ZAMORA, 29 DE ENERO DE 2012 dominical - La Opinión de …...prisión. Algo inusual si se tiene en...

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ZAMORA, 29 DE ENERO DE 2012 dominical delfinario DELFíN RODRíGUEZ El violador de la medianoche Rutas a pie por tierras de Zamora Junto al arroyo del Revuelo en Milla de Tera Físico, investigador en la Antártida y escritor Javier Cacho Gómez «La investigación en la Antártida resulta provechosa porque es un entorno en el que la vida está al límite» Indeseable a dos bandos La historia de la toresana Socorro González, fusilada por asesinar a dos mujeres e intentar envenenar a un sobrino de Franco; antes fue condenada por la República Una fotografía de Socorro González junto al auto de detención en Toro. () Fotos M.G.M (del Archivo Militar)

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ZAMORA, 29 DE ENERO DE 2012

dominicaldelfinario

DELFíN RODRíGUEZ

El violador de la

medianoche

Rutas a pie por tierras de Zamora

Junto al arroyo del Revuelo en Milla de Tera

Físico, investigador en la Antártida y escritorJavier Cacho Gómez

«La investigación en la Antártida resulta provechosa porque es un entorno en el que la vida está al límite»

Indeseable a dos bandosLa historia de la toresana Socorro González, fusilada por asesinar a dos mujeres e intentar envenenar a un sobrino de Franco; antes fue condenada por la República

Una fotografía de Socorro González junto al auto de detención en Toro.(●) Fotos M.G.M (del Archivo Militar)

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✒ Marisol López En su ciudad natal, ni siquiera queda

quien la recuerde. Socorro González Her-nández, nombre y apellidos comunes para una muchacha toresana que tuvo sus minu-tos de trágica gloria en las crónicas más ne-gras de la historia de España. No queda quien atestigüe si su andadura por el lado más siniestro de la vida fue por determina-ción propia, si actuó por pura codicia, si la empujó la miseria o si fueron ambas. Sus días acabaron frente a un pelotón de fusila-miento en las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid. La zamorana figura entre los represaliados del franquismo, cien-tos de hombres y mujeres que fueron asesi-nados tras un juicio sumarísimo y entre los que se mezclaban delincuentes comunes con los perdedores de la Guerra Civil, pero es la única de la lista que contaba ya con una con-dena por asesinato decretada por los Tribu-nales Populares de Urgencia de la Repúbli-ca cuando ya había estallado la contienda y que fue juzgada y condenada por los mismos hechos dos veces.

En aquellos días, en los que la vida se ha-bía convertido en mercancía sometida al co-bro de envidias y rencillas, a Socorro y a su entonces novio los condenaron a 30 años de prisión. Algo inusual si se tiene en cuenta que «en esa época era frecuente que presos como Socorro, acusados de matar a gente de derechas, fueran puestos en libertad el mis-mo día del juicio», explica Manuel García Muñoz, quien ha sacado a la luz, entre otras, la muerte de la toresana en su último libro «Los fusilamientos de la Almudena». Porque Socorro se había «especializado» en acabar con la vida de señoras y señoritas acaudala-das haciéndose pasar por falangista para en-tablar amistad con ellas. Los crímenes llega-ron a hacer concluir al tribunal popular que las fechorías de la toresana suponían una ma-la prensa para la causa marxista.

Socorro González llegó a Madrid desde su tierra natal para servir, aunque muchas de las afirmaciones que figuran en los su-marios de los casos puedan ponerse en du-da por exageraciones del tribunal para agra-var las penas, imprecisiones o mentiras de la propia interesada. Durante el primer jui-cio que se siguió contra ella en 1937 ase-guró ser natural de Ayllón (Segovia), pero en el proceso abierto tras la guerra ya de-clara haber nacido el 4 de agosto de 1911 en Toro. En todo caso, fue en la ciudad to-resana donde se la detuvo por última vez el 3 de enero de 1940. Y en mayo de ese año, las balas de los fusiles acabaron con sus desgraciadas andanzas. En las fotos que se conservan de ella posa coqueta, vestida y peinada a la moda, con un collar de vueltas al cuello, aunque las manos de trabajadora delatan su origen humilde. Socorro mira fir-me a la cámara, con la misma determina-ción que pareció guiar sus actos; los labios

pintados y apretados, sin concesiones a una sonrisa que pudiera endulzarle el gesto un momento.

Ante el tribunal franquista declaró haber trabajado de matrona en la columna Manga-da, una de las primeras creadas por el go-bierno republicano para contener la avanza-da rebelde y destinada a la Sierra de Gredos. Lo que el contenido del sumario del caso prueba es que en los primeros días de la su-blevación estaba internada en el Sanatorio Riesgo, situado en la madrileña calle Ferraz, para tratarse una enfermedad venérea. Allí coincidió con las hermanas Paula y Milagros Orozco, cuyos destinos volverían a cruzarse

en la prisión de Ventas ante los militares fran-quistas. Ellas fueron condenadas y fusiladas por haber denunciado a un falangista novio de esta última.

Socorro González carecía de formación conocida para ejercer ni como matrona ni co-mo enfermera, aunque esa sea la profesión que aparece en uno de los documentos ofi-ciales a su nombre. Pero en pleno asedio de Madrid, numerosas mujeres prestaban sus servicios de forma voluntaria en los hospita-les. Acudió al Hospital Provincial de Madrid, pero duró poco. La echaron por negligente y despreciable. En los documentos no se abun-da en razones, pero es probable que tuviera

Una toresana,asesina múltiple

Socorro González Hernández, fusilada en 1940, fue juzgada dos veces por matar a varias mujeres. Los tribunales republicanos la condenaron a 30 años de cárcel, los de Franco, a muerte

Pilar Jaraiz Franco con su hijo en brazos durante su estancia en la cárcel.

❜❜Emigró a la capital de España para servir y al estallar la guerra fue a trabajar como enfermera al Hospital Provincial de Madrid. La expulsaron por «inepta e indeseable». Años más tarde se jactaría de haber dado muerte a un recién nacido Los tribunales populares consideraron que daba mala imagen de la «causa marxista» Pilar Jaraiz, sobrina de Franco, la acusó de intentar envenenar a su hijo de 15 meses

Una criminal en tiempos de guerra

a doble bando

Nota de prensa publicada en «ABC» de Madrid el 5 de enero de 1940.

II / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012

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que ver con algo de lo que se jactó en el mo-mento de ser detenida: haber matado a un re-cién nacido. Después de su expulsión del sa-natorio volvió a ejercer como criada. Se hi-zo pasar por falangista, de hecho llegó a darse de alta en Falange y obligó a hacer lo mismo a su novio, para ganarse la confianza de mujeres en buena posición social para las que trabaja. La ideología nunca supuso ba-rrera alguna para sus metas: al mismo tiem-po, ejercía de miliciana en la tristemente fa-mosa checa de Fomento o Bellas Artes, don-de la República confinaba a los adeptos a la sublevación militar. Escogía a sus víctimas y luego las ajusticiaba por su cuenta. Eso ocu-rrió con Loreto Ruiz del Castillo, residente en la pensión Paidos, de la calle Zurbano. La dueña de la pensión denunció que fue lleva-da a la checa de Bellas Artes. Su cadáver apareció el 23 de agosto de 1936 en el barrio de Usera, a mucha distancia de la cárcel.

La denuncia se tradujo en el primer juicio contra la toresana. «El caso debió ser sona-do. La acusaban de hacerse pasar por fascis-ta para contactar con gente de derechas y después asesinarlas, de manera que con su actuación desprestigiaba la revolución mar-xista», afirma Manuel García, quien también hace hincapié en la saña con la que la trató la prensa durante la vista, sobre todo en el pe-riódico Claridad, un diario del ala más extre-ma del socialismo que circuló en el Madrid de la Guerra Civil. A Socorro González y a su novio, Eduardo Martín Navas, se les atri-buía también la muerte de una mujer llama-da Fifí Castellanos. Eduardo trabajaba de ofi-cinista en el Hotel Savoy y en el momento de prestar declaración es él el que declara ser

originario de Toro y se muestra totalmente sometido por la personalidad avasalladora de su novia. Así lo recogía el mencionado Cla-ridad: «Socorro, 25 años, natural de Ayllón, enfermera del Hospital Provincia. Expulsa-da por inepta e indeseable. Después se hizo doméstica de gente bien. Eduardo Martín Navas, de 35 años, natural de Toro (Zamo-ra). Era oficinista en el Hotel Savoy. Despe-dido, recibió una indemnización y con el pro-ducto de esa indemnización instaló con su pareja una frutería. Al estallar la revolución, Socorro, mujer dominadora que ejercía ver-dadera influencia en Eduardo, se dedicó a dar, por su cuenta, “paseos” a mujeres que tuvieran dinero y alhajas y se apoderaba de sus bienes. Para relacionarse con ellas se hi-zo de Falange y obligó a Eduardo a afiliarse. Socorro confesó que asesinó personalmente a tiros a Loreto y que ella no era fascista. Al escuchar la sentencia, Eduardo la aceptó con-movido, mientras que Socorro le tiraba pe-llizcos».

Le cayeron 30 años de presidio. En primer lugar fue enviada a Ventas, la cárcel para mu-jeres concebida por Victoria Kent como un centro de reeducación y que contaba con mo-dernas instalaciones de las que nada queda-ría al finalizar la guerra, cuando se convirtió en centro de detención de las represaliadas por el régimen franquista y donde acabaría otra vez, al cabo de tres años, Socorro Gon-zález. Pero pronto fue trasladada a Alaquás (Valencia), la prisión con la que el Gobierno republicano quería mostrar el buen trato que dispensaba a las detenidas partidarias de la sublevación. En 1938, el campamento se trasladó a Cehegín (Murcia).

En Alaquás, la toresana por fin pudo co-dearse de tú a tú con las más ilustres damas del lado franquista: la esposa de Queipo de Llano, Rosario, la hija y las hermanas de Jo-sé Antonio Primo de Rivera, Pilar Millán As-tray y Pilar Jaraiz Franco, la sobrina del dic-tador, que por entonces aún mantenía estre-cha relación con su tío. La que luego fuera «pariente díscola» de Franco y que se afilió al PSOE en 1977, había ingresado en la cár-cel con su hijo, un niño de 15 meses. Los ro-ces comenzaron pronto. Pilar Millán Astray la acusó de haberla amenazado y la sobrina de Franco la implicó en un intento de enve-nenar a su hijo.

Pilar Jaraiz Franco fue intercambiada por presos republicanos, pero las que se queda-ron hasta terminar la guerra, de vuelta a Ma-drid, atestiguaron que Socorro González se-guía presa en Cehegín. De allí la enviaron a Tarragona a cumplir la parte de la pena de 30 años que aún le restaba. Pero su historia es-taba lejos de acabar ahí: la maquinaria fran-quista reabrió el caso de Loreto Ruiz del Castillo. Compareció de nuevo la dueña de la pensión de la calle Zurbano, quien identi-ficó sin lugar a dudas a la toresana como «la miliciana que vio en la checa de Bellas Ar-tes y que incluso le dio un vaso de agua y le aseguró que lo de Loreto no tenía solución».

Sin embargo, en el caos que siguió al fi-nal de la contienda, Socorro logró la liber-tad. Un oficio fechado el 2 de diciembre de 1939 informó de la liberación. Cabe dentro de lo probable que utilizara su afiliación a Falange para volver a la calle. Ella pidió «un billete de caridad» puesto que carecía de me-dios, y las autoridades le concedieron un sal-voconducto para irse a vivir a San Sebastián. Incluso le dieron dinero. En dicho docu-mento figura como lugar de nacimiento To-ro y de profesión, «labores».

La huida acabaría llevándola a Toro, don-de fue detenida el 3 de enero de 1940. La li-bertad le había durado apenas un mes. En el oficio, el agente Aniceto Ruiz, da cuenta del arresto de la mujer, «hija de Germán y de María, soltera y de profesión enfermera». De la detención se hicieron eco en la edición del 5 de enero tanto «El Heraldo de Zamora» como «ABC». El primero titulaba: «Deten-ción de una toresana criminal, se jactaba de haber cometido varios asesinatos» y, entre otros detalles, aseguraba: «En el año de 1931 fue a Madrid prestando, a partir de entonces, servicios en diversas casas y al estallar el Movimiento ingresó como enfermera en hospitales. En marzo de 1937 fue detenida por los rojos y condenada a 30 años de re-clusión ingresando en la prisión de Chamar-tín de la Rosa, desde donde fue trasladada a Tarragona. Al ser liberada esta población por nuestro Ejército, Socorro fue puesta en li-bertad, pero con posterioridad se averigua-ron algunos antecedentes suyos que la retra-tan como una criminal de los peores instin-tos».

«ABC» titulaba con la vil eficacia que re-quería la época: «Detención de una enfer-mera roja del Hospital Provincial de Ma-drid». En el sumario abierto por el tribunal militar se declaró como antigua militante de UGT y admitió que había denunciado a tres monjas del Hospital que reconoció por la ca-lle y que fueron encarceladas en la checa.

Socorro ingresó de nuevo en la cárcel de Ventas, donde llegaron a hacinarse 11.0000 mujeres en un centro concebido para 500 y donde la enfermedad, el hambre y el frío si-multaneaban protagonismo con las matan-zas indiscriminadas al pie de las tapias del cercano cementerio de la Almudena. Hasta allí fue conducida la madrugada del 8 de mayo de 1940 en compañía de otros tres pre-sos. Había desatado su propio régimen del terror en medio del horror de la guerra y pa-gó por ello un alto precio: su vida. Fue ente-rrada, como tantos, en una fosa común. Que conste, nadie reclamó su cadáver y en su To-ro natal ya nadie guarda memoria de ella.

Salvoconducto expedido a Socorro González para ir a residir a San Sebastián.

❜❜Se hacía pasar por falangista para trabar amistad con sus víctimas, luego ejercía como miliciana de la checa de Fomento y las mataba por su cuenta Al terminar la Guerra logró que la soltaran, pero su causa fue reabierta y tuvo que huir a Toro. Allí fue detenida el 3 de enero de 1940. La fusilaron cuatro meses después contra las tapias del cementerio de la Almudena

Artículo publicado en «El Heraldo de Zamora».

dominical / IIIDomingo, 29 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO

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En el siglo XIX se producen una serie de acontecimientos trascendentales que cam-biaron en gran manera el quehacer cotidia-no. La vida política va a tomar decisiones claves en orden a la propiedad de la tierra. La iglesia en España padecerá irremisible-mente las leyes desamortizadoras de dife-rentes gobiernos del reinado de Isabel II, que la va a dejar desprovista de los medios de producción de ingresos y algo semejan-te van a conocer los ayuntamientos.

Y junto a la tierra se expropiaron sin ton ni son edificios de todo tipo, iglesias o er-mitas, monasterios o conventos y hasta hospitales o centros de beneficencia, y con ellos se perdieron magníficas bibliotecas, esculturas de valor incalculable, pinturas u obras de platería, que muchas de ellas de-saparecieron para siempre.

Entre esos ejemplos citados incluimos la Dehesa de Requejo en Moral de Sayago y Moralina que, se-gún informábamos la semana anterior, pertenecía, con todos los derechos y bendiciones, a la fundación que hizo de una ca-pellanía en Fermoselle el pres-bítero local D. Alonso del Vi-llar.

Pues bien, a partir de 1854, poco más o menos, la referida dehesa va a conocer el proceso de desamortización anunciado hasta su consecución final so-bre 1876.

Y con el único fin de infor-mar al respecto a mis paisanos y a cuantos lectores nos siguen de lo acontecido entonces va-mos a exponer una serie de do-cumentos que hemos investiga-do en el Archivo Histórico pro-vincial de Zamora, para concluir con algún comentario. Veamos:

«Expediente de excepción de la capellanía colativa familiar fundada en la iglesia parroquial de la villa de Fermoselle por el bachiller Don Alonso del Villar.

A instancia del procurador D. Ramón Linares Lozano, vecino de Za-mora, en representación y con poder bas-tante de Agustín, Teresa y Josefa Mayor Seisdedos, vecinos de Fonfría, partido ju-dicial de Alcañices, en esta provincia, hoy apoderado de los interesados Mariano de las Heras, procurador en esta capital, por fallecimiento del anterior señor Linares.

Escrito del procurador en el que justifi-ca los derechos hereditarios, certifica su descendencia con el árbol y enumera las propiedades:

Dos casas en Fermoselle. La mitad de la Dehesa de Requejo, en

Sayago, que compró el fundador a D. Pe-dro Romero (Alcalde que fue de la fortale-za de Fermoselle) y a Doña Leonor Gómez de Miranda, cuya dehesa es la que con di-cho título de Requejo radica en los térmi-nos de los pueblos de Moral y Moralina, del partido de Sayago, en esta provincia, y la que por mitad pertenece a la susodicha capellanía y al Hospital de Hombres de es-ta ciudad, como aparece de los catastros, tanto antiguos como modernos, así como de los amillaramientos y repartos de refe-ridos pueblos, para el cobro de contribu-ciones y demás asuntos oficiales.

Sigue un escrito diciendo que los recu-rrentes han sido informados de que el Es-tado ha enajenado en marzo de 1860 la parte de la Dehesa del Hospital y toda ella

bajo el equivocante concepto de Benefi-cencia, rematándola a favor de los vecinos de los antedichos dos pueblos, que son los que la vienen poseyendo desde dicho año.

La muy atendible circunstancia de estar incoado por Gabriel Mayor, padre de los recurrentes en 1854 el oportuno expedien-te y en el Juzgado del partido de Sayago para que se le adjudicase en propiedad y como libre los bienes de la precitada cape-llanía, vacante entonces por haber falleci-do en 1852 el último capellán, Don Fran-cisco Guerra, y cuyo expediente quedó pa-ralizado como todos los de su clase en virtud del Real Decreto de 28 de noviem-bre de 1856, hallándose en estado de reci-birles a prueba y la no menos atendible cir-cunstancia de ser familiar la repetida cape-llanía y de haberse vendido como bien de Beneficencia la mitad de la dehesa perte-neciente a la misma capellanía dan un de-recho incuestionable a los recurrentes a protestar.. .

Y solicitan del Estado que así se deter-mine declarando exentos de la venta por la Hacienda los bienes que constituyen la pre-citada capellanía según su fundación...

Suplica recaiga la exención de la venta. Zamora 4 de julio de 1872. Aparece posteriormente un amplio in-

forme y transcripción de la fundación, lis-

tado de los capellanes sucesores, certifica-do de defunción del presbítero D. Francis-co Guerra y la relación o inventario de bie-nes».

El documento que acabamos de exponer contiene un expediente de excepción con-tra la ley desamortizadora que afectaba di-rectamente a la capellanía colativa familiar (fundación en la cual ciertos bienes quedan sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas pías), instituida en la iglesia parro-quial de Fermoselle en 1535 por el presbí-tero D. Alonso del Villar.

Dicho expediente se inicia a petición de los hermanos Agustín, Teresa y Josefa Ma-yor Seisdedos, residentes en la localidad alistana de Fonfría, en calidad de titulares

y descendientes fermosellanos del funda-dor y a instancia del procurador de los Tri-bunales D. Ramón Linares Lozano y pos-teriormente por D. Mariano de las Heras por fallecimiento del anterior.

Consta de forma fehaciente la justifica-ción de los derechos hereditarios reclama-dos, aportando los certificados acreditati-vos de su descendencia, adjuntando el co-rrespondiente árbol genealógico y el consiguiente listado de propiedades.

De ellas nos interesa lo referido a la Dehesa de Requejo, radicada en los térmi-nos municipales de Moral de Sayago y Moralina, que consta documentalmente fue adquirida en 1535 por D. Alonso del Villar a D. Pedro Romero, Alcalde que fue de la fortaleza de Fermoselle, y a Doña Leonor Gómez Miranda, y advierte que la mitad de ella pertenece a la capellanía fundada en la parroquia de Fermoselle y la otra mitad es titular en ese momento el Hospital de Hombres de la ciudad de Zamora, que así aparece en los catastros (censos y padrones estadísticos de las fincas rústicas y urba-nas) antiguos y modernos, amillaramien-tos (padrón en el que constan los inmue-bles en los pueblos donde la Hacienda pú-blica no había hecho el registro o catastro fiscal).

En el escrito se hace referencia a que los

recurrentes, familiares del fundador fer-mosellano, tienen conocimiento de que el Estado o la Hacienda ha enajenado en 1860 la parte de la dehesa perteneciente al Hospital bajo la aplicación del equivocan-te concepto de Beneficencia y rematándo-la en subasta pública a los vecinos de am-bos pueblos desde el año indicado.

Ni la justificación anteriormente ex-puesta, ni la circunstancia de haber incoa-do expediente Gabriel Mayor, padre de los reclamantes en 1854, para que se le adju-dicase en propiedad al estar vacante la ca-pellanía por muerte de D. Francisco Gue-rra, su último capellán, ni por tratarse de una fundación de carácter familiar consi-guieron que se le reconociese el derecho incuestionable que alegaban nuestros pai-sanos recurrentes en el año 1872.

Y al documento transcrito se añadieron diversos informes el 7 de diciembre de 1876, en el que se incluía un amplio testi-monio desde el primer fundador y de todos los capellanes sucesores, certificado de de-función del último titular D. Francisco Guerra, monje trinitario secularizado (con autorización para vivir fuera de clausura),

fallecimiento que tuvo lugar el 3 de mayo de 1850, heredero del fundador, que en su testa-mento manda al párroco de Fermoselle 54 reales para apli-car por su alma un novenario de misas rezadas, a seis reales, en el altar de Nuestra Señora de La Bandera.

Por último aparecen entre los bienes patrimoniales dos casas en la villa:

«- Una casa en la villa de Fermoselle con su corral, cerca de la iglesia, que lindaba en aquel tiempo por una parte con casa de Pedro Carvajal, por otra con casa de María Nieto y por otra con casa de concejo y hoy bajo el n° 8. Linda al na-ciente y mediodía con la casa de concejo frente a la iglesia y con la calle llamada de La Amargura.

- Otra casa en la propia villa de Fermoselle, que según los linderos de aquel tiempo está a la espalda de la anterior, a don-de llamaban la Calleja Vieja, junto al corral de la antedicha anterior casa y hoy bajo el n° 7.

Linda por naciente y mediodía con casa de Cayetano Seisdedos y poniente y norte con bodega de la viuda de Agustín Asensio y con la calle llamada ahora de Las Due-ñas, hallándose hoy unidas las dos casas y habitadas por dos vecinos de dicha villa que dicen haberlas heredado de sus padres, si bien carecen de título de pertenencia.

Zamora 7 de Diciembre de 1876». Queda claro que la primera de las casas,

con corral, se encontraba en la calle de La Amargura, antes denominada de Las Bo-degas, cerca de la parroquial o de la plaza de La Iglesia, frente al pórtico o cabildo y que otros tiempos se conocía como de La Panadería y que, a pesar de no indicarlo, estaba próxima al alfolí de la sal y de la alhóndiga del pan.

La segunda de las casas inventariadas se encontraba a la espalda de la anterior, en la calle Dueñas, hoy Maestro Isidro Cabezas, y junto a ella existía un acceso, pasaje o ca-llejón de nombre la Calleja Vieja, hoy de-saparecida.

Para los naturales de la villa no resulta-rá difícil su localización y con un repaso a la memoria podrán recordar a las personas que vivían próximas a las dos casas.

Fuente:

A.H.P.Z. Desamortización-Hacienda. Caja 54. Carpeta 18. 1872-79

Desamortización de la dehesa de Requejo

✒ Manuel Rivera Lozano

Expediente de excepción de la capellanía colativa familiar fundada en la iglesia parroquial de la villa de Fermoselle por el bachiller don Alonso del Villar en 1535 y llevada a cabo por los titulares Agustín, Teresa y Josefa Mayor Seisdedos

Fermoselle en la historia

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Molino de la Resbaladera en Moral de Sayago.

IV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012

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El 19 de julio de 1936 fue declarado el estado de guerra en nuestra ciudad mediante bando pu-blicado por don José Iscar, comandante militar de Zamora, por orden del cual fue instalada: «Emiso-ra de Radio que está constantemente en comuni-cación con los oyentes, dando noticias relaciona-das con la marcha del Movimiento; y ofreciendo emisiones de música variada. Las horas de emisión serán: de 11 a 13; de 17 a 19 y de 22 a 24. Toda la ciudad aplaude a cuantos elementos han interveni-do en referida instalación, especialmente a don Ja-cinto González, sin cuyos medios no hubiera sido posible lo que hoy es realidad».

De esta forma y en momentos tan delicados na-cía en nuestra ciudad Radio Zamora E.A.J. 72.

Apenas habían transcurrido dos meses de su creación y en uno de sus informativos locales co-municaba los acuerdos adoptados en sesión ordi-naria por la Corporación Municipal, referente al cambio de nombres en calles de la ciudad. Suce-dió el 28 de septiembre de 1936: la que hoy es Pla-za de la Constitución, entonces conocida popular-mente como plaza de la Cárcel, pasó a denomi-narse Plaza General San Jurjo. Calle del Riego pasó a llamarse Calvo Sotelo. El Paseo de San Martín recuperaba su nombre, pues durante la Re-pública había sido parque Pablo Iglesias. La ac-tualmente llamada Plaza Cuartel Viejo; denomi-nada durante la República Plaza Galán y García Hernández, recuperaba su nombre anterior Plaza General Primo de Rivera, y así sucesivamente al-gunas más.

Llegó el 19 de abril de 1938, en la gran expla-nada que por entonces había justo frente al Institu-to Claudio Moyano, llegando hasta el cruce con la hoy Avda. Cardenal Cisneros, Radio Zamora ins-taló altavoces para escuchar el discurso transmiti-do en directo, del General Franco. La controlada prensa publicó: «fueron más de 14.000 personas las concentradas en dicho lugar, llegadas de toda la provincia en coches de línea, camiones y trenes re-pletos para escuchar al “Generalísimo”».

No pudo nuestra emisora estrenarse en mo-mentos más tensos, bajo el punto de vista ciuda-dano, y más apasionante periodísticamente ha-blando, aunque la censura restaba ilusión.

Pasemos numerosas páginas, dando por finali-zados tan tristes años de guerra. Comencemos los llamados de post-guerra; más popularmente «los años del hambre», década de los cuarenta en la cu-al llegamos al mundo las primeras generaciones, también llamadas de la postguerra. Entonces po-seer un «aparato de radio» era verdadero lujo, so-lamente permitido para familias de buen nivel eco-nómico, teniendo que abonar impuesto anual por él . Veamos: «Día 10 de febrero de 1941. El im-puesto para aparatos de radio en domicilios parti-culares, asciende a la cantidad de 12 ptas. anuales; y 50 ptas. para los instalados en locales públicos. Pasando el 30 de abril se hará efectivo por el doble de su valor, y si fuese necesario la vía de apremio, se abonará además una multa de 100 a 500 ptas.».

Así las cosas, durante la década de los años cua-renta, en los domicilios particulares predominaba la radio-galena, que además de no pagar impues-to, resultaba muchísimo más barata, ya que en mu-chos casos era el cabeza de familia el que la fabri-caba: construyendo pequeña caja de madera, ta-maño de las de puros-farias, unos cables, bobina de hilo de cobre, llegada de corriente, salida para auriculares y piedra galena. Recuerdo mi primera sensación con los cascos puestos al oír como salía música de una caja tan rústica. Llegaba «el parte»,

noticiario, y había que dejársela al padre, la llama-da «guía comercial» tenía que escucharla la ma-dre.

En cuanto a la radio sin galena se refiere, re-cuerdo la tarde del 28 de agosto de 1947 como si fuese ahora mismo: yo tan solo contaba cinco años, tan calurosa tarde la pasábamos los amiguitos mi-rando más que leyendo cuentos a la sombra, mien-tras, algunas vecinas cosían sentadas en peque-ñas sillas, también a la sombra, en la puerta de ca-sa de una de ellas que tenía aparato de radio y la ventana abierta para escucharla, cuando de pron-to comenzaron a elevar la voz y lamentarse, pues en esos momentos la radio sirvió para dar la no-ticia que en Linares un toro de Mihura había co-gido de muerte al gran Manolete.

Con los años cincuenta comienza la desapa-rición de los aparatos-galena, sustituidos por los clásicos, audibles por toda la familia a la vez. A partir de entonces una importante fuen-te de ingresos para las emisoras era el espacio ti-tulado «Discos dedicados», resultando familiar aquellas frases tan repetidas: «A fulanito de tal en el día de su santo lo felicita su novia, o sus padres y hermanos, igualmente sucedía con bodas y pri-meras comuniones. Otro buen día para dicho es-pacio era el sorteo de los «quintos» para incorpo-rarse al obligatorio servicio militar: venían de los pueblos, quedando previamente de acuerdo con la familia (a falta de teléfonos), escuchasen la radio y por ella lo sabrían rápidamente, así que en la emisora hacían ver-daderas colas los recién sortea-dos para dedicarse un disco: «Atención tal pueblo, a fulano lo felicita su familia por haber-le tocado para España». Si era para África, aún con el consi-guiente disgusto, muchos también se dedicaban el disco para transmitir la noticia a la familia.

Con dicho espacio musical también se obtenía buen rendimiento esos días de santos tan popula-res como: Pablo, Pedro, José, Manolos, Antonio, Conchitas, Tránsitos, Pilar, Carmen... ofrecían los locutores una tras otra las felicitaciones hasta que por fin llegaba el disco dedicado, que solía ser de: Juanito Valderrama, Antonio Machín, Luis Maria-no, Pepe Pinto, José Luis y su guitarra, Juanita Rei-na, Niña la Puebla, Concha Piquer, Estrellita Cas-tro...; para los niños nos resultaba algo pesado, aun-que había ciertas canciones pegadizas, como «La vaca lechera», «La Pelona», «Se va el caimán». Llegando los días de primera comunión sí que me-recía la pena aguantar las felicitaciones, pues al fi-nal de ellas sabíamos que pondrían el disco de un cuento o canción infantil.

Pero los niños teníamos determinados días es-peciales en que prestábamos más interés por la ra-dio: La Navidad, con múltiples villancicos, ade-más de no tener colegio... Y aquel programa tan lo-grado, en que los tres Reyes Magos leían las cartas que llevábamos personalmente al buzón de la emi-sora. Pero seguramente de esos días navideños el sonido inolvidable lo hacían aquellos niños del Co-legio San Ildefonso, cantando la Lotería; desde en-tonces y gracias a la radio, vive con nosotros para el resto de nuestra vida. Fue una época, aquella de la postguerra, en que Radio Zamora emitía el me-jor espacio que los niños podíamos soñar, incluso participar en él. ¿Qué niño de entonces no recuer-da «Radio Cocoliche»?, donde las «Aventuras de Dif el Justiciero» nos llevaban ¡al más crudo Oes-te americano! O las actuaciones del gran Miguel Gila, quien vivía y trabajaba aquí en Zamora, hoy

considerado entre los mejores humoristas de todos los tiempos. Pocos años después tuvimos otros programas de conexión nacional, titulado: «Matil-de, Perico y Periquín»... ¡Qué tío, aquel Periquín! ¡con sus travesuras y cabreos, que a costa de él co-gía su padre Perico, nos lo pasábamos pipa.

No hace falta decir que los mayores tenían sus programas: Recuerdo a mi madre comentando con las vecinas «las desgracias» que le sucedían a los personajes de aquellos interminables seria-les de Guillermo Sautier Casaseca: «Ama Rosa», «Un arrabal junto al cielo»... Todas esperaban ca-da día como agua de mayo la hora de la «nove-la», además cada capítulo finalizaba con mo-mentos expectantes para el día siguiente.

Cuando caía la tarde, para las más religiosas llegaba el rezo del Santo Rosario, transmitido por el popular sacerdote don Clemenciano González, no sin previamente decir la frase del Patric Peyton: «La familia que reza unida, permanece

unida». Los fines de semana eran muy esperados,

pues la noche del sábado emitían el gran programa titulado «Cabalgata fin de se-

mana», dirigido y llevado por el popular locutor argentino Boby D´eglané; quien lograba reunir a las familias completas en torno al aparato de radio, para es-cuchar concursos, actuaciones de can-tantes de moda, humoristas del mo-

mento, como el famoso Pepe Igle-sias «El Zorro», que siempre iniciaba su actuación cantando aquello que hizo tan popular co-mo cualquier otra canción: «yo soy el zorro zorrito, para mayores

y pequeñitos». Aquella del sábado era una

noche tan especial que hasta repercutía en la asistencia al cine a la función de noche, a pesar de haber películas de estreno.

Al ser programas de nivel nacional, los anuncios comer-

ciales también lo eran, quedando grabados en nuestra memoria a pesar del tiempo transcurrido: «Norit el borreguito», «Contra la tos tosiletas», «jabón lagarto»...

No podíamos olvidar el de-porte, espacio preferido para los

hombres... ¡tanto como a las muje-res los seriales! A pesar de mi corta

edad entonces, aún recuerdo «Microdeporte por Tim», años después «Microdeporte por Vi-llafranca».

El siglo XX llegaba a su mitad con los zamo-ranos aficionados al fútbol totalmente ilusiona-dos, sabiendo de memoria la alineación de aquel casi imbatible Atlético Zamora: Cobas, Marín, Goyo, Almaraz, Reyes, Martínez, Gallo, Gar-cía-Diaz, Brigido, Ordóñez y Muga. Era muy fá-cil aprenderla debido a las retransmisiones de los inolvidables Vicente Planells y Miguel Gila, quie-nes acompañaban al equipo en sus desplaza-mientos para «radiar» el partido completo... Cuentan los mayores era una gozada escuchar-los, y muy divertido, pues a la vez de oír el parti-do, se reían con sus ocurrencias.

No puedo finalizar estas remembranzas de la radio en Zamora, sin recordar la gran labor de-sempeñada por todos sus componentes aquellos días posteriores al 9 de enero de 1959, en que el bello pueblecito sanabrés de Ribadelago fue arra-sado por las embolsadas aguas del Tera. En aque-llos programas especiales lograron recaudar gran-des cantidades tanto en dinero como víveres y otros diversos productos, naturalmente con la co-laboración de los radioyentes zamoranos, quie-nes a pesar de las circunstancias económicas no regatearon esfuerzos.

Ahora sí que finalizo, llegando a la conclu-sión que a la Radio le sucede todo lo contrario de otras cosas en este mundo, incluidos los hu-manos, pues hoy, con su ya larga historia vivida, transmite la sensación de haber comenzado vie-ja y actualmente ser más joven cada día. A ello podíamos llamarlo espíritu de renovación, o qui-zás superación.

Días de radioAquellas curiosidades del pasado

La emisora Radio Zamora E.A.J. 72 nació el 19 de julio del 36 informando de la declaración del estado de guerra en nuestra ciudad ● A los dos meses de su creación comunica en informativos los cambios de nombre de las calles de la ciudad: la plaza de la Cárcel pasa a llamarse del General Sanjurjo y la calle del Riego pasó a denominarse de Calvo Sotelo

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Durante la posguerra, los aparatos de radio eran artículo de lujo, solo permitidos a familias de gran nivel económico, pagando por el mismo un impuesto anual Quién no recuerda espacios como «Discos dedicados» y su cantinela «A fulanito de tal en el día de su santo le felicitan su novia, padres, hermanos...» Los seriales de Guillermo Sautier, «Ama Rosa» o «Un arrabal junto al cielo», marcaron un antes y un después en la forma de entender la radio

Gila actuaba en Radio Zamora y vivía y trabajaba en la ciudad.

✒ José-Manuel García Rubio

dominical / VDomingo, 29 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO

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Me lo acaban de contar hace apenas diez horas. Este viernes pasado unas amigas ce-lebraban la despedida de soltera de una de ellas. Llevaban viviendo juntas desde que comenzaron su carrera de enfermería en la escuela de Zamora. Al acabar, armadas con sus mejores galas y tacones, se fueron a ca-sa. Antes de acostarse decidieron tomar la última copa.

Mis amigas están de alquiler en un piso a medio kilómetro de una gasolinera. Su patrona, doña Aureliana, es una buena mu-jer que regenta con su hijo Pascasio una frutería en el mercado de abastos.

Pascasio, que es un muchacho fuerte y bobalicón, de cuando en cuando le lleva a las pupilas una lechuga o unos calabacines. Siempre dice que «total, los iba a tirar…». Las pupilas se lo agradecen, aunque no de-jan de pensar que es un roñoso que solo les da lo que está a punto de pasarse.

La noche que mis amigas salieron a ce-lebrar la despedida de solteras, a eso de las cuatro de la mañana, les entraron unas enormes ganas de fumar. Pero no tenían ta-baco. Ahí comenzó una noche de pesadilla para ellas.

Juliana, la más atrevida, dijo que iba a la gasolinera por tabaco, que siempre estaba abierta. Las demás dijeron que no, que a aquellas horas y con aquella niebla, era pe-ligroso, que irían todas. Y ni cortas ni pe-rezosas, con sus trajes largos y sus tacones de escándalo, se pusieron en marcha.

Después de comprar dos cajetillas de Winston, se pusieron de nuevo en camino a casa. Y entonces ocurrió aquello. Detrás de ellas y de una niebla que apenas dejaba ver los faros encendidos de una furgoneta, comenzaron a llamarles su atención.

Al principio no le dieron mucha impor-tancia, pero los faros encendidos las se-guían y las voces que las llamaban invitán-dolas a subir, no cesaban. Al final, tanta insistencia, hizo que se asustaran. Apresu-raron el paso y la furgoneta apresuró la marcha tras ellas.

Antes de que se dieran cuenta se vieron corriendo, escapando de aquel vehículo que probablemente estaba ocupado por algunos trasnochados ebrios, ávidos de aventuras sexuales.

Carolina, la más alta de todas, se rompió un tacón. Las demás le pedían que dejara el zapato allí y que siguiera corriendo. Pe-ro el suelo estaba húmedo y la acera empe-

drada cortaba la planta de sus pies. Dos de las amigas decidieron esperar y ofrecerle el cuello para que se agarrara a ellas. Ca-si en volandas, como si la llevaran a la si-llita de la reina, siguieron corriendo. Cuando llegaron a casa, el aliento no les llegaba al pecho.

Se sentaron en el sofá y se miraron las caras demudadas y los aparatosos jadeos. Sudaban y tosían como si vinieran de ha-cer la medio maratón zamorana. Juliana dijo al fin:

—Chicas, a lo mejor debimos esperar a la furgoneta...

—Sí, para que nos violaran esos dege-nerados —respondió Carolina, sacudién-dose el barro de la planta de los pies.

Paulina, que era la más animada, fue al armario y sacó una botella de Chinchón.

—Vamos a echar un lingotazo para pa-sar el mal trago —sonrió sirviendo una copa y elevándola en el aire.

Sus amigas cogieron copas y, ya más relajadas, se dispusieron a seguir su juer-ga particular. No habían pasado ni diez minutos, cuando alguien llamó a la puer-ta. Todas corrieron a la habitación y se acurrucaron en un rincón, detrás de una cortina.

—¡Los violadores! —murmuró Caro-lina.

—Hay que llamar a la Policía —dijo Paulina, una pequeñita bien dispuesta,

La frase Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad

ALBERT EINSTEIN

DELFÍN RODRÍGUEZ

UNA AMIGA DE LA ESCUELA DE ENFERMERÍA ME CONTÓ UN ASOMBROSO CASO QUE ACABABA DE PASARLE CUANDO ASISTÍA A LA DESPEDIDA DE SOLTERA DE SU MEJOR COMPAÑERA

delfinario

El violador de la medianoche

A MI COMPADRE VICENTE, QUE SIEMPRE ES GENEROSO HASTA CON QUIEN NO SE LO MERECE

Comenzaron a correr, escapando del vehículo que probablemente estaba ocupado

por unos trasnochados

ávidos de aventuras sexuales

Los timbrazos se

sucedieron, seguidos de

fuertes golpes que aporreaban la puerta. Los

violadores estaban determinados a

entrar

VI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012

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echando mano al bolso para buscar el móvil.

Pero el móvil estaba en el salón. Caminando de puntillas se dirigió a la puerta de la habitación. Los tim-brazos sonaron de nuevo, más insis-tentes. Ninguna se atrevía a alcanzar la mirilla. Paulina cogió el móvil y llamó. Los timbrazos se sucedieron un par de veces más, seguidos de fuertes golpes que aporreaban en la puerta hasta hacerla temblar. Sin du-da que los violadores estaban deter-minados a entrar como fuera. Lue-go todo quedó en un sepulcral si-lencio.

A eso de las cinco de la madruga-da llegó la Policía. Carolina lo adi-vinó a través de los visillos, porque traían las luces de la sirena dadas y se reflejaban a través de los hilos de niebla. Cuando llamaron al timbre de abajo, se apresuró a abrir.

Al momento estaban ante ellas dos jóvenes policías con gorras de plato, altos, fornidos, de muy buen ver. Le contaron lo ocurrido y los jó-venes dijeron que habían dado la alerta para que se buscara la furgo-neta que circulaba a aquellas horas, y solo habían encontrado una, de un pescadero que llegaba de Vigo de Galicia cargado de sardinas y jureles.

Paulina invitó a los salvadores a que tomaran un chupito. Pero ellos estaban de guardia. Aun así, se mi-raron, sonrieron y aceptaron. Un chupito solo no tenía importancia. Juliana se dirigió a poner música. Comenzó a sonar eso de «cuando tú vas yo vuelvo pacá» de Chenoa. Ju-liana se agarró a un policía y co-menzó a bailar sensualmente.

A un chupito siguió otro chupito y así hasta las ocho de la mañana. Cuando los dos policías iban a salir de la casa, la vista se les nublaba. Tu-vieron que apoyarse en el marco pa-ra encontrar el pasillo y el ascensor.

En ese preciso momento salía la patrona doña Aureliana con su hijo Pascasio. Se fue para ellas para re-criminarles que hubieran tenido la música tan alta toda la noche. Y en-cima Chenoa, que si hubiera sido David Bisbal, o el mismo Antonio Molina… Pero al ver a los policías de uniforme se contuvo.

Pascasio se adelantó con una le-chuga en la mano:

—Toma Juliana, que ayer no me abristeis la puerta y eso que era pa-ra daros esto…

—Cómo que no te abrimos —res-pondió ella frotándose los ojos—. A qué hora llamaste…

—Cuando volvíais de la gasoli-nera. Las cuatro serían. Yo estaba echando gasoil. Venía del almacén de coger la verdura para el puesto.

—Cómoooo… —Las chicas se miraron asombradas.

—Como era tan tarde y había tan-ta niebla, pensé que a lo mejor que-ríais que os trajera en la furgoneta para que no pasarais frío, pero echasteis a correr… Luego vi luz por debajo de la puerta y os llamé para daros la lechuga, pero tampoco abristeis… Creí que no habríais lle-gado.

Los policías se comenzaron a reír. A uno de ellos le sobrevino una arcada. Era muy joven y no estaba acostumbrado al Chinchón. El otro apuntó en una libreta el teléfono de Paulina:

—Mañana te llamo, preciosa. —No, mañana no, que es la boda

—respondió Carolina, mientras do-ña Aureliana le decía: «que no vuel-va a repetirse, los vecinos pueden protestar y voy a tener que echaros de la casa».

—Qué fuerte, el violador era Pas-casio, el hijo de la patrona —mur-muró Paulina… Y todas se partieron la caja de risa.

[email protected]

Veía el otro día el reportaje de un pueblo sal-mantino en el que nadie se conocía por su nom-bre. No existían los Antonio Pérez y Palmira Gómez. Todos se conocían por su apodo. La te-levisión lo daba como un hecho excepcional. Y no lo es tanto. En Trefacio, mi pueblo sanabrés, la cosa no anda tan lejos. Pero en casi todos los pueblos sanabreses esa costumbre está muy arraigada.

Yo creo que se debe a que hubo un tiempo en que estaban muy poblados —mi propio pueblo, de cien habitantes ahora, llegó a sobrepasar los quinientos — y como todos se conocían y se llamaban casi igual, era muy difícil nombrar a uno sin tener que preguntar: cuál de ellos.

Es así que nació el «apellido» descriptivo, que nunca ofensivo, que convertía a la persona en única, o referente para ser nombrado sin te-mor a que nadie le confundiese con otro. En es-te afán, los mismos habitantes de los pueblos eran conocidos con gentilicios que en nada de-notaban su procedencia. Así los de El Puente son «triperos», los de Trefacio «burreiros» y los de Puebla «merujeros».

Gracias al ingenio de nuestros mayores, aho-ra estamos llenos de apodos que conservamos con orgullo y responden al oficio, el carácter, el físico, afición o parecido del apodado con un animal o cosa. Lo curioso es que, en ningún ca-so, nadie se siente ofendido porque sabe que, quien lo dice o pone, no tiene ánimo alguno de insultar o zaherir.

Es así que existan apodos de: Herrador, para el que herraba las caballerías o Herrero, para el que trabajaba en la fragua, Tumbarrobles, para alguien que tenía una industria de madera, Pa-pelón, para una familia que provenía de escri-bientes, Pintasantos, para un pintor, Gaiteirico, Aceitero, Cacharreiro, Chispas para el electre-cista o Truchiman, para un buen pescador de truchas a mano… Y así hasta completar un lar-go etcétera que podría constituir un dicciona-rio.

Personas que por alguna causa han tenido si-militudes con animales: en su físico, carácter, imitación de sus sonidos, o vete tú a saber por qué, siempre ha habido un buen puñado. Tene-mos Chivos, Ratones, Jilgueros, Pajaricos en general, Mulas, Zorros, Lobos y Gallinos. En este último caso deberían ser pollos, pero no. Es Gallino.

A los presumidos, se llaman Chulos y a los guapos, Guapo. A los que tienen el pelo largo y descuidado, Mullidas. Pero tenemos también Cocuras, Ñácaras, Couros, Brujas, Chiquitines para una familia en que el padre era muy alto, Chatos,

Risicas por su buen carácter, Pechito, Pechín, Sietelibras, Pelines, Cojos, Abuelos, Gafas, Viuda y hasta Putas y Peliludos, que ignoro por qué será.

Arbóreos tenemos Pinos, Carrascos, Chopas —quizás porque inventamos aquí lo de la igual-dad de género y pusimos así a los chopos hem-bras— Chupos, Zofas, Cerillas y Tararís. La va-riada ensalada de apodos la completan Cancos, Farruscos, Chutas, Tarampinas, Puntillas, Pu-rretos, Caniclés, Chivincas y Chamarines.

La política también dejó Rojos, Franquitos y Falangistas, pero no fue el campo más abona-do para el apodo. Se ve que, en mi pueblo, éra-mos antes pueblo que políticos.

Tenemos también un Mejicano, un Sevilla, un Cristo y un Ruso. Supongo que al Cristo le pon-drían Cristo porque era muy de Iglesia o siem-pre iba con barba y al Ruso, Ruso, porque le ti-rarían los ideales marxistas de aquél país que, en aquel tiempo, tenía habitantes con rabo.

Pueblos con pedigrí

Puerta óptima dominical

dominical / VIIDomingo, 29 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO

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✒ Andrés Montes El físico Javier Cacho Gómez (Madrid,

1952) ha vivido en la Antártida una doble aven-tura, la de la investigación y la de quien se enfrenta a un territorio cuya lejanía y condicio-nes extremas lo preservan de la colonización. Cacho estuvo en la primera expedición españo-la al continente antártico, en 1986, y fue jefe de la base española «Juan Carlos I» en sucesivas campañas. Dedicado al estudio de la atmósfera, su labor investigadora se centró en la década de los ochenta del siglo pasado en el agujero de la capa de ozono, la alteración perceptible en los polos que se puede considerar la primera mues-tra de magnitud de la grave incidencia de la actividad humana en el clima del planeta.

Cacho Gómez es además un divulgador cien-tífico, con varios libros publicados. El último de ellos lleva por título «Amundsen-Scott: duelo en la Antártida. La carrera al Polo Sur» (Fórco-la Ediciones) y narra el desafío legendario por alcanzar el punto más austral de la tierra, sólo unas coordenadas que hace cien años llevaron a la gloria al noruego Roald Amundsen.

—Cuando Amundsen y Scott competían por llegar a allí ¿el Polo Sur era la última frontera para el hombre?

—Era el último gran desafío de la humani-dad. En aquel momento era la última frontera, sólo nos quedaba salir al espacio exterior, con-quistar la Luna y seguir por otros mundos. Había otro límite no alcanzado, que era la máxi-ma altura de la Tierra, el Everest, que ocurrió bastantes años después, y ahí no tuvimos la suerte de asistir a un duelo, como ocurrió en el caso de la Antártida.

—Hoy vemos el Polo Sur como un espacio a proteger, de alto interés científico, pero en plena conquista la perspectiva sobre este territorio era totalmente aventurera.

—Tenía el interés de la exploración, que es un concepto que tenemos un poco abandonado porque en la Tierra ya hemos dejado de explo-rar. En aquel momento sí existían los explora-dores profesionales. El Polo Sur es un punto físico, no es nada en sí mismo, pero tenía todo el simbolismo de alcanzar los dos extremos, los lugares más distantes de toda la Tierra, el Polo Norte y el Polo Sur. Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX se sucedieron las expedi-ciones de uno y de otro. El XIX vivió la exten-sión del hombre occidental por todo el planeta. Fuimos alcanzando nuevos territorios, avasa-llando y dominando culturas. Sólo había dos zonas que se nos resistían, que eran las zonas po lares. En el caso del Polo Norte todavía hay

tribus dispersas. En la Antártida no existe población autóctona, nunca hubo ocupación allí, no sólo por las dificultades para sobrevivir, sino porque está tan alejado de cualquier otro lugar que su colonización fue imposible, siem-pre permaneció virgen.

—Queda lejos incluso para nosotros hoy que tenemos la sensación de que todo el mundo es accesible.

—Voy a ilustrar esa distancia con una histo-ria personal. Mi mujer es científica como yo y cuando hacía campañas en la Antártida trabajá-bamos en el mismo grupo de investigación. Ella podía haber venido conmigo porque íbamos siempre en grupos de dos. Nunca fue y ni siquiera se lo planteó. Y no porque no le entu-siasmase la idea tanto de la aventura antártica como de la propia investigación, sino porque allí sabes cuándo vas pero no cuándo vuelves. Recuerdo una vez que fui para un mes y me quedé cuatro. Los vuelos son muy especiales. En la Antártida hay cinco o seis aeropuertos, por llamarlos de alguna manera. Son pistas de tierra batida, permafrost, y las luces de señali-zación bidones de gasóleo que se encienden en caso de que sea de noche o haya niebla. Había un vuelo mensual para cubrir las necesidades de la base. Yo pensaba volver en el siguiente avión y lo que era una conexión mensual se aplazó cuatro meses. Allí estás lejísimos de todas par-tes.

—¿Y cómo se vive a tanta distancia y tan aislado?

—Es algo que se sobrelleva como se puede. La investigación científica en la Antártida es apasionante, pero también peligrosa. Comparti-mos los mismos peligros que los exploradores que alcanzaron el Polo Sur, aunque la vida ya no sea la misma. hemos cambiado en alimenta-ción, en equipamiento y en vestuario. Pero los grandes cambios son las comunicaciones, la posibilidad de saber dónde estás a través de un GPS o el poder, en un momento determinado, llamar a la base o al compañero, o incluso lla-mar a casa. Ése es el gran cambio. Cuando vas a la Antártida sabes que todo lo que ocurra en tu entorno más inmediato de familia o amigos es algo lejano porque no vas a poder influir en nada. Recuerdo una ocasión en que, cuando estaba preparando un grupo para ir a la base «Juan Carlos I», un chico que tenía a su padre muy enfermo me preguntó si en caso de falle-cimiento podría volver. Y tuve que decirle que no podríamos hacer nada. Si alguien de la expe-dición sufre una enfermedad o un accidente se ponen todos los medios logísticos para sacarlo de allí. Pero no podemos hacer eso mismo por

circunstancias de tipo personal por más graves que resulten. A quien se queda aquí le ocurre lo mismo, es consciente de que tú estás en un entorno peligroso. Atraviesas zonas en las que sabes que si te caes al agua el tiempo de super-vivencia son dos minutos si no llevas un traje especial. Después de ese plazo lo que recogen es ya un cadáver. Trabajas con vehículos pesa-dos con los que te puedes accidentar y no hay un servicio de emergencias que te atienda de inmediato. Allí tienes al médico de la base y nada más.

—Es entonces una labor científica de alto riesgo, por lo que cuenta.

—Sin duda. Recuerdo una base argentina en la que pasaban el invierno y tenían lo que lla-maban un quirófano. Consistía en la camilla de la enfermería y una lámpara ultravioleta para intentar depurar el ambiente y que estuviera lo menos contaminado posible en caso de tener que operar. Te ves muy limitado, aunque no como los primeros exploradores, que cuando se iban estaban allí períodos de tres años durante los que no había noticia de ellos. Con suerte, un barco se podía acercar una vez al año, en el momento en que el mar se abría y podían atra-vesar los hielos. Todavía conservamos ese sabor de aventura que yo creo que es el que nos ha movido a salir de África y que es innato en el ser humano. Esa curiosidad por saber lo que hay más allá es la misma que tiene el investiga-dor en cualquier campo de la vida.

—En el terreno de la investigación la Antártida es un espacio muy provechoso.

—España organizó su primera expedición a la Antártida hace veinticinco años y desde

entonces los científicos vamos con regularidad. La investigación allí es provechosa porque nos encontramos en un entorno en el que la vida está al límite, las condiciones son muy adversas y los seres vivos han desarrollado estrategias de adaptación al frío y a esos seis meses en los que no hay insolación. Toda esa información que recabamos es interesante para muchas cosas. La sangre del pez hielo, por ejemplo, se mantiene líquida pese a las bajas temperaturas gracias a unas enzimas que actúan como anticongelante y que podrían servir para desarrollar un medica-mento que contribuya a mantener la sangre más fluida en personas con problemas circulatorios. Tenemos un campo muy grande de estudio tanto en biología como en geología y lo rela-cionado con la atmósfera. Todo lo que ocurre en la Antártida nos afecta al resto del planeta, es uno de los focos que mueven toda la ingeniería del clima a nivel planetario. Conocer ese clima nos permite mejorar nuestras predicciones meteorológicas. Yo fui a la Antártida a raíz del descubrimiento del agujero de ozono. Fue para-dójico que al lugar más limpio y más impoluto del planeta llegase la contaminación producida en un lugar tan distante como el hemisferio Norte. Gracias a que allí había bases que moni-torizaban el ozono pudimos poner en marcha acuerdos internacionales encaminados a evitar ese daño atmosférico. Si no se hubiese prestado atención a esa investigación básica, probable-mente habríamos descubierto el agujero de ozono cuando hubiese llegado a Sudamérica, el proceso de control habría resultado más lento y sus efectos adversos se habrían manifestado en capas más amplias de la población. Hasta

Javier Cacho Gómez

Físico, investigador en la Antártida y escritor

«El trabajo científico en el continente antártico es apasionante, pero también peligroso, allí se sabe cuándo vas pero no cuándo vuelves» ● «El agujero de ozono nos mostró la paradoja de que al lugar más impoluto del planeta llegase la contaminación que producimos en el hemisferio Norte»

«La investigación en la Antártida resulta provechosa porque es un entorno en el que la vida está al límite»

X / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012

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SOLUCIONES A LOS PASATIEMPOS

«Roll back»: Un ejercicio para descomprimir la columna

Los primeros aparatos fueron improvisados con muelles de camas en la I Guerra Mundial

Fue la primera creación de Joseph H. Pilates. Conocido también como Pilates Trape-cio, el Cadillac es una cami-lla con un marco de metal en la parte superior equipado con ligas, poleas y barras mó-viles que permiten realizar más de 80 ejercicios de Pila-tes.

Pilates viajó a Inglaterra en 1912. Debido al estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Joseph H. Pilates, fue recluido, junto con otros

ciudadanos alemanes, en un campo para enemigos extran-jeros situado en Lancaster. Allí enseñó lucha y autode-fensa, motivando a otros a se-guir su programa de entrena-miento físico. Fue allí donde comenzó a concebir su siste-ma de ejercicios originales. Usando muelles de las camas e improvisando ejercicios con aparatos para enfermos pos-trados en camas, ideó sus pri-meros equipos de rehabilita-ción. Lo primero que incor-poró fueron muelles a las camas de los enfermos. La utilización de estos muelles permitía el movimiento más fácil de las piernas y brazos de los enfermos, logrando im-portantes resultados y los sol-

dados recuperaban de forma progresiva la movilidad per-dida. Con el tiempo, fue mo-dificando la máquina y crean-do ejercicios para utilizarla.

En la actualidad el Cadi-llac se usa tanto para recupe-rar la forma física como para ejercitar personas que sufren de artrosis, traumatismos o artritis, ya que tanto el movi-miento de la columna verte-bral como la flexibilidad se pueden trabajar de manera muy cómoda.

Los esfuerzos pueden ser adaptados gracias a que los anclajes pueden cambiarse a diferentes intensidades, así el esfuerzo puede ajustarse a las necesidades individuales de cada persona.

Pilates Cadillac

Pilates

(*) Especialista en Pilates. Centro Pilates.

✒ Nieves Álvarez (*)

mediados de este siglo no se recuperarán las condiciones normales de ozono. Si hubiésemos seguido con esas emisio-nes contaminantes el resultado habría sido catastrófico.

—¿Podemos decir entonces que el agujero de ozono está controla-do?

—Diría que sí. Lo que ocurre es que los com-puestos que provocan esa destrucción del ozono tienen una larga vida media, algunos pue-den permanecer en la atmósfera hasta 130 años, lo que implica que aunque hayan cesado las emisiones contaminantes esos elementos todavía están presentes.

—Con el agujero de ozono hubo más unani-midad que con el calen-tamiento global, en torno al cual existe una controversia de fuertes tintes ideológicos.

—El descubrimiento del agujero de ozono fue algo escalofriante: se trataba de un efecto muy virulento y resultaba evidente que lo está-bamos provocando nosotros. Ningún grupo ecologista hubiera soñado que en pocos años se adoptasen las medidas para revertir esa con-taminación, batimos un auténtico récord con esas medidas. El caso del calentamiento es mucho más complicado. Aunque los CFC (clorofluorocarbonos) causantes del agujero de ozono influyen en la cadena del frío, todos tenemos nevera en casa y los productos con-gelados se mueven por todo el mundo, su peso en nuestra economía no es tan vital como el del petróleo, el pilar de toda la economía occi-dental. Pero también es cierto que existen algunas dudas sobre si todo el proceso está originado por estas emisiones de CO2. Puede haber procesos naturales. Ahora se está estu-diando si ese calentamiento puede tener un origen parcial en la actividad solar, en deter-minadas longitudes de ondas del espectro de emisión solar. Éste es un campo de estudio complejo. Pero siempre debe primar la caute-la. Si no estamos seguros de si un producto es bueno o malo, lo que hay que procurar es con-sumirlo lo menos posible.

—En la Antártida los efectos de ese ca -lentamiento global parecen menos aprecia-bles que en el Polo Norte.

—Son menos apreciables, es cierto. España tiene allí dos bases, ambas en la zona periféri-ca, que es donde más se están notando los efectos del calentamiento global. En otras zonas está ocurriendo todo lo contrario, y los modelos climáticos anticipan que en las tres cuartas partes del continente no se va a produ-cir una fusión, sino todo lo contrario, se va a acumular más hielo y a un ritmo superior del que se acumula ahora. Así que sólo una terce-ra parte estaría afectada por el cambio climá-tico. Esto es consecuencia de muchos factores.

Primero, en el caso del Ártico, todos los focos de contaminación los tenemos en el hemisfe-rio Norte y ese polo es un mar que se congela y que se deshiela, lo que lo hace más vulne-rable a los cambios de temperatura. En la Antártida lo que tene-mos es una capa de hielo de hasta cinco kilómetros de espesor. Y sólo la parte del lito-ral es la que se ve afec-tada por las corrientes marinas. En definitiva, para forzar un cambio climático el agua es mucho más peligrosa que el aire.

—La ciencia no se escapa a los recortes presupuestarios. ¿La investigación en esas bases del Ártico se verá afectada por esa

merma de la financiación o es una actividad consolidada?

—Mantener un barco oceanográfico como el «Hespérides» requiere un esfuerzo econó-mico importante, pero esa actividad se seguirá manteniendo. Cabe pensar que en lugar de mandar a cuatro científicos sólo podrán ir tres, que haya que reducir el personal de las bases o ampliar los plazos de los proyectos de inves-tigación para repartirlos en más anualidades, pero creo que la investigación en la Antártida está afianzada. Habrá recortes, pero estoy absolutamente convencido de que no se cerra-rán las bases antárticas ni el «Hespérides», quedarán en dique seco durante los próximos tres años. Es un panorama que no se puede ni plantear.

—Usted desarrolla una labor importante como divulgador.

—Es algo vocacional. La faceta más próxi-ma a mi personalidad es la divulgación. Esto no resulta habitual entre los científicos, que suelen estar más centrados en sí mismos que en la transmisión de lo que hacen. Me apasio-na poder contar lo que yo sé. Trabajo en un centro de investigación, pero estoy convencido de que tenía que haber sido profesor universi-tario, la parte de la docencia me gusta mucho. Cuando fuimos a la Antártida para estudiar el agujero de ozono yo no quise limitarme a la tarea investigadora. Entonces me impliqué en tratar de convencer a todo el que se ponía por delante de que estábamos ante un problema grave. Es muy importante que el científico comparta lo que hace con la sociedad.

—Pero eso no es lo habitual, e incluso hay quien considera un demérito esa labor divulgadora.

—Los tiempos están cambiando, por fortu-na, pero hace veinticinco años cuando yo hablaba en la prensa o en la radio de asuntos científicos mis compañeros me miraban con cierto recelo, por no decir directamente que me miraban mal.

❜❜Hasta mediados de este siglo no se revertirá del todo el agujero de la capa de ozono Hace veinticinco años, cuando yo hablaba en los medios de asuntos científicos, mis colegas me miraban con recelo, por no decir que me miraban mal

Javier Cacho, en Oviedo. / NACHO OREJAS

OBJETIVO DEL EJER-CICIO: Articula y descom-prime la columna. Estira los músculos de la columna.

POSICIÓN INICIAL: Siéntese en el mat, con el pe-so en los isquiones, de cara a la barra y con la planta de los pies firmemente apoyadas en los postes verticales. Man-tenga la columna erguida y las rodillas mirando al techo. Sujete la barra con ambas manos, con los pulgares ha-cia abajo, separadas la dis-

tancia entre los hombros. Inhale: Mediante el powerhouse, lleve la cabeza hacia delante e inclínese ha-cia atrás lentamente hasta que la pelvis se halle en un ángu-lo de 45 grados.

Exhale: Presiones con los pies en los postes verticales, coloque el coxis hacia abajo y haga descender una vérte-bra tras otra sobre el mat. Du-rante todo el movimiento, el coxis debe “perseguir” el hueso púbico.

Inhale: Levante la barbilla hacia el pecho.

Exhale: Vaya subiendo las vértebras de una en una, y pre-siónelas sobre el mat antes de separarlas de la superficie.

SIMPLIFICACIONES: Para alumnos con la espalada rígida o agarrotada, flexione las rodillas, deténgase en el punto donde está tensa y pro-fundice el estiramiento me-diante la respiración.

REPETICIONES: Entre 3 y 5.

dominical / XIDomingo, 29 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO

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XII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012

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dominical / XIIIDomingo, 29 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO

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En forma

✒ Martín Caicoya Médico

Nombrar, ordenar, clasificar fue la tarea que se impuso la ciencia del siglo XVII y XVIII. Los botánicos estaban a la cabeza de ese movimiento. Linneo fue el más grande. Logró sintetizar todos los esfuerzos anteriores y tuvo la visión de un método. Estambres, pistilos, cáliz y corola determinan el género. La especie se establece mediante el pericarpio, receptáculo y semilla, y con las raíces, tronco, ramas y hojas se llega a la varie-dad. Simple y brillante. En medicina, durante más de 100 años se intentó hacer una clasificación de las enfermedades al modo de los botánicos. Pero les faltaba una teoría que ordenara coherentemente los datos que recogían.

El problema de clasificación no es baladí porque sólo así podemos estudiar las enfermedades y comparar la utilidad de los tratamientos. Los americanos, por ejemplo, prefieren denominar enfisema a lo que en Europa llamamos bronquitis crónica. También allí se inclinaban más por el diagnóstico de psicosis maniaco-depresiva en algunos casos que aquí lla-mábamos esquizofrenia. Algo parecido ocurría con la demencia. Cuando a fina-les de la década de los 80 en EE UU me hablaban de alzhéimer yo creía que denominaban así a lo que nosotros eti-quetábamos como demencia arterioscle-rótica. Todavía en esa época muchos médicos se empeñaban en curarla con unas gotas milagrosas para el riego a pesar de que sabíamos muy bien que eran inútiles. Entonces el diagnóstico de alzhéimer se guardaba para algunos casos raros de demencia presenil de evo-lución rápida. No tardamos en darnos cuenta del error y como toda Europa empezamos a clasificar correctamente la demencia. Hoy los expertos ajustan el diagnóstico de una manera extraordina-ria.

La enfermedad de Alzheimer es la sép-tima causa de muerte en España. Además existen otras formas de demencia, la más importante, la que hoy se llama vascular, producida casi siempre por repetidos infartos cerebrales mínimos.

Desconocemos la causa exacta de la enfermedad de Alzheimer, pero conoce-mos su patología o creemos conocerla. Como saben ustedes, los genes deciden qué proteínas fabrica la célula. En lo más

esencial, somos proteínas. Las grasas también forman parte de nosotros, en la pared celular, como hormonas, y los azú-cares tienen un pequeño papel. Pero la

función más importante de grasas e hidratos de carbono es la energética. Los genes dan órdenes o responden a las demandas del organismo fabricando las

proteínas que pueden resolver esa situa-ción: más músculo, más vasos o más enzimas. Estas últimas son las sustancias que permiten o facilitan las reacciones químicas, la vida. A veces las células se equivocan y fabrican proteínas que son dañinas. Una de esas situaciones parece ser que ocurre en el alzhéimer. Los cere-bros de estas personas tienen entre las neuronas unas placas hechas de amiloi-de, una proteína, y unos ovillos de pro-teína tau. En cualquier envejecimiento ocurre eso, pero está más extendido en el alzhéimer. Probablemente estos depósi-tos son los que causan la alteración de la función mental, aunque hay que recono-cer que se aprecian muchos otros cam-bios en esos cerebros.

Es muy frecuente que no conozcamos la causa exacta de una enfermedad, pero llegamos a saber circunstancias que incrementan la probabilidad de que ocu-rra. Se denominan factores de riesgo. Por ejemplo, tabaco, colesterol, sedentaris-mo, obesidad, hipertensión y diabetes son factores de riesgo cardiovascular: ¿cuáles son los de demencia?

En la demencia vascular, que constitu-ye aproximadamente el 10% de todas las demencias, los factores de riesgo son los cardiovasculares. En el caso de la enfer-medad de Alzheimer las cosas no están tan claras. Hay estudios que muestran que una dieta rica en vegetales y frutas cuando se combina con ejercicio físico disminuye el riesgo. El efecto es menor si se examina cada una de ellas por sepa-rado. Quizá junto con el nivel educativo y las actividades de recreo son los facto-res con más posibilidades de ser protec-tores. Como factores de riesgo, es posi-ble que en la edad media la hipertensión y la diabetes favorezcan la aparición del alzhéimer. En cuanto al tabaco, leí algu-na vez que podría proteger de esta enfer-medad, quizá por su papel de activador de la función cerebral. La verdad es que no hay estudios que avalen esta suposi-ción. Es más, si algo se puede decir es que puede ser perjudicial.

En la actualidad, lo mejor que pode-mos recomendar para prevenir la demen-cia es una vida sana. La teoría de que una mente más activa puede resistir mejor el deterioro es muy atractiva. Por una parte, puede ser más plástica y reorganizarse cuando algunos circuitos cerebrales colapsan porque no circula la informa-ción debido a las placas y ovillos. Por otra, si se tienen recursos como conse-cuencia de una vida activa, algunos se mantendrán, de manera que más funcio-nes cerebrales permanecerán.

Lo verdaderamente sorprendente de la prevención es que es universal: la que sirve para el cáncer es útil para la enfer-medad cardiovascular y posiblemente para la demencia.

Las palabras y las cosas

Lo mejor que podemos recomendar para prevenir la demencia es una vida sana. La teoría de que una mente más activa puede resistir mejor el deterioro es muy atractiva

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XIV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012

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✒ Ángel Macías (*)

Seguro que en más de una ocasión, la ma-yoría de los lectores se han visto obligados a contratar de manera obligatoria un seguro en su oficina bancaria para poder así acceder a la concesión de un préstamo con garantía hipo-tecaria y adquirir, por ejemplo, su vivienda fa-miliar u otro activo inmobiliario. Habitual-mente, la exigencia suele concretarse, al me-nos, en dos pólizas distintas: Un seguro de hogar y un seguro de vida, que se le dice al cliente, debe mantener durante toda la vida del préstamo hipotecario.

Se trata, pues, de un complemento más a la retahíla de requisitos que se exigen por Ban-cos y Cajas para la concesión de un préstamo, y más en estos tiempos que nos está tocando vivir y en los que las relaciones con las enti-dades financieras no son precisamente fáciles ni mucho menos, de igual a igual.

Sobre ello conviene hacer toda una serie de puntualizaciones de carácter legal, de forma que sepamos hasta donde debe llegar el banco y hasta donde no en su exigencia, tanto inicial como a lo largo de la vida del préstamo, que en algunos ocasiones son muchos, muchísi-mos años.

¿Es obligatorio contratar algún seguro?

Según la normativa hipotecaria, el único se-

guro que obligatoriamente ha de ir vinculado a la contratación de un préstamo hipotecario es el seguro de daños. Así la Ley del Mercado Hipotecario, y el reglamento que la desarrolla, señalan que los bienes hipotecados habrán de estar asegurados contra daños por el valor de tasación, con un seguro adecuado a la natura-leza de los mismos. Conviene destacar que dentro de las coberturas a suscribir, la propia legislación excluye como obligatoria la relati-va al robo. Así pues, este caso no ofrece duda. Es obligatoria la contratación de un seguro de daños.

La siguiente pregunta que nos asalta es, dando por hecho lo anterior, si tenemos que “tragar” con el seguro que el banco nos impo-ne, de su propia aseguradora o de alguna com-pañía concertada o, si por el contrario, pode-mos suscribir libremente la póliza con cual-quier aseguradora y mediador. En esta cuestión, la respuesta es clara. El cliente lo úni-co que debe hacer es acreditar a su entidad que ha contratado la póliza correspondiente, te-niendo total libertad para elegir en el mercado.

Esto, que es así de sencillo en teoría, choca con frecuencia con el cuasi chantaje que todos hemos sufrido en alguna ocasión: “Tienes que hacer nuestro seguro o no te puedo dar el prés-tamo”. Ante ello la solución más práctica es, sin duda, suscribir esa póliza con el préstamo,

pero nada podrá impedir que a su vencimien-to tras el primer año, comuniquemos al banco con la antelación suficiente nuestra decisión de no renovarlo, formalizando el nuevo con el mediador que deseemos y que mejores garan-tías y precio nos ofrezca y aportando simple-mente la copia de la nueva póliza o del justifi-cante de pago a la entidad financiera.

El seguro de vida

Con el seguro de vida que de manera habi-

tual se está también exigiendo, la cuestión es distinta (al menos, otra vez, desde un punto de vista teórico), por cuanto no es un seguro le-galmente obligatorio, lo que no obsta para que sea una opción perfectamente legal la inclu-sión de esa exigencia, e interesante —desde luego para el banco y, probablemente también para el prestatario—, pues queda garantizada con él, la devolución del préstamo aún en el caso de muerte o gran invalidez del prestata-rio. Es importante comprobar (cuestión que muchos hipotecados desconocen) cómo en la póliza, quien figura como beneficiario del se-guro suscrito es el propio banco y no el toma-dor del mismo, es decir, no quien lo paga ni sus herederos, quienes, en caso de producirse la contingencia asegurada, sólo se verán bene-ficiados porque no tendrán que hacer frente a la cuantía pendiente del citado préstamo.

No obstante, siendo legal la adición de ese requisito por el banco, lo realmente incorrec-to es incluir cláusulas que obliguen durante la vigencia del préstamo hipotecario, al prestata-rio a mantener el abono de las primas por la póliza de seguro de vida con la entidad presta-mista y sin poder rescindirlo una vez vencida la anualidad por la que se suscribe toda póliza de seguro que se va renovando de año en año. De existir, y de acuerdo con lo contenido en la legislación de defensa de consumidores y usuarios, tal cláusula debería ser considerada abusiva y ser tenida por no puesta sin que ello genere ningún efecto negativo para quien ha solicitado el préstamo. Bastará una vez más con comunicar al banco la no renovación a su vencimiento y la aportación de la nueva póli-za suscrita con otra compañía.

Por otro lado, la Jurisprudencia se ha pro-nunciado en reiteradísimas ocasiones, en el sentido de que la libertad de pacto entre las partes, permite la inclusión de este tipo de cláusulas que exigen unas garantías superiores a las establecidas por la Ley siempre, como he-mos visto, que no puedan considerarse abusi-vas, pero también se ha pronunciado en el sen-tido de que aún en el caso de esa inclusión, y aunque con posterioridad el cliente deje de contratar la cobertura del seguro de vida (con la compañía del banco y con cualquier otra), ese incumplimiento de las condiciones firma-

la vinculación hipoteca-segurosCuestiones legales respecto de la exigencia de suscripción de pólizas de seguro unidas a un préstamo hipotecario

Consultorio jurídico

PÁGINA COORDINADA POR ÁNGEL MACÍAS. ABOGADO. DIRECTOR DE ABIURE ABOGADOS.

Bancos: das no permitirá a la entidad financiera resol-ver el contrato de préstamo, pues como ha de-clarado el Tribunal Supremo (Sentencia del 16-12-2009), «las cláusulas de vencimiento anticipado de un préstamo hipotecario por el incumplimiento de prestaciones accesorias deben considerarse abusivas, por cuanto con-ceden virtualidad resolutoria a incumpli-mientos irrelevantes que pueden dejar la re-solución del contrato de préstamo al arbitrio de las entidades de crédito y comportan un de-sequilibrio importante para el prestatario».

Podrá, en su virtud, la entidad financiera instar el cumplimiento de la obligación con-tractualmente adquirida, pero no dar por re-suelto o vencido anticipadamente el contrato de préstamo.

Concluyendo

Así pues y a modo de recapitulación debe-

mos remarcar: • Es obligatorio suscribir una póliza por el

valor de tasación del bien hipotecado para cu-brir los posibles daños o desperfectos que pueda sufrir el inmueble que sirve de garantía para la devolución del préstamo concedido.

• El banco puede exigir que se suscriba con una determinada aseguradora (normalmente la propia del banco), pues de no querer hacer-lo así, el cliente tiene la libertad de acudir a otra entidad que le deje libertad.

• Sin embargo, nada puede impedir al pres-tatario que tras el primer año o tras cualquie-ra de los vencimientos posteriores, comuni-que la no renovación de esa póliza de seguro suscrita, haciéndolo con la antelación sufi-ciente y aportando a la entidad financiera el justificante de la nueva póliza suscrita al efec-to.

• En cuanto el seguro de vida como garan-tía de amortización o a cualesquiera otra exi-gencia de este tipo, no son legalmente obliga-torios por lo que aunque algunas entidades lo exijan, habrá otras que no.

• Esta exigencia no choca con la Ley, sino que forma parte del ámbito de la libertad de las partes a la hora de convenir, por lo que es perfectamente válida.

• Tanto en este caso como en el seguro de daños, es abusiva y se tendrá por no puesta cualquier cláusula que trate de obligar a que la póliza sea suscrita a lo largo de toda la vida del préstamo con una determinada compañía aseguradora, pudiendo el prestatario suscri-birla con quien considere conveniente o más beneficioso para él.

• Incluso en el caso de que el prestatario de-cida desatender la obligación de mantener vi-va una póliza de seguro de vida, ese incum-plimiento de lo pactado no autoriza al banco a dar por resuelto el contrato y, por lo tanto, a dar por anticipadamente vencido el contrato de préstamo con garantía hipotecaria.

Ya lo saben, pues, dejen que su banco mar-que sus condiciones de financiación y contra-tación, pero déjense amedrentar sólo lo justo. Elijan adecuadamente entidad y condiciones y, en todo lo que no sea estrictamente banca-rio, como es el caso de los seguros de sus-cripción obligatoria, legal o contractualmen-te, ya sea al principio, ya tras el primer año o en cualquiera de los sucesivos vencimientos, busquen, comparen y contraten aquello que más les interese a ustedes, no al banco o a un determinado empleado. Es su derecho y la Ley les asiste.

(*) Ab Iure Abogados

dominical / XVDomingo, 29 de enero de 2012 / LA OPINION-EL CORREO

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✒ J. A. Otero Ricart Una especie de grandes almace-

nes de todas las emociones huma-nas. Así describía G.K. Chesterton la obra literaria de Charles Dickens, el autor inglés que mejor retrató la sociedad de la Revoluu-ción Induistrial y los personajes de la época victoriana y del que se cumplen 200 años de su nacimien-to.

Para conmemorar el Año Dickens 2012 Alba Editorial pu-blica en edición de bolsillo «David Copperfield», una de las obras cla-ve de la literatura universal. Desde su publicación por entregas entre 1849 y 1850, esta novela ha acom-pañada a numerosas generaciones de jóvenes lectores, dejando siem-pre en ellos una profunda huella. La edición de Alba presenta una nueva y excelente traducción ínte-gra de Marta Salís, la primera en castellano en más de cincuenta años de esta obra, que sigue des-pertando el interés de jóvenes y mayores. La traducción se basa en el texto de la primera edición, de 1850, que apareció poco después de que finalizase la novela por en-tregas.

Alba Editorial, que había publi-cado anteriormente «David Copperfield» en una cuidada edi-ción con las ilustraciones origi-nales de H. K. Browne, Phiz, lan-za ahora esta edición de bolsillo con el objeto de llegar al gran público y conmemorar como se merece este Año Dickens. «Da-vid Copperfield» es todo un ejemplo de que se puede escri-bir literatura popular sin reba-jar la calidad literaria. El autor se inspiró en algunos hechos de su propia vida, consiguien-do así dar toda la fuerza a unas situaciones que conoció per-

sonalmente: un niño criado por un padrastro frío y una madre enferma ingresa en un severo internado, después entra a trabajar en unos sórdidos almacenes...

Con buenas dosis de ternura y verosimilitud, Dickens se interesa como nadie por los personajes se-cundarios, al tiempo que realiza una dura crítica social al mostrar las condiciones laborales de la Re-volución Industrial.

Charles Dickens nació en Ports-mouth el 7 de febrero de 1812. Apenas recibió ninguna educación hasta los nueve años, pero muy pronto se convirtió en ávido lector. Tras vivir en uno de los suburbios más pobres de Londres, conoció el ambiente carcelario tras el ingreso en prisión de su padre por impago de sus deudas. Con doce años em-pezó a trabajar en una fábrica de betún para el calzado. En 1827 fue

contratado como pasante en un bu-fete de procuradores y después co-mo taquígrafo judicial. Tras cola-borar como reportero en un perió-dico, en 1934 fue contratado como corresponsal parlamentario de «The Morning Chronicle». Sus ar-tículos tuvieron un gran éxito y dieron paso a la publicación de las primeras entregas de «Papeles pós-tumos del club Pickwick». Des-

pués aparecerían otras de sus gran-des obras como «Oliver Twist» -llevada al cine en numerosas oca-siones-, «Estampas de Italia», «Da-vid Copperfield» -de la que llegó a vender hasta 100.000 ejemplares- o «La pequeña Dorrit». Charles Dickens murió en Londres en 1870.

La mayoría de sus obras fueron publicadas originalmente como en-tregas mensuales o semanales en periódicos, e impresas posterior-mente en libros. Gracias a la publi-cación por entregas, las obras de Dickens consiguen atrapar la aten-ción del lector a lo largo de toda la narración; aunque también se dice que redactaba primero el final de sus novelas y después reconstruía el comienzo, para que quedasen así todos los cabos atados. Sea como fuere, lo cierto es que su capacidad narrativa y la descripción de am-bientes y personajes le han conver-tido en todo un clásico de la litera-tura.

«La pequeña Dorrit»

Para conmemorar el bicentena-

rio de su nacimiento, Alba Edito-rial publica además una nueva tra-ducción de «La pequeña Dorrit» a

cargo de Carmen Francí e Ismael Attrache y en edición de lujo. Pu-blicada por primera vez por entre-gas de 1855 a 1857 , se trata de una de las mejores novelas de Dickens, todo un compendio de su destreza narrativa, de su ingenio cómico y de su talento para crear ambientes y personajes. Pero también es una sátira sobre la incompetencia del gobierno de la época y la hipocre-sía de la sociedad victoriana. Una buena parte de las críticas se cen-tran en los problemas sociales de la industrialización, entre ellos la fal-ta de seguridad de los trabajadores, así como en la incompetente e in-necesaria burocracia de la Hacien-da británica.

La editorial Alba tiene además en su catálogo otras destacadas obras del autor inglés como «Oli-ver Twist», «Grandes esperanzas», «Estampas de Italia», «Una casa en alquiler» y «La señora Lirriper».

«Oliver Twist» narra la historia del pequeño Oliver, criado en un hospicio, empleado y maltratado en una funeraria, que al escapar rumbo a Londres es reclutado por una banda de ladrones que él no re-conoce como tales; un magnífico relato sobre la inocencia acosada. En»Grandes esperanzas», el autor británico plantea el conflicto que vive el joven Pip entre la vida hon-rada y pobre de herrero rural y el deslumbramiento que le provoca la sociedad opulenta en la que entra gracias a un golpe del azar. Como en otras de sus obras, en esta histo-ria aparecen huérfanos, amigos lea-les, presidiarios, herencias, prófu-gos... En una palabra, el mundo que conoció en su infancia.

«Estampas de Italia» es el resul-tado de casi un año de viaje por Ita-lia en 1844. Con su agudeza como observador, Dickens se siente atraí-do por la desolación de los pueblos y ciudades, la vida callejera llena de colores y olores y los signos de un rico pasado. La excelente tra-ducción de Ángela Pérez está rea-lizada sobre la primera edición del libro de 1846, con algunas correc-ciones que Dickens introdujo en la edición posterior de 1859.

El despliegue de Alba Editorial para celebrar el Año Dickens 2012 será, sin duda, muy bien acogido por los lectores, que en algunos ca-sos descubrirán por vez primera al escritor inglés. Un año, pues, para recordar a Charles Dickens de la mejor forma: acercándonos a sus grandes obras; entre ellas «David Copperfield», que a pesar del tiem-po transcurrido sigue conmovien-do a lectores de todas las edades. Y es que, como señaló Chesterton, «Dickens es tan llano, que incluso los doctos exquisitos pueden en-tenderlo».

Dickens 200 Alba inicia la celebración del bicentenario del nacimiento del autor inglés incorporando a su catálogo dickensiano «David Copperfield» en edición de bolsillo y «La pequeña Dorrit» en nueva traducción y presentación de lujo

❜❜La mayoría de las obras de Charles Dickens fueron publicadas originalmente como entregas mensuales o semanales en periódicos ingleses

Retrato de Charles Dickens.

XVI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 29 de enero de 2012