INTRODUCCIÓN A La síntesis de las yogas
de Sri Aurobindo
Capítulo I «Las cuatro ayudas»
por
Kireet Joshi
Transcripción de la serie de 16 conferencias dictadas por el filósofo indio Kireet Joshi en la Super School
en torno al primer capítulo del libro de Sri Aurobindo La síntesis de las yogas
Auroville, India
2
Traducido al español a partir del pdf en inglés:
Sri Aurobindo: The Synthesis of Yoga. Introduction to Chapter I: The Four Aids, by Kireet Joshi, 2001
Traducción y pdf en español:
[email protected] Bogotá (Colombia), 2012
3
Introducción a La síntesis de las yogas Capítulo I: “Las cuatro ayudas” 1
Conferencia 1 4
Conferencia 2 18
Conferencia 3 32
Conferencia 4 55
Conferencia 5 68
Conferencia 6 82
Conferencia 7 98
Conferencia 8 113
Conferencia 9 122
Conferencia 10 133
Conferencia 11 149
Conferencia 12 165
Conferencia 13 182
Conferencia 14 197
Conferencia 15 212
Conferencia 16 230 1 Las conferencias que el profesor Joshi dictó sobre el primer capítulo del libro de Sri Aurobindo La vida divina, titulado “La aspiración humana”, condujeron a una pregunta por parte de los estudiantes: “Entendemos que el objetivo de la vida es realizar la vida divina en la propia Tierra y que esta aspiración humana se justifica tanto intuitiva como racionalmente. La pregunta ahora es: ¿Cómo realizar esta vida divina?”. A raíz de esta pregunta, el profesor Kireet decidió dictar un curso en torno al primer capítulo de la otra obra fundamental de Sri Aurobindo, La síntesis de las yogas, titulado “Las cuatro ayudas”, ya que este resume el “cómo” de la vida divina.
4
Conferencia 1 «La yoga-‐siddhi, la perfección que proviene de la práctica de la yoga, se puede alcanzar mejor mediante el trabajo combinado de cuatro grandes instrumentos. Primero está el conocimiento de las verdades, los principios, los poderes y los procesos que rigen la percatación: la shastra». Algunos procesos pueden ser muy cortos cuando uno desea moverse muy rápido, y si se conocen los principios entonces incluso los procesos pueden acortarse. El conocimiento de los procesos está condicionado por el conocimiento de los principios. Y los principios siempre se apoyan sobre la Verdad. Así que las verdades, los principios, los poderes y los procesos son las cuatro cosas necesarias. A cualquier libro que describa estas cuatro cosas se le llama shastra. Si ustedes leen el Bhágavad-‐guitá, por ejemplo, obtienen el mismo tipo de conocimiento de las verdades, principios, poderes y procesos. Es por eso que al Bhágavad-‐guitá también se le denomina yoga shastra. Si ustedes leen las Upanishad tienen lo mismo: verdades, principios, poderes y procesos. A las Upanishad también se les llama yoga shastra. Los Veda también contienen verdades, principios, poderes y procesos. Los Veda también se conocen como yoga shastra. Hay muchas otras yoga shastras en la India y también en otros lugares, en otras partes del mundo. Hay muchas, muchas shastras. Pero ninguna shastra aborda el problema con el que hemos comenzado. Hemos comenzado con la pregunta: “¿Cómo realizamos la vida divina en la Tierra?”. Algunas shastras sólo describen cómo ustedes pueden ascender hacia el Divino. Ellas no les dicen cómo volver. Ustedes suben, pero ellas no les dicen cómo bajar. Algunas les dicen cómo subir hasta cierto punto, pero no más allá de ese punto. Los Veda, por ejemplo, les dan la shastra para ir hacia arriba y también para bajar, pero no hasta ese punto que hará que la vida divina en la Tierra sea posible de manera colectiva. Eso requiere un descenso más avanzado. Por lo tanto este libro, La síntesis de las yogas, es el único libro que les dice cómo hacer realidad la vida divina en la Tierra. No sólo elevarse hacia el Divino, sino bajar al Divino a tal punto que toda la Tierra puede ser inundada con la Luz Divina.
Por lo tanto, hemos seleccionado este libro. Yo escogí los Veda inicialmente, sólo para empezar, sólo para que prepararan sus mentes, ya sea que los recuerden o no, no importa. Volveremos de nuevo algún
5
día sobre todo eso que hemos tratado en la primera parte de nuestra jornada. Pero eso creó un clima en sus mentes. Así que todo lo que viene ahora no será tan extraño como habría podido ser. Un día estudiaremos las Upanishad, por lo menos algunas de ellas. Un día estudiaremos también el Bhágavad-‐guitá, porque eso les dará un pasaje. También estudiaremos lo que Cristo, por ejemplo, ha dicho sobre el movimiento hacia el Divino, la manifestación del Amor Divino en la Tierra, por ejemplo. Hay muchos procesos de ese tipo y saldremos al encuentro de muchos de ellos.
Pero este libro, La síntesis de las yogas, es el único libro que les brinda la exposición más articulada e intelectualmente la más satisfactoria. Todas las preguntas que ustedes puedan tener acerca de las verdades, principios, poderes y procesos de la realización divina en la Tierra, todo eso está aquí plenamente abordado. Es más, esa plenitud no está todavía completa en este libro. Si ustedes leen el libro entero hallarán hacia el final que está incompleto. Le siguen trece volúmenes titulados La agenda de Madre —L'Agenda de Mère— y Madre misma dijo que esos libros son la continuación de La síntesis de las yogas. Es muy grande, muy compleja, detallada, extremadamente científica, microscópica —al igual que cuando uno ve por un microscopio y puede observar las cosas diminutas mucho más ampliadas, de manera similar estos dos volúmenes de La síntesis de las yogas y los trece volúmenes de La agenda de Madre son un lienzo que se despliega ante nosotros.
Pero el primer capítulo les da lo que necesitan saber. Ese es un gran consuelo, que tenemos todo aquí. Si ustedes leen este capítulo con mucho cuidado y después siguen adelante, entonces lo demás llegará con facilidad. Es por eso que voy entrando en este capítulo poco a poco, sin ninguna prisa, para que ustedes capten cada palabra tan íntegramente como sea posible.
Por lo tanto, el primer instrumento de la percatación yóguica es el conocimiento de las verdades, principios, poderes y procesos de la yoga que conducen a la percatación.
«A esto le sigue una acción paciente y persistente en las líneas establecidas por el conocimiento, la fuerza de nuestro esfuerzo personal —utsāha». Incluso si ustedes saben cuál es el proceso, eso no los llevará a percatarse de quiénes son, a menos que hagan un esfuerzo por sí mismos. ¿Un esfuerzo de qué tipo? Paciente y persistente. No tengan la
6
ambición de percatarse ahora, en este momento, sean pacientes. No digan: “Llevo doce años haciendo sādhana y no ha sucedido nada”. No se preocupen, treinta y seis años es un mínimo. No importa. Incluso setenta años no son suficientes. Así que paciencia. Pero si ustedes no tienen ambición, encontrarán cada vez suficientes signos de su progreso que les darán un impulso para seguir adelante. No hay necesidad de decepcionarse en este proceso. Si ustedes se sienten decepcionados significa que no saben ser pacientes. Cuando se sientan decepcionados recuerden que son muy impacientes. Recuerden que tienen una ambición demasiado grande. Y en este proceso no se debe tener ambición. Permitámonos hacer en cada momento lo que hay que hacer, tan perfectamente como sea posible, y en su debido momento todo se cumplirá. Así que paciencia es una palabra muy importante.
Y eso no es suficiente: persistencia. Constantemente tienen que hacer un esfuerzo, ya sea despiertos o en sueños, ya sea que estén cansados o tengan mucho calor. En cada estado en que se encuentren deben hacer un esfuerzo persistente y el esfuerzo mínimo es el más simple: aspirar. La aspiración es el esfuerzo mínimo. Ustedes sólo aspiran: “Yo quiero la vida divina”. Esa es la aspiración. Simplemente querer: “Yo quiero la vida divina”, siguen diciendo. Incluso cuando están cansados, simplemente dicen: “Yo quiero la vida divina”. Aún cuando no estén haciendo un esfuerzo, no importa, simplemente digan: “Yo quiero la vida divina en la Tierra”. Persistentes, todo el tiempo con un mantra: “Yo quiero la vida divina en la Tierra”. Esto se llama utsāha en sánscrito. Utsāha en realidad es entusiasmo. Nos deberíamos sentir llenos de entusiasmo. Pero cuando ustedes no se sientan entusiasmados, el único esfuerzo que deben hacer es no ceder, no derrumbarse. E incluso si se caen, entonces digan: “Aún caído, yo soy Dios”. Y se levantan una y otra y otra vez. Ese es el segundo factor. El conocimiento de las verdades, principios, poderes y procesos que rigen la percatación, basado en un esfuerzo persistente, en un esfuerzo paciente.
Luego interviene un tercer factor:
«En tercer lugar intervienen —para jalonar nuestro conocimiento y esfuerzo hasta el ámbito de la experiencia espiritual— la sugerencia directa, el ejemplo y la influencia del Maestro —gurú».
7
Cuando sus conocimientos se incrementan, incluso cuando sus esfuerzos se incrementan, sus vidas son jalonadas; ustedes han elevado la totalidad de su ser. Deben imaginar que estamos en un hoyo y que ustedes están haciendo un gran esfuerzo para salir del hoyo. Entonces hay alguien que los empuja: esta es una garantía tremenda, siempre hay alguien alrededor que está listo para empujarlos hacia arriba. Con una sola condición: ustedes deben alzar las manos. Es decir que cuando ustedes elevan su esfuerzo, hay alguien que los jalona hacia arriba. ¿Qué es eso que los jalona hacia arriba? Tres cosas: la sugerencia directa, el ejemplo y la influencia del maestro. Siempre hay un maestro cerca de cada uno de ustedes y siempre llega a tiempo, siempre, pueden estar seguros de eso.
Cuando Áryuna quiso un maestro, se encontró allí mismo con que el auriga era su maestro. Cuando él llegó en el carro al campo de batalla no sabía que Sri Krishna, que era su auriga, lo iba a adiestrar. Sólo sabía que Sri Krishna iba a conducir su carro. Áryuna no sabía que entraría en una crisis, que una gran duda lo asaltaría, pero cuando surgió la duda sólo tuvo que girar hacia su auriga y allí estaba la respuesta. Esta es una garantía en la yoga. Siempre, siempre, siempre un maestro se encuentra cerca de nosotros. Tal vez no seamos conscientes de él; pero cuando ustedes se plantean una pregunta, si se levantan, encuentran al maestro justo a su lado, y él los jalonará.
Hay tres maneras de jalonar. La sugerencia directa. Si leen el Bhágavad-‐guitá, que es una historia, sabrán muy fácilmente cómo Sri Krishna le da a Áryuna una sugerencia oral, y luego le da su propio ejemplo, y luego lo influencia con su presencia. Es como el mesmerismo, el carisma del maestro es tan atractivo, el maestro es tan atractivo que se vuelve irresistible. Y ustedes tienen que seguirlo porque es el maestro. Así que él les da una sugerencia, les da un ejemplo de sí mismo en cuanto a cómo ha alcanzado, cómo ha encarnado su propia percatación, y luego les da tal poder de atracción, que ustedes son jalonados. Este es el tercer factor: el maestro. En sánscrito la palabra para maestro es gurú.
Primero es la shastra, segundo el utsāha y tercero el gurú.
Ahora sólo falta el cuarto factor. ¿Cuál es el cuarto factor? Sri Aurobindo ya dio el cuarto factor cuando usó la palabra paciencia. Sean pacientes. Es cuestión de tiempo. El tiempo es el cuarto factor.
«Por último viene la instrumentación del Tiempo —kāla, ...».
8
El tiempo en sánscrito se dice kāla. ¿Por qué kāla, por qué el tiempo? Sri Aurobindo explica:
«... porque en todas las cosas hay un ciclo de acción propio y un periodo de movimiento divino». Si siembran una semilla, tienen que esperar algún tiempo antes de que brote. No pueden sembrar una semilla y que de inmediato comience a brotar. Brota y luego da flores y luego da frutos. Lleva su tiempo. En cada cosa hay un límite de tiempo diferente. Algunas cosas dan frutos inmediatos, mientras que otras toman mucho tiempo. Todo tiene un ritmo. Así que ustedes deben saber la cantidad de tiempo que cada cosa tomará. De acuerdo con ello, ustedes proceden. La ciencia del tiempo en toda su complejidad debe ser entendida por un yogui, por cualquiera que se mueva hacia adelante, hacia su propia percatación.
Esto es todo lo que Sri Aurobindo dice en todo el capítulo y en todo el libro. También en los trece volúmenes de la Agenda. Estas cuatro cosas vuelven una y otra y otra vez. Si conocen estas cinco líneas, ya conocen todo el secreto de la yoga. Todo lo que ahora vamos a hacer es un resumen, un resumen largo, de estos cuatro elementos.
Ahora voy a repetir, como les dije voy a volver una y otra vez sobre esto. Voy a leerlo de nuevo.
«La yoga-‐siddhi, la perfección que proviene de la práctica de la yoga, se puede alcanzar mejor mediante el trabajo combinado de cuatro grandes instrumentos. Primero está el conocimiento de las verdades, los principios, los poderes y los procesos que rigen la percatación —la shastra. A esto le sigue una acción paciente y persistente en las líneas establecidas por el conocimiento, la fuerza de nuestro esfuerzo personal —utsāha. En tercer lugar intervienen —para jalonar nuestro conocimiento y esfuerzo hasta el ámbito de la experiencia espiritual— la sugerencia directa, el ejemplo y la influencia del Maestro —gurú. Por último viene la instrumentación del Tiempo —kāla, porque en todas las cosas hay un ciclo de acción propio y un periodo de movimiento divino». Ahora vamos a cerrar el libro y volveremos sobre él después de un rato.
La primera palabra que se da en este párrafo es yoga-‐siddhi. Es una palabra muy importante. Siddhi significa perfección. La perfección que
9
llega con la yoga. Yoga-‐siddhi es una palabra compuesta. Yogena siddhi: la siddhi que proviene de la yoga. Hay muchas siddhis que se pueden conseguir sin la yoga, pero no la siddhi de la vida divina. La vida divina en la Tierra sólo puede lograrse mediante un proceso de yoga. He ahí el por qué de la necesidad de la yoga. No se puede evitar la yoga. Incluso aquellas personas que quieren evitar la yoga, en secreto hacen yoga. Como dice Sri Aurobindo:
«Toda vida es yoga». Lo sepan o no, les guste o no. A Madre le preguntaron alguna vez: “¿Por qué les debemos enseñar yoga a los estudiantes?”. Esta cuestión se planteó porque a menudo se decía que debía enseñarse yoga sólo a quienes querían hacer yoga. No empujes a nadie a la yoga. No le digas a alguien: “Ahora haz yoga y practícala”, le guste o no. Es una cosa muy sabia nunca empujar a nadie. Entonces surge la pregunta: si ustedes han decidido hacer yoga, por supuesto deben aprender yoga, pero si no han decidido hacer yoga, ¿por qué deberían enseñarles yoga? La respuesta es que cada uno en este mundo está secretamente haciendo yoga. Todo el mundo. Pero lo hacen lentamente, sin darse cuenta, tardíamente, con un gran retraso. Cuando uno dice que no quiere hacer yoga, significa que no quiere hacer yoga conscientemente. Sólo significa que no la quiere hacer rápido. Sólo significa que quiere demorarse en la ruta, que quiere perder el tiempo. Ese es el significado que tiene la frase cuando alguien dice: “Yo no quiero hacer yoga”. Pero cualquiera que quiere moverse rápido, cualquiera que quiere la perfección, incluso si no conoce la palabra yoga, no importa, desde el momento en que está haciendo un esfuerzo para moverse hacia arriba, está haciendo yoga.
De hecho, yo mismo examiné esta cuestión antes de tomar este libro. Les pregunté a ustedes si querían hacer yoga o no. Estuve esperando durante seis meses. Y observé si realmente querían hacer yoga y recibí respuestas suficientes de cada uno de ustedes de que querían hacer yoga. En una forma u otra. No es que cada uno haya respondido de la misma manera, con el mismo tipo de intensidad, pero cada uno de ustedes se esfuerza por alcanzar la perfección. Eso es lo que hallé en todas sus actividades. Cada uno lo ha estado haciendo con intensidad. Y entonces, porque estoy seguro de que cada uno de ustedes está buscando la perfección y que la piden desde el interior de su ser, es por ello que hemos asumido este curso. En cualquier caso, como les dije, ya sea que lo pida o no, cada uno tiene que practicar yoga. En cualquier caso hay una justificación. Toda vida es yoga, por tanto, saber yoga,
10
aprender sobre yoga, hacer yoga es simplemente algo normal, automático de hacer. Pero en su caso es más especial porque conscientemente ustedes se están esforzando por la perfección. Y esta perfección no puede venir sin el conocimiento de la yoga, sin la shastra de la yoga. Por mucho que intenten, si no conocen la shastra de la yoga no pueden alcanzar la perfección.
Por supuesto, hay personas que llegan a conocer la yoga poco a poco. En las Upanishad había un proceso para el aprendizaje de la yoga. El discípulo solía ir donde el maestro y decirle: “Enséñame”. Entonces el maestro le daba una sola fórmula, una pequeña frase, no le enseñaba todo el principio de la yoga, ni todo el libro de la yoga. Y luego le decía: “Ahora medita en ella”. Pasaban los años en torno a una sola frase. Se percataba en ese aspecto y luego volvía donde el maestro de nuevo y le decía: “Ahora enséñame”. Nuevamente el maestro le daba otra frase para que reflexionara, para que meditara, para que practicara. Esa es otra forma de aprender yoga.
Nosotros tenemos la facilidad de los libros, en ese tiempo no había libros. Por lo tanto, hacemos uso de esta facilidad. Debido a que el libro está disponible, nos es posible leerlo de un solo golpe. O tanto como podamos. Es por eso que damos el gran paso de estudiar todo este libro. Vamos a leerlo en un lapso de diez años. Ese es nuestro programa: un programa de diez años para leer La vida divina y un programa de diez años para leer La síntesis de las yogas, ambos conjuntamente. Paciencia, no se preocupen si todavía queda mucho tiempo por dedicarle a esto. Vale la pena. Estos diez años de estudio son muy importantes.
En la India existía un sistema; si uno iba donde un maestro y le decía: “Enséñame”, normalmente el maestro decía que no. Había muchas pruebas previas para ver si realmente uno podía aprender, si uno era digno de aprender o no. Incluso cuando el maestro decía: “Bueno, te voy a enseñar”, a veces era sólo para probar. No sé si ustedes han leído “Una historia de iniciación”. Es un cuento que Madre relató en una clase.
Es la historia de un discípulo que quería aprender. Yusuf era el discípulo, Junjun era el maestro. Y el discípulo fue donde el maestro y le dijo: “Quiero aprender”. El maestro ni siquiera lo miró. Yusuf aguardó durante meses cerca de la casa del maestro hasta que un día el maestro le dijo: “Tengo un trabajo para ti”. En realidad era una prueba. Le dijo: “Tengo un amigo que vive al otro lado del río y quiero darle una
11
pequeña caja. Mantenla asegurada, dijo, sé muy cuidadoso y entrégala intacta, tal como es”. El discípulo estaba muy contento de que por fin el maestro le dijera algo y le confiara algo. Tomó la caja y emprendió su camino. Al mediodía, hacía mucho calor, así que descansó un rato. Mientras reposaba —la mente, como ustedes saben, es como un bazar, un mercado, allí muchas ideas vienen y van—, el chico comenzó a pensar en lo que podría contener la caja. Una muy simple pregunta surgió en la mente: “¿Puedo ver lo que contiene?”. Y recordó que el maestro había dicho: “Consérvala intacta”, lo cual significaba que no debía abrirla. Se trataba de mantenerla intacta, por supuesto. Se olvidó del asunto y siguió descansando. Una vez más la pregunta vino a su mente: “¿Qué hay en la caja?”. Una vez más argumentó consigo mismo: “¿Puedo abrirla? Sólo abrirla. Sólo echar un vistazo. No voy a hacer nada. Voy a mantenerla absolutamente intacta. No voy a tocar nada. Sólo voy a abrirla un segundo y volveré a dejarla como antes”. Luego dijo: “No, no, quién sabe, mi maestro se va a disgustar mucho”. Argumentó los pros y los contras, tesis y antítesis, el razonamiento dialéctico. Una vez más se fue a descansar, pero esta vez se levantó de un salto: “Déjenme ver, sólo eso. ¿Por qué estos argumentos regresan de nuevo? Voy a librarme de ellos en el momento en que pueda dar una sola mirada. Además, la caja no está cerrada, y si el maestro hubiera querido que yo no la abriera, la habría cerrado. Por lo tanto, significa que el maestro ya me dio una especie de permiso y puedo abrirla”. Y este joven no acababa de abrir la tapa, sólo por un segundo, cuando para su horror se encontró con una pequeña rata que saltó y corrió lejos. Ya pueden ustedes ver la condición de este hombre. ¿Cómo podía mantener la caja intacta? Allí había una pequeña rata. Y un segundo después ya no estaba intacta. Tan pronto como la tapa se abrió, la rata huyó. Él lo lamentaba tanto, tanto. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué la abrió? Con la cola entre las piernas, fue donde el amigo de su maestro y le dio la caja que no estaba intacta. Y el amigo del maestro abrió la caja y comprendió de inmediato lo que el discípulo había hecho y le dijo: “Mi querido Yusuf, has perdido una gran oportunidad. Tu maestro quería enseñarte. Él quería enseñarte, pero tú no puedes mantener ni siquiera esta pequeña cosa intacta. Te volviste tan impaciente. Comenzaste a tener este molino tan poderoso en tu mente. Si no puedes mantener a una pequeña rata dentro de esto, entonces este conocimiento, que es un tesoro tan grande, ¿cómo lo vas a mantener en tu mente? Por lo tanto, has fracasado. Siento mucho que hayas fallado. Pero no te dejes abatir. Es sólo una primera prueba y vendrán muchas más. Vuelve, practica la paciencia, practica mantener tu mente bajo control. No debes permitir
12
de nuevo que se convierta en una plaza de mercado. Haz que tu mente sea muy, muy tranquila”. Él regresó donde su maestro, que no dijo nada. Y de nuevo empezó a esperar, esperar y esperar. Aprendió las lecciones de la paciencia, aprendió las lecciones de aquietar la mente. Hizo mucha tapasyā. Finalmente el maestro se complació y le dio el conocimiento. Es una historia real. Yusuf se convirtió en uno de los grandes místicos de su tiempo y llegó a ser también un maestro.
Hay cinco cosas que cada profesor exige en India. Ningún libro de yoga se puede leer sin esta práctica. Así que ustedes deben practicar estas cinco cosas con paciencia, con persistencia. Ese es su utsāha. Ese es su esfuerzo. ¿Cuáles son estas cinco cosas?
Verdad Satya No-‐violencia Ahimsa Autocontrol Brahmacharya Autolimitación a lo mínimo Aparigraha No robar Asteya
Cada estudiante de yoga indio conoce estas cinco palabras. A cada estudiante de yoga se le pide que practique esto durante años y años y años. Esta no es una cosa pequeña que se puede practicar durante un tiempo corto, sino que toma mucho tiempo. Ustedes deben haber visto algunas de las declaraciones de Madre con respecto a Auroville. Incluso al escribir una carta, Madre decía que al final había que escribir: “Verdad”. A todas las personas en Auroville se les pide que, antes de firmar su nombre, escriban: “Verdad”. Esto es así porque en Auroville Madre pone la condición de la yoga. Auroville es un lugar de yoga, les guste o no. Es una yoga consciente. El hecho mismo de que ustedes hayan nacido en Auroville quiere decir que ustedes han decidido que quieren practicar yoga. Por lo tanto, la Verdad es el primer y fundamental principio.
Ahimsa es una palabra que equivale a inquebrantable buena voluntad. Ustedes deben saber que la propia Madre dijo que todas las personas de buena voluntad están invitadas a venir a Auroville. Este es el segundo principio de la yoga india que Madre estableció en Auroville. Practicar la buena voluntad es una práctica muy difícil. Una buena voluntad a toda prueba. Nuestra naturaleza humana es tan estrecha, se ve tan afectada por circunstancias estrechas, hay demasiada combatividad en nuestra naturaleza, tenemos que convertirla en una gran pelea a favor de la buena voluntad. Bajo todas las circunstancias debemos tener buena voluntad, una infaltable buena voluntad. Como
13
resultado no herimos a nadie. Mucha compasión, gentileza. Al hablar uno no debe hacerle daño a nadie. En la acción uno no debe hacerle daño a nadie.
Luego viene brahmacharya. Todos nosotros tenemos el tremendo poder del impulso. La yoga implica que debemos ser capaces de ver nuestros impulsos, controlar nuestros impulsos, dominar nuestros impulsos, eliminar nuestros impulsos hasta que sólo quede la Voluntad divina. Lo que queda detrás de los impulsos es la Voluntad del Divino. Todos los impulsos son distorsiones de la Voluntad divina. Así que cuando ustedes pueden controlar y dominar sus impulsos, y pueden acabar con ellos, lo que queda, que nunca puede ser eliminado, ya que siempre está ahí, eternamente, es la Voluntad divina. Ese es el significado de brahmacharya. Control de los impulsos, dominio de los impulsos y eliminación de los impulsos. Tres cosas. Eso es brahmacharya.
Luego la cuarta cosa es limitarse uno mismo al mínimo. Sus necesidades deben ser las mínimas. Sus deseos deben ser mínimos. Aparigraha. Parigraha significa acumular. Uno no para de acumular. ¿Por qué acumulamos demasiadas cosas? Porque queremos más y más y más, por eso nos la pasamos acumulando. Pero ustedes deben mantener sus necesidades al mínimo, deben ser como viajeros, sin demasiado equipaje, porque si tienen exceso de equipaje no pueden viajar con facilidad. Recuerden que aquí todos somos viajeros. Los viajeros construyen casas de un tipo muy diferente. Cuando hablamos de una vida divina sobre la Tierra, esa es la casa que queremos construir. Un hogar de vida divina. Por el momento estamos haciendo un viaje largo, muy largo, así que no lleven demasiado equipaje, conserven el mínimo. Ustedes deben ser capaces de renunciar a todo, en un instante si es necesario. Si se les pide que vivan en una pequeña casa de campo, deben ser capaces de hacerlo. Si se les pide que vivan en un palacio grande, deben ser capaces de hacerlo. Porque en ambos casos no necesitan nada más que el mínimo. Es muy fácil vivir en un palacio, si sus necesidades son mínimas. Pueden disfrutar del palacio muy bien. Pero si ustedes no saben cómo mantener sus necesidades al mínimo, incluso si les dan un palacio, no estará completo. No bastará. A ustedes les parecerá que no hay suficiente aquí y no hay suficiente allá. Se la pasarán encontrándole deficiencias. Ustedes no disfrutarán del palacio, de la libertad de un lugar enorme. Así que mantengan sus necesidades mínimas. Aparigraha. Ustedes no necesitan acumular; ustedes no desean llevar un equipaje grande a ninguna parte.
14
Lo último es no robar. Estamos constantemente necesitando lo que otros poseen. Esa es nuestra naturaleza humana normal y esa es la debilidad del ser humano. Codiciamos lo que otros tienen; queremos eso que los demás están disfrutando. Si tengo dos carros, ¿por qué no puedo tener tres? No porque necesitemos los tres carros, simplemente queremos poseerlos. Por lo tanto esa tendencia tiene que ser controlada. Por lo general la gente roba para poseer. Hay muchos tipos de robo. Si ustedes examinan su naturaleza, hallarán las muchas formas en que constantemente están robando del exterior; por parigraha, por acumular. Incluso si no necesitan, acumulan. Por eso, en las Upanishad hay una frase muy bonita: Ma gridhah kasya svid dhanam. Es una frase en sánscrito que me gustaría que recordaran, ya que está conectada con la última afirmación. Ma significa no, gridhah significa desear, kasya svid de nadie, dhanam significa riqueza. No desees la riqueza de nadie —incluyendo la tuya. Incluso tu propia riqueza no la desees.
Se dice que si practicas estas cinco cosas todos los problemas de la yoga se te plantean en la vida, y como necesitas saber cómo resolverlos, tienes que tener siddhi, y te das cuenta del objetivo de la yoga. Esto es lo que se nos propone ahora a todos nosotros. Que practiquemos estas cinco cosas a través de nuestra estudio de La síntesis de las yogas.
Esta es la primera parte de mi introducción al primer párrafo de este capítulo.
Hay una segunda parte que quiero exponerles porque es muy importante para la práctica de la yoga. Se relaciona con la shastra de la yoga. La primera ayuda es la shastra. Es el conocimiento de las verdades, principios, poderes y procesos que rigen la percatación. Ya les dije que debemos imaginar que estamos en un hoyo y queremos salir de ahí. Esta es la idea básica de toda yoga. Puede que no sepamos que estamos en un hoyo, muchas personas no saben que están en un hoyo, pero la yoga cobra significado cuando sabemos que estamos en un hoyo. ¿Cómo hemos caído a ese hoyo y cómo podemos salir de él? Esas son las verdades, principios, poderes y procesos que rigen la percatación. Madre dijo que uno está listo cuando tiene la sensación de que donde quiera que mire a su alrededor se siente limitado, como un pájaro en una jaula, que hacia donde gira, mira el cielo, pero se ve impedido, no puede volar, está preso. Así que cuando sientan que están apresados y que tienen estas ganas de volar, significa que están listos para la yoga consciente. Todo el mundo está haciendo yoga de todos modos. Sin saberlo, todos estamos tratando de huir de la jaula, pero
15
cuando ustedes realmente se sientan apresados, entonces es cuando se darán cuenta de que están listos para la yoga. Quieren volar, quieren ser libres. Una vez más les voy a dar una palabra sánscrita que es muy importante: mumukshutva —el deseo de ser libre, eso significa. La palabra moksha quiere decir liberación. El deseo de ser liberado se denomina mumukshutva —el deseo de tener moksha. Ustedes necesitan ser libres. Ustedes desean ser libres. ¿Por qué? Porque se sienten apresados. Cuando sienten que están en una jaula, que están bloqueados, entonces hay un deseo de ser libres.
La pregunta es: ¿Cómo quedaron presos? ¿Cómo se metieron en la jaula? ¡Semejante jaula de la que no pueden escapar! La respuesta a esta pregunta les da la verdad sobre la yoga. Si saben cómo quedaron presos, sabrán también cómo ser libres. Sólo hay una expresión que deben recordar a este respecto, les dará la clave para toda la yoga. Esa expresión es: concentración exclusiva de la conciencia. Ese término los llevará a través de todo el proceso de la yoga. Es una llave. Estamos apresados debido a la concentración exclusiva de la conciencia. Conté la historia de Yusuf; cuando se encontraba descansando él pudo haber pensado en cientos de cosas, ¡pero no! Se concentró exclusivamente en la caja. Incluso cuando trataba de olvidarla, regresaba de nuevo a ella. “¿Qué hay en la caja?”. No pudo librarse de esta pregunta. Es un ejemplo sencillo de concentración exclusiva de la conciencia. Se concentró de tal manera en la caja que todo lo demás quedó excluido —es decir, fue una concentración exclusiva. Volvía una y otra vez y otra vez a la caja. “¿Qué hay en la caja?”. Todos estamos apresados; todos estamos limitados porque todos estamos concentrados en nuestro pequeñísimo ámbito.
Si se examinan, verán que estamos todo el tiempo mirando hacia afuera. Lo que los atrapa todo el tiempo son los sonidos, las imágenes, los olores y los contactos que tienen. Estamos constantemente atraídos por ellos. Una vez más les doy una palabra sánscrita que es muy importante —bahirmukha. Mukha significa hacia, orientado a; bahir significa afuera. Bahirmukha significa que está orientado hacia el exterior. Estamos tan exclusivamente concentrados en lo externo que ni siquiera sospechamos que haya algo en el interior. Así que la primera frase de la yoga es: existe el interior. Mientras ustedes estén ocupados con el exterior, están obligados a sentirse apresados, no pueden escapar. Están en el hoyo y no pueden salir, porque se la pasan dando vueltas y vueltas y allí no hay solución. La solución está arriba y sólo pueden salir por arriba. Tienen que convertirse en lo que se llama antarmukha. Antarmukha significa que está orientado hacia el interior.
16
El primer paso de la yoga es volverse hacia adentro. La verdad es que estamos vueltos hacia afuera, de manera que la verdad de la yoga es volverse hacia adentro. Llevar una vida interior cuando normalmente llevamos una vida exterior. Entonces ustedes comienzan a llevar una vida interior. No hay yoga-‐siddhi sin vida interior. Tienen que vivir interiormente. Nuestra concentración actual es hacia el exterior. Yoga significa que ustedes se vuelven hacia el interior. Sólo giren hacia adentro. Al principio, cuando giran hacia adentro encuentran casi mera oscuridad o nada, el vacío. Es sólo la primera experiencia preliminar. Pero cuando lo hacen una y otra vez... sigan adelante, encontrarán que hay tanto al interior que antes ni siquiera sospechaban. Descubrir eso es descubrir la yoga. La yoga es el descubrimiento de los mundos interiores de la existencia. Hay mundos y mundos, tanto por conocer, tanto por aprender. Así que podríamos decir que el dispositivo de la yoga, el proceso, es volverse hacia adentro. Ese es el único proceso: volverse hacia adentro. Pero, luego, hay un proceso adicional. Volverse hacia el interior y conectar de nuevo con el exterior. Si sólo giran hacia el interior es posible que pierdan lo que está fuera, que también es una realidad. No debemos perder ninguno de los dos. Sin embargo, descubrirán que entre más se vuelven hacia el interior, más potencia adquieren para controlar el exterior. Este es el proceso mínimo, elemental de la yoga. Voltearse hacia adentro y luego conectar el interior con el exterior. Controlar y dominar el exterior con el interior, de manera que estén concentrados en el interior con el fin de dominar la concentración exterior. Desarrollan lo que se llama la concentración integral. Ese es otro término importante: concentración integral. Cuando son capaces de concentrarse integralmente, esa es la siddhi. Esa es la yoga-‐siddhi, la perfección que viene con la práctica de la yoga. Lograr la concentración integral es la materia temática de La síntesis de las yogas. Todo el libro versa sobre eso: cómo alcanzar la concentración integral. En el primer capítulo de La vida divina escuchamos la palabra supramente. Y una de las definiciones de la supramente es esta: es un poder de concentración integral.
Ahora ustedes cuentan básicamente con todo lo que hay que saber y no necesitan ninguna lección más en absoluto. Si practican estas cinco cosas: satya, ahimsa, brahmacharya, aparigraha, asteya, y si se giran hacia su interior con el fin de lograr la concentración integral, ya saben todo lo que necesitan saber. De hecho, esto es todo lo que quiero decirles en mi primera charla sobre este tema. Si ustedes vivieran en la época de las Upanishad, les habría dicho: “Regresen dentro de dos años.
17
Hemos terminado. Ya tienen todo lo que se necesita oír en esta etapa. Practíquenlo durante dos años, después de los cuales nos reuniremos”. Pero como estamos viviendo en una época en que los libros están disponibles —si los libros no estuvieran disponibles, con esto habría sido suficiente—, recorreremos el proceso de los libros.
18
Conferencia 2 Vamos a leer este primer párrafo. Es uno de los pasajes más inspiradores entre los escritos de Sri Aurobindo:
«La suprema Shastra de la Yoga Integral es el eterno Veda secreto en el corazón de cada ser que piensa y vive. El loto del conocimiento eterno y de la perfección eterna es un capullo cerrado y plegado en nuestro interior. Se abre rápida o gradualmente, pétalo por pétalo, a través de percataciones sucesivas, una vez que la mente del hombre comienza a girar hacia el Eterno, una vez que su corazón, ya no comprimido ni confinado por el apego a las apariencias finitas, se enamora, en cualquier grado, del Infinito. Toda vida, todo pensamiento, toda energización de las facultades, todas las experiencias pasivas o activas, se convierten a partir de entonces en tantos choques, que desintegran los tegumentos del alma y eliminan los obstáculos de la inevitable eflorescencia. Aquel que elige el Infinito ha sido elegido por el Infinito. Ha recibido el toque divino, sin el cual no hay despertar, no hay apertura del espíritu; pero una vez que se recibe, el logro es seguro, ya sea que se conquiste rápidamente en el curso de una vida humana o que se persiga pacientemente a través de muchos estadios del ciclo de la existencia en el universo manifiesto». Hay tantos tesoros en este párrafo, que tenemos que insistir en él de muchas maneras. Por lo tanto, debemos detenernos y echarle un vistazo a los tesoros. En primer lugar, sólo anotaremos todas las palabras importantes que se utilizan y luego le seguiremos el rastro a cada una de ellas en detalle.
La primera palabra es suprema Shastra. No sólo shastra, sino suprema Shastra. Esa es una palabra importante. La otra palabra es Yoga Integral, no yoga, sino “Yoga Integral”. Las siguientes son “eterno Veda”, a continuación están “conocimiento eterno” y “perfección eterna”, después “el Eterno” y “el Infinito”, luego una frase completa: “Aquel que elige el Infinito ha sido elegido por el Infinito”, y más adelante viene otra: “el logro es seguro”. Estas son las palabras o expresiones sobre las que nos detendremos.
19
Veamos suprema Shastra. Ya hemos visto el significado de la shastra en el primer párrafo. Así que vamos a volver atrás y a revisar esta palabra shastra. Shastra es el conocimiento de las verdades, principios, poderes y procesos que rigen la percatación. Es un corpus científico de conocimiento sobre las verdades, principios, poderes y procesos de la yoga. Ayer dije que hay muchas shastras de yoga: los Veda, las Upanishad, el Bhágavad-‐guitá son shastras. Luego hay muchas otras shastras, como la shastra sobre yoga escrita por Patanjali. Patanjali es un gran filósofo de la India cuya filosofía se conoce como filosofía yoga. Él escribió en frases cortas todo el sistema yóguico. Y hay muchas otras. Tenemos que distinguir entre todas estas shastras y la suprema Shastra. Es la suprema shastra porque pertenece a la Yoga Integral. Se hace referencia al término “Yoga Integral” especialmente para explicar la palabra “suprema”. La Yoga Integral es el tema de todo este libro, La síntesis de las yogas. Así que los términos “suprema shastra” y “Yoga Integral” están relacionados entre sí. Y el tercer término que está interrelacionado es “eterno Veda”.
Hay cuatro Veda: Rig Veda, Yajur Veda, Sāma Veda y Atharva Veda. Son las llamadas saṁhitās védicas. Saṁhitā significa antología, compilación. La recopilación de una serie de versos se llama saṁhitā. Es sólo una antología, lo cual significa que debe haber una colección mucho más grande. Se dice incluso anantaha vedaha. Anantaha significa sin límite, es decir, “ilimitados son los Veda”. Incluso los cuatro libros de los Veda que vemos físicamente son sólo una pequeña selección. Hay mucho más que no se ha recogido; y son ilimitados en el sentido de que ni siquiera se pueden recoger, no tienen límite porque contienen el conocimiento del Infinito. Al ser infinito el Infinito, el conocimiento de lo infinito es también infinito, y por lo tanto los Veda también son infinitos. El Infinito es Eterno y por lo tanto el conocimiento de lo eterno también es eterno. He ahí por qué el Veda es “eterno Veda”.
¿Por qué utilizamos el término “Yoga Integral”? En primer lugar debemos saber qué es la yoga. En realidad, esta es una pregunta que deberíamos haber planteado desde el principio, pero no lo hice deliberadamente. ¿Ustedes dan por sentado que saben? Yoga es una palabra sánscrita, pero ahora se ha vuelto bastante común en un número de idiomas. Al menos en inglés, francés y en todos los idiomas internacionales yoga se utiliza como una palabra nativa, pero originalmente es sánscrita. Proviene de la raíz yuj, que significa juntar, unir. El concepto significa, asume, que hay un proceso de juntura. La
20
yoga es el proceso de juntar. ¿Juntar qué, a quién? Juntar eso que está separado. Eso que fue separado, ahora debe unirse.
Voy a esta definición de yoga que Sri Aurobindo dio en toda su plenitud (página 6):
«En la cabal óptica tanto de la vida como de la yoga, toda vida es consciente o inconscientemente una yoga. Pues con este término nos referimos a un esfuerzo metódico encaminado a la perfección de sí mismo mediante la expresión de las secretas potencialidades latentes en el ser y [...] una unión del individuo humano con la Existencia universal y trascendente que vemos parcialmente expresada en el hombre y en el Cosmos». Es una frase difícil, pero la yoga es un tema difícil y hemos acordado hacer una tarea difícil, así que no seremos derrotados por ninguna dificultad.
“Pues con este término nos referimos a un esfuerzo metódico...”, un esfuerzo metódico, esa es una palabra importante. Hay esfuerzos que no son metódicos. Hacemos muchos trabajos en el mundo sin orden ni concierto. Dormimos de cualquier manera, caminamos de cualquier manera, comemos de cualquier manera, hablamos de cualquier manera, incluso cuando hacemos cualquier tipo de trabajo, lo hacemos de una manera muy desorganizada y muy irregular, impuntualmente; pero la yoga no es para nada así. En tanto somos irregulares, impuntuales, desordenados, significa que no hemos hecho ninguna yoga. La yoga significa un esfuerzo metódico. Es un esfuerzo que se metodiza, un procedimiento metódico. Esta es una característica muy distintiva. ¿Recuerdan cuando estábamos definiendo qué era “definición” y dijimos que una definición implica “diferenciación”, y que en una definición ustedes debían tener una palabra que marcara la diferencia? Volvemos a nuestra definición de la definición. Dijimos: “La definición es una declaración relativa a un término en la cual se da referencia a un término más amplio que el término que está en cuestión”. Cuando decimos: “El hombre es un animal”, hombre es un término que está por definir; cuando se dice “animal”, “animal” es un término más amplio que hombre, porque gato también es animal, el mundo animal incluye muchas, muchas cosas, incluido el hombre. En una definición ustedes deben tener un término mayor al término que están definiendo. Es correcto definir al hombre como un animal, porque se está dando un término más grande que el término que se define. Pero eso no es
21
suficiente, debe haber algo más, un término más amplio que el término que se define y además la diferenciación, que es la que indica la distinción exacta del término mayor en lo que respecta a este término. Cuando decimos: “El hombre es un animal racional”, la palabra racional distingue al hombre de todos los demás animales. Si ustedes dicen que el hombre es un animal, esa no es una definición completa; pero cuando ustedes dicen que el hombre es un animal racional o un animal ético o un animal estético, entonces lo están definiendo correctamente. Del mismo modo, si ustedes dicen que la yoga es un esfuerzo, ese es un buen movimiento hacia la definición, pero no es suficiente. La yoga es un esfuerzo metódico, eso sí la distingue de muchos tipos de esfuerzos. Pueden ver que las afirmaciones de Sri Aurobindo son tan precisas, que todo se hace perfectamente. La yoga es un esfuerzo metódico, por lo tanto la característica distintiva, la diferenciación está en que es metódico. El esfuerzo es un término más amplio, a un término más amplio se le llama género. En cada definición debe haber algo específico que la diferencia de todas las demás.
“Pues con este término nos referimos a un esfuerzo metódico...”, pero esto no es suficiente, la diferenciación aún falta. Es un esfuerzo metódico, pero hay muchos tipos de esfuerzos metódicos en el mundo. Llevar la contabilidad en la oficina también es un esfuerzo metódico. ¿Cómo distinguir la yoga de tantos otros esfuerzos metódicos? Así que Sri Aurobindo da más diferenciación y dice: “esfuerzo metódico encaminado a la perfección de sí mismo...”. Esta es la palabra importante. La propia palabra perfección es una palabra muy difícil de entender. Cuando ustedes dicen: “Esto es perfecto”, ¿qué significa realmente? Hay muchas cosas a las que se les puede llamar perfectas. Eso no es completo, por lo que Sri Aurobindo sigue adelante: “la perfección de sí mismo mediante la expresión de las secretas potencialidades latentes en el ser...”. Tú puedes ser perfecto al vestirte y decir que eso es perfecto. Tu vestido es perfecto, pero si te haces perfecto mediante la vestimenta eso no es yoga, porque no es una expresión de la potencialidad latente en ti. E incluso si vestirte hace parte de tu emoción estética, eso no basta. Todas las potencialidades de tu ser deben encaminarse hacia la perfección. Todo lo que es potencial en ti, cualquiera que sean las posibilidades en ti, las desarrollas en el grado más alto posible y entonces habrás satisfecho la condición de la yoga.
Repitámoslo:
22
«Por yoga nos referimos a un esfuerzo metódico encaminado a la perfección de sí mismo mediante la expresión de las secretas potencialidades latentes en el ser». De momento, esta es la mitad de la definición. Todavía tenemos que llegar a la otra diferenciación:
«... y [...] una unión del individuo humano con la Existencia universal y trascendente que vemos parcialmente expresada en el hombre y en el Cosmos». Ahora tenemos tres términos aquí: el individuo humano, la existencia universal y la existencia trascendente. Cuando estos tres se unen mediante un esfuerzo metódico, entonces ustedes tienen la yoga. La última frase es simplemente adjetiva porque si alguien hace la pregunta: “¿Qué es la existencia universal, qué es la existencia trascendental?”, entonces la respuesta de Sri Aurobindo es que las vemos a ambas parcialmente expresadas en el hombre y en el Cosmos. Si ustedes quieren entender lo que es la existencia universal y la trascendente, la respuesta es que pueden conocerlas en parte, hasta cierto punto, porque se expresan parcialmente en el hombre y en el Cosmos.
«Pues con este término nos referimos a un esfuerzo metódico encaminado a la perfección de sí mismo mediante la expresión de las secretas potencialidades latentes en el ser y [...] una unión del individuo humano con la Existencia universal y trascendente que vemos parcialmente expresada en el hombre y en el Cosmos». Tenemos que volver a esta definición, una y otra vez, tal vez mil veces, porque como todo el libro es un libro sobre yoga, tendremos que volver a esta palabra una y otra vez. Pero lo que es importante tener en cuenta es que la yoga es, en primer lugar, un esfuerzo metódico. Esa es la característica distintiva de la yoga. La segunda es que el objetivo de este esfuerzo es la perfección de sí mismo y que la perfección de sí mismo se efectúa mediante el desarrollo de las potencialidades que ya están en nosotros. Desarrollamos lo que está latente en nosotros, lo que está en potencia, todo lo que sea posible, todos los potenciales hasta la más alta perfección. Esa es una parte de la definición. Esfuerzo metódico encaminado a la perfección de sí mismo mediante la expresión de las potencialidades latentes en el hombre. La segunda
23
parte de la definición es: esfuerzo metódico encaminado a la unión del individuo humano con la existencia universal y trascendente. Cuando estos tres términos están unidos se completa la yoga. Cuando se hace un esfuerzo encaminado a, también es yoga. Yoga es tanto el proceso como el resultado. Cuando ustedes se unen por completo, se completó la yoga, eso es yoga-‐siddhi, pero el proceso también es yoga.
Es por eso que Sri Aurobindo utiliza las palabras “esfuerzo encaminado a”. La palabra “encaminado a” es muy importante porque incluso el proceso, cuando uno está “encaminado a”, también es yoga. Estas son las palabras que hay que recordar para la yoga.
Habiendo entendido esto, Sri Aurobindo ha utilizado las palabras “Yoga Integral”. ¿Qué es la Yoga Integral? El hecho es que la Yoga Integral integra diferentes yogas. Hay muchos sistemas de yoga. Cada yoga contiene tres elementos. Esta es la mejor manera de entender tanto la Yoga Integral como las demás yogas. Vamos por lo menos a darles algunos nombres a las distintas yogas, así será más fácil de entender.
Hay un sistema de yoga que se llama Hathayoga, luego están Rājayoga (rāja significa realeza, es la Yoga Real), Karmayoga (Yoga de las Obras), Jñānayoga (Yoga del Conocimiento ) y Bhaktiyoga (Yoga de la Devoción). Estos son los principales sistemas de yoga. Hay muchos otros, pero nos limitaremos sólo a cinco. Siempre que oigan la palabra yoga, para comprender mejor esa yoga en particular, ustedes deben hacer tres preguntas que les permitirán entenderla con facilidad.
¿Cuál es el objetivo de la yoga, el propósito, la finalidad de la yoga? Esta es la primera pregunta que deben hacer. La segunda pregunta es: ¿Cuál es el instrumento mediante el cual se busca alcanzar el objetivo? La tercera pregunta es: ¿Cuál es el proceso mediante el cual se ejercita el instrumento para alcanzar el objetivo? Si ustedes le formulan estas tres preguntas a cada sistema de yoga, tendrán una idea precisa sin mayor dificultad.
Llegar a esta conclusión, a esto que les estoy diciendo y que es tan simple, me tomó cinco años en mi propia vida. Pueden ver cómo Sri Aurobindo lo facilita. Yo solía hacer esa pregunta desde que tenía dieciséis años: ¿Qué es la yoga? Y conocí a muchas personas y les hice tantas preguntas y fueron tan confusas las respuestas que yo estaba totalmente ciego en lo que respecta a esta cuestión de qué es la yoga. Sólo cuando llegué hasta Sri Aurobindo y cuando leí este libro descubrí que él nos enseñó cómo responder a esta pregunta —“qué” es yoga—
24
de una manera muy precisa. Y él estableció aquí que todas las yogas tienen tres aspectos. Para empezar, yo ni siquiera sabía que había muchas yogas, porque la gente habla de la yoga de una manera muy general. Todos los que hablan de yoga, hablan como si sólo existiera la yoga, una y no otras yogas. Para mí este era un gran interrogante. Alguien decía que la yoga era esto, alguien decía que la yoga era aquello, y había tal confusión que me tomó cinco años aclarar mi mente sobre esta cuestión. Ustedes la resuelven muy fácil en cinco minutos. A eso se le llama progreso, al beneficio de llegar con el futuro. Otros se fatigaron y ustedes obtienen los frutos con mucha facilidad, pero ese es un privilegio generalizado. Ustedes tienen ahora el privilegio de conocer la clave mediante la cual se puede obtener una idea precisa de los diferentes sistemas de yoga. En primer lugar ya saben que hay diferentes sistemas de yoga y luego, si hacen estas tres preguntas, obtienen una idea precisa. Empecemos con la Hathayoga.
¿Cuál es el objetivo de la Hathayoga? El objetivo de la Hathayoga es un esfuerzo metódico mediante el cual se puede alcanzar la perfección del cuerpo. Este es el objetivo mínimo de la Hathayoga. La perfección del cuerpo no es un propósito de la Rājayoga, ni de la Bhaktiyoga, ni de la Jñānayoga, ni de la Karmayoga. Sólo la Hathayoga insiste en la perfección del cuerpo. Es yoga porque busca la perfección. ¿Cuál es el instrumento? El instrumento es el propio cuerpo. El cuerpo tiene potencialidades y posibilidades y la Hathayoga propone usar las potencialidades del cuerpo para poder llegar a su total perfección. La siguiente pregunta es: ¿Cuál es el proceso? El proceso es la asana. Los hatha-‐yoguis han descubierto los medios de perfeccionar el cuerpo mediante un proceso. Si uno se sienta en especiales y diferentes clases de posturas, entonces diversas potencialidades del cuerpo se desarrollan. Este es el conocimiento secreto descubierto por los hatha-‐yoguis. Los hatha-‐yoguis descubrieron que con sólo sentarse en una postura particular, se desarrollan ciertas facultades y capacidades del cuerpo. Hay otro proceso que se llama pranayama. Pranayama es el control de la respiración. Si uno respira de una manera particular, se desarrollan las facultades del cuerpo. Esto ahora es muy conocido. De hecho, en todo el mundo cuando hablan de yoga sólo quieren decir asanas y pranayama. Sólo se refieren a la Hathayoga. El hecho de que existen muchas otras yogas ni siquiera se le dice a la gente. A la gente sólo se le dice que la yoga son ejercicios de respiración y asanas. Hay muchos tipos de posturas para el cuerpo y la grandeza de esta yoga es que se descubren tantos e intricados procesos de posturas. Hacer un
25
estudio de la Hathayoga es en sí mismo un largo proceso y si uno practica Hathayoga es un proceso muy, muy largo. Y los resultados, los objetivos de la Hathayoga son conocidos. Te da una salud tremenda, incluso cuando no se desarrolla la potencia muscular. Los hatha-‐yoguis no son hombres musculosos, pero su salud es grandiosa. Pueden soportar cualquier tipo de frío, cualquier tipo de calor. El cuerpo se ha vuelto tan poderoso, que incluso en invierno pueden meterse al Ganges y nadar sin ninguna dificultad en absoluto. Hemos escuchado la historia del yogui Dayanand Saraswati que todas las noches solía ir a la orilla del Ganges casi desnudo y dormir sobre la arena fría, incluso en pleno invierno, sin que el frío lo afectara en absoluto. Esa es sólo una de las posibles realizaciones del cuerpo. El cuerpo puede alcanzar esta perfección. Los procesos son sólo dos: pranayama y asanas. Por lo tanto, el instrumento es el cuerpo, y pranayama y asana se metodizan. El método mínimo de pranayama es la inhalación y la exhalación —pero metódicas. Normalmente respiramos de cualquier manera, pero en yoga uno hace un esfuerzo metódico. Uno respira en un determinado proceso y hay un límite de tiempo dado: la inhalación es la mitad del tiempo de la exhalación, y luego está lo que se llama kumbhaka, cuando se mantiene la respiración fijamente en el cuerpo sin exhalar o inhalar y lentamente se aumenta este tiempo hasta que la respiración llegue a cada parte del cuerpo. Normalmente, inhalamos y exhalamos tan rápido que el aire no llega a todas las partes del cuerpo. Mantener la respiración en el cuerpo es muy importante. Produce muchos resultados, como la fuerza y otras capacidades. Los hatha-‐yoguis han encontrado muchos métodos mediante los cuales se obtienen como resultado grandes capacidades del cuerpo. Hay muchos hatha-‐yoguis que alcanzan tal fuerza que pueden doblar el acero con sólo retener el aliento en el pecho; el cuerpo se puede hacer tan liviano como sea posible, como una pluma; o puede volverse tan pesado como un elefante. Estas son potencialidades que han sido probadas, verificadas. Yo mismo vi a un hatha-‐yogui en una gran conferencia; el yogui se tendió en el suelo y pidió que lo levantaran; y cuatro hombres musculosos pasaron al frente y no pudieron levantarlo. Era un cuerpo muy pesado. Al rato dijo: “Ahora intenten levantarme de nuevo”, y lo levantaron con tanta facilidad, como a una pluma. Es sólo cuestión de cómo se respira, y el poder de la respiración, lo que hace que puedas ser muy pesado o muy liviano. Los hatha-‐yoguis pueden incluso vivir sin respirar. El yogui puede ser puesto dentro de una cueva de tierra donde no circule oxígeno, puramente sólida, y permanecer allí durante horas, y cuando la destapan él sale tan vivo como lo estamos ustedes y
26
yo. Estos han sido hechos demostrados, no se trata de historias o ficciones. En muchas partes de la India hay hatha-‐yoguis que pueden manifestar estos poderes. Ellos pueden prolongar su vida por un periodo indefinido. Conocí a un yogui en Uttar Pradesh llamado Devariya Baba. Un nombre muy famoso. Qué edad tenía, nadie lo sabía, pero se decía que eran por lo menos 400 años y solía permanecer absolutamente desnudo en verano y en invierno. Cuando lo conocí era invierno, él estaba sentado lejos y cuando fui hasta allí le dijo a su discípulo que me llamara. Había mucha gente, era una gran multitud, pero él me vio desde lejos y pidió que me llamaran. Dijo algunas cosas muy buenas sobre mí y luego añadió: “Ahora quiero nadar”. Su tarima estaba a orillas del río Yamuna, el agua era absolutamente helada, y él simplemente saltó al agua, desnudo, y nadó en el agua durante bastante tiempo y luego salió. Yo mismo lo vi. Su visión era perfecta a esa avanzada edad, me pudo ver desde semejante distancia tan larga; pudo hablar muy bellamente, no había señal alguna de debilidad en su voz, sólo su cuerpo parecía bastante viejo, ese es un hecho. Pero él era más que un hatha-‐yogui, también estaba haciendo un montón de otras yogas. En la India ustedes encuentran muchas hazañas extraordinarias de Hathayoga y estos resultados no son imaginarios: pueden ser verificados. Es la prueba de que la yoga es un proceso científico; al igual que en un laboratorio, se pueden ver los resultados y, asimismo, mediante la práctica de la yoga se pueden producir resultados efectivos.
Resumamos ahora. Hathayoga es un proceso de control de la respiración y postura del cuerpo por medio del cual las potencialidades del cuerpo se desarrollan hasta su máxima perfección posible. El objetivo es la perfección del cuerpo; el instrumento es el cuerpo; y el método es asana y pranayama.
Vamos ahora a estudiar la Rājayoga. El objetivo de la Rājayoga es alcanzar la perfección de los poderes mentales, y en segundo lugar descubrir y percatarse del individuo inmóvil, distinto de todo lo que es móvil. En nuestra experiencia normal, vemos sólo lo que es móvil. Incluso lo que es inmóvil, como la materia, la piedra, incluso eso es de alguna manera móvil. Incluso la piedra se convierte gradualmente en polvo, quizás después de miles de años, debido a que es móvil. Como ustedes saben, cada trozo de materia está compuesto de electrones y protones que se hallan en constante movimiento. Por lo tanto, incluso las cosas que se denominan estables, en realidad son móviles. La Rājayoga tiene por objeto el descubrimiento del individuo inmóvil que
27
se diferencia del móvil. Es un descubrimiento, ya que normalmente uno no encuentra algo inmóvil. Lo que es móvil se llama Naturaleza. Toda naturaleza es móvil. En sánscrito, el mundo de la naturaleza se llama Prakriti. El individuo inmóvil se llama Purusha en sánscrito. Un atributo especial del Purusha es que es inmóvil. Puede ser móvil, pero también es inmóvil. Este es un punto importante. El modo por el cual se puede distinguir entre Purusha y Prakriti es que mientras Prakriti siempre es móvil, Purusha es inmóvil, aunque puede ser móvil también, pero es inmóvil. Sin embargo, de acuerdo con la Rājayoga, el Purusha es inmóvil, nunca es móvil. Cuando uno va mucho más allá, en la Yoga Integral, descubre que el Purusha también es móvil. Pero con la Rājayoga sólo se percata del Purusha inmóvil, diferenciado de la móvil Prakriti. Y cuando esto ocurre, cuando se descubre el Purusha inmóvil, se tiene una experiencia de liberación. Es como si los tegumentos, los lazos que uno tiene con su cuerpo, con lo que es móvil, se rompieran. Se supone que los lazos son el cautiverio, las cuerdas de la esclavitud mediante las cuales uno está amarrado. Según la Rājayoga, el objetivo es propiciar el descubrimiento del individuo inmóvil, del Purusha, en una experiencia en la que el individuo sienta que se desvanecen los tegumentos mediante los cuales está amarrado a la movilidad. También se le llama la experiencia de la liberación: nos sentimos liberados. Nada, nada, nada lo afecta a uno a partir de entonces. El dolor no lo afecta, la felicidad no lo afecta, las relaciones no lo afectan, el cuerpo no lo afecta. Aún cuando el cuerpo esté en el dolor, el Purusha se experimenta como inmóvil. Es una extraordinaria experiencia la que se adquiere. Ese es el objetivo. Tiene dos aspectos: la perfección de los poderes mentales, y liberar al Purusha inmóvil de los lazos de la móvil Prakriti.
Los poderes mentales de un rāja-‐yogui son enormes. Hay un capítulo completo en el libro de Patanjali sobre la yoga, en el que se describen los poderes de la mente. Uno de los poderes de la mente es conocer el lenguaje de los pájaros, y si uno practica Rājayoga puede entender el lenguaje de las aves. Uno puede saber lo que está sucediendo a treinta mil kilómetros de distancia y puede ver con toda claridad los objetos relacionados con esa situación. Al igual que en Hathayoga hay poderes del cuerpo, también hay numerosos poderes de la mente. Hay un capítulo muy interesante de las Obras completas de Swami Vivekananda, quien dio un montón de conferencias, como ustedes saben, y una de ellas fue sobre los poderes de la mente, donde describe su encuentro con un yogui que desarrolló muchos de estos poderes. Una de las experiencias que tuvo cuando fue a encontrarse con este
28
rāja-‐yogui fue la siguiente: el yogui le dio un trozo de papel doblado y le dijo: “No lo abra”. Así que Vivekananda puso este pedazo de papel en su bolsillo y siguieron hablando largamente hasta que, de repente, el yogui le dijo: “Yo puedo decirle lo que está en su mente. Piense en una idea”. Así que Vivekananda pensó en una idea, una idea muy difícil, y en un idioma que supuso que este hombre no podría conocer en absoluto. Luego escribió esa frase y se la dio al yogui. Entonces el yogui le dijo: “Ahora, por favor, abra la hoja de papel que le di cuando entró”. Era exactamente la frase que Vivekananda había escrito mucho después de entrar en la habitación. Y el yogui le dijo: “Yo ya había decidido que usted pensara en esto cuando yo le pidiera que pensara”. Este es un ejemplo dado por Vivekananda, tomado de su propia experiencia personal. No es una ficción. Este es el poder de la mente. La Rājayoga puede desarrollar poderes extraordinarios de la mente. Hay un capítulo especial en el libro de Patanjali, Yoga-‐sutra. Sutra significa aforismo. En ese libro hay un capítulo que se llama “Vibhūti Pada”, vibhūti significa poderes extraordinarios. Ustedes pueden leer este capítulo un día.
Ahora la pregunta es: ¿cuál es el instrumento? Así como en la Hathayoga el instrumento es el cuerpo, en la Rājayoga el instrumento es la mente. Los rāja-‐yoguis no hacen todo tipo de asanas, con excepción de una o dos; ellos se concentran en la mente. La mente es el instrumento, la conquista de la mente.
¿Cuál es el proceso? El proceso es un movimiento gradual de la mente por el cual esta alcanza la concentración en estado de quietud. La mente se utiliza para desarrollar una capacidad de concentración hasta tal grado que en el estado de concentración hay una completa quietud, un silencio total de la mente. Este es el proceso, un proceso gradual y un movimiento gradual.
En Rājayoga son ocho los pasos del proceso. Los dos primeros pasos son los más largos. Toman muchísimo tiempo, años y años. El primer paso se denomina yama y el segundo niyama. En Rājayoga no se puede alcanzar la quietud de la mente a menos que se practique esto durante años y años. Ayer les hablé de cinco yamas: satya, ahimsa, brahmacharya, aparigraha, asteya (verdad, no violencia, autocontrol, autolimitación a lo mínimo y no robar). Estos son los cinco grandes yamas. En Rājayoga no se puede llegar a la quietud de la mente a menos que se practique esto durante años y años. Entonces la mente se vuelve un poco más controlada cuando se hace esta práctica durante años. Ser siempre sincero, no violento, controlar sus sentidos, una y otra vez, en
29
todas las distintas circunstancias. Y luego niyama: uno tiene que acatar las reglas de la vida cotidiana. Uno debe tener limpieza en primer lugar, ser absolutamente limpio todos los días. Y además debe estar contento, no tener rencores, ni quejas. Pase lo que pase, uno debe sobrellevarlo, aguantar y estar contento. Estar contento es una tarea muy difícil. Luego viene swadhaya, estudiar regularmente. Regularmente significa que uno debe leer a la hora adecuada, no a horas irregulares. Si es a las 10:30, eso significa que a las 10:30 uno tiene que estar aquí y estudiar por su cuenta, es un progreso libre, a uno no se lo imponen, es por su propia cuenta que uno quiere estudiar, y aunque sea difícil, uno va a estudiar. Luego viene Ishwara pranidana, la sumisión al Divino. Esos son los llamados niyamas, prácticas regulares en todas las circunstancias durante muchos, muchos años. Cuando uno ha hecho esto, entonces hace pranayama o puede hacer al mismo tiempo pranayama (control de la respiración) y asana, pero no como en Hathayoga. Sólo ejercicios de inhalar, exhalar y retener (puraka, rechaka, kumbhaka). En Hathayoga estos tres procesos son largos, con variados tipos de retención durante largas, largas horas. En Rājayoga es sólo lo suficiente, lo que resulte cómodo, no se insiste en que uno deba ser un gran controlador de su respiración. Y en Hathayoga hay varias clases de asanas, decenas de ellas. Sin embargo, en Rājayoga cualquier postura en la que uno se sienta cómodo es suficiente, pero uno debe ser capaz de sentarse en una postura por horas. Es una condición. Normalmente nos sentamos en una posición cómoda, luego la cambiamos y después de algún tiempo volvemos a acomodarnos y de nuevo la cambiamos. En Rājayoga lo que se suele proponer es que la espalda debe estar recta y erguida. La columna vertebral debe estar recta, la cabeza erguida, no caída hacia abajo, absolutamente recta, y uno debe ser capaz de mantener los pies cruzados, pero con comodidad. Para mucha gente esto no es fácil. En la India, por supuesto, la mayoría de los niños desde la infancia se sientan con las piernas cruzadas, así que no hay ningún problema. Sin embargo, no se impone que deba ser sólo un tipo de postura, es la postura que uno decida. Uno puede incluso acostarse, también es una postura, pero acostarse completamente quieto —no removiéndose en la cama, porque eso no es asana. Asana significa sentarse en una forma estática, realmente sentado. Ser capaz de vivir en un mismo lugar durante años también es asana. Los seres humanos tienen el hábito de deambular, de ir de un lugar a otro, pero según la Rājayoga uno debe ser capaz de vivir en un lugar por años y años y años. Pero lo mínimo es una postura cómoda y ser capaz de mantenerla durante bastante tiempo. Cuando uno se
30
siente cómodo en una postura y puede permanecer en esa postura durante bastante tiempo, entonces es cuando comienza la verdadera práctica de Rājayoga. Hasta aquí todo es preliminar. Ahora viene el proceso real.
El proceso real es el repliegue de la mente de todo, con excepción de un objeto que uno elige. Uno puede elegir cualquier objeto a su gusto, un libro o una piedra o la punta de una llama, puede incluso tener como objeto una palabra, como AUM [OM], y mantener la conciencia sólo sobre las letras de la palabra; uno puede concentrarse en cualquier objeto, la condición es que uno repliega su mente de todo lo demás. Esa es una tarea difícil. La mente corre detrás de muchas, muchas cosas, sobre todo cuando uno quiere centralizar su atención en un objeto. Replegar la mente de todos los demás objetos, excepto del que uno ha elegido, es el quinto paso de la Rājayoga. El primer paso es yama, niyama es el segundo, el tercer paso es asana, pranayama es el cuarto y el quinto es pratyahara. El significado de pratyahara es replegar la mente de todos los demás objetos, exceptuando aquel que uno ha elegido. El énfasis está puesto en el repliegue. Siempre que la mente corre, uno sólo se repliega; como caballos que corren y uno controlándolos. Y el sexto paso es cuando uno puede fijar la mente en ese objeto, al menos por algún tiempo. Habiendo replegado la mente de todo los demás, esta debería ser capaz de vivir, al menos por algún tiempo, en el objeto que uno ha elegido, sin desviarse, ser capaz de permanecer absolutamente en ese lugar, por lo menos por algún tiempo. Esto se llama dharana en sánscrito. Luego viene el siguiente paso, que consiste en que uno puede permanecer en ese objeto durante un tiempo largo. Eso se llama dhyana y es la séptima etapa de la Rājayoga. Dhyana es una concentración, llamada meditación o concentración. La concentración tiene dos variedades: meditación y contemplación. Luego viene el octavo paso: el samadhi. Samadhi es una palabra muy famosa en todo el mundo. Samadhi significa la absorción de la mente en el objeto. No hay ninguna diferencia entre la mente y el objeto, la idea y el objeto se hacen uno. Y en ese estado el objeto se vuelve luminoso. Todo lo que está en el objeto se vuelve conocido para uno, el objeto se revela. Uno no necesita leer los libros, este es el secreto de la Rājayoga. Swami Vivekananda —ustedes deben saber mucho acerca de él porque hizo yoga de una manera extraordinaria en el corto tiempo de su vida—, Vivekananda escribió en alguna parte: “Si hubiera conocido en mi infancia el poder de la yoga, el poder de la concentración de la mente, habría gastado mi tiempo desarrollando la
31
concentración y no leyendo libros, porque si uno sabe concentración entonces puede adquirir cualquier conocimiento que desee, incluso sin leer libros”. Este es el secreto que ha descubierto la Rājayoga. Mediante el conocimiento exterior uno puede obtener mucho, mediante la lectura, mediante la audición, uno puede obtener gran cantidad de conocimiento cierto, pero aún sin leer, sin escuchar, si uno sólo se concentra en un objeto, de forma automática el conocimiento florece en uno. Este es el descubrimiento de la Rājayoga, un descubrimiento extraordinario. Uno puede gobernar el conocimiento. Por tanto, si un rāja-‐yogui quiere algún conocimiento, sólo se concentra en el objeto y el conocimiento fluye. Esto puede parecer magia, pero esta es una aseveración de la Rājayoga. Si uno se concentra en cualquier objeto, el objeto se revela a sí mismo. La concentración tiene tal poder. Incluso cuando uno lee, se da cuenta de que si no se concentra, no entiende. Es un hecho. Es por eso que la gente dice que hay que leer con concentración, porque la concentración es el verdadero medio, y si uno no se concentra, el conocimiento no crece en uno. Así que, incluso cuando uno utiliza métodos externos, el verdadero método del conocimiento es la concentración. Sólo cuando uno se concentra, adquiere conocimiento.
Estos son los ocho pasos. Este es el proceso de la Rājayoga. El objetivo es, como les dije, la perfección del poder mental y el descubrimiento del Purusha inmóvil liberado de cualquier movilidad de la naturaleza. El instrumento es la mente y el método, el proceso, es óctuple: yama, niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana, samadhi.
Mañana nos ocuparemos de Karmayoga, Jñānayoga, Bhaktiyoga, y verán que en cada yoga el objetivo es específico, el instrumento es específico y el proceso es específico. Una vez que adquiramos el conocimiento de todas las yogas, entonces estaremos en condiciones de comprender la palabra “Yoga Integral”.
32
Conferencia 3 No sé si ustedes han leído la historia de la vida de Vivekananda. ¿No? Podríamos reservar un día para este fin, porque Sri Aurobindo cita a Vivekananda de vez en cuando en La síntesis de las yogas. Ahora permítanme leerles Los poderes de la mente. Esto está en conexión con la Rājayoga de la que les hablé ayer. ¿Cómo desarrollar las facultades mentales? ¿Qué tipo de poderes son esos? Se trata de una conferencia dictada por Swami Vivekananda en California el 8 de enero de 1900.
Ustedes quizás recuerden —para aquellos que no conocen su vida— que Swami Vivekananda fue a los Estados Unidos en 1893. Iba a tener lugar el primer Parlamento Mundial de las Religiones y sus amigos le dijeron: ¿Por qué no vas y hablas allá? Eso fue todo lo que le dijeron y él salió de la India para Estados Unidos. No tenía ropa abrigada. El rey de Khetri le regaló un chal; esa era la única cosa de lana que llevaba consigo. No tenía un pase qué presentar en el Parlamento Mundial de las Religiones, porque no era enviado por una institución de la India, iba por cuenta propia y ni siquiera había preguntado si iba a poder hablar allí. Él era tan inocente. La primera noche tuvo que dormir en una pequeña caja en una acera, porque no tenía casa, ni un lugar a dónde ir, en ese frío. Más tarde, un profesor lo conoció y fue quien lo llevó a la oficina de registro del Parlamento Mundial de las Religiones. Y el hombre que lo estaba registrando le preguntó: “¿Cuáles son sus credenciales? ¿A nombre de quién desea dirigirse al Parlamento Mundial de las Religiones?”. El profesor que lo acompañaba, y que se había ido impresionando cada vez más con Vivekananda, le respondió: “Solicitarle credenciales a este hombre es pedirle al Sol que muestre las credenciales de su luz”. Fue un tremendo homenaje el que le rindió este hombre a Vivekananda, que era tan sólo un joven. Así es como se le permitió entrar al Parlamento Mundial de las Religiones. Y las conferencias comenzaron. Uno por uno, los oradores intervinieron y, finalmente, alguien le pidió a él que hablara. Y él era tan tímido que ni siquiera pudo levantarse y decir una palabra. Sólo quedaban cinco minutos para que se cerrara la sesión del día. Y lo volvieron a convocar: “Ahora es su turno de hablar”. Él se puso de pie y dijo sólo tres palabras: “Hermanas y hermanos de América”. Sólo pronunció tres palabras y toda la asamblea se sintió tan sobrecargada que todos se levantaron y lo ovacionaron de pie, lo aplaudieron sólo con escuchar estas tres palabras. Luego habló durante sólo cinco minutos, pero al día siguiente él ocupaba los titulares de todos los periódicos de
33
Norteamérica. Ningún otro, sólo este jovencito. Esto demuestra la verdad de lo que él mismo dice aquí: que un hombre viene, habla unas pocas palabras, y toda una masa queda bajo su influencia. Ese es el poder. Porque cuando uno habla, no es la boca la que habla, no son las palabras las que hablan, es el hombre quien habla, es el espíritu que está ahí, es la tapasyā que ha hecho —¡y cuánta tapasyā había hecho él. Había viajado alrededor de todo el país sin absolutamente ninguna posesión —aparigraha. Y todo el tiempo yendo arriba y abajo con un único propósito: “Que mi país se despierte”, “Que mi país sea grande”. Todo el tiempo ofreciendo su país a los pies del Supremo. No había nada más en su vida. Fue esta tapasyā. Y las palabras que salieron no fueron palabras incidentales. La fórmula: “Hermanas y hermanos de América...” La India toda está en el sentido de la universalidad. Y es como si esta universalidad hubiera brotado de su lengua, por decirlo así. Cuando dijo: “Hermanas y hermanos de América”, no hubo diferencia entre indios y americanos, de forma tal que esa universalidad se manifestó en tres palabras. Fue eso lo que produjo un efecto tremendo. De hecho, uno de los mayores acontecimientos del siglo pasado fue la visita de Vivekananda a los Estados Unidos. Él fue allí como un hombre joven, sin ninguna posesión, sin saber cómo presentarse ante el Parlamento Mundial de las Religiones, y se convirtió en el más grande orador, en el mejor representante del Parlamento Mundial de las Religiones. Esa es la prueba de lo que dice aquí:
«En todo el mundo ha existido la creencia en lo sobrenatural a lo largo de los siglos. Todos nosotros hemos oído hablar de los acontecimientos extraordinarios, y muchos de nosotros hemos experimentado en persona algunos de ellos. Yo prefiero introducir el tema contándoles a ustedes ciertos hechos que yo mismo he experimentado. Una vez escuché de un hombre quien, si alguien se dirigía a él con preguntas en su mente, se las respondía de inmediato; y también me dijeron que predecía acontecimientos. Sentí curiosidad y fui a verlo junto con algunos amigos. Cada uno de nosotros tenía alguna pregunta en su mente, y, para evitar errores, escribimos nuestras preguntas y las guardamos en nuestros bolsillos. Tan pronto como el hombre vio a uno de nosotros, repitió nuestras preguntas y las respondió. Luego escribió algo en un papel, lo dobló, me pidió que lo firmara al dorso, y dijo: “No lo mire; póngalo en su bolsillo y manténgalo allí hasta que yo se lo pida de nuevo”. Y así hizo seguidamente con cada uno de nosotros. A continuación, nos contó acerca de algunos acontecimientos que nos
34
sucederían en el futuro. Luego me dijo: “Ahora, piense en una palabra o en una frase, de cualquier idioma que desee”. Pensé en una frase larga en sánscrito, una lengua que él ignoraba por completo. “Ahora, saque el papel de su bolsillo”, dijo. ¡Allí estaba escrita la frase en sánscrito! Él la había escrito una hora antes, con la observación: “Para confirmar lo que he escrito, este hombre pensará esta frase”. Y así fue. A otro de nosotros que había recibido un papel similar, que lo había firmado y lo había colocado en su bolsillo, también se le pidió que pensara en una frase. Él pensó en una frase en árabe, que era aún menos posible que el hombre supiera; se trataba de un pasaje del Corán. Y mi amigo la encontró escrita en el papel. Otro de nosotros era un médico. Él pensó en una frase de un libro de medicina alemán. Estaba escrita en su papel. Varios días más tarde fui de nuevo donde este hombre, pensando que quizás la primera vez yo había sido engañado de alguna manera. Llevé conmigo a otros amigos, y la segunda vez él también salió maravillosamente triunfante.
En otra ocasión yo estaba en la ciudad de Hyderabad, en India, y me dijeron de un brahmin que podía producir un sinnúmero de cosas, ¿de dónde?, nadie lo sabía. Este hombre estaba de negocios allí; era un caballero respetable. Y yo le pedí que me mostrara sus trucos. Dio la casualidad de que este hombre tenía fiebre, y en la India existe la creencia general de que si un hombre santo pone sus manos sobre un hombre enfermo, este se cura. Este brahmin se me acercó y me dijo: “Señor, ponga sus manos sobre mi cabeza para que esta fiebre se cure”. Yo le respondí: “Muy bien, pero usted me muestra sus trucos”. Él lo prometió. Puse mis manos sobre su cabeza, como lo deseaba, y más tarde él vino a cumplir su promesa. No tenía más que un taparrabos, le hicimos quitar todo lo demás. Yo tenía una manta que le di para que se envolviera, porque hacía frío, y lo hice sentarse en un rincón. Veinticinco pares de ojos lo miraban. Y él dijo: “Bueno, ahora escriban lo que quieran”. Todos escribimos los nombres de frutas que nunca han crecido en esa parte del país: racimos de uvas, naranjas, etc. Y le entregamos esos pedacitos de papel. Y de debajo de su manta empezaron a salir racimos de uvas, naranjas, y así sucesivamente, hasta el punto que si toda esa fruta se hubiera pesado, habría sumado el doble del peso que tenía el hombre. Nos pidió que nos comiéramos la fruta. Algunos de nosotros nos opusimos, pensando que era hipnotismo, pero el hombre comenzó a comer él mismo, así que todos comimos. Estaba perfecta. Terminó produciendo un montón de rosas. Cada flor era perfecta, con gotas de rocío sobre los pétalos, ninguno de
35
ellos dañado, ninguno lastimado. ¡Y montones de ellas! Cuando le pedí una explicación, el hombre me respondió: “Todo es un juego de manos”. Sea lo que fuere, parece imposible que pueda ser un mero juego de manos. ¿O acaso de dónde habría podido sacar tal cantidad de cosas?
Bueno, vi muchas cosas por el estilo. Al recorrer la India uno se encuentra con cientos de cosas similares en diferentes lugares. Están por todo el país. Incluso en este país ustedes encontrarán maravillas similares. Por supuesto que hay una gran cantidad de fraude, sin duda, pero entonces, cada vez que uno ve el fraude, uno también tiene que aceptar que el fraude es una imitación. Debe haber algo verdadero en alguna parte que está siendo imitado; no se puede imitar a partir de nada. La imitación tiene que ser de algo sustancialmente cierto.
En un tiempo muy remoto en la India, hace miles de años, estos hechos solían ocurrir aún más que en la actualidad. A mí me parece que cuando un país se vuelve muy densamente poblado, el poder psíquico se deteriora. En un vasto país, escasamente habitado, quizás haya más poder psíquico. Los hindúes, que son mentalmente analíticos, tuvieron en cuenta estos hechos y los investigaron. Y llegaron a algunas conclusiones sorprendentes, es decir, hicieron de ello una ciencia. Se dieron cuenta de que todo eso, aunque extraordinario, también es natural, no hay nada sobrenatural. Son hechos sometidos a leyes, al igual que cualquier otro fenómeno físico. No es un capricho de la naturaleza que un hombre nazca con tales poderes. Pueden ser estudiados, practicados y adquiridos de forma sistemática. A esta ciencia la denominaron la ciencia de la Rājayoga. Hay miles de personas que cultivan el estudio de esta ciencia, y para toda la nación se ha convertido en parte de la devoción diaria. La conclusión a la que han llegado es que todos estos poderes extraordinarios están en la mente del hombre. Esta mente hace parte de la mente universal. Cada mente está conectada con cada una de las demás mentes. Y cada mente, dondequiera que se encuentre, está en comunicación real con el mundo entero. ¿Han notado ustedes el fenómeno que se conoce como transmisión del pensamiento? Un hombre aquí está pensando en algo, y ese pensamiento se manifiesta en alguien más, en cualquier otro lugar. Con preparativos, no por casualidad, un hombre quiere enviarle un pensamiento a otra mente a distancia, y esta otra mente sabe que un pensamiento viene, y lo recibe, tal y como se le envía. La distancia no hace ninguna diferencia. El pensamiento se dirige y llega al otro hombre, y él lo entiende. Si tu mente fuera una cosa aislada aquí, y mi mente fuera una cosa aislada allá, si no hubiera ninguna conexión entre
36
las dos, ¿cómo sería posible que mi pensamiento te llegara? En los casos ordinarios, no es mi pensamiento el que te está llegando a ti directamente, sino que mi pensamiento tiene que disolverse en vibraciones etéreas y esas vibraciones etéreas entran en tu cerebro, y tienen que resolverse de nuevo en tus propios pensamientos. Aquí hay una disolución del pensamiento, y allá hay una resolución del pensamiento. Es un proceso de ida y vuelta. Sin embargo, en la telepatía no existe tal cosa, es directo. Esto demuestra que hay una continuidad de la mente, como los yoguis lo llaman. La mente es universal. Tu mente, mi mente, todas estas pequeñas mentes, son fragmentos de esa mente universal, pequeñas olas en el océano; y a causa de esta continuidad, podemos transmitir nuestros pensamientos directamente del uno al otro.
Ustedes ven lo que está sucediendo a nuestro alrededor. El mundo es un mundo de influencia. Una parte de nuestra energía es utilizada en la preservación de nuestros propios cuerpos. Más allá de eso, cada partícula de nuestra energía está, día y noche, siendo utilizada para influir en otros. Nuestros cuerpos, nuestras virtudes, nuestro intelecto y nuestra espiritualidad, todo eso está continuamente influyendo en los demás; y por lo tanto, a la inversa, estamos siendo influenciados por los demás. Esto está sucediendo a nuestro alrededor. Ahora, para tomar un ejemplo concreto: un hombre viene, tú sabes que él es muy estudiado, su lenguaje es hermoso, y te habla una hora, pero no te deja ninguna impresión. Otro hombre se acerca y habla unas pocas palabras, no muy bien compuestas, quizás gramaticalmente incorrectas y, no obstante, te causa una impresión enorme. Muchos de ustedes han visto algo así. Por lo tanto, es evidente que las palabras por sí solas no siempre pueden causar una impresión. Las palabras, incluso los pensamientos, contribuyen con sólo un tercio de la influencia al momento de causar una impresión; el hombre aporta las dos terceras partes. Lo que ustedes denominan el magnetismo personal de un hombre, eso es lo que sale y los impresiona.
En nuestras familias hay jefes; algunos de ellos tienen éxito, otros no. ¿Por qué? Nos quejamos de los demás cuando fracasamos. Cuando no tengo éxito digo que tal y tal son la causa de mi fracaso. Cuando uno fracasa, no le gusta confesar las propias culpas y debilidades. Cada persona trata de asumirse a sí misma como intachable y de echarle la culpa a alguien o a algo más, o incluso a la mala suerte.
37
Cuando los jefes de familia fallan, deberían preguntarse a sí mismos por qué algunas personas dirigen una familia tan bien mientras que otras no. Entonces hallarán que la diferencia se debe al hombre, a su presencia, a su personalidad. Llegados a los grandes líderes de la humanidad, siempre encontramos que era la personalidad del hombre la que importaba. Ahora bien, tomen a todos los grandes autores del pasado, a los grandes pensadores. Realmente hablando, ¿cuántos pensamientos han pensado ellos? Tomen a todos los escritores que nos han dejado los pasados líderes de la humanidad; tomen cada uno de sus libros y valórenlos. Los verdaderos pensamientos, nuevos y genuinos, que se han pensado en este mundo hasta este momento, ascienden a sólo un puñado. Lean en sus libros los pensamientos que nos han dejado. Los autores no nos parecen gigantes a nosotros y, sin embargo, sabemos que en sus días fueron grandes gigantes. ¿Qué los hizo así? No sólo los pensamientos que pensaron, ni los libros que escribieron, ni los discursos que dieron, fue otra cosa que ya se ha ido, y es su personalidad.
Como ya he señalado, la personalidad del hombre es dos tercios, y su intelecto, sus palabras, no son más que una tercera parte. Es el hombre real, la personalidad del hombre, lo que opera a través de nosotros. Nuestras acciones no son sino efectos. Las acciones deben venir cuando el hombre está ahí; el efecto está obligado a ir detrás de la causa. El ideal de toda educación, de toda formación debería ser este: hacer al hombre. Pero, en lugar de eso, estamos siempre tratando de pulir el exterior. ¿De qué sirve pulir el exterior cuando no hay interior? El fin y objetivo de toda capacitación es hacer que el hombre crezca. El hombre que influye, que despliega su magia, por así decirlo, sobre sus semejantes es un dínamo de poder, y cuando ese hombre está listo, puede hacer cualquier cosa y cuanto quiera; esa personalidad empeñada en lo que sea hará que funcione.
Ahora bien, vemos que aunque este es un hecho, ninguna de las leyes físicas que conocemos lo explican. ¿Cómo podemos explicarlo mediante el conocimiento químico y físico? ¿Qué cantidad de oxígeno, de hidrógeno, de carbono; cuántas moléculas en diferentes posiciones; y cuántas células etc., etc., pueden explicar esta misteriosa personalidad? Y aún así lo vemos, es un hecho, y no sólo eso, es el hombre real; y es ese hombre el que vive y se mueve y trabaja, es ese hombre el que influye, mueve a sus semejantes, y se muere, y su intelecto y sus obras no son más que vestigios que quedan detrás. Piensen en esto. Comparen a los grandes maestros de las religiones con los grandes
38
filósofos. Los filósofos escasamente influenciaron el interior de nadie, y sin embargo escribieron los libros más maravillosos. Los maestros religiosos, por otro lado, movilizaron naciones durante sus vidas. La diferencia la estableció la personalidad. En los filósofos es una personalidad débil la que influye; en los grandes profetas es tremenda. Con los primeros, afectamos el intelecto; con los últimos afectamos la vida. En el primer caso, se trata simplemente de un proceso químico que junta ciertos ingredientes químicos, los cuales poco a poco se pueden combinar y bajo las circunstancias adecuadas pueden producir un destello de luz o pueden fallar. En el otro, es como una antorcha que hace un recorrido en redondo rápidamente, iluminando a los demás.
La ciencia de la yoga afirma que ha descubierto las leyes que desarrollan esta personalidad, y prestándole la debida atención a esas leyes y métodos, cada uno puede hacer crecer y fortalecer su personalidad. Es una cosa práctica grandiosa, y ese es el secreto de toda educación. Tiene aplicación universal. En la vida de quien atiende una familia, en la vida del pobre, del rico, del hombre de negocios, del hombre espiritual, en la vida de cada uno, es una gran cosa el fortalecimiento de esta personalidad. Hay leyes, muy sutiles, que están detrás de las leyes físicas, como sabemos. Es decir, no hay tales realidades como un mundo físico, un mundo mental, un mundo espiritual. Lo que es, es uno. Digamos, es una especie de existencia graduada por capas; la parte más gruesa está aquí, se va disminuyendo y se vuelve más fina y más fina. La más fina es la que llamamos espíritu; la más gruesa el cuerpo. Y tal como es aquí en el microcosmos, es exactamente igual en el macrocosmos. El universo nuestro es exactamente así; es un espesor externo grueso, y se adelgaza hasta algo más fino y más fino hasta que se convierte en Dios. También sabemos que el poder más grande se encuentra alojado en la parte fina, no en la burda. Vemos a un hombre que levanta un gran peso, vemos que sus músculos se hinchan, y en todo su cuerpo vemos signos de esfuerzo, y creemos que los músculos son algo muy poderoso. Pero son esas cosas delgadas como hilos, los nervios, los que le traen potencia a los músculos; en el momento en que uno de estos hilos se corta y no alcanza los músculos, estos son absolutamente incapaces de trabajar. Estos diminutos nervios traen el poder de algo todavía más fino, y eso a su vez en sus propios términos lo trae de algo aún más fino, del pensamiento, y así sucesivamente. Por lo tanto, el verdadero asiento del poder es lo sutil. Por supuesto, podemos ver los movimientos en lo grueso; pero cuando tienen lugar movimientos finos, no los podemos
39
ver. Cuando se mueve una cosa gruesa, la captamos, y por lo tanto, naturalmente, identificamos los movimientos con las cosas que son gruesas. Pero todo el poder está realmente en lo fino. No vemos ningún movimiento en lo fino, tal vez, porque el movimiento es tan intenso que no podemos percibirlo. Pero si mediante cualquier ciencia, cualquier investigación, se nos ayuda a tener dominio sobre estas fuerzas finas que son la causa de la expresión, la expresión misma estará bajo control.
Hay una pequeña burbuja subiendo desde el fondo de un lago; no la vemos venir todo el tiempo, la vemos sólo cuando estalla en la superficie; de modo que podemos percibir los pensamientos sólo después de que se han desarrollado mucho, o después de que se convierten en acciones. Constantemente nos quejamos de que no tenemos control sobre nuestras acciones, sobre nuestros pensamientos. Pero, ¿cómo podemos tenerlo? Si podemos tener el control de los movimientos finos, si podemos tener las riendas de la raíz del pensamiento antes de que se haya convertido en pensamiento, antes de que se haya convertido en acción, entonces nos resultaría posible controlar el conjunto. Ahora bien, si hay un método por el cual podemos analizar, investigar, comprender y, finalmente, enfrentarnos a esos poderes más sutiles, las causas más finas, sólo entonces es posible tener el control sobre nosotros mismos, y el hombre que tiene control sobre su propia mente sin duda tendrá control sobre las demás. Es por eso que la pureza y la moral han sido siempre el objeto de la religión; un hombre puro, moral, tiene el control de sí mismo. Y todas las mentes son lo mismo, distintas partes de una sola Mente. Aquel que conoce un trozo de arcilla ya ha conocido toda la arcilla del universo. Aquel que sabe y controla su propia mente, conoce el secreto de todas las mentes y tiene poder sobre cada una de las mentes.
Ahora bien, nos podemos quitar de encima una buena parte de nuestros males físicos si tenemos control sobre las partes sutiles; nos podemos deshacer de una buena cantidad de preocupaciones si tenemos control sobre los movimientos sutiles; podemos evitar un buen número de fracasos si tenemos control sobre estos poderes sutiles. Hasta aquí, se trata de utilidad. Sin embargo, más allá, hay un motivo superior.
Ahora, debo contarles una teoría, que no voy a argumentar en este momento, sólo les expondré lo que concluye. Cada hombre en la infancia pasa a través de las etapas mediante las cuales su raza ha
40
surgido; lo que a la raza le llevó miles de años, al niño le lleva unos cuantos años. El niño es primero el antiguo hombre salvaje, y aplasta una mariposa bajo sus pies. Este niño es, en un primer momento, como los primitivos ancestros de su raza. A medida que crece, atraviesa por diferentes etapas hasta que alcanza el desarrollo de su raza. Sólo que lo hace con prontitud y rapidez. Ahora, tomen el conjunto de la humanidad como una raza; o tomen la totalidad de la creación animal, el hombre y los animales inferiores, como un conjunto. Hay una meta hacia la que se está moviendo el conjunto. Llamémosla perfección.
Algunos hombres y mujeres nacen para anticipar el progreso de toda la humanidad. En lugar de esperar y renacer una y otra vez durante siglos hasta que la raza humana ha alcanzado esa perfección, ellos, por así decirlo, se apresuran a obtenerla en unos pocos y cortos años de su vida. Y sabemos que podemos acelerar estos procesos, si queremos ser fieles a nosotros mismos. Si un número de hombres, sin ningún tipo de cultura, se fuera a vivir a una isla, con apenas el suficiente alimento, ropa y refugio, poco a poco saldrían adelante, evolucionando hacia etapas cada vez más altas de civilización. Sabemos también que este crecimiento se puede acelerar por medios adicionales. Ayudamos a crecer a los árboles, ¿no? Dejados a la naturaleza, habrían crecido, sólo que les habría tomado más tiempo; les ayudamos a crecer en un tiempo más corto del que les habría llevado. Estamos haciendo todo el tiempo lo mismo: acelerando el crecimiento de las cosas por medios artificiales. ¿Por qué no podemos acelerar el crecimiento del hombre? Podemos hacerlo como una raza. ¿Por qué se envían maestros a otros países? Porque por ese medio podemos acelerar el crecimiento de las razas. Ahora, ¿no podemos acaso acelerar el crecimiento de los individuos? Podemos. ¿Podemos ponerle un límite a esa aceleración? No podemos decir lo que un hombre puede crecer en una vida. No hay ninguna razón para decir que esto es todo lo que un hombre puede hacer y no más. Las circunstancias lo pueden acelerar maravillosamente. ¿Puede haber algún límite, acaso, para que uno llegue a la perfección? Entonces, ¿a dónde nos lleva esto? A que un hombre perfecto, es decir, el tipo que ha de surgir de esta raza, tal vez dentro de millones de años, ese hombre puede surgir hoy. Y esto es lo que dicen los yoguis, que todas las grandes encarnaciones y los profetas son dichos hombres, esos que llegaron a la perfección en una sola vida. Hemos tenido tales hombres en todos los periodos de la historia del mundo y en todo momento. Muy recientemente, hubo un hombre semejante que vivió la vida de toda la raza humana y llegó hasta su
41
meta incluso en esta vida. Aún esta aceleración del crecimiento debe estar sometida a leyes. Supongan que se pueden investigar estas leyes y entender sus secretos y aplicarlos a nuestras propias necesidades; resulta que crecemos. Apresuramos nuestro crecimiento, apresuramos nuestro desarrollo, y llegamos a ser perfectos, incluso en esta vida. Este es el aspecto más elevado de nuestra vida, y la ciencia del estudio de la mente y su poder tiene esta perfección como su meta. Ayudar a los demás con dinero y otras cosas materiales, y enseñarles cómo proseguir sin problemas sus vidas diarias, son meros detalles. La utilidad de esta ciencia es llevar a cabo el hombre perfecto, y no que espere y espere durante siglos, como un mero juguete en manos del mundo físico, como un tronco de madera flotante que las olas arrastran de un lado a otro del océano. Esta ciencia quiere que uno sea fuerte, que asuma el trabajo con sus propias manos, en lugar de dejarlo en manos de la naturaleza, y que vaya más allá de esta pequeña vida. Esa es la gran idea.
El hombre está creciendo en conocimiento, en poder, en felicidad. Continuamente estamos creciendo como raza. Vemos que eso es verdad, absoluta verdad. ¿Es acaso una verdad de los individuos? Hasta cierto punto, sí. Pero, sin embargo, de nuevo vuelve la pregunta: ¿dónde se fija el límite? Yo sólo puedo ver hasta una distancia de X metros. Pero yo he visto a un hombre cerrar los ojos y ver lo que estaba ocurriendo en otra habitación. Si dicen que no lo creen, tal vez en tres semanas ese hombre puede lograr que ustedes hagan lo mismo. Eso se le puede enseñar a cualquiera. A algunas personas, en cinco minutos incluso, se les puede hacer leer lo que está sucediendo en la mente de otro hombre. Estos hechos se pueden demostrar.
Ahora bien, si estas cosas son verdaderas, ¿dónde podemos poner un límite? Si un hombre puede leer lo que está sucediendo en la mente de otro que está en la esquina de esta habitación, ¿por qué no en la habitación de al lado? ¿Por qué no en cualquier lugar? No podemos decirlo, ¿por qué no? No nos atrevemos a decir que no es posible. Sólo podemos decir que no sabemos cómo sucede. Los científicos materialistas no tienen derecho a decir que este tipo de cosas no son posibles, ellos sólo pueden decir: “No sabemos”. La ciencia tiene que recolectar hechos, generalizar sobre ellos, deducir principios y establecer la verdad, eso es todo. Pero si empieza por negar los hechos, ¿qué ciencia puede ser?
42
No hay fin para el poder que un hombre puede obtener. Esta es la peculiaridad de la mente india, que cuando algo le interesa, se deja absorber por ello y otras cosas se descuidan. Saben cuántas ciencias se han originado en la India. Las matemáticas comenzaron allí. Ustedes siguen aún hoy en día contando 1, 2, 3, etc., hasta cero, de acuerdo con los números sánscritos, y todos ustedes saben que el álgebra también se originó en la India, y que la gravitación fue conocida por los indios miles de años antes de que Newton naciera. Vean lo peculiar. En un determinado periodo de la historia india, este único tema del hombre y su mente absorbió todo su interés. Y se volvió tan atractivo porque pareció la manera más fácil de lograr sus fines. Ahora bien, la mente india se persuadió tan completamente de que la mente podía hacer cualquier cosa y todo conforme a leyes, que sus poderes y todo eso no fueron nada extraordinario, sino una ciencia que se enseñó con regularidad, al igual que las ciencias físicas que se habían enseñado antes. Fue tal la convicción en estas cosas que se impuso sobre la raza, que las ciencias físicas estuvieron a punto de morir. Era la única cosa que estaba antes que ellas. Los yoguis de diferentes sectas comenzaron a hacer toda clase de experimentos. Algunos experimentaban con la luz, tratando de averiguar cómo las luces de diferentes colores producen cambios en el cuerpo. Vestían una tela de determinado color, vivían bajo un determinado color y comían alimentos de determinados colores. Toda clase de experimentos se hicieron en esta forma. Otros experimentaron con sonido, deteniendo y sin detener sus oídos. Y otros experimentaron con el sentido del olfato, y así sucesivamente.
La idea era llegar a la base, alcanzar la parte fina de la cosa. Y algunos de ellos realmente mostraron poderes muy maravillosos. Muchos de ellos estaban tratando de flotar en el aire o de pasar a través de él. Voy a contarles una historia que oí de un gran erudito de Occidente. Se la narró un Gobernador de Ceilán, que vio la actuación. Una niña subió al escenario y se sentó con las piernas cruzadas sobre un taburete de palos cruzados. Después de haber estado sentada durante un tiempo, el hombre del espectáculo comenzó a sacar, uno tras otro, estos palos cruzados, y cuando todos fueron retirados, la chica se quedó flotando en el aire. El gobernador pensó que había algún truco, por lo que sacó su espada y violentamente la pasó por debajo de la niña; no había nada. Ahora, ¿qué fue eso? No fue magia ni algo extraordinario. Esa es la peculiaridad. Nadie en la India te diría que este tipo de cosas no existen. Para el hindú es una cuestión de rutina. Ustedes saben lo que los hindúes suelen decir cuando tienen que luchar contra sus enemigos:
43
“¡Ah, uno de nuestros yoguis vendrá y echará fuera todo este lote!”. Es la creencia extrema de la raza. ¿Qué poder hay en la mano o en la espada? El poder está todo en el espíritu.
Si esto es cierto, es suficiente tentación para que la mente ejerza su nivel más alto. Pero, como con cualquier otra ciencia, es muy difícil hacer un gran logro, así también con esta, aún mucho más. Sin embargo, la mayoría de la gente piensa que estos poderes se pueden obtener fácilmente. ¿Cuántos son los años que uno se toma en hacer una fortuna? ¡Piensen en eso! En primer lugar, ¿cuántos años se tarda uno en aprender ciencia o ingeniería eléctrica? Y luego tiene que trabajar todo el resto de su vida.
Además, la mayoría de las otras ciencias tratan con cosas que no se mueven, que están fijas. Uno puede analizar la silla, la silla no se le escapa. Pero esta ciencia se ocupa de la mente, que se mueve todo el tiempo; en el momento en que la quieres estudiar, se escabulle. En este momento la mente está en un estado de ánimo, al momento siguiente quizás esté diferente; cambia, cambia todo el tiempo. Y es en medio de todo este cambio que hay que estudiarla, entenderla, captarla y controlarla. ¡Cuánto más difícil es, entonces, esta ciencia! Se requiere de un entrenamiento riguroso. Las personas me preguntan por qué no les doy lecciones prácticas. El por qué no es broma. Estoy de pie sobre esta tarima hablando con ustedes y ustedes se van a casa y no le encuentran ningún beneficio, ni yo tampoco. Entonces dicen: “Todo eso es pura tontería”. Es porque quisieron hacer una tontería de esto. Sé muy poco de esta ciencia, pero lo poco que he adquirido lo trabajé durante treinta años de mi vida, y durante seis años le he estado contando a la gente lo poco que sé. Me tomó treinta años aprender, treinta años de dura lucha. A veces trabajé en ello veinte horas de las veinticuatro, a veces dormí tan sólo una hora en la noche, a veces trabajé noches enteras, a veces viví en lugares donde apenas había un sonido, apenas un suspiro, a veces tuve que vivir en cuevas. Piensen en eso. Y sin embargo sólo sé poco o nada; apenas he tocado el dobladillo del vestido de esta ciencia. Pero puedo entender que es verdadera y vasta y maravillosa.
Ahora, si hay alguno entre ustedes que realmente quiera estudiar esta ciencia, tendrá que empezar con ese tipo de determinación, el mismo, mayor aún incluso, del que pone en cualquier empresa en la vida.
¡Y qué cantidad de atención requiere un negocio, y qué riguroso capataz es! ¡Incluso si el padre, la madre, la esposa, o el niño muere, el negocio no puede parar! Incluso cuando el corazón está roto, todavía
44
así tenemos que ir a atender el negocio, cuando cada hora de trabajo es una punzada. Así es el negocio, y creemos que es justo, que es correcto.
Esta ciencia requiere más aplicación de la que cualquier negocio puede llegar jamás a requerir. Muchos hombres pueden tener éxito en los negocios, muy pocos en este. Porque depende mucho de la constitución particular de la persona que lo estudia. Al igual que en los negocios, no todas las empresas pueden hacer una fortuna, pero todo el mundo puede ganar algo, así también en el estudio de esta ciencia cada uno puede tener un vislumbre que lo convencerá de estas verdades y del hecho de que ha habido hombres que se han percatado de ellas plenamente.
Este es el esbozo de la ciencia. Ella se alza sobre sus propios pies y en su propia luz, y desafía la comparación con cualquier otra ciencia. Ha habido charlatanes, ha habido magos, ha habido trampa, y más aquí que en cualquier otro campo. ¿Por qué? Por la misma razón, que entre más rentable es el negocio, mayor es el número de charlatanes y estafadores. Pero esa no es razón para que el negocio no deba ser bueno. Y una cosa más; puede ser una buena gimnasia intelectual escuchar todos los argumentos y una satisfacción intelectual hablar de cosas maravillosas. Pero si alguno de ustedes realmente quiere aprender algo más allá de eso, no basta con sólo asistir a conferencias. Eso no se puede enseñar en conferencias, porque es la vida; y sólo la vida puede transmitir la vida. Si hay quienes entre ustedes estén realmente decididos a aprender, yo estaré encantado de ayudarles.
Obras completas de Swami Vivekananda, “El poder de la mente” Charla dada en Los Ángeles, California, el 8 de enero de 1900
Es una de las grandes conferencias de Vivekananda.
Estamos tratando sobre yoga y esta es una charla de introducción a la yoga, sobre los poderes de la mente, que pueden ser estudiados científicamente. Ustedes pueden aprender algo practicando esto con una gran paciencia —como dijo él, treinta años para tocar apenas el dobladillo del vestido. Eso define la yoga: lo que se hace a lo largo de muchos, muchísimos años, mediante la práctica de la yoga se puede hacer en corto tiempo. Se puede reducir el tiempo, se puede acelerar el proceso y se puede alcanzar la perfección. Por lo tanto el libro que hemos iniciado hace unos días, La síntesis de las yogas, es una cosa
45
tremenda. Muy pocas personas tienen la oportunidad de leerlo y ustedes son tan afortunados porque lo están leyendo.
Les estaba hablando de la Yoga Integral, y les comenté acerca de la Hathayoga y la Rājayoga; ahora les expondré la tercera: Karmayoga, la Yoga de las Obras.
Como ya he dicho, ustedes deben hacer tres preguntas con respecto a cualquier yoga: ¿Cuál es el objetivo? ¿Cuál es el instrumento? ¿Cuál es el proceso? Formulemos estas tres preguntas sobre la Karmayoga.
¿Cuál es el objetivo? El objetivo de la Karmayoga es descubrir la Voluntad Suprema y permitir que esa Voluntad trabaje a través nuestro. Ser un instrumento de la Voluntad de Dios. No sólo descubrir la Voluntad de Dios, la voluntad del Divino, sino también ser el instrumento de la voluntad del Divino. Ese es el objetivo de la Karmayoga.
¿Cuál es el instrumento? Es el más elemental, el más rudimentario aspecto de la voluntad en nosotros; al igual que el cuerpo es el instrumento de la Hathayoga y la mente es el instrumento de la Rājayoga, el instrumento de la Karmayoga es el deseo, porque en nuestra vida todo lo que anhelamos es a través del deseo.
Así que ustedes toman ese instrumento y, ¿qué hacen con él? ¿Cuál es el proceso? Podemos decir en tres palabras lo que lleva muchos, muchos años de práctica. Primero que todo, dejar de desear los frutos de la acción. Esa es la primera parte del proceso de la Karmayoga. En segundo lugar, tomar conciencia de que eso que creemos que es nuestra acción, no es en realidad acción nuestra. Observar constantemente nuestra acción y ver, al analizar cualquier acción que estemos haciendo, que su origen está en otra parte. Ustedes creen que es su acción, pero esto es un error. Así que deben corregir ese error al ver que su acción no es realmente suya. Luego viene la tercera parte. Para descubrir el origen real de la acción, ustedes deben realizar una práctica: le ofrecen su acción al Divino. Lo que sea que ustedes estén haciendo, se lo ofrecen al Divino como regalo. Lo que sea que ustedes crean que están haciendo, piensen que es como una flor que se la están ofreciendo al Divino. Esto se llama sacrificio. Sacrifican su acción al Divino. Y cuando se sacrifican, un milagro ocurre. Es la cuarta parte del proceso. Cuando ustedes le dan al Divino, son capaces de tocar al Divino. Si ustedes me dan una flor, me pueden tocar al darme la flor. Y cuando tocan al Divino, el Divina los toca. Ustedes tocan al Divino desde
46
este lado y el Divino los toca a ustedes, al mismo tiempo, ya que en la medida en que ustedes lo tocan, Él los toca. Y en el momento en que Él los toca, Su acción entra en ustedes, Su vibración entra en ustedes. Tan pronto como esa vibración entra en ustedes, Su acción se inicia en ustedes, y ustedes descubren cuál es Su acción, cuál es Su voluntad. Y al descubrir esta voluntad del Divino, ustedes también se dan cuenta de que Él ya está vibrando en ustedes. En el momento en que ustedes lo tocan, Él comienza a vibrar en ustedes. Así que ustedes empiezan a ser el instrumento de la Voluntad Divina. Y luego, hagan lo que hagan, en realidad es el propio Divino quien lo está haciendo a través de ustedes. Estos son los procesos de la Karmayoga.
Repito. Ustedes toman el deseo como instrumento y, para empezar, sea lo que sea que deseen —normalmente uno desea disfrutar de los frutos de la acción—, esta yoga les dice que no van a disfrutar de los frutos de la acción. Quizás reciban los frutos de la acción, pero van a renunciar al disfrute de los frutos de la acción. Y aún así ustedes van a continuar trabajando —normalmente, cuando uno no disfruta de los frutos de la acción, deja de trabajar. Karmayoga les dice que no hagan eso. Hagan su trabajo, lo que están haciendo, pero no disfruten de los frutos de la acción. Se trata de que uno tenga dominio sobre su disfrute. Por lo general, trabajamos con el deseo, todo lo hacemos para el disfrute. La primera lección del Karmayoga es: no disfruten del fruto de su acción. Eso les da una gran austeridad en su ser, forma su personalidad. La personalidad que sólo hace algo para el disfrute, es una personalidad muy débil. Esa personalidad se puede vencer muy fácilmente, se puede tentar con mucha facilidad. Pero la personalidad fuerte es aquella a la que no le importa el disfrute. Este es el punto de partida de un verdadero desarrollo de la personalidad. No disfruten los frutos de su acción.
La segunda parte del proceso consiste en ver que su acción no es de ustedes —normalmente siempre pensamos “esta es mi acción”, pensamos que somos nosotros quienes la estamos haciendo. Hay una línea muy bella de un poema en gujarati que simplemente dice: “Yo hago, yo hago: esa es la ignorancia”. Es como un perro que anda bajo una carreta y piensa: “Estoy cargando la carreta”. Cree que la carreta se está moviendo gracias a él. Como si la carga de la carreta estuviera sobre su espalda y la carreta entera se estuviera moviendo gracias a él. Vean cómo esta línea del poema arroja una luz completa sobre esta ignorancia. Cada vez que ustedes piensen “lo estoy haciendo, lo estoy haciendo”, dense cuenta de que son como el perro que camina debajo
47
de la carreta pensando que la carreta se mueve gracias a él. Esta es la segunda parte del proceso de la Karmayoga. Y esto es tremendo, porque normalmente todos pensamos que estamos haciendo. Y la Karmayoga dice que esta es una proposición falsa. Psicológicamente estamos bajo una ilusión, estamos equivocados, al igual que un perro estaría equivocado si creyera que la carreta está en movimiento debido a su fuerza, cuando sólo es él mismo quien se mueve bajo la carreta.
La tercera parte del proceso de la Karmayoga consiste en que, cuando ustedes están pensando que son ustedes quienes están haciendo —como es muy difícil de borrar esta idea de que es uno el que está haciendo—, Karmayoga les dice, para que sea fácil, piensen que ustedes están haciendo, pero ofrézcanlo al Divino. Este es un proceso, se podría decir que es una especie de truco, un dispositivo. Sigan pensando que son ustedes los que hacen, está bien, pero habiéndolo hecho, ofrézcanselo al Divino: “Esto es para Ti”. Entréguenselo como regalo. Y cuando se lo entregan como un regalo, un milagro se lleva a cabo, porque cuando ustedes se lo ofrecen, el Divino los toca al tiempo que ustedes tocan al Divino. Y tan pronto como Él los toca, ustedes comprenden que todo procede de Él, que Él es el verdadero hacedor. El Supremo es el hacedor. Y en el momento en que ustedes descubren esto, Él comienza a moverse dentro de ustedes. Descubrir la Voluntad Divina y ser su instrumento no toma tiempo; entre los dos no hay ningún intervalo. Que ustedes conozcan la Voluntad Divina y que sean el instrumento de la Voluntad Divina sucede simultáneamente, porque Él ya trabaja en ustedes. Esta es la Karmayoga, en términos muy breves. Ustedes tienen todo un libro aquí (La síntesis de las yogas) de Karmayoga, pero les he dicho los principios fundamentales para que los puedan captar muy brevemente.
El objetivo de la Karmayoga es descubrir la Voluntad Divina y convertirse en su instrumento. El instrumento es el deseo. Ustedes tocan su deseo, se concentran en su deseo y trabajan en su deseo. Para trabajar en ello, empiezan por decir: “Yo no quiero disfrutar de los frutos de mi acción”. Por lo tanto, eso afecta su deseo, en realidad ustedes verán que su deseo se vuelve muy débil. En última instancia, el deseo es completamente eliminado. Cuando ustedes siguen todo el proceso, los deseos primero se vuelven débiles, pero no por eso deben ustedes permitir que decaiga la acción, ya que normalmente eso es lo que sucede. Cuando no deseamos los frutos de la acción, también dejamos caer la acción. Pero no hagan eso, les dice la Karmayoga, prosigan con el trabajo. Es una tarea muy difícil. No desear el goce de
48
los frutos de la acción y, sin embargo, seguir trabajando, es algo muy difícil, pero da una tremenda fuerza de acción. Se dice: la acción por el bien de la acción, debido a que es correcto hacer la acción por ella misma. La acción correcta debe hacerse por el bien de la acción, porque es lo correcto. Si yo fallo, eso no importa; si tengo éxito, eso no importa; si yo disfruto, eso no importa; si no disfruto, eso no importa. A eso se le llama una fuerte personalidad. Llega cuando, para empezar, desde el inicio del proceso, ustedes toman su deseo y comienzan a machacarle la cabeza. Y la cabeza del deseo es el fruto de la acción. Si ustedes examinan el deseo, se darán cuenta de que la cabeza del deseo es el goce de los frutos de la acción. Si ustedes machacan esa cabeza muy a menudo, sienten que están muertos, que no pueden hacer ningún trabajo en absoluto. Pero la Karmayoga dice que aún así deben seguir actuando. Al hacer eso, entonces se dan cuenta de que cada vez que actúan, hay en ustedes el sentido de que son ustedes los que están haciendo. Así que la Karmayoga les dice que cada vez que se digan a sí mismos: “Estoy haciendo”, piensen que son como el perro que se mueve bajo la carreta —es una ilusión. Ustedes no son los hacedores. Encuentren realmente quién es el hacedor. En sánscrito se dice: aham kartasmi, yo soy el hacedor. Aham significa “yo”; kartā significa “el hacedor”. Y cuando ustedes realmente lo examinan, se dan cuenta de que no son el hacedor en absoluto. Todas las acciones y las energías están moviendo el Universo y ustedes son una piedrita pequeña dentro de él y todos los vientos soplan a su alrededor y ustedes son arrastrados por los vientos. Ustedes no son impulsados por sí mismos, sino arrastrados por todos los demás. Esta es la verdad que ustedes perciben cuando comienzan a concentrarse en el asunto. Sin embargo, nuestra psicología es tan obstinada que aún cuando ustedes ven que no son los hacedores, sus mentes siguen pensando que lo son. Por lo tanto, dice la Karmayoga en la tercera etapa, piensen que están haciendo, pero ofrézcanlo al Divino. Y en el momento en que comienzan a ofrecerse al Divino, el Divino entra en ustedes y les da el conocimiento de que Él es el hacedor. Luego descubren Su Voluntad y se convierten en instrumentos de Su Voluntad.
Ahora llegamos a la siguiente yoga, la Jñānayoga. Una vez más formulamos las tres preguntas. ¿Cuál es el objetivo, cuál es el instrumento, cuál es el proceso?
¿Cuál es el objetivo de Jñānayoga? El objetivo de Jñānayoga es conocer al Ser de Dios. En Karmayoga el objetivo fue conocer la Voluntad de Dios. Hay una diferencia entre la Voluntad de Dios y el Ser de Dios. El
49
Ser es mucho más grande, la Voluntad es sólo una expresión. Pero el Ser es la sustancia misma, el corazón mismo, el alma misma, el sí mismo. De manera que el objetivo de Jñānayoga es el conocimiento del Sí Mismo, del Ser Supremo, del Supremo Sí Mismo, y que ustedes mismos se conviertan en ese Ser. Así como en Karmayoga el objetivo era descubrir la Voluntad del Divino y volverse su instrumento, del mismo modo en Jñānayoga el objetivo es descubrir el Supremo Ser del Divino y llegar a ser idéntico, volverse uno con ese Ser.
Ahora viene la pregunta del instrumento. El instrumento es el intelecto. Ustedes echan mano del intelecto como instrumento. En la Rājayoga decimos que el instrumento es la mente. En Jñānayoga utilizamos el intelecto. Hay una diferencia entre ambos. Normalmente decimos que la mente y el intelecto son lo mismo. Pero la yoga nos dice que hay una diferencia. El intelecto es esa parte de la mente que distingue, que es capaz de distinción, que hace la distinción entre lo Verdadero y lo Falso. Entre lo que está bien y lo que está mal. Entre lo que es verdaderamente real y lo que sólo parece ser real. Distingue entre realidad y apariencia. Esa parte de la mente que distingue entre el bien y el mal es la que se toma como instrumento de Jñānayoga. Es por eso que muchas personas piensan que Jñānayoga es difícil, debido a que ya se debe tener un intelecto, a que se debe ser consciente del intelecto, a que ya se debe estar suficientemente desarrollado. Hathayoga es más viable debido a que con facilidad podemos ver la existencia corporal y con facilidad podemos manipularla. El deseo es mucho más fácil también de ver y de manipular. Pero el intelecto ya requiere un alto grado de desarrollo. Es por eso que mucha gente piensa que Jñānayoga es la más difícil. Más adelante examinaremos si en realidad es más fácil o no. Pero de todos modos sí es cierto que a menos que ustedes estén intelectualmente conscientes, no pueden practicar Jñānayoga. Ustedes deben conocer el instrumento del intelecto. Ustedes deben desarrollar la mente hasta un cierto punto, de modo que sea capaz de decidir, de juzgar. Al menos esa capacidad ya la deben tener. Es por eso que todas las personas a las que se les pide que practiquen Jñānayoga se les da un largo periodo de práctica en el proceso del intelecto. El desarrollo intelectual es el primer proceso. En todos los procesos de Jñānayoga, a la persona se le dice que debe percatarse del intelecto en primer lugar. Y para ello el proceso es pensar. El pensamiento es el verdadero punto de partida de Jñānayoga.
Se podría decir que desde el momento en que vine donde ustedes empezamos Jñānayoga, porque les he dado muchos temas para pensar
50
y ustedes han sido sometidos a la práctica del pensamiento. Ustedes ya están haciendo Jñānayoga. Hemos definido muchas cosas. Y cuando ustedes definen, deciden qué es real y qué no lo es. Cada vez que ustedes definen algo, ya están juzgando lo que es real y lo que no es real. Están definiendo exactamente lo que el sujeto es. Hemos definido qué es la filosofía, qué es la ciencia, por lo tanto distinguimos entre lo que es filosofía y lo que no es filosofía, entre lo que es ciencia y lo que no es ciencia. Su intelecto ya se comienza a desarrollar y a decidir lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo que es real y lo que es apariencia. Y cuando ustedes estudian filosofía —hay muchas maneras de aprender filosofía, pero si ustedes son jñāna-‐yoguis, si ustedes están haciendo el proceso de la Jñānayoga—, el estudio de la filosofía puede hacerse a través de la decisión o discriminación de cuál es la realidad última y cuál es la irrealidad última. Y esa sí que es una verdadera formación filosófica.
El primer paso, el primer proceso de Jñānayoga es pensar. El segundo proceso es pensar en lo que está bien y lo que está mal, distinguir entre la verdad y la falsedad, lo correcto y lo incorrecto, lo real y lo irreal, la realidad y la apariencia. El tercer proceso es distinguir entre la realidad última y la irrealidad última. Este es un proceso muy largo. Se puede tardar diez años. A menos que —y hasta que— ustedes sean capaces de pensar en cuál es la última instancia de lo real y la última instancia de lo no real, ustedes no cruzarán las verdaderas puertas de Jñānayoga.
Pero después de haberlo hecho, la receta es —ahora viene en verdad la Jñānayoga, antes sólo eran los preliminares— pensar en lo que es en última instancia real y en lo que es en última instancia irreal, una y otra vez, una y otra vez... y aún así, una y otra vez más. Esto se llama manana en sánscrito. Hay muchos ejercicios para hacerlo. En la India se han descubierto o creado muchos ejercicios que pueden llegar a ser una gran ayuda para pensar esto mismo una y otra vez, de nuevo, y otra vez.
Después viene el siguiente paso. Consiste en un doble movimiento: un movimiento negativo y un movimiento positivo. El movimiento negativo se basa en decir: “Yo no soy irreal”. El movimiento positivo se basa en decir: “Yo soy real”. Normalmente uno cree que uno es el cuerpo. Primero hay que darse cuenta de que uno no es el cuerpo. Ustedes tienen un cuerpo, ustedes no son el cuerpo. Es un error pensar que ustedes son el cuerpo. Ustedes tienen un cuerpo. Así pues, entre lo irreal y lo real, ven ustedes ahora la diferencia. La realidad es que son más que el cuerpo y tienen un cuerpo, pero en sí mismos no son el
51
cuerpo. Podrían decir que esta es una primera meditación. Piensen en ello una y otra y otra vez... Cada vez que piensen: “Yo soy este cuerpo”, recuerden que ustedes no son el cuerpo. Ustedes tienen un cuerpo, no son el cuerpo. Ustedes son reales, este cuerpo es sólo una parte de esa realidad; este cuerpo es sólo algo, ustedes son mucho más. Ustedes son el verdadero Ser, el Ser Supremo. Recuerden que ustedes son el Ser Supremo, no son esto. Mientras piensen: “Yo soy el Ser Supremo” también se equivocan, porque “yo” se refiere al cuerpo, al pequeño yo. Pero ese no es el ser real. Ustedes no son el cuerpo, ni la vida, ni la mente. Esas son las tres grandes ilusiones en las que vivimos. Siempre pensamos: “Yo soy el cuerpo, yo soy la vida, yo soy la mente”. Esas son irrealidades. Esas son falsas ideas. Ustedes no son el cuerpo, no son la vida, no son la mente. Ustedes tienen el cuerpo, ustedes tienen la vida, ustedes tienen la mente. Pero en ustedes mismos no son el cuerpo o la vida o la mente. Esta es la meditación negativa: “Yo no soy el cuerpo, yo no soy la vida, yo no soy la mente”. Repítanlo mil veces, diez mil veces, un millón de veces.
Luego van a la parte positiva: “Yo soy el Ser Supremo”. Pero cuando ustedes dicen: “Yo soy el Ser Supremo”, recuerden que deben antecederlo de: “Yo no soy yo. Lo que yo creo que soy tampoco es mí mismo”. No crean que el Ser Supremo es lo que ustedes creen que es. Eso también es falso. Ustedes tienen que darse cuenta de que no son ustedes mismos. Lo que me parece que soy yo mismo, no soy yo mismo. Es sólo el ego —aham bhāva. Ustedes no son el ego. Cuando ustedes dicen “tú” o “yo” no es el ego, es el Ser Supremo. Yo soy enorme. Sri Aurobindo lo puso en estas palabras: “La unión del individuo humano con lo universal y lo trascendente”. Sus individualidades tienen que unirse a lo universal y a lo trascendente, que es aún mayor que lo universal. Ese Ser Supremo es más que el universo. Y eso es cada uno de ustedes en sí mismo. Allí no hay “yo” ni “tú”. Es sólo Uno. Sólo hay una Realidad, un Ser, un Ser Supremo. Incluso la frase “Yo soy ese Ser” también es errónea. Sólo existe el Ser. Eso es todo. Sólo existe el Ser Supremo. Esa es la Realidad real. Así que meditan sobre esto: “Yo soy el Ser Supremo”, y luego la eliminan y dicen: “Sólo existe un Ser Supremo. Esa es la Realidad real. Todo cuanto existe es un Ser Supremo”. Una vez hecho esto, ustedes dicen: “Este Ser Supremo se manifiesta como un universo, se manifiesta como un individuo, se manifiesta como la mente, como la vida, como el cuerpo”. Cuando ustedes han hecho todo este circuito, entonces han cumplido el objetivo de la Jñānayoga. Es un programa largo, un programa difícil, pero es lo que se propone la
52
Jñānayoga. Y se dice que no hay nada tan puro como este conocimiento. Este conocimiento es el más puro. Si uno quiere ser el más puro, como todos deberíamos ser, entonces debe recordar que sólo existe el Ser Supremo. Esta percepción por sí misma lo libera a uno de toda impureza.
Bhaktiyoga. Una vez más planteamos estas tres preguntas: cuál es el objetivo, cuál es el instrumento y cuál es el proceso.
El objetivo de la Bhaktiyoga es descubrir el Amor Divino. No el amor, tal como lo entendemos, sino el Amor Divino, la Bienaventuranza Divina. Porque el origen del Amor Divino es el Deleite Divino —Ananda. El objetivo de la Bhaktiyoga es descubrir el Divino Ananda y disfrutar del Divino Ananda. En la Karmayoga vimos que normalmente nos gusta disfrutar de los frutos de nuestra acción. Así que había un elemento de disfrute. Pero se nos dijo que no disfrutáramos. Ahora en la Bhaktiyoga se nos dice: disfruten. Nuestro objetivo es disfrutar, ¿pero disfrutar qué? No los frutos de la acción, sino el Amor Divino. Estar en el abrazo del Divino por los siglos de los siglos... Ese es el objetivo de la Bhaktiyoga —disfrutar. Ese es el verdadero gozo. Es por eso que en la Isha Upanishad hay una frase muy bonita: Tena tyaktena bhunjita, “Renunciando a él, lo disfrutan”. Ustedes renuncian al gozo de los frutos de la acción y luego gozan del Divino Supremo. Ustedes renuncian a ese disfrute, y si lo hacen correctamente, podrán disfrutar del Amor Divino. El objetivo de la Bhaktiyoga es descubrir el Amor Divino, la Divina Beatitud, y disfrutar de ese Amor Divino y de esa Beatitud.
Los bhaktas se supone que son locos, porque cuando en realidad se percatan, hay una locura y un éxtasis ocasionados por la inconmensurable alegría. El cerebro mismo empieza a ser completamente calmo. El cerebro no tiene lugar en esa alegría. Uno danza y danza y danza. Es por eso que muchos bhaktas verdaderos no puede dejar de bailar, no pueden dejar de crear. Todo tipo de creaciones artísticas surgen de este gran amor. De hecho, todos los artistas son, básicamente, bhaktas. Todos ustedes son artistas, lo sé, y por lo tanto en realidad están siguiendo el sendero de la bhakti. Todos ustedes están en busca de la Creación Divina. Sus pequeñas piezas artísticas son sólo un esfuerzo menor, pero cuando lleguen a la culminación podrán crear todo el universo, porque el Divino crea el universo de Su gran éxtasis. Como dice Sri Aurobindo:
«El mundo entero es la risa de Shiva».
53
Él ríe y todo un mundo se crea. El mundo entero es una risa. Descubrir eso y disfrutarlo es el objetivo de la Bhaktiyoga.
¿Cuál es el instrumento? El instrumento es la emoción. No es el cuerpo, ni la mente, ni el deseo, ni el intelecto, sino la emoción.
¿Cuál es el proceso? Nuestras emociones, que en la actualidad están amarradas a pequeñeces y naderías —tener esta o aquella relación, disfrutar de esta o de aquella cosita—, todas esas emociones deben dirigirse hacia el Supremo Objeto de Amor. El Único que es realmente digno de amor. Todo lo demás son meras curiosidades de la vida. Lo que en verdad se debe disfrutar es al Supremo, al Supremo Krishna, el Deleite de deleites, el Universal y el Trascendente, el Único Ser, fuente de toda felicidad y felicidad inagotable. Dejar de prestarle toda su atención a estas nimiedades y verter todo su amor, toda sus emociones... Si ustedes están enojados, enójense con el Supremo; si están felices, sean felices en compañía del Supremo; si están en ánimo de pelear, peleen con el Supremo; si quieren obedecer a alguien, obedezcan al Supremo; si quiere servir a alguien, sirvan al Supremo. Todas sus emociones, las emociones que tengan, simplemente viértanlas en el Supremo Objeto de Amor. Al hacer esto, ustedes verán que el Divino responde y ese es el milagro. No es sólo de parte de ustedes esto de pensar en Dios y amarlo; encontrarán que Él los ama mucho más de lo que ustedes lo aman. Mucho más apasionadamente. Como dice Sri Aurobindo:
«El bhakta descubre que el Divino lo persigue con más pasión de la que él persigue al Divino». Él te ama tanto que nadie en el mundo puede amarte así. Y esto no es una ilusión, es un hecho real. Él mismo se manifiesta. Si ustedes leen los poemas de Mirabai, por ejemplo, el baile que estalla en su cuerpo cuando ve a Sri Krishna y encuentra a Sri Krishna apasionadamente enamorado de la propia Mirabai... ese amor, el amor imperecedero, el amor incondicional. Después de eso ustedes se dan cuentan de que todo lo que llamamos amor humano es amargo al final. Son palabras de Sri Aurobindo. Todo amor humano es, básicamente, en última instancia, amargo. Aunque mientras se bebe, es muy dulce, pero cuando uno lo analiza y va a lo profundo del amor humano, es amargo en tanto es humano, a menos que uno lo vuelva hacia el Divino —si uno vuelve el amor humano hacia el Divino, entonces es inmortal. Bhaktiyoga
54
consiste en convertir el amor humano en amor divino. Ese es el verdadero proceso.
En este proceso hay tres pasos básicos: afanarse en pos del Divino —esforzarse. En segundo lugar, experimentar que uno está separado de su Amado, uno no lo encuentra, uno lucha por llegar hasta Él y uno no lo encuentra. A veces Él aparece, aunque sólo por un rato, pero ese pequeño momento es tan poderoso que todos los otros momentos en que uno se ha sentido separado de Él, junto con todo lo demás, resultan insípidos. En ese momento en que el Divino aparece y te toca, el éxtasis es tan grande que todos los otros momentos se sienten como un desierto seco. Así que el proceso de la Bhaktiyoga consiste en esforzarse, incluso en esa condición, y en última instancia viene la unión. Uno lo recibe, lo obtiene, lo alcanza. Uno permite que ese amor se le manifieste. Uno se convierte en el brasero de ese amor, en el poder, en el instrumento de ese amor. A partir de entonces, donde quiera que uno mira, todo es amor. No hay nada que sea amargo. Incluso la amargura misma se convierte en el Divino. Se dice de Mirabai que le enviaron una copa de veneno; su cuñado estaba en su contra y para deshacerse de ella un día le envió una copa de veneno y, como de costumbre, cualquier cosa que Mirabai recibía primero se la ofrecía al Divino. Ella no sabía que era un vaso envenenado y se lo ofreció al Divino diciendo: “Primero bebes Tú y luego bebo yo”. Esa era la práctica espiritual del bhakta. Y después de beber, bailó: el veneno se había convertido en néctar. El efecto del Amor Divino fue el efecto del néctar. Ese es el poder del Amor Divino. Al llegar a esa etapa, incluso si es veneno el que te sirven, se convierte en néctar. Porque todo en este mundo es el néctar Divino. Ese es el poder y la magia y la eficacia del Amor Divino. Es por eso que muchos grandes bhaktas fueron capaces de soportar la tortura, atroces torturas. Porque ven el abrazo Divino en cada tortura. Y ese es realmente un hecho. Este es el proceso de la Bhaktiyoga. En cierto sentido, no hay proceso. Esforzarse una y otra vez y estar loco por el Divino. Y después disfrutar de la locura del Divino. Ese es el proceso. Eso es Bhaktiyoga.
Hasta aquí hemos hecho un recorrido por todos los sistemas importantes de yoga. Ahora vamos a ver qué es Yoga Integral.
Muy bien. Todo esto fue con el objeto de explicar una sola palabra de la primera línea del segundo párrafo de La síntesis de las yogas.
55
Conferencia 4 En primer lugar vamos a revisar un poco. Estábamos en primera línea del segundo párrafo del primer capítulo: “Las cuatro ayudas”.
«La suprema Shastra de la Yoga Integral es el eterno Veda secreto en el corazón de cada ser». Debido a que es una frase muy importante, la estoy leyendo varias veces para que quede impresa en su corazón. Ya está ahí, por lo tanto debo decir “reimpresa”. Yo estaba explicando la palabra Yoga Integral y en ese contexto estuve hablando de los diferentes sistemas de yoga. Yoga Integral significa yoga integrado. Cuando se integran diferentes yogas se convierten en Yoga Integral. Es por eso que, a menos que ustedes supieran cuáles son las diferentes yogas, no habrían entendido lo que significa la integración de las yogas. Fue por ello que les expliqué los diferentes sistemas de yoga. Y les dije que la yoga es un esfuerzo metódico, y que ese esfuerzo tiene como objetivo dos cosas: el desarrollo de las facultades encaminado a la perfección y la unión del individuo con la existencia cósmica y la trascendental. Teniéndola en mente como una definición general de la yoga, se puede aplicar a todos los sistemas de yoga. Y entonces les hablé por lo menos de cinco yogas: Hathayoga, Rājayoga, Karmayoga, Jñānayoga y Bhaktiyoga. Hay muchos otros sistemas de yoga, pero estos cinco son suficientes para nuestro actual propósito. Por lo menos ya saben que hay muchos sistemas de yoga y que estos son cinco de los principales ejemplos. Les dije, en lo que respecta a la yoga, que ustedes debían hacer tres preguntas, y si obtienen la respuesta a esas tres preguntas, ya saben todo acerca de esa yoga. Estas tres preguntas son: cuál es el objetivo, el instrumento y el proceso.
Ya les dije que en la Hathayoga, el objetivo es la perfección del cuerpo. El instrumento es el cuerpo y los procesos son las asanas y el pranayama; sentarse con firmeza y hacer una serie de asanas.
El objetivo de Rājayoga es la perfección de la mente, la perfección de los poderes mentales; el instrumento es la mente y los procesos son yama y niyama. Hay cinco yamas: satya, ahimsa, brahmacharya, aparigraha, asteya. Yama significa principio de control; son cinco los principios de autocontrol: verdad, no-‐violencia, no robar, limitación de sí mismo y autocontrol de los impulsos. Niyama son principios comunes por medio de los cuales uno conduce su vida o su rutina
56
diaria; estos son: limpieza, buen ánimo y disposición, estudio y sumisión a la voluntad de Dios. Luego vienen las asanas y el pranayama, pero no en detalle, sino ordinarios. Después viene el principio de replegarse del movimiento de la mente dispersa. Luego el de concentrarse en un objeto, habitar en ese objeto, y finalmente fundirse con el objeto y ser uno con él: pratyahara, dharana, dhyana, samadhi.
Ahora viene la Karmayoga. ¿Cuál es el objetivo de la Karmayoga? Descubrir la Voluntad del Divino. El instrumento es el deseo. El proceso consiste en deshacerse del deseo mediante la abstención del deseo a gozar de los frutos de las acciones; en segundo lugar, renunciando a la idea de que uno es el hacedor de la acción. Luego viene el proceso de ofrecer su acción al Divino y, como resultado de ello, el propio Divino entra en uno y obra Su Voluntad a través de uno.
Luego viene la Jñānayoga. Su objetivo es conocer el Ser de Dios. ¿Cómo es Él? ¿Cuál es Su sustancia? Si uno se lo come, ¿sabe a algo? Descubrirán que Él sabe a Sachchidananda. Por lo tanto el conocimiento de Sachchidananda es el objetivo de la Jñānayoga. Si ustedes lo prueban, en todas partes encontrarán el deleite que estalla de Él, en todas partes la conciencia, la completa conciencia, en todas partes sentirán la sustancia de Él como sujetando la materia. Del mismo modo, cuando uno sujeta al Divino, el Divino no es etéreo. Hay muchas personas que piensan que Dios es, de alguna manera, un ser etéreo. ¡No! Dios es mucho más sustancial aún que la materia. A nosotros nos parece que la materia es lo más duro, mahato mahiyam. Él es más grande incluso que el más grande. Esa es la naturaleza del Divino. Cuando uno lo toca, uno siente la gran presión de lo sólido. En sánscrito, la palabra es chitghana. Ghana significa “sólido absoluto” y chit es “conciencia”; una conciencia que se vuelve tan densa, que todas las otras densidades no son nada en comparación con esa densidad. Esa es la experiencia que se obtiene con el Divino. La Jñānayoga busca conocer el Ser del Divino. El instrumento es el intelecto. El proceso consiste en averiguar lo que es real en última instancia, a diferencia de lo irreal; en discriminar entre lo real y lo irreal. Todas las apariencias deben discriminarse de lo que es real. Y para eso hay procesos negativos y procesos positivos. Los negativos son meditar: “Yo no soy el cuerpo, yo no soy la vida, yo no soy la mente, yo no soy el ego”. Los positivos son meditar: “Yo tengo el cuerpo, yo tengo la vida, yo tengo la mente, yo tengo el ego. Pero yo soy el Ser”. Luego: “Yo no soy el cuerpo, yo no soy la vida, yo no soy la mente, yo no soy el ego. Pero yo soy más
57
allá del cuerpo, yo soy más allá de la vida, yo soy más allá de la mente, yo soy más allá del ego. Yo soy el Ser Supremo”. Y luego se avanza más, más allá incluso del Ser Supremo, porque “Yo soy el Ser Supremo” es todavía una cosa menor. Así que hay que meditar: “Sólo existe el Ser Supremo”, “Sólo hay Un Ser Supremo”, y por esta meditación se llega al conocimiento de la realidad última y ulterior.
Sigamos. El objetivo de la Bhaktiyoga es descubrir y disfrutar del Amor Divino. El instrumento son las emociones. El proceso es girar todas las emociones hacia el Divino. Hay muchas emociones: la emoción de la alegría, la emoción de la tristeza, la emoción de las relaciones de diversos tipos, la ternura, el afecto, la intensidad, incluso la ira es una emoción, el dolor de la separación es también una emoción. Todas ellos tienen que volverse hacia el Divino. Incluso si usted se enoja, el enojo se debe girar hacia el Divino. Uno puede enojarse con el Divino en lugar de enojarse con pequeñeces. Y luego uno se encuentra con que nunca puede estar enojado con Él. Todas las causas de la ira son en realidad maniobras por las cuales el Divino sencillamente te toma entre Sus brazos. Entonces, ¿qué sentido tiene estar enojado con Él? El proceso de la Bhaktiyoga es muy simple: sufrir el dolor de estar separado del Divino, luego luchar por unirse a Él y finalmente la unión con Él.
Ahora llegamos a la cuestión de la Yoga Integral.
Yoga Integral es en primer lugar, la integración de los objetivos de todos los sistemas de yoga. En segundo lugar, se integran todos los instrumentos. Y en tercer lugar, se integran todos los procesos. Pero si se unieran todos los procesos de las diferentes yogas, eso resultaría en un proceso tan largo que no se podría acabar para nada en una vida, llevaría muchas, muchas, muchas vidas. Por lo tanto, parecería que esa integración es imposible. Debe haber algún otro método. Eso fue lo que Sri Aurobindo estudió en profundidad: ¿cómo integrar todos los objetivos, todos los instrumentos y todos los procesos? Es una pregunta muy difícil. Entonces descubrió que todos los procesos, ya sean los de Hathayoga, Rājayoga, Karmayoga, Jñānayoga o Bhaktiyoga, tienen una cosa en común: la concentración. Uno no tiene que hacer de forma individual todos los procesos que son apropiados para cada yoga. Él descubrió que el principio común a todas las yogas es la concentración. Luego descubrió que la concentración se perfecciona cuando uno emprende otros dos procesos: un proceso de purificación y un proceso de desarrollo. Uno desarrolla sus facultades y las purifica. Cuanto más se purifica uno, mayor es su concentración.
58
¿Cuál es el significado de la purificación? La purificación consiste en eliminar mezclas. Ustedes se encontrarán con que todo en nosotros está mezclado. Incluso si quieren pensar en la pureza, verán que al momento de pensar en ella, las emociones van a interferir, la voluntad va a interferir, los deseos van a interferir. Así que deben tener un proceso de reflexión desapasionada. Ese es un proceso de purificación. Muy a menudo, cuando uno quiere tener voluntad, eso se vuelve a convertir en una mezcla. La voluntad se mezcla con la duda. ¿Cómo se puede tener voluntad cuando hay una duda? Uno tiene que purificar su voluntad y no permitir que ninguna duda interfiera con su voluntad. A continuación, uno puede tener una voluntad correcta, sin mezcla. Cuando uno tiene grandes emociones, las ideas empiezan a parpadear en las emociones. Entonces la emoción pura se obstruye. Incluso mientras amas, dudas, sobrevienen dudas intelectuales. Tu amor también se ve afectado. La pureza del amor, cuando no hay mezcla, es el amor por el bien del amor y nada más, entonces el amor se convierte en algo poderoso.
En primer lugar, uno elimina las mezclas del funcionamiento de sus facultades. Uno toma cada facultad y la purifica. Cuando uno ejercita una facultad, no debe interferir otra facultad. Este es un proceso de purificación. Es un ejercicio largo, pero si uno hace esto con respecto a todas las facultades, he ahí la Yoga Integral. En el caso de las otras yogas, se toma sólo una facultad y se purifica, las demás sólo están acalladas, no purificadas, es sólo que no se les permite funcionar en absoluto. Si uno está haciendo Jñānayoga únicamente se purifica el intelecto; la voluntad y la emoción sólo se ponen a un lado, no se purifican, no se desarrollan. Por tanto, el resultado es limitado. Pero en la Yoga Integral uno purifica su voluntad, sus emociones, su intelecto, su cuerpo y su mente. Es una purificación integral. Si uno conoce el proceso, entonces, cada vez que hay un movimiento, si uno está pensando, purifica sus pensamientos; si uno tiene emociones, purifica su emoción; si uno tiene una voluntad, purifica su voluntad, al mismo tiempo, simultáneamente. Todo esto toma un tiempo más corto. Y cada purificación ayuda a la purificación de lo demás. Si uno purifica el intelecto, las emociones también se purifican, la voluntad también se purifica. Este es un aspecto de la purificación. La mezcla de funcionamiento de las diferentes facultades se elimina. Cada facultad queda sintonizada, purificada. Este es un proceso.
El segundo proceso se basa en que siempre hay otra mezcla en nuestra conciencia, una mezcla de ignorancia en todo. Tenemos una voluntad
59
ignorante, pensamos con ignorancia, amamos con ignorancia. La ignorancia es una gran mezcla. En todo lo que uno hace, la ignorancia está presente. Por lo tanto, en todas las actividades, hay que actuar con conocimiento; en lugar de iluminar la ignorancia, hay que iluminarlo todo, iluminar su corazón, iluminar su mente, iluminar su voluntad, iluminar sus emociones. Cuando uno pone una llama, todo se purifica. Incluso físicamente cuando se somete algo al fuego, se purifica. Uno tiene que prender el fuego de la iluminación, uno tiene que pensar correctamente, tener una voluntad correcta, amar correctamente. Un principio general es la Verdad. El fuego de la Verdad es el gran poder de la purificación. Quema, quema, quema todo el tiempo. Una pequeña chispa se convertirá luego en un incendio de siete toneladas, esta es la imagen de los Veda. A esa purificación, al proceso de ese fuego, se arroja todo, todas las impurezas, y se queman. Y uno emerge puro, dorado, y absolutamente perfecto. Sri Aurobindo ha dicho que esta purificación significa la eliminación de las mezclas, y las mezclas son de dos tipos: facultades mezcladas y funciones mezcladas con ignorancia. Eso significa purificación integral. Cuando todas las facultades se aclaran en sus distinciones, cuando todas las facultades se queman con el poder de la Verdad, la ignorancia es destruida, entonces uno consigue una purificación integral y varias toneladas de fuego empiezan a arder en su ser. Ese es un proceso muy importante, y cuando uno lo hace, su concentración es perfecta. Cuando no hay mezclas ni ignorancia, la concentración es automática. Uno no tiene que sentarse horas y horas y horas, como la kurma, la tortuga, que se repliega para poder vivir, que se demora tanto tiempo. Tenemos un proceso muy fácil. Esto es lo que Sri Aurobindo descubrió: si uno se purifica integralmente, su concentración se convierte en una concentración integral, perfecta.
El segundo proceso es el desarrollo. Junto con el proceso de purificación, uno debe tener también un proceso de desarrollo: el desarrollo de su intelecto, de su mente, de sus emociones, de su voluntad, de su fuerza de voluntad. Si uno desarrolla todas sus facultades, la concentración es después automática. Es lo que estamos haciendo ahora en este proceso; cuando ustedes se sientan en esta clase están desarrollando su mente y su intelecto muy agudamente. Si examinan lo que eran hace seis meses y lo que son ahora, notarán el tremendo movimiento de elevación que han emprendido en la mente, cada uno de ustedes, y cuánto han desarrollado su intelecto. Del mismo modo, ustedes deben tener ejercicios de desarrollo de la voluntad. Esto
60
también lo deberían hacer. Cada vez que tengan que estudiar durante cinco horas seguidas, tengan la voluntad, siéntense y vean quién los puede molestar durante cinco horas de concentrado estudio. Desarrollen esa voluntad. Ustedes deciden que lo van a hacer, una y otra vez y otra vez. Ustedes lo deciden y habiéndolo decidido, se aferran a la decisión. “Sí, lo haré. Debe hacerse. No hay excusa en absoluto. No debo enfermarme” —porque muchas veces nuestro cuerpo es una cosa muy complicada; si no quiere atender algo, se enferma. Incluso si la enfermedad llega, el cuerpo debe decir: “Incluso si me enfermo, lo haré”. Ese es el poder de la voluntad: “Pase lo que pase, lo haré”.
Del mismo modo, con las emociones, con la intensidad de las emociones. Muy a menudo las personas secan sus emociones; en nuestra yoga todas las emociones se purifican, no se secan, se intensifican, tanto se intensifican que todas las emociones se vuelven divinas. Precisamente mediante la intensidad. Si uno tiene un amigo, el sentido de la lealtad en la amistad, una lealtad a cualquier precio —eso se llama la intensidad de la amistad. Si uno ama, ama intensamente, sin reservas, profundamente, sin regatear, que es lo que tan a menudo sucede en el amor: “Te amo, en consecuencia debes hacer algo por mí”. No, en absoluto, no hay regateo ni negociación. Si uno ama, ama de verdad, intensamente, hasta que se convierte en amor Divino. El amor humano se transforma en amor Divino si uno ama de verdad. No lo sequen. Secar es el proceso mediante el cual uno debilita; mientras que nosotros debemos desarrollar la intensidad. Purificar y desarrollar, purificar y desarrollar. En el amor hay lecciones de celos, que es una cosa horrible, por lo tanto eso tiene que ser sacrificado. Amor sin celos, eso convoca la intensidad y la pureza del amor. No como Otelo, que es un pésimo ejemplo de amor.
Desarrollar el cuerpo al máximo: la salud, la fuerza y la agilidad del cuerpo. Estas tres cosas deben alcanzarse. También pueden agregar la belleza del cuerpo. Si ustedes se ponen de pie ante el Divino, deben ser hermosos, incluso físicamente.
Así que estos dos procesos: purificación y desarrollo. Junto con ambos está la concentración. La concentración es lo principal, y la purificación y el desarrollo son los dos instrumentos mediante los cuales uno puede aumentar la concentración. La purificación en el lado derecho, el desarrollo en el lado izquierdo y en el centro la concentración. En este método triple, uno toma cada uno de los instrumentos y le aplica los
61
tres métodos, ese es el secreto de la Yoga Integral. En lugar de una sola facultad, pone todas las facultades juntas. Entonces uno no necesita hacer tantos ejercicios como en la Hathayoga o en la Rājayoga, todos los demás procesos se pueden eliminar. Conserven sólo estos tres procesos: la purificación, el desarrollo y la concentración. Purificación integral, desarrollo integral y concentración integral son el secreto de la Yoga Integral. Sri Aurobindo utiliza la palabra: “una concentración omnireceptiva”. En todo proceso de concentración, ya sea que estén estudiando o jugando o simplemente mirando, reciban al Divino todo el tiempo. El Divino se está vertiendo siempre en ustedes, ese hecho deben recordarlo todo el tiempo. Las lluvias del cielo ya están cayendo sobre nosotros. Es sólo que estamos cerrados, abrimos los paraguas y es por eso que no recibimos las lluvias que el Divino nos vierte. Si se quitan el paraguas y se vuelven absolutamente abiertos, su concentración se hará receptiva a todo. El Divino llegará a ustedes desde todos los costados. El Divino vendrá a ustedes a través de su voluntad, de sus emociones, de su discriminación intelectual, de su cuerpo, de su mente, a través de todo. Hagan lo que hagan, ofrézcanselo al Divino, recuerden al Divino, estén con el Divino. Este es el simple y muy complejo proceso de una concentración omnireceptiva. Este es el descubrimiento de Sri Aurobindo después de años. Para nosotros ahora es fácil porque tenemos la ventaja del grandioso trabajo de Sri Aurobindo al averiguar cuál era la esencia de cada yoga y qué se podía eliminar de manera que en una vida uno pudiera alcanzar los más altos resultados. Fue él quien descubrió que una concentración omnireceptiva es la única fórmula.
Y entonces uno obtiene al Divino integral. El objetivo será percatarse del Divino integral. En el caso de la Karmayoga uno sólo conoce la Voluntad de Dios, en la Jñānayoga sólo conoce el Ser de Dios, en la Bhaktiyoga sólo conoce el Amor de Dios, pero si ustedes quieren conocer los tres juntos —el Ser de Dios, la Voluntad de Dios, el Amor de Dios—, entonces necesitan la Yoga Integral. Al hacer la Yoga Integral se conocen los tres aspectos juntos. Si no conocen todos los tres juntos, es sólo porque el proceso puede ir a mitad de camino en un caso, a mitad de camino en otro caso, y a mitad de camino en el tercer caso, en distintas proporciones. Ustedes pueden ser un gran karma-‐yogui, pero tener muy poco de jñāna-‐yogui, entonces conocen la Voluntad de Dios, pero no la sustancia de Dios, o la conocen sólo en parte. Pero si hacen Karmayoga, Bhaktiyoga y Jñānayoga juntas, como dice Sri Aurobindo, si se montan en una carreta de tres pares de ruedas, al mismo tiempo, a la
62
vez, entonces ustedes verán la velocidad con que la carreta va a correr y a alcanzar la meta.
Todo lo que he hablado está escrito en los capítulos 4 y 5 de la Introducción a La síntesis de las yogas. Les voy a leer un párrafo de la página 42:
«A la síntesis que proponemos no se puede llegar, entonces, ni por combinación en masa ni por práctica sucesiva». No se pueden hacer las yogas de una en una. Hacer primero Hathayoga, a continuación hacer Rājayoga, luego Jñānayoga, etc. Si uno las hace así, sucesivamente, será un proceso tan largo que nunca se podrá acabar. Por eso Sri Aurobindo dice que no se puede hacer por práctica sucesiva ni por combinación en masa. Porque al mismo tiempo hacer también pranayama, asanas, pratyahara, dharana... tampoco sería posible. La síntesis no se puede lograr ya sea
«por combinación en masa ni por práctica sucesiva. Por lo tanto, debe efectuarse desestimando las formas y los exteriores de las disciplinas yóguicas y aprovechando más bien un principio central común a todas ...» Les dije que los principios comunes son la purificación, el desarrollo y la concentración.
«... —que incluya y utilice sus principios particulares en el lugar y la proporción correctos— y una fuerza dinámica central —que sea el secreto común de sus divergentes métodos y, por lo tanto, capaz de organizar una selección natural y una combinación de sus variadas energías y diferentes usos. Este fue el objetivo que nos propusimos al principio, cuando nos adentramos en nuestro examen comparativo de los métodos de la Naturaleza y los métodos de la Yoga, y ahora retornamos a él con la posibilidad de aventurar una solución definitiva». ¿Cómo llegar a una síntesis, a una integración de la yoga? Si uno puede sacar provecho de un principio común, de un poder dinámico que sea común a todas, entonces uno resuelve el problema.
Ahora vamos a la página número 45. Este párrafo nos da ese secreto común en torno al cual todo se puede combinar entre sí:
63
«El método que tenemos que perseguir, entonces, es poner todo nuestro ser consciente en relación y en contacto con el Divino y llamarlo para que transforme todo nuestro ser en el Suyo. Así, en cierto sentido, Dios mismo, la Persona real en nosotros, se convierte en el sādhaka de la sādhana, al igual que en el Maestro de la yoga que utiliza la personalidad inferior como el centro de una transfiguración divina y el instrumento de su propia perfección. En efecto, la presión de Tapas —la fuerza de la conciencia en nosotros, que habita en la Idea de la Naturaleza divina—, sobre eso que somos en nuestra totalidad, produce su propia percatación. El Divino y el que todo lo sabe y el que todo lo efectúa, desciende sobre lo limitado y oscuro, progresivamente ilumina y energiza toda la naturaleza inferior y sustituye con su propia acción todos los términos de la luz inferior humana y la actividad mortal». El reino del Divino debe derramarse sobre nosotros, así que llamémoslo. Debemos empaparnos de las aguas del Divino. Eliminar todos los obstáculos con los que cerramos nuestra mente y cuerpo y vida. Si llamamos al Divino y Él entra en nosotros, gran parte de nuestro trabajo desaparece porque Él mismo es quien va a hacer la sādhana. Ese es un gran secreto descubierto: permitir que el propio Supremo entre en nosotros y haga la sādhana. Uno se empapa del Divino. Uno se convierte en el centro de una transfiguración divina. Nuestra personalidad inferior, la cabeza y el cuerpo, todo se empapa de las aguas divinas, se convierte en el instrumento de su propia perfección. Esto responde nuestra pregunta.
Ahora estamos llegando al final de la idea: ¿qué es la Yoga Integral? Yoga Integral es la integración de todos los objetivos, los instrumentos y los procesos de los diferentes sistemas de yoga, pero de una manera integrada. La manera de integrar es triple: desarrollo, purificación y concentración de todas las facultades, de todo el ser. Poner todos los tres en contacto con el Divino, invitar a las aguas del Divino y empaparse en ellas, entonces Él va a hacer todo lo demás. Si ustedes hacen esto de su parte, Él hará el resto. Ese es el sistema de la Yoga Integral. En una sola vida, ustedes pueden hacer todos los procesos, pueden alcanzar la perfección más elevada si siguen este proceso.
Ahora bien, la Yoga Integral tiene tres características. En esta yoga no existe una secuencia estricta o rígida. Esta es una afirmación muy
64
importante. En la Hathayoga, primero se deben hacer asanas y cuando uno las domina entonces hace pranayama. En la Rājayoga lo primero es hacer yama y niyama, luego las asanas, luego el pranayama, luego como la tortuga, el repliegue de todas las influencias externas, luego vivir en el objeto, luego insistir más tiempo viviendo en él, luego la absorción. En cada yoga hay una secuencia. En la Yoga Integral hay una secuencia, pero no es una secuencia rígida. Si uno pregunta: “¿Qué es lo primero que debo hacer en esta yoga?”, no hay una respuesta clara. Si en todo caso uno insiste en preguntar, se pueden decir un par de cosas, pero incluso entonces uno se da cuenta de que uno puede hacer lo que le resulte más conveniente. Por supuesto, hay grandes líneas de desarrollo. No se puede saltar directamente al Supramental; eso no se puede hacer, la supramente vendrá en una etapa más tardía, pero incluso allí se pueden realizar saltos, dependiendo de sus capacidades y de su estado. Hay una secuencia, pero no es rígida. Lo que a uno le resulte conveniente para empezar, eso es lo que debe hacer. Si para ustedes no es fácil estudiar, en esta yoga se les permite no estudiar. No estudien. ¿Qué les gusta hacer? Lo que ustedes puedan hacer fácilmente, cualquiera que sea su inclinación, concéntrese en eso, purifíquenlo y desarróllenlo. Luego, gradualmente, una secuencia se construirá. Una vez que lo empiecen a hacer, habrá una secuencia de desarrollo, pero incluso entonces la secuencia no será rígida. Si después de algún tiempo ustedes dicen que quieren hacer otra cosa, eso también está permitido. Ese es el verdadero principio del libre progreso. En un sistema rígido de educación, primero hay que hacer esto, luego hay que hacer aquello, es un programa fijo. En el sistema de libre progreso el programa no es fijo. Lo que tienen ganas de hacer, eso hacen. Si después de un tiempo quieren hacer otra cosa, la hacen. La integran con lo que han hecho hasta entonces, o no la integran y van al tercer paso. Permiten que su ser natural fluya. Poco a poco, ustedes desarrollan sus facultades. El objetivo final es hacer progresar todas sus facultades. Si esto no se hace en la última instancia, se pierde todo. Su objetivo debe ser el conjunto, que se desarrolle todo el conjunto, que se transforme todo el conjunto. Esta es la primera característica de la Yoga Integral.
En esta Yoga Integral no existe una secuencia rígida. Hay gente que es tan activa que no puede meditar en absoluto. Para ellos, la respuesta es: no mediten, sigan haciendo su trabajo y ofrézcanselo al Divino. Ese es un tipo diferente de meditación. Ofrecerle el trabajo al Divino es otro tipo de meditación. Hagan ese tipo de meditación; no se sienten en
65
silencio en determinado momento durante media hora o una hora. No hagan eso. Hay personas que son incapaces de hacer un montón de trabajo; sus energías no están sintonizadas con la acción. A ellas les gusta meditar, reflexionar, contemplar, replegarse, retirarse, estar tranquilas, estar en silencio. Para ellas, ese es el método, tienen que comenzar con eso. Por otra parte, recordar al Divino, cantarle canciones al Divino, alabar al Divino, vivir todo el tiempo en el amor de Dios, será mucho más fácil para muchas personas. Así que ellas comienzan con eso. No hay una secuencia rígida, no se debe comenzar con esto o con lo otro. Ustedes comienzan allí en donde están y con lo que son.
Eso llega hasta tal punto, que cada individuo terminará por tener su propio sistema de yoga porque cada individuo tiene su propia combinación de mente, vida y cuerpo. Por lo tanto, cada uno habrá de apropiarse de su propio método. La síntesis de las yogas, la Yoga Integral, es aquella en la que cada individuo tendrá su propio sistema. Hay millones y millones de formas de Yoga Integral, no sólo una. Por lo tanto, la Yoga Integral no puede convertirse en una religión. La religión es un sistema en el que se prescribe un método, se introduce un principio y hay que seguirlo. La Yoga Integral no puede convertirse en una religión porque a todo el mundo se le permite desarrollar su propio método para que no haya religión en absoluto. Es por eso que Madre dijo que es imposible convertir la enseñanza de Sri Aurobindo en una religión. No se puede hacer de ella una religión, porque cada individuo tiene su propio método de desarrollo. No se puede establecer que todo el mundo debería hacer esto o aquello. En la religión, todos los que creen tienen que seguir un método. En la Yoga Integral cada uno tiene su propio método, su propia vía de desarrollo. No hay dos personas idénticas que tengan el mismo sistema de yoga en la Yoga Integral. La yoga se desarrolla para cada individuo a medida que este avanza. Su método se desarrolla en función de lo que ahora le resulta importante, de lo que se le facilita, de lo que le exige la fuerza de su acción y que le impulsa a seguir creciendo en ese aspecto. Poco a poco, todo eso, como las ramas de un árbol, se entrelazará. En última instancia, cada uno de ustedes se convertirá en una hermosa flor de loto con todos los pétalos creciendo juntos de una manera perfecta. Ese es el objetivo. Esta es la primera característica.
«Tiene tres características sobresalientes esta acción del altísimo cuando trabaja integralmente en la naturaleza inferior. En
66
primer lugar, no actúa de acuerdo con un sistema y una sucesión fijos, como los métodos especializados de yoga, sino con una especie de trabajo libre, disperso y sin embargo gradualmente intensivo y resuelto, determinado por el temperamento del individuo en el que opera, los materiales útiles que su Naturaleza ofrece y los obstáculos que presenta a la purificación y la perfección». Este es el método, la característica especial de la Yoga Integral. Está determinada por el temperamento del individuo, tanto si es activo o emotivo o contemplativo o un hombre fornido tratando de sacar músculos todo el tiempo. Eso depende de la inclinación de cada uno. Nada es obligatorio en esta yoga. En última instancia, todo está incluido, pero nada es obligatorio en el proceso. Uno tiene que encontrar lo que es útil en su naturaleza. Si para usted es fácil contemplar, entonces ese es su método; si para usted es fácil amar, entonces ese es su método; si para usted es fácil trabajar, entonces ese es su método. Depende de su temperamento, de cuáles son los elementos de su temperamento. La purificación y la perfección vienen con el desarrollo. Purificación, desarrollo, concentración: estos tres métodos están siempre presentes, pero usted los aplica dependiendo de dónde está la obstrucción, es decir, dónde se halla el material útil.
«En un sentido, por lo tanto, cada hombre en este camino tiene su propio método de yoga». Esta es la frase más importante. En la Yoga Integral hay una ruta diferente para cada uno. Hay una hermosa frase del Bhágavad-‐guitá: “Así como se me acercan, así entrego”. Si ustedes se acercan al Divino con amor, Él regresa a ustedes con amor. Si desean que el Divino aumente su poder de trabajo, Él vierte trabajo sobre ustedes. Si ustedes lo contemplan, Él les da mucha paz y silencio. Ye yatha mam prapadyante tan tathaiva bajamayaham, “Así como se Me acercan, así les respondo”. Si usted piensa que el Divino está enojado con usted, Él se enoja con usted. Si usted piensa que el Divino está complacido con usted, Él se complace con usted. Usted decide. Ambos son buenos. Si usted necesita la mano de Kali, piense que el Divino está enojado con usted y Kali vendrá y romperá todos los obstáculos en el acto. Si usted quiere un paso suave, un proceso paulatino, el Divino hará todas las cosas que tienen que hacerse con mucha suavidad, con mucha ternura, con mucho cariño. Todo depende de usted, como usted se aproxime a
67
Él, así entregará Él, así responderá Él. Y hay millones de maneras de acercarse al Divino. Es por eso que se dice: la Yoga Integral cuenta con un millón de maneras, no hay una sola vía.
«Sin embargo, hay ciertas líneas generales de trabajo comunes a todos que nos permiten construir, no de hecho un sistema de rutina, pero sí algún tipo de Shastra o método científico de la yoga sintética». Aunque en apariencia pueda parecer dispersa, detrás de esta yoga hay un método, no es un método rígido, sino una secuencia. Hay tres pasos básicos en esta yoga. Ustedes pueden empezar en cualquier lugar, pero tienen que pasar por esos tres pasos básicos. Sri Aurobindo habla de ellos como de la Triple Transformación: psíquica, espiritual y supramental. Incluso allí el proceso se superpone, no es un proceso rígido. Mientras se encuentran en la etapa de desarrollo psíquico, la etapa supramental también puede intervenir de repente. O la etapa espiritual puede intervenir. Ustedes pueden ir primero a la espiritual, y la etapa psíquica puede desarrollarse más tarde. Veremos todo esto más adelante, pero aún así les digo, de manera general, que lo básico es que ustedes desarrollan el psíquico, luego el espiritual y luego el supramental. Ese tipo de sucesión no es del todo imposible. De hecho, esa es precisamente la idea. Esta es la shastra de la Yoga Integral que ya está escrita en sus corazones. Es la shastra de la transformación psíquica, la transformación espiritual y la transformación supramental. Tal es el método científico de la Yoga Integral.
68
Conferencia 5 «La suprema Shastra de la Yoga Integral es el eterno Veda secreto en el corazón de cada ser que piensa y vive». Habíamos parado justo aquí y estábamos hablando de la palabra Yoga Integral. Y nos fuimos en un viaje describiendo qué es la yoga, describiendo diferentes yogas, como la Hathayoga, la Rājayoga, la Karmayoga, la Jñānayoga y la Bhaktiyoga. Preguntamos luego cómo se llega a la Yoga Integral mediante una síntesis. Llegamos a la conclusión de que la síntesis de la yoga se obtiene sintetizando los objetivos de las distintas yogas, sintetizando los instrumentos de las distintas yogas y sintetizando los procesos de las distintas yogas. Describimos someramente cómo se sintetizan los objetivos, los instrumentos y los procesos, pero todo el libro está aquí delante nuestro y en su debido momento vamos a leer sobre todo eso en detalle. Ahora tenemos una idea preliminar de lo que es la Yoga Integral. Sin embargo, la afirmación con que iniciamos hoy es en sí misma una afirmación muy sorprendente. Ustedes corroboran la maravilla de esta afirmación cuando él añade:
«No es necesario leer el libro». Es decir, si la afirmación se entiende correctamente, significa que uno no necesita leer el libro, porque él lo ha dicho:
«La suprema Shastra de la Yoga Integral es el eterno Veda secreto en el corazón de cada ser que piensa y vive». Ya está en tu corazón, en mi corazón, en el corazón de todos, secretamente presente.
Ustedes saben que hay una declaración muy interesante de Sri Aurobindo, donde dice: “El primer principio de la enseñanza es que nada se puede enseñar”. Ustedes deben haber oído esta frase muy a menudo. La razón es que todo lo que tienen por aprender ya está en ustedes. Hay un conocimiento que se llama Veda —Veda no es más que un libro de conocimiento— y Sri Aurobindo dice que es el eterno Veda. No fue escrito ayer, no se ha escrito hoy, no se escribirá mañana. Es eterno.
¿Cuál es la razón para hacer esta afirmación?
69
En un principio puede parecer muy, muy difícil de aceptar. Debe haber una historia detrás de esto; ¿cómo podemos decir que la Shastra suprema de la Yoga Integral, que puede tomarnos cientos de años entender, ya está, sin embargo, escrita en el corazón de cada uno? Así que debe haber una historia que nos relate cuándo fue escrita. Sólo entonces podremos decir que ya está en secreto en el corazón de todos.
La historia es que, en primer lugar, cada uno de nosotros es eterno. Aunque nuestro cuerpo nazca ahora o luego, pero cada uno de nosotros es eterno. Eso significa que tenemos una cierta clase de inmortalidad. Así como el Supremo es eterno, también nosotros lo somos. Cada uno de nosotros siempre existe. Madre lo puso en palabras muy bonitas: “Somos formas objetivas del Supremo”. Si toman un espejo y se miran en él, son ustedes mismos, pero verán que su objeto en el espejo los mira, a pesar de que ustedes están mirando al espejo, el resultado de la objetivación es que el espejo los mira. Y porque los mira, hay un diálogo entre ustedes y la imagen como si esa imagen fuera distinta de ustedes —aunque parecida. La historia del mundo es simplemente la historia del Supremo objetivado, lo que resulta en un diálogo. Puesto que ustedes mismos son una imagen del Supremo, todo lo que está en el Supremo está en ustedes; si el Supremo es omnisciente, también lo son ustedes. Por lo tanto, todo lo que se conoce, todo lo que constituye el conocimiento, ya está en secreto en nosotros. Ustedes lo han olvidado quizá —de hecho lo olvidamos—, pero es un secreto. Está presente. Puesto que está presente, ustedes sólo tienen que recuperarlo. Así que todo aprendizaje es una recuperación.
Hay una hermosa historia de Platón. Platón escribió muchos diálogos. La filosofía occidental se supone que son meras notas a pie de página a partir de Platón. Si conocen a Platón, de una manera general ya saben todo lo que es en la filosofía occidental. Al igual que en el caso de la India, la totalidad de la filosofía india son meras notas a pie de página a partir de los vedas. Si conocen los vedas, conocen la filosofía india. Todo lo que está en la India es fácil de entender. Es por eso que en un momento dado con ustedes empecé por los vedas. Aunque gran parte de eso se haya olvidado, no importa. Hay una definición de aprendizaje: el aprendizaje es lo que queda después de haber olvidado todo lo que se ha aprendido. He hablado largamente con ustedes acerca de los vedas, de manera que si ya lo olvidaron, entonces lo que queda es lo que han aprendido. Por lo menos, si alguien usa la palabra “Veda”, ustedes ya no se sentirán como unos extraños, sentirán alguna cercanía, han oído mencionar que hay algo así como los vedas en el
70
mundo, aunque eso sea todo lo que puedan recordar. Del mismo modo, un día quiero que tratemos sobre Platón.
Platón sostenía que todo conocimiento es reminiscencia. Siempre que se aprende algo es tan sólo un acto de recuperación. Recordar: “¡Oh! Ahora recuerdo, sí”, es un reconocimiento. Todo conocimiento es reminiscencia. Y para demostrar su teoría, escribió un breve diálogo cuyo personaje principal es Sócrates. En este diálogo, Sócrates está discutiendo con un gran filósofo, está diciendo que todo conocimiento es reminiscencia, y el otro filósofo argumenta acerbamente en contra. Sócrates le dice: “Hagamos un experimento. Llama a uno de los muchos esclavos que están a tu servicio, el que quieras”. En esa época había esclavos en Grecia, personas que se compraban y eran esclavas toda la vida. Por lo general, estas personas solían ser muy ignorantes, oscuras, sin educación, pero laboriosas trabajadoras, no podían rehusarse a hacer cualquier cosa que les fuera solicitada. Así que Sócrates dice: “Seguramente él no conoce el teorema de Pitágoras”. Pitágoras, como ustedes saben, fue un geómetra genial, un gran matemático y hay un teorema muy famoso que lleva su nombre. “Seguro que tu siervo no sabe de Pitágoras, no conoce su teorema. Él ni siquiera ha escuchado la palabra geometría. Es un ignorante”. “Sí, claro”, acepta el otro filósofo. Entonces Sócrates le dice: “Pues voy a demostrarte que sí conoce el teorema de Pitágoras. No sólo lo conoce, sino que te demostrará el teorema de Pitágoras”. Es una declaración sorprendente. Llaman al esclavo y Sócrates empieza a hacerle preguntas, poco a poco, lentamente, como un buen maestro, hasta que obtiene del esclavo las respuestas —todo depende de cómo se hacen las preguntas: Sócrates comienza asumiendo que él ya sabe y formula las preguntas de tal manera que él recuerde. Él ha olvidado, y sólo se le ayuda a recordar, al punto que, en última instancia, es capaz de demostrar el teorema de Pitágoras. Sócrates demuestra que el esclavo sabe, sólo que hasta ese momento no recordaba. Es un diálogo muy famoso de Platón, llamado “El Menón”, que demuestra que todo conocimiento es reminiscencia, porque todo conocimiento ya está secretamente en ti.
Sri Aurobindo dice que la Yoga Integral es conocida por todos y cada uno de nosotros. Ya la conocemos. Por lo tanto, Sri Aurobindo dice:
«El loto del conocimiento eterno y de la perfección eterna es un capullo cerrado y plegado en nuestro interior».
71
En un capullo está incluida la totalidad de la flor. Es un hecho. Antes de florecer, toda la flor ya está presente en el brote. Del mismo modo, este conocimiento es un brote en el corazón de todo el mundo y
«Se abre rápida o gradualmente, ...». Ambas formas son posibles: se puede abrir con rapidez, de un golpe, o se puede abrir lentamente,
«... pétalo por pétalo, ...». Ese es nuestro procedimiento normal, eso es lo que estamos haciendo ahora. Todos nosotros estamos en el proceso gradual de apertura de este brote, poco a poco, de pétalo en pétalo,
«... a través de percataciones sucesivas...». Percatarse significa que te das cuenta de lo que ya tienes, de lo que es real en ti. Todo logro es una percatación, es la reminiscencia “a través de percataciones sucesivas”.
«... una vez que la mente del hombre comienza a girar hacia el Eterno, una vez que su corazón, ya no comprimido ni confinado por el apego a las apariencias finitas, se enamora, en cualquier grado, del Infinito». Esta es la única condición, sólo tenemos que girar —girar es el secreto. Mientras no giremos, el loto se mantiene cerrado, pero en el momento en que giramos hacia el Eterno desde la mente y desde el corazón, entonces el loto se abre ya sea rápida o gradualmente.
«Toda vida, todo pensamiento, toda energización de las facultades, todas las experiencias pasivas o activas, se convierten a partir de entonces en tantos choques, que desintegran los tegumentos del alma y eliminan los obstáculos de la inevitable eflorescencia». Una vez que nuestra mente se vuelve hacia el Infinito, entonces todas nuestras experiencias, lo que sea que nos suceda, es sólo un choque que nos hace recordar. Lo que hemos olvidado, se nos recuerda. Y como resultado todos los tegumentos, todos los obstáculos, todos los lazos que nos impiden recordar se cortan en pedazos. Y entonces nos acordamos, recuperamos la memoria.
72
Luego viene una de las afirmaciones históricas más grandes del mundo, una frase corta:
«Aquel que elige el Infinito ha sido elegido por el Infinito». Entonces incluso allí tenemos la certeza de que es Él, el propio Infinito, quien elegirá, y la señal de que nos eligió es que nosotros lo elegiremos a Él. En el instante en que decimos: “Ahora quiero conocer al Divino”, significa que el Divino nos eligió para que lo conociéramos. El punto de partida no es uno, el punto de partida es Él. Él es el Amante y en el momento en que te baliza, tú giras hacia Él. De manera que “quien elige el Infinito ha sido elegido por el Infinito”. Por lo tanto, siempre es mejor de nuestra parte que elijamos, ya que será la señal de que hemos sido elegidos.
«Ha recibido el toque divino, sin el cual no hay despertar, no hay apertura del espíritu; ...». Es como Sócrates, que llama al esclavo de Menón y le dice: “Ven”, y luego le empieza a hacer preguntas. Sin Sócrates, el esclavo no podría haber recuperado su conocimiento de Pitágoras. Una vez que el Divino nos elige, todo tipo de preguntas se nos plantean en la vida y al empezar a responderlas, la Voluntad Divina se nos revela, nos acordamos del Divino y logramos la perfección. Pero una vez que se recibe el toque, el logro es seguro.
Recuerdan que empezamos La síntesis de las yogas debido a una cuestión que se planteó. Al terminar el primer capítulo de La vida divina, llegamos a la conclusión de que ahora estábamos racionalmente convencidos de que aspirar a Dios, a la Luz, a la libertad, a la felicidad y a la inmortalidad se justificaba de forma razonada. Dado esto, la pregunta fue: ¿Cómo lo realizaremos? ¿Cómo vamos a alcanzar a Dios, la Luz, la libertad, la felicidad y la inmortalidad? Esta es la respuesta a esa pregunta, básicamente. Aunque después la respuesta sea más larga, este es el aspecto básico de la respuesta, es decir, el hecho mismo de que ustedes hayan hecho la pregunta en la clase significa que ustedes ya han elegido y eligieron porque Él ha elegido. Esa es la señal, de lo contrario no se habría planteado esta cuestión en absoluto. El hecho mismo de que ustedes han hecho esta pregunta significa que el Divino ha elegido que ahora ustedes sepan. Ustedes han llegado a la etapa muy importante de ser elegidos.
«... pero una vez que se recibe, el logro es seguro, ...».
73
Esta es la gran seguridad que se nos da. Una vez que ustedes han empezado, pueden estar seguros de que se llevará a cabo. Ya no hay cómo parar.
«... ya sea que se conquiste rápidamente en el curso de una vida humana o que se persiga pacientemente a través de muchos estadios del ciclo de la existencia en el universo manifiesto». Si así lo desean ustedes o si así lo desea Él, ustedes lo pueden lograr en esta vida misma. Una vez más, si ustedes deciden que tiene que hacerse en una sola vida, recuerden: Él ha elegido que debe ser en una vida. Sin embargo, puede tardar un poco más, no importa —el logro es seguro.
Ahora viene el siguiente párrafo, cuya primera frase es una elucidación de la primera línea del párrafo que acabamos de leer. Esta primera línea del tercer párrafo es una repetición de la primera línea del segundo párrafo, pero en otras palabras.
«Nada se le puede enseñar a la mente que no esté oculto como conocimiento potencial en el alma desplegable de la criatura». Si ese conocimiento no estuviera oculto en el alma, entonces nada podría enseñarse. Si se puede enseñar, si uno puede aprender, si uno entiende, es porque eso ya estaba en su alma, sólo que plegado y ahora se despliega. Porque no somos más que una forma objetiva de Él. Todo lo que Él es, también nosotros lo somos, sólo que en la forma objetiva, sólo que en el espejo. Pero Él es el original. Nosotros somos una copia. Nosotros somos sólo un reflejo.
«Nada se le puede enseñar a la mente que no esté oculto como conocimiento potencial en el alma desplegable de la criatura. Así también toda perfección de la cual el hombre exterior es capaz, es sólo un percatarse de la perfección eterna del Espíritu en su interior. Conocemos al Divino y nos convertimos en el Divino, porque ya somos Eso en nuestra naturaleza secreta. Toda enseñanza es una revelación, todo devenir es un despliegue. Percatarse es el secreto; conocerse y acrecentar su conciencia son los medios y el proceso». Cuanto más va uno a su interior, más se conoce a sí mismo, y más se percata. Por lo general, tratamos de conocer yendo hacia el exterior. Aquí Sri Aurobindo dice: vayan hacia adentro y cuanto más se conozcan a sí mismos, al interior, realmente conocerán, e incluso también
74
conocerán lo que es exterior debido a su conocimiento de sí mismos. Estas dos últimas frases son extremadamente importantes para la vida de todos.
«Toda enseñanza es una revelación, todo devenir es un despliegue». Cuando uno se convierte en profesor, recuerda esta frase. Se llega a un punto en el que todo lo que se dice se convierte en una revelación.
«Toda enseñanza es una revelación, todo devenir es un despliegue. Percatarse es el secreto; conocerse y acrecentar su conciencia son los medios y el proceso». Estos dos párrafos —el segundo y el tercero— nos proveen toda la shastra de la Yoga Integral. Si no hubiera libros escritos uno podría haber dicho: “Mis queridos amigos lo que debía decirse se ha dicho, no se necesita decir más. Reflexionen sobre ello, mediten en ello y sabrán todo lo que quieren saber”. Pero debido a que existen libros, tenemos la facilidad y seguimos adelante, no nos detenemos aquí y tenemos que dilucidar más y más. Pero lo que se dijo, se dijo plenamente. Todo está ahí. De hecho, estos dos párrafos son todo lo que se tiene que aprender en la vida. Ustedes no necesitan nada más que esto. Este era el estilo de las Upanishad. El estudiante solía sentarse cerca del maestro, este solía hablar unas pocas palabras y luego decía: “Ahora medita. Percátate de lo que he dicho”. Esta era la práctica. Pero ahora esos maestros no están disponibles y no tienen esa capacidad de revelación, así que tenemos que escribir libros largos, largos. Y hay que repetir y esclarecer y aclarar aún más...
Ahora viene la elucidación. Si pudieran sentarse a los pies de Sri Aurobindo directamente, tal vez entonces esta aclaración no sería necesaria. Él los miraría a los ojos y el conocimiento se entregaría. Ese era el poder de Sri Aurobindo y de la Madre. Podían ver en el interior de uno y darle, sin hablar siquiera.
Hay una frase hermosa en las Upanishad: “Aquí están los maestros. Cuando los maestros son jóvenes y los alumnos son viejos. Y el maestro enseña sin hablar”. En completo silencio se entrega lo que se debe entregar. Ese es el método correcto de aprendizaje y enseñanza. Los maestros son siempre jóvenes sin importar su edad, ¿por qué? Porque donde hay conocimiento, hay frescura. Donde hay frescura, hay juventud. Los alumnos son oscuros e ignorantes, por tanto son viejos.
75
No hay frescura. Pero incluso el viejo se vuelve joven. Esta es la promesa del maestro: el viejo se vuelve joven. Porque cuando el conocimiento se vierte sobre ellos, florecen. La juventud llega y ellos afloran. La vida comienza a fluir. Se vuelven poderosos. Eso es lo que sucede, en particular cuando uno lee a Sri Aurobindo: uno siente este efecto eléctrico sobre su ser. Así que ahora vamos a leer.
«El agente habitual de esta revelación es la Palabra, lo escuchado (śruta)». Ustedes deben leer estas frases de Sri Aurobindo con el mismo silencio con que han sido enunciadas. Cuando hay un silencio completo, incluso un pequeño sonido —un leve sonido es la Palabra. Sri Aurobindo no dice libros ni palabras, sólo dice palabra.
«El agente habitual de esta revelación es la Palabra ...». Esa es una concesión que se nos otorga. Somos tan viejos, tan sordos, tan sin vista, tan débiles, tan flojos que a pesar de que nos pueden decir todo en un silencio, no podemos oír. No se nos revela porque somos tan viejos que no podemos recibir la revelación. Así que el maestro hace una concesión. Pero la concesión se hace sólo pronunciando una palabra. Eso nos da una vibración: Brahman.
Muchos maestros en las Upanishad pronuncian sólo una palabra: Brahman. Brahman significa el Supremo. O utilizan la palabra AUM [OM]. Es sólo una palabra: AUM. Y eso es suficiente. Eso es lo que destapa los oídos, que se han vuelto oídos sordos. Y esta sordera se elimina mediante la palabra AUM. Y hay un despertar tremendo.
Se dice: “Ya sea que uno crea o no en Dios, en el momento en que le dicen: ‘Dios existe’, su vida no puede ser como antes”. A uno simplemente le dicen ‘Dios existe’ —sencillamente, sin argumentar, sin adornar, sin repetir. Si alguien te dice “Dios existe”, después de escuchar estas palabras tu vida no puede ser como antes. Estás en problemas. En el momento en que te dicen “Dios existe” tienes que probar que Dios no existe. No puedes seguir donde estás. Y en el momento en que intentas probar que Dios no existe, te ves cada vez más atrapado en Dios. Tienes que estar preocupado con Dios. Tienes que luchar con Dios. Tienes que negarlo, rechazarlo y tienes que hacer un gran esfuerzo para rechazarlo. ¿Cómo puedes rechazarlo? Donde quiera que mires a tu alrededor existe Brahman. ¿Cuánto vas a rechazar? ¿Qué vas a rechazar? No importa que digas “Eso no existe”,
76
aún así existe. Se burla de ti, se ríe de ti en cada momento. Todo en el mundo revela a Dios. Incluso si dices que Él no existe, ¿quién es ese que lo dice? Si dices “Yo lo digo”, ¿quién eres tú? No eres más que la imagen de Él. Si te analizas cuando dices “Yo niego a Dios”, ¿quién es este yo? Yo es Él —la figura objetiva de Él. No puedes ser sin Él. En cada negación Él está presente.
Así que, desde el momento en que oyes las palabras “Dios existe”, es lo que se llama en la India śruti. El poder de śruti. Oyes. Śruti significa eso que se oye. También se le llama śruta. Quien te agencia la revelación es la palabra, incluso si no te das cuenta del todo, incluso si no te despiertas. El comienzo del despertar comienza con una palabra: AUM, Brahman.
«La Palabra puede llegarnos desde adentro ...» A veces sucede que en el completo silencio de tu ser, la palabra se oye de repente. Puede que no le ocurra a todos, pero hay muchas personas que escuchan la Palabra desde adentro.
«... o puede llegarnos desde afuera. Pero en ambos casos, es sólo un agente que pone a obrar el conocimiento oculto». El conocimiento oculto, el conocimiento olvidado. Empiezas a recordar. En el momento en que la palabra viene a ti, no puedes seguir siendo quien eras antes. El trabajo de la revelación comienza de inmediato. Una vez que oyes “Dios existe”, ¡hasta ahí fue! Ya estás atrapado. Bien sea para afirmar o para negar, en cualquier caso estás atrapado. Y el diálogo se inicia y no descansas hasta que Él se da a conocer.
«La palabra interior puede ser enunciada por el alma más profunda en nosotros que está siempre abierta al Divino; o puede ser la palabra del Maestro universal y secreto que tiene asiento en los corazones de todos». Te puede hablar tu propia alma o el Señor que tiene asiento en todos nosotros. Estas son experiencias místicas en las que escuchas y si aprendes a estar muy, muy, muy tranquilo, podrás escuchar. En el momento oportuno vendrá la palabra oportuna. Para eso tenemos que aprender a estar muy, muy, muy tranquilos.
«... del Maestro universal y secreto que tiene asiento en los corazones de todos».
77
El Maestro Universal se llama jagad-‐guru —guru significa maestro, jagat significa del mundo. Hay un jagad-‐guru que es el maestro de todos. Ustedes no requieren un maestro humano. Cuando un maestro humano se requiere, es sólo una concesión. Así como la palabra es una concesión, porque sin la palabra, a través del silencio, el conocimiento puede ser revelado. Pero la palabra es una concesión; estamos tan sordos que a veces es necesario gritar para que la palabra se escuche. Del mismo modo, el maestro siempre está presente en ti. No necesitas un maestro exterior y si requieres un maestro exterior es sólo una concesión, debido a que no eres capaz de ver al Maestro Universal que tiene asiento en ti; es entonces cuando el maestro exterior que lo representa puede venir a enseñarte. Se trata de una concesión.
En la India antiguamente existía un sistema según el cual sólo había que observar al Maestro Universal como su maestro. Hay un Maestro Eterno en nosotros; hay un Maestro Universal, y para todos nosotros es el mismo maestro. Él es un maestro que conoce a todo el mundo porque todo el mundo no es sino Él mismo. Así que Él conoce a todo el mundo y sabe cómo tratar con cada uno. Entonces en el momento correcto Él da la palabra correcta. A veces hay buenos discípulos que van donde el maestro externo sólo como una concesión. No necesitan un maestro externo, pero en aras de obedecer la tradición de ir donde un maestro, van donde un maestro.
Hay una historia interesante de Sri Krishna. Se dice que Sri Krishna conocía al Maestro Universal sentado dentro suyo, pero como la tradición decía que había que buscar un maestro, él lo hizo. Su nombre era Ghora —ghora significa intenso. Y Sri Krishna le dijo: “Dame el conocimiento”. Y el maestro habló una sola frase. Está escrito: el maestro habló una sola frase y Krishna supo. Todo el conocimiento fue revelado —¡en una frase!
Udwayam tamasaspari Swaha pashyanta uttaram devam devatra surya maganma jyotir uttamam (Rig Veda).
Esta fue la frase pronunciada por Ghora:
“Fuimos más allá de la oscuridad y vimos la luz superior, y luego fuimos aún más lejos y adquirimos el conocimiento supremo” (Rig Veda)
Este es el significado de esa frase. En el momento en que a Krishna se le dijo esto, recobró todo el conocimiento, supo todo. Esto es lo que la Chandogya Upanishad nos dice. Se trata de una historia corta muy importante, muy interesante. Cómo Krishna, que ya sabía, siguió la
78
tradición de ir a un maestro, para que el maestro le enseñara, y el maestro sencillamente pronunció la palabra y Krishna supo. No tuvo necesidad de aprender más.
Sri Aurobindo fue donde un maestro llamado Lele. Una breve charla tuvo lugar con el maestro y este simplemente dijo: “Los pensamientos vienen a ti desde el exterior. Cuando te asalten, repélelos”. Eso es todo. Y Sri Aurobindo supo. Es algo tan simple como lo que le sucedió a Krishna. Los pensamientos son como el conocimiento superior y tú vas más allá de ellos hasta un conocimiento supremo. Vas más allá de la oscuridad hasta el conocimiento superior y luego llegas al conocimiento más alto, al supremo. “Es todo lo que Lele me dijo”, dice Sri Aurobindo, y a continuación sencillamente se sentó, vio que efectivamente los pensamientos venían desde afuera y, a medida que empezaron a entrar en el cerebro, los rechazó. Y la mente se volvió absolutamente silenciosa. A partir de entonces, Sri Aurobindo no tuvo ningún otro maestro en toda su vida. El Supremo Maestro le enseñó todo. Es lo que el propio Sri Aurobindo ha descrito. Haber ido donde Lele fue también una concesión para él. Y el maestro le dio una sola línea. Eso es todo. No hubo una cantidad de lecturas ni nada más; una sola línea y Sri Aurobindo supo.
Sobre lo que está escrito aquí, en La síntesis de las yogas, Sri Aurobindo dice: “He escrito en un estado de silencio mental”. Nada fue escrito mediante el pensamiento, todo el océano del conocimiento se vertió en él, a veces poco a poco, a veces en torrentes.
Así pues, esta es la forma en que se recibe la Palabra. Una palabra basta. Si eres un buen estudiante, una palabra es suficiente. Pero la mayoría de nosotros somos malos estudiantes por lo que requerimos montones y montones de conferencias. No importa. Tal como estamos hechos, así debemos hacer lo mejor de nosotros mismos.
«Hay casos raros en los que no se necesita ningún otro, pues todo el resto de la yoga se despliega bajo ese permanente contacto y orientación; el loto del conocimiento se revela desde adentro mediante el poder resplandeciente que irradia y procede del Habitante en el loto del corazón. Grandes, en verdad, pero pocos son aquellos a quienes les basta el conocimiento interior de sí mismos y no necesitan someterse a la influencia dominante de un libro escrito o de un maestro vivo».
79
El Maestro Universal en sí mismo es suficiente, ningún maestro exterior es necesario en absoluto. Hay pocas personas que son capaces de esto, pero nosotros no entramos bajo esa categoría, necesitamos una prolongada influencia, una larga asociación con el maestro.
«Comúnmente, la Palabra exterior, representativa del Divino, se necesita como una ayuda para desplegarse; y puede ser una palabra del pasado o la aún más poderosa palabra del gurú vivo. En algunos casos, el poder interior toma esta palabra representativa sólo como una especie de excusa para despertarse y manifestarse. Es, por así decirlo, una concesión del Divino omnipotente y omnisciente a la generalidad de una ley que rige la Naturaleza. Así pues, se dice en las Upanishad de Krishna, el hijo de Devaki, que recibió una palabra del rishi Ghora y tuvo el conocimiento. Asimismo Ramakrishna, habiendo alcanzado por su propio esfuerzo interior la iluminación central, aceptó varios maestros de los diferentes senderos de la yoga, pero siempre mostró en la manera y la rapidez con que se percató de sí mismo que esta aceptación era una concesión a la regla general según la cual el conocimiento efectivo debe ser recibido como lo hace un discípulo de un gurú». Incluso cuando vas a un maestro exterior, a veces es sólo un pequeño toque y todo el resto se obtiene por sí mismo desde el interior. Debido a que la tradición dice que uno debe ser un discípulo, entonces uno tiene que ir a un maestro, aunque uno no lo necesite, de manera que uno le hace una concesión a esa regla.
Ramakrishna no necesitaba ir donde tantos maestros; él obtuvo la iluminación central sin ir a ningún maestro, mediante su propio esfuerzo. Porque el Maestro ya estaba trabajando en él abiertamente. Pero él hizo una concesión diciendo: “Oh, bueno pues, está bien, quiero aprender de ti”. Fue como si le estuviera haciendo algún tipo de gracia a su propio maestro, para que el maestro no se decepcionara. Es una especie de concesión otorgada al maestro: “Tú quieres enseñarme, está bien. Seré tu discípulo. Por favor, enséñame”. Pero la manera en que aprendió, demostró que no era necesario. La rapidez con la que aprendió, demostró que no había comparación entre las enseñanzas del maestro y el aprendizaje del discípulo. El discípulo aprendió tan rápida y tan voluminosamente que el goteo del maestro se convirtió en un
80
océano que se vertía. Esto sólo puede suceder cuando realmente no necesitas un maestro, el Maestro Universal está despierto dentro tuyo y eres capaz de aprender de él directamente.
Estas son verdades básicas de la yoga.
La pregunta es: ¿Cómo nos percatamos? Y esta es la respuesta básica: uno se percata del Divino, de Dios, de la Luz, la libertad, la inmortalidad, en primer lugar, a través del silencio. Luego, como una concesión que se te otorga, una palabra debe venir a ti. Esa palabra puede venir desde fuera o desde dentro. Raras son las personas que no requieren más que eso. Pero la gran mayoría, por lo general, requiere una larga relación con un maestro vivo, necesitamos libros extensos, contemplaciones prolongadas, largos periodos de entendimiento. Como somos así, lo aceptamos sin pretensiones. No dijimos que seamos individuos raros. Eso no importa. Así como estamos hechos, así somos. Si uno necesita una relación larga, uno la acepta. Eso también hace parte de la alegría de la vida.
«Pero por lo general la influencia representativa ocupa un lugar mucho mayor en la vida del sādhaka. Si la yoga está guiada por una Shastra que se ha recibido por escrito —alguna Palabra del pasado que encarna la experiencia de anteriores yoguis—, puede practicarse ya sea mediante el solo esfuerzo personal o con la ayuda de un gurú». Si es por shastra —si eventualmente recibes este libro, es una shastra, y una vez que recibes este libro y lo lees, puedes practicar por tu cuenta, no necesitas nada más. Pero a veces puedes necesitar un gurú vivo, un maestro vivo. Aunque el libro está ahí, aunque lo leíste, necesitas la ayuda de un maestro vivo. Ese es el método habitual, ir donde un maestro vivo, vivir con él día tras día, año tras año, década tras década y aprender. Pero el logro es seguro. Recuerda, una vez que tus pies se han puesto en el camino, la meta está asegurada, irás hasta el final. ¿Por qué? Porque Él te ha elegido. Por lo tanto, estás obligado a ir hasta el final.
«El conocimiento espiritual se adquiere entonces meditando...». La palabra meditación es muy importante. ¿Qué es la meditación? La meditación es un proceso que se ha descubierto, es un gran descubrimiento, es una magia por así decirlo, una llave mágica, como la lámpara de Aladino o el ábrete sésamo. Tú sólo pronuncias la palabra
81
“ábrete sésamo” y la puerta se abre. Asimismo la meditación es mágica. Tú sólo piensas en el Divino y el Divino viene a ti. Basta pensar en Él. Pero esto produce la realidad de Dios mismo. Esta es la conexión que fue descubierta. El Divino, a quien tú quizás no ves; el Divino al que no conoces; y sin embargo te dicen: “Sólo piensa en Él”. Al pensar en Él, algo mágico sucederá. Él vendrá. Si quieres conocer al Divino, basta que pienses en Él. Meditar significa, básicamente, pensar. Así que el proceso real de toda yoga es pensar. Y nosotros hemos visto que la yoga es un esfuerzo metódico. Piensen en forma metódica en el Divino. Así que la meditación es un pensamiento metódico sobre el Divino. No piensen en Él de una manera casual. Un minuto pienso y después se me olvida. Eso no es pensar, eso no es un pensamiento metódico. Como una práctica constante, piensen en el Divino.
82
Conferencia 6 La yoga es psicología práctica. Cuando ustedes están estudiando yoga tienen que recordar que, básicamente, están estudiando psicología y también que van un paso más allá, hacia la psicología aplicada. Ustedes van a lo profundo de la mente humana, a la conciencia humana, en busca de su aplicación práctica. Y esta búsqueda es metódica. Recuerden que definimos la yoga como un esfuerzo metódico. Es un estudio metódico y por lo tanto es un estudio científico. No se les pide tener ningún dogma básico. No hay dogmas en la yoga. No hay ninguna idea preconcebida.
Es como cuando ustedes hacen un estudio sobre el vapor desde la óptica de la física: cómo se puede producir vapor de agua, cómo trabaja el vapor. Quizás vean una tetera de agua hirviendo sobre una estufa y de repente vean la tapa que salta, porque el vapor es una fuerza y debido a la presión de la fuerza la tapa se abre. Es la tendencia natural del vapor: siempre empuja. Habiendo visto esto, luego pueden aplicarlo. Si quieren empujar cualquier cosa, saben que se puede generar vapor y que este puede empujar. Todos hemos visto trenes y algunos trenes de ferrocarril se mueven en virtud de las máquinas de vapor. ¿Han visto una máquina de vapor? Las máquinas de vapor usan un montón de agua y una gran cantidad de carbón que se enciende y se convierte en el combustible con el cual el agua se calienta a tal punto que puede empujar. La pequeña ilustración de una tetera con agua hirviendo cuyo vapor hace saltar la tapa se puede aplicar en gran escala y puede producir un efecto tan grande que trenes enormes pueden ser movidos y empujados por la fuerza del vapor. Este es uno de los resultados al aplicar lo que se sabe del vapor —que el vapor puede ser producido y se puede utilizar para empujar grandes cargas de peso en la dirección que se desee. Ustedes pueden elegir la dirección que deseen. Del mismo modo, uno descubre que la conciencia es como el vapor. No es muy evidente, si se piensa que no se siente ningún tipo de movimiento o de empuje. Debido a que normalmente nuestro pensamiento es muy limitado —como una cantidad limitada de agua, produciendo una cantidad limitada de vapor, que puede empujar sólo una cosa pequeña. Pero si se puede producir una gran cantidad de vapor de agua, entonces se pueden empujar cosas grandes hacia adelante. Del mismo modo, la yoga ha descubierto que hay conciencia y se puede lograr que la conciencia haga mover, es un poder. Y con el resultado del poder que se genera, uno puede avanzar. Uno puede
83
generar este poder mediante un esfuerzo metódico. Uno hace un gran esfuerzo, pero de una manera metódica y como resultado puede producir una enorme cantidad de poder de la conciencia y con ese poder, si lo desea, puede mover montañas. Todo esto mediante el poder de la conciencia. Como la electricidad. La electricidad es también una fuerza. El método por el cual se puede producir vapor de agua no es el mismo método por el cual se puede producir electricidad. Hay otros métodos. Normalmente vemos la electricidad como un relámpago en el cielo cuando las nubes chocan entre sí y de repente nos encontramos con una descarga de electricidad, una luz que relampaguea. Si estudiamos la forma en que el rayo se produce, podemos crear métodos mediante los cuales cada vez que lo deseemos, podemos producir electricidad. Si estudiamos cómo la electricidad se produce de repente en la naturaleza, entonces podemos aplicarlo y producir electricidad. Asimismo, en el caso de la yoga, se puede producir electricidad en la conciencia. En realidad, la electricidad existe en nuestro cuerpo. Ustedes saben que nuestros nervios son nervios eléctricos. Normalmente no vemos la electricidad trabajando en nuestro cuerpo, pero nuestro cuerpo es muy eléctrico. Con toda naturalidad, hay fuerza eléctrica circulando todo el tiempo. Cuando alguna persona se paraliza, uno se pregunta: ¿Qué es la parálisis? No es más que la interrupción de la corriente eléctrica en el cuerpo. Básicamente, la fuerza eléctrica que es normal en el cuerpo se detiene. Todos nuestros órganos se mueven por la fuerza eléctrica. Y a menudo esta fuerza eléctrica se ejecuta automáticamente. Cuando uno toca un objeto, se produce una fuerza eléctrica. Y como resultado, hay reacciones que son también generadas por la fuerza eléctrica. Se ha visto que, si uno sabe psicología, si sabe lo que es la conciencia, puede aprender cuándo la conciencia puede producir electricidad o una energía mayor, más fuerte incluso que la electricidad. ¿Cuáles son los métodos que pueden convertir nuestra conciencia, que sólo es como un pequeño arroyo, en un océano? ¿Cómo se hace eso? El conocimiento de la conciencia y el método por el cual se puede desarrollar esta conciencia metódicamente es la shastra de la yoga. Shastra significa ciencia. Es sobre este tema que estamos tratando ahora.
Como dice Sri Aurobindo, la shastra ya está en nosotros. Pero la hemos olvidado. Está potencialmente presente en nosotros y podemos abrirla. Pero, como dice Sri Aurobindo, a veces se necesita una palabra para abrirla. Eso también hace parte de la shastra. Una simple palabra puede quitar el sello que obstruye la conciencia. De hecho, eso nos está
84
pasando todo el tiempo. Cada vez que escuchamos algo, hay una vibración, nuestra conciencia se ve afectada. Mucha gente, sabiendo el efecto de las palabras en la conciencia, ha desarrollado el arte de la publicidad. Uno ve muchos anuncios en todo el mundo —grandes letras, frases cortas— y se repiten en nuestra mente. Y los anunciantes saben que si la publicidad, si el aviso tiene éxito, miles y millones de clientes correrán a las tiendas. Es un poder. Es una utilización muy pequeña del conocimiento de la conciencia. Ellos saben que las palabras pueden mover la conciencia. Y si la palabra se transmite en un lugar determinado, es muy importante. Colocarla en un lugar donde pueda llegar a un mayor número de espectadores, y también la forma en que se use, puede movilizar a millones de personas. Estos son los usos corrientes del conocimiento de la conciencia.
La yoga es una comprensión mucho mayor, mucho más amplia de la palabra y del efecto que esta puede producir en la psicología de los seres humanos. Me gustaría que lean dos o tres frases de la página 7.
«Los métodos yóguicos se relacionan con el habitual funcionamiento psicológico del hombre de una manera similar al manejo científico de la fuerza de la electricidad o del vapor de agua con respecto a sus operaciones normales en la Naturaleza». El vapor y la electricidad operan de forma normal, pero cuando se los trata científicamente, sus usos tienen un tremendo impacto. Del mismo modo hay funcionamientos psicológicos en el hombre que parecen ser muy nimios, casi ineficaces, pero si uno sabe cómo manejarlos científicamente, se pueden producir tremendas consecuencias. Tomemos un ejemplo, un sencillo manejo del funcionamiento psicológico. A veces, de repente, la mente deja de pensar. Por ejemplo, cuando uno se está quedando dormido, la mente empieza a dejar de pensar. El resultado es, sin embargo, que cuando la mente deja de pensar, el cuerpo se relaja y al levantarse por la mañana uno se siente renovado. Esto es lo mínimo, lo poco que vemos. Pero además, cuando la mente deja de pensar, muy a menudo uno empieza a tener sueños. Este es también un efecto psicológico. Por lo general, no le damos mucha importancia a todo esto. Pero si uno hace un estudio científico sobre qué pasa cuando uno deja de pensar estando despierto —se trata de un estudio científico: uno no se duerme y, sin embargo, deja de pensar—, descubrirá cosas desconocidas. Adquirirá una gran experiencia. Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones en que la mente puede dejar de pensar? Eso también hay que aprenderlo. Por supuesto,
85
cuando uno está exhausto, el pensamiento se detiene. Cuando uno está exultante de felicidad, el pensamiento se detiene. Cuando uno admira profundamente a alguien, el pensamiento se detiene. Cuando uno se percata de una escena conmovedoramente hermosa, el pensamiento se detiene. Cuando una gran explosión se lleva a cabo y uno está aturdido, el pensamiento se detiene. Estas son las formas normales mediante las cuales el pensamiento se detiene. Pero esta detención del pensamiento es sólo por un corto tiempo. Si ustedes hacen un estudio científico, pueden formular la pregunta: ¿Es posible dejar de pensar por largo tiempo?
Los yoguis son como científicos, psicólogos prácticos. Llevaron a cabo un gran estudio y dijeron que tenemos muchos elementos en nuestra conciencia —elementos del pensamiento, elementos de la voluntad, elementos de las emociones, rasgos de la personalidad, gustos psicológicos y aversiones psicológicas normales, atracciones y repulsiones individuales. Hay tantos elementos en nuestra psicología. Ustedes pueden efectuar un estudio científico de todos ellos y ver cómo se pueden recombinar. En nuestra propia psicología hay una especie de combinación: pensamiento, emoción y voluntad. Son las tres operaciones básicas de la mente y de otras operaciones subordinadas. En cada individuo la combinación es diferente. Cada ser humano tiene una forma especial de combinar su pensamiento, su voluntad y su sentimiento. Si tu pensamiento se vuelve muy poderoso, tu sentimiento disminuye. Por lo tanto, muy a menudo los pensadores no tienen corazón. Tienen una gran mente, pero no tienen mucho corazón. Los que tienen un gran corazón, muy a menudo no tienen mucha mente, el poder del pensamiento es muy limitado en ellos. Aquellos que piensan mucho, muy a menudo te encuentras con que en la vida práctica son grandes fracasos. Este es el caso de muchos y muy buenos pensadores. Cuando pretenden aplicar algo en la vida, son totalmente incapaces. Pueden dar extensas conferencias, pero cuando se trata de la vida, de aplicar sus conocimientos, son muy pobres. Estas son algunas de las diferentes combinaciones y hay millones de ellas, no una o dos. Cada ser humano tiene un cierto tipo de combinación.
La yoga, por lo tanto, te pide que estudies tu particular combinación. Ella te dice que primero estudies tu propia combinación. ¿Cuánto es tu poder de pensamiento, cuánta es tu fuerza de voluntad y cuánto es tu poder de sentimiento? Sabiendo esto, empiezas a aplicar el conocimiento verdadero, cómo combinar, cómo recombinar. Te conviertes en un médico, te conviertes en un alquimista, en un químico.
86
Esto es lo que se ha hecho con la Rājayoga. Y la Rājayoga te dice que si quieres parar tu mente, ante todo no es una cosa fácil. Mientras uno concilia el sueño por supuesto que puede detener el pensamiento, pero eso no produce mucho resultado, excepto refrescar el cuerpo, no tiene muchos más efectos. Lo que descubrieron es que si puedes permanecer consciente y, no obstante, dejar de pensar, eso tiene efectos tremendos. Es como el vapor que hace saltar la tapa de la tetera y el vapor que puede empujar un tren enorme. Si sabes cómo dejar de pensar sin quedarte dormido, entonces tu poder de la conciencia será tan grande que podrás poseer cualquier conocimiento que desees poseer. Esta es la gran conexión entre detener la mente y alcanzar el conocimiento, porque el conocimiento ya existe —eso fue lo que descubrieron los yoguis. El conocimiento ya existe, pero si el conocimiento no está trabajando en ti, ahora mismo, es debido a un bloqueo y este bloqueo es causado por el movimiento constante de tu pensamiento. La vibración de tu pensamiento no le permite al conocimiento emerger a la superficie. Entonces ellos señalaron que si quieres, puedes dejar de pensar sin quedarte dormido y así recombinar tu conciencia de varias maneras. Se tarda mucho tiempo, pero puedes hacerlo. No es un dogma en el que tienes que creer, no. Puedes hacerlo de forma práctica. En realidad puedes alcanzar una concentración de la conciencia, en realidad puedes detener el pensamiento, y en realidad puedes aumentar el tiempo durante el cual tu mente permanece quieta.
Sri Aurobindo dice:
«Toda Rājayoga, por ejemplo, depende de esta percepción y experiencia de que nuestros elementos interiores, combinaciones, funciones, fuerzas, pueden separarse o disolverse, pueden recombinarse y ajustarse a nuevos y antes imposibles funcionamientos o pueden transformarse y resolverse en una nueva síntesis general mediante procesos internos fijos». Haces algunos procesos internos a través de los cuales puedes recombinarte, puedes incluso cambiar del todo tu mentalidad. Te conviertes en una persona nueva. Del mismo modo en la Hathayoga:
«La Hathayoga igualmente depende de esta percepción y experiencia de que las fuerzas y funciones vitales a las cuales nuestra vida está normalmente sujeta y cuyas operaciones
87
ordinarias parecen ajustadas e indispensables, pueden dominarse y las operaciones pueden cambiarse o suspenderse con resultados que de otra manera serían imposibles y que les parecen milagrosos a quienes no han aprehendido el fundamento de su proceso». Los hatha-‐yoguis han demostrado que se puede vivir sin respirar durante horas y horas y horas; que se puede sobrevivir incluso cuando los latidos del corazón se detienen.
Así como en la Rājayoga la mente deja de pensar, en la Hathayoga incluso el corazón puede detenerse y, sin embargo, uno puede sobrevivir, uno puede vivir. Estos resultados pueden parecer milagrosos, pero los métodos son en realidad muy simples, en cierto sentido. Debes saber cómo sentarte y debes saber cómo respirar —ambos son procesos muy simples. Ellos descubrieron que la respiración y la manera de sentarse tienen un efecto tremendo. Si sabes cómo sentarte y respirar adecuadamente puedes aumentar tu capacidad de respiración, y mientras estás sentado puedes inhalar y puedes parar la respiración. Al principio por un rato y luego durante un tiempo más largo, y cada vez más tiempo y más largo. ¿Y cuáles son los resultados? El oxígeno que se ha inhalado puede seguir circulando en todo el cuerpo y llegar a ciertas partes del cuerpo que no lo reciben en la respiración normal porque es muy rápida; el oxígeno puede llegar hasta esas zonas y regenerarlas. Tu cuerpo se vuelve muy fresco debido a que comienza a recibir en todas partes el oxígeno que antes no cubría determinadas zonas. Así que el poder del cuerpo comienza a desarrollarse de una manera que normalmente es inimaginable.
Así son todos los sistemas de yoga. Tomen por ejemplo la Jñānayoga: cuando el intelecto deja de dudar, una nueva fuerza de conciencia comienza a operar. No sabemos lo mucho que realmente dudamos en nuestra vida y lo mucho que dudar impide el pleno desarrollo de la conciencia. Muy a menudo se te dice que no dudes, como un dogma: “¡Dalo por sentado, no dudes!”. Pero eso no surte mucho efecto. Tú realmente tienes que llegar a la destrucción de la duda mediante un esfuerzo consciente. Los yoguis descubrieron que si persistes en la filosofía, si estudias filosofía con la finalidad de destruir las dudas, entonces, a través de ese método, cuando liquidas la duda, el intelecto comienza a percibir la realidad. No sólo la realidad de la vida tal como la vemos, sino que eso llamado la conciencia cósmica puede surgir de repente en ti. La conciencia trascendente también puede surgir.
88
Simplemente destruyendo la duda. Estos son los descubrimientos de los yoguis: la duda te fastidia tanto que tu conciencia se limita a un pequeño círculo en el que gira sin cesar. Y todas tus energías se desperdician. Jñānayoga dice: toma a la propia duda como tu propósito. Concéntrate en lo que estés dudando. Estudia filosofía, a través de ella puedes resolver la duda. No mediante un dogma, no mediante una creencia, no mediante un credo. En verdad destruyes la duda por el método filosófico, cuestionando todo, dudando de todo, agotando tus dudas por completo. Y cuando la duda se agota, puedes ver cómo se apresura a aflorar el poder de la conciencia.
Igualmente pasa en la Karmayoga. Nuestras actividades son tan reducidas. Nuestras acciones son normalmente acciones menores. No somos capaces de lo que puede denominarse acciones poderosas. ¿Por qué? Debido a que existe una obstrucción; la obstrucción causada por el deseo. Al igual que la duda es el bloqueo en el campo del conocimiento intelectual, el deseo es una obstrucción importante en el campo de la acción. Porque nos la pasamos deseando y deseando, nuestras acciones se vuelven tan pequeñas que no somos capaces de acciones poderosas. Supongamos que tú quieras cambiar el curso de la historia; no sólo la organización de tu hogar, que es una acción pequeña, sino que quieres reorganizar el mundo entero, entonces la Karmayoga te dice que si renuncias a los deseos, adquirirás un poder tal que podrás reorganizar el mundo.
Cuando Sri Aurobindo inició su yoga —es una narración breve de la vida de Sri Aurobindo—, su hermano menor, Barin Ghose, sufría de fiebre. Un yogui llegó a la casa de Sri Aurobindo y viendo a su hermano menor afiebrado, simplemente pidió un vaso de agua, cruzó el agua simbólicamente, recitó un mantra y le dijo a Barin: “Bebe”. Barin bebió el agua y se curó. Esto puede parecer un milagro. Ahora bien, ¿qué es lo que produce estos resultados? Al ver esto Sri Aurobindo sintió que había algo enorme en la yoga. Y no se refería a una creencia, se trataba de una operación —realizada por un yogui— que arrojó un resultado. Así que él llegó a la conclusión de que por el método de la yoga se puede adquirir poder. Se puede conseguir poder y producir resultados. En ese entonces, Sri Aurobindo quería la libertad de la India y se preguntó: ¿por qué no generar así el poder mediante el cual la India pueda llegar a ser libre? Y Sri Aurobindo se decidió a practicar esa yoga mediante la cual India pudiera ser libre. Ese fue el punto de partida de la yoga de Sri Aurobindo: crear un poder por el cual toda la India
89
pudiera reorganizarse; crear una poderosa voluntad, una fuerza poderosa.
Por ejemplo, decimos que Auroville debe cambiar. Nos quejamos, hacemos a regañadientes, estamos bajo una gran tensión. Sin embargo, si aplicamos la yoga, como nos sea posible ahora, porque todos somos estudiantes de yoga, si aplicamos una gran fuerza, no sólo Auroville puede ser reorganizada, sino que podemos reorganizar todo el mundo siguiendo el modelo de Auroville. Este es el poder del que disponemos. Si realmente podemos hacer esto, entonces debemos hacerlo, de hecho estamos aquí para eso, no sólo para nosotros mismos sino también para todo el mundo. El mundo está enfermo. El mundo está lleno de enfermedades. Y si el mundo debe cambiar, Auroville debe cambiar. Y si Auroville cambia, somos como practicantes de yoga aquí. Si uno hace yoga correctamente puede producir tan grandes resultados que uno mismo se sorprenderá al verlos.
Para eso es necesaria la Karmayoga y eso significa que uno disuelve los deseos. Si uno disuelve los deseos, entonces se puede originar una poderosa voluntad. Hay una poderosa voluntad en nosotros, es potencial en nosotros. Pero esa voluntad se puede producir si se disuelve este deseo, que es una cosa nimia constantemente girando a nuestro alrededor y que nos impide desarrollar la voluntad. Un tiempo vendrá en que bastará tener la voluntad de algo para que eso se realice. No a través del deseo, porque si uno desea, a veces alcanza un resultado, pero un escaso resultado después de enormes esfuerzos. Pero si se disuelve el deseo —que es un elemento psicológico en nosotros— y la voluntad... Hay una frase muy hermosa de Madre: “¡Despiértate y ten voluntad!”. No se trata de deseo. Desear es querer disfrutar de los frutos de la acción. Ese es el deseo. Quieres disfrutar de los frutos de la acción, o quieres experimentar la sensación de “lo hice, yo soy el hacedor”, como el perro bajo la carreta. Esa es nuestra forma normal de desear y actuar. Pero si estas dos cosas son eliminadas —primero, el deseo de gozar de los frutos de la acción; y en segundo lugar, la idea de que uno es el hacedor, que uno es quien hace y quiere demostrárselo al mundo: “¡Miren, yo puedo hacerlo!”—, si no deseamos esto, si sólo tenemos voluntad, si lo hacemos, veremos las consecuencias, se liberará la acción, una tremenda fuerza se liberará. Esta es la shastra.
Esta shastra, dice Sri Aurobindo, está presente en cada uno de nosotros. Si realmente tienes la gran aspiración de conocerla, puedes conocerla
90
por ti mismo, no necesitas a nadie. Puedes descubrirla mediante procesos interiores de observación y experimentación. Y por lo tanto muchas personas que son realmente poderosas no necesitan ayuda. La descubren por sí mismos o una palabra les basta.
Tenemos la historia de Kabir. Kabir fue un gran poeta y un gran yogui. Vivió en Benarés. Se dice que cuando era un niño no tenía casa y tenía que dormir en las escalinatas de un ghat, cerca del templo, cerca del río Ganges. Un día al amanecer, antes de que saliera el Sol, en plena oscuridad, un yogui simplemente bajó los escalones de ese ghat y, sin saberlo, puso su pie sobre el cuerpo de Kabir, que estaba durmiendo. El yogui se limitó a decir el nombre de Dios y, al pronunciar esta palabra, Kabir se despertó, pero se despertó con una nueva conciencia. Una palabra es suficiente, el nombre de Dios fue suficiente para que él mismo se convirtiera en un yogui. Él no fue donde ningún maestro después. Se había despertado en un segundo, con una palabra. El hecho de que lo estemos recordando incluso después de cientos de años, ahora, en este momento, y de que sus poemas se lean y se vuelvan a leer, y de que los reciten millones de personas en la India, muestra que alcanzó una conciencia tremendamente alta y afectó a los demás. Él hizo que musulmanes e hindúes se reunieran en armonía. Esa es una de las grandes obras que hizo en su vida. Así que esta yoga ya está presente en nosotros, la shastra está presente en nosotros. Y a veces se puede develar, incluso con una sola palabra.
Son muchas las maneras en que puede venir este conocimiento. Hay un párrafo muy interesante en el capítulo II (p. 63). Sri Aurobindo nos dice cómo se puede entrar en la yoga, cuáles son las diferentes maneras de entrar en la yoga.
«Toda yoga es en su naturaleza un nuevo nacimiento; es un nacimiento por fuera de lo común, de la vida mentalizada y material del hombre a una conciencia superior espiritual y un ser más grandioso y más divino. Ninguna yoga puede emprenderse ni seguirse exitosamente a menos que haya un fuerte despertar a la necesidad de esa existencia espiritual más abarcadora. El alma que es llamada a este profundo y vasto cambio interior, puede llegar de distintas maneras al punto inicial de partida». El punto de partida puede venir desde diferentes lados. Ustedes están entrando en la yoga ahora con un método, y hay diferentes personas
91
que pueden llegar por distintas vías. Y ahora Sri Aurobindo da las diferentes formas:
«Puede llegar por su propio y natural desarrollo que la ha estado conduciendo inconscientemente hacia el despertar; ...» Por el desarrollo gradual y natural. Muchas personas no tienen un despertar repentino, como lo tuvo Kabir. Este puede llegar al ritmo natural de un largo periodo de vida, durante treinta o cuarenta años uno lleva una vida normal, pero poco a poco crece y luego viene el periodo del despertar.
«... puede alcanzarlo mediante la influencia de una religión o la atracción de una filosofía; puede aproximársele por medio de una lenta iluminación o de un salto debido a un toque o un impacto; puede ser empujada o encaminada por la presión de circunstancias externas o de una necesidad interior, mediante una sola palabra que rompe los sellos de la mente o a través de una larga reflexión, mediante el ejemplo distante de alguien que ha andado el camino o a través del contacto y la influencia diaria. De acuerdo con la naturaleza y las circunstancias, el llamado vendrá». Así es como se da principio a la yoga —de muchas formas. Esto nos sirve para introducir lo que hemos leído hasta ahora en el primer capítulo. Hemos leído: “Comúnmente, la Palabra exterior” es necesaria, alguien debe revelarte una palabra. Es el método normal.
«Pero por lo general la influencia representativa ocupa un lugar mucho mayor en la vida del sādhaka. Si la yoga está guiada por una Shastra que se ha recibido por escrito —alguna Palabra del pasado que encarna la experiencia de anteriores yoguis—, puede practicarse ya sea mediante el solo esfuerzo personal o con la ayuda de un gurú. El conocimiento espiritual se adquiere entonces meditando sobre las verdades que se enseñan y se hace vivo y consciente percatándose de ellas en la experiencia personal; ...» Al leer la palabra meditar habíamos hecho una excursión y estábamos a punto de entender qué es la meditación cuando se suspendió la clase.
92
Así que vayamos ahora de nuevo a la parte de este libro donde se explica la meditación.
¿Qué es la meditación? La concentración es de dos tipos: meditación y contemplación. Estas son las dos palabras. Hay un proceso llamado meditación y un proceso llamado contemplación. Unas concentraciones son meditativas y otras concentraciones son contemplativas. Incluso en la vida ordinaria hacemos meditación y contemplación. Pero como no examinamos los poderes de la meditación o de la contemplación, no obtenemos mayor resultado. Pero si, como psicólogos, sabemos cuál es el secreto de la meditación y de la contemplación, podemos generar un resultado tremendo. Sri Aurobindo analiza cuál es el secreto de la meditación:
«Esta concentración procede mediante la Idea...» Esta es una palabra muy importante: idea. Sin la idea no se puede tener meditación. El carácter de la meditación es ideativo. Debes tener una idea. Una idea que haga uso de pensamiento, forma, nombre. Tres cosas: pensamiento, forma y nombre. Nos preguntamos qué hay en un nombre. Pero el nombre a veces es muy importante para la apertura de las puertas. Como les dije la última vez, hay algo así como una magia en el proceso de la yoga. Exteriormente parece muy simple, pero si uno se adentra en ella, un resultado milagroso vendrá. Así pues, pensamiento, forma y nombre —cosas muy comunes. Tenemos un montón de pensamientos en nuestra mente, no es que tengamos que ir muy lejos para buscarlos; hay muchas formas en nosotros; hay tantos nombres que rondan en nuestra conciencia, pero el secreto está en pescar un pensamiento de entre muchos, un nombre, una forma. Ahí es donde el científico entra en escena. De lo que esté dando vueltas en tu conciencia, agarra una cosa, ¿qué cosa? Eso sólo te lo dirá el psicólogo, es decir, el yogui te lo dirá. Entonces:
«Esta concentración procede mediante la Idea usando pensamiento, forma y nombre como llaves que le revelan a la mente concentrada la Verdad que yace escondida detrás de todo pensamiento, forma y nombre; ...» Hay un descubrimiento de la Verdad. Nos han dicho que la yoga es el descubrimiento del Ser Divino o del Amor Divino o de la Voluntad Divina o de los tres. El conocimiento central es el conocimiento del Ser Divino, de la Verdad Divina. Así que si quieres conocer la Verdad, la
93
clave está en echar mano de un pensamiento, una forma y un nombre y perforarlos hasta llegar a la Verdad.
«... porque es a través de la Idea que el ser mental se yergue más allá de toda expresión hacia aquello que es expresado, hacia aquello de lo cual la Idea misma es sólo el instrumento». Es una clave mediante la cual se puede abrir la cerradura. “Concentrándose en la Idea”, este es un punto importante; uno toma una idea y
«Concentrándose en la Idea, la existencia mental que somos en la actualidad, traspasa la barrera...» Si te concentras en la Idea, entonces la barrera entre tú y la Verdad se rompe. Y llegas a un estado de
«... traspasa la barrera de nuestra mentalidad y llega al estado de conciencia, al estado de ser, al estado de poder del ser consciente y de deleite del ser consciente al que corresponde la Idea y del cual ella es el símbolo, el movimiento y el ritmo». Tú seleccionas la idea, de tantas ideas que puedas tener, de la cual quieras saber la verdad.
Digamos, por ejemplo, que deseas saber qué es la igualdad. Una palabra que utilizamos muy a menudo. Tú quieres la igualdad. Entonces tomas esa idea y sólo te concentras en la idea de la igualdad, todas las demás ideas son abolidas. Sólo concéntrate en la igualdad durante horas y horas y horas... Vas a llegar al estado de igualdad. Cuando despiertes de esta meditación tu mente será igual a todas las cosas en el mundo. Llegas a ese estadio, simplemente concentrándote en la idea de igualdad. O tomemos la idea de la hermandad. ¿Cómo sentir que todos los seres humanos sobre la Tierra son hermanos y hermanas? ¿Cómo sentirlo de forma automática, de forma espontánea, no artificialmente, no para congratularse, sino con el verdadero propósito, para experimentarlo en realidad? ¿Cómo hacer eso? Tomas la idea de la hermandad, te concentras en ella hasta que todas las otras ideas se suprimen de tu mente y te levantas en un estado de verdadera hermandad. No tendrás que hacer ningún esfuerzo.
Es como Vivekananda cuando habló en el Parlamento Mundial de las Religiones en 1893, cuando dijo: “Hermanos y hermanas de América”, él habló desde esa conciencia. Él realmente sentía que toda la
94
humanidad era una hermandad. Él estaba en el estado de la hermandad, es por eso que obtuvo una respuesta enorme. Es el poder de la idea, porque él estaba en el estado de la hermandad. Cuando recoges una idea cuya verdad quieres conocer, basta con que te mantengas concentrado en esa idea. Si quieres conocer a Dios, por ejemplo, sólo mantén la idea de Dios frente a ti. Llega a un punto en el que ninguna otra idea esté presente. Y te levantarás en el estado de la conciencia de Dios. No es necesario que creas en Dios, no es un dogma que tengas que creer en Dios. No, no creas; simplemente haz un experimento psicológico, incluso sin ningún tipo de creencia.
Es por eso que la yoga es una ciencia, no es una religión. En la religión necesitas un dogma, necesitas una creencia, mientras que en la yoga no necesitas una creencia. Puedes no creer en Dios, pero el yogui te dice: “Si te concentras sólo en la idea de Dios de tal manera que todas las demás ideas desaparezcan, salvo esta idea, llegas a una concentración en Él y el estado de la conciencia de Dios se revelará”. Ahora bien, si no crees en este arte de magia, hazlo, pruébalo, experiméntalo. Es como cualquier otro experimento. Si te dicen que el agua se puede producir mezclando hidrógeno y oxígeno juntos, puedes no creerlo. Pero trae el oxígeno, trae el hidrógeno, ponlos juntos, ve por ti mismo qué sucede. No necesitas creerlo.
Sri Aurobindo dice:
«Concentrándose en la Idea, la existencia mental que somos en la actualidad traspasa la barrera de nuestra mentalidad y llega al estado de conciencia, al estado de ser, al estado de poder del ser consciente y de deleite del ser consciente al que corresponde la Idea y del cual ella es el símbolo, el movimiento y el ritmo. Concentrarse en la Idea es, pues, sólo un medio, una llave para abrirnos a los planos supraconscientes de nuestra existencia; ...» Ahora Sri Aurobindo da una pequeña idea de cómo concentrarse, cómo dejar que esta concentración madure:
«... un cierto estado de auto-‐recogimiento de nuestra completa existencia elevado hasta esa verdad, unidad e infinitud supraconsciente de una existencia autoconsciente y autodeleitable es la meta y la culminación; y ese es el significado que debemos darle al término Samadhi».
95
Puedes llegar a ese estado donde la idea se desvanece y experimentas el estado real que corresponde a la idea. Es por eso que la meditación no es un pensamiento, ella conduce a una experiencia. Tú conoces porque experimentas.
Ahora bien, en la página 323 Sri Aurobindo describe algunos detalles del proceso de la meditación:
«Arribar pues a este estable estatus divino debe ser el objeto de nuestra concentración. El primer paso en la concentración debe ser siempre acostumbrar a la mente discursiva a seguir un solo curso firme y estable de pensamiento conectado con un solo tema y esto debe hacerlo sin distraerse con todos los señuelos y llamados ajenos a su atención». Es por eso que las personas que quieren meditar entran en una habitación silenciosa, para que todos los llamados que llegan mediante sonidos de diversos tipos se puedan evitar en la medida de lo posible.
«Tal concentración es bastante común en nuestra vida ordinaria, pero se vuelve más difícil cuando tenemos que hacerla interiormente sin ningún objeto o acción exterior sobre los cuales depositar la mente; sin embargo, esta concentración interior es la que debe efectuar el buscador del conocimiento. Tampoco debe ser meramente el pensamiento consecutivo del pensador intelectual, cuyo único objeto es concebir y concatenar intelectualmente sus conceptos. No es, excepto quizás al principio, un proceso de razonamiento el que se quiere, tanto como un habitar...» Hay una diferencia entre un proceso de razonamiento y ese de quedarse a vivir en algo. La mente no sólo debe ir fabricando ideas, debe habitarlas.
«... habitar hasta donde sea posible en la fructífera esencia de la idea que mediante la insistencia de la voluntad del alma sobre ella, debe revelar todas las facetas de su verdad». Ahora Sri Aurobindo pone el ejemplo de una meditación:
«Así, si es el Amor divino el que ha de ser objeto de la concentración, es en la esencia de la idea de Dios como Amor que
96
la mente debe concentrarse de tal modo que las diversas manifestaciones del Amor divino deben comparecer luminosamente, no sólo ante el pensamiento, sino en el corazón y el ser y la visión del sādhaka. Quizás llegue primero el pensamiento y enseguida la experiencia, pero asimismo la experiencia puede llegar antes y el conocimiento surgir de la experiencia. Después hay que habitar en ese algo alcanzado y hay que sostenerlo más y más hasta que se vuelve una experiencia constante y finalmente el dharma o la ley del ser». Si logras este proceso de meditación hasta el final, entonces cada vez que hables, sientes que es sólo el Amor divino el que se manifiesta. Se vuelve tuyo, parte de tu ser. No será un amor distante que está lejos, en alguna parte. Estará en el corazón y la mente de tu ser, en tus propias vibraciones corporales. Es el Amor divino el que va a vibrar. Esta es la meditación. Sri Aurobindo dice que si se trata de una shastra en un libro escrito, entonces tú meditas sobre ella. Tú meditas sobre cada línea de la shastra y, a través de la meditación constante, la verdad de la shastra comenzará a iluminar tu mente y tu corazón.
«El conocimiento espiritual se adquiere entonces meditando sobre las verdades que se enseñan y se hace vivo y consciente percatándose de ellas en la experiencia personal; la yoga procede mediante los resultados de métodos prescritos, enseñados en una Escritura o una tradición y reforzados e iluminados por las instrucciones del Maestro. Esta es una práctica más estrecha, ...» Más estrecha porque echas mano de la ayuda de un libro; la manera más amplia es no tomar ningún libro en absoluto, pero nosotros, siendo estrechos nosotros mismos, acudimos a un método más estrecho como ayuda.
«... pero segura y efectiva dentro de sus límites, porque sigue una pista bien demarcada hasta un muy familiar objetivo». Por lo tanto, este es uno de los métodos más fáciles mediante el cual uno conoce y practica la shastra de la Yoga Integral. Si leen este libro y siguen la práctica prescrita aquí, entonces será un método seguro porque todo lo que está escrito en él se ha llevado a cabo. Y si ustedes siguen el método como un mapa geográfico —hay una diferencia entre hacer un mapa y seguir un mapa—, cuando vayan a un territorio
97
desconocido, tomen el mapa. Y entonces averiguarán hacia dónde quieren ir.
98
Conferencia 7 La meditación y la contemplación. ¿Cuál es la diferencia entre la meditación y la contemplación? Ambas se entienden mejor cuando las hemos alcanzado nosotros mismos. Aún así, durante la lectura más vale preguntarnos si alguna vez hemos hecho lo que se describe aquí.
Ayer leímos lo que Sri Aurobindo dice acerca de la meditación. Les dije que el siguiente párrafo nos habla de la contemplación. Pero vamos primero a repasar lo que hicimos ayer y luego lo contrastaremos con la contemplación.
«El primer paso en la concentración debe ser siempre acostumbrar a la mente discursiva a seguir un solo curso firme y estable de pensamiento conectado con un solo tema y esto debe hacerlo sin distraerse con todos los señuelos y llamados ajenos a su atención. Tal concentración es bastante común en nuestra vida ordinaria, ...» Muy a menudo, cuando vemos una película tal concentración está disponible. Cuando vemos una buena película no nos gusta que nadie nos moleste, no queremos atender otros llamados, queremos estar dedicados al tema que nos interesa. Por lo tanto, es bastante común.
«... pero se vuelve más difícil cuando tenemos que hacerla interiormente sin ningún objeto o acción exterior sobre los cuales depositar la mente; sin embargo, esta concentración interior es la que debe efectuar el buscador del conocimiento». Hay una nota al pie de página que Sri Aurobindo escribió:
«En los estadios elementales del debate y del juicio interiores, vitarka y vicāra, para corregir falsas ideas y llegar a la verdad intelectual». Este tipo de concentración como la que estamos haciendo ahora, por ejemplo, aunque con los ojos abiertos, pero en la que estamos hablando hacia adentro y hacia afuera, se puede utilizar como la primera etapa de la meditación. Porque estamos concentrados sobre un tema fijo y ese tema está relacionado con nuestro ser interior. No es un tema sobre lo que sucede aquí o allá, es relativo a la comprensión interior. Nuestro objeto es un pensamiento interior. La meditación es un proceso interior
99
y ahora estamos discutiendo sobre ese proceso interior. Por lo tanto, podríamos decir que lo que estamos haciendo ahora es ya una especie de meditación, la primera etapa de la meditación. En esta fase algo de debate también es posible; si hay algún juicio que esté pasando por la mente, es posible acogerlo como punto de partida, aunque en última instancia el debate debe detenerse y asimismo el juicio. Sin embargo, al principio este proceso también está permitido. Pero la concentración interior debe efectuarse, es el primer punto. Toda persona que realmente quiera meditar debe llegar a este punto: una concentración hacia el interior, una concentración en algo que es interno. Nuestra idea debe fijarse en algo relativo a nuestro ser interior.
Luego, la segunda condición que se describe es:
«Tampoco debe ser meramente el pensamiento consecutivo del pensador intelectual, ...» Como ya dije, en una primera fase el debate se permite, el juicio está permitido, pero luego no debe ser sólo ese proceso, debemos ir más allá. No debe ser
«... meramente el pensamiento consecutivo del pensador intelectual, cuyo único objeto es concebir y concatenar intelectualmente sus conceptos. No es, excepto quizás al principio, un proceso de razonamiento el que se quiere ...» Al principio el razonamiento está perfectamente bien, pero no nos debemos limitar a eso, debemos ir más allá del proceso de razonamiento. En lugar de ese, debemos emprender otro proceso, el que Sri Aurobindo llama “habitar”. Hay una diferencia entre el proceso de razonar y el proceso de habitar.
¿Qué es habitar? Habitar es volver repetidamente al mismo punto. En lugar de desarrollar un proceso de razonamiento, uno se queda en el mismo punto, eso es más difícil. Ir adelante o ir hacia atrás es más fácil para la mente, pero volver de nuevo al mismo punto es más difícil. Y lo que se quiere es quedarse a vivir allí. Es decir, habitar, en la medida de lo posible, en la esencia de la idea fecunda. Hay una diferencia entre comprender una idea, desarrollar una idea, concatenar ideas de forma consecutiva, ese es un proceso; ir a la esencia de la idea es otro proceso. Hay una diferencia entre ligar ideas, una tras otra, y el proceso de llegar a la esencia de una idea.
100
Ustedes oyen una larga conferencia, por ejemplo, y después yo les pregunto cuál es la esencia de la conferencia. Si se supone que deben informar sobre lo que han oído, pueden entregar dos tipos de informes. Uno de ellos relata toda la conferencia, las diferentes ideas que se expusieron y el orden en que se presentaron. Es un recuento de un proceso consecutivo de pensamiento. Un segundo informe indica básicamente, en esencia, el tema que se trató. Yo puedo dar una larga conferencia sobre Karmayoga y si les preguntan qué dije en última instancia, en el fondo, ustedes pueden simplemente decir que la esencia del tema es desistir del deseo y salir de la idea de que uno es el hacedor. Esa es la esencia. Puedo dar una larga conferencia en la que expongo todas las ideas, pero si pregunto cuál es la esencia, en dos palabras es: renunciar al deseo y liberarse de la idea de que uno es el hacedor de la acción. Esa es la esencia de la Karmayoga. Lo que Sri Aurobindo dice es que la meditación debe distinguirse de una larga línea de razonamiento, permisible como punto de partida, pero que uno debe llegar lo más pronto posible a la esencia de la idea, o de una serie de ideas, captar esa esencia y habitar en ella. Luego uno prosigue adelante, habitando
«... hasta donde sea posible en la fructífera esencia de la idea que mediante la insistencia de la voluntad del alma sobre ella, debe revelar todas las facetas de su verdad». Uno captura toda la esencia de manera que todos los aspectos de la verdad de esa esencia se prodiguen de inmediato. Sri Aurobindo da un ejemplo para que podamos entenderlo mejor.
«Así, si es el Amor divino el que ha de ser objeto de la concentración, es en la esencia de la idea de Dios como Amor que la mente debe concentrarse de tal modo que las diversas manifestaciones del Amor divino deben comparecer luminosamente, no sólo ante el pensamiento, sino en el corazón y el ser y la visión del sādhaka». ¿Cuál es la esencia de la idea de Dios como amor? Vamos a considerarlo. Vamos a meditar de modo que pueda ser más fácil para nosotros comprender qué es la meditación. ¿Cuál es la esencia de la idea de Dios como amor? Vamos a hacer el ejercicio nosotros mismos. Vamos a juntar todas las ideas que podamos tener de Dios como amor. Y a continuación vamos a examinar cuál es la esencia de la idea de Dios como amor.
101
¿Qué es el amor? Básicamente, esa es la cuestión: ¿Qué es el amor?
Muy a menudo, normalmente el amor significa una sensación en el corazón que lo mueve a asir un objeto en el que encuentra un gran placer. Eso es lo mínimo que sucede en la expresión de lo que la gente llama amor: una sensación en el corazón que te impulsa a salir de ti mismo hacia un objeto para sujetarlo y disfrutar del placer que se obtiene en la sujeción. Esto es lo que normalmente se llama amor. ¿Es esto lo que entendemos por Dios como amor?
Veamos otra idea del amor. El amor es una emoción. No estoy usando ahora la palabra sensación, sino la palabra emoción. El amor es una emoción, una emoción llena de alegría. ¿Es eso suficiente? Una emoción llena de alegría, ¿le llamamos a eso amor o se necesita algo más de acuerdo con la experiencia de ustedes? Comparemos unas experiencias con otras. Veo un hermoso amanecer y experimento alegría, la emoción de la alegría. ¿Le llamamos amor? No, nosotros no le llamamos amor. Por lo tanto, esta definición no es correcta. La mera emoción de la alegría no es amor. Pero la alegría es una parte del amor. Donde hay amor, hay alegría, pero siempre que hay alegría no necesariamente hay amor. Así que, aparte de la alegría, debe haber algo más.
[Alguien responde: Unidad].
¡Bien! Existe la alegría de la unión. En esa alegría de la unión, al nivel humano hay un cierto tipo de mercancía, cierto tipo de regateo. “Me estoy uniendo a ustedes y espero un retorno similar de parte de ustedes”. Este es el amor humano, en el que hay una unión, pero también hay una condición. Ese no es el caso del Divino como amor. Hay reciprocidad, pero no hay negociación. La emoción de la unidad no depende de un reembolso. Es básicamente una unión en la que hay una auto-‐entrega, puede haber reciprocidad desde el otro lado, pero no es una condición. Es independiente de la reciprocidad. Así que la esencia del Divino como amor no es la reciprocidad en la experiencia de la unión, sino básicamente la experiencia de la auto-‐entrega. Es un torrente. Un flujo que constantemente une, que constantemente alimenta al objeto. En cada experiencia de amor hay un objeto y hay un flujo hacia ese objeto, pero ese flujo no se negocia. Hay la experiencia de la unión, pero no depende de un regateo. Eso es lo que diferencia el amor humano del amor Divino: que este último se vierte sin reserva. Hay enormes pulsaciones de amor. La alegría, por supuesto, hace parte de esta experiencia, pero más que la alegría, la unión, un vertido de unión constante. La experiencia básica es de unión, no sólo de alegría.
102
Ahora hemos llegado a la esencia de la idea de Dios como amor, según la cual es una alegría emocional que se vierte sin medida expresando una unión totalmente incondicional. Y una vez que tenemos la esencia de la idea de Dios como amor, meditamos en esta esencia de tal manera que los varios aspectos, las diferentes manifestaciones de este amor surjan luminosamente en nuestro corazón. Por lo tanto, la meditación no es pensar en el amor, aunque eso pueda ser el punto de partida; una verdadera meditación, en última instancia, debe tener como objetivo el despertar de la experiencia de varios estados, de diversas manifestaciones.
La sonrisa del Divino es una de las manifestaciones y por lo tanto uno puede experimentar la sonrisa del Divino, la cautivadora sonrisa del Supremo. Esa es una experiencia en la que uno puede habitar. Es decir: meditar es habitar. No es sólo desarrollar la idea de Dios como sonrisa, ese sólo es un punto de partida, sino ser capaz de habitar en la experiencia de la sonrisa Divina.
La salud Divina es otra experiencia, el Divino vertiéndose él mismo dentro de ti, jalonándote de tus dificultades, incluso sin habérselo pedido. Es incondicional. Puede que ni siquiera sepas que estás en dificultades, pero Él sí sabe que estás en crisis y, sin que se lo pidas, simplemente te jalona. Cuando se trata del amor divino, siempre que se tiene una experiencia, este amor te jalona constantemente. Él te aparta cada vez más lejos de todos los enredos, de todo ese lío que has hecho de tu vida, y te saca del barro. Esa es otra experiencia que debe manifestarse.
El amor Divino se manifiesta también como dador de conocimiento, como portador de conocimiento; de modo que cuando el amor Divino se manifiesta así todos los aspectos del conocimiento se empiezan a desarrollar en ti. Tú floreces. Hay un florecimiento de tus facultades. Y a medida que las facultades se desarrollan, ya no tienes que agotarte trabajando. Es una alegría. Se desarrolla con una tremenda experiencia de la auto-‐entrega. Las facultades se desarrollan porque son jalonadas por la atracción del amor. Hay esfuerzo, pero es un esfuerzo lleno de alegría. Esa es la muy especial experiencia del Divino como amor. Es como una flor, como un girasol girando hacia el Sol sin ningún esfuerzo. Es una alegría y toda la flor se abre. Es otra de las experiencias del Divino como amor.
Existe también la experiencia del amor Divino dando una orden. Sin embargo, es una orden que se siente como algo que uno desea servir
103
con todo su corazón. No se trata de una orden del tipo: “Mi Señor, me has dado esta orden y no sé cómo debo cumplirla”. Esa no es una orden que tenga que ver con la manifestación de Dios como amor. Hay estados en los que Dios te da una orden que puedes sentir demasiado pesada para ti. En la Karmayoga, cuando no estás tratando de llegar a Dios como amor, este tipo de órdenes vienen durante el proceso y la alegría no hace parte de ellas. Pero en este caso es un mandato que en realidad te encanta. Se trata de una condición en la que sientes: “¿Por qué Dios no me ordena? Estoy a la espera de sus órdenes, quiero actuar, quiero servir, quiero ser lo que Él quiera que yo sea”. Esta es la experiencia del Divino como amor. Es una alegría escuchar el mandato divino. Hay un baile dentro de tu ser al escucharlo. “Esto es lo que Él quiere y yo estoy aquí a sus pies”. Y no te importa si tienes o no dificultades para llevarlo a cabo. El hecho mismo de que hayas recibido el mandato es una gran alegría y tú te sientes tan agradecido y sabes que si la orden ha llegado, Él la realizará, incluso si tú eres absolutamente incapaz de llevarla a cabo, Él la hará realidad. Esa es una experiencia del Divino como amor.
Luego está el Divino como tu compañero. Una amistad con el Divino en la que puedes actuar con Él como si fueras caminando junto a él. No exactamente de igual a igual, pero sí como un compañero. Él camina contigo. Y dondequiera que vas con Él encuentras un paraíso. Estás con Él caminando por el paraíso; todo es tan hermoso; todo es tan favorable. El Sol no te quema, incluso si es muy fuerte y hace mucho calor, tú sientes frescura. La brisa trae perfumes. Todo tipo de flores aroman el aire. Esta es tu experiencia cuando tienes al Divino como amor.
Estas experiencias deben brotar luminosamente en el corazón. Esto se llama meditación. Una tras otra, todas estas experiencias comienzan a desarrollarse y uno habita en ellas. Eso es meditar. Ahora Sri Aurobindo añade un comentario sobre esto:
«Quizás llegue primero el pensamiento y enseguida la experiencia, pero asimismo la experiencia puede llegar antes y el conocimiento surgir de la experiencia». Si leen el libro de Madre que se titula Plegarias y meditaciones, entonces aprenden lo que son las meditaciones. En cada línea que está allí hay una meditación producto de la experiencia. Los pensamientos que se expresan son sólo el resultado de experiencias. La meditación corriente
104
es sólo pensar, pensar en un tema con concentración. Esa es sólo una meditación primaria, preliminar. Sólo cuando uno obtiene la esencia de la idea y uno insiste en la esencia de la idea y la esencia de la idea comienza a manifestarse en su corazón, en diversos aspectos de su experiencia, sólo entonces uno puede decir: “Yo medité”. Esa es la verdadera meditación.
«Después hay que habitar en ese algo alcanzado y hay que sostenerlo más y más hasta que se vuelve una experiencia constante y finalmente el dharma o la ley del ser». Cuando uno ha meditado durante años y años de esta manera, entonces, en un segundo, uno puede caminar con el Divino, con ese amor, en el paraíso. No necesitas hacer un esfuerzo. Él se ha convertido en una parte de tu ser. Puedes conversar con Él. Puedes recibir sus órdenes con gran alegría. Todo tu ser está en constante sintonía con la Voluntad Divina. Ustedes saben que Madre dice que para vivir en Auroville “uno debe ser un servidor voluntario de la Conciencia Divina”. Esto significa que ya debes haber llegado a ese punto en que quieres hacer lo que el Divino quiere, sin importar las consecuencias. Servidor voluntario. Quiero ser un sirviente del Divino, servidor de servidores. Si alguien más está al servicio del Divino, yo quiero ser siervo de la persona que está al servicio del Divino. Es una experiencia tal, que no puedes hacer sino eso. Ese es el dharma de tu ser. Te sintonizas de tal manera con ello que una y otra vez le preguntas al Divino: “Ya he hecho esto, ¿ahora qué más? Todavía quiero verterme a tus pies. Una y otra vez, interminablemente”. Eso es meditación.
Ahora llegamos a la contemplación. El resultado de la contemplación también es igual al resultado de la meditación, pero la contemplación es un método más intenso. Sri Aurobindo dice:
«Este es el proceso de la meditación concentrada; pero un método más intenso es fijar la concentración de toda la mente únicamente sobre la esencia de la idea, de manera que se alcance no el pensamiento-‐conocimiento o la experiencia psicológica del sujeto, sino la esencia misma de la cosa detrás de la idea». Hay una diferencia entre la esencia de la idea y la esencia de la cosa. En el caso de la meditación, se nos dijo que tomáramos la esencia de la idea, la idea esencial, y que con su ayuda habitáramos las diversas manifestaciones de la experiencia correspondientes a esa idea. Era casi
105
como un movimiento sucesivo. En la meditación hay un movimiento sucesivo cada vez que logras una manifestación de la experiencia del Divino como amor. Ahora, aquí, en la contemplación no se hace un intento por llegar a la experiencia psicológica, sino a la propia esencia de la cosa en sí misma. Entras en el propio corazón de Dios, no tienes manifestaciones de Dios como amor.
«En este proceso el pensamiento cesa y pasa a la contemplación absorta o extática del objeto o, fundiéndose en él, a un Samadhi interior». En la vida ordinaria, solemos tener esta experiencia de la contemplación.
¿Han oído la historia de Shakuntala?
Shakuntala era hija del famoso rishi Vishwamitra; sin embargo, fue criada por otro rishi llamado Kanva. Kanva era un rishi que tenía un ashram muy grande, como Auroville, donde había muchos estudiantes, niños y niñas. Cuando creció, Shakuntala se convirtió en una doncella, en una mujer muy hermosa. Y sucedió que un día en que el rey del condado estaba de cacería, como no logró cazar los ciervos que perseguía, agotado, entró en el ashram. Tenía sed, así que quiso beber agua. Tres chicas andaban de un lado para otro en el jardín del ashram y una de ellas era Shakuntala. En el instante en que Shakuntala vio a Dushyanta, y en el instante en que él la vio a ella, ambos sintieron amor a primera vista. Y desde entonces ella ya no pudo vivir sin la presencia de Dushyanta. El rishi Kanva estaba en ese momento ausente de la ermita y Dushyanta y Shakuntala contrajeron nupcias mediante uno de los procesos de matrimonio (Gandharva vivaha), que consistía en una sencilla ceremonia. Inmediatamente después, Dushyanta fue llamado por su madre para un trabajo urgente y le prometió a Shakuntala que regresaría o enviaría su gran carroza para llevarla como una reina a su reino. Entonces Shakuntala se quedó sola y cayó en un estado de profunda contemplación de Dushyanta. No sólo se puso a pensar en él, no sólo evocó lo que había experimentado, sino que sostuvo al propio Dushyanta en su corazón, a la cosa misma. Y llegó a estar tan absorta en él que cuando llegó un invitado —otro rishi— y la llamó para que lo recibiera, Shakuntala no lo oyó en absoluto. ¡No oyó la llamada de un gran rishi! Esa es la marca de una profunda contemplación, que ocurre incluso en la vida humana ordinaria.
106
Hay intensos estados de conciencia en los que la mente habita en el objeto, en la esencia del objeto, hasta que tú te vuelves uno con el objeto. No necesitas tener ningún tipo de pensamiento. Vas directamente al corazón, a la esencia de la cosa misma. Esto sucede también en nuestro proceso normal de búsqueda del conocimiento, cuando hemos entendido una idea —no cuando estamos tratando de entenderla... Piensa en algo que hayas comprendido y en la comprensión que tuviste; cuando llegaste a esa comprensión sentiste una gran alegría. Pero ahora no estás en un proceso de comprensión, no hay movimiento sucesivo. Sólo te centras en lo que has comprendido y esa comprensión se va desarrollando tan profundamente que agarras el objeto que has comprendido. Sientes como si hubieras ido más allá de la idea. No sólo has ido más allá de la esencia de la idea, sino que has entrado en el objeto mismo. Eso se llama contemplación. Muchos filósofos, cuando alcanzan un alto nivel de comprensión, llegan a una etapa de contemplación. Han entendido, han agotado el proceso de la comprensión. Pero lo que se ha entendido está tan lleno de alegría o es una manera tan tremenda de captar la idea, que no necesitan desarrollarla, no necesitan desarrollar las experiencias que subyacen detrás de esas ideas que se manifiestan. De inmediato y a partir de esa comprensión, se introducen en el objeto mismo; asumen el objeto mismo en su conciencia.
Si en este proceso el objeto es el Amor Divino, a diferencia de lo que hemos experimentado en el proceso de la meditación, durante el cual surgen diferentes estados de amor uno tras otro, y experimentamos esos diferentes estados de conciencia, aquí uno experimenta directamente el corazón de Dios mismo. Y uno disfruta sencillamente habitando en el corazón del Divino. Uno posee al Divino.
Sri Aurobindo dice más adelante:
«De seguir este proceso, entonces, en consecuencia, aún hace falta bajar ese estado al que nos hayamos elevado para que tome posesión del ser inferior, para que derrame su luz, poder y deleite en nuestra conciencia ordinaria». Una vez que has aprehendido al mismo Divino, entonces permites que la luz Divina, la alegría Divina, el poder Divino bajen hasta nuestra conciencia inferior.
107
«Porque de lo contrario quizás lo poseamos, como lo hacen muchos, en la condición elevada o en el Samadhi interior, pero perderemos nuestro dominio sobre él cuando nos despertemos o descendamos a los contactos con el mundo; y esta posesión trunca no es el propósito de una Yoga Integral». Cuando tú subes, puedes sostener al Divino; pero cuando bajas, el Divino se pierde y tú caes en la trampa del mundo tal como es. Esa es una experiencia trunca: una pierna hacia arriba, una pierna hacia abajo. Pero aquí llegas entero, e incluso la pierna inferior también es jalonada y permanece arriba todo el tiempo.
Ahora Sri Aurobindo habla del tercer proceso. No se trata de la meditación concentrada ni de la contemplación, sino de otro proceso.
Sólo habíamos mencionado la meditación y la contemplación, pero es mejor terminar ahora los tres procesos de la concentración para que sepamos cuáles son y los tengamos muy claros. Una vez que conozcamos estos tres procesos, habremos conocido todo lo que hay que saber sobre la concentración. Es toda una ciencia esta que Sri Aurobindo nos ofrece en una sola página. La gente ha escrito libros sobre este tema, pero en una sola página Sri Aurobindo ha sabido darnos una completa declaración sobre lo que es la concentración. Sin tener que consultar una cantidad de libros, sólo la página que acabamos de leer, ustedes entenderán cada vez mejor, a medida que tengan más y más experiencias. Muy a menudo estas palabras no nos transmiten su más amplio significado porque aún no hemos tenido una experiencia. Pero cuanto más practiquemos, más vamos a experimentar y más comprenderemos.
«Un tercer proceso no consiste primero en concentrarse en una meditación intensa sobre el sujeto único ni en una contemplación intensa sobre el objeto único del pensamiento-‐visión, sino primero en aquietar por completo la mente». No hay un sujeto ni un objeto. Tú sólo aquietas la mente, la acallas. A veces este es más difícil que los otros dos procesos, pero a veces es mucho más fácil. No tienes que hacer ningún movimiento extenuante de meditación o concentración. Sólo estás en silencio y tras esa quietud ves que no hay oleadas de pensamiento, no hay ondas de pensamiento, la mente está totalmente inmóvil, y tú habitas en ella. Eso también es concentración.
108
«Esto puede hacerse de varias maneras; una de ellas es dar un paso atrás del conjunto de la acción mental no participando en ella sino simplemente mirándola hasta que, cansada de que su saltos y carreras no sean sancionados, se sume en una creciente y al final absoluta quietud». Aquí hay tres cosas que se deben considerar. Primero hay que dar un paso atrás de la acción mental, es decir, una acción mental tiene lugar y esta acción mental que está ocurriendo es como un mercado bastante ruidoso, es como si estuvieran en una feria en la que hay bullicio y donde se desarrollan una gran cantidad de actividades. Así que imaginen que están en una feria por la que transcurren una gran cantidad de corrientes, y ustedes deciden dar un paso atrás para percibirla. A pesar del movimiento de la feria, ustedes sólo miran, no participan en el movimiento del pensamiento. Es como ir a un mercado en el que uno está constantemente atraído por esto o aquello, esta tienda o aquella, objetos bellos por ahí, y uno se siente atraído de comprar esto o aquello. En esas estamos constantemente. El movimiento de nuestra mente es enteramente como ir a un mercado en el que sin cesar estamos siendo atraídos por diversos lugares de interés, llamadas, sonidos, cosas y objetos. Y constantemente estamos juzgando: esto es justo, esto no es correcto, esto es bueno, eso es malo, no me gusta esto, me gusta aquello... toda esta comercialización ocurre sin parar. Imaginemos, sin embargo, que a pesar de que estamos en un mercado, decidimos que no vamos a comprar nada, sólo estamos viendo, sólo somos un testigo en el mercado, nos hacemos al margen y vemos el bullicio, todo lo que está pasando. Este es un paso muy importante, cuando nos paramos detrás de la actividad mental. Es decir, ese gesto significa que hay en nosotros una persona que puede dar un paso atrás. Toda esta psicología se basa en la percepción de que hay algo en ti que puede retroceder en el mercado de la mente y que puede verlo sin tener ningún interés en lo que allí está pasando. Este es el proceso que Swami Vivekananda le recomendaba especialmente a muchas personas. Incluso Sri Aurobindo, en algunas de sus cartas sobre la yoga, sugirió este proceso. Cuando no quieres meditar ni contemplar, este es un proceso muy fácil. Sólo tienes que pararte detrás de la confusión mental. Y entonces, incluso ese mercado en el que antes estabas involucrado o que ya sólo mirabas, empieza a volverse tranquilo. Y esto te permitirá experimentar que eres totalmente distinto de ese mercado y una gran tranquilidad entrará en ti
109
automáticamente. Estar sentado en esa quietud es un estado de concentración.
Hay todavía otro modo de llegar al mismo resultado:
«Otro es rechazar los pensamientos-‐sugestiones, arrojarlos lejos de la mente cuando vienen y sujetarse con firmeza a la paz del ser que siempre y realmente existe detrás del barullo y la algarabía de la mente». Siempre hay una paz en ti, pero no la ves a causa del caos de la mente, la prisa de las ideas. Este fue el método que el propio Sri Aurobindo siguió cuando su maestro le dijo: “Los pensamientos vienen a ti desde el exterior. Cuando te asalten, repélelos”. Se trata de
«rechazar los pensamientos-‐sugestiones, arrojarlos lejos de la mente cuando vienen y sujetarse con firmeza a la paz del ser que siempre y realmente existe detrás del barullo y la algarabía de la mente. Cuando se descorre el velo de esta secreta paz, una gran calma se instala en el ser y con ella usualmente llega la percepción y la experiencia del omnipresente y silencioso Brahman, mientras todo lo demás al principio parece ser mera forma y eidolon. Sobre la base de esta calma todo lo demás puede construirse en el conocimiento y la experiencia ya no de los fenómenos externos de las cosas, sino de la más profunda verdad de la manifestación divina». Este es el tercer método de concentración. Los tres métodos son: primero, meditación; segundo, contemplación; y tercero, aquietar la mente.
Leamos el último párrafo. Es sólo para completar nuestra integral comprensión.
«Comúnmente, una vez alcanzado este estado, la intensa concentración ya no seguirá siendo necesaria». Te conviertes en maestro, no necesitas hacer esfuerzo, incluso cuando está ocurriendo todo el ruido. Tú estás sentado en el Brahman todo el tiempo. No hay esfuerzo en absoluto.
110
«Una libre concentración de la voluntad usando el pensamiento sólo como sugerencia y una entrega de luz a los miembros inferiores tomará su lugar». Si hay oscuridad y quieres que esa oscuridad se elimine, basta un mero pensamiento-‐sugerencia. La conciencia superior bajará hasta la oscuridad y la oscuridad será eliminada. No hay tensión; tú sólo debes tener tu voluntad en ese plano donde hay una paz constante, o estar en un estado constante de experiencia del Divino como amor, o el que sea —hay muchos aspectos del Divino. Una vez que has alcanzado esto, entonces es un proceso muy cómodo, muy simple: basta una voluntad para solucionar lo que sea. Esto se llama siddhi, cuando has alcanzado una gran maestría, un gran dominio.
«Esta Voluntad insistirá luego sobre el ser físico, la existencia vital, el corazón y la mente hasta remodelarlos en las formas del Divino que se revelan a partir del silencioso Brahman. En grados más rápidos o lentos, de acuerdo con la previa preparación y purificación de los miembros, se verán sometidos a una mayor o menor lucha para obedecer la ley de la voluntad y su pensamiento-‐sugerencia, hasta que eventualmente el conocimiento del Divino toma posesión de nuestra conciencia en todos sus planos y la imagen del Divino se forma en nuestra existencia humana incluso como lo hicieron los antiguos sādhakas védicos. Para la Yoga Integral esta es la disciplina más directa y poderosa». Por lo tanto, puedes abordar esto mediante la meditación o la contemplación o aquietando la mente. Y cuando la mente se ha aquietado, ya no son necesarias la meditación ni la contemplación. Tú simplemente ejerces la voluntad. Y las partes inferiores del ser se basan en la conciencia superior. Lo que debe ser transformado, se transforma, hasta que al fin, la imagen humana se convierte en la imagen Divina. Esa es la verdadera yoga-‐siddhi.
¡Muy bien! Hasta aquí sólo fue un comentario sobre una palabra que leímos en el capítulo “Las cuatro ayudas”, donde Sri Aurobindo habla de shastras del pasado en las que tenemos que meditar (p. 55):
111
«El conocimiento espiritual se adquiere entonces meditando sobre las verdades que se enseñan y se hace vivo y consciente percatándose de ellas en la experiencia personal; ...» Sri Aurobindo nos acaba de decir cómo debemos leer este libro: debemos meditar sobre las verdades que se mencionan aquí, ya sea a través de la meditación intensa o de la contemplación o aquietando la mente y escuchando lo que se nos dice. Luego viene la percatación de estas verdades.
«... la yoga procede mediante los resultados de métodos prescritos, enseñados en una Escritura o una tradición y reforzados e iluminados por las instrucciones del Maestro. Esta es una práctica más estrecha, ...» Es una práctica más estrecha, ya que ustedes todavía se mueven en una ruta establecida. Cuando leen y siguen lo que este libro les indica, hacen un movimiento seguro, porque todo esto ha sido realizado por el maestro y ustedes sólo repiten en su propia experiencia personal lo que ha sido llevado a cabo por el maestro. Después pueden emprender una aventura, un proceso más amplio. Lo que no se dice en la shastra, incluso eso lo pueden desarrollar. En la Agenda de Madre, ella dice:
«Sri Aurobindo no nos cuenta el secreto». A pesar de haber escrito todo esto, aún así Madre sostiene que:
«Sri Aurobindo se fue sin contarnos su secreto». Por lo tanto, no hay nada qué meditar. Hubo una aventura. Ella dice:
«Yo estoy caminando con los ojos vendados». Y ella construyó un nuevo camino. Así que La agenda de Madre es otra shastra védica. Lo que no dio Sri Aurobindo, lo dio Madre. Es por eso que a este libro le debe seguir la lectura de La agenda de Madre. Madre misma dijo:
«La agenda es la continuación de La síntesis de las yogas». Así que la mayor parte del sendero ya fue transitado para que nosotros pudiéramos andarlo, y eso nos facilita su recorrido. Ahora Sri Aurobindo hace un comentario muy importante:
112
«Es necesario que el sādhaka de la Yoga Integral recuerde que ninguna Shastra escrita, por grande que sea su autoridad o por amplio que sea su espíritu, puede ser más que una expresión parcial del Conocimiento eterno». Esto se aplica incluso a este libro, incluso a La agenda de Madre. Es por eso que este libro no es ninguna religión, no tiene punto final, es un libro abierto al que hay que añadirle nuevos capítulos, porque el conocimiento eterno no tiene fin.
«Es necesario que el sādhaka de la Yoga Integral recuerde que ninguna Shastra escrita, por grande que sea su autoridad o por amplio que sea su espíritu, puede ser más que una expresión parcial del Conocimiento eterno. Usará, pero jamás se atará ni siquiera a la más magna Escritura. Donde la Escritura es profunda, ancha, católica, puede ejercer sobre él una influencia para su más alto bien y de incalculable importancia. Puede estar asociada en su experiencia a su despertar a las máximas verdades y a su realización de las más elevadas experiencias. Su yoga puede regirse durante largo tiempo por una Escritura o por varias sucesivamente —si es en la línea de la gran tradición hindú, por el Guitá, por ejemplo, las Upanishad, los Veda. O puede ser buena parte de su desarrollo incluir en su material una experiencia ricamente variada de las verdades de muchas Escrituras y hacer el futuro opulento con todo lo que fue excelso en el pasado. Pero al final debe ocupar su lugar, o aún mejor, si puede, siempre y desde el inicio debe vivir en su propia alma, más allá de las limitaciones de la palabra que usa. El propio Guitá declara que el yogui en su proceso debe ir más allá de la Verdad escrita —śabdabrahmātivartate—, más allá de todo lo que ha escuchado y de todo cuanto aún tiene por escuchar —śrotavyasya śrutasya ca. Porque él no es el sādhaka de uno o de muchos libros; él es un sādhaka del Infinito». No es un prisionero de ninguna palabra. Debemos recordar esta última línea:
«Porque él no es el sādhaka de uno o de muchos libros; él es un sādhaka del Infinito».
113
Conferencia 8 Hemos estado discutiendo la cuestión del pecado y el infierno. No es un tema muy interesante, pero puede ser muy importante desde muchos puntos de vista. Hubo dos observaciones que se hicieron aquí cuando hablamos la última vez sobre este tema. El infierno y el cielo existen aquí, no en otra parte. La segunda observación es que no existe una idea del infierno, excepto en aquellas escrituras donde la gente es motivada a trabajar en la dirección correcta bajo la amenaza de un infierno: “Si no obras correctamente, te vas al infierno”.
Es cierto que el infierno y el cielo están aquí, pero no sólo aquí. Si ustedes sostienen que este mundo es el único mundo y que no hay ningún otro mundo, entonces tal afirmación requiere ser ampliada. Hay una serie de mundos, no sólo este mundo, sino también toda una serie de mundos.
Agradezco que hayan investigado y encontrado el pasaje donde Sri Aurobindo habla de los diferentes planos. Él menciona el plano terrestre, el Supraterrestre y el Supracósmico. Estas tres palabras son muy importantes. Existe el cósmico, que consiste en dos planos: el terrestre y el Supraterrestre. Si uno toma este cosmos entero, se puede dividir en dos partes bien diferenciadas: en primer lugar, la terrestre, eso significa la existencia terrestre. Lo que vemos a nuestro alrededor es la existencia terrestre. Pero esta existencia terrestre no es la única que existe. Está también la Supraterrestre, algo que está por encima de lo terrestre. El cosmos entero no es sólo la Tierra, sino también aquello que trasciende la Tierra. Lo terrestre es, podríamos decir, la existencia física —todo lo que es físico. Eso significaría también las galaxias, no sólo esta Tierra tal como la vemos, sino también las galaxias, porque ellas también son físicas. Todo lo que es físico es terrestre. Aparte de todo este universo físico que vemos, hay muchos otros mundos. En cierto sentido se podría decir que si uno quiere ser perfecto en el plano físico, no puede ser perfecto sin conocer el plano Supraterrestre. Muchas personas dicen: “¿Por qué preocuparse por los demás? Limitémonos a los problemas que enfrentamos aquí en la Tierra”. Si fuera posible resolver los problemas de la Tierra, permaneciendo confinados a la Tierra, estaría bien; pero el asunto es que no se pueden resolver los problemas del plano físico sin entrar en el plano Supraterrestre. La razón es que un número de fuerzas están en constante vibración y migración desde el plano Supraterrestre.
114
El plano Supraterrestre a su vez tiene muchos planos. Fundamentalmente están el plano Vital, el plano Mental y el plano Supramental. En su orden son, por un lado: el Mental, el Mental Superior, el Mental Iluminado, el Mental Intuitivo, el Sobremental y el Supramental. Y por otro lado, entre el plano puramente físico, es decir, el plano Material y el plano Vital, también hay un plano intermedio que se llama Físico Sutil.
Y luego cuando uno va por encima del Supraterrestre, cuando va más allá de todo esto, llega al Supracósmico. En el Supracósmico hay dos aspectos: uno se llama Acósmico y el otro Trascendental. Si uno entra en el Acósmico no hay, no existe cosmos en esa conciencia. Se trata de un estado de conciencia en el que ni este mundo ni los demás mundos se ven como reales. Hay un pequeño poema gujarati, que dice: “Cuando me despierto, el mundo desaparece”. Es exactamente lo contrario de lo que hacemos en nuestra conciencia normal de vigilia, que cuando uno se despierta, todo el mundo aparece. Pero si uno se despierta en la conciencia acósmica, el mundo desaparece.
El plano Trascendental incluye el Acósmico, todos los planos supraterrestres y los terrestres, pero está por encima de todos ellos. Tal es la naturaleza del Trascendental. Ustedes pueden experimentar el Trascendental aquí y ahora porque lo trascendente está presente en todo. Pero normalmente es muy difícil experimentar el Trascendental, a menos que uno haya alcanzado el cósmico, que es un peldaño hacia el Trascendental. Es sólo cuando nos hacemos conscientes simultáneamente de todo el universo, que entendemos o conocemos la conciencia divina. Lo que llamamos Dios es este Trascendental, y como muchas personas no son conscientes de todo este esquema, la palabra Dios es definida de maneras diferentes por diferentes personas. Cuando a uno le preguntan: “¿Usted cree en la existencia de Dios?”, la pregunta que sigue es: “¿Qué clase de Dios?”. Hay muchos tipos de concepciones de Dios. Este es el concepto que uno adopta con Sri Aurobindo: el plano Trascendental es Dios, si te gusta llamarle Dios. Algunas personas tienen alergia a la palabra Dios. No importa, se le puede llamar: la Conciencia Trascendental o la Conciencia Divina. Este es el Dios del que Sri Aurobindo habla cada vez que habla de Dios. No es el Dios que vive en el séptimo cielo, que mira el mundo y se divierte con el mundo como si se tratara de un espectáculo de cine. Ese no es Dios. Esta Conciencia Divina está en todos lados y por encima de todo. Él mismo lo es todo y está por encima y más allá de todo. En sánscrito, Trascendental se dice Purushottama.
115
Purushottama se compone de dos palabras: Purusha y uttama. Se dice que Purushottama tiene un doble estatus: móvil e inmóvil. A la vez se mueve y no se mueve. Este es el misterio supremo de Su conciencia. Incluso cuando se mueve, se mantiene estable. Incluso siendo estable, no está incapacitado para moverse. En sánscrito, estas dos palabras son: kshara, móvil y akshara, inmóvil. Ahora tienen una imagen más completa del asunto. Cuando se preguntan qué es lo que existe, esto ES lo que existe. Eso incluye todo lo que está aquí, el mundo, tal como lo entendemos nosotros, otros mundos, los mundos supraterrestres, el Inmóvil y lo que está por encima del Inmóvil. Todos estos planos que vemos son parte del Móvil, porque en todo este mundo hay movimiento. Todos los planos terrestres y supraterrestres son parte del Móvil, porque hay un continuo dinamismo. Detrás de ese dinamismo está lo acósmico, lo que es inmóvil, pero también lo trascendente. El Acósmico no permanece por sí mismo en ningún momento, no existe solo. El Acósmico existe debido al Trascendental. Y allí donde está el Trascendental, todo lo que ES, está presente.
Nosotros mismos estamos compartimentados en este terrestre, estamos como si nos hubieran metido en una caja. Originalmente no estamos en una caja. Nuestro origen o lo que sea que somos está precisamente allí, en el Trascendental. Nos preguntamos: “¿Qué soy yo, dónde estoy?”. La respuesta es: “Yo soy una porción del Trascendental y estoy en el Trascendental”. Esta es la verdadera respuesta a esa pregunta. Incluso si no podemos experimentarlo debido a que estamos encarcelados, a que sólo estamos viendo este mundo y esta fracción de lo que hay, pero cuando uno expande la conciencia, entonces puede vivir simultáneamente en todos estos planos. Sri Aurobindo y Madre caminaron sobre la Tierra con esta conciencia total. Estuvieron al mismo tiempo conscientes de este plano y trabajando en todos los demás. Así como nuestro trabajo se limita sólo a esta pequeña cosa, una vez que nos hayamos vuelto más y más consciente seremos admitidos en todos estos planos porque ya somos de allá, sólo que no nos damos cuenta.
Por ejemplo, incluso ahora que estamos comprimidos en este espacio, les hago esta pregunta: “¿Es en este espacio donde están sus pensamientos? ¿Qué espacio están ocupando sus pensamientos?”. Sus cuerpos se encuentran en este espacio, sin duda, en un lugar donde ningún otro órgano puede ubicarse. Pero cuando ustedes se dicen a sí mismos: “Escribí un largo ensayo”, largo significa espacio, ¿no es así? Se puede decir que “escribí un largo ensayo” significa que ustedes tenían
116
un pedazo largo de papel en el que escribieron. Así que sólo sus palabras ocupan ese espacio de un pedazo largo de papel. Pero lo que escribieron, el significado de lo que escribieron, ¿qué espacio ocupa eso? Cuando ustedes dicen: “Ahora mis ideas son más amplias”. ¿Qué quieren decir con ideas amplias? ¿Significa eso que han pasado a medir diez metros más en el espacio? ¡No! ¿En dónde existe esa amplitud? Hay un espacio que no es el espacio físico. Somos conscientes sólo del espacio terrestre, pero, aunque solemos decir de nuestras propias ideas o de nuestra mente que es estrecha o más grande o más amplia, con toda certeza no nos referimos al espacio terrestre que ocupa. Nos referimos a un espacio mental. Hay un espacio de la mente. Este es sólo el espacio físico, pero también hay espacio mental.
Del mismo modo, hay espacio vital. Alejandro Magno conquistó una gran área de espacio en el mundo físico. Si le preguntáramos: “Cuando usted dice: ‘He vencido todo este espacio y estoy muy feliz’, ¿qué quiere decir realmente? El espacio que conquistó ya existía”. Pero él dice: “Yo lo conquisté”. ¿Qué significa eso? ¿Quiere decir que él ocupa todo ese espacio físicamente? ¡No, en absoluto! Ocupó ese gran espacio en su espacio de vida, no en el espacio físico. Fue en su sensación vital, en su deseo vital que quiso conquistar, que quiso dominar un amplio espacio, y sintió que era capaz de dominar, que podía ordenar que se hicieran cosas que serían obedecidas por todas partes en ese espacio. ¿Dónde está el espacio que él rigió? Porque en realidad ese espacio ya existía, por lo tanto, el espacio bajo su mando sin duda no era este espacio físico, sino el espacio vital.
Todos nuestros deseos viven en el espacio vital. Todas nuestras ambiciones pertenecen al espacio vital. Al igual que todos nuestros pensamientos pertenecen al espacio mental. Y estos espacios son mucho mayores que el espacio físico. Incluso imaginar el espacio físico es una cosa enorme. Es inimaginable para nosotros, si se tienen en cuenta las galaxias y los vastos espacios entre una estrella y la otra, si se tienen en cuenta los millones de años luz que la luz tarda en llegar desde una estrella hasta acá. Esa es la razón por la cual Madre dijo: “Si quieres ser muy, muy amplio, si quieres salir de la estrecha prisión de tu conciencia presente, ensaya un ejercicio: piensa en ti mismo en un espacio pequeño, y luego piensa en tu país —que es comparativamente un espacio más grande—, luego piensa en todos los continentes del mundo, luego piensa en el Sol y las estrellas que no son muy distantes de nosotros, luego piensa en las muchas otras estrellas —cada una de ellas aún más grande que el Sol— y en todos los sistemas o galaxias en
117
las que se encuentran, en los miles de millones y billones de ellos y, por último, ¡considera cuánto espacio está involucrado en comparación con el espacio que tú eres y con el espacio que ocupas! Y cuando estés preocupado por las pequeñas cosas del mundo, piensa en semejante espacio tan grande, y las pequeñeces desaparecerán, los pequeños gruñidos y rencores, los pensamientos del tipo: ‘No permito que me hagan esto, yo tengo derecho a tal cosa, yo tengo derecho a tal otra, ¿por qué la gente no me tiene en cuenta...?’. ¡Ya verás que hay tanto espacio hacia dónde mirar...!”.
Y eso se refería sólo al espacio físico. El espacio vital y el espacio mental son aún más vastos. El de la mente superior, el de la mente iluminada, el de la mente intuitiva, el de la sobremente y el de la supramente —debido a que la palabra “supramental” es muy común entre nosotros, no consideramos lo que realmente es. ¡Y cuál no será la vastedad de la supramente! Y luego, si se llega a lo trascendental, al Supremo Purusha...
En primer lugar, hay que entender la palabra Purusha: es un estado de conciencia en el que uno siente que es el originador. Cualquier estado de conciencia en el que te veas o en el que te experimentes como el originador, a ese estado se le puede llamar Purusha. Cuando te puedes ver a ti mismo como el originador, te ves superior a lo que se originó. Esa es la particularidad de la conciencia Purusha. Debido a la situación de la conciencia en la que uno se encuentra al ser el originador, uno siente que es superior a lo que se originó. Cuando produces un cuadro hermoso, cuando lo pintas, entonces, con respecto a tu pintura, cuando la ves, dado que tú la has originado, el estado en que te encuentras en lo que respecta a la imagen es la conciencia del Purusha. Purusha es siempre un estado de conciencia. Puede existir con respecto a cualquier cosa que se te presente como originada por ti. Si conquistas el mundo entero y percibes el mundo como tuyo, entonces tienes una condición de Purusha en lo que respecta a lo que has conquistado. Te sientes superior a todo el mundo y eres el dueño de todo cuanto es, esa es la conciencia del Purusha. Por lo tanto, cada individuo tiene una especie de conciencia del Purusha con respecto a su actividad, la cual parece ser originada por él. Se puede decir que cada persona es el Purusha individual.
Entonces puede haber Purusha cósmico. Todas las existencias terrestres y supraterrestres, si das un paso atrás y ves todo eso como proveniente de ti, entonces puedes ser el Purusha cósmico. Estás en la
118
conciencia cósmica del Purusha. Y si trasciendes el mundo entero y te sitúas por encima de todo, entonces tienes al Purushottama, el uttama Purusha, el Purusha Supremo, todo en el mundo es visto como originado desde ti. “Sean tan perfectos como su padre celestial es perfecto”, eso significa ser uno con el Purushottama. Y no necesitamos fabricarlo, ya lo somos. Es sólo que no somos conscientes de ello. Nos hemos comprimido en un estado pequeño. Sólo vemos una pequeña cosa y sentimos que somos los originadores tan sólo de esa pequeña cosa. Pero si nos comenzamos a expandir en conciencia, entonces descubrimos que ya somos Purushottama. No es que lo tengamos que fabricar. No tenemos que convertirnos en Purushottama. Somos Purushottama. Es por eso que la palabra que se utiliza es “percatarse”2. Y el hecho se denomina “percatación”3. Porque tú te percatas, te das cuenta de que eres el Purushottama. En las Upanishad tenemos una muy breve frase de sabiduría: “Eso eres tú”. Eso es el Trascendente.
Ahora tenemos ante nosotros un buen mapa de todo lo que existe y de dónde estamos en esta vasta existencia trascendental que realmente somos, que cada uno de nosotros es.
Nuestra pregunta era: ¿dónde queda exactamente el infierno? Esa fue nuestra investigación. En todo esto, ¿dónde está el infierno? Sri Aurobindo dice que el infierno existe en el plano Vital. Incluso lo que llamamos paraíso también queda en ese plano. En muchas escrituras se encuentran descripciones del cielo y del infierno. Son descripciones de lo que normalmente se encuentra en el plano Vital. En Savitri, Sri Aurobindo describió todos estos planos.
Un día leerán Savitri y podrán ver toda la estructura del poema. Es una epopeya cuya historia es muy simple. Hay un reino, el reino de Madra, cuyo rey es Aswapati, quien está preocupado con el más alto bienestar del mundo; es consciente de los problemas del mundo, de los males del mundo, de las dificultades del mundo y les está buscando solución. 2 El verbo en inglés es “to realise”, que en español significa darse cuenta, caer en la cuenta, tomar conciencia, percatarse. He optado por este último, a pesar de que en estos temas parece haberse generalizado el uso del término “realizarse”, que tiene un componente distinto del que se explica aquí. 3 El sustantivo en inglés es “realisation”. De nuevo, la versión en español que se ha difundido es “realización”, que induce a otra comprensión, en general contraria. Precisamente a raíz de la explicación que ofrece aquí Kireet Joshi he preferido optar por el uso de los términos “percatarse” y “percataciones” —este último infrecuente, aunque castizo.
119
Conocedor de la yoga —hoy en día no es tan bien conocida y la gente tiene que hacer un estudio muy especial, pero en aquellos tiempos el conocimiento de la yoga era mucho más fácil de obtener—, sabiendo lo que es la yoga, el propio Aswapati inicia el camino de la yoga.
En el primer libro de Savitri, en el Libro I, Sri Aurobindo, en primer lugar, describe el principio del mundo. El Libro I se llama “El libro de los comienzos”, es una rápida revisión del comienzo del mundo. Es muy difícil de entender porque la textura de este poema es muy compleja. Es algo que sólo el propio Purushottama Trascendental puede describir y Sri Aurobindo, situado en la conciencia del Purushottama, describe el principio del mundo. Luego, rápidamente, Sri Aurobindo nos lleva hasta el momento en que Savitri nace y se casa con Satyavan. Sri Aurobindo describe la condición de Savitri, porque ella sabe que ese mismo día su marido Satyavan tiene que morir. Algunos de ustedes son pintores, saben cómo hacer trazos de colores; pues bien, así describe Sri Aurobindo el día en que Satyavan tiene que morir. Entonces Sri Aurobindo nos lleva de vuelta hacia atrás, hace un flash-‐back, una escena retrospectiva: ¿Cuál es este problema? ¿Por qué debe morir Satyavan? ¿Cuál es la función, el papel de Savitri? ¿Quién es Savitri? Se nos dice que Savitri es la hija de Aswapati. Y entonces viene una biografía de Aswapati en forma de flash-‐back, lo vemos cuando ha llegado al momento en el que se decide: “Ahora debo hacer yoga para poder entender cuáles son los problemas del mundo y alcanzar un punto en el que pueda resolverlos”. Porque como les dije la última vez, esa es una promesa de la yoga. Mediante los poderes yóguicos, mediante el conocimiento de la yoga, podemos adquirir el conocimiento supremo del Ser del Divino, podemos adquirir el conocimiento supremo de la Voluntad Divina y el conocimiento supremo del Amor Divino. La shastra de la yoga realmente lo contiene. Sabiendo esto, Aswapati comienza a hacer la yoga. Y el Canto 3 del libro se llama “La yoga del rey: la yoga de la liberación del alma” —cómo llega a liberar su alma—, el Canto 4 es cómo alcanza “El conocimiento secreto” y el Canto 5 se titula “La yoga del rey: la yoga de la libertad y de la grandeza del espíritu”. Pero luego esto no es suficiente. Todo el Libro II se llama “El libro del viajero de los mundos” —no del mundo, de los mundos. Ahora Aswapati comienza a explorar el mundo entero, todos estos planos. Con sólo leer el título de cada capítulo, de cada canto, uno se hace una idea de todos estos planos. Voy a leerles solamente el título de cada canto:
—El reino de la materia sutil
120
—La gloria y la caída de la vida (este es el plano Vital, pero como es un plano tan grande, Sri Aurobindo le dedica varios cantos, debido a la inmensidad de lo que debe describir)
—Los reinos de la vida pequeña
—Las divinidades de la vida pequeña
—Los reinos y las divinidades de la vida más grande
—El descenso a la noche
—El mundo de la falsedad, la madre del mal y los hijos de la oscuridad (aquí es donde se localiza el infierno)
—El paraíso de los dioses de la vida (en el mismo plano Vital también está el paraíso)
—Los reinos y las divinidades de la mente pequeña (aquí vamos por encima del plano vital y llegamos al mental)
—Los reinos y las divinidades de la mente más grande
—Los cielos del ideal (aquí vamos por encima de la mente)
—En el yo de la mente (el ser de la mente es el Purusha, el Manomaya Purusha, el Purusha mental)
—El mundo del alma (el Purusha cósmico)
—Los reinos del conocimiento superior (aquí se sube a la mente superior, la mente iluminada, la mente intuitiva, la sobremente y la supramente)
Luego, en el Libro III, que se llama “El libro de la Madre Divina”, él sigue adelante y ve el origen de todo el universo, alcanza el supramental y la conciencia trascendental. Se inicia con “La búsqueda del incognoscible”. Este trascendental es incognoscible, pero lo incognoscible es accesible a través de Aquel que tiene un poder creador del cual este mundo es el resultado. Él es el Supremo Purusha, de quien se originan todas las cosas; Él las origina a través de su propio Poder: ese Poder se llama la Madre Divina. Aswapati se acerca a la Madre Divina. Luego siguen:
—La adoración de la Madre Divina
—La casa del espíritu y la nueva creación
—La visión y el don.
121
Aswapati se acerca a la Suprema Madre Divina y le expone todos estos problemas y le dice que el mundo está en una gran dificultad —como podemos hacerlo ahora; podemos acercarnos a la Madre Divina de la misma manera y decirle que hay una gran dificultad en el mundo. Él le insiste a la Madre Divina: “Por favor, haz algo”. Entonces ella le responde: “Si tal es tu ansiedad por el mundo, me siento conmovida y, por lo tanto, te entrego el don. Voy a nacer como tu hija —esa es la respuesta de la Divina Madre— y asumiré la misión de cambiar este mundo, de resolver los problemas del mundo”.
Y el resto del poema —Libro IV, “El libro del nacimiento y de la búsqueda”; Libro V, “El libro del amor”; Libro VI, “El libro del destino”; Libro VII, “El libro de la yoga”; Libro VIII, “El libro de la muerte”; Libro IX, “El libro de la noche eterna”; Libro X, “El libro del doble crepúsculo”; Libro XI, “El libro del día sin fin”; Libro XII, “Epílogo”— es el nacimiento de Savitri, su crecimiento, su edad adulta, su matrimonio, la muerte de Satyavan. Esa muerte es el quid del problema del mundo. Está el fenómeno de la muerte y si se puede tocar ese problema, todos los demás problemas se pueden resolver.
Así que los libros siguientes versan sobre los conocimientos con que ella se equipa y que utiliza en la conquista de la muerte; por lo tanto, Satyavan regresa de la muerte. Esa es la clave de la solución de los problemas. Si puedes tocar la muerte y conquistar la muerte, todos los problemas se pueden resolver.
Un día van a leer Savitri, entonces entenderán y se darán cuenta del conocimiento que está involucrado ahí. Cuando leemos a Sri Aurobindo no estamos leyendo una escritura en la que tenemos que creer. Sri Aurobindo es un libro de conocimiento, él describe todo tal como nosotros podemos describir esta habitación. Y, pues, él describió todos los planos de todo el mundo...
122
Conferencia 9 La última vez leímos:
«Porque él no es el sādhaka de uno o de muchos libros; él es un sādhaka del Infinito». No hay ataduras a ningún libro en particular en la Yoga Integral.
«Otro tipo de Shastra no es una Escritura, sino una explicación de la ciencia y métodos, los principios efectivos y la manera de funcionar del sendero de la yoga que el sādhaka elige seguir». Aquí tenemos una distinción entre una escritura y un libro de ciencia. ¿Cuál es el significado de una escritura? Los Veda, por ejemplo, son una escritura, las Upanishad son una escritura, la Biblia es una escritura, el Corán es una escritura; Avesta es una escritura, el Bhágavad-‐guitá es una escritura. Todas estas escrituras son, de una u otra manera, libros de yoga. Y la característica de las escrituras es que son palabras reveladas. Las escrituras son palabras recibidas mediante revelación. Se supone que contienen la verdad y, normalmente, los partidarios de una escritura creen que toda la verdad se da en esa escritura. Pero Sri Aurobindo ha dicho antes que incluso la más magna escritura no puede atar al sādhaka de la Yoga Integral, porque la verdad siempre está evolucionando y no puede ser encarcelada en una sola expresión.
Una escritura es una palabra revelada. Eso se diferencia de un libro científico sobre la yoga. Por ejemplo, en la India hay un libro llamado Yoga-‐sutra. Sutra significa aforismo; el aforismo o el sutra es una afirmación breve que no contiene una explicación, de manera que si se lo quieres explicar a alguien, tienes que hacer un comentario sobre él. Hay algunos seres humanos que están muy desarrollados, no tienen el hábito de dar conferencias, sólo dicen frases a manera de aforismos, te disparan una o dos palabras que contienen mucho significado. Por ejemplo, la frase que les dije ya una vez: “Eso eres tú”, en sánscrito Tat tvam asi, “Tú eres eso”. Allí no se explica qué o quién es “eso”, tampoco se explica qué o quién es “tú”. En la India se empleaba un sistema en el que la mayoría de los maestros hablaban en términos de aforismos; un ejemplo es el primer sutra de este libro que se llama Yoga-‐sutra, escrito por Patanjali. Él fue un gran yogui indio que estableció su propio sistema de yoga, la Rājayoga. Y la primera frase de su libro es un sutra,
123
un aforismo. Simplemente dice: “Cesar las modificaciones de la sustancia de la conciencia es yoga”.
Este libro de Patanjali sobre la Rājayoga está escrito en forma de aforismos. “Cesar las modificaciones de la sustancia de la conciencia es yoga”. Esa es la primera frase. No te dice cuáles son las modificaciones, cómo se cesan ni qué es la sustancia de la conciencia. Simplemente utiliza estas tres palabras y el comentarista tiene que explicar todas esas cosas. Hay muchos libros en la India que se denominan libros científicos, que te dan los procesos de una manera sistemática. Primero esto, luego esto, y sigue aquello... En una escritura revelada un método semejante no se utiliza para exponer. Un libro científico es aquel en el que tú tienes primero la definición de una palabra, luego la explicación de cada palabra, luego el objetivo y los métodos, los procesos, todos establecidos uno por uno; la descripción de las experiencias, la interrelación entre las experiencias, la singularización de la experiencia más alta, todo sistemáticamente estipulado. Eso se llama un libro científico de la yoga, y se diferencia de una escritura. En las escrituras todo ello puede figurar, pero no de una manera sistemática. A partir de una escritura, tú tienes que hacer un libro científico más adelante. Eso también es shastra. En su libro sobre Rājayoga, Patanjali explica en su debido momento, pero no en detalle, qué es chitta, qué es la sustancia de la conciencia, cómo se puede modificar la conciencia, por lo tanto el método de la meditación está ahí, luego el logro y el significado del samadhi están ahí y luego lo que se experimenta en el samadhi está ahí. Esa es toda la ciencia de Rājayoga.
Lo mismo ocurre con la Hathayoga, hay un libro que se llama Hathayoga Pradipika —dipa significa la lámpara; dipaka significa lo que hace la lámpara y pra significa poner delante, es decir, eso que expone el conocimiento que trae la luz de la Hathayoga. Ese es el significado de Hathayoga Pradipika. Es un libro que también te dice qué es el cuerpo y cuáles son los procesos básicos del cuerpo, específicamente la respiración y las posturas. A continuación te explica varios tipos de respiración, diversos tipos de posturas, los procesos de la respiración, los procesos de las posturas, cuáles son los pasos mediante los cuales puedes dominar la respiración y las posturas del cuerpo, y qué resultados se obtienen cuando respiras en una forma u otra y te conviertes en maestro de la respiración y en maestro de las posturas. Es un proceso científico que se explica y se describe, de nuevo en la forma de sutras, muy brevemente.
124
Para cada yoga podría haber un compendio científico. Por ejemplo, este libro, La síntesis de las yogas, es un libro científico en el que todo se explica paso a paso científicamente. También es una escritura, ya que también fue revelada; no fue concebida por la mente de Sri Aurobindo. Es a la vez una escritura y un trabajo científico.
Entonces volvemos de nuevo:
«Otro tipo de Shastra no es una Escritura, sino una explicación de la ciencia y métodos, los principios efectivos y la manera de funcionar del sendero de la yoga que el sādhaka elige seguir. Cada sendero tiene su Shastra, ya sea escrita o tradicional, que ha pasado de boca en boca a través de una larga línea de Maestros. En la India se le adjudica comúnmente una gran autoridad, incluso una suma reverencia a la enseñanza escrita o tradicional. Todas las líneas de la yoga se suponen fijas y el Maestro que ha recibido la Shastra por tradición y la ha realizado en la práctica guía al discípulo a lo largo de rutas inmemoriales». Estas palabras son muy importantes:
«Todas las líneas de la yoga se suponen fijas...» Si te dan un determinado proceso, te dicen cuál es el primer paso, cuál es el segundo, cuál es el tercero, cuál es el octavo, cuál es el final del proceso. Y por lo general tienes que dominar cada paso poco a poco. No se te permite ir a la tercera etapa, a menos que hayas dominado los pasos uno y dos. Si vas donde un hatha-‐yogui y le dices: “Quiero ser hatha-‐yogui, quiero dominar mi cuerpo”, entonces durante unos cinco años sólo se te enseña a respirar correctamente. Aunque la respiración es nuestro proceso natural, aprender la manera científica de respirar, cómo respirar correctamente y dominar la respiración, toma de cuatro a cinco años. Durante el tiempo en que estás aprendiendo a respirar normalmente no se te enseña cómo hacer asanas, posturas del cuerpo, esas vienen más adelante. Se te enseña la manera de avanzar de una etapa a la otra, e incluso en la segunda etapa se te permite el primer paso sólo de forma temporal, por un corto tiempo. Pero se insiste en que hay que dominar el primer paso primero, y luego el segundo y luego el tercer paso.
En la Yoga Integral —es una peculiaridad de la Yoga Integral— lo fijo es muy suelto. No hay tanta insistencia en que primero se deba dominar el
125
primer paso, luego este y luego aquel. Hay una especie de pauta, pero es muy suelta, se puede cambiar. No se insiste en que haya que empezar primero con Karmayoga, luego continuar con Jñānayoga y luego hacer Bhaktiyoga. No hay tal línea. Si te resulta más fácil comenzar con Karmayoga, comienzas con Karmayoga. Si te resulta más fácil comenzar con Jñānayoga, comienzas con Jñānayoga. Depende de cada individuo. En la Yoga Integral se da una tremenda libertad. Pero normalmente en los métodos sistemáticos, que están disponibles actualmente en la tradición, todas las líneas son fijas y no se puede avanzar rompiendo la línea.
«A menudo se escuchan objeciones en contra de una nueva práctica, de una nueva enseñanza yóguica o de la adopción de una nueva fórmula: “Eso no va de acuerdo con la Shastra”. Pero ni de hecho ni en la práctica real de los yoguis existe en verdad una entera rigidez semejante a la de una puerta de hierro cerrada a la verdad nueva, a la revelación fresca, a la experiencia ampliada. La enseñanza escrita o tradicional expresa el conocimiento y las experiencias de muchos siglos sistematizados, organizados, hechos al alcance del principiante. Su importancia y su utilidad son por lo tanto inmensas. Pero una gran libertad de variación y desarrollo es siempre factible. Incluso un sistema tan altamente científico como la Rājayoga puede practicarse sobre otras líneas distintas al organizado método de Patanjali». Puedes hacer la Rājayoga, normalmente sigues el mismo proceso llamado ashtangayoga, el óctuple sendero. Ya les comenté sobre el óctuple sendero: yama, niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana y samadhi. Estos son los ocho pasos y normalmente debes moverte en esa dirección, uno tras otro en una línea fija. Pero incluso al hablar de esta práctica de Rājayoga, Sri Aurobindo dice que se puede manejar de otra manera. Aunque existe algo fijo, la flexibilidad está permitida. Pero en la Yoga Integral, como ya he dicho, hay una gran flexibilidad, mayor que en ninguna otra parte.
«Cada uno de los tres senderos del trimārga...» Tri significa tres, mārga significa camino. El trimārga está conformado por Jñānayoga, Karmayoga y Bhaktiyoga. Se les llama los tres caminos, el camino trino o el triple sendero. Cuando vean la expresión “triple
126
sendero”, normalmente se refiere a la vía del conocimiento, las obras y la devoción.
«Cada uno de los tres senderos del trimārga se divide en muchas variantes que se reencuentran en la meta». Hay muchas maneras diferentes de hacerlo, muchas formas de conectar jñāna con karma con bhakti.
«El conocimiento general del cual depende la yoga es fijo, pero se debe permitir que el orden, la secuencia, los dispositivos, las formas varíen; porque hay que satisfacer las necesidades e impulsos particulares de la naturaleza individual, aunque las verdades generales permanezcan firmes y constantes». Para cada individuo tiene que haber una diferencia, un tipo de variación. Y ahora Sri Aurobindo habla de la Yoga Integral:
«Una Yoga Integral y sintética necesita especialmente no estar limitada por ninguna Shastra escrita o tradicional; porque mientras abraza el conocimiento recibido del pasado, busca reorganizarlo de nuevo para el presente y el futuro. Una absoluta libertad de experiencia y de reafirmación del conocimiento en nuevos términos y nuevas combinaciones es la condición de su auto-‐formación. En tanto busca abarcar la vida toda en sí misma, no está en la posición de un peregrino que sigue la avenida hacia su destino, sino, al menos hasta lo posible, en la de un rastreador de caminos abriéndose paso a través de una selva virgen». Esta es nuestra condición actual. En realidad somos peregrinos que no tienen mapa. No sabemos dónde está la carretera. El mapa no señala la avenida. Somos como rastreadores de caminos. Vamos por momentos en esta dirección, por momentos en aquella, estamos constantemente en un viaje hacia lo desconocido, como dice Sri Aurobindo, en una selva virgen. Una selva que no ha sido transitada por nadie hasta el momento, y estamos abriendo un nuevo camino.
«Porque la yoga diverge hace tiempo de la vida, y los antiguos sistemas que buscaron abarcarla, como los de nuestros ancestros védicos, están lejos de nosotros, expresados en términos que ya no son accesibles, vaciados en formas que ya no son aplicables. Desde entonces la humanidad ha avanzado en la corriente del
127
Tiempo eterno y el mismo problema debe ser planteado desde un nuevo punto de partida». Este es un ejemplo que se da aquí y que requiere una pequeña explicación. La yoga hace mucho tiempo se desvió de la vida, dejó de abrazarla. ¿Qué significa? Si nos fijamos en la primera página de La síntesis de las yogas, vemos una línea muy corta que dice: “Toda vida es yoga”. Es la línea más importante de este libro. Esta era la idea original de los Veda. Si ustedes leen los Veda, exploran el conjunto de la vida como un físico estudia la materia, un biólogo estudia la vida orgánica y un psicólogo estudia la mente. Asimismo, el científico de la yoga básicamente explora toda la vida, la totalidad de la vida. Es una tarea muy difícil descubrir qué es la vida humana. Los rishis védicos hicieron una gran exploración y sentaron las bases de todo el proceso y sostuvieron que si uno vivía su vida de esta manera particular, llegaría al más alto logro. Ese era el programa. Y si ustedes leen los Veda encontrarán toda la yoga, como en un libro científico; pero en un determinado momento este esfuerzo por liderar toda la vida se redujo. Las gentes empezaron a encontrar atajos, en lugar de dirigir toda la vida hacia el alto propósito, trataron de averiguar si había un acceso directo a la percatación, al logro, a la consecución. Como resultado se empezó a hacer una distinción: no te preocupes por toda la vida, ocúpate sólo de un proceso y desarrolla sólo un proceso. Y empezaron a decir que si desarrollaban ese proceso, entonces ya no tenían tiempo para nada más.
Si vas donde el hatha-‐yogui te ocupará todo el día y no podrás hacer ningún otro trabajo en la vida. Te la pasas haciendo asanas y pranayama y no te queda otro momento para hacer ninguna otra cosa en el mundo. Si vas donde el rāja-‐yogui constantemente te pedirá que hagas pratyahara, dharana, dhyana y samadhi. No queda mucho tiempo para nada más. Se te dice que no hagas esto, que no hagas aquello. Si vas donde el jñāna-‐yogui va a decir: “Piensa, pero no sientas. Prohíbete todas las actividades del sentimiento. Prohíbete todas las actividades. Sólo piensa y mantente pensando en una sola línea en particular”. Si vas donde un bhakta te dirá: “No pienses, no realices ninguna actividad, sólo haz bajan y kirtan. Canta una canción en alabanza a Dios todo el tiempo o reza tu rosario sin parar. Repite el nombre de Dios permanentemente. No pienses, no realices ninguna actividad, corta con todo”. Si vas donde un karma-‐yogui te dirá, no sientas nada, sólo tienes que seguir actuando y eso es suficiente.
128
Entonces te darás cuenta de que en determinado momento la vida fue cortada del proceso de la yoga. Incluso llegó a conocerse de tal manera, que si querías convertirte en un yogui, debías renunciar a la vida. Por lo tanto hasta ahora, incluso en la actualidad, muchas personas temen que si te conviertes en un yogui vas a quedar por fuera del mundo. Es en contra de este principio que Sri Aurobindo ha escrito: “Toda vida es yoga”. No necesitas aislarte de la vida, por el contrario, usa la propia vida como un proceso de la yoga. Debes estar absolutamente involucrado con la vida. En lugar de renunciar, debes estar completamente inmerso en el sentimiento, en el pensamiento, en la acción, en todo tipo de relaciones; pero de una manera especial, y esa manera especial constituye la yoga. ¿Cómo te relacionas con los demás en la acción? No renuncias a la acción, no renuncias a la relación en acción. Pero, ¿qué tipo de relación vas a tener? ¿Qué esperas de la acción? Eso será diferente de lo que hacen los demás. Esta yoga no dice que no debes sentir. No dice que no ames, como lo hacen muchos yoguis, que dicen que no te enamores. En esta yoga tú amas, pero amas de otra manera, hay una manera diferente de amar. No amas negociando, que es la forma normal de amar, no, hay una manera diferente de amar. Eso es lo que constituye la yoga. La yoga del amor es la yoga del amor Divino. ¿Cómo amas divinamente? Ama, pero ama divinamente, ese es el mensaje de la Yoga Integral. La Jñānayoga que propone Sri Aurobindo no consiste sólo en pensar, sino en pensar divinamente. No consiste en dejar de pensar —porque en la Jñānayoga se detiene el pensamiento, cesan las modificaciones de la sustancia de la conciencia, de acuerdo con esa yoga se deja de pensar—, lo que Sri Aurobindo dice es que dejas de pensar y, no obstante, piensas de una manera diferente. Llegas a un punto donde surgen pensamientos de forma automática y la naturaleza de esos pensamientos es diferente. Hay inspiración, no pensamientos, sino inspiración; hay revelaciones, hay intuiciones y hay discriminación, pero no se producen de la manera ordinaria, sino de un modo nuevo. En otras palabras, en la yoga que ha propuesto Sri Aurobindo todo en la vida se enaltece, todas las actividades de la vida se aceptan, pero todas las actividades se transforman. Esa es una fórmula de la Yoga Integral: toda vida se acepta, pero toda vida se transforma. Ese es el significado. Toda vida es vida, si transformas esa afirmación se convierte en “toda vida es yoga”. Si aceptas la vida tal como es y estás satisfecho con ella, entonces toda vida es vida; pero si dices que toda vida se acepta, pero toda vida se transforma, entonces llegas a “toda vida es yoga”. La yoga es un proceso de transformación. Tú aceptas la vida, pero la transformas.
129
Este fue también el principio de los Veda, pero Sri Aurobindo dice que el védico fue un experimento muy remoto y que no somos capaces de entenderlo ahora. Está escrito en términos que son muy difíciles de comprender, por lo tanto, los Veda no son fácilmente accesibles para nosotros. Así que incluso esa antigua experiencia debía hacerse de nuevo y eso fue lo que Sri Aurobindo hizo. Incluso la yoga védica se acepta aquí, pero reformulada. No se da en los mismos términos que en los Veda. Está escrita en los términos que puedan ser entendidos por nosotros hoy en día. “Unidos el caballo y la vaca”, era una de las expresiones de los Veda y Sri Aurobindo dice: “Unidos el conocimiento y la voluntad”. Esta es la nueva terminología, aunque la misma frase. Sri Aurobindo cambió toda la terminología de los Veda y la reescribió de tal manera que pudiéramos entenderla en nuestros tiempos modernos. Y también encontró que lo que había en los Veda no era suficiente. Los yoguis védicos hicieron una exploración grande, pero no una exploración completa. Y esta es una declaración muy importante que hay que subrayar. La Yoga Integral explora algo que nunca ha sido explorado antes. Incluso las más altas realizaciones del pasado expresadas en los Veda o en las Upanishad, Sri Aurobindo descubrió que no eran capaces de responder a la pregunta que él les formuló. Debemos saber cuál fue esa pregunta y cuál es la respuesta. Y sólo entonces seremos capaces de entender esta frase: “Toda vida es yoga”.
Toda vida es vida en la Tierra, como también vida que está por encima de la Tierra. Recuerden que la vez pasada hablamos de los diferentes planos de la existencia, de todos los planos cósmicos, desde satyamayi prakriti; chaitanyamayi prakriti; anandamayi prakriti; luego vijñānamayi prakriti, manomayi prakriti, pranamayi prakriti, annamayi prakriti. Todo eso es el dominio de la vida. En el pasado se exploraron todos esos planos, pero faltó algo. ¿Cómo unir el plano más superior de prakriti con el plano más inferior de prakriti?
¿Cómo unir la Conciencia Suprema con el inconsciente? El inconsciente queda incluso por debajo de la materia. La propia materia no es la más baja. Cómo transformar el inconsciente era algo que no había sido explorado aún y Sri Aurobindo descubrió que a menos que uno explore ese plano y lo transforme, toda la vida no puede ser transformada. Si deseas una transformación completa de la vida, entonces debes encontrar el método por el cual la Conciencia Suprema pueda entrar en el inconsciente y transformarlo. De esa manera, el propio inconsciente se vuelve consciente, incluso supremamente consciente. Ese es el secreto. A menos que hagas esto... La vida tiene cuatro aguijones —ya
130
sabes, igual que un escorpión, la vida tiene cuatro aguijones—: el aguijón de la muerte, el aguijón del dolor, el aguijón de la oscuridad y el aguijón de la falsedad.
[Alguien pregunta: ¿Qué es la falsedad?]
Cuando yo cometo un error y admito el error, no hay falsedad. Cuando cometo un error y le digo a la gente: “Miren, es cierto” y trato de hacer que los otros crean que sí es cierto, allí hay falsedad. Cuando insisto en que un error es una verdad, eso es falsedad. Si cometo un error y le digo a la gente que quizás yo estoy en un error, no hay falsedad. Cuando sé que algo es un error y, sin embargo, lo presento ante otras personas como cierto, eso es falsedad. Yo no vi que tú hayas pasado de aquí para allá, pero le digo a alguien que te vi venir de aquí para allá, es una falsedad. Pero si digo que no me acuerdo que hayas pasado, esa no es una falsedad. Siempre es posible que tú hayas pasado y que yo no te haya visto realmente, pero si durante esta hora no pasas y yo le digo a alguien que realmente te vi pasar, eso se llama falsedad.
Este es uno de los aguijones de la vida. La vida está llena de falsedad, si vas por el mundo podrás ver cuántas personas viven en el reino de la falsedad; creen que algo es malo y, sin embargo, lo presentan ante los demás como correcto y lo colorean diciendo: “Sí, es verdad”. Puede que yo no sea un santo y, sin embargo, permito a la gente creer que soy un santo, es una falsedad. Puede que yo no sea un filósofo y, sin embargo, creo que soy un filósofo, es una falsedad; y trato de hacer que otras personas crean que soy un filósofo, es una falsedad. Un buscador verdadero debe ser tan transparente, tan brillante que no haya sombra de falsedad que surja de él. Esa es la gran sādhana. No hablar nada es fácil, pero hablar y, sin embargo, decir la verdad, es muy difícil. Esa es la diferencia entre las otras yogas que niegan la vida y la yoga que acepta la vida. Otras yogas sostienen que conviene no hablar en absoluto porque cuando se habla, de alguna manera se puede caer en la mentira. Negándose a hablar, aseguran que nunca se va a decir una mentira. Sin duda es más sencillo, porque es una tarea mucho más difícil que hablen y siempre digan la verdad. Y Sri Aurobindo dice: “Habla, pero di la verdad. No te niegues a ti mismo la alegría de hablar. Acepta la vida del que habla, pero transfórmala, di la verdad”. Estos son los cuatro aguijones: la oscuridad, la muerte, el dolor y la falsedad, inherentes a nuestra vida actual. Tan pronto como aceptas la vida, estas cuatro cosas se presentan inmediatamente.
131
La pregunta es: ¿podemos tener una vida real de la que sean eliminados estos aguijones? Ese es el problema de la vida. Si no vives en absoluto, la muerte no existe; sólo si vives hay muerte. Si no haces ningún esfuerzo en absoluto, te conviertes en un tronco, en una piedra, no sientes dolor; sólo cuando comienzas a vivir hay dolor, placer, alegría, tristeza, etc. Si no vives, no te mueves desde la oscuridad hacia la luz; si estás en la oscuridad, ni siquiera sabes que existe la oscuridad. Una piedra no sabe que vive en la oscuridad. La experiencia de la oscuridad viene cuando empiezas a vivir, cuando comienzas a moverte hacia adelante. Cuando decimos que toda vida es yoga y queremos hacer de este mundo un paraíso en la Tierra, entonces la vida debería ser perfecta y estos aguijones no deberían existir. El hecho de que estos aguijones existan, significa que la vida no está todavía transformada. Sri Aurobindo se hizo esta pregunta: ¿Por qué aún no se ha transformado la vida y cómo puede ser transformada totalmente?
Esta es una pregunta que ni siquiera se había planteado en toda la historia de la humanidad. Se había formulado de cierta manera, pero no completamente, no centralmente, no fundamentalmente. Se había dicho que si querías salir de esos cuatro aguijones, rechazaras la vida y te elevaras, porque estando en la vida no era posible. Esta había sido la respuesta obtenida hasta ahora. Si deseas deshacerte de la muerte, la oscuridad, el dolor y la falsedad basta con que renuncies a la vida. ¿Y cuál era el camino por el cual se podía renunciar a la vida? ¿Cuál era el método más eficaz para retirarse de la vida? Por supuesto, un método era el suicidio, pero se descubrió que eso no era suficiente porque había que volver a nacer y no se podía escapar al renacimiento. Así que el suicidio se dejó a un lado. Estando vivo, y sin suicidarse, ¿cómo retirarse de la vida? Encontraron muchos métodos para hacerlo. Se les llama las yogas que niegan la vida. Tú niegas la vida y sales de la vida y alcanzas un estado superior de conciencia; no bajas para nada a la vida, y te sientes feliz todo el tiempo. Como ya he dicho, si uno no habla, la posibilidad de hablar falsedades no se plantea como un problema. Pero eso sí, no debes hablar nada, debes reducir tu actividad vital al mínimo, al absoluto mínimo. Sri Aurobindo descubrió que había una manera, aunque difícil, y abrió un nuevo camino, por así decirlo penetrando a través de una selva virgen, y se enteró de que había un camino por el cual se podía transformar el inconsciente. Cuando este inconsciente comienza a moverse hacia arriba, produce estas cuatro flores. Así que, a menos que uno enfrente a este inconsciente y lo transforme, no puede deshacerse de estos cuatro aguijones.
132
Por tanto, la Yoga Integral que vamos a estudiar es una yoga nueva en la que se ha descubierto este nuevo secreto. Madre me dijo una vez que cuando ustedes tomaran sus clases esto era lo primero que debería explicárseles. Me he demorado tanto tiempo para decirles esto —casi un año. En realidad, yo debería haber continuado mi primera conferencia a lo largo de todo este tiempo, sin ninguna interrupción, hasta llegar a este punto. Por lo tanto, ¡cuenten esta como mi primera conferencia con ustedes!
La cosa más importante que hay que aprender es este nuevo secreto. El secreto, primero que todo, es que estas cuatro flores surgen del inconsciente. No están vinculadas con la vida misma, si estuvieran atadas a la vida misma, entonces significaría que la vida siempre sería así. Sri Aurobindo descubrió que no es cierto. La vida inherentemente no es así. La vida en su propia naturaleza es inmortal —en el vital no hay muerte. La vida es la vida eterna siempre; la vida está llena de deleite; la vida es siempre luminosa; la vida es absolutamente veraz. Es porque el inconsciente ha intervenido que aquí la vida sufre una caída. Hay una gloria de la vida y hay una caída de la vida. En Savitri, hay un capítulo (Libro II, Canto 3) titulado “La gloria y la caída de la vida”, en el que Sri Aurobindo explica cómo la vida en sí misma es inmortal, indolora, luminosa y verdadera. Y explica cómo cayó y quedó sometida a esas cuatro cosas. Esto es muy importante porque muchas, muchas panaceas se han propuesto en el mundo: el capitalismo, el socialismo, el comunismo, la libertad, la igualdad y la fraternidad; se les han dado tan buenos nombres. Y la gente ha estado tratando todo el tiempo de implementar un nuevo tipo de orden social en el que haya una gran alegría, mucha alegría, en el que las personas vivan como hermanos y hermanas. ¿Cómo hacer eso? Sri Aurobindo descubrió que, a menos que trabajemos aquí, todas esas cosas gloriosas no van a suceder de forma permanente. Vamos a lograr alguna pequeña cosa y luego se descompondrá. Es como si hubiera un dragón gigante, por decirlo así, sentado en el fondo de las cosas y lo que sea que logras, él se lo traga. ¿Cómo lidiar con este dragón? Tal fue la tarea estupenda que Madre y Sri Aurobindo acometieron. Y es haciendo eso que podemos cumplir a cabalidad esta afirmación: toda vida es yoga.
133
Conferencia 10 «Toda vida es yoga». Ayer dijimos eso, ¿no? Y señalamos que esta afirmación pone de manifiesto aquello que es totalmente nuevo en la obra de Sri Aurobindo y Madre. Yo sostuve esta afirmación, pero aún no les he explicado los detalles de dicha novedad. Deben tenerlo marcado con un gran signo de interrogación en sus cuadernos de apuntes. Y todavía no he demostrado esa afirmación debido a que eso nos llevará a más detalles.
«Toda vida es yoga». Esta afirmación pone de manifiesto lo que es nuevo en Sri Aurobindo y Madre, lo que nunca antes estuvo presente. Yo añadí una frase a manera de fórmula: para que toda vida sea yoga, tienen que disolverse los cuatro aguijones venenosos, es decir, la falsedad, el dolor, la oscuridad y la muerte. Estos son los cuatro aguijones y, a menos que sean conquistados y eliminados, no podemos decir que se haya demostrado que toda vida es yoga. Toda vida debe ser una manifestación del Divino. De hecho, el nombre del libro es La vida divina. La vida se vuelve completamente divina y si llega a ser realmente divina no hay lugar para la falsedad, el dolor, la oscuridad ni la muerte. Y les había señalado que esto se puede lograr sólo si la Conciencia Suprema entra en el inconsciente y lo transforma, porque esos cuatro aguijones surgen del inconsciente. Así que a menos que lidies con el inconsciente, no puedes hacerle frente a estas cuatro flores venenosas del inconsciente. Esto se los dije sólo a manera de fórmula, como un sutra. La próxima vez tendré que explicarles en detalle qué es la Conciencia Suprema, qué es el inconsciente, cómo se puede transformar el inconsciente y cuál será el proceso por el cual se podrá transformar. Sólo entonces les habré demostrado que “Toda vida es yoga”. Así que hasta ese momento, ustedes sólo tendrán esta afirmación como una fórmula. De hecho, todo el libro de La vida divina es una explicación de esta fórmula, al igual que todo el libro de La síntesis de las yogas es una exposición del proceso mediante el cual se puede conquistar y transformar el inconsciente, cuyo resultado será la eliminación de esas cuatro flores del inconsciente. Una vez dicho esto, vamos a seguir adelante con el capítulo de “Las cuatro ayudas”.
134
«Mediante esta yoga no sólo buscamos al Infinito, sino que invocamos al Infinito para que él mismo se despliegue en la vida humana». Es una declaración semejante a “Toda vida es yoga”. Mediante esta yoga no sólo buscamos al Infinito, no sólo alcanzamos la Conciencia Suprema, sino que le hacemos un llamado al Infinito, a la Conciencia Suprema, para que se despliegue en la vida humana directo hasta el inconsciente.
«Por lo tanto la Shastra de nuestra yoga debe proveerle una libertad infinita al alma humana receptiva. Una libre adaptabilidad en el tipo de aceptación y en la manera como el individuo acepta en sí mismo al Universal y Trascendente es la condición adecuada para la plena vida espiritual del hombre. Vivekananda, señalando que la unidad de todas las religiones se debe expresar necesariamente mediante una creciente riqueza en la variedad de sus formas, dijo alguna vez que el estado perfecto de esa unidad esencial llegaría cuando cada hombre tuviera su propia religión; cuando, no limitado por una secta o forma tradicional, siguiera la libre y propia adaptación de su naturaleza en sus relaciones con el Supremo. Asimismo se puede decir que la perfección de la Yoga Integral vendrá cuando cada hombre sea capaz de seguir su propio sendero de yoga, persiguiendo el desarrollo de su propia naturaleza en su resurgimiento hacia eso que trasciende la naturaleza. Pues la libertad es la ley final y la consumación última». Hay tres cosas que me gustaría señalar. La primera es la declaración de Vivekananada, que habla de que cada hombre tenga su propia religión, una religión diferente de la religión del otro. La segunda es que la posibilidad de adaptación de la Yoga Integral es tal, que cada uno de nosotros tendrá su propia yoga. No una ley fija, no un sistema fijo ni un único proceso de yoga para todos, sino cada uno con su propio proceso, aunque integral para cada uno, pero cada uno tendrá su propio proceso de desarrollo. Y en tercer lugar está la cuestión de la libertad. Hay tres cosas que tenemos que tratar de entender en este párrafo. Así que vamos a empezar primero con la cuestión de la religión.
La creencia común es que la religión es un método, es un proceso para relacionarse con el Divino o con lo que está por sobre nosotros. Cada
135
una de las religiones universales —como el hinduismo, el islamismo, el cristianismo, el judaísmo, el zoroastrismo, el budismo— afirma que es aplicable a todas las personas en el mundo, que es una religión uniforme que se puede aplicar a todas las personas del mundo. Y por lo tanto afirma que las otras religiones están equivocadas, son erróneas o bien son sus subordinadas, mientras que ella es superior. Esta es la condición actual de quienes creen en la religión y son seguidores de una o de otra. Un cristiano cree que el cristianismo es la mejor religión y que todos en el mundo, en última instancia, deberían abrazar el cristianismo. Es una religión, una religión uniforme que debería ser adoptada por todos en el mundo. El musulmán cree que el islamismo es la mejor religión y que todo el mundo debería abrazar el islam, que la manera de encontrar al Supremo es la que está establecida en el Corán. El cristianismo cree que la manera de encontrar al Supremo es la que está establecida en la Biblia. Esa es la marca de la religión. La religión es una forma de encontrarse con el Supremo, con el Divino, es un método para hallar al Divino, un método de aplicación universal y uniforme. Ese es un aspecto muy importante en la definición de la religión.
Vivekananda viajó por todo el mundo y su principal mensaje fue el siguiente: que las religiones no se peleen entre sí; que cada religión no pretenda que es la mejor religión. Él señaló que, en realidad, cada uno debería tener su propia religión. No hay ninguna religión, como tal, que sea superior. Para cada individuo puede haber una religión especial y, en ese sentido, el número actual de religiones no es suficiente. Hay sólo cinco u ocho, máximo diez religiones. Él señaló que cada uno debería ser capaz de desarrollar su propia religión, su propio método para encontrarse con el Supremo. Dado que para cada uno su religión es el método por el cual se puede elevar, para cada uno su religión es mejor que las otras, pero eso no la hace mejor para todos los demás. Esa es la forma en que Vivekananda trató de mostrar cómo el conflicto de la religión podía superarse. Incluso entre los cristianos, puede haber tantas religiones cristianas como individuos. O uno puede incluso trascender el cristianismo. La razón detrás de esta propuesta fue que su propio maestro, Sri Ramakrishna, hizo un experimento enorme con la vida de las religiones.
Un día, cuando tengan tiempo, lean la biografía de Ramakrishna y entérense de los experimentos que hizo. Él practicó varias religiones universales. Nació como hindú, fue un gran adorador de Kali, tomó conciencia de Kali, se percató de ella, de manera que podía estar en constante contacto con ella, podía hablar con ella, pedir su consejo y
136
actuar en concordancia. Esa fue su primera percatación. Su conclusión, su experiencia fue: “Kali es real, más real que las cosas que vemos en el mundo”. Luego practicó muchas otras formas del hinduismo. Kali es sólo una de las formas de la religión hindú; el hinduismo es como un árbol de higuera de Bengala, en el que hay tantas ramas. Sri Ramakrishna se percató también de lo que se llama advaita (advaita significa no-‐dualismo; dvaita significa dos), se percató de la Unidad. Cuando te percatas de Kali, ella está separada de ti y hay una relación entre ambos; pero cuando te percatas del advaita no hay ninguna relación entre uno y otro, uno se percata de la Unidad. Eso es advaita. A los pocos días de practicar advaita, él se percató de advaita. Luego practicó el cristianismo. Empezó a ir a la iglesia, cumplió sobre todo con ir los domingos a la iglesia, porque eso hace parte de la religión cristiana, puso en práctica todo lo que prescribe el cristianismo y se percató de que Jesús es real. Así como se había percatado de que Kali era real, se percató de que Jesús es real, de que no es producto de la imaginación, de que realmente vive. Él es una encarnación del amor: él te ayuda, cura tu dolor, te redime, puede darte la salvación. Esta fue la conclusión a la que llegó Ramakrishna por experiencia. Luego practicó el Islam. Empezó a ir a la mezquita, en particular los viernes, porque esa es la fiesta musulmana. Y llegó a la conclusión de que el mensaje del profeta Mahoma es válido, es cierto. Dentro del hinduismo practicó incluso la conciencia de Jánuman. ¿Han oído hablar de Jánuman? Jánuman era uno de los jefes en forma de mono del ejército con cuya ayuda Rama venció a Lanka y pudo rescatar a Sita. Este Jánuman se supone que es el sirviente más fiel de Sri Rama. Y practicando su yoga, Ramakrishna se percató de que Jánuman era real, de que no era una ficción. ¡Y se identificó de tal manera con Jánuman que afirmó que la cola comenzó a crecerle! De acuerdo con su experiencia, si uno se convierte en el devoto de Jánuman, es tan válido como si uno se convierte en el devoto de Jesús. Así como Jesús es real, Jánuman también es real. Sri Ramakrisna practicó incluso la conciencia de Radha. Entonces empezó a vestir sari, ¡a pesar de ser un hombre, se vistió de mujer! Experimentó a ver si Radha era real o no, y se percató de que Radha era real. La gente solía llamarlo loco, pero su locura era Divina. Dondequiera que estuviera el Divino, él quería experimentar si era real o no. Actuó como un científico, y un científico debe cumplir por completo con las condiciones del experimento. Por lo tanto, en lo que se refiere a todas las religiones existentes, declaró que las demandas básicas son válidas, que no están equivocadas. Y negó que una fuera mejor que la otra. Concluyó que cada una de ellas te conducía al camino
137
correcto y te llevaba hasta el Supremo, que es lo que se pide. Esta fue su conclusión experimental. No fue un acto de creencia, ni un gesto intelectual tratando de conciliar las religiones. ¡No! Él experimentó y encontró que Jesús es real, el profeta Mahoma es real, Krishna es real, Rama es real, Jánuman es real, Radha es real. Acerca de Rama y Krishna, aseveró que ambos se manifestaban en él mismo e hizo hincapié en su realidad diciendo: “Yo mismo soy Rama y Krishna”, por eso tomó un nuevo nombre: Ramakrishna, porque ambos estaban encarnados en él. En lugar de dudar, él experimentó y comprendió que él mismo encarnaba a Rama y a Krishna. En la historia de la vida espiritual del mundo, Ramakrishna se yergue, por así decirlo, en la puerta de entrada a la armonía. Cómo armonizar todas las religiones, no mediante debate o controversia o comparación de un dogma con otro, sino directamente, experimentándolas y percatándose de ellas.
Ahora bien, ¿qué conclusión sacan de esto? Que cada religión es válida, pero que ninguna religión es superior a otra; y que, además, si ser Radha es apropiado para ti, entonces ese camino es mejor para ti que cualquier otro. Si es bueno para ti que seas Rama, entonces el camino de la devoción a Rama te conviene, pero no a todos los demás. Así pues, Vivekananda, discípulo directo de Sri Ramakrishna, llegó a esta conclusión y le dio este mensaje al mundo: «¿Por qué se pelean diciendo que mi religión es mejor que la tuya? ¿Por qué quieren convertir a la gente de una religión a la otra? Si las personas están contentas con su religión, ya que es válida, déjenlas que se muevan con esa religión. Si esa religión les satisface, que sigan adelante con dicha religión y alcancen su propia meta. ¿Por qué se disputan?». Vivekananda fue aún más lejos y dijo: «Las religiones que están disponibles ahora no son suficientes y a medida que progreses en tu camino, tu propia religión será otra religión. Cada uno puede tener su propia religión, de modo que en este mundo haya tantas religiones como seres humanos». Este fue uno de los mensajes más sublimes que él le dio a la humanidad. Es por eso que Vivekananda y Ramakrishna son los reconciliadores. Produjeron una gran síntesis. No obstante, aún hablaban el idioma de la religión.
Ahora bien, ¿cuál es esa característica por la cual la religión se llama religión, es decir, qué es lo que diferencia a la religión y qué es común a todas las religiones? Todas las religiones tienen rituales específicos, ceremonias y actos mecánicos. Y tanto Ramakrishna como Vivekananda permitieron incluso que se promocionaran los rituales y las ceremonias. Es aquí donde surge una distinción entre las religiones y la
138
yoga. La yoga también es un método para alcanzar al Supremo, pero no por el método de los rituales, las ceremonias, los dogmas y los actos prescritos. Esta es la singularidad de la yoga. No hay ceremonias, ni rituales, no hay actos prescritos. En otras palabras, la verdadera espiritualidad trasciende los límites de la religión. No condena las ceremonias y rituales. Si son buenos para ti, está bien. Pero hay otra forma en la que se puede prescindir de todos los rituales y ceremonias. La yoga es una explosión de la conciencia. No hay nada mecánico o dogmático en ella. No tiene nada que ver con las ceremonias. Toma cualquier yoga y verás que en ella no hay rituales ni ceremonias, excepto cuando se admiten, en cierta medida, como un método preliminar. Pero cuando esa ceremonia religiosa llega a su fin, entonces estás apto para ascender un escalón más alto hacia donde las ceremonias ya no son necesarias.
Pero también en el campo de la yoga, hay varias de ellas: la Karmayoga, la Hathayoga, la Rājayoga, la Bhaktiyoga, etc., y entre ellas también hay disputas. Así como entre las religiones hay disputas por cuál es mejor que las demás, también en la yoga hay esta enfermedad, este malestar, este padecimiento. Y a pesar de que no hay rituales ni ceremonias, el rāja-‐yogui dice que la Rājayoga es el mejor método, lo mismo afirma el jñāna-‐yogui de la Jñānayoga y el bhakta de la Bhaktiyoga; y cada uno afirma que los demás deben practicar su método. Sri Aurobindo señala que incluso esto es una falsedad, porque cuando uno practica una yoga llega a una conclusión y, de hecho, lo que se requiere es llegar a todas las conclusiones. No basta, por ejemplo, llegar a la percatación en la Karmayoga, uno debe intentar percatarse en todas las yogas.
La condición misma de la Yoga Integral es la aceptación de todos los caminos de la yoga, sin pretender que esta es superior a la otra. Pero cuando haces eso, te encuentras con que cada individuo tiene su propio método de integración. Tú debes integrar, pero no existe un método uniforme para hacerlo. Cada uno crece según donde esté e integra todo de acuerdo a la línea de su propio desarrollo. No hay ninguna propuesta fija que diga que cada uno debe seguir tales o tantos pasos. Es por eso que Madre dijo: “Es imposible hacer una religión de la enseñanza de Sri Aurobindo”. Imposible, porque una religión exige ceremonias y rituales, actos prescritos, e insiste en que su método es el mejor, mientras que de acuerdo con Sri Aurobindo no hay ningún método en particular que sea mejor. Cada individuo tiene su propio método y eso no implica absolutamente ninguna uniformidad. En la Yoga Integral no se pueden aplicar etapas determinadas, como en una
139
marcha, no se pueden dar órdenes marciales en la Yoga Integral. Hay una libertad completa. Cada individuo es libre de llegar a la explosión de la conciencia, que es lo central. El descubrimiento de niveles más elevados de conciencia a través de la expansión de la conciencia es el método. Tú llegas a niveles superiores de conciencia y ese es el método: romper los límites de la conciencia. Cada uno tiene sus propias limitaciones, de manera que cada uno tiene su propio método para atravesar sus limitaciones. Sri Aurobindo dice que en la Yoga Integral cada uno tiene su propia yoga, y cada uno la puede elegir libremente. Por lo tanto no puede haber ningún proceso de conversión de alguien diciéndote: “Mira, yo seguí este método, y ahora tú debes seguirlo porque sólo y únicamente a través de ese método vas a tener éxito”. Ese es un mensaje falso. Cada individuo es libre y de acuerdo con su naturaleza, de acuerdo con las líneas de su desarrollo, será capaz de integrar todo.
La shastra de la Yoga Integral, por lo tanto, es muy diferente. No es una línea recta que se le dicta a todo el mundo y que dice: “Ahora vas a seguir este camino”. Es una shastra, es una ciencia, pero es un tipo diferente de shastra. En La síntesis de las yogas ustedes encontrarán una nueva manera de enfocar la yoga. Se trata de un nuevo tipo de ciencia, una ciencia que puede ser adaptada por cada individuo de manera diferente. Estos eran los tres puntos que queríamos resaltar en lo que respecta a este párrafo.
«Entretanto hay que configurar ciertas líneas generales que pueden ayudar a guiar el pensamiento y la práctica del sādhaka». Aunque cada uno tiene su propio método, se pueden trazar ciertas líneas generales. Por ejemplo, se podría decir que la Yoga Integral tiene tres etapas: la transformación psíquica, la transformación espiritual y la transformación supramental. Estas tres líneas de desarrollo, en general, serán comunes a todos los sādhakas que sigan la Yoga Integral. Pero estos tres procesos son de tal naturaleza, que no se pueden uniformar. El modo en que tú llegues a la transformación psíquica será muy diferente del modo en que yo alcance la transformación psíquica. El modo en que tú llegues a la transformación espiritual será muy diferente del modo en que otros la alcancen; y lo mismo sucederá con la transformación supramental. Se pueden establecer líneas generales. Se puede establecer, en general, qué es la transformación psíquica, qué es la transformación espiritual y qué es la transformación supramental. Pero qué pasos vas a dar, cómo vas a crecer, eso no se puede establecer.
140
Por lo tanto, la Yoga Integral es siempre un libro abierto en el que nada está cerrado. De hecho, la Yoga Integral se desarrolla con cada uno de nosotros, así que es una yoga siempre fresca. Nadie puede duplicar la yoga de otro. Entonces, ¿cuántas variedades de Yoga Integral habrá? Millones y millones de aperturas, cada una a su propio modo. Este es un ejemplo para mostrarles qué significa que haya líneas generales de desarrollo y que, sin embargo, haya una línea única para todos. Ambas propuestas han sido hechas por Sri Aurobindo: la Yoga Integral es aquella en la que cada uno tiene su propio método, aunque sí hay líneas generales de desarrollo. Normalmente, no serás capaz de llegar a la transformación espiritual sin una transformación psíquica, pero incluso esta afirmación no es cierta. Algunos llegan a la transformación espiritual antes de alcanzar la transformación psíquica. Algunos incluso pueden empezar la transformación supramental, en algún aspecto, cuando todavía se encuentran en plena transformación psíquica en lo que respecta a los demás elementos de su ser. Pero la transformación psíquica normalmente ocupará bastante tiempo, luego vendrá la transformación espiritual, luego la transformación supramental. Sin embargo, son sólo líneas generales, ningún individuo está forzado a seguirlas.
«Entretanto hay que configurar ciertas líneas generales que pueden ayudar a guiar el pensamiento y la práctica del sādhaka. Pero estas deben tomar, en la medida de lo posible, la forma de verdades generales, de declaraciones generales de principios, de poderosas y amplias orientaciones del esfuerzo y del desarrollo en lugar de un sistema fijo que haya de seguirse como una rutina. Toda Shastra es el resultado de la pasada experiencia y una contribución a la experiencia futura. Es una ayuda y una guía parcial. Pone las señales, da los nombres de las principales calles y de las direcciones ya exploradas, para que el viajero pueda saber adónde y por qué sendas está procediendo. El resto depende del esfuerzo y la experiencia personales y del poder del Guía». Esta es la declaración completa de la shastra de la Yoga Integral. Hasta el momento tenemos cuatro afirmaciones. Una de ellas es que la shastra de la Yoga Integral se encuentra en el corazón de cada persona que piensa y vive. Recuerden la primera frase acerca de la shastra de la Yoga Integral: es el eterno Veda que está en el corazón de todos y cada
141
uno. Así que incluso si no hay nadie en el mundo que te diga al respecto, incluso si no existe ningún libro en el mundo, aún así, a medida que avanzas y acudes a tu corazón interior, la Yoga Integral se manifestará por sí misma. No necesitas nada, ningún libro de ningún maestro. No necesitas nada porque ya está en tu corazón. La segunda afirmación es que muchas personas necesitan una palabra —sabda, la palabra, la revelación. Puede ser una palabra oral o una palabra escrita. Esta es la segunda forma de la shastra: una shastra escrita o una shastra oral. De las shastras escritas hay dos tipos: las escrituras, que son reveladas por el propio Divino; y las otras no reveladas, pero codificadas científicamente. Ya hemos hecho una distinción entre los Veda, por un lado, y el Sutra de Patanjali. Los Veda son una escritura revelada, mientras que el Yoga-‐sutra de Patanjali es un código científico. Las shastras pueden ser de dos clases: orales o escritas, y ambas pueden ser escrituras o códigos científicos. Por último, existe la necesidad de una palabra que viene de un maestro vivo. Quizás en una tradición oral o escrita, pero, aparte de eso, también puede venir a ti a través de la enseñanza de un maestro. Un maestro revela... a medida que avanzas, el maestro viene y te dice hasta dónde has llegado y hacia dónde debes avanzar. Eso también es shastra —shastra que proviene del maestro a medida que avanzas. Esto es lo que nos han dicho.
Y Sri Aurobindo dice que la Yoga Integral tiene un distintivo que no se halla disponible en cualquier lugar y que consiste en afirmar que “Toda vida es yoga”, con lo cual quiere decir que el inconsciente puede eliminarse de la vida y que la vida en su totalidad puede divinizarse. Una peculiaridad de la Yoga Integral es que involucra toda la vida. La vida siempre es integral, siempre que haces o vives cualquier cosa por pequeña que sea, verás que todos los elementos de tu ser están presentes. La vida siempre es multifacética, tiene varias caras, todos los aspectos. Básicamente, existen tres lados en nuestra vida: el lado cognitivo (que concierne al conocimiento), el lado afectivo (que concierne al afecto, al sentimiento, a la emoción), y el lado conativo (conato significa inclinación a actuar). Los tres elementos están presentes en todas las actividades de la vida. Sólo artificialmente puedes dividir uno del otro. Pero los tres están presentes en la vida todo el tiempo, son integrales siempre. Por lo tanto, allí donde la vida es el instrumento de la yoga, el método natural dicta que tiene que ser integral. Y, finalmente, Sri Aurobindo dice que, a pesar de que la Yoga Integral tiene líneas generales de desarrollo, cada persona la
142
individualiza a su manera. Bien; hasta aquí el resumen de todo lo que hemos visto en el capítulo hasta ahora sobre la shastra.
Ahora pasemos al siguiente instrumento, utsāha, el papel del propio sādhaka.
Es posible que sepas acerca de la shastra, pero si no tienes aspiración, entonces la shastra es letra muerta. Debe haber entusiasmo en el individuo para perseguir el objetivo de la Yoga Integral. Por lo tanto, ¿cuál es el papel del individuo mismo?
En la antigua India había un sistema muy importante. El discípulo estaba obligado a buscar un maestro. No como en el actual sistema, donde primero se consiguen profesores, que luego esperan que los alumnos lleguen. Los alumnos no tienen que hacer un gran esfuerzo para encontrar profesores, porque están disponibles en las escuelas. Pero ese no fue el caso en la antigua India; el propio sistema era tal que un discípulo tenía que indagar y se veía obligado a avanzar en busca de un maestro. Así que el punto de partida no era el maestro, sino el discípulo. Aparte de la shastra, el punto de partida de la yoga es el propio discípulo. El discípulo tiene que levantar la mano a manera de llamado, entonces es probable que el maestro venga desde arriba y lo jalone. El papel del maestro es sólo jalonar, no elevar. La elevación tiene que ser hecha por el propio alumno. Él es quien se levanta, pide, aspira, luego el maestro responde también. Jalonar el esfuerzo del discípulo es la enseñanza, el ejemplo y la influencia del maestro. Esta es la relación entre el discípulo y el maestro. Si el discípulo no tiene entusiasmo, entonces el discípulo se dará cuenta de que el maestro no sale a su encuentro. Así que Sri Aurobindo nos dice ahora cuál es el papel del discípulo, cuál es el papel del esfuerzo, cuál es el papel de la aspiración:
«El desarrollo de la experiencia en su rapidez, su amplitud, la intensidad y potencia de sus resultados, depende en primer lugar, desde el comienzo del sendero y hasta mucho después, de la aspiración y el esfuerzo personal del sādhaka». Hasta dónde avanzará la yoga, con qué tipo de resultados, cuál será la plenitud de experiencias que se tendrán, cuáles serán los resultados, todo eso —en un principio al menos, e incluso después de comenzar, pasado mucho tiempo—, todo eso dependerá del discípulo. Esta es una advertencia muy buena para todos los estudiantes: no maldigan; hagan un esfuerzo de su parte y pueden estar seguros de que el maestro
143
estará siempre allí. Un ejemplo se encuentra en el Mahābhārata. Áryuna entró en una crisis y simplemente declaró: “No voy a luchar”. Sri Krishna se limitó a sonreír y lo reprendió como un amigo, no como un maestro. Entonces, cuando en realidad se puso crítico su estado mental, Áryuna le preguntó, aspiró, levantó su mano y dijo: “Por favor, dime, ¿cuál es la acción correcta?”. Y luego vio de repente que la persona con quien estaba era el propio maestro. En el momento en que aspiras, siempre te encuentras al maestro junto a ti. Esta es la promesa de Dios al hombre, Él organizó el mundo de tal manera que cuando uno está realmente en crisis, cuando uno realmente desea un maestro, el maestro llega, siempre está disponible. Pero de tu parte debes aspirar, aspirar y decir: “¡Oh! Yo quiero conocer”. El maestro siempre está ahí. En este proceso de yoga, el individuo aspira, hace un esfuerzo personal.
«El proceso de la yoga es un vuelco del alma humana desde el estado de conciencia egoísta, absorta en las apariencias y atracciones exteriores de las cosas, hasta un estado superior en el cual el Trascendente y Universal puede verterse dentro del molde individual y transformarlo. El primer elemento determinante de la siddhi es, por lo tanto, la intensidad del vuelco, la fuerza que dirige el alma hacia el interior. El poder de aspiración del corazón, la fuerza de la voluntad, la concentración de la mente, la perseverancia y determinación de la energía aplicada son la medida de esa intensidad. El sādhaka ideal debería ser capaz de decir, parafraseando la Biblia: “Mi celo por el Señor me ha consumido”. Es este celo por el Señor —utsāha, el celo de la naturaleza íntegra por sus resultados divinos; vyākulatā, ...» Este es un gran término sánscrito. Uno debe volverse inquieto. Sin Dios, no tienes descanso ni reposo. Ese es el significado de vyākulatā.
«Es este celo por el Señor —utsāha, el celo de la naturaleza íntegra por sus resultados divinos; vyākulatā, la avidez del corazón por alcanzar al Divino— el que devora al ego y rompe los limites de su insignificante y estrecho molde en pos de la total y amplia recepción de aquello que busca, aquello que, siendo universal, excede, y siendo trascendental, sobrepasa incluso al ser y a la naturaleza más grandes y sublimes».
144
Esta es la medida de utsāha: “Mi celo por el Señor me ha consumido”. No hay descanso para mí hasta que encuentre al Divino. Voy a ser consumido por el fuego. Es utsāha, la aspiración. Y Sri Aurobindo dice:
«Aquel que busca al Divino debe consagrarse a Dios y sólo a Dios». No a otro objetivo, no a otra cosa menor. Esa es la señal de que eres realmente un buen discípulo. La marca de un buen discípulo es aquel que quiere al Divino y solamente al Divino.
«Pero este es sólo un lado de la fuerza que trabaja por la perfección. El proceso de la Yoga Integral tiene tres etapas, en verdad no agudamente diferenciadas o separadas, sino en cierta medida sucesivas. Debe haber, primero, el esfuerzo al menos inicial y favorable por trascenderse y contactar al Divino; a continuación, la recepción en nuestro interior de aquello que trasciende, de aquello con lo que hemos ganado comunión, para la transformación de todo nuestro ser consciente; por último, la utilización de nuestra transformada humanidad como un centro divino en el mundo». Detengámonos aquí y recapitulemos estos tres pasos.
«Debe haber, primero, el esfuerzo al menos inicial y favorable por trascenderse y contactar al Divino; ...» Hacemos un tremendo esfuerzo por salir de nosotros mismos. Cuando nuestro ego se rompe, transgredimos nuestras limitaciones y hacemos contacto con lo que nos era desconocido —el Divino era un extraño para nosotros, aún lo sigue siendo. Aquí nuestro esfuerzo tiene que ser intenso, todo depende de nosotros, al menos en apariencia, porque detrás, la mano del Divino está siempre presente; Él siempre nos inspira y nos ayuda. Pero desde nuestro lado nos sentimos como si tuviéramos que hacer un tremendo esfuerzo para ir más allá de nosotros mismos. Es un esfuerzo por salirnos de nosotros y tener un contacto con el Divino.
«... a continuación, la recepción en nuestro interior de aquello que trasciende, de aquello con lo que hemos ganado comunión, para la transformación de todo nuestro ser consciente; ...»
145
En primer lugar, hacemos contacto y en el momento en que hacemos contacto, nos topamos con una fuente de conocimiento, de alegría, y esa fuente se vierte en nosotros. Esa es la segunda etapa, cuando permitimos que el Divino se vierta en nosotros. Aquí la receptividad, la recepción es necesaria. En la primera etapa hubo un gran esfuerzo para salir de nosotros mismos y ahora viene la etapa en que el Divino se vuelca en nosotros y nos transforma.
«... por último, la utilización de nuestra transformada humanidad como un centro divino en el mundo». Recibimos la fuente del Divino, entonces nos convertimos en un canal de la Fuerza divina. En la tercera etapa, nosotros mismos nos convertimos en un centro divino, de modo que podemos verter el Conocimiento divino, el Amor divino en los demás. Así que hay tres etapas: nuestro ascenso hacia el Divino, el descenso del Divino en nosotros, y el flujo de la luz del Divino a través de nosotros como canales, como centros de la acción divina.
«En tanto el contacto con el Divino no se haya establecido en un grado considerable, en tanto no haya un cierto nivel de identificación sostenida, sāyujya, el elemento del esfuerzo personal debe normalmente predominar». Mientras no se haya establecido el contacto, mientras no nos hayamos vuelto Uno con el Divino (sāyujya significa estar unido, convertirse en uno con el Divino), al menos en cierta medida, sólo hasta que tengamos un grado de identificación con el Divino, el esfuerzo personal es preponderante y no podemos decir: “Que el Divino lo haga todo”. De nuestro lado, tenemos que hacer un esfuerzo constante. Hay algunas personas que creen que el Divino está siempre presente, lo cual es un hecho; que el Divino está siempre activo, lo cual también es un hecho, y eso los lleva a una conclusión: “Si el Divino quiere que me percate, él me hará percatarme”. Ese es el sueño del hombre ocioso, del que no quiere hacer un esfuerzo, del que sólo sueña que nunca se percatará debido a que no conoce el proceso; y durante el proceso, a pesar de que el Divino está presente, el hombre deja caer su mano, no la levanta, y entonces no es jalonado. Por lo tanto, los que predican que Dios se encargará de todo cuando él quiera, están enseñando ociosidades solamente. En lo que a nosotros concierne, debemos levantar la mano. La yoga es exactamente lo contrario de la pereza. La yoga es un proceso para estar alerta, vigilante, atento. Se trata de un esfuerzo constante en
146
el que nos trascendemos, en el que nos excedemos a nosotros mismos a cada momento. Por nuestra parte, vamos hacia arriba y hacia arriba y hacia arriba. No debe haber ningún límite. Dondequiera que haya un rincón a donde nuestro esfuerzo no ha llegado todavía, hacemos ese esfuerzo. Cada rincón de nuestro ser debe ser como un fuego, las toneladas de fuego deben esparcirse por todos los rincones de nuestro ser. Ese es el esfuerzo. Más tarde entraremos en la siguiente etapa, cuando el vertido vendrá desde arriba de nosotros y el esfuerzo personal disminuirá:
«Pero a medida que este contacto se establece, el sādhaka debe volverse consciente de que una fuerza distinta a la suya, una fuerza que trasciende su tentativa y capacidad egoístas, está obrando en él y a este Poder aprende progresivamente a someterse y le entrega la carga de su yoga». Entonces nos daremos cuenta de lo fácil que es el proceso de la yoga. Debido a que habremos entrado en contacto con el Divino, que ya nos estaba ayudando, pero sólo ahora nos percataremos de que Él nos estaba ayudando y hay una gran diferencia entre ambos estados: cuando el Divino nos ayuda sin que seamos conscientes de que Él nos está ayudando, y cuando el Divino nos ayuda y nosotros somos conscientes de que Él nos está ayudando. Eso hace toda la diferencia. Cuando somos conscientes de que el Divino nos está ayudando, sólo tenemos que pedirle: “Haz esto”, y Él lo hará por nosotros. Ya no tenemos que hacer tanto esfuerzo entonces; el esfuerzo disminuye.
«Al final su voluntad y fuerza propias se vuelven una con el Poder superior; él las funde con la Voluntad Divina y su Fuerza trascendente y universal. De allí en adelante el sādhaka ve que este Poder preside la necesaria transformación de su ser mental, vital y físico con una sabiduría imparcial y una previsora efectividad de las cuales el ansioso e interesado ego no es capaz». Incluso con nuestro mayor esfuerzo, lo que podemos hacer es poco, pero cuando estamos en ese contexto, cuando nos sometemos a Él, como dice Sri Aurobindo: “La yoga es un proceso mediante el cual haces que Dios haga lo que quieras hacer”. Es una expresión muy bella. No necesitamos hacer nada. Sólo le decimos al Divino, oramos al Divino para que se haga y vemos que inmediatamente sucede. En la acción divina no hay ningún retraso. El retraso está presente sólo mientras el
147
egoísmo está presente, mientras hay ego. Una vez que llegas a la puerta del Divino, la bendición es instantánea, sólo tienes que pedir Tatasthu (tatasthu significa que sea, que así sea). Esa es siempre la respuesta del Divino cuando realmente nos acercamos a Él. Como dice Sri Aurobindo, entre más te le acercas, más te vuelves su favorito. Y a sus favoritos, el Divino no les niega nada. Si nos acercamos a Él cada vez más, nos convertimos en sus preferidos, aunque Él es imparcial. El fuego es imparcial, le da calor a todos por igual, pero si estamos lejos del fuego, el calor que nos transmite es menor, en cambio si nos acercamos al fuego, el calor es mucho mayor. Así que si estamos más cerca del Divino, la gracia que se derrama sobre nosotros es mucho mayor. Cuanto más nos acercamos al Divino, más nos volvemos sus favoritos, y entre más seamos sus favoritos, el Divino no nos negará nada. Todo lo que le pidamos, nos lo concederá en el acto. Sólo tendremos que cuidarnos de saber muy bien cuánto podemos recibir de Él.
«Cuando esta identificación y esta fusión se han completado, el divino centro en el mundo está listo». Ya no hay ninguna diferencia entre Él y nosotros. Nos convertimos en un canal real. Podemos irradiar al Divino a través nuestro. Este es nuestro destino. El destino de todos es este. La única pregunta es cuándo va cada uno a aproximarse al Divino y cuál será su condición para entonces.
«Purificado, liberado, plástico, iluminado, puede empezar a servir como un medio para la acción directa de un Poder supremo en la más abarcadora yoga de la humanidad o la suprahumanidad, de la progresión espiritual de la Tierra o su transformación». Para entonces, la humanidad entera es nuestro campo de acción; el mundo entero es nuestro campo de acción y nos hemos vuelto un canal de la acción divina en el mundo.
«Siempre es el Poder superior el que actúa en verdad». Aunque el esfuerzo personal es necesario de nuestra parte porque somos egoístas, porque somos ciegos, por lo tanto, sentimos que tenemos que hacer un esfuerzo, pero la verdad básica es que
«Siempre es el Poder superior el que actúa en verdad. Nuestro sentido del esfuerzo y de la aspiración personales proviene del
148
intento de la mente egoísta de identificarse en un modo erróneo e imperfecto con el funcionamiento de la Fuerza divina». Mientras tengamos egoísmo, nuestro sentido del esfuerzo personal será tremendo. Siempre es el Divino el que está actuando, e incluso nuestro esfuerzo es en realidad Su esfuerzo. Es Él quien nos está poniendo en la moledera, de manera que seamos constantemente empujados a hacer un esfuerzo.
149
Conferencia 11 Como les conté, una vez propuse un programa para la escuela del ashram. Hice un plan de estudios: historia espiritual de la India, ese era el título. Comenzaba con los Veda, las Upahishad, el Bhágavad-‐guitá, filosofías de la India, el movimiento bhakti, el eclipse y el reinicio, el nuevo renacimiento y llegaba hasta Sri Aurobindo. Y la impresión que yo había creado era que Sri Aurobindo era la culminación de todo lo que había pasado antes, un punto de consumación de todo aquello que se había aspirado. Madre me respondió con un big bang [gran estallido] cuando se lo presenté, y luego me aconsejó en qué debía concentrarme. Antes de ayer les dije que era mi primera conferencia si se tenía en cuenta que apenas ese día estaba cumpliendo con lo que Madre me había dicho. Por lo tanto, me gustaría leer con ustedes lo que ella me escribió. Lo tengo tanto en francés como en inglés. Pero si no les importa, voy a leerlo primero en francés, porque Madre me dijo: “Si quieres leerme, tienes que leerme en francés”. Yo le había pedido a la imprenta que me diera copias en inglés de las conversaciones de Madre y los de la imprenta del ashram fueron donde Madre y le mostraron mi carta, así que Madre me reprendió diciendo: “Si quieres leerme, tienes que leerme en francés”.
«ADDENDUM
[Respuesta de Madre a los profesores de la Escuela cuando se le anunció que las nuevas clases especiales de la tarde en la biblioteca habían elegido como primer tema de investigación: “La historia espiritual de la India”:]
¡No! Eso no funciona. No es así como se debe hacer. ¡Primero hay que comenzar con un big-‐bang!
Ustedes quieren mostrar la continuidad de la historia, como si Sri Aurobindo fuera el resultado, la culminación —¡pero es completamente falso!
Sri Aurobindo no pertenece a la historia: él está por fuera y más allá de la historia.
Hasta el nacimiento de Sri Aurobindo, las religiones y las espiritualidades se apoyaron siempre en las personalidades del pasado, y tuvieron por objetivo la negación de la vida sobre la
150
Tierra. Por lo tanto, uno tenía que elegir entre una vida en este mundo con su pequeña ronda de placeres y de penas, de alegrías y de sufrimientos, y la amenaza del infierno si no se comportaba convenientemente; o bien un escape a otro mundo: cielo, nirvana, moksha (liberación). Entre los dos no hay gran cosa qué elegir, son igual de malos.
Sri Aurobindo nos dijo que ese fue justamente el error fundamental que acarreó la debilidad y la degradación de la India: el budismo, el jainismo, el ilusionismo bastaron para socavar toda la energía del país.
Es cierto, la India es el único lugar del mundo que aún tiene conciencia de que existe algo más que la materia. Los otros países lo han olvidado por completo: Europa, América y el resto. Es por eso que la India sigue conservando un mensaje para el mundo. Pero por el momento está atascada y se revuelca en el lodo.
Sri Aurobindo nos mostró que la verdad no consiste en huir de la vida terrenal, sino en permanecer en ella para transformarla y DIVINIZARLA, con el fin de que el Divino pueda manifestarse aquí, en este mundo físico.
Esto es lo que ustedes deben decir en la primera sesión; ser un tanto resueltos y firmes.
Después, y sólo después de que ustedes hayan dicho esto fuertemente, resueltamente, sin masticar sus palabras, pueden proseguir a divertirlos con la historia de las religiones y de los líderes espirituales y religiosos.
Después, y sólo después, ustedes podrán mostrar el germen de debilidad y mentira que ellos han abrigado y predicado.
Después, y sólo después, ustedes podrán discernir aquí y allá, de una época a otra, una “intuición” de que algo distinto es posible, como en los Veda, por ejemplo (la invitación a descender hasta el fondo de la caverna de los Panis), en los Tantras también... una pequeña luz que brilla.
151
Les sugiero que adopten como lema de su primera investigación esta frase de Sri Aurobindo:
“No pertenecemos a los amaneceres del pasado, sino a los mediodías del futuro” [Ensayos sobre el Guitá]
***
Mensaje de Madre a la Escuela:
«Sri Aurobindo no pertenece al pasado ni a la historia.
Sri Aurobindo es el futuro en marcha hacia su realización.
Debemos por tanto revestirnos de una juventud eterna para poder avanzar con la rapidez deseada y no ser los retardatarios en el camino»4. En realidad Madre había puesto aquí un gran cuadrado, carrément, [claramente, decididamente, resueltamente]. Ella misma había dibujado un cuadrado. No está aquí, pero el papel que ella me envió tenía este gran cuadrado escrito para indicar que yo debía ser claro y decirles a todos mis estudiantes muy resueltamente, con un big-‐bang.
Como les dije antes de ayer, sólo ese día les di realmente la primera conferencia. Todo el resto era una preparación para poder decirles lo que Madre ha señalado aquí, y voy a tomarme más tiempo, mucho, mucho más tiempo para explayarme en ello. De hecho, cuando leo La vida divina y La síntesis de las yogas es básicamente con ese propósito.
Así que volvamos a La síntesis de las yogas. El utsāha es el celo que nos consume por el Señor. Es la necesidad del esfuerzo personal, particularmente durante el primer periodo, hasta que somos capaces de ponernos en contacto con el Divino y no escuchar el consejo de quien dice que no nos preocupemos, que Dios hará todo por nosotros. Este es el periodo en el que tenemos que pedirle a cada parte de nuestro ser que haga un esfuerzo y trabaje duro y más duro. Pero recordemos:
«Siempre es el Poder superior el que actúa en verdad. Nuestro sentido del esfuerzo y de la aspiración personales proviene del
4 Satprem, La agenda de Madre, 5 de abril de 1967.
152
intento de la mente egoísta de identificarse en un modo erróneo e imperfecto con el funcionamiento de la Fuerza divina». Eso significa que nuestro esfuerzo personal es en realidad la propia Fuerza divina empujándose a sí misma. Como somos egoístas no lo sabemos, así que nos identificamos imperfectamente con ella y le damos un giro a la situación y eso nos da la sensación de un esfuerzo. En realidad todo es tan fácil.
«La mente persiste en aplicarle a la experiencia de un plano supernormal los términos de la mentalidad común que le aplica a sus experiencias normales del mundo. En el mundo actuamos con el sentido del egoísmo; reclamamos como propias las fuerzas universales que obran en nosotros; reclamamos como efecto de nuestra voluntad, sabiduría, fuerza y virtud personales a la selectiva, formativa y progresiva acción del Trascendente en este marco mental, vital y corporal. La iluminación nos hace saber que el ego es sólo un instrumento; comenzamos a percibir y a sentir que estas cosas son nuestras en cuanto le pertenecen a nuestro Ser supremo e integral, uno con el Trascendente, no al ego instrumental. Nuestras limitaciones y distorsiones son nuestra contribución al trabajo; el verdadero poder allí es del Divino. Cuando el ego humano se percata de que su voluntad es una herramienta, su sabiduría ignorancia y puerilidad, su poder los tanteos de un chiquillo, su virtud una pretenciosa impureza, y aprende a confiarse a aquello que lo trasciende, esa es su salvación. La aparente libertad y la autoafirmación de nuestro ser personal, al cual estamos tan profundamente apegados, esconde la más lamentable sujeción a miles de sugestiones, impulsos, fuerzas que hemos hecho ajenos a nuestra personita. Nuestro ego, jactándose de libertad, es a cada momento el esclavo, el juguete y el títere de incontables seres, poderes, fuerzas e influencias de la Naturaleza universal. La plenitud del ego está en someterse al Divino; rindiéndose ante aquello que lo trasciende se libera de las ataduras y los límites, y es su perfecta libertad».
153
Esta es una de las declaraciones más importantes sobre la relación entre el ego y el Divino. Me limitaré a hacer un pequeño diagrama para ustedes.
[DIAGRAMA]
Cada uno de nosotros está sentado en el vasto compás del universo que surge del Divino, que es a la vez inmóvil y móvil. Esta movilidad es un movimiento creativo tremendo y, en un momento dado, hay un bloqueo en ese movimiento. Como consecuencia de ese bloqueo, se crea una piedrita pequeña, un pequeño guijarro. Sin embargo, ese bloqueo no quiere decir que esta fuerza no se transmite. Se transmite, pero débilmente. Por lo tanto, no sentimos aquí, en nuestro egoísmo, la tremenda fuerza que hay detrás. Es una fuerza manejable, una fuerza pequeña que parece que se mueve dando vueltas y vueltas, y está aquí, y esta fuerza entra, por así decirlo, y la agarramos. Es como si se tejiera dentro nuestro. Y nosotros creemos que esta fuerza es nuestra fuerza —mi fuerza. Cualquiera que sea la fuerza que agarramos, nos identificamos con ella. Y esta fuerza ya estaba avanzando, pero el ego siente que esta fuerza se está moviendo porque él la agarró. Él sí la agarró, pero ya la fuerza se estaba moviendo en su propia dirección y manera. Pero debido a que nos identificamos con ella, sentimos que esta es “mi” fuerza y que se está “moviendo hacia adelante”. En realidad, todo se mueve desde aquí. Debido a que la agarramos, la fuerza se debilita. Atenuamos toda la cosa. La fuerza que viene aquí, como el ego la agarra, se va debilitando, diluyendo. Por lo tanto, cuando la fuerza trata de moverse con su propio movimiento, sentimos como si hubiera una gran resistencia, pero en realidad somos nosotros quienes estamos oponiendo resistencia. Estamos tratando de agarrarla, pero como ella se está moviendo hacia adelante por sí misma, al tratar de agarrarla, sentimos una resistencia. Ya la fuerza está tratando de avanzar, de manera que sentimos como si estuviéramos haciendo un gran esfuerzo por avanzar. En realidad, el movimiento ya se está moviendo, pero debido a que nos estamos resistiendo y nos identificamos con él, se vuelve más débil y la Fuerza detrás nos está empujando. Por lo tanto, sentimos una especie de carga detrás de nosotros. Es una carga que nos hace sentir que somos nosotros los que estamos haciendo un esfuerzo. Eso es lo que nos da la sensación de un esfuerzo personal.
Pero Sri Aurobindo dice: siempre es un Poder del Divino que actúa. Nos iluminamos cuando este bloqueo se elimina. Normalmente, cuando nos
154
presentan esta iluminación en términos intelectuales, como lo estoy haciendo yo ahora, nuestra tendencia natural es decir: “Está bien, no la voy a agarrar. Voy a permitir que la Fuerza pase a través mío”. No hacemos nada, por así decirlo. Este es el tipo de conclusión que muchas personas derivan de esta declaración que estoy haciendo. “Si es la Fuerza Divina la que está trabajando, va a funcionar ya sea que yo haga algo o no. Así que dejo de hacer”. Pero eso no se detiene así. Es una manera equivocada de tratar con ella. A menos que rompamos este ego, aquí, ya sea que le permitamos pasar o no pasar, el ego permanece y él siempre creará esta sensación de “yo soy el que está haciendo”. Y el modo por el cual se puede romper este ego es trabajando desde atrás. La represa está allí, el bloqueo está aquí, y a menos que se rompa este bloqueo, no nos libraremos de esa sensación. No basta con oír que el ego no es el hacedor, que el Divino es el hacedor. Con sólo escucharlo no entraremos en esta conciencia.
Ahora bien, ¿en qué consiste esta represa? Concentración exclusiva de la conciencia. Nuestra concentración está exclusivamente concentrada en esta dirección. Si nos fijamos en toda nuestra vida, nos damos cuenta de que toda nuestra concentración se mueve hacia fuera, hacia todo lo que está a nuestro alrededor. Atendemos nuestros sentidos. Todos los sentidos se abren hacia el exterior: nuestros ojos se abren hacia el exterior, nuestros oídos se abren a los sonidos que provienen del exterior, las sensaciones táctiles son todas procedentes del exterior, percibimos el sentido del tacto sólo cuando proviene de fuera, y ya que estamos sometidos a estos sentidos, todos estamos abiertos hacia el exterior. Debido a que estamos abiertos hacia afuera, se ha creado este bloqueo. No hay conciencia en absoluto de esta manera. Así que, como la conciencia está ausente una vez y otra vez y otra vez, se crea el bloqueo. Por lo tanto, en lugar de movernos hacia afuera, movámonos hacia adentro. Este es el significado de la meditación. En lugar de movernos hacia afuera, nos replegamos y nos vamos hacia el interior. Y si lo hacemos repetidamente, entonces esta represa se rompe. Y una vez que entramos aquí, vemos un hermoso palacio del Divino. No es necesario crear el palacio del Divino, ya está aquí. No es necesario fabricar nada, todo está aquí. Sólo tenemos que girar la mirada de fuera hacia dentro. Toda yoga es volverse hacia adentro. Es detener nuestra concentración exclusiva en el exterior mediante un movimiento contrario en el que nos giramos hacia el interior. Toda yoga implica interiorización —volverse hacia el interior, moverse hacia adentro. Cuando cerramos los ojos y nos sentamos a meditar, nos esforzamos
155
por romper esto que nos mantiene siempre hacia el exterior. Cuando nos sentamos a meditar, el más leve ruido que viene del exterior de inmediato nos arrastra afuera. Disponemos de muy poco tiempo en nuestra vida para sentarnos callados e ir hacia adentro. Esta es toda la ciencia de la yoga. Todo el tiempo estamos viviendo hacia el exterior. Yoga significa cambiar nuestra atención exterior por atención interior, y luego de nuevo volver hacia el exterior.
Una vez que hemos hecho esto muy a menudo la tendencia es ir hacia el interior y permanecer allí. La vida es rechazada. Todo movimiento aquí es expulsado. Ese es otro tipo de ignorancia. Por eso, la Isha Upanishad dice que este es un movimiento de ignorancia y este es un movimiento de conocimiento. Pero si este movimiento de conocimiento es sólo aquí, eso también es oscuridad, porque entonces uno suelta el exterior por completo. Debemos romper la represa, trasgredir las fronteras, entrar aquí, ponernos en contacto con el Divino y entonces regresar, pero con el ego cancelado.
Esa es la única manera de anular el ego. No podemos cancelar el ego simplemente pensando que no somos el hacedor. El ego no se destruye simplemente diciendo que no somos el ego. Continúa como un corcho que flota en el mar, en constante ir y venir. No se puede destruir. Si queremos destruirlo, tenemos que ir hasta aquí y percatarnos de él. En el momento en que nos percatamos de él, el ego desaparece. Y entonces podemos volver aquí, ya sin él, y convertirnos en un centro, pero un centro divino. El Divino mismo se mueve sin ninguna resistencia y Su Poder no se disminuye en absoluto, no hay dilución, se mueve omnipotentemente. La misma fuerza del Divino se transmite poderosamente a través del centro que somos en verdad. Nosotros no somos el ego, y hay un centro que se llama jīvātman. Ese es el individuo real. Ese centro es el Divino mismo; es una manifestación parcial del Divino mismo. Cuando esto sucede, no hay esfuerzo personal en absoluto, porque toda la fuerza viene de aquí y uno lo sabe. Uno sólo es el instrumento, un instrumento que está completamente en las manos del Divino.
Hemos hablado alguna vez de la analogía del arco. Tomen un arco... ¿Cómo funciona un arco? Un arco no puede funcionar por sí mismo. Se necesita un arquero. El arquero toma el arco entre sus manos, toma una flecha, fija él mismo la flecha, tensiona el arco que por sí mismo no se puede tensionar, y siempre que la flecha debe ser disparada, es el arquero quien lo decide. Él utiliza el arco sólo para fijar la flecha y
156
dispararla hacia el objetivo. Y eso es todo. Tal es la condición real de nuestro verdadero ser. El jīvātman es de esta naturaleza. Es un arco en las manos del Divino —siempre. Pero debido a este bloqueo, se crea el ego, y disminuye la fuerza que viene de aquí y, luego, cuando esa fuerza empuja hacia delante, uno siente que está haciendo un esfuerzo. Ese es todo el sentido del esfuerzo personal. El ego detiene la fuerza, pero la fuerza lo empuja. Y el ego reconoce este empuje como si fuera su esfuerzo, ya que pasa a través de él. Es exactamente igual a la carreta y el perro. El perro que anda debajo de una carreta en movimiento. El perro siente que la carreta se está moviendo debido a que él se mueve debajo de ella. Pero la carreta se mueve por sí misma.
Sri Aurobindo habló de tres etapas en el párrafo anterior, el que leímos ayer. La primera es un proceso de contacto. Es un proceso largo, largo, en el que nos volvemos hacia dentro. En la segunda nos volvemos sāyujya, nos volvemos uno con el Divino. Aquí es donde el ego se destruye. Nos unimos aquí y el ego es destruido acá. Es como una corriente eléctrica; una vez que nos damos cuenta de la unidad aquí, el ego cae. La tercera se inicia cuando nos convertimos en un centro del Divino y la fuerza se mueve sin ningún tipo de límites, sin ninguna obstrucción. Mientras esto no ocurra, la idea del esfuerzo personal persiste y no debemos reposar, sino asumir el sentido del esfuerzo como parte de nuestro desarrollo. Pero este esfuerzo debe ser hacia adentro, y de adentro hacia afuera, de modo que mantengamos el equilibrio de nuestro ser, hasta que el ego sea abolido y haya un poderoso instrumento del Divino en el mundo, que trabaja en el mundo sin fronteras.
Volvamos de nuevo al párrafo que habíamos leído ayer:
«Pero este es sólo un lado de la fuerza que trabaja por la perfección. El proceso de la Yoga Integral tiene tres etapas, en verdad no agudamente diferenciadas o separadas, sino en cierta medida sucesivas. Debe haber, primero, el esfuerzo al menos inicial y favorable por trascenderse y contactar al Divino; a continuación, la recepción en nuestro interior de aquello que trasciende, de aquello con lo que hemos ganado comunión, para la transformación de todo nuestro ser consciente; ...» Hablé ayer de una fuente. Cuando nos acercamos al Divino, hay una gran fuente de conciencia divina. Nos baña cada vez que regresamos a ella.
157
«... por último, la utilización de nuestra transformada humanidad como un centro divino en el mundo». Nos percatamos del jīvātman, y a través de ese jīvātman permitimos que la Fuerza divina se manifieste.
«En tanto el contacto con el Divino no se haya establecido en un grado considerable, en tanto no haya un cierto nivel de identificación sostenida, sāyujya, el elemento del esfuerzo personal debe normalmente predominar. Pero a medida que este contacto se establece, el sādhaka debe volverse consciente de que una fuerza distinta a la suya, una fuerza que trasciende su tentativa y capacidad egoístas, está obrando en él y a este Poder aprende progresivamente a someterse y le entrega la carga de su yoga». Una vez que llegamos a este punto, todo se vuelve responsabilidad del arquero. El arco sigue siendo el arco. El arco no hace un esfuerzo para sacar la flecha, para acomodarla, para crear el objetivo y disparar, porque no puede hacerlo, incluso si lo intenta. Nunca lo hace. Nosotros sólo tratamos de imitar al Divino en nuestra forma ignorante. Nos volvemos el arquero, por así decirlo, fijamos el objetivo, disparamos, pero sólo como un mono imita al hombre cuando ve al hombre hacer algo. Si el hombre lleva una gorra, el mono también lleva una, pero a su torpe manera. Del mismo modo, sólo somos imitadores, y cuando dejamos de imitar y nos abrimos al Divino, el Divino continúa haciendo su trabajo sin ningún tipo de límite.
«Al final su voluntad y fuerza propias se vuelven una con el Poder superior; él las funde en la Voluntad Divina y su Fuerza trascendente y universal. De allí en adelante el sādhaka ve que este Poder preside la necesaria transformación de su ser mental, vital y físico con una sabiduría imparcial y una previsora efectividad de las cuales el ansioso e interesado ego no es capaz. Cuando esta identificación y esta fusión se han completado, el divino centro en el mundo está listo. Purificado, liberado, plástico, iluminado, puede empezar a servir como un medio para la acción directa de un Poder supremo en la más abarcadora yoga de la humanidad o la suprahumanidad, de la progresión espiritual de la Tierra o su transformación».
158
Siempre hay una pregunta para cada individuo: ¿Cómo serle útil a los demás? ¿Cómo servirle a la humanidad? Esta es la respuesta. Si realmente queremos servirle a la humanidad, esta es la condición: abolir el egoísmo, permitiendo que la Fuerza Suprema trabaje a través de cada uno de nosotros como un centro divino. Entonces todo lo que hagamos trabajará en pro de la unidad de la humanidad, para el progreso de la humanidad, realmente ayudando a la humanidad.
«Siempre es el Poder superior el que actúa en verdad. Nuestro sentido del esfuerzo y de la aspiración personales proviene del intento de la mente egoísta de identificarse en un modo erróneo e imperfecto con el funcionamiento de la Fuerza divina. La mente persiste en aplicarle a la experiencia de un plano supernormal los términos de la mentalidad común que le aplica a sus experiencias normales del mundo». En realidad es un modo muy refinado de decir que el ego es como un mono que está imitando a la Fuerza superior, que simplemente imita lo que está sucediendo detrás, y aplica lo superior a lo inferior, a su manera, que es muy torpe.
«En el mundo actuamos con el sentido del egoísmo; reclamamos como propias las fuerzas universales que obran en nosotros; reclamamos como efecto de nuestra voluntad, sabiduría, fuerza y virtud personales a la selectiva, formativa y progresiva acción del Trascendente en este marco mental, vital y corporal. La iluminación [cuando nos volvemos hacia adentro] nos hace saber que el ego es sólo un instrumento; comenzamos a percibir y a sentir que estas cosas son nuestras en cuanto le pertenecen a nuestro Ser supremo e integral [el Ser integral es el ser que es inmóvil y móvil al mismo tiempo], uno con el Trascendente, no al ego instrumental. Nuestras limitaciones y distorsiones son nuestra contribución al trabajo; ...» Con lo que nosotros contribuimos es con el debilitamiento de la fuerza. A causa de nuestro egoísmo, la fuerza que viene desde fuera y que es poderosa, se debilita. Nosotros sólo ayudamos a distorsionarla, a limitarla, a debilitarla.
159
«... el verdadero poder allí es del Divino. Cuando el ego humano se percata de que su voluntad es una herramienta, su sabiduría ignorancia y puerilidad, ...» En el egoísmo siempre decimos: “Ahora soy más maduro, tengo más experiencia, soy realmente sabio”. Así que Sri Aurobindo rompe esta sabiduría y dice:
«... su sabiduría [es sólo] ignorancia y puerilidad, su poder los tanteos de un chiquillo, su virtud una pretenciosa impureza, ...» Aquello que sostenemos que es nuestra virtud, es sólo una pureza que es pretenciosa, que no existe. Fingimos ser virtuosos; en realidad nadie es virtuoso a menos que esto suceda. Todo reclamo de virtud es una pretensión, un simulacro.
«... y aprende a confiarse a aquello que lo trasciende, esa es su salvación. La aparente libertad y la autoafirmación de nuestro ser personal, al cual estamos tan profundamente apegados, ...» En nuestro egoísmo nos sentimos libres, sentimos que podemos decidir por nosotros mismos qué hacer. Esa es nuestra libertad. Pero esta libertad sólo
«... esconde la más lamentable sujeción a miles de sugestiones, impulsos, fuerzas que hemos hecho ajenos a nuestra personita. Nuestro ego, jactándose de libertad, es a cada momento el esclavo, el juguete y el títere de incontables seres, poderes, fuerzas e influencias de la Naturaleza universal. La plenitud del ego está en someterse al Divino; rindiéndose ante aquello que lo trasciende se libera de las ataduras y los límites, y es su perfecta libertad». La palabra “rendirse” es muy importante. Existen la ciencia y el arte de la rendición. Este es el símbolo del Divino y este es el símbolo del jīvātman. Este es más complejo y este es menos complejo, pero es la imagen del Divino. Es como si el Divino se mirara en un espejo pequeño. Y ese espejo también está fabricado por Él. Él es quien fabrica el espejo, Él es quien se mira en el espejo, y el reflejo en el espejo es una manifestación parcial de Él mismo. Por lo general, en las circunstancias ordinarias, cuando miramos nuestro reflejo, nuestra cara nos enfrenta. Estamos en un lado y del otro lado está nuestra imagen. Es decir, aquí
160
tenemos dos palabras importantes: subjetivo y objetivo. Hay una diferencia entre estas dos sólo en esta medida: esto es subjetivo, esto es objetivo. Este objetivo, sin embargo, no es (y este punto es muy importante) como una marioneta del subjetivo. Por lo general, nuestro reflejo en el espejo es una marioneta, hagamos lo que hagamos se refleja allí de forma automática. Así que la analogía no es completa: en el espejo, cualquier cosa que haga el sujeto, el objeto la hace también, porque simplemente refleja. En cierto sentido, sólo está “titereando” al sujeto original. Pero en este proceso, algo más sucede en la objetivación. Su conciencia objetiva también entra en juego. Este reflejo no es sólo un reflejo objetivo del contenido de lo subjetivo, sino también es un reflejo de lo subjetivo, que es el otro elemento que está presente aquí. Lo objetivo no es sólo objetivo. Lo objetivo también contiene en sí mismo un subjetivo. Y, por lo tanto, el objeto se comporta como si fuera el sujeto. Es como una madre dando a luz a un niño —esa es una analogía mejor que la del espejo. Cuando nace, el niño es un reflejo de la madre. La madre es un sujeto que hace surgir un objeto. El niño es muy similar a la madre, pero no es la marioneta de la madre, no es que cada vez que la madre hace algo, el niño hace lo mismo. La madre tiene un poder de acción iniciativa, el niño también tiene un poder de acción iniciativa. Esta acción iniciativa tiene un ángulo diferente, es decir, mientras que el ángulo del subjetivo está girado en esta dirección, el ángulo del objetivo está girado en esa dirección. Así como este ángulo es libre, de manera similar este también es libre. La libertad del sujeto se transmite al objeto, por lo tanto el objeto también es libre. Este es el significado real de lo que se llama “el juego”. El mero teatro de títeres no es un juego. El sujeto convertido en objeto y repitiéndose tal como es en el objeto no es un juego. El objeto también repite al sujeto completamente, pero no sólo lo contiene, sino que la subjetividad también está presente en la objetividad. De manera que cada objeto tiene subjetividad. Cada uno de nosotros también es subjetivo y mira al Divino como su objeto; no crea al objeto, pero hay una sensación de objetividad con respecto al objeto. Esta es la complejidad de la subjetividad y la objetividad.
Como resultado de ello se crea una condición psicológica muy importante. Hay una historia muy interesante contada por Madre. Transcurre en el contexto de Durga. Durga es una de las manifestaciones del Divino, un poder del Divino, como muchos de los poderes del Divino que son llamados dioses y diosas. Todos los dioses y
161
diosas son poderes del Divino. Todos ellos son instrumentos del Divino. Y, sorprendentemente, Madre dijo un día:
«Yo le enseñé a Durga cómo rendirse ante el Divino». ¿Qué significa eso? Durga es siempre un instrumento del Divino, ¿cómo así que ella se rinda ante el Divino? Ella ya sabe que ella es el instrumento del Divino. Saber que se es un instrumento del Divino no es suficiente. Hay algo más. Hay un juego en el que uno no es meramente un títere del Divino, sino que uno se ofrece al Divino y esta ofrenda de ti mismo al Divino no es un acto de títeres. Es creativo. Es Él mismo, pero de esa forma. Es el propio Divino rindiéndose, ofreciéndose a sí mismo al Divino, pero desde este lado. Esta objetivación también trasciende esta subjetividad. Este objetivo también es subjetivo en carácter. Este carácter subjetivo se ofrece al Divino y esta ofrenda consciente es la rendición. Cuando la figura objetiva se ofrece conscientemente al Divino desde su conciencia subjetiva, estamos hablando de rendición. Saber que hay una gran fuerza detrás es una percatación; pero voltearse de nuevo hacia el Divino y ofrecerle de regreso todo lo que viene de Él, es el método por el cual puede abolirse el ego. La abolición del ego no es sólo la percatación de que hay una fuerza divina que está trabajando, porque hasta allí uno todavía tiene el egoísmo de ser el instrumento del Divino. El egoísmo no se ha abolido. Ese sólo es un éxito parcial. Desde nuestro lado, sabiendo todo esto, la subjetividad vuelve otra vez y se le ofrece al Divino. Es el niño sonriéndole a la madre. La madre ha engendrado al niño; es una figura objetiva de la madre, pero habiendo llegado hasta allí, el niño interactúa en el juego. Incluso cuando la madre no está sonriendo, el niño puede sonreír. No es sólo un teatro de títeres. Y con la sonrisa del niño, el corazón de la madre se hace mucho más pleno. Sin ser invitado, el niño le sonríe a la madre y la madre se siente consumada en gran medida. Sin ser invitado, sólo porque el propio niño se siente feliz y esa felicidad se vierte y se manifiesta como una sonrisa. El niño no debe realmente hacer lo que la madre le dice. Por su cuenta, el niño se siente animado a ofrecer. Esta es la condición en la cual se obtiene la rendición. Eso es lo que Sri Aurobindo dice en la última frase.
«La plenitud del ego está en someterse al Divino; rindiéndose ante aquello que lo trasciende se libera de las ataduras y los límites, y es su perfecta libertad».
162
Volveremos sobre este tema de nuevo, cuando lleguemos a otros capítulos, esto es sólo una especie de aperçu, un vislumbre del verdadero significado de la rendición: el subjetivo volviéndose objetivo, y el objetivo expresándose como subjetivo y volviendo al objeto con un tremendo sentido de la sumisión —con una feliz sumisión. No displicente, como un esclavo por la fuerza, sino ofrendándose libremente al Divino. Esa es su libertad perfecta.
«Pero aún así, en el desarrollo práctico, cada una de las tres etapas tiene su necesidad y utilidad y hay que darle su tiempo o su lugar. No servirá, no puede ser seguro o efectivo empezar sólo por la última y más alta. Tampoco sería el curso adecuado saltar prematuramente de una a otra». Si desde la primera etapa decimos que todo es Divino, incluso cuando el egoísmo no se ha abolido, será desastroso. Mientras sigamos siendo egoístas, admitamos que los somos y trabajemos en ello paso a paso, hasta que surja la tercera etapa, cuando el ego mismo se cae al suelo.
«Porque incluso si desde un inicio reconocemos con la mente y el corazón al Supremo, hay elementos de la naturaleza que por largo tiempo impiden que el reconocimiento se convierta en una percatación». El mero conocimiento intelectual, o incluso un poco de conocimiento espiritual, no es suficiente. No es percatación. No basta el simple hecho de decir que no soy el hacedor. Es un buen paso adelante, pero debo percatarme de que no soy el hacedor.
«Pero sin la realización nuestra creencia mental no puede convertirse en una realidad dinámica; sigue siendo sólo una figura del conocimiento, no una verdad viva; una idea, todavía no un poder. E incluso si hemos empezado a percatarnos, sería peligroso imaginar o asumir demasiado pronto que estamos por completo en las manos del Supremo o actuando como su instrumento». Muchas personas que recurren a la yoga tienen ilusiones. En el momento en que se vuelven hacia el Divino, piensan que se han convertido en instrumentos del Divino. Y hay una gran diferencia, un largo camino por andar... Alguna vez un sādhaka le escribió a Madre diciendo: “Madre, yo quiero hacer el trabajo del Divino”. Madre le
163
respondió: “En primer lugar, haz el trabajo para el Divino, luego serás capaz de hacer el trabajo del Divino”.
Hay pasos; no podemos decir de inmediato que deseamos hacer el trabajo del Divino. Para poder hacer el trabajo del Divino, debemos habernos percatado del Divino, y no sólo una percatación parcial, sino una percatación real en la que el propio Divino nos da el trabajo conscientemente. No se trata de que pensemos que como todo viene del Divino, entonces nuestro trabajo también es Obra Divina. Eso no es verdad, es mentira. Pero mucha gente que empieza a hacer yoga se engaña, simplemente porque están ofreciendo y como ahora están girados hacia el Divino, sienten que se han convertido en instrumentos del Divino. Uno debe ser muy cuidadoso, muy humilde. La verdadera humildad es verse a uno mismo durante largo, largo, largo, largo, largo tiempo como un sirviente muy sincero que le ofrece su trabajo al Divino, pero no proclamando que es el trabajo del Divino. Nuestro trabajo debe ser una ofrenda al Divino, recordando que seguimos siendo hacedores egoístas, que todavía estamos en las redes del ego, pero tratando de deshacernos de él y, por lo tanto, ofreciéndonos una y otra vez hasta que llegamos a un punto en el que el propio Divino nos asigna el trabajo y nos dice: “Hazlo”. Cuando Sri Aurobindo estaba en la cárcel de Alipore, como resultado de su larga sādhana, el propio Sri Krishna le dijo: “Tengo trabajo por hacer, y te estoy dando una parte, un poquito de ese trabajo a ti”. Si leen el recuento que hizo Sri Aurobindo de su experiencia en la cárcel de Alipore, allí consta que Sri Krishna le dijo: “Tengo un trabajo qué hacer, y quiero darte una parte a ti”. Y le revela cuál es ese trabajo. Por lo tanto, debemos ser muy cuidadosos de no tener el egoísmo del instrumento. Este es uno de los grandes engaños que surgen en el proceso de la yoga y debemos ser extremadamente cuidadosos. Proclamar: “Yo soy el instrumento de Dios”, ¡mi Señor!, no nos hagamos ilusiones. Cuando la percatación llega y nos volvemos el instrumento del Divino, somos muy humildes, no existimos ni siquiera para proclamar que somos el instrumento de Dios. Sólo en esta etapa, podemos llegar al tercer paso, el centro divino en el mundo.
«Pero aún así, en el desarrollo práctico, cada una de las tres etapas tiene su necesidad y utilidad y hay que darle su tiempo o su lugar. No servirá, no puede ser seguro o efectivo empezar sólo por la última y más alta. Tampoco sería el curso adecuado saltar prematuramente de una a otra. Porque incluso si desde un inicio
164
reconocemos con la mente y el corazón al Supremo, hay elementos de la naturaleza que por largo tiempo impiden que el reconocimiento se convierta en una percatación. Pero sin la percatación nuestra creencia mental no puede convertirse en una realidad dinámica; sigue siendo sólo una figura del conocimiento, no una verdad viva; una idea, todavía no un poder. E incluso si hemos empezado a percatarnos, sería peligroso imaginar o asumir demasiado pronto que estamos por completo en las manos del Supremo o actuando como su instrumento. Esa asunción podría introducir una falsedad calamitosa; podría producir una desvalida inercia o, magnificando los movimientos del ego con el Divino Nombre, podría distorsionar desastrosamente y arruinar todo el curso de la yoga. Hay un periodo, más o menos prolongado, de esfuerzo y lucha interiores en que la voluntad individual tiene que rechazar la oscuridad y las distorsiones de la naturaleza inferior y ponerse resueltamente o vehementemente del lado de la Luz divina. Las energías mentales, las emociones del corazón, los deseos vitales, el propio ser físico tienen que ser obligados a la actitud correcta o entrenados para admitir y responder a las influencias correctas. Es sólo entonces, sólo cuando esto ha sido verdaderamente hecho, que se puede efectuar la rendición de lo inferior a lo superior, porque el sacrificio se ha vuelto aceptable.
La voluntad personal del sādhaka tiene primero que asir las energías egoístas y girarlas hacia la luz y lo correcto; una vez giradas, aún tiene que entrenarlas para que reconozcan eso siempre, para que siempre acepten, para que siempre sigan eso. Progresando, aprende, todavía usando la voluntad personal, el esfuerzo personal, las energías personales, a emplearlos como representantes del Poder superior y en consciente obediencia a la Influencia superior. Progresando aún más, su voluntad, esfuerzo, energía dejan de ser personales y separados, y se convierten en actividades de ese Poder e Influencia superior que obran en el individuo. Pero todavía hay una especie de bache o distancia que necesita un oscuro proceso de tránsito, no siempre preciso, a veces incluso muy distorsionado, entre el divino
165
Origen y la corriente humana emergente. Al final del proceso, con la progresiva desaparición del egoísmo y de la impureza y de la ignorancia, esta última separación es eliminada; todo en el individuo se convierte en la obra divina». Este es el largo proceso; en consecuencia, la actitud correcta es que seamos tan sólo sirvientes y esclavos de Dios, por los siglos de los siglos de los siglos, hasta que llega un momento en que, sin siquiera saberlo, nos hemos convertido en instrumentos de Dios. Somos sus instrumentos y no tenemos tiempo, no nos ocupamos de proclamar que lo somos. Este es el proceso del utsāha, todo el proceso del esfuerzo, que culminará en esta etapa.
166
Conferencia 12 Llegamos ahora a la tercera ayuda en el proceso de la yoga: la ayuda del maestro.
«Así como la suprema Shastra de la Yoga Integral es el eterno Veda secreto en el corazón de cada hombre, asimismo su supremo Guía y Mentor es el Guía interior, el Maestro Universal, jagad-‐guru, secreto dentro de nosotros. Es él quien destruye nuestra oscuridad mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; esa luz se convierte en nuestro interior en la creciente gloria de su propia auto-‐revelación. Él revela progresivamente en nosotros su propia naturaleza de libertad, deleite, amor, poder, ser inmortal. Él pone su divino ejemplo ante nosotros como nuestro ideal y transforma la existencia inferior en un reflejo de lo que ese ideal contempla. Vertiendo en nuestro interior su propia influencia y su presencia, faculta al ser individual para que logre identificarse con lo universal y trascendente.
¿Cuál es su método y su sistema? No tiene método y los tiene todos. Su sistema es una organización natural de los más altos procesos y movimientos de los que es capaz la Naturaleza. Aplicándose ambos incluso a los más nimios detalles y a las acciones más insignificantes en apariencia, con tanto cuidado y meticulosidad como a los más preponderantes, al final elevan todo hacia la Luz y todo lo transforman. Porque en su yoga no hay nada demasiado pequeño para no ser usado ni nada demasiado grandioso para no ser emprendido. Así como el sirviente y discípulo del Maestro no tiene nada que ver con el orgullo o el egoísmo porque todo se hace por él desde lo alto, asimismo no tiene ningún derecho a desanimarse por sus deficiencias personales o los tropiezos de su naturaleza. Pues la Fuerza que trabaja en él es impersonal —o suprapersonal— e infinita.
El pleno reconocimiento de este Guía interior, Maestro de la Yoga, señor, luz, depositario y propósito de todo sacrificio y
167
esfuerzo, es de máxima importancia en el camino de la perfección integral. Es inmaterial si se le ve primero como Sabiduría, Amor y Poder impersonales detrás de todas las cosas, como el Absoluto manifestándose en lo relativo y atrayéndolo, como el Ser superior de uno y el Ser superior de todo, como una Persona Divina en nosotros y en el mundo, en uno o una de sus numerosas formas y nombres o como el ideal que la mente concibe. Al final percibimos que es todo eso y mucho más que todas esas cosas juntas. La puerta de acceso de la mente al concepto del Guía interior necesariamente varía de acuerdo con la pasada evolución y la presente naturaleza». Hay cuatro cosas que me gustaría señalar.
La primera es la comparación del gurú con la suprema Shastra. Así como la Shastra está presente en el corazón de cada ser pensante, asimismo el maestro se encuentra en el corazón de todos. Siempre existe la necesidad del maestro. Esto es lo que podríamos decir una ley universal. Siempre hay una relación entre la humanidad y el Supremo, ya sea que lo reconozcamos o no. Esta relación es constante y, lo reconozcamos o no, se lo pidamos o no, Él está obrando. Y Él está constantemente en el proceso de enseñar. En otras palabras, estamos en una escuela presidida por el Supremo. El mundo entero es una escuela en la que todos somos discípulos y Él es el maestro. Por lo tanto, nunca debemos quejarnos de no tener un buen guía o un buen maestro. En efecto, existe el maestro y puede ser revelado. Para empezar, el maestro está siempre a disposición, pues como toda vida es yoga, todo el mundo es un escuela de yoga. La yoga no es un estudio especial, se trata de un estudio corriente para todo el mundo. Todo el mundo es un estudiante de yoga, lo sepa o no, le guste o no, es para lo que estamos aquí. Todos nosotros. Y el Supremo es el Maestro de la Yoga y utiliza la totalidad de la vida como un libro de texto. Todo lo que está aquí en el mundo, todo lo que está sucediendo aquí, es un libro de texto del Supremo. Él usa todos los acontecimientos de la vida en la formación de todos los alumnos en el mundo. Es un proceso constante.
¿Cuál es su método? Este es el segundo punto. ¿Cómo enseña? ¿Cuáles son los métodos mediante los cuales nos enseña? Y Sri Aurobindo dice que Él no tiene un método y a la vez los tiene todos. No es una simple declaración retórica. No es algo para asustarnos, es un hecho literal, real. Él no tiene un método y tiene todos y cada uno de los métodos. ¿Y
168
por qué? Sri Aurobindo explica por qué Él no tiene un método y tiene todos los métodos. Él no tiene un único método que le aplique a todo el mundo. Debido a que el funcionamiento psicológico de cada individuo tiene una determinada combinación, Él aplica un método apropiado para cada uno. Sólo podemos señalar cómo utiliza todos los ámbitos, todo tipo de tendencia en el individuo, cómo Él mismo combina —Él es como un Artista Supremo— y recombina los colores del mundo y de los seres humanos. Y mediante la combinación de diferentes tipos de colores, produce los diversos y hermosos diseños y patrones y objetos del mundo. Él quiere hacer que cada uno de nosotros florezca, cada uno. Nadie es su favorito en particular, no tiene prejuicios contra nadie. Para Él cada uno de nosotros es una flor que crece y se abre en su jardín. Sri Aurobindo dice:
«Su sistema es una organización natural de los más altos procesos y movimientos de los que es capaz la Naturaleza». Esta frase es fundamental para todo el asunto. Si deseas desarrollar otros sistemas de educación en el mundo, esta frase debe ser tu manual. No prescribas ningún método específico de enseñanza. Toma a tus estudiantes a medida que vienen, observa cuáles son las combinaciones del funcionamiento psicológico de cada uno y mira cómo cada uno puede ser elevado hasta la máxima altura. Por tanto, el sistema será altamente individualizado y, sin embargo, puede tener modos comunes de “irrigación”. Así se generarán ciertas fuerzas que harán que cada individuo se acerque de forma automática, a su manera, al igual que todos los árboles se mueve hacia el Sol. El Sol se sitúa como una atracción general, por así decirlo, un imán, y cada planta, cada organismo en el mundo se acerca a la luz del Sol y trata de llegar a la luz del Sol a su manera. Del mismo modo, un buen maestro pone algunos imanes en los estudiantes y luego cada estudiante se aproxima; los imanes son de tal naturaleza que actúan sobre cada uno de forma individual, automáticamente se forman combinaciones, métodos psicológicos mediante los cuales cada alumno puede alcanzar sus más altos logros.
«Aplicándose ambos incluso a los más nimios detalles y a las acciones más insignificantes en apariencia, con tanto cuidado y meticulosidad como a los más preponderantes, al final elevan todo hacia la Luz y todo lo transforman».
169
Los más insignificantes detalles. Hay un hermoso poema de Sri Aurobindo en el que dice que Aquel que pone a Júpiter a girar en las esferas celestes, Aquel que dedica su atención y su cuidado y su fuerza para hacer que Júpiter gire, Ese usa la misma atención, el mismo cuidado y la misma fuerza para diseñar el rizo de un cabello. Cómo se rizará tu pelo, eso también requiere arte y maestría. Ambos son iguales en conciencia: el que envía a Júpiter hacia las esferas y el que forma los rizos del cabello de un niño. Ambos son iguales en su conciencia omnipotente.
Tuve un ejemplo muy interesante: Madre como el Supremo Maestro. Tuve el privilegio de llevarle a Madre las cartas de los niños, y de vez en cuando yo mismo se las leía en voz alta. También solía llevarle otras cartas, incluso del Primer Ministro. Y pude ver que Madre atendía por igual la lectura de la carta del Primer Ministro y la del niño. Las cartas de los niños no eran menos importantes que las del Primer Ministro. Ella les dispensaba el mismo cuidado, la misma atención. Por ejemplo, un día una niña le escribió: “Voy a terminar mi tercer año del curso superior”, y ella había escrito mon troisième année. Esto no es gramaticalmente correcto y cuando leí la carta, Madre me dijo: “Dámela”. Esto fue en 1973, ella tenía 95 años de edad en ese momento, y la gente solía decir que ella no veía, que no oía, pero eso era completamente falso, porque yo les puedo decir que yo mismo leí y Madre dijo: “Dame la carta”. Y me preguntó: “¿Dónde escribió la niña mon troisième année?”. Así que le mostré y ella me ordenó: “Escribe: ma troisième année”. Ella misma lo corrigió y me dijo que, cuando le diera la carta a la niña, le explicara que année es femenino, que mon année es la forma correcta de pronunciar, pero no la forma gramatical correcta, que la forma gramatical es ma troisième année. Este fue el cuidado que Madre tuvo para explicarle a una niña, y yo le llevaba tantas otras cartas importantes, pero no, esto era muy importante. Ella se aplicaba a todos los detalles de menor importancia, con tanta atención como a los otros. En realidad, si hubieran visto a Madre trabajando entre los niños, entre todas las personas y también en torno a los acontecimientos del mundo, cómo encontraba tiempo para todo, cómo lo organizaba todo, entenderían que era casi inimaginable, increíble de hecho. Madre en el trabajo era el Supremo karma-‐yogui, el que sabe cuál es la verdadera acción, cuál es la acción correcta, cuál es la medida de la acción, cuánto cuidado se requiere.
Una vez le expuse un problema, que era exteriormente muy sencillo. Tuvimos una delegación proveniente del Gobierno de la India y yo
170
estaba a cargo de la delegación y surgió un problema, que normalmente no habría sido un problema, pero que se volvió un problema. Todos debían sentarse juntos en el comedor y la pregunta era: ¿Quién se sentará en dónde? Normalmente a este asunto ni siquiera se le presta atención, ni siquiera se menciona, la gente viene en tropel y se sienta en cualquier lugar, así que cuando le hablé a Madre al respecto, me dijo: “Ten mucho cuidado con quién se sentará en cada lugar. Ahora veamos”. Ella misma dibujó la mesa en una papel y me preguntó cuántos serían. Le respondí que unas quince personas y ella decidió dónde se sentaría cada uno y junto a quién. Y conociendo a cada uno de ellos, sabía si esa persona hablaría o guardaría silencio, porque todas las personas no tienen la misma capacidad para hablar, e incluso si hablan, hay que tener cuidado al hablar. ¿Qué tipo de conversación sostendrán? Algunas personas son tan ruidosas que podrían echar a perder todo el ambiente, algunas personas no pueden hablar de casi nada y hay algunas personas en el ashram que no saben cómo hablar en una cena. Y Madre conocía a todos tan bien, que me dijo que colocara a esta persona aquí, a esta otra persona acá... ¡Qué enorme cuidado! No me dijo algo por salir del paso, ni sencillamente “hazlo de cualquier manera”. Cada actividad tiene importancia, significación. Cada persona que se sienta al lado de otra es importante. Es como la organización de todo el universo y de las estrellas. Si el Sol quedara ligeramente más cerca de la Tierra, ¿qué habría pasado? Si el Sol quedara un poquito más lejos de lo que está, ¿qué le ocurriría a la Tierra? Haría tanto frío que no podríamos sobrevivir. Si quedara ligeramente más cerca, la Tierra entera se quemaría, no podríamos vivir. Es la medida exacta. En la Divina organización de las cosas, todo está situado de tal manera, tan medido, que se puede incluso decir que Dios es un geómetra genial, es un maestro de la geometría. Todas las medidas están tan bien hechas, en tal proporción, que en cada nimio detalle e incluso en el más grande, la intervención Divina, la sabiduría Divina, opera por igual en los más pequeños y en los más grandes movimientos. Sri Aurobindo dice:
«Porque en su yoga no hay nada demasiado pequeño para no ser usado ni nada demasiado grandioso para no ser emprendido». Por lo tanto, la atención tiene que ser igual. Este es el segundo punto que quiero mencionar. El primero fue que en todas partes el Supremo Maestro está presente, por todas partes. El segundo punto es que su sistema y su método son de tal naturaleza, que todo recibe su máxima atención, su más completa, su total atención. Y Él organiza todo en
171
detalle, de modo que todas las combinaciones psicológicas que son necesarias para cada individuo se vean afectadas y, en última instancia, todos se eleven hacia la perfección. Ese es su objetivo y método.
El tercero es que cada uno de nosotros lo reconozcamos como el Guía. Podemos tener muchos otros profesores, podemos tener muchos libros, podemos tener muchas experiencias, pero es muy importante para todos descubrirlo, reconocerlo, reconocer al Guía Supremo. Por encima de todos los llamados maestros, está el Guía Supremo. Sri Aurobindo dice:
«El pleno reconocimiento de este Guía interior, Maestro de la Yoga, señor, luz, depositario y propósito de todo sacrificio y esfuerzo, es de máxima importancia en el camino de la perfección integral». Incluso si tienes profesores, profesores humanos, es posible que tengas guías temporales, guías permanentes, lo que sea... Lo verdadero viene cuando empiezas a reconocer al Guía interior. En realidad, Él está presente siempre, pero tienes que reconocerlo de modo que puedas decir: “El Supremo es mi maestro”. Todos los maestros son sólo colaboradores, y los maestros humanos son muy buenos sólo cuando se dan cuenta de su importancia relativa y animan a todos los discípulos a descubrir al Guía interior, en lugar de intentar sustituirlo consigo mismos, en lugar de tratar de tomar su lugar. Muchos maestros tienen la tendencia a hacerlo, quieren ser guías permanentes y le imponen a los discípulos una disciplina contraria al descubrimiento del Guía Supremo. Mientras que un buen maestro es aquel que le permite a cada individuo descubrir, reconocer al Guía Supremo, para que cada discípulo sienta que su maestro es el Supremo. Este es el tercer punto.
El cuarto punto es la manera en que reconocerás a este Guía interior, en qué forma lo reconocerás. Lo puedes reconocer de muchas maneras, porque el propio Supremo no es unilateral. Es múltiple, multifacético, de hecho tiene todas las caras. Hay formas integrales de conocer al Divino y hay formas parciales de conocerlo. Dependiendo del enfoque de cada uno, comenzarás a reconocerlo de una forma u otra. Sri Aurobindo ofrece aquí cuatro o cinco maneras diferentes por medio de las cuales se le puede reconocer desde el principio. Es posible que lo reconozcas como sabiduría, amor y poder impersonales. Puedes percibir en este mundo que la sabiduría obra, y confiar en la sabiduría. Una vez un sādhaka le escribió a Madre sobre algo que estaba
172
sucediendo en el ashram, él estaba muy preocupado y le dijo: “¿Por qué permites esto?”. Madre le respondió que lo que estaba ocurriendo era una mezcla de verdad y falsedad, y luego le aconsejó diciéndole que guardara silencio y presenciaría cómo la sabiduría lo arreglaría de manera que la falsedad sería eliminada y la verdad permanecería. En nuestra prisa ordinaria de las cosas, cuando vemos que algo está pasando mal, tratamos de mutilarlo, lo empeoramos a veces, debido a que nuestra percepción puede ser errónea, nuestra propia rebelión puede estar equivocada y, por lo tanto, al tratar de destruir la falsedad se puede destruir la verdad al mismo tiempo. Pero la sabiduría sabe exactamente dónde está la verdad y exactamente dónde está la falsedad, y también sabe cómo eliminar la falsedad sin sacrificar la verdad. Esa es la marca especial de la sabiduría. La sabiduría tiene la verdadera percepción de la verdad y de la falsedad, la forma en que están entremezcladas, y también sabe cómo separarlas.
En la India existe la imagen del cisne. Si hay leche y agua, ambos mezclados, ¿cómo separas la leche del agua? Se dice que el cisne tiene una conciencia mediante la cual, cuando bebe, sólo bebe la leche y tira el agua. Se trata de una imagen; tal es la imagen de la sabiduría. En cualquier tipo de mezcla en el mundo, ella discriminará entre lo que es correcto y lo que es incorrecto, y también eliminará lo incorrecto de tal forma que lo correcto o verdadero no se desechará al mismo tiempo. Uno puede visualizar al Divino como la sabiduría, y de hecho es así, aunque Él no sea sólo eso. Algunas personas pueden verlo como la sabiduría, otras pueden verlo como el amor, otras pueden verlo como el poder. Estas son las diferentes formas en que nos acercamos, porque nuestra propia conciencia es muy limitada. Podemos ser muy intelectuales y en consecuencia la atracción de la sabiduría es muy alta para nosotros. Podemos ser muy capaces, muy competentes, por lo tanto el poder nos afectará mucho más, y veremos al Divino en el poder. O bien, por naturaleza, podemos estar llenos de amor, por lo tanto el amor del Divino nos atraerá más. Y hay muchos otros aspectos del Divino. De acuerdo con lo que sea prominente en nosotros, así lo reconoceremos.
Es por eso que en la India hay un término, ishta devatā, que significa la deidad preferida. Cada individuo en el mundo, lo sepa o no, tiene una ishta devatā. Así es como los seres humanos se aproximan al Supremo. Incluso en términos humanos, encontrarás diferentes individuos que admiran a personas diferentes. Tendemos a admirar automáticamente lo que es superior a nosotros y también a hacerle creer a los demás que
173
mi ishta devatā también debe ser la tuya, lo cual es una equivocación. En la India se reconoce que cada uno puede tener su propia ishta devatā, que no se debe prescribir a otro. Algunas personas son atraídas por Durga, algunas por Mahakali, algunas por Saraswati, algunas por Ganesh, algunas por Subramaniam, Kartikeya, divinidades diferentes, cada una tiene un carácter específico. La reconoces de una manera o de otra, de acuerdo con tu propia naturaleza y temperamento, la que sea adecuada a tu temperamento es tu ishta devatā.
[Alguien pregunta: ¿Si los amas a todos?]
Eso también sucede, pero poco a poco. Depende de tu universalidad. Pero muy a menudo, cuando dices que los amas a todos, aún persiste una preferencia en la mayoría de nosotros, porque nuestra naturaleza no es todavía incluyente. Cuando tu naturaleza se vuelve incluyente, te elevas a un punto más alto. Rezas como Sri Aurobindo, que le reza a todos los dioses y luego les dice que lo dejen ir más allá de todos ellos5. Entonces quedas absolutamente conectado con el Divino Supremo.
Es posible que lo reconozcas como poder o amor o sabiduría, en muchas de sus formas. Así es como se reconoce. Sri Aurobindo nos dice cómo reconocer. Una de las formas de reconocer es reconociendo lo que admiras de forma automática. ¿Cuál es tu punto más alto de admiración? Cada ser humano en secreto admira algo, disfruta de algo. Y si puedes llegar a ser consciente de ello, lo puedes determinar y entonces lo puedes seguir, y a medida que lo sigues se va ampliando gradualmente. De esa manera, tu admiración también cambia constantemente. Esa es la primera manera por la que puedes reconocerlo.
Pero también lo puedes reconocer
«... como el Absoluto manifestándose en lo relativo y atrayéndolo, ...»
5 Aforismo 55: «Sé vasto en mí, oh Varuna; sé poderoso en mí, oh Indra; oh Sol, sé muy brillante y luminoso; oh Luna, sé llena de encanto y dulzura. Sé fiero y terrible, oh Rudra; sean impetuosos y cambiantes, oh Maruts; sé fuerte y audaz, oh Aryaman; sé voluptuoso y placentero, oh Bhaga; sé tierno y gentil y amoroso y apasionado, oh Mitra. Sé deslumbrante y reveladora, oh Aurora; oh Noche, sé solemne y fecunda. Oh Vida, sé plena, lista y boyante; oh Muerte, conduce mis pasos de mansión en mansión. Armonízalos a todos, oh Brahmanaspati. No me dejes estar sujeto a estos dioses, oh Kali».
174
Amor, poder, sabiduría, son aspectos diferentes, pero tú puedes decir que no estás limitado a ningún aspecto, que tu admiración es por el Supremo, el Absoluto, así que puedes reconocer un Absoluto que obra en el mundo y que está presente en todas las relatividades. Esa puede ser otra forma de reconocerlo. También es posible que lo reconozcas como una Persona Divina dentro de nosotros. El Absoluto no es una persona, el Absoluto es un principio impersonal. Con la Persona Divina sí tienes una relación personal. Un punto muy importante acerca de la Persona Divina es que Él entra en la relación. Es como ir a un río que fluye. Quien se acerque al río puede tomar el agua. El río no sale y dice: “Eres mi favorito y te doy el agua”. Es impersonal, no hay una relación especial del río contigo, sus dones están disponibles para todos. Quien se acerque puede aprovecharlo. Pero el Divino Personal es diferente. La Persona Divina tiene relación con cada uno de nosotros en una forma muy especial.
En la India hay una hermosa historia, de Gopal, un niño y la madre, que era muy pobre, pero quería que su hijo estudiara en una escuela. Ella se las arregló para que lo admitieran, pero la escuela quedaba muy lejos y tenía que enviar al niño por un largo camino a través del bosque, infestado de animales, y el niño tenía mucho miedo. Así que el niño le dijo a su madre: “¿Cómo debo pasar a través del bosque hasta llegar a la escuela? Tengo mucho miedo. ¿Por qué no vienes conmigo?”. Pero la madre estaba trabajando en algún lugar y no tenía tiempo para acompañar al niño, así que le dijo: “Mira, yo tengo otro hijo que vive en el bosque, y si lo necesitas puedes llamarlo y él vendrá, y te ayudará cada vez que haya una dificultad”. Y cada vez que el niño pasaba por el bosque y tenía miedo, lo llamaba diciendo: “¡Ven y ayúdame!”. Y, de hecho, su hermano mayor aparecía y lo acompañaba siempre. Y solían tener conversaciones divertidas, buenas. Un día su maestro estaba de cumpleaños y, aunque no fuera obligatorio, se esperaba que todos le dieran algún regalo. Y el niño le dijo a la madre que tenía que darle algo a su maestro, pero la madre no tenía nada que dar. Entonces ella le dijo: “Pídele a tu hermano, él te dará”. En el camino, el niño llamó a su hermano y este le dio un vaso muy pequeño en el que había un poquito de leche. Ese fue el regalo que le dio. Por supuesto, el muchacho estaba un poco avergonzado de que su regalo, en comparación con otros, no fuera nada. Pero fue todo lo que pudo lograr. Todos los chicos en su escuela le dieron grandes regalos al maestro y con una gran vacilación el niño le ofreció su pequeño detalle. ¡Pero qué sorpresa! Cuando la leche se empezó a vaciar, siguió vertiéndose y vertiéndose sin cesar. Y
175
una vasija después de otra fueron llenadas sin que el goteo de la leche se detuviera. Y el maestro, muy intrigado, preguntó: “¿Quién ha traído esta leche?”. El muchacho respondió: “Yo la traje”. “¿De dónde la sacaste?”, inquirió. “Mi hermano me la dio”, afirmó el chico. Entonces el maestro dijo: “Vamos a ver a tu hermano. ¿Quién es este hermano tuyo que puede dar este tipo de racha milagrosa de leche?”. Y el muchacho respondió: “Está bien, te mostraré a mi hermano”. Y entonces el niño condujo al maestro al bosque y llamó a su hermano y cuando lo vio a su lado, de pie, le dijo al maestro: “Mira, es él, aquí está”. Pero el maestro no podía verlo. Sólo el niño podía verlo, el maestro no podía. El muchacho se sorprendió y le dijo al maestro: “¡Pero él está aquí!”. Entonces el hermano le dijo al niño que su maestro tendría que ser tan joven, tan pequeño y tan puro como él para poder verlo, de lo contrario no sería capaz de verlo.
Esta es la característica del Dios personal. Cuando el Divino es personal para ti, hay una relación especial contigo. Todo el mundo puede cultivar una relación especial con el Divino. Tú lo determinas... como dice Madre: si tú piensas que Él está enojado contigo, está enojado contigo; si piensas que Él está contento contigo, está contento contigo; depende de ti. Así como construyas tu relación con el Divino, así es Él contigo. En el Bhágavad-‐guitá hay una bella frase: “Así como se me acercan, así me les acerco”. Ese es el rasgo distintivo del Dios personal. Él no es como un río en el que todos pueden tomar agua por igual. Él le da a cada uno especialmente, en función de la relación que cada uno construye con Él. Tú puedes relacionarte con el Divino, reconocer al Divino, ya sea como sabiduría o como poder o como amor o como un Absoluto impersonal o como una Persona Divina. Lo puedes reconocer en una forma, de múltiples formas, o lo puedes reconocer también como un ideal. Hay ideales como la libertad, la igualdad o la fraternidad, todo tipo de ideales, virtudes de diverso tipo. La pureza puede ser tu ideal preferido, entonces el Divino viene a ti como pureza; la generosidad puede ser tu ideal, entonces él llega como generosidad. De una forma u otra empiezas a reconocer que hay algo en el mundo que no seas tú. Hay un imán en algún lugar, que no eres tú y que atrae todo en el mundo. Luego, gradualmente, pasas por todo eso y el Supremo Divino se te revela en todos sus aspectos.
«La puerta de acceso de la mente al concepto del Guía interior necesariamente varía de acuerdo con la pasada evolución y la presente naturaleza».
176
Cómo entras en el Divino depende de tu propio desarrollo anterior, de tu evolución pasada, de la composición actual de tu mente; de acuerdo con todo eso entrarás en Él.
«Este Guía interior con frecuencia está velado al principio por la misma intensidad de nuestro esfuerzo personal y por la preocupación del ego consigo mismo y con sus empeños. A medida que ganamos claridad y la agitación del esfuerzo egoísta cede lugar a un más calmo conocimiento de sí, reconocemos la fuente de la luz que crece dentro de nosotros. Lo reconocemos en retrospectiva, a medida que nos percatamos de cómo todos nuestros oscuros y conflictivos movimientos han sido determinados hacia un fin que sólo ahora empezamos a percibir, cómo incluso antes de nuestra entrada en el sendero de la yoga la evolución de nuestra vida fue adrede conducida hacia su momento decisivo. Pues ahora empezamos a comprender el sentido de nuestras luchas y esfuerzos, éxitos y fracasos. Por fin somos capaces de captar el significado de nuestras tribulaciones y sufrimientos y podemos apreciar la ayuda que se nos brindó a través de todo lo que dolió y se resistió, así como la utilidad de nuestras propias caídas y tropiezos. Después reconocemos esta conducción divina ya no en retrospectiva, sino inmediatamente, en el molde de nuestros pensamientos gracias a un Vidente trascendental; en el molde de nuestra voluntad y acciones gracias a un Poder omnímodo; en el molde de nuestra vida emocional gracias a un Deleite y Amor que todo lo atrae y todo lo asimila. Lo reconocemos también en una relación más personal que desde un principio nos conmovió o que por fin se apodera de nosotros; sentimos la presencia eterna de un supremo Amo, Amigo, Amante, Maestro. Lo reconocemos en la esencia de nuestro ser, a medida que este se desarrolla en semejanza y unicidad con una existencia más grande y más amplia; porque percibimos que este milagroso desarrollo no es el resultado de nuestros propios esfuerzos: una Perfección eterna nos está moldeando a su propia imagen. Uno que es el Señor o Ishwara de las filosofías yóguicas, el Guía en el ser consciente (caitya guru o antaryāmin), el Absoluto del pensador, el Incognoscible del agnóstico, la Fuerza universal del materialista, el Alma suprema
177
y la suprema Shakti, el Uno que es indistintamente nombrado e iconizado por las religiones, es el Maestro de nuestra yoga». Hay tres maneras en que podemos reconocerlo: retroactivamente o inmediatamente o como nuestra constante compañía. No en actos específicos, sino todo el tiempo como Uno que nos acompaña. En esas tres formas reconocemos al Supremo. A menudo lo reconocemos retrospectivamente. Cuando descubres la ayuda divina de repente, en algún momento piensas: “¡Oh! Pero si Él estaba conmigo antes, estuvo en todas las etapas de mi desarrollo. Ahora se ha revelado a sí mismo, pero en verdad estuvo siempre presente”.
En mi propia experiencia, mi experiencia más importante fue mi lectura de La vida divina. La llegada de ese libro a mi vida, el momento en que ese libro cayó en mis manos. Yo llevaba dos o tres años luchando con una sola pregunta: “¿Qué es la Verdad?”. Esa era mi ishta devatā. La verdad era mi ishta devatā. ¿Qué es la Verdad? Y yo estaba buscando desesperadamente saber qué era la Verdad. Y por lo tanto estaba luchando con dolor y había leído libros y libros, uno tras otro, montones de libros literalmente. En pocos años, en dos o tres años leí muchísimo. Y todo el tiempo me decepcionaba porque no encontraba la respuesta a mi pregunta. Era doloroso para mí, porque yo sabía que no sería capaz de dar el siguiente paso en mi vida, a menos que supiera la Verdad. Y uno tiene que dar el siguiente paso en su vida, así que yo necesitaba descubrir la Verdad. Y yo no creía en Dios, de manera que no había oración en mi corazón. Pero un día oré y le dije: “Si tú eres Dios, sabes lo que soy” —si hay un Dios, Él me conoce, puede que yo no lo conozca, pero si es Dios, si es quien pretende ser, Él debe conocerme, así que le dije: “Si me conoces, ya sabes lo que necesito, y si eres capaz, dame la respuesta. Quiero conocer la Verdad”. No hubo respuesta. Así que decidí, puesto que no sabía cuál era la Verdad, que mi siguiente paso sería hacia lo desconocido. Al no conocer la Verdad, tomaría atropelladamente lo que mejor me pareciera, aunque supiera que no era cierto, pero aún así lo que se presentara como mejor. Y estuve a punto de tomar la decisión de salirme de la universidad, porque pensé que los años de universidad habían sido inútiles y que mejor me iba a dedicar a la labor en las aldeas, porque la India requiere que se trabaje mucho en las aldeas. Estaba a punto de tomar una decisión y de repente un amigo mío vino y me dijo: “Mi tío me dio un libro para leer (para que él lo leyera, no yo), pero como tú sabes yo soy incapaz de prestarle atención a un libro tan difícil. Pero mi tío es persistente y me
178
preguntará dentro de una semana si he leído el libro o no. Así que sé amable y ayúdame, leete el libro y cuéntame de qué se trata, así yo podré decirle a mi tío que lo leí, resumírselo y que me deje tranquilo”. Le pregunté: “¿Y cuál es el libro?”. Me respondió: “Se llama La vida divina”. Así que mi respuesta inmediata fue: “He leído muchos libros de mística, todos hablan de Dios, que no existe, y en todo caso no saben por qué Dios habría creado esta clase de mundo. Si Dios existiera, habría desarrollado un mejor tipo de mundo, no esta clase de mundo. Si es omnipotente, ¿por qué crear este mundo? ¡Así que basta! Y cuando se le pregunta a los filósofos por qué Dios creó este mundo, responden que es inexplicable. Sólo te dicen que debes llegar a ser uno con Dios para poder conocer la respuesta. Por lo tanto, me he prohibido seguir leyendo estos libros. No voy a leer más de estos libros”. Él se decepcionó, pero el libro permaneció sobre mi mesa. Dos días después, su tío le preguntó si había leído el libro y entonces vino corriendo y me suplicó: “No, Kireet, por el amor de Dios, hazlo por mí, lee el libro. Quiero decirle a mi tío que leí el libro para que me deje en paz. Por favor, lee el libro”. De nuevo le respondí: “Mira, no tengo tiempo para leer este libro”. Entonces me dijo: “Sri Aurobindo, ¿sabes quién es?”. Le respondí: “Quienquiera que sea, pero La vida divina y el mero término divinidad significa que volveré a caer en esa confusión. No quiero saber nada de ninguno de esos textos confusos. Ya tuve suficiente de eso”. Pero él insistió: “Sri Aurobindo está dos metros por encima del suelo; tal es la grandeza de este maestro”. Y yo le repetí: “Ya sea que se eleve dos o tres metros y medio, no quiero leer este libro”. Así que me dejó como a un caso perdido, sintiendo que no me había convencido, pero el libro se quedó sobre mi mesa. Y de repente, un día, después de la cena, vine a mi habitación y me dije a mí mismo: “Vamos a echarle sólo un vistazo a este libro”. Y empecé a ojearlo y el primer capítulo que se apoderó de mí fue “La doble alma del hombre”. Ese título me atrajo enormemente. Porque todo el mundo habla de un alma, pero aquí había una doble alma en el hombre. Eso me atrajo mucho, así que me dije: “Está bien, vamos a leer este capítulo”. Luego me devolví hasta el principio y empecé a leer el libro desde el inicio. Leí el primer volumen de La vida divina dos veces en una semana. Cada línea era como una lluvia de conocimientos y cada palabra que leía era verdadera. Mi aspiración entera por saber la Verdad estaba allí, en cada línea yo decía: “Sí, es verdad, es verdad, es verdad”. En cuatro días leí el primer volumen, 22 horas diarias sin parar. Y entonces me dije: “Ahora debo releer el primer volumen”, y lo releí. Me di cuenta de que mi lucha de esos dos o tres años había sido toda diseñada por Él, porque si no
179
hubiera leído tantos libros, no habría entendido La vida divina. Es un libro tan complejo, se necesitan tantos antecedentes, que si no hubiera pasado por la dolorosa etapa anterior, no habría reconocido el valor de lo que Sri Aurobindo había escrito. En retrospectiva, me di cuenta de que era Sri Aurobindo quien me había llevado a través de esa lucha, que había estado conmigo todo el tiempo y que me había contestado en tan corto tiempo y por medio de alguien que no tenía el menor interés en el libro en sí mismo, de alguien que sólo me lo había traído y de su tío, que no sabía quién era yo, que había estado martillando a su sobrino todo el tiempo con “lee el libro, lee el libro”, sin saber que me estaba golpeando en realidad a mí para que yo lo leyera. Así es como yo reconocí la mano del Divino en forma retrospectiva. Tú puedes saber que el Divino está allí a través de tus tribulaciones, todo el tiempo, que siempre está ahí. Si te hace vivir una y otra y otra experiencia, recuerda que es el Divino que quiere abrir tus ojos para que lo puedas reconocer. Así es como lo dice Sri Aurobindo:
«Lo reconocemos en retrospectiva, a medida que nos percatamos de cómo todos nuestros oscuros y conflictivos movimientos han sido determinados hacia un fin que sólo ahora empezamos a percibir, cómo incluso antes de nuestra entrada en el sendero de la yoga la evolución de nuestra vida fue adrede conducida hacia su momento decisivo. Pues ahora empezamos a comprender el sentido de nuestras luchas y esfuerzos, éxitos y fracasos. Por fin somos capaces de captar el significado de nuestras tribulaciones y sufrimientos y podemos apreciar la ayuda que se nos brindó a través de todo lo que dolió y se resistió, así como la utilidad de nuestras propias caídas y tropiezos». Esta es una manera en la que reconocemos.
«Después reconocemos esta conducción divina ya no en retrospectiva, sino inmediatamente, ...» Una vez que has visto la mano del Divino, la puedes ver a cada paso. Puedes saber que Él está detrás de cada experiencia, y en cada ocasión puedes preguntarle al Divino: “¿Qué significa esto? Por favor, dime, ¿por qué esta experiencia? ¿Por qué estoy en este estado de tremenda alegría? ¿Por qué estoy en este estado de desesperación tan grande? ¿Por qué este dolor? ¿Por qué este fracaso? ¿Por qué este éxito? ¿Qué significa?”. Tú comienzas a verlo de inmediato, a cada paso Él te
180
responde: “Mira, este es el significado”. Ustedes deben leer el discurso de Uttarpara de Sri Aurobindo, en el que explica que cuando fue llevado a la cárcel, para entonces él ya había tenido una experiencia suprema del Nirvana en la que el Divino le había asegurado: “Yo te guiaré, yo estaré siempre contigo”. Ya él tenía esto. Y, sin embargo, cuando fue sacado de su casa por la policía y llevado a la cárcel, él mismo escribe: “Estaba aturdido y grité: ¿Por qué esto?”. Él se quejó con el Divino porque le había prometido que siempre lo protegería, pero entonces, ¿dónde estaba esa protección si lo estaban encarcelando? Y el Supremo Divino le dijo: “Espera”. Sri Aurobindo esperó en la soledad de la cárcel y luego —nos cuenta— “Él puso el Bhágavad-‐guitá en mis manos”. Y le reveló la necesidad de emprender la yoga del Guitá, que él no podría haber hecho si hubiera seguido en el ajetreo de las actividades políticas. Exteriormente puede parecer que Sri Aurobindo fue removido de su campo de acción, que fue arrojado a un camino donde no tenía ninguna protección, pero la cárcel le dio la reclusión que era absolutamente indispensable para el estudio del Bhágavad-‐guitá y para que le fuera revelado su trabajo hacia el futuro. A los tres días, Sri Krishna le dijo: “¿Ahora ves? Tu fe se sacudió. ¿Pero ahora te das cuenta? Corté tus ataduras de un solo golpe. Tú querías mucho tu acción, y no la habrías dejado por ti mismo. Así que tuve que forzarte porque quiero abrazarte, y en ese bullicio tú no me habrías abrazado. Ahora que estás a solas conmigo te puedo abrazar, puedo verter todo mi amor en ti, puedo verter todos mis conocimientos dentro de ti, te puedo mostrar cuál es el camino que vas a seguir, cuál es tu próximo paso”. Por lo tanto, al ser llevado a la cárcel no supo de inmediato que era la mano de Dios, lo supo retrospectivamente, pero después todas las veces el Divino se le reveló y le mostró cómo proseguir.
«Por fin somos capaces de captar el significado de nuestras tribulaciones y sufrimientos y podemos apreciar la ayuda que se nos brindó a través de todo lo que dolió y se resistió, así como la utilidad de nuestras propias caídas y tropiezos. Después reconocemos esta conducción divina ya no en retrospectiva, sino inmediatamente, en el molde de nuestros pensamientos gracias a un Vidente trascendental; en el molde de nuestra voluntad y acciones gracias a un Poder omnímodo; en el molde de nuestra vida emocional gracias a un Deleite y Amor que todo lo atrae y todo lo asimila. Lo reconocemos también en una relación más personal que desde un principio nos conmovió o que por fin se
181
apodera de nosotros; sentimos la presencia eterna de un supremo Amo, Amigo, Amante, Maestro». Este es el momento glorioso, cuando comienzas a percibir al Divino como tu Supremo Amo, Amigo, Amante, Maestro, constantemente contigo.
«Lo reconocemos en la esencia de nuestro ser, a medida que este se desarrolla en semejanza y unicidad con una existencia más grande y más amplia; porque percibimos que este milagroso desarrollo no es el resultado de nuestros propios esfuerzos: una Perfección eterna nos está moldeando a su propia imagen. Uno que es el Señor o Ishwara de las filosofías yóguicas, el Guía en el ser consciente (caitya guru o antaryāmin), el Absoluto del pensador, el Incognoscible del agnóstico, la Fuerza universal del materialista, el Alma suprema y la suprema Shakti, el Uno que es indistintamente nombrado e iconizado por las religiones, es el Maestro de nuestra yoga». Puede llegar con cualquier nombre; puede venir como un materialista y adorar la materia. Incluso ese es el método del Divino; hacerte adorar la materia porque Él mismo se te revelará a través de la materia. Incluso un ateo puede darse cuenta de repente del Divino en la materia —sólo por el culto de la materia misma.
«Ver, conocer, devenir y consumar a este Uno al interior de nosotros mismos y en la totalidad de nuestra naturaleza exterior, fue siempre el propósito secreto y se vuelve ahora el propósito consciente de nuestra existencia encarnada. Ser conscientes de él en todas las partes de nuestro ser e igualmente en todo lo que la mente dividida ve como exterior a nuestro ser, es la consumación de la conciencia individual. Ser poseídos por él y poseerlo en nosotros mismos y en todas las cosas es la condición de todo imperio y maestría. Disfrutarlo en toda experiencia de pasividad y actividad, de paz y de poder, de unidad y de diferencia es la felicidad que el Jiva —el alma individual manifiesta en el mundo— está oscuramente buscando. Esta es la definición integral del propósito de la Yoga Integral; es la interpretación en experiencia personal de la verdad que la Naturaleza universal ha escondido en sí misma y que pare para
182
descubrir. Es la conversión del alma humana en un alma divina y de la vida natural en un vivir divino».
183
Conferencia 13 Ya pasamos por el tema de la shastra. Estamos en utsāha, continuaremos con el gurú y luego iremos a kāla. Estas son las cuatro ayudas de las que habla Sri Aurobindo. La shastra es la ciencia de los procesos y las operaciones que rigen la yoga, conduciéndonos hacia la percatación. Utsāha es el esfuerzo, el entusiasmo por parte del discípulo, quien se eleva para que el maestro lo pueda avanzar hacia la percatación.
¿Cuál es el lugar de esta aspiración del discípulo? La aspiración que te hace hacer un esfuerzo. ¿Cuál es el papel del esfuerzo en el proceso de la yoga? Esa es la pregunta. Casi habíamos terminado ya este punto, pero no está completo, por lo tanto me gustaría revisarlo. Nos enfocaremos en los aspectos correctos. Sri Aurobindo habló de tres etapas. Hay tres etapas y Sri Aurobindo nos habla del papel del esfuerzo en cada una de las tres etapas. Hay una idea equivocada: que el Divino lo hace todo y que por lo tanto, si tengo que hacer yoga, Él me hará hacerla. Él lo hace todo, y si Él quiere que yo haga yoga, Él hará que yo haga la yoga. Muy a menudo, tomamos esto como una excusa para no hacer el esfuerzo de nuestra parte. Él hace todo, y si Él está haciéndolo todo, también va a hacer esto. Esa es la reacción ignorante a una verdad profunda. Y cuando se dice una verdad, pero en el lugar equivocado, la verdad se convierte en mentira. Es cierto que el Divino hace todo, pero tenemos que ver cómo lo hace, cuál es la complejidad de esa acción, y si no vemos la complejidad, entonces no estamos diciendo la entera verdad. El Divino es, por supuesto, el iniciador, el ejecutante y el resultado; todo eso es el Divino. Es cierto que si Él lo quiere, se llevará a cabo. Sin embargo, en nuestra ignorancia no sabemos si Él lo quiere. Por lo tanto, también debemos decir eso. Si realmente queremos decir la verdad, no debemos limitarnos a decir: “Si Él lo quiere, se hará”. Esa es una afirmación incompleta. Tenemos que averiguar si Él realmente quiere o no. Para hacer una afirmación completa, deberíamos decir: “Si Él quiere...”. Y en el momento en que decimos: “Si Él quiere...”, somos ignorantes. Por lo tanto, nuestra afirmación es incompleta. Tendríamos que averiguar si Él quiere. Así que, incluso para ir de este estado a ese otro estado tenemos que hacer un esfuerzo. Tendremos que saber si Él realmente lo quiere.
Yo les había dicho la última vez, cuando dibujé un diagrama, les había dicho que este es el Poder Divino. Este Poder es el que está obrando en
184
todas partes. Pero yo les había dicho que en un determinado momento este Poder Divino crea un bloqueo, que también se crea por sí mismo. Esto introduce el elemento de complejidad. Hay una diferencia entre el Poder Divino manifestándose sin obstáculos, y el Poder Divino manifestándose a través de un bloqueo. Hay un nudo o una serie de nudos que se crean debido a este bloqueo. Cada nudo es lo que se llama el ego. Cada uno de nosotros es este ego. Debido a este nudo egoísta, la fuerza, que en realidad debería proceder suavemente, sin obstáculos, se tuerce toda y no se mueve fluidamente. Es por eso que lo que vemos en este mundo no es una manifestación directa del Divino. Todo tipo de retorcimientos están presentes en esta manifestación. Por eso este mundo está lleno de dificultades, obstáculos, de los fenómenos de la incapacidad, de la muerte, del dolor. Todos estos fenómenos resultan de este nudo central del ego.
Tenemos que examinar que, a pesar de que el Poder está obrando siempre desde atrás, en nosotros se está moviendo a través de una torsión. Como resultado, esta torsión contiene tres elementos. En primer lugar, este ego ignorante piensa que este poder es su poder. No reconoce que hay un Poder Supremo que está detrás de él. Por el contrario, dice: “Este poder que se mueve en mí es mi poder”. No reconoce el Poder superior detrás. En consecuencia, la grandeza, la supremacía de este Poder se reduce, así que el propio Poder se disminuye. La segunda consecuencia es que se crea una resistencia a este Poder. Cualquier poder que venga de lo alto se topa con una resistencia, con un movimiento opuesto. Así que el Poder no sólo está disminuido por la idea egoísta de que proviene de nosotros mismos, sino que también le oponemos resistencia a este Poder. Esta es la segunda consecuencia. Y la tercera consecuencia es que el ego levanta una pared. El Poder es disminuido, al Poder se le opone resistencia y, por último, el ego construye al estilo de la araña un pequeño hogar para sí mismo, se construye una fortaleza. Si escuchamos la música que suena en esa fortaleza, oiremos tatarear una o dos palabras todo el tiempo: “Yo estoy haciendo, yo estoy haciendo, yo estoy haciendo... Yo soy el hacedor, yo soy el hacedor, yo soy el hacedor...”. Debido a esta música incesante, persiste la creencia de que el ego es el hacedor. Cuando se le dice al ego que el Divino es el hacedor íntegro, cada vez que no quiere hacer algo, entonces replica: “Que el Divino lo haga”. No es que realmente él crea que el Divino es el hacedor, sino que quiere resistirse y resistirse, y por eso dice: “Si el Divino es el hacedor, que lo haga Él, yo no hago nada”. Pero por dentro la creencia es: “Yo soy el
185
hacedor”. Esa creencia no se cancela. Es sólo que, en respuesta, uno está usando las palabras de la sabiduría, pero no como producto de una verdadera convicción de que el Divino es el hacedor. La convicción de uno es: “Yo soy el hacedor”. Si esta convicción se ha perdido y uno dice que el Divino es el hacedor, por supuesto la consecuencia es absolutamente perfecta. El Divino sin duda hará y siempre está haciendo todo lo que hay que hacer. Pero debido a que opera la fuerte convicción del ego, tenemos que lidiar con él en ese estado de conciencia y por lo tanto se necesita el elemento del esfuerzo. Todo el esfuerzo se hace necesario a causa de esta falsa idea de que “yo soy el hacedor”. Si esta falsa idea es eliminada, entonces no hay lugar para el esfuerzo. La función del esfuerzo es una resultante de esta conciencia de que “yo soy el hacedor”. Por lo tanto, si ustedes desean ponerse en las condiciones adecuadas, deben empezar diciendo: “Tengo que hacer un esfuerzo”.
Y cuando ustedes hacen el esfuerzo, Sri Aurobindo dice que hay tres etapas. El primer esfuerzo es el proceso de trascender este muro que ha sido construido por el ego, de manera que la conciencia, que vibra aquí, se vuelva capaz de excederse a sí misma e identificarse con la fuente del poder. Se llama esfuerzo de auto-‐trascendencia e identificación con el Ser Supremo. Durante todo este proceso, el esfuerzo es necesario. Constantemente nos topamos con esta pared, constantemente nos caemos y constantemente tenemos que levantarnos de nuevo para trascender nuestro pequeño ego e identificarnos con el Ser. Esta es la primer y larga etapa. Es una etapa muy larga. Durante esta etapa, si hacemos una afirmación falsa: “El Divino lo hará”, Sri Aurobindo nos advierte: “No se hagan la ilusión de que el Divino hará la yoga por ustedes”. El Divino nos exige, pero no se impone sobre nosotros. Esa actitud proviene de que el ego cree que es el hacedor. Y mientras creamos eso, habrá una resistencia. Ese es el significado del Divino pidiendo, pero no imponiéndose. Él nos dice la verdad real, pero mientras esta falsa idea se mantenga activa, operativa, convincente, se nos pedirá que hagamos un esfuerzo por trascendernos a nosotros mismos e identificarnos con el Ser Supremo, el Ser Trascendental y el Ser Universal. Esta es la primera etapa.
La segunda etapa es cuando recibimos el poder directamente, no a través de los nudos, no a través de la obstrucción. Recibimos el poder del Divino de tal forma que este poder es capaz de obrar sin verse afectado por este muro. Y todos los instrumentos de nuestro ser se transforman. Nuestra conciencia egoísta es una red compleja; es como
186
una telaraña, consta de muchos hilos entretejidos. Está la red del cuerpo, de la vida y de la mente. Estos son los tres instrumentos y el hilo egoísta está entretejido en los tres. En todas partes hay un hilo egoísta, de conciencia egoísta que opone resistencia. Les dije que hay tres cosas que están sucediendo todo el tiempo: la disminución del poder, la resistencia al poder y la perpetuidad de la pared. Este poder viene directamente y cada vez más, tan pronto como establecemos contacto con el Ser, con el Divino. Una vez que nos identificamos con Él, la fuerza fluye todo el tiempo, se recibe y transforma la mente, la vida y el cuerpo. Este también es un proceso muy, muy largo.
Y la tercera etapa es cuando todos estos muros se han roto y en vez de ego ya sólo queda el jīvātman. El ego se ha ido y sólo permanece el jīvātman. Y la naturaleza misma del jīvātman es una rendición constante, automática, no elaborada, una auto-‐sumisión automática al Supremo. Es el amado amigo del Divino, siempre dependiente del Divino, un feliz compañero del Divino. Y entonces se crea un centro Divino para que funcione en el mundo como un canal libre del Divino, un canal del Divino sin obstrucciones, a través del cual la fuerza divina se extiende en el mundo.
Estas son las tres etapas. La primera etapa es un esfuerzo por trascender la disminución del poder del Divino, la resistencia al poder Divino y las paredes que han sido creadas por el ego, hasta romperlas. Esta es la primera etapa y aquí tenemos que hacer un enorme esfuerzo. Sólo entonces esa idea será erradicada del ámbito psicológico; esa firme convicción será anulada. Primero tenemos que establecer el contacto, luego viene la identificación. Cuando esto sucede, o a medida que nos movemos más y más hacia el contacto y la identificación, más nos damos cuenta de que no somos los hacedores, y entonces ya no queda mayor esfuerzo por hacer. Llega un momento en que basta tener voluntad de algo y el resultado se logra, debido a que las paredes no están allí y el Poder Supremo obra de forma automática. Una parte importante de nuestra vida o de nuestra yoga es el largo trecho del esfuerzo. Por lo tanto, nunca debemos arrogarnos el derecho a decir: “Ahora no voy a hacer ningún esfuerzo. Si el Divino quiere, Él lo hará”. Es una reacción falsa y orgullosa a la gran verdad de que el Divino es el hacedor. No debemos engañarnos, siempre debemos hacer un esfuerzo. El esfuerzo es nuestra prerrogativa —podría decirse—, es un privilegio. Tenemos que hacer un esfuerzo. Cuanto más y más lleguemos a este punto de contacto e identificación, más se expresará la fuerza. Veremos que automáticamente nos entregamos a este poder y él sigue obrando.
187
Y cuando nos convirtamos en el centro Divino, de forma automática sentiremos que no somos los hacedores, es Él quien está haciendo todo de forma automática. No hay ningún esfuerzo ahí.
Ahora vamos a leer este párrafo, ya que es muy importante. Se aplica a cada uno de nosotros. Todos nosotros somos discípulos y todos somos instrumentos. Este párrafo resume el papel del discípulo, lo que tenemos que hacer de nuestra parte:
«El proceso de la Yoga Integral tiene tres etapas, en verdad no agudamente diferenciadas o separadas, sino en cierta medida sucesivas. Debe haber, primero, el esfuerzo al menos inicial y favorable por trascenderse y contactar al Divino; a continuación, la recepción en nuestro interior de aquello que trasciende, de aquello con lo que hemos ganado comunión, para la transformación de todo nuestro ser consciente; por último, la utilización de nuestra transformada humanidad como un centro divino en el mundo». Estas son las tres etapas. Vamos a repetirlo, porque hay que recordar estas tres etapas. Es una clave para toda la Yoga Integral. Siempre que queramos juzgar hasta qué punto hemos progresado, volvemos sobre esta frase y sabremos dónde estamos parados. Y en general veremos que nos hallamos en la primera etapa, porque sólo cuando no nos planteemos la pregunta, sabremos que ya la hemos trascendido. Mientras nos lo preguntemos, todavía estaremos en la primera etapa.
«Debe haber, primero, el esfuerzo al menos inicial y favorable por trascenderse y contactar al Divino; a continuación, la recepción en nuestro interior de aquello que trasciende, de aquello con lo que hemos ganado comunión, para la transformación de todo nuestro ser consciente; por último, la utilización de nuestra transformada humanidad como un centro divino en el mundo». No voy a seguir adelante porque quiero que esto se establezca. Voy a leerlo una vez más, de nuevo, pero en una forma diferente.
«Debe haber, primero, ...» ¿Qué?
188
«... el esfuerzo al menos inicial y favorable por trascenderse y contactar al Divino; a continuación, ...» ¿Qué sigue a continuación?
«... la recepción en nuestro interior de aquello que trasciende, de aquello con lo que hemos ganado comunión, ...» Hemos comenzado a hablar con Dios; por las condiciones, antes éramos incapaces de hablar con Él.
«... para ...» ¿Para qué, con qué propósitos?
«... para la transformación de todo nuestro ser consciente; ...» Y ahora viene el segundo paso:
«... por último, ...» ¿Cuál es la última etapa?
«... la utilización de nuestra transformada humanidad como un centro divino en el mundo». Primero elevarnos, luego permitir que lo que está por encima de nosotros entre en nosotros, y en tercer lugar convertirnos en un centro divino en el mundo.
Ahora Sri Aurobindo analiza el papel exacto del esfuerzo en todas las tres etapas:
«En tanto el contacto con el Divino no se haya establecido en un grado considerable, en tanto no haya un cierto nivel de identificación sostenida, sāyujya, el elemento del esfuerzo personal debe normalmente predominar». Es un proceso largo y durante ese periodo el esfuerzo personal debe prevalecer. Debe haber esfuerzo constante, vigilancia de nuestro lado.
«Pero a medida que este contacto se establece, el sādhaka debe volverse consciente de que una fuerza distinta a la suya, una fuerza que trasciende su tentativa y capacidad egoístas, está obrando en él y a este Poder aprende progresivamente a someterse y le entrega la carga de su yoga».
189
Cuanto más y más estamos en contacto con el Divino, durante nuestras conversaciones con el Divino, siempre le decimos: “Por favor, hazte cargo de mi yoga”. Reconocemos que en realidad es Él quien está haciendo todo, así que lo admitimos, nos sometemos y lo aceptamos, y ponemos la carga de la yoga en sus manos. Y cuando Él entra en la yoga, entonces nuestro esfuerzo personal disminuye, no es muy necesario. Siempre que lo anterior haya sucedido. No vayamos a engañarnos con que ahora el Divino se ha hecho cargo de nuestra yoga. Debemos examinarnos una y otra vez. ¿Acaso Él se ha hecho realmente cargo? Hasta ese momento, a menos que estemos seguros de que el Divino nos ha dicho: “Mira, no te preocupes. Me he hecho cargo de ti”, tendremos que esforzarnos. Luego el esfuerzo disminuirá cada vez más.
«Al final su voluntad y fuerza propias se vuelven una con el Poder superior; él las funde en la Voluntad Divina y su Fuerza trascendente y universal. De allí en adelante el sādhaka ve que este Poder preside la necesaria transformación de su ser mental, vital y físico con una sabiduría imparcial y una previsora efectividad de las cuales el ansioso e interesado ego no es capaz. Cuando esta identificación y esta fusión se han completado, el divino centro en el mundo está listo. Purificado, liberado, plástico, iluminado, puede empezar a servir como un medio para la acción directa de un Poder supremo en la más abarcadora yoga de la humanidad o la suprahumanidad, de la progresión espiritual de la Tierra o su transformación». Hay una hermosa palabra en el Bhágavad-‐guitá: muktasyakarma. Se trata de una frase en sánscrito que significa “la acción del liberado”. Karma significa acción; sya significa de; mukta significa liberado. Sri Aurobindo lo describe como “purificado, liberado, plástico, iluminado”, cuatro palabras importantes. Esa es la marca del hombre liberado. Durante el proceso de la yoga debemos tratar de alcanzar estas cuatro cualidades: purificación, liberación, plasticidad, iluminación. Hay numerosas etapas de purificación, liberación, plasticidad e iluminación. Tenemos que mantener este objetivo ante nosotros y sólo entonces podremos realmente comenzar a hacer lo que se llama la obra Divina. Hay entre nosotros un mal uso de esta palabra. A menudo nos decimos a nosotros mismos y al mundo que estamos haciendo la obra Divina. Tengamos cuidado con el uso de esta palabra. No es un término exacto cuando hablamos. Para poder hacer la obra Divina debemos tener estas
190
cuatro cualidades: purificación, liberación, plasticidad e iluminación. Hasta ese momento no tenemos ninguna autoridad para decir: “Estoy haciendo la Divina obra”. Si la decimos, es una declaración falsa.
Muy a menudo decimos que estamos haciendo el trabajo de Madre. En realidad, un discípulo le escribió a Madre diciéndole: “Madre, yo quiero hacer el trabajo de Madre”. Madre dijo: “Eso tomará largo tiempo”. Hacer en realidad el trabajo de Madre es un proceso largo, largo. Tenemos que llegar a este punto. Antes de eso, debemos trabajar para el Divino, ya que hay una diferencia entre hacer trabajo divino y trabajar para el Divino. Cuando trabajamos para el Divino nos encontramos en la primera etapa. Se lo estamos ofreciendo al Divino, es sólo la primera etapa. Estamos intentando entrar en la auto-‐trascendencia para contactarnos e identificarnos con el Divino. Luego viene el segundo proceso, el de recibir al Ser Supremo dentro de nosotros mismos, dentro de nuestro cuerpo, vida y mente para transformarlos. Cuando esto se haya logrado, entonces podremos, tendremos derecho, estaremos calificados para decir: “Ahora estoy haciendo la obra Divina”. Muktasyakarma, nos habremos liberado. No estaremos más sujetos a las pasiones —esa es una señal importante. La palabra pasión es una palabra muy importante. Ser apasionado o estar bajo una pasión es ser pasivo. Algo nos está dominando. Tanto domina que somos pasivos ante eso. Somos como esclavos ante eso. Ser esclavo de un sentimiento, de una emoción, es no poderse resistir a ella en absoluto. Somos tan pasivos que permitimos que eso se manifieste a través nuestro, estamos atados a eso. Siempre y cuando las pasiones operen a través nuestro, estamos amarrados, somos esclavos. No nos hemos liberado. Haberse liberado es no tener ninguna influencia abrumadora sobre nosotros, nada que nos domine. Las pasiones son una señal de que estamos atados, en la esclavitud.
Así que cuando estamos purificados, liberados, plásticos, iluminados, entonces comenzamos a servir como un medio para la acción directa del Poder Supremo “en la más abarcadora yoga de la humanidad o la suprahumanidad”. De verdad nos convertimos en colaboradores, somos los mensajeros de Dios, somos los profetas de Dios, los Hijos de Dios y entonces podemos trabajar en la humanidad como seres libres, sin ataduras, y contribuir al avance espiritual de la humanidad.
Este era el párrafo que habíamos hecho la última vez. Lo he vuelto a revisar porque es muy importante. En cierto sentido, se podría decir que la Yoga Integral se resume en ese párrafo.
191
[Alguien pregunta: ¿Qué significa “previsora efectividad”?]
«... con una sabiduría imparcial y una previsora efectividad ...» Cuando trabajas en ti mismo egoístamente, haces un esfuerzo egoísta, eres parcial contigo mismo, te favoreces, te justificas, no eres capaz de ver tus propios defectos, pero cuando el Divino obra en ti, entonces el propio Divino te dice: “Ahí estás equivocado”, y tú eres capaz de admitir que ahí estás equivocado. Te ves a ti mismo, por así decirlo, como un científico a través de un microscopio. Ya no estás más tratando de ocultar este o ese rincón de tu ser, ya no estás más tratando de justificar esto o aquello. No tienes ningún tipo de excusa; es muy agudo, muy poderoso. Permites que el propio Divino obre en ti con los cuatro poderes de la Madre.
Está Maheshwari, que obra en ti con sabiduría, pero con sabiduría imparcial, y pone de manifiesto todos tus defectos, sin piedad. Debido a que estás trabajando para Él, abierto al Divino, Él no dejará de revelar tus defectos, te iluminará y dirá: “Ahí está tu defecto, este es tu defecto”. Cuando te des cuenta de tus propios defectos, piensa que el Divino está obrando muy bien en ti. El Divino te está ayudando, porque ahora está trabajando de manera imparcial contigo para que puedas ver tus defectos muy claramente. Esta es una forma de la obra divina.
Cuando es necesario, Él obra con el poder de Mahakali, impetuosamente, incluso te destruye —se podría decir. En un segundo la gran obstrucción es eliminada. Al igual que un buen médico que quiere extraer la espina que se te ha enterrado profundamente en la carne y, en un segundo, simplemente la saca. Sientes un tremendo dolor en ese momento, pero luego se acabó. El obstáculo ha desaparecido. Esta es la segunda forma en que el Divino obra en ti con previsora efectividad. La efectividad, que es maravillosa. Pero la acción de Mahakali no viene de manera arbitraria. El Divino ve cuánto puedes soportar. Es un muy buen médico. Él sabe exactamente cuándo te puede dar, y cuánto, cuál es la dosis para darte, por lo tanto, es previsor. Cuando estás absolutamente abierto al Divino, cuando no lo malinterpretas, Él viene con impetuosidad. Es como si, incluso cuando te estás resistiendo, Él te llevara en su abrazo porque estás tan abierto a Él, y Él sabe que ahora todas tus resistencias han bajado la guardia, entonces Él trabaja con fuerza. Pero cuando no es el caso, se mueve lentamente. Ese es el significado de la previsora efectividad. Cuando cierta dosis es necesaria, te da esa dosis, de acuerdo a tus capacidades,
192
a cuánto puedas soportar. El Divino no tiene prisa ni tampoco es lerdo. En el momento adecuado, te da la adecuada cantidad de energía y entra en ti muy sabiamente, muy imparcial y previsoramente, según tu necesidad, según tu apertura hacia Él.
Él obra con el poder de Mahalakshmi. Vierte en ti la sonrisa cautivadora que es irresistible. Él es muy íntimo. El contacto es tan mágico que te derrites en su presencia. Todas las resistencias desaparecen. No es como una acción de Mahakali; sin embargo, tu corazón se derrite de forma automática cuando el Divino obra en ti mediante el poder de Mahalakshmi.
Él actúa a través del poder de Mahasaraswati. Mahasaraswati es una productora constante, una constante trabajadora. El Divino está obrando día y noche. Una vez que has alcanzado este estado de contacto con el Divino, recuerda que el Divino no diferencia entre el día y la noche. Él está constantemente trabajando. Incluso en tu sueño, cuando estás inconsciente, Él está consciente. Cuando tú no puedes estar vigilante, Él está vigilante, Él te protege. Él no permite que te deslices hacia abajo, te mantiene siempre en lo alto, ese es el poder de Mahasaraswati. Y se afana por obrar en todos los defectos, como un orfebre. Él toma cada pequeña cosa, cada pequeña cantidad de oro en nosotros y hace varios tipos de formas bellas. Todo está tan bien cincelado que todo brilla con ese cincelado. Y Mahasaraswati es quien hace el trabajo tan perfectamente que cuando se ha llevado a cabo, no queda ningún defecto, ninguna labor ha sido desatendida, no se ha omitido nada y nada se ha olvidado.
Esos son los cuatro poderes que Sri Aurobindo resume como
«... con una sabiduría imparcial y una previsora efectividad ...». Esas son las cuatro potencias mediante las cuales obra el Divino y de las cuales el ego es absolutamente incapaz;
«... de las cuales el ansioso e interesado ego no es capaz». Esa pequeña cosa insignificante que llamamos ego —mí mismo—, que está ansioso de esto y con ganas de aquello, y quiere este y otro resultado de inmediato, y se enorgullece, este ansioso e interesado ego no es capaz de esta sabiduría imparcial ni de esta previsora efectividad.
«Siempre es el Poder superior el que actúa en verdad. Nuestro sentido del esfuerzo y de la aspiración personales proviene del
193
intento de la mente egoísta de identificarse en un modo erróneo e imperfecto con el funcionamiento de la Fuerza divina. La mente persiste en aplicarle a la experiencia de un plano supernormal los términos de la mentalidad común que le aplica a sus experiencias normales del mundo. En el mundo actuamos con el sentido del egoísmo; reclamamos como propias las fuerzas universales que obran en nosotros; reclamamos como efecto de nuestra voluntad, sabiduría, fuerza y virtud personales a la selectiva, formativa y progresiva acción del Trascendente en este marco mental, vital y corporal. La iluminación nos hace saber que el ego es sólo un instrumento; comenzamos a percibir y a sentir que estas cosas son nuestras en cuanto le pertenecen a nuestro Ser supremo e integral, uno con el Trascendente, no al ego instrumental. Nuestras limitaciones y distorsiones son nuestra contribución al trabajo; el verdadero poder allí es del Divino. Cuando el ego humano se percata de que su voluntad es una herramienta, su sabiduría ignorancia y puerilidad, su poder los tanteos de un chiquillo, su virtud una pretenciosa impureza, y aprende a confiarse a aquello que lo trasciende, esa es su salvación. La aparente libertad y la autoafirmación de nuestro ser personal, al cual estamos tan profundamente apegados, esconde la más lamentable sujeción a miles de sugestiones, impulsos, fuerzas que hemos hecho ajenos a nuestra personita. Nuestro ego, jactándose de libertad, es a cada momento el esclavo, el juguete y el títere de incontables seres, poderes, fuerzas e influencias de la Naturaleza universal. La plenitud del ego está en someterse al Divino; rindiéndose ante aquello que lo trasciende se libera de las ataduras y los límites, y es su perfecta libertad». Al igual que el anterior párrafo que leímos, esta es una declaración completa de la Yoga Integral en un párrafo. Del mismo modo, este párrafo nos ofrece un análisis completo de todos los obstáculos que se encuentran en nuestro camino. Nos habla de cómo ponemos obstáculos en nuestro camino a causa de nuestro propio egoísmo.
«Pero aún así, en el desarrollo práctico, cada una de las tres etapas tiene su necesidad y utilidad ...»
194
Cuando somos ignorantes hacemos un enorme esfuerzo. Cuando comenzamos a tener un contacto más asiduo, el esfuerzo personal se reduce cada vez más a medida que el contacto se hace mayor. Y cuando nos convertimos en un centro del Divino no hay esfuerzo personal en absoluto, todo eso desaparece. Cada una de las tres etapas tiene su necesidad y su utilidad: predominio del esfuerzo personal, disminución gradual del esfuerzo personal, desaparición del esfuerzo personal.
«... y hay que darle su tiempo o su lugar. No servirá, no puede ser seguro o efectivo empezar sólo por la última y más alta». Si nos sentamos a decirnos que ya estamos en la tercera etapa, cuando apenas vamos en la primera, será un desastre. Si nos acomodamos en la silla diciendo: “Ahora el Divino está trabajando en mí, soy un centro divino”, será un desastre.
«Tampoco sería el curso adecuado saltar prematuramente de una a otra». Hay que ir poco a poco, siempre hay que ser muy sabio para avanzar de una etapa a la otra. Somos egoístas, admitamos que somos egoístas y hagamos un esfuerzo. No se puede curar el egoísmo diciendo: “Yo no soy egoísta”. Uno se tarda mucho tiempo en curarse del egoísmo, por lo tanto, debemos ser humildes y decir: “Sí, yo aún soy egoísta, pero ahora estoy haciendo un esfuerzo, porque es lo apropiado para esta etapa egoísta”.
«Porque incluso si desde un inicio reconocemos con la mente y el corazón al Supremo, hay elementos de la naturaleza que por largo tiempo impiden que el reconocimiento se convierta en una percatación». La sola idea de que Dios es el hacedor de todas las cosas no nos hará percatar de que Dios es el hacedor de todas las cosas.
«Pero sin la percatación nuestra creencia mental no puede convertirse en una realidad dinámica; sigue siendo sólo una figura del conocimiento, no una verdad viva; una idea, todavía no un poder. E incluso si hemos empezado a percatarnos, sería peligroso imaginar o asumir demasiado pronto que estamos por completo en las manos del Supremo o actuando como su
195
instrumento. Esa asunción podría introducir una falsedad calamitosa; ...» Antes de que nos percatemos que el Divino se ha hecho cargo de nosotros, empezamos a decir que lo ha hecho porque hemos hablado con Él; pero un mero hablar con Él no significa que realmente nos ha respondido. Él tiene que aceptarnos, en realidad tiene que tomarnos en sus manos y debemos estar seguros de que nos está llevando en sus manos. Él tiene que decirnos definitivamente: “Sí, desde ahora me hago cargo de ti”.
«... podría producir una desvalida inercia o, magnificando los movimientos del ego con el Divino Nombre, podría distorsionar desastrosamente y arruinar todo el curso de la yoga. Hay un periodo, más o menos prolongado, de esfuerzo y lucha interiores en que la voluntad individual tiene que rechazar la oscuridad y las distorsiones de la naturaleza inferior y ponerse resueltamente o vehementemente del lado de la Luz divina. Las energías mentales, las emociones del corazón, los deseos vitales, el propio ser físico tienen que ser obligados a la actitud correcta o entrenados para admitir y responder a las influencias correctas. Es sólo entonces, sólo cuando esto ha sido verdaderamente hecho, que se puede efectuar la rendición de lo inferior a lo superior, porque el sacrificio se ha vuelto aceptable». Entonces sabemos que el Divino realmente ha aceptado nuestro sacrificio, toda nuestra tapasyā. Hubo un discípulo que le preguntó a Sri Aurobindo: “¿Puedo ver al Divino?”. Y Sri Aurobindo le respondió: “La cuestión es si el Divino quiere verte”. Esa es la etapa a la que debemos llegar: que el Divino quiera vernos y tomarnos a su cargo. Pero esta llega cuando estamos constantemente haciendo el esfuerzo, la tapasyā.
«La voluntad personal del sādhaka tiene primero que asir las energías egoístas y girarlas hacia la luz y lo correcto; ...» Esta es la primera cosa que hay que hacer: buscar el conocimiento, tratar de hacer la acción correcta constantemente, salir del error, descubrir la Verdad, dejar de hacer malas acciones y practicar constantemente la acción correcta. Debido a que es el primer paso, empecé a hablar con ustedes acerca del dharma, ¿recuerdan?, hace
196
mucho, mucho tiempo. Lo primero que hay que hacer es buscar la Luz y lo correcto como una luz del dharma y practicar el dharma. Es un proceso largo.
«... una vez giradas, aún tiene que entrenarlas para que reconozcan eso siempre, para que siempre acepten, para que siempre sigan eso». La palabra siempre es muy importante. En nuestro egoísmo, cada vez que logramos hacer una cosa, nos relajamos. Nos olvidamos de que tenemos que hacer siempre, que tenemos que persistir en hacer lo correcto, persistir en el descubrimiento de la verdad.
«Progresando, aprende, todavía usando la voluntad personal, el esfuerzo personal, las energías personales, a emplearlos como representantes del Poder superior y en consciente obediencia a la Influencia superior.» La palabra obediencia es muy-‐muy-‐muy-‐muy importante. La obediencia es la única cosa que no le gusta al ego. Al ego le gusta la afirmación, la asertividad. Por lo tanto la obediencia debe ser aprendida. Obedecer la influencia superior, alcanzar el estado de obediencia es un logro tremendo. En primer lugar, descubrimos cuál es la influencia superior y luego cultivamos la influencia de la obediencia. Puede que no nos guste la orden de la influencia superior, pero debemos obedecer. Por lo tanto, en el sistema indio de yoga al discípulo se le decía: “Obedecer al principio, obedecer en el medio, obedecer al final”. No desobedecemos en ninguna etapa de nuestro movimiento. Si realmente deseamos lo más alto, la obediencia debe ser voluntaria, no a punta de azotes. Si deseamos al Divino, si estamos ansiosos por percatarnos del Divino, entonces, ya que nos encontramos en la ignorancia y la oscuridad, ya que estamos cometiendo errores, ya que es muy fácil desviarnos del camino correcto, deberíamos decirle de buen grado a la influencia superior: “Según Tu Voluntad, según Tu Voluntad, que se haga según Tu Voluntad”. El afán de obedecer debe ser la verdadera condición de la conciencia. El egoísmo normal quiere resistirse. “¿Por qué debo hacerlo? No me gusta!”. Sin embargo, recordemos que nuestra obediencia no es indiscriminada, no es a cualquier cosa, no es ante todo el que nos de órdenes. ¡No! Debemos discriminar bien. ¿A quién obedecemos? A quien es nuestra influencia superior. Y con una obediencia perfecta, sin reticencias. Debemos estar muy contentos de obedecer, incluso cuando no creemos, cuando
197
nuestra mente nos dice que no quiere. Mientras seamos discípulos, mientras seamos estudiantes, obedezcamos, la obediencia es el camino para evolucionar.
«Progresando aún más, su voluntad, esfuerzo, energía dejan de ser personales y separados, y se convierten en actividades de ese Poder e Influencia superior que obran en el individuo. Pero todavía hay una especie de bache o distancia ...» Incluso en el nivel más alto de nuestro desarrollo, cuando podemos ver la voluntad superior obrando en nosotros, incluso entonces, dice Sri Aurobindo, no nos engañemos, todavía hay un bache entre nosotros y Él.
«Pero todavía hay una especie de bache o distancia que necesita un oscuro proceso de tránsito, no siempre preciso, a veces incluso muy distorsionado, entre el divino Origen y la corriente humana emergente. Al final del proceso, con la progresiva desaparición del egoísmo y de la impureza y de la ignorancia, esta última separación es eliminada; todo en el individuo se convierte en la obra divina».
198
Conferencia 14 Llegamos al tercer aspecto. Sri Aurobindo habló del tercer elemento allí mismo, en el primer párrafo del capítulo:
«En tercer lugar intervienen —para jalonar nuestro conocimiento y esfuerzo hasta el ámbito de la experiencia espiritual— la sugerencia directa, el ejemplo y la influencia del Maestro —gurú». Hay tres cosas; la primera:
«... jalonar nuestro conocimiento y esfuerzo ...» Ya el término esfuerzo hace que levantemos nuestras manos. El maestro viene, nos toma de las manos —que ya están levantadas— y nos jalona. Esa es la primera función del maestro. Jalonar nuestro conocimiento y esfuerzo, y este esfuerzo es jalonado tan a lo alto que podemos acceder a la experiencia espiritual. Y luego hay tres palabras importantes:
«... la sugerencia directa, el ejemplo y la influencia». Estas son las tres palabras claves en cualquier proceso de enseñanza. El maestro no enseña tanto como sugiere. Hay una diferencia entre enseñar y sugerir. Un buen profesor sugiere. Incluso en su modo de instruir. Si normalmente el maestro da conferencias, estas conferencias deberían tener la forma de sugerencias. No es un capataz dando instrucciones que deben ser obedecidas y cumplidas. Un buen maestro no instruye tanto como sugiere. Un maestro sugiere, luego da ejemplo consigo mismo, de manera que exactamente no enseña, sino que interpreta en sí mismo lo que quiere transmitir a los demás. Él suministra un ejemplo. Y en tercer lugar está la influencia. Influencia es una palabra muy delicada. ¿Qué es influencia? Volveré en un momento sobre ella, pero primero quiero subrayar los términos
«... jalonar nuestro conocimiento y esfuerzo ...»; en segundo lugar
«... el ámbito de la experiencia espiritual ...»; y en tercer lugar sí hablaremos de
«... la sugerencia directa, el ejemplo y la influencia».
199
Y ahora que estamos leyendo sobre el Maestro, deberíamos señalar dónde Sri Aurobindo se refiere a estas tres cosas.
«Así como la suprema Shastra de la Yoga Integral es el eterno Veda secreto en el corazón de cada hombre, asimismo su supremo Guía y Mentor es el Guía interior, el Maestro Universal, jagad-‐guru, secreto dentro de nosotros. Es él quien destruye nuestra oscuridad mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; esa luz se convierte en nuestro interior en la creciente gloria de su propia auto-‐revelación. Él revela progresivamente en nosotros su propia naturaleza de libertad, deleite, amor, poder, ser inmortal. Él pone su divino ejemplo ante nosotros como nuestro ideal y transforma la existencia inferior en un reflejo de lo que ese ideal contempla. Vertiendo en nuestro interior su propia influencia y su presencia, faculta al ser individual para que logre identificarse con lo universal y trascendente». Hay una teoría en la India: sin el maestro, tú nunca-‐nunca-‐nunca logras alcanzar al Divino. Es por eso que en la India siempre se le aconseja a las personas que encuentren un maestro. Normalmente, cuando se dice esto, se hace referencia a cualquier buen ser humano que se supone tiene un poder, un conocimiento y una experiencia que le puede transmitir a su discípulo. Por lo tanto, en la India las personas andan en busca de lo que se denomina un profesor humano. Cuando Sri Aurobindo usa la palabra “maestro” en este párrafo, no se refiere a ningún profesor humano, se refiere al Maestro Universal, se refiere al Guía interior. Así como la Shastra de la yoga no está contenida en ningún libro, asimismo el maestro al que nos tenemos que referir o hacia el que debemos volvernos no es ningún profesor humano, sino el Divino Maestro. Es el propio Divino. Es el Divino Maestro que está en nuestro corazón. Así como la Shastra está en el corazón, asimismo el maestro también está en nuestro corazón. El lugar del profesor humano está subordinado, uno podría decir que él es una concesión y que si lo necesitamos, podemos tenerlo, pero no hace falta que tengamos un profesor humano porque el Maestro está siempre aquí, con nosotros.
Ahora bien, ¿cuál es la marca de ese maestro? ¿Cómo lo experimentamos?
200
«Es él quien destruye nuestra oscuridad mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; esa luz se convierte en nuestro interior en la creciente gloria de su propia auto-‐revelación». Estas dos frases son muy difíciles de entender, aunque no propiamente en términos lingüísticos. Pero tratemos de entenderlas:
«Es él quien destruye nuestra oscuridad mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; ...» Primero está el concepto de oscuridad y luego está el concepto de luz resplandeciente. La luz es calificada porque puede haber luz física, puede haber luz racional, la luz de la razón, y puede haber la luz de Su Conocimiento. No se trata de luz física, no se trata de conocimiento racional, pero hay una luz, la luz de Su Conocimiento. ¿Cuál es esa luz de Su Conocimiento? Formulemos la pregunta: ¿qué es conocimiento? Entonces sabremos cuál es Su Conocimiento.
Cada vez que hablamos de conocer, la palabra conocer está incompleta, porque, adicionalmente, preguntamos: ¿conocer qué, a quién? Cada vez que usamos la palabra conocimiento, necesariamente formulamos una frase incompleta. Si yo pregunto: “¿Tienes conocimiento?”, la pregunta sigue siendo incompleta, a menos que le adicione una palabra que defina la calidad del conocimiento; conocimiento de esto o de aquello. Normalmente la palabra conocimiento se refiere a un proceso de develamiento, de descubrimiento. Hay un objeto que está velado, cubierto, y cuando lo develas, cuando lo descubres, entonces surge el conocimiento de ese objeto. Básicamente, el conocimiento es un proceso de develamiento. También usamos la palabra descubrir. Hay muchas cosas que se develan simplemente a través de las palabras. Pronunciamos una palabra y el objeto se devela. Cuando un niño aprende, al inicio, con frecuencia lo hace únicamente a través de las palabras: “Vi un gato”. Cuando al niño se le dice la palabra gato, algo se devela para el niño. Él ve el objeto y la palabra “gato” devela ese objeto, tanto que la próxima vez, incluso si el objeto no está presente, la mera mención de la palabra inmediatamente dará la imagen de un gato real. De manera que la palabra es un muy poderoso instrumento de develación. Es por eso que, cuando quiera que usemos la palabra “conocimiento”, nuestra primera preocupación es con la palabra. Esa es la razón por la cual muchos educadores empiezan por hablarnos acerca de las palabras. Cuando se pronuncia una palabra, algo sucede en la
201
conciencia. No es una luz física, sino algo que empieza a develar, y algo empieza a brillar. Puede ser una imagen la que brille; puede ser una idea la que brille. No solemos pensar que las ideas son como luz, porque las ideas pueden seguir andando incluso en nuestra oscuridad física, pero el hecho es que las ideas son como bombillitos, lucecitas, y estas ideas se encienden mediante las palabras. Pero hay límites para las palabras. No todo puede ser develado por las palabras. Cuando uso una palabra, pero ustedes no han visto el objeto, dicha palabra no tiene ningún significado, y el objeto puede verse, el objeto físico se puede ver sólo si se proyecta sobre él una luz física. Hay una conexión entre la luz y el objeto. Hay objetos que son luminosos en sí mismos, no necesitas alumbrarlos porque brillan por sí mismos, con su propia luz, en cuyo caso no necesitamos llevar una antorcha y ponerles luz desde afuera. Pero no todos los objetos son luminosos por sí mismos. Una estrella es luminosa, la Luna no es luminosa; como ustedes saben, la Luna brilla por la luz que el Sol proyecta sobre ella. El Sol es luminoso. Pero en todo caso hay una conexión entre el objeto y la luz. Si el objeto es luminoso, no tienes que alumbrarlo. Pero todos los objetos se conocen mediante la luz. Objeto y conocimiento, objeto y luz son ambos necesarios para tener conocimiento. Hay un conocimiento que es en sí mismo luz. Antes dije que la luz proyectada sobre un objeto nos da conocimiento, pero el conocimiento en sí mismo puede ser visto como luz. Con frecuencia ese conocimiento se genera por develación y por lo tanto la luz y el conocimiento son vistos como sinónimos.
«Es él quien destruye nuestra oscuridad mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; ...» Para nosotros Dios está en la oscuridad. No lo vemos en ninguna parte. Vemos tantos objetos, pero no vemos a Dios; el Divino Maestro no se ve. Podríamos decir que está en la oscuridad. Es una gran sorpresa que Aquel que es del todo luminoso sea invisible para nosotros. Hablando en concreto, la única cosa que podemos conocer es al Divino, porque Él es totalmente luminoso, pero de alguna manera hay un fenómeno de oscuridad que ha cubierto esa Luminosidad Absoluta, y que es en sí misma una sorpresa. ¿Cómo puede cubrirse al Todo Luminoso? El Divino es Todo Luminoso y no obstante cubierto ante nuestros ojos. Algo ha ocurrido. ¿Cómo ocurrió? ¿Por qué ocurrió? Estas preguntas son extremadamente importantes. Y una de las singularidades de La vida divina es que responde estas preguntas detalladamente, como ningún otro libro en el mundo las responde, al menos no con todo el
202
detalle con que lo hace La vida divina. Es el único libro en el mundo que ha respondido estas preguntas minuciosamente. ¿Cómo se cubrió el Todo Luminoso? ¿Mediante qué proceso ocurrió? ¿Cuál es la naturaleza de la luz para que se pueda cubrir? ¿Puede el Luminoso ser cubierto? Pero esto es lo que ha pasado. Actualmente para nuestra psicología es un hecho que no vemos a Dios. Al Luminoso, al Todo Luminoso, al Divino, no lo vemos.
En otras palabras hay una oscuridad, esa oscuridad debido a la cual no somos capaces de ver al Todo Luminoso. Vemos tantas otras cosas, pero no a Él. Sri Aurobindo dice que es Él mismo quien destruye nuestra oscuridad. ¿Por qué medio?
«... mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; ...». Aquel que está cubierto, repentinamente se revela a sí mismo como auto-‐luminoso. Es como si hubiera un objeto que en este momento no vemos y de repente se vuelve luminoso. Entonces lo vemos. Es como si Él mismo prendiera la luz, su propia luz, de manera tal que se proyecte sobre Él y lo podamos ver. Esa es la marca del maestro, del Maestro Divino. Cuando tenemos una experiencia de este tipo, podemos decir: “Ahora he encontrado a mi maestro”. Cuando el maestro se revela mediante su propio conocimiento proyectado sobre sí mismo, esa es la resplandeciente luz de Su Conocimiento. Una luz que encandila, una luz que no puedes rechazar en absoluto. Habiendo visto esa luz ya no tienes duda. ¿Puedes preguntarle al Sol si es luminoso? Habiendo visto la luz del Sol, no puedes dudar de que existe la luz del Sol. De la misma manera existe la propia y luminosa luz del Supremo. Es por eso que quienes han visto a Dios, no tienen la menor duda de que Dios existe. Conocemos la historia de Swami Vivekananda. Siendo joven, cuando estudiaba en la universidad y estaba leyendo libros de filosofía y lógica, escuchó a muchas personas proclamar que conocían a Dios, que describían a Dios, pero que no lo convencían. Él solía hacerle la misma pregunta a todo el que proclamaba el conocimiento: “¿Has visto a Dios?”. Y nadie satisfacía su interrogante, hasta que un día conoció a Sri Ramakrishna a quien le formuló la misma pregunta: “¿Has visto a Dios?”. Y él le respondió: “Sí, sólo que lo veo más vívidamente de lo que te veo a ti”. Es como si alguien pregunta: “¿Has visto el Sol?”. Nuestra respuesta sería la misma: “¡Sí, yo he visto el Sol!”. Esa fue su respuesta. Esa es la marca del maestro. El que ha visto es el que destruye nuestra oscuridad
203
«... mediante la resplandeciente luz de su conocimiento; esa luz se convierte en nuestro interior en la creciente gloria de su propia auto-‐revelación». La luz del Divino es un brillo dentro de nosotros mismos. Una vez que ves esa luz, ella no se extingue. Es el brillo que nace en nosotros y en ese brillo tenemos ambas revelaciones: la de nosotros mismos y la del Divino.
«Él revela progresivamente en nosotros su propia naturaleza de libertad, deleite, amor, poder, ser inmortal». Si dices que has visto al Divino, no lo has visto en verdad a menos que hayas experimentado la libertad Divina, el deleite Divino, el amor Divino, el poder Divino, el ser inmortal Divino.
«Él pone su divino ejemplo ante nosotros como nuestro ideal y transforma la existencia inferior en un reflejo de lo que ese ideal contempla». Todas las cualidades de las que hemos hablado: libertad, deleite, etcétera, no se pueden entender a menos que tengamos el ejemplo de un ser humano o de un ser divino. Con sólo mirar hacia afuera no podemos entender su verdadera naturaleza. Es sólo cuando entramos en contacto a través de la experiencia y aprendemos a través del ejemplo que podemos entender de qué manera Él es libre. Esa libertad significa la capacidad de manifestar infinitas posibilidades, al mismo tiempo cualquiera de las infinitas posibilidades, esa es la libertad. Normalmente el ser humano tiene una o dos posibilidades. Puedo ir allí o no voy allá. Incluso si hay quienes tengan dos o tres posibilidades, o una centena de posibilidades, sigue siendo una limitación. La verdadera libertad llega cuando hay infinitas posibilidades, y también la posibilidad de escoger cualquiera de ellas sin ninguna compulsión. Esa es la libertad. Y es a través de su ejemplo que podemos ver.
En cierta ocasión hubo un diálogo entre Madre y algunos discípulos. Estos discípulos no eran capaces de ver a la Divina Madre como la Divina Madre. Y Madre de repente les hizo una observación: “Ustedes creen que estoy obligada a estar aquí con ustedes”. Esta es una frase muy importante. ¿Saben? Cuando uno discute cualquier tema con alguien, uno asume interiormente que la persona a quien le está hablando está obligada a estar allí, que la persona tiene su propia necesidad de estar allí. La verdadera libertad se entiende cuando uno
204
descubre que la persona no está obligada. Con frecuencia tratamos con otras personas como si estuvieran obligadas a estar donde están. Y nuestra relación está basada en este pequeño sobreentendido. No sabemos que el Divino no está obligado a estar con nosotros, que no nos necesita, que se las puede arreglar sin nosotros, que para su satisfacción nosotros no somos necesarios. Los seres humanos, cuando son bien ignorantes, tratan al Divino como si fuera una marioneta que se requiere, que necesita estar ahí, y eso es lo que distorsiona nuestra relación con Él. Estamos en la relación correcta con el Divino cuando sabemos que no está obligado a estar con nosotros. Esa es la majestad del Supremo. De manera que no traten con el Divino como tratan tantos otros asuntos en el mundo. En el mundo las cosas están obligadas a estar donde están. La silla está obligada a estar allí, donde la pusimos, porque no tiene la capacidad de marcharse ni puede huir. Es viendo el ejemplo del Divino que podemos ver que en la Divina conciencia no hay compulsión. Si Él está contigo es porque así lo ha escogido libremente. Hay miles de posibilidades. Hay un hermoso ejemplo en el Bhágavad-‐ guitá. Áryuna le dice a Sri Krishna: “No lucharé”. Y Sri Krishna primero le dice: “Incluso si huyes del campo de batalla, estarás obligado a regresar”. Esa es la naturaleza de la incapacidad humana. Él puede pensar: “Huiré”, pero esa misma naturaleza lo obligará a regresar. Sri Krishna también le dice: “Incluso si no estás aquí, no te necesito. Mi propósito se cumplirá de una forma o de otra”. El Divino no está compelido a tener a Áryuna en el campo de batalla. En ambas formas le respondió; la libertad Divina es de tal altura y majestad. Si crees que sin ti la Obra Divina no se realizará, ¡no te hagas ilusiones! Si Él te convierte en su instrumento, es porque le complace hacerlo. Dios no está obligado a escogerte porque seas tan grande, tan maravilloso, que sin ti Él no pueda llevar a cabo su trabajo. ¡Para nada! Él no tiene la menor obligación.
Hay una bella anécdota. Se reporta como una historia real, pero incluso si no lo es, podría serlo. Hubo una vez un gran líder llamado Shivaji. Era un gran líder de los marathas. Estaba creando una nueva nación, una nueva aspiración entre la gente de Maharashtra, y por lo tanto el emperador de India, Aurangzeb, se le oponía violentamente y siempre lo hacía perseguir de sus soldados y generales para darle muerte. Existen muchas historias de esta persecución y de cómo era rescatado. En una ocasión Shivaji fue a encontrarse con su maestro, Ramdas, un gran santo, alguien que conocía muy bien a Dios, y de repente, cuando estaba conversando con él, le dijeron que los hombres de Aurangzeb
205
estaban atacando la casa y habían logrado entrar. Shivaji estaba a solas con su maestro y todos estos soldados ya habían ocupado la casa, de manera que era imposible que escapara. En ese momento lo único que hizo fue mirar a su maestro y el maestro sonrió. Y cuando los soldados entraron, vieron a 200 Shivajis en la habitación. Y los soldados quedaron atónitos. Es una historia, pero pudo haber ocurrido. Esta es la libertad del Poder Divino. Decir que Shivaji podía protegerse solo, por sí mismo, mediante su propio poder, es una ilusión. Él fue protegido porque el Divino así lo decidió, por lo tanto recibió protección. Tal es la naturaleza del Maestro Divino, tal es la libertad del Maestro Divino. Y lo mismo se puede decir del deleite, el amor, el poder y la inmortalidad.
«Él pone su divino ejemplo ante nosotros ...» Si alguna vez ustedes han visto a 200 Shivajis saliendo de la nada así, de golpe, entonces, he ahí el ejemplo. Es un ejemplo grande, hay otros menores, más pequeños. Pero el Maestro Divino da su ejemplo y es este ejemplo el que es extremadamente importante. Él encarna lo que propone. Sri Krishna dice en el Bhágavad-‐guitá, cuando enseña la Karmayoga: “Karmayoga es el proceso de ejecutar una acción sin el deseo de disfrutar de los frutos de la acción. Yo mismo soy un ejemplo de esta Karmayoga porque no tengo nada qué ganar de este mundo, nada qué ganar de estar haciendo obras en el mundo y, no obstante, trabajo todo el tiempo”. Este es el ejemplo. Él dice: “No requiero nada de este mundo. Soy perfecto, nada puede darme más de lo que soy, y aún así sigo obrando todo el tiempo”. Y también dice: “Si no doy este ejemplo, entonces el mundo perecerá porque la gente dejará de trabajar. Para que la gente esté inspirada para trabajar, yo doy el ejemplo”. Es cuando vemos una encarnación de la idea, que sabemos que es posible, vemos que se puede hacer y nos inspira a emularla. Esa es la marca del maestro, que él da el ejemplo. No sólo habla, practica lo que enseña y es una viva encarnación de lo que enseña. Sri Aurobindo y Madre declararon que la vida Divina en la materia es posible e inevitable, esa es la enseñanza del primer capítulo de La vida divina. Ambos, Sri Aurobindo y Madre, enseñaron esto con el ejemplo. Como dijo Madre: “Cuando Sri Aurobindo estaba en la Tierra, era una perfecta vida Divina en la Tierra”. Y cuando dijo: “Lo que Sri Aurobindo me pidió que hiciera, está hecho”, no fue una mera enseñanza. Sri Aurobindo le había pedido a Madre que mostrara, que consumara el hecho de que la Divina conciencia puede manifestarse plenamente en la materia y
206
Madre dijo: “Está hecho”. Es debido a este ejemplo que todos estamos inspirados y esa es la marca del Maestro Divino.
«Él pone su divino ejemplo ante nosotros como nuestro ideal y transforma la existencia inferior en un reflejo de lo que ese ideal contempla. Vertiendo en nuestro interior su propia influencia y su presencia, ...» Sri Aurobindo dijo: la sugerencia, el ejemplo y la influencia son los tres poderes del maestro. Cuando se revela a sí mismo, te sugestiona; cuando te muestra su libertad, su deleite, su luz, su inmortalidad, cuando los experimentas, te enseña a través del ejemplo; pero ahora viene el tercer modo.
«Vertiendo en nuestro interior su propia influencia y su presencia, faculta al ser individual para que logre identificarse con lo universal y trascendente». ¿Cuál es esta influencia? La influencia es una irradiación. Es una radiación que procede de la proximidad. Un buen maestro es alguien que puede aportar una gran intimidad y proximidad interior —a menos que un maestro se vuelva cercano a sus discípulos, no hay influencia. Si el Divino nos influencia es porque intima con nosotros. Es intimando con nosotros que su influencia nos irradia. El Maestro Divino es el amigo más íntimo, y muestra su intimidad y presencia todo el tiempo. Eso es lo que irradia y mediante esa radiación podemos experimentar la identificación con el Divino. Así que el instrumento del maestro es la proximidad. No una proximidad física, no se trata de la posición que ocupe el maestro en el entorno del discípulo, se trata de una cercanía interior, se trata de qué tanto está presente en nuestro interior. Tenemos la historia de Draupadi, cuando estaba siendo desvestida en la Corte, en presencia de todos los que estaban a su alrededor, parados como lobos, y nadie parecía estar dispuesto a auxiliarla. Ella sólo se giró hacia Sri Krishna y desde su corazón elevó una plegaria hacia Él, y el Divino no tardó tiempo en llegar. En el acto fue la salvación de Draupadi. Una vez más, se trata de una historia, pero puede suceder. No es un mito. No es mera ficción. Tales cosas pueden suceder en el acto —ese es el poder de la verdadera oración. Esa es la proximidad. Y debido a la cercanía se produce la irradiación. El Divino Maestro siempre nos susurra al oído. Y el maestro humano que se acerca al Maestro Divino también susurra al oído. Es por eso que las más grandes enseñanzas están en las Upanishad. Nos sentamos junto al maestro, nos
207
acercamos mucho a Él. La mejor enseñanza no la hace el maestro con discursos, sino mediante una palabra susurrada al oído, en una estrecha proximidad al discípulo. Una palabra transforma. Un buen maestro susurra en el oído del niño: “¿Puedes ser así?”, y en un segundo se puede cambiar el carácter. Una palabra dirigida al niño, pronunciada por el maestro en esa intimidad, y el carácter de la rabia puede ser transformado. “¿Puedes estar en semejante estado de rabia?”, un profesor diciendo esto a un niño, a un discípulo, con ese sentido de la intimidad, y todo, todo el sentimiento de venganza puede desvanecerse en un segundo. Ese es el poder de la influencia.
Entonces, repito una vez más, la influencia es una radiación que procede del maestro a causa de esta cercanía, a causa de esta intimidad con lo más recóndito del discípulo. Eso es influencia. Así que:
«Vertiendo en nuestro interior su propia influencia y su presencia, faculta al ser individual para que logre identificarse con lo universal y trascendente». Si algún día escuchas la palabra del Divino en esta forma: “¿Así de estrecho eres?”. Una palabra del Divino y te vuelves universal y trascendente; logras identificarte con el Universal y el Trascendente. Esas son las marcas del Divino Maestro.
«¿Cuál es su método y su sistema?» Esa es la pregunta que hacemos de cualquier maestro. ¿Cómo enseña? ¿Qué situación crea para enseñar? Todas las escuelas son sistemas. En esos sistemas, se tienen aulas, se tienen libros, se tienen conferencias, se tienen horarios, se tiene que cubrir un contenido académico. Esos son los métodos y los sistemas de educación. Pero en cuanto al Maestro Divino, ¿cuál es su método y su sistema? Y Sri Aurobindo dice:
«No tiene método y los tiene todos». No hay nada especial, único. No podemos decir: “Este es su sistema”. ¿Acaso golpea a sus estudiantes? ¿Jalona a todo el mundo? ¿Los ama a todos? ¿Instruye todo el tiempo o sólo en determinados momentos o sólo de cierto modo? No hay método y hay todos los métodos. Sí, Él hace de todo, cualquier método que le siente al individuo. Cuando hablamos del “sistema de libre progreso”, y cuando enfatizamos tanto la individualización se debe a esto. En realidad no hay método. ¿Qué es lo que va a jalonar a un determinado individuo o a todos, ya sean una clase grupal o individual? Eso depende, uno no puede dictar la regla de
208
que no habrán clases grupales, eso no se aplica a la enseñanza Divina. Si uno dice que sólo habrá enseñanza individual, eso no se aplica al Maestro Divino. Y ahora Sri Aurobindo responde a profundidad esta pregunta:
«Su sistema es una organización natural de los más altos procesos y movimientos de los que es capaz la Naturaleza». Él conoce bastante bien la naturaleza de cada uno. Él sabe lo que es samai y cómo samai puede ser jalonado, qué es lo mejor de su naturaleza, cómo están coordinados o descoordinados los distintos elementos de su naturaleza, en qué nivel se encuentra ahora. Cada elemento en él, de acuerdo con los ojos del Divino, tiene detrás la supremacía Divina. Si soy débil, detrás de mi debilidad se halla la fortaleza del Divino; si soy apagado, detrás de mi opacidad se halla la luminosa luz del Divino. Detrás de todo cuanto es, el Divino siempre se yergue en su plena gloria. Así que el conoce la naturaleza de cada uno y conoce su actual debilidad, su actual torpeza, cómo se puede curar todo eso, porque el Divino está detrás de ello. Pero para cada uno Él organiza de tal manera que muy suavemente todo brota y florece y se vuelve resplandeciente. Él conoce el tiempo de cada uno, cuándo debe florecer, cuándo debe dormir, cuándo debe descansar, cuándo debe relajarse. Él no fuerza a nadie, sino que crea una organización que le sea natural.
«Aplicándose ambos incluso a los más nimios detalles y a las acciones más insignificantes en apariencia, con tanto cuidado y meticulosidad como a los más preponderantes, al final elevan todo hacia la Luz y todo lo transforman». Ya sea que conozcas o no al Divino, ya sea que te pongas o no en manos del Divino, Él siempre es tu maestro y siempre te jalona. Pero si estás consciente, la velocidad se torna tan grande, que es casi como un milagro. Sri Aurobindo le comentó a uno de los discípulos que progresó tanto en tan corto tiempo, que era como si un cojo hubiera tirado al piso sus muletas de golpe y hubiera empezado a correr a una velocidad tremenda. Esto puede sucedernos en muy corto tiempo si nos ponemos conscientemente en manos del Divino. Cuando estamos inconscientes, somos lo que somos ahora, e incluso entonces el Divino está constantemente luchando por elevarnos de manera natural, combinando nuestra naturaleza de la forma correcta y proporcionándonos las experiencias necesarias para que crezcamos. Pero si vamos conscientemente donde Él y nos ponemos en sus manos,
209
entonces la evolución será tremendamente rápida, porque Él atiende cada detalle, ya sea grande o pequeño. A sus ojos no hay nada grande o pequeño, todo es igual; es sólo para nuestros pequeños ojos que hacemos las distinciones de lo grande y lo pequeño, pero a sus ojos no hay nada que sea grande ni nada que sea pequeño. Y por lo tanto en cada detalle el Divino constantemente vierte y jalona. Cuánto verterá, en qué modo verterá, depende del individuo. Así que no hay ningún sistema en particular, ningún método especial. Lo que resulte conveniente para hacer posible el jalonamiento, ese es el método que se usará.
«Porque en su yoga no hay nada demasiado pequeño para no ser usado ni nada demasiado grandioso para no ser emprendido. Así como el sirviente y discípulo del Maestro no tiene nada que ver con el orgullo o el egoísmo porque todo se hace por él desde lo alto, asimismo no tiene ningún derecho a desanimarse por sus deficiencias personales o los tropiezos de su naturaleza». Es un tremendo vínculo el que se le da a cada discípulo, a cada estudiante. No te preocupes por tus deficiencias, porque el Maestro está obrando y tú estás en sus manos, y Él puede poner la luz necesaria, la fuerza necesaria, el conocimiento necesario, la habilidad necesaria, lo que sea que se necesite.
«Pues la Fuerza que trabaja en él es impersonal —o superpersonal— e infinita.
El pleno reconocimiento de este Guía interior, Maestro de la yoga, señor, luz, depositario y propósito de todo sacrificio y esfuerzo, es de máxima importancia en el camino de la perfección integral». En la actualidad el Supremo Maestro está cubierto, no lo reconocemos. En tanto no lo reconozcamos, nuestra velocidad de trabajo y progreso serán como son ahora; pero si podemos reconocerlo con pleno reconocimiento... —no sólo de manera ordinaria, Sri Aurobindo habla del pleno reconocimiento:
«El pleno reconocimiento de este Guía interior, Maestro de la yoga, señor, luz, depositario y propósito de todo sacrificio y esfuerzo, ...»
210
Cuando reconocemos al Maestro con todas estas cualificaciones, el Maestro es el Señor, es la Luz, es el beneficiario, es el propósito de todo sacrificio y esfuerzo, cuando hacemos eso, entonces podemos alcanzar la perfección integral.
¿Qué es perfección integral? Hay un capítulo muy largo en este mismo libro. Un día tendremos que leer allí el concepto de perfección integral. Y todos nosotros estamos convocados a alcanzar esa perfección integral. Y esa perfección no puede llegar sin el pleno reconocimiento del Maestro. Es por eso que se dice que sin el maestro nunca puedes alcanzar el objetivo. Pero no se trata del maestro humano, tenemos que reconocer al Maestro Divino y ese maestro se halla dentro de nosotros, y entre más lo reconocemos, más nos acercamos a Él y más logramos la perfección.
«Es inmaterial si se le ve primero como Sabiduría, Amor y Poder impersonales detrás de todas las cosas, como el Absoluto manifestándose en lo relativo y atrayéndolo, como el Ser superior de uno y el Ser superior de todo, como una Persona Divina en nosotros y en el mundo, en uno o una de sus numerosas formas y nombres o como el ideal que la mente concibe». Esas son las primeras experiencias, las primeras formas en las que uno lo reconoce. Así que no importa si uno lo reconoce así, o asá, o de tal y tal forma. Empiecen a reconocerlo. Reconózcanlo como el Divino personal o como el Divino impersonal. Hagan como quieran, así dice Sri Krishna: Ye yatha mam prapadyante tams tathai ‘va bhajamyaham, “Como se me acercan, así me les acerco”. Él hace un espacio de acuerdo con tu acercamiento. Si crees que te ama inmensamente, Él vendrá a ti como un amor inmenso; si crees que está enojado contigo, Él vendrá a ti con furia; si crees que es un capataz, Él vendrá a ti como un capataz; si crees que es impersonal, Él sólo se te presentará con los ojos elevados hacia lo alto, entonces lo hallarás con los ojos levantados y tendrás que hacer un tremendo esfuerzo para aproximártele; si crees que está todo el tiempo detrás tuyo, Él está detrás tuyo; si crees que está frente a ti, Él siempre está frente a ti; si crees que es un niño, Él es tu niño; si crees que es tu padre, Él es tu padre. La forma en que lo mires depende de ti, así que tú escoges tu propio modo. ¿Qué quieres que el Divino sea para ti? Empiezas por el principio y de esa manera, en última instancia, todos los aspectos vendrán uno después del otro. A medida que
211
empiezas con uno, gradualmente su integralidad se manifestará poco a poco. Así que Sri Aurobindo dice:
«Es inmaterial si se le ve primero como Sabiduría, ...» Puedes aproximártele como te aproximas a un libro, “este libro contiene sabiduría”, y lo lees. Es impersonal que tú lo leas o que lo lea otra persona, porque es el mismo libro para todo el mundo, nada especial para ti. Pero también puedes aproximártele como una sabiduría personal, entonces Él te responde preguntas específicas muy personalmente. Depende de cómo lo quieras.
«Es inmaterial si se le ve primero como Sabiduría, Amor y Poder impersonales ...» Puedes concebir a Dios distribuyendo paletas entre todos nosotros, a cada uno por igual. Cada uno se le acerca y Él le da una paleta a cada uno: es amor impersonal; es amor, pero amor impersonal. Pero también puede dar recompensas especiales, si te le acercas como amor personal. Él también es eso. Todo depende de cómo te le arrimes: amor impersonal o poder impersonal. Puedes acercártele
«... como el Absoluto manifestándose en lo relativo y atrayéndolo, ...». Cuando concibes al Divino como un Absoluto, es tan alto, es tan remoto, inaccesible. Él es entonces remoto, inaccesible, todo el tiempo en lo alto, muy alto, tienes la imagen de estar subiendo por unas escaleras que no terminan; subes y subes y subes y Él sigue estando aún más arriba. Nunca lo alcanzas, es inaccesible. Eso también es una verdad en Él. Pero basta que imagines que es tu niño, y Él se vuelve como un niño y se queda contigo todo el tiempo. Esa también es su naturaleza, por lo tanto también así te le puedes acercar.
«... como el Absoluto manifestándose en lo relativo y atrayéndolo, como el Ser superior de uno y el Ser superior de todo, como una Persona Divina en nosotros y en el mundo, en uno o una de sus numerosas formas ...». Puedes verlo como Durga, como Shiva, como Krishna, de muchas formas, una forma o muchas formas, y Él es todo eso. Al principio puedes escoger cualquiera de ellos, esa es una libertad infinita de parte tuya, y gradualmente Él te revelará todos los aspectos.
212
«Al final percibimos que es todo eso y mucho más que todas esas cosas juntas. La puerta de acceso de la mente al concepto del Guía interior necesariamente varía de acuerdo con la pasada evolución y la presente naturaleza». Cómo lo veas, dependerá de tu pasada evolución y de tu actual estado de conciencia.
213
Conferencia 15 Si leen este capítulo verán que Sri Aurobindo nos explica la naturaleza del Divino. El capítulo completo en realidad describe la naturaleza del Divino. Cómo el propio Divino es la shastra. El propio Divino como una shastra, el propio Divino como el conocimiento divino, el conocimiento divino del proceso mediante el cual uno puede entrar en relación con el Divino. El propio Divino como el esfuerzo, el propio divino como trabajador, el propio Divino como discípulo, y cómo el Divino se relaciona con el discípulo como discípulo y maestro. Y ahora tenemos al propio Divino como el Maestro Divino. Y ustedes pueden contemplar al Divino de muchas maneras. A Él se le puede contemplar como el Señor del Universo, como el que sostiene el universo. El Divino como el gozoso del universo, el que juega con el universo. El Divino como aquel que es indiferente al universo, como aquel que está tan por encima del universo, que es un mero juguete en la punta de su dedo. El Divino como quien hace girar la rueda del universo, en la que cada ser humano es un piñón de la maquinaria. Pero el Divino también puede ser visto como nuestro maestro, y aquí tenemos su descripción como tal, primero como un maestro velado, un maestro al que no vemos y que sin embargo obra con nosotros y sobre nosotros como un instructor. ¿Cómo instruye? ¿Qué velo lo cubre? ¿Cómo ve uno ese velo? ¿Por qué no lo podemos ver como maestro? Y Sri Aurobindo responde en el primer párrafo que vamos a leer:
«Este Guía interior con frecuencia está velado al principio por la misma intensidad de nuestro esfuerzo personal y por la preocupación del ego consigo mismo y con sus empeños». Porque estamos bregando mucho y porque estamos preocupados con nuestras mezquinas ambiciones de vida, el gran maestro que está detrás permanece velado para nosotros. Aún no tenemos interrogantes en nuestra mente, nos comportamos como si supiéramos las respuestas a las preguntas, bregamos como si supiéramos lo que tenemos que hacer, lo que debemos hacer, lo que queremos hacer. Y a menos que formulemos preguntas, el maestro no se devela. La primera tarea que tenemos con nuestro maestro es llegarle con una maleta de preguntas. A menos que tengamos preguntas, el maestro no se nos revela. No en tanto sepamos lo que tenemos que hacer —y la mayoría de nosotros saben lo que tienen que hacer—, aunque en nuestros momentos de silencio admitamos que no sabemos quiénes somos, ni qué es nuestra
214
vida ni lo que tenemos que hacer con ella. Alguien dice algo y nosotros sabemos cómo reaccionar inmediatamente. Sabemos cómo enojarnos, sabemos cómo disgustarnos, sabemos cómo agradar, cómo dar la bienvenida. Es como si supiéramos todo lo que se requiere en nuestra vida, y debido a este conocimiento —que es ignorancia—, el Divino Maestro está velado. En el Bhágavad-‐guitá se dice que si quieres ir donde el maestro debes ir con pari prashena sevaya, con reiteradas preguntas y dispuesto a servir al maestro. Estos son los dos métodos para aproximarse al maestro: mediante reiteradas preguntas cuando empiezas a sospechar que eres ignorante —lo cual no pasa comúnmente—, porque cuando sospechas que no sabes, surgen las preguntas y entonces se desarrolla en nosotros la actitud de servir al maestro. Pari prashena sevaya. Pari prashena significa reiteradas preguntas y sevaya significa mediante el servicio. Es por eso que en el sistema indio siempre se da inicio a los estudios que hablan de athabrahmajigyasa, es decir, al interrogatorio para conocer al Brahman, al Divino. Al maestro hay que conocerlo, para recibir instrucción debemos conocerlo. Entre más lo interrogamos, más se nos devela. Entre más recibimos sus preguntas, mayor se vuelve nuestra preocupación, no por nosotros mismos, sino por Él.
«A medida que ganamos claridad y la agitación del esfuerzo egoísta cede lugar a un más calmo conocimiento de sí, reconocemos la fuente de la luz que crece dentro de nosotros». Antes de ayer empecé a hablar de qué es el conocimiento. Fue sólo la introducción a la idea de conocimiento. Pero una mayor comprensión del conocimiento llega cuando consideramos el contraste entre conocimiento e información. Como dije la vez pasada, todo conocimiento es una develación. Y la develación se hace de muchas maneras. La palabra —les dije— es una forma de develar. Ustedes escuchan una palabra y la palabra devela. La idea se presenta y puede ser vista como un rayo de luz que también devela. Otra forma de develar es obtener información. De hecho, la información en la actualidad es tan importante que para nosotros toda información es conocimiento y todo conocimiento es información, como si no hubiera nada más que la información. Es sólo cuando llegamos a niveles más profundos de comprensión que ustedes descubren que el verdadero conocimiento es inmensamente más trascendental que la información. Obtener información sobre el alma no es conocer el alma. Lees diez libros sobre la descripción del alma y sigues exactamente allí donde
215
estás. Puedes leer diez libros sobre el conocimiento de Dios, es información sobre Dios, pero no es conocimiento de Dios. Incluso del mundo tenemos mucha información, pero para conocer el mundo verdaderamente hace falta conocerlo por identificación: a menos que te vuelvas uno con el mundo, no lo conoces. Puedes tener información: “Sé quién es mi tío, mi padre, mi madre ...”, pero no sabes. El conocimiento es una dimensión distinta.
El verdadero conocimiento tiene tres características: primero hay una luz que crece. Hay algo como lo que podemos llamar iluminación. El nivel mínimo en que se experimenta la iluminación es el despertar —uno se despierta. En los Veda se denomina la llegada de usha, la llegada del amanecer. Podemos tener cantidades de información, pero con ella no llega el amanecer, no hay despertar. Esa es la primera señal: que hay un despertar. Una vez que estás despierto, el mundo entero parece ser distinto; es como estar soñando y despertarse. ¿Cuál es la diferencia entre ambos estados? La primera señal es la llegada del brillo de la luz. Hay una sacudida y descubres que el mundo no es lo que pensabas que era; no hay monotonía en la existencia; hay huecos de huecos, picos de picos. Incluso este conocimiento, este despertar a huecos y picos y dilataciones... de hecho toda verdadera educación comienza con la percepción de las anchuras, las profundidades y las alturas. Estos tres conceptos son muy importantes en todo proceso de educación. A medida que te educas, debes formular siempre estas tres preguntas: “¿Qué tan ancho me he vuelto, qué tan hondo me he vuelto, qué tan alto me he vuelto?”. Estas son las tres medidas a través de las cuales te puedes juzgar a ti mismo, evaluarte en el verdadero proceso del conocimiento. Con el despertar, empiezan a ocurrir los tres procesos de ahondar, ampliar y elevar. Cuando empiezas a experimentar estas tres cosas, entras al umbral del conocimiento. Incluso la información te puede dar estas tres cosas. Cuando estás informado de muchas cosas, experimentas hasta cierto punto esta altura, amplitud y profundidad. Pero cuando estás verdaderamente despierto, empiezas a percibir la amplitud. No solamente ves las sombras de las amplitudes, o de las hondas profundidades o de las alturas. Es como escuchar que los Himalayas son los montes más elevados; eso es información sobre los Himalayas, y luego vas y te paras frente a los Himalayas y entonces ves su gloria a la luz del día, los picos nevados, las cumbres una tras otra, las rocas, montones sobre montones. Empiezas a percibir la altura de los Himalayas y te sobrecoges. Pero ese es sólo el principio.
216
Luego viene el crecimiento del ser. La información te brinda el crecimiento del devenir. El verdadero conocimiento te brinda el crecimiento del Ser. Y hay una diferencia entre ambos. Entre más sabes mediante la información, más puedes lidiar con el mundo exterior. Lo cual de por sí bueno, pero no es verdadero conocimiento. ¿Cuál es la diferencia entre devenir y ser? Ser es la fuente de devenir. Esa es la primera diferencia. En el proceso de devenir, fluctúas; es como la corriente del río, hay un movimiento ondulante. En el proceso de ser te estabilizas, hay una experiencia de estabilidad, te vuelves sthanu —es una palabra sánscrita—, te vuelves estable, te conviertes en una montaña inamovible, experimentas la posesión de ti mismo, te posees. Esa es la diferencia entre información y conocimiento. Con la información sólo te paras frente a un objeto, pero con el conocimiento tú posees el objeto del conocimiento. Hay posesión de sí y luego hay dominio de sí. Esa es la tercera etapa del verdadero conocimiento, el dominio de sí, en el que encuentras contenido todo lo que debe conocerse. Y el Divino Maestro está interesado en esta tarea, en desarrollar tu ser. De manera que, como dice Sri Aurobindo:
«A medida que ganamos claridad y la agitación del esfuerzo egoísta cede lugar a un más calmo conocimiento de sí, reconocemos la fuente de la luz que crece dentro de nosotros. Lo reconocemos en retrospectiva, a medida que nos percatamos de cómo todos nuestros oscuros y conflictivos movimientos han sido determinados hacia un fin que sólo ahora empezamos a percibir, cómo incluso antes de nuestra entrada en el sendero de la yoga la evolución de nuestra vida fue adrede conducida hacia su momento decisivo». Esta es la experiencia de todos los que pisan el umbral del verdadero conocimiento. A medida que te pones de pie en el umbral de la yoga y te despiertas a la necesidad de la yoga en tu vida, te percatas de cómo el propio Divino te estaba conduciendo hacia ese sendero incluso sin que tú lo supieras, incluso sin tu consentimiento. Todas las circunstancias de la vida estaban determinadas, por así decir, para hacerte consciente de la necesidad de la yoga. Lo reconoces retrospectivamente. Ya has andado el sendero hasta cierto punto y miras hacia atrás, en retrospectiva, y entonces te das cuenta de que se trataba de esto. Cuando Sri Aurobindo fue llevado a la cárcel de Alipore, preguntó: “¿Por qué me conducen a esta cárcel?”. Fue separado del trabajo con el cual estaba completamente comprometido, de repente fue apartado de
217
todo ese entorno, de ese campo de acción, y puesto en una prisión en la que no podía siquiera encontrarse con una sola persona que no fuera él mismo, que no fueran sus guardias. Luego, retrospectivamente, cuando empezó a llevar la vida en la cárcel de Alipore, a medida que empezó a contemplar y meditar en el Guitá, en las Upanishad, y cuando escuchó al propio Supremo, a Sri Krishna diciéndole: “Hay un gran trabajo por hacer. Tienes que recorrer un sendero de yoga, y un nuevo sendero de yoga debe ser creado para la humanidad”; cuando supo esto, entonces en retrospectiva entendió por qué había sido llevado a la cárcel. Es retrospectivo, es el Señor mismo como Maestro, como Guía.
«Pues ahora empezamos a comprender el sentido de nuestras luchas y esfuerzos, éxitos y fracasos. Por fin somos capaces de captar el significado de nuestras tribulaciones y sufrimientos y podemos apreciar la ayuda que se nos brindó a través de todo lo que dolió y se resistió, así como la utilidad de nuestras propias caídas y tropiezos». Cuando nos caemos, nos quejamos: “¿Por qué he de caerme?”. Pero el Divino te lleva a través de varios tipos de sendas: éxitos, victorias, fracasos, desastres, calamidades... todo tipo de métodos. En esos momentos repelemos o nos regocijamos, según nuestra preocupación inmediata, pero detrás de todo eso se está preparando el sendero.
«Después reconocemos esta conducción divina ya no en retrospectiva, sino inmediatamente, ...» Una vez que has obtenido esta comprensión retrospectiva de Dios conduciéndote, entonces la aplicas en el presente. Antes estabas tratando de entender al Divino en retrospectiva, pero una vez que lo sabes, puedes aplicar ahora el método y decir que el Divino está sin duda presente en lo que te está ocurriendo ahora. Debes ver también en tu actual situación cómo el Divino está presente, no retrospectivamente, sino ahora mismo. Debemos ver la conducción divina
«... en el molde de nuestros pensamientos gracias a un Vidente trascendental; en el molde de nuestra voluntad y acciones gracias a un Poder omnímodo; en el molde de nuestra vida emocional gracias a un Deleite y Amor que todo lo atrae y todo lo asimila. Lo reconocemos también en una relación más personal que desde un principio nos conmovió o que por fin se apodera de
218
nosotros; sentimos la presencia eterna de un supremo Amo, Amigo, Amante, Maestro». Estos son los cuatro términos en los que reconocemos al verdadero maestro. Él es un jefe, un amigo, el amante, el maestro. El maestro básicamente instruye, el amante te atrae con su amor, el amigo es una compañía y te proporciona alivio, te da felicidad, placer, te da todo tipo de juego; pero también es un amo y ese es el verdadero reconocimiento del maestro como el amo. Es Él quien dirige todo y tiene la autoridad para darte órdenes a ti. Esa es la marca del maestro. Un buen maestro puede decirte: “¡Haz esto!”. Él da órdenes con plena responsabilidad: “Lo que haya de suceder, sucederá, no te afanes, porque estoy en todas las circunstancias”. Ese es el amor; es seguro, certero, infalible. Esa es la marca del amo. Un amigo puede cometer un error, un amante puede cometer un error, incluso un maestro puede cometer un error, pero el amo no comete errores. Cuando el maestro te lo dice autoritariamente, es el amo; cuando el maestro explora contigo es el maestro; pero cuando es autoritario, es certero, ese es el dominio del amo. El Supremo, el Divino viene a nosotros durante nuestro proceso de aprendizaje como el amo, el amigo, el amante y el maestro.
«Lo reconocemos en la esencia de nuestro ser, a medida que este se desarrolla en semejanza y unicidad con una existencia más grande y más amplia; ...» Esta es otra señal, cuando empiezas a volverte como tu maestro en tu comportamiento, en tu pensamiento, en tus movimientos, en tus búsquedas. Un buen maestro siempre tiene el poder de generar la imitación entre los discípulos; un buen maestro se convierte en un ejemplo y los discípulos empiezan a imitar, empiezan a volverse como el maestro. Esta no es la acumulación de más y más información. Si tu maestro es gentil, te vuelves gentil; si tu maestro es autoritario, te vuelves autoritario; tu maestro es amistoso, te vuelves muy amistoso; el maestro es muy comprensivo, te vuelves muy comprensivo; el maestro es un vidente, te vuelves un vidente; el maestro es tu líder, te vuelves un líder. Cuandoquiera que tengas un verdadero crecimiento del ser, un verdadero conocimiento —y no una información—, esta es la marca especial que hallarás. No sólo te vuelves más informado, algo le sucede a la esencia misma de tu ser, eres moldeado a imagen de tu maestro.
219
«Lo reconocemos en la esencia de nuestro ser, a medida que este se desarrolla en semejanza y unicidad con una existencia más grande y más amplia; porque percibimos que este milagroso desarrollo no es el resultado de nuestros propios esfuerzos: ...» Cuando empiezas a volverte como tu maestro, no es tu esfuerzo, sino el suyo, debido a la suprema atracción de su ser, que se entremezcla con el tuyo, que forcejea con el tuyo y lo abraza, y entonces te vuelves como Él. Y es aquí cuando Sri Aurobindo hace una formidable declaración:
«... una Perfección eterna nos está moldeando a su propia imagen». Esa es la marca de una gran educación. La verdadera educación es una perfección eterna que
«... nos está moldeando a su propia imagen». No nos perfeccionamos obteniendo mucha información, sino volviéndonos esa luminosidad, la imagen del maestro mismo. Ahora Sri Aurobindo da los varios modos y nombres por los que se conoce a este maestro:
«Uno que es el Señor o Ishwara de las filosofías yóguicas, el Guía en el ser consciente (caitya guru o antaryāmin), el Absoluto del pensador, el Incognoscible del agnóstico, la Fuerza universal del materialista, el Alma suprema y la suprema Shakti, el Uno que es indistintamente nombrado e iconizado por las religiones, es el Maestro de nuestra yoga». Si eres un materialista Dios viene a ti como la fuerza de la materia; si eres un agnóstico entonces viene a ti bajo la forma de lo incognoscible; si eres un yogui viene a ti como Ishwara; si eres un pensador viene a ti como el absoluto. De acuerdo con tu manera, Él adopta una forma apropiada, pero siempre es Él quien te toma entre sus manos, es Él quien camina contigo y te instruye en su propia maestría y te hace como Él.
«Ver, conocer, devenir y consumar a este Uno al interior de nosotros mismos y en la totalidad de nuestra naturaleza exterior, fue siempre el propósito secreto y se vuelve ahora el propósito consciente de nuestra existencia encarnada».
220
Si estás en la presencia real del maestro, reconoces cuál es el propósito de tu vida. Tu propósito de vida no es otro en verdad que volverte como el maestro de tu ser, crecer en similitud con Él. Esa es la razón por la cual sin el gurú no puedes tener el verdadero conocimiento, porque el conocimiento es ser como el maestro, crecer a imagen y semejanza del maestro. Por lo tanto, a menos que conozcas a tu maestro, ¿cómo puedes educarte? El propósito mismo de la educación, el propósito mismo de la vida es llegar a ser como tu maestro, y es por eso que el maestro es indispensable.
«Ser conscientes de él en todas las partes de nuestro ser e igualmente en todo lo que la mente dividida ve como exterior a nuestro ser, es la consumación de la conciencia individual. Ser poseídos por él y poseerlo en nosotros mismos y en todas las cosas es la condición de todo imperio y maestría. Disfrutarlo en toda experiencia de pasividad y actividad, de paz y de poder, de unidad y de diferencia es la felicidad que el Jiva —el alma individual manifiesta en el mundo— está oscuramente buscando. Esta es la definición integral del propósito de la Yoga Integral; es la interpretación en experiencia personal de la verdad que la Naturaleza universal ha escondido en sí misma y que pare para descubrir. Es la conversión del alma humana en un alma divina y de la vida natural en un vivir divino». Este párrafo es tan bello y tan versado que uno debería leerlo una y otra vez. Es la definición íntegra de la yoga, el propósito íntegro de la vida, la cosa íntegra que uno está oscuramente buscando. Mientras esto no haya pasado, ni pensar que uno ha logrado la meta. Hay muchas, muchas etapas en las que se dice que la meta está allí, y si uno quiere estar seguro de si la meta está allí o no, hay que leer este párrafo y ver si esto ha ocurrido. Ahora sigamos adelante y veamos a este Divino Maestro en nuestro mundo:
«El camino más seguro hacia la percatación integral es encontrar al Maestro del secreto que habita en nosotros, abrirnos constantemente al Poder divino que también es la Sabiduría y el Amor divino y confiarnos a él para que efectúe la conversión. Pero es difícil para la conciencia egoísta hacer nada de esto al comienzo. Y, si algo se hace, es difícil hacerlo perfectamente y en cada hebra de nuestra naturaleza. Es difícil al principio porque
221
nuestros egoístas hábitos de pensamiento, de sensación, de sentimiento bloquean las avenidas por las que podemos llegar a la percepción que se necesita. Es difícil más tarde porque la fe, la sumisión y el coraje que se requieren en este sendero no son sencillos para el alma nublada por el ego. El obrar divino no es el obrar que la mente egoísta desea o aprueba; porque usa el error con el fin de llegar a la verdad, el sufrimiento con el fin de llegar al deleite, la imperfección con el fin de llegar a la perfección. El ego no puede ver hacia dónde está siendo dirigido; se subleva contra la dirección, pierde confianza, pierde coraje. Estas fallas no importarían; pues el divino Guía interior no se ofende con nuestra rebeldía, no se desanima con nuestra falta de fe ni se espanta con nuestra debilidad; tiene todo el amor de la madre y toda la paciencia del maestro. Pero al retirarle nuestro consentimiento a ser guiados, perdemos la conciencia, aunque no toda la realidad —no, en todo caso, la eventualidad— de su beneficio. Y retiramos nuestro consentimiento porque no somos capaces de distinguir a nuestro Ser superior del inferior, a través del cual está preparando su auto-‐revelación. Al igual que en el mundo, tampoco en nosotros podemos ver a Dios debido a su manera de obrar y, especialmente, porque obra en nosotros a través de nuestra naturaleza y no mediante una sucesión de milagros arbitrarios. El hombre exige milagros para poder tener fe; quisiera ser deslumbrado para poder ver. Y esta impaciencia, esta ignorancia puede tornarse un gran peligro y desastre si, en nuestra rebelión en contra de la orientación divina, invocamos a otra Fuerza distorsionadora que satisfaga más nuestros impulsos y deseos y le pedimos que nos guíe y le damos el Divino Nombre». La dificultad de hallar al verdadero maestro, eso es lo que nos describe Sri Aurobindo. ¿Por qué no podemos descubrir al Divino Maestro si se encuentra dentro de nosotros? Sri Aurobindo lo analiza:
«Es difícil al principio porque nuestros egoístas hábitos de pensamiento, de sensación, de sentimiento bloquean las avenidas por las que podemos llegar a la percepción que se necesita».
222
¿Cuáles son los egoístas hábitos de pensamiento? Hábito significa el constante giro hacia lo que ya se ha establecido. Eso es un hábito. Habitualmente sonreímos cuando nos encontramos con gente que viene a saludarnos. Cuando alguien nos alaba, habitualmente nos agrada. Es nuestro hábito egoísta que nos desagrade la culpa. Si alguien te culpa, habitualmente te repliegas. Es un hábito del ego: “Yo no pude haberme equivocado”. Debido a nuestra habitual manera de pensar no podemos ver cuando el Divino viene a nosotros. Él puede llegarnos de una manera no muy agradable, puede llegar culpándonos y quizás a nosotros no nos guste, así que tal vez no lo reconozcamos. El maestro que habita en nosotros puede llegarnos de muchas maneras contrarias a nuestro egoísta modo de pensar, a nuestro egoísta modo de percibir, de sentir. Pensamos habitualmente, percibimos habitualmente, sentimos habitualmente y todos estos modos son egoístas en nuestro normal giro de conciencia. Es por eso que no reconocemos al Maestro cuando llega.
«Es difícil más tarde porque la fe, la sumisión y el coraje que se requieren en este sendero no son sencillos para el alma nublada por el ego». Si no tenemos suficiente fe en el Maestro, entonces él viene y no dice: “Ahora procede”, pero la fe no está y en consecuencia nos paralizamos, no nos movemos. La sumisión no está y en consecuencia no nos movemos. El coraje no está y en consecuencia no nos movemos. Esos son los bloqueos que no nos dejan reconocer al Maestro y que le impiden obrar en nuestra vida.
«El ego no puede ver hacia dónde está siendo dirigido; se subleva contra la dirección, pierde confianza, pierde coraje». Pero el Divino Maestro no nos abandona porque no acatemos su dirección. Él no está ofendido y continúa a su manera. Incluso con nuestra rebeldía, nuestra pérdida de fe o de coraje, él sigue adelante porque está profundamente interesado en nosotros, mucho más interesado en nosotros de lo que nosotros podamos estar en él, porque nos conoce y sabe quiénes y qué somos. Así que Sri Aurobindo dice:
«Estas fallas no importarían; pues el divino Guía interior no se ofende con nuestra rebeldía, no se desanima con nuestra falta de fe ni se espanta con nuestra debilidad; tiene todo el amor de la madre y toda la paciencia del maestro. Pero al retirarle nuestro
223
consentimiento a ser guiados, perdemos la conciencia, aunque no toda la realidad —no, en todo caso, la eventualidad— de su beneficio. Y retiramos nuestro consentimiento porque no somos capaces de distinguir a nuestro Ser superior del inferior, a través del cual está preparando su auto-‐revelación. Al igual que en el mundo, tampoco en nosotros podemos ver a Dios debido a su manera de obrar y, especialmente, porque obra en nosotros a través de nuestra naturaleza y no mediante una sucesión de milagros arbitrarios». Es muy especial el método de Dios. Queremos ver milagros para creer en Dios, pero Él no los hace precisamente porque quiere preparar nuestra naturaleza. Si sólo sucedieran milagros, nuestra naturaleza no se educaría, sería tan habitual verlos que no seríamos capaces de reconocerlos ni siquiera en la hoja de un árbol. Sólo vemos a Dios en un milagro, pero no en las hojas, en el ordinario meandro de un río, en la sonrisa de un niño. Todo ello es muy habitual, cosas muy pequeñas de la vida, y eso es lo que Dios nos quiere decir, que Él está presente no sólo en los eventos extraordinarios, sino incluso en los más comunes. Dios está en todas partes, omnipresente, y eso es lo que nos quiere enseñar, entonces, ¿por qué habría de hacer milagros? Él no nos educa
«... mediante una sucesión de milagros arbitrarios. El hombre exige milagros para poder tener fe; quiere que lo deslumbren para poder ver». Un día un discípulo fue donde Madre y le dijo: “Madre, tantos maestros están haciendo tantos milagros, ¿por qué no le das milagros a la gente?”. Y ella le respondió: “¿Qué milagros quieres ver? ¿Debo traer un gran árbol hasta aquí y ponerlo frente a ti? Incluso si eso ocurre, no lo creerías”. Tantos milagros están sucediendo en el mundo, las personas deben ser educadas para ver a Dios en cada evento. ¿Por qué sólo en el milagro? Cuando quieres ver el milagro, cada evento es un milagro. La lectura misma de este libro es un milagro. Si consideras los eventos y la situación de la vida, si sólo quieres ver la causa y efecto y la relación, el hecho mismo de que estas palabras vengan a nosotros ahora es un milagro. Somos impacientes y esa impaciencia se puede convertir en un gran peligro y en un desastre. Por lo tanto no pidas milagros.
De cualquier manera, los milagros ocurrirán. No es que no haya milagros. ¿Qué son los milagros? La entrada de un principio superior en
224
un principio inferior es un milagro. Cuando empieza a operar un funcionamiento superior en un funcionamiento inferior, eso es un milagro. Si con tus ojos físicos puedes ver a un ser invisible, eso es un milagro. El ser invisible es un principio superior. Nuestros ojos están educados para ver sólo cosas físicas, y si tu ojo físico empieza a ver lo invisible es un milagro. En realidad, eso es lo que ocurre todo el tiempo, a cada momento, porque lo invisible existe y nuestros ojos son capaces de verlo, sólo que no están educados. Pero cuando es necesario, el Divino también nos da milagros, no es que los niegue, sólo que no satisface nuestra exigencia egoísta: “Ahora haz un milagro y creeremos en ti”. Porque si lo hiciera, no sería un buen maestro. No está afanado en absoluto por que creamos en Él. Tiene un propósito mucho mayor: quiere mostrarte milagros cotidianos, constantes. De hecho, uno de los mayores milagros fue lo que Áryuna vio en el campo de batalla. Algún día deben leer el capítulo 11 del Bhágavad-‐guitá, donde Sri Krishna manifiesta su divinidad en un gran esplendor como si miles de soles estuvieran centelleando simultáneamente en el cielo. Así es como Áryuna describe la visión que tiene de Sri Krishna. Eso también puede suceder. Pero antes de empezar su enseñanza, Sri Krishna no dijo: “Ahora mira, soy el milagroso Dios y debes tener fe en lo que te digo”. ¡No! Él tomó al discípulo poco a poco, a través del difícil proceso de entender. Fue sólo cuando ya tenía fe —no antes— que ocurrió el gran milagro y Áryuna vio al Supremo Divino en forma física. Si el Divino hace milagros no es para hacerte tener fe, sino con propósitos específicos. Pero exhibir milagros no es la marca del maestro. La marca del maestro es que te muestra milagros incluso en aquellas cosas que son familiares, cuando te educa para ver a Dios en todo. Te veo y veo a Dios —ese es un milagro.
Pero los seres humanos suelen ser impacientes. Cuando Dios no te exhibe un milagro pero sí lo hacen hombres comunes, te alejas de Dios y buscas a los hombres comunes. Ese es un desastre. Por eso Sri Aurobindo dice que no seas impaciente, que no te dejes deslumbrar, que no pidas un milagro.
«Y esta impaciencia, esta ignorancia puede tornarse un gran peligro y desastre si, en nuestra rebelión en contra de la orientación divina, invocamos a otra Fuerza distorsionadora que satisfaga más nuestros impulsos y deseos y le pedimos que nos guíe y le damos el Divino Nombre.
225
Pero mientras al hombre le es difícil creer en algo invisible dentro suyo, le es fácil creer en algo que pueda plasmar como ajeno a sí mismo». Ahora Sri Aurobindo nos trae al argumento de por qué los seres humanos necesitan profesores humanos. Aunque el Divino Maestro está siempre allí, dentro nuestro, y por lo tanto podríamos acomodarnos muy bien sin un maestro humano. ¿Por qué necesitamos maestros humanos? Es porque
«... mientras al hombre le es difícil creer en algo invisible dentro suyo, le es fácil creer en algo que pueda plasmar como ajeno a sí mismo.
El progreso espiritual de la mayoría de los seres humanos exige un apoyo ajeno, un objeto de fe por fuera de nosotros. Necesita una imagen externa de Dios, o necesita un representante humano —Encarnación, Profeta o Gurú; o exige ambos y los recibe. Pues de acuerdo con la necesidad del alma humana, el Divino se manifiesta como deidad, como un humano divino o como un simple humano —usando ese grueso disfraz, que tan exitosamente esconde a la Divinidad, como un medio para transmitir su guía.
La disciplina espiritual hindú le suministra a esta necesidad del alma los conceptos de la Ishta Devatā, el Avatar y el Gurú». Esas son sólo escaleras, muletas. Cuando necesitas un maestro humano, el Divino viene a ti también como un maestro humano, te suministra un maestro humano, porque para un ser humano es más fácil aproximarse al Divino exterior que interiormente. Es por eso que en India, en particular, se dice que si no encuentras al Divino Maestro interior, encuentras un maestro humano, y te le acercas y lo tratas como al Divino Maestro. Porque incluso si el maestro humano es inadecuado y tiene imperfecciones, el Divino Maestro llegará a ti a través de él, dado que tú lo quieres conocer. El Divino usa el instrumento humano incluso si es defectuoso; él suple los defectos y se te presenta como el Divino perfecto. El propio maestro humano puede ser imperfecto, pero como el Divino Maestro lo usa como su representante, porque tú lo escoges, entonces sus defectos son borrados, obliterados, cancelados por el Divino cuando trata contigo. Es también como un doctor. El doctor
226
mismo puede no ser capaz, pero si vas donde él y le rezas al Divino: “Por favor, actúa a través de él”, entonces el doctor es inmediatamente transfigurado en esa divinidad y te tratará como el Divino te trata. Podrías decir que ese es el milagro: como la persona humana a la que te has aproximado como un maestro, se convierte para ti en el Divino mismo. Es por eso que en la India esta disciplina se ha cultivado durante siglos, durante miles de años. De hecho se dice que todos, incluso si han encontrado a Dios en sí mismos, aún así deben ir donde un maestro humano. Eso está muy impregnado en la cultura india, y hay la búsqueda del maestro humano, uno en el que puedas ver al Divino.
O al menos encuentras una ishta devatā. Este concepto de la ishta devatā es muy importante. Existen Dios mismo, muchos dioses y un cierto número de seres humanos. Dios mismo es el Divino, los dioses también son divinos, y los seres humanos también son divinos. Bajo la óptica de la integralidad no hay nada que no sea divino, y sin embargo hay limitaciones. Los seres humanos son muy limitados, los dioses no son tan limitados y Dios en plenamente ilimitado. Puede ser que encuentres un maestro humano en el que veas muchos, muchos defectos, por lo tanto no eres capaz de aproximártele. Entonces te aproximas a una deidad, a un dios. La India reconoce la presencia de los dioses. Hay dioses y cada dios tiene una cualidad especial, y cada uno de nosotros vibra con esta o aquella cualidad. De acuerdo con tu vibración, el dios de esa vibración en particular se vuelve más favorable para ti, está más cerca de ti. Él se asemeja más a ti porque en últimas tú tienes que convertirte en Dios mismo. Así que cualquier dios que parece ser como tú, se convierte en tu dios favorito: ishta devatā. Si estás apurado por transformarte, si eres extremadamente devoto de la transformación, automáticamente hallarás en Shiva a tu deidad favorita porque él es el impetuoso poder de la transformación. Si eres muy intolerante con tus defectos, si no quieres para nada tus defectos, entonces veras a Shiva como tu favorito, porque él no tolera ningún defecto, en su presencia no puede existir ningún defecto. Adoptar a Shiva es la cosa más difícil porque debes estar preparado para tirar lejos todos tus defectos de una sola vez. Si quieres encantadoras sonrisas del Divino, entonces Mahalakshmi siempre será tu favorita. Ella no ve tus defectos, ella no desea eliminar tus defectos, ella sólo quiere atraerte, jalonarte, acariciarte. Y si necesitas que te acaricien, Mahalakshmi se convertirá en tu deidad favorita. Si eres un obrero paciente, un buen estudiante, un buen trabajador, Saraswati se
227
convertirá en tu deidad favorita. De manera que esta idea de la deidad favorita no es una idea equivocada. Es una idea muy efectiva, poderosa y verdadera. El Divino tiene muchas formas y tú puedes tomar cualquier forma que sea apropiada para tu naturaleza y remontar la escalera. Sólo que debes convenir que no te limitarás a este o esa o aquella... Tú tomas la ayuda, tomas la escalera y vas más allá, porque en última instancia es al Supremo Divino al que tienes que conocer. Puedes tomas al maestro humano, puedes tomar a un dios como ishta devatā, pero en última instancia tienes que encontrar al Supremo dentro de ti. Ese es el verdadero propósito de la Yoga Integral. Incluso si tienes un gurú humano, en últimas tienes que descubrir al propio Supremo en tu interior.
«La disciplina espiritual hindú le suministra a esta necesidad del alma los conceptos de la Ishta Devatā, el Avatar y el Gurú. La Ishta Devatā, la deidad elegida, no representa cualquier poder inferior, sino un nombre y una forma de la Divinidad trascendente y universal. Casi todas las religiones tienen como base o utilizan un nombre y una forma equivalentes del Divino. Su necesidad para el alma humana es evidente. Dios es la Totalidad y más que la Totalidad. Pero a aquello que es más que la Totalidad, ¿cómo ha de concebirlo el hombre? E incluso la Totalidad le resulta al principio muy difícil; dado que él mismo en su conciencia activa es una formación limitada y selectiva y se puede abrir sólo a lo que está en armonía con su limitada naturaleza. Hay cosas en la Totalidad que son muy arduas para su comprensión o le parecen demasiado terribles a sus sensibles emociones y a sus reducidas sensaciones. O, simplemente, no puede concebir como Divino, no puede acercarse o no puede reconocer algo que está tan excesivamente por fuera del círculo de sus ignorantes o parciales conceptos. Necesita concebir a Dios a su imagen ...» Esta es ahora la otra cara del asunto. En el verdadero aprendizaje te conviertes en Dios; ese es en última instancia nuestro derrotero. Pero al principio tú quieres que Dios sea como tú, no quieres volverte como Dios, sino que te gusta esa forma de Dios que se parece a ti, y te vuelves con más facilidad hacia ese aspecto del Divino que más se te parece.
228
Hay una palabra muy difícil en inglés [que traducida al español es]: antropoformismo. Hacer a Dios a imagen del hombre. Pensar en Dios como si fuera un ser humano, verlo como un ser humano, eso es antropoformismo. Porque los seres humanos se complacen cuando los halagas, por lo tanto se aproximan a Dios para halagarlo de manera que Él se sienta complacido con ellos. Como a los seres humanos les complace la adulación, creen que a Dios también le complace. No es cierto, pero es para ver a Dios como a un ser humano. Cuando golpeas a alguien sientes que se va a vengar de ti, asimismo, cuando te rebelas contra Dios crees que Dios se vengará de ti, que no te querrá, que se ofenderá. No sabes que Dios nunca está ofendido, Él es el Divino. Sri Aurobindo dice que Dios no está ofendido con tus rebeldías, Él es como una madre, entiende tus rebeldías y aún cuando te sublevas viene hasta ti y te abraza. Pero eso requiere un conocimiento superior del Divino, de lo contrario, lo normal es que pensemos que está ofendido. Plasmar a Dios con la imagen del hombre, eso es antropoformismo. Pero incluso eso tiene su uso, porque Dios usa todo. Dios usa para su propósito cada método del hombre. Así que esta idea de mirar al Divino de la forma en que nos gusta, Dios también la aprovecha. Si dices que te gusta mucho una cierta forma de Dios, Él toma esa forma y te trata a través de ella.
«Necesita concebir a Dios a su imagen o en alguna forma que esté más allá de él pero que sea acorde con sus tendencias superiores y que sus sentimientos o su inteligencia puedan captar. De lo contrario le resultaría difícil entrar en contacto y comunión con el Divino». El antropoformismo tiene sus usos, empiezas por ahí y en últimas llegas a Dios mismo y desechas el antropoformismo.
«Aún así su naturaleza apela a un intermediario humano para poder sentir al Divino en algo enteramente cercano a su propia humanidad y sensible a la influencia y el ejemplo humanos». Incluso la ishta devatā puede no ser suficiente. Un dios que está muy cerca de ti puede no ser suficiente para que tú te acerques a Dios. Puede ser que acudas a una forma humana, es por eso que se requiere el gurú humano.
«Esta apelación es satisfecha por el Divino manifiesto en una apariencia humana, la Encarnación, el Avatar —Krishna, Cristo, Buda. O si le resulta muy complicado concebir esto, el Divino se
229
representa a sí mismo a través de un intermediario menos maravilloso —Profeta o Maestro. Porque muchos que no pueden concebir o no están dispuestos a aceptar al Hombre Divino, están listos a abrirse al hombre supremo, a denominarlo no encarnación, sino maestro universal o representante divino.
Esto tampoco es suficiente; se necesita una influencia viva, un ejemplo vivo, una instrucción presente». Puedes tener una ishta devatā o una encarnación, un gran ser que vivió en el físico y que ahora es una encarnación, pero puede ser que eso no baste. Puedes tener un maestro, un profeta, pero un profeta del pasado puede no ser suficiente, a veces necesitas un maestro vivo, uno que te pueda hablar físicamente, uno que puedas ver viviendo día tras día,
«... una influencia viva, un ejemplo vivo, una instrucción presente. Porque es sólo una minoría la que puede hacer del antiguo Maestro y su enseñanza, de la antigua Encarnación y su ejemplo, una fuerza viva en sus vidas. Para esta necesidad también la disciplina hindú provee la relación del Gurú y el discípulo. El Gurú puede ser en ocasiones la Encarnación del Maestro Universal; ...» Así como Áryuna encontró en Krishna a su maestro viviente, y sucedió que Krishna no era sólo un maestro humano sino también una encarnación.
«... pero basta con que represente para el discípulo la sabiduría divina, le transmita algo del ideal divino o le haga sentir la consumada relación del alma humana con el Eterno». Puede que no sea un gran profeta, puede que no sea una gran encarnación. Si el maestro puede darle a conocer al Divino, puede llevarlo a experimentar al Divino, incluso con eso basta e incluso eso debe suministrarse.
«El sādhaka de la Yoga Integral empleará todas estas ayudas de acuerdo con su naturaleza; ...» No hay nada que se niegue en la Yoga Integral. Puedes adorar a un maestro humano que puede no ser una gran encarnación, puedes adorar a un maestro que sea una encarnación o un profeta, ya sea de la actualidad o del pasado, o puedes acudir a un dios, ishta devatā, o vas
230
directamente al Supremo Maestro en tu interior. Ninguna cosa y cualquiera, todo se admite en la Yoga Integral.
«El sādhaka de la Yoga Integral empleará todas estas ayudas de acuerdo con su naturaleza; pero es necesario que rechace las limitaciones que implican y que se deshaga de esa tendencia excluyente de la mente egoísta que grita: “Mi Dios, mi Encarnación, mi Profeta, mi Gurú” y lo opone a cualquier otra percatación con un espíritu sectario o fanático». Esta es la malignidad que evitamos. Puedes amar a tu maestro, pero decir: “Mi maestro es el único maestro en el mundo y ningún otro. Mi profeta es el único profeta en el mundo”, es excluyente. El Supremo Dios es el único Dios, el Uno que no tiene dos, todas las otras formas son formas secundarias y debemos tomarlas a todas en su luz suprema.
«Todo sectarismo, todo fanatismo debe ser repelido; porque es inconsistente con la integridad de la realización divina». Hay una hermosa oración de Sri Aurobindo, en la que le reza a todos los dioses y luego dice: “Ahora libérame de todos los dioses”6.
6 Aforismo 55: «Sé vasto en mí, oh Varuna; sé poderoso en mí, oh Indra; oh Sol, sé muy brillante y luminoso; oh Luna, sé llena de encanto y dulzura. Sé fiero y terrible, oh Rudra; sean impetuosos y cambiantes, oh Maruts; sé fuerte y audaz, oh Aryama; sé voluptuoso y placentero, oh Bhaga; sé tierno y gentil y amoroso y apasionado, oh Mitra. Sé deslumbrante y reveladora, oh Aurora; oh Noche, sé solemne y fecunda. O Vida, sé plena, lista y boyante; oh Muerte, conduce mis pasos de mansión en mansión. Armonízalos a todos, oh Brahmanaspati. No me dejes estar sujeto a estos dioses, oh Kali».
231
Conferencia 16 «El sādhaka de la Yoga Integral empleará todas estas ayudas de acuerdo con su naturaleza; pero es necesario que rechace las limitaciones que implican y que se deshaga de esa tendencia excluyente de la mente egoísta que grita: “Mi Dios, mi Encarnación, mi Profeta, mi Gurú” y lo opone a cualquier otra percatación con un espíritu sectario o fanático. Todo sectarismo, todo fanatismo debe ser repelido; porque es inconsistente con la integridad de la realización divina». ¿Cuáles son todas estas ayudas? Sri Aurobindo nos ha dicho que el Divino mismo es el maestro, pero siendo la naturaleza humana como es, con sus limitaciones, uno puede concebir primero a muchas otras deidades como ishta devatā. Las palabras ishta devatā significan dios favorito. Algunos pueden considerar a Ganapati como ishta devata, o a Shiva, o a Vishnu o a Durga, según nuestra naturaleza uno u otro se convierte en el que deseamos y adoramos. Favorito significa aquel a cuya imagen nos gustaría ser moldeados. Te gustaría ser como él o como ella. Si soy un adorador de Durga, me gustaría ser como Durga; si soy un adorador de Shiva, me gustaría ser como Shiva. Cuando admiras, te gustaría devenir eso que admiras. La admiración, la adoración son los primeros pasos, pero quedas satisfecho sólo cuando te vuelves como aquello que admiras. Eso es ishta devatā. Puedes considerar a tu ishta devatā como tu gurú, como tu maestro, o puedes querer que una encarnación sea tu gurú, ya sea Cristo o Buda o Krishna o Rama; o puede ser que quieras a un profeta como tu gurú. Hay una diferencia entre una encarnación y un profeta. La encarnación es aquel en quien el Divino mismo desciende; un profeta es un muy gran hombre que tiene contacto con el Divino, pero en quien el Divino mismo no ha descendido. Mahoma es un profeta. Así que puede que te guste tener una ishta devatā como maestro, o que prefieras tener una encarnación como maestro, o que te guste tener un profeta como maestro, o que quieras a un ser humano como maestro. Esas son las ayudas.
«Al contrario, el sādhaka de la Yoga Integral no estará satisfecho hasta que no haya incluido en su propio concepto todos los demás nombres y formas de la Deidad, hasta que no haya visto a su propia Ishta Devatā en todas las demás, hasta que no haya unificado a todos los Avatares en la unidad de Aquel que desciende en el Avatar, hasta que no haya
232
soldado la verdad de todas las enseñanzas a la armonía de la Sabiduría Eterna.
Tampoco debe olvidar el objetivo de estas ayudas externas, que consiste en despertar su alma al Divino interior. Nada se habrá cumplido finalmente si eso no se ha cumplido. No basta con adorar a Krishna, a Cristo o al Buda de fachada, si no se revela y se forma el Buda, Cristo o Krishna en nosotros mismos. Y cualquier otra ayuda igualmente no tiene ningún otro propósito; cada una es un puente entre el estado previo a la conversión del hombre y la revelación del Divino interior».
Ahora tenemos una descripción completa de nuestro maestro: sabemos, para empezar, que el Divino mismo es nuestro maestro; en segundo lugar, que no tiene método y los tiene todos, y que su sistema varía de acuerdo con la naturaleza de cada quien; en tercer lugar, que es un maestro que enseña mediante la sugerencia, no mediante la imposición, enseña mediante su propio ejemplo y enseña mediante su propia influencia, una influencia que procede de la cercanía de su ser con nuestro propio ser; y en cuarto lugar, que su propósito íntegro es llevarnos a través de una vicisitud —sucesión y alternancia— de experiencias, de una variedad de experiencias para que podamos despertar, porque ese es el motivo central: despertar. El maestro divino te despierta a su presencia, a su obrar en el mundo, a su intervención en todo lo que te sucede, ya sea éxito o fracaso, tropiezo o caída o catástrofe o gloria. Develar al Divino en ti es lo que el Divino se propone y cumple en última instancia. Pero, dado que para el ser humano es difícil abrirse directamente al Maestro Divino, existen otras ayudas: ishta devatā, encarnación, profeta o maestro humano. En cualquier caso, lo importante es que el maestro debe despertarte y que tu despertar es al Divino integral, quien no está limitado a una u otra forma, a una u otra ishta devatā, sino que las incluye a todas. Así pues, una vez más podemos decir que nuestro maestro es el Supremo Señor, quien es el maestro de todos.
Ahora viene la descripción del maestro humano, que es es más fácil de obtener para los seres humanos, más que el Supremo Maestro directamente.
«El Maestro de la Yoga Integral seguirá hasta donde pueda el método del Maestro interior. Conducirá al discípulo a través de la naturaleza del discípulo».
233
Esta es la justificación primordial de lo que llamamos sistema de libre progreso. Dado que cada quien tiene una naturaleza distinta, el sistema o el método será tal que resulte conveniente para cada uno, para su naturaleza propia. Incluso cuando hay una clase colectiva como esta, Él tiene en cuenta a cada uno distintamente y se dirige a cada uno de tal manera que cada uno puede extraer, de acuerdo con su propia naturaleza, lo que le resulte apropiado.
«Enseñanza, ejemplo, influencia —estos son los tres instrumentos del Gurú. Pero el Maestro sabio no buscará imponerse él o a sus opiniones sobre la aceptación pasiva de la mente receptora; ...»
Él no se convierte en un propagandista. Un buen maestro no es un propagandista, no hace ninguna propaganda. No quiere que sus opiniones sean aceptadas por sus discípulos.
«... impartirá sólo lo que es productivo y seguro como una semilla que crecerá bajo el fomento divino interior».
Es una frase muy importante. La tarea del maestro es sólo impartir unas cuantas semillas en el suelo del chico y luego es el divino el que las fomentará, es el Divino mismo el que regará las semillas para que crezcan y se conviertan en un árbol.
«Buscará despertar mucho más que instruir; ...» Esta es la marca de un buen profesor. No le gusta instruir, no le gusta decir: “Haz esto, haz aquello”. Puede que lo diga, pero para él lo más importante es despertar.
«... apuntará al crecimiento de las facultades y experiencias a través de un proceso natural y de una libre expansión». Hay muchos cursos en el mundo destinados a la educación: bachiller en educación, máster en educación... Si se destilaran todos los cursos y se condensaran de la manera más breve posible, con este párrafo bastaría. Todos los cursos sobre educación en últimas pueden reducirse a esto. Si ustedes dominan este párrafo les doy un título como Bachilleres en Educación. Con sólo este párrafo basta. Las palabras “crecimiento de las facultades” son muy importantes. Nuestra educación suele ser mediante libros y temas, en tanto que un buen maestro está muy preocupado por el crecimiento de las facultades. Puede tratarse de este tema o de aquel o de aquel otro, pero lo que es importante es el desarrollo de las facultades.
234
El ser humano tiene cuatro facultades principales. Una de ellas es la facultad sensorial, de los sentidos. Desarrollarla es desarrollar los poderes que son inherentes a los sentidos: el poder de la observación, de ver exactamente, de disfrutar correctamente. La experiencia de escuchar, cuando escuchas música y eres capaz de apreciar diferentes melodías musicales, distintas notas musicales, distintos tonos de música, entonces has cultivado la facultad del oído. Y cuando escuchas música, si puedes escuchar los sonidos inaudibles. Los sonidos audibles se escuchan, por supuesto, pero entre los sonidos hay otros inaudibles y si puedes escuchar los sonidos inaudibles... Es como en un cuadro, lo que está pintado es bueno, por supuesto, pero si puedes observar lo que no está pintado, esa es una mirada más profunda, el ojo penetrante del artista. Entonces, para empezar, la facultad que debe desarrollarse es la sensorial.
La segunda es la facultad de la mente. La mente también es sensorial, pero es un sentido coordinado, es el sentido que coordina a todos los otros sentidos. Cuando puedes coordinar el sonido y la vista, como en el cine —el medio cinematográfico te da sonido y vista juntos—, operas como una mente. Nuestra mente es una facultad cinematográfica automática. Coordina una variedad de experiencias. El cine no es una facultad coordinadora completa porque no te permite degustar; cuando ves a alguien comiendo no saboreas lo que él saborea; tampoco puedes experimentar la sensación de tocar. Pero la mente puede hacer todo eso junto. De manera que la facultad de la mente es muy importante —una actividad coordinada.
La tercera facultad es la imaginación. Sin experiencia o basado en la experiencia tú puedes crear imágenes en tu mente. Esa es la imaginación, la capacidad de hacer una imagen tan fielmente como sea posible. Eso te lleva a la experiencia de las metáforas, símiles y analogías, a tratar de plasmar una experiencia en imágenes o a expandir una experiencia a través de una imagen.
La cuarta es la facultad de la razón. La capacidad de deducción, de inducción, la facultad de racionalizar, de conectar la causa y el efecto. Cuando hay una larga cadena de conexiones, y puedes exitosamente elaborar toda la cadena, ese es el proceso de raciocinio. A es la causa de B; B es la causa de C; C es la causa de D... Por lo tanto A es la causa de D. La razón es la facultad mediante la cual tú deduces e induces. Deducir es extraer de una proposición mayor, una menor; de una totalidad tú extraes algo que es aplicable a uno o a varios. La inducción es el
235
proceso opuesto: vas de lo particular a lo universal, a partir de un ejemplo concluyes aquello que pasará de la misma manera para todos los casos. Y también existe la implicación. Todos estos son procesos de inferencia. Inferir es empezar por una proposición y de ella extraer otra proposición. La influencia se lleva a cabo mediante deducción, inducción, implicación y raciocinio. Se supone que la razón es el instrumento de la inferencia. Eres racional cuando puedes inferir correctamente y objetivamente, a eso se le llama el poder de la inferencia. Inferir es una gran facultad de la mente humana. Va más allá de la experiencia. En los sentidos tú tienes la experiencia, pero en la razón tienes una capacidad mucho mayor, vas más allá de la experiencia. Porque aquí en la India tenemos la experiencia de la tierra, el agua y el aire, puedes estar seguro de que incluso si vas a California allá habrá tierra y agua y aire. No lo has experimentado, pero lo infieres. Básicamente no hay diferencia entre India y California, por lo tanto, si es posible tener aquí tierra, agua, aire, fuego, etcétera, también los tendremos en California. Sin la experiencia, lo podemos decir, lo podemos inferir. La facultad de la razón es una facultad por la cual puedes inferir exactamente, decisivamente.
Estas son las cuatro facultades: sentidos, mente, imaginación y razón. Y la quinta facultad es la intuición, la capacidad de la intuición. Se le denomina conocimiento por identificación; pero conocimiento por identificación incluso con lo invisible. Esa es la peculiaridad de la intuición. Incluso lo que es invisible, inaudible para nuestros sentidos, incluso con eso te puedes identificar. Por supuesto que la propia intuición tiene muchas otras facultades en las que ahora no nos adentraremos; es una gran ciencia en sí misma.
Pero lo que importa es que el buen profesor tiene sus ojos puestos en las facultades de sus alumnos. Puede enseñar cualquier materia: matemáticas, historia, geografía, ciencias, lo que sea, pero su preocupación es si sus estudiantes están desarrollando sus facultades. En los sistemas comunes de educación lo que se prueba es si sabes este hecho o este otro, si estás informado de esto o de aquello, y muy pocos profesores tratan de entender el desarrollo de las facultades, si tus ideas se tornan claras, si tu pronunciación es correcta o no, si puedes razonar apropiadamente o no, si tus observaciones son correctas o no. Puedes escribir de forma muy sumaria, no extensamente, pero tu breve declaración debe transmitir el desarrollo de tus facultades y la experiencia del buen maestro se relaciona con el desarrollo de las facultades.
236
«... apuntará al crecimiento de las facultades y experiencias a través de un proceso natural y de una libre expansión». En una sola frase, Sri Aurobindo ha puesto tanto. Un buen profesor es aquel que no permite que el estudiante se sienta restringido. Crece gradualmente, no deja mucha tareas para hacer en casa y no carga al chico. Repite varias veces, no se cansa de repetir para que el chico no tenga la carga de memorizar demasiadas cosas. Puede que ustedes hayan aprendido antes que era la deducción, pero lo olvidaron después de algún tiempo, eso no importa, él volverá a repetir y a decir qué es deducción, qué es inducción, qué es implicación, una y otra vez para que haya una expansión natural. La expansión será natural; no será a martillazos, debe ser una experiencia alegre, cada vez hay una frescura y uno crece con esa frescura.
«Proporcionará un método como una ayuda, como un dispositivo utilizable, no como una fórmula imperativa o una rutina fija». Cada individuo necesita un método, pero un buen maestro recuerda que un método no es una cosa fija; no es una rutina que haya que seguir; no es algo que te amarra. Eso sólo te ayuda y en el momento en que eres ayudado puedes arrojar lejos el método y volverte más libre.
«Y estará en guardia para que el medio no se vuelva una limitación, para que el proceso no se vuelva mecánico. Su oficio es despertar la luz divina y poner a trabajar la fuerza divina de la cual él mismo sólo es un medio y una ayuda, un cuerpo y un canal». Para un buen maestro, el asunto principal no es la sensorialidad, no es la imaginación, no es la racionalización; esas son buenas cosas, deben incluirse, pero su principal interés es cuánto estás despierto a la presencia del Divino en tu ser. En un párrafo Sri Aurobindo ha registrado el proceso completo de la educación, el proceso completo del método de la educación, el papel completo del profesor; el comienzo, el medio y el final. Es por eso que si ustedes dominan este párrafo, han logrado toda una ciencia y un arte de la educación. El resto son acotaciones.
Ahora Sri Aurobindo se expande sobre los tres elementos del maestro: instrucción, ejemplo e influencia. Dado que estos son los tres elementos más importantes del maestro...
237
«El ejemplo es más poderoso que la instrucción; ...» Una vez les dije que la educación es lo que queda después de que se ha olvidado todo lo que se ha aprendido. Lo que se queda con uno es el ejemplo del maestro. Uno puede haber olvidado todo lo que él le ha enseñado, pero lo que perdura es su ejemplo.
«... pero no es el ejemplo de los actos exteriores ni el del carácter personal el que tiene la mayor importancia. Esos tienen su lugar y su utilidad; pero lo que más estimulará la aspiración en otros es el hecho central de que la percatación divina dentro de él gobierna por entero su vida y su estado interior y todas sus actividades. Este es el elemento universal y esencial; ...» Cuando hablas del ejemplo del maestro se trata de su propia percatación interior, y qué tanto su percatación se refleja en su vida, en sus actividades. Eso es lo que tiene capital importancia.
«... el resto le pertenece a la persona individual y a las circunstancias. Es esta percatación dinámica la que debe sentir el sādhaka y reproducir en sí mismo de acuerdo con su propia naturaleza; no necesita luchar por imitar un exterior que bien puede esterilizar en lugar de producir frutos adecuados y naturales». Puedes imitar al maestro exteriormente y quizás te haga sentir feliz durante algún tiempo, pero luego eso se vuelve estéril. Lo que verdaderamente debes imitar es la percatación del maestro, y si puedes reproducir su percatación, esa es una imitación verdadera.
«La influencia es más importante que el ejemplo». La vez pasada les hablé de lo que significaba la influencia. La influencia es la irradiación del contacto interior, de la intimidad del alma del maestro con el alma del discípulo, porque esa es la única cosa que es íntima. Todo lo demás es externo. No hay nada más íntimo que el alma; el toque de un alma con otra. Tú eres tu alma, el maestro es su alma. Su alma tocando la tuya, eso es influencia; la irradiación de ese toque, eso es influencia.
«La influencia no es la autoridad exterior del Maestro sobre su discípulo, ...»
238
No se trata de la posición que ocupas con tus estudiantes. Con frecuencia la mayoría de los profesores ejercen influencia porque se sientan en una tarima, en una posición más alta, y por lo tanto influyen a los alumnos, pero esa no es una influencia verdadera.
«La influencia no es la autoridad exterior del Maestro sobre su discípulo, sino el poder de su contacto, de su presencia, de la proximidad de su alma al alma de otro, infundiendo en ella, aunque en silencio, eso que él mismo es y posee». Estas palabras son tan importantes y tan bellas, que a uno le gustaría leerlas una y otra vez.
«Esta es la señal suprema del Maestro. Porque el más grande Maestro no es tanto un Instructor como una Presencia que vierte la divina conciencia y su contenido de luz y poder y pureza y deleite en todo aquello que es receptivo a su alrededor.
Y también debe ser una señal del maestro de la Yoga Integral que no se arrogue la condición de Gurú en un ánimo de presunción humana y de exaltación de sí mismo». Los hombres inmaduros, cuando quieren ser profesores, quieren tener la autoridad del maestro, quieren ejercer influencia sobre las personas atribuyéndose la condición de gurúes: “Yo soy un gurú, ustedes son mis discípulos y deben seguirme”. Se imponen sobre los alumnos. Esa es la indicación de que no son maestros. Un verdadero maestro es extremadamente humilde.
«Su tarea, si alguna tiene, le es confiada desde lo alto; él en sí mismo es un canal, un recipiente o un representante. Es un hombre ayudando a sus hermanos, un niño liderando niños, una Luz encendiendo otras luces, un alma despierta despertando almas, por mucho un Poder o Presencia del Divino invocando a otros poderes del Divino». En cada experiencia, el maestro descubre que su discípulo es un dios vivo. Trata a cada discípulo como a Dios. Y si él mismo es un dios, está llamando a los demás dioses. Esta es la condición más elevada de un buen maestro. No se relaciona con un niño como si el niño fuera ignorante, esa es sólo la experiencia exterior del niño, pero en su interior el niño es un dios vivo. De manera que el maestro se relaciona
239
con cada uno como si fuera con Dios mismo. Hemos llegado a la culminación de la experiencia de un buen maestro.
Ahora lo que queda es muy poco. Hemos hecho tres grandes ayudas: la shastra, utsāha y el gurú. Ahora debemos ocuparnos de kāla.
«El sādhaka que cuenta con todas estas ayudas está seguro de su meta. Incluso una caída será para él sólo una manera de levantarse y la muerte un pasaje hacia la plenitud. Porque una vez en este sendero, nacimiento y muerte se convierten en meros procesos en el desarrollo de su ser y en las etapas de su travesía.
El tiempo es la otra ayuda que se requiere para la efectividad del proceso. El tiempo se presenta ante el esfuerzo humano como un enemigo o un amigo, como un impedimento, un medio o un instrumento. Pero siempre es en realidad el instrumento del alma». Cualquier dramaturgo sabe que su drama no puede tener éxito a menos que conozca el secreto del tiempo. Él sabe que todo tiene un movimiento. Ningún evento puede ocurrir sin un desarrollo previo dentro de un cierto marco de tiempo. Es lo mismo para un músico, un buen músico es el que sabe el tiempo que tomará organizar diferentes melodías. No puedes llegar a un crescendo a menos que hayas desarrollado un cierto movimiento del proceso musical. No puedes tener mangos inmediatamente después de haber plantado unas semillas de mango. Hay un elemento temporal. El mundo entero no es más que una serie de procesos en los que el tiempo es el madurador. Sin el tiempo nada madura y por lo tanto las personas sensatas son pacientes, porque todas ellas conocen el valor del tiempo. No dicen que ya ha pasado un año y nada ha ocurrido. Cada proceso tiene su propio ritmo y puedes tener todas las ayudas, pero si no honras el tiempo, entonces quizás sientas grandes frustraciones, desilusiones, y eso debilita tu proceso, por ende debes saber qué es el tiempo y cómo debe utilizarse. Esa es la razón por la que todos debemos ser cuidadosos a la hora de hacer un horario; cada estudiante debería programar un buen horario, es un muy buen arte. El esfuerzo humano es impaciente, ignorante y, según Sri Aurobindo, lo que debes hacer es volverlo acertado. Cuando un ser humano se vuelve sabio, usa el tiempo como un instrumento. De lo contrario, entre más egoísta eres, más sientes que el tiempo es tu enemigo. Hay una frase muy bonita en Hamlet: “El tiempo está fuera de quicio”. Cuando va a hacer algo, siempre llega
240
tarde. El tiempo no hace las cosas a tiempo, y esa es nuestra experiencia constante. Cuando eres muy egoísta, te parece que el tiempo está fuera de quicio. Cuando necesitas algo, exactamente en ese momento ese algo no se encuentra; puede que esté contigo todo el tiempo, pero en el momento preciso en que la necesitas, no está allí. Eso significa que no has organizado tu tiempo adecuadamente. Y el tiempo resulta ser un enemigo.
«El tiempo es un campo de circunstancias y fuerzas que se encuentran y efectúan una progresión resultante cuyo curso él mide». En dos líneas, Sri Aurobindo ha dado la mejor definición de tiempo. Hay muchas definiciones de tiempo; por ejemplo: el tiempo es una sucesión de momentos. Sin embargo, Sri Aurobindo da una más completa definición de tiempo.
«El tiempo es un campo ...» Puedes ver que un campo no es sucesivo, el campo es holístico, todo campo es holístico. Por lo tanto, aquí el tiempo no es el tiempo lineal, no es algo sucesivo, no es algo que se mueve paso a paso hacia adelante.
«El tiempo es un campo de circunstancias y fuerzas ...» No sólo circunstancias, sino también fuerzas. A menos que las circunstancias y las fuerzas que operan sobre las circunstancias se encuentren, se crucen, se conjuguen, no hay un verdadero proceso de tiempo. El tiempo mide por supuesto un proceso, pero ese proceso es el resultado de unas circunstancias y unas fuerzas que se encuentran unas con otras, se cruzan unas con otras y entonces producen una secuencia, y en consecuencia aquello que está en proceso se convierte en producto —surge un resultado.
«El tiempo es un campo de circunstancias y fuerzas que se encuentran y efectúan una progresión resultante cuyo curso él mide». Es una bella y en verdad abarcadora definición de tiempo que uno debería memorizar. Si te conviertes en un escritor de historias, en un dramaturgo, en un guionista, tienes que entender el secreto proceso del tiempo. De hecho Aristóteles, que escribió un libro sobre el drama, dijo que un buen drama es el que tiene una unidad de espacio y tiempo —unidad, no sucesión. Un buen dramaturgo es el que sabe en qué
241
punto del tiempo empieza el drama, de manera que cuanto haya sucedido antes no se describe necesariamente, pero aparecerá en el curso mismo del desenvolvimiento dramatúrgico. Hamlet, por ejemplo, es uno de los más grandes dramas. Si estudias Hamlet como un drama, la primera escena —¡cómo arranca!—, es bien de noche, no se escucha una mosca, hay total silencio. Todo está en suspenso en ese momento, el tiempo está preñado. Lo que ha sucedido en el pasado llena por completo el momento; lo que habrá de suceder en el futuro también pende de ese momento. Es un momento muy cargado y Shakespeare empieza el drama con el sonido del “dong” e interrogantes, porque todos han oído que apareció un fantasma en el castillo y quieren ver si acaso hoy, si esta noche el fantasma aparecerá o no. Y toda la historia pende del fantasma y de la aparición del fantasma y de lo que el fantasma comunica. Todo el drama, la totalidad de la tragedia se basa en ese tiempo, en ese momento. Es el encuentro de fuerzas y circunstancias en el que se lleva a cabo una progresión resultante. Es una descripción muy breve del tiempo, pero muy completa.
«Para el ego es un tirano o un impedimento, para el Divino un instrumento». ¿Por qué el tiempo es un tirano o un impedimento? Porque el ego no respeta las circunstancias; no respeta el encuentro de fuerzas. El ego está interesado solamente en sí mismo, en lo que él quiere, en su propia aserción, en su propia afirmación y en su inmediata necesidad de realización de sí mismo. Esa es la marca del ego. Él no está consciente de las circunstancias, de las fuerzas que están obrando. Como dice Sri Aurobindo, el ego considera al mundo entero como algo que se mueve a su alrededor, como si todo se creara para él, considera al mundo su instrumento propio —y no cree que él sea el instrumento de todo. Para el ego todo es insignificante, salvo él, que tiene la mayor relevancia. Esa es la limitación de la conciencia egoísta y por eso cuando se topa con las circunstancias, cuando se topa con las fuerzas que han estado operando, encuentra resistencia, porque las circunstancias no respetan al ego, las fuerzas que están alrededor no respetan al ego. Todas ellas siguen su propio camino, por su cuenta. El Divino lleva un muy buen y completo registro de todo, del ego y del todo, de la relación entre este pequeño finito y el todo. Así que para el Divino todo es un instrumento.
«Por lo tanto, mientras nuestro esfuerzo es personal, el Tiempo aparece como un impedimento, pues nos presenta toda la obstrucción de las fuerzas en conflicto con la nuestra. Cuando el
242
trabajo divino y el personal se combinan en nuestra conciencia, aparece como un medio y una condición. Cuando ambos se convierten en uno, aparece como un servidor y un instrumento». Cuando la Voluntad Divina y mi voluntad se vuelven idénticas, entonces el tiempo es sólo un instrumento, un servidor. Cualquiera que sea el tiempo que necesitas para cumplir el trabajo, exactamente esa cantidad de tiempo tendrás para tu trabajo y descubrirás que durante ese tiempo todo es fluido, no se presenta nada indeseado o inesperado, todo sucede en el acto.
Yo veía con Madre a cada rato que si ella necesitaba una pluma fuente, le llegaba como un regalo de alguien, exactamente en el momento justo. Si necesitaba información de alguien, resultaba que la persona que tenía esa información estaba justo en la puerta y entraba justo en ese preciso momento y entregaba la información. Cuando eres el maestro del tiempo, encuentras exactamente esta condición. Cuando quiera que necesites a X, X está disponible. Si crees que X no es necesario ahora, X no estará disponible en este momento. Lo que sea que requieres, sucede justo a la hora precisa —de hecho todo ocurre a la hora idónea si conoces la manera Divina de hacer las cosas. Pero debido a nuestra voluntariedad egoísta, a nuestra ansiedad egoísta, a nuestra tiranía egoísta, nos topamos con que el tiempo está fuera de quicio. Básicamente el tiempo nunca está fuera de quicio, todo está calculado, todo sucede en el momento correcto. Cuando te necesito, estás conmigo; cuando me necesitas, estoy contigo. Esa es la melodía y la armonía y el ritmo de la vida. Si sales de la preocupación egoísta, todo se vuelve un instrumento. Por lo tanto, Sri Aurobindo da el más grandioso consejo, la más maravillosa fórmula para manejar el tiempo, cómo lidiar con el tiempo:
«La actitud ideal del sādhaka hacia el Tiempo es tener una paciencia inagotable como si tuviera toda la eternidad para lograr su plenitud y, no obstante, desarrollar la energía de la percatación ahora y con una creciente maestría y presión por la rapidez hasta que tal energía alcance la milagrosa instantaneidad de la suprema y divina Transformación». Leámoslo de nuevo. Debemos leerla cinco veces, porque es una de las frases más importantes de este capítulo.
243
«La actitud ideal del sādhaka hacia el Tiempo es tener una paciencia inagotable como si tuviera toda la eternidad para lograr su plenitud ...» Entonces, no hay que estar nunca apurado, afanado, tener paciencia infinita. Esa es la primera actitud. No pidas que debas percatarte de Dios hoy. Es una petición ignorante, una petición egoísta, como si tú fueras importante y no Dios. Debes tener una inagotable paciencia, como si Él tuviera toda la eternidad para su cumplir su meta. Así que imagínate la clase de paciencia que uno debe tener. Muchas personas que viran hacia el sendero de la yoga egoístamente, le piden tanto al Divino que se frustran fácilmente y fracasan en su yoga. Destruyen sus propios esfuerzos al volverse demasiado impacientes. Pero eso no es todo, ¡esa sólo es la mitad de la frase! Mientras eres muy paciente, tienes algo para hacer aquí y ahora. No digas que hay mucho tiempo y que todo sucederá. Esa es una actitud de paciencia que es buena, pero al mismo tiempo emparéjala con otra actitud; debes:
«... desarrollar la energía ...» Cualquiera que sean las facultades que tengas, cualquiera que sean las facultades que puedas desarrollar ahora, sin postergación, las desarrollas ahora.
«... y, no obstante, desarrollar la energía de la percatación ahora y con una creciente maestría y presión por la rapidez hasta que tal energía alcance la milagrosa instantaneidad de la suprema y divina Transformación». Debes desarrollar tu energía ahora y cada vez más, tan rápidamente como sea posible, de manera que cuando llegue el día en que se necesite hacer algo, se podrá hacer inmediatamente, instantáneamente. Pide, se te dará en el acto; quieres una completa transformación, puedes tenerla en el acto, inmediatamente. Así que combinas dos actitudes. Una vez Madre me dio una buena definición de tiempo. Primero: “Nunca ambiciones”, porque la ambición siempre te vence. Tienes un propósito, pero ninguna ambición. Segundo: “Lo que sea que puedas hacer, sin pretensión, lo que sea que quieras hacer, lo que sea que tengas que hacer, hazlo tan perfecta y tan rápidamente como sea posible”. Combinas ambas cosas, presteza y perfección. Las combinas a ambas y obtienes exactamente el ritmo preciso del movimiento del
244
tiempo. Hazlo tan perfectamente como puedas y hazlo tan pronto como puedas. Combina ambas cosas.
Acabo de concluir este capítulo y en mi programa hemos llegado al final del Primer Acto. Hay cinco actos en nuestro drama y acabamos de terminar el primero de ellos.
Empezamos con el primer capítulo de La vida divina. Al terminarlo, íbamos por la mitad del acto. Recién hicimos el primer capítulo de La síntesis de las yogas y al finalizarlo tenemos un balance completo. El primer capítulo de La vida divina nos convenció de que la vida divina es posible e inevitable. ¿Cómo hacerlo? Ahora tenemos la respuesta. En cierto sentido se puede decir que ahora ustedes pueden ser dejados a su propia cuenta y riesgo. Ustedes saben cuál es el objetivo que hay que cumplir y ahora tienen las ayudas: shastra, utsāha, gurú y kāla. En cierto sentido, se pueden decir a sí mismos que ya ustedes lo saben y que sólo les resta hacerlo; que sólo debe llevarse a cabo.
Nuestro programa de aquí en adelante será recordarnos a nosotros mismos del conocimiento que tenemos en el primer capítulo de La vida divina y seguidamente implementar lo que hemos aprendido en el primer capítulo de La síntesis de las yogas. Eso es filosofía aplicada. Tienen la teoría, tienen el conocimiento de la práctica y esta práctica debe llevarse a cabo ahora. ¿Qué debemos hacer a continuación?
Mi preocupación básica es el desarrollo de sus facultades. De manera que, mientras ahora ustedes empezarán a practicar en su vida diaria, es un largo proceso, como si la eternidad estuviera disponible para que nosotros nos percatemos, pero ustedes también practicarán para desarrollar tales energías que gradualmente alcanzarán un punto en el que realizarán de inmediato lo que deseen.
Nuestro énfasis está ahora en la energía, en el desarrollo de las energías. Ese es nuestro programa ahora. ¿Qué energías se desarrollarán ahora? Hay tantas energías en ustedes. Cada uno tiene un programa de desarrollo integral. Cuando les pregunto qué energías habrán de desarrollarse, tengo también que preguntarme en qué forma puedo yo ayudar, porque mis propias energías son limitadas, y debo hacer lo mejor que puedo para ofrecer las mejores energías que tengo de manera que sus energías y las mías se puedan entremezclar y también dejar mucho espacio para que otras energías lleguen hasta ustedes, de manera que los ríos que ustedes son puedan volverse oceánicos en su desarrollo.
245
Quiero leer con ustedes una buena porción de La vida divina y La síntesis de las yogas. Aunque ya he leído el primer capítulo de ambos libros, lo que quiero hacer ahora es expandir sus horizontes hacia el Oriente y hacia el Occidente. Quiero desarrollar sus energías de comparación y contraste. Quiero desarrollar sus energías que pueden reflexionar, reflexionar imparcialmente, reflexionar sin impaciencia. Hay una frase muy linda en La vida divina, donde Sri Aurobindo dice: “Si buscas la verdad y sólo la verdad sin ninguna impaciencia...”. Esa es la cualidad que quiero desarrollar en todos nosotros. De manera que con ese propósito, empezaré un nuevo curso.
Quiero hacer dos sistemas de filosofía de la India y dos sistemas de filosofía occidental. Me concentraré en los dos sistemas de filosofía india Sankhya y Vedanta, y estudiaré con ustedes la filosofía occidental de Sócrates y Platón. Si ustedes están de acuerdo.
Empezaré con Sócrates y Platón, ya que por ahora he hecho bastante en torno a la India.
246
Top Related