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Page 1: :1"cognadas", o sea, de palabras que tie nen un mismo origen. Y por últi.n:c, el porcentaje de "cognadas" se convierte fll una medida en "siglos mínimos". Concluye Swadesh diciendl)

UNIVERSIDAD DE MEXICO

tintos cada vez; de éstas comparacionessucesivas se obtiene un porcentaje de"cognadas", o sea, de palabras que tie­nen un mismo origen. Y por últi.n:c, elporcentaje de "cognadas" se convierte fll

una medida en "siglos mínimos".Concluye Swadesh diciendl) que las

lenguas de América no se formaron enaislamiento, sino en contacto con e! ViejoMundo y que el "poblamiento" de Amé­rica y la diferenciación lingüística se des­arrolla simult<!neamente.

Para su trabajo Swadesh utilizó losmapas continentales de la última ediciónde Les Langues du M ande, A. Meillet yMarce! Cohen eds., París, 1952, con al­gunas modificaciones debidas a su nuevaclasificación. Y se valió también de "co­rredores" que señalan las áreas separa­das y que indican que son del mismogrupo.

De México presenta dos mapas lin··güísticos, uno de clasificación y otro decolocación, basados en los mapas de :\1i­guel Othón de Mendizábal, Wigberto Ji·ménez Moreno y Evangelina Arana Os­naya. Y da, por último, un índice Alfa­bético de las Lenguas de México conun total de 147 lenguas para toda laRepública.

J. E. R.

HARRY LEVIN, James Joyce, Introduc­ción cr·itica. Traducción y notas deAntonio Castro Leal. Breviario, 144.Fondo de Cultura Económica. México,1959. 221 pp.

Publicado originalmente en 1941, esteensayo de! profesor Levin sigue siendouno de los mejores estímulos para quie­nes desconocen la obra de Joyce, y unaexégesis metódica para los lectores delmás grande creador de nuestro siglo. Le­~-in aparta los obstáculos que impiden lacomprensión de! maestro irlandés, redactaun libro comparable a los trabajos quesobre Joyee han realizado Valery Lar­baud, Ernst Robert Curtis, S. Foster Da­mon y, más recientemente, Jean Paris.

Fruto de una Irlanda que dio a las le­tras inglesas las figuras de Synge y deYeats, Joyce resuelve e! conflicto que di­vidía la literatura de! novecientos. A lapugna entre opulencia y realidad, entrenaturalismo y simbolismo, Joyce respon­de fundiendo, contrastan.do los límitesviolentos de la realidad y la riqueza lírica.En Ul'ises, el libro que da forma a todolo que hoy se escribe en el terreno de laficción, las dos tendencias se fusionan:el simbolismo épico impregna la atmós­fera naturalista. A Joyce no se le puedeenclaustrar en una escuela literaria' élsolamente, representa una tendencia;' pe~ro su originalidad descansa en una sólidatradición .de cultura.

Estrechamente emparentado con su li­bro de cuentos Dublinenses, con su dramaDeftf!rrados y, los poemas que agrupó enJVlustca de Camara, un documento auto­biográfico, El artista adolescente, conser­v~ sus primeros vein,te años de experien­cIa en Irlanda. Las décadas siO"uientesplenas de actividad creadora, tra~scurre~en Austria y en Suiza y se coronan conla terminación de Ulíses. Sus últimosaños en Francia (los que precedieron ala segunda conflagración mundial) se ex­presan en el intraducible laberinto al queJoyce lla~l1ó I?rimero f;f7ork in progress yal conc1t1lr Ftnnegans wake (A este títu-

lo se alude en nuestro idioma como el"despertar", aunque más correcto sería,supongo, la "resurrección" o el "velorio"de Finnegans.)

La comunión y la discordia entre elartista y la ciudad son los temas obsesi­vos que pueblan e! dédalo de mundosque es el cosmos joyceano. Quien llegara<1, la estética por el camino de la teología,fue alejado de la ortodoxia cristiana porel eco rebelde de Ibsen y las herejíasanti-aristotélicas que halló en GiordanoBruno, junto con Vico, el soporte filo­sófico de algunas de sus ideas artísticas.

Ulises, la complejísima narración de undía cle Dublín, el 16 de junio de 1904, co­rre al lacio de la Odisea evitando lo heroi­co, semejante a paralelas que nunca llegana encontrarse. Ulises logra, mediante e!lenguaje, una imitación literal de la vida.Su forma (y esta observación no es elmenO!- mérito de Levin) es una Sunwecléctica de la época: montaje cinemato­gráfico, impresionismo pictórico, Leitmo­tiv musical, libre asociación psicoanalíticae impulso vital heredado de la filosofía.El monólogo interior, que la ignoranciasupone la única aportación valedera deJoyce, es apenas un recurso estilístico conante~ed.entes de Dujardin, Dostoyevski yel cllano de Fanny Burley. En cambio,Joyce otorga a la prosa narrativa un me­dio de mayor eficacia para e! reflejo delas sensaciones y las impresiones que larealidad deposita en los espíritus creado­res. Su enfoque facilita e! tránsito delrealismo fotográfico al impresionismo es­tético. Como Swift, Joyce fue dueño de~111 ~stilo perfecto, de una imaginaciót.Irretrenable que lo condujo a dar trascen,dencia a lo trivial y a trivializar las cosastrascendentes.

James .Toyce se resignó a ser e! testi 0"0

de la caída, del fin de nuestra civiliz~­ción. Desfiguró la literatura y sobre susruinas edificó las bases de una estéticanueva que guía, íntegramente, a la novelacontemporánea. Más allá de su revolu­ción filológica y de sus cambios nO~Telís­ticos, conoció e! interior de los humanosy n~s legó :1 testimonio de su insignifi­cancIa y el aspero sabor de su grandeza.

J. E. P.

ALFOl\SO REYES, Obras completas. TomoIX. Fondo de Cultura Económica Mé-xico, 1959. 527 pp. '

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Al lado de sus obras más profundas,de sus claros estudios sobre la tradiciónde! humanismo, Alfonso Reyes deja co­rrer la pluma en comentarios ocasionales-crónicas, artículos, fantasías- suscita­dos por cualquier hecho que lo haga soli­dario del mundo o sea útil para exploraruna región de! alma americana.

En e! tomo noveno de sus Obras Com­pletas Reyes emplea e~ tono menor de re­seña y divagación que acrece su prestigio,confirma su maestría. En su literatura nohay páginas inútiles: el motivo más tenueestá iluminado por una luz verbal quereviste de magia, de malicia prosódica,todas las intenciones del gran escritor.

Muchos capítulos del tomo fueron es­CI-itos para la prensa diaria. Con ello, donAlfonso demuestra que e! periodismoofrece las mismas posibilidades y limita­ciones de cualquier otra aventura verbaly que es error de apreciación juzgarlo oejercerlo olvidando sus vínculos estéticos.

En N arte y SU1' Reyes codifica e! re­cuerdo de su carrera diplomática. Su des­lumbramiento ante Buenos Aires o Río deJaneiro es semejante al que informó suscontemplaciones madrileñas (Calendar·io,Cartones de Madrid) De ahí que e! temade ambas capitales se interpole a la des­cripción de las faenas que dieron formaal Canal de Panamá o al acercamiento deGaribaldi y a Maximiliano. Hay aquí dosensayos que destacan por sus cualidadesde síntesis: lYféxico en una nuez y Bra­sil en una casta'Fía, resúmenes que expli­cando e! pasado de dos naciones ayudana la formación de una imagen de América.

Los trabajos y los días reúne títulos sinaparente consonancia. Los separan sus te­mas; los unifica el claro estilo, el rigorentre líneas del maestro Reyes cumple unnecesario homenaje a Jorge Luis Borges;al comentar un libro de Leopoldo ZeaEl positivismo en México anota la digni­ficación de la historia mexicana; estudiala novela policial y los efectos del peyotlo mezcalina, droga alucinante de los ta­rahumaras cuyos efectos ha descrito Al­dous Huxley. Al tiempo que se reconci­lia con Menéndez y Pelayo, cita a la ra­dio como instrumento de la Paideia, pa­labra que desenterró Werner Jaeger yque es, más allá de la infancia y la ju­ventud, de las escuelas y universidades,la diaria construcción de! hombre por elhombre, de donde resultan, añade Reyes,el carácter y e! valor de las civilizaciones.Dilucida en 1944 los problemas de laguerra y la posguerra, habla de las nuevasartes en las que han derivado los viejosagentes de la comunicación humana; re­flexiona sobre el mexicano, sus caracte­rísticas actuales y futuras.

Aquellos que juzgan al escritor porreferencias precarias tienen en este librobuen material para modificar sus opinio­nes: México es la presencia constante enla obra de Reyes, la medida que empleapara enjuiciar la cosas.

Historia natural das laranje'iras es untributo a la feracidad de Río de Janeiro.Los mitos zoológicos y botánicos de Brasilprovocan una páginas que gozan la rique­za plástica de la mejor pintura brasileña.

Las obras completas de Alfonso Reyes-en el vasto sentido del vocablo, no so­lamente en el editorial- constituyen laprueba de una vocación generosa, unejemplo cuya lectura es ya material clá­sico para todo escritor.

J. E. P.