Dulce final
No soportaba más su calvario. El estigma del suicidio que perseguía a su
familia le impedía poder llevar a cabo el doloroso ritual. Aunque era
imposible a esta altura rebelarse ante tanto sufrimiento, sabía que la
solución estaba en sus manos. Sintió cómo la gruesa soga rozaba de modo
impertinente su cuello y, antes de saltar, un frio y suave sudor recorrió su
cuerpo. Sólo se dio cuenta de que lloraba al sentir el sabor acre y salado de
las lágrimas. Lo último que escuchó fue el golpe de la cabeza contra el piso y
sus uñas arañando la pared en un último intento por impedir el irrevocable
final.
Todo había terminado. Ya no reía ni lloraba, ya no amaba ni odiaba. Sintió un
gran alivio, su espíritu había sanado. Algo dentro de ese cuerpo lívido, ya sin
vida, comenzó a elevarse lentamente. Ese algo percibía todo lo que pasaba
allá abajo, gritos y llanto, corridas y rezos. Sólo había desesperación entre los
que rodeaban al cuerpo. Incredulidad ante la decisión que había tomado.
Pero él sólo sentía que había sido alcanzado por un bálsamo sanador, un
agradable paliativo para el alma. Sintió un inconfundible aroma a rosas y
supo que había llegado a destino y que por fin podría descansar.
Silvia Bureau
Este texto fue elaborado en el Taller Literario por la autora a partir de la
siguiente consigna:
1. Elegir al azar, entre todos los integrantes de taller, 12 sustantivos, 12
adjetivos y 12 verbos, sin ninguna conexión aparente entre sí.
2. Tomar un mínimo de 24 palabras de las elegidas (las subrayadas en el
texto), y componer en texto libre en un tiempo máximo de 15 minutos.
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