Universidad de la República Oriental del Uruguay
Facultad de Psicología
TRABAJO FINAL DE GRADO
PRE – PROYECTO DE INVESTIGACIÓN:
DE ESCRITURAS Y OTROS DELIRIOS:
Consideraciones psicoanalíticas sobre la
subjetivación del duelo en la psicosis
RICOBALDI FAGÚNDEZ, AGUSTINA MARÍA
C.I. 4.718.546 – 9
TUTORA: MAG. MARÍA PILAR BACCI
Octubre 2016
Dedico este trabajo:
A mis padres, por su apoyo incondicional y su eterna confianza.
A Santiago, por su paciencia y comprensión.
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1. INDICE
1. INDICE....................................................................................................... - 1 -
2. RESUMEN .................................................................................................. - 2 -
3. INTRODUCCIÓN ........................................................................................ - 2 -
4. FUNDAMENTACIÓN .................................................................................. - 3 -
5. ANTECEDENTES ....................................................................................... - 4 -
6. MARCO TEÓRICO ....................................................................................... - 8 -
7. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA Y PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN ..... - 14 -
8. OBJETIVOS .............................................................................................. - 14 -
8.1. Objetivos generales .................................................................................. - 14 -
8.2. Objetivos específicos ............................................................................... - 14 -
9. DISEÑO METODOLÓGICO ........................................................................ - 15 -
9.1. Metodología y tipo de estudio.................................................................. - 15 -
9.2. Técnica a emplear .................................................................................... - 15 -
9.3. Análisis de la escritura ............................................................................. - 17 -
10. RESULTADOS ESPERADOS ..................................................................... - 18 -
11. CRONOGRAMA DE EJECUCIÓN ............................................................... - 18 -
12. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................................ - 19 -
13. ANEXOS .................................................................................................. - 24 -
13.1 Louis Wolfson .......................................................................................... - 24 -
13.2 Antonin Artaud ......................................................................................... - 26 -
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2. RESUMEN
El presente proyecto de investigación abordará la temática de la subjetivación
del duelo en la estructura psicótica desde un marco referencial psicoanalítico. En base
al rastreo de antecedentes que demostró los escasos estudios que se han
desarrollado al respecto, se abordarán las nociones de psicosis y duelo desde el
psicoanálisis, para luego producir una articulación con los conceptos de delirio y
sinthome. A partir de allí, se presenta una propuesta de diseño cualitativo, basada en
un estudio exploratorio – descriptivo; mediante la técnica de estudio de caso, se
plantea el análisis de narrativas literarias de dos escritores que serán tomados por su
estrecha relación con la temática que se pretende indagar. Investigar sobre la clínica
del duelo en la psicosis permitirá contribuir a la construcción de nuevos saberes que
se alejen de las lógicas deficitarias a partir de las cuales es pensada la psicosis desde
gran parte de las teorías clásicas.
Palabras clave: Duelo / Psicosis / Psicoanálisis
3. INTRODUCCIÓN
El psicoanálisis es una práctica delirante, pero es lo mejor de que se dispone actualmente para hacerle tener paciencia a esa incómoda situación de ser hombre. En todo caso, es lo mejor que encontró Freud. Y él sostuvo que el psicoanalista nunca debe vacilar en delirar. (Lacan, 1977/1981, s/p)
A modo de apertura de este trabajo, explicitaré interrogantes que me han
atravesado en los últimos períodos de formación, a partir del comienzo de mi práctica
final en el Hospital Vilardebó. Se trata de preguntas que comenzaron a insistir en mí y
que debí escuchar. ¿Qué lugar para la locura? ¿Qué hacer, desde nuestra formación,
con ella? ¿Se tratará de un hacer? ¿Cuáles son nuestras herramientas cuando parece
que el saber se derrumba frente a lo inefable que existe en una institución como el
manicomio? Por momentos, sentí enfrentarme con lo inenarrable de aquellas historias,
muchas de ellas signadas por las pérdidas y los duelos, algunas de las cuales
necesitaban ser escuchadas, otras que permanecerán siempre en el silencio.
Considerando que este proyecto de investigación es fruto de ese recorrido,
intentaré plantear líneas de investigación a través de las cuales reflexionar sobre la
escucha analítica frente al sufrimiento tan desbordante de las pérdidas en la psicosis.
Para ello, mediante un diseño cualitativo de corte exploratorio, buscaré analizar
los escritos literarios de autores que en sus obras dan cuenta del duelo en la psicosis.
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Será un trabajo centrado en la perspectiva de estos escritores, quienes, a partir
de sus pérdidas, construyeron sus narrativas. Al fin y al cabo, pareciera que entre la
literatura y el psicoanálisis hay mucho en común. Como plantea Freud en relación al
entrecruzamiento entre poesía y psicoanálisis, “el goce genuino de la obra poética
proviene de la liberación de las tensiones en el interior de nuestra alma” (Freud, 1908
[1907]/1992, p. 135).
4. FUNDAMENTACIÓN
La clínica psicoanalítica instaura un lugar donde lo roto, lo fuera del sentido, lo que pregunta, lo que repite, lo que golpea, lo que acaricia donde no debe, lo que llora cuando no puede; se dice. Y dice del silencio. Y al hacerlo se escucha. Y también se escribe. (Hounie, 2013, p. 346)
El presente proyecto de investigación pretende conocer las modalidades de
elaboración de la pérdida en sujetos psicóticos, desde un marco referencial
psicoanalítico, considerando fundamental reflexionar sobre el encuentro de fenómenos
tan complejos como son la locura y el duelo. La relevancia de esta temática radica en
que ha sido escasamente estudiada por nuestra disciplina, tal como revela la
indagación de antecedentes. Asimismo, los estudios existentes demuestran que la
psicosis es frecuentemente considerada desde una mirada patologizante, a partir de lo
cual se suele afirmar que los recursos subjetivos son insuficientes al momento de
efectuar completamente un duelo, posicionando al sujeto en un lugar de limitación.
Es preciso recordar que Freud fue contundente en sus planteos teóricos sobre
la psicosis, al hablar de “la inaccesibilidad terapéutica que de ahí se sigue, su
característica repulsa del mundo exterior, el surgimiento de signos de una
sobreinvestidura del yo propio, la apatía total en que desemboca el proceso” (Freud,
1915/2012, p. 194). Tras ello, la psicosis quedó relegada “a una lógica negativa: no
hay represión, no hay castración, no hay deseo, no hay transferencia. La pregunta por
el sujeto en la psicosis insiste, ¿hay o no hay?” (De Battista, 2015, p. 32). Lógica de la
carencia reducida a diagnósticos totalizadores que convirtieron a esta clínica en una
clínica estática, elemento que hemos constatado en los antecedentes relevados.
Por nuestra parte, creemos que se trata de una clínica en donde “las
modalizaciones de la posición subjetiva son posibles, aunque las coordenadas de
fundación no puedan modificarse” (De Battista, 2015, p. 17). Con nuestra propuesta
intentaremos conocer los factores que inciden en la lógica deficitaria que predomina en
torno a la psicosis, buscando, asimismo, identificar los principales obstáculos que se
presentan en la escucha clínica de estos sujetos. Surge así la posibilidad de indagar
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modalidades alternativas de subjetivación de la pérdida que no han sido planteadas
desde las teorías psicoanalíticas clásicas del duelo. Con el cometido de interrogar
dichas conceptualizaciones, este estudio busca dotar a los profesionales de
postulados conjeturales novedosos para el abordaje clínico de la psicosis. Para ello, se
tomará como eje central la función de la escritura; a través del análisis de textos
literarios se pretende acceder a las significaciones subjetivas propias de los autores,
en relación a sus vivencias de pérdida.
5. ANTECEDENTES
Si bien son escasas las investigaciones que abordan los modos de elaboración
de la pérdida en la psicosis desde una perspectiva psicoanalítica, se han hallado
algunos estudios que aportan a la reflexión en el presente trabajo.
Recientemente, en nuestro medio, Fidacaro (2014), ha investigado el duelo en
la estructura psicótica desde un enfoque psicoanalítico con énfasis en los planteos de
Lacan. Su objetivo es construir operaciones teóricas inherentes al duelo en la psicosis,
con el fundamento de no quedar atrapado en la comparación con el modelo neurótico,
lo que daría como resultado una respuesta deficitaria y patológica, que remarcaría la
imposibilidad del duelo en la psicosis. Plantea que históricamente, la problemática del
duelo se asoció a patologías del humor, olvidando la zona de investigación que
relaciona el duelo con los delirios crónicos o las patologías del orden del pensamiento,
como la esquizofrenia o la paranoia. De tal modo, sobre la conjetura que se desliza
desde el trabajo del duelo hacia el trabajo del delirio, concluye que en la psicosis se
puede elaborar delirantemente la pérdida; el sujeto puede construir una metáfora
delirante que posibilite la estabilización de la estructura y la elaboración del duelo.
En España, Valencia Agudo (2014) realiza un estudio analizando los procesos
de duelo que se inician a partir de que el sujeto es diagnosticado con psicosis, tras el
primer episodio. Intenta abordar las pérdidas que sufren los pacientes y su posterior
recuperación, considerando a su vez la dimensión de los duelos a nivel familiar. En
dicho marco, se establecen conceptos como el de “duelo parcial”, al considerarse que
en la psicosis “la pérdida no es absoluta ni permanente” (Valencia Agudo, 2014, p. 10),
así como también se destaca la ambigüedad de estos procesos, ya que “el duelo
permanece sin resolver (…) Dada la evolución del trastorno por episodios, el duelo es
recurrente, no termina nunca. Podría decirse que la persona y su entorno están
siempre perdiendo” (Valencia Agudo, 2014, p. 11).
Por su parte, Maldonado y Solimano (2013) indagaron las diferencias en los
procesos de simbolización de experiencias traumáticas en la neurosis y en la psicosis.
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A partir del estudio de dos casos clínicos, establecieron que en la neurosis un
modo de simbolización puede producirse a través de los sueños traumáticos y de la
fantasía; en cambio, en la psicosis, se planteó la hipótesis de la construcción delirante
como una tentativa de elaboración del trauma. No obstante, destacan que se trata de
un intento fallido, en tanto “las ideas delirantes con apariencia simbólica contienen un
fracaso de la simbolización, ya que no le permiten al paciente pensar sobre la realidad,
sino que la fantasía delirante está colocada en lugar de la realidad con carácter de
convicción” (Maldonado y Solimano, 2013, p. 107). Consideran que a diferencia de la
neurosis, en donde la simbolización puede ser producida a partir de diversos
mecanismos, en la psicosis existe una “falla básica estructural (…): el fracaso en el
desarrollo de la capacidad de simbolizar” (Maldonado y Solimano, 2013, p. 110 – 111).
Aquí, el delirio se nos presenta como una tentativa frustrada de simbolización de la
experiencia traumática, fracasada en tanto sostiene la ruptura del lazo del sujeto con la
realidad exterior.
Es de relevancia destacar estos aportes, aunque no aborden específicamente
la temática del duelo, ya que nos permiten reflexionar sobre la posibilidad de
elaboración en la psicosis a través del delirio.
En España, Ramos Ríos y Amado Mera (2012), estudiaron las dificultades que
suscita la elaboración del duelo en pacientes psicóticos. Los autores plantean que en
estos sujetos, cuyo psiquismo se encuentra desestructurado y en donde la
diferenciación entre los objetos externos e internos no es adecuada, los duelos jamás
podrán ser completamente elaborados, habiendo ciertas pérdidas que pueden ser aún
más desestructurantes que otras. Señalando los déficits y las carencias psíquicas que
poseen estos pacientes, en este estudio se determina la imposibilidad de que el sujeto
psicótico realice las tareas que la elaboración del duelo requiere. Basándose en los
desarrollos kleinianos y considerando que frente a cada duelo se actualizarán las
ansiedades producidas por las primeras pérdidas de la infancia, se afirma que es
fundamental que dichas pérdidas se hayan elaborado adecuadamente para que,
luego, pueda existir posibilidad de simbolización en la vida adulta. Finalmente, se
plantea la existencia del “duelo paranoide”, en donde no hay posibilidad de elaboración
ya que el sujeto queda atrapado en un delirio paranoico, que incluso puede llegar a
cronificarse. “Todos los esfuerzos del deudo están centrados en evitar mayores daños
por parte de aquellos entes o entidades a los que se considera responsables de la
pérdida, o en buscar venganza” (Ramos Ríos y Amado Mera, 2012, p. 5), de modo tal
que el duelo nunca podrá ser realizado con éxito, tornándose siempre imposible.
En México, Sánchez Rodríguez (2011) realiza un análisis sobre la relación
entre la psicosis alucinatoria de deseo como entidad freudiana, y el duelo. Con la
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premisa de que el duelo sería el desencadenante de tal estado patológico, la autora
plantea que la psicosis alucinatoria de deseo surge cuando se establecen las
siguientes condiciones: la ausencia de duelo pesaroso, la objeción al trabajo del duelo
y el encuentro repentino, impetuoso y en solitario con la muerte de una persona
amada. Mediante un delirio alucinatorio, el sujeto retiene con vida al objeto perdido.
Asimismo, se establece que, cuando la relación entre el deudo y el muerto era
ambivalente, se conserva al objeto amado como un perseguidor.
El estudio de Wittmann et al (2010) en Estados Unidos, analiza los procesos de
duelo asociados a las tendencias depresivas y suicidas en pacientes con diagnóstico
de psicosis, con el objetivo de indagar si estos sujetos identifican, se lamentan y lloran
las pérdidas que su enfermedad les genera. Los resultados determinaron que 96% de
los pacientes entrevistados nombran las pérdidas específicas que vivieron a causa de
su patología, mientras que en el 67% se reportan sentimientos asociados al dolor y al
duelo. Sólo los pacientes que demuestran capacidad de “insight” sitúan la enfermedad
como causante de sus pérdidas.
Prigerson et al (2009) en Estados Unidos realizó una investigación acerca de lo
que denomina Trastorno por Duelo Prolongado o Duelo Complicado. Establece que en
tal patología la sintomatología característica se basa en pensamientos intrusivos e
imágenes constantes de la persona fallecida, un anhelo doloroso y angustiante de su
presencia, una extrema negación de la pérdida y el sentimiento de desear morir junto
al difunto. Los resultados posibilitaron la estandarización de esta patología, lo cual
contribuye con los médicos e, incluso, puede permitir evitar la eclosión del trastorno
brindando servicios psicoterapéuticos de prevención. En conclusión, esta investigación
se desarrolla en la línea de pensamiento que coloca al duelo como un
desencadenante de trastornos mentales.
Gamo Medina, Sanz Rodríguez, Martínez Hernanz y García Laborda (2003)
realizan una investigación en España que analiza la repercusión del duelo en
pacientes psicóticos. Estudian la incidencia del duelo en la psicosis y el modo en que
esta patología determina la elaboración de dicho duelo. Concluyen que en un 60% el
duelo era un elemento central en el momento del desencadenamiento de la patología,
mientras que en un 38% de los casos, el duelo aparecía en la psicosis a través de
manifestaciones sintomáticas, como ser las alucinaciones (fundamentalmente,
auditivas) y los delirios, en su gran mayoría de contenido acusatorio y paranoide.
La investigación canadiense de Piper, Ogrodniczuk, Azim, y Weideman (2001)
tiene como objetivo estudiar la preeminencia de duelos “complicados” en ocasión de
una muerte significativa en la vida del sujeto, en un grupo de pacientes ambulatorios
de dos clínicas psiquiátricas. Según este estudio, un duelo irresuelto se puede
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observar a través de la siguiente sintomatología: angustia y dolor prolongado,
ausencia de reacción frente a la pérdida, ansiedad, depresión y disfunciones a nivel
social, familiar o laboral. Concluyen que las pérdidas deben tenerse en cuenta como
posibles factores etiológicos en pacientes psiquiátricos. Asimismo, se destaca la
importancia clínica de continuar estudiando, con el objetivo de profundizar en la
determinación de diagnósticos diferenciales entre el duelo complicado y la depresión.
Porcel, Agüero, Camañes y Calabuig (2001), en España, centran su análisis en
aquellos duelos que desencadenaron un episodio maníaco, entendido como una
acción defensiva frente a la realidad y al superyó, llevada a cabo por un yo arcaico que
se manifiesta desenfrenado, eufórico y triunfante ante el dolor y la muerte. Afirman que
estos duelos se presentan sobre la base de un trastorno afectivo o del humor
previamente diagnosticado.
Palomera (2000) realizó un estudio acerca de los delirios desencadenados a
partir de un duelo. Mediante el análisis de un caso clínico donde se presenta una
muerte significativa, se plantea la aparición de un delirio de persecución. El autor,
tomando los planteos realizados por Lacan, concluye que cuando el duelo se produce
en una estructura psicótica de base, se encuentran el agujero en lo real que el duelo
produce con el agujero en lo simbólico de la psicosis, es decir, la forclusión. El sujeto,
en tal circunstancia, queda impedido de poder cubrir esos agujeros, abriéndose así el
camino del desencadenamiento o eclosión psicótica, a través de la vía delirante.
Finalmente, Trappler y Friedman (1996) estudiaron los efectos que produce la
muerte abrupta de un paciente en sus compañeros, la mayoría de ellos
esquizofrénicos, en una unidad psiquiátrica de internación. Sin perder de vista que la
situación se enmarca en un contexto institucional, los investigadores concluyen que en
los sujetos esquizofrénicos el duelo aparecía con características de desconfianza
paranoide y culpa proyectada hacia el personal de la clínica.
A modo de síntesis, establecemos tres categorías de antecedentes:
1. Por un lado, se encuentran aquellos estudios que patologizan el duelo en la
psicosis, en los cuales el sujeto se enfrenta a la elaboración de la pérdida de manera
parcial, interminable e imposible.
2. Por otra parte, existe un gran conjunto de investigaciones que colocan al
duelo como el desencadenante de la psicosis, es decir, una pérdida no duelada o
elaborada defectuosamente es la causante de la patología.
3. Finalmente, se han encontrado estudios que intentan pensar modalidades
particulares de elaboración del duelo en los sujetos psicóticos, en los cuales el delirio
es planteado como una posibilidad o una tentativa de simbolización. Por este último
camino, intentaremos conducirnos en el presente trabajo.
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6. MARCO TEÓRICO
No escribo por deseo, por costumbre, por voluntad, por oficio. He escrito para sobrevivir. He escrito porque es la única manera de hablar callándose. Hablar mútico, hablar mudo, acechar la palabra que falta, leer, escribir, es lo mismo. (Quignard, 2006, s/p)
En el presente estudio, el marco teórico referencial será el psicoanálisis. Desde
allí, se articularán los siguientes conceptos: psicosis, duelo, delirio y sinthome.
PSICOSIS: Freud entiende que la psicosis puede explicarse a través de una
perturbación en los lazos del yo con el mundo exterior, provocada por una frustración
insoportable de un deseo por parte de la realidad (Freud, 1924 [1923]/2007). Una
satisfacción de deseo a la cual el sujeto no está dispuesto a renunciar, ya que dicha
pérdida se tornaría imposible de tolerar.
Lacan, en su primera parte de la obra (años 50), teoriza sobre la psicosis a
partir de los tiempos lógicos del Edipo. En el primer tiempo, el deseo del niño es el
deseo de la madre, en tanto “el niño busca en cuanto deseo de deseo, satisfacer el
deseo de su madre” (Lacan, 1957 – 1958/2013, p. 197), deseo que no es otro más que
el falo; el niño se coloca en el lugar de ese falo imaginario. En un segundo tiempo, la
función paterna deberá advenir. “El Nombre del Padre está vinculado con la
interdicción del incesto (…) Hace obstáculo entre el niño y la madre, es portador de la
ley” (Lacan, 1957-1958/2013, p. 193). Se entiende que el mecanismo en la psicosis es
la forclusión del Nombre-del-Padre lo que supone la ausencia de ley interdictora y de
castración simbólica; el efecto de corte de la metáfora paterna no se instauró.
En tal sentido, el sujeto psicótico quedaría atrapado en la dialéctica del primer
tiempo del Edipo. Cuando es convocado el Nombre-del-Padre, “puede pues responder
en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico
provocará un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica” (Lacan,
1957/2013, p. 534). Por tanto, podríamos decir que en la psicosis “el goce no ha sido
vaciado del cuerpo, la falta en ser no se instauró, el sujeto no es deseante”
(Braunstein, 2006, p. 268). El psicótico queda así excluido de la lógica fálica; “el
significante que por estructura inexorablemente está ausente, el Otro lo ocupa con el
sujeto puesto ahí como objeto a merced de su goce. Esta estructura la describimos
como más uno” (Vegh, 1995/2007a, p. 42). Un más uno que determina una pérdida no
realizada, no hay pérdida de goce ni de significante, el sujeto queda a merced del goce
de un Otro avasallante e invasor. Al igual que veíamos con Freud, algo de la pérdida
intolerable no se pudo realizar; dirá Lacan que “nada indica que la primitiva sustracción
haya sido realizada de manera adecuada” (Lacan, 1955-1956/2015c, p. 121). ¿Qué
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hará el sujeto con esos excesos? ¿Cómo tejerá su existencia a partir de esas no –
pérdidas?
Es importante aclarar que tras la aparición del objeto a en la enseñanza de
Lacan, la psicosis comienza a pensarse de modo diferente. Como nos plantea
Eidelsztein, la clínica del objeto a es una clínica más allá del padre, a partir de lo cual
“no se va a considerar más como determinante fundamental de la posición del sujeto,
la función del padre, sino al objeto a” (Eidelsztein, 2008, p. 65). Estos planteos teóricos
permitirán recorrer nuevos caminos en relación a la psicosis, no obstante serán
desarrollados en próximas instancias, ya que aquí excede nuestra propuesta.
DUELO: Freud, define al duelo como “la reacción frente a la pérdida de una
persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad,
un ideal, etc.” (Freud, 1917 [1915]/2012, p. 241). Plantea que en duelo, el sujeto pierde
el interés por el mundo exterior así como también la capacidad de escoger un nuevo
objeto de amor, ya que todo su trabajo productivo está en relación con la figura del
objeto perdido. Dirá que el Yo debe cortar los lazos libidinales con el objeto perdido,
trabajo doloroso que se ejecuta minuciosamente, con un gran gasto de tiempo y de
energía psíquica; tras finalizar la desinvestidura libidinal, el Yo vuelve a ser libre para
investir otros objetos sustitutos, momento en el cual la tramitación de la pérdida se ha
dado por culminada (Freud, 1917 [1915]/2012). Finalmente, el duelo “cuando acaba de
renunciar a todo lo perdido, se ha devorado también a sí mismo” (Freud, 1916
[1915]/2012, p. 311). No obstante, ¿siempre serán patológicos los duelos no
elaborados según el modelo freudiano?
Klein, por su parte, establece que el duelo es determinante en la constitución
psíquica del sujeto. Muestra la relación entre la posición depresiva infantil y el duelo
normal, argumentando que en la posición depresiva el niño “lucha en su inconsciente
con la tarea de establecer e integrar el mundo interno, del mismo modo que el sujeto
en duelo sufre con el restablecimiento y la reintegración de este mundo” (Klein,
1940/2008, p. 356). El duelo en esa etapa de la vida tiene como objeto el pecho
materno y todas sus significaciones; a partir de la conformación del objeto total, el niño
reconoce que el mismo objeto atacado y destruido por las fantasías predominantes en
la posición esquizoparanoide, es el objeto amado. La culpa se pondrá en juego y
surgirá el deseo de reparar al objeto. Entender al duelo como reparación, implica
pensarlo como transformador, constituyente de la subjetividad a raíz de la construcción
de lo nuevo (Paciuk, 2000).
Esta teoría deja en claro que la no superación de duelos infantiles, inhabilitará
vencer las pérdidas de la vida adulta, motivo por el cual el psicótico se vería
imposibilitado de duelar. Tales planteos son concordantes con las explicaciones
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kleinianas sobre la psicosis, entendiéndola como una fijación en la posición
esquizoparanoide y en los comienzos de la posición depresiva; es decir, el psicótico
sería aquel sujeto que no ha podido transitar el camino de una etapa a la otra y que no
ha podido elaborar las pérdidas que allí se requieren. Si creemos que en la base de
toda psicosis, se encuentra un duelo no elaborado, podríamos afirmar junto con
Baranger que “el sujeto ha quedado, en forma más o menos encubierta, atado a un
objeto que no puede ni revivir ni morir del todo” (Baranger, 1969, p. 217). Entonces,
¿el psicótico no puede matar a sus muertos, pero tampoco dejarlos vivir?
Lacan entenderá al duelo emparentado con la psicosis, planteando que ante lo
insoportable de la pérdida se produce un agujero en lo real. “La relación que está en
juego es la inversa de la que promuevo ante ustedes bajo el nombre de Verwerfung
cuando les digo que lo que es rechazado en lo simbólico reaparece en lo real” (Lacan,
1958-1959/2014a, p. 371). En este sentido, el duelo es colocado en el nivel de la
privación, es decir, pérdida en lo real de un objeto simbólico (Lacan, 1958-
1959/2014b). Acerca del trabajo de duelo, el autor es contundente: “nada puede
colmar de significantes el agujero en lo real, a no ser la totalidad del significante. El
trabajo del duelo se consuma al nivel del logos (…) Hay una absoluta puesta en juego
de todo el sistema significante” (Lacan, 1958-1959/2014a, p. 372). Por tanto, nos
preguntamos, ¿cómo podría realizar el duelo un psicótico, si su sistema simbólico está
estructuralmente afectado? “¿El proceso de duelo estará sometido a la estructura
psíquica del sujeto?” (Pelegrí Moya y Romeu Figuerola, 2011, p. 142).
Para complejizar la cuestión, se destaca cómo Lacan establece que el duelo es
inherente a la existencia del sujeto, al plantear el duelo por el falo en el momento de la
declinación (Untergang) del Complejo de Edipo, cuando el sujeto comienza a tener
una relación con el falo de lasitud, admitiendo así que en ese plano no hay
gratificación posible (Lacan, 1958-1959/2014b). De esta manera, la pérdida del falo y
su radical sacrificio implicará un duelo, que determinará el resto de las pérdidas en la
vida del sujeto. En tal caso, ¿qué sucede en la psicosis si el duelo por el falo no se
realizó?
Al decir de Elmiger, “el duelo es una salida en la neurosis a la pérdida del
objeto de amor” (Elmiger, 2011, p. 36). ¿Hay algo de esta pérdida de amor primaria
que no se produjo en la psicosis? ¿La psicosis sería un duelo imposible? Asimismo, la
salida a través del duelo, ¿es la única posible para la elaboración de la pérdida?
“El ser en cuestión ha de hacer el duelo por aquello que debe ofrecer en
sacrificio, en holocausto, para elevarlo a su función de significante faltante” (Lacan,
1958-1959/2014b, p. 386). Es en tal sentido que Lacan nos habla del duelo en su
función subjetivante, en tanto implica un cambio en la relación del sujeto con el objeto
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perdido que pasará a constituirse como objeto deseante. El duelo implicaría
transformar esa pérdida, subjetivarla e inscribir así la ausencia, para reabrir las sendas
del deseo. No obstante, dicha subjetivación dejará restos incurables y fallidos, por
estar fundada en la función siempre errante de las palabras (Elmiger, 2010, p. 21).
Si reflexionamos sobre el famoso aforismo lacaniano que plantea que “sólo
estamos de duelo por alguien de quien podemos decirnos Yo era su falta” (Lacan,
1962-1963/2011, p. 155), nos preguntamos, ¿cómo se pone en juego la falta en ser en
la psicosis? ¿El sujeto podrá colocarse en el lugar de la falta en el Otro? ¿Cómo
podría producirse el sacrificio del duelo? Al respecto, Gerez Ambertín plantea que en
el duelo se corre el “riesgo posible de falla en la operación de separación que puede
derivar en la operación de sacrificio e inmolación al Otro del goce” (Gerez Ambertín,
1999, p. 127). ¿Acaso no es esto lo que sucedió para que un sujeto se estructure en la
psicosis?
Allouch, en su relectura de los planteos de Freud y de Lacan, afirma que “un
duelo, como un psicoanálisis, en esencia, tiene un final” (Allouch, 1997/2011, p. 10). A
partir de allí, desarrolla la idea de pensar al duelo como acto, como ya planteaba
Lacan, un acto que se fundamenta en el gratuito sacrificio de duelo de un pequeño
trozo de sí, “ese pequeño trozo ni de ti ni de mí, de sí; y por consiguiente, de ti y de mí
pero en tanto que tú y yo siguen siendo, en sí, indistintos” (Allouch, 1997/2011, p. 10).
Agrega que “hay duelo efectuado cuando quien está de duelo, lejos de recibir
algo del muerto, lejos de extraer alguna cosa del muerto, suplementa la pérdida sufrida
con otra pérdida, la de uno de sus tesoros” (Allouch, 1997/2011, p. 14). Una pérdida
que se elabora a través de otra pérdida, nos conduce a interrogarnos sobre qué hay
de este sacrificio en la psicosis que determinaría el final del duelo a través del acto.
Constituir un objeto como radicalmente perdido, ¿eso sería siempre posible? ¿Por qué
enfrentar al psicótico a una elaboración de la pérdida tan neurotizante como sería el
duelo? ¿Existirían otros modos de elaborar la pérdida en la psicosis? Con el objetivo
de reflexionar sobre dichos interrogantes, plantearé dos posibles alternativas a través
de la concepción del delirio y el concepto lacaniano de sinthome.
DELIRIO: Freud propone que el delirio es “un parche colocado en el lugar
donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo
exterior” (Freud, 1924 [1923]/2007, p. 157). Entiende que el psicótico construye una
realidad delirante con el fin de restablecer la pérdida de realidad sufrida, construcción
basada en huellas mnémicas, representaciones y juicios que el sujeto había obtenido
de la realidad hasta el momento; asimismo, buscará percepciones que correspondan a
su nueva realidad, lo cual logrará a través de la vía alucinatoria (Freud, 1924/2007).
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Por su parte, Lacan plantea que el orden simbólico desintegrado en la psicosis
“acarrea una desagregación en cadena, una sustracción de la trama en el tapiz, que
se llama delirio” (Lacan, 1955-1956/2015c, p. 128). Considera que el derrumbe
imaginario producido por la forclusión del Nombre-del-Padre se estabilizará a través de
la metáfora delirante, la cual vendrá en sustitución de la metáfora paterna no inscripta
(Lacan, 1957/2013). Se trata de una metaforización que permite localizar el goce y
volverlo menos devastador; un intento de suplir una falla estructural y amarrar – se,
aunque sin significación fálica, que posibilita organizar los retazos de una existencia
que parece haber sido devastada por el desregulado goce del Otro. “Dialectos del
delirio que, logrados o en brotes más o menos extensos, intentan el archipiélago que
ofrezca el refugio” (Vegh, 1995/2007b, p. 38).
No obstante, es importante señalar que no solamente está en juego lo
imaginario. “Hay allí una secuencia: perturbaciones significantes, efectos imaginarios,
compensaciones significantes (…) Si lo imaginario está enfermo en el psicótico, y de
cierta manera lo está, sin embargo, no se cura con lo imaginario” (Soler, 2004, p. 13).
Por ello, es de destacar que Lacan plantea al delirio como un texto en donde se
escribe la verdad del sujeto sin velos, sin escondites y sin máscaras (Lacan, 1955-
1956/2015a). Pero, ¿qué discurso conforma esa escritura? ¿Palabras vacías de
sentido? ¿Impenetrables letras que permanecen absolutamente por fuera del discurso
corriente? Se trata de un texto escrito a partir de un lenguaje delirante que puede
reconocerse por dos elementos: a nivel del significante, se encuentran los
neologismos, en tanto palabras claves y plenas; a nivel de la significación, el delirio
supone una significación de palabras que se remite siempre a sí misma, motivo por el
cual se vuelve irreductible e inefable (Lacan, 1955-1956/2015b). A partir de allí, nos
interrogamos, ¿para qué se escriben estos textos y sobre qué versan? ¿Se dirigen
hacia algún lugar? ¿Quién sería el destinatario de esas letras?
El sujeto parece quedar sometido a su creencia delirante, donde no está en
juego la realidad, sino la certeza y la convicción absoluta, radical e inquebrantable de
que algo le concierne como sujeto (Lacan, 1955-1956/2015c). Se trata del surgimiento
de “una significación enorme que parece una nadería -en la medida en que no se la
puede vincular a nada, ya que nunca entró en el sistema de simbolización- pero que,
en determinadas condiciones puede amenazar todo el edificio” (Lacan, 1955-
1956/2015c, p. 124). En el tejido de ese entramado delirante, el sujeto dice, algo en él
habla, expresa, siente, ¿elabora?
SINTHOME: En los años 70, a partir de la teoría topológica de los nudos y de
los desarrollos en torno a los Nombres-del-Padre, Lacan plantea la noción de
“sinthome” para continuar sus conceptualizaciones sobre la psicosis, la cual entendía
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hasta el momento como el desanudamiento de los eslabones de la cadena borromea
(Muñoz, 2005). En tal contexto, se plantea el sinthome para mostrar que dicho
desanudamiento puede repararse a través de un cuarto nudo, cuya función
sinthomática es lo que se denomina suplencia de desanudamiento (Muñoz, 2005).
“Hay que pasar de un Padre amo a un Padre castrado, que deja de ser un
punto de basta, instaurador de una totalización, para convertirse en el portador de una
falla, garante de des-sentido” (Maleval, 2002, p. 135). Cuando dicho proceso está
perturbado, el sinthome puede operar como una compensación que anude aquello que
ha quedado desamarrado. Al decir de Vegh, “el sinthome es un remedio en la falla de l
Edipo. Es un intento de remediar el padre del goce. El sinthome es una suplencia
paterna” (Vegh, s/f, s/p).
Cabe señalar que el sinthome también puede entenderse como aquello que
“permite al nudo de tres, no seguir siendo un nudo de tres, sino mantenerse en una
posición tal que parezca constituir un nudo de tres” (Lacan, 1975-1976/2013b, p. 92).
Esto supone que el anudamiento sinthomático no implica un cambio de estructura,
sino un encadenamiento que produzca la estabilización de la psicosis y la construcción
de un remiendo limitante del goce. Podríamos pensar al sinthome como una creación
que, a la vez que denuncia una falla, opera articulando una estructura que, de lo
contrario, no podría sostenerse (Meroni, 2000).
Lacan trabajó la idea de sinthome en relación al escritor irlandés James Joyce.
Dirá que “su arte suplió su firmeza fálica (…) Su arte es el verdadero garante de su
falo” (Lacan, 1975-1976/2013a, p. 16). Es decir, el arte supliría aquello que la carencia
paterna no pudo inscribir: el significante fálico.
A partir de tales planteos, nos interrogamos en relación al sinthome como una
posible forma de pensar la elaboración de la pérdida en la psicosis, con su
consecuente estabilización. Arte, escritura, música, danza; infinitos anudamientos que
pueden producirse en la singularidad de cada sujeto. ¿Pueden pensarse como
modalidades de elaboración? Acerca de la escritura de Joyce, nos preguntamos, ¿qué
supondría escribir una pérdida para un psicótico? ¿Qué se deja por escrito en esas
letras? ¿Permitiría ello subjetivar una pérdida?
En los primeros años de su enseñanza, Lacan destacaba a la palabra en su
vertiente sanadora y liberadora; sobre el último período, concibe a la palabra como
parasitaria, devastadora, desbordante (Allouch, 2016). ¿Cuál es la frontera divisoria
entre ambos polos? ¿De qué manera podemos pensar aquí la función de la palabra,
tanto hablada como escrita, en la psicosis? ¿En qué momentos podrá volverse un
modo de limitación del padecimiento, y en qué otros se volverá persecutoria y
mortífera? “Hablar ya es escribir”, nos dirá Allouch (2016, s/p). Por ello, nos
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interrogamos sobre la escritura, tanto del delirio como de las letras sobre un papel;
¿cuál será su función en la psicosis? ¿Se relacionará con un modo de elaboración de
la pérdida? Finalmente, ¿será que el trabajo de los analistas con la psicosis implica la
construcción de un cuarto nudo que torne posible la subjetivación de una pérdida
significativa? ¿En todos los casos esto sería posible?
7. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA Y PREGUNTAS
DE INVESTIGACIÓN
En el marco del presente proyecto de investigación, se abordará la temática de
la elaboración de la pérdida en la psicosis. Tras el rastreo de antecedentes y la
construcción del marco teórico, se abren múltiples vías de interrogación. ¿Cómo se
entrecruzan las pérdidas con la psicosis? ¿Es posible reflexionar sobre esta temática
sin recurrir a conceptos del campo de la neurosis? ¿Podemos pensar en la posibilidad
de realización de un duelo en la psicosis? ¿A qué elementos o mecanismos recurre el
sujeto psicótico cuando se enfrenta a la pérdida? ¿Serán las nociones de delirio y de
sinthome modos de elaboración de la pérdida a los cuales el psicótico puede apelar?
Asimismo, ¿por qué se ha colocado a la psicosis en una lógica desprovista de
recursos que imposibilitaría elaborar las pérdidas? ¿Cómo escuchar el discurso de un
sujeto que sufre sin hundirse en clasificaciones deficitarias? ¿Por qué razón, desde el
psicoanálisis, se ha estudiado mínimamente esta temática? ¿Hay algo de estas
pérdidas que los analistas no han podido escuchar por quedarse atrapados entre
imposibilidades y obstáculos?
8. OBJETIVOS
8.1. Objetivos generales:
Explorar y conocer las modalidades y características de la subjetivación de la
pérdida en la psicosis.
8.2. Objetivos específicos:
1. Describir y analizar las significaciones que puede implicar el delirio en relación
con las vivencias de pérdida.
2. Indagar acerca de la función de la escritura en la subjetivación de la pérdida y
su posible articulación con el concepto lacaniano de sinthome.
3. Establecer las relaciones existentes entre las teorías psicoanalíticas del duelo y
la psicosis, interrogando así las conceptualizaciones tradicionales.
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9. DISEÑO METODOLÓGICO
Todas las palabras cuentan una historia de amor, una historia de vida y de saber, pero esa historia no está designada ni significada por las palabras, ni traducida de una palabra a otra. Esa historia es más bien lo que hay de “imposible” en el lenguaje, y que por ende le pertenece más estrechamente: su afuera. Sólo un procedimiento la hace posible, y remite a la locura. (Deleuze, 1993/1996, p. 34).
9.1. Metodología y tipo de estudio:
El presente proyecto de investigación estará basado en una metodología
cualitativa, entendiendo por tal a “la investigación que produce datos descriptivos: las
propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable”
(Taylor y Bogdan, 1992, p. 20). Se buscará privilegiar el discurso e indagar en las
significaciones subjetivas, a través de los relatos de los sujetos, en este caso, escritos.
En tanto investigación psicoanalítica, se trata de un ir “más allá de lo que se produce y
de lo que se procesa en el ámbito de la cura, en el lugar donde se ejerce este método”
(Cancina, 2008, p. 53). Freud consideraba al psicoanálisis como un método de
investigación, una combinación “entre un método de tratamiento de las enfermedades
nerviosas, un método de investigación de su causación y una teoría producida por esta
investigación” (Cancina, 2008, p. 10).
En dicho marco, este estudio será exploratorio, su objetivo es examinar un
problema de investigación que, tal como reveló la revisión bibliográfica, no ha sido lo
suficientemente estudiado y genera múltiples interrogantes; asimismo, su valor radica
en la identificación de conceptos promisorios y en el planteo de nuevas afirmaciones y
postulados (Hernández Sampieri, Fernández Collado, Baptista Lucio, 2006). Cabe
señalar que, a pesar de su carácter exploratorio, este estudio tendrá cierta pretensión
descriptiva, al buscar puntualizar las especificidades y modalidades de la elaboración
de la pérdida que la psicosis propone.
9.2. Técnica a emplear:
La herramienta central de esta investigación será el estudio de caso, desde una
mirada psicoanalítica. A partir de la temática de interés, se elegirán determinados
casos, que poseerán características paradigmáticas y ejemplificadoras, con el objetivo
de realizar un análisis en profundidad, resultando difícil producir inferencias
generalizadoras a partir de estas pocas unidades (Marradi, Archenti y Piovani, 2007).
Nasio dirá que “un caso expresa la singularidad misma del ser que sufre y de la
palabra que nos dirige” (Nasio, 2000, p. 10). Este autor destaca, entre otras, la función
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heurística del caso, en tanto éste puede ser en sí mismo productor de conceptos; “la
fecundidad demostrativa de un ejemplo clínico es a veces tan fructífera que vemos
proliferar nuevas hipótesis que enloquecen y consolidan la trama de la teoría” (Nasio,
2000, p. 19). Podríamos agregar que un caso “es la narración, la expresión, la
representación, el símbolo de un hecho clínico, de un estado de cosas determinado
(…) Mantendrá la singularidad de su forma lógica, en consonancia con la singularidad
del real que, en cada ocasión, estamos investigando” (Pulice, Zelis y Manson, 2007, p.
103). Finalmente, siguiendo los planteos de Hounie, podemos entender que un caso
implica una construcción, una historia inventada a través de las palabras; una fuente
productora de saber entretejiendo una red de significaciones que, a su vez, provoca un
movimiento subjetivo deseante (Hounie, 2013).
De este modo, se procederá a la construcción de casos clínicos psicoanalíticos
a partir de los escritos literarios de dos autores en los cuales confluyen nuestras
categorías de estudio, a saber, el duelo y la psicosis. Se trata de Louis Wolfson y
Antonin Artaud. Sus ficciones, atravesadas por la subjetividad del autor, nos permitirán
reflexionar sobre la temática de interés (ver anexos). Es pertinente aclarar que, debido
a la estrategia metodológica basada en el análisis de narrativas que son de público
acceso, no se incluirán consideraciones éticas.
Es importante destacar que Barros subraya el valor conjetural de la
investigación cualitativa planteando que “ficción, realidad y producción de saber se
ubican en esta propuesta en un lugar diferente que el de la demostración empírica”
(Barros, 2014, p. 19). El objetivo no será producir generalizaciones que comprueben
postulados teóricos, sino examinar ficciones literarias que se transformarán en casos
clínicos psicoanalíticos. Por tal razón, creemos conveniente remitirnos al
“razonamiento abductivo” planteado por Peirce que supone una inferencia que se
origina en un resultado singular, y dejándose llevar por lo extraordinario de ese hecho
construye una regla novedosa, sobre la base de que esa nueva regla, será válida para
la intelección de éste caso y difícilmente lo será para otros en apariencia similares
(Pulice, Zelis y Manson, 2007). Desde allí, colocándonos en una lógica de invención,
novedad y creación, se trata de hacer valer entre el caso clínico y su consecuencia,
una hipótesis explicativa de nivel conjetural (Lema, 2014). A partir de tales planteos,
entendemos al saber como no – todo, incompleto, conjetural, probable y verosímil, no
implicando la construcción de verdades cerradas. Como plantea Lacan, no somos
capaces de decir toda la verdad ya que “decirla toda es materialmente imposible:
faltan las palabras. Precisamente por este imposible, la verdad aspira a lo real” (Lacan,
1977, p. 83). Por consiguiente, en el presente estudio se buscará la construcción de
conjeturas que no harán más que bordear ese real que constituye la verdad, siempre
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teniendo presente que no hay producción simbólica que pueda hablar de ese real, un
real escurridizo que se nos escapa y se va perdiendo en el mismo acto de intentar
capturarlo.
9.3. Análisis de la escritura:
“Habitar la clínica, introducirse en ese escenario significa disponerse a ese
encuentro extraño con las palabras, que a veces quieren contar historias, otras
deshacerlas, otras inventarlas” (Hounie, 2013, p. 346). La clínica psicoanalítica en
tanto una clínica de lo escrito que “revela así ser una clínica donde la lectura se confía
al escrito, se deja engañar por el escrito, acepta dejar que el escrito la maneje a su
antojo” (Allouch, 1984, p. 15). Desde esa perspectiva, analizaremos los casos clínicos
elegidos, destacando que no se tratará aquí de psicoanálisis aplicado, es decir, el
objetivo no supone aplicar la teoría psicoanalítica a los escritos literarios. Al respecto,
podemos afirmar junto a Cancina que se trata de aprender del artista; “los
psicoanalistas no tenemos por qué ponernos a explicar al artista con el psicoanálisis
sino más bien tenemos que seguirlo ahí donde el artista nos conduce, porque el artista
sabe, sin nosotros, lo que todavía nosotros no sabemos” (Cancina, 2008, p. 124).
“La escritura no puede llevarse a cabo y ser objeto de un análisis salvo que
reconozcamos previamente que la palabra es en sí misma portadora de escritura,
fabricada, en parte, por ella” (Allouch, 2016, s/p). En esas palabras, habrá restos,
retazos y desechos, por lo cual, aquí, la técnica de análisis estará basada en la lectura
de esas fracturas, esos quiebres del relato, los bordes que conforman cada letra. Para
ello, es importante remitirnos al “paradigma indiciario” desarrollado por Carlo Ginzburg,
basado fundamentalmente en la lectura de los detalles, las huellas y los rastros que
deja cada escritura; detalles inobservados, inadvertidos, no tenidos en cuenta
(Cancina, 2008). “Está claro que el lenguaje que implica ese desciframiento de la
huella es por naturaleza metonímico, metonímico y nunca metafórico. Es metonímico
porque es de la parte al todo, del efecto a la causa” (Cancina, 2008, p. 94). Se trata de
leer los rasgos, lo irrepetible, lo que asombra, lo que se muestra como original; el
interés está colocado en lo individual del caso y las excepciones que éste presenta
(Pulice, Zelis y Manson, 2007). En conclusión, intentaremos tomar la función de lo
escrito como otro modo del hablante en el lenguaje, mediante el cual el texto a leer
supone una trama y una coherencia agujereada; leeremos la escritura con sus límites,
encrucijadas y callejones sin salida, permitiéndonos captar el real que escapa a toda
formalización (De Battista, 2015).
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10. RESULTADOS ESPERADOS
Mediante el proyecto de investigación se espera contribuir a la construcción de
conocimiento académico acerca de la clínica de la psicosis en su relación con el duelo.
Asimismo, se busca proporcionar conjeturas específicas sobre la clínica con
estos pacientes, intentando crear nuevas lógicas de intervención y brindar insumos
para la creación y el diseño de nuevos abordajes. Finalmente, se intentará favorecer
el desarrollo de futuras líneas de investigación, sirviendo esta propuesta como
antecedente a las mismas.
11. CRONOGRAMA DE EJECUCIÓN
ACTIVIDADES MESES
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
Revisión y ajustes del pre - proyecto de
investigación
Relevamiento y análisis bibliográfico
Planificación y estrategia para el estudio de los casos seleccionados
Relevamiento biográfico de los escritores
Análisis de las narrativas literarias
Conclusiones finales
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12. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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13. ANEXOS
13.1 Louis Wolfson:
Nacido en 1931 en Nueva York, hijo de Rose Minarsky (fallecida en 1977) y
Henry Wolfson (fallecido en 1970), ambos judíos de origen ruso, cuya lengua materna
era el idish. Los padres de Louis se divorciaron cuando él tenía 4 años, a partir de lo
cual la relación con su padre se desarrolló de forma esporádica y nómade; algunas
visitas en plazas públicas o bares, rompían la rutina de la cotidiana ausencia paterna.
El joven comenzó tempranamente sus estudios de lenguas extranjeras,
especializándose en alemán, hebreo, ruso y francés.
Precozmente diagnosticado de esquizofrenia, y tras atravesar múltiples
internaciones y diversos tratamientos psiquiátricos, este autor es mayormente
conocido por su obra “Le schizo et les langues” (“El estudiante de la lengua
esquizofrénica”), escrita en los años 60 y publicada en 1970 sin su autorización.
Asimismo, escribió otro texto trascendental tras la muerte de su madre, al que
denominó “Ma mére musicienne morte de maladie maligne mardi á minuit au milieu du
mois de mai mille 977 au mouroir Memorial á Manhattan” (“Mi madre música ha muerto
de una maligna enfermedad un martes en la medianoche en el medio de mayo de 977
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en cuidados paliativos del Memorial de Manhattan”); dicha obra fue escrita entre 1982
y 1983, y publicada en 1984. Signado por la pérdida de su madre, este segundo libro
nos conducirá a múltiples reflexiones sobre nuestra temática de interés. Cabe señalar
que Rose murió de un cáncer de ovarios fulminante, enfermedad que hizo que su hijo
desarrollara una compleja construcción delirante al respecto, reflejada en su escritura.
A pesar de que su lengua materna es el inglés, Wolfson opta por escribir en
francés y, para ello, desarrolla varios procedimientos lingüísticos. “Una frase en lengua
materna será analizada en sus elementos y movimientos fonéticos para ser convertida
en una frase de una o de varias lenguas extranjeras a la vez, que se le parezca en
sonido y significado” (Deleuze, 1993/1996, p. 15). Su método “empuja el lenguaje a un
límite, no por ello lo traspasa. Destroza las significaciones, los significados, las
traducciones” (Deleuze, 1993/1996, p. 34). Se trata de un procedimiento inseparable
del propio procedimiento de la psicosis (Deleuze, 1993/1996). Su escritura, tan gozosa
para él, “es un continuo esfuerzo para el lector, que entre más se sumerge en el
procedimiento, más se aleja del sentido del texto” (Ramírez, 2011, s/p). Entonces,
¿para quién escribe este autor? ¿Qué es lo que busca a través de su escritura?
Mediante sus procedimientos extravagantes pareciera que despedaza su
lengua materna, pero a su vez, busca callar la voz de esa madre, presentada como
una mujer agresiva y autoritaria, cuyos intentos de aproximación al hijo son siempre
violentos. Es importante señalar que, a pesar de que su lengua materna era el idish,
Rose se dirige a su hijo en inglés, enloqueciéndolo aún más y propiciando las
conductas de encierro y aislamiento que Louis desarrolló para evitar escuchar ese
idioma. Una madre que abandona su lengua natural y que intenta someter a su hijo al
inglés, quien enloquece y se escinde psíquicamente para eliminar esta lengua de su
vida; parece que las lenguas han sido alienantes para toda esta familia, dejando
marcas indelebles. “¿Podrían borrarse esas huellas? (…) ¿En qué lengua habría
lanzado [Rose] los gritos de dolor del parto? ¿En qué lengua le diría ajó a su hijo? ¿En
inglés, en idish?” (Assandri, 1997, p. 98). Una voz en inglés que penetra los tímpanos
de Louis y no cesa de no silenciarse nunca; él intenta defenderse poniendo barreras
contra tanta intrusión, quizás a través de su locura. ¿Cómo podemos pensar aquí lo
que Lacan llamó la pulsión invocante?
En varios textos que analizan la biografía de este autor, se destaca que su
madre había sufrido en la infancia la pérdida total de su ojo, por lo cual tenía una
prótesis de vidrio, que se quitaba por las noches para dormir, dejando al descubierto
un agujero en su rostro. “Hueco a cubrir con la esquizofrenia de su hijo”, dirá Zacarías
(2015, s/p). ¿Cómo habrá repercutido en Louis esa mirada vacía? “El ojo de vidrio de
la madre es la mirada de un ojo que mira sin ver, es la presencia sin ausencia de un
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ojo siniestro.” (Del Campo, 1999, p. 4). También aquí nos interrogamos sobre lo que
Lacan denominó pulsión escópica, interrogantes abiertos para próximas reflexiones.
Pareciera que Louis ha sido atormentado por el Otro. “A través de la
implantación del significante en el cuerpo, de sus inscripciones en la superficie del
cuerpo, en la carne, los agujeros del cuerpo real, es que la pura carne se humaniza”
(Assandri, 1997, p. 102 – 103). Louis fue atiborrado de lenguaje; el Otro se volvió
enloquecedor para él. Una mirada y una voz insoportables, “un dolor que trata de
expulsar en palabras al viento. Busca escribir en una lengua extranjera para huir de la
madre, para que ella no lo pueda leer, es una forma de cortar con el imperativo del
goce de ella” (Ramírez, 2011, s/p). Al decir de Aulagnier, Wolfson atraviesa su vida en
una permanente lucha “que libra contra el silencio mortal en el que amenaza con
encerrarlo la locura” (Aulagnier, 1986/2005, p. 308).
Es preciso destacar las conductas alimenticias de Wolfson; podía estar varios
días sin ingerir alimentos o, en el otro extremo, llevar a cabo lo que él mismo
denominó como “orgías alimentarias”; un horroroso placer desencadenado por sus
instintos más animales, nos dirá Assandri (1997) citando al propio escritor. No poder
parar de comer, alimentando esos fragmentos de cuerpo sin límite, sin fronteras.
Asimismo, desarrolló un sistema delirante en relación a los alimentos. “Se trata del
pavor a ser infectado por los millones de invisibles parásitos, gusanos, larvas,
bacterias, que corre en paralelo al miedo, a la sospecha de ser envenenado por la
madre” (Zacarías, 2015, s/p). Temor a que el Otro, con su goce, mate.
“Tal vez Wolfson se quede en el borde, prisionero de la locura, prisionero casi
razonable de la locura (…) El problema no estriba en superar las fronteras de la razón,
sino en atravesar como vencedor la sinrazón” (Deleuze, 1993/1996, p. 34). Podríamos
pensar que para ello, recurrió a la escritura, pero, ¿qué es lo que escribe? ¿Cuál es la
función de su escritura, por momentos, tan delirante? ¿Escribirá sus pérdidas, sus
duelos? ¿Será posible para él, a través de su escritura delirante en su segundo libro,
subjetivar la muerte de esta madre tan enloquecedora y avasallante? Letras
estragantes que nos permiten afirmar que, “si el loco sabe, el asunto es dejarlo
escribir, hacerlo hablar, decir de su locura, cosa que no es para nada fácil de tolerar.”
(Assandri, 1997, p. 106).
13.2 Antonin Artaud:
Nacido en 1896 en Marsella y fallecido en Irvy-Sur-Seine en 1948, Artaud fue
uno de los grandes ensayistas literarios de la historia, que realizó importantes aportes
en el arte teatral. Es preciso señalar que Antonin nació en un seno familiar turbulento;
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fue el bebé sobreviviente, junto con su hermana, en medio de siete abortos sufridos
por su madre, elemento que lo determinará a lo largo de su vida y que aparecerá en
alguno de sus escritos. Asimismo, destacaremos dos acontecimientos vividos en su
infancia. En primer lugar, en 1901, Antonin es diagnosticado de meningitis,
enfermedad que no pasará por su vida sin dejar secuelas; sus dolores corporales no lo
abandonaron jamás, y sentarán las bases para su posterior enloquecimiento. Acevedo,
citando a Otto Hahn, dirá que se trató de una meningitis que “lo lleva hasta e l umbral
de la muerte y lo sumerge, repentinamente, en el universo absurdo del dolor (…)
Sintiendo la existencia como mal-de-ser, es demasiado joven para superar su terror”
(Acevedo, 1972, s/p). En segundo lugar, en 1905, a la edad de 8 años, fallece su
hermana, Germaine, de tan sólo siete meses; esta vivencia traumática y su
concomitante dolor, también será reflejada en su obra.
En este breve relato biográfico, observamos una vida marcada por el dolor y la
muerte; Antonin creció entre pérdidas y sufrimientos, atravesado por el pesar de su
madre, quien se aferraba a él tras sus embarazos fallidos, y posteriormente mostraba
actitudes de rechazo y alejamiento. Una relación ambivalente que no fue sin
consecuencias; asimismo, un padre con el cual Artaud nunca tuvo un vínculo cercano.
Este escritor, diagnosticado con esquizofrenia por el Dr. Ferdière, atravesó
gran parte de su vida internado en instituciones psiquiátricas, en donde recibió
innumerables sesiones de electroconvulsoterapia, las cuales afectaron
considerablemente su estado de salud y agravaron sus dolores corporales. No
obstante, fue autor de numerosas obras, muchas de ellas escritas durante sus
estadías en los manicomios, entre las cuales se destacan: “El ombligo de los limbos”
(1925), “El pesa – nervios” (1927), “El teatro de la crueldad” (1932), “El teatro y su
doble” (1938) y “Van Gogh, el suicidado de la sociedad” (1947).
. Podemos afirmar que, su intento, a lo largo de todas sus escrituras, será el de
destruir el lenguaje; mediante su crítica a la primacía de la palabra y el sentido,
manifestará su imperiosa necesidad de la creación de un nuevo lenguaje. Se trata de
la “búsqueda de un lenguaje originario, que no implique repetición, representación de
otra cosa, sino que sea una presentación en acto de la cosa misma de que se trata”
(Cuevas, s/f, s/p). Parece que Artaud es “el testimonio vivo de esa búsqueda
demoníaca de un lenguaje imposible en tanto que niega su esencia misma, que es la
de representar. El designio de Artaud es el de destruir ese lenguaje de repetición”.
(Cuevas, s/f, s/p). Nuevamente, como veíamos con Wolfson, a través de la escritura se
intenta matar la lengua materna, en este caso el francés, para crear una nueva.
Asimismo, en varias oportunidades, Antonin manifestó ser víctima de un robo
de palabras; un Otro perseguidor, que lo acechará siempre, “robándole las palabras,
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sus palabras. Artaud fabricará entonces, inventará otro lenguaje, su lenguaje. Un
lenguaje no metafórico, de no representación, sino un lenguaje metonímico, un
lenguaje del cuerpo” (Cuevas, s/f, s/p). Preso de lo que él denomina “cuerpo – sin –
órganos”, su obra es reflejo de la articulación entre las palabras y el cuerpo, el
entrecruzamiento entre las letras y la carne. En su escritura metonímica, se lee “una
relación imposible con el cuerpo, pero sostenida por la constatación de que las
palabras son cuerpos y de que el cuerpo puede y de hecho se sostiene más allá y más
acá de la escalada metafórica de las palabras” (Cuevas, s/f, s/p).
¿Qué buscaba escribir? ¿Qué intentaba matar, aniquilando el lenguaje?
¿Habrá en sus letras una búsqueda de subjetivar sus dolores, sus pérdidas, sus
duelos? “Lacan se percató de que detrás de lo que se dice, hay algo que pide ser
leído, una letra que marca a cada sujeto y que funciona como el anclaje de la
existencia misma” (Ramírez, 2011, s/p). ¿Qué hay detrás de esa escritura? ¿Qué
podemos leer en sus obras, por momentos tan crueles y feroces? ¿Buscará, a través
de sus violentas letras, transformar su sufrimiento? ¿Cómo se escribe la locura? A
través de la letra, ¿se podrá inscribir la muerte que lo asedió desde sus primeros
años? Quizás, sólo reste decir que, entre incertidumbres y vacilaciones, “el analista
redescubre con un sentimiento complejo, en el cual hay placer, asombro, decepción,
que la locura, como una esfinge siempre renaciente, se erige periódicamente en la
encrucijada del saber para plantearle su enigma” (Aulagnier, 1986/2005, p. 303).