de la
ciudad que en los residentes rurales.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
71
Tabla 6. Frecuencias y porcentajes de la muestra que frecuentemente presentan estrés y ansiedad delincuencial, comparando los que residen en zonas urbanas y rurales
No. Ítems Total (%)
Urbano (%)
Rural (%) Χ²
1 ¿En el último año, algún pariente suyo fue víctima de la delincuencia (Ej.: robo, hurto, extorsión)?
498(43,8) 360(72,3) 138(27,7) 0,983
2 ¿En el último año, algún amigo o conocido suyo fue víctima de la delincuencia (Ej.: robo, hurto, extorsión)?
656(57,5) 475(72,4) 181(27,6) 2,173
3 ¿En el último año, algún pariente suyo fue víctima de la violencia delincuencial (Ej.: lesión u homicidio)?
409(36,0) 293(71,6) 116(28,4) 0,186
4 ¿Usted ha pensado en cambiar su lugar de residencia, como producto de la violencia delincuencial?
427(37,9) 318(74,5) 109(25,5) 4,469*
5 ¿Algún familiar, amigo o conocido ha cambiado su lugar de residencia, como resultado de la violencia?
574(50,9) 423(73,7) 151(26,3) 5,902*
6 ¿En su casa, se han implementado algunas medidas de seguridad? (Ej.: cerrar temprano la puerta, no estar en la calle.)
859(76,4) 613(71,4) 246(28,6) 0,847
7 ¿Considera usted que las noticias que transmiten por televisión, prensa escrita y radio sobre la violencia delincuencial (Ej.: lesionados, muertos, extorsiones) afectan su estado emocional y mental?
868(76,5) 614(70,7) 254(29,3) 0,047
8 ¿En el último año, ha modificado su vida cotidiana debido a la violencia delincuencial? (Ej.: llegar temprano a casa, no salir de noche.)
855(75,6) 599(70,1) 256(29,9) 0,989
9 ¿Siente temor de transitar por algunas calles o zonas de la ciudad (colonias, barrios o pueblo)?
922(81,3) 664(72,9) 258(28,0) 2,987
10 ¿El contexto de violencia delincuencial que se vive en El Salvador le produce ansiedad y estrés (pánico, miedo, agitación, boca seca, inquietud, taquicardia)?
866(76,4) 614(70,9) 252(29,1) 0,001
11 ¿El ambiente de violencia delincuencial que se vive en El Salvador le produce nerviosismo e inseguridad?
961(84,8) 674(70,1) 287(29,9) 0,965
12 ¿Considera usted que la situación de violencia delincuencial que vive el país le afecta el sueño?
751(65,9) 535(71,2) 216(28,8) 0,306†
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
72
13 ¿El contexto de violencia delincuencial que se vive en El Salvador afecta su estabilidad emocional y mental?
807(70,7) 571(70,8) 236(29,2) 0,018
*p < 0,05
En relación con los indicadores de problemas de salud mental y
bienestar psicológico que frecuentemente presenta la muestra
comparados por género, seguidamente se presentan las frecuencias y
porcentajes más representativos del indicador de salud mental. En este
sentido, se evalúa si las preocupaciones le han hecho perder mucho
sueño: 301 (26,4%) expresaron que frecuentemente; de estos, 142
(41,2%) son masculinos y 177 (58,8%) son femeninos. En relación con si
se ha sentido agobiado y con tensión, 345 (30,5%) manifestaron que es
frecuente; de estos, 143 (41,4%) son masculinos y 202 (58,6%) son
femeninos. Por otra parte, se preguntó si ha sentido que no puede
superar sus dificultades: 347 (30,6%) refieren que frecuentemente; de
este total, 160 (46,1%) son masculinos y 187 (53,9%) son femeninos (ver
tabla 7).
En este mismo sentido, se evaluó si ha sido capaz de hacer frente
a sus problemas: 917 (80,7%) dicen que frecuentemente; hay 19,3% que
no pueden con sus problemas. Del total, 439 (47,9%) son masculinos y
478 (52,1%) son femeninos. Con respecto a si se ha sentido poco feliz y
deprimido: 244 (21,5%) expresaron que frecuentemente; del total, 104
(42,6%) son masculinos y 140 (57,4%) son femeninos. En todos los
indicadores de salud mental comparados por sexo, se encontró
porcentajes mayores en las mujeres que en los hombres, lo que indica
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
73
que existen más dificultades de salud mental/bienestar psicológico en
las mujeres.
Tabla 7. Frecuencias y porcentajes de la muestra que frecuentemente presentan dificultades de salud mental/ bienestar psicológico, comparados por género.
No Ítems
Total (%)
Masculino (%)
Femenino (%) Χ²
1
¿Ha podido concentrarse bien en lo que hace?
772(67,8)
373(48,3)
399(51,7)
1,638
2
¿Sus preocupaciones le han hecho perder mucho sueño?
301(26,4)
124(41,2)
177(58,8)
5,570*
3
¿Ha sentido que está jugando un papel útil en la vida?
875(77,0)
420(48,0)
455(52,0)
1,787
4
¿Se ha sentido capaz de tomar decisiones?
858(75,3)
420(49,0)
438(51,0)
4,998*
5
¿Se ha sentido constantemente agobiado y en tensión?
345(30,5)
143(41,4)
202(58,6)
6,428*
6
¿Ha sentido que no puede superar sus dificultades?
347(30,6)
160(46,1)
187(53,9)
0,229
7
¿Ha sido capaz de disfrutar sus actividades normales de cada día?
841(74,0)
411(48,9)
430(51,1)
4,952*
8
¿Ha sido capaz de hacer frente a sus problemas?
917(80,7) 439(47,9) 478(52,1) 1,434
9
¿Se ha sentido poco feliz y deprimido?
244(21,5)
104(42,6)
140(57,4)
2,443
10 ¿Ha perdido confianza en sí mismo?
160(14,1)
69(43,1)
91(56,9)
1,148
11
¿Ha pensado que usted es una persona que no vale para nada?
110(9,7)
41(37,3)
69(62,7)
4,877*
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
74
12 ¿Se siente razonablemente feliz, considerando todas las circunstancias?
756(67,1) 362(47,9) 394(52,1) 0,486
*p < 0,05
En el análisis descriptivo de frecuencias y porcentajes de la
muestra que frecuentemente presentan dificultades de salud mental y
bienestar psicológico, comparando los que residen en las zonas urbanas y
los que residen en zonas rurales en esta ocasión, se centrará el análisis
en aquellos indicadores (reactivos) en los que haya mayores
diferencias.
En cuanto a si las preocupaciones le han hecho perder mucho
sueño: 301 (26,4%) expresaron que frecuentemente; de estos, 202
(67,1%) son urbanos y 99 (32,9%) son rurales. Referente a si se ha
sentido constantemente agobiado y con tensión: 345 (30.5%)
manifestaron que sí, de este total, 252 (73,0%) son residentes urbanos y
93 (27,0%) son residentes rurales. Al preguntarles si han sentido que no
pueden superar sus dificultades: 347 (30,6%) refieren que
frecuentemente; de estos, 230 (66,3%) son urbanos y 117 (33,7%) son
rurales (ver tabla 8).
Por otra parte, se preguntó si se han sentido poco felices y
deprimidos: 244 (21,5%) expresaron que frecuentemente; de este total,
161 (66,0%) son residentes urbanos y 83 (34,0%) son residentes rurales.
En cuanto a si se sienten razonablemente felices, considerando todas
las circunstancias: 756 (67,1%) manifestaron que frecuentemente; de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
75
estos, 537 (71,0%) son urbanos y 219 (29,0%) son rurales. Este último
indicador refiere, entonces, que 32,9% de la muestra del estudio no se
considera feliz considerando todas las circunstancias. En un sentido
general, se puede apreciar que en todos los indicadores de salud mental
y bienestar psicológico de la población en función del lugar de residencia,
existe mayor incidencia de dificultades de salud mental en la muestra
de residentes urbanos que en la muestra de residentes rurales,
duplicando los porcentajes en casi todos los indicadores.
Tabla 8. Frecuencias y porcentajes de la muestra que frecuentemente presentan dificultades de salud mental/bienestar psicológico, comparando los que residen en zonas urbanas y rurales.
No Ítems Total (%)
Urbano (%)
Rural (%)
1
¿Ha podido concentrarse bien en lo que hace?
772(67,8) 544(70,5) 228(29,5)
2
¿Sus preocupaciones le han hecho perder mucho sueño?
301(26,4) 202(67,1) 99(32,9)
3
¿Ha sentido que está jugando un papel útil en la vida?
875(77,0) 618(70,6) 257(29,4)
4
¿Se ha sentido capaz de tomar decisiones?
858(75,3) 608(70,9) 250(29,1)
5
¿Se ha sentido constantemente agobiado y en tensión?
345(30,5) 252(73,0) 93(27,0)
6
¿Ha sentido que no puede superar sus dificultades?
347(30,6) 230(66,3) 117(33,7)
7
¿Ha sido capaz de disfrutar sus actividades normales de cada día?
841(74,0) 597(71,0) 244(29,0)
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
76
8
¿Ha sido capaz de hacer frente a sus problemas?
917(80,7) 650(70,9) 267(29,1)
9 ¿Se ha sentido poco feliz y deprimido?
244(21,5) 161(66,0) 83(34,0)
10 ¿Ha perdido confianza en sí mismo? 160(14,1) 116(72,5) 44(27,5)
11 ¿Ha pensado que usted es una persona que no vale para nada?
110(9,7) 71(64,5) 39(35,5)
12
¿Se siente razonablemente feliz, considerando todas las circunstancias?
756(67,1)
537(71,0)
219(29,0)
Frecuencias y porcentajes de la muestra que continuamente
presentan dificultades de salud mental, asociadas con haber sido
víctima de violencia delincuencial. En cuanto al indicador, si las
preocupaciones le han hecho perder mucho sueño: 299 (26,4%)
manifestaron que es frecuente; de estos, 96 (32,1%) dicen que sí,
mientras 203 (67,9%) expresaron que no, indicando lo anterior que hay
diferencias significativas cuando se comparan los que han sido
víctimas de violencia delincuencial con los que no han sido víctimas;
presentando más preocupaciones que les hacen perder el sueño los que
fueron víctimas de violencia social delincuencial. En relación con si se
ha sentido poco feliz y deprimido: 242 (21,5%) expresaron que es
frecuentemente; de este total, 80 (33,1%) dicen que sí han sido víctimas
de la violencia delincuencial, mientras 162 (66,9%) expresan que no. Lo
anterior indica que existen diferencias significativas en cuanto a
sentirse felices y deprimidos, entre los que fueron víctimas y los que
no lo han sido, presentando mayores problemas de infelicidad y
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
77
depresión los que fueron víctimas de la violencia delincuencial (ver
tabla 9).
Tabla 9. Frecuencias y porcentajes de la muestra que frecuentemente presentan dificultades de salud mental/bienestar psicológico, comparando los que han sido víctimas de violencia delincuencia
No Ítems Total (%)
SÍ NO Χ²
1 ¿Ha podido concentrarse bien en lo que hace? 769(68,2) 193(25,1) 576(74,9) 3,460
2
¿Sus preocupaciones le han hecho perder mucho sueño?
299(26,4) 96(32,1) 203(67,9) 5,911*
3
¿Ha sentido que está jugando un papel útil en la vida?
867(77,0) 224(25,8) 643(74,2) 1,544
4 ¿Se ha sentido capaz de tomar decisiones? 851(75,4) 211(24,8) 640(75,5) 5,598*
5
¿Se ha sentido constantemente agobiado y en tensión?
342(30,5) 98(28,7) 244(71,3) 1,133
6
¿Ha sentido que no puede superar sus dificultades?
344(30,6) 86(25,0) 258(75,0) 0,517
7
¿Ha sido capaz de disfrutar sus actividades normales de cada día?
833(74,0) 216(25,9) 617(74,1) 0,4712
8 ¿Ha sido capaz de hacer frente a sus problemas? 910(80,8) 235(25,.8) 675(74,2) 0,745
9 ¿Se ha sentido poco feliz y deprimido? 242(21,5) 80(33,1) 162(66,9) 6,833**
10 ¿Ha perdido confianza en sí mismo? 159(14,2) 43(27,0) 116(73,0) 0,045
11 ¿Ha pensado que usted es una persona que no vale para nada?
109(9,7) 43(39,4) 66(60,6) 10,616**
12 ¿Se siente razonablemente feliz, considerando todas las circunstancias?
751(67,3) 178(23,7) 573(76,3) 6,711*
*p < 0,05; ** p< 0,01
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
78
11.1. 1. Factores socioculturales de la violencia social delincuencial
En relación con los factores socioculturales asociados a la
violencia delincuencial, se formularon seis reactivos relacionados entre
sí, que brindarán una explicación general sobre las condiciones del
contexto social y cultural de violencia que viven los salvadoreños, con
el propósito de conocer la percepción y visión que la población tiene
referente a la violencia delincuencial. Entre los resultados se tienen: el
primer indicador explora si considera que el ambiente social y
comunitario donde viven los salvadoreños está incidiendo en la
violencia delincuencial: 431 (38,3%) expresaron que nunca, mientras
695 (61,7%) manifestaron que frecuentemente; considera usted que el
ambiente familiar en que viven los salvadoreños está relacionado con
la violencia delincuencial: 481 (42,6%) dicen que nunca y 648 (57,4%)
dicen que frecuentemente; considera usted que la televisión, el cine y
los juegos de video promueven las conductas violentas en los
salvadoreños: 339 (29,9%) expresan que no, mientras 796 (70,1%)
manifiestan que frecuentemente; considera usted que las condiciones
económicas de pobreza en que vive la mayoría de salvadoreños
inciden en la violencia delincuencial: 315 (27,8%) dicen que nunca y
820 (72,2%) dicen que frecuentemente. Considera usted que el contexto
de violencia delincuencial en que viven los salvadoreños está
afectando la salud mental de las personas: 332 (29,4%) expresaron que
nunca y 797 (70,6%) manifestaron que frecuentemente es afectada.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
79
Al preguntarle a la población si ha sido víctima de la violencia
delincuencial: 304 (26,6%) expresaron que sí y 827(72,5%) dijeron que
no. Indicando lo anterior que más de una cuarta parte, es decir, uno de
cada cuatro salvadoreños, fue víctima de la delincuencia en el último
año. De los 304(26,6%) que informaron que habían sido víctimas de la
delincuencia, los porcentajes de los tipos de delitos se distribuyeron de
la siguiente forma.
Figura 1. Porcentaje de tipos de delitos de que ha sido víctima en el último año.
*Pariente lesionado o asesinado
En relación con el número de veces que la muestra ha sido
víctima de algún tipo de delito, estos se presentan en la figura 2. El
mayor porcentaje se despliega en una sola vez, 45,5% y el menor
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
80
porcentaje en cuatro veces, 5%. En relación con el lugar donde fue
víctima de un delito, la mayoría de estos fueron en la calle, 51,6%;
mientras el lugar donde se dan menos delitos es el pueblo, 5,7%. Estos
resultados indican que existe más de un 50% de la muestra que fue
víctima de la delincuencia más de una vez en el último año. También
que la mayoría de los delitos (51,6%) se dan en la calle; pero existe
cerca de la mitad de los delitos cometidos por la delincuencia que se
dan en la comunidad, en la colonia, en la casa, en la ciudad, y un
menor porcentaje en el pueblo.
Figura 2. Porcentaje de número de veces que la muestra fue víctima de delitos en el último año
45.5
21.1
15.4
12.5
5
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50
Una vez
Dos veces
Tres veces
Más de cinco veces
Cuatro veces
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
81
Figura 3. Porcentajes de lugares donde fue víctima de algún tipo de delito en el último año
51.6
16.8
16.8
9
5.7
0 10 20 30 40 50 60
En la calle
En su casa
En la ciudad
En la colonia
En el pueblo
11.1.2. Consumo de alcohol y drogas, como indicador de salud mental
En relación con el consumo de alcohol y drogas en la población
en estudio, se encontró que 181 (15,8%) expresaron que sí consumen,
mientras 948(82,9%) manifestaron que no, y 14 (1,2%) no respondieron.
Las razones o causas del consumo de este 15,8% de personas que
aceptó el consumo de algún tipo de sustancia psicoactiva se mencionan
en la figura 4.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
82
Figura 4. Razones y causas que motivan el consumo de alcohol y
drogas en la muestra (frecuencias).
Una de las principales causas o razones del consumo de alcohol y
drogas son los malos hábitos (95), seguido porque le gusta (64), y en
última posición están los problemas familiares (26).Por otra parte, se
puede observar que la frecuencia en el consumo de alcohol y drogas es
más alta en eventual (60), luego le siguen diario (44) y semanal (33); por
último aparecen el consumo quincenal (19) y mensual (18). Estos
resultados indican que si se suman las personas que consumen alguna
sustancia psicoactiva diaria, semanal y quincenal, estas rondan el 60%
de la muestra, significando que, debido a la frecuencia en el consumo
de la sustancia psicoactiva, podría pensarse que estas personas
presentan un grado importante de disfunción personal, familiar, social;
y es probable que varios de ellos presenten algunas disfunciones en su
estabilidad mental debido al consumo de alcohol y drogas.
95
64
49
48
45
32
31
26R² = 0.964
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Malos hábitos
Porque me gusta
Problemas personales
Por adicción
Por imitación
Presión social
Problemas económicos
Problemas familiares
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
83
Figura 5. Frecuencia del consumo de sustancias psicoactivas en la muestra estudiada
0
10
20
30
40
50
60
Eventual Diario Semanal Quincenal Mensual
60
44
33
19 19
Tabla 10. Frecuencias de los tipos de drogas consumidas
Alcohol y Drogas Frecuencia/ Porcentaje
Cerveza 108 (9,4)
Licor 86 (7,5)
Cigarrillo 81 (7,1)
Whisky 22 (1,9)
Vino 20 (1,7)
Marihuana 9 (0,8)
Crack 5 (0,4)
Cocaína 6 (0,5)
Éxtasis 3 (0,3)
Total 390 (33,9)
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
84
11.1.3. El funcionamiento familiar como indicador de salud mental
Diferentes estudios y teorías han demostrado que el contexto
familiar es un entorno donde se configura la personalidad del niño y
del joven; también es un ambiente de protección y de seguridad, que
fortalece la confianza en sí mismo, la autoestima; adquiere un conjunto
de principios y valores, que determinan su forma de ser y actuar en la
vida cotidiana del adulto. La familia es el ente socializador que
potencializa los tipos y las formas de relaciones interpersonales,
comenzando por los miembros del núcleo familiar. Así mismo, es la
instancia que favorece, o protege de, diferentes disfunciones entre sus
miembros; por ejemplo: el abuso (físico, psicológico y sexual), los
hábitos inadecuados, como el consumo de sustancias psicoactivas. Pero
también permite un abanico de afecciones psíquicas como el estrés, la
ansiedad, la depresión, las fobias y conflictos de relaciones
interpersonales.
Desde la perspectiva de la personalidad, se pueden explicar
muchas conductas consideradas como conflictivas o delictivas en los
jóvenes, como son: la agresividad, la impulsividad, la personalidad
antisocial o psicopática, que es propia de los delincuentes. Por otra
parte, hay que destacar que la familia no es un islote inconexo. En
esencia es la unidad básica de la sociedad y del Estado. Por tanto,
existe una relación directa con estas otras estructuras. La fortaleza o
debilidades de la familia dependen en gran medida de las políticas
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
85
sociales del Estado, como la seguridad, la salud, la educación, las
fuentes de trabajo y un sistema jurídico que proteja estos derechos.
En estudio realizado a escala nacional en El Salvador con 1.392
jóvenes estudiantes de educación media, Orantes (2011) encontró que
764 (55,5%) de los jóvenes provienen de hogares integrados (papá y
mamá juntos), mientras 612 (44,5%) de los jóvenes pertenecen a
hogares desintegrados. En los hogares desintegrados existen tres
razones de separación: 296 (50,1%) por divorcio, 185 (31,3%) por
emigración, y 110 (18,6%) por fallecimiento de uno de los cónyuges.
Este informe revela que en cerca de la mitad de las familias
salvadoreñas hace falta uno de los padres. La separación de los padres
es un potenciador de estrés social que genera crisis al el interior de la
familia, haciendo que los miembros de ella estén sujetos a diversas
modificaciones en su vida, y con problemas de adaptación de
conducta(Holmen, Canavarro y Leile, 2005).
Según otros estudios, la persona responsable del hogar o crianza
de los hijos es la madre. En esta misma dirección, Zúñiga (2010)
encontró que los jóvenes salvadoreños que provienen de familias
desintegradas presentan diferencias estadísticamente significativas en
comparación con los jóvenes de hogares intactos, específicamente en
autoconcepto: académico, social, emocional y familiar, presentando
mayores niveles los adolescentes de padres que viven juntos,
indicando que hay más problemas en estas variables en los jóvenes de
familias separadas.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
86
Asi mismo, encontró diferencias significativas entre ambos
grupos de jóvenes en diferentes dimensiones de ansiedad: fisiológica,
inquietud/hipersensibilidad, preocupación social, concentración y
total, siendo la media aritmética (M) más alta en los jóvenes que
proceden de familias separadas.
En el presente estudio, al equipo le interesó conocer algunas de
estas variables familiares, como indicadores del grado de
funcionamiento de la familia salvadoreña, para tener una explicación
empírica de la influencia que esta tiene en la salud mental y social de la
población salvadoreña; para atrevernos a describir posibles factores
relacionados con el contexto de violencia social delincuencial que
experimenta la población y señalar el papel protagónico de la familia
salvadoreña en el conjunto de factores sociales relacionales.
En este sentido, se encontró que, en la existencia de conflictos
internos en los miembros de la familia, 263 (23,0%) expresaron que a
menudo existían, 878 (76,9%) manifestaron que nunca; referente a las
relaciones de cooperación y ayuda entre los miembros del núcleo
familiar, 289 (25,3%) dijeron que nunca se daban; 854 (74,7%)
expresaron que a menudo existían. En cuanto al sentimiento de
solidaridad entre los miembros de la familia, 238 (20,9%) expresaron
que nunca se daba; 905 (79,1%) manifestaron que a menudo sucedía.
Cuando un miembro de la familia tenía problemas, los demás le
ayudan a resolverlo: 272 (23,8%) dijeron que nunca les ayudaban; 871
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
87
(76,2%) manifestó que a menudo les ayudaban a resolver los
problemas.
Los resultados anteriores son evidencia de que en la escala de
funcionamiento familiar los porcentajes de disfunción familiar oscilan
entre el 10 y el 25% de la población. Estos porcentajes indican que
existen problemas en la esfera familiar, reflejando en algunos criterios
prevalencias que superan el 20% de las familias salvadoreñas que
presentan una disfunción familiar evidente. Lo anterior es un factor
clave como indicador de inestabilidad social, familiar y mental de la
población salvadoreña sugiriendo que la alteración familiar en El
Salvador es uno de los factores que podría estar asociado con la salud
mental y en la configuración de conductas delictivas en los jóvenes
salvadoreños.
11.4. Análisis descriptivo cualitativo
Cultura de la violencia: lo primero en la mente. Los participantes
de este estudio, cuando hablan de violencia, tratan de prescribir sus
ideas, lo viven con mucha “seriedad”; y se les ocurren múltiples
formas de agrupar sus comentarios. Se concentran en sus experiencias
y se autodefinen como conocedores del fenómeno. La mayoría de los
entrevistados convergen en que la violencia es un fenómeno cultural, la
definen como un comportamiento “habitual de las personas”. De
acuerdo con los y las participantes, el fenómeno es estimulado
principalmente por los medios de comunicación, los cuales día a día
enfrentan a la población con “asesinatos”, “desmembramientos”,
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
88
“robos”, “sangre”, “violencia política”, “violencia escolar” y otros. Lo
peligroso de la lectura anterior es caer en divisiones objetivas y
subjetivas del fenómeno de violencial delincuencial, en la cual los
responsables de frenar el fenómeno tienden a culpar a los medios de
comunicación, como una forma de minimizar parte de su
responsabilidad.
Los entrevistados se perciben a sí mismos como “pacificos,
tolerantes y respetuosos”. Sin embargo, los ambientes donde se
desenvuelven cotidianamente resultan contar con un alto nivel de
violencia, lo cual se manifiesta con diversos matices de ansiedad. De
acuerdo con la mayoría, la violencia es un tópico que ha sido estudiado
por muchos profesionales, universidades y otras instituciones, hasta
hoy sin resultados significativos. De acuerdo con el análisis, lo primero
en la mente de los entrevistados, al mencionar violencia este concepto es
agrupado en diversas formas, siendo estas:
El grupo 1: muerte y agresión. "Hechos delictivos de mayor y
menor grado" a través de las pandillas y el uso ilegal de armas. Grupo
2:inseguridad/temor. “Daño físico y psicológico” realizado por
pandilleros, en su mayoría (estimulado por exposición masiva de
muertes, dolor y luto constantemente). Grupo 3: ansiedad. “Problema
grave y frecuente de proporciones epidémicas que afecta a la población
salvadoreña sistemáticamente” debido a un alto número de
extorsiones, impunidad, falta de valores morales y al constante
incremento en los números de crímenes y violaciones. Grupo 4:
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
89
violación a derechos de los ciudadanos (actitud).“Intranquilidad, problemas
de relaciones humanas, de socialización inadecuada, patrones
negativos de comportamiento, conductas crueles y destructivas,
intenciones malas en contra de los demás, maltrato físico y psicológico
(población vengativa con odio, crueldad e impulsos destructivos).
“Los medios masivos, juegan un papel elemental en la salud
mental de la población salvadoreña.” Los problemas de orden
psicosocial pueden reducirse a través de convenios con los medios de
comunicación, ya que estos juegan un papel importante en la inflexión
de ideas y conductas de los ciudadanos. Al hablar de violencia, los
entrevistados verbalizan una realidad compleja, en la cual se ven
agrupados diferentes matices de emociones, conductas, actitudes y
hechos. Fundamentalmente, y a modo de convergencia, destacan la
falta de control del fenómeno a escala nacional, efectos de la
inseguridad en el plano psicológico; y una promesa de la erradicación
se volvería en estos momentos en una falacia a partir de la dimensión
que el problema tiene. El papel de las instituciones (FGR, PNC, jueces,
gobierno central y gobiernos municipales) se ve en dificultades en
cuanto a su efectividad.
“Me siento ánimicamente mal, porque diariamente se está pendiente de todo lo
malo que te puede pasar al salir de casa, al trabajo o cualquier otro lugar.”
--psicólogo.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
90
Sensación de seguridad y temor. Al consultar a los entrevistados
“el grado de seguridad en su comunidad o lugar de trabajo”, es importante
adentrarnos más en las motivaciones o causas de sus respuestas que en la
primera impresión de estas.
“El lugar donde vivo actualmente lo considero un ‘lugar seguro’, reúne
condiciones mínimas o filtros de control para garantizar algún tipo de
seguridad.”-- Inspector policial
Al consultar a miembros de la PNC (inspectores, comisionados y
policías), su grado de seguridad lo individualizan y manifiestan
actitudes defensivas. Las asociaciones principales convergen en el
“grado de seguridad que manifiestan debido a la pertenencia a la
institución de seguridad” y/o a la “cercanía de un puesto de
seguridad”. La mayoría de entrevistados señalan que viven en una
zona residencial “tranquila y segura”; el estado refleja más una situación
aspiracional del individuo que su estado real. Se observa una clara
exposición a una situación estresante, donde predominan las acciones
del individuo por encima de las instituciones encargadas de velar por la
seguridad, ya que las manifestaciones convergen en acciones
alcanzadas mediante las “propias capacidades”. Lo anterior hace que
los individuos estén expuestos a enfermedades psicológicas,
conductuales, emocionales, psicosomáticas y somáticas.
La carga psicosocial a raíz de la violencia delincuencial es un
factor que les disminuye la calidad de vida. La disminución de sus
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
91
capacidades y habilidades para desenvolverse en su cotidianidad de
forma segura es una muestra de lo anterior.
“Para sentirme seguro, lo que hago es evitar salir de casa, mantenerme
encerrado; del trabajo a la casa.Y si salgo a un lugar, tengo que pensarlo
primero, qué tipo de lugar es, si ofrece condiciones de seguridad para mí y mi
familia.”-- Juez de la República
“Nos sentimos prisioneros en nuestras casas. Es difícil salir y disfrutar
sanamente porque siempre estamos pensando en que algo negativo puede
pasar.”--Educador
Por su parte, los empresarios, a pesar de contar con vigilancia en
sus negocios, manifestaron sentirse vulnerables ante la ola de violencia
delincuencial que vive el país. Algunos de ellos han sido víctimas de
robos y/o extorsiones, y se mantienen en un estado de vigilia
permanente, ante la sensación de inseguridad. El libre tránsito por las
calles es cosa del pasado, argumentan. La criminalidad ha ganado
terreno en los últimos años.
Pese a que en su mayoría los entrevistados expresaron, de forma
verbal o no verbal, sentirse inseguros, percibimos la existencia de un
grupo pequeño que se siente seguro en el entorno donde vive. La
seguridad percibida se encuentra estimulada por características
físicas(infraestructura doméstica) y relacionales específicas
(comunidades de vecinos). Uno de los factores que estimulan la
seguridad es ver policías patrullando, a pesar de que existen indicios
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
92
de corrupción en un mínimo grupo del cuerpo policial en el ámbitonivel
perceptual de la población.
“Generalmente están diciendo que pasan cerca de la casa mareros. Ha habido
muertos, no se puede andar muy noche. Siento temor de que pueda suceder
algo en la casa, porque alguien extraño pueda entrar a la casa.”--Abogado
Al hablar de seguridad, encontramos fuertes indicios de disonancia
cognitiva en un pequeño grupo, ya que por un lado manifiestan sentirse
muy seguros, pero por otro aseguraron que una gran cantidad de
acciones para “sentirse más seguro”. Hay una incompatibilidad de dos
cogniciones simultáneas (seguridad e inseguridad), todo lo cual
impacta sobre sus actitudes.Algunas de las acciones que llevan a cabo
para sentirse seguros los hace mantener una situación de alerta
constante, siendo estas; la comunicación: interacción constante con
vecinos, organización vecinal; prevención:estar pendiente de cualquier
anomalía alrededor, anticiparse a situaciones de personas o vehículos
sospechosos (generalmente no conocidos en la zona); uso de medidas
de seguridad domésticas, como alambre razor, intercomunicador; vivir
en zonas residenciales con seguridad las 24 horas y con muro
perimetral, no llegar a altas horas de la noche, contar con vigilancia
privada en negocios.Otras acciones: acercarse más a Dios,trabajar de
forma oculta para evitar ser objeto de cobro de “renta” en sus negocios;
no ver, oír o leer medios masivos y ganarse la confianza de jóvenes en
riesgo.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
93
“Nosotros somos una familia cristiana. En primer lugar tenemos una
confianza plena que Dios nos cuida, y además… hemos puesto un “razor” con
electricidad para, de alguna manera, proteger la casa, y también hemos cerrado
con una puerta de hierro el patio para tener seguridad en la casa.”
--Empresario
El grado de seguridad evaluado tiene al menos dos dimensiones
claramente identificadas: la“geográfica” y la de “grupo doméstico”.
En la dimensión doméstica(casa y trabajo) existe cierto grado de
seguridad. No obstante, en la dimensión geográfica(calles por donde
transita) el nivel de seguridad es sumamente débil.
11.4.1. Efectos de la violencia delincuencial
La violencial delincuencial perjudica a los salvadoreños de todos
los niveles socioeconómicos, y los perjudicaen diversos sentidos. En los
lugares públicos, disipando los espacios de diversión de la ciudad poco
a poco, y así como en los alrededores de su comunidad. De acuerdo
con los participantes, quienes externan los efectos, dicen vivir en un
estado aparente de “toque de queda autoimpuesto”, situación que
genera una progresión geométrica de la pérdida de seguridad. Los
efectos se desplazan al plano económico, debido a que las medidas de
seguridad, por temor a ser víctima, llevan al salvadoreño a poner rejas,
candados, pago de más vigilancia en su comunidad, etc., Lo cual afecta
su bolsillo.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
94
La pérdida de la calidad de vida y de la coexistencia pacífica de
los salvadoreños, a raíz de la violencia delincuencial, se ve estimulado
por la presencia de jóvenes delincuentes (generadores de temor entre
las personas), quienes son los que más inquietan a la población. Lo
anterior fue manifestado principalmente por los profesionales del
derecho (jueces, fiscales, abogados y funcionarios de seguridad
pública) que fueron entrevistados, ya que es en esta cohorte donde más
se respira el aire de violencia delincuencial.
La presencia de jóvenes en las cercanías de su comunidad, en las
esquinas bebiendo cervezas aumenta los niveles de inseguridad de la
población expuesta. Los efectos de la violencia delincuencial también
tienen su fundamento en la presencia de noticias “amarillistas” con
una alta resonancia en la opinión pública, las cuales trastornan la
percepción de seguridad colectiva. Existen sentimientos entre los
entrevistados que reflejan efectos en el ámbito psicológico, momentos
de “desprotección e inseguridad” y “tristeza”.
“Robos frecuentes, asaltos, renta; se tienen que cerrar los negocios. Es por eso
que uno se siente inseguro”. “Nos afecta a tal grado que nos hemos vuelto
presos dentro de nuestras propias casas.” -- Empresario.
La violencia delincuencial debilita la cohesión social (convivencia
vecinal) de las comunidades; además, provoca más violencia debido a
que la ansiedad, la inseguridad y el temor estimulan el “querer”
defenderse; se vive expuesto directamente a las personas que ejercen la
violencia; la sociedad se está “deshumanizando” debido a que las
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
95
noticias crudas de “muertes”, o verlas “físicamente”. ya no incomoda
(desensibilización humana). Algunas de las manifestaciones físicas de
los efectos de la violencia delincuencial se presentan en el deterioro
del “tejido relacional” de las personas y su familia; existe pérdida de
confianza, es decir, no se confía en nadie o en muy pocos. Lo anterior
promueve una sociedad en la que cuesta integrarse; la desconfianza
crea barreras que dividen las sociedades.
11.4.2. Impacto emocional
Existen diversas sensaciones, emociones y sentimientos que
derivan de la exposición a la violencia delincuencial. Entre estas
destacan: la impotencia y la frustración: los participantes “quisieran
actuar”, pero sus principios y valores no se los permiten. El
entrevistado dice mantenerse al margen, únicamente lo deja al sistema
a través de denuncias que muchas veces no son tomadas en cuenta, ya
que hay falta de credibilidad en la efectividad del sistema de justicia en
el país; la tristeza: impotencia, pérdida de personas útiles a la sociedad,
hay sentimientos encontrados “tristeza, lástima y enojo”; autoprotección:
al núcleo familiar y mantener un estado de vigilia constante; decepción:
falta mucho por hacer, planes de prevención en comunidades y
empresas. No hay políticas claras de combate a la violencia delincuencial;
indignación: se ha perdido consistencia en la visión positivista del
combate al flagelo delincuencial, lo ven agravándose
exponencialmente, y el delincuente sin conciencia y con un alto grado
de impunidad atenta sin sensibilidad contra la población; aflicción: es
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
96
un dolor que sienten en carne propia; hay asombro: por ver hechos en
flagrancia y con altos grados de cinismo e impunidad; lástima: los
niveles de violencia delincuencial no son exclusivos de ciertas
comunidades, ni son casos aislados, son generalizados; temor y
preocupación: alto nivel de inseguridad y deseos de emigrar, existe
preocupación por la proliferación de armamento de guerra en manos
de delincuentes.
“Me afecta, y siento impotencia. Quisiera tener los medios para resolver la
problemática.” – Psicológo
11.4.3. Incitadores de violencia delincuencial
Las maras o pandillas (grupos organizados) son los que
mayoritariamente se vuelven incitadores de la violencia delincuencial.
Hay a la vez factores estructurales como la falta de valores familiares y
la falta de empleo (falta de oportunidades, alto costo de la vida).
También arremeten contra la ineficacia de las autoridades para
combatir la violencia delincuencial, como parte de los incitadores que
destacan. La pobreza (abona a que muchas personas se desesperen y
empiezan a cubrir sus necesidades haciendo uso de la violencia), la
marginación social (gente que no tiene cómo sobrevivir, pero
socialmente no se encuentran con grupos de referencia, y esto les
provoca que tengan una conducta violenta ante los demás), y el fácil
acceso a las armas. Esto provoca que mucha gente este frustrada o
molesta, y que no encuentra cómo comunicar su malestar social. Están
con una actitud de manifestar su inconformidad utilizando un arma.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
97
11.4.4. Influencia de la falta de oportunidades
La falta de oportunidades laborales influye en el aumento
delincuencial de un “grupo” poblacional con pocos valores morales, el
cual sufre frustración, desencanto, resentimiento, insatisfacción,
incomodidad, depresión, baja autoestima, irritabilidad, estrés,
desintegración familiar, deterioro de relaciones afectivas, familias
hogares desintegrados, abandono de hijos, inmigración, etc. La falta de
trabajo es un estimulador de lo anterior, e incide en la medida que el
individuo debe resolver los problemas económicos del seno familiar.
Lo importante por destacar es que es un “grupo”, y no debe
generalizarse hacia las clases más desprotegidas o vulnerables
socialmente. Pobreza o falta de empleo no debe entenderse, y ni
aceptarse como sinónimo de violencia delincuencial o de “gente ociosa
que se vuelve mala”. La violencia sin precedentes que actualmente se
vive tiene raíces estructurales, en la que se ven inmersas dimensiones
educativas, económicas y del tejido social. La falta de oportunidades, y
el afán de tener los bienes “necesarios” y los “no necesarios”, hace
recurrir a algunos a la violencia delincuencial. Si hubiese “trabajo para
todos” --por cierto una promesas mítica, poco creíble y utópica de los
políticos, --la persona honrada trabajaría para su hogar, y el
delincuente, que roba para sus vicios, trabajaría para el imaginario
negativo que corrompe las sociedades.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
98
“Alguien que no posea dinero para mantener a su familia se ve casi
obligado a cometer delitos para poder llevar algo… a su hogar. En definitiva, sí
influye directamente en el aumento de la delincuencia.” –Agente policial
La falta de oportunidades educativas, laborales y de pertenencia a
un núcleo familiar perjudica principalmente a la juventud, que se
acostumbra a la inactividad y la aleja de tareas productivas. Estos
jóvenes poseen en su mayoría vidas poco ordenadas, que los hacen
vulnerables a la violencia delincuencial en todas sus manifestaciones,
principalmente siendo absorbidos por los pandilleros. Las
oportunidades tienen que ver con las condiciones mínimas de vida que
uno debe tener. Si alguien no está en la capacidad de resolver sus
condiciones mínimas, buscará alguna forma de resolverlas; empezará a
refugiarse en la solidaridad de los demás, pero como nuestra sociedad
es excluyente se generaran conflictos, y será atraído a la inestabilidad
en el tema de la convivencia social.
La mayoría de gobernantes se han enfrascado en un eje nodal que
los ha llevado a una situación peliculesca en la cual han enfrentado a
policías y ladrones, descuidando nuevos enfoques en las “políticas
públicas”; y han brindado poco impulso a las “políticas sociales”.Lo
que deben buscar es resolver precisamente el tema de la “desigualdad”
y, a la vez, “complementar el enfoque convencional” del combate a la
violencia delincuencial. Mientras estos temas no sean superados
seguirán generando alto conflicto en el ámbito social. Los políticos
entran en disonancias cognitivas entre el decir y el hacer.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
99
“Cuando el ser humano siente que sus necesidades básicas no pueden ser
cubiertas busca la manera de cubrirlas. Eso a veces lo hace recurrir a la
violencia.”--Sociólogo
11.4.5. Violencia delincuencial y violencia familiar
Existe una relación fuerte y vinculante entre la violencia
delincuencial y la familiar; connotaciones específicas de conciencia
agónica explícita que se enseñan y aprenden en el hogar se trasladan al
ámbito socioespacial. La familia es la base de la sociedad. Por lo tanto, lo que
yo aprenda en la familia es lo que voy a reproducir en la sociedad. El
desprecio de los padres a hijos, consumo de drogas en el hogar por
parte de los padres o tutores, familiares violentos, en general
conductas disruptivas en el hogar, transmiten predisposiciones a la
violencia como medio para hacerse valer. Los individuos expuestos en
el seno familiar reproducen mecanismos de violencia aprendidos, los
cuales se activan en el entorno.
“La violencia intrafamiliar provoca una ruptura entre las
personas de un mismo hogar; y producto de ese rompimiento, buscan
resolver sus necesidades fuera de este.” La violencia delincuencial,
ejercida en gran parte por los jóvenes a través de las “tribus
delincuenciales” conocidas comunmente como pandillas, es un
problema criminológico que tiene sus raíces en la desintegración
familiar y la falta de una educación basada en principios.
La familia transmite valores y conductas, formas de percibir el
mundo; el origen de la violencia delincuencial está en el seno familiar.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
100
Por otra parte, también vivimos en una sociedad machista. Cuando el
hombre ejerce su voluntad y sometiendo a la mujer, oprimiendola,
comienza un círculo vicioso; los hijos observan el fenómeno, y esa
relación se multiplica en la sociedad. Todo se logra con “cuotas de
violencia verbal, física o psicológica, que se ejercen para alcanzar lo
que desea”.
“Es en las familias disfuncionales donde nacen los delincuentes, porque no se
le enseñaron principios éticos y morales.”-- Fiscal
La violencia familiar reside en una discapacidad psíquica
alimentada por resentimientos, raíces de amargura y otros, causados
por la misma violencia familiar, lo cual exterioriza y repite el joven
cuando llega a la adultez. El combate a la delincuencia debe tomar en
cuenta la íntima relación de la violencia familiar con la delincuencial.
Hasta cierto punto, las políticas contra el combate delincuencial han
sido no vinculantes con el fenómeno de forma dual.
Factores familiares que promueven la violencia delincuencia lo
económico (pérdida de calidad de vida), el abandono de padres de
familia/falta de figuras paternas: muchos delincuentes crecen con sus
abuelos debido a la emigración de sus padres (los ancianos en la
mayoría de casos no son figuras de autoridad para el joven rebelde),
falta de afecto familiar; los hogares de conductas disruptivas: consumo
de drogas y alcohol, violencia intrafamiliar,hogares disfuncionales,
falta de orientación espiritual (falta de temor a Dios); falta de
comunicación y control de hijos: control de amigos, programas de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
101
televisión. y lugares que visita, horas de llegada, etc. Padres
tóxicos:aquellos que para corregir son duros y no proveen amor, solo
golpes e insultos;problemas serios de comunicación en el hogar:
estamos en la era de la información y comunicación, contamos con
diversidad de medios que nos permiten comunicarnos con los demás,
pero, en lo que a la familia respecta, la comunicación se ha reducido; la
zona de residencia: el contexto en el cual el niño vive afecta
directamente su comportamiento.
“Una familia puede estar reunida en una misma sala, pero cada quien esta
comunicándose con otras personas por medio de Internet y el celular.”
--Antropólogo
11.4.6. Los medios de comunicación y la violencia (crónica roja)
Los medios de comunicación, especialmente la televisión y prensa,
son beneficiososos para el país como fuente de información y como
factor de cohesión social. Sin embargo, la exposición constante de
hechos violentos contribuye al miedo y conductas violentas de la
población. La influencia de los medios, sea esta negativa o positiva, es
innegable. En el análisis de contexto de violencia delincuencial, los
medios generan miedo, y este resulta perjudicial para grupos vulnerables,
como los jóvenes. Los medios de comunicación, de una u otra forma
plantean, desarrollan, norman o crean conductas en el colectivo e
inciden en su forma, de pensar y actuar.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
102
La era de la información que vivimos trae consigo una enorme carga
de información que el ser humano no tiene la capacidad de discriminar
entre “bueno y malo”. Noticias de muertes, homicidios y delitos
menores de forma prolongada generan conductas violentas y causan
ansiedad en el colectivo. Las noticias de la crónica roja venden
periódicos, generan raiting, y al empresario que no es responsable
socialmente le importa poco las repercusiones mentales de los
individuos. “Lo expuesto con violencia es más exitoso (US$) que lo que no
tiene violencia.”
La violencia se ha convertido en un producto de mucho valor
comercial: películas, programas de televisión, incluso las noticias
mismas: entre más fuertes presentan las escenas, más llaman la
atención. Algunos medios de comunicación han terminado apreciando
más el “valor comercial de la violencia” que “el costo social que esta
tiene”. Las instituciones gubernamentales, sin trascender al plano de la
“censura”, deben de orientar al individuo sobre algunos programas
dañinos a la psiquis; crear leyes adecuadas que protejan la salud
mental de los niños y adolescentes.
“Claro que sí. De hecho, los medios son los detonantes que encienden la chispa
de violencia en el ser humano, cuando presentan cosas que, a mi punto de
vista, no deberían de exponerlas a la ciudadanía. Mucha gente, al ver noticias,
se eriza y entra en nerviosismo.”-- Empresario.
La violencia está cotidianamente en los medios de comunicación.
Detrás de toda esa información siempre hay mensajes negativos que
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
103
anidan en grupos sociales vulnerables. Un grupo amplio de padres de
familia no controla lo que sus hijos ven en televisión o Internet. Más
bien, gozan en familia de programas antivalores como “Los simpson”, la
caricatura “Padre de familia”, entre muchos otros. A todas las películas
violentas, ahora se les llama “películas de acción” para aliviar la
connotación negativa. Estas logran exponer modelos de armas que se
usan en la actualidad, muerte, robos, etc. De tal manera que los medios
de comunicación sí tienen un fuerte vínculo por medio del cual
promueven la delincuencia. Otro ejemplo claro son los videojuegos
violentos, los cuales mandan mensajes ilícitos de violencia y
destrucción. Claro está que no podemos generalizar con los juegos de
video, ya que algunos son positivos, contribuyendo al desarrollo
psicomotor y a la orientación espacial del individuo.
Los medios de comunicación no desaprueban, solo se limitan a
categorizar los programas en A, B, C, y D. En otros países hay
observatorios cívicos que critican a los medios por la falta de
desaprobación de programas nocivos a la salud mental. Estamos
expuestos a un sistema mediático bastante sensacionalista. los medios
son parte fundamental de la consolidación de la cultura social en un
país; y si tenemos medios sensacionalistas que promueven violencia, el
principal producto que recibimos es la violencia en todas sus
manifestaciones.
Conductas que forman los medios de comunicación: violencia,
hostilidad, agresividad, irritabilidad (inculcan que con violencia se
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
104
pueden solventar los problemas), adictos al alcohol y drogas; conducta
de “matones”, creen que pueden robar y matar; división, separación y
confrontación, menosprecio y violación de la ley; pérdida de valores
(por ejemplo novelas, programas que promueven la libertad sexual,
lesbianismo y homosexualismo, etc.); personas insensibles e
irrespetuosas y revanchistas; consumismo, ansias de poder y querer
tener; indiferencia entre el bien y el mal; personas enfermas
mentalmente (psicosis, paranoia, temor, miedo, inseguridad).
Victimización. La mayoría de los entrevistados, o sus familiares
cercanos, han sido objeto de robos, hurtos, homicidios, intimidación,
amenazas y extorsiones en los últimos cinco años. La victimización ha
ido en aumento año con año. Este flagelo, conocido como violencia
delincuencial objetiva, hace mucho daño; más por las secuelas que por el
propio hecho, en el caso que no haya sido dañado en su integridad
física sino solo en la psicológica. De acuerdo con los consultados, los
delitos de los que han sido objeto no han sido inducidos o fomentados
por ellos. Tampoco ha sido porque ellos de modo deliberado se hayan
puesto en situaciones de riesgo; tampoco por falta de medidas de
prevención, o por exhibir algún tipo de bien que haya atraído más
atractivo a los delincuentes.
“Mi familia y yo hemos sido víctimas de amenazas fuertes de muerte. Nos han
querido extorsionar pidiéndonos dinero vía teléfono. En total, han sido seis
extorciones; pero nunca he dado ni cinco. En la primera extorsión nos fue mal
porque estuve a punto de cerrar mi negocio. Rrecuerdo que para esa fecha
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
105
estaba cumpliendo veinticinco años de estar funcionando la empresa. Cuando
estábamos en esta situación, pensábamos en irnos a vivir fuera del país.
terminamos por quedarnos, y pidiéndole a Dios que nos guiara para tomar la
mejor decisión. Al final, la última llamada que recibí, les dije que hicieran lo
que querían, pero que la empresa no generaba dinero como ellos pensaban y
que la mayoría de los ingresos era para pagar deudas. Después de toda esta
situación “quede muy enfermo de los nervios”, incluso estuve en el hospital.
Las demás extorsiones ya no me producían nada. Aprendí la lección después
del primer incidente.”-- Empresario
Relaciones familiares. La comunicación de los entrevistados con su
familia por la misma condición laboral, es reducida. Hay falta de
presencia física de los entrevistados en sus hogares la mayor parte del
día. El medio sustituto es el móvil e Internet. Resienten el
distanciamiento adicional que impone el uso de Internet y, en general,
de la tecnología (televisor, computador, móvil) aunque lo anterior no
los exime de comprarles o proveerle estos equipos a sus hijos, como
efecto del sistema consumista que vivimos los salvadoreños.
En algunos de los hogares de los entrevistados hay normas sobre
el uso de los móviles e internet durante el fin de semana, ya que tratan
de buscar un “tiempo de calidad” con su núcleo familiar. Las
relaciones, en los hogares de los consultados, son armoniosas, de
acuerdo con lo que expresan. Las decisiones, situaciones, por muy
sencillas que sean se dialogan en estos senos familiares. Por otra parte,
manifiestan desarrollarse como padres lo mejor que pueden, en
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
106
función del papel específico y definido que dicen tener. Aplican
disciplina cuando se debe, y un grupo de los entrevistados se aleja del
castigo corporal como medida correctiva en sus hogares. El resto lo ve
como una medida que debe ser utilizada al agotarse las alternativas de
corrección.
“Durante el tiempo que podemos estar en casa juntos tratamos de comer
juntos, ver algunos programas de televisión, ir a la iglesia y comunicarnos en
los tiempos libres.”-- Empresario
Argumentan que en sus hogares carecen de lviolencia
intrafamiliar, aunque si señalan tener altercados, roces, subidas de
tono, diferencias que califican con el apelativo de “normales”, con sus
hijos o cónyuges. Manifestaron que los problemas que tienen con su
cónyuge o sus hijos los resuelven por la vía del diálogo; la
conversación es de forma pacífica, reconociendo los errores.
Exteriorizan que es raro que se den ese tipo de conflictos, pero que los
abordan de una forma saludable.
La mayoría de los entrevistados busca la cohesión religiosa, y
tienen temor a Dios, y ven en Dios uno de los pilares importantes en su
familia. Otro de los pilares de las familias “sanas” es la comunicación.
La mayoría de los entrevistados revelan que la comunicación,
independientemente del tiempo que destinen, esta fundamentada en la
expresión abierta de emociones y de sentimientos; es franca, sincera y
entendible. Los fines de semana los dedican exclusivamente a la
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
107
familia, hay sobremesa. En fin, dicen coexistir en un ambiente
armonioso y de respeto en el hogar.
Al adentrarnos un poco más en su estilo de vida, era de interés
para el estudio conocer sus hábitos respecto al consumo de alcohol o
drogas alucinógenas. Los resultados encontrados muestran que en la
mayoría de hogares algún miembro de la familia consume alcohol,
principalmente cerveza, vodka y vino. Se autodefinen, quienes
consumen alcohol, como “bebedores sociales”; lo acostumbran a
realizar los fines de semana o en festejos. Les genera un paralenguaje
que denota cierto grado de incomodidad, incluso algunos prefieren
callarse al ser consultados.
En los hogares que no se consume alcohol, lo manifiestan con
orgullo y lo visualizan como un logro estar fuera de ese contexto. En la
mayoría que no consumen actualmente alcohol, lo hicieron cuando
eran jóvenes. Ninguno verbaliza el consumo de drogas alucinógenas
en el hogar, o en su familia extendida.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
108
Figura 7. Valores practicados en el seno familiar expresados por los
profesionales entrevistados
12. Análisis inferencial de resultados
De acuerdo con las correlaciones de Pearson(r), existe una
correlación significativa positiva entre el sexo de la muestra y la
ansiedad delincuencial. También hay correlación negativa significativa
entre haber sido víctima de violencia social delincuencial, el estresor
delincuencial y la ansiedad delincuencial; entre estas dos últimas variables,
con la salud mental y la violencia estructural (ver tabla 10). Indicando
que tanto el sexo de la muestra, el estado civil, el nivel educativo, ser
víctima de violencia delincuencial, el área de trabajo, el maltrato
familiar, la violencia estructural y la salud mental están asociadas con
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
109
los efectos de la violencia social delincuencial, como son el estresor
delincuencial y la ansiedad delincuencial.
Tabla 10. Correlaciones del estresor delincuencial, ansiedad delincuencial, con la salud mental y otras variables relacionales
*p < 0,05; ** p< 0,01
Tras la aplicación de la prueba “t” de student para comparar las
dimensiones relacionadas con la salud mental en función de si fue
víctima de violencia delincuencial en el último año, se encontró que, al
contrastar la salud mental/bienestar psicológico entre los que sí fueron
víctimas y los que no lo han sido (t1131 = 4,453; p = 0,000), la prueba
indica que hay diferencias estadísticamente significativas entre los dos
Variables/Dimensiones Estresor delincuencial
Ansiedad delincuencial
r r
Sexo 0.021 0.105** Estado civil 0.104** 0.113** Nivel educativo 0.120** -0.044 Edad 0.049 0.061* Sector de trabajo 0.130** 0.058* Trabaja -0.082** -0.017 Víctima de violencia delincuencial
-0.363** -0.205**
Salud mental 0.317** 0.427** Funcionamiento social -0.033 -0.016 Funcionamiento familiar -0.035 0.008 Abuso o maltrato familiar -0.247** -0.149** Violencia estructural (delincuencial)
0.262** 0.404**
Consumo de droga/alcohol 0.029 0.014
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
110
grupos, presentando más dificultades de salud mental aquellas
personas que fueron víctimas de la violencia delincuencial; la prueba U
Mann-Whitney(Z = -3,823; p = 0,000) lo confirma. En cuanto al estresor
delincuencial, se encontró diferencias significativas entre los que
fueron víctimas y los que no (t1131 = 10,110; p = 0,000). La media
aritmética indica que existen mayores niveles de estrés delincuencial
en los que han sido víctimas de la violencia delincuencial; la prueba U
Mann Whitney lo confirma (Z = -11,427; p = 0,000) (ver tabla 10). En
este mismo sentido, se encontraron diferencias estadísticamente
significativas en ansiedad delincuencial al comparar los que dijeron que
sí fueron víctimas y los que expresaron que no (t1131 = 7,047; p = 0,000),
indicando lo anterior que presentan mayores niveles de ansiedad
delincuencial las personas que fueron víctimas de la violencia; la
prueba U Mann Whitney lo confirma (Z = -6,902; p = 0,000).
Tabla 11. Medias (M) y desviación típica (DT) de las diferentes dimensiones de salud mental/bienestar psicológico, estrés y ansiedad
delincuencial en función de si fue víctima de violencia delincuencial en la muestra salvadoreña
Dimensiones M DT t P
Salud mental/bienestar psicológico Sí (n = 304) No(n = 829)
12,72 11,69
3,80 3,30
4,453 0,001***
Estresor delincuencial Sí (n = 304) No (n = 829)
14,09 10,56
4,88 3,66
11,110 0,001***
Ansiedad delincuencial Sí (n = 304)
19,24
5,27
7,047 0,001***
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
111
No(n = 829) 16,68 5,48 Estrés y ansiedad delincuencial Sí (n = 271) No (n = 792)
22,72 20,75
2,85 3,23
8,922 0,001***
Violencia (estructural) sociocultural Sí (n = 304) No (n = 829)
19.25 18,42
3,76 4,05
3,117 0,002**
Abuso/maltrato familiar Sí (n = 304) No (n = 829)
10,02 10,52
2,30 2,01
-3,584 0,001***
Funcionamiento social Sí (n = 304) No (n = 829)
19,60 19,98
3,71 3,52
-1,594 0,111
Funcionamiento familiar Sí (n = 304) No (n = 829)
30,35 30,91
5,97 6,04
-1,382 0,167
** p< 0,01; *** p< 0,001
El análisis inferencial de la salud mental, bienestar psicológico, y
la ansiedad delincuencial, en función del sexo de la muestra, refleja
diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres. En
salud mental/bienestar psicológico (t1141 = -4,627; p = 0,000), se
encontró que las mujeres presentan un mayor número de síntomas de
problemas de salud mental que los hombres; la prueba U Mann
Whitney también lo confirma (Z = -4,628; p = 0,000). Al contrastar la
ansiedad delincuencial con relación con el sexo de la población en
estudio, se encontraron diferencias significativas entre hombres y
mujeres (t1141 = -3,555; p = 0,000), indicando que existen mayores
niveles de ansiedad en las mujeres con respecto a los hombres. La
prueba no paramétrica U Mann Whitney lo confirma (Z = -3,625; p =
0,000). En este mismo sentido, se encontraron diferencias significativa
en funcionamiento social en relación con el sexo (t1141 = 3,153; p = 0,002),
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
112
indicando los anterior que existen más dificultades de funcionamiento
social en los hombres que en las mujeres; la prueba U Mann Whitney
así lo confirma (Z = -3,135; p = 0,002) (ver tabla 12).
Los autores del GHQ, consideran el funcionamiento social como un
indicador de problemas de salud mental de las personas. En el
estudio, es probable que las diferencias entre hombres y mujeres estén
dadas por el contexto social delincuencial que se vive en el país. En
este sentido, hay que destacar que existe un mayor número de
homicidios y otros delitos cometidos hacia los hombres que hacia las
mujeres, eventos que podrían estar incidiendo en el grado de
funcionamiento social de los hombres.
Por otra parte, se debe señalar que en este mismo análisis de
contraste no se encontraron diferencias estadísticamente significativa
entre hombres y mujeres en estresor delincuencial (t1141 = -0.695; p =
0,487), ni en violencia sociocultural (t1141=0,347; p=0,329), tampoco en
maltrato familiar(t1141 = 1,653; p = 0,099), ni en funcionamiento familiar
(t1141 = 1,699; p = 0,090). Los resultados anteriores significan que las
medias aritméticas son muy similares, tanto en hombres como en
mujeres. Realmente, estos resultados no significan que no haya
dificultades en estas dimensiones. Para conocer los detalles de estas
variables basta con revisar los análisis descriptivos antes realizados,
donde se evidencian algunos de estos problemas.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
113
Tabla 12. Medias (M) y desviación típica (DT) de las diferentes dimensiones de salud mental, bienestar psicológico, estresor y ansiedad
delincuencial en función del sexo la muestra salvadoreña
Dimensiones M DT t P
Salud mental/bienestar psicológico Hombres(n = 538) Mujeres(n = 605)
11,45 12,41
3,36 3,51
-4,627 0,001***
Estresor delincuencial Hombres(n = 538) Mujeres(n = 605)
11,41 11,59
4,19 4,39
-0,695 0,487
Ansiedad delincuencial Hombres( n = 538) Mujeres (n = 605)
16,75 17,91
5,60 5,41
-3,555 0,001***
Violencia sociocultural (estructural) Hombres(n = 538) Mujeres(n = 605)
18,69 18,61
3,80 4,17
0,347 0,329
Abuso/maltrato familiar Hombres(n = 538) Mujeres(n = 605)
10,49 10,29
1,99 2,18
1,653 0,099
Funcionamiento social Hombres(n = 538) Mujeres(n = 605)
20,21 19,55
3,48 3,64
3,153 0,002***
Funcionamiento familiar Hombres(n = 538) Mujeres(n = 605)
31,06 30,45
5,81 6,23
1,699 0,090
*** p< 0,001
Tras un proceso previo de transformación de los datos de
departamentos a regiones del país, con el propósito de hacer las
comparaciones de las dimensiones de salud mental, estresor, ansiedad
delincuencial y otras variables relacionada con las regiones del país, se
aplicó el análisis multivariado de un factor (Anova) para determinar
diferencias estadísticas entre las cuatro regiones (occidental, central,
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
114
paracentral, oriental) de El Salvador, en función de las variables
criterio antes señaladas.
La prueba proporcionó diferencias significativas al contrastar la
salud mental en función de las regiones del país (F3,1139 = 14,262; p =
0,001); la prueba no paramétrica Kruskal-Wallis (X23 = 41,603; p = 0,001)
lo confirma. Una prueba a posteriori post hoc determinó que las
diferencias están entre la región central y la occidental (p = 0,001). Las
medias aritméticas más altas se encontraron en la región occidental.
De igual forma, existen diferencias significativas entre la región central
y la oriental (p = 0,001), registrando medidas más altas en la región
oriental. No se encontraron diferencias entre las otras regiones.
En relación con el estresor delincuencial, al compararlo por región
del país, se encontraron diferencias estadísticas significativas (F3,1139 =
6,580; p=0,001); la prueba Kruskal-Wallis lo confirma (X2 3 = 9,684; p =
0,021). La prueba a posteriori post hoc determinó que las diferencias
están entre la región occidental y la región oriental (p = 0,004),
encontrándose una media más alta en la región oriental. Así mismo,
hay diferencias significativas entre la región central y la oriental (p =
0,001), siendo las medias más altas en la región oriental. No se
encontraron diferencias entre las otras regiones.
En el contraste de la ansiedad delincuencial, mediante el (Anova) se
encontraron diferencias estadísticas significativas en función de la
región del país (F 3,1119 = 3,833; p = 0,010); la prueba no paramétrica
Kruskal-Wallislo confirma (X23 = 8,974; p = 0,030). La prueba a posteriori
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
115
post hoc determinó una tendencia a la existencia de diferencias entre la
región central y la paracentral (p = 0,057†), siendo más alta la media
aritmética en la región paracentral. No se encontraron diferencias en
ansiedad delincuencial entre las otras regiones. Es de relevancia
destacar que las madias aritméticas en esta dimensión son más altas
que en las dimensiones anteriores comparadas por región, reflejando
una prevalencia más pronunciada de ansiedad delincuencial en la
población. Sin embargo, hay que señalar que las medias aritméticas en
cada región de esta variable son similares. Existen diferencias
estadísticas en funcionamiento social, en función de las regiones del país
(F3,1139 = 10,250; p = 0,001); la prueba Kruskal-Wallis (X23 = 28,535; p =
0,001) lo confirma. La prueba a posteriori post hoc determinó diferencias
estadísticas entre la región central y occidental (p = 0,003), siendo la
media más alta en la región central. Existen diferencias entre la región
occidental y la paracentral (p = 0,002), siendo la media aritmética más
alta en la región paracentral. De igual forma, se encontraron
diferencias entre la región central y la oriental (p = 0,001), siendo la
media más alta en la región central. En este mismo sentido, existen
diferencias entre la región paracentral y la oriental (p=0,001) siendo la
media más alta en la región paracentral. Tanto el funcionamiento social
como el funcionamiento familiar son indicadores robustos del grado de
estabilidad emocional y mental de una persona, de una familia y de un
país.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
116
En este estudio, ambas variables se analizan como indicadores
tanto de la salud mental como de las disfunciones emocionales (estrés
y ansiedad delincuencial) generadas por el contexto de violencia social
delincuencial que se vive en El Salvador.
En la comparación del funcionamiento familiar en las regiones del
país, se encontraron diferencias significativas (F3,1139 = 5,519; p = 0,001);
la prueba Kruskal-Wallis lo confirma(X23 = 14,058; p = 0,003), la prueba
a posteriori post hoc determinó diferencias significativas entre la región
occidental y la oriental (p = 0,048), presentando una media aritmética
más alta la región occidental, entre la región central y la oriental (p =
0,047),siendo la media más alta en la región central.
También se comparó la región paracentral con la oriental (p =
0,002), siendo la media más alta en la región paracentral. Es importante
mencionar que la escala de medida que evalúa el nivel de
funcionamiento familiar como indicador de salud mental, su
interpretación de la media aritmética como indicador de problemas en
la estabilidad emocional es inversa, es decir, que en la medida que la
media sea más alta indica que la familia funciona mejor; y que cuando
la media aritmética es menor, el problema de funcionamiento familiar
es mayor. No se encontró diferencia significativa en violencia estructural
(F3,1139 = 1,153; p = 0,327), ni en abuso o maltrato familiar en función de la
región del país (F3,1139 = 2,144; p = 0,093).
El (Anova) de un factor, de las diferentes dimensiones o variables
criterios en función del estado civil de la muestra, reveló diferencias
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
117
significativas en salud mental en relación con el estado civil (F5,1137 =
4,865; p = 0,001); la prueba no paramétrica Kruskal-Wallis lo confirma
(X24 = 18,445; p = 0,001). La prueba a posteriori post hoc indicó diferencias
significativas entre los solteros y los viudos(as) (p = 0,011),
presentando mayor incidencia de problemas de salud mental las
personas viudas.
Al comparar el estresor delincuencial en función del estado civil, se
encontraron diferencias estadísticas significativas (F5,1137 = 3,710; p =
0,002); la prueba Kruskal-Wallis lo confirma(X24 = 12,207; p = 0,016). La
prueba post hoc indicó que las diferencias están entre los solteros y los
casados (p = 0,035), presentando medias más altas los casados,
indicando que este segmento de la muestra es el que presenta mayores
problemas de salud mental.
En cuanto al funcionamiento familiar, se encontraron diferencias
significativas en función del estado civil(F 5,1137 = 2,291; p = 0,044); la
pruebas Kruskal-Wallis lo confirma (X2 4 = 13,162; p = 0,001),
presentando medias aritméticas más bajas los divorciados y las
viudos(as) en comparación con los solteros y los casados. No se
encontraron diferencias significativas en disfunción social en función del
estado civil (F5,1137 = 0,686; p = 0,634); la prueba Kruskal-Wallis lo
confirma (X24 = 3,686; p = 0,450), ni en violencia estructural (F5,1137 = 1,068;
p = 0,376), tampoco en maltrato familiar (F5,1137 = 0,488; p = 0,786); la
prueba Kruskal-Wallis lo confirma (X24 = 4,469; p = 0,346).
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
118
En el contraste de las variables criterios en función del nivel
educativo de la muestra, se aplicó el (Anova), encontrándose diferencias
estadísticas en salud mental (F7,1135 = 7,550; p = 0,001), en relación con
nivel educativo; la prueba no paramétrica Kruskal-Wallis lo confirma
(X26 = 48,464; p = 0,000). La prueba a posteriori post hoc indica que
existen diferencias entre los que no tienen ningún nivel educativo y los
que tienen de séptimo a noveno grado (p = 0,018), siendo más alta la
media aritmética en los que no tienen grado educativo alguno.
Igualmente, se encontraron diferencias entre los analfabetas y los
que son bachilleres (p = 0,003), presentado más problemas de salud
mental el primer grupo. También se encontraron diferencias entre los
que no tienen ningún nivel educativo y los universitarios (p = 0,003),
registrando más problemas de salud mental en los analfabetas. En esta
misma dirección, al contrastar los que tienen primer ciclo con los de
tercer ciclo, existen diferencia significativas (p = 0,007), siendo más alta
la media en el primer ciclo. Asi mismo, al comparar el primer ciclo con
los bachilleres (p = 0,001), y con los universitarios (p = 0,001), se
aprecian más problemas de salud mental en el primer ciclo.
Al comparar el funcionamiento social en función del nivel
educativo, se encontró que existen diferencia significativas (F 7,1135 =
2,055; p = 0,046), registrando medias más bajas los primeros niveles y
medias más altas los que tienen niveles de educación más elevados.
Por otra parte, al contrastar el estresor delincuencial en función del
nivel educativo, se observan diferencias significativas (F 7,1135 = 2,6454;
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
119
p = 0,010), (X26 = 21,419; p = 0,002), mostrando mayor incidencia de
estrés delincuencial los niveles educativos más altos(bachiller, técnico,
universitario) que los niveles educativos más bajos (ningún nivel,
primer ciclo, segundo ciclo).
En cuanto a la ansiedad delincuencial, existen diferencias
significativas en función del nivel educativo de la muestra en estudio
(F7,1135 = 2,672; p = 0,010), (X26 = 17,531; p = 0,008), indicando lo anterior
que hay mayor incidencia de ansiedad delincuencial en los dos
primeros niveles educativos (analfabetas, primer ciclo) y en los dos
últimos niveles(técnicos, universitarios). No se encontró diferencia
significativa en violencia estructural en función del nivel educativo
(F7,1135 = 0,759; p = 0,622), ni en funcionamiento familiar (F7,1135 = 0,943;
p=0,472), tampoco en abuso o maltrato familiar (F7,1135 = 0,751; p =
0,628).Lo anterior, no significa que no hayan dificultades en estas
dimensiones; lo que indica es que las incidencias son similares en cada
nivel educativo.
El (Anova) revela diferencias significativas al contrastar la salud
mental en función de la edad de muestra (F5,1137 = 6,122; p = 0,001); la
prueba no paramétrica Kruskal-Wallis lo confirma (X24 = 28,546; p =
0,001), la prueba a posteriori post hoc determinó diferencias significativas
entre los que tienen de 17 a 25 años de edad y los que tienen entre 26 a
35 (p = 0,047); entre los que tienen de 17 a 25 y los que tienen de 36 a 45
años (p = 0,024), entre el primer grupo de edades con los de 46 a 55
años (p = 0,015), y entre los que tienen de 17 a 25 con lo de más de 56
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
120
años (p = 0,001), siendo las medias más bajas en los que tienen de 17 a
25 años y más altas en los otros grupos de mayor edad. Revelando lo
anterior que, quienes tienen mayor incidencia de problemas de salud
mental en la muestra, son los de mayor edad en comparación con los
más jóvenes.
Al comparar el estresor delincuencial en función de la edad, se
encontró diferencias significativas (F5,1137=4,250; p=0,001), (X24=16,232;
p=0,003), la prueba a posteriori post hoc determinó diferencias
significativas entre los que tienen de 17 a 25 años y los de de 26 a 35
años(p=0,015), siendo más alta la madia aritmética en estos últimos.
En el contraste de la ansiedad delincuencial en función de la edad,
existen diferencias significativas (F5,1137 = 4,142; p = 0,001); la prueba no
paramétrica Kruskal Wallis así lo confirma (X24 = 19,627; p = 0,001). La
prueba a posteriori post hoc determinó diferencias significativas entre los
que tienen de 17 a 25 años de edad y los de 26 a 35 (p = 0,014); entre los
de 17 a 25 y los de 36 a 45 años (p = 0,039), siendo más altas las medias
en los dos grupos de mayor edad.
En violencia estructural en función de la edad, se encontró una
tendencia (F5,1137 = 2,168; p = 0,055). La prueba Kruskal Wallis encontró
diferencias significativas(X24 = 10,982; p = 0,027), siendo más altas las
medias en cuanto se incrementa la edad. No se encontraron diferencias
significativas en disfunción social en comparación con la edad (F5, 1137 =
0,847; p = 0,517), ni en funcionamiento familiar (F5,1137 = 0,589; p = 0,709);
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
121
tampoco en abuso o maltrato familiar, en función de la edad (F5,1137 =
0,491; p = 0,783).
Con el propósito de establecer una asociación entre los que
expresaron que sí trabajan y los que dijeron que no trabajan, en función
de las variables criterio (VD), se aplicó la prueba “t” de student; y esta
determinó que existen diferencias significativas en estresor delincuencial
en función de sí o no trabaja (t1129 = 2,765; p = 0,006), presentando
mayor estrés delincuencial las personas que trabajan; la prueba no
paramétrica U de Mann Whitney (Z = -2,412; p = 0,016) lo confirma.
En este mismo sentido, al comparar la violencia estructural en
relación a sí o no trabaja, se encontró que existen diferencias
significativas (t1129 = 2,925; p = 0,004), la prueba U de Mann Whitney lo
confirma (Z =-3,152; p = 0,002), siendo la media aritmética más alta en
las personas que trabajan. Se encontraron diferencias estadísticas
significativas en funcionamiento social, en función de sí o no trabaja (t1129
= 2,451; p = 0,014); la prueba no paramétrica U de Mann Whitney lo
confirma (Z = -2,549; p = 0,011), indicando lo anterior que existen
mayores problemas de funcionamiento social en las personas que
trabajan en comparación con las que no trabajan.
No se encontraron diferencias significativas en salud mental, en
función de sí o no trabaja (t1129 = -0,084; p = 0,933), ni en ansiedad
delincuencial (t1129 = 0,572; p = 0,567). Tampoco se encontraron
diferencias significativas en funcionamiento familiar, en función de sí o
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
122
no trabaja (t1129 = -0,345; p =0,730), ni en abuso o maltrato familiar, en
función de si trabaja (t 1129 = -0,484; p = 0,629).
Análisis inferencial mediante la prueba “t” de student de las
variables criterio en función del sector donde trabaja (público,
privado). En la comparación de salud mental, en función del sector
laboral, se encontraron diferencias estadísticamente significativas (t730 =
-1,993; p = 0,047), indicando que existen más problemas de salud
mental en las personas que trabajan en el sector privado.
Además, existen diferencias significativas en estresor delincuencial
en función del sector laboral (t730 = -3,437; p = 0,001), confirmándose
con la prueba no paramétrica U de Mann Whitney (Z= -3,104; p =
0,001), indicando que existe mayor estrés delincuencial en los
empleados privados así mismo, se encontraron diferencias
significativas en ansiedad delincuencial en relación con el sector donde
labora (t730 = -3,546; p = 0,00), confirmándose con la prueba U de Mann
Whitney (Z = -3,395; p = 0,001), siendo más elevada la media aritmética
en los empleados privados. En este mismo sentido, se encontraron
diferencias en violencia estructural, en función del sector laboral (t730 =-
3,833; p = 0,001), confirmándose con la prueba U de Mann Whitney (Z
= -3,383; p =0,001), indicando una mayor incidencia de violencia
estructural en los empleados privados.
No se encontraron diferencias significativas en funcionamiento
social (t730 = -1,601; p = 0,110), Ni en funcionamiento familiar (t730 = -0,551;
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
123
p = 0,582); tampoco hay diferencias en maltrato familiar, en función del
sector donde trabaja (t730 = 1,729; p = 0,084).
En la comparación de las diferentes dimensiones, en función del
lugar de residencia (urbano, rural), solo se encontraron diferencias
significativas en estresor delincuencial (Z = -2,202; p = 0,028), indicando
lo anterior que existe una incidencia mayor de estrés delincuencial en
los residentes urbanos en comparación con los residentes rurales. No
se encontraron diferencias en salud mental, ansiedad delincuencial,
violencia estructural; ni en funcionamiento familiar, maltrato familiar;
tampoco en funcionamiento social. Aunque estos resultados no
significa que no existan problemas en estas variables. Al revisar las
medias aritméticas de cada una de ello, se observan medias más altas
en los residentes urbanos, demostrando que en este grupo es donde
hay más dificultades en cada dimensión. El hecho de que no haya
diferencias significativas solo significa que las medias aritméticas son
similares en ambos grupos.
13.Modelo explicativo de la expresión de ansiedad
delincuencial
El análisis de regresión proporcionó un modelo significativo (F(4,
1120) = 191,41; p = 0,000), para el que R = 0,64 y el coeficiente de
determinación corregido R2 = 0,41. El modelo de regresión múltiple
por pasos sucesivos resultó en cuatro modelos significativos, que se
pueden observar en la tabla 5. En el modelo 1, la variable introducida
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
124
es estresor delincuencial, la cual explicó el 26% de la ansiedad
delincuencial y un coeficiente de correlación semiparcial de r = 0,33. En
el segundo modelo se añade la variable violencia social estructural,
sumando una varianza de explicación de 8% en la ansiedad
delincuencial, con un coeficiente de correlación semiparcial de r = 0,26.
En el tercer modelo se añadió la variable de deterioro de la salud mental,
agregando una varianza explicada del 6% en la expresión de ansiedad
delincuencial, con un coeficiente de correlación semiparcial de r = 0,24.
Para el cuarto modelo se añade la variable sexo, que eleva la varianza
total explicada a un total de 41% de la ansiedad delincuencial, con un
coeficiente de correlación semiparcial de r = 0,06. Para un nivel del
95%, el modelo que incluye las cuatros variables independientes fue
significativo. Los coeficientes Beta reflejan el impacto relativo de las
variables sobre la ansiedad delincuencial. En orden de influencia sobre
la variable criterio, se situaron: estresor delincuencial (B = 0,36), violencia
social estructural(B = 0,27), deterioro de la salud mental (B = 0,26), y sexo (B
= 0,06). El orden se mantuvo en la correlación parcial (r = 0,39; r = 0,32;
r = 0,30; r = 0,08), y semiparcial, respectivamente (r = 0,33; r = 0,26; r =
0,24; r = 0,06).
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
125
Tabla 13. Resumen del modelo de regresión obtenido para explicar la ansiedad delincuencial, como indicador de problemas de salud mental en la población salvadoreña víctima de la violencia social delincuencial
Modelo
R
R2 corregida
B
Beta
t
Sig.
r parcial
r semi- parcial
Tolerancia
1
2
3
4
0,51
0,58
0,64
0,64
0,26
0,34
0,40
0,41
0,46
0,37
0,41
0,69
0,36
0,27
0,26
0,06
19,87
11,59
10,86
2,67
0,001
0,001
0,001
0,008
0,39
0,32
0,30
0,08
0,33
0,26
0,24
0,06
1,00
0,93
0,89
0,98
Figura 8. Flujograma que explica la ansiedad delincuencial en la población salvadoreña víctima de la violencia social delincuencial
Variables Predictoras (VI)
Variable Criterio (VD)
Estresor delincuencial
Violencia social
estructural
Deterioro de la salud mental
Ansiedad delincuencial (Problemas de salud mental)
El sexo
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
126
14. Discusión de resultados
Para elaborar la discusión de los resultados en este informe, se
hará énfasis en aquellos hallazgos más destacados y que estén en
sintonía tanto con los objetivos como con las hipótesis del estudio.
En un primer momento, se tiene que más de una tercera parte
(36,0%) de la muestra estudiada manifestó que un pariente suyo fue
víctima de la violencia delincuencial (lesionado o asesinado) en el
último año. Estos resultados están en sintonía con los encontrados por
el Centro de Investigación de la Opinión Pública Salvadoreña (Ciops
2011), que informó que la organización criminal y los tipos de delitos
que se cometen en el lugar de residencia por la delincuencia (pandillas)
es de 30,9%; los tipos de delito son 23,5% hurtos y robos; y el 18,8%
dijo que era la extorsión. Así mismo, un 36,1% manifestó haber sido
víctima de robo en la calle.
Por otra parte, el estudio revela que una inmensa mayoría de la
población salvadoreña (76,5%) considera que las noticias que se
transmiten por televisión, prensa escrita y la radio, sobre la violencia
delincuencial (lesionados, muertos, robos, extorciones, etc.), afectan su
estado emocional y mental. La población expresa tener miedo y temor
(81,3%) de transitar por algunas calles, colonias, barrios y pueblos, de
ser víctima de la violencia social delincuencial.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
127
En esta misma dirección, más de tres cuartas partes (76,4%) de la
muestra evaluada manifestó que el contexto de violencia social
delincuencial en que vive le produce ansiedad y estrés (pánico, miedo,
agitación, boca seca, inquietud y taquicardia). Se debe destacar que el
ambiente de violencia social delincuencial que viven los salvadoreños
les produce nerviosismo e inseguridad (84,8%). De igual forma, esta
situación les afecta el sueño (65,9%). El contexto sociocultural de
violencia delincuencial que viven los salvadoreños está afectando su
estabilidad emocional y mental (70,7%). En todas las variables se encontró
una prevalencia de estrés y ansiedad delincuencial mayor en las mujeres
que en los hombres.
Los resultados anteriores coinciden con la descripción del estrés
que hace Seyle (1936), como un síndrome específico constituido por
cambios inespecíficos del organismo inducidos por las demandas del
entorno. El estrés es una respuesta inespecífica del organismo ante una
diversidad de exigencias. Se trata de un proceso adaptativo y de
emergencia, siendo imprescindible para la supervivencia de la persona.
Lazarus y Folkman (1986) describe que el estrés es una relación entre el
individuo y su entorno, que es evaluado por este como amenazante y
que pone en peligro su bienestar.
Un indicador importante de señalar en este análisis es que existe
una prevalencia más alta de estrés y ansiedad delincuencial en la
población que reside en las ciudades, en comparación con las personas
que residen en el área rural. Sin embargo, hay que señalar que el
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
128
contexto de violencia social delincuencial afecta significativamente a la
población general, pero de forma más pronunciada a los que residen
en las ciudades. En consecuencia, lo antes señalado conformaría un
factor psicosocial que afecta la salud mental y bienestar psicológico en la
población salvadoreña.
Estos hallazgos coinciden con los encontrados por Lederbogen,
Kirsch, Haddad, Streit, Schuch, Tost… Meyer-Lindenberg (2011),
quienes expresan que las personas que viven en la ciudad, a diferencia
de otras personas tienen más probabilidades de sufrir más estrés y
enfermedades mentales. Estos resultados se basan en la investigación
alemana que compara patrones de actividad cerebral en respuesta al
estrés social de los habitantes urbanos y rurales. Los autores plantean
que estudios anteriores han demostrado que los problemas de salud
mental, tales como esquizofrenia, ansiedad y trastornos del humor, son
generalmente más comes en personas que viven o crecen en las
ciudades. El equipo investigador informó que anteriores estudios
epidemiológicos han demostrado que los residentes urbanos tienen un
riesgo mucho mayor de trastornos psicológicos, incluyendo los
trastornos de ansiedad, la depresión y la esquizofrenia.
La salud mental. En el presente estudio se encontró que más de
una cuarta parte (26,4%) de la muestra en estudio refiere que las
preocupaciones le han hecho perder mucho sueño. En esta misma
dirección, 30,5% expresa que se ha sentido agobiado y con tensión;
una prevalencia similar (30,6%) siente que no puede superar sus
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
129
dificultades; cerca de una quinta parte (19,3%) dice que ha sido incapaz
de hacer frente a sus problemas.
Por otra parte, al evaluar si se ha sentido poco feliz y deprimido,
el estudio revela que más de una quinta parte (21,5%) de la muestra en
estudio refiere que frecuentemente se ha sentido deprimido. En un
sentido general, se puede apreciar que existe mayor prevalencia e
indicadores de problemas de salud mental/bienestar psicológico en las
mujeres en comparación con los hombres. Los hallazgos de Axelsson y
Ejlertsson (2002); Bagley y Mallick (2001); Chamberlain y Haaga (2001),
apoyan nuestros resultados en señalar que la ansiedad afecta de modo
directo a la salud mental de las personas que la sufren. Se han
encontrado relaciones entre la ansiedad y los estilos de vida que
promocionan la salud (Johnson, 2002). Además, la ansiedad se ha
revelado asociada al riesgo de desarrollar ciertas patologías, como por
ejemplo, la hipertensión en las mujeres (Adler y Matthews, 1994) o
como factor de riesgo de la sobremortalidad cardiovascular (Hansen,
2003). Hudd, Dumlao, Erdmann-Sager, Murray, Phan, Soukas y
Yokozuka (2000) encontraron que los estudiantes con niveles más altos
de estrés mostraban peores hábitos de salud, autoestima más baja y
mala percepción de su estado de salud.
Siguiendo con la discusión, nos centraremos en los problemas de
salud mental en relación con el lugar de residencia (urbano y rural) de
la muestra en estudio. En cuanto a si las preocupaciones le han hecho
perder mucho sueño, más de una cuarta parte (26,4%) expresó que
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
130
frecuentemente; cerca de una tercera parte de la muestra (30,5%)
refiere haberse sentido constantemente agobiado y con tensión,
predominando una mayor incidencia en los residentes urbanos sobre
los residentes rurales.
También el estudio revela que cerca de una tercera parte de la
muestra (30,6%) siente que no puede superar sus dificultades; más de
una quinta parte (21,5%) se ha sentido poco feliz y deprimida
frecuentemente. En esta misma sintonía, una tercera parte (32,9%) de la
muestra evaluada expresó que, considerando todas las circunstancias
se sentían razonablemente infelices. En un sentido amplio y general, se
puede apreciar que todos los indicadores de salud mental y bienestar
psicológico de la población, en función del lugar de residencia, se puede
observar que existe mayor prevalencia de indicadores de problemas de
salud mental en la muestra de residentes urbanos en comparación con
los residentes rurales, duplicándose los porcentajes en casi todos los
indicadores.
Al analizar los resultados de salud mental/bienestar psicológico en
función de si ha sido víctima de violencia social delincuencial, se
encontraron diferencias significativas en algunos indicadores. Entre
estos se tiene: que cerca de una tercera parte (32,1%) de la muestra
evaluada que ha sido víctima de violencia social delincuencial expresa
que sus preocupaciones le han hecho perder mucho sueño. Así mismo,
un 25% de la muestra que fue víctima de violencia delincuencial se ha
sentido incapaz de tomar decisiones. También, una tercera parte de la
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
131
muestra (33,1%) víctima de violencia frecuentemente se ha sentido
poco feliz y deprimida; cerca de un 40% de la muestra víctima de la
violencia delincuencial ha pensado que es una persona que no vale
para nada.
En este mismo sentido, más de una quinta parte (23,7%) de la
muestra que expresó haber sido víctima de la violencia delincuencial se
siente frecuentemente infeliz, considerando todas las circunstancias. En
esta misma dirección, Pawlak, McEwen, Chattarji, y Strickland (2011)
descubrieron los mecanismos moleculares que causan los estados de
ansiedad. Los hallazgos explican los procesos químicos del cerebro que
disparan la respuesta de nuestro organismo en las situaciones
estresantes.
Referente a los factores socioculturales asociados a la violencia
delincuencial, se formularon seis reactivos relacionados entre sí, que
brindaron una explicación general sobre las condiciones del contexto
social y cultural de violencia en que vive la población salvadoreña, con
la intención de conocer la percepción y visión que la población tiene
referente a la violencia delincuencial. En un primer momento se
encontró que cerca de dos terceras partes (61,7%) de la muestra
estudiada consideró que el ambiente social y comunitario donde viven
los salvadoreños está incidiendo frecuentemente en la violencia social
delincuencial. En esta misma dirección, más de la mitad de la muestra
(57,4%) expresó que el ambiente familiar en que viven los salvadoreños
está relacionado con la violencia social delincuencial.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
132
En esta dirección, Estévez-López, Musitu y Herrero (2005)
plantean que el ambiente familiar negativo caracterizado por los
problemas de comunicación entre padres e hijos adolescentes
constituye uno de los factores familiares de riesgo más estrechamente
vinculados con el desarrollo de problemas de salud mental en los hijos,
tales como la presencia de síntomas depresivos, ansiedad y estrés
(Field y Diego, 2001; Garber, 1996; Musitu, García y Gutiérrez, 1991;
Liu, 2003).
Una mayoría calificada (70,1%) de la muestra expresó que la
televisión y los juegos de video promueven las conductas violentas en
los salvadoreños. Así mismo, una amplia mayoría (72,2%) de la
muestra manifestó que las condiciones económicas de pobreza en que
vive los salvadoreños inciden en la violencia social delincuencial. De
igual forma, expresan que la violencia delincuencial de que es víctima
la mayoría de salvadoreños está afectando la salud mental y el bienestar
psicológico. Ante la pregunta directa de si usted han sido víctima de la
violencia delincuencial, más de una cuarta parte (26,6%) expresó que sí
fue víctima en el último año. Los delitos más frecuentes fueron: el robo,
lesiones y asesinato de parientes, extorsiones y hurtos.
Estos resultados están en sintonía con los de Slavich (2010),
quien plantea que la exposición a grandes cantidades de estrés social
(víctima de la delincuencia) podrá cambiar la forma en que responde el
sistema inmune a las amenazas exteriores. Estos cambios pueden abrir
el camino a muchas enfermedades o infecciones; y es por eso que
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
133
eliminar el estrés social debería convertirse en una prioridad para
mucha gente.
Con respecto al lugar donde fue víctima del delito, la mayoría de
estos fueron cometidos en las calles de la ciudad (51,6%), mientras el
lugar donde ocurren menos delitos es en los pueblos (5,7%). También,
hay que señalar que existe más de la mitad de las víctimas que fueron
revictimizadas más de una vez en el último año. Lo anterior indica que
las personas que viven en las ciudades tienen más probabilidades de
ser víctimas de la violencia delincuencial y, en consecuencia, presentar
más problemas de salud mental y bienestar psicológico. En relación
con el consumo de alcohol y drogas en la población salvadoreña, se
encontró que un porcentaje importante (15,8%) expresó que sí
consumían; de estos, más de la mitad refieren que las razones del
consumo son los malos hábitos; seguidamente, porque les gusta. Las
bebidas más consumidas son la cerveza y el licor. Evaluar el consumo
de sustancias psicoactivas es importante en el abordaje de los
problemas psicosociales, debido a que el consumo de alcohol y drogas
es un factor determinante en la salud mental de la población.
En el presente estudio se encontró que en más de una quinta
parte de la muestra (23,0%) existen conflictos internos entre los
miembros de la familia. También, más de una cuarta (25,3%) parte de
la muestra refiere que las relaciones de cooperación y ayuda entre los
miembros del núcleo familiar no existen. De igual forma, en una quinta
parte (20,9%) no existe un sentimiento de solidaridad entre los
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
134
miembros de la familia; en una prevalencia similar (23,8%), si un
miembro de la familia tiene problemas, los demás no colaboran para
resolverlo. Los resultados anteriores reflejan que existe un mal
funcionamiento familiar (disfunción familiar) y que sus prevalencias
oscilan entre 10 y 25% de la población.
Lo anterior es un factor clave como indicador de inestabilidad
social, familiar y mental de la población salvadoreña, sugiriendo que la
alteración familiar en El Salvador es uno de los factores que podría
estar asociado con la salud mental y en la configuración de conductas
delictivas en los jóvenes salvadoreños. Según otros estudios, la persona
responsable del hogar o crianza de los hijos, en la mayoría de casos, es
la madre. En esta misma dirección, Zúñiga (2010) encontró que los
jóvenes salvadoreños que provienen de familias desintegradas
presentan diferencias estadísticamente significativas en comparación
con los jóvenes de hogares intactos, específicamente en autoconcepto:
académico, social, emocional y familiar, presentando medias más bajas
los adolescentes de padres que viven juntos. Indicando que existen
mayores problemas en estas variables en los jóvenes de familias
separadas.
Así mismo, en este estudio se encontraron diferencias
estadísticamente significativas entre ambos grupos de jóvenes en
diferentes dimensiones de ansiedad: ansiedad fisiológica,
inquietud/hipersensibilidad, preocupación social, concentración y
ansiedad total, siendo la media aritmética (M) más alta en los jóvenes
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
135
que proceden de familias separadas. Orantes (2011), un estudio a
escala nacional, encontró que cerca de la mitad (44,5%) de los jóvenes
estudiantes de educación media provienen de hogares desintegrados, y
que los motivos o razones de la desintegración de los hogares son tres:
la separación por divorcio (50,1%), por emigración (31,3%) y por
fallecimiento (18,6%). La separación de los padres es un potente
estresor social que genera crisis al interior de la familia, haciendo que los
miembros del núcleo familiar estén sujetos a diversas modificaciones
en su vida, y con problemas de adaptación de conducta (Holmen,
Canavarro y Leile, 2005). Diferentes estudios y teorías han demostrado
que el contexto familiar es un entorno donde se configura la
personalidad del niño y del joven. También, es un ambiente de
protección y de seguridad que fortalece la confianza en sí mismo, la
autoestima, adquiere un conjunto de principios y valores que
determinan su forma de ser y actuar en la vida cotidiana del adulto.
14.1. Discusión cualitativa
Los entrevistados en su mayoría se sienten invadidos de temor a
“perder la vida” por la escalada de violencia delincuencial en el país,
estimulando la percepción de inseguridad. Los entrevistados presentan
manifestaciones de violencia delincuencial objetiva y violencia delincuencial
subjetiva. La violencia delincuencial objetiva aumentó geométricamente
en ellos la percepción de violencia delincuencial, como producto de los
discursos entre amigos, imágenes a las que se expone en los medios de
comunicación, imágenes sensoriales que se van estructurando en la
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
136
mente al pensar en violencia, al caminar por las calles, al subirse al
transporte público, en los semáforos de la ciudad, entre otros. Estos
acontencimientos “reales” en la mente de ellos los conlleva a un estado
de paranoia.
La violencia subjetiva no es menos real que la objetiva,
magnificando su realidad y su efecto en la mente de los entrevistados.
El encierro en el hogar es una de las acciones que viven, perdiendo su
calidad de vida y ganando más estrés por ese sentimiento de
inseguridad anidado en la mente; hay perdida de autoconfianza, y
poco ha poco van perdiendo los espacios de goce y recreación debido
al temor a ser victimizados; sus hijos no están aislados de las
repercusiones debido a que se encuentran en un proceso de desarrollo,
creciendo en un ambiente de violencia delincuencial, lo cual
repercutirá en sus conductas futuras. Los entrevistados están envueltos
en una constante presión y preocupación. Esto deriva en un estado
relacional que afecta, aunque leventemente, su entorno laboral y
familiar.
“Afecta enormemente. Te explico…Ejemplo: yo, en calidad de fiscal, que es mi
trabajo, te lo digo, con quince años de trabajar en la institución y ver tanta
violencia, tanta delincuencia, que para mí ha generado un trauma que ha
influido directamente en mi círculo familiar, a tal grado que me da temor de
salir a pasear con mi familia porque me parece que nos van asaltar, a robar el
carro, un asalto, van a violar a mi muje,r que nos van a matar.” --Fiscal
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
137
La generalidad de los entrevistados dijeron estar desesperados, a
la defensiva, preocupados, en un estado de alerta constante; desconfían
de todos, entre otros elementos. La violencia delincuencial es de
naturaleza multicausal o sea de interacción de múltiples variables.
En el país no se ha dado importancia a la salud mental. Al
referirse a la salud mental, los entrevistados piensan de manera
“ordenada o coherente” ante la realidad que se está viviendo, es decir,
el contexto social en el que se desenvuelven. La aspiración de todos los
entrevistados es “vivir en paz”. El problema es que se entra en
disonancia cognitiva cuando se exponen a todo el ambiente social.
Los entrevistados manifiestan que las personas que “cuentan con
una enfermedad mental” tienen perturbado su tono afectivo y la forma
de comportarse con los demás, su estilo de vida y su tolerancia. Las
enfermedades mentales se manifiestan cuando los comportamientos
son atípicos. A continuación se presenta un listado que estructuraron
los consultados sobre enfermedades mentales: depresión psicótica
(delirio de persecución), agorafobia (miedo a salir a la calle), fobia
(temor), esquizofrenia (deterioro comportamental), enfermedades
psicosomáticas (sintomatología), neurosis(inestabilidad emocional),
Personalidad bipolar (pasivos-agresivos), histrionismo (exageración
gestual y verbal), estados compulsivos, conflictos ansiógenos, estrés y
baja autoestima entre otros.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
138
Los entrevistados sufren los efectos de la violencia delincuencial
y muestran síntomas de algunas enfermedades. Su estado de salud
mental no es del todo positivo. Existen sentimientos entre los
entrevistados que reflejan efectos en el ámbito psicológico; expresan
sentirse “desprotejidos” y con “temor”. Impotencia y tristeza son
algunos de los sentimientos manifestados por los participantes de la
investigación.
La mayoría de los entrevistados, o sus familiares cercanos, han
sido objeto de robos, hurtos, homicidios, intimidación, amenazas y
extorsiones en los últimos cinco años. La asociación más fuerte con la
violencia delincuencial es con muertes. Los entrevistados toman
medidas de precaución y han cambiado su estilo de vida producto de
la violencia delincuencial. El uso de medidas de seguridad domésticas,
como alambre razor, intercomunicador, vivir en zonas residenciales con
seguridad las 24 horas y con muro perimetral, y no llegar a altas horas
de la noche son las principales acciones de prevención que realizan los
entrevistados de este estudio, para sentirse seguros, lo cual deja claro el
alto nivel de inseguridad que estos perciben en el entorno. Los medios
de comunicación les ha afectado su salud mental. Se sienten
anímicamente mal, debido a que diariamente están pendientes de todo
lo malo que les puede pasar a su alrededor, al pensar que su vida y la
su familia está en peligro. Sienten temor, y afirman que es con mayor
intensidad cuando salen de sus casas.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
139
14.2. Discusión inferencial
Existe una correlación significativa moderada entre el estresor
delincuencial, la ansiedad delincuencial y la salud mental, también de
estas con el sexo de la muestra, el estado civil, el nivel educativo, ser
víctima de violencia delincuencial, el área de trabajo, el maltrato
familiar y la violencia estructural. Lo anterior confirma la primera
hipótesis de investigación que planteaba que “el estrés y la ansiedad
delincuencial, la violencia sociocultural, están relacionados con la salud
mental de la población salvadoreña”. Estos hallazgos son apoyados por el
estudio de Gutiérrez (2010), quien encontró relación en estas mismas
variables sociodemográficas con la salud mental en una muestra
salvadoreña a escala nacional.
Se encontró una peor salud mental/bienestar psicológico en las
personas que fueron víctimas de violencia delincuencial en
comparación con los que no han sufrido este problema. Así mismo,
existen mayores niveles de estrés y ansiedad delincuencial en las personas
que han sido víctimas de la violencia delincuencial. Indicando lo
anterior que vivir en un contexto de violencia social delincuencial es
un factor determinante de alteraciones emocionales y psicológicas en
El Salvador. Lo anterior indica que se confirma la segunda hipótesis,
que plantea que “existen diferencias estadísticamente significativas en salud
mental/bienestar psicológico, estresor delincuencial, ansiedad delincuencial y
violencia estructural en función de si fue víctima de violencia delincuencial”.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
140
El análisis inferencial de la salud mental, bienestar psicológico, y
la ansiedad delincuencial en función del sexo de la muestra, refleja
diferencias significativas entre hombres y mujeres. Estos resultados
confirman la tercera hipótesis que plantea qué “existen diferencias
estadísticamente significativas del estrés-ansiedad delincuencial y la salud
mental en función del sexo de la población”. Las mujeres presentan un
mayor número de síntomas de problemas de salud mental y de
ansiedad delincuencial que los hombres.
Existen diferencias al contrastar la salud mental en función de las
regiones del país. La prueba a posteriori post hoc determinó que las
diferencias están entre la región central y la región occidental, siendo
las medias aritméticas más altas en la región occidental. De igual
forma, existen diferencias significativas entre la región central y la
región oriental, siendo más altas sus medias en la región oriental; no se
encontraron diferencias entre las otras regiones. Indicando lo anterior
que existen mayores problemas de salud mental en la población que
reside en la región occidental y oriental que los que residen en la
región central. En otro estudio (Gutiérrez, 2010), se encontraron
resultados similares en función de las regiones del país, presentando
peor salud mental las regiones occidental y oriental.
En relación con el estresor delincuencia,l al contrastarlo por región
del país, se encontraron diferencias significativas entre la región
occidental y la región oriental, siendo las media más alta en la región
occidental. Así mismo, hay diferencias entre la región central y la
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
141
oriental, siendo las medias más altas en la región central; también hay
más prevalencia en la región paracentral que en la oriental, indicando
lo anterior que existen mayores problemas de estrés delincuencial en la
región occidental, central y paracentral, que en la región oriental. Por
otra parte, no hay diferencias en funcionamiento familiar, en violencia
estructural, ni en abuso familiar, en función de la región del país. Se
encontraron diferencias en ansiedad delincuencial, en función de la
región del país. Se observó una tendencia entre la región central y la
paracentral, siendo más alta la media aritmética en la región
paracentral. No se encontraron diferencias en ansiedad delincuencial
entre las otras regiones.
Es de relevancia destacar que las medias aritméticas en esta
dimensión son más altas que en las dimensiones anteriores
comparadas por región, indicando una mayor prevalencia de síntomas,
y, en consecuencia, más ansiedad delincuencial en la población
salvadoreña. El hecho de que no haya diferencias entre las regiones
solo indica que las medias aritméticas son similares en las diferentes
regiones del país.
En funcionamiento familiar, en relación con las regiones del país,
existen diferencias entre la región central y la oriental, siendo la media
más alta en la región central. En este mismo sentido, existen diferencias
entre la región paracentral y la oriental; también hay una media más
alta en las regiones occidental y paracentral que en la oriental
indicando esta dimensión que hay más problemas de funcionamiento
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
142
familiar en la región oriental que en las regiones occidental, central y
paracentral. Debido a que las medias son más bajas, indican mayores
problemas. Tanto el funcionamiento social como el funcionamiento familiar
son indicadores robustos del grado de estabilidad emocional y mental
de una persona, de una familia y de una sociedad.
En este estudio, ambos factores son indicadores de salud mental y
disfunción emocional (estrés y ansiedad), probablemente generadas por
el contexto de violencia social delincuencial que se vive en El Salvador.
Estos resultados están en sintonía con lo planteado por Graça y
Edward, (2006), en el sentido que la salud familiar es vista como una
dimensión biopsicosocial. Desde la perspectiva de Silva et al. (2000), se
comprende la salud familiar como la estabilidad de la dinámica interna
del cumplimiento de las funciones como familia. Quiroga y Sánchez
(1997) plantean que es un ambiente considerado de gran importancia
para explicar su satisfacción global es la familia.
El estudio revela diferencias en salud mental en relación con el
estado civil. La prueba indicó diferencias significativas entre los
solteros y los viudos(as), presentando mayor incidencia de problemas
de salud mental las personas viudas. Al analizar el estresor
delincuencial, en función del estado civil, se encontraron diferencias
entre los solteros y los casados, presentando medias más altas los
casados, indicando que este segmento de la muestra, es la que
presenta mayores problemas de salud mental. En cuanto al
funcionamiento familiar, se encontraron diferencias, en función del
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
143
estado civil, presentando medias aritméticas más bajas los divorciados
y los viudos(as) en relación con los solteros y los casados,
observándose más problemas de funcionamiento familiar estos últimos
grupos. No se encontraron diferencias significativas en disfunción social,
en función del estado civil, ni en violencia estructural; tampoco en
maltrato familiar.
En el análisis de las variables criterio, en función del nivel
educativo de la muestra, se encontraron diferencias en salud mental. La
prueba a posteriori post hoc indica que existen diferencias entre los que
no tienen ningún nivel educativo y los que tienen de séptimo a noveno
grado, siendo más alta la media aritmética en los que no tienen grado
educativo alguno. Igualmente, se encontraron diferencias entre los
analfabetas y los que son bachilleres, presentado más problemas de
salud mental el primer grupo. También se encontraron diferencias
entre los que no tienen ningún nivel educativo y los universitarios,
presentando más problemas de salud mental los analfabetas. Al
contrastar los que tienen primer ciclo con los de tercer ciclo, existen
diferencias significativas, siendo más alta la media en el primer ciclo.
Así mismo, al comparar el primer ciclo con los bachilleres y con los
universitarios, se aprecian más problemas de salud mental en el primer
ciclo. En un sentido general, se puede apreciar que, en la medida con
que se incrementa el nivel educativo de las personas, disminuyen los
problemas de salud mental. Lo anterior indica una correlación positiva;
a menor educación, mayores problemas de salud mental; y a mayor
educación, menor prevalencia de problemas de salud mental.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
144
Existe una mayor incidencia de estrés delincuencial en los niveles
educativos más altos (bachiller, técnico, universitario), en comparación
con los niveles educativos más bajos (ningún nivel, primer ciclo,
segundo ciclo). En ansiedad delincuencial existen diferencias en función
del nivel educativo de la muestra, presentando mayor ansiedad los
niveles educativos más altos. No se encontraron diferencias entre los
otros niveles. Lo anterior, no significa que no haya dificultades en estos
grupos educativos; lo que indica es que las incidencias son similares en
cada nivel educativo. Al comparar el estresor delincuencial en función de
la edad, se encontraron diferencias entre los que tienen de 17 a 25 años
de edad y los que tienen de 26 a 35, siendo más alta la media aritmética
en estos últimos, indicando lo anterior que tienen más incidencia de
síntomas de estrés delincuencial los de mayor edad. En relación con la
ansiedad delincuencia,l en función de la edad de la muestra, existen
diferencias entre los que tienen de 17 a 25 años de edad y los que
tienen de 26 a 35, entre los de 17 a 25 y los de 36 a 45, siendo más altas
las medias en los dos grupos de mayor edad. También, ocurre la
misma tendencia en violencia estructural. Estos resultados confirman la
cuarta hipótesis que plantea que “existen diferencias estadísticamente
significativas en estrés-ansiedad delincuencial, la salud mental, violencia
sociocultural, en función de las variables sociodemográficas como: región del
país, estado civil, escolaridad, edad, si trabaja o no, y lugar de residencia”.
Lo anterior significa que existe una mayor incidencia de problemas de
estrés, ansiedad delincuencial y violencia estructural en los grupos de
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
145
mayor edad. No hay diferencias en disfunción social, ni en
funcionamiento familiar, tampoco en abuso o maltrato familiar en función
de la edad.
El estudio revela que existe mayor estrés delincuencial en las
personas que trabajan en comparación con las que no trabaja. En esta
misma línea, hay mayor estrés delincuencial en los empleados
privados que en los públicos, ocurriendo el mismo patrón en ansiedad
delincuencial y en violencia estructural. No se encontraron diferencias en
funcionamiento social. Ni en funcionamiento familiar; tampoco hay
diferencias en maltrato familiar en función del sector donde trabaja la
población. Estos datos revelan que la población más vulnerable al
estrés delincuencial, a la ansiedad delincuencial y a la violencia
estructural son las personas que trabajan, y que lo hacen en el sector
privado. Consecuentemente, será este grupo de personas las que
presentan una peor salud mental, como resultado de la violencia social
delincuencial en El Salvador. Se encontró que solo existen diferencias
en estrés delincuencial en función del lugar de residencia (urbano y
rural), siendo las medias más altas en los residentes urbanos. Así
mismo, al analizar las prevalencias de las medias aritméticas en salud
mental, ansiedad delincuencial, violencia estructural, funcionamiento
familiar, funcionamiento social y maltrato familiar, las medias son
mayores en los residentes urbanos en comparación con los residentes
rurales, indicado que existen más problemas en la población urbana.
Estos últimos hallazgos son apoyados por lo encontrado por
Lederbogen, Kirsch, Haddad, Streit, Schuch, Tost… Meyer-
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
146
Lindenberg, (2011), quienes encontraron que los habitantes que viven
en la ciudad, a diferencia de otras personas, tienen más probabilidades
de sufrir más estrés y enfermedades mentales.
El modelo de regresión múltiple por pasos sucesivos resultó en
cuatro modelos significativos. El primero es el estresor delincuencial,
explicando el 26% de la ansiedad delincuencial; el segundo modelo es
la violencia social estructural, sumando una explicación de 8% en la
ansiedad delincuencial; en el tercer modelo, se añadió la variable de
deterioro de la salud mental, agregando una explicación del 6% en la
expresión de ansiedad delincuencial; para el cuarto modelo, se añade
la variable sexo, que eleva la varianza total explicada a un total de 41%
de la ansiedad delincuencial. Indicando lo anterior que la ansiedad
delincuencia como variable criterio (VD) es explicada en un porcentaje
importante y significativo desde las variables predictoras (VI), como
son: estrés delincuencial, violencia estructural, deterioro de la salud
mental y el sexo de la muestra. Estos resultados confirman la hipótesis
que plantea que “un porcentaje importante del estrés-ansiedad delincuencial
(salud mental) de la población salvadoreña se explica mediante el modelo de
regresión logística (modelo predictivo), donde las variables predictoras son:
estrés delincuencial, violencia estructural, deterioro de la salud mental, el
sexo, y como variable criterio será la ansiedad delincuencial (alteración de la
salud mental, o bienestar psicológico), producto de vivir en un contexto de
violencia social delincuencial.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
147
15. Estrategias de solución o recomendadas
Es a partir de los diferentes resultados y conclusiones del presente estudio que nos atrevemos a platear un conjunto de estrategias de solución a la multidimensionalidad de factores desencadenantes del fenómeno de la violencia social delincuencial relacionada con la salud mental de la población salvadoreña. Estas estrategias van orientadas hacia los contextos: personal (individual), familiar, relacional, microsocial (familia, escuela, iglesia) y macrosocial (Estado, comunidad, organizaciones). Las cuales se detallan a continuación:
• El Estado deberá diseñar e implantar programas sociales, orientados a fortalecer el acceso a fuentes de trabajo, para mejorar los estilos de vida de los salvadoreños, inhibiendo de esta forma los potenciales riesgos de que muchos jóvenes y adultos busquen satisfacer sus necesidades básicas insatisfechas en la delincuencia común y organizada.
• El Estado salvadoreño debe regular enérgicamente los medios de comunicación social (radio, prensa y televisión), debido a que estos hacen uso instrumental de la violencia delincuencial, como insumo de comercio (la crónica roja vende). La violencia expresada en muertos, asaltos, robos, extorsiones en la población les acarrea mayores ventas y ganancias, sin reparar en el daño emocional y psicológico que fomentan en los salvadoreños. Además de los antivalores que inyectan a los niños, jóvenes y adultos del país, fomentando un círculo de violencia social delincuencial que beneficia a estas empresas de comunicación.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
148
• Las autoridades municipales y estatales deberán fomentar y fortalecer la organización social, concretamente las comunidades: colonias, barrios y ciudades, para la búsqueda de soluciones comunitarias, fortaleciendo la cohesión social el esparcimiento saludable en la comunidad. También, implantar programas de prevención social comunitarios de factores de riesgo de sus habitantes, ejerciendo un mayor control comunitario de parte de las personas (organización comunitaria preventiva).
• Que el Estado, mediante el Ministerio de Educación, Mined, introduzca en los programas educativos, en todos los niveles del sistema educativo, un conjunto de temas de educación para la vida,
siendo este un eje transversal en la formación de niños y jóvenes. Estos programas deben incluir temas como: relaciones interpersonales, valores, autoestima, asertividad, deberes y derechos; problemas psicosociales como: alcoholismo y drogas, tipos de violencia, la familia y sus dimensiones, salud mental, entre otros.
• Que el Mined, mediante los centros educativos a escala nacional, revise, actualice y fortalezca los contenidos de la escuela para padres, con la finalidad de reeducar a los padres de familia en temas vitales sobre los estilos de crianza, incluyendo temas de educación para la vida, el papel de la familia, normas de convivencia ciudadana, y otros más.
• Que el Estado, mediante el Ministerio de Salud, Misal, implante programas de promoción y prevención de factores psicosociales de riesgo, para la salud mental. Así mismo, que los Ecos
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
149
familiares diseñen e implanten programas de prevención primaria y secundaria, en el contexto comunitario, para prevenir, identificar y tratar personas con sintomatología de naturaleza mental.
• Que las universidades que imparten programas en la formación de carreras de las ciencias de la salud asignen sus estudiantes en prácticas y horas sociales de los programas educativos, preventivos y de tratamiento que implanten tanto el Mined como el Misal, con la finalidad de prevenir, eliminar o modificar los factores sociales relacionados con la salud (mental). EJ.: estilos de crianza, modelos de padres, conservación de la salud mental, alcoholismo-drogas y la violencia en todas sus dimensiones, etc.
• Tanto la violencia social delincuencial, el alcoholismo-drogas, como la salud mental, son fenómenos multidimensionales (múltiples causas); son problemas psicosociales que existen sobre la base de problemas estructurales, como falta de oportunidades (empleo, educación, salud, vivienda), la violencia familiar, pobre nivel educativo; problemas de personalidad, como pobre autoestima; hiperactividad, agresividad, conducta antisocial, hostilidad, conflictos de relaciones interpersonales, entre otras causas. Por tanto, el abordaje del fenómeno debe ser, en la misma dirección, un abordaje holístico, que implique una intervención desde todos los ángulos y especialidades del conocimiento. Deberá existir una participación de los individuos, de la familia, la comunidad, la iglesia, las instituciones públicas y privadas, con el protagonismo directo del Estado. De lo contrario, todo esfuerzo será diluido, impotente, incapaz, por la magnitud del problema. Estos problemas psicosociales siempre, y siempre, superarán los esfuerzos individuales de una institución o de un grupo de personas.
LA VIOLENCIA SOCIAL DELINCUENCIAL Y LA SALUD MENTAL
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