Pobreza y otros poemas
Antología 1984-2009
Rocío Silva Santisteban
¿Tan pequeña es, acaso, esa persona
que hasta sus propios pies así la pisan?
Vallejo
Asuntos Circunstanciales
Cada noche cuando saco una píldora y me la trago tengo
irremediablemente
que pensar en ti
y al secarme la cara o mojarme los ojos para disimular un tanto las
ojeras
te vuelvo a pensar
aún evitando distracciones
no puedo dejar de escuchar tus pasos derrumbando el universo
no puedo dejar de latir.
Cada noche soy y me reconozco
debajo de las sábanas
debajo de la insistencia de volver a soñar y dormir tranquila
--sin baños termales—
sin necesidad de recontar a las noventa y una ovejas y tener,
al mismo tiempo,
que pedirle permiso al pastor
yo no soy quien para ser más
ni menos
soy la exacta imagen del espejo, pero al revés
y también descontando los segundos que fui cayendo
y tú no te atreviste a tropezar conmigo
cada noche trato de hilar la maraña que fui y que seré
si a un buen plazo puedo saldar las distancias
inimaginables, es cierto,
pero posibles de enhebrar con un poco de esperanza
aún no caigo en el juego y ya estoy aterrada hasta la última carta
hasta la última hoguera que quizás nunca prenderé
lo he dicho y no hay remedio para tratar de impedirlo
a cada noche su píldora, a cada mujer
su madrugada.
De Asuntos Circunstanciales, 1984
Diario de una señorita recién casada
Aquí estoy y busco el osobuco,
la mirada, la fecha, no sé, las instrucciones
para no ahogar todo esto con una papeleta
o una pelea matinal por las tostadas.
Sangro por la nariz, las orejas, el ano bicéfalo,
sofoco mis nervios con agüita de tilo
rebuzno en las mañanas, a medio día escupo
entre los árboles de mora de mi cuadra.
Ah tiempos idos. Levantarse sola y sola revolverse entre las sábanas
limpiarse las legañas, el fondo del oído, las partes
íntimas, las telarañas.
Ah, tiempos que se van, que se escapan como agua entre las manos,
sin dejar marcas, ni fechas en las puertas,
ni óxido de navajas en los filos de los caños.
Ahora cada pose fetal resulta incómoda,
me despierto con un fuerte dolor en la mandíbula
y croo y canto, resuenan mis caries vacío
como una triste sanguijuela buscando al sol entre las piedras.
La papa rallada sobre los párpados, compresas de jazmín,
té de la India,
la fruta de las doce, toda la rutina,
toser con elegancia, fumar con el pulgar en la papada
y desvestirme como una puta cada noche.
de Ese oficio no me gusta 1988
Mariposa Negra
El papel que he puesto sobre las ventanas ha quedado empañado
La humedad de su saliva sobre mis piernas, entre mis dedos
Se guarda y en pequeñas cavidades, destroza
Esto que a veces pretendo inventar.
No, amor, no basta con lamer nuestros cuerpos,
No basta con patearnos y gritar, jadear hasta pulverizarnos
No, amor,
No preguntes la hora después, no enciendas la luz, no hables, no
pienses, no respires
Quieto
Deseo recorrer con mis sucias manos tu cuerpo inerte
Y sentir que mis olores te poseen, se incrustan entre tus vellos
Te deshacen.
Mi habitación rojiza se abre como una niña y espera
Pero este rojo tuyo no puede mezclarse ni sangrar, no puede
Rebajar esta brecha de tormento entre tu espacio y el mío
Tu saliva de nuevo sobre la palma de mi mano y tus ojos intentando
No amor
No basta con emitir gruñidos de animal en celo,
No basta con destrozar mi ropa en jirones al aire, no basta
Con inyectarnos veneno en este encuentro
No amor,
Cuando termino de escuchar la música que dejaste
Cuando corto un pedazo de pan y lo mastico para engañar mi furia
Cuando recorro con ojos lascivos la habitación en rojo
Y constato tu presencia en el interior de otra
Habitación vacía, cuando
Enredo entre mis dedos el ansia y la distancia
Sólo la imagen de tu sombra estirada sobre el papel fucsia permanece
en mi silencio
Y una mariposa negra, presagio de la muerte, me acompaña.
De Mariposa Negra, 1993
Hardcore
para ti, loco
Desde aquí puedo decir: estoy lamiendo tus nalgas con desenfreno
Y las muchachas, puaj, y las tías, puaj
Y nadie sabe qué sentir
Entonces te volteo
Y continúo
Lamiendo
Con desenfreno.
De Mariposa Negra, 1993
Tercer Intento
Ciudad de Lima, Cero Cero Pe Eme.
There are no one,
no tengo a nadie
Santana
Preámbulo
Sobre el ombligo mantengo aún las marcas del níquel,
En las pantorrillas el riesgo del último esfuerzo.
No puedo más, no puedo.
Pasé una hora agachada, recordando
A los viejos amigos, a las muchachas, he sentido
Vergüenza, he llorado,
Las marcas sobre el ombligo
La celulitis, las partes flácidas,
Todo
Y en mi caso no sé responder, nunca
Me prepararon para malos tiempos.
La diva me mira desde la pared, serpientes
En los senos y en las manos una intensa pose de acción.
Ay, y yo como no sus senos, sus poses, nubes
Que se ordenan en pares, dos y dos
Encima de esta maldita ciudad que nos circunda.
El show
Esta culpa es mía.
Mía la culpa de sentirme gorda y desquiciada
Con la papada al borde de la esquina
Y los callos en las manos, mi excusa.
Busco cantando una afilada hoja de afeitar
Para dar comienzo al espectáculo:
Desvestirme en silencio,
Meterme en la tina
Y rasgar con fuerza.
Primero una incisión en la pierna.
Otra para seguir probando, otra, otra,
Y entonces ya no siento,
Sumerjo la mano, el agua rosada hierve.
Veo mi pubis, el agua rosada, mis vellos, el agua
Rosada, los poros dilatados, el agua, las piernas,
Las heridas en las piernas
—perdónenme, perdónenme—
Sigo con las incisiones y ya no la hoja de afeitar
Sino el cuchillo para el pan
El pequeño verduguillo que guardé bajo la almohada
—no quiero saber nada de nada—
Entra el pequeño verduguillo como un pene, entra
Y vuelve a salir porque no aguanto, no aguanto
Y entra de nuevo y entra de nuevo y entra de nuevo.
No más.
De Mariposa Negra, 1993
Pero una palabra tuya
enséñanos a que nos importe
y a que no nos importe
T.S. Eliot
Invoco tu presencia fresca, casi húmeda
Invoco tu nombre en alto y a la paciente caracola arrastrando su babosa
Intoco tus ansias, las mías, de papel, como una máscara
Tapándonos la piel
Invoco tu perdón, Señor
Una pecadora que posa sus plantas sobre las losetas del templo
Una infame pecadora y sus pequeños murmullos
Sin saber ella misma de su propia suciedad
Porque pretendo y no pretendo
Porque las sombras se cobijan bajo nuestra oscuridad
Porque veo desde lejos una luz y emprendo el camino equivocado
Invoco tu fuerza de caída, tu cadena, tu terciopelo, tu madera
Todo
Esta hebra de incienso
Esta talla de metal que no articulo
Esta gota de agua que no significo
Porque debajo de las hogueras quedan cenizas de cal, la infamia
Porque una pecadora que ofrece un ramo de flores secas
Es sólo una pecadora.
Escondo mis pies del polvo
Pero dejo huellas imborrables sobre los cuerpos de los demás.
No aprenden no aprenden no aprendo
Nada sino sonar a hueco
Cuando alguien posa sus dedos sobre mi nuca intentando una caricia
Invoco a la palabra alma y a la palabra cuerpo y les pido perdón
Invoco tu universo, mis ansias
Y todas las bendiciones que nunca me darás
Y te pido perdón
Y me pongo las botas para salir a la calle y seguir bajo el fango
Perdón.
De Mariposa Negra, 1993
Un cuerpo es un cuerpo y solo un cuerpo
Nada de lo que está aprisionado en el círculo de la pasión
Puede destruirse
Sólo la muerte conjugada con el amor
Sólo la muerte conjugada con el amor:
El círculo perfecto.
El talento no basta para morir- eso te lo dije
Aquí: las manos enrojecidas, las arterias palpitando, las uñas cayendo
Continúo en el momento de la sensación verdadera
Hay una fuerza en mí que me arrastra
Hacia el último peldaño, ¿eres tú acaso
El último peldaño/el anverso y el reverso?
Todavía falta tanto
Y yo recostada a la pared
Con los ojos entreabiertos y cansada
Cansada:
Actos fallidos/ Encuentros fallidos
Los cometo con el pulcro dolor de la culpa
DE HABER ENSUCIADO EL TORRENTE ROJO Y PURO DE MI
PASION
Todo este galope de mi cuerpo aprisionado.
“Siente tu cuerpo sólo como un cuerpo vivo” me dicen
Y yo cierro los ojos
Dejo caer mis brazos adoloridos
—es el alcohol, lo sé, el alcohol—
Abro la boca y una ráfaga de aire me pega en los dientes,
La lengua pastosa se empecina en salir
La sangre apretada me golpea las sienes
Y una aguja penetra limpiamente en el globo del ojo
Buscando el vacío de la pupila:
La neurosis de la acción.
UN CUERPO ES UN CUERPO Y SOLO UN CUERPO, LO SE.
Apenas mis uñas parecen frágiles
Y todo es descartable con un corte seco:
Uñas, vellos, yugular,
ESTE TORRENTE DE PASION INCONTENIBLE.
de Condenado Amor, 1996
La Dama de la Muerte
Once máquinas conectadas a tu cuerpo, papá
Convertidas en esa porción de cultura que prolonga la vida
Cierras los ojos mientras murmullo incoherencias
Y me quedo a ratos muda
La poco locuaz hija que tienes no sabe comportarse
Ante tus brazos que penden del suero como un racimo
Y las enfermeras revolotean tomando la temperatura
Mientras con un mandil blanco te hablo del dios Kon
Las palabras son necesarias para ir anulando la ansiedad
La espera de la noche honda que gime por una madrugada
Mientras al otro lado de la ciudad hasta la pura respiración
Es una terrible batalla
Las horas pasan lentísimas mientras observas
El reloj frente a tu cama
Y la boca reseca por el oxígeno apenas puede
Mencionar las palabras para espantar a la Dama:
Espera. No insistas. Déjame un rato
Más aquí que debo
Todavía algunas cosas a la vida:
Pasear a un perro
Escribir aforismos
Besar a mi niña.
De Turbulencia 2005
Añoranza de la familia
Lo peor de todo es un domingo con sol.
Sol y yo solas en la cama.
La TV invadiendo nuestra soledad.
Lo peor de todo es cuando te vas.
Cuando te vas un domingo con sol.
Sol te sonríe. Tú le dices adiós.
Con una mano me haces adiós.
Veo al vecino jugando con su hijo.
Los dos ríen. La pelota da botes.
Tú tienes tus hijos.
Yo tengo a Sol.
Lo peor de todo es un domingo sin Sol.
Esos domingos extraños. Blancos y perversos.
Sería maravilloso, si tus hijos y mi Sol, corrieran
Detrás de una pelota que da botes.
Y todos sonreiríamos.
Tu madre. Mi madre. Los niños.
Tú y yo tomados de la mano
Un maravilloso domingo con sol.
De Las Hijas del Terror, 2007
Piojos
Me saco los piojos a las dos de la mañana
mi bata blanca se mancha de estrellas negras
sobre la silla del comedor veo un mandil
recuerdo:
una niña llena de llagas, asmática, en la puerta del colegio
esperando para siempre a su papá
me dicen que ta ta ta tan: eres una mujer de éxito
—¿si?, ¿de verdad?, no lo creo—
quiero que salgas en el who is who
vanidosa comento que quizás eleve mi autoestima
(es un chiste estúpido
por la noche tengo que bañarme
para dejar de llorar)
me equivoco
esos son los grandes pecados
una piojosa sale en The Perú Report
¡te envidio!— me dicen las chiquillas
las miro con compasión
hablo y engullo comida, los críticos literarios
escriben sobre la voz operística que lamenta su gordura
y no saben qué hay detrás de cada gramo de grasa
trabajo como todas, como todas me levanto
y lloro como todas alguna vez lo han hecho
como todas alguna vez lo dejaron de hacer
me saco los piojos
me rasco los sobacos
y me miro en el espejo con el vaho del baño
adherido como carca
—¡cochina!—
—deja de ser dramática—
los rituales repetidos, quizás otras
lloren por el hambre o por el cuerpo en descomposición
es absurda la frivolidad de este sufrimiento, lo sé,
estudio el sistema sexo-género
la ciudadanía y la individuación
pero más allá de mi razón
algo supura
es el moho, la carne podrida, corroída
está adentro
la cociné con paciencia
con cada error
(hay tantos nombres propios)
torpezas que escondo como los piojos
y por más que rastrillo mi cuerpo centímetro a centímetro
no encuentro aparentemente nada
nada de nada
pero están ahí, ahí están aunque no los vea
todos se esconden en esas zonas oscuras
me arden me pican me vuelven loca.
De Las Hijas del Terror, 2007
Cementerio de polillas
Las mato
varias por noche
llevan la piel tatuada
colores bronceados y ocres
pasarían inadvertidas
pero se meten en la lámpara
se pegan a la pantalla del televisor
empiezan sus ruidos molestos
y me desesperan
alteran mi paz
me crispan los nervios
en las mañanas
cuidado
con los cuerpos endurecidos
replegados
des he chos
en mi cuarto sola yo
y mis polillas muertas.
De Las Hijas del Terror, 2007
Pobreza
Edith Södergran murió en Rodizio, pobre
y tuberculosa, sus versos
hablan del poder y de la fuerza.
Acá, en esta ciudad sin color definido, estoy yo
sobreviviendo
sé que hay otros más pobres, se sumergen
bajo la línea de la pobreza
—pobreza extrema: he ahí nuestro enemigo—
y he saldado mis cuentas: sólo debo
el colegio de la niña y todas las cosas que me negué
a mí misma: un cine sola, un periódico del domingo,
y ¿por qué no?, ese vestido de flores.
Las personas se separan por el dinero
y también buscan entre los residuos
aunque sea una moneda.
¡Monedas, vengan a mí!
Esto es una burla.
La balanza de pagos y la balanza de deudas.
El horror es cruel.
No hay dinero para comprar una vela roja en Navidad
pero los peruanitos consumen lavadoras y juguetes
a crédito, nadie imagina
que un día todo este opíparo encadenamiento hará crack.
Oscurece en el vientre de esta ballena.
Todos en fila —una amplia sonrisa para la foto—
caminan hacia el desfiladero: primero
las mujeres y los niños.
He pagado el teléfono, pero todavía faltan tantas monedas
para llegar al fin de mes.
¡Que el fin de mes no te sorprenda!
Recicla tu basura, vende todos esos libros
guarda las colchas con pelotas de naftalina.
Un billete hoy día, la soledad del peso de las horas,
un hombre indiferente junto a la que soy.
Y al cabo nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
Pobreza: ¿es o me parece un nombre de mujer?
De Las Hijas del Terror, 2007
BAvioLADA
Hoy la vi, fue casualidad
estaba en el bar, me miró al pasar
yo le sonreí y le quise hablar
me pidió que no
no, no, suéltame, déjame en paz
estás borracho
¿quién eres tú para hablarme así, perra?
que otra vez será, que otra vez será
tierno amanecer, sé que nunca más
aquí el que manda soy yo
como olvidar su pelo, como olvidar su aroma
como olvidar ese olor que sube por mi cuerpo
una babosa, pegajoso, leche agria
cerveza y vómito negro, rencor y cólera
si aún navega en sus labios el sabor de mi boca
sus pelos en mi boca, la arcada al fondo de mi garganta
y esa otra boca, la pistola
abre la boca mierda
entre mis piernas, saliéndose y metiéndose,
¡por qué no me matas de una vez!
cada chica que pase con un libro en la mano
me traerá tu nombre como aquel verano
¿su nombre?, ¿para qué?
era suboficial o teniente o no sé qué
porque ordenaba, les dijo, háganlo rápido
como yo y no se ensucien demasiado
entonces pasaron uno por uno, dos, tres
no más, por favor, no, no, déjenme morir
cuatro cinco seis
ya no, Dios, ya no, ya no
siete
estaba completamente muerta, muerta, muerta, ocho
fuiste mía un verano
ocho, fueron ocho
perra, ladra
solamente un verano
pero el olor lo tengo aquí
zumba en mi cabeza como rastrillo de metralla
qué asco
yo no olvido la playa ni aquel viejo café
nunca jamás, esos ojos
su huella me vuelve loca
ni tu voz ni tus pasos
se alejarán de mí.
De Las Hijas del Terror, 2007
Huérfanos de la Violencia
(Lamento andino)
En el cuarto a oscuras
Apago la luz y quiero gritar:
Regresa
Sin condiciones ni blasfemias, regresa,
Yo veo como te alejas
Y mis manos demasiado entreabiertas, regresa,
Y demasiado cansadas y solas y en aura
Y mis pies ya en camino y mi tiempo establecido, regresa
Que ya acabo con todo de una vez y mi sangre
Como aquella estación propicia, regresa, regresa, regresa
Cueste lo que me cueste.
De Las Hijas del Terror, 2007
El don de lenguas
Si pudiera caerme del cielo
Una lengua de fuego
Que por fin me calcine
O devore
Mi escasa capacidad
De hablar inglés o silbar en francés
O escupir en alemán.
Ach, so.
Un diamante de espinas
Que logre la perfect saison
Para dejar de susurrar
De esta forma inútil
Arrastrando las eses y las culpas.
La gratuidad de mi única lengua
Una babel monologante
Sin zetas fricativas o eses sonoras
Tan imperfecta y triste
Solitaria excluida del banquete
Sólo útil para decir
Te odio, señor,
Te mataré algún día.
De La máquina de limpiar la nieve, Inédito
American Girl
Una navaja con tres puntas para cortarte
la cara
y destrozar tu sonrisa de fila india
una bota de doble suela
para rajarte la cabeza
llena de tu políticamente correcta indiferencia
gringuita de mierda
canillas blancas para atraer a las moscas infelices
que caen arrodilladas babeando
mientras escupes tus palabras en inglés
aquí viene mi cuchillo de carnicero para cercenarte
las orejas
y dejarlas caer por los rieles del tren
junto a tu adorado teléfono celular
putita de mierda
atosigarte en la boca de labios imbéciles
papeles periódicos llenos de noticias tercermundistas
para que vomites algo que valga la pena
en lugar de tu cerebro de fast food
o simplemente dejarte morir con tu futuro
de vieja desgastada y solitaria
varada en una playa de Miami.
Las antípodas: Zulma busca comida
en la basura, Yococo juega con las ratas y Zeze
muere agitado por las olas de la Gran Cloaca.
Brechas: borrarlas. Torcerlas. Con furia.
Con palabras que te jodan, puta poesía, no sirves
para nada.
Dejar de escribir y pasar a la acción.
De La máquina de limpiar la nieve, Inédito
Cruzando el puente de Brooklyn
Aquí estamos mi hermano y yo cruzando el puente de Brooklyn
la tensión de los cables de acero, el frío calando los huesos
la sensación de un ahogo y el cerebro parece reventar
atrás el East River
lejos la Estatua de la Libertad
pero nada de eso me interesa
yo quiero seguirlo, tengo frío, me arden los pies
mis ganas se apagan conforme avanza el tiempo
el paraguas negro y roto
atrás lejos, una imagen de Van Gogh
más adelante una vela en San Patricio prendida con vergüenza
mientras tanto mi hermano pertrechado suelta disparos
para ambos lados:
Canon F3, un segundo de cariño
retenido con urgencia
"ven, abrázame, que hace tiempo nadie me abraza".
y yo extiendo mis brazos con torpeza
él me aprieta como el oso polar del Central Park
buscando esa sensación que desate su prisión de pelos.
Ahogo un llanto, aprieto las muelas,
¿dónde están todos esos momentos que nunca nos dimos?
"Párate acá, que nos tomamos una foto".
Lleva un pie vendado y tantos meses de soledad.
¿Recuerdas cuando te dejé que peles la antena del televisor
y te cortaste un dedo?
Le tenía miedo a la sangre de mi hermanito: lloré
y envolví el dedo en toneladas de papel higiénico: gesto inútil,
ahora porta como un estandarte esa cicatriz.
Camino detrás de él sostenida por su persistencia.
Tropezamos con gente corriendo en camiseta
cruzo mi saco, meto las manos en los bolsillos, levanto las solapas,
y le grito que detesto el frío.
Pero él cojeando insiste una vez más sólo por la foto del encuentro:
dos hermanos abrazados sobre el Puente de Brooklyn
un disparo, un milagro, una revelación.
De La máquina de limpiar la nieve, Inédito
Un pisco solitario en la noche
Una vez más el huracán manifiesta
su siniestro enrevesamiento
su poder de aire que se convierte en furia
unos cuantos minutos
sus brazos toscos procurando capturar
la nada
su bravura cobarde frente a una mujer:
“lárgate” le grité---
y yo, intentando continuar serena, me tomo
un pisco solitario en la noche
escribo unos cuantos versos
y me encierro en el baño para que no me vean llorar;
contra la noche
mi rostro deja una huella pálida sobre la ventana
me he apertrechado de toscas y gruesas maderas
de cientos de litros de agua
con el pisco en la mano recuerdo otro, de hace años
bebido con ansiedad y con demencia
y ese solo sabor entre los labios
me estimula a seguir adelante con este amanecer.
De La máquina de limpiar la nieve, Inédito
La máquina de limpiar la nieve
Ahí suena, con su carraspeo ronco, el motor
En medio de la noche blanca
Opaca con su chirrido los otros ruidos:
Esa incesante música que destilan los caños
El hombre, inmigrante a su pesar, aprieta
El mecanismo y va limpiando el camino
El sendero blanquecino que antes se hundió
Bajo la nieve
El ruido que podría ser insoportable en su monotonía
Es el preludio de un camino limpio
Desde las ventanas amarillentas de los departamentos
Las caras ateridas labran una pequeña sonrisa
Miramos el paso del carro
Los mecanismos misteriosos que permiten la limpieza
Desde nuestras oscuridades también advertimos que se va acumulando
Un hielo frío que al principio parece raspadilla
Imperceptible polvo gélido
Apegado a nuestros cuerpos como goma arábiga
Con los días y el mal tiempo el polvo muda en escarcha
Dura y repulsiva como el hielo derretido en el asfalto
En medio de la oscuridad blanquecina la nieve envuelve
Con su mugre una chalina
Tiene que venir el sol, húmedo y tímido,
A veces demora en sacar la cabeza
Es mejor seguir el compás de la máquina
Su música amarilla, su tintineo monótono, su canturreo sordo
Limpiar el camino a la primera nevada
Sacar la lágrima de encima
Evitar la dureza de piedra del témpano
Torcer con suavidad para otro lado la cabeza
Luchar desde un principio y quebrar
Con dulzura lentamente los párpados
Pero nada que equivalga a una humillación.
De La máquina de limpiar la nieve, Inédito
Te dije que iba a escribirte un poema
En realidad no sé qué extraña relación tengo contigo
una cosa que de pronto se vuelve densa, y de pronto tan ligera como si
sólo estuviera comiendo uno de esos algodones de azúcar que comía de
niña, esos que estaban tan pero tan prohibidos
y como si pensara que puedo tocar el corazón de un hombre que parece
intocable
y de pronto, levanto los brazos hacia arriba, y sin ver siquiera lo verde
que puede haber en el fondo de tus ojos
quisiera tocar tus ojos y no mis lágrimas
a la distancia todo parece
del mismo tamaño, como si la línea del horizonte,
fuera una pantalla inmensa donde escribir es sólo salvarse
de la irremediable cotidianidad del día a día que cansa y lacera
y los sueños sólo serán sueños
sin tapones, sin alcohol, sin antifaz, sin prótesis que eviten
el chirrido ansioso de todos nuestros dientes
y ese correazo sigue latiéndome en la piel
y las vidas perfectamente planificadas de quien tiene más ambición que
amor
pero no obstante
le importa tanto el amor, le duele tanto el amor
porque en el fondo de estos cuarenta años hay una niña de cuatro años
extraviada como siempre entre tanto miedo cruzado
y tanto viento por cruzar.
De Te dije que iba a escribirte un poema, inédito
El hombre más pobre del mundo
El hombre más pobre del mundo
… es una mujer
peruana, africana, india,
quizás una mujer campesina
una mujer que fue violada por el primer marido
embarazada una y otra vez
explotada durante el embarazo
olvidada durante la lactancia y el parto
una mujer que cortó el cordón umbilical con sus propios dientes
que a los treinta se quedó sin marido sin caficho sin pelo
y después los hijos uno por uno
la olvidaron a la vera del camino
una mujer que murió y no fue enterrada
cuyo rastro se perdió sobre la arena
una mujer que ni siquiera es un viento
una mujer de quien no queda ni huella
solo un eco
un eco sordo
un resentimiento negro sobre la tierra.
De Te dije que iba a escribirte un poema, inédito
A buen palo te arrimas
no se trata de las fotos
se trata de tu cara en la oscuridad
no se trata de una pelea
es el tedio que nos susurra su lamento
pero no importa
nada es verdaderamente importante
entiendo mi situación
entiendo la tuya
estamos amarrados en una especie de
precariedad
eres un sobreviviente
y yo una hambrienta de amor.
Inédito
Mi gato no sabe de subalternidad
Mientras yo estudio a Gramsci
Kero juego con una liga sobre la cama
se acerca al libro rojo y lo huele
despacio, auscultando
luego con todo desparpajo
se sienta encima.
Si supiera de Guha, de Bhabha, o siquiera
de Spivak
pero con su gatuna ignorancia
se acerca a mi lápiz para pelear
ay, cómo lo muerde y lo derriba.
Mira al techo buscando un insecto
su objeto del zarpazo colonizador
y distraído alarga la pata sobre la máscara asesina:
el libro de Foucault.
Kero no sabe nada. Pero lo mira todo.
Yo me desgañito entendiendo
esos conceptos que imagino algún día
me van a liberar
y mientras continuo con la amanecida
entre el temblor de la pantalla
y la enésima página del buscador
Kero sucumbe al sueño gramsciano
y es más libre que yo.
Inédito
Arcángel
(Infidelidad)
¿Qué pecado he cometido contra ti?
Lo sé: ensucié el camino
que se abría limpio bajo nuestras manos entrelazadas.
Te decepcioné.
Te hice bajar los ojos y alzar la guardia.
Y cojo una piedra para tocar con ella mi corazón: por mi culpa, por mi
gran culpa--
Eres como el vidrio de mi ventana (me lo has dicho)
ligeramente oscuro pero siempre transparente. Por eso te decía:
sé que me quieres
cuando aún tus labios no pronunciaban la espléndida palabra.
¿Y yo?, ¿qué opacidad hay en mí que requiere de inmediato ser lavada
a fuego?
Tus manos redondas, de uñas pequeñísimas, son esa extensión de seda
que suavemente
me empuja a sentirme por dentro
y a calmar esa ansiedad siniestra que se abre camino con mis vísceras y
mis lamentos.
Y yo las beso,
tus manos, luego
las calmo, y las envuelvo con estos besos opacos de mi boca.
Y luego rezo, ante mi Dios, elevo algunas plegarias para que te cuide
mi ángel de la noche
porque esta ciudad se cierra como la cacha de un arma caliente.
Y rezo para que me perdones.
Dime, amor-que-espero-desde-siempre,
Dime mi arcángel, dime, dime
Dime lo que quiero escuchar nuevamente de tu boca:
Esa palabra que anula a las demás palabras
La que murmuraste mientras nuestras sangres, nuestros fluidos y
nuestros cuerpos
se fusionaban en un magma ardiendo.
Repítemela.
Grítala mientras te contemplo.
Inédito
La fotografía de la carátula es de una empleada del hogar en Piura y la
tomó Giancarlo Tejeda en 2007.
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