BARAJA DE POESÍA VISUAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
EDU BARBERO
BARAJA DE POESÍA VISUAL
CONTRA LA
VIOLENCIA DE GÉNERO
Edu Barbero
Una importante característica de la obra de Edu Barbero es su perfil
comprometido. Pienso que su poesía visual va más allá de una agradable estética
de imágenes ordenadas y se convierte en una iconografía que reivindica o denuncia
las sinrazones de lo cotidiano a través de tropos y figuras retóricas como la
metáfora, la ironía, la paradoja… Estos recursos poéticos trabajan sobre el mensaje
abriendo o multiplicando los sentidos de cada ilustración.
Sin embargo, también es verdad que hay veces que el compromiso social
puede parecer ajeno al arte. El filósofo alemán Adorno sintió este mismo pudor
cuando opinó que después del oprobio de Auschwitz no podría haber ya más
poesía lírica, pues la estilización del arte empequeñecía el inmenso dolor de las
víctimas. Poco después no tuvo menos que rectificar y concluyó que es sólo en el
arte donde el dolor encuentra su voz. La baraja que Edu Barbero nos presenta con
motivo de su denuncia contra la violencia de género es una muestra de cómo la
poesía visual puede ser más directa y tan efectiva como un discurso social
vehemente.
Este especial mazo de naipes con su alusión implícita al azar y al destino y sin
recurrir a imágenes explícitamente violentas invita a cierta reflexión, invita a crear
cierta empatía con cada uno de los sentimientos de angustia, dolor y miedo de las
víctimas y por otra parte a reprobar los comportamientos egoístas, crueles y
déspotas de los verdugos.
Así, al observar la baraja, la sota me parece auténticamente ella y el rey la
bestia a derribar; un lobo con abrigo se jacta de su designio machista, un corazón
se convierte en roca y los oros ciegan o amordazan. Venus se descompone
impotente en pájaros y Marilyn se transforma en Venus con su belleza de mármol
tan estéril como su destino. No veo, no obstante, entre las imágenes centrales de
los diseños la utilización de las copas, será que tal vez las causas para celebrar sean
aún muy pocas.
En esta ocasión más que nunca, como espectadora de la obra de Eduardo,
coincido con Bataille cuando afirma: “el arte nace de una herida que no cicatriza.”
Myriam Mercader
De barajas y tahúres
Las relaciones amorosas tienen, probablemente, mucho de juego de azar. Quien lo
probó lo sabe: amar es también una apuesta, y como tal, cuenta con jugadores de todo
tipo. Hay amantes inexpertos y los hay que conocen bien cada naipe de la baraja, pero
la tarea del tahúr no es otra que la de someter al azar y al contrincante, y esto no solo
rompe las reglas sino que desbarata el único sentido del juego: la sensación de riesgo
compartido, la variabilidad del desenlace, el vértigo de lo desconocido, la experiencia
adquirida mano tras mano.
A la Fortuna siempre se la ha representado calva y era precisamente porque nadie
podía agarrarla por el cabello cuando pasaba, rauda, a nuestro lado (es por tanto la
Fortuna una mujer tan dadivosa como probablemente también cruel, pero de lo que
no cabe duda es de su independencia). El auténtico azar, como lo es del amor, no
entiende de jerarquías, y de la misma forma se nos entrega como se disipa en la nada.
Cerrar el puño no sirve de nada.
Una baraja de naipes, como un tablero de ajedrez, no es el reino de lo posible sino
el de un orden pensado para su disgregación, el de un orden disgregado que
infinitamente tiende a la recomposición. Así, las figuras se desplazan por el tablero o el
tapete, se asoman y se ocultan, pero cada una de ellas guarda siempre sus privilegios.
Edu Barbero ha invertido este principio y no había mejor camino para lograrlo –Joan
Brossa lo supo bien- que la disciplina a la que se ha entregado desde hace años: la
poesía visual. Su postura es aquí la del tahúr, la del tramposo, es cierto, pero también
la del poeta, de tal modo que, lejos de engañar o someter a nadie, lo que logra es
desconcertar a todos los jugadores, poner en duda las reglas, desbaratar –
metódicamente y en un como si nada- todo orden impuesto. Más que tahúr Barbero
es mago, y su magia, que enciende el azar y que lo aviva, más que asombrar como un
fogonazo inútil, invita a la reflexión.
Rrose Sélaby
http://maquinariadelanube.wordpress.com/
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