¿Y mi cuento?

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Cuentos interactivos para niños

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SEGUNDA EDICION: Mayo de 2009

Portada: Laura Gabriela Ortiz Pedraza

DERECHOS RESERVADOS

SENAPI Nro. 1-477/2003

Hecho el depósito legal.

Propiedad del autor.

Ricardo Ortiz Gutiérrez

Título original: ¿Y mi cuento?.

www.lachiquitania.blogspot.com

www.paradorsantaana.blogspot.com

E-mail: [email protected]

San Ignacio de Velasco, Santa Cruz, Bolivia. 27 de mayo de 2009.

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PRESENTACION SEGUNDA EDICION

Querida Laurita:

Ya no eres más la niñita de seis años que un día me propuso

que escribamos estos cuentos, los cuales los fuimos

inventando juntos cada noche antes de que te duermas. Los

años van pasando y poco a poco te vas transformando en

una hermosa jovencita. Sé que éste último tiempo no ha

sido fácil; sin embargo sé también que el esfuerzo no ha

sido en vano. Me enorgullezco hasta las lágrimas cuando veo

que tu actitud ante la vida es la correcta. El que estés entre

los primeros alumnos de tu curso me alegra como padre; sin

embargo más alegría me da el saber que lo haces por

voluntad propia de salir siempre adelante. Me encanta

escucharte tocar el violín y más aún cuando sé que te has

pasado tardes enteras tratando de encontrar las notas, de

oído, de las canciones que sabes que me gustan. El día que

me dijiste que preferías hacer y vender veinte lagartitos (tus

artesanías de chaquira) en vez de extender la mano y recibir

un Bono del Estado, ese día me di cuenta una vez más de

que el futuro es todo tuyo.

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Siga mi hija adelante. Tenga a Dios como luz de su camino

en cada momento, y más aún cuando el camino se torne

pedregoso y lleno de obstáculos. No desmaye nunca en

lograr hacer realidad sus sueños, respetando a todos incluso

hasta aquellos que no estén de acuerdo contigo. Te acuerdas

cuando una tarde me acompañaste a pintar la escuela de un

pequeño pueblito Éramos dos locos pintando solos ante la

mirada atónita de muchos; sin embargo esa pared que

juntos pintamos significó que a los tres días todo el pueblo

estuviera pintado por voluntad de sus propios vivientes, sin

que nadie los obligue. Y es que tu voluntad de esa tarde,

aún a pesar de que estabas agripada, fue capaz de mover

montañas.

La vida nos enseña día tras día e igual te enseñará a ti que

independiente de todos los problemas y escollos con los que

nos podamos encontrar, siempre habrá una razón por la cual

seguir adelante. Siempre habrá alguien que nos quiera el

bien, aún a pesar de las adversidades. Y siempre habrá una

sonrisa de niño que nos transportará a mundos de

ensueños. Tu Padre que te quiere mucho. Ricardo

San Ignacio de Velasco, 27 de mayo de 2009.

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PRESENTACION PRIMERA EDICION

Este es un libro lleno de encanto que nos transporta al reino

de lo fantástico y de lo imaginario, por medio de cuentos

escritos con sencillez y espontaneidad. Es el lenguaje

universal de los niños, aquel que permite a los pequeñitos y

a los adultos el ingreso al mundo del ensueño. Lo escrito nos

libera, nos ilusiona, nos hace volver a la niñez y revivir

momentos inolvidables. La idea de publicar estos cuentos

permite que conservemos y pasemos a generaciones futuras

los personajes y los sueños que están siempre presentes en

el corazón y en el pensamiento de los niños.

Ricardo, con su mente creadora, salió de sí para dar a los

otros el color de sus días y su amor por los más pequeños.

Con esto permite que compartamos todos este lenguaje que

amplía la comunicación entre padres e hijos y hace también

que, por medio de él, podamos expresar nuestra dedicación

y dar nuestro tiempo con ternura. En el mundo de hoy,

donde la tecnología y el poder de la razón cambian

permanentemente la vida de la gente con una prisa sin fin,

el encanto de los cuentos infantiles constituye un refugio,

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una fuente de amor y nostalgia que transmite sensaciones

únicas e intransferibles. Libera nuestra memoria, estimula

nuestra imaginación y nos regala, sin dudas, muchos

hermosos momentos de paz.

Daia de Fleig

Santa Cruz de la Sierra, agosto de 2003

"Papá y mamá, cuando les cuenten estos

cuentos a sus hijos no olviden mostrarles con

gestos y principalmente con el tacto todo lo

que están leyendo, ya que de esa manera el

niño no solo escuchará el cuento sino que

también lo sentirá. Si lo hacen así juntos se

divertirán"

Los autores Ricardo y Laura

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DEDICATORIA:

A mi hija Laura

He pasado muchos años inventándote cuentos

antes de que te duermas y aunque reconozco que

en algunas oportunidades lo hacía no con mucho

ánimo por el cansancio de la jornada, déjame

decirte que siempre fue, es y será muy mágico

escucharte decir todas las noches: “Papá. ¿Y mi

cuento?”.

A los niños del mundo

Para que se diviertan junto a sus padres y seres

queridos.

A la memoria de doña Daia de Fleig

Al lado de Dios sigues siendo el mismo ángel que

fuiste aquí en la tierra.

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CONTENIDO Página

1. El duende y la guitarra…....……………………………………………………………… 12

2. El avión cosquillas.…………………………………………………………………………. 16

3. El piojito…………………………………………………………………………………………. 20

4. El detective……………………………………………………………………………………. 23

5. La mano de colores……………………………………………………………………….. 27

6. El doctor………………………………………………………………………………………… 31

7. El capitán y el soldado………………………………………………………………….. 34

8. La niña que lloraba……………………………………………………………………….. 37

9. ¿Dónde está la luna?............................................................ 40

10. El lunarcito juguetón……………………………………………………………………. 43

11. El cocinero glotón……………………………………………………………………….. 44

12. La guerra de las orejas……………………………………………………………….. 47

13. El elefante…………………………………………………………………………………… 51

14. Carlitos y la muñeca……………………………………………………………………. 53

15. La jirafa Rafa………………………………………………………………………………. 55

16. El dedito mágico…………………………………………………………………………. 57

17. El ventilador……………………………………………………………………………….. 59

18. El cabello de la muñeca……………………………………………………………. 63

19. El monito llamado “No Sé”…………………………………………………………. 65

20. El pato cascarrabia……………………………………………………………………… 68

21. Los sapos cantores……………………………………………………………………… 72

22. La vaca, el caballo y el perro…………………………………………………….. 75

23. Las hormigas trabajadoras……………………………………………………………. 78

24. La piedra voladora…………………………………………………………………………. 82

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25. Los tres gallos………………………………………………………………………………… 86

26. El perro que quería volar……………………………………………………………… 89

27. El mago y el conejito…………………………………………………………………… 91

28. El perro y la pulga……………………………………………………………………….. 95

29. La abejita y el conejo…………………………………………………………………… 99

30. El viejito del bosque…………………………………………………………………….. 103

31. El bosque embrujado (Chu-Chuy)…………………………………………….... 108

32. La hormigas de oro……………………...…………………………………………….. 112

33. La bruja y la soga mágica………………………………………………………….. 116

34. El mono ambicioso……………………………………………………………………… 121

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1. EL DUENDE DE LA GUITARRA (La guitarra es el niño. La barriguita es la caja y las piernas son las cuerdas. Para contar el cuento debe colocar al niño en el regazo como si fuera una

guitarra)

Había una vez un señor que

quería aprender a tocar guitarra.

Un día, juntó todos sus ahorros y

fue a una tienda de instrumentos

musicales a comprarse una. Sin

embargo las guitarras que allí

habían eran tan caras, que el

pobre señor dijo: “con estos precios me da la

impresión de que nunca voy a tener una guitarra”.

Sin embargo, al regresar a su casa encontró al

paso una tienda donde se vendían cosas antiguas

y usadas, ósea un anticuario. El dueño de la tienda

le dijo que solo tenía una guitarra vieja que estaba

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con las cuerdas rotas, pero que si la quería se la

vendía como adorno ya que en realidad la guitarra

ya no servía. Entonces el pobre señor, pensando

en que él la podría arreglar, dijo: “me la voy a

llevar”.

Mas tarde llegó a su casa y como ya era de noche,

dejó la vieja guitarra encima de la mesa y se

acostó para dormir, convencido de que al día

siguiente la arreglaría.

Sin embargo, al día siguiente cuando se despertó,

se llevó una gran sorpresa, al ver que la guitarra

estaba como nueva. Era como si alguien durante

toda la noche la hubiera arreglado, sin hacer el

más mínimo ruido. Asustado agarró la guitarra

(ponga al niño en el regazo como si fuera la

guitarra) y comenzó a probarla (rasguee la

barriguita)... entonces se escuchó una risita muy

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extraña, (rasguee nuevamente) y de nuevo otra

vez. Entonces el señor miró dentro de la guitarra y

vio que algo se movía y de repente una voz desde

el fondo le habló y lo asustó. Entonces por el

hueco de la guitarra asomó la cabecita un

pequeño duende verde.

El duende le contó que una bruja mala lo había

hechizado y que lo había metido dentro de esa

vieja guitarra. Le dijo que la única forma de

romper ese hechizo era cantando y cantando, sin

embargo para ello la persona que tocase la

guitarra, debía realmente querer en su corazón

que esa vieja guitarra vuelva a servir. Y eso no

había sucedido hasta ahora, ya que todos veían a

la guitarra como una cosa vieja que ya no servía.

Entonces el señor le dijo al duende: “Yo te voy a

ayudar a romper ese hechizo. Yo toco y vos cantas

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escondido desde adentro de la guitarra”. Y así lo

hicieron (rasguee la barriguita del niño y que el

niño cante) en las diferentes calles y plazas y los

transeúntes se quedaban asombrados al ver que

la guitarra cantaba sola... y le daban al señor

dinero. Y así tocaron (rasguee la barriguita y sigan

cantando) y cantaron juntos hasta que un día el

hechizo se rompió y el duende se transformó en

un joven apuesto.

Desde ese día el señor y el joven decidieron hacer

un conjunto de música y así tocando la guitarra y

cantando fueron muy felices.

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2. EL AVION COSQUILLAS

(El avión es la mano. Muévala como si ésta fuera un pájaro. ¡Y hágale cosquillas!)

Había una vez un avión que

quería estar todo el día

volando y volando. Volaba

muy alto hasta donde hacía

mucho frío. Por eso un día se

resfrió y siempre que

estornudaba y tosía, aleteaba

sus alas una y otra vez. Por ello sus amigos, los

otros aviones, lo apodaron como el “avión-

cosquillas”.

Entonces un día el “avión-cosquillas” subió tan

alto allá en el cielo donde hacía tanto frío que

comenzó a toser y a toser y a mover sus alas una

y otra vez. Y como no paraba de toser y

estornudar, dijo: “tengo que aterrizar urgente,

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muy urgente”. Siguió volando y volando, buscando

por todos lados donde poder conseguir una pista

de aterrizaje; hasta que encontró allá a lo lejos

una barriguita y aleteando las alas aterrizó en la

barriguita. Y no dejaba de toser y estornudar,

hasta que recién después de un buen rato se le

calmó la tos.

Y nuevamente levantó vuelo y estuvo volando y

volando. De repente nuevamente le vino la tos y

volvió a aletear las alas una y otra vez. De nuevo

dijo: “tengo que aterrizar urgente, muy urgente”.

Entonces comenzó a buscar nuevamente donde

poder aterrizar hasta que divisó un pescuecito, y

allí aterrizó aleteando... hasta que se le pasó la

tos. Entonces el “avión-cosquillas” como estaba

muy cansado, dijo: "voy a ir a dormir al

aeropuerto (la almohada)" y allí se durmió y

comenzó a soñar. Y soñó que una bruja le decía

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al oído: “Avión-cosquillas, avión-cosquillas. Desde

hoy no hay más cosquillas porque la señora

cosquillas se fue de viaje. Booo”.

El "avión-cosquillas" se despertó asustado. Y dijo:

"¿se habrá ido la señora cosquillas de viaje?.

¿Será?. ¡A ver vamos a ver!". Entonces llamó a

otro avioncito y le dijo: “Por favor, quiero que me

hagas un favor. Ves allá esa montaña grande (el

relator) con brazos. Vuela por favor hasta allá y

aletea todo lo que puedas debajo de uno de sus

brazos”.

Entonces el avioncito voló hasta allí aleteando una

y otra vez y no pasó nada. Parecía como si la

señora cosquillas realmente se hubiera ido de

viaje. Y el avioncito voló una y otra vez hasta

debajo del brazo de la montaña grande y no pasó

nada. Entonces el avioncito le contó al “avión-

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cosquillas” que la montaña grande no sentía

cosquillas y éste quedó muy preocupado. Sin

embargo dijo: “No puede ser. Mañana vamos a ir

los dos juntos”. Al día siguiente se levantaron bien

temprano y los dos juntos hicieron el plan de

vuelo. El “avión-cosquilla” volaría hasta debajo del

bracito y el avioncito hasta debajo del brazo de la

montaña grande. Y así lo hicieron. Y una vez que

allí llegaron, aletearon una y otra vez, diciendo los

dos juntos: “cuchi-cuchi-cuchi-cuchi”.

Entonces descubrieron que solo era un mal sueño,

que la bruja no existía, y que la señora cosquillas

nunca se iba de viaje y que por siempre allí

estaría. Y el “avión-cosquillas” se puso muy feliz.

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3. EL PIOJITO

(El piojito son los dedos. ¡Muévalos por la cabecita y hágale cosquillas!)

Había una vez un piojito que vivía en

la cabeza de un niño, y te cuento que

la pasaba muy bien, re-que-te-bien.

Se divertía todos los días, pues se

deslizaba por los cabellos del niño

como si estos fueran las olas del mar.

Iba desde la coronilla hasta la nuca. De la nuca

hasta la oreja derecha. De la oreja derecha a la

oreja izquierda. De la oreja izquierda hasta la

frente. De la frente hasta la nuca. En fin... la

pasaba muy bien. Sin embargo, un día de esos en

que hacía mucho viento, se le ocurrió acercarse

por uno de los cabellos que caen por la frente. Y

de repente venteó tan fuerte que el cabello del

niño se levantó, y el piojito gritó: "¡Hay. Me caigo.

Me caigo. Ayúdenme!". Pero como nadie lo

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escuchaba y el viento era tan fuerte, no pudo

seguir sosteniéndose y el piojito fue cayendo y

rebotando hasta que llegó al pescuecito del niño.

Allí intentó agarrarse como pudo, pero ni modo

siguió cayendo y cayendo hasta llegar a la

barriguita del niño. Hasta que por fin se detuvo en

el ombligo.

"¡Ay. De la que me salvado!", dijo el piojito.

Entonces pasó la noche en el ombligo del niño.

Al día siguiente. El piojito se propuso escalar

desde el ombligo hasta alcanzar la cabeza del

niño. Era una hazaña hasta ahora no intentada por

ningún piojito, desde que existe el mundo. Eso se

lo puede asegurar. Entonces el piojito fue

subiendo y subiendo. Algunas veces se resbalaba,

pero nuevamente lo intentaba. Hasta que a duras

penas llegó al pescuecito del niño. Pero de ahí

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nuevamente se resbaló y otra vez fue a parar

hasta el ombligo.

Y así lo intentó una y otra vez. Hasta que por fin

llegó a la cabeza del niño. Desde ese día el piojito

nunca más volvió a asomarse por los cabellos de

la frente, principalmente cuando había mucho

viento. Sin embargo aprendió, después de su

hazaña, al haber logrado subir desde el ombligo

hasta la cabeza del niño, que uno puede escalar

tan alto cuanto uno así lo quiera, ya que el limite

sólo está en la imaginación y en la voluntad.

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4. EL DETECTIVE

(El detective son dos dedos de la mano, que tienen que caminar por el cuerpo del niño. Pida que el niño se acueste con los brazos extendidos y comience la

búsqueda de la Señora Cosquilla)

En un pequeño pueblo vivía una señora muy

alegre que siempre andaba con la sonrisa en los

labios, conocida como la Señora Cosquilla.

Siempre andaba muy contenta y feliz. Su alegría

contagiaba a todos, por eso la querían mucho. Sin

embargo sucedió que un día la Señora Cosquilla,

sin decir nada a nadie, desapareció sin dejar

rastros. No se supo más de ella y todos quedaron

muy preocupados, pues se habían acostumbrado a

escucharla reír por todos lados y todos los días. Y

es que sin la presencia de la Señora Cosquilla, el

pueblo se sentía como si respirara un aire medio

raro, un aire de tristeza. Por ello, los pobladores

decidieron contratar a un detective para buscar

por todos lados a la Señora Cosquilla. Entonces

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vino el detective y como todo experimentado

detective hizo varias preguntas: “¿Dónde se la vio

por la última vez? ¿Dónde acostumbraba estar la

Señora Cosquilla?. Hizo muchas preguntas y los

pobladores le contaron al detective que: “se la

veía normalmente caminar por la avenida de Los

Bracitos, por la rotonda de El Pescuecito, en el

barrio de La Barriguita, y hasta inclusive, dijo uno

de los vecinos, yo la he visto bailando en la

Discoteca de Los Piecitos.

Con toda esa información, el detective salió en

busca de la Señora Cosquilla. Y se fue caminando

(mueva los dedos hasta la avenida de Los

Bracitos. Comience a caminar con el detective por

la mano y el brazo del niño) y comenzó a

preguntar: “¿Alguien ha visto por aquí a la Señora

Cosquilla? ¿Alguien ha visto por aquí a la Señora

Cosquilla?”. Y nadie sabía de nada. Entonces el

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detective, dijo: “como estoy cerca de aquí voy a ir

a averiguar por la rotonda de El Pescuecito, a lo

mejor alguien sabe ahí del paradero de esa tal

Señora Cosquilla”.

Y el detective se fue caminando hasta la rotonda

de El Pescuecito. Y cuando estaba por llegar ahí

comenzó a escuchar algunas risas, pero nada... no

era la Señora Cosquilla. Entonces el señor

detective dijo: Esta noche voy a ir a buscarla a la

Discoteca de Los Piecitos. Y así lo hizo (Hágale

cosquillas en los pies), pero igual, nada, no la

encontró. De nuevo le pareció escuchar algunas

sonrisas, pero no era la Señora Cosquilla. Y así

siguió el señor detective buscando, y buscando;

hasta que dijo: Bueno, finalmente iré al Barrio de

La Barriguita, a lo mejor ahí la encuentro. Y

entonces, cuando estaba por llegar al Barrio de la

Barriguita se encontró con un amigo, que también

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era detective (la otra mano). Entonces su amigo le

dijo: “yo te voy a ayudar a encontrar a esa Señora

Cosquilla. Yo vivo cerca de aquí y me parece haber

visto a alguien parecida a esa señora que estás

buscando. Creo que es por aquí. A ver ven, vos

buscas por ese lado y yo voy a buscar por éste

otro lado....” (Diríjase con ambas manos hacia los

extremos de la barriga y hágale cosquillas).

¡Viste te dije!. Y fue entonces cuando se escuchó

la carcajada de la Señora Cosquilla. ¡Por fin la

habían encontrado!. Y todo el pueblo se puso muy

feliz y contento de que la Señora Cosquilla haya

regresado.

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5. LA MANO DE COLORES

(Hay que ponerle color a cada uno de los dedos y seguir el cuento)

Había una vez un hombre que

tenía una mano en la que sus

dedos cambiaban día tras día de

color. Sin embargo, sólo él los

podía ver, nadie más que él. El

hombre se despertaba y veía que

tenía el dedo pulgar color rojo, el

dedo índice color azul, el dedo

medio color blanco, el dedo anular color amarillo y

el dedo meñique color verde, y de nuevo al día

siguiente los cinco dedos eran de otros colores y

así cambiaban de color día tras día.

Entonces sintiéndose muy preocupado y pensando

que tal vez tenía una grave enfermedad fue a ver

al médico. El médico lo examinó y le dijo que no

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tenía nada, que su salud estaba bien; sin

embargo, dijo el médico, le voy a dar una receta

que lo hará sentirse tranquilo y muy feliz con sus

dedos de colores, y anotó: “contarle cuentos a los

niños”.

Entonces el hombre salió más preocupado aún de

donde el médico, diciendo: “Este médico me cree

loco. ¿Cómo se le ocurre que contándole cuentos a

los niños se me van a desaparecer los colores que

veo en mis dedos?”.

Sin embargo, esa noche durante la cena,

preocupado por los dedos de colores, se le ocurrió

la idea de decirle a su hijo que antes de dormir le

contaría un cuento. Entonces cuando llegó la hora

de dormir, el niño se recostó en su cama y el

hombre se sentó a su lado, y le dijo así: “Yo le voy

poner colores a mis dedos y tu los vas a adivinar.

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Si tú adivinas el color de uno de mis dedos,

entonces mi mano se elevará hasta bien arriba y si

no adivinas entonces mi mano bajará de a poco en

poco, y luego de cinco intentos, te haré cosquillas

en tu barriguita. ¿Trato hecho?. Bien.

Entonces el hombre, como ya sabia que colores

tenían sus dedos, se puso a jugar con su hijo la

"mano de colores". Cuando el niño adivinaba el

color de uno de los dedos. su mano se elevaba

hasta bien arriba (esconda el dedo en el que se

adivinó el color) y cuando no, la mano bajaba y se

detenía, aproximándose hacia la barriguita, hasta

que finalmente después de cinco intentos le hizo

cosquillas al niño (Póngale colores a su dedos y

pida que el niño los adivine y diviértanse)

Y así estuvieron jugando un buen rato, hasta que

se hizo la hora de dormir y se durmieron. Al día

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siguiente cuando el hombre despertó comprobó

que los colores de sus dedos habían desaparecido,

y que en verdad el médico tenía la razón.

Y tal como el médico también se lo había dicho,

no solo habían desaparecido los colores que él

veía en sus dedos, sino que también se había

sentido muy feliz. Por ello desde ese día le contó

todas las noches a su hijo el cuento de la mano de

colores.

(Pida a su niño que le ponga colores imaginarios a

sus propios dedos, para que usted también los

pueda adivinar y vuelvan a divertirse).

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6. EL DOCTOR

(El niño es el médico y usted es el enfermo. Coloque dentro de su ropa pequeños juguetes o peluches, que son los bichos en la barrigota)

Había una vez un señor que estaba con la

barrigota muy hinchada (son los juguetes y

peluches) y se fue a ver al médico (toque la

puerta del cuarto del niño).

- Pase. ¿En que le pudo ayudar?. Dijo el médico.

- Doctor tengo dolores en mi barrigota. Creo que

estoy con bichos. Dijo el señor.

- A ver recuéstese. Dijo el médico. (Recuéstese

en la cama del niño)

Entonces el médico lo examinó (haga que su niño

le examine la barrigota) y le dijo: “Si

efectivamente usted está con bichos. ¿Cuantos

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metros de bichos quiere que le saque?”.

El señor le dijo: “Doctor sáqueme dos metros de

bichos. Creo que así me voy a sentir

mejor” (Pídale al niño que le vaya sacando los

bichos de la barrigota).

Entonces el doctor sacó uno a uno los bichos que

el señor tenía y luego lo sanó y le costuró la

barrigota (Pídale al niño que traiga agua en algún

pequeño recipiente y que con un trapo le moje la

barrigota, para curarlo. Y luego que con los dedos

índice que lo costure).

Doctor muchas gracias. Ya me siento bien.

¿Cuánto le voy a deber?. Dijo el señor. Y el

médico le respondió: “No me va ha deber nada,

pero va tener que jugar siempre con los niños”.

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Entonces el señor se fue muy contento y feliz, por

que ya no le dolía la barrigota. Y desde ese día

siempre jugó con su niño.

(Ahora cambien de lugar y que el enfermo sea el

niño. Hágale cosquillas mientras lo opera y

diviértanse).

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7. EL CAPITAN Y EL SOLDADO

(Para contar el cuento el niño debe estar recostado. El soldado es el niño y el capitán debe usar la voz de mando)

Había una vez un soldado

que era muy flojo. Todos

los días era el último en

levantarse de la cama. Y

no le gustaba hacer las

tareas que le mandaban,

ya que siempre ponía cara

fea. Hasta que un día el capitán del pelotón dijo:

“yo le voy a enseñar a éste soldado una lección,

entonces lo despertó bien temprano y le dijo”:

“Soldado a levantarse” (que el niño se levante y

se pare en la cama).

Bien Soldado. Ahora vamos a hacer ejercicios,

para calentar el cuerpo -dijo el Capitán- . Soldado,

manos a la derecha (que el niño ponga ambas

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manos hacia la derecha). Ahora soldado preste

bien atención – dijo el capitán-, usted va hacer

todo lo que yo le ordene (que el niño ponga

ambas manos tal como a seguir se indica).

- Manos a la izquierda.

- Manos a la barriga.

- Manos a las orejas.

- Manos a las muelas.

- Manos a los tobillos.

- Manos a los cabellos.

- Manos a las nalgas

- Manos a la rodilla.

- Manos a la lengua.

- Manos a los hombros

- Manos al ombligo.

- Manos a los ojos, etc.

Bien soldado. Ahora vamos hacer estos mismos

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ejercicios pero mucho más rápido (repita las

mismas ordenes cada vez más rápido. El niño no

podrá hacer lo que usted le ordena)

¡Soldado!. ¿Por qué no obedece mis ordenes?. A

ver veamos de nuevo (repita nuevamente las

mismas órdenes cada vez más rápido). Bien

soldado. Es hora de su descanso -dijo el capitán-.

Le recuerdo bien que si usted mañana no cumple

mis órdenes lo tendré haciendo ejercicios todo el

día.

Entonces, el soldado como vio que no iba a poder

hacer todos esos ejercicios, desde ese día le hizo

caso a su capitán y así aprendió a ser muy

valiente y servicial.

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8. LA NIÑA QUE LLORABA

(Recuéstese a su lado para contarle el cuento)

Había una vez una niña que estaba llorando

amargamente, porque se había caído y se había

lastimado. Entonces se acercó a ella su papá que

era un señor gordito, bueno y muy bonachón. Y la

niña mirándolo con miedo, pensando que su papá

la iba a castigar, le preguntó:

- ¿Papá. Por qué tienes esos ojos tan grandes?

- Para mirarte mejor -dijo el papá- (mire a su

niño fijamente)

- ¿Y por qué tienes esas orejas tan grandes?.

Preguntó la niña.

- Para escucharte mejor -dijo el papá- (acérquele

su oreja).

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- ¿Y por qué tienes esos pies tan grandes?.

Preguntó la niña.

- Para patearte mejor -dijo el papá- (patéelo

suavemente y pídale que él también haga lo

mismo).

- ¿Y por qué tienes esas manos tan grandes?.

Preguntó la niña.

- Para hacerte cosquillas mejor -dijo el papá-

(hágale cosquillas y que él también le haga lo

mismo).

- ¿Y por qué tienes esa boca tan grande?.

Preguntó la niña.

- Para besarte mejor -dijo el papá- (béselo).

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Entonces la niña se puso muy contenta, dejó de

llorar. Luego le curaron la herida y siguió jugando.

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9. ¿DONDE ESTA LA LUNA?

(Hágale cosquillas)

Había una vez un niño que creía

que la luna no existía. Todos sus

amigos le decían que estaba allá

arriba en el cielo, pero él se hacía

el desentendido e insistía en que la

luna no existía. Y es que una

noche el niño se había despertado

asustado soñando, y al ver que la luz de la luna

entraba a través de la ventana creyó que la Luna

era el "coco" que asustaba a todos los niños. Y

desde ese día le tuvo miedo y no quería mirarla.

Entonces una noche mientras el niño dormía soñó

que la luna estaba molesta con la tierra, ya que

ésta le decía: Yo soy más grande que vos. Y la

tierra le respondía: Tú luna eres del tamaño de un

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limón, yo en cambio soy del tamaño de una

sandía, por lo tanto soy más grande que vos. Sin

embargo la luna le decía, yo te miro todos los días

y desde aquí te veo más pequeña que yo.

Entonces como ambas no se ponían de acuerdo, la

tierra dijo: vamos a tener que pedirle a algún niño

que nos diga cual de las dos es realmente la más

grande.

Fue así que juntaron a muchos niños y de entre

todos ellos lo escogieron justamente al que tanto

miedo le tenía a la luna. Entonces la tierra,

mirándolo al niño con cara de enojada, le

preguntó: “Niño. ¿Cuál de nosotras dos es la más

pequeña?. Y el niño como estaba muy asustado,

sin decir nada, solo atinó a levantar el brazo

indicando hacia arriba al cielo, allá donde estaba la

luna (pídale al niño que le muestre donde está la

Page 42: ¿Y mi cuento?

42

luna y en lo que levante el brazo hágale cosquillas.

Luego pregúntele lo mismo una y otra vez y

vuelva a hacerle cosquillas), y entonces el niño

miró hacia arriba y vio que la luna era hermosa y

que no había porque tenerle miedo.

Al día siguiente el niño se despertó sonriendo y

desde ese día nunca más le tuvo miedo a la luna

ni al “coco”.

Page 43: ¿Y mi cuento?

43

10. EL LUNARCITO JUGUETON

(Búsquele los lunares en el cuerpo y hágale cosquillas donde los encuentre)

Había una vez un lunarcito que se sentía muy

solito. Entonces un día dijo: voy a ir a buscar un

amiguito... y caminó y caminó hasta que encontró

otro lunarcito. Y los dos se sintieron muy felices y

saltaron de alegría. Entonces ambos dijeron

vamos a buscar otros lunarcitos, ya que seguro

que no somos los únicos. Y así lo hicieron y cada

vez que encontraban a un lunarcito se sentían

muy felices y contaban cuantos eran. Y saltaban

de alegría.

Page 44: ¿Y mi cuento?

44

11. EL COCINERO GLOTON

(Muérdale el brazo)

Había una vez un cocinero al

que le pidieron cocinar un

cerdito a las brasas para la

cena de una fiesta. Entonces el

cocinero lo primero que hizo

fue buscar un palo (el brazo del

niño) para colocar al cerdito. Luego juntó carbón y

cuando todo estuvo listo para cocinar comenzó a

darle vueltas al palo (con una mano agarre el

brazo del niño y con la otra comience a darle

vueltas) para que el cerdito se vaya cociendo.

Sin embargo el cocinero era muy glotón y a

medida que el cerdito cocía (siga dándole vueltas

al brazo) le dio hambre y dijo: lo voy a tener que

probar para ver si ya está bien cocido. Y así lo hizo

Page 45: ¿Y mi cuento?

45

(muérdale levemente el brazo al niño). Entonces

el cocinero dijo: No. No. No. Todavía le falta

mucho. Hay que seguir cocinándolo (siga dándole

vueltas al brazo). Al rato, nuevamente dijo: “Uhm.

Hay que ver si ya está listo.” Y de nuevo lo volvió

a probar (muérdale nuevamente el brazo al niño).

Y así el cocinero, fue cocinando y cocinando el

cerdito, hasta que de tanto probarlo, se lo acabó

comiendo todo. Entonces preocupado, como ya se

hacía la hora de entregar la comida, llamó

inmediatamente a otro cocinero (el niño) para que

le ayude a preparar otro cerdito. Entonces vino el

otro cocinero (el niño) e hizo exactamente lo

mismo, pero para sorpresa suya, el nuevo

cocinero salió igual de glotón que él (que el niño le

muerda ahora a usted el brazo) y también acabó

comiéndose el otro cerdito.

Page 46: ¿Y mi cuento?

46

Así que ni modo. Como ya se hacía la hora de

entregar la comida, ambos cocineros por glotones

tuvieron que comprar un cerdito ya cocinado para

así poder cumplir con el pedido.

Sin embargo, los cocineros con sus barrigas llenas

de tanto comer, se sintieron tan felices de haber

cocinado juntos, que decidieron desde ese día

compartir todos los fines de semana para cocinar

y comer cerditos al palo. Y así fueron muy buenos

amigos.

Page 47: ¿Y mi cuento?

47

12. LA GUERRA DE LAS OREJAS

(Uno de los reyes es el niño y el otro es usted)

Había una vez dos reyes que tenían sus castillos

uno al lado del otro, y andaban tan enojados entre

ellos, que lo primero que hacían todos los días al

levantarse, incluso antes de desayunar, era

bombardearse entre ambos sus reinos. Y así se la

pasaban todo el día peleando y guerreando.

Hasta que una noche, mientras ambos reyes

dormían, se les apareció a los dos en sueños un

Hada Madrina, que cansada de verlos pelear todos

los días, les dijo así: “Hay que atacar de una vez

por todas con los batallones de orejas, narices,

frentes y pescuezos”.

Al día siguiente cuando ambos reyes se

despertaron, se sintieron muy confundidos con el

Page 48: ¿Y mi cuento?

48

sueño que habían tenido, sin saber que ambos

habían soñado lo mismo. Tan confundidos estaban

que se preguntaban a si mismos: ¿Un ejército

lleno de orejas, narices, frentes y pescuezos?.

¡Pero donde se ha visto tal cosa!.

Pasó el tiempo y una noche el Hada Madrina

nuevamente se les apareció en sueños y les dijo:

“Mañana hay que caminar por el bosque”.

Entonces al día siguiente, ambos reyes

despertaron de repente con las ganas de pasear

por el bosque, sin saber que allí encontrarían.

Y fueron al bosque... y caminando y paseando se

encontraron los dos uno delante del otro. Y de

repente como por arte de magia, ambos fueron

atraídos por una fuerza muy extraña y quedaron

allí topándose frente con frente, y como dos

cabras bravas comenzaron a empujarse (junte su

Page 49: ¿Y mi cuento?

49

frente con la del niño y háganlas batallar).

De repente, como si los reyes fuesen

espadachines, sus narices comenzaron a pelear

una contra la otra como si ambas narices fueran

espadas (junten las narices y háganlas batallar) .

Y luego, fueron también las orejas las que

peleaban una contra la otra (junten las orejas y

háganlas batallar) .

Finalmente, en el fragor de la disputa, fueron los

pescuezos de ambos reyes los que se prepararon

para la batalla final (junten los pescuezos y

háganlos batallar).

Fue entonces, cuando los reyes comenzaron a

reírse a carcajadas y no pararon de reír hasta que

ambos, cansados de tanto reír, se sentaron uno

frente al otro y sin saber porqué, se abrazaron

Page 50: ¿Y mi cuento?

50

como si fueran dos buenos amigos. Desde ese día

nunca más volvieron a enojarse y sus reinos

vivieron felices para siempre.

Page 51: ¿Y mi cuento?

51

13. EL ELEFANTE

(Cuénteselo al oído como si le estuviera diciendo un secreto)

A ver veamos. Este cuento te lo

voy a contar al oído. Bien

despacito como si te estuviera

diciendo un secreto. Préstame tu

orejita. ¿Listo?. Bien. Ahí vamos.

Había una vez un ele.... ¿Ya pues, porqué te

apartas?. Déjame contarte el cuento... Pon la

orejita. Haber intentémoslo otra vez.

Había una vez un elefan.... No pues así no vale.

No puedo contarte el cuento. A ver por favor. Pon

la otra orejita para que te cuente el cuento. A lo

mejor en esa orejita puedo contarte el cuento.

¿Listo?. Ahí vamos.

Page 52: ¿Y mi cuento?

52

Había una vez un elefan......

(Vuelva a contarlo el cuento una y otra vez)

No puede ser. A ver veamos, ahora me toca a mí

el turno. Tu tienes ahora que contármelo a mí. A

lo mejor yo puedo escucharlo.

(Pásele el libro al niño y aunque éste no sepa leer,

pídale que le cuente el cuento. Y juntos rían todo

lo que el estómago les permita aguantar)

Page 53: ¿Y mi cuento?

53

14. CARLITOS Y LA MUÑECA

(Con muchos besos. Cámbiele el genero al cuento si es un niño: Carlita por Carlitos y muñeco por muñeca)

Había una vez un niño llamado Carlitos que cada

vez cuando se encontraba con una niña, se

acercaba para saludarla y le daba tantos besos:

Smua, Smua, Smua, Smua; hasta que la niña

tenía que salir corriendo.

Un día Carlitos paseaba por un parque y se

encontró con tres compañeras de su kinder. Se

acercó a saludarlas y les dio tantos besos: Smua,

Smua, Smua; que las niñas tuvieron que escapar

corriendo, para que Carlitos no las siga

molestando.

Fue entonces que las tres niñas se propusieron

darle una lección a Carlitos. Hicieron una muñeca

de trapo y luego la vistieron y le colocaron cabello.

Page 54: ¿Y mi cuento?

54

La muñeca quedó tan bonita que de lejos parecía

como si fuera una niña de verdad.

Entonces al día siguiente, en vez de salir las tres

niñas juntas, abrazadas como siempre lo hacían,

salieron solo dos y llevaron al medio de ellas a la

muñeca de trapo.

Entonces apareció Carlitos, y sin darse cuenta de

que era la muñeca, comenzó a darle muchos

besos: Smua, Smua, Smua; y entonces las niñas

se apartaron y le dijeron: “¿Qué le haz hecho a

nuestra amiga?. ¡La has transformado en una

muñeca!”.

Y Carlitos se asustó tanto, que salió corriendo y

no paró de correr hasta llegar a su casa. Desde

ese día nunca más volvió a molestar a las niñas.

Page 55: ¿Y mi cuento?

55

15. LA JIRAFA RAFA

(Imite el sonido de cada animal)

Había una vez una Jirafa,

llamada Rafa, que conocía a un

León, el León conocía a un

Tigre, el Tigre era amigo de un

Toro, el Toro de un Hipopótamo,

el Hipopótamo de un Elefante, el

Elefante de un Mono, el Mono de un Lagarto, el

Lagarto de un Avestruz, y el Avestruz era también

amigo de la Jirafa Rafa.

Un día el Avestruz conoció a un Perro, que era

amigo de un Gato, el Gato de un Caballo, el

Caballo de una Vaca, la Vaca de una Cabra, la

Cabra de una Gallina, la Gallina de un Pato, el

Pato de un Ratón, el Ratón de una ardilla, la

ardilla de un Sapo, el Sapo de un Lobo, el Lobo de

Page 56: ¿Y mi cuento?

56

un Tucán, y el Tucán era también amigo de la

Jirafa Rafa.

Un día la Jirafa Rafa se enfermó y se echó a

descansar en su cama. Entonces vinieron a

visitarla sus amigos: el León, el Tucán y el

Avestruz. Sin embargo, para sorpresa de la Jirafa

Rafa, también llegaron: el Lobo, el Sapo, la ardilla,

el Ratón, el Pato, la Gallina, la Cabra, la Vaca, el

Caballo, el Gato, el Perro, el Lagarto, el Mono, el

Elefante, el Hipopótamo, el Toro, el Tigre y el

León.

Estuvieron todos. Porque todos los amigos de los

amigos son también amigos. Entonces la Jirafa

Rafa se sintió muy feliz, mejoró de salud y de un

salto se levantó y salió a jugar con todos ellos.

Nada hay como el cariño de la amistad para sanar

y ser feliz.

Page 57: ¿Y mi cuento?

57

16. EL DEDITO MAGICO

(Tóquese con el dedo para generar el hechizo y que el niño lo toque para deshacer el hechizo)

Había una vez una mamá que

tenía un dedo que era mágico.

Cada vez que con su dedo mágico

se tocaba el cuerpo dejaba de

escucharse todo lo que estaba

diciendo. Era como si de repente la mamá

estuviera hablando pero sin decir una sola

palabra.

Sin embargo el niñito de la casa que era muy

i n t e l i g e n t e descubrió que él también tenía

un dedito mágico y que si tocaba a mamá con su

dedito nuevamente las palabras regresaban y se

las podía volver a escuchar.

Bueno. Ahora déjame contarte un cuento. Había

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58

una vez un señor que tenía diez gatos, entonces

un día compró un perro y le dijo al

perro .... .... .. ..... ........., ............... ..... ...

. . . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . .

........................................................ ...., ...

y los gatos se pusieron a comer y

cuando vieron al perro que se ponía bravo, le

dijeron ......, .............., .. ..., .................

............ ......... .......... ................. ,

................... ... ... ... . ........ ........ ..........

......... claro pues, serás un perro, pero yo

te aseguro que los gatos los queremos a

los perros. Fíjate. Si tú le das al perro .........., .....

....... ......... .............. .................. ..............

............ ..........., .................., .......... ...........

Por eso el perro vivió feliz con los diez gatos.

(Vuelva a contarlo el cuento una y otra vez.

El texto queda a su imaginación)

Page 59: ¿Y mi cuento?

59

17. EL VENTILADOR

(Sóplele los cabellos según la intensidad del ventilador)

Había una vez ventilador bien

chiquitito, que venteaba bien

despacito: Phffffff, y tenía un amigo,

un ventilador más grande, que

venteaba más fuerte: PHFFFFFFFFF.

El ventilador grande le decía: "yo soplo más fuerte

que vos: PFHHHHHHHHHHHFFFFFF". Y el

ventilador chiquitito se ponía triste. Sin embargo,

un día el ventilador grande de repente dejó de

soplar y no se movió más. Entonces el ventilador

chiquitito quedó muy preocupado.

A los dias, el dueño de casa fue a buscar al

“señor-arregla-ventilador”. Entonces el “señor-

arregla-ventilador” vino y miró al ventilador

grande de un lado y luego del otro lado, y

Page 60: ¿Y mi cuento?

60

meneaba la cabeza con cara de preocupación.

Entonces sacó unos cables y comenzó a remendar

al ventilador grande... hasta que éste nuevamente

volvió a soplar, pero sopló bien despacito: phffff,

más despacito aún que el ventilador chiquitito.

Y el ventilador chiquitito se sintió feliz al ver que

su amigo el ventilador grande nuevamente se

movía, pero también se sintió feliz porque

venteaba más despacito que él. Y pensó: "así ya

no me va molestar todos los días diciéndome que

sopla más fuerte que yo".

Entonces el “señor-arregla-ventilador” le dijo al

dueño de casa: "mañana vuelvo nuevamente". Y

se fue.

El ventilador grande se puso muy triste porque

solo hacía phffff. Intentaba soplar más fuerte pero

Page 61: ¿Y mi cuento?

61

solo hacía: phffffffffffff. Y el ventilador chiquitito se

reía de él.

Entonces, al día siguiente volvió el “señor-arregla-

ventilador” y dijo: "la única solución para que el

ventilador grande venteé más fuerte es sacando la

pieza que tiene el ventilador chiquitito y

poniéndosela al ventilador grande".

Y así lo hizo y nuevamente el ventilador grande

sopló con fuerza: PFHHHHHH, pero esta vez el

ventilador chiquitito ya no sopló más. Y el “señor-

arregla-ventilador” dijo: "no hay problema, porque

como aquí hace mucho calor, lo importante es

tener un ventilador grande que venteé fuerte”... y

se fue nuevamente.

Entonces fue ahora el ventilador grande que se

puso muy triste, al ver que su amigo el ventilador

Page 62: ¿Y mi cuento?

62

chiquitito no se movía ni venteaba. Y peor aún

porque sabía que para que él pueda soplar fuerte

habían tenido que sacarle las piezas al ventilador

chiquitito y por tal razón éste ya no venteaba más.

Entonces el ventilador grande sintió mucha falta

de su amigo el ventilador chiquitito. Por eso

decidió no moverse más. Lo cual obligó a que el

dueño de casa nuevamente vaya a buscar al

“señor-arregla-ventilador”. Entonces el “señor-

arregla-ventilador” vino y los arregló a los dos

con las piezas que ambos tenían, y los dos juntos

hicieron: phffffffff, phfffffffffff, phfffffffff. Ni más

fuerte, ni más suave, los dos soplaron iguales, y

desde ese día fueron muy felices y no volvieron

nunca más a preocuparse, con que si el uno

soplaba más o menos fuerte que el otro.

Page 63: ¿Y mi cuento?

63

18. EL CABELLO DE LA MUÑECA

(Levántele los cabellos para uno y otro lado)

Había una vez una muñeca que tenía un cabello

bien largo. Era sin embargo muy engreída. Lo que

más le gustaba era mostrar su larga cabellera a

los otros. Por ello, siempre que lo veía a su amigo

que tenía un auto sin techo, le pedía que la lleve a

pasear para que el viento haga volar su cabello y

así pueda mostrarlo a todos.

Sin embargo un día, cuando paseaba en el auto,

el cabello de la muñeca en vez de irse para atrás

con el viento se levantó para arriba y luego para el

lado derecho y luego para el lado izquierdo y luego

para delante y luego para atrás. Entonces la

muñeca le pidió a su amigo que pare el auto pues

su cabello se había vuelo loco.

Page 64: ¿Y mi cuento?

64

Cuando el auto se paró, el cabello de Babi volvió a

lo normal. Pero al día siguiente cuando la fueron

a buscar para nuevamente ir a pasear en el auto

sin techo, de nuevo el cabello de la muñeca se fue

para arriba, para adelante, para atrás. En fin para

todos lados.

Lo que pasaba, era que el cabello de la muñeca se

había enojado con ella porque ella era muy

engreída. Por tal razón pasó un buen tiempo

despeinada.

Hasta que un día ella se dio cuenta que dejando

de ser engreída su cabello ya no se enojaba.

Entonces dejó de ser vanidosa.

Page 65: ¿Y mi cuento?

65

19. EL MONITO LLAMADO “NO SE”

(Escójale un nombre al monito)

Había una vez un monito que no tenía

nombre y todos lo conocían como: el

Monito “No sé”. Los animales le

preguntaban: “¿Cómo te llamas?.

Entonces el monito se encogía de

hombros y decía: “No sé”. Y todos los animales se

reían y el monito se ponía triste.

Un día el monito estaba jugando en un árbol de

rama en rama y se le acercó otro monito y le

preguntó: “¿Cómo te llamas?”. Y el monito le dijo:

“No sé”. Entonces al otro monito le dio tanta risa

que se soltó del gajo del cual se agarraba y

pororom se cayó hasta el suelo de tanto reir.

Entonces el monito “No sé” nuevamente se puso

triste.

Page 66: ¿Y mi cuento?

66

Al día siguiente el monito “No sé” estaba saltando

y pasó por su lado un León y le dijo: “Oye. Mono.

¿Cuál es tu nombre?”. Y el monito le respondió:

“No sé”. Entonces el León se puso tan bravo

creyendo que el monito se estaba burlando de él

que lo persiguió queriéndoselo comer, pero el

monito logró subirse a un árbol y escapar... y

nuevamente el monito se puso triste.

Hasta que un día el monito dijo: “me voy de aquí

porque nadie me quiere”. Y se fue por un

caminito, pero de repente se encontró con una

niñita que le preguntó: “¿Monito por qué estás tan

triste?”. Y el monito le dijo: “Creo que nadie me

quiere. Me preguntan mi nombre y yo se los digo.

Entonces todos se ríen de mí y algunos hasta me

quieren comer.”

Page 67: ¿Y mi cuento?

67

- Monito. ¿Cómo te llamas? -, le preguntó la

niñita. Y el monito le respondió: "No sé".

Entonces la niñita le dijo: “¡Yo tengo la solución!.

Te vamos a poner un nombre, del cual nadie se ría

más de ti”.

- ¿Qué nombre le ponemos al monito? -.

- Uhmmm..... Pongámosle.... (nombre) -que el

niño escoja un nombre para el monito-.

- ¡Bién! -

Desde ese día el monito se llamó: (nombre). Y el

monito les dijo a todos: “Yo me llamo (nombre)”.

Y los otros animales nunca más se volvieron a reír

de él y el monito vivió muy feliz.

Page 68: ¿Y mi cuento?

68

20. EL PATO CASCARRABIAS

(Póngase enojado e Infle los cachetes)

Había una vez un pato que cada vez que se

enojaba, se ponía tan rojo de bravo que parecía

un tomate a punto de explotar. Se inflaba hasta

quedar casi redondo como si fuera un globo. Los

otros patos le decían: “no hay que enojarse, no

hay que enojarse”; sin embargo el pato

cascarrabias no les hacía caso.

Un día de esos, el pato cascarrabias se olvidó de

la hora de la comida pues se la pasó nadando en

la “laguna de los patos”. Cuando le dio hambre

corrió al “patio de comida” pero a esa hora ya no

encontró un solo grano de maíz. Entonces el pato

cascarrabias se enojó tanto que comenzó a

inflarse y a inflarse hasta que se puso como si

fuera un globo... y de pronto, ante el asombro de

Page 69: ¿Y mi cuento?

69

todos, tal como lo hacen los globos con aire

caliente, el pato se comenzó a elevar.

Al principio al pato le pareció chistoso, pero a

medida que vio que se elevaba cada vez más y

más le entró el miedo y comenzó a gritar.

Entonces los otros patos, asombrados, sin saber

que hacer comenzaron a chillar lo más fuerte que

pudieron, hasta que al granjero le llamó la

atención y fue a ver el porqué sus patos gritaban

tanto. Entonces el granjero se llevó una tremenda

sorpresa al ver a uno de sus patos volando en el

cielo como si fuera un globo. Y con una cuerda lo

agarró y lo bajo.

El pato cascarrabias estaba con tanto miedo que

al segundo se desinfló, lo cual llamó aún más la

atención del granjero.

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70

Entonces al día siguiente, como esto era por

demás de insólito, el granjero se levantó bien

temprano y llevó al pato cascarrabias a la feria de

animales para mostrarlo a los otros granjeros. Sin

embargo, antes de llegar a la feria de animales el

granjero le dijo al pato cascarrabias: “¡Si por

acaso no vuelas como lo hiciste ayer te aseguro

que hoy día mismo serás la cena de esta noche!”.

Entonces el pato cascarrabias sintió tanto miedo

que por más que lo hayan enojado todo lo que

quisieran no se infló nunca. Y bueno como era de

esperar el granjero también se enojó mucho

porque pasó a ser el hazme reír del día en la feria

de animales.

Y dicho y hecho, como el granjero estaba tan

enojado cuando regresó a la granja lo primero que

hizo fue amarrar al pato cascarrabias para

comérselo esa noche. El pato cascarrabias se puso

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a llorar una y otra vez. Entonces vinieron sus

amigos los otros patos y picotearon la cuerda que

lo amarraba hasta que lo lograron zafar y así le

salvaron la vida. Desde ese día el pato

cascarrabias nunca más volvió a enojarse.

Page 72: ¿Y mi cuento?

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21. LOS SAPOS CANTORES

(Pónganse a croar)

Había una vez tres sapos que eran muy amigos y

que les gustaba cantar todo el día, pero cantaban

tan feo que cada vez que lo intentaban, todas las

ranas, sapos y renacuajos de la laguna donde

vivían los hacían callar.

Ellos sin embargo no se daban por vencidos y se

reunían en uno y otro lugar de la laguna para

seguir cantando, a pesar de los reclamos de los

otros sapos.

Una noche se les ocurrió a los sapos cantores

improvisar una canción de una forma diferente.

Uno de ellos comenzó a croar, el otro a chapotear

el agua, mientras el tercer sapo saltaba sobre una

hoja.

Page 73: ¿Y mi cuento?

73

Y fue tal el ruido que juntos hicieron que llamaron

la atención de algunas ranas que nadaban por ahí

cerca. Pero ésta vez, en vez de que las ranas les

pidan que se callen, una de ellas comenzó también

a croar de la misma forma como lo hacía ellos, y

de repente luego lo hizo la otra rana, y luego la

otra, y la otra y otra... y así cuando se dieron

cuenta casi todos los sapos de la laguna se habían

puesto a cantar al mismo ritmo de los sapos

cantores.

Fue tal el éxito que tuvieron los sapos cantores

con su canción improvisada que a la noche

siguiente todos les volvieron a pedir que canten de

la misma forma.

Desde ese día los sapos se sintieron muy felices,

no solo porque ahora los dejaban cantar

tranquilos, sino también porque la laguna

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74

comenzó a ser conocida por los otros animales

como la “laguna musical”. Y todas las noches los

animales se acercaban a escuchar a los sapos

cantores. Y así todos vivieron muy felices.

Page 75: ¿Y mi cuento?

75

22. LA VACA, EL CABALLO Y EL PERRO

Había una vez un caballo y un perro que eran

amigos. A los dos les gustaba caminar juntos

todas las mañanas. El caballo era sin embargo

muy orgulloso y siempre le decía al perro que los

caballos eran los animales más bonitos de la

tierra.

Un día mientras caminaban vieron a una vaca,

entonces el caballo le dijo al perro: “Mira por

ejemplo a la señora vaca. Solo sirve para dar

leche todos los días, en cambio yo, mírame, soy

muy bonito, muy lindo. Mira mi porte al caminar.

Que gallardía. ¿Verdad?. Mira en cambio a la

señora vaca. Parece que no sabe pararse".

Y así el caballo, muy orgulloso, pasaba todos los

días por el mismo lugar y se burlaba de la vaca,

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76

comparándose con ella.

Sin embargo, un día mientras el caballo y el perro

iban conversando, de pronto el caballo no se dio

cuenta y metió su pata en un hueco y allí quedó

atascado. Entonces el perro salió en búsqueda de

ayuda pero a la única que encontró por el lugar

fue a la señora vaca. Sin embargo no le dijo nada

pues le dio mucha vergüenza pedirle ayuda ya que

el caballo se había burlado de ella.

Entonces se hizo de noche y el caballo tuvo que

pasar la noche allí atascado y para mala suerte del

caballo esa noche llovió e hizo mucho frío.

Al día siguiente, el perro salió nuevamente a

buscar ayuda pero de nuevo a la única que

encontró por ahí fue a la señora vaca. Entonces,

sin más remedio, se acercó a ella y le pidió por

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77

favor que le ayude a sacar a su amigo del hueco

donde estaba atascado. Entonces vino la señora

vaca y lo empujó al caballo de un lado hasta que

logró sacarlo. El perro le agradeció mucho a la

señora vaca y ésta se fue.

Luego el perro miró a su amigo el caballo y le

preguntó: ¿Sigues creyendo que eres el animal

más bonito de la tierra y que la señora vaca no

sabe ni pararse?.

El caballo no dijo nada. Sin embargo desde ese día

nunca más volvió a compararse con nadie y

aprendió que no existen, ni los primeros ni los

segundos, ni los más bonitos ni los más feos; pues

todos somos iguales ante Dios.

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23. LAS HORMIGAS TRABAJADORAS

Había una vez un hormiguero donde todas las

hormigas vivían muy felices y contentas,

principalmente la hormiga Reina Madre que era

muy buena y trabajadora.

Sin embargo un día, una de las hormiguitas

obrera al cavar uno de los túneles del hormiguero

se topó con el túnel de otro hormiguero, donde

vivían unas hormigas que eran muy malas.

Entonces las hormigas malas se entraron al

hormiguero donde vivía la Reina Buena y la

hicieron prisionera.

Las hormigas malas eran muy flojas y

comenzaron a comerse todas las hojas que las

hormigas buenas habían recogido. Mantuvieron

presa a la hormiga Reina Madre hasta que

acabaron con todas las hojas que habían en el

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79

hormiguero y recién entonces la soltaron a la

hormiga Reina Madre y se fueron.

La hormiguita obrera se sintió muy triste por todo

lo que había sucedido ya que ella sin querer había

encontrado el túnel de las hormigas malas.

Y lamentablemente sucedió que a las hormigas

malas se les hizo costumbre meterse en el

hormiguero de las hormigas buenas y quitarles

toda su comida. Hasta que un día la hormiguita

obrera dijo: “Yo provoqué esto. Es hora de que

haga algo para parar el abuso de las hormigas

malas”. Entonces la hormiguita obrera se acordó

que una vez mientras buscaba hojas para llevar al

hormiguero se había encontrado con un pedazo

de espejo que lo había visto botado en un basural

y dijo: "allí está la solución".

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80

Entonces les pidió ayuda a sus amigas las otras

hormiguitas obreras y todas juntas se fueron a

buscar el pedazo de espejo. Entre todas, haciendo

mucha fuerza, lograron levantar el espejo y luego

cavaron de un lado y del otro hasta que lograron

meter el espejo al lugar donde almacenaban las

hojitas, que les servían de comida.

Un día comenzó a llover fuerte y las hormigas

malas volvieron a meterse al hormiguero de la

Reina Buena, sin embargo las hormigas malas se

encontraron con la sorpresa más grande de sus

vidas.

Las hormigas buenas habían puesto el espejo

cerrando el hueco por donde las hormigas malas

entraban y como ese espejo era un espejo que

todo lo agrandaba, al mirarse las hormigas malas

en el espejo, pensaron que del otro lado venían

muchas HORMIGAS GIGANTES a comérselas a

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81

todas ellas.

Entonces las hormigas malas salieron escapando

del hormiguero. Pero como estaban tan asustadas

ni cuenta se dieron de que estaba lloviendo. Y

cuando salieron afuera del hormiguero el agua las

arrastró y se las llevó a todas, y nunca más

volvieron.

Desde ese día las hormigas buenas vivieron muy

felices y la hormiguita obrera dejo de sentirse

triste por haber encontrado sin querer el túnel de

las hormigas malas.

Page 82: ¿Y mi cuento?

82

24. LA PIEDRA VOLADORA

Había una vez una niña que tenía muchos

juguetes y muñecas. Le gustaba jugar con todos

ellos. Al que más quería era a un caballito que la

acompañaba a dormir todas las noches.

Un día la niña se fue con sus papas al campo y allí

encontró una piedra de colores que la guardó en

su bolsillo. Cuando llegó a su casa dijo: “que

piedra más bonita”. La limpió y la guardó en su

joyerito y se echó a dormir.

Al día siguiente cuando volvió del colegio buscó su

joyerito pero no lo encontró. Comenzó a buscarlo

por todos lados hasta que lo vio flotando en el aire

en el techo de su cuarto. Entonces la niña muy

extrañada se subió a una silla y lo atrapó, pero de

repente... plummm, ella también comenzó a volar.

Page 83: ¿Y mi cuento?

83

Lo que pasaba es que la piedra de colores era una

piedra mágica, que cuando se la sobaba hacía que

las cosas comiencen a volar.

Al día siguiente la niña agarró la piedra de colores,

se subió a su bicicleta y se fue a andar. Y mientras

andaba con su bicicleta metió la mano en el

bolsillo y sobó la piedra... y de repente

nuevamente comenzó a volar. Ese día, la niña

descubrió que sobando la piedra de colores, ella

podía volar.

Y así comenzó a divertirse con su nuevo juguete,

olvidándose de sus muñecas y de su caballito. Su

cuarto comenzó a andar bien desarreglado. Con

las muñecas tiradas por cualquier lado.

Sin embargo lo que la niña no sabía es que cada

vez que sobaba la piedra, desaparecía uno de sus

Page 84: ¿Y mi cuento?

84

juguetes. Pero no le dio importancia pues estaba

muy entusiasmada haciendo volar todas las cosas.

Y su caballito cada vez se ponía más triste.

Hasta que un día sobó la piedra para hacer volar a

su caballito pero éste en vez de volar... pofff se

desapareció delante de ella. Y recién así la niña se

dio cuenta del porqué se habían desaparecido

todas sus muñecas, porque ella por jugar con la

piedra de colores se había olvidado de sus

juguetes.

Esa noche la niña se sintió tan sola sin su caballito

que le pidió perdón al Señor Dios por no haber

sabido cuidar sus juguetes y muñecas. Entonces le

prometió al Señor que al día siguiente se desharía

de la piedra de colores, pero que por favor le

devuelva su caballito.

Page 85: ¿Y mi cuento?

85

Al día siguiente, la niña se fue a orillas de una

laguna y arrojó bien lejos la piedra de colores que

se hundió para siempre en la laguna.

Cuando la niña regresó a su casa y entró a su

cuarto, descubrió que su caballito estaba allí

esperándola con una gran sonrisa. El caballito

había regresado.

Desde ese día la niña aprendió a dar valor a sus

cosas y juguetes. Su cuarto siempre estuvo bien

limpio y arreglado. Y su caballito la siguió

acompañando todas las noches.

Page 86: ¿Y mi cuento?

86

25. LOS TRES GALLOS

Había una vez tres gallos que tenían garrapatas

en sus patas. Un día de esos, el "gallo uno", el

"gallo dos" y el "gallo tres" se pusieron de acuerdo

en que se iban a picotear las garrapatas, hasta

sacárselas todas.

El "gallo uno" se sentó y los otros gallos

comenzaron a picotearle las garrapatas de sus

patas hasta que se las sacaron todas. Entonces el

"gallo uno" se puso tan feliz al verse sin

garrapatas que se olvidó de todo y se fue

contento.

Entonces el "gallo dos" le dijo al "gallo tres":

Page 87: ¿Y mi cuento?

87

"Ahora es mi turno". Y de la misma forma el "gallo

tres" comenzó a picotearle las garrapatas de las

patas al "gallo dos" hasta que se las sacó todas. Y

sucedió lo mismo, el "gallo dos" se puso tan feliz

al verse sin garrapatas que se olvidó de todo y se

fue contento.

Entonces el "gallo tres" les gritó a los otros gallos:

“¡Oigan. Oigan. Ahora es mi turno!". Pero los otros

dos gallos estaban tan contentos sin sus

garrapatas que no le dieron importancia al tercer

gallo. Y el "gallo tres" se entristeció.

Pero justamente pasaba por ese lugar una gallina

que los había estado observando. Entonces los dos

gallos que ya no tenían garrapatas se le acercaron

a la gallina y le dijeron: “Hola muñeca. Somos los

gallos sin garrapatas”. Y la gallina les dijo: “Que

pena, porque ando buscando un gallo que tenga

Page 88: ¿Y mi cuento?

88

garrapatas para que me ayude a sacarme mis

garrapatas y para que yo también le saque sus

garrapatas”.

Y como sólo quedaba un gallo con garrapatas: el

"gallo tres", el que les había sacado las garrapatas

a los otros dos. Entonces la gallina lo abrazó al

"gallo tres" y juntos se fueron contentos y vivieron

felices sacándose las garrapatas de las patas.

Mientras que los otros dos gallos se quedaron

bravos... y nuevamente se les llenaron las patas

de garrapatas.

Page 89: ¿Y mi cuento?

89

26. EL PERRO QUE QUERIA VOLAR

Había una vez un perro que quería volar. Entonces

se subió a su casita y saltó...y paff-peff se golpeó

contra el suelo. Le dijeron que debería subirse a

una escoba y volar, lo cual hizo y peff-piff se

golpeó nuevamente contra el suelo.

Otros le dijeron que debería intentarlo desde un

árbol. Entonces busco un árbol y a duras cuentas

logró llegar hasta arriba y de allá se largó... y piff-

poff se golpeó contra el suelo.

Y dijo lo voy a intentar nuevamente y... poff-puff

nuevamente fue a parar al suelo. Entonces se

puso muy triste.

Estuvo muy triste, hasta que un día un pajarito se

le acercó y le preguntó por qué estaba triste.

Page 90: ¿Y mi cuento?

90

Entonces el perro le dijo que porque no podía

volar. "¿Acaso los perros vuelan?". Preguntó el

pajarito. Y el perro respondió firmemente: "No

vuelan. Pero yo quiero volar".

Un día mientras el perro dormía soñó que estaba

volando y cuando de despertó se llevó el susto

más grande de su vida, pues de hecho sí estaba

volando. Y es que mientras dormía, los amigos del

pajarito lo habían levantado de las orejas y de la

cola y lo estaban haciendo volar. Entonces el perro

ladró y ladró pidiendo para que lo bajen. Luego el

pajarito le dijo al perro: "¿Cómo es que tanto

querías volar?". El perro no supo que responder y

escondió su cola entre las piernas sabiendo que no

podría ser un perro volador. Nunca más insistió

en volar, pero quedó muy contento de por lo

menos haberlo intentado.

Page 91: ¿Y mi cuento?

91

27. EL MAGO Y EL CONEJITO

Había una vez un Mago que tenía un

conejito que lo acompañaba siempre

en su espectáculo de magia. El

conejito se metía en el sombrero del

Mago y éste lo hacia desaparecer y aparecer, una

y otra vez. Cada vez que el Mago lo volvía a hacer

aparecer le daba al conejito como premio una

zanahoria. Y así todo andaba muy bien.

Sin embargo un día el Mago no encontró

zanahorias en el mercado y se le ocurrió que sería

muy buena idea darle una zanahoria de plástico. Y

así pasó el tiempo y cada vez que el Mago no

encontraba zanahorias le daba al conejito la

zanahoria de plástico, creyendo que después de

todo tan solo era un pobre conejo que no tenía

sentimientos.

Page 92: ¿Y mi cuento?

92

Sin embargo el conejito cada vez que recibía la

zanahoria de plástico sentía mucha hambre y se

enojaba con el Mago.

Un día mientras el Mago dormía, el conejito se

acercó al ropero donde estaba la ropa del Mago y

sin que éste lo notara sacó la varita mágica.

Entonces se acercó al Mago y ¡Alakazan! lo

convirtió en un conejo. Cuando el Mago despertó

notó que sus pies eran blancos. ¡Oh!. ¡Y están

llenos de pelos!. ¡Oh y tengo orejas!.... ¡y tengo

una colita!. Entonces el Mago gritó: "¡Soy un

conejo!".

A su lado el conejito lo miró y le dijo: "¡Hola

amigo!", pero el Mago creyó que era un sueño y

cerró los ojos. Pero pronto se dio cuenta que no

era un sueño y que estaba convertido en un

Page 93: ¿Y mi cuento?

93

conejo.

Entonces se hizo de noche y el Mago, convertido

en conejo, sintió hambre. El conejito le dijo:

"¿Tienes hambre. verdad?. Voy a compartir

contigo lo único que tengo. Aquí tienes una

zanahoria". Y el conejito le entregó al Mago la

zanahoria de plástico. Entonces el Mago se dio

cuenta de lo que había hecho y se puso a llorar.

A día siguiente cuando amaneció, el Mago

despertó y comprobó con mucha alegría que ya no

era más un conejo. Entonces se dijo a sí mismo:

"debe haber sido un mal sueño". Sin embargo

cuando miró alrededor de su cama vio que su

conejito tenía la varita mágica y que él en su lugar

tenía en su mano la zanahoria de plástico. Así el

Mago comprobó que en realidad no había sido un

mal sueño sino que el conejito lo había perdonado

y lo había vuelto a convertir en humano y se

Page 94: ¿Y mi cuento?

94

arrepintió de haber engañado a su conejito, ya

que le negaba lo más preciado que tienen todos

los conejitos: "las zanahorias".

Desde ese día, en la casa del Mago podría faltar

cualquier cosa, pero menos las zanahorias; pues a

un amigo nunca se le niega el apoyo y mucho

menos la comida.

Page 95: ¿Y mi cuento?

95

28. EL PERRO Y LA PULGA

Había una vez un perro que era

muy limpio. Una noche

descubrió que había una pulga

en su barriga, lo cual lo hizo

ponerse muy bravo. Entonces

comenzó a mordisquearse por todo lados tratando

de espantar a la pulga, pero mas bien hizo que

ésta se moviera de la cabeza a los patas y de las

patas a la cabeza.

Al día siguiente, los dueños del perro dejaron sin

querer entreabierta la reja de entrada de la casa y

el perro se salió a la calle. Justo en ese momento

pasaban por ahí otros perros entonces el perro se

olvidó de la pulga y se fue a jugar con los otros

caninos.

Page 96: ¿Y mi cuento?

96

Pasó la tarde jugando. Cuando se hizo de noche y

quiso regresar a su casa se dio cuenta de que se

había perdido y que no sabía donde estaba,

entonces se puso a llorar y de repente escuchó

una voz que le decía en su oreja: "Oye tú. ¿Por

qué lloras?". Era la pulga. El perro asombrado de

que la pulga le hablara le dijo que se había

perdido. Entonces la pulga le prometió que al día

siguiente cuando amaneciera, ella lo llevaría de

regreso a su casa, pero con una condición: de que

por favor la dejara vivir tranquila en su barriga y

ella le prometía que no lo iba a molestar tanto. A

lo cual el perro aceptó.

Al día siguiente, dicho y hecho la pulga se bajó del

perro y de salto en salto lo condujo hasta la casa

donde vivía, pero cuando llegaron el perro se

entró dejando afuera a la pulga y le dijo que se

fuera de ahí y que no volviera nunca más.

Page 97: ¿Y mi cuento?

97

Sintiéndose traicionada la pulga le dijo: "sos un

perro mentiroso" y éste sin preocuparse mas bien

cerró la puerta y se metió en su perrera.

Entonces pasaron los días y una noche el perro

sintió nuevamente picazón en su barriga. Pero

esta vez ya no era solamente una pulga sino mas

bien cientos de pulgas que juntas se divertían

mordiéndole las orejas, las patas, la cola, la

cabeza; en fin el perro estaba plagado de pulgas

por todos lados. Muy asustado escuchó en su

oreja una voz conocida que le dijo: "Oye perro

mentiroso, que te parece la fiesta a la cual he

invitado a mis amigos". Era pues nuestra conocida

la pulga que para darle una lección al perro había

traído a muchas otras pulgas que lo

mordisqueaban por todas partes.

Y así el perro comenzó a enflaquecerse de tantas

Page 98: ¿Y mi cuento?

98

pulgas que tenía. Hasta que una noche llorando le

dijo a la pulga: "Pulguita por favor perdóname.

Juro que nunca más volveré a mentir". Entonces la

pulga le dijo: "espero que hayas aprendido la

lección".

Al día siguiente como por arte de magia, cuando

el perro se despertó todas las pulgas se había ido.

Desde ese día, el perro nunca más volvió a ver a

la pulga. Sin embargo tampoco se olvidó de la

lección que aprendió y mantuvo en el recuerdo a

la pulga que lo ayudó cuando estuvo extraviado.

Page 99: ¿Y mi cuento?

99

29. LA ABEJITA Y EL CONEJO

Había una vez una abejita traviesa,

que se divertía aguijoneándole la

colita a un conejo saltarín creyendo

que no lo lastimaba. Lo perseguía

una y otra vez hasta que lo

alcanzaba y el pobre conejo se

pasaba todo el día con la cola dolorida.

Un día apareció por esa parte del bosque un

pequeño oso a quien le gustaba mucho la miel y

así comenzó a comerse cada uno de los panales

que encontraba. Todas las abejas se pusieron muy

nerviosas pues el oso por comer la miel les

destruía sus casas.

Entonces la abejita, que ya sabía de la presencia

del oso, un día se acercó al conejo y le dijo:

Page 100: ¿Y mi cuento?

100

“Conejo. Yo se qué te he zunchado tu colita

muchas veces. Por favor discúlpame. Necesito que

me ayudes”. Y el conejo la pensó una y otra vez

hasta que finalmente acabó disculpando a la

abejita.

Un día de esos, el oso que merodeaba comiéndose

toda la miel que a su paso encontraba vio que en

el suelo había un montón de flores y le llamó la

atención pues olían a miel. Se acercó a querer

agarrarlas y de repente bororom se enterró en un

tremendo hueco. Era el hueco y la trampa que

había hecho el conejo para ayudar a las abejas. El

oso se asustó tanto que no volvió nunca más. Y

las abejas se pusieron muy felices y agradecieron

al conejo.

Sin embargo días después comenzó a llover, y

llovió y llovió tanto que el conejo escapando de la

Page 101: ¿Y mi cuento?

101

inundación se tuvo que subir con toda su familia al

hueco de un árbol.

Al día siguiente, muy temprano, el conejo escuchó

un ruido muy raro que cada vez se hacía más

fuerte. Entonces sacó la cabecita para ver que

sucedía y vio que una víbora que escapando

también de la inundación subía al árbol y se dirigía

directamente al hueco donde él estaba con su

familia. El pobre conejo gritó y gritó por ayuda

pero como llovía tanto nadie lo escuchaba. Y la

víbora, cada vez se acercaba más y más. Y

cuando ya estaba a punto de entrar en el hueco

del árbol... de repente aparecieron todas las

abejas, guiadas por la abejita amiga del conejo y

aguijonearon a la víbora por todos lados hasta que

la víbora se cayó del árbol y se escapó con el

cuerpo llena de aguijones.

Page 102: ¿Y mi cuento?

102

Desde ese día la abejita y el conejo fueron muy

buenos amigos y la abejita nunca más le

aguijoneó su colita.

Page 103: ¿Y mi cuento?

103

30. EL VIEJITO DEL BOSQUE

Había una vez en un bosque lejano

un viejito que vivía solo. Los

habitantes del pueblo cercano lo

creían loco. Todas la noches se

escuchaba un ruido muy raro: “rec-

rec”, “rec-rec”. Y las mujeres del

pueblo no dormían de miedo.

Un día un leñador se perdió en el bosque y fue a

parar a la casita del viejito, pero le dio tanto

miedo entrar que se quedó a dormir en las raíces

de un árbol. Cuando oscureció escuchó: “rec-rec”,

“rec-rec”... y cada vez más fuerte “rec-rec”. Y

escuchó que el ruido salía de adentro de la casa

del viejito. Entonces el leñador se acercó a espiar

por una ventana y vio que el viejito tenía unos

dientes muy grandes y que comía unas ramas

Page 104: ¿Y mi cuento?

104

como si fuera un castor y ese era justamente el

ruido que se escuchaba todas las noches: "rec-

rec”. Entonces el leñador suspiró aliviado y dijo:

“¡Ah. con que eso era!”.

Al día siguiente el leñador regresó al pueblo le

contó a su esposa lo que había visto. Entonces

como la señora del leñador tenía un buen corazón

dijo: "seguro que le han crecido los dientes al

viejito porque no tiene otra cosa para comer que

tan solo ramas de árboles. A partir de hoy le voy a

llevar comida todos los días". Y así lo hizo la

buena señora y desde ese día no se escuchó más

el “rec-rec”.

El tiempo pasó y un día nuevamente otro leñador

se perdió y fue a parar a la casa del viejito. El

leñador que conocía de la existencia del viejito del

bosque, esta vez se asombró al ver que éste en

Page 105: ¿Y mi cuento?

105

vez de tener los dientes grandes tenía las orejas

grandes.

Cuando el leñador contó lo que había visto,

algunos en el pueblo quisieron lincharlo al viejito

del bosque creyéndolo un brujo. Sin embargo la

señora que todos los días le llevaba comida, les

dijo a todos que lo dejen en paz ya que ella

también había notado que desde que le comenzó a

llevar comida, los dientes del viejito del bosque se

habían achicados y que las orejas le habían

comenzado a crecer.

Y en verdad eso pasaba. Al llegar la noche, al

viejito del bosque le crecían las orejas y se pasaba

la noche entera escuchando todos los ruidos del

bosque.

Entonces sucedió que una noche el viejito del

Page 106: ¿Y mi cuento?

106

bosque escuchó: “suuu-suuu”. Y a la noche

siguiente de nuevo: “suuuuuuuu-suuuuuuu”, y

cada vez más cerca. Entonces salió y vio que

muchas, pero muchas hormigas, avanzando

lentamente en la noche se comían todas las hojas

de los árboles, secándolos.

Al día siguiente el viejito del bosque le contó a la

señora del leñador, lo que había visto y ella a su

vez le contó a su marido y a los otros leñadores.

Algunos dijeron que el viejito del bosque estaba

loco; sin embargo algunos creyeron y fueron a ver

a las hormigas y cuando comprobaron como los

árboles se comenzaban a secar, todo el pueblo se

puso en campaña rociando veneno contra las

hormigas, hasta que estas se fueron. De esa

forma salvaron el bosque.

Page 107: ¿Y mi cuento?

107

Desde ese día el viejito del bosque pasó a ser el

cuidante del pueblo y todos lo respetaron y lo

quisieron, aunque por las noches le crecieran las

orejas.

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31. EL BOSQUE EMBRUJADO

Sucedió que una vez le tocó a

un señor pasar al medio día por

un pequeño camino que

atravesaba un bosque. Y

entonces escuchó una voz que

decía: “chu-chuy”, “chu-chuy”, y

cada vez más fuerte “CHU-

CHUY”. Entonces el cielo se cubrió y de repente se

hizo de noche. El señor se asustó tanto que corrió

y corrió hasta llegar casi sin aliento al pueblo más

cercano y le contó a los policías lo que le había

ocurrido.

Al día siguiente a la misma hora, los dos únicos

policías que habían en el pueblo se dirigieron al

lugar citado en el bosque y de repente escucharon

“CHU-CHUY”, “CHU-CHUY”. Y en menos de lo que

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109

canta un gallo, el día se oscureció y los policías

salieron corriendo, despavoridos de tanto miedo.

A partir de ese día todos tuvieron miedo de ir al

bosque y comenzaron a llamarlo: “bosque

encantado”. Y así se tejieron muchas historias

sobre el bosque, del cual muchos aseguraban que

estaba embrujado.

Hasta que un día llegó al pueblo un joven valiente,

a quien le contaron la historia. Entonces el joven

dijo: “Yo no le tengo miedo a nada. Mañana voy a

ir al bosque y voy a descubrir que es lo que tanto

los asusta”.

Y así lo hizo. Y cuando llegó al bosque, de nuevo

sucedió lo mismo: de repente escuchó una voz

que decía “chu-chuy”, “chu-chuy” y se oscureció el

día. Sin embargo como él era valiente se escondió

Page 110: ¿Y mi cuento?

110

entre unos árboles y decidió pasar allí la noche,

para ver que era lo que sucedía.

¡Y no pasó nada!.

Al día siguiente, a la misma hora del medio día, de

nuevo el mismo “chu-chuy” y “chu-chuy”.

Entonces el joven fue a ver de donde salía ese

ruido y descubrió que era un mono que estaba

resfriado y que estornudaba fuertemente: “A-

Chis”, “A-Chis”. Pero que cada vez que estornuda

lo hacía tan fuerte que retumbaba en todo el

bosque, haciendo espantar a una gran colmena de

abejas que había por allí, las cuales asustadas

revoloteaban tanto que llegaban a formar una

gran nube que casi cubría el bosque, aparentando

como si de repente el día se transformara en

noche.

Page 111: ¿Y mi cuento?

111

Fue así como descubrieron el secreto del bosque

encantado y también la gran colmena de abejas,

de donde comenzaron a sacar mucha miel, la cual

vendían en un poblado vecino, con la ayuda del

joven valiente... y así prosperaron todos.

Desde entonces nunca más volvieron a escucharse

historias de miedo sobre el bosque encantado y

más bien comenzaron a cuidarlo, porque las

abejas sacaban de allí el polen para hacer la miel.

Page 112: ¿Y mi cuento?

112

32. LAS HORMIGAS DE ORO

Había una vez un hombre que era tan flojo, tan

flojo, que su casa comenzó a llenarse de

hormigueros por todos lados, y no le importó.

Entonces sucedió que un día al levantarse, bien

tarde como siempre lo hacía, descubrió que

incluso hasta su cama estaba llena de hormigas.

Pero lo que le llamó la atención no fueron las

hormigas sino el hecho de que a algunas de ellas

les brillaban las patitas. Agarró unas cuantas y

comenzó a analizarlas y dijo: “Esto es oro. Las

patitas brillan porque las hormigas han tocado

oro. Seguro que en el hormiguero hay oro”.

A partir de ese día, entonces el hombre guiado

por su codicia, comenzó a cavar y a cavar

buscando dar con el hormiguero de donde

Page 113: ¿Y mi cuento?

113

supuestamente venía el oro. Sin embargo como su

casa se había llenado de hormigas le acabó siendo

una tarea realmente muy difícil. Se pasó algunos

días cavando, pero como era muy flojo, más era lo

que dormía que lo que cavaba. Y cuando vio que

el patio de su casa estaba pareciéndose a un

campo minado, lleno de huecos, al final se cansó y

decidió irse de ahí, y vendió el lugar a un buen

hombre que necesitaba de un techo donde

cobijarse.

Pasaron los días y el hombre bueno y trabajador

que compró el lugar comenzó a tapar todos los

huecos, porque necesitaba espacio para sembrar

sus verduras y legumbres. Al hacerlo y dado que

la luz del día no le alcanzaba, comenzó a trabajar

también de noche. Y una noche mientras

trabajaba, alumbrado por una tenue linterna, le

llamó la atención que algo reflejaba en la tierra. Y

Page 114: ¿Y mi cuento?

114

fue así como vio a las hormigas de las patitas

brillantes. Entonces el hombre bueno cavó y

descubrió el hormiguero de donde salían las

hormigas que brillaban, encontrando así el tesoro

escondido.

El hombre flojo al enterarse de la noticia vino a

reclamarle al hombre bueno lo que él creía que le

pertenecía. A lo cual el hombre bueno y trabajador

respondió: “Quien no persevera nunca consigue

nada. Tu hiciste el hueco y si hubieras cavado

medio metro más te hubieras encontrado con el

tesoro. Sin embargo pudo más tu flojera”.

Dado que el hombre bueno era justo, le dijo al

flojo: “el tesoro me pertenece a mí porque yo lo

encontré, pero te daré la mitad con la condición de

que a partir de hoy día comiences a trabajar

conmigo”. Y así lo hizo. Ambos se pusieron de

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115

acuerdo. Juntos taparon todos los huecos y con el

dinero del tesoro hicieron un gran sembradío de

verduras y legumbres. Y nunca les falto nada.

El hombre flojo aprendió: “que la única forma de

salir adelante es esforzándose y no dejando nada

a medio hacer”.

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116

33. LA BRUJA Y LA SOGA MAGICA

Había una vez un pueblo de leñadores, que

trabajaban en el bosque sacando leña. En vez de

vivir felices, porque el bosque estaba lleno de

grandes árboles, los leñadores vivían peleando

casi todos los días por uno y otro motivo.

Entonces sucedió que un día de esos, cuando los

leñadores se encontraban en plena discusión, de

repente se les apareció una bruja que les dijo:

“Mientras más peleen mejor para mí, pues mi

casita pronto se llenará. Ja, ja, ja, ja”. Y la bruja

desapareció.

Todos los leñadores quedaron muy temerosos y se

fueron a sus casas. Sin embargo al día siguiente

cuando volvieron al trabajo, algunos de ellos

nuevamente comenzaron a discutir... y de pronto

¡Phof!, los que estaban discutiendo desaparecieron

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117

como tragados por la tierra. Y los que quedaron se

fueron corriendo a sus casas prometiendo no

volver a pelear.

Sin embargo, estos leñadores eran tan malos, que

no aguantaron estar mucho tiempo sin discutir y

pelear, y así de a poco en poco todos y cada uno

de ellos fueron desapareciendo.

Y es que la bruja los había hechizado. Cada vez

que algún leñador peleaba ésta lo hacia

desaparecer y después lo volvía a hacer aparecer

pero de un tamaño muy pequeñito para encerrarlo

en una casita de muñecas.

Y así con el paso del tiempo la bruja fue juntando

en su casita de muñecas a casi todos los leñadores

del bosque.

Page 118: ¿Y mi cuento?

118

Entonces sucedió que las mujeres de los leñadores

al ver que sus maridos desaparecían por ser

peleones se reunieron y de dirigieron a la casa de

la bruja creyendo que allí los encontrarían.

De entre las mujeres había una sin embargo que

era muy precavida y buena que antes de salir en

dirección a la casa de la bruja dijo: “llevare

conmigo esta soga mágica, por si nos hace falta”.

Esa soga, la había recibido de su abuela como un

regalo de cumpleaños siendo aún muy niña. En

ese entonces su abuela le había dicho que

mantuviera guardada la soga pues le serviría para

ayudar a muchos.

Entonces cuando las mujeres llegaron a la casa de

la bruja vieron por un hueco de la pared que sus

maridos estaban allí encogidos y presos en la

pequeña casita de muñecas. Tocaron la puerta de

la bruja y ésta de repente se les apareció con una

Page 119: ¿Y mi cuento?

119

sonrisa de oreja a oreja y las hizo pasar adentro...

con la intención también de encogerlas, para

completar así su casita de muñecas.

Y fue así como la bruja también acabó encogiendo

a las mujeres que entre ellas eran malas y las

metió en la casita de muñecas.

Sin embargo la mujer buena que había llevado la

soga mágica, ayudada por las otras a quienes la

bruja no había encogido por ser buenas;

sorprendieron a la bruja y la amarraron con la

soga.

Entonces, todas ellas obligaron a la bruja a que

regresara al tamaño normal a todos aquellos a

quienes había encogido. Y la bruja, desencogió a

los que había encogido... pero zafándose de la

soga mágica desapareció para siempre.

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120

Desde ese día los leñadores nunca más volvieron

a pelear. Vivieron felices. El pueblo prosperó con

el trabajo de todos... y mantuvieron por siempre

la soga mágica para espantar a la bruja mala, por

si volvía.

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121

34. EL MONO AMBICIOSO

Había una vez un Mono muy ambicioso que quería

ser el dueño del mundo. Un día se enteró de que

el secreto, muy bien guardado, de cómo llegar a

ser el dueño del mundo lo sabía el Viejo Sabio. Sin

embargo nadie tenía ni la más mínima idea de

quien era y donde vivía el Viejo Sabio. Entonces el

Mono comenzó a buscar al Viejo Sabio por todos

lados... y se pasó muchos años buscándolo. Hasta

que un día un elefante bien viejito le contó al

Mono que él había escuchado una vez decir a su

abuelo que el Viejo Sabio vivía en la montaña más

alta.

Y así, nuevamente el Mono ambicioso se pasó

mucho tiempo buscando la montaña más alta

hasta que un día la encontró y comenzó a

escalarla, creyendo que allí encontraría

Page 122: ¿Y mi cuento?

122

supuestamente al Viejo Sabio.

Y escaló y escaló. Y los días pasaron y pasaron y

el Mono continuó subiendo. Y a medida que más

subía, le parecía que la montaña cada vez se hacía

más alta. Hasta que un día llegó a una caverna

muy obscura. Entonces entró buscando al Viejo

Sabio. Sin embargo, en vez de encontrar allí al

Viejo Sabio, se topó con un espejo muy grande,

en el cual al mirarse descubrió que había

envejecido mucho, pues su figura le mostraba

como si tuviera más de mil años de edad. El Mono

se enojó y rompió el espejo en mil pedazos.

Entonces el Mono vio allá a lo lejos, que dentro de

la caverna brillaba una pequeña luz. Y poco a poco

se fue acercando hasta descubrir que la luz venía

del otro lado de la montaña. De pronto una voz lo

llamó: "Mono. Ven aquí". Y el Mono sintió miedo,

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pero su deseo de querer ser el dueño del mundo

era tan grande que nada lo detuvo. Entonces vio

que había un pequeño puente de madera por el

cual podía pasar al otro lado de la montaña y así

lo hizo, pero en lo que estaba cruzando, las

amarras podridas del puente se soltaron y el Mono

casi fue a parar al fondo del precipicio. A duras

penas consiguió llegó hasta el otro extremo.

Después de descansar un poco, el Mono siguió

hasta encontrar el lugar de donde venía la luz. Y

esta vez se encontró con un espacio no muy

grande, iluminado por una pequeña luz rojiza. Y

allí, justo en el medio de ese lugar, había un Lobo,

que era muy viejo. Era el Viejo Sabio. Por fin lo

había encontrado.

Entonces el Lobo miró al Mono y le dijo: "Entra,

que ya yo sé a que has venido. Te voy a revelar el

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secreto: Busca siempre la razón y la justicia, ellas

te harán dueño de... la felicidad".

Entonces el Mono muy enojado, pensó: "Y para

saber solo eso es que me he pasado tanto tiempo

y hasta casi he perdido la vida". Entonces el Lobo,

como adivinando los pensamientos del Mono, se

levantó y haciendo una señal con su pata derecha

le mostró una puerta muy grande, la cual de

repente se abrió como si fuera una leve pluma y

de adentro salió un brillo muy intenso. Era oro.

Todo lo que había adentro era oro. El Mono nunca

había visto tanta cantidad de oro junto.

Entonces el Lobo, le dijo al Mono: "Toma lo que

puedas. Es todo tuyo". Y el Mono sin pensar dos

veces quiso correr hasta esa montaña de oro y

nadar en ella... pero de repente no pudo mover ni

un solo dedo y sintió como si el cuerpo no le iera.

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Entonces se tiró al suelo y desesperado hizo el

intento de arrastrarse aunque sea para llegar a

tocar el oro con un solo dedo, pero su cuerpo no

se movió ni un solo milímetro. Estaba totalmente

entumecido.

Entonces el Lobo, mirándolo tristemente le dijo:

"Vete de aquí y busca ser feliz". Y fue recién

cuando el Mono pudo moverse... y sin mirar atrás

comenzó a bajar la montaña.

Cuando el Mono llegó al pie de la montaña

comprobó que ya no era más viejo y que

nuevamente había recobrado sus fuerzas. Desde

ese día, el Mono nunca más quiso ser el dueño del

mundo y se dedicó a alegrarle la vida a los demás

y así logró ser muy feliz.

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Ricardo Enrique Ortiz Gutiérrez, realizó sus estudios universitarios de ingeniería civil en la Universidad

de Brasilia, Brasil y cursos de especialización en recursos hídricos y medio ambiente en la Universidad Militar de Munich y la Universidad de Hannover, Alemania. En el área de su especialidad ha realizado

diferentes consultorías para empresas nacionales e internacionales. Ejerció durante 10 años la cátedra

de simulación y modelos en la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra. Se desempeñó como

director de proyectos medioambientales trabajando con organismos de cooperación internacional. También coordinó y gestó

proyectos de competitividad y desarrollo empresarial con la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz. Trabajó para la Agencia Española de Cooperación Internacional en temas de desarrollo turístico y microempresarial.

Actualmente, afincado en San Ignacio de Velasco, en pleno corazón de la Chiquitania es responsable de proyectos de la

Diócesis de San Ignacio de Velasco.

[email protected] - www.paradorsantaana.blogspot.com - www.lachiquitania.blogspot.com

Laura Gabriela Ortiz Pedraza, nació en Santa Cruz de la Sierra el 15 de julio de 1997. Le agrada leer,

dibujar, pintar y tocar violín. Estudia en el Colegio Rosenhammer de San Ignacio de Velasco. Le gustaría llegar a ser dentista de niños.

Este libro es un regalo para todos los niños, principalmente para los

pequeñines quienes con su tierna edad tan llena de necesidades y de

afecto nos recuerdan siempre que también a cada uno de nosotros

nos tocó el turno de descubrir lo que es el mundo. Los cuentos son

sencillos, están ordenados según la edad y tienen un solo propósito:

facilitar la comunicación entre los padres y el niño. Para ello los

padres deben sin embargo acompañar con gestos y el tacto lo que se

indica en los cuentos, ya que de esa forma el niño no solo escuchará

el cuento sino también lo sentirá.

Tal como yo lo viví, si ustedes a través de éste libro consiguen

compartir con sus hijos un poquito más. Esa sonrisa, aunque sea de

unos escasos segundos, siempre tendrá un precio tan especial que ni

el tesoro más grande del mundo podrá pagar. ¡Diviértanse!.