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Distintos movimientos políticos en América Latina horadaban elpoder de los sectores privilegiados y los intereses imperiales.Los procesos de liberación en el Tercer Mundo promovían una soberanía integral y la dignificación de sus identidades culturales.Querían construir un orden mundial equilibrado para revertir los dominios coloniales y neocoloniales, que sistemáticamente drenaban los recursos de Sur hacia los países centrales. Al igual que en otros países del continente, se implantó en la Argentina una dictadura militar que ejerció un terror indiscriminadoy aberrante. Cárceles, muertes, desapariciones, exilios, invadieron nuestra cotidianidad. La represión nos obligó a alejarnos unos de otros.La cuestión del “nosotros” latinoamericanoEn la constitución de la historia como historia universal a partir del siglo XVI, el ingreso de las sociedades americanas a la Modernidad iba a producir un mapa socio-cultural de características desgarrantes. En este proceso lento y complejo, se van conformando los grandes actores del escenario político latinoamericano. Será una coexistencia conflictiva, de confrontaciones sociales muy étnico-culturales. Manifestaciones de una resistencia cultural, que en el período colonial, se acompañaría de diversas formas de rebeldía abierta,insurrecciones y movimientos de protesta ante condiciones de ex-poliación que las masas de estos territorios nunca aceptaron pasi-vamente.América Latina estaba lejos de sentirse expresada en las ideas euro-céntricas absorbidas por las capas dominantes de origen blanco.Es posible y necesario reconocer la existencia de una matriz pro-pia, autónoma, de interpretación de los fenómenos sociales. Esta matriz autónoma de pensamiento expresada en las manifestacionesde resistencia social y cultural, en el legado de ideas de las capas mayoritarias, no pretende una autarquía teórica. Por el contrario,su sistematización requiere elaborar respuestas críticas frente a los paradigmas eurocéntricos demostrando el carácter parcial que los impregna, en tanto se revelan incapaces de dar cuenta de la totali-dad de los fenómenos.Lafluida articulación de las corrientes liberales con las clases do-minantes de América Latina en sucesivas formas históricas de expoliación neocolonial. Las mutaciones que sufriera el pensamiento político de influencia rousseauniana al ser absorbido por los movi-mientos independentistas, como en los casos de Artigas y Bolívar,o la incapacidad del marxismo para expandirse ideológicamenteentre las grandes masas del continente dan cuenta de las dificulta-des de traducción de las alternativas europeas a las reivindicaciones populares latinoamericanas.Al margen de los niveles de sistematización teórico-conceptual alcanzados por las diferentes vertientes de este pensamiento en América Latina, es significativa la continuidad histórica y el peso político-cultural que exhiben en el presente determinados valoresy tradiciones populares ligados con las poblaciones originarias ycon los mestizajes y aportes de los vastos contingentes negros y europeos que fueron poblando estas tierras a partir de la conquista.Desde esos troncos originarios, entremezcladas con las posteriores corrientes inmigratorias se procesará en sucesivas generaciones lahistoria social subterránea latinoamericana.Algunas vidas paralelas a. La emancipación americana y la restauración europeo En el mismo período en que Hegel va madurando su sistema filosófico, Simón Bolívar lidera la epopeya de la emancipación ameri-cana. Son dos contemporáneos que piensan el pasado, el presente yel futuro desde latitudes y perspectivas disímiles. Y en tanto Hegel define a esta parte de América como pueblos sin historia, incapaces de contarse entre los elegidos que aportan al despliegue universal del Espíritu, Bolívar junto a Artigas, Hidalgo o Morelos, entre otros líderes latinoamericanos, buscaban convertirlos en protagonistas de una historia independiente.El Espíritu Universal se despliega en un doble movimiento: por una parte, el aspecto sincrónico mostrará la existencia de ciertas configuraciones históricas particulares, irrepetibles, compuestas por un conjunto de formas culturales que reciben su significación más profunda del espíritu que rige a cada una de ellas. Las costum-bres, la religión, el derecho, la filosofía, el arte, el comercio tienen como base común ese espíritu que los colorea. Por otra, una visión diacrónica indica que cada configuración histórica corresponde a un pueblo, que es la expresión más elevada, en una determinada etapa, del desarrollo del Espíritu hacia formas de conciencia quelo van acercando, mediante un proceso evolutivo de florecimientoy decadencia de cada uno de esos pueblos protagónicos, hacia surealización absoluta.Dentro de los múltiples conflictos e interrogantes que impone laindependencia latinoamericana; en un mundo signado por el retro-ceso de la Revolución Francesa y por la restauración conservado-ra europea, Simón Bolívar formula las coordenadas de una matrizautónoma de pensamiento que habría de recuperar los relatos deresistencias a la expoliación colonial.La masiva incorporación de los sectores populares en las guerras in-dependentistas abre las compuertas para la expresión de sus propiasdemandas. Bolívar va a

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hacer un intento desesperado por conciliaresas grandes corrientes antagónicas, ante el proceso de atomización continental que se va imponiendo luego de alcanzada la indepen-dencia.Durante los años 1815, en la banda oriental del Río de la Plata el movimiento artiguista será la expresión más claramente popular de las políticas que inicialmente promueven el proceso de emancipa-ción.Los documentos políticos de Artigas recogen muchos de los con-ceptos del pensamiento contractualista europeo, en especial deRousseau. Hablan de ley, razón, contrato social, constitución, liber-tad, propiedad; sin embargo, es posible observar las profundas mu-taciones que en ellos se operan al insertarlos en el contexto de las raigambres culturales y de las demandas de las masas artiguistas.La distribución de tierras promovida por Artigas favorecía amplia-mente a esas capas que conformaban las huestes revolucionarias; se¿Desde qué nosotros pensar la modernidad?Alcira Argumedo trataba de establecer una redefinición de la propiedad que anticipa el principio agrarista de la posesión vinculada con el afincamiento y el trabajo.El proyecto de Artigas (una república democrática, igualitaria, in-dependiente, susceptible de integrar a las capas étnicas y sociales marginadas por el dominio colonial, con fuerte inserción en las tradiciones, creencias y culturas populares) encontrará la drástica oposición del patriciado de las ciudades con su racionalismo ilus-trado y mercantil, cuyos intereses conforman el sustento del ordenestamentario blanco de la enajenación oligárquica a las prebendasdel mercado exterior y al reconocimiento del mundo “civilizado”.Las propuestas de Bolívar, de Artigas o de Hidalgo y Morelos entre otros, van a conformar las primeras expresiones políticas de esa sotras ideas de Américas Latina que, hasta entonces, se alimentaran subterráneamente en las rebeliones, en las resistencias culturales y en la vida cotidiana de una vasta población del continente a quien el esquema colonial les había negado su condición humana. Así,entre 1810 y 1830, mientras la visión del mundo burgués europeo adquiría con Hegel la expresión más elevada que tal vez ella podía alcanzar.b. El mundo defines del siglo XIXLa consolidación de Alemania como potencia mundial y, por lo tan-to, como metrópolis colonial, constituye un hilo conductor en elpensamiento weberiano.Weber apunta de esta forma a uno de los nudos centrales de la pro-blemática de América Latina: el tiempo que considera necesarioreconocer el honor y la dignidad de los pueblos civilizados, planteacomo una locura la posibilidad de que 350 millones de hombre “ex-tranjeros”, sometidos y explotados por el dominio colonial, puedanexpresarse en una libre consulta electoral acerca de si desean cons-tituirse como estados autónomos.El período de la Paz Armada entre las potencias mundiales facilitauna nueva etapa de expansión imperial en las regiones de Asia yÁfrica y refuerza en América Latina el poder de las clases domi-nantes criollas a través de alianzas neocoloniales. El proyecto mo-dernizante y europeísta de los ochenta es ya una realidad en muchosterritorios, mientras el decadente imperio español sólo ha logradoconservar sus colonias en Cuba y Puerto Rico.Mientras tanto, en la Argentina, luego de varias décadas de enfren-tamiento de las oligarquías porteñas y del interior contra las alter-nativas federales, ha logrado consolidarse un régimen republicanocon aspiraciones modernizantes articulado con los intereses neoco-loniales de Inglaterra y fuertemente excluyente de las mayorías. Elnuevo poder dominante se erige a partir de la derrota y las políticasde exterminio ejercidas entre 1960 y 1880 contra las tres regionesdonde se asentaban los núcleos originarios indígenas del país.En la represión que siguió, murieron unos 40.000 gauchos.Finalmente, la Campaña del Desierto dirigida por Roca, quiebra laresistencia mapuche que había durado más de tres siglos.Por entonces, al puerto de Buenos Aires arribaban cientos de milesde hombres y mujeres provenientes de Europa que van a conformarnuevas clases media y sectores populares. Eran los desheredadosdel Viejo Mundo, artesanos y campesinos, españoles, italianos, ale-manes, inservibles en el nuevo paradigma productivo de la maduraRevolución Industrial; y asimismo polacos y rusos perseguidos porlos pogroms, sirios y libaneses, algunos eslavos. Protagonistas deuna aventura desgarrante, portadores de una aguda melancolía, lle-gaban buscando una tierra menos hostil, con la esperanza, tal vez,de “hacer la América”.c. La década infame europea y latinoamericanaLa Primera Guerra ha conmocionado al mundo y su resultado pro-ducirá un reordenamiento geopolítico de gran magnitud, un nuevoequilibrio de poder entre las principales potencias capitalistas. Eltriunfo de la Revolución Rusa evidencia la posibilidad de destruc-ción del capitalismo y motoriza una reformulación en las realidadespolíticas de los principales países europeos.Durante la segunda mitad de los años veinte y a lo largo del dece-nio de los treinta, ya signado por la crisis mundial, el

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crecimientoarrasador del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania imponennuevas líneas de reflexión al pensamiento marxista europeo acosa-do además por el sectarismo stalinista.La crisis del racionalismo y la emergencia de expresiones culturalesque daban espacio a la irracionalidad se conjugaban en Alemaniacon las primeras manifestaciones del movimiento nazi.Una historia diferente se va escribiendo en este mismo período enAmérica Latina. La revolución agraria de México cuestiona aguda-mente los fundamentos del poder del régimen estructurado con laindependencia.La derrota y el posterior asesinato de los líderes campesinos másimportantes frenará el impulso revolucionario mexicano.En Argentina, la intransigencia de Hipólito Yrigoyen había logradola Ley Saenz Peña y en 1916 accede al gobierno en las primeraselecciones libres con voto masculino de la historia del país.Desde comienzos de los años veinte y en el transcurso de la décadade los treinta, mientras los pensadores en la escuela de Frankfurt seenfrentaban al nazifascismo, en América Latina se van desplegan-do, a través de distintas experiencias, los contenidos fundamentalesde una matriz nacional-popular autónoma. Con un sentido decidi-damente antagónico, en su concepto de lo nacional respecto delnacionalismo aberrante con vocación imperial que se estaba con-solidando en Alemania, Italia y Japón; y también de los naciona-lismos democráticos que en Inglaterra, Holanda, Francia, Bélgicao los Estados Unidos fundamentaban la legitimidad de sus propiasvocaciones imperiales.

“EL PRINCIPIO DEL FIN”. PABLO PINEAU

El miércoles 24 de marzo de 1976 no hubo clases en todo el sistema educativo Argentino. En las primeras horas de ese dia las fuerzas armadas le arrebataron el poder a un gobierno electo tan legitimo como débil, y se decreto un completo “asueto educacional”. No es casual que la suspensión de los derechos políticos de la población estuviera acompañada de la suspensión del derecho a la educación. Desde sus orígenes la escuela busco integrar disciplinadamente a la mayoría de la población , a la vez que funciono como instancia de legitimación y formación de los grupos gobernantes.Dentro de este proyecto social general, "la dictadura instrumento una politica educativa basada en dos estrategias. En primer lugar la estrategia represiva, coto de los grupos mas tradicionalistas, que se proponia reestablecer una serie de "valores perdidos" en el sistema educativo y hacer desaparecer los elementos de democratizacion y renovacion cultural, sobre todo aquellos que habian irrumpido en las décadas de los 60 y 70. En segundo lugar se encuentra la estrategia discriminadora, coto de los grupos modernizadores tecnocráticos, cuyo efecto fue la desarticulacion de los dispositivos homogeneizadores favorables a la democratizacion social presentes en la escuela argentina, y fortalecimiento de un sistema educativo fuertemente fragmentado en circuitos diferenciados de acuerdo a los distintos sectores sociales que lo subordine a las demandas del mercado y del modelo de distribucion regresivade las rentas.La combinación de ambas estrategias fue “el principio del fin” de la escuela publica heredada de las décadas previas, y sento las bases para la consolidación de los proyectos educativos noeliberales en las décadas siguientes. Con el “asueto educacional” decretado el 24 de marzo 1976 se cifraba la muerte del sistema educativo moderno en Argentina. El escenario previo es descripto desde la expectativa de la dictadura de la "refundacion" de una nacion, tal como sucedio en el siglo XIX, donde la educacion ocupaba un Iugar central. El modelo educativo de ese momento fue descripto por Adriana Puiggros como Sistema de Instruccibn Publica Centralizado Estatal (SIPCE), con un Estado nacional como agente casi monopolico, tras un proyecto pedagógico “civilizatorio- estatal” que prometia un horizonte comun y colectivo de progreso e inclusion por homogenizacion. Este modelo logra su máxima expresion durante los primeros gobiernos peronistas. Según analiza P. Pineau, los debates pedagógicos de comienzos de los años 70, estaban signados por la toma de posición frente a la crisis del SIPCE , modelo que –surgido en el siglo XIX– presenta una lenta decadencia desde los años del peronismo; mas, en el momento de advenimiento del golpe militar, aún primaba la posición político-pedagógica de defensa de este “canon fundacional” que encuentra en la salvaguarda de la ley 1.420 su bandera más distintiva. Esta perspectiva veía disputada su hegemonía por el modelo de “modernización excluyente”; ya que éstasostiene la necesidad de transformar la lentitud del SIPCE, proponiendo “reformas profundas que implicaban una modernización que limitara los elementos democratizadores del sistema educativo, y favoreciera –por refuerzo o creación– a los discriminadores. Será esta posición político-pedagógica la que más contribuirá a dejar un campo favorable a la implementación de las políticas educativas que propicia la dictadura militar.

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Es en este contexto que el PRN desarrollará sus políticas educativas, basadas en dos estrategias centrales: una represiva y otra discriminadora. La politica represiva , se basaba en una serie de secuelas que hacen de todo hecho social un hecho político, siendo todo hecho político un hecho subversivo que, por lo tanto, debe ser reprimido. Conllevando esto que “todo hecho educativo, en tanto hecho social, podía dar lugar a un acto de represión” particularmente si ese hecho educativo había contribuido –desde la mirada procesista– a la generación del “caos” que los militares venían a extirpar. De allí que la estrategia represiva haya tenido como objetivo principal disciplinar al sistema educativo, erradicando de él los elementos democratizadores que pudiesen contribuir al cuestionamiento del “orden tradicional” de cepa católica y oscurantista. Se llevo adelante esta estrategia describiendo diversas medidas concretas adoptadas por el PRN; entre las que cabe destacar la “Operación Claridad” y el documento “Subversión en el ámbito educativo; Conozcamos a nuestro enemigo”. Evidenciándose en ellosla capilaridad del control, el tratamiento microscópico con que el régimen buscaba “curar” al “enfermo cuerpo social”.La Estrategia discriminadora; buscaba modernizar tecnocráticamente al sistema educativo para ponerlo a tono con las necesidades de un capitalismo en transformación. En este sentido esta estrategia resultaría más solidaria con los discursos desarrollados desde el Ministerio de Economia. Por otra parte, si la estrategia represiva apuntaba esencialmente a la eliminación de raíz del “caos” y la “subversión”, en la estrategia discriminadora hay un intento por proponer un nuevo orden (educativo); a partir de la ruptura de la unidad histórica del sistema educativo argentino, a través de la articulación de circuitos diferenciados que eviten la masificación de los circuitos destinados a la elite política y económica. Para obtener esto el PRN implementó diversas estratagemas (como la transferencia de escuelas a las provincias, el subsidiarismo de las escuelas privadas, entre otras); todas ellas tendientes a sacar al Estado nacional de su rol de principal proveedor y garante del derecho a la educación.Sin embargo estas políticas educativas no dejaron de encontrar resistencias a su puesta en práctica, rescatando las dos caras que tenía la escuela en ese entonces: “la cotidiana, con un clima más relajado, reuniones grupales y hasta asambleas de grado en ciertos casos, y la ‘mostrable a inspección’, donde las normas eran cumplidas a rajatabla”. Destacando como las políticas implementadas durante ladictadura favorecieron la posición de la “modernización excluyente”, erradicando los elementos incluyentes que el SIPCE portaba a la vez que se acentuaban sus aristas más autoritarias y represivas; con lo cual el sistema educativo –ya en crisis para mediados de la década del ’70– alcanzó, como consecuencia de esas políticas, “tal grado de deterioro que ya no pudo volver a reestablecerse como forma hegemónica. Esos años fueron ‘El principio del fin’ de la escuela pública argentina”. En este sentido el PRN alcanzó lo esencial de su objetivo en el campo educativo: la desaparición del sistema educativo surgido en el siglo XIX.Estas políticas educativas como parte de la estrategia más general del PRN busco “ubicar” a esa sociedad “desubicada” que se atrevía a enmendar las jerarquías sociales (accediendo, verbigracia, a la Universidad); plano éste en que la educación tendría un doble papel: por un lado constituyéndose –gracias a la pretensión incluyente del SIPCE– en una de las principales vías que permitieron a la sociedad “desubicarse”; por el otro el PRN hizo de ella un medio central en su proyecto de “ubicar” a la sociedad, cortando los caminos que permitían que se “desubique” (a través de la estrategia discriminadora que segmentó el sistema educativo) e impartiendo una enseñanza tendiente a que cada uno acepte la “ubicación” que le corresponde en la jerarquía social (censurando y reprimiendo cualquier contenido que pudiese alentar –para las anteojeras procesistas– la búsqueda del cambio de lo establecido).