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Zapata Olive Ll a Final
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Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias HumanasDepartamento de Sociología Sociología Crítica de la RazaHenry Córdoba Villanueva 423973
HE VISTO LA NOCHE DE MANUEL ZAPATA OLIVELLA: UNA RESEÑA CRÍTICA DESDE LOS ESTUDIOS DE RAZA Y RACISMO
Resumen: Este trabajo tiene como objetivo llevar a cabo una lectura crítica del libro de viajes escrito en 1948 –pero publicado hasta la década de los sesenta- He visto la noche, del escritor nacido en Lorica (Córdoba), Manuel Zapata Olivella. Esta será realizada a partir de algunas de las teorías vistas en el curso de Sociología Crítica de la Raza, cursado en el segundo semestre de 2015 y perteneciente a la maestría en sociología. El viaje vagamundo realizado por Zapata Olivella, fue hecho por el autor a mediados de la década de los cuarenta, cuando temporalmente suspendió sus estudios de medicina en la Universidad Nacional de Colombia, y emprendió un recorrido por el territorio norteamericano desde la frontera mexicana en Ciudad Juárez, pasando por cinco grandes urbes: Los Ángeles, San Francisco, Nueva York, Chicago y Nueva Orleans, éste fue hecho principalmente en bus, donde las impresiones de viaje fueron consignadas en un diario, posteriormente reescrito. Entre las teorías contrastadas en el trabajo se hallan las de los siguientes autores: Frantz Fanon, Patricia Hill Collins y los aportes del feminismo negro norteamericano.
1. Preámbulo: ¿Quién es Zapata Olivella?
Manuel Zapata Olivella nació en Lorica (Córdoba) en marzo de 1920 y
falleció en Bogotá en noviembre de 2004. Fue médico, antropólogo y
escritor. Durante más de dos décadas fue director de la revista “Letras
Nacionales”. Su novela más destacada es “Changó, el gran putas”, cuya
historia recorre varios siglos de historia, siendo central la inclusión de la
cosmovisión de la religión yoruba. Su propósito fue relatar la epopeya de
los esclavos africanos y sus descendientes en el “Nuevo Mundo”,
incorporando elementos de la tradición africana.
Se considera que la concepción subyacente en “Changó, el gran
putas”, es el:
“principio filosófico del muntu, que rige su elaboración poética, implica
una connotación del hombre que incluye a los vivos y difuntos, así como
1
animales, vegetales, minerales y cosas que le sirven. Se trata de una
fuerza espiritual que une en un solo nudo al hombre con su ascendencia
y descendencia, inmersos en el universo presente, pasado y futuro”.
(Henao Restrepo en Múnera, 2014: 19-20).
Zapata Olivella tuvo una vocación temprana en la escritura que se
manifestó en artículos publicados en periódicos y revistas de Bogotá en
los años cuarenta. Desde el principio, su preocupación por la cultura afro
ligada a la nación, se vio hondamente reflejada, como lo demuestra su
artículo sobre el porro en Bogotá en la revista Cromos (Múnera,
2014:13). Se considera que para Zapata Olivella piensa la nación como
un todo integrado por fuerzas creativas heterogéneas, en el que afros e
indígenas tienen un papel central, junto a la denuncia por la imposición
de una historia y valores culturales de tipo colonialista. (Múnera, 2014:
15-16).
En esa misma década, Zapata Olivella abandona temporalmente
sus estudios y emprende un largo recorrido que lo llevó a América
Central, México, y finalmente, los Estados Unidos.
Otros sucesos importantes de mencionar en la vida del escritor
caribeño fueron: el trabajo realizado con su hermana Delia Zapata
Olivella en el Ballet de Danzas Folclóricas, las investigaciones en
etnomusicología en la Universidad de Indiana, . Entre sus obras se
resaltan: las novelas “Tierra mojada” (1947), “Pasión vagabunda”
(1948), “La calle 10” (1960), “En Chimá nace un santo” (1961), “Detrás
del rostro” (1962), “Chambacú, corral de negros” (1963); los libros de
cuento “China 6 a.m.” (1954), “Cuentos de muerte y libertad” (1961),
“El cirujano de la selva” (1962); y dramas como “Hotel de vagabundos”
(1954), “Los pasos del indio” (1960), “Caronte liberado” (1961) y “El
retorno de Caín” (1962).
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2. El contexto de He visto la noche
A comienzos de los años cuarenta, Zapata Olivella viaja a Bogotá
desde Cartagena, y empieza a estudiar medicina en la Universidad
Nacional. Suspende sus estudios sin haber terminado y emprende un
viaje, motivado por la juventud y la aventura, que lo lleva a otros
rincones de Colombia, y posteriormente, a Centroamérica, México y
finalmente los Estados Unidos. Solo hasta 1947, Zapata regresa al país
para conseguir su título.
Las narraciones e impresiones de los viajes realizados entre 1943 y
1947, se encuentran en Pasión Vagabunda (1949) y He visto la noche
(1954). En ambos textos, se conjugan las experiencias de vida que
serían determinantes para la posterior trayectoria del escritor,
vinculados a la cultura de los afrocolombianos y su legado para la
nación, la reivindicación de los derechos de las minorías étnicas, así
como los diversos problemas sociales que enfrentan.
He visto la noche narra en primera persona el periplo
norteamericano del autor, inicialmente con el deseo de hacer una
crónica periodística de un grupo de braceros mexicanos en California,
pero que termina siendo el relato de una experiencia de vagabundeo y
aprendizaje, a través del territorio estadounidense, que lo arrastra por la
vida de las grandes ciudades (Los Ángeles, Chicago y Nueva York),
viajando de costa a costa en bus, experimentado en carne propia la
segregación racial, las experiencias organizativas y la cultura de las
minorías raciales, así como el modo de vivir de los Estados Unidos
durante la posguerra.
Algunas de las impresiones de Zapata Olivella en torno al viaje
realizado a los Estados Unidos, fueron antes publicadas en algunas
colaboraciones con la revista “Sábado”: “Miserias de Nueva York”
3
(Septiembre de 1947), “La raza negra y el arte” (Noviembre de 1948) y
“Harlem Olvidado” (Diciembre de 1948).
Sus descripciones apuntan hacia el ritmo de la ciudad de Nueva York,
con el fin de develar las falencias del capitalismo, a partir de la
exhibición de una galería de personajes fantasmales, entre estos
veteranos del ejército, que experimentan una realidad peor de la guerra.
De otra parte, el texto sobre Harlem, es importante en la medida que
Zapata Olivella fue testigo del nacimiento del movimiento antirracista en
disco barrio, luego de una etapa de esplendor como centro de la
intelectualidad y la cultura negra en los Estados Unidos antes de su
declive económico. De otra parte, el texto sobre raza negra y arte,
vuelve sobre Nueva York, para narrar una crónica sobre el artista negro
Paul Robeson (Múnera, 2014:20).
El propósito del presente trabajo es elaborar una relación entre las
descripciones e impresiones del libro de Zapata Olivella, con algunas
posiciones teóricas que analizan la raza y el racismo como elementos
pertenecientes a las relaciones sociales, en particular, la dominación de
unos grupos sobre otros.
La actualidad del libro frente a algunos temas: la migración, las
lógicas del racismo y la racialización en países desarrollados, las
relaciones interétnicas, la reivindicación de derechos y organizaciones
de grupos raciales en contra del racismo, fue lo que me llevo como
lector a elegirlo para el análisis, al permitir elaborar conexiones con
algunas posiciones teóricas, sea para iluminar aspectos del contexto
histórico en el que acontece la narración, como también porque en
algunos sentidos es un precursor. Por último, pienso que es significativo
como puente entre dos experiencias -la norteamericana y la colombiana-
frente a las lógicas del racismo y sus resistencias.
4
3. Aspectos
generales del libro
El documento se
enmarca dentro de la
literatura de viajes, en el cual se
destaca el carácter de
marginalidad del viajero (negro,
pobre, con ansias de ser
escritor), aunado al tipo de desplazamientos y lugares de hospedaje
distinguidos por la dificultad, que transcurren en trenes, buses y playas
(Orozco, 2012: 267).
Los viajes transcurren en buses intermunicipales, debido a los
escasos recursos del escritor durante el recorrido. Viaje se caracteriza
desde el comienzo por la reflexión social. De hecho, este punto de vista
lo que le ofrece a Zapata Olivella, observar y preguntarse por los
personajes que son parte de los Estados Unidos de la Posguerra. En este
sentido, encuentro vínculo –aun con sus diferencias - entre el relato de
Zapata Olivella y las fotografías de Dorothea Lange durante la gran
depresión, los retratos pintados por Edward Hopper y la novela de Jack
Kerouac: “En el Camino”, intentos todos por retratar el territorio
norteamericano y quiénes lo habitan. La diferencia fundamental es que
se trata del punto de vista de un latinoamericano, rasgo poco común
para la época, y poco tenido en cuenta en general, si se llegara a
5
Ilustración 1: Ciudades Recorridas en He visto la noche (Fuente Google Maps-Elaboración propia)
realizar un estudio sobre la literatura de viaje o crónicas elaboradas por
latinoamericanos sobre Estados Unidos.
Un aspecto importante a considerar en He visto la noche y el autor,
es que a diferencia de otros documentos literarios sobre los Estados
Unidos, éste no se ubica dentro de lo que se ha conocido como el “sueño
americano” y resalta el que en ningún lugar del texto se haga mención
alguna. Por el contrario, considero que el título de la obra ofrece un
sentido diferente y causa en el lector una cierta ambigüedad: He visto la
noche, bien puede referirse tanto a la “mala hora” que pasó Zapata
Olivella en términos de subsistencia, que lo llevaron a la marginalidad,
una “noche negra norteamericana”, como también la relación con las
cuestiones sociales y raciales de la comunidad negra; la noche como el
tiempo oscuro marcado por la discriminación y el racismo, aunque
quizá, como aquello que antecede al amanecer, al despertar de la
comunidad. Pienso que los elementos de tipo político y de reflexión
social en esta obra tienen un lugar importante en la trayectoria de
Zapata Olivella, lo cual reconfiguraría este texto más allá de ser una
obra menor y temprana.
4. Pasos hacia una alteridad radical: puentes entre Zapata
Olivella y Fanon: Zapata Olivella y el movimiento feminista
negro norteamericano
Aunque sus puntos de partida y contextos son distintos, hay una serie
de elementos en común entre la denuncia y trabajo de Frantz Fanon al
6
colonialismo y al problema negro, y la paulatina toma de conciencia y
politización en el viaje emprendido por Zapata Olivella, proyectado en
relación a su trayectoria literaria y personal.
Fanon trata de llegar al centro de la pregunta por el problema negro,
cuestionándose al respecto: “¿Qué quiere el hombre? ¿Qué quiere el
hombre negro?” (Fanon, 1973: 8). Para el autor martiniqués el negro no
es un hombre, o más bien, el negro es un hombre negro, en tanto el
camino que recorre la pregunta es despojar al hombre negro de sí
mismo, ya que para el negro, solo hay un destino, y ese destino es
blanco.
“Paulatinamente iba descubriendo el nuevo sentido de la sociedad. Me ocurría que me daba cuenta de un hecho mucho tiempo después de haberlo observado o sentido. (…).” (Zapata Olivella, 1982: 33)
El proceso que lleva al hombre de color a desprenderse de sí mismo,
involucra un análisis psicológico, en el sentido que la verdadera
desalienación del negro implica una toma de conciencia abrupta de las
realidades económicas y sociales. Comprender que el complejo de
inferioridad lleva un doble proceso, que primero es económico y un
segundo, de interiorización De ahí que Fanon, se proponga hacer un
sociodiagnóstico (Fanon, 1973: 10).
Por lo tanto, la realidad implica una comprensión total del problema,
ya que tanto en el plano objetivo como subjetivo se deben encontrar las
soluciones. Con realidad, Fanon hace referencia al mundo colonial, en el
que la comprobación de las actitudes ha sido marcada por la experiencia
personal de vivirlas.
Esta actitud contrasta con la de Zapata Olivella, quien sin proponerse
un análisis profundo del contexto, es a partir de la experiencia vivida de
la discriminación, lo que le permite hacer un diagnóstico de la sociedad
norteamericana como racista. Los elementos propios del vagabundeo,
7
que lo obligan a realizar viajes en bus, otorgan un punto de vista
particular, que hasta cierto punto tiene la virtud de conectar impresiones
subjetivas con elementos objetivos.
Es así como paulatinamente se opera un cambio en Zapata Olivella,
que atraído por el mito del imperialismo norteamericano, el influjo
literario de Walt Whitman y Laston Hughes y las noticias en torno a las
condiciones de la comunidad negra en dicho país; una vez dentro realiza
una constatación del tipo de relaciones entre los distintos grupos
raciales, la persistencia del racismo en las instituciones y en la
cotidianidad soportados y justificados por el sistema económico y
político, así como las fronteras difusas entre distintas razas o la
experiencia compartida de opresión económica o sexual.
A partir de las conversaciones y encuentros con distintos personajes
en territorio norteamericano, desmitifica la situación de la comunidad
negra de la época, entendiendo su heterogenidad y la dificultad de un
frente único contra el racismo, más aún en una época dominada por el
“jimcroísmo”. Sin embargo, valora las acciones concretas realizadas en
contra de la discriminación, desde la organización de grupos y esfuerzos
desde la cotidianidad, por ejemplo, en el caso de la segregación de
espacios impuesta en lugares públicas. Así mismo da cuenta de la
importancia vital de la cultura como expresión de estas resistencias. De
esta manera, le es posible conectar su experiencia personal, no sólo
como negro sino simultáneamente como latinoamericano, con el sentido
de su vocación personal. Puede que para entonces, Zapata se haya
condenado así mismo a la marginalidad, pero precisamente, es esta
experiencia y el lente bajo el cual observa la realidad, lo que posibilita
una toma de conciencia de la desigualdad y que conciba parte de su
trabajo en términos políticos, lo que trata de conectar -en parte como
8
vocero-con los problemas propios de la población negra del país,
enfrentada a un racismo de corte diferente. Se destaca también que en
algunos aspectos considere la existencia de un destino común para las
comunidades negras de toda América, enmarcadas dentro de la
experiencia de la diáspora africana.
La denuncia a la civilización europea y sus representantes como
responsables del racismo colonial, en tanto se considere el colonialismo
como un monstruo engendrado por la misma civilización; tiene un eco
en Zapata Olivella, porque se puede conectar con la noción de
colonialidad de poder, a partir del establecimiento del moderno mercado
mundial y del sistema capitalista, asentados sobre una clasificación
jerárquica de las poblaciones de carácter racista.
El punto de conexión entre Fanon y Zapata Olivella puede hallarse en
el Discurso sobre el Colonialismo de Aime Cesaire, que encuentro
significativo por el hecho de ser contemporáneos; ambos se inscriben en
el contexto de la posguerra, su desencanto con las promesas de la
civilización, al que consideran su corazón como algo podrido. El joven
Zapata Olivella tiene el propósito de conocer el país del imperialismo y
enterarse de las condiciones de vida de la población negra, propósito
que se emborrona con el reconocimiento de la realidad del país,
obligado a la exclusión y a la marginalidad, comprende que:
“Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que suscita su funcionamiento es una civilización decadente/Una civilización que escoge cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es una civilización herida/Una civilización que le hace trampas a sus principios es una civilización moribunda.” (Césaire, Aime, 2006: 3).
La superioridad de la civilización occidental tiene un correlato en la
inferiorización de personas y grupos enteros, de la cual es responsable
“el racista que crea al inferiorizado”. En otras palabras, el complejo de
inferioridad es creado por el colonizador y experimentado por el
9
colonizado. De esta manera, los logros de la civilización norteamericana,
descritos por Zapata a partir del asombro por las grandes metrópolis –en
particular Chicago y Nueva York-, sus edificios, industrias así como la
cultura, son cuestionados, ya que fueron posibles a costa del trabajo de
miles de personas.
Fanon considera la responsabilidad de la civilización europea en el
racismo colonial, del cual trae a colación: “(…). Pero dice, Francis
Jeanson, todo ciudadano de una nación es responsable de los actos
perpetrados en nombre de esta nación. (…)” (Fanon, 1973: 75). La
colaboración al interior de los países, por los sujetos racializados en
favor del racismo, aún favoreciendo la opresión cuando la experimentan
por sí mismos, es una situación que exaspera a Zapata Olivella, al
inicialmente comprobar, por ejemplo, en el caso de la prensa negra de
Chicago, la primacía de las ganancias económica vs. la situación real de
las comunidades negras en las ciudades norteamericanas. Suceso que
se repite indistintamente en los lugares donde comprueba la vigencia
del “jimcroísmo” y, quiénes lo favorecen, entre ellos muchos de los que
son excluidos, rasgo que observa en los buses y restaurantes a lo largo
de los Estados Unidos, especialmente en el sur. No obstante, en esta
interpretación, cabe considerar lo que Fanon entiende por reparto racial
de la desigualdad.
“(…). Ese día y los que pasé en Chicago a partir de él, supe de la indiferencia de algunos negros adinerados respecto a los problemas raciales; contrastaba la frialdad de su acogida con el vivo llamado que hacían para combatir la discriminación desde las páginas de los periódicos. Tuve el convencimiento de que aquello era un tema periodístico que les proporcionaba pingües ganancias y nada más”. (Zapata Olivella, 1982: 80)
El sociodiagnóstico propuesto por Fanon tiene una intención: la
necesidad de una acción sobre el individuo y sobre el grupo, con el
objeto de hacer consciente lo inconsciente –la realidad del racismo sobre
el colonizado-, con el fin de llevar un cambio en las estructuras sociales:
10
“En otras palabras, el negro tiene que evitar el encararse con este
dilema: blanquearse o desaparecer. Tiene que tomar conciencia de
una posibilidad de existir; en otras palabras otra vez, si la sociedad le
crea dificultades a causa de su color, si yo descubro en sus sueños la
expresión de un deseo inconsciente de cambiar de color, lo que yo he
de hacer no es disuadirle de ello aconsejándole “mantener distancia”;
lo que yo he de hacer, por el contrario, es primero, poner en claro los
móviles, después ponerle condiciones de escoger la acción (o la
pasividad) con respecto a la verdadera fuente del conflicto, es decir,
con respecto a las estructuras sociales”. (Fanon, 1973: 82)
Cabe recordar que el mismo Zapata Olivella era un médico, y que al
final de He visto la noche, a manera de coincidencia pero también
mucho más allá de eso, termina con su regreso a Bogotá con el fin de
terminar sus estudios de medicina. Al ser interrogado por el fin de su
vagabundaje, el autor solo encuentra decir para sí mismo, cómo su labor
de médico tiene un fin social, en el cual el racismo es una patología, de
ahí que se interese por no sólo por sus síntomas sino también por sus
causas. Ahondando un poco más en este comentario, resalta el proceso
detrás de la elección personal de Zapata Olivella, su concientización y
politización, que se despliegan en Colombia con el paso del tiempo
desde su aporte a las comunidades y al país, más que en sus
afirmaciones como médico.
La forma en que Zapata Olivella encara este dilema, me permite en el
análisis conectarlo con el trabajo de las feministas negras
norteamericanas, en el que la acción de hacer consciente su existencia,
como un modo de elegir el tipo de acciones frente al conflicto. Para las
feministas negras, en primer lugar, hay un reconocimiento político ligado
a las experiencias personales de las vidas de las mujeres negras, en la
medida que experimentar la opresión sexual –así como el resto de
opresiones- es una constante en la existencia de estas mujeres; y en
11
segundo lugar, la formulación de la noción de experiencia, como la
conexión entre experiencia y conciencia, de manera tal que los vínculos
“individuales” hacen posible la formación de un punto de vista colectivo
como grupo (Hill Collins, 2012).
“Me agradó mucho su dibujo, había en él esa melancolía solapada de mulato, inadvertida por los pintores que al dibujar al negro suelen acumular una serie de falsos convencionalismos de alegría y malicia. Aquel retrato, pese a que atrapaba mi fisionomía y mucho de mi temperamento, trasfundía admirablemente el propio carácter del pintor. En la expresión de los ojos, podía adivinarse su propia vida, amarga y limitada.
-Tiene un extraño parecido conmigo mismo –le confesé, sin poder disimular la rara expresión de su propio espíritu en mi semblante.
-Es que nos parecemos. Tú…
Desde entonces advertí esa semejanza de dos hombres que nacidos en tan opuestos meridianos buscaban sin poder explícarselo, los mismos caminos en la vida. Esa identificación se reveló con más claridad en nuestros recorridos por los suburbios negros de Chicago. Seguía sus pasos en la seguridad de que marchábamos directamente a los aspectos más interesantes de aquel mundo. Sus apreciaciones sobre la supervivencia del África en el nuevo medio norteamericano, reflejaban ideas ya penetradas en mí. (…)”.(Zapata Olivella, 1982: 89)
Conclusiones
Una de las preguntas que puede hacerse uno como lector es
preguntarse si el texto pertenece al autor o a sus lectores. No ahondaré
en un falso antagonismo, y por el contrario, diré que el libro de Zapata,
leído siete décadas después del viaje y escritura, nos pertenece ahora,
en tanto implica un redescubrimiento no del pasado sino del presente.
Más ahora que antes, su lectura nos es más vigente y contemporánea
que a los lectores de su tiempo, porque sus temas cobran fuerza en un
mundo cada vez más conectado, donde el racismo no da paso atrás y las
diferencias culturales son más marcadas. Es ahí, donde el viaje anónimo
de un joven negro colombiano se convierte en el viaje de todos nosotros,
del destino de los colombianos –y de otras naciones latinoamericanas-
12
como migrantes en el primer mundo, las experiencias ligadas al racismo,
ejercido con mayor fuerza cuando se entrecruzan distintas formas de
dominación, pero que también permiten entrever formas valientes y
audaces, como paso previo a la organización, de resistencia. El
compartir su experiencia y hacerla conocimiento, se aúna al legado de
Zapata Olivella a los afrocolombianos y minorías étnicas, como también
de todos los colombianos y latinoamericanos en búsqueda de expresión
y resistencia.
Bibliografía
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