Ius marxismo
En el siglo XIX apareció por primera vez el marxismo, corriente de pensamiento y
acción que define la época contemporánea.
Para Marx, las tesis en el campo del derecho se refieren a éste como una
superestructura que se deriva de la estructura económica sobre la que descansa la
sociedad.
La finalidad del jurista siempre es buscar la comprensión relacionada con su
adaptabilidad al caso presente, pero para precisar exactamente el contenido
normativo que ha de ser aplicado a su caso concreto no puede omitir el aspecto
histórico, esto es, debe considerar en qué condiciones los actos legislativos son
convenientes a la ley, ya que las condiciones originarias han cambiado y por
consiguiente la ley, en cuanto a su función tiene que sufrir determinaciones.
Cuando un juez intenta adecuar la ley transmitida a las necesidades del presente
tiene claramente la intención de resolver una tarea práctica. Lo que en modo
alguno quiere decir que su interpretación de la ley sea una traducción arbitraria.
También en su caso comprender e interpretar significa conocer y reconocer un
sentido vigente. El juez intentará responder a la idea jurídica mediándola con el
presente. Es evidente una mediación jurídica. Lo que intenta reconocer es el
significado jurídico de la ley, no el significado histórico de si promulgación o unos
cuantos casos cualesquiera de su aplicación. No se comporta como un historiador,
pero sí se ocupa de su propia historia, que es su propio presente. En consecuencia
puede en todo momento asumir la posición del historiador frente a las cuestiones
que implícitamente le han ocupado ya como juez.
¿En que consiste el Iusmarxismo?
El Marxismo es el conjunto de doctrinas políticas y filosóficas derivadas de la obra de Karl
Marx, filósofo, economista, periodista y revolucionario del siglo XIX y de su amigo Friedrich
Engels. Para Marx, el comunismo sería una forma social en la que la división en clases habría
terminado y la estructura económica sería producto de la asociación de los productores libres,
y el producto social se distribuiría según el criterio “de cada cual según su capacidad; para cada
cual según sus necesidades”.
Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que
toman en consideración principalmente dos: La clase trabajadora o proletariado. Marx definió
a esta clase como los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de
producción, a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad. La
burguesía. La forman quienes poseen los medios de producción y emplean al proletariado. El
principio comunista postula una igualdad entre los hombres en cuanto al factor trabajo-
producto. Pero resulta que este principio no tiene en cuenta las diferencias de capacidad de
trabajo existentes entre los hombres, por lo tanto no es un derecho justo. Para Marx, las tesis
en el campo del derecho se refieren a éste como una superestructura que se deriva de la
estructura económica sobre la que descansa la sociedad. Con ello postula que el sistema de
producción es el que amolda tanto a la cultura como a las ciencias, es decir, éstas responden a
los intereses de los que poseen los medios de producción, en las que no escapa el derecho.
En pocas palabras el derecho responde a los intereses de la burguesía que se apropia de la
riqueza de los trabajadores en el sistema de producción capitalista; sin embargo, bajo esta
óptica de pensamiento, se soslaya el hecho de que las ciencias en su conjunto, incluyendo al
derecho, tanto en el comunismo como en el capitalismo están hechas para proteger a quienes
detentan el poder, ya sea económico o político.
Marxismo o comunismo científico
Karl Marx funda la Liga de los Comunistas (también conocida como Liga de los Justos) en 1847
en Bruselas, después de dos años de estancia en la capital belga. La Liga encarga a Karl Marx y
a Friedrich Engels una proclama del movimiento comunista. En 1848 publican el Manifiesto
Comunista (Manifest der Kommunistischen Partei).4
Para Marx y Engels, la clase obrera industrial es la única que, por su imposibilidad de una
adquisición privada, puede superar mediante la síntesis comunista la contradicción sin salida
de la socialización estatal: es la negación comunista de la sociedad porque no puede
transformarse en nueva clase explotadora, es la negación comunista del Estado porque sólo
transformándose ella misma en poder público puede superar su carácterasalariado remanente
de la sociedad burguesa, y es la negación comunista de la propiedad porque sólo distribuyendo
de acuerdo a las necesidades y las capacidades puede adquirir los frutos de los medios de
producción.5 De ello se deriva el lema De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según
sus necesidades.
El Manifiesto Comunista es considerado uno de los tratados políticos más influyentes de la
historia.
Relación con el anarquismo En la Asociación Internacional de los Trabajadores se evidenciaron
los conflictos ideológicos entre anarquismo y marxismo. La principal diferencia entre estos dos
grupos fue que los marxistas proponían un período de transición después de la revolución
social antes de la disolución final del estado, idea que los bakuninistas no aceptaban
considerando que la revolución debía acabar inmediatamente con el estado. El resultado final
de esta división fue la expulsión de los anarquistas y anarcosindicalistas de la Primera
Internacional y su posterior disolución en 1876.
El anarcocomunismo es una corriente anarquista cercana al comunismo, representada entre
otros por Pedro Kropotkin y Errico Malatesta.
Desarrollos posteriores a la Revolución Rusa .-En los desarrollos posteriores a Marx del
comunismo marxista, ha existido cierto debate sobre cuales son los métodos más eficaces para
lograr un cambio del sistema socioeconómico capitalista. En gran parte estos debates y
desarrollos de estrategias consiguientes han estado ligados a personas influyentes dentro del
movimiento comunista internacional. En ocasiones el debate ha estado más caracterizado por
alineamientos personales con los principales teóricos, que por verdaderas e irreconciliables
posturas ideológicas.
Marxismo-leninismo El marxismo-leninismo engloba en realidad a varios desarrollos del
marxismo posteriores al propio Marx. En esencia todos estos enfoques sugieren la necesidad
de una élite intelectual o un partido centralizado que acelere o dirija propiamente el fin del
sistema capitalista, que otras ramas del marxismo veían como un proceso auto-organizado que
se daría por sí mismo sin la necesidad de dirigirlo. Por tanto, como política el marxismo-
leninismo aboga por el dirigismo centralista de los procesos revolucionarios anti-capitalistas.
Maoísmo
Denominado habitualmente en occidente como maoísmo pero originalmente y oficialmente
en China «Pensamiento Mao Tse Tung» (chino simplificado: 毛泽东思想, chino tradicional: 毛
澤東思想 ) o «Pensamiento Mao». Esta corriente son los aportes teóricos y prácticos que
desarrolló Mao Zedong (1893-1976) en la guerra civil china y que significaron un desarrollo
sustancial del leninismo. Los aportes son la adaptación del marxismo-leninismo a un país
principalmente agricultor y con muy pocas industrias y una sociedad feudal.
Comunismo de consejos
Surgido a partir de la revolución alemana y de la ruptura de la izquierda comunista germano-
holandesa con el bolchevismo ruso, el comunismo de consejos hizo centro en la
autoorganización de la clase proletaria en losconsejos obreros, en vez de la dirección política
de la misma de un "partido revolucionario". Sus principales referentes fueron Otto Rühle,
Anton Pannekoek y Paul Mattick
Nuevas Corrientes Comunistas
Austromarxismo .-El austromarxismo surge a partir de la mezcla de principios del capitalismo
con principios leninistas.
El proletariado (del latín proles, linaje o descendencia) es un término utilizado para designar a
la clase social más baja de la época de la edad moderna que, en el modo de producción
capitalista, se ve obligada a vender su fuerza de trabajo a la burguesíapor carecer de los
medios de producción. Un miembro de tal clase es llamado un proletario.
En la Roma imperial, los proletarii eran los ciudadanos de la clase más baja, que no tenían
propiedades y cuya única utilidad para el Estado era generar proles (hijos) para engrosar los
ejércitos del imperio. El término se utilizó inicialmente en un sentido despectivo, hasta que
Karl Marx lo utilizó en un sentido positivo para identificar lo que él llamó la clase obrera,
diferenciando proletariado y lumpenproletariado y colocándole como un grupo antagónico a la
clase burguesa.
Las raíces filosóficas del marxismo
Primera edición del Manifiesto del Partido Comunista.
Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión
materialista de la historia, e indudablemente la de Hegel que inspiró a Marx acerca de la
aplicación de la dialéctica al materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral
eligió la comparación de dos grandes filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y
Epicuro, Marx ya había hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había
elaborado su Crítica de la filosofía del derecho de Hegel desde un punto de vista materialista.
Pero a principios de la década del 40, otra gran influencia filosófica hizo efecto en
Marx:Feuerbach. Especialmente con su obra La esencia del cristianismo. Tanto Marx como
Engels abrazaron la crítica materialista de Feuerbach al sistema hegeliano, aunque con algunas
reservas. Según Marx, el materialismo feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos,
idealista. Fue en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La ideología alemana (Marx y Engels,
1846) donde Marx y Engels ajustan sus cuentas con sus influencias filosóficas y establecen las
premisas para la concepción materialista de la historia.
Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir contradictorio que reflejaba el
autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas productivas y de
las relaciones de producción las que determinan el curso del desarrollo socio-histórico. Para
los idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base material
de esas ideas y encuentra allí el hilo conductor del devenir histórico.
Influencias intelectuales en Marx y Engels
Marx y Engels se basaron en la filosofía alemana de Hegel y de Feuerbach, la economía política
inglesa de Adam Smith y de David Ricardo, y el socialismo y comunismo francés de Saint-Simon
y Babeufrespectivamente, para desarrollar una crítica de la sociedad que fuera tanto científica
como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más
importante dedicada a la sociedad capitalista,El capital: crítica de la economía política.
Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis
Althusser o Miguel Abensour, han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas
presentes en la obra de Maquiavelo oSpinoza. También diversos sociólogos y filósofos, como
Raymond Aron y Michel Foucault, han rastreado en la visión marxista del final del feudalismo
como comienzo del absolutismo y la separación del Estado y la sociedad civil, la influencia de
Montesquieu y Tocqueville, en particular en sus obras sobre el bonapartismo y la lucha de
clases en Francia.
La concepción materialista de la historia
Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en Contribución a la crítica
de la economía política1 (1859):
El primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica
de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los
“Anales francoalemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión
de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por
sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario,
radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el
precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que
la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política.
En Bruselas a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el
señor Guizot proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado
general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede
resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas
relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que
corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El
conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la
base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material
condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del
hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia.
Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la
sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es
más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se
han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones
se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social.
Al cambiar la base económica se transforma -más o menos rápidamente- toda la inmensa
superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que
distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de
producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas
ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no
podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el
contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el
conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.
Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas
que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción
antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la
propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos
que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo
surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para
su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en
la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y
el moderno burgués.
Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de
producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un
antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las
fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las
condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se
cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.
La economía marxista
En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía
era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al
estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los
economistas más conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía
para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las
relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en
dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la
riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los
trabajadores en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política
( Trabajo asalariado y capital1 de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política1 de
1859, Salario, precio y ganancia1 de 1865) su obra cumbre al respecto es El Capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera edición es de
1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su
primer capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis
marxista del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía
moderna, la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor
de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del valor, donde
encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente
necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se
intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el
tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx nos va guiando a
través de las distintas formas de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio
frecuente de mercancías y la determinación de una mercancía como equivalente de todas las
demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la
abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su
movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre
nuevo estrato de determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un
intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas de la
sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la
herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y el resto de los economistas burgueses residen en que su
análisis económico es ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a
la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la
sociedad humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo
tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y
la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la
economía marxista.
Análisis de clases
Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que
toman en consideración principalmente dos:
la clase trabajadora o proletariadoL: Marx definió a esta
clase como «los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de
producción», a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad
(edificios, puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente por miembros de
esta clase; también los servicios son prestados por asalariados). El proletariado puede
dividirse, a su vez, en proletariado ordinario y lumpenproletariado, los que viven en pobreza
extrema y no pueden hallar trabajo lícito con regularidad. Éstos pueden ser prostitutas,
mendigos o indigentes.
La burguesía: quienes «poseen los medios de
producción» y emplean al proletariado. La burguesía puede dividirse, a su vez, en la burguesía
muy rica y la pequeña burguesía: quienes emplean la mano de obra, pero que también
trabajan. Éstos pueden ser pequeños propietarios, campesinos terratenientes o comerciantes.
Para el marxismo, el comunismo sería una forma social en la que la división en clases habría
terminado, la estructura económica sería producto de «la asociación de los productores
libres», y la producción y distribución de los bienes se efectuaría según el criterio «de cada cual
de acuerdo a su capacidad; para cada cual según sus necesidades».
El marxismo y la religión
El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto
que "el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no
hace al hombre" y la frase cuyo final se haría célebre:
La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta
contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo
sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.2
La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como suele
suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este
equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la
sentencia marxista. La cita completa revela el por qué de la referencia a un opiáceo: jamás
pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una
mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la
idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase),
sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a
la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.
En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad
que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la
comunión humana se desvincula de la condición biológica, proyectándose "al cielo" como
intervención divina en una parusía futura, particularmente en el especial caso del
cristianismo,3 en vez de construirse políticamente mediante la abolición de la propiedad
privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la religión ha
estado vinculado al desarrollo del materialismo dialéctico por parte de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es
compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores
dentro de la teología de la liberación como Camilo Torres yLeonardo Boff. Pero la crítica
teórica hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la
producción de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas
que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión
siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica
existente. Los textos marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción
marxista de la religión son: La ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de
la revolución de Louis Althusser. Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le
pone como meta alcanzar a Dios, situación imposible para un humano pues Dios es la esencia
humana deificada, es decir: la humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La
religión haría conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es
solo un preludio del verdadero. La síntesis cristiano-marxista de los teólogos de la liberación
replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser así, también las clases dominantes
impregnadas de espíritu religioso serían conformistas respecto de su existencia material e
incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases sociales. Para estos, en cambio, la
religión -y en particular la cristiana- siempre exige una lucha en este mundo en función de una
comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la entienda políticamente.
Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al edén en la tierra y que,
aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por
una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera hacerse sólo
socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la salvación de
cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede ser
asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto
tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos
reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista
o no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo.
Estas últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida
económica y la religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de
fusión entre "sociedad civil" y "sociedad política" descrita con atención por Marx en su obra
Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y
que entroncaría en el debate marxista-weberiano sobre la influencia económica de la religión.
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma de
alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un
inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión
monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se
la atañe a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y
propio destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia.
Partidos, movimientos y gobiernos inspirados en el marxismo
Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al marxismo
como base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente distintas y opuestas. Una
de las mayores divisiones ocurrió entre los reformistas, también denominados
socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir dentro de un
sistema pluripartidista y capitalista, y los comunistas, que alegaban que la transición a una
sociedad socialista requería una revolución para instaurar ladictadura del proletariado. La
socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista y del Partido Socialdemócrata
de Alemania, entre otros partidos; en tanto que el comunismo resultó en la formación de
varios partidos comunistas; en 1918 en Rusia, previo a la formación de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, dimanan 2 partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el
Partido Comunista, formación comunista, y el Partido Social Demócrata de Rusia. Aún sigue
habiendo muchos movimientos revolucionarios y partidos políticos en todo el mundo, desde el
final de la Unión Soviética, aunque el internacionalismo obrero ha sufrido una grave crisis.
Aunque hay partidos socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace
mucho que se distanciaron en aspectos relevantes de sus lazos históricos con Marx y sus ideas.
En la actualidad en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, la República Popular China y
Moldavia hay en el poder gobiernos que se autoproclaman marxistas.
Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han
afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente importantes son
los movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, el bolchevismoruso, la Unión
Soviética (Lenin, Trotsky, Stalin) y otros países del bloque oriental, Mao Zedong, Fidel Castro,
Ernesto "Che" Guevara, Santucho, Kwame Nkrumah, Patrice Lumumba, Julius Nyerere, Thomas
Sankara y otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo. Estas luchas han agregado
nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han transmutado tanto el marxismo que resulta difícil
especificar el núcleo de éste. Actualmente las transformaciones socio-económicas han
obligado a repensar al marxismo en una línea llamada posmarxismo en la cual se encuentran
autores como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
La Revolución de Octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas figuras principales
eran Vladímir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento a gran escala de poner en práctica las
ideas socialistas de un Estado obrero.
Se suceden otra serie de gobiernos o dobles poderes obreros de relativamente breve duración,
impulsados por revueltas proletarias con activa participación de los partidos comunistas
locales, inspirados en el modelo de república de consejos obreros. La mayoría de estos son
aplastados por las fuerzas de la reacción capitalista de las distintos gobiernos y potencias
burguesas y fracasan. Son el caso de la Revolución de Noviembre de 1918, encabezada por los
espartaquistas en Alemania, la República Soviética Húngara de 1919, la República Soviética
Bávara de 1919, el bienio rojo o movimiento de consejos de fábrica del norte de Italia de 1919
a 1920, el Sóviet de Nápoles, la República Socialista Soviética Galiciana en 1920, la República
Popular Soviética de Bujara de 1920 a 1925, la República Socialista Soviética de Persia o
República Soviética de Gilan, de 1920 a 1921, etc.
Tras morir Lenin, Iósif Stalin se había hecho con una gran concentración de poder en sus
manos en el seno del Partido Comunista y del Estado soviético, el cual fue fortaleciendo en
detrimento de los propios soviets (ya de por sí debilitados durante el hambre, la bancarrota
económica y las masacres ocasionadas por la Guerra Civil Rusa). Hasta su muerte, numerosas
purgas se vivieron en la URSS, bajo consignas tales como la "lucha contra el trotskismo", "los
sabotajes", o "los agentes del fascismo", en las que se logró inhabilitar a los principales
elementos críticos del PCUS y la sociedad soviética, muchos de ellos comunistas, testigos
directos de la Revolución y opositores en mayor o menor medida a la deriva burocrática y la
concentración de poderes que se estaba generando en seno de la URSS, encarnada en una
casta de funcionarios y burócratas del partido, cuya divergencia de intereses respecto a la
clase trabajadora y el peligro que entrañaban para la revolución obrera comienzan a
manifestarse desde la primera mitad de los años 20, aún en vida del propio Lenin. Dichas
purgas sólo logran fortalecer el poder de la nueva dirección del PCUS, encabezada ahora por
Stalin, y pronto se extenderán a las secciones nacionales del Komintern, que, a nivel
internacional, comienza a ser dirigido desde el comisariado de asuntos exteriores en Moscú.
Aunque llevaron a cabo pequeñas aportaciones teóricas al marxismo, Stalin y sus seguidores se
caracterizan por haber dado cobertura ideológica a sus métodos y posicionamientos tácticos y
políticos, encaminados al fortalecimiento del control sobre los medios de producción y
administración del Estado por parte de la burocracia y dirección central del partido, a través de
la falsificación o la adaptación de los principios ideológicos del marxismo y del leninismo a sus
propios fines. Esto derivará en un sistema de gobierno y pensamiento formulado bajo el
nombre de marxismo-leninismo y la teoría del socialismo en un solo país, también llamado
estalinismo, considerado por sus críticos marxistas como un alejamiento o distorsión de los
postulados y principios de la tradición marxista y pensadores como Marx, Engels o Lenin;
particularmente insistentes en esta postura son aquellas corrientes basadas en los
planteamientos de Trotsky y Lenin (trotskismo) y las del denominado comunismo de izquierda,
el marxismo libertario o el comunismo de consejos, también críticos en este sentido con la
denominada corriente del leninismo (y por ende el trotskismo). A raíz de la muerte de Stalin,
esta burocracia termina por acaparar el poder y afianzarse en la llamadanomenklatura. Ésta
comenzará a medio plazo un proceso de progresiva liberalización de la economía, que
culminará con la perestroika.
Al final de la II Guerra Mundial se produjo una expansión, por la vía militar, del poder político
de la URSS, que se consolidó mediante el establecimiento de los llamados Estados satélites o
del Pacto de Varsovia, en los países del Este que quedaron bajo su zona de influencia tras los
acuerdos de Yalta y de Postdam. Estos Estados reprodujeron estructuras políticas y sociales y
tipos de economía y de gobierno muy similares a los de la Unión Soviética. Fueron gobernados
mediante la formación de Partidos Comunistas, encuadrados en la Komintern, y adscritos a las
fórmulas del marxismo-leninismo oficial. Algunos de los partidos adscritos a la Internacional
Comunista que llegaron a formarse por sí mismos, lograron a la postre tomar el poder a través
de insurrecciones guerrilleras y, en algunos casos, con bastante apoyo popular, y establecer un
estado que seguía el modelo marxista-leninista oficial. Estas naciones comprendían a la
República Popular China, Vietnam, Corea del Norte, Yugoslavia, Albania,Etiopía, Yemen del Sur,
Angola, y otros. Después de la invasión militar por parte de Vietnam de Kampuchea
Democratica, gobernada por el Jemer Rojo, un gobierno de estructura similar a aquél será
establecido en Camboya.
En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende, que duró desde
1970 hasta el golpe de estado de 1973, tenía una fuerte inspiración marxista. Si bien cambió
radicalmente la formas de lucha conocidas al concretar un gobierno por la vía electoral, la
revolución a la chilena buscaba la transformación de la sociedad con miras hacia el socialismo.
Al mismo tiempo, la coalición que llevó a Allende al gobierno estaba construida por la unión
del Partido Comunista y el Partido Socialista, ambos declarados marxistas-leninistas en ese
tiempo.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el
marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Actualmente el socialismo
científico ha dejado de ser una fuerza política prominente en la política mundial. China, donde
gobierna el Partido comunista chino, relajó su concepción económica del marxismo en 1978
avanzando progresivamente hacia un sistema económico más cercano al libre comercio. Este
proceso continúa hoy en día.
Desde el comienzo de la democrácia en España, en 1975, el PSOE se presentó a las elecciones
como un partido Marxista, proclamandose primera fuerza de oposicion en el gobierno hasta
que en 1982, con Felipe González a la cabeza, abandonaron su postura Marxista, ganando las
elecciones.
Críticas al marxismo
La crítica liberal
Los miembros de la escuela austríaca fueron los primeros economistas liberales en criticar
sistemáticamente la escuela marxista, ya que trataban en forma casi opuesta cuestiones como
el dinero, el capital, los ciclos económicos y los procesos económicos. Entre estos se cuenta
principalmente a Eugen von Böhm-Bawerk quién se dedicó a refutar la teoría del valor
marxista, tanto desde la Escuela Austríaca (La teoría de la explotación) como desde dentro de
la propia teoría marxista (La conclusión del sistema marxiano). Rudolf Hilferding hizo una
contrarréplica que salteó ciertas cuestiones puntuales para rescatar la validez holística del
marxismo como crítica a la "teoría económica burguesa". El debate que sucedió a este fue
entre Ludwig von Mises(discípulo de Böhm-Bawerk) y el economista marxista polaco Oskar
Lange. Mises impactó profundamente en los planificadores soviéticos preocupados por la poca
consecución de sus objetivos, con una observación empírico-deductiva sobre las razones del
creciente fracaso de los proyectos económicos del socialismo, su inminente colapso o
dependencia de países extranjeros capitalistas. Esta primer exposición sobre la necesidad de
precios para los factores de producción se volvería una obra completa titulada El socialismo.
Más tarde Mises se extendió más allá de la imposibilidad del cálculo económico en el
socialismo (problema observado con especial atención por su colega Max Weber en Economía
y sociedad), alcanzando su crítica a la misma metodología marxista de interpretación histórica
con su análisis del polilogismo clasista en Teoría e historia, que había sido la base de la crítica
de Hilferding. Oskar Lange propugnó una economía socialista con un mercado estatal en la que
los precios fuesen determinados según un método de ensayo y error, hasta hallar un precio
adecuado. El debate entre ambos economistas continuó durante varios años, hasta que Oskar
Lange afirmó que von Mises tenía parcialmente razón, asimilando el aporte de von Mises al
análisis de la acción humana: la praxeología, pero sin explicar con ella toda la teoría
económica. La respuesta austríaca a los argumentos de Oskar Lange se vio completada con el
análisis no-praxeológico y evolucionista de Friedrich Hayek, cuyos escritos al respecto fueron
compilados en el libro Individualismo y orden económico. Un amigo de Hayek, el epistemólogo
Karl Popper, realizaría paralelamente una crítica muy conocida a la filosofía social del
marxismo, en un aspecto nuclear de dicha doctrina: el historicismo. Economistas austríacos
como Joseph Schumpeter han revisado los orígenes del capitalismo y han rechazado la noción
marxista de acumulación originaria como una contradicción autorreferente que requiere
capital inicial para la actividad de una supuesta burguesía violenta originaria. En El capitalismo
y los historiadores, Hayek junto a T.S. Ashton, Louis Hacker y otros historiadores del progreso
tecnológico, proponen una relectura no-marxista de la historia del desarrollo del capitalismo,
en particular la Revolución industrial.
Desde premisas económicas no tan dispares a las marxistas, el ala más liberal de las escuelas
económicas clásicas así como del mainstream neoclásico, ha entrado en conflicto con
interpretaciones teóricas e históricas de los seguidores de Marx. Entre estos cabe mencionar a
Gary Becker para la comprensión de la historia desde la sociología económica y James
Buchanan con una visión maquiavelista de la filosofía política desde la teoría de la elección
racional. Thomas Sowell desde la economía yRobert Nozick desde la filosofía (en Anarquía,
Estado y utopía) han reabierto el debate sobre las contradicciones gnoseológicas en el análisis
económico marxista. El institucionalista Douglass North en su estudio clásico El nacimiento del
mundo occidental: una nueva historia económica ha ofrecido una revisión de la historia del
capitalismo que ha sido tenido muy en cuenta entre los historiadores marxistas.
En contraposición a la antropología del americano Lewis H. Morgan que Marx y Engels hicieron
suya en El origen de la familia y según la cual todas las economías comunitarias primitivas
habrían sido comunistas, el liberalismo se ha nutrido de la antropología de diferentes autores
e historiadores como Bronisław Malinowski y Fustel de Coulanges entre otros, para elaborar
una visión casi opuesta del origen de la propiedad privada que luego sería resumida en la obra
del historiador Richard PipesPropiedad y libertad. Respecto de la noción marxista de "ideología
de clase", el autor liberal-conservador Kenneth Minogue fue uno de los primeros en invertirla
en La teoría pura de la ideología, volviendo contra las propias doctrinas sistémico-clasistas
(que tratan de "ideológico" a todo pensamiento) la acusación de reificación ideológica por
parte de intereses revolucionarios en una lucha de clases cuya existencia no puede ser puesta
en duda sin apelar a una instancia neutral.
La crítica anarquista
Tanto el anarquismo como el comunismo marxista buscaban en última instancia la abolición de
la propiedad privada y la sociedad sin clases sociales ni Estado mediante una revolución social.
No obstante, anarquistas y marxistas han estado enfrentados desde que Pierre Joseph
Proudhon, que conocía a Marx y Bakunin, afirmó que así como la tesis del capitalismo
garantiza la libertad aboliendo la igualdad, la antítesis comunista sufre la contradicción
opuesta; aplicando la dialéctica hegeliana en su libroSistema de las contradicciones
económicas o filosofía de la miseria (1847), señaló que sólo con la síntesis del mutualismo se
pueden resolver estas contradicciones, lo que provocó la ruptura de Marx con Proudhon,
expresada en su escrito crítico Miseria de la filosofía (1847).4
El enfrentamiento entre marxistas y anarquistas alcanzó su clímax en la lucha entre los
partidarios de Marx y los de Mijaíl Bakunin por el control de la Primera Internacional, y que
acabó con la ruptura de la misma en 1872. La base del conflicto se centraba en que, así como
los marxistas creían en la necesidad transicional de un Estado bajo control de los trabajadores
(la «dictadura del proletariado») y que a su vez se encargara de controlar la economía
(«planificación central»), los anarquistas pensaban que el camino al socialismo (o al
comunismo) pasaba por la destrucción del Estado. Para los anarquistas, un Estado socialista
repetiría las características de opresión y privilegio contra las que luchaban, al tiempo que, al
extender los poderes a la organización de la vida económica, resultaría ser incluso más
opresivo.5
Otra confrontación se encontraba en el papel que tenían lucha económica y la lucha política en
la emancipación de la clase obrera. Para los marxistas, como el objetivo de la lucha proletaria
era la conquista del poder político, la lucha política ocupaba un lugar central. Para los
anarquistas, la única lucha política válida era la lucha por la destrucción revolucionaria del
Estado, que esperaban surgiera espontáneamente de la lucha económica. La socialdemocracia,
heredera del marxismo, se inclinó hacia el parlamentarismo y la actividad legal; mientras que
el anarquismo se inclinó hacia los ataques a las instituciones y agentes estatales (propaganda
por el hecho) y a la organización obrera apolítica (anarcosindicalismo).
La confrontación entre marxistas y anarquistas continuó luego bajo otro cariz a partir de la
revolución rusa. El bolchevismo ruso, encabezado por Lenin, dio nueva vida a la teoría del
Estado revolucionario. En su obra El Estado y la Revolución, Lenin explica que el estado
burgués debe ser destruido para luego instaurar un Estado revolucionario y que sería este
estado quien se extinguiría conforme desaparezcan las contradicciones de clase. Los
anarquistas, ante las consecuencias de la dictadura bolchevique, continuaron reivindicando,
con nuevo brío, la teoría bakuninista de la destrucción inmediata del Estado como objetivo de
la revolución social.
Actualmente, la controversia entre anarquistas y marxistas pasa más por las formas de
organización y métodos de lucha de las masas explotadas y la relación de los revolucionarios
con éstas. Mientras los herederos del marxismo (partidos leninistas de distinto cuño)
continúan reivindicando las prácticas político-partidarias con sus métodos centralistas, los
herederos del anarquismo reivindican la organización asamblearia, la federación y la
democracia directa.
Características capitalismo
El capitalismo es concebido, al menos, de tres formas diferentes dependiendo del énfasis en la
consideración de ciertas características como determinantes o intrínsecas, desde enfoques
respectivamente políticos, culturales y sociales, sin que esto implique una exclusión mutua de
las diferentes definiciones.
En cada caso existe una referencia en el origen etimológico de la palabra capitalismo a la idea
de capital, y estas referencias son codependientes: quienes invierten, crean o adquieren
capital permanecen como legítimos propietarios (capitalistas) durante el proceso de
producción; la rentabilidad del capital invertido en un libre mercado de productos y servicios
es el eje central de la vida económica.
Estas definiciones serían:
El régimen económico en el cual la titularidad de los
medios de producción es privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen
de bienes de capital industrial basado en la propiedad privada.
La estructura económica en la cual los medios de
producción operan principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos
se racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital y hacia la consecuente
competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado.
El orden económico en el cual predomina el capital
sobre el trabajo como elemento de producción y creación de riqueza, sea que dicho fenómeno
se considere como causa o como consecuencia del control sobre los medios de producción por
parte de quienes poseen el primer factor.
Salvo en su específica combinación ninguna de las siguientes características es exclusiva del
capitalismo: la motivación basada en el cálculo costo-beneficio dentro de una economía de
intercambio basada en el mercado, el énfasis legislativo en la protección de un tipo específico
de apropiación privada (en el caso del capitalismo particularmente lockeana), o el predominio
de las herramientas de producción en la determinación de las formas socioeconómicas. Así,
sólo el conjunto codependiente de tales características puede ser considerado un sistema
capitalista, organizativamente en torno a las relaciones sociales que produce en determinados
espacios, independientemente se vea de forma favorable o no, sería:
El sistema económico en el cual las relaciones sociales
de producción y el origen de la cadena de mando –incluyendo la empresaria por delegación–
se establece desde la titularidad privada y exclusiva de los accionistas de una empresa en
función de la participación en su creación en tanto primeros propietarios del capital. La
propiedad y el usufructo queda así en manos de quienes adquirieron o crearon el capital
volviendo interés su óptima utilización, cuidado y acumulación, con independencia de que la
aplicación productiva del capital se genere mediante un trabajo colectivo y conjunto, material
e inmaterial, por cada uno de los actores de la misma empresa.
Para definir al capitalismo es necesario describir todos sus principios básicos, ya que si bien
existe un consenso sobre su definición, este es de un nivel muy básico y suelen confundirse las
características atribuidas al capitalismo (algunas suelen ser erróneas) con el capitalismo como
sistema.
Una de las interpretaciones más difundidas señala que en el capitalismo, como sistema
económico, predomina el capital sobre el trabajo como elemento de producción y creador de
riqueza. El control privado de los bienes de capital sobre otros factores económicos tiene la
característica de hacer posible negociar con las propiedades y sus intereses a través de rentas,
inversiones, etc. Eso crea el otro distintivo del capitalismo que es el beneficio o ganancia como
prioridad en la acción económica en función de la acumulación de capital que por vía de
apropiación lockeana puede separarse del trabajo asalariado.
En las democracias liberales se entiende muchas veces el capitalismo como un modelo
económico en el cual la distribución, la producción y los precios de los bienes y servicios son
determinados en la mayoría de las veces por alguna forma de libre mercado. Ciertas corrientes
de pensamiento discuten si esta es la definición exacta de capitalismo o si sólo se trataría de
una de sus características.
Generalmente, el capitalismo se considera un sistema económico en el cual el dominio de la
propiedad privada sobre los medios de producción desempeña un papel fundamental. Es
importante comprender lo que se entiende por propiedad privada en el capitalismo ya que
existen múltiples opiniones, a pesar de que este es uno de los principios básicos del
capitalismo: otorga influencia social a quienes detentan la propiedad de los medios de
producción (o en este caso el capital), la burguesía, dando lugar a una relación jerárquica de
funciones entre el empleador y el empleado. Esto crea a su vez una sociedad de clases móviles
en relación con el éxito o fracaso económico en el mercado de consumo, lo que influye en el
resto de la estructura social según la variable de capital acumulada; por tal razón en el
capitalismo la pertenencia a una clase social es movible y no estática.
Sobre la propiedad privada, el capitalismo establece que los recursos invertidos por los
prestadores de capital para la producción social, deben estar en manos de las empresas y
personas particulares que los adquieran. De esta forma a los particulares se les facilita el uso,
empleo y control de los recursos que utilicen en sus labores productivas, de los que, a fines
empresariales, podrán usar como mejor les parezca.
La libertad de empresa propone que todas las empresas sean libres de conseguir recursos
económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el
mercado que éstas dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen
desarrollar y el momento para entrar o salir de éste. La libertad de elección se aplica a las
empresas, los trabajadores y los consumidores, pues la empresa puede manejar sus recursos
como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo cualquiera que esté
dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de escoger lo que desean consumir,
buscando que el producto escogido cumpla con sus necesidades y se encuentre dentro de los
límites de su ingreso.
Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o personas que ofrecen
y venden un producto (son oferentes) en un mercado determinado. En dicho mercado también
existe un gran número de personas o empresas, denominadas consumidores (también
llamados demandantes), las cuales, según sus preferencias y necesidades, compran o
demandan esos productos o mercancías. A través de la competencia se establece una
«rivalidad» o antagonismo entre productores. Los productores buscan acaparar la mayor
cantidad de consumidores/compradores para sí. Para conseguir esto, utilizan estrategias de
reducción de precios, mejoramiento de la calidad, etc.
El capitalismo se basa ideológicamente en una economía en la cual el mercado predomina,
esto usualmente se da, aunque existen importantes excepciones además de las polémicas
sobre qué debe ser denominado libre mercado o libre empresa. En éste se llevan a cabo las
transacciones económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen productos y
las que los demandan. El mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los
precios según los cuales se intercambian las mercancías (bienes y servicios), permite la
asignación de recursos y la distribución de la riqueza entre los individuos.
Cada uno de los actores del mercado actúa según su propio interés; por ejemplo, el capitalista,
quien posee los recursos y el capital, busca la maximización del beneficio propio por medio de
la acumulación y reproducción de los recursos, del capital; los trabajadores, quienes trabajan
por la recompensa material que reciben (el salario) y, por último, los consumidores, quienes
buscan obtener la mayor satisfacción o utilidad adquiriendo lo que quieren y necesitan al
menor precio posible.
La doctrina política que históricamente ha encabezado la defensa e implantación de este
sistema económico y político ha sido el liberalismo económico y clásico del cual se considera
sus padres fundadores a John Locke, Juan de Mariana, Adam Smith yBenjamin Franklin. El
pensamiento liberal clásico sostiene en economía que la intervención del gobierno debe
reducirse a su mínima expresión. Sólo debe encargarse del ordenamiento jurídico que
garantice el respeto de la propiedad privada, la defensa de las llamadas libertades negativas:
los derechos civiles y políticos, el control de la seguridad interna y externa (justicia y
protección), y eventualmente la implantación de políticas para garantizar el libre el
funcionamiento de los mercados, ya que la presencia del Estado en la economía perturbaría su
funcionamiento. Sus representantes contemporáneos más prominentes son Ludwig von Mises
y Friedrich Hayek por parte de la llamada Escuela de Viena de economía; George Stigler y
Milton Friedman por parte de la llamada Escuela de Chicago, existiendo profundas diferencias
entre ambas.
Existen otras tendencias dentro del pensamiento económico que asignan al Estado funciones
diferentes. Por ejemplo los que adscriben a lo sostenido por John Maynard Keynes, según el
cual el Estado puede intervenir para incrementar la demanda efectiva en época de crisis.
También se puede mencionar a los politólogos que dan al Estado y a otras instituciones un rol
importante en controlar las deficiencias del mercado (una línea de pensamiento en este
sentido es el neoinstitucionalismo)
Origen
Sede del Banco Mundial.
Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el
capitalismo como sistema económico, en teoría, no apareció hasta el siglo XVI en Inglaterra
sustituyendo al feudalismo. SegúnAdam Smith, los seres humanos siempre han tenido una
fuerte tendencia a «realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras». De
esta forma al capitalismo, al igual que al dinero y la economía de mercado, se le atribuye un
origen espontáneo o natural dentro de la edad moderna.1
Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las
Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las
grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y
fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en
Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden
económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo
comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en
producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial
que tuvo lugar en el siglo XIX.
Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más
características del capitalismo, el empresario, que es, según Schumpeter, el individuo que
asume riesgos económicos no personales. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de
una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido,
tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos
resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener
pérdidas o ganancias.
El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del
Renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad,
facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las
condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo en las naciones
europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que
generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor
crecimiento, lo cual generó industrialización en las regiones del norte.
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