José Otto Garrido Espinoza, Costa Rica Ganador del 3er. Lugar del Concurso-Nuevos Senderos(Categoria: Editorial)
Campamentos Cristianos Internacionales, America Latina
Categoría: Editorial- 3er. lugar
“El campamento y el aprendizaje de habilidades para el trabajo en equipo”Por José Otto Garrido Espinoza,Costa Rica
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José Otto Garrido Espinoza, Costa Rica Ganador del 3er. Lugar del Concurso-Nuevos Senderos(Categoria: Editorial)
EL CAMPAMENTO Y EL APRENDIZAJE DE HABILIDADES PARA
EL TRABAJO EN EQUIPO
JOSÉ OTTO GARRIDO ESPINOZASan José, Costa Rica - 18 de diciembre, 2016
Introducción
¿Tenemos que lavar toda esa montaña de platos? – Preguntaron los niños con exagerado asombro. –
La tarea para aquel grupo de niños parecía imposible en sus primeros días de
campamento. Y la verdad es que el panorama de trastos apilados y grasosos, asustaba a
cualquiera, al punto que aquello parecía más un castigo que una actividad normal en
“días de vacaciones”. Algunos pensaron que la pesadilla tomaría el resto de la tarde y que
perderían varias horas de actividades del campamento. Hoy comprendemos que esta no
era otra cosa que la iniciación al aprendizaje del trabajo en equipo. ¿Dónde se debe
enseñar y aprender las habilidades del trabajo en equipo? ¿Qué tan conscientes estamos
de la oportunidad que se nos presenta en nuestros campamentos, para la enseñanza y
aprendizaje de tales habilidades?
Consideremos a continuación principios o bases del trabajo en equipo, su desarrollo
y aprendizaje en el ámbito del campamento cristiano, con la intención de impulsar
acciones sobre tan relevante herramienta de trabajo. La idea es poner el tema sobre la
mesa.
El liderazgo de equipos debe ser aprendido
Lo tenemos claro: el liderazgo se define a partir de la habilidad para motivar y asumir
como retos, cada tarea y acción que aparezca en el camino en el diario compartir; lo cual
permitirá que la esencia y espíritu del equipo, se convierta en el impulso que alimente el
esfuerzo individual. El liderazgo de equipos se caracteriza por su vocación hacia el
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crecimiento de los otros, aprovechando cada oportunidad para potenciar los dones y
habilidades de los miembros del equipo. Como tal, su autoridad descansa más en el afecto
y la vinculación emocional que en su posición de autoridad. Esta forma de liderazgo de
equipos dista mucho del estilo caudillista y personalista, a veces llamado “carismático”, el
cual resulta muy frecuente en ámbitos políticos y religiosos, donde diversos rangos de
despotismo toman relevancia. Resulta interesante reconocer que el mejor camino ante el
desarrollo de un liderazgo autoritario y ególatra, es el liderazgo de equipos. Es el equipo
mismo de colaboradores el que nos impide cultivar la soberbia y el autoritarismo,
síntomas fatales que muestran algunos líderes antes de sus trágicas caídas: “No hagan
nada por egoísmo o vanidad; más bien con humildad consideren a los demás como
superiores a ustedes mismos”. (Filipenses 2:3 NVI)
¿Cómo lograr desarrollar este tipo de liderazgo de equipos en nuestros
campamentos? Proponemos que se origina a partir del desarrollo de un proceso con
énfasis en el trabajo en equipo. Es como un ciclo vital que se nutre en ambas direcciones:
del líder hacia sus discípulos y de estos hacia su líder, en una interacción de recíproca
acción. Dependiendo de las características de las tareas, así el liderazgo pasará de una
persona a otra, en una combinación dinámica de liderazgo horizontal y compartido. Este
tipo de liderazgo se gesta a partir de un espíritu dócil y humilde, se trata del liderazgo de
servicio el cual sin duda se entrena y se aprende. (Cedeño, 2010) “…el que quiera hacerse
grande entre ustedes deberá ser su servidor (…) así como el Hijo del hombre no vino para
que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20: 26, 28 NVI)
De lo individual a lo colectivo
El desempeño del equipo es más importante que la posición de sus miembros. Dios
se encargó de dotarnos de habilidades y dones, naturales y espirituales, que nos debe
permitir ser ubicados en las funciones donde podamos “obtener más fruto de nuestros
esfuerzos”, es decir ser más efectivos. Nos parece clave destacar en este punto que cada
persona o miembro del equipo debe asumir la responsabilidad de cultivar individualmente
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sus dones para así estar lo mejor preparado posible para dar servicio al equipo. El
mensaje central de Jesús enseñando sobre este tema en Mateo 25, es que hay una clara
responsabilidad personal ante Él, cuando todo indica que deberemos dar cuenta por el
uso que hayamos hecho de los recursos que Él puso en nuestras manos. Estos dones o
habilidades no nos fueron dados para nuestro beneficio personal sino para honrarlo a Él
en todas las posibles formas que hallemos, sean artísticas, deportivas, académicas u
organizacionales. Aunque parezca una contradicción, hoy se entiende que el trabajo en
equipo emerge de la responsabilidad individual. (Retana, 2014)
El servicio es más importante que el puesto a ocupar. De este modo, todos los
miembros son necesarios pero nadie puede ser indispensable. En esto debemos aprender
a depender de Dios y su provisión de las personas correctas en las funciones adecuadas.
El equipo estará conformado por personas que se complementan en sus diferentes
habilidades, combinando fortalezas con debilidades. Esta relación nos queda
completamente clara al observar el comportamiento de los equipos deportivos que vemos
competir casi a diario. Cada jugador, realiza las funciones de manera sincronizada con el
resto de su equipo, a partir de ciertas condiciones técnicas y atléticas personales
específicas. No improvisa sino que se mantiene alerta a las indicaciones de su entrenador
para buscar mejores resultados. Las preguntas claves serán: ¿Quién debe llenar cada
posición? Y ¿dónde me necesita en este momento mi equipo?
Dimensiones del trabajo en equipo
“Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo.
Si caen, el uno levanta al otro. ¡Hay del que cae y no tiene quien lo levante!
Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir.
¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! (Eclesiastés 4: 9, 10, 12)
Cuando las tareas son grandes y complejas, cuando poseen dimensiones que
sobrepasan las capacidades individuales, el único medio que se nos ofrece para obtener
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resultados satisfactorios, se halla en los valores de la cooperación y la solidaridad, como
esenciales componentes del trabajo en equipo. Esta dimensión es calificada y muy
apreciada en la cultura organizacional actual como Capacidad para resolver problemas y
como tal considerada una competencia indispensable en mercados laborales. En nuestros
campamentos, debemos aprovechar ciertas tareas, ya sean provocadas (Acertijos) o
rutinarias (labores de limpieza) para en conjunto con los camperos, experimentar
diferentes logros y resultados como consecuencia de la cooperación unos con otros,
siempre en contraste con las posibilidades cuando el problema hubiese sido atendido de
forma individual.
La sociedad actual en sus diferentes esferas, está urgida de hallar personas que han
sido formadas con la Capacidad para resolver problemas. Sujetos que desde pequeños
han aprendido a reconocer en tales circunstancias, mucho más que un problema: un reto
y un desafío para ser resuelto con ingenio y creatividad de forma cooperativa. En nuestros
campamentos, hacemos bien si evitamos facilitar a los camperos “un estilo de vida
cómodo y exento de dificultades”. El campismo rústico de antaño, ofrecía de manera
natural, la interdependencia y la cooperación. Ahora ofrezcamos retos razonables y
controlados con fines formativos en liderazgo y trabajo en equipo.
En la misma línea anterior, destacamos la dimensión de la eficiencia como un logro
obtenido a través del trabajo en equipo. Cuando lo exigente de una tarea involucra un alto
estándar que fácilmente supera nuestras posibilidades, es cuando se requiere en el
equipo de personas con capacidad especializada para lograr resultados sorprendentes. Es
la más viva expresión de ocupar el puesto donde cada jugador se desempeña de acuerdo
a roles o funciones, sin desestimar al resto del equipo, sino que cada uno asume su rol con
humildad, reconociendo que el resultado final es un logro grupal. Dependiendo de las
exigencias de las tareas, la rotación de personas de acuerdo a sus habilidades
individuales, tendrá lugar en todo equipo, ejerciendo como se acotó antes, un liderazgo
horizontal y participativo: el liderazgo de equipos.
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“Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. Si el pie
dijera: como no soy mano no soy del cuerpo, no por eso dejaría ser parte del
cuerpo. (…) En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le
pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto
es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo”. (I Corintios 12: 14-20)
Con seguridad podemos hallar actividades y eventos en la programación del
Campamento que nos permitirán transmitir esta básica dimensión del trabajo en equipo a
los camperos y lo podemos hacer porque como Equipo de Consejeros lo habremos
experimentado muchas veces, cuando por medio de especialistas, hemos ejecutado
labores complejas y hasta arriesgadas, con buenos resultados.
Los pasajes bíblicos citados arriba, nos llevan necesariamente a considerar la
dimensión de la Unidad, que se desarrolla igualmente por medio del trabajo en equipo:
Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe
fácilmente! Entiéndase claramente: unidos como equipo somos fuertes, separados somos
frágiles. Cuando aparezca el desánimo, la frustración, el cansancio, la tentación o el temor
a fallar, podemos apoyarnos en el resto del equipo para aun así, sacar la tarea de manera
eficiente. En realidad nadie debería asumir algunas complicadas tareas o retos, en
solitario. El tamaño y lo complejo de las tareas, nos obligan a reconocer el tamaño de
nuestras limitaciones humanas.
La Unidad como dimensión del trabajo en equipo, no viene de pensar igual en todas
las cosas de forma automática o de someternos ciegamente a algún criterio dominante,
sino de la actitud de la mente cristiana saludable: “examinadlo todo y retened con lo
bueno” (I Tesalonicenses 5:21); en un grado de apertura de mente y corazón a la cual
nunca deberíamos renunciar. Se trata de la disciplina de someter nuestros propios
criterios al escrutinio del resto del equipo, en la búsqueda de escuchar el consejo de Dios
cuando exista divergencia de opiniones. La Unidad en un equipo de trabajo, se percibe
desde afuera en la las relaciones fraternales, respetuosas y consideradas hacia las
diferencias individuales, como la acción directa de Dios… “Les suplico… que todos vivan en
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armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un
mismo pensar y en un mismo propósito”. (I Corintios 1:10)
Por consiguiente, una de las más urgentes habilidades a desarrollar en un equipo de
trabajo, es la de conciliar entre las personas. Es la habilidad de Resolver Conflictos que se
presentan naturalmente a lo interno, aun en los mejores equipos. Los conflictos
representan una oportunidad para la comunicación sincera, asertiva pero respetuosa, en
personas que difieren en puntos de vista o simplemente en aspectos temperamentales o
de personalidad. No atender los conflictos es dictar sentencia contra la unidad del equipo.
Conclusión
¿Qué mejor momento en la vida de nuestros niños y jóvenes que experimentar el
trabajo en equipo, que en nuestros campamentos? ¿Les estamos evitando molestias o
estamos enseñando la alegría de la cooperación y el servicio? ¿Qué tal trabaja nuestro
equipo de Consejeros? ¿Tenemos un grupo o un equipo de trabajo? ¿Cuál otro escenario
más apropiado que este, para lograr madurez y crecimiento?
Trabajar en equipo es trabajar como Dios trabaja. Jesús lo modeló al acompañarse de
un grupo de hombres sencillos y con poca preparación, a los cuales integró a un Proceso
de crecimiento para el trabajo en equipo. Solía darles tareas complejas que nunca habían
realizado, resolviendo problemas entre la gente, siendo eficientes por medio de su
Espíritu, manteniéndose unidos a pesar de conflictos personales y enseñándoles a través
del perdón, la resolución de conflictos. Hoy nos toca a nosotros aprender a trabajar en
equipo a partir de la responsabilidad individual en mantenernos unidos a Él:
“El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no
pueden ustedes hacer nada” (I Juan 15: 5).
La formación para el trabajo en equipo, debe ser un eje presente en las múltiples
tareas que se presentan a diario en nuestro quehacer en campamentos. Es urgente eso sí,
hacerlo intencional tal que nuestros camperos, lo valoren claramente como una
herramienta de trabajo, de profundo significado espiritual-práctico.
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Referencias
Cedeño A. (2010). Epifanía del liderazgo. Vida de Empresa, p.30, Periódico La Nación, San José, Costa Rica.
Retana G. (2014). Formación para el trabajo en equipo. Entrevista concedida el 12 de julio de 2014. Moravia,
Costa Rica.
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