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ERNST CASSIRER:

El problema del conocimiento

LIBROS

La sección de filosofía del Fondo de Cultura Económica acabade editar el primer volumen de la versión castellana, escrupulosamenterealizada por vVenceslao Roces, de la gran obra de historia de la filo­sofía, circunscrita a la exposición del desarrol1o de la teoría del conoci­miento, del insigne filósofo alemán contemporáneo, Ernst Cassirer, quel1eva por título: El Problema del Conocimiento en la Filosofía y en laCiencia Modernas. En él se expone la historia de la teoría del conocer,verdadero órgano de sustentación de todo el pensamiento especulativoposterior y piedra de toque de la moderna filosofía, desde el resurgi­miento de su problemática, en las postrimerías dé la Edad Media y enel Renacimiento, hasta la primera planteación de la filosofía críticahecha por Descartes, en quien se encuentran dados los elementos sus­tanciales del idealismo y del racionalismo rigorista continental. Entreestos dos momentos del desarrollo histórico aparece una larga teoríade pensadores, tra'tados con excepcional comprensión y lucidez por Cas­sirer, porque en su pensamiento, a juicio de nuestro autor, se expresay pormenoriza uno de los más amplios, directos y sustanciales movi­mientos de la historia de la ciencia y del pensamiento filosófico quesobre ella reflexiona.

El historiador de la filosofía tropieza también con la dificultadde establecer los límites precisos del' Renacimiento -los de su comicnzoy los de su conclusión como época histórica coherente-, punto de par­tida y simiente de la filosofía moderna, porque los primeros siglos del

. Renacimient.o se ocupan casi exclusivamente en la asimilación de lossistemas antiguos, expresada en el doble movimiento enderezado a re­visar el pensamiento platónico y el aristotélico. De esta manera nospresenta Cassirer el descnvolvimicnto moderno de las dos actitudes funda­mentales de la filo,ofia: la idealista y la realista. Junto a ellas, y comocoronando sus esfuerzos, anarece una de las formas, la más radicalindudablemente. del relativismo filosófico, la del escepticismo excep­rionalmcnte 1ÍJcido de Montaigne y Sánchez. Escepticismo que nuestrobi,toriador nos presenta como el desenvolvimiento ininterrumpido ycoherente dcl concepto socrático de la ignorancia. que bajo la formade la dacia itlno'l'alltia dc Nicolás de Cusa, ronstituve la reculiaridadmetodológica que separa a esta filosofía de la Edad Media. Relativismofilosó fico que encontramos en Campanella cuando rebasando los lí­mites de la filosofía dc la naturaleza busca un princioio que puedafundamentar a la conciencia de sí mismo, y que en Descartes cons­tituye el bien conocido punto de partida para asentar los fundamentosracionales puros de la conciencia.

Pna buena tercera parte del libro de Cassirer se dedica a la ex­posici(1I1 v caracterización del desarro110 y nacimiento del dato funda­mental de la filosofía moderna: la ciencia exacta. Los verdaderosorígcnes de la misma tenemos que irlos a buscar cn la filosofía dela naturaleza del Renacimiento, Ijar más que en el1a. junto a la obser­vación exacta. practicada por primera vez con toda fidelidad y amplitud,aparezcan en la conceprión e interpretación del ser exterior los deseosindividuales y las sugestiones de la voluntad. A este resnecto, nos diceCassirer, es preciso marcar nítidamente la línea divisoria que separaa la filo,ofí'a de la natlll'aleza de la investigación exacta. Ambos mo­mentos de la historia dc la filosofía, son ilustrados por Cardano. deuna partc, representante de la nueva mentalidad y de' la nueva inves­tigación. quien todavía reflexiona sobre los demonios v los milagros,y por Keplero, de la otra, en cuya conceoción e.<l~tira. del cosmos per­viven todavía algunos de los elementos de esa filosofía, pero que conrigor consciente levanta la barrera metodológica que le separa de suspredecesores, de Francastoro y de Patrizzi, entre otros, contra los cua­les polemiza para establecer el valor lógico y di ferencial de la mate­mática.

La tercera parte de la obra l1eva por título "Los fundamentos delidcalismo" y se dedica casi exclusivamente a la filosofía cartesiana,en función de la cual y de la actitud espiritual con ella consecuente,se cxpone el ir racionalismo pascaliano. de una parte, y el conciliadory comprometido ocasionalismo de Malebranche, de la otra. Con Des­cartes empieza la filosofía moderna para nuestro historiador, no "por­que coloque a la cabeza de su especulación la idea del método, sino'porque le asigna una función nueva" de la que depende el rendimientototal de las ciencias, que no son más que "el fruto espontáneo de losprincipios innatos del método". Para Cassirer, la comprensión de estarelación es esencial para entender "histórica e intrínsecamente el sistemade la filosofía de Descartes".

Así termina este primer volumen cuya extensión y cuyos límitesse justifican norque la riqueza del Renacimiento filosófico y científico estal que en el1a "se contiene el fundamento original y seguro de todolo que viene después." Esto que viene. despu~s cOI}stituye, .el ~egundovolumen de la serie, en el cual se estudIa la ftlosoÍla emplnca mglesa,el desarrollo del idealismo a partir de Leibniz y el proceso de desarrollode la ciencia de la mturaleza que arranca de Newton.

FERNANDO BENÍTEZ. La vidacriolla en el siglo XVI. El Co­legio de México, 1953. Ils. deElvira Gascón, 322 pp.

Este libro es producto de unainquietud común a nuestro tiempo'el descubrimiento de 'las cosas d~México hasta términos que vanmás allá de la ciencia y la erudi­ción. El deseo de interpretar nues­tro presente no se ha detenido en elestudio -o en la semblariza- delo contemporáneo, alcanza a desen­trañar' el pasado, a hurgar en él,a exponerlo luego con la interpre­tación propia y personal de quiense siente requerido a explicar -aexplicarse-:- el mundo en que vive.No basta el asedio que' haga elhombre de ciencia, cuyos progre­sos alcanzados en el estudio. de losproblemas que se plantee, o halleplatiteados, están condicionados ala reserva obligada de fines quese encuentran, a veces, tan me­diatos y tan esperanzados de hallarsu concatenación con los descu­brimientos y avances que en elmismo terreno realicen otros hom­bres de ciencia, que resultan casimetafísicos para el hombre de lacalle, perplejo ante su circunstan­cia inmediata, física, tangible. Ennuestro tiempo se ha dado el casode que hombres que han hecho desu vida una para l;l cual la inves­tigación ha sido el móvil princi­pal, puedan proponer -aparente­mente-- sin esfuerzo y con senci­llez las respuestas que esperan,ávidos, infinidad de ciudadanosotrora indiferentes. Pero junto aesto se ha dado la improvisación.de quienes más jóvenes, o másaj enos a los temas que ahora sonde '11 orefercncia, sintieron la ne­cecidad de atender a la apremiante~olicitud de dar respuesta a los.problemas de su tiempo. El resul­tado de tal actitud tiene que ser,nccesariamente, diverso. Hay quie~

nes improvisan, improvisándose,. do·tándose con denuedo de los instru­mentos necesarios para dar una res.puesta solvente, y hay quienes de7rivan por la charlatanería.

Es el caso que Fernando Bení­tez, escritor de fluído y claro esti­lo, se cuenta entre ouienes rechazanlas respuestas' fáciles o hechizasy es capaz de meterse en terre­nos renutados como ajenos en bus­ca de la verdad que necesita. Y esel caso también, que al improvisar­se lector de la historia del sigloXVI, mexicano, se torna en uno de,us más elocuentes intérpretes. Suánimo observador y desenvuelto lepermite pasear por el pasado, através de los libros. como a travésde una "máquina del tiemeo", y lees dable traer de ellos un testimo­nio actual y añejo, tan fresco querarece traído de la vida misma.Así, las referenci'as que hace alos conquistadores, a los frailes,a los magistrados, a los poetas y alos pretendientes, a los santos ya los humanistas, hijos ya todos deconquistadores, así como las que deestos mismos, no parecen tomadasde viejos testimonios, sino el Ü:sti­monio mismo de un coetáneo cuyasvivencias -maliciosa:; o excesiva­niente ingenuas- pertenecieran a unhombre que ~e hubier~ adelantado asu tiempo. El resultado de esto esoue el relato, a pesar de su intrinca­da perspectiva de sociología de lacultura, es fácil y ameno, Y la ima­g-en que dej a del mundo y de la vidade nuestros primeros antepasadoscriollos -ya mestizos, por el merohecho del contorno que les daba lat!.erra, de: su nacimiento- es tan p.re­cisa y clara como la de una casa' re­cién terminada, a la que se le hubie­ran qlli t;ldo todos los andamios, cosaque, hay que recordarlo, no todoslos arquitectos saben hacer.

E. F. V.

UNIVERSIDAD DI:: MEXICO

que está escrito. Los capítulos ver­san sobre "Este mundo: México en1858" v "El otro mundo: la uto­pia", y- el epílogo traza la génesisde la utopia de Adorno, que con el'título de "El remoto porvenir" seincluye en el apéndice. E. F. V.

índole, ni obstaron la grandeza pa­t.ricia de la H.cforma y la lucha

. contra la intervención.Dos capítulos más y un cpílo­

go completan este ensayo, entrecuyas virtudes no es la menosnotable la calidad de la prosa en

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA,

Una utopía de América. ElColegio de México, 1953, 171pp.

Juan Nepomuceno Adorno fuéun' inventor mexicano del sigloXIX. Inventaba aparatos extrañosdestinados a resolver problemas co­munes, y a salvar a México. Eraun preocupado de la humanidad yde los inventos, y también inven­taba utopías. Los aparatos que el"entendido mecánico" producía lle­naban de regocijo a algunos de susconciudadanos, deseosos de paran­gonar en ingenio a nuestra patriacon las naciones extranjeras. Peroa veces eran tan peregrinos quelos mismos entusiastas conciuda­danos del señor Adorno, "más ami­gos de la verdad. , .", las consigna­ron piadosamente en sus diarioscomo portentosos inventos, pero lasdescribieron en los mismos con talpuntualidad, que es imposible su­poner que lo hicieran con ánimoexento de malicia. El fusil de re­trocarga, la diligencia blindada fue­ron descritas objetivamente en ElMonitor Republicano: "La diligen­cia blindada es una verdadera for­taleza con tres ruedas para hacerlainvolcable y para que gire con lasoltura y el desembarazo de unaardilla ..." Sólo que el señor Ador­no no pensó que los caballos eranmortales, y que sin ellos cualquierdiligencia -en uno u otro senti­do- era inútil.

El señor Juan Nepomuceno Ador­no no sería para muchos de losmortales lectores de nuestro tiem­po más que una curiosidad de nues­tro pasado, que, a lo más, des­pertaría en ellos una benévola,compasiva ~onri~a, con su historia.Pero el doctor González Casanova,sociólogo e historiador de nuestracultU1'a, ~abe que detrás de un"hombrecillo" suele haber todo unmundo de ideas flue condicionansu existencia, y s;n descuidar alhombrecillo que había en el señorAdorno descuhrió también al gi­gante frustrado -autor de uto­pías- que comnartía su f'xi,tcnciacon el hombrecillo, como éste lohacía con él.

Para un lector desatento, peroenterado, puede parecer en unaprimera ojeada que el valor deeste ensayo radique en su primercaoitulo -"El hombre moderno enMéxico"-, síntesis apretada deronorimientos sobre el acontecerde la historia mexicana eu ,us pers­pectivas cultural y política, queconsigue demostrar en su brevedadQue "una vi,ión de la historia mo­derna de México advierte al es­pectador del cambio fundamentalen la actitud de los hombres (delpaís, que). De elementos de lacreación pasan a ser creadores enel sentido entménico de la palabra.(A quienes) los embarga el opti­mismo que acompaña a toda crea­ción ... "Pero para '111 lector aten­to y preocuoado, el brillo de esta~

nrimr.ras páginas 110 oculbrá elinterés que entmíían la, siguientes-ron su anariencia de curiosi­dad-, y eu las que la ciencia y pa­ciencia del autor se acompañan deun buen humor que contamina allector en primera instancia v le re­vela luego el fruto más preciado deobservaciones agudísimas que dejacaer entre líneas. Así. la imagenQue hace de "Un hombre prácticodel romanticismo" rodrá ser la ima­gen de un ser rurioso que se lla­mó en vida Juan NepomucenoAdorno, pero es también una ima­gen, si sarcástica, comorensiva, delos avatares de la vida mexicanadel XIX, y por tanto de sus hom­bres, cuyas pequeñas grandezas, ygrandes pequeñeces, no bastaron aimnedir el nacimiento de tina na­ció'l, aunque hayan marcado su

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