Zizek - Algunas Notas de Vídeo La Perversa Guía de La Ideología

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The Perverts Guide to Ideology – Zizek No solo estamos esclavizados por la realidad. La tragedia de nuestro dilema es que al interior de la ideología, es que cuando creemos que escapamos de nuestros sueños es cuando más nos encontramos en la ideología. Según dicen, vivimos en una sociedad pos-ideológica, somos interpelados, esto es dirigidos por la autoridad social, no como individuos que deben sacrificarse y cumplir su deber, sino como sujetos de los placeres. La dictadura en democracia es observar el verdadero orden invisible que sustenta tu aparenta libertad. Según en sentido común pensamos que la ideología es algo borroso, la ideología es la relación espontánea con el entorno social. En cierta forma gozamos nuestra ideología. Salir de la ideología es una experiencia dolorosa, debes esforzarte para hacerlo o debes ser forzado para ser libre (personas o situación). Una lección básica en psicoanálisis es distinguir entre gozo y simple placer. En el gozo es gozar del placer trastornado, incluso gozar del dolor y eso transforma aparentemente la relación entre placer y deber. Acá también opera la ideología La iglesia católica como institución promueve una gran máxima: simular renunciar (al goce) y podrás conseguirlo todo. Hoy los psicoanalistas cuentan que la gente ya no se siente más por dejare llevar por todos los placeres en contra de su sentido de deber o moral, al contrario, se sienten mal por no gozar lo suficiente, por no ser capaces de gozar. Marx decía que una mercancía no solo es una cosa que compramos y consumimos. Una mercancía es un objeto repleto de exquisitez teológica, incluso metafísica, su presencia siempre refleja una trascendencia invisible. En las sociedades llamadas posmodernas, estamos obligados a gozar; el gozo se convierte en una especie de obligación perversa. Pero un deseo nunca es desear simplemente otra cosa, siempre es el deseo por

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The Perverts Guide to Ideology – Zizek

No solo estamos esclavizados por la realidad. La tragedia de nuestro dilema es que al interior de la ideología, es que cuando creemos que escapamos de nuestros sueños es cuando más nos encontramos en la ideología.

Según dicen, vivimos en una sociedad pos-ideológica, somos interpelados, esto es dirigidos por la autoridad social, no como individuos que deben sacrificarse y cumplir su deber, sino como sujetos de los placeres.

La dictadura en democracia es observar el verdadero orden invisible que sustenta tu aparenta libertad.

Según en sentido común pensamos que la ideología es algo borroso, la ideología es la relación espontánea con el entorno social. En cierta forma gozamos nuestra ideología. Salir de la ideología es una experiencia dolorosa, debes esforzarte para hacerlo o debes ser forzado para ser libre (personas o situación).

Una lección básica en psicoanálisis es distinguir entre gozo y simple placer. En el gozo es gozar del placer trastornado, incluso gozar del dolor y eso transforma aparentemente la relación entre placer y deber. Acá también opera la ideología

La iglesia católica como institución promueve una gran máxima: simular renunciar (al goce) y podrás conseguirlo todo.

Hoy los psicoanalistas cuentan que la gente ya no se siente más por dejare llevar por todos los placeres en contra de su sentido de deber o moral, al contrario, se sienten mal por no gozar lo suficiente, por no ser capaces de gozar.

Marx decía que una mercancía no solo es una cosa que compramos y consumimos. Una mercancía es un objeto repleto de exquisitez teológica, incluso metafísica, su presencia siempre refleja una trascendencia invisible.

En las sociedades llamadas posmodernas, estamos obligados a gozar; el gozo se convierte en una especie de obligación perversa. Pero un deseo nunca es desear simplemente otra cosa, siempre es el deseo por el deseo mismo, el deseo de continuar deseando. Quizás el terror último del deseo, es quedar completamente satisfecho, no desear más.

La ideología también debe funcionar como un contendor vacío, abierto a todo sentido posible. Se muestra como una especie de neutralidad aparente, pero que en el fondo nunca es neutral (siempre evoca a un significado mayor).

La ideología cínica opera del modo: sé muy bien lo que hago, pero simplemente lo hago.

La paradoja cínica de la ideología es que nunca son los que aparentan ser, siempre hay un pequeño sueño privado. Las personas estamos objetivados por las circunstancias en que vivimos, pero siempre tenemos un grado de libertad para decidir por sobre esas circunstancias.

Todo impulso violento es representación de lo que no puedes expresar con palabras. Incluso la violencia más brutal es la representación de cierto punto muerto simbólico.

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Las fantasías no son solo algo persona de las personas, sino que también son la materia central con las que se hacen nuestras ideologías. La fantasía es, desde una perspectiva psicoanalítica básicamente una mentira, pues encubre cierta interrupción de la coherencia. Cuando las respuestas son borrosas, cuando hay cosas que no podemos entender, la fantasía otorga una respuesta fácil. El modo habitual de la fantasía se basa en la construcción de una escena no donde consigo lo que deseo, sino donde me imagino siendo deseado por los otros.

La violencia nunca es violencia en abstracto, es una suerte de brutal intervención en lo Real para encubrir cierta impotencia que afecta a lo que podríamos llamar “Mapa Cognitivo”. Violencia contra lo que te ata a la ideología.

El fascismo es elementalmente una revolución conservadora. Una revolución que básicamente mantiene o incluso repite una jerarquía tradicional. Una sociedad que es moderna, eficiente, pero a la vez controlada por valores jerárquicos sin clases u otro antagonismo.

La inestabilidad es cómo funciona el capitalismo, antagonismo, lucha de clases y otras tensiones es algo inherente al capitalismo. Modernización, desarrollo es inherente, pero significa también desintegración de las viejas relaciones establecidas, significa conflicto social. ¿Cómo solucionar este problema? Necesitas construir una narrativa ideológica que explique cómo se malogró la sociedad, no como resultado de las tensiones propias del desarrollo de la sociedad, sino como resultado de un intruso externo. Las cosas estaban bien hasta que apareció este intruso externo, para lograr estabilidad es necesario exterminar a ese intruso externo… esto es fascismo, no lograr explicar lo confuso de una situación y de forma sencilla solucionar esta confusión culpando a alguien.

Hay que imaginar a la ideología como una especie de filtro, un marco por el cual mirar la misma realidad ordinaria, que hace que todo cambie, en el sentido que no es el marco el que aporta algo, sino que abre el abismo de la sospecha.

En el racismo, el otro no es simplemente el enemigo, normalmente también está investido con algún goce perverso en específico o de forma invertida, el otro también puede ser alguien que intenta arrebatarnos nuestros goces, trata de perturbar, como se suele decir, nuestro modo de vida.

La mayor cantidad de elementos que hoy asimilamos al fascismo están tomados de la unión obrera: la idea de gran cantidad de personas marchando juntas, el deber de estricta disciplina corporal como deber propio, los nazis de la apropiaron de la social democracia, de la izquierda. La solidaridad del pueblo, trae el problema de ¿Qué entendemos por pueblo?

¿Cómo hace la ideología para articular elementos pre-ideológicos? Puede verse estos elementos como un tipo de soborno, la forma en que la ideología nos paga, cómo nos atrae a su edificio. Esto puede ser por un gozo libidinal (condensado) o elementos discursivos explícitos, como las nociones de solidaridad, disciplina colectiva… todos elementos que por sí mismos flotan libremente, abiertos a distintos rellenos ideológicos.

Al consumir, consumes el producto y un montón de ideología tras ese producto. Antes comprabas un producto y te sentías mal por ser consumista, pero sabiendo que haces caridad al comprar un producto, se te permite ser consumista, pero un consumista sin mala consciencia., pues pagas dentro dela mercancía para contrarrestar la sensación de sentirte consumista. Esta es la forma de consumo definitiva.

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El actual capitalismo, las leyes del mercado nos impulsan a la expansión, explotación y destrucción de la naturaleza, y por otra parte, aparecen principios que nos dicen que protejamos a la naturaleza. En esta oposición, de perseguir sin piedad y el deber de protección, hay un deber pervertido y raro. Se pone el deber al servicio del capitalismo. Así como muchos autores han hecho notar el capitalismo tiene una estructura religiosa, impulsada por un imperativo: el Capital que debe circular, expandirse, reproducirse y por ésta meta puedes sacrificar todo, incluso vidas, la naturaleza y lo demás. Aquí tenemos una extraña orden sin condiciones y un verdadero capitalista es un miserable dispuesto a sacrificar todo por ese deber perverso.

El capitalismo esta en todo tiempo en crisis, por eso parece casi indestructible; la crisis la impulsa hacia adelante hacia su continua revolución; su permanente y prolongada auto-reproducción, siempre nuevos productos.

Walter Benjamín dijo que nosotros experimentamos la Historia. Que somos seres históricos.

Muchos filósofos afirmaban que al ser la verdad demasiado fuerte, muchos políticos para contarla a la gente corriente deben contarla como decía Platón como una “noble fábula”, una mentira.

Sastre le atribuye a Dostoievski en “los hermanos Karamazov” la frase “Si Dios no existe, todo está permitido”. Zizek señala que debiese decirse al revés “Si Dios existe, todo está permitido” no solo para todos aquellos que no creen en Dios, sino para todos aquellos que se ven a sí mismos como instrumento directo de la voluntad divina. Así es como funciona la llamada religión fundamentalista y todo totalitarismo, incluso si se presenta como atea. Aquí aparece “El Gran Otro”. La Historia es en sí misma el Gran Otro; la Historia como necesaria sucesión de etapas históricas.

Un comunista es un sujeto que básicamente se ve a sí mismo como un instrumento que debe actualizar la etapa histórica. El pueblo, cuyo instrumento es el líder totalitario. Justificando las acciones a través del Gran Otro se puede llegar a cometer toda barbaridad.

El Gran Otro no sirve solo para legitimar todo el actuar, sino también como estructura de las apariencias.

La tragedia de nuestra vida es que para poder existir completamente como individuos necesitamos la ficción de un Gran Otro, que tiene que haber una agencia que registre nuestro problema, una agencia donde la verdad sobre nosotros será inscrita, aceptada, una agencia con quien confesarse. Pero, ¿y si no hay tal agencia?. Muchos tras las crisis se resisten a morir pensando en que deben vivir para luego contar la verdad (de lo que les ha sucedido).

Jacques Lacan afirma que no hay un Gran Otro; puede haber un Gran Otro Virtual a quien no te puedes confesar, puede haber otro Real, pero nunca será el Virtual… estamos solos.

Kafka señalaba que para el hombre moderno profano no religioso, la burocracia del Estado es el único contacto que queda con la dimensión de lo Sagrado. Hay una conexión entre burocracia y gozo. La impenetrable omnipotencia de la burocracia alberga el goce divino. El intenso ajetreo del contrato burocrático no se ocupa de nada, es la representación de su gran despropósito, que produce un intenso gozo, dispuesto a auto-reproducirse eternamente.

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En el universo teológico ordinario, tu deber te es impuesto por Dios, la sociedad u otra autoridad superior y tu responsabilidad es cumplirlo. Pero en un universo radicalmente ateo no sólo eres responsable de hacer tu deber, también eres responsable de decidir cuál es tu deber.

Siempre hay en nuestra personalidad un mínimo de Histeria. La Histeria es el modo en que cuestionamos nuestra identidad social simbólica. En lo más elemental la histeria es una interrogación dirigida a la autoridad que define mi identidad es ¿Por qué soy lo que tú me dices que soy?. En la teoría psicoanalítica la histeria es mucho más subversiva que la perfección. Un pervertido no tiene incertidumbres, mientras que la posición histérica es la de duda, una posición extremadamente productiva; todos los inventos vienen de un cuestionamiento histérico; Y el carácter único del Cristianismo es que transpone este cuestionamiento histérico sobre Dios mismo como sujeto.

No hay significado en las catástrofes. Con esto se deslegitima el sufrimiento.

La Destitución Subjetiva es salir completamente del dominio de la identificación simbólica, cancelar o suspender todo el dominio de la autoridad simbólica, toda la esfera del Gran Otro.

No hay un Gran Otro, esto significa que no hay un punto de referencia que nos garantice sentido a nuestras vidas.

Somos responsables de nuestros sueños, pues nuestros sueños escenifican nuestros deseos y nuestros deseos no son hechos objetivos, nosotros los creamos, los padecemos, somos responsables de ellos.

El primer paso a la libertad no es cambiar la realidad para que encaje en nuestros sueños, es cambiar el modo en que soñamos.

Walter Benjamín dijo que toda revolución, si es que es una auténtica revolución, no sólo se dirige al futuro, sino que también redime las revoluciones fracasadas anteriores.