Teoría General del Estado Grupo 9914 María Fernanda Bobadilla, César Tomás García, Joaquín Eduardo Miranda, Martin Eduardo Vidals y Javier Yankelevich
Roma
El Estado romano, posterior al griego, tiene su génesis de una manera muy
particular. Si bien las investigaciones históricas, antropológicas y paleontológicas
nos han acercado a comprender el origen de Roma, no hay duda alguna en que
ninguna de ellas aspira a plasmar una verdad genérica sobre el mismo. Ello,
empero, no nos ha impedido conocer, a través de los diversas aportaciones
culturales, el desarrollo del Estado romano a través de sus tres etapas: la
monarquía, la república y, hasta su decadencia, el imperio.
Del nacimiento romano a la república.
De acuerdo a algunos estudios, las primeras migraciones hacia la región
mediterránea ocurrieron desde 2000 a. de C.1 Si bien los primeros habitantes
procedían del norte de Europa—umbrios e ilirios—, quienes conquistaron la
entonces incipiente Italia, fueron los etruscos.
Los nuevos huéspedes, llegados desde Asia menor, pronto encontraron en la
región mediterránea el lugar idóneo para su desarrollo. La hegemonía etrusca
constituyó, pues, el punto de partida para la creación del Estado romano. Algunos
autores optan por señalar que la contraposición a la expansión etrusca dio como
resultado que los latinos, ramificación de los umbrios, fundasen sus propias aldeas
bajo el dominio de Alba Longa.2
Soterrando todas las demás teorías posibles, es un hecho que la primera fase de
Roma, es decir la Monarquía, nació en el seno de la dominación etrusca y, muy
probablemente, como un Estado nuevo surgido de las raíces del anterior
hegemón. 3
La fecha que muchos historiadores han dado para la fundación de Roma, muy
exacta y por ello indubitablemente sujeta a dudas, data del 21 de abril del año 753
1 Floris Margadant S, Guillermo. El Derecho Privado Romano, México, Porrúa, vigésimosexta edición, 2002, pp. 17-19.2 Íbidem.3 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000. p. 72.
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a. de C.4 Un punto importante a destacar es la fantasiosa concepción sobre el
nacimiento del Estado romano; la mayoría de las teorías parten de la tradición oral
y, con ello entonces, de mitos que lamentablemente no pueden esclarecerse con
una certeza histórica irreprochable.
Indudablemente, Roma nació como una monarquía. El primer rey, Rómulo, arribó
al poder gracias al fratricidio.5 Si bien algunos ubican la llegada de Tarquino el
Antiguo, primer rey derivado de la conquista etrusca, otros optan por nombrar a los
reyes latinos antes de la época etrusca (Numa, Tulo Hostilio, etc) Para no entrar
en un debate por demás ocioso, nos concentraremos en las instituciones de la
monarquía.
La primera es el rey. Una figura ejecutiva que no nacía del mandato divino sino de
la representación popular. El Senado, por su parte, estaba integrado por
trescientos grupos de familias o gentes.6 Por último, los comicios era una
asamblea popular en Roma que se repartía en treinta curias, compuesta cada una
de diez gentes.7
Sin embargo, la aparente democracia en la incipiente Roma no fue sino una
medida que permitía el mantenimiento de los patricios, de la clase dominante que
pertenecía a una gens y gozaba de todos los derechos frente a la soterrada clase
de los plebeyos, que no podían participar en la vida política o religiosa.8
La dicotomía romana en su clase civil y política derivó en las reformas de Servio
Tulio, lo que le permitieron a los plebeyos acceder a derechos políticos a través de
los comicios por curias y centurias, así como del establecimiento del censo como
medida democratizadora y homogeneizadora de la sociedad.
4 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000. p. 72.
5 Floris Margadant S, Guillermo. El Derecho Privado Romano, México, Porrúa, vigésimosexta edición, 2002. P.19.6 Íbidem.7 Íbidem. 8 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000. p. 75.
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El ascenso de la plebe derivaría, en años posteriores, en conquistas cada vez más
pronunciadas sobre los patricios, ello como consecuencia de la virtuosa
representación asentada en grandes hombres que llegaron a las diversas
magistraturas. La rápida conquista de los plebeyos acabó con la monarquía y trajo
consigo, de una forma renovadora, la república.
De la república
La república, que por su etimología nos dice que es la cosa común, nació en
Roma en el año 509 a. de C. tras el derrocamiento de Tarquino el Soberbio. 9 Las
instituciones del Estado romano fueron las siguientes:
Consulado: poder ejecutivo basado en un sistema dual, es decir,
depositado en dos personas. Eran elegidos por los comitia curiata y tenían
las facultades de coercitio, iuridictio, mando militar, ius agendi cum senatu y
algunas facultades financieras.10
Asambleas: constituidas por los comitio curiata, comitio centuriata y los
concilia plebis. Dentro de estas asambleas se elegían los tribunos y otros
funcionarios plebeyos. Son resultado del claro ascenso de la plebe en la
república romana.11
Magistraturas: eran los cargos directivos del Estado romano12. Dentro de
ellos estaban los cónsules y, entre otros, la figura del dictador que surgía
cuando Roma se encontrase ante una situación de peligro. Los casos más
significativos son los de Mario, Sila y, por último, Julio César, quien a través
de su sucesor trastocaría los principios republicanos.
Tribunado: también llamado jefe de tribus, el tribuno era el representante
de los plebeyos a través de los comicios para propugnar por los intereses
9 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000. P.79.10 Margadant S, Guillermo. El Derecho Privado Romano, México, Porrúa, vigésimosexta edición, 2002. P.28
11 Íbidem.12 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000.P.81
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de la plebe. Al inicio fueron sólo dos y después aumentaron, tanto de
número como a su competencia se refiere.13
El Senado: este órgano es quien llevaría a Roma a su máximo esplendor
republicano. Dentro de él estaban representadas las tradiciones originarias
del Estado romano; estaba facultado para vetar las leyes surgidas de los
plebiscitos o los comitia centuriata. Confirmaban la elección de los
cónsules y los magistrados.14
El ascenso plebeyo no sólo derivó en la conquista del consulado y las
magistraturas, sino también en la misma desconcentración de este gran poder en
muchas instituciones que no pudieron hacer frente a todas las demandas de forma
efectiva y expedita. En ese sentido, tanto la creación de los pretores, cuestores,
etc. aduce a este fatídico problema. La república se vio fracturada por la
descentralización de funciones, así como de la creación de una oligarquía. Ello
traería entonces, la creación del Imperio, fase última del esplendor y existencia
romano.
Caesar Imperator Augustus
La gran escalada de guerras que Roma vivió a lo largo de la última etapa de la
República trajeron consigo una pérdida de la eficiencia en las acciones por parte
del consulado y, en general, de todas las instituciones políticas romanas. La ya
mencionada descentralización no sólo al interior de la propia Roma sino también
en las nuevas provincias conquistadas dieron al traste con el sistema centralizado
superordenador que tanto éxito había demostrado.
La aparición en escena del último dictador, Julio César, para hacer frente a la
crisis galia, derivó en la pérdida de la tradición republicana. Si bien éste, gracias a
los idus de marzo, no pudo convertirse en emperador, su nombre y la institución, a
través de su sucesor, Octavio, permanecieron hasta la caída del Imperio en el 476
d. de C.
13 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000.P.8214 Íbidem.
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El ascenso de Octavio, posteriormente llamado Augusto, se debió a la genialidad
política del mismo. En un periodo de tiempo muy corto, logra centralizar funciones
repúblicas en su persona, sin la necesidad de que se le denomine dictador. Esta
etapa es conocida como el principado, puesto que el princeps o primera cabeza,
representa al ciudadano principal del Estado.15 Representa la idea del monarca,
pero sin la necesidad del título; las funciones que reunió fueron la de cónsul,
procónsul respecto de varias provincias, pontifex maximus, censor, presidente del
Senado, director de la moneda, de la annona, jefe de la política internacional y, por
último, del mando militar. La centralización ilegítima entonces, trajo consigo a la
siguiente fase, la de legitimidad o imperio.
Si bien el Senado constituía el último bastión de la defensa republicana, a lo largo
de la historia imperial va decayendo su poder. Ello gracias a que se les
disminuyen algunos poderes legislativos y, sobre todo, ante la magnificencia
augusta del emperador, terminan cediendo al brillo que éste destila.
El imperio, entonces, se caracterizó por tener al César Imperator Augustus, tres
títulos que le otorgaban el poder. Ergo, el emperador era el hombre que lo podía
todo, todo, todo, todo. La centralización de las facultades así como la elevación del
hombre, aunado a las victorias militares, dispararon el mito que habría de
constituir la luz del mundo, la cual emergía del mandamás romano.
Quizá éste último factor fue el mismo que constituyó el debilitamiento de la
institución. La misma se vio sometida a personajes insanos como Calígula y
Nerón, capaces de cometer las mayores atrocidades o de sabios como Marco
Aurelio. Así, la dependencia excesiva que se desarrolló y centró en una sola
persona tornó a la investidura como un arma de doble filo, donde podían pasar los
hombres más brillantes o los menos capaces. Las constantes crisis, la partición
del Imperio, las interminables guerras y, en general, el cambio indefectible del
Antiguo Imperio, le llevaron a la ruina.
15 Andrade Sánchez, Eduardo. Teoría General del Estado. México, Oxford, 2000.P.90
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Ya en sus últimos años, lo que se conocería como Imperio Romano de Occidente,
vio sometida su otrora inviolable soberanía a manos de los pueblos bárbaros,
quienes cada vez más amenazaban con hacer caer al Imperio. Este hecho llegó,
al fin, en el 476 d. de C. con la usurpación de Odoacro frente el último emperador,
Rómulo Augustúlo.
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