LA ROMANIZACIÓN DEL
MEDITERRÁNEO
Postgrado Calidad de Vida y sus Componentes
Dinamización Socio-Cultural. Curso 2010-2011
Salvador Giner García
Salvador García Blaya
Vicente José Alonso Bartual
María Galindo Herrero
Mª Carmen Vidal Cheliz
Maria Rosa Alcón Monforte
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ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN
II. LA ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
III. PRIMERA FASE: HISPANIA ENTRE CARTAGO Y ROMA (237-206 a. C.)
IV. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA
V. LOS ROMANOS IRRUMPEN EN HISPANIA
VI. SEGUNDA FASE: LOS PUEBLOS HISPANOS ENTRE LA OPOSICIÓN Y LA RESISTENCIA
VII. DIVISIÓN ADMINISTRATIVA Y POLÍTICA EN LA ESPAÑA ROMANA
VIII. FINAL DE LA RESISTENCIA
IX. DIVISIÓN ADMINISTRATIVA Y POLÍTICA EN LA ESPAÑA ROMANA
X. FACTORES DE LA ROMANIZACIÓN
XI. ARTE ROMANO
XII. RONANIZACIÓN DE LA PROVINCIA DE MURCIA
XIII. ROMANIZACIÓN DEL NORTE DE AFRICA
XIV. ROMANIZACIÓN DE LA ZONA ORIENTAL
XV. CONCLUSIONES FINALES
XVI. BIBLIOGRAFÍA
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I. INTRODUCCIÓN
Romanización es el proceso de aculturación que experimentaron las diversas regiones
conquistadas por Roma, por el que dichos territorios incorporaron los modos de
organización político-sociales, las costumbres y las formas culturales emanadas de
Roma o adoptadas por ella. En el caso correspondiente a la península Ibérica, fue de
diferente intensidad según zonas, mayor en el sur y este peninsulares y se tradujo en
distintos momentos más tardío en el oeste y norte.
Los romanos comenzaron a escribir su propia Historia a partir del siglo III a. C,
principalmente por los latinos Cicerón, Tito Livio y los griegos Dionisio de Halicarnaso.
A final del siglo I es cuando Marcus Terentius Varrón (117-27 cuenta que Roma se
fundó en fundó en 753 a. C. La leyenda creada posteriormente cuenta que Roma fue
creada por los gemelos Rómulo y Remo hijos del dios Marte y descendiente del
troyano Eneas y generado por la diosa Venus.
Lo sorprendente es que entre los siglos VIII Y IV a. C. Una pequeña aldea situada sobre
el Palatino de campesinos soldados se convierte en un potente estado del centro de
Italia y consiguieron conquistar y dominar todos los países mediterráneos, mostrando
una apertura a otras culturas, que con disciplina militar, administrativa, inteligencia
política y originalidad logro perdurar hasta el siglo V de nuestra era, más de doce
siglos. Existieron otros imperios antes, el persa, Alejandro Magno, pero ninguno ejerció
una labor civilizadora como Roma.
Los etruscos aportación Roma. En el siglo VIII a. JC la potencia económica el alfabeto,
el arte de la escritura, sus templos y la representación antropomórfica de los dioses,
que ellos habían recibido de los griegos. La traición romana fijo en el año 509 a. C. la
expulsión del último rey etrusco dando comienzo la república y Roma paso a ser una
ciudad latina en el plano internacional. Con su triunfo sobre Cartago, la república
romana consiguió la primacía en el Mediterráneo occidental, con una perfecta
máquina militar Antes de la llegada de los romanos en Iberia no existía unidad política
alguna solo habían organizaciones tribales con estructuras políticas diferentes y estas
no aceptaban ninguna autoridad más allá de sus fronteras. Es casi imposible saber
mucho de estos antiguos pueblos. La romanización elimino gran parte de su memoria
al parecer en la parte mediterránea y en el atlántico meridional se asentaban grupos
bajo el nombre de iberos. Los celtas entraron en la península estableciéndose en el
Norte. Entre ambas zonas habitaban algunas tribus surgidas del mestizaje que
recibieron la denominación de Celtiberos.
La Galia es el nombre latino dado a una región de Europa occidental actualmente
ocupada por Francia, Bélgica, el oeste de Suiza y zonas de Holanda y Alemania al oeste
del Rin. La palabra gala se refiere habitualmente a los habitantes celtas de esa región.
Los galos se extendieron por toda Europa en tiempos romanos, hablando lenguas
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celtas. Se dividieron en dos grupos unos en Francia y otros se establecieron en las
llanuras del Norte de Italia, provincia conocida por los romanos como la Galia Cisalpina
al lado de los Alpes y se extendía hasta Véneto e Istría. Otros galos emigraron cruzando
los pirineos hasta la Ibérica, mezclándose con los indígenas Iberos dando lugar a los
Celtiberos.
Todas las tierras habitadas por los galos eran conocidas por los romanos como las
Galias porque roma distinguía más de una, la Galia Cisalpina al Norte de Italia antes de
pasar los Alpes y Trasalpina al otro lado de los Alpes. Galia es el nombre latino dado a
una región de Europa occidental actualmente ocupada por Francia, Bélgica, el oeste de
Suiza y zonas de Holanda y Alemania al oeste del Rin. La palabra gala se refiere
habitualmente a los habitantes celtas de esa región. Los galos se extendieron por toda
Europa en tiempos romanos, hablando lenguas celtas. Se dividieron en dos grupos
unos en Francia y otros se establecieron en las llanuras del Norte de Italia, provincia
conocida por los romanos como la Galia Cisalpina al lado de los Alpes y se extendía
hasta Véneto e Istría. Otros galos emigraron cruzando los pirineos hasta la Ibérica,
mezclándose con los indígenas Iberos dando lugar a los Celtiberos.
Grecia tras la batalla de Corinto, se considera generalmente como la cultura que sirvió
de base a la civilización, y tuvo una poderosa influencia sobre el imperio romano. Fue
difundida a través de muchos los territorios del mediterráneo. La civilización de los
antiguos griegos ha influido enormemente en la lengua, la política, los sistemas
educativos, la filosofía, la ciencia y las artes en la Europa occidental. Antes que Roma
impusiera su hegemonía otros pueblos italianos y extranjeros habían sido los
dominadores. Griegos y etruscos fueron los más importantes, convirtiéndose en las
sucesoras de culturas más antiguas. La variedad étnica y lingüística continuo todavía
en la época de Augusto (siglo I a. C.) tenía reconocidas once regiones perfectamente
diferenciadas. La formación de estas culturas fue el resultado de un largo proceso que
duro siglos. Los etruscos, con un ritmo de desarrollo más acelerado que los demás
pueblos del entorno. Los griegos establecieron sus centros comerciales, sobre todo en
las costas occidentales de Sicilia y en la Italia meridional y occidental hasta el golfo de
Nápoles
A mediado del siglo a. C. III Roma entró en una serie de guerras consiguiendo dominar
gran parte del mundo mediterráneo. La primera etapa las llamadas guerras púnicas.
Cartago había reunido un Imperio marítimo que se extendía hasta Hispania. Su flota
era la más fuerte del mediterráneo occidental. Los romanos tuvieron que construir una
flota y aprovechando el debilitamiento de Cartago, se apoderaron de Cecilia, donde los
cartagineses tenían colonias en las que los romanos querían instalarse 264-241 a C.
Después ocuparon Córcega y Cerdeña y penetraron en la Galia Cisalpina.
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II. LA ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Primeros pobladores Los iberos procedentes del norte de África, penetraron en la
península hacia el siglo XVI a. C. Vivían agrupados en tribus formando minúsculos
Estados, se dedicaban a la agricultura la industria de metales y el pastoreo. De culturas
diferentes según tribus. Su grado de civilización era mayor las que estaban situadas a
orillas del mediterráneo por haber estado en contacto con fenicios y griegos. Adoraban
a los astros y a los espíritus.
De los tartesios se desconoce su origen, se especula con posibles emigraciones
asiáticas posteriores a la caída de Troya. Estaban asentados en el sur de la península.
Se dedicaban a la ganadería, agricultura y el comercio marítimo. Su religión tenía
características orientales, y adoraban a la luna, el sol y otros elementos.
Los celtas eran indoeuropeos. Penetraron por el norte y se asentaron en el centro y
norte en el siglo IX a. C. Su civilización era importante poseían habilidad en el arte de
elaborar metales, en la agricultura y en las artes decorativas. Su religión era politeísta y
adoraban el sol, el rayo y otros elementos de la naturaleza. Los celtiberos son para los
historiadores romanos los habitantes de las zonas de contacto entre iberos y celtas.
Pueblos colonizadores
Los pueblos colonizadores como los fenicios que eran grandes comerciantes y
adiestrados navegantes de oriente. Fundaron ya a finales del segundo milenio a. C, la
colonia de Gadir, que les sirvió de base para denominar la costa sur. Otras colonias
fueron Malacca, Mastia (Cartagena), Onoba.
Los griegos aparecieron en las costas catalanas en el siglo VII a. C. Los cartagineses
procedían de Cartago, una colonia fenicia la cual al caer en poder de los asirios,
extendió su dominio a todas las colonias fenicias del Mediterráneo occidental,
consiguiendo incluso desplazar a los griegos en el siglo VI a. C. En el siglo IV a. C. los
cartaginenses firman un tratado con Roma por el cual ésta reconocía a los
cartaginenses el dominio del sur de la península ibérica hasta el río Segura. Después de
la primera guerra púnica, y ante el poderío de los cartagineses en la península, Roma
firma el tratado del Ebro, por el cual este río será la frontera del dominio cartaginés
(año 226 a. C.)
Con la llegada de fenicios y cartagineses a la Península Ibérica, se iniciaron una serie de
intercambios materiales y culturales en los terrenos frecuentados por estos
navegantes, a lo largo del litoral mediterráneo y atlántico, provocando una
transformación de su mapa político económico y social.
Con la entrada en escena de los cartagineses,( s. III a. C.) a la Península Ibérica, ésta se
vio convertida en manzana de discordia entre las grandes potencias: Cartago y Roma.
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La 2ª Guerra Púnica (218-206 a. C.) es la primera confrontación bélica. La intervención
de Roma llevará finalmente a la conquista del territorio hispano materializándose por
primera vez la unidad política de las diferentes etnias diseminadas por toda la
geografía peninsular, fomentando la integración de sus territorios en una
mancomunidad política, económica, social y religiosa denominada: IMPERIO ROMANO.
Durante la dominación romana, Hispania se convertirá en uno de los más sólidos
soportes del Estado Romano. Sus múltiples aportaciones especialmente en el área de
intercambios económicos (metales, cultivos, salazones, manufacturas) y de forma más
espectacular en el campo de las letras, cultura, política y religión contribuirán a reducir
distancias entre el centro y la periferia. La cristianización pondrá de relieve la profunda
inserción de Hispania en el ámbito religioso del Imperio. A pesar de las invasiones
germánicas se habla de una lengua basada fundamentalmente en el latín a excepción
de los vascones.
En las ciudades las huellas del pasado romano permanecen vivas y prolongan sus señas
de identidad dentro de un mundo sujeto a profundas crisis y transformaciones. La
Península Ibérica conectada a través de los Pirineos con el continente europeo y
rodeado por el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, constituye una continuación
de Europa y a través del estrecho de Gibraltar un puente hacia África.
A lo largo del primer milenio, a. C., oleadas de pueblos indoeuropeos procedentes de
Europa central penetran a través de los Pirineos en territorio peninsular y encuentran
nuevos hogares en la cornisa Atlántica y en la Meseta. En toda la ribera mediterránea
surge la cultura ibérica en torno al siglo VI a. C., impulsada por los influjos venidos de
Mediterráneo oriental. Los iberos y los celtas así como una serie de corrientes
humanas procedentes del mundo fenicio, griego y cartaginés determinarán la
protohistoria del país antes de la llegada de los romanos.
Los iberos, agricultores y ganaderos vivían del cultivo de cereales. Para estos
menesteres se servían del arado y diversos aperos. Por regla general se establecían en
plazas fortificadas fáciles de defender, ubicadas en altozanos situados en las
proximidades de los ríos o en las estribaciones de las montañas. Roturaban sus campos
de labranza cerca de los asentamientos. Las actividades agrícolas iban acompañadas de
las ganaderas. El conocimiento del torno permitía realizar una cerámica de gusto
exquisito, así como, todo tipo de utensilios caseros. También conocían y utilizaban la
escritura, cuya técnica aprendieron de los pueblos del Mediterráneo oriental. En la
actualidad podemos leer su alfabeto pero no es posible descifrarlo totalmente.
La organización social se basaba en una estructura jerárquica en torno a una
aristocracia guerrera poseedora de las mejores parcelas de cultivo. Las relaciones
entre la masa y los nobles eran muy complejas, se manifestaba en la DEVOTIO que
consistía en mantener una fidelidad inquebrantable a sus dirigentes. Más adelante
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seguirán oleadas migratorias cuyos flujos más relevantes se producirán durante el s. IV
a. C. No se habla de un pueblo celta en general sino más bien de un número indefinido
de etnias diferenciadas entre sí, pero poseedoras de referencias comunes tales como
la lengua, la escritura, etc., aunque gozaban de considerables ventajas en el
armamento con respecto a los pueblos de su entorno.
Por otra parte fuentes grecorromanas hablan de comunidades celtíberas que surgieron
de la ocupación de territorios iberos por parte de grupos de población de origen celta.
Fenicios, griegos y cartagineses acuden al litoral ibérico en busca de metales y materias
primas. La primera ciudad en territorio peninsular fundada por los fenicios fue Cádiz
(Gañir) s. IX a. C. A esto le siguen asentamientos en Huelva, Málaga, Almuñécar, Adra
etc. En los contactos con la población autóctona primaba ante todo las relaciones
comerciales y económicas. Fueron los fenicios quienes introdujeron la vid y el olivo en
el valle del Guadalquivir y en la costa mediterránea. También fueron los impulsores de
la escritura y de las técnicas artesanales más avanzadas. Son numerosos los vestigios
de arte fenicio especialmente sarcófagos, gargantillas, prendas decorativas, cinturones
etc. Tal como se encuentra en los tesoros de Villena (Alicante) y Aliseda (Cáceres). En
el siglo (VI a. C.) fundaron Rosas y Ampurias con vistas a establecer bases de
aprovisionamiento y mantener relaciones comerciales con el interior.
Los griegos establecen bases comerciales en pequeños enclaves portuarios, visitados
periódicamente por la navegación helena, dedicados a los intercambios comerciales y
no a la colonización. Serán los cartagineses los últimos en acudir a la Península,
quienes desempeñarán un papel determinante en la composición del mapa político
peninsular, pues ellos atraerán a los romanos y con estos se iniciará un nuevo capítulo
en la historia de Iberia, que hasta el (s. III a. C.) había permanecido al margen de las
convulsiones geopolíticas acaecidas en el mar Tirreno. Las consecuencias de la primera
guerra púnica (264-241 a. C.) será el detonante de acontecimientos posteriores. Los
cartagineses pretenden compensar las pérdidas de sus posesiones ultramarinas en
Sicilia, Cerdeña, Córcega y Malta con la conquista del sur peninsular.
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III. PRIMERA FASE: HISPANIA ENTRE CARTAGO Y ROMA (237-206 a. C.)
La conquista romana de la Península durará dos siglos. El comienzo de este proceso
data del año 218 a. C y duro hasta la derrota completa de los cántabros y astures en
año 19 a. C. Cuando las legiones romanas de Cneo Cornelio Escipión desembarcaron en
Ampurias, en la costa catalana, para enfrentarse con sus enemigos cartagineses,
ocupantes de las zonas costeras y de parte del interior. Los llegan a la Península Ibérica
para privar de recursos militares al cartaginés Aníbal, que luchaba en Italia. Se
enfrentan a unos cartagineses que no disponían en la Península de poderosos
ejércitos, infringiéndoles grandes y sucesivas derrotas, de tal manera que en el año
216 a. C ya estaban las regiones meridionales y levantinas sometidas a los romanos
Tras apoderarse de Cartago Nova (capital de los cartagineses) y Cádiz acaban con la
presencia cartaginesa en Hispania. Escipión funda la colonia de Itálica, donde instala a
los soldados veteranos, dejando ya Hispania convertida en provincia romana. La
exigencia y tributos impuestos por los romanos a los hispanos del NE peninsular
crearon tal descontento entre sus habitantes que se unieron varios pueblos bajo las
órdenes de Indibil y Mandonio (caudillos ilergetes) y se enfrentaron a los romanos,
pero fueron derrotados por éstos.
Las luchas civiles en Roma entre Mario y Sila también tuvieron repercusión en
Hispania, ya que Sertorio, partidario de Mario, consiguió dominar casi toda la
Península Ibérica con un ejército de indígenas (celtiberos, lusitanos y otros pueblos) y
algunos romanos con el fin de convertirla en su base de operaciones para que su
partido conquistara el poder en Roma. Su táctica militar era la guerrilla, que le había
dado muy buen resultado a Viriato, y se adaptaba muy bien a las condiciones del
terreno. Sertorio fue asesinado en el banquete por un colaborador suyo en Osca
(Huesca).
En la otra guerra civil entre Cesar y Pompeyo, que puso fin a la Republica, también
desempeñó Hispania su papel. Primero fue la campaña de Cesar en Lérida contra las
tropas de Pompeyo. Poco después en la Bética, en donde se le rendía Varrón (general
de Pompeyo). Y después de la derrota y muerte de Pompeyo es también en Hispania
donde César derrota a los últimos partidarios de Pompeyo que todavía seguían en
armas.
Los cántabros y astures constituían el último reducto de la Península Iberica no
sometido a Roma. Augusto, después de enviar contra ellos a varios generales, que
fracasaron, tomó personalmente el mando de la campaña, pero enfermo hubo de
regresar a Roma, siendo dos de sus generales quienes lograran la victoria. Pero los
cántabros prisioneros, vendidos como esclavos, matan a sus amos y vuelven a los
montes para seguir peleando contra Roma. Serian definitivamente derrotados por
Agripa. Con la pacificación por la fuerza de cántabros se consuma el sometimiento
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total de Hispania al dominio de Roma. Pero hubo de crearse asentamientos
permanentes del ejercito romano para evitar probables sublevaciones (León Legio
Septima, Lugo Lucus Augusti, Astorga Asturica Augusta).
La presencia masiva de Cartago en el suelo ibérico se inicia con el desembarco de las
tropas de Amílcar Barca en Cádiz en el año (237 a. C.). La antigua fundación fenicia
Gañir, dotada de un excelente puerto, era un punto importante de intercambios de
mercancías y de corrientes humanas, que hacían de la región un atractivo enclave
marítimo frecuentado por comerciantes de todo el Mediterráneo. Aquí desarrolló
Amílcar una gran actividad diplomática y militar encarrilada a fomentar la influencia
púnica en la zona.
Los avances de Amílcar no pasaron inadvertidos por los romanos que no tardaron en
enviar una embajada para pedir explicaciones sobre lo que sucedía en Hispania. A
partir de este momento todo lo relacionado con Hispania pasó a ser un tema de
debate permanente en el Senado romano, altamente interesado por los avances y
logros del ejército cartaginés, que operaba en tierras ibéricas plenas de recursos y
posibilidades.
Amílcar decide extender su dominio hacia el sudeste peninsular. En el año 229 a. C.
aparece sitiando la ciudad de Helike (Elche).Fallece durante el asedio al ser atacado
por el rey Orisón que acude en socorro de los sitiados. Bajo el mandato de Asdrúbal,
yerno y sucesor de Amílcar, acontece la fundación de Cartagena. Este privilegiado lugar
no tardará en desarrollar un importante papel económico, militar, político y cultural
como base logística y también como símbolo creciente del poderío cartaginés en
Hispania. El lugar también había sido elegido por la riqueza de sus recursos: minas de
plata, campos de esparto, pesca etc. Esta zona tan rica en recursos agrícolas, mineros y
humanos suscita sospechas, inquietudes e irritación en Roma. Ante la evidencia que la
explotación del suelo proporciona suculentas ganancias, no tardan en despertarse los
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apetitos de Roma, que tras una serie de acontecimientos desembocaron en el estallido
de la Segunda Guerra Púnica. Una delegación romana se desplazo a Hispania para
observar de cerca las actividades púnicas.
Al margen de las relaciones púnico-hispánicas existían intercambios mercantiles
romano-itálicos con el mundo ibérico .Por una parte los objetos de bronce y las
cerámicas procedentes de Etruria y en segundo término la cerámica de barniz negro
así como estampillas fabricadas en Etruria, Lacio y en Campania. Los romanos por estas
fechas se proveían de materias primas que necesitaban de Hispania y las
intercambiaban por una amplia gama de artículos de trueque .El mantenimiento de
relaciones comerciales con todos los puertos del Mediterráneo constituía una
condición indispensable para la prosperidad y desarrollo de la economía itálica.
La crisis que antecede al estallido de la SEGUNDA GUERRA PÚNICA, aparece
representada como una conjunción de litigios y competencias jurídicas, sin embargo
no puede esconder los verdaderos motivos del antagonismo romano-cartaginés. Se
trata simplemente de una lucha de poderes. Roma no tolera un crecimiento de
posesiones púnicas en Hispania y Cartago no quiere estar sujeto a la tutela de su rival.
Roma exigía obediencia a sus mandatos, que Cartago fortalecida por sus éxitos no
estaba dispuesta a prestar. En ambas potencias lo que existe son unas ansias de poder,
expansión y conquista, como ya sucedió en la Primera guerra púnica en la que fue
Sicilia la manzana de la discordia, ahora es el control de Hispania la meta de la codicia.
Con la ocupación de Sagunto a finales del (año 219 a. C.), Aníbal había saldado su
tercera campaña en suelo hispano con una nueva victoria. Con la incorporación de esta
plaza a sus dominios se lograba un importante avance. Aunque Aníbal sigue la labor
empezada por su padre Amílcar y su cuñado Asdrúbal, desde que él dirige la actuación
cartaginesa en Hispania, la acumulación de recursos y posesiones crece a un ritmo
vertiginoso. Las arcas de Cartago aparecen repletas por los tributos de los pueblos
sometidos y por la explotación del subsuelo. Desde la caída de Sagunto en manos de
Aníbal, Roma estaba dispuesta a ir a la guerra con o sin pretexto.
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Teatro romano de Sagunto
Acueducto de Segovia Teatro romano de Mérida
La importancia de Emerita Augusta, como era conocida la actual Mérida durante la
época romana, queda constatada en edificios como el teatro romano, en el que
todavía hoy se celebran representaciones teatrales y actuaciones musicales. Tiene un
aforo aproximado para 5.000 personas.
Tras vencer a los cartagineses en las Guerras Púnicas, Roma inició su hegemonía en los
territorios peninsulares, que recibieron el nombre de Hispania. El proceso de
romanización de las nuevas provincias fue fundamental en la configuración del Imperio
romano. Además de sus formas políticas, sociales, institucionales, religiosas y
culturales, Roma dotó a sus dependencias territoriales de construcciones de todo tipo,
entre las que destacaban las referidas a obras públicas. Tal es el caso del acueducto
erigido para la conducción de agua en la ciudad española de Segovia, construido por el
arquitecto Cayo Julio Lacer a mediados del siglo I d. C., siendo emperador Claudio I.
La Romanización de España por Roma empezó en el 218 a. C. Aníbal (cartaginés)
destruyó la ciudad de Sagunto, aliada de Roma, y al frente de un poderoso ejército
cruzó el río Ebro y los Pirineos y emprendió la marcha hacia Italia. Entonces los
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romanos planearon hacer una guerra contra los cartagineses en España. Los romanos,
con una extraordinaria visión de la estrategia militar, mandaron a España un ejército
bajo el mando de Cornelio Escipión. El comienzo de este proceso data del año 218 a.
C., cuando las legiones romanas de Cneo Cornelio Escipión desembarcaron en
Ampurias, en la costa catalana, para enfrentarse con sus enemigos cartagineses,
ocupantes de las zonas costeras y de parte del interior. Éste desembarcó en Emporion
y empezó la conquista de las tribus de Cataluña, conquista que se consiguió
rápidamente después de la llegada de su hermano P. Escipión, que asentó su base
militar en Tarraco, destinada a ser una de las capitales romanas de España.
En una primera fase se procedió a la conquista militar de la zona cartaginesa hasta el
206 a. C., de la zona interior durante el siglo II a. C. y del resto en el siglo I a. C. no
exenta de dificultades debido al valor y ansia de independencia de los indígenas, con
continuas rebeliones
En una segunda fase, iniciada cuando aún gran parte de lo que será Hispania no había
sido conquistada, se procedió a una asimilación cultural del territorio. Esta no fue total
en las últimas regiones sometidas (área cantábrica) ni siquiera en el siglo V cuando se
debilitó la presencia romana presa de las invasiones bárbaras, a pesar de llevar 500
años de dominación —muchas veces más nominal que efectiva—, debido al escaso
interés por controlar y poblar zonas deprimidas y marginales. Allí pervivieron
estructuras gentilicias (clanes) e idiomas (por ejemplo el euskera), así como el
sentimiento de identidad que permitiría su supervivencia frente a los visigodos y el
islam, posibilitando el nacimiento de los futuros reinos y condados cristianos. Una de
las consecuencias del prestigio de Roma y de lo romano será la aspiración a la
ciudadanía, conseguida a duras penas por los indígenas a base de dinero o en premio a
su fidelidad. Ello, junto a la suavización de los términos en que se acordaron las
distintas rendiciones a manos de las legiones y el tiempo transcurrido desde aquellas,
fueron creando un clima propicio a la aceptación de lo romano.
Punta de lanza de todo esto fue la llegada de inmigrantes de origen romano e itálico,
que se fueron estableciendo en ciudades (municipia civium romanurum, coloniae
civium romanorum), creando así focos tanto de difusión cultural como de control
político y administrativo: Itálica (Sevilla), Corduba (Córdoba), Emerita (Mérida), Barcino
(Barcelona), entre otros. La política colonizadora de Julio César y de Augusto en el siglo
I a. C. fue el impulso definitivo a esta labor, iniciada tímidamente dos siglos atrás con la
llegada de soldados y comerciantes, suponiendo ahora no sólo el asentamiento de
veteranos de las legiones —emparejados con las mujeres indígenas—también nuevas
remesas desde la propia Italia, en busca de nuevas tierras y mejores condiciones de
vida. El clima de paz y la lejanía de los frentes bélicos contribuyeron decisivamente a la
mejora de la economía y, con ello, a la aceptación definitiva de Roma.
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Cuando ya estaban ocupadas las zonas ibéricas del levante y divididas las fuerzas de los
dos hermanos, en el año 212 a. C., tomó por sorpresa Cartago Nova. Después de dos
victorias en Baecula e Ilipa, logró expulsar a todas las tropas cartaginesas de la
Península, e hizo un pacto con la cuidad de Gades en el año 206 a. C. Después de
someter algunas tribus rebeldes (ilergetas), fieles a los pactos con los cartagineses,
dominó toda la zona propiamente ibérica, que ya había pasado del dominio cartaginés
al de los romanos a causa de la Guerra Púnica.
Roma aplicó a los pueblos ibéricos y al territorio ocupado el derecho de conquista,
comenzando una vergonzosa etapa de sistemática expoliación que causaría, en 197 a.
C., una rebelión general de todos los pueblos ibéricos, exceptuando los ilergetas, que a
causa de las anteriores represiones habían perdido su espíritu de resistencia. Roma
mandó a España al cónsul Marco Pocio Catón, quien, tras una durísima represión, en el
transcurso de la cual fueron destruidos todos los núcleos semiurbanos y urbanos de
Levante y Cataluña, dominó firmemente el territorio, que quedaría dividido en dos
provincias: la Citerior y la Ulterior.
Un hito en el proceso romanizador fue la concesión por el emperador Vespasiano (69-
79) del ius latii o derecho de ciudadanía latina, para todos los hispanos libres de origen
indígena. Tal medida fue ampliada en el 212 por el emperador Caracalla al convertir a
todos los habitantes libres del Imperio en ciudadanos romanos mediante la
Constitutivo Antoniniana. En Hispania, para esas fechas, casi por unanimidad, la
población se ‘sentía’ romana.
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IV. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA
LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA estalló en la primavera del año (218 a. C.). Aníbal
decide trasladar la guerra a Italia. De la observación del dispositivo bélico romano, vio
la necesidad de fortalecer su caballería para asegurarse el éxito. El plan fue muy
estudiado, nada podía fallar, todo tenía que funcionar a la perfección, nada podía
dejarse a la improvisación, preparando la contienda desde todos los puntos de vista
(rutas, tratados de amistad, vías de suministro, embajadores etc.). A toda esta
movilización logística y diplomática se le añade un componente propagandístico.
Aníbal se dirige a Cádiz a implorar la ayuda del dios fenicio-griego Melgart-Heracles,
formulando una alianza a todos los enemigos de Roma. Ensalza su proyecto de guerra
y lo eleva a la altura de una gesta dotada de la aprobación divina. Durante toda la
gesta Aníbal siempre lleva una estatuilla de Heracles que ya pertenecía a Alejandro
Magno ganándose con ello la simpatía del pueblo griego que no tarda en prestarle
apoyo.
En mayo del año (218 a. C.). Aníbal imparte en Cartagena la orden de marcha de su
ejército que se encamina hacia el norte. Según las fuentes, seguramente exageradas, el
ejército de Aníbal en Hispania se componía de 90.000 infantes, más de 10.000 jinetes,
así como, un considerable número de elefantes. Se calcula que esta imponente
columna alcanzaría Sagunto a principios de junio. Desplazándose por la costa pasa por
Peñíscola, cruza el Ebro para dirigirse por el interior de Cataluña y después de someter
a los ilergetas (Lérida), a los bargusios (Valle del Segre), a los ansetanos (entre Vic y
Gerona) y los lacetanos (en torno a Ripoll) alcanza en pleno verano los Pirineos.
Deja a su lugarteniente Hannon con parte de soldados y jinetes en los Pirineos para
proteger los pasos y controlar las regiones recién conquistadas, reanudando la marcha
hacia el objetivo anhelado. Estaba claro que éste sobrepasaba los límites del territorio
hispano. Aníbal evita entrar en conflicto con las ciudades griegas como Rosas,
Ampurias o Marsella que no sucumben a la política de captación antirromana. Al
contrario Marsella apoyará a la flota romana que pronto empezará a operar en las
costas Ibéricas y Ampurias se convertirá en la cabeza de puente de la futura
penetración romana en Hispania. Desde la caída de Sagunto en manos de Aníbal,
Roma estaba dispuesta a ir a la guerra con o sin pretexto.
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V. LOS ROMANOS IRRUMPEN EN HISPANIA
El reto de Cartago fue contestado de manera inmediata por Roma. Publio Cornelio
Escipión, cónsul y comandante en jefe de los ejércitos del norte, que había sido incapaz
de cortar el paso a Aníbal en la Galia meridional, acudió a Italia para contener la
avalancha púnica que había salvado la importante barrera de los Alpes. Al mismo
tiempo llegó su hermano Gneo Cornelio Escipión al mando de dos legiones con el
encargo de trasladarse por vía marítima hasta Ampurias.
La presencia del primer destacamento romano en Ampurias propiciará el acercamiento
de las comunidades ibéricas hacia Roma. Gneo Escipión derrotó a Hannon al que
Aníbal había confiado la custodia de la región pirenaica. Esta primera oleada romana
en el norte de la península constituye un serio golpe para la estrategia de Aníbal. Su
intención de mantener todo el territorio ibérico bajo control se ve frustrado desde el
principio.
Una vez afianzada su base de operativa en territorio enemigo y después de haber
llegado los refuerzos al mando de Publio Escipión, los dos hermanos concentran sus
esfuerzos en la conquista de Tarraco (Tarragona) para disponer así de una plataforma
logística con miras a una penetración hacia el sur. El cuerpo expedicionario romano
perseguía dos fines: Evitar que Aníbal obtuviese en Italia refuerzos procedentes de
Hipania y expulsar definitivamente a los cartagineses del continente europeo,
reduciéndolos a sus posesiones norteafricanas. Mientras Aníbal puede desenvolverse
sin grandes impedimentos en la Península Apenina, en la Ibérica son los romanos los
que asumen la iniciativa de las operaciones militares. En la desembocadura del Ebro se
entabla una batalla terrestre y naval que la flota romana decide a su favor (217 a. C.).
Conscientes de su supremacía marítima, los romanos protagonizan incursiones en
diversos puntos del litoral mediterráneo y de las Baleares.
Su cometido de alejar definitivamente al ejército cartaginés del norte de Hispania y de
aumentar la nómina de aliados ibéricos, sus acciones se dirigen hacia la comunidades
septentrionales, las cuales llevan poco tiempo bajo el señorío de Cartago y por ello son
más susceptibles de pasarse al bando romano. Así consigue adhesiones y con ello
consolida su presencia en la zona. Ambos Escipiones no tardaran en cruzar el Ebro y
dirigirse hacia el sur, pero su proyectada campaña contra Sagunto fracasa. Asdrúbal
consigue frenar el avance romano, a pesar de sufrir algunos reveses. En el otro frente,
el ejército cartaginés en Italia, sensiblemente debilitado precisaba urgentemente
refuerzos. Éstos sólo podían venir de Hispania. Roma muy consciente de la situación,
activa su flota en el Mediterráneo para impedir que dichos suministros pudieran
alcanzar Italia por vía marítima. Los hermanos Escipión no dejan de presionar a los
pueblos hispanos para que abandonen la causa de Cartago.
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Los primeros años de la Segunda Guerra púnica presentan características inversas en
lo referente a la actuación de ambos contrincantes. Mientras Aníbal derrota a los
romanos una y otra vez en su propio terreno, se ve impotente para impedir que éstos
actúen a sus anchas al sur de los Pirineos .Las tropas cartaginesas conscientes de su
limitada capacidad operativa ,se retiran al sur del Ebro, dejando con ello un respetable
campo de acción a los nuevos invasores. Desde el primer momento de su presencia en
Hispania las legiones romanas intentan penetrar a través del Valle del Ebro hacia el
interior y también hacia el sur, al tiempo que se esfuerza por controlar la franja más
amplia del litoral mediterráneo, de suma importancia para las operaciones marítimas
de ambos bandos.
En el año (211 a. C.) los Escipión deciden atacar al ejército púnico en Turdetania con el
propósito de propiciarles un golpe definitivo. Pretenden disputar a lo cartagineses el
control de las zonas mineras del sur peninsular. Las fuerzas cartaginesas vencen al
fragmentado ejército romano que sufren una derrota total. Publio Escipión y su
hermano Gneo perecen en el curso de sendas batallas que tienen que librar por
separado. Uno, asesinado mientras asentaba su campamento, el otro quemado en la
torre donde se había refugiado. A pesar de la responsabilidad de los Escipión en el
fracaso, la historia romana no sólo los absuelve, sino que achaca las culpas a sus
enemigos.
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VI. SEGUNDA FASE : LOS PUEBLOS HISPANOS ENTRE LA OPOSICIÓN Y LA RESISTENCIA
(206-133.a. C.)
Será un miembro de la familia de los Escisión, Publio Cornelio conocido como el
africano, quien conquistará Cartagena, derrotará a los cartagineses en Bailén
penetrará en el valle del Guadalquivir y tomará Cádiz, con lo que finalizará la segunda
guerra púnica. Retomamos; la guerra contra Cartago era para el joven Escipión una
cuestión personal, quería vengar la muerte de su padre y de su tío, restablecer el
prestigio de la familia y el honor de las armas romanas. Mediante la realización de una
acción sorpresa, enérgica y audaz decide apropiarse del cuartel general púnico de
Cartagena y propinar de esta manera al mando cartaginés un mortífero golpe tanto
psicológico como militar. Cartagena se ve obligada a rendirse incondicionalmente.
Escipión se apodera del centro político y económico cartaginés más importante de
Cartago. Recauda un botín gigantesco con reservas de plata, depósitos de mercancías,
almacenes llenos de armas, provisiones y ante todo, caen en sus manos los rehenes de
múltiples pueblos hispanos retenidos allí por los cartagineses, asegurándose así nuevos
aliados.
El cambio no tardó en producirse, edetanos e ilergetas se pasan al lado de Roma, el
prestigio de Cartago queda sensiblemente mermado. Las fuerzas cartaginesas que
permanecen en Hispania quieren impedir el avance de Escipión y conservar intactas
sus posesiones en el sur peninsular. Sin embargo dicho plan se ve dificultado por la
táctica de Escipión que opta por dirigir sus tropas hacia la cuenca minera del
Guadalquivir, donde ambas fuerzas se enfrentan. La batalla tiene lugar en Baecula
(Bailén) Escipión consigue dominar la situación e imponerse a su adversario.
Gades (Cádiz) se convierte en el último baluarte hispano de Cartago, allí acuden los
restos del ejército púnico que sobreviven a la batalla de Alcalá del Río, al mando de
Magón Barca, para organizarse y organizar una nueva campaña. Éste saquea las
riquezas públicas y privadas de Gades sin detenerse ante el tesoro del templo de
Melgar con la intención de ir a auxiliar a su hermano Aníbal en Italia. Intenta
reconquistar Cartagena, pero fracasa en éste empeño. Al regresar a Gades sus
habitantes enfadados por los expolios sufridos, le cierran las puertas vetándole el
acceso a la ciudad. Los gaditanos se asocian a Roma, al igual como hicieron muchas
ciudades hispanas. Gades fue una ciudad próspera y muy poblada.
En el transcurso del año 206 a. C. es cuando el ejército cartaginés se ve obligado a
abandonar la Península Ibérica, la época gloriosa ha llegado a su fin, quedando
relegados al norte de África. Los romanos proseguirán explotando el subsuelo
copiando los sistemas púnicos así como se aprovecharan de las avanzadas técnicas
usadas en la agricultura y pesca. La expulsión de los cartagineses genera una serie de
interrogantes ¿Qué hacer con los territorios hispanos? ¿Cómo organizar la
administración de las recién adquiridas posesiones
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VIII.1 DIVISIÓN ADMINISTRATIVA Y POLÍTICA EN LA ESPAÑA ROMANA
Inicialmente el territorio fue dividido en 2 provincias: España Citerior (la más cercana
geográficamente a Roma, que comprendía el este y noreste peninsulares) e España
Ulterior (la más alejada de la metrópoli). Durante doscientos años no se cambió,
excepto en los límites geográficos, acrecentados por las conquistas (correspondiendo
el centro y norte a la primera y el oeste y noroeste a la segunda).
El afán de autonomía de las comunidades nativas será la causa de la tensión en las
relaciones hispano-romanas. A los dirigentes Indíbil y Mandonio les sucederán Viriato,
Numancia, los astures y los cántabros. Dos siglos tendrá que emplear Roma hasta que
en época del emperador Augusto consiga dominar el último conato de resistencia
autóctona. Los pueblos hispanos no sólo vivían dispersos en múltiples comunidades y
desconectados entre sí, sino que combatían casi siempre por separado, valiéndose de
sus propios recursos, sin concluir por regla general alianzas duraderas y de largo
alcance para contrarrestar el aplastante poderío de Roma, cosa que los debilitaba a la
vez que hacía muy difícil al enemigo controlar de una vez la totalidad del país.
A Publio Cornelio Escipión le llega la noticia de la sublevación de Indíbil. El general
romano se encamina al frente de su ejército hacia el norte y aplasta brutalmente la
revuelta de los ilergetas y celebra en Tarraco la conclusión de su campaña hispana al
tiempo que recibe la sumisión de Mandonio. Ambos murieron y pasaron a convertirse
en una leyenda.
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Los representantes del poder romano en Hispania actúan sobre la marcha,
improvisando formas de proceder que permita conservar los logros obtenidos, al
tiempo que exploran nuevas expectativas de expansión y de acumulación de botines.
Roma se ve obligada a vencer a las tribus una a una y cada vez que la situación parecía
bajo control, la rebelión de alguno de los focos retrotraía la situación a los inicios.
Fueron muchos los nobles que llegaron a Hispania para acceder a puestos destacados
y llenarse los bolsillos con los tributos .En los primeros cincuenta años de ocupación,
Roma envió a Hispania casi un centenar de cónsules y pretores.
Cónsul: ciudadano que junto a otro y durante un año cumplía funciones judiciales,
militares y sacerdotales. El consulado era la más alta magistratura de la República.
Pretor: magistrado que ejercía jurisdicción en Roma o en las provincias
Fue a principio del siglo II a. C. cuando el Senado dividió la península en dos provincias
CITERIOR y ULTERIOR.
Destacan dos pretores Marco Porcio Catón el viejo Y Tiberio Sempronio Graco. Catón
inició una dura campaña que supuso la eliminación de las tribus barguisias
(bergistanos) asentadas en la zona de Berga, Solsona Suria y Cardona. Él muestra gran
preocupación por obtener cuantiosos botines con los que pretende aumentar su
prestigio de estadista honrado, sólo preocupado por el bien de su patria, entregando a
Roma un botín de 1.400 libras de oro y 25.000libras de plata.
La presencia de Graco en la Citerior marcará un hito en la historia de Roma, siendo uno
de los personajes más destacados y emblemáticos. Desembarca en Tarraco en el año
180 a. C. para hacerse cargo de la pacificación de dicha provincia, empleando la vía
diplomática llegó a generosos acuerdos con los nativos y consiguió pacificar
momentáneamente el territorio. El objetivo principal de Graco es Celtiberia. Era un
aliado de los Escipiones, puesto que estaba casado con Cornelia hija del africano.
Hispania más que Italia o cualquier otro país del mundo se prestaba a que la guerra se
prolongara, tanto por la naturaleza del territorio como por la de sus habitantes. Así fue
la primera en la que entraron los romanos, la última en ser pacificada y muy difícil
cuando se entró en contacto con los lusitanos.
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VIII.2 VIRIATO
Después de Indíbil, Mandonio, etc. Viriato es el famoso guerrero lusitano que se
distingue por su tenaz e incondicional oposición contra los invasores, llegando a
convertirse en un verdadero trauma para las legiones que combatían en Hispania.
Persisten dudas sobre si era de origen humilde y pastor de oficio. Su capacidad de
persuasión, así como sus extraordinarias tenacidad y habilidad, son cualidades que
consumarán su liderazgo y le conferirán gran aceptación dentro de su entorno tribal.
Después de salvarse de la matanza de Galba, Viriato se incorpora a una banda lusitana
en el año 147 a. C. Son varios los pretores y cónsules que intentaron vencer a Viriato
sin conseguirlo.
Pretores: Cayo Vetillo, Cayo Plaucio y Claudio Unimano ( 146 a. C.)
Cónsules: Quinto Fabio Máximo Emiliano ( 145 a.C.)
Quinto Cecilio Metelo Macedónico (144 a. C.).
Quinto Fabio Máximo Serviliano (142 a. C.).
Serviliano, que estaba cercando el lugar, no puede impedir que las huestes lusitanas
penetren en el recinto asediado. De repente se produce una salida sorpresa de los
sitiados que logran imponerse a las legiones. Cuando parecía que estaba a punto de
producirse una aniquilación de las tropas romanas, Viriato decide negociar, apostar
por la vía pacífica, aprovechando su momentánea superioridad .Posiblemente era
consciente de que no podía resistir largamente a los continuos envites romanos y
busca por eso pactar en igualdad de condiciones con Serviliano. Roma reconocerá el
trato y otorgará a Viriato el título de “amigo del pueblo romano”.Apenas estipulado el
acuerdo, aquellos que lo quieren desbaratar empiezan a mover los hilos de la
trastienda de la política romana.
Fue el cónsul Quinto Servilio Cepión (140 a. C.) quien busca una excusa para rescindir
el pacto, cosa que no tarda en conseguir .Después de luchas fue en (139 a. C.) cuando
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se consumó una inefable traición, siendo Viriato acuchillado por miembros de su
entorno. No se sabe con exactitud los motivos de los autores del asesinato .Igualmente
es difícil precisar la actitud de Cepión y del Senado que se negaron a recompensar a los
autores del crimen con aquella frase “Roma no paga traidores”.
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VIII.3 NUMANCIA
En estos años de hierro la táctica de Roma era simple: matanza de civiles, ruptura de
tratados firmados y esclavitud para los pueblos sometidos. Por ello la lucha fue tan
enconada y en ocasiones tan desesperada como refleja el episodio del cerco de
Numancia que cayó tras la ofensiva de Publio Cornelio Emiliano Escipión, ya conocido
por convertir Cartago en un solar cubierto de sal. Las guerras celtíberas concluyeron a
principios de siglo I a. C. y ello trajo la romanización.
Ruinas de Numancia
En el 133 a.C., tuvo lugar, en las proximidades de la actual ciudad española de Soria,
uno de los actos épicos más famosos de la historia antigua de la península Ibérica: la
destrucción de la ciudad celtibérica de Numancia a cargo del poder romano, tras diez
años de asedio contestado por los heroicos defensores. No en vano, el calificativo
'numantino' hace referencia a quien mantiene una actitud de aislamiento y resistencia
a ultranza e incondicional ante el exterior. Esta fotografía muestra las ruinas de la
ciudad, la cual fue reedificada sobre la celtibérica
Publio Cornelio (134 a. C.) rodeó los muros de Numancia a la que intentó someter por
hambre. Finalmente los vigías dieron cuenta de que no había nadie en los muros y que
en el interior de las murallas se alzaban columnas de humo. Se encontraron con un
espectáculo dantesco: cadáveres putrefactos, niños abandonados por las calles,
guerreros que se habían matado unos a otros para evitar caer prisioneros y mujeres
que se habían suicidado. Los supervivientes fueron agrupados en el exterior. Escipión
reunió una cincuentena que se llevó a Roma para exhibir su triunfo. El resto fueron
vendidos como esclavos.
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IX. FINAL DE LA RESISTENCIA
La siguiente conflagración no se hizo esperar, en ella se enfrentaron los dos militares
de más prestigio en la Republica: Julio Cesar y Pompeyo. Los pompeyanos terminan
siendo totalmente derrotados por los capitanes de César. El epílogo a la conquista de
Hispania la puso AUGUSTO al derrotar a los cántabros. Su general de más prestigio,
Agripa, terminó con las hostilidades en las que perdieron la vida todos los cántabros en
edad militar. La conquista representó dos siglos de guerras endémicas, masacres y
expolios. Roma le legaría a Hispania el idioma, el derecho, el urbanismo, la
arquitectura y la agricultura. A cambio Hispania dio esplendor al Imperio, y no sólo con
sus riquezas naturales sino también con numerosos filósofos, juristas, literatos e
incluso emperador.
Estatua de Julio Cesar Estatua de César Augusto
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X. 1 DIVISIÓN ADMINISTRATIVA Y POLÍTICA EN LA ESPAÑA ROMANA
División del territorio, inicialmente fue dividido en 2 provincias: España Citerior (la más cercana geográficamente a Roma, que comprendía el este y noreste peninsulares) e España Ulterior (la más alejada de la metrópoli). Durante doscientos años no se cambió, excepto en los límites geográficos, acrecentados por las conquistas (correspondiendo el centro y norte a la primera y el oeste y noroeste a la segunda). Sin embargo, Augusto en el 27 a. C. dividió la Ulterior en dos nuevas provincias Lusitania, Bética y llamó Tarraconense a la Citerior. El emperador Caracalla a comienzos del siglo III desgajó de la Tarraconense la provincia España Nova Citerior Antoniniana futura Gallaecia, que comprendía el noroeste peninsular. Su sucesor de principios del siglo IV, Diocleciano, creó la Cartaginense (centro y este peninsulares, más las islas Baleares) desgajada también de la Tarraconense. A fines del siglo IV las Baleares pasan a ser provincia insular llamándose Balearica. Por otro lado, el norte de África fue englobado en ese siglo como parte de España con el nombre de Mauritania Tingitana, con capital en Tingis (actual Tánger). Consecuencia de todo ello, en el siglo V España se componía de 7 provincias.
Acueducto romano de Segovia, España
Tras la expulsión de los cartagineses de la península Ibérica, Roma inició su hegemonía
allí. Hispania quedó dividida en Hispania Citerior e Hispania Ulterior y proporcionó
importantes recursos agrícolas y mineros. Aunque la influencia romana se fue
diluyendo a partir del siglo IV d. C. todavía pueden observarse vestigios de su presencia
en monumentos como el acueducto de Segovia.
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Hispania romana
Al ejército romano le costó unos 200 años obtener el control pleno de la península
Ibérica, proceso iniciado con la II Guerra Púnica (218-201 a. C.). En el máximo
esplendor del Imperio romano, Hispania estaba dividida en tres provincias. El Senado
romano controlaba la Bética, región más meridional de la península. La Lusitania y la
Tarraconense eran provincias imperiales controladas por el emperador.
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X.2 Lusitania
Lusitania es la antigua región que formó la provincia romana creada por el emperador Augusto en la península Ibérica el año 27 a. C., con capital en Emerita Augusta (hoy Mérida, España). Las constantes rebeliones contra el poder romano finalizaron en el 72 a. C., fecha del inicio de la definitiva romanización en la región. Su principal figura como héroe de la resistencia fue la de Viriato. Su nombre completo era Provincia Hispania Ulterior Lusitania y, como su nombre indica, fue, junto con la Bética, una de las dos partes en que se subdividió la antigua Hispania Ulterior. Comprendía el actual Portugal, casi toda Extremadura y parte de las actuales provincias españolas de Salamanca y Zamora, si bien el propio Augusto posteriormente incorporó el norte del Duero a la Tarraconense. Recibe su nombre de sus antiguos habitantes, los lusitanos, con los que Roma luchó durante los siglos II y I a. C. Administrada por el emperador, en el 284, como una de las cinco provincias de la diócesis de Hispania, se dividió en tres distritos o conventos jurídicos con capitales en Emerita, Scallabis (actual Santarém, Portugal) y Iulia Pax (hoy Beja, Portugal). Tuvo importantes minas de cobre en el sur. Fue ocupada por los alanos (411) y, posteriormente, por los suevos (439). En el 582 fue sometida por el rey visigodo Leovigildo
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X.3 Bética Bética es la provincia romana de la península Ibérica creada por Augusto en el 27 a. C., que toma su nombre del río Baetis (actual Guadalquivir) y cuya capital fue Hispalis, hoy Sevilla. Su nombre completo era Provincia Hispania Ulterior Baetica y estaba constituida por el centro y oeste de Andalucía, sur de Extremadura y parte de Ciudad Real, aunque el rico distrito minero de Castulo (cerca de Linares, en Jaén) pasó en el 7 a. C. a la Tarraconense. Era una de las zonas más romanizadas de Hispania y su administración correspondía al Senado, si bien a finales del Imperio la autoridad imperial se hizo preponderante. Tuvo 4 distritos con capitales en Hispalis, Gades (Cádiz), Astigi (Écija) y Corduba (Córdoba), destacando Hispalis como capital de Hispania durante el Bajo Imperio (siglos IV y V). Provincia fértil en agricultura, minería y comercio, fue lugar de asentamiento de colonos romanos desde su conquista, y en ella nacieron Trajano (y probablemente también su pupilo Adriano), Séneca, Lucano, Mela y Columela.
Puente romano de Córdoba
El proceso de romanización de Hispania (península Ibérica) fue especialmente intenso en la provincia de la Bética. La ciudad de Corduba (la actual Córdoba) se convirtió a partir del siglo I a.C. en uno de los focos económicos y culturales más importantes de esa región dominada por Roma. En la imagen aparece el puente romano sobre el Guadalquivir, cuya reconstrucción fue acometida durante la edad media, bajo la dominación musulmana, cuando Córdoba era la principal ciudad de al-Andalus.
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X.4 Tarraconense Tarraconense es la provincia romana establecida por Augusto en la península Ibérica el año 27 a. C. y con capital en Tarraco (la actual Tarragona). Su nombre latino completo era Provincia Hispania Citerior Tarraconensis y sus límites se correspondían con los de la Provincia Citerior creada en el 197 a. C. (valle del Ebro, Levante y parte de la Meseta Sur) más los territorios conquistados de la zona cántabra y adyacentes. Posteriormente, Augusto incorporó Galicia, el norte de Portugal y el territorio de los astures (desde Asturias a Zamora). Era provincia imperial, sometida a la autoridad directa del emperador sin intervención del Senado, debido a la necesidad de mantener tropas para controlar los focos rebeldes del norte y a la rica producción minera. Tuvo siete distritos con capitales en Lucus, Bracara, Asturica, Clunia, Caesaraugusta, CartagoNova y Tarraco. En el Bajo Imperio (siglos IV y V) sólo incluía el valle del Ebro y el este de la zona cantábrica.
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XI. FACTORES DE LA ROMANIZACIÓN
Hispania ha sido siempre considerada como el baluarte del romanismo, la provincia más romanizada de Occidente: la Bética era una pequeña Italia en Hispania. Se entiende por romanización el lento proceso de asimilación de la cultura, civilización y modo de vivir de los romanos por el pueblo hispano que duró seis siglos. Los factores que hicieron posible este proceso fueron los siguientes: I. El derecho de ciudadanía que constituía la aspiración común de todos los pueblos sometidos ya que conllevaba grandes privilegios. En Hispania a partir de César que concedió a muchos municipios y finalmente en el año 212 d. C. el emperador Caracalla extendió esta prerrogativa a todos los habitantes libres del Imperio. II. La fundación de las colonias y el régimen municipal: cada colonia era un centro de romanización, ya que estaba integrada por ciudadanos romanos que se organizaban y vivían como si estuvieran en la propia Roma y por indígenas que estaban en contacto con ellos, por lo cual el pensamiento y la civilización eran asimilados por los nativos. El municipio era una ciudad principal y libre, que tenía sus propias leyes y nombraba sus gobernantes independientemente de Roma, siendo los órganos esenciales de éste semejantes a los de Roma: las Asambleas populares, los magistrados, etc. III. La influencia del ejército en la romanización fue decisiva: resultó ser el transmisor fundamental de la lengua latina. Los soldados reclutados entre la población hispana automáticamente adquirían el derecho de ciudadanía; así, al licenciarse, engrosaban el estamento de ciudadanos y se convertían en agentes activos de romanización. IV. La lengua latina logró imponerse a las demás lenguas nacionales excepto al euskera que se habla en la zona norte) por medio de los funcionarios, del ejercito, de la enseñanza y del culto religioso y sobre todo a través de las relaciones comerciales ya que era la lengua universal en los países del Mediterráneo. V. La extensa red de comunicaciones que proporcionaba el conjunto de calzadas romanas (más de 10.000 kilómetros) facilitó la comunicación entre las distintas regiones, tanto en la costa como en el interior, impulsando de esta manera el desarrollo del comercio entre todas ellas y, por tanto, la romanización. Las calzadas estaban previstas de columnas miliarias en las que se grababan las distancias y los nombres de los magistrados que las habían mandado construir. Tenían cinco metros de ancho. Su construcción se desterraba la zona para que no sobresaliera del terreno y se rellenaba de en el fondo de piedras planas y mortero cubierto de hormigón grueso, que a su vez se cubría de hormigón fino y sobre él se losas de piedra con aliviaderos en ambos márgenes para la lluvia, de tal manera que los agentes atmosféricos no la estropearan.
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Las más destacadas poblaciones de la Hispania romanizada aparecen en este mapa, unidas por las principales vías creadas por el poder de Roma. Las calzadas más famosas son Vía Hércules o Augusta, que bordeaba la costa oriental uniendo Gades con el Ródano. Era la gran ruta de las conquistas y del comercio: ruta de las minas de plomo y plata de la Bética, Cartagena y litoral levatino. Augusto la prolongó desde allí a Lorca, Guadix. Granada y Cádiz. Estas regiones eran además grandes productoras de esparto, cuyo uso era imprescindible para el calzado, maromas o usos domésticos. A si mismo era muy importante la producción de aceite de oliva. De la Bética eran famosos los toros y sus caballos que formaban parte de la caballería del ejército romano. Otra desviación de esta vía partía desde Seatebis (Játiva) pasando por Castulo (cerca de Linares) con el mayor yacimiento de plata de Hispania para llegar a Corduba. Via Argentea que cruzaba la zona occidental desde Brigantium (Betanzos) hasta Onuba, pasando por Lucus, Asturias Augusta, Salmantina, Emerita e Italia. Era de gran importancia por los yacimientos de oro y plata, pero también había de hierro y cobre. Vía Tarraco-Pompelon-0iarson era ruta importante por la producción de trigo, por el que Hispania estaba considerada una de las provincias frumentariae junto con Sicilia, Campania y África. En el siglo XI adquirió un gran protagonismo al convertirse en el eje del camino de Santiago. Unidas directamente al completo sistema de comunicación viaria estaban las instalaciones portuarias. Puertos importantes fueron los de Tarragona Mahon, Cartagenay Malaga en el Mediterráneo y los de Cadiz, Lisboa, Oporto y la Coruña en el Atlántico. En Sevilla y Mérida hubo además puertos fluviales. Los ríos principales se canalizaron para hacerlos navegables: el Betis (Guadalquivir) hasta Cordoba; el Iberum (Ebro) hasta Logroño; el Durius (Duero) hasta Morón de Almazán. A lo largo de la costa se establecieron faros, como la torre de Hércules (que aún subsiste enfundado en un revestimiento del siglo XVIII). Durante la noche mantenían encendido el fuego con leña para que los navegantes quedasen advertidos de la proximidad de la costa. Para la defensa de los puntos estratégicos de sus ciudades los
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romanos construyeron murallas y torres. Las de Tarraco datan de finales del siglo III a. C. Son en gran parte de aparejo ciclópeo en la base, formando a base de grandes bloques de piedra sin labrar, algunos de los cuales alcanzan los tres metros de ancho por cuatro de largo, llegando a pesar tres toneladas. Sobre estos bloques que hacen de cimientos, aparecen sillares almohadillados en forma de paralelepípedo. Se conservan cinco puertas. La primitiva longitud de la muralla era de unos 4 Km, de los que se conservan en la actualidad uno. Del recinto fortificado de Barcelona, cuyo trazado era cuadrilongo, se conservan las dos torres semicilíndricas de sillería que flanqueaban la puerta pretoria. También se conservan restos de las murallas en Ercávica (Cabeza del Griego, Cuenca), Numancia y Ofilis (Medinaceli, Soria). En Mérida se aprecian restos del antiguo recinto, al igual que en Cáceres, Coimbra y Coria. El recinto romano más interesante es el de Lucus (Lugo), en forma de elipse irregular de más de 2 Km, de perímetro y con un espesor de 6 metros. Oscilando su altura entre 11y 14 metros ; la muralla se interrumpe en 70 torres semicilíndricas. Es una obra del siglo III d. C . Las murallas de León dan también una idea de lo que fue el campamento de la Legio VII Gemina, origen de la ciudad. También quedan restos en Astorga.
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IIX. ORGANIZACIÓN POLITICA Y ADMINISTRATIVA. Los romanos siguieron en Hispania la misma organización que en Italia basada en la división del territorio en provincias y estas en municipios. En el año 206 a. C. la península se dividió en Hispania Citerior con capital en Cartagena e Hispania Ulterior con capital en Córdoba. En tiempos de Augusto vuelve a dividirse en tres provincias: Beatica, con capital en Córdoba e Hispalis, Lusitania, con capital en Mérida, Tarraconensis con capital en Tarragona. En tiempos de Caracalla de la Tarraconense se separa la Gallaecia con capital en Bracara. Diocleciano vuelve a desgajar la tarraconense al crear la Carthaginensis con capital en Cartagena. Hispania quedóa si dividida administrativamente en cinco provincias; Gallaecia (Galicia, Asturias, provincia de León y N, de Portugal), Tarraconensis (Santander, Vascongadas, la Rioja, Aragón, y Cataluña) Lusitania (Portugal, Salamanca y Cáceres) Baetica (Andalucía occidental) Carthaginensis (Castilla, la Mancha, Valencia, Murcia y Andalucía Oriental) Al frente de cada provincia había un gobernador que podía ser ex-cónsul o ex-pretor el cual ostentaba el poder militar y judicial y fiscal. Al frente del municipio se hallaban dos magistrados (duumviros) que representaban al gobernador; a sus órdenes había otros magistrados, los cuestores, que se encargaban de cobrar los tributos y llevar la contabilidad de las arcas municipales, y los ediles que hacían la función de policía ciudadana. La Curia o Senado la componían los decuriones, que solían ser personas importantes de la ciudad. Dentro de estas provincias existieron ciudades destacadas por su elevado nivel de romanización e importancia política: Corduba (Córdoba), Astigi (Ecija), Hispalis (Sevilla) en la Bética. Cartago Nova (Cartagena), Tarraco (Tarragona), César Augusta (Zaragoza) Asturica (Astorga) Lucus (Lugo) y Bracara (Braga) en la Tarraconense. Emerita (Mérida) Pax Augusta (Bejar) en Lusitania.
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XII. ARTE ROMANO Tras seis siglos de romanización conservamos innumerables obras arquitectónicas en la península. Puentes. El de Alcántara (en Cáceres), sobre el río Tajo esta formado por seis arcos de medio punto con una longitud de 194 m, 8 de anchura en su parte central de 48 m; en uno de los extremos del puente solía haber un templo. El de Mérida, sobre el río Guadiana, de 792 m de largo, se construyó sobre la parte ancha de río, con 60 ojos y otros pequeños sobre los tajamares para facilitar el paso del agua en las crecidas. Otros puentes conservados son el del Salamanca, sobre el río Tormes, el de Córdoba, sobre el Guadalquivir, dos en Toledo y el de Cangas de Onís. Acueductos El de Segovia, construido con sillares de granito sin argamasa, tiene una altura de 30 m, sobre una longitud de 820 m. El de Tarragona, llamado puente de las Ferreras tiene 200 m de longitud. Mérida tuvo tres conducciones de agua con sus correspondientes pantanos: el Pantano de Proserpina que embalsaba el agua que se trasportaba a la ciudad a través de del acueducto de los Milagros, el de San Lázaro del que se conservan algunos restos y un tercer acueducto que llevaba las aguas del pantano del Cornalvo. Termas Cumplían en la vida romana no sólo una función higiénica y medica, sino que eran lugares de reunión y esparcimiento. Hay que distinguir las termas públicas (solían estar a las afueras de la ciudad) o las privadas (que aparecen en las villas) de las medicinales. En España se conservan restos de los tres tipos. En Italica hubo dos termas públicas, divididas en dos departamentos. El de la izquierda para las mujeres y el de la derecha y el centro para los hombres. Cada uno de estos departamentos tenia su vestuario, palestras, baños calientes, baños templados y piscina de agua fría. Muchas de las actuales termas medicinales eran utilizadas ya en tiempos antiguos, como las Caldas de Malavella en Gerona, que conservan la piscina de agua fría con gradas para sentarse a su alrededor, las Caldas de Montbuy en Barcelona y Caldas de Reyes (Pontevedra). Pero lo más notable de las termas hispano-romanas puede verse en los Baños de Alange (Castrum Colubri) en Badajoz, donde todavía están en uso dos cámaras circulares gemelas cubiertas por una cúpula perforada por un lucernario. La piscina ocupa el centro de la sala con tres gradas alrededor, dando así cabida a un buen número de personas; en el muro cilíndrico se abre cuatro nichos en forma de ábside que servían para desnudarse. Arcos de Triunfo Se pueden dividir en dos clases. Los que aparecen en las ciudades servían para cerrar las murallas y los que aparecen en las calzadas servían para marcar los límites territoriales. El de Medinaceli (Soria) es un arco compuesto por tres arcadas, una grande para el tráfico rodado y dos pequeñas para los peatones. El de Bará (Tarragona), es de una sola arcada entre dos pilares y tiene una altura de doce metros aproximadamente. El de Caparra (Cáceres), es muy original por tener formas de
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templete cuadrado, con un arco en cada frente y su interior cubierto por una bóveda de arista. Su forma obedece a que estaba situado en un cruce de dos vías principales. Circos: En Mérida, Toledo, Tarragona, Sagunto y Calagurris, pero su conservación actual es bastante deficiente. Anfiteatros. Hubo en las tres provincias principales: Tarragona, Barcelona, Cartagena, Calahorra, Toledo, Córdoba, Itálica, Mérida y Caparra. Los más importantes son los de Itálica y Mérida. El anfiteatro de Itálica figuraba en cuarto lugar en la lista de todos los del imperio en cuanto sus dimensiones: 156 por 134 mts. Fue construido entre dos colinas. El de Mérida un poco más pequeño, fue construido aprovechando un cerro. Se calcula su capacidad en unos 15.000 espectadores. Teatro: La mayoría se construyeron al estilo griego, aprovechando un declive del terreno para construir la gradería. Hubo en Tarragona, Bilbilis, Toledo, Sevilla, Antequera, Medellín, Sagunto y Lisboa. El teatro de Mérida fue el mejor de España y uno de los mejores del Mundo. Su diámetro total es de unos 86 metros y tenía una capacidad de 5.500 espectadores. Templos En toda ciudad grande o pequeña existían una serie de edificios administrativos y de culto, situados normalmente en el foro. De los antiguos foros quedan algunos restos en Tarragona (los templos de Júpiter y Augusto) en Ampurias. En Vich, en Sagunto, dedicado a Diana en Hispalis. En Mérida hay cinco templos: el de Diana y el de Marte son los más importantes Mausoleos Los practicaban simultáneamente los dos ritos funerarios: Inhumación, más frecuentes entre la clase humilde (por lo que fue el método más extendido entre nuestros días, dado que el cristianismo se difundió entre la clase social) e incineración. El tipo más sencillo de sepultura fue la fosa para depositar los cuerpos o un hoyo para depositar en el la urna funeraria de barro, que después se recubría de baldosas en forma de caja con una cubierta de tejas a doble vertiente. Junto a estas sepulturas se alzaba un sencillo monumento, un pedestal con una estatua, un retrato del fallecido o un templete. Estas tumbas se situaban a lo largo de los camino y muy cerca de las ciudades, pero también aparecen reunidas en necrópolis, como la de Carmona, en Sevilla. Del tipo de torre funeraria encontramos la Torre de los Escipiones junto a la vía augusta a cinco kilómetros de Tarragona. Es de sillería y de planta cuadrada, compuesta de un basamento y dos cuerpos separados por molduras, saltándole la terminación, que lo más probable sería piramidal. En una de las caras del cuerpo central hay dos estatuas varoniles sobre pedestales, a manera de telamones, entre las cuales se halla el epitafio de una dama. En la provincia de Gerona se conocen cuatro torres funerarias: Vilablareix, Aacuaviva, Lloret de mar y Ampurias. Del tipo de templo dedicado a los dioses manes son los mausoleos de Villajoyosa (Alicante), Corbins (Lérida), Manresa (Barcelona) Vilarredonda (Tarragona) Sagunto (Valencia), Fabara, con cuatro columnas en la fachada y el de Sádaba (Zaragoza) del que se conserva sólo la fachada formando pilastras que cuadran tres arcos ciegos. Formando así unas hornacinas donde debieron de estar los bustos de los personajes a quienes se dedico este monumento. En Zaragoza
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de la Serena (Badajoz existen restos de un edificio romano, pero fueron aprovechados para construir la torre de la iglesia.
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XIII. RONANIZACIÓN DE LA PROVINCIA DE MURCIA La conquista de Carthago por Escipión (año 209 a. C.) marca el inicio de un largo y profundo proceso de transformación de las estructuras políticas, socio-económicas, religiosas y culturales, que estaban fuertemente arraigadas en la sociedad ibérica que, no obstante se adaptó paulatinamente a la forma de vida de los nuevos conquistadores. Este proceso, que no es uniforme, ni en espacio ni en el tiempo, se vio facilitado por la existencia de una población indígena acostumbrada a contactos comerciales e incluso coloniales con otros pueblos como griegos y fenicios y posteriormente con los cartagineses. La situación privilegiada de la antigua Mastia cartaginesa, poseedora del mejor puerto natural de todo el Mediterráneo occidental, por ser capaz de albergar toda una flota fue lo que atrajo a los romanos para el avance del ejército hacia el interior de la Península Ibérica. A ello hay que añadirle su proximidad a las explotaciones mineras de plomo y plata (La Unión y Mazarrón), necesaria para sufragar los gastos militares, y su atractivo climático, que por el que llegó a ser la residencia del gobernador de la provincia Citerior y su séquito durante el invierno. En la época de Augusto la ciudad sufrió su máximo apogeo urbanístico: se comienza por restaurar la muralla y se continua con la construcción de edificios públicos (el foro, la basílica, la curia) edificios religiosos, edificios de espectáculos (el foro y el anfiteatro) y lugares de reunión y diversión. Con las murallas se reconstruye también las antiguas viviendas de época republicana, con ricas pinturas y mosaicos geométricos (la domus de la calle Soledad y la de la calle del Duque). El foro, situado bajo la actual plaza de San Francisco, constituía el centro urbano en el cruce de las calles principales. La estructura de estas, con anchas losas irregulares, aceras y canalizaciones de desagüe bajo pavimento, podemos observarla en el tramo conservado en la calle del Duque, Nº 29, Bajo las oficinas de la C.A.M. La zona de viviendas más ricas y de mayores dimensiones ocupaba la ladera sur del Monte Sacro: se trata de viviendas unifamiliares de tipo pompeyano, con las habitaciones distribuidas en torno al atrio central, con su correspondiente impluvium para la recogida de aguas (como vemos en una casa de la plaza de la Merced) y con amplios peristilos que rodean a un estanque central (calle Jara). La abundante población de la ciudad demanda espacios de su público y lugares de reunión y diversión. Surgen muy pronto el teatro y el anfiteatro que se construyen respectivamente en laderas oeste y este del cerro de la Concepción. El primero se edifica aprovechando la pendiente natural de la colina. El anfiteatro presenta la habitual forma ovalada, con una serie de anillos concéntricos; tiene dos puertas en los extremos de la elipse y la arena, situada cuatro metros por debajo del nivel actual de la plaza de toros, estaba formada por varias capas de tierra apisonada sobre la roca de la colina. Otro edificio público siempre presente en la ciudad son los baños. En Cartagena las termas de la calle Honda presentan el modelo de un establecimiento balneario de tipo
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pompeyano; conservamos el frigidarium o la sala de baños fríos con una piscina rectangular de 3 mts, de lado recubierta de placas de mármol, una sala, separada de la anterior por un muro ancho y con una puerta pequeña y descentrada para evitar perdidas de calor, y un caldarium o sala de baños calientes con su correspondiente piscina. Junto al horno que servia para calentar el agua de los baños y proveer de aire caliente al edificio a través de las paredes y el suelo, se conserva una habitación más pequeña, que pudo ser usada como sudatio o tepidariuma. También encontramos establecimientos termales, todavía en uso en Archena y Fortuna, en cuyas proximidades Times New Roman se han descubierto unas inscripciones rupestres, de carácter entre religioso y literario, con pasajes de La Eneida. Todo ello configura una ciudad próspera, centro de un vasto territorio que abarcaba las provincias de Alicante, Valencia, Albacete, Ciudad Real y Toledo, además de las islas Baleares. Al mismo tiempo, esa situación capital de tan vasto territorio implica existencia de una red viaria que le ponga en comunicación con puntos distantes y todos ellos entre sí. Alguna vías se acondicionan sobre pasos naturales y caminos prerromanos, endosándolos y señalados con piedras miliarias. La vía Augusta ponía en comunicación Carthago Nova con la Bética a través de Mazarrón y Eliocroca (Lorca), donde se conservan sendas piedras miliarias, hacia Castulo (proximidades de Linares). Otra ruta unía la ciudad con la Meseta, hasta Complutum (Alcalá de Henares) con un itinerario similar al actual N-301, por Los Dolores, el Albujón y Cervera; cruzaba el Segura por Alcantarilla, hacia Ciesa y Tobarra. La actividad económica se estructuraba a una serie de villae (instalaciones rurales de carácter agropecuario), Balsa Espin (cerca de Balsapintada) combina una explotación agrícola con un pequeño establecimiento balnear. Esta actividad agrícola y ganadera pronto se sustituye por otras fuentes alternativas de riqueza. Lo escarpado de la costa, con playas y embarcaderos, permite la instalación de factorías de salazones: en el barrio pesquero de de Santa Lucia se han encontrado restos de conducciones y de desagües, y, especialmente en Escombreras, se han podido identificar restos de muros de habitaciones, pavimentos de cal y ánforas para el salazón. La comercialización del producto a través del puerto queda constatada por la gran cantidad de ánforas encontradas en la dársena. En la Azohis, el Mojon, el Puerto de Mazarrón, El Castellar, Isla del Fraile y Águilas, se localizan los complejos más importantes. En Águilas se ha encontrado incluso un horno de cerámica, donde se fabricaba el envase característico para el garum (condimento hecho a base de tripas de pescado). En la de Rihuete se han encontrado plomos de pesca, anzuelos y jarritas para la salazón. La segunda actividad económica de la región era la explotación del esparto (no en vano se le daba a Cartagena el apelativo de Spartaria) entre el sureste de la provincia de Albacete y el norte de la de Murcia, desde Caudete y Yecla hasta Balazote y sobre todas las elevadas planicies entre Caudete y Chinchilla. Quizá para esta actividad servían las balsas con grandes dimensiones, recubiertas de mortero hidráulico que aparecen en muchas villas. La villa de Villaricos (Mula) contiene los restos de un torcularium (almazan), permite vislumbrar la existencia de una actividad oleiloca, también confirmada por las prensas
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de aceite, halladas en La Alberca de Román y Caputa; hay que considerar, al menos, que la producción de aceite abastecería el territorio murciana y quizá los excedentes se destinarían a la exportación. El área murciana debió conocer también amplias extensiones de viñedos, seguramente en las regiones más septentrionales. El cultivo del cereal, para el autoabastecimiento pero también para los mercados en las ciudades próximas, se combinaba con cultivos de menor importancia, como las higueras de Mazarrón y los cultivos de regadío junto a los cursos fluviales. Las villae del Alto de los Moros y de los Palacios en Lorqui presentan el
aprovechamiento de la huerta mediante una red de canalizaciones y el uso de norias,
ya empleadas para elevar el agua en los establecimientos termales. El centro de estas
explotaciones agrícolas era siempre la villa, de las cuales se encuentran más de un
centenar de restos de las mismas en el territorio regional. Durante el siglo II Y III d. C.,
algunas de estas villas alcanzan gran prosperidad, lo cual se refleja en las sucesivas
restructuraciones y ampliaciones, en las pinturas y en los mosaicos. Las dos más
significativas se hallan en Portmán (portus Magnus), Huerta del Paturro y en Lorca, la
villa de La Quintilla. La primera debió ser una factoría de garum y salazón de pescado
para transformarse luego en una lujosa villa de recreo frente a la bahía.
La de Lorca se distribuye en terrazas escalonadas en la sierra y se ha cubierto el atrio
central con su correspondiente impluvium. A partir del siglo IV la villa adquiere
mayores dimensiones y deja de ser el lugar de residencia estival para convertirse en la
residencia habitual del dueño de la explotación, con todas las comodidades de la
ciudad. Es el caso de la Villa de los Cipreses de Jumilla y de Torrejones en Yecla. La
cristianización de los ricos propietarios, en la segunda mitad del siglo IV, se constata en
el mausoleo de La Alberca: es el edificio de dos pisos, con gruesos contrafuertes
laterales, con cuatro sepulturas de inhumación en la cámara inferior y un ábside donde
quizá estaría las reliquias del mártir venerado. Otro signo de este nuevo sentimiento
cristiano es el sarcófago de la Villa de Los Torreones en Yecla, con el relieve que narra
el reparto del trabajo entre Adán y Eva.
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XIV. ROMANIZACION DEL NORTE DE AFRICA Una vez que Roma completó su dominio sobre toda la península Itálica, emprendió la lucha contra Cartago para disputarle su influencia en el Mediterráneo Occidental. Los cartagineses comercializaban las telas, piedras preciosas y los perfumes de oriente, el trigo de Sicilia y del norte de África, el estaño de Francia y el hierro y la plata de España. El enfrentamiento se extendió desde el año 264 a. C. hasta el 146 a. C y se conoce en la historia con el nombre de GUERRAS PUNICAS, debido a que los romanos llamaban "POENI" (fenicio) a los cartagineses. Cartago, fundada por DIDO (Elisa) hacia el año 880 a. C., quién huida de su patria llegó a las costas de África y pidió a los nativos una extensión de tierra que no fuera más grande que la que pudiera cubrir la piel de un buey, lo que le fue aceptado. Entonces, DIDO hizo cortar el cuero en tiras largas y finas, con las cuales trazó el perímetro de un terreno mucho más amplio del que debiera haber recibido. Allí levantó una ciudad, CARTAGO, que extendió su influencia a toda la costa africana del Mediterráneo, incluso ocuparon varias islas como es parte de Sicilia.
Prensa de aceite o de vino de Sufetula
También se establecieron en las costas de España, fueron por el norte hacia Francia y las Islas Británicas y hacia el sur hasta las islas Canarias. Los cartagineses ocupaban la parte oeste de Sicilia y pretendían dominar toda la isla y acaparar su importante producción de cereales. Pero una banda de mercenarios, los MAMERTINOS, se apoderaron de la ciudad de MESSINA y al ser amenazados por Hieron II de Siracusa, pidieron ayuda tanto a Roma como a Cartago en el 264 a. C. Ambos acudieron, primero los Cartagineses, que establecieron la paz con Hieron, pero esto no detuvo a los romanos que siguieron la lucha contra los cartagineses incluso en el norte de África. En el año 219 a. C. los cartagineses ocuparon Sagunto, ciudad que mantenía relaciones con Roma y esto hizo que el 218 a. C. se desencadenase una nueva guerra, la SEGUNDA GUERRA PÚNICA, que acabó el año 183 a. C. al suicidarse Aníbal en Bitinia. LA TERCERA GUERRA PÚNICA empezó en el 149a. C. bajo la frase "delenda est Cartago" (Cartago debe ser destruida) y el año 146 a. C. quedó destruida y cuyo solar se cubrió
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de sal y se prohibió volver a edificar sobre él. Quedando el territorio como provincia romana. El norte de África, con una extensión de unos 3.000 Km. no suponía para Roma ningún atractivo económico como lo eran Hispania, las Galias o Egipto. Se extendió por aquella zona por exigencias militares, por la rivalidad con Cartago que ocupaba la zona y comercializaba entre otras cosas con el oro que extraían.
Inscripción bilingüe —latino y púnico— del teatro de Leptis Magna, Siglo I, hacia el año 1-2, ofrecido por un notable de la ciudad.
En Cartago entonces había muchos dioses, algunos de ellos de claro origen fenicio, tales como: EL: Dios supremos de los fenicios. Creador de universo. BAAL: Dios de la vegetación y de las tormentas. ANAT: Hermana de Baal y diosa del amor. RESHEF: Dios de la guerra y de la peste. CHOSOR: Dios de la artesanía y las invenciones. BAAL HAMMON: Dios principal. Relacionado con el fuego. Protector y vigilante de la ciudad TANIT: Esposa de Baal Hammon, protectora de la fertilidad y de los marineros maternidad. MELKART: Rey de la ciudad. Protector de los campos, viñedos, vegetación y luego BES: Protegía y divertía al resto de los dioses con sus canciones y su música. La transmisión del poder fue siempre, en el reino númida, causa de disturbios e inestabilidad y base de su debilidad. Aprovechando estas disputas y la arriesgada política de Juba I, los romanos vencieron finalmente a los cartagineses y establecieron progresivamente el protectorado sobre Numidia (208-148 a. C.), que había quedado reducida a la zona que ocupa actualmente Argelia, el Norte del Sahara y la actual Mauritania. Como consecuencia del protectorado romano, los imazighen que vivían en las zonas costeras, fuertemente romanizados, fueron subiendo socialmente hasta el punto de que en el año 170 el número de senadores africanos superaba los 100. El resto del territorio estaba habitado por una confederación de tribus que mantenían su independencia en el interior con frecuentes revueltas. Estos clanes y tribus proporcionaban a los romanos oro, esclavos, plumas de avestruz, animales salvajes y piedras preciosas, a cambio de vino, objetos metálicos, cerámica, productos textiles y vidrio.
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Zonas de influencia de Roma y Cartago en el Mediterráneo antes de la Guerra Púnica en 279.
Después de reinado de Juba I y Juba II, el año 42 d. C. Mauritania quedó dividida en dos provincias romanas: -La Mauritania cesariana, que corresponde aproximadamente al territorio actual de Argelia, con capital en Cesarea (la actual Cherchell). La Mauritania tingitana, que corresponde aproximadamente al actual Marruecos con capital en Tánger. En el año 126 a. C., Caya Sempronio Graco desembarcó con el proyecto de construir una nueva ciudad sobre la destruida Cartago, pero el proyecto fracasó. En tiempos de Julio Cesar (sobre el año 46 a. C.), fue reconstruida con el nombre de Colonia iulia Concordia C. con colonos romanos e itálicos a los que pronto se unieron indígenas norteafricanos y de otras procedencias mediterráneas. Su rápido crecimiento pronto la convirtió en una de las ciudades principales del Imperio Romano, rivalizando con Alejandría, Antioquía, etc. Siendo un importante centro económico y cultural, con un puerto muy activo, pasando a ser una capital moral de África del Norte.
Ciudades y campamentos de África romana
En época de Adriano se construyó un gran acueducto, y bajo Antonio Pío se amplió y reconstruyeron varios edificios públicos con gran aire monumental. A partir del s. II, se convirtió en el principal centra de difusión del cristianismo en el norte de África
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(excluido Egipto). Su comunidad cristiana tuvo mártires famosos como S. Felicidad, S. Perpetua, y fue sede del movimiento "patrístico". Escritores de talento como Apuleyo, emperadores de la naciente iglesia, como Tertuliana, Cipriano, y S. Agustín y herejías como el "donatismo" y "el arrianismo". El judaísmo también encontró numerosos adeptos principalmente en las montañas de la costa. Mientras, se obviaba la cultura amazigh. A partir del s. IV, las dificultades de la colonización romana se acentuaron, no solo por las insurrecciones imazighen, sino también por las revueltas de la población romanizada que protestaba por la situación económica. Esta situación provocó un renacimiento de la cultura amazigh, que se vio acentuado por la infiltración de tribus nómadas y la constitución dentro de las antiguas provincias romanas de reinos mauros, cuyas élites estaban constituidas por romanos de las ciudades. La confusión entre las funciones administrativas romanas y los centros imazigenh cristianos subsistieron hasta la conquista árabe en la segunda mitad del s. VII. espués de que los vándalos, provenientes de la Península Ibérica, formaran acaudillados por Genserico un reino en la parte más occidental de Tamazgha que duró desde finales de 430 hasta el 533, podemos decir que la caída del Imperio Romano fue definitiva (siglo V). Los vándalos arruinaron gran parte de la cultura romana y detuvieron la vida urbana. Desde su primera capital, Hipona (cerca de la actual Annaba, en Argelia), Genserico supo aglutina a los mauros, conquistar Cartago e instalar en ella su capital definitiva. Un tratado con el emperador romano de occidente, Valentiniano III, le permitió dominar toda África proconsular, la Byzacena y parte de Numíbia y Tripolitania, para después de la muerte del citado emperador en 455, seguir expansionándose incorporando las dos Mauritanias y el resto de Numidia.
Arco de Septimio Severo, Leptis Magna. Tertuliano, escritor que basó la mayoría
de sus obras
En el tema cristiano. Convirtiéndose en casi un teólogo.
El final de reino vándalo viene marcado por la usurpación del trono por Gelimer (530),
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hecho que sirvió de pretexto a Justiniano para enviar un ejército bizantino al mando de Belisario, que en una rápida campaña (533-534) lo conquistó. Desde entonces esta parte de África quedó incorporada a Bizancio como Exarcado de África con capital en Cartago. En el 439 fue tomada por los vándalos y en el 533 reconquistada por las tropas del Imperio de Oriente (bizantinos), reuniéndose poco después en concilio para reorganizar la iglesia norteafricana. Cayó en manos de los árabes en 696 y después de una efímera reconquista definitivamente en el 698 comenzó su decadencia hasta ser abandonada totalmente, viéndose sustituida por Túnez como núcleo urbano importante. Los bizantinos restablecerían la administración, la economía romana y la ortodoxia católica. Hasta la conquista por los árabes, no fue fácil para los bizantinos el dominio de estas tierras, ya fuese por levantamientos internos, por amenazas externas, por disputas internas en materia religiosa o por los continuos ataques de tribus imazigenh en el área más occidental. Fueron años de inseguridad, esclavitud e impuestos, que produjeron el descontento de buena parte de la población que vieron en los nuevos invasores, los árabes, una especie de libertadores. Mientras todo esto pasaba, los imazigenh del interior continuaron con su vida nómada y su organización tribal, atacando frecuentemente, como ya hemos visto, las ciudades costeras más cercanas. La introducción del camello en los siglos V-VI revolucionó las comunicaciones saharianas, ayudándoles a controlar mejor las rutas comerciales y convirtiéndoles en los intermediarios más importantes entre el África subsahariana y el mundo de la Mediterránea
Denario con galera y retrato de Clodius Macer.
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XV. Romanización de la zona oriental
Romanización de la zona oriental La vida de la antigua Grecia se caracterizo por las
constantes luchas internas, desde las culturas micénica y minoica de la edad de
bronce. Zona compuesta por ciudades estados rivales que emergieron en el primer
milenio a. C. Tras la derrota del ejército griego por Filipo II de Macedonia en Queronea,
en el 338 a.C. Grecia fue absorbida por el imperio de Alejandro Magno, y con la victoria
de los romanos sobre macedonios en el 168 a. C. Paso a ser provincia de Roma. Como
parte del Imperio de oriente fue gobernada desde Constantinopla. Antes que Roma
impusiera su hegemonía otros pueblos italianos y extranjeros habían sido los
dominadores. Griegos y etruscos fueron los más importantes. Convirtiéndose en las
sucesoras de culturas más antiguas, continuando su labor. La variedad étnica y
lingüística continúo todavía en la época de Augusto
Durante la segunda guerra púnica, el acuerdo entre Aníbal y Filipo V de Macedonia
había obligado a intervenir a los romanos. Tras su llegada a Grecia en el marco de la
segunda guerra Macedónica se establecieron negociaciones que culminaron con la
alianza de la mayor parte de sus habitantes con Roma, esto aportó al ejercito unos
refuerzos de aproximadamente 10.000 hombres venidos de la liga Etolia el total, el
ejercito de Flaminino constaba de 23.000 infantes 1.100 jinetes. Allí se enfrento a los
estados surgidos del imperio de Alejandro. Sus adversarios fueron los reyes de
Macedonia (Filipo V y después Paceo) que dominaba también Grecia y selúcida Antioco
III de Siria. Los Macedonios fueron vencidos en la batalle de Cinoscefalos por Tito
Quincio Flaminino años 197 a. C. y en Pidna 168 a. C. Los selúcidas, en Magnesia del
Sipilo, por Lucio y Cornelio Escipión en 187 a. C. En 148 Macedonia se transformó en
provincia y en 146 a. C. Grecia fue sometida en 133 a. C. El último rey de Pérgamo,
Atalo III prefirió legar su reino a Roma que pronto se convirtió en la provincia romana
de Asia organizada por el cónsul Manio Aquilio en 129 a. C.
Grecia fue conquistada en 168 a. C. Aunque la superioridad de la cultura griega
modificó profundamente la romana. De hecho, en la parte oriental del Imperio, la
cultura y la lengua Griega siguieron siendo más influyentes. Constantinopla se erige
como la segunda Roma y como el centro de la civilización heredada de las antiguas
Grecia y Roma, siendo la capital y el centro de la cultura clásica del imperio Romano en
oriente, o imperio Bizantino (330-395) que es el termino histórico-grafico utilizado. Fue
fundada por el emperador Constantino I el Grande en 330 y corresponde a la actual
ciudad Turca de Estambul.
Egipto tras la invasión Romana fue una provincia del Imperio Romano. Después de
una larga contienda con el Imperio Seléucida, en Siria, en el año 273 a. C. Ptolomeo II
Filadelfo envía a Roma una embajada con el fin de establecer relaciones diplomáticas y
firmar diferentes tratados de paz entre ambos países. Roma comenzaba a jugar un
papel cada vez más importante en el Mediterráneo occidental y Egipto lo sabía. La
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ciudad de las siete colinas, Roma, iniciaba una carrera imparable que le levaría a
controlar todo el Mediterráneo dos siglos y medio más tarde. Egipto, por su parte,
disfrutaba de sus últimos años de independencia. Nadie podía sospechar que 240 años
después de aquella embajada Egipto pasaría a ser una provincia más del recién
establecido Imperio Romano. Cayendo Egipto gradualmente bajo la influencia de
Roma.
El valle y el delta del Nilo, los fértiles parajes donde se desarrollará la cultura del
Antiguo Egipto.
Cleopatra VII, hija de Tolomeo XII que la hizo Reina de Egipto a condición de que se
casara con su hermano Tolomeo XIII. Puso su elevada cultura y su poder de seducción
al servicio de la monarquía tolemaica sabiendo luchar contra los favoritos de su
hermano y tuvo que huir de Alejandría y formo un ejército con el que volvió
nuevamente a Alejandría, cuando César, vencedor en Farsalia, entró en la ciudad (48 a.
C.) se instaló en el palacio real e hizo de árbitro entre el rey y su hermana. Cuando
Cesar volvió a Roma llamo a Cleopatra y a su hijo Cesarion. Después de la muerte de
Cesar Cleopatra volvió a su país y se alío con Marco Antonio, que gobernaba en oriente
ella se vio rodeada de cupidos y de gracias. Marco Antonio era un hombre muy
poderoso en ese momento
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Cleopatra sobre las Terrazas de Philae, Moneda de Cleopatra en
la que podemos comprender
de Frederick Arthur Bridgman. a lo que Cicerón se refiere
cuando habla de su nariz
Marco Antonio militar y político romano de la época final de la República, conocido
también como el Triunviro. Fue un importante colaborador de Julio César durante la
Guerra de las Galias y la Guerra Civil. Gobernó Italia con escaso acierto durante la
ausencia de César en 47 a. C. y fue postergado hasta su nombramiento como magister
equitum y cónsul, junto con el propio dictador, para el año 44 a. C., en que se
produciría su asesinato. Tras producirse éste, Antonio pactó hábilmente con los
proclamados Libertadores, que serían amnistiados a cambio de confirmar el acta
Caesaris, es decir, la legislación promulgada y los magistrados nombrados por Julio
César. Convertido así en el hombre fuerte de la República, se hizo con el tesoro y los
papeles de César, y casi de inmediato lanzó al pueblo romano contra los asesinos del
dictador, buscando monopolizar el poder sin embargo, su intento chocó con la llegada
del ambicioso hijo adoptivo de César, Octaviano.
Cleopatra Filopator Nea Thea, Cleopatra VII Marco Antonio
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Octavio decidió acabar con su rival Marco Antonio y declaro la guerra a la reina de
Egipto. Antonio y Octavio libraron una gran batalla naval el 2 de Septiembre del año 31
a. C. entre la flota de Cayo Julio Cesar Octavio dirigida por Agripa y la de Marco
Antonio y su aliada Cleopatra frente al golfo de Ambracia y el promontorio de Actium
(Accio) Cleopatra deserto y la escuadra de Marco Antonio, su amante romano fue
derrotado por Octavio La batalla de Actium decidió el resultado del enfrentamiento
entre Marco Antonio y Octavio, pero no terminó la guerra. Antonio y Cleopatra
reorganizaron la resistencia en Alejandría, donde fueron vencidos sin lucha en agosto
del año 30 a. C. Antonio terminó entonces su vida atravesándose con su propia espada.
Cleopatra se suicidó también para evitar figurar en el desfile triunfal de Augusto. El
ejército de tierra de Antonio se rindió y fue tratado con clemencia. Egipto se hizo una
provincia romana.
Denario emitido por Marco Antonio para pagar a sus legiones.
En el reverso, el emblema de su Tercera Legión.
El primer procónsul de Egipto fue Cayo Cornelio Galo (70-26 a.C) Poeta y militar
adopto la causa de Octavio y fue jefe de la armada occidental de Octavio Augusto.
Ataco Egipto desde la costa de Libia, conquistando el alto Egipto, con la fuera de las
armas, estableció un protectorado bajo el control romano sobre la zona meridional de
la frontera, que había sido abandonado por los últimos ptolomeos. Sin embargo la
costa del mar rojo den Egipto no cayó bajo control romano hasta el reinado de Claudio.
Adriano que visito dos veces Egipto, fundó la ciudad de Antinoópolis, creada sobre un
poblado egipcio, en memoria de su amante Antinoo muerto ahogado en el Nilo. Desde
la época de su reinado en adelante se erigieron edificios en estilo grecorromanos en
todo el país. Caracalla emperador romano durante los años 211-217 otorgo el
derecho de ciudadanía romana a todo los egipcios, como era común con otras
provincias, pero esto debía arrastrar tan bien más impuestos. Hubieron una serie de
rebeliones, militares y civiles en el siglo III. En la época de Marco Aurelio los abusivos
impuestos originaron una rebelión en el año 139 que fueron crecieron cada vez más,
por las gravosas necesidades de los emperadores. Debido a la imposibilidad del
emperador de estar presente en el territorio, este se hacía representar por un alcalde
de la orden ecuestre (caballería) de su confianza, instituido de amplios poderes
administrativos, jurídicos y militares. Algunos fueron privados y controlados por el
emperador.
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Del reinado de Nerón en adelante Egipto gozo una época de prosperidad que duro un
siglo. Surgieron muchos problemas a causa de los conflictos religiosos entre griegos y
judíos en especial en Alejandría, que después de la destrucción de Jerusalén en el año
70 llegó a ser el centro de la religión y la cultura Judía. Bajo mando de Trajano ocurrió
una rebelión judía con el resultado de la expulsión de los judíos de Alejandría y la
pérdida de todos sus privilegios aunque volvieron pronto.
Más allá del gran dominio sobre este de la economía el emperador aún tenía el
monopolio sobre las minas, las salinas y la producción de papiros. Bajo el gobierno
romano, Egipto fue pesadamente explorado, a través de la enorme cantidad de reglas
e impuestos que por ejemplo, los indígenas tal como los esclavos y los animales
domésticos, eran obligados a pagar un impuesto los artesanos pagaban una tasa, los
sacerdotes pagaban para poder tener acceso al sacerdocio. También recaían tasas
sobre los médicos, los mercaderes, los guardias, y no raras veces eran lanzados
impuestos extraordinarios. Esta carga contributiva provocó variadas revueltas entre los
que eran directamente afectados.
Las diversas etnias presentes en el territorio mantuvieron sus costumbres, legua y
religión. Los romanos representaban una parte my pequeña de la población,
compuesta por Macedonios que mantenían una posición confortable, por
Alexandrinos con privilegios que se extendían al reparto de cargos administrativos con
los romanos, por Persas también de detentores de prestigios y finalmente por Egipto
que demuestran una cultura helenizada y beneficiaban de ciertas regalías, aunque no
tan bien endosos como los restantes, hecho que se podrá comprobar por la restricción
máxima de bodas entre romanos y Egipcios. Los esclavos eran mantenidos en una
posición my baja.
"AEGYPTOS Moneda de "Adrianvs"
Durante la dominación romana se mantuvo la dualidad de cultos: los griegos
adoptaron un culto imperial my semejante al que era practicado en el periodo
ptolomaico y los egipcios continuaban conectados a sus cultos tradicionales. La cultura
helenística aún era predominante, sin embargo se verifico una decadencia artística. A
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pesar de esta apertura a los griegos y a los indígenas exceptuando los Alexandrinos,
les era vedada la posibilidad de hacerse ciudadanos romanos. Fue toda una diversidad
que hizo de Egipto un país exótico, marcado por la convivencia no siempre pacifica de
los varios pueblos que lo habitaron, El periodo romano fue la última etapa de una
historia grandiosa.
Icono donde se representa a San Mercurio matando al emperador romano Flavio
Claudio Juliano Iglesia de San Mercurio. El Cairo
En la época de Jesús, el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de su procurador o gobernador. Las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación. Las primeras comunidades cristianas vivieron también en este mundo judío-romano, o simplemente pagano. Es conveniente conocer este mundo para captar la novedad de Jesús, de sus opciones y compromisos; el carácter inevitablemente hiriente de su denuncia profética, el alcance de su anuncio: se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios, Enmiéndense y tengan fe en esta buena noticia Mc.1,15.
La actuación de este personaje, Jesús de Nazaret afecta de un modo u otro la vida de Palestina; las instituciones, los distintos grupos sociales, religiosos, la gran política siempre liada con la religión. Cuando se escriben los evangelios han transcurrido por lo menos de 35 a 60 años desde la muerte y resurrección de Jesús, el ambiente cultural en que los evangelios se escriben tiene un universo conceptual y simbólico, y unos modos de expresión muy diferentes al de estos días.
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Jesús de Nazaret o Jesucristo (izquierda), realiza uno de los milagros que le atribuye
la Biblia, La Curación del Ciego. Pintura realizada por El Greco, 1567-1570.
Jesús está en contra de las inmoralidades, robos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, fraudes, desenfreno (Mc.7, 20-23) que en Palestina existían. No aprueba que los romanos opriman al pueblo judío. Pero en esos tiempos, los que más cargas pesadas imponían al pueblo desasistiéndolo y arrojándolo a la pobreza, impotencia y desesperanza son los jefes religiosos-políticos de su pueblo que, según Jesús, en lugar de sus pastores son ladrones y bandidos asalariados. Jesús escucha los clamores de los marginados por la religión y sociedad de su pueblo, y opta por ellos aunque le cueste la vida.
Herodes se esforzó en respetar las tradiciones judías y no trató de cambiar la religión. Se preocupó especialmente de que se respetara minuciosamente la Ley durante la construcción del Templo. Pero el poder político era exclusivamente suyo. Se enfrentó con la clase sacerdotal dirigente, formada por la minoría más culta, el partido saduceo, y acabó privando al Sumo Sacerdote de cualquier influencia en la política. El Sanedrín se convirtió en una especie de consejo personal suyo, perdiendo cualquier significación como órgano de gobierno del pueblo. Los fariseos, apegados al cumplimiento de la Ley, eran tolerados mientras no se metieran en política. Parece que honraba y respetaba a los esenios, quienes se mantenían apartados de Jerusalén, al margen de cualquier lucha por el poder, y llevaban una vida dedicada a la religión en sus comunidades junto al Mar Muerto. Favoreció la vuelta de judíos de la diáspora a Palestina, en su necesidad de apoyarse en quienes no tuvieran nada que ver con el régimen asmoneo. En este contexto podemos entender la vuelta de personajes como Hillel el babilonio, que llegó a ser el mayor sabio fariseo de su época.
Su buena relación con Octavio Augusto le permitió lograr un trato favorable para las comunidades judías de otros puntos de la diáspora. Augusto confirmó el status de "religión lícita" concedido por Julio César a los judíos. En toda Asia Menor estaban exentos de prestar el servicio militar, se les permitiría enviar dinero al Templo de Jerusalén y formar organizaciones sociales y económicas. En ocasiones estos privilegios despertaron las protestas del resto de la población.
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Mientras la sucesión de Herodes estaban aún sin decidirse, estallaron numerosos disturbios sociales que provocaron la intervención de Varo, gobernador de Siria. La represión fue tan brutal que esta "guerra de Varo" fue en la memoria de los judíos el episodio más sangriento entre la toma de Jerusalén por Pompeyo y la destrucción del Templo en el año 70. Finalmente Augusto confirmó el testamento de Herodes, que dividía el reino entre sus hijos.
Pero los hijos de Herodes no fueron capaces de mantener el gobierno de sus territorios, que poco a poco pasarán a estar bajo control directo de Roma. A partir del reinado de Augusto sólo las provincias pacificadas son provincias senatoriales, con un gobernador que cuenta con legiones. Palestina será gobernada por un procurador, que depende directamente del emperador y cuenta únicamente con tropas auxiliares. Tiene poderes civiles y judiciales, reside en Cesarea, acudiendo a Jerusalén únicamente con motivo de las fiestas de peregrinación. A través del procurador Roma percibe diferentes tipos de impuestos, en cuya recaudación participan en estos momentos los publicanos, financieros judíos que trabajan para la administración romana. En este periodo los abusos son constantes, pues la primera preocupación de los procuradores es su bienestar, antes que el de Roma y, por supuesto, que el del pueblo.
Los judíos se dirigen hacia el Muro de las Lamentaciones, que marca el antiguo
emplazamiento del Templo de Salomón, mientras que los cristianos se dirigen al
Santo Sepulcro,
Cuando se traslado la sede de la Iglesia de Jerusalén a Roma. Respecto del traslado de
la sede de la Iglesia de Jerusalén a Roma, el libro de los Hechos de los Apóstoles
termina su relato cerca de la actividad de Pedro en la iglesia madre de Jerusalén con la
frase, enigmática, de que “se marchó a otro lugar” (Act 12, 17). No se ve ni el motivo
de la marcha de Pedro, ni adonde se dirigió. Nada puede afirmarse en concreto acerca
de los puntos del camino que lo llevó a Roma, ni de la fecha de su llegada a la capital
del imperio, ni sobre la duración de su estancia. Es, en cambio, seguro que tomó parte
en el concilio de los apóstoles en Jerusalén, que ha de fecharse poco después de
mediados de siglo, y que luego estuvo algún tiempo en Antioquia (Act 15, 7; Gal 2, 11-
14)
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XVI. Conclusiones finales
El imperio romano sería diferente a todos los imperios anteriores (babilonio, persa,
Griego). Muchos creen que desapareció en el quinto siglo. Pero otros creen que no fue
así, sino que se transformo en un imperio Religioso, que por más de mil años domino
el mundo (edad media) y que al día de hoy aún vemos sus repercusiones e influencia.
Se puede notar más en la cultura, civilización y leyes. El derecho Romano continúa
muy presente en el mundo occidental. En el aspecto religioso, vemos como el idioma
latín ha influenciado, la interpretación de la Biblia, podemos observar como introducen
la doctrina de la encarnación de Dios en la forma del verbo.
Nacimiento del cristianismo Egipto capturo Jerusalén y Judea se convirtió una
provincia de ptolemaico hasta 198 a. C. Y en 129 a. C. Egipto paso hacer una provincia
romana. En esta provincia romana fue cuando José y María huyeron con el niño Jesús,
a fin de escapar del decreto asesino de Herodes, volviendo tras su muerte. Desde su
nacimiento el cristianismo fue poco a poco extendiéndose por todo el imperio romano
y que finalmente permitió Flavio Valerio Constantino, que nació en Naissus tercera
ciudad Serbia 25 Julio de 272 Murió 22 Mayo de 337) a. C. Constantino I el Grande fue
conocido también por ser el primer emperador que permitió el libre culto a los
cristianos. Los historiadores desde Lactancio se decantan por un Constantino que
adopta el cristianismo como sustituto del paganismo oficial romano, a pesar de ello, no
fue bautizado hasta hallarse en el lecho de muerte. También fue conocido por su falta
de piedad para sus enemigos políticos. Estuvo atormentado por la muerte de su hijo
hasta que fue bautizado, ya que le prometieron que con esta ceremonia lavaría sus
pecados.
El norte de África fue una de las zonas que la civilización romana penetro más
profundamente. Roma obtenía de África una gran parte del abastecimiento de trigo y
contribuía en alto grado a la cultura romana, siendo la provincia occidental donde el
cristianismo se difundió con mayor rapidez, con el acceso al poder del Emperador
Septimio Severo de origen africano, y África conoció un mayor desarrollo junto a su
hijo Caracalla, ellos fueron los artesanos de una política municipal. También fue
igualmente en África, donde la huella de Roma se borro más rápidamente. La crisis
general del Imperio, las revueltas verberes y las disensiones religiosas, la dejaron
debilitadas ante el ataque de los vándalos, que unida la invasión de los árabes, acabó
borrando todas las huellas de la cultura latina.
Egipto Para Roma era un triunfo muy especial para los emperadores romanos, era un
país con prestigio, fácil de defender y suministraba el trigo necesario a Roma. El
sistema de administración local y regional no fue my modificado, pues la división
administrativa en nomos del periodo anterior continuó, permaneciendo la
circunscripción fiscal, pero ahora bajo el gobierno de jinetes romanos. El régimen
agrario tampoco se modifico las tierras reales y sagradas se hicieron tierras imperiales
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y aún las tierras de propietarios. Los griegos adoptaron un culto imperial muy
semejante al que era practicado en el periodo ptolemaica y los egipcios continuaban
conectados a sus cultos tradicionales.
Con la llegada de fenicios y cartagineses a la Península Ibérica, se iniciaron una serie
de intercambios materiales y culturales en los terrenos frecuentados por estos
navegantes, a lo largo del litoral mediterráneo y atlántico, provocando una
transformación de su mapa político económico y social. Con la entrada en escena de
los cartagineses, (s. III a. C.) a la Península Ibérica, ésta se vio convertida en manzana
de discordia entre las grandes potencias: Cartago y Roma. Durante la dominación
romana, Hispania se convertirá en uno de los más sólidos soportes del Estado Romano.
La cristianización pondrá de relieve la profunda inserción de Hispania en el ámbito
religioso del Imperio. Y a pesar de las invasiones germánicas se habla una lengua
basada fundamentalmente en el latín a excepción de los vascones. En las ciudades las
huellas del pasado romano permanecen vivas y prolongan sus señas de identidad
dentro de un mundo sujeto a profundas crisis y transformaciones.
La Península Ibérica conectada a través de los Pirineos con el continente europeo, y
rodeada por el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, constituye una continuación
de Europa y que a través del estrecho de Gibraltar, un puente hacia África. Este hecho
hace que a lo largo del primer milenio, a. C., muchos pueblos indoeuropeos
procedentes de Europa central penetren a través de los Pirineos en territorio
peninsular y encuentran nuevos hogares en la cornisa Atlántica y en la Meseta. La
organización social se basaba en una estructura jerárquica en torno a una aristocracia
guerrera poseedora de las mejores parcelas de cultivo. Más adelante seguirán oleadas
migratorias cuyos flujos más relevantes se producirán durante el s. IV a. C.
No se habla de un pueblo celta en general sino más bien de un número indefinido de
étnias diferenciadas entre sí, pero poseedoras de referencias comunes tales como la
lengua, la escritura, etc., aunque gozaban de considerables ventajas en el armamento
con respecto a los pueblos de su entorno. Fenicios, griegos y cartagineses acuden al
litoral ibérico en busca de metales y materias primas. La primera ciudad en territorio
peninsular fundada por los fenicios fue Cádiz (Gañir) s. (IX a. C.).
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Termas Romanas
Monedas Romanas
Los griegos establecen bases comerciales en pequeños enclaves portuarios, visitados
periódicamente por la navegación helena, dedicados a los intercambios comerciales y
no a la colonización. Serán los cartagineses los últimos en acudir a la Península,
quienes desempeñarán un papel determinante en la composición del mapa político
Peninsular, pues ellos atraerán a los romanos y con estos se iniciará un nuevo capítulo
en la historia de Iberia.
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XVII. Bibliografía:
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Biblioteca Básica de la Historia ANAYA
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Nueva Enciclopedia Larousse PLANETA
Colección Bravo
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