DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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Conversaciones con mi hijo
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DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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- DIÁLOGOS Y EMOCIONES -
Conversaciones con mi hijo
Gregorio Alonso Nozal
Conversaciones con mi hijo
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© Bubok Publishing S.L., 2012
1ª edición
ISBN:
Impreso en España / Printed in Spain
Impreso por Bubok
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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A la memoria de su autor, nuestro padre, siempre presente en nuestras vidas como la persona que buscó darnos las raíces para crecer.
A la memoria de Luis, nuestro hermano, que nos dejó sin decir
adiós.
A Yago y Marcos que os tenemos muy adentro aunque no
siempre hayamos sido capaces de dejarlo ver.
A nuestra madre que aún estás con nosotros pero ya no estás.
Siempre te tendremos muy adentro por habernos dado alas para
volar.
Con todo nuestro cariño, este libro sale a la luz para vosotros.
Hermanos Alonso Ramos
16 de Julio de 2012
Conversaciones con mi hijo
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DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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PRÓLOGO
Todos sabemos que lo que nuestra mente es capaz de percibir
es tan solo una pequeña porción de lo que la realidad encierra.
Ciegos de alguna manera ante esta realidad, tendemos a actuar
como si lo que vemos es lo único que existe.
En este legado que nuestro padre nos ha dejado,
descubriremos dos seres humanos, un padre y un hijo, con sus
pensamientos y sentimientos, con sus fortalezas y debilidades,…
relatado todo desde la mirada del primero.
Cuántas veces una mirada, verdaderamente entrenada, no es
aquella que de un vistazo distingue formas y colores sino la que
descubre lo que las personas sienten y no dicen. Miradas que
añaden años a nuestras vidas y calidad de vida a nuestros años.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, nos enfrentamos
a obstáculos frente a los que en ocasiones nos quedamos
paralizados. Algunos desconocen qué hacer cuando su relación
con otra no es como les gustaría que fuera. Otros desearían ser
más decididos, o más comunicativos, o más diplomáticos, o…
A través de estas páginas, palparemos en ocasiones e
intuiremos en otras, las emociones que padre e hijo disfrutaron o
padecieron, ilusiones, temores, amor, desesperanza,…
Este libro es un viaje hacia el interior de unas miradas, de unas
creencias inconscientes o convicciones que marcaron una manera
de afrontar la vida y sus obstáculos. Dejamos para el lector,
interpretar si estas miradas estuvieron bien entrenadas.
Carmen Alonso
Conversaciones con mi hijo
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ÍNDICE
AÑO 1995 .................................................................................. 12
8 de Febrero .............................................................................. 12
13 de Febrero ............................................................................ 22
21 de Febrero ............................................................................ 30
22 de Febrero ............................................................................ 32
23 de Febrero ............................................................................ 35
3 de Marzo ................................................................................ 44
6 de Marzo ................................................................................ 48
8 de Marzo ................................................................................ 61
13 de Marzo .............................................................................. 68
14 de Marzo .............................................................................. 71
15 de Marzo .............................................................................. 74
23 de Marzo .............................................................................. 77
25 de Marzo .............................................................................. 82
28 de Marzo .............................................................................. 85
29 de Marzo .............................................................................. 90
15 de Abril ................................................................................. 96
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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23 y 24 de Abril ......................................................................... 98
27, 28 y 29 de Abril.................................................................. 104
6 de Mayo ................................................................................ 110
10 de Mayo.............................................................................. 112
14 de Mayo.............................................................................. 123
19 de Mayo.............................................................................. 130
20 de Mayo.............................................................................. 135
24 de Mayo.............................................................................. 138
25 de Mayo.............................................................................. 145
26 de Mayo.............................................................................. 151
27 de Mayo.............................................................................. 155
13 de Junio .............................................................................. 161
19 de Junio .............................................................................. 168
24 de Junio .............................................................................. 175
Carta, 23 de julio, Porquera ................................................... 180
11 de Septiembre .................................................................... 182
12 de Septiembre .................................................................... 190
24 de Septiembre .................................................................... 194
Conversaciones con mi hijo
10
30 de Septiembre .................................................................... 199
18 de Octubre .......................................................................... 203
26 de Octubre .......................................................................... 210
10 de Noviembre ..................................................................... 218
17 de Noviembre ..................................................................... 222
19 de Noviembre ..................................................................... 227
22 de Noviembre ..................................................................... 233
1 de Diciembre ........................................................................ 235
3 de Diciembre ........................................................................ 245
4 de Diciembre ........................................................................ 252
6 de Diciembre ........................................................................ 259
8 de Diciembre ........................................................................ 266
9 de Diciembre ........................................................................ 268
14 de Diciembre ...................................................................... 270
15 de Diciembre ...................................................................... 271
16 de Diciembre ...................................................................... 274
31 de Diciembre ...................................................................... 276
AÑO 1996 ................................................................................ 279
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
11
7 de Enero ................................................................................ 279
Carta, 11 de Enero, Vigo ......................................................... 286
15 de Mayo.............................................................................. 288
22 de Octubre .......................................................................... 303
24 de Noviembre ..................................................................... 306
28 de Noviembre ..................................................................... 314
AÑO 2005 ................................................................................ 317
Carta, 15 de Febrero, Vigo ...................................................... 317
Carta, 13 de Abril, Vigo ........................................................... 319
AÑO 2006 ................................................................................ 321
Carta, 29 de Noviembre, Vigo ................................................ 321
AÑO 2007 ................................................................................ 324
Carta, 11 de Enero, Vigo ......................................................... 324
Conversaciones con mi hijo
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AÑO 1995
8 de Febrero
Es el día del Debate del Estado de la Nación. Salimos a dar un
paseo.
- ¿Qué impresión tienes del discurso del Presidente?
- Pues la misma que ha dicho Anasagasti. Ha sido un discurso
plano, sin euforia.
- La parte que yo le oí, durante casi media hora, la gastó en
hacer una reiteración de su honradez democrática en todas sus
acciones como gobernante, en admitir que ésta es sin duda la
etapa más difícil de sus años de gobierno, ha criticado a quienes le
imputan al gobierno y a él mismo no sé qué clase de
responsabilidad en la organización de los Gal, contra los que
siempre han luchado dentro de la mas estricta legalidad, y ha
dicho que siempre ha defendido y seguirá defendiendo la
independencia del poder judicial.
Sin embargo, eso no se corresponde con la opinión pública ni,
desde luego, con el intento de desacreditar al Juez Garzón
mediante el zambombazo que le han endilgado hoy valiéndose de
un medio tan poco proclive al socialismo como es el ABC.
- Sí. Es verdad. Anoche oí en el informativo de Tele 5 que el
ABC publicaría hoy esa noticia. Y, la verdad, no sé cómo ABC
publica esa información. No sé cómo ABC puede saber tal cosa.
- Pues yo tampoco lo sé, pero... Si de los fondos reservados
sólo se sabe en el Ministerio del Interior, que es donde los
manejan, es evidente que, por muy hábil que sea el periodista de
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
13
ABC, que según su director ha investigado tal asunto, es evidente
que alguien le ha puesto la trompetilla al oído desde el Ministerio.
Alguien ha criticado negativamente esta mañana que ABC haya
decidido publicar esa noticia sin haberse puesto en contacto con
el Juez.
- Pues eso no es lo normal.
- Hombre, yo no sé. Sin embargo, mi opinión es que no hubiese
estado mal, tratándose de un personaje público de tal calibre.
Pero no precisamente para dejar de publicarlo, porque es seguro
que José Mª Ansón no habría renunciado a lo que considera su
deber, ni Baltasar Garzón hecho algo para impedir tal publicación.
Sin embargo, entiendo que, como siempre, lo cortés no quita lo
valiente.
- Garzón lo niega todo, como es habitual.
- Es verdad. Pero parece ser, según decía esta mañana, que
prepara alguna acción para defenderse. Bueno, allá ellos. Ése no
es nuestro problema. Cambiando de tema. ¿Pondrías sello ayer a
la carta para los chavales?
Sonriendo con aire de querer decir, ¡jolín qué pregunta, qué se
habrá creído este tío!
- Sí claro.
- ¿Y dónde lo compraste?
- En el estanco de Urzaiz, el que está enfrente de la estación.
- Tuviste que retroceder, claro, con lo cual llegarías tarde.
- Llegué a las ocho y diez, pero la profesora todavía no había
llegado.
- ¡Caramba!, ¿y luego recupera esos retrasos de alguna forma?
Conversaciones con mi hijo
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- Pero si no hay forma. Somos los últimos que salimos y no es
posible retrasarlo. Ya te dije que el otro día estuvimos a punto de
quedarnos encerrados.
- Ya. Y ¿cuándo es que tienes que ir a ver a la señora Katy?
- Mañana.
- ¿Por la mañana o por la tarde?
- A las cuatro.
- ¡Caray!, ¡vaya hora!
- Oye, cuando el otro día estuvimos charlando sobre la
evaluación que puedes hacer de este período de convivencia,
¿recuerdas?, llegamos a situarnos delante del tema de la libertad
y tú no tuviste ningún reparo en decir bastante claramente, cierto
es que te había dado facilidades, que la posible sensación de
merma de libertad que yo presumía, no es sólo una sensación sino
una realidad. Y hombre, si no te parece mal, la verdad es que me
gustaría que me dijeses en qué te basas para decir eso. Por nada
en particular, sólo para ver si podemos ir haciendo un poco de
claridad en el proceso.
- Pues...
Aprieta los labios todo lo que puede, con lo que las guías de su
bigote se yerguen como irritadas, y sus mofletes se inflan
almacenando dentro todo lo que pugna por salir de su boca y que,
de tratarse de otro interlocutor, hubiese soltado sin duda ni
reparo alguno. En sustitución emite un soplido).
- Pues...
Ahora, acciona nerviosamente con sus manos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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- Es algo que me parece que está muy claro. Bueno, a ver cómo
me explico. No sé. Es algo global.
- No entiendo. Una falta de libertad se tiene que poder
concretar de alguna forma.
- Pues es que tú tienes unos criterios tan claros y tan estrictos
que..., pero no es de ahora. Es de siempre, y no sólo conmigo, es
con todos, es que siempre estás encima de todo y eso, pues claro,
el tener que vivir bajo esas normas...
- Hablando de normas podemos distinguir dos fases. El día en
el que te encontramos en Las Palmas te dije claramente que
estaba dispuesto a traerte a Vigo con la condición de que
aceptases voluntariamente someterte a un tratamiento serio para
resolver tu problema. Pudiste decir que no te daba la gana venir y
a mí no me hubiese quedado más remedio que considerarte
desaparecido y estoy seguro de que te lo advertí claramente. Pero
lo que no podía hacer era disponerme a traer a Vigo el mismo
problema que había en las Palmas. Después de estar en casa, creo
que te he hecho dos únicas indicaciones. Una, que veas la forma
de fumar un poco menos. Dos, que procures acostarte a una hora
más prudente. Y vienes a decirme que te sientes privado de
libertad porque, así en general y según tú, desde siempre y con
todos, tengo unos criterios muy claros y muy estrictos. ¿Qué
pasa? ¿Qué te molesta?
- No. Pero puede haber criterios tuyos que yo no comparto.
- ¡Qué duda cabe!, ya lo creo que sí, como también es posible
que tú tengas criterios que tampoco yo pueda compartir. Pero
eso, que yo sepa, no tiene nada que ver con tu falta de libertad.
Otra cosa sería que yo estuviese intentando imponerte por la
fuerza, alguno de esos criterios, aunque la verdad es que yo no sé
Conversaciones con mi hijo
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cómo se puede conseguir una cosa así. Pero ya me dirás. Me estoy
dando cuenta de que si me descuido un poco, vas a ser capaz de
culparme de haberte empujado a tus borracheras.
- No sé por qué dices eso.
- Pues yo te lo explico. Mis criterios tan claros y tan estrictos
han sido para ti algo tan duro y tan absorbente, que para
defenderte de tal opresión no te ha quedado más remedio que
refugiarte en el alcohol.
- Eso es sacar las cosas de quicio.
- Pues déjame que te diga, mirándote a los ojos, que no tienes
ni remota idea de quién soy ni cómo soy, que tú no sabes nada de
mí y que el hecho de que yo sea de una u otra forma no afecta en
nada a tu libertad. Me parece a mí. Porque ¿qué es lo que sabes
tú de mí y de mis criterios? No será por el contacto íntimo y
frecuente que has procurado tener conmigo. Pero mira, para que
veas que no me duelen prendas, te voy a conceder el beneficio de
que hasta es posible que puedas considerar que esta misma
conversación te pueda estar pareciendo una pesadez
insoportable. ¿Es así o no?
Sonríe pero no dice ni una sola palabra.
Después de unos cuantos pasos en silencio.
- Bien, puesto que parece que no quieres, puedes o sabes
responder, te voy a dar otra pista. El hecho de tener que ir a ver a
Katy es algo que te molesta y que sólo lo haces porque te sientes
obligado. ¿Cierto?
- No. Te prometo que no. Es más, te diría que tengo ganas de
ver qué es lo que opina de lo que ha pasado en estos quince días.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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- Respecto de qué.
- Pues del beber y eso.
- Ya. Quiere decirse que aunque, según creo recordar que me
dijiste, te dio opción de acudir o no a sus citas, estás dispuesto a ir
a la próxima entrevista haciendo uso de tu libertad.
- Pues sí.
- Y ya que hablas de beber. Supongo que te acuerdas
perfectamente de que una vieja costumbre en casa, de toda la
vida, ha consistido en poner un porroncillo de vino en la mesa a la
hora de las comidas. ¿Te acuerdas o no?
- Pues, palabra de honor, que he pensado hablar de este
asunto aunque no directamente. No sé por qué pensaba hablar
con mamá. ¿Oye, es que papá ya no bebe vino o no lo sacáis por
mí? Pero no lo he hecho, no.
- Eso está claro. Yo te puedo decir por qué no lo has hecho
después de haberlo pensado. Sencillamente por falta de
confianza. Pero es que además, has podido darte cuenta de que
esa ausencia del vino en la mesa se ha dado también en casa de tu
hermana Mary Carmen. ¿O es que piensas que de repente nos
hemos vuelto todos abstemios?
- También es que yo estoy acostumbrado a comer sin vino y no
lo echo en falta. Bueno, salvo que sea una comida de esas...
- ¿Y desde cuándo es que comes sin vino?
- Pues hace ya bastante tiempo. Se dejó de llevar a casa y ya
estoy acostumbrado. Lo que hacía era tomar una cerveza antes de
comer, pero en la comida no. La cerveza no va con la comida.
Prefiero agua.
De nuevo unos cuantos pasos más en completo silencio.
Conversaciones con mi hijo
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- Bueno. Creo que nos estamos desviando mucho del tema de
la libertad, que, por el momento, es el que más me interesa.
- Sí, al menos, esa era la base de la discusión.
- Bueno. Dime qué opinas de mi decisión de ir a buscarte.
Porque te parece que lo he hecho.
- Pues porque estaba en mala situación.
- ¿Y cómo te parece que pude enterarme? Desde luego que no
fue porque tú me lo dijeras. Claro es que no se puede perder de
vista la elocuencia de tus silencios. ¿Recuerdas aquella especie de
reto que te hice cuando me llamaste en compañía de Yago? Yo te
retaba a que, al cabo de un mes desde entonces, me demostrases
que habías aguantado el tipo. Y tú aceptaste el reto y le ampliaste.
¡Cómo uno!, ¡y dos y tres y todos los que hagan falta!, ya lo verás,
me dijiste.
- Y te prometo que lo decía absolutamente en serio.
- ¡Claro hijo, claro! Como tantas otras veces. Pero mira donde
estamos. Dentro de unos días habrán transcurrido cinco años
desde que tu madre y yo nos dimos un paseo hasta Las Palmas
con este motivo. Recuerdo que te decía, dentro de cuatro días
habrás cumplido 40 años y estás sin oficio ni beneficio. Y ya ves
cuánto hemos progresado desde entonces.
La lluvia nos obliga a correr a refugiarnos al amparo de unos
balcones.
Parados en espera de que la lluvia afloje.
- Bueno, entonces ¿qué dices? ¿Te parece que yo tenía algún
tipo de obligación legal o formal para ir a buscarte?
- No claro, eso no.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
19
- Otra cosa es la obligación moral, pero las obligaciones
morales sólo pueden conocerse y por lo tanto cumplirse siendo
completamente libres por dentro. De lo contrario no se cumplen.
- Ya, pero es que hay otras muchas maneras de perder libertad,
por ejemplo la dependencia que tengo de ti, bueno de vosotros.
- Comprendo que esa circunstancia provoque en ti tal
sensación, pero ¿quieres que te diga una cosa? Para mí es por lo
menos tan incómoda como lo pueda ser para ti. ¡Qué más quisiera
yo que verte libre también de esa dependencia! También yo me
liberaría de su peso, ¿no te parece?
- Sí, claro.
- Para mí lo importante es saber marcar la diferencia que hay
entre las distintas maneras de entender y practicar la libertad. Por
ejemplo, ¿quién te parece que es más libre? El que en uso de su
libertad, sin que nadie le obligue, acomete con todas las
consecuencias una acción que no le gusta y que le va a complicar
su vida, pero sabe que eso es precisamente lo que moralmente
tiene que hacer, porque eso es lo bueno, o aquel otro que usando
también de su libertad, se lanza de cabeza a la primera aventura
que se le presenta y en ella compromete su futuro y el de su
familia a pesar de que se da cuenta de todo ello es malo.
Tienen que volver a correr a cobijarse bajo un puente por el
que la autopista entra en la ciudad, porque ha vuelto a llover
fuerte.
Estando debajo del puente.
- Supongo que te das cuenta de que mi decisión de ir a
buscarte se enmarca en la primera de las dos formas. ¿O no?
Conversaciones con mi hijo
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Se produce nuevamente un silencio que sólo se interrumpe
para decir ¡hay que ver cómo llueve!
- Pero es que hay más testimonios en esta misma línea. Por
ejemplo, la actitud de tu amigo Jovino como contrapunto con la
tuya de permanecer callado escondiendo la cabeza bajo el ala.
Alguien podrá decir que los dos habéis actuado en uso de vuestra
libertad, pero yo me pregunto quién de los dos ha sido más libre.
¿Tú callando o tu amigo Jovino tomando la decisión de llamar a tu
hermano Jose para decirle que fuésemos a sacarte de aquel
infierno?
- ¿Qué? ¿Qué Jovino ha llamado a Jose?
- Sí. Eso es lo que te acabo de decir.
- ¿Y cómo ha sido?
- Pues así, llamando. El hombre estaba preocupado por ti y
tengo la impresión de que, pese a la amistad que parece tener
contigo, tú no le tenías muy bien informado de tu vida y andanzas.
Estaba creyendo que seguías trabajando en Almatriche; hasta tal
punto, que cuando nos vimos aquella tarde estuvimos a punto de
tomar un taxi para ir hasta aquel sitio, cosa que en cierto modo
no me extrañó, a pesar de lo avanzado de la tarde, porque
recordaba haberte oído decir que tendríais que hacer muchas
horas extraordinarias.
- ¿Pero cómo que no? Jovino es muy buen amigo mío y sabía
perfectamente que hacía ya más de dos meses que aquello de
Almatriche se había terminado. Y sí es verdad, sí, que hacía algún
tiempo que me estaba dando el coñazo diciéndome que por qué
no me venía. ¡El Jovino! ¡Es un tío cojonudo!
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
21
- A mí me parece una buena persona, que sabe tomar la
amistad en serio.
- Ahora el tío está feliz. Hizo la mili en aviación y de allí salió
como cabo especialista mecánico en temas de aviación. Y fíjate. Lo
que hace no tiene nada que ver con aquello. Creo que pasó una
temporada jodido, con unas depresiones muy fuertes, pero desde
que le salió esto de Coca Cola está formidable. Es el responsable
de la conservación y el tío vive todo aquello como si fuese suyo.
- Yo puedo decir que no le conozco. Mi contacto con él se
limita a las dos ocasiones que nos vimos en aquellos días, pero ya
te digo que me causó buena impresión. Él decía que se acordaba
de mí de cuando la comunión de Yago, pero yo le tenía totalmente
olvidado. Creo que me acordaba mejor del rostro de su mujer.
Bueno, mira, parece que ya llueve menos. ¡Vámonos!
Abandonando el refugio del puente.
- Estoy interesado en que me digas, no ahora, por supuesto,
por qué y para qué has venido, así que si te parece puedes ir
pensando en el tema y algún día de estos tendremos ocasión de
hablar sobre ello. ¿De acuerdo?
No sé si en este caso se puede decir que quien calla otorga.
Conversaciones con mi hijo
22
13 de Febrero
Lunes. En el cuarto de Margarita.
- ¿Qué plan tienes para hoy?
- Estoy mirando cuántos cursos hay en esto de la formación
continua, que es de lo que hablamos ayer tarde en casa de Mary.
- Y, claro, lo haces con idea de poner en marcha el negocio que
recomendaba Mato.
- Pues hombre, posible sí que es, pero...
- A mí me gusta que se ponga ilusión en las cosas. Pero creo
que también eso hay que hacerlo con orden, sin pasarse.
- ¿Te das cuenta de que hoy hace un mes que estás aquí?
- Un mes exactamente no. El día 15 fue cuando salimos de Las
Palmas.
- Es verdad. Es cierto que cuatro semanas son sólo 28 días.
- Pero también es verdad que a cuatro semanas se les puede
llamar un mes.
- Bueno. Veintiocho o treinta días viene a ser la misma cosa. En
todo caso, me parece que, después de este tiempo, puede ser
bueno que echemos ambos un vistazo retrospectivo para ver si
nos conviene introducir algún cambio en algún aspecto. Por
ejemplo, en algo que puede tener relación con el tema de la
libertad. Durante este tiempo te he invitado a que me acompañes
en mi paseo de las mañanas. Desde hoy voy a dejar de hacerlo.
Creo que has podido conocer cuál es mi trayectoria diaria de
mañana y de tarde. Así, podrás acompañarme o no, según te
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
23
parezca. Salir sólo o no salir. En fin, actuar de acuerdo con la
libertad que tienes para todo menos para hacer el indio. Para
hacer el tonto no eres libre. A nadie nos está permitido hacer
guarradas.
Sonrisas de desconcierto.
- ¿Cómo estás de dinero?
- Sin un duro. Anoche gasté lo último en este paquete de
tabaco.
- ¿Sabes cuántos paquetes has comprado?
- Sé que me ha durado desde el viernes aquel de la entrevista
en la academia.
- Yo te puedo decir lo que te ha durado. Desde el día 3 hasta
ayer, día 12. Y supongo que los ha comprado todos en el bar.
- Pues todos no, porque el otro día descubrí un estanco en la
calle Urzaiz, el que está enfrente de la estación. En el estanco sólo
cuesta 125 pesetas, lo que pasa es que no siempre cuadra bien.
- Quieres decir que la posibilidad de comprar por cinco duros
menos no tiene para ti mucho interés. En el supuesto de que en
estos días hayas comprado en los bares 10 paquetes, resulta que
has gastado demás, justo lo necesario para comprar otros dos en
el estanco. Es verdad que, por el sólo hecho de que hayas dejado
de fumar esos dos paquetes, casi puedo dar por justificado ese
gasto inútil. Sin embargo, fíjate lo extraño que resulta que te
suceda eso a ti, que acabas de decir que estás sin un duro. Parece
bastante claro que no te importa despreciar esos cinco duros por
paquete, porque es seguro que no te hacen falta. Mira, sin
embargo, por el sólo hecho de haberlos comprado en los
estancos, esas 250 pesetas podrían haber ido a parar a los pobres.
Conversaciones con mi hijo
24
- Pero fumo bastante menos. En serio. De verdad. Fumaba dos
paquetes o así y casi sin darme cuenta estoy fumando se puede
decir que uno.
- Yo también creo que fumas algo menos. No sé cuánto y
tampoco sé por qué te niegas el mérito de haber recortado el
consumo en esa proporción. Estoy seguro que una cosa así no se
hace sin proponérselo. Y creo que todavía puedes fijarte como
objetivo rebajar otro poco la dosis diaria. ¿Qué tal te sientes
fumando la mitad que antes?
- Pues bien.
- Pues claro. En estas cosas, como en tantas otras, se puede
todo lo que se quiere de verdad.
No hay respuesta alguna.
- Pasemos la página. ¿Te digo una chorrada?
Se produce una sonrisa que denota sorpresa.
- Mañana es el día de los enamorados.
Abre mucho los ojos y mantiene la sonrisa como diciendo
¡bueno y a mí qué!
- Eres libres de hacer la lectura que te dé la gana, yo me he
limitado a decirte una chorrada.
No podría decir si captó o no la intención de mi indicación.
- Me ha dicho mamá que el otro día habéis hablado de la
cuestión del vino en la mesa.
- Perdona, perdona un momento. Hoy mismo pensaba hablarte
de eso igual que lo hice ayer en casa de Mary. Le dije, oye sacar
vino. Yo sé que tenéis costumbre y no sé por qué habéis de dejar
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
25
de hacerlo. Por fin, no lo sacaron. Mary dijo, en plan de broma,
que allí se ajustaban a no sé qué normas y ya digo que, por fin no
lo sacaron. Pero a mí me gustaría que vosotros lo saquéis ya.
- Bueno, vamos a ver. Cuando mamá me hablaba de vuestra
conversación hube de preguntarle si le habías mencionado la que
tú y yo mantuvimos al respecto. Hube de insistir un par de veces.
¿Pero te ha dicho algo más? Creo que no sabía a lo que me
refería, pero al fin me dijo, ¡ah sí!, también me contó que vosotros
habíais hablado algo de eso, pero no me concretó lo qué. Y es
que, desde mi punto de vista, el hecho de que hayas abordado
este tema con mamá tiene distinta valoración según que hayas
hecho o no referencia a ese antecedente.
- Sí, es verdad, mamá y yo también hemos hablado del tema
del vino en la mesa y como te decía antes, me gustaría que lo
volvieseis a poner ya.
- Ya, ya sé. De eso es lo que estamos hablando. Y a ese
respecto quiero decirte que no me cuesta esfuerzo alguno comer
o cenar sin vino a pesar de que, como sabes, no es esa la
costumbre familiar. Fumé durante una serie de años hasta que un
día dije ¡no!, y nunca más he vuelto a tener un pitillo en la boca. Y
lo mismo puedo hacer con el vino, aunque por ahora no tenga
ningún propósito parecido. Pero nos pareció conveniente no
ponértelo delante al menos en la temporada inicial. Mi punto de
vista es que podemos esperar un poco todavía o todo lo que haga
falta. Ya te digo que para nosotros no supone trastorno alguno.
Creo que primero tienes que aprender a entrar en un bar sólo o
acompañado y atreverte a pedir una tónica, por ejemplo, aunque
todos a tu alrededor tomen wiski o cerveza o porras en vinagre.
- Ya lo he hecho.
Conversaciones con mi hijo
26
- ¿...?
- El otro día, al salir del curso, tenía unas ganas de orinar que
no me podía aguantar y no me quedó más remedio que entrar en
un bar. Y como no sé que te da entrar sólo a mear, pedí una tónica
concretamente.
- ¿Y te pasó algo especial?
- Pues no. ¡Qué me va a pasar!
- Bueno. Pues entonces vamos a esperar todavía otro poco y
cuando veas que estás en condiciones, me lo cuentas con la
discreción con la que yo te hablo de estas cosas. No hace ninguna
falta que te dispongas a sorprendernos sacando una botella de
vino a la mesa. Te invito a que en lugar de fijarte metas muy largas
para mantenerte sin beber, celebres la victoria de cada día.
¡Formidable!, un día más que he podido conseguirlo.
- También me ha dicho mamá que no me entiendes, que no me
puedes entender o que no sabes cómo hacer conmigo. Yo quise
saber si le habías concretado cómo o en qué, pero no fui capaz de
averiguarlo. Reconoció que sí le habías hablado de alguna cosa
pero que no podía acordarse. Un especial sentido de la prudencia
la lleva a tu madre a olvidarse de verdad de las cosas que no
considera convenientes.
- Pues hombre, no sé si se puede decir así, sencillamente
hemos hablado de ti pero sin más.
- Claro. Puedo admitir que no ha sido esa tu intención, pero es
lo más parecido a una insidia, y desde luego y en todo caso, es
algo de mal gusto. A ver si piensas que tu madre no me conoce y
que tienes que venir tú a decirle cómo soy, haciendo no sé qué
clase de crítica de mi actuación sin poner casos ni cosas concretas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
27
- Yo no he tenido ningún deseo de crítica y es que es muy difícil
hablar de algo concreto. Es una situación global y no de ahora. - Si
tu madre no lo hubiese entendido como crítica negativa no me
hubiese dicho nada, puedes estar seguro. Lo que sucede es que no
ha podido o no ha querido darme el dato concreto, que de todo
puede haber.
- Es que le das muchas vueltas a todo. Por ejemplo, con el tema
de la libertad. Es bastante claro que las cosas son como son. Sin
embargo tú empiezas a retorcer... No, no es esa la palabra. ¿Cómo
diría? Empiezas a..., ¿ves?, aquí tienes un ejemplo. Me bloqueas,
no encuentro la palabra adecuada para hablar contigo.
- Oye, pero yo puedo decirte que ése es tu problema, del que
no tienes derecho a culparme. Tienes cinco hermanos y que yo
sepa a ninguno le pasa algo parecido. Cada uno me dice las cosas
que cree que me tiene que decir sin prejuicios de ninguna clase y
no anda buscando palabras. Y al margen de la familia, hay
infinidad de gente con la que me relaciono sencillamente, con
mayor o menor frecuencia, con toda naturalidad. Te garantizo que
nadie me ha encontrado todavía comiéndome a un niño crudo.
Emite una media sonrisa que pudiera ser interpretada como
signo de asentimiento pero no es seguro, puesto que nada dice.
- ¿Y entonces, piensas también que doy muchas vueltas para
decir las cosas que quiero decirte?
No hay respuesta.
- Pues mira que te estoy diciendo las cosas bastante claras
¿eh? ¡Hombre!. A lo mejor se pueden decir más a lo bruto, pero
¿más claras? Has mencionado antes que le he dado muchas
vueltas al tema de la libertad. Creo que eso no tiene nada que ver
con la claridad que parece ser que echas en falta. ¿Por qué no ves
Conversaciones con mi hijo
28
que lo que tú llamas vueltas son puentes o pistas que te facilito
para ayudarte a que te mires por dentro? Es verdad que, puesto
que tu exposición parecía no encontrar camino en eso de la
libertad, yo te he propuesto ¿puede ser por aquí o por este otro
sitio por donde encuentras que no eres libre?
Hace un gesto que parece ser de aceptación, pero no se sabe.
- Y es que todo estriba en el tema de la libertad. Hay que amar
la libertad para poder ser libre. La dependencia que padeces. Ese
es otro aspecto de la libertad. Yo te hablo de la libertad del preso.
Su pensamiento y sus ideas no habrá forma de encerrarlas. El otro
día pediste una tónica cuando también podías haber pedido una
cerveza. Ésa es la libertad de la que te hablo. ¿Lo entiendes?
Sigue sin haber respuesta.
- Mira. En alguna parte tengo escrito "Y les volverá a parir mil
veces a los nacidos". Pues ahora te digo que te estamos volviendo
a parir. Bueno, pero ¿te encuentras hoy mejor que hace un mes?
Sí o no.
- Sí, claro.
- Pues todavía tienes que sentirte todavía mucho mejor.
- ¿Te digo otra chorrada?
Registro una nueva sonrisa de compromiso que parece querer
decir ¿qué remedio me queda?
- Mira de arreglarte un poco ese bigote. Esos pelos que te caen
encima del labio no favorecen nada tu aspecto. Al menos es lo que
me parece.
Tampoco hay respuesta a la proposición.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
29
- Yo creo que me doy cuenta de tu situación y por lo que a ti se
refiere estoy intentado llegar a comprenderte. Bueno, por hoy ya
vale.
Salgo del cuarto dejándole encerrado con sus papeles. Así no
se producirán corrientes. Tiene la ventana abierta para que salga
el humo de sus pitillos. Me acuerdo que me ha dicho que está sin
un duro. Tomo el único billete que hay en mi cartera. Uno de dos
mil pesetas y vuelvo a entrar con él en la mano. Se lo acerco sin
palabras y así lo toma alargando su mano y abriendo mucho los
ojos.
Conversaciones con mi hijo
30
21 de Febrero
Martes, 12 de la mañana. En el cuarto de Margarita.
Entrando…
- Esto..., no sé si ya has hecho o no algo de lo que quiero
decirte. En todo caso creo que no estará de más. ¿Has vuelto a
tener algún contacto con esa gente de la academia?
- Esta mañana, precisamente, he dicho a mamá que si no me
dicen nada ahora por la mañana, por la tarde les llamo. Realmente
no han tenido mucho tiempo. El viernes y hoy, claro.
- Pues hombre, a mí me parece que sería bueno despejar esa
incógnita, por tener decidida la postura a adoptar para el caso de
que surja lo de Ba...
- Espera, espera. Lo ideal, en el supuesto de que surja lo de
Bayona, si es eso lo que quieres decir, sería ver el modo de hacer
compatible el horario de la academia con el de Bayona, pero ya
digo que eso es lo ideal.
- Claro, y por eso estás esperando a que te llamen.
- Es que no quiero dar la sensación de que estoy muy
interesado.
- ¿Es que acaso no lo estás? ¿Es que acaso piensas que ellos no
saben que estás interesado?
- Sí, claro.
- Pues a nadie le extrañará que quieras estar informado para
poder organizarte. Que eso sería todo lo que tendrías que decir,
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
31
sin necesidad de demostrar angustia alguna. Además, no creo que
pierdas nada con ello.
- También es verdad que puedo llamar ahora en lugar de
esperar hasta la tarde.
Saliendo del cuarto.
- Pues a mí eso es lo que me parece. Pero, en fin, haz lo que
quieras, que de lo tuyo gastas.
Más tarde supe que su llamada no había pegado en el blanco.
Conversaciones con mi hijo
32
22 de Febrero
Miércoles. Son las dos de la tarde. En el salón, frente al
ordenador.
Entrando en casa…
- ¿Qué haces?
Me acerco a la pantalla del ordenador.
- Nada. Estaba aburrido y estoy haciendo mi anagrama.
- ¿Y qué es lo que dice ahí?
- Luis Ángel Alonso Ramos, construcciones y diseño.
Al poco he de volver a salir a la estación a comprarlos billetes
para el próximo viaje.
Al regreso de la estación. Me acerco a la pantalla.
- Entonces ¿qué? ¿Piensas archivar esa cosa?
- Pues sí.
- ¿Y para qué lo quieres?
- Para tenerlo. Es mi anagrama.
Me retiro a cambiarme de atuendo.
Regreso al comedor.
- Si eso que haces no es muy urgente, déjame un poco, que
quiero avanzar un trabajo que tengo iniciado.
- Sí, sí, cuando quieras.
Hace intención de levantarse dejando la imagen sin archivar.
- Pero archívalo.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
33
Tiene dificultades para archivar el anagrama y por fin se
consigue después de varios intentos.
Quedo trabajando unos minutos hasta que mamá llama a
comer.
Sentándome a la mesa.
- Entonces ¿qué es lo que has averiguado por ahí esta mañana?
- Nada. Me apunté al paro y estuve en el Rectorado de la
Universidad y me han dicho que allí no pueden hacer eso que
decía Mary.
- Y entonces ¿cómo hay que hacerlo?
- Pues dicen que escribiendo una carta.
-¿A la secretaría de la Escuela?
- Sí claro.
- Pero hay otro medio más rápido.
- ¿Cuál?
- Llamar a un amigo y pedirle que vaya a sacar el certificado y
que me lo mande.
- Sí claro, eso puede ser mucho más rápido, tercia la madre.
- Pero ¿es que tienes urgencia por tenerlo?
- ¿Urgencia? .... Yo no sé siquiera si hará falta.
- ¿Pues entonces? Razón de más para que sea suficiente con
poner unas letras a la Secretaria de la Escuela. Creo que será
necesario que tengas el certificado de estudios. Es posible que
alguien desee comprobar que has realizado los cursos que
mencionas en el currículum. Si todo el mundo se lo cree sin más,
pues entonces no te hará falta, claro.
Conversaciones con mi hijo
34
- ¿Y de esa gente de la academia has vuelto a saber algo?
- Pues no. Ayer por la mañana se les llamó y ha pasado la tarde
y la mañana y nada han dicho.
- ¿Y tú estás seguro que la secretaria o lo que fuese con quien
tú hablaste, ha pasado tu recado a su principal?
- Pues esa es su función.
- Ya. Y por lo que se ve, la tuya es colocarte en plan de espera.
Es claro que tienes bien acreditada una buena capacidad de
espera. Yo sé qué es lo que hubiera hecho a estas horas en tu
caso.
Interviene la madre:
- Y yo también. Yo no tengo paciencia para ponerme a esperar
así…
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
35
23 de Febrero
Jueves. Son las 13,30 h. En el salón, frente al ordenador. Es el
día en el que le corresponde la visita a Asvidal y, a esa hora,
lógicamente ya ha debido ser celebrada.
Regreso a casa después de realizar algunas gestiones.
- ¿Qué haces? Eso parece una bici. Oye, tú con eso lo pasas
bomba, ¿no?
Me mira y sonríe sin decir palabra. En la pantalla del
ordenador ha desaparecido lo que parecía una bici y tiene ahora
el anagrama de ayer con algunos añadidos que está sombreando.
- Pienso que si hubieses tenido 200.000 ptas. para comprar una
cosa así hace unos años, habrías tenido la vida resuelta. A que sí.
- ¡Ah, mira, mira! Mira qué códigos secretos he descubierto.
Quiere que me fije en unos signos extraños que aparecen
encima del anagrama.
- Mira ¿ves? Aquí pone Luis Ángel Alonso Ramos.
- ¡Ya! ¿Y dónde estaba escondido eso?
- ¡Pues mira!
Manipula el ratón del ordenador y activa el comando
"Fuentes" en el menú "Texto". Aparecen las "Fuentes" o distintos
tipos de letra, y activa un tipo que está señalado como T. Simbol,
el cual produce unos signos extraños en lugar de los tipos
convencionales.
- ¡Ah!, ya. Eso no creo que tenga carácter de código secreto. Es
una cosa análoga a la que vimos el otro día buscando tipos en el
Word Perfect, ¿recuerdas?, salieron una serie de señales que nos
Conversaciones con mi hijo
36
hicieron sospechar que se trataba del lenguaje para mudos, pero
no.
Me retiro para cambiarme de atuendo y a continuación me
entretengo un rato bastante bueno en organizar unos papeles.
Luego bajo al garaje con ánimo dejar en el coche la nueva tarjeta
Europe Assistance, de ayuda en carretera. Al regreso, son casi las
tres de la tarde y sigue enredando con el ordenador.
- Toma.
Al tiempo que le doy un billete de dos mil pesetas.
- ¿O es que no te hace falta?
- Sí, ya me iba haciendo falta, ya.
- ¿Cuánto te queda?
- Doscientas veinte pesetas o así.
- Bueno. Pues ¡hala! vete dejando ya eso y vamos a comer, que
ya es hora.
Transcurre la comida como es habitual. Algún comentario que
otro sugerido por culebrón de sobremesa y nada más. Me
dispongo a recostarme un poco en sillón de orejas y me dirijo a
tomar el reposa pies que me ayudará a estirar un poco las piernas.
En ese momento se marcha la luz y suena el teléfono. Acude él a
la llamada. Es Rubén que me pide que le deje un par de libros.
Regreso a la sala y me tiendo entre el sillón y el reposa pies. Al
poco entra en la sala y estando todavía de pie dice:
- Hoy Katy me ha pedido dinero.
- ¿Cómo?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
37
- Sí, me ha dicho que es una cosa voluntaria, pero que como
tienen muchos gastos y la Xunta no amplía la subvención
recomiendan que se acepte una cuota inicial, -bueno, no dijo
cuota, no sé de qué otro modo dijo -, de dos mil pesetas y luego
mil pesetas todos los meses.
- ¿Y tú qué le dijiste?
En ese momento se sienta sobre el sofá que queda delante del
sillón. Yo me di por enterado. Me preguntó que si las llevaba
encima y le dije que no, que no. Que sólo tenía unas doscientas
pesetas y pico.
Yo continúo recostado.
- Pero, entonces ¿te has comprometido a llevarlas ya, o cómo?
- Habrá que llevarlas en la próxima visita, digo yo.
- Bueno, pues cuando tengas que ir me avisas. ¿Y tú, cuánto
piensas poner?
Sonríe sin ninguna gana, se echa hacia atrás sobre el respaldo
del sofá, hace que se estira y aunque no lo dice, es seguro que
piensa "ya estamos con las monsergas acostumbradas.
En tono de broma…
- Total, que si llegas a tenerlas encima te las chupa. Y a poco
más, si te descuidas te saca las doscientas pesetas en concepto de
señal, como anticipo a cuenta. Bueno, ahora en serio. Yo no sé lo
que piensas. A mí me parece que esa petición de aportación
voluntaria persigue fundamentalmente un objetivo.
- Sobre todo sacar dinero.
- Pues sí, claro, pero la verdad es que con una cuota mensual
de 1.000 ptas. se han de poder hacer muy pocas maravillas. Más
Conversaciones con mi hijo
38
importante me parece, al menos desde el plano psicológico, evitar
que sus procedimientos desmerezcan en la consideración de los
beneficiarios, como suele suceder con todo lo que se regala. Sí, sí,
es un fenómeno curioso y muy común. Lo que dan de balde no
vale. Todo lo que no cuesta se suele despreciar.
- Pues a lo mejor es como tú dices, pero ellos van en busca del
dinero. Ya te digo que me preguntó si lo tenía encima. Me dijo
que no me lo había dicho antes porque no había salido el tema.
Pero que es normal que inviten a todos a colaborar.
- Si me parece muy bien, pero yo insisto. A ti personalmente,
qué es lo que te va a costar esa cuota para que, en definitiva, no
se llegue a producir en ti el efecto negativo del demérito que
tienen las cosas gratis.
Se queda como perplejo sin saber por dónde salir.
- Pues me parece que dejar de fumar un par de paquetes al
cabo de un mes, es decir, fumar dos paquetes menos, bien
pudiera ser tu colaboración al pago de esa cuota.
Ahora vuelve a sonreír con las mismas pocas ganas de antes.
- Y es que me parece fundamental que empieces a asumir la
realidad de tu circunstancia. Que es que hay que empezar a poner
las cosas en su sitio. Creo que fue la última vez que charlamos en
la calle, aquel día que llovía, cuando te hice un par de preguntas
para que me dieses tu respuesta después de haberla meditado.
No sé si te acuerdas.
- Pues las cosas están como entonces. No han variado.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
39
- No. Si no se trata ahora de medir variaciones. Lo que me
apetece es que me respondas a aquellas dos preguntas. También
se puede entender que es una sola desdoblada en dos.
- ¿Qué? ¿Sobre aquello de la libertad?
- No hijo, no. Sobre el tema de la libertad creo que dijimos ya
todo lo que por el momento podemos decir y también es verdad
que no sé si lo tienes bien entendido. Pero no, mis preguntas no
se referían a eso, al menos directamente. Ya veo que no te
acuerdas o que no te quieres acordar. Aquel día, al final de
nuestra conversación te dije. Quiero que me digas por qué y para
qué has venido. Piensa sobre ello y cuando estés en condiciones
hablamos.
- Pues...
Cruza los brazos sobre el pecho como si quisiera concentrarse
y permanece en silencio durante unos segundos. Supongo que
para romper con una circunstancia y para ver si aparece algo que
por ahora no llega.
- ¡Hummm! ¿Eso quiere decir que viniste porque estabas
dispuesto a romper con el pasado?
- Con el pasado no se rompe así como así. Quería romper con
una situación, que era mala.
- Ya. No tenías donde dormir, ni qué comer, ni nada qué hacer
y era eso de lo que querías librarte. No sé si acabas de improvisar
tu respuesta o si, por el contrario, la has meditado un poco. Fíjate
que para sacarte de aquella situación habría sido mucho más
sencillo contratar a alguien que te proporcionase cobijo y dado de
comer a la carta, no de beber, claro, que es lo que has encontrado
aquí. Para conseguir sólo ese efecto no habría hecho falta montar
Conversaciones con mi hijo
40
todo este tinglado. Cuando hablo de romper con el pasado tú
sabes a qué pasado me refiero.
Se vuelve a registrar un mutis bastante largo.
- Y quiero aclarar, para salir al paso del para qué, que me
parece encontrar en ese "ver si aparece algo", que no estoy
intranquilo ni nada que lo parezca porque es verdad eso que dices
de que "por ahora no llega". Recuerdo que otro día, paseando
también, hablando de estas cosas me dijiste que te sentías muy
tranquilo y sereno, pero añadías, ¿del futuro qué? A mi pregunta
de si sabías cómo se construye un futuro me dijiste: supongo que
trabajando, pero en qué. Fue entonces cuando recurrí al poeta y
hablé del camino que se hace al andar, y que andando o
pedaleando, depende de las ganas que se tengan, es la única
forma de llegar. Tú me replicaste diciendo que también se puede
pedalear dando vueltas a una manzana y no iremos a ninguna
parte. Cierto. Pero eso ya depende del artista.
- Me parece que estás queriendo decirme que hay algo que
estoy haciendo mal y quisiera saber qué.
- Vamos a ver. Estábamos todavía en aquel restaurante de Las
Palmas, cuando para responder a tu preocupación por lo que
sería tu ocupación en Vigo te dije cuál habría de ser la primera y
primordial desde mi punto de vista. ¿Tu ocupación? La de
rencontrarte. Y así, sencillamente, te diré que tengo la impresión
de que has dado muy pocos pasos en esa dirección. Si es que no
se trata de que aparezca o deje de aparecer un empleo. Es sobre
todo un problema de actitudes, de estilo de vida, de compromiso.
Es tener una dinámica distinta. Es que hay que estar en otra
disposición y entonces a lo mejor lo encuentras. Dime qué es lo
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
41
que has hecho en ese sentido que no haya sido a impulsos de tu
hermana, a la que llamas tu secretaria. En otro orden de cosas,
hace unos cuantos días que vengo dejando caer en tú camino
algunos signos, pero creo que no has podido encontrar ni uno.
- Pues hombre. Mary coge todos los días el Faro y entonces se
fija en los anuncios y me los cuenta.
- Claro. Y tú estás convencido de que tu hermana no tiene
mejor entretenimiento ni nada más que hacer que dedicar no sé
que tiempo a hojear el periódico y luego a llamarte para tu
información. Mientras tanto, tú, como corresponde a todo aquel
que tiene derecho a secretaria gratis, en la cama hasta las diez y
media, las once o más de la mañana. Ya sé que estos días estás
levantándote un poco antes. Pero dime, por favor, con qué
derecho te encuentras a que tenga que ser otro quien te ponga
las cosas a huevo, como dicen que se las ponían a Felipe II.
Se produce otro silencio, que él no se decide a romper. El
continúa sentado y yo recostado.
- Yo no sé por qué razón no te sientes obligado a ser tú mismo
quien eche un vistazo al diario que coge tu hermana. Bajas a su
casa, ves el periódico, cambias impresiones, te das un paso por la
ciudad con los ojos bien abiertos atento a la oportunidad de tener
algún contacto, en fin, qué sé yo. ¿No te parece que sería una
actitud diferente? No sé, son puntos de vista.
No hay respuesta.
- Por otra parte, desde aquel día en el que te dije que te
sumases o no, según tu preferencia, a mi paseo de las mañanas no
sé si sales o a qué te dedicas en sustitución.
- Pues ya ves que no salgo.
Conversaciones con mi hijo
42
- Veo que no vienes conmigo, pero no sé qué es lo que haces,
porque tampoco se puede decir que tengamos un sistema de
comunicación bien fluido. Yo estoy fuera de casa como dos horas
o así, y mientras tanto tú has podido salir y volver varias veces.
Nuevo silencio de corta duración.
- Supongo que no has vuelto a beber.
- Pues no.
- Y te ha costado mucho esfuerzo mantenerte así.
- No, no.
- Y ¿has vuelto a entrar en algún bar?
- Sí. Una vez. Fue aquel día en el que estábamos preparando el
tema de la comunicación y me reuní en un bar con otros dos antes
de entrar al curso.
- ¿Y qué es lo que pediste?
- Una tónica.
- ¿Y los otros?
- La chica pidió un té y el otro un café con leche.
- ¡Ah! Entonces lo tuviste bastante fácil. ¿Si se hubiesen
arrancado pidiendo unas cañas?
Se encoge de hombros como queriendo decir que hubiese
hecho lo mismo.
- Bien. Hay que reconocer que todo eso es positivo. Cierto que
se basa en una actitud negativa. "No beber", pero es saludable.
Ahora hay que enfilar el progreso apoyándole en actitudes
positivas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
43
En aquel momento vuelve la corriente y se reanuda el
programa de televisión.
Conversaciones con mi hijo
44
3 de Marzo
Viernes. Son poco más de las 13,30 h. Regreso a casa después
de mis gestiones de la mañana. No hay nadie en casa. Al poco rato
entra él en un momento en el que me estoy quitando el abrigo.
Hace un frío forastero y totalmente desacostumbrado.
- ¡Hola!
- ¡Hola!
Las ganas de orinar me han obligado a entrar en cuarto de
baño con el abrigo puesto. Él ha entrado a la habitación de
Margarita, donde tiene instalado su estudio y ha encendido la
radio pero permanece aún de pie cuando yo salgo del cuarto de
baño y termino de quitarme el abrigo.
- Así que te ha dado por salir a pasear hoy con el frío que hace.
Dice entre dientes algo que termina en tabaco.
- ¿Qué?
- Que salí a por tabaco.
- Pues menos mal que de vez en cuando necesitas salir a buscar
tabaco, que si no...
Hay una sonrisa que puede ser de comprensión y a
continuación se vuelve sobre sus papeles.
Me retiro a mi dormitorio y me pongo el atuendo de estar en
casa. Tomo un billete de dos mil pesetas y con él en la mano entro
en la habitación Margarita y me coloco a su lado. En ese momento
levanta la vista y me mira.
- Toma.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
45
Le presento el billete.
Lo toma y su mirada parece iluminarse con una semisonrisa
que puede ser de agradecimiento, al tiempo que empieza a decir
algo que no termina.
- ¿Qué?
- Que ya iba haciendo falta.
El tono era de resignación serena.
- ¿Ya?
Me respondió con un movimiento de cabeza.
Ahora estamos cenando los tres. Son casi las doce menos
cuarto de la noche. El día ha sido uno de los más fríos del invierno
y ha presentado una temperatura que no es habitual y que por
aquí sólo se ha dado excepcionalmente.
Acaba de regresar del curso que está realizando en UGT. El
televisor está encendido como de costumbre y, antes de
sentarnos a cenar, él ha estado buscando una película por las
distintas cadenas. Al fin, la ha dejado en la TVE 1, que es donde la
tenía su madre.
- Hoy también ha hecho mucho frío.
- A mí me parece que ha hecho algo menos que ayer.
Interviene la madre.
- Donde tiene que estar haciendo un frío de aúpa es allá en la
tierra.
- Seguro. Aunque el que hacía el otro día en Salamanca no
desmerece en casi nada a aquél. Era un frío de mucho cuidado.
Conversaciones con mi hijo
46
- Pues éste de aquí se las trae.
- Hombre. Yo reconozco que estos días hace por aquí un frío
respetable, que no es normal, pero creo que aun así no se puede
comparar con ninguno de esos otros dos tipos de frío.
La madre…
- ¡Huy! ¡Ya lo creo! Mira, en Salamanca, en la calle, gracias al
abrigo gordo, que si no... Había que estar tapándose el morro
todo el rato y, aun así, te quedabas como un candelito.
- ¿Llevaste el pellejón, claro?
- ¡Hombre claro!, y menos mal.
- Lo que yo no sé es como resuelven por aquí el problema de la
lluvia y el frío cuando las obras no están levantadas todavía.
Algunas veces he pensado sobre ello y la verdad, no sé cómo lo
resuelven.
- ¿Qué es lo que quieres decir?
- Pues eso, que no sé cómo hacen.
- Pero tú ¿qué es lo que propones? ¿Que se retrase el inicio o
la continuación de la obra hasta que llegue el verano? ¿Y tú crees
que el promotor, el contratista y todos los demás que andan
alrededor de la obra estarán en condiciones de esperar a que
llegue el buen tiempo?
No lo dije pero debí haberle dicho "Si mientras tanto la gente
no tuviese que comer...", pero añadí, me habría gustado que
hubieses visto en qué condiciones se hizo la reparación de este
tejado.
La madre…
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
47
- Claro. Lloviendo a todo llover, con viento y con frío, por ahí
andaban por encima del tejado.
- ¿Y sabes lo que me dijo el empresario, que también se subía
al tejado como los otros quisquis? Mire Vd., si Vd. Quiere,
dejamos de trabajar aquí, pero yo no puedo dejar de trabajar y
tampoco tengo donde poder hacerlo bajo techo. Así que si dejo
este tejado, tengo que ir a otro de todas, todas.
- Pues a mi me parece que eso es un defecto de planificación.
Por allí abajo, en cuanto caen cuatro gotas ya no hay forma de
mantener a nadie en la obra.
- ¿Pero cómo dices eso?
- Porque creo que es bueno eliminar las inclemencias del
tiempo.
- ¡Por favor! Definitivamente tú has perdido la noción de lo que
son las inclemencias del tiempo. ¿Sabrás tú lo que son
inclemencias?
Y seguimos mirando el programa de la tele.
Conversaciones con mi hijo
48
6 de Marzo
Lunes. El día está fresco y soleado. A la salida de misa, cerca de
la una de la tarde, paso por casa con intención de invitarle a que
me acompañe a dar un paseo.
Está en la habitación de Margarita, sentado frente a sus
papeles y con la radio muy alta. Tienen por tema la devaluación de
la peseta acordada en la noche anterior. Al oírme pasar cerca,
vuelve la cabeza y me mira, a modo de saludo hago una
inclinación de cabeza y me corresponde con otra. Ninguno de los
dos pronunciamos palabra alguna. A la salida del cuarto de aseo,
entro en la habitación y bajo el volumen de la radio para no tener
que vocear.
- Yo no sé si te apetece dar un paseo y, como no lo sé, por eso
te lo pregunto.
- Pues sí.
Mira al cielo por la ventana y parece haber recibido
confirmación de que el día está bueno.
- Parece que está buen día.
- Otra cuestión es si quieres venir conmigo. Que eso depende
sólo de tu libre albedrío.
- Que sí, que sí.
- Bueno, pues entonces vamos, que quiero ver a ese hombre.
- ¿A ese hombre?
- Sí, al del telemando.
Al ver que se dispone a salir sin ponerse la gabardina.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
49
- Hoy el día está soleado pero fresquillo, más bien tirando a
frío.
Ante tal advertencia sube el cierre de la cremallera de la
cazadora y alza el cuello.
Al llegar al segundo semáforo para cruzar Gran Vía.
- Pues que parece que la cosa no tiene tanta importancia.
- ¿Qué cosa?
- Lo de la devaluación.
- ¿Y eso, quién lo dice?
- Un tal Jáuregui.
- Ya. Lógico. Ése no podría decir otra cosa. Y ya verás cómo
dentro de poco tendremos que ponernos a dar saltos de alegría
porque la devaluación es casi como una bendición del cielo.
- Se dice que las importaciones procedentes del área del dólar
serán más baratas.
-Teóricamente así debería ser, puesto que parece que la
peseta conserva su paridad respecto del dólar, pero ya verás
cómo para nivelar esa diferencia qué pronto se las arreglarán para
añadir algún nuevo impuesto a la gasolina, que es la partida
principal, y por cierto muy importante, que pagamos con dólares.
- Y si además si suben los tipos de interés se frenará el
despegue de la economía.
- Y no tendrán más remedio que subir porque si no la inflación
nos come crudos.
En la calle Urzaiz, al llegar frente al semáforo que permite
cruzarla para acceder a la calle Cervantes.
- Vamos a cruzar por aquí.
Conversaciones con mi hijo
50
Bajamos dicha calle por su acera derecha y se me impone
cruzarla también para acceder al taller del hombre que tiene el
encargo de arreglar el telemando.
- ¿Quieres ir a casa de Cris?
Estamos en la calle Churruca por la que se llega a su antigua
vivienda.
- No. ¿Para qué? Voy a ver al hombre este del telemando.
- ¡Ah!, ¡ah!, ¡ah!
En la ventana de la puerta del taller doy unos golpecitos con mi
meñique derecho, que está reforzado con la alianza de mi
matrimonio. El hombre acude a abrirnos diligente.
- Buenos días, caballero. Aquí me tiene Vd.
Sin responder a mi saludo, el hombre toma el telemando de
encima de un televisor viejo en el que hay otros trastos y me lo
entrega.
- Ahí tiene Vd. Ya está listo.
- Pues muy bien. Así que Vd. lo tiene bien probado y funciona.
El hombre toma el telemando de mi mano, sin decirme ni pío,
y se acerca con él junto a un aparato que produce un ruido más
bien desagradable cada vez que, cerca de él, se presiona
cualquiera de los botones del telemando. Parece ser que ésa es
precisamente la señal de que funciona.
- Funciona ¿ve Vd.?
- Sí, ya oigo que hace un ruido de la repera, pero ante un
televisor ¿qué?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
51
- Vd. llévele tranquilo, que ahora aquí no hay ningún televisor
Philips.
Interviene mi hijo...
- Oiga, mi hijo tiene un reloj de pulsera con el que apaga y
enciende y cambia de cadena a cualquier marca de televisor.
Yo lo ratifico y el hombre asiente.
- Bueno, mire Vd., lo llevaré a casa para probarlo. Si realmente
funciona bien, volveré por aquí para preguntarle cuánto he de
pagarle.
- Vd. ahora lléveselo.
- De acuerdo. Pues hasta la vista.
Caminamos un ratillo en silencio por aquella calle y la de
Cervantes hasta llegar a G. Barbón a la altura de Santiago de Vigo.
- ¿Cómo has descubierto ese tallercito tan pequeño?
- Pues conocía su existencia de pasar por aquí, y el otro día, se
me ocurrió pensar que a lo mejor este hombre se atrevía con el
problema. En algún taller de muchas más campanillas han dicho a
tu madre que este telemando es irreparable. Opinan exactamente
lo contrario que este hombre.
Volvemos a caminar en silencio y a buen paso hasta el
semáforo que en la calle Colón está cerca del BBV y del Banco
Santander. Hemos de esperar su apertura teniendo enfrente la
fachada de una casa en restauración a cuya derecha yendo está el
Banco Santander.
- ¿Qué bonita queda la fachada de esa casa? La piedra limpia,
las balconadas de hierro, ¡formidable! Fíjate, no se puede
comparar con su vecina, la del Banco.
Conversaciones con mi hijo
52
- Sí, es verdad. Los dos últimos pisos deben ser nuevos ¿no?
Parece que la piedra está más limpia que en los otros.
- Pues creo que sí.
Hemos atravesado Colón y avanzamos por P. Sanz en dirección
a la Puerta del Sol.
- Lo que pasa es que en las ciudades, con eso de la polución, las
fachadas de piedra se ensucian mucho.
- Pues yo creo que efectivamente la polución pone su parte en
eso, pero estoy seguro de que esta siendo ayudada por otros
agentes. En Salamanca, por ejemplo, creo que se puede decir que
proporcionalmente existe tanta polución como en Vigo. Hay
coches por todas las partes y a todas las horas. Como aquí. Sin
embargo, todas las edificaciones, que por cierto son todas de
piedra, mantienen el mismo color. Sólo por el color de la piedra de
las fachadas yo no sabría decir si una edificación es más antigua
que otra.
- Es que la piedra de allí es más arenisca.
- Yo no sé si se puede decir eso de aquella piedra. Tengo
entendido que toda ella la extraen de unas canteras de por allí y
que su estado natural inmediatamente de ser extraída se parece
mucho al de la arcilla, de forma que así es posible realizar en ella
tantas filigranas y adornos como contienen cualquiera de los
monumentos principales. La fachada de la Universidad, por
ejemplo, es una maravilla. Luego, al contacto con la atmósfera
exterior, endurece y se pone como piedra.
- Sí, pero mientras tanto se trabaja muy bien, claro.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
53
- Bueno, pues yo pienso que uno de los agentes que
contribuyen a que la piedra se ensucie como se ensucia aquí, es
precisamente la humedad.
- Por cierto. Anoche estuve dando una vuelta por la parte vieja
y me di cuenta de que Sanibrón, la empresa esa en la que
presenté el currículum, tiene que ser muy importante. Está
haciendo un montón de obras de reacondicionamiento en
aquellas calles de por allí.
- Qué estuviste ¿solo?
- Sí.
- ¿Y por dónde dices que estuviste? ¿Por la calle de los vinos?
- Sí, por la Piedra y por allí.
Hemos superado la Puerta del Sol en silencio y avanzamos
hacia General Aranda dejando atrás la enseña viguesa, El Olivo.
- ¿Vas buscando algo?
- No, ¿por qué preguntas eso?
- Me parecía que te fijabas mucho en algunos escaparates.
- Pues no, no. Sería simple curiosidad.
Caminamos en silencio otros cuantos metros hacia la Falperra.
- Por lo visto Cristina ya ha contratado la reparación del piso.
- ¿Cómo?
- Sí, que ayer me dijo Manolo, que a ver qué me parecía el
ajuste que han hecho. No sé quién me había dicho que era con
dos policías y me cabreé mucho. ¡Mira tú estos que vienen a
quitar el pan a otros que no tienen nada!
- O sea. Que se han cansado de esperar tu decisión.
Conversaciones con mi hijo
54
- ¿Mi decisión? Yo nada tenía ahí que decidir, a mí nadie me ha
propuesto nada. Me ha preguntado Manolo qué me parecía el
precio de 50.000 ptas. en el que se han ajustado y eso es todo.
- ¿Y tú que le has dicho?
- Pues que me parece bien, que los tíos o son muy buenos
profesionales o son unos valientes. Porque eso de ponerse a dar
un precio sin saber qué es lo que hay debajo del papel... pueden
llevarse una sorpresa. Bueno, también es verdad que la pintura la
pone Cristina.
- Pero bien ¿para quién?, ¿para ellos o para Cristina?
- No, no. Bien para Cristina. Que es barato, vamos.
- Pero vamos a ver, hombre. ¿Eso de que a ti nadie te ha
propuesto nada lo has dicho en serio y creyéndolo así
honradamente?
- Pues claro.
- Entonces amigo, tengo que decirte que además dejarme
confundido eres un irresponsable. ¿Qué es lo que esperabas?
¿Que viniesen ante ti suplicantes, con las manos juntas cerca de
los labios a pedirte humildemente el favor de que te dignases
acceder a sus deseos?
Me mira, noto que tiene ganas de replicarme de alguna forma
pero no encuentra cómo y sigue callado.
- Pues con toda la honradez y toda la claridad del mundo
puedo decirte que tu hermana ha estado esperando tu respuesta
después de aquel domingo de hace ya no sé cuánto tiempo en el
que te llevamos a ver el estado del piso casi en colo, porque la
verdad es que ganas de ir a verle tampoco habías demostrado en
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
55
modo alguno. ¿Si no, para qué crees que estuvimos allí todos?
¿Acaso para que hicieses un diagnóstico que tampoco te has
molestado en comunicar a nadie?
- Pues yo estuve un día viendo si en las páginas amarillas
encontraba alguna empresa de parqué, que ese es un tema que
no...
- ¿Y qué? ¿Qué es lo que hiciste? Pero si es que no sé cómo te
atreves a decir eso. Cierto es que yo no he oído a Cristina ni a
Manolo hacerte tal encargo, pero lo que no puedes negar es que
yo, personal mente, te he hablado de ese asunto por lo menos en
tres ocasiones. ¿Es que no lo recuerdas?
Se queda como quien oye llover.
- A los pocos días de aquél en el que estuvimos viendo el piso,
recuerdo perfectamente que, estando parados en el semáforo de
Gran Vía, te pregunté si no sería bueno medirle para calcular
mejor los materiales a comprar y me dijiste, sí claro, pero nada
más ni entonces ni después.
- El día en que lo estuvimos viendo también se habló de la
medición.
- Yo no lo sé. Aquel día te vi en la actitud del alto empresario
que para no mancharse se limita a levantar con la puntita de los
dedos alguna esquinita que otra del papel pegado. El día en el que
yo te hablé de la conveniencia de la mediación fue el que te he
dicho antes.
No hay réplica alguna.
- Es más. Recordarás que el día en el que estuvimos los dos con
Katy, te pareció muy mal, a juzgar por tus ademanes y la manera
de decir, que yo le preguntase si consideraba conveniente que te
Conversaciones con mi hijo
56
ocupases concretamente en ese trabajo y dijiste algo parecido a
¿cómo no?. Y mientras tanto, Cristina ha estado esperando
durante todo este tiempo a que dijeses algo, que sí o que no.
- Pues honradamente yo no había entendido... Y ya te digo, ha
sido ayer cuando Manolo me preguntó qué me parecía el precio.
- Ya. Y a ti todo lo que se te ocurre entonces es poner a parir a
esos policías porque le quitan el pan a otros.
- Por fin, creo que no son policías.
- ¿Eso qué más da? ¿Qué más da que sean policías o ladrones?
Son gente que seguramente se han dado cuenta que si no
trabajan van a tener bastante más difícil atender a sus
necesidades, ya sean de pan para comer o de fumarse un cigarro
puro los domingos. Voy a hacerte una confidencia. Alguien de la
familia, no te voy a decir quién pero te advierto para que no haya
lugar a dudas que yo estoy de acuerdo con su opinión, ha dicho
que no te ve manejando una paleta de albañil o un rodillo de
pintor.
- ¿Cómo, cómo?
- Sí, eso. Que tú tienes a menos rebajarte hasta una escala de
esas.
Sigue sin haber réplica y no sé cuál es la expresión de su rostro
porque no se lo veo.
- En fin. Me tienes desconcertado. Fíjate, puedo jurarte que tu
hermana ha estado pendiente de ti con este tema no sólo desde
que estás aquí, sino inclusive desde antes. El día de Reyes,
después de comer, estuvimos juntos toda la familia en casa de
Mary y hablamos de ello. Entonces teníamos dudas de si vendrías
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
57
o no. Fue aquel día cuando Cristina planteó, con una clara
voluntad de ayudarte, si haría bien proponiéndote la ejecución de
ese trabajillo, por eso de facilitarte una ocupación de primera
hora. Ella tenía sus temores de que a lo mejor no te iba a gustar y
que inclusive que a lo mejor te parecía mal por eso de que... ¡hija!,
como suele decir ella, cuando no quiere decir palabras más o
menos fuertes.
Me mira y sonríe pero no expresa sentimiento alguno. Estamos
saliendo a la calle Camelias desde la Falperra y nos encaminamos
a subir a El Castro por la carretera que bordea su cara oeste, por la
que caminamos un poco en silencio.
- Como comprenderás, yo no podría haber sido tan reiterativo
con este tema sin estar amparado por la voluntad de Manolo y
Cristina. Tanto es así que una de las primeras cosas que te dije
cuando nos sentamos en aquel restaurante de Las Palmas la tarde
en que nos encontramos, fue precisamente esta idea de Cristina.
Creo que con este relato se completa el de las tres veces que te
hablado del tema. Tú no sé qué dijiste al respecto. Algo que
entonces no tomé en cuenta porque me pareció que no valía la
pena. Oye, ¡qué bien te conoce tu amigo Jovino! Te tiene muy
bien fichado.
- ¿Por qué?
- Porque tan pronto como me oyó proponerte el trabajillo, dijo
sin ningún empacho ni reparo.
¿Quién, Luis? No se lo crea. Luis sabrá mandar hacer una cosa
de esas pero ¿hacerla? Yo no me lo creo. Y está bastante claro que
sabía lo que decía.
Más pasos en silencio.
Conversaciones con mi hijo
58
- Pues sí, hombre, sí. Estoy seguro, aunque no lo voy a
demostrar, que con la consulta de ayer de Manolo te estaban
dando todavía la oportunidad de decir que sí, que el que hacía la
obra eras tú.
- Pero si es que yo,... ya te he dicho que honradamente...
- Bueno. Vamos a ver. Haz abstracción de todo lo que hemos
hablado esta mañana y siempre sobre este asunto y considera que
ahora mismo te están planteando realizar este trabajo. ¿Qué
contestas?
- Pero si es que ya que te he dicho que yo...
- No, no. Deja eso. No quiero que repitas nada de lo que me
has dicho. Quiero que contestes a la propuesta que ahora mismo
te estoy haciendo.
Queda callado. Entiendo que no se puede decir que quien calla
otorga, aunque bien cierto es que me está dando una respuesta
cruda y descarnada.
- ¡Hay que ver! Y yo que me hacía la ilusión de que nada más
llegar te dispondrías a ver a tu hermana para decirle, a ver qué es
lo que quieres que te haga, sin preocuparte de precios ni nada por
el estilo. Y sin embargo, ya ves qué distinta es la realidad. Te has
andado fijando en la valentía de los que se atreven a dar un
presupuesto sin asegurarse primero de cuál es el estado de la
obra. No sé qué valoración se puede dar a eso. Ni si es que
realmente has considerado que una obra así no es digna de ti o
qué. Hijo, te he venido diciendo que es necesario que asumas tu
propia realidad y tus circunstancias, que pises tierra firme. De lo
contrario te va ser muy difícil hacer algo positivo. Un viejo
proverbio dice "Anuncian berros pues compremos berros". Si no
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
59
hay más que berros, berros serán lo que tendrás que comprar
porque no hay otra cosa. No sé si me entiendes. Como te he dicho
en alguna otra ocasión es un problema de cambio de actitudes, de
estar con otra postura ante la vida, con otro estilo y con otro
compromiso.
Hay un rato de silencio. Hemos de disponernos a atravesar por
un paso de cebra la carretera que viene de las Camelias con
objeto de alcanzar la carretera que faldea la ladera oeste del
monte de El Castro.
- ¿Cuándo tienes que volver a visitar a Katy?
- No sé. Bueno, no me acuerdo exactamente. Lo tengo
apuntado y no sé si es el 14 o el 15.
Caminamos un rato en silencio por la carretera arriba.
- ¿Tú tienes alguna experiencia en obra civil, quiero decir obra
pública?
- ¿Quieres decir construcción de carreteras y eso?
- Pues sí.
- No he trabajado nunca en eso, pero no creo que tenga
mayores dificultades.
Charlando sobre este tema, llegamos a subir hasta las
cercanías del restaurante de El Castro, cuyo nombre ahora no
recuerdo pero que no es el llamado Castillo, utilizando unas
escaleras rústicas que tiran pendiente arriba desde la carretera
que faldea la citada ladera oeste. Carretera abajo llegamos pronto
a la Plaza de España, y a partir de allí accedimos a la acera
izquierda bajando de la Gran Vía.
- ¿Has terminado ya el diseño del mueble para Mary?
Conversaciones con mi hijo
60
- No. Todavía no.
A continuación me explicó cuán bueno y formidable es un
programa de diseño por ordenador que tiene Jose. La dificultad
estriba en que como carecen de manual no pueden interpretar
correctamente la mayoría de las órdenes en inglés que tiene el
propio programa. Hay un manual en el mercado que cuesta cinco
mil pesetas y están esperando que una librería reciba uno más
modesto que sólo cuesta mil pesetas. Sobre este tema charlamos
hasta llegar a la puerta de casa. No le presté atención porque
carecía de significado.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
61
8 de Marzo
Miércoles. He regresado a casa, nada más salir de misa, con el
sólo objeto de darle oportunidad de salir a pasear conmigo. No
dice nada y al cabo de unos minutillos me marcho diciendo hasta
luego. He oído su respuesta porque gracias a Dios todavía tengo
bastante buen oído.
Regreso cuando ya son las dos pasadas, después de haber
realizado mis gestiones. Está en el cuarto de baño, meando y con
un pitillo encendido, ¡faltaría más!
- Parece que no has salido.
- No. ¿Me acompañas a ver a la mujer esa del bar?
- ¿Por qué quieres que te acompañe?
- Porque a mí no me conoce y si voy con alguno de vosotros
será más fácil.
- Sí te conoce sí. Y si no, el que lengua tiene...
- Me conoce si me ve con alguno de vosotros, si no...
- Bueno, bueno. Yo no tengo ningún inconveniente en ir
contigo. Así que vamos.
Ya en la calle.
- ¿Y qué será mejor? Decirle lo que queremos o que diga a ella
lo que le parece bien.
- Pues yo creo que eso tienes que responderlo tú mismo. Tú
sabrás qué encargo tienes de los demás.
Conversaciones con mi hijo
62
- Pues se ha hablado de que venga a costar entre 1.500 y
2.000.
- ¿Cuánta gente sois?
- Quince, más la profesora dieciséis. Aunque creo que hay uno
que dice que no puede ir.
Entramos en el Bar O' Peimoxo, es él quien camina delante y a
quien primero ve la señora María.
La señora María…
- ¡Hola querido! ¡Qué sorpresa! ¡Qué gusto me da veros por
aquí!
A continuación se establece un diálogo corto pero muy cordial
entre la señora María y nosotros dos. Ella no cesa de decir cuánta
alegría siente cada vez que nos ve y que no se olvida de aquellos
años en los que fuimos más vecinos que ahora.
- Bueno, mire, señora María. Tengo entendido que aquí el
mozo quiere proponerles un negocio. Así que él dirá. Yo sólo
vengo como señorito de compañía.
Riéndose.
- ¡Ay! Vd. no pierde nunca el buen humor.
Si Vd. Supiera, pensaba yo por lo bajines.
- Sí mira. ¿El viernes tenéis libre el cuarto ese? Es para cenar.
- Si. Bueno, yo creo que sí, pero espere.
Se mete en la cocina y, al poco, sale detrás de ella su marido, el
cocinero Ramón.
Ramón se coloca delante de nosotros e intercambiamos
también saludos cordiales, pero no dice nada más más hasta que
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
63
la señora María le medio grita desde casi el otro extremo del
mostrador "¡que quieren hablar contigo!", lo cual nos da a
entender que es con él con quien hay que entenderse.
- Bueno, ¿así que tenéis libre para el viernes el cuartito ese?
- Sí, sí. No hay problema. ¿Cuántos sois?
- Quizás dieciséis, pero también se puede quedar en catorce o
quince. Y será para cenar a eso de las once o así.
- Sí, sí. Cuando sea. No hay problema ninguno. ¿Y qué es lo que
queréis cenar?
- Pues eso. A ver qué es lo que nos ofreces.
- Pues lo que queráis. Digo yo que podríais empezar con algo
para picar. Pulpo, tortilla, calamares.
- Eso, eso.
- Bien. ¿Pero qué? ¿De todo?
- ¡Pues hombre! Yo creo que sí. En fin. A ver.
- ¿Sabe lo que pasa Ramón? Que esta gente quiere comer
mucho y bueno por poco dinero. Lo que ocurre, además, es que
no se atreven a decirlo.
- ¡Ay señor! ¡Qué buen humor tiene Vd.! No sé dónde podrán
hacer eso hoy.
- Entonces, ¿como cuánto os queréis gastar?
- Pues eso... entre mil quinientas y dos mil.
- Dicho así, lo normal es que te prepare un menú de dos mil,
por lo menos.
- También puede ser el virtuoso término medio.
Conversaciones con mi hijo
64
- Bueno vamos a ver, dice Ramón tirando de boli y de bloc de
notas, y apunta pulpo, tortilla, calamares. Luego puede ser carne
o pescado.
- ¿Puede ser una cosa u otra?
- Claro que sí, querido, dice la señora María. Podemos poner
mitad y mitad.
- ¡Ah! , oye. También preparáis un jamón asado muy rico
¿verdad?
- Pues sí, claro, contesta Ramón, y además puede resultar un
poco más barato que la ternera.
Y sigue apuntando en su lista, carne, pescado.
- Y ¿querréis postre, y café, y copas?
- Pues..., sí, claro.
A continuación Ramón se pone a evaluar todo aquello y al cabo
de unos minutillos dice que la suma de aquellos números
desordenados y mal hechos pasa de las veintinueve mil pesetas.
Quiero comprobarlo echando un vistazo por encima para evitar
sorpresas de última hora y veo que, al menos por lo que a los
millares se refiere, la suma es correcta.
Sentencia Ramón, y echa un par de rayazos con el boli sobre el
papel a modo de rúbrica.
- Sí, con dos mil pesetas tenéis bastante.
- Es que verán Vds., se trata de un grupo de gente que han
estado juntos una temporada y que ahora han de separarse, y a lo
mejor, no se vuelven a ver en la vida. Quiero decir, que no es un
grupo de amigos que se ven con frecuencia, y mucho menos un
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
65
grupo familiar, con el que, como es lógico, no hace falta andar
aquilatando así el coste.
- Sí. Eso, somos gente que estamos haciendo un curso que
ahora se termina y queremos celebrarlo. De todas las formas, yo
tengo que verles hoy y ya vendré por aquí a deciros lo que hay.
- De acuerdo, dice Ramón y se retira a su cocina.
- ¿Qué queréis tomar?, pregunta la señora María a modo de
invitación. A ver, Vd. señor, ¿qué le apetece tomar?
- Pues ese es el problema. Que ahora mismo no me apetece
nada. Bueno, sí. Voy a tomar agua.
- ¿Agua?
- Sí, sí. Que yo a estas horas acostumbro a tomar dos vasos de
agua.
Destapando un botellín de agua mineral, que me sirve sobre la
marcha, la señora María pregunta.
- ¿Y tú que quieres?
- Pues yo un bíter, que el agua parece una cosa fea.
Sirve el bíter y a continuación organizamos un corto diálogo
entre los tres. Es la señora María quien lleva las riendas haciendo
su apología en favor de la gente que cree en El de arriba, que allí
es únicamente donde se juzga con justicia y que, aunque también
hay gente que va a misa, y no es buena gente, porque ya saben
Vds. que hay de todo, ella prefiere a la gente que va a misa y que
cree en Dios, que es el único que puede arreglar todo esto.
- Señora María: ¿Cómo es que tiene tan poco frías estas
botellas?
Conversaciones con mi hijo
66
Sin decir palabra toma otro botellín, le destapa y vuelve a
llenar mi vaso. Yo estaba diciendo mientras tanto, ¡no lo abra, no
lo abra!, pero fue inútil.
- Ya está abierto. ¡Qué hombre éste!, parece que tiene miedo
de que vaya a ir a comer a su casa todos los días.
Puede ser que aquella frase quisiera ser un cumplido, pero
algún trabajillo me costó entenderla así. Terminado el contenido
de los vasos nos marchamos de allí dando gracias a la señora
María.
Nada más salir…
- Así que por lo que veo te dispones a superar la prueba de
fuego.
Se sonríe con aire de suficiencia
- Pues sí.
- ¿Y de dónde vas a sacar fuerzas?
- De mi interior. ¿De dónde las voy a sacar?
- Así que tú tienes fuerza interior. También podías esperarla de
El de arriba, como decía la señora María. Bien, bien. A mí me
gusta la gente que tiene confianza en sí misma. Pero ¡ojo! Sin
quitarle el ídem de encima, que ya lo decía Don Quijote. Sancho,
hijo, ten cuidado, que en la confianza está el peligro. Así que
atención.
No hay respuesta de ningún tipo y entramos en el ascensor.
- ¿Ves como sí te conocían?
- Porque iba contigo.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
67
- Bien. Pues tendré que repetirte que aún en ese supuesto, con
el que no estoy de acuerdo, podrías haberte dado a conocer
diciendo de donde vienes. A lo mejor no puedes decir adónde vas,
pero sí de dónde vienes y eso hubiese sido bastante.
Llegamos a la puerta de casa y se acabó nuestra conversación.
Conversaciones con mi hijo
68
13 de Marzo
Lunes. Son casi las cinco y media de la tarde. Está en actitud de
marchar porque se ha puesto una cazadora de cuero. Da la
sensación, sin embargo, de que no encuentra fácil el camino de
salida.
- Bueno, hasta luego. Voy a ver si veo a esa gente.
- ¿A qué gente?
- A los de la asociación de vecinos esa.
- Bueno. Pues hasta luego.
Se oye el ruido que hace la puerta al salir, e inmediatamente
después el que hace al entrar.
Se coloca delante de mí. Estoy sentado a la mesa camilla
tomando mi lección de inglés. En frente de mí está Pury tejiendo
ganchillo.
- Dame dinero que seguramente algo tendré que pagar.
- Pero ¿a quién tendrás que pagar y cuánto?
- Pues a la asociación de vecinos. Y la cuota no sé cuánto es.
Alguien ha dicho que si cien pesetas pero no sé si habrá pagar
cuota de entrada.
Me levanto para ir a buscar el monedero.
- Lo que quiere decir que estás limpio, claro.
- Pues ciento y pico me quedan.
Interviene la madre…
- Ahí encima está mi monedero, si quieres.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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- Y tú mientras tanto, sigues comprando tabaco en los bares.
- Habitualmente no.
- Siempre que yo te veo sí. Toma.
Le doy una moneda de 500 ptas. que saco de mi monedero y
se marcha. Al cabo de un ratillo vuelve diciendo que en aquel sitio
no hay nadie.
El mismo día, a las 8 de la tarde está encargada una misa por la
abuelita Emilia. Él a esa hora tiene que acudir al curso de
Formador de Formadores que está realizando bajo los auspicios
de UGT. Sale con Pury y conmigo pero yo no sé en modo alguno
que tenga intención de ir a misa. Su madre le ha dicho que tome
no sé qué papeles y que así luego no tendrá necesidad de volver
por casa. Esa advertencia y el hecho de que siga con nosotros, me
hace entender que efectivamente va a misa. Yo camino deprisa y
voy delante. Antes de cruzar el paso de cebra de Vázquez Varela
mi reloj marca las ocho y tiene buena hora. Cruzo rápido y
acometo la subida de las escaleras porque quiero evitar llegar con
la misa empezada. Uno de los pobres habituales abre la puerta
cuando me ve llegar y entro sin fijarme si alguien me sigue. En ese
momento me doy cuenta de que voy solo, que nadie me
acompaña. Regreso sobre mis pasos y no veo a nadie conocido.
Decido ir a ocupar el asiento habitual sin perder de vista el camino
que queda a mi espalda y pronto veo que entra Pury sola. Se
conoce que no venía a misa. Pues no sé a que subiría hasta aquí,
pensé.
En ese momento, el sacerdote oficiante está leyendo la lista de
las intenciones por quienes se aplica la misa y oigo claramente
que, en penúltimo lugar de una relación de seis, cita a Emilia
Duque. Transcurre y en una de las ocasiones en las que acaso
Conversaciones con mi hijo
70
instintivamente me dio por mirar hacia atrás, me pareció ver a
Mar con el coche del niño, pero a nadie más. Fue al terminar la
misa, cuando al salir, descubrí a un buen puñado de gente de la
familia y entre ellos a él. Se habían quedado atrás del todo y no sé
si de pie, seguramente para no perder tiempo en levantarse en el
supuesto de tener que salir huyendo ante un posible toque a
rebato. La silla de ruedas de Julia y los coches de los pequeños,
incompatibles con las escaleras de la entrada principal divide a la
familia en dos partidas. No sé por qué razón, yo me quedé con el
grupo de los que salían por la puerta principal.
Sin salir todavía del templo y prácticamente delante de la
capilla están charlando sin ninguna reverencia un grupo de mi
gente y entre ellos, cómo no, él está fumando.
-¡Pero hombre! ¡Tanta prisa tienes! ¿Es que no puedes esperar
a salir de la iglesia para ponerte a fumar? ¡Qué barbaridad!
¡Cuánta prisa!
- ¡Ah! ¡Claro!. Todavía no hemos salido. Yo creí...
Después tuve que aguantar más de una crítica. Nadie podía
comprender cómo pudo ser posible que estando una buena parte
de la familia a la derecha de las escaleras por las que yo subía
deprisa, no me hubiese fijado en ellos. Admito que tengan razón,
pero yo no puedo decir que les vi.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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14 de Marzo
Martes. Es algo más de la una de la tarde. Al regreso de misa,
me quedo un momento a preguntar al portero unos detalles. En
ese mismo momento, llega él al portal y se para a mi lado
tratando de intervenir en una conversación de la que no sabe de
qué va. Salimos juntos a la calle.
- ¿Adónde vas?
- Al Banco Simeón.
- El caso es que yo iba a ese sitio..., pero ya estará cerrado. Y a
comprar tabaco. Pero bueno.
Y se acopla conmigo rumbo al Banco Simeón.
- ¿Qué sitio es ése al que ibas y dices que ya estará cerrado?
- La asociación de vecinos. Parece ser que por las mañanas sólo
están hasta las doce. Pero iré por la tarde.
- ¿Qué es lo que te pasaba esta madrugada?
- Que me dolían las muelas que no tengo.
- ¿Y qué es lo que querías experimentar andando por la casa en
pelotas?
- Pero a esas horas no había nadie.
- Pues ya has comprobado cómo también a esas horas hay
alguien. Mira, todas esas actitudes me revuelven el estómago y no
puedo soportarlas. A mí no me importa en absoluto que duermas
desnudo, con el culo al aire, cabeza arriba o cabeza abajo. Me es
indiferente, me da absolutamente lo mismo. Pero me dio asco ver
cómo estando en casa de Margarita, te pusiste un buen día a mear
Conversaciones con mi hijo
72
teniendo a Yago delante. Con toda tu chorra al aire y el chaval allí,
charlando contigo con la mayor naturalidad. Un espectáculo muy
formativo para el muchacho. Por lo que se ve, parece que es algo
a lo que estás acostumbrado y tengo que decirte que tanto abuso
de lo natural me revuelve las tripas. ¿Qué te parece?
Si en lugar de ser yo el que se levantó ayer hubiese sido tu
madre, cosa muy posible porque ella anda siempre con el oído
más atento, ¿se hubiese llevado una gran alegría al ver en cueros
a su hijo de 45 años? Que no puede ser. Que así no es. Que son
todos estos detalles, pequeños y con aparente poca importancia si
tú quieres, los que conforman un estilo de vida.
No hay respuesta ni comentario alguno.
- ¿Y el dolor de las muelas que no tienes se te quitó con la
aspirina? ¿Cuándo te empezó el dolor, al pronto de acostarte o
más tarde?
- Pues se me quitó después de mucho rato, no sé si por efecto
de la aspirina o del mucho sueño que tenía. Antes de acostarme
tenía ya una sensación extraña. Después, me quitaba las muelas y
con la lengua me tapaba el hueco y parecía que se me calmaba el
dolor, pero luego volvía. Entonces me volvía a poner las muelas y
de pronto también se me calmaba para volver al poco rato.
- No sé. Creo que ese es un dolor psicológico o reflejo de no sé
qué, que seguramente no hace ningún caso a la aspirina.
- También mamá decía algo así, pero a mí me ha salido un
ganglio por aquí.
Parte derecha de su garganta.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
73
- Pues será preferible que vayas al médico en relación con el
ganglio. Eso puede ser el resultado de una infección.
- ¿Es hoy la reunión de la comunidad?
- No. Será mañana si es que llega a haber reunión.
- ¿Qué? Es que no hay candidato
- Esa figura aquí no se da nunca. Es posible o por lo menos yo
temo que no haya ni siquiera votantes. En las reuniones
ordinarias, ya acude muy poca gente. Mucho me temo que para
ésta, la decisión de la mayoría sea no asistir y, así, eludirán el
riesgo de que sean elegidos.
Viendo el comportamiento tan poco solidario, responsable y
comprometido de un colectivo de esta naturaleza, se puede dar
uno muy perfecta cuenta de cual es el estado de la sociedad
actual. Claro que eso a mí no me extraña en absoluto. Yo tengo
testimonios muy próximos mucho más crudos y sangrantes que
éste.
Después de salir del Banco Simeón hemos iniciado un paseo
largo, durante el cual yo he estado a merced de su iniciativa. Ha
hecho un comentario sobre el incidente con Canadá, las obras del
Ayuntamiento y, otro, en relación con el aspecto tan distinto que
le ha parecido encontrar en el barrio que queda en la parte de
atrás de la calle Venezuela. Luego se encontró con su antiguo
amigo Acevedo, con quien se abrazó y a quien dijo que se
encontraba por aquí dando una vueltecita.
Conversaciones con mi hijo
74
15 de Marzo
Miércoles. Son las 12 de la mañana. Está en la habitación de
Margarita frente a sus papeles. Como de costumbre todavía no
nos hemos visto. Él hace poco que ha salido del cuarto de baño y
yo estoy a punto de salir a la calle para realizar mis gestiones.
Entro en esa habitación sin decir nada y me coloco a su lado.
Me mira, le miro, hace una ligera inclinación de cabeza, que
pudiera interpretarse a modo de saludo de buenos días, a la que
correspondo con otra igual o, al menos, parecida.
- Venía decidido a decirte algo, pero no te lo voy a decir.
Me sigue mirando y sonríe.
- ¿Por qué no me lo vas a decir?
- Porque no tengo ganas.
Después de una pausa pequeñita.
- ¿Qué dinero necesitas para hoy?
Se queda como pensativo.
- Pues lo de la cena son dos mil pesetas.
- ¿Y qué más?
Vuelve a quedarse pensativo, esta vez más rato.
- ¡Ah, ah, ah! Está también lo de Asvidal, claro.
- ¿Y cuánto es eso?
- Pues dos mil pesetas.
- ¿Sólo?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
75
- Ella me dijo el otro día si llevaba dos mil pesetas encima. Así
que será eso.
- No sé, no sé. Tú sabrás lo que te ha dicho. Yo tenía entendido
desde que tomé el primer contacto con esta gente, que tienen
establecida una cuota de entrada y una cuota mensual.
- Debe ser así. La primera vez se pagan dos mil pesetas y luego
mil mensuales.
- Bien, bien. Y lo de la Asociación de Vecinos.
- No sé. Por fin ayer tarde no fui. Entre lo del cuñado de Jose, y
una cosa y otra, no fui.
- Bueno, pues toma.
Le entrego un billete de 5.000 ptas.
- Supongo que con esto te podrás ir arreglando.
Lo toma y lo guarda en el bolsillo derecho de su pantalón sin
hacer comentarios.
Sobre las dos de la tarde regreso a casa y está sentado al
ordenador.
- ¿Qué haces?
- Estoy intentado organizar un esquema con unos datos del
curso. A ver si lo consigo.
Al pronto de cambiarme de atuendo vuelvo a su lado para
preguntarle.
- ¿Hace mucho que salió mamá?
- No, hace un poquito.
Mirando al cenicero…
- ¿Tú has salido esta mañana?
Conversaciones con mi hijo
76
- No.
- ¿No tenías que haber ido a esa entrevista?
- ¿A qué entrevista?
- Pero ¿cómo que a qué entrevista?
Sonriendo medio confundido…
- Sí, que a qué entrevista te refieres, ¿a la del muchacho ese?
- Yo sólo sé de una entrevista, la de Asvidal.
- ¡Ah, ah, ah! No, esa no es hasta las seis y media de la tarde.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
77
23 de Marzo
Jueves. Son las doce menos cuarto de la mañana. Estoy
trabajando en el ordenador. Poco antes le había visto salir y, al
pasar, dijo algo entre dientes que no entendí. Pienso que pudo
decir que iba a comprar tabaco porque volvió al poco rato sin
decir nada. Viene a mi lado y pregunta:
- ¿Tú conoces a Justo Román?
- Sé que se llama Justo Román Cabanelas y que con frecuencia
se ven por ahí carteles de obra en los que como contratista
aparece Construcciones Justo Román, pero eso es casi todo lo que
puedo decirte. Aunque ahora de repente, tengo la impresión de
que hace ya algún tiempo que no veo esos carteles. ¿Por qué lo
preguntas?
- Es que antes me llamó Mary y me dijo que había estado
hablando con un aparejador, o no sé, si arquitecto del Concello. Es
el mismo que cuando se enteró de que yo había presentado mi
currículum en Sanibrón le dijo que se trata de una empresa seria,
y manifestó también que él podría echar una mano, porque tiene
allí varios amigos. Ahora dice que Sanibrón tiene a prueba a un
jefe de obra y que están esperando a ver el resultado. Dice
también que si de lo que se trata de ponerse a trabajar con
urgencia lo mejor es procurar hacerlo con este Justo Román. Que
no merece la pena ponerse a trabajar con cualquiera de esas
empresillas pequeñas, que pagan mal, y además, quieren que les
saques las castañas del fuego y luego te dejan en la estacada.
Parece ser que el Justo este tampoco paga muy bien, pero tiene
la ventaja de que su empresa está considerada como una escuela
Conversaciones con mi hijo
78
de jefes de obra. Vamos, que el hecho de que en tu currículum
figure que has trabajado con esa empresa le adorna mucho.
- Y ¿qué pasa? Que admite a todo el que se le presente o qué.
- Pues hombre, supongo que no.
- Pues yo creo que no te voy a poder servir de puente.
Recuerdo haberle tratado personalmente en aquella época en la
que yo trabajé cara al público y, ahora mismo, estoy seguro de
que él no me reconocería, en el supuesto de viva, porque no sé
qué idea tengo de que le ha sucedido algún hijo, y yo dudo mucho
de si sería, o no, capaz de reconocerle si alguien me lo ponen
delante sin decirme quien es. Han pasado muchos años desde que
empecé a trabajar en la sombra y he perdido prácticamente todo
contacto con clientes. Se me ocurre preguntar a Mato, pero no. Es
claro que le pasa algo parecido a mí, aunque con mucha menor
densidad.
Ésta es una de las empresas con las que iba a prepararme una
entrevista Javier, el cuñado de Jose. Esta tarde pienso ir a verle y
que me diga a quien tengo que presentarme, si es que no puede ir
conmigo, porque siempre queda el recurso de ir a pecho
descubierto.
- Pues me parece bien. Cierto que no hay que despreciar por
sistema que alguien quiera echarte una mano, pero qué sé yo. A
veces el hecho de llegar presentado por alguien en concreto
puede convertirse en razón para que el otro te despache con
viento fresco y muy buenas palabras. Yendo sólo no cabe atribuir
a nadie el posible éxito o fracaso del intento. Pero dime, ¿quién es
el que opinaba que no merece la pena ponerse a trabajar con
empresas pequeñas? Era un aparejador, pero ¿de qué sitio?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
79
- El aparejador do Concello.
- Me lo temía. Alguien que por lo que sea, sin duda alguna por
la seguridad que le inspira su empleo, no puede conectar con el
problema del paro. Pues yo respeto su opinión como la de
cualquiera otro, pero desde luego tengo que decir que no estoy
de acuerdo en absoluto con ella. Todo lo que no sea hacer algo
que vaya en contra de la propia dignidad de la persona en el
correcto sentido del término, puede ser realizado sin reparo. Me
has oído decir en alguna ocasión que "puesto que anuncian berros
compremos berros". Nos apetecería tomar espinacas pero puesto
que sólo hay berros compremos berros. Cuando surja la
oportunidad de mejorar el empleo, y sigo diciendo que las
oportunidades hay que buscarlas, tiempo tendrás de decir adiós a
la empresa que no merezca la pena.
- Te advierto que no he sido yo el que ha dicho eso.
- Ya sé, ya. Sucede que yo estoy pensando la respuesta que me
inspira el decir del tal funcionario municipal y lo hago en alta voz
para que consideres si mi opinión puede ser aprovechable. Alguna
vez me he puesto a pensar en la conveniencia de entrar en
contacto con un tal Franco, que es un hombre que además de su
empleo como funcionario de la Seguridad Social, se dedica a
contratar obra de reacondicionamiento de viviendas,
generalmente de pequeña y mediana cuantía, como por ejemplo
la que realizamos aquí en casa cuando acometimos la renovación
de los baños, de la que es seguro que tiene que haber demanda
suficiente, cuya ejecución encarga a profesionales con los que
supongo que primero se ha puesto de acuerdo para hacer el
presupuesto que discute con el cliente. El albañil que hizo la
reparación del tejado es uno de los que está en contacto con este
Franco y yo pensaba que en la posibilidad de que este hombre...,
Conversaciones con mi hijo
80
- No entiendo. ¿Se trataría de que localizase yo obra para él o
él para mí?
- No hijo, no. Ya te he dicho que él no es constructor ni nada
que se lo parezca. Es un emprendedor que además de su empleo
gana, supongo yo, unas buenas perras de este otro modo y,
además, entiendo que no las gana como un simple especulador
del trabajo de otros, porque realmente se dedica al seguimiento
de las obras de una manera muy próxima y además es hombre de
buen gusto. Sería cosa de pedirle que te adjudicase alguna obra,
pero claro, tú no tienes equipo, no tienes nada.
- Lo del equipo sería lo de menos. Mary me dice, que tiene los
mejores albañiles, carpinteros, fontaneros, etc. Lo que realmente
me haría falta es entrar en contacto con ese mundillo que está
alrededor de la construcción. Yo aquí no conozco a nadie, no sé
dónde están los almacenes de materiales de construcción, de
madera, en fin, no tengo contacto alguno, y por eso, me parecía
muy bien lo de empezar con ese Justo Román.
- Admito que efectivamente te sería necesario entrar en
contacto con ese mundillo que tú dices, pero con lo que no estoy
de acuerdo es con que te dediques a esperar que te entren, en
lugar de disponerte a entrar activamente. Si es verdad eso que
dice tu hermana, yo te animaría a que, como primera medida,
confirmes que realmente tienes a disposición a un equipo de
hombres que acudirían a tu llamada tan pronto como les des un
silbido de reclutamiento. Como es lógico, en principio, no les
puedes ofrecer nada. Luego, acto seguido, podrías organizar una
campañita de publicidad en la sección de anuncios breves de
algún diario local ofreciendo presupuestos sin compromiso para
toda esa clase de obras. Lo más seguro es que el éxito no se
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
81
presentará a la primera de cambio, pero me parece que es una
forma de ir haciendo camino para entrar en contacto con ese
mundillo cuyo desconocimiento de ahora tanto te preocupa. Ibas
a ver cuán pronto tendrías descubierta toda una colección de
almacenistas con la primera obra adjudicada en el bolsillo.
No hubo respuesta y se acabó la conversación.
Conversaciones con mi hijo
82
25 de Marzo
Sábado. A primera hora de la mañana he estado intentado, sin
éxito, instalar en el ordenador un programa de diseño de
arquitectura que le ha proporcionado Jose. He continuado con mis
tareas ordinarias y, antes de salir, en torno a las doce de la
mañana, he querido conectar con él para saber si Jose le había
dado instrucciones en relación con la pretendida instalación, por
la cual la noche anterior se mostró muy interesado.
A las doce y unos minutillos estaba en la ducha, supongo que
primero había desayunado. Yo hube de marcharme y volví a casa
alrededor de la una y media de la tarde. Estaba sentado delante
del ordenador y tenía a mano los disquetes del citado programa.
Al verme entrar me miró y dijo, - no he hecho nada, no he hecho
nada.
- Dicen que a Felipe II se las ponían así, aproximadamente
como a ti, a huevo.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque mira, a ti te dan de comer y bien. Te acuestas cuando
quieres, te levantas cuando te da la gana y, después de desayunar
cómodamente y de ducharte más cómodamente todavía, toda tu
ocupación y preocupación consiste en ponerte a jugar con ese
programa.
- Pues es que no sé qué otra cosa voy a hacer.
- Claro hombre, claro. Tú esperar tranquilamente sentado o
mejor tumbado a que las cosas se resuelvan. Mira, por de pronto,
yo he intentado esta mañana instalar ese programa pero no he
podido porque no entra por ninguno de los dos sistemas que yo
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
83
conozco. A las doce, he intentado hablar contigo pero entonces
estabas en la ducha. Luego he averiguado que el tal Justo Román
ya no trabaja con el Banco y, por tanto, no será posible encontrar
la mejor tarjeta de presentación ante él que apetecía Mato, pero
parece ser que se han perfilado otros contactos con dos o tres
empresas más. Y como corolario, puede decirte que mientras yo
ando de una u otra forma ocupado con tus problemas, no me
parece bien en absoluto que tú aguantes en la cama como si tus
problemas fuesen sólo míos.
- Pero si ya te digo que no sé qué voy a hacer. En eso de Justo
Román yo estaba esperando lo que había dicho Mato, porque
además parece ser que Javier tampoco tiene un conocimiento
directo. Pero si no pues iré a pecho descubierto.
- Pues mira, sin tanto esperar, y lo que yo he hecho también lo
podías haber hecho tú, yo ya sé que con lo de Justo Román es
tontería seguir esperando. En definitiva, lo que puedes hacer, lo
que me parece que deberías hacer, es sencillamente que, por lo
menos, procures conectar un poco con el espíritu de tu padre, que
me parece que se te está poniendo bien de manifiesto, ¿o no?
- Pues sí.
Y hace una leve semisonrisa.
- Pues eso. Más claramente. Casi todos las noches, como
premio de la jornada con inquietudes de uno y otro tipo, me
haces ir a la cama malhumorado, con disgusto. Veo que te clavas
delante de la tele, tan cruzado de brazos y tan atento al tema de
la película, que ya quisiera para mí y también para ti en otros
asuntos una atención tan exclusiva como la que en esos
momentos desarrollas. ¿Que no sabes qué vas a hacer? Acostarte
primero y levantarte primero, y estando en pie y despierto, a lo
Conversaciones con mi hijo
84
mejor encuentras cosas que hacer. Y sencillamente, eso es lo que
te pido otra vez más.
No hubo respuesta.
A continuación nos ocupamos en la instalación del programa
con base en las instrucciones que le había dado Jose. Su volumen
me obligó a borrar un montón de registros míos además de
algunos suyos y, al final, se está perfilando la necesidad de
comprar más capacidad para el disco duro.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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28 de Marzo
Martes. He regresado a casa por la mañana cerca de las dos de
la tarde y no hay nadie. Me he puesto a trabajar en el ordenador.
Al poco rato llega mi esposa, quien me obsequia con un beso.
Seguidamente llega él. Se para a mi lado como si quisiera decirme
algo. Se le nota que está constipado.
- ¿Venías con mamá o habéis venido separados?
- He estado entretenido ahí un poco con Cris, comentado que
he tenido que salir de la Biblioteca Municipal - estaba viendo su
arquitectura - y me dio un ataque de estornudos tan fenomenal
que me tuve que escapar de allí. Todo el mundo me miraba con
cara de susto o de rabia.
- Será como consecuencia de que hasta que te fuiste a la cama,
no surtió efecto el "Frenadol" que tomaste ayer por la noche.
- Pero lo haría después.
- Ya. Esta mañana me han prometido gestionar una entrevista
para ti con un tal Alfonso Román. No sé si es hermano o hijo de
Justo Román, pero se dice que es él quien corta el bacalao.
- ¿Quién es el que la gestiona? ¿El Banco?
- Pues claro. Me han prometido que llamarán cuando sepan
algo concreto. Oye, me ha dicho tu madre que ayer te dio dinero
para comprar unas pilas y que no las pudiste comprar. Primero
fuiste a por tabaco y luego no te quedaba bastante para las pilas.
No sé, hombre. Ahora me gustaría saber si te imaginas qué tipo de
lectura puedo hacer yo de esa anécdota.
Me mira un tanto sorprendido por el planteamiento.
Conversaciones con mi hijo
86
- Pues no sé, que hasta ayer tenía dinero y que ayer ya no.
- Eso más bien parece una realidad evidente. Lo que yo planteo
es que me digas qué lectura puedo hacer yo de todo lo que rodea
a esa realidad.
Se queda sin saber qué decir pero tengo la impresión de que
no está en tensión alguna.
- Pues te lo diré yo. Te has visto con dinero y no has sido de
capaz de respetar el destino para el cual te lo dio tu madre. El
tabaco para ti era lo fundamental.
- Pero es que tampoco ha sido así. Yo ayer estaba buscando
unas cosas en una bolsa mía y me encontré con una calculadora
que tengo. Mamá me pregunto algo y le dije que estaba sin pilas.
¿Por qué no se las pones? Pues porque ahí sólo hay dos y se
necesitan cuatro. Pues toma y vete ahí al Corte Inglés, a
comprarlas de un momento, y me dio doscientas y pico pesetas.
- Te dio doscientas cincuenta pesetas exactamente.
- Sí, eso. Al pasar por allí compré tabaco pensando que con el
resto podría comprar las pilas, pero no, aquí son mucho más caras
que en Las Palmas, y por veinte pesetas no pude comprarlas.
- ¿Pues qué pilas son las que necesitas?
- Unas pilas normales. Que por cierto tuve que subir hasta la
quinta planta porque no las encontré en ningún otro sitio.
- Pues yo creo que hay muchas pilas en la planta baja y en
otros sitios. Pero ya está. ¿Y cuánto es lo que cuestan unas pilas
normales?
- Las más baratas que yo encontré en esa planta valían casi
cuatrocientas pesetas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
87
- No entiendo nada. Y a propósito de lo que dices de que hasta
ayer tuviste dinero, tengo que decirte, en principio, que lo normal
era que lo hubieses pedido y no te habrías visto tentado de utilizar
para otro fin el dinero que te dio tu madre. También tengo que
decirte, no obstante, que yo no esperaba que por estas fechas
estuvieras ya sin dinero.
- Pues es que entre la cena del fin de curso, un ramo que
compramos a la profe y el café que tomamos luego por ahí, ya se
fueron 2.500 ptas., y después, pues aparte del tabaco, una o dos
veces he tomado algo por ahí, una vez una Coca-Cola y otra vez un
café.
- Resultará entonces que tienes un agujero en el bolsillo del
pantalón por el que se te escapan las monedas. Porque mira,
entre los días 13 y 15 yo te di 5.500 ptas. Como no pagaste nada a
la señora Katy ni tampoco a la Asociación de Vecinos, yo calculaba
que tendrías dinero por los menos hasta el día 29 ó 30.
- ¿Cómo, cómo? No me cuadran esas cuentas a mí.
- Pues a mí sí. Mira, con 3.000 ptas. que debieron de quedarte
después de la cena, a base de 200 ptas. diarias, que me parece a
mí que son suficientes para esa clase de gastos, deberías haber
tenido recursos para 15 días. Y ya sabes, 15 y 15 son 30, y ayer
todavía era día 27. Ya sé que cualquier hijo de vecino gasta más y
que da no sé qué tener que hablar de estas cosas contigo, pero
resulta que tú no eres cualquier hijo de vecino, que eres hijo mío y
que yo en eso no me gasto ni un céntimo.
Y entonces le miré fijamente a la cara. Creo que se sintió
obligado a preguntarme.
- ¿Y quieres que te responda también a eso?
Conversaciones con mi hijo
88
- Lo que quiero es que captes el espíritu de todo esto. Es como
en la cuestión de acostarte primero que te vengo recomendando
insistentemente. ¿A qué hora te acostarte ayer?
- Pues no sé. Como media hora después de vosotros.
- A las dos y cuarto encendí la luz y todavía andabas por ahí.
Como consecuencia de todo, tardé mucho en dormirme y, en
definitiva, he descansado bastante mal. Tengo la impresión de
que me estás echando un pulso en ese sentido.
¿Es que te es tan difícil el intentar acostarte al mismo tiempo
que nosotros, o un poco o un poco después? Soy consciente de
que nosotros ya lo hacemos excesivamente tarde y, por lo que se
ve, para ti todavía no es lo suficiente. Estoy seguro de que a la
hora en que tú te acuestas, no hay en todo este barrio ni una sola
luz encendida. También me doy cuenta de que a ti te tiene que
estar repateando oír estas cosas y te advierto que mucho menos
me gusta a mí tener que decirlas. De verdad. En fin, no sé, creo
que se nos está imponiendo de forma seria encontrar el modo de
hacer más fáciles estas cosas. Y ¿qué obra es la que fuiste a
consultar en la biblioteca?
- No iba en busca de libros, sino a ver su arquitectura, que me
habían hablado muy bien de ella.
- Pensé que ibas en busca de algún libro de arquitectura
porque antes me he asomado a esos dos tomos del diccionario
que has dejado abiertos en la mesa y visto que has estado
mirando algo relativo a la construcción.
- Sí, buscaba algo en relación con las fachadas de ladrillos, pero
no he visto nada.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
89
- No sé si te has dado cuenta de que se ha vuelto a reventar el
lomo del libro que estuve remendando el otro día. Yo no sé. A
esos libros algo les pasa y creo que es necesario manejarlos con
cuidado. Ese tomo que te digo, estoy seguro que se ha roto
porque a la hora de sacarlo y supongo que habrá sido alguno de
los niños, ha tirado de él hacia fuera agarrándole de la parte
superior y así se facilita mucho el rasgado. Y aunque no tanto, algo
parecido ha sucedido con otro que tenías también fuera hace dos
o tres días y cuya rasgadura yo no tenía detectada.
- Pues no había notado que se haya vuelto a reventar el lomo
de ese que dices, pero sí debe suceder algo extraño porque el otro
día me pasó eso. Cogí uno así como dices y noté que se rasgaba.
- Pues ya sabes cuál es el remedio.
Conversaciones con mi hijo
90
29 de Marzo
Miércoles. Hoy nos hemos visto en la cocina en el momento de
desayunar. Le ha despertado la madre porque ha llamado Javier
citándole para verse a las doce.
- Me ha llamado Javier. A las doce iremos a ver a Aproin.
- No sé quién es esa gente.
- Pues la asociación de promotores. Y luego sobre la una
iremos a ver a... no me quedo con el nombre…
- Mario, interviene la madre, te quiere salir Mario Conde, ¿a
que sí?
Sonriendo...
- Sí, pero ya sé que no.
- Mario Puentes, hombre, que tampoco es tan difícil.
- Eso, eso. Mario Puentes.
- Sí, pero acuérdate que te he dicho ya varias veces que este
buen señor ha muerto hace cosa de un mes o así. Por lo tanto, si
decides ir a ver a Mario Puentes vas a tener que tomar una
decisión heroica.
A continuación, concluido el desayuno yo me he recluido para
hacer mis oraciones y continuar luego el trabajo que tengo
pendiente en el ordenador y él se ha ido a la habitación de
Margarita en la que realmente no sé qué es lo que hace en estos
últimos días. A las doce menos diez se coloca a mi derecha cuando
se dispone a salir.
- ¿Me dejas algo de dinero?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
91
- ¡Ah!, sí.
Me levanto a buscarlo en nuestra habitación donde tengo el
billetero.
- Toma.
Y le entrego un billete de dos mil pesetas que guarda, no sé sin
ver, pero sin decir palabra, y se marcha diciendo ¡hasta luego!
Regresa cuando ya son algo más de las tres de la tarde y ha dado
comienzo el telediario de TVE1.
Estamos en la sala con el televisor encendido.
- Pues hemos estado con el gerente de Aproín. Se nota que
Javier le trata con mucha confianza y que realmente tienen buena
amistad. Pero claro, como tal asociación de promotores no tiene
necesidad de personal del sector de la construcción. Dice que
todavía hay algunos promotores que construyen directamente,
pero que cada vez son menos. Es un hombre muy negativo. Para
él todo está muy mal y dice, además, que en Vigo no hay
empresarios. Me dio esta relación de asociados y nos ha dado
muestras de saber vida y misterios de todos, pues nos ha hecho
una especie de semblanza casi siempre negativa de todos y cada
uno. Al llegar a uno de esos que en la relación están señalados con
un asterisco, me dijo: ¡Ah, hombre!, mire..., no, no, mira, porque
en seguida empezamos a tutearnos, tengo entendido que éste y
otro que ahora no me acuerdo cómo se llama, pero que está ahí
señalado, tienen proyecto de ir a trabajar a Canarias y, como tú
vienes de allí, a lo mejor te puede interesar ponerte en contacto
con alguno de ellos.
- ¿Para qué?
- Pues como otra alternativa de las que hay aquí. Porque ya me
dijo que, cuando tenga conocimiento de algo positivo en alguna
Conversaciones con mi hijo
92
de las promotoras que todavía construye, se pondrá en contacto
conmigo a través de Javier. Le dije, hombre mira, acabo de llegar y
todavía no tengo tarjeta ni nada, pero eso, se lo dices a Javier y
asunto resuelto.
- Pues mira…
Y conseguí que me mirase a la cara.
- Yo no sé qué grado de posibilidad teórica hay que conceder a
cada una de las alternativas que puedan estar escondidas en esa
relación. Cabe pensar que aunque remota pueda haber alguna
posibilidad real en todas, menos en esas dos, en las cuales no
cabe ni siquiera la posibilidad teórica.
- Pues ya te digo que para mí son una alternativa más, tan
teórica como cualquiera de las otras.
- Y yo te digo que existe una imposibilidad metafísica y
razonable que impide atribuir a eso la calidad de alternativa, ni
siquiera teórica. Digo que es imposible desde un punto de vista
lógico. Es imposible que a nadie con sentido común le apetezca
ponerse a romper un muro a base de cabezadas, pero sólo se lo
impedirá su propio sentido común.
No hay más réplicas al respecto.
- Pues ya te digo, el gerente este, se hinchó a hablar mal de
Vigo, inclusive llegó a decir que los canadienses tienen parte de
razón en esto del fletán y quiso dejar sentado que el progreso de
Vigo estuvo fundamentado en la llegada a primeros de siglo de
unos empresarios catalanes. No es porque yo sea catalán, decía,
sino porque es así. Por lo visto nació en Cataluña, pero está aquí
desde los cuatro o cinco años.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
93
- Pues por mi gusto puede volver o marcharse al quinto pino
cuando le dé la gana. Gente tan amarga no hace falta aquí y creo
que en ninguna parte.
- Estuvimos con este hombre mucho rato y después fuimos a la
oficina del tal Mario Puentes. Ahora ya no se me ha olvidado.
- Pero supongo que no habrás visto a Mario Puentes.
Sonríe.
- Pues no. Hemos visto al que ahora lleva la empresa.
Me dijo cómo se llama éste pero no lo recuerdo.
- Y este señor ¿era ya socio con Mario o qué?
- Sí. Y dice que hacía ya algún tiempo venían proyectando
abandonar las actividades como constructores, porque les
obligaba a mantener un montón de gente en nómina, pero que
después de lo sucedido es una decisión definitiva, así que, por
ahora, hasta que no cambien de opinión, tampoco necesitan
personal de ninguna clase.
- Entiendo que cada vez debe ser más frecuente que las
promotoras dejen los problemas de la construcción a las empresas
constructoras.
- Aprovechando la cordialidad, porque este hombre también se
mostraba muy atento y se conoce que tiene mucha amistad con
Javier, le pedí su opinión sobre la acogida que tendría un curso de
formación de jefes de obra y le pareció muy bien. Sí, si, dijo que
era una idea muy buena. Yo le hablé de mi experiencia en
Canarias, donde la mayoría de los encargados de obra no son ni
siquiera unos albañiles de medio pelo, y él me dijo que aquí
pasaba lo mismo o peor. Así que cree que la idea puede tener
éxito. Yo le dije que la verdad es que no soy un experto en el
Conversaciones con mi hijo
94
manejo de la paleta y que el curso que estoy en condiciones de
impartir, aunque por el momento tampoco le tengo bien diseñado
en espera de conocer las necesidades de las empresas, puede
convertir a esa gente en verdaderos jefes de obra y se
beneficiarán todos, ellos y las empresas.
- Yo también creo que ésa puede ser una buena idea, a la que,
sin embargo, hay que poner en su sitio. Desde luego, como todas
las cosas, tendrá sus dificultades de implantación y habrá que
disponerse a recibir y soportar más de un portazo sobre las
narices, porque vender teoría siempre ha sido difícil y no faltará
quien te diga de malos modos que te metas en tus cosas, que a él
las suyas le van muy bien estando como están.
- Claro, es que primero hay que crear la necesidad.
- Bien. Puede valer. Pero me parece que puesto que le
necesidad sin duda alguna existe ya, acaso pueda resultar un
tanto más fácil ayudarles a que la descubran. De todas las formas,
no hay más remedio que advertir que, en el mejor de los casos,
eso no será una panacea que venga a resolverlo todo.
- No. Ya claro, eso no puede ser una solución definitiva.
- De acuerdo. Pero no nos engañemos. Solución definitiva no
es ésa ni ninguna otra de las que antes llamabas alternativas
teóricas. Las soluciones definitivas han desaparecido del mapa
para siempre.
- El gerente de la asociación de promotores me dijo que sería
bueno ver con ese objetivo al presidente o gerente de la
asociación de constructores. Javier cree que también tiene algún
medio de acercamiento y ya me dirá. Lo que me tiene maravillado
es la cantidad de gente que conoce este Javier. Es imposible dar
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
95
dos pasos con él sin oírle decir, ¡adiós!, ¡qué tal!, ¡hasta luego!
¡Qué bárbaro!, conoce a todo el mundo.
Interviene la madre que entra y sale cada poco de la sala
donde estamos, en la que está preparando la mesa para la
comida.
- ¡Claro, bobo!, es gente que son de aquí de toda la vida y
conoce a todo el mundo.
- Sí, sí, ya te digo. Es una barbaridad. Por lo que sea conoce a
un montón de gente. Tanto es así que le dije, oye mira, me parece
que eres un "publish relation" formidable, y le propuse que nos
asociásemos. El descubriría obras a realizar y yo las ejecutaría.
Buscamos un equipillo y ¡hala! Pues me dijo que lo pensaría y que
a lo mejor... Inclusive que ya tiene equipillo. El mismo que está
haciendo la obra de reforma de la casa que tienen allá abajo.
Deben ser gente acomodada.
En este momento entra la madre dispuesta a servir la comida y
laza su orden ¡a comer!
Conversaciones con mi hijo
96
15 de Abril
Sábado Santo. Es la una y pico de la tarde. Está en la habitación
de Margarita sentado a la mesa en la que tiene esparcidos desde
hace días, papeles, folletos y documentos en aparente desorden.
Supongo que está trabajando en relación con su propósito de
ofrecer un curso de formación a encargados de obra. A las doce y
pico, me había asomado a verle con el propósito de darle la propi
decenal, pero le encontré en el baño.
La noche anterior, supongo que por invitación de su madre,
nos había acompañado al Vía Crucis de La Guía, en el que no sé si
rezó algún Padrenuestro o Avemaría. Yo no le vi ni le oí y estuve
atento, mirando y escuchando, pero a lo mejor rezó. Duró mucho
más de lo previsto y regresamos a casa cerca de las dos menos
cuarto de la madrugada.
Después de cenar un poco nos acostábamos una hora después
y él se quedaba aún en la cocina calentando leche para tomar un
poco de roscón. Entré en la habitación pisando fuerte con ánimo
de hacer ruido y evitar así el sobresalto que, en otras ocasiones, le
ha proporcionado mi presencia a su lado sin haberlo advertido,
con lo que así tiene oportunidad de volverse y verme.
- ¡Buenos días!
Quiero creer que ha contestado a este saludo, pero no puedo
decir haberle oído.
- Así ¡ya se puede!, ¿eh? Se puede uno permitir el sacrificio de
acudir al Vía Crucis y lo que haga falta, que luego ya llegará el
tiempo de recuperación.
Sonríe y me mira.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
97
- Me ha fallado el despertador.
- Bueno, toma. Le entrego un billete de dos mil pesetas que
coge sin decir una palabra.
- No sé cómo lo puedes aguantar, macho. Bueno, ¡hasta luego!,
que me marcho. Tampoco sé si contestó. Acaso sí, pero no le oí.
Conversaciones con mi hijo
98
23 y 24 de Abril
El domingo 23, por la tarde, después de comer y de ver la
película se ha sentado delante del ordenador. Aprovecha la
circunstancia de que después de comer dormito un poco al arrullo
de la tele y da por su puesto que yo no necesitaré usarlo.
Muy avanzada la tarde, pasadas las siete, me acerco a su lado a
ver en qué se ocupa. Tiene abierto un archivo en el que hace
algún tiempo registró lo que él llama su "anagrama" y que en
realidad pretende ser el membrete del papel que usaría como
profesional de la construcción y el diseño, dibujado con el propio
ordenador. Es algo como muy "grandilocuente", que está tratando
de mejorar todavía
- ¿Qué es eso? ¿Qué es lo que estás haciendo?
- Pues a ver si consigo dejar esto así, de esta manera… para
que quede más bonito.
- No sé. No entiendo. Con toda la cantidad de cosas que tienes
metidas ahí no me doy cuenta de lo que quieres hacer. Además
todo eso es como muy grande.
- Es que así se dibuja mejor. Pero se puede reducir tanto como
se quiera.
Hago mención de retirarme.
- Por cierto. ¿Tú sabes cómo hay que hacer para trasladar este
dibujo a WordPerfect?
- ¿No me digas que pretendes presentar ese presupuesto?
Está estudiando un presupuesto para realizar una modificación
en un pequeño bar.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
99
- ¿En un papel con ese membrete tan importante?
- Pues sí. ¿Es malo eso?
- Me parece innecesario del todo y desproporcionado. Si ya
tuvieses el papel,... bueno. Pero tener que andar ahora de prisa y
corriendo para diseñar un membrete... En fin. No sé qué es lo que
pretendes con ello ni a quien quieres impresionar. ¿Es que acaso
no sería suficiente con la presentación de ese presupuesto en un
papel ordinario? ¿Y qué hubieses hecho de no haber dispuesto de
esa máquina?
- Pues lo que he hecho otras veces, sacar fotocopias.
- Ya, claro. Pues lo que pretendes ahora me parece fruto de la
vanidad cuando no de la soberbia. Pero bueno, allá tú. Yo ahora
no sé decirte cómo hay que hacer para eso que dices, apenas he
trabajado en esos temas y de memoria no recuerdo nada.
Me marché de allí y volví pasadas las ocho y media. Seguía
dándole vueltas a su intento de perfeccionar aquello al máximo.
Yo me coloqué detrás sin hacer comentario alguno viendo cómo y
con qué cuidado perseguía su objetivo. Después de un rato
considerable de cerca de media hora manifestó su opinión. Esto
ya va estando, dijo, o algo parecido. Había estado retocando y
volviendo a retocar la palabra CONSTRUCION y no caía en su
error. La hubiese grabado así e inclusive esculpido sobre piedra.
- Así que tú quieres presumir de constructor. Pues estás
apañado. Como no aprendas a escribir la palabra construcción no
sé quién te lo va a creer.
Da un par de pataditas en el suelo.
- ¡Va!, ¡falta una C!
Conversaciones con mi hijo
100
Y se dispone a rectificar su error, lo cual supone que no será
posible todavía intentar el traslado de algo de todo aquello a
WordPerfect.
- Bueno. Pues yo me tengo que marchar. Voy a buscar a tu
madre.
Al poco rato salí. Le dije ¡hasta luego! y él me contestó sin que
apenas pudiese oírle. Cerca de las 10 de la noche apareció en casa
de Cristina, donde estábamos su madre y yo. Al verme llegar solo
me había dicho que Luis pensaba haber bajado también. De
regreso en casa quise comprobar si había concluido la
rectificación y me encontré con un trabajo que difería bastante
del anterior.
Cuando volvió, pues se había quedado un rato más en casa de
Cris charlando con Manolo, se sorprendió sobremanera al
comprobar que su dibujo de antes había desaparecido y no quería
admitirlo por nada. Llegó a enfadarse un poquillo, claro que los
enfados de éste son medio mudos.
- ¡Mecagüen diez! ¿Pero cómo es posible? Si yo lo he hecho
todo bien. Cuando me puse a archivarlo me preguntó si guardaba
los cambios y le dije que sí. Es más. Antes de dejarlo quise
comprobar cómo había quedado y estaba bien y entonces volví a
guardarlo.
- Pues sería entonces cuando hiciste algo mal. Aquí es claro
que en este archivo no hay guardado nada más que lo que se ve.
Y volví a recuperar el archivo denominada "anagra" que tenía
creado desde hacía tiempo.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
101
- ¿Ves? Aquí no hay ninguna otra cosa. Y si quieres, te diré que
me parece la respuesta que merece tu actitud. Eso que has estado
haciendo no te hacía falta para nada y ahí tienes la demostración.
- Pero si no puede ser.
En ese momento me saca el ratón de la mano y empieza una
manipulación desordenada tratando de ver si su obra aparece por
cualquiera esquina por arte de magia.
- Deja de hacer cosas raras y admite las cosas como son. No sé
por qué tienes que resistirte así a la evidencia.
- Si no es que me resista ni que me parezca mal ni bien. Es que
he gastado toda la tarde en eso y ahora me da rabia.
A continuación iniciamos unas pruebas tratando de trasladar a
WP alguna de las muchas muestras que había en aquel registro y
efectivamente lo conseguimos pero con una calidad que no era
aprovechable. Lo intentamos una y otra vez y al fin, convencido
personalmente que no había nada que hacer, apagué el
ordenador y nos fuimos a cenar. Eran pasadas las doce de la
noche.
A la mañana siguiente quise hacer nuevas pruebas por mi
cuenta y llegué otra vez a la conclusión de la noche anterior. A
continuación pensé en ofrecerle un membrete que fabricaría con
los únicos medios que conozco, manejando el WP. Tuve
oportunidad de mostrar a su madre el aspecto práctico que
presentaba ambos trabajos y le comenté cómo, en mi opinión,
este hombre se mueve con el objetivo de impresionar a la gente
como si eso fuese lo importante, lo que demuestra que no acaba
de admitir su situación, que en realidad de verdad, es más pobre
que una rata. La madre, como no podía ser por menos, entiende
Conversaciones con mi hijo
102
que le guste presentar las cosas lo mejor posible. ¡Claro, faltaría
más!
Alrededor de las doce viene a mi lado.
- ¿Has descubierto algo interesante?
- He cedido a la tentación de insistir en lo que ya sabía y
conseguido perder otra porción de tiempo. Nada de lo que tienes
dibujado ni de lo que dibujes con igual técnica será aprovechable.
Así que mira, yo te ofrezco lo único que puedo.
Y le mostré el membrete que había confeccionado con WP. No
dijo que le pareciese mal, pero tampoco dijo que bien. Apuntó en
seguida unas cuantas ideas para mejorarlo que no eran de
aplicación, o al menos así lo entendía, después de haberlo
intentado previamente y comprendido la imposibilidad técnica
que lo impide.
- Es que mira, si hacemos así y así, entonces a lo mejor esto se
puede...
Todavía atendí aquella sugerencia para demostrarle que no
podía ser y quedó sin convencerse.
- Anoche, después de que os fuisteis a la cama vine aquí un
rato para ver si encontraba por alguna parte el trabajo perdido y
no, no apareció no.
- Hombre, tú ya me tienes demostrado hasta la saciedad que
no haces ningún caso a las cosas que te digo. Así que no me
extraña. ¿Por qué me lo ibas a hacer ahora? Si me hubieses hecho
algún caso alguna vez te aseguro que ahora no estaríamos aquí.
Se sonríe sin palabras...
- Si se consiguiese bajar esto aquí un poco...
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
103
- Bueno mira. ¡Que te den por el saco! Yo a eso no le doy más
vueltas y si lo quieres así lo tomas y si no lo dejas.
- Ahora te dejo. Voy a ver si encuentro una escalera plegable.
Mary me ha dicho que las mejores ferreterías son tal y cual.
- Muy bien.
Cerca de las dos y media de la tarde vuelve y se me acerca. Se
da cuenta de que el trabajo que tengo en el ordenador no es el
suyo y se sorprende.
- Ah!, creí que estabas trabajando en lo mío. Pero ya veo que
no.
Me vuelvo para poder mirar a la cara. Está sonriente.
- Pues yo sé que tú, que eres mi hijo, el mayor, tienes derecho
a mis atenciones, pero claro, hasta ese extremo...
- Es que tú tienes menos paciencia.
- ¿Qué?
- Con el ordenador quiero decir.
- Lo que yo tengo o creo tener es sentido práctico para darme
cuenta de que es bobada dar coces contra el aguijón. ¡Habrase
visto! ¡Dice que tengo poca paciencia!
- Mira, ya he conseguido la escalera.
Muestra unos folletos. Creí que iba a ser más difícil, pero no.
- Pues claro, hombre, para determinadas cosas sólo hace falta
dinero. Pues muy bien.
Conversaciones con mi hijo
104
27, 28 y 29 de Abril
El día 27 regresa a casa por la noche, ya bastante tarde,
después de sus gestiones en relación con la entrega del
presupuesto que ha confeccionado para la remodelación de un
bar. Yo estoy trabajando con el ordenador y él se queda a mi lado
después de decir su clásico "buenas", que apenas se oye.
- ¿Qué tal?
- Pues regular. Quiere aplazar un mes el pago de una parte. Y
en eso hemos estado discutiendo un rato muy largo. Él dice que
yo lo tengo que entender. Que a él le viene muy bien disponer
ahora de dinero para compras que tiene que hacer y que total a
mí eso lo mismo me da. Que eso me lo gasto yo en un par de
cenas. ¡Hummm!
- Y cuánto es lo que quiere dejarte a deber.
- Pues unas 50.000 ptas. o así. Ya le he dicho que en un
presupuesto de este importe en cuanto dejes algo pendiente te
quedas sin nada. Pagaré a los proveedores y a los obreros, y yo
me quedaré sin cobrar hasta que pague el total.
- ¿Y ya ganas tú 50.000 ptas. en esa obra?
- Quizás algo más.
- Pues tú verás. Un aplazamiento así por las buenas puede
ponerte en riesgo haber trabajado para el moro, porque si luego
empieza a darte largas, y no te paga por las buenas, no tendrás
medio de poder cobrarle, porque a ver qué puedes hacer. Llevarle
al juzgado por 50.000 ptas. puede ser muy poco útil. Yo creo que
deberías resistirte.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
105
- Él me ha dicho también que si tanta falta me hace, me lo paga
todo y en paz.
- Y tú no has sabido agarrar ese cabo. Yo creo que estás todavía
a tiempo de decirle que no te interesa trabajar en esas
condiciones. Si le dices que te vas, posiblemente abandone su
pretensión. Para mí la cosa está muy clara.
- Para mí más bien está oscura.
- Pues yo te digo que, aunque como sabes me gusta que
trabajes, me parece que el hacerlo para que sirva de hazmerreír a
otros es un pecado gordo. La propia estima nos exige que
defendamos a punta de lanza el valor y la dignidad de nuestro
trabajo.
- Bueno, ya veremos.
El día 28, viernes, ha salido de casa bastante temprano, por la
mañana y ha vuelto a eso de las doce y pico muy enfadado. Yo me
disponía a salir para ir a misa y en ese momento la madre me ha
dicho que está muy cabreado y que ha dicho que luego se lo
contará. Cuando regresa alrededor de las tres yo vuelvo a estar
trabajando en el ordenador y él hace un pequeño alto a mi lado.
- ¿Qué?
Se queda un momento pensativo.
- Por la tarde te lo cuento.
El día 29, sábado, se ha levantado a las ocho de la mañana, y a
las tres y media de la tarde, hora en la que hemos decidido
empezar a comer en compañía de Margarita, que está de visita,
todavía no había llegado. En el entretanto, su madre ha atendido
la llamada de un carpintero que quiere saber datos del estado de
la obra. Por la mañana, atendiendo a mi pregunta, me ha dicho
Conversaciones con mi hijo
106
que el enfado de ayer había sido causado porque el propietario
del bar había querido saber de parte de un arquitecto amigo de
ambos, si mi hijo es hombre de fiar. Llega a las cuatro menos
cuarto.
- ¿Ya habéis comido?
La madre…
- Pues claro. ¡Como no venías! Ha llamado el carpintero.
Y establecen un diálogo a ese respecto.
Interviene Margarita…
- ¡Hola hermano!
- ¡Hola hermana!
Se acercan y se besan.
Sigue un coloquio alrededor de algunas incidencias que se han
producido en el primer día de trabajo, motivadas principalmente
porque alguno de los profesionales que tenía apalabrados para
colaborar en esa se presentó a media mañana para decir que no
podría hacerlo.
- Pero no hay problema. Entre el electricista, que sabe algo de
fontanería, y otro poco que sé yo, creo que saldremos del paso.
Interviene la madre.
- ¡Hay que ver cómo es la gente! ¡Qué poca formalidad! Eso ya
te lo podía haber dicho ayer.
Pregunto a Margarita.
- ¿Has traído los papeles para la declaración de la renta?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
107
- Todos no. Y por cierto, todavía no me han mandado ninguna
información del Ministerio en relación con la beca. Yo no sé cómo
hacer.
- Pero la beca es de este año ¿no?
- Sí, pero el año, pasado también cobré desde Octubre.
-Pues tendrás que llamar a quien corresponda y pedirle que te
envíen el certificado de prestaciones y de retenciones.
- Yo creo que el año pasado no me han hecho retenciones y
voy a tener que pagar una pasta gansa. Hasta cuándo hay tiempo.
- Supongo que será como años anteriores. Para las de pagar
hasta el 20 de Junio y la de devolver hasta el 30 de Junio.
Interviene él.
- ¿Y tú caso es de los de cobrar o de los de pagar?
- No creo. Por esto de la beca tendré que pagar.
- Pues yo estoy nivelado. No tengo que pagar ni tengo que
cobrar.
Intervengo yo.
- A propósito de cobrar. ¿Resolviste por fin la discrepancia con
tu cliente respecto de la forma de pago?
- Pues sí, por fin quedamos en aquello. Un quince por ciento.
Interviene la madre.
- Ayer venía todo cabreado porque el dueño del bar había
llamado a Acevedo pidiéndole información de éste.
- Pues no sé por qué tiene que parecerle mal eso. Está en línea
con lo que yo le he dicho a él en más de una ocasión.
- Yo ya le dije que me parece algo normal, dice la madre.
Conversaciones con mi hijo
108
- Pues a mi me parece que es del género tonto ir a preguntar al
mismo que me había presentado a él. No tiene ningún sentido
que habiéndome presentado hace unos días fuese ahora a decir,
oye mira, no te fíes de éste que yo...
- Pues yo te digo que el hecho de que cada uno defienda sus
intereses de una manera ordenada me parece prudente y además
obligado. Él no te conoce, tú tampoco le conoces a él, y no veo yo
que esté de más que el que os ha puesto en contacto, os de a
cada uno la opinión que tiene del otro. Por lo que yo sé, este
Acevedo no ha querido saber nada de la obra que el hombre del
bar le había propuesto.
- ¿Cómo que no? Ayer mismo ha estado tres horas allí con
nosotros poniendo la mano en el fuego por mí.
- Pero no es eso lo que dice tu padre. Acevedo no quiso hacer
la obra que estás haciendo tú, aclara la madre.
- ¡Ah, ah, ah! Ya, pero bueno. Es que él no se dedica a estas
cosas.
- Ya. Y puesto que tú has aplazado el 15 % ¿habrás planteado
cobrar algo por adelantando?
- Ya he cobrado.
- Ya.
Interviene la madre.
- ¿Y cuánto ha sido?, que no dices nada.
Digo yo…
- ¡Jo! ¡Qué confesión!
Guarda silencio un momento.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
109
- El 35 %. El acuerdo ha sido, el 35% ahora, el 50% al terminar y
el 15 % después. Creo que viene a entrar dentro de lo que es
normal.
- ¿Y ese 35 % te lo ha dado ahora para que pagues a...?,
pregunta la madre.
Respondo yo.
- Para que haga con ello lo que le dé la gana, se lo puede
fumar. El sistema de pago puede considerarse normal cuando se
trata de contratantes que se merecen confianza porque se
conocen o cuando se eliminan todas las dudas de cobro respecto
de la parte aplazada.
- En este caso, hemos acordado que la misma factura
presentada en la Caja con orden de que se la carguen en cuenta,
eso viene a ser como un pagaré.
- Claro, pero hay pagarés que no dejan nunca de serlo porque
nunca se pagan. Ahora bien, si la Caja acepta formalmente el
compromiso de pagar en una fecha determinada, eso ya es otra
cosa.
- ¿Quieres decir algo así como un pagaré conformado?
- Ése es el tema.
Conversaciones con mi hijo
110
6 de Mayo
Sábado. Es la hora de comer y ha estado sirviendo la mesa.
Ahora está sentado en el sofá atento a la tele.
Ayer viernes, su madre y yo hemos asistido al homenaje a los
señores de Troncoso con motivo de la jubilación del marido y, por
tanto, no hemos comido en casa. Él está trabajando en la
terminación de la obra de remodelación de un bar en la que se ha
visto obligado a trabajar físicamente acaso como nunca y la madre
le ha dejado escrito, en la pizarra, una nota que dice "La ensalada
está en la nevera".
Cuando hemos regresado por la noche, pasadas ampliamente
las diez, la pizarra sigue estando donde la dejó la madre, pero
tiene dos añadidos, uno "He salido con Acevedo", otro, puesto
exactamente debajo de la palabra ensalada: "RICO". En su
habitación, arrojada sobre una butaca está la ropa de trabajo y, en
el suelo, las alpargatas llenas de polvo y los calcetines. Pasada la
una y media de la madrugada, nos hemos ido a la cama después
de cenar y él no había regresado. No hemos hecho comentario
alguno.
A la mañana siguiente, él y yo no nos hemos visto hasta ese
momento en el que él acaba de sentarse en el sofá para ver la
tele.
- ¿Qué fiesta es la que has estado celebrando anoche?
Sonríe despacio.
- ¿Fiesta? No había fiesta. Que estuvimos dando una vuelta por
ahí viendo el Vigo nocturno.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
111
- ¿Vigo nocturno eh? Pues tú dale conversación a las ocasiones
que vas a ver qué bien te va en seguida.
Dice algo con lo que me parece que quiere decir que no
entiende el mensaje.
- Si no lo entiendes te lo puedo decir mucho más claro.
- Que no, que no, que no hace falta. Que entiendo
perfectamente lo que quieres decir.
Conversaciones con mi hijo
112
10 de Mayo
Miércoles. Son las 12,15 de la noche y acaba de entrar en casa.
Había salido a las 4 de la tarde, para lo cual su madre le había
servido la comida a él solo, tan pronto como llegó, pasadas las tres
de la tarde. Al entrar se paró a mi lado. Yo estaba trabajando en el
ordenador.
- Por fin esta tarde pondremos fin a este asunto.
Lleva varios días intentado cobrar la obra realizada en la
remodelación de un bar, que terminó a trancas y barrancas el
pasado viernes.
- Esta mañana he estado allí con un hombre que me ha
facilitado Queralt y hemos quedado en que esta tarde a las cuatro
iremos a terminar una cosa que, aunque no tengo obligación, le
había prometido que la haría y se la voy a hacer, para ver si así ya
no tiene más pegas que oponer.
- Pues a ver si es verdad. Yo no sé si cobrarás, pero al menos se
habrá desvanecido el tremendo riesgo en el que has estado
trabajando. No sé si te has dado cuenta de que no se pueden
amontonar más ilegalidades en tan pequeño espacio de trabajo.
Has carecido de licencia de obra, no tienes licencia fiscal ni estás
asegurado en forma alguna igual que la gente que ha trabajo
contigo estos días.
- Ya, pero precisamente porque el trabajo era poco tampoco
había mucho riesgo.
- Pues mira que será muy difícil que alguno se accidente en esa
clase de trabajo, que se corte un dedo, por ejemplo. Y en ese caso
¿qué? Recuerdo perfectamente una anécdota vivida muy de
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
113
cerca: Un pobre se acercó a una oficina pidiendo una limosna. El
director, que se las daba de hombre práctico le dijo, limosna no,
pero le doy 50 duros si limpia ese letrero de ahí afuera. El hombre
dijo que sí, 50 duros para él era una fortuna. Ni corto ni perezoso
se puso a trabajar deprisa porque primero tendría la pasta. Al
poco de empezar, se cayó de la escalera y los 50 duros se
convirtieron en 300.000 ptas. porque el pobre se había roto una
pierna sin querer, donde parecía que no había ningún riesgo.
- Ya, pero en una obra de estas no te puede poner a asegurar a
la gente, porque si no... Eso se puede hacer cuando les contratas
como fijos.
- Ya, claro. Pero esta mañana tú no le has dicho todavía a ese
hombre que quieres cobrar. ¿?
- Es que cuando llegué acaba de marcharse.
- ¿Qué, había ido al hospital? El día anterior había tenido que
ir a consulta de urgencias por algún problema de corazón. Pasadas
las 8 de la tarde, el mismo martes, yo había entrado en el bar a
tomar una tónica y comprobé que, aunque un tanto doliente, el
hombre estaba trabajando en su negocio.
Mi hijo se había acercado por el bar pasadas las once de la
noche y sin entrar a saludarle, porque no sabía bien qué era lo
que le parecía hacerlo a una hora tan intempestiva, comprobó
desde fuera que efectivamente ya se había incorporado y le
consideró restablecido de su dolencia.
- Pues no sé. Creo que no. Habrá ido a algún almacén.
- Como quiera que sea tú no has estado muy diligente. Salir de
casa a las 11 con una misión como la tuya es casi una salida de
lujo.
Conversaciones con mi hijo
114
- Es que presentarse allí a la hora del café...
En alguna ocasión el dueño del bar le ha dicho que en aquel
momento no puede atenderle, porque está trabajando.
- Pero hombre, yo no sé por qué tanto prejuicio...
- Es que como las cosas están así...
Las relaciones con el dueño del bar se han venido
deteriorando. Empezaron por hablarse de Vd. Y, al fin, sólo se
comunican por medio de intermediario.
- Así que ya le hemos dicho a la chica que le diga que dejamos
allí la herramienta y que a las cuatro iremos para hacer aquella
chapucilla. Nada, es una cosita de nada.
- No sé, hombre. Pero entonces, ¿qué es lo que has hecho por
ahí dando vueltas desde las once de la mañana?
- Pues me fui al despacho de Carlos.
- ¿A qué hora?
- Sería la una y cuarto o así.
- Pues a esa misma hora, quizás diez minutos más tarde, he
encontrado yo a Carlos con sus padres allá abajo. Así que no sé
cómo, salvo que ahora esté dotado con la ubicuidad, podía estar
Carlos al mismo tiempo en su despacho.
- Pues sí, sería la una y cuarto o así.
- Bien, bien. Tú verás.
A las cuatro, se dispone a salir después de haber comido, pero
antes se sirve una taza de café que acostumbra a tomar en
solitario. Ahora la toma de pie, pero la toma. Busca una carpetilla
que coloca bajo el brazo y sale diciendo, muy bajito, hasta luego.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
115
A las once y media de la noche, su madre ha llamado a casa de
su hermano para averiguar si está allí. En seguida me llama a
cenar y me pregunta dónde andará éste hoy.
- ¿A quién has llamado tú ahora hace un poco?
- A José. Pensé que a lo mejor había ido allí a ver el partido.
Se jugaba, en París, la final de la recopa entre el Arsenal y el R.
Zaragoza, que por fin ganó el Zaragoza en el último minuto de la
prórroga.
- ¿Y no está allí, claro?
- Pues no.
A las doce y cuarto de la noche se coloca en la entrada de la
sala donde hemos concluido de cenar. Yo todavía no he pelado mi
manzana.
Pregunta la madre.
- ¿Pero dónde andas?
- En el Castro.
Y se sienta en el sofá, dejándose caer, dando grandes muestras
de nerviosismo.
A preguntas de la madre, dice cómo el dueño del bar no les
dejó trabajar a las cuatro de la tarde, argumentando que no
quería molestar a los clientes que allí había. Que le preguntan si a
las diez de la noche le parece que será buena hora, y sin haberles
dicho sí o no, se presentan allí nuevamente a esa hora y les sigue
prohibiendo la acción porque allí sigue habiendo dos clientes y ya
les ha dicho que mientras haya allí uno sólo no se puede trabajar.
Dice también que estaban por allí los albañiles, para ver si
podían cobrar, y también que el cliente le acusa de haberle
Conversaciones con mi hijo
116
engañado y que, además, está seguro de que durante toda la
tarde ha estado intentado sacarle de quicio; que ha tenido que
tragar mucha saliva para no tener que decidirse a echarle mano al
cuello y que, por fin, en contra de la opinión del hombrecillo que
le acompañaba para hacer la chapucilla, quien le aconsejaba tener
un poco más de paciencia, optó por ir a pasear a El Castro, donde
tuvo la idea de decir a los albañiles que sean ellos quienes vayan
a cobrar su trabajo directamente del dueño, pero que no le pidan
sólo el importe que con él tenían ajustado para que encima no
salga beneficiado y que, como lo que él tiene allí son unos diez mil
duros, que al fin y al cabo no es tanto, para evitar más jaleos
porque si no quién sabe lo que puede pasar, se olvidará de ello y
en paz.
Durante toda esta exposición, larga y sin más nexo entre
párrafo y párrafo que los nervios que le agarrotaban, yo no tuve
más intervención que un ¿QUÉ? que pronuncié con rabia
contenida cuando oí la sugerencia que había recibido mientras
paseaba por el monte de El Castro, a lo que contestó diciendo que
lo había pensado pero que aún no les había dicho nada. Se puso
de pie y terminó su parrafada diciendo: ¡pero sí es verdad que El
Castro relaja, si!
-Pues mira, será verdad que el paseo por El Castro a ti te ha
relajado mucho, pero ¿qué es lo que crees que mientras tanto he
tenido que pensar yo, que saliste de casa a las cuatro y eran las
doce y pico de la noche y no habías dado señales de vida?
- Pues que me estaba rompiendo la cara a tortas con ese tío.
- Mira, cuando tú seas autónomo, puedes romperte la cara
tantas cuantas veces quieras y con quien quieras, sin decir nada a
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
117
nadie, pero, hasta entonces lo normal es que tengas en cuenta a
quienes quedamos en casa.
- Ahora no, por favor, ahora no. Mañana si tú quieres
hablaremos de eso y de todo lo que tu quieras, ¡por Dios!, pero
ahora no, ya sólo me faltaba eso.
Se dio media vuelta y se dirigió a uno de los cuartos de baño
dejándome con la palabra en la boca. Salió y se fue derecho a la
cocina donde pensé que se quedaba a cenar. Al poco vino su
madre y sirvió su cena en la mesa camilla de la sala donde yo
permanecía tratando de dominar la tensión producida. Acto
seguido, se sentó él delante de su plato y estuvo un rato en
silencio, resoplando y apretando los labios y los puños, pero no
me miraba. Yo también estuve en silencio aunque sin dejar de
mirarle. Por fin habló.
- Te dije antes que mañana hablaríamos, pero déjame que te
diga ahora que... de todo este asunto, lo que más me fastidia,
honradamente, es que me haya salido así la primera cosa que
hago en Vigo.
Tardé unos cuantos segundos en acusar recibo a tal
manifestación, que me parecía bastante fuera de lugar.
-Yo tengo respuesta para eso, pero ahora no te la voy a dar. En
este momento lo que puedo decirte es que a través de los datos
que aportas, diciendo unos y callando otros, estoy sin comprender
cómo es posible que hayáis llegado a ese deterioro de relaciones.
- Pues es una serie de cosas. Empezó por lo del fallo del
fontanero.
- Pero hombre, si lo del fontanero era algo tan simple y tan
sencillo como tú mismo has dicho en alguna ocasión, no
comprendo que eso haya podido tener tanta trascendencia.
Conversaciones con mi hijo
118
- Además la labor del fontanero la hice yo mismo.
- ¿Pues entonces? Yo no sé por qué tengo la impresión de que
ni ese hombre del bar ni tú andáis sobrados de humildad, y que tú
te has dedicado a criticar la labor del pintor que él tenía allí como
hombre confianza. Y que además te las has dado con él de
hombre importante.
- Y tengo entendido que, en principio, tenía apalabrada con el
pintor toda la obra. Y ya le tuve que decir un día al pintor, oye no
calientes más el tema, que ya está bastante. Era cuando este tío
estaba empeñado en querer abrir el jueves y no hacía más que
meter prisa por todos los medios.
- ¿Y qué es eso que dices que vayan a cobrar los albañiles
directamente?
- No, que lo he pensado, pero no les he dicho nada.
- ¿Pero cómo se te ocurre pensar esas cosas? Además, ¿en
virtud de qué crees tú que ese hombre se iba a disponer a pagar a
unos obreros que él no ha contratado y ni siquiera conoce? ¿Y por
qué te dice que le has engañado? ¿En qué se basa?
- Eso es lo que le pregunto yo.
- Pero vamos a ver. ¿Pero cómo dialogáis? ¿No sabes coger el
presupuesto y con él a la vista concretar con qué partidas está y
no está de acuerdo?
- Ya, pero el caso es que en un momento le dije que entonces
no disponía de la copia del presupuesto y seguramente que no he
hecho bien diciéndoselo.
- ¿Y por qué no la tienes?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
119
- Pues porque soy un imbécil. La tenía en una carpetilla que
llevaba conmigo y me ha desaparecido. Algún día se me debió de
olvidar allí en la obra.
- ¡Válgame Dios! Bueno, pues pídele que saque el original, que
tendrá él y dialogáis sobre ese original.
- Ahora es posible que tenga los dos, el original y la copia.
- Y qué ejemplar es el que había firmado él para aceptar el
presupuesto.
- El llamó por teléfono que estaba conforme.
- Pero ¿y no lo hiciste firmar nada?
- Pues no, creo que no.
- ¡Madre mía, qué hombre de negocios! ¿Entonces cómo te
pagó aquel adelanto que te hizo, en dinero?
- Pues sí, y precisamente en el baño.
- ¡Claro!, os pusisteis de acuerdo para ir los dos a mear al
mismo tiempo. Ha eliminado testigos por todas partes y la verdad
es que, teniendo él los dos papeles, tanto da que el presupuesto
estuviese firmado por él como si no. El otro día andabas a vueltas
con la factura ¿también se la has entregado con el recibí puesto o
no?
Se sonríe.
- No, no se la he entregado.
- Pues la tienes cruda. El caso es que yo digo que tienes que
gestionar ese cobro como sea, claro que sin intentos de
retorcerle el cuello, pero te va a ser muy difícil. Pero de arrojar la
toalla, despreciando tu propio trabajo ni hablar. Porque además
de tu beneficio, este hombre tiene ahora mismo en su poder el
Conversaciones con mi hijo
120
importe del trabajo de otros hombres y el de los materiales que
no sé quién te ha servido.
Pregunta la madre.
- ¿El pintor ya cobró?
- No sé.
Pregunto yo.
- ¿Y has pagado ya algo de lo que te sirvieron?
- Los materiales de construcción, sí.
- Pero te habían suministrado también una escalera y no sé
que más.
- La escalera y el termo que están sin pagar. Pero, por cierto,
esa es otra. ¿Os acordáis que el otro día os dije el termo calentaba
mucho? Pues bien, fue el técnico y dice que lo arregló. Bueno,
pues hoy no calienta nada. Y claro, cuando me dijo, vea, vea, y yo
le argumento que los termos eléctricos tardan un poquillo en
calentar, y es verdad, porque no son tan rápidos como el gas, me
tengo que tragar todas las palabras y los argumentos porque
después de estar allí con el dedo puesto bajo el grifo durante un
rato como un gilipollas para ver si el agua sale caliente, no deja de
salir fría.
- Pero eso es algo que no se resuelve con palabras, por muy
bonitas que sean.
- Y lo peor de todo es que en un momento en el que el tío no
estaba, porque dijo que tenía que ir al médico, que su salud era lo
más importante, que nos decidimos a desmontarlo uno de los
albañiles y yo, y vimos que el calderín está roñoso. Menos mal
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
121
que hombre no estaba delante. Si lo llega a ver, lo menos que
piensa es que le he colado un aparato usado.
- Razón de más para pedir a tu suministrador que te sirva otro,
cosa que tienes que gestionar mañana mismo a primera hora. ¿No
será que está mal instalado?
- Le he instalado yo personalmente y, desde luego, el agua
entra y sale normalmente. Sólo que fría. Aparte de que lo roñoso
no tiene nada que ver con la instalación.
- Conforme. Pues yo creo que tienes que intentar cobrar por
las buenas después de haber dejado en orden todo lo que a ti te
corresponda. Y para eso, creo que sería bueno que pidas la
colaboración de Acevedo, que al fin y al cabo, él fue el que te
metió en este lío.
- Ya me ha pedido disculpas. Acevedo serviría para certificar la
obra realizada.
- Ninguna de las dos cosas sirve para nada. ¿Para qué quieres
esa certificación? Solo serviría para una demanda y creo que no
es esa la solución. La misión de Acevedo sería la de actuar de
hombre bueno. Él conoce a ese hombre más que tú y a ti más que
él. Se trata de que llame al entendimiento a ambos, pero como es
lógico, especialmente al otro. De todas las formas, hijo, ahora me
explico bastante bien todos cuantos fracasos has tenido por allá
abajo en esta clase de negocios. Es claro que no eres hombre de
negocios y que no sirves para un empleo como ése de ser el
encargado de la contratación de no sé que cosas al que pensaba
destinarte Uríbarri.
- Pero después no era eso lo que ofrecía.
- Ya, pero si llega a ofrecértelo dile que no. ¿Hay que ver lo que
son las cosas? Tú venga presumir de empresario importante y
Conversaciones con mi hijo
122
resulta que has trabajado físicamente como acaso nunca en tu
vida, para tener al final este resultado.
- No es incompatible el trabajo físico con ser empresario. Pero
si es verdad que ahora he hecho algunas cosas que no he hecho
nunca. Y también es verdad que no me hacía ninguna gracia tener
que hacerlas, pero las hice. Un día me dijo el tío: te has pasado
toda la mañana para poner cuatro tuercas y no sé qué más. Pero
están puestas ¿no?, le dije. Es verdad que me falta la destreza del
práctico.
- Pues ahí tienes una justificación para que ese hombre te
acuse de haberle engañado. Él está dando por descontado de que
tu presupuesto comporta todo ese tiempo de mano de obra,
cuando realmente hay cosas que se pueden hacer en mucho
menos. ¿Recuerdas cuando te dije aquella noche que aún estabas
a tiempo de decirle que no y que en aquellas condiciones de pago
aplazado no acometerías la obra?
- En mala hora.
Supongo que quiso decir que en mala hora no me hizo caso,
pero sólo dijo lo que dijo.
- Yo sé por qué. Pensaste que el hombre iba a tener de ti, si no
aceptabas el aplazamiento, la impresión de que eras un pobrete y
¡claro!, cualquiera permite una cosa así.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
123
14 de Mayo
Domingo. Son cerca de las 11,30 h. de la mañana. Estoy
sentado al ordenador y a punto de dejarlo con el fin de
prepararme para ir a misa de doce. Él viene, se sitúa a mi derecha
sin manifestar saludo alguno, y dice:
- Que estoy pensando que debería llevar unos recibos en
blanco, porque no sé por donde va a salir ese tío.
Se refiere al dueño del bar para quien ha estado trabajado.
Después de la mediación de Acevedo se ha avenido a permitirle
que hoy domingo, sobre las 12 del mediodía, se presente en el bar
con los obreros para realizar unos determinados remates de la
obra. Él ha tenido que suplicarles que acepten ese encargo, pero
ellos han forzado una reunión conjunta con el dueño, la cual tuvo
lugar el viernes por la tarde, para dejar bien sentado que el
domingo cobrarán su trabajo sin más demora y que no les importa
quién sea el que les pague, que lo que ellos quieren es cobrar su
dinero y punto.
- ¿Y qué quieres decir? ¿Que los tienes que hacer?
- Pues es que como no sé qué es lo va a hacer, a lo mejor lo
que tengo hecho no vale.
- Pero hombre, eso lo has podido prever ayer, que has tenido
tiempo de sobra.
Esta manifestación ha tenido acaso un tono poco amable,
porque realmente me ha molestado que haya dejado el tema para
tan última hora y que además me obligue así a cerrar el trabajo
que tenía entre manos. Él se ha quitado de delante. Yo he cerrado
Conversaciones con mi hijo
124
la máquina y se la he llevado a la sala donde está sin haber
dispuesto nada todavía para empezar a actuar. Al verme entrar se
decide a hacerlo.
- Pero vamos a ver. ¿Qué es eso que dices de que tienes que
llevar nuevos recibos en blanco?
- Ya te he dicho que no sé lo que va a pasar, pero si este tío
paga directamente a los obreros entonces ya no vale nada de lo
que tengo hecho. Porque yo tengo hechas dos facturas, una por lo
que tiene que pagar ahora y otra por la parte aplazada.
- No entiendo qué sistema es ese. No veo que haya necesidad
ni que sea normal fraccionar una factura por mucho que se
fraccionen los pagos. La factura debe ser una por el importe total
de la obra ejecutada y si, por las razones que sean, se ha
convenido cobrar en fracciones, una forma correcta puede ser
hacerlo constar en la misma factura. A cuenta de esta factura, en
el día de la fecha se recibe tal cantidad de pesetas y se conviene
que el resto será pagado el día X y punto. Y eso se escribe en
alguna parte de la misma factura, donde se pueda, debajo,
delante, detrás o en un perfil, se firma convenientemente y no
hacen falta más recibos, ni más facturas, ni más historias.
Este párrafo me ha salido en tono encendido y él sigue de pie,
sin decir ni pío, mirándome como aquél que ve visiones.
- Y al margen de esto, te repito que has tenido todo el día de
ayer para ocuparte de este tema en lugar de andar otra vez con
los cojones arrastras al filo de las doce. Pero, en fin, tú verás, haz
lo que quieras.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
125
Y salgo de la sala malhumorado. El final ha sido más encendido
que el anterior. Él hace nuevos ejemplares de la factura y luego se
marcha.
En torno a las tres de la tarde, su madre y yo, cada uno por
nuestro lado, habíamos tenido la idea de llamar por teléfono al
bar para saber si todavía estaba allí trabajando en los retoques. La
madre se disponía a localizar ese teléfono entre los papeles que él
tiene en la mesa en la que trabaja, cuando le oímos entrar.
-La madre.
- ¿Qué tal te ha ido?
- Nada. Es claro que lo que este tío pretende es no pagar. Así
de claro.
¿Pero cómo?
Y empieza una exposición larga y premiosa de las vicisitudes de
la mañana. A las 12 sólo se había presentado él en el bar. El
carpintero no fue ni primero ni después, pero como el dueño dijo
en algún momento "por el carpintero Vd. no se preocupe",
desconfía que estén confabulados para darle esquinazo.
Los dos albañiles aparecieron a las doce y cuarto, y a esa hora
el dueño ya no les dejó trabajar argumentando que tenía que
hacer no sé qué trabajos en la cocina. Vd. nos dijo que a las 12. Sí,
es cierto, pero vea que ya no son las 12 sino las doce y cuarto.
Provocado por esta clase de desplantes se ha visto obligado ha
salir a la calle, no podía oír tales cosas sin subirse por las paredes y
pidió a los albañiles que permaneciesen dentro y que si les
permitía hacer la reparación que la hiciesen. Mientras tanto, él se
ha dedicado a ver repetidamente los escaparates de El Corte
Inglés.
Conversaciones con mi hijo
126
Sabe que los albañiles han hecho la reparación y que han
recibido encargo de presentarse el lunes en el bar. Piensa o cree
que van aceptar que les pague 30.000 ptas., que es exactamente
la mitad de lo que tenían ajustado con él, pero comprende que lo
acepten, porque de lo perdido, lo cogido. Sospecha, por no sé
qué detalles, que el pintor tampoco ha cobrado y que lo mismo le
sucede al proveedor de la cafetera y no sé qué otro aparato. Que
al final se ha ido a ver a Carlos Acevedo y que éste ha derrochado
adjetivos malsonantes en contra de este sujeto. Que está
convencido de que la única forma de cobrar es formarle al del bar
un escándalo público pero que él no vale para eso, porque no
sabe hacerlo. Entonces se le ha ocurrido a Carlos acudir a un
"quebranta-huesos", que él mismo ha utilizado él en alguna
ocasión parecida, una especie de hombre del frac, que le ha
resuelto alguna papeleta, pero que ahora no está en Vigo y que no
sabe adónde ha ido.
Y nos disponemos a comer, porque ya son más de las tres y
media.
-Digo yo.
- ¿Pero cómo es posible que después de la intervención de
Acevedo del otro día este hombre siga en una actitud tan
incomprensible?
Él se disponía a entrar en el cuarto de baño y habiéndome oído
se vuelve para decir.
- Ahora comprenderás que el cabreo que yo traía la otra noche
me hiciese...
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
127
- Más vale que dejes donde está ese tu cabreo de la otra
noche, no vaya a suceder que lo tengamos que tener de aperitivo
en la comida. Así que, déjalo donde está y no lo toques por ahora.
-Empezamos la comida y la madre pregunta.
- ¿Pero y él que te dice?
Intervengo yo.
- Vamos a ver. Tú sabes que pretende pagar a los albañiles y
sospechas que el carpintero puede haberse puesto de acuerdo
con él, pero ¿de ti mismo qué sabes?, ¿le has llegado a decir que
quieres cobrar?
- Es que no hay forma de hablar con él. Se coloca siempre
detrás del mostrador y allí se esconde. Estando allí tiene
justificación para mirar siempre para abajo mientras le hablas,
como si estuviese haciendo algo y para moverse de una parte a
otra haciendo que hace, el caso es dejarte con la palabra en la
boca.
- Pues no hay más remedio que centrarlo y es necesario de
todo punto, si pretendes cobrar, que tengas con él un diálogo
formal y sin violencias.
- Eso es imposible.
- Te digo que tienes que hacerlo posible. Busca una ayuda
nuevamente en tu amigo Acevedo, pero tienes que ser tú quien
ponga los puntos sobre las íes. Con el apoyo de Carlos, desde
luego, pero llevando tú la voz cantante. Y no pretendas encontrar
otro remedio. Ni con escándalo público ni con medidas legales,
porque no estás en condiciones de utilizar ninguno de los dos
procedimientos.
- El escándalo público puede arreglar el tema.
Conversaciones con mi hijo
128
- Ningún cobrador de esos acepta un encargo como el que tú
puedes hacerle. No le puedes facilitar ningún título ni publico ni
privado en el que puede apoyar su reclamación y esa gente no
actúa así. El único que tiene un título legítimo para poder
reclamar, aunque sin documentar, eres tú, pero tú no sabes ni
puedes hacer un escándalo y tampoco parece viable una
reclamación legal..
- Yo sí puedo formarle el escándalo.
- Hace un momento decías que no sabías hacer de eso. Pero,
vale, si estás dispuesto a dormir en el cuartelillo de la policía,
adelante.
- Lo que pasa es que efectivamente no sé cómo se hace.
- Otra cosa muy distinta hubiese sido posible de haber tenido
en tu poder el presupuesto firmado en regla. Con ese documento,
un notario y unos testigos, el tema tendría otro color.
- Ya lo creo que sí.
Interviene la madre.
- Pero que este tío es un sinvergüenza no se ha sabido hasta
ahora, claro.
- Natural. No podemos obligar a los tales a que lleven un
cartelito en la frente diciendo "cuidado conmigo, tío". De todas las
formas, además de que eso es algo con lo que hay que contar
siempre, salvo en muy raras excepciones, qué os voy a decir.
Siempre hay algún dato o síntoma que te pone sobre aviso con tal
de que quieras verlo. Yo a este pollo no le he visto nunca delante,
pero acordaros de cómo con aquellos datos de que estaba
dispuesto a quitarle la pintura al pintor, la historia de que ya tenía
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
129
concedido el crédito por la central de la Caja a pesar de que en la
sucursal no sabían nada y para remate lo del pretendido
aplazamiento,… conjunto de cosas que no me gustaban, me dio
pie para recomendarte que dieses marcha atrás, que aún estabas
a tiempo.
- Sí es verdad, sí. Y en mala hora no te hice caso. También me
dijo Mary que Mato opinaba lo mismo.
- ¡Claro! Pero si es que hay cosas que están cantadas. Bueno,
ahora lo que te hace falta es recuperar confianza en ti mismo. Esta
mañana marchabas por ahí adelante llevando grabado la derrota
en el cogote.
- Marchaba aburrido.
- Marchabas derrotado, y lo malo es que ibas derrotado sin
haber entrado en la lucha. Así es imposible ganar. Bueno, y ahora
vamos a pasar la página, porque si no esto terminará oliendo.
Conversaciones con mi hijo
130
19 de Mayo
Viernes. Son las tres y pico de la tarde. Llega a casa. Yo estoy al
ordenador
- ¡Hola!
Y hace actitud de pasar de largo.
- Espera un poco, que tengo un recado para ti.
- ¿Un recado?
- Eso es. Hace un momento acaba de llamar un tal Carlos...
- ¿Carlos Alonso?
- No sé si Alonso. Sólo sé que Carlos, que es lo único que me
dijo después de preguntárselo un par de veces. Llamó preguntado
por Luis. Le dije que no estabas pero que no tardarías en venir.
¿Quién es?, le pregunté, y me dijo que un amigo. El hombre daba
la sensación de que no quería entretenerse y en seguida me dijo
que tomase yo el recado y que te lo diese. Pero ¿quién es?, volví a
insistir. Dígale que soy Carlos. Que habíamos quedado en vernos
esta tarde a las cuatro y media en la Plaza de España, pero que no
vaya porque no podemos ir. Que ya le llamaré yo el lunes. Así que
ése es el recado.
- ¿Cuánto me extraña? No esperaba yo eso. Eso es que se han
acojonado.
El tal Carlos es uno de los albañiles que han colaborado con él
en la obra del bar. Sabe que ha recibido del dueño del bar 30.000
ptas. como pago del trabajo de él y de un compañero en lugar de
las 75.000 ptas. que le había pedido.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
131
Mi hijo le ha explicado su propósito de proponerles como
testigos en la demanda que proyecta interponer contra el dueño
del bar. El tal Carlos se negó a colaborar basándose en que es
empleado del Ayuntamiento y entiende que su trabajo como
chapuzas es incompatible e ilegal.
Mi hijo creía haberle convencido y con el fin de obtener los
datos de media filiación del otro, habían convenido verse hoy
conforme queda dicho.
¡Cuánto me extraña! Pero si yo le expliqué que no tenía nada
que ver una cosa con otra. ¿Qué tendrán que ver los cojones con
comer trigo? Pero es que no sé cómo se puede ser tan torpe para
no entender una cosa tan clara.
- No te esfuerces en convencerme a mí, que yo ya estoy
convencido. Mejor hubiese sido asegurar el convencimiento del
otro, porque la verdad es que la actitud de ese hombre me
produce muy mala impresión. Estoy temiendo que no vas a tener
más testigos que tu amigo Carlos y así, pues vamos a ver qué dice
el abogado.
- Ayer le conté mi caso a un abogado conocido de Carlos que
nos acompañó a ver un solar. Me dijo que, claro, que si hubiese
tenido alguna firma..., pero que así me puede dar mucha lata. Y
que hay diversas formas de reclamación.
- Claro, claro, pero me temo que en tu caso, ninguna eficaz. De
todas ellas, la más eficaz es la demanda en las condiciones que te
he dicho, pero así, ni demanda de conciliación, ni gaitas. En
principio, porque lo probable es que sepa o que se entere de que
si no acude a un juicio de conciliación no le pasa nada, y luego
porque en el supuesto de que vaya, en el cara a cara ese hombre
te come a ti crudo con pantalones, bigotes y todo. No se
Conversaciones con mi hijo
132
entretiene ni siquiera en desnudarte. Te traga así, tal y como
estás.
- Yo tenía prevista una última entrevista con este tío para
decirle que paga o que nos vemos en el juzgado, pero así ... Esta
tarde tengo que ir a ver a Silva, el ferretero, que ya está enterado
de lo que pasa. Me dijo que por la mañana no podía atenderme y
que nos viésemos esta tarde a las siete y media.
- Pues a ver cómo se te pone. De todas las formas, yo creo que
todavía estás en condiciones de tener esa última entrevista. Es
verdad que mejor sería hacerlo con las espaldas cubiertas
sabiendo que vas a poder disponer de testigos, pero..., en
cualquier caso ésa es una gestión que puedes seguir planteando a
esa gente después, hasta que les convenzas. Y otra cosa, tú vas a
ser capaz de reproducir los datos del presupuesto.
- Pues..., exactamente no.
- Cambiando de tema. Has tomado algún contacto con esa
señora Katy.
- Pues no. Había quedado en que la llamaría ayer pero se me
pasó.
- ¡Pero hombre!...
- Es que ayer yo no tenía la cabeza para pensar en Katy.
- Claro, hijo, claro. Lo que pasa es que no sé para qué tienes la
cabeza. Bueno, tú verás. Pues a ver qué es lo que pasa con el Sr.
Silva.
Sobre las cinco y media de la tarde ha salido de casa y regresa
a las once de la noche, poco más o menos. Me encuentra otra vez
sentado al ordenador, como de costumbre.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
133
Sonriendo sin alegría.
- Vas a decir que tengo el cenizo conmigo.
- ¿Qué pasa?
- Que no he podido ver al Silva. Menos mal que, por lo menos,
dejó un recado y que se me ocurrió llamar por teléfono, porque si
no, hasta allí hay una tirada. Parece que ha tenido que ir a un
entierro y ha dejado dicho que mañana a las doce nos veremos.
Así que hay que seguir esperando.
- Ya, y sin embargo yo estoy viendo que te hace falta salir de
esa situación rápidamente, porque si no te vas volver tolo del
todo. En todo este tiempo no se puede decir que hayas andado
como un cascabel, pero lo que es estos días, estás que das pena.
- Sí es verdad, sí. Me hace falta, de verdad poder olvidarme de
esto. Esta tarde he estado haciendo unos números y si Silva se
aviene a presentar a este tío las facturas a base de tarifa y me da
la diferencia, pues me quedarían unas cien mil pesetas, que para
diez días de trabajo entre unas cosas y otras digamos que no está
mal.
- Y yo digo que si Silva cobra sus facturas, tanto si te da algo
más como si no te da, tú tienes que optar por conformarte con lo
que tienes y dejar que las cosas rueden porque pienso que
tampoco quedas muy mal.
- Pues hombre, no, porque todavía quedan como unas 40.000
ptas. o así, y estos días he estado gastando de ellas.
- Entonces si terminas perdiendo algo, pues mira, apúntalo
como coste de la lección que has recibido, que eso también vale
dinero, porque en este mundo no hay nada de balde, y es que
además cada vez veo más claro que no vas a tener ninguna otra
Conversaciones con mi hijo
134
cosa que hacer. A mí, después de la actitud que he comprobado
esta tarde, me resulta muy extraño que el tal Carlos haya cobrado
sólo las 30.000 ptas. que te ha dicho. Un tío que según tú ha
llegado dando puñetazos diciendo que quiere cobrar y que, de
acuerdo contigo ha pedido 75.000 ptas., de las cuales que 15.000
ptas. eran para ti, no se conforma así por las buenas con 30.000
ptas. que según dice le han puesto en la mano, advirtiéndole
además, paras que no se pueda llamar a engaño, que no verá más.
Me parece la cosa más extraña del mundo, después de saber que
al carpintero le ha pagado religiosamente las ciento veintitantas
mil pesetas que le debía. Al uno le paga todo y al otro sólo menos
de la mitad. ¿Por qué? Yo no sé si esto no será un montaje.
- ¿Qué quieres decir?, que habrá cobrado todo.
- Pues certificarlo no puedo, como es claro, pero sospecharlo,
sí.
- Pues me cuesta creerlo.
- Bueno, bueno, al tiempo.
- De todas las formas yo no he renunciado todavía a cobrarme
de alguna manera todos los disgustos que este tío me ha hecho
pasar, de verdad.
- No te comprometas contigo sólo de cosas que sabes que no
vas a poder cumplir, porque luego te va a tener que echar la
bronca padre.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
135
20 de Mayo
Sábado. Se ha levantado a las once de la mañana. Son las doce
menos algo cuando sale de casa. Estoy en el ordenador. Al pasar a
mi lado, dice:
- Voy a ver si veo al Silva.
Lo ha dicho tan bajo que me ha obligado a preguntarle.
- ¿Qué?
- Que voy a ver a Silva.
- Bueno.
A las tres entra en casa. Segundos antes yo me había
levantado en dirección al cuarto de baño y se ha parado hablando
son su madre. Me quedo a escuchar.
- Estaba diciendo que el Silva este es un hombre encantador.
Es un hombre muy dinámico no para quieto un momento. Le dije,
mire que soy Luis Alonso. ¡Hombre Luis!, pasa, pasa. Y para poder
hablar con calma nos hemos ido a un bar pequeñito que está allí
cerca y hemos estado charlando mucho rato. Le he contado la
película entera y el plan que tengo. Le he dicho que más que
cobrar yo, lo que me interesa es que él cobre lo suyo igual que
todos los demás, y es verdad, y que este tío no se ahorre ni un
duro. Me dijo que no me recomienda lo del juzgado y me ha
repetido que por él no me preocupe. Dice que no haga nada sin
antes hablar con él. Que él tiene muchos medios de saber cosas
de este tío y que entre el lunes y el martes cree tener la
información necesaria para preparar una estrategia.
Conversaciones con mi hijo
136
- Tú ahora mismo estás todo relajado porque así de repente te
encuentras con un fuelle de dos o tres días.
Se sonríe.
- Pero, ¿está dispuesto a servir de testigo en el supuesto de
que le necesites?
- Sí, claro, dice que lo único que puede declarar es que ha
llevado tales mercancías a la Cafetería Raquel, porque, claro, no
tiene albarán firmado por nadie.
- Eso es lo suficiente. ¿Y qué quiere decir con eso que te ha
repetido de que no te preocupes por él? ¿Es acaso se piensa
conformar sin cobrar?
- ¿Cómo se va a conformar sin cobrar?, dicen la madre y él a
coro.
Querrá decir que no tiene prisa en cobrar. Que puede esperar.
- Lo que parece lógico en un negocio de alguna importancia. Lo
que no es normal es echarse a morir por un tema de 60.000 ptas.,
aunque como es lógico no le guste perderlas. Pero otra cosa que
no acierto a comprender es de qué le puede servir, a los efectos
que nos interesan, el hecho de que consiga saber muchas cosas de
este tío.
La madre…
- Puede ser que tenga medios de saber algo por parte de algún
banco.
- Ya, y vamos a suponer que ese banco o quien sea, le dice, ¡ojo
con este tío que es muy mal pagador!, y con eso ¿qué?
- Es tener datos para hacer una estrategia.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
137
- Ya, ya, pero que no sé de qué clase.
- Me dijo que a lo mejor se presenta en el bar sin darse a
conocer y que a lo mejor se le escapa... Una vez dice que cogió a
un tipo por el pescuezo y que se lo metió en no sé qué sitio de
cabeza, pero claro, era un su propia oficina y aquí se trata de
hacerlo en un sitio público, que no es lo mismo.
- Le dije que eso no merece la pena, porque a mí también me
han entrado ganas de hacerlo, pero...
- Claro, claro...
Conversaciones con mi hijo
138
24 de Mayo
Miércoles. Anoche nos hemos acostado a la una y media de la
madrugada, y él no había llegado. Tardé mucho rato en dormirme,
no sé cuánto, y no le oí entrar.
Esta mañana, a las diez menos veinte he recibido para él una
llamada telefónica de parte de Silva. He pedido a su madre que le
pase el teléfono, pues permanecía en la cama. Yo he continuado
mis trabajos en el ordenador. La conferencia con Silva ha durado
mucho rato. Después he oído que dialogaba con su madre o su
madre con él, luego he oído que había encendido el aparato de
radio como cuando no iba a ninguna parte.
Sobre las once y media de la mañana, me he situado delante
de la puerta de la habitación de Margarita, en la que se encuentra
hablando por teléfono. Apago la radio, entro y él cuelga el
teléfono.
Me mira con cara de circunstancias.
- Supongo que tienes algo que decirme ¿no?
- ¿De qué?
- Tú sabrás. De lo que tú quieras.
- ¿Porque no llamé anoche? Pues es que Carlos me acompañó
a echar el sobre con el currículum. Luego nos encontramos con
unos y a Carlos se le ocurrió cenar algo mientras veíamos el
debate de la tele.
En TVG debatían los tres candidatos principales a la alcaldía de
Vigo en las elecciones del próximo domingo.
- Sí, ya sé que debería haber llamado pero...
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
139
- Eso es lo malo, que lo sabes y es como si no. Mira, yo sé que
no puedo esperar nada de ti, absolutamente nada. Pero tengo
derecho a que no me amargues la vida, y me la estás amargando.
Que a mis setenta años tenga que andar detrás de ti como si
tuvieses 16 ó 18 no tiene ninguna gracia.
- No sé por qué dices eso.
- Porque es evidente, por lo que haces. Sé que yo no te
importo nada en absoluto y tu madre lo mismo. Además porque
tú mismo lo has dicho.
Se queda mirándome.
- Sí, sí, no me mires así. No sé si estabas borracho o sobrio,
pero sé que has dicho que para que tus padres vivan tranquilos,
no vas a estar tú complicándote la vida siempre. Además, bien
cerca tienes otra muestra. Sabías que ayer deberías llamarnos
pero no lo hiciste porque no te importamos nada o porque no
tuviste huevos suficientes para hacerlo delante de esa gente con
la que estabas. ¡Qué pensarían ellos de ti, si a tus años y con toda
tu categoría, llegan a entender que aún estás obligado a llamar a
casa como los mozalbetes!
- Me parece que es sacar las cosas de quicio. Por no haber
hecho una llamada, no comprendo cómo se puede llegar a todo
esto.
- Pues eso es lo malo, que no lo comprendes y que tampoco lo
intentas. Esa llamada es la gota que desbordó el vaso o el huevo
que reventó al burro. Cuando fui a buscarte para echarte una
mano o las dos, tu primer compromiso era rencontrarte a ti
mismo. Cierto es que no sé hasta dónde tendrás que regresar para
rencontrarte con aquel primer hijo que yo engendré y que tu
madre parió, pues siento que no te pareces en absoluto ni a aquel
Conversaciones con mi hijo
140
hijo mío ni a mí. Hay ocasiones en las que creo que hasta te
vendría bien cambiar de apellidos.
Se sonríe tristemente y hace unas muecas con la boca, pero no
le sale una sola palabra.
- No hagas esos gestos. No te quedan bien, los pelos del bigote
se te ponen tiesos y no te favorecen en absoluto. Pero ya me dirás
qué es lo has hecho en esa línea durante estos cuatro meses
largos que hace que estás en casa, que no haya sido pensar
únicamente en ti, con una despreocupación absoluta de todos los
demás, de tus hijos primero y de tus padres después. Salvo esa
malhadada experiencia del trabajo en el bar, te has dedicado a
vivir bien. Porque vives bien ¿no?
Vuelve a sonreír y entonces tuve la impresión de que sus ojos
estaban enrojecidos por falta de sueño o porque se le habían
humedecido.
- A lo mejor piensas que estás atendiendo bien a tus hijos con
una sola carta y dos tres conferencias al cabo de cuatro meses. Así
pretenderás que te tengan mucho cariño. No sé por qué no te
pones a pensar y admitir que eres mucho más pobre que una rata.
Así, como oyes. Una rata tiene el recurso de los basureros, cosa
que tú no tienes. Y yo me puedo morir cualquier día y a partir de
entonces se acabó lo que se daba. ¿Te imaginas qué es lo que
tendrías que hacer si a tus hijos les da algún día por llamar a tu
puerta? ¿Dónde les vas a sentar, en el bigote o en el cogote? Y
respecto de nosotros, pues verás. Hace unos pocos días, cuando
llegaste a las doce y cuarto de la noche, y traté de demostrarte la
preocupación que todavía sentimos por ti, e hiciste un escándalo
diciendo ¡por favor ahora no!, mañana hablaremos de eso y de
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
141
todo lo que tú quieras. Pues bien, hoy es mañana, ahora es
mañana. A ver, qué es lo que tienes que decir.
Sigue callando cada vez con mayor aspecto de derrotado.
- Puedes replicar, decir lo que te parezca bien.
- Hay cosas a las que es muy difícil replicar.
- Claro. Pues yo voy a darte ahora la explicación que te prometí
uno de aquellos días. El día que llegaste a las doce y pico de la
noche, como ayer, que no sé a qué hora llegaste, sucedió que sólo
pensaste en ti y en nadie más. En esos momentos, como en
general en cualquier otro, estás dedicado a contemplar tu
ombligo, y te sigues considerando el centro del universo como
cuando tenías cinco años. Todo lo demás tiene que girar a tu
alrededor en servicio tuyo. Y en otro orden de cosas, mucho antes
que de los aspectos fundamentales buscas tu lucimiento, causar
sensación, impresionar a los demás vendiendo tu imagen de
hombre docto y sabido, y así te luce el pelo en todas tus cosas.
- No sé como se puede llegar a un análisis de esos.
- Pues así, como te lo estoy diciendo. Cuando aceptaste venir
fue con tu compromiso de que ambos hablaríamos sinceramente
y que aceptarías la relación con la señora Katy, de Asvidal. ¿Has
vuelto a conectar con ella?
- He llamado cuatro o cinco veces y sale el contestador
automático.
- El caso es que por fas o nefas, la impresión que estás dando
es que quieres liberarte de ese compromiso, y yo sigo diciendo
que sigues necesitando esa relación, que te viene bien, y te digo
todo esto porque todavía nos importas hijo, todavía nos importas,
aunque parezca mentira. Y por eso mismo, te voy a decir ahora
Conversaciones con mi hijo
142
algo que parece impropio de nosotros, pero lo hago totalmente
en serio. Si se vuelve a dar otro caso como el de ayer, en el que
tengamos que acostarnos sin saber nada de ti, cerraré la puerta
de forma que no puedas entrar y anularé el timbre para que no
suene. Tendrás que dormir en el portal o en la escalera.
Supongo que quiso decir algo así como ¡qué barbaridad!, pero
se calló.
- ¿Con quién hablabas cuando entré?
- Con Román. Que todavía no les ha salido la obra esa.
Salgo de la habitación dando por terminada la conversación
pero de repente me acuerdo de algo y vuelvo.
- ¿Qué es lo que te dijo Silva?
- Que ha averiguado que en el Banco Pastor no tiene nada. Que
allí tiene domiciliada una pensión, pero que la retira todos los
meses. Que no tiene crédito de ninguna clase.
- ¿Pero ésa era la forma con la que este hombre te prometía
que el "barbas" pagaría hasta el último céntimo, que tanta
confianza te dio?
- Espera, espera. Que me ha dicho también que ha intentado
hablar con no sé quien pero que no estaba. Me ha hecho facturas
por los importes de tarifa y me ha dicho que puedo pasar a
buscarlas cuando quiera.
- ¿Hoy no tienes que ir por donde Acevedo?
- Sí, pero puede esperar. Ahora voy a ir a buscar las facturas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
143
Vuelve a casa a las tres de la tarde. Se había marchado cuando
eran casi las doce del mediodía. Al entrar se para un poco a mi
lado. Estoy terminando precisamente este relato.
- ¿Qué?
- Que no estaba este hombre.
- ¿Qué hombre?
- Silva.
- ¿Quién?
- Silva. Que había tenido que salir. Pero me había dejado las
facturas.
- Ya.
Ha marchado bastante pronto después de comer y regresa a
casa alrededor de las once de la noche. Al entrar se queda a mi
lado sonriendo sin ganas. Yo estoy en el ordenador.
- ¿Qué?
- Nada, ¡que este tío es un artista!
- Pues ¿cómo?
- Al salir, esta tarde pasé por allí y no estaba en el bar. Hablé
con una chica que me dijo que no sabía cuándo volvería. A la hora
de salir, le llamé desde el estudio de Carlos. Se puso un nombre a
quien pregunté por don fulano de tal y me dijo, espere un
momento. Al poco se puso él y le dije, mire soy Luis Alonso.
¿Cómo?, preguntó él. Que soy Luis Alonso, respondí, y él me dijo,
¡ah!, no, no, Luis Alonso no está aquí. Y colgó el teléfono.
Solté una carcajada bastante sonora sin decir ni palabra,
porque la verdad es que el recurso del pollo, si es inventado, es
muy ingenioso.
Conversaciones con mi hijo
144
- ¿Y tú que hiciste?
- Pues en principio tuvimos la misma reacción que tú, echarnos
a reír, porque la verdad es que el tío es un artista. Luego dijo
Carlos, vamos para allá ahora mismo. Yo le dije, no, ahora no,
porque yo ahora no estoy en condiciones de dialogar. Pues voy yo
solo, insistía él y yo le dije que no, que entonces no, que ya
veremos.
- Bueno, pues ya veremos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
145
25 de Mayo
Jueves. Son las 10 y cuarto de la mañana, y estoy esperando
verle salir para sentarme a trabajar en el ordenador. Como no
termina de salir me acerco al cuarto de baño. Está arreglándose
algo de la boca y le digo:
- Te recuerdo que hoy debes conectar con Katy.
No he oído que me haya respondido y he insistido.
- ¿Me has oído?
- Que sí, que sí.
Al poco rato ha salido de casa y ha vuelto alrededor de las tres
de la tarde. Se ha parado a mi lado, junto al ordenador.
- ¿Qué?
- Nada. Lo que era de esperar. Esta mañana pasé por allí y no
había nadie en el bar. Se conoce que me vio llegar, y nada más
entrar me dijo, yo con Vd. no tengo nada que hablar. Pues yo con
Vd. sí, le dije. Pero yo con Vd. no tengo nada que hablar, me
repitió. Y cogió, y se marchó. Yo le dije, pues aténgase a las
consecuencias. Es todo cuanto pude decirle, porque salió a la calle
y allí se saludó con uno que pasaba. En fin, después de lo de ayer,
lo de hoy no me ha extrañado, era algo previsto.
- Pues qué te voy a decir, hijo. No sé qué decirte que no te
haya dicho ya. En fin, te diría una vez más que si la cuestión de
Silva, se resuelve, bien podrías dar por terminada esta aventura
por tu parte. Pero lo malo será el día que Silva se canse de esperar
Conversaciones con mi hijo
146
y empiece a reclamarte. Tú no le vas a poder contestar diciendo
que Luis Alonso no está aquí.
Se acerca la madre porque nos ha oído hablar.
- ¿Entonces, qué, nada?
- Menos que nada. Ahora le desprecia de la manera más a
absoluta. Le ha dicho que con él no tiene nada que hablar y le ha
dejado plantado.
Sentados ya a la mesa, dispuestos a comer.
La madre…
- Pero es que este tío es un sinvergüenza.
- ¿Y con eso qué?, digo yo.
- Si este hombre no sabe defender sus intereses, no sé quien
ha de ser el que lo haga. La muela que duele es suya y él ha de ser
el que ponga los remedios. Tienes que arriesgarte alguna vez a
que rompan las narices estando dispuesto a romper las del otro, y
si no a buscar otros medios.
- En lugar de arriesgarme a que me las rompan es mejor
empezar rompiendo las del otro, pero así tampoco cobro.
- Tú está claro que de ni una manera ni de otra. Mira cómo tus
colegas pusieron sobre la mesa esa cosa que hay que poner y
consiguieron cobrar. Aquí el único que no cobra eres tú, que
empiezas por ver lógico lo que hoy te ha pasado y te quedas con
los brazos cruzados. Además, entiendo que ya deberías conocerte
un poco y saber que yendo tú sólo no conseguirías nada con este
tío.
- Es que Carlos ha estado toda la mañana fuera.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
147
- Bueno, pues yo de este asunto no quiero seguir hablando.
Arréglatelas como puedas. ¡Ah!, ¿hablaste con la señora Katy?
- Sí.
- ¿Y qué te dijo?
- Que pensaba llamarme mañana. Le dije, menos mal, por yo
he estado llamando varias veces y...
- ¿Para cuándo te ha dado cita?
- Para el martes.
Se ha marchado de casa bastante temprano después de comer
y ha regresado alrededor de las once y media de la noche. Se ha
quedado a mi lado. Como de costumbre estoy trabajando en el
ordenador.
- ¡Hola!
Yo no esperaba novedades en relación con el tema del bar.
- Vengo muy contento. Ahora sí que tenemos la fórmula para
obligar a este tío a que pague hasta el último céntimo. Y además
se va a cagar por las patas a bajo. Sí, sí, esta vez está cogido.
- ¡Caramba! ¿Y se puede saber cuál es esa fórmula mágica?
- Quería contarlo para que lo oiga también mamá, pero bueno,
abreviando…
En aquel momento se presenta la madre y, por tanto, yo no
hay razones para abreviar el relato.
A partir de entonces, con una exposición lenta y larga, nos
explica cómo estando en no sé qué bar con Carlos han entrado en
diálogo con el dueño y que, sin mayor justificación, le ha contado
lo que le está pasando precisamente con el dueño de otro bar,
pero sin descubrir su identidad en absoluto.
Conversaciones con mi hijo
148
¡Huy!, manifestó el dueño del nuevo bar. Me parece que ya sé
de quien se trata. Y entonces, mirando un poco más allá, vio a una
de las chicas que había estado trabajando en el bar del deudor.
Había sido despedida despiadadamente liquidándole únicamente
quince días trabajados después de la reapertura, cuando en
realidad había trabajado no sólo unos cuantos más antes de la
reinauguración sino que había hecho además un montón de horas
extraordinarias.
Que la madre de la chica había trabajado en la limpieza del
local después de terminadas las obras y que tampoco había visto
un sólo céntimo, así como su marido, un electricista en paro, que
fue presentado a mi hijo por el deudor como padre de una futura
empleada, la misma a quien despidió a cara de perro a los quince
días, y a quien, por eso de echarle una mano, estaba decidido a
encargarle los trabajos de electricidad necesarios en la reforma,
que efectivamente realizó y luego tampoco cobró.
Que en el diálogo sobre estos temas intervenía también la
empleada despedida, quien contó cómo hacía unos pocos días,
ayudada por su madre, habían metido al deudor en un portal y le
había zarandeado cogiéndolo por las solapas, pero que no había
servido de nada en lo que a cobrarse refiere.
No sé quién fue el que entonces tuvo la idea luminosa de
presentar en el Ayuntamiento una denuncia contra el deudor por
el incumplimiento de normas legales en las que sin duda alguna
incurre el bar del deudor.
Que Carlos dijo en aquel momento que él tiene la ordenanza
que establece los requisitos que han de respetar este tipo de
establecimientos y que por tanto, sería fácil llegar a concluir qué
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
149
normas son las incumplidas para presentar la denuncia y, a partir
de ahí, chantajear al deudor. O pagas a todo el que debes, no sólo
a mí, sino también a esta chica, a su padre, a su madre, y a todo el
mundo, o prepárate para que te cierren el negocio.
Debatieron durante un rato el modo de hacerle saber al
deudor que si pagaba a todo bicho viviente retiraría la denuncia y
no habría pasado nada y, al fin, fue Carlos Acevedo quien con muy
buen criterio dijo, ¡qué carta ni que nada!. Con presentar la
denuncia será más que suficiente. En la misma denuncia
aparecerá tú nombre y en cuanto éste le vea le faltará tiempo
para venir corriendo hasta ti para que retires la denuncia.
La chica había anunciado que su padre estaba dispuesto a ver
al deudor el día siguiente. Mi hijo le pidió que dijese a su padre
que no hiciese nada sin contar con él y junto con Carlos volvieron
al estudio donde se dedicaron a definir, a la vista de la ordenanza,
la serie de incumplimientos en los que el bar está incurso.
Después de toda esta explicación continuó sus expresiones de
confianza en el éxito.
- ¿Y vas a ser tú, por lo que dices, quien presente la denuncia?
- Pues sí, claro.
- ¿Sin ser vecino de Vigo y sin tener que en qué
fundamentarla?, pues no creo que puedas alegar perjuicio alguno
que la justifique como no sea la verdad de lo que te pasa, y en
eso, nadie dirá que tiene influencia alguna el cumplimiento o
incumplimiento de normas legales, por lo que queda bastante
claro que con la denuncia no se pretende el bien público sino más
bien busca una especie de revancha particular.
- Sí, de eso también hemos hablado algo, pero si los fallos son
ciertos, si no paga le cierran el negocio.
Conversaciones con mi hijo
150
- Y si paga ¿qué?
- Pues que retiro la denuncia y ya no pasa nada.
- ¿O sea que una denuncia se pone y se quita al servicio de un
interés personal? Te veo tan ilusionado que vas a pensar que te
llevo la contraria en todo por sistema, pero no tengo más remedio
que decirte que soy muy escéptico respecto de la utilidad de ese
plan. Con eso no vas a conseguir nada y si no al tiempo. Además
ese negocio tendrá la correspondiente licencia de apertura y para
dársela alguien habrá tenido que informar que lo tiene todo en
orden. No creo que por ahí consigas nada práctico.
- Ya verás como si.
- Pues yo sólo te voy a decir una vez más que no lo creo si no lo
veo.
- Pues yo sí lo creo. Esta vez no puede fallar.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
151
26 de Mayo
Viernes - Son casi las once de la mañana - Estoy en el
ordenador y suena una llamada telefónica - Es mi hija Mary
Carmen que pregunta si la ha llamado su hermano. Contesta su
madre que ha cogido el otro teléfono y le explica a grandes
rasgos el plan que Luis proyecta de presentar denuncia en el
Ayuntamiento, para lo que requiere que le preste la ayuda de sus
conocimientos.
Yo he tenido que atender al contratista de la pintura de los
patios de la casa, quien llega en ese preciso momento. Al poco
rato veo que mi esposa sale. Marcha a recoger a los niños de Mary
a la salida del cole porque ella acude junto a su hermano para ver
ese tema del Ayuntamiento.
Al regreso de mi esposa he conocido el resultado de las
gestiones en el Ayuntamiento. Alguno de los conocidos de mi hija
les ha dicho que en el Ayuntamiento suelen hacer la vista gorda
por esas cosas. Que no obstante, no es conveniente que presente
la denuncia sin más, que es preferible que la redacte, para lo cual
le han facilitado unos impresos, y que le amenace con ella antes
de presentarla, porque una vez presentada ya no se puede retirar.
En definitiva, dice mi mujer, que tendrá que dar la cara.
Cuando mi hijo regresa en torno a las tres de la tarde se para a
mi lado conforme ya viene siendo habitual estos días y dice:
- Pues hemos estado en el Ayuntamiento. Nos llevó el padre de
Carlos y allí hemos hablado con dos o tres. No estaba el más
entendido en estos temas y me han dado unos impresos para
Conversaciones con mi hijo
152
redactar la denuncia. Tenías razón. La denuncia no se puede
retirar después de presentada.
- Me parece muy normal. Hace poco te ha llamado un hombre
que ha dicho ser el electricista. Recibió la llamada tu madre y le ha
dicho que llegarías pronto, así que es posible que te llame ahora
en seguida.
- ¡Ah!, ¡ah!, ¡ah! Será el padre de la chavala que ha sido
despedida.
Al punto suena una llamada y acude presto a recogerla.
Efectivamente es el electricista, un tal Samuel con quien se
enzarza en una parrafada larga en la que aplica multitud de
adjetivos "descalificativos" al deudor. El tal Samuel quiere decir
algo pero mi hijo se lo impide diciéndole repetidamente que le
deje exponer con detalle su plan, porque él tiene contactos con el
Ayuntamiento y que ahora este tío se ha caído con todo el equipo.
Entiendo que el electricista se resiste a confiar redondamente
en ese plan, pero mi hijo llega a decirle que no se preocupe, que
no merece la pena acudir a método violento como también él ha
sido tentado de aplicar más de una vez, pero que es mucho mejor
así, de esa otra forma, porque mira, añade, cuando ayer me
enteré de lo que este sinvergüenza ha hecho a tu hija, vamos, eso
ha sido la gota que ha colmado el vaso, que espero que esté de mi
lado.
Ha habido un momento en el que mi hijo ha exclamado ¡ah!,
¿sí?, pues eso sí que es formidable. Eso es definitivo, de verdad,
¡qué bien! Mi mujer se ha acercado un par de veces para
advertirnos que la comida se enfría. Yo he aguantado un poco más
oyendo aquella palinodia al revés por ver en qué terminaba, pero
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
153
al fin me retirado porque aquello no parecía encontrar el suyo y
me he ido a comer. Al cabo de un rato se ha incorporado a la
mesa diciendo:
- Por fin le he convencido. Este es un hombre que habla muy
sereno, sin excitarse, pero dice que ha estado en la legión y que
no le importa lo más mínimo pasar un mes en la Avenida de
Madrid. Aclara a su madre que en la Avda. de Madrid está la
cárcel, con lo que quiere decir que está dispuesto a romperle
algún hueso al barbas. La madre apostilla diciendo que no hace
falta llegar a esos extremos.
- ¿Y en qué habéis quedado?
- Que nos veremos esta tarde
- También me ha dicho que una de las normas que incumple es
la toma de tierra, y eso sí que es definitivo. Sin toma de tierra le
cierran el establecimiento. Eso es obligatorio en todos los sitios,
pero mucho más en un establecimiento público. No sé cómo se
me había escapado a mí ese detalle, pero mira ¡qué bien!
Él ha salido de casa bastante tarde porque antes ha tenido una
charla telefónica muy larga, yo no sabía con quién. Cuando luego
he visto salir a su madre, sin haberme dado cuenta que él salía
detrás, he preguntado ¿con quién hablaba éste? Me respondió
que con Jose y entonces he visto que también salía él. Pues vaya
parrafadas que te sueltas amigo, le he dicho. Él ha hecho un gesto
encogiéndose de hombros, como diciendo ¡qué vas a hacer! y por
fin se han marchado. Yo estaba convencido de que él iba al
estudio de su amigo Carlos. Luego me he enterado de que
habiéndolo encontrado cerrado fue a casa de Jose, adonde más
tarde llegó también mi esposa para llevar no sé qué cosas al niño.
Conversaciones con mi hijo
154
Ha regresado a casa a las once y pico de la noche, se ha vuelto a
quedar a mi lado y ha dicho:
- Nada, este hombre no ha aparecido.
- ¿Qué hombre, el legionario electricista?
- Pues sí.
- ¿Y dónde habíais convenido veros?
- En un bar pequeñito que está por allí cerca. Habíamos
quedado entre nueve y media y diez. Estuve esperando hasta las
diez y media, y nada. Esta tarde decía que tenía mal el coche. A lo
mejor ha sido por eso, por pensar en algo que le justifique.
- Pues ya veremos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
155
27 de Mayo
Sábado. Estamos sentados los tres a la mesa a la hora de
comer, todavía en el primer plato.
- No me acordé de decirte que antes llamó Carlos para saber si
íbamos a Barruelo. Me dijo que le habías dicho que pensábamos ir
para el cumple de la abuela. Ya le dije que eso lo pensamos hace
tiempo, pero que al haberse cruzado las elecciones hemos tenido
que desistir, y que, a lo mejor, nos damos una vuelta a mediados
del mes que viene, pero que no es seguro.
La madre.
- Sí, yo le había dicho algo de eso, pero hace ya mucho.
- ¡Ah! Era Carlos con el que hablabas cuando yo marché. Pensé
que sería Mato.
- Y ya de paso nos pusimos a charlar un poco de política.
- ¿De política?
- Quiere decir de política bancaria, aclara la madre.
- Por lo visto, también le cambian a su jefe más inmediato. Un
tal Carrasco. Ya le dije, ¡mira qué pena!, si te hubiese cogido con
un poco más de experiencia del puesto, a lo mejor podías haber
sido tú el sucesor. La verdad es que los otros dos que están allí son
un par de zopencos. Él sabe ver perfectamente bien los defectos
de los otros y dice, a continuación, que se pasa las ganas de
llamarles la atención, pero que se calla por sabe que él no es
nadie para una cosa de esas. Pero sí le he notado contento y con
cierta ilusión.
Conversaciones con mi hijo
156
Y continúo…
-Me dijo también que ayer ya se había visto sólo ante el
peligro, porque había hecho el trabajo del tal Carrasco, quien
había tenido que dedicarse a recibir, de manos del que se va, los
trastos de su nuevo puesto. Y estaba todo contento porque que
todo le cuadró a la primera y que así se lo dijo a su jefe cuando
volvió. Para que veas, esto está listo a la primera. Le dije que muy
bien, que hay que estar atento y preparado para subirse al primer
tren que pase, porque si se deja escapar quién sabe cuándo
volverá a pasar otro y ni siquiera si volverá a pasar.
Proseguí con el relato…
- Me dijo que había un rumor de que Mato va a La Coruña y le
dije que es un rumor cierto. Pues estarán cabreadísimos, al tener
que levantar ahora la casa y todo ese jaleo. Y le dije que no, que al
contrario, que están contentos. Entonces se me olvidó decirle que
haría bien llamando a Mato para darle la enhorabuena y tengo
que ver el modo de hacerlo.
La madre…
- ¡Huyyyy!
Cualquiera diría que había dicho algo escandaloso.
- ¿Por qué te extrañas tanto?
- No lo digo por ti, lo digo por él.
- Supongo, pero aun siendo así, ese ¡huy! tuyo da a entender
que todo el mundo tenemos que admitir no sólo como normal
sino inclusive como bueno que se mantenga encastillado en esa
ojeriza y supongo que no le vendrá mal que unos y otros le
ayudamos a que deponga esa actitud en contra del Mato. Quien
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
157
por cierto, creo que ayer lo pasó un poco mal viendo los esfuerzos
que hacía Rubén para agacharse y no destacar tanto entre los
otros catecúmenos.
- Y Rubén también lo pasaría mal seguro.
- Pues claro, aunque hoy los chavales que hacen la primera
comunión no tendrán menos de 7 u 8 años, pues fíjate. Este pollo
casi les dobla en edad y no digamos en estatura.
- Hoy los chavales tienen más de 7 u 8. Por lo menos 10. Siete
creo que tenía yo cuando la hice. Porque la hice yendo a La
Enseñanza.
- ¿Y tú por entonces ya tenías sentido común? ¿Y te acuerdas
bien?
- Pues hombre, creo que sí.
- Yo me acuerdo muy bien de que para tu Primera Comunión
redacté una cosita que luego escribió mi hermano Jesús, que
entonces era buen pendolista...
- Que era ¿qué?
... en un libro recordatorio, que no sé dónde habrá ido a parar.
¡Qué tiempos! Recuerdo que aquella oración terminaba diciendo
"Querido Luis Ángel, ruega por nosotros". Y añadí por triplicado
un gesto con mi mano derecha dando a entender cuán lejos y
olvidado ha quedado aquel ruego.
- ¿Qué quieres decir con ese gesto?
- ¿Hace falta que te lo explique?
- Pues acaso ahora no, porque por razones de
estructura...Aunque si quieres sí.
Conversaciones con mi hijo
158
- ¡Huy, huy, huy! ¿Pero qué lenguaje es ese para hablar de
aquella oración mía? Mira te puedo decir, sin estructura de
ninguna clase y sencillito del todo que tú nunca has rogado a Dios
por tus padres. De pequeño porque no te dabas buena cuenta de
esa necesidad y de mayor tampoco, porque hace muchos años
que como todos tus hermanos, con la excepción de Carlos, vives
de espaldas a Dios.
- Es que tendríamos que hacer un análisis...
- ¿Pero un análisis de qué? ¡Por favor!, que esto no es cosa de
palabrería. Si no hay análisis que valga. Si todo esto es mucho más
sencillo. Tú mira a ver, reflexiona cuántas veces se te ha ocurrido
rezar a Dios nuestro Señor por tus padres, por tu padre que es de
una determinada manera y por tu madre que es de tal otra.
Piensa si te merece la pena rectificar o no. Eso es cosa tuya y, con
análisis o sin análisis, lo que te importa saber es si rezas o no. Tú
inauguraste el camino por el que luego han marchado todos los
otros y, en eso, también te cabe algún honor. Te puedo decir que
yo sí rezo por ti todos los días y que tengo la sensación de que no
lo hago bien. Pero yo sigo, como aquel.
Se ha marchado de casa sobre las 6 de la tarde. Ha dicho a su
madre que iba a reunirse con Acevedo para preparar la denuncia a
presentar contra el hombre del bar. A las ocho de la tarde salimos
a dar un paseo su madre y yo y pasamos por la cervecería Joaquín
a encontrarnos con la familia de Cristina y la de Jose, pues
habiéndonos visto con éste nos dijo que estaban allí.
Y fue a él al primero que vimos, sentado en un velador
tomando cerveza y acompañado de una joven. Le hice una
advertencia a su madre. Se había dado cuenta pero pensaba que
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
159
se trataba de cerveza sin alcohol, criterio que desmonté. Supongo
que la chica era algo, lo que sea, de Acevedo, pues al poco vi que
se sentaba en el mismo velador.
Estuvimos un momento con los niños y al poco nos retiramos
a casa, pues estábamos disgustados. Ha regresado a las doce de la
noche y nos ha encontrado cenando. Más exactamente, yo me
había levantado para hacer pis y, al regreso, saliendo él del otro
cuarto de baño, hemos estado frente a frente y me ha dicho:
- ¡Hola!
- ¡Hola!
Se ha sentado a la mesa y parece sofocado. Hay un momento
en que me mira y yo le atrapo con mi mirada. No se puede
esquivar, le estoy mirando por encima de mis gafas.
- ¿Has subido deprisa?
- No, andando normalmente.
- ¿Con quién has subido?
- Con un amigo de Carlos.
- Pues nadie diría que no has subido corriendo. Estás sofocado.
Y de subir andando a paso normal no se sofoca nadie así.
¿Cuántas cervezas has bebido esta tarde?
Se pone un poco pensativo.
- Tres.
- ¿Y cuánto tiempo hace que bebes?
- ¿Ocasionalmente?
- Yo no te he preguntado con matices. Dime sencillamente
cuánto tiempo hace que bebes.
Conversaciones con mi hijo
160
- Como mes y medio o así.
- Yo ya lo había notado. Pero no era ese el pacto que teníamos.
Cuando hace unos días te pregunté qué es lo que bebes, me
dijiste que habías descubierto un té refrescante. ¿Por qué no me
dijiste que también has bebido cerveza?
- Tú no me preguntaste así.
- Lo que yo te digo ahora, claramente, es que nos has
defraudado otra vez más. Que nos estás engañando y que así no
hay forma de esperar de ti nada positivo. Yo no quiero volver a
verte borracho y como te empeñes en actitudes como ésta te
preparo rápidamente un pasaporte y vas a darte de cabezadas
contra las paredes lejos de mí, donde yo no te vea. ¿Te acuerdas
del chapuzón que te di anteayer? Pues ya ves. Aquí está mi hijo el
mayor dándonos otra vez un motivo de alegría, ¡qué gusto!
Bueno, anda, cena.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
161
13 de Junio
Lunes. Ayer domingo, mi esposa y yo hemos regresado de
Porquera, donde hemos estado exactamente desde el anterior
domingo día 5. Estamos los tres sentados a la mesa a la hora de
comer.
- ¿Qué tal se te ha dado la jornada del primer día de la
semana?
- Bien. Sin problemas. Ahora ya estamos a punto de empezar a
pasarlo a tinta. Ya hemos hecho todas las definiciones y estamos a
punto de empezar a dibujar.
- Pero ¿no dibujáis con ordenador?
- Si es que no acabamos de dominar los programas.
- Total. Que estáis jugando al chorro morro.
Se sonríe.
- Creo que tendríamos que organizar el trabajo de un modo
más racional.
Interviene la madre queriendo dar un sentido a ese calificativo
y averiguar de paso si el trabajo que están realizando tiene
relación con un proyecto para fábrica de no sé qué cosa, o para
chalets adosados de los que también ha hablado algo en otra
ocasión.
Se entera de que efectivamente trabajan en el proyecto de
fábrica y que de haber trabajado de la forma más racional que él
defiende, el proyecto de los chalets podría estar ya en el colegio
Conversaciones con mi hijo
162
de arquitectos desde hace no sé cuanto, pero que así todavía no
han empezado a dibujar.
- Lo que confirma, como he dicho, que la técnica que emplean
es la de jugar al chorro morro pica torro.
Vuelve a sonreír con las mismas pocas ganas de antes.
Bueno ¿y qué tal te defendiste la semana pasada tú solito?
Me hice con su mirada y le tuve clavado mirándole por encima
de mis gafas.
- ¿Has tenido algún problema?
Ahora se sonríe un tanto desconcertado.
-No, no, no he tenido problemas.
Le sigo mirando a los ojos.
- ¿De ninguna clase?
- No, no.
- ¿Irías a ver a la señora Katy?
- ¡Ah!, sí hombre.
Saca un papel del bolsillo de la camisa y lee. Gregorio Alonso,
21 de Junio a las siete de la tarde.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Que tienes cita para ese día.
- ¿Sólo o acompañado?
- No, no. Tú solo.
La madre se ha levantado a buscar el segundo plato y mientras
tanto yo he planteado el siguiente tema:
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
163
- Anoche, a pesar de lo poco que yo pude captar cuando
hablabas con Yago, llegué a la conclusión de que te están
poniendo en un aprieto.
Supongo que no esperaba este asalto y al mismo tiempo vio
que se le abría una puerta a la que no sabía como acercarse y se
quedó un poco pensativo.
- Es que es una cuestión de desajuste de fechas. Yo opinaba
que es mejor que lo dejen para Agosto, porque para entonces yo
espero tener unos duros para pagarles el viaje y ellos dicen que
pueden venir ahora tan pronto como terminen el curso y regresar
para la boda de Tavo, que es el 23 de Julio. Y la verdad es que,
bien mirado, teniendo en cuenta cómo lleva Yago el curso, sí le va
a ser necesario aprovechar el mes de Agosto, sí.
- Todo eso está muy bien. Y me parece razonable que esperes
tener unos duros como dices para poder pagarles el viaje e
inclusive parece lógico el intento de que Yago pretenda salvar el
curso trabajando en Agosto, pero eso es sólo una cara del tema,
porque hombre, me parece que será necesario hablar con el
padre de la muchacha, que algo tendrá que decir. Porque mira, yo
puedo intentar, por lo menos, encontrar la forma de conciliar la
conveniencia de todos y hacer, o recomendar, hacer los acomodos
para que así sea, pero claro, eso de andar manejando unas y otras
fechas así por las buenas sin haber dicho nada en casa, no es el
mejor modo. ¿O es que piensas traer a tus hijos y sentarlos uno en
cada hombro y llevarlos puestos encima al estudio y a todas
partes?
Vuelve a sonreír porque no puede hacer otra cosa.
- Es que hace falta un poco más de apertura, hijo. Pero está
visto que tiene que ser todo a base de tirones. Tan fuertes que a
Conversaciones con mi hijo
164
veces tiene uno la sensación de que detrás va a salir hasta la
misma asadura. Tengo la sensación de que anoche no era la
primera vez que has hablado con tus hijos de este proyecto de
venir, y el hecho de que anteayer te haya llamado Jovino para
preguntarte si iban a venir los chavales, ha de tener lógicamente
un antecedente que tienes que haber alentado tú de alguna
manera. Y, como quiera, que no puede ser de otra forma, has
debido de hacerlo de acuerdo con nosotros.
- Pues ya te he dicho que en alguna ocasión les dije algo de
venir en agosto pero sin concretar nada. Ayer por la tarde he
hablado algo de esto con Mary.
- ¿Y a qué conclusión habéis llegado?
- Pues a ninguna, porque yo nada fijo podía decir y, por otra
parte, el programa de ellos también está complicado.
- De acuerdo con mi manera de entender estos temas, tengo
que volver a decirte que tú no estás atendiendo ni medianamente
bien tu responsabilidad como padre de esos niños y que si de
algún modo estás interesado en conservar, como poco, una
relación de amistad con la madre, lo cual parece imprescindible
para que podáis dialogar, lo estás haciendo todo lo peor que se
puede.
Y continúo…
Anoche te oí decir algo así como una queja porque ella no se
pone al teléfono y, claro, si ella no se pone tú no dices, y así la
empresa que tenéis a medias entre los dos, que son vuestros
hijos, queda sin atender. Si en lugar de mantenerte en esa actitud
de conformarte con alguna conversación por teléfono te hubieses
comprometido a una carta a la semana, estoy seguro que ella
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
165
podría haberse enterado de tus inquietudes porque también
estoy seguro que leyó más de una vez la única carta que has
escrito.
- ¿Y, por otra parte, de dónde piensas sacar los duros que
esperas tener en agosto?
- Pues del estudio.
Le vuelvo a mirar por encima de las gafas.
- ¿Quieres que te de mi opinión de otra forma además de
mirarte así? De manera que no habéis empezado a dibujar, que
estamos ya a mediados de Junio, que el colegio de arquitectos en
agosto estará cerrado a cal y canto, y tú esperas tener unos duros
del estudio. Pues no sé con cuánta prisa habréis de trabajar para
que el proyecto quede presentado y retirado por el cliente en el
mes de Julio. Muy raro.
No dice nada a este respecto.
- En cuanto se refiere al problema de Yago, ¡ojalá! fuese
solución válida el recurrir al apretón del mes de Agosto, como ya
viene siendo tradicional. El problema es de otra naturaleza, es
evidente que su sensibilidad está afectada de algún modo y que
esa realidad tendría que preocuparos más seriamente. Y a
propósito de esto, de las relaciones de un padre separado con sus
hijos, te voy a contar el caso de mi primo Zalo. Tú ¿sabes quién es
mi primo Zalo?
- Creo que sí.
- Bien, pues este muchacho fue fraile dominico y colgó lo
hábitos para casarse con una enfermera que le atendía en un
hospital.
Interviene la madre.
Conversaciones con mi hijo
166
- Es el que casó a tío Jesús y ahora ya no es cura.
- Vale como anécdota pero eso no tiene mucho que ver con el
tema que quiero exponer.
- Está bien. Pues ya no volveré a decir nada, replica la madre.
- Si es para decir cosas inoportunas más valdrá. Bien. Cuando
mi primo Zalo me escribió para decirme que se casaba, insertaba
un párrafo que decía "hasta que el matrimonio nos separe", y
efectivamente el matrimonio los separó al cabo de unos años. Es
un caso muy parecido al tuyo. También tiene dos hijos, con la
diferencia de que los de él son hija e hijo. Pues bien, él se sentía
separado pero no terminaba de darse cuenta de que aquella
mujer ya no era suya. La veía con cierta frecuencia y tenían algún
grado de relación de amistad. Ahora recientemente estaban
comiendo los cuatro junto en un restaurante y así, de buenas a
primeras, estando los chavales delante, le ha dicho con la mayor
naturalidad del mundo que no sé qué día de estos próximos
piensa casarse. Y el pobre hombre se quedó como alelado y así
parece que sigue.
Interviene la madre.
- Y no es eso lo peor. ¿Ves? Ya estoy otra vez, y eso que había
dicho que no iba a volver a decir nada. Los chavales ya estaban
enterados y no le habían dicho nada a su padre y eso que ya son
mayorcitos y que se ven con frecuencia.
No hay comentarios por su parte.
- Pues eso. Que cuando la barbas de tu vecino veas pelar... Y
de tu amigo Silva ¿qué? ¿Sigue esperando pacientemente?
- Mientras aguante...
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
167
La madre…
- ¿No decíais que ibais a haber ido Jose y tú a plantar cara al tío
de las barbas? Me parece que Jose tampoco es de esos.
- Hasta que no haya alguien que empiece a dar puñetazos a lo
loco encima de su coche nuevo no pasa nada. Entonces sí.
Entonces se apea y empieza a dar patadas al primero que pilla.
La madre…
Yo no comprendo cómo puede haber gente como el hombre
ese. Él sabe perfectamente que tiene allí un montón de cosas que
no las ha pagado.
- ¿Y qué quieres que haga el bueno del hombre si nadie se las
reclama?
Conversaciones con mi hijo
168
19 de Junio
Lunes. Son casi las tres de la tarde. Estoy trabajando en el
ordenador. Mucho antes ha llamado Manolo. Quiere hablar con
Luis para transmitirle la conversación que ha tenido con Enrique
Uríbarri.
Le ha llamado esta mañana diciéndole que están dispuestos a
prestar a mi hijo la furgoneta de la empresa durante un mes o
mes y medio para que empiece a trabajar en el empleo que le
ofrecen. Pasado ese tiempo, tendrá que disponerse a comprar
coche para seguir trabajando con ellos, dando por supuesto que
haya acuerdo entre empresa y trabajador.
Yo le pongo en antecedentes de la bronca que hemos
organizado el pasado viernes, como consecuencia de que llegó a
casa semiborracho a la una de la madrugada, y de mis dudas
respecto de que sea capaz de salir airoso de una prueba como la
que le propone Uríbarri. Convenimos en que será mejor que sea el
propio Manolo quien le informe de esa conversación, y así acepta
estar en casa en torno a las tres.
- Estás trabajando en el WordPerfect.
- Sí he querido avanzar un poco todos estos trabajos, que se
me están atrasando. Y así descanso un poco de las prácticas con el
Word.
En estas fecha acabo de instalar el Word 6.0 y estoy calculando
posibilidades de comprar un ordenador 486 Dx 2/50, que no me
imponga la lentitud de éste.
- Pues esta mañana no he sido capaz de hablar con Uríbarri. Le
he llamado dos o tres veces y siempre estaba comunicando. Y en
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
169
el estudio también hemos tenido una mañana de mucho jaleo,
con gente y por teléfono. Hemos quedado un poco despejados a
eso de la una y media, pero entonces ya era tarde para él. No sé,
le llamaré esta tarde sobre las cuatro, que supongo que es la
mejor hora. Y ya creo que tengo claro lo que tengo que decirle. A
ver qué te parece. En julio habremos terminado los dos proyectos
en los que ahora estamos trabajando y eso supone para mí unas
600.000 ptas. Cobrar ahora de momento todo no, porque el
proyecto de la fábrica no será retirado del Colegio antes de
setiembre, según nos ha anunciado ya el cliente. Mi idea es
proponerle a Uríbarri que me espere hasta Agosto y el tema
entonces sería perfecto. Yo cobraría un dinero con el que inclusive
me podría plantear lo del coche que exigen para empezar a
trabajar con ellos y lo haría en Agosto mientras Carlos disfruta ese
mes de vacaciones. Además este plan tiene la ventaja de que,
dada la flexibilidad de horarios que me permite la colaboración
con Acevedo, me sería posible atender mucho mejor a los
chavales, cuando vengan dentro de unos días. Que la cosa con
Uríbarri sale bien, pues muy bien .Que no, pues en Setiembre me
vuelvo con Acevedo y todo resuelto. Es perfecto. ¿A que sí?
- Pues hombre, ¿qué te voy a decir? En principio, que eso de la
flexibilidad de horarios tiene para ti otras cuantas ventajas
además de ésa. Y en segundo lugar que perfecto, perfecto, no hay
nada en este mundo. Por de pronto, en ese planteamiento, tú lo
único que haces es pensar en tú conveniencia. No sé hombre. Mi
respuesta no puede concretarse en bien o mal. Yo tengo previsto
charlar un poco contigo, porque a la vista de las últimas
experiencias vividas parece prudente recapitular este período, y
no sé si ello nos llevará o te llevará a ver claro lo más conveniente
Conversaciones con mi hijo
170
en ese tema que planteas. De cualquier modo eso no será hasta
después de comer, así que por ahora ya basta.
Al poco de empezar a comer y en vista de que Manolo no
llegaba, decido informarle que éste había anunciado su visita
porque quería charlar con él. Terminando de comer, al borde ya
de las cuatro y media, decido llamar a Cristina para saber qué es
de su marido. Me dice que ha tenido que ir a Santiago, adonde
estará llegando precisamente en ese mismo momento, pero tengo
oportunidad de hacer que me repita lo que ya me había dicho el
mismo Manolo. Me siento en la butaca de reposar la comida y él
hace otro tanto en el sofá.
- Bueno. Pues Cristina dice lo que sabe, pero a la mejor es todo
lo que Manolo quería decirte. Ha tenido que ir a Santiago y por
eso no ha venido a verte. Parece ser que esta mañana Uríbarri le
llamó y, en principio, se extrañó que aún no te hubieses
manifestado en un sentido o en otro. Creo que fue el mismo
Uríbarri quien le aclaró que tenías plazo hasta esta tarde.
- Bueno, sí. El convenio era hasta hoy, sin concretar si por la
mañana o por la tarde.
- Bien. Siendo por la tarde también es hoy. Bueno, pues dice el
Enrique que han decidido prestarte la furgoneta de la empresa
durante un mes o así para que empieces a trabajar si te interesa.
Si al cabo de ese tiempo ambos decidís continuar la relación
tendrás que pensar en comprar coche, porque no está en su
ánimo prestarte un coche para siempre. Eso es, en síntesis, lo que
dice Cristina que quería decirte Manolo y pienso que, salvo algún
detalle de matiz, no podrá decirte mucho más. Eso es lo que
opino en relación con ese tema.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
171
- Espera un poco, dice la madre, ¿le has dicho ya a papá eso
que decías?
- Sí, ya se lo dije al entrar.
- Antes te dije, y ahora te repito, que teniendo en cuenta las
experiencias vividas desde que estamos juntos, especialmente las
de estos últimos días, creo que es necesario que hagamos una
recapitulación de todas ellas por ver si llegamos a alguna
conclusión práctica incluso en orden a ver lo más conveniente en
este asunto del trabajo.
Continúo…
Desde luego, es verdad que hemos vivido experiencias diversas
con un contenido rico en vivencias nuevas. En principio me
apetece mucho decirte que ha fallado claramente aquel convenio
que hicimos cuando decidí invitarte a venir. Yo no te puse más
condición que la de dedicarte seriamente a rencontrarte contigo
mismo, y tengo que decirte que no has hecho nada en esa
dirección. Hoy estás tan perdido como cuando te encontramos en
aquel bar de Las Palmas. Y en esa situación, la verdad es que no sé
que decirte respecto de la pregunta que me hiciste. Tengo muy
serias dudas de que tú seas capaz de sacar adelante un proyecto
de empresa como es el que te proponen estos señores de
Uríbarri. Si no fuese por la desconfianza que me inspiras sabría
qué decirte. Pero así no. Algo por el estilo a lo que ahora te
proponen fue lo que te confió San José en aquella experiencia de
Madrid y, bien sabes, tu ejecutoria no te dio precisamente
oportunidad para lucirte. Más bien al contrario. Allí quedaste
bastante deslucido. Y tantas otras veces te ha pasado lo mismo,
unas veces por fas otras por nefas, pero siempre por el mismo
Conversaciones con mi hijo
172
problema que te empeñas en no querer reconocer, que no sé por
qué razón ahora iba a suceder algo diferente.
Sigo…
Por otra parte, a mi juicio, tu amigo Acevedo, no es en mi
opinión la mejor compañía que tú necesitas en una circunstancia
como ésta. Eso es verdad. Yo sé cosas de Acevedo que no le hacen
precisamente compañía recomendable. No obstante, estoy
convencido de que, aunque efectivamente las compañías pueden
ejercer un determinado papel positivo o negativo, el problema
básico es tuyo y sólo tuyo. Acevedos que beben ginebra o
demonios vas a encontrarte en cada esquina. Y no es cosa de que
te prohíbas cualquier tipo de convivencia por el hecho de que
beban. Porque tampoco te vas a encontrar por el mundo adelante
a ningún otro gilipollas como tu padre que se ha convertido en
abstemio para no ponerte en la tentación o para no darte que
sufrir. Eso te lo garantizo. Como también te garantizo que como tú
no quieras salir de esa trampa ni el mismísimo Dios te podrá
salvar. Y es que, hijo mío, no sé a que esperas para darte cuenta.
Tienes 45 años, más de la mitad de tu vida gastada, porque... ¡no
pensarás vivir 90 años!
En este momento se sonríe como diciendo ¿y por qué no?
- Y echa un vistazo. Tienes las manos y la vida completamente
vacías. Cuando te invitamos a venir lo hicimos con ánimo de
ayudarte. Yo estaba convencido de que la salida del túnel iba a
tener dificultades porque seguramente no hemos dado con la
purga de San Benito que lo cura todo a la primera. Que habrías de
caer alguna vez yo lo daba por descontado. Pero lo que de verdad
me subleva y me saca de quicio es que no lo reconozcas y que
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
173
inclusive te ufanes de ello, de haber vuelto a beber. Sé que en
alguna ocasión has dicho que has vuelto a beber porque te sale de
los cojones. ¡Qué diferente sería si después de haber bebido por
lo que sea, porque no te has podido resistir o por cobardía,
dándote cuenta de que has hecho mal, vinieses a decirme, mira
padre, he vuelto a meter la pata, pero me propongo en serio no
volver a patinar!
- Te hemos traído con ánimo de ayudarte, y queremos seguir,
haciéndolo, pero no nos amargues la vida. En ese tema, yo no voy
a añadir nada a las palabras que ayer te dedicó tu madre mientras
paseábamos por la playa. No tenían ni tienen desperdicio. Sí tengo
que decirte que hay ocasiones en las que me produces miedo. Te
tengo miedo, hijo. Y creo que ya te he dicho todo lo que quería
decirte. Lo he pensado y meditado seriamente y tengo la
impresión de que he dicho las cosas con claridad y sin ánimo
alguno de ofenderte. Así que vamos a dejarlo ya, porque a las
palabras cuanto más se las soba pierden contenido.
- No sé cómo dijiste antes. Decías algo así como que si no
tuvieses las dudas que dices tener de mí - me parece que no eran
exactamente estas las palabras - que sabrías lo que tendrías que
decirme en relación con lo del trabajo. ¿No puedes olvidarte de
las dudas y decirme lo que piensas?
- Si yo tuviese seguridad y confianza en que no ibas a fracasar
lamentablemente, te diría que aceptes el empleo de Uríbarri.
- A pesar de la diferencia de perras.
- A pesar de eso. Estoy convencido de que para llegar a lo alto
hay que empezar a pisar bien y firme el primer escalón. Y ya me
parece que alguna otra ocasión te he dicho que a mi no se me
caerían los anillos viéndote trabajar de barrendero con el mono
Conversaciones con mi hijo
174
blanco de las hermanas Koplowitz. Es más, estaría orgulloso de ti.
¡Fijaos!, diría, qué hijo más cojonudo tengo. Está en una situación
delicada y se ha propuesto superarla agarrándose a un clavo
ardiendo. Porque no tienes que pensar sólo en ti, amigo. Que hay
más gente a tu lado y no somos precisamente nosotros en los que
tienes que pensar. Que son tus hijos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
175
24 de Junio
Sábado. Hemos comido a la hora acostumbrada, casi en
completo silencio, que sólo se ha roto gracias a los esfuerzos que
para conseguirlo ha hecho mi esposa, comentando cosas de la
comida o alguna anécdota que muy poco o nada tiene que ver con
la situación que nos está tocando vivir.
Por lo general, él se limita a repetir con cierto tono de
interrogación lo que acaba de oír a su madre y en seguida vuelve
la vista a la pantalla de la tele donde procura mantenerse como en
un refugio contra los bombardeos.
Se había levantado pasadas las dos y media de la tarde. Al
amparo de una llamada telefónica que había hecho a casa desde
no sé donde, pasadas las doce de la noche anterior, para anunciar
que llegaría un poco tarde porque le habían liado para cenar en
compañía de unos clientes del despacho de Acevedo, no volvió a
casa hasta cerca de las siete y media de la madrugada.
Al poco de levantarse se ha incorporado a la cocina, donde
estaba su madre preparando la que se dispondría a servir dentro
de muy poco. Algo habló con su madre, no sé qué, mientras
desayunaba como de costumbre y luego entró al baño a ducharse.
Al salir me encontró en la sala, sentado a la mesa camilla, de
espaldas a la puerta, peleando con el ordenador IBM que estrené
ayer precisamente.
- ¡Hola!
- ¡Hola!
Conversaciones con mi hijo
176
He seguido trabajando en silencio para darle a entender que
había moros en la costa, pero ha intentado hacer la vista gorda. Se
ha interesado por saber si había resuelto el problema con el que
estaba pelando al intentar grabar en el nuevo programa el
diccionario suplementario, que consta de setenta páginas y pico,
por lo cual hacía esfuerzos para no perderlo y así poder utilizarlo,
pero recibió sólo un monosílabo.
Hemos comido bien y por lo que a él se refiere con el apetito
acostumbrado. Luego se ha medio tumbado en el sofá, ha sacado
un pitillo del bolsillo de su camisa, se ha puesto de espalda a
nosotros y de cara a la tele y ha dado las primeras chupadas con
fruición, dispuesto a no perder ningún detalle de la película de
aventuras de la tele.
Yo me he recostado en la butaca con ánimo de dormitar, que
no de dormir y me he ayudado del reposapiés con el que me
obsequió Margarita, hace ya no se cuánto. Acaso fue en las
Navidades de 1.994.
Yo me levantado al poco con el fin de lavarme la boca y pensé
acometer el tema al regresar cogiéndolo de improviso, pero
esperé todavía otro poco. Él se levantó y se fue a la cocina
aprovechando el corte de la peli por publicidad. Supuse que iba en
busca de la taza de café que acostumbra a tomar ordinariamente
en similar situación, pero esta vez no la trajo a la sala y tampoco
sé si la tomó en la cocina o no. Y volvió a sentarse, porque la
película había recomenzado.
- ¿Qué plan de vida es el que tienes?
Yo seguía recostado en el sofá, lo que me permitiría mirarle de
frente.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
177
Se vio sorprendido, o al menos lo parecía.
- Pues es que anoche...
- Deja, deja. Que yo no te hablo de anoche. Que no voy a
entrar en tu juego ni a caer en la trampa de preguntarte qué es lo
que has estado haciendo anoche. Tampoco te voy a preguntar qué
conciencia tienes de lo que has estado haciendo porque tampoco
sé que tengas conciencia. Más bien creo que no. Te estoy
hablando del plan de vida que tienes a partir de este mismo
momento.
- ¿Sabes lo que, según se dice, ha dicho Jordi Pujol a Felipe?
Está desorientado, o al menos eso es lo que me parece, y no
tiene ni idea por dónde le llegan los tiros.
- Pues tengo entendido que le ha dicho que las cosas no
pueden seguir así, y eso es exactamente lo que te estoy
planteando en este mismo momento. No sé si recuerdas que en la
bronca que organizamos el pasado fin de semana dijiste algo así
como que sabías que no tenías derecho a crear este tipo de
tensiones. Y es verdad, ni lo tenías ni lo tienes, pero lo cierto es
que las sigues creando. Te he preguntado por tu plan de vida,
pero pensándolo mejor se ve claro que no tienes por qué andar
planteándote zarandajas de ese tipo. Estás toda la noche de
juerga hasta las siete y pico de la mañana. Llegas y encuentras una
cama limpia y fresquita en la que puedes acostarte sin decir nada
a nadie. Te levantas a las dos y media, desayunas, comes con
buen apetito, gracias a Dios, te pones cómodo a fumar, como no
podía ser de otro modo, y a ver la tele esperando la hora de volver
a marchar... ¡Claro!, no sé qué mejor plan vas a poder tener
alguna vez. Pero amigo mío, esto se acaba. Te diré algo muy
concreto. Si no fuese por el respeto que me merecen los niños,
Conversaciones con mi hijo
178
que están a punto de venir, y por el cariño que les tengo, te
estaría diciendo ahora mismo que busques alojamiento para esta
misma noche, porque esto se acaba. Si quieres destrozar tu vida
de la manera que se te antoje no tienes derecho a hacerlo, pero
no me obligues a ser testigo. Hazlo donde yo no te vea y
márchate antes de que tenga que echarte. Todavía te diré más.
No me obligues a informar a tus hijos de las tensiones a que nos
estás sometiendo durante esta temporada, pero también te
advierto que por pequeña que sea la próxima ocasión que me des,
les diré lo que está pasando, porque tienen derecho a saber cómo
es su padre. Y por ahora nada más.
Yo seguí recostado intentando dormitar. A pesar de que había
intentando y conseguido mantener un aceptable grado de
serenidad, este tipo de manifestaciones no se hacen con la
serenidad de espíritu de quien se dispone a ver llover
placenteramente.
Él se mantuvo muy serio pero poniendo mucha atención a la
película. Luego se retiró a la habitación de Margarita y allí sigue
oyendo el tablero deportivo de fútbol y no sé si haciendo alguna
otra cosa.
Al final de la tarde, cuando su madre y yo íbamos a El Corte,
supe que mientras tomaba el café del desayuno, le había contado
cómo después de cenar con los clientes de Moaña, Carlos y él se
habían sentado en el velador de un bar a tomar un café y
charlando, charlando, de unas cosas y otras, de la vida, de sus
tiempos de estudiantes y tal, se les había pasado la noche sin
darse cuenta, pero con la mayor serenidad y tranquilidad que
nadie pueda imaginar. De lo que no dijo nada, al menos su madre
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
179
no me lo contó, ni yo se lo pregunté, es de lo que habían bebido
durante tan serena y agradable velada.
Conversaciones con mi hijo
180
Carta, 23 de julio, Porquera
Querido Luis Ángel:
Ayer tarde te he puesto un SMS por el móvil. Si como supongo
lo has recibido – aunque bien es cierto que cualquiera sabe,
porque a ver quien es el majo que se atreve a opinar con alguna
esperanza de acierto sobre alguna cualquiera de tus circunstancias
– te habrás dado cuenta de que lo único que pretendía era dar una
especie de campanillazo de atención – no en la cabeza no, sino en
tu conciencia –, algo así como quien dice sin llegar a gritar y sin
cabreo alguno, “OYE TU, SEÑOR HIJO, QUE SEPAS QUE SEGUIMOS
VIVOS, GRACIAS A DIOS, Y QUE SEGURAMENTE PORQUE ASÍ LO
QUIERE EL MISMO DIOS, SEGUIMOS QUERIÉNDOTE”
Para qué te voy a decir algo que tú sabes mejor que
nosotros – es un suponer –, que al igual que todos los anteriores, –
si bien cierto es que no han sido por millares –, a este mensaje de
ahora también le ha correspondido la suerte de quedarse sin
respuesta. Bien, pues si así son las cosas porque así las quieres tú,
así las tendremos que aguantar, y punto.
. Que sepas que llevamos una semana por estas tierras, que
siguen siendo queridas a pesar de su dureza, con la intención de
comprobar si se disponían a colaborar en la recuperación de la
salud de mamá, que no va mal pero que avanza muy poco a poco,
y ya veremos hasta cuando aguantamos, pues los servicios
sanitarios de los que sigue estando necesitada, se obtienen por
aquí con muchas más dificultades que en Vigo. Pero ya veremos,
porque tampoco es cosa de rendirse a las primeras de cambio. En
el viaje de venida nos acompañaron todos los Cristinitos y justo a
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
181
la mañana siguiente emprendieron viaje a Holanda, con la
obligada visita a París. Ahora hace unos minutos nos han dicho por
teléfono que estaban saliendo de París y que esperaban poder
llegar esta noche, aunque tarde, para dormir en casa. También
estos días estamos teniendo por aquí la proximidad de la familia
de Carlos, aposentada en la casa de la abuela Emilia con excepción
de Araceli, quien con permiso de sus padres ha decidido venir a
estar con nosotros. De todo el resto de la familia los únicos que
ahora se encuentran por aquí son los tíos Emilio y Ángeles. Al tío le
estamos dando la tabarra padre. Resulta que, como consecuencia
de las fuertes heladas, se reventaron algunos tubos y cierres de las
cañerías y se llegó a producir una muy respetable inundación de la
casa. Hay paredes, de las de adobe, que amenazan con no querer
secarse hasta que San Juan baje el dedo, y me parece que eso va
para largo. Hasta que eso suceda no será posible acometer la
reparación necesaria en paredes y techo de la cocina.
Anteayer he dirigido un a carta a tus hijos aprovechando el
Santo de Yago. Hace ya alguno días, aunque cierto es que por
casualidad, porque el teléfono se dirigió a él sin que nadie se lo
ordenase, hablé un ratillo con Marcos. Jolines, ¡qué familia!
Cortados todos por el mismo rasero. De padre gato, hijos
michines. La única que por se salva es Margarita.
Y, por fin hijo, quiero decirte que no soy yo quién para
quitarte la libertad de seguir haciendo lo que te venga en gana. Es
Dios mismo quien respeta tu libertad. Puedes hacer lo que quieras,
en eso puedes más que el mismo Dios. Escucha a San Agustín: Dios
que te creó sin ti no te salvará sin ti. Un abrazo
Conversaciones con mi hijo
182
11 de Septiembre
Son las 12 menos 10 de la noche. Estamos cenando mi esposa
y yo. Hemos empezado sin él pasadas las once y media. Llega,
pronuncia un “buenas noches” que se confunde con el ruido de la
televisión.
Es de considerar, o mejor dicho, no se puede perder de vista
que el retraso ha empezado a ponerme nervioso. Mañana será su
45º aniversario y tengo la sensación de que el retraso no es
precisamente el mejor pórtico para lo que, en circunstancias
normales, debería ser motivo de celebración festiva.
Va a la cocina. Toma un plato con pescado frito que para él ha
preparado su madre y viene con él a la mesa, a la que se sienta,
como de costumbre a mi izquierda. Durante unos minutillos,
nadie, ninguno de los tres decimos nada. Es él el que empieza a
hablar.
- ¿Habéis oído hablar vosotros de un coreano o japonés, no sé
bien lo que es, que practica eso que se llama ..., bueno no sé, pero
desde luego no es médico ni nada, y que según parece hace
maravillas en cuestiones de rehabilitación de miembros o cosas
así?. Es que ahora, al salir, una amiga de Carlos, con la que nos
hemos encontrado, nos ha estado hablando de este hombre.
No puedo concretar si dijo que era la tal amiga de Carlos quien
se proponía consultar personalmente con ese supuesto
“arreglalotodo”, o si lo que pretendía era servirse de algún
familiar o conocido como conejillo de indias.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
183
- Yo le dije que bueno, que muy bien, que me interesa, muy
mucho, conocer el resultado para ver si podemos hacer algo con
la mano del chaval.
- La madre. ¿Será algo así como eso de la acupuntura que ya le
han hecho, no?
- Pues creo que no. Este trabaja sólo con sus manos.
- A propósito, hablando de los chavales. No has dicho nada de
lo que te contaron ayer noche. ¡Qué bárbaro! ¡Qué capacidad de
comunicación tenemos! Bueno. Dices algo si te parece, que
tampoco es cosa de que te dispongas a violar algún secreto de
familia por nosotros.
- Bueno, pues que al mayor le quedaron dos asignaturas
pendientes. Las matemáticas y otra.
Dijo cual, pero yo no la recuerdo.
- Pasa a segundo, pero con esas dos pendientes.
- ¿Y el chaval qué dice?
- La madre se dispone a responder en nombre de su hijo. Una
mirada a tiempo es suficiente para hacerla entender que es mejor
que responda el que ha sido preguntado.
- Me ha prometido aprobar las dos en febrero. Al principio me
dijo ¡ya estoy en segundo! ¡Vaya hombre, que sea enhorabuena!,
le dije, y en seguida, al mamón de él, no le quedó más remedio
que aclararme lo de las dos pendientes.
- ¿Y tú qué piensas de todo esto?
- Que hay un despiste general.
- En el que te incluyes, claro.
- Digo que es un despiste general, y si es general, es de todos.
Conversaciones con mi hijo
184
Al pronunciar general acciona con sus manos dándoles un
movimiento envolvente, globalizador.
- ¿Pero tú te consideras inmerso en ese despiste general?, sí o
no.
- Me miró tristemente, al menos así me lo pareció, y no le
quedó más remedio que decir que sí.
- Pues hijo, no sé a qué esperar para empezar a orientarte,
porque yo estoy viendo cómo el tiempo pasa y tú sigues tan
estancado como al principio.
- Yo también la veo.
- Pero no haces absolutamente nada para que cambie tu
situación. ¿Qué tal son tus relaciones con Carlos?
Hace un gesto de perplejidad. No capta la intención de la
pregunta.
- Normales.
- Tú ahí estás, amarrado a ese clavo, no sé si ardiendo o
congelado, y de ahí no hay quien te mueva.
- No es un clavo ardiendo ni congelado, es el único clavo.
- Bueno, pues ese único clavo terminará dándote en las
narices. Ya lo verás. Y además ¿qué es lo que haces para encontrar
otro? ¿Recuerdas lo que te dije hace dos meses o más?
- Hace un movimiento afirmativo con la cabeza.
- Pues ya ves. Entonces mucho que 600.000 ptas. y no sé qué
otras historias. Y ya ves. Tú ¿qué sabes de la situación económica
de ese Carlos?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
185
- Hombre, él gasta dinero. Y como comprenderás, yo no le llevó
su cuenta corriente.
- Ni yo tampoco, pero sé que anda mal de dinero. No sé si tan
mal o acaso peor que tú.
- Se sonríe como diciendo ¡qué bobada!
- Pues sí, mira, porque tú no lo tendrás, pero que yo sepa
tampoco lo debes.
- ¿Quieres decir que tiene deudas o así?
- Digo sencillamente que no cumple sus obligaciones de pago.
Pero no preguntes más, porque no pienso añadir ni una sola
palabra. Y ¿entonces, siguen entrando encargos en esa oficina?
- Pues ahora anda él con una cosa nueva, que es posible que
salga. Seguramente has oído hablar alguna vez de una finca en la
que se criaban visones. Pues en esa finca se pueden llegar a
construir un montón de viviendas.
No recuerdo bien si dijo 70 ó 700.
- … Esa operación daría trabajo para más de un año y sólo falta
que se lleve a cabo la operación de compra.
- ¡Ah!, pues entonces no falta casi nada. Ese es un detalle sin
importancia. Y ¿qué pasa, es que tú no vas a participar en ese
proyecto?
- ¿Por qué no? Lo que pasa es que Carlos está reuniendo
información y yo estoy trabajando en este otro de la fábrica a ver
si se termina de una vez.
- ¿Y del pequeño qué?
Conversaciones con mi hijo
186
- Nada. Muy bien. Que se aburre y que tiene ganas de que
empiece el cole. Parece que un día de estos de atrás le mordió el
perro.
- La madre.- Yo no sé qué gusto tienen en tener un perro en
casa. Si fuese en una finca, bueno. Pero así...Hasta olerá mal la
casa y todo.
- Yo ya les he dicho que lo mejor es que lo lleven a La Cumbre.
Marcos, me decía, tú yo nos entendemos, padre, pero mi
hermano... es que el perro es de él.
- Lo que ocurre es que al margen de eso, al pobre animal, el
mismo Marcos se las suele hacer pasar canutas. En aquellos dos
días de enero, le hizo todas las judiadas del mundo y el bicho se
conoce que se está cansando y, harto ya de aguantar, le habrá
lanzado esa dentellada. Por lo demás es un animal pacífico y
paciente, pero a base de esa educación terminará siendo educado
para matar, como dicen que les sucede a los doberman.
Se sonríe.
- Sí es verdad, sí. Marcos le hace rabiar mucho. ¡Ah! Y no os he
dicho, o ¿sí os he dicho?, que Marcos ganó en el campeonato de
“Optimist” que es una modalidad de navegación a vela.
- Tú sabrás cuando nos lo has dicho.
- ¡Claro!, si no estabais aquí.
- La madre. ¿Y Yago no participó?
- Yago tenía otro tipo de ocupación.
- Y por fin, ¿qué pasó con todo aquello de la vacuna
extraviada?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
187
- Pues que me mandaron la factura de lo que había costado la
vacuna y yo hice una carta de reclamación incluyendo ese importe
más los gastos de envío. Luego dije que el hecho de haber tenido
que interrumpir la aplicación y conseguir nueva vacuna suponía
un trastorno cuya evaluación para mí era muy difícil y que dejaba
al buen criterio de Seur. Mandaron a una chica a buscar la carta y
después no he vuelto a saber nada.
- O sea, ¿que Seur mandó aquí a casa a una chica a buscar tu
carta? ¡Qué raro!
- La madre. Que sí. Que vino una empleada a buscar la carta.
Parece ser que es la que se ocupa de esas cosas de reclamaciones.
Que ahora está de vacaciones y se supone que es por eso por lo
que no se sabe nada.
- ¡Caramba! ¿Y cómo es que sabes tú todo eso?
- Pues porque me lo dijo él esta mañana precisamente.
- ¡Vaya! Pues sí que os tenéis bien calladas los dos las cosas.
- Mi esposa tuvo alguna intención de replicar, pero prefirió
callarse.
- Y la vacuna por fin ¿sirvió o no sirvió?
- Sí, sí que sirvió. Que por cierto Margarita se enfadó mucho
cuando yo le pregunté que cómo sabía que servía, que quién se lo
había dicho. Te digo yo que sirve y basta, me dijo gritando. Parece
ser que se lo había dicho el farmacéutico que la había hecho.
Bueno, para el chaval sirvió, pero para Seur no sirvió.
- Ya. Y ¿qué dice Margarita de Yago?
- Pues es que ayer no pude hablar con ella. Se cortó la
conferencia cuando hablaba con Marcos. Pero sí tengo previsto
Conversaciones con mi hijo
188
hablar con ella, porque hablar sólo con el chaval puede no ser
suficiente.
- Creo haberte oído decir que le has escrito. No te ha
contestado, claro.
- ¡Vaya panorama! Tengo la impresión de que mañana se
cumplirán 25 años...
- La madre. ¿Cómo veinticinco años? ¡Qué más quisiera!
- Digo que mañana se cumplirán 25 años de vida perdida.
Porque éste empezó a perderse allá por los 20 años, o acaso un
poco antes. Y el caso es que a lo mejor esperas que mañana te
felicite. ¿Qué te parecería si mañana voy a tu lado y te digo que
deseo que seas muy feliz?
- Pues me parecería un rito.
- ¡Una música celestial! Y la verdad es que yo siento deseos de
que seas feliz. Pero ¿cómo puedo decirte algo así si no eres capaz
de hacer algo para empezar a ser feliz?
- Hace algún tiempo he tenido alguna conversación con un
hombre que va por el despacho y que se dedica a gestionar
subvenciones para reforma de casas y cosas así. Me asegura que
puede influir para que se me asignen algunas de esas obras, para
las que él consigue las subvenciones. Yo le he dicho que bien, pero
que primero me parecía bueno estar una temporada con este
Uríbarri para entrar en contacto con proveedores y con gente del
sector, y tener así una especie de carta de presentación. Él insiste,
y dice que no sea tonto, y que empiece a trabajar para mí. Así que,
vistas como están las cosas, un día de estos le diré que vamos a
sentarnos a charlar.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
189
- Pues muy bien. Y ¿de la señora Katy qué? ¿Has vuelto a verla?
- Pues no. La llamé no sé que día y no me cogió nadie el
teléfono. Supuse que estaría de vacaciones.
- ¿Ves? Pues otra apuesta que tengo ganada contra mí mismo.
Aposté 5 contra 1 con el otro yo a que no habías vuelto a verla, y
ha ganado el otro yo, que sigo siendo yo mismo. Bueno, pues ya
verás, cuando te decides a salir de ese túnel en el que tú mismo te
consideras prisionero de no sé quién. Pero te prometo que te
hace falta asomar la cabeza al exterior y respirar.
- No hay comentarios.
- Y ¿qué has vuelto a saber de aquel tal Sr. Silva, amigo de
Mary, que te suministró aquellas cosas para el famoso bar?
- Pues nada.
- Es claro. Está apañado aquél que se atreva a confiar a ese
pollo la administración de su hacienda.
- La madre. Y ahora como ya no está aquí Mary que era la que
le daba negocio.
- Pues razón de más para que hubiese intentado cobrar lo que
se le debe. Pero...
Conversaciones con mi hijo
190
12 de Septiembre
Martes. 9,30 h. de la mañana. Entra en pijama en la cocina
mientras yo estoy desayunando. Me acerco a él, le beso y le digo,
“bueno lo dicho”. Se sonríe a medias y pregunta “¿pero lo dices...?
“Sinceramente, como siempre”, contesté. Luego he sabido que su
madre le entregó a continuación la camisa que para él habíamos
comprado el sábado por la tarde.
A la hora de comer, se ha sentado a la mesa: El menú ha sido
“langostinos”, “buey”, “bacalao a la bilbaína”, “pasteles” y
“fruta”. Nada de todo este extraordinario ha merecido para él, al
menos que yo sepa o haya podido oír, comentario alguno. Todo
normal. Viva la vida y la tranquilidad.
20/9/95 - Miércoles - Estamos los tres sentados a la mesa a la
hora de comer. En la televisión está la Vuelta Ciclista a España, a la
que, cómo no, presta una muy decidida atención.
Yo siento necesidad, desde hace unos días, de hacerle unas
preguntas. Cuando me incorporaba a la sala, donde me
esperaban, cerca de la mesa que está servida para comer, me ha
parecido captar que estaba dialogando con su madre sobre el
tema que a mí me interesa plantear y, bien sea porque ya habían
hablado todo lo que tenían que hablar de lo que fuese o por
cualquier otro motivo, el diálogo ha concluido coincidiendo con mi
llegada. Todo ello, de alguna forma, ha supuesto para mí una
pequeña contrariedad a modo de bloqueo psicológico. Hemos
iniciado la comida sin más comentarios que algunas alusiones al
desarrollo de la Vuelta Ciclista.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
191
- Tengo entendido que tu amigo el Sr. Silva te anda buscando
desde hace unos días.
La madre me había dicho que el sábado pasado, cuando
estábamos a punto de partir hacia La Coruña, se recibió en casa
una llamada de ese señor preguntando por él. Advertido de ello
pidió a su madre que dijese que había salido.
- Sí, ya sé. Me dijo mamá que había llamado el otro día.
El tema le ha cogido de sorpresa y su tono se ha vuelto opaco.
- Y tú ¿qué? ¿Agachando la cabeza para ver si así se le vuelve a
olvidar que existes?
- La madre. Dijo que te llamaba porque se había encontrado
con el albarán.
- Pues la verdad es que a mí se me había vuelto a olvidar. Me
acuerdo ahora porque lo mencionas.
- Ya veo, ya. Supongo yo que eso debe ser consecuencia de que
no tienes problemas de conciencia o que estás bien dispuesto
para el olvido.
- Yo no he dicho que esté dispuesto a olvidarlo.
- Es verdad. Eso lo acabo de decir yo en el terreno de las
suposiciones. Pero tú sí has dicho que se te había olvidado que te
llamó el pasado sábado y... ¿antes qué? ¿Es que acaso lo has
tenido muy presente?
No hay respuesta. Y escapa a refugiarse en la Vuelta.
- ¿Y por fin, vais a entregar alguna vez ese proyecto en el que
dices que estáis trabajando?
- Pues eso le estaba contando a mamá. El propietario nos
estuvo dando el coñazo ayer durante todo el día. Nos llamó no sé
Conversaciones con mi hijo
192
cuantas veces y hoy, que es cuando tenía que venir, no se ha
presentado.
- La madre. Desde luego hay que ver qué informal es la gente.
Son todos iguales. El caso es que dicen que sí, que sí, y luego...
- Pues es que esta tarde tendremos que vernos con el
contratista para discutir el presupuesto y no vamos a saber sobre
qué partidas, porque este hombre todavía no se ha definido sobre
lo que realmente quiere construir. El otro día me llamó y me dijo,
oye Luis, ¿en cuánto se me va a poner eso? Yo le contesté, mira
Jesús, antes de saber lo que podremos arañar con el contratista, a
precios de mercado, la ejecución de todo el proyecto se pondrá en
sesenta y tantos ..., bueno, pon setenta millones. Pero si yo sólo
tengo cuarenta millones, fue lo que me contestó. El caso es que
este hombre, cuando encargó el proyecto llegó diciendo que
quería una cosa que se haría notar, que quedase bonita, vamos,
que fuese algo importante. Y ahora dice que cómo puede ser que
un galpón cueste 70 millones. ¡Pero que no es un galpón,
hombre!, le he dicho. Es un galpón, es el jardín y son muchas
cosas más. Yo hubiese preferido que esto lo hubiese hablado con
Carlos, pero no estaba cuando llamó.
- La madre. ¿Y le habéis puesto el suelo caro ese, que decías el
otro día?
- No, no se lo hemos puesto.
- La madre. Pues si se le llegáis a poner, ¡menuda! Bueno, pues
si sólo tiene cuarenta millones, tendrá que empezar a quitar cosas
del proyecto.
- Pues, claro, tendrá que empezar a decir esto, y esto, y lo otro
lo dejamos para luego. Y después de saber qué es lo que quiere
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
193
hacer, podremos empezar a discutir precios con el contratista.
Además también tiene que decirnos si quiere que en la memoria
le fijemos los precios reales de contratación o que se los inflemos.
- ¿Y para qué le puede interesar al propietario que presentéis
un proyecto con precios superiores a los de contratación?
- Pues para cosas de subvenciones o así. ¡Ah!, por cierto, ya sé
por qué decías aquello de Carlos. ¿Tiene relación con una letra?
Y continuó…
A propósito del ordenador, que por fin le ha mandado
devolver, porque ha seguido dándonos la lata, el otro día se volvió
a estropear...me dijo, tú tienes mucha confianza con el Banco de
Galicia, pero menuda faena que me ha hecho el Banco de Galicia.
A ver si me acuerdo bien cómo fue lo que me contó...
- ¡Ah!, ya. Como quiera que el ordenador no ha funcionado
bien desde el principio, dio orden al Banco de que no pagasen la
letra, pero el Banco no hizo caso y la pagó y... ¿cómo, cómo ha
sido? ¡Ya, ya! Creo que es así. Que después el Banco ha pasado
nota al RAI.
- Bueno, mira. El pasado día te dije que sobre ese tema no te
iba a decir ni una palabra más y ahora sigo en la misma
disposición. Del tema que hablas te diré, en principio, que no
tiene pies ni cabeza. Al RAI se le pasa nota de las letras aceptadas
que han resultado impagadas. Pero si ésa fue pagada, no veo
cómo se puede haber pasado nota de lo contrario. En fin, no sé.
Lo que yo si sé de antiguo, es que el Banco tuvo que cobrar del
padre un crédito que avalado por él, no había forma de cobrárselo
a Carlos. Lo que sé reciente no tiene nada que ver con ese cuento
de la le
Conversaciones con mi hijo
194
24 de Septiembre
Domingo. Es cerca de la una de la tarde. Su madre y yo
volvemos de misa. Desde la acera, la madre se da cuenta de que el
hijo está en el balcón.
- Mira. Se conoce que Luis se ha puesto a quitar el barniz de la
madera.
- Ya veo. Pero no sé qué cosa es la que la que está utilizando.
No sé que es eso que brilla tanto.
Sin más comentarios nos fuimos en busca de la prensa de fin
de semana y ya de paso aprovechamos para dar un paseíto corto
por la zona. Volvemos pronto a casa después de haber comentado
que bien podríamos habernos acercado a dar una vuelta por
Samil.
Ya en casa me acerco a la ventana del balcón donde veo que la
herramienta que utiliza para quitar el barniz es un machete de
cocina, de los que se utilizan para partir carne, principalmente.
¡Mira qué herramienta más adecuada tiene el hombre para sacar
el barniz!
- No tenemos una espátula ¿verdad? La he buscado por todas
partes y no la encuentro.
- Pues no la tenemos, no. De todas las formas, ya te he dicho
que lo normal para quitar el barniz es la lija y, por tanto, no sé por
qué no entiendes que ni la espátula, ni mucho menos ese
machete, es lo adecuado. Claro que acostumbrado a no hacer
caso de nada de lo que se te dice, no tiene nada de extraño que
tampoco lo hagas en esto.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
195
Me mira sin hacer ningún comentario y sigue rozando las
maderas del techo del balcón con el machete. Me retiro de su
lado para no dar lugar a más discusión. Al poco rato siento que
tengo que volver y efectivamente le encuentro insistiendo en su
actitud.
- Jolín, amigo, ¡qué capacidad de resistencia! ¿Es que no ves
que trabajando de esa manera, aparte de que vas a poner la
madera hecha una pena a base de hachazos, cogerás unas
agujetas en el pescuezo y en los brazos que te va a llevar la
trampa? Creo que lo que mejor puedes hacer es dejarlo, salvo que
prefieras continuar ese trabajo como penitencia y satisfacción por
tus pecados.
Se sonríe.
- Ya te tengo dicho que el lijado del barniz se puede hacer bien
y cómodamente poniendo un disco de lija al taladro. Supongo que
tu hermano Jose sigue teniendo uno que ya me prestó una vez
cuando barnicé esta parte del frontis.
Terminando de comer ha sonado una llamada telefónica que
ha atendido él. Ha vuelto a la sala diciendo que era Jose y que sí
tiene el disco. Al poco rato, ha llamado en la puerta de la calle
para entregar el disco de lija, el taladro y una espátula.
- ¿Tienes algo para afilar los escoplos?
- ¿Para qué quieres afilar los escoplos?
- No, si no quiero afilar los escoplos. Quiero afilar esta espátula
para dar primero con ella una pasada al barniz. Es que si no el
barniz se pegará en el papel de lija y luego patinará. Es que sólo
tenemos el que está puesto y estos otros dos pliegos.
Conversaciones con mi hijo
196
- Pues es que nada de eso hace falta. La espátula se podría
afilar con una lima, pero insisto en que eso no es necesario. A ver,
déjame eso.
- ¿Tenemos un alargador?
- Sí.
Voy a buscarlo y vuelvo con él. Monto el disco en el taladro,
hago una prueba y veo que funciona bien. El disco no se debe
aplicar plano sobre la superficie a lijar. Es mejor hacer así,
aplicando sólo el borde.
- La madre. ¿Y por qué no se puede poner plano?
Señalo con el dedo el mecanismo metálico que atornilla el
disco al taladro y supongo que me entendió. Continúo
funcionando otro poco para demostrar cómo hay que hacer.
- ¿Qué te parece?
Sonriendo.
- Pues bien.
- Bueno, pues sigue.
Yo regreso a mi butaca y pretendo seguir dormitando un
ratillo, pero no soy capaz. Oigo cómo el disco de lija chirría al rozar
contra las cabezas de algunos tirafondos que de vez en cuando se
asoman sobre el entablado del techo. Me incorporo, voy a ver y
veo que el disco de lija está destrozado.
- ¿Qué te pasó?
- Que se me ha debido agarrar con un clavo y se ha hecho
ciscos.
- Pues hay que tratar de evitar los clavos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
197
- Sí, pero hace falta verlos para poder evitarlos.
- Lo que yo te digo es que hay que procurar hacer las cosas
bien, que no se trata de tirar adelante sin más.
Coloca en el taladro uno de los dos discos de lija que le quedan
y se vuelve a situar en la zona del principio, donde ha estado
lijando mucho rato antes. Después de un ratillo me asomo
nuevamente y veo que imprime al taladro un movimiento de
rotación, unas veces a la derecha y otras a la izquierda, y que no
avanza en absoluto. Decido asomarme nuevamente diciendo en
alta voz, ¡qué mal arte se da el jodío!
Al verme me muestra el disco de lija. Está inservible.
- Que no se trata de eso hijo. Que no es así. Que estás
mareando al taladro con esos movimiento de rotación que le
imprimes y que lo que consigues es eso que me muestras. Desde
luego, yo no sé si con el cartabón y el tiralíneas serás capaz de
ganarte la vida, desde luego, con una herramienta las ibas a pasar
muy canutas. Que lo que tienes que hacer es mucho más sencillo.
Pasar el disco a lo largo de cada tabla y listo. Que no hace falta
que las pulimentes, que con quitarlas el barniz es bastante. Es que
además, fíjate. Ya sólo te queda un disco de lija y casi no has
hecho más que empezar el trabajo. A este paso, tienes tarea para
toda la semana.
He salido de su lado y me he venido junto al ordenador para
hacer estos apuntes. Al cabo de un rato largo he vuelto. Eran
cerca de las siete y media de la tarde, primer día del horario de
invierno, y estaba ya casi anochecido. Había tenido que
confeccionar nuevos discos de lija tomándola de los pliegos que
tenía en mi caja de herramientas. Esos discos se gastaban primero
Conversaciones con mi hijo
198
que los especiales, pero había avanzado considerablemente la
tarea y su ejecución había mejorado.
- Bueno. Ya sólo me quedan unos remates, pero ya no se ve.
Ha barrido la terraza. Para ser de noche le que ha quedado
aceptablemente bien y ha recogido las herramientas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
199
30 de Septiembre
Sábado. Sobre las 12 menos cuarto de la mañana me he
cruzado con él. Acaba de salir del cuarto de baño y se acerca a la
terraza desde la que estoy saliendo con el recogedor del polvo
lleno de virutas sacadas del banco de carpintero.
Antes de retirarlo al trastero, he querido cepillar con la
intención quitarle la suciedad que la intemperie durante años ha
acumulado sobre él, y de las raspaduras de la pintura blanca que,
completamente deteriorada por efectos de haber acompañado al
banco en la misma situación de intemperie, daban a una pobre
banqueta un aspecto deplorable.
Hace una semiexclamación de sorpresa por la extraordinaria
carga del recogedor, a la que hay que interpretar como saludo de
buenos días, puesto que eso es todo lo que dice, al que yo
correspondo con un sonido de muy imprecisa y difícil definición.
Se asoma a la terraza, no hace manifestación alguna y, a
continuación se dispone, en la habitación de Margarita, a ordenar
los papeles y que tiene esparcidos sobre la mesa y el banco de
carpintero que allí está, así como a quitar el polvo de todo ello.
Pienso que bien, que más vale tarde que nunca, y yo, después
de haber ordenado provisionalmente las cosas de la terraza, me
dispongo a asearme para ir a misa.
Estando en el dormitorio he oído una llamada telefónica. He
supuesto que se trataba de la llamada que el tal Sr. Silva había
anunciado el día anterior en otra llamada que había atendido la
madre y no he hecho intención alguna de recogerla. La madre ha
Conversaciones con mi hijo
200
salido a la peluquería. Por fin recoge él la llamada. Después de un
ratillo me dispongo a salir. Él no me ha hecho manifestación
alguna.
- ¿Quién era el que llamaba?
- Silva.
- ¿Quién?
- Silva, Silva.
- ¡Ah sí!, era Silva. Bueno, hasta luego.
- Hasta luego.
A la salida de misa he ido a comprar un bote de pintura para la
banqueta, papel de lija y alguna cosilla más y he regresado a casa
coincidiendo con su salida para dar una vuelta o yo qué sé. La
madre ya ha regresado y está en la cocina preparando la comida.
Hablamos de algunas cosas en relación con sucedidos en el
entorno vecinal y después acometo el tema.
- ¿Te ha dicho tu hijo que por fin le encontró el tal Silva?
- Pues sí.
- Pero ¿cómo ha sido? ¿Te lo ha dicho espontáneamente o se
lo has preguntado?
A continuación, le comenté cómo no hice nada por recoger la
llamada que se había recibido, que suponía que era del tal Silva, y
que si quise saber de quién era tuve que preguntárselo, que fue lo
único que me dijo porque fue lo único que le pregunté.
- Pues yo se lo pregunté normalmente porque él ya sabía que
le iba a llamar.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
201
- ¡Ah sí! ¿Pues cuando se lo habías dicho? Yo estaba
convencido de que no sabía nada de su última llamada. Al menos,
anoche, delante de mí no le dijiste nada.
- Pues no sé, ahora no me acuerdo cuando se lo dije. Además
no sé qué más dará.
- Y entonces en qué ¿han quedado?
- Creo que han quedado en verse el lunes para hablar. No era
el Silva el que llamó. Lo hizo otro en su nombre y parece que han
quedado en eso.
- Desde luego... En fin, no sé cómo te diga que creo que hay
determinadas cosas que hablas con tu hijo que deberías hacerlo
delante de mí. Porque a lo mejor es prudente intervenir de alguna
forma.
- ¿Y luego qué? Porque anoche ahí estuvo hablando una serie
de cosas delante de ti y tú ni siquiera abriste la boca.
- Es verdad. Porque tendría que disentir de la serie de cosas
raras e incoherencias que decía seguro que para darte gusto a la
oreja, a juzgar por la complacencia con la que tú las escuchabas.
- No sé por qué dices eso. Yo creo que vale más escucharlas
con complacencia como tú dices, que quedarse callado como un
muerto, que es lo que tú has hecho.
- Ya te dicho que anoche estuve callado porque no me pareció
prudente entrar en discusión él y tampoco podía aceptar sus
manifestaciones a pies juntillas como tú hacías. Mira, en principio,
es bastante improcedente que sabiendo que el cliente anda
escaso de dinero, proyecte unas ventanas que, a juicio del
arquitecto jefe, hay que suprimir porque son excesivamente caras.
Y como toda justificación dice que si, que es verdad que son caras,
Conversaciones con mi hijo
202
pero que si a la obra se le ponen unas ventanas corrientes pierde
su atractivo y el detalle de calidad. Nada, que una vez más, veo
que este hombre anda perdido detrás del lucimiento personal en
detrimento del sentido práctico.
Continúo diciendo…
Luego anduvo faroleando con eso de que ha pensado
proponerle a los de Uríbarri que le estudien un presupuesto, cosa
que me apostaría algo a que no hará nunca y, si no, al tiempo. Y
por fin, eso que dijo que un día de estos se va atrever a decirle al
cliente que la obra la lleva él, porque a ver quién conoce la obra
mejor que él y además de verdad. Se conoce que está esperando a
tomar carrerilla para decírselo. Y eso que un poco antes estuvo
hablando de que es el mismo tiempo el que se tarda en ejecutar
una obra más grande que otra más pequeña siempre que se
tengan los recursos financieros suficientes. Se conoce que en eso
está fuerte ahora.
- Pero con eso de llevar la obra querrá decir como jefe de obra
o como encargado, no como contratista, pienso yo.
- No sé mujer. A lo mejor es así. Pero a veces, como en este
caso, tengo la sensación de que estamos metidos en una guerra
de sordos. A lo mejor es que no hay otro modo de llevar un tema
como éste y al final, cualquiera sabe cuál será el resultado. A lo
mejor hasta sale bien, pues también una vez un burro hizo sonar
una flauta. Pero yo tengo muchas dudas de que exista un sistema
peor que el que nosotros estamos empleando, no sé si por
casualidad, para intentar resolver un problema como este.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
203
18 de Octubre
Miércoles. Al regresar a casa cerca de las dos de la tarde,
después de haber realizado mis gestiones, he sacado del buzón
del portal una carta dirigida a él.
He conocido la letra. Es de Marga, su ex, y así lo confirma el
remite. El sobre está bastante sucio, pero supongo que de eso ella
no tiene la culpa. Habrá sido consecuencia del mal trato en
Correos. Se la muestro a mi mujer y sin más la deposito sobre el
mueble acostumbrado.
Mi esposa me dice que hace un poco le ha vuelto a llamar el tal
Silva y hemos llegado a convenir que si se produce otra llamada
de este señor estando él ausente, lo mejor será darle el teléfono
del estudio de Acevedo, en el que supuestamente le puede
encontrar, en lugar de dar este tipo de largas, con lo que alguien
podría entender que le estamos escondiendo.
A las tres menos diez de la tarde ha vuelto a casa, bastante
antes de lo que ha venido siendo habitual. Ha saludado con un
¡hola! muy desvaído, al que he correspondido con un ¿qué hay?,
de parecido color.
Yo estaba sentado al ordenador, igual que esta mañana,
cuando salió de casa cerca de las once, se supone que para ir a
trabajar a ese citado estudio. Al volver su madre le ha entregado
la carta y le ha dicho que le ha llamado el Sr. Silva.
Cuando yo me incorporo a la sala dispuesto a comer, él está
sentado en el sofá viendo el telediario. Le miro fijamente sin
decirle nada y él se pone nervioso, se queda como pasmado, con
Conversaciones con mi hijo
204
cara de carnero degollado, esperando un chaparrón, pero no le
digo nada. Me quedo de pie viendo la tele y, al poco, le pregunto
de qué tema están tratando y me facilita una aclaración. Al poco
estamos los tres sentados a la mesa.
- Entonces ¿cuál es ahora tu régimen de trabajo? ¿Jornada
especial? ¿A ratos? ¿Te han despedido? ¿O es que estás de
vacaciones?
Se nota que ha sido cogido por sorpresa y se sonríe sin ninguna
gana porque no sabe qué decir.
- ¿Sabes que te anda persiguiendo el tal Silva?
- Sí, ahora me lo ha dicho mamá.
- Pero bueno ¿y tú que es lo que piensas? ¿Por qué no has ido
a verle desde aquella vez en la que se lo prometiste a su
empleado o lo que fuera? Aquel hombre que te llamó en su
nombre. Yo estaba creyendo que era un desaprensivo y que lo
había dado por perdido porque no le importaba demasiado, pero
parece que no, que no se ha olvidado y que quiere cobrar, como
es su obligación. ¿Te parece que andando así, medio huido, es el
modo de resolver tu problema con ese hombre?
- No claro.
- Cuando yo te he preguntado por el tema me has contado el
cuento de la pera de Murcia, diciéndome que se te ha olvidado
llamarle y seguramente piensas que yo me lo creo. Y después a
seguir callando, fiel a tu política.
- La madre. Si lo que tiene que hacer es ir a verle en lugar de
llamarle por teléfono.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
205
- Naturalmente. Y dar la cara, ya que no tienes otra cosa.
Diciéndole cómo piensas pagarle y cuándo, o que no se moleste
en perseguirte más porque no piensas pagarle nunca. Esta
mañana le he dicho a tu madre que deje de taparte más. Que si
tiene que recibir otra llamada de ese hombre, que le diga dónde
puede encontrarte.
- La madre. Claro, es que a mí también me da apuro estar
diciendo siempre que no estás. Es como si estuviera
escondiéndote.
- ¿Y tú qué piensas hacer?
No hay comentario alguno por su parte.
- Claro. Así se explica que no entiendas el sentido del dicho
“como piedra en pozo”. Cuando el lunes después de una ausencia
de casi diez días te pregunté cómo van las cosas y me saliste
diciendo que igual, que ni bien ni mal, provocaste que te dijese
eso de que como piedra en pozo, que por lo visto todavía no
entiendes lo que quiere decir. Y sí es verdad sí, todo sigue igual
que hace diez meses, todo quieto, inamovible, igual que una
piedra arrojado al fondo de un pozo. Bueno, hay algo que
realmente no está igual que entonces. El otro día alguien me dijo
¡oye, cómo ha engordado tu hijo! ¡Toma, no!, dije yo. ¡A ver qué
remedio!
- La madre. Sí, a mí también me han dicho ¡hay que ver que
guapo se ha puesto Luis!
- Sí, sí. Ya no tienes aquella pinta. Tu aspecto ha mejorado
mucho, pero sólo por fuera. Por dentro, pues yo que sé. Quizás
estés tan mal o peor que cuando viniste. Allá en el mes de Junio,
cuando te permitiste el lujo de posponer para el mes de Agosto la
oferta de empleo que entonces te hacía Uríbarri, te las dabas muy
Conversaciones con mi hijo
206
felices y ya ves cómo andas dos meses después. En Agosto ibas a
tener 600.000 ptas., resuelto el problema del coche, que es lo que
te cegó, y además en Julio ibas a poder atender mucho a los niños.
Y los pobres chavales a lo mejor se han marchado creyendo que
efectivamente les atendiste de lo lindo. Claro que tampoco
podemos engañarnos. Mi opinión respecto de lo que hubiese
pasado con aquel empleo ya sabes cual es, pero lo cierto es que
ahora, dos meses después no sabes si estás de vacaciones o qué.
- Pero ¿cómo hacer?
- ¿Qué?
- Sí, que cómo hacer para resolver eso.
- ¿Es que acaso quieres que te dé yo la solución? El problema
es tuyo, amigo, y eres tú el que se lo tiene que plantear, si es que
quieres resolverlo. Yo sé lo que haría en tú caso, pero yo soy yo y
tú eres tú. Desde luego, te garantizo que lo que yo haría no es
nada que tenga relación alguna con estar en la cama hasta las
nueve y media de la mañana, como de costumbre, y que por el
contrario tendría mucho que ver con la necesidad de tener que
joderse y doblar el lomo y sudar de lo lindo. ¡Ya lo creo!
Sigue sin haber comentario alguno.
- Por fin, ¿qué es lo que pasado con ese proyecto? ¿Lo habéis
terminado ya?
- Sí, ya está en el Colegio.
- La madre. ¿Cómo lo habéis presentado? ¿Con aquel
presupuesto tan caro?
- No. El de aquellos papeles que yo tuve por aquí era una
exageración. Después se ha redactado otro, con números más
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
207
finos, pero tampoco ha sido ese el que se ha presentado. Se ha
presentado otro un poco engordado por las historias de siempre.
Con el fin de que las subvenciones de la Xunta sean mejores.
- Ahora sólo falta que el cliente lo retire.
- La madre. ¿Y si no lo retira qué pasa?
- Pues, en principio, sería señal de que no quiere pagar.
- Pero el Colegio tiene un servicio jurídico que se encargará de
reclamar.
- Lo cual quiere decir que hay que verse en el Juzgado y allí
puede pasar de todo. ¿Y de aquello que habías dicho de que a lo
mejor podrías llevar tú la obra?
- Pues en eso estamos. Vamos a ver lo qué pasa la semana que
viene. Si retira el proyecto es señal de que quiere hacer la obra y
entonces será el momento de hablar. Lo que me extraña es que
Uríbarri no haya dicho nada.
- Yo no sé si cuando hablas estas cosas lo haces para engañarte
a ti mismo y a continuación te olvidas de todo, o qué es lo que
pretendes.
Tampoco hay comentario alguno, ni de aceptación ni de
oposición.
- Aunque no me haría falta preguntarte, porque sé lo que me
tienes que responder, lo haré para oírtelo decir. ¿No has vuelto a
ver a Katy, verdad?
- Pues no.
- Claro. Para qué vas a andar perdiendo el tiempo con esas
cosas, si tú estás muy por encima de todas ellas.
Conversaciones con mi hijo
208
Después de esto habíamos terminado de comer. Él se sentó en
el sofá y se dispuso a seguir atentamente el culebrón de la tele. Yo
me recosté un poco sobre el sillón con el auxilio del reposapiés
para intentar dormitar. Al cabo de un poco se preparó su café
como de costumbre y vino con él a seguir contemplando la tele.
Más tarde se ha encerrado en el cuarto de baño con una novela.
En esa situación se ha recibido una nueva llamada de Silva que su
madre le ha avisado y al poco rato ha salido para tomar la
comunicación y ha estado hablando durante unos minutos. Ha
vuelto al cuarto de baño y luego ha efectuado unas llamadas por
teléfono.
Se ha marchado de casa alrededor de las cinco y media de la
tarde. Luego su madre me ha dicho que Silva le concede un nuevo
aplazamiento de un trimestre y que las dos llamadas han tenido
por objeto conectar con un pseudo cuñado de Jose, de quien
espera obtener no sé qué tipo de recomendación para conseguir
una plaza de formador de formadores.
A las ocho y cinco de la tarde vuelve a casa. Me pregunta si ha
llamado Acevedo y al informarle que no, dice que no se ha
presentado en el estudio en toda la tarde. Acto seguido se
dispone a ver el partido de fútbol que transmiten por TVE 1. Sobre
las nueve y pico de la noche yo he de salir en busca de mi esposa
que está en casa de Cristina.
Anteayer han operado a Julia en Madrid, donde todavía sigue,
y cerca de las once de la noche volvemos a entrar en casa. Él sigue
viendo otro partido de fútbol, esta vez en Antena 3. Dentro de
media hora o así somos convocados a cenar.
- Mañana iré a ver una obra.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
209
- La madre. ¿De quién?
- De ese hombre de Moaña, bueno, no es de Moaña, pero es
igual. De ése de quien os he hablado. Me ha llamado ahora hace
un poco, sobre las diez y media. Es lo que os decía. Que a la
semana que viene habría novedades, pero parece que se adelante
un poco.
- La madre. ¿Y de qué obra se trata?
- No sé mamá.
-La madre. ¿Y entonces no sabes para qué te llama?
- Que no, que no.
Intencionadamente no le hice pregunta alguna en relación con
el contenido de la carta de Marga, de lo que tampoco él ha hecho
el mínimo comentario.
Seguramente que con el fin de llegar bien relajado y distendido
a la entrevista con el de Moaña, en la mañana siguiente se levantó
a las diez.
Conversaciones con mi hijo
210
26 de Octubre
Jueves. Son las tres menos diez de la tarde. Llega y entra en la
cocina donde encuentra a su madre preparando la comida.
Yo he llegado un poco antes y, en ese preciso momento, me
encuentro en la habitación cambiándome los pantalones.
Cuando yo llego a la altura de la cocina, oigo que está
preguntando si habremos podido terminar de comer sobre las
cuatro y media. Ha justificado de alguna forma el porqué de su
pregunta pero yo no lo he captado. En vista de cómo están
discurriendo las cosas en los últimos días, pienso que aquella es
una buena oportunidad para entrar en materia y decido
aprovecharla. Creo que mi irrupción en la conversación ha
sorprendido tanto a la madre como al hijo.
- Pero tú no te preocupes ni te molestes en dar explicaciones,
que aquí estamos para servir las cosas a la medida. Que te hace
falta comer antes de las cuatro y media, pues no se hable más.
Todo listo y bien dispuesto para que puedas terminar a esa hora o
antes. Que lo quieres antes o después, pues muy bien también.
Como digo, lo que le haga falta al señorito.
Se sonríe un poco pero pronto se da cuenta de la ironía lleva
trilita.
- Pues es exactamente todo lo contrario. Estaba preguntando
precisamente para saber si tengo que llamarles para decirles que
llegaré un poco más tarde. No pensaba exigir nada.
- Pues es que sólo faltaba eso. Y bueno ¿tienes algo que
decirme o no? ¿O sigues como de costumbre?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
211
-Se ha congestionado bastante y me mira sin saber qué decir.
- ¿De qué?
- Pues yo que sé, de lo que tú quieras. De algo. Que aquí pasan
los días imparablemente y siempre estamos lo mismo.
- Es que no sé. Me has cogido... Iba a contaros una anécdota
que nos sucedió anoche con una tarjeta, pero vamos, supongo
que no son esas las cosas que tú quieres saber.
- No sé hijo. Parece que siempre resultas cogido. Lo que yo te
digo es que hace falta que te comuniques, que sepamos algo de ti.
Porque mira, yo sí tengo algo concreto que decirte. Si claro,
porque supongo que te has dado cuenta de que yo no me pongo a
hablar de este modo a título gratuito para pasar el rato. Tengo
entendido que Katy, hace ya unos cuantos días que te está
persiguiendo, según me dijo ayer tarde. Parece ser que ha
llamado varias veces y que siempre se ha encontrado con la
puerta cerrada hasta ayer tarde. Me preguntó qué era de tu vida y
que cómo es que has dejado de ir por allí. Yo le dije lo que ya
sabes. Que te había preguntado sobre ese particular en dos
ocasiones y le conté justo lo mismo que tú me dijiste. Una vez que
pensaste que estaría de vacaciones y, la otra, sencillamente que
no habías ido, sin más explicaciones. Ella me dijo que sí es verdad
que en Agosto ha estado de vacaciones, pero que tú tienes una
cita para Setiembre a la que no has acudido.
- ¿Para Setiembre? Imposible. Yo no soy consciente de eso.
- Bien, pues supongo que ella te lo demostrará, porque tiene
pensando hablar contigo. Me dijo que dónde podía localizarte,
que si seguías yendo por el despacho o qué era lo que hacías. Yo
le dije que no le podía decir nada muy categórico. Que suponía
que sí seguías yendo por ese sitio, sobre todo por las mañanas,
Conversaciones con mi hijo
212
pero que no sabía muy bien a qué, porque tenía medio entendido
que habíais terminado un proyecto hace algunos días y que no hay
nuevos encargos. Fue entonces cuando me preguntó si
conocíamos el teléfono del despacho y como le localicé en la guía
de tu madre, le dije que sí y se lo di. Supongo que te llamará algún
día de estos. Quería saber también qué tal te encontrabas, si te
encontrabas cómodo, eran sus palabras. Yo le dije que hombre,
que salvo por lo que se refiere a dineros para gastar en cerveza, sí
debes estarlo en relación con todo lo demás, porque dinero para
tabaco no le falta, tiene desayuno, comida y cena, y además cama
y muda limpias, así que, supongo que por lo que a la solución de
todas esas necesidades respecta, supongo que sí estará cómodo,
pero aseguré que no lo sabía.
- Pues palabra de honor, te prometo que no sabía nada de esa
cita para Setiembre.
- La madre. ¡Ah sí, para setiembre!, es que antes había dicho
para Noviembre.
- No, no, mamá. Dijo para Setiembre, pero repito, palabra de
honor...
- Mira hijo, déjate de palabras de honor, para que no tenga
que decirte que no te la puedo aceptar.
- ¡Vaya hombre!
- ¡Así de veces! - y junté repetidamente los cinco dedos de
cada mano y los volvía a separar -, he vivido experiencias en las
que tu palabra de honor me ha dejado en la estacada. Así que será
mejor que lo dejemos como está. Es cosa de tener o no tener
conciencia.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
213
Vuelve a hacer un gesto con el que se supone que quiere decir
que mi alegación le parece excesiva.
- Conciencia ya sé que normalmente se tiene. Otra cosa es
saber cómo está de formada.
Repite el gesto anterior, pero no se incomoda.
- Supongo que algo habrás hablado estos días.
Le visitan unos amigos de Las Palmas, que están pasando unos
días de vacaciones en Galicia.
- Habrás hablado algo de tus hijos con esos amigos.
- Algo no, mucho.
- Ya, pues ya ves. Ya han pasado tres meses desde que se
marcharon.
Después de eso, me acerco a la sala y enciendo el televisor,
para oír las noticias de las tres. Está en el candelero el suplicatorio
de Barrionuevo, la derrota de los socialistas en el tema de la ley de
presupuestos, y la inculpación de Corcuera por parte de una jueza,
acusándolo de manejos extraños con los fondos reservados. Él se
ha quedado en la cocina con su madre, adonde yo vuelvo para
preguntarle.
- ¿En qué consiste la anécdota que te disponías antes a contar?
- Nada, que anoche, este amigo dijo ¡vamos a tomar unas
ostritas!
- ¿Pero dónde?
- Aquí en El Berbés.
- Pero de noche, en El Berbés, ya no hay ostreras por las calles.
Conversaciones con mi hijo
214
- No, era en un bar. Que por cierto, después de las ostras, se
quedó sólo pidiendo marisco. De verdad que sí, se hinchó a pedir
marisco.
La madre hizo alguna alusión a lo que le costaría la cena, pero
no sé qué fue lo que contestó.
- ¿Qué pasa?, ¿que anda muy bien de perras éste, o qué?
- ¡Hombre! ... trabajan los dos, así que... Bueno, pues que
después de haber cenado, estando en el bar “no sé cuántos”,
tomando café, sacó la cartera para pagar y se dio cuenta de que se
había quedado con los dos papelitos esos que saca la máquina
cuando se paga con tarjeta, el firmado por el cliente y el otro. Este
hombre me dijo, ¡mira que a lo mejor resulta que hemos cenado
de balde! Y me preguntaba si yo sabía si el banco le cargaría a él el
importe de la factura. Le dije, ¡hombre!, ahora mismo no te puedo
decir nada, pero mañana seguro que sí. Mi padre nos sacará de
dudas. ¿Qué te parece?
- Que el hombre del restaurante las va a pasar canutas para
poder cobrar su servicio, porque se ha quedado sin justificante
para poder llevar a su banco. Pero a tu amigo, salvo error, es
seguro que le pasarán el cargo, porque en cuanto el banco emisor
de la tarjeta, el Centro de Autorizaciones le ha pasado la nota
oportuna.
- ¿Y si el hombre del restaurante no puede cobrar, que pasa?
¿Que se queda el banco con ese importe?
- La explicación de ese proceso es bastante compleja, pero no,
no es así. Ese importe queda en apuntes pendientes esperando
que llegue la contrapartida por algún sitio, y después no sé cómo
harán en el supuesto de que pase mucho tiempo y la cosa no se
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
215
aclare. Lo que a mí me parece es que tu amigo quedaría como un
señor, haciéndole llegar el boleto firmado al restaurante.
Sentados ya a la mesa para comer, la madre ha acometido el
tema de si el proyecto que han remitido el Colegio de Arquitectos
será o no retirado alguna vez, pero yo no lo he captado
claramente porque me había levantado al lavabo. Al regresar
pregunto:
- ¿En qué situación se encuentra el proyecto ese que habíais
llevado al Colegio?
- Pues eso estaba diciendo a mamá, que parece que mañana se
lo van a notificar al propietario.
- La madre. Pues también tardan bien de tiempo en notificarlo.
- ¿Y cómo sabéis que se lo van a notificar mañana?
- Porque nos lo ha dicho el propio propietario, que lo sabe
porque llamó el al Colegio preguntándolo, lo cual parece que es
una buena señal. Si llama preguntando por el proyecto será
porque piensa retirarlo. ¿Tienes algún disquete vacío? Es para ver
si copio ese programa y lo meto luego en el ordenador.
- Creo que alguno hay, sí. Oye, ¿y tú esperas cobrar alguna vez
algo de ese proyecto?
- Pues claro.
- ¿Y se puede saber cuánto?
- Pues... unas trescientas o así.
- Así que todo aquello de las seiscientas se han quedado
reducido a la mitad.
Conversaciones con mi hijo
216
- Tampoco es así. Hay que tener en cuenta lo del 16 % ese, y
luego hemos convenido que el pago al experto informático que
hemos tenido correrá a cargo de los dos al 50 %.
- Claro, claro. Igual que lo de la lechera. Fíjate, oye. Dentro de
unos días hará diez meses que estás por aquí y así, a ojo de buen
cubero, dándote la ventaja de que vayas a cobrar efectivamente
esas trescientas mil pesetas que aún no has visto, resulta que tu
productividad en todo este período va a resultar a un promedio
de unas 40.000 ptas. mensuales. Lo que quiere decir que no has
ganado ni para comer y creo que tienes alguna otra obligación
que cumplir. Y además quiero decir que este es un tema que
tienes que plantearte en serio, porque así no puedes seguir. Eso
de vengan días y caigan ollas como si tal cosa, no puede ser.
¿Quieres decirme qué es lo que habría sido de ti, de no haber
tenido la oportunidad de cobijarte bajo este techo?
- Es que si no hubiese tenido la oportunidad de cobijarme bajo
este techo, no estaría por aquí.
- Pues ya me dirás, qué es lo que habrías hecho por allí. ¿Es
que acaso no te acuerdas en qué condiciones estabas? En más de
una ocasión, tú has tenido la suerte de que cuando el agua te
llegaba ya a la altura de las narices, alguien ha venido a cogerte
por los pelos, a sacarte de la charca, pero con eso no se puede
jugar siempre. Alguna vez se le olvida a ese alguien y luego...
- La madre. Es que además esos amigos seguramente que han
hablado o hablarán algo con Margarita.
- Pues claro, mujer. Eso es indudable. Y les habrán pedido que
se fijen bien en cómo vive, para luego poder apretarle las clavijas,
porque yo comprendo que para ella resulte muy difícil creer que
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
217
después de casi 10 meses este hombre no haya sido capaz de
ganar ni un ochavo o sólo aquellos pocos que se gastó en comprar
los pantalones a los chavales. Es imposible, eso no se lo cree
nadie.
No hay comentario alguno.
- Y mira, todavía tengo que decirte que sé que te ha escrito
Margarita, porque fui yo quien sacó la carta del buzón. Si quieres,
te digo que no tengo ningún interés en conocer qué clase de
bronca es la que te echa, porque estoy seguro de que es así, pero
sí te he estado probando durante todos estos días, y ahora,
después de todo lo que hemos hablado, estoy seguro de que
puedo decirte que no tienes ninguna confianza en tus padres y
eso es lo que te digo.
Terminamos de comer antes de las cuatro y media. Y al final de
este chaparrón, el hombre ha tenido todavía el humor de
levantarse e ir a calentar su taza de café, que esta vez ha tomado
en la cocina, porque parece ser que de eso es algo que no puede
prescindir. Al marchar me pidió los dos disquetes esos. Me los
devolvió una hora después sin utilizar. Quien sea le facilitó el
programa ya copiado.
Conversaciones con mi hijo
218
10 de Noviembre
Viernes. Esta mañana se ha levantado a las 10, como de
costumbre. Se había acostado a las dos de la madrugada, también
como de costumbre, aunque habitualmente no lo haga como
consecuencia de haber estado fuera de casa hasta esa hora, como
en esta ocasión.
Desde las 12,30 h. de la mañana, que fue en la que se había
marchado diciendo que iba a entrevistarse con alguien que está
dispuesto a facilitarle un local en el que proyecta dar un curso de
formadores a personal del sector de la construcción.
Después de desayunar se ha metido en la habitación de
Margarita y allí parece ser que repasa papeles del curso de
formador de formadores que realizó al poco tiempo de venir por
consejo de Mary Carmen y que ahora proyecta poner en
explotación.
Cuando se sentaba delante del escritorio de Margarita, en el
que aparentemente trabaja, he llegado yo a la puerta de la
habitación y me he quedado mirándole sin decirle nada. Él me ha
respondido con un “buenos días” a duras penas perceptible para
él mismo.
A las 12,20 h., en el momento de salir para ir a misa, me he
despedido de él con un ¡hasta luego!, al que no sé si
correspondió. Él quedaba solo en casa. A mi regreso ya no estaba.
Su madre me dijo que había salido hacía poco. Que iba a hacer
unas fotocopias y que suponía que para ello había ido al estudio
de Acevedo. Le he preguntado si le ha vuelto a dar algún dinero
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
219
después del que le dio en vísperas de marcharnos al pueblo por
Todos los Santos y me ha dicho que no, que no.
Cerca de las tres regresa él portando un abultado legajo de
papeles. Pasa a mi lado, yo estoy sentado al ordenador y tengo la
sensación de que no ha dicho nada en absoluto. Antes de
sentarnos a la mesa nos hemos detenido los tres un momento
delante del televisor.
En aquel momento la noticia se refiere a que el capitán que ha
sufrido esta mañana el atentado de Eta, mediante coche bomba
en Salamanca, ha perdido las dos piernas y se encuentra en
estado de extrema gravedad. Pury hace un comentario de
lamentación. Yo digo que es verdad y que tampoco hay que
perder de vista la asquerosa perversión de los que, según noticia
de hoy mismo, Javier de la Rosa y Mario Conde, para no tener que
volver a la cárcel, han intentando chantajear al Rey y se ha hecho
público que el primero de ellos dijo haber entregado, en algún
momento y en un banco en Suiza, nada menos que doce mil
millones de pesetas de nada siguiendo instrucciones de una alta
institución, en velada alusión a la Casa Real, a Manuel de Prado y
Colón de Carvajal, de quien ahora se enfatiza que es amigo
personal del Rey y administrador de su patrimonio.
Al parecer existe una cinta en la que se ha grabado la
conversación entre el Javier de la Rosa y uno de los autores del
libro que destapa esta cloaca, Díaz Herrera e Isabel Durán, en la
que el tipejo este asegura que el hecho de que haya estado en la
cárcel le costará al Rey tener que abdicar.
Mi hijo parece estar de acuerdo con la calificación deplorable
que me merece el tema.
Conversaciones con mi hijo
220
Nos hemos sentado a la mesa, la televisión ha seguido
funcionando y hemos consumido el primer plato. La madre se
levanta en busca del segundo.
- Entonces ¿qué clase de gestiones son las que ocupan ahora tu
tiempo?
- Se encuentra sorprendido y tarda un momentillo en
responder. Pues lo del local ese. Me han dicho que se han dado ya
en él cursos parecidos a este que yo proyecto, y fuimos a verlo.
- ¿Con quién?
- Bueno, pues no es el dueño, pero es uno que...
Sigue una explicación un tanto prolija que no hace al caso, con
la que viene a explicar que, a los efectos, es como si ése uno fuese
realmente el dueño.
- Ya. ¿Y qué pasa? ¿Que le habéis estado viendo y reviendo una
y otra vez, por arriba y por abajo y así todo el rato?
- Hay un tímido conato de sonrisa. Pues sí, le hemos visto bien
visto, la verdad.
- Pero cómo ¿todo el día viendo el local?
- Pues hombre, le vimos por la mañana, luego fuimos a comer,
y luego, por la tarde fuimos a ver otro local de este hombre,
hicimos unos dibujillos y...
- Oye mira ¿a ti a que te parece que te obliga el hecho de
convivir con tus padres?
- Pues no sé por qué dices eso. Por un día...
- Pero ¿cómo es posible que pretendas hacerme creer que
desde las doce y media de la mañana que saliste de casa, hasta las
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
221
dos de la madrugada siguiente en que volviste has estado viendo
locales y dibujillos?
- Hombre, después nos vimos con Carlos y estuvimos dando
una vuelta por el Arenal.
- Pues yo te digo que no te creo. Que estoy seguro de que tu
razón para volver a casa a la hora que lo hiciste no ha sido la que
comentas.
- No formula oposición alguna.
- Tú sabes perfectamente por qué no llegaste a casa a la hora
habitual y yo puedo sospechar cuál fue la que causa de ese
retraso. Claro es que también te la puedo cantar abiertamente sin
ningún temor a equivocarme. Mira, sólo con un poquitín de
elegancia que hubieses tenido, por muchos locales y dibujillos
que hayas tenido que examinar y muchos personajes y Acevedos
con los que hayas tenido que dialogar, ayer te las habrías
arreglado para estar en casa no más tarde de las once y media, y
eso haciéndote una concesión amplia. Pero es claro que tú sabes
por qué no llegaste a esa hora. En fin... ¿Dónde estabas esta
mañana a las doce y media?
- Sí, ya me ha dicho mamá. Había salido a comprar tabaco.
Conversaciones con mi hijo
222
17 de Noviembre
Viernes. Pury y yo nos hemos sentado solos a comer a las tres
y media. Anoche, cerca de las doce, cuando estábamos cenando
también solos.
Él había salido en torno a las 9 diciendo que iba a dar una
vuelta, llamó por teléfono diciendo que estaba en un bar próximo
a casa, comentando unas historias - no se sabe cuáles ni con quién
-, y que vendría un poco más tarde. Su ración de tortilla quedó en
el plato y fue retirada a la cocina para que no se enfriase
excesivamente. No sabemos a qué hora regreso, pero supongo
que debió ser bastante después de las dos, pues afirmo que
estuve despierto hasta bastante después de esa hora.
Por la mañana se levantó un poco más tarde que de
costumbre, no antes de las diez y veinte, y parece ser que algo
charló con su madre contándole algún aspecto de sus historias. A
la hora de salir para ir a misa me he quedado delante de la puerta
de la habitación de Margarita, en la que se encuentra, pues la
tiene convertida en oficina y allí trabaja con el ordenador en el
tema que ahora tiene entre manos de convertirse en formador de
mandos intermedios de la construcción. No le he dicho nada. Me
ha mirado y ha pronunciado un buenos días prácticamente
inaudible. No le he contestado de palabra, pero estoy seguro de
que ha entendido perfectamente mi mirada. Cuando yo he
regresado a casa él no estaba. Pury me dijo que ella volvió cerca
de las dos y que entonces tampoco estaba, que no sabe por
donde andará porque está sin blanca. Me contó cómo este
hombre le había comentado que anoche se encontró con un
antiguo compañero de carrera en Las Palmas, que por lo visto es
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
223
de Vigo, y que se había sorprendido grandemente al conocer que
él no ha terminado la carrera. Le ha dicho que en alguna escuela
del norte de Portugal la podrá terminar fácilmente. Estábamos
haciendo un comentario a este respecto cuando regresa. Eran la
cuatro menos cuarto pasadas.
- La madre: ¿Con quién te has encontrado hoy?
- Quitándose la cazadora: Dice algo así como que ha estado con
alguna gente que querían llevarle con ellos, pero que se había
escapado, y se va a posarla. Vuelve junto a la mesa, ve su plato
vacío, lo mira fijamente y se da cuenta de que tiene que ir a
buscar su comida a la cocina y eso hace.
- Cuando regresa, Pury y yo estamos hablando de un vecino
llamado Antonio.
- A propósito de Antonio. ¿Durán sigue teniendo la finca de
Nigrán?
- La madre: ¡Qué remedio!
- Pues tengo entendido que es una joya. Vamos, que es la
mejor finca de Nigrán con mucho. ¿No me digas que tú conoces a
Durán? Hombre sí, pero... ¿Y sabes si todavía la tiene? Yo no sé,
pero creo que sí.
Todas éstas y muchas más, acompañadas de mucho manoseo y
mucho entusiasmo, son las frases que nos refería tenidas en su
conversación con alguien que no sé si dijo que es promotor,
constructor o lo qué.
- No te entusiasmes tanto y deja las cosas como están que es
mejor. No sé a que viene ahora toda esa apología de la finca de
Durán.
- Te estoy diciendo sencillamente lo que me han dicho.
Conversaciones con mi hijo
224
- Y ¿qué es lo que quieres decirme con eso? Es que ese
promotor, o lo que sea, te busca a ti como mediador ante Durán.
- Es que no se te puede contar nada.
- La madre: Es que acaso no es éste el mejor momento para
hablar de eso.
- Mira hijo, antes de que sigas quiero decirte un par de cosas
muy claramente. Si vivieses en tu casa tendría que seguir
diciéndote como te digo, que haces mal llevando la vida que
llevas. Pero viviendo donde vives no solamente haces mal, sino
que además no tienes derecho a hacer lo que haces.
- ¡Vaya!, pues ahora sí que no hay forma de seguir diciendo
nada.
Se levanta con señales de estar ofendido y se va a la cocina. Al
poco vuelve con la botella de agua.
Está congestionado y nervioso. Aprieta los puños y los labios y
mira fijamente hacia arriba.
- Pues yo todavía tengo que decirte que ya soy mayor para que
vengas a distraer mi atención con cuentos de la pera de Murcia
como éste. Anoche, te ha parecido cumplir con aquella llamada.
Que iré un poco más tarde, que estoy aquí cerca con no sé qué
historias, para llegar luego a las tantas de la mañana. Y ahora este
tema de la finca de Durán, cuando todo hijo de vecino que tenga
un poco de talla en estos negocios, sabe que Durán quiere vender
esa finca desde hace un montón de años. Así que no me cuentes
más cosas raras, que ya soy mayor para que pretendas distraerme
con cosas de esas.
Sigue apretando los puños y los dientes
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
225
- Tengo ganas de decir una cosa pero será mejor que lo deje.
- La madre - Sí pienso que será mejor que lo dejes para luego.
- Pues yo ya he dicho lo que tenía que decir.
Sigue muy tenso.
- Sí, tú consigues decir siempre lo que quieres y de qué forma.
- Huy amigo, si yo dijese todo lo que me apetece, ten por
seguro que estaría lanzando un buen rato. Sucede que digo
únicamente aquello que me parece fundamental y nunca he
dejado de decir ni de hacer algo a lo que me siento obligado en
conciencia.
Hay un silencio denso. No ha empezado a comer y sigue
nervioso.
- Estoy convencido de que piensas que no hago nada bien.
¡Vamos es que estoy seguro de que piensas así de mí!
- No lo pongas en duda. Estás en lo cierto y no es esta la
primera vez que te lo digo. Pero por si acaso, lo ratifico ahora.
Podría poner las manos en el fuego afirmando que es así como lo
siento sinceramente.
Conteniéndose, pero un poco más excitado que antes.
- Pues no sé que cojones hago yo aquí.
Se levantó sin comer y se metió en la habitación de Margarita.
- Éste hoy no está sólo, le dije a mi mujer después de un ratillo
en silencio.
- Pues, precisamente porque no está sólo, no debías haberle
dicho eso ahora.
- Ya, pero tiene que ir sabiendo las cosas.
Conversaciones con mi hijo
226
En el escritorio de Margarita estuvo apoyado un gran rato en
plan pensativo con la cabeza entre las manos. Luego ha estado
trabajando en el ordenador. Hacia la nueve de la noche se ha
marchado diciendo hasta luego. Luego ha vuelto a buscar un
paraguas porque llovía. Yo estaba de pie entre el cuarto de baño y
la cocina.
- ¡Llueve!
- Sí, sí, claro que llueve.
- ¿Qué?
- Nada. Que sí, que llueve.
Ha regresado a las once menos diez. Yo estaba en el
ordenador.
- ¡Hola!
- ¡Hola!
Al poco rato me he incorporado a la sala. Pury ha dado la voz
de “a cenar”. Él está sentando en el sillón de orejas viendo el Faro
de Vigo. Me quedo delante de él, de pie.
- ¿Qué, hay apetito?
Dice algo que no escucho bien, lo cual me obliga a insistir.
- Entonces ¿qué? ¿Sólo vaya, o a medias, o cómo?
- Que sí, que sí, que sí hay apetito.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
227
19 de Noviembre
Sábado. Hoy se ha levantado pasadas las diez y media de la
mañana. Como de costumbre se ha metido en la habitación de
Margarita y allí se ocupa en ese tema que está preparando en el
ordenador.
He decidido no ir a misa por la mañana. Lo haré por la tarde
para asistir a una que se celebrará en la Concatedral, para
celebrar, junto con otras varias de la ciudad, el 25º aniversario de
su fundación. En las oraciones de la mañana, como todos los días,
he pedido al Señor que me ilumine para decir a este hijo lo que
tengo que decirle para su provecho, pero hoy acaso lo he hecho
de una manera especial.
Pury ha salido a la peluquería. Son las doce y cuarto, y decido ir
a hablar con él. Me encomiendo al Señor. Entro en la habitación.
Bajo el tono del aparato de radio y con eso solo él ya se pone en
guardia. Me quedo de pie a su lado. Él permanece sentado.
- Vamos a ver. Creo que es bueno que terminemos de alguna
forma el espectáculo de ayer. Y además lo considero obligado de
mi parte, porque estoy teniendo la sensación de que estás
empezando a considerarme como tu particular enemigo público
número uno. ¿No es así?
Muy tímidamente.
- Pues no es así. Es lo que intentaba decirte ayer. Que te
parece mal todo lo que hago.
- Me parece mal todo lo que haces mal, y la verdad sea dicha,
es que no sé qué es lo que haces bien que tenga algún contenido.
Conversaciones con mi hijo
228
De verdad, que me gustaría conocerlo para alegrarme. Y, por
contra, resulta que haces mal un montón de cosas. Por ejemplo,
has vuelto a tu costumbre de Las Palmas de residir en un bar y,
ahora, cada vez que sales de casa estos días, por la mañana o por
la noche, vas de cabeza a un bar, y claro, es lógico que, de una u
otra forma, pase lo que se puede esperar que pase en un bar. Allí
ves la tele y tal y cual.
- Ayer por la noche anduve dando vueltas por ahí a ver si
encontraba - creo que me dijo a un tal Loureiro, pero no puedo
asegurarlo -, para un tema de estos - hizo alusión a los trabajos
que prepara del curso de formadores -, pero...
- No le des vueltas, querido, ayer a las cuatro menos cuarto de
la tarde llegaste a casa bebido. Y yo tengo que sospechar que
anteanoche, como la noche de hace ocho días, y como siempre
que llegas a casa tarde, lo haces para que no podamos conocer
que has bebido.
- Silencio y tristeza.
- Ayer, cuando te levantaste tan ofendido, dejaste en el aire
una pregunta que era toda una denuncia profética. Yo te la he
hecho más de una vez. Tú no has querido o sabido responderla y
por eso es por lo que yo he preguntado y respondido. Ayer decías
“no sé que cojones hago yo aquí”, y te invito sinceramente a que
trates de encontrar la respuesta a tu pregunta. Es verdad ¿a qué
has venido? Realmente a mí no me queda más remedio que decir
que para este viaje no necesitábamos alforjas ninguno de los dos.
Yo te dije entonces, y te repito ahora, que tu principal misión aquí
era encontrarte contigo mismo. Pero a mi juicio no has dado ni un
sólo paso en esa dirección.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
229
- Hace un gesto que quiere ser de extrañeza.
- Tu problema fundamental básico, ése que no quieres
reconocer, y en el que estás atrapado. Claramente, que sigues
siendo un alcohólico, y si no bebes más es porque no tienes
dinero, así de claro, y entiendo que lo que te faltan son cojones
para atreverte a tomar esas gotas que tanto has despreciado, con
las cuales no te quedaría más remedio que decir que tú no bebes
y con eso solo estaría resuelto un aspecto muy importante de la
cuestión. Te juro que yo no quiero tener razón y que no te digo
todas estas cosas para machacarte vivo, que de verdad quiero que
me demuestres que empiezas a pisar tierra, que es que lo
necesitas, no sólo por ti, sino por tus hijos que algo tienen que
esperar de ti. Que es necesario que empieces a ganar algún
dinero.
- Pues eso es lo que estoy intentando con esto.
- Ya veremos en qué termina eso.
- La seguridad nunca se tiene, es claro.
- Y a ti parece que no te hace falta. El caso es tener una
tapadera con la que entretener una temporada para ver si sale
algo en lo que ganar algún dinero sin ningún esfuerzo.
- ¿Quieres decir que esto es una tontería?
- Digo que eso es algo parecido a lo de tu afición por el
despacho de Acevedo. Que ya veremos si por fin llegas a cobrar
algo. Ya veremos. Aun cobrándolo, ya sabes cuál es tu
rendimiento medio. Y eso que estás haciendo me parecería
mucho mejor si teniendo algo básico con lo que atender a tus
obligaciones principales, que sigo diciendo que tienes hijos, fuese
un intento de mejora. Algo que te exigiese un esfuerzo
Conversaciones con mi hijo
230
complementario. Primero trabajas en algo productivo y luego te
esfuerzas en preparar eso en un intento de mejorar.
- Sí, pero en qué.
- Ya te he dicho que a mí no se me caería la cara de vergüenza
por verte de barrendero. Al contrario, con lo que se me cae la cara
y el alma de vergüenza es viéndote llegar bebido cada cierto
tiempo y echando todo a las espaldas, de otro, habría que añadir.
Hace nuevamente un gesto triste de desacuerdo.
- Y de otra forma vas a tener que dedicarte a hacer ese tipo de
poesía, andar a salto de mata, sin nada concreto nunca. Que estás
gastando el último cartucho que te queda. En otro orden de cosas.
¿Te llamó Katy?
- No.
- Bueno, bien puede ser que te haya llamado, conforme me
dijo y por eso le facilité el teléfono de Acevedo, y tú no hayas
estado o no hayas querido estar.
- ¡Bueno!
- No, no te extrañe, que te he visto hacer eso con el caso del Sr.
Silva, con la complicidad de tu madre. Así que, no sé por qué no
ibas a hacer lo mismo con Katy. Aparte de eso, aun dando por
supuesto que no te haya llamado, no sé por qué no lo has hecho
tú, ya que sabías que te andaba buscando.
Sigo…
- Y en cuanto a lo del Sr. Silva, tengo entendido que te dio una
nueva tregua de tres meses, de los cuales, uno o algo así ya se ha
marchado. No sé de qué modo te las vas a arreglar para resolver
el tema cuando se hayan marchado los otros dos que ahora
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
231
quedan. Y no es que quiera abrumarte echándote cosas encima,
pero ya ves, adonde quiera que mire encuentro motivos.
… … …
- Es como tu afán de permanecer agarrado a la tele un montón
de tiempo después de que nosotros nos hayamos ido a la cama.
En los primeros tiempos te lo dije de diverso modo expreso en
más de una ocasión, pero ni caso. Después, me duelen los cojones
de demostrarte día tras día que me fastidia ver como te quedas
todos los días hasta las dos o tres de la mañana, o yo que sé y,
cómo en consecuencia, no te levantas hasta las diez o más de la
mañana, como hoy por ejemplo. Y es que el acostarse tarde sin
razón es una forma de empezar a estropear el día siguiente.
Acostándose tarde sin razón, no se encuentran razones para
levantarse temprano y así pasan los días y la vida. Y además, con
ello estás ocasionando un gasto de energía totalmente estéril, y
todo cuenta pero no hay forma.
…
- Y que conste que no estoy haciendo un inventario de
lindezas, que podría seguir diciéndote más cosas. Bueno, y yo no
sé si puedo ayudarte de alguna forma, ni si quieres que te ayude,
aunque la verdad es que no sé cómo, porque la primera ayuda
que tienes que recibir es la tuya misma. Pero en fin, yo sigo
estando aquí para lo que quieras contarme, discutirme o pedirme
y, mientras me quede un soplo de vida y entienda que tú lo
necesitas, también para seguir dando martillazos como este o
parecidos. Bueno.
Sin comentarios.
A las dos o así, cuando yo terminaba de decir las últimas
palabras llegaba Pury de la peluquería. La he traído cerca del
Conversaciones con mi hijo
232
ordenador para mostrarle la defensa de la pantalla que he
estrenado hoy y, con ese motivo, he tenido oportunidad de
contarle discretamente esta conversación lo más fielmente que he
podido.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
233
22 de Noviembre
Miércoles. Anoche se ha debido acostar bastante tarde.
Nosotros lo hicimos pasada la una y media de la madrugada y él se
quedó trabajando en el ordenador en la terminación de un
documento, sobre el que ha estado trabajando estos días, para
ese proyecto de organizar un curso de formación de mandos del
sector de la construcción.
A última hora de la noche yo me había decidido a ayudarle a
imprimir el que, de casi treinta páginas, le ha enviado Mary en un
disquete, pues estaba viendo que no conseguiría hacerlo desde el
otro ordenador. Es un documento que ha sometido a una serie de
modificaciones, posiblemente poco ortodoxas, y la impresora no
quería reconocerlo. Lo rechazaba siempre, una y otra vez, con el
mensaje de que carecía de papel o estaba desconectada.
Esta mañana se ha levantado con tiempo suficiente para salir
de casa a eso de las diez después de haber desayunado. Parece
ser que tenía una cita a esa hora con un señor de Santiago que
dirige o administra una Fundación que tiene algo que ver, no sé
qué, con el sector de la construcción. Regresa cuando son poco
más de las once y media. Yo estoy sentado al ordenador y se para
delante de mí.
- ¿Qué?
- Hay que seguir esperando.
- ¿Entonces?
- Me han dicho que este señor les había anunciado que no
podía venir hoy.
Conversaciones con mi hijo
234
- ¿Pero...?
- Sí, ya me dijeron que habían estado viendo si encontraban mi
tarjeta o algo para informarme, pero..., ya les dije que no dejé
tarjeta, la verdad. Y así estuve hablando un rato con ella de estas
cosas.
- ¿Quién es ella?
- Pues la secretaria de la organización de empresarios de
Pontevedra y me ha dicho que, por su parte, lo van a meter en el
orden del día del próximo martes. Entonces la cita queda para el
día 30 a las 5 de la tarde. Y bien pensado, creo que no me viene
mal este aplazamiento. Ayer habíamos terminado muy deprisa y
así tendré tiempo de repasarlo.
- Claro, claro. Es cosa de decir que no hay mal que por bien no
venga. Es verdad. En este tema, el que no se consuela es
sencillamente porque le falta imaginación. Está más claro que el
agua.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
235
1 de Diciembre
Viernes. Ha llegado a casa pasadas las tres de la tarde.
Sentados a la mesa los tres, a la hora de comer. Por la mañana he
convenido con su madre que tocaríamos el tema precisamente
sentados a la mesa. Ella tiene no sé qué clase de reservas para
tratar temas trascendentes a la hora de las comidas y así se
manifestó. Defendí mi punto de vista pidiéndole comprensión y
ayuda para mi plan, el cual terminé de exponerle ampliamente.
Estuvo de acuerdo y convine con ella que se abstuviese de tomar
iniciativa alguna en relación con lo sucedido la noche anterior,
siempre que el hijo no lo sacase directamente a colación.
Por la tarde había salido de casa alrededor de las cinco y media
con la finalidad de ir a entrevistarse con el Gerente de una
Fundación para no sé qué aspectos del sector de la construcción,
para quien ha estado preparando, con la ilusión de que le fuese
aceptado, un curso de formación de formadores, que era lo que
quería presentar precisamente a dicho Gerente.
La cita con dicho señor era a las seis y media. Justificó tanta
anticipación diciendo que tenía que encarpetar los folios del
documento que había preparado. Por la mañana no había tenido
tiempo de comprar el junquillo necesario para ello y además
quería llegar un poco antes para poder hablar con aquella mujer -
se refiere a la secretaria de la asociación provincial de
empresarios de la construcción.
Para atender a esos gastos y los del envió de un currículum que
ha querido remitir a no sé que empresa de La Coruña, por la
mañana ha pedido a su madre que le deje unos durillos y su
Conversaciones con mi hijo
236
madre le ha dado 500 ptas. El sábado anterior le había dado otras
dos mil.
Yo tuve la impresión de que salía de casa sin ninguna confianza
en sí mismo. Le vi cagadito, cagadito. Tanto es así que le dije a su
madre, prepárate, porque esta noche llegará borracho.
Esa misma tarde, siendo las nueve y media pasadas, estuvimos
dando un paseo por la zona de bares con el objetivo de ver si le
encontrábamos por allí, pero no pudimos verle. Llegó a casa
cuando ya eran las doce de la noche con una borrachera muy
respetable, queriendo contar maravillas del resultado de su
entrevista con el Gerente. Aunque empezó diciendo cosas un
tanto pesimistas, cuanto más hablaba más se animaba y me dio
una soberana paliza de planes, proyectos y posibilidades, venga
repetir una y otra vez las mismas cosas.
En relación con el documento que preparó para el Gerente, es
decir, el que contiene el citado curso, la tarde del día anterior le
había aconsejado la forma de solucionar un problema que se le
había presentado para obtener una serie de fotocopias. Salió de
casa siendo ya cerca de las nueve de la noche. Pensé que habría
ido a consultar la posibilidad de obtener las fotocopias en alguna
de las máquinas de Manolo, pero no fue así. Cuando llegó, siendo
ya cerca de las doce de la noche, contestó a una pregunta de su
madre diciendo que al salir había pasado por la estación para
comprar tabaco y que luego pensando que no lo iba a encontrar
se había acercado por la cervecería Joaquín para ver a un tal
Manolo Loureiro, que es el economista que lleva de colaborador
en el citado curso, pero que sí estaba y que habían estado
charlando de esta historia. Venía con síntomas bastantes claros de
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
237
haber bebido, pero no quise reconvenirle. Me limité a decirle tú
no te alejes mucho de los bares, por si acaso.
- Acabamos de empezar el primer plato. Parece ser que dentro
de dos o tres días retiran el proyecto ese. A ver si es verdad.
- ¿Quién te ha dicho eso?
- Carlos.
- Bien, a ver si es verdad, como tú dices. Yo estaba a punto de
decirte que desde hace ya varios días estoy teniendo la sensación
de que a alguno de los dos nos están tomando el pelo.
- No entiendo. No sé que qué quieres decir.
- La madre .Pues está muy claro. O Acevedo te lo está tomando
a ti o tú se lo puedes estar tomando a tu padre.
- Pues sigo sin entenderlo.
- Yo creo que no hacen falta más aclaraciones.
- ¿Quieres decir que he cobrado y no he dicho nada?
- Eso lo estás diciendo tú.
- Sigo sin entender cómo pretendes que alguien te esté
tomando el pelo en este asunto.
- Pues no te preocupes, que si Dios quiere que yo tenga
palabras claras, proyecto explicártelo con detalle a lo largo de esta
comida. ¿Quieres decirme por qué razón te pareció tan mal que el
día de mi Santo te ofreciese un copa de Coca-Cola para brindar?
- Se trataba de brindar y brindé pero no exterioricé nada,
vamos.
- No te levantaste y te marchaste de la mesa como el día en el
que te castigaste a quedarte sin comer porque no estabas
borracho como aquel día. Pero pusiste una cara que válgame Dios.
Conversaciones con mi hijo
238
Con tu actitud de ese día diste a todos los asistentes un certificado
de que tú problema de alcoholismo sigue tan vivo como siempre.
¿Es que te hubiese costado mucho tomarte aquella copa de Coca-
Cola?
- Es que yo no bebo Coca-Cola.
- Ya sé, ya sé, tú sólo bebes cerveza, como los hombres. No sé
qué es lo que quisiste demostrar con tu actitud.
- Pues que se puede brindar con una copa de champán.
- Y te la hubieses tomado como, después de muchos sorbos, te
tomaste aquella que te sirvieron en la última boda.
- Sí, recuerdo, fue una copa en la que estuve pensándolo
mucho.
- Ya, ya. Y terminaste tomándola. Y no bebiste otra que estaba
por allí cada vez un poco más cerca de ti, porque te diste cuenta
de que no te perdía de vista.
- ¿Qué tal has descansado esta noche pasada?
- Normal.
- Y la conciencia no te ha inquietado.
- Pues no, ¿por qué?
- Entonces está claro que además tienes el problema de
deformación de conciencia que ya te he mencionado en alguna
ocasión anterior. ¿Así que no tienes conciencia de que anoche
regresaste de tu aventura con una solemne borrachera y que la
anterior habías llegado con otra no tan gorda, pero bebido al fin y
al cabo?
-Nos mira sin decir palabra, con cara de carnero degollado.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
239
- La madre. Es que además a veces la lengua se te pone gorda y
no puedes hablar pero te pones muy pelma.
- Es que le pasa lo que les pasa a los borrachos. Tú serías capaz
de repetirme algo de lo que me dijiste anoche.
- Supongo que sí, te repetiría todo.
- Ya. Y tendrías también el mismo entusiasmo para disponerte,
como anoche, a ver a cada una de las ciento veintisiete empresas
de construcción y para encontrar doce posibles alumnos mínimos
para un curso.
- No haría falta verlas a todas.
- Pues yo quisiera ver que eres capaz de visitar a alguna para
hacer ese primer curso. El día que demuestres que has hecho eso,
reconoceré que ya tengo de ti algo positivo y te daré un beso en la
frente. No quiero desanimarte, pero no tengo más remedio que
ser sincero contigo y decirte que tú no res capaz de eso. Yo sé
quien sería capaz de hacerlo. Tú no.
- Vamos a ver. ¿Tú crees honradamente que de la entrevista
que tuviste ayer con ese señor saldrá algo positivo?
- Creo que sí.
- Bueno. Para qué le vamos a estar dando vueltas a ese tema.
El tiempo lo dirá sin que pase mucho. ¿Hasta que hora estuviste
con ese señor?
- Hasta las nueve.
- Mira, puedo hacer ahora mismo la película de tu vida, en la
tarde de ayer. Cuando te vi salir tan..., bueno, con tan poca
confianza en ti mismo, le dije a tu madre, éste va ahora de cabeza
a un bar a tomar un par de lingotazos para adquirir la fuerza que
Conversaciones con mi hijo
240
le falta. Luego estuviste con ese señor hasta no sé qué hora
contándole lo que la euforia de las copas te inspiró.
Se sonríe.
- … porque ya me extraña que te dedicase tanto tiempo. Desde
las seis y media hasta las nueve es mucho tiempo. Luego, para
matar la decepción que sin duda sacaste de la entrevista, te fuiste
a buscar consuelo en nuevas cervezas.
Sigue sonriendo con cierto aire de suficiencia, pero
tristemente.
- Sí, sí, sonríe todo lo que quieras. Me demuestras que estoy
equivocado o seguiré pensando que ha pasado lo que te acabo de
decir. ¿Sabes donde estábamos ayer a las nueve y media de la
noche tu madre y yo?
- Pues no.
- Pues dando un paseo alrededor de aquellos bares de allá
abajo para ver si te veíamos. Igual que las esposas de los
borrachos de Cañaveral. Dando vueltas de bar en bar en busca de
sus maridos.
- Pues marché de casa a las cinco y media porque ya os dije
que tenía que comprar un junquillo para encarpetar aquello. Fui
muy despacio hasta allá abajo y llegué allí a las seis. Me di cuenta
de que era muy pronto y me puse a dar otra vuelta alrededor de
la manzana. A las seis y cuarto me decidí a entrar valiéndome de
la estratagema de decir que no me acordaba bien si me habían
dicho a las seis y cuarto o a las seis y media. Me dijo que no, que
era a las seis y media y de todas las formas me hizo pasar a una
salita. Este hombre no llegó hasta las siete y cuarto y resultó que
era un conocido...
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
241
- Pues ¿de qué?
- Sí me lo había presentado un amigo, un tal…
Dijo un nombre y apellido que no retuve.
- … ¡Hombre!, mira qué casualidad, dijo, y estuvimos charlando
de esta historia. Cierto es que no estuvimos charlando de esto
hasta las nueve, pero ésa fue la hora a la que salimos juntos a
tomar una cerveza. Luego me encontré con Paco Mantecón. Que
hombre, que no te dejas ver, que si tal y nos tomamos otra
cerveza. Y luego me encontré con fulano de tal y...
- En total, ¿cuántas cervezas tomaste ayer?
- Se pone en actitud pensativa como para recordar bien.
Cuatro.
- La madre. ¿Y con cuatro cervezas te pones así?
- Pues fíjate lo que va a ser de tu vida el día que puedas llegar a
andar suelto, sin nadie que te eche sermones parecidos a este. ¿Y
en esas condiciones te atreves a enviar un currículum a no sé
quién de La Coruña? Pues vas a estar apañado, como para
conservar el puesto durante mucho tiempo.
- Eso no se podrá juzgar hasta que suceda.
- La madre. ¿Pero qué más pruebas quieres hijo?
- ¿Vas comprendiendo ya por qué digo que estoy sintiendo una
descarada tomadura de pelo? Es que quieres que te repita que
tienes cuarenta y cinco años y que no tienes nada absolutamente.
Solo este techo que Dios ha querido que encuentres por medio de
tus padres. Por lo demás no tienes nada, eres más pobre que las
ratas, todo como consecuencia de tu problema de alcoholismo, y
el caso es que, con tu ramalazo de socialismo y todo, eres más
burgués que el Conde Romanones. Hay que ver hijo, qué amargo
Conversaciones con mi hijo
242
me has salido. Eres una espina que no deja de fastidiar. No te
pareces a mí en nada. Yo puedo entender que alguien quiera
gastar la vida un poco a lo tonto, como el Che Guevara, por
ejemplo, en defensa de un ideal, pero un tipo como tú, que ve
cómo se destroza por culpa de unas copas y no quiere darse
cuenta, no hay quien lo entienda. Claro es que tu vida es tu vida y
posiblemente crees que puedes hacer con ella lo que te dé la
gana. Yo seguiré con la espina clavada hasta que Dios quiera. Pero
tengo que decirte claramente que me has tomado el pelo con
toda la desfachatez del mundo y que no tienes derecho alguno a
portarte así. Entre tú y yo había un pacto sobrentendido del que
has pasado por las buenas. Vienes con nosotros a casa, te dije en
Las Palmas, siempre que estés dispuesto a reconocer tu problema
para poder resolverlo mediante el tratamiento adecuado, y a los
tres meses empezaste a echarle por la borda y después cada vez
peor.
Silencio sin gestos.
- ¿Cuanto dinero tienes?
- Sonríe con cierto escepticismo. Unas setenta pesetas o así.
- Pues te has chupado 2.500 ptas. desde el pasado sábado, y
por casualidad se da la circunstancia de que no las ganas.
- Ya.
Nueva sonrisa dolorosa.
- ¿Y qué piensas?
- Se encoge de hombros.
- Te digo de verdad que, por ahora, me puede importar menos
de un rábano el hecho de que de tu proyecto de formador de
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
243
formadores salga algo positivo o no. En este momento sigue
siendo vital que te dediques a pensar de qué forma puedes
empezar a encontrarte a ti mismo, sabiendo que has de
retroceder mucho porque hace mucho que andas perdido. Yo
estoy considerando la conveniencia de convocar una reunión
familiar, contigo incluido como es lógico, para ver de qué forma se
puede encontrar solución a tu problema padre. Todavía no lo
tengo bien definido, pero es posible que sí, que me decida a
hacerlo, en principio para informarles claramente de cual es la
situación actual. Unos y otros andan preguntando de vez en
cuando, y tanto tu madre como yo andamos a medias tintas
diciendo que bueno, que vaya, pero nadie sabe como es la
realidad actual.
Llego a sospechar que no piensa en lo que le estoy diciendo o
que tanto le da.
- Bueno, y ya para terminar, porque no es cosa de estar así
para siempre, quiero que sepas que estoy dispuesto a que esto
entre en vías de solución de alguna manera. Para ello te sugiero
que, con plazo hasta esta misma noche, pienses en proponerme
un plan al que estés dispuesto a someterte para atacar el dichoso
problema. Yo tengo uno en reserva que no tiene nada de
dramático y que, con tu colaboración, sería eficaz sin duda alguna.
Pero si el que propongas tú es razonable, mejor que mejor.
No hablamos más del tema ni de ninguna otra cosa. Terminó
de comer y al igual que todos los días, se fue al sofá, se sentó en él
dándonos la espalda para no perder detalle alguno del culebrón
de la tele, sacó su pitillo del bolsillo de la camisa con el mismo
gesto mecánico de todos los días, lo encendió sin necesidad de
mirarle y echó la primera bocanada de humo soplando con
satisfacción, como todos los días. Se levantó de allí para
Conversaciones con mi hijo
244
prepararse el café, como todos los días, y allí volvió a sentarse,
también como todos los días, hasta que terminó el culebrón del
que despotrica.
A las doce y media de la noche aproximadamente hemos
terminado de cenar y como de costumbre se ha ido al sofá para
ver mejor lo que hay en la tele. En vista de que no da muestras de
querer responder a mi planteamiento abordo el tema.
- Bueno ¿que? Supongo que has tenido tiempo de pensar cual
será la mejor solución a tu problema.
Se vuelve para poder mirarme y semisonríe.
- El caso es que no sé qué decirte.
- Ya. Pues sigue pensando en ello, a ver si lo descubres, porque
yo voy a seguir preguntándote por ello. Ya te he dicho que yo
tengo un plan en reserva, pero prefiero de verdad que me
comentes el tuyo.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
245
3 de Diciembre
Domingo. Estamos sentados los tres a la mesa a la hora de
comer.
Hoy hemos asistido Pury y yo a la misa de una, que ha durado
como casi veinte minutos más que lo ordinario. Se celebraba la
conmemoración del 25º aniversario de la fundación de la
parroquia María Madre del Buen Pastor y la misa fue presidida por
el Obispo. La iglesia estaba tan repleta de fieles como yo no creo
recordar que haya estado nunca antes. Bien toda la celebración,
incluyendo los aplausos, que hay a quien no le caen bien.
Ayer a mediodía, cuando yo estaba trabajando en otro tema en
el ordenador, se ha acercado mi hijo muy en silencio y me ha
dicho: ¿me puedes dejar para comprar tabaco? Previamente había
advertido a su madre que si se lo pedía a ella me lo remitiese con
mucho cuidado, conforme hizo, aunque su trabajo le costó. Hube
de animarla. Ya sé que te puede resultar un poco difícil, pero
tampoco es tanto, tú piensa que le haces un bien. Después me
contó que el muchacho había estado dando vueltas a su alrededor
cerca de veinte minutos, porque no se atrevía a venir a pedirme lo
que necesitaba. No sufras por ello, que es bueno que por lo
menos le cueste el trabajo de pedir lo que necesita.
Le dije que sí, que le daría para el tabaco de dos días, el del
sábado y el de hoy, domingo.
- ¿Cuánto fumas?
- Un paquete y medio.
Conversaciones con mi hijo
246
- Me parece que vas a tener que conformarte con un paquete,
lo cual te permitirá toser bastante menos.
Pensé darle doscientas cincuenta pesetas, suficiente para dos
paquetes en el estanco, pero al fin le di trescientas. No sé que
juicio merecerá este dato, a mí me parece una muestra de
debilidad.
En la noche de ayer sábado, en el momento de acostarme, él
se quedaba viendo no sé qué en la tele, le recordé que a base de
callarse y dejar pasar las horas no iba a conseguir que yo me
olvidase del tema pendiente.
- A ver si mañana ¿eh?
Entonces le dio un ataque de tos y, entre tosido y tosido, dijo,
que sí, que sí.
- La madre: Estuvo la misa bien ¿no te parece?, y además la
iglesia estaba llena a más no poder.
- Si es verdad, sí. Estuvo bien.
- Pero ha sido muy larga ¿no?
- Hombre. Ha durado algo así como veinte minutos más que
otros días. Lo que pasa es que luego nosotros nos dimos un paseo.
Y a propósito de la misa, fijaos si seré romántico, que esta
mañana, cuando te acercaste a decirme que Luis Ángel te había
dicho que la misa de una de los Capuchinos la diría el Obispo,
llegué a pensar, pues a lo mejor es que hoy piensa ir a misa.
- La madre: Por eso de que la decía el Obispo.
- Pues claro. Pero sí es verdad que durante la misa estuve
mucho rato pensando en ti. El mensaje de las lecturas de hoy te
venía como anillo al dedo. Es como si hubiese sido escrito
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
247
pensando en ti. Fíjate que venía a decir, sobre poco más o menos,
algo así: Date cuenta que se acaban las tinieblas, que termina la
noche y que llega el día. Que ya es hora de que te despiertes de tu
sueño y que empieces a vestirte con las obras de la luz. Que es
hora de que te dejes de borracheras y comilonas y que te
dispongas a trabajar, porque no sabes cuando llegará el día ni la
hora. Esto es, ¡abandona las tinieblas y sal a la luz!, que ya es de
día y se acerca el tiempo de la salvación. ¿Es así?
- La madre: Sí, sí, ese es el sentido.
Se queda encogido de hombros como diciendo ¿y a mí que?
- Supongo que después de este preámbulo no te extrañará en
absoluto que te diga que estoy esperando tu respuesta.
- No, no me extraña, no.
-Entonces tendrás preparada tu contestación.
- Pues...
Sopla y hace unos gestos con las manos.
- Pero vamos a ver, hombre, ¿tú crees en Dios?
- Pues sí.
-¿Y que haces para honrarle? ¿A qué te compromete tu fe en
Dios? ¡No digas cosas! Si vives completamente de espaldas a Dios,
no sé cómo te atreves a decir que crees en Él. ¡Que hay que salir
de las tinieblas, hijo! ¡Que es necesario encontrar la luz! Supongo
que te gustaría ser feliz. ¿Quieres ser feliz? ¿Has sido alguna vez
feliz en tu vida?
- ¿Quién no quiere ser feliz?
La respuesta es tan obvia que sobra la pregunta. Eso es lo que
quiso decirme pero me dijo exactamente lo contrario.
Conversaciones con mi hijo
248
- Yo no te estoy planteando juegos de palabras ni es correcto
que me contestes con otra pregunta. Te he pedido sencillamente
que me digas si quieres ser feliz y, si es así, que me cuentes a
continuación cómo piensas conseguirlo o si es que te imaginas
que eso es algo que cae como llovido del cielo.
- Pues algún momento de felicidad sí ha habido.
- Ya, allá, en los primeros tiempos del matrimonio, cuando
querías hacer realidad aquello de que contigo pan y cebolla, pero
te duró muy poco.
- Pues yo creo que todo depende de que salga adelante alguno
de esos trabajos que tengo entre manos.
- ¿Qué trabajos?
- Pues este de la formación y esos otros a los que me he
dirigido.
- Pero es que has enviado el currículum a más gente que a ese
último de La Coruña.
- No. A aquellos de antes. Claro es que ya, después del tiempo
transcurrido, no sé...
- Pero hijo, ¡despierta de una vez! ¿Pero es que estás
esperando todavía que alguno de estos empresarios de Vigo te
llame todavía? ¡Es que hace falta ser optimista! Tú eres capaz de
pasarte la vida persiguiendo mariposas de colores o mejor
fantasmas, para venderlos luego a millón. Mira, yo no quiero
desmoralizarte, pero tengo la obligación de ser sincero contigo. Y
mi opinión, y bien sabe Dios que quisiera equivocarme… te daré
otro beso en la frente si es así...
- La madre: Te va a poner la frente llena de besos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
249
- ¡Ojalá! Bien, pues mi opinión sincera es que ni de los
empresarios de Vigo, ni del de La Coruña, ni de ese negocio del
curso de formación, sacas nada práctico. Y es que te hace mucha
falta darte cuenta de la realidad, ganar estilo y compostura, y
dejes de andar por la vida a salto de mata, como cualquier
descuidero, viendo cómo y dónde puede afanar algo.
- Se queda tratando de componer un signo de interrogación
todo él.
- Hace algún tiempo puse un paquete de tabaco en ese cajón
con dos finalidades. La primera era ponerte a prueba. La segunda
era que si la resistías, me serviría para ofrecerte un pitillo en esos
momentos terribles en los que te quedas sin tabaco. El paquete
ha desaparecido y yo estoy seguro de que el caldo no lo ha
consumido. Tú ¿qué sabes de él?
En un primer momento estuvo a punto de hacerse el tonto y
casi llega a negar. ¡Ah!, sí hombre. Ya, ya caigo. Lo vi un día que
estuve buscando en ese cajón el resguardo de Seur.
- Y dijiste ¡hombre!, mira qué triste y abandonando está este
pobre, pero ¿a quién le pediste permiso para tomarlo? ¿Es que
acaso era tuyo? Y si te atreves a tomarlo responsablemente, ten la
gallardía de advertirlo, mira padre, he tomado este paquete por lo
que sea, pero ya lo repondré. ¿Te das cuenta de que te falta
calidad? Ya sé que esto es una minucia, pero tiene a mi juicio la
importancia de decirme cual es tu situación. No das valor a las
cosas pequeñas y quien no es fiel en lo poco...
- Sí, la verdad es que me faltó...
- Bueno. Pues vamos a centrarnos. El tema es que tienes que
darme una respuesta a mi planteamiento y, si lo prefieres, dime
ahora si tú sientes necesidad de ayuda para resolver tu problema
Conversaciones con mi hijo
250
o no. Y si crees sinceramente que no, pues dilo así, con
justificación.
Se queda callado.
- La madre: Lo que yo creo que le pasa es que el amor propio
no le deja actuar como quiere. Y hay ya mucha gente que no bebe
ni fuma, y por eso no les pasa nada.
- Lo que le pasa sencillamente es que no quiere reconocer su
problema, y como él no quiera, ni el mismo Dios puede con él.
Algunas veces llega uno a pensar que Dios se pasa en eso de
darnos libertad. ¿No ves?
Y él mientras tanto callado.
- Y otra cosa que le pasa es que se pone siempre en guardia,
defendiéndose de quienes le queremos bien. Supongo que a veces
me consideras tan enemigo tuyo que estarías dispuesto a
cualquier cosa para quitarme de encima. ¡Ya está otra vez el tío
este a la carga! Pues lo conseguirás sólo cuando me muera.
Mientras me quede un soplo de vida yo estaré a la carga,
efectivamente.
- El caso es que es difícil decir algo. Desde que llegué no he
sabido nunca qué es lo que prefieres que haga.
- ¡Anda!, a ver si ahora resulta que vienes a culparme de
haberte desorientado en la vida. Pues mira que no te lo he dicho
claro. ¡Que te cures!, hijo, ¡que te cures! Mejor dicho, que te
defiendas contra ti mismo, porque curarte no te curarás nunca,
pero sí que te dediques especialmente a rencontrarte resolviendo
tu problema. ¡Tiene gracia!, lo que hay que oír. Te he dicho y
repito que me importa un rábano ahora, en estos momentos, que
encuentres un trabajo productivo o no. Lo fundamental es lo otro.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
251
Lo básico. Será la puerta por donde puedes entrar para encontrar
algo duradero. Si estando ocupado seriamente en lo básico, llega
algo de lo otro, miel sobre hojuelas, pero lo primero es lo primero.
Más silencio.
- En vista de que las cosas están como están, yo termino por
ahora diciéndote que me siento culpable de algún modo de que
las cosas hayan llegado tan acá, por no haber estado encima de
este tema más puntualmente. Pero claro, las consideraciones, los
paños calientes, todo nos ha traído a esta situación. Estoy
decidido a que encontremos un punto final. De momento, te digo
que, por lo que a mí respecta, no volverás a tener dinero para
tomar ni una sola cerveza más, nunca más. Supongo que esto te
dará una idea de por dónde van los tiros.
- ¿Realmente crees que estoy enfermo?
- La madre: Si no, ¿por qué bebes?
- Con toda la seguridad, por desgracia. Pero no enfermo
fisiológico, no. Tu enfermedad es de otra clase. Tú hígado es muy
posible que no esté afectado en modo alguno. Tienes la mala
suerte de tener un hígado a prueba de bombas. De no haber
tenido esa desgracia, un hígado muy saludable, es muy posible
que a estas alturas no estuviéramos hablando todavía de este
tema. Repito mi ofrecimiento. Mi plan en reserva, o uno tuyo, que
estoy dispuesto a ayudarte a cumplir si lo creo lógico. Bueno, y
por ahora ya está bien.
Conversaciones con mi hijo
252
4 de Diciembre
Lunes. Estamos terminando de cenar sobre las doce menos
cuarto de la noche.
Pury estaba advertida de que en la cena acometería el hecho
de que en la mañana hayan desaparecido ciento cincuenta
pesetas que dejé sobre el armario del pasillo. Se
- Sí, sé a lo que te refieres, pero no sé qué quieres decir con
eso de tus trece.
- La madre: Te está diciendo que sigues sin decirle nada de lo
que te tiene preguntado.
- ¿Pero es que tú no has oído decir nunca eso de que estás en
tus trece? mostró disgustada porque me negué a acceder a su
preferencia de dejarlo para mañana. Me lo planteó en la calle,
mientras bajábamos a casa de Cristina para felicitar a Adrián, cuyo
cumpleaños fue ayer, día tres, y en la calle fue cuando le dije que
eso no podía ser.
Ella interpreta que grito cada vez que defiendo con cierto
énfasis mis puntos de vista y se pone muy molesta. Lo cierto y
verdad es que esta situación nos está siendo difícil y los nervios
andan un tanto a flor de piel.
En casa de Cristina quedó claro que tienen que dejar de
considerar como algo perfectamente normal ponerle una cerveza
o el vaso de vino en las comidas. A mi pregunta respondió
diciendo que la noche anterior le había pedido cien pesetas y que,
como no las tenía sueltas, le había dado 500 ptas. Le dije que en
adelante se las arregle como pueda pero que se abstenga de darle
más dinero y, como es lógico, que entienda ella y todos los demás,
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
253
que este hombre no puede tomar la primera cerveza. Creo que lo
ha entendido, pero es muy discutidora y al lado de ella su madre
se anima más. Tengo la sensación de estar llevando las de perder
en esta guerra privada de Alonso el Viejo.
En el transcurso de la cena habíamos hablado de alguna cosa
sin fuste.
- Por lo que veo tú sigues manteniéndote en tus trece.
Se queda como pasmado, mirándome fijamente:
- ¿Cuáles son mis trece?
- No me digas que no sabes a lo que me refiero.
- Sí que lo he oído, pero...
- Bueno, pues ahora que ya has identificado lo que quiere decir
y puesto que además sabes a lo que me refiero, dime lo que
tengas que decirme. ¿O hasta cuando piensas tenerme así? ¡Mira
que es aburrido tener que estar todos los días con la misma
historia! Tú no quieres dar el brazo a torcer, pero ya vendrá quien
te le retorcerá bien retorcido.
- Pero ¿qué es lo que quieres que te diga?
- Quiero que me digas de qué forma piensas arreglártelas para
no volver a beber. No porque yo te lo prohíba, que no lo hago,
sino porque no puedes.
Se queda callado, con la mirada perdida, sin saber qué decir.
- Mientras te decides, dime qué sabes tú de ciento cincuenta
pesetas que había dejado yo esta mañana sobre ese armario.
Ensaya un intento de sonrisa.
- Las cogí yo.
Conversaciones con mi hijo
254
- ¿Y por qué? ¿Es que acaso eran tuyas?
- Es que no tenía tabaco.
- Esa no es ninguna razón válida. El no tener tabaco no justifica
en modo alguno el tomar algo que no te pertenece. Que yo sepa,
el fumar no es ninguna necesidad vital. Es una acción de tan poco
estilo como la de haberte apropiado el paquete de tabaco del que
hablábamos el otro día.
- Pero si que es que con eso del paquete..., resulta que le
encontré sin pensarlo un día que estaba buscando no sé qué en
ese cajón. De repente aparece un paquete de Ducados y dije,
¡hombre, mira que bien!
- Claro. Y como te dije, pensaste, ¡pobre paquetito, tan triste y
aburrido! Y luego decidiste hacerle los honores. Seguro que te
costó algún esfuerzo para olvidar que se trataba de un paquete de
Ducados y no de Coronas. Pero vaya, al fin pudiste con él. Todas
estas actitudes, como otras que sin duda alguna las acompañan,
tienen todo el mismo fundamento. Hay en todo ello una especie
de pasotismo respecto de la propia estima, que no se sabe
apreciar porque se ha perdido el gusto por las cosas bien hechas.
- Y mañana, ¿cómo piensas arreglártelas para el tabaco?
- Claro, que si como esperas cobras ya tu participación en el
tema de Acevedo, tendrás el problema resuelto. Ya, ya. ¿Dónde
vas cuando sales de casa a una hora tan alta como hoy, por
ejemplo?
- Pues depende. Unas veces doy un paseo, otras...
- Ya, pero yo te he dicho, hoy por ejemplo.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
255
- Pues salí precisamente a ver si encontraba a Carlos para saber
si había cobrado, pero no estaba.
- Pero ¿dónde querías encontrarle? Te lo preguntaré más claro.
¿Esta noche has entrado en un bar?
- No.
- ¿Por qué?
- Pues por que no.
- Ya. Y ¿cuánto esperas cobrar por tu colaboración en ese
proyecto de Acevedo?
- Unas trescientas mil.
- Y ¿de ahí tendrá que descontarte los anticipos que te ha
hecho o ése será el neto?
- Pues que el pico que pasa de las trescientas y las
“anticipaciones”, vendrán a ser lo mismo.
- Y ¿cuánto es el importe total del proyecto?
- Tres millones y..., no me acuerdo si doscientas o trescientas
mil y pico.
- Total, que por trescientas mil pesetas tú has trabajado tres
meses largos y si es verdad que tantas horas diarias como parecía
desprenderse de tu llegada a casa, has hecho más horas que un
reloj suizo. Eso y más lo gana hoy cualquier delineante.
- Pues el muchacho que estuvo ayudándonos con el programa
AutoCAD va a cobrar doscientas mil pesetas y estuvo poco más de
un mes y eso que él decía que lo iba a terminar en una semana.
- La madre: Yo creo que no ha sido tanto, aunque a lo mejor sí,
porque si tal y que si cual.
Conversaciones con mi hijo
256
- Yo sé que en Junio tenía que haberse incorporado a trabajar
con Uríbarri y fue entonces cuando prefirió a Acevedo atraído por
el espejismo de las seiscientas mil pesetas. Y en Agosto y aún en
Setiembre estaba yendo todavía por el estudio.
- La madre: Y cómo se calcula eso, para que de tres millones y
pico a ti sólo te correspondan trescientas mil y pico.
- Pues creo que eso son pactos que se hacen entre las partes.
Existen no sé qué tipo de módulos que les sirven de base para el
acuerdo. Se lo oí explicar un día de este verano a Yago, que le
anduvo metiendo los dedos en la boca. Le habló de módulos por
aquí y módulos por allá, seguramente para que el chaval no se
enterase o se marchase pensando que su padre es un fenómeno.
Con eso habrá ido contando a su madre que su padre va a ganar
tanto y cuanto y, como ella no ha visto un real, pues estará que
echa chispas.
Se hace un silencio bastante denso que tengo que romper para
que el tema no decaiga.
- Y al margen de eso, de si es justo o deja de serlo, eso de que
tú sólo tengas que cobrar trescientas mil pesetas, está la
circunstancia de que, como te dije varias veces, Acevedo no es la
mejor compañía para ti en tus circunstancias, ni el amigo que tú
necesitas. En absoluto.
- La madre: Si es que no hay amigo que valga. Tiene que ser él
que sepa lo que tiene que hacer.
- Ya mujer, por descontado. Pero si Acevedo, que conoce su
problema, hubiese sido el amigo que se atreve a decirle que yo si
tomo una caña pero tú no, porque no puedes, en lugar de
estimularle a emborracharse juntos, la cosa podría ser bastante
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
257
diferente. Y así, por contra, unas veces con Acevedo y otras sin él,
este hombre está bebiendo habitualmente desde Mayo, para
celebrar el éxito que tuvo con la obra de la reforma del famoso
bar. Entonces empezó a tener unas perras en el bolso y para no
tener que coger al tipejo ese por la solapa decidía marcharse a El
Castro a pasear a las once de la noche. Por el camino se tomaba
unos cuantos lingotazos para calmar su angustia, y así pudo llegar
a casa y decirme con los ojos saltones y desmedidamente, ¡por
favor, papá, ahora no! Mañana hablamos todo lo que tú quieras,
pero ahora no. Y así sigue, como siempre, desde hace una serie de
años.
- Pero vamos a ver. Creo que hace diez meses que llegué..., sí
eso es. Crees tú que si yo estuviese enfermo como tú dices, podría
haber llevado la vida que llevo.
- Claro que sí. ¿Cuántas veces te has emborrachado desde
entonces?
- Pienso que la pregunta le ha cogido desprevenido y de
repente se siente descolocado.
- Es que hay por lo menos dos formas de emborracharse,
seguramente más.
- Sí, seguramente más. Para ti sólo una. Tú te emborrachas sólo
con cerveza.
- No, no me refiero a eso. Quiero decir que hay quien sale a la
calle decidido a emborracharse. Y otros que...
- La madre: Se emborrachan tomando primero una copa, y
luego otra, y después otra, y así...
- A lo tonto. Pero mira oye. No pretendas ahora darnos una
lección magistral de tus teorías de las motivaciones de las
Conversaciones con mi hijo
258
borracheras, que eso no nos hace falta para nada. Dime
sencillamente cuántas veces te has emborrachado.
Hace que recapitula, mentira puñetera.
- Tres veces.
- Admitamos que son tres veces sólo, que no es verdad, pero
bueno. Dime por qué te emborrachaste tres veces. ¿Que razón
tenías para ello? ¿Celebrabas algo importante? ¿Querías ahogar
una pena muy honda? Dame una razón válida. Te has vuelto a
emborrachar a lo tonto, porque estás atrapado, como siempre.
Has hecho lo misma que solías hacer. Tú eres un alcohólico
intermitente. Puedes pasarte tres o más meses sin probar ni una
gota, pero como tu fuerza no tiene base, se termina en seguida.
Recuerdo que alguna de las veces, después de alguno de los
chaparrones de entonces, Margarita decía: Lleva una temporada
formidable, muy bien, se ocupa de ayudar a Yago y todo. Pero
todo duraba muy poco, como ahora. No sé hijo. A ver si Dios
quiere mejorar las horas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
259
6 de Diciembre
Jueves. Por la mañana, de acuerdo con el plan previsto, he
estado charlando durante una hora con Katy, la psicóloga de
Asvidal y luego, aprovechando la necesidad de confesarme. He
charlado también del tema con el P. Mariano, como confesor mío
que es.
Con ambos me he sincerado advirtiéndoles que estamos
atravesando, inclusive en el plano matrimonial, una situación de
tensión desconocida hasta ahora al cabo de cuarenta y seis años
de matrimonio. También les he dicho que tengo la sensación de
encontrarme casi solo en esta aventura. De lo mal que lo está
pasando Pury. De sus dificultades para entender mis reacciones y
de la creencia que tengo de que está mucho más cerca de
entender las quejas de su hijo, por los malos tratos de
incomprensión de los que se siente objeto por mi parte, que de
comprender de verdad la gravedad del problema en el que se
hunde más cada día que pasa y, por tanto, de entender que mis
actuaciones se orientan a buscar su bien.
De todo ha sido bien informada. Me ha dicho que ayer tarde,
en casa de Jose, se dedicaron a leerle la cartilla seriamente. Ella no
está dispuesta a permitir que se encuentre en una situación límite,
que sería lo único que le ayudaría a comprender su situación.
Le advierto a Pury que hoy mismo, a la hora de comer, le
plantearé a este hombre la decisión que, de conformidad con la
psicóloga, estoy dispuesto a tomar para ver si por lo menos
recuperamos la calma y estuvo de acuerdo. Nos sentamos a
Conversaciones con mi hijo
260
comer a la hora acostumbrada y estamos a punto de terminar el
segundo plato
- Después de estos tres días de asueto que te he consentido,
supongo que habrás aclarado ya bastante bien tus ideas.
Aunque parezca extraño, esta manera de entrarle le coge en
las berzas, como casi siempre.
- Más o menos las ideas están siempre claras.
- ¿Más claras o menos claras, en qué quedamos?
- No es por ahí. Quiero decir que, para mí, las ideas están más
o menos claras, como siempre, otra cosa es que sean
compartidas.
- ¡Ah!, ya, ya, ya. Quiere eso decir que te mantienes en tus
trece.
- Bien. Pues no deja de ser una aclaración. En ese caso, vamos
a ver si eres capaz de entender también claramente en qué
consiste la fórmula que, según te he venido diciendo, tengo en
reserva para ofrecerte a falta de propuesta alguna por tu parte.
Pero antes de eso, quiero hacer las últimas consideraciones sobre
tu problema.
- Sé, porque lo he preguntado y porque me han informado con
sinceridad, que el domingo por la noche estuviste en casa de
Cristina viendo qué podías socaliñar.
Ensaña una tímida sonrisa que no termina de aflorar. Le dije
que si me dejaba para tabaco.
- ¿Y qué te dio?
- Quinientas pesetas.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
261
- Y si el domingo a las doce de la noche tenías quinientas
pesetas en el bolso, qué tanta necesidad tenías para apropiarte el
lunes a mediodía los treinta duros que encontraste aburridos ahí
en el comodín. Tengo que pensar que al salir de casa de Cristina
fuiste ya derecho al aliviadero. Y con lo que te quedó, más los
treinta duros, a duras penas has podido aguantar hasta ayer, que
tuviste ocasión de echar un tiento a tu hermano Jose. ¿Qué es lo
que te dio?
- Un..., dos paquetes de tabaco.
- ¿No ves? Te parece que esa es una postura decente, andar
por ahí a salto de mata.
- Sé también, porque lo he preguntado y me lo han dicho, que
dices que si estuvieses ahora mismo en Las Palmas te forrarías y
que estás pensando o que has pensado que si llegas a tener
dinero suficiente volverías a Las Palmas.
- Eso no es así. Allá atrás, cuando pensaba cobrar las
seiscientas mil pesetas dije que me apetecería volver a Las
Palmas.
- La madre. Sí lo que yo te he dicho es eso. Que alguna vez
pensó en volver.
- Eso ya te lo oír decir allá atrás, cuando andabas en no sé qué
clase de relaciones con el que tu llamas concuño de Jose.
Entonces te dije, y ahora te repito que por mucho que tu vocación
sea volver a Las Palmas, ése sería el error más grande que podrías
cometer en estos momentos.
- La madre. Lo único que te falta para terminar de hundirte.
- Si es que estás ya bastante hundido. Bueno, en cualquier
caso, debes tener claro que yo gasté dinero para traerte, pero no
Conversaciones con mi hijo
262
lo volveré a gastar para devolverte. Ahora bien, con su capa cada
uno puede hacer un sayo. El día que quieras gastar tu dinero en
algo así, yo te seguiré diciendo que te equivocas, pero no echaré a
correr detrás de ti. También sé que dices que lo estás pasando
muy mal.
- Bueno, eso es en estos últimos días.
- ¡Claro!, desde que te estoy apretando las clavijas de esta
manera. Eso es lo que te molesta. Y también dices que no te dejo
hablar, que te tengo oprimido. ¿Me puedes decir cuando no te he
dejado hablar?
- Pues un día...
- Mira, si te refieres a que cuando pretendes hablarme de la
joya de la finca de Durán, o darme una lección magistral de los
diferentes modos o motivos que existen para decidir
emborracharse, te digo que ya está bien, que dejes de contarme
el cuento de la pera de Murcia, o algo por el estilo. Te digo que es
verdad, que tienes razón, pero es sencillamente porque dices tales
cosas cuando estás borracho... Dime cuándo estando sobrio me
has dicho alguna cosa con fuste, que tenga algún contenido. Me
has dicho unos monosílabos relativos al fútbol o al cine. Los planes
de acción, de trabajo, de negocio, me los reservas para cuando
vienes borracho. Y además, esas cosas, en lugar de andar
hablándolas por detrás, no sé por qué, no me las dices claramente
a la cara, como por ejemplo ahora.
- Pues una vez ya lo intenté pero no pude.
- Bien. Pues ahora has de saber que tengo para ti una de estas
dos soluciones. Y que después de que hayamos convenido cuál, no
volveré nunca más a hablarte de este negocio, que tu vida es tu
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
263
vida y tu problema, que la nuestra ha empezado a complicarse a
estas alturas de la vida gracias a ti y que he pensando que ya está
bien. Pero déjame que antes te diga una última cosa que me
parece importante. ¿Has pensado alguna vez que me tomé la
molestia de ir a buscarte a Las Palmas, con el fin de traerte para
machacarte vivo? ¿O acaso que nos fuimos Jose y yo buscarte
para pasarlo bien, de juerga, porque no teníamos nada mejor que
hacer?
- No claro.
- Pues nosotros sí lo estamos pasando mal, desde entonces.
Una de las soluciones consiste en decirte, toma unos duros y vete.
Organiza tu vida como quieras o como puedas, es tu
responsabilidad, pero no compliques la nuestra. Otra posibilidad
es que sigas en casa aceptando y respetando las reglas de juego.
La primera y fundamental es la de que yo me voy a olvidar de tu
problema, como si no existiese. Es más, miraré para otra parte
cuando algo o alguien me recuerden que existe. Pretendo
recobrar la normalidad de vida. Entre otras cosas, desde esta
misma noche volverá a haber vino en esta mesa.
- Me parece muy bien.
- Tu parecer en este sentido no me hace falta para nada y no te
lo he pedido. Te estoy dando las normas del juego. Las tomas o las
dejas. Tú puedes beber de él o no beber, como te parezca. Yo no
te voy a llamar la atención. Y anota que esta vez va en serio.
Dormirás en la calle siempre que no hayas llegado a casa a la hora
en que nos acostamos, por mucho que antes hayas llamado para
decir que estás en no sé que sitio hablando de no sé qué historias.
Estabas advertido, no me hiciste caso y yo no cumplí con mi
obligación de hacer lo que prometí. Pero ya no más. Hasta aquí
Conversaciones con mi hijo
264
hemos llegado. Y, por tanto, a partir de ahora hablaremos de lo
que tú quieras, de política, de fútbol, etc. Te daremos dos mil
pesetas a la semana que las podrás gastar en lo que quieras, en
tabaco, en mujeres, etc. y no habrá más para nada, ni para
currículum, ni para gaitas. Claro es, que espero que cuando tengas
dinero nos informes.
- La madre. Por cierto, ¿te falta mucho de eso que estabas
preparando?
- Poner el sello de la Apec.
- ¿Y cómo piensas enviarlas?
- En principio por correo.
- Ya te he dicho que, desde mi punto de vista, eso equivale a
arrojar todos esos papeles a la papelera. Pero, en fin, cada uno
puede gastar su dinero de la forma que mejor que le parece.
A mi esposa.
- ¿Tú tienes algo añadir?
La madre. Sin poder contener las lágrimas y casi sin poder
hablar. No. Que estoy de acuerdo con eso que tú dices.
- ¿Te das cuenta? Pues ese rostro lo tienes así en cada una de
estas ocasiones.
Por parte de él no hay la más mínima alusión al hecho
emocional.
- ¿Aparte de ese problema que tú consideras tan fundamental
y que, vamos, yo no creo que sea tanto, que es lo que se supone
que debería haber hecho en este tiempo?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
265
- Es que fuera de ese problema no hay ninguno. Si te libras de
él, empezarás a ver claro. Ese problema es el padre y la madre de
todos los otros que no son sino una consecuencia. Y esto es todo
lo que puedo decirte, porque ya te he dicho que de tu problema o
problemas quiero olvidarme olímpicamente, son tu
responsabilidad.
A ver si es posible que esta experiencia nos lleve a alguna
parte. Me revienta escribir de este tema pero es la única manera
que encuentro de ordenar las ideas y los hechos.
Conversaciones con mi hijo
266
8 de Diciembre
Viernes. Son ya más de las dos de la tarde y él está de pie
frente al televisor, con el telemando en ristre.
Me acerqué a él y le di 2.000 ptas., que cogió sin ver y metió en
el bolsillo del pantalón. A duras penas pronunció un “gracias” casi
inaudible, al que yo no correspondí.
Al poco rato salió de casa y yo aproveché para llamar a Mary
Carmen. Le sugerí que viniese esa misma tarde noche, con los
niños, con el fin de poder celebrar con el resto de los hermanos
una reunión informativa, de acuerdo con la sugerencia que me
había hecho Jose, para darles a conocer cuál es realmente el
estado y situación de este hombre.
Después de una serie de equilibrios telefónicos y tácticos con
el fin de no descubrir nuestro plan al interesado, conseguimos
celebrar la reunión en casa de Carlos cuando ya eran más de las
diez de la noche.
Terminé aquella reunión confirmando la idea expuesta al
principio. Hemos de tomar todos más en serio este problema.
Cada uno le ha tratado de la forma que mejor le ha parecido,
siempre con poca responsabilidad y, al paso que vamos, llegará el
día en el que tendrán que sortear entre ellos quién se echa
encima la carga de aguantarle. Les ofrecí que prueben ahora,
teniéndole por turnos de dos meses, pagando yo los gastos. Hubo
quienes se manifestaron claramente diciendo que no y las que
dijeron que a lo mejor sí, lo hicieron con la boca pequeña, sin
haber consultado con sus esposos. Les advertí que en la comida
de mañana, fiesta de mamá, yo provocaría conforme Dios me
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
267
diese a entender, la necesidad de reunirnos en casa de Cristina
para seguir hablando de este tema delante del interesado y les
pedí que, en el supuesto de que no estuviesen de acuerdo
conmigo o con los planteamientos que estaba dispuesto a hacer
entonces en consonancia con lo que ya les había dicho, que por lo
menos procurasen disimularlo.
Él permanecía en casa viendo la tele. En seguida de regresar a
casa, pasadas ya las doce de la noche, después de los saludos a su
hermana y a los niños, y atendiendo a la petición de explicaciones
que le hizo Mary Carmen de acuerdo con mi indicación, se aplicó
a explicar con pelos y señales, y la grandilocuencia que en él es
habitual, las favorables y exitosas perspectivas que tenía el
resultado de su entrevista con el delegado de la Fundación a
quien presentó su proyecto de curso de formador de formadores
en el que ha estado entretenido un montón de tiempo. La charla
seguía un rato largo después de cenar. Tanto que hube de
recomendarles a los dos, con cara de pocos amigos, que dejasen
algo para mañana, que ya era hora de ir a descansar.
Conversaciones con mi hijo
268
9 de Diciembre
Sábado. Es el cumple de Pury. Nos hemos reunido a comer
todos en casa de la señora María.
En los postres he pedido un momento de atención para
decirles que me apetecía mucho contarles un hecho de vida que
consideraba interesante para todos. Cristina dijo, ¡ay, qué bien!,
soy toda oídos, así que empieza cuando quieras. No he podido
aclarar si esa salida de Cristina era una salida estratégica o tan
natural como ella es, pero, como quiera que fuese, me vino muy
bien para argumentar que, a lo mejor, era preferible retirarnos a
alguna casa en favor de la discreción.
Ella ofreció la suya y un café, y a mí me pareció muy bien,
porque se trataba de lo previsto. El interesado andaba con una
cara de circunstancias que casi daba pena verle. Era de sospechar
que algo estaba oliendo. Al cabo de un rato, unos por un lado,
otros por otro, aparecimos todos en casa de Cris, cuando ya eran
casi las seis de la tarde.
Al calor de otro cafelito - que mi trabajo me costó conseguir
que alguien se dispusiera a preparar -, abrí la sesión diciendo que,
a mi modo de ver, aquel hecho de vida o cuento del que quería
hablarles, merecía la pena ser grabado, con la formidable
grabadora que me había regalado “la nena”, hacía no sé cuanto.
Nadie tuvo inconveniente en ser grabado y por ello grabé toda la
conversación. Fue muy larga, entiendo que con capacidad para
llegar a ser muy constructiva porque todo el mundo estuvo en
línea, pero inútil, porque el protagonista salió de ella tan crudo
como entró. No tengo tiempo de sintetizar el contenido de la
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
269
reunión. Si alguien tiene interés en conocerlo, tendrá que intentar
conseguir la grabación.
Conversaciones con mi hijo
270
14 de Diciembre
Jueves. Cerca de las diez de la noche en casa de Jose. Hemos
ido para ver al niño y llevarle unas cositas que ha preparado
mamá. De paso yo he llevado un tomo del diccionario
enciclopédico para ver si Mar me lo puede restaurar, pues está
deslomado.
Jose ha preguntado en un momento qué tal van las cosas. Su
madre ha querido que concrete a lo que se refiere con eso de las
cosas y ha conocido que es lo mismo que ella piensa.
Pues, casi no sé qué decirte, ha contestado y yo he añadido, si
me atengo a los síntomas que para mí están muy claros, tengo
que decir que no ha recibido el mensaje. Sigue como siempre.
Pury ha añadido que desde luego en lo dejar de beber está igual.
Me ha extrañado tal afirmación y he preguntado, ¿pero es que
has hablado tú con él de esas cosas en estos días?
- Yo siempre que tengo oportunidad meto baza, dijo.
- Pero mujer, vamos a ver si podemos estar un poco más
coordinados en esta guerra. De manera que sabes clarísimamente
que yo le he dicho que no volveré a tocar ese tema, así se beba
toda la producción de una fábrica, y vas tú y te metes de cabeza
en la cuestión. Si yo me abstengo lo coherente es que tú hagas lo
mismo mujer, no sé cómo no lo comprendes. De lo contrario
estamos dando la impresión de que andamos divididos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
271
15 de Diciembre
Viernes. Sobre las diez y media de la mañana le he visto salir.
Me ha dicho hasta luego.
Unos minutos más tarde se me ha acercado la madre, al lado
del ordenador, para comentarme que sabe que ha salido a ver a
Durán, con quien está de acuerdo para ir a ver la finca esa y que a
lo mejor van también a Pontevedra.
- ¿Sigue teniendo cosas en Pontevedra?, me preguntó.
- Supongo que le seguirán quedando solares en aquello de
Monteporreiro que tú conoces.
- ¡Ah claro!, pero tú no le digas nada de esto, porque luego él
no me cuenta nada.
Me callé.
A la salida de misa, enfilaba la calle Brasil abajo con cierta
prisa. Quería hacer unas gestiones en dos Bancos. Pury me
esperaba al final y me dijo:
- Ya estuvo con Durán, pero no han ido a ninguna parte. Ahora
está en casa. Le ha dado un montón de papeles y dice que le ha
contado su vida, pero que en aquel momento no podía llevarle a
ningún sitio porque tenía otro compromiso. Luis dice que le
gustaría hablar estas cosas con papá, pero claro.
En aquél momento reaccioné respondiendo al mensaje
subterráneo que me parecía estar recibiendo y dije algo así como
¡qué me deje en paz! y es seguro que además puse mala cara. Ella
dijo algo que no pude entender, pero era clarísimo que había
quedado disgustada y así se marchó.
Conversaciones con mi hijo
272
Mientras estuve fuera de casa no dejé de pensar en estas dos
anécdotas y deseé fervientemente tener a Pury delante,
preferiblemente a solas, para dejar claro el procedimiento a seguir
en todo lo que se relacione con este muchacho. Al regresar estaba
sola en la cocina. Sin más preámbulos le dije:
- Antes de que sea más tarde, quiero decirte algo en relación
con lo que hemos hablado esta mañana. Estoy seguro de que has
entendido algo que yo no he querido decir a pesar de haberlo
dicho, porque es claro que, al menos yo, no soy capaz de sujetar
bien las palabras. Creo que es necesario que entendamos que
tenemos que hablar normalmente, quiere decirse, en familia, todo
lo que tengamos que hablar con este muchacho, sin andar con
secreteos y mucho menos a escondidas. Las cosas relativas a él
debemos hablarlas con normalidad y a ser posible delante de él.
Me escucha en silencio.
- Fíjate en el contenido de estas dos anécdotas y verás qué
interpretación puedo hacer de ellas. Esta mañana te acercas a
decirme de él algo en secreto y me adviertes que no le diga nada
porque si no, no te dice más cosas. Está bastante claro que tú
admites como normal el hecho de que a mí no me las cuente.
Luego, al mediodía, en plena calle, no sé si también en secreto, te
pones a contarme el resultado de su gestión y así, como que no
quiere la cosa, me vienes a decir que yo le tengo cohibido, que
conmigo no se puede hablar. Y las dos cosas juntas han provocado
en mí que dijese algo inadecuado. Insisto en que debes procurar
que lo que te cuenta a ti sola, porque a veces oigo que al llegar
viene junto de ti y habláis, y unas veces me dices y otras no me
dices, que le digas que conviene que esas cosas las hable cuando
estemos todos juntos, y un momento, muy adecuado, es en la
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
273
mesa. Y si la cosa tiene mayor urgencia, con llamarme a vuestro
lado la cuestión quedará resuelta. Y será entonces cuando daré mi
opinión respecto de lo que me cuente y será positiva o negativa
según me parezca. Por ejemplo, si llega a decirme algo de esta su
entrevista con Durán, le diré mi impresión, que será la misma que
te adelanto ahora. ¡Eso es otro portazo en las narices! Y aunque
me equivoque, cosa que me alegraría, tendré que decirle que el
camino de solución que tiene que encontrar no va por esa parte.
Si no lo entendemos así, va a resultar que unas veces por activa y
otras por pasiva, la presencia de este muchacho en casa va seguir
siendo motivo de disgustos.
- Yo no sé si te va a decir algo de esa entrevista, a lo mejor te lo
dice luego.
- Yo tampoco lo sé, pero me atrevo asegurar que no me dirá
nada, si no al tiempo.
- Lo que yo no sé si es bueno, es decirle así de pronto que eso
puede ser otro portazo.
- Lo que sin duda alguna no es bueno, si no todo lo contrario,
es permitirle que se instale definitivamente en la luna, donde me
parece que todavía sigue.
Conversaciones con mi hijo
274
16 de Diciembre
Sábado, Me dispongo a salir de casa sobre las once y media. Él
está en la habitación de Margarita.
Al ver que me marcho sin decirle nada más que hasta luego se
levanta y dice:
- Papá, que no tengo dinero.
- Y yo tampoco. De todas las formas, los ocho días no se
cumplen hasta hoy a mediodía y, por tanto, tendrás que cuidar de
administrarte un poco mejor, para no verte en situaciones así.
- Los ocho días se cumplieron ayer.
- Tú cuenta bien cuántos días han transcurrido desde el viernes
y verás. Además, como quiera que sea tendrás que aguantarte,
porque como te he dicho, yo tampoco tengo dinero.
- Bueno, claro.
Al regresar, pasada las una y media de la tarde he entrado
junto a él en la habitación de Marga.
- Toma.
Le he dado dos billetes de mil pesetas.
Las ha tomado sin mirarme, y sin mirarlas, y las ha metido en el
bolsillo izquierdo del pantalón.
- De nada, ¿eh?, de nada.
- Gracias.
Tan por lo bajo que casi es imposible bajarlo más.
- De nada, hombre, de nada.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
275
A las dos ha salido a la calle y ha vuelto cerca de las tres.
Conversaciones con mi hijo
276
31 de Diciembre
Domingo. En la comida de Navidad del día 25, en casa de
Cristina, vi como se tomó, en dos tiempos, una copa de cava,
valiéndose de que Manolo llenó su copa a la hora de los brindis.
Brindó con todos menos conmigo, que no hice la más mínima
intención de levantar mi copa, y se sirvió un formidable chorro de
vino de Oporto encima de un pedazo de tarta o empanada de
manzana.
Llamé la atención a Manolo por lo que me pareció una
imprudencia de su parte. Me dijo que cuando se dio cuenta ya era
tarde y que después no se atrevió a retirarle la copa. Tengo serias
dudas de que esa información sea totalmente sincera.
He sabido que el día 23, cuando fue invitado a cenar por Mary
Carmen y su marido, pidió que le sirvieran una cerveza a pesar de
que nadie le dio facilidades. El día 24, en la cena de Nochebuena,
habiéndome ausentado a la Misa de Gallo, a las doce de la noche,
a la hora de los brindis fue servido el cava por Mary Carmen,
quien dice que le miró con la intención clara de advertirle que sólo
era para brindar. Luego se olvidó de controlar qué fue lo que pasó
con el contenido.
Yo tengo la sensación de que a mi regreso y después, durante
el resto de la velada, que se prolongó hasta las cuatro o más de la
mañana, no he visto ninguna copa llena.
La comprobación de que este hombre ha aprovechado
cualquier oportunidad para seguir bebiendo, a pesar de la batida
que recibió en la reunión familiar del día nueve de este mismo
mes, me ha tenido inquieto durante toda la semana, pensando en
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
277
lo que podría suceder en las nuevas ocasiones de brindar que
habrían de presentarse.
Decidí abordar el tema sobre las once y media de la mañana,
cuando estaba en lo que por ahora es su dormitorio, en el que
penetré sin aviso previo.
- Mira. Me parece que este es un momento adecuado para que
te diga un par de cosas. Luego a la mejor no tenemos oportunidad
de hacerlo con la discreción que nos brinda este sitio. La primera
es invitarte a pensar si cuando te disponías a venir hacia acá,
ahora hace casi un año, pudiste pensar que un día como hoy te
encontrarías en la situación en la que te encuentras.
- No. La verdad es que no.
- No, no. Si yo no quiero que me respondas. Te digo que
pienses en ello y veas si tienes algo que rectificar, porque supongo
que algo será necesario rectificar. Y que con el auxilio de Dios, del
diablo, o con el tuyo sólo, seas capaz de descubrirlo.
Silencio.
- La otra cosa que quiero decirte puede tener carácter de
súplica, de invitación o también puede tener carácter de
exigencia. Dependerá de ti. Yo prefiero que la consideres como
súplica. He comprobado que has aprovechado toda cuanta
oportunidad se te ha presentado desde el pasado día nueve para
seguir bebiendo. Bien sea con la disculpa de brindar, de ablandar
un pedazo de tarta sumergiéndola en media copa de Oporto, o
cualquiera otra. Todas te han venido bien. Y quiero decirte que si
hoy por la noche te sientes obligado a brindar y te atreves a
tomarte la copa, yo tengo capacidad para formarte un escándalo,
con lo que, por tu culpa, arruinaremos la noche a tu madre y a
todos los demás.
Conversaciones con mi hijo
278
- Sí, ya me di cuenta de que el otro día te pareció mal.
- No sólo me pareció mal. Me pareció un desprecio, un abuso,
una meada en la solapa, un reto, no sé. Algo que no puedo volver
a soportar. Si quieres seguir bebiendo, hazlo por lo menos donde
y cuando yo no te vea. Insisto, si quieres arruinar la noche no
tienes mejor cosa que hacer que volver a tomar una copa.
- Desde luego que no tengo ninguna intención de eso. Pero el
otro día no terminé la copa. Sólo di un sorbito después del brindis.
- Primero uno y después otro, con el que se terminó. Pero si no
se trata de dar sólo un sorbito, o tomar sólo una copa. Que tienes
que asumir que no puedes beber nada en absoluto. Que la cosa
está más que clara, sobre todo después de todas las opiniones de
la reunión del día nueve. Ya sé también que andas diciendo que el
otro día te metimos en una encerrona. Y es verdad. Te metimos
en una encerrona porque mi gusto personal y el de todos los
demás que dices que nos confabulamos para estar todos en
contra de ti, es precisamente el de machacarte vivo. No tenemos
nada mejor para pasarlo bomba. Bueno, por ahora creo que eso
es todo lo que tenía que decirte. Toma. Le di un billete dos billetes
de mil pesetas, que guardó sin ver. Esta vez no dijo gracias de
ninguna forma.
En la cena de fin de año en casa de Cristina brindó con agua,
pero con muy poca naturalidad. No tiene nada de particular. Yo lo
hice sólo con quienes me acercaron su copa.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
279
AÑO 1996
7 de Enero
Domingo. El viernes por la tarde, a eso de las ocho, ha
regresado a casa desde La Coruña, en unión de Mary Carmen y
familia, que venían a pasar con nosotros la fiesta de Reyes.
Él había ido a La Coruña el martes anterior, en compañía de un
tal José María Gil, esposo de Montse, amiga de Margarita, que se
dedica allí a la promoción de viviendas.
Entró en contacto con él por indicación de Margarita, quien
coincidió con el matrimonio tomando una copa en la cafetería El
Crisol. El promotor hablaba de las apreturas empresariales en las
que se encontraba. Él sólo, no podía ocuparse de todo, y
proyectaba contratar a un aparejador como colaborador.
Margarita sugirió, acaso mi hermano puede servirte, ¿por qué no
habláis?
Eso sucedía el día de Año Nuevo por la tarde y ese mismo día, a
las once de la noche, se reunían en la Cafetería Lido a instancias
del tal José María, de quien Margarita había advertido que se
trata de un hombre tremendamente impulsivo, que toma
decisiones a velocidades supersónicas.
Volvió a casa a la una y pico de la noche. Yo empezaba a
ponerme nervioso.
Mañana me voy a La Coruña, dijo, y comentó a grandes rasgos
lo bien que se habían caído recíprocamente el tal José María y él.
Conversaciones con mi hijo
280
El martes, sobre las once de la mañana se fue con José María a
La Coruña. Iba en plan de excursión, con las manos en el bolsillo,
sólo en plan de ver las obras que el otro tenía en marcha. El caso
es que empezó a presentarle como jefe y no sé qué más, y ese
mismo día ya se quedó a trabajar y se fue a cobijar en casa de su
hermana, donde al cabo de esos pocos días, los de esta primera
semana corta de Enero, ya han empezado a manifestarse
síntomas de incomodidad por parte del esposo de Mary.
En un momento del viernes día 5, mientras grabábamos la Gala
de Reyes, le tiré un poco de la lengua. No parecía tan loco de
contento conforme Mary había manifestado por teléfono, pero sí
se le veía satisfecho y pagado de su buena suerte, a lo que él
mismo llamaba milagro, conforme yo mismo había opinado.
Dijo que le nombra responsable de toda la parte técnica de la
empresa, que le prestará su propio coche durante los días en los
que él y su mujer estén de vacaciones en El Caribe, que luego
comprará un todo terreno para que sea utilizado por él, al servicio
de la empresa, y que a lo mejor terminarán siendo socios.
Pero no le había contratado ni dado de alta en la seguridad
social, según él, porque estaba allí totalmente indocumentado; no
sabía cuánto iría a ganar en esa empresa en la que parece ser que
tiene que trabajar algo así como catorce horas diarias, ni estaba
dispuesto a pedir a su empleador que le facilite algún anticipo
para que ya desde ahora pueda vivir en autonomía.
Se considera muy satisfecho y bien pagado, de momento, con
la confianza casi sin límites que le ha demostrado tener el José
María, porque pone la empresa en sus manos y, además, le presta
su propio coche.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
281
Para subsistir durante este mes y no sé bien si luego también,
me dijo que cuenta con la ayuda familiar, que está dispuesto a
seguir tomando por las buenas, que nadie le ha ofrecido y sin
haber consultado si le puede ser facilitada.
Me he mostrado en desacuerdo con esa disposición de ánimo
y, en aquel momento, zanjé la cuestión porque nos disponíamos a
cenar.
Hoy domingo, al regreso de misa Pury y yo, eran ya casi la una
y media, él estaba jugando con Rubén en el juego que los Reyes
habían dejado para mí en casa de Jose y Mar.
- Tú cómo piensas volver hoy a La Coruña, si es que piensas
volver.
- Pues no sé. No he tenido oportunidad de saber nada. Mato
marchó hace rato y Mary tampoco está ahora, así que ahora
cuando vengan ya veremos qué es lo que se decide.
- Pero...ven, ven para acá.
Y le he llevado hasta nuestro dormitorio.
- Pero vamos a ver hombre. ¿Qué es eso de estar esperando a
ver lo que se decide? Supongo que te das cuenta de que toda la
gente que tenéis que volver hoy a La Coruña no cabéis en el
coche. Y que no sé si los dos, pero al menos uno de los dos,
Margarita o tú tendréis que buscar otro acomodo. Pero es que tu
problema es tuyo, amigo mío, y que, por lo menos, has de tener el
genio de plantearlo en lugar de esperar a que te lo den resuelto. Y
como digo que el problema es tuyo, tampoco hubiese estado nada
mal que os hubieseis puesto de acuerdo Margarita y tú. Además,
si proyectas marchar, como quiera que sea, no sé por qué no estás
ya preparando el equipaje.
Conversaciones con mi hijo
282
- Para guardar un par de camisas y unos pantalones no se tarda
ni cinco minutos.
- Pero ¿qué plan es el que llevas? ¿Es que piensas volver todos
los fines de semana a mudarte o qué?
- Es una manera de decir, llevaré más cosas, llevaré unas
mudas.
- Pero es que... Bueno, mira. Antes de que se me olvide.
Devuélveme las llaves de casa. Si vas a quedarte en La Coruña allí
no te hacen falta para nada. Te las echaste al bolso, sin
consentimiento de nadie, y cuando las vuelvas a necesitar ya
veremos.
Echó mano al bolso del pantalón, sacó las llaves que me
entregó sin decir palabra.
- Supongo que no te extrañará que te diga, en este momento,
por muy satisfecho que te encuentres con ese proyecto, que mi
opinión respecto de ti no ha variado en absoluto. Te diría que ha
sucedido casi lo contrario. Tu problema básico no lo tienes
resuelto. Sigues estando en tensión siempre que te encuentras
delante de unas copas. Lo tienes totalmente abandonado y ahí
está agazapado y volverá a hacerte caer. Al tiempo. Volverá a
resurgir en cualquier momento y, por ahora, no te permite ver
con claridad casi nada. Estás en la luna querido. Vienes agarrado a
ese hermoso globo de colores que te han pintado, de ser hombre
de confianza, responsable técnico de toda la empresa, de
disponer del coche del jefe, con una chequera de qué sé yo, y
estás tan subido a él que no te das cuenta de que tienes que pisar
tierra, que lo tuyo es ganar dinero para poder vivir. Dime cómo
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
283
piensas solucionar ese problema, que no es moco de pavo por
cierto.
- Pues ya te dije el otro día que provisionalmente con la ayuda
familiar.
- También yo te dije el otro día, cuando me exponías que
muchos días no podrás comer en casa, que no esperes dinero de
mi parte para nada de eso. Y que lo correcto, lo normal, por
donde quiera que se mire, es que tú le hubieses dicho ya a ese
señor, que necesitas alimentarte, que es algo que todos hacemos
y supongo que lo entenderá. Si lo que me estás diciendo es que
piensas seguir refugiándote en casa de tu hermana ¿quién eres tú
para considerarte con derecho a entrar así en la intimidad de una
pareja e imponerles tu presencia, así por las buenas? Lo normal es
que eso termine mal y que cree problemas en el matrimonio. Pero
hijo, si a mí me has llegado a hartar, qué cabe esperar que suceda
con tu cuñado. Déjate de historias y de músicas celestiales.
Abandona el proyecto de alquilar un apartamento, como me
decías la otra noche, pide a tu empleador un anticipo y busca un
sitio donde puedas estar decentemente sin dar la lata a nadie.
- ¿Qué pensarías tú, siendo empresario, de un empleado que a
los pocos días de llegar empiece por pedirte un anticipo?
- Te voy a decir lo que hubiese hecho yo a estas alturas, en un
caso como el tuyo. En estos momentos estarías despedido
precisamente por tu falta de decisión. No has hecho nada para
saber lo que te van a pagar, después de una semana de estar
trabajando catorce horas diarias.
- De manera que...
- Justo, has entendido bien. Yo te hubiese despedido. Si no eres
capaz de defender tus propios intereses, mal vas a defender los de
Conversaciones con mi hijo
284
la empresa. Así que ya ves, qué diferencia de criterios. Él puede
ser que haya decidido aprovecharse de ti, pensando, éste es un
pipiolo que me resulta barato y que me quitaré de encima cuando
me convenga.
- Pues no lo entiendo.
- Ya, ya, pero ese es tu problema. Y no creas que es opinión
mía exclusiva. El único que defiende tu punto de vista eres tú
exclusivamente. Y es sencillamente que tienes un concepto
equivocado de lo que es la autoestima y la dignidad personal. Te
aseguro que no la comprometerás en absoluto haciendo lo que no
haces porque no te atreves, porque no tienes humildad suficiente
o, porque como digo, tienes un concepto falso de la dignidad
personal. Y además, tengo que decirte que tampoco se te ha
ocurrido pensar qué clase de sujeto puede ser este hombre.
¿Quién te ha dicho que no te va a pasar algo parecido a lo del caso
Acevedo?
- ¿Quieres decir que antes de empezar a trabajar le tenía que
haber dicho, bien, pero espera un poco, que tengo que averiguar
quién eres?
- Si quieres confundirte de esa manera puedes hacerlo. Yo sigo
diciendo que tú has dispuesto de medios para saber algo en ese
sentido antes de que sea demasiado tarde. Que si se repite el caso
de Acevedo te pone contra las cuerdas. De momento, tú ya le has
entregado una semana de tu tiempo y no sabes a cambio de qué.
Y también te digo que si el empresario se da cuenta de que ha
encontrado al hombre que necesita, no deja que se le escape por
unas pesetas que le piden en forma de anticipo. Eso no lo hace
nadie que tenga sentido común. Yo en el Banco he autorizado
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
285
anticipos a gentes de nuevo ingreso que planteaban su necesidad
de forma ordenada. No es que se hayan atendido todas las
peticiones, pero si el muchacho ofrecía expectativas de encajar
bien, se le ha concedido para que lo devuelva en unos pocos
meses y ya está. Que ni siquiera sería éste el caso que tú habrías
de plantear.
- Pues no lo entiendo.
- Pues bueno. ¿Qué te voy a hacer? Bueno toma. A ver si son
éstas las últimas dos mil pesetas que de mí necesitas.
- Al tomarlas, me miró con ganas de decirme, no sé qué. Acaso
algo feo. Pero las tomó y calló
- Bueno y que Dios te bendiga.
- A ver si es verdad.
Por fin se marchó a las siete de la tarde, junto con Margarita en
el coche de su amiga Katy.
Conversaciones con mi hijo
286
Carta, 11 de Enero, Vigo
Querido hijo:
Estoy seguro que sabes, o cuando menos supones, que estoy
enterado del importante paso que diste el pasado día 7 en busca
del camino que has de seguir a partir de ahora para encontrarte
contigo mismo y con tu esencia, también con tus raíces, y el
verdadero sentido de tu vida.
Experimenté una serena alegría cuando recibí la noticia y di
gracias a Dios por ello. ¡Buen regalo de Reyes!, dije para mí.
También tu madre se alegró mucho, acaso más que yo.
Pero ¡ojo! Te digo a ti. Un paso sólo es un paso y tú sabes que
la meta está lejos demandando esfuerzos, sudores y sacrificios.
Hay que seguir dando pasos. Cada día hay que llegar a su final y
sentir entonces, en su final, la satisfacción de haber superado toda
posible tentación de reincidir en la contemplación paupérrima del
propio ombligo o en lastimeras lamentaciones de la mala suerte.
¡Aterrizando!. Que es gerundio. Busca alguna ocupación para
las muchas y largas horas de tu vida de cada día y no permitas en
modo alguno que se te escapen los días rascándote la barriga o
complicando tu vida únicamente con los problemas de la tele o del
fútbol.
Es parte fundamental de la terapia que necesitas. Pero en fin,
antes que todo y después de todo, lo que quiero transmitirte es la
seguridad de que nos tendrás a tu lado siempre que así lo desees,
y nosotros contentos por ello.
Por si alguna vez sientes la necesidad o el deseo de
comunicarte con nosotros, no estaría mal que utilices el ordenador
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
287
y si acaso lo prefieres, de vez en cuando puedes llamarnos por
teléfono a cobro revertido. Un abrazo y que dure.
Conversaciones con mi hijo
288
15 de Mayo
Jueves. Sobre las diez de la mañana llama Mary Carmen desde
La Coruña.
En esos momentos estoy tratando de atender el encargo que
me han hecho por teléfono unos técnicos de Telefónica. Están
intentando resolver el problema que no me permite conectar con
Infovía por medio del módem instalado en mi ordenador. Es una
cuestión que me viene absorbiendo mucho tiempo desde hace
unos quince días por lo menos y, teóricamente, la línea está a
punto de ser ocupada con las pruebas que dichos técnicos quieren
realizar.
Mary me anunció que la tormenta que me había parecido ver
por aquí unos pocos días antes, se había presentado en La Coruña
con todo su séquito de nubarrones. Mira que ahora no puedo
atenderte, le dije, que estoy con este lío, yo te llamaré luego.
Un poco antes también había llamado Cristina. Quería saber de
qué modo podría conseguir entradas para la exposición de la obra
de Goya, organizada en el Museo del Prado para celebrar el
doscientos cincuenta aniversario del pintor, la cual se propone
visitar aprovechando su viaje a Madrid para tocar el violonchelo
formando parte de un conjunto de noveles.
Entre ambas llamadas había recibido otra, la de los técnicos de
Telefónica, interesados en conocer el resultado de mi intento de
conexión con Infovía. Les dije que no me había sido posible como
consecuencia de esa acumulación de llamadas. No pude decirles
además que el ordenador se me había puesto patas arriba, porque
entonces no era consciente de que tal cosa me había sucedido,
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
289
pero luego tuve la sensación de que había sido provocado por
alguna manipulación defectuosa por mi parte. Me prometieron
llamar más tarde para saber qué era lo que en definitiva sucedía.
Puse en orden todas las cosas que en el programa de Infovía
habían quedado tan maltrechas como si entre ellas se hubiese
colado algún viento huracanado procedente de la tormenta
avistada en La Coruña y, casi sin pretenderlo, o al menos sin
haberlo pretendido de una manera ordenada, me encontré con
que se había iniciado la conexión y que resultaba efectiva de
verdad. Repetí la prueba por medio de las otras dos modalidades
que permite el programa y con ambos obtuve un resultado
positivo.
Llamé a Pury para darle cuenta de la novedosa realidad, pero
yo no sentía el gusto íntimo de considerar que el problema estaba
resuelto. Y según más tarde pude saber, no estaba efectivamente
resuelto y sigue sin estarlo.
Fue entonces cuando me decidí a desayunar y, a continuación,
busqué y encontré la solución que demandaba Cristinuca. Luego,
de acuerdo con Pury, llamé a Mary Carmen para conocer la causas
de su inquietud.
Como quiera que estuviera en casa Isabel, la chica encargada
de la limpieza, me retiré al dormitorio para no dar oídos a sordos.
Desde allí no se oía nada bien y la situación empeoró
notablemente cuando a Pury le dio por levantar el auricular del
teléfono fijo, con lo que, manteniéndose en silencio, pretendía
seguir la conversación entre Mary y yo. Hubo de desistir de su
propósito. En aquella situación era imposible entender algo de lo
que Mary decía.
Conversaciones con mi hijo
290
Antes de registrar los términos de la conversación con Mary
Carmen considero necesario dejar constancia de unos
antecedentes que ayudarán a comprender mejor lo que ahora
pasa, que es exactamente lo que quiero relatar a continuación...
Éste es uno de ellos.
Desde el día 7 de Enero, fecha en la que Luis Ángel salió de
casa para ir a La Coruña en compañía de sus hermanos, no hemos
vuelto a tener noticia alguna de su parte, ni de palabra ni por
escrito. Nada, lo que se dice absolutamente nada. Por lo que de él
depende, exactamente igual que si se lo hubiese tragado la tierra.
Supimos no obstante que durante el primer mes sentó sus reales
en casa de Mary Carmen, y allí comió y durmió como si hubiese
venido al mundo en el seno de aquella familia. Todo ello, a pesar
de que Mary le había advertido que no le tendría en casa por
tiempo superior a una semana, mientras él encontraba
alojamiento para organizar su vida a su aire, y de que el cuñado
Mato no le ponía buena cara por la continuación de su presencia.
Él no se atrevió nunca a pedir a su empleador que le
adelantase alguna cantidad de dinero para atender por lo menos
los llamados gastos de bolsillo, por lo que durante las dos o tres
primeras semanas siguió socaliñando a su hermana.
Llegó un momento en el que al patrono se le ocurrió pensar
que le haría falta algún dinero y le adelantó una cantidad, cuyo
importe creo no haber conocido nunca. Supimos que había
entregado en una agencia inmobiliaria 19.000 ptas. con la
promesa de que en el plazo de seis meses encontrarían para él un
piso o apartamento ajustado a sus preferencias de ubicación,
amueblamiento y precio, y que a partir de entonces empezó a
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
291
llegar a casa a horas intempestivas, tanto a la hora de comer
como a la de cenar, varias veces con una copilla de más, como
dice su madre, a quien todavía le cuesta un esfuerzo casi
sobrehumano el admitir que su hijo es un alcohólico y, de vez en
cuando, todavía alienta la esperanza de encontrar soluciones al
margen de esa realidad cruel.
Fue en una de esas situaciones cuando desapareció de casa
después de haber comido un viernes mucho más tarde de lo que
es habitual y estuvieron durante dos días y medio sin saber nada
de él. Les llamó el domingo, en torno a las doce de la noche,
desde la pensión que le había sido recomendada por Mary
Carmen, próxima a su casa, porque le pareció que estaba muy
bien de precio. Explicó que la noche del viernes había dormido en
un hostal próximo a la casa de Margarita, donde le habían
clavado. Que se le había hecho tarde y que por no llamarles a una
hora poco prudente optó por acercarse a casa de Marga, a la que
supongo que tampoco se atrevió a llamar, aunque no sé bien qué
otra disculpa dio. El sábado optó por ir a la pensión que le había
recomendado Mary y, desde ella, les llamó el domingo siguiente a
última hora de la noche.
Mary conoce el número del teléfono de esa pensión y alguna
vez se lo ha ofrecido a su madre, quien ha preferido no tomarlo, y
a mí me ha parecido muy bien; esperando que fuese el mismo Luis
quien lo facilitase. Esto quiere decir que nosotros tampoco hemos
tomado nunca la iniciativa de llamarle y, aunque no entro en
consideraciones de si esta actitud está más o menos ajustada a los
criterios de la caridad cristiana, la verdad es que tengo que decir
que no siento remordimiento alguno por ello. ¡Que Dios me
perdone!
Conversaciones con mi hijo
292
También sabemos que este hombre se consideró el amo y
señor de la empresa durante los ocho días que duró el viaje de
vacaciones de su jefe por El Caribe. Eran prácticamente los
primeros que dedicaba a dicha empresa y el jefe delegó en él
todos los poderes con excepción hecha del manejo de las cuentas.
Durante ese tiempo manejó el coche del jefe. A su regreso le fue
asignado el uso del coche de la esposa del jefe y un teléfono
portátil que llevaba todo el día colgado del cinto como símbolo de
su importancia como ejecutivo de primera fila.
Cuando llegó el momento de liquidar el primer mes, el jefe
ofreció pagarle 175.000 ptas., supongo que brutas. Luis Ángel
respondiendo a la pregunta que le hizo dijo que le parecía poco y
el otro, ni corto ni perezoso, elevó el sueldo a 200.000 ptas. y
además convino en hacerle partícipe en los beneficios de
próximas promociones de vivienda, alguna de las cuales tenía ya
en marcha. Esa participación en los beneficios sería totalmente
independiente del premio de 10.000 ptas. que le serían
entregadas por cada día de adelanto que consiguiese en la
terminación final de la obra según el plan inicialmente aprobado.
En justa reciprocidad, el premio se convertiría en penalización con
igual importe si en lugar de adelanto la finalización se retrasaba.
Pero de eso no había riesgo alguno.
Él sabe perfectamente y, mucho mejor que nadie o que todos,
cómo hay que organizar las cosas para que todo el mundo rinda al
máximo con el menor esfuerzo. Todo es cosa de pensarlo bien y
proyectarlo mejor. En la entrega de la próxima obra podría
obtener como poco un adelanto del orden de los 60 días.
Y pasaron como quince o veinte días sin que diese señales de
vida por parte alguna. Mary tenía en su casa un montón de ropa
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
293
interior que había dejado allí con el fin de que se la lavase y no iba
a buscarla, ni decía nada. Un fin de semana, por fin, apareció por
casa. Hablaron de cosas, todo estaba bien y se marchó
prometiendo que volvería otro rato para llevarse las mudas
limpias. A Mary le pareció que el hombre estaba ausente, pero...
Al cabo de otros pocos días, en vista de que no aparecía, optó
por llamarle a la oficina. No sé si es que el teléfono móvil ya
estaba fuera de servicio o es que Mary quería evitar el coste de
una conferencia interprovincial, lo que también me parece lógico.
La chica de la oficina, cuñada del jefe, le dijo que su hermano ya
no trabajaba allí y se lamentó por haber tenido que ser ella la que
diese tal noticia, que ella pensaba que Mary ya lo sabía.
A los pocos días, por manifestaciones del propio Luis Ángel a
Mary, supimos que el cese en aquella empresa había sido algo
convenido entre él y su patrono. La razón fue que Luis no podía
soportar, porque su dignidad de hombre solidario con los
menesterosos no se lo permitía, ver impasiblemente con cuanta
dureza de corazón trataba el jefe a sus proveedores. Él había
recibido instrucciones de plantear a un determinado proveedor
unas determinadas condiciones en relación con no sé qué negocio
y, según pretendió que le creyese su hermana, le recriminó
diciendo que la época de los negreros explotadores estaba ya muy
superada y que, por tanto, no cumpliría su orden. El patrono le
respondió diciendo que muy bien, que dijese cómo quería
terminar la relación laboral con aquella empresa, si peleándose o
como amiguetes. Si prefieres que quedemos como amigos, yo
hablaré bien de ti y te liquidaré ahora los días trabajados de este
mes. De otro modo tendremos que vernos las caras en la
Magistratura, le dijo el jefe sin excitarse lo más mínimo. Luis Ángel
dijo que ¡en qué cabeza cabe! ¡Cómo piensas que voy a pelearme
Conversaciones con mi hijo
294
contigo, con lo bien que me caes! Y así se largo de allí con el
bolsillo caliente, creyéndose el amo del mundo, porque por
aquellos días había llegado por allí su amigo Acevedo a pagarle la
colaboración en el proyecto que les había entretenido todo el
verano y parte del otoño pasados.
Mis noticias son que recibió por ese concepto unas 300.000
ptas. y que por aquellas fechas mandó unos dineros a sus hijos y a
su ex mujer. No puedo precisar cuánto.
Pero según Mary, el hombre se veía feliz. Se había liberado de
la tiranía del aquel hombre y además había quedado como amigo.
Ahora, en sociedad con otros dos colaboradores del propio José
María - así se llama el empresario -, montará una empresa que
inclusive podrá trabajar para el mismo José María, porque para
eso han quedado como amigos.
En algún momento se ha sabido que la razón por la cual se
terminó aquella relación laboral no tiene nada que ver con la
versión dada por Luis Ángel. La iniciativa fue de José María, el
empresario amigo. Este no es mi hombre, se dijo o le dijo. Yo no
necesito a alguien que esté allí donde yo no puedo estar. Tiene
que ser el primero en llegar a la obra que le ha sido encomendada
para controlar la llegada de los obreros, y distribuirles el trabajo y,
por contra, tú llegas a las 9, 9,30 y a veces a las 10 de la mañana, y
así no puede ser.
Y a partir de entonces, que debió ser hacia últimos de Febrero,
desapareció de la escena y nunca se ha vuelto a saber nada de él
hasta la víspera del día de San Isidro Labrador, según relataré a
continuación, a pesar de las reiteradas llamadas que Mary ha
hecho a la pensión de la que se le suponía pupilo.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
295
Pero antes he de hablar de otro antecedente para que se
entienda bien qué es eso de la tormenta a la que me referí en el
principio.
La cosa fue así. Algún día de los comprendidos en la semana
que fue del 6 al 12 de Mayo, con excepción clarísima del domingo,
acaso el viernes, a eso de las ocho de la tarde, se recibió en casa
una llamada telefónica que, como de costumbre, recibió Pury. Yo
estaba rindiendo mi lección de inglés y sin embargo oí
perfectamente que Pury decía repetidamente: ¿quién eres?, ¡no,
no te conozco! ¡Ah hombre!, pues ya era hora. ¡Ay que ver! ¿Pero
eres tú, Luis Ángel Alonso Ramos? Pues es que no me pareces tú.
Luego le preguntó por su trabajo, por aquella empresa que decían
que ibas a montar, y unas cuentas cosillas de ese orden, y de
pronto se ha cortado la comunicación.
Cuando vino junto a mí, recalcando mucho que su voz no le
parecía la de su hijo y que tampoco ofrecía los síntomas típicos del
borracho, estaba convencida de que había hablado con Luis Ángel.
Se había extrañado que no le conociese. Estaba en Las Traviesas a
donde había llegado con un amigo, se volvería a La Coruña,
porque a ver qué remedio le quedaba, y en cuanto a lo demás,
pues estaba tirandillo, porque no sale nada.
Como quiera que el corte de la comunicación ofreciera todas
las características de que estaba llamando desde una cabina,
inmediatamente nos pusimos a la espera de la nueva llamada que
suponíamos se produciría a continuación. Pero no fue así, y
tuvimos tiempo de hacer toda suerte de conjeturas, mejor dicho,
nuestras conjeturas fueron todas muy pesimistas.
Convencidos de que era él quien había llamado y, sin encontrar
ninguna explicación lógica a esa forma de presentarse en escena
Conversaciones con mi hijo
296
después de tanto tiempo de silencio, a aún pesar de tener
presente que su voz no parecía la suya, yo tuve por cierto que
todo ello no era nada más que una estrategia de aproximación, de
tomar el pulso a la realidad con ánimo de volver a instalarse en
casa tan pronto como le oiga decir a alguno de nosotros que
venga por aquí. A lo que yo tenía y sigo teniendo todavía el
propósito de resistirme con todas mis fuerzas, porque estoy
seguro de que con eso no voy a conseguir nada más que
amargarme la vida, como realmente me sucedió durante todo el
año pasado.
Pury me argumentó en seguida que ella no tiene fuerzas para
cerrarle la puerta y que eso es algo que ella no hará nunca. He
replicado diciéndole que mi propósito no es abandonarle a su
suerte, aunque bien cierto es que poco puedo ayudarle como él
siga sin dejarse ayudar. Lo que no quiero hacer es volver a meterlo
en casa para que siga dándose la vida padre, engañándose y
engañándome siempre que pueda, atentando descaradamente
contra todas mis convicciones y formas de entender la vida, pero
que, aunque estoy seguro de que nada me obliga desde el punto
de vista legal, creo que en conciencia debo ayudarle si es que me
lo pide, dándole una cantidad de dinero mensual para que pueda
seguir pagando la pensión en la que se encuentra y otra cantidad
para que se alimente, aún a sabiendas de que una parte irá a
parar a cervezas y a tabaco.
Y me propuse hacerme el duro y permitir que el agua le llegue
por encima del bigote antes de soltar la pasta, porque tengo todo
el temor del mundo de que este muchacho se acomoda a vivir
miserablemente y de ahí no es capaz de salir.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
297
Como quiera que no llegó a producirse nunca la continuación
de la llamada que lógicamente era de esperar, por la noche decidí
ofrecer a Mary un comentario de lo sucedido. Al día siguiente hice
otro tanto con Jose. Ambos tuvieron una reacción muy en
consonancia con la nuestra, extrañados por un procedimiento tan
fuera de tono, y se mostraron convencidos de que si no hay más
remedio que ayudarle lo mejor será hacerlo de modo que no se
ponga en peligro la paz del hogar. Para iniciar dicho comentario
con Mary utilicé el símil de la tormenta que se acerca y de ahí que
ella me dijese que la tormenta ya había llegado por allí.
Porque efectivamente, después de haberle perseguido
reiterativamente, hace una serie de días consiguió localizarle por
teléfono en su pensión. ¡Pero hombre!, ¿donde andas?, que hace
un montón de días que te estoy llamando y...
- Pues no sé cómo habrá sido, contestó. Yo las mañanas las
paso aquí y por las tardes salgo de gestión por ahí a ver si sale
algo.
Y entonces le pidió que fuese por casa para ver un vídeo
que su “ex” tenía mucho interés en que viese.
Supongo yo, y también mi mujer, que el interés de Margarita,
la canaria, era que el padre de sus hijos viera la fiesta que le había
organizado a Yago. Era la del último cumpleaños de su hijo el
mayor y, efectivamente, en ella había mucho ambiente de fiesta,
las canciones típicas entonadas por un montón de gente joven y
menos joven, con unas rimas alusivas al mozo, que
indudablemente habían sido escritas por la abuela Margarita; un
intensivo ofrecimiento de regalos de parte de primos, tíos y
demás parientes, y muy especialmente el que presentó la misma
abuela de parte de el abuelo Pepe, para lo cual la cámara se cuidó
Conversaciones con mi hijo
298
de captar, claro es que sin ningún esfuerzo, la mano que se alzaba
sobre aquel torbellino de gentes llevando algunos billetes de
banco que a mí me parecieron de 5.000 ptas. y a la abuela Pury de
10.000.
Se conoce que al padre del homenajeado no le hizo demasiada
ilusión ver el vídeo de la fiesta del cumple de su hijo y dejó pasar
tranquilamente una serie de días. No se presentó hasta el día de
San Isidro y lo hizo tan alejado de la realidad como siempre.
Situado en un mundo distinto, el suyo, que ni siquiera él sabe
donde está. Está sin trabajo y sin nada que hacer, esperando que
el Ayuntamiento de El Ferrol y de La Coruña se manifiesten sobre
la oferta que según dice les ha formulado, junto con un presunto
socio capitalista, para adquirir no sé qué tipo ni qué cantidad de
forjados que, ahí es nada, están dispuestos a fabricar.
Con esa finalidad estuvo en Gijón algunos días al pronto de
haberse quedado sin empleo. Piensa que el Ayuntamiento de La
Coruña le dará respuesta mañana mismo y, mientras tanto, le ha
pedido a su hermana que le deje algún dinero para pasar este
bache, pues ya le tiene dicho a su socio que es menester activar la
solución porque el saco se está acabando.
Mary le dio 4.000 ptas. y le advirtió que no habrá más dinero,
que nadie de la familia aprueba esa forma de ayudarle porque
todos sabemos que le servirá para hundirse más. Aquel día le
pidió que se quedase a comer a pesar de la mala cara que le puso
su marido y, en algún momento de la tarde, que la paso allí en
casa persiguiendo por teléfono a no sé que fantasma del que
espera noticias que le pongan a flote, le dijo que se ponga a
trabajar, que busque trabajo y se deje de esas fantasmadas. Él
replica diciendo que todo eso se dice muy pronto, pero que le
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
299
digan en qué y donde puede trabajar, que de peón no lo quiere
nadie y de otra cosa no sabe en donde encontrarla.
Parece ser que vio el vídeo sin hacer ningún comentario de
nada, como aquel que oye llover, y sobre las nueve de la noche se
marchó sabiendo que aquellas puertas quedaban abiertas para él
pero en modo alguno para que las convierta otra vez en las de su
domicilio habitual.
El día siguiente, a la una o poco más de la tarde, estaba
llamando nuevamente a la puerta de la calle. Mary lo vio y no
quiso abrirle, pero el insistió. Ella siguió haciendo oídos sordos y
como quiera que hubiera de salir en aquella hora precisamente
para ir a buscar a los niños a la salida del cole, optó por darle
esquinazo saliendo por la puerta del garaje. Cuando llegó al
colegio se encontró con que allí estaba su hermano.
Pues casi me voy a tu casa para hacer unas llamadas por
teléfono a ver si encuentro a ese hombre, le dijo a su hermana
con la mayor naturalidad del mundo. Nadie le invitó a que se
quedase a comer pero a la hora de la comida se sentó a la mesa
como si tal cosa, con la misma naturalidad de antes. Mary decía
que se lo permitió porque aquel día no estaba Mato en casa,
quien además de haberse enfadado mucho cuando se enteró de
que le había dado las cuatro mil pesetas, dijo claramente que no
quería verle por allí de manera habitual ni tampoco un día sí y
otro también.
Ella se lo contó todo, tal cual, sin recibir respuesta alguna a
pesar de que una buena parte de la tarde se mantuvo como
pegado a ella, sin decir nada, y venga fumar pitillo tras pitillo.
Cuando se despegó fue para ir a sentarse frente al ordenador y
ponerse a jugar. Esto la sacó de quicio, se fue a él y le echó la
Conversaciones con mi hijo
300
bronca padre. Le ordenó con gran autoridad que apagase el
ordenador y que se dedicase a buscar trabajo, para lo cual le
señaló dos o tres llamadas telefónicas que hacer. Salió para ir a
ver a una de las casas con las que había conectado y al poco volvió
para decir que había llegado tarde. Que el puesto de delineante
por el que se interesaba había sido cubierto aquella misma
mañana. Y a eso de las nueve de la noche se volvió a marchar.
Ese mismo día, por la mañana, al pronto de llegar del colegio,
como quiera que él no hiciera ninguna mención a su estancia en
Vigo de unos días antes ni a que había llamado a casa, se lo
planteó Mary abiertamente afeándole su proceder. El negó
redondamente haber hecho nada de todo aquello, y prometió, y
juro, y dio su palabra de honor de que no había estado en Vigo y
de que tampoco nos había llamado desde Vigo ni desde ningún
otro sitio. Que en qué cabeza cabía que estando en Vigo ni iba a
haber venido por casa. Mary le prometió que no le creía y algo por
el estilo le dije yo cuando al poco rato llamó por teléfono a su
madre, con permiso de Mary, para deshacer lo que él consideraba
un mal entendido. Pury repitió, en conversación con él, las
mismas palabras que le había dedicado el día de autos, y una y
otra vez le dijo que era verdad que la voz de aquel día no le
pareció nunca la suya.
Mientras ellos hablaban repitiendo siempre lo mismo, yo me
acerqué al micrófono y dije en voz alta para que me oyese: ¡Tan
mal estabas ese día que ya no te acuerdas de lo que hiciste,
hombre! Parece ser que el hombre quedó muy dolido de que
nadie diésemos crédito a sus palabras. Su madre pudo decirle
antes de colgar que eso es simplemente una consecuencia de su
manera de vivir. Más tarde se ha abierto paso en mi conciencia la
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
301
posibilidad de que la llamada de aquel cuya voz no parecía la de
Luis Ángel, fuese la de algún estúpido bromista que no tiene nada
mejor que hacer que gastarse unos duros tan a lo tonto.
El viernes siguiente, día 18, Jose y Mar, se fueron a La Coruña
con los niños a pasar el fin de semana con aquella familia. Como
es lógico y casi obligado, estuvieron manoseando esta cuestión
por activa y por pasiva. Según versión de Mar, en la madrugada
del domingo estuvieron dándole vueltas al tema hasta las cinco de
la mañana y en ningún momento a lo largo de todo el fin de
semana tuvieron ocasión de verse con Luis Ángel. Mar decía a su
suegra, cuando el lunes de mañana fue a verla a su casa para
tomar el pulso de la situación con la disculpa de saber cómo lo
habían pasado los niños, que había sido una pena que Luis no se
hubiese acercado por allí en ningún momento, que lo que habían
hablado entre ellos también lo podrían haber hablado en su
presencia y que así...
Cosas así hemos hablado ya muchas veces de muy distinta
forma y así nunca han sido positivas y los síntomas, por donde
quieran que se miren, siguen siendo los mismos.
Con este tema, como con cualquier otro, sucede que a fuerza
de manosearlo llega un momento en el que nadie vemos las cosas
claras. Pury llegó ese día a casa diciendo que Mar tiene miedo de
que en esta situación, a lo peor cualquier día le da por hacer una
tontería y que ella viene pensando lo mismo desde hace mucho
tiempo. Que sí, que está muy bien eso de permitir que el agua le
llegue a no sé que sitio, pero que a ver si algún día tenemos que
lamentarlo y vivir con ese pesar para el resto de nuestras vidas.
¡Dios mío! ¡Qué difícil! Le pedí que intente defender su paz
interior pensando en positivo, pero no me es fácil dialogar con ella
Conversaciones con mi hijo
302
en estos términos. Será que yo no tengo mentalidad de madre.
Por la noche de ese mismo día, tuve oportunidad de cambiar en
privado unas impresiones a ese respecto con Mary por teléfono y
con Cristina en su casa. Ambas coinciden en esta ocasión conmigo.
¡Menos mal!, y colaborarán a quitar pesimismo a los
pensamientos de su madre. Ambas dicen que Luis sabe que puede
llamar a la puerta de la casa de sus padres y que no es bueno, por
ahora, ponerle las cosas en bandeja.
En la conversación con Mary supe que está comiendo de
prestado. Que en la casa en la que ha venido comiendo
habitualmente ha pedido que le fíen durante una semana.
Y ahí tenemos nuevamente a su madre sufriendo por el hecho
de que haya tenido que pasar por la vergüenza de pedir que le
den de comer a la fía, con lo duro que tiene que ser eso.
No te preocupes, que más duro, incomparablemente más
duro, es el hambre, le dije. Pero sus preocupaciones ahí están con
la tozudez de la realidad. Sí, pero cuando se acabe esa semana y
no tenga con qué pagar ¿entonces qué?
Pues yo estoy seguro que alguna solución encontrará. Deja que
sea él el que se preocupe por sus problemas ¿no te parece? Que
Dios nos ayude. Amé
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
303
22 de Octubre
Es el 47º aniversario de nuestro matrimonio.
La celebración ha consistido en un beso extraordinario a media
mañana, cuando caímos en la cuenta de que nos encontrábamos
en tal efemérides, y una comida preparada como cada día con
amor renovado que siempre encuentra motivos de superación.
Gracias a Dios. A esas horas ninguno de los hijos se ha hecho eco
de tal conmemoración. Más tarde fueron llegando los testimonios
que llegaron. Especial mención merece el presente floral de la
“nena” y familia.
Son pasadas las once de la noche y suena el teléfono. En contra
de su costumbre, es Pury quien me invita a descolgar. Se
encuentra ocupada preparando la cena. De no ser así, hubiese
pospuesto cualquiera otra ocupación para atender al teléfono, al
que yo tengo la impresión de que acude siempre esperando
recibir una llamada como la que entonces se recibía.
- ¡Hola!, dígame.
- ¿Papá? Felicidades.
- ¡Caramba, hijo!, ¿de dónde sales? Gracias por tu felicitación,
pero...
- Yo no lo sabía. Me lo dijo Mary y pensé que era una buena
ocasión para...
- Bueno, hombre, bueno. Y ¿qué tal estás?
- Pues bien. Aunque parece ser que tengo gases. Estos días de
atrás me encontraba incómodo y fui al médico. Y me dijo que
Conversaciones con mi hijo
304
tengo gases. ¿Cómo es posible, le dije, si yo de siempre he tirado
unos pedos en toda la regla y echado unos regüeldos formidables?
Pero sí, me dijo que no estoy enfermo, pero que tengo gases. Me
recetó unas pastillas y parece que no va mal. ¡Ah, mira!, que a lo
mejor te hace ilusión saber que desde hace más de un mes no he
vuelto a tomar una cerveza, a lo mejor eso tiene algo que ver con
los gases.
- ¿Y cuánto fumas?
- Pues mucho, desgraciadamente.
- Ya. Con eso de la cerveza creo que son otra clase de gases los
que tendrías que eliminar, pero en fin, en este momento pienso
que no vale la pena que me meta en esos berenjenales. Hace casi
un año que saliste casa, donde sabes que tienes unos padres que
te siguen queriendo y tú sin tener nunca nada que decir. Quiero
decirte que, por mi parte, tampoco he hecho nada para conocer
tu dirección y que me he limitado a esperar.
- ¿Qué sabes de tus hijos? ¿Te comunicas algo con ellos?
- Pues sí, claro.
- ¿Cuando lo has hecho?
- Pues..., hace algo así como un mes.
- Ya. A últimos de Julio me escribieron los dos a Porquera. No
sé si por discreción o por qué, la verdad es que ninguno de los dos
te mencionaba, ni para bien, ni para mal. Cuando yo les contesté a
finales de Agosto, hube de decirles que de su padre no podía
decirles absolutamente nada, porque nada conocía. Vas a
conseguir que tus hijos te olviden del todo.
Se produce un silencio.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
305
- Bueno y ahora donde estás.
- Pues aquí, en casa.
- ¿En la pensión?
- Sí, claro.
- ¿Y a qué te dedicas?
- Pues aquí estoy haciendo de carpintero. Sobreviviendo. Este
amigo, que conocí en Valladolid, tiene una empresa constructora
y una tienda de bricolaje. Mientras no sale alguna obra, pues me
dedico a ordenar cosas por aquí, en fin, haciendo de carpintero,
como te digo.
- Total, que te has acomodado a vivir de chapuzas.
- En absoluto. Nada de eso.
- Bueno, bueno, pues ya me dirás. Antes dijiste que no sabías
que hoy es nuestro aniversario. Lo que pasa es que se te ha
olvidado, porque alguna vez los has sabido.
Hay un nuevo silencio
- El caso es que no sé qué decirte.
- Normal. Caminando por esos caminos de soledad todo queda
reseco, todo se olvida. Sucederá que cualquier día nos
encontraremos en la calle y como no tendremos nada que
decirnos, nos limitaremos a decirnos ¡hasta luego!
Otro momento silencioso.
- Bueno hijo, un abrazo.
Otro para ti.
Conversaciones con mi hijo
306
24 de Noviembre
Estamos en La Coruña desde ayer tarde, sábado, en casa de
Mary Carmen y familia, adonde llegamos acompañados de
Margarita que regresaba de Lisboa, de dar una conferencia de no
sé qué.
El motivo oficial del viaje era acudir a la celebración del
séptimo cumpleaños de los gemelos, que había acaecido el
anterior día 21, pero la verdadera intención, confiada a Mary
Carmen cuando unos días antes nos había visitado en Vigo con
toda la familia, era brindar a Luis Ángel la posibilidad de un
encuentro sobre todo para que, de cara a las próximas Navidades,
no se encontrase en la necesidad de tener que pedir permiso para
venir a casa. Parece ser que había exteriorizado alguna duda
respecto de si sería bien recibido y también que le había parecido
muy fría la conversación telefónica del pasado día 22. Convine con
Mary que iríamos a La Coruña en ese fin de semana, que le
invitase a comer un día y así tendría ocasión de tenderle un
puente.
Supe que Mary había conectado con él en la mañana del
sábado anunciándole nuestra llegada a primera de la tarde y que
estaba invitado a comer con todos el domingo 24.
Yo tenía alguna confianza en que, pese a que la invitación
había sido muy concreta para comer el domingo, se acercase por
casa en algún momento de la tarde-noche del sábado para
echarnos un vistazo, pues parecía lógico después de casi un año
sin vernos.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
307
Es claro que ése era sólo mi parecer y es bastante seguro que
el suyo se encontró con dificultades reales, aunque sólo fuesen
sentidas o inventadas, que no fue capaz de vencer. Entiendo, yo
que sé, que eso sería no sólo lo lógico sino también lo normal, que
es lo que me parece que todo el mundo entiende como básico y
fundamental en este tipo de relaciones entre padres e hijos. No se
presentó en casa hasta el domingo, a la hora de comer, casi
cuando ya era hora de tener la mesa a punto.
Mary Carmen nos esperaba a la salida de misa de doce y
media, que oímos en una iglesia próxima de los PP. Jesuitas, y con
ellos nos fuimos hasta la Plaza de Pontevedra, donde estaba el
papá Mato con los tres Mato pequeños, quienes estaban dándole
que te pego a los patines, Allí se nos unió también Margarita, que
se encontraba ya muy descansada de tanto viaje.
Llegados a casa alguien me sirvió un vermut y con él a su lado
me senté a la ventana de salón dispuesto a echar un vistazo al
ABC, aprovechando la claridad y calorcito del sol que se colaba
amigablemente. En un momento me pareció oír que sonaba el
timbre de la calle y pensé que era Luis Ángel que llegaba, pero
pasó un ratillo sin que se produjese novedad alguna y, por tanto,
creí que habría sido sólo una suposición por mi parte. De pronto,
cuando ya había dejado de controlar la previsible llegada, sin
hacer el menor ruido se me había colocado detrás.
- Buenos días, padre.
Lo ha dicho en un tono mucho más suave que el que en él es
habitual y, aunque no quiero y tampoco me atrevo a calificarles,
me pareció captar unos matices de los que sí puedo decir que le
quitaban alegría y soltura al saludo.
Conversaciones con mi hijo
308
Me levanté de la silla e intercambiamos los dos besos de rigor.
Pienso que fueron poco efusivos por ambas partes y, desde luego
sin parecido alguno con los que, hace ya muchos años, eran
seguidos de los sonoros abrazos que luego quería imitar su hijo
Yago con el abuelo Gregorio.
No sé bien qué fue lo primero que hice inmediatamente, si
asombrarme por la flacidez y demacración que reflejaba su rostro,
en el que lo único que parecía haber prosperado era la longitud de
los pelos de su bigote y también los de la cabeza, que también me
parecieron más flojos y lacios que de costumbre, o preguntarle:
- ¿De dónde sales, hijo?
- Es que he entrado por la puerta de servicio.
- ¡Ah caramba! Entonces es verdad que eras tú quien llamó
hace un poco. ¿Y eso de entrar por la puerta de servicio quiere
tener algún significado?
- Pues... sencillamente ése. Que entré por la puerta de servicio.
- Bueno ¿y qué tal?
- Bien... Normal...
Y sin más comentarios ni explicación de clase alguna inició un
movimiento de desviación hacia la cocina, donde se encontraban
su madre y sus dos hermanas, la mayor y la pequeña. Teniéndole
cerca me pareció que estaba muy delgado, tanto o más que
cuando fuimos a buscarle a Las Palmas hace ya casi dos años, y no
fue mejor en modo alguno la impresión que me proporcionó al
verle por detrás cuando se retiraba. Yo volví a sentarme con el
ABC y al lado del vermut, pero al poco rato me acerqué a ver de
qué hablaban y comprobé que la conversación que allí había era
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
309
del todo intrascendente. Mato padre siguió tumbado en su
alfombra en frente del televisor y ni el uno ni el otro se dieron por
vistos. Normal.
Decidí pues volver a dar otro tiento al vermut y en aquel
momento se cruzan en el salón Luis Ángel y Rubén. El primero se
ha pitorreado un poco del otro, medio en bromas medio en serio,
a cuenta de una incidencia tenida con el ordenador.
- Ves. Por no hacerme caso y no querer comprar el ordenador
a esos amigos míos, mira qué clavo te han metido. ¡Anda, chincha!
¡Rabia, rabia!
Nadie se hizo eco de su broma y acto seguido la anfitriona
llamó a sentarnos a la mesa. Él lo hizo al lado de Paúl, Paúl al lado
de uno de los gemelos y éste al lado de su padre, que ocupaba
una cabecera. Yo a la izquierda de Luis Ángel y a la derecha de
mamá, que ocupaba la otra cabecera, aunque no tan
exclusivamente como el yerno, y tenía a su izquierda a Margarita.
Entre Mary Carmen, Rubén y el otro gemelo ocupaban el resto del
lateral que yo tenía enfrente.
La comida tenía carácter de celebración y buena prueba de ello
era que nos habíamos sentado en la mesa elegante del salón
comedor. La comida estuvo a tono con la efeméride y se sirvió
vino joven del Ribeiro. Luis Ángel tomó agua de una jarrita que se
había servido, pero no pude captar por iniciativa de quién. La
conversación durante la comida giró en torno a temas de
actualidad y algunos otros comentarios más o menos
intrascendentes. Al terminar, el jefe de familia hizo mutis sin decir
chus ni mus. Yo supuse que se retiraba para descansar un ratillo.
Los otros chavalitos fueron dejando expedito el campo, yendo
cada uno a sus preferencias y, en consecuencia, pronto estuvimos
Conversaciones con mi hijo
310
solos nosotros dos con los tres hijos que en la actualidad andan
por La Coruña.
Después de unos escarceos de mis hijas y su madre, que se
entretuvieron en alabar lo bien y bonito que le había quedado la
decoración de un escaparate de aquella vecindad y del bajo precio
en el que después de haber pedido 80.000 pesetas lo había
dejado, pues parece ser que lo redujo a sólo 15.000 tomando en
consideración que el comerciante le haría un encargo quincenal, vi
llegado el momento oportuno de empezar a tenderle el puente
que, al fin y al cabo, constituía uno de los objetivos de nuestro
viaje. Los de infantería también tenemos que actuar de zapadores
cuando la necesidad manda.
- Entonces ¿qué proyecto tienes tú para el mes de diciembre?
- Pues a ver si sale ese proyecto que tenemos en marcha.
- ¿Te refieres a la reforma de esa vivienda?
- Sí, claro. Y no sé si no he metido la pata. Yo he pretendido
acelerar la decisión del propietario argumentándole que es bueno
tener la obra encarrilada antes de que empiecen las fiestas,
porque si no después la buena marcha se trastorna mucho, y al
hombre se le ha ocurrido pensar que en ese caso lo mejor será
retrasar el comienzo hasta después de las fiestas. Así que, a lo
mejor he metido la pata dándole esa pista.
- Pero ¿ya te han aceptado el presupuesto?
- Pues todavía no, pero es casi seguro. El presupuesto ya está
en Madrid.
- ¿Cómo en Madrid? ¿Es que vas a trabajar para un organismo
oficial?
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
311
- No hombre. Es que el propietario vive en Madrid.
- Ya, pues yo no creo que lo peor que te puede suceder sería
eso de retrasar el comienzo de las obras hasta después de las
fiestas. Más bien pienso que lo malo, o lo peor, sería que tú te
mantengas cruzado de brazos confiando en que te aceptarán ese
presupuesto, y llegada la hora de la verdad te encuentres conque
de lo dicho no hay ná. Así que ya sabes. Hay que seguir buscando
cosas.
- Pues en esas estamos. Tengo también...
No supe bien si me dijo el proyecto de reparar una panadería
o qué, pero creo que es algo por el estilo.
- Bueno, y en el supuesto de que comiences pronto a esas
obras, ¿vas a tener oportunidad de ir por casa por las fiestas?
- Pues hombre, yo creo que por faltar un par de días no pasa
nada. Además quedaría Fernando, que siempre echaría un vistazo.
- Ya. Y cuánto hace que no hablas con tus hijos.
- Pues mira. Precisamente anoche he intentado hacerlo pero
no pude. No sé qué le pasa al cacharro ese, el caso es que no pude
comunicar.
Se refería al teléfono móvil con el que tengo entendido que
anda.
- En definitiva, que, por pitos o flautas, hace ya casi dos meses
que no sabes nada de ellos.
- No más, hace ya más de dos meses y medio.
- La madre: Creo que tienes que cuidar eso bastante más. No
harías nada de más hablando con ellos con más frecuencia.
Conversaciones con mi hijo
312
Mary y Marga, casi a dúo: ¡Una vez a la semana no estaría de
más! Eso pienso yo.
Ahora me dirijo a Mary Carmen.
- Esta mañana empezaste a decirme que hace unos días te
llamó Margarita Torrent, pero por no sé qué razón me quedé sin
saber para qué. No sé si lo que te dijo puede ser oído por este
hombre. Si es así cuéntanoslo y si es de otro modo te callas y en
paz.
Interviene Luis Ángel.
- Entonces ¿Cuanto hace que te llamó?
- Hace unos días y no me dijo nada importante. Bueno, como
no sea que ha cambiado de trabajo. Ha cambiado el empleo fijo
que tenía por un contrato de tres meses en una agencia de
publicidad. Que trabaja de mañana y tarde, y que tiene
esperanzas de que le renueven el contrato. Que se ven un poco
apurados con las comidas pero que los niños colaboran bastante.
Y a propósito de los niños, yo le pregunté si ellos mencionaban a
su padre alguna vez. Me dijo que cada vez menos, que se están
acostumbrando a no verle y claro...
- Eso está en línea con lo que me dijo hace unos pocos días.
Realmente me llamaron los chavales y al final pedí que se pusiese
ella. Y fue ella quien me dijo que está consiguiendo que le olviden.
Pero bueno, yo en este tema no quiero seguir, porque estoy harto
de predicar y a él ya le he dicho lo que tenía que decirle.
- Entonces, ¿cuánto hace que ha cambiado de empleo?
- Mary: Pues debe hacer poco todavía, pero no lo sé
exactamente.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
313
- Bueno, pues va siendo hora de que nos pongamos en marcha
hacia nuestro pueblo cariñito. Y en cuanto a ti, si ves que vas a
poder ir, llamas para confirmarlo con el fin de prepararte
alojamiento.
- Ya te he dicho que por un par de días no se ocasionará ningún
trastorno.
Seguidamente se amontonaron alrededor de la puerta de
salida una serie de paquetes. Por un momento pensé que a lo
mejor a alguien se le ocurría echarnos una mano, pero lo cierto es
que a instancias de su madre, sólo bajaron con nosotros hasta el
coche, que estaba relativamente lejos, los dos chavales mayores.
El viaje de regreso fue bueno, gracias a Dios, y yo con la confianza
de haber hecho lo que debía.
Conversaciones con mi hijo
314
28 de Noviembre
Es el día de mi 72 aniversario y éste ha sido el primer año en el
que no he podido ver en ningún calendario, que hoy siga siendo,
como desde que empecé a tener uso de razón, el día de San
Gregorio III Papa.
Son las once y mucho de la noche y ha sonado el teléfono. Este
día mi esposa ha querido que sea yo el recepcionista de todas las
llamadas, dando por supuesto que todas habrían de ser para mí,
por ser el día que es. La verdad sea dicha, yo estaba notando en
falta la llamada de Luis Ángel. Intuía que me iba a llamar, pero no
tenía confianza alguna en que lo haría y tampoco sentía escozor
alguno por ello. De alguna manera, medio justificaba o justificaba
por entero que no me llamaría. Daba por descontado que su
mente y también su alma, no están este tipo de contemplaciones.
Casi a las once y media suena un timbre de teléfono. El portátil
está a mi lado, en el puesto de trabajo, porque hacia sólo unos
minutillos que “desde el culo del mundo”, según el decir de
Cristina, ella y toda su familia me habían cantado “cumpleaños
feliz” y eso de que “cumplas muchos más”. Ya, ya.
- ¡Hola!, dígame.
- Papá, felicidades.
Era la voz opaca, gris y casi cansina del otro día.
- Gracias, hijo. Muy bien. ¿Qué?, ¿cómo van las cosas?
- Pues hoy he tenido una mala noticia. Por problemas de
notarios y cosas de esas, resulta que las obras de esa casa no
podrán ser iniciadas hasta después del 20.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
315
- Bueno, ¿pero ya te han aceptado el presupuesto?
- Pues oficialmente todavía no, pero...
- Hombre, en línea con lo que te dije el otro día creo que
deberías despejar eso. Dile al propietario que tú tienes necesidad
de organizar tu agenda y que, por favor, se defina.
- Ya. Pero el caso es que aquí voy con un intermediario.
- ¿Que habrá puesto el cazo, claro? Pues mira, ese mismo
puede ser el que te ayude en ese objetivo, por interés propio. Si tú
no haces la obra su comisión se irá de paseo.
- Pues claro que ha puesto el cazo, y además bien. El
presupuesto es de dos millones setecientas y...no me acuerdo del
pico. El tipo me preguntó que si en ese importe estaba incluida su
comisión. Le dije que sí y, al saber que la había estimado en un
tres por ciento, me hizo rectificar el presupuesto, le parecía muy
poco.
- Yo no sé qué arte te das, hijo, para tropezarte siempre con
tipejos de esta calaña. Ni que fueses en su busca con una lámpara
maravillosa.
- Pero esto es normal, papá.
- Si claro, pero el presupuesto se encarece y luego pasa lo que
pasa.
- Pues tengo entendido que a pesar de todo somos los más
baratos.
- Bueno, pues ya sabes. Saca el pecho y no te dispongas a
esperar el sí o el no del día 20 con los brazos cruzados. ¿De
acuerdo?
- Por supuesto.
Conversaciones con mi hijo
316
- Bueno, pues ¡ala!, un abrazo y espera un poco que mamá te
quiere decir algo.
Mamá le hablo de que había comentado con Paqui su encargo
a propósito de no sé bien qué tipo de oferta de material para los
encajes de bolillos, y en algo quedaron que no tiene mucho que
ver con esta historia.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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AÑO 2005
Carta, 15 de Febrero, Vigo
Querido hijo:
Sí, así como suena, y a pesar de todo. Eres querido a pesar
de todo lo que tú sabes, aunque a decir verdad, no estoy seguro de
que embarullado en tanto cúmulo de mentiras y de pertinaces
intentos por esconderte y de escapar de la realidad que tú mismo
has creado, seas o estés siendo capaz de saber algo de ti mismo y,
por consecuencia lógica de nosotros, tus padres, ni de nadie de
esta familia en la que durante algún tiempo, ya lejano, mereciste
la consideración que corresponde al hijo y hermano mayor.
Desdichadamente, mucho me temo que tampoco te preocupa ni te
inquieta nada de lo que acontece en la familia que tú creaste y que
luego has abandonado a su suerte.
¿Hasta cuándo piensas seguir escapando o escondiéndote
con la estupidez de mantener apagado el teléfono? ¿Es que
piensas que entre eso y el recurso a mentir como un bellaco cada
vez que, por descuido tuyo y perseverancia del llamante, te
sorprende alguien con el móvil encendido, tienes resuelta la
incógnita de tu vida? ¿Es que tampoco tienes conciencia? O, si la
tienes, ¿será por desgracia que pretendes amordazarla y
mantenerla como dormida a base de atender las reclamaciones
que te demanda tu dependencia del alcohol? Hijo, me das pena y
siento una profunda tristeza por tu causa.
Hace por ahora un año, sobre poco más o menos, me decías
animado por una de tus euforias artificiales, que te considerabas
Conversaciones con mi hijo
318
el profesional de más prestigio de todas las islas y que muy pronto
esperabas dirigir las obras de una empresa con gran capacidad
constructora. Y mira en lo que has venido a dar. A engañar a tus
padres con el artilugio de convertirte en empresario, para lo que ni
siquiera has tenido la intención de matricularte cómo autónomo a
pesar de todas las advertencias y recordatorios que yo te he
formulado, y en definitiva sacarles un dinero para cuyo disfrute tú
no tienes ningún merecimiento. ¿Qué es lo que has hecho con ese
dinero del crédito? No creo absolutamente nada del invento que
rodeado de promesas me narraste hace unos pocos días, cuando
por descuido tuyo y perseverancia mía te sorprendí con el móvil
abierto.
Ayer, día 14, he transferido al Banco Pastor la cantidad de
18.500 Euros para cancelar el crédito que te concedieron hace
poco más de 3 meses con nuestra garantía. Eres sabedor de todas
las reservas que yo tenía con aquella decisión, pero cierto es que
yo no esperaba que saliese tan mal en tan poco tiempo. Es una
lección cara, pero la he aprendido. En el Banco se conformaban
con recibir el importe de los tres descubiertos que te han
consentido y concederte así un plazo más amplio para el pago del
principal. Yo no he querido arriesgar más dinero en tu favor
porque sé categóricamente que por ahora no puedo confiar más
en ti.
Yo transmito copia de esta carta a todos tus hermanos y a
tus hijos.
Mientras tanto, has de saber que sigues teniendo nuestro
cariño, entre otras cosas porque no vale la pena de tomarnos el
disgusto de despreciarte como mereces.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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Carta, 13 de Abril, Vigo
Querido hijo:
Pronto, después de sólo un par de días, se cumplirán dos meses
desde la fecha de mi carta en la que te anunciaba haber atendido
la reclamación de 18.500 €, que me había planteado el Banco
Pastor para saldar tu deuda con ellos, de la que nunca he sabido
qué impresión te produjo. Tampoco he sabido nada creíble en
relación con la causa que provocó tu incumplimiento con el
Banco.
Y no es que yo esté en condiciones de modificar nada de lo
hecho. Ni siquiera en la vertiente de atenuar sus efectos en tu vida,
¡y bien que me gustaría!, respecto de los cuales, aunque es verdad
que puedo imaginarlos sin equivocarme mucho, no es menos
cierto que los desconozco, porque ¿qué es lo que sabemos
nosotros de tu vida? Aun así, pienso que estamos en el derecho de
esperar y merecer de ti, si es que no te has vaciado totalmente de
cordura, una explicación clara y sencilla de lo que realmente ha
sucedido. Si no eres capaz de enfrentarte con la verdad que, sólo o
acompañado por no sé quién, has fabricado, será prácticamente
imposible que puedas dar respuesta a los retos de sobrevivencia
que seguramente ya te está planteando la vida.
Creo recordar que, desde aquella carta, y no precisamente por
iniciativa tuya, sólo hemos hablado en un par de ocasiones y, a
decir verdad, en ambas he quedado con muy mal cuerpo. Algo así
como aquél a quien acaban de dar una soberana paliza con la que,
además de haberle magullado a base de garrotazos traicioneros,
le ocasionan un daño moral irreparable. Le han destrozado la fe
que tenía en la honradez y confianza del otro, del que así se
Conversaciones con mi hijo
320
comporta. Me cuesta un trabajo inmenso el hecho de admitir que
todo eso es así, que has dado la espalda a la honradez y que
tampoco eres digno de confianza, y contra ello me resisto de la
única forma que puedo. Peleando, al parecer, o mejor, dándome
de bruces contra un muro de hormigón que no quiere o no puede,
¿por qué?, reaccionar de forma alguna de decir una sola palabra
aclaratoria de la situación. Me da miedo pensar que hayas podido
perder valores tan fundamentales. Sin ellos no hay hombre alguno
que pueda sostener dignamente el peso de su hombría.
En esta ocasión me siento sin fuerzas para tomar la iniciativa
de llamarte y no sé qué pensar. Lo único que se me pone delante
una y otra vez, te aseguro que no exagero nada en absoluto si te
digo que varias o muchas veces a lo largo de cada día, es la misma
pregunta de siempre: ¿hasta cuándo pensará mantenerse
escondido detrás de ese muro de silencio y qué será lo que
pretende con tal actitud?
Hijo, ¿de qué o de quién tienes miedo? Con esa actitud, lejos de
aquietar la inquietud de tus padres, no haces más que arrojar
sobre nosotros nuevas dudas, temores o yo qué sé. ¿Por qué
diablos no hablas de una buena vez?, aunque tengas que decir
cosas muy desagradables. Hace ya algo más de un mes me dirigí
tus hijos y a su madre – supe que ellos estuvieron por Madrid por
aquellas fechas –, con el objetivo de saber si tenían alguna noticia
tuya y nada. Tampoco hemos merecido ninguna respuesta.
Parecéis haber sido cortados todos por el mismo rasero. Mi
impresión es que, cuando menos en la práctica, os estáis
ignorando y acaso evitando toda posibilidad de encuentro.
En fin, no sé a qué resultado os conducirá todo eso. Bueno,
vosotros veréis. Un abrazo
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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AÑO 2006
Carta, 29 de Noviembre, Vigo
Querido Luis Ángel:
Tengo necesidad de decirte algo que me sigue teniendo
“descolocado” desd
también se puede llamar descuido, despiste, costumbre,
vencimiento o rendición , en la que me encuentro sumido y que,
por tanto, es la misma en la que me sorprendió tu llamada. Es que,
desde mi punto de vista, a lo peor equivocado, y también desde
donde quiera que se mire, el “xeito” de aquella conversación es lo
menos parecido a lo que se entiende que es un diálogo entre un
hijo y su padre que se quieren.
Mira la cosas desde este ángulo, haciendo abstracción,
para no complicar más el análisis, de todos los antecedentes de
diversa índole que se amontonan a lo largo del tiempo.
Después de un período bastante largo que dedicamos a la
investigación de tu paradero, considerándote medio perdido o
semiextraviado, sin oficio ni beneficio, acogido a una casa de
beneficencia, sin dirección postal ni telefónica para poder
comunicarnos contigo – tu móvil declarado fuera de servicio ¬y
fuiste informado de nuestra preocupación y que desoíste la
oportunidad que se te brindaba de hacernos una llamada. Esto
sucedía hacia finales del mes de abril. Casi dos meses
transcurrieron esperando alguna señal de vida por tu parte y sin
haberla recibido, por fin, a últimos de junio, con la ayuda de tres
de tus hermanos, organizamos el viaje que conoces. En aquella
oportunidad ninguno de los tres tenía necesidad alguna de hacer
Conversaciones con mi hijo
322
turismo y yo no podía permitir que, por añadidura, la ayuda que
me prestaban les costase dinero.
Bueno, pues yo sé que, al menos en apariencia, aquel fue un
encuentro feliz. Sin llegar a ver bien despejada la incógnita de tu
vida, como poco, se desvanecieron en gran medida los densos
nubarrones que nos habían llevado a gestionar tu ingreso en una
casa de salud dependiente de la Junta de Canarias, y tus
hermanos se encontraron con un hombre que chapuceando de
alguna forma con una casa de decoración y pequeñas reformas,
manejaba dinero a granel en sus bolsillos y se permitía vivir en un
hotel. Total, que parecían totalmente inadecuados los planes que
según nuestro proyecto deberían proponerte entonces orientados
a reordenar tu vida. Y como colofón, después de haberlo pasado
bien, el pacto al que llegasteis en ese sentido se resumía en una
sola nota que con-tenía unos cuantos apuntes de... ¿buen
comportamiento?
Tus hermanos traían muy clara la tremenda desconfianza que
le inspiras a tu hijo Marcos y una comprensible esperanza que
quisieron, o que les apeteció ver, en el abrazo que os disteis Yago y
tú.
Yo tengo mi particular punto de vista en relación con la actitud
de estos dos nietos, que ahora no te voy a confiar, pero... ¿qué es
lo que la vida les está enseñando?
Y después de todo aquello, de lo esperanzados que volvían y de
la buena impresión que traían tus hermanos, de la que, por cierto,
ni ellos ni yo hemos vuelto a saber nada, ha transcurrido casi
medio año sin que, pese al compromiso que tú habías asumido,
ninguno de nosotros haya recibido ni una sola llamada tuya.
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
323
Y mientras tanto ¿tus padres qué? “A velas vir”. Como se dice
por aquí.
Ayer te dije que no esperaba tu llamada, porque eso es a lo que
nos tienes acostumbrados, y es que realmente, mi “descoloque”
fue tan intenso que no podía reaccionar y no sabía qué decirte.
Bien, pues ahora lo tengo muy claro. Si has vuelto a llamar a las
puertas del corazón de tus padres con ganas de entrar y de
quedarte tendrás que demostrarlo, y podrás contar con la
seguridad de que siempre serás bien recibido. De otro modo, Dios
no lo quiera, puede ser que harías mejor permitiéndonos seguir
acostumbrados a vivir sin esperar llamada alguna por tu parte.
Nosotros te vamos a seguir queriendo de todas las formas.
Besos
Conversaciones con mi hijo
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AÑO 2007
Carta, 11 de Enero, Vigo
Hola hijo:
No hemos vuelto a tener ningún contacto en todo el tiempo de
Navidad después de aquel encuentro telefónico que, gracias a tu
precisamente el día de Nochebuena que, por cierto, no es un día
cualquiera. Con toda su tradición de llamada a reunión familiar, de
comunicación, de invitación al diálogo, al cambio de impresiones,
las Navidades, igual que los Magos se han vuelto a su tierra por
otro camino, y a ti y a mí nos han dejado con la boca sellada, la
palabra seca, esta vez por culpa mía pero también por la tuya.
¡Qué lo vamos a hacer! Así son y están las cosas.
No sé bien si sabes, o si al menos te imaginas que hasta el
pasado día 7 estuvimos acompañados por Mary Carmen y su
familia, y gracias a Dios y también a ellos disfrutamos, aunque
dicho sea de paso no a pleno pulmón, de la alegría de la Navidad,
porque la verdad es que no se parece gran cosa a la que a
nosotros nos mostraron tus abuelos, los Alonso Nozal y los Ramos
Duque, aunque bien es cierto que con mucho más turrón y
también mucho más cava o champán que el que cualquiera de
aquellas parejas pudieron imaginar nunca. Además de aquella
noche nos hemos reunido toda la familia otras tres veces, en casa
de Cris y en la nuestra y alguna en un restaurante de por aquí,
porque lo de ir a Sabarís como otros años no estaba en el guión.
Antes de terminar, concretamente el día 3, Margarituca
emprendió su viaje a New York y estoy seguro que cuando regrese,
DIÁLOGOS Y EMOCIONES
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al cabo de tres meses, se habrá metido a toda aquella gente en el
bolsillo. Ella es así, ¡qué lo vamos a hacer!
Respecto de tu gente..., pues que también en este sector las
cosas son como son y yo no soy nadie para intentar cambiarlas. No
sé si es que estoy equivocado o que ellos están influidos por el
criterio que respecto de mí me planteó claramente su madre en
una carta que todavía conservo, pero tengo la impresión
contrastada de que a ambos les caigo gordo. La verdad es que
charlo mucho más natural y abiertamente con Margarita que con
cualquiera de ellos dos. Tengo por costumbre enviarles todos los
años por estas fechas unos euros como aguinaldo de Reyes. Nunca
he recibido de ninguno de ellos una sola palabra al respecto. Este
año también lo he hecho, pero me he valido de la mediación de su
madre pidiéndole que les adelante el importe que ella recibirá en
un cheque. No quiero que les digas nada de esto a ninguno de los
tres. No tiene ninguna importancia.
Y por fin, para terminar, que te envío copia de las oraciones
que presidieron las cenas de Nochebuena y de Fin de Año. A tus
hermanos y sobrinos les he dicho que si acaso les da por rumiarlas
un poco, a lo mejor empiezan a ver claro hacia qué parte se les ha
escapado a todos la estrella que a los Magos les encaminó hasta
el portal de Belén. Pues lo dicho, que te valga a ti también.
Mamá está teniendo unos días bastante normales. A ver si
duran. Un abrazo
Conversaciones con mi hijo
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